González defiende en Washington el tratado de libre comercio con la UE
El presidente de los empresarios valencianos viaja como 'número dos' de la CEOE
El dirigente de Cierval se entrevista con la presidenta del FMI, Christine Lagarde
José Vicente González, presidente de los empresarios valencianos, estuvo la semana pasada a Washington con la organización Businesserope para apoyar la firma de un tratado de libre comercioentre la Unión Europea y Estados Unidos. González, que viajó en calidad de número dos de la patronal española CEOE, se reunió con la presidenta del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, la secretaria de Estado de Comercio, Penny Pritzker, y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, entre otros.
González, que avisó de que se trata "de un camino largo, que llevará años", antes de cerrar un acuerdo, afirmó que su entrada en vigor potenciaría el crecimiento a ambos lados del Atlántico con una intensidad que estimó en un crecimiento adicional del PIB del 1% al año. El presidente de la patronal valenciana Cierval estuvo acompañado de otros dirigentes empresariales europeos.
El objetivo del tratado, señaló el presidente de la patronal valenciana Cierval, debería ir más allá de la reducción de los aranceles -"que ya están de promedio en un 3,5%"- y abordar la convergencia en las regulaciones, que elevan los precios para el consumidor y resultan difícil de cumplir para las pequeñas y medianas empresas tanto norteamericanas como europeas.
La Administración del presidente Barack Obama negocia simultáneamente otro tratado de libre comercio con la región de Ásia-Pacífico y estas conversaciones están más adelantadas, advirtió González.
Bruselas aprueba que colombianos y peruanos entren sin visado en la UE
La CE negociará acuerdos bilaterales con Bogotá y Lima
La medida aún tardará al menos un año en aplicarse
Rafael Correa pide en España la exención de visado para los ecuatorianos
Europa avanza lentamente hacia la eliminación definitiva de visados para colombianos y peruanos. Los países miembros de la Unión Europea han dado hoy el visto bueno a la nueva lista de Estados exentos de este requisito, vigente desde 2001. Para que desaparezca la obligación de solicitar ese documento en los desplazamientos a la Unión Europea, aún es necesario que la Comisión Europea acredite que los dos países cumplen los requisitos y posteriormente, que negocie acuerdos bilaterales con Bogotá y Lima. Estos trámites pueden demorar el proceso al menos un año, según fuentes comunitarias.
El Consejo Europeo, que representa a los Estados miembros de la UE, ha aprobado una lista con 19 países (la mayoría caribeños y del Pacífico) cuyos ciudadanos podrán viajar en breve al espacio Schengen (el espacio europeo de libre circulación, que no coincide exactamente con el de los 28 Estados comunitarios). Pero antes, Bruselas debe evaluar el impacto que eso puede tener en la UE, pedir al Consejo Europeo el mandato formal para negociar acuerdos bilaterales y cerrar esos pactos.
La medida, sometida a toda esa maraña burocrática, ha sido largamente demandada por España, que presionó enormemente a las instituciones comunitarias el año pasado para que incluyeran en la lista de exentos a Colombia y Perú, en principio excluidos de la propuesta inicial de Bruselas. La aprobación que el Parlamento Europeo dio a finales de febrero despejó el camino para la aprobación definitiva, pese a que colombianos y peruanos aún tengan que esperar para viajar sin autorización previa.
En el año 2013, los Estados de Schengen expidieron 121.019 visados para colombianos y 48.488 para peruanos
La decisión tendrá un gran impacto en ambos países. Solo en el año 2013, los Estados de Schengen expidieron 121.019 visados para colombianos y 48.488 para peruanos, según datos de la Comisión Europea. Es probable que el tráfico aumente con la desaparición de las trabas.
Hasta ahora, esos ciudadanos deben pedir un visado de turista que les permite circular libremente por el área Schengen durante un máximo de 90 días. Ese documento exige un buen número de trámites, tiempo y dinero que desaparecerán con la nueva regulación. Colombianos y peruanos pudieron viajar a Europa sin él hasta el año 2001, cuando la UE restringió esa posibilidad, con el acuerdo implícito de España –entonces gobernada por José María Aznar-, que se abstuvo. Esa medida, en su momento concebida para estrechar los controles frente a países en los que existe un importante mercado de la droga (además de un gran potencial de inmigración), cayó como un jarro de agua fría en los dos países latinoamericanos.
La lista de países cuyos ciudadanos podrán entrar libremente en los países comunitarios para estancias de corta duración incluye también a Emiratos Árabes Unidos
La lista de países cuyos ciudadanos podrán entrar libremente en los países comunitarios para estancias de corta duración incluye también aEmiratos Árabes Unidos aunque, paradójicamente, en este caso la Comisión Europea no considera necesario realizar ninguna evaluación sobre el impacto en el club comunitario.
Reino Unido e Irlanda tienen su propia política de visados
La desaparición de visados en el área Schengen garantiza la movilidad prácticamente en toda Europa. Este espacio se compone de 23 Estados de la UE más Suiza, Noruega, Islandia y Liechtenstein. Pero Chipre, Rumania, Bulgaria y Croacia, cuatro de los comunitarios que están fuera de Schengen, suelen adherirse a las políticas del espacio Schengen. Más dudas presentan Reino Unido e Irlanda, que tienen su propia política de visados.
Obama viaja a Asia para convencer a sus socios de su compromiso con la región
En 2011, EE UU anunció su intención de centrarse en Asia para contrarrestar la influencia china. Siria, Irán y, ahora, Ucrania han impedido el viraje
Casi tres años después de que la Casa Blanca anunciara su intención de centrar su política exterior en Asia, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se embarca este martes en una gira que le llevará a Japón, Corea del Sur, Malasia y Filipinas con la tarea de convencer a sus socios asiáticos de que la región sigue siendo una prioridad pese a que Ucrania, ahora, y Siria o Irán, en los últimos meses, han obligado a su Administración a desviar la atención del Pacífico. El mandatario tratará de impulsar los acuerdos comerciales y los compromisos en materia de seguridad con sus aliados en la zona en un esfuerzo por atemperar sus recelos sobre las ansias expansionistas de Pekín –que podrían verse fortalecidas con la agresividad demostrada por Rusia en la crisis ucrania-, sin levantar las suspicacias del Gobierno chino, cuya complicidad se le hace cada vez más necesaria a Washington para contrarrestar el alejamiento de Moscú.
En un principio, la Casa Blanca había planteado el viaje como una oportunidad para apuntalar ese giro diplomático, económico y militar hacia el Pacífico, máxime tras la cancelación de la gira prevista para octubre del año pasado debido al cierre de la Administración. Desde entonces, la transferencia de tropas y recursos militares a la región se ha visto disminuida debido a los drásticos recortes presupuestarios a los que se enfrenta el Pentágono y la facilidad con la que Rusia se anexionó Crimea han hecho crecer entre los aliados asiáticos de EE UU los recelos de que Pekín pueda calcar la actitud de Moscú en sus reclamaciones territoriales en el mar de China y de que Washington sea capaz de contener la influencia económica y militar del gigante asiático en la zona. “El presidente debe persuadir a la población de que su compromiso con Asia es serio, de que no vamos a hacer más en Europa a expensas de hacer menos en Asia”, ha señalado Richard Haass, presidente del Consejo de Relaciones Exteriores.
Los drásticos recortes presupuestarios a los que se enfrenta el Pentágono y la facilidad con la que Rusia se anexionó Crimea han hecho crecer entre los aliados asiáticos de EE UU los recelos
La Administración norteamericana ha descrito este viaje de Obama –el quinto que realiza a región- como crucial para el futuro del país. “Nuestras principales prioridades están vinculadas a Asia, ya sea en materia de acceso a nuevos mercados, en la promoción de las exportaciones o en proteger nuestros intereses de seguridad”, señaló el viernes pasado la asesora de Seguridad Nacional del presidente, Susan Rice. Uno de los puntales de ese viraje es el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP, en sus siglas en inglés), uno de los procesos de integración comercial más ambiciosos de los que se están negociando en la actualidad, que contempla liberalizar las economías de los países de la región Asia Pacífico y que, de concretarse, aglutinaría el 40% del PIB mundial.
La Administración Obama aspiraba a tener ultimado el TPP a finales de año, pero la reticencia en el Congreso -en concreto, de los propios demócratas que han pedido al presidente que no agilice el proceso para poder salvar su reelección en noviembre- y los desacuerdos con Japón en cuanto a las condiciones de acceso a los mercados agrícola y automovilístico han obligado al Gobierno norteamericano a rebajar las expectativas. La reunión del jueves con el primer ministro nipón, Shinzo Abe, será uno de los encuentros más trascendentales de la gira del presidente de EE UU. Además del TPP –donde se esperan avances pero no soluciones definitivas- Obama deberá abordar el giro nacionalista que ha impuesto el mandatario japonés a la política de su país –muy diferente del que sus predecesores tenían acostumbrado a Washington- y que ha generado tensiones con el otro socio principal de Washington en la región, Corea del Sur –desde que Abe y la presidenta coreana, Park Geun-hye accedieron al poder hace un año no han mantenido ninguna reunión-.
La Administración norteamericana ha descrito este viaje de Obama –el quinto que realiza a región- como crucial para el futuro del país
China no se encuentra dentro del itinerario de Obama, pero su sombra va a estar presente en toda su visita. El contencioso entre Tokio y Pekín sobre la redefinición unilateral de la zona de defensa aérea china sigue sin resolverse, aunque EE UU lo ha considerado ilegal, Filipinas ha incrementado sus reclamaciones sobre el arrecife Scarborough. Hasta ahora, Washington ha optado por no tomar partido en todas las querellas territoriales sobre el mar de China para no soliviantar a las autoridades de Pekín. El presidente estadounidense, no obstante, tiene previsto anunciar la renovación de la presencia militar de su país en el archipiélago filipino, en un gesto que desde la Administración quieren presentar como una reválida del anuncio del envío, en 2011, de 2.500 marines a Australia, lo que se consideró como el símbolo de la nueva alianza de EE UU con Asia.
Los recortes en el Departamento de Defensa, sin embargo, han impedido que la Administración pueda cumplir sus compromisos militares con la región –solo 1.500 marines han arribado a Australia- y la flota naval y aérea destinada a la zona es cada vez más obsoleta, incrementando los recelos de los países asiáticos sobre el alcance del compromiso de EE UU con Asia y su capacidad a la hora de frenar potenciales agresiones chinas. El jefe del Pentágono, Chuck Hagel, sin embargo, insiste en la importancia de la región. En su reunión con los Estados miembros de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático en Hawai el mes pasado, dejó claro que “pese a la reducción presupuestaria, el Pacífico es nuestra prioridad”.
“Ellos están preocupados por los recursos que se van a destinar para cumplir ese viraje, financieros y militares, pero, sobre todo la atención de los legisladores en Washington”, sostienen desde el Centro Woodrow Wilson. El Congreso estadounidense considera que, de momento, la Casa Blanca ha fallado en su estrategia de aproximación hacia Asia, de acuerdo con un informe que publicó el Comité de Relaciones Exteriores del Senado. “Pese al progreso en algunas áreas, la ejecución del reequilibrio diplomático ha sido desigual”, advirtió su presidente, el demócrata Bob Menéndez. La Administración Obama es más optimista. “No he percibido ansiedad, de hecho, creo que vamos a la zona justo en el momento en que nuestros aliados están mucho más comprometidos con nosotros”, señaló Rice.
“La expectativa es tan grande que a veces me pregunto si podré sobrellevarla”
Entrevista con Luis Guillermo Solís, presidente electo de Costa Rica y vocero este año de la CELAC
Luis Guillermo Solís no creyó que pudiera recibir tantos votos y se siente un poco culpable por dudarlo. Con el millón y 300.000 costarricenses,este académico de 56 años se pone al frente de altísimas expectativas de cambio de distintos sectores en este país trabado entre su éxitos, sus ambiciones y sus falencias, tanto económicas como sociales. Se pone también al frente de la política internacional, como mandatario en este año en que Costa Rica ocupa la presidencia pro témpore de la Comunidad de Estados de América Latina y del Caribe (CELAC). Esta es la especialidad de este exdirector regional de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), quien se define como “un hombre de diálogo”, aunque advierte que este tiene sus límites con el vecino Nicaragua. Daniel Ortega no será invitado a su acto de toma de poderes, el 8 de mayo.
Pregunta. ¿En qué cambia los planes políticos este resultado tan aplastante?
Respuesta. Me obliga a asumir con mucho más fuerza el compromiso con el cambio. Si antes ya estaba comprometido, ahora tengo hacerlo con más determinación. Recibí un mandato apabullante y no deja márgenes para no hacer lo que me están pidiendo. Es casi un grito lo que estoy recibiendo.
P. ¿Cambia las prioridades o los márgenes políticos?
R. Las prioridades son las mismas y esta votación en cierto sentido está ratificando las prioridades. El cambio sí está en los tiempos. El problema es que algunas de esas decisiones no todas las demandas de la gente, complejas como son, tienen que ver con el Poder Ejecutivo.
P. ¿La ansiedad popular representa un problema para sus primeras decisiones?
R. La gente no está tan ansiosa por los detalles, sino con los resultados y aún no soy el Presidente en funciones. La gente me hizo un encargo con su confianza. Me dijeron ‘¿necesita un millón de votos? Tome un millón y 300.000’. Me están pidiendo que cambie las cosas con contundencia. Por ejemplo, me está pidiendo que baje el precio de la luz (la tarifa industrial triplica la de Estados Unidos) y entonces estoy pidiendo opciones, tres o cuatro para hacerlo de entrada.
P. A estas alturas de su proyecto político, ¿no debería saber ya cómo abaratar la energía?
R. Por eso tengo un equipo de economistas y expertos en energía en eso. Nosotros propusimos algo que las organizaciones de consumidores no aceptaron. Entonces estamos buscando otros métodos.
P. Siempre va a encontrar sectores adversos a sus planes.
R. Claro, estamos metidos en nuestras propias lógicas. Los del ICE (Instituto Costarricense de Electricidad) están por mantener cero cogeneración eléctrica y cero exportación de energía, o en términos que no resultan rentables. El sector privado quiere una apertura total y dice que ninguna otra opción es suficiente. Y tengo a consumidores industriales y domésticos pidiendo que bajemos ya las tarifas. Lo que quiero es ver todas las opciones.
P. Caemos aquí en el tema de las altas expectativas que caen sobre sus hombros. Muchos sectores quieren que el nuevo gobierno, ese que logró encantar en la campaña, solucione sus problemas particulares.
Recibí un mandato apabullante y no deja márgenes para no hacer lo que me están pidiendo.
R. Eso es cierto en parte, pero hay gente que está pidiendo soluciones con una mirada más amplia y un horizonte de cambio más largo, con acuerdos nacionales que, se sabe, no serán inmediatos y llevarán años, como la reforma necesaria en el sistema de educación. La gente entiende eso. Lo que no quiere es la inmovilidad.
P. Su estratega de la campaña dijo que el ambiente político, de polarización y desencanto, estaba apto para un outsider y que usted era o más parecido. ¿Se autopercibe usted como un outsider?
R. No, para nada. Sería una exageración decir que soy un outsider, pero sí me considero un político no tradicional, o al menos un político no profesional. No he vivido de la política. Cuando he participado en política ha sido la política la que ha vivido de mí. Cuando estuve en PLN no me endeudé una barbaridad financiando un partido que no me pagaba sueldo como secretario general. Nunca he sido diputado ni he participado en consultorías de esas de partido… más bien quedé mal después de dos años de trabajo ahí.
P. Un político no tradicional que era un candidato inviable y acabó con un apoyo aplastante. ¿Cómo se lo explica?
R. El pueblo atendió los llamados que hicimos de manera totalmente disciplinada. Más bien a veces me siento culpable de haber dudado de si efectivamente iba a hacer lo que finalmente hizo (resultado electoral de 78% contra 22% del oficialismo). Lo interesante del pueblo de Costa Rica es que sale a votar con lucidez, sin que nadie lo presione o lo atemorice, con entera conciencia de lo que está haciendo. Me siento muy honrado, muy comprometido y a veces un poco turbado. El peso de la expectativa es tan grande que a veces me pregunto si podré sobrellevarla.
P. ¿Cómo se aplaca esa pregunta de si podrá sobrellevarla?
R. El equipo me ayudará a hacer las cosas. Entonces me respondo que sí podremos, porque yo no voy a estar solo, yo he insistido en la acción y la participación ciudadanas para llevar la carga de manera creativa y diferente de como se ha hecho hasta ahora, no con un criterio vertical burocrático, sino más horizontal y con acción ciudadana.
P. Será más complejo el proceso de toma de decisiones.
R. No necesariamente. Lo complejo es realizar las consultas, pero las decisiones las toma el Poder Ejecutivo con la autoridad que le corresponde.
P. ¿Puede entender que, por la campaña y el resultado electoral, desde fuera se le vea casi como un Fujimori que se cruza en el camino tradicional del país?
R. Un Fujimori de ninguna manera por varias razones. Aquí no tenemos el fenómeno del terrorismo que explicó en Perú la escogencia de Fujimori, ante la incapacidad de los partidos tradicionales de controlar aSendero Luminoso. Segundo, había en Perú una corrupción rampante que ahí no tenemos ni de lejos. Tercero, Fujimori no solo no era conocido, sino que tampoco tenía partido. Yo llego con el PAC que es un partido establecido, que ha participado antes en tres ocasiones y se ha convertido en un actos de la política en la última década, con una estructura débil, sí, pero con valores más que conocidos a pesar de su juventud (13 años). Y lo más importante: el talante del candidato. Fujimori era un dictador y siempre lo fue, fue autoritario desde el principio.
P. ¿Cómo es usted entonces?
R. Soy un hombre muchísimo más dialogante. Mi talante es el de un negociador, que busca trabajar en equipo y que escucha antes de resolver. No soy un individuo que se lanza contra las barricadas de primera entrada.
P. ¿Está la gente confiando en usted a ciegas?
R. Uno es lo que puede mostrar. Yo en política no he sido más que secretario general de un partido (PLN) y funcionario dos veces en el Ministerio de Relaciones Exteriores. El track record (trayectoria) mío como dirigente político es bastante corto y no sirve de prueba. Lo que sirve para dar garantías es mi vida, sin acusaciones de actos indebidos, dedicado a la academia, seriedad, rigor… y de ahí se debería derivar la confianza en mí. Como le digo, soy un político no profesional y esto quizás conlleva riesgos, pero el argumento que doy a favor mío es que estos personajes que nos han gobernado tienen todos un track recorddel carajo; todos pasaron antes por 40 instituciones antes y dejaron el país como lo dejaron.
P. Esa “acción ciudadana” que quiere impulsar, ¿cómo aplicarla sin ser populista?
R. El populismo parte de un factor que no se concibe en el concepto de “acción ciudadana”, que es transferir el poder de decisión a la gente a cambio de algo. Es un intercambio de decisiones a cambio de favor político, y yo no quiero esto. Quiero un gobierno responsable que escucha a la gente y le devuelve ese apoyo en obras de interés común. Esto no sería populismo, sino un proceso de gobierno que responde a la gente.
Sería una exageración decir que soy unoutsider, pero sí me considero un político no tradicional
P. ¿No teme un efecto como el de Obama, ser el depositario de altas expectativas que acaban, en buena parte, truncadas por el sistema?
R. Podría ser. La administración pública es carnívora y hay una serie de dinámicas burocráticas que pueden acabar convirtiendo en un callejón sin salida algo que era una nueva idea.
Son las 4:12 p. m. y se interrumpe la entrevista. Su asistente le indica que lo llaman del Palacio de Miraflores, en Venezuela. Nicolás Maduro está al otro lado para felicitarlo. Le preguntará la fecha de la ceremonia de traspaso y sobre la aplastante cantidad de votos que lo tienen hoy convertido en el mandatario electo con más apoyo en la historia nacional. Algo mencionaron de la CELAC. Solís se retira de la mesa y se aparta tres metros hacia la ventana. Ve que está lloviendo después de cuatro meses sin lluvia en este país lluvioso. Algo tiene que ver esto con el costo de la electricidad. Fueron cinco minutos de diálogo.
P. Hablábamos de ser absorbido por el sistema…
R. Bueno, estamos creando condiciones institucionales y partidarias para que eso no ocurra. Mucho va a depender del equipo que tenga.
P. Va a asumir la ceremonia en el estadio de futbol donado por China. Usted que dice creer mucho en lo simbólico. ¿No es esto una señal significativa?
R. No, para nada, es un inmueble del gobierno de Costa Rica. Ese estadio se construyó hace años (cuatro). Yo no le vería ningún significación geopolítico al Estadio Nacional.
P. ¿No tienen las donaciones de China ningún significado geopolítico?
R. Mi intención es mantener las mejores relaciones con la República Popular de China, pero no tengo necesidad de estar dentro del estadio para anunciar esto. La toma de posesión, si fuera por otras razones, yo preferiría en el teatro Melico Salazar (centro de San José). Es un asunto de pragmatismo. No tenemos más lugares dónde hacer actividades magnas con la dignidad y la facilidad adecuada para logística y seguridad.
P. Invitará primero a los presidentes de Centroamérica.
R. Sí, voy a visitarlos para hacer las invitaciones de manera personal.
P. Saltándose Nicaragua.
R. Sí, porque el presidente Ortega se ha expresado de Costa Rica en términos que no son aceptables, con pretensiones de soberanía sobre Guanacaste (provincia en el norte) e invadió territorio costarricense y eso no lo hace un amigo. Quiero guardar la distancia hasta tanto no hagamos resoluciones claras de la Corte de Justicia Internacional.
P. Pero usted dice ser un hombre de diálogo.
R. En eso hay límites. Cuando se trata de lesiones a la soberanía, uno no debe pasar ese límite. Mientras sigamos con el riesgo de tener esas reiteradas amenazas, no conviene una relación personal en el nivel de presidentes.
P. ¿No habrá entonces un giro en el manejo del conflicto con Nicaragua?
R. Yo he insistido en que esta es una decisión de talante personal, pero la relación binacional no debería verse afectada por un desencuentro entre el Presidente Ortega y yo. Esa sería una diferencia (con el gobierno actual). Tenemos que mejorar al máximo las relaciones y hacer un manejo inteligente de la agenda binacional.
Daniel Ortega se ha expresado de Costa Rica en términos que no son aceptables...e invadió territorio costarricense. Eso no lo hace amigo
P. El desarrollo de Costa Rica tiene la apuesta sobre sus exportaciones, atracción de inversión extranjera y de turistas. ¿Cuál marca de país quiere proyectar?
R. Creo que Costa Rica tiene suficiente pedigrí para mostrar enAmérica Latina, siempre y cuando corrijamos algunas de las discusiones que se han convertido en fardos pesados del modelo de desarrollo que estamos aplicando, que tienen en que ver fundamentalmente con pobreza a inequidad, corrupción y con el manejo de la administración pública. Tenemos una administración pública poco eficiente. Si lográramos superar esos baches, Costa Rica seguira siendo ejemplar por su estabilidad del sistema político, en su vocación ambiental y en sus principios habituales en el ámbito internacional. Costa Rica fue durante muchas décadas un modelo relativamente excepcional y no requiere de paradigmas que no sean los propios.
P. Tiene encima el desafío de convencer al sector empresarial.
R. Tengan la seguridad de que un gobierno del PAC encabezado por mí no pondrían en riesgo las inversiones privadas.
P. ¿Se atreve a ponerse una meta de crecimiento de la economía costarricense que sobrepase el 4%?
R. Yo quisiera la cifra mágica que siempre se invoca como el mínimo para garantizar sostenibilidad en la inversión en Costa Rica, que es un 6%. Mínimo.
P. ¿Lo ve posible?
R. Tenemos una tarea interna pendiente, pero también hay otros factores. Mientras no se recuperen nuestros dos mercados más fuertes (Estados Unidos y Europa) y no podamos reactivar el turismo, que está tan ligado a la capacidad de reactivar esas economías, pues va a ser difícil, pero mi aspiración es ese 6%.
P. Costa Rica con su economía pequeña y dependiente de mercados golpeados, creciendo por debajo del 4% y con un déficit que sí supera el 5%... ¿por qué pide entrar a la OCDE?
R. El ingreso a la OCDE nos daría un marco de referencia que podría facilitar muchas inversiones mediante la aplicación de buenas prácticas del modelo productivo nacional y ser entonces una economía más moderna y competitiva. El tema es cuánto recurso vamos a invertir en ese ingreso; podríamos estar acelerando demasiado los tiempos para el acceso a la OCDE. Me gustaría analizar con más tiempo los procedimientos y las obligaciones que se asumen para no meterle presión a este país donde hay aún prioridades como atender la pobreza extrema o el de la reactivación económica interna.
P. ¿Se va a integrar su gobierno a la Alianza del Pacífico (con Perú, Colombia, Chile y México)? Usted dijo a EL PAÍS en febrero que el país debería participar en ella.
R. Antes de asumir el gobierno podré conocer con detalle qué conlleva la Alianza del Pacífico en dos temas particulares que son muy sensibles: el de la desgravación arancelaria para ciertos bienes industriales y agropecuarios. Hasta ahora no he podido tener acceso a ello. Si eso lesiona sectores estratégicos intentaremos modificar algunas cláusulas.
P. Ya hay sectores que advierten serán perjudicados, como los empresarios industriales y los agropecuarios y piden un rechazo rotundo a la Alianza del Pacífico.
R. Yo todavía no llegaría hasta ese punto, porque quiero saber en detalle qué dice el tratado y las valoraciones que ha hecho el Ministerio de Comercio Exterior, que lo ha estado negociando.
P. ¿Y el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP en inglés), con países asiáticos?
R. Eso ya no. No me veo haciendo esa negociación si no se ha resuelto antes el tema de la Alianza del Pacífico…
De nuevo lo interrumpe su asistente. Ahora el que lo llama es Enrique Peña Nieto para darle la felicitación por México y le pregunta también por la fecha de la ceremonia de traslado de poderes. Ya ha dejado de llover. No parece arriesgado pensar que las altas expectativas sobre Luis Guillermo Solís no vienen solo de los ciudadanos costarricenses, ahora que Costa Rica preside la CELAC.
P. ¿Qué pueden esperar de usted en la CELAC?
R. Para mí, la CELAC es una organización que abre un espacio inédito en América Latina. Le atribuyo la mayor importancia. Es un gran logro haber hallado un espacio para que la región delibere por sí misma con todo tipo de gobiernos; es un espacio plural y tenemos en Costa Rica la responsabilidad de administrarlo como presidencia pro témpore. Ya hay reuniones programadas, algunas de altísma importancia como el encuentro con el BRIC con la CELAC en Recife (Brasil), en julio. Creo que será mi primera intervención como presidente de la Celac en un encuentro que reunirá a Brasil, Sudáfrica, China, Rusia y la troika de la Celac (Cuba, Costa Rica y Ecuador).
P. Sabe de una preocupación de Washington por el curso que vaya tomando la CELAC, como un espacio que pueda quitarle peso a otros donde Estados Unidos sí tiene protagonismo, en concreto la Organización de Estados Americanos (OEA).
R. No son mecanismos adversarios, sino complementarios. Yo me atrevo a decir que la OEA es insustituible porque es depositaria del derecho internacional americano con las normas sobre Derechos Humanos, niños, mujeres, la lucha contra las armas nucleares. No se puede comparar con un foro estrictamente político como la CELAC. Para Costa Rica, no son foros excluyentes.
Luis Guillermo Solís presenta este lunes su equipo de gobierno y, por tanto, el ministro de la Presidencia, que será clave para comunicarse con los sectores políticos y sociales, y el de Relaciones Exteriores, aunque se espera que Solís se apropie de las tareas de política exterior. También hay expectativa por su gabinete económico y por el titular de Obras Públicas y Transportes, uno de los sectores que más insatisface a los costarricenses.
México y Panamá firman un tratado de libre comercio
Peña Nieto asegura que las crisis recurrentes han quedado atrás para la región
Los presidentes de Panamá, Ricardo Martinelli, y México, Enrique Peña Nieto, han aprovechado la celebración del Foro Económico Mundial en la Ciudad de Panamá para firmar un acuerdo de libre comercio entre los dos países, que después de 15 años de negociaciones se retomaron hace apenas siete meses. “Este es un tratado de tercera generación, con más de 21 capítulos en el acuerdo y que propiciará el aumento del comercio y las inversiones entre los dos países”, apuntaba Martinelli. Según ha dicho el dirigente panameño, este acuerdo facilitará la adhesión del país a la Alianza del Pacífico, el bloque comercial que forman México, Colombia, Perú y Chile. En 2013, el comercio entre México y Panamá superó los 1.000 millones de dólares, según datos de la delegación mexicana, pero el país norteamericano tiene inversiones por más de 2.000 millones de dólares en Panamá.
Junto al acuerdo de libre comercio, ambos países han firmado, además, un memorando de entendimiento en materia turística y otro acuerdo de cooperación para la certificación sanitaria de los medicamentos. “Gracias a la apertura comercial, Latinoamérica es hoy muy distinta a la de aquellas épocas marcadas por las crisis recurrentes y ahora atraviesa una etapa de crecimiento sostenido y bienestar social”, apuntaba Peña Nieto. A su juicio, México es el país más abierto al comercio de Latinoamérica y eso le ha permitido vadear la reciente crisis financiera en mejores condiciones que en el pasado.
Durante su intervención ante el plenario del Foro, el presidente de México ha defendido su política de reformas estructurales como vía para elevar el crecimiento potencial de la economía, que en los últimos años apenas ha crecido un 2,4% de media. “Eran reformas que se habían pospuesto desde hacía muchos años y que era imprescindible abordar”, ha recordado el responsable mexicano. Peña Nieto ha descartado que la apertura del sector de las telecomunicaciones que se acaba de aprobar vaya a propiciar la entrada en el sector de inversión extranjera directa “salvo que haya reciprocidad con el país que pretende llevar a cabo la inversión en el mismo sector y en la misma proporción”.
México albergará el próximo año la décima edición del Foro Económico Mundial Latinoamérica.
Del TLCAN a la Alianza del Pacífico: leyendo a Montesquieu
La experiencia mexicana enseña que el libre comercio no sustituye a las reformas que cada país debe hacer para modernizar la economía
Aunque según Montesquieu el comercio dulcifica las costumbres y es una “cura para los prejuicios más destructivos”, en los períodos de estancamiento económico surgen, diría el Barón, maneras desagradables, y la discusión sobre cómo recuperar el crecimiento tiende a centrarse en imponer nuevas restricciones a los movimientos migratorios, aumentar el gasto público, ejecutar políticas contracíclicas o introducir medidas proteccionistas.
En parte por algunas de esas razones, los esfuerzos por profundizar la liberalización comercial en distintas partes del mundo mediante nuevos esquemas como el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico, el Acuerdo Transatlántico sobre Comercio e Inversión o la Alianza del Pacífico —un espacio de integración que han creado México, Colombia, Chile y Perú—, son examinados tanto con optimismo desde una perspectiva económica como con una que otra suspicacia desde el ámbito ideológico.
Por ello es útil evaluar el impacto que han tenido algunos acuerdos significativos de libre comercio, revisar las lecciones aprendidas e identificar sus siguientes desafíos. Este es, por ejemplo, el caso del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que México, Estados Unidos y Canadá suscribieron hace justamente veinte años, y que hoy representa un mercado regional de 470 millones de consumidores que diariamente intercambian entre sí bienes y servicios por valor de 3.000 millones de dólares.
Cuando México firma el TLCAN se propuso básicamente tres objetivos. El primero fue promover el acceso creciente de exportaciones mexicanas a Estados Unidos. El segundo, establecer un mecanismo atractivo para la inversión extranjera y generar más y mejores empleos. Y el tercero, apoyar la estabilidad macroeconómica del país. Si se mide concretamente en función de estos objetivos, el TLCAN ha sido exitoso para México. Veamos.
El Tratado de Libre Comercio de América
del Norte permitió
crear 10 millones de empleos en México
En primer lugar, el comercio exterior mexicano aumentó en 540% como consecuencia de que las exportaciones lo hicieran en 614% y las importaciones en 467%; es decir, mientras que en 1993 las exportaciones alcanzaron casi 52.000 millones de dólares, veinte años después eran de casi 371.000 millones, y las importaciones se fueron de 65.000 millones a 370.000 millones en el mismo lapso. El segundo elemento es que esa apertura modificó sustancialmente la composición de las exportaciones. En 1985, México tenía un sector exportador muy localizado en materias primas, petróleo, hidrocarburos y minerales, que representaban el 57% del total, lo que entre otras cosas desalentó en el país la diversificación industrial y manufacturera y una mayor competencia.
El TLCAN ayudó a invertir esa composición. Para 2013, el 79% de las exportaciones mexicanas eran ya manufacturas, 6% exportaciones agrícolas y 15% productos petrolíferos y mineros. Es interesante observar que hoy México es el primer proveedor de EEUU y Canadá de algunos bienes primarios, pero también de autopartes, motores de vehículos, televisiones o equipo de cómputo, lo que sugiere una transformación industrial que gradualmente incorpora mayor valor agregado.
El tercer objetivo —acelerar la inversión extranjera— también funcionó. Entre 1999 y junio de 2013, México recibió alrededor de 335.000 millones de dólares de inversión extranjera directa, de los cuales el 52.2% provino de sus socios en el TLCAN, principalmente hacia el sector manufacturero.
Y finalmente, según datos del Ministerio mexicano de Economía y del Banco Mundial, el TLCAN permitió crear aproximadamente unos 10 millones de empleos, la mitad directamente relacionado con la actividad exportadora, con un excedente salarial de 40% cuando la empresa está vinculada con el sector exportador.
Pese a la transformación industrial y el aumento de su comercio exterior, entre 2001 y 2012 la economía mexicana tuvo un crecimiento modesto
Ahora bien, a pesar del éxito que este y otros tratados han supuesto, hay lecciones aprendidas relacionadas tanto con el alcance real de la apertura comercial como con la ejecución de la nueva agenda del crecimiento y de reformas estructurales actualmente en marcha en México.
No obstante la transformación industrial mexicana y el aumento de su comercio exterior, entre 2001 y 2012 el país tuvo un crecimiento económico modesto, de apenas 2.4% anual, debido fundamentalmente a una débil formación de capital, a una baja productividad y a una escasa calidad de la inversión pública, y si bien se observa ya una producción con mayor valor agregado en sectores como automotriz, aeroespacial o electrónico, aún hay mucho por hacer para generar bienes y servicios más sofisticados.
La experiencia mexicana permite extraer al menos un par de lecciones útiles para enriquecer las nuevas iniciativas de integración latinoamericana como la Alianza del Pacífico. La primera es que el esfuerzo de liberalización comercial debe ir acompañado de una transición productiva de tal naturaleza que permita competir con otras regiones cuya economía genera bienes y servicios de alta tecnología, mayor valor agregado e innovación. Y la segunda es que el libre comercio no sustituye ni reemplaza lo que cada país tenga que hacer en materia de reformas de largo aliento y políticas públicas efectivas en aquellos aspectos que normalmente explican el crecimiento de la productividad.
Todas estas lecciones ofrecen una agenda sugerente dentro la Alianza del Pacífico. Para los países que la forman, la Alianza supone avanzar hacia un esquema de integración estratégica en América Latina. Por un lado, es un proyecto audaz en tanto supone la creación de un área de libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas, y por otro es innovador en cuanto va más allá de los clásicos mecanismos deregionalismo abierto pues incorpora otros renglones de cooperación y se asume como una alianza abierta e incluyente. Y finalmente, no menor, la Alianza reconoce que, como apunta Robert Manning, “el resurgimiento de Asia se considera hasta tal punto un hecho consumado, que algunos califican la nueva situación global en ciernes como un mundo post-occidental”.
La Alianza del Pacífico debe promover políticas públicas que impulsen
la innovación
Vista así, ¿cuál es el valor agregado que puede aportar la Alianza del Pacífico no solo a los países integrantes, sino al conjunto de América Latina? La respuesta más inmediata es que incrementará los incentivos para que esos cuatro países (y los que se sumen en el futuro) comercien más entre sí. Pero hay otros dos objetivos de mayor calado.
Uno es introducir nuevas prácticas y modalidades de colaboración en el desarrollo de programas de inversión conjunta y de formación de recursos humanos, la integración de mercados de valores, mecanismos novedosos de cooperación hacia terceros países o el establecimiento de plataformas tecnológicas únicas para facilitar la apertura de negocios.
Pero el otro, más imaginativo, tiene que ver con una interrogante: si el espacio integrado conocido como Alianza del Pacífico quiere participar de manera más potente y competitiva en la economía global, ¿puede hacerlo con su actual estructura productiva o bien con otra donde genere bienes y servicios con mayor desarrollo tecnológico y científico y mayor capacidad de innovación basada en el conocimiento, que le facilite participar eficientemente en las cadenas globales de valor? Esa es la gran oportunidad de la Alianza: organizar, de manera creativa y coherente, un mapa de navegación mediante la instrumentación más eficiente de las políticas públicas que impulsen la innovación y faciliten alcanzar crecimientos altos y sostenidos fundados en una estructura económica más compleja y sofisticada.
De esta forma, no solo la Alianza del Pacífico sino, en buena medida, también América Latina podrá asegurarse una posición más competitiva en el mundo del siglo XXI.
Otto Granados ha sido profesor de relaciones internacionales en el Tecnológico de Monterrey.