NOTAS Y DISCUSIONES
Skepticism, Dordrecht, Reidel, 1983 y. desde den-
tro del teísmo, Gutting, G.: Religious Belief ami Religious Skepticism, Notre Dame U.P., 1982; Ouinn,
P.: "In Search of the Foundations of Theism»,
Faith and Philosophy, 2 (l985}; Audí, R.: -Direct
.Iustification, Evidentíal Dependence, and Thelstíc
Belief», en la antología de la que es coeditor: y
Pojman, L.J.: Rdigious Beiie] and the Will, Londres. Rout1edge & K.P., 1989. Aparte de las obra'>
de Swinbume (1982) y Phillips (1988).
46. De entre su vasta obra destacan Faith and
Knowledge. Ithaca, Cornell U.P., 1957, Evil and the
God of Love, Londres, Macmillan, 1966, Death. and
Etemal Li{e (ídem), y An Interpretation af Religion,
Londres, Mecmíllan, 1989, en donde ofrece una
visión global de las relígíones bajo todos sus
aspectos. R..pecííicamente sobre el pluralismo re>.
lígioso son sus God and the Universe of Faiths,
Nueva York, St. Martín. 1973 y Problems o{ Religious Pluralism, Londres, Macmillan, 1985. Es asimismo editor o coeditor de muchas obras sobre el
tema.
47. En la medida en que se pretenda hacer solo
teología filosófica (o Philosophy of Christian Religion, como a veces se denomina), esto no es un
defecto. Pero sí lo es para hacer filosofta de la religión. «überhaupt».
48. Por contra, los autores no anglosajones de
los siglos XTX y xx -salvo Kierkegaard y Wittgenstein- son olímpicamente ignorados.
49. Como muestra, Morrís, T.: The Logic o( God
Incamate, Ithaca, ComeJl U.P., 1986 -donde se
aplican la filosofía de la mente y la semántica sobre la identidad para resolver el problema de las
«dos naturalezas. de Crísto->, Y los colectivos:
Morrís, T. (ed.): Philosophy and the Christian
Fa ith, Notre Dame U.P., 1988; Feenstra, R.J. &
Plantlnga Jr., C. (OOs.): Trinity, Incarruuian and.
Atonement (ídem 1989); y Flint, T, (ed.): Christian
Philosophy, (ídem 1990).
50. Revista de Filosofia (Madrid). XXV (1966),
pp. 291-366.
51. Publicados respectivamente en Barcelona.
Aricl, 1977; Madrid, Mañana, 1978; Salamanca.
Síguemc, 1978; y Madrid, Mondadori, 1989.
52. Madrid, Revista de Occidente, 1970 y 1973
--el segundo, en colaboración con J. Martín Velasco-.
53. Madrid, Encuentro. 1989. Refiriéndose a la
precariedad de nuestra corriente en España, afirma: «Sólo España ha llegado a ser tan "moderna"
en filosofía. que no sabe nada de su presente por
ignorar su pasado: ¿Por qué los ayer neopositívistas y analíticos a remolque no dan cuenta hoy,
aunque sea de nuevo a remolque, de esta tradición
operativa en la actualidad?" (p. 343). Justa. pero
unilateral. queja. a la que habríaque añadir: ¿por
qué los filosófos de la religión españoles "pasan»
alegremente de la Iílosoíía analítica?
54, Quito, Ediciones de la Universidad Católica,
198!.
55. Además de las citadas a lo largo de las notas: Bochenski, J.M.: La lógica de la religión. Buenos Aires. Paidós, 1967; Macquarrie, J.: Godialk.
El análisis del lenguaje y la lógica de la teologta,
Salamanca, Síguerne, 1976; Varios: Filosoita de la
ciencia y religión, Salamanca, Sígueme, 1976; Albert, H.: La miseria de la teología, Barcelona, Alfa,
1982; Y Kolakowski, L.: Si DÍDs no existe, Madrid.
Tecnos, 1985. Todos son valiosos aunque, curiosamente, ninguno es un «filósofo analítico de la religión». Para tratar de rellenar esta laguna filosófica
estamos traduciendo actualmente una docena larga de entre los artículos más representativos en
nuestro campo.
Individuos e información:
sobre el marxismo analítico
J. FRANCISCO ÁLVAREZ
UNED Madrid
Hace ocho años que Jon Elster desde de Alfred North Whitehead: «Una cienlas páginas de London Review of Books, . cia que se resiste a dudar de sus fundaen el articulo «Cien años de ciencia so- dores y a olvidarlos está perdida».' Allí
cial marxista», recordaba un aforismo Elster señalaba sus particulares objetíISEGORíA I 3 (1991)
159
NOTAS Y DISCUSIONES
vos en la investigación social de inspi- preciso apuntar que algunas de las disración marxista: «lo que pretendo es putas producidas entre las orientacioconseguir que el marxismo (o al menos nes marxistas y las ciencias sociales
sus partes valiosas) se sumerja en la co- académicamente establecidas puede
ni ente principal de la ciencia social y que tengan dificil solución. Aunque alque pierda su identidad como una co- guna suerte de equilibrio epistemológirriente separada».
co ecléctico quiera recoger la doble
Esa misma referencia a Whitehead perspectiva, ocurre que el espacio conpodemos encontrarla en el libro de J. ceptual cubierto por las ciencias sociaRoemer, Free lo Lose.2 En esta última les tiene mucho que ver con espacios
ocasión Roemer añade que, en buena de conformación práctica de nuestras
medida, lo que ha ocurrido con el mar- creencias y aspiraciones; por tanto, ese
xismo y la investigación en ciencias so- espacio conceptual tendrá que ver con
ciales es que ciertas partes del marxis- la política y con especiales influencias
mo han sido refutadas decisivamente "externas» que aparecen en el filtraje
mientras que otras aportaciones suyas de la zona de ese espacio que será sohan quedado incorporadas a la estruc- metida a investigación. Encontramos
tura común compartida por todos los aquí una conexión no sólo en el ámbito
de la teoría política sino en las políticientíficos sociales.
Pero ocurre, según Roemer, que to- cas concretas y en sus orientaciones
davía quedan ciertos elementos valio- estratégicas; por ejemplo, buena parte
sos e importantes que no son aprecia- de lo que se puede decir sobre econodos fuera del campo marxista y que a mía política está determinado por las
veces tampoco son reconocidos desde realizaciones económicas práctico-masu interior. Esos elementos valiosos, teriales; en muy pocos casos sucede al
que parece querer defender Roemer, no
revés -excepto para alguna pretendida
son fácilmente identificables; bien pu- y abominable «dirección científica de la
diera ser que parte del giro que piensa socíedads-i-.
producir en el seno de la investigación
Aún así, y precisamente por el sesgo
marxista refleje una limitación del pro- político de las ciencias sociales, no pagrama de investigación marxiano y rece tener mucho sentido mantener poque, a la vez, sea una simple acepta- siciones de aislamiento local de la proción del programa de la ciencia social pia teoría; en la práctica se están dando
académica. 3
fenómenos suficientemente explícitos
En esa perspectiva señalada por dos de mezclas y combinaciones, que van
de sus principales promotores es en la desde la institucionalización socialdeque cabe situar el trabajo del marxismo mócrata hasta las transformaciones poanalítico: se le puede entender como lítico-económicas de las sociedades del
un programa actual para las ciencias socialismo real. Unas mezclas que prosociales, un programa sin pretensión de ducen nuevos problemas en esas socieexclusividad que intenta ser una contri- dades y fuerzan, por tanto, al análisis
bución a la línea central de la inves- del instrumental teórico con el que intigación en ciencias sociales, tanto destentan intervenir los científicos sociales
de el punto de vista substantivo de la en esas nuevas estructuras políticas.
La mayor parte de las orientaciones
elaboración científica concreta como
en aspectos generales metodológicos de . que se reclaman herederas o perteneesas ciencias.
cientes a la tradición marxista, normalSin embargo, desde el principio, es mente manifiestan una tendencia ex160
ISEGORIA I 3 (1991)
NOTAS Y DISCUSIONES
presa a intervenir en el espacio académico de las ciencias sociales. La variada pretensión de ser una ciencia de las
sociedades, una teoría de la revolución
y una guía para la acción política, conforma entre los marxistas un vector dirigido a la intervención práctica y social. y, por ello, no es extraño que las
versiones actuales del marxismo, aun
tratándose de quienes proponen variantes sofisticadas, tengan principalmente
la aspiración de constituir un programa
para las ciencias sociales. Lo que ya no
parecen procurar es la intervención en
la vida política, algo que por otra parte
no es sólo síntoma del tipo de marxismo que cultivan sino de cómo comparten el reflujo general de los intelectuales en relación con la participación y la
responsabilidad social.
Al presentar los rasgos básicos de lo
que se empieza a conocer estos últimos
años como marxismo analítico, lo haremos intentando hacer aflorar su propio
proyecto y su indudable pretensión de
convertirse en un programa de investigación para las ciencias sociales.
No consideramos que el marxismo
analítico sea ya un programa constituido, ni que represente líneas de investigación institucionalizadas y en marcha en las ciencias sociales contemporáneas. Más bien vamos a tratar de discutir sus propias aspiraciones, de qué
manera se produce su incidencia en las
ciencias sociales y cómo presentan su
propuesta de atender a cuestiones no
habituales ni en el marxismo ni en las
ciencias sociales de hoy.
Los proponentes del marxismo analítico lo presentan más como un punto
de vista en ciencia social que como un
programa cerrado. A la vez señalan que
tratan de fundamentar y esclarecer a
partir de los resultados de la investigación en ciencias sociales algunas de las
evaluaciones generales tradicionales en
el marxismo.
ISEGORíA 13(1991)
Como son muchos los prcconceptos
y los prejuicios que se dan en tomo al
marxismo, y en el interior de las tradiciones marxistas, por lo que se refiere a
sus planteamientos sobre la práctica
científica en la ciencia social, si queremos avanzar hacía algún tema de interés tenemos que eliminar algunos pseudoproblemas, o al menos señalar algunas cosas que no nos van a interesar.
En primer lugar, la cuestión no está
en que desde el marxismo analítico se
señale algún «nuevo método», ni en
que otra vez se ofrezca el «verdadero y
auténtico» método marxiano nucleador
de la investigación sociopolítica desarrollada por Marx. Ahora la cuestión
consiste en tomarse en serio algunos
tópicos de la tradición marxista referidos a la investigación social, pero teniendo en cuenta la transformación del
utillaje científico producido en las ciencias sociales durante el último siglo.
Sin duda esto les exigirá algunas veces
pensar en y con términos de ciertos
instrumentos formales como son la teoría de juegos, la teoría de la decisión y
el instrumental matemático de la economía neoclásica.
Si la cuestión del método es el primer preconcepto a desechar, también
antes de entrar definitivamente en el
tema señalemos que :no pretenderé
aquí reivindicar sin más el marxismo,
ya sea el analitico o el hegelíanizante;
aunque como en ocasiones ha dicho J.
Muguerza: «Ahora que parece estar en
descrédito, valdría la pena estudiarlo
atentamente»."
Hace algunos años constituía un tópico la discusión entre análisis y marxismo, entre filosofía analítica y marxismo; no siempre esa confrontación tenía
los tonos del dehate académico y con
excesiva facilidad se utilizaba el argumenium ad hominem, En España, al
estar ambas tendencias poco institucionalizadas. se producía. sin embargo,
161
NOTAS Y DISCUSIONES
cierta común defensa intercatecúmcnos; tenía la discusión cierto aire de familia con otros encuentros; por ejemplo, con el intento de diálogo entre
cristianismo y marxismo, aunque este
último debate tenía mayores condicionamientos políticos. Nos parecía asistir
a un intento de superación del estrecho
mareo de dos ámbitos y tradiciones intelectuales, y, tal como se pretendía en
1974 desde Revista de Occidente, en el
número «Análisis y díaléctícav.> era posible tratar de «tender puentes}, no irenístas entre las dos tradiciones. Si el
ejemplo tradicional del marxista para el
analítico era Federico Engels trepando
por el árbol de la ciencia con el detector de contradicciones en bandolera
(con acertada imagen propuesta en
aquella ocasión por Alfredo Deaño), el
ejemplo de analítico para el marxista
era el profesor despistado analizando si
se podía calificar de moral el acto de
devolver los libros en préstamo. Desde
luego no proponemos a estos dos personajes como ancestros del marxismo
analítico, o al menos no creo que los
aceptaran sin más sus cultivadores.
La denominación «marxismo analítico}, es reciente; con ella se hace referencia a una nueva tendencia que está
adquiriendo en teoría social carta de
naturaleza con intentos varios de institucionalización académica. Como recuerda John Roemer en su introducción a una compilación de textos, publicada precisamente con el título de
Analytical Marxism: « ••. lo que ahora
aparece como una nueva variedad en
teoría social se ha ido conformando en
la pasada década: el marxismo analíticamente sofisticado. Sus cultivadores
están muy influenciados por cuestiones
marxíanas que ahora abordan con el
instrumental contemporáneo de la lógica, las matemáticas y la construcción
de modelos. Su postura metodológica
es convencional; de manera consciente
162
estos autores se presentan como el resultado conjunto de tradiciones marxistas y no marxístas-P
Por tanto, vemos que, al menos explícitamente. no se trata sólo de la influencia de la filosofía analítica sobre el
marxismo. Según los autores, unos están más influidos por la filosofía analítica, como es el caso de Gerald Cohen,
y otros por las líneas dominantes en la
investigación en ciencias sociales (tal es
el caso de la influencia de la economía
matemática sobre Roemer), El ámbito
es plural; se puede por ello discutir sobre la misma denominación, y debido
al uso que hacen de ciertos modelos de
acción estratégica se le podría calificar,
como han señalado A. Carlíng, J. Roemer o, entre nosotros, F. Ovejero? como
«marxismo de la elección racional»,
Pero en definitiva hablamos de un conjunto de autores, mayoritariamente
anglosajones, que, en época posterior al
florecimiento del marxismo de los años
sesenta, y en pleno período de lo que se
llamó la crisis del marxismo (finales de
los setenta), se han dedicado a aplícar
las pautas de rigor conceptual heredadas de la filosofía analítica, las consideraciones de la teoría contemporánea de
la ciencia y los resultados de las ciencias sociales, en particular los procedentes de la economía neoclásica. al
tratamiento de problemas tradicionalmente abordados por la teoría social
marxista.
Sin embargo, tampoco debemos olvidar que su autodenomínacíón como
«marxistas analíticos» tiene la virtud,
en estas épocas de mercadotecnia, de
un buen rótulo para una personal campaña publicitaria; además resulta muchas veces ingenua la pretensión de los
marxista'> analíticos de presentarse
como quienes inauguran una problemática filosófica completamente nueva,
cuando sucede en realidad que la tensión existente entre modelos explicatiISEGORIA I 3 (199i)
NOTAS Y DISCUSIONES
VOs, utilizados o rechazados, forma
parte de la misma historia del pensamiento marxista y de otras tradiciones
filosóficas occidentales. 8
Es conveniente no olvidar que el calificativo de analítico en un libro como
Analytical Foundaiions of Marxian Economics, de Roemer (1981), tiene poco
que ver con la filosofía analítica; se trataba allí más bien del uso de las herramientas del análisis matemático para
realizar una aproximación formal a la
economía marxiana, continuando los
antecedentes importantes de M. Moríshirna, N. Okishio y, en general, siguiendo la tradición sraffíana.?
Algunos análisis superficiales consideran exclusivamente la influencia de
la filosofía analítica sobre el marxismo
analítico. y con ello se disponen a seguir a éste en sus peores aspectos, en
los más conservadores, académicos y,
particularmente, escolásticos. Sin embargo. otros autores, entre ellos E.M.
Wood y F. Ovejero, han sabido ver otro
tipo de conexiones y convergencias
inesperadas; por ejemplo, han analizado la conexión con la orientación estructuralista del pensamiento marxista
francés, relación que benévolamente se
podría explicar utilizando la propuesta
hecha por M. Sacristán de ver como
herencia hegeliana la noción de sistema utilizada por Marx; pero. en mi opinión, tal inesperada conexión tiene que
ver con los peores aspectos dogmáticos
del marxismo cientificísta,
En todo caso vamos a fijamos en si
este neomarxismo puede ser un buen
punto de partida para la reflexión sobre
problemas del presente social, para el
debate en ciencias sociales y sobre
cuestiones de método en ellas. Así que
no estará de más recordar, aunque en
nuestro caso no lo hagamos con afán
descalífícador, la opinión expresada por
E.M. Wood lO sobre que las técnicas de
investigación de la elección racional
ISEGORíA
j
3 (1991)
tienen uno de sus orígenes en el renacimiento del pensamiento de la derecha
conservadora; si lo peculiar de estos
marxistas estuviese sólo en el uso de
esas técnicas, desde luego con ello no
se les podría caracterizar como grupo diferenciado entre los científicos
sociales.
Un primer rasgo de este marxismo, si
aceptamos la opinión de Roemer, es su
compromiso con la abstracción, la teorización y las exigencias formales de la
construcción teórica. Hay pocas dudas
sobre que el marxismo se deje caracterizar principalmente por una determinada concepción de la historia; sin embargo, los marxistas analíticos insisten en la necesidad de analizar los productos intelectuales con cierta independencia de su génesis histórico-ideológica. Esa actitud ya les ha reportado
alguna que otra crítica que les considera «marxistas de cátcdrav.l '
El compromiso con la abstracción es
consecuencia de otro rasgo característico de este particular marxismo: la
investigación de fundamentos para la
teoría social y, por ello mismo, no dar
por resueltas una serie de cuestiones
que el marxismo tradicional evitaba
plantearse O que, simplemente, consideraba irrelevantes (entre otras razones
por la adopción de una filosofía de la
historia escatológíco-progresístaj.V
Cuestiones como las siguientes: ¿por
qué es injusta la explotación, entendida
como transferencia de plus-trabajo".
¿es la igualdad un objetivo de la ética
marxista?, ¿interesa el socialismo a los
trabajadores de las sociedades del capitalismo moderno?, ¿por qué y cómo
emergen las clases como importantes
actores colectivos>, ¿por qué se produce la acción colectiva a pesar de los beneficios obtenidos por quien se comporta como polizón (free-rider)?,13 ¿en
qué particular sentido no es libre el
proletariado bajo el capitalismo>, ¿por
163
NOTAS Y DISCUSIONES
qué es superior el socialismo al capitalismo y en qué aspectos?, son preguntas todas ellas que conforman, utilizando el término empleado por Roemer,
un conjunto algo herético, ya que su
análisis resulta bastante extraño para el
marxismo tradicional pero, sin embargo, corresponden a los trabajos básicos
de J. Elster, ABen Wood, A. Przeworski,
GeraId Cohen, John Roemer, van Parijs
y otros autores que podriamos incluir
en la rúbrica del marxismo analítico.
La simple formulación de muchas de
estas preguntas define un nuevo campo
de problemas en la ciencia social de
inspiración marxista, asunto que adquiere un interés especial desde el punto de vista de la filosofía de la ciencia;
perspectiva que no es precisamente secundaria para nuestros autores.
Desde el punto de vista metacientífico, uno de los temas sobre el que han
llamado la atención los marxistas analíticos es el referido a la explicación; y,
en buena medida, constituye la problemática principal de un trabajo que puede considerarse pionero de esta corriente el libro de G. Cohen (1976): Karl
Marx's Theory of History, a defence. 14
En ese libro Cohen dedica todo un capitulo al tema de la explicación funcional y lo hace según el mejor estilo de la
filosofía analítica, algo realmente infrecuente entre los marxistas.
El tema de la explicación ha sido
planteado también en forma minuciosa
por Jon Elster y ha formado parte de
un debate intragrupal, producido ~ar
ticularmente entre Elster y Cohen.' El
análisis de la forma de la explicación
funcional tiene para nosotros un interés añadido porque en la ciencia económica tanto la perspectiva marxista
cuanto la neoclásica comparten ciertos vicios del razonamiento teleológico. Los economistas neoclásicos suelen
adoptar una actitud de confianza absoluta ante las consecuencias de las
164
conductas individuales no coordinadas
cuando éstas se producen en el ámbito
del mercado; los marxistas, aunque no
participen de esa actitud esperanzada y
teleológíca sobre las consecuencias de
la actividad de mercado y de la conducta individual, sin embargo, consideran,
si se quiere en un marco más amplio,
que la historia avanza hacia sociedades
cada vez mejores como consecuencia
de la teoría del materialismo histórico;
todo ello a pesar de que algunos propongan múltiples y diversos matices sobre la plurilinealidad del desarrollo.
El uso del patrón de explicación funcional por parte de los marxistas -y
por Marx- está unido, según Elster,
a otro compromiso metodológico: la
adopción del holismo o colectivismo
metodológico. Asi OClUTe, por ejemplo,
con la adopción del «capital» o de la
«humanidad" como sujetos colectivos
previos, que tienen preferencia sobre
los individuos en el orden explicativo.
«No 10 saben pero lo hacen, de acuerdo
con las leyes del capital." Sin duda, los
componentes holistas y los componentes finalistas de la filosofía de la historia rnarxiana son los que conducen a la
adopción del patrón de explicación funcional.l"
En cualquier caso debemos ser precisos y observar que no toda explicación
funcional adopta el compromiso del
holismo metodológico, aunque normalmente se hayan entendido las criticas
al funcionalismo como defensas del individualismo metodológico. Por ejemplo, el mismo trabajo de Cohen puede
ser caracterizado como funcíonalismo
con individualismo metodológico, un
matiz entre otros muchos que tampoco
discierne E.M. Wood en el artículo ya
referido sobre el marxismo de la elección racional.
La reflexión sobre las diversas formas de explicación y la adopción de
cierto compromiso con el individualisISEGORíA I
a (~99~)
NOTAS Y DISCUSIONES
mo metodológico conforman la tendencia principal entre los marxistas analíticos; ocurre así porque la búsqueda de
microfundamentos ha conducido de
manera natural a una revisión de las
discusiones de los años cincuenta sobre
el individualismo metodológico y, tal
reconsideración metodológica (todo lo
matizada que se quiera), ha producido
como subproducto no intencional la
adopción del instrumental teórico de
la teoría de la decisión racional y de
las técnicas de la economía neoclásica para replantearse temas centrales
-económicos y políticos- de la tradición marxista. Por supuesto que no ha
sido sólo la reconsideración metodológica la que ha conducido al uso de esas
nuevas técnicas; también ha contribuido a ello que algunos sean economistas
destacados y, sobre todo, que la teoría
de la elección racional estaba adquiriendo una fuerte expansión en la ciencia social académica.
Entre estos marxistas ha sido Jon
Elster, desde los años de Su publicación
de Logic and Society (1978) pasando
por Explaining Technical Change (l983)
hasta The Cement of Society (1989),
quien ha trabajado con mayor detalle
sobre las cuestiones generales de teoría
social y sobre filosofía de la ciencia social.
Por supuesto que la adopción del individualismo metodológico por parte
de estos autores no es una posición ingenua que olvide la intensa discusión
de otras épocas entre el individualismo
y el holismo metodológico, y que constítuyó durante mucho tiempo uno de
los tópicos centrales en filosofía de la
ciencia social. Señalemos que la posición es muy matizada pero observemos, también, que aunque desde el holisrno se hayan hecho algunas correcciones llegándose a hablar, por ejemplo, de holismo concesívo.l? aún así,
entre el holismo concesivo y el indiviISEGORrA 13 (1991)
dualismo metodológico no ingenuo,
continúan existiendo diferencias fundamentales de perspectiva con respecto a
la explicación en ciencia social.
Ahora bien, si se puede hablar del
marxismo de la elección racional es
porque, entre otros, Elster, Roemer y
Przeworskí han reflexionado sobre la
teoría estándar de la racionalidad, y,
sobre su posible interés para abordar
ciertos temas de la acción política que
estaban poco elaborados en el marxismo tradicional. Han tratado de analizar
cierto tipo de constricciones no objetivas que pueden ser resultado de limitaciones intencionales puestas por el mismo individuo, y que son además parte
de cierta clase más general de restricciones a la acción; un tipo de restricciones que resulta indispensable considerar ya que no pueden evitarse, pues a
veces adquieren un papel de deterrninantes causales de la acción, y. en general, tendrían que ver con la conocida
apreciación marxista (gramscíana) de
que siempre se es conformista de algún
conformismo.
Por nuestra parte, señalemos que en
la definición misma de individuo debemos asumir que la actividad social, y
los procesos de constricción de información, tienen cierto papel constitutivo
de dicha entidad individual. Desde luego que se acepta la presencia de procesos materiales objetivos, no sólo procesos naturales sino otros que bien
podríamos llamar sociales, que nos limitan la información. que pueden ser
asimilados a los procesos de producción de información en el sentido de
producción de posibilidades de información; pero, como la información empieza a ser relevante cuando puede ser
utilizada, puesto que por mucha variedad potencial existente si no puede utilizarse es como si no hubiese variedad
de ningún tipo, por tanto, sera conveniente considerar la posibilidad de ex165
NOTAS Y DISCUSIONES
plicar intencionalmente tanto la acción
individual cuanto otros diversos resultados de las acciones producidas «colectivamente» .
Sobre la conformación de la individualidad ha hecho aportaciones de mucho interés Amartya Sen. de quien recientemente ha sido traducido el trabajo Sobre ética y economia;18 las elaboraciones de Sen generalmente han
sido tenidas en cuenta por los marxistas analíticos, y aquí nos apoyamos
principalmente en lo que fueron sus
conferencias Dewey de 1984, publicadas con el título genérico: Wellbeing,
[reedom and agency.19 En esos artículos
Sen formula con precisión la indispensabilidad de las constricciones informativas presupuestas por todo compromiso o principio moral; tales ligaduras informacionales son las que permiten hablar con coherencia desde determinada
posición moral. 20
Volver sobre el ámbito de la explicación intencional puede ser un camino
interesante para la reconstrucción de
las ciencias sociales, también para cierto tipo de reflexiones que cabría llamar
de filosofía moral, y no es extraño que
temas referidos a la teoría ética y a
problemas de justicia sean línea dominante en el trabajo reciente de los marxistas analíticos. Además de la noción
misma de explicación intencional resulta también imprescindible delimitar el
supuesto de racionalidad que está a la
base de una posible interpretación de
la acción eficaz y de una acción justa.
No parece que estemos dispuestos sin
más a aceptar que la conducta habitual
pueda ser analizada como cierto tipo
de comportamiento óptimamente racional, pues no se trata sólo de que en
algunos casos se produzca una aplicación práctica inadecuada de las normas
de racionalidad sino, también, porque
es difícil suponer que seamos capaces
de hacer algo diferente a ejercitar una
166
racionalidad rrumma; noción ésta que
además debemos empezar por definir.
Seguramente podemos hablar de
poco más que de una racionalidad imperfecta para referirnos a cómo en la
conformación de nuestras creencias y
de nuestros fines pueden estar actuando fenómenos causales lnfra y supraintencíonales: rasgos que hacen inviable
la adopción de una racionalidad restringida exclusivamente a la relación
medios-fines. Este conjunto de temas
ha sido analizado con mucho detalle
por J. Elster, para fundamentar su defensa de la explicación intencional
como elemento más característico de
las ciencias sociales, y, para mostrar
que no basta con caracterizar la racionalidad como eficacia de la acción,
como adopción de medios adecuados
para fines deseados. Elster ha presentado esos límites de la racionalidad señalando un conjunto de factores que actúan a espaldas de los actores. a veces
desde el interior mismo de ellos, y que
debemos estudiar para poder adoptar
algún tipo de decisión en el ámbito de
nuestra acción, especialmente en aquellos aspectos en los que parece necesaria una valoración moral.
En definitiva, la racionalidad imperfecta es una propuesta que tiene en
cuenta los posibles éxitos de lo que se
ha llamado ingeniería social (fragmentaria); sin embargo, y a pesar de la ausencia de grandes modelos sobre la sociedad futura, considera que es posible
y a veces inevitable plantearse transformaciones globales de conjunto de un
sistema si queremos superar las claras
ineficiencias del presente. O bien, en el
caso de no plantearse tales proyectos
globales, cabe la posihilidad de adoptar nuestras decisiones de acuerdo con
determinadas convicciones, a pesar de
nuestra inevitable ignorancia sobre las
consecuencias de nuestra acción.
Así Elster ha estudiado situaciones
ISEGORlA J 3 (1991)
NOTAS Y DISCUSIONES
en las que no podernos asignar probabilidades a los estados futuros, ni tampoco conocemos esos estados futuros
del sistema a los que podríamos querer
dirigimos. En estos casos, de incertidumbre radical, aparece la relevancia
del estudio y el análisis de la intencíonalidad, qué parte de éstas puede cubrir la acción racional y qué conjunto
de factores causales están influyendo
en nuestra conducta.
Al mismo tiempo interesa señalar
que la constricción fundamental no reside en exclusiva en el tipo de información disponible, sino que se encuentra en el usuario de esa información,
está en el elemento subjetivo de la información, y se configura en el receptor que llamarnos individuo. Noción de
individuo que siendo central para el
análisis moral. es importante también
para el análisis político; aunque en uno
y otro caso el tipo de información disponible o incorporable sea diferente.
La actitud básica en ambos campos
consiste en la adopción del individualísmo metodológico como principio elemental básico de las ciencias sociales,
un postulado sin el cual parece absurdo
hacer reflexión social,
La revitalización del individualismo
metodológico, especialmente por parte de J. Elster y J. Roemer, va unida,
como hemos intentado mostrar, a la intención explícita de recuperar algunos
de los principios básicos de la sociología de la acción, por ejemplo, aquel
que aconseja analizar el cambio social
corno resultado de un conjunto de acciones individuales. Elster entiende por
individualismo metodológico la hipótesis de que todos los fenómenos sociales
-su estructura y su cambio- son en
principio 'explicables en una forma que
incorpora sólo a los individuos, a sus
propiedades, relaciones, objetivos, creencias y acciones.
Será conveniente señalar algunas de
¡SEGORIA I 3 (1991)
las matizaciones que, para defenderse
de las críticas surgidas en las discusiones de los años cincuenta entre holistas
e individualistas. hace EIster para su
propuesta individualista metodológica.
En primer lugar, la posición no presupone ni la racionalidad ni la acción
exclusivamente egoísta; sólo hay una
cierta presunción de estos rasgos comportamentales desde el punto de vista
metodológico, pero no se hace referencia a rasgos de la naturaleza humana.
Un segundo aspecto es que el individualismo metodológico se sostiene sólo
en contextos extensionales; cuando una
entidad agregada aparece en un contexto íntensional no es reductible a nivel
inferior, v.g.: la gente puede tener
creencias sobre entidades «supraindívíduales» que no serían reductibles a
creencias sobre individuos. Así Elster
analiza el enunciado: «los capitalistas
temen a la clase obrera», que no podría
reducirse a enunciados que hablen sobre los sentimientos de los capitalistas respecto a trabajadores individuales. Por contra, podríamos decir que un
enunciado como: "El beneficio capitalista es el resultado de la explotación a
la que está sometida la dase obrera",
se puede intentar reducir a un enunciado complejo que muestre los mecanismos mediante los cuales los trabajadores individuales resultan explotados en
el sistema industrial por parte de los
capitalistas.
En tercer lugar debernos observar
que en la descripción precisa de un individuo pueden incorporarse referencias esenciales a otros, ya que muchas
de sus características (v.g., ser explotado, ser poderoso) son inherentemente
relacionales.
Elster señala además una cuarta cautela: la posibilidad de la reducción no
debe cegarnos ante los peligros de reduccionismos prematuros; así ocurre.
que muchos intentos de explicar fenó167
NOTAS Y DISCUSIONES
menos sociales complejos en términos
de motivaciones, creencias individuales
y procesos cognitivos individuales producen con frecuencia explicaciones arbitrarias, estériles, o que llegan por
otros caminos a la posición ingenua de
quien aspiraba a que el análisis químico de la sopa supiese a sopa. Elster
mismo ha estudiado tales dificultades,
y creo que hasta las ha experimentado,
en el problema de la búsqueda de míerofundamentos para la acción colectiva. Su posición es que mm cuando en
esos casos puede parecer conveniente
mantener las explicaciones tipo caja
negra, no debemos olvidar que la adoptamos a falta de otra explicación mejor.
En tal sentido el holismo metodológico
puede ser una necesidad temporal, pero nunca un desiderátum.
Quizá valga la pena señalar, aunque
sin discutirlo, que el individualismo metodológico no hace referencia a la forma de evaluar los fenómenos sociales.
sino al modo de intentar explicarlos;
esto es tanto como decir que debemos
mantener clara la diferencia entre individualismo ético e individualismo metodológico. Por ejemplo, se puede observar que Marx resulta más consistente en la adopción del individualismo
ético (la principal atracción del comunismo es que hará posible la completa
realización de los individuos en libertad) que en la pretensión de explicar en
términos de las acciones de los individuos los procesos orientados al logro
de la "fase» comunista de la sociedad.
Si pretendiesemos identificar compromisos metodológicos adoptados por
Marx, sin duda el apoyo textual estaría
con el rechazo del individualismo metodológico y, a la vez, con la aceptación
del patrón de explicación funcional.
Para nosotros lo importante es que,
según los marxistas de la elección racíonal, el individuo aparece "metodológicamente» como responsable de la se168
lección de la información. Para mostrar
la relevancia de la información que seleccionamos, y el papel que debemos
dar al individuo, a sus mecanismos y
compromisos seleccionadores de info;mación, valdría la pena analizar algunas posiciones morales cercanas entre
sí; por ejemplo, el utilitarismo de acto
u ocasional y el utilitarismo de norma
o regla. 2 1 •
Por ese camino volvemos a encontramos con las propuestas de A. Sen,
quien ha presentado y resumido su posición recientemente, con ocasión de
la recepción del premio internacional
Giovanni Agnelli, (discurso publicado
en el New York Review of Books del 14
de junio de 1990, pp. 49-54, bajo el titulo «Individual Freedom as a Social
Commitment»). La tesis de Sen es que
«El individuo retorna como logro social. como conquista social», «La libertad individual no es sólo un valor social
central sino que es también inevitablemente un producto social»: ese camino
indicado por A. Sen puede servir para
una consideración interesante de los
problemas sociales del presente, y creo
que aquí vale la pena que recordemos a
Kolakowski: «en este punto comparto
el principio de Kierkegaard: la responsabilidad colectiva es una ficción, si
pretende ser algo distinto que la suma
-la suma exacta- de las responsabilidades particulares. Sí una sociedad
cualquiera, y s610 ella, es responsable
para algo, pero no algún particular,
la responsabilidad pesa simplemente
sobre el universal, es decir sobre nadie.»22 Pero no podemos considerar responsable a quien no es agente; no creo
que el pecado de omisión no consciente, u omisión no intencional, sea
un caso relevante. De ahí la importancia del análisis de la conformación autónoma de la individualidad y de la valoración de las capacidades, que permite o facilita desarrollar una sociedad,
¡SEGORíA 13 (1991)
NOTAS Y DISCUSIONES
con preferencia sobre los aspectos
cuantitativos del bienestar. Este camino seguido por A. Sen nos parece muy
relevante para una evaluación crítica
de los sistemas sociales.
Pero veamos algunas primeras dificultades que presenta el marxismo analítico. Una primera limitación hace referencia a lo inadecuado de su tratamiento de los conceptos teóricos y del
papel jugado por ellos en el seno de las
teorías científicas; como consecuencia
adoptan una excesiva dependencia de
las concepciones verífícacíonistas de las
temías científicas con lo que se enredan en discusiones ontológicas de las
que por desgracia bien lleno está ya el
marxísmo.P Un buen ejemplo lo suministra la ambigüedad de las posiciones
que adoptan con respecto a la teoría
del valor-trabajo. Una teoría que si bien
parece derruida por la reconstrucción
«neoclásica» de Roemer, siguiendo los
pasos de Morishima, aparece aún ante
los ojos de Elster como un mal menor,
como una posible VÍa interpretativa a
falta de otra mejor. Más bien parece
que no saben a qué carta quedarse.
Creo que se necesita una mayor precisión sobre el uso de modelos en las
ciencias sociales y no temer a la dificultad de ausencia de realismo en las teorías. Sin duda que los modelos construidos a partir de la teoría del valortrabajo tienen un alto rendimiento práctico y, además, la noción «valor» tiene
tanta legitimidad en el campo de las
teorías económicas, como la que pueda
tener el término teórico «fuerza» en la
mecánica clásica de partículas.é''
Una segunda limitación del marxismo analítico tiene que ver con su excesiva dependencia de la supuesta simetría entre explicación y predicción. Por
ello vale la pena recordar una posición
como la de Patrick Suppes, quien, en
«Explicando lo irnpredictible» (1986),
con ocasión de un homenaje a Hempel
¡SEGORIA J 3 (1991)
por parte de la revista Erkermmis, planteaba: «Se ha dicho -y yo estaba entre
quienes lo decían- que cualquier teoría de la explicación para ser interesante tendría que hacer buenas predicciones. Si no se conseguían esas buenas
predicciones la explicación difícilmente
era considerada interesante. Este es
otro de los intentos unificadores que
ahora considero equívocados.; Hemos
vuelto a reconocer cuán raros y especiales son los sistemas físicos cuya
conducta puede predecirse en detalle.
La ingenuidad y las esperanzas de esas
épocas tempranas no se sostienen. Para
muchos fenómenos en muchos dominios se tienen razones de principio
para creer que nunca seremos capaces
de movemos de buenas explicaciones a
buenas predicciones».
Esta misma idea ha sido planteada
por Suppes en otro artículo haciendo
referencia a la causalídad-no-markovíana que, aun cuando no sea ahora el
momento de comentarla, tiene una importante relación con nuestra discusión, puesto que muchas de las defensas de la explicación funcional, sobre
todo sí va unida al individualismo metodológico, han supuesto que en las sociedades podrían darse procesos absorbentes de Markov; tal es el caso de
van Parijs, y es una línea que ha seguído para su reflexión entre nosotros L.
Paramio. Se trata en mi opinión, sin
embargo, de señalar la importancia de
procesos «que no olvidarían su pasado»; en ellos tendríamos que contar
con los fenómenos de histéresís que
harían posiblemente indispensable el
uso de conceptualizaciones no-reductivas para el tratamiento de temas como
el de la acción colectiva; no diremos
que tales conceptos teóricos serán necesarios temporalmente, por ahora y a
falta de otros mejores que consigan
reducirlos «observacionalmente», sino
que podemos estar ante el caso de una
169
NOTAS Y OISCUSIONES
o
auténtica «imposibilidad» predictíva
que exija el constante uso de categorías
específicas teóricas. Por ejemplo, así
puede que ocurra con la noción de
individualidad considerada como un
constructo social, sin esperanzas de
posterior reducción. Aun siendo consciente de lo tentativo de estas propuestas creo que configuran un plano importante de la investigación que está
siendo sugerido, por ejemplo. por R.
Boudon en sus reconstrucciones de la
sociología de Simrncl y de las propuestas metodológicas de Max Weber. 25
También debemos señalar que ciertas
correcciones en las reflexiones metodológicas más recientes de Elster parecen
avanzar en este sentído.I"
Una tercera limitación está conectada con algunos aspectos poco refinados
del individualismo metodológico defendido por Elster, y se relaciona con el
papel jugado por las instituciones que
¡configuran la situación en la que se encuentra incorporado el individuo que
actúa. Este tema ha sido también estudiado por Boudon, pero creo interesante recordar que la posición de Popper
planteada hace ya bastante tiempo,
por ejemplo en el simposio de Burgos
de 1968, es bastante clara al respecto:
«Las instituciones no son reducibles a
las acciones de los individuos, porque
toda acción individual ocurre en una
situación y toda situación contiene elementos físicos, elementos institucionales y otros individuos [...] una situación
es algo extremadamente complejo [...]
la acción del individuo sólo puede analizarse porque el individuo actúa dentro de una situación y ya que las instituciones forman parte de la situación,
no podemos reducir instituciones a individuos o a acciones individuales».
Continuaba Popper preguntándose qué
quedada entonces del individualismo
metodológico, y se contestaba con una
importante apreciación que, en definiti170
va, es la que mayor rendimiento ha
producido en. la critica de Elster al
marxismo tradicional. Para Popper, eso
que quedaba del individualismo metodológico (y que es precisamente lo que
impide la reconciliación con el holísmo
por muy eoneesivo que se quiera ser)
era que: «Los colectivos no actúan, no
tienen intereses, no tienen planes aunque podamos decir por razones de sencillez que actúan, tienen intereses y
planes. Quien verdaderamente tiene intereses, planes y actúa es el individuo.
Esta es en síntesis la tesis del individualismo metodológico». 27
No basta con decir que se es precavido respecto a las versiones reduccíonistas apresuradas, como hace Elster, sino
que debemos considerar elementos metodológicos que no faciliten la tendencia a ese infundado reduccionismo.
En cualquier caso será conveniente
deslindar nuestras críticas de las que
han empezado a producirse desde ámbitos de los marxistas fundamentalístaso Podemos citar el ejemplo de Seott
Meikle de la Universidad de Glasgow
quien, en un número de Inquiry de
1986 dedicado al análisis de Making
Sense of Marx de Elster, tras establecer
que los componentes del pensamiento
de Marx son su teoría de la historia, su
teoría del valor y su método dialéctico,
aspectos que conjuntamente forman
una teoría unificada, termina estableciendo que el libro de Elster no puede
ser juzgado sino considerándole un
panfleto anti-Marx, antimarxista, bastante agrio e intemperante, dogmático
por el sarcasmo y por su constante recurso a los prejuicios antimarxistas de
los lectores.
Si uno por un momento se abandonase al mismo estilo de irrelevancia argumental podría decir que sostiene
cierta esperanza en que la política de
transparencia informativa de Gorbachov, la caída de algunos muros y alISEGORíA ! 3 (1991)
NOTAS Y DISCUSIONES
gún que otro «Gulag», ayude a la intelección de la propuesta de los marxistas
analíticos por parte de la tradición fundamentalista,
Con ánimo de concluir, y dejando al
margen ese tipo de valoraciones y tentaciones, podemos aún señalar algunas
otras deficiencias de importancia. Por
un lado, cierto aire de escolástica permea a los autores del marxismo analítico, tanto por no haber superado aún
del todo la tendencia exegética sobre la
obra de Marx (quizá por la imposibilidad de obviar en la práctica el papel de
los fundamentalistas) cuanto por añadir un refuerzo proveniente de la misma filosofía analítica; un refuerzo que
no procede del uso de los instrumentos
formales del análisis sino de quedarse
en el verbalismo del análisis terminológico y considerar conseguida una explicación adecuada tras la mera clasificación de los significados de los términos
utilizados. En algunas de las valoraciones de Roerner, de Elster o de Cohen se
vislumbra cierta convicción en la capacidad de deslindar ciencia y metafísica
mediante algún expediente metodológico que pudiese operar como criterio de
demarcación; resonancia que aparece
cuando insisten en distinguir entre teoría de la historia y filosofía de la historia.
Por esa razón, en ciertas ocasiones,
cuando se acercan a cuestiones de filosofía política parecen recaer en aquella
trivialidad de los ejemplos que en otra
época criticábamos a los filósofos morales analíticos. Sin duda no será totalmente justa esta crítica si la generalizamos, ya que a veces están tratando de
estudiar mecanismos causales intrapersonales relevantes para una teoría general de la acción colectiva; y, por ello,
Ja ejemplificación puede realizarse tanto analizando las dificultades surgidas para seguir un régimen alimentario
determinado como en las dificultades
ISEGORíA! 3 (19tH)
cogrntrvas para percibir el peligro de
la existencia de una base militar en
nuestro entorno. Pero el aire de superficialidad ejernplifícatoria cuando va
unido a cierta actitud escolar de análisis de significado resulta bastante llamativa.
En suma, aún pensando que el marxismo analítico. es una comente contemporánea interesante en la reflexión
y práctica de las ciencias sociales y, sin
duda, una de las más prometedoras
dentro del pensamiento marxista, sin
embargo, creo que es conveniente señalar esas debilidades producto de sus residuos exegéticas y de su débil incorporación de la filosofía actual de la ciencia restringiendo su uso a la «concepción heredada» de las teorías científicas.
El estudio de las condiciones bajo las
cuales se pueden poner en marcha reformas a gran escala en las sociedades
modernas, es una actividad que conecta las pretensiones de las ciencias sociales académicas con algunos objetivos «científicos» del marxismo. Veamos
como aparece ese aspecto praxeológico
en el trabajo de alguno de los marxistas
analíticos, aunque si hay un aspecto en
el que las diferencias son notorias entre ellos, es aquí donde se acentúan
pues en definitiva es el ámbito que está
más condicionado por los compromisos políticos e institucionales de cada
uno.
En las sociedades complejas, industriales, democráticas, los argumentos
para la reforma los podríamos clasificar, siguiendo a Elster,28 en argumentos consecuencialistas y argumentos ético-valorativos: según sea porque pensemos que la reforma tiene
efectos buenos o deseables, o bien porque por sí misma sea considerada valiosa.
Posiblemente es Elster el que más se
aleja de los argumentos consecuencia-
171
NOTASY DISCUSIONES
listas ya que la posibilidad de predecir der el proceso constitucional; esa es
los efectos globales netos en el equiliuna razón para que nos resulten tan
brio a largo plazo es algo que parece zafios los argumentos de quienes consiestar, como dice Elster, a años luz de la deran «vendaval antídemocrátíco» toda
situación actual de las ciencias sociales, crítica a los procesos políticos que ellos
y, por tanto la ingeniería social frag- mismos encabezan, y olvidan que pue- .
mentaria, mediante el aumento de la den darse cambios en las preferencias
planificación y el incremento de los de los demócratas. Los afectados por la
mecanismos de ensayo y error, no ayu- reforma se adaptan estratégicamente
da a resolver tal déficit porque su mé- (también los llamados «poderes fáctitodo nos conduce a estimaciones loca- cos», que serían un buen caso de análiles, parciales, a corto plazo y a algunos sis), y además un beneficio pensado
efectos de transición. Hay que distin- inicialmente como local y sectorial pueguir entre establecer una pequeña re- de favorecerla tendencia de todos a soforma con carácter general, una gran licitar la extensión de ese beneficio {pureforma con carácter local o bien una diendo situamos como efecto lateral no
reforma importante con carácter gene- deseado ante un caso de «falacia de
ral. Por ejemplo, probablemente no se- composícíon-j.é? De aquí los temores a
ría legítimo inferir del comportamiento la «mancha de aceite», a la extensión
de las cooperativas obreras en una so- de las conquistas sociales conseguidas
ciedad capitalista argumentos sobre la por un sector concreto, pues no se trata
eficiencia de un socialismo de merca- sólo de un exclusivo problema de polído, una cuestión que ha sido analiza- tica económica sino del cambio de preda por Elster utilizando como caso par- ferencias. Los efectos no-deseados en
ticular el fenómeno cooperativista de ambos polos de los conflictos pueden
Mondragón (Euskadi),
situarnos en una posición de incertiPor otro lado nos encontramos con dumbre. En esa encrucijada, los valores
el contraste entre efectos parciales y puramente técnicos y consecuencialisefectos netos. Debido a las necesarias tas de la toma de decisión no pueden
cláusulas caeteris paribus que aparecen ser los que orienten el comportamienen las ciencias sociales, estas son muy to que desearíamos llamar o calificar
débiles para actuar de instrumento en como «racional».
la planificación y la reforma; los rasgos
Además hay otros argumentos fuerque mantenemos constantes pueden tes a favor de la incertidumbre. Baste
ser afectados por los cambios previstos. aquí recordar que la eficiencia dinámiPor ejemplo, con determinadas motiva- ca de un sistema económico supone
ciones iniciales, la reforma puede cam- una tasa óptima de política de inverbiar los comportamientos y, llegado el sión y de innovación técnica, pero el
caso, hasta las mismas motivaciones; estudio de tal proceso parece señalar
este tipo de consideración sobre los que estamos más bien ante procesos de
cambios motivacionales tiene interés decisión no-racionales (ausencia de inpara analizar fases posteriores a trans- tencionalidad y presencia de factores
formaciones institucionales. Así se po- causales de interacción); por considrían analizar los cambios de compor- guiente, no parece que puedan ser antitamiento en nuestro país antes y des- cipidas las consecuencias a largo plazo
pués de la constitución de 1978: desde . de las reformas generales y volvemos a
luego que cambian la conductas, pero estar ante un caso de incertidumbre y
también las motivaciones para defen- no de riesgo.
172
¡SEGaRlA I 3 (1991)
NOTAS Y DISCUSIONES
Por último añadamos que aun cuando
pudiesemos prever un estado accesible y
óptimo en el equilibrio social, no deberiamos embarcamos (al menos no embarcar a otros) en tales reformas sin conocer los efectos de transición. Como recuerda Elster, el legado de Marx no sólo
incluye el substrato intelectual de creer
con certidwnbre total que el advenimiento del comunismo es inevitable,
sino tambien el error moral de pensar
que ese objetivo justifica todo sacrificio
impuesto a las generaciones intermedias. De ahí que algunos autores del llamado marxismo analítico se preocupen
cada vez más de esos efectos de transición, de la reversibilidad y la no-acumulación de las reformas y de la necesaria
microfundamentación de la teoría social.
Desde luego que este marco problemático no está dirigido a una simple
consideración negativa de la ingeniería
social entendida como aplicación de los
resultados de las ciencias sociales para
implantar determinado tipo de reformas; lo único que pretendemos indicar
es que la percepción de la justicia de las
instituciones y de las políticas es una
condición necesaria fundamental para
conseguir situaciones viables a largo
plazo en una sociedad democrática.
En definitiva, pretendemos mostrar
cómo para la metodología de las ciendas sociales importa no olvidar las
cuestiones relacionadas con la ética o la
racionalidad práctica. Una teoría concreta de la racionalidad que pretenda
superar propuestas ingenuas no puede
olvidar los trabajos empíricos de los
psicológos sociales o de los cognitívístas, pero tampoco debe desechar las
consideraciones de los filósofos morales. No parece que la mayor parte de
los marxistas analíticos tengan la suficiente sensibilidad ante las propuestas
de la filosofía moral y la política, lo que
es tanto como decir que proceden a
una reflexión muy simplista (<<dentificista» )30 dc la acción social al pensar
que toda la reflexión del pensamiento filosófico crítico es simple excrecencia filosófica continental.
Aun cuando no sea fácil definir que
sea marxismo y resulte compleja la caracterización de lo analítico, y a pesar
de todas sus dificultades y limitaciones,
la propuesta teórica, la vertiente crítica
y el trabajo empírico de estos científicos sociales, que han dado en llamarse
marxistas analíticos, merece el respeto
debido a quienes hacen un trabajo académico serio.
NOTAS
1. Recogido en J. Elster: «Que Hundred Years
of Marxist Social Scíence» en London Revi<-'W of
Books, 16 junío-é julio 1983, p. 8-10.
2. J. Roemer (1988): Free lo Lose. An introduclion lo man:íst economic phiiosophy, Londres, Radius, Century Hutchinson Ltd, A este libro, siguiendo el viejo estilo escolástico del marxismo, ya algún
discípulo (A. Carling) 10 ha llamado «el libro de texto de la teoría marxista contemporánea».
3. Esa es la opinión expresada en Weldes, J.:
-Marxism and methcdologícal individualism»,
Theory and Society, 18 (1989), pp. 353-386. El mismo término «marxismo analítico. le parece algo
pretencioso a Jutta Weldes.
4. En varios lugares, por ejemplo en su Prólogo
a Gerard Vilar: Raó e mar.xism, Barcelona, Eds.
ISEGORíA 13 (1991)
62, 1979: «El marxisrne evidenrment es troba en
crisi, pero aixo és el que el fa apassionadament
ínteressant per als no-marxistes corn jo i ens porta
a desconfiar d'aquestes liquidacions tocals que tan
apressadament emprenen avui tants antics marxistes, vells o nous fílsofs».
5. Monográfico sobre «Análisis y Dialéctica»,
dirigido por Alfredo Deaño. Revista de Occidente,
138. septiembre 1974.
6. Roemer, J. (ed.) (l986): Analytical Marxism,
Cambridge, Cambridge Uníversity Press, 1986, Introducción. (Anunciada traducción en México,
Fondo de Cultura Económica, 1990.)
7. Carling, A.: «Rational Choice Marxismo, New
Lett Review, 160 (1986). Roerner, J.: «Rational
Choice Marxísrn: sorne issues of method and subs-
173
NOTAS Y DISCUSIONES
tance» , en 1. Rocmcr (cd.): Analytical Mar.xism,
Cambridge, Cambridge Univ. Press, 1986.
8. Como en parte parece sugerir J. Weldes (op.
cit.).
9. Vale la pena recordar que 1.M. Vegara
(l982): Lecturas sobre economia política marxista
contemporánea, Barcelona, Antoni Bosch, ya recogía un artículo de LE, Roemer (1977); «Technical
Change and the Tendency oí the Rate oí Profit lo
Fall», en traducción a cargo de F. Sancho; ahí
puede verse claramente la conexión indicada,
10. El1en Meiksins Wood: «Ratíonal Choice
Marxism: Is the Game Worth the Candle?», en
New Le{t Rwiew, 177, 1989, p. 41-89.
11. Ver el número monográfico sobre estos lemas de la revista noruega Inquiry, octubre 1986.
12. Vid. M. Sacristán: «Comunicación a las Jornadas de Ecología y Política en Murcia», Mientras
Tanto, 1, Barcelona, 1979.
13. Se han ofrecido diversas traducciones del
término por quienes vienen trabajando en la teoría de la elección racional, entre otras: gorrón
(propuesta por Paulette Díeterlcn en «Racionalídad colectiva y marxismo», México, U.F.- UNAM.,
1986, ahora recogido en L. Oliv [comp.]: Racionalidad. Ensayos sobre la racionalidad en ética y política, ciencia y tecnologia, México, Siglo XXI, 1988)
Y polizón. Gorrón parece captar mejor cierto componente negativo del no-cooperante.
14. Hay versión española, G. Ceben: Teoría de
la historia de Karl Marx, una defensa, Madrid, Siglo XXI, 1986.
15. El análisis de la noción de explicación en el
marxismo analítico lo he tratado con cierto detalle
en «Sobre la noción de explicación en el marxismo analítico; un primer balance», recogido en J.F.
Álvarez, 1. Armero, E. Bustos, P. Castrillo, E. Rada
y L Vega: Varif:lcione5 sobre la explicación. Madrid,
UNED, 1990. En algunos pasajes he reformulado
aquí partes de aquel trabajo porque, siendo una
de las características del marxismo analítico su
preocupación por la búsqueda de microfundamentos, debemos dejar claro que el problema de la explicación ocupa un lugar central.
16. Para todas estas cuestiones tiene un interés
fundamental J. Elster: Making sense of Ma1"X, Cambridge, Cambridge U. Press, 1985. Seguramente es
Elster el autor que, dentro de este grupo de pensadores, más ha reflexionado sobre el conjunto de
los problemas metodológicos en las ciencias sociales. Ya se dispone en español de una versión de J.
Elster: Explaining Technical Change (1983) (El
cambio tecnológico, Barcelona, Gedísa, 1990). obra
en la que se ofrece una presentación general del
debate en tomo a la explicación. Ahora mismo
tendría interés discutir sus trabajos más recientes:
Solomonic Iudgements, Nut and bolts in the social
science y The cernen! of society, los tres publica.
dos por Cambridge Uníversity Press en 1989. He
174
analizado estos últimos trabajos en «Química social; mecanismos de reacción", Arbor (en preparación).
17, Susan James (1984): 111e content of social
explanation, Cambridge, Cambridge Universíty
Press, 1984.
18. A. Sen: On Ethics and Economics, Oxford,
Basíl Blackwell, 1987. (Versión española de A.
Conde, Madrid, Alianza, 1989.)
19. A. Sen; «Well-beíng, agency and líberty», J.
Dewey Lectures. The Journal of philosophv, 1986,
20. Obsérvese que esta noción de constricciones
informativas o ligaduras informacionales, muestra
cierta analogía con la noción de ligaduras íntermodélicas utilizada en la concepción estructural
de las teorías científicas (Sneed, Moulínes, Balzer). Entre los diversos modelos potenciales posibles se establecen ligaduras que vienen a ser la
clave para la afirmación empírica de la teoría;
aquí se trota de establecer conscientemente, o de
seguir, determinadas ligaduras que constituyen el
punto de vista moral adoptado.
Precisamente en el caso de la reconstrucción de
ciertos campos de las ciencias sociales mediante la
concepción estructural, en particular en filosofía
de la economía, una de las dificultades principales
ha surgido por la excesiva vinculación al modelo
causalísta de explicación y por- la construcción de
los modelos desde esa óptica causalísra.
21. La discusión Harsanyi - A. Sen y la posibilidad de la adopción de una posición no consecuencíalísta analizada desde el punto de vista de los
contenidos informacionales, junto a la construcción social de la individualidad, son cuestiones
que he abordado en: «Información y efectos perversos» (ms., inédito, texto de conferencia en
Univ, de La Rabida, Huelva, julio 1990).
22. L. Kolakowski: La presencia del mito, 1990,
pág. 91.
23. El artículo de J. Weldes ya citado es un
buen ejemplo de enredo «ontológico» interno a la
tradición marxista. Tanta es la tendencia a la discusión ontológica que cada vez que habla de indio
vidualismo metodológico para proceder a su crítica, en realidad no está sino hablando de «individualismo ontológico. (a veces hasta utilizando explícitamente el término).
24. Los problemas de la teoría del valor, la investigación sobre la noción de explotación en el
marxismo analítico y mi opinión sobre el programa económico marxista, que se apoya en la teoría
del valor-trabajo, como un programa degenerativo
apar-ecen en «Valor y explotación: Apuntes sobre
filosofía de la economía marxista» en número ex·
traordinarío de Arbor (en prensa) compilado por
Fdo. Quesada.
25. Boudon, R.: La Place du désordre, París,
P.U.F., 1984. R. Boudon: «Les Problernes de la
philosophie de l'hístoire de Geog Simmel: une
¡SEGORíA ¡ 3 (1991)
NOTAS Y DISCUSIONES
théoríe de l'objectivité en histoire et dans les scíences sociales», en G. Simmel: Les problémes de la
philosophie de l'histoire, edición al cuidado de R.
Boudon, París, P.V.P., 1984.
26. Ver nota 16.
27. Intervención de Popper en debate del Simposio de Burgos (1968). en Ensayos de Filosoita de
la Ciencia, Madrid, Tecnos, 1970.
28. En lo que sigue nos fijarnos en los trabajos de Elster, «La posibilidad de una política raciona]", recogido en L Olivé (comp.) (op. cit.),
pp. 132-176, traducción de Adriana Sandoval, y su
comentario a las propuestas de van Parijs y van
del' Veen de transición capitalista al comunismo
mediante el salario universal garantizado ('nmiversal grant») recogido en Theory and Sociel}', 15
(1986). Algunos de estos últimos materiales los
conocí gradas a Fdo. Aguiar quien realiza en
la UNED un trabajo de doctorado sobre elección
social.
29. Que para todos sea posible ser atendido en
la sanidad pública no significa que sea posible
atender a todos en esa red sanitaria. Para detalles
robre esta noción. véase Elster: Logic and Society,
197B. y Makiflg sense of Marx, p. 44, donde se relaciona este terna con la noción de contradicción social y algunos aspectos que considera recuperables
del razonar dialéctico.
30. Término que hablando de marxismo nos
hace recordar. aunque no se refiera al tema aquí
estudiado. el muy recomendable libro de Feo.
Fdez, Buey: Contribuciári a la critica del marxismo
ciemificista, Barcelona, Edicions Universitat de
Barcelona, 1984.
Del análisis a la pragmática.
Las nuevas ínfulas de un viejo estilo
JULIO SEOANE
Rorty mismo ha señalado que con la
El primer objetivo de Rorty es la filosofía analítica. No creo que haga falta de- aparición en el panorama filosófico de
cir que esta filosofía ha conformado el pensadores como Rawls, Khun o Sellars el positivismo ha culminado y se
pensamiento americano desde los años
treinta, de tal forma que todo filósofo ha evaporado (la situación de Rawls es
podría hacer suyo el canto que se deja reveladora para Rorty, porque es la adleer en la introducción a Consequences misión de un interés por problemas
of Pragmatism «en un principio todos que no se plantean desde la óptica de
fuimos positivistas». Con todo, sería la filosofía analítica y ni siquiera son
absurdo suponer que este modo de en- propios de la filosofía puesto que
frentarse a la filosofía fue uniforme y Rawls ha interesado a sociólogos, jurispoco ajeno a disidencias; en verdad. la tas, etc.): «[...] la filosofía analítica culhistoria del positivismo es la historia de mina en Ouine, el último Wittgenstein,
una forma de pensar que cuanto más Sellars y Davídson, lo cual es decir que
profundizaba en sus propuestas y pro- se trasciende y cancela a sí misma»; 1 y
blemas, más tendía a formar nuevas esto no es casual puesto que el prejuipropuestas y problemas que llevaban a cio rigorista de este tipo de reflexión fielaboraciones cada vez más alejadas losófica imponía unos márgenes tan esdel ideal del «análisis del lenguaje». No trechos al concepto de racionalidad
que, como dice Putnarn, no daban caha sido un movimiento estático, sino.
muy al contrario, un pensamiento tan . bida ni a la posibilidad de crear una fidinámico que ha llegado a socavar sus losofía analítica.
La filosofía y el espejo de la naturaleza
cimientos.
ISEGOf\IA I 3 (1991)
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