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Individuos e información: sobre el marxismo analítico

1991, Isegoría

Etemal Li{e (ídem), y An Interpretation af Religion, Londres, Mecmíllan, 1989, en donde ofrece una visión global de las relígíones bajo todos sus aspectos. R..pecííicamente sobre el pluralismo re>. lígioso son sus God and the Universe of Faiths, Nueva York, St. Martín. 1973 y Problems o{ Religious Pluralism, Londres, Macmillan, 1985. Es asimismo editor o coeditor de muchas obras sobre el tema. 47. En la medida en que se pretenda hacer solo teología filosófica (o Philosophy of Christian Religion, como a veces se denomina), esto no es un

NOTAS Y DISCUSIONES Skepticism, Dordrecht, Reidel, 1983 y. desde den- tro del teísmo, Gutting, G.: Religious Belief ami Religious Skepticism, Notre Dame U.P., 1982; Ouinn, P.: "In Search of the Foundations of Theism», Faith and Philosophy, 2 (l985}; Audí, R.: -Direct .Iustification, Evidentíal Dependence, and Thelstíc Belief», en la antología de la que es coeditor: y Pojman, L.J.: Rdigious Beiie] and the Will, Londres. Rout1edge & K.P., 1989. Aparte de las obra'> de Swinbume (1982) y Phillips (1988). 46. De entre su vasta obra destacan Faith and Knowledge. Ithaca, Cornell U.P., 1957, Evil and the God of Love, Londres, Macmillan, 1966, Death. and Etemal Li{e (ídem), y An Interpretation af Religion, Londres, Mecmíllan, 1989, en donde ofrece una visión global de las relígíones bajo todos sus aspectos. R..pecííicamente sobre el pluralismo re>. lígioso son sus God and the Universe of Faiths, Nueva York, St. Martín. 1973 y Problems o{ Religious Pluralism, Londres, Macmillan, 1985. Es asimismo editor o coeditor de muchas obras sobre el tema. 47. En la medida en que se pretenda hacer solo teología filosófica (o Philosophy of Christian Religion, como a veces se denomina), esto no es un defecto. Pero sí lo es para hacer filosofta de la religión. «überhaupt». 48. Por contra, los autores no anglosajones de los siglos XTX y xx -salvo Kierkegaard y Wittgenstein- son olímpicamente ignorados. 49. Como muestra, Morrís, T.: The Logic o( God Incamate, Ithaca, ComeJl U.P., 1986 -donde se aplican la filosofía de la mente y la semántica sobre la identidad para resolver el problema de las «dos naturalezas. de Crísto->, Y los colectivos: Morrís, T. (ed.): Philosophy and the Christian Fa ith, Notre Dame U.P., 1988; Feenstra, R.J. & Plantlnga Jr., C. (OOs.): Trinity, Incarruuian and. Atonement (ídem 1989); y Flint, T, (ed.): Christian Philosophy, (ídem 1990). 50. Revista de Filosofia (Madrid). XXV (1966), pp. 291-366. 51. Publicados respectivamente en Barcelona. Aricl, 1977; Madrid, Mañana, 1978; Salamanca. Síguemc, 1978; y Madrid, Mondadori, 1989. 52. Madrid, Revista de Occidente, 1970 y 1973 --el segundo, en colaboración con J. Martín Velasco-. 53. Madrid, Encuentro. 1989. Refiriéndose a la precariedad de nuestra corriente en España, afirma: «Sólo España ha llegado a ser tan "moderna" en filosofía. que no sabe nada de su presente por ignorar su pasado: ¿Por qué los ayer neopositívistas y analíticos a remolque no dan cuenta hoy, aunque sea de nuevo a remolque, de esta tradición operativa en la actualidad?" (p. 343). Justa. pero unilateral. queja. a la que habríaque añadir: ¿por qué los filosófos de la religión españoles "pasan» alegremente de la Iílosoíía analítica? 54, Quito, Ediciones de la Universidad Católica, 198!. 55. Además de las citadas a lo largo de las notas: Bochenski, J.M.: La lógica de la religión. Buenos Aires. Paidós, 1967; Macquarrie, J.: Godialk. El análisis del lenguaje y la lógica de la teologta, Salamanca, Síguerne, 1976; Varios: Filosoita de la ciencia y religión, Salamanca, Sígueme, 1976; Albert, H.: La miseria de la teología, Barcelona, Alfa, 1982; Y Kolakowski, L.: Si DÍDs no existe, Madrid. Tecnos, 1985. Todos son valiosos aunque, curiosamente, ninguno es un «filósofo analítico de la religión». Para tratar de rellenar esta laguna filosófica estamos traduciendo actualmente una docena larga de entre los artículos más representativos en nuestro campo. Individuos e información: sobre el marxismo analítico J. FRANCISCO ÁLVAREZ UNED Madrid Hace ocho años que Jon Elster desde de Alfred North Whitehead: «Una cienlas páginas de London Review of Books, . cia que se resiste a dudar de sus fundaen el articulo «Cien años de ciencia so- dores y a olvidarlos está perdida».' Allí cial marxista», recordaba un aforismo Elster señalaba sus particulares objetíISEGORíA I 3 (1991) 159 NOTAS Y DISCUSIONES vos en la investigación social de inspi- preciso apuntar que algunas de las disración marxista: «lo que pretendo es putas producidas entre las orientacioconseguir que el marxismo (o al menos nes marxistas y las ciencias sociales sus partes valiosas) se sumerja en la co- académicamente establecidas puede ni ente principal de la ciencia social y que tengan dificil solución. Aunque alque pierda su identidad como una co- guna suerte de equilibrio epistemológirriente separada». co ecléctico quiera recoger la doble Esa misma referencia a Whitehead perspectiva, ocurre que el espacio conpodemos encontrarla en el libro de J. ceptual cubierto por las ciencias sociaRoemer, Free lo Lose.2 En esta última les tiene mucho que ver con espacios ocasión Roemer añade que, en buena de conformación práctica de nuestras medida, lo que ha ocurrido con el mar- creencias y aspiraciones; por tanto, ese xismo y la investigación en ciencias so- espacio conceptual tendrá que ver con ciales es que ciertas partes del marxis- la política y con especiales influencias mo han sido refutadas decisivamente "externas» que aparecen en el filtraje mientras que otras aportaciones suyas de la zona de ese espacio que será sohan quedado incorporadas a la estruc- metida a investigación. Encontramos tura común compartida por todos los aquí una conexión no sólo en el ámbito de la teoría política sino en las políticientíficos sociales. Pero ocurre, según Roemer, que to- cas concretas y en sus orientaciones davía quedan ciertos elementos valio- estratégicas; por ejemplo, buena parte sos e importantes que no son aprecia- de lo que se puede decir sobre econodos fuera del campo marxista y que a mía política está determinado por las veces tampoco son reconocidos desde realizaciones económicas práctico-masu interior. Esos elementos valiosos, teriales; en muy pocos casos sucede al que parece querer defender Roemer, no revés -excepto para alguna pretendida son fácilmente identificables; bien pu- y abominable «dirección científica de la diera ser que parte del giro que piensa socíedads-i-. producir en el seno de la investigación Aún así, y precisamente por el sesgo marxista refleje una limitación del pro- político de las ciencias sociales, no pagrama de investigación marxiano y rece tener mucho sentido mantener poque, a la vez, sea una simple acepta- siciones de aislamiento local de la proción del programa de la ciencia social pia teoría; en la práctica se están dando académica. 3 fenómenos suficientemente explícitos En esa perspectiva señalada por dos de mezclas y combinaciones, que van de sus principales promotores es en la desde la institucionalización socialdeque cabe situar el trabajo del marxismo mócrata hasta las transformaciones poanalítico: se le puede entender como lítico-económicas de las sociedades del un programa actual para las ciencias socialismo real. Unas mezclas que prosociales, un programa sin pretensión de ducen nuevos problemas en esas socieexclusividad que intenta ser una contri- dades y fuerzan, por tanto, al análisis bución a la línea central de la inves- del instrumental teórico con el que intigación en ciencias sociales, tanto destentan intervenir los científicos sociales de el punto de vista substantivo de la en esas nuevas estructuras políticas. La mayor parte de las orientaciones elaboración científica concreta como en aspectos generales metodológicos de . que se reclaman herederas o perteneesas ciencias. cientes a la tradición marxista, normalSin embargo, desde el principio, es mente manifiestan una tendencia ex160 ISEGORIA I 3 (1991) NOTAS Y DISCUSIONES presa a intervenir en el espacio académico de las ciencias sociales. La variada pretensión de ser una ciencia de las sociedades, una teoría de la revolución y una guía para la acción política, conforma entre los marxistas un vector dirigido a la intervención práctica y social. y, por ello, no es extraño que las versiones actuales del marxismo, aun tratándose de quienes proponen variantes sofisticadas, tengan principalmente la aspiración de constituir un programa para las ciencias sociales. Lo que ya no parecen procurar es la intervención en la vida política, algo que por otra parte no es sólo síntoma del tipo de marxismo que cultivan sino de cómo comparten el reflujo general de los intelectuales en relación con la participación y la responsabilidad social. Al presentar los rasgos básicos de lo que se empieza a conocer estos últimos años como marxismo analítico, lo haremos intentando hacer aflorar su propio proyecto y su indudable pretensión de convertirse en un programa de investigación para las ciencias sociales. No consideramos que el marxismo analítico sea ya un programa constituido, ni que represente líneas de investigación institucionalizadas y en marcha en las ciencias sociales contemporáneas. Más bien vamos a tratar de discutir sus propias aspiraciones, de qué manera se produce su incidencia en las ciencias sociales y cómo presentan su propuesta de atender a cuestiones no habituales ni en el marxismo ni en las ciencias sociales de hoy. Los proponentes del marxismo analítico lo presentan más como un punto de vista en ciencia social que como un programa cerrado. A la vez señalan que tratan de fundamentar y esclarecer a partir de los resultados de la investigación en ciencias sociales algunas de las evaluaciones generales tradicionales en el marxismo. ISEGORíA 13(1991) Como son muchos los prcconceptos y los prejuicios que se dan en tomo al marxismo, y en el interior de las tradiciones marxistas, por lo que se refiere a sus planteamientos sobre la práctica científica en la ciencia social, si queremos avanzar hacía algún tema de interés tenemos que eliminar algunos pseudoproblemas, o al menos señalar algunas cosas que no nos van a interesar. En primer lugar, la cuestión no está en que desde el marxismo analítico se señale algún «nuevo método», ni en que otra vez se ofrezca el «verdadero y auténtico» método marxiano nucleador de la investigación sociopolítica desarrollada por Marx. Ahora la cuestión consiste en tomarse en serio algunos tópicos de la tradición marxista referidos a la investigación social, pero teniendo en cuenta la transformación del utillaje científico producido en las ciencias sociales durante el último siglo. Sin duda esto les exigirá algunas veces pensar en y con términos de ciertos instrumentos formales como son la teoría de juegos, la teoría de la decisión y el instrumental matemático de la economía neoclásica. Si la cuestión del método es el primer preconcepto a desechar, también antes de entrar definitivamente en el tema señalemos que :no pretenderé aquí reivindicar sin más el marxismo, ya sea el analitico o el hegelíanizante; aunque como en ocasiones ha dicho J. Muguerza: «Ahora que parece estar en descrédito, valdría la pena estudiarlo atentamente»." Hace algunos años constituía un tópico la discusión entre análisis y marxismo, entre filosofía analítica y marxismo; no siempre esa confrontación tenía los tonos del dehate académico y con excesiva facilidad se utilizaba el argumenium ad hominem, En España, al estar ambas tendencias poco institucionalizadas. se producía. sin embargo, 161 NOTAS Y DISCUSIONES cierta común defensa intercatecúmcnos; tenía la discusión cierto aire de familia con otros encuentros; por ejemplo, con el intento de diálogo entre cristianismo y marxismo, aunque este último debate tenía mayores condicionamientos políticos. Nos parecía asistir a un intento de superación del estrecho mareo de dos ámbitos y tradiciones intelectuales, y, tal como se pretendía en 1974 desde Revista de Occidente, en el número «Análisis y díaléctícav.> era posible tratar de «tender puentes}, no irenístas entre las dos tradiciones. Si el ejemplo tradicional del marxista para el analítico era Federico Engels trepando por el árbol de la ciencia con el detector de contradicciones en bandolera (con acertada imagen propuesta en aquella ocasión por Alfredo Deaño), el ejemplo de analítico para el marxista era el profesor despistado analizando si se podía calificar de moral el acto de devolver los libros en préstamo. Desde luego no proponemos a estos dos personajes como ancestros del marxismo analítico, o al menos no creo que los aceptaran sin más sus cultivadores. La denominación «marxismo analítico}, es reciente; con ella se hace referencia a una nueva tendencia que está adquiriendo en teoría social carta de naturaleza con intentos varios de institucionalización académica. Como recuerda John Roemer en su introducción a una compilación de textos, publicada precisamente con el título de Analytical Marxism: « ••. lo que ahora aparece como una nueva variedad en teoría social se ha ido conformando en la pasada década: el marxismo analíticamente sofisticado. Sus cultivadores están muy influenciados por cuestiones marxíanas que ahora abordan con el instrumental contemporáneo de la lógica, las matemáticas y la construcción de modelos. Su postura metodológica es convencional; de manera consciente 162 estos autores se presentan como el resultado conjunto de tradiciones marxistas y no marxístas-P Por tanto, vemos que, al menos explícitamente. no se trata sólo de la influencia de la filosofía analítica sobre el marxismo. Según los autores, unos están más influidos por la filosofía analítica, como es el caso de Gerald Cohen, y otros por las líneas dominantes en la investigación en ciencias sociales (tal es el caso de la influencia de la economía matemática sobre Roemer), El ámbito es plural; se puede por ello discutir sobre la misma denominación, y debido al uso que hacen de ciertos modelos de acción estratégica se le podría calificar, como han señalado A. Carlíng, J. Roemer o, entre nosotros, F. Ovejero? como «marxismo de la elección racional», Pero en definitiva hablamos de un conjunto de autores, mayoritariamente anglosajones, que, en época posterior al florecimiento del marxismo de los años sesenta, y en pleno período de lo que se llamó la crisis del marxismo (finales de los setenta), se han dedicado a aplícar las pautas de rigor conceptual heredadas de la filosofía analítica, las consideraciones de la teoría contemporánea de la ciencia y los resultados de las ciencias sociales, en particular los procedentes de la economía neoclásica. al tratamiento de problemas tradicionalmente abordados por la teoría social marxista. Sin embargo, tampoco debemos olvidar que su autodenomínacíón como «marxistas analíticos» tiene la virtud, en estas épocas de mercadotecnia, de un buen rótulo para una personal campaña publicitaria; además resulta muchas veces ingenua la pretensión de los marxista'> analíticos de presentarse como quienes inauguran una problemática filosófica completamente nueva, cuando sucede en realidad que la tensión existente entre modelos explicatiISEGORIA I 3 (199i) NOTAS Y DISCUSIONES VOs, utilizados o rechazados, forma parte de la misma historia del pensamiento marxista y de otras tradiciones filosóficas occidentales. 8 Es conveniente no olvidar que el calificativo de analítico en un libro como Analytical Foundaiions of Marxian Economics, de Roemer (1981), tiene poco que ver con la filosofía analítica; se trataba allí más bien del uso de las herramientas del análisis matemático para realizar una aproximación formal a la economía marxiana, continuando los antecedentes importantes de M. Moríshirna, N. Okishio y, en general, siguiendo la tradición sraffíana.? Algunos análisis superficiales consideran exclusivamente la influencia de la filosofía analítica sobre el marxismo analítico. y con ello se disponen a seguir a éste en sus peores aspectos, en los más conservadores, académicos y, particularmente, escolásticos. Sin embargo. otros autores, entre ellos E.M. Wood y F. Ovejero, han sabido ver otro tipo de conexiones y convergencias inesperadas; por ejemplo, han analizado la conexión con la orientación estructuralista del pensamiento marxista francés, relación que benévolamente se podría explicar utilizando la propuesta hecha por M. Sacristán de ver como herencia hegeliana la noción de sistema utilizada por Marx; pero. en mi opinión, tal inesperada conexión tiene que ver con los peores aspectos dogmáticos del marxismo cientificísta, En todo caso vamos a fijamos en si este neomarxismo puede ser un buen punto de partida para la reflexión sobre problemas del presente social, para el debate en ciencias sociales y sobre cuestiones de método en ellas. Así que no estará de más recordar, aunque en nuestro caso no lo hagamos con afán descalífícador, la opinión expresada por E.M. Wood lO sobre que las técnicas de investigación de la elección racional ISEGORíA j 3 (1991) tienen uno de sus orígenes en el renacimiento del pensamiento de la derecha conservadora; si lo peculiar de estos marxistas estuviese sólo en el uso de esas técnicas, desde luego con ello no se les podría caracterizar como grupo diferenciado entre los científicos sociales. Un primer rasgo de este marxismo, si aceptamos la opinión de Roemer, es su compromiso con la abstracción, la teorización y las exigencias formales de la construcción teórica. Hay pocas dudas sobre que el marxismo se deje caracterizar principalmente por una determinada concepción de la historia; sin embargo, los marxistas analíticos insisten en la necesidad de analizar los productos intelectuales con cierta independencia de su génesis histórico-ideológica. Esa actitud ya les ha reportado alguna que otra crítica que les considera «marxistas de cátcdrav.l ' El compromiso con la abstracción es consecuencia de otro rasgo característico de este particular marxismo: la investigación de fundamentos para la teoría social y, por ello mismo, no dar por resueltas una serie de cuestiones que el marxismo tradicional evitaba plantearse O que, simplemente, consideraba irrelevantes (entre otras razones por la adopción de una filosofía de la historia escatológíco-progresístaj.V Cuestiones como las siguientes: ¿por qué es injusta la explotación, entendida como transferencia de plus-trabajo". ¿es la igualdad un objetivo de la ética marxista?, ¿interesa el socialismo a los trabajadores de las sociedades del capitalismo moderno?, ¿por qué y cómo emergen las clases como importantes actores colectivos>, ¿por qué se produce la acción colectiva a pesar de los beneficios obtenidos por quien se comporta como polizón (free-rider)?,13 ¿en qué particular sentido no es libre el proletariado bajo el capitalismo>, ¿por 163 NOTAS Y DISCUSIONES qué es superior el socialismo al capitalismo y en qué aspectos?, son preguntas todas ellas que conforman, utilizando el término empleado por Roemer, un conjunto algo herético, ya que su análisis resulta bastante extraño para el marxismo tradicional pero, sin embargo, corresponden a los trabajos básicos de J. Elster, ABen Wood, A. Przeworski, GeraId Cohen, John Roemer, van Parijs y otros autores que podriamos incluir en la rúbrica del marxismo analítico. La simple formulación de muchas de estas preguntas define un nuevo campo de problemas en la ciencia social de inspiración marxista, asunto que adquiere un interés especial desde el punto de vista de la filosofía de la ciencia; perspectiva que no es precisamente secundaria para nuestros autores. Desde el punto de vista metacientífico, uno de los temas sobre el que han llamado la atención los marxistas analíticos es el referido a la explicación; y, en buena medida, constituye la problemática principal de un trabajo que puede considerarse pionero de esta corriente el libro de G. Cohen (1976): Karl Marx's Theory of History, a defence. 14 En ese libro Cohen dedica todo un capitulo al tema de la explicación funcional y lo hace según el mejor estilo de la filosofía analítica, algo realmente infrecuente entre los marxistas. El tema de la explicación ha sido planteado también en forma minuciosa por Jon Elster y ha formado parte de un debate intragrupal, producido ~ar­ ticularmente entre Elster y Cohen.' El análisis de la forma de la explicación funcional tiene para nosotros un interés añadido porque en la ciencia económica tanto la perspectiva marxista cuanto la neoclásica comparten ciertos vicios del razonamiento teleológico. Los economistas neoclásicos suelen adoptar una actitud de confianza absoluta ante las consecuencias de las 164 conductas individuales no coordinadas cuando éstas se producen en el ámbito del mercado; los marxistas, aunque no participen de esa actitud esperanzada y teleológíca sobre las consecuencias de la actividad de mercado y de la conducta individual, sin embargo, consideran, si se quiere en un marco más amplio, que la historia avanza hacia sociedades cada vez mejores como consecuencia de la teoría del materialismo histórico; todo ello a pesar de que algunos propongan múltiples y diversos matices sobre la plurilinealidad del desarrollo. El uso del patrón de explicación funcional por parte de los marxistas -y por Marx- está unido, según Elster, a otro compromiso metodológico: la adopción del holismo o colectivismo metodológico. Asi OClUTe, por ejemplo, con la adopción del «capital» o de la «humanidad" como sujetos colectivos previos, que tienen preferencia sobre los individuos en el orden explicativo. «No 10 saben pero lo hacen, de acuerdo con las leyes del capital." Sin duda, los componentes holistas y los componentes finalistas de la filosofía de la historia rnarxiana son los que conducen a la adopción del patrón de explicación funcional.l" En cualquier caso debemos ser precisos y observar que no toda explicación funcional adopta el compromiso del holismo metodológico, aunque normalmente se hayan entendido las criticas al funcionalismo como defensas del individualismo metodológico. Por ejemplo, el mismo trabajo de Cohen puede ser caracterizado como funcíonalismo con individualismo metodológico, un matiz entre otros muchos que tampoco discierne E.M. Wood en el artículo ya referido sobre el marxismo de la elección racional. La reflexión sobre las diversas formas de explicación y la adopción de cierto compromiso con el individualisISEGORíA I a (~99~) NOTAS Y DISCUSIONES mo metodológico conforman la tendencia principal entre los marxistas analíticos; ocurre así porque la búsqueda de microfundamentos ha conducido de manera natural a una revisión de las discusiones de los años cincuenta sobre el individualismo metodológico y, tal reconsideración metodológica (todo lo matizada que se quiera), ha producido como subproducto no intencional la adopción del instrumental teórico de la teoría de la decisión racional y de las técnicas de la economía neoclásica para replantearse temas centrales -económicos y políticos- de la tradición marxista. Por supuesto que no ha sido sólo la reconsideración metodológica la que ha conducido al uso de esas nuevas técnicas; también ha contribuido a ello que algunos sean economistas destacados y, sobre todo, que la teoría de la elección racional estaba adquiriendo una fuerte expansión en la ciencia social académica. Entre estos marxistas ha sido Jon Elster, desde los años de Su publicación de Logic and Society (1978) pasando por Explaining Technical Change (l983) hasta The Cement of Society (1989), quien ha trabajado con mayor detalle sobre las cuestiones generales de teoría social y sobre filosofía de la ciencia social. Por supuesto que la adopción del individualismo metodológico por parte de estos autores no es una posición ingenua que olvide la intensa discusión de otras épocas entre el individualismo y el holismo metodológico, y que constítuyó durante mucho tiempo uno de los tópicos centrales en filosofía de la ciencia social. Señalemos que la posición es muy matizada pero observemos, también, que aunque desde el holisrno se hayan hecho algunas correcciones llegándose a hablar, por ejemplo, de holismo concesívo.l? aún así, entre el holismo concesivo y el indiviISEGORrA 13 (1991) dualismo metodológico no ingenuo, continúan existiendo diferencias fundamentales de perspectiva con respecto a la explicación en ciencia social. Ahora bien, si se puede hablar del marxismo de la elección racional es porque, entre otros, Elster, Roemer y Przeworskí han reflexionado sobre la teoría estándar de la racionalidad, y, sobre su posible interés para abordar ciertos temas de la acción política que estaban poco elaborados en el marxismo tradicional. Han tratado de analizar cierto tipo de constricciones no objetivas que pueden ser resultado de limitaciones intencionales puestas por el mismo individuo, y que son además parte de cierta clase más general de restricciones a la acción; un tipo de restricciones que resulta indispensable considerar ya que no pueden evitarse, pues a veces adquieren un papel de deterrninantes causales de la acción, y. en general, tendrían que ver con la conocida apreciación marxista (gramscíana) de que siempre se es conformista de algún conformismo. Por nuestra parte, señalemos que en la definición misma de individuo debemos asumir que la actividad social, y los procesos de constricción de información, tienen cierto papel constitutivo de dicha entidad individual. Desde luego que se acepta la presencia de procesos materiales objetivos, no sólo procesos naturales sino otros que bien podríamos llamar sociales, que nos limitan la información. que pueden ser asimilados a los procesos de producción de información en el sentido de producción de posibilidades de información; pero, como la información empieza a ser relevante cuando puede ser utilizada, puesto que por mucha variedad potencial existente si no puede utilizarse es como si no hubiese variedad de ningún tipo, por tanto, sera conveniente considerar la posibilidad de ex165 NOTAS Y DISCUSIONES plicar intencionalmente tanto la acción individual cuanto otros diversos resultados de las acciones producidas «colectivamente» . Sobre la conformación de la individualidad ha hecho aportaciones de mucho interés Amartya Sen. de quien recientemente ha sido traducido el trabajo Sobre ética y economia;18 las elaboraciones de Sen generalmente han sido tenidas en cuenta por los marxistas analíticos, y aquí nos apoyamos principalmente en lo que fueron sus conferencias Dewey de 1984, publicadas con el título genérico: Wellbeing, [reedom and agency.19 En esos artículos Sen formula con precisión la indispensabilidad de las constricciones informativas presupuestas por todo compromiso o principio moral; tales ligaduras informacionales son las que permiten hablar con coherencia desde determinada posición moral. 20 Volver sobre el ámbito de la explicación intencional puede ser un camino interesante para la reconstrucción de las ciencias sociales, también para cierto tipo de reflexiones que cabría llamar de filosofía moral, y no es extraño que temas referidos a la teoría ética y a problemas de justicia sean línea dominante en el trabajo reciente de los marxistas analíticos. Además de la noción misma de explicación intencional resulta también imprescindible delimitar el supuesto de racionalidad que está a la base de una posible interpretación de la acción eficaz y de una acción justa. No parece que estemos dispuestos sin más a aceptar que la conducta habitual pueda ser analizada como cierto tipo de comportamiento óptimamente racional, pues no se trata sólo de que en algunos casos se produzca una aplicación práctica inadecuada de las normas de racionalidad sino, también, porque es difícil suponer que seamos capaces de hacer algo diferente a ejercitar una 166 racionalidad rrumma; noción ésta que además debemos empezar por definir. Seguramente podemos hablar de poco más que de una racionalidad imperfecta para referirnos a cómo en la conformación de nuestras creencias y de nuestros fines pueden estar actuando fenómenos causales lnfra y supraintencíonales: rasgos que hacen inviable la adopción de una racionalidad restringida exclusivamente a la relación medios-fines. Este conjunto de temas ha sido analizado con mucho detalle por J. Elster, para fundamentar su defensa de la explicación intencional como elemento más característico de las ciencias sociales, y, para mostrar que no basta con caracterizar la racionalidad como eficacia de la acción, como adopción de medios adecuados para fines deseados. Elster ha presentado esos límites de la racionalidad señalando un conjunto de factores que actúan a espaldas de los actores. a veces desde el interior mismo de ellos, y que debemos estudiar para poder adoptar algún tipo de decisión en el ámbito de nuestra acción, especialmente en aquellos aspectos en los que parece necesaria una valoración moral. En definitiva, la racionalidad imperfecta es una propuesta que tiene en cuenta los posibles éxitos de lo que se ha llamado ingeniería social (fragmentaria); sin embargo, y a pesar de la ausencia de grandes modelos sobre la sociedad futura, considera que es posible y a veces inevitable plantearse transformaciones globales de conjunto de un sistema si queremos superar las claras ineficiencias del presente. O bien, en el caso de no plantearse tales proyectos globales, cabe la posihilidad de adoptar nuestras decisiones de acuerdo con determinadas convicciones, a pesar de nuestra inevitable ignorancia sobre las consecuencias de nuestra acción. Así Elster ha estudiado situaciones ISEGORlA J 3 (1991) NOTAS Y DISCUSIONES en las que no podernos asignar probabilidades a los estados futuros, ni tampoco conocemos esos estados futuros del sistema a los que podríamos querer dirigimos. En estos casos, de incertidumbre radical, aparece la relevancia del estudio y el análisis de la intencíonalidad, qué parte de éstas puede cubrir la acción racional y qué conjunto de factores causales están influyendo en nuestra conducta. Al mismo tiempo interesa señalar que la constricción fundamental no reside en exclusiva en el tipo de información disponible, sino que se encuentra en el usuario de esa información, está en el elemento subjetivo de la información, y se configura en el receptor que llamarnos individuo. Noción de individuo que siendo central para el análisis moral. es importante también para el análisis político; aunque en uno y otro caso el tipo de información disponible o incorporable sea diferente. La actitud básica en ambos campos consiste en la adopción del individualísmo metodológico como principio elemental básico de las ciencias sociales, un postulado sin el cual parece absurdo hacer reflexión social, La revitalización del individualismo metodológico, especialmente por parte de J. Elster y J. Roemer, va unida, como hemos intentado mostrar, a la intención explícita de recuperar algunos de los principios básicos de la sociología de la acción, por ejemplo, aquel que aconseja analizar el cambio social corno resultado de un conjunto de acciones individuales. Elster entiende por individualismo metodológico la hipótesis de que todos los fenómenos sociales -su estructura y su cambio- son en principio 'explicables en una forma que incorpora sólo a los individuos, a sus propiedades, relaciones, objetivos, creencias y acciones. Será conveniente señalar algunas de ¡SEGORIA I 3 (1991) las matizaciones que, para defenderse de las críticas surgidas en las discusiones de los años cincuenta entre holistas e individualistas. hace EIster para su propuesta individualista metodológica. En primer lugar, la posición no presupone ni la racionalidad ni la acción exclusivamente egoísta; sólo hay una cierta presunción de estos rasgos comportamentales desde el punto de vista metodológico, pero no se hace referencia a rasgos de la naturaleza humana. Un segundo aspecto es que el individualismo metodológico se sostiene sólo en contextos extensionales; cuando una entidad agregada aparece en un contexto íntensional no es reductible a nivel inferior, v.g.: la gente puede tener creencias sobre entidades «supraindívíduales» que no serían reductibles a creencias sobre individuos. Así Elster analiza el enunciado: «los capitalistas temen a la clase obrera», que no podría reducirse a enunciados que hablen sobre los sentimientos de los capitalistas respecto a trabajadores individuales. Por contra, podríamos decir que un enunciado como: "El beneficio capitalista es el resultado de la explotación a la que está sometida la dase obrera", se puede intentar reducir a un enunciado complejo que muestre los mecanismos mediante los cuales los trabajadores individuales resultan explotados en el sistema industrial por parte de los capitalistas. En tercer lugar debernos observar que en la descripción precisa de un individuo pueden incorporarse referencias esenciales a otros, ya que muchas de sus características (v.g., ser explotado, ser poderoso) son inherentemente relacionales. Elster señala además una cuarta cautela: la posibilidad de la reducción no debe cegarnos ante los peligros de reduccionismos prematuros; así ocurre. que muchos intentos de explicar fenó167 NOTAS Y DISCUSIONES menos sociales complejos en términos de motivaciones, creencias individuales y procesos cognitivos individuales producen con frecuencia explicaciones arbitrarias, estériles, o que llegan por otros caminos a la posición ingenua de quien aspiraba a que el análisis químico de la sopa supiese a sopa. Elster mismo ha estudiado tales dificultades, y creo que hasta las ha experimentado, en el problema de la búsqueda de míerofundamentos para la acción colectiva. Su posición es que mm cuando en esos casos puede parecer conveniente mantener las explicaciones tipo caja negra, no debemos olvidar que la adoptamos a falta de otra explicación mejor. En tal sentido el holismo metodológico puede ser una necesidad temporal, pero nunca un desiderátum. Quizá valga la pena señalar, aunque sin discutirlo, que el individualismo metodológico no hace referencia a la forma de evaluar los fenómenos sociales. sino al modo de intentar explicarlos; esto es tanto como decir que debemos mantener clara la diferencia entre individualismo ético e individualismo metodológico. Por ejemplo, se puede observar que Marx resulta más consistente en la adopción del individualismo ético (la principal atracción del comunismo es que hará posible la completa realización de los individuos en libertad) que en la pretensión de explicar en términos de las acciones de los individuos los procesos orientados al logro de la "fase» comunista de la sociedad. Si pretendiesemos identificar compromisos metodológicos adoptados por Marx, sin duda el apoyo textual estaría con el rechazo del individualismo metodológico y, a la vez, con la aceptación del patrón de explicación funcional. Para nosotros lo importante es que, según los marxistas de la elección racíonal, el individuo aparece "metodológicamente» como responsable de la se168 lección de la información. Para mostrar la relevancia de la información que seleccionamos, y el papel que debemos dar al individuo, a sus mecanismos y compromisos seleccionadores de info;mación, valdría la pena analizar algunas posiciones morales cercanas entre sí; por ejemplo, el utilitarismo de acto u ocasional y el utilitarismo de norma o regla. 2 1 • Por ese camino volvemos a encontramos con las propuestas de A. Sen, quien ha presentado y resumido su posición recientemente, con ocasión de la recepción del premio internacional Giovanni Agnelli, (discurso publicado en el New York Review of Books del 14 de junio de 1990, pp. 49-54, bajo el titulo «Individual Freedom as a Social Commitment»). La tesis de Sen es que «El individuo retorna como logro social. como conquista social», «La libertad individual no es sólo un valor social central sino que es también inevitablemente un producto social»: ese camino indicado por A. Sen puede servir para una consideración interesante de los problemas sociales del presente, y creo que aquí vale la pena que recordemos a Kolakowski: «en este punto comparto el principio de Kierkegaard: la responsabilidad colectiva es una ficción, si pretende ser algo distinto que la suma -la suma exacta- de las responsabilidades particulares. Sí una sociedad cualquiera, y s610 ella, es responsable para algo, pero no algún particular, la responsabilidad pesa simplemente sobre el universal, es decir sobre nadie.»22 Pero no podemos considerar responsable a quien no es agente; no creo que el pecado de omisión no consciente, u omisión no intencional, sea un caso relevante. De ahí la importancia del análisis de la conformación autónoma de la individualidad y de la valoración de las capacidades, que permite o facilita desarrollar una sociedad, ¡SEGORíA 13 (1991) NOTAS Y DISCUSIONES con preferencia sobre los aspectos cuantitativos del bienestar. Este camino seguido por A. Sen nos parece muy relevante para una evaluación crítica de los sistemas sociales. Pero veamos algunas primeras dificultades que presenta el marxismo analítico. Una primera limitación hace referencia a lo inadecuado de su tratamiento de los conceptos teóricos y del papel jugado por ellos en el seno de las teorías científicas; como consecuencia adoptan una excesiva dependencia de las concepciones verífícacíonistas de las temías científicas con lo que se enredan en discusiones ontológicas de las que por desgracia bien lleno está ya el marxísmo.P Un buen ejemplo lo suministra la ambigüedad de las posiciones que adoptan con respecto a la teoría del valor-trabajo. Una teoría que si bien parece derruida por la reconstrucción «neoclásica» de Roemer, siguiendo los pasos de Morishima, aparece aún ante los ojos de Elster como un mal menor, como una posible VÍa interpretativa a falta de otra mejor. Más bien parece que no saben a qué carta quedarse. Creo que se necesita una mayor precisión sobre el uso de modelos en las ciencias sociales y no temer a la dificultad de ausencia de realismo en las teorías. Sin duda que los modelos construidos a partir de la teoría del valortrabajo tienen un alto rendimiento práctico y, además, la noción «valor» tiene tanta legitimidad en el campo de las teorías económicas, como la que pueda tener el término teórico «fuerza» en la mecánica clásica de partículas.é'' Una segunda limitación del marxismo analítico tiene que ver con su excesiva dependencia de la supuesta simetría entre explicación y predicción. Por ello vale la pena recordar una posición como la de Patrick Suppes, quien, en «Explicando lo irnpredictible» (1986), con ocasión de un homenaje a Hempel ¡SEGORIA J 3 (1991) por parte de la revista Erkermmis, planteaba: «Se ha dicho -y yo estaba entre quienes lo decían- que cualquier teoría de la explicación para ser interesante tendría que hacer buenas predicciones. Si no se conseguían esas buenas predicciones la explicación difícilmente era considerada interesante. Este es otro de los intentos unificadores que ahora considero equívocados.; Hemos vuelto a reconocer cuán raros y especiales son los sistemas físicos cuya conducta puede predecirse en detalle. La ingenuidad y las esperanzas de esas épocas tempranas no se sostienen. Para muchos fenómenos en muchos dominios se tienen razones de principio para creer que nunca seremos capaces de movemos de buenas explicaciones a buenas predicciones». Esta misma idea ha sido planteada por Suppes en otro artículo haciendo referencia a la causalídad-no-markovíana que, aun cuando no sea ahora el momento de comentarla, tiene una importante relación con nuestra discusión, puesto que muchas de las defensas de la explicación funcional, sobre todo sí va unida al individualismo metodológico, han supuesto que en las sociedades podrían darse procesos absorbentes de Markov; tal es el caso de van Parijs, y es una línea que ha seguído para su reflexión entre nosotros L. Paramio. Se trata en mi opinión, sin embargo, de señalar la importancia de procesos «que no olvidarían su pasado»; en ellos tendríamos que contar con los fenómenos de histéresís que harían posiblemente indispensable el uso de conceptualizaciones no-reductivas para el tratamiento de temas como el de la acción colectiva; no diremos que tales conceptos teóricos serán necesarios temporalmente, por ahora y a falta de otros mejores que consigan reducirlos «observacionalmente», sino que podemos estar ante el caso de una 169 NOTAS Y OISCUSIONES o auténtica «imposibilidad» predictíva que exija el constante uso de categorías específicas teóricas. Por ejemplo, así puede que ocurra con la noción de individualidad considerada como un constructo social, sin esperanzas de posterior reducción. Aun siendo consciente de lo tentativo de estas propuestas creo que configuran un plano importante de la investigación que está siendo sugerido, por ejemplo. por R. Boudon en sus reconstrucciones de la sociología de Simrncl y de las propuestas metodológicas de Max Weber. 25 También debemos señalar que ciertas correcciones en las reflexiones metodológicas más recientes de Elster parecen avanzar en este sentído.I" Una tercera limitación está conectada con algunos aspectos poco refinados del individualismo metodológico defendido por Elster, y se relaciona con el papel jugado por las instituciones que ¡configuran la situación en la que se encuentra incorporado el individuo que actúa. Este tema ha sido también estudiado por Boudon, pero creo interesante recordar que la posición de Popper planteada hace ya bastante tiempo, por ejemplo en el simposio de Burgos de 1968, es bastante clara al respecto: «Las instituciones no son reducibles a las acciones de los individuos, porque toda acción individual ocurre en una situación y toda situación contiene elementos físicos, elementos institucionales y otros individuos [...] una situación es algo extremadamente complejo [...] la acción del individuo sólo puede analizarse porque el individuo actúa dentro de una situación y ya que las instituciones forman parte de la situación, no podemos reducir instituciones a individuos o a acciones individuales». Continuaba Popper preguntándose qué quedada entonces del individualismo metodológico, y se contestaba con una importante apreciación que, en definiti170 va, es la que mayor rendimiento ha producido en. la critica de Elster al marxismo tradicional. Para Popper, eso que quedaba del individualismo metodológico (y que es precisamente lo que impide la reconciliación con el holísmo por muy eoneesivo que se quiera ser) era que: «Los colectivos no actúan, no tienen intereses, no tienen planes aunque podamos decir por razones de sencillez que actúan, tienen intereses y planes. Quien verdaderamente tiene intereses, planes y actúa es el individuo. Esta es en síntesis la tesis del individualismo metodológico». 27 No basta con decir que se es precavido respecto a las versiones reduccíonistas apresuradas, como hace Elster, sino que debemos considerar elementos metodológicos que no faciliten la tendencia a ese infundado reduccionismo. En cualquier caso será conveniente deslindar nuestras críticas de las que han empezado a producirse desde ámbitos de los marxistas fundamentalístaso Podemos citar el ejemplo de Seott Meikle de la Universidad de Glasgow quien, en un número de Inquiry de 1986 dedicado al análisis de Making Sense of Marx de Elster, tras establecer que los componentes del pensamiento de Marx son su teoría de la historia, su teoría del valor y su método dialéctico, aspectos que conjuntamente forman una teoría unificada, termina estableciendo que el libro de Elster no puede ser juzgado sino considerándole un panfleto anti-Marx, antimarxista, bastante agrio e intemperante, dogmático por el sarcasmo y por su constante recurso a los prejuicios antimarxistas de los lectores. Si uno por un momento se abandonase al mismo estilo de irrelevancia argumental podría decir que sostiene cierta esperanza en que la política de transparencia informativa de Gorbachov, la caída de algunos muros y alISEGORíA ! 3 (1991) NOTAS Y DISCUSIONES gún que otro «Gulag», ayude a la intelección de la propuesta de los marxistas analíticos por parte de la tradición fundamentalista, Con ánimo de concluir, y dejando al margen ese tipo de valoraciones y tentaciones, podemos aún señalar algunas otras deficiencias de importancia. Por un lado, cierto aire de escolástica permea a los autores del marxismo analítico, tanto por no haber superado aún del todo la tendencia exegética sobre la obra de Marx (quizá por la imposibilidad de obviar en la práctica el papel de los fundamentalistas) cuanto por añadir un refuerzo proveniente de la misma filosofía analítica; un refuerzo que no procede del uso de los instrumentos formales del análisis sino de quedarse en el verbalismo del análisis terminológico y considerar conseguida una explicación adecuada tras la mera clasificación de los significados de los términos utilizados. En algunas de las valoraciones de Roerner, de Elster o de Cohen se vislumbra cierta convicción en la capacidad de deslindar ciencia y metafísica mediante algún expediente metodológico que pudiese operar como criterio de demarcación; resonancia que aparece cuando insisten en distinguir entre teoría de la historia y filosofía de la historia. Por esa razón, en ciertas ocasiones, cuando se acercan a cuestiones de filosofía política parecen recaer en aquella trivialidad de los ejemplos que en otra época criticábamos a los filósofos morales analíticos. Sin duda no será totalmente justa esta crítica si la generalizamos, ya que a veces están tratando de estudiar mecanismos causales intrapersonales relevantes para una teoría general de la acción colectiva; y, por ello, Ja ejemplificación puede realizarse tanto analizando las dificultades surgidas para seguir un régimen alimentario determinado como en las dificultades ISEGORíA! 3 (19tH) cogrntrvas para percibir el peligro de la existencia de una base militar en nuestro entorno. Pero el aire de superficialidad ejernplifícatoria cuando va unido a cierta actitud escolar de análisis de significado resulta bastante llamativa. En suma, aún pensando que el marxismo analítico. es una comente contemporánea interesante en la reflexión y práctica de las ciencias sociales y, sin duda, una de las más prometedoras dentro del pensamiento marxista, sin embargo, creo que es conveniente señalar esas debilidades producto de sus residuos exegéticas y de su débil incorporación de la filosofía actual de la ciencia restringiendo su uso a la «concepción heredada» de las teorías científicas. El estudio de las condiciones bajo las cuales se pueden poner en marcha reformas a gran escala en las sociedades modernas, es una actividad que conecta las pretensiones de las ciencias sociales académicas con algunos objetivos «científicos» del marxismo. Veamos como aparece ese aspecto praxeológico en el trabajo de alguno de los marxistas analíticos, aunque si hay un aspecto en el que las diferencias son notorias entre ellos, es aquí donde se acentúan pues en definitiva es el ámbito que está más condicionado por los compromisos políticos e institucionales de cada uno. En las sociedades complejas, industriales, democráticas, los argumentos para la reforma los podríamos clasificar, siguiendo a Elster,28 en argumentos consecuencialistas y argumentos ético-valorativos: según sea porque pensemos que la reforma tiene efectos buenos o deseables, o bien porque por sí misma sea considerada valiosa. Posiblemente es Elster el que más se aleja de los argumentos consecuencia- 171 NOTASY DISCUSIONES listas ya que la posibilidad de predecir der el proceso constitucional; esa es los efectos globales netos en el equiliuna razón para que nos resulten tan brio a largo plazo es algo que parece zafios los argumentos de quienes consiestar, como dice Elster, a años luz de la deran «vendaval antídemocrátíco» toda situación actual de las ciencias sociales, crítica a los procesos políticos que ellos y, por tanto la ingeniería social frag- mismos encabezan, y olvidan que pue- . mentaria, mediante el aumento de la den darse cambios en las preferencias planificación y el incremento de los de los demócratas. Los afectados por la mecanismos de ensayo y error, no ayu- reforma se adaptan estratégicamente da a resolver tal déficit porque su mé- (también los llamados «poderes fáctitodo nos conduce a estimaciones loca- cos», que serían un buen caso de análiles, parciales, a corto plazo y a algunos sis), y además un beneficio pensado efectos de transición. Hay que distin- inicialmente como local y sectorial pueguir entre establecer una pequeña re- de favorecerla tendencia de todos a soforma con carácter general, una gran licitar la extensión de ese beneficio {pureforma con carácter local o bien una diendo situamos como efecto lateral no reforma importante con carácter gene- deseado ante un caso de «falacia de ral. Por ejemplo, probablemente no se- composícíon-j.é? De aquí los temores a ría legítimo inferir del comportamiento la «mancha de aceite», a la extensión de las cooperativas obreras en una so- de las conquistas sociales conseguidas ciedad capitalista argumentos sobre la por un sector concreto, pues no se trata eficiencia de un socialismo de merca- sólo de un exclusivo problema de polído, una cuestión que ha sido analiza- tica económica sino del cambio de preda por Elster utilizando como caso par- ferencias. Los efectos no-deseados en ticular el fenómeno cooperativista de ambos polos de los conflictos pueden Mondragón (Euskadi), situarnos en una posición de incertiPor otro lado nos encontramos con dumbre. En esa encrucijada, los valores el contraste entre efectos parciales y puramente técnicos y consecuencialisefectos netos. Debido a las necesarias tas de la toma de decisión no pueden cláusulas caeteris paribus que aparecen ser los que orienten el comportamienen las ciencias sociales, estas son muy to que desearíamos llamar o calificar débiles para actuar de instrumento en como «racional». la planificación y la reforma; los rasgos Además hay otros argumentos fuerque mantenemos constantes pueden tes a favor de la incertidumbre. Baste ser afectados por los cambios previstos. aquí recordar que la eficiencia dinámiPor ejemplo, con determinadas motiva- ca de un sistema económico supone ciones iniciales, la reforma puede cam- una tasa óptima de política de inverbiar los comportamientos y, llegado el sión y de innovación técnica, pero el caso, hasta las mismas motivaciones; estudio de tal proceso parece señalar este tipo de consideración sobre los que estamos más bien ante procesos de cambios motivacionales tiene interés decisión no-racionales (ausencia de inpara analizar fases posteriores a trans- tencionalidad y presencia de factores formaciones institucionales. Así se po- causales de interacción); por considrían analizar los cambios de compor- guiente, no parece que puedan ser antitamiento en nuestro país antes y des- cipidas las consecuencias a largo plazo pués de la constitución de 1978: desde . de las reformas generales y volvemos a luego que cambian la conductas, pero estar ante un caso de incertidumbre y también las motivaciones para defen- no de riesgo. 172 ¡SEGaRlA I 3 (1991) NOTAS Y DISCUSIONES Por último añadamos que aun cuando pudiesemos prever un estado accesible y óptimo en el equilibrio social, no deberiamos embarcamos (al menos no embarcar a otros) en tales reformas sin conocer los efectos de transición. Como recuerda Elster, el legado de Marx no sólo incluye el substrato intelectual de creer con certidwnbre total que el advenimiento del comunismo es inevitable, sino tambien el error moral de pensar que ese objetivo justifica todo sacrificio impuesto a las generaciones intermedias. De ahí que algunos autores del llamado marxismo analítico se preocupen cada vez más de esos efectos de transición, de la reversibilidad y la no-acumulación de las reformas y de la necesaria microfundamentación de la teoría social. Desde luego que este marco problemático no está dirigido a una simple consideración negativa de la ingeniería social entendida como aplicación de los resultados de las ciencias sociales para implantar determinado tipo de reformas; lo único que pretendemos indicar es que la percepción de la justicia de las instituciones y de las políticas es una condición necesaria fundamental para conseguir situaciones viables a largo plazo en una sociedad democrática. En definitiva, pretendemos mostrar cómo para la metodología de las ciendas sociales importa no olvidar las cuestiones relacionadas con la ética o la racionalidad práctica. Una teoría concreta de la racionalidad que pretenda superar propuestas ingenuas no puede olvidar los trabajos empíricos de los psicológos sociales o de los cognitívístas, pero tampoco debe desechar las consideraciones de los filósofos morales. No parece que la mayor parte de los marxistas analíticos tengan la suficiente sensibilidad ante las propuestas de la filosofía moral y la política, lo que es tanto como decir que proceden a una reflexión muy simplista (<<dentificista» )30 dc la acción social al pensar que toda la reflexión del pensamiento filosófico crítico es simple excrecencia filosófica continental. Aun cuando no sea fácil definir que sea marxismo y resulte compleja la caracterización de lo analítico, y a pesar de todas sus dificultades y limitaciones, la propuesta teórica, la vertiente crítica y el trabajo empírico de estos científicos sociales, que han dado en llamarse marxistas analíticos, merece el respeto debido a quienes hacen un trabajo académico serio. NOTAS 1. Recogido en J. Elster: «Que Hundred Years of Marxist Social Scíence» en London Revi<-'W of Books, 16 junío-é julio 1983, p. 8-10. 2. J. Roemer (1988): Free lo Lose. An introduclion lo man:íst economic phiiosophy, Londres, Radius, Century Hutchinson Ltd, A este libro, siguiendo el viejo estilo escolástico del marxismo, ya algún discípulo (A. Carling) 10 ha llamado «el libro de texto de la teoría marxista contemporánea». 3. Esa es la opinión expresada en Weldes, J.: -Marxism and methcdologícal individualism», Theory and Society, 18 (1989), pp. 353-386. El mismo término «marxismo analítico. le parece algo pretencioso a Jutta Weldes. 4. En varios lugares, por ejemplo en su Prólogo a Gerard Vilar: Raó e mar.xism, Barcelona, Eds. ISEGORíA 13 (1991) 62, 1979: «El marxisrne evidenrment es troba en crisi, pero aixo és el que el fa apassionadament ínteressant per als no-marxistes corn jo i ens porta a desconfiar d'aquestes liquidacions tocals que tan apressadament emprenen avui tants antics marxistes, vells o nous fílsofs». 5. Monográfico sobre «Análisis y Dialéctica», dirigido por Alfredo Deaño. Revista de Occidente, 138. septiembre 1974. 6. Roemer, J. (ed.) (l986): Analytical Marxism, Cambridge, Cambridge Uníversity Press, 1986, Introducción. (Anunciada traducción en México, Fondo de Cultura Económica, 1990.) 7. Carling, A.: «Rational Choice Marxismo, New Lett Review, 160 (1986). Roerner, J.: «Rational Choice Marxísrn: sorne issues of method and subs- 173 NOTAS Y DISCUSIONES tance» , en 1. Rocmcr (cd.): Analytical Mar.xism, Cambridge, Cambridge Univ. Press, 1986. 8. Como en parte parece sugerir J. Weldes (op. cit.). 9. Vale la pena recordar que 1.M. Vegara (l982): Lecturas sobre economia política marxista contemporánea, Barcelona, Antoni Bosch, ya recogía un artículo de LE, Roemer (1977); «Technical Change and the Tendency oí the Rate oí Profit lo Fall», en traducción a cargo de F. Sancho; ahí puede verse claramente la conexión indicada, 10. El1en Meiksins Wood: «Ratíonal Choice Marxism: Is the Game Worth the Candle?», en New Le{t Rwiew, 177, 1989, p. 41-89. 11. Ver el número monográfico sobre estos lemas de la revista noruega Inquiry, octubre 1986. 12. Vid. M. Sacristán: «Comunicación a las Jornadas de Ecología y Política en Murcia», Mientras Tanto, 1, Barcelona, 1979. 13. Se han ofrecido diversas traducciones del término por quienes vienen trabajando en la teoría de la elección racional, entre otras: gorrón (propuesta por Paulette Díeterlcn en «Racionalídad colectiva y marxismo», México, U.F.- UNAM., 1986, ahora recogido en L. Oliv [comp.]: Racionalidad. Ensayos sobre la racionalidad en ética y política, ciencia y tecnologia, México, Siglo XXI, 1988) Y polizón. Gorrón parece captar mejor cierto componente negativo del no-cooperante. 14. Hay versión española, G. Ceben: Teoría de la historia de Karl Marx, una defensa, Madrid, Siglo XXI, 1986. 15. El análisis de la noción de explicación en el marxismo analítico lo he tratado con cierto detalle en «Sobre la noción de explicación en el marxismo analítico; un primer balance», recogido en J.F. Álvarez, 1. Armero, E. Bustos, P. Castrillo, E. Rada y L Vega: Varif:lcione5 sobre la explicación. Madrid, UNED, 1990. En algunos pasajes he reformulado aquí partes de aquel trabajo porque, siendo una de las características del marxismo analítico su preocupación por la búsqueda de microfundamentos, debemos dejar claro que el problema de la explicación ocupa un lugar central. 16. Para todas estas cuestiones tiene un interés fundamental J. Elster: Making sense of Ma1"X, Cambridge, Cambridge U. Press, 1985. Seguramente es Elster el autor que, dentro de este grupo de pensadores, más ha reflexionado sobre el conjunto de los problemas metodológicos en las ciencias sociales. Ya se dispone en español de una versión de J. Elster: Explaining Technical Change (1983) (El cambio tecnológico, Barcelona, Gedísa, 1990). obra en la que se ofrece una presentación general del debate en tomo a la explicación. Ahora mismo tendría interés discutir sus trabajos más recientes: Solomonic Iudgements, Nut and bolts in the social science y The cernen! of society, los tres publica. dos por Cambridge Uníversity Press en 1989. He 174 analizado estos últimos trabajos en «Química social; mecanismos de reacción", Arbor (en preparación). 17, Susan James (1984): 111e content of social explanation, Cambridge, Cambridge Universíty Press, 1984. 18. A. Sen: On Ethics and Economics, Oxford, Basíl Blackwell, 1987. (Versión española de A. Conde, Madrid, Alianza, 1989.) 19. A. Sen; «Well-beíng, agency and líberty», J. Dewey Lectures. The Journal of philosophv, 1986, 20. Obsérvese que esta noción de constricciones informativas o ligaduras informacionales, muestra cierta analogía con la noción de ligaduras íntermodélicas utilizada en la concepción estructural de las teorías científicas (Sneed, Moulínes, Balzer). Entre los diversos modelos potenciales posibles se establecen ligaduras que vienen a ser la clave para la afirmación empírica de la teoría; aquí se trota de establecer conscientemente, o de seguir, determinadas ligaduras que constituyen el punto de vista moral adoptado. Precisamente en el caso de la reconstrucción de ciertos campos de las ciencias sociales mediante la concepción estructural, en particular en filosofía de la economía, una de las dificultades principales ha surgido por la excesiva vinculación al modelo causalísta de explicación y por- la construcción de los modelos desde esa óptica causalísra. 21. La discusión Harsanyi - A. Sen y la posibilidad de la adopción de una posición no consecuencíalísta analizada desde el punto de vista de los contenidos informacionales, junto a la construcción social de la individualidad, son cuestiones que he abordado en: «Información y efectos perversos» (ms., inédito, texto de conferencia en Univ, de La Rabida, Huelva, julio 1990). 22. L. Kolakowski: La presencia del mito, 1990, pág. 91. 23. El artículo de J. Weldes ya citado es un buen ejemplo de enredo «ontológico» interno a la tradición marxista. Tanta es la tendencia a la discusión ontológica que cada vez que habla de indio vidualismo metodológico para proceder a su crítica, en realidad no está sino hablando de «individualismo ontológico. (a veces hasta utilizando explícitamente el término). 24. Los problemas de la teoría del valor, la investigación sobre la noción de explotación en el marxismo analítico y mi opinión sobre el programa económico marxista, que se apoya en la teoría del valor-trabajo, como un programa degenerativo apar-ecen en «Valor y explotación: Apuntes sobre filosofía de la economía marxista» en número ex· traordinarío de Arbor (en prensa) compilado por Fdo. Quesada. 25. Boudon, R.: La Place du désordre, París, P.U.F., 1984. R. Boudon: «Les Problernes de la philosophie de l'hístoire de Geog Simmel: une ¡SEGORíA ¡ 3 (1991) NOTAS Y DISCUSIONES théoríe de l'objectivité en histoire et dans les scíences sociales», en G. Simmel: Les problémes de la philosophie de l'histoire, edición al cuidado de R. Boudon, París, P.V.P., 1984. 26. Ver nota 16. 27. Intervención de Popper en debate del Simposio de Burgos (1968). en Ensayos de Filosoita de la Ciencia, Madrid, Tecnos, 1970. 28. En lo que sigue nos fijarnos en los trabajos de Elster, «La posibilidad de una política raciona]", recogido en L Olivé (comp.) (op. cit.), pp. 132-176, traducción de Adriana Sandoval, y su comentario a las propuestas de van Parijs y van del' Veen de transición capitalista al comunismo mediante el salario universal garantizado ('nmiversal grant») recogido en Theory and Sociel}', 15 (1986). Algunos de estos últimos materiales los conocí gradas a Fdo. Aguiar quien realiza en la UNED un trabajo de doctorado sobre elección social. 29. Que para todos sea posible ser atendido en la sanidad pública no significa que sea posible atender a todos en esa red sanitaria. Para detalles robre esta noción. véase Elster: Logic and Society, 197B. y Makiflg sense of Marx, p. 44, donde se relaciona este terna con la noción de contradicción social y algunos aspectos que considera recuperables del razonar dialéctico. 30. Término que hablando de marxismo nos hace recordar. aunque no se refiera al tema aquí estudiado. el muy recomendable libro de Feo. Fdez, Buey: Contribuciári a la critica del marxismo ciemificista, Barcelona, Edicions Universitat de Barcelona, 1984. Del análisis a la pragmática. Las nuevas ínfulas de un viejo estilo JULIO SEOANE Rorty mismo ha señalado que con la El primer objetivo de Rorty es la filosofía analítica. No creo que haga falta de- aparición en el panorama filosófico de cir que esta filosofía ha conformado el pensadores como Rawls, Khun o Sellars el positivismo ha culminado y se pensamiento americano desde los años treinta, de tal forma que todo filósofo ha evaporado (la situación de Rawls es podría hacer suyo el canto que se deja reveladora para Rorty, porque es la adleer en la introducción a Consequences misión de un interés por problemas of Pragmatism «en un principio todos que no se plantean desde la óptica de fuimos positivistas». Con todo, sería la filosofía analítica y ni siquiera son absurdo suponer que este modo de en- propios de la filosofía puesto que frentarse a la filosofía fue uniforme y Rawls ha interesado a sociólogos, jurispoco ajeno a disidencias; en verdad. la tas, etc.): «[...] la filosofía analítica culhistoria del positivismo es la historia de mina en Ouine, el último Wittgenstein, una forma de pensar que cuanto más Sellars y Davídson, lo cual es decir que profundizaba en sus propuestas y pro- se trasciende y cancela a sí misma»; 1 y blemas, más tendía a formar nuevas esto no es casual puesto que el prejuipropuestas y problemas que llevaban a cio rigorista de este tipo de reflexión fielaboraciones cada vez más alejadas losófica imponía unos márgenes tan esdel ideal del «análisis del lenguaje». No trechos al concepto de racionalidad que, como dice Putnarn, no daban caha sido un movimiento estático, sino. muy al contrario, un pensamiento tan . bida ni a la posibilidad de crear una fidinámico que ha llegado a socavar sus losofía analítica. La filosofía y el espejo de la naturaleza cimientos. ISEGOf\IA I 3 (1991) View publication stats 175