Revista Colombiana de Psiquiatría
ISSN: 0034-7450
[email protected]
Asociación Colombiana de Psiquiatría
Colombia
de la Espriella Guerrero, Ricardo
Homofobia y psiquiatría
Revista Colombiana de Psiquiatría, vol. XXXVI, núm. 4, 2007, pp. 718-735
Asociación Colombiana de Psiquiatría
Bogotá, D.C., Colombia
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=80636411
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Epistemología
de la Espriella R.
filosofía de la mente y bioética
Homofobia y psiquiatría
Ricardo de la Espriella Guerrero1
Resumen
Antecedentes: La psiquiatría ha tenido tradicionalmente una mirada patologizante de la
homosexualidad; si bien ésta ha sido excluida de la taxonomía, los psiquiatras mantienen
frecuentemente posturas homofóbicas explícitas o encubiertas. La homofobia no figura en
los buscadores de literatura médica más utilizados, tampoco aparece en libros de texto
psiquiátrico, donde aún se encuentra la homosexualidad como trastorno mental. Métodos:
Revisión narrativa de literatura, la cual hace evidente el vacío existente en la forma cómo se
conceptualiza e investiga la homofobia desde la psiquiatría. Conclusiones: La homofobia debe
ser considerada un trastorno mental pobremente estudiado desde la psiquiatría, por tanto,
algunas acciones para desarrollar este tema serían el desarrollo de investigación en nuestro
medio, la inclusión de la homofobia en los contenidos de las asignaturas de psiquiatría en
pregrado y postgrado, el desarrollo de guías para el manejo adecuado de la condición y el establecimiento de zonas seguras para minorías sexuales; esto supone un cambio epistemológico
y político para que se establezca una postura clara del colectivo psiquiátrico y de los psiquiatras en particular respecto a las diferentes formas de prejuicio antihomosexual y homofobia,
además de la necesidad de la apertura de los terapeutas respecto a la sexualidad.
Palabras clave: homofobia, homosexualidad.
Title: Homophobia and Psychiatry
Abstract
Introduction: Traditionally in psychiatry homosexuality is believed to be pathological. In spite of
its exclusion as a mental disorder psychiatrists frequently exhibit covered or explicit homophobic
attitudes. The term “homophobia” is not included in the most widely used medical browsers and
it is not found in psychiatry textbooks, where homosexuality is still considered a mental disorder.
Methods: Narrative review of the literature. Conclusions: Homophobia is a poorly studied mental
disorder in psychiatry. Some of the possible actions towards reversing this tendency would be
to support research endeavors, the inclusion of this topic in medical under and postgraduate curricula, the development of guidelines and safe zone projects for sexual minorities. An
epistemological and political change in Colombian psychiatry is needed in order to establish a
statement both as a group and individually about different forms of antihomosexual prejudice,
homophobia, and the disclosure of therapists’ attitudes towards sexuality.
Key words: Homophobia, homosexuality.
1
Psiquiatra, terapeuta sistémico, magíster en epidemiología clínica. Director de Educación Médica e Investigaciones, de la Clínica de Nuestra Señora de la Paz, Bogotá.
Coordinador del posgrado de Psiquiatría de la Fundación Universitaria Juan N. Corpas.
Profesor del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Pontificia Universidad
Javeriana, Bogotá, Colombia.
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Homofobia y psiquiatría
Hay un principio que constituye
una barrera a toda información, que
está al abrigo de todas
las discusiones y que
logra mantener al hombre en
una permanente ignorancia:
colocar el desprecio
delante de la investigación
Herbert Spencer
Introducción
Durante mucho tiempo, el discurso psiquiátrico se manifestó en
diagnosticar la homosexualidad, en
buscar características físicas, de
comportamiento o de pensamiento
en contraposición a la ‘heterosexualidad obligatoria’; en contraste, muy
poco se ha hecho para estudiar la
homofobia, salvo para la ‘homofobia
interiorizada’.
Existen dos hechos fundamentales que se toman como una aceptación de la homosexualidad por
parte del colectivo psiquiátrico:
1. La American Psychiatric Association (APA) retiró la homosexualidad de la lista de
trastornos psíquicos (DSM) en
1973; esta decisión ha tenido
consecuencias en todo el mundo. En 1987 se excluyó, también, la categoría diagnóstica de
homosexualidad egodistónica
(DSMIII-R).
2. El Comité Directivo (The Board
of Trustees) de la American
Psychiatric Association aprobó
una declaración de posición
sobre “Terapias enfocadas sobre intentos de cambiar la
orientación sexual (terapias re-
parativas o de conversión)”, por
parte de su Comisión de Psicoterapia por Psiquiatras (COPP),
en 1998, aduciendo que desde
1973 la homosexualidad, en
sí misma, no es un trastorno
mental; se reveló, además, la
base de las terapias reparativas
en creencias religiosas y su falta
de rigor científico.
Pese a estos hechos, aún encontramos en los discursos y acciones
de algunos psiquiatras que la homosexualidad se sigue diagnosticando;
se toma como criterio diagnóstico
de trastornos mentales o se aplica
un tratamiento para ésta. Declaraciones de psiquiatras a los medios
de comunicación evidencian la
adherencia a una postura todavía
patologizadora de la homosexualidad; por ejemplo:
Conviene no olvidar la frecuente
presencia en los homosexuales
de dos trastornos simultáneos
(un fenómeno denominado comorbilidad que suele abrir numerosos interrogantes sobre su
interacción, influencia, relación
causa-efecto y efectos de acción-reacción cuando se actúa
médicamente sobre ellos): los
trastornos de personalidad y
los trastornos obsesivo-compulsivos. (1)
Jerarquía de la sexualidad
Existe una ‘jerarquía de la
sexualidad’, la cual otorga a la he-
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terosexualidad un estado superior,
situándola así en el rango de lo
natural, de lo evidente. Esta asimetría es evidente en los términos
usados para nombrar la heterosexualidad y la homosexualidad:
“En el diccionario de sinónimos, la
palabra ‘heterosexualidad’ no figura
en ninguna parte. Por el contrario,
androgamia, androfilia, homofilia,
inversión, pederastia, pedofilia,
socratismo, uranismo, androfobia,
lesbianismo, safismo, tribadismo
se proponen como términos equivalentes a ‘homosexualidad” (2);
otro tanto puede decirse para los
términos coloquiales usados para
definir heterosexual y homosexual.
Esta designación sobreabundante
revela lo que es considerado como
problemático, y mantiene implícito
lo que se supone evidente y natural (2). Curiosamente, la asimetría
también se reporta ligada al género:
46 acepciones para homosexual
(masculino) y sólo 6 para lesbiana
(3), en términos usados en Ecuador.
Katz (citado por Drescher) muestra
cómo la palabra homosexual aparece a finales del siglo XIX, pero el
término heterosexual es aún más
tardío (4).
La homosexualidad en Colombia fue considerada delito en el Código Penal desde 1936 hasta 1980.
La Constitución Política de 1991 ha
supuesto una mayor garantía de los
derechos de los homosexuales, al
considerar, por ejemplo, el derecho
al libre desarrollo de la personalidad
y el establecimiento de que toda
persona es libre. Sin embargo, falta
720
mucho para equiparar los derechos
de heterosexuales y homosexuales,
como son, por ejemplo, el reconocimiento de la pareja y la posibilidad
de adopción (5).
Homosexualidad y
construccionismo social
La homosexualidad es un concepto cambiante, que debe ser
entendido por los referentes culturales. El término homosexual no
fue utilizado sino hasta la segunda
mitad del siglo XIX, por el escritor
húngaro K. M. Kertbeny (1); la
psiquiatría propuso una interpretación matizada del darwinismo,
al considerarla, por ejemplo, como
‘monomanía afectiva’, o al buscar
anomalías psíquicas o físicas que
justificaran su condición diagnóstica.
Se reconoce, a través de la historia y de las diferentes culturas,
cómo las conductas homoeróticas
han sido consideradas en forma
diversa: la efebofilia de los griegos
clásicos no era considerada anormal; existen culturas donde las
prácticas homosexuales se permiten
en forma transitoria en los jóvenes,
y, por ejemplo, en nuestra cultura
se considera que no es homosexual
quien penetra a otro, pero sí aquel
que es penetrado.
Los trabajos de Margaret Mead
(6) mostraron que los roles de género varían respecto a la cultura.
Los aportes de antropólogos donde
evidencian el papel que tiene la
cultura en la asignación de roles
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Homofobia y psiquiatría
de género han sido retomados por
la llamada teoría queer, la cual
afirma que la orientación sexual,
al igual que la identidad sexual o
de género, es el resultado de una
construcción social y que no existen
papeles inmutables, sino formas
variables de ejercer uno o varios
papeles sexuales, coherentes con la
cultura. “Quienes deciden autonominarse queer se oponen no sólo a
los intentos de inscribir el deseo en
una supuesta normalidad psíquica,
sino también a la demonización de
aquellas conductas sexuales que
exceden el marco de la homosexualidad ‘tolerada’” (7).
Algunas manifestaciones evidentes de la inscripción de formas
diversas de evidenciar la homosexualidad están, por ejemplo, en
el ‘orgullo gay’, la estética leather,
bears o SM, que controvierten la
tradicional imagen del homosexual
afeminado y sugieren que debe
hablarse de las homosexualidades
(en plural).
Homofobia
La homofobia es la actitud hostil hacia los homosexuales (2). Al
parecer, el término fue utilizado por
primera vez en 1971. Sin embargo,
la Real Academia Española (8) se
negó durante sucesivas ediciones
a incluir el término homofobia en
su diccionario, pese a ser solicitado
varias veces por distintos colectivos
gays y antirracistas (finalmente incluyó el término en última edición,
de 2001); así mismo, el término no
existe, por ejemplo, en el buscador
de PubMed.
Por su parte, el término homosexualidad fue introducido en
1995. No encontramos el término
homofobia en libros de texto de semiología y psicopatología utilizados
en Colombia. Aún más, si bien la
homosexualidad no es un trastorno
psiquiátrico, la homofobia nunca ha
sido incluida en el Manual estadístico y diagnóstico de los trastornos
mentales (DSM).
La homofobia como constructo
se valida por estudios conductuales,
en los cuales se han medido respuestas somáticas equivalentes de
las fobias (respuesta cardiaca, por
ejemplo) en personas intolerantes
con los homosexuales. Se verifica
que el homonegativismo tiene una
respuesta biológica similar a las
fobias (9).
En sentido estricto, una fobia
es el temor irracional. En el caso de
la homofobia, su rango es variado,
incluye el odio, el señalamiento del
homosexual como contrario, inferior
o anormal y, en el caso del discurso
psiquiátrico, el hecho de ubicarlo en
el rango patológico o sintomático.
Actualmente, se relaciona la
homofobia con otros tipos de intolerancia, como son el racismo, la
xenofobia y el antisemitismo, al señalar al otro como contrario, inferior
o anormal, y ha sido señalada como
fascismo, ya que “Se fundamenta
en el odio al otro, entendido éste
como una entidad ajena y peligrosa,
con valores particulares y extraños,
amenazadores para la sociedad, y
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–lo que es peor– contagiosos” (2). En
nuestra cultura corresponde a una
fobia promovida y aceptada, en tanto
que la condición de tolerancia hacia
los homosexuales muchas veces es
vista, al menos, con desconfianza.
La homofobia, como las demás
variantes del fascismo, prepara
siempre las condiciones del exterminio. Pasiva o activamente
crea y consolida un marco de
referencias agresivo contra los
gays y las lesbianas, identificándoles como personas peligrosas, viciosas, ridículas, anormales y enfermas, marcándoles
con un estigma específico que es
el cimiento para las acciones de
violencia política (desigualdad
legal), social (exclusión y escarnio públicos) o física (ataques y
asesinatos). (10)
La homofobia supone que la
identidad de valor de la homosexualidad que reivindica públicamente su
existencia o su equivalencia con la
heterosexualidad se evidencia, por
ejemplo, en discursos de expertos,
tiene un carácter familiar, produce consenso y se percibe como un
fenómeno banal (2). El rechazo a la
homofobia se relaciona con la tolerancia, la cual, si bien es un concepto que goza de prestigio, es imprecisa
y, como lo afirma Savater: “En cuya
alabanza todo el mundo está vehementemente de acuerdo, pero sobre
cuya aplicación casi nunca se dice
nada concreto, por lo que cada cual
puede emplearlo para arrimar el
722
ascua a su sardina”, si bien decimos
que “es necesario ser tolerantes”,
también decimos que “no debe tolerarse la intolerancia” (11).
Daniel Borrillo considera que
existe una doble dimensión del problema: el rechazo irracional (afectivo) y una construcción ideológica
(cognitiva), por lo cual la homofobia
debe ser considerada tanto en el
ámbito individual como social (2).
De igual manera que la homosexualidad puede ser considerada una
construcción social, la homofobia
también puede serlo. No todas las
culturas son homofóbicas y las formas de homofobia toleradas varían
entre culturas (4).
Se han sugerido diversos orígenes de la homofobia: ya sean motivos religiosos, temor secreto de ser
homosexual, envidia reprimida o la
afrenta a los valores (4); sin embargo, falta mucho por estudiar de este
fenómeno, cuyas bases encontramos
a escala individual, familiar y social,
en las creencias y los valores, en la
ignorancia y la intolerancia; luce
como un trastorno complejo, con
diversos grados y expresiones.
A continuación se muestran los
factores relacionados con las acitudes negativas hacia la homosexualidad (Tabla 1) y luego se establecen
algunas consideraciones sobre la
homofobia y, en particular, lo que
atañe al discurso psiquiátrico.
Homofobia personal
“La homofobia se presenta como
una experiencia onírica de autoacu-
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Homofobia y psiquiatría
Tabla 1. Factores individuales
ligados a actitudes negativas
hacia la homosexualidad
• Escaso contacto con lesbianas y hombres homosexuales.
• Residencia en áreas donde la homosexualidad no es aceptada.
• Menor permisividad con la sexualidad
en general.
• Expresión de elevados grados de autoritarismo.
• Edad (elemento generacional).
• Falta de experiencias homosexuales
personales.
• Percepción de la propia comunidad
como una que no acepta la homosexualidad.
• Escasa educación.
• Identificación como religioso o perteneciente a una religión conservadora.
Fuente: Modificado a partir de Herek, citado por
Dresher (4).
sación en el Otro, reproduciendo los
procedimientos de defensa contra el
miedo y la culpabilidad (mecanismo
de desplazamiento) con la posibilidad de defensas contrafóbicas
dirigidas hacia sustitutivos de la
situación reprimida” y “La homofobia influye en todas las etapas del
desarrollo de la persona psicológica
y se expresará de acuerdo a las características de personalidad de la
misma” (12).
Homofobia cultural
Desde la segunda mitad del
siglo XX, muchos grupos excluidos reivindicaron sus derechos y
lucharon por la inclusión y la no
segregación; los homosexuales
permanecen como una minoría ex-
cluida por la homofobia, de la cual
no hay “conciencia colectiva de su
peligro” (10).
En muchas regiones aún se penalizan las relaciones homosexuales, en forma atenuada persisten
chistes y “rumores” sobre gays, los
mal llamados “grupos de limpieza
social” continúan asesinando homosexuales, aún existen redadas
policiales en sitios de encuentro de
homosexuales.
La falta de reconocimiento de
los derechos de los homosexuales,
como es el reconocimiento a la pareja homosexual con sus implicaciones legales (sustitución pensional,
afiliación a salud, derecho a herencia, etc.), es una forma de ejercer
un dominio heterosexista; véanse,
por ejemplo, las declaraciones homofóbicas para justificar el rechazo
de la propuesta de ley de parejas, la
cual no fue aprobada en Colombia
en el 2007.
Homofobia e institución
La homofobia ejercida por las
llamadas instituciones totales (manicomio, Iglesia e institución militar) supone un énfasis particular,
“ya que ponen en juego las viejas
prohibiciones” (12); éstas ejercen represión sobre la sexualidad y excluyen los sentimientos o expresiones
homoeróticas. En la medida en que
ha existido revisionismo sobre las
actuaciones y posible totalitarismo
de la psiquiatría –al abrir espacios
hacia la comunidad–, pensar en
el ejercicio de la sexualidad de los
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pacientes incluye pensar también
la orientación homosexual.
Otros espacios, como las escuelas, son escenario de actitudes
homofóbicas; son instituciones
donde un adolescente que siente
atracción por personas del mismo
sexo es víctima frecuente de abuso
verbal o físico debido a su orientación sexual. Se refiere que un 70%
de las conductas discriminadoras
tienen lugar en la escuela (13).
DSM III-R fue retirado el diagnóstico
de homosexualidad egodistónica.
A propósito, Foucault, citado por
Eribon, afirma lo siguiente:
Puede ver en el personaje del
‘homosexual’ el efecto de una invención de la psiquiatría del siglo
XIX, y no ya, como en Historia de
la locura, la enfermedad de todos
los parias del siglo XVII. Lo que
significa que el ‘contraataque’ no
pasa ya por una ‘transgresión’
de lo ‘prohibido’ o del ‘tabú’, sino
por una política ‘de los cuerpos y
los placeres’. (14)
Homofobia psiquiátrica
La temática homosexual ingresa a la psiquiatría con los trabajos
de Ulrichs: los tempranos intentos
de individuos homosexuales por
su propia aceptación fueron vistos
como parte de su patología (‘perversión’); así, por ejemplo, Chauncey
anota que los médicos norteamericanos de los años veinte se quejaban
de que cada vez era más difícil curar
a los invertidos, porque algunos se
negaban a considerarse enfermos
y hasta se enorgullecían de ser lo
que eran. El psiquiatra Jean Delay,
por ejemplo, en su Psicobiografía de
André Gidé lo trata de pederasta
arrogante, al reivindicar su homosexualidad y escribir Corydon (14).
El DSM I, publicado por la
APA en 1952, contenía la homosexualidad dentro de las llamadas
“alteraciones sociopáticas de la
personalidad”; posteriormente, fue
trasladada a la categoría de “otras
alteraciones mentales no psicóticas”. En el DSM III fue retirada
de los trastornos mentales, y en el
724
La influencia psicoanalítica
temprana de la psiquiatría ha estado plagada de conceptos homofóbicos. D. J. West (citado por Isay)
escribió: “El psicoanálisis posee un
repertorio considerable de etiquetas
ofensivas, casi todas ellas aplicadas
tarde o temprano a los homosexuales” (15). Hubo oposición a que la
homosexualidad se borrara de la
clasificación de enfermedades psiquiátricas; tan tardíamente como
en 1986, Otto Kernberg escribió:
“no encontramos, excepto muy raramente, hombres homosexuales
sin patología del carácter significativa”.
“La incomprensión, e incluso
el estupor, de los psiquiatras y
los psicoanalistas ante el ‘orgullo’
mostrado por los homosexuales ha
sido una constante de la historia
de estas disciplinas de ‘pretensión
científica’, por emplear una expresión de Foucault” (14).
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Homofobia y psiquiatría
Aún más, Daniel Borrillo afirma:
La interpretación que la medicina
y, en consecuencia, el psicoanálisis, hizo de la homosexualidad
es en sí misma una forma de
homofobia, ya que no se busca
nunca la diferencia en aras de
integrarla en una teoría pluralista de la sexualidad normal, sino,
por el contrario, para colocarla
en las filas de la enfermedad,
la neurosis, la perversión o la
excentricidad. (2)
Debe recordarse, por ejemplo,
el diagnóstico de pánico homosexual.
Algunos psiquiatras han actuado en defensa de la homofobia;
por ejemplo, Socarides (citado por
Drescher) ha hipotetizado que la
denigración cultural de la homosexualidad es el resultado de procesos biológicos para asegurar la
supervivencia reproductiva (4). Es
necesario resaltar que las presunciones teóricas que “biologizan” las
actitudes antihomosexuales han
sido sesudamente retadas, entre
otros, por Kinsey, Pomeroy y Martin;
Ford y Beach; Wilson; Foucault;
Bayer; Butler; Gonsiorek, FaustoSterling; DeCecco y Parker; Cabaj
y Stein (4).
Existen trabajos que demuestran formas de homofobia en trabajadores de salud mental; algunos de
ellos han alertado a los terapeutas
a no mostrarse discriminadores y
ser ‘políticamente correctos’. Muy
pocos terapeutas admiten abier-
tamente ser homofóbicos, dada la
valoración negativa de tal tipo de
actitudes (16).
Algunos ejemplos de actuaciones de psiquiatras nos revelan que
la actitud hacia el homosexualismo
sigue siendo homófoba, pese al discurso oficial.
Patologización
Caso 1: Paciente de 47 años
que acude para examen ejecutivo
y es remitido a psiquiatría, dado
que presenta algunos síntomas
de corte depresivo ansioso. Al ser
examinado por el psiquiatra, éste
pregunta por su orientación sexual,
el paciente responde que es homosexual; acto seguido, el psiquiatra
manifiesta que “el problema de los
homosexuales es la inestabilidad de
pareja”; el paciente anota que lleva
17 años con su pareja y rechaza la
intervención.
La homosexualidad aún es
considerada patológica por el psiquiatra, al igual que sus conductas; dominan aquí los estereotipos
respecto a la pareja homosexual.
Es evidente la patologización y la
actitud de prejuicio del psiquiatra,
la cual llevó a organizar un cuadro
de problemas de pareja e inestabilidad emocional que no correspondían al caso; el paciente rechazó la
homofobia del psiquiatra al negarse
a continuar tratamiento con el profesional.
Una forma sutil de homofobia
es considerar la homosexualidad
como “opción o elección” y no como
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orientación sexual; una forma más
agresiva la constituye el equiparar
el homosexualismo con la psicosis
o el trastorno de la personalidad
(del polo dramático, obviamente), o
considerar que “los homosexuales
no pueden pensar dialógicamente,
pues no hay alteridad”, según la
expresión de un psiquiatra docente
universitario.
han tenido mayor participación y
reconocimiento social (5). “La exclusión opera mediante la creación
de un dominio de sujetos desautorizados, presujetos, de poblaciones
borradas del panorama visual y las
lesbianas ocupan ese dominio de
sujetas borradas de lo posible de
imaginar” (17).
Homofobia interiorizada
Desconfirmación
La desconfirmación involucra el
mensaje “tú no existes”, no revela
una aparente aceptación, pero tampoco un rechazo explícito; ha sido
considerada una actitud mucho
más dolorosa y agresiva que el ataque frontal. El hecho de no pensar
la homosexualidad es mucho más
evidente en el caso de las lesbianas,
que no son consideradas en sus
particularidades en la explicación
de su orientación sexual, al asumir
que todo lo que es dicho acerca de
la homosexualidad se aplica a ellas.
Otra forma de desconfirmación es el
heterosexismo “por default”, el cual
asume que, por ejemplo, a quien
estamos entrevistando es heterosexual: le preguntamos al varón
acerca de su relación de pareja y
asumimos que es una mujer (la
homosexualidad no existe).
Para el caso de las lesbianas,
existe un doble riesgo de discriminación y también de desconfirmación,
por el hecho de ser mujeres y por
tener una orientación homosexual
en una sociedad heterosexista patriarcal. Los varones homosexuales
726
Caso 2: Psiquiatra homosexual
que en varias ocasiones ha ‘acusado’ de homosexual a otro colega con
quien no tiene relación laboral directa, frente a psiquiatras, psicólogos y residentes de psiquiatría; con
esto busca deteriorar su imagen.
La internalización de la norma
cultural en la cual la homosexualidad es pecado, desviación, anormalidad o inferioridad se refleja en
este caso, para desviar la mirada y
las culpas personales; no hay aceptación de la propia homosexualidad
y se utiliza la del otro para lograr
aceptación y ajuste social.
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El elemento tabú, que la persona
toda expresa, imprimirá a través
de diferentes rechazos, tomando en el afuera, los objetos que
necesite o cree necesitar para
aliviar la angustia culpógena
que produce el lugar de la prohibición. Es así que aparecen
defensas que C. A. Tripp denominaría defensa del “rol de
género”, en que muchos varones
y mujeres se sienten libres para
responder a parejas del mismo
Homofobia y psiquiatría
sexo si pueden mantener el rol
que el género les asigna ante sí
mismos, ya que es una forma
de racionalizar que lo que están haciendo “no es realmente
homosexual”. (12)
[…]
heterosexualidad y que la homosexualidad es un impedimento moral
para el ejercicio psiquiátrico; la
rivalidad intenta tomar ventaja del
discurso imperante y de la presumida intolerancia de los oyentes.
Conclusiones
La psicología homofóbica de algunas personas homosexuales
puede ser muy compleja. Motivada por un simple deseo de proteger a los de su propia posición,
es frecuente que construya una
complicada moralidad, según la
cual justifique sus preferencias
mediante el ataque público a las
variaciones de su propia actividad, y puede hacerlo pensando
que mantiene una cierta honestidad. (12)
Así, niega ante grupos homosexuales ser homofóbico y obtiene
beneficios de posturas homófobas
frente a heterosexuales, al asumir
que la norma es el rechazo.
Exclusión
Caso 3: Psiquiatra y psicoanalista que “revela” la homosexualidad
de un colega frente a sus jefes, y
busca con ello la remoción del cargo de éste; pese a ello, el colega es
mantenido en el cargo, dado que
su orientación sexual no interfería
con el trabajo, además se tuvo en
cuenta el tiempo que llevaba en la
institución.
En este caso, el discurso heterosexista implica que es correcta la
En resumen, podemos considerar que:
•
La homosexualidad no constituye una enfermedad o trastorno
psiquiátrico.
•
La homosexualidad no constituye un síntoma per se de
patología.
•
La homofobia debe ser considerada un trastorno mental.
•
La homofobia requiere tratamiento.
•
Es necesario combatir los esfuerzos por repatologizar la
homosexualidad.
•
Muchos casos de homofobia
son evidencia de ignorancia;
en el caso de los psiquiatras,
revela sus déficits personales y
no puede establecerse como un
discurso científico u oficial de la
especialidad.
Como acciones que se deben
tener en cuenta para combatir la
homofobia a partir de la psiquiatría
podemos considerar las siguientes:
•
La necesidad de mantener la
psiquiatría como una disciplina no confesional, donde no
se deben traducir los valores y
creencias personales para ejercer una exclusión de cualquier
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•
•
individuo o grupo por pertenecer a una minoría.
Velar por incluir el estudio de
los derechos humanos y la bioética por parte de los psiquiatras
y residentes de psiquiatría.
La psiquiatría debe explorar
de manera desprejuiciada las
nuevas sexualidades y ampliar
el espectro de estudio respetuoso a formas tradicionalmente
consideradas como trastornos
mentales. Hace falta explorar la
proliferación de nuevas sexualidades en la cultura, expresadas
a través de lenguaje innovador,
aún no apropiado por el discurso oficial psiquiátrico (18). Por
ejemplo, Eve Kosofsky Sedwick
anota:
Podemos describirnos (entre
otras posibilidades) como lesbianas femeninas y penetradoras, locas new age, fantasiosas
y fantasmadoras, travestis,
clones, leathers, mujeres con
esmoquin, mujeres feministas,
hombres feministas, onanistas,
traileras, divas, jotos, machos
sumisos, mitómanas, transexuales, tías, hombres que se definen
como lesbianas, lesbianas que
se acuestan con hombres, etcétera. (19)
•
Es necesario estudiar y evidenciar las formas de homofobia
en nuestra cultura. Una consideración especial la requiere
el estudio de la homofobia al
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lesbianismo, el cual ha sido
pasado por alto; incluso, se
ha llegado a considerar que la
homosexualidad femenina no
existe.
•
Es necesario realizar acciones
incluyentes y tolerantes sobre la homosexualidad en las
universidades e instituciones
psiquiátricas, y la psiquiatría
puede ejercer un liderazgo en
el manejo de la homofobia en
nuestro medio.
•
Se requiere un cambio epistemológico y político de la consideración sobre la cuestión
homosexual, en el análisis y
tratamiento de la hostilidad específica de la orientación sexual
homosexual (2); la psiquiatría
se ha ocupado in extenso del
homosexualismo, y muy poco
se ha estudiado la homofobia.
•
Se debe realizar censura de
grupo de los comportamientos
homófobos, tanto los actos de
discriminación como los discursos de odio; podemos considerar que el discurso psiquiátrico
ha sido muy conservador al
respecto.
Podríamos considerar algunas
acciones específicas de la Asociación Colombiana de Psiquiatría y las
universidades tendientes a prevenir
y manejar la homofobia, las cuales
deben comprometer al colectivo
psiquiátrico en coherencia con la
evidencia y los pronunciamientos
oficiales de la psiquiatría:
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Homofobia y psiquiatría
•
•
•
•
•
•
Educar sobre la homofobia y
comprometer a los colegas acerca de la tolerancia y el respeto
por los derechos.
Evidenciar el lenguaje homófobo cotidiano usado en las
universidades y clínicas, el cual
legitima el odio y la agresión
(véase la cantidad de términos
al respecto, que evidencian la
homofobia cultural), e incluir
el término homofobia para nombrar esta tendencia (10).
Abandonar las formas de segregación en el discurso psiquiátrico y, en el caso que nos ocupa,
la segregación por orientación
sexual; dejar de señalar la homosexualidad como anormal,
patológica, indicadora de gravedad de patología o síntoma.
Vigilar los comunicados en medios de comunicación y textos
producidos por psiquiatras.
Favorecer la apertura (disclosure) de la postura que el terapeuta tiene frente a la homosexualidad y el establecimiento
de programas del tipo “zona
segura” (20) para la atención de
personas homosexuales.
Estudiar la homofobia, los
factores personales y culturales
y las formas de ésta en Colombia.
3.
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Recibido para evaluación: 8 de agosto de 2007
Aceptado para publicación: 1° de noviembre del 2007
Correspondencia
Ricardo de la Espriella Guerrero
Educación Médica e Investigaciones
Clínica de Nuestra Señora de La Paz
Calle 13 No. 68 F-25
Bogotá, Colombia
[email protected]
Rev. Colomb. Psiquiat., vol. XXXVI / No. 4 / 2007
731
de la Espriella R.
Anexo
Declaración de posición sobre “Terapias enfocadas
sobre intentos de cambiar la orientación sexual
(terapias reparativas o de conversión)”
American Psychiatric Association Commission
on Psychotherapy by Psychiatrists (COPP)
Preámbulo
En diciembre 1998 The Board
of Trustees emitió una declaración
de posición con respecto a que la
American Psychiatric Association
(APA) se opone a cualquier tratamiento psiquiátrico, tal como
terapia “reparadora” o de conversión, que se base sobre asumir que
la homosexualidad per se es un
desorden mental o en el supuesto
que el paciente debería cambiar
su orientación sexual homosexual.
Con esto la APA se unió a muchas
otras organizaciones profesionales
que se oponen o son críticas con las
terapias “reparadoras” incluyendo
la American Academy of Pediatrics,
the American Medical Association,
the American Psychological Association, The American Counseling Association, y la National Association of
Social Workers.
La siguiente Declaración de
Postura se explaya y elabora sobre
la declaración emitida a fin de dirigirse más a preocupaciones públicas y profesionales sobre terapias
dirigidas al cambio de orientación o
identidad sexual del paciente. Au-
732
menta la declaración de 1998 más
que reemplazarla.
Declaración de postura
En el pasado, definir a la homosexualidad como una enfermedad
atrincheraba el oprobio moral de la
sociedad con las relaciones entre
el mismo sexo. En el clima social
actual, declarar que la homosexualidad es un desorden mental surge
de los esfuerzos para desacreditar
una creciente aceptación de la
homosexualidad como variante
normal de la sexualidad humana.
Consecuentemente, la cuestión de
cambiar la orientación sexual se
ha politizado mucho. La integración de gays y lesbianas al cauce
principal de la sociedad Americana
encuentra la oposición de aquellos
que temen que tal integración esté
mal moralmente y sea dañina para
la trama social.
Los debates políticos y morales
que rodean a este tema han oscurecido la información científica al
cuestionar los motivos y hasta el
carácter de individuos en ambos lados de la cuestión. Este documento
Rev. Colomb. Psiquiat., vol. XXXVI / No. 4 / 2007
Homofobia y psiquiatría
intenta esclarecer en algo este punto
candente. La validez, eficacia y ética
de intentos clínicos para cambiar la
orientación sexual del individuo han
sido desafiadas. A la fecha, no existen estudios de resultado con rigor
científico para determinar la eficacia
actual o el daño por los tratamientos reparadores. Hay escasos datos
científicos sobre los criterios de selección, riesgos contra beneficios del
tratamiento y consecuencias a largo
plazo de las terapias reparadoras.
La literatura consiste de informes
anecdóticos de individuos que sostienen haber cambiado, personas
que afirman que intentos de cambios
les fueron dañinos, y otros que afirmaron haber cambiado y luego se
retractaron de sus afirmaciones.
Con poca información sobre
pacientes, no es posible evaluar las
teorías que racionalizan la conducta
de terapias “reparadoras” o de conversión . En primer lugar, están en
desavenencia con la postura científica de la Asociación Americana de
Psiquiatría que ha sostenido, desde
1973, que la homosexualidad, en sí
misma, no es un desorden mental.
Las teorías de terapistas “reparadores” definen a la homosexualidad
como una detención de desarrollo,
una severa forma de psicopatología,
o alguna combinación de ambas.
En años recientes, conocidos practicantes de “terapia reparadora”
han integrado abiertamente teorías
psicoanalíticas más viejas que patologizan la homosexualidad con
creencias religiosas tradicionales
que la condenan.
Las primeras críticas científicas
de las primeras teorías y creencias
religiosas informando terapias
“reparadoras” o de conversión, vinieron en primer lugar de parte de
investigadores en Sexología. Posteriormente, las críticas también surgieron de fuentes psicoanalíticas.
Incluso ha habido un pensamiento
religioso en aumento argumentando
contra interpretaciones tradicionales, bíblicas, que condenan la homosexualidad y que subyacen en tipos
religiosos de terapia “reparadora”.
Recomendaciones
1.
2.
APA afirma su posición de 1973
sobre que la homosexualidad
per se no es un desorden mental diagnosticable. Esfuerzos recientemente publicitados para
repatologizar a la homosexualidad afirmando que puede ser
curada, frecuentemente están
motivados no por la investigación científica o psiquiátrica rigurosa, sino a veces por fuerzas
religiosas y políticas que se oponen a derechos civiles plenos
para hombres gay y para lesbianas. Se recomienda responder
pronto y apropiadamente como
organización científica cuando
se emitan afirmaciones que la
homosexualidad es “una enfermedad curable”, hechas por
grupos políticos o religiosos.
Como principio general, un
terapista no debería determinar la meta del tratamiento
coercitivamente ni a través de
Rev. Colomb. Psiquiat., vol. XXXVI / No. 4 / 2007
733
de la Espriella R.
3.
una influencia sutil. Modalidades psicoterapéuticas para
convertir o “reparar” la homosexualidad se basan en teorías
desarrollistas cuya validez científica es cuestionable. Es más,
informes anecdóticos sobre
“curas” están equilibrados por
afirmaciones anecdóticas sobre
daño psicológico. En las últimas cuatro décadas terapeutas
“reparadores” no han producido
ninguna investigación científica
rigurosa para substanciar sus
afirmaciones de cura.
Hasta tanto no esté disponible
tal investigación, APA recomienda que los practicantes
éticos eviten intentar cambiar
la orientación sexual de individuos, recordando el dictado
médico de “Primero, no dañar”
(primun non nocere)
La literatura sobre terapias
“reparadoras” usa teorías que
hacen que sea difícil formular
criterios de selección científica
para su modalidad de tratamiento. Esta literatura no solo
ignora el impacto del estigma
social en la motivación de
esfuerzos para curar la homosexualidad, es una literatura
que además la estigmatiza activamente. La literatura sobre
terapias “reparadoras” también
tiende a sobreafirmar los resultados del tratamiento mientras
descuida los riesgos potenciales
para los pacientes. APA estimula y apoya la investigación
en el NIMH (Instituto de Salud
734
Mental) para que la comunidad
de investigación académica
determine mejor los riegos de
las terapias “reparadoras” en
relación a sus beneficios.
Apéndice 1
Declaración de posición de la
Asociación Americana de Psiquiatría
sobre Tratamiento Psiquiátrico y
Orientación Sexual. Diciembre 11,
1998
El Consejo de Apoderados de
la APA retiraron la homosexualidad del DSM en 1973, después de
revisar la evidencia de que no era
un desorden mental. En 1987, la
homosexualidad egodistónica no
estaba incluida en el DSM-III-R después de una revisión similar.
La Asociación Americana de Psiquiatría actualmente no tiene una
posición formal de postura sobre
tratamientos que intenten cambiar
la orientación sexual de las personas, también conocida como terapia
reparadora o de conversión.
Hay un comunicado de APA en
1997 sobre “Temas Homosexuales y
Bisexuales”, que afirma que no hay
ninguna evidencia científica publicada que sostenga la eficacia de terapia
reparadora como tratamiento para
cambiar la orientación sexual.
Los riesgos potenciales de la terapia reparadora son grandes, incluyendo estos la depresión, ansiedad
y conductas auto-destructivas, ya
que la alineación terapista con los
prejuicios sociales contra la homosexualidad pueden reforzar el odio
Rev. Colomb. Psiquiat., vol. XXXVI / No. 4 / 2007
Homofobia y psiquiatría
contra sí mismo ya experimentado
por el paciente. Muchos pacientes
que han pasado por terapia reparadora relatan que se les dijo incorrectamente que los homosexuales
son individuos solitarios e infelices
que nunca logran aceptación ni satisfacción. La posibilidad de que la
persona pueda lograr la felicidad y
encontrar relaciones interpersonales satisfactorias como hombre gay
o lesbiana no está presentada, ni
son discutidos los enfoques alternativos para tratar los efectos de la
estigmatización social.
La APA reconoce que, en el
transcurso del tratamiento psiquiátrico, puede haber indicaciones
clínicas apropiadas para intentar
cambiar conductas sexuales.
Varias de las principales organizaciones profesionales incluyendo la
American Psychological Association,
la National Association of Social
Workers y la American Academy of
Pediatrics han hecho declaraciones
contra las terapias reparadoras debido a preocupaciones por el daño
causado a pacientes.
La Asociación Americana de
Psiquiatría ya ha tomado posturas
claras contra la discriminación, el
prejuicio y el tratamiento no ético
sobre variedad de temas, incluyendo la discriminación basada en la
orientación sexual.
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735