EDUCACIÓN,
DESIGUALDAD Y
PANDEMIA EN
AMÉRICA LATINA:
miradas desde el campo
de la política educativa
Organizadores: • Jorge Gorostiaga • Simone de Fátima Flach • Jhonatan Almada
EDUCACIÓN, DESIGUALDAD Y
PANDEMIA EN AMÉRICA LATINA:
miradas desde el campo de la política educativa
Capa e editoração gráfica
Riccardo Otavio
Dados Internacionais de Catalogação na Publicação (CIP)
E21
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina: miradas desde el campo de la política educativa / Jorge
Gorostiaga, Jhonatan Almada, Simone Flach, (Organizadores). – São Luís: CIEPP, 2021.
155 p.
ISBN 978-65-995588-0-1
1. Educação. 2. Desigualdades Sociais - América Latina 3. Pandemia I. Almada, Jhonatan. II. Gorostiaga, Jorge III.
Flach, Simone IV. Título.
CDU 37.06
CDD 379.81
Elaborada por Leryane Lima CRB 13/646
Jorge Gorostiaga
Simone de Fátima Flach
Jhonatan Almada
(organizadores)
EDUCACIÓN, DESIGUALDAD Y
PANDEMIA EN AMÉRICA LATINA:
miradas desde el campo de la política educativa
São Luís
CIEPP
2021
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
EDUCACIÓN, DESIGUALDAD Y
PANDEMIA EN AMÉRICA LATINA:
miradas desde el campo de la política educativa
4
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
SUMÁRIO
7
15
12
43
57
75
97
PREFÁCIO
Paulo Speller
APRESENTAÇÃO
Jorge Gorostiaga, Simone de Fátima Flach e Jhonatan Almada
LA EDUCACIÓN CHILENA ANTE LA CRISIS SANITARIA DEL COVID-19:
balance preliminar desde la política educacional
Sebastián Donoso-Díaz
Daniel Reyes Araya
DESIGUALDAD DIGITAL Y PRÁCTICAS PEDAGÓGICAS EN ARGENTINA:
la pandemia y tensiones que agudizan
Mônica Pini
EDUCAÇÃO BRASILEIRA NA ENCRUZILHADA:
incertezas sobre os encaminhamentos político-educacionais em tempos de pandemia
Simone de Fátima Flach
POLÍTICA EDUCATIVA Y PANDEMIA EN MÉXICO:
“¿Qué quieren que aprenda?”
Pedro Flores-Crespo, Miriam Herrera-Aguilar, Oliva Solís y Edita Solís
REFLEXIONES INICIALES EN TORNO A LOS DESAFIOS ENFRENTADOS
EN LA EDUCACIÓN COSTARRICENSE COMO PARTE DE LAS
TRANSFORMACIONES PROVACADAS POR LA PANDEMIA DEL COVID-19
Jacqueline Garcia Fallas
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
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139
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155
HACIA LA TRANSFORMACIÓN DE LA EDUCACIÓN:
perspectivas del sistema educativo salvadoreño de cara a la pandemia por COVID-19
Pauline Martin y Sofía Molina Araniva
EL DERECHO PRECARIZADO A LA EDUCACIÓN EN HONDURAS:
¿nuevas desigualdades en el contexto de una pandemia?
Ricardo Morales-Ulloa
PUBLICAÇÕES RELEPE
PUBLICAÇÕES CIEPP
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
PREFÁCIO
¿DESPREVENIDOS ANTE LAS DESIGUALDADES?
Paulo Speller*
“La educación no cambia al mundo: cambia a las personas
que van a cambiar el mundo”
Paulo Freire
Albert Camus tenía razón cuando publicó La Peste en 1947, como
nos lo advierten Jorge Gorostiaga, Simone Flach y Jhonatan Almada, los
organizadores de esta colección de siete instigadoras reflexiones sobre
políticas educativas en tiempos de pandemia del COVID-19 desde la
Patagonia hasta el Río Grande. Estamos siempre desprevenidos ante la
peste, por más que la historia nos enseñe y prevenga ante la amenaza
permanente de guerras, calamidades naturales y otros flagelos.
Organizada por la La Red Latinoamericana de Estudios
*
Professor Emeritus, Universidade Federal de Mato Grosso (UFMT), Brasil. Secretario
General de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) para la Educación, la Ciencia y la
Cultura (2015-2018), Representante en Brasil de OBREAL Global e Investigador Asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidade Federal de Minas Gerais (CELA/DRI/UFMG)
7
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Epistemológicos en Política Educativa (ReLePe)1 y el Centro de
Inovação para a Excelência em Políticas Públicas (CIEPP)2 de Brasil, este
Ciclo sobre Educación, Desigualdad y Pandemia en América Latina reunió
a diversos estudiosos de las Políticas Educativas con el propósito de
buscar comprender como se ven afectadas las políticas públicas en el
campo de la educación en ese contexto del COVID-19.
El eje imaginario - y real en las condiciones de vida - de las desigualdades sociales está presente en todo Latinoamérica ya antes de la
eclosión de la pandemia declarada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en marzo del 2020 en la región y en cada uno de los países aquí
representados: Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, El Salvador, Honduras y México, aunque hay que registrar que durante el evento contribuyeron otros autores de otros países, como Guatemala, Colombia, Uruguay
Nicaragua y Panamá.3
El ejemplo más dramático y reciente de un flagelo social nos llega, otra vez - aunque no representado entre los países aquí reunidos - desde Haiti, ante el asesinato brutal del presidente Jovenal Moïse, al inicio de
Julio de este año de 2021. Primero en arrancar su independencia en América Latina en 1804, fortalecidos por una sorprendente movilización de la
mayor población esclava de la región que le suministraba azúcar y café a
Paris y Europa, encontraron a la revolucionaria metrópoli francesa en manos de Napoleón completamente desprevenida. Hoy día, Haiti se reafirma candidato a ser la Somalia de las Américas, como algunos analistas lo
han puesto.4 No se trata de intervenir con la fuerza como lo hizo la ONU
en 2004 con la MINUSTAH, entregándole el comando de un contingente
militar bajo el comando de generales brasileños, algunos de los cuales hoy
integran el equipo ministerial del Presidente Bolsonaro en Brasil, del que
restó el caos cuando se fueron en 2017.5
1
https://www.relepe.org/, visto en 12/07/2021.
2
https://www.ciepp.org/, visto en 12/07/2021.
3
https://www.youtube.com/channel/UCFfW92HGrpwSwRWODByzu5Qhttps://www.
youtube.com/channel/UCFfW92HGrpwSwRWODByzu5Q
4
https://english.elpais.com/usa/2021-07-08/assassination-of-president-jovenel-moise-plunges-haiti-further-into-uncertainty.html, visto en 12/07/2021.
5
https://www.opovo.com.br/noticias/politica/2021/07/07/morte-do-predidente-do-haite-reforca-fracasso-do-brasil-em-missoes-pela-paz-regiao.html, visto en 12/07/2021
8
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Volvamos a La Peste de hoy. Ya sabemos que la pandemia ha
afectado con fuerza bombástica a nuestras sociedades, en especial a la
educación, pero la indagación que no quiere callar va más allá al plantearse inspirados en Paulo Freire, ¿cómo se ven afectados quienes podrían
cambiar al mundo en el sentido de las Políticas Educativas encaminadas
a responder a los retos puestos a una escuela encerrada desde el inicio
de la pandemia en marzo del 2020, docentes y dirección de las escuelas?
¿Qué nos dicen los autores de los siete países aquí representados?
Los autores nos aportan una caracterización de sus países en la
que las desigualdades eran la marca registrada de la educación en todos sus niveles, a las que las políticas educativas no se dirigían excepto
en la superficialidad de su reconocimiento en el acceso a la escuela, las
condiciones de estudiantes en su ambiente familiar y social, las materialidades de formación y ejercicio del trabajo docente, la ausencia o rehusa
de autonomía de la gestión escolar a través de consejos colegiados y la
dirección ejecutiva en cuanto a toma de decisiones y manejo del presupuesto afecto al cotidiano de la escuela. Se trata de unas desigualdades
que todos reconocen previo a la pandemia, su agravamiento bajo el ataque permanente del COVID-19 y su previsible empeoramiento ante las
políticas contradictorias ya sea de prevención vacunal, o su ausencia,
sea con campañas de esclarecimiento y educación de la sociedad, y en
particular de las comunidades educativas de docentes, estudiantes, familias, entorno social, cultural y aun económico.
Por una parte, desde la Universidad de Talca en Chile, Sebastian Donoso-Díaz y Daniel Reyes Araya afirman que tiempos de pandemia, en América Latina, se nos presenta una oportunidad para reconstituirse una escuela más inclusiva, con prioridad estratégica desde
el Estado y movilizando, reencantando dicen, a docentes, estudiantes
y sus familias. Un optimismo que aquí se asienta sobre un proceso de
movilización social que en Chile recibe un apoyo importante en este
momento desde la Asamblea Constituyente Nacional recién instalada
que puede ser decisivo. Movilización y desigualdades son los conceptos
clave que se escuchan desde Talca.
9
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Mónica Pini reconoce desde la Universidad Nacional de San
Martín (UNSAM) en la Provincia de Buenos Aires, Argentina, el imperio
de “la desigualdad y la consiguiente brecha digital”, que se acentuaron
durante la pandemia, a la vez que “las TIC y los medios no son neutrales
y están manejados por grandes grupos económicos”, tornando inevitable
“enseñar en la virtualidad”. Su argumentación camina en una dirección
asemejada a la de los profesores de Talca al sugerir que hay que reforzar
la movilización de la sociedad hacia el reconocimiento de los derechos
de docentes frente al deterioro de sus condiciones de trabajo y pone de
relieve la importancia de que “estudiantes desarrollen una apropiación
crítica y productiva de los recursos digitales.” Hay pues un énfasis
en las desigualdades, la movilización y la apropiación (crítica) de las
tecnologías de información y comunicación (TIC).
Simone de Fátima Flach defiende desde Brasil la tesis de que
nos encontramos frente a una encrucijada de incertezas de disyuntivas
político-educativas frente al cuadro pándemico mundial del COVID-19,
ahora central en el debate sobre políticas públicas y sociales. Una vez
más, sorprendió a los especialistas, desprevenidos, como en La Peste de
Camus. Más cautelosa, la autora brasileña se apoya en Gramsci para indicar en sus conclusiones que hay que proceder al ”justo análisis de las
fuerzas que actúan en la historia de un determinado período” de modo
a ”determinar las relaciones entre ellas”, para reafirmar la encrucijada
de incertezas dada “la complejidad de la relación entre capital, trabajo y
educación, cuando se refiere al “materialismo histórico e dialéctico para
la comprensión de las múltiplas determinaciones que se evidencian en
la realidad”. Termina afirmando que “nos queda un largo trabajo de
análisis sobre las acciones y los resultados educativos derivados de las
decisiones durante la pandemia, visto que los estudios aun son iniciales.” Cautelosa, reconoce, desde luego, a las desigualdades, pero hay
largo camino por delante.
En América Central contamos con ricas contribuciones de tres
presentaciones desde Costa Rica, El Salvador y Honduras. Son países
territorialmente de menor tamaño, pero, como veremos, esto no cam-
10
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
bia la complejidad de cada realidad nacional, recordando que durante
el seminario intervinieron investigadores de Guatemala, Nicaragua y
Panamá.
La profesora de la Universidad de Costa Rica (UCR) Jacqueline
García Fallas nos brinda un conjunto de “reflexiones iniciales sobre los
desafíos enfrentados en la educación costarricense como parte de las
transformaciones provocadas por la pandemia del COVID-19“ en este
país que ha sido uno de los primeros en poner en marcha un plan nacional de vacunación en América Latina, buscando afectar mínimamente al
proceso educativo del 2020. Al reconocer las desigualdades sociales, se
reconocen “las brechas que se han evidenciado en el sistema educativo
costarricense, así como las oportunidades que la crisis ha ofrecido para
proyectar acciones, políticas e investigación”. La incorporación de las
TIC a la formación docente y la conectividad de los centros educativos
son una prioridad anterior a la pandemia, a pesar de las limitaciones de
esa formación y de la precariedad en el acceso a internet. Costa Rica fue
ágil en establecer al mes siguiente de la pandemia una estrategia para
buscar la continuidad del Ciclo Escolar 2020, denominado “Aprendo en
Casa”, basada en la Educación a Distancia (EaD), con la capacitación de
más de 50 mil docentes e involucrando a las familias igualmente. Las
brechas y las oportunidades se visibilizaron poniendo al descubierto las
desigualdades entre ciudad y campo y aun en los centros urbanos. Al
final, se hace hincapié en la urgencia de actualizar “la formación universitaria en términos del uso y la apropiación de las TIC para la transversalización curricular, (…) con pertinencia cultural”. Las desigualdades,
la formación y las oportunidades se evidencian como conceptos clave.
El Salvador contrasta con Costa Rica, al observar las profesoras
Pauline Martin y Sofía Molina Araniva de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas que la universalización de la escolarización
básica aun es un desafío presente en el país, agravado por importante
inequidad derivada de la deserción, el fracaso escolar y la sobreedad.
Las desigualdades se acentúan con un Ministerio de Educación muy
centralizado y una red escolar poco o nada informatizada con escasa
11
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
formación de su personal docente. La comunidad, o la familia si se prefiere, está muy poco conectada a la escuela y de la noche a la mañana se
le dio la incumbencia de responsabilizarse por la educación de sus hijos
a pesar de los hogares salvadoreños no contar con acceso a internet más
allá de sus celulares. Como dicen las autoras, “en tiempos de crisis por
la pandemia del COVID-19, el sistema educativo salvadoreño lucha por
superar las inequidades y problemáticas que viene arrastrando desde
años anteriores, al mismo tiempo que busca procurar la asistencia, calidad y pertinencia de los procesos de enseñanza-aprendizaje a través
de una modalidad remota. ”Concluyen las profesoras que “Lo anterior
debe ir de la mano de un replanteamiento del rol de la escuela y del
sentido de la educación. El propósito de la educación no puede seguir
siendo el de ‘modernizar la sociedad salvadoreña’ (…) Hay que orientar la educación a la transformación de las inequidades y de proveer
oportunidades, ya sea en tiempos de crisis y/o fuera de ella. De esta
manera, el sistema educativo no será solo resiliente ante la crisis, pero
tendrá la posibilidad de transformarse.”
La desigualdad es el tema central del que se ocupa Ricardo
Morales-Ulloa, desde la Universidad Pedagógica Nacional Francisco
Morazán (UPNFM), en relieve desde el título de su ponencia, al hablar
de “nuevas desigualdades” en el contexto del derecho precarizado a la
educación en Honduras. Honduras es el país más pobre de Iberoamérica, donde el 62% de su población vive por debajo de la línea de pobreza
con un 40% en pobreza extrema, sobretodo en el medio rural pero igual
en las periferias de los centros urbanos. No es difícil imaginar como la
pandemia va afectar a un país tan pobre, en especial en los niveles de
la alimentación, y en los campos de la salud y la educación. Ya antes de
la pandemia la misma UPNFM estimaba en 900 mil los niños y niñas al
margen del sistema escolar por no alcanzarlos, abandono y rezago, la
mayoría pobres. Los desastres naturales en esa región centroamericana
y caribeña no son ajenos a esa población, por lo que el confinamiento
resultante ha agravado enormemente al no contar la escuela con medios
y condiciones para conectarse a la educación remota precarizada a pe-
12
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
sar de los esfuerzos supremos de sus docentes y directivos. El profesor
Morales-Ulloa clama por que se recupere la “utopía educativa” ante tamañas desigualdades en ascenso, apoyándose en la investigación crítica y el poder desde la academia. Aun reconociendo la matriz histórica
y cultural de la desigualdad en Honduras, el ponente afirma que “La
academia debe comprometerse con lo público de las políticas públicas
de educación y más allá, es decir con la acción en función del bienestar
colectivo, (…) la educación tiene un papel clave en la formación de ciuodadanía activa, y como protector de los más vulnerables. Al final este es
el sentido de la democracia genuina: inclusiva y justa.”
Finalmente, llegamos a México para conocer como se posicionan
Pedro Flores-Crespo y su equipo de la Facultad de Ciencias Sociales y
Políticas de la Universidad Autónoma (UAQ), que de entrada reconocen
el fuerte impacto planetario de la pandemia del COVID-19: ”Nunca antes
habíamos sido testigos de un trastorno educativo de tal magnitud”, de
acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación,
la Ciencia y la Cultura (Unesco). Se calcula que 87” por ciento de la
población estudiantil se vio afectada por el cierre de las escuelas debido
al Covid-19”. Esto representa alrededor de 1.500 millones de personas
de 165 países. Un trastorno que los motivó a realizar una encuesta
entre docentes y estudiantes de la UAQ “sobre su quehacer académico
durante los primeros meses de encierro”. Concluyen y confirman lo
que todos los autores anteriores afirmaron: las desigualdades crecen
fuertemente, en particular en el campo de la educación en vista de las
condiciones y medios precarios, así como la ausencia de una formación
pedagógica para enfrentarse al confinamiento pandémico del COVID-19.
“Triste aprendizaje de políticas (educativas) en estos tiempos, pero
que afortunadamente la Red Latinoamericana de Estudios Teóricos y
Epistemológicos en Política Educativa ha traído a discusión con esta
publicación.”
Hay que reconocer y saludar a la ReLePe por la iniciativa de
reunir relatos y reflexiones tan contundentes sobre los impactos de la
pandemia del COVID-19 sobre el campo de la educación, con claros
13
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
efectos sobre las políticas educativas. Las desigualdades ocupan el escenario principal como un eje vertebrador de los siete textos aquí reseñados brevemente en esta ante-sala del libro que justamente incluye
al concepto en su portada: Educación, Desigualdad y Pandemia en América
Latina.
A propósito, América Latina no tiene exclusividad en cuanto
a las dramáticas huellas dejadas por el COVID-19 en el planeta, claro
está, puesto que se trata de una pandemia declarada por un organismo
de las Naciones Unidas, la OMS. El diario El País acaba de publicar un
editorial en el que alerta al expresivo crecimiento de la pobreza aun en
España, del 4,7% en 2019 al 7% en 2020, mientras que el PIB ha bajado
un 11% en el 2020, confirmado por el Instituto Nacional de Estadística
(INE).6
No obstante, se argumenta que la así denominada postpandemia será el mejor momento para enfrentarse a las desigualdades de toda
suerte, buscándose políticas redistributivo-equitativas con mayor inclusión social y económica, conforme defiende el economista de la Universidad de Oxford, Diego Sanchez-Ancochea.7 Albert Camus estaría de
acuerdo con el autor madrileño para prevenir la próxima peste, ¿o no?
14
6
https://elpais.com/opinion/2021-07-16/paliar-la-pobreza-en-espana.html, visto en 16/07/2021.
7
https://outline.com/mK7Kdv, visto en 16/07/2021.
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
APRESENTAÇÃO
Os flagelos, na verdade, são uma coisa comum, mas
é difícil acreditar neles quando se abatem sobre nós.
Houve no mundo tantas pestes quanto guerras. E,
contudo, as pestes, como as guerras, encontram
sempre as pessoas igualmente desprevenidas.
Albert Camus, no livro A peste
O trecho do romance publicado em 1947 poderia muito bem
retratar o ano de 2020. Esse ano assolou a população mundial desprevenida para o enfrentamento de uma crise sanitária sem precedentes e fez
emergir dúvidas sobre a existência, a permanência e as consequências
de um novo vírus no seio social. A incredulidade, o medo e o negacionismo se colocaram em linha de confronto com as orientações científicas
para o enfrentamento da crise sanitária.
O novo vírus, identificado na China e denominado de SARS-CoV-2, rapidamente mostrou sua capacidade de contaminação e alastramento ao redor do mundo, colocando os países e suas populações em
alerta sobre os possíveis riscos a serem enfrentados. Medidas sanitárias
foram necessárias, como o isolamento social e o uso de equipamentos de
proteção que, minimamente pudessem conter a contaminação, enquanto a ciência corria a passos largos para encontrar possíveis alternativas
de tratamento e prevenção, para uma população muitas vezes incrédula
e desprotegida.
Nesse cenário, sob orientação da comunidade científica, enquanto alguns governos assumiam postura de negação da realidade,
outros adotaram medidas sanitárias que pudessem proteger suas populações, evitar o colapso dos sistemas de saúde em razão do número
de contaminados a serem atendidos e evitar que a economia fosse duramente afetada.
Na esfera educacional essa situação foi marcada pelo necessário isolamento social por meio do fechamento de instituições de ensino
15
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
em todos os níveis e modalidades, de modo a assegurar que alunos e
profissionais da educação fossem protegidos de uma provável contaminação. Todavia, tais medidas de distanciamento social colocaram na
pauta um grande desafio para os sistemas educacionais: a manutenção
do processo de ensino e de aprendizagem por meio remoto e com utilização de equipamentos eletrônicos e ferramentas digitais que, até então,
eram inexistentes ou pouco utilizados, principalmente em escolas destinadas aos mais desfavorecidos.
Essa situação expôs a debilidade dos sistemas educacionais para
a oferta de ensino remoto, para o suporte pedagógico que garantisse o
trabalho docente e o necessário acompanhamento da aprendizagem dos
alunos, especialmente dos mais pobres. Nesse contexto, as fragilidades
sociais, políticas, econômicas e sociais foram escancaradas para todo o
mundo reafirmando as desigualdades que imperam na sociedade capitalista. Tais desigualdades distanciam pessoas, grupos sociais, nações...
Para os mais ricos as soluções são mais acessíveis, enquanto que para os
mais vulneráveis estas são, muitas vezes, difíceis ou inalcançáveis.
Os países latino-americanos, de início, distantes dos efeitos da
crise sanitária mundial, sentiram as consequências do alastramento do
novo vírus e também adotaram medidas para sua contenção.
Preocupados com a situação educacional na região, pesquisadores integrantes da Rede Latinoamericana de Estudos em Política
Educativa – ReLePe e do CIEPP se uniram para um debate ampliado
sobre as iniciativas políticas para a educação, adotadas em seus países.
Primeiramente, de forma on line, foi realizado um evento denominado
de Ciclo “Educación, desigualdad y pandemia en América Latina: miradas desde el campo de la política educativa”8, durante o qual a realidade
educacional dos países latino-americanos esteve em discussão.
Após a realização do ciclo de debates, houve a necessidade de
socializar as discussões de forma escrita, nascendo a iniciativa da presente coletânea, a qual traz aos leitores, dados, fundamentos políticos
e análises das iniciativas adotadas em diversos países para o enfrenta8
16
Disponível em https://www.youtube.com/channel/ UCFfW92HGrpwSwRWODByzu5Q.
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
mento dos desafios impostos para a educação no contexto da pandemia,
durante o ano de 2020. As ações políticas são motivadas por necessidades, possibilidades e compromissos internos de cada país e se constituem em enigma histórico a ser de desvelado.
Por isso, a discussão proposta nos textos é de caráter científico.
Portanto, não procura julgar as ações empreendidas nos diversos países,
mas apresenta-las de forma clara, de modo a contribuir para o avanço
das análises sobre as políticas educativas que deram conteúdo e forma à
educação em momento tão controverso da realidade vivida.
Para tanto, os diversos pesquisadores apresentam reflexões
contundentes sobre o contexto sócio-político sob o qual se assentaram
as ações educacionais durante o início da pandemia causada pelo SARS-CoV-2, expõem as desigualdades sociais e educacionais que se acirraram durante o período e indicam algumas possibilidades para uma
análise comprometida da questão em foco.
Desafio! Eis a palavra que norteia as decisões tomadas pelos
governantes e também as reflexões propostas pelos pesquisadores da
presente coletânea. Um desafio sempre remete a uma situação ou obstáculo a ser enfrentado e, consequentemente, superado. A situação vivida
no contexto da pandemia expôs fragilidades dos sistemas educacionais,
dos profissionais da educação e da sociedade para a luta.
A luta travada é pela garantia do direito à educação para todos.
Todavia, em contexto desigual da América Latina, a luta também é desigual. O debate sobre essa questão é o que move os autores, desigualdade que é enfatizada nos informes e relatórios recentes sobre a região.
Por exemplo, o informe “América Latina e Caribe: inclusão e
educação: todos e todas sem exceção” referente ao ano de 2020 e publicado pela Oficina da UNESCO em Santigo e Laboratório SUMMA
ressalta que seguimos como a região mais desigual, os 10% mais ricos
detém 30% do total de recursos, enquanto os 20% mais pobres possuem
somente 6%.
Ainda segundo o referido informe, a resposta da região à crise
educativa provocada pela pandemia alcançou potencialmente 91% dos
17
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
estudantes, sobretudo por intermédio da televisão e do rádio. Isso não
significa que tudo tenha sido resolvido ou que o potencial seja o real, de
fato prevaleceu a falta de acesso ou o acesso intermitente para as populações rurais, indígenas e periféricas.
Para finalizar, destacamos as duas entidades envolvidas na
produção do presente livro, o qual foi resultado do esforço coletivo do
Centro de Inovação para a Excelência em Política Públicas-CIEPP e a
Red Latinoamericana de Estudios Epistemológicos en Política Educativa- ReLePe.
A ReLePe surgiu em 2012 por iniciativa de um grupo de universidades públicas da Argentina e do Brasil. A Rede fomenta, por meio de
diversas atividades, a análise e discussão da história do campo da política educacional na América Latina, seus atuais problemas e limitações, o
ensino no campo da educação superior, as abordagens epistemológicas
e teóricas em uso, o desenvolvimento das metodologias de pesquisa, e
a relação com os processos de tomada de decisão, entre outros aspectos.
Atualmente, reúne cerca de 1.200 pesquisadores e alunos de pós-graduação de diversos países da América Latina. Além das conferências acadêmicas organizadas periodicamente em nível regional, desde 2016 a
ReLePe publica a Revista de Estudios Teóricos y Epistemológicos en Política Educativa (https://www.revistas2.uepg.br/index.php/retepe/index).
O CIEPP foi criado em 2020 por iniciativa de pesquisadores de
instituições públicas e privadas do Brasil. O CIEPP é um think thank com
foco em educação, ciência, tecnologia e inovação, criado para investigar,
implementar e inspirar políticas públicas por intermédio de pesquisas
aplicadas para a solução de problemas da sociedade. Os estudos e pesquisas produzidos tem por objetivo contribuir para a formulação, implementação e avaliação de políticas públicas. Neste momento, o CIEPP
reúne mais de 40 pesquisadores associados, tendo realizado eventos e
feito publicações, os quais estão disponíveis publicamente em seu site
www.ciepp.org.
Desejamos que este livro estimule e contribua para o debate sobre a pandemia, especialmente no momento que a vacinação avança em
18
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
alguns países, colocando na agenda prioritária a recuperação da aprendizagem e o retorno seguro às salas de aula.
Jorge Gorostiaga*
Simone de Fátima Flach**
Jhonatan Almada***
Organizadores
*
*Doctor en Análisis Social y Comparado de la Educación (Universidad de Pittsburgh,
2003). Investigador Independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(CONICET, Argentina) con sede en el Laboratorio de Investigaciones en Ciencias Humanas de la
Universidad Nacional de San Martín. En esta misma universidad dirige la Maestría en Gestión
Educativa y es Profesor Titular de Reformas Educativas. Además, es docente de la Maestría en
Políticas Educativas de la Universidad Torcuato Di Tella. Es Director de la Red Latinoamericana
de Estudios Epistemológicos en Política Educativa (RELEPE) y Co-Editor de la Revista de Estudios
Teóricos y Epistemológicos en Política Educativa.
**
Doutora em Educação pela Universidade Federal de São Carlos – UFSCar / Brasil. Docente do Departamento de Educação e do Programa de Pós-Graduação em Educação da Universidade Estadual de Ponta Grossa – UEPG / Brasil. Atualmente é diretora da Associação Nacional
de Política e Administração da Educação – ANPAE, seção Paraná / Brasil e Co-diretora da Red de
Estudios Teóricos Y Epistemológicos em Política Educativa – ReLePe.
***
Diretor do Centro de Inovação e Conhecimento para a Excelência em Políticas Públicas-CIEPP, co-fundador da Rede de Planificadores Educativos da América Latina. Foi Reitor do Instituto de Educação, Ciência e Tecnologia do Maranhão-IEMA (2017-2020) e Secretário de Ciência,
Tecnologia e Inovação (2016-2017). Mestre em Educação pela UFMA. Especialista em Planejamento e Gestão de Políticas Educativas pelo Instituto Internacional de Planejamento da Educação da
UNESCO. Especialista em Gestão e Políticas Públicas pela Fundação Getúlio Vargas-FGV. Graduado em História pela Universidade Estadual do Maranhão-Uema.
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Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
LA EDUCACIÓN CHILENA ANTE
LA CRISIS SANITARIA DEL COVID-19:
balance preliminar desde la política educacional
Sebastián Donoso-Díaz*
Daniel Reyes Araya**
Introducción
Resulta complejo realizar un balance de una problemática sanitaria como la pandemia en comento y sus impactos en las principales actividades de la sociedad –incluido el sector educación-, en tanto estemos
aún inmersos de forma importante en ella y no sea posible visualizar
razonablemente -al menos en términos de su extensión- el final, y menos
aún en qué condiciones sociales y económicas se encontrará el país y la
*
Doctor en Educación, Profesor Titular de la Universidad de Talca (Chile), Facultad de
Ciencias de la Educación, Instituto de Investigación y Desarrollo Educacional.
[email protected].
**
Ingeniero Comercial, Magister en Gerencia y Gestión Pública, Profesor de la Universidad de Talca (Chile), Facultad de Ciencias de la Educación, Instituto de Investigación y Desarrollo
Educacional.
[email protected].
21
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
región latinoamericana por entonces9.
Sin duda el caso chileno es similar -con ciertos bemoles- al de
otros países latinoamericanos, teniendo en cuenta que la pandemia
se instaló con fuerza en la región, transformándola en una de las con
mayores tasas de contagio y de letalidad, y por tanto de incidencia social y económica, las cuales han afectado fuertemente a las personas, su
calidad de vida, e ineludiblemente a la economía local y nacional.
Desde que Chile reconoció oficialmente el primer caso de Coronavirus en su territorio (inicios de marzo de 2020), a la fecha (noviembre
30, 2020), el país se ha instalado en el grupo de las 10 naciones con indicadores más elevados en materia de contagios y de letalidad por millón
de habitantes, por lo cual sus efectos han sido profundos y vastos, y
aunque se han estimado como severos en diversos ámbitos, destacando
entre ellos el económico, aún no se poseen datos robustos que permitan
determinar su magnitud real, salvo en cifras macro, las que son muy
críticas.
En este marco, el texto busca exponer los principales sucesos
que sellan lo ocurrido, con especial referencia al sector educación, centrados en el nivel escolar, para aventurar -más adelante- algunas hipótesis prospectivas sobre su devenir para los años siguientes desde el punto de vista de la política educacional.
No teníamos la preparación para enfrentar este desafío
Tres sentencias claves resumen nuestra situación inicial. No
estábamos preparados como país ni como sociedad para asumir una
tarea de estas dimensiones y complejidades. No fuimos capaces de prever debidamente su ocurrencia y magnitud. No teníamos experiencia
equivalente en este ámbito que nos sirviera para adelantarnos a lo que
ocurriría.
9
Si bien en algunos países se habla de primera y segunda ola de contagios, en el caso
chileno algunos sostienen que la primera no ha terminado, por ello no se puede hablar de una
segunda ola, sino de una sola fase no controlada del todo.
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Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Estas explicaciones son comunes y aplicables a muchas realidades del orbe. Chile no fue la excepción. Pese a estar en un extremo del
planeta y habiendo presenciado con un par de meses de antelación lo
que estaba pasando en el primer mundo, no nos preparamos debidamente en todos los ámbitos que implicaba acometer exitosamente esta
tarea. A nuestro favor intercede que la inexperiencia que teníamos en
una pandemia en el siglo XXI no era posible de ser prevista y menos
con la facilidad de propagación que demostró. Adicionalmente, las confusas noticias iniciales sobre su comportamiento, impactos, modos de
combatirla y de mitigarla, no contribuyeron a una prevención oportuna,
y finalmente, sufrimos las consecuencias de una guerra sin piedad por
medicamentos, instrumental y equipamiento sanitario, especialmente
entre el primer mundo y el resto de las naciones.
En referencia exclusivamente a Chile, en este escenario la situación pudo ser peor a lo que se ha experimentado. Ello en ningún
momento es consuelo para quienes han perdido a sus seres queridos, o
han quedado con secuelas por la complejidad de los tratamientos que
debieron experimentar, sino solamente señalar que en algún momento
se temieron situaciones aún más críticas, que según la información oficial no han ocurrido, pese a lo cual, si bien se puede explicar lo acaecido,
no justifican los errores mas previsibles que cometimos10.
Los primeros dos meses de desarrollo de la pandemia en Chile
fueron contradictorios en materia de información pública. Por una parte, se llamaba al autocuidado según las medidas difundidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en materia de distancia social, uso
de elementos de protección individual y de aseo regular de manos, de
ropas y utensilios. Sin embargo, también las redes sociales invadieron
con información de diversos expertos en salud (no siempre referenciables) que opinaban en distintos sentidos, lo que se mezcló con opiniones
y noticias -a veces confusas- sobre lo que acontecía en Europa, Asia y
otros lugares ante el avance de la pandemia.
10
La estrategia hospitalaria fue quizás la más adecuada. No se tuvo de elegir qué pacientes atender y no atender. Las camas críticas estuvieron con índices muy altos de ocupación, se
recurrió a traslados de pacientes entre ciudades y de equipos médicos.
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Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Pese a ello, lo más complejo provino directamente de las comunicaciones del gobierno nacional chileno, al señalar –a mediados de la
segunda quincena de abril- que la situación crítica ya estaba razonablemente controlada, hablándose de una “nueva normalidad”, que era un
conjunto de normas de distanciamiento social en el transporte público,
en el trabajo, etc., para enfrentar esta problemática, asociada a la pronta
reanudación de las actividades laborales, sociales, educativas, etc., que
se habían suspendido los meses precedentes. Ello entregó a la población
una percepción de “seguridad” que, más tarde (junio), se reconocería
como un error, y que fue -precisamente- un factor detonante del contagio de mucha población, especialmente en las principales ciudades
y en los territorios de mayor hacinamiento poblacional, gravando a los
adultos mayores (Espacio Público, 2020). Si bien los indicadores se han
reducido a valores bastante manejables, aliviando al sistema de salud,
dada la tendencia mundial en materia de contagios, se estima que post
verano del hemisferio sur (marzo de 2021) repunten los indicadores de
contagio, al tenor de las tendencias observadas en otras latitudes, lo que
agrega incertidumbre al proceso de retorno a las actividades regulares.
Como toda epidemia, sus impactos han sido más severos con
la población más vulnerable socioeconómica y etariamente. Los datos a
octubre de 2020 confirman que la incidencia de la pandemia se ensañó
con las comunas de mayor pobreza o vulnerabilidad multidimensional,
a saber, territorios urbanos densamente poblados, con muchas personas
con importantes necesidades socioeconómicas (que no tenían recursos
para poder dejar de trabajar), con alto nivel de hacinamiento en el hogar, a lo que se suma la población de riesgo con enfermedades crónicas
y mayores de 70 años. Los datos al respecto confirman esta tendencia en
forma incuestionable (Espacio Público, 2020).
Lo que la pandemia demostró es que la región latinoamericana
fue sorprendida sin la preparación y capacidad para afrontar una crisis
como la que se ha experimentado, ya que carece de sistemas de salud
pública preparados y equipados para responder a situaciones de emergencia sanitaria como la señalada sin incurrir en altos costos de vida de
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Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
su población. También la crisis puso en evidencia una serie de brechas
socioeconómicas estructurales de la sociedad chilena, que, adormecida
en lo que se ha llamado progreso y modernidad, ha permitido que la
desigualdad y la injusticia cohabiten con toda impudicia, siendo aceptadas, de alguna forma como “normales”.
El sistema educativo chileno pre-pandemia: breve síntesis
El sistema educativo chileno está configurado por el nivel Parvulario (1 año); Educación Básica (8 años); y Enseñanza Media (4 años),
que puede realizarse bajo la modalidad Humanista- Científica, Técnico-Profesional o Artística. Todos estos niveles son obligatorios para la
población en edad respectiva y, por ende, deben ser provistos por el Estado en forma directa o indirecta mediante proveedores privados subsidiados por el Estado. El sistema escolar está compuesto por algo más de
tres millones quinientos cincuenta mil estudiantes, de los cuales el 38%
asiste a establecimientos públicos, un 55% a particulares que reciben
subsidio público y un 7% a privados pagados. La cobertura de la Educación Parvularia es inferior al 70%, la Enseñanza Básica es universal y la
Enseñanza Media supera el 97% (Mineduc, 2019).
La Educación Superior tiene tres tipos de instituciones: los Centros de Formación Técnica, que ofrecen formación de 1 o 2 años; los Institutos Profesionales, con titulaciones de hasta 4 años y que no otorgan
grados académicos (ni pueden ofertar postgrado); y las universidades.
La cobertura de la educación superior es menor al 34% de la población
respectiva (Índices, 2020).
Niños y jóvenes excluidos del sistema escolar en forma regular
se estiman entre un 5 a 10% del total de la matrícula señalada, valor
que es bastante elevado, y si bien hay cierta controversia sobre su cifra
final, no deja de ser relevante que permanezcan desescolarizados tantos
niños y jóvenes en forma persistente (Cortés et al, 2020). Debido a ello
se puede señalar que, si bien Chile en el discurso cuenta con leyes que
ayudan a garantizar la plena inclusión en la enseñanza, en los hechos
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Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
el país está muy al debe esta materia. En referencia a la inclusión, Chile
presenta –también- problemas de segregación territorial en su matrícula
escolar y, concomitantemente, intra-establecimientos educacionales, lo
que da cuenta de la complejidad de las relaciones sociales construidas
bajo un sistema que se sustenta y estimula la competencia (intra y entre
establecimientos) como factor determinante de la calidad de la educación (Valenzuela et al, 2014; Treviño et al, 2018; Verger et al, 2018).
Por otra parte, si bien en las pruebas internacionales convencionales (PISA, TIMSS) Chile obtiene –por lo general- resultados que le
sitúan con regularidad sobre los países de la región, a mucha distancia
de los líderes mundiales en esta materia, el problema del país es que,
independiente del nivel socioeconómico de sus estudiantes, cuando se
comparan sus logros con aquellos registrados por sus pares equivalentes según segmento socioeconómico de aquellos países mejor ranqueados, los resultados de Chile son sistemáticamente más bajos. Es decir,
se evidencia un problema transversal de calidad del sistema educativo
nacional en todos sus segmentos y niveles sociales, comparado con los
países de mejores estándares, valores que han sido sistemáticamente registrados en las mediciones referidas (OCDE, 2017).
Por su parte, los resultados en las pruebas nacionales de logros
educativos muestran la gran desigualdad social intra país de Chile
(PNUD, 2017), lo que se traduce que el factor determinante de los resultados educativos sea el capital socioeconómico del estudiante y su familia (Agencia de Calidad, 2018), con valores muy por sobre los estándares internacionales al respecto (en términos generales duplican su peso
estadístico), lo que se traduce en que sea un factor demasiado relevante
al cual la escuela solo puede corregir marginalmente, salvo casos muy
específicos (Flores, 2020; Bellei et al, 2018; Consejo Asesor, 2006).
La primera fase de enfrentamiento de la pandemia en
educación: del shock inicial al control de la emergencia
Anualmente el sistema escolar chileno suele iniciar sus
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Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
actividades lectivas entre la primera y segunda semana del mes de
marzo, en tanto la educación superior lo hace una o dos semanas
después. Usualmente esto sería un dato intrascendente, pero en este caso
no lo es, dado que el Ministerio de Educación suspendió las actividades
escolares antes de la segunda semana de iniciadas las clases, proceso
que días después las instituciones de educación superior imitaron.
Chile es uno de los países con mayor grado de centralización de
la gestión pública en todos los sectores. Por eso el Ministerio de Educación adopta esta decisión que han de cumplir todos los establecimientos
escolares, sin excepción. En sus comienzos se determinó que este proceso se extendería hasta fines del mes de abril, sujeto a la evolución de la
pandemia en el territorio nacional.
El mensaje oficial fue iniciar las clases en modalidad virtual.
Esta intencionalidad se instala en un país carente –casi absolutamentede experiencias masivas en este plano, como también con un cuerpo docente que no sabe muy claramente cómo implementar esa modalidad, y
con directivos de establecimientos escolares desconcertados, sino abrumados, con la necesidad de funcionar en un escenario de incertidumbre
absoluta.
Con seguridad esta descripción es similar a la de muchas realidades en su fase inicial. Equipos directivos que no tenían experiencia en
funcionar de manera remota, en organizar las actividades y gestionar el
currículo bajo esta modalidad. Docentes que debían enfrentar su tarea
profesional en paralelo con cumplir sus tareas en el hogar, familias que
no sabían a qué atenerse en este plano, lo mismo los estudiantes.
En materia de funcionamiento de los establecimientos escolares
se pueden identificar dos tendencias. Un grupo –indefinible cuantitativamente- que busca por sí mismo la forma de operar, recurriendo a
diversas plataformas, familiarizándose con ellas y aprendiendo a partir
de la enseñanza de colegas o de estudiantes avezados en tecnología.
Proceso basado en ensayo y error y en aprender desde la práctica. En
algunos casos los sostenedores de estos establecimientos escolares (los
dueños en el caso de los privados y los(as) alcaldes(as) en los públicos)
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Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
jugaron un rol determinante en estos procesos. El segundo grupo de
establecimientos demoró un tanto más en organizarse y en ofrecer opciones formativas a sus estudiantes, algunos salieron adelante, en tanto
otros tuvieron serias complicaciones y retrasos en su reorganización.
En forma gradual el Ministerio de Educación se fue desdibujando en esta tarea. Si bien generó normativas dirigidas a flexibilizar el
currículo, priorizar aprendizajes y cambiar los sistemas de evaluación,
en materia de orientaciones prácticas de liderar la didáctica ha sido un
actor muy ausente, salvo ciertas iniciativas.
• Algunos elementos son claves para comprender y sintetizar
esta primera fase del análisis:
• La gestión centralizada de la educación nacional dio lugar a
un vacío de respuestas pertinentes y oportunas, y si bien fue
un obstáculo, también se transformó en una oportunidad para
consolidar la autonomía de los equipos de liderazgo de unidades subnacionales y de establecimientos escolares, como ha
quedado demostrado en el transcurrir del proceso, lo que se
corrobora más adelante.
• Segundo, siguiendo a Jaume Martínez, la vieja pedagogía se
conflictuó con las nuevas tecnologías. Quedando en evidencia
que no son lo mismo, que la didáctica virtual ha de ser diferente, aunque no se supiera aún cómo hacerlo adecuadamente.
• Tercero, que los problemas de conectividad eran muy relevantes y en algunos casos insalvables, tanto para estudiantes
como para docentes.
• Cuarto, que gran parte de las respuestas oportunas dependen
de la capacidad de los equipos docentes y directivos para organizarse y aprender de sí mismos.
En tanto más rápidamente los centros educativos internalizaron la orfandad en la que se encontraban respecto del apoyo de las autoridades técnicas sectoriales nacionales, canalizaron las soluciones a
partir de su comunidad educativa.
También la crisis ha dejado aprendizajes importantes en docen-
28
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
tes y equipos directivos escolares que enfrentan este desafío. La construcción de soluciones compartida, incluyendo a sus comunidades educativas, ha sido un aporte de autonomía de gestión que sería importante
potenciar, superada esta emergencia, evitando la tentación burocrática
centralista que está en buena parte de la clase política y de poder de la
sociedad chilena.
La segunda fase: Instalando soluciones,
construyendo la escuela virtual
Esta fase implicó comprender y, más que eso, asumir plenamente que esta realidad, imprevisible en su devenir, nos acompañaría
por mucho tiempo. Por lo mismo, se vivió una saturación de ofertas formativas para los docentes, de distinto tenor y profundidad, tanto para
diagnosticar qué estaba ocurriendo, cómo se trabajaba en forma regular en las aulas virtuales, aprender a funcionar sincrónica y diacrónicamente, generar sistemas de apoyo convencionales (guías de aprendizaje, espacios de atención de estudiantes) y no convencionales (cápsulas
de contenidos, grupos de trabajo, etc.) (Recart et al., 2020). También los
establecimientos escolares, con distinto grado de efectividad, pudieron
estructurar un rodaje que les permitiera dar soporte lo más oportuno
posible a las dudas de sus docentes y a la contención de estudiantes y en
función de ello, atender las tareas pedagógicas en sus aspectos esenciales.
Paralelamente, se expresaron en la Web distintas formas de vinculación de docentes y directivos de todos los niveles educativos, organizados por centros de enseñanza superior de distinta naturaleza, que
buscaron instalar –en la práctica- comunidades de aprendizaje incipientes para comunicar mejores prácticas en la enseñanza en línea, potenciando las opciones y capacidades de las plataformas, con los desafíos
formativos en un contexto muy tensionado intra y extrasistema. Debido
a la necesidad de aprender a operar “on line”, de atender las demandas
de aprendizaje, de seleccionar aquellos curriculares más relevantes, de
atender las necesidades de funcionamiento institucional y también las
29
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
familiares en este nuevo escenario.
Complementariamente, se generó una señal de televisión abierta destinada a estudiantes y docentes para apoyar la tarea instruccional
y formativa y en algunas comunas, por iniciativas locales, programas de
apoyo radial. El Ministerio instaló una plataforma: Aprendo en Línea
(aprendoenlinea.mineduc.cl); con material de apoyo para los docentes
y estudiantes. Ambas respuestas han sido evaluadas positivamente por
docentes y las familias, aunque se desconoce cuánto han sido empleadas y el grado de pertinencia alcanzado.
También se acusan -en este período- algunos problemas mayores en la sociedad. Uno derivado del impacto económico de la pérdida
de puesto laborales, suspensión de empleos y fuerte reducción de la economía. La tasa de desempleo oficial se duplica hacia mediados del año
(mayo-julio 2020) paralelamente con las contracciones mensuales de la
economía en tasas negativas muy altas, que desde marzo en adelante
fueron incrementándose. En síntesis, la población chilena se pauperizó rápidamente, la masificación del sistema de apoyo ciudadano para
mitigar estos efectos ha sido importante pero insuficiente, el apoyo del
Estado ha sido cuestionado por problemas de accesibilidad (complejo
inscribirse), tiempo de la solución (se ha llegado tarde) y volumen (no
alcanza a todos quienes lo necesitan). Sin embargo, ha existido apoyo
público en una crisis de proporciones, y continúa la discusión sobre los
instrumentos más eficientes para ello.
Los establecimientos han implementado, con el apoyo de entes
públicos (Junta de Auxilio Escolar y Becas -JUNAEB), sistemas de entrega de alimentos a las familias de los estudiantes, los que han sido un
paliativo, que conforme no se conoce aun cuando comienza su reversión, también se va generando desesperanza en algunos estudiantes ante
la complejidad de seguir funcionando por esta vía. Cifras conservadoras
señalan que no menos del 20% de los estudiantes más vulnerables no
ha tenido un contacto pedagógico sistemático con su establecimiento, y
las estimaciones de abandono escolar se acercan -conservadoramente- al
20% también en valores aún provisorios que no se pueden determinar con
30
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
precisión sino hasta fines del año escolar (diciembre 2020- enero 2021).
Los sistemas de apoyo convencionales a los estudiantes por
guías de aprendizaje o de trabajo debieron adecuarse al hecho que muchas familias no tienen sistemas de impresión en su hogar, ni tampoco
los recursos para hacerlo por sí mismos, debiendo el centro educativo
proveérselos y generar los sistemas de distribución (Propuesta mesa social COVID- 19, 2020).
En tanto, avanzado el segundo semestre, el Ministerio de Educación complementó las normas de priorización curricular y de evaluación, atendiendo además algunas materias críticas sobre prácticas laborales en el caso de la formación técnica y de los exámenes de admisión a
la educación superior (Educación2020, 2020). Sin embargo, demoró bastante la decisión sobre dos materias claves que tensionaron aún más el
escenario educativo. Primero, lo referido a la suspensión de las pruebas
SIMCE11, pruebas nacionales que se aplican censalmente a los 4º grados
básicos, y alternativamente a los 8º o 10º grados. No se entiende mucho
por qué se dilató una decisión que no tenía sentido técnico en el contexto actual, y solo aportaba incertidumbre. En segundo lugar, también
se acordó suspender la evaluación de los docentes que este año debían
cumplir, por las mismas razones anteriores. Ambos aspectos, si hubiesen sido definidos con mayor antelación, como insistentemente lo planteó el Colegio de Profesores, habrían permitido canalizar debidamente
las tensiones que habían escalado notoriamente.
También este período dio cuenta del desgaste de los docentes
por atender muchas tareas en forma simultánea, y también por la saturación de actividades “en formato virtual” (CEPAL-UNESCO, 2020a,
2020b). El teletrabajo implica adoptar otras prácticas de funcionamiento
cotidiano que no siempre son factibles, pues requieren de equipamiento
e infraestructura adecuada en el lugar de trabajo, en este caso en los
hogares de muchos de los docentes. En consecuencia, el avance de la
pandemia permitió comprobar la precaria condición de vida de muchos
11
SIMCE es el acrónimo del Sistema de Medición de la Calidad de la Enseñanza en Chile
que constituye el sistema nacional de evaluación de resultados de aprendizaje.
31
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
docentes y, con mayor razón aún, de estudiantes que debían compartir un teléfono celular (o computador) entre varios integrantes de la familia, vincularse a redes muy frágiles de conectividad que requerían
incluso desplazarse físicamente para captar la señal, o literalmente no
tener opción tecnológica alguna. Por tanto, el Ministerio de Educación y
algunos sostenedores generaron políticas de apoyo tecnológico que han
sido importantes (Chips de teléfonos, bolsas de pago, banda ancha móvil, entrega de dispositivos electrónicos) que han reducido la incidencia
de un problema muy profundo12 (Mineduc, 2020a, 2020b, 2020c, 2020d).
También en este tiempo el Ministerio respectivo comenzó a instalar la idea del retorno seguro al aula, cuando aún no había indicadores
de salud que lo avalaran, eso sí, dejando en manos de los sostenedores de establecimientos escolares la decisión al respecto. Por cierto, esta
medida tensionó el escenario educativo porque omite a los docentes en
este proceso y, en forma adicional, a la comunidad educativa. Tampoco
existía claridad sobre los protocolos que debían implementarse, los que
según el Ministerio se entregaban a los establecimientos que lo solicitaban, los que tiempo después se conocieron públicamente. Y también,
dado que las noticias de reapertura de establecimientos escolares que
se habían implementado en otras latitudes llamaban a actuar con prudencia, teniendo en cuenta para el caso chileno que la mayor parte de
los establecimientos del país, por lo general no tienen la infraestructura
y los recursos financieros para adoptar eficientemente medidas como
las instaladas en los países del hemisferio norte. Adicionalmente, se
incrementó la tensión del escenario cuando el Ministerio propuso un
aporte financiero adicional (o superior al convencional) para aquellos
establecimientos escolares que “retornaban a la presencialidad”, lo que
fue entendido a todas luces como un estímulo perverso y un factor de
competencia desleal, el cual tuvo que detenerse.
12
También se implementaron gradualmente otras iniciativas complementarias: envios
de mesajería por teléfonos, extensión del Sistema de Alerta Temprana (SAT) para todo el sistema
escolar, creación de una herramienta de gestión del contacto con los estudiantes, generación de
reportes periódicos de ausentismo, difusión mediante redes sociales y una página Web de buenas
prácticas en prevención de la deserción.
32
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Algunas de las conclusiones provisionales de esta fase, sumadas a las anteriores son:
• La escuela virtual es mucho más desigual socioeconómicamente que la escuela presencial convencional13.
• Los avances en la docencia son importantes, pero no implica
que en unos meses el sistema y los docentes hayan pasado de
ser analfabetos a expertos en la enseñanza a distancia.
• Ha quedado en evidencia las débiles habilidades de los estudiantes para el aprendizaje autónomo. Esta capacidad de
“aprender a aprender”, expuesta desde hace más de 40 años
como una pieza fundamental, es un factor crítico que los docentes y las prácticas pedagógicas deben revisar profundamente, al
tenor de esta oportunidad.
• La realidad mostró ser un gran detonante de los cambios, ésta
se impuso implacablemente, mostrando que es un factor clave para instalar transformaciones profundas. Muchos intentos
previos por virtualizar la enseñanza habían sido muy parciales,
poco acogidos y usualmente considerados como irrelevantes.
La Pandemia impuso - sin otra opción, la virtualización, de allí
su poder incontrarrestable para instar una transformación que
no tenía otra opción.
• Directivos y docentes son sustantivos en la implementación
de toda política, esta vez dada la ausencia de políticas explícitas y, por lo tanto, en la necesidad -por defecto- de responder a
los requerimientos de estudiantes y sus familias. Remarcar algo
sabido por el análisis de las reformas educativas (Gillies, 2012;
OCDE, 2015) es un buen recordatorio para las visiones tecnocráticas de la política educativa que creen más en los cambios
liderados por las élites que en la descentralización del poder.
13
El Banco Mundial estimó el 19 de octubre la duplicación de la tasa de pobreza en Chile
a raíz de la pandemia, llegando a algo menos del 9% (www.cooperativa.cl).
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Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
La política educacional no pensó ni tampoco previó lo ocurrido,
ni aún menos respecto de sus profundos impactos. El laberinto de la
burocracia pública no le vio venir, no pensó en un mundo sin la escuela
física convencional, un mundo sin controlar a los maestros y a los estudiantes, quedando al descubierto, así, la precariedad del paradigma
de gestión de nuestra pedagogía, esencialmente en su tarea más fundamental: el aprendizaje y la formación de los estudiantes.
La tercera fase: ¿retorno a las actividades
regulares, retorno a clases?
Las presiones por “normalizar lo que llamamos la vida cotidiana regular” responden a una decisión esencialmente de raíz económica,
atendible en su dimensión macro para solventar una economía muy alicaída, impactada por la crisis sanitaria, pero esta intencionalidad requiere revisarse -en su mérito- para cada sector económico y en cada contexto específico. Por cierto, esta es una materia controversial sobre la cual
no existe una sola percepción para afrontarla. De parte de la autoridad
superior ministerial, en forma reiterada, se ha insistido, desde agosto
2020 en adelante, en la importancia de que se retornara a clases en aula
presencial, materia que se mantiene a la fecha como una atribución de
los sostenedores de establecimientos escolares, los que deben solicitar a
la autoridad educacional, cumplidas las normas sanitarias definidas, la
autorización para iniciar este proceso según protocolo establecido.
Dicho esto, poco se entiende la insistencia reiterada de la autoridad nacional por el retorno a la presencialidad, dado el escenario
aún muy inasible a la fecha, y el grado de avance del período escolar (se
cierra el año escolar la tercera semana de diciembre). Está en la memoria
reciente los sucesos de abril-mayo (de 2020) que planteaban el concepto de “la nueva normalidad”, que derivó en impactos muy negativos
en el control de la pandemia. Por lo mismo, la credibilidad de la autoridad gubernamental -salvo excepciones- es baja, conforme lo señalan
todas las encuestas de opinión pública en estos meses (abril-noviembre
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Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
2020)14. En este proceso son la autoridades locales -alcaldes y alcaldesasquienes han demandado a las autoridades del gobierno central adoptar medidas más oportunas sobre sus territorios. Esta situación ha sido
transversal a todos los partidos políticos y ha derivado en un liderazgo
muy importante de las autoridades locales, inclusive en materia de derechos ciudadanos15.
Hacia fines de noviembre, algo más del 7% de los establecimientos escolares del país ha retornado al sistema de clases presenciales
convencional (con adecuaciones de tamaño de cursos, horas aula, etc.),
en su mayor parte de educación parvularia, aunque se sabe poco de
los términos bajo los cuales están operando específicamente. De igual
forma, en la prensa nacional (17 de noviembre de 2020) se reitera por la
autoridad Ministerial el retorno del curso final de enseñanza secundaria (restando tres a cuatro semanas del año escolar), desconociéndose
el objetivo sustantivo de esta medida, toda vez que si es para efectos
de mejorar los resultados en las pruebas de admisión a la educación
superior su impacto sería marginal, y menos aún si no contempla a la
población más vulnerable, que podría verse indirectamente beneficiada.
No obstante, muchos de ellos no se plantean la continuidad de estudios
superiores. Los mensajes respecto de la normalización de las actividades del país, cuyo sustento fundamental -insistimos- es el económico,
buscan implantar “el espejismo” de que todo está bien.
Ciertamente este año ha sido desafiante para todos -estudiantes, familias, docentes y directivos e instituciones- en diversos ámbitos, siendo el educativo uno de ellos. A las dudas sobre el nivel de los
aprendizajes logrados respecto del currículo oficial16 se suman las in14
Incluso el mismo gobierno encarga semanalmente una encuesta en la cual se da cuenta
de su baja aceptación.
15
Parte de ello se vivió en noviembre de 2019, cuando fueron estas autoridades las que
exigieron un acuerdo unitario para cambiar la Constitución Política del país, y posteriormente se
organizaron para implementar un plebiscito ante la negativa del gobierno nacional, gestión que
finalmente debió asumir éste por las presiones de los gobiernos locales y la ciudadanía. En materia
de medidas sanitarias ha quedado en evidencia la ineficiencia del centralismo para adoptar decisiones locales oportunas que, de haber sido asumidas, habrían resultado en una menor progresión
de la pandemia.
16
Chile tiene un currículo oficial obligatorio.
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Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
certezas respecto de aquellos aprendizajes alcanzados en este período,
atribuibles a las condiciones de trabajo que han debido enfrentar los
estudiantes. Por lo tanto, un primer desafío es identificar las brechas
entre aquellos aprendizajes que debieron lograrse durante el presente
año y lo efectivamente alcanzado. Como de igual forma, pesquisar los
aprendizajes ocurridos y no previstos que pueden ser importantes y que
debiesen ser potenciados en un formato híbrido de enseñanza como el
que se prevé, evitando que se “pierdan” en el nuevo formato bajo el cual
se trabajará.
El segundo nivel de desafíos es fortalecer el trabajo autónomo
de los establecimientos escolares. En un país altamente centralizado, ha
existido una tendencia implícita a esperar que las autoridades nacionales den las orientaciones de trabajo en forma oportuna y pertinente. En grado importante este “vacío” de autoridad técnica, obligó -en
los hechos- a muchos establecimientos a avanzar autónomamente en la
búsqueda de respuestas. Este es un camino que debe profundizarse y no
detenerse. Por lo mismo, requiere que los docentes y directivos “defiendan” su empoderamiento alcanzado en estos tiempos, ante un sistema
que en lo esencial no les respondió oportunamente, y por otra parte, que
la burocracia ministerial, tras una autocrítica sustantiva que debe hacer,
analice la forma de apoyar los logros y no entrabar sus avances.
En tercer lugar, este período está colmado de ejemplos de cómo
los docentes se organizaron bajos diversos formatos, sea individual o
colectivamente, cómo los establecimientos trabajaron para -en lo medular- mantener el contacto con sus estudiantes, cómo se ha podido trabajar, además, con las familias. Esta ha sido la clave que se vincula con la
fase que vendrá: mantener el contacto con los estudiantes, y a partir del
logro de esa situación, evitar su fuga del sistema, su abandono. Alcanzada esta meta, se podrá reconstruir la relación y avanzar en los años
venideros en la recuperación educativa.
Al tenor de la evolución de la pandemia en el hemisferio norte,
e incluso del mismo continente latinoamericano, donde Uruguay -que
había sido un modelo para seguir- enfrenta números críticos (a noviem-
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Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
bre 2020), resulta más relevante que antes disponer de sistemas de indicadores muy actualizados, de fácil aplicación e importante capacidad
predictiva, que permitan adoptar decisiones de manera oportuna y que
sean flexibles ante realidades muy diferentes y que cambian rápidamente. En este escenario macro, llama la atención que la Organización
Mundial de la Salud (nov. 30 de 2020) insista en mantener abiertos los
centros educativos en los países del hemisferio norte bajo la crisis que
están nuevamente experimentando.
Sin lugar a duda deben buscarse formas que permitan articular
las necesidades laborales de la población más vulnerable con las productivas del país, y si éstas pasan por sistemas de guarderías de niños y
jóvenes, deben tener las condiciones mínimas adecuadas para su desenvolvimiento. No se trata de instalar fundamentalismos absolutos, salvo
en situaciones de crisis agudas, pero quizás sería muy importante en
Chile aprovechar este tiempo antes del 1º de marzo de 2021, fecha en
se iniciará el año escolar siguiente –hasta el momento en formato presencial-, para poder vislumbrar y preparar opciones de trabajo diferentes, fortalecer a los docentes, obtener soporte material para estudiantes
(técnico y económico) y diseñar planes de trabajo a varios años, plazos
destinados a compensar los déficit que se perciban. Es decir, es el momento de generar un modelo híbrido de trabajo escolar que potencie
los logros y permita corregir las debilidades detectadas, entendiendo
que estamos ante un desafío país en términos macro que es de carácter
multidimensional.
Lecciones y desafíos para la política educativa latinoamericana
Si bien estamos ante una oportunidad para replantearse el
funcionamiento de los sistemas educativos, buscando hacerlos más
inclusivos, las cosas podrían ir por un camino diferente. Para evitar esa
situación, es fundamental diseñar estrategias que estimulen el reintegro
de los estudiantes que quedaron marginados de los establecimientos
escolares y que, producto del aumento de la pobreza familiar ocurrida
37
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
en este tiempo, se vean obligados a buscar trabajo.
El segundo desafío, es no permitir que el Estado se olvide del
sector educación, en materia de gastos, ante las demandas de otros sectores y la necesidad de reorganizar las finanzas públicas. No obstante,
para que ello ocurra debe tener un plan de trabajo viable, consensuado en grado importante con las organizaciones y representantes de los
docentes, familias, directivos y sostenedores, asociado estrechamente a
metas realistas para los años venideros.
El tercer desafío es re-encantar a todos los actores del sistema,
muchos de ellos en condiciones críticas de calidad de vida, a creer
que este camino es el adecuado, asumiendo que el comportamiento
de la educación en esta dimensión no ha sido todo lo relevante que
se esperaba. Por lo tanto, hay un reto profesional muy sustantivo de
mejorar la relevancia y pertinencia de los aprendizajes en las condiciones
contextuales que se presenten, para evitar la profundización de la
desigualdad.
El reto siguiente es modernizar la gestión de la educación pública, tarea sumamente compleja por el peso inerte de un Ministerio de
Educación que, en el caso chileno, ha construido una distopía sobre su
actuar y que demanda una visión proactiva.
Un segundo nivel de desafíos para la política educacional derivado de lo anterior proviene de la necesidad de darle prontamente
gobernabilidad al sistema para que pueda caminar en esta incertidumbre y en la que vendrá, con la confianza de generar mecanismos de participación que den soporte a las decisiones.
Un reto adicional reside en la importancia de implementar
modelos de gestión mucho más horizontales y dinámicos de los hoy
vigentes. Nuevas formas de liderazgo de equipo compartido, nuevos
procesos de gestión articulados con los restantes actores en un grado de
profundización mayor al actual.
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Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Referencias
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Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
DESIGUALDAD DIGITAL Y PRÁCTICAS PEDAGÓGICAS
EN ARGENTINA: la pandemia y tensiones que se agudizan
Mónica Pini*
Este texto – como parte de un proyecto de investigación sobre
políticas y prácticas de alfabetización digital en relación con la inclusión
- se propone abordar las principales tensiones en las prácticas docentes
referidas a los usos pedagógicos de la tecnología. Estas tensiones se han
incrementado en Argentina desde que la pandemia creó la necesidad
de reemplazar las aulas reales por la enseñanza en línea, en todos los
niveles educativos.
El capítulo comienza por describir el contexto general de la Argentina previo a la pandemia, prosigue con un análisis sobre los sentidos de la tecnología digital desde los discursos circulantes, para finalizar con algunas reflexiones sobre la situación en que se desarrollaron las
prácticas pedagógicas durante 2020.
*
Ph.D. en Educación, especializada en políticas educativas en relación con las transformaciones culturales, sociales y tecnológicas recientes. Creó y dirige la Maestría en Educación,
Lenguajes y Medios, y el Centro de Estudios Interdisciplinarios en Educación, Cultura y Sociedad
(CEIECS), Escuela de Humanidades, UNSAM. Docente titular de “Educación, cultura y sociedad”.
Ha publicado diferentes trabajos sobre políticas educativas, formación docente y análisis de discurso y educación.
43
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Las políticas neoliberales en Argentina, entre 2015 y 2019, incluyeron el abandono de los servicios públicos, el aumento del desempleo, la reducción del consumo interno, una deuda externa impagable
y la distribución regresiva del ingreso, situación que era crítica a fin de
2019. Este neoliberalismo tardío –de gerentes17- implicó una reforma estructural del Estado, una enorme trasferencia de ingresos hacia los sectores más ricos, fuga de capitales, el florecimiento del capital financiero,
la flexibilización laboral al servicio de los intereses de las empresas y,
sobre todo, una apuesta decisiva a lo comunicacional y el marketing
para cambiar los imaginarios y el sentido común de la sociedad a través
de los medios (García Delgado y Gradín, 2017).
En educación, el gobierno retomó fuertemente un discurso favorable al mercado, con una agenda educativa orientada por las empresas -ampliada por Internet-, la colonización del discurso educacional
por categorías económicas y técnicas, la apropiación privada de la esfera
pública, y la reducción o simplemente el uso parcial del presupuesto
educativo, incluidos salarios, equipamiento e insumos para escuelas y
universidades. Del mismo modo, con respecto a la docencia, el gobierno
2015-2019 limitó derechos adquiridos, utilizó los medios para promover
el desprestigio de las y los educadoras/es y sus organizaciones, y trató de usar la evaluación de un modo competitivo y punitivo (CTERA,
2019; Cambours de Donini y Pini, 2017).
El aumento de la desigualdad tuvo impacto en los niveles de
fracaso y abandono de los y las estudiantes. La escuela pública se consolidó en muchas zonas y regiones como “escuela para pobres”, al recibir
niños, niñas y adolescentes inmersos en continua privación material,
social y cultural, lo que les quita la posibilidad de atravesar su proceso
educativo en igualdad de condiciones en el sistema formal (Tuñón y
Poy, 2020).
17
Un relevamiento del Observatorio de las Elites Argentinas (Canelo y Castellani, s/f),
perteneciente al Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES-UNSAM) encontró que 114 (3 de cada
10) ejecutivos de las principales compañías privadas y estudios de abogados del país ocuparon
alguno de los 367 cargos de ministro, secretario y subsecretario en la estructura del Estado nacional
en el gobierno de Mauricio Macri (2015-2019).
44
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
A pesar de que en 2016 el gobierno nacional había interrumpido el programa Conectar Igualdad18 (ver más abajo), en los últimos años
existía una fuerte presión social e institucional sobre los y las docentes
para el uso escolar de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), sin provisión de los recursos adecuados, sin espacios de
aprendizaje y desarrollo de su uso pedagógico, ni espacios de trabajo
colaborativo, causando un aumento de la carga de trabajo individual
(CTERA, 2018; Pini, Amaré, Cerdeiro, y Terzian, 2017).
Discursos sobre las TIC
Con referencia a las TIC, los significados que circulan socialmente se vinculan con su uso instrumental, con la idea de neutralidad
técnica y con una valoración positiva de los beneficios inherentes a su
acceso. Sin embargo, constituye un campo de disputa de sentidos que
requiere ser expandido, desde una perspectiva histórica, social y cultural, que considere los aspectos cognitivos, afectivos y contextuales que
se ponen en juego en un ambiente digital desde un enfoque pedagógico.
El campo de la educación y las tecnologías es uno de los elegidos por las
corporaciones empresariales para imponer sus agendas, especialmente
hacia los grupos desaventajados (Pini, 2019).
El imaginario social relativo a las TIC asimila el discurso dominante (de gobiernos y corporaciones) con el sentido común. Esto significa que los discursos sobre las tecnologías digitales consideran sólo parcialmente algunos aspectos y distorsionan u ocultan otros. Por ejemplo,
es común que las tecnologías se consideren la clave para mejorar la educación y solucionar los problemas de aprendizaje, sin tener en cuenta:
18
En 2010 se crea el Programa Conectar Igualdad (PCI, Decreto Nº 459/10) “con el fin
de proporcionar una computadora a alumnas, alumnos y docentes de educación secundaria de
escuelas públicas, de educación especial y de institutos de formación docente, capacitar a los docentes en el uso de dicha herramienta y elaborar propuestas educativas con el objeto de favorecer
la incorporación de las mismas en los procesos de enseñanza y aprendizaje”.
45
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
• que no hay dispositivos únicos que solucionen los problemas
de la educación,
• la brecha social digital entre los y las jóvenes de diferentes
sectores, y
• el enorme poder de intereses comerciales detrás de estas propuestas.
El concepto de innovación en educación como sinónimo del uso
de tecnologías oculta el hecho de que la pedagogía no se renueva mediante la tecnología, a menos que esa herramienta se ponga al servicio
de proyectos pedagógicos renovados. Por otro lado, se valora su uso
como inherentemente positivo, por el hecho de que facilita o agiliza muchas actividades de todo tipo. Estas visiones apologéticas enmascaran
los aspectos negativos, tales como adicción, control personal, incitación
al consumismo, manipulación de datos, estar expuestos a sitios no deseados y delitos informáticos (Cambours de Donini y Pini, 2017).
Desde una lógica instrumental, socialmente se considera que
los niños y jóvenes saben todo sobre las tecnologías digitales y los dispositivos, dado que nacieron en la era digital, a diferencia de los docentes (llamados nativos e inmigrantes, respectivamente). Sin embargo, los
niños usan los dispositivos para jugar, para socializar y para explorar
todo lo relacionado con sus gustos y preferencias, de manera muy similar a los adultos, con gran ventaja de tiempo disponible y de no tener
miedo a equivocarse. Pero las herramientas para formarse, para seleccionar e interpretar lo que les llega a través de las pantallas es lo que
los y las docentes tienen como responsabilidad enseñar, en particular a
aquéllos que crecen en un contexto adverso.
La escuela es la que puede brindar y generar formas culturales
menos estandarizadas, más solidarias y autónomas, y mostrar otras rutas para la navegación que las que proveen los buscadores más conocidos. La formación necesaria en cuanto a lectura reflexiva, análisis de significados, y apropiación crítica de la información que sobreabunda en
los medios y en los espacios virtuales, posibilita que el/la joven no quede
46
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
atrapado/a en las redes invisibles de la cultura mercantil dominante.
Otro significado es el de tecnología como factor de autonomía
individual, que desde el neoliberalismo en educación fomenta el emprendedorismo. La autonomía es un logro personal, de crecimiento y
conciencia de uno/a con los/las demás. En cambio, esta autonomía promovida por el discurso neoliberal es una autonomía de los demás, dependiente de las máquinas y del mercado, que no sólo persuade a las
personas, sino que las controla a través del uso de los datos que realizan
las grandes corporaciones.
Gran parte de este discurso se ha dirigido en contra de la docencia, ya que, al mostrar solamente los aspectos positivos de las TIC,
el partido del gobierno nacional 2015-2019 –que gobierna la Ciudad de
Buenos Aires desde 2007- construyó una imagen de docente tradicional, adherido/a a conocimientos tradicionales, sin compromiso con el
presente de las nuevas generaciones, imagen reproducida y amplificada
por los medios, que postulan que será reemplazado por las máquinas.
Los y las educadoras, a su vez, hacen todo lo que pueden con recursos
insuficientes, y, al mismo tiempo, trataron de resistir la presión para
aceptar la imposición informatizadora en condiciones muy desiguales.
A fines de 2019, un frente de oposición ganó las elecciones en
Argentina, con gran apoyo popular. A pesar de la terrible crisis económica y enorme endeudamiento externo, se abrió un horizonte de expectativas favorables. Y entonces comenzó la pandemia y convirtió la
tecnología en un medio indispensable para que las escuelas pudieran
seguir trabajando, con un bagaje muy heterogéneo con respecto a la clase de tareas necesarias para enfrentar la situación.
La escena educativa 2020
Cuando se desató la pandemia, el ciclo lectivo 2020 acababa de
empezar. En las escuelas se interrumpieron las clases presenciales el 16
de marzo, apenas comenzadas, aún antes de que se estableciera el aislamiento social obligatorio para todos/as (20/3), para evitar el contagio,
47
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
debido a la falta de vacuna o cura para el coronavirus.
Ante la excepcionalidad de la situación, todos los docentes tuvieron que dar respuestas inmediatas, sin plan ni preparación previa,
para dar continuidad y apoyo virtual a los procesos de aprendizaje comenzados y por venir. Fue como si les explotara una bomba en las manos.
Los debates sobre los derechos de los y las docentes, los derechos de los y las estudiantes, los materiales y el contenido, los riesgos de
la mercantilización y los big data quedaron desplazados; en las escuelas
hubo que poner manos a la obra, con todos los conflictos, experiencias
e inexperiencias disponibles. Pronto comenzaron las quejas por el volumen de tareas que se daba a los grupos de estudiantes, por demasiadas
o por difíciles; sin embargo, las escuelas privadas y de élite no tuvieron
dudas con respecto a la abundancia de actividades y evaluaciones, haciendo cargar este peso del trabajo, como siempre, sobre la docencia.
Las innumerables y diversas situaciones que los y las docentes
enfrentan en su tarea cotidiana se potenciaron. Aquellos/as cuyos/as estudiantes tienen conectividad, envían instrucciones desde casa a los padres y madres, preparan y ponen online materiales con contenidos y actividades diferentes para niños y niñas de nivel inicial, primario, o para
varios grupos de secundaria, o de secundaria y superior19, y encuentros
sincrónicos, todo al mismo tiempo y con poca o nula experiencia en ese
tipo de tareas; actividades que luego tendrán que evaluar, preparar y
tomar exámenes online, y todo el trabajo administrativo.
Se suma la incomodidad por el aislamiento, pasando a depender de los propios recursos, equipos y conectividad, teniendo que
cuidarse y cuidar a sus familias, y el malestar de los/las mismos/as estudiantes. Como siempre, la mayor parte de las mujeres tiene que compartir el trabajo asalariado con el doméstico, pero ahora todo junto en
el hogar y con los niños, niñas y jóvenes sin escuela. En este contexto:
19
La mayor parte de los profesores de nivel secundario y terciario trabajan con varios
grupos –por lo general numerosos- y en varias instituciones.
48
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Las estrategias docentes para garantizar la continuidad pedagógica son diversas: desde grupos de
WhatsApp y Facebook hasta la carga de materiales en Drive o su envío por correo electrónico. Hay
quienes crean blogs con Blogspot o a través de la
plataforma Wix. Durante los primeros días, Google Classroom parecía ser la opción más utilizada y
puso a todas/os las/os docentes en la rápida tarea de
buscar tutoriales para familiarizarse con esta vía (el
uso de datos personales por parte de esta empresa
amerita un extenso debate por sí mismo). (Cuestas y
Welschinger, 2020: 4)
Algunas universidades públicas ya disponían de aulas en la
plataforma Moodle, en uso para clases virtuales o de apoyo a la cursada
presencial. Para clases sincrónicas se usa el Jitsi meet, una aplicación de
software libre muy amigable para videoconferencias e intercambio grupal, o el Big Blue Button. Muchos profesores también utilizan el Google
Meet o el Zoom. Los y las estudiantes valoraron positivamente los materiales y la posibilidad de un intercambio activo. Para algunas estudiantes-madres hasta era mejor no tener que trasladarse, si bien se perdía la
vida social estudiantil.
Pero muchos estudiantes no tienen acceso a conectividad, a
computadora u otro dispositivo, así como lamentablemente carecen de
otros derechos (De Piero, 2020). La desconexión en la digitalización es
una nueva dimensión de la desigualdad, y la crisis por el coronavirus
la ha agudizado. La pandemia no creó las desigualdades socio-educacionales, ellas preexisten a esta crisis, pero con ella las desigualdades y
tensiones crecieron enormemente (Cuestas y Welschinger, 2020).
Cuando el ex-Presidente Mauricio Macri – mediante el Decreto
No. 386/201820—terminó de desmantelar el Programa Conectar Igualdad
(PCI), se sabía que iba a traer consecuencias negativas, ya que significa20
https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/decreto-386-2018-309610/texto
49
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
ba privar de un derecho vinculado con la educación, pero nadie imaginó
el impacto que esto causaría dos años más tarde con la pandemia. En
ese decreto --que crea el Plan Aprender Conectados--, el Poder Ejecutivo
afirma que la atención de la “brecha digital” –aparentemente superadadebe dar paso a la “alfabetización digital”, y en función de esto modifica el objeto del PCI: se reemplaza la entrega de netbooks personales a
los estudiantes y docentes por “dotar a los establecimientos educativos
oficiales del equipamiento tecnológico que el PLAN APRENDER CONECTADOS requiera para su implementación” (art. 6).
Los y las docentes que trabajan en escuelas en barrios pobres,
donde muchas familias no tienen Internet21, siguieron yendo a las escuelas a organizar y distribuir bolsas con alimentos y en esas mismas bolsas
con frecuencia colocaban las tareas impresas para los y las estudiantes.
En este contexto, niños, niñas y jóvenes están afectados/as por múltiples
problemas sociales asociados con la desigualdad, como, por ejemplo, la
segregación territorial y el hacinamiento, con lo cual aprender en casa se
convierte en una ilusión a pesar de los esfuerzos que realizan. Kaztman
señala que:
a igual condición de pobreza monetaria la situación
de hacinamiento se suma como un condicionante
para la realización de tareas escolares en el hogar,
la capacidad de concentración, y la contribución que
pueden hacer los padres al desarrollo humano de
sus hijos. (citado en Tuñon y Poy, 2020: 10)
Por su parte, el Ministerio de Educación Nacional, asumiendo
su responsabilidad como garante del derecho a la educación, puso en
marcha el Programa Seguimos Educando, que incluye un portal web,
programación en la radio y la TV públicas, y cuadernos impresos para
todos los niveles y modalidades educativas, para docentes y directivos,
estudiantes y comunidad (https://www.educ.ar/).
21
De acuerdo con datos del Sistema Nacional de Consumos Culturales (SINCA, 2017),
sólo el 64% de las familias posee disponibilidad de conexión a Internet en el hogar.
50
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
La siguiente tabla trata de sintetizar el agravamiento de los problemas durante la crisis:
Trabajo docente y derechos antes y desde la pandemia
Antes
Presión para usar las TIC-discurso
de innovación
Trabajo individual con grupos numerosos
Trabajo asalariado + trabajo doméstico
Desigualdad en el acceso a conectividad e Internet- segregación y
hacinamiento.
Pandemia
Aumento de la presión-necesidad-obligatoriedad
Mayor carga laboral que requiere
la virtualidad
Trabajo asalariado + trabajo doméstico + niños/as en casa
Aumento de la desigualdad y la
pobreza.
Los pobres pierden la posibilidad
de ejercer el derecho a la educación
Además del aumento en la carga de trabajo de los y las docentes por el volumen y características de los materiales de enseñanza,
lo que se observa es la prevalencia del significado instrumental de la
tecnología. En la urgencia domina el problema técnico de cómo usar
las aplicaciones y programas, a fin de sostener el vínculo pedagógico.
Es deseable que gradualmente se avance con respecto a los significados
culturales, la exploración de nuevos modos de relacionarse con el conocimiento, el aprendizaje y las expresiones culturales juveniles (Pini,
Amaré, Cerdeiro, y Terzian, 2017).
Reflexiones finales
En esta situación con características sin precedentes, podemos
observar un aumento de las tensiones que sintetizamos alrededor de
tres ejes:
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Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
1) Desigualdad y la consiguiente brecha digital.
El gobierno anterior (2015-2019), a través de sus políticas neoliberales, contribuyó a aumentar la injusticia social, también en educación. Su desprecio por lo público y por las políticas sociales llevó a la
reducción, junto con el presupuesto, de muchos programas importantes
para niños, niñas y jóvenes de los sectores más desfavorecidos. Si la pandemia profundizó la pobreza por la imposibilidad de trabajar, en particular en el mercado informal, la falta de clases presenciales convirtió la
carencia de computadora o de conectividad en un obstáculo insuperable
para acceder al derecho a la educación. La falta de recursos que deberían haber sido provistos durante esos años22 coloca a esos grupos en
una mayor desventaja, provocando una profundización de las diferencias entre los aprendizajes de quienes están o no conectados/as, es decir
que la brecha digital refleja y agudiza otras desigualdades.
2) Los sentidos atribuidos a las tecnologías digitales en relación con la
educación.
Precisamente porque las TIC y los medios no son neutrales
y están manejados por grandes grupos económicos, es que parte
de nuestra tarea debe orientarse a no excluirnos ni excluir a los/
las estudiantes de la comprensión de los nuevos lenguajes, desde
una perspectiva crítica a la visión celebratoria de la tecnología y
de todas las novedades. Es responsabilidad del sistema educativo
proveer los recursos para interpretar, entender y cuestionar los
mensajes que saturan la vida cotidiana de la infancia y la juventud, y al mismo tiempo, las herramientas para una participación
activa en la cultura mediática (Buckingham, 2008).
De ese modo también se podrán cuestionar los mensajes
22
Se encontraron computadoras nuevas que estaban en depósitos https://headtopics.
com/ar/detectan-m-s-de-100-mil-netbooks-no-entregadas-por-el-gobierno-anterior-11023480
52
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
permanentes que invalidan a los y las docentes23 y promueven las
ventajas del aprendizaje autónomo con las computadoras. Computadoras diseñadas por las empresas para otras funciones, no
para educar. A los dispositivos tenemos que volverlos útiles para
el aprendizaje: es una tarea fundamental mejorar nuestra comprensión de significados, analizar y responder los discursos de los
medios, y fortalecer la educación pública.
3) La tarea de enseñar en la virtualidad, que la pandemia impuso al
mismo tiempo que hizo visibles sus inconsistencias.
Esto lleva a dos importantes cuestiones: por un lado, la perspectiva del reconocimiento de los derechos de los y las docentes, que vieron
empeorar sus condiciones de trabajo en los últimos años. Por otra parte,
la posibilidad de aprovechar la oportunidad de desarrollar, y hacer que
los y las estudiantes desarrollen una apropiación crítica y productiva de
los recursos digitales. Porque la apropiación es un hecho. ¿Qué hacer
con eso?
Desde la opción de una pedagogía del diálogo, necesitamos
espacios de capacitación y de trabajo colaborativo institucional, ambos
con los/las pares y con los/las jóvenes. Frente a la heterogeneidad de la
población estudiantil, los y las docentes precisamos desarrollar estrategias y utilizar recursos que tengan influencia directa en el mejoramiento
de nuestro trabajo pedagógico con la diversidad, hacer mejor uso de los
recursos disponibles y promover el trabajo en el área de la producción
y selección de materiales de apoyo para la enseñanza, especialmente los
producidos por los mismos grupos de estudiantes.
Hay propuestas que exploran la potencialidad educativa de construir en lo digital lo que llaman el
“tercer espacio”: un espacio poroso entre la escuela y la cultura mediática, ya que el aprendizaje con
23
Recientes declaraciones de la Ministra de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires https://www.pagina12.com.ar/306128-soledad-acuna-contra-los-docentes-estigmatizacion-y-persecuc
53
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
medios digitales está situado en esa arena de lucha
cotidiana que es donde se juega la creación de una
nueva cultura popular. En estos días de aislamiento y distanciamiento social, docentes y estudiantes
“seremos lo que hagamos, con lo que las redes y
los medios quisieron hacer de nosotros”. (Cuestas y
Welschinger, 2020: 5).
Es necesario ampliar los espacios de debate público acerca de
las diferentes formas que adopta el discurso hegemónico y movilizarnos
en defensa de la educación pública, para profundizar la crítica de los
modos de producción, circulación y naturalización de los discursos que
ponen las tecnologías (y marcas comerciales) en el centro del proceso
educativo.
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Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
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Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
EDUCAÇÃO BRASILEIRA NA ENCRUZILHADA: incertezas
sobre os encaminhamentos político-educacionais em tempos
de pandemia
Simone de Fátima Flach*
Introdução
O mundo foi assolado, no final de 2019, com a notícia de que
um novo vírus tinha sido identificado e que seu poder de contágio não
poderia ser desprezado, principalmente em razão de que, uma vez instalado no corpo humano, as consequências poderiam ser devastadoras,
pois não havia tratamento e a doença poderia evoluir para quadros extremamente complicados, levando à morte. A profilaxia mais adequada
e possível para a situação estaria centrada em medidas de higiene e de
distanciamento social. O SARS-CoV-2, conforme foi denominado, demonstrou alta capacidade de transmissão e, em razão da mobilidade
global, extrapolou fronteiras, surpreendeu especialistas da área e contribuiu para um quadro pandêmico mundial. A Covid-19, doença causada pelo novo vírus, tornou-se central no debate em todas as áreas das
políticas públicas e sociais.
*
Doutora em Educação pela Universidade Federal de São Carlos – UFSCar / Brasil. Docente do Departamento de Educação e do Programa de Pós-Graduação em Educação da Universidade Estadual de Ponta Grossa – UEPG / Brasil. Atualmente é diretora da Associação Nacional
de Política e Administração da Educação – ANPAE, seção Paraná / Brasil e Co-diretora da Red de
Estudios Teóricos Y Epistemológicos em Política Educativa – ReLePe.
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As medidas adotadas por diferentes países mostraram-se contraditórias, pois, mesmo sob alerta da Organização Mundial de Saúde
(OMS), alguns governos assumiram discursos negacionistas ou minimizaram os efeitos da situação, enquanto outros pautaram ações austeras de distanciamento social e de preparação do sistema de saúde para
o atendimento dos contaminados. Na mesma esteira de contradições,
em razão do inevitável distanciamento social, a proteção da economia
constituiu-se em preocupação, visto que as medidas adotadas poderiam
interferir no crescimento econômico, nas taxas de desemprego e de renda e, consequentemente, no aprofundamento das desigualdades sociais,
principalmente em países com desenvolvimento não consolidado.
Os efeitos da pandemia nos sistemas de saúde manifestaram-se
de maneira muito rápida, pois estes se mostraram débeis para o atendimento do número expressivo de contaminados, muitos entrando rapidamente em colapso. Tal colapso se evidenciou na falta de recursos
materiais e humanos para o atendimento dos contaminados, expôs a
insegurança quanto ao tratamento e desencadeou uma corrida global
pelo desenvolvimento de vacinas e de medicamentos que possibilitassem evitar a nova doença ou minimizar seus efeitos.
No campo educacional, a medida adotada em todo o mundo
foi o fechamento de escolas, de modo que alunos e profissionais da educação ficassem em isolamento e, em consequência, colaborassem para a
contenção do contágio em expansão. No entanto, tal medida foi marcada por inúmeros desafios, dentre os quais se destaca: a manutenção do
processo educacional por meio remoto, acesso da comunidade escolar
aos meios necessários para a retomada ou manutenção de atividades
escolares, a formação frágil de professores para o uso de tecnologias
educacionais, além das questões sociais e econômicas envolvidas.
No Brasil, essas questões também se fizeram presentes, pois,
em razão do necessário distanciamento social, escolas foram fechadas e
os alunos e profissionais da educação passaram a enfrentar um dilema:
continuar com as atividades educacionais de forma remota, de modo a
manter os vínculos afetivos e pedagógicos, evitar possíveis evasões e
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dar sequência, sempre que possível, ao processo de ensino. No entanto,
em um país marcado pela desigualdade, a nova realidade reafirmou de
forma explícita a divisão de classes que impera na sociedade.
A classe trabalhadora sofreu os impactos do isolamento social
de forma aguda, pois teve sua renda drasticamente reduzida em razão
da diminuição dos postos de trabalho e do desemprego, ou mesmo pela
inexistência de oportunidades para desenvolvimento de atividades informais. Essa situação ficou marcada pela necessidade de assegurar as
condições de existência, fato que, muitas vezes, impediu que crianças e
jovens tivessem acesso aos bens culturais, tão necessários para uma vida
digna e justa.
Nunca as palavras de Marx e Engels (2007) se fizeram tão verdadeiras ao tecerem considerações sobre a primeira necessidade humana, a qual tem por finalidade manter o corpo vivo. Para isso, é necessário
comer, beber, proteger-se das intempéries, e, somente depois disso, outras necessidades se mostram importantes. Para a classe trabalhadora,
por vezes, a produção material da vida é a única necessidade que marca sua existência cotidiana sem que as demais tenham possibilidade de
emergir.
É nesse contexto, complexo e incerto, que se insere as reflexões
propostas neste texto, o qual tem por objetivo apresentar a situação da
educação brasileira em tempos de pandemia e evidenciar as principais
iniciativas governamentais para o enfrentamento (ou não) da situação.
As análises empreendidas têm como suporte teórico o materialismo
histórico e dialético, visto que tal teoria auxilia no desvelamento das
contradições da realidade material e orienta para a instauração de outra
sociabilidade, na qual a justiça, a igualdade e a liberdade são vividas em
plenitude.
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Contextualização da Realidade Brasileira
Sob a luz da teoria que dá suporte às análises empreendidas, a
realidade brasileira é compreendida em suas múltiplas determinações,
visto que se parte de pressupostos reais; em outras palavras, “dos indivíduos reais, sua ação e suas condições materiais de vida, tanto as
encontradas quanto as produzidas através de sua própria ação” (Marx
& Engels, 2007, p. 41). Por isso, as contradições da realidade brasileira
precisam ser explicitadas para que os encaminhamentos político-educacionais no período da pandemia sejam compreendidos em sua materialidade histórica.
É importante destacar que, segundo dados do Instituto
Brasileiro de Geografia e Estatística (IBGE, 2020), o Brasil “permanece
como um dos mais desiguais do mundo quando se trata da distribuição de renda entre seus habitantes” (p. 52), estando na 156ª posição entre 164 países analisados pelo Banco Mundial. É significativo apontar,
também, que, segundo dados apresentados pelo IBGE (2020), em 2019,
11,8% da população brasileira sobreviviam com o valor per capita mensal
de aproximadamente R$ 250,00, ou seja, o equivalente a ¼ do salário-mínimo nacional e, para quase 30% da população, o valor per capita era
de ½ salário-mínimo (R$ 499,00) e que, no outro extremo, 4,1% da população tinha rendimento superior a cinco salários-mínimos (4.900,00). Esses dados mostram que, no Brasil, há um elevado número da população
que não consegue, por meio de seus rendimentos, alçar condições de
manutenção da própria vida, dependendo de programas sociais24 para
sobreviver. Nesse contexto:
O público-alvo potencial do programa Bolsa Família (pessoas com rendimento abaixo de R$ 178) era
de 16,2 milhões de pessoas em 2019. Se tomarmos
em consideração a linha recomendada internacionalmente para o Brasil, o total de pobres mais que
24
O principal programa social em vigor no Brasil é o Programa Bolsa Família, o qual foi
criado pela Lei No 10.836, de 9 de janeiro de 2004, com o objetivo de conceder um benefício mensal
para famílias cuja condição socioeconômica é de pobreza e extrema pobreza.
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triplica e supera 51 milhões de pessoas no mesmo
ano. Pela linha de ½ salário mínimo per capita, 29,2%
da população brasileira deveria estar cadastrada no
CadUnico25 do Governo Federal, em 2019. Cabe ainda ressaltar que as linhas de valor mais baixo ainda
apontavam, no mesmo ano, para um contingente
entre 8,5 milhões e 13,7 milhões de pessoas em condição de extrema pobreza. (IBGE, 2020, p. 61)
Para além da situação da desigualdade social no Brasil, é preciso
inferir que a população tem acesso precário às Tecnologias de Informação e Comunicação (TIC). A esse respeito, convém ressaltar dados sobre
o acesso à televisão, à telefonia móvel e à internet, questões consideradas básicas para que estudantes pudessem manter vínculos com a escola por via remota. Dados apresentados em 2018 pela Pesquisa Nacional
por Amostra de Domicílios Contínua - PNAD Contínua (IBGE, 2018)
mostram que o acesso às TIC ainda é limitado no Brasil quando considerados em seu conjunto. Enquanto 96,4% domicílios permanentes, em
2018, tinham acesso à televisão, 93,2% tinham aparelho de telefone móvel celular, 41,7% tinham microcomputadores disponíveis, e em apenas
30% deles havia tablets. O acesso domiciliar à internet esteve presente
em 79,1% dos domicílios, dos quais 99,2% ocorriam via telefone móvel
celular, 48,1 % via computador e 27,7% via tablets. Para além dos dados
domiciliares, os dados individuais indicam que 98,1% das pessoas utilizam o telefone móvel celular, 50,7% utilizam microcomputadores e 12%
utilizam tablets para acesso à internet, respectivamente (IBGE, 2018).
O principal motivo para o não acesso à internet ou aos equipamentos
eletrônicos identificados é seu custo, fato que demonstra que os mais
pobres não têm acesso a tais aparelhos e, portanto, encontram-se em
25
Trata-se de um Cadastro Único para Programas Sociais, denominado de CadÚnico. É
um instrumento de identificação e caracterização socioeconômica das famílias brasileiras de baixa
renda, a ser obrigatoriamente utilizado para seleção de beneficiários e integração de programas sociais do Governo Federal voltados ao atendimento desse público (Decreto Nº 6.135, de 26 de junho
de 2007).
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situação vulnerável. Essa situação indica que tal necessidade pode ser
colocada em segundo plano, pois, para os mais pobres, a manutenção da
existência humana se torna preocupação primeira.
Nesse contexto, deve-se lembrar que o “o primeiro pressuposto
de toda a história humana é, naturalmente, a existência de indivíduos
vivos” (Marx & Engels, 2007, p. 41). Por isso, as condições materiais sob
as quais os indivíduos vivem determinam o que eles são, o que pensam e suas prioridades. No contexto de pandemia global, em que o isolamento social se tornou imperativo, a manutenção da própria vida e
de seus filhos se reafirmou como prioritária para a classe trabalhadora.
Desse modo, as condições para que estudantes tivessem acesso ao ensino remoto se mostrou precária.
Não bastassem as condições materiais da classe trabalhadora
para a manutenção da própria vida e os limites impostos para o acesso
às Tecnologias, o governo brasileiro também se mostrou cético em relação às medidas necessárias para a contenção do contágio, de modo que
o Presidente da República, Jair Messias Bolsonaro, colocou em xeque
as medidas de isolamento e de proteção, inclusive destituindo de suas
funções aqueles que, de alguma maneira, pautavam ações com base nas
orientações da comunidade científica26. O chefe do Poder Executivo nacional, além de minimizar os riscos sanitários, desacreditou a emergência da situação. Desse modo, o ceticismo presidencial minou as possíveis ações emergenciais que visassem impedir ou minimizar os efeitos
do rápido contágio e colaborou para a proliferação da doença no país.
Nesse cenário, a transmissão rapidamente se tornou local e comunitária
e colocou milhões de vidas em risco.
Sem uma política nacional efetiva para a condução de ações,
restou aos governos estaduais liderar o processo com vistas a poupar
26
Importante destacar que dois Ministros da Saúde, Luiz Henrique Mandetta e Nelson
Teich, ambos com formação em medicina, não se mantiveram no cargo durante a crise sanitária. Em
substituição, foi nomeado o General de Exército Eduardo Pazuello, inicialmente de forma interina
e, depois, efetiva, sem formação acadêmica na área da saúde, para liderar o Ministério da Saúde.
Todos os ministros, em alguma medida, foram desautorizados pelo Presidente da República, seja
em relação à necessidade de distanciamento social, medidas de prevenção ou em relação à aquisição de vacinas para a população.
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vidas, proteger o maior número de indivíduos do contágio iminente e
evitar o completo colapso dos sistemas de saúde. Assim, governos estaduais e municipais adotaram medidas como: fechamento ou restrição
do comércio e indústria de áreas consideradas não essenciais, imposição
de isolamento social, fechamento de instituições de ensino.
Em termos sanitários, as medidas mostraram-se capazes de
conter a rápida expansão da doença, mas também expuseram a fragilidade da economia, visto que o isolamento colaborou para que a desigualdade social se tornasse mais profunda. Houve redução dos postos
de trabalho, sendo muitos trabalhadores demitidos ou tiveram suas jornadas e remuneração reduzidas. A lógica capitalista tornou-se aguda,
tal qual já nos alertou Marx (2002), pois o trabalhador, para sobreviver,
não tem outra coisa para vender senão a própria força de trabalho e, no
processo de isolamento social, foi impedido de fazê-lo.
Para transformar dinheiro em capital, tem o possuidor do dinheiro de encontrar o trabalhador livre no
mercado de mercadorias, livre nos dois sentidos, o
de dispor, como pessoa livre, de sua força de trabalho como sua mercadoria, e o de estar livre, inteiramente despojado de todas as coisas necessárias à
materialização de sua força de trabalho, não tendo,
além desta, outra mercadoria para vender. (Marx,
2002, p. 199)
Dessa forma, no contexto brasileiro, os efeitos do isolamento
social impediram que parcela significativa da classe trabalhadora pudesse garantir as condições mínimas necessárias para a sobrevivência.
Sem trabalho e sem remuneração, muitos trabalhadores ficaram à mercê
de políticas sociais, especialmente do auxílio emergencial, conforme regras estabelecidas pela Lei No 13.982, de abril de 2020.
Assim, o Brasil, um dos países mais desiguais do mundo, distanciou-se ainda mais dos preceitos de igualdade e liberdade preconizados em sua Constituição. Mesmo que tais ideais sejam formalmente
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assegurados, no cotidiano, os indivíduos “não se vêem nem iguais, nem
irmãos de outros homens, nem livres em face deles” (Gramsci, 2004, p.
205), pois a realidade faz com os efeitos das desigualdades e dos grilhões sejam profundamente sentidos.
No campo educacional, esses efeitos foram determinantes para
a oferta e para o acesso de atividades pedagógicas durante o período
em que perdurou o necessário isolamento social. É sobre isso que será
tratado a seguir.
Oferta da educação e seu acesso em tempos de pandemia
A oferta da educação no Brasil, especialmente na Educação Básica, sempre esteve centrada na modalidade presencial, não havendo,
até o ano de 2020, qualquer regulamentação para a implementação de
modalidade virtual e/ou remota no Ensino Fundamental. Para o Ensino
Médio, havia indicação de possibilidade de oferta de 20%, 30% ou 80%
na modalidade à distância, para a formação geral, ensino noturno ou
Educação de Jovens e Adultos, respectivamente, conforme Resolução Nº
3, de 21 de novembro de 2018, que atualizou as Diretrizes Curriculares
Nacionais para o Ensino Médio. No Ensino Superior, a modalidade de
educação à distância - EaD tem crescido nos últimos anos, pois, no período entre 2008 e 2018, enquanto o número de ingressantes cresceu 10,6%
nos cursos de graduação presencial, nos cursos a distância praticamente
triplicou, atingindo um crescimento de 196,6% e chegando ao patamar
de 24,3% de todas as matrículas nesse nível de ensino (Instituto Nacional de Estudos e Pesquisas Educacionais Anísio Teixeira [INEP], 2019).
Entretanto, com a pandemia da Covid-19, os governos estaduais e municipais impuseram medidas de isolamento com o fechamento das instituições de ensino. Tais medidas, imprescindíveis para a
contenção da contaminação, colocaram os profissionais da educação e
alunos sob uma nova realidade: a manutenção de atividades de ensino
por meio de atividades remotas. Essas atividades foram organizadas de
várias maneiras: aulas online em plataformas virtuais, aulas televisivas
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em canais educativos, impressão de materiais entregues aos alunos para
resolução de atividades, contatos telefônicos entre alunos e professores,
dentre outras.
A nova realidade fez emergir muitas questões nunca vividas
no setor educacional brasileiro, principalmente em relação ao acesso às
tecnologias digitais. Enquanto as escolas privadas organizaram-se rapidamente para o atendimento educacional por meio de atividades não
presenciais, as escolas públicas depararam-se com dificuldades abissais
que evidenciaram as profundas dificuldades para acesso às Tecnologias
de Informação e Comunicação, tanto dos alunos quanto dos profissionais envolvidos.
Em geral, os alunos das escolas privadas são oriundos dos grupos mais abastados da sociedade, o que lhes confere condições materiais
para acesso aos bens culturais e tecnológicos que lhes garantem acesso
qualitativo ao ensino, seja presencial ou remoto. Crianças, adolescentes
e jovens da classe trabalhadora, especialmente dos extratos mais pobres,
o acesso aos bens culturais e tecnológicos é severamente comprometido,
conforme já apontado anteriormente. Conforme dados do IBGE, o Brasil
tem mais de 210 milhões de habitantes, dos quais 25,27% sobrevivem
sem qualquer renda formal, 21,41% têm rendimentos entre ¼ e um salário-mínimo e na outra extremidade há 1% da população que vive com
mais de 15 salários-mínimos. Esses dados reafirmam o quão distante
estão os mais pobres da parcela mais rica da população.
Sobre a necessidade material dos mais pobres, o Governo Federal indica que 66 milhões de pessoas receberam diretamente o Auxílio
Emergencial no ano de 2020 e 60% da população foi beneficiada, em razão do número de pessoas das famílias atendidas (Gov.br, 2020). Esses
dados apontam a dimensão das necessidades materiais vividas pelos
brasileiros. Nesse contexto, dos 47.874.246 estudantes matriculados na
Educação Básica em 2019, 81% estão em escolas públicas (INEP, 2020),
fato que expõe a necessária organização pedagógica das instituições públicas de ensino no período de distanciamento social.
Para atender às necessidades educacionais no período, para o
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Ensino Superior, o Ministério da Educação (MEC) publicou a Portaria
Nº 343, de 17 de março de 2020, de forma a autorizar “a substituição das
disciplinas presenciais, em andamento, por aulas que utilizem meios e
tecnologias de informação e comunicação”, e a Portaria Nº 345, de 17 de
março de 2020, com o intuito de substituir as aulas presenciais, em caráter excepcional, “por aulas em meios digitais enquanto durar a situação
de pandemia do Novo Coronavírus - COVID-19”.
Para a Educação Básica, o MEC e o Conselho Nacional de Educação (CNE), em 18 de março de 2020, divulgaram Nota de Esclarecimento orientando aos sistemas de ensino sobre a adoção de “providências necessárias e suficientes para garantir a segurança da comunidade
social” (p. 1), reconhecendo sua autonomia para a “a gestão do calendário e a forma de organização, realização ou reposição de atividades
acadêmicas e escolares” (p. 1) desde que respeitadas a legislação em
articulação com as normas expedidas pelos “órgão de supervisão permanente do seu sistema de ensino e de dirigentes municipais, estaduais
e do Distrito Federal” (p. 1). Ainda em âmbito nacional, foi publicada
a Medida Provisória Nº 934, de 1 de abril de 202027, dispensando, em
caráter excepcional, o cumprimento do mínimo de dias letivos desde
que cumprida a carga horária de 800 horas anuais. Essas previsões no
âmbito nacional nortearam o caminho a ser seguido pelos sistemas de
ensino, estaduais e municipais.
Sob a luz das disposições legais e normativas nacionais, os governos locais emitiram orientações para o enfrentamento da nova realidade, visto que o Governo Federal se mostrou inoperante para liderar
o processo nacionalmente. Por isso, no atropelo das decisões, estas nem
sempre consideraram a realidade vivida pela maioria dos indivíduos.
Os órgãos normativos dos sistemas de ensino responsáveis
pela Educação Básica (Conselhos Municipais e Estaduais de Educação)
deliberaram de forma aligeirada sobre a oferta de ensino remoto para
atender à demanda educacional. Nesse contexto, a imposição de ensino
remoto, seja por meio de preparo e entrega de materiais às famílias dos
27
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Medida Provisória convertida na Lei No 14.040, de 18 de agosto de 2020.
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alunos ou por meio da utilização de plataformas virtuais e televisivas,
não considerou as dificuldades da comunidade escolar.
Os profissionais da educação precisaram adaptar-se a um novo
modelo de educação mediado pela tecnologia, sem que tivessem tido
anteriormente qualquer formação inicial ou continuada para isso. Muitos foram impulsionados a gravarem aulas sem recursos tecnológicos
ou suporte financeiro, o que fez com que a improvisação e a criatividade
fossem colocadas à prova para a garantia da oferta de aulas e de materiais pedagógicos aos alunos. Aos gestores escolares couberam estratégias de distribuição de materiais e a criação de espaços seguros para que
materiais fossem entregues e as famílias atendidas. Além disso, houve
considerada sobrecarga de trabalho para esses profissionais em razão
do acompanhamento administrativo e pedagógico necessário para as
medidas adotadas.
Assim sendo, não restam dúvidas de que os profissionais da
educação (professores, pedagogos, diretores, funcionários em geral) foram afetados, pois viveram as contradições da realidade em suas mais
profundas formas. Ao mesmo tempo que tiveram de respeitar o distanciamento social, também colocaram suas vidas e a de seus familiares em
risco ao realizarem acompanhamento in loco nas residências de alguns
alunos, especialmente os residentes em locais distantes e com dificuldade de acesso, para distribuição de materiais pedagógicos e orientação
às famílias.
Ao que tudo indica, faltaram aos gestores públicos dados sobre
a realidade de alunos e profissionais da educação. As medidas foram
adotadas sem que as condições de acesso aos materiais impressos e tecnológicos estivessem minimamente garantidas. Imperou o pensamento
de que crianças, adolescentes e jovens da classe trabalhadora, poderiam
superar todas as dificuldades apenas com algum esforço e inteligência,
mesmo sob condições desfavoráveis.
Os gestores públicos preocuparam-se com a oferta educacional – de que a educação estaria disponível para todos os estudantes em
isolamento social. No entanto, ao priorizar a oferta, sem que o acesso
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estivesse efetivamente garantido, o aprofundamento das desigualdades
se fez presente. Enquanto nas instituições privadas as condições materiais de estudantes e profissionais da educação estivessem internamente garantidas, nas instituições públicas a garantia da oferta se deu por
meio da improvisação e da criatividade. Nessas instituições o acesso ao
ensino remoto também ocorreu pela via da improvisação, pois houve
inúmeros casos de estudantes sem aparelhos eletrônicos, sem internet
ou pacote de dados para telefonia móvel, o que induziu alternativas improvisadas e criativas28. Também houve casos de total falta de acesso e,
consequentemente, de rompimento dos laços entre aluno e escola.
Os fatos ocorridos no período da pandemia, nos diversos setores das políticas públicas, mostram o quão contraditórias podem ser
as decisões governamentais. Houve quase completa inoperância do Governo Federal, ações aligeiradas dos governos locais, expectativa da sociedade por soluções imediatas. Esse contexto reafirma que:
A história se faz de tal modo que o resultado final
sempre deriva dos conflitos entre muitas vontades
individuais, cada uma das quais, por sua vez, é o
que é por efeito de uma multidão de condições especiais de vida; são, pois, inumeráveis forças que se
entrecruzam umas com as outras, um grupo infinito
de paralelogramos de força, das quais surge uma resultante – o acontecimento histórico – que, por sua
vez, pode ser considerado produto de uma potência única que, como um todo, atua sem consciência
e sem vontade. (Engels como citado em Vázquez,
2007, p. 222)
Nesse sentido, a educação brasileira, sua oferta e o consequente
acesso estiveram condicionados a diferentes interesses, sejam estes in28
Os noticiários amplamente divulgaram iniciativas individuais de empréstimo de aparelhos e sinal de internet, doações de equipamentos e deslocamentos de longa distância para que
alunos e professores desenvolvessem as atividades escolares programadas.
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dividuais ou coletivos. O resultado dos conflitos de interesses é o que
dá vida aos acontecimentos e à própria história e expressa as condições
materiais sob as quais os indivíduos vivem.
Não apenas a educação brasileira se configurou em grande desafio em tempos de pandemia, mas sua oferta no âmbito global. Países
mais pobres sofreram profundamente seus efeitos, mas nenhum, mesmo dentre os mais ricos, ficou imune.
Os caminhos seguidos em uma encruzilhada são escolhas, escolhas arbitrárias de grupos ou indivíduos que exercem o poder e evidenciam incertezas sobre o ponto de chegada, principalmente para os extratos mais pobres da classe trabalhadora, atualmente dependente das
políticas públicas sociais. Em uma sociedade dividida, extremamente
desigual, os resultados também serão distintos e desiguais.
Por isso tudo, nunca se fez tão necessário o debate sobre os
encaminhamentos político-educacionais adotados e necessários para
a garantia de acesso à educação por todos os indivíduos, independentemente de seu lugar na pirâmide social. A defesa de oferta, acesso e
aprendizagem para todos continua atual.
Considerações Finais
“O senhor poderia me dizer, por favor, qual o caminho que devo tomar para sair daqui?”
“Isso depende muito de para onde você quer ir”,
respondeu o Gato.
“Não me importo muito para onde...”, retrucou Alice.
“Então não importa o caminho que você escolha”,
disse o Gato.
Lewis Carrol (2002, p. 60)
O pequeno trecho que inicia essas considerações, retirado da
obra de Lewis Carrol, Alice no País das Maravilhas, expressa as incertezas
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sobre as decisões tomadas durante o período de pandemia no Brasil. A
realidade vivida fez com que os governantes se deparassem com um
grande dilema, o qual exigiu a tomada de decisões para a proteção da
vida das pessoas e, também, da economia. Nesse sentido, podemos caracterizar a situação como aquela vivida por Alice quando pretendia
voltar a uma realidade segura e ter de tomar a decisão de qual o melhor
caminho a seguir. Nem sempre a decisão levará ao bom termo.
As decisões político-educacionais estiveram alicerçadas em um
solo pantanoso de incertezas, visto que a desigualdade que impera na
sociedade não oferece as mesmas condições para todos. Sob condições
materiais desiguais, os estudantes da classe trabalhadora são os mais
atingidos, seja em um modelo presencial ou remoto de ensino. A educação remota só escancarou tal desigualdade ao mostrar o quão distante
dos recursos tecnológicos os mais pobres se encontram. Ainda, mostrou
a necessidade de políticas públicas que tenham o compromisso de garantir o acesso a todos e não fingir uma democratização inexistente da
educação e da escola.
Nesse contexto, nunca se fez tão necessária a “justa análise das
forças que atuam na história de um determinado período” de modo a
“determinar as relações entre elas” (Gramsci, 2007, p. 36). Por isso, a
análise da situação sob um enfoque epistemológico que ofereça as ferramentas necessárias para o desvelamento das contradições da realidade
é imprescindível.
Em razão da complexidade da relação entre capital, trabalho e
educação, o materialismo histórico e dialético se faz atual para a compreensão das múltiplas determinações que se evidenciam na realidade,
pois, como já nos alertou Marx (1975), “os homens fazem a sua própria
história, mas não a fazem como querem; não a fazem sob circunstâncias
de sua escolha e sim sob aquelas que se defrontam diretamente, ligadas
e transmitidas pelo passado” (p. 203). Temos um longo trabalho de análise sobre as ações e os resultados educacionais derivados das decisões
em período de pandemia, visto que os estudos ainda são iniciais.
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Referências
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Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística (2020). Síntese de indicadores
sociais: uma análise das condições de vida da população brasileira: 2020.
IBGE, Coordenação de População e Indicadores Sociais. IBGE.
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Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
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Instituto Nacional de Estudos e Pesquisas Educacionais Anísio Teixeira.
(2020). Censo da Educação Básica 2019: notas estatísticas. INEP.
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Civil, Subchefia para Assuntos Jurídicos. http://www.planalto.
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Lei No 13.982, de 2 de abril de 2020. Altera a Lei nº 8.742, de 7 de dezembro de 1993, para dispor sobre parâmetros adicionais de
caracterização da situação de vulnerabilidade social para fins
de elegibilidade ao benefício de prestação continuada (BPC),
e estabelece medidas excepcionais de proteção social a serem
adotadas durante o período de enfrentamento da emergência
de saúde pública de importância internacional decorrente do
coronavírus (Covid-19) responsável pelo surto de 2019, a que
se refere a Lei nº 13.979, de 6 de fevereiro de 2020. http://www.
planalto.gov.br/ccivil_03/_ato2019-2022/2020/lei/l13982.htm
Lei N. 14.040, de 18 de agosto de 2020. Estabelece normas educacionais
excepcionais a serem adotadas durante o estado de calamidade pública reconhecido pelo Decreto Legislativo nº 6, de 20 de
março de 2020; e altera a Lei nº 11.947, de 16 de junho de 2009.
http://www.planalto.gov.br/ccivil_03/_ato2019-2022/2020/Lei/
L14040.htm
Marx, K. (1975). O 18 Brumário de Luís Bonaparte. In K. Marx & F. Engels (Eds.), Obras escolhidas (v. 1, p. 199-285). Alfa Omega.
Marx, K. (2002). O capital: crítica da economia política (v. 1. 19ª ed.). Civilização Brasileira.
72
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Marx, K. & Engels, F. (2007). A ideologia alemã. Civilização Brasileira.
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de emergência de saúde pública de que trata a Lei nº 13.979,
de 6 de fevereiro de 2020. https://www.in.gov.br/en/web/dou/-/
medida-provisoria-n-934-de-1-de-abril-de-2020-250710591
Ministério da Educação & Conselho Nacional de Educação. (18 de março 2020). Nota de Esclarecimento. Recuperado em 18 de abril de
2020 de https://undime.org.br/uploads/documentos/phpdBTE6G_5e751f60aa1ee.pdf
Portaria Nº 343, de 17 de março de 2020. Dispõe sobre a substituição das
aulas presenciais por aulas em meios digitais enquanto durar
a situação de pandemia do Novo Coronavírus - COVID-19.
https://www.in.gov.br/en/web/dou/-/portaria-n-343-de-17-de-marco-de-2020-248564376
Portaria Nº 345, de 19 de março de 2020. Altera a Portaria MEC nº 343,
de 17 de março de 2020. https://www.in.gov.br/en/web/
dou/-/portaria-n-345-de-19-de-marco-de-2020-248881422?inheritRedirect=true&redirect=%2Fweb%2Fguest%2Fsearch%3FqSearch%3DPortaria%2520345%2520de%252019%2520de%2520mar%25C3%25A7o%2520de%25202020
Resolução Nº 3, de 21 de novembro de 2018. Atualiza as Diretrizes Curriculares Nacionais para o Ensino Médio. https://www.in.gov.br/materia/-/asset_publisher/Kujrw0TZC2Mb/content/id/51281622
Vázquez, A. S. (2007). Filosofia da práxis. Expressão Popular.
73
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
POLÍTICA EDUCATIVA Y PANDEMIA EN MÉXICO:
“¿Qué quieren que aprenda?”29
Pedro Flores-Crespo*
Miriam Herrera-Aguilar**
Oliva Solís***
Edita Solís****
29
Agradecemos a Jorge Gorostiaga su revisión a las primeras versiones, así como sus
correcciones. Con éstas, mejoraron los puntos de vista aquí expresados. La responsabilidad empero - por algún error u omisión sigue siendo nuestra.
*
Profesor-investigador de la Universidad Autónoma de Querétaro, México. Desde 2005,
ha sido miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Sus principales áreas de estudio son el
análisis de la política pública en educación y la relación entre educación y desarrollo. Fue coordinador de redes de la Human Development and Capabilities Association, que fundó el premio
Nobel de Economía, Amartya Sen y la filósofa Martha Nussbaum. Dirigió las revistas Mexicana de
Investigación Educativa (Comie) y la Interamericana de Educación de Adultos (Crefal).
**
Profesora-investigadora en la Universidad Autónoma de Querétaro; Licenciada en Comunicación por la Universidad Autónoma del Estado de México; Maestría en Comunicación por la
Universidad Iberoamericana, Santa Fe, Cd. de México; Master en Ciencias de la información y de la
comunicación: teoría, culturas e internacionalización y Doctora en Ciencias de la información y de
la comunicación por la Universidad Paris III Sorbonne. Sus líneas de investigación: Epistemología
de la comunicación; Tecnologías digitales de la información y la comunicación en la educación;
Formación de profesionales de la comunicación. Integrante del cuerpo académico: Modernidad,
Desarrollo y Región. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores.
***
Profesora-Investigadora adscrita a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de Querétaro. Perfil deseable PRODEP y miembro del SNI I. Sus líneas de
investigación giran en torno a la Historia de las Mujeres con perspectiva de género, Historia de la
Prensa, Historia de la Educación, Historia de la vida cotidiana e Historia regional de Querétaro con
énfasis en el proceso modernizador, líneas en las cuales ha publicado artículos, capítulos de libros
y libros, así como dictado conferencias tanto a nivel nacional como internacional.
****
Es licenciada en Sociología, maestra en Ciencias de la Educación, en Literatura Mexicana Contemporánea y doctora en Psicología y Educación, por la Universidad Autónoma de Querétaro, UAQ. Su principal actividad es la docencia adscrita a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
además de otras actividades propias de su función.
75
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Introducción
Si tomamos en cuenta que las políticas públicas en educación
son cursos de acción que surgen desde los gobiernos democráticamente
electos, pero que son recreados constantemente por los diversos actores
para tratar de resolver los problemas sociales (Flores-Crespo, 2008), es
justo preguntarse: ¿Qué efecto tuvo la pandemia, a raíz de la aparición
del virus SARS-CoV-2, para plantearse nuevas acciones? “Nunca antes
habíamos sido testigos de un trastorno educativo de tal magnitud”, de
acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación,
la Ciencia y la Cultura (2020). Se calcula que “87 por ciento de la población estudiantil se vio afectada por el cierre de las escuelas debido al
Covid-19”. Esto representa alrededor de 1.500 millones de personas de
165 países (UNESCO, 2020).
Pero mientras el virus, surgido de la naturaleza, es el mismo,
la respuesta de los gobiernos y las sociedades es distinta30. Desde ahí
podemos explicar la gran variabilidad en las tasas de mortalidad. Bajo
este trágico ambiente, hemos aprendido que la efectividad de las políticas públicas sí tiene sentido y está a prueba cada día que un gobierno
actúa. No es, entonces, descabellado pensar que la legitimidad de los
gobiernos democráticamente electos está en juego en la medida que están lidiando con la emergencia sanitaria y con la crisis económica, de
salud y, por supuesto, educativa.
La manera en que los gobiernos y las sociedades se están reorganizando constituye una lección para el análisis de las políticas públicas en educación. En este sentido, este capítulo delinea, en primer lugar,
el problema social que enfrentamos a raíz de la emergencia sanitaria
en el sector educativo para después, en la segunda parte, presentar los
resultados de un sondeo a profesores y estudiantes de la Universidad
Autónoma de Querétaro (México) sobre su quehacer académico durante
los primeros meses de encierro. Con base en esta exploración, la terce30
Una idea similar fue expresada por el historiador Héctor Aguilar Camín en alguno de
sus artículos periodísticos.
76
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
ra parte presenta una discusión de acciones esenciales que habría que
pensar para enriquecer el proceso de política educativa en este país latinoamericano.
Quizás la lección con que concluimos es que el talante antimoderno de un gobierno – reflejado en sus acciones – puede causar la
muerte y, en el caso de la educación, ampliar las desigualdades. Triste
aprendizaje de políticas en estos tiempos, pero que afortunadamente la
Red Latinoamericana de Estudios Teóricos y Epistemológicos en Política Educativa ha traído a discusión con esta publicación.
Crisis
Hay consenso en que el cierre escolar forzado va a profundizar
la grave situación en que se encontraban algunos sistemas educativos.
Es muy probable que las brechas de aprendizaje se ampliarán y esto
va a tener una pendiente más negativa y pronunciada para los niños
y jóvenes más pobres. Será una “crisis sobre la crisis”, según Marcela
Gajardo (2020).
En México, se han hecho cálculos sobre los efectos más tangibles en el aprendizaje de la niñez. Rafael de Hoyos (2020), por ejemplo,
ha estimado que al perder 60 días de clases se reduciría, aproximadamente, 24 puntos en los resultados de una prueba estandarizada como
ENLACE (Evaluación Nacional de Logros Académicos en Centros Escolares)31. Esto, a su vez, supone de Hoyos, va a impactar negativamente
en la tasa de graduación en los niveles superiores y podría ocasionar
una caída en los ingresos económicos de dicha generación.
El “efecto dominó” de la pandemia podría echar por la borda
muchos esfuerzos previos por elevar los aprendizajes y ampliar el capital humano y las libertades. He aquí un primer reto para las políticas
educativas a futuro.
31
Dicha prueba estandarizada era alineada al currículum, censal y nació en 2006 para
primaria y secundaria; sin embargo, en 2014 fue reemplazada por Planea (Plan Nacional para la
Evaluación de los Aprendizajes). Actualmente, aún no se presentan datos representativos para
todo el país derivados de esta prueba.
77
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Calcular los efectos (negativos) de la pandemia sobre el sistema escolar es un paso importante para delinear un plan estratégico. Sin
embargo, habría que pensar más allá del logro escolar y centrarse en la
salud emocional de los educandos, así como en una noción más amplia
de aprendizaje. Esto es así porque “los niños y las niñas nunca dejan de
aprender”, afirma Sylvia Schmelkes (2020). Aprender y crecer son sinónimos, como ha sostenido Emilia Ferreiro32. Los niños pueden aprender
cosas diferentes durante el confinamiento, pero esto requiere de un ambiente propicio en términos socio afectivos, agrega Schmelkes (2020).
Un acercamiento a este ambiente fue la consulta OpiNNA del
Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes de México, la cual reveló que a los menores de 3 a 5 años les provocaba “tristeza no poder ir a la escuela o jugar con sus amistades”. En el caso de
los jóvenes de entre 12 a 17 años, tres de cada diez sentían “ganas de no
estar en casa” y 80 por ciento de ellos no había recibido apoyo para sus
actividades escolares (SIPINNA, 2020: 31).
Debemos recordar que, al interrumpirse las clases presenciales,
el gobierno mexicano ideó el programa “Aprende en Casa” (I, II y III),
el cual trató de mantener las clases vía remota. Para ello, se diseñaron
contenidos educativos que se transmiten por televisión, radio e internet.
Inició operaciones el 20 de abril de 2020 y sus resultados están en cuestión. Mientras el ex secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma,
sobrevaloró los efectos de este programa gubernamental al decir que “el
proceso de aprendizajes no se ha detenido en el país” porque 9 de cada
10 niños y 8 de cada 10 maestros “están en comunicación” (SEP, 2020),
la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu, 2021) detectó en una encuesta33 que los estudiantes de primaria y
secundaria declararon recibir más apoyo de sus madres y padres que
de sus maestros y maestros (94% versus 30% y 70% versus 44%, respectivamente).
32
Ferreiro, estudiante de Jean Piaget, ha escrito importantes textos sobre esta temática.
Entre otros, ver Ferreiro (2007) y las referencias ahí incluidas.
33
Esta encuesta no fue representativa, por tanto, los resultados no pueden generalizarse
a toda la población. El número exacto de encuestados fue de 193.749, quienes respondieron un
cuestionario en línea. De este total 8 por ciento fueron directoras/es; 18 por ciento, estudiantes; 37
por ciento, maestras/os; y 37 por ciento, padres de familia.
78
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
De hecho, en secundaria, se empezó a delinear una figura de
tutoría horizontal: el compañero de clase o amigo. Según la Mejoredu
(2021), tres de cada diez jóvenes de entre 12 y 14 años reconocieron recibir este tipo de apoyo. Esto muestra la capacidad de la propia sociedad para organizarse para enfrentar la crisis educativa que vivimos. ¿Se
utilizará esta energía y disposición del joven para diseñar programas
compensatorios o de nivelación para recuperar un posible déficit de
aprendizajes? Esto está por verse, aunque la inclinación centralizadora
y vertical del actual gobierno (2018-2024) hace poner en duda tal supuesto.
Es sintomático, además, saber que, a medida que avanza el nivel educativo, se recibe menos y peor orientación por parte del gobierno
a las familias mexicanas para apoyar el aprendizaje de sus hijos en casa.
Mientras en preescolar, 26 por ciento de los padres encuestados declararon recibir información insuficiente o de plano no recibirla, en secundaria este porcentaje ascendió a 54 por ciento (Mejoredu, 2021).
Los datos mostrados por la Comisión confirman lo detectado
por la consulta OpiNNA (SIPINNA, 2020): en secundaria, donde asisten los jóvenes de 12 a 14 años, “4 de cada 10 estudiantes señalaron
no haber tenido actividad en una materia o más” (Mejoredu, 2020:16).
Parece entonces que sí se detuvieron segmentos del sistema educativo,
pese a que el ex ministro de la educación de México asumía otra cosa.
El reporte de la Mejoredu es también interesante porque muestra las
preocupaciones de la sociedad, que podrían formar parte de la agenda
pública y la exigencia social. Por ejemplo, la mayoría de los estudiantes
de educación básica (67 por ciento) demanda apoyo para “ponerse al
corriente”. Sus madres y padres, por su parte, desean saber cómo va a
funcionar la escuela, cómo apoyar al niño o al joven en las áreas donde
va más “atrasado” y “qué tanto” se aprendió durante el encierro.
Como ha sostenido Flores-Crespo (2020a)34, parece que será necesario evaluar, a escala nacional y de manera rigurosa, los aprendizajes
para poder desarrollar planes efectivos de compensación. De hecho, tres
34
Ver también “Hacia un plan para aprender: Propuestas desde la investigación” https://
educacion.nexos.com.mx/hacia-un-plan-para-aprender-propuestas-desde-la-investigacion/
79
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
de cada diez docentes piden saber qué aprendizajes “adquirieron” sus
estudiantes durante la pandemia. En resumen, la ciudadanía esperaría
saber: (1) si efectivamente se registraron pérdidas en el aprendizaje, (2)
en qué poblaciones se acentuaron tales déficits, (3) en qué momento se
inició un declive significativo de los aprendizajes, (4) qué atrasos por
áreas del conocimiento fueron más fáciles de compensar con el trabajo
en casa y el respaldo de las madres y padres de familia, y, sobre todo, (5)
qué estrategias de aprendizaje se van a diseñar y proponer para tratar
de volver a la normalidad. Será necesario, según decía, que todas estas
medidas se basen en la evidencia científica y en el conocimiento acumulado. Si la ocurrencia y la improvisación pueden costar vidas humanas
a raíz del brote del Covid-19, ¿qué más se podría romper en el sector
educativo ante la pandemia? (Flores-Crespo, 2020b).
Utilizar el conocimiento científico para formular políticas educativas es un rasgo de modernidad. No obstante, el gobierno actual de
México, en voz del presidente, Andrés Manuel López Obrador, se aleja
cada vez más de esta posición al adoptar un “estilo populista de gobernar”, como ha observado el politólogo José Antonio Crespo, en su libro
AMLO en la balanza. De la esperanza a la incertidumbre. Ante lo complejo
de los problemas nacionales y las críticas que levanta el proceder del
gobierno obradorista, su titular rehúye al debate razonado para descalificar ideológicamente a sus oponentes (Crespo, 2020: 242). ¿Estamos
ante la puerta de diluir lo “público” de las políticas para volver a las
decisiones gubernamentales y la consecuente ineficiencia y “desgobierno”35? Pregunta que la RELEPE tendrá que retomar a la luz del ataque
a la democracia, paradójicamente, por la vía democrática36 que hemos
vivido en México, Venezuela, Brasil, Bolivia, Venezuela, Nicaragua,
Honduras, El Salvador. Pero dejemos la agenda de investigación para
más tarde y pasemos a describir los resultados de un sondeo sobre el
quehacer académico de estudiantes y docentes universitarios durante
los primeros días de encierro.
80
35
Tomamos este término de Luis F. Aguilar (2007).
36
Esta es la tesis central del libro de Levitsky y Ziblatt (2018).
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
“¿Qué quieren que aprenda?” Sondeo a estudiantes y
docentes universitarios
En el marco de la pandemia por el virus SARS-CoV-2, nuestra
universidad cierra sus puertas el 17 de marzo de 2020. A un mes de
este suceso, y preocupados por la situación que estábamos enfrentando, nos propusimos realizar una encuesta37 y aplicarla por vía electrónica a todos los docentes y estudiantes de nuestra facultad (716 y 153,
respectivamente) con el propósito de: (A) explorar la manera en que la
comunidad actuaba durante un periodo de la pandemia, (B) indagar
problemas relacionados con el aprendizaje y el uso de la tecnología, y
(C) reflexionar sobre algunas acciones que serían necesarias para que los
jóvenes estudiantes pudieran compensar los posibles “desaprendizajes”
escolares a los que fueron forzados por la emergencia sanitaria (Flores-Crespo, Herrera-Aguilar, Solís y Solís, 2020).
El primer resultado que llamó la atención fue que siete de cada
diez profesores no respondieron y seis de cada diez jóvenes tampoco
lo hicieron. Se hizo promoción por redes sociales y a través de lista de
distribución de e-mails, pero la respuesta no fue alta y la pregunta es
por qué. Pudo ser que los incluidos en esas listas no lo recibieron, o si
lo hicieron, simplemente no desearon responder. Los resultados obtenidos, por lo tanto, no pueden ser considerados representativos de toda
la población.
La Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad
Autónoma de Querétaro es una institución pública, la cual fue fundada
en 1984 y actualmente ofrece seis programas de licenciatura que comparten dos semestre de Área Básica38 (Desarrollo Local, Ciencias Políticas y Administración Pública, Comunicación y Periodismo, Sociología,
37
El cuestionario de estudiantes incluyó 34 preguntas (tres de ellas abiertas y las restantes
cerradas, de opción múltiple y escala de Likert); y el de docentes constó de 33 reactivos con cuatro
preguntas abiertas. Las secciones de los cuestionarios fueron: datos generales, residencia física,
situación frente al virus, acervo tecnológico y prácticas de aprendizaje. Se aplicó del 28 de abril al
11 de mayo de 2020.
38
Se refiere a lo que se denomina el “tronco común”, el cual se cursa en primer y segundo
semestre.
81
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Gestión Pública y Gobierno, Relaciones Internacionales); cuatro especialidades (Gestión del desarrollo comunitario; Familias y prevención de
la violencia; Procesos electorales y campañas políticas; Comunicación
política), dos maestrías (Ciencias Sociales; Comunicación y Cultura Digital) y un doctorado en Ciencias Sociales. Al momento de la aplicación
del cuestionario había 716 estudiantes inscritos y 153 docentes con un
tipo de contratación variable (por honorarios, de tiempo libre y de tiempo completo). El Gráfico 1 muestra cómo se repartieron los jóvenes universitarios que respondieron el cuestionario por programa de estudios.
Gráfico 1. Adscripción de los estudiantes participantes en el sondeo
Fuente: Elaboración propia.
Como se observa, el programa de licenciatura en Comunicación
y Periodismo concentró 26 por ciento de la respuesta de estudiantes, el
de Ciencias Políticas y Administración Pública, así como el Área Básica39
alrededor de 19 por ciento cada uno y el de Relaciones Internacionales
13 por ciento. Estos cuatro programas de licenciatura concentraron 76
por ciento del total de la respuesta de los jóvenes estudiantes, mientras
que ocho por ciento corresponde a los diferentes programas de posgrado de nuestra facultad. El 16 por ciento restante lo concentraron los
otros programas de licenciatura (Sociología, Desarrollo Local, Socioterritoriales y Gestión Pública).
En referencia al semestre cursado al momento del sondeo, se
39
Se refiere a lo que se denomina el “tronco común”, el cual se cursa en primer y segundo
semestre.
82
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
encontró que 35 por ciento provenían del Área Básica, 26 por ciento
cursaban el 4º semestre de licenciatura o posgrado, mientras que 23,5 y
15,5 por ciento cursaban 6º y 8º semestre, respectivamente, en diferentes
licenciaturas.
Jóvenes: acervo tecnológico, aprendizaje y emociones
Al explorar la situación personal de los jóvenes frente a la pandemia, se encontró que la mayoría de los universitarios (47 por ciento)
lo consideraba “un problema de salud serio pero guardaba la calma”
al respecto. Recordemos que este sondeo se realizó a un mes y medio
de haberse conocido la primera muerte en México. 88 por ciento de los
jóvenes declararon no haber tenido síntomas a causa del virus y casi
ninguno cuidaba a un enfermo de Covid.
Nuestro sondeo mostró que 80 por ciento de los estudiantes
que respondieron la encuesta posee una computadora personal y no la
comparten con otros miembros de la familia40. Asimismo, seis de cada
10 estudiantes cuentan con datos ilimitados, pero la mayoría (56 por
ciento) declaró tener una mala conexión a internet y cuatro por ciento
dijo no contar con el servicio en su residencia actual. El Gráfico 2 muestra que un poco más de la mitad (53 por ciento) de los jóvenes había tenido frecuentemente, muy frecuentemente o siempre problemas de conectividad para cumplir con el quehacer académico durante la pandemia.
40
Un sondeo similar al nuestro, pero a nivel nacional e internacional, realizado por el
Grupo de Investigación sobre la Educación Superior en Coyuntura, obtuvo resultados similares.
Sólo diez por ciento (427) de los estudiantes encuestado en línea declaró no tener una computadora
en casa. Para mayor información, véase Vázquez, S. y Silas, J.C. http://www.educacionfutura.org/
la-experiencia-de-los-estudiantes-universitarios-ante-la-transicion-ocasionada-por-el-covid19/
83
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Gráfico 2. Frecuencia con la que los estudiantes experimentaron
problemas de conectividad
Fuente: Elaboración propia.
Como se observa, si bien las universidades se habían concretado,
hasta antes de la pandemia, como espacios que permitían salvar la
denominada brecha digital a los estudiantes universitarios, tanto en lo
que respecta al acceso a la Tecnologías Digitales de la Información y de
la Comunicación, incluida la conexión a internet – a través de sus centros
de cómputo y la conectividad inalámbrica que ofrecen a su comunidad
–, como en lo que concierne a las posibilidades de formarse en su uso
(Crovi-Druetta, 2016; Herrera-Aguilar, Medina-Aguilar y MartínezMusiño, 2015; Herrera-Aguilar y Solís-Hernández, 2018), el cierre de
las escuelas deja “desconectado” a un porcentaje de estudiantes que, si
bien es minoritario, no deja de ser significativo para cumplir cabalmente
nuestro quehacer. Hay ciertamente una “crisis al cuadrado”.
Frente a los problemas de conectividad, llamó la atención que,
según un 55 por ciento de los estudiantes, la totalidad o casi la totalidad
de sus profesores se movió “inmediatamente” a la opción de continuar
las clases en línea. En ello, la mayoría de los docentes optaron por
utilizar Zoom y Whatsapp para continuar con sus clases en lugar de la
plataforma Moodle de la UAQ. Moverse rápidamente a la modalidad en
línea habla mucho del compromiso docente, pero poco del cambio en
84
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
la práctica docente y mucho menos del aprendizaje real que se tendrá
a partir de la educación en línea. Los propios estudiantes observaron
que los profesores parecían más interesados en cubrir el programa
que en garantizar los aprendizajes. Pareciera que ni con la pandemia
se pudo combatir, en un primer momento, la ansiedad que genera la
escolarización o las calificaciones.
De hecho, al preguntar a los estudiantes cuál era su principal
sensación al llevar las clases en línea, la gran mayoría expresa sentimientos negativos. La Imagen 1 muestra algunas de esas sensaciones.
En primer lugar, declararon tener frustración, estrés y agobio; seguidos de desagrado, necesidad de interactuar cara a cara, sensación de no
aprender, incertidumbre y cansancio, entre otros.
Imagen 1. Sensaciones negativas de los estudiantes al llevar sus
clases en línea
Fuente: Elaboración propia con base en la sistematización de los resultados obtenidos.
Desde ese momento, advertíamos la necesidad de cuidar la dimensión socioemocional de los jóvenes, pues estudiar bajo condiciones
de tensión y agobio no produce resultados académicos favorables. ¿Responderá la Facultad a este reto sin recargar el plan de estudios o los
contenidos curriculares? Pregunta que aún espera una respuesta.
Al explorar qué necesitaban los jóvenes para aprender mejor
durante la contingencia, nos dijeron, en orden de importancia, que se
requería que los “profesores se organizaran mejor”, que mejorara su
85
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
conexión a internet y que les dijéramos “qué queremos que aprendan”.
Esta última exigencia de nuestros estudiantes, en el entendido que
tenga eco en el resto de los jóvenes de México, podría implicar un
cambio radical en la manera en que damos clases, en qué contenidos
deben ser priorizados y en definir mejor los objetivos de aprendizaje
que, claramente, deben de cambiar a partir de la clausura escolar y de
todos los problemas descritos en la primera sección de este capítulo.
Quizás esto nos pondría más cerca del objetivo central en estos
tiempos: mantener el interés de los jóvenes por su propio aprendizaje.
Tristemente, la pandemia nos debe hacer reflexionar sobre qué cambio
educativo es necesario. ¿Pudimos haber aprendido esto sin tener
que enfrentar una pandemia y sus consecuentes muertes? Es difícil
responder a esta pregunta. Lo que queda por delante es reconfigurar
las políticas educativas ante este terrible escenario. ¿Qué lecciones de
política pública aprender? A continuación, señalamos algunas de ellas
con el ánimo de continuar la discusión en nuestra región.
Hacia un plan para aprender
Derivado de nuestro sondeo, se plantearon algunas recomendaciones específicas para nuestra propia universidad. Entre éstas, se encontraban complementar la información obtenida en este primer sondeo
para planear con mayor fundamento el regreso a clases. Además, se sugirió mejorar la comunicación entre estudiantes, tutores, coordinadores de
área y docentes para monitorear avances y problemas durante el trabajo
en línea, así como “alertar sobre problemas de los pares”. Hasta el momento, no existe una estrategia al respecto, como tampoco surgió un programa institucional de desarrollo académico que contribuyera a mejorar,
de manera sistemática y continua, las habilidades digitales de los docentes41. Esto era importante pues, según nuestro sondeo, 46 por ciento de los
profesores encuestados evaluó sus habilidades de este tipo como “regulares”, mientras que sólo ocho por ciento las percibió como “excelentes”.
41
86
En lugar de un programa de amplio alcance, se ofrecieron cursos específicos.
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Pero hubo también recomendaciones más generales que podrían nutrir la discusión sobre las políticas públicas educativas. Mencionaremos tres.
Primero, sugerimos replantear claramente los fines del aprendizaje para evitar así la sobre escolarización de la educación virtual y
en línea que no produce aprendizaje y sí tensión, desánimo y ansiedad.
Esto coincide con lo sugerido por otros especialistas, e incluso por la
Mejoredu (2020, 2021). De acuerdo con Cenobio Popoca (2020), habría
que otorgar mayor flexibilidad —real y no discursiva— al diseño de planes curriculares para que sean las comunidades escolares las que construyan sus currículos de manera más autónoma a partir de un estándar
de aprendizaje claramente establecido, como también recuerda Gajardo
(2020). Ahora es un buen momento para clarificar dónde deben estar las
“prioridades educativas” del sistema educativo y no rellenar de contenidos a los estudiantes (Reimers, 2020).
Segundo, hay que conocer qué aprendizajes se perdieron,
cuáles se ganaron a partir de la pandemia – y gracias al “Aprende en
Casa”–, y cómo se repartieron tales déficits en los diversos grupos, grados, niveles y tipo de sostenimiento (público y particular). Es esperable
que los niños de 3 a 5 años, cuyo aprendizaje está mediado por la constante interacción, el juego y la convivencia, hayan enfrentado mayores
dificultades para ampliar sus capacidades que jóvenes de bachillerato o
de universidad. En otro lugar se había sugerido:
Calcular estas supuestas pérdidas en términos de
habilidades disciplinares y por áreas (matemática,
comprensión lectora, ciencias, ciudadanía). Esto
requerirá financiamiento y una nueva gobernanza
para establecer un esquema de colaboración horizontal entre los distintos actores sociales, políticos
y equipos técnicos como la Comisión Nacional para
la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu); las
áreas técnicas de evaluación de las secretarias de
educación de las diversas entidades federativas; la
87
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
SEP y un grupo de especialistas en psicometría (Flores-Crespo, 2020c).
La tercera sugerencia tiene relación con el respaldo en el conocimiento científico que deberían tener las políticas educativas en un ambiente de pandemia. Fernando Reimers, profesor de la Universidad de
Harvard, ha resaltado la perfecta alineación que, en países como Estados Unidos, ha tenido el tratamiento de la pandemia en el sector salud.
Observa que los ministerios, los especialistas y los trabajadores “a ras
de suelo” han trabajado juntos para enfrentar la crisis sanitaria. ¿Qué ha
ocurrido en el campo de las políticas educativas? ¿Hay una igual alineación entre lo que dice la ciencia, sugiere el ministro y hacen las doctoras
y enfermeros? Parece que no. Lo que parece imperar es la confusión. Va
un ejemplo con referencia al caso mexicano.
El martes 8 de diciembre de 2020, el ahora ex titular de la SEP
anunció en Twitter que a “partir de enero, podrán regresar a actividades
presenciales en las escuelas de manera voluntaria, las entidades federativas con semáforo amarillo y verde”. A las pocas horas, el ex secretario
tuvo que corregir. Solamente se regresaría a clases con el semáforo en
verde, no en amarillo. Con este último, se podría asistir de manera “voluntaria” al Centro Comunitario de Aprendizaje (CCA). Es que, según
dice este servidor público, “hay muchas maestras, maestros y escuelas
que quieren dar asesoría”. ¿En verdad así, con tanta superficialidad, se
toman las decisiones? A nuestro juicio, hubiera sido ideal, como dice
Flores-Crespo (2020d), que la SEP tomara en serio la equidad, priorizando a las primarias indígenas y telesecundarias, donde, según Mejoredu
(2020), la gran mayoría de los docentes tuvieron dificultades para atender a sus estudiantes (75 y 66 por ciento, respectivamente). Este autor
concluye que:
Mientras la SEP trataba de aclarar las cosas, Hugo
López Gatell, subsecretario de Salud, expresó públicamente: “En cuanto al color [del semáforo] es hasta cierto punto intrascendente” porque estamos en
88
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
“alerta por Covid 19”. Es decir, las cosas son más
graves de lo que asume la SEP, por lo tanto, regresar
a clases con un referente que ha sido “manipulable”, según algunos tuiteros, es inseguro. La intersectorialidad de la política pública hizo agua (Flores-Crespo, 2020d).
La contradicción y falta de intersectorialidad de la política pública se constata con el caso de Campeche. Este estado sureño ha sido
uno de los que ha mantenido el color verde por más tiempo. Pese a ello,
no se ha regresado a clase. Aunque el número de contagios en aquella
localidad no ha sido relativamente alto, los maestros de educación básica fueron vacunados para regresar a clases y, no obstante, el personal de
salud de allá sigue esperando la inoculación (Ortega, 2021). Esto muestra la falta de uniformidad en los criterios de vacunación, la improvisación en la toma de decisiones y el uso político de la pandemia.
Observaciones finales: ¿Adiós a la gobernanza?
Las tres recomendaciones de política hechas en la sección previa pueden clasificarse como una de tipo netamente pedagógico (cambio curricular), otra de índole técnica (evaluación) y la última implicaría
un rasgo de modernidad dentro de la democracia (uso de la evidencia
científica en los procesos de políticas públicas). Las tres implican gobernanza. Siguiendo a Luis F. Aguilar, entendemos aquí a la gobernanza
como:
un proceso de dirección de la sociedad que ya no es
equivalente a la sola acción directiva del gobierno y
en el que toman parte otros actores: un proceso directivo postgubernamental más que antiguberna-a.
Es un nuevo proceso directivo, una nueva relación
entre gobierno y sociedad, que difícilmente puede
ser ya en modo de mando y control, en virtud de
89
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
la independencia política de los actores sociales y
de su fuerza relativa en virtud de los recursos que
poseen (Aguilar, 2007:18)
La gobernanza refiere, entonces, en palabras de Aguilar, a un
“sistema de gobierno” más que a un centro de control y mando. Bajo
este esquema podrían desarrollarse las propuestas aquí expresadas.
Discutir qué contenidos omitir de un plan de estudios demanda gozar
de libertades para la deliberación pública y una real autonomía escolar.
Medir los déficits de aprendizajes originados por la pandemia requiere
evaluación rigurosa, estandarizada, competencias técnicas e independencia para dar a conocer los resultados de estos ejercicios. En el caso
de utilizar el conocimiento para respaldar las acciones gubernamentales, demanda apertura y ceder cierto poder a un sistema abstracto como
es el proceso de construcción de conocimiento. Además de respeto a la
verdad y no recurrir a la excusa de tener “otros datos” (alternative facts).
Finalmente, reconocer que no se pueden aplicar políticas públicas de
manera uniforme, sino acorde con las realidades de cada región. Ello
requiere generar conocimiento, por un lado, y una posición de apertura para utilizarlo para la toma de decisiones. Estamos, diría Reimers
(2020), ante una emergencia que demanda adaptación.
Estos requisitos de modernidad parecen cada vez más alejados
del ambiente político de México. En su lugar, existe aversión a los ejercicios de evaluación estandarizada, combinada por falta de recursos y
capacidad técnica de la Mejoredu y de la SEP. En vez de mirar a los
agentes escolares como individuos responsables, hay una tentación por
introducir un mayor número de contenidos de corte ideológico a los
planes de estudio. Así, la nueva secretaria de Educación Pública declaró
al tomar posesión que buscará “mejorar los contenidos educativos en
relación con la realidad que estamos viviendo”. ¿Y cuál es esa realidad?,
se pregunta Flores-Crespo (2021a):
¿La del centralismo del poder? ¿La de debilitar la
democracia en aras de imponer la Transformación?
90
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
¿La falta de autonomía magisterial? Por supuesto
que no. Ésta no es la realidad que el presidente lee,
sino la de fortalecer “los valores culturales, morales,
donde se afianza el civismo, la ética, la fraternidad
y el amor al prójimo”. Y es que ya Andrés Manuel
López Obrador lo ha dicho, según Gómez Álvarez:
el humanismo es como un “tronco común”.
Del humanismo parte “la técnica, la ciencia, las
matemáticas, la física, la biología y demás áreas” […]
Previo a delinear estas cuatro líneas, Delfina Gómez
también expresó: “Tampoco olvidamos cómo los
contenidos fueron centrándose en las necesidades
que el ambiente neoliberal y la globalización exigían.
Se perdieron los valores, la conciencia de clase, el
humanismo, todo se perdió en favor de una supuesta
competencia y productividad. ¿Dónde quedaron los
libros de texto, las asignaturas y contenidos que nos
formaron como mexicanos?” (Flores-Crespo, 2021a)
El entorno político de México empieza a mostrar una cancelación de condiciones democráticas para la formulación de políticas
públicas. ¿Murió la gobernanza por las acciones del actual gobierno?
¿Estamos en una etapa de postgobernanza o en el retorno a una manera
centralista del poder bajo nuevas condiciones relativamente democráticas? Aún se requiere mayor análisis al respecto, pero es evidente que
el actual gobierno mexicano, bajo una bandera de Transformación y de
que todo el pasado (neoliberal) fue un periodo “obscuro”, ha impulsado
cursos de acción que han sido nutridos por un subido voluntarismo, sin
bases técnicas sino ideológicas y con la ilusión de que hay una figura todopoderosa que, por su buena voluntad, generará el cambio educativo
“verdadero”. Los resultados están a la vista.
Con base en la Encuesta para la Medición del Impacto Covid 19
en la Educación, (Ecovid-Ed 2020) (INEGI, 2021), ahora sabemos que 5,2
91
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
millones de personas de 3 a 29 años no se inscribieron en el ciclo escolar
2020-2021 por razones atribuidas al Covid y a la falta de recursos (2,3 y
2,9 millones, respectivamente). Si a esto le agregamos los 3,6 millones
que no se registraron por “tener que trabajar”, pues en México tenemos
un nivel de exclusión escolar del tamaño de toda Austria (8.8 millones),
según hace notar Flores-Crespo (2021b).
La pluralidad política e ideológica está cediendo su paso a la
polarización social y, en todo esto, la efectividad de la política parece
ser más una invención del gobierno que un referente medible u objetivo.
Habrá que remendar nuestras teorías y epistemologías de las políticas
educativas. El caso de México empieza a ser tristemente muy ilustrativo.
92
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Referencias
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Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
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96
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
REFLEXIONES INICIALES EN TORNO A LOS DESAFÍOS
ENFRENTADOS EN LA EDUCACIÓN COSTARRICENSE
COMO PARTE DE LAS TRANSFORMACIONES
PROVOCADAS POR LA PANDEMIA DEL COVID-19
Jacqueline García Fallas
Introducción
En este documento se presenta un conjunto de reflexiones iniciales sobre los desafíos enfrentados en la educación costarricense como
parte de las transformaciones provocadas por la pandemia del COVID-19. Se menciona un contexto desde el cual se trata tanto la situación
de crisis como la de su abordaje por las autoridades educativas con el
fin de afectar lo menos posible la continuidad del proceso educativo del
ciclo lectivo 2020. Se señalan las brechas que se han evidenciado en el
sistema educativo costarricense, así como las oportunidades que la crisis ha ofrecido para proyectar acciones, políticas e investigación.
*
Profesora catedrática de la Universidad de Costa Rica. Actualmente es directora del
Instituto de Investigación en Educación, directora del Programa de Doctorado en Educación y Vicedecana de la Facultad de Letras. Realizó estudios de Doctorado en Educación en el Programa de
Doctorado en Educación de la Universidad de Costa Rica. Tiene una Licenciatura en Filosofía por
esta misma casa de estudios. Cuenta con una especialización en Psicología Cognitiva Aplicada a
Ambientes Informáticos por Universidad Federal de Rio Grande del Sur, Brasil.
97
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Contexto de la educación costarricense en torno a la atención de la
crisis provocada por el COVID-19
En la Cuadro 1 se presenta un esquema sobre la distribución de
los niveles del sistema educativo costarricense.
Cuadro 1. Estructura Organizativa del Sistema Educativo
Costarricense por niveles
Nivel Educativo
Educación Inicial
Edades
0
1
2
3
4
5
6
Ciclos (No. de años)
Materno Infantil (Edad 0-4)
Preescolar ( Edad 5-6)
Instituciones públicas y privadas
Guarderías
infantiles
7
8
9
10
11
12
13
14
Educación
General Básica
Educación
Diversificada
16
Educación
Superior
17
18 años y más
18
15
Jardines Infantiles
I Ciclo
II Ciclo
III Ciclo
1
2 3 4 5 6 7 8 9
Educación General Básica
Escuelas públicas y privadas
Modalidad Educación Especial y
Educación de Adultos
IV Ciclo
Colegios y Liceos públicos y
privados
Académica
Técnica
10
11
10
11 12
Especialidad:
Comercial,
Ciencias, Artes y
Industrial,
Letras
Agroindustrial,
Servicios,
Artesanía
V Ciclo en adelante
Instituciones públicas y privadas:
Universidades, Parauniversitarias,
Institutos, Academias
Áreas de formación
Artes, Letras, Ciencias Básicas y
Aplicadas, Ingeniería, Arquitectura,
Ciencias Sociales y Salud
Fuente: Elaboración propia
Fuente: Elaboración propia
En 2020 se registró el Sistema Educativo Costarricense reportado
por
el
Ministerio de Educación Pública en el sitio web https://www.
https://www.mep.go.cr/indicadores_edu/
mep.go.cr/indicadores_edu/. Las cifras incluyen datos de instituciones
98
•
•
•
•
•
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
públicas, privadas y subvencionadas, siendo el mayor número correspondiente a las públicas:
Cantidad de estudiantes por Matrícula
• Preescolar: 140.988
• Primaria: 500.663
• Secundaria: 503.420
• Educación especial: 15.152
• Educación para el trabajo: 40.957
• Total: 1.201.180
Cantidad de funcionarios
• Docente administrativo: 7177
• Técnico Docente: 3192
• Docente de todos los niveles educativos: 95629
• Administrativo y de Sector de Servicios: 25314
• Total: 131312
Cantidad de centros educativos
• Públicos: 4.471
• Privados: 638
• Privados subvencionados: 70
• Total: 5179
La preparación docente y acceso a la conectividad
El plan nacional de desarrollo para el período del 2010 al 2014
(Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica, 2010) y el
objetivo 16 expuesto en el documento Costa Rica 2030 (Ministerio de
Planificación Nacional y Política Económica, 2013) señalan como meta
garantizar una educación de calidad en todo el territorio nacional. Para
cumplir con dicho objetivo se propone alcanzar la cobertura de un 100%
de los estudiantes utilizando las TIC en los procesos de formación en la
comunidad educativa. Para ese período, en el 2012 se detalla que 65% de
99
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
los estudiantes de primaria y un 64% de la población de secundaria se
beneficiaban con la participación en el Programa Nacional de Informática Educativa. Además, se incluía como meta que el 100% de los centros
educativos contara con conexión a internet de banda ancha (Ministerio
de Planificación Nacional y Política Económica, 2013).
En este escenario se llevó a cabo el Primer Censo Nacional en
Tecnologías Digitales (TD) para el sistema educativo público, cuyos primeros resultados se detallan a continuación:
• El 80% de los centros educativos públicos tiene acceso a internet. Asimismo, se evidencia un alto nivel
de penetración de cobertura de internet por medio
de teléfonos inteligentes, lo que da perspectivas en
relación con la generación de proyectos pedagógicos
y expansión de la conectividad de los centros educativos del país por medio de las redes de telefonía
celular con las que cuentan los diversos operadores
de telefonía.
• La conexión a internet en cuanto a su calidad es
clasificada entre pésima y regular. Pese a que el país
cuenta con los recursos económicos destinados a
mejorar dichas condiciones y a que se ha avanzado
en la cobertura, la calidad de internet sigue siendo
un elemento disruptivo que se contrapone a la disminución de la brecha digital y a la generación de
proyectos educativos con el uso de TD.
• Hay grandes limitaciones de acceso y uso de tecnologías por parte del personal docente y directores
en regiones externas al área central del país. Sin embargo, algunas regiones han ido mejorando las condiciones, gracias a los programas impulsados por el
Ministerio de Educación Pública (MEP) e instancias
colaboradoras.
• Funcionarios técnico-docentes y administrativo-
100
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
-docentes hacen un alto uso de la computadora y
acceso a internet. Esto ratifica la incidencia en las
mejoras impulsadas en los últimos años para favorecer los servicios educativos que ofrecen las Oficinas
Centrales del MEP y las Direcciones Regionales de
Educación (Ministerio de Educación Pública y Universidad de Costa Rica, 2018).
Los datos de este Censo (2018):
• Muestran que un 85% del personal docente lo que
más usa son las aplicaciones de mensajería (85%) y
en menor medida el software educativo (40%) y las
plataformas virtuales (35%), aspectos que han sido
clave en el desarrollo de los procesos educativos
para la atención de las necesidades pedagógicas.
• Indican, con respecto a la formación y actualización profesional docente, que un 65% de la población docente ha realizado formación continua. No
obstante, sólo un 30% indicaba que la experiencia la
había realizado en línea. Esta situación también es
importante de destacar porque no había una amplia
experiencia o cultura para la preparación profesional con modalidades en e-learning. Cabe indicar que
al menos un 55% reconoce que la formación en TIC
la realizó durante su carrera universitaria.
• Señalan, asimismo, en cuanto a los conocimientos en TIC y el desarrollo del quehacer docente, que
el personal docente, en su mayoría no llevó alguna
capacitación actualizada o no lo recuerda, situación
preocupante porque en el tránsito del modelo tradicional presencial al de educación a distancia que se
promovió desde el Ministerio de Educación Pública
había que atender estos ámbitos de formación.
• Reconocen las personas docentes con sus res-
101
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
puestas que no todos los conocimientos señalados
son atinentes a su puesto de trabajo, situación que
también podría estar relacionada con el recuerdo
del tiempo en que se llevó alguna experiencia de
capacitación de esta índole. Estos conocimientos se
convirtieron en relevantes durante la atención de los
procesos educativos tanto administrativos como los
atinentes a la mediación pedagógica. No obstante,
estos mismos resultados muestran que la población
docente tiene interés de más del 90% en prepararse en los tópicos de las TIC y continuar formándose
tanto en lo didáctico como en lo técnico, aspectos
que han sido vitales para el desarrollo de los procesos educativos en el contexto COVID-19.
En relación con la formación y actualización profesional, los resultados descritos por la primera fase del Censo, supra citado, corroboran
lo explicado por Cuevas y García (2013): la carrera universitaria es el
espacio reconocido como más importante para el conocimiento y uso
de recursos tecnológicos con finalidad pedagógica. No obstante, en su
mayoría son cursos teóricos, por lo que se requiere que estos sean más
prácticos y permitan apropiarse del uso transversal de las TIC.
Lentini y Román (2018) señalan con respecto al uso de los recursos tecnológicos la necesidad de ampliar el acceso a la capacitación para
el personal docente, tal y como lo ilustra la siguiente cita:
Actualmente la mayoría de los cursos que ofrece el
MEP es presencial. En 2015, solo el 6% de los docentes dijo haber recibido capacitación de forma virtual.
Las destrezas en el uso de TIC no son solo una competencia deseable en el siglo XXI, sino que se han
convertido en un medio para facilitar el desarrollo
profesional de los educadores. Una de las ventajas
de la modalidad virtual es que amplía el acceso a
102
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
la oferta de asesorías y actividades de capacitación
−sin que la ubicación geográfica sea un obstáculo−,
reduce los costos, aumenta la cobertura y resuelve
el problema de que la transferencia “en cascada” no
suceda. Es necesario ampliar la oferta de este tipo
de cursos, pero también promover el uso de las TIC,
que es una barrera mayor que la falta de recursos…
La evidencia muestra que los docentes tienen amplio acceso a la tecnología y a internet en sus hogares, pero también que no suelen usar la computadora para actividades vinculadas con el desarrollo
profesional. Esta brecha entre acceso y uso es uno de
los motivos por los que, hasta ahora, la modalidad
de capacitación estrictamente virtual no es la preferida por los educadores, a lo cual se suma el hecho
de que la oferta es limitada para complementar, reforzar u ofrecer alternativas a la opción de capacitación presencial (Lentini y Román, 2018, pp. 26-27).
Efectivamente, las transformaciones educativas provocadas por
el tránsito del modelo educativo presencial a uno a distancia y de forma
masiva puso en evidencia que haber concentrado la actualización profesional por parte del Ministerio de Educación Pública a personal docente
dedicado a la atención de laboratorios de informática educativa o participantes en proyectos específicos debilitó la formación permanente en
esta área para todo este personal, que se vio obligado a introducirse en
las exigencias del modelo a distancia y tendiente a la virtualización de
los procesos educativos. Por otro lado, también mostró que la formación
inicial docente se había concentrado más en el conocimiento acerca de la
Sociedad de la Información y el Conocimiento que en las estrategias didácticas y la transversalización curricular de las TIC en dichos procesos.
103
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Políticas educativas
Otro aspecto contextual de este período es la aprobación y la
implementación de dos políticas educativas: una con fines curriculares
y otra las orientaciones generales del sistema educativo. Ambos documentos fueron aprobados por el Consejo Superior de Educación de
forma separada. Estas políticas educativas ofrecen un giro significativo
en la visión que se tenía del proceso educativo desde el sistema costarricense.
Gallardo-Allen (2019, p. 105) indica que:
En Latinoamérica se han identificado dos clases de
políticas educativas. Una, relacionada con la expansión y aumento de la tasa de matrícula, en el período de 1960 a 1980, y la segunda, desarrollada en la
década de 1990, cuyo objetivo fue procurar el mejoramiento de la calidad y la eficiencia educativas.
Estas dos políticas se constituyen en una paradoja,
ya que la implementación de la primera puede incidir desfavorablemente en la calidad y la eficiencia
(Tarabini y Bonal, 2011). Por otra parte, la política
de expansión y aumento de las matrículas presenta
una menor rigidez y resistencia al cambio, con respecto a la segunda. Por ejemplo, la creación de más
centros y oportunidades educativas es ampliamente
aceptada por parte de actores claves, como docentes
y padres de familia, mientras que la incorporación
de sistemas de evaluación y herramientas dirigidas
a una mayor regulación y control del financiamiento suele producir conflictos, al implicar decisiones
redistributivas que reducen recursos para grupos
antes privilegiados (BID, 2006). Un aspecto importante es que, a nivel supranacional, la política de
calidad es promovida por organismos internaciona-
104
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
les, como el Banco Interamericano de Desarrollo y el
Banco Mundial.
Frente a lo señalado por Gallardo-Allen, estas dos políticas hacen referencia a ambos aspectos, tanto a la expansión como al mejoramiento de la calidad y de la eficiencia educativas, pero también explícitamente están articuladas en los ámbitos teórico y curricular. La política
Transformación Curricular. Educar para una nueva ciudadanía (2016) innova
en el diseño, el planeamiento y la puesta en práctica de la mediación
pedagógica. Cada programa de estudio está desarrollado a partir de tres
componentes:
I. Ciudadanía para el desarrollo sostenible: Una nueva forma de vida:
derechos humanos y responsabilidades ciudadanas
• Armonizar el desarrollo social con el desarrollo
económico y la sostenibilidad ambiental.
• Considerar la sostenibilidad de los recursos disponibles según los diferentes entornos: geográfico,
ambiental, social, económico y cultural.
• Promueve acciones “glocales” (global y local) en
los límites planetarios.
II. Ciudadanía global con identidad nacional.
• El desarrollo de la identidad en el contexto
costarricense: una sociedad libre, independiente,
democrática, pluricultural y multiétnica (Art. 1 Constitución Política).
• Nuevas formas de producción y niveles de consumo medidos.
III. Ciudadanía virtual con equidad social.
• Recursos tecnológicos: El acceso a las redes significa intercambio de conocimientos, emociones,
interpretaciones e ideas que se integran en nuestras
decisiones diarias.
• Uso proactivo y responsable de las tecnologías
105
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
de la información y el conocimiento. (Ministerio de
Educación Pública, 2016)
Dichos componentes se caracterizan por promover una formación humanista, promotora de los derechos humanos y de la sostenibilidad social y ambiental, abierta a la pluriculturalidad y a la vida democrática. Además, contiene principios de la alfabetización mediática e
informacional de la UNESCO, ya que contempla el desarrollo de competencias en esos dominios. Asimismo, considera el acceso a las redes y
su uso ético, así como su integración a los procesos educativos.
El diseño curricular también cambia de uno implementado a
partir de los contenidos a otro que busca la integración de dimensiones
y el desarrollo de habilidades, proceso que está vigente, ya que todas las
asignaturas requieren ser rediseñadas con estas características, como se
exponen en la Figura 1.
Figura 1. Dimensiones y habilidades para el siglo XXI
Fuente: Adaptado de Ministerio de Educación Pública (2016)
106
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
En este escenario, en el 2017 se aprueba la política educativa
“La persona: centro del proceso educativo y sujeto transformador de la
sociedad”. Dicha política recoge y da sentido al protagonista del sistema
educativo: la persona estudiante. Este es un cambio político y de gestión educativa que se ve reflejado en la elección de los principios que la
orientan, los cuales también son consistentes con la política curricular
anteriormente reseñada, como aparece en la Figura 2.
Figura 2. Principios de la política educativa
Fuente: Elaboración propia con base en Ministerio de Educación Pública (2017).
107
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
En términos generales, ambas políticas evidencian un interés
porque las acciones del sistema educativo se orienten hacia el desarrollo
integral de la persona estudiante. Asimismo, refieren al desarrollo de un
conjunto de prácticas, orientadas a la disminución de la brecha social y
digital mediante el uso y aprovechamiento de las tecnologías digitales.
Lo anterior se expresa en la concepción de una perspectiva sistémica del
proceso educativo como se ilustra en la Figura 3.
Figura 3. Visión sistémica del proceso educativo
Sistemas
La educaciós centrada en la persona estudiante y su proceso
de aprendizaje
La educaciós como un proceso a lo largo de la vida
Espacios para el vínculo, la convivencia y el desarrollo del
potencial de cada persona en el centro educativo
Ciudadanía digital e innovación
La ciudadanía del soglo XXI
Fuente: Elaboración propia con base en Ministerio de Educación Pública (2017)
Respuesta del MEP a las transformaciones educativas promovidas
por la pandemia
La estrategia del Ministerio de Educación Pública, que se
plantea de forma articulada en abril del 2020, se denominó Aprendo en
casa. Estrategia de intervención para favorecer la continuidad del proceso de
aprendizaje en el Sistema Educativo Público de Costa Rica. Dicha estrategia
se basa en la educación a distancia, que requirió recursos impresos,
audiovisuales y virtuales, cuya meta ha sido llegar a la mayor cantidad
de estudiantes en las diferentes regiones del país. Además, implicó
poner en práctica una capacitación masiva a más de 50.000 docentes en
108
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
servicio para actualizar en el uso de las TIC y de entorno virtuales para
la mediación pedagógica, aspecto que impulsó la transversalización
curricular en la integración de las TIC a los programas de estudio. Lo
anterior se señala de la siguiente manera (Ministerio de Educación
Pública, 2020):
• Opta por denominar el proceso como educación a distancia
• Propone diversos escenarios para promover la accesibilidad
de la educación
• Oferta oportunidades para la actualización profesional docente
• Define roles para el docente y la familia
Además, define los roles de los actores educativos más cercanos: docente, estudiantes y familia. A continuación, se caracterizan dichos roles (Figura 4).
109
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Figura 4. Roles de los actores educativos
Rol para el personal docente
Rol para la familia
Rol para el estudiantado
-Facilita el proceso educativo con
base en diferentes recursos y técnicas didácticas.
-Tiene acceso a:
1. Cursos virtuales para el desarrollo profesional docente.
2. Contenido televisivo para el desarrollo profesional docente.
3. Guías y aula abierta para el desarrollo de “Guías de trabajo autónomo”.
4. Opciones de contenido digital
con apoyo de Educatico y otros
recursos.
5. Plataforma virtual de comunicación e interacción.
6. Campaña digital de vocación
docente.
7. Radio Educativa.
-Es de acompañamiento en el proceso de
aprendizaje.
-Es necesario que la familia deba “permanecer en contacto con la persona docente”
y señala las siguientes tareas:
•
Comunicación constante
con hijos e hijas, donde se
intercambien ideas que se
valoran y respetan.
•
Crear un entorno de
confianza donde puedan
hablar y ser escuchados.
•
Una actitud positiva ante los
cambios en el curso lectivo.
Solicitar apoyo al centro
educativo, ante cualquier
consulta.
•
Organizar los horarios de
trabajo y rutinas diarias
para los niños y niñas y
jóvenes. Participar de las
estrategias que los docentes
comuniquen.
•
Monitorear la realización de
las personas estudiantes.
•
Revisar el correo electrónico
periódicamente
Cuenta con los siguientes
recursos:
1. “Guías de trabajo autónomo” dadas por sus docentes
(a veces acompañadas por
plataformas como: Facebook, Google Classroom,
etc.)
2. Contenido curricular por
televisión
3. Opciones de contenido digital (Educatico, Reforma de
la matemática, etc.)
4. Desafíos diarios en el
“Plan Virtual de Promoción
de la lectura”
5. Plataforma virtual de comunicación e interacción.
Fuente: Ministerio de Educación Pública, 2020, pág.30.
110
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
La estrategia significó para el MEP la implementación de una
actualización profesional en TIC y mediación pedagógica en el mes de
julio del 2020.
Definitivamente el ciclo lectivo 2020 mostró lo profundo de las
brechas educativas a las cuales toda la comunidad educativa está expuesta:
• Acceso a la conectividad en regiones urbanas y rurales.
• Calidad de la conectividad en regiones urbanas y rurales.
• Valoración de las condiciones que la familia requiere para
apoyar el proceso de aprendizaje de estudiantes (escolaridad,
acceso a tecnología, entre otros).
• Conocimiento y apropiación de las TIC como herramienta de
aprendizajes por parte del personal docente.
• Análisis de los procesos de formación profesional para la integración transversal de las TIC como herramientas para la
mediación pedagógica.
Además, esta crisis ha significado también el surgimiento de
oportunidades para el desarrollo del sistema educativo y de los procesos pedagógicos, tales como las siguientes:
• Actualizar la formación profesional docente en las universidades para la integración de las TIC en los procesos educativos.
• Evaluar los procesos educativos y la estrategia implementada
por el MEP, así como las adecuaciones que requiera a largo
de la emergencia.
• Valorar el avance en la incorporación de la educación virtual
en los procesos educativos.
• Mejorar la infraestructura para la conectividad en las regiones urbanas y rurales.
• Impulsar la transversalización de las TIC en el currículo para
la mediación pedagógica.
• Valorar las condiciones de la familia para el apoyo de la
población estudiantil en el proceso de aprendizaje.
111
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
• Renovar los procesos de formación con TIC a la población
estudiantil.
Los aspectos señalados tanto en las brechas como en las oportunidades son consistentes con las acciones que deberían desarrollarse en
el cumplimiento de las políticas educativas descritas, especialmente si
se considera que dichos aspectos deben ser atendidos y analizados desde un punto de vista de política pública, de acuerdo con Gallardo-Allen
(2019, pág. 113):
Un problema público es una construcción social que
afecta alguna dimensión de la vida social (Olavarría,
2007) y en donde, desde un análisis de políticas
públicas, juegan un papel relevante los actores y
sus discursos. Las políticas públicas, por su parte,
vienen a ser un dispositivo técnico y político que
busca la solución del problema público.
Para concluir, dichos aspectos requieren ser abordados por la
investigación educativa, algunos de los posibles temas de interés son
los siguientes.
Rol docente
¿Cuál es la efectividad del proceso de mediación pedagógica en el contexto de la educación a distancia promovida por
la estrategia Aprendo en casa?
¿Cómo se realizó la valoración de los procesos de aprendizaje?
¿Cuáles estrategias para el afrontamiento del estrés requirió conocer y poner en práctica el personal docente? ¿Fue capacitado en ellas para asumir los retos de los procesos educativos?
¿Qué condiciones de conectividad tenían los docentes a su
alcance para atender los procesos educativos?
112
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
¿Cuáles posibilidades para el uso pedagógico y transversal
de las TIC en los procesos de formación incorporó a la mediación pedagógica?
Rol de la familia
¿Cómo hace la familia para cumplir con las funciones indicadas en la estrategia Aprendo en Casa?
¿Cuenta con los conocimientos y recursos tecnológicos necesarios para que el proceso de aprendizaje de sus hijas e hijos sea
de calidad?
¿Cuáles otros aspectos influyen en la relación de la familia-el
estudiantado-la escuela e inciden en las brechas generacionales?
¿Cuáles competencias informacionales y de fluidez digital se
han evidenciado en la participación de la familia en el proceso de aprendizaje y el seguimiento brindado a las labores
realizados por las hijas e hijos?
¿Cuánto significa económica y socialmente para la familia
brindar el acceso a los recursos tecnológicos, tales como computadora, Tablet, teléfono inteligente, cámara y micrófono,
audífonos, impresora, entre otros?
Rol estudiante
¿Cómo incorporó la experiencia de mediación pedagógica de
acuerdo con los recursos o medios para el aprendizaje a los
que tuvo acceso?
¿Cómo valora la experiencia del aprendizaje tradicional con
la construida a partir de la estrategia Aprendo en Casa?
¿Cómo resignificó la experiencia de comunicación e
interacción social en el proceso de aprendizaje?
¿Cómo vivenció la experiencia afectiva en el proceso educativo?
113
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Consideraciones finales
Para el caso costarricense las políticas educativas son consistentes con la educación para el siglo XXI. No obstante, la crisis sociocultural, educativa y económica provocada por la pandemia del Covid-19
visibilizó brechas en la accesibilidad de los dispositivos tecnológicos y
la conectividad a Internet tanto en zonas urbanas como rurales, siendo
más grave en estas últimas zonas. Además, la crisis económica también
incidió en la accesibilidad de estos dispositivos dado que el desempleo
aumentó en un 25% y afectó los sectores con menos escolaridad.
Asimismo, la transición del ciclo lectivo 2020 de una modalidad
presencial tradicional a la de educación a distancia --con el uso de recursos impresos, digitales y audiovisuales-- permitió la continuidad del
ciclo. No obstante, no toda la población estudiantil pudo ser atendida,
especialmente por las condiciones de accesibilidad y conectividad mencionadas. Al mismo tiempo afectó la equidad y el derecho a la educación
del estudiantado.
Lo anterior también refleja la necesidad de tener una política
de formación docente en el país, ya que el paso de una mediación
pedagógica tradicional a una a distancia y tendiendo a la virtualización
de los procesos educativos evidencia que fue indispensable impulsar
la actualización profesional masiva, tanto para familiarizar al cuerpo
docente con la cultura de la digitalización y como con la transversalidad
de la acción pedagógica. Cabe indicar que el paso de los programas de
estudio diseñados por objetivos y contenidos hacia los que se basan en
habilidades resultó afectado, debido a que la estrategia de la educación a
distancia se había implementado en el país más en la formación de adultos
y en espacios no escolarizados; por ende, fue novedoso incursionar
todo en los distintos niveles y modalidades del sistema educativo.
Uno de los aspectos a rescatar es la necesidad de que la formación universitaria requiere ser actualizada en términos del uso y la
apropiación de las TIC para la transversalización curricular, aspecto
pendiente en el país, pero que con el impulso de la pandemia deve-
114
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
ló esta gran brecha del proceso educativo y la necesidad de asumirla
con pertinencia cultural. Tampoco podemos olvidar lo que significó la
experiencia educativa del ciclo lectivo 2020 tanto para la familia como
para el estudiantado, el personal docente y administrativo, las autoridades educativas y la sociedad en general. Se puede inferir que habrá
repercusiones tanto positivas como negativas que deben ser tomadas en
cuenta para renovar, y en el mejor de los casos, transformar el sistema
educativo.
Referencias
Cuevas, F. García, J. (2013). TIC y formación de docentes. En Jenkins, M.
(dir.) Hacia la Sociedad de la Información y el Conocimiento, Programa de la Sociedad de
la Información y el Conocimiento (pp.
283-341). Universidad de Costa Rica.
Gallardo-Allen, E. (2019). Actores de la política de calidad en la educación superior costarricense. http://www.kerwa.ucr.ac.cr/handle/10669/79863
Ministerio de Educación Pública (2016). Fundamentación pedagógica de
la transformación curricular. Educar para una nueva ciudadanía.
https://www.mep.go.cr/sites/default/files/documentos/transf-curricular-v-academico-vf.pdf
Ministerio de Educación Pública (2017). La persona: centro del proceso educativo y sujeto transformador de la sociedad. https://www.mep.go.
cr/sites/default/files/page/adjuntos/politicaeducativa.pdf
Ministerio de Educación Pública (2020). Orientaciones para el apoyo del
proceso educativo a
distancia. https://www.mep.go.cr/sites/
default/files/orientaciones-proceso-educativo-distancia_0.pdf
115
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Ministerio de Educación Pública y Universidad de Costa Rica (2018).
Presentación de los resultados de la primera fase del I Censo Nacional de Tecnologías Digitales en
Educación. Infraestructura de
Centros Educativos. Educadores en ámbitos público y privado. Trabajo presentado para la devolución de los resultados, CENAREC, San José, Costa Rica.
Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica (2010). Plan
nacional de Desarrollo 2010-2014. Unidad de Comunicación,
MIDEPLAN.
https://documentos.mideplan.go.cr/share/s/
cFm1AnffRG6AL-5L8IfgGg
Ministerio de Planificación Nacional y Política Económica (2013). Costa Rica 2030. https://documentos.mideplan.go.cr/alfresco/
d/d/workspace/SpacesStore/0311bebc-87c54c22-973121c04744f254/Costa%20Rica%202030
Lentini, V. y Román, I. (2018). Costa Rica: El estado de políticas públicas
docentes. Informe de Seguimiento PREAL. http://hdl.handle.
net/20.500.12337/7780
116
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
HACIA LA TRANSFORMACIÓN DE LA EDUCACIÓN:
perspectivas del sistema educativo salvadoreño de cara a la
pandemia por COVID-19
Pauline Martin*
Sofía Molina Araniva**
Introducción
Las crisis develan debilidades, pero el tipo de respuesta determina
los impactos inmediatos y a largo plazo en cuanto a la capacidad de ser
resilientes o llegar a una transformación. El Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo conceptualiza la resiliencia como la “habilidad
de reaccionar (de recuperarse rápidamente) o de soportar (de absorber)
el impacto de la crisis” (PNUD, 2011, p. 6). No obstante, con referencia
*
Docente e investigadora, con Maestría en Política y Evaluación Educativa de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas-UCA El Salvador, programa que actualmente dirige.
Sus áreas de experiencia son formación docente (inicial y continua), análisis de política educativa,
género en educación y escuela y violencia. Actualmente es investigadora principal y coordina el
programa de investigación “Educación en situaciones de riesgo y conflicto. Sus publicaciones pueden verse en Sitio de Academia Pauline Martin y su experiencia profesional en LinkedIn Pauline
Martin.
**
Licenciada en Filosofía. Egresada en proceso de graduación de la Maestría en Política y
Evaluación Educativa de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA). Experiencia
en docencia para carreras de pregrado. Actualmente labora como asistente de investigación en la
UCA.
[email protected]
117
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
a la educación y la crisis más inmediata de la pandemia por COVID-19,
existen muchos discursos que versan sobre la transformación del sistema
educativo a raíz de la pandemia, más allá de una simple recuperación o
resiliencia. Por ejemplo, la Comisión Económica para América Latina y
El Caribe de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación,
Ciencia y Cultura (CEPAL-UNESCO), ante su Agenda 2030, afirma que
la pandemia “ofrece una oportunidad sin precedentes para aumentar
la capacidad de recuperación de los sistemas educativos nacionales y
transformarlos en sistemas equitativos e inclusivos” (CEPAL-UNESCO,
2020, p. 18). El Banco Mundial reitera que la pandemia presenta una
oportunidad de reconstrucción y de introducción de mejoras a distintas
áreas de la educación, como resultado de “las estrategias más eficaces de
recuperación después de una crisis” (World Bank Group, 7 mayo 2020).
El Banco Inter-Americano de Desarrollo (BID) predice la innovación
y la movilización para “propiciar una transformación hacia sistemas
educativos más efectivos y eficientes” (Rieble-Aubourg y Viteri, 2020,
p. 2), señalando que el mundo post-COVID tendrá aún más retos que
enfrentar, como la crisis económica.
Este optimismo – en medio de una crisis sin precedentes, que aún
no finaliza – genera inquietudes sobre la realidad educativa que existía
desde antes de la pandemia, la manera en la cual se está desarrollando la
respuesta durante la crisis y las posibilidades reales de transformación
en un mundo pos-pandemia. En este contexto, el propósito de este
capítulo es examinar el sistema educativo en El Salvador ante la crisis
por COVID-19, partiendo de las inequidades que existían previamente
al 2020 y analizando las relaciones entre los protagonistas y actores que
están respondiendo ante la crisis. Esta mirada del pasado y presente
trazará las posibilidades hacia el futuro, propiciando un examen
necesario sobre los verdaderos propósitos y sentidos de la educación, lo
cual es imprescindible para una transformación educativa.
El Salvador se encuentra delimitado por diversas tendencias
demográficas, económicas, sociales y políticas que condicionan la
educación. Por una parte, este país centroamericano cuenta con una alta
118
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
densidad poblacional (316 habitantes por km2) y una población joven,
con 52,6% de la población total de 6.642.767 habitantes con menos de 30
años, asuntos que aumentan la demanda al sistema educativo. Aunque
una tercera parte de la población reside en la zona rural y todavía existe
un 10% de analfabetismo (Digestyc, 2020), la extensión reducida del
territorio nacional debe facilitar la cobertura educativa.
La economía salvadoreña, dolarizada desde el 2001, se encuentra susceptible a las dinámicas de los mercados internacionales; el crecimiento promedio de 2,5%, es menos que los demás países centroamericanos, mayormente impulsada por la construcción y los servicios,
referidos a los centros de llamadas internacionales (BCR, 2019). La falta
de crecimiento tiene varias causas, incluyendo el bajo nivel de mano de
obra calificada – un resultado del sistema educativo-, altos costos de
energía y logística, inseguridad social e incertidumbre fiscal, especialmente ante el tema del endeudamiento (FMI, 2016). Este último, efectivamente es el asunto económico más preocupante: en el 2018, se registró una deuda pública de US$ 13.162,7 millones, o 50,5% del PIB; dicha
situación amenaza con ajustes para reducir el gasto público que podría
afectar inversiones en el área social, por ejemplo, en educación. En la
población, los indicadores económicos señalan que 26,3% de los hogares
viven en pobreza, situación reflejada en la condición de empleo; solo
61,3% de la población total es activa económicamente, con un empleo
formal de únicamente 57,5% y el subempleo en 33,2% (Digestyc, 2020).
A nivel político, El Salvador concluyó el período de conflicto
interno armado de 1980-1992 con una negociación política que finalizó
en los Acuerdos de Paz; posteriormente, gozó de varias elecciones
pacíficas y la transferencia de poder en el 2009 cuando el partido FMLN
(exguerrillero) ganó por primera vez a ARENA (derecha), y continuó
durante dos períodos. El cambio significativo se vio en 2019, con una
tercera fuerza, Nuevas Ideas/Gana, que rompió con el bipartidismo,
reflejando la decepción de la población con los partidos políticos más
históricos. Independientemente del partido y titulares de turno, la
tendencia es cambiar prioridades y planes cada turno de gobierno, lo
119
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
cual afecta el desarrollo educativo de largo plazo.
Además de los desafíos económicos y políticos, en el ámbito
social El Salvador sufre altos niveles de homicidios, vinculados a la presencia de pandillas, aunque no es la única causa. Entre los niveles más
grandes del mundo, e incluso, de la región centroamericana, después
de un alto sin precedencia de 104 por 100.000 habitantes en el 2015, se
ha reducido progresivamente para llegar a 36 en el 2019 (OSAC, 2020).
Las pandillas se han insertado en las comunidades y barrios después
de la guerra civil, a raíz de la deportación masiva de los Estados Unidos de migrantes salvadoreños durante la década de los 1990. Aunque
su origen data más de medio siglo, múltiples factores pos-guerra han
proveído una tierra fértil para crecer en poder y control, entre ellos: un
tejido social débil, familias disfuncionales, patrones culturales de violencia, poca organización comunitaria, acceso a drogas y armas, entre
otros (Cruz, 2007). En la actualidad, se posicionan como actores sociales fuertes en una organización transnacional (Savenije y Van der Borg,
2015). Ejercen influencia en comunidades urbanas y rurales, así también
en las escuelas, afectando el acceso a la educación.
Estos escenarios señalan algunos desafíos del contexto para la
resiliencia y la transformación de los procesos educativos ante la crisis
de la pandemia COVID-19, identificando, en primer lugar, las inequidades históricas que se agudizan, las relaciones educativas entre actores y
protagonistas durante la respuesta, y finalmente, la reflexión sobre los
verdaderos propósitos de la educación que la crisis ha hecho sentir y
que, además, demarcan el rumbo de la posterior transformación.
Brechas que se agudizan en tiempos de crisis:
La asistencia escolar y el acceso a la tecnología
Una crisis de la magnitud de la pandemia por COVID-19 devela y agudiza las inequidades ya existentes en el sistema educativo;
además, obstaculiza la posibilidad de una transformación educativa hacia el futuro. Una de las brechas más evidentes y preocupantes en El
120
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Salvador es la falta de asistencia escolar. Asistir a la escuela es el primer
eslabón en la cadena de las oportunidades educativas, incluso antes de
considerar la calidad y la relevancia en la preparación para la vida. Por
otra parte, la necesidad insoslayable de establecer una modalidad educativa remota ha puesto en evidencia el abismo que separa a la población de la tecnología.
En El Salvador, la educación es concebida como un derecho
inherente a la persona humana, es obligatoria y gratuita en los niveles
hasta educación media (AL, 1996; UTE, 2009). Además, la Constitución
establece que el Estado es el responsable de “conservar, promover y
diseminar” una educación que forme “ciudadanos útiles” para el país
(AL, 1983, Art. 56). Por otro lado, el marco legal también establece que las
madres y los padres de familia tienen el deber de matricular a sus hijos e
hijas en la educación formal y apoyarles en su formación escolar (UTE,
2009). La deficiente asistencia y el poco acceso a tecnología contrarrestan
los objetivos de la educación y no permiten una distribución equitativa
de los beneficios de la educación.
La asistencia escolar
La asistencia escolar es la prueba de fuego del desarrollo educativo. Si la población en edad escolar no logra asistir a la escuela, se
pierden las oportunidades de aprendizaje y de desarrollo. A pesar de
la legislación existente, se reporta un atraso significativo en cuanto al
acceso y asistencia a la escuela, después de más de una década de inversión y esfuerzo por subir la tasa de matrícula pos-guerra a 92.6 % en
educación básica en 2005 (Rivas, 2008). En el año 2018, las tasas netas
mostraron un escenario de deserción, repetición y sobreedad, en el cual
preocupa el bajo nivel de asistencia a la educación parvularia e inicial,
asimismo, en la transición al tercer ciclo y al bachillerato (Mined42, 2018).
42
En el 2019, el Ministerio de Educación (Mined) cambió su nombre a Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología (Mineducyt). Los términos ‘Mined’ y ‘Mineducyt’ se refieren a la misma institución.
121
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
La Figura 1 presenta el comportamiento de la matrícula en el período de
2014-2018 en los distintos niveles educativos.
Figura 1. Tasa de matrícula neta El Salvador por nivel
educativo (2014-2018)
90%
86,40%
84,60%
84%
80%
82%
80%
70%
64,90%
63,70%
60,70%
60%
55,90%
58,60%
57,50%
57,30%
56,30%
37,90%
37,70%
36,80%
2015
2016
57,30%57,40%
50%
40%
30%
2014
37,50%
2017
Parvularia (0-6 años)
Primaria (Grados 1- 6)
Tercer ciclo (Grados 7-9)
Bachillerato
37,60%
2018
Fuente: Datos del Censo Escolar, Ministerio de Educación, 2014-2018.
Aunque las causas de la falta de asistencia escolar son complejas e interrelacionadas, la situación económica es un factor importante.
Ciencia
y Tecnología
(Mineducyt).
Los términos
y ‘Mineducyt’
se refieren
misma
Esto
se refleja
en el quintil
de ‘Mined’
la población
con
menosa laingresos,
donde
solamente el 19,8% asiste a la escuela; mientras que, en el quintil con
mayores ingresos, asiste el 27,9% (Digestyc, 2020). Los factores económicos como razón de abandono escolar son reportados, como la necesidad
de trabajo en 20,49% de las escuelas y la falta de recursos económicos en
12,82% de escuelas del país (Mined, 2018).
Por otra parte, las razones de la inasistencia escolar difieren dependiendo del rango de edad y género (Digestyc, 2020). A nivel de parvularia, las creencias familiares limitan la asistencia escolar porque “el
padre, la madre o ambos no quieren” o “los hijos tienen poca edad”. En
la edad de primaria, la asistencia es reducida por la falta de interés, así
también por la necesidad de que las niñas ayuden en las tareas domésti-
122
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
cas y de que los niños trabajen para contribuir a la casa. Estas causas aumentan la inasistencia escolar aún más en el nivel secundario, lo cual se
refleja en la tasa del 62,4% de estudiantes que no asisten a bachillerato,
identificando como causas: la falta de interés, los costos de la educación,
la necesidad de trabajar, entre otros. A nivel secundario, las diferencias
entre hombres y mujeres son aún más marcadas que en el primario: los
hombres dejan de asistir a la escuela por la necesidad de trabajar y por
desinterés en el estudio. En contraste, las mujeres dejan de asistir por
desinterés, el costo de los estudios, el trabajo doméstico y de cuidado.
Finalmente, la inasistencia y abandono escolar son generados
también por la situación de violencia social. La razón de abandono escolar más común es el cambio de residencia, que reporta el 66,32% de las
escuelas, y la migración en un 45,31%, que pueden ser indirectamente
relacionados con cuestiones económicas y/o de seguridad. Un 12,65%
de escuelas reporta la violencia por pandillas como causa de abandono escolar, que es respaldado por un 42,93% de escuelas que afirma
que su seguridad externa es afectada por la presencia de pandillas en
el entorno (Mined, 2018). Las dinámicas territoriales de la presencia de
pandillas afectan la asistencia escolar, debido a que estudiantes de una
zona controlada por una pandilla pueden tener dificultades en cruzar
las líneas de control y asistir a una escuela en una zona de rivales; una
escuela ubicada en el límite de las zonas de dos pandillas representa aún
más riesgo (USAID/ECCN, 2016). Internamente, jóvenes asociados con
la pandilla pueden contribuir a un ambiente inseguro, por medio de sus
actividades de reclutamiento, venta de drogas o acoso a estudiantes y
maestros.
El acceso a la tecnología
El acceso a la tecnología ha sido un punto clave en la continuidad educativa en tiempos de pandemia, ya que la falta de preparación
del sistema educativo, aunado al poco uso por parte de las familias, ha
agudizado la brecha en cuanto a las oportunidades educativas. En la
123
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
historia salvadoreña se han desarrollado varios esfuerzos de programas
gubernamentales en la integración tecnológica. El uso de la radio y televisión en la educación fue promovido a finales de la década de los
sesenta; el equipamiento de las escuelas con computadoras, en la segunda mitad del Plan Decenal de Educación 1995-2004; y la entrega de
computadoras portátiles, iniciando en 2009. Para 2018 el Mined reportó
que el 85% de los centros educativos públicos contaba con computadora
y el 35% con internet fijo, pero solo el 4% con docentes especialistas en
informática (Mined, 2018). No obstante, los esfuerzos previos de educación tecnológica y equipamiento no demuestran haber dejado capacidad instalada – tanto tecnológica como pedagógica – para enfrentar la
emergencia y desarrollar los procesos educativos desde la casa.
Al revisar las condiciones de los hogares salvadoreños, se encuentra que solamente el 23,35% cuenta con conexión a internet fijo; y
el 94,4% con acceso a internet móvil. Además, el 94,5% de los hogares
cuenta con teléfono móvil; el 87%, con televisión, y el 29,33%, con radio
(Digestyc, 2020). Las estrategias educativas multimodales introducidas
a mediados de 2020 enfocan en el uso de guías impresas, radio, TV y
plataforma virtual en la pandemia, pero no fueron antecedidas por una
política educativa enfocada en las tecnologías de la información (TIC).
Los espacios de formación de docentes se han limitado al uso de la plataforma virtual, no en un abordaje integral del uso de las diversas tecnologías con enfoque pedagógico (Mineducyt, 2020a).
El escenario educativo que recibió la pandemia en marzo 2020
se caracterizó por un preocupante nivel de inasistencia escolar, asimismo, pocos antecedentes en el uso de la tecnología para el aprendizaje. La
situación de los hogares en cuanto a su acceso a tecnología condiciona la
efectividad del proceso educativo, hecho que hace necesario examinar
los actores y las relaciones que se involucran en el proceso educativo.
124
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Las relaciones que tejen la respuesta durante la crisis.
Actores y protagonistas.
La escuela salvadoreña depende de muchos actores de distintos niveles que deben coordinarse entre sí para garantizar la educación
nacional. El Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología (Mineducyt)
está estructurada en tres niveles de gobernanza, con el nivel central
como máxima autoridad con la ministra, viceministros, directores nacionales y otras unidades administrativas que velan por las directrices
nacionales. Las 14 Direcciones Departamentales están hospedadas en
cada territorio subnacional y coordinan asuntos administrativos y pedagógicos entre las oficinas nacionales y las escuelas, con el apoyo de
asesores técnicos que sirven como enlaces y apoyos a las escuelas. Finalmente, las 5.143 escuelas desarrollan los servicios educativos en terreno,
entre la resolución de demandas de su contexto y exigencias globales
y centralizadas (Alberti, 2017). La escuela opera en dos comunidades
interrelacionadas: la comunidad educativa inmediata, que consta de
estudiantes, docentes, la dirección escolar, los padres y las madres de
familia; y la comunidad educativa ampliada, que incluye otros actores
y protagonistas locales que, de alguna manera, aportan a los procesos
educativos.
La respuesta COVID en El Salvador, denominada “continuidad
educativa”, fue elaborada y orquestada desde la instancia central del
Mineducyt, coordinada con las Direcciones Departamentales e implementada en la comunidad educativa inmediata, enfatizando el protagonismo de la familia con apoyo del equipo docente. En esta sección, se
hará un análisis de los actores y las relaciones involucradas en la continuidad educativa, específicamente en cuanto a los docentes, la familia y
la comunidad ampliada.
125
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Los equipos docentes
El Salvador carece de una verdadera carrera profesional docente que conduzca a la mejora de la práctica, la profesionalización continua y el protagonismo en la política educativa (Martin y Bodewig, 2020).
La formación inicial de tres años con enfoque técnico, la sobreoferta de
docentes que satura el otorgamiento de plazas oficiales, la formación
continua desconectada de la práctica pedagógica, las carencias en las
condiciones de trabajo, y de apoyos socio-emocionales y de salud son
algunos de “los dedos en la llaga” de la profesión docente. No obstante,
el cambio brusco en la modalidad educativa colocó al cuerpo docente
en la posición de trabajadores esenciales de primera línea para seguir
apoyando al aprendizaje, reinventando estrategias y poniendo recursos
propios para cumplir con su deber.
Las decisiones curriculares y de medios de aprendizajes fueron
tomadas centralmente y comunicadas a los equipos docentes por medio
de una serie de circulares e indicaciones que están publicadas en los medios del Mineducyt (www.mined.gob.sv). Los docentes no participaron
en la toma de decisiones, ni en la organización del proceso de enseñanza-aprendizaje y, al principio, fueron nombrados como apoyo a las familias, quienes se encargarían del proceso de aprendizaje de sus hijos e
hijas (Mineducyt, 2020b). En algunas escuelas, la experiencia previa de
trabajar en equipo, hacer adecuaciones curriculares y tomar decisiones
colectivas permitió ajustar el plan de continuidad educativa a la realidad local, pero no fue la norma.
La experiencia profesional de los docentes y su conocimiento íntimo del contexto y sus estudiantes son recursos que no fueron tomados
en cuenta. Tampoco hubo atención inicial a las condiciones de trabajo, respecto a su conectividad de internet, acceso a computadoras y los espacios
necesarios para el desarrollo de clases virtuales. Uno de los puntos más
urgentes es la salud socioemocional de los docentes, quienes también son
responsables de las lastareas del hogar, cuidado de sus hijos, dificultades
de salud, etc. Asimismo, es necesario contar con las herramientas de tra-
126
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
bajo en la continuidad educativa: conexión a internet y un dispositivo. De
estos dos elementos depende, en gran medida, la implementación efectiva
de las estrategias para garantizar la continuidad educativa (INEE, 2020).
La familia
Literalmente de la noche a la mañana, la familia fue designada responsable principal de la educación de sus hijos, un cambio muy
brusco con relación a la modalidad presencial. Desde la última Reforma
Educativa formal de 1994, los planes y las políticas educativa mencionan que la familia es importante y esencial en la educación, pero los
alcances y los límites de la relación nunca se definieron con claridad
(Mined, 1995). Por parte de la escuela, se genera la expectativa hacia la
familia de apoyar a sus hijos, aportar con algunos recursos y asistir a
las actividades escolares; pero es la escuela la que define la relación e.
incluso, la encargada de educar a la familia (Mined, 2012).
Las dinámicas de la familia y sus expectativas sobre la educación
son temas de un estudio reciente de la Red Salvadoreña por el Derecho
a la Educación (Díaz Alas, 2018). Este estudio revela la importancia de
las experiencias educativas de las personas adultas en su valoración
de la educación para la niñez; igual de importante es la situación de
convivencia familiar que contribuye al apoyo -o no- hacia los niños en
su educación. Sin embargo, las presiones económicas parecen ser más
fuertes que la asistencia a la escuela; es decir, las familias priorizan el
trabajo porque permite aportar recursos al hogar, en vez de la educación,
pues no reconocen los beneficios a largo plazo de ésta última. El estado
de la convivencia y las necesidades económicas en tiempos de educación
remota son significativas en el apoyo familiar a la continuidad educativa.
Otro hallazgo importante de este estudio es la identificación de
una “desconexión” en la relación entre la escuela y la familia (Díaz Alas,
2018, p. 46). La “desconexión” se manifiesta en las expectativas de la
escuela de que las familias se involucren más en la educación, asistiendo
a reuniones y participando en alguna tarea, mientras que las familias
127
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
expresan que la escuela no toma en cuenta sus compromisos laborales
en la planificación de actividades. Esto resulta en una “escasa coordinación entre las partes, al tiempo que disminuye el apoyo y el seguimiento
educativo por parte de las familias” (Díaz Alas, 2018, p. 46). En tiempos
de pandemia, con la necesidad de una estrecha coordinación y compartir de responsabilidades, la relación desconectada y debilitada entre
escuela y familia obstaculiza la efectividad de la continuidad educativa.
Por lo tanto, en pandemia se evidencia una tensión aumentada
entre la familia y la escuela43, aunque también el índice de una mayor
valoración del rol de la escuela y los docentes en la vida social. Por
el lado de la familia, los padres expresan con resentimiento que les
corresponde asumir el rol de docente adicional a sus labores regulares
y que los docentes no están haciendo mucho en la educación de sus
hijos. También perciben que los docentes creen que las familias no
tienen otra responsabilidad más que educar y que pueden asumir los
costos inesperados de internet y saldo prepago para el teléfono. Del otro
lado, los docentes arrastran una frustración desde antes de la actual
crisis: que las familias no dedican suficiente atención a sus hijos, no
están pendientes de ellos, no les apoyan en el estudio ni les enseñan
valores y hábitos saludables en la casa. En el contexto de la educación
remota, los docentes se expresan con un sentimiento de revancha, que
los papás deben apreciar más a la escuela y a los docentes, ya que están
enfrentando lo que los docentes tienen que hacer todos los días.
La educación remota desarrollada en casa con el mayor protagonismo de la familia presenta una oportunidad única para pasar
más tiempo en familia e involucrarse directamente en el aprendizaje;
sin embargo, las condiciones económicas, físicas y socioemocionales de
los miembros de la familia no son necesariamente óptimas para el proceso educativo. La desconexión y las expectativas incumplidas pueden
agudizarse, causando tensiones y frustraciones en lugar de un trabajo
colaborativo y coordinado que fortalezca la resiliencia de la educación
ante la crisis de la pandemia.
43
128
Impresiones recopiladas de redes sociales, en el periodo de marzo – noviembre 2020.
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
La comunidad educativa ampliada
Las respuestas gubernamentales centralizadas ante la crisis
por pandemia ofrecen un panorama invaluable de las urgencias de la
descentralización educativa, para transferir algunas competencias y toma
de decisiones a nivel de la escuela. Históricamente, El Salvador ha buscado
la descentralización educativa a través de cuatro estrategias principales:
la regionalización y la nuclearización; la gestión basada en la comunidad;
la departamentalización; y, más recientemente, la organización de
redes de escuelas o sistemas integrados. Al revisar estos abordajes,
se identificaron cinco conclusiones preocupantes, específicamente
que las estrategias de descentralización: a) carecen de claridad en la
conceptualización de la división de la autoridad; b) tienen debilidades
en la estrategia de comunicación; c) no invierten suficientes recursos ni
fondos necesarios; d) no cuentan con los marcos jurídicos y normativos
adecuados para su funcionamiento; y, e) expresan una renuencia a ceder el
control por parte de las autoridades superiores (Edwards y Erazo, 2020).
Aunque nunca se ha consolidado en El Salvador, la descentralización educativa presenta una oportunidad de mayor respuesta y
responsabilidad hacia la educación por parte de la comunidad local; incluso, puede contribuir a la participación democrática de la comunidad
en los procesos educativos, asegurar la relevancia del currículo y las
prácticas educativas en el contexto local. Por estas razones, la descentralización y participación comunitaria deben ser repensadas, enfatizando
el empoderamiento de las comunidades participantes en su papel protagónico, en lugar de un simple mecanismo técnico de gestión administrativa a nivel local (Edwards et al., en prensa).
En el contexto de la respuesta COVID, este enfoque de gestión
de la escuela con apoyo de la comunidad ampliada hubiera sido útil
para organizar mejores estrategias acordes a cada contexto. Las zonas
rurales viven situaciones y problemáticas diferentes a las zonas urbanas;
asimismo, en una comunidad puede haber distintos actores externos
que no necesariamente están en otras; o los recursos pueden variar de
129
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
una comunidad a otra. Es difícil pensar que una respuesta centralizada
tendría el mismo impacto en cada escuela y que los recursos centrales
alcanzarían para cubrir todas las necesidades a nivel nacional.
Sin embargo, sin este antecedente y experiencia previa, la
respuesta descentralizada se limita ante la situación socioeconómica
de muchas comunidades y su capacidad para aportar a los procesos
educativos en la crisis actual. Si para ellas ya era difícil acceder a la
educación formal y aportar a la escuela, ahora podría complicarse todavía
más (INEE, 2020). No obstante, igual que la familia, hay otros actores
que han buscado apoyar a los procesos educativos y cuyas voluntades
son necesarias para profundizar en la continuidad educativa.
Durante la crisis por la pandemia COVID-19, se han reforzado
las ambigüedades y las tensiones entre la familia y la escuela, con la
implementación de una respuesta centralizada con poca participación
local. La carencia de una verdadera carrera profesional docente y un
espacio definido de protagonismo convirtió el rol docente en implementadores de un plan de continuidad, con escasa oportunidad para contribuir a la respuesta, de acuerdo con el contexto local. La falta de protagonismo y participación de actores diversos en tejer nuevas relaciones
a favor de la educación ha limitado la respuesta resiliente y la posterior
transformación que se aspira. En fin, la transformación de la educación
emanaría de una renovada forma de concebir los propósitos y los sentidos de la educación, propuesta que a continuación se reflexiona.
El reto de una nueva lógica escolar postcrisis.
Examinar los propósitos y sentidos de la educación
En las respuestas del Mineducyt para procurar el derecho a
la educación hay una tendencia a focalizarse en la digitalización de la
educación, más que en procurar aprendizajes significativos de formas
innovadoras y contextualizadas. La atención está en la tecnología en sí,
y en educación se visualiza como un instrumento para la modernización
del país, a través de la dotación de computadoras, capacitaciones en
130
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
plataformas virtuales e incorporación de la tecnología a los procesos de
aprendizajes (Marroquín y Vásquez, 2020).
No obstante, el enfoque de enseñanza-aprendizaje sigue siendo
el mismo que se ha desarrollado en tiempos de normalidad: el docente
es quien transmite el conocimiento y el estudiante es el receptor de la
información. Se refuerza el rol pasivo del estudiantado, pues se enfoca en contenidos y temas, más que en el desarrollo de habilidades, el
pensamiento crítico y la creatividad, sin contextualizar el aprendizaje.
La dependencia de la tecnología digital e informática como medio principal de aprendizaje profundiza las brechas educativas. En fin, “[…] la
estrategia educativa planteada durante la pandemia y basada en las clases a través de internet ha sido en detrimento de las niñas y niños de la
gran mayoría de hogares salvadoreños que no cuentan con acceso a este
servicio” (STC, 2020, p.22).
Lo anterior muestra que, a pesar de la nueva modalidad virtual
y a distancia, se mantiene el viejo enfoque decimonónico, positivista
y republicano de enseñanza-aprendizaje, reflexión que presentan
Marroquín y Vásquez (2020) en su capítulo “Hacia un modelo de
colaboración solidaria: reflexiones culturales desde la educación”. El
actual enfoque que fundamenta el sistema educativo salvadoreño tiene
sus raíces en el siglo XIX, cuando se implementó la primera reforma
educativa con carácter republicano. Desde entonces, se establecieron
varias reformas educativas, con distintas miradas sobre la educación y
que se han mezclado para conformar el actual enfoque educativo. Todas
estas reformas buscaban la formación de ciudadanos que permitieran
“la modernización de la sociedad salvadoreña”.
Las diferentes reformas educativas han sido pensadas para
formar masivamente ciudadanos del Estado Nación del siglo XIX, en
donde se prioriza la identidad nacional, la moral y las virtudes cívicas
(Marroquín y Vásquez, 2020). La educación es visualizada como un instrumento para civilizar, unificar y estandarizar patrones de conducta en
los niños y las niñas, que permitan fortalecer el sistema socioeconómico
del país. Por otro lado, la influencia de la filosofía positivista en la edu-
131
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
cación salvadoreña ha llevado a priorizar la formación de contenidos
“científicos” y segmentados por especialidad: ciencias, sociales, lenguaje, matemática, etc., sin que se establezcan relaciones entre disciplinas.
Así, el aprendizaje se concibe como mera recepción de contenidos que ya
existen en el mundo y que solamente son transmitidos por el profesor.
El estudiante únicamente tiene que “descubrir estos conocimientos” -no
construirlos- y progresivamente irá alcanzado un saber más avanzado.
En tiempo de pandemia esto no ha cambiado. Los contenidos
siguen siendo transmitidos de manera unidireccional a través de la televisión, guías impresas o medios virtuales. El foco está en hacer llegar
los contenidos a los estudiantes que están en sus casas. La “Encuesta
sobre los impactos en la niñez y sus familias”, realizada por la organización Save The Children, evidencia que el 67,7% de las niñas y los niños
percibe que bajo la nueva modalidad aprende poco (STC, 2020, p. 10).
Asimismo, el 69,3% de los padres y las madres de familia o cuidadores
afirma que los niños y las niñas están aprendiendo poco durante la modalidad remota (p. 46). Esto quiere decir que “el sistema educativo no
logró perfeccionar o mejorar la forma de impartir las clases en modo
virtual de manera que los menores puedan sentir que están aprendiendo” (p. 50).
La escuela está basada en una lógica industrial, en donde se
van reproduciendo a gran escala (como si fuera una fábrica) ciudadanos
subordinados al sistema. Así, se establece un modelo de convivencia
jerárquico y verticalista, en donde los estudiantes ocupan el lugar más
bajo en la jerarquía.
La crisis actual de la pandemia y la respuesta de educación remota parece seguir respondiendo a un sentido de educación homogénea, homogeneizadora y verticalista. El propósito de la educación no
puede seguir siendo el de “modernizar la sociedad salvadoreña”, sino
transformar las inequidades y proveer oportunidades, en tiempos de
crisis y fuera de ella. Una transformación que resulta de la pandemia
tendrá que basarse en una redefinición de los propósitos y los sentidos
de la educación.
132
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Para concluir
En tiempos de crisis por la pandemia del COVID-19, el sistema
educativo salvadoreño lucha por superar las inequidades y problemáticas que viene arrastrando desde años anteriores, al mismo tiempo que
busca procurar la asistencia, calidad y pertinencia de los procesos de
enseñanza-aprendizaje a través de una modalidad remota.
En este contexto, existen diversos discursos institucionales que
versan sobre la oportunidad de transformar la educación a raíz de la
pandemia, más allá de una muestra de resiliencia o resistencia ante la
crisis. No obstante, en El Salvador, el discurso de transformación educativa refleja una tendencia hacia la digitalización de la educación, en la
cual la transformación es igual a mayor tecnología; o en palabras más
sencillas, el equipamiento con computadoras.
Esto resulta contradictorio en el marco de la actual modalidad
remota, pues es evidente que la brecha en cuanto al acceso tecnológico
se ha agudizado más. Muchos docentes, familias y estudiantes no cuentan con los recursos necesarios para insertarse en la nueva modalidad
virtual y a distancia; lo cual genera tensiones en las relaciones entre los
diversos actores educativos. Igual, los esfuerzos anteriores de introducción de tecnología no lograron instalar nuevas modalidades de aprendizaje y enseñanza para enfrentar la emergencia, por una parte, y transformar la educación, por otra.
Por otro lado, la respuesta educativa ante la pandemia fue establecida de manera centralizada, decisiones que luego fueron comunicadas de manera unidireccional a las escuelas del país. El problema de
esto es que la falta de protagonismo y participación de diversos actores
en construir nuevas relaciones a favor de la educación ha limitado la
respuesta resiliente y la posterior transformación a que se aspira. Una
transformación no puede construirse sobre formas de trabajo verticales
y antiguas, sin reconstruir relaciones y tener en cuenta otros actores.
Ante ello, resulta necesario incluir otros actores y protagonistas
en los procesos educativos, más allá de los docentes, las madres y los
133
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
padres de familia. Cada contexto tendrá sus particularidades y necesidades, asimismo sus aportes, estrategias y recursos. Es necesario construir otras relaciones y coordinar esfuerzos con el colectivo, desde y con
los docentes, pues solo así es posible transformar la educación (Fierro
et al., 1999).
Lo anterior debe ir de la mano de un replanteamiento del rol de
la escuela y del sentido de la educación. El propósito de la educación no
puede seguir siendo el de “modernizar la sociedad salvadoreña”, pues
se ha evidenciado que esto no contribuye al desarrollo ni al aprendizaje
de los niños y las niñas. Hay que orientar la educación a la transformación de las inequidades y de proveer oportunidades, ya sea en tiempos
de crisis y/o fuera de ella. De esta manera, el sistema educativo no será
solo resiliente ante la crisis, pero tendrá la posibilidad de transformarse.
134
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
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138
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
EL DERECHO PRECARIZADO A LA EDUCACIÓN EN HONDURAS:
¿nuevas desigualdades en el contexto de una pandemia?
Ricardo Morales-Ulloa
Madrid, A. [Ariel]. (2020, diciembre, 1) Después
del brutal desalojo en Río Blanco y el asesinato de
Rafael Flores Hernández, un joven trabajador de
un car wash, la indignación nos corroe a quienes
no nos es ajena la palabra “pobres”, para nosotros
esta palabra tiene rostros, tiene nombres, infancia,
sueños y esperanza, para nosotros lo sucedido hoy
es un crimen de clase para sentar el precedente
que “no hay que cruzar la línea de la desigualdad”
[Publicación de facebook). Recuperado de
https://www.facebook.com/1605828305/
videos/10216331122263103/
*
De nacionalidad hondureña, es Mágister en Políticas Públicas por la Universidad Alemana de Ciencias de la Administración Pública de Speyer y Doctor en Ciencias de la Educación por
la Universidad de Oporto, Portugal, en la actualidad es Director del Instituto de Cooperación y Desarrollo y profesor investigador del Departamento de Ciencias de la Educación de la Universidad
Pedagógica Nacional Francisco Morazán, sus líneas de investigación son: el análisis de políticas
educativas desde la perspectiva crítica, la desigualdad social y la educación y la formación docente.
139
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Introducción: el contexto socio-político de la desigualdad.
En el año 2018, según el Instituto Nacional de Estadísticas, Honduras tenía una población de 9,1 millones de habitantes, de los cuales
53% vivían en áreas urbanas y 47% en áreas rurales, conformando una
densidad de 81 habitantes por kilómetro cuadrado. La población de
Honduras está compuesta en un 90% por mestizos, 2% por afro-hondureños (garífunas e isleños) y 7% de pueblos indígenas, con lo cual al
menos un 9% de la población tiene una lengua materna diferente del
español, que es la lengua oficial del país (INE, 2019).
La alta tasa de natalidad y el crecimiento anual de la población
de 1,9% se duplicó en los últimos 25 años y modificó los patrones de
asentamiento, cambiando de una mayoría rural a una principalmente
urbana que se concentra en el corredor más desarrollado del país, sobre
todo en Tegucigalpa, la capital, y en el Valle de Sula, la región más industrializada y económicamente dinámica (INE, 2019). En términos de
indicadores socioeconómicos, Honduras es el segundo país más pobre
de América Latina después de Haití y ocupa el lugar 133 en el Índice de
Desarrollo Humano Mundial (PNUD, 2019) de una lista de 189 y esto es
considerado como desarrollo humano medio bajo.
El 62% de la población de Honduras vive por debajo de la línea
de pobreza, con casi 40% en pobreza extrema, situación que afecta de
manera particular a la población rural, donde predomina la agricultura
de subsistencia y cuyos hogares son altamente vulnerables a los desastres naturales y a eventos relacionados como el cambio climático (INE,
2019). Utilizando la medida de la CEPAL (2019), basada en una canasta
de necesidades básicas, el 82% de la población en áreas rurales se encuentra en situación de pobreza mientras que en las áreas urbanas este
indicador llega a dos tercios. Los grupos más vulnerables son los niños,
que sufren niveles de pobreza más altos que los adultos: en el año 2017
el 83% de los menores de 15 años vivía en hogares que no alcanzaban
a cubrir sus necesidades básicas, y esta problemática se acentúa en las
regiones del país con presencia de población indígena.
140
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Pero Honduras no es solamente un país pobre, sino también
uno de los más desiguales del mundo. El coeficiente de GINI es de
0,58% y, según la CEPAL (2019), el 60% de la riqueza está concentrada
en el 20% de la población, lo cual marca una brecha profunda entre ricos y pobres. Esta desigualdad se transforma en exclusión de derechos
fundamentales, como en este caso la educación, cuyo acceso y progreso
está determinado en buena medida por el origen social de las personas,
y el derecho a la salud, tan importante en tiempos de pandemia cuando
la vida está en alto riesgo. El sistema de salud, ya precarizado en los
últimos años, ha sido objetivo de programas de privatización por la vía
de la terciarización. Datos del INE (2018) muestran, por ejemplo, que
el ingreso de hogares cuyos jefes de familia tienen educación superior
completa puede ser ocho veces mayor que el de aquellos hogares cuyos
jefes de familia no tienen ningún nivel educativo, lo cual es una evidencia de que la educación a la vez que podría ser factor de bienestar, en
este caso, al no ser un derecho universal real y equitativo, tiene el efecto
contrario, es decir, es causal de desigualdad.
En relación con el género, si bien las mujeres tienen grados de
escolaridad mayores que los de los hombres, el mercado de trabajo remunera mejor a estos últimos y las posiciones de poder y de prestigio
tanto en la esfera económica como política continúan privilegiando a los
hombres. Honduras no ha tenido nunca una Presidenta de la República,
tampoco una Presidenta del Congreso Nacional y son pocas las mujeres
electas como diputadas o alcaldesas. La población LGBTI es quizás la
más excluida, y la homofobia y los discursos de odio desde los púlpitos
o desde las posiciones de poder marcan las pautas de una sociedad y un
Estado que no acepta la diversidad y discrimina a las personas por su
expresión de género.
Política, Estado y desigualdad
Con respecto a la situación política, Honduras es un país inestable. Desde la independencia de España en 1821, y rota la federación
141
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
en 1842, ha sido regido principalmente por gobiernos de facto, lo que
ha atrasado su desarrollo social y económico y ha limitado el empoderamiento ciudadano y las libertades fundamentales de las personas. En
1982 hubo una transición y se emitió una nueva Constitución, todavía
vigente, que declara una democracia presidencialista, con independencia de poderes. No obstante, durante los años 1980, la aplicación de la
Doctrina de la Seguridad Nacional levantó una ola de represión política que costó la vida a muchos disidentes políticos. En medio de todo
esto el país no ha podido enfrentar su historia y la justicia y reparación
todavía están pendientes (D´ans, 2017). El orden constitucional se rompió con el golpe de Estado de 2009, cuando la oligarquía, con la venia
del gobierno de los Estados Unidos, derrocó a un gobierno que por sus
políticas sociales y su adhesión a la línea de los gobiernos progresistas de América del Sur resultaba incómodo para los poderes fácticos. A
partir de entonces el país vive una fuerte polarización social y política
con un gobierno autoritario considerado ilegítimo por ser producto de
dos fraudes electorales y por reelegirse en contra de lo establecido en
la Constitución de la República que prohíbe la reelección. Se suman a
estas condiciones los niveles escandalosos de corrupción que han generado una activa protesta social, pero muy pocos resultados, tanto así
que la clase política y la oligarquía lograron la salida de la Misión Internacional de Apoyo al Combate contra la Corrupción y la Impunidad en
Honduras (MACCI), creada por la presión social, con lo cual se acabó
también la esperanza de una fuerza externa que controlara los abusos
de poder y la cooptación de los operadores de justicia y el ejecutivo. Las
constantes violaciones a los derechos humanos durante los últimos ocho
años son también una cuenta pendiente en la larga lista de deudas de la
justicia hondureña. A falta de una gobernanza democrática y un sistema
de justicia eficiente, los niveles de impunidad son altos y la violencia,
especialmente por causa del crimen organizado, ha escalado a niveles
que colocan a Honduras entre los países más violentos del mundo. Consecuentemente la inseguridad ciudadana y la falta de oportunidades
provocan también flujos migratorios masivos, principalmente a Estados
142
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Unidos. Estos temas como elementos determinantes de la desigualdad
merecen un capítulo aparte.
Se podría decir que la desigualdad tiene una matriz histórica y
cultural en Honduras, pero también es cierto que la desigualdad ha sido
reforzada por políticas globales de corte neoliberal, que han influido en
las políticas públicas del espacio nacional. Las concepciones del Estado
mínimo, del “sálvese quien pueda”, de la participación de actores del
sector privado empresarial con fines de lucro en el campo social antes
acotado por el Estado, de los espacios que el Estado cede a los actores
privados en su debilidad para responder por el bienestar colectivo, son
algunas de las expresiones de esta tendencia. Irónicamente, esta pandemia
nos ha puesto frente a un escenario que muestra las debilidades de este
credo y la necesidad del Estado como garante de los derechos y libertades.
En esta línea, también, un estudio reciente de Edwards y Moschetti (2019),
analiza formas sutiles y diversas de privatización que implican, entre
otros, crecientes aportes económicos de las familias que precarizan el
derecho constitucional a una educación gratuita. Enfatizo el adjetivo de
sutiles porque estos procesos no tienen la notoriedad de la privatización
de servicios públicos como el agua, la electricidad o la telefonía, pero sí
marcan el retiro del Estado en sus funciones clásicas de la política social.
Los sociólogos de la educación británicos (e.g., Ball, 2007) hablan también
del auge de los edu- negocios y de cómo la educación ha entrado en el
inventario de los GATTS como producto del mercado a escala global.
Es interesante analizar que después de la década perdida, a
partir de los años 1990, las economías latinoamericanas crecieron, pero,
lejos del derrame esperado, el crecimiento económico no ha producido
bienestar, sino lo contrario, mediante una fuerte concentración de la riqueza que ha disparado la desigualdad. Por esta razón la clave del análisis social ya no es tanto la pobreza como la desigualdad, este tema tiene
absoluto sentido asociado con la educación, porque de todas maneras
hablamos de un derecho humano fundamental y de las posibilidades
de acceso al empleo, a la participación ciudadana, en suma, de una vida
con dignidad.
143
Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Lo antes expuesto resulta importante para conocer cómo se han
construido las bases de un Estado de soberanía cuestionable, débil en
su propia estructura, pero reproductor de injusticia social y desigualdad, que, como refiere Arancibia (2001), de forma paradójica, ha sido
fuerte y autoritario frente a su sociedad, especialmente cuando ésta
ha estructurado orgánicamente sus reclamos ciudadanos.
La línea de la desigualdad es una frontera física y simbólica
que separa a los pobres de los ricos, como en San Pedro Sula, zona cero
del desastre provocado por dos tormentas devastadoras. Allí el Alcalde
desalojó con violencia a personas, que, en su intento de sobrevivir, traspasaron la barrera que separa al norte rico del sur pobre para instalar
sus pequeños negocios. El Estado que no respondió eficientemente al
desastre natural fue eficiente para desalojar con violencia a estas personas, advirtiendo que la desigualdad es una barrera que no debe traspasarse. En Honduras se cumple lo expresado por el historiador chileno
José del Pozo (2002: 6):
Todos los Estados latinoamericanos tienen en común las enormes dificultades que han experimentan
do en forjar una sociedad medianamente igualitaria,
donde los derechos humanos sean respetados y al
mismo tiempo, en construir un sistema político que
funcione en base al respeto a las leyes y a la opinión
ciudadana.
Esta cita retrata las grandes falencias que el Estado hondureño
arrastra históricamente en sus dimensiones de Estado de derecho soberano y en su credibilidad como realizador del bien común (O’Donnell, 2008). No obstante, es importante considerar también la gobernabilidad como capacidad que tiene la burocracia estatal para responder
a los problemas sociales en el mejor sentido weberiano. En Honduras
la burocracia tiende a eludir esta racionalidad y a movilizarse por intereses clientelares (oligarquía, familias, políticos influyentes, intereses
partidistas, etc.) amparada con frecuencia por un clima de ilegalidad y
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Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
corrupción que son moneda de cambio común en las prácticas políticas
y administrativas; no es casual, entonces, que los informes de Transparency International (2010) ubiquen a Honduras entre los países con altos
índices de corrupción. Consecuentemente, esta burocracia y el sistema
político que la respalda “no son ni intérpretes ni realizadores del bien
común de la nación o del pueblo” (O’Donnell, 2008: 27).
Como lo explica D’Ans (2007), en Honduras existe el convencimiento de que formar parte de redes clientelistas es el medio para
lograr los beneficios redistributivos de lo que se considera público. De
esta manera, la identificación con intereses particulares priva sobre el
interés común que constituiría la nación. Adicionalmente, D´Ans (2007)
considera que el esquema clientelista se reproduce en todos los estratos de la sociedad, logrando que ésta no valore el profesionalismo, ni
el espíritu emprendedor. Por tal razón, la burocracia cumple un papel
distribuidor de privilegios que surgen del propio espíritu clientelista
del Estado; y la sociedad hondureña por muchos años ha creído, y
de cierta manera continúa creyendo, más en el espíritu dadivoso de sus
políticos que en el reclamo y el cumplimiento de sus derechos.
Las desigualdades educativas y la pandemia
En cuanto a las desigualdades de tipo educativo propiamente,
antes de la pandemia el Observatorio de la Educación de la UPNFM
(2019) advertía que Honduras tenía 900 mil niños y niñas fuera de la escuela y que los indicadores de eficiencia del sistema se estaban deteriorando, por causa principalmente de la deserción y el abandono escolar.
La mayoría de esta población rezagada del sistema es pobre, lo cual denota que el origen social es determinante para el ingreso la permanencia
y el egreso oportuno del sistema educativo. Un dato que ilustra esta
situación es la diferencia del nivel de escolaridad: 5,3 años entre el quintil más rico y más pobre de la población adulta y peor aún es que la tendencia de este indicador es a crecer. En la educación hondureña existen
también desigualdades entre lo rural y lo urbano, marcadas por la po-
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Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
breza extrema de la población rural, la ausencia de las instituciones del
Estado, las deficiencias de la infraestructura, la falta de materiales y, en
estos tiempos de la pandemia, por la evidente falta de electricidad, dispositivos electrónicos, higiene básica y conectividad. Las desigualdades
existen también entre la educación privada de elite y la educación pública, esta última estigmatizada como educación para pobres; también
por lengua y cultura, en tanto que la pobreza y la diferencia de cultura
son un factor de riesgo para el logro educativo, las regiones más pobres
y con mayor población indígena obtienen los niveles de logro educativo más bajo en las pruebas estandarizadas en español y matemáticas.
Incluso la política curricular se muestra generosa cediendo espacios de
adecuación a las escuelas privadas, que adaptan el ciclo escolar al clima
de los países del norte, pero no hace lo mismo con las zonas rurales y sus
ciclos agrícolas, ni está dispuesta a flexibilizarse cuando las familias necesitan migrar temporalmente para trabajar en cosechas estacionales, de
tal manera que su por su condición de trabajadores los niños se ausentan
de la escuela y esto tiene un impacto específico en el logro académico.
En estas condiciones nos encontró la pandemia. La desigualdad
es una situación preexistente y la pandemia un problema agregado, que
tiene el poder destructivo de ensanchar más las brechas que separan a
quienes gozan de los derechos y a quienes no, especialmente en un contexto en el que la desigualdad, de alguna manera, ha sido naturalizada
y es el cemento que pega la estructura y la organización social del país.
Es verdad que ningún gobierno estaba preparado para enfrentar una
crisis inédita como esta, y que cuando fuimos confinados en el mes de
marzo ni siquiera imaginábamos que a esta altura del tiempo (diciembre de 2020) estaríamos todavía confinados y con el presente y el futuro
más comprometidos. También es cierto que ha tocado improvisar, pero
algunas improvisaciones resultaron mejor que otras, los países latinoamericanos, que mejor han respondido a esta crisis (Uruguay, por ejemplo) son los que tienen políticas sociales sustentadas en derechos, por
lo menos lo básico de un estado de bienestar o desigualdades sociales
menos profundas.
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Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
Honduras es un país vulnerable a desastres naturales. De hecho, en el año 1998 un huracán devastador puso en jaque al sistema
educativo y dejó al descubierto sus debilidades y los límites de las políticas que, al igual que ahora, fueron reactivas y no transformativas,
por más que, para entonces, evitando las connotaciones peyorativas de
las reformas frustradas se hablara de transformación y no de reforma.
22 años después ocurre la tormenta perfecta, una pandemia y dos huracanes provocan una crisis humanitaria sin precedentes, entonces nos
percatamos de que las políticas educativas, por más que fueran las primeras de la historia consultadas con la sociedad civil, se quedaron petrificadas o fueron cosméticas o que tal vez por esa naturalización de las
desigualdades ni siquiera imaginaron que la educación no cambiará sí
no se intervienen las causas estructurales que provocan la desigualdad
educativa y que su más grande desafío está en el entorno social de la
escuela.
En términos más concretos, la respuesta de Honduras a la pandemia ha sido la misma que en todos los países. Se cerraron los centros
educativos, se decretó el distanciamiento social y esto ha tenido como
consecuencia un tránsito obligado de las modalidades presenciales hacia modelos de enseñanza remota de emergencia, lo cual ha constituido
un desafío monumental. En poco tiempo y a una velocidad sin precedentes el sistema ha tenido que adoptar esquemas de educación a distancia, para garantizar: a) el vínculo estudiante-docente y familia; b) la
entrega de contenido alineado al curriculum; y c) el acompañamiento
y monitoreo del proceso de aprendizaje (CEPAL-UNESCO, 2020). Esta
respuesta parece adecuada a los grandes dilemas de la pandemia, pero
entonces volvemos al pecado original de nuestra sociedad y se genera
una colisión entre las buenas intenciones y las desigualdades, expresadas en una brecha digital que no es otra cosa que pobreza y marginalidad. Este esquema se ha encontrado también con comunidades rurales
sin electricidad, sin conectividad, incluso algunas en las que ni siquiera
existen señales de radio o televisión. Por esta razón el éxito de este modelo pedagógico, basado en la educación a distancia, no puede llegar
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Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
más allá de lo que permiten las capacidades preexistentes. Por justicia
debe decirse, que el sistema se sostiene, ahora más que nunca, por el
compromiso de las y los docentes, ese sector tan atacado y criminalizado desde el sector oficial en los últimos años y que ha sido blanco
preferente de los programas de ajuste económico. Los docentes realizan
esfuerzos supremos para evitar el abandono escolar y generar aprendizajes aún y cuando ellos mismos viven las presiones agobiantes de
esta pandemia, que aparte de impactos socioeconómicos también tienen impactos socioemocionales que aún no han sido dimensionados. Es
también para destacar que las escuelas y los docentes han desempeñado
en condiciones normales un rol de dique de contención social y que la
pérdida del espacio protector de la escuela podría estar agravando las
condiciones de violencia que se vive especialmente en las poblaciones
urbanas del país.
Ciencia consecuente para una vida con dignidad
Cuando el Estado no responde a su deber ser y en condiciones en que, lejos de reducirse, la brecha de desigualdad se ensancha
cada vez más ¿qué respuestas deberían esperarse desde la academia?
Primero, que los académicos bajen de la torre de marfil y asuman una
actitud de intelectuales reflexivos y críticos. Es necesario apropiarse de
la idea de que los derechos no son construcciones teóricas ni abstracciones intelectuales, los derechos son reales y vividos o no son tales,
no quiere decir esto que se tenga que renunciar a la rigurosidad científica, porque siempre se necesitarán referentes empíricos, evidencias,
interpretaciones profundas sobre lo complejo, pero también maneras de
comunicarlas a públicos no eruditos en el sentido de potenciar la acción
emancipadora de la educación.
No se debe perder de vista la necesidad de una ciencia prudente para un mundo decente y que la ciencia debería ser un soporte de la
acción social como fuerza histórica del cambio. Será necesario superar
las razones instrumentales, o por lo menos matizarlas, sobre las cuales
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Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
tradicionalmente se intenta comprender las políticas educativas y crear
nuevas categorías de análisis que den cuenta de la forma en cómo éstas
conforman y regulan las condiciones de la existencia humana. Más
que conceptos se requerirá responder qué se hace en nombre de las políticas educativas y su agenda oculta, porque al final las políticas también
son lo que los gobiernos hacen y lo que no hacen. Como afirman Rizvy
y Lingard (2010: 57), “la inacción puede ser manifestación silenciosa de
políticas y poder”.
Con frecuencia las políticas se asocian a textos o documentos
de tipo legal y gubernamental (leyes, reglamentos, planes, programas,
estrategias etc.), pero limitar el análisis de las políticas educativas a
este tipo de formalidad es ignorar el contexto que atribuye sentido
a los propios textos. Las políticas educativas, por su propio carácter,
son proceosos dinámicos, multidimensionales, representan conflictos,
intereses y acuerdos más allá del simple proceso de ejecución de
instrucciones para lograr resultados previsibles. Implican siempre una
relación compleja entre textos y procesos, están en todas partes y no
solamente dentro de las esferas formales de los gobiernos; las familias,
los profesores, los alumnos en diferentes niveles hacen e interpretan
políticas y, por ejemplo, en el campo mismo de la investigación
referida a educación, no existe nada que no esté relacionado de alguna
manera con ellas (Ozga, 2000). Por otra parte, las políticas tratan de
intenciones de cambio y de cambios, es decir de una relación entre lo
que se pretende y lo que se realiza, igual si no se realiza.
Es necesario recuperar la utopía educativa, por ello es urgente
analizar las políticas educativas en una dimensión crítica. En esta línea
de análisis, según Ball (1994), la investigación crítica tiene el poder y
la justicia social como conceptos clave; consecuentemente, cuando se
intenta comprender cómo funciona el poder expresado en sus efectos y
sus inadecuaciones, entonces se está frente a la investigación crítica y
de la misma manera ante preguntas que atañen a la justicia social.
Este último concepto también ha sido ampliamente debatido. Gewirtz
y Cribb (2002), por ejemplo, defienden la necesidad de analizarlo desde
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Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
una concepción plural, que considere, por ejemplo, las tensiones que
surgen entre diversos reclamos de justicia social; por otro lado, Fraser
(2009) resalta la importancia de este análisis en forma tridimensional,
es decir, considerando la dimensión política de la representación, la
dimensión económica de la distribución y la dimensión cultural del
reconocimiento, en un contexto global, en el cual se está alterando
también la forma en que se discute la justicia.
Ball (1994), por su parte, destaca también que la investigación
social crítica no está limitada a una perspectiva teórica, no es apenas
marxismo, neo-marxismo, feminismo, post-estructuralismo o cualquier
otra; por esta razón “la preocupación debe ser con la tarea antes que con
la pureza teórica o las sutilezas conceptuales” (Ball, 1994: 2). Este autor
asume, por lo tanto, que la investigación crítica es un cuestionamiento
interpretativo, reflexivo y abierto a las relaciones de poder, que, por
ejemplo, en el caso de las políticas educativas refuerzan la injusticia
social. De todos y aún sin u n consenso conceptual, el tema de la justicia
social parece ser un punto de convergencia entre todas las corrientes
analíticas críticas en la investigación social. Por principio, lo crítico ha
de ser transformador, como se desprende de la idea marxista de que no
basta con conocer la realidad, sino que es necesario cambiarla, por esta
razón se debe asumir que la academia es solo un soporte de la propia
acción social como fuerza histórica de cambio. El sentido de la ciencia
decente es entonces la interpelación de las relaciones entre las políticas
educativas y los patrones de injusticia y desigualdad.
La mirada crítica de las políticas es también un reconocimiento
de su complejidad y de su interdisciplinariedad. En el campo de la
antropología, por ejemplo, Wedel, Shore, Feldman, y Lathrop (2005)
critican las razones instrumentales sobre las cuales tradicionalmente
se intenta comprender las políticas; argumentan que en un mundo en
constante cambio es necesario crear categorías nuevas de análisis que
den cuenta de la forma en que las políticas conforman y regulan las
condiciones de la existencia humana por medio de una pretendida e
incontestable racionalidad científica. Por tal razón, Wedel et al. (2005)
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Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
son de la opinión de que, más allá de un concepto sobre políticas, es
importante preguntar: ¿qué se hace en su nombre? y derivado de este
cuestionamiento resaltan la necesidad de analizarlo en sus diversas
formas de uso y acción, entre otras: como manera legal y racional de
definir las relaciones entre las personas y el Estado, como normas
y dictados que gobiernan las relaciones sociales y humanas, y como
medios para clasificar a las personas y problemas, imponiéndoles el
modelo ideal de lo que debe ser un ciudadano normal.
La academia debe comprometerse con lo público de las políticas públicas de educación y más allá, es decir con la acción en función
del bienestar colectivo, fuera de manipulaciones y actos de legitimación
de agendas particulares y sectarias. Lo público en democracia es el rescate de lo que Hanah Arendt (2016) llama la vida en la polis, el ejercicio
de la ciudadanía, no porque nos den voz, sino porque tenemos conciencia ciudadana para usar nuestra voz de manera solidaria y democrática.
Ahora más que nunca el Estado importa, como garante de los derechos
fundamentales y la educación tiene un papel clave en la formación de
ciudadanía activa, y como protector de los más vulnerables. Al final este
es el sentido de la democracia genuina: inclusiva y justa.
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Educación, desigualdad y pandemia en América Latina
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• Los objetos de estudio de la política educativa. Hacia una caracterización del campo teórico
César Tello (Compilador). 2015. Editorial Autores de Argentina
• Estudos epistemológicos no campo da pesquisa em política educacional
César Tello e Maria de Lourdes Pinto de Almeida (Organizadores). 2013.
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• Epistemologías de la política educativa: posicionamientos, perspectivas y enfoques
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• Fundamentos e estratégias para a Ciência Cidadã.
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CIEPP
Centro de
Inovação para a
Excelência das
Políticas Públicas
ReLePe
Red Latinoamericana
de eastudios epistermológicos
en Política Educativa