LA MONEDA GREGA A IBÈRIA.
SEQUES I CIRCULACIÓ MONETÀRIA
In memoriam Paloma Cabrera Bonet
BIBLIOTECA DE CATALUNYA - DADES CIP
La Moneda grega a Ibèria : seques i circulació monetària : in memoriam
Paloma Cabrera Bonet = La moneda griega en Iberia : cecas y circulación
monetaria : in memoriam Paloma Cabrera Bonet
Bibliografia. – Textos en castellà, català i portuguès
ISBN 9788418986772
I. Aquilué, Xavier, 1960- editor literari II. Ripollès Alegre, Pere Pau,
1953- editor literari III. Cabrera Bonet, Paloma, entitat homenatjada IV.
Iberia Graeca (Organització) V. Museu d’Arqueologia de Catalunya VI.
Títol: Moneda griega en Iberia
1. Seques (Numismàtica) – Ibèrica, Península. 2. Monedes gregues –
Ibèrica, Península. 3. Numismàtica grega – Ibèrica, Península.
671.4(365)
737.1(38:365)
737(38:365)
ISBN: 978-84-18986-77-2
DL: B 6109-2022
Barcelona, 2022
© de l’edició: Museu d’Arqueologia de Catalunya- Centre Iberia Graeca
© dels textos i il·lustracions: els seus respectius autors
La moneda grega a Ibèria. Seques i circulació monetària
In memoriam Paloma Cabrera Bonet
La moneda griega en Iberia. Cecas y circulación monetaria
In memoriam Paloma Cabrera Bonet
Xavier Aquilué, Pere Pau Ripollès
(editors científics)
Barcelona, 2022
A Paloma Cabrera Bonet
(Madrid 1954-2020)
In memoriam
5
(fotografia de Paloma Cabrera: © Pilar Fernández, Museo Arqueológico Nacional)
Índex/Índice
Presentació
Jusèp Boya i Busquet
9
Pròleg/Prólogo
Xavier Aquilué, Pere Pau Ripollès
11
Historiografia/Historiografía
Gloria Mora
Historiografía de la investigación sobre la moneda griega en la península Ibérica
Les seques gregues d’Ibèria/Las cecas griegas de Iberia
15
17
27
Marta Campo
Las acuñaciones de la ciudad griega de Emporion
29
Marta Campo
Las emisiones monetarias de la colonia griega de Rhode
41
Estudis i anàlisis territorials/Estudios y análisis territoriales
53
Marta Campo, Marta Santos, Pere Castanyer, Elisa Hernández,
Joaquim Tremoleda
Uso y circulación de la moneda en una ciudad griega: Emporion
55
Salvador Plantalech, Josep M.ª Nolla
Moneda griega en el territorio ibero indikete (Girona)
71
Alejandro G. Sinner, Carles Martí
La moneda griega en la Layetania
91
Jordi López Vilar, Jaume Noguera Guillén
Monedes gregues a la Cessetània i al nord de la Ilercavònia
111
Alberto Aguilera Hernández
La moneda griega en Aragón y provincia de Lérida
129
Pere Pau Ripollès
Los hallazgos de moneda griega en Ilercavonia meridional, Edetania y
Contestania
143
Judit Serrano García
La circulación de moneda griega en Castilla-La Mancha
161
David Martínez Chico
La moneda griega en la Región de Murcia y Albacete
175
Bartolomé Mora Serrano
Los hallazgos de moneda griega en los territorios bastetanos y oretanos
(Andalucía Oriental)
185
Alicia Arévalo González
La moneda griega en Andalucía Occidental
199
Cruces Blázquez Cerrato
Hallazgos de moneda griega en el entorno de la Vía de la Plata
217
Rui M. S. Centeno
A presença de moeda grega na fachada atlântica da Ibéria
227
Santiago Padrino Fernández
La moneda griega en Baleares: Pythiusas y Gymnesiae
243
Estudis i anàlisis de conjunt/Estudios y análisis de conjunto
253
Eduardo García Alfonso
A la sombra del Gran Rey. Moneda y medios de pago en el Imperio Persa
255
Francisca Chaves Tristán
La moneda griega en Hispania: la Segunda Guerra Púnica
269
Xavier Aquilué, Pere Pau Ripollès
La moneda griega en Iberia. Una visión de conjunto
289
Crèdits/Créditos
305
La moneda griega en Andalucía Occidental
Alicia Arévalo González
Universidad de Cádiz
1. Introducción
El ámbito geográfico que aquí nos ocupa fue famoso en la Antigüedad en toda la cuenca
mediterránea por sus ricos y variados recursos naturales y por la explotación de los mismos. A
la riqueza minera de la comarca de Riotinto, de la sierra norte sevillana y la sierra de Córdoba,
se unen las fértiles llanuras agrícolas del valle del Guadalquivir y de las campiñas del Corbones
y del Genil, amén de la gran abundancia piscícola de la franja litoral atlántico-mediterránea.
En sus costas se situaron una serie de enclaves que actuaron como puerta de entrada para las
influencias orientales, al tiempo que dieron lugar a contactos comerciales entre fenicios, griegos
y cartagineses con la población autóctona.
La presencia de moneda griega en Andalucía Occidental tanto la procedente de tesoros
como de hallazgos casuales o de excavaciones arqueológicas ha planteado siempre una serie de
dudas acerca de las circunstancias que motivaron su llegada, quiénes las introdujeron, cuándo y
porqué. Problemas que han sido abordados por diferentes investigadores en estudios más amplios sobre los hallazgos de moneda helena en la península Ibérica (Chaves 1991: 27-48; Arévalo
2002: 1-15) o en trabajos más específicos como los centrados en el área geográfica que ahora nos
ocupa (López y Ruiz 2011: 267-286) o los directamente vinculados con la Segunda Guerra Púnica (Chaves 1990: 613-622; Alfaro 2000: 117-127; Chaves y Pliego 2015: 107-156).
Por desgracia, gran parte de estos hallazgos son antiguos, la mayoría del siglo pasado,
no cuentan con un contexto definido y están mal documentados, lo que dificulta un análisis
detallado. Además, la investigación se ha centrado especialmente en la llegada de las primeras
monedas griegas al mediodía peninsular hasta su presencia en el contexto de la Segunda Guerra
Púnica. Mientras que se ha dejado al margen la recopilación y estudio de los hallazgos de monedas griegas tras la conquista y dominación de Roma, al considerar que su número disminuye
exponencialmente y que responden a una problemática diferente. Sin embargo, las excavaciones
arqueológicas practicadas en Andalucía en los últimos tiempos han proporcionado un significativo elenco de numerario griego, fundamentalmente massaliota, de gran interés; al tratarse de
numerario broncíneo y de escaso valor que revela movimientos de personas de esta procedencia
por las costas del mediodía peninsular.
2. Los escasos e imprecisos tesoros con moneda griega
Pocas novedades se pueden sumar al escaso elenco de ocultaciones ya conocidas de moneda griega en el occidente andaluz (Fig. 1). El conjunto aparecido en la zona de Utrera (Lewis
1962: 425-427; IGCH 352, n.º 2310; Chaves 1991: 32, nota 8; TMPI n.º 2), sigue siendo el único
y más antiguo de los recuperados. Aunque de un contexto desconocido, se trata de al menos seis
acuñaciones helénicas de la Magna Grecia, todas ellas de plata, procedentes de las poleis de Metaponto (Fig. 2), Gela, Akragas, Leontini y Segesta, datadas a mediados del v a. C.
199
la moneda griega en andalucía occidental
Denominación del tesoro
Autoridad/Ceca
Valor
Anterior al
300 a. C.
Utrera A
(Sevilla)
Posterior al 300 a. C.
Andalucía.
Bretti
Écija
(Sevilla)
Benavides
II (Écija,
Sevilla)
Montemolín
(Marchena,
Sevilla)
Metaponto
Estátera
2
Gela
Didracma
1
Akragas
Tetradracma
1
Leontini
Tetradracma
1
Segesta
Didracma
1
Massalia
Óbolo
+1
Galia imitación Rhode
Dracma
1
Fraccionaria
anterior a la
dracma
1
Emporion
Dracma
2
+1
1
Divisor de
dracma
1
Ibérica imitación
Dracma
2
Sur de Italia. Bretti
Dracma
1
Trishekel
2
Shekel
Ebusus
Gadir
Símbolo Tanit
Medio shekel
4
Shekel
1
1
1
1
3
1
1
Cuarto de
shekel
1
Shekel
77
Dracma
1
1
+1
1
Hemidracma
1
Mitad
+1
Divisor
+1
Divisor
Arse
Dracma
Roma
Denario
Otros
Indet.
1
4
Indet.
Indet.
+6
15
+30
Indet.
200 g
Indet.
26
fragmentos
78
+12
+8
Fig. 1.- Composición de los tesoros con moneda griega procedentes de Andalucía occidental.
200
1
1
Plata troceada
Total
1
13
Cuarto de
shekel
Cartaginesa
7
1
Dishekel
Italo-cartaginesas
1
+1
Indeterminada
Hispano-cartaginesas
Cádiz
alicia arévalo gonzález
Al horizonte de la Segunda Guerra Púnica se circunscriben el resto de los tesoros
localizados, un total de cinco (Fig. 1). Conocidos desde antiguo y en la mayoría de los casos con
informaciones muy imprecisas, como sucede
con el procedente de un lugar impreciso de
Andalucía encontrado en los años 80 del siglo
pasado, denominado habitualmente como tesoro Bretti (Villaronga 1992: 347-350; TMPI
n.º 11; Chaves y Pliego 2015: n.º 9), por contar con una dracma de dicha procedencia. El
tesoro de Écija hallado casualmente en los
años 70 y del que se conocen 30 de sus mone- Fig. 2.- Estátera de Metaponto del tesoro de Utrera
das, pues según relata Villaronga (1981: 247- (© British Museum: 1987,0649.403).
254; 1981-1983: 119-153; TMPI n.º 13; Chaves
y Pliego 2015: 113, n.º 4) pudieron haber sido más, aunque por desgracia se ha perdido noticia
de ellas. También de Écija es el denominado tesoro de Benavides II compuesto por 77 monedas
cartaginesas, sin especificar tipo, y una de Emporion, sin más precisión, que se hallaron junto a
cuatro anillos y pequeños trozos de plata de aproximadamente 200 g de peso (Durán y Padilla
1990: 74-75, n.º 28). Por último, se encuentra el recuperado, a finales del siglo xix, en Montemolín (Delgado 1871-1876: 119; Villaronga 1981: 247-254; IGCH 2324), cuya composición exacta
desconocemos y que, incluso, pudo contar con plata no amonedada, según refiere Delgado. A
este corto elenco se ha sumado recientemente el hallado casualmente en el 2011 a las afueras de
la ciudad de Cádiz (Martínez Chico 2015: 9-20), cuyo detalle no se conoce con precisión, lo que
sabemos es que se trataba de, al menos, ocho monedas, una de ellas de Emporion del tipo Pegaso
con la cabeza modificada, y plata troceada.
Estos cinco tesoros presentan una estructura bastante semejante, al estar formados tanto
por acuñaciones griegas de las poleis occidentales, fundamentalmente de Emporion y Massalia,
como de sus imitaciones locales, amén de diversas emisiones cartaginesas, siendo las acuñaciones hispano-cartaginesas las más numerosas. A ellas se unen numerario de la republica romana
y acuñaciones peninsulares tanto de cecas púnicas (Gadir y Ebusus) como ibéricas (Arse), así
como piezas informes y recortes de plata, habituales en otros tesoros de este contexto histórico
en diversas zonas costeras y del interior peninsular (Chaves y Pliego 2015: 107-156).
3. La moneda griega en contexto arqueológico. Antiguos y nuevos
hallazgos en yacimientos del occidente andaluz
En el estado actual de la investigación el número de monedas griegas recuperadas en
yacimientos arqueológicos andaluces occidentales y como resultado de excavaciones es relativamente reducido. Sólo en 12 ocasiones (Fig. 3), estos hallazgos se producen en el marco de
intervenciones arqueológicas y todos en diferentes yacimientos ubicados en la costa gaditana.
La abundancia o escasez de datos de unas zonas con respecto a otras, se debe muy probablemente a lagunas de conocimiento, por el reducido número de investigaciones arqueológicas y
numismáticas en más yacimientos, así como de publicaciones en las que se mencione correctamente y de forma actualizada, todos los hallazgos monetales que se producen en intervenciones arqueológicas.
Los datos que ahora recogemos, aunque no son muy abundantes, poseen un carácter
muy homogéneo, pues se tratan en todos los casos de moneda de Massalia de tres momentos
201
la moneda griega en andalucía occidental
Procedencia
Depeyrot 10
Depeyrot 48
c. 410-350 a. C.
Depeyrot 53
Depeyrot
73 o 74
c. 130-121 a. C.
Depeyrot
77
Depeyrot
78
AE
1
Cádiz, Solar de la
comandancia de la
Guardia Civil. Avda.
San Severiano
1
Cádiz, Solar del
pabellón Fernando
Portillo
1
1
1
Cádiz, Plaza de
Asdrúbal
1
Cádiz, Gregorio
Marañón
1
Cádiz, Club náutico
La Caleta
3
Cádiz, Plaza San
Antonio
1
2
1
Cádiz, C/ Público,
5-7
1
Baelo Claudia n.º
122
1
Baelo Claudia n.º
123
1
Baelo Claudia 1992
1
Carteia 1998
1
Carteia 2007
Total
Depeyrot
81
post. 49 a. C.
AR
La Algaida
(Sanlúcar de
Barrameda)
Depeyrot
75
1
1
1
2
4
7
3
1
1
Fig. 3.- Hallazgos de monedas massaliotas procedentes de excavaciones arqueológicas.
cronológicos: numerario del siglo iv a. C. presente en el santuario de La Algaida, ejemplares de
bronce de la segunda mitad del ii a. C. recuperados en tres intervenciones arqueológicas en la
ciudad de Cádiz y, por último, un significativo número de pequeños bronces massaliotas de las
distintas emisiones acuñadas después del 49 a. C. encontradas tanto en excavaciones de distintos solares de la ciudad de Cádiz como en intervenciones arqueológicas en Baelo Claudia y
Carteia (Fig. 3).
La mayoría de ellos son hallazgos inéditos o de los que se han dado una muy puntual información, por lo que resultan de gran interés, aunque correspondan a las últimas emisiones de la
moneda helenística de Massalia. Las recogidas en Baelo Claudia proceden de antiguas excavaciones, cuyas monedas fueron recopiladas en el volumen IV de Belo (Bost et alii 1987), concretamente con los números 122 y 123, que fueron publicadas sin el resto de los datos arqueológicos
de las excavaciones de donde proceden. Gracias al número de inventario proporcionado en la
citada monografía hemos localizado la pieza n.º 123 en una de las crónicas de las diferentes
campañas arqueológicas realizadas por la Casa de Velázquez, cuyo contexto abordaremos más
adelante. Sin embargo, la n.º 122, un pequeño bronce del tipo Depeyrot 75, y la hallada en una
202
alicia arévalo gonzález
Fig. 4.- 1: Óbolo de Massalia recuperado en La Algaida (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz) (MC 14811), 14,45 mm;
2: Pequeño bronce massaliota localizado en una intervención arqueológica en Carteia, 12,01 mm; 3: Pequeño
bronce massaliota localizado en la intervención arqueológica del Club náutico de La Caleta, Cádiz (MC 23500),
11,61 mm.
excavación realizada en 19921, en este caso del tipo Depeyrot 73-74, desconocemos de dónde
proceden, por lo que únicamente podemos dejar constancia de su hallazgo.
En cuanto a los bronces massaliotas encontrados en Carteia (Fig. 3), por desgracia se hallaron en niveles superficiales, concretamente una del tipo Depeyrot 77 se recuperó en la campaña de 1998 (Fig. 4. 2) y fue publicada por Chaves (2006: 499); el otro ejemplar, del tipo Depeyrot
75, se recuperó en la campaña del 2007 (Arévalo en prensa). A pesar de tratarse de hallazgos
superficiales, en el caso de Carteia, o de contextos arqueológicos desconocidos, como sucede con
dos de los ejemplares recuperados en Baelo Claudia, son datos reiterativos de numerario de una
misma ceca en ciudades costeras próximas. Se cuenta además con los hallazgos procedentes de
la ciudad de Cádiz, de nuevo una ciudad portuaria, por lo que, como trataremos más adelante,
todos estos ejemplares nos revelan movimientos de personas de origen massaliota por las costas
del mediodía peninsular.
Es cierto que, hasta ahora, en el occidente andaluz no se cuentan con registros arqueológicos de moneda de Massalia de las series más antiguas, tan sólo encontramos los óbolos de
rueda de 0,66 g en las ocultaciones de fines del siglo iii a. C. y de comienzos del siglo ii a. C., que
también los localizamos en hallazgos casuales vinculados con otras amonedaciones del contexto
de la Seguna Guerra Púnica.
Centrándonos ya en el análisis del numerario procedente de diferentes intervenciones arqueológicas en la provincia de Cádiz, comenzaremos por el santuario de La Algaida (Sanlúcar de
Barrameda), donde se veneraba a Phosphoros o Lux Dubiae, interpretación que ha sido generalmente aceptada. El área excavada dejó al descubierto tres pequeñas edificaciones de planta
rectangular, dos de ellas con compartimentación interna, interpretadas como thesauroi donde
1 Este bronce massaliota es inédito y se encuentra depositado en el Museo de Cádiz. Tuvimos ocasión de estudiarlo, así como conocer que
procedía de una intervención arqueológica realizada en Baelo Claudia, gracias a un proyecto de investigación de catalogación de los fondos de
moneda antigua conservados en dicho Museo (Arévalo 2006: 297-308).
203
la moneda griega en andalucía occidental
se custodiaban las ofrendas, precedidas de un gran espacio abierto identificado como temenos,
donde fueron depositados los restos de los objetos allí encontrados. El complejo no tuvo otro
pavimento que la arena dunar, sobre la cual se depositaron una gran variedad de ofrendas que,
mezcladas con cenizas y materia orgánica, formaban un estrato en el que no se han podido distinguir fases de deposición (Corzo 1995: 85-87; Blanco y López de la Orden 2000: 487-508). La
amplitud cronológica de los materiales depositados, desde el siglo vi hasta el ii a. C., da una idea
de la continuidad de los cultos y el arraigo religioso del lugar; sin embargo, el hecho de que se
encuentren mezclados no facilita la distinción de fases.
Entre las monedas recuperadas se halló un óbolo de Massalia perforado (Fig. 4. 1) de la
serie 10 de Depeyrot (1999), caracterizado por presentar, en el anverso, una cabeza juvenil a derecha y, en el reverso, una rueda con leyenda M A en dos de sus radios. La cronología de este tipo
de piezas ha sido tradicionalmente situada entre los siglos iv-iii a. C. (Brenot y Scheers 1996:
8 –entre el 390 y el 218 a. C.–; Depeyrot 1999: 31 –entre el 350 y el 215 a. C.–); sin embargo,
Py (2006: 29-30) ha defendido, en base a los hallazgos estratigráficos conocidos, una datación
ligeramente más antigua c. 410-350 a. C.
Los tres siguientes ejemplares massaliotas son pequeños bronces emitidos hacia el 130121 a. C. El primero corresponde al tipo Depeyrot 48 y se encontró durante la intervención
arqueológica practicada en el solar del pabellón Fernando Portillo en la ciudad de Cádiz (García Pantoja 2012), donde se excavó un área de la necrópolis romana, aunque por desgracia la
moneda no se localizó en ninguna de las tumbas excavadas sino en un contexto de ambiente
funerario muy alterado y con materiales diversos; entre ellos, el pequeño bronce de Massalia,
tres monedas de Gadir de la serie VI, una de Gades de la serie VII y dos ases de Claudio (Arévalo y Moreno 2016: 153). Es evidente que poca información se puede extraer de este alterado
contexto, amén de constatar su hallazgo.
El segundo pequeño bronce del tipo 53 de Depeyrot se recuperó durante una intervención
arqueológica en el solar de la Comandancia de la Guardia Civil en la Avda. San Severiano de
Cádiz (Blanco 2018), donde se localizó una nueva área de las necrópolis púnica y romana, con
numerosas tumbas de incineración e inhumación, además de otras construcciones cuya funcionalidad no siempre está clara. Este es el caso de la estructura 9-10 formada por tres habitaciones
y un pasillo que, por los datos obtenidos, parece que se construyó en el i a. C. y se abandonó en el
ii d. C. La moneda de Massalia se localizó en la denominada estancia 1 de este edificio, concretamente en un nivel de derrumbe (U. E. 808), junto a tégulas y materiales cerámicos aún pendientes de estudio. Además, en el nivel de relleno del interior de la estructura se recuperó otro pequeño bronce massaliota (Depeyrot 78) más tardío, pues pertenece al grupo de emisiones datadas
con posterioridad al 49 a. C., que analizaremos más adelante. Aunque los arqueólogos no han
especificado la funcionalidad de este edificio, parece que el hecho de que se encuentre en plena
área de necrópolis invita a pensar en una construcción relacionada con el ámbito funerario.
La tercera de las monedas massaliotas del 130-121 a. C. y del tipo Depeyrot 53 procede de
la intervención arqueológica realizada en los años 1988-1989 en la Plaza de San Antonio (Perdigones 1988), en el extremo septentrional de la ciudad de Cádiz. Por desgracia la ausencia de
datos suficientes y contundentes no permite vincular este enclave con una funcionalidad clara y
determinante; si bien, los numerosos materiales recuperados durante las excavaciones –entre
ellos un número bastante significativo de monedas de Gadir, alguna hispánica, el bronce massaliota y numerario imperial– han llevado a proponer una cronología de uso que abarca desde
la segunda mitad del siglo i a. C., hasta época flavia. Aunque por desgracia no se cuenta con un
estudio exhaustivo y completo de los contextos materiales exhumados.
204
alicia arévalo gonzález
Sus excavadores interpretaron este yacimiento como perteneciente a una factoría de salazones; no obstante, el tipo de balsas documentadas no se corresponden con los prototipos canónicos de piletas adscritas a la industria salazonera, por lo que Expósito (2007: 367-385) vinculó
el conjunto estructural con espacios de uso termal o religioso justificado por los pilares hallados
en el extremo oriental y por la localización de piletas escalonadas. Si bien recientemente, esta
teoría ha sido puesta en tela de juicio, debido a la ausencia de elementos estructurales y contextos
arqueológicos que la avalen. En este sentido, se ha planteado que en este conjunto estructural se
llevarían a cabo actividades con necesidades hídricas en abundancia, como demuestra la localización de tres cisternas, un pozo y una canalización, así como un posible lugar de almacenamiento
(horreum). Todo ello ha llevado a proponer la relación de este enclave con un área de funcionalidad industrial y/o comercial, quizás perteneciente a un pequeño fundus (Lara 2018a; 2018b).
El siguiente grupo de pequeños bronces massaliotas corresponden ya a los emitidos con posterioridad al 49 a. C., un total de 16 monedas (Fig. 3), un número significativo si tenemos en cuenta
la parquedad del registro numismático griego existente en el occidente andaluz. Además, todas
provienen de intervenciones arqueológicas, aunque no siempre la información con la que se cuenta
de estos hallazgos es suficientemente válida para analizar los contextos donde se localizaron.
De la ya citada intervención del solar de la Comandancia de la Guardia Civil en la Avda.
San Severiano de Cádiz (Blanco 2018) proceden dos piezas, una del tipo 73-74 de Depeyrot y
otra del tipo 78, está ultima ya hemos visto que se localizó en la estructura 9-10. Mientras que
la primera se recuperó durante la excavación de un complejo funerario de planta cuadrada
y con acceso central mediante peldaños (Estructura 8). El interior muestra una cámara central y
pasillos laterales simétricos al eje, donde se ubicaría una o varias incineraciones en el interior de
una caja realizada con ladrillos y cubierta por sillares de piedra. La tumba, datada en la primera
mitad del i d. C., había sido saqueada de antiguo, por lo que los objetos del ajuar aparecieron
muy removidos y mezclados con materiales del expolio, entre ellos se encontraron el pequeño
bronce massaliota, además de dos monedas de Claudio y diverso material cerámico, vidrio y
diversas piezas metálicas.
También de una de las tumbas excavadas en la zona de necrópolis localizada en la Plaza de
Asdrúbal (Blanco 1998) procede otro ejemplar de Massalia del tipo Depeyrot 73-74. Aunque no
sabemos a qué ritual corresponde el enterramiento (tumba 6), por carencia de descripción, al menos conocemos que se halló en el interior del sepelio junto a siete piezas de Gadir, dos de Castulo y
un denario romano-republicano forrado (RRC 494/23) del 42 a. C. (Arévalo y Moreno 2016: 175).
Muy distinto es el contexto de otro bronce massaliota del tipo 75 de Depeyrot, recuperado
entre los materiales documentados en los niveles de relleno de una de las dos canalizaciones,
localizadas en la intervención arqueológica en la c/ Público 5-7 (Blanco 2009), destinadas a gestionar los residuos líquidos de la zona urbana de la ciudad de Gades (Lara 2018a; 2018b).
Más significativo es el hallazgo de cinco monedas massaliotas –tres del tipo de Depeyrot
75 (Fig. 4. 3) y dos de Depeyrot 77– en el club náutico de La Caleta, durante la excavación practicada en 1989 (Perdigones 1989). Aunque no se cuenta con las referencias estratigráficas de su
localización, sabemos que las estructuras exhumadas corresponden a una pileta y varias salas
que articulaban diferentes espacios interpretados como pertenecientes a una factoría de salazón
(Expósito 2007: 369-371), datada en torno al i a. C.-i d. C.
Asimismo, de un ambiente artesanal excavado en la c/ Dr. Gregorio Marañón (Blanco 1991),
próximo al anterior y, por tanto, cercano a la actual playa de la Caleta, procede otro bronce massaliota del tipo Depeyrot 75. Una vez más desconocemos sus referencias estratigráficas, amén de que no
existe unanimidad en su interpretación, pues mientras que su excavador y diversos investigadores
205
la moneda griega en andalucía occidental
(Blanco 1991; De Frutos y Muñoz 1996; García Vargas 1998: 159-161; Lagóstena 2001: 112) interpretan las estructuras localizadas como propiamente una factoría de salazones, para otros se trataría de una industria subsidiaria a las salazones (Expósito 2007: 374). En cuanto a la cronología se
considera que se inicia en un momento indeterminado del i a. C., sufre una remodelación hacia el
cambio de era y es abandonada definitivamente en los años centrales del siglo i d. C.
De Baelo Claudia procede un bronce massaliota del tipo 81 de Depeyrot, gracias al número de inventario (1786) que figura en la publicación (Bost et alii 1987: 107, n.º 123), sabemos
que fue recuperado durante la campaña de 1979 realizada por la Casa de Velázquez (Bonneville
y Dardaine 1980: 375-419) en una ínsula situada al borde del decumanus maximus, entre los
cardines 4 y 6. Se trata de una ínsula de uso industrial y comercial, construida en función de la
fábrica de salazones que se sitúa justo en el centro de la misma, además la disposición del local
tuvo que adaptarse al plan urbanístico general que había establecido una alineación de tiendas a
todo lo largo del decumanus maximus.
Concretamente de los distintos sondeos que se hicieron en dicha campaña la moneda de
Massalia se recuperó en el sondeo 7 del sector II (Bonneville y Dardaine 1980: 405), en una de
las tres tiendas –boutique II– que se abren en el decumanus, específicamente en el nivel de fundación del primitivo muro de la fachada, donde también se recuperaron cerámicas campanienses (Lamboglia 5, 6 y 1) y ánforas del tipo Dressel 1-B serie 2, una de ellas con la marca SALVA
datada en el 60-50 a. C.
La moneda fue publicada por Bonneville y Dardaine como de Ebusus y perteneciente a
una emisión del 300-214 a. C., considerándola testimonio del antiguo carácter comercial de la
ciudad. Sin embargo, se trata de una catalogación errónea como se comprueba en el volumen IV
de Belo y en la fotografía aportada (Bost et alii 1987: lám. II, n.º 123), al corresponder a un bronce de Massalia del tipo Depeyrot 81 datado con posterioridad al 49 a. C. Cronología coetánea a
los otros materiales cerámicos con los que apareció y que permite acotar la datación propuesta
para el nivel donde se halló, que se situaba en la primera mitad o mediados del siglo i a. C., y que
gracias a la moneda sabemos que fue post 49 a. C.
Es evidente que el numerario massaliota recuperado en contexto arqueológico es significativo por diversas razones: por su número –20 piezas–, por su presencia en tres ciudades
diferentes –Gades, Baelo Claudia y Carteia– y por la variedad de registros arqueológicos identificados, pues se encuentra en santuarios, necrópolis, factorías de salazones, estructuras hidráulicas. Datos que ponen sobre el tapete la clara presencia de población de procedencia massaliota
en esta área costera del mediodía peninsular incluso en momentos avanzados del siglo i a. C.
Su arribada parece dibujar una ruta marítima que, partiendo de este importante enclave del
Mediterráneo, alcanzaba el Atlántico, tocando al menos los puntos costeros de Carteia, Baelo
Claudia, Gades e incluso parece que alcanzó la costa lusitana, pues hay constancia de dos pequeños bronces massaliotas en Ipse (Machado y Sousa 2005: n.º 1 y 2), recogidos durante una
prospección arqueológica en la playa de Portimão, lo que redunda aún más en la existencia de
una ruta marítima y cuya problemática abordaremos en páginas posteriores.
4. Un puntual goteo de hallazgos casuales de numerario griego
Este último grupo de hallazgos monetarios no son muy abundantes (Fig. 5) y poseen un
carácter heterogéneo en cuanto a los lugares de origen de las cecas y a los sitios donde se han localizado. Aunque son las monedas de Massalia y los talleres griegos peninsulares, especialmente
Emporion, las que debieron circular con mayor frecuencia, cuestión que viene igualmente avalada
206
alicia arévalo gonzález
Focea
Divisor de estátera
Aradus
AR
1
1
Akragas
AR
1
Neapolis
AR
1
Amintas III
Didracma
Filipo II
Tetradracma
Ptolomeo III
Gran bronce
Massalia
Emporion
Rhode
Óbolo
Isla de la Maza
(Monturque, Córdoba)
Prov. de Sevilla
Mesa de Lora del Río
(Lora del Río, Sevilla)
El Nuño (Écija, Sevilla)
El Guijo (Écija, Sevilla)
Los Cosmes (Écija,
Sevilla)
Alcalá del Río (Sevilla)
Las Cumbres (Pto. Sta.
María, Cádiz)
Ría de Huelva
Cerro Salomón
(Riotinto, Huelva)
Lugar de procedencia
Torre Arenillas (Palos
de la Frontera, Huelva)
Valor
El Gandul
(Alcalá de Guadaira,
Sevilla)
Autoridad/
Ceca
1
1
1
1
+1
1
AE
+1
Óbolo
1
1
Dracma
1
+1
AR divisores
1
+1
Indeterminado
+1
Indeterminado
+1
+1
+1
+1
Fig. 5.- Hallazgos casuales de moneda griega encontrados en el occidente andaluz.
por su presencia en tesoros y en hallazgos en excavaciones, pues del resto de amonedaciones tan
sólo se ha recuperado un ejemplar. En cuanto a su localización, una parte significativa proceden
de la zona del Bajo Guadalquivir, siendo muy puntuales en otras áreas del occidente andaluz.
De las primeras amonedaciones griegas sigue siendo el divisor de estátera focea de electro de la primera mitad del siglo vi a. C., recuperada en el entorno de Alcalá del Río (Sevilla), el
único testimonio. Su perfecto estado de conservación indica que se ocultó poco después de ser
acuñada. A pesar de la rareza de este tipo de ejemplares en hallazgos, cabe recordar, como indicó
Furtwängler (1977: 61-70), que otras dos piezas de electro foceo se han encontrado en Occidente,
concretamente en las ciudades etruscas de Volterra y Chiusi.
El ejemplar procedente de la citada localidad sevillana, a pesar de que se trata de un hallazgo esporádico, podría vincularse, por su cercanía, al importante asentamiento tartésico-fenicio
de El Carambolo y a su excepcional santuario (Fernández Flores y Rodríguez Azogue 2005: 111138). No sería extraño que, en un momento en el que no se usaba, en el mediodía peninsular,
la moneda en su habitual valor de cambio, esta pieza fuera uno de esos presentes de lujo como
parte de los regalos que los comerciantes de Oriente usaban para el intercambio de dones y para
sellar los lazos afectivos y comerciales. Incluso pudo haber formado parte de una ofrenda votiva
en el santuario, al ser un tipo de exvoto utilizado con frecuencia por los griegos y fenicios. Recordemos que las monedas son piezas con un valor estético y simbólico, amén del carácter sagrado
que poseen, al estar representadas en ellas la propia divinidad o sus elementos alegóricos (Olmos 1995: 43; García-Bellido 1998: 166; Arévalo y Marcos 2000: 27-38).
207
Más imprecisos son los datos de las monedas griegas del siglo v a. C. encontradas en hallazgos esporádicos en la provincia de Sevilla, según recoge Villaronga (1983: 59 y 61), procedentes de
las poleis de Aradus (SNG Danish 19-22), Akragas (SNG ANS 3, 986-995) y Neapolis (SNG ANS
1, 414). Algo más precisos son los lugares de procedencia de los ejemplares del IV a. C., como sucede con la didracma de Amintas III del reino de Macedonia (389-383 a. C.) encontrada durante el
trabajo de una draga en la desembocadura del río Tinto, en Torre Arenillas (Luzón 1975: 276), y la
tetradracma de Filipo II (359-336 a. C.), también de Macedonia, recuperada en la desembocadura
del río Odiel (Orta 1975: 266). Asimismo, de la provincia de Huelva y con una cronología del siglo
iii a. C. contamos con una moneda de bronce de Ptolomeo III Evergetes (246-221 a. C.), hallada en
la ría de Huelva (García y Bellido 1957: 116), y una tetradracma de los Seleucidas, sin que se cuente
con más datos (Luzón 1975: 276), encontrada en el Cerro Salomón (Riotinto, Huelva).
Al escenario de la Segunda Guerra Púnica corresponden una serie de piezas griegas que
aparecen normalmente junto con numerario cartaginés, romano e ibérico, incluso en ocasiones
acompañado de plata troceada, como hemos visto ya en algunos tesoros datados en esta época.
Por desgracia en numerosas ocasiones se trata de simples noticias de hallazgos descontextualizados, en los que apenas se describen las piezas, ello dificulta dar catalogaciones precisas sobre
el citado numerario y obstaculiza el análisis de la circulación monetaria de esta época. La problemática es grande y es tratada específicamente en un capítulo de esta monografía, por lo que
pasaremos a exponer los hallazgos producidos en el occidente andaluz, sin un análisis en profundidad y de conjunto del numerario griego vinculado con la Segunda Guerra Púnica, para lo que
remitimos al trabajo antes citado.
Hallazgos de moneda exclusivamente griega fueron recogidos en sendos estudios sobre
el poblamiento antiguo en los términos municipales de Écija y Lora del Río (Sevilla), donde se
recopilan tanto materiales obtenidos a través de prospecciones como de noticias y colecciones
diversas, por lo que la información, en ocasiones, resulta muy imprecisa. Del Cortijo de Cosmes
(Écija) se reseña de forma genérica “monedas de Rosas y Ampurias” (Durán y Padilla 1990: 4950, n.º 50). De Mesa de Lora (Padilla, García y Ríos 2003: 98-99, n.º 6 y 9) se cita un óbolo y una
dracma emporitanas (CNH 4, n.º 6 y 18-19, n.º 5-11). Por último, de Isla de la Maza (Monturque,
Córdoba) y encontrada en superficie, procede una dracma de Emporion perforada y forrada,
no catalogada pero descrita como del tipo de Pegaso en el reverso (Gil Fernández 1996: 598 y
620, n.º 1, foto 3). Este es el único hallazgo de numerario griego en la provincia de Córdoba, no
sabemos si esta ausencia se debe a una falta de investigación o de publicación del numerario
aparecido, pero resulta llamativa la escasez de información.
Los hallazgos de piezas emporitanas y massaliotas, así como de sus imitaciones, son relativamente usuales en Andalucía, normalmente acompañadas de otro tipo de numerario hispánico,
cartaginés y romano propio de la circulación monetaria de finales del iii a. C. En nuestra zona de
estudio contamos con la noticia recogida por Villaronga (1987: 769) del hallazgo de un óbolo de
Massalia con reverso rueda procedente de El Gandul (Alcalá de Guadaira, Sevilla), al tiempo que
comenta que este tipo de numerario es frecuente en Andalucía y especialmente en la provincia de
Sevilla, aunque no proporciona mayor información, por lo que tan sólo podemos dejar constancia
de ello. Con respecto al yacimiento de El Gandul, de allí proceden varios conjuntos numismáticos
sículo-púnicos y sardo-púnicos, amén de numerario hispano-cartaginés, de gran interés y que han
generado una rica y reciente historiografía (Villaronga 1983: 62, n.º 32 y 72-74; Alfaro 2002: 30,
n.º 35; Pliego 2003a; 2003b; 2005) sobre la existencia en el lugar de un campamento cartaginés.
Otro óbolo de Massalia con reverso rueda (SNG Danish II 723-729) fue recogido en la
sierra de San Cristóbal, donde se sitúa el poblado de Las Cumbres (El Puerto de Santa María,
208
alicia arévalo gonzález
Cádiz), de donde también proceden bronces sículo-cartagineses, un divisor de plata hispanocartaginés y un bronce de Ebusus (Alfaro y Marcos 1994: 236, n.º 4; 1995: 401, n.º 12). Según
cita Alfaro (2002: 19) la relación de cecas y monedas es mayor a tenor de las referencias orales
de personas de la zona.
En cuanto al numerario de Emporion, como sucede con el de Massalia, suele tratarse de
noticias aisladas e imprecisas. Del trabajo referido al término municipal de Écija contamos con
la noticia de “monedas cartaginesas, gaditanas y ampuritanas” procedentes de El Guijo e igualmente de El Nuño provienen “monedas gaditanas, cartaginesas, ampuritanas y de Rosas” (Durán y Padilla 1990: 51, n.º 64 y 53, n.º 103), sin más datos. Por último, Villaronga (1983: 60) cita
la abundante presencia de dracmas ampuritanas y sus divisores, así como una fraccionaria anterior a las dracmas, que en este caso si describe (CNH 5, n.º 22-23), en Andalucía, especialmente
de la provincia de Sevilla, por lo que dejamos constancia de ello, aunque no se pueda precisar el
número de piezas ni la catalogación de las mismas por la escasa información aportada.
5. Por qué y para qué de la moneda griega en el occidente andaluz
A lo largo de este recorrido por los distintos tipos de hallazgos de numerario griego en el
occidente andaluz hemos visto que la información con la que se cuenta es muy desigual y, en
ocasiones, bastante escasa, máxime en lo que se refiere a los contextos arqueológicos de procedencia. Es evidente que ello dificulta su análisis y merma el valor histórico que tienen para
conocer las posibles relaciones entre el lugar de producción de la moneda, los intermediarios en
su transporte para su llegada a nuestras costas y su redistribución por el mediodía peninsular.
Se ha planteado que las primeras monedas griegas arcaicas debieron entrar en el sur peninsular entre los objetos de prestigio y regalo que llegan con el comercio de la mano de los griegos o de gentes helenizadas, pues en estos momentos no se usaba en nuestro suelo la moneda en
su habitual valor de cambio.
Un numerario que continúa llegando al occidente andaluz, aunque en menor medida que
lo observado para el nordeste y este peninsular, a tenor de los escasos tesoros y hallazgos aislados con moneda de los siglos v y iv a. C. documentados. Las posibilidades de que gran parte de
este numerario griego llegara a Iberia con el regreso de los mercenarios que habían luchado en
Italia, bien en el bando cartaginés, bien en el griego ha quedado matizada y aminorada con el
mejor conocimiento de las redes de intercambio y el sistema comercial en el Mediterráneo Occidental durante los siglos v y iv a. C. (Quesada 1994; García-Bellido 1998: 160; Arévalo 2002:
6-9). Emporion será la base del sistema comercial griego en la Península (Sanmartí-Grego 1992:
37), pero en este comercio también actuaron como intermediarios los púnicos tanto de Ibiza
como de Cádiz y, ciertos establecimientos indígenas se encargarán de la distribución de productos hacia el interior. Este comercio originó una movilidad entremezclada de productos y personas que puede explicar la entrada de al menos parte del numerario griego foráneo, así como su
circulación por el levante y sur peninsular.
Por otra parte, como hemos visto al analizar los hallazgos numismáticos, se aprecia una
concentración de piezas griegas del iv a. C. en la desembocadura de los ríos Tinto y Odiel, así
como en la Ría de Huelva. Parece que, aunque a una escala menor con respecto a etapas previas,
la costa onubense continúa siendo la puerta de entrada de mercancías orientales hacia el interior.
Con el asentamiento y tránsito de las tropas contendientes en la Segunda Guerra Púnica
por la costa mediterránea y por el territorio de lo que será la futura Bética nos ha dejado un
significativo número de tesoros y hallazgos aislados que presentan, la mayoría, una mezcla de
209
la moneda griega en andalucía occidental
moneda –griega, cartaginesa, romana e hispana– y objetos premonetales, siendo el numerario
griego extrapeninsular el más escaso.
No hay menciones literarias precisas sobre la relación de este último tipo de emisiones y el
conflicto, pudiendo formar parte de la financiación de uno u otro bando. Además, como se ha defendido (Chaves y Pliego 2015: 153), no serían todas las monedas griegas necesariamente traídas
por el ejército, pues cabe la posibilidad de que, las más antiguas estuviesen ya en la Península
al iniciarse el conflicto, como hemos visto, lo que tampoco impide que otras, las más recientes,
hubiesen venido en estos momentos de conflicto con el ejército. Así, en el caso del numerario de
Massalia (Ripollès, Cores y Gozalbes 2009: 165-170) puede explicarse por la participación massaliota en la guerra, dado que diversos testimonios literarios señalan su presencia, como en 217
a. C., cuando naves de reconocimiento marsellesas acompañaban a las romanas proporcionándoles información sobre la situación de la flota cartaginesa en la desembocadura del Ebro (Livio,
22, 19, 5; Polibio, 3, 95, 3-5), o en 210 a. C. cuando cuatro trirremes marsellesas escoltaron a la
flota romana que trajo a Escipión a Hispania (Livio, 26, 19, 13).
También hemos visto como este numerario massaliota podía haber sido utilizado como
ofrenda votiva en el santuario de La Algaida, un espacio de culto que fue frecuentado entre los
siglos v y iii a. C., y donde entre la variedad de objetos que allí se depositan se encuentra abundante moneda foránea, además de hispánica. Algunas perforadas como el óbolo de Massalia,
evidencia de su uso como amuleto y adorno personal.
Pero, sin duda, lo más significativo ha sido encontrar numerosos pequeños bronces massaliotas de la segunda mitad del ii y, especialmente, del i a. C. en un variado registro arqueológico
de la costa gaditana. Recordemos que están presentes en Carteia, Baelo Claudia y Gadir/Gades;
en esta última ciudad de manera significativa, con 14 ejemplares recuperados, y en contextos
asociados tanto al ámbito funerario como al relacionado con la afamada producción salazonera.
No cabe duda que, al tratarse de numerario broncíneo y de escaso valor, nos revela movimientos
de personas de origen massaliota en estas ciudades del Estrecho de Gibraltar.
Un dato interesantísimo sobre el que conviene reflexionar, podríamos pensar que este numerario llegó en el contexto de la segunda guerra civil de la República romana, pues tanto Carteia como Gades fueron escenario del conflicto bélico entre César y Pompeyo; no obstante, sería
de esperar que este tipo de moneda apareciera en otros emplazamientos del interior peninsular
donde tuvieron lugar las principales batallas y, sin embargo, no lo encontramos en los hallazgos
monetarios. Además, ya hemos comentado que también hay numerario massaliota anterior, de
la segunda mitad del ii a. C., por lo que conviene evaluar estos hallazgos con otros materiales
arqueológicos o epigráficos.
En este sentido, en los últimos años se ha avanzado en la investigación del floreciente
periodo del comercio gaditano posterior a la conquista romana de la península Ibérica. Dicha
etapa está marcada por la integración de Gadir/Gades en las redes económicas y sociales romanas, como sugiere la amplia presencia de tipos anfóricos gaditanos en contextos ligados a
la expansión de Roma. En este sentido, se ha puesto recientemente en evidencia la apertura de
rutas oceánicas establecidas con las ciudades mediterráneas y con Roma, estudiando algunos
pecios de la costa sur gálica –“Moines 2” y “Chrétienne M 2”– que probablemente transportaban
en navíos occidentales pequeñas cantidades de vino y salazones de pescado hacia los mercados
centro mediterráneos (Luaces 2014: 36-39; Luaces y Sanz 2019).
De gran interés para nuestro estudio resulta la presencia en el pecio Chrétienne M 2 de
diversas cerámicas campanienses B con grafitos escritos en latín, neopúnico y griego (Joncheray y Joncheray 2002), evidencia de una tripulación con múltiples orígenes, además del ancla
210
alicia arévalo gonzález
documentada con epigrafía neopúnica. Dicha inscripción BD ’/ TMN SLM, traducida como “propiedad de Abdamon (hijo de) Shilem” (Briquel-Chatonnet, Hesnard y Pollet 2004: 189-202;
Briquel-Chatonnet 2007: 24-29), ha permitido considerar que el dueño de la nave pudo haber
sido de origen fenicio-púnico, tal vez un comerciante occidental de Gadir/Gades u otra ciudad
costera de la región, como han defendido Luaces y Sanz (2019) a raíz de la revisión del lote de
ánforas identificadas como Mañá C2b, consideradas con anterioridad como mauritanas, y que
han sido reconocidas como producciones ibéricas (T-7.4.3.3), así como la nueva caracterización
de las ánforas Dressel 1-A que también sugiere un origen ibérico para la mayoría del grupo.
Este pecio ejemplifica de manera extraordinaria la situación intercultural de las ciudades
ubicadas en el entorno del Estrecho de Gibraltar durante la época tardorrepublicana, un hecho
que se pone también de manifiesto a través del registro numismático massaliota recuperado. Al
tiempo que estas monedas contribuyen a conocer mejor el tránsito de personas en relación al
ciclo haliéutico y su comercio marítimo.
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Amb la col·laboració de:
ISBN 978-84-18986-77-2
9 788418 986772