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Evolucion reticulada
Luis Boto
Depto. Biodiversidad y Biología Evolutiva, Museo Nacional Ciencias Naturales. CSIC. José
Gutiérrez Abascal 2. 28006 Madrid. E-mail:
[email protected]
RESUMEN
El presente artículo explora el papel de la denominada evolución reticulada en el proceso global de
la evolución biológica. En concreto, se revisa como transferencia génica horizontal e hibridación
ínter específica han podido jugar un papel más importante en la evolución del que inicialmente se
les ha atribuido. Asimismo se discute como el origen del dominio eucariótico pudo haber surgido
como consecuencia de la fusión de dos organismos diferentes y sus correspondientes genomas
reforzando la importancia de la evolución reticulada. eVOLUCIÓN 7(2): 73-83 (2012).
Palabras Clave: Evolución; transferencia génica horizontal; hibridación; eucariogenesis.
ABSTRACT
The current review explores the role of the reticulate evolution on the global evolutionary process.
In particular, I review the roles that horizontal gene transfer and interspecific hybridization play in
evolution. Finally, I discuss how the eukaryotic domain could emerge as product of a fusion event
between two different organisms and their correspondent genomes reinforcing the importance of
reticulate evolution. eVOLUCIÓN 7(2): 73-83 (2012).
Key Words: Evolution; horizontal gene transfer; hybridization; eukaryogenesis.
INTRODUCCION
En este trabajo pretendo revisar de una forma
sucinta como lo que se podría denominar como
evolución reticulada ha podido modular la
evolución del mundo vivo, pasando revista al
papel de la transferencia génica horizontal en la
evolución
fundamentalmente
del
mundo
procariótico, pero también del mundo eucariótico
incluyendo animales, y al papel de la hibridación
en la evolución en animales y plantas, para
finalmente discutir como una de las transiciones
fundamentales en la historia de la vida entre las
caracterizadas por Maynard Smith y Szathmáry
(1997), el origen de la célula eucariótica, pudo
ocurrir precisamente por la fusión de dos
organismos diferentes y la integración de sus
genomas.
El principio de modificación con descendencia
ha presidido el pensamiento evolucionista desde
Darwin y ha dado lugar a una visión arborescente
de la evolución por la que caracteres y organismos presentes se relacionan con caracteres y
organismos del pasado a través de unas relaciones
que se pueden representar de una forma gráfica
como ramas de un árbol.
Por otro lado, dentro del pensamiento evolucionista estructurado a partir de los postulados de los
proponentes de la denominada Síntesis Moderna,
y más concretamente a partir del concepto de
especie acuñado por Ernest Mayr (1957), los
híbridos ínter específicos han sido vistos como
callejones sin salida o vías muertas desde un
punto de vista evolutivo debido a su esterilidad y
su generalmente reducido fitness.
Sin embargo, con el desembarco de las técnicas
moleculares en el estudio de la evolución, y sobre
todo a partir de los años 90 del pasado siglo, está
empezando a resultar evidente que esta visión de
la evolución como un árbol no siempre se ajusta a
la realidad de los procesos evolutivos, ya que la
transferencia de genes y caracteres entre organismos diferentes parece un fenómeno más
extendido de lo que se podía pensar y que la
hibridación inter específica ha podido jugar cierto
papel en la evolución, al menos para algunos
organismos.
Transferencia genica horizontal
Se puede definir la transferencia génica
horizontal (o lateral) como la transferencia de
material genético (genes completos, operones
enteros o secuencias no codificantes) entre
organismos filogeneticamente diferentes y su
integración estable en el genoma del receptor
(Doolittle 1999a) (Fig. 1)..
A pesar de que desde los primeros tiempos del
desarrollo de la biología molecular se conocían
mecanismos responsables del intercambio de
material genético entre bacterias (Lederberg y
Tatum 1946; Zinder y Lederberg1952) tales
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Fig. 1. Representación esquemática de un evento de
transferencia horizontal. El organismo A transfiere al
organismo B el gen E que es perpetuado entre la descendencia
de B permitiendo la adquisición de un nuevo carácter, en este
caso una nueva forma
como transformación, transfección o transducción, y de que existía una invocación teórica al
posible papel de la transferencia horizontal en el
proceso evolutivo (Syvannen 1985 ) no fue sino
hasta los años 90 del pasado siglo, cuando
tratando de explicar la incongruencia entre las
relaciones filogenéticas recuperadas utilizando
genes diferentes se empezó a considerar seriamente que la transferencia génica horizontal
podría haber jugado un papel más importante en
la evolución, al menos de bacterias, que lo que se
podía suponer (Hilario y Gogarten 1993).
Hoy resulta evidente que los genomas bacterianos han sido modulados entre otros procesos,
por la adquisición de genes procedentes de otras
bacterias, de arqueas, de virus, e incluso de
eucariotas. Del mismo modo los genomas de
Archaea presentan genes de diferentes procedencias e incluso los genomas eucarióticos presentan
genes que proceden tanto de bacterias como de
arqueas y de otros eucariotas, lo que confirma
que la transferencia horizontal ha estado
ampliamente extendida a lo largo de la evolución
(Boto 2010a,b) y afecta en mayor o menor
medida a los tres dominios biológicos que
definieran Woese et al. (1990).
Sin embargo, el debate acerca de la importancia
real de la transferencia en la evolución de cada
uno de estos dominios y los posibles retos que su
propia existencia plantea al concepto de
evolución vertical y recuperación de relaciones
filogenéticas, y en último término a la recuperación del árbol de la vida, está lejos de ser cerrado.
Ello se debe en parte a que no siempre es
sencillo detectar eventos de posible transferencia
horizontal. Tradicionalmente, los métodos
empleados para detectar eventos de transferencia
(Ragan 2001) se basan en las discrepancias en
utilización de codones o composición de bases
entre los posible genes transferidos y los del
organismo receptor, o mejor en las discrepancias
filogenéticas entre el gen transferido con el resto
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de genes de la especie receptora, pero esto no
siempre desemboca en una identificación clara de
los posibles sucesos de transferencia. En el
primer caso, aunque los genes transferidos
puedan diferir originalmente de los del receptor
en composición de bases o utilización de
codones, con el paso del tiempo estas diferencias
se van borrando y esos genes tienden a
homogeneizarse con el entorno genómico, de tal
manera que aunque pueda ser más o menos fácil
identificar por éstos métodos eventos recientes de
transferencia, los eventos antiguos pueden pasar
desapercibidos. Y con respecto al segundo caso,
no siempre resulta claro si una discrepancia
filogenética se puede explicar por la adquisición
de un gen por transferencia horizontal o por
pérdida de un gen compartido en alguna línea.
Ello hace que sea difícil estimar el número de
genes que en cada genoma procariótico han sido
adquiridos a través de transferencia horizontal.
Aún así, se estima que entre un 1.6% y un 32.6%
de los genes en cada genoma procariótico han
sido adquiridos vía transferencia horizontal
(Koonin et al. 2001), aunque la importancia real
de la transferencia horizontal puede ser incluso
mayor si se tiene en cuenta el impacto acumulativo de la transferencia a través de linajes
evolutivos (Dagan et al. 2008).
Y aunque parece que la transferencia tiende a
ocurrir más frecuentemente entre organismos
próximos filogeneticamente (Andam y Gogarten
2011, Kloesges et al. 2011), lo cual tiene sentido
puesto que los genes de organismos cercanos
filogeneticamente son más similares en
secuencia, composición de bases y utilización de
codones que los de organismos más alejados y
pueden ser más facilmente aceptados tras la
transferencia, existen evidencias de transferencia
entre grupos alejados (Kloesges et al. 2011),
incluso de transferencias entre dominios, como
aquellas producidas entre Bacteria y Archaea
(Rest y Mindell, 2002; Gophna et al. 2004; Le
Fourn et al. 2011) o la presencia de genes de
origen eucariótico en bacterias (Guljamow et al.
2007).
Considerando que como hemos dicho antes, la
detección de eventos antiguos de transferencia es
más difícil que la de eventos recientes, parece que
la transferencia de material genético entre
procariotas ha podido tener lugar a todo lo largo
de la historia evolutiva de los mismos, afectando
tanto a bacterias como a arqueas, permitiendo la
adquisición de diferentes rasgos adaptativos,
como determinantes de patogeneicidad bacteriana, resistencia a antibióticos, etc. que han
modulado la evolución de estos organismos
Por otra parte, y a pesar de que inicialmente se
propuso (Jain et al. 1999) que los genes
implicados en metabolismo podrían ser más
susceptibles de transferencia que los genes
implicados en el procesamiento de la información
genética (transcripción, traducción, etc.) debido a
L. Boto – Evolución reticulada
Asimismo, la transferencia horizontal parece
que ha modulado la evolución tanto de los
genomas nucleares, como los mitocondriales y
plastídicos en plantas dibujando una compleja
historia evolutiva de las mismas (Bock 2010).
Por otro lado, la adquisición en hongos de
genes desde oomycetos pero también desde
bacterias y arqueas parece haber contribuido a la
adquisición de mecanismos de patogénesis por
los mismos (Mehrabi et al. 2011; McDonald et al.
2012). De igual manera, la transferencia horizontal entre insectos y nematodos y desde bacterias a
éstos ha contribuido a la evolución de este grupo
permitiéndoles la adquisición de genes que
posibilitan adaptaciones como la patogénesis de
plantas (Rodelsperger y Sommer 2011). Finalmente, destacar la adquisición por Aphidos de
genes de biosíntesis de carotenoides desde
hongos (Moran y Jarvik 2010; Novakova y
Moran 2012) que les ha permitido sintetizar estos
compuestos siendo el único grupo animal que
puede sintetizar carotenoides. En los tres casos,
los genes transferidos parecen expresarse
correctamente en el receptor y son por tanto
funcionales.
De lo discutido hasta ahora resulta claro que la
transferencia génica horizontal ha jugado un
papel importante en la evolución de la vida,
constituyendo una fuente de variabilidad adicional a las lentas y acumulativas mutaciones
contempladas en la síntesis moderna y que puede
aportar novedades evolutivas de una forma
rápida. Ello ha llevado a algunos autores
(Doolittle 1999b; Doolittle y Bapteste 2007) a
cuestionarse si es posible recuperar las relaciones
filogenéticas de los organismos y si realmente
tiene sentido la metáfora de árbol de la vida para
describir el proceso evolutivo. Frente a ellos,
otros autores sostienen que es posible recuperar la
historia filogenética de los organismos a partir de
algunos genes core conservados y transmitidos
verticalmente a lo largo de la historia evolutiva
(Ciccarelli et al. 2006; Gribaldo y Brochier
2009).
Los defensores del primer punto de vista
argumentan sin embargo, que el número de genes
conservados y transmitidos verticalmente es tan
pequeño, que defender un árbol de la vida basado
en un como mucho 0.7% de genes del genoma
carece de sentido (Bapteste et al. 2008; Dagan et
al. 2008, Lapierre y Gogarten 2009) y por lo tanto
piden abandonar la visión de la evolución como
un árbol proponiendo que ésta debería describirse
mejor con otras metáforas como la de red
(Doolittle 1999b), anillo de la vida (Rivera y
Lake 2004) u otras (Williams et al. 2011), que
tuvieran en cuenta que los genomas (y los
fenotipos) de los diferentes organismos están
modulados por genes de diferentes procedencias,
sobre todo en lo que respecta al mundo
procariótico.
que sus productos están implicados en un menor
número de interacciones (hipótesis de la
complejidad), parece que no existen barreras
absolutas a la posible transferencia de genes
(Sorek et al. 2007), aunque ciertamente la
conectividad de los productos génicos en las
redes metabólicas o reguladoras sea un factor
importante permitiendo que los genes transferidos
persistan o no en el receptor.
Por otra parte, se ha venido asumiendo que la
transferencia horizontal es menos importante
como fuerza moduladora de la evolución de
eucariotas. De hecho, la presencia de una línea
germinal en eucariotas multicelulares constituye
una importante barrera a la transmisión y
perpetuación de los posibles genes transferidos.
Pero por otro lado, el menor número de genomas
eucarióticos completados en relación al número
de genomas procarióticos que han sido secuenciados, ha venido introduciendo un sesgo a la
hora de comparar la importancia de la
transferencia horizontal en eucariotas en relación
con los procariotas.
Sin embargo, hoy resulta evidente que la
transferencia horizontal ha jugado un papel muy
importante en la evolución de eucariotas unicelulares (Andersson 2010) y que los genomas
nucleares en los eucariotas contienen una gran
cantidad de genes procedentes de los ancestros de
mitocondrias y plastos (Keeling y Palmer 2008;
Lane y Archibald 2008) (ver más adelante). Pero
además y sobre todo de estudios publicados en
los dos últimos años, se deriva que la adquisición
horizontal de genes tanto desde bacterias como de
otros eucariotas puede estar jugando un papel
más importante en la evolución de éstos,
permitiendo la adquisición de elementos que
favorezcan su adaptación a nuevos nichos
ecológicos.
Con independencia del caso del molusco Elysia
chlorotica, en el que se han encontrado genes
implicados en fotosíntesis procedentes del alga
Vaucheria litorea (Rumpho et al. 2008) que
podrían permitir la persistencia de la función
clorofílica en los plastos que el molusco adquiere
a partir de las algas ingeridas, cuya expresión real
se ha cuestionado (Pelletreau et al. 2011) aunque
otros estudios recientes apoyan (Pierce et al.
2012), numerosos casos de transferencia horizontal en eucariotas recientemente descritos nos
obligan a considerar que la importancia de ésta en
eucariotas es mayor que lo que inicialmente se
había supuesto
Así, por citar solo unos pocos ejemplos, se ha
encontrado que la presencia de transferencia
horizontal masiva de genes de diferentes organismos ha podido jugar un papel importante en la
evolución de rotíferos bdelloides, permitiendo
introducir variabilidad genética en un grupo de
organismos de reproducción asexual (Gladyshev
et al. 2008 ).
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modulación de la evolución en plantas (Stace
1975), el zoocentrismo de los impulsores de la
Síntesis Evolutiva Moderna y la influencia del
concepto biológico de especie de Mayr ha llevado
a considerar la hibridación como una fuerza
negativa en evolución, contraria a aquellas que
promueven la especiación a través de mecanismos de aislamiento reproductivo (Mayr 1963;
Mayr 1992). Y a pesar de que ya en la segunda
mitad del siglo pasado algunos autores como
Lewontin (Lewontin y Birch 1966) defendieron
el posible papel de la hibridación en la evolución
animal, no es hasta estos últimos veinte años, con
la aplicación de técnicas moleculares de una
forma casi rutinaria a los estudios zoológicos
(Schwenk et al. 2008), cuando se ha empezado a
considerar más seriamente que la hibridación
interespecífica ha jugado un papel más importante del atribuido en la evolución animal
(Seehausen 2004; Mallet 2005; Mallet 2007;
Nolte y Tautz 2010).
Efectivamente, los análisis de cariotipo y la
comparación de la información filogenética
proporcionada por marcadores nucleares por un
lado y marcadores mitocondriales por otro, han
confirmado numerosos casos de hibridación en
animales y plantas (previamente sospechosos a
partir de evidencias morfológicas) que han
desembocado en la aparición de nuevas especies,
a la vez que han identificado otros nuevos, lo que
abre la puerta a replantearse el papel de la misma
en la evolución.
Así, se han descrito tanto casos de aparición de
nuevas especies por hibridación homoploide, en
que la nueva especie conserva el número
cromosómico de una de las especies parentales,
como de especiación alopoliploide, en que las
nuevas especies presentan grados diferentes de
ploidía.
La especiación homoploide implica la
recombinación en el híbrido de los genomas
procedentes de las líneas parentales, y en
principio puede ser difícil de reconocer, ya que la
presencia de mosaicos de genes en un genoma
podría atribuirse también a la introgresión de
genes neutrales procedentes de poblaciones de la
misma especie. Asimismo, la posible especiación
homoploide debería darse a partir de especies no
completamente aisladas desde el punto de vista
reproductivo y habitando áreas contiguas que
generen híbridos que establezcan mecanismos
rápidos de aislamiento reproductivo con sus
progenitores que limiten el flujo génico con
aquellos, lo cual hace que a priori no parezca un
proceso fácil y que por tanto, su importancia y
extensión como mecanismo de especiación
debería ser limitado
Sin embargo, se han descrito o postulado casos
de especiación homoploide en casi todos los
grupos de metazoos, desde corales (Vollmer y
Palumbi 2002) a mamíferos (Larsen et al. 2010),
pasando por insectos (Gompert et al. 2006;
Dentro de este debate hay autores como Peter
Gogarten (Huang y Gogarten 2006; Andam y
Gogarten 2011) que defienden que a pesar de que
la evolución no haya procedido como un árbol, el
hecho de que la transferencia horizontal de genes
ocurra mas frecuentemente entre organismos más
cercanos filogeneticamente puede ser utilizado
(considerando las transferencias como sinapomorfías) para reforzar dichas relaciones
filogenéticas.
Estudios recientes tratan de abordar el
problema utilizando nuevas metodologías que
permitan separar los efectos de las posibles
transferencias horizontales de una señal vertical
si la hubiera, como por ejemplo analizar un gran
número de árboles filogenéticos diferentes para
diferentes genes (lo que los autores definen como
una análisis del bosque de la vida) en lugar de
tratar de recuperar un árbol utilizando genes
conservados concatenados . Estos estudios llevan
a postular que a pesar de que es posible detectar
transferencia horizontal en la mayoría de los
árboles filogenéticos, también es posible
recuperar una cierta señal de evolución vertical
(Puigbò et al. 2010; Koonin et al. 2011)
Por otro lado, estudios utilizando una megamatriz combinada de secuencias aminoacídicas y
presencia/ausencia de genes también parecen
recuperar un árbol filogenético (Lienau et al.
2011) bastante congruente con otros árboles
previamente publicados (Ciccarelli et al. 2006).
El debate sin embargo sigue abierto, pues
ciertas tendencias de evolución vertical podrían
ser debidas al reforzamiento inducido por
transferencias más frecuentes entre organismos
próximos (Andam y Gogarten 2011) y por otro
lado, aunque estas tendencias de evolución
vertical fueran reales, lo cierto es que hoy no
podemos cerrar los ojos al efecto que la
transferencia horizontal ha tenido en la evolución
de los procariotas pero también en la de los
eucariotas, aunque algunos autores defiendan que
la evolución en procariotas es sustancialmente
diferente de la evolución en eucariotas (Bapteste
et al. 2009).
Hibridación
La hibridación entre organismos diferenciados
filogeneticamente puede ser considerada como
una forma extrema de transferencia génica
horizontal (Arnold et al. 2008; Boto 2010a) y
aunque durante muchos años ha sido considerada
como un evento raro entre animales conducente a
organismos estériles o de fitness reducido, hoy
empieza a ser considerada como una fuerza
evolutiva más que puede permitir la adquisición
de novedades que faciliten las radiaciones
adaptativas tras la ocupación de nuevos nichos
ecológicos (Seehausen 2004).
Aunque se conoce desde hace tiempo que la
hibridación puede ser una fuerza importante en la
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Fig. 2. Representación de algunos de los patrones reproductivos en S. alburnoides (adaptado de Crespo-López et al. 2006).
Se muestran solo cruces observados, aunque otros cruces son posibles. La parte superior de la figura muestra hembras con
diferente genotipo que producen los gametos representados por círculos. Estos gametos pueden ser fecundados por
espermatozoides de diferente genotipo (en rojo) o como en el caso de la izquierda dar origen a una descendencia clonal
(fotografías de I. Doadrio)
ginogénesis y otros mecanismos complejos
(Beukeboom y Vrijenhoeck 1998; Alves et al.
2001; Stöck et al. 2012).
Uno de estos ejemplos es el del complejo de
especies de Squalius alburnoides, un Cíprinido
habitante de la Península Ibérica que presenta
diferentes preseuntas especies en diferentes
cuencas fluviales con diferentes grados de plodía
y con diferente composición genómica .
Diferentes estudios han permitido establecer el
orígen hibrido de estas poblaciones a partir de las
especies parentales Squalius pyrenaicus y un
ancestro relacionado filogeneticamente con
Anacypris hispanica. En cuencas del sur de la
Península Ibérica las especies presentan genomas
nucleares de ambas especies parentales (genomas
P y A) mientras que en las cuencas del norte, el
genoma de Squalius carolitertii (genoma C),
especie que vive en simpatría con los híbridos,
sustituye al genoma P (Alves et al. 2001; Robalo
et al. 2006; Collares-Pereira y Coelho 2010).
Individuos diploides, triploides y tetraploides con
combinaciones de estos genomas se han encontrado en diferentes localidades.
Diferentes mecanismos reproductivos (ver Fig.
2) permiten mantener estas combinaciones
genómicas a lo largo de sucesivas generaciones e
introgresiones de DNA mitocondrial también han
sido observadas.
Mavárez et al. 2006), peces (Koblmüller et al.
2010; Joyce et al. 2011) o aves (Brelsford et al.
2011), así como en plantas (Buerkle et al. 2000)
por citar solo algunos ejemplos, lo que da idea de
que la especiación por hibridación homoploide
puede ser mas abundante de lo que se ha venido
estimando, y es posible que en la actualidad solo
conozcamos la punta del iceberg en lo que
respecta a la importancia de este tipo de
especiación en la diversificación de las formas de
vida .
Por otro lado, la especiación alopoliploide,
implica la coexistencia en los híbridos de
genomas completos de las especies parentales y
un grado de plodía variable, de tal manera, que se
hace difícil entender como es posible que los
híbridos puedan persistir en el tiempo enfrentándose al conflicto que supone la presencia de
genomas diferentes. Y sin embargo, existen
evidencias de híbridos poliploides tanto en
plantas como en animales, estables a lo largo de
varias generaciones, de tal manera que
constituyen especies diferenciadas de sus
especies parentales. Las características reproductivas de las plantas hacen que la especiación por
hibridación alopoliploide esté bastante extendida,
pero ésta también se ha descrito en animales que
han desarrollado complejos sistemas reproductivos, que van desde la partenogénesis a la
hibridogénesis meiótica pasando por la
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así, no es hasta la aplicación rutinaria de técnicas
de secuenciación cuando se empieza a pensar que
el propio núcleo eucariótico es en si mismo una
consecuencia de un proceso de simbiogénesis o
hibridación antiguo al encontrarse que una parte
de los genes nucleares de los eucariotas
(generalmente, pero no solo, aquellos relacionados con las funciones de replicación, traducción y
transcripción) parecen tener una mayor relación
filogenética con genes de Archaea, mientras que
otra parte (generalmente genes implicados en el
metabolismo intermediario) parecen tener una
mayor relación filogenética con genes de
Eubacterias (Zillig et al. 1989; Golding y Gupta
1995; Ribeiro y Golding 1998; Rivera y Lake
2004).
Por ello hoy, y aún cuando algunos autores
sigan defendiendo que el orígen de los eucariotas
no implica un proceso de fusión entre diferente
partenaires sino que pudo ser perfectemente
autógeno (Gribaldo et al. 2010; Forterre 2011)
una gran parte de la comunidad científica apoya
modelos de orígen de los eucariotas que implican
la fusión entre una bacteria y una arquea.
Sin embargo, existen discrepancias entre que
bacterias y que arqueas participaron en dicha
fusión y diferentes modelos y escenarios han sido
propuestos (Embley y Martin 2006) para tratar de
explicar el orígen de la célula eucariotica.
De entre todos los modelos propuestos,
citaremos brevemente cuatro que han sido
discutidos exhaustivamente en estos años (Fig.
3), el modelo de la endosimbiosis seriada de
Margulis (Margulis 1970), el modelo fagotrófico
que postula procesos de fagocitosis para explicar
el origen de los eucariotas (Cavalier-Smith 2002),
un modelo sintrófico que propone un orígen
metanógeno de la célula eucariótica (Moreira y
López García 1998), y finalmente otro defendiendo la hipótesis del papel del hidrógeno en el
origen del primer eucariota (Martin y Müller
1998).
El primero de ellos (Margulis 1970) es el
clásico de Margulis y propone la incorporación
de un organismo tipo Spirochaeta a una
crenarcheota generadora de sulfuro de hidrógeno
y termoacidófila, tipo Thermoplasma, para generar un consorcio sintrófico móvil, al que se
unirían posteriormente otros organismos, como
alfa proteobacterias y cianobacterias que darían
lugar a mitocondrias y plastos. A favor del
modelo juega el que consorcios de este tipo
realmente existen en la naturaleza, pero sin
embargo, los datos moleculares no muestran
ningún tipo de relación filogenética entre los
genes eucarióticos y los genes de Spirochaeta.
El segundo (Cavalier-Smith 2002) postula la
fagocitosis de una Crenarcheota (que no es
digerida) por una eubacteria Gram negativa para
dar orígen a una célula nucleada que adquiriría
las mitocondrias y plastos en un estadio posterior
y su principal problema es la ausencia de
Además de este ejemplo, existen como hemos
dicho otros muchos casos de hibridación
alopoliplode descritos fundamentalmente en otros
peces y anfibios, y como hemos comentado en
relación a la hibridación homoploide, posiblemente éstos no sean más que la punta del iceberg
de lo que nos queda por descubrir.
Un problema que presenta la existencia de
especies híbridas poliploides es como gestionan
estas especies el conflicto genómico que supone
la existencia de un número extra de copias
génicas y la coexistencia de genomas diferentes
en un mismo individuo. En este sentido se ha
postulado que la inactivación o expresión diferencial de genomas puede ayudar a mantener estas
especies en el tiempo. Resultados recientes en el
complejo de Squalius alburnoides muestran que
efectivamente en individuos triploides se da un
silenciamiento diferencial de algunos genes de
los genomas P o C en ciertos tejidos (Pala et al.
2008, 2010) lo que abre una muy interesante vía a
la exploración de los mecanismos por los que
especies híbridas poliploides son mantenidas.
De todo lo discutido hasta ahora se desprende
que la hibridación representa un mecanismo de
generación de diversidad más extendido en la
naturaleza de lo que se había venido considerando, y aunque muchas cuestiones permanezcan
abiertas acerca por ejemplo de su viabilidad a
largo plazo (a través por ejemplo de la conversión
de híbridos unisexuales en especies reproductivamente sexuales (Cunha et al. 2008; Christiansen y
Reyer 2009; Lutes et al. 2011), o de como los
híbridos se aíslan reproductivamente de sus
parentales, o de su posible papel facilitador de las
radiaciones adaptativas (Seehausen 2004), la
hibridación merece ser considerada entre las
fuerzas evolutivas que han conformado la
biodiversidad actual, y las especies y complejos
híbridos deberían ser considerados cuidadosamente a la hora de planificar estudios de
conservación y gestión de la biodiversidad.
¿Un caso de hibridación de gran trascendencia
evolutiva?: El origen de la célula eucariótica
El orígen de la célula eucariótica es una de las
grandes transiciones en la historia de la evolución
definidas por Maynard Smith y Szathmáry (1977)
y hoy, la mayoría de las teorías que intentan
explicarlo, parten de la base de que dicho orígen
se produjo por un proceso de hibridación o
simbiogénesis entre dos organismos procarióticos.
La idea de que el orígen de la célula eucariótica
fue simbiogenético es antigua (Merezhovsky
1909), aunque durante la mayor parte del siglo
veinte dicha idea fuera aparcada y ninguneada
hasta que Lynn Margulis lograra convencer a la
comunidad científica del origen microbiano de
mitocondrias y plastos (Margulis 1970) posteriormente confirmado por múltiples evidencias. Aún
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Fig. 3. Diferentes modelos de orígen endosimbiótico de la célula eucariotica. A. Modelo de endosimbiosis secuencial,
B. Modelo fagotrófico. C. Modelo sintrófico. D. Modelo del hidrógeno. En rojo componentes arqueanoss, en azul,
eubacterianos. Las alfa proteobacterias precursoras de mitocondria y en el modelo D, también del núcleo están
representadas por un círculo relleno, las cianobacterias precursoras de cloroplastos, por una elipse rellena. C.
Cloroplastos, M. Mitocondria. N. Núcleo. Ver texto principal para más detalles. (Adaptado de Embley y Martin 2006)
transferir la mayoría de sus genes al núcleo, por
lo que el modelo se diferencia de los anteriores en
que no implica una endosimbiosis secundaria
para explicar el orígen de las mitocondrias
(aunque si para explicar el orígen de los plastos,
que es secundario en todos los modelos).
En todos ellos, los precursores de mitocondrias
(α-proteobacteria) y plastos (cianobacteria en el
caso de los cloroplastos), transferirían horizontalmente la mayoría de sus genes al núcleo a lo
largo de la evolución de la célula eucariótica
Todos estos modelos y otros no discutidos aquí
tienen su ventajas y sus inconvenientes, y actualmente no existe un consenso acerca de que
modelo puede explicar mejor el origen de la
célula eucariótica, sobre todo teniendo en cuenta
la necesidad de explicar como pudieron surgir a
partir de estos modelos, no solo el núcleo, las
mitocondrias o los plastos, sino también los
diferentes sistemas de membrana que caracterizan
a la célula eucariótica.
Es por ello que otros autores siguen
defendiendo modelos autógenos para explicar el
origen de la célula eucariótica, en los que los
eucariotas aparecerían por evolución estrictamente vertical a partir de los dos dominios
procarioticos. En este sentido, en los último años
se ha especulado mucho conque el denominado
grupo procariótico PVC (Planctomyicetes,
evidencias de procesos fagotróficos en la
actualidad que puedan sustentar el modelo.
El tercer modelo (Moreira y López García
1998) postula dos fenómenos simbióticos, el
primero una simbiosis anaeróbica entre una
arquea metanogénica y una delta proteobacteria
productora de hidrógeno y el segundo, la
incorporación al consorcio en una fase muy
temprana de una alfa proteobacteria muy versátil
que posteriormente devendría en mitocondria.
Según el modelo, el endosimbionte metanógeno
daría origen al nucleo incorporando genes de
ambos partenaires mientras que la delta proteobacteria sería el orígen de la mayoría de rasgos
citoplásmicos. Sintrofías de este tipo son bastante
comunes en sedimentos anóxicos actuales
Los tres modelos discutidos hasta el momento
tienen en común que defienden un origen más o
menos tardío de la mitocondria que se produciría
a través de eventos endosimbióticos secundarios.
El cuarto modelo (Martin y Muller 1998)
propone la asociación de una arquea autotrófica
estrictamente anaerobia consumidora de hidrógeno molecular y dióxido de carbono y una alfa
proteobacteria capaz de respirar aerobicamente y
de producir el hidrógeno molecular y el dióxido
de carbono requeridos por la arquea. Según este
modelo, la alfa proteobacteria participante en este
proceso derivaría finalmente en mitocondria tras
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procariotas y eucariotas, debido a la presencia en
ellos de caracteres de tipo eucariótico (Devos y
Reynaud 2010; Reynaud y Devos 2011).
Sin embargo, resultados recientes demuestran
que estas semejanzas con eucariotas son
realmente analogías y no homologías (McInerney
et al. 2011) lo que cuestiona seriamente estos
modelos basados en el grupo PVC.
Recientes análisis de la importancia celular de
los genes de posible origen arqueano o
eubacteriano, como los llevados a cabo en levadura o humanos (Cotton y McInerney 2010;
Alvarez-Ponce y McInerney 2011) muestran que
en ambos casos, los genes supuestamente
procedentes de arqueas son más importantes para
la célula y se expresan más que los que
supuestamente proceden de eubacterias, apoyando modelos endosimbióticos en los que las
Archaea contribuirían fundamentalmente al
origen del núcleo eucariotico.
La extensión de este tipo de estudios, junto con
el estudio de simbiosis actuales (Moya y Peretó
2011) contribuirán sin duda a aclarar el origen de
la célula eucariótica, pero lo que es innegable es
que tanto eventos de hibridación como de
transferencia génica horizontal han tenido una
gran importancia en el mismo y que la metáfora
de la evolución como un árbol no es estrictamente aplicable para describir el orígen y
evolución de la célula eucariótica (Rivera y Lake
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Información del Autor
L. Boto López es Científico Titular en el
Departamento de Biodiversidad y Biología
Evolutiva del Museo Nacional de Ciencias
Naturales. Formado en Biologia del Desarrollo y
Biología celular y Molecular es Doctor en
Ciencias por la Universidad Autonoma de Madrid
con una tesis acerca de la modificación
epigenética del desarrollo de Dictyostelium
discoideum por agentes químicos. Tras desarrollar un trabajo postdoctoral en secuenciación de
genes
productores
de
antibióticos
en
Streptomyces se incorporó al Departamento de
Investigación de Antibióticos Farma donde
prosiguió estudios de genes productores de
antibióticos e inició estudios de clonaje y
expresión de genes humanos de interés industrial
(enzima amidante de neuropéptidos, apolipoproteína B100) .Desde su incorporación al Museo
viene trabajando en el desarrollo de marcadores
moleculares y aplicación de técnicas de biología
molecular a diferentes estudios de microevolución, parentesco y conservación de especies
aunque mantiene un interés permanente en la
evolución microbiana y en los mecanismos
moleculares que pueden conducir a la aparición
de novedades evolutivas o a la adaptación.
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