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Irradiador, revista de vanguardia (reseña)

2013, Signos literarios 17

Signos Literarios 17 (enero-junio, 2013), 201-205 Reseñas IRRADIADOR. REVISTA DE VANGUARDIA. EDICIÓN FACSIMILAR, PRESENTACIÓN DE EVODIO ESCALANTE Y SERGE FAUCHEREAU. ESPEJOS DE LA MEMORIA, 1. MÉXICO: UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANAIZTAPALAPA, 2012 DOCTORES, IRRADIACIONES, MEDICINAS I L a mítica Irradiador deja de ser una referencia borrosa y se convierte en otro documento de trabajo. A completar y corregir planas de estridentólogos y estudiosos de las vanguardias, lo mismo del Cervantes Virtual que de Luis Mario Schneider. Esta edición completa nuestro archivo estridentista. Conexiones, nombres, resonancias, canjes entre editores, artistas y fotógrafos quedan abiertos a partir de ahora. De Irradiador, subtitulado Revista de Vanguardia. Proyector Internacional de Nueva Estética, se publican en el otoño de 1923, bajo la dirección compartida de un poeta y de un pintor —amigos y compadres—, Manuel Maples Arce y Fermín Revueltas, escasos pero jugosos tres números. Su sede era la librería de César Cicerón en Madero 56, Ciudad de México. El lema se repite en los tres números: Irradiador “Quitará el sueño a los reaccionarios y afirmará todas las inquietudes de la hora presente”. 201 201 SIGNOS LITERARIOS II Para 1923 el estridentismo se vuelve una vanguardia colectiva. Es el año en que aparecen el segundo manifiesto (el poblano, en el que participa Germán List Arzubide), así como su poemario Esquina y el libro de poemas Avión de Kyn Taniya. Esta revista, ahora recuperada, presenta colaboraciones de los estridentistas confesos Manuel Maples Arce y Arqueles Vela; pero también artículos de Gómez Robelo, que lee las pirámides en clave esotérica; ilustraciones de Jean Charlot, Leopoldo Méndez o Diego Rivera, en la segunda portada (y Evodio Escalante propone en el prólogo una colaboración suya bastante más estrecha con la publicación) y un poema de José Juan Tablada, así como colaboraciones de los ultraístas —Borges, Rivas—. Más allá de la vinculación importante entre estridentismo y ultraísmo, también entonces el movimiento se exhibe, con esta publicación, como una vanguardia informada y conectada, con menciones al futurista Cangiullo y a la nueva revista de Marinetti, y los franceses Emile Malespine, Gaston Dinner, reseñas sobre La vie des lettres con Nicolás Beauduin —publicación que, aunque iniciada en 1913, dura hasta 1926 y que bajo su dirección es calificada en Irradiador como “una de las publicaciones francesas de vanguardia más significadas”—. Entre “Actual no. 1”, manifiesto de un hombre solo con doscientas firmas, y Horizonte (1926-1927), revista oficial del gobierno de Heriberto Jara, se encuentra Irradiador. III La actitud antagónica y beligerante continúa, así como el combate a brazo partido (agonismo, según Poggioli), por la hegemonía en el denominado campo cultural. El lector figurado de Irradiador, en el tono subversivo y epatante que mayormente prefieren los manifiestos de vanguardia, es a ratos un prodestinatario y en otras, un contradestinatario. Esta ambivalencia se explica porque se trata de un lector que, antes de asomarse al proyector internacional de nueva estética es un diamante en bruto, prefiere el adocenamiento que el cambio: la supraestandarización es su -ismo. “Ud. equivoca la salida y no puede encontrarse”. Un desconcertante primer párrafo da la “bienvenida” a la 202 Reseñas “Irradiación inaugural”: “Ud. es un hombre extraordinario... Pero Ud. no se entiende a sí mismo: quizá es Ud. todavía un imbécil. Ud. tiene talento”. Más adelante la ridiculización, la mala lectura de ese “Ud.” compromete a la agresión frontal: modernofóbico, el lector sufre los cruces de las bocacalles, padece vivir en el siglo XX, sufre el vértigo de la velocidad —no sabe manejar, se marea incluso en el carrusel de la Alameda, cree que el ascensor eléctrico es un truco intelectual—, odia la luz eléctrica, odia el estridentismo: “Ud. enseña los puños increpantes frente a las carátulas de nuestros libros y de nuestros periódicos subversistas”. En síntesis: Ud. es un enfermo, pero Ud. puede curarse. Si en el primer manifiesto estridentista teníamos el comprimido estridentista que también era un fármaco contra los gérmenes para acabar con la literatura rancia y mala, con el arte anacrónico (“Chopin a la silla eléctrica”) en dos años la enfermedad no se ha erradicado. Ahora necesitamos acudir al doctor “inverosímil, el gran sacamuelas literario, medalla de oro, gran premio literario San Luis 1900, etc.”. Él nos someterá a la “irradioscopia” y la “estridentoterapia”. Y un gran caligrama en forma de sol o foco de irradiación habla de las propiedades del Dr. que irradia usando la D y la R por separado, pues sus propiedades anafóricas producen los rayos del caso: Desduérmase, Desasnaremos, Desharemos, Divinisandeces, por un lado, y, por el otro, Reciamente, romperemos ranciolatrías, rastacueros, Roncadores Rotitos. La escuela de tal Doctor no se hace esperar: “oigan a Manuel Maples Arce”, en nuestra lectura —que en esto discrepa de la de Escalante—, implica bien un alias del Dr. Inverosímil, merolico que lleva a los pacientes-lectores-paseantes a los tratamientos de Estridentina (“específico infalible contra la pesadez cerebral infecciosa y la miopía espiritual aguda”), para llevarlos al Estridentismo (“estado de lucha contra las enfermedades que cura la estridentina”). El estridentismo no es entonces la salud o estado de llegada, sino la lucha terapéutica del cuerpo enfermo por salir de las sandeces y la asnocracia que rigen para 1923 el estado de cosas. Según Luis Mario Schneider, el estridentismo es agredido la mayor parte del tiempo como contraataque a las estocadas de Maples Arce hacia todo el mundo. En todo caso, funciona como estrategia de mercado y posiciona-miento; se abren espacios de burla, de curiosidad, de exhibición, sobre todo en El Universal Ilustrado (que en la contraportada de Irradiador 3 203 SIGNOS LITERARIOS aparece como otra de las publicaciones vanguardistas, emparejada con Manomètre), publicación que según el estudio inicial de Evodio Escalante será la beneficiaria de los materiales que hubieran correspondido a Irradiador 4. IV Fuera del manifiesto, una carta abierta es lo que más llama la atención en el primer número: presentada aparentemente sin firma y con la sola inserción del seudónimo “Polo-As” (en negritas), a tres cuartos de la carta (mismo colaborador que firma un poema en el tercer número; identidad que, según Rodolfo Mata, corresponde al autor de los Poemas pentagramáticos, Pedro Echeverría), ocupa dos páginas centrales y se titula “A la nariz del guarda-avenida que aprende por exceso de velocidad”, “Al México estándar”. Resulta evidente el tono acusatorio de México como un espacio cultural adocenado, dormido, en donde nadie lee por aventura, en donde el grado de osadía y de riesgo es mínimo. “Oportuno pegar fuego al bienestar a grasas o asesinar institutrices. A lo que México objeta (medio criterio—sus medias tintas a medio tono”, “Estos países del mundo nuevo latino al ver explotar sus revelaciones a la avanzada han olvidado que esto donde se pisa es magnitud estelaria. Países del quitasol. Que no quieren estar descubiertos al universo para no ser sobre la rotación terrestre causa del genio nuevo”, “Ciudades cursis. Agrádanse monas, estériles —plácidas con su matiz— standard o media tinta tibia cobarde que es película adherente a todo” y se termina por afirmar que efecto del alcohol, o de la mariguana, termina todo en el “Ku Klux Konsejo Kultural”. ¿El estridentismo una fumada? “Desvarío del buen humor JUANITA —Así la llaman/ yerba/ Luego es humo/ Luego es estridentismo preparatoriano”. Yo diría que se trata de alguien cercano, pero quizá no de la primera plana de la militancia del movimiento. V Un artículo de Arqueles Vela, si bien ya conocido por la transcripción de Schneider, pero ahora puesto en contexto, “El estridentismo y la teoría abstraccionista”, abre el segundo número de Irradiador. Como reconoce 204 Reseñas Escalante, se trata del teórico del estridentismo. Deshecha Arqueles la existencia de una poética estridentista, recuerda la libertad y la genuinidad reclamadas para los nuevos escritores por Maples Arce en 1921, y con ojo preclaro afirma lo absurdo de lo real y lo natural del arte decimonónico: Nadie siente ni piensa con una perfecta continuidad. Nadie vive una vida como los personajes de las novelas románticas. Nuestra vida es arbitraria y los cerebros están llenos de pensamientos incongruentes. El ensueño no tiene la plasticidad, la claridad de los poemas de los novecentistas. Pide entonces artepurismo: “Un arte en que el sincronismo emocional tenga una equivalencia con ese ritmo sincrónico del ajetreo de la vida moderna”, como lo contienen “Prisma” de Maples Arce, “Mujer hecha pedazos” de Tablada y “La srta etc” de su autoría. Movimiento de “Síntesis exegética”, el estridentismo coincide con el abstraccionismo porque no son teorías ni fórmulas ni circunscriben la emoción como otras tendencias. Y coincide más con tono de proclama que de ensayo: “Los que confunden al estridentismo con otras tendencias actuales con una teoría estética, no han leído nada del estridentismo, ni de las otras manifestaciones literarias”. Del lector adocenado al crítico (adverso) ignorante, Irradiador es una publicación de combate, de vanguardia, de avanzada. Yanna Hadatty Mora* Universidad Nacional Autónoma de México D. R. © Yanna Hadatty Mora, México, D.F., enero-junio, 2013. * [email protected] 205