Limes
Revista De Estudios Clásicos
Index
ARTÍCULOS
Arnaldo C. Rossi
Empirismo y pensar en Homero
Cristian Mancilla
Análisis antropológico estructural del Juicio de Paris
María del Pilar Fernández Deagustini
Suplicantes de Esquilo ¿Una trama primitiva?
Víctor Hugo Méndez Aguirre
Dramatis personae en el Timeo-Critias de Platón
Elbia Haydée Difabio
Cristo y sus discípulos en la Antología Palatina
Franko Benacchio Streeter
“Esparta estuvo siempre libre de tiranos”.
Algunas consideraciones en torno al mito de la inmunidad espartana frente a la tiranía
David M. Pritchard
Guerra y Finanzas Públicas en la antigua Grecia
Miriam Lourdes Impellizieri Silva
A mariologia antiga em Santo Ambrósio de Milão
Cecilia Jaime González
El suicidio femenino en el mundo antiguo. El caso del ritual de lanzarse al mar.
NOTAS Y DOCUMENTOS
Una traducción del Canto I de la Ilíada
RECENSIONES
Rodrigo Carrasco Peralta
Marcelo D. Boeri y Ricardo Salles, Los filósofos estoicos. Ontología, lógica, física y ética
Anna Chiara Pagliaro
Francesca M. Dovetto e Rodrigo Frías Urrea (a cura di), Nome e identità femminile nel mondo antico
Erwin Robertson
Robin Osborne, Athens and Athenian Democracy
Erwin Robertson
Tucídides, Por la razón o la fuerza
Erwin Robertson
Res Gestae Divi Augusti. Las memorias políticas del Emperador Augusto
INDEX AUTHORUM
NORMAS DE PUBLICACIÓN
Limes
Revista De Estudios Clásicos
No 28 / 2017
ISSN 0716 - 5919
28
No 28
Centro de Estudios Clásicos Giuseppina Grammatico Amari
2017
Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Presidenta Fundadora
Giuseppina Grammatico Amari (†)
Directora
María Angélica Jofré Muñoz
Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, Santiago, Chile
Comité Editorial
Antonio Arbea - Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago
Carmen Balart - Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, Santiago
Beatríz Bossi - Universidad Complutense de Madrid
Nicolás Cruz - Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago
Francesca Dovetto - Università degli Studi Federico II de Napoli
Paolo Fedeli - Università degli Studi di Bari
Antonio de Freitas - Universidade do Minho, Braga
Rodrigo Frías - Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago
David Konstan - Brown Univerity, Providence (R.I.)
Jacyntho Lins - Universidade Federal de Minas Gerais
Víctor Hugo Méndez - Universidad Nacional Autónoma de México
Moreno Morani - Università di Genova
Francisco Rodríguez Adrados - Universidad Complutense de Madrid
Lourdes Rojas - Universidad Nacional Autónoma de México
Helmut Seng - Universität Konstanz
Editor
Erwin Robertson Rodríguez
Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, Santiago
Revista Limes es una publicación periódica
del Centro de Estudios Clásicos Giuseppina Grammatico Amari
de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación.
Las opiniones expresadas son de exclusiva responsabilidad de sus autores
y no representan necesariamente la posición oficial de la Universidad.
Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación
Centro de Estudios Clásicos - Av. J. Pedro Alessandri 774, Pabellón D, 2° piso Ñuñoa - (Santiago, Chile)
Tel: (56-2) 2241 2510 / 2241 2511. Fax: (56-2) 2241 2781
Email:
[email protected]
Valor del ejemplar U$ 10 o equiv.
Permitida la reproducción de las distintas secciones, citando la fuente.
Diseño del logotipo de la revista: Amelia Alvarado.
Diseño y diagramación: Jaime Rivera -
[email protected]
Impreso en Chile por LOM - Diciembre - 2017
E
s aquí donde aparece
con toda su fuerza
el sentido de limes
que nos hemos propuesto,
profundamente latino y nuestro.
Limes, palabra fuerte
y de evocaciones bien definidas:
limes como confin en la zona de frontera,
pero conectado al centro
por un camino amplio (latus limes);
limes como lugar privilegiado
para observar
los destellos del centro del poder,
como si ellos fueran huellas
dejadas por los cuerpos celestes a su paso
(tum longo limite sulcus dat lucem. Virgilio);
limes como matiz diferente
dentro de aquello que al ojo humano distraído
aparece como un solo cuerpo.
Finalmente, limes en donde el centro,
inquieto y siempre perspicaz,
se expresa monumentalmente
para grabar su deseo de dominio permanente,
ya sea a través de los grandiosos acueductos
de la Galia e Hispania,
o en Siria con las gigantescas columnas
que hemos tomado como símbolo
de este sentido de límite.
ISSN 0716 - 5919
N° 28 / 2017
Limes
R e v i s ta d e E s t u d i o s C l á s i c o s
Centro de Estudios Clásicos Giuseppina Grammatico Amari
Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación
Descripción
Limes es una revista anual e interdisciplinaria,
que tiene como principal objetivo
la difusión, entre los académicos y estudiantes,
nacionales y extranjeros, de los resultados
de las investigaciones en el área de los estudios clásicos.
Limes se encuentra indexada en Clase y Latindex.
Limes
Revista de Estudios Clásicos
Index
ISSN 0716 - 5919
ARTÍCULOS
Arnaldo C. Rossi:
Empirismo y pensar en Homero
pp. 11 - 23
Cristian Mancilla:
Análisis antropológico estructural del Juicio de Paris
pp. 25 - 38
María del Pilar Fernández Deagustini:
Suplicantes de Esquilo ¿Una trama primitiva?
pp. 39 - 61
Víctor Hugo Méndez Aguirre:
Dramatis personae en el Timeo-Critias de Platón
pp. 63 - 80
Elbia Haydée Difabio:
Cristo y sus discípulos en la Antología Palatina
pp. 81 - 102
Franko Benacchio Streeter:
“Esparta estuvo siempre libre de tiranos”.
Algunas consideraciones en torno al mito
de la inmunidad espartana frente a la tiranía
pp. 103 - 120
David M. Pritchard:
Guerra y Finanzas Públicas en la antigua Grecia
pp. 121 - 138
Miriam Lourdes Impellizieri Silva:
A mariologia antiga em Santo Ambrósio de Milão
pp. 139 - 158
Cecilia Jaime González:
El suicidio femenino en el mundo antiguo.
El caso del ritual de lanzarse al mar.
pp. 159 - 177
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
NOTAS Y DOCUMENTOS
Una traducción del Canto I de la Ilíada
pp. 179 - 201
RECENSIONES
Rodrigo Carrasco Peralta:
Marcelo D. Boeri y Ricardo Salles, Los filósofos estoicos.
Ontología, lógica, física y ética
pp. 203 - 208
Anna Chiara Pagliaro:
Francesca M. Dovetto e Rodrigo Frías Urrea (a cura di),
Nome e identità femminile nel mondo antico
pp. 209 - 212
Erwin Robertson:
Robin Osborne, Athens and Athenian Democracy
pp. 213 - 218
Erwin Robertson:
Tucídides, Por la razón o la fuerza
pp. 219 - 222
Erwin Robertson:
Res Gestae Divi Augusti.
Las memorias políticas del Emperador Augusto
pp. 223 - 228
INDEx AUThORUM
pp. 229 - 230
NORMAS DE PUBLICACIÓN
pp. 231 - 233
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
E
ste número 28 de Limes, Revista de Estudios Clásicos,
corresponde al año 2017. Como siempre, contribuyen en él
distinguidos especialistas de la res publica classica, ya sea
con sus artículos, sus recensiones, sus notas o los documentos que
proporcionen. En cuanto a los últimos, se propone en esta ocasión una
nueva traducción del canto primero de la Ilíada.
Limes agradece a todos sus colaboradores y a quienes, desde
distintas funciones, la han hecho posible; muy en especial a la
Dirección de Extensión y Vinculación con el Medio de la Universidad
Metropolitana de Ciencias de la Educación, alma mater de esta revista.
Limes
ISSN 0716 - 5919
Revista de Estudios Clásicos
Limes
ARTÍCULOS
R e v i s ta d e E s t u d i o s C l á s i c o s
Limes
ISSN 0716 - 5919
Revista de Estudios Clásicos
Empirismo y pensar en homero
pp. 11 - 23
Arnaldo Rossi
[email protected]
Resumen
Ni cuando considera a los dioses ni cuando a la naturaleza abandona
Homero su empirismo, fundamento de su pensar y de todo el pensar griego. Sus
imágenes y comparaciones proponen eso y son por ende superiores al relato.
Como ejemplo se analiza un pasaje del canto IV de la Ilíada.
Palabras clave: Dioses y physis - comparaciones y relato - la naturaleza
en acción - los héroes y el hombre
Abstract
Neither when he thinks over gods nor when he considers nature, leaves
out Homer his empiricism, basis of his and of all Greek thought. His images and
comparisons proposes this and so they are more decisive than his narrative. An
example: a fragment of IVth. rapsody in the Iliad.
Key words: Gods and physis - comparisons and narrative - the activity
of nature - heroes and man
11
Empirismo y pensar en homero
Arnaldo Rossi
Empirismo y pensar en homero
Arnaldo Rossi
1
L
os poemas homéricos buscan siempre sorprender a los dioses
en plena y vital actividad: no, como en Hesíodo, remontarse
hasta una ἀρχή absoluta que a todos los presida y los
explique, ni procurar tampoco un orden sistemático de sus diversos
reinos1. Aunque claro que en los dioses homéricos hay un supuesto
siempre operante, que en pocos rasgos los hexámetros dan a conocer
y que permite distinguir cierto tipo de acciones como peculiares de
este dios y de ningún otro. Esto es lo que un Walter Otto explora
con delicada pericia2. Pero bastan las dos primeras teofanías de la
Ilíada para advertirnos que las consideraciones principiales sobre
los dioses allí en cuestión –Apolo y Atenea–, seguramente operantes
en el trasfondo de sus respectivas acciones, quedan relegadas ante
la vivacidad con que ellos intervienen, con plena naturalidad3, en el
sutil tejido de las rapsodias y los hechos insignes.
1
Gigon, Olof, pp 13 y ss.
Otto, Walter F. (1), esp. cap. III.
3
Snell, Bruno, cap. II: La fe en los dioses olímpicos.
2
13
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Esta preferencia por las manifestaciones naturales y activas no se
restringe en Homero a los dioses. También así reciben las rapsodias a
la naturaleza como tal o, mejor aun, a las fuerzas naturales en acción.
No cabe retroceder hasta un elemento –agua, aire, luz– desde donde
explicar la entera contextura del mundo. Hay sí en cambio un nítido e
insondable pensar acerca del agua o el fuego, por ejemplo, entrevistos
no en sus sesgos cultuales o mágicos, sino en su dimensión empírica,
que no excluye sin embargo laderas numinosas.
Este lírico empirismo de Homero llevará, por un lado, a que en
Parménides los dioses terminen circunscriptos en una sola Forma:
la bella circularidad del Ser, ingenerable, incorruptible, intemerata,
inagotable, sostén de todo lo que es4. Pero hará posible también
se piense agua o pneuma en su contextura de tales, y abrir así el
camino del pensar a la philosophía o la ciencia griega en todos sus
rumbos constructivos. Salvo que, si un lugar común asegura que el
pensar griego comenzó por la physis, para tardíamente, con el giro
socrático, darle preferencia al hombre, habrá que postular en cambio
que, si el de los homéridas es auténtico pensar, como creemos, allí
dioses y natura confluyen hacia la indagación del hombre, interés
originante entonces de todo pensar helénico.
2
Para que el pensar propio del empirismo homérico deje entrever
su sorprendente fisonomía, es preciso dejar de lado además,
provisoriamente si se quiere, el modo habitual de concebir en él la
relación entre comparaciones o imágenes, de un lado, y relato, del
otro. Suele tenerse a la narración de las hazañas como centro temático,
y a las imágenes como mero ornamento para hacer que las hazañas
ganen actualidad. El delicado tejido de imágenes y comparaciones
tiene que asentarse por el contrario en el fundamento de nuestra
lectura, para que su sutileza nos descubra el pensar homérico como
matriz ineludible del entero pensar de los helenos, en sus espacios
líricos, trágicos, filosóficos.
Fue una lectura de este tipo la que permitió a Kurt Riezler5
desentrañar en los tertia, según él innominables, que las
comparaciones homéricas sugieren, un modo originario de pensar,
que prolongado –dice– en la filosofía griega hasta Platón, por lo
menos, pudo esquivar la rigidez racionalista de las nominaciones
4
5
Rossi, Arnaldo C. (1), Sobre la forma del Ser, esp. pp. 15 ss.
Riezler, Kurt, pp. 175-183.
14
Empirismo y pensar en homero
Arnaldo Rossi
reductivamente conceptuales, donde el pensar sedimenta
resignando potencia evocativa. Pero su bello trabajo no tuvo, ay,
demasiado eco, y los comentarios a los poemas homéricos siguieron
así con su tónica escoliástica, de minucias por cierto que valiosas
e interesantes, pero dentro de cuyos laberintos el pensar de los
orígenes se esfuma. Una tónica concurrente con la de Riezler otorga
empero a la indagación de don Carlos Disandro6, más enjundiosa
y sistemática que la de su noble antecesor germano, una relevancia
especial para lo que intentamos aquí.
3
3.1. Pasemos ya empero a la consideración de un ejemplo, la
compleja serie de comparaciones homéricas que en el canto IV
de la Ilíada (v. 422-456) subraya el momento en que dentro del
poema comienza por fin, después del duelo entre Menelao y Paris,
el desarrollo pleno de la guerra. Un discutible intento personal de
traducción puede quizás ayudarnos:
Como cuando en la costa de múltiples estruendos la oscilación
del mar
levántase, la una siguiéndola a la otra, bajo impulso del Céfiro,
mar adentro se empieza a encasquetar, mas luego,
425 rompiéndose en la tierra con gran bramido, en torno de los riscos
su corvo andar corona y esputa del salino mar espuma;
unas así tras otras se movían las falanges de dánaos
sin pausa hacia la guerra. Clamoreaba las órdenes
cada jefe, y el resto sigiloso marchaba. Se diría
430 que tanta gente andaba sin voz dentro del pecho,
en silencio, observantes de sus mandos. Y de todos en torno
las cinceladas armas refulgían. Revestidos con ellas se enfilaban.
Mas los troyanos, como las ovejas de varón muy pudiente en el
corral
incontables se quedan, cuando la blanca leche les ordeñan.
435 y en constante balido, mientras oyen la voz de los corderos,
así subía el grito del vasto ejército troyano
al no salir de todos un son parejo ni un idioma solo,
por mezclarse las lenguas, pues diversos fueran los hombres
convocados.
6
Disandro, Carlos A.
15
Limes
Revista de Estudios Clásicos
440
445
450
455
ISSN 0716 - 5919
Alzó a los unos Ares; Atenea, la de los ojos claros, a los otros,
y el Terror y el Espanto, y Eris, la de insaciable turbulencia,
del homicida Ares hermana y compañera.
Pequeña al empezar a encasquetarse, luego
en el cielo se afirma su cabeza y en la tierra camina.
También en medio de ellos arrojó odio funesto
andando entre el gentío, acrecentando gemidos en los hombres.
Cuando a un solo lugar iban llegando en coincidencia,
y agolpaban adargas y las lanzas y el vigor de los hombres
de broncíneas corazas, y los abollonados
escudos chocaban entre sí, mucho retumbo alzaban;
los gritos de dolor o de victoria salían de los hombres
que arrasan o arrasados, y la tierra fluía por la sangre.
Como cuando dos ríos que corren en invierno fluyendo monte
abajo
juntaban en su unión el agua poderosa
desde las magnas fuentes hasta dentro de las hondas quebradas,
y el fragor a lo lejos en los montes lo escuchaba un pastor;
de los entreverados advinieron así grita y penuria.
En este complejo pasaje es decisiva por lo pronto la referencia al
agua desencajada, sea al comienzo con κῦμα, ola u oleaje incesante
del mar tempestuoso, sea al fin con la corriente incontenible de
montañeses ríos invernales. Mientras la mención del silencio (vs.
429-432), hace que el ruido oscuro, confuso, variado, penetrante,
omnipresente resulte más ostensible todavía.
La primera comparación (422-426) se resuelve en una marcha
poderosa y en ascenso. El oleaje comienza a elevarse ya en el ponto
–el mar abierto y abismal7– en acción equivalente a ponerse un
casco de guerra (κόρυς). Desde allí avanza y crece con violencia
hasta dar con la tierra y sus riscos, superarlos, y esputar por
fin ἄχνη (espuma o desecho), que el poeta elige abandonar en
pleno ascenso, sin alusiones a dónde ni cómo cae. El estruendo
(πολυηχέα, v. 422; μεγάλα βρέμει, 425) acentúa el contorno
tenebroso, subrayado por la probable etimología de Céfiro (cf.
ζόϕος = oscuro), viento que a todo impulsa.
El relato convierte a continuación a kyma en el andar
incontenible del ejército griego al ataque que, contrastando con el
estridor marino, avanza en cuidadoso silencio. Óyense así nítidas
7
Disandro, Carlos A., sobre las aguas, sus afincamientos y sus denominaciones,
pp. 111 y ss.
16
Empirismo y pensar en homero
Arnaldo Rossi
las órdenes de los jefes; el tumulto, como callado ante un principio
superior que lo gobierna, hace empero al embate más devastador. Y
este silencio se acompasa con luz, que brota de todos modos de las
armas, breve pausa ante las tinieblas del contorno.
Con los troyanos pasamos enseguida, en fuerte contraste, a
una escena doméstica donde parece concentrarse la debilidad más
extrema. Pues ellos son ovejas apiñadas en un establo, separadas
de los corderos cuyo clamor lastimero escuchan, mientras las
privan de la blanca leche que para sus crías era. Esta blancura,
concentración particular de la ahora diurna luz circundante, no
alcanza para relegar empero la oscuridad ascendente del son
confuso, abigarrado, balido sufriente con que pueblos y lenguas
distintas, incomprensibles muchas veces entre sí, se aglomeran en
este ejército.
3.2. A las embestidas del tenebroso oleaje, en la primera
comparación se las vincula pues con el ejército griego; y al
quejumbroso bullicio de las indefensas ovejas, con el de los
troyanos. ¿No quedan así subordinadas estas dos comparaciones,
al contrario de lo que dijimos, al relato y sus actores, como meros
recursos descriptivos para darles relieve?
Podría ser. Pero no debemos olvidar que los griegos distinguen al
hombre de los dioses, caracterizándolo como δεινός-δειλός, o sea a la
vez como activo diseminador del miedo y como su desvalido receptor8.
¿Y qué otra cosa es lo que la conjunción de estas comparaciones
sugiere? Si una de ellas cuadra aquí mejor a un ejército y otra al
otro, esto es oscilante, fácilmente varía. Convivir esta alternativa y
sus inesperados vaivenes, mejor aún, la presencia simultánea de esta
inevitable polaridad, equivale a ser hombre. Ningún acontecimiento
o protagonista de aquella guerra funesta o de cualquier otro
emprendimiento humano podría evitarlo. Recurriendo al lenguaje
de Riezler: el tertium innominable distendido entre estas imágenes
nos entreabre el ser mismo del hombre y penetra así en una zona
semántica, prescindiendo de la cual el relato homérico, el pensar
griego como tal, quedaría desfondado.
3.3. Para pensar al hombre los homéridas necesitan aquí del agua.
Mas no de ésta, ya lo advertimos, como elemento originario del
8
Kerényi, Carl, cap 2, y mi propia sistematización de este libro en Rossi,
Arnaldo C. (2), esp. pp. 102 y ss.
17
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
que pueda depender la entera contextura del cosmos o el quehacer
del hombre en él, sino el agua empíricamente entrevista en kyma,
oleaje concreto que se eleva y que percute. En el trasfondo de esta
agua desencajada podrían reabrirse quizá ancestrales combates teocosmogónicos, los de las oscuras fuerzas titánicas en lucha contra
las olímpicas. En este caso, desde la naturaleza en guerra hasta el
hombre en ella y hasta la sede misma de los dioses, una misma energía
tenebrosa avanzaría, suscitada por Eris, y sin detenerse en ninguna
de dichas instancias, pero sin desconocer tampoco la configuración
de cada una, buscaría por fin penetrar en la fuente misma de la luz
con que los olímpicos presiden hombre y mundo. Mas si no es esto,
sino la fisonomía inconfundible del mar en tempestad lo que al
poeta le interesa como sustento del pensar, el trasfondo aludido no
deja de estar presente, como explicitarán los versos subsiguientes.
3.4. Pues el pasaje dedicado a los dioses (439-445) gira, si nos
atenemos a las distinciones de Hesíodo (Erga, v. 28), alrededor de la
Eris maligna, kakókhartos, que también comienza de a poco a crecer,
como quien se pone un casco de guerra (v. 442); con esto su energía
y la que moviliza a kyma (422) quedan expresamente identificadas.
Pero más incontenible que el de kyma es el monstruoso crecimiento
de Eris, su cabeza guerreramente encasquetada termina instalada
en el cielo, combate la luz olímpica en su misma sede, mientras sus
pies siguen apoyándose sobre la tierra. Hace en ella más penosos
los gemidos de los que luchan impulsados por νεῖκος (444), que
más tarde Empédocles asumirá como uno de los principios polares
que movilizan los ciclos alternativos de cosmos e historia, o que
tendrá su eco en el “abismal mar sin límites de la desemejanza” (τὸν
τῆς ἀνομοιότητος ἄπειρον ... πόντον), propuesto por Platón en El
político, 273d, como para que las honduras del agua desencajada
mantengan también en él su densidad significativa.
Advirtamos que con esto el tumulto, el ruido gimiente o poderoso,
la tiniebla, en suma, todo aquello de lo que kyma era empírica
expresión, no deja pues, según los hexámetros dinamizados por
Eris, nada sin invadir. Sólo los claros ojos de Atenea ofrecen un
débil contraste, sobre el cual tendremos que volver.
4
4.1. Si las dos comparaciones del comienzo (422-426 y 433-435)
antecedían a los relatos correspondientes, en el cuadro final tenemos
18
Empirismo y pensar en homero
Arnaldo Rossi
un orden inverso: el relato precede (446-451) y la comparación lo
sigue. Con esta variación se encuadra la complejidad del entero
pasaje y queda subrayado su límite compositivo.
El ruido, en el choque someramente descripto que consideramos,
brota, indiferente ahora en unos y otros, de las armas defensivas u
ofensivas que se agolpan. Y si en cualquiera de los bandos unos
gritan al vencer y otros por su derrota, la sangre confundida se
vierte tan abundante que convierte en flujo sangriento la tierra
misma (v. 451).
Esta fluxión –que podría recordar a Heráclito (fr. 53) “La guerra,
padre de todas las cosas, rey de todas las cosas...”– se convierte
enseguida, trasladándonos a un paisaje de montaña, en el torrente
invernal de ríos que, al llegar a su confluencia (ἐς μισγάγκειαν),
hacen de sus aguas desencajadas una sola que se despeña monte
abajo. Pues si kyma y Eris proponían una marcha devoradora
y ascendente que no se detenía ni ante la luminosa sede de los
olímpicos, aquí el movimiento del agua se convierte en cambio en
un violento descenso:
κρουνῶν ἐκ μεγάλων κοίλης ἔντοσθε χαράδρης (v. 454).
¿Pero por qué el poeta concluye todo un pasaje de semejante
densidad significativa llevándonos dentro de un paisaje que obliga
al agua desquiciada a caer? Podría aludir así por lo pronto al
desenlace común de esta guerra funesta: los héroes provenientes de
magnos manantiales –pues descienden de dioses, de memorables
bodas entre hombres y diosas, como la de Thetis y Peleo– en su
paso por la historia cayeron hasta extinguirse por completo en la
guerra de Troya o ante las siete puertas de Tebas, según la precisión
de Hesíodo (Erga, 161 ss). Recordemos empero la advertencia de
Schadewaldt9, la Ilíada trata de la guerra, pero no es un poema
sobre la guerra, trata de los héroes, pero no es un poema sobre
los héroes, sino un poema sobre el hombre. Y si esta sencilla y
honda constatación es valedera, no sólo el paso de los héroes por
la historia o por la guerra corre inevitablemente, como las aguas
nacidas en grandiosos hontanares, a caer en las quebradas hondas;
es que el destino de todo lo humano es siempre así. Ninguno
de los hombres de ahora, dice con frecuencia Homero, podría
9
Schadewaldt, Wolfgang, cap. 1.
19
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
confrontarse con el vigor heroico10, justamente porque el ritmo
del paso de los hombres por el mundo discurre siempre hacia la
caída trágica, y tan signado estaría por la muerte, como el breve
destino del joven y magnífico Aquiles.
4.2. El predominio del ruido, la tiniebla y la discordia es pues en
la Ilíada inevitable, a diferencia de la Odisea, donde el protagonista
heroico, acosado por parejas instancias, encuentra de todos modos un
penoso y terrible camino, una navegación riesgosa donde sobreponerse
a ellas y abrir en su existencia transcursos renovados y más densos.
Sin embargo en el límite iliádico, infranqueable, no faltan los
momentos que, sin torcer el destino fatal, otorgan a la existencia
humana, en la fragilidad de un instante luminoso, sentido
imperecedero e insondable.
No todo es pues caída y quebradura. Tenemos por eso en
nuestro pasaje la enigmática presencia de un pastor (v. 455),
compositivamente inducida sin duda por la previa mención de
las ovejas y sus gritos lastimeros. El oído de este pastor se alarga
(τελόσε) desde su refugio montañés, hasta percibir sobre todo el
ruido confuso (δοῦπος) salido de los ríos-ejércitos que se mezclan
al precipitar sus aguas o su sangre en las quebradas profundas. Pero
en la visión que presume su oído no todo es fragor y tiniebla, porque
también están allí, como anticipamos, el contraste del silencio y del
bello fulgor de las armas (431-432), la nítida blancura de la leche
despojada (434), los ojos espléndidos de Atenea (439), “divina
claridad de la acción reflexiva”, como dice Otto para penetrar en la
diáfana dispensación de la diosa incluso dentro de los combates11.
Y está por fin el pastor mismo, encargado, quizás a través de las
generaciones, de cuidar a sus ovejas desvalidas, para lo que debe
afrontar el fragor tenebroso que más valiosos hace sin embargo y
más intensos los someros contrastes de silencio y de luz. Salvo que
nada de esto último anula la estridencia (ἰαχή) ni el esfuerzo penoso
(πόνος, v. 456) de los que en este mundo combatimos para vivir
y para que de nuestra existencia pueda de todos modos emerger
fugazmente el silencio de un rayo luminoso.
No sólo eso, sino que aquellos lapitas que derrotaron a los centauros, son superiores,
–asegura el anciano Néstor (Il. canto I, v. 260 ss.), que con ellos convivió cuando
muy joven– a los mismos héroes destacados ante Troya, entre ellos incluso un
Agamemnón o un Aquiles.
11
Otto, Walter F. (2).
10
20
Empirismo y pensar en homero
Arnaldo Rossi
5
Terminemos con dos consideraciones someras.
5.1. En el pastor de nuestro pasaje, se propone sin duda una
distancia respecto del physiko empirismo precedente y, por la
instalación de él en la montaña, una altura que podríamos llamar
contemplativa. ¿Nos autorizaría ello a identificarlo con el poeta
mismo, es decir, con el encargado de hacer, como quiere Helena (Il.
6, 357 s.), que el destino, aunque maligno, se convierta en tema de
canto para los hombres que vendrán?
Por evocadora que sea la mención del pastor, pensamos que no.
Su oído en busca del ruido lejano bien podría ser sin embargo un
estado preparatorio para lo que Helena sugiere con acento tan bello
y tan trágico 12.
En todo caso hay que mantenerse siempre atentos a los momentos
de iluminación y de silencio que de pronto emergen en medio de la
tiniebla estrepitosa. El destino de los hombres tiene, sí, en la Ilíada
un límite preciso, imposible de franquear. Pero esos momentos
iluminativos van preparando la culminación del entero poema
en el canto 24, cuando el encuentro de Aquiles y Príamo, donde
Homero vislumbra que los dioses todos, incluidos los olímpicos,
que las instancias cosmogónicas, también las de las profundidades
abismales del mar, representadas por Thetis, quedan allí pendientes
del fulgor de unas mortales lágrimas sublimes. Podemos recordar
pues el dístico que Hölderlin denominó Sophokles, y convenir que lo
que en él se dice vale también, y cómo, para la Ilíada y su trasfondo
trágico:
Viele versuchten umsonst, das Freudigste freudig zu sagen,
Hier spricht endlich es mir, hier in der Trauer sich aus.
(En vano muchos intentaron decir lo más alegre alegremente,
aquí, en la tristeza, aquí por fin se expresa para mí).
Es que sólo los hombres, suscitadores de tempestades y desvalidos
ante ellas, resultan capaces de algo que a los mismos olímpicos
excede y asombra. En su fugacidad indeleble, en su tropiezo
con duros límites precisos, el destino de los mortales puede de
pronto encontrar aquello que le da sentido, para ser iliádicamente
convertido en empírica melodía de un pensativo canto inacabable.
12
Otto, Walter F. (2). pp. 36 y ss.
21
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
5.2. Echemos una última mirada integral a nuestro pasaje:
la ola marina desquiciante, las ovejas inermes, en lamentación y
despojadas, la corriente invernal de los ríos que se unen para que
sus aguas caigan y se encajonen sin remedio. Y además Eris maligna
que desde una suerte de dimensión metafísica, explica y preside
sin duda todas las manifestaciones de una physika entrevista en
acciones conmovedoras y revelatorias a la vez.
Sin embargo Eris y la dimensión que ella propone podría
faltar o permanecer sólo como sugerencia operante, pero callada.
Y esto es lo que abrumadoramente predomina en las imágenes y
comparaciones de los homéridas, sin que ellas –tampoco las del
pasaje que nos ha ocupado, si practicáramos esa omisión– pierdan
por eso vigor concreto y pensativo.
Es posible por cierto y valioso también el camino inverso, de lo
absoluto a lo empírico, predominante en Hesíodo, que la filosofía
griega hizo suyo y profundizó. Pero en Homero no es así. En sus dos
grandes poemas lo decisivo es la physika misma, la nutricia presencia
que se hace pensar no sólo sin abandonar su radicación empírica,
sino procurándola con insistente y llamativo ahínco. Es esto lo que
hace de Homero la matriz siempre viva de todo pensar griego, de
todo genuino pensar, necesitado de los árboles, los montes, el mar,
la navegación, la multiforme tesitura de los oficios, los rasgos de los
animales domésticos o feroces en acción, para dirigirse desde allí a
la velada fisonomía del hombre, enigmáticamente impostada en el
mundo para asombro de los mismos dioses.
Julio de 1917
22
Empirismo y pensar en homero
Arnaldo Rossi
Bibliografía
1. Disandro, Carlos A., La poesía physika de Homero, Ediciones
Hostería Volante, La Plata (Argentina) 1982.
2. Gigon, Olof, Los orígenes de la filosofía griega. De Hesíodo a
Parménides, Gredos, Madrid 1971.
3. Kerényi, Carl, Prometheus, Archetypical Image of Human
Existence, Bollingen Foundation, Nueva York, 1963.
4. Otto, Walter F. (1), Los dioses de Grecia. La imagen de lo divino
a la luz del espíritu griego, Eudeba, Buenos Aires 1973.
5. Otto, Walter F. (2), Teofanía. El espíritu de la antigua religión
griega, Eudeba, Buenos Aires 1968.
6. Rossi, Arnaldo C. (1), “Parménides y la continuidad simple del
ser”, en su Lyrica, ser y ciencia, Ediciones del Copista, Córdoba
(Argentina) 2009.
7. Rossi, Arnaldo C. (2), “Carl Kerényi. Prometeo. La existencia
humana en la interpretación griega” en Limes. Revista de Estudios
Clásicos, nº 26, Universidad Metropolitana de Ciencias de la
Educación, Santiago, Chile 2014.
8. Riezler, Kurt, “Das homerische Gleichnis und der Anfang
der griechischen Philosophie”, en Die Antike nº 12, De Gruyter
Verlag, Berlin 1936.
9. Schadewaldt, Wolfgang, Der Aufbau der Ilias, Strukturen und
Konzeptionen, Insel Verlag, Frankfurt am Main 1975.
10. Snell, Bruno, Las fuentes del pensamiento europeo, Editorial
Razón y Fe, Madrid 1965.
23
Limes
ISSN 0716 - 5919
Revista de Estudios Clásicos
Análisis antropológico-estructural
del Juicio de Paris
pp. 25 - 38
Cristián Mancilla
[email protected]
Resumen
Este artículo propone el método de análisis estructural de Claude LéviStrauss como herramienta de análisis para el mito del Juicio de Paris según consta en
quince versiones transmitidas desde la Antigüedad. La aplicación del método ofrece
una interpretación original del mito y estimula su uso en otras historias míticas.
Palabras clave: Juicio de Paris - Lévi-Strauss - Guerra de Troya - mito.
Abstract
This paper puts forward the Claude Levi-Strauss’ method of structural
analysis as a tool for analysing the Judgement of Paris myth as it is told in fifteen literary
versions from antiquity. The use of this method offers an original interpretation of
the myth and encourages its application on other mythical stories.
Keywords: Judgement of Paris - Lévi-Strauss - Trojan War - myth.
25
Análisis antropológico-estructural del Juicio de Paris
Cristián Mancilla
Análisis antropológico-estructural
del Juicio de Paris
Cristián Mancilla
[email protected]
E
l propósito de este artículo es mostrar la aplicación del
método de análisis estructural propuesto por Claude LéviStrauss sobre el mito del Juicio de Paris. Lévi-Strauss propuso
este método de análisis inspirado en el propuesto por Vladimir Propp
para el cuento tradicional. Ambos métodos se focalizan sobre el eje
sintagmático —en el caso de Propp— y el paradigmático —en el
caso de Lévi-Strauss— (Dundes 1968: xi-xiii), como los utilizados
habitualmente en lingüística. Los métodos de análisis estructural han
otorgado tanto seriedad cuanto credibilidad a las ciencias sociales,
en las que no resulta difícil dejarse llevar por métodos puramente
hermenéuticos (más apropiados para las humanidades).
El Juicio de Paris es el evento mítico en el que las diosas más
poderosas del Olimpo —Hera, Atenea y Afrodita—, conducidas por
el dios mensajero Hermes, se presentan ante el pastor troyano Paris
en el monte Ida para que este decida cuál de las tres merece recibir la
manzana de la belleza. Cada diosa ofrece un regalo: imperio, victoria
o belleza. Vence Afrodita (la belleza) y esto ocasiona la ira de las otras
dos, quienes condenan al pastor y su ciudad a la destrucción. El evento
podría ser parte de una conspiración más grande incoada por Zeus
27
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
y Temis, pero las fuentes coinciden en atribuir la causa directa de la
Guerra de Troya al Juicio de Paris.
El Juicio de Paris es reconocido como uno de los mitos fundacionales
de Occidente, por cuanto puede servir como explicación para la
separación de hombres y dioses, la caída de las glorias antiguas o el
tránsito entre dos concepciones de belleza. Me parece, no obstante,
que estas conclusiones alcanzadas desde las humanidades pueden ser
enriquecidas por un análisis antropológico estructural del mito. Lo que
propongo, pues, es que el Juicio de Paris muestra cómo lo admirable
puede surgir desde lo censurable.
Para demostrar mi tesis, analizaré detalladamente quince versiones
literarias antiguas (siglos 8vo aC al 6to dC) del Juicio de Paris aplicando
el método propuesto por Claude Lévi-Strauss en su Antropología
Estructural (1970) y explicado por Manuel Guerra (1979) y por Pedro
Gómez (1981). Las quince versiones literarias son las siguientes:
1. Homero, Ilíada 24.22-30.
9. Eurípides, Ifigenia en Áulide
1284-1312.
2. Ciprias [perdida].
10. P. Ovidio Nasón, Heroidas,
(Proclo, Resumen de las Ciprias)
“Heroida XVI: Paris a Helena”.
3. Eurípides, Andrómaca 274-292.
11. Apolodoro, Biblioteca, Ep.3.2.
4. Eurípides, Hécuba 638-349.
12. Higino, «Paridis iudicium» (Fab.
92).
5. Eurípides, las Troyanas 923-937. 13. Luciano de Samosata, «Juicio de
diosas» (DDeor. 20).
6. Eurípides, Helena 22-30.
14. Coluto, El rapto de Helena 1-190.
7. Eurípides, Ifigenia en Áulide 164- 15. Dares el Frigio, Historia de la
184.
destrucción de Troya § 7.
8. Eurípides, Ifigenia en Áulide 573589.
El método de Lévi-Strauss consiste en que «cada mito es
analizado en forma independiente, buscando traducir la sucesión
de los acontecimientos por medio de las frases más cortas posibles»
(1970: 191). Gómez (1981) interpreta esto diciendo que Lévi-Strauss
«segmenta o recorta la sucesión de acontecimientos en sus elementos
más simples, es decir, en frases muy breves (consistentes en una
relación de sujeto + predicado)» (: 134), pero esto solo nos indica que
utilicemos sintagmas proposicionales para analizar el relato mítico.
28
Análisis antropológico-estructural del Juicio de Paris
Cristián Mancilla
Decir que se utilicen «las frases más cortas posibles» o «frases muy
breves» no nos señala un criterio objetivo acerca del análisis de la
narración mítica, de modo que interpretaré esa instrucción como si
me dijeran que segmente el relato en oraciones proposicionales que no
contengan cláusulas: de esta manera evitaré extenderme. El propósito
de estos recortes es separar sintetizadamente cada suceso mítico. Una
vez que cada suceso está apartado (en una ficha, por ejemplo), es
necesario reordenar el conjunto de acontecimientos; pero no en virtud
de su ocurrencia y sucesión, sino teniendo en cuenta la «economía de
explicación, [la] unidad de solución, [la] posibilidad de reconstruir el
conjunto a partir de un fragmento y de prever los desarrollos ulteriores
a partir de los datos actuales» (Lévi-Strauss 1970: 191). En palabras
de Gómez (1981), los sucesos son reordenados en consideración de
algún «rasgo común y diferencial» (: 135) que los agrupe en distintos
conjuntos esquemáticos. Ese «rasgo común y diferencial» de cada
conjunto de sucesos será llamado un mitema. Luego de esto, se
establecen las relaciones entre los mitemas. Estableceré, entonces, las
relaciones entre los mitemas para cada versión del mito y, después de
esto, llevaré a cabo una lectura comparativa de todas las relaciones
establecidas en cada versión y aplicaré simplificaciones sucesivas «para
arribar finalmente a la ley estructural del mito considerado» (LéviStrauss 1970: 199), lo cual me permitirá proponer una interpretación
para el mito del Juicio de Paris.
Mitemas
La separación de los eventos de cada versión analizada permite
analizarlos independientemente de la fábula e identificar los ejes
temáticos en los que pueden agruparse de acuerdo con su significado
individual. La oscura referencia en la Ilíada 24.22-30 (siglo 8vo aC),
para empezar, contiene dos mitemas: 1) la disminución del ser ajeno y
2) el aumento del ser ajeno. La «disminución del ser ajeno» se observa
en hechos como que Aquiles maltrata el cadáver de Héctor, que Hera
y Atenea odian a los troyanos, que Alejandro ofendió a las diosas y
que ellas, con Poseidón, se oponen a que Hermes rescate el cadáver
de Héctor. El «aumento del ser ajeno», por su parte, se observa en que
Alejandro premió a Afrodita, que ella le concedió lascivia a Paris y que
los dioses se compadecen de Héctor.
En las Ciprias (siglo 6to aC), encontramos cuatro mitemas:
1) desequilibrio de una unidad, 2) equilibrio de los órdenes, 3)
declaración soberana y 4) declaración subordinada. El «desequilibrio
29
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
de una unidad» se observa en que Eris suscita un altercado entre las
diosas, que Afrodita promete la boda con Helena (una mujer casada)
y que la promesa de Afrodita enardece a Alejandro. El «equilibrio de
los órdenes» se observa en que es Hermes, el mensajero de los dioses,
quien conduce a las diosas ante Paris. La «declaración soberana» se
observa en que Zeus ordena la conducción de las diosas y que Zeus
ordena el Juicio de Paris. La «declaración subordinada» se observa en
que Alejandro, un mortal, favorece a la diosa Afrodita.
En Andrómaca 274-292 (426 aC), encontramos cuatro mitemas: 1)
factores de ruina, 2) factores engañosos de fortuna, 3) comportamiento
divino neutral y 4) comportamiento divino negativo. Los «factores de
ruina» se observan en que el día del Juicio originó grandes penas y que
las palabras de Cipris son la ruina de Troya. Los «factores engañosos
de fortuna» se observan en que las diosas se bañan en los manantiales
y que las palabras de Afrodita son agradables. El «comportamiento
divino neutral» se observa en que Hermes conduce el carro de las
divinidades y que las diosas marchan hacia Paris. El «comportamiento
divino negativo» se observa en que Hermes dirige hacia una disputa
de belleza, que las diosas rivalizan con palabras malévolas y que Cipris
vence con palabras engañosas.
En Hécuba 638-649 (424 aC), encontramos dos mitemas: 1)
desequilibrio en los hechos y 2) decadencia creciente. El «desequilibrio
en los hechos» se observa en que un daño común surge desde una
locura privada y que el boyero decidió la discordia de las diosas. La
«decadencia creciente» se observa en que las fatigas giran en círculo,
que una desgracia se desprende de otras y que la discordia se resolvió
con desgracia de Troya.
En las Troyanas 923-937 (415 aC), encontramos dos mitemas: 1)
atribución exagerada y 2) oferta desmedida. La «atribución exagerada»
se observa en que Paris dirimió el Juicio de las diosas y que Afrodita
venció a las diosas. La «oferta desmedida» se observa en que Palas
ofreció la conquista de Grecia, que Hera prometió el dominio de
Europa y Asia y que Afrodita prometió a Helena.
En Helena 22-30 (412 aC), encontramos dos mitemas: 1) tránsito
físico y 2) tránsito espiritual. El «tránsito físico» se observa en que
las diosas visitan a Alejandro y que Paris llegó a Esparta. El «tránsito
espiritual» se observa en que las diosas hacen juez a Alejandro y que
Cipris triunfó.
30
Análisis antropológico-estructural del Juicio de Paris
Cristián Mancilla
En Ifigenia en Áulide 164-184 (408-406 aC), encontramos dos
mitemas: 1) relaciones conflictivas y 2) relaciones amistosas. Las
«relaciones conflictivas» se observan en que los aqueos van en pos
de Helena y que Cipris mantuvo una disputa de belleza con Hera y
Atenea. Las «relaciones amistosas» se observan en que Paris raptó a
Helena y que Afrodita entregó Helena a Paris.
En Ifigenia en Áulide 573-589, observamos dos mitemas: 1) aspecto
socio-político y 2) aspecto bucólico. El «aspecto socio-político» se
observa en que el concurso de las diosas enloqueció a Paris, que el
concurso envió a Paris hacia Grecia y que Grecia se mueve contra
Troya. El «aspecto bucólico» se observa en que Paris se crio como
boyero, que Paris toca la siringa y que Paris y Helena se enamoraron
mutuamente.
En Ifigenia en Áulide 1284-1312, encontramos cuatro mitemas: 1)
carácter rústico, 2) carácter admirable, 3) relación neutral y 4) relación
conflictiva. El «carácter rústico» lo observamos en que Paris se crio
como boyero y que Paris habitaba cerca de las fuentes de las ninfas. El
«carácter admirable» lo observamos en que Cipris se enorgullece del
deseo que inspira, que Atenea se enorgullece de su lanza y que Hera se
enorgullece de su tálamo. La «relación neutral» se observa en que las
diosas acudieron donde Paris. La «relación conflictiva» se observa en
que las diosas sostuvieron una competición de belleza.
En las Heroidas 16 de Ovidio (siglo 1ro aC), encontramos cuatro
mitemas: 1) epifanía divina, 2) interacción divino-humana, 3)
comportamiento de pastor y 4) comportamiento de juez. La «epifanía
divina» se observa en que Mercurio asiste ante Paris, que las diosas
aparecen ante Paris, que Mercurio regresa a los astros y que Venus
regresa al cielo. La «interacción divino-humana» se observa en que
Mercurio tranquiliza a Paris, que Mercurio encomienda el Juicio a
Paris, que Juno ofrece imperios, que Minerva ofrece valentía y que
Venus ofrece a Helena. El «comportamiento de pastor» se observa en
que Paris se atemoriza. El «comportamiento de juez» se observa en que
Paris siente seguridad de sí mismo, que Paris prefiere a una candidata
y que Paris premia a Venus.
En la Biblioteca Ep.3.2 de Apolodoro (siglo 2do dC), encontramos
cuatro mitemas: 1) apropiación desmedida, 2) ofrecimiento desmedido,
3) declaración fatídica y soberana, 4) declaración funesta y soberbia.
La «apropiación desmedida» se observa en que Alejandro raptó a
31
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Helena. El «ofrecimiento desmedido» se observa en que Eris arrojó
la manzana entre las diosas, que Hera ofrece un imperio, que Atenea
ofrece victoria y que Afrodita ofrece el matrimonio con Helena. La
«declaración fatídica y soberana» se observa en que Zeus dispuso el
rapto de Helena, que Zeus ordena el Juicio de Paris y que Zeus prescribe
la conducción de las diosas por Hermes. La «declaración funesta y
soberbia» se observa en que Paris decide a favor de Afrodita.
En el «Paridis iudicium» (Fab. 92) de Higino (siglo 2do dC),
encontramos cuatro mitemas: 1) separación o distinción, 2)
conjugación o confusión, 3) tentación y 4) desinterés. La «separación
o distinción» se observa en que Eris no fue recibida en el banquete
y que Paris juzga a Venus como la más hermosa. La «conjugación o
confusión» se observa en que las diosas disputan la manzana y que
Juno y Minerva se enemistaron con los troyanos. La «tentación» se
observa en que Eris lanzó la manzana hacia el medio, que Juno ofrece
poder y riqueza a cambio del veredicto, que Minerva ofrece valentía y
sabiduría a cambio del veredicto y que Venus ofrece el matrimonio con
Helena. El «desinterés» se observa en que Júpiter ordena la conducción
de las diosas por Mercurio y que Júpiter ordena el Juicio de Paris.
En el «Juicio de Diosas» (DDeor. 20) de Luciano de Samosata (siglo
2do dC), encontramos dos mitemas: 1) menosprecio o menoscabo y 2)
sobreestimación o sobrepujamiento. El «menosprecio o menoscabo»
se observa en que Zeus entrega la manzana a Hermes, que Zeus se
excusa de la pronunciación del juicio, que Afrodita acepta la condición
de Zeus, que Hera acepta la condición de Zeus, que Zeus ordena la
partida de las diosas, que Zeus dispone la neutralidad ante el fallo,
que Hermes conduce a las diosas, que Paris se excusa del juicio, que
Hermes admite la condición de Paris, que Afrodita ofrece el primer
desvestido, que Atenea se opone al ofrecimiento de Afrodita, que
Atenea zahiere a Afrodita, que Afrodita propone el desarme de
Atenea, que Afrodita zahiere a Atenea, que Atenea admite su desarme,
que Atenea se quita el casco, que Afrodita se quita el cinturón, que
las diosas se desnudan, que Paris rechaza el ofrecimiento de Hera,
que Paris rechaza el ofrecimiento de Atenea, que Paris desconfía de
Afrodita, que Afrodita ofrece un juramento a Paris, que Paris solicita
una promesa a Afrodita y que Afrodita le hace una promesa a Paris. La
«sobreestimación o sobrepujamiento» se observa en que Zeus ordena
el Juicio de Paris, que Zeus dispone a Paris como juez, que Paris toma
la manzana, que Hermes ordena la ejecución del juicio, que Paris
32
Análisis antropológico-estructural del Juicio de Paris
Cristián Mancilla
interpone la condición de neutralidad, que Paris admite la ejecución
del juicio, que Paris dispone el desnudo de las diosas, que Paris admite
la oposición de Atenea, que Paris dispone el desprendimiento del
cinturón de Afrodita, que Paris contempla a las diosas desnudas, que
Paris dispone exámenes por separado, que Paris dispone el examen de
Hera, que Hera ofrece el señorío de Asia a Paris, que Paris dispone el
examen de Atenea, que Atenea ofrece la victoria constante a Paris, que
Paris dispone el examen de Afrodita, que Afrodita adula a Paris, que
Afrodita ofrece el matrimonio con Helena a Paris, que Paris se enamora
de Helena, que Afrodita le pide la manzana a Paris, que Paris rechaza el
juramento de Afrodita y que Paris entrega la manzana a Afrodita.
En El rapto de Helena 1-190 de Coluto (siglo 5to dC), encontramos
cuatro mitemas: 1) sustento y agudización del conflicto, 2) intento de
resolver el conflicto, 3) comportamiento normal y 4) comportamiento
desviado. El «sustento y agudización del conflicto» se observa en que
Eris cogió una manzana de oro de las Hespérides, que Eris arrojó la
manzana en el festín, que Hera pretende la posesión de la manzana,
que Atenea no cedió a Hera, que Cipris deseaba la manzana, que las
diosas se embellecen, que Atenea ofrece guerras y valor, que Hera
ofrece el señorío sobre Asia, que Afrodita se muestra desnuda, que
Afrodita ofrece el matrimonio con Helena y que Afrodita zahiere a
Hera y Atenea. El «intento de resolver el conflicto» se observa en que
Zeus pretende la resolución de la disputa, que Zeus dispone a Paris
como juez, que Hermes condujo a las diosas y que Hermes ordena
la ejecución del Juicio de Paris. El «comportamiento normal» se
observa en que Paris cantaba con la siringa y que Paris intenta huir
de los dioses. El «comportamiento desviado» se observa en que Paris
asume el Juicio, que Paris contempla a las diosas y que Paris entrega la
manzana a Afrodita.
En la Historia de la destrucción de Troya § 7 de Dares el Frigio (siglo
5to-6to dC), encontramos dos mitemas: 1) resolución del conflicto y
2) entorpecimiento de la resolución. La «resolución del conflicto» se
observa en que Mercurio lleva a las diosas ante Paris, que Mercurio
tiene como meta el Juicio de Paris y que Paris escoge a Venus. El
«entorpecimiento de la resolución» se observa en que Venus promete
la mujer más hermosa a Paris y que Venus interpone una condición a
su promesa.
Se desprende, desde las observaciones expuestas, que los mitemas de
esta historia suelen estructurarse en pares opuestos: hay una tendencia
33
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
clara y fuerte en este sentido, pero no es un fenómeno absoluto. De
esta manera, un mitema que no resulta evidente por sí mismo, se hace
visible a causa de su relación adversativa con otro mitema que sí resulta
evidente por sí mismo. En virtud de lo anterior, encontramos mitemas
como «comportamiento normal» en El rapto de Helena, de Coluto, o
como «relación neutral» en IA 1284-1312.
Otro aspecto notable es que algunos sucesos no guardan una
relación evidente con el mitema al que están adscritos. Si bien algunos
sucesos sí tienen una conexión clara con el mitema al que se adscriben,
hay otros que necesitan una explicación adicional. El mitema 2) de
IA 164-184, «relaciones amistosas», está vinculado con el suceso de
que Paris raptó a Helena: ¿cómo puede ser «amistoso» un rapto? Por
una parte, el Coro de la tragedia describe a Helena como un regalo de
Afrodita para Paris; por otra, el mismo Coro dirá más adelante (584586) que Paris y Helena se enamoraron uno del otro. De esta manera,
descartamos que el rapto de Helena narrado en IA concuerde con una
relación conflictiva. Se trata, en cambio, de una relación amistosa. El
mitema 2) de Fab. 92, «conjugación o confusión», está vinculado con
el suceso de que las diosas disputan la manzana que arrojó Eris: ¿y
cómo puede una disputa contener la idea de «unión»? Si bien se trata
de una confrontación, esta implica que las diosas se reúnan o que estén
juntas de alguna manera: conectadas físicamente por la manzana, las
diosas vienen en «conjugarse o confundirse» en torno a un conflicto
común. El mitema 1) de DDeor. 20, «menosprecio o menoscabo», está
vinculado con el suceso de que Hermes conduce a las diosas: si esto
ocurre en otras versiones del mito, ¿por qué implicaría una displicencia
precisamente aquí? Tiene muy poco peso decir que las diosas resultan
desdeñadas por tener que seguir a Hermes. En realidad, el carácter
vilipendioso de este suceso tiene que ver con la actitud que tomó Zeus:
él se ha negado a juzgar a las diosas, sin explicación en esta versión
del mito. En cambio, le ha ordenado a Hermes que las conduzca ante
Paris para que este las juzgue. Mirando el resultado del análisis, con
este suceso como parte del mitema 1), esta parte de la trama no se hace
evidente: por esto hace falta una explicación adicional que de cuenta
de tal clasificación.
Por último, se puede decir que algunos sucesos pueden ser
clasificados en más de un mitema. Así, por ejemplo, el suceso de que
las diosas marchan hacia Paris, en Andr. 274-292, está clasificado como
un «comportamiento divino neutral» (mitema 3), pero bien podría
34
Análisis antropológico-estructural del Juicio de Paris
Cristián Mancilla
también clasificarse entre los «factores de ruina» (mitema 1). No
obstante, preferí adscribir cada suceso a solamente un mitema, porque
resulta más comprensible encontrar cada suceso en un solo mitema
que encontrarlo replicado varias veces.
Discusión
Siguiendo el método de Lévi-Strauss, he reducido los sucesos
de las quince versiones a un único proceso de medición, cuyos
resultados analizaré abajo. Para llevar a cabo el proceso de medición,
construí una matriz de eventos que contiene y sintetiza todos
aquellos sucesos ya vistos en las quince versiones medidas arriba.
Esta matriz ha sido sometida al mismo proceso que cada una de las
versiones individuales, desde donde he identificado cuatro mitemas:
1) menosprecio excesivo, 2) estimación excesiva, 3) menosprecio
mesurado y 4) estimación mesurada.
El «menosprecio excesivo» se observa en que el Juicio de Paris
ocasionó odio de los diosas y guerra y destrucción sobre Troya, que
Paris raptó a Helena con la ayuda de Afrodita, que las diosas riñeron
enconadamente por la manzana que arrojó Eris y el título de belleza,
que Paris fue encantado por Afrodita, que Paris humilla a las diosas
contemplándolas desnudas, rechazando sus regalos y premiando a
Afrodita, que Zeus dispuso el rapto de Helena y que Eris no fue invitada
a ni recibida en el banquete.
La «estimación excesiva» se observa en que Afrodita concedió
lascivia a Paris, prometiéndole el matrimonio con Helena, que Paris
resolvió el juicio a favor de Afrodita, quien venció a Hera y Atenea,
que las diosas se dirigen hacia Paris conducidas por Hermes, que Paris
es instituido como juez por la divinidad, habitualmente Zeus, que
Paris viajó a Esparta, que Atenea ofrece sus atributos bélicos a Paris,
que Hera ofrece sus atributos imperiales a Paris, que Zeus ordena que
Hermes conduzca a las diosas, que Hermes dispone que Paris juzgue y
que Paris acepta dirimir el juicio de las diosas.
El «menosprecio mesurado» se observa en que Paris intenta rehuir
al conjunto de dioses y el juicio y que Paris lleva una vida pastoril en
un ambiente bucólico.
La «estimación mesurada» se observa en que los dioses se
compadecen de Héctor y que los dioses instan a Hermes para que
recupere el cadáver de Héctor.
35
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
La estimación y menosprecio excesivos se oponen entre sí del mismo
modo que la estimación y el menosprecio mesurados. Pero estos pares de
mitemas también responden a un patrón valorativo: el par estimaciónmenosprecio excesivo señala un conjunto claramente censurable, puesto
que un hombre es instituido juez de las diosas y le son ofrecidos dones
excesivos a un mortal a la vez que las diosas son humilladas por él y Troya
es condenada a la destrucción, incurriéndose en emociones desmedidas
con resultados lamentables. El par estimación-menosprecio mesurado,
por su parte, manifiesta situaciones admirables en cuanto que el dios
muestra su retribución hacia quien le ha ofrecido plegarias y sacrificios
(Il. 24.30-54) a la vez que el pastor se dedica a una vida solitaria y «extrapolítica» (Andr. 280s). Esto puede aclararse más si sumamos un par de
hechos míticos a nuestra reflexión: Aquiles compadeciéndose de Príamo
(Il. 24.507-512) y Zeus permaneciendo solo sobre la cumbre del Monte
Ida (Il. 8.205-207).
Admitamos, en primer lugar, que la compasión que sienten los
dioses por el cadáver de Héctor y los impulsa a planear su rescate (Il.
24.30-54) refleja una estimación, pero esta no rebasa los límites de lo
aceptable, sino que aparece como pertinente y, aún más, apreciable.
Esto mismo puede decirse de Poseidón cuando decide ayudar a los
aqueos (Il. 14.361ss) y de Aquiles cuando recibe a Príamo en su
tienda (Il. 24.480ss). Por otra parte, Stinton (1965: 16s & 27s) observa
que Paris, en el momento del Juicio, se encontraba en la situación
del retiro feliz de los pastores y esto implica una cierta misantropía,
si bien resulta igualmente admirable, aunque lo hace caer en una
situación de desamparo social que resultará, según Stinton, un factor
decisivo para que Paris sea vencido por la tentación de Afrodita. Algo
similar le ocurre a Zeus cuando se encuentra sobre el Monte Ida,
alejado voluntariamente del resto de los dioses olímpicos y vigilando
el combate entre aqueos y troyanos, y es seducido por Hera, quien
porta el cinturón de Afrodita (Il. 14.346-351).
Podría interpretarse, pues, que el mito del Juicio de Paris intenta
explicar cómo los comportamientos admirables pueden ser fruto de
—y no solo concurrir circunstancialmente con— comportamientos
censurables. Entonces, la historia no pretende condenar a Paris a la vez
que exalta a Aquiles y a Héctor, sino que toma la forma de esta evaluación
para darle respuesta a una inquietud humana menos visible. Esta
evaluación era, con seguridad, compartida por los receptores originales
de los cantos homéricos y no resultaba necesario que recibiesen
36
Análisis antropológico-estructural del Juicio de Paris
Cristián Mancilla
lecciones al respecto. En cambio, probablemente sí necesitaban
que un relato mítico (o varios en correlación) explicara por qué un
comportamiento admirable puede surgir desde un comportamiento
censurable. Tanto la vida retirada de Paris cuanto la compasión de los
dioses por Héctor resultan admirables-buenas, pero una es producto
del abandono paterno (Fab. 91) y la otra, de los vejámenes que Aquiles
ha inflingido sobre el cadáver de Héctor (Il. 24.14-18). No quiero decir
que la estimación y el menosprecio excesivos siempre den lugar a una
estimación y menosprecio mesurados, sino que estos pueden surgir
desde aquellos. La estimación y menosprecio excesivos también pueden
dar lugar a otras situaciones de igual categoría: así, el aborrecimiento
de Hera y Atenea por los troyanos, ejemplo de menosprecio excesivo,
se funda en la humillación a la que fueron sometidas por Paris, otro
ejemplo de menosprecio excesivo.
El episodio del Juicio de Paris en su conjunto aparece como un
hecho censurable que se contrapone con otros como el rechazo de
Héctor a las invitaciones de las mujeres (Il. 7.251ss), la elección de vida
de Aquiles (Il. 9.410ss), la vida del propio Paris como pastor y el retiro
de Zeus sobre el Ida. Pero todos estos episodios, siendo apreciables,
conducen hacia una «disminución» en el ser de sus protagonistas:
Héctor y Aquiles morirán prontamente mientras que Paris y Zeus
serán doblegados por la tentación amorosa. ¿Significa esto que tales
sucesos no son considerados realmente admirables, sino que son vistos
con recelo y desconfianza? Sería admisible creer esto si no tenemos en
cuenta que, salvo por Tersites, lo puramente negativo no es tolerado en
la Ilíada (Reinhardt 1948: 31): de esta manera, aunque Héctor y Aquiles
morirán, la memoria de su heroicidad será transmitida a las futuras
generaciones de hombres. En cuanto a Paris y Zeus, no observo una
respuesta tan contundente, si bien resulta posible construirla, puesto
que Paris aparecerá como una figura heroica más adelante (Il. 7.521)
a pesar de haber sucumbido ante la tentación erótica y Zeus mostrará
su compasión para con los hombres, escuchando el deseo de los
dioses (Il. 24.63-76), a pesar de haberse comportado con indiferencia
anteriormente. Las oposiciones de lo admirable y lo censurable van
haciendo que estos caracteres se acentúen y se configure un cuadro de
especial belleza para el espectador.
37
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Bibliografía
Dundes, Alan, 1968, «Introduction to the Second Edition»,
en Vladimir Propp, Morphology of the Folktale, Austin (TX):
University of Texas Press, trad. [al inglés] por Laurence Scott (ed.
por Louis Wagner).
Gómez, Pedro, 1981, La antropología estructural de Claude LéviStrauss, Madrid: Tecnos.
Guerra, Manuel, 1979, Claude Lévi-Strauss: Antropología
estructural, Madrid: Magisterio Español.
Lévi-Strauss, Claude, 1970, Antropología estructural, Buenos Aires:
Eudeba, trad. por Eliseo Verón.
Reinhardt, Karl, 1948, «Das Parisurteil», en Von Werken und
Formen: Vortrage und Aufsatze, pp. 11-36, Godesberg: Helmut
Küpper.
Stinton, Thomas C.W., 1965, Euripides and the Judgement of Paris,
Londres: Society for the Promotion of Hellenic Studies.
38
Limes
ISSN 0716 - 5919
Revista de Estudios Clásicos
Suplicantes de Esquilo,
¿Una Trama Primitiva?
pp. 39 -61
María Del Pilar Fernández Deagustini
[email protected]
Resumen
En el presente artículo, nos proponemos revisar la calidad dramática de
la trama de Suplicantes de Esquilo, según dos criterios, uno clásico y otro moderno.
En primer lugar, la reconsideración de la pauta aristotélica nos obliga a verificar la
presencia de los dos elementos que, en la Antigüedad, acreditaban para valorar la
complejidad de una composición trágica: reconocimiento y peripecia. En cuanto a la
evaluación de la trama desde una perspectiva moderna y en vigencia, la calificación
de “compleja” equivale a “intrincada”. Por lo tanto, a mayor cantidad de conflictos,
mayor dificultad del argumento y mayor estima. En este punto, procuramos examinar
la cantidad y cualidad de los agones que sostienen los diferentes momentos de tensión
de la obra.
Palabras clave: Suplicantes - Esquilo - Trama - Poética - Agón
Abstract
In this article, we intend to revise de dramatic quality of the plot of
Aeschylus’ Supplices, following a classic criteria and a modern one. In the first place,
the reconsideration of the Aristotelian standard compels us to verify the presence of
the two elements that, in antiquity, qualified for the assessment of the complexity of
a tragic composition: recognition and peripeteia. As regards the analysis of the plot
from a modem and current perspective, the description as ‘complex’ is equivalent to
‘intricate’. Thus, the higher the number of conflicts a play had, the higher difficulty
could be observed in the plot and the higher the esteem was. At this point, we aim to
examine the quantity and quality of the agons that sustain the different moments of
tension in the play.
Key words: Supplices - Aeschylus - Plot - Poetics - Agon
39
María Del Pilar Fernández Deagustini
Suplicantes de Esquilo, ¿Una Trama Primitiva?
Suplicantes de Esquilo,
¿Una trama primitiva?
María del Pilar Fernández Deagustini
Universidad Nacional de La Plata, Conicet
[email protected]
1. PREliminAR
L
a liricidad y el protagonismo del coro han sido las características
que más han influido en la separación de Suplicantes del resto
de las tragedias conservadas de Esquilo, valiéndole, antes
del hallazgo del papiro que puso en cuestión su conjeturada datación
temprana, la calificación de “primitiva”.
Antes del descubrimiento del papiro de Oxyrrinco 2256 fr. 3,1
Suplicantes era considerada no sólo la tragedia más antigua entre
todas las conservadas, producida en el 490 a. C., sino también, la única
tragedia representativa de la primera etapa del género.2 Esta presunción
casi unánime estaba basada primordialmente en la impresión de
que la técnica dramática de la obra era arcaica (dado que carece de
El revolucionario fragmento, adjudicado a Aristófanes de Bizancio, fue publicado
por primera vez por Lobel-Wegener-Roberts (1952: 30).
2
Todos los argumentos, estilísticos e históricos, vinculados con la fecha temprana
de Suplicantes son expuestos con detalle y refutados por Garvie (2006: 29-162).
Asimismo, pueden consultarse Johansen-Whittle (1980: I.25-29) y LloydJones (1964: passim).
1
41
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
prólogo y desarrolla un argumento aparentemente simple) y en que
las posibilidades ofrecidas por el uso del segundo actor (intérprete de
Dánao y el heraldo de los Egipcios) no habían sido adecuadamente
desarrolladas todavía, ya que la lírica coral predominaba sobre el
diálogo entre actores.
Como la predominancia de elementos corales había sido asociada
al drama temprano a partir de la teoría de Aristóteles sobre el
origen de la tragedia, para los críticos modernos era natural percibir
esta particularidad de la obra como una característica primitiva.
Como ha resultado habitual en los estudios acerca de la “literatura”
griega, las observaciones realizadas por Aristóteles determinaron las
valoraciones posteriores acerca de la tragedia y acarrearon, asimismo,
serias consecuencias en la estimación de Suplicantes. Si bien en Poética
no se menciona esta obra en particular, las interpretaciones realizadas
acerca del pasaje 1449a 15-20 respecto del origen del género trágico
repercutieron indirectamente sobre ella:
καὶ τό τε τῶν ὑποκριτῶν πλῆθος ἐξ ἑνὸς εἰς δύο
πρῶτος Αἰσχύλος ἤγαγε καὶ τὰ τοῦ χοροῦ ἠλάττωσε καὶ
τὸν λόγον πρωταγωνιστεῖν παρεσκεύασεν
Y primero Esquilo condujo de uno a dos la cantidad
de los actores y no sólo disminuyó las partes del coro, sino
también hizo protagonizar el discurso.
El pasaje permitió deducir que, durante el desarrollo del género, que
innegablemente tiene su origen en alguna forma de la lírica, la parte
actuada creció a expensas de la coral y que fue Esquilo, además, quien
desencadenó este proceso. De este modo, a partir de Aristóteles, el punto
de viraje entre la forma más arcaica y la más evolucionada radicó en el
grado de liricidad, en la manera en que era comprendida la relación lírica/
espectáculo.3 Esta impresión fue potenciada además por el hecho de que
3
El consenso dominante respecto de la datación temprana de Suplicantes resultó
fortalecido por otros argumentos. 1. Las apreciaciones de los propios griegos,
quienes ya habían señalado el germen lírico del teatro. Heródoto cuenta que
Clístenes de Sycion transfirió los “coros trágicos” de la celebración de Adrastos
al culto de Dionisos. Aristóteles sitúa el origen de la tragedia en el ditirambo y
Diógenes Laercio afirma que Solón ha atribuido la primera performance dramática
de la tragedia a Arión, el compositor de ditirambos. Para ampliar información,
Gentili (1984-5: passim). 2. La influencia de la lírica en el lenguaje teatral: choregos
era el productor de las obras. 3. La puesta en escena trágica, que subraya en forma
permanente la envergadura del coro, que raramente abandona el escenario.
42
María Del Pilar Fernández Deagustini
Suplicantes de Esquilo, ¿Una Trama Primitiva?
la presencia coral está multiplicada en la obra, ya que el texto transmitido
es lo suficientemente confuso como para sugerir la comparecencia de dos
coros suplementarios al coro principal, lo que constituye una característica
sin parangón en el resto de las obras conservadas.4 El empleo de estos
coros, conformando un “escenario de multitudes”,5 fue considerado como
un indicio más del estilo pomposo y tradicional de Esquilo.
Simplificado pero contundente, el derrotero crítico referido, guiado
por ciertos prejuicios de raigambre positivista e indudablemente
condicionado por el incomparable planteo compositivo de Suplicantes,
restringió la estimación de su calidad dramática.6 El acercamiento
Una cualidad sobresaliente de Suplicantes es que no emplea un solo coro. El uso de un
coro secundario está presente también en otra obra esquilea, Euménides (escolta
de la procesión) y en dos obras de Eurípides: Hipólito (compañeros de Hipólito)
y Suplicantes (coro de jóvenes varones). Pero lo extraordinario de Suplicantes
de Esquilo es que puede discutirse el empleo de dos coros subsidiarios: uno de
Egipcios; otro de Argivos o servidoras.
5
El término “multitud” indicaba la presencia de más de ciento cincuenta personas en
escena. Esta conjetura, según señala Lloyd-Jones (1964: 365-369), está basada
en Pollux, Onomasticon 4.110, quien afirmaba que el coro trágico originalmente
había sido conformado por cincuenta miembros (tal como en el ditirambo) y
en la presunción naturalista de que las cincuenta Danaides debían haber sido
representadas por cincuenta coreutas. Según el autor, la evidencia de Pollux es
debatible, mientras que la correspondencia en número entre las Danaides y el
coro es fácilmente refutable a partir de ejemplos de otras tragedias: las Erinias
eran tres según el mito, pero eran representadas por la totalidad del coro en
Euménides, así como las madres de los siete líderes en Suplicantes de Eurípides.
Entre quienes han considerado a Suplicantes como una extravagancia primitiva,
ninguno dudó en aceptar esta fútil e inconveniente multitud de extras. A modo de
ejemplo, Tucker (1889: xvi) ha sostenido: “There is no thrilling action in the piece, and
despite its admirable poetry it would have fallen flat as a drama if only twelve or fifteen
Danaids had provided the spectacle. But with a chorus of fifty the case is different.”
6
Robertson (1936: 104) opina que la acción y la caracterización en Suplicantes son
simples e incluso rudimentarias. Bowra (1933: 81) sostiene: ‘Such action as there
is consists of their [the suppliants’] efforts to secure protection, and the arrival of
a herald from Egypt announcing the presence of the rejected suitors’. Murray
(1955) sintetiza el argumento como un pedido de protección dirigido a Pelasgo,
quien refiere la pregunta al dêmos. En los dos últimos casos, la sinopsis revela que,
para estos estudiosos, el drama tenía lugar a partir de la llegada de Pelasgo, lo cual
deja fuera no sólo la coyuntura que hace de la obra una tragedia, sino también al
coro como carácter protagónico. Otras numerosas descalificaciones de la calidad
dramática de Suplicantes están compiladas en el artículo de Sheppard (1911:
222- 223). El autor resultó ser una notable excepción entre los estudiosos de su
época por intentar rescatar la obra de este destino crítico a partir de la puesta en
valor de la que él considera la “primera escena” de la tragedia: la oda inicial.
4
43
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
a esta tragedia a partir de un patrón dramático estandarizado
ha predispuesto juicios interpretativos que, desde el siglo XIX,
menospreciaron su excelencia, enceguecidos por las polémicas en
torno a la datación de la tragedia.
En medio de estas interpretaciones desafortunadas, el criterio de
Kitto (1961) ha sido una excepción. En 1939, la primera edición del libro
Greek Tragedy comenzaba con la aseveración de que Suplicantes era la
primera obra conservada del drama europeo. Dos décadas después, en la
tercera edición del libro, el autor rectificó esta conjetura, reconociendo la
existencia y validez del papiro Oxy. 2256.3. Sin embargo, la enmienda no
ha influido en la alteración del memorable título del capítulo inicial, que
involucra el estudio de la obra. Suplicantes continuó siendo, a los ojos de
Kitto, una “tragedia lírica”. No obstante, esta renovada edición refleja el
principio que, según el autor, anima toda obra de arte: la íntima conexión
entre forma y contenido.7 El compromiso continuo de Kitto de mostrar a
la tragedia griega como un fenómeno cultural vivo y al dramaturgo como
productor de un tipo de arte diseñado para ser visto explica no sólo por
qué el autor decidió conservar un título que describe perfectamente la
esencia de Suplicantes, sino también por qué un título semejante no va en
desmedro de la excelencia dramática. Afirmaba Kitto en 1961:
By all means let us think some passages in the play clumsy;
nevertheless the greater part of it handles a profoundly
tragic situation -and a familiar one- with immense power.
Our first duty is to discover where Aeschylus laid the
emphasis; we may assume that he built the play as he felt
it. Certainly, those who find it undramatic cannot tell us,
except by accident, what it is about, for they will not have
seen the drama.8
Esta es la premisa que domina otro reconocido trabajo de Kitto: Form and Meaning
in Drama, de 1956.
8
Kitto (1961: 3). Garvie (1978 passim), también consciente de la complejidad
de Suplicantes, estudió el rol de la anticipación, el suspenso y la sorpresa en las
tragedias de Esquilo en general. Entre los autores actuales, Belloni (2006: 186):
“…la drammaturgia di questa tragedia ‘semplice’; almeno secondo i princìpi
che noi ci proviamo a desumere dalla Poetica di Aristotele per una ἁπλῆ πρᾶξις
sprovvista di una vera e propria peripezia, e dotata di uno spessore corale che
sembra volto a integrare, in forme diverse, le carenze dinamiche dell’intreccio.
Ma se queste ultime, a un’analisi più attenta, non risultano tali nelle Supplici
–soprattutto nello spazio compreso fra la preghiera celebrativa di Argo e il
sopraggiungere dell’araldo egizio (vv. 625-709, 835 ss.), dove le sequenze sceniche
potrebbero anche rivelare una tecnica più raffinata.”
7
44
María Del Pilar Fernández Deagustini
Suplicantes de Esquilo, ¿Una Trama Primitiva?
Kitto coloca en el centro de la polémica alrededor de la calidad
dramática de Suplicantes un elemento despreciado por quienes han
sentenciado su inmadurez: la dimensión visual, que, asociada a la
puesta en escena, recobra su peso en la construcción de significado.
De este modo, una obra que aparenta ser llana al ser leída descubre
su sofisticación cuando se reconstruyen sus recursos técnicos de
composición y su representación. A pesar de su clarividencia, Kitto
no ha profundizado en este análisis de Suplicantes. Años más tarde, su
precursora perspectiva sobre el drama griego clásico fue cumplida por
la revolucionaria labor de Taplin (1977, 1978), quien acuñó el concepto
de “tragedia en acción”.9
Después de la “revolución filológica” de 1952, el minucioso y
pólemico estudio de Garvie (1969) marcó un hito en la bibliografía
crítica sobre Suplicantes. El autor tomó el papiro como puntapié
inicial para refutar la posición tradicional sobre el carácter inmaduro
adjudicado al estilo y la estructura de la obra. Su estudio produjo dos
efectos. Ciertamente, en la actualidad, la crítica acepta unánimemente
que Suplicantes es una obra de la etapa de florecimiento artístico de
Esquilo. Sin embargo, resulta llamativo comprobar que, aunque la
investigación de Garvie logró promover abordajes sobre la tragedia,
estos se limitaron prácticamente a polemizar acerca de los cinco temas
tratados por el autor en sus capítulos correspondientes: fecha, estilo,
estructura, trasfondo histórico y trilogía. El estudio de Garvie continúa
siendo central para cualquier estudioso de Suplicantes. Efectivamente,
su trascendencia e influencia queda confirmada con la publicación de
una segunda edición corregida en el año 2006, con una interesante
discusión del autor acerca de la bibliografía sobre la obra surgida
9
La posición sobre la puesta en escena estuvo determinada por la manera en que
ha sido concebida la relación entre palabras y acción en el teatro griego clásico.
Los estudios de fines del siglo XIX y principios del XX tendieron a asumir
que la performance aspiraba a ser realista; en el extremo opuesto, un grupo de
estudiosos, a mediados de siglo XX, propuso equiparar el drama griego con las
convenciones no naturalistas de los dramas japoneses Noh y Kabuki, cuestionando
si los más simples movimientos u objetos escénicos habrían sido representados
miméticamente. Entre el teatro realista y el de discursos, Taplin (1977: 31)
ha sabido encontrar el justo medio, poniendo su atención sobre las acciones
significativas del drama, cuya trascendencia se infiere del texto: “If actions are to
be significant, which means they must be given concentrated attention, then time
and words must be spent on them”.
Para más información acerca de las conjeturas sobre la espectacularidad en
Suplicantes, Taplin (1977: 202 y ss.)
45
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
después de 1969. De esta última edición, consideramos reveladora
la reflexión que Garvie expuso con preocupación en el prefacio de la
reedición de su libro:
For as long as Supplices was believed to be a very early
play, it was generally treated as primitive and immature,
interesting only or mainly for the evidence that it was
thought to provide about the origins and early development
of tragedy. Rarely was it studied as a drama in its own right.
Now that it is seen to belong to the period of Aeschylus’
ripe maturity one might expect its dramatic quality to be
recognised. That was not the subject of my book. I find it
disappointing, however, that it is its problems that continue
to preoccupy scholars and that in recent years so little has
been written to guide readers into some understanding of
why it is such a good play.10
A pesar de que Suplicantes ha vuelto a ser objeto de interés entre
los clasicistas, el diálogo actual con la tradición crítica marca un vacío
bibliográfico. El propio Garvie señala que, cuatro décadas después de
su revolucionario estudio, aún queda la deuda pendiente de revelar
la excelencia dramática y artística de esta pieza que no sólo fue la
ganadora del primer premio en el certamen, sino que, tiempo después,
fue escogida por un didáscalos profesional.
El interrogante que inaugura el presente artículo pretende sintetizar
la confusión de criterios que impulsó el menosprecio de la relevancia
dramática de Suplicantes. Evidentemente, gran parte de la crítica
se ha concentrado en juzgar la complejidad de la trama de la obra,
identificándola con el contenido y perdiendo de vista que la forma
a través de la cual se comunica el texto es el espectáculo, que hace
del discurso escrito una experiencia audiovisual, una tragedia. En
Suplicantes, Esquilo hace un uso efectivo e integral del aspecto visual,
que le permite transmitir los momentos de mayor tensión dramática. En
consecuencia, la composición del argumento es uno de los méritos de
esta composición, pues equilibra la admirable creación del espectáculo.
Justipreciar la calidad dramática de Suplicantes, por lo tanto,
implica el reconocimiento de dos recorridos de análisis, el del aspecto
textual y el del virtual, audiovisual.11 En el presente artículo, haremos
Garvie (2006: xix).
El acento en la propuesta audiovisual de Suplicantes ha sido tratado en Fernández
Deagustini (2016).
10
11
46
María Del Pilar Fernández Deagustini
Suplicantes de Esquilo, ¿Una Trama Primitiva?
hincapié en la revisión de la calidad dramática de la trama, la materia
prima del espectáculo, que llevaremos a cabo siguiendo dos criterios,
uno clásico y otro moderno. En primer lugar, la reconsideración de la
pauta aristotélica obliga a verificar la presencia de los dos elementos
que, en la antigüedad, acreditaban para valorar la complejidad de
una composición trágica: reconocimiento y peripecia. En cuanto a
la evaluación de la trama desde una perspectiva más moderna y en
vigencia, la calificación de “compleja” equivale a “intrincada”. Por lo
tanto, a mayor cantidad de conflictos, mayor dificultad del argumento
y mayor estima. En este punto, procuramos examinar la cantidad y
cualidad de los agones que sostienen los diferentes momentos de
tensión de la obra.
2. lA TRAmA.
Peripecia, reconocimiento y conflicto en Suplicantes
2.1. Calidad dramática según el criterio antiguo:
Poética de Aristóteles. Peripecia y reconocimiento
En Poética 1452a12 y ss., se define la trama compleja de una tragedia
como aquella que cumple con al menos uno de dos recursos compositivos:
“peripecia” y “reconocimiento”. La pauta definida por Aristóteles es
elocuente a la hora de sopesar la calidad dramática de Suplicantes, dado
que la presencia o ausencia de estos recursos ha intervenido sobre la
apreciación de las obras desde la antigüedad hasta nuestros días:
εἰσὶ δὲ τῶν μύθων οἱ μὲν ἁπλοῖ οἱ δὲ πεπλεγμένοι˙ καὶ
γὰρ αἱ πράξεις ὧν μιμήσεις οἱ μῦθοί εἰσιν ὑπάρχουσιν εὐθὺς
οὖσαι τοιαῦται. λέγω δὲ ἁπλῆν μὲν πρᾶξιν ἧς [15] γινομένης
ὥσπερ ὥρισται συνεχοῦς καὶ μιᾶς ἄνευ περιπετείας ἢ
ἀναγνωρισμοῦ ἡ μετάβασις γίνεται, πεπλεγμένην δὲ ἐξ ἧς
μετὰ ἀναγνωρισμοῦ ἢ περιπετείας ἢ ἀμφοῖν ἡ μετάβασίς
ἐστιν. ταῦτα δὲ δεῖ γίνεσθαι ἐξ αὐτῆς τῆς συστάσεως τοῦ
μύθου, ὥστε ἐκ τῶν προγεγενημένων συμβαίνειν [20]
ἢ ἐξ ἀνάγκης ἢ κατὰ τὸ εἰκὸς γίγνεσθαι ταῦτα: διαφέρει
γὰρ πολὺ τὸ γίγνεσθαι τάδε διὰ τάδε ἢ μετὰ τάδε.
Parmi les histoires, les unes sont simples, les autres
complexes; c’est que, tout simplement, les actions don’t les
histoires sont les répresentations ont ces caractères. J’appelle
‘simple’ une action une et continue dans son déroulement,
comme nous l’avons définie –où le renversement se produit
sans coùp de théâtre ni reconnaissance-, et ‘complexe’, celle
où le renversement se fait avec reconnaissance ou coup de
47
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
théâtre ou les deux; tout cela doit découler de l’agencement
systématique même de l’histoire, c’est-à-dire survenir
comme conséquence des événements antérieurs, et se
produire par nécessité ou selon la vraisemblance; car il est
très différent de dire ‘ceci se produit à cause de cela’ et ‘ceci
se produit après de cela’.12
Tal como indican Dupont- Roc y Lallot, de la cita se deduce que no
es el cambio de fortuna (metábasis) lo que diferencia a ambos tipos de
enredo (ya que incluso en una acción en que no haya peripecia, debe
haber cambio de fortuna), sino la manera en que ese cambio se percibe,
dentro o fuera de los propios límites de la trama. En la trama compleja,
hay un acontecimiento (bolé) que hace que la acción tome una dirección
contraria a la expectativa creada por los hechos, o contraria a lo que los
hechos parecían hacer prever. El aspecto imprevisible y espectacular
del cambio es la propiedad esencial de la peripecia, siempre que sea
producto de la causalidad lógica, y no de una simple sucesividad
cronológica. Por ello, Dupont-Roc y Lallot proponen coup de théâtre
como traducción del término: “…si le coup de théâtre, en tant qu’il
caractérise la tragédie complexe, est particulièrment propre à susciter
frayeur et pitié (cf. 52b 1 et chap. 13, 52b 32), c’est qu’il joint l’effet de
surprise à l’enchaînement nécessaire ou vraisemblable des actions”.13
El desconcierto motivado por un suceso inesperado puede ser
experimentado por los personajes del drama, pero también por el
espectador, cuando este asiste al descubrimiento de relaciones entre los
hechos que no eran evidentes en la trama. En Suplicantes, protagonistas
y público quedan perplejos ante el anuncio de la llegada de los hijos de
Egipto (710 y ss.). Como hemos demostrado previamente a propósito
del análisis de la oda central (625- 709)14, el núcleo del drama está
compuesto a partir de una cadena de acontecimientos que motivan
dos cambios de suerte de sucesión abrupta. El primero es el pasaje de la
infelicidad a la felicidad, experimentado a partir del reporte de Dánao
Dupont-Roc et Lallot (1980: 69).
Dupont-Roc et Lallot (1980: 231, n. 1). El subrayado es parte del original.
14
Cfr. Fernández Deagustini (2015: 79-90), en el que se ha estudiado la oda central
dedicada a la celebración de Argos a partir de la interacción entre odas trágicas
y géneros líricos. El estudio demuestra que la oda es un ejemplo sofisticado
de interacción sostenida con el peán que, además de adecuarse a la ocasión
ritualizada, apuntala los temas dominantes de la obra y juega con las expectativas
del espectador respecto del género evocado para orientar su comprensión de lo
que ve en escena.
12
13
48
Suplicantes de Esquilo, ¿Una Trama Primitiva?
María Del Pilar Fernández Deagustini
(600-624), que confirma la recepción de las Danaides en calidad de
metecas (609). Este cambio de fortuna no es una peripecia, puesto
que no involucra el efecto sorpresa: tanto las protagonistas como
los espectadores están pendientes de la noticia respecto de su futura
residencia tras la respuesta dilatada del rey Pelasgo (468 y ss.). La
finalidad de la primera metábasis consiste en impulsar la única escena
de júbilo de la obra: el canto con reminiscencias de peán con el cual las
Danaides celebran al pueblo de Argos.
Inmediatamente después de esta performance, otro discurso
de Dánao (710 y ss.) anuncia “palabras nuevas e inesperadas”
(ἀπροσδοκήτους τούσδε καὶ νέους λόγους, 712). Los dos adjetivos
empleados por Dánao en este discurso subrayan el factor clave de la
peripecia: la imprevisibilidad. El anuncio del arribo de los Egipcios
(710 y ss.) suspende el “desarrollo continuo de la acción” (συνεχοῦς,
Poét. 1452a15). En la composición dramática, esto se traduce en la
manipulación del tiempo, que parece detenerse durante más de cien
versos, hasta que la llegada del temido perseguidor se concreta (825).
La sorprendente noticia se adecua perfectamente a las condiciones
determinadas por la causalidad lógica, puesto que, desde el momento
de su primera aparición en escena, las Danaides habían manifestado,
en repetidas ocasiones, que eran perseguidas por sus primos y que, por
lo tanto, temían ser alcanzadas.
La composición de la peripecia de Suplicantes demuestra su
excelencia en la manera como Esquilo concatenó los hechos para
generar el “efecto sorpresa.” Sin dudas, el impacto de la llegada de los
Egipcios no hubiera sido tal produciéndose después del arribo de las
suplicantes, ya que no hubiera resultado imprevisible. Es el desvío de
la tensión dramática hacia la decisión de Pelasgo, primero, y de Argos
luego, lo que permite generar conmoción. Tanto protagonistas como
espectador han estado pendientes, desde la llegada del rey (234), de
la resolución del conflicto del asilo. Por lo tanto, la inquietud por la
aproximación del enemigo es olvidada por ambos. La peripecia es
compuesta de forma exquisita porque, distraídos del problema original,
la huida, y concentrados en la felicidad reciente desencadenada por la
noticia de Dánao, Danaides y audiencia reciben desprevenidamente
la peor novedad. De este modo, pierde total trascendencia el impacto
positivo de la concesión del asilo, porque el arribo de la nave retrotrae
a las protagonistas al problema primario: la fuga por causa de unos
pretendientes violentos. A pesar de estar amparadas legalmente por
49
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
la ciudad huésped, la aproximación de los Egipcios desde el mar se
apropia de los sentimientos de las Danaides.
De este modo, la sucesión de escenas es fundamental en la
composición de la peripecia en la obra. El recurso tiene lugar porque
antes se ha producido un cambio de suerte. De otro modo, la llegada
del perseguidor hubiera sido simplemente una acción determinada
por la sucesividad cronológica de los hechos. A la manipulación de
la concatenación fáctica se suma el incremento del efecto, dado por la
velocidad de los cambios de fortuna: de la flamante concreción de la
felicidad, a la infelicidad más absoluta.
Finalmente, en cuanto al aspecto “espectacular” de la peripecia,
es apropiado tener presente algunas cuestiones. En primer lugar,
que “espectáculo” no es sinónimo de “efectos especiales”, ni de
sensacionalismo, ni de fastuosidad. Espectáculo involucra la
dimensión visual de la tragedia, es decir, la construcción de sentidos
a partir de una lógica compositiva que compromete todo lo que se ve
en escena. En segundo lugar, que el orden del material (sústasis tôn
pragmáton, como lo llamó Aristóteles) es central en el arte dramático.
La interacción de escenas a partir de su eslabonamiento es clave para
el efecto de la obra, considerada en su totalidad. Por otro lado, desde el
punto de vista del espectador, es intuitivo establecer un nexo entre dos
escenas que se representan de manera idéntica: la doble exposición a
un mismo cuadro escénico propone un patrón compositivo e impone
una manera de percibir el “bis”. Por eso, la peripecia en Suplicantes
también cumple con la condición de ser espectacular: por segunda
vez, Dánao se ubica en la elevación del altar y anuncia a sus hijas, que
permanecen en la orchéstra, la llegada de un nuevo personaje (710733). El “efecto-espejo” reproduce la sensación de expectativa del
primer anuncio (177-203), pero esta vez la inquietud motivada por la
esperanza es reemplazada por la agitación del miedo.15
En la definición de “reconocimiento”, Aristóteles también emplea el
término metabolé (1452ª 29):
ἀναγνώρισις δέ, ὥσπερ καὶ τοὔνομα σημαίνει, ἐξ
ἀγνοίας εἰς γνῶσιν μεταβολή, ἢ εἰς φιλίαν ἢ εἰς ἔχθραν,
τῶν πρὸς εὐτυχίαν ἢ δυστυχίαν ὡρισμένων˙
15
Las “escenas espejo” constituidas por los anuncios extendidos de las llegadas de
Pelasgo y el heraldo a escena han sido analizadas con detalle en Fernández
Deagustini (2015: 222- 233).
50
María Del Pilar Fernández Deagustini
Suplicantes de Esquilo, ¿Una Trama Primitiva?
La reconnaissance, comme le nom même l’indique,
est le renversement qui fait passer de l’ignorance à la
connaissance, révélant alliance ou hostilité entre ceux qui
son désignés pour le bonheur ou le malheur.
La cita manifiesta que, en este tipo de cambio de fortuna, el meollo
no es simplemente el conocimiento de la identidad de un personaje,
sino la toma de conciencia del tipo de vínculo social que existe entre un
personaje y otro. En palabras de Dupont-Roc y Lallot: “Philía désigne
le lien qui unit les membres d’un groupe clos, et en particulier le lien de
parenté ou d’alliance (…); symétriquement, l’ekhthrá désigne l’hostilité
de fait qui découle, notamment, de la violation d’un tel lien. Moins que
l’appréhension subjective que le héros peut avoir de son action ou des ses
relations à l’autre, la reconnaisance est la découverte du fait, ignoré de lui
auparavant, qu’il est lié à tel autre personnage par une relation objective,
socialement définie comme positive (philía) ou négative (ékhthra):
ainsi Oedipe qui ‘reconnaît la philía’ qui l’unit à son père”.16
La interpretación de estos autores demuestra encontrar la dirección
adecuada en la traducción del participio ὡρισμένων como “diseñar”,
adjudicándole un sentido poético o, más específicamente, compositivo,
“tout en soulignant fortement qu’il n’ est absolument pas question ici
d’un destin d’ordre métaphysique, mais de la fin nécessaire à laquelle
conduit la succession des faits agencés par le poète.17 En Suplicantes,
la matriz de la trama del Altarmotiv determina un “diseño” dado de
relaciones entre caracteres: además del personaje desamparado y en
peligro inminente, resulta forzosa la existencia de un vínculo social
positivo y otro negativo, encarnados por el potencial salvador y el
enemigo.18 Pelasgo y el heraldo de los Egipcios revisten dichas funciones
y ambos forman parte de las escenas de reconocimiento.
Dupont-Roc et Lallot (1980: 232-233, n. 2). Al respecto, los autores declaran
que la toma de conciencia subjetiva de la situación por parte del héroe no implica
en absoluto “insister sur les effets subjectifs et les modifications psychologiques
des personnages” (1980: 232, n. 2), que se operan junto con el reconocimiento.
17
Dupont-Roc et Lallot (1980: 233 n. 2).
18
Si bien es cierto que no toda tragedia perteneciente al patrón del Altarmotiv debe
cumplir con la presencia escénica de estos caracteres, las posibilidades de diseño
están acotadas a la elección del tema. Esta red de caracteres se corresponde
perfectamente con el patrón de las “tragedias ternarias de súplica”, tipificación
propuesta por Adrados (1986: 7-8), en la que, junto al enemigo o perseguidor, se
presenta al salvador. Afirma el autor: “Sólo cuando se introduce la estructura ternaria
es la súplica un elemento central (…) sobre todo, porque con ello se cumple una
exigencia del teatro: la existencia de al menos un agón en cada pieza” (op. cit.: 33).
16
51
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
La llegada de Pelasgo a escena suscita un reconocimiento recíproco
entre las suplicantes y su huésped. Sin embargo, este reconocimiento
no es simultáneo, si se interpreta la definición del recurso según la
propuesta de los autores franceses como el descubrimiento del hecho,
antes ignorado, de que un personaje está ligado a otro por una relación
objetiva, socialmente definida como positiva (philía) o negativa
(ékhthra). Los versos 234-325 de la obra tratan sobre el primer encuentro
entre las suplicantes y el rey.19 Las Danaides logran rápidamente
conocer la identidad y condición social de quien llega para recibirlas
(246-248), pero ello no constituye un reconocimiento, pues todavía
no descubren si Pelasgo consentirá en ser su aliado, protegiéndolas
de sus perseguidores. En esta primera sección del diálogo, el acento
está puesto, en cambio, en la revelación del lazo social de parentesco
que une a las Danaides con los nativos de Argos y, por lo tanto, con
su autoridad. Una vez que Pelasgo las reconoce, es decir, las acepta
como Argivas, se da inicio a la segunda sección del diálogo (326-479),
constituida por el agón entre protagonistas y antagonista, que tiene
como objeto la exposición del motivo de súplica. Pero esta sección
es, a su vez, el inicio del reconocimiento de Pelasgo por parte de las
Danaides, ya que la solicitud de asilo en Argos instala necesariamente
la declaración de una actitud vinculada con la relación social objetiva
que impone la institución de la hiketeía. Notablemente, este “lazo de
philía” no se define hasta la escena de mensajero de Dánao (600-624),
en la que se comunica la decisión de la Asamblea popular.
Lo atractivo de la composición de este reconocimiento reside, por
lo tanto, en varias cuestiones:
• extensión: el reconocimiento mutuo de la compleja
relación que une a Danaides y Pelasgo domina casi
400 versos, entre 234 y 624;
• dilación: la exposición el dilema del rey y su
determinación de tomar la responsabilidad de
la decisión del asilo junto al pueblo demoran la
concreción del proceso;
• compromiso de agentes externos al espectáculo: los
Argivos, quienes forman parte esencial de la trama
al definir la relación de philía entre rey (ciudad) y
suplicantes;
19
El encuentro entre ambos personajes ha sido analizado en Fernández Deagustini
(2017).
52
María Del Pilar Fernández Deagustini
Suplicantes de Esquilo, ¿Una Trama Primitiva?
• complejidad compositiva: el agón se acopla al
reconocimiento y forma parte de este;
• sustancia dramática: el reconocimiento como recurso,
desde su inicio hasta su fin, constituye en sí mismo la
primera coyuntura trágica de la obra.
El segundo reconocimiento de la obra no compromete a las protagonistas
ni al espectador,20 sino al héroe trágico. Cuando el heraldo de los Egipcios
arriba a Argos (825), las Danaides lo identifican perfectamente. El tipo
de vínculo social entre ellos, la hostilidad que gesta la composición de la
trama de la obra, está previamente establecido. Lo mismo ocurre, en cierta
manera, entre Pelasgo y el heraldo. Cuando el rey llega al altar (911) para
responder al llamado de auxilio de las Danaides (835), ya sabe que está
frente a su enemigo. Tras haber aceptado ser aliado de las Danaides, el
adversario de las jóvenes resulta ser su adversario, y el de la ciudad. Quien
ignora esta circunstancia es el heraldo. El reconocimiento es, por lo tanto,
unilateral. Esta condición, no obstante, se presenta de manera encubierta.
Como en el caso del primer reconocimiento, entre las Danaides y
Pelasgo, esta escena de reconocimiento se liga con el agón. Durante el
enfrentamiento entre el rey y el heraldo, Pelasgo puede confirmar la
pertinencia de su decisión de aliarse con las jóvenes, pues comprueba la
irreverencia de los Egipcios hacia la institución de la xenía y los dioses
locales (916-922). Por este motivo, el reconocimiento parcial, es decir, el
descubrimiento, por parte del heraldo, del vínculo negativo con Argos, se
complejiza con la oportunidad de verificación, por parte de Pelasgo, del
vínculo social previamente asumido.
El segundo reconocimiento es diferente del primero no sólo
por la cualidad de ser unilateral, sino también por tratarse del
descubrimiento de un vínculo negativo (ékhthra). La manera en la
que esta revelación se lleva a cabo es, también, distinta: se trata de una
escena de intercambio verbal agresivo, vehemente y descortés. Esta
útlima característica es notable, en tanto una de las formalidades del
diálogo entre desconocidos, como es el caso entre el rey y el heraldo, es
la declaración de la identidad. En este encuentro, sin embargo, Pelasgo
se rehúsa a revelar su nombre, linaje o rango (938-940) ante la demanda
del representante de los Egipcios (930 y ss.). Por lo tanto, el segundo
reconocimiento resulta una prueba de que el factor insustituible de
20
La audiencia conoce perfectamente el tipo de relación que se juega en escena entre
el nuevo personaje, el heraldo, y las Danaides, tanto por el anuncio previo (710
y ss.) como por las distintas y numerosas referencias que las jóvenes han hecho
respecto de sus perseguidores desde el comienzo de la obra.
53
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
este procedimiento dramático no es la identificación, sino la definición
de un vínculo social entre caracteres.
El espacio resulta decisivo en la constatación del vínculo negativo
con Argos por parte del heraldo, dado que el rey, apelando a la decisión
de la Asamblea, formaliza su responsabilidad como defensor de las
Danaides y representante de los Argivos cuando expulsa a su adversario
de la tierra en la que ha irrumpido indebidamente (942-944).
La productividad dramática del segundo reconocimiento
tiene dos aristas, una visual y otra discursiva. Por un lado, el
enfrentamiento en escena entre ambos varones, uno con máscara
clara y otro con máscara oscura, en el mismo espacio (la orchéstra),
con las Danaides como espectadoras intradramáticas en un lugar
de resguardo (altar), representa ante los ojos del espectador una
confrontación mayor, bélica, que los tiene sólo a ellos como
protagonistas. Por otro lado, el hecho de que el heraldo haya podido
reconocer la hostilidad de Argos ofrece la oportunidad para que
este declare la guerra a la ciudad griega (950-951). La enunciación
verbal no constituye únicamente una prolepsis de sucesos que
exceden los límites del drama, sino también la ocasión para que el
espectador sienta piedad y terror por Pelasgo, el héroe trágico, que
no merece infortunio semejante (Poét. 1453a5).21
El análisis de la peripecia y reconocimiento en Suplicantes demuestra
que el cambio de fortuna no sólo se efectúa a partir de los dos recursos
más valiosos con los que un poeta debe componer la trama según el
criterio clásico, sino que el empleo de estos recursos es adecuado y
variado. La peripecia ha sido cuidadosamente dispuesta en la mitad
de la obra, gracias a una meditada secuencia escénica que propicia el
efecto sorpresa y a una lógica visual, la composición de una escena
espejo, que le aporta carácter espectacular. Los dos reconocimientos
han sido compuestos de manera diversa: uno es el descubrimiento de
una relación de philía, otro de una relación de hostilidad; uno es entre
protagonistas y antagonista, el otro entre los dos antagonistas de la obra,
entre los cuales uno encarna la figura heroica con la que simpatiza el
espectador; uno es mutuo, el otro unilateral; uno constituye el primer
conflicto trágico del drama, el otro anticipa un nuevo conflicto, fuera de
21
En nuestra tesis doctoral hemos señalado la particular disociación que presenta
Suplicantes entre figura protagónica y figura heroica. Para más detalles, cfr.
Fernández Deagustini (2015: 174 y ss).
54
Suplicantes de Esquilo, ¿Una Trama Primitiva?
María Del Pilar Fernández Deagustini
los límites de la trama. A pesar de las diferencias, ambos reconocimientos
coinciden en cumplir con el cambio apropiado para la trama trágica
según los términos aristotélicos: el cambio del estado de felicidad al de
infortunio, a pesar del accionar noble del héroe (Poét. 1453a17). Por
causa de ambos reconocimientos, Pelasgo, como los grandes héroes
de Aristóteles, tiene que sufrir a pesar de no ser responsable de actos
terribles (Poét. 1453a22). Durante el primer reconocimiento, el rey
padece la responsabilidad de decidir entre dos males, aunque traslada el
fallo al pueblo; tras el segundo, padece las consecuencias de esa decisión,
que se resolverá en el enfrentamiento armado con los Egipcios. Por
lo tanto, el despertar de las emociones propias de la tragedia, terror y
piedad, asociadas a la figura del héroe trágico (que no coincide, en este
caso, con la figura protagónica colectiva) tiene lugar en el drama en las
escenas de reconocimiento analizadas.
Todo lo expuesto evidencia que la economía de la pieza, las reglas de
verosimilitud y la concatenación de los hechos, que son las condiciones
más valoradas por Aristóteles, se cumplen en Suplicantes, pues Esquilo
ha compuesto la trama de forma tal que “aun sin ver, quien oiga los
hechos tema y se apiade con los acontecimientos” (Poét. 1453b3).
2.2. Calidad dramática según un criterio moderno: la
presencia de conflicto. Agón interior, verbal, referido
y coral.
Según como lo percibimos en la actualidad, el drama supone
conflicto. Desde esta perspectiva, Suplicantes no puede ser catalogada
como simple o inmadura en la composición de su trama, porque la
tragedia se nutre de múltiples conflictos: inicialmente, de aquel entre
Danaides y Egipcios que da origen a la fuga, pero también del que
padecen el rey y los habitantes de la ciudad receptora, quienes deben
optar entre amparar o ignorar a las suplicantes e, incluso, del de las
propias Danaides con su deber femenino de convertirse en esposas.
Además de la cantidad, la trama de la obra explota todas las posibilidades
imaginables de expresión de estos conflictos, todas ellas compuestas a
partir de un recurso dramático esencial: el agón, manifestación de la
naturaleza política de la tragedia.
En términos generales, agón es la exhibición del debate formal
en el espacio teatral, en el cual un personaje expone un caso como si
estuviera frente a un cuerpo de jueces o votantes. Luego, su posición
es rebatida por la otra parte del conflicto, a la manera de un abogado
55
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
o rival político.22 La estructura compositiva del agón es flexible,23 pero
el componente clave e insustituible de este recurso es, desde nuestro
punto de vista, externo a la trama: producto de este tipo de escenas, el
espectador es estimulado a lidiar con los argumentos de los oponentes
y tomar posición. De manera que, más allá del patrón compositivo
que se considere propio del agón, las escenas de conflicto son todas
aquellas que provocan una actitud crítica por parte del espectador ante
dos posiciones contrapuestas.
En Suplicantes, el motor del conflicto trágico es uno: el rechazo de
las Danaides hacia el matrimonio forzado con sus primos. No obstante
el meollo del problema a representar, la trama presenta el asunto
ampliando el horizonte de consideraciones, sensaciones e impacto,
abordándolo desde las perspectivas de sujetos diversos.
La complicación primaria de la trama es partir de un giro dramático
inaugural. La decisión de huida de las Danaides, de su tierra y de sus
pretendientes, implica el desvío del conflicto inicial hacia el tema de la
obtención de un nuevo espacio, que compromete la práctica del ritual
de súplica. Efectivamente, la polémica entre el respeto o el desprecio
de las instituciones griegas que regían las relaciones entre los griegos
y los otros, hiketeía y xenía, se apodera de la obra, instalándose casi
hasta su cierre, momento en que se reanuda el conflicto original. Sobre
la base de este planteo dramático, se organizan las distintas expresiones
agonales de la obra.
El primer conflicto trágico, vinculado con la observancia de la
institución de súplica, se representa de manera múltiple:
• La primera expresión es el agón verbal entre las Danaides y Pelasgo
(326-479). El rey intenta llevar la discusión hacia la motivación de
fuga de las Danaides, el repudio al matrimonio (387-391), pero las
jóvenes insisten en el peso del ritual, que constituye el argumento
central en favor de su pedido de protección.
• En esta misma escena, el momento dramático más atractivo lo
constituye una nueva expresión agonal, que explora lo más
recóndito del conflicto: el impacto que la exigencia del suplicante
tiene sobre el suplicado. A la manera de un agón dentro del agón, el
22
23
Esta definición de agón es una síntesis de la propuesta por Rehm (1992: 64).
Halleran (2005: 176) define una matriz típica de construcción de este tipo de
escenas, pero destaca su elasticidad y heterogeneidad.
56
María Del Pilar Fernández Deagustini
Suplicantes de Esquilo, ¿Una Trama Primitiva?
dilema experimentado por Pelasgo (437-454) después de escuchar
la súplica de las Danaides coloca al espectador en un nivel más
profundo del problema, enfrentándolo con su propia actividad
intelectual y participándolo de los sucesos del drama. El examen de
las alternativas de acción que verbaliza el héroe pone en abismo la
actitud crítica del espectador, sincronizándolos en la composición
de un agón interior.
• Por último, el carácter irresoluble del asunto y la responsabilidad
política del héroe dilatan la necesaria definición del conflicto
promoviendo la participación de un nuevo agente: el pueblo
argivo. Por lo tanto, las Danaides deben aguardar la decisión final
de la asamblea. Esta decisión, sin embargo, no es objeto de una
comunicación ordinaria, sino que expresa una tercera faceta del
conflicto: un agón fuera de escena. El agón referido por Dánao
(605-624), quien ha sido testigo de la formalización del caso, no se
plantea como un conflicto entre partes (οὐ διχορρόπως, “sin voz
dividida”, 605), sino como la ratificación unánime de la propuesta
de Pelasgo de conceder el derecho de metoikía a las Danaides para
no padecer la cólera de Zeus Suplicante (615-620). A pesar de la
eliminación de la disyuntiva que constituía la médula del dilema
del rey, el carácter unívoco que adquiere el problema en el relato
de Dánao no menoscaba la naturaleza agonal que conserva toda
exposición formal en un cónclave plebiscitario.24
La decisión popular permite que la trama avance, después de
un extenso proceso de profundización del conflicto vinculado al
acatamiento de la súplica. Sin embargo, el avance en la acción es efímero,
pues el problema alrededor del respeto de las instituciones griegas se
renueva tras la peripecia, constituida por la llegada del perseguidor
(825 y ss.). Si bien podría haber resultado lógica la manifestación de las
dos posiciones antagónicas en torno al matrimonio, el segundo agón
verbal interpretado por las Danaides y el heraldo de los Egipcios se
circunscribe a reproducir una escena saturada de excesos por parte
de los oponentes. El asunto de disputa es elemental: el heraldo exige
a las jóvenes que suban a las naves; las Danaides se niegan a acatar
su autoridad. En ningún momento de la agresiva pendencia entre
ambos se vislumbra la intención del dramaturgo de indagar más
24
En efecto, Dánao utiliza el verbo πείθω (“persuadir”, 615) para introducir el relato
sobre la presentación que hace Pelasgo del caso, que compromete la posibilidad
de posiciones adversas a la causa, aunque estas no se hayan suscitado.
57
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
profundamente sobre las causas de la hostilidad, pero la escena es
intensamente patética y prepara la atmósfera para un tercer agón
verbal, en el que la posición de las Danaides es reemplazada por
Pelasgo, quien las representa en calidad de próxenos.25 El insustancial
intercambio de insultos y amenazas deja lugar a un agón con contenido,
aunque no por ello menos violento. Se trata de la segunda expresión
del mismo conflicto, que Pelasgo intenta encuadrar en los límites de
la formalidad, ignorada por el heraldo. El rey reclama al heraldo el
respeto por la institución de la xenía, que regula el comportamiento
de los extranjeros en una ciudad griega. La posición irreverente y
provocativa del heraldo ratifica su conducta previa con las Danaides,
acentuando el contraste entre la idiosincrasia griega y la bárbara.
El somero análisis realizado muestra que los tres agônes verbales
de la obra (Danaides-Pelasgo; Danaides-heraldo; heraldo-Pelasgo)
proyectan tres formas de dirimir conflictos: a través de la persuasión, a
través de la fuerza incivilizada o, cuando se encuentran dos caracteres
incompatibles, el enfrentamiento en un agón bélico, enmarcado dentro
de las regulaciones de la política internacional. La declaración de guerra
que pone fin el agón verbal entre el rey de los Argivos y el heraldo de
los Egipcios también cierra la exploración del destino de Pelasgo, que
encarna el carácter heroico de la obra.
Sobre el final de la trama, se retoma el conflicto original aplazado,
vinculado con la resistencia de las Danaides a cumplir su deber
femenino de convertirse en esposas. La modalidad de dirimir conflictos
a través de la fuerza entre Danaides y Egipcios, ya demostrada en el
agón previo con el heraldo, vislumbra una posibilidad de resolución
distinta de la huida gracias a la inclusión de un nuevo agente. Los
guardias argivos,26 conforme lo determina su procedencia griega,
proponen a las jóvenes el camino de la persuasión. La expresión de
este agón de cierre es, además, diferente de las anteriores, porque la
medida de alivio, constituida por la reconfortante idea del matrimonio
deseado, es aportada por otra formación coral. Por primera vez y en el
final de la trama, gracias a la participación de otra figura colectiva, se
mitiga el conflicto inicial en un agón coral aporético, que provoca la
participación intensa del espectador.
25
26
Cfr. Fernández Deagustini (2016b), en el que hemos estudiado la escena del
dilema de Pelasgo con la mención del término próxenos, cuyas escasas referencias
en la obra permiten trazar un itinerario dramático deliberado.
Sobre la decisión de considerar la presencia coral de los guardias de Argos, cfr.
Fernández Deagustini (2015: 94-100).
58
María Del Pilar Fernández Deagustini
Suplicantes de Esquilo, ¿Una Trama Primitiva?
En conclusión, explotando las diversas posibilidades audiovisuales
que ofrece el teatro griego, Suplicantes expresa el conflicto de manera
multiforme. La trama se abastece del conflicto onstage, de plena
representación escénica (en el caso de los agônes Danaides-Pelasgo,
Pelasgo-heraldo, Danaides-heraldo y Danaides-Argivos); del conflicto
offstage, referido en escena (el debate formal en la asamblea popular
argiva);27 e, incluso, de uno que, representado en escena, trasciende
hacia el ámbito del espectador, conviertiéndose en un conflicto
overstage:28 el agón interior de Pelasgo. En relación con el aspecto
sonoro, Esquilo aprovecha las confrontaciones entre actores-caracteres
(Pelasgo-heraldo), entre actores-caracteres y coro-carácter (DanaidesPelasgo; Danaides-heraldo) y también el agón entre coros. Esta
variedad en la composición del conflicto acompaña la representación
de los temas más sobresalientes de la obra: las conductas en torno al
ritual de súplica, la institución del matrimonio y la convergencia del
griego con el otro.
En difinitiva, podemos afirmar que Suplicantes propone la
composición de una trama compleja, que hemos examinado a partir
de los dos criterios tradicionales a través de los que se ha juzgado la
composición de un argumento trágico: la pauta clásica aristotélica
y la valoración moderna. Tras ambas indagaciones, Suplicantes ha
demostrado, además, ser obra de un dramaturgo experimentado y
maduro: tanto los cambios de fortuna como las escenas de conflicto se
expresan de manera llamativamente rica y multiforme, demostrando
un calculado y experimentado proceso de creación. Como resultado,
tanto la composición de las escenas de metabolaí como los agônes
explotan las diversas posibilidades audiovisuales ofrecidas el teatro
griego del siglo V a. C.
El conflicto offstage tiene otra manifestación, que es la declaración de guerra entre
Egipcios y Argivos. Se trata de una expresión diferente a la del contenido de un
discurso de mensajero, pues mientras estas escenas versan sobre acontecimientos
que se cumplen dentro del tiempo dramático, la referencia al agón bélico
constituye una prolepsis que excede los límites de este tiempo.
28
El término es una acuñación nuestra que pretende dar cuenta de la trascendencia del
conflicto a través del uso del prefijo inglés over, es decir, “más allá del escenario”.
27
59
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Bibliografía
Adrados, R. F. “Las tragedias de súplica: origen, tipología y relaciones
internas”, EClás. 28. 90, Madrid, 1986: 27-46.
Belloni, L. “Le Danaidi, Pelasgo, il nomos: note minime sulle
« Supplici » di Eschilo”, MD 57, Pisa, 2006: 185-194.
Bowra, C. M. Ancient Greek Literature, Oxford University Press, 1933,
London.
Dupont-Roc, R. et Lallot, J. Aristote. La Poétique. Texte, traduction,
notes, Éd. Du Seuil, 1980, Paris.
Fernández Deagustini, M. del P. Suplicantes de Esquilo. Una
interpretación (tesis doctoral), 2015, La Plata, URI http://hdl.handle.
net/10915/51947
Fernández Deagustini, M. del P. “Una aproximación a la sintaxis
espacial de Suplicantes de Esquilo”, Synthesis 23, La Plata, 2016.
Fernández Deagustini, M. del P. “¿Ἀνελληνόστολον? La escena
de reconocimiento entre las Danaides y Pelasgo en Suplicantes de
Esquilo, 234-325”, 2017, en prensa.
Fernández Deagustini, M. del P. “Acción pública y conciencia
privada ante la guerra:el dilema de Pelasgo en Suplicantes de
Esquilo”, presentado en el XXIV Simposio Nacional de Estudios
Clásicos, Mendoza, 2016b, inédito.
Friis Johansen, H. -Whittle, E. W. Aeschylus. The Suppliants II.
Commentary: Lines 1- 629, 1980, Copenhagen.
Garvie, A. “Aeschylus’ Simple Plots” en Dawe, R. D., Diggle, J.,
Easterling, P. E. (eds.), Dionysiaca. Nine Studies in Greek Poetry by
Former Pupils Presented to Sir Denis Page on His Seventieth Birthday,
Cambridge University Library, Cambridge, 1978: 63-86.
Garvie, A. Aeschylus’ Supplices. Play and Trilogy (corrected ed.),
Bristol Phoenix Press, 2006, Bristol, 1969 (1a. Ed).
Gentili, B. “Il coro tragico nella teoria degli antichi”, Dioniso 55, 19845: 17-35.
Halleran, M. “Episodes” en Gregory, J. (ed.) A companion to Greek
Tragedy, Blackwell Publishing, Malden, Oxford, Carlton, 2005: 166-182.
Kitto, H. D. F. (2011) Greek Tragedy: a Literary Study (revised);
with a foreword by Edith Hall, Routledge Classics, 2011õ, Oxon,
(reproducción de la tercera edición de 1961).
Lobel, E. -Wegener, E. P.- Roberts, C. H. The Oxyrinchus Papyri.
Part XX (Nºs. 2245-2287), Egypt Exploration Society, 1952, London.
Lloyd Jones, H. “The Supplices of Aeschylus: The New Date and Old
Problems”, Ant.Class. 33, Liège, 1964: 356-374.
60
María Del Pilar Fernández Deagustini
Suplicantes de Esquilo, ¿Una Trama Primitiva?
Murray, G. Esquilo: el creador de la tragedia, Espasa Calpe, 1955,
Buenos Aires.
Rehm, R. Greek Tragic Theatre. Theatre Production Studies, Routledge,
1992, London.
Robertson, H. G. “Δίκη and ὕβρις in Aeschylus’ Suppliants”, CR 50. 3,
Oxford, 1936: 104-109.
Sheppard, J. T. “The First Scene of the Suppliants of Aeschylus”, CQ
5.4, Oxford, 1911: 220-229.
Taplin, O. The Stagecraft of Aeschylus. The Dramatic Use of Exits and
Entrances in Greek Tragedy, Clarendon Press, 1977, Oxford.
Tucker, T. G. The Supplices’ of Aeschylus, Kessinger Pub Co, 2007,
1889, London-New York.
61
Limes
ISSN 0716 - 5919
Revista de Estudios Clásicos
Dramatis personae en el Timeo-Critias de Platón
pp. 63 -80
Víctor Hugo Méndez Aguirre
[email protected]
Resumen
“Dramatis personae” en los diálogos de Platón es un tema complejo. Por
una parte, hay algunos diálogos platónicos con personajes ficticios, como Calicles o
Diotima. Por la otra, hay figuras históricas como Sócrates mismo. ¿Historia o ficcion?
El diálogo socrático pertenece al género dramático. De ninguna manera
se debería de tomar como un tratado biográfico o histórico. Sin embargo, resulta
factible encontrar información histórica en los diálogos de Platón. Como la comedia,
suele trabajar con figuras históricas. Como la comedia, no es históricamente fiel,
cuando menos no completamente. Dramatis personae en el Timeo-Critias de Platón
ilustran perfectamente esta situación. Timeo es un personaje inventado por Platón,
pero Critias es una figura histórica.
El propósito del presente texto es describir las Dramatis personae en
el Timeo-Critias de Platón con el propósito de ilustrar cómo Platón delinea los
personajes de sus diálogos basado tanto en personajes históricos como ficticios.
Palabras clave: Dramatis personae - Critias - diálogos - Platón
Abstract
“Dramatis personae” in Plato’s dialogues is a complex issue. On the one
hand, there are some platonic dialogues with fictitious characters as Calicles or
Diotima. On the other hand, there are historical characters, as Socrates himself.
History or fiction?
Socratic dialogue belongs to dramatic genre. Under no circumstances
should we take it as a biographical or historical treatise. Nonetheless, it is possible
to find historical information in Plato’s dialogues. Like comedy, it uses to work with
historical figures. Like comedy, it is not historically faithful, at least not thoroughly.
The dramatis personae in Plato’s Timaeus-Critias illustrate perfectly this situation.
Timaeus is a character invented by Plato, but Calicles is a historical figure.
The aim of this paper is to describe Dramatis personae in Plato’s TimaeusCritias in order to illustrate the way how Plato draws the characters of his dialogues
based upon historical or fictitious personages.
Key words: Dramatis personae - Critias - dialogues - Plato
63
Víctor Hugo Méndez Aguirre
Dramatis personae en el Timeo-Critias de Platón
Dramatis personae en el TimeoCritias de Platón
Víctor Hugo Méndez Aguirre
[email protected]
L
os personajes del Critias
Los personajes del Critias son, por orden de aparición,
Timeo, Sócrates, Critias y Hermócrates. Los dos primeros son
eslabones que unen el Critias con el diálogo inmediatamente anterior,
Timeo; mientras que el último cumple la función de hilvanarlo con la
obra prevista como el final de la trilogía, texto que finalmente no fue
escrito, el Hermócrates. ¿Cuál es el común denominador, si lo hay, de
tan singular elenco?
El filósofo ágrafo manifiesta, al final de su participación en
Timeo, que así como quienes contemplan bellos animales inertes o
pintados quisieran verlos en movimiento, él, “con gusto, pues, oiría
...a alguien que describiese en su discurso las luchas que el Estado
lleva a cabo, aquellas que disputa adecuadamente contra otros
Estados, cuando marcha a la guerra, y en el guerrear muestra lo que
corresponde por educación y crianza, tanto a lo referente a hechos
de armas cuanto a las negociaciones diplomáticas frente a cada uno
de los demás Estados”1.
1
Pl. Ti. 19 c.
65
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
El Sócrates platónico duda de la capacidad de los poetas y los sofistas
para realizar la empresa que anhela se realice. Por una parte, con respecto
a los primeros, “[…] resulta evidente que la raza de los imitadores imitará
más fácilmente y mejor aquellas cosas para las que fue educada; pero lo
que queda fuera de su educación es difícil de imitar bien con hechos pero
más difícil aún con palabras”2. Por otra parte, el sofista queda descartado
por el hecho de que “[…] por andar errante de país en país y no fijar
en parte alguna sus propias moradas, sea incapaz de acertar respecto
de cuántas y cuáles cosas podrían hacer y decir varones que son a la vez
filósofos y políticos, tanto al actuar en la guerra y en las batallas cuanto
al hablar en las negociaciones respectivas”3.
La conjunción de filosofía y política en un único personaje excluye
a la mayor parte de los posibles interesados en relatar las acciones de la
Calípolis en tiempos de guerra y de paz. Critias, Hermócrates y Timeo
conjugan la política con la filosofía, lo cual los vuelve idóneos para
cumplir la tarea que les encomienda Sócrates, aunque Timeo quizá sea
una máscara de otro filósofo político o de un grupo de ellos.
Los personajes que protagonizan el diálogo sobre la Atlántida
constituyen una demostración ostensiva de la feliz conjunción entre
filosofía y política, corazón de la utopía platónica. Algo parecido
al guardián platónico no sólo es lógicamente posible, los modelos
están ahí, en el propio pasado de Atenas. A decir de Giogio Colli: “El
verdadero valor del Critias es precisamente éste, el de hacer ver la
realidad y la posibilidad del Estado ideal […]”4.
El oxímoron “utopía realista”, atendiendo la propuesta de Colli,
describe la utopía filosófica originaria. Y el elenco del Critias cumple esta
función, repito, demostrar ostensivamente que resulta posible incorporar
a políticos/filósofos en la construcción de sociedades realmente
existentes que aspiren a ser justas. Igualmente, Platón recurre a políticos
históricamente existentes precisamente para continuar su crítica a la
política real. Veamos someramente a cada uno de estos personajes.
Sócrates
Sócrates es el personaje principal de la mayoría de los textos
platónicos de juventud y madurez. Sin embargo, una de las características
Pl. Ti. 19 d-e.
Pl. Ti. 19 e.
4
Colli, Giorgio (2008, p. 156).
2
3
66
Víctor Hugo Méndez Aguirre
Dramatis personae en el Timeo-Critias de Platón
de los diálogos de la última época es el progresivo desvanecimiento del
filósofo ágrafo; aunque sea justo admitir que el maestro tiene suficiente
energía para algunos retornos triunfales, como en Teeteto o Filebo.
La aparición de Sócrates en el Critias es más bien breve, se reduce a
un único parlamento en 108 a-b.
Timeo
El primero en pronunciar palabra en el Critias es Timeo. Éste, quien
suele ser adscrito al círculo de los pitagóricos, ha sido considerado un
personaje histórico por helenistas de diferentes épocas, incluso en el
Renacimiento5, la Ilustración o el siglo XXI6. Sin embargo, algunas
dudas se han suscitado al respecto de la identidad de quien inspira a la
dramatis persona.
Por una parte, como bien señala Brisson, el autor del Timeo, nunca
afirma explícitamente que el personaje epónimo sea un pitagórico y
nada de lo expuesto en tal obra puede ser reconocido como exclusivo
de dicho grupo filosófico/religioso7. Por otra parte, más importante
aún, carecemos de certeza absoluta sobre la existencia histórica del
protagonista de la obra platónica sobre la “creación” del universo. Antes
de la aparición de los diálogos de Platón no existe ninguna referencia
a un filósofo presocrático conocido como Timeo8. Eggers Lan escribe
que éste “parece ser una invención platónica”9.
Platón recurre frecuentemente a personajes ficticios que usa en calidad
de máscaras para exponer sus propias ideas o las doctrinas de alguien
más a las que, por alguna razón, no quiere mencionar directamente10.
¿Acaso Sócrates mismo no es frecuentemente máscara de Platón?
En el Renacimiento, Pico alude a él como a un personaje histórico: “Ya el sumo
Padre, Dios arquitecto, había construido con leyes de arcana sabiduría esta
mansión mundana que vemos [...] deseaba el Artífice que hubiese alguien
que comprendiera, amara su belleza y admirara la vastedad inmensa. Por ello,
cumplido ya todo (como Moisés y Timeo lo testimonian) pensó por último en
producir al hombre”. Pico della Mirandola, Giovanni (2004, pp. 1-13).
6
“...Molto probablilmente un pitagorico”: Casertano, Giovanni (2007, p. 26).
7
Véase Brisson, Luc (2007, p. 26).
8
Wolfe, John R. (2010).
9
Eggers, Conrado (1999, p. 31). Otra “invención de Platón” que aparece en los
diálogos de senectud puede ser Céfalo de Clazomene, específicamente en el
Parménides. Véase Medina González, Alberto (2013, p. 7).
10
Por ejemplo, Máximo de Tiro se percató de que Diótima era una máscara de Safo
y atribuyo la maternidad de buena parte de la erosofía socrática/platónica a la
poetisa de Lesbos. Calicles, de cuya existencia no sabemos nada prescindiendo
5
67
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Siguiendo tal hipótesis, ¿es Timeo una máscara? En caso afirmativo,
¿de quién? Sin poder resolver definitivamente el problema, un hilo
conductor insoslayable es la afirmación de acuerdo con la cual Timeo
es tanto político como filósofo.
En un plano general, Timeo puede ser una idealización de un guardián
platónico implantado en una pólis histórica, Locride, afamada por su
buen gobierno. José María Zamora Calvo observa que “Timeo es un
hombre valiente perseverante […] significa «a quien se honra», y posee
las características de la parte timoidética de la República (IX 518 a-b)”11.
Una identificación más específica oscila entre dos contemporáneos de
Platón: Arquitas y Epaminondas. Arquitas, gobernante de Tarento y
filósofo pitagórico, fue amigo y benefactor de Platón. Epaminondas fue
un pitagórico cuya victoria en Leuctra en el 371 inauguró el breve período
conocido como “hegemonía tebana”, etapa que finalizó precisamente
con su muerte heroica en el 362, en la batalla de Mantinea. El problema
con esta identificación es que nada autoriza indubitablemente a sostener
que Timeo sea alguno de estos pitagóricos.
Hermócrates
Esta dramatis persona de Timeo y Critias suele ser identificado
con el Hermócrates histórico que es mencionado en la Historia de la
guerra del Peloponeso. Conrado Eggers Lan acota que tal asociación
se registra cuando menos desde Proclo12. Tucídides lo presenta como
“[…] un hombre que no era inferior a ningún otro en inteligencia y
que en la guerra había dado pruebas de gran experiencia y de notable
valor […]”13. Tal descripción satisface las expectativas externadas por
el Sócrates que aparece al inicio del Timeo.
El general siracusano se manifiesta como un implacable crítico del
imperialismo de los atenienses, a quienes acusa de usar mil pretextos
plausibles, artimañas sofísticas, con la aviesa intensión “[…] de
conquistar Sicilia y en especial nuestra ciudad, pues saben que si llegan
a apoderarse de ella, fácilmente lograrán adueñarse del resto”14. Los
del diálogo platónico Gorgias, ha sido considerado “máscara” de algún político
del siglo V a. C. Entre los candidatos se enumeran Pericles y Critias; pero la
cuestión no está resuelta.
11
Zamora Calvo, José María, (2010, p. 15).
12
Cfr. Eggers, op. cit., p. 31.
13
Thuc., Historiae.,VI. 72.
14
Thuc., Historiae., VI. 33 y IV, 59.
68
Víctor Hugo Méndez Aguirre
Dramatis personae en el Timeo-Critias de Platón
atenienses, según la perspicaz mirada del siracusano, “[…] no vienen
contra Sicilia por una cuestión de etnias (por hostilidad hacia una de
las dos de que nos componemos [esto es, dorios y jonios]), sino atraídos
por las riquezas que en Sicilia existen y que constituyen nuestra común
propiedad”15.
Con un realismo político descarnado, muy al estilo de ciertos pasajes
de Tucídides, Hermócrates no se hace demasiadas ilusiones sobre el
imperio ineludible de la justicia en las sociedades humanas, por el
contrario, alude a una naturaleza (physis) que, como en Heráclito, no
desconoce el imperio de Pólemos. Y si la guerra es una realidad ubicua
lo único prudente, según el general siracusano, es estar preparado y
no arredrarse ante ella: “Y no reprocho yo a quienes desean someter
a otros, sino a quienes están dispuestos a someterse. Tal es, en efecto,
la naturaleza humana: dominar siempre sobre el débil y defenderse
de quien ataca”16. En contra de las ambiciones de los atenienses, el
siracusano los enfrentó sin renunciar al empleo de diversos engaños,
consagrándose como maestro del ardid y la estrategia17. Este personaje
fue Némesis de los atenienses en su tiempo. Tucídides señala que “[…]
era el siracusano Hermócrates quien más les instaba a participar a fin
de aniquilar lo que quedaba del poderío ateniense […]”18.
Al más puro estilo homérico Hermócrates aprecia la paz; pero sólo
en caso de que ésta sea realmente posible, no la paz a toda costa.
Y en cuanto a la paz, a la que todo el mundo
reconoce como bien supremo ¿por qué razón no vamos
a implantarla entre nosotros? ¿O acaso creéis que si uno
goza de una situación favorable o sufre lo contrario, no
es la paz más idónea que la guerra para poner fin a esta
última y para preservar la primera a cada cual; y que
la paz proporciona honores y glorias menos expuestas
al peligro, así como otras muchas ventajas […] Y así,
[se dirige a los diversos grupos sicilianos] haremos la
guerra cuando la ocasión se presente, y nos volveremos
a reconciliar entablando negociaciones comunes entre
nosotros. Mas frente a gente extranjera que marcha
contra nosotros siempre nos defenderemos todos a una.
Thuc., Historiae., IV. 61.
Thuc., Historiae., IV. 61.
17
Thuc., Historiae., VII. 73-74.
18
Thuc., Historiae., VIII. 26.
15
16
69
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Y de ahora en adelante jamás llamaremos a nadie como
aliado o mediador. Efectivamente, si actuamos de este
modo, no privaremos en la hora presente a Sicilia de dos
excelentes ventajas: liberarla de los atenienses y de la
guerra civil; y así, la habitaremos en el futuro nosotros
solos, libre y menos expuesta a amenazas externas19.
Hermócrates se muestra partidario de la unidad entre de los
sicilianos en general y de conjurar las sediciones que azotaban las
póleis de aquel entonces:
[…] cada uno de nosotros debería […] considerar
que las luchas intestinas son la causa principal de la ruina
de las ciudades, y especialmente en el caso de Sicilia,
cuyos habitantes, a pesar de que somos víctimas de
una conspiración, estamos divididos según las diversas
ciudades. Esto es lo que debemos recordar, para llegar a
una reconciliación entre individuos y entre ciudades, e
intentar en común la salvación de toda Sicilia20.
Finalmente, su participación activa en la política le granjeó ser
desterrado de Siracusa y sufrir los ataques de Tisafernes, con quien se
había enemistado21.
La sola presencia de Hermócrates, aunque su participación se
restrinja a una única intervención en el Critias, se encuentra justificada
si se toma en cuenta que este diálogo ha sido interpretado como una
crítica platónica al imperialismo ateniense y un exhorto para que sus
conciudadanos recuperen los valores previos a tal etapa histórica.
Costa afirma al respecto:
La caída de la Atlántida refleja críticamente la
auténtica historia de Atenas, ya que la expedición a
Sicilia que –según Tucídides– provocó la ruina de la
ciudad aparece aquí aludida (Cf. 2.65, 8-11, y 6.24, 3-4).
J. G. Griffiths [(1985): “Atlantis and Egypt”, Historia, vol.
34, pp. 3-28] ha insistido en marcas […] dramáticas: no
es casual –sostiene– que Hermócrates, arquitecto de la
derrota ateniense, esté allí sentado escuchando el relato
de Critias y esperando su turno para hablar22.
Thuc., Historiae., IV. 62-64.
Thuc., Historiae., IV. 61.
21
Thuc., Historiae., VIII. 85.
22
Costa, Ivana (2009, p. 89).
19
20
70
Víctor Hugo Méndez Aguirre
Dramatis personae en el Timeo-Critias de Platón
Critias, resulta claro, es el personaje principal del diálogo platónico
que lleva su nombre.
Critias
Los Critias del Critias
Critias es un ciudadano de la Atenas real, no sólo una ficción
platónica. Este egregio representante de la primera ilustración de
Occidente, la experimentada por la sociedad ateniense durante buena
parte del siglo V a. C., conjuga credenciales de hombre de acción y de
teoría. Resulta difícil de determinar qué tantos méritos en cada campo
pueden serle atribuidos en buena parte por el hecho de que se granjeó
por una desafortunada carrera política una damnatio memoriae
milenaria que ha distorsionado irremediablemente la comprensión de
su papel en la historia de Atenas.
Critias aparece en varios diálogos de Platón: Cármides, Protágoras,
Timeo y Critias. En todos ellos es retratado con un perfil bastante
favorable. Sin embargo, actualmente se ha suscitado un pequeño debate al
respecto de quién es el Critias que protagoniza el diálogo epónimo. Parte
del problema es originado por el hecho de que existen varias personas
con el nombre “Critias” en el árbol genealógico de Platón, de los cuales
tres pudieron haber sido el personaje epónimo de la obra platónica.
¿Qué Critias es la dramatis persona que protagoniza el diálogo de
Platón? ¿El bisabuelo23, el abuelo24 o el tío materno25 de Platón? A pesar
de que no existe consenso al respecto entre los platonistas, existen
buenas razones para creer que se trata del líder de los treinta tiranos
quien, literalmente, murió luchando en contra de la democracia.
“Critias se encuentra en el esplendor de su carrera política y es un ciudadano
notorio en Atenas (20 a), por lo que se debe presumir que es también un anciano.
Por esta causa, es poco plausible que sea uno de los treinta tiranos que formaron
parte del gobierno oligárquico entre 404-403. Es probable que sea bisabuelo de
Platón, es decir, abuelo del tirano” Lisi, Francisco (2008, pp. 134-135).
24
“Critias es presentado como una persona avanzada de edad, ciudadano de Atenas
y con una gran cultura filosófica; con mucha seguridad sería abuelo de Platón”
Pérez Martel, José María (2004, p. 17).
25
“Critias, en efecto, es bien conocido. Era tío de Platón y uno de los más audaces
de los treinta oligarcas que tomaron el poder en Atenas en 404; pero también era
un sofista, o por lo menos así le designaba la Antigüedad y aquí hemos seguido
este uso, pues aunque no se hacía pagar las lecciones, vivió como un intelectual,
escribiendo sobre las constituciones, participando en los debates de los filósofos
y contribuyendo a difundir las ideas de los sofistas” De Romilly, Jacqueline
(2010, p. 109).
23
71
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Resulta natural que el interlocutor de Hermócrates sea el líder oligarca
ateniense en tanto que ambos son hombres de Estado destacados en
sus respectivas póleis26. Este Critias, el oligarca/tirano, sería el hijo de
Calescro.
El líder de los treinta tiranos y la acusación contra Sócrates
El líder del gobierno fallido de los treinta tiranos fue juzgado
severamente por los historiadores y politólogos de la Atenas clásica.
Jenofonte afirma que “[…] Critias fue el más ladrón, violento y asesino
de cuantos gobernaron durante la oligarquía […]”.27 En sus Helénicas
hace decir a Cleócrito que los treinta tiranos fueron:
[…] los hombres más impíos, quienes por su
ganancia particular casi han matado a más atenienses en
ocho meses que todos los peloponesios en diez años de
guerra. Cuando podíamos vivir en paz como ciudadanos,
ellos nos han ofrecido a unos y otros la guerra más
vergonzosa, más cruel, más impía y más odiosa de todas
para dioses y hombres. En efecto, bien sabéis que no
sólo vosotros, sino también nosotros lloramos a algunos
de los muertos ahora por nosotros28.
Aristóteles, por su parte, describe la situación imperante durante el
gobierno de los treinta tiranos con tintas casi tan sombrías como las
de Jenofonte, “[…] una vez que tuvieron la ciudad más avasallada, no
tuvieron miramientos con ningún ciudadano, sino que dieron muerte
a los que destacaban por su hacienda, su cuna o su prestigio, para
librarse de motivos de temor y deseosos de arrebatarles su hacienda.
En corto espacio de tiempo mataron a no menos de mil quinientos”29.
El juicio de Jenofonte y Aristóteles sobre Critias ha sido
de gran influencia a lo largo de la historia. Actualmente sigue
siendo considerado por diversos especialistas como un personaje
“indigerible”30, un “gánster”31.
“En cuanto a Critias, tal vez no fuera un sofista, pero era incontestablemente un hombre
muy activo en materia de política y uno de los partidarios más comprometidos de la
oligarquía […] Si en Atenas hubo una persona realmente partidaria, y sin reservas,
de la oligarquía, ése fue sin duda Critias”. Ibid., pp. 199-200.
27
. Mem I. ii.
28
X. HG II, 21-22.
29
Arist. Ath. 35, 4.
30
Véase Presutti, Mario (2001, pp. 295-308).
31
Véase Kahn, Charles H. (1997, pp. 247-262).
26
72
Víctor Hugo Méndez Aguirre
Dramatis personae en el Timeo-Critias de Platón
Critias fue considerado por los atenienses comunes y corrientes uno
de los discípulos de Sócrates. A pesar de que el filósofo ágrafo no se
involucró directamente en los asesinatos y rapiñas que caracterizaron
tal régimen y de que contaba con amigos –y enemigos– en ambos
campos32, tal reproche parece haber sido suficiente a los ojos del jurado
que finalmente lo condenó a ingerir una dosis letal de cicuta.
Las obras de Critias
Poca duda cabe al respecto de que Critias es el autor de algunas
obras de las que se preservan fragmentos y noticias; pero lo que se
le puede atribuir es un tema de debate que permanece abierto y que
aparentemente se encuentra lejos de solucionarse de una manera
definitiva y unánime.
Critias suele ser incluido en los censos de los poetas, de los sofistas
y, con mayor certeza, de los políticos33.
El tratado político de Critias
En lo relativo al pensamiento político, a Critias se le ha atribuido una
obra fundamental: la Constitución de los atenienses. Quien sí defiende
vigorosamente la autoría de Critias respecto a esta es Jacqueline de
Romilly, helenista que le reconoce a Critias tanto la autoría de este escrito
en particular como del género de las “Constituciones”34. Si fuera acertada
la hipótesis de Jacqueline de Romilly, habría que reconocerle a Critias el
mérito de ser uno de los pioneros de la filosofía política en general y de los
estudios constitucionales comparados en particular35. A Critias también
Véase Taylor, C. C. W. (2008, p. 297).
Díaz-Regañón López, José María (1980, p. 64).
34
“[…] el género mismo de los tratados como el de «Sobre la constitución» conocería
un éxito aplastante […] Critias lo practicó de diversas maneras. De él poseemos,
en efecto, fragmentos de una Constitución de los lacedemonios, compuesta en
verso, y varios pequeños fragmentos de una Constitución de los tesalinos y otra
Constitución de los atenienses. De todos modos, la multiplicidad de los tratados de
este tipo debidos a Critias es un hecho”. De Romilly, op. cit., p. 204.
35
“[…] los catálogos antiguos atribuyen a Aristóteles de ciento cincuenta y ocho a
ciento setenta y una «Constituciones» […] Esta enorme colección, hoy perdida, se
sitúa en la prolongación de los esfuerzos de Critias y da buena cuenta del carácter
más concreto y más matizado que toma la Política de Aristóteles en relación con
la República de Platón. Los dos pensadores políticos más grandes de Grecia están,
pues, al final de las dos orientaciones de pensamiento que habían lanzado, a
finales del siglo precedente, nuestros dos sofistas: Protágoras, con su reflexión de
legislador, y Critias, con sus investigaciones de comparador.” Ibid., p. 205.
32
33
73
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
se le ha considerado antecesor tanto de los planteamientos del Príncipe
de Maquiavelo como de la teoría del superhombre de Nietzsche36.
Otros autores, se manifiestan escépticos, si se prefiere cautos,
al respecto de la atribución de la Constitución de los atenienses a
Critias. Se ha acuñado la denominación “Viejo Oligarca” para
referirse al autor de este tratado, sin identificarlo explícitamente
con ningún escritor conocido. Esta solución descarga a Critias y
Jenofonte, los principales sospechosos, de la redacción del panfleto
antidemocrático en cuestión sin comprometerse con atribuirla a
algún otro escritor en específico37.
Sea como fuere, su declarada preferencia por la oligarquía, su
espíritu hostil a la democracia, pero sobre todo, sus estudios teóricos
de las constituciones le han asegurado a Critias un lugar privilegiado
en la historia del pensamiento político de Occidente. Sin embargo, éste
ha sido eclipsado por el prestigio que disfrutan actualmente autores
contemporáneos suyos, como los historiadores Heródoto y Tucídides,
o los demócratas abderitas, Protágoras y Demócrito.
Sísifo
Las “ilustraciones” experimentadas por Occidente, la helena
del siglo V a. C., la del siglo XVIII, sobre todo francesa, y la de
los siglos XIX y XX, asociadas de algún modo al pensamiento
positivista, suelen cuestionar en diversos sentidos las religiones de
las sociedades en las que se registran. Los “científicos” hipocráticos, a
pesar de lo rudimentario de su arte a ojos contemporáneos, buscaron
explicaciones naturales de enfermedades cuyo origen había sido
considerado sagrado, como la epilepsia o la impotencia sexual. Los
sofistas no dejaron de incluir cierto saludable escepticismo que
también se aplicó a la esfera de la religión38.
Véase Menzel, Adolf (1964, pp. 113-126).
No falta el helenista que contemple similitudes entre los planteamientos hostiles a la
democracia del Pseudo Jenofonte y los de Critias; pero haciendo hincapié en que
no se trata de la misma persona, “[…] altri famosi esempi di posizioni radicalmente
antidemocratiche (l’Athenaion Politeia pseudosenofontea) potrebbero invece
costituire i veri casi di eco banalizzante e settoriale respeto a una visuione sistematica
e articolata come quella di Crizia”. Bultrighini, Umberto (1999, p. 33).
38
“[…] los sofistas son los primeros en dedicarse a una crítica radical de todas las
creencias en nombre de una razón metódica y exigente. Son los primeros en tratar
de pensar el mundo y la vida en función del hombre en solitario. Son los primeros
en hacer de la relatividad de los conocimientos un principio fundamental y en
abrir los caminos no solamente del pensamiento libre, sino de la duda absoluta en
todo lo que es metafísica, religión o moral […] A partir de los sofistas, la filosofía
ya no revela: está obligada a razonar y probar”. De Romilly, op. cit., pp. 218-219.
36
37
74
Víctor Hugo Méndez Aguirre
Dramatis personae en el Timeo-Critias de Platón
La influencia de los sofistas es prácticamente ubicua en los pensadores
del siglo V a. C. Entre los grandes trágicos de dicha época, Eurípides
quizá sea el que más la asimiló. Encontramos en sus composiciones
“elementos modernos o filosófico-sofísticos”39. como pueden ser la
divinización de abstracciones.
La poesía dramática también es un género aparentemente cultivado
por Critias. Se le atribuyen las obras Tenes, Radamanto, Piritoo y Sísifo.
Sísifo (D. K. 88 B 25) constituye un hito en la historia de la religión
griega por el hecho de que este drama ha sido considerado una especie
de manifiesto de ateísmo ilustrado en pleno siglo V a. C. Ahí se postula
que la religión es un ingenioso invento cuyo propósito es controlar
la conducta de los seres humanos haciéndoles creer que los dioses
vigilaban todos sus actos e, incluso, sus pensamientos más íntimos40.
Hamamé, Graciela Noemí (2000, p. 94).
“Un tiempo hubo en que la vida del hombre no tenía orden,
era una vida bestial, de la fuerza esclava,
una época en que no había premio para los buenos
ni tampoco un castigo para los malvados.
Después, según creo, los hombres establecieron
leyes punitivas, de modo que fuese justicia
un soberano imparcial para todos y la insolencia, su esclava.
Así recibía castigo todo el que erraba.
Tiempo después, pues las leyes impedían,
por su fuerza, cometer a los hombres crímenes manifiestos,
aunque, a ocultas, seguían cometiéndolos, entonces,
yo creo que, por vez primera, un hombre astuto y sabio de mente
inventó, en bien de los hombres, el miedo a los dioses,
para que los malvados temieran, si cometían, a ocultas,
alguna maldad, de obra, palabra o pensamiento.
Introdujo, por tanto, la noción de divino, diciendo
que existe un dios, floreciente de vida inmortal,
que oye y que ve con la inteligencia, que posee una mente
y rige el universo, revestido de divina natura.
Este dios oirá cuanto, entre los hombres, se dice,
y tendrá poder para ver todas sus acciones.
Si, por acaso, maquinas, en silencio, alguna maldad,
no escapará a la atención de los dioses. Porque en ellos
hay providencia. Con estas razones,
introdujo la más dulce doctrina,
ocultando la verdad con falso argumento.
Decía que los dioses habitan allí en donde
más podrían aterrorizar a los hombres,
de donde, según comprendió, proceden los temores humanos,
39
40
75
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Sin embargo, la autoría del Sísifo también se le ha escatimado a
Critias. Dihle postuló en la década de los setenta que la tragedia Sísifo
procede de la pluma de Eurípides, entre otras razones, como señala
Antonio Melero Belido, por el hincapié del Sísifo en la “palabra” y
la “persuasión”41. Melero Belido añade que “la autenticidad de este
drama satírico es discutida […] El ateísmo del pasaje parece también
inconsistente con la ideología política, conservadora a ultranza, del
autor. La cuestión no está definitivamente cerrada ni es baladí, por
cuanto si el Sísifo no es realmente de Critias, poco queda, aparte de la
autoridad de Diels, para considerarlo un sofista” 42. Dana Sutton percibe
que para el autor del Sísifo la creencia en la justicia procedente de las
divinidades puede ser clasificada en el ámbito de la “mentira noble”
(“noble lie”)43, y considera que “[…] the chances that our fragment
express Critias’ own philosophy appear minimal”44 .
La lectura de Dihle ha sido suscrita por algunos de los más influyentes
especialistas que se han abocado a la cuestión en los últimos lustros;
pero la verdad sea dicha, no es la única interpretación posible y está
lejos de haber conquistado unanimidad, y en alguna de la bibliografía
especializada más reciente se vuelve a contemplar la posibilidad de
que sea Critias el autor del Sísifo45. En la obra del sofista ateniense se
las dificultades de sus míseras vidas:
de la esfera suprema, en donde veía surgir
el relámpago y oía el horrísono fragor
del trueno y la faz estrellada del cielo,
hermoso retablo de Crono, el sabio artesano,
por donde camina, esplendente, la masa ardiente del sol
y de donde cae a la tierra la húmeda lluvia.
Tales terrores puso alrededor de los hombres,
Mediante los cuales asentó firmemente, con sus razones,
el poder divino y en el sitio adecuado,
Y extinguió, con las leyes, la ilegalidad que reinaba.
[…]
De ese modo, yo creo, que alguien, por primera vez, persuadió
a los hombres a creer que existe una estirpe de dioses”.
88 D. K. B 25. “Critias [88 D. K.]”.
41
Melero Belido Antonio (1996. p. 432, n. 57).
42
Ibid., p. 428, n. 52.
43
Sutton, Dana (1981, p. 37).
44
Ibid., p. 38.
45
Umberto Bultrighini, entre ellos, postula que “il pensiero espresso nel fr. 25 è
sicuramente di Crizia, il quale dunque propone un’idea razionalizzante del divino
[…]”. Bultrighini, op. cit., p. 249.
76
Víctor Hugo Méndez Aguirre
Dramatis personae en el Timeo-Critias de Platón
encuentra, a decir de Bultrighini, un “ateísmo funcional” que no ha
sido bien comprendido por quienes rechazan atribuirle la paternidad
del Sísifo41debido a que entienden “ateísmo” fuera del contexto
sociopolítico de la Atenas clásica, esto es, de una manera anacrónica.
Este autor italiano, buscando la coherencia de la obra y la acción de
Critias, propone leer dicha obra en clave política46.
A la presunta autoría del Sísifo habría que añadir que Critias fue acusado
por Andócides de haber participado en el escándalo de la mutilación de
los Hermes y que aparentemente “aludió o parodió” un poema órfico47.
Sucintamente, la cuestión de la paternidad del Sísifo y del presunto
ateísmo de Critias, como buena parte de los asuntos que atañen a la
obra y el pensamiento del líder de los treinta tiranos, sigue siendo
debatida. Y la manera de leer el Critias de Platón también ha suscitado
interpretaciones divergentes a lo largo de los siglos.
A manera de conclusión
El diálogo socrático se erigió en un género literario adoptado por
la filosofía en la primera mitad del siglo IV a. C. Su índole dramática
determinó la presencia de personajes. Estos podían ser figuras históricas
o creaciones literarias. Sea como fuere, el diálogo socrático es un drama
filosófico que no pretende ser principalmente biografía o historia, pero
que no deja de traslucir adarmes invaluables de la sociedad ateniense.
El tándem Timeo-Critias ilustra perfectamente tal situación.
El personaje epónimo del Timeo no aparece en la literatura antes de
Platón, bien puede ser posible que sea una ficción literaria creada por
el filósofo ateniense.
“Il punto debole degli studio sul fragmento criziano del Sisifo è sempre stato quello
di considerare l’ateismo, vero o presunto, di Crizia con occhi moderni, come
atteggiamento mentale absoluto e fine a se stesso, e di considerarlo un problema
da risolvere. Ma Crizia era un animal politico, e il sacro che lo interessava era
appunto solo il sacro integrato nella pólis, nella pólis in cui viveva e che voleva
cambiare radicalmente: tutto ciò che fondava il regime statutario vigente di
quella pólis, la pólis storicamente determinata come l’Atene democratica […] Se i
principii religiosi e cultuali servono a cementare e a rafforzare la coesione di una
pólis retta da un regime odioso, e se questi stessi principii sono diventati un’arma
letale nelle mani dei detentori del potere politico, allora – questa la prospettiva
di Crizia – questi principii meritano di essere sottoposti a una revisiones
razionalizzante spietata; solo così si Proaño le basi per un ordinamento sociale
e politico autenticamente legale, passando attraverso una rieducazione integrale
delle consciente.” loc. cit.
47
Bernabé, Alberto (2008, p. 32).
46
77
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Critias es uno de los personajes fundamentales de la historia
política y cultural de Atenas, perteneciente a la familia de Platón. Su
historicidad se encuentra más allá de toda duda.
El juego platónico entre personajes históricos y ficticios debe
entenderse dentro del contecto del drama filosófico, de una forma de
expresión adoptada por la filosofía en la Atenas clásica. Pero como
otras formas dramáticas de la época, la comedia de Aristófanes
particularmente, el diálogo no deja de constituir una fuente
inapreciable para recabar información de los atenienses que tuvieron
la fortuna de erigirse en personajes platónicos. Las dramatis personae
de los diálogos de Platón son figuras literarias que además de exponer
ideas del filósofo ateniense también resultan de utilidad para recabar
algunos datos de contemporáneos ilustres de éste.
78
Víctor Hugo Méndez Aguirre
Dramatis personae en el Timeo-Critias de Platón
Bibliografía
ARISTÓTELES, Constitución de los atenienses, traducción, introducción
y notas de ALBERTO BERNABÉ, Abada, Madrid, 2005.
BERNABÉ, ALBERTO, “Orfeo y Eleusis”, Synthesis, 15, Centro de
Estudios Helénicos, La Plata, Argentina, 2008.
BRISSON, LUC, “Platon, Pythagore et les Pythagoriciens”, Eikasia, 12,
Eikasia Ediciones, Oviedo, España, 2007.
BULTRIGHINI, Umberto, «Maledetta democrazia» Studi su Crizia,
Edizioni dell’Orso, Torino, 1999.
CASERTANO, GIOVANNI, “La verità, i recordi e il tempo”, Eikasia,
12, Eikasia Ediciones, Oviedo, España, 2007.
COLLI, GIORGIO, Platón político, trad. Jordi Raventós, Ediciones
Siruela, Madrid, 2008,
COSTA, IVANA, “Prosperidad y caída de la Atlántida. Influencias de
Heródoto en el relato platónico de la corrupción de la pólis”, Praxis
Filosófica, 28, Universidad del Valle, Colombia, 2009.
CRITIAS, en Sofistas. Testimonios y fragmentos, introducción, traducción
y notas de Antonio Melero Belido, Gredos, Madrid, 1996.
DE ROMILLY, JACQUELINE, Los grandes sofistas de la Atenas de
Pericles, trad. Pilar Giralt Gorina, Gredos, Madrid, 2010.
DÍAZ-REGAÑÓN LÓPEZ, José María, “Anacreonte: notas críticas a sus
fragmentos”, Cuadernos de Investigación Filológica, 6, Universidad
de la Rioja, Logroño, La Rioja, España, 1980.
EGGERS LAN, CONRADO, “Introducción a la lectura del Timeo”,
en PLATÓN, Timeo, traducción, introducción y notas de Conrado
Eggers Lan, Ediciones Colihue, Buenos Aires, 1999.
HAMAMÉ, GRACIELA NOEMÍ, “Yocasta. Un itinerario trágico
particular en Fenicias de Eurípides”, Synthesis 7, Centro de Estudios
Helénicos, La Plata, Argentina, 2000
JENOFONTE, Helénicas, introducción de F. Javier Gómez Espelosín,
traducción y notas de Orlando Guntiñas Tuñón, Gredos, Madrid, 2000.
JENOFONTE, Recuerdos de Sócrates. Banquete, Apología, introducción,
traducción y notas Juan David García Bacca. Universidad Nacional
Autónoma de México, México, 1946.
KAHN, CHARLES H., “Greek Religion and Philosophy in the Sisyphus
Fragment”, Phronesis, 42.3, Brill, Leiden, The Netherlands, 1997.
79
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
LISI, FRANCISCO, “Introducción al Timeo”, en Platón, Filebo, Timeo,
Critias, traducción, introducción y notas de M. Ángeles Durán y
Francisco Lisi, Gredos, Madrid, 2008
MEDINA GONZÁLEZ, ALBERTO, “Introducción general al
Parménides”, en PLATÓN, Parménides, introducción, traducción y
notas de Alberto Medina González, Encuentro, Madrid, 2013.
MELERO BELIDO, ANTONIO, Sofistas. Testimonios y fragmentos,
introducción, traducción y notas de Antonio Melero Belido,
Madrid, Gredos, 1996.
MENZEL, ADOLF, “Calicles. Personificación de Critias”, Calicles.
Contribución a la historia de la teoría del derecho del más fuerte, trad.
Mario de la Cueva, Universidad Nacional Autónoma de México,
México, 1964.
PÉREZ MARTEL, JOSÉ MARÍA, “Introducción”, en PLATÓN, Ión,
Timeo y Critias, traducción, introducción y notas de José María
Pérez Martel, Alianza, Madrid, 2004.
PICO DELLA MIRANDOLA, GIOVANNI, Discurso sobre la dignidad
del hombre, trad. Adolfo Ruiz Díaz, Universidad Nacional Autónoma
de México, México, 2004.
PLATÓN, Critias. L’Atlantide, texte établi, traduit et introduit par JeanFrançois Pradeau, Société d’édition «Les Belles Lettres», Paris, 2002.
PLATÓN, Timeo, traducción, introducción y notas de Conrado Eggers
Lan, Ediciones Colihue, Buenos Aires, 1999.
PRESUTTI, MARIO, “L’impegno di Crizia contro teoria e pratica
della democrazia radicale ateniese”, Rivista di Cultura Classica e
Medioevale, 43.2, Fabrizio Serra Editore, Pisa, 2001.
SUTTON, DANA, “Critias and Atheism”, The Classical Quarterly, 31.1,
The Classical Association, Cambridge University Press, Glasgow, 1981.
TAYLOR, C. C. W., Pleasure, Mind and Soul. Selected Papers in Ancient
Philosophy, Clarendon Press, Oxford, 2008.
TUCÍDIDES, Historia de la guerra del Peloponeso, introducción y notas
de Antonio Guzmán Guerra, Alianza, Madrid, 1989.
WOLFE, JOHN R., Arete and physics: The lesson of Plato’s Timaeus,
University of South Florida, (Theses and Dissertations. Paper 1811),
Florida, USA, 2010.
ZAMORA CALVO, JOSÉ MARÍA, “Introducción al Timeo de Platón”,
Platón, Timeo, edición bilingüe de José María Zamora Calvo, notas
y anexos de Luc Brisson, Abada, Madrid, 2010.
80
Limes
ISSN 0716 - 5919
Revista de Estudios Clásicos
Cristo y sus discípulos en la
Antología Palatina
pp. 81 - 102
Elbia Haydée Difabio
[email protected]
Resumen
La investigación se encuadra en los lineamientos del análisis filológico.
Tres partes complementarias conforman el escrito: la primera informa escuetamente
sobre el códice y luego se estudian escenas de la vida adulta de Jesús y de sus
discípulos, extraídas del libro I de dicho compendio, en estrecha conexión con el
Nuevo Testamento. Respecto del Mesías, tres, numerados 49 a 51, tratan sobre Lázaro;
el 52 saluda a María, la nueva hija de Sión; el 53 versa sobre la Pascua; dos, 54 y 55,
rememoran la crucifixión y uno, el 56, la resurrección; 74 y 117 aluden a un ciego
de nacimiento. Se suma el poema 28 del libro XV, ya que el bizantino Anastasio
Traulόs presenta una sentida síntesis biográfica del Mesías en catorce versos. A ellos
se suman ocho epigramas que sobre cuatro apóstoles y dos evangelistas conserva
el primer libro (desde el poema 78 al 85). El libro I es creación bizantina y la
encabeza una provocativa invitación: “Antecedan los piadosos y santos epigramas
de los cristianos aun cuando los gentiles estén descontentos“. Resulta, por ende, una
fuente documental de la arqueología cristiana. La mayoría de estos 123 epigramas
es anónima; solo dieciocho tienen autoría reconocida. Es corolario de calificados
filólogos y copistas que en Constantinopla se dedicaron a la preservación, mejora y
transmisión de este patrimonio literario. El trabajo se propone penetrar, tanto como
sea posible, en el espíritu en que los poemas fueron concebidos.
Palabras clave: Antología Palatina – arte epigramático – cristianismo –
Cristo y sus discípulos
81
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Abstract
The research fits into the guidelines of philological analysis. Three
complementary parts make up the writing: the first one succinctly reports about the
manuscript and then scenes of Jesus’ adult life and of his disciples are taken from Book
I of the above mentioned, in close connection with the New Testament. Regarding the
Messiah, three, numbered 49 to 51, deal with Lazarus; the 52 greets Mary, the new
daughter of Zion; 53 is about Easter; two, 54 and 55, recall the crucifixion and one, 56,
resurrection; 74 and 117 allude to a born blind man. Poem 28 of Book XV is added,
since the Byzantine Anastasius Traulos presents a heartfelt biographical synthesis of
the Messiah in fourteen verses. To them, eight epigrams are added that the first book
preserves on four apostles and two evangelists (from poem 78 to 85). The first book
is a Byzantine creation and it is led by a provocative invitation: “Let the pious and
godly Christian Epigrams take precedence, even if the pagans are displeased.” It is,
therefore, a documentary source of Christian archeology. The majority of these 123
epigrams is anonymous; only eighteen have recognized authorship. It is a corollary
of qualified philologists and copyists who in Constantinople dedicated themselves to
the preservation, improvement and transmission of this literary heritage.The paper
seeks to fathom, as much as possible, the spirit in which the poems were conceived.
Key words: Greek Anthology – epigrammatic art – Christianity – Christ
and His disciples
82
Elbia Haydée Difabio
Cristo y sus discípulos en la Antología Palatina
Cristo y sus discípulos en la
Antología Palatina
Elbia Haydée Difabio
[email protected]
E
ncuadrada en lineamientos filológico-estilísticos, esta
investigación se concentra en episodios bíblicos referidos
a la vida adulta de Cristo y a sus discípulos. Tres partes
complementarias conforman el artículo: la primera comunica
escuetamente sobre el códice y luego se estudia el accionar de Cristo
y de seis de sus enviados, en estrecha conexión con los cuatros
evangelios y con otras fuentes bíblicas del Novum Testamentum
o Καινὴ Διαθήκη. La principal fuente es el libro I de la Antología
Palatina1 pero se complementa con 15.28 cuyo texto, más largo,
condensa detalles que se han advertido, aisladamente, en los pareados
del libro que inaugura la compilación, ya que el bizantino Anastasio
Traulόs presenta, en catorce versos, una sentida síntesis biográfica
sobre el Mesías durante el Calvario2.
1
2
En adelante AP.
Recogida por el erudito monje bizantino Maximus Planudes en 1299, la Planudea
contiene doce epigramas de tema cristiano. “Parecem todos, à exceção do núm.
40, corresponder a inscrições reais gravadas em túmulos (núms. 3, 29-34), no
pedestalde uma cruz (núms. 15-16), debaixo de um ícone (num. 17) ou de uma
cena da crucificação (núm. 28)”. (Martins de Jesus, 2017: 11)
83
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Breves notas sobre la Antología Palatina
Se llama Palatina por el códice del siglo X que se encontraba en
la biblioteca de los electores del Palatinado en Heidelberg, adonde
había llegado en torno al 1600, y que fuera descubierto por el filólogo
francés Claude Saumaise en 1606. Había pasado por las manos de
varios humanistas en XV y XVI. Permaneció en Alemania hasta que
Maximiliano, duque de Baviera desde 1597, lo regalara en 1623 al papa
Gregorio XV como agradecimiento por su ayuda al comienzo de la
Guerra de los Treinta Años. Ya en el Vaticano, el códice se encuadernó
en dos tomos desiguales. En 1797 Napoleón los llevó a Francia pero,
luego de su derrota, los volúmenes se separaron: el primero, más
extenso, se conserva desde 1816 en Alemania, en la Biblioteca de la
Universidad de Heidelberg (Codex Palatinus 23 [P], que contiene
los trece primeros libros de AP; el segundo se halla en la Biblioteca
Nacional de París (Parisinus Suppl. Gr. 384).
En conjunto compilaba una poesía epigramática abundante,
además de canciones, epitafios y ejercicios retóricos, resultado de
varios procesos de antologización previos. El examen paleográfico ha
determinado la intervención de cuatro copistas –entre ellos Constantino
Rodio (siglo X)- en la elaboración del manuscrito, que data de fines
del X (Preisendanz) o de mediados del XI (Jacobs). Entre los siglos
XVI y XVIII se efectuaron considerables copias de este manuscrito,
designadas genéricamente apographa.
La AP comienza con una sugestiva incitación: Τὰ τῶν χριστιανῶν
προτετάχθω εὐσεβῆ καὶ θεῖα ἐπιγράμματα, κἂν οἱ ῎Ελληνες
ἀπαρέσκωνται, “Antecedan los piadosos y santos epigramas de los
cristianos, aun cuando los gentiles estén descontentos“. La mayoría
de estos 123 epigramas es anónima, solo dieciocho tienen autoría
reconocida3. Este libro fue escrito por dos manos y desde el primer
poema al 94 se observa una colección sustancialmente unitaria e
independiente, tripartita: del 1 al 18, epigramas descriptivos de
monumentos de Constantinopla y alrededores; del 19 al 31, plegarias
e invocaciones a Cristo y a la Virgen y del 32 al 94, descripciones de
obras de arte figurativo relativas a personajes y episodios de ambos
Testamentos4. Las figuras y los hechos históricos posteriores a la Biblia
En el conjunto objeto de actual estudio solamente el n° 51 pertenece a Gregorio el
Teólogo (siglo IV), a quien corresponde la autoría del libro VIII.
4
“Taken in conjunction, the above data strongly suggest that the epigram cycle, AP I,
37–49 and 52–77, was composed around the year 600”. (Lauxtermann, 2003: 361).
3
84
Elbia Haydée Difabio
Cristo y sus discípulos en la Antología Palatina
oscilan entre los siglos cuarto y décimo: se trata, entonces, de creaciones
bizantinas. Resulta una fuente documental de la arqueología cristiana.
56 poemas están escritos en dísticos elegíacos y 52 en hexámetros, 15
son trímetros yámbicos. Según Di Berardino (I, 1998: 728):
El epigrama literario cristiano se desarrolla sobre
todo después de Constantino, en oriente con Gregorio
Nacianceno y en occidente con el papa Dámaso (366-384)
(…) El uso de inscripciones junto a pinturas y mosaicos
en las basílicas, ut littera monstret quod manus explicuit
(Paulino de Nola, Carm. 27, 5845), era común en el siglo IV.
En la selección objeto del actual estudio solamente el n° 51 pertenece
a Gregorio el Teólogo (siglo IV), a quien corresponde la autoría del
libro octavo completo. La indagación crítico-textual intenta penetrar,
tanto como nos sea posible, en esta singular poesía religiosa y en el
espíritu en que fue concebida.
Epigramas sobre Cristo adulto
Tres textos seguidos recuerdan al hermano de María y Marta, en
Betania: Lázaro, forma griega de Eleazar, nombre que en hebreo
significa “Dios es mi ayuda”5. Siguiendo a Lc 16.19 ss. simboliza al
que, padeciendo enfermedad y pobreza, recibe su recompensa en el
más allá. Cada pieza literaria agrega un detalle a la resurrección de
este amigo de Jesús y preludio de la del Mesías. En 49 se asiste a su
abandono del sepulcro; en el siguiente, se alude a su alejamiento de las
tinieblas y en 51 la referencia es temporal.
49. Εἰς τὸν Λάζαρον - In Lazarum - Sobre Lázaro
Χριστὸς ἔφη· “Πρόμολ› ὧδε”, καὶ ἔλλιπε Λάζαρος ᾅδην,
αὐαλέῳ μυκτῆρι παλίνσοον ἆσθμα κομίζων.
Christus dixit, “accede huc”, et reliquit Lazarus orcum,
arida nare rursus salvum spiritum trahens.
Cristo dijo: - “Sal aquí”, y Lázaro dejó atrás el hades,
recuperando de nuevo la respiración en su seca nariz.
Como los demás, el texto refleja la proximidad con las Sagradas
Escrituras pero a su vez, la continuidad de hipotextos clásicos no
5
Un extenso poema de 57 versos, en AP 15.40, trata detalladamente el pasaje
bíblico de Lázaro. Su autor es Cometas, epigramatista probablemente del siglo
X. “He was appointed professor of grammar at the Magnaura school in the 840s”
(Lauxtermann, 2003: 108).
85
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
cristianos. Juan 11.43 demanda Λάζαρε, δεῦρο ἔξω; acá para
puntualizar la exhortación milagrosa se ha recurrido a la fórmula
homérica (Ilíada 18.39 ss.), aunque la voz de autoridad y de firmeza
es la misma. La imagen de la segunda línea es tomada de las
Dionisíacas 25.530 (ἀζαλέῳ μυκτῆρι) y 25.535 (παλίνσοον) de Nono
de Panópolis (IV o V), quien también había escrito una paráfrasis
del Evangelio de Juan. ᾅδην, con el valor específico de “infierno”, está
testimoniado en Mt 16.18, Luc 16.23; At 2.27.31.
50. Εἰς τὸν αὐτὸν ἐν Ἐφέσῳ - In eundem Ephesi - Sobre el
mismo, en Éfeso
Ψυχὴν αὐτὸς ἔτευξε, δέμας μόρφωσεν ὁ αὐτός·
Λάζαρον ἐκ νεκύων ἐς φάος αὐτὸς ἄγει.
Animam ipse fecit; corpus formavit ídem:
Lazarum et mortuis in lucem ipse ducit.
Él hizo el alma y él mismo dio forma al cuerpo:
a Lázaro de los muertos a la luz él lo conduce.
La cesura trocaica distingue con agilidad la acción de Cristo
-omnipresencia prodigiosa y curativa, reflejada, por otro lado, en
la triple repetición del pronombre de identidad-, obrar reforzado
por el empleo de aoristos puntuales, uno de ellos con forma épica
(sin aumento). La aliteración de sonidos aspirados en ambos versos
es indicio de que el poeta busca el apoyo acústico para imitar la
fluidez, la facilidad, con la que obra Jesús en pro de los necesitado.
Νέκυς es término poético, relacionado con el latín necare, “hacer
perecer”. En lugar de σῶμα, δέμας (< δέμω, “edificar”, “construir”)
alude en especial al cuerpo viviente. Los complementos de lugar
establecen un notorio contraste oscuridad-luz, muerte-vida.
51. ΓΡΗΓΟΡΙΟΥ ΤΟΥ ΘΕΟΛΟΓΟΥ - De Gregorio el
Teólogo – Εἰς τὸν αὐτόν - In eundem - Sobre el mismo
Τέτρατον ἦμαρ ἔην, καὶ Λάζαρος ἔγρετο τύμβου.
Quartus diez aderat, et Lazarus surrexit e tumulo.
Era el cuarto día y Lázaro se despertó de la tumba.
En realidad, el verso (cfr. Jn 11.39) se atribuye al Doctor de la
Iglesia Gregorio Nacianceno. La cesura pentehemímera delimita
los dos conceptos. Se ha querido mantener una forma épica en la
primera flexión verbal: ἦμαρ ἔην podría haberse resuelto ἡμέρα ἦν.
86
Cristo y sus discípulos en la Antología Palatina
Elbia Haydée Difabio
52. Εἰς τὰ Βαΐα – In Palmas seu Palmarum festum - En
Ramos [Domingo de Ramos]
Χαῖρε, Σιὼν θύγατερ, καὶ δέρκεο Χριστὸν ἄνακτα
πώλῳ ἐφεζόμενον καὶ ἐς πάθος αἶψα κιόντα.
Salve, Sion filia, et contemplare Christum regem
pullo insidentem, et ad passionem confestim euntem.
Salve, hija de Sión, y mira a Cristo Rey
sobre un burro sentado y hacia la pasión rápidamente yendo.
El texto recuerda la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, días antes
de su muerte y resurrección. Cfr. Mt 21.25. Juan agrega a τὰ Βαΐα en
12.13 τῶν φοινίκων, esto es, “de palmeras” y en 12.15 consigna: Μὴ
φοβοῦ, θυγάτηρ Σιών· / ἰδοὺ ὁ βασιλεύς σου ἔρχεται, / καθήμενος
ἐπὶ τῶλον ὄνου.
Convergen en este ceñido texto componentes poéticos significativos
tales como la apelación inaugural, insistencia en sonidos aspirados
-aliteración que logra intensificar el carácter sensorial del pasaje-,
pinceladas descriptivas y temporales. El Señor es llamado ἄνακτα:
“soberano”, término asegurado por testimonios micénicos wa-na-ka;
en Homero también sinónimo de “rey”. De entre tantos verbos para
“mirar”, es sugestivo el empleo del deponente y poético δέρκομαι:
significa “ver con penetración”, “mirar agudamente”, “lanzar miradas
agudas”; latín tueri (en texto latino contemplare). El adverbio poético
αἶψα (= αἰπέσα), “prontamente”, “inmediatamente”; da cuenta de la
determinación con que el Hijo de María se encamina a la cruz, sobre
un animal de trabajo y de paz, no de guerra como lo era el caballo y ἐς,
forma jónica y ática de la preposición εἰς, apoya la deliberada acción de
penetración. El indeclinable Σιών es el nombre del monte de Jerusalén,
donde estaba edificado el templo y, por extensión, Jerusalén misma.
53. Εἰς τὸ Πάσχα – In Pascha - En Pascua
Ἀμνὸν ἔπαυσε νόμου καὶ ἄμβροτον ὤπασε θῦμα
Χριστός, ἐὼν ἱερεύς, αὐτὸς ἐὼν θυσίη.
Agnum abolevit legis et immortalem præbuit hostiam
Christus, qui est sacerdos, ipse qui est hostia.
El cordero suprimió de la ley y concedió un inmortal
sacrificio
Cristo, siendo sacerdote, él mismo siendo víctima.
En tan escueto poema se complementan armoniosamente recursos
estilísticos variados: repetición del participio épico ἐών, jonismo θυσίη,
87
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
la paronomasia–esto es, la presencia de términos con una misma
raíz–, θῦμα-θυσίη (hostiam y hostia, respectivamente, en traducción
latina), ubicados ambos términos al final de la línea, la posición inicial
premeditada de Ἀμνὸν y Χριστός, Él, cordero de Dios (Jn 1.29), para
aludir a Cristo como víctima. Satanás y sus demonios son vencidos por
la sangre del cordero (Ro 3: 24-25). (El término ἀμνόν es exclusivo de
Juan; el Apocalipsis 5.6 emplea ἄρνιον.) ὀπάζω, “conferir”, “otorgar”,
“regalar”, también es verbo épico, quizás derivado de ἔπομαι, con valor
intensivo y causativo.
No solo en Pascua sino en cada misa Jesús se ofrece como sacerdote
y como víctima, que toma consigo y quita el pecado del mundo.
54. Εἰς τὴν σταύρωσιν - In Crucifixionem - Sobre la
crucifixión
Ὦ πάθος, ὦ σταυρός, παθέων ἐλατήριον αἷμα,
πλῦνον ἐμῆς ψυχῆς πᾶσαν ἀτασθαλίην.
O passio, o crux! cupiditatum propulsator sanguis,
lava meæ animæ cunctam improbitatem.
Oh pasión, oh cruz, oh sangre que purga las pasiones,
limpia de mi alma toda maldad.
La situación de extremo pesar se expresa mediante el políptoto –
repetición de una palabra en distintas flexiones- πάθος… παθέων, en
prospectiva escatológica: las penas infernales. Asimismo, los vocativos,
la repetición de la interjección y el imperativo πλῦνον (vinculado con
el latín pluo, pluvia) confieren un tono solemne y sentido. El adjetivo
ἐλατήριον (< ἐλαύνω, “impulsar”; “expulsar”, “desterrar”) es de
tradición trágica (Esquilo, Coéforas 968) pero, según los entendidos,
parece vincularse con el gnosticismo. ἀτασθαλίη, forma jónica en esta
línea, significa “presunción, orgullo insensato” (en traducción latina,
improbitatem). El latín ha empleado dos términos para la idea de
pasión”: primero passio y luego cupiditatum.
55. Εἰς τὴν αὐτήν - In eandem - Sobre la misma.
Παρθένου υἱὸν ἔφη τὸν παρθένον, ἄλλον ἑαυτόν.
ἵλαθι, τῆς καθαρῆς δέσποτα παρθενίης.
Virginis filium dixit virginem, alterum se:
“Propitius est”, puræ possessor virginitatis.
Dijo a la Virgen que debería ser el hijo de la Virgen,
otro sí mismo.
Ten piedad de nosotros, señor de la pura virginidad.
88
Elbia Haydée Difabio
Cristo y sus discípulos en la Antología Palatina
El resultado es un tanto hermético. En Jn 19.25-27, el Señor establece
que su discípulo sea acogido como hijo por su Madre; por ende, el
apóstol deviene otro Jesús. Si leemos υἱὸν el sentido es ese; ahora bien,
si es nominativo, se comprende que Jesús llamó a otro como a sí mismo.
La invocación del v. 2 puede ser conferida a Juan, como campeón de la
virginidad, o a Jesús, señor de la misma. El título del epigrama ha sido
consignado por algunos especialistas en masculino, aludiendo a uno
anterior sobre Juan, pero se prefiere la forma femenina que refiere al
episodio al pie de la cruz.
El políptoto (Παρθένου… παρθένον; en latín virginis… virginem)
y la paronomasia (las anteriores con el jonismo παρθενίης, latín
virginitatis) apuntan precisamente al interés en remarcar la presencia
de una virtud que gobierna y modera el deseo.
56. Εἰς τὴν ἀνάστασιν - In Resurrectionem - Sobre la
resurrección
Χριστὸς ἐὼν Θεὸς εἷλε νέκυς ἐξ ᾅδου πάντας·
μοῦνον δὲ βροτολοιγὸν ἀκήριον ἔλλιπεν Ἅιδην.
Christus qui est deus sustulit mortuos ex orco cunctos,
et desolatum homicidam imbecillum reliquit Orcum.
Cristo, siendo Dios, se llevó todos los muertos del Infierno
y dejó el Infierno solamente como funesto para los mortales
sin alma.
La composición es hexamétrica, de ahí la necesidad del poético
μοῦνον para respetar el primer longum. En la traducción latina, el
lugar se expresa ex orco y Orcum. Βροτολοιγός es adjetivo homérico
de raro uso (Ilíada 5.1, Odisea 12.98, 23.328). Por su parte, ἀκήριον
-compuesto de alfa privativa más κῆρ, poético de κέαρ, quizás su
contracción), “lifeless” pero asimismo “heartless, “spiritless”-, refiere a
Satanás (asociado a Ares en Ilíada 5.455, Odisea 8.115). El último verso
adquiere una resonancia especialmente lograda.
74. Εἰς τὸν τυφλόν - In cæcum - Sobre el ciego
Οὔνομα τῇ πηγῇ Ἐσταλμένος· ἀλλὰ τίς ἐκ τοῦ
ἔσταλται, νοέεις, ὄφρα τέλεια βλέποις;
Nomen fonti Missus. Sed quis unde
Missus fuit an reputas, ut perfecta cernas?
La fuente tiene el nombre de “Enviado”, pero ¿entiendes
quién es enviado de quién, para que acabadamente veas?
89
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Jesús restaura la vista a un ciego en esa fuente -κολυμβήθρα en Jn 9.7-,
cuyo nombre significa “El enviado” (heb. Shilôaj, “enviado” o “emitido”
< shâlaj, “enviar”), quizá porque las aguas son conducidas desde su
fuente al estanque. En la circunstancia del milagro, la denominación
asume un significado más excelso: Cristo es el Enviado.
Una diestra conjunción de recursos de estilo se disponen
cuidadosamente en este dístico: jonismos (Οὔνομα, νοέεις), políptoto
(los perfectos pasivos Ἐσταλμένος… ἔσταλται < στέλλω, de ahí
también ἀπόστολος), partícula oracional (τίς ἐκ τοῦ) que aporta
apretada información en breve espacio, carácter dialógico, el nexo
adversativo separado por diéresis bucólica, la interrogación retórica,
el uso pronominal τοῦ, el optativo βλέποις (latín cernas), el poético
ὄφρα, que encabeza una proposición final separada por cesura
pentehemímera. El empleo de νοέω es a la par sugerente, verbo
con varias acepciones, entre ellas: sentire, observar, darse cuenta de;
cogitare, pensar; imaginar, idear; examinar, reflexionar, considerar.
En Jn 9.7 el participio se lee con leve variante: ἀπεσταλμένος (νίψαι
εἰς τὴν κολυμβήθραν τοῦ Σιλωάμ, ὃ ἑρμηνεύεται ἀπεσταλμένος),
indicio de que el poeta ha seguido fielmente las Sagradas Escrituras.
117. Εἰς τὸν τυφλόν - In cæcum - Sobre el ciego
Ἔβλεψε τυφλὸς ἐκ τόκου μεμυσμένος·
Χριστὸς γὰρ ἦλθεν, ἡ πανόμματος χάρις.
Vidit cæcus a nativitate lumen-ademptus:
Christus enim venit, oculatissima gratia.
Vio el ciego, de nacimiento sus ojos cerrados,
pues vino Cristo, la gracia que es todo ojos.
Esta vez la composición se organiza en trímetros yámbicos. Interesa
especialmente examinar el aspecto verbal y el empleo del adjetivo con
que se califica a χάρις (latín oculatissima gratia). En efecto, los aoristos
Ἔβλεψε y ἦλθεν refieren a acciones puntuales, concluidas, completas,
a diferencia del participio de μύω, en tiempo perfecto y como tal
resultativo: “que están cerrados”, desde el parto (ἐκ τόκου, latín a
nativitate).
El juego de cesuras crea una sensación dinámica y mantiene
relación con el sentido. Por eso, la aposición final está reforzada por
una pausa pentemímera. Πανόμματος, “que tiene ojos para todo”,
contiene el poético ὄμμα, antigua forma junto con ὄσσε; el adjetivo
90
Elbia Haydée Difabio
Cristo y sus discípulos en la Antología Palatina
está atestiguado en v. 1492 del Hexamerón o Sobre la creación del poeta
Jorge de Pisidia (siglo VII), diácono y archivero en Santa Sofía: ἡ τῶν
Χερουβὶμ ὀμματόπλουτος φύσις. Sin embargo, la imagen deriva de los
salmos 33.18, 34.15 y está bien documentada en la tradición patrística.
La percepción y la vivencia del tiempo no entienden de relojes ni de
cronómetros.
᾿ΑΝΑΣΤΑΣΙΟΥ ΤΟΥ ΤΡΑΥΛΟΥ – De Anastasio Traulós
Este autor, Anastasios Quaestor, recibe el apodo de Τραυλός por
su tartamudez. Es difícil datarlo con precisión pero su presencia en
la Antología permite ubicarlo a fines del siglo IX. Es factible fechar su
muerte después de 922. Se lo conoce solamente por este poema, que
acompañaba a una imagen de la crucifixión. Según un entendido en la
materia, Lauxtermann, “The poem is all in all a splendid example of a
Christian theme treated in a classicizing manner.” (2003: 111).
El texto compendia en catorce versos hexamétricos la escena del
Calvario (cfr. Mt 27.38 ss, Lc 23.36 ss.; Mc 15.36; Jn 19.18 y 28, etc.)
en distribución bipartita: nueve versos más bien descriptivos; los
siguientes, filosóficos y contemplativos. El poeta presenta vívidamente
a los participantes y a sus reacciones. La epanadiplosis o epanalepsis
-esto es, repetición de una o varias palabras, construcciones u oraciones
enteras, sin atender el lugar-, subraya la presencia de Cristo (vv. 1, 10 y
11, siempre ubicado en lugar de privilegio, al comienzo o al final).
Su enfoque es marcadamente antisemita en vv. 5 a 9, señalando
la bebida y el ultraje insensato y generalizado de los judíos. María se
ubica junto a la cruz (ἱσταμένη, v. 4), que nos recuerda La crucifixión
(1532), óleo sobre tabla de Lucas Cranach, el Viejo. La mención a
la pintura, como remate en vv. 12 y 13, remite sutilmente al lienzo
en que el sensible poeta se inspiró y que estarían observando al
mismo tiempo los concurrentes a esa iglesia; por lo cual el poema
se convierte en un excelente mediador pedagógico para la mejor
comprensión de la abrumadora escena representada. Sin embargo,
no está claro en qué cuadro se habría inspirado, ya que γυμνός (v. 2)
indica que pensaba en representaciones contemporáneas a él, en las
cuales Cristo estaba cubierto por un taparrabos, no por una especie
de túnica llamada colobio o colobo.
15.28. Εἰς τὴν σταύρωσιν – In Christum crucifixum Sobre la crucifixión
Χριστὸς ἐπὶ σταυροῖο πεπαρμένος ἦν ποτε γυμνὸς
91
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
μεσσόθι ληιστῆρας ἔχων ἑκάτερθε παγέντας·
καί μιν ἀκηχεμένη λιγέως ὀλοφύρετο μήτηρ
λύγδην ἱσταμένη καὶ παρθένος ἄλλος ἑταῖρος·
καί μιν καγχαλόωντες ἐνείκεον ἄνδρες ὁδῖται
5
κάμμορον, οὐτιδανὸν καὶ ἀνάλκιδα φῶτα καλεῦντες·
καί οἱ διψαλέῳ στυγερὴν ὤρεξε ποτῆτα
λαὸς Ἰουδαίων ἀθεμίστιος, αἱματοχάρμης
ὄξεϊ κιρνάμενος, πικρὸν δέπας, εἶδαρ ὀλέθρου.
ἀλλ’ ἀκέων τετάνυστο καὶ οὐκ ἀπαμύνετο Χριστός, 10
Χριστός, ὁ καὶ Μαρίης καὶ ἀθανάτου πατρὸς υἱός.
ταῦτα τίς ἀνθρώπων ἀγέρωχος νήπιος ἔσται
κῆρι λογιζόμενος καὶ ὁρώμενος ἐν πινάκεσσιν;
ἀνδρὸς γὰρ θεός ἐστιν, ὁ δὲ βροτὸς οὐδὲν ἀρείων.
Christus super cruce transfixus erat olim nudus,
medius, latrones habens utrimque fixos;
et eum confossa-dolore alta-voce lamentabatur mater
singultim adstans, et alius amicus virgo:
et eum cachinnati objurgabant viri viatores
5
miserabilem, vappam et ignavum hominem nuncupantes;
atque ei sitienti invisam porrexit potionem
populus Judæorum nefarius, sanguie-gaudens,
aceto miscens amarum poculum, escam mortis.
Sed obmutescens extensus-erat neque sese-defendebat
Christus,
10
Christus, et Mariæ et immortalis patris filius.
Hæc quis hominum superbus inans erit
animo reputans et intuens in tabulis pictis?
Viro nempe deus est melior, mortalis vero minime deo melior.
Cristo en la cruz fue clavado una vez desnudo,
en el medio, con ladrones crucificados de uno y otro lado:
y afligida, en voz alta se lamentaba su madre
entre sollozos, junto a él y [estaba] su otro compañero
virginal;
y, mofándose de él, lo denostaban los caminantes
5
desgraciado, llamándolo mortal de ningún valor y cobarde.
Y le extendió una bebida abominable a él, sediento,
el pueblo de los judíos, impío, que se complace con la sangre,
con vinagre mezclando una agria copa, poción de muerte.
Pero, en silencio, extendió y no lo rechazó Cristo,
10
Cristo, el hijo de María y de padre inmortal.
¿Cuál de los hombres será como insolente tonto
cuando refleja esto en su corazón mientras lo ve en cuadros?
Pues Dios es mejor que el hombre y el hombre no lo es
[respecto de Dios].
92
Elbia Haydée Difabio
Cristo y sus discípulos en la Antología Palatina
Se considera que el último verso es espurio por la simpleza de
la comparación. De hecho, en las ediciones de Jacobs y Dübner
no aparecen las últimas cinco líneas. Sin embargo, Lauxtermann
perspicazmente interpreta: “The poem is strongly anti-Semitic, but by
the sudden twist at the end it becomes clear that arrogant Christians
are in no way better than the Jews who jeered at Christ.” (2003: 111).
La red semántica del padecimiento tiene prácticamente un ejemplo
en cada línea, entre ellos: πεπαρμένος (perfecto resultativo, que ha sido
atravesado, perforado; v. 1), παγέντας (aoristo épico de πήγνυμι, raíz
ie. pag/ pak: fijar, latín pango, pax, pagus…; v. 2); en v. 3 ἀκηχεμένη
… ὀλοφύρετο (ἀκηχεμένη, de nuevo perfecto resultativo, confossedolore… lamentabatur, que está sumida en el dolor, de ἀκαχίζω, verbo
denominado de ἄχος, raíz ἀχ/ἀχθ: dolor); en v. 4, el término sofocleo
λύγδην (adverbio “entre sollozos”, “de una manera entrecortada”,
raíz lug, latín lugeo, luctus, lugubris…), singultim en versión latina;
κάμμορον, poético de κατάμορος, con el alomorfo inicial κατά, que da
idea de “completamente”, miserabilem (v. 6), στυγερὴν (v. 7), invisam;
en el octavo, ἀθεμίστιος, nefarius y el hápax αἱματοχάρμης, en versión
latina sanguine-gaudens; εἶδαρ ὀλέθρου, con el refuerzo musical de la
diéresis bucólica previa, en v. 9, escam mortis en latín. La metonimia
πικρὸν δέπας (v. 9), amarum poculum, se destaca por las pausas
anterior y posterior. El poeta ha preferido ὄξος (v. 9), aceto latino; Mc.
en 15.23 narra: ἐδίδουν αὐτῷ ἐσμυρνισμένον οἶνον; un vino esmirrado
preparado especialmente para los condenados al patíbulo de la cruz,
que provocaba atontamiento y atenuaba dolores. Jesús no lo aceptó
(ἀπαμύνετο, alomorfo inicial ἀπό que expresa alejamiento, v. 10). La
alternancia métrica (holodáctiloi en vv. 3, 6, 8, 10, 13, junto con otras
formas en los versos restantes) evita un ritmo monocorde y a su vez se
ajusta con la idea expresada en la línea.
Las imágenes auditivas marcan el contraste entre las manifestaciones
de desconsuelo de la Virgen y la burla hostil de los judíos (vv. 2 a 5) y luego
entre dicho escarnio y el silencio del Kýrios (v. 10). La interrogación de
los versos 12 y 13, en tanto retórica, refuerza y reafirma el propio punto
de vista, dando por hecho que el interlocutor está de acuerdo.
Epigramas sobre los discípulos de Cristo: apóstoles y evangelistas
Estrictamente hablando, los apóstoles o discípulos directos de Jesús
mencionados son, en orden, Pedro, Pablo6, Juan y Mateo; se agregan los
6
“También es considerado apóstol san Pablo que, aunque no conocía al Señor en carne
mortal, fue elegido por Él y por Él también enseñado en su doctrina” (Cádiz, 1954: 97).
93
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
otros dos evangelistas, Lucas, colaborador de Pablo, y Marcos, asociado
con Pedro primero y luego con Lucas. Las definiciones y pinceladas
descriptivas de cada uno resultan elocuentes, sobre todo si recordamos
que estos epigramas complementaban imágenes -esculturas y pinturas
mediante las técnicas de mosaico, el temple sobre tabla (íconos) y
fresco- en templos bizantinos.
1.78. Εἰς Πέτρον τὸν ἀπόστολον - In Petrum apostolum –
Sobre el apóstol Pedro
Πάντων ἀρχιερεὺς Πέτρος Θεοῦ ἀρχιερήων,
ὃς Θεοῦ ἐκ φωνῆς ἔλλαχε τοῦτο γέρας.
Omnium summus-pontifex est Petrus Dei summoram
pontificum,
qui ex Dei ore obtinuit illud munus.
Pedro es el sumo sacerdote de todos los sumos sacerdotes
de Dios,
quien recibió esa dignidad de la voz de Dios.
El texto remite a Mt. 16,18-19. Confirma el ministerio de Pedro,
no con el nombre de Simón o Simeón o Cefas sino precisamente con
el sobrenombre que Jesús le atribuyera como “piedra” fundante de la
Iglesia, corifeo, primer pastor universal de la grey. Para definirlo, la
línea primera “abraza” Πάντων… ἀρχιερήων y remarca su condición
de máximo pontífice mediante el políptoto ἀρχιερεὺς …ἀρχιερήων
y la epanadiplosis o epanalepsis -esto es, repetición de una o varias
palabras, construcciones u oraciones enteras, sin atender el lugar–,
en este caso de Θεοῦ. Para esta circunstancia, se ha elegido muy bien
el verbo λαγχάνω, con la acepción en este contexto de “obtener por
deliberación premeditada”.
1.79. Εἰς Παῦλον τὸν ἀπόστολον - In Paulum apostolum
- Sobre el apóstol Pablo
Παῦλος ἐπεὶ θεῖον σέλας οὐρανοῦ ἔδρακεν ἄντην,
φωτὸς ἀπειρεσίου γαῖαν ἔπλησεν ὅλην.
Paulus, postquam divinum fulgor cœli conspexit coram,
lumine infinito terram complevit universam.
Pablo, después de haber visto de frente el resplandor divino
del cielo,
llenó de luz infinita la tierra toda.
Este texto opta por el episodio en el que, enviado por el Sinedrio
contra los cristianos, Pablo experimenta la visión o aparición de Jesús
94
Cristo y sus discípulos en la Antología Palatina
Elbia Haydée Difabio
resucitado y se convierte. Cfr. Hch 9, 3 y 26,13, respectivamente:
“Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco,
repentinamente lo rodeó un resplandor [φῶς] de luz del cielo” y
“cuando a mediodía, oh rey, yendo por el camino, vi una luz [φῶς] del
cielo que sobrepasaba el resplandor del sol [λότητα τοῦ ἡλίου], la cual
me rodeó a mí y a los que iban conmigo”. Con indicativo, la conjunción
temporal ἐπεὶ indica hecho real, único y preciso, en este caso en pasado
-ya tuvo lugar-; el mismo caso en 85.
Σέλας, latín fulgor, numen, contiene la raíz (σϝ)ἑλ – (σϝ)ἁλ, sol,
luz. El verbo de la proposición témporo-causal ἔδρακεν es uno de
los tantos con que cuenta el idioma para “mirar”, pero con un matiz
enérgico: clavar la vista, ver con penetración, mirar agudamente; latín
tueri; relacionado con gacela, δορκάς, y δράκων, dragón, serpiente. En
el segundo verso, por motivos métricos se ha recurrido a ἀπειρεσίου,
alargamiento por ἀπερεσίου, boundless, inmense. La idea de luz
(σέλας… φωτὸς…) está remarcada por calificativos reveladores; sin
embargo, son sustantivos con matices diferentes: σέλας, resplandor,
luz brillante, brillo; el otro, luz, luz del día.
1.80. Εἰς Ἰωάννην τὸν ἀπόστολον - In Joannem apostolum
– Sobre el apóstol Juan
Ἀρχιερεὺς Ἐφέσοιο θεηγόρος ἐκ Θεοῦ εἶπεν
πρῶτος Ἰωάννης, ὡς Θεὸς ἦν ὁ λόγος.
Summus-pontifex Ephesi divina-loquens ex Deo dixit
primus Joannes, deum esse Verbum.
El sumo pontífice de Éfeso, inspirado de Dios, dijo
[él] primero, Juan, que Dios era la Palabra.
A diferencia del resto, este dístico consigna una referencia local:
Éfeso, radiante centro del cristianismo en Lidia. En efecto, el cuarto
evangelista fue desterrado por Domiciano (81-96), perseguidor de
cristianos, desde esta importante metrópoli imperial en el siglo I, a
Patmos, isla del Egeo. A la muerte del emperador, habría vuelto a Éfeso
pero no es seguro si murió allí o en Roma. Sí es inequívoco que falleció
durante el reinado de Trajano (98-117).
De idéntica factura con el pentámetro del epigrama 82, el segundo
hemistiquio retoma el evangelio joánico: “Lo que existía desde el
principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo
que hemos contemplado y lo que hemos tocado con nuestras manos
acerca de la Palabra de Vida, es lo que les anunciamos.” (Jn 1.1).
95
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
En dos de los poemitas sobre Juan se insiste en la noción de
πρῶτος: fue el primero en afirmar la estrecha relación Θεὸς – λόγος,
en adhesión al Verbo encarnado, fulcrum o punto de apoyo de la
teología joana y de tanta especulación y controversia posteriores. La
paronomasia -esto es, la presencia de palabras con una misma raízθεηγόρος … Θεοῦ y en 1.82 θεοτερπὲς … Θεὸς remite a la estrecha
vinculación con Dios y suma un oportuno efecto sonoro. Los tres
poemitas concernientes a Juan contienen el mismo hemistiquio en
línea dos: ὡς Θεὸς ἦν ὁ λόγος, y con muy leve variante también la
primera parte de dicho verso. Por su parte, la conjunción ὡς con
proposiciones sustantivas expresa un hecho. θεηγόρος contiene
como segundo componente ἀγορεύω.
1.81. Εἰς τὸν αὐτόν - In eundem – Sobre el mismo
Καὶ λαλέοντος ἄκουσε λόγου καὶ πέφραδεν αὐτὸς
πρῶτος Ἰωάννης, ὡς Θεὸς ἦν ὁ λόγος.
Et loquens audivit Verbum, et dixit ipse
primus Joannes, deum esse Verbum.
Y puesto que la Palabra habló, Juan escuchó y explicó él
mismo
primero, que Dios era la Palabra.
De base onomatopéyica, el participio aquí sin contraer y núcleo
del genitivo absoluto, λαλέοντος, supone también parlotear, hablar
sin sustancia, decir atropelladamente. Con esta acepción, aparece en
Pablo en el célebre Himno a la caridad (1 Co 13.1): “Aunque hablara las
lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, sería como
el bronce que resuena o un golpear de platillos”. En algunos contextos
adquiere énfasis semántico en el decir (esto es, en la emisión de
sonidos en lugar del contenido: Mt 9,33; 13,3; 23,1; Mc 16,17 y 19). Sin
embargo, en la misma Biblia (Ge 12.4, latín praeceperat) y en escritores
posteriores es sinónimo de λέγω. Por su parte, el verbo φράζω (flexión
πέφραδεν) significa “poner en el alma”, de ahí “hacer entender por
medio de palabras” y entonces “explicar con signos”, “decir”, “avisar”,
“advertir”, “mandar”; en contexto, “aclarar el significado de algo
difícil de entender”. Ambas flexiones están conjugadas en aoristo, por
excelencia, tiempo puntual, consumado, decisivo.
1.82. Εἰς τὸν αὐτόν - In eundem apostolum Joannem –
Sobre el mismo
Οὐρανίης σοφίης θεοτερπὲς δῶμα κιχήσας
εἶπεν Ἰωάννης, ὡς Θεὸς ἦν ὁ λόγος.
96
Cristo y sus discípulos en la Antología Palatina
Elbia Haydée Difabio
Cœlestis sapientiæ gratum-Deo palatium qui attigit
dixit Joannes deum esse Verbum.
Habiendo alcanzado la casa agradable a la divinidad de la
sabiduría celestial,
dijo Juan que Dios era la Palabra.
Tal vez aluda al pasaje 1,1-9 del Apocalipsis o Revelaciones, escrito a
fines del I – principios del II, que concluye: “Yo Juan, vuestro hermano,
y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de
Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de
Dios y el testimonio de Jesucristo [διὰ τὸν λόγον τοῦ Θεοῦ καὶ τὴν
μαρτυρίαν ᾿Ιησοῦ].” Ya anciano, Juan había sido gratificado con una
serie de dieciséis visiones. Inicialmente, contempla a Jesús glorificado
y en el trono celestial.
La construcción de participio, en verso 1, tiene carácter témporocausal: κιχάνω significa “encontrar” y “tocar, alcanzar”. Por su parte,
δῶμα < δέμω < δεμ – δομ- δμ, construcción; latín domus, admite la
traducción de edificación, casa, incluso de templo, habitación y de
azotea. En θεοτερπὲς la raíz τερπ: deleite se parangona con la posterior
traducción latina gratum-Deo.
1.83. Εἰς τὸν Ματθαῖον - In Matthæum - Sobre Mateo
Γράψε Θεοῦ σαρκώσιος ἔξοχα θαύματα πάντα
Ματθαῖος σελίδεσσιν, ἐπεὶ λίπε δῶμα τελώνου.
Scripsit Dei incarnationis præcipue miracula euncta
Matthæus paginis, postquam reliquit domum telonarli.
Escribió todos los extraordinarios milagros de la
encarnación de Dios
Mateo, en sus páginas, después de abandonar la casa de
publicano.
Remite a la doble labor de Mateo: como recaudador de impuestos,
τελώνης y como evangelista, que testimonia, hacia el 80, el cumplimiento
de las profecías del AT en la figura de Cristo. En Mt 9,9 leemos “Saliendo
Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo que estaba sentado en el
banco de los tributos públicos, y le dijo: -Sígueme. Él se levantó y lo
siguió.” La comunidad primitiva le atribuyó el primer evangelio.
Forjado en hexámetros, como el siguiente, su entorno lingüístico
es también manifiestamente jónico. En el verso primero existe una
perfecta correspondencia entre el acento propio de cada palabra y
el ictus -en versificación, el apoyo rítmico señalado con el acento de
97
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
intensidad-. Θαῦμα aparece en Homero siempre en plural; es base
del término español “taumaturgo”, “hacedor de maravillas”. Es clara
la preferencia, en lugar de su sinónimo discursivo σῆμα, porque
métricamente hubiese cabido el reemplazo por σήματα. Σαρκώσιος <
σαρκόω, to endow with human nature, incarnate, sufijo -σις, acción,
proceso.
1.84. Εἰς τὸν Λουκᾶν - In Lucam – Sobre Lucas
Ἀθανάτου βιότοιο τελεσφόρα ἔργματα Χριστοῦ
πυκτίου ἐν λαγόνεσσι σαφῶς ἐνέπασσέ γε Λουκᾶς.
Immortalis vitæ perfectos actus Christi
voluminis in penetralibus perspicue intexuit Lucas.
Las obras perfectas de la vida inmortal de Cristo
en las cavidades de la tablilla claramente, por cierto,
bordaba Lucas.
El evangelio de Lucas es el tercero y el más extenso de los canónicos7;
para algunos, el más bello y atrayente de los cuatro8. El uso de “bordar”,
de “hilar” –la misma intención metafórica que en Homero- refleja su
estilo, ya que ha sido formado en un ambiente helenista y su lengua
materna es el griego, con un manejo delicado y culto, rico y selecto en
vocabulario. La metáfora en el segundo verso sugiere la imagen de la
fecundidad del Evangelio, que hace nacer a nueva vida.
Πυκτίου tiene una variante πτυκτίου, admisible para el primer
longum, y equivalente de βιβλίον. La tarea de Lucas se conjuga en
imperfecto, tiempo de acción en desarrollo. El empleo metafórico de
ἐνέπασσέ está intencionalmente acompañado de la partícula reforzativa
γε puesto que podría haberse resuelto con una –ν epentética y formar
el quinto pie espondaico, poco grato a los oídos helenos. Los nombres
de Cristo y Lucas quedan, resonantes, al final de cada línea.
El griego cuenta con una serie de términos para “acción, hecho”,
cada una con un matiz; en este caso, ἔργματα, poética por ἔργον,
agrega la idea de resultado, de efecto, conclusión, mediante el sufijo
-μα. Dichas tareas se califican de τελεσφόρα, compuesto de τέλος,
fin: “que llega a término”, en tanto provenientes de Dios. Al comienzo,
magistral antítesis entre dos genitivos, Ἀθανάτου βιότοιο, con un
Los cuatro canónicos, universalmente aceptados desde, al menos, el último cuarto
del siglo II.
8
“Salvo el tercer evangelista, eran escritos muy sencillos y poco literarios.” (Cádiz,
1954: 95)
7
98
Elbia Haydée Difabio
Cristo y sus discípulos en la Antología Palatina
añadido morfológico deliberado: el primero más reciente, el segundo
arcaico, épico poético.
1.85. Εἰς τὸν Μάρκον - In Marcum – Sobre Marcos
Οὐ κατ’ ἐπωνυμίην Αἰγύπτιον ἔλλαχε λαὸν
ὄρφνη, ἐπεὶ φωνῆς Μάρκου ἔδεκτο φάος.
Non pro cognomento Egyptium habuit populum
Nox, postquam vocis Marci acceperat lumen.
A pesar de su epónimo, egipcio, la noche no cubrió a este
pueblo
pues había recibido la luz de la voz de Marcos.
Este dístico recupera su evangelización como obispo de Alejandría,
en Egipto, según la tradición. Fue el autor del segundo y más corto
evangelio y fundador de la Iglesia Copta9. Es el patrono del servicio de
oficinistas, dibujantes y traductores.
Elocuente uso de la antítesis entre ὄρφνη y φάος, con ubicaciones
privilegiadas (primera y última del verso). De la misma familia de
“huérfano”, ὄρφνη, latín obscuritas, tenebrae, nox, expresa tinieblas,
oscuridad de la noche y, por extensión, noche y ceguera. Es rara en
prosa. Por su parte, λαὸν es tanto multitudo como populus; en Homero
también “mesnada”, “huestes”. Se la ha elegido antes que a δῆμος o a
ἔθνος, de la misma conformación métrica, porque λαός toma ya la
acepción de “pueblo de Dios”10. El contexto remite a Egipto como
“tierra negra” (Plutarco Isis y Osiris 33 y Heródoto II.12.2), por los
fértiles limos depositados a causa de las inundaciones del Nilo y en
contraposición con la “tierra roja” del desierto.
Pese a ser tan breves, estos poemas sobre los seguidores dilectos de
Cristo abundan en recursos estilísticos que se complementan según
los distintos planos. Desde el punto de vista morfológico, aparecen
formas épico-poéticas verbales como ἔλλαχε (78.2 y 85.1); λαλέοντος
ἄκουσε y πέφραδεν (81.1), γράψε (83.1) y λίπε (83.2.), ἔδεκτο (85.2),
y nominales como Ἐφέσοιο (80.1), γαῖαν (79.2), Οὐρανίης σοφίης
(82.1) y ἐπωνυμίην -eólico además- (85.1), δῶμα (82.1 y 83.2),
σαρκώσιος y σελίδεσσιν (83.2) y λαγόνεσσι (84.2), βιότοιο (84.1),
ὄρφνη (85.2). Están presentes también posiciones anastróficas (Θεοῦ
ἐκ φωνῆς, 78.2, y πυκτίου ἐν λαγόνεσσι, 84.2). Son permanentes
9
Copto, adjetivo que se deriva de Αἴγυπτιος, a través del árabe.
De su familia, λήιτον ἔργον, servicio cultural y λειτουργία, celebración eucarística;
λαικός, opuesto a κληρικός.
10
99
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
además los encabalgamientos métrico-sintácticos y léxico-semánticos.
Calibrada y enaltecedora, la adjetivación da muestras una vez más de
la atinada simbiosis de sus componentes: θεηγόρος (80.1), θεοτερπὲς
(82.1), ἔξοχα (83.1) y τελεσφόρα (84.1). Asimismo, es una constante
el empleo de léxico muy poco usual, esmerado, resguardado en poesía,
de raigambre homérica, tal como: ἄντην (79.1), δῶμα (82.1. y 83.2),
κιχήσας (participio aoristo de κιχάνω, en 82.1), ἔργματα y βιότοιο
(84.1). Presenta, además, apócope (85.1.) como en Homero. El lenguaje
ha encontrado todos los medios de expresión eficaces al oído, en una
paleta de tonalidades sonoras. Así, por ejemplo, el sonido aspirado (cfr.
80, 82, 83, 85) otorga coherencia fónica e influye para un efecto poético
cadencioso mayor. Gracias a su carácter rítmico distintivo, pausas y
cesuras colaboran no solo para el mejor entendimiento de los textos sino
también para enfatizar intencionalmente conceptos claves; por ejemplo,
en 81.1, λόγου se destaca gracias a la diéresis bucólica posterior.
Reflexiones finales
Estos textos expresan la vida intelectual del pueblo helenizado del
Imperio Romano de Oriente. Son ecfrásticos; esto es, representación
verbal de otra visual, que acompañan a las imágenes en manuscritos
o monumentos artísticos. En principio, la poesía -hermanada en su
nacimiento a la música- y la pintura son dos expresiones, quizás las más
consustanciales con la naturaleza humana. Su relación desde tiempos
remotos fue de complementariedad y fraternidad y así se reflejan en
este acotado repertorio. El arte figurativo pleno de lujo, de color y de
esplendor existió; hoy subsisten los poemas.
Si bien el epigramático es un género considerado menor -asociado
sobre todo con la poesía ligera, como la anacreóntica-, exige mucho
oficio. Es un microcosmos de compleja arquitectura, con un apreciable
componente metaliterario. Los poetas han sabido fusionar la tradición
no cristiana, decididamente profana, en cuestiones métricas,
morfológicas, semánticas y de representación con un mensaje apoyado
celosamente en las Escrituras11. El legado homérico12 predominante se
observa, como se ha ido indicando, en la existencia de numerosos
rasgos lingüísticos –fraseología, estilo, entre otros- que se han ido
explicando a lo largo del trabajo pero, aunque sí condicionante, no se
El epigrama cristiano está testimoniado en composiciones métricas anteriores
al siglo III.
12
En relación con la profunda herencia del Maestro de la Hélade en dicha época, “el
presupuesto ideológico es la cristianización de Homero”, señala acertadamente
Gianfranco Agosti (2015: 628), en el apartado que introducen Raimondi y Ledda.
11
100
Elbia Haydée Difabio
Cristo y sus discípulos en la Antología Palatina
trata de una imitación mecánica: se adecua a las necesidades e intereses
de los epigramatistas. Se enuncian motivos y sentimientos nuevos
con las palabras y las fórmulas ancestrales y convencionales, aunque
se disponen a referir los hechos más que a tensarlos emotivamente.
Creados en su mayoría en dísticos elegíacos, el hexámetro aporta el
tono solemne y de mayor desarrollo; el pentámetro, el sentencioso y
de más concisión.
De dilatada tradición, el epigrama cristiano mantiene las formas
estructurales y lingüísticas de la antigüedad helena pero celebra otra
realidad, a otras figuras; se vincula con la prédica y la liturgia. Son estrofas
mínimas, sintéticas, sencillas, humildes, casi candorosas en apariencia
pero suponen un denodado esmero para, por un lado, adecuarse al
núcleo semántico de las representaciones figurativas con las que se
hermanan y, por otro, expresar armoniosamente, en tan quintaesenciada
poesía, la tríada trascendental Verdad-Bien- Belleza. Ícono y poesía se
compenetran y en el espacio sacro se aproximan a lo conmemorado,
para una interacción salvífica, convergente y plenificante.
Devenidos obra artística, son, en definitiva, un instrumento
ideológico y didáctico de gran alcance y penetración. Confirman
la función socio-referencial que les dio vida, además de su decisiva
fuerza psicagógica o de “atracción de las almas”. Se esfuerzan en aunar
pensamiento y forma, en estrecha y respetuosa alianza con el dogma
cristiano, en un marco de notable economía verbal más el aporte
expresivo de la métrica. Son emisarias que ingresan en la historia
destruyendo, sin embargo, el tiempo. Por eso, se invita a leerlos y a
releerlos, descubriendo su significación, disfrutando de sus líneas.
Pensemos que una obra valiosa, resultado tanto de la naturaleza como
del oficio humano, no pierde valor porque las personas -no importa
cuántas- no sepan apreciarla.
101
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Fuentes
Conca, Fabrizio et al., Antologia palatina (vol. 1); Torino, Italia, Unione
Tipografico-Editrice Torinese, 2005.
Dübner, Fred (Ed.), Epigrammatum Anthologia Palatina, cum Planudeis
et appendice nova. Graece et latine (vol. 1); Parissiis, France, Ambrosio
Firmin Didot, 1871.
--- Epigrammatum Anthologia Palatina, cum Planudeis et appendice nova.
Graece et latine (vol. 2); Parissiis, France, Ambrosio Firmin Didot, 1888.
Lauxtermann, Marc D., Byzantine Poetry from Pisides to Geometers.
Texts and Contexts (vol. 1). Verlag, Deutschland, Östereichische
Akademie der Wissenschaften, 2003; en http://library. Global
Poetry
chalet.net/Authors/PoetryBooksCollection/Byzantine
fromPisidesto20GeometresTextsandcontexts.pdf) (Recuperado 15 de
abril de 2017)
Martins de Jesus, Carlos A. (Trad.); Antologia Grega. Epigramas Vários.
(Livros IV, XIII, XIV, XV); Lisboa, Portugal, POPH, 2017.
Merk, Agostino; Novum Testamentum Graece et Latine; 7a ed., Romae, Italy,
Scripta Pontificii Instituti Biblici, 1951.
Paton, W. R. (Ed.); The Greek Anthology (vol. I y V); London-Cambridge,
England, Harvard University Press, 1956-1958.
Bibliografía consultada
Brannan, Patrick T.; “A Literary Reference to the Incarnation. A Note on
Anthologia Graeca, XV, 28”; The American Journal of Philology Vol. 80, No.
4, 1959, 396-399; https://www.jstor.org/stable/292178seq=1page_scan_
tab_contents (Recuperado 3 de junio de 2017)
Cádiz, Luis M. de; Historia de la Literatura Patrística; Buenos Aires,
Argentina, Nova, 1954.
Chantraine, Pierre; Dictionnaire Étymologique de la langue grecque:
histoire des mots; Paris, France, Klincksieck, 1968.
Di Berardino, Angelo (Dir.); Diccionario patrístico y de la antigüedad
cristiana; Salamanca, España, Ediciones Sígueme, 1998.
Galino, María Ángeles; Historia de la educación. Edades antigua y media;
2ª ed., Madrid, España, Gredos, 1982.
Guzmán Guerra, Antonio; Manual de métrica griega; Madrid, España,
Ediciones Clásicas, 1997.
Raimondi, Enzo y Ledda, Giuseppe; “Literatura y teatro”; en Eco, Umberto
(Coord.); La Edad Media I: Bárbaros, cristianos y musulmanes; México,
FCE, 2015. Trad. Omar Daniel Alva Barrera.
Vicuña, Justo y Sanz de Almarza, Luis; Diccionario de los nombres propios
griegos debidamente acentuados en español; Madrid, España, Clásicas, 1998.
102
Limes
ISSN 0716 - 5919
Revista de Estudios Clásicos
“Esparta estuvo siempre libre de tiranos”
Algunas consideraciones en torno
al mito de la inmunidad espartana frente a la tiranía
pp. 103 - 23
Franko Benacchio Streeter
[email protected]
Resumen
En el contexto de los regímenes políticos surgidos en Grecia entre los siglos
VIII y IV, sobresale el caso de Esparta, considerada unánimemente por las fuentes
como ejemplo de sistema aristocrático, la más relevante de las escasísimas Poléis en
las que no habría surgido la tiranía como fenómeno político y social. Aristóteles,
en cambio, así como otros autores, ve en la consolidación del poder de los éforos
una forma de tiranía distinta, pero tan nociva para el ordenamiento institucional
espartano como otras formas convencionales de tiranía.
Palabras Clave: Éforos – Eforado – Esparta – tiranía - aristocracia –
reformas licúrgicas – Aristóteles – Política
Abstract
In the context of the political regimes that emerged in Greece between
the 8th and 4th centuries, the case of Sparta stands out, considered unanimously by
the sources as an example of an aristocratic system, the most relevant of the very few
Póleis in which tyranny would not have arisen as a political and social phenomenon.
Aristotle, on the other hand, like other authors, sees in the consolidation of the power
of the ephors a different form of tyranny, but too harmful for the Spartan institutional
order as the other conventional forms of it.
Key Words: Ephors - Ephorate - Sparta - tyranny - aristocracy – reforms
of Lycurgus – Aristotle – Politics
103
“Esparta estuvo siempre libre de tiranos”
Algunas consideraciones en torno al mito de la inmunidad...
Franko Benacchio Streeter
“Esparta estuvo siempre libre de tiranos”
Algunas consideraciones en torno
al mito de la inmunidad espartana
a la tiranía
Franko Benacchio Streeter
[email protected]
E
ntre las disímiles experiencias políticas que se desarrollaron
en las Póleis griegas de las épocas Arcaica y Clásica, el caso de
Esparta o Lacedemonia es sobresaliente. En primer lugar, su
sistema político presentaba ciertas peculiaridades que la distinguían,
incluso dentro de las organizaciones políticas dorias del Peloponeso,
encontrando solo en la isla de Creta un entramado institucional con
el que podía establecerse una cierta relación de parentesco. Es así
como Platón y Aristóteles subrayan la presencia en ambos sistemas (el
lacedemonio y el cretense) de prácticamente las mismas instituciones
políticas y sociales básicas1. Sin embargo, la especificidad de Esparta
como organización política, social y económica, ha sido una fuente
de gran idealización desde la misma Antigüedad, como bien señala
François Ollier, quien acuñó hacía ya varias décadas el término
“mirage spartiate”2 para aludir a la construcción historiográfica de la
“utopía espartana”.
Así, por ejemplo, Platón, Leyes, I, 624a y ss.; Aristóteles, Política, II,
1270b-1272b20; Polibio, VI.
2
Ollier, F. (1943), passim. Cfr., también, Ruzé, F. (2010), pp. 17-48.
1
105
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Nuestro propósito en el presente trabajo es el de abordar uno de
los elementos clave de esta idealización de la Polis espartana, vale
decir, la supuesta “inmunidad” que su sistema político y social
le habría brindado contra la tiranía, con toda la carga negativa
que este concepto implica en las fuentes3. Es decir, pretendemos
comprender qué aspectos del sistema político espartano lo habrían
hecho “impermeable” a la tiranía, tal como este fenómeno surgió y se
manifestó en la gran mayoría de las Póleis de todo el mundo helénico
entre los siglos VII y IV. A su vez, pretendemos dilucidar si hubo
alguna institución en el sistema político laconio que haya posibilitado
el surgimiento de un tipo especial de tiranía, distinto al que se
desarrollaba en otras partes del mundo griego. En otras palabras,
buscamos desentrañar los fundamentos teórico-doctrinarios que
subyacen a la supuesta ausencia en la Esparta Clásica del tipo de
3
Desde Arquíloco de Paros, cuando el término parece haber sido utilizado por
primera vez en la literatura griega, éste siempre ha presentado una connotación
muy negativa, pues desde su origen habría revestido una forma de ejercer el poder
político contrapuesta con los ideales políticos que los griegos fueron construyendo
a lo largo de su desarrollo histórico, centrados especialmente en tono a la noción
de polis. En cuanto a la raíz etimológica del término, según la mayoría de los
estudiosos, éste no sería de origen griego, sino que constituiría un préstamo de
la lengua del pueblo lidio, dominante en la Anatolia occidental y sudoccidental
entre los siglos VII y VI, vale decir, en la zona de contacto con los asentamientos
jónicos y dorios de Asia Menor, precisamente en la época en que éstos florecían.
Prueba de ello parece ser el hecho de que la primera vez que aparece documentado
el vocablo en la literatura griega, en el mencionado Arquíloco, es, precisamente,
en referencia al reino lidio. En efecto, en el denominado “Fragmento 22”, Diehl,
dice el poeta pario: “no me importan las riquezas de Giges (rey lidio) y no codicio
la soberbia tiranía (èréô tyrannídos)”. No obstante, antes de la hegemonía lidia
en Asia Menor, parecen haber sido utilizados otros términos para referirse al
gobierno de un solo individuo con poderes más o menos absolutos, tales como el
de “aisymnéte”, que luego pasaría a denominar al legislador elegido por el pueblo
para resolver un conflicto específico (aunque algunos de estos magistrados se
convirtieron en tiranos, por ejemplo, Pítaco en Mitilene. En este contexto, es
interesante observar que Aristóteles define a la aysimneia como una “tiranía
electiva” (airetè tyrannís), Política, III, 1285a35; V, 1310b5). Rosa Santiago, por
su parte, ha traducido incorrectamente el vocablo “aisymnéte” como “dictadura”,
al tratar unas inscripciones epigráficas halladas en la isla de Quíos, y datadas a
fines del siglo VII. Vid., Santiago, R. (1997), pp. 33-50. Heródoto, por su parte,
utiliza el vocablo “tyrannos” (aunque probablemente sin sentido peyorativo), para
calificar al gobierno de Creso, así como al de sus ascendientes, los Mérmnadas,
la dinastía que gobernó en Lidia hasta su conquista por el persa Ciro. (Historia,
I, 6.1). Cfr., a este respecto, Mossé, C., (1969), pp. 7-10; Châtelet, F. (1961), pp.
66-80; Hartog F., (1980), especialmente la segunda parte.
106
“Esparta estuvo siempre libre de tiranos”
Algunas consideraciones en torno al mito de la inmunidad...
Franko Benacchio Streeter
tiranía tan característicamente griega, representada por la presencia
de un personaje individual, carismático y personalista (el tirano), el
cual solía granjearse el apoyo de los estratos inferiores de la jerarquía
social, a través de la confrontación directa con la aristocracia, lo
que le permitía consolidar progresivamente un poder omnímodo,
generalmente hereditario, que se constituye, a su vez, en un rasgo
característico de la trayectoria histórica observada en casi todas las
póleis griegas4.
Para este fin, resulta indispensable intentar comprender previamente
el contenido de la noción de tiranía que nos han transmitido los teóricos
políticos griegos, de modo de apreciar si, efectivamente, existieron
en Esparta las condiciones para su surgimiento. Posteriormente,
analizaremos los rasgos distintivos de la institución del Eforado, en
tanto se constituye, en el pensamiento político platónico y aristotélico,
en casi el único elemento institucional de Esparta que ponía a quienes
lo desempeñaban en una situación de poder acaso comparable con la de
un típico tirano griego de los siglos V y IV. Luego, a modo de conclusión,
intentaremos comprender si la concepción del Eforado como “tiranía
colectiva”, correspondería a una interpretación parcial y subjetiva de
Platón y Aristóteles respecto del régimen lacedemonio, o, si más bien, es
el reflejo de una evolución político-institucional concreta.
En la teoría política griega, la noción de tiranía (tyrannís) hacía
referencia a un tipo de régimen político esencialmente anómalo, en el
cual un individuo sagaz y astuto, siempre proveniente de la aristocracia,
seguía un método bastante reiterado en todas las ciudades griegas en las
que este régimen surgió: aparición en la escena política en medio de un
contexto de conflicto sociopolítico (stassis), utilizando como principal
medio de acción política su posesión de ciertas destrezas retóricas
que, combinadas con su carácter personal, explotaba profusamente,
apelando a las clases marginadas de la sociedad, las cuales se habían
visto particularmente perjudicadas por los intereses de los estratos
aristocráticos. Estos, amén de poseer la inmensa mayoría de las tierras
4
Es interesante, a nuestro juicio, la relación que establece Aristóteles entre la
ambición y la “desmesura” (hybris) de los líderes políticos, especialmente de
los que desempeñan las magistraturas, pues en ella infiere el Estagirita una de
las causas del surgimiento de las tiranías: “Cuando los que están en los cargos
(archais) manifiestan desmesura y ambición (hybrizóntô), se rebelan unos contra
otros (pleonektoutôn stasiázousi) y contra el orden constitucional que les dio el
poder, y su codicia unas veces se satisface con los bienes privados y otras de los
públicos”. Política, V, 1302b5. Cfr. 1310b-1311a.
107
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
y otros medios de producción, aprovechan las ventajas que esos medios
les proporcionan, para someter a la población que no pertenece a sus
círculos de parentesco o linaje, a una especie de “servidumbre” (al menos
en el caso ateniense), lo que contribuye a alimentar las odiosidades
internas de la Polis. En síntesis, en la teoría política griega de los siglos
V y IV, en general, se entendía por tiranía básicamente el régimen
político encabado por este individuo oportunista y demagogo, que se
hacía de un poder omnímodo y casi absoluto, en virtud del apoyo que
concitaba su discurso de “justicia social” en las clases inferiores. Esto
tendía a concretarse en una forma de ejercer el poder que entraba en
un conflicto, más o menos evidente, con la tradición de igualdad de los
ciudadanos en el gobierno alternativo de la Polis5.
Si bien existen notables diferencias entre los diversos tiranos
conocidos y las experiencias tiránicas que ellos protagonizaron a lo
largo de los siglos VII y IV, podemos señalar desde ya que este tipo
de régimen político no se dio en Esparta, al menos hasta los siglos
IV y III6. No obstante, todas las fuentes que abordan los períodos
Arcaico y Clásico de esta Polis coinciden en señalar que, en el sistema
político espartano, coexistían instituciones de origen aristocrático, que
se habían anquilosado, con otras aparentemente surgidas en época
posterior, con las que aquellas mantenían un cierto equilibro, lo que
contribuiría a explicar, en cierto modo, la peculiaridad de esta Polis en
el contexto griego.
La organización política y social de Esparta se habría originado,
según todas las fuentes del período, con la obra reformista de Licurgo,
personaje semilegendario al que se atribuye prácticamente todo
Esta idea se expresa en muchos textos, por ejemplo, Heródoto III, 80, 5-6;142,
2-4; V, 78; V, 66; VI, 43,3; VII, 164,1; Tucídides, I, 13; Platón, República, VIII,
566a-569c; Político, 291e; Aristóteles, Política, Óp. Cit., III, 1274b-1275b;
V, 1315b11-39; Retórica, I, 1365b25-30, etc. En cuanto a los análisis de esta
noción político-comunitaria destacan, entre otros, los de Payen, P. (1997), pp.
84-5; Loraux, N. (1993) pp. 212-13; y Plácido, D. (1986), pp. 20-24; GarcíaCataldo, H. (1998-1999), pp.25-57; Cerri, G. (1969), pp. 943-948; Raaflaub,
K. (2004), pp. 91-96.
6
Vid. Tucídides, I, 18, donde se vincula la inexistencia de la forma clásica de tiranía en
Esparta con las “buenas leyes (êunomêthê)” que la regían, lo que significó, a juicio
del historiador ateniense, que “siempre se vio libre de tiranos (atyránneutos ên)”.
También Heródoto, I, 65, 2-5. Este fenómeno de “inmunidad” frente a la tiranía
que le habría proporcionado a la Polis espartana su célebre “eunomía”, ha sido
estudiado, entre muchos otros, por Ostwald, M. (1969), pp. 75-85; Domínguez
Monedero, A. (1993), p. 167; Link, S. (1994), pp. 64-71; Oliva, P. (1971), passim.
5
108
“Esparta estuvo siempre libre de tiranos”
Algunas consideraciones en torno al mito de la inmunidad...
Franko Benacchio Streeter
el armazón institucional de esta ciudad7. La célebre Gran Rhetra o
“constitución política” de Esparta, establecía, en la solemne fórmula de
un supuesto oráculo délfico, las principales instituciones que regían a
la Polis, siguiendo un orden aparentemente cronológico en el que ellas
habrían sido establecidas8. No obstante, más allá de la forma oracular
que Tirteo9 y Plutarco nos han transmitido, consideramos relevante
intentar situarnos en el contexto que habría precedido inmediatamente
a la obra legislativa de Licurgo, de modo de comprender cuáles habrían
sido los problemas que se habría pretendido solucionar con ella, así
como dimensionar el impacto que ellas habrían tenido en la estructura
social y política espartana.
En este sentido, podemos citar la introducción que hace Heródoto
de la situación espartana del siglo VII, basándose, según él mismo
señala, en fuentes lacedemonias:
τὸ δὲ ἔτι πρότερον τούτων καί κακονομώτατοι ἦσαν
σχεδὸν πάντων Ἑλλήνων κατά τε σφέας αὐτοὺς καὶ
ξείνοισι ἀπρόσμικτοι10.
En la actualidad sigue siendo un tema de gran discusión la datación de la
reestructuración del Estado lacedemonio que habría protagonizado Licurgo. Así,
Hammond, N.G.L. (1950), pp. 42-64, considera una fecha anterior al siglo VII,
basándose en la evidencia arqueológica, la que complementa con la información
proporcionada por las fuentes clásicas. En tanto, Pavese, C.O. (1992), pp. 260-285
y Nafissi, M. (1991), p. 72, consideran que las leyes atribuidas a Licurgo no habrían
sido otra cosa que normas muy antiguas aprendidas de memoria, lo que facilitaría
su datación in illo tempore. Respecto de la relevancia de Licurgo como legislador,
nos parece interesante la perspectiva de Walter, U. (1993), p. 216, según la cual la
principal virtud de la Rhetra licúrgea habría sido la de definir al ciudadano en torno
a la asociación a las tribus y a los óbai (aldeas), en las que se habría establecido la
estructura básica del Estado lacedemonio en torno a la propiedad de la tierra y a las
instituciones de la vida castrense comunitaria, como enseguida veremos.
8
Plutarco, Licurgo, VI, nos transmite una de las formas más completas del
documento de la Rhetra que Licurgo habría recibido de parte del dios Apolo
(aunque también se apunta a una influencia directa del modelo político de las
póleis cretenses, pues, tanto este autor, ibid., IV, 1, como Heródoto, I, 65.4,
señalan que Licurgo habría visitado Creta durante su exilio, después de haber
desempeñado la regencia en nombre de su sobrino Carilao). El texto de la Rhetra
que nos ha transmitido Plutarco es el siguiente: “Después de erigir un templo
a Zeus Silanio y Atenea Silania, de tribuir las tribus, y de obear los óbai, previa
institución de un consejo de ancianos de treinta con los reyes (arkhagétais), reunir
la asamblea de estación en estación entre Babica y Cnación (…)”.
9
Tirteo, Fr. IV West.
10
Heródoto, Óp. Cit, I, 95, 2: “Los lacedemonios habían tenido las peores leyes de casi
toda Grecia, tanto en lo que se refiere a su situación interna, como en lo concerniente
a su actitud aislacionista para con los extranjeros”.
7
109
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Este estado de cosas habría significado, como observa el mismo autor
más arriba, sucesivas derrotas para Esparta, a manos de sus vecinos
tegeatas, en la Arcadia. De esta manera, Heródoto intenta explicar
que las “malas leyes” de Esparta eran la causa directa de sus derrotas
militares, lo que hace más comprensible que el principal objetivo de
la legislación de Licurgo, al que inmediatamente menciona, dijera
relación con el ámbito militar, tal como señala Hammond: “The period
of κακονομία at Sparta to which τό δέ ετι πρότερον τούτων refers is then
seen to be antecedent to the εύνομία brough about by Lycurgus in the
reign of Leobotes”11. Es decir, para los lectores de Heródoto resultaban
tan naturales las virtudes del sistema político impuesto por Licurgo en
Esparta, que éste no habría considerado necesario definir en detalle los
términos que utiliza en su relato, como ha observado Daniel Tober en
su comentario al texto herodoteo:
The Spartans were long ago the worst governed of nearly
all the Greeks, he says, but the legislation of Lykourgos
brought them eunomia by way of a kosmos that has
remained intact up to his day. According to Herodotus,
Lykourgos framed the entire politeia, and this meant not
only the law code but also the ephorate, the gerousia, and
all aspects of the military: the enomotiai, the triakades,
and the syssitia. Because Herodotus uses specialized,
institutional vocabulary without explanation, moreover,
we can infer some level of familiarity in his audience.12
En esta línea, es interesante señalar la descripción de Plutarco
respecto de las condiciones que justificaron la actividad legislativa de
Licurgo. Plutarco, en efecto, luego de relatar la regencia y el exilio de
Licurgo, señala que en Esparta la situación e hizo tan inmanejable,
incluso para los reyes, que tuvieron que enviarle emisarios para
convencerlo de que volviese:
Οἱ δὲ Λακεδαιμόνιοι τὸν Λυκοῦργον ἐπόθουν ἀπόντα
καὶ μετεπέμποντο πολλάκις, ὡς τοὺς μὲν βασιλεῖς ὄνομα
καὶ τιμήν, ἄλλο δὲ μηδὲν διαφέρον τῶν πολλῶν ἔχοντας
(…) ἀλλ› ἤλπιζον ἐκείνου συμπαρόντος ἧττον ὑβρίζουσι
χρῆσθαι τοῖς πολλοῖς.13
Hammond, Óp. Cit., p. 54.
Tober, D, (2010), pp. 412-431.
13
Plutarco, Óp. Cit., V, 1-2: “Los lacedemonios añoraban a Licurgo en su ausencia
(…) convencidos de que los reyes tenían el nombre y la dignidad, pero nada más que
los distinguiera del populacho (…) albergaban la esperanza de que, gracias a él, el
pueblo se comportaría de modo menos insolente”.
11
12
110
“Esparta estuvo siempre libre de tiranos”
Algunas consideraciones en torno al mito de la inmunidad...
Franko Benacchio Streeter
Lo que llama la atención a primera vista, tanto en el relato de
Heródoto como en el de Plutarco, es el estado de descomposición
interna que habría caracterizado al período previo a las reformas de
Licurgo, sintomáticamente relacionado por este último con un estado de
“insolencia” del pueblo hacia los poderosos. De esta manera, podemos
comprender, con bastante claridad, la serie de derrotas que Heródoto
menciona, las cuales no solo se circunscribieron a los conflictos con los
vecinos árcades, sino incluso con los argivos y mesenios14.
Es así como la organización legal que impuso Licurgo habría tenido
como principal efecto el de hacer frente a las grandes dificultades
que atravesaba Esparta, tanto internas como externas, las cuales se
hallaban directamente relacionadas entre sí, como hemos señalado.
Sin detenernos en el análisis pormenorizado de las tres instituciones
políticas básicas establecidas en la Rhetra licúrgica (vale decir, la
gerousía, la diarquía y la Apella o asamblea de los ciudadanos, es
decir, los hombres mayores de 30 años que habían concluido su
educación o agogé), es importante destacar que, entre ellas, parece
haber existido una función de contrapeso, orientada específicamente
a impedir que los reyes acapararan un poder excesivo. Así lo plantea,
por ejemplo, Platón en las Leyes, en un pasaje muy conocido, en el
que el Ateniense lleva la discusión con Clinias el cretense y Megilo el
espartano, a la reflexión en torno a la causa que habría llevado a esta
14
Respecto de los efectos de las guerras en el advenimiento de Licurgo, seguimos la
interpretación de Adolfo Domínguez Monedero, quien ha establecido una
relación de causalidad entre la situación espartana previa a la reforma licúrgea,
y las derrotas en las guerras que ésta mantenía contra Mesenia y otras póleis del
Peloponeso en los siglos VII y VI. Así, según este autor, en la Esparta prelicúrgica
aún no se habría impuesto la disciplina militar que en otras partes del mundo
griego ya estaba introduciendo la denominada “revolución hoplítica”, con todas
las consecuencias sociales y políticas que ella revestía. Según esta interpretación,
pues, la derrota en las guerras con sus vecinos habría traído aparejado el efecto
de la desmoralización o “insolencia” del pueblo que Plutarco señalaba como el
factor que habría motivado a los lacedemonios a solicitar el retorno de Licurgo a
la patria. Esto puede relacionarse con el relato de Heródoto, quien señala que
Licurgo, luego de “cambiar todas las leyes” impuso los “reglamentos militares”, vale
decir, las enomotías y las triécadas (unidades militares), y las comidas en común
(syssítia) (I, 65, 4), evidentemente encaminadas a organizar a los ciudadanos en
torno a la vida comunitaria. Vid., Domínguez Monedero, A., Óp. Cit., pp. 165167. Respecto de la “ideología” o “revolución” hoplítica, Vid., Snodgrass, A.,
(1964), pp. 110-122; Raaflaub, K., en Michel, L.G. y P. J. Rhodes (eds.), (1997),
pp. 49-59; Baurain, C. (1997), pp. 395-400; RAAFLAUB, K. y R. WALLACE, en
Raaflaub, K. y otros (2007), pp. 34-36.
111
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
última a sobrevivir a la decadencia de sus dos principales rivales que le
disputaban la hegemonía en el Peloponeso, es decir, Mesenia y Argos.
Así, el Ateniense dice a Megilo:
Hay un dios que os cuida, el cual, previendo lo que iba
a ocurrir, moderó a los reyes, a partir de gemelos de un
único linaje (…) Viendo que todavía vuestros gobernantes
se excedían en sus atribuciones (…) en los asuntos más
relevantes, hizo igual el voto de los veintiocho ancianos
al poder de los reyes; luego, como un tercer salvador
puso como freno el poder de los éforos. Pues vio que las
autoridades todavía eran insolentes y violentas15.
Este “tercer salvador” que habría evitado que los reyes de Esparta
acumularan un poder omnímodo, sumándose así al carácter dual de la
realeza y a la labor probuleumática de los ancianos, era la institución
del Eforado. Esta institución no parece haber sido establecida por
la Rhetra licúrgica16, aun cuando Heródoto atribuye su creación a
Licurgo17. Con todo, si bien se han planteado muchas hipótesis en
torno a las circunstancias que habrían determinado la creación de esta
magistratura18, existe cierto consenso historiográfico, en el sentido de
que las reformas atribuidas a Licurgo habrían logrado su objetivo (la
eunomía, basada en un cierto “equilibrio de poderes”, como se desprende
del texto platónico ya citado, así como también en una especie de
“igualitarismo social”, según Plutarco), solo durante un período de
tiempo relativamente breve, en el cual los reyes y los ancianos habrían
podido contener las ambiciones del “pueblo”, reunido en la asamblea de
la Apélla, confiándole solo una función confirmativa de las propuestas
que ellos sometían a su ratificación, pero en ningún caso deliberativa. No
obstante, Plutarco parece atribuir esta normativa a Licurgo:
Reunido el pueblo, a nadie permitió decir su opinión,
pero para ratificar (epikrinai) la opinión presentada por los
ancianos y los reyes tenía poder el pueblo. Posteriormente,
sin embargo, como la masa le restaba y le agregaba a las
propuestas, violentándolas y distorsionándolas, los reyes
Platón, Leyes, 691e-692a. Cfr., Plutarco, Óp. Cit., VII.
Es elocuente, a este respecto, el hecho de que Tirteo, la referencia más antigua que
poseemos sobre la Rhetra no solo no mencione a Licurgo, sino tampoco a los éforos.
17
Heródoto, Óp. Cit., I, 65.5.
18
Vid., Link, S., Óp. Cit., pp. 64-71; Carlier, P. (1977), pp. 65-84; Nafissi, Óp. Cit.,
pp. 14-138.
15
16
112
“Esparta estuvo siempre libre de tiranos”
Algunas consideraciones en torno al mito de la inmunidad...
Franko Benacchio Streeter
Polidoro y Teopompo, agregaron junto a la Rhetra estas
palabras: ‘Si el pueblo elige torcidamente, disuélvanlo los
ancianos y los reyes’.19
Del testimonio de Plutarco puede inferirse que la situación
espartana se habría mantenido relativamente estable durante algún
tiempo después de Licurgo. Sin embargo, da la impresión de que se
produjo una situación que habría puesto en peligro la continuidad
de la eunomía sancionada por la legislación licúrgea, aparentemente
debido a que el pueblo, reunido en la asamblea, se habría desviado
del auténtico espíritu de la ley, al modificar las propuestas que los
ancianos y los reyes sometían a su aprobación, lo que habría motivado
la reacción de Polidoro y Teopompo, en orden a facultar a la gerousía
y a los reyes para que procediesen a la disolución de la asamblea si
ésta continuaba extralimitándose en sus atribuciones. Es este contexto
de reacción de los reyes y la aristocracia de los ancianos, contra las
aspiraciones del pueblo, el que habría determinado la creación de la
magistratura de los éforos. A esta hipótesis contribuye el hecho de
que el mismo Plutarco señale más adelante que los primeros éforos
habrían sido elegidos20 siendo rey el mismo Teopompo que añadiera la
“adición” a la Rhetra junto con su colega Polidoro (“unos ciento treinta
años después de Licurgo”21).
No obstante, ¿sirvieron los éforos como obstáculo para la
implantación de la tiranía en Esparta? No es en absoluto fácil responder
a este interrogante, toda vez que la mayor parte de la información que
poseemos respecto del sistema político lacedemonio, así como del rol
que en él jugaban los éforos, procede casi exclusivamente del siglo IV, así
como de las últimas décadas del anterior, época en la que, precisamente,
Esparta gozaba de un gran prestigio en el contexto helénico, luego de
su victoria sobre Atenas en la Guerra del Peloponeso. Solo a partir de
la segunda mitad del siglo IV parece haber surgido una tendencia a
analizar críticamente las instituciones políticas, no solo de Esparta,
sino también de otros sistemas políticos surgidos en las diversas Póleis,
Plutarco, Óp. Cit., VI.6-8.
Según el texto plutárqueo, los primeros éforos habrían sido nombrados en torno al
año 754-753 a. C, siendo Elato el primer éforo epónimo. Respecto de la forma en
que eran elegidos los éforos, existe gran controversia entre los especialistas. Para
este tema, puede consultarse a Rhodes, P.J. (1981), pp. 498-502, donde aparece
una amplia bibliografía.
21
Plutarco, Óp. Cit., VII.
19
20
113
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
lo que posibilitó la elaboración de perspectivas teóricas comparadas
respecto de la diversidad política y social de la Hélade.
En este sentido, Aristóteles nos proporciona quizá la más completa
de las teorías políticas comparadas que se han conservado hasta
nuestros días. Específicamente, en la Política, el Estagirita enmarca el
análisis de la constitución espartana junto con los regímenes cretense
y cartaginés. Aristóteles parece seguir en esta calificación una idea
bastante extendido en su época, según la cual estas dos primeras
organizaciones políticas eran consideradas modélicas en el contexto
griego, principalmente en relación con su prolongada vigencia en el
tiempo. No obstante, Aristóteles considera que las supuestas virtudes
de estos regímenes estribarían en el hecho de que ellos se sustentaban
en un equilibrio entre instituciones de tipo aristocrático, monárquico
y democrático. Esta combinación de elementos de diversos regímenes
contribuiría a que fueran consideradas en su teoría política como
especialmente idóneas para la felicidad de sus ciudadanos22.
En cuanto a Esparta, Aristóteles coincide con Jenofonte y Platón,
en el sentido de considerar que los éforos gozaban en ella de un poder
excesivo23, traducido, al menos en época relativamente tardía, en
amplias facultades de supervigilancia sobre los reyes, y atribuciones
judiciales, e incluso militares24. Sin embargo, para Aristóteles el rasgo
más característico de la magistratura del Eforado lo constituye el
22
Aristóteles, Óp. Cit., II, 1272b20; IV, 1293b10-1294b1-5.
.23 Cfr. Ibid.., 1270b-1271a5; Jenofonte, Const. Lac., VIII, 3-5; Platón, Leyes, Óp.
24
Cit., IV, 712d; Tucídides, I, 85. En la sección indicada de las Leyes, Platón señala,
en boca de Megilo el lacedemonio, algunas observaciones muy interesantes
respecto del inmenso poder que ejercían los éforos en Esparta: “Cuando considero
el régimen político de Lacedemonia, no puedo afirmar claramente de qué tipo de
régimen se trata. Creo que se asemeja a una tiranía ya que en ella los éforos se
han convertido sorprendentemente en un tipo de poder tiránico. Pero en algunas
ocasiones me parece que tiene la apariencia de ser la más democrática de las
ciudades”. Cfr., respecto de esto último, Platón, Carta VIII, 3546.
Jenofonte menciona en detalle estas atribuciones específicas de los éforos.
Las atribuciones judiciales consistían en que: “tienen facultades para multar
a cualquiera, tienen poder de demanda inmediata, y tienen poder para cesar,
encarcelarlos y citarlos a juicio con pena de muerte a los magistrados”. En tanto, las
facultades de supervigilancia sobre los reyes se manifestaban en el hecho de que:
“intercambian juramentos cada mes, los éforos en nombre de la ciudad, el rey en el
suyo propio. El juramento del rey es que reinará de acuerdo con las leyes vigentes
de la ciudad, y el de la ciudad, que mantendrá inquebrantable la corona mientras
114
“Esparta estuvo siempre libre de tiranos”
Algunas consideraciones en torno al mito de la inmunidad...
Franko Benacchio Streeter
origen social de sus miembros, así como la virtualidad política que de
éste se derivaba. Así, a su juicio, del hecho de que los éforos “proceden
del pueblo (gínontai d´ek tou dêmou)”, se deriva el que “muchas veces
lleguen al cargo hombres muy pobres”, cuya principla consecuencia sería
que “su indigencia los hace sobornables”25.
El concepto negativo que Aristóteles elaboró respecto del Eforado,
así como también de todas las instituciones políticas esenciales de
Esparta, debe enmarcarse en el contexto general de su teoría política,
en la cual la pobreza de los hombres que accedían a la magistratura de
éforo era considerado extremadamente nociva para la supervivencia
del régimen político26, puesto que se traducía en ambición y afán de
lucro, lo que es considerado por Aristóteles como incompatible con
la prevalencia de las leyes27. Además, siendo los éforos tan poderosos
dentro del sistema político espartano, los reyes se veían obligados a
“halagarlos con demagogia”28, con todo lo perverso que ello implica
aquél cumpla fielmente con el juramento”. Finalmente, las atribuciones militares se
relacionan con el poder de los éforos para proclamar “por un heraldo los años hasta
los que hay obligación de participar en las campañas, tanto para caballeros como
para hoplitas”. Const. Lac., VIII, 4; XV, 7; XI, 2, respectivamente. No obstante,
y en el contexto general del buen concepto que Jenofonte desarrolló en toda su
obra respecto de Esparta, podemos observar que, pese a todo este inmenso poder
ostentado por quienes desempeñaban anualmente la magistratura de éforo,
habría existido cierto control que, según el historiador ateniense, impediría
catalogarlos como tiranos: “Y al tener tanta autoridad, no permiten, como en otras
ciudades, que los elegidos en cada ocasión gobiernen a capricho durante el año,
sino que, como hacen los tiranos y los jefes de las competiciones gimnásticas, si
advierten que alguien comete u abuso, lo castigan en el acto”. Ibid., IX, 4. Respecto
de las atribuciones de los éforos, según Tucídides, I, 86-87, éstas parecen haberse
extendido también al ámbito deliberativo en la asamblea, con poder de someter
a la votación de la Apélla ciertos asuntos, como hizo el éforo Estenelaidas en el
pasaje recién citado, respecto de la declaración de guerra contra los atenienses, al
inicio de la Guerra del Peloponeso.
25
Aristóteles, Óp. Cit., II, 1270b15-1270b25-30.
26
Vid., a este respecto, Ibid.., III, 1279a15; V, 1302b; 1308b30.
27
Ibid.., III, 1292a10. En el Libro siguiente, analizando las formas de oligarquía y de
democracia, el Estagirita establece también que, al imperar los magistrados sobre
la ley, como sucedería, según lo dicho, en Esparta, se produciría la última forma
de oligarquía, a la cual denomina como “dynasteia”, vale decir, aquella que podría
compararse con la tiranía en una monarquía: “la cuarta (forma de oligarquía)
es cuando (…) manda no la ley, sino los magistrados. También esta, entre las
oligarquías, se corresponde a la tiranía entre las monarquías (…) A la oligarquía de
tal clase la llamamos dinastía”. Ibid.., IV, 1292b5-10; 1293a30.
28
Ibid.., II, 1270b10. Cfr., Plutarco, Agesilao, IV, 2.
115
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
en la teoría política aristotélica29. Finalmente, podemos observar
que el enorme poder acumulado paulatinamente por quienes se
desempeñaron como éforos, entró en abierta pugna con los reyes.
Plutarco, en efecto, nos transmite la reacción del rey Cleómenes III,
quien a fines del siglo III abolió la magistratura del Eforado30.
Ahora bien, si pretendemos abordar la discusión en torno al carácter
tiránico que la mayoría de las fuentes le atribuyen a la magistratura de
éforo, es indispensable desprenderse en cierto modo de los prejuicios
que Aristóteles y otros filósofos políticos nos han transmitido respecto
de un sistema político que en su época (siglo IV) estaba en profunda
decadencia, lo que explicaría la crítica con la que era vista la eficacia de
sus instituciones principales, entre ellas esta magistratura31. En este sentido
Daniel Tober nos proporciona valiosos datos respecto de otras fuentes de
la historia política de Esparta, las cuales permiten ampliar la perspectiva
de análisis. Así, el autor se refiere a ciertos documentos que se refieren a
una coyuntura política muy delicada entre los éforos y el regente Pausanias
en torno a la interpretación de la legislación de Licurgo:
The palimpsest tells us that King Pausanias wrote
his treatise against (κατά) the laws of Lykourgos, from
which we infer not that Pausanias attacked Lykourgos
only because the lawgiver’s descendants banished him
but rather that the king criticized certain elements of
the politeia and this he took to have been in toto the
La demagogia es considerada por Aristóteles como un factor esencial en la
transición hacia la tiranía. Ibid.., V, 1310b5-10.
30
Plutarco, Cleómenes, 29,1-31,4.
31
A este respecto es decidor el pasaje ya citado del Libro II de la Política en el que el
Estagirita se refiere casi despectivamente a los éforos como “hombres venales”
por la circunstancia de proceder del pueblo. También resulta útil señalar la
comparación que establece más adelante entre las instituciones espartanas y las
cretenses, refiriéndose específicamente a la magistratura que en las póleis de
Creta era análoga a la de éforo, vale decir, los llamados kósmoi: “la institución de
los kósmoi es aún peor que la de los éforos, pues lo malo que tiene la magistratura
de los éforos existe también en éstos: cualquiera puede llegar a ella. Pero la
conveniencia que hay allí para el régimen no existe aquí. Allí, en efecto (en Esparta)
por hacerse la elección entre todos, el pueblo participa del poder supremo, y desea
la permanencia del régimen. Aquí, en cambio (en Creta) los kósmoi no se eligen de
entre todos, sino de algunos linajes, y los Ancianos de entre los que han sido kósmoi
(…) El que el pueblo esté tranquilo (en Creta) aunque no participe del poder no es
ninguna señal de buena organización, pues los kósmoi no sacan ningún provecho de
su cargo, como los éforos, y, tratándose de una isla, están lejos de los que les puedan
corromper”. Ibid.., II, 1272b25-30
29
116
“Esparta estuvo siempre libre de tiranos”
Algunas consideraciones en torno al mito de la inmunidad...
Franko Benacchio Streeter
brainchild of Lykourgos. Aristotle tells us that King
Pausanias opposed the ephorate32.
Aquí Tober cita un escrito de Éforo, el cual se refiere a su vez a
un cierto escrito en el que Pausanias33 se enfrentaba a los éforos,
acusándolos de distorsionar los verdaderos alcances de la legislación
licúrgica. A continuación, el autor cita a Aristóteles quien señala
que la intención de Pausanias no habría sido otra que la creación de
una tiranía, aprovechando su victoria sobre los persas en la decisiva
batalla de Platea (479), para cuya consecución le habría resultado
lógicamente insoportable la existencia de una magistratura como el
Eforado. Así, Aristóteles considera que Pausanias es un típico caso de
cambio de régimen basado en la supresión de magistraturas, tal como
posteriormente intentó hacer Lisandro con la realeza en la misma
Esparta, después de la Guerra del Peloponeso34.
Este episodio de enfrentamiento entre un regente y los éforos no es
bien conocido, y solo poseemos escasas referencias como la del citado
Éforo y otras fuentes menores35. No obstante, sin entrar en detalles,
hemos considerado importante referirnos de paso a esta situación para
apreciar que en Esparta existieron otras instancias políticas, además
del Eforado, en las que pudo haber surgido una forma de ejercer el
poder asimilable a una tiranía.
En síntesis, podemos señalar que Esparta parece haber gozado de
un gran prestigio en el seno de las Póleis griegas de la época Clásica,
especialmente debido a su particular organización política, cuyas
instituciones principales sustentaban un equilibrio de poderes que le
habría permitido mantenerse al margen de algunos fenómenos históricos
característicos del desarrollo político de otras ciudades, siendo la tiranía
el principal de ellos. En efecto, la existencia en Esparta de un sistema
monárquico dual, en el que dos familias (Agíadas y Euripóntidas)
compartían el cargo; de un consejo de ancianos, en el que los dos reyes
Tober, D., Óp. Cit., p. 417.
Aquí nos referimos al general Pausanias, quien ejerció la regencia en nombre de su
sobrino Plistarco, hijo de Leónidas, el célebre rey de la familia Agíada caído en
las Termópilas en 480. Pausanias ejerció la regencia hasta la mayoría de edad de
Plistarco, junto al Euripóntida Leotíquidas.
34
Aristóteles, V, 1301b20; 1307a. Respecto de las intenciones tiránicas de Pausanias,
cfr., Heródoto, V, 32; Tucídides, I, 128, 3; 1, 132.
35
Una de estas fuentes parece ser aquel autor desconocido llamado Tibrón, que
Aristóteles menciona en ibid., VII, 1333b15.
32
33
117
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
formaban parte; y de una asamblea, en la que los ciudadanos podían
ratificar las propuestas del consejo, parecen haber sido los pilares de una
legislación que procuraba evitar el ascenso de tiranos.
No obstante, este sistema político, aparentemente inmune a la
tiranía en su forma clásica, habría entrado en crisis más de un siglo
después de Licurgo, lo que explicaría tanto la “adición” a la Rhetra de
los reyes Polidoro y Teopompo, haciendo frente a las distorsiones de la
asamblea, como asimismo la creación de la magistratura del Eforado.
Esta última parece, pues, haber sido concebida como una especie de
“concesión” al dámos, para compensarle su falta de atribuciones en
la elaboración de las leyes. De esta manera, los cinco hombres (todos
aparentemente procedentes del pueblo llano) que cada año ejercían el
cargo de éforo, desempeñaban amplias atribuciones ejecutivas, lo que
habría contribuido a mantener al pueblo en una actitud favorable a la
continuidad del régimen. Sin embargo, parece haber sido también un
hecho el que, con el tiempo, sin que podamos determinar a partir de qué
momento histórico se produjo la transformación, los éforos comenzaron
a monopolizar todo el poder político, en desmedro de la realeza, como
hemos visto, lo que habría llevado a que en el siglo IV fueran calificados
sin ambages, ya sea metafóricamente o no, como “tiranos”.
118
“Esparta estuvo siempre libre de tiranos”
Algunas consideraciones en torno al mito de la inmunidad...
Franko Benacchio Streeter
Bibliografía
Baurain, C., Les Grecs et la Méditerranée orientale. Des “siècles obscurs”
à la fin de l’époque archaïque, París, Presses Universitaires de France,
1997.
Carlier, P, “La Vie politique à Sparte sous le règne de Cléomène
1er: essai d’interprétation”, en Ktema, 2, Estrasburgo, Université de
Strasbourg, 1977, pp. 65-84.
Cerri, G. “Isos dasmós come equivalente di isonomía nella silloge
teognidea”, en Quaderni Urdinati di Cultura Classica, 8, Edizioni
dell’Ateneo, Roma, 1969, pp. 943-948.
Châtelet, F. La Naissance de l’histoire: la formation de la pensée
historienne en Grèce, París, Minuit, 1961, pp. 66-80.
Domínguez monedero, A. La Polis y la expansión colonial griega.
Siglos VIII-VI, Madrid, Síntesis, 1993.
Hammond, N.G.L. “The Lycurgean Reform at Sparta”, en The Journal
of Hellenic Studies, 70, The Society for the Promotion of Hellenic
Studies, Cambridge,1950, pp. 42-64.
Hartog, F., Le miroir d`Hérodote, Gallimard, París, 1980.
Link, S., Der Kosmos Sparta. Recht und Sitte in klassischer Zeit,
Darmstadt, Wissenschaftliche Buchgesellschaft., 1994.
Loraux, N., L’Invention d’Athènes. Histoire de l’oraison funèbre dans la
«cité classique», París, Editions Payot & Rivages, 1993.
Mossé, C., La tyrannie dans la Grèce Antique, Paris, Presses
Universitaires de France, 1969.
Nafissi, M., La nascita del kosmos: studi sulla storia e la società di
Sparta, Perugia, Edizioni Scientifiche Italiane, 1991.
Ollier, F., Le Mirage Spartiate Étude Sur l’Idéalisation de Sparte Dans
l’Antiquité Grecque de l’Origine Jusqu’aux Cyniques Et Étude Sur
l’Idéalisation de Sparte Dans l’Antiquité Grecque du Début de l’École
Cynique Jusqu’à la Fin de la Cité, París, Les Belles Lettres, 1943.
Oliva, P., Sparta and Her Social Problems, Ámsterdam, Hakkert, 1971.
Ostwald, M., Nomos and the Beginnings of the Athenian Democracy,
Oxford, Oxford University Press, 1969, pp. 75-85.
Pavese, C.O., “La Rhetra di Licurgo”, en Rivista di filología e di istruzione
classica, Roma, 1992.
Payen, P., Les îles nomades. Conquérir et résister dans l’Enquête
d’Hérodote, París, Les Éditions de l’EHESS, 1997.
Plácido, D., “De Heródoto a Tucídides”, en Gerión, 4, Universidad
Complutense de Madrid, 1984, pp. 20-24.
119
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Raaflaub, K., The Discovery of Freedom in Ancient Greece, Chicago,
University of Chicago Press, 2004.
____________, y R. Wallace, “’People´s Power’ and Egalitarian
Trends in Archaic Greece”, en Raaflaub, K. y otros, Origins of
Democracy in Ancient Greece, Berkeley, University of California
Press, 2007, pp. 34-36.
_____________, “Soldiers, Citizens and and the Evolution of the Early
Greek Polis” en Michel, L.G. y P. J. Rhodes (eds.), The Development
of the Polis in Archaic Greece, London, Routledge, 1997, pp. 49-59.
Rhodes, P.J., “The Selection of Ephors at Sparta”, Historia: Zeitschrift
für Alte Geschichte, 30, 4, Franz Steiner Verlag, Stuttgart, 1981, pp.
498-502.
Ruzé, F., “L´Utopie Spartiate”, Kentron, 26, Université de Caen
Normandie, 2010, pp. 17-48.
Santiago, R., “Algunos ejemplos de Realpolitik en las fuentes griegas”,
en Faventia, 19/2, Universidad Autónoma de Barcelona, 1997, pp.
33-50
Snodgrass, A., Early Greek Armour and Weapons, from the End of the
Bronze Age in 600 B.C., Edimburgo, Edimburg University Press,
1964.
Tober, D., “’Politeiai’ and Spartan Local History” en Historia: Zeitschrift
für Alte Geschichte, 59, H. 4, Franz Steiner Verlag, Stuttgart. 2010,
pp. 412-431.
Walter, U., An der Polis teilhaben. Bürgerstaat und Zugehörigkeit im
Archaischen Griechenland, Franz Steiner Verlag, Stuttgart, 1993.
120
Limes
ISSN 0716 - 5919
Revista de Estudios Clásicos
Guerra y finanzas públicas
en Grecia antigua
pp. 109 - 136
David M. Pritchard
[email protected]
Resumen
Antes de las Guerras Médicas los griegos no dependían de las finanzas
públicas para luchar unos con otros. Sus hoplitas se armaban y alimentaban a sí
mismos. Pero en el enfrentamiento con Persia este fondo privado de guerra resultó
inadecuado. En el 478, Atenas aceptó dirigir una alianza para destruir el poder naval
persa. Pero cada campaña de esta guerra venidera necesitaría decenas de miles de
marinos y por meses. Por consiguiente, la alianza acordó adoptar el método persa
para financiamiento de la guerra: los miembros de la alianza pagarían anualmente
un monto fijo de tributo. Los atenienses pensaron al mismo tiempo que su poder
militar dependía del tributo y así endurecieron su control sobre sus contribuyentes.
Al hacer así, convirtieron la alianza en un imperio. En el siglo IV, los atenienses,
para continuar haciendo sus guerras, tuvieron que desarrollar diferentes fuentes de
dinanciamiento. El éxito de Filipo II se debió en gran medida en sus reformas a las
finanzas públicas. Su hijo estuvo menos interesado en las finanzas públicas cuando
conquistó Persia: el botín pagaba fácilmente el ejército. Pero los reinos helenísticos
que surgieron después de él administraron cuidadosamente sus finanzas. Con bases
tributarias mucho más amplias, pusieron en campaña ejércitos varias veces más
grandes que los de Atenas o Esparta clásicas. La guerra por la dominación entre los
griegos se había desplazado ahora mucho más allá de sus ciudades-estado.
Palabras clave: Guerra en la antigua Grecia – Finanzas públicas Tributación
121
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Abstract
Before the Persian Wars the Greeks did not rely on public finance to fight
each other. Their hoplites armed and fed themselves. But in the confrontation with
Persia this private funding of war proved to be inadequate. In 478 Athens agreed
to lead an alliance to destroy the Persia’s sea power. But each campaign of this
ongoing war would need tens of thousands of sailors and go for months. Therefore,
the alliance agreed to adopt the Persian method for funding war: alliance-members
would pay annually a fixed amount of tribute. The Athenians also realised that their
military power depended on tribute and so tightened their control of its payers. In
so doing they turned the alliance into an empire. In the 4th century the Athenians, to
keep waging wars, had to develop different funding-sources. The success of Philip II
rested largely on his public-finance reforms. His son became less concerned about
public finance as he conquered Persia; for plunder easily paid for his army. But the
hellenistic kingdoms that arose after him managed their public finances carefully.
With vastly larger tax-bases they fielded armies several times larger than those of
classical Athens or Sparta.
Key Words: Ancient Greek War – Public finance - taxation
122
Guerra y finanzas públicas en Grecia antigua
David M. Pritchard
Guerra y finanzas públicas
en Grecia antigua
David M. Pritchard
[email protected]
1. Introducción
A
ntes de las Guerras Médicas los griegos no dependían
de las finanzas públicas para luchar unos con otros. Sus
hoplitas se armaban y alimentaban a sí mismos. Pero en
el enfrentamiento con Persia este fondo privado de guerra resultó
inadecuado. La liberación de los Estados griegos más allá de los
Balcanes requería la destrucción del poder naval persa. El 478 Atenas
acordó dirigir una alianza para hacer justamente esto. Ya tenía la mayor
flota de Grecia. Pero cada campaña de esta guerra venidera necesitaría
decenas de miles de marinos y por meses. Ningún Estado griego aislado
podría pagar tales campañas. Por consiguiente, la alianza acordó adoptar
el método persa para financiamiento de la guerra: los miembros de la
alianza pagarían anualmente un monto fijo de tributo. Esto habilitaría a
Atenas para expulsar a Persia de los Dardanelos y de Anatolia. Pero los
atenienses pensaron también que su poder militar dependía del tributo
y así endurecieron su control sobre sus contribuyentes. Al hacer así,
convirtieron la alianza en un imperio. Hacia 450 Atenas había llegado
a ser una amenaza a la otra potencia dominante de Grecia. Esparta,
por tanto, luchó para contrarrestarla efectivamente. En la Guerra del
123
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Peloponeso, consideró que sólo podía hacerlo si llegaba a ser también
una potencia naval. Pero sus débiles finanzas públicas lo excluían. Todo
cambió en 412, cuando el Gran Rey de Persia decidió proveer los fondos
necesarios. A cambio del derecho a recaudar de nuevo tributos entre los
griegos de Anatolia, ayudó a los espartanos a adquirir una gran flota. En
405, esta flota destruyó los últimos barcos de guerra de Atenas. Esparta
pudo ahora forzarla a rendirse mediante un bloqueo por mar y por tierra
y desmantelar el imperio ateniense.
En la Guerra de Corinto, Persia financió inicialmente la alianza
antiespartana, porque los espartanos habian decidido luchar por
el control de los griegos de Anatolia. Los atenienses usaron el oro
persa para reconstruir su flota. Con estos barcos de guerra, buscaron
reestablecer el imperio ateniense. Pero esto representaba una amenaza
aún más grande a Persia. Consecuentemente, los persas transfirieron
su financiamiento a los espartanos. Éstos rápidamente reunieron
una flota en los Dardanelos donde detuvieron los barcos del trigo
que navegaban hacia Atenas. Los atenienses temieron pasar hambre
hasta la sumisión otra vez, y por tanto aceptaron la Paz del Rey. Este
tratado de 386 frustró su intento de restablecer su imperio. Para
librar sus guerras, ahora tenían que desarrollar diferentes fuentes
de financiamiento. En esto, el Estado ateniense fue razonablemente
exitoso. En consecuencia, fue capaz de mantener a Esparta a raya
y llegó a ser rápidamente una potencia regional mayor. Pero no fue
suficientemente exitoso como para detener el auge de Filipo II.
Hacia 338, este rey había derrotado a los otros poderes regionales de
Grecia e hizo así a Macedonia el hegemón. El éxito se debió en gran
medida en sus reformas a las finanzas públicas. Su hijo estuvo menos
interesado en las finanzas públicas cuando conquistó Persia: el botín
pagaba fácilmente el ejército. Pero los reinos helenísticos que surgieron
después de él administraron cuidadosamente sus finanzas. Con bases
tributarias mucho más amplias, pusieron en campaña ejércitos varias
veces más grandes que los de Atenas o Esparta clásicas. La guerra por
la dominación entre los griegos se había desplazado ahora mucho más
allá de sus ciudades-estado.
2. Las Guerras Médicas
Los griegos de la época Arcaica no dependían de las finanzas
públicas para hacer la guerra. Libraban guerras con poca frecuencia, y
1
Pritchard 2010: 7-15.
124
David M. Pritchard
Guerra y finanzas públicas en Grecia antigua
usualmente sólo por tierra disputada entre poleis (“ciudades-estado”)1.
Típicamente, las guerras eran iniciadas no por las instituciones
políticas básicas del Estado, sino por individuos de élite en calidad
privada (vgr. Hdt. 6.34-7)2. Estos líderes reclutaban voluntarios
prometiéndoles parte del botín y de la tierra que pudieran ganar en
batalla (vgr. Plut. Vit. Sol. 9). Los hoplitas que se presentaban como
voluntarios usualmente sólo eran unas centenas (vgr. Tuc. 6.56-8). Iban
con su propia armadura, armas y provisiones. También eran reclutados
principalmente de la élite3. Las guerras arcaicas duraban días o semanas
y eran normalmente resueltas por una sola batalla. Porque a la parte
vencedora faltaba capacidad militar, generalmente no producían la
subyugación, ocupación o tributación de la polis del otro lado4. Esto
significa que en la época arcaica la guerra era predominantemente una
actividad privada cuyos participantes se financiaban a sí mismos. Aun
después del siglo VI, las poleis griegas que no aspiraban a ser potencias
militares mayores o dominantes, tales como Atenas, Esparta y Tebas,
persistían en esta lucha a pequeña escala por tierra5.
La guerra cambió de dos modos en la época clásica. Ambos
pueden verse más claramente en la polis de Atenas. En el siglo V,
este Estado llegó a ser rápidamente una de las potencias militares
dominantes en Grecia. Atenas fue en gran medida responsable por
hacer las guerras de los griegos apoyadas en la finanza pública. El
primer cambio fue la guerra como actividad totalmente pública. En
Atenas esto fue el resultado de las reformas democráticas que el líder
de la élite, Clístenes, promovió después de 508 ([Arist.] Ath. Pol. 20-1;
Hdt. 5.66-73)6. Estas reformas dieron al dēmos (“pueblo”) ateniense
la responsabilidad exclusiva para iniciar guerras y un nuevo ejército
público de hoplitas para hacerlas (Hdt. 5.96-7)7. El segundo cambio
fue la guerra naval; porque Persia había forzado a los griegos a pensar
seriamente acerca de la lucha en el mar. Los atenienses sabían que la
Rebelión Jónica de 499 a 494 se había perdido a causa de la superior
Frost 1984: 283-94.
Pritchard 2010: 13-14.
4
La excepción son los espartanos arcaicos que esclavizaron a los mesenios y
se convirtieron en hoplitas de tiempo completo en orden a mantener su
esclavización; ver por ejemplo Cartledge 2001: 299-307.
5
Connor 1988: 6-8.
6
Pritchard 2010: 1-2.
7
Pritchard 2010: 15-16.
2
3
125
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
flota persa. Sabían también que los trirremes de los persas los habían
llevado a Maratón en 490. Persia financiaba su marina mediante un
rasgo único de su imperio: requería que cada estado vasallo pagara
un tributo anual basado en la tasación de lo que podía aportar8.
No había paralelos por este financiamiento de la guerra en Grecia
arcaica. El Gran Rey de Persia, Darío I, había establecido este sistema
de phoros (“tributo”) en 518 (Hdt. 3.89-97).
Para estar listos para el próximo intento de Persia de subyugarlos,
el dēmos ateniense decidió, en 483, expandir masivamente y actualizar
su flota pública ([Arist.] Ath. Pol. 22.7; Hdt. 6.87-93; 7.144; Tuc. 1.14)9.
Como costaba cerca de 1 talento (“t.”), esto es 26 kilógramos de plata,
construir un trirreme (vgr. [Arist.] Ath. Pol. 22.7; IG II2 1628.33968)10, sólo pudieron enfrentar esta expansión gracias a la renta
inesperadamente alta que recientemente habían obtenido de sus minas
de plata locales ([Arist.] Ath. Pol. 22.7; Hdt. 7.144). Los 200 trirremes
que tuvieron como resultado de esta construcción naval fue la mayor
flota de una polis vista hasta entonces. Para que hubiera bastantes
capitanes para esta flota, el dēmos ateniense formalizó la liturgia de la
trierarquía11. Este servicio público requería que un ciudadano de élite
comandara un trirreme por un año y pagara sus costos por encima del
misthos (“paga”) de su tripulación. Una trierarquía podía costar cerca
de 1 t. (vgr. Dem. 21.155; 21.80; Lys. 19.29, 42; 21.2)12.
El pago de las tripulaciones de los trirremes era responsabilidad del
Estado. El misthos era una necesidad lógica: porque al trirreme faltaba
espacio para el almacenamiento de provisiones, su tripulación tenía
que comprar la comida, cada día, de mercados locales o casas privadas
(vgr. [Dem.] 50.22, 53-5)13. Además, no había garantías de que los
marineros permanecieran con sus barcos si no eran pagados. Los
trierarcas atenienses usualmente alquilaban sus marineros de entre los
que se presentaban como voluntarios en el Pireo, el puerto de Atenas,
o en otros puertos a lo largo de la ruta (vgr. 50.7-8, 12-13, 18-19)14.
Porque los voluntarios no enfrentaban sanciones en caso de deserción
Raaflaub 2009: 98-9.
Pritchard 2010: 16-17.
10
Pritchard 2015: 105-6.
11
Gabrielsen 1994: 19-104.
12
Pritchard 2015: 34.
13
Pritchard 2012: 47-8.
14
Burckhardt 1995: 125.
8
9
126
David M. Pritchard
Guerra y finanzas públicas en Grecia antigua
y podían encontrar empleadores en otra parte, podían desertar, y a
veces lo hacían, si no eran pagados (vgr. 11-12, 14-16, 25, 36).
3. El Imperio Ateniense
Por consiguiente, Atenas tenía que pagar a sus marineros. Pero hacerlo
resultaba extremadamente caro15. Un marinero recibía normalmente 1
dracma (dr.) por día (vgr. Tuc. 3.14; 6.8, 31; 7.27). Era lo mismo que el
misthos de un trabajador calificado o un hoplita16. Había 200 tripulantes
en una trirreme, por lo que costaría 6000 dr., esto es 1 t., por mes en el
mar (vgr. Tuc. 6.8). Esto significaba que Atenas tenía que gastar cientos
de talentos para despachar a una parte de su flota para la estación de
navegación regular de 8 meses. En la Segunda Guerra Médica de 480 a
479 los atenienses recurrieron a medidas de emergencia para pagar su
flota (vgr. Plut. Vit. Them. 10). Pero para mantenerla en uso tenían que
encontrar una fuente adecuada de financiamiento público. Lo hicieron
en 478, cuando los griegos de Anatolia los invitaron a dirigir la guerra
en desarrollo contra Persia (Tuc. 1.94-7). La alianza multilateral que
Atenas estableció a continuación es conocida como la Liga de Delos17.
Para poder financiar sus operaciones navales, los miembros de la
Liga adoptaron el método persa de costear la guerra: la mayor parte
prometió pagar un monto consensuado de phoros cada año. En la
mayoría de los casos, lo que cada polis pagaba era lo mismo que había
pagado al año a Persia18. Estos pagos de tributo sumaron 460 talentos
al año (Tuc. 1.96, 99)19.
En sus primeras décadas, la Liga de Delos hizo campaña sin
interrupción para expulsar a los persas de los puertos del mar Egeo,
destruir la flota persa y liberar las poleis de Anatolia (Tuc. 1.97-8). Al
mismo tiempo, Atenas comenzó a socavar la independencia de los
miembros de la Liga, que, hacia 450, estaban sujetos a las leyes del
dēmos y por largo tiempo se les había impedido hacer secesión de lo
que era ahora el Imperio Ateniense20. La renta imperial permitía a
Atenas emplear miles de atenienses de élite y de fuera de la élite como
marinos y hoplitas21. Podía ahora desarrollar campañas que duraban
Gabrielsen 2008: 46-73.
Loomis 1998: 32-61, 97-120.
17
Rhodes 2006: 14-21.
18
Kallet 2013: 56; Raaflaub 2009: 100-1.
19
See also Phillips 2010.
20
Meiggs 1972: 152-74; Rhodes 2006: 20-1, 41-51.
21
Pritchard 2010: 17-21.
15
16
127
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
meses o, en el caso de sitios, hasta unos pocos años. Con el phoros
los atenienses podían hacer la guerra más frecuentemente que nunca
antes, y tomar la iniciativa en nuevas formas de guerra por tierra y por
mar. Por ejemplo, Atenas llegó a ser la potencia naval dominante en el
mundo griego y la principal sitiadora de ciudades. Ahora se reconocía
ampliamente que la guerra reposaba sobre la finanza pública22. Los
políticos atenienses sostenían que la dunamis (“poder militar”) de su
Estado dependía de los barcos de guerra, fortificaciones y, en especial,
dinero23. Sostenían incluso que Atenas ganaría la Guerra del Peloponeso
de 431 a 404, porque sus finanzas públicas eran mucho más fuertes que
las de Esparta (vgr. Tuc. 1.142-3; 2.13, 65).
4. La Guerra del Peloponeso
A pesar de esta fuerza financiera, Atenas encontró en cualquier caso
la Guerra del Peloponeso ruinosamente costosa. Sus primeros 10 años
son llamados Guerra Arquidámica. En ella, el dēmos ateniense gastó
en promedio 1500 t. por año24. Esto fue 15 veces más de lo que gastó
en la religión del Estado y 10 veces más de lo gastado en administrar
su democracia25. Porque también excedía la renta anual estatal de
1000 t. (Xen. An. 7.1.27), el dēmos tenía urgentemente que encontrar
fondos extra. En 428, la eisphora que recaudaban alcanzó la suma
sin precedentes de 200 t. (Tuc. 3.19)26. La eisphora era un impuesto
intermitente sobre la propiedad de la élite para pagar una guerra27. En
425 los atenienses triplicaron el phoros de sus súbditos imperiales a
1200 t. (Andoc. 3.8-9; Ar. Vesp. 656-60; Plut. Vit. Arist. 24; IG i3 71.61181)28. A pesar de estas medidas de finanza pública, por el 421, cuando
Atenas ganó la Guerra Arquidámica, había agotado sus reservas en
efectivo de 6000 t. (Tuc. 2.13; IG i3 369).
La Paz de Nicias de 421 a 416 vio esas reservas en efectivo
rápidamente restauradas (Esquines 2.175; Andoc. 3.8-9; Tuc. 6.26).
Esparta había sido por mucho tiempo el poder terrestre dominante,
Pritchard 1998: 55.
Ver vgr. Andoc. 3; Ar. Ach. 162-3; Av. 378-80; Ran. 365; Lys. 170-6, 421-3, 488,
496; Plut. 112; Dem. 4.40; 8.48; 9.40, 70-2; 13.10; 22.12-17; Lys. 13.46-8; 28.15.
24
Pritchard 2015: 92-8.
25
Para el costo de la religión de Estado, ver Pritchard 2015: 27-51. Para el costo de
la democracia, ver Pritchard 2015: 52-90.
26
Samons 2000: 205.
27
Gabrielsen 2013: 342.
28
Pritchard 2015: 93.
22
23
128
David M. Pritchard
Guerra y finanzas públicas en Grecia antigua
porque sus hoplitas, profesionales de tiempo completo, luchaban
mucho mejor que sus enemigos y ella podía obligar a sus aliados a
proporcionar hoplitas adicionales para sus guerras sin necesidad de
pagarles. Pero el enorme ejército que Esparta podía levantar resultó
ineficaz contra Atenas; porque en cualquier momento en que, en el
curso de la Guerra del Peloponeso, entraba en territorio ateniense, los
atenienses simplemente se retiraban tras sus fortificaciones, importaban
provisiones por mar y esperaban que sus enemigos se fueran (vgr. [Xen.]
Ath. Pol. 2.16)29. Esparta consideró entonces que sólo podría derrotar
a Atenas si llegaba a ser una gran potencia naval (Tuc. 8.2-5). Pero
para serlo tenía que encontrar un medio de enfrentar los astronómicos
costos de una flota. Encontró uno en 412, después de la destrucción de
la enorme expedición que Atenas había enviado a conquistar Sicilia.
Persia vio esta destrucción como la mejor oportunidad en décadas para
deshacerse del imperio ateniense. A cambio de recuperar el derecho a
recaudar phoros entre los griegos de Anatolia, proporcionó a Esparta
suficiente oro para equipar y mantener una flota (Tuc. 8.18, 37, 58).
En el curso de la Guerra Jónica, que es el nombre de la última fase de la
Guerra del Peloponeso, esta flota espartana llegó a superar lo que quedaba
de la flota ateniense30. En 405 Esparta destruyó fácilmente los últimos
de los trirremes atenienses en los Dardanelos y fue así capaz de obligar
a Atenas a rendirse mediante un bloqueo por tierra y por mar (Xen.
Hel. 2.1.27-2.9). Con pleno control del mar Egeo, subyugó a las últimas
de las poleis que apoyaban a Atenas y puso así fin al Imperio Ateniense.
5. La Guerra de Corinto
En los siguientes diez años de guerra en Grecia, el apoyo financiero
de Persia fue de nuevo decisivo. La Guerra de Corinto, que comenzó en
395, toma su nombre de las batallas que se libraron cerca de Corinto.
Esta guerra enfrentó a Esparta con dos de sus anteriores aliados de
larga data, Corinto y Tebas, que estaban ahora aliados con Argos y
Atenas. Inicialmente, el Gran Rey, Artajerjes II, financió esta alianza
antiespartana (vgr. Jen. Hell. 3.5.1-2; 4.8.9-11), porque los espartanos
habían dejado el tratado que hicieron con él durante la Guerra Jónica31.
En lugar de dejarlo recaudar el phoros de los griegos de Anatolia, los
espartanos estaban luchando ahora por controlarlos. Atenas usó el oro
de Persia para reconstruir sus fortificaciones y su flota (Jen. Hell. 4.8.9Pritchard 2010: 20-1.
Rhodes 2006: 142-54.
31
Seager 1994: 100-6.
29
30
129
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
10). Con estos trirremes intentó reestablecer el Imperio Ateniense32.
Atenas estaba ahora forzando a las poleis griegas en Anatolia y los
Dardanelos a ser de nuevo sus súbditos (vgr., Jen. Hell. 4.8.27-30).
Sobre ellos, Atenas reestableció el impuesto del 5% sobre su comercio
marítimo (vgr. IG ii2 24), que había introducido por primera vez en
413 (Tuc. 7.28). Impuso de nuevo otra medida de finanza pública que
se remontaba a la Guerra Jónica: el impuesto del 10% a los barcos
mercantes que pasaran por los Dardanelos (Dem. 20.60)33. Autorizó
también a los generales atenienses a extraer dinero de los Estados
neutrales o a saquear territorio enemigo (vgr. Lys. 28.5; Jen. Hell.
4.8.30, 35). Tales medidas también habían venido al primer plano en la
Guerra Jónica34.
Estas acciones atenienses, manifiestamente, eran a expensas de
Persia. En los tempranos 380 Atenas estaba incluso respaldando
revueltas contra el imperio persa en Chipre y Egipto (Ar. Plut. 178;
Jen. Hell. 4.8.24; 5.1.10). Artajerjes II pensó que al ayudar a Atenas
a luchar contra Esparta estaba combatiendo fuego con fuego. Los
atenienses eran ahora una mayor amenaza a su imperio que lo que
podían ser los espartanos. Por consiguiente, el Gran Rey acordó apoyar
financieramente a Esparta en tanto obtuviera el control completo de
los griegos de Anatolia. Con el apoyo financiero persa, los espartanos
reunieron y tripularon rápidamente 80 naves de guerra y navegaron a
los Dardanelos, donde detuvieron los barcos de trigo que se dirigían
a Atenas (5.1.28). Esta acción trajo la Guerra de Corinto a un rápido
final. El dēmos ateniense temió ser hambreado hasta la sumisión, como
lo habían sido en 405. En consecuencia, cuando Persia convocó a
Sardes a todos aquellos que desearan escuchar el tratado de paz general
que su rey quería, los embajadores tanto de Esparta como de la alianza
antiespartana llegaron con halagadora rapidez (5.1.30).
6. La segunda Liga Ateniense
La Paz del Rey de 386 concluyó el intento de Atenas de reconstruir
su imperio. Las poleis de Anatolia, que habían sido el grupo más
grande en este imperio, eran de nuevo, después de un siglo, súbditas
persas (Xen. Hell. 5.1.31). El tratado de paz estipulaba también que
las otras poleis griegas debían ser autónomas. Esto significaba que
el dēmos ateniense no podía más forzar a otros Estados a relaciones
Seager 1994: 113-17.
Flament 2007: 191-200.
34
Flament 2007: 179-89.
32
33
130
David M. Pritchard
Guerra y finanzas públicas en Grecia antigua
internacionales dependientes. Contra cualquier polis que infringiera
estos términos, Artajerjes prometía que “haría la guerra tanto por mar
como por tierra, con barcos y con dinero”. Peor aún, dejó a Esparta usar
la cláusula de la autonomía como una excusa para atacar ptras poleis o
para ignorarla totalmente (vgr. Diod. Sic. 15.5.3-5; Jen. Hell. 5.2-3)35.
Frente a esta Esparta que resurgía, Atenas tenía que encontrar nuevos
aliados como cuestión de urgencia. Tomó al dēmos ateniense varios
años poder conseguirlo: invitaría a otros Estados a unirse a una alianza
multilateral que respetaba la Paz del Rey (Dod. Sic. 15.28-9)36. Se
conoce esta alianza como la Segunda Liga Ateniense. Atenas prometía
a los miembros de la Liga que no interferiría en su política ni los haría
pagar phoros (IG ii2 43.15-45)37. Hacia 378 los atenienses juzgaron que
esta liga era lo suficientemente amplia como para reiniciar la guerra en
toda escala contra Esparta.
En el siglo V Atenas había pagado a sus fuerzas armadas
principalmente de la renta imperial. Pero la Paz del Rey ahora excluía
esta fuente de financiamiento38. Para financiar esta nueva guerra,
el dēmos ateniense necesitó así reformar las finanzas públicas. En
378 cambiaron cuando el impuesto de guerra sobre la propiedad de
la élite fue recaudado39. Los pagadores de eisphora no pagaban ya
individualmente. En cambio, fueron colocados en grupos en que los
tres miembros más acaudalados de cada uno pagaban por el grupo
entero antes de recaudar el impuesto de los otros (vgr. Dem. 2.24,
30; 22.44; [Dem.] 50.8; Isaeus 6.60). Esta reforma ayudó a asegurar
que siempre hubiera algunos fondos a mano para la partida de una
expedición. Con el mismo fin, el dēmos había establecido, hacia 373,
un fondo dedicado a los pagos de guerra (RO 26.53-5)40. Antes de 350,
cualquier excedente de la renta pública al final del año era despositado
en estos stratiōtika o fondo militar (Dem. 1.19-20; 3.11-13)41.
El 373, finalmente, Atenas había comenzado a pedir a los miembros
de la liga hacer suntaxeis (“contribuciones”) para sus expediciones
conjuntas (vgr. De, 18.234; [Dem.] 49.49: IG ii2 43.23)42. Durante el
Rhodes 2006: 212-13
Cargill 1981.
37
Rhodes and Osborne 2003: 92-113.
38
Flament 2007: 199.
39
Christ 2007: 53-69.
40
E.g. Rhodes 2013: 219.
41
E.g. Cawkwell 1962; 1963: 55-6; Flament 2007: 206-7; Rhodes 1981: 513-15.
42
Brun 1983: 91-3.
35
36
131
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
imperio ateniense, los atenienses solos tenían control completo sobre
el monto del phoros que había que recaudar y cómo iba a ser gastado
(vgr. IG I3 71). Las suntaxeis eran totalmente diferentes. La segunda
Liga Ateniense tenía un consejo de sus miembros independiente43. Este
consejo autorizaba del monto de la contribución que cada polis pagaba
y la forma en que las suntaxeis recaudadas serían gastadas (vgr. IG ii2
233)44. Desde los 340, estas contribuciones llegaron a cerca de 60 t. al
año (vgr. Esq. 2.71; Dem. 18.234).
En los 370 y 360 Atenas gastó un promedio de 500 t. al año en sus
fuerzas armadas45. A pesar de las reformas a sus finanzas públicas,
esto fue a menudo una lucha. Los stratēgoi (“generales”) del siglo IV
encontraron regularmente que los fondos internos que el dēmos les
había dado, tanto como las suntaxeis aliadas, quedaban cortos de lo
que necesitaban para pagar a sus fuerzas (vgr. Dem. 2.28; 8.21, 23, 246; Isoc. 15.108-9, 111-13, 120). Muy demasiado a menudo, se requería
de ellos ser “empresarios de guerra”46. Los resultados de éxito militar
iban de algún modo a cubrir sus déficit47. Por ejemplo, por su victoria
en Naxos, en 376, Cabrias aseguró 110 t. en botín y 3000 cautivos, cuya
venta como esclavos habría producido 100 t. más (Diod. Sic. 15.35.2;
Dem. 20.77)48. En 373 Ifícrates hizo 60 t. para sus marinos rescatando
prisioneros de guerra (Diod. Sic. 15.47.7; Jen. Hell. 6.2.33, 35-6)49. Esos
generales que vendían en esclavitud poleis capturadas enteras habrían
producido aún más (vgr. Dem. 2.28; Diod. Sic. 16.34.3-4).
Otro prosodos (“flujo de renta”) externo que no era menos lucrativo
para ellos era la navegación comercial (Lis. 19.50)50. Tempranamente
los stratēgoi sacaron dinero directamente de “mercaderes y propietarios
de naves”. Pero por los 340, las poleis estaban pagándoles por cuenta de
sus propios barcos mercantes (Dem. 8.24-5). En lo que era un clásico
racket de protección, las flotas atenienses a veces protegían tales barcos
de terceras partes (vgr. [Dem.] 50.6, 17-22). Pero todos entendían
Rhodes 2006: 232-3.
Gabrielsen 2007: 267-8; Rhodes y Osborne 2003: 358-61 pace Flament 2007:
213.
45
Pritchard 2015: 99-113.
46
La frase (“entrepreneurs of war”) es de C. Flament (2007: 209).
47
Gabrielsen 2007: 26-72.
48
El precio de mercado promedio de un esclavo en Atenas clásica era 200 dr.
(Pritchard 2015: 84-5).
49
Flament 2007: 207-8.
50
Flament 2007: 209, 213.
43
44
132
David M. Pritchard
Guerra y finanzas públicas en Grecia antigua
que el dinero era principalmente para protegerlos de los atenienses
mismos (Dem. 8.24-5); porque sus stratēgoi, si podían, simplemente
no dejaban pasar a aquellos que no habían pagado, o saqueaban sus
cargas (vgr. 28; Esq. 2.71-2). En las campañas del siglo IV, los generales
también recaudaban fondos saqueando la khora (“territorio”) y barcos
mercantes del enemigo51. Si ellos necesitaban aún otro prosodos externo,
siempre quedaba la extorsión de estados neutrales que no pertenecían
a la Segunda Liga ateniense (e.g. Isoc. 15.113; Jen. Hell. 6.2.33, 38)52.
En tales operaciones argurologoi (“recaudatorias de dinero”), los
generales, parece, amenazaban con saquear la khōra de un estado a
menos que entregara suficiente dinero (Jen. Hell. 4.8.30)53. En el siglo
IV, los generales atenienses eran conocidos a lo ancho del Mediterráneo
oriental por su habilidad para conseguir fondos externos en campaña
(e.g. [Arist.] Oec. 1350b-1a; Polieno Strat. 3.11.5)54.
Significativamente, los stratēgoi atenienses no podían tratar los
fondos externos que recaudaban como de su propiedad, tal como
los imperatores (“comandantes”) de la República Romana llegaron a
hacer55. El dinero recaudado por estas medidas se juzgaba siempre
propiedad pública56. El dēmos autorizaba su cobro y uso, ya antes de
que un general partiera, ya durante su campaña (Dem. 8.9; 21.3; Diod.
Sic. 16.57.2-3; Lys. 28.5-6)57. A su regreso, tenía que rendir cuentas de
lo que había recaudado en campaña y entregar cualquier excedente al
Estado (Dem. 20.17-80; Lis. 28.6)58
7. El auge de los reinos helenísticos
Estas diferentes fuentes de financiamiento habilitaron a los
atenienses para ser una potencia regional mayor59. Pudieron así seguir
luchando exitosamente con Esparta, hasta que los tebanos pusieron
fin a la hegemonía espartana en la batalla de Leuctra en 371. Por las
siguientes tres décadas, los atenienses fueron capaces de mantener
E.g. Dem. 24.11-13; Diod. Sic. 16.57.2-3; Isoc. 15.111-12; Polyaenus Strat. 3.9.55,
3.10.9.
52
Flament 2007: 209.
53
Meiggs 1972: 254.
54
Davies 2004: 491-512; 2016: 389.
55
Hamel 1998: 158; Pritchard 2015: 70 pace Taylor 2001: 61.
56
E.g. Dem. 24.11-14; Lys. 28.1-4, 6, 10; 29.2, 5, 8-11, 14; Xen. Hell. 1.2.4-5.
57
E.g. Burckhardt 1995: 115, 130; Millett 2009: 475.
58
Fröhlich 2000: 81-111.
59
Pritchard 2010: 51-5.
51
133
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
a sus enemigos lejos de su territorio y de lanzar las flotas que se
necesitara para proteger sus líneas de navegación vitales a través
de los Dardanelos. Atenas fue reconocida una vez más como la
principal potencia naval (e.g. Dem. 6.12; 8.45; Diod. Sic. 15.78.4; Jen.
Hell. 7.1.1). Sin embargo, a pesar de este renovado éxito militar, las
finanzas públicas nunca serían suficientes para detener el crecimiento
de Filipo II. En sólo veinte años, este rey convirtió a Macedonia en
una potencia regional mayor y luego, con su victoria en la batalla de
Queronea en 338, en el nuevo hegemón de Grecia60.
Ciertamente este auge tuvo mucho que ver con las innovaciones
militares del rey macedonio. Filipo II introdujo un programa de
entrenamiento no igualado para el ejército macedonio61. Empleó un
gran número de hoplitas, jinetes y peltastas no macedonios como
mercenarios (e.g. Dem. 9.58). Invirtiendo en máquinas de sitio, este rey
llegó a sobrepasar a Atenas como sitiador de ciudades (e.g. Dem. 9.4850; Diod. Sic. 16.8.2). Pero lo que hizo posible este avance militar fue
su cuidadoso levantamiento de las finanzas públicas de Macedonia62.
Filipo II explotó plenamente los recursos minerales de su Estado en
expansión63. Cuando, por ejemplo, se adueñó del monte Pangeo en
356, expandió masivamente su producción de oro (Diod. Sic. 16.8.6).
Solo este mineral le proporcionaba 1000 talentos al año. Cuando el
rey incorporó nuevos territorios a Macedonia, amplió también su
base tributaria requiriendo a sus élites que pagaran eisphorai sobre su
propiedad privada64.
Su hijo, Alejandro el Grande, por contraste, estuvo menos
interesado en las finanzas públicas cuando conquistó el imperio persa;
porque el saqueo, encontró, fácilmente pagaba su ejército (e.g. Diod.
Sic. 17.80.13)65. Inicialmente, los diadochoi (“sucesores”) que, después
de la muerte de Alejandro III en 323, lucharon por sus conquistas,
comprobaron lo mismo. Pero con el tiempo también tuvieron que
administrar cuidadosamente sus finanzas públicas66. En consecuencia,
los Tolomeos introdujeron un impuesto del 10% sobre la agricultura
egipcia. En Anatolia y otros lugares los Seléucidas mantuvieron el
Rhodes 2006: 296-1-5.
E.g. Dem. 9.47-52; Diod. Sic. 16.3.1; Front. Strat. 4.1.6; Polyaenus Strat. 4.2.10.
62
Serrati 2007: 462-4.
63
Bosworth 1988: 8-9.
64
Bosworth 1988: 8.
65
Bosworth 1988: 241-5.
66
Serrati 2007: 470-9.
60
61
134
David M. Pritchard
Guerra y finanzas públicas en Grecia antigua
phoros de los persas, mientras los Antigónidas construyeron sobre lo
que Filipo II había hecho en Macedonia. Tales reformas de las finanzas
públicas habilitaron a los reinos helenísticos a elevar significativamente
la escala de la guerra en Grecia67. En la batalla de Gaza, por ejemplo,
en 217, los ejércitos de Antíoco III y de Tolomeo IV, que estaban
compuestos principalmente por mercenarios, totalizaban 140.000
hombres (Polib. 5.65, 79-87). Esto era varias veces más que los ejércitos
que Atenas y Esparta habían puesto jamás en el campo una cotra otra.
La guerra por la dominación en el mundo griego antiguo se había
movido ahora decisivamente más allá de sus poleis.
67
Chaniotis 2005: 1-17.
135
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
8. Bibliografía
Bosworth, A. B. 1988. Conquest and Empire: The Reign of Alexander
the Great. Cambridge.
Brun, P. 1983. Eisphora – Syntaxis – Stratiotika: Recherches sur les
finances militaires d’Athènes au IVe siècle av. J.-C. Besançon and
Paris.
Burckhardt, L. A. 1995. ‘Söldner und Bürger als Soldaten für Athen’,
in Die athenische Demokratie im. 4. Jahrhundert v. Chr.: Vollendung
oder Verfall einer Verfassungsform?: Akten eines Symposiums 3.-7.
August 1992, Bellagio, ed. W. Eder. Stuttgart: 107-33.
Cargill, J. 1981. The Second Athenian League: Empire or Free Alliance?
Berkeley and Los Angele
Cartledge, P. 2001. Spartan Reflections. Berkeley, Los Angeles and
London.
Cawkwell, G. L. 1962. ‘Demosthenes and the stratiotic fund’,
Mnemosyne 15: 377-83.
--- 1963. ‘Eubulus’, JHS 83: 47-67.
Chaniotis, A. 2005. War in the Hellenistic World: A Social and Cultural
History. Oxford.
Christ, M. R. 2007. ‘The evolution of the eisphora in classical
Athens’, CQ 57: 53-69.
Connor, W. R. 1988. ‘Early Greek land warfare as symbolic
expression’, P&P 119: 3-27.
Davies, J. K. 2004. ‘Athenian fiscal expertise and its influence’,
MediterrAnt 7: 491-512.
--- 2016. ‘Athens after 404: A battleground of contradictory visions’,
in Die Athenische Demokratie im 4. Jahrhundert: Zwischen
Modernisierung und Tradition, ed. C. Tiersch. Stuttgart: 385-94.
Flament, C. 2007. Une économie monétarisée: Athènes à l’époque
classique (440-338): Contribution à l’étude du phénomène
monétaire en Grèce ancienne. Louvain.
Fröhlich, P. 2000. ‘Remarques sur la reddition des comptes des
stratèges athéniens’, Dike 3: 81-111.
Frost F. J. 1984. ‘The Athenian military before Cleisthenes’, Historia
33: 283-94.
136
Guerra y finanzas públicas en Grecia antigua
David M. Pritchard
Gabrielsen, V. 1994. Financing the Athenian Fleet: Public Taxation
and Social Relations. Baltimore and London.
--- 2007. ‘Warfare and the state’, in The Cambridge History of Greek and
Roman Warfare: Volume I: Greece, the Hellenistic World and the Rise
of Rome, eds. P. Sabin, H. van Wees and M. Whitby. Cambridge:
248-72.
--- 2008. ‘Die Kosten der athenischen Flotte in klassischer Zeit’, in
Kriegskosten und Kriegsfinanzierung in der Antike, eds. F. Burrer and
H. Müller. Darmstadt: 46-73.
--- 2013. ‘Finance and taxes’, in A Companion to Ancient Greek
Government. ed. H. Beck. Chichester: 332-48.
Hamel, D. 1998. Athenian Generals: Military Authority in the
Classical Period. Boston, Cologne and Leiden.
Kallet, L. 2013. ‘The origins of the Athenian economic arche’, JHS
133: 43-60.
Loomis, W. T. 1998. Wages, Welfare Costs and Inflation in Classical
Athens. Ann Arbor.
Meiggs, R. 1972. The Athenian Empire. Oxford.
Millett, P. 2009. ‘Finance and resources: Public, private and
personal’, in A Companion to Ancient History, ed. A. Erskine.
Chichester: 474-85.
Phillips, D. J. 2010. ‘Thucydides 1.99: Tribute and revolts in the
Athenian empire’, ASCS 31 Proceedings, www.classics.uwa.edu.au/
ascs31.
Pritchard, D. M. 998. ‘‘The fractured imaginary’: Popular thinking
on military matters in fifth-century Athens’, AH 28: 38-61.
--- 2010. ‘The symbiosis between democracy and war: The case of
ancient Athens’, in War, Democracy and Culture in Classical Athens,
ed. D. M. Pritchard. Cambridge: 1-62.
--- 2012. ‘Costing festivals and war: The spending priorities of the
Athenian democracy’, Historia 61: 18-65.
--- 2015. Public Spending and Democracy in Classical Athens. Austin.
Raaflaub, K. A. 2009. ‘Learning from the enemy: Athenian and
Persian ‘instruments of empire’’, in Interpreting the Athenian
Empire, eds. J. Ma, N. Papazarakadas and R. Parker. London: 89124.
Rhodes, P. J. 1981. A Commentary on the Aristotelian Athenaion
Politeia. Oxford.
137
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
--- 2006. A History of the Classical Greek World, 1st edn. Malden,
Melbourne and Oxford.
--- 2013. ‘The Organisation of Athenian public finance’, G&R 40: 20331.
Rhodes, P. J. and R. Osborne 2003. Greek Historical Inscriptions 404323 BC. Oxford.
Samons, L. J. 2000. Empire of the Owl: Athenian Imperial Finance.
Stuttgart.
Seager, R. 1994. ‘The Corinthian War’, in The Cambridge Ancient
History: Volume VI: The Fourth Century BC, eds. D. M. Lewis, J.
Boardman, S. Hornblower and M. Ostwald. Cambridge: 97-119.
Serrati, J. 2007. ‘Warfare and the state’, in The Cambridge History
of Greek and Roman Warfare: Volume I: Greece, the Hellenistic
World and the Rise of Rome, eds. P. Sabin, H. van Wees and M.
Whitby. Cambridge: 461-97.
Taylor, C. 2001. ‘Bribery in Athenian politics part I: Accusations,
allegations and slander’, G&R 48: 53-66.
138
Limes
ISSN 0716 - 5919
Revista de Estudios Clásicos
A mariologia antiga em
Santo Ambrósio de Milão
pp. 139 - 158
Miriam Lourdes Impellizieri Silva
[email protected]
Abstract
The Christian faith believes that Maria is the only human person that
deserves the establishment of an own theology by the Church, named Mariology,
because she was elected by God to be the Savior’ Mother. This theology is based in
four dogmas that had been proclaimed across the centuries: the Divine Maternity
(431); the Perpetual Virginity (553 and 649); the Conception Immaculate (1854) and
the Maria’s Assumption (1950). By the way, she received a very special veneration by
the believers as the Jesus’ Mother. She, the Apostles and the martyred people were
considered as Saints. The Latin and Greek priests had been inspired by her to think
about the Incarnation Mistery, as Ambrosio of Milan, one of the most important
apologists of Maria and her sanctity. He was the first to affirms that the Maria’ sanctity
was a necessary condition to the compliance of her mission as the God’s Mother.
Keywords: Ancient Christianism – Mariology – Patristic – Ambrosio Of
Milan
Resumen
La fe cristiana considera que María, por haber sido elegida por Dios
para ser la madre del Salvador, es la única persona humana que merece de la Iglesia
el establecimiento de una teología propia, la Marialogía. Esta se fundamenta en
cuatro dogmas proclamados a lo largo de los siglos: la Maternidad Divina (431); la
Virginidad Perpetua (553 y 649); la Inmaculada Concepción (1854) y la Asunción
de María (1950). De la misma forma, era digna de una veneración especial por los
fieles, una vez que era la madre de Jesús y, así como los apóstoles y los mártires,
a su memoria la cultivaban como una santa. Los Monjes latinos y griegos la han
tomado como base para sus reflexiones sobre el Misterio de la Encarnación, de entre
ellos Ambrosio de Milán, uno de los más importantes apologistas de María y de su
139
santidad. Él ha sido el primero en afirmar que la santidad de María era la condición
esencial para el cumplimiento de su misión como la Madre de Dios.
Palabras-clave: Cristianismo Antiguo – Mariología – Patrística –
Ambrosio de Milano
A mariologia antiga em Santo Ambrósio de Milão
Miriam Lourdes Impellizieri Silva
A mariologia antiga em
Santo Ambrósio de Milão
Miriam Lourdes Impellizieri Silva
[email protected]
D
esde o início da História do Cristianismo que Maria, mãe
de Jesus, é considerada como digna de uma veneração toda
especial por parte dos fiéis. Escolhida por Deus para ser a
mãe do Salvador, Maria é a única pessoa humana a merecer da Igreja o
estabelecimento de uma teologia própria, a Mariologia, fundamentada
nos quatro dogmas que, ao longo dos séculos, foram sendo desenvolvidos
e fixados a seu favor: a Maternidade Divina (Concílio de Éfeso, de 431);
a Virgindade Perpétua (Concílios de Constantinopla II e de Latrão,
respectivamente de 553 e 649); a Imaculada Conceição (estabelecido
pela Bula Ineffabilis Deus do papa Pio IX, em 8 de dezembro de 1854); a
Assunção de Maria (Constituição Apostólica Manificentissimus Deus
do papa Pio XII, de 1 de novembro de 1950).
Na Igreja Antiga, sua memória era recordada como santa ao
lado dos apóstolos e mártires, enquanto entre os Padres, gregos e
latinos, sua figura foi tomada como base para as reflexões acerca do
Mistério da Encarnação divina, já que fora através dela que o Salvador
havia encarnado entre os homens.
Um dos principais apologistas marianos, foi Santo Ambrósio
de Milão, bispo de 373 a 397, o primeiro a afirmar ser a santidade de
141
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Maria a condição essencial para o cumprimento da sua missão como a
Mãe de Deus.
A Igreja no século IV e a Mariologia
Na segunda metade do século IV a Igreja passava por um momento
bastante paradoxal, já que, ao mesmo tempo em que seu poder e sua
influência mostravam-se cada vez maiores no Império, internamente
encontrava-se dividida em intermináveis querelas e pressionada por
novos problemas surgidos a partir do seu próprio crescimento.
Se a expansão do Cristianismo aumentou o número de fiéis, este
crescimento, porém, não correspondeu a uma verdadeira cristianização
dos costumes e do pensamento, obrigando a que se processassem
modificações na liturgia e no culto mais de acordo com o gosto dos
neófitos, agora majoritários. Ao mesmo tempo, ocorria a intervenção
sistemática dos imperadores nas questões religiosas cristãs, tanto
naquelas de cunho dogmático ou doutrinário quanto na própria
organização interna da Igreja.
Como se não bastasse, a difusão de doutrinas cristãs contrárias ao
dogma de Nicéia, as chamadas heresias, era sinal de que estas últimas
não se intimidavam diante da repressão que sofriam por parte das
autoridades religiosas católicas com o aval do governo imperial, este
mesmo dividido entre ortodoxia e heterodoxia.
Internamente, completa-se o processo de hierarquização do clero,
iniciado no século II, ampliando o rol das atribuições inerentes à
função episcopal, concedendo aos bispos um papel de destaque na
vida civil e na religiosa.
Por fim, não podemos deixar de mencionar a constituição de uma
elite de cristãos que começa a ser tratada como superior aos demais,
devido à vida de isolamento do mundo e a suas práticas ascéticas: os
monges.
Algumas destas questões terão enorme influência no
desenvolvimento da Mariologia, no século de Ambrósio: as heresias
e as querelas cristológicas; a difusão do modelo de vida monacal; as
mudanças promovidas na liturgia e no culto.
Com o crescimento da importância do monaquismo e sua visão
como substituto do martírio do período das perseguições anterior a
142
A mariologia antiga em Santo Ambrósio de Milão
Miriam Lourdes Impellizieri Silva
Constantino, Maria passará a ser pensada pela teologia como o modelo
mais perfeito, o retrato mais completo da virgem consagrada. Porém,
tal ideia não será aceita com unanimidade entre os Padres, sendo alvo
de críticas e discordâncias.
Paralelamente, se desenvolverá a imagem de Maria como modelo
não só para as virgens consagradas e os ascetas, mas para todos os
cristãos, já que não obstante haver-se mantido virgem, pelo menos até
o nascimento de Jesus, não havia recusado viver com José. Contra este
último ponto se insurgirão Cirilo de Jerusalém, Jerônimo, Ambrósio e
Agostinho, defensores rigorosos da virgindade perpétua de Maria e da
superioridade do estado virginal sobre o casamento.
Quanto às mudanças na liturgia e no culto, definidas principalmente
em Roma e Milão, no Ocidente, e em Alexandria, Cesaréia da
Capadócia e Jerusalém, no Oriente, estas favorecerão o culto mariano. A
composição e a recitação de hinos, homilias, sermões, orações dirigidas
à Virgem terão um papel de destaque na liturgia principalmente em
Milão durante o episcopado de Ambrósio.
Ao mesmo tempo, no final do século IV, junto à fixação da festa do
Natal que passará a ser comemorada por todos os cristãos em 25 de
dezembro, tornar-se-á comum a celebração litúrgica da festa da “Mãe
de Deus”, no início de janeiro.
Contudo, os fatores mais fundamentais para o desenvolvimento da
Mariologia Patrística encontram-se no campo da teologia: as discussões
cristológicas e as heresias que muitas vezes as acompanham.
Na esteira das discussões acerca da verdadeira natureza de Cristo –
apesar da definição do dogma de Nicéia, em 325, que tornava o Filho
consubstancial ao Pai – destaca-se o problema de definir exatamente
o papel desempenhado por Maria no processo de salvação da
humanidade promovida pelo Cristo.
No centro de toda a discussão coloca-se, de um lado, o título
recebido por Maria em Nicéia, o de Mãe do Filho de Deus, e o de
Theotókos (Mãe de Deus) que lhe fôra concedido pela primeira vez, no
século III, por Orígenes de Alexandria e que terá grande divulgação no
século seguinte, portanto, bem antes da definição do dogma mariano
em Éfeso e em Calcedônia.
A exaltação feita a Maria, observada nos escritos de alguns Padres,
143
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
entre eles Ambrósio, está em relação direta à necessidade de mostrá-la
como digna e perfeita para a tarefa a qual foi escolhida e da qual não se
furtara, a de ser a mãe do Deus encarnado.
A principal heresia do período, o Arianismo, não chega a ameaçar
diretamente a teologia mariana, já que, em muitos pontos, os arianos
comungavam com os ortodoxos no tocante a Maria. Desta forma, Ário
e seus seguidores além de aceitarem a concepção virginal, acreditavam
na manutenção da virgindade de Maria após o parto, ponto polêmico
mesmo entre os Padres ortodoxos.
Além disto, em muitos dos seus escritos, Ário não se cansa de
denominá-la “Mãe de Deus”, o que teoricamente se contrapunha a sua
ideia de Trindade, onde defendia a superioridade do Pai sobre o Filho.
Para combater o Arianismo no campo doutrinário, Apolinário,
bispo de Laodicéia, busca auxílio na teoria desenvolvida na escola de
Alexandria das duas naturezas do Cristo, chegando a afirmar que, ao
encarnar, o Verbo divino ocupara o lugar da alma humana de Jesus.
Maria, assim, coloca-se apenas como a mãe de Jesus, o homem, e não
a do Verbo encarnado. Além de receber duas condenações conciliares,
em Alexandria (362) e Constantinopla (381), seu pensamento foi
vigorosamente criticado por seus pares, entre eles, Gregório de
Nazianzo:
Portanto, se alguém não crê que Santa Maria é a Mãe
de Deus, ele não tem comunhão com Deus (...), se alguém
sustenta a idéia de dois filhos, um de Deus Pai e outro
da Virgem mãe, esse tal não tem parte na adoção (...)
porquanto divindade e humanidade são duas naturezas,
como a alma e o corpo, mas não há dois filhos nem dois
deuses (...). Ambas as naturezas por meio da união, são
uma, divindade feito homem, humanidade feita Deus (...).1
Outra heresia do século que nos diz respeito é a de Prisciliano, bispo
de Ávila. Sua doutrina relativa à Trindade é extremamente confusa,
misturando tradições de diversas procedências. Ao mesmo tempo em
que não acreditava na existência do Filho de Deus antes de este ter
nascido de Maria, dizia não ter Jesus nascido com a verdadeira natureza
do homem (Ibid., p.108). Desta feita, o papel de Maria na história da
1
GREGORIO DE NAZIANZO, Carta a Cledonius Sacerdote, 101 In: FRANGIOTTI,
1995, p. 104.
144
Miriam Lourdes Impellizieri Silva
A mariologia antiga em Santo Ambrósio de Milão
salvação restava subdimensionado.
Prisciliano acabou por ser condenado à morte pelo imperador
Máximo, sensível aos apelos de alguns bispos espanhóis, inimigos do
bispo avilano. Tal atitude imperial suscitou protestos veementes entre
as principais autoridades episcopais do período, como Martinho de
Tours e do nosso Ambrósio que chegou a escrever:
Esses sacerdotes que solicitam e aprovam a efusão
de sangue se assemelham aos fariseus perseguidores
da mulher adúltera (...). Jesus Cristo não permitiu que
uma só mulher culpável perecesse; estes, pelo contrário
consideram que não se imolou vítimas suficientes.2
Muitos dos escritos relativos à Maria foram produzidos com o
intuito de não só pensar no Mistério da Encarnação, tão caro ao
período, mas também para defender a ortodoxia ameaçada. Como base
para toda a fundamentação teórica mariana se encontram os textos
bíblicos, utilizados de forma a corroborarem as ideias desenvolvidas na
Patrística tanto latina quanto grega.
Fundamentação Bíblica da Mariologia
Esta questão liga-se diretamente à crença na predestinação de
Maria como Mãe do Salvador e do papel que teria desempenhado no
processo de salvação da humanidade.
Se, no Antigo Testamento, os textos basilares para o surgimento da
Mariologia aparecem como anunciadores ou preparadores do grande
evento, no Novo Testamento, sua função é a de revelar aos homens a
grande nova, a Salvação havia se realizado, e com o concurso humano
de Maria.
A promessa da redenção feita por Deus ao homem logo após
a queda se encontra no livro do Gênesis, 3, 15, sendo confirmada
em Isaías, 7,14: “Por isto, o próprio Senhor vos dará um sinal: uma
virgem conceberá e dará à luz um filho e o chamará de Emanuel (Deus
conosco)”. O Messias viria, pois, de uma virgem, sendo este o sinal
escolhido por Deus.
O cumprimento da promessa divina aparece já em Paulo, em sua
Epístola aos Gálatas, 4, 4-5: “Mas, quando veio a plenitude dos tempos,
2
Citado por FRANGIOTTI, op. cit., p. 111.
145
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Deus enviou seu Filho que nasceu de uma mulher (...), a fim de remir
os que estavam sob a Lei...”.
Este é o testemunho neotestamentário mais antigo sobre Maria, já
que a carta paulina é comumente datada de 49 d.C., constituindo-se em
um dos poucos textos paulinos sobre a Encarnação, que ele considera
como evento preparatório da Salvação. Percebe-se, contudo, a pouco,
ou melhor, nenhuma atenção dada à pessoa de Maria, que nem chega
a ser denominada, assim como à questão da virgindade da mãe do
Messias, que nem sequer é mencionada!
São, assim, nos Evangelhos que devemos buscar os elementos
básicos para a elaboração de uma teologia propriamente mariana.
No mais antigo Evangelho sinóptico, o de Marcos, Maria não aparece
revestida de nenhuma característica especial. Ao contrário, mostra-se
até como incapaz de compreender a extensão da tarefa confiada a Deus
a seu Filho (Mc., 6,3).
Já em Mateus, logo na introdução, encontramos a genealogia de Jesus.
Esta remontaria a Abraão, passando por Davi, sempre determinada pelo
lado paterno, exceto para o próprio Jesus: “Jacó gerou José, esposo de Maria,
da qual (grifo nosso) nasceu Jesus que é chamado Cristo” (Mt., 1,16).
Em Mateus, Maria é aquela que não só dá à luz a Jesus (1,25),
como é a virgem que o concebe por virtude do Espírito Santo (1,
18), realizando a profecia de Isaías. Temos, aqui, os fundamentos dos
dogmas marianos da Maternidade Divina e da Virgindade Perpétua
em sua primeira parte: “E sem que ele (José) a tivesse conhecido, ela
deu à luz o seu filho” (1,18).
Mas é em um Evangelho apócrifo, de grande circulação entre os
primeiros séculos cristãos, principalmente nas províncias orientais do
Império Romano, o “ProtoEvangelho de Tiago”, um dos mais antigos
do Novo Testamento (final do século I), que se mostra sistematizada
a crença na virgindade perpétua de Maria: antes do parto, na prova
a que Maria e José são submetidos (cap. XVI); durante o parto, no
exame corporal feito por Salomé em Maria (caps. XIX e XX); e depois
do parto, ao atribuir a um casamento anterior de José a existência de
possíveis irmãos de Jesus.
Na medida em que a virgindade de Maria seria o sinal escolhido
por Deus para revelar ao mundo a chegada do Salvador, daí resultaria
a conveniência teológica para a ideia da sua manutenção posterior ao
146
Miriam Lourdes Impellizieri Silva
A mariologia antiga em Santo Ambrósio de Milão
nascimento do Salvador. Da mesma forma, a sua defesa encontrava eco
na mentalidade ascética das comunidades cristãs monásticas, cada vez
mais voltadas à negação da carne e ao isolamento do mundo.
Maria era a virgem mãe do Salvador, também Deus. Desta feita, a
Maternidade Divina, o primeiro dogma mariano, torna-se o conceitochave, o princípio fundamental da Mariologia: Maria é a Mãe de Deus
feito homem.
Nos Evangelhos, Maria é citada apenas como a Mãe de Jesus ou a
Mãe do Senhor. No início do século II, já se esboça a ideia de Maria
como a Mãe de Deus, conforme a Carta aos Efésios, de Santo Inácio de
Antioquia, quando este se refere a Jesus nestes termos: “nosso Deus, foi
concebido de Maria, segundo a economia divina...”3.
Um século mais tarde, Santo Irineu († 202), tal como Justino e depois
Tertuliano, chamará Maria de “a nova Eva”, diferente da primeira pela
sua obediência à palavra de Deus, o que a tornou a causa da salvação
do gênero humano ao consentir em gerar o Filho de Deus4.
Desde o início, o reconhecimento de Jesus, Deus encarnado, como
filho de Maria, parece ponto pacífico entre os escritores cristãos,
assim como o fato dele ter vindo ao mundo através de uma virgem.
É o que afirmam nos séculos II e III, Aristides de Atenas e S. Justino,
respectivamente. Este último faz a associação entre a desobediência de
Eva, causadora da queda humana, e a obediência de Maria, motivadora
da redenção humana: “Eva era virgem e incorrupta, concebendo a
palavra da serpente, gerou a desobediência e a morte. A Virgem Maria,
porém, concebeu a fé e a alegria”5.
Como vimos anteriormente, Orígenes é o primeiro escritor a
comprovadamente chamar Maria de Theotókos, reconhecendo,
além disto, sua virgindade perpétua e sua santidade. É interessante
observarmos que a ideia da maternidade divina vem sempre
acompanhada da necessidade de afirmação da virgindade, senão
perpétua, pelo menos até o parto.
A maternidade divina era amplamente reconhecida, tanto no
Ocidente quanto no Oriente, entre os Padres, antes do Concílio de
INACIO DE ANTIOQUIA, Carta aos Efésios. Citado por GOMES, 1979, p. 37-38.
IRINEU DE LION, Contra as Heresias. In: GOMES, op. cit., pp. 133-134
5
JUSTINO, Diálogo com Trifão. In: Ibidem, p. 79. JUSTINO, Diálogo com Trifão. In:
Ibidem, p. 79.
3
4
147
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Éfeso, como também o demonstram hinos e orações do período, de
cunho mais popular.
Sinésio de Cirene († 414) inicia seu hino a Maria nestes termos:
“Nós te saudamos, Trindade santa e mística, que nos reunistes todos
nesta Igreja da santa mãe de Deus (grifo nosso)”. Na continuação,
continua a tecer louvores a Maria: Nós te saudamos, Maria, Mãe de
Deus, tesouro venerado por todo universo, luz que não se extingue
mais, coroa das virgens, cetro da verdade segura, templo indestrutível,
(...). Mãe e Virgem.”6.
Um dos principais apologistas marianos do período é Ambrósio de Milão,
para quem a santidade de Maria, a Virgem Mãe de Deus, seria a condição
sine qua non para o cumprimento da sua missão como Mãe de Deus.
Ambrósio de Milão e Maria
Eleito bispo de Milão em 373, apesar de catecúmeno na ocasião –
entre a eleição, o batismo e a ordenação episcopal teria transcorrido
apenas uma semana -, o antigo governador da cidade, desde o início,
mostrar-se-á bastante severo consigo mesmo, instituindo-se um código
de conduta exemplar, de forma a manter-se digno para o cargo que lhe
fora confiado por Deus.
Santo Agostinho, seu futuro discípulo, deixou sobre este ponto, um
valioso testemunho, nas Confissões:
Chegado a Milão, fui visitar o bispo Ambrósio,
conhecido pelas suas qualidades em toda a terra e Vosso
piedoso servidor, cuja eloqüência zelosamente servia
ao Vosso povo “a fina flor do Vosso trigo, a alegria do a
azeite de oliveira e a sóbria embriaguez do vinho”. (...)
Ardorosamente o ouvia quando pregava ao povo, não
com o espírito que convinha, mas como que a sondar sua
eloqüência para ver se correspondia à fama...7
Ambrósio nasceu em Treveros e após a morte do pai a família
mudou-se para Roma, onde adquiriu sólida bagagem cultural clássica,
sabendo ler em grego, inclusive. Em matéria teológica, Ambrósio será
bastante influenciado pela obra de Orígenes de Alexandria e de outros
Padres gregos.
6
7
SINÉSIO DE CIRENE. Hino à Mãe de Deus. In: HAMMAN, 1985, p. 217.
AGOSTINHO, Confissões, Livro V, 13
148
Miriam Lourdes Impellizieri Silva
A mariologia antiga em Santo Ambrósio de Milão
Apenas três anos após a eleição episcopal, publica uma pequena obra
de cunho moral e pedagógico, De Verginibus, coletânea de sermões e
meditações a respeito de Maria e onde já apresenta duas das suas ideias
fundamentais sobre a Mariologia: chama-a de Mãe de Deus e insiste
em afirmar a sua virgindade perpétua.
Apesar disto, a obra não pode ser considerada como um tratado
teológico. O “Pai” da Mariologia Latina mesmo chamando Maria de
a Mãe de Deus, não chega a cunhar nenhuma nova expressão a ser
utilizada no seu culto. Maria é a Virgem (I, 21), a Mãe (I, 23), a Mãe de
Deus (II, 7),a Mãe do Filho de Deus (II, 10), a Virgem Maria (II, 19).
Nestes títulos podemos observar, claramente, o destaque dado à
virgindade e à maternidade. Ambrósio é o primeiro Padre a colocar
de forma evidente Maria como participante estreita do Mistério
da Encarnação. Ela agiu, ela foi a geradora daquele que redimiu a
humanidade: “Depois, ele (o Espírito Santo) veio sobre a Virgem Maria
e o poder do Altíssimo a cobriu com a sua sombra quando ela gerou
(grifo nosso) a redenção para o gênero Humano.”8
Ambrósio é também o primeiro a defender um argumento que
influenciará enormemente toda a tradição latina posterior: o de que a
concepção virginal fora a raiz, a base da isenção de Cristo da herança
do pecado original9, e isto antes de Santo Agostinho. Tudo isto se daria
devido ao fato de que o início de Cristo como homem foi de Deus: “não
foi do sangue, nem da vontade da carne, nem da vontade do homem,
mas do Espírito Santo e da Virgem que ele nasceu.”10
Ele retornará ao tema da Encarnação em vários escritos. Este se
constitui em um acontecimento singular, único, que não altera a
ordem da natureza, criada por Deus, apenas a completa, já que “o
parto da Virgem não mudou a natureza, mas renovou o uso de gerar
(...). A Virgem, por isto, teve algo de seu para dar (...) ofereceu o
que tinha de próprio nas suas entranhas de modo insólito sim, (mas)
mediante dom sólito”.11
Contudo, em Sobre os Mistérios, 59 Ambrósio dirá que sim, que a
natureza fora alterada, mas porque obra divina
AMBROSIO DE MILÃO, Sobre os Mistérios, 59
V. DE FIORES & MEO, 1995, p. 1023
10
AMBROSIO DED MILÃO, Sobre o Salmo 37
11
AMBRÓSIO DE MILÃO, De incarnationis dominae sacramento, IX, 104.
8
9
149
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Mas não há nenhuma ordem da natureza, aqui, onde
se encontra a excelência da graça. Ademais, não é sempre
o curso habitual da natureza que produz a geração: nós
professamos que Cristo Senhor foi concebido de uma
Virgem e negamos a ordem da natureza. Com efeito,
Maria não concebeu de um homem, mas ficou grávida
pelo Espírito Santo...
A defesa dogmática da concepção virginal ligada diretamente à
questão da maternidade divina condiciona toda a abordagem éticoespiritual de Ambrósio sobre Maria. Seguindo a tradição de Atanásio e
dos Padres gregos ele é um defensor incansável da Virgindade Perpétua,
que só seria confirmada muito tempo depois da sua época.
A Virgindade de Maria constitui a base de toda a sua grandeza
espiritual. É ela que torna possível a relação Maria-Igreja e a eleição de
Maria como modelo para as virgens consagradas.
Já que o Verbo quis nascer de uma Virgem para assim dar início
à virgindade da Igreja, quem ele poderia escolher? Indubitavelmente
aquela mais perfeita: “Quem mais nobre do que a Mãe de Deus, mais
brilhante do que aquela que, sem mácula, gerou o puríssimo corpo de
Cristo?”12
Na sequência, Ambrósio afirma ser Maria a Virgem das virgens,
eleita entre todas porque “... era virgem não só de corpo, mas também
de espírito, duma candura incapaz do menor disfarce (...) a aparência
exterior era a perfeita imagem da beleza da sua alma.”13
Ambrósio não só desenha um retrato moral da Virgem como, a
partir daí, delineia um caminho de virtudes virginais a serem seguidas
por todas as virgens.
Estas virtudes seriam: o pudor; a assídua leitura das divinas
Escrituras; a escuta atenta das palavras de Jesus; a humildade de coração;
a reserva; a modéstia; a obediência; a laboriosidade inteligente; a
ascese; a mortificação corporal; a caridade solícita para com os pobres;
o equilíbrio interior; e, acima de tudo, o ardente desejo pelo divino
esposo que deve ser sempre fielmente seguido:
Eis o modelo de virgindade. Tal foi Maria, que fez de
sua vida um exemplo para todos. Quem deseja participar
12
13
AMBROSIO DE MILÃO, A Virgindade, II, 7
Ibid.
150
Miriam Lourdes Impellizieri Silva
A mariologia antiga em Santo Ambrósio de Milão
da recompensa de Maria, imite-lhe o exemplo. Quantas
espécies de virtudes brilhando numa só virgem...14.
Ambrósio fala diretamente às virgens, mas também se dirige a todos
os cristãos. Isto nos leva a pensar se este itinerário virginal proposto
não seria equivalente a um novo estilo de vida evangélico, aberto a
todos que quisessem segui-lo, já que, antes de tudo, ele é o bispo de
toda uma comunidade, a dos cristãos milaneses, a quem tem o dever
de guiar, como um bom pastor.
Enquanto a Maria anterior à Anunciação é taxada de o “espelho da
perfeição” para todas as virgens, a segunda fase da vida de Maria, a
de Virgem-Mãe, diz respeito, como um exemplo, para o conjunto da
sociedade de fiéis.
As virtudes, aqui, não são particulares a um grupo, mas constitutivas
da ética e da espiritualidade cristãs, sendo muito mais abrangentes.
E quais seriam as virtudes? Em primeiro lugar, a fé. Maria deu provas
incondicionais de sua fé ao longo de toda a vida, mas no momento da
Anunciação - e eis aí a originalidade do pensamento de Ambrósio -,
enquanto parte da tradição patrística não hesita em considerar o seu
comportamento diante do Anjo Gabriel, ao questioná-lo, como sinal
de dúvida, nosso bispo diz justamente o contrário. E por quê? Porque
Maria ao perguntar ao Anjo “Como se fará?” quis apenas saber, inteirarse melhor sobre o que lhe sucederia.
A questão encontra-se bem desenvolvida no Comentário sobre o
Evangelho de Lucas, 2, onde confronta, como argumento em defesa de
Maria, os dois anúncios: o feito a Zacarias e o de Maria.
Pareceria, aqui, se não se observasse atentamente,
que Maria não acreditou. Seria lícito julgar incrédula a
eleita para gerar o Filho unigênito de Deus? Mas como
Zacarias, não crendo, seria condenado por seu silêncio
e Maria, igualmente, não crendo, seria exaltada pela
infusão do Espírito Santo? (...) Pois quando disse “Como
se fará isto?” não duvidava do que ia acontecer, indagava
apenas o modo como aconteceria15.
A humildade e a obediência são outras virtudes fundamentais de
acordo com a continuação do comentário:
14
15
Ibid., II, 15
AMBROSIO DE MILÃO, Comentário ao Evangelho de Lucas, 2. In: GOMES,1979, p. 308
151
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Enfim, diz ela: ‘Eis a escrava do Senhor; faça-se em
mim segundo a tua palavra.’ Vede que humildade, vede
que devoção! Diz escrava do Senhor a que é eleita para
ser sua Mãe. Não se exaltou com a inesperada promessa.
Dizendo-se imediatamente escrava não requeria para si
nenhuma prerrogativa da grande graça: faria o que se lhe
mandasse. Vês a entrega.16
Para Ambrósio o comportamento de Maria pode ser explicado e
completamente entendido se tivermos em mente a perfeita consonância
existente entre ele e o do Filho, manso, humilde, livre de qualquer
corrupção, igualmente virgem17.
Se o corpo do Filho era incorruptível, o de sua Mãe não poderia ser
diferente. É assim que a ideia de Maria Sempre Virgem é a que exerce
maior atração sobre o santo padre.
Rebatendo todos os que se lhe opunham – dos padres gregos que
o antecederam a contemporâneos seus como, por exemplo, Joviano e
Helvídio de Roma – Ambrósio também rejeita a afirmação de Orígenes
de que para manter a integridade física de Maria, Cristo abrira o seio
materno. Ele prefere explicar o mistério com outra ideia, a do uterus
clausus, já que Maria é a boa porta que estava fechada e não se abria.
Cristo passou através dela, mas não a abriu.18
A manutenção da virgindade de Maria para muitos seria necessária
apenas até o parto. O mais importante era a sua manutenção na concepção
de Jesus, de forma a garantir o cumprimento da promessa que Deus
fizera aos homens. O que acontecesse depois, no entender de Basílio
da Capadócia, por exemplo, não se mostrava essencial para o mistério.
Para Ambrósio, porém, isto não bastava. A virgindade perpétua de
Maria deveria ser reconhecida como verdadeira por todos, já que a ideia
encontrava-se atrelada à experiência virginal do ascetismo de seu tempo.
Em A Educação das Virgens, para provar a sua tese, ele argumenta
relacionando a posição de cada um dos principais personagens
envolvidos na questão.
O primeiro a ser analisado é José, o esposo de Maria. Seria ele
capaz de cair na loucura de unir-se em “conúbio corpóreo” com a
Ibid., pp. 308-309
V. A Virgindade I, 21.
18
AMBROSIO DE MILÃO, A Educação das Virgens, 8, 57 In: TONIOLO, 1995, 1024-1025.
16
17
152
Miriam Lourdes Impellizieri Silva
A mariologia antiga em Santo Ambrósio de Milão
mãe do Senhor, ele que era descrito como um homem justo? Seria
absolutamente impensável19.
E quanto a Maria, deixar-se-ia levar pelo erro de, logo ela, a mestra
da virgindade, como a chama, depois de ter trazido em seu seio Deus
resolvesse entregar-se a um homem? Também questão descabida e
sem propósito20.
E quanto ao próprio Deus? Será que poderia ter escolhido como
mãe alguém que “contaminasse, pelo contato com um homem, o
seu celeste seio, como se fosse impossível conservar intacta a sua
integridade virginal?”21
Como podemos observar, Ambrósio lança objeções de cunho
puramente moral para defender a virgindade pós-parto de Maria,
já que lhe faltavam argumentos teológicos existentes na tradição
patrística do seu tempo. Era um terreno absolutamente de fé. Ao
mesmo tempo, porém, de forte eco popular, já que a tradição acerca
da virgindade perpétua provinha de um Evangelho escrito no século
II, de grande difusão, e que no século IV fora considerado apócrifo, o
Proto Evangelho de Tiago ou A História do Nascimento de Maria.
A crença na virgindade perpétua é abraçada não só pelo bispo
milanês, mas por todos aqueles que viam na imagem da Sempre Virgem
um exemplo a ser seguido e imitado por todos os que quisessem aderir
ao ascetismo. Havia mais, porém. E novamente Ambrósio inova ao
associar a imagem de Maria Sempre Virgem àquela da Igreja.
Assim a Santa Igreja, imaculada em sua união,
fecunda e em sua maternidade, é virgem pela castidade
e mãe pela prole. Virgem, dá-nos a luz cheia do Espírito
Santo e não pelo concurso viril. Virgem, gera sem dores
físicas, mas com júbilos angélicos. (...) Vossa Mãe não
tem marido, possui, todavia, esposo porque tanto a
igreja formada de todo o povo fiel quanto a alma de cada
um está desposada com o Verbo de Deus, como sendo
seu esposo eterno, e sem detrimento do pudor se torna
espiritualmente fecunda.22
Ibid., 6,45
Ibid. Ibidem.
21
Ibid. Ibidem.
22
AMBROSIO DE MILÃO, A Virgindade, I, 31.
19
20
153
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Como se pode observar, como Maria, a Igreja é Virgem e Mãe,
fecundada pelo Espírito Santo está isenta de qualquer pecado e é
exemplo de castidade já que possui um esposo, o esposo divino.
Se pudéssemos definir a Mariologia de Ambrósio com uma
expressão poderíamos chamá-la de a “pedagogia do exemplo”, o
exemplo de Maria para toda a Igreja.
Seja na luta contra as heresias, na apologia do ascetismo, no
cumprimento das tarefas episcopais, na educação das virgens,
Ambrósio não deixa jamais de tomar Maria como fonte de inspiração
e modelo para a perfeição cristã, por ser a que mais esteve próxima de
Jesus, não só por ser sua Mãe, mas, principalmente, por sempre lhe
seguir os passos, até mesmo no Calvário.
A santidade de Maria é inquestionável. Que exemplo melhor
poderia haver que o da santa mãe aos pés da cruz vendo seu filho
perecer injustamente? No relato da cena, Ambrósio supera a tradição
que o precedeu e inaugura uma nova era. Não há mais espaço para a
dúvida, a fé única cobria aquela mulher inteiramente
A mãe olhava com olhar piedoso as chagas do Filho,
do qual sabia viria a redenção do mundo. Permanecia
ereta, oferecendo um espetáculo não diferente do que
ele oferecia, ao mesmo tempo que não temia quem o
havia matado. O Filho pendia da cruz, a Mãe se oferecia
aos perseguidores. Se o tivesse feito simplesmente para
ser abatida antes do Filho, já seria louvável o seu afeto
materno, que a fazia não desejar sobreviver ao Filho;
mas se, ao contrário, ela o fez para morrer com o Filho,
é porque desejava ressuscitar com ele, pois não ignorava
o mistério de que havia gerado aquele que ressuscitaria.
Sabendo, além disso, que a morte do Filho ocorria para o
bem de todos, apressava-se... 23.
Maria, para Ambrósio, não é apenas aquela que creu, mas uma
mulher que sabia quem havia gerado, quem era aquele que morria. É a
nova mulher, a nova Eva, de um mundo novo, aquela que assim agira
em prol da salvação do mundo. Em suma, o exemplo maior de criatura
humana, a Mãe Sempre Virgem de Deus deveria ser também o modelo
a ser seguido pela Igreja e por todos os fiéis: “Esteja em cada um a alma
23
AMBROSIO DE MILÃO, A Educação das Virgens 6,49. In: TONIOLO, 1995, pp.
1024-1025.
154
Miriam Lourdes Impellizieri Silva
A mariologia antiga em Santo Ambrósio de Milão
de Maria, para engrandecer o Senhor; esteja em cada um o Espírito de
Maria para exultar em Deus”24
Conclusão
Após a morte de Ambrósio (397), tanto no Ocidente quanto no
Oriente, a Mariologia continuará a se desenvolver, ligada às questões
teológicas relativas à natureza de Cristo. No 1º Concílio de Éfeso (431),
o Nestorianismo, que pregava a existência de duas naturezas em Cristo,
uma humana, nascida de Maria, e outra sobrenatural, gerada por Deus,
foi vigorosamente condenado.
No discurso pronunciado na ocasião, Cirilo de Alexandria reafirma
sua crença na matéria divina de Maria, a partir da confirmação da
unidade da pessoa de Jesus, condição essencial para que ela pudesse
assumir de fato o título de “Mãe de Deus” e não apenas de “Mãe de
Jesus”. O Concílio de Éfeso se encerra com a aprovação da carta de
Cirilo contra Nestório, determinando não ser inconveniente chamar
Maria de “Mãe de Deus”.
A questão do reconhecimento da Maternidade Divina de Maria se
daria no Concílio seguinte, o de Calcedônia (451), quando do ponto
de vista dogmático ficava resolvido o problema da unidade das duas
naturezas de Cristo, confirmavam-se as afirmações de fé dos Concílios
de Nicéia e de Constantinopla I, e apontavam-se como erro a ser
repelido a recusa em conceder a Maria o título de Theotókos. No item
15 das resoluções conciliares está escrito que Jesus é o filho “gerado de
Maria Virgem, a Mãe de Deus”25.
Contudo, se depois de Calcedônia não se questionará mais
a Maternidade Divina, a confirmação do dogma da Virgindade
Perpétua, tão caro a Ambrósio, demorará ainda algum tempo: sua
confirmação definitiva dar-se-á apenas no Concílio de Latrão, em 649,
no pontificado de Martinho I, quando a conversão ao Catolicismo
dos povos germânicos que haviam invadido o Império nos séculos
anteriores estava quase completada. Assim, as questões cristológicas
voltam a estar no centro das atenções da Igreja tanto no Ocidente,
quanto no Oriente, e defender Maria e seu papel fundamental no
processo da salvação humana tornavam-se, novamente, prioritários
na luta pela ortodoxia.
24
25
AMBROSIO DE MILÃO. Comentário sobre Lucas, 2,26.
DROBNER, 2003, pp. 476.
155
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Encerrando o período da Patrística, São João Damasceno (†749)
faz uma linda homilia sobre a “Dormição da Mãe Santíssima de Deus”:
Que todas as nações aplaudam e celebrem a Mãe de
Deus! Que os anjos prestem culto ao corpo mortal! Filhas
de Jerusalém, feitas cortejo da Rainha, e virgens suas
companheiras, ide com Ela ao Esposo, levai-a à direita do
Senhor! Desce, ó soberano, vem pagar à tua Mãe a dívida que
ela merece por te haver nutrido! (...) Dirige-lhe um apelo:
“Vem, ó formosa, ó bem-amada, mais resplandescente pela
virgindade do que o sol, tu me partilhaste teus bens, agora
vem gozar de mim o que te pertence!26
As palavras de João Damasceno demonstram que Ambrósio tivera
seguidores, e que a “pedagogia do exemplo”, de Maria para toda a
Igreja, defendida pelo bispo milanês, continuaria válida por muitos
séculos ainda no seio da Igreja.
26
GOMES, 1979, pp. 446
156
Miriam Lourdes Impellizieri Silva
A mariologia antiga em Santo Ambrósio de Milão
Bibliografia
AGOSTINHO DE HIPONA, Santo. Confissões. Livraria Apostolado da
Imprensa, Porto, 1984.
ALTANER, B. & STUIBER, A. Patrologia. Paulinas, São Paulo, 1988.
AMBRÓSIO DE MILÃO, Santo. “Comentário ao Evangelho de Lucas”.
In: GOMES, C. Folch. Antologia dos Santos Padres. Paulinas, São
Paulo, 1979. pp. 307-312.
___________________________. A Virgindade. Vozes, Petrópolis,
1980.
___________________________. Explicação do Símbolo. Sobre os
sacramentos. Sobre os mistérios. Sobre a penitência. Paulus, São
Paulo, 1996. p. 79-99.
___________________________. De incarnationis dominae
sacramento.
In:
http://monumenta.ch/latein/text.
php?tabelle=Ambrosius&rumpfid=Ambrosius,%20De%20
Incarnationis%20Dominicae%20Sacramento,%201,%20%20
%20%209&level=4&domain=&lang=0%20AND%201=1--&id=&hilite_id=&links=&inframe=1. Acesso em: 23 de outubro 2016.
BROWN, P. Corpo e Sociedade. O homem, a mulher e a renúncia sexual
no início do Cristianismo. Jorge Zahar Ed., Rio de Janeiro, 1990.
BAPTISTA, F. & LEITE, F. Maria nos Documentos da Igreja. Editorial
A.O, Braga, 1987.
BÍBLIA Sagrada. Editora Ave-Maria, São Paulo, 1982.
DE FIORES, S. & MEO, S. (org,). Dicionário de Mariologia. Paulus, São
Paulo, 1995.
DROBNER, H. R. Manual de Patrologia. Vozes, Petrópolis, 2003.
FIGUEIREDO, F. Curso de Teologia Patrística, III. Vozes, Petrópolis,
1990.
FRANGIOTTI, R. História das Heresias (séculos I-VII). Paulus, São
Paulo, 1995.
GARZONIO, Marco. “Sant’Ambrogio dalle mani pulite”. Corriere della
Sera. Milano, 12 febbraio 1997. Cultura e Spettacoli, terza pagina.
GOMES, C. F. Antologia dos Santos Padres. Paulinas, São Paulo, 1979.
HAMMAN, A. G. Orações dos Primeiros Cristãos. Paulinas, São Paulo, 1985.
157
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
LE GOFF, J. El Cristianismo medieval en Occidente desde el Concilio
de Nicea hasta la Reforma. In: PUECH, C. (org.). Historia de las
Religiones, 7. Siglo XXI, Mexico D.F, 1981. pp. 61-104.
PADOVESE, L. Introdução à Teologia Patrística. Loyola, São Paulo,
1999.
RAMOS, L. (trad., org. e notas). A História do Nascimento de Maria.
Proto-Evangelho de Tiago. Vozes, Petrópolis, 1988.
TONIOLO, E. Padres da Igreja. In: DE FIORES, S. & MEO, S. (org,).
Dicionário de Mariologia. Paulus, São Paulo, 1995. pp. 1003-1030.
158
Limes
ISSN 0716 - 5919
Revista de Estudios Clásicos
El suicidio femenino en el mundo antiguo.
El caso del ritual de lanzarse al mar
pp. 159 - 177
Cecilia Jaime González
[email protected]
Resumen
El acto de lanzarse al mar como método suicida ha estado ligado a la
mujer desde la Grecia antigua. Los llamados ‘Cantos de mujeres’, un género de la
poesía lírica griega creado específicamente para ser representado por mujeres o
niñas, nos ofrecen información muy relevante sobre el rito de paso de la doncellez
al matrimonio en el que las jóvenes núbiles entregaban su virginidad a un dios-río.
El presente artículo pretende hilvanar los varios hilos de, quizás, una
historia conectada a través de los siglos, tanto en la literatura como en la iconografía.
Palabras clave: cantos de mujeres - ritual - salto al mar - suicidio por amor
- poesía griega
Abstract
The act of immersing oneself into the sea as a suicide, has been linked
to women from Ancient Greece. The “Women’s songs” give us the most relevant
information about the rite of passage, from virginity to marriage. By this rite, the
young maidens offer their virginity to the God-river.
This article tries to link the various threads of, maybe, a connected story,
in Literature and in Iconography.
Key words: Women’s songs - ritual - drowning - suicide because of love Greek poetry
Desear es llevar
159
El suicidio femenino en el mundo antiguo.
El caso del ritual de lanzarse al mar
Cecilia Jaime González
El suicidio femenino en el mundo
antiguo. El caso del ritual de
lanzarse al mar
Cecilia Jaime González
[email protected]
el destino del mar dentro del cuerpo
(Aurora Luque, Problemas de doblaje)
E
n la cultura griega había varios métodos de suicidio femenino;
entre éstos los más conocidos son el brochos o nudo resbaladizo,
es decir el ahorcamiento. Fue empleado por Epicasta (nombre
homérico de Yocasta), quien al descubrir el horror de su matrimonio
incestuoso se suicida1; también fue la elección de Antígona que, así,
escapa del tirano Creonte2. La inmersión prolongada, sin embargo, ha
sido calificada como la forma más poética del suicidio, ésta fue la última
elección de Safo, según la leyenda contada por Estrabón, tras ser desdeñada
por Faón; también de Ofelia, después de enterarse que su padre había sido
accidentalmente asesinado por su amante, Hamlet; de múltiples “ángeles
caídos3” en la época victoriana, y de numerosos escritores; de modo que
hemos decidido empezar nuestra narración con ellos.
Od. 11.269
Sófocles, Antígona, 1204.
3
De ello se hablará más adelante.
1
2
161
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
El 25 de octubre de 1938, Alfonsina Storni, la mujer leyenda que
decide por amor su muerte en el mar4 a los 46 años se arroja (o se
interna despacio) en las aguas del Atlántico en Mar de Plata. Ya en su
primer libro, La inquietud del rosal, de 1916 Alfonsina escribe:
...las penas
(...)
hoy conmigo no juegan y yo juego
con la tristeza azul de que están llenas.
(Obras. Poesía. T. I 45)
También en su testamento poético5, el soneto “Voy a dormir”, uno
de los más trágicos de la lengua castellana6, Storni viste a la muerte de
sueño entre sábanas terrosas y edredones de musgos.
Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos encardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera,
una constelación, la que te guste;
todas son buenas; bájala un poquito.
Déjame sola: oyes romper los brotes...
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases
para que olvides... Gracias. Ah, un encargo:
“El máximo punto de inflexión de esta leyenda está dado, quizá, en la celebérrima
canción “Alfonsina y el mar” (Compuesta por el pianista Ariel Ramírez y el
escritor Félix Luna e interpretada por primera vez por Mercedes Sosa). Por otro
lado, tal vez la leyenda de Alfonsina actualiza también otro mito femenino de las
letras, uno de los más antiguos, el de Safo.” Cf. RODRÍGUEZ Gutiérrez, Milena,
“El personaje poético de Alfonsina Storni”, publicado en ESTEBAN, Ángel
(coord.), Darío a diario. Rubén y el modernismo en las dos orillas, Universidad
de Granada, 2007, pp. 513-533. www.escritorasypensadoras.com/colaborador.
php/.../1207267981.doc También capítulo del libro Lo que en verso he sentido: la
poesía feminista de Alfonsina Storni, Universidad de Granada, 2007.
5
SÁINZ de Medrano, Luis. Historia de la Literatura Hispanoamericana. Madrid:
Taurus Universitaria, 1989: 137-38.
6
ASTRADA de Terzaga, Etelvina. “Figura y significación de Alfonsina Storni”.
Cuadernos Hispanoamericanos 211 (1967): 127-44.
4
162
El suicidio femenino en el mundo antiguo.
El caso del ritual de lanzarse al mar
Cecilia Jaime González
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido...
(Obras. Poesía. T I 600)
Como ella, también Ángel Ganivet, poeta y aspirante a profesor de
griego, se lanza dos veces al río Duina, la primera lo sacan del agua,
pero muere el 29 de noviembre de 1898. En las cercanías de Eleusis
el 10 de abril de 1910, Periclís Yanópolus monta un caballo a galope
hacia el mar, y cuando ya no puede avanzar más se dispara un tiro con
su revólver. Paul Celan se arroja a las aguas del Sena a su paso por París
el 30 de abril de 1970. En su poesía había escrito: No sirve de nada ya
que no sea / morir ahogado en la clepsidra / Quizás el Sena. Virginia
Woolf se suicidó el 28 de marzo de 1941 cuando se lanzó al río Ouse,
en Rodemell, con varios montones de piedras en los bolsillos.
Pero se cree que fue la poetisa lesbia Safo, la primera que cumplió el
ritual. Y en el fragmento 95 de la edición de Campbell podemos leer:
P. Berol 9722 fol 4. Berliner Kassikertexte 5.2 p. 14s.
ο]ὐδὲν ἄδομ’ ἔπαρθα γᾶ[ς ἔοισα,
κατθάνην δ› ἴμερός τις [ ἔχει με καὶ
λωτίνοις δροσόεντας [ ὄ< >χ[θ]οις ἴδην Ἀχερ[ οντος
No obtengo ningún placer de estar sobre la tierra, un
deseo de morir se apodera de mí y
de ver las riberas escarpadas
del Aqueronte cubiertas de loto y rocío.
(Trad. C. Jaime)
I.
El origen del ritual
Sólo ella sabe que su pecho contiene un corazón
demasiado pesado y grande para alojarse en sitio
distinto de un pecho ensanchado por unos senos;
ese peso escondido en la jaula de huesos
proporciona -a cada uno de sus saltos en el vacíoel sabor mortal de la inseguridad.
(Marguerite Yourcenar, Fuegos, Safo o el suicidio)
El género denominado γυναικεῖα μέλη o, cantos de mujeres, nombre
que se les dio desde el siglo V a. C., designa a los cantos “constituidos por
diferentes formas de expresión del amor, desesperación, desafío, etc.,
en boca de mujer o de una divinidad femenina” (Gangutia, 2010, p. 1).
163
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
El arte de componer estos cantos era oficio que cumplían no sólo
poetisas, sino también poetas. Junto a Safo y las numerosas poetisas
griegas de fecha a veces dudosa, se alineaban en este género Alceo,
Anacreonte y Estesícoro; y actualmente se ha considerado también
a Arquíloco, Alcmán, Teognis y Baquílides entre los posibles
compositores del género. Elvira Gangutia (1994) afirma que incluso
en Píndaro se podrían encontrar huellas de cantos de mujeres o, como
también se ha conocido el género, la canción del ‘amigo’.
Ahora bien, en origen, este género poético estaba unido a ciertos
cultos y fiestas en relación con divinidades, al principio orientales, pero
que más tarde quedaron relegadas del panteón olímpico (Gangutia, 1994,
p. 6). Además, Anne Klinck (2008, p. 13) ha definido estos cantos de
mujeres, como un “género de la poesía lírica griega creado específicamente
para ser llevado a cabo por mujeres, ‒o niñas‒”. Así, por ejemplo, el
acto original de zambullirse en el agua, lo encontramos en el ritual de
las κολυμβῶσαι ‘mujeres que se tiran al agua’ o ‘las que se zambullen’.
Este ritual fue considerado por Alcmán en una perdida pieza
teatral llamada Colimbosas7 y narraba ritos iniciáticos o de paso de la
doncellez al matrimonio en el que las doncellas “formulaban sus votos
dirigiéndose a un río8 en una fiesta balnearia femenina” (Gangutia,
Cf. BOUILLET, M. N., Dictionnaire Classique de l’Antiquité Sacrée e Profane, París,
Librairie classique-élémentaire, 1826, p. 33
8
“El ritual de bodas se celebraba de la manera siguiente y a lo largo de tres días,
denominados praílía, gámoi y epaílía. El primero se centraba en la preparación de
la novia y tenía lugar en la casa de su padre. El segundo comenzaba con la fiesta del
novio en esta misma casa, y terminaba con la procesión de la novia hacia la casa de
su futuro marido, por la noche. El tercero consistía en la ofrenda de regalos, una vez
pasada la noche de bodas. Veamos el primero. Como parte del ritual se empezaba
realizando un sacrificio a Afrodita, en el que normalmente la novia ofrecía algunos
mechones de su cabello o su cinturón, o ambas cosas, en el altar (simbolizando
la ofrenda del cabello, la marcha de la juventud, la sumisión al hombre o una
reminiscencia más primitiva de similitud con el muchacho en los antiguos ritos
nupciales homosexuales; y el cinturón, la resignación de la virginidad). Este
sacrificio estaba precedido (o seguido, según los casos) por el baño de la novia en
un río sagrado o fuente, aunque también podía realizarse en su casa, pero en ese
caso el agua debía de traerse de una fuente o de un río y tenía que ser un muchacho
de la vecindad quien se ocupara de esto. En esta escena del baño se realizaba
un simulacro de violación (simulacro, pues los padres estaban informados de
antemano) que simbolizaba la purificación de la novia de su primera menstruación
con el deseo a la vez de hacerla fértil. El novio, por su parte, se cortaba el cabello
y hacía también sacrificios a los dioses del matrimonio o ta protéleia.” Cf. Espejo
Muriel, Carlos, “Mujer, matrimonio y ritual de bodas en Grecia primitiva” Web
http://perso.wanadoo.es/cespejo/mujer.htm, [último acceso 02.11.2014).
7
164
El suicidio femenino en el mundo antiguo.
El caso del ritual de lanzarse al mar
Cecilia Jaime González
1994, p. 15) y, tras despojarse de sus joyas situándolas junto a sauces, se
disponían a saltar al agua .
En el libro Cantos de mujeres, Elvira Gangutia (1994) menciona una
carta helenística atribuida a Esquines, gracias a la cual podemos conocer
un poco más sobre estas fiestas rituales a orillas del río Escamandro en
Asia Menor. Describe que el día anterior a la celebración del matrimonio
“las jóvenes núbiles entraban en el cauce del río entonando ritualmente
la siguiente frase de final coliámbico, en la que se une la pérdida de la
doncellez con la entrada en el río:”
«λαβέ μου, Σκάμανδρε, τὴν παρθενίαν»
Toma de mí, Escamandro, la virginidad
Cantarella (1985) explica que el paso de un individuo de un grupo
de edad al siguiente grupo, debía estar acompañado por una serie de
ritos, con variantes comunes, en los que la persona que experimentaba
la iniciación debía, a fin de pasar al siguiente grupo de edad, morir
simbólicamente como una forma de alejamiento del grupo previo, y
renacer en el nuevo grupo tras un periodo de segregación o aislamiento.
Gangutia (1994:17) señala la creencia de que en una época casi
contemporánea a Alcmán, es posible que el salto iniciático al agua, relacionado
con estos cantos eróticos, se haya asimilado al salto suicida por amor.
El más antiguo deseo de arrojarse al mar por amor lo encontramos
en Homero, cuando en los versos 63 al 66 del vigésimo canto de la
Odisea, vemos a una Penélope tan desesperada por la ausencia de su
marido que desea ser llevada y arrojada en las bocas del Océano:
αὐτίκα νῦν, ἢ ἔπειτά μ’ ἀναρπάξασα θύελλα
οἴχοιτο προφέρουσα κατ› ἠερόεντα κέλευθα,
ἐν προχοῇς δὲ βάλοι ἀψορρόου Ὠκεανοῖο
o raptándome alguna borrasca,
por nubosos caminos me hiciera caer
en las bocas del océano al fluir hacia atrás
(Trad. J. M. Pabón)
Este mismo deseo es expresado, ahora en boca de una mujer, a
través de la escritura de Anacreonte:
Fr. 2 PMG
ὡ]ς ἂν εὖ πάθοιμι, μῆτερ,
εἴ] μ› ἀμείλιχον φέρουσα
π]όντον ἐσβάλοις θυίοντα [
165
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
π]ορφ[υρ]έοισι κύμασι[
Bien sufriría, madre,
si llevándome me arrojaras
al implacable Ponto que se enfurece con olas púrpuras.
(Trad. C. Jaime)
Gracias a este fragmento podemos, en mi propia interpretación,
deducir quizás, el momento propicio para saltar. El adjetivo
πορφυρέοισι que califica a las olas con las que el mar muestra su furia,
sugiere el crepúsculo como aquel momento solitario en el que el salto
debe llevarse a cabo. Ese mar de olas purpúreas es el que se representa
en las pinturas que tratan el tema. Es el que vemos en los cuadros de
Edmund Friedrich Kanoldt, Jules-Elie Delaunay, Antoine-Jean Gros o
Gustave Moreau.
Posteriormente, parece que hubo una modificación del ritual.
Estrabón cuenta en Geografía 10.2.9.1-20 que en Léucade se oficiaban
cultos que consistían en despeñar ritualmente fármacos, habiéndose
perdido la relación entre este sacrificio y los “saltos” desde la roca por
desesperación amorosa9.
9
Ἔχει δὲ τὸ τοῦ Λευκάτα Ἀπόλλωνος ἱερὸν καὶ τὸ ἅλμα τὸ τοὺς ἔρωτας παύειν
πεπιστευμένον· “οὗ δὴ λέγεται πρώτη Σαπφώ” ὥς φησιν ὁ Μένανδρος “τὸν
ὑπέρκομπον θηρῶσα Φάων› οἰστρῶντι πόθῳ ῥῖψαι “πέτρας ἀπὸ τηλεφανοῦς
ἅλμα κατ› εὐχὴν σήν, δέσποτ› ἄναξ.” ὁ μὲν οὖν Μένανδρος πρώτην ἁλέσθαι λέγει
τὴν Σαπφώ, οἱ δ› ἔτι ἀρχαιολογικώτεροι Κέφαλόν φασιν ἐρασθέντα Πτερέλα
τὸν Δηιονέως. ἦν δὲ καὶ πάτριον τοῖς Λευκαδίοις κατ› ἐνιαυτὸν ἐν τῇ θυσίᾳ τοῦ
Ἀπόλλωνος ἀπὸ τῆς σκοπῆς ῥιπτεῖσθαί τινα τῶν ἐν αἰτίαις ὄντων ἀποτροπῆς
χάριν, ἐξαπτομένων ἐξ αὐτοῦ παντοδαπῶν πτερῶν καὶ ὀρνέων ἀνακουφίζειν
δυναμένων τῇ πτήσει τὸ ἅλμα, ὑποδέχεσθαι δὲ κάτω μικραῖς ἁλιάσι κύκλῳ
περιεστῶτας πολλοὺς καὶ περισώζειν εἰς δύναμιν τῶν ὅρων ἔξω τὸν ἀναληφθέντα.
En este promontorio se encuentra el santuario de Apolo de Léucatas; y también
está allí el Salto que, según se cree, pone fin al mal de amores, donde se dice que
Safo fue la primera. - Tal como lo cuenta Menandro cuando perseguía al desdeñoso Faón,
herida por el aguijón del ardor,
en lanzarse de lo alto de un peñasco
visible desde lejos. Pero por tu deseo,
soberano señor...
Menandro afirma, pues, que Safo fue la primera en saltar. Pero los autores más
versados en el estudio de la antigüedad dicen que el primero fue Céfalo, hijo
de Deyoneo, cuando se enamoró de Ptérelas. Por otra parte, los leucadios cada
año, en los sacrificios en honor de Apolo, mantenían la tradición de despeñar a
algún delincuente desde la atalaya con una finalidad apotropaica. Pero ataban a
su cuerpo todo tipo de alas y pájaros capaces de suavizar su caída mediante su
166
El suicidio femenino en el mundo antiguo.
El caso del ritual de lanzarse al mar
Cecilia Jaime González
El texto de Estrabón ofrece además, varios detalles sobre el salto
‘ritual’, pues especifica que al salto se le atribuía la capacidad de
curar las pasiones amorosas. Afirma también que los pobladores de
Léucade arrojaban a criminales con pájaros atados a sus cuerpos para
amortiguar su caída, como un ritual anual que tenía fines expiatorios.
Eva Cantarella (1991) da una amplia explicación sobre las diversas
‘modalidades’ de precipitaciones: el derecho de la Anfictionía que
castigaba así a los sacrílegos, el bárathron10 en Atenas de la época
clásica referido en Aristófanes, o el katapontismo documentado
en Demóstenes, Lisias, Isócrates y Polibio11. Esta precipitación, en
una primera fase histórica, era utilizada como una ordalía, es decir
una prueba que determinaba de manera sobrenatural la inocencia o
culpabilidad de los indivíduos12, de modo que “arrojar al precipicio no
significaba matar, sino someter al acusado al juicio divino. La muerte
eventual era la señal de culpabilidad” (Cantarella, 1991:92).
Así, “arrojarse desde la roca de Léucade” se vuelve una expresión
proverbial13 (Cf. Eurípides, Cíclope, 16614), quizá originada en su uso
ctónico por Homero (cf. Od., 24.11). (Cf. Plutarco15, Diódoro Sículo16)
πὰρ δ’ ἴσαν Ὠκεανοῦ τε ῥοὰς καὶ Λευκάδα πέτρην,
ἠδὲ παρ’ Ἠελίοιο πύλας καὶ δῆμον Ὀνείρων
ἤϊσαν· αἶψα δ’ ἵκοντο κατ’ ἀσφοδελὸν λειμῶνα,
ἔνθα τε ναίουσι ψυχαί, εἴδωλα καμόντων.
Del océano a las ondas llegaron, al cabo de Leucas,
a las puertas del sol, al país de los sueños, y pronto
vuelo, mientras que un gran número de hombres en pequeñas barcas de pesca
esperaban formando un círculo al pie del acantilado, dispuestos a recogerlo en la
medida de lo posible y ponerlo luego a salvo fuera de sus fronteras.
(Trad. J. J. Torres Esbarranch)
10
Parece que el barathron fue originalmente una hendidura en las cercanías del
Areópago.
11
Cr. Demóstenes, Contra Alcib., 27; Lisias, Contra Aristocr., 169; Isócrates, I, 12,
122; Polibio, 2, 60, 8.
12
Cf. Gracia, Paloma, “El arco de los leales amadores. A propósito de algunas
ordalías literarias” en RLM, No. III – 7, pp. 95 – 115.
13
Cf. Antología de poesía erótica griega, CALVO Martínez, José Luis (ed.), Madrid,
Cátedra, [p. 93], n. 77.
14
... y me precipitaría, por embriagarme y desarrugar mi ceño, en la mar desde la roca
Leucade (Trad. J. Alemany y Bolufer).
15
πὰρ δ’ ἴσαν Ὠκεανοῦ τε ῥοὰς καὶ Λευκάδα πέτρην, PLUTARCO, Biogr., Phil.,
Quomodo adolescens poetas audire debeat (14d-37b) 17, C8.
16
πὰρ δ’ ἴσαν Ὠκεανοῦ τε ῥοὰς καὶ Λευκάδα πέτρην, DIÓDORO SÍCULO, Hist.,
Bibliotheca historica (lib. 1-20) 1, 96, 6, 11.
167
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
descendiendo vinieron al prado de asfódelos, donde
se guarecen las almas, imágenes de hombres exhaustos.
(Trad. E. Crespo)
Los poetas aplicaron de mil diversas maneras este rito a la
descripción de amorosas aventuras. Un ejemplo de este segundo tipo
de ‘salto por amor’: el despeñamiento, podemos leerlo en Estesícoro,
quien en su novela poética Cálice (Stesich, 100 PMG), narra cómo la
joven de este nombre, una virtuosa doncella, se enamora de Evatlo
y ruega a Afrodita para casarse con él. Al ser desdeñada, se despeña
precipitándose, según la fuente, desde la roca Leucadia, “despeñadero
que tiende a convertirse en el centro convencional de estos actos
desesperados” (Gangutia, 1994, p. 17).
Ἀριστόξενος δὲ ἐν τετάρτῳ περὶ Μουσικῆς (FHG II
287) 14.11.15 ’ᾖδον, φησίν, αἱ ἀρχαῖαι γυναῖκες Καλύκην
τινὰ ᾠδήν. Στησιχόρου δ’ ἦν ποίημα (fr. 43), ἐν ᾧ
Καλύκη τις ὄνομα ἐρῶσα Εὐάθλου νεανίσκου εὔχεται
τῇ Ἀφροδίτῃ γαμηθῆναι αὐτῷ. ἐπεὶ δὲ ὑπερεῖδεν ὁ
νεανίσκος, κατεκρήμνισεν ἑαυτήν. ἐγένετο δὲ τὸ πάθος
περὶ Λευκάδα.
Aristóxeno en el libro IV Sobre la Música dice que
las antiguas mujeres atenienses cantaban una canción
a Cálice. Había un poema de Estesícoro en el que una
mujer llamada Cálice, enamorada del joven Evatlo, ruega
a Afrodita para casarse con éste. Pero cuando el joven la
despreció, ella misma se despeñó. El infortunio sucedió
cerca de Léucade.
(Trad. C. Jaime)
Este texto nos resulta también relevante ya que ofrece el vocablo
utilizado para expresar el salto suicida por amor: κατακρημνίζειν
(precipitar de arriba abajo), entendido como un πάθος.
El suicidio por amor llega a convertirse en el destino mítico de
poetisas como Safo, o en un tema tópico de heroínas enamoradas
(Ocne según Mirtis17, Cálice según Estesícoro, Harpálice según la
canción anónima cantada por muchachas).
Plutarchus Biogr., Phil., Aetia Romana et Graeca
(263d-304f) Stephanus p. 300, section D
17
Se dice que Corina y Píndaro fueron estudiantes de Mirtis.
168
El suicidio femenino en el mundo antiguo.
El caso del ritual de lanzarse al mar
Cecilia Jaime González
ἐρασθῆναι δ’ αὐτοῦ λέγουσιν Ὄχναν, μίαν τῶν Κολωνοῦ
θυγατέρων, ἀνεψιὰν οὖσαν. ἐπεὶ δὲ πειρῶσαν ὁ Εὔνοστος
ἀπετρέψατο καὶ λοιδορήσας ἀπῆλθεν εἰς τοὺς ἀδελφοὺς
κατηγορήσων, ἔφθασεν ἡ παρθένος τοῦτο πράξασα κατ’
ἐκείνου καὶ παρώξυνε τοὺς ἀδελφοὺς Ἔχεμον καὶ Λέοντα
καὶ Βουκόλον ἀποκτεῖναι τὸν Εὔνοστον, ὡς πρὸς βίαν
αὐτῇ συγγεγενημένον. ἐκεῖνοι μὲν οὖν ἐνεδρεύσαντες
ἀπέκτειναν τὸν νεανίσκον. ὁ δ’ Ἐλιεὺς ἐκείνους ἔδησεν·
ἡ δ’ Ὄχνη μεταμελομένη καὶ γέμουσα ταραχῆς, ἅμα μὲν
αὑτὴν ἀπαλλάξαι θέλουσα τῆς διὰ τὸν ἔρωτα λύπης,
ἅμα δ’ οἰκτείρουσα τοὺς ἀδελφοὺς ἐξήγγειλε πρὸς τὸν
Ἐλιέα πᾶσαν τὴν ἀλήθειαν, ἐκεῖνος δὲ Κολωνῷ. Κολωνοῦ
δὲ δικάσαντος οἱ μὲν ἀδελφοὶ τῆς Ὄχνης ἔφυγον, αὐτὴ
δὲ κατεκρήμνισεν ἑαυτήν, ὡς Μυρτὶς (PLG III p. 542) ἡ
Ἀνθηδονία ποιήτρια μελῶν ἱστόρηκε.
Dicen que Ocne, una de las hijas de Colono era su
prima y, enamorada de él, cuando intentaba conquistarlo,
Eunosto se rehusó e injuriándola fue hacia sus hermanos
para acusarla. La doncella anticipó esto y tras poner a
sus hermanos, Esquemos, León y Bucolos contra aquél,
los provocó para que mataran a Eunosto porque había
tenido relación con ella por la fuerza. Así pues aquellos,
engañados, mataron al joven, pero Elieo los encarceló.
Ocne, arrepentida y llena de perturbación, no sólo
quería matarse debido a la tristeza por su amor sino que
lamentándose por sus hermanos, reveló ante Elieo toda la
verdad, pero aquél fue con Colono. Después de que éste
pronunció sentencia, los hermanos de Ocne huyeron y
ella se despeñó. Como Mirtis, la poetisa Antedonia, relató
esta historia cantando. (Trad. C. Jaime)
Anacreonte en el fragmento 24 utiliza el verbo κολυμβάω para
expresar el deseo exagerado de zambullirse por amor desde la roca
Léucade, ebrio por el delirio y la demencia del amor más impetuoso,
para el que nada son la salvación y la vida. Este poema crea, así, un
contrafactum de un Canto de mujer:
Anacreonte, Fr. 24 (Gentili)
Ἀρθεὶς δηὖτ’ἀπὸ Λευκάδος
πέτρης ἐς πολιὸν κῦμα κολυμβέω μεθύων ἔρωτι.
Saltando de nuevo de la peña de Léucade
me zambullo en la ola gris borracho de amor.
(Trad. E. Gangutia)
169
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
II. La influencia de la “precipitación” en la literatura
Con el último acento entristecido
en las ondas se echó del cristal frío
el nombre de su Filis repitiendo
Francisco de la Torre, égloga II (vv. 183-185)
El ritual antes referido tendrá una importante influencia en
la literatura occidental posterior, fundamentalmente en la época
victoriana. Veremos tanto en la tradición literaria como en la pintura
y en ilustraciones de los diarios londinenses a los llamados “ángeles
caídos victorianos”18.
Desde la época griega, se creía que la mujer sufría de una
especie de “epilepsia”, registrada en el Corpus Hippocraticus19,
que provocaba que las mujeres se ahorcaran; esta enfermedad se
agravaba si la mujer se resistía al acto sexual. Esta idea también
permeará en la época victoriana, en la que se creía que el suicidio
era una “enfermedad inherente a la naturaleza femenina” pues veían
en la mujer una “inteligencia superior de comprensión y realización
del mal”, de modo que eran ellas más propensas a ser víctimas de
las pasiones más bajas, muchas veces, veían en el suicidio su única
alternativa.
El suicidio se produce por dos motivos fundamentales: el desamor
o la deshonra. En ambos casos, podemos trazar una reminiscencia, por
un lado el ‘salto ritual’ como baño prenupcial en el que se entregaba
la doncellez al río, y por otro el ‘salto suicida desde la roca Léucade’
que, según Estrabón, era capaz de curar las penas amorosas. Pese a
que también podían elegir la ingestión de láudano como método, lo
cierto es que la precipitación en un rio estuvo presente durante mucho
tiempo en el ideario londinense, ya que era concebido como la entrada
a las aguas purificadoras del cielo. Un ejemplo de esto lo encontramos
en el siguiente fragmento del poema “The bridge of Sighs” de Thomas
Hood (1799 – 1845):
One more Unfortunate,
Weary of breath,
Rashly imfortunate,
Por ejemplo Hetty Sorrel en Adam Bede, Tess of the D’Urbelvilles de Thomas
Hardy, Nancy en el Oliver Twist de Dickens, la pequeña Emily y Martha Endell en
David Copperfield o Lady Dedlock en Black House.
19
Corp. Hipp., VIII, 464-471.
18
170
El suicidio femenino en el mundo antiguo.
El caso del ritual de lanzarse al mar
Cecilia Jaime González
Gone to her death!
Take her up tenderly,
Lift her with care;
Fashion’d so slenderly
Young, and so fair!
Look at her garments
Clinging like cerements;
Whilst the wave constantly
Drips from her clothing;
Take her up instantly,
Loving, not loathing.
Touch her not scornfully;
Think of her mournfully,
Gently and humanly;
Not of the stains of her,
All that remains of her
Now is pure womanly20.
Una leyenda cuenta que a fines de la década de 1880, el cadáver
de una hermosa mujer fue encontrado en el río Sena. La mujer se
había suicidado, de modo que, siguiendo la costumbre, su cuerpo
fue expuesto en la funeraria de París con la esperanza de que alguien
la reconociera. Como ese cuerpo poseía un rostro de descomunal
hermosura, el forense decidió preservar sus rasgos para la posteridad,
de modo que elaboró una máscara cuyas copias muy pronto decoraron
los salones del París de la Belle Époque.
Esta leyenda fue la inspiración del novelista inglés Richard
LeGallienne (1866 – 1974), quien, en 1990, en su novela The Worshipper
of the image, otorga a la máscara un poder malévolo que provoca la
perdición de un joven poeta.
Como él, varios novelistas y poetas se vieron seducidos por la
máscara que ya se comercializaba con el nombre de la inconnue: el
austriaco Rainer María Rilke (1875 - 1926), el francés Louis Aragon
(1897 – 1982), el artista estadounidense Man Ray (1980 - 1976) y el
novelista ruso Vladimir Nabokov (1899 - 1977).
20
(2006), Las cien mejores poesías líricas de la lengua inglesa, Trad. Fernando
Maristany, Valladolid, Editorial Maxtor
171
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Uno de los suicidios en el río más célebres de la literatura es el
de Ofelia, en Hamlet, quien, como ya mencioné, tras enterarse de
que su amado ha asesinado accidentalmente a su padre, se arroja a
un río. Gertrudis, la madre de Hamlet, es quien lleva la noticia en
la escena XXIV:
GERTRUDIS.- Donde hallaréis un sauce que
crece a las orillas de ese arroyo, repitiendo en las
ondas cristalinas la imagen de sus hojas pálidas. Allí
se encaminó, ridículamente coronada de ranúnculos,
ortigas, margaritas y luengas flores purpúreas, que
entre los sencillos labradores se reconocen bajo una
denominación grosera, y las modestas doncellas llaman
dedos de muerto. Llegada que fue, se quitó la guirnalda,
y queriendo subir a suspenderla de los pendientes
ramos; se troncha un vástago envidioso, y caen al
torrente fatal, ella y todos sus adornos rústicos. Las
ropas huecas y extendidas la llevaron un rato sobre las
aguas, semejante a una sirena, y en tanto iba cantando
pedazos de tonadas antiguas, como ignorante de su
desgracia, o como criada y nacida en aquel elemento.
Pero no era posible que así durarse por mucho espacio.
Las vestiduras, pesadas ya con el agua que absorbían
la arrebataron a la infeliz; interrumpiendo su canto
dulcísimo, la muerte, llena de angustias21.
Vemos aquí una serie de conexiones con los cantos de mujeres: el
sauce que crece a las orillas del arrollo y junto al que quiere colgar su
guirnalda, y la descripción de Ofelia entonando canciones antiguas
como nacida en el agua, reminiscencia de las ninfas. En el cuadro
de Millais podemos ver la representación pictórica de la escena
descrita arriba. Ofelia flota con sus ropas mojadas y flores todavía
21
There is a willow grows aslant a brook, / That shows his hoar leaves in the glassy
stream; / There with fantastic garlands did she come / Of crow-flowers, nettles,
daisies, and long purples / That liberal shepherds give a grosser name, / But our
cold maids do dead men’s fingers call them: / There, on the pendent boughs her
coronet weeds Clambering to hang, an envious sliver broke; / When down her
weedy trophies and herself /Fell in the weeping brook. Her clothes spread wide; /
And, mermaid-like, awhile they bore her up: / Which time she chanted snatches
of old tunes; / As one incapable of her own distress, / Or like a creature native
and indued / Unto that element: but long it could not be / Till that her garments,
heavy with their drink, / Pull’d the poor wretch from her melodious lay / To
muddy death. The Tragedy of Hamlet, Prince of Denmark, acto IV, escena 24.
172
El suicidio femenino en el mundo antiguo.
El caso del ritual de lanzarse al mar
Cecilia Jaime González
sostenidas por la mano derecha. El cuadro, enmarcado, recuerda el
arco que se forma debajo de los puentes, haciendo de Ofelia, quizás,
un ángel caído.
Hoy, más de 2500 años después, varios autores siguen escribiendo
sobre este ritual: Roberto Fontanarrosa en el libro Los trenes matan a
los autos (1997) describe los varios tipos de suicidios. En particular,
sobre la opción del ‘despeñamiento’ dice:
Es apropiada para personas de vida tumultuosa, afectas
a las verbenas y las farándulas, licenciosas en grado sumo.
Es el final clásico de todo desmoronamiento moral e
incluso a veces material. Es, sin dudas, espectacular. Carece
de la jerarquía que la privacidad confiere a otros suicidios.
Es popular, o populachera, en definitiva. Acá sí, no hay
otra alternativa que realizar el acto durante la noche, si es
posible ventosa, no necesariamente fría, siendo ideal con
una pertinaz llovizna. (Fontanarrosa, 1997)
Añade después, el valor poético que tiene una inmersión prolongada:
Es evidentemente una solución para personas desvaídas,
sin fuerza de voluntad, ablandadas por los contratiempos
de la vida. La época más recomendable es el otoño y la
hora, el crepúsculo. El suicidio por inmersión es de una
poesía inenarrable en esas condiciones. Estamos hablando,
lógicamente, en el mar. (Fontanarrosa, 1997)
Aurora Luque (1996), poetisa española y profesora de griego
en Málaga, recoge el ritual y nos lo redibuja en un hermoso poema
llamado Kolumbosai o las nadadoras:
Termas desmoronadas
cerca del mar. La huella anaranjada
y mineral de aguas milenarias
al fondo del estanque, sobre losas y líquenes
Cualidad de blandura semejante
en el tiempo, la hiedra espesa, el mar,
la historia erguida, el cuerpo. Balnearios
con aguas incansablemente mágicas
y pasadas de moda. En los lechos de piedra,
junto a piscinas rotas
tenderme, tenderme boca arriba, el indolente
racimo de uvas negras rozándome los labios
como a Greta, la gloria del amor
173
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
medido desde dentro
- su membrana de luz, su cauce oscuro,
su arquitectura extraña de termas laberínticas.
Conciencia de nadar en uno mismo:
certeza pasajera
de un poema-piscina para hundirse.
(Luque, 1996, p. 12)
III. Reflexiones finales.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.
Jorge Luis Borges, Ausencia
Hasta aquí, parece que sólo he respondido a la pregunta ¿cuándo?
La pregunta ¿por qué? es más compleja y requiere mucho más
tiempo para ser respondida; pero quiero adelantar algunas posibles
explicaciones.
El agua formaba parte fundamental en los rituales de la vida del
ciudadano griego libre, que se bañaría ritualmente en tres momentos
significativos: al nacer, con ocasión del matrimonio y después de
la muerte. El agua, pues, lo purificaba y asignaba a su cuerpo un
estatus distinto; por ejemplo, las mujeres núbiles dejaban de serlo,
ya que durante el baño se les permitía entonar cantos eróticos que
mostraban su nuevo estatus social y sexual de cara al matrimonio.
Así, podríamos entender que una persona que ha decidido terminar
con su vida, quisiera hacerlo lanzándose al mar, como el último acto
ritual y de purificación.
La muerte está íntimamente relacionada con el agua en la religión
griega, ya que durante el ‘gran viaje’ el muerto es transportado
por Caronte, a través de la laguna Estigia. Podríamos conjeturar,
basándonos en la breve metáfora “Yo me casaré con Aqueronte”
que menciona Antígona tras darse cuenta que su vida sólo tendrá
sentido en el inframundo donde podrá estar con su familia, que
lanzarse a ese río divinizado permitía la entrada al inframundo;
174
El suicidio femenino en el mundo antiguo.
El caso del ritual de lanzarse al mar
Cecilia Jaime González
además de que para una mujer reflejaba su decisión de permanecer
en un estado núbil hasta la muerte, muerte a su vez producida
por ‘propia mano’ y no por el matrimonio, ya que el matrimonio
griego comporta una fase negativa y otra positiva, que termina por
imponerse sobre la primera. “La tragedia no cesa de explorar este
pasaje, vivido por las mujeres como una muerte temporal y un paso
hacia los brazos de Hades”22.
El suicidio en Grecia era penado, prohibiendo que el cadáver
del suicida recibiera las honras fúnebres23 pues se consideraba
contaminante; de esto encontramos varios testimonios en diversas
inscripciones. Por ello, sería quizás entendible que se prefiriera el
salto al mar (a, por ejemplo, tomar la cicuta) para que el cuerpo, al
no ser encontrado, no recibiera tal castigo, o, como explica Versnel
(1981:154), la prevalencia de un deseo profundo de unirse con el mar,
sin que esto conllevara la también postulada hipótesis del mar asociado
con el kolpos (seno, pecho, regazo) de Tetis, mismo que actuaba como
un refugio para los dioses en la épica homérica24.
Vemos, pues, que el ritual iniciático de bañarse en el mar o río, pronto
se convertirá en el salto al mar para evadir las penas amorosas o para
expiar una culpa, asimismo, el origen femenino del baño o salto, será
abordado también por personajes masculinos y por muchos hombres de
letras, sin embargo al dar lugar a una larga recepción y tradición literaria
y pictórica parece que recuperamos ese último aliento femenino en los
maravillosos cuadros de “los ángeles caídos victorianos”.
Cf. SEAFORD, Richard, “The tragic Wedding, en Journal of Helenic studies, 107
(1987), p. 106-130.
23
Cf. GARRISON, Elise P., “Attitudes toward Suicide in Ancient Greece” en Transactions
of the American Philological Association (1974-1), Vol. 121 (1991), pp. 1-34.
24
Cf. Ilíada, 6.135-6, 18.392-8.
22
175
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Referencias
Fuentes
Aeschines, Orat., Epistulae [Sp], ed. V. Martin y G. De Budé, Eschine.
Discours, V. 2, París, Les Belles Lettres, 1928 (repr. 1962): 123-143.
Antología de poesía erótica griega, Calvo Martínez, José Luis (ed.),
Madrid, Cátedra, [p. 93], n. 77.Estrabón, Geografía, libros VIII – X, Trad. y notas Juan José Torres
Esbarranch, Madrid, Biblioteca Clásica Gredos, 2008.
Eurípides, Tragedias, Prol. Carlos García Gual, Trad. José Alemany y
Bolufer, Madrid, Edaf, 1983.
Greek Lyric, Vol. I, Sappho and Alcaeus, ed. y trad. David A. Campbell,
Cambridge, Massachusets, London, Harvard University Press, Loeb
Classical Library, 1990.
Homero, Ilíada, Introd. Carlos García Gual, Trad. Y notas Emilio
Crespo, Madrid, Biblioteca Clásica Gredos, 1991.
Homero, Odisea, Introd. Carlos García Gual, Trad. José Manuel Pabón,
Madrid, Biblioteca Clásica Gredos, 2007.
Lyra Graeca, vol. II, Stesichorus, Ibycus, Anacreon and Simonides,
ed. y Trad. J. M. Edmonds, London, William Heineman, 1924.
Estudios contemporáneos
Astrada de Terzaga, Etelvina. (1967): “Figura y significación de
Alfonsina Storni” en Cuadernos Hispanoamericanos 211 127-44.
Bouilet, M. N. (1826) Dictionnaire Classique de l’Antiquité Sacrée e
Profane, París: Librairie classique-élémentaire.
Cantarella, Eva. (1985). “Danglings Virgins: Myth, Ritual and the
Place of Women in Ancient Greece” en Poetics Today, Vol. 6, No.
1/2, The female body in Western Culture: Semiotic Perspective, pp.
91-101. http://dx.doi.org/10.2307/1772123
Cantarella, Eva. (1991). Los suplicios capitales en Grecia y Roma.
Orígenes y funciones de la pena de muerte en la antigüedad clásica,
Madrid: Akal.
Espejo Muriel, Carlos, “Mujer, matrimonio y ritual de bodas en
Grecia primitiva” Web http://perso.wanadoo.es/cespejo/mujer.htm,
[último acceso 02.11.2014].
Fontanarrosa, Roberto. (1997) De los suicidios. Los trenes matan a
los autos, Buenos Aires: ediciones la Flor.
Gangutia, Elvira. (1994). Cantos de Mujeres en Grecia, Madrid:
Ediciones clásicas.
176
El suicidio femenino en el mundo antiguo.
El caso del ritual de lanzarse al mar
Cecilia Jaime González
Gangutia, Elvira. (2010). Los «cantos de Mujeres». Nuevas
perspectivas. Emerita, Revista de Lingüística y Filología Clásica
(EM), LXXVIII 1, enero-junio de 2010, 1-31.
Gracia, Paloma, “El arco de los leales amadores. A propósito de
algunas ordalías literarias” en RLM, No. III – 7, pp. 95 – 115.
Garrison, Elise P. (1991). Attitudes toward Suicide in Ancient Greece.
American Philological Association Vol. 121, 1 – 34.
Klinck, Anne L. (2008) Woman’s songs in ancient Greece, Montreal y
Kingston – London – Ithaca: McGill Queen’s University Press.
Lindenlauf, Astrid. (2003) “The Sea as a Place of No Return in
Ancient Greece” en World Archaeology, Vol. 35, No. 3, Seascapes
(Diciembre), pp. 416-433.
Luque, Aurora. (1996) Carpe mare, Málaga: Universidad de Málaga.
Martos Montiel, Juan Francisco (2002), “Sexo y ritual: la prostitución
sagrada en la antigua Grecia” en Mito y ritual en el antiguo Occidente
mediterráneo, Coord. Jorge Martínez-Pinna Nieto, Málaga,
Universidad de Málaga, pp. 7-38.
Mirón Pérez, María Dolores (2003), “Mujeres en la fuente en la
iconografía ateniense”, Representación, construcción e interpretación
de la imagen visual de las mujeres: actas del Décimo Coloquio
Internacional de la Asociación Española de Investigación de Historia
de las Mujeres (AEIHM) (10, 17-19 abril 2002, Madrid). Madrid:
Archiviana, pp. 57-75.
Rodríguez Gutiérrez, Milena. (2007). El personaje poético de
Alfonsina Storni. En Esteban, Ángel (coord.), Darío a diario.
Rubén y el modernismo en las dos orillas (pp. 513-533) Granada:
Universidad de Granada.
Sabetai, Victoria (2014). “The wedding vases of the Athenians: a view
from sanctuaries and houses”, Metis N. S. 12 Dossier: Des vases pour
les Athéniens (VIe-IVe siècles avant notre ère), Paris-Atenas, Éditions
de l’Ehess, pp. 51-79.
Sáinz de Medrano, Luis (1989). Historia de la Literatura
Hispanoamericana. Madrid: Taurus Universitaria.
Seaford, Richard. (1987). The Tragic Wedding. Journal of Hellenic
Studies, 107, 106-130.
http://www.traficovisual.com/2014/03/14/el-adorador-de-la-imagentransgresion-y-metamorfosis-en-la-obra-de-lucia-pizzani/
177
Limes
ISSN 0716 - 5919
Revista de Estudios Clásicos
Limes
noTAS y DoCUMEnToS
R e v i s ta d e E s t u d i o s C l á s i c o s
Una traducción del Canto I de la Ilíada
179
Limes
ISSN 0716 - 5919
Revista de Estudios Clásicos
Homero
Ilíada, Canto 11
Castellano: Arnaldo C. Rossi
La menis2 canta, diosa, la del Pelida Aquiles,
destructora, que penas incontables
impuso a los aqueos, ¡tantas las vidas de héroes
que vigorosas arrojara al Hades!,
haciendo de ellos presas
para los perros y las aves todas
5 —el designio de Zeus iba cumpliéndose—,
desde el primer instante en que los dos
se opusieron discordes3, el Atrida, señor
1
Aunque para traducir métricamente los poemas homéricos suele usarse en castellano
el alejandrino (un hexámetro = un alejandrino), hemos preferido aquí no sólo el
alejandrino, sustituido a veces, como es usual desde el modernismo, por algún verso de
13 sílabas, sino el endecasílabo y el heptasílabo. Procurando extender lo menos posible
el número de versos castellanos por cada hexámetro griego, se utilizan los necesarios
para tratar siempre de verter su semántica precisa, y para que reciban en nuestra lengua
la mayor expresividad y belleza posible.
2
Suele traducirse menis por ira o cólera, que es brusca y se va pronto. Preferimos dejar
el intraducible término griego, pues se trata de un oscurecimiento persistente sea
del menos de un héroe (la menis de Aquiles dura hasta el canto 24, cuando su
encuentro con Príamo), sea de la índole de un dios (la de Apolo, v. 75, en este canto
se extiende desde la oración de Crises pidiendo su intervención, vs. 37 ss, hasta su
otra oración pidiéndole que cese la peste en perjuicio de los aqueos, vs. 451 ss).
3
Aparece aquí la semántica de eris, verbo erizein, traducidos siempre por discordia,
discordante, etc. Es una rivalidad destructora y maligna, que podríamos oponer
a eros, en tanto que principio conciliador. El canto VI, vs 440-445 despliega la
dimensión pavorosa de su vigencia histórica y cósmica.
181
Limes
Revista de Estudios Clásicos
10
15
20
25
30
35
ISSN 0716 - 5919
sobre los hombres, y el divino Aquiles.
¿Quién de los dioses los lanzó en discordia
a pelear entre sí? El que de Leto es hijo
y de Zeus, que irritado contra el rey,
suscitó mala peste en el ejército.
Y morían los hombres por haber el Atrida
desestimado a Crises, sacerdote,
cuando fue a las veloces naves de los aqueos
a librar a su hija. Un inmenso rescate
les llevaba y sus manos sostenían las ínfulas
de Apolo, el que dispara de lejos, sobre un áureo
cetro. Y aunque rogaba a los aqueos todos,
más a los dos Atridas, los que huestes comandan.
“Atrida y los demás bien grebados aqueos,
les concedan los dioses de olímpicas moradas,
que la ciudad de Príamo depreden y bien vuelvan
a casa. Mas liberen a mi querida hija
aceptando el rescate, en reverencia
de Apolo, hijo de Zeus, que de lejos dispara.”
Y los demás aqueos se pronunciaron todos:
tener sacro pudor del sacerdote
y aceptar el espléndido rescate.
Pero por no agradarle íntimamente
a Agamemnón Atrida, mal lo echó
con tremendo mandato.
“No vaya, anciano, yo a encontrarte cerca
de las profundas naves, por demorarte ahora,
porque luego retornes. Ni el cetro ni las ínfulas
del dios te salvarían. ¡No te la soltaré!
Antes vendrá sobre ella la vejez
en nuestra casa, en Argos, de su patria alejada,
al trajín del telar, compartiendo mi lecho.
¡Vete ya, no me irrites, para que salvo vayas!”
Así habló, temió el viejo y obedeció el mandato.
Caminó silencioso por la orilla
del mar de mucho estruendo. Y puesto aparte,
el viejo intensamente oró al señor Apolo,
dado por Leto a luz, la bien rizada.
“Oye tú, el del argénteo arco, que a Crisa cuidas
182
Una traducción del Canto I de la Ilíada
notas y Documentos
40
45
50
55
60
65
y a la sagrada Kila y que a Ténedos riges
con vigor, ¡Esminteo!, si te fue grato a veces
que te elevara un templo o te quemase
grasos muslos de toros y de cabras,
cúmpleme este deseo: que los dánaos
cuenta den, con tus flechas, de mis lágrimas.”
Así dijo el orante y lo oyó Febo Apolo,
que bajó de las cumbres del Olimpo, ofuscado
el corazón, teniendo entre sus hombros
el arco y el carcaj doblemente cerrado.
Resonaban las flechas en la espalda
del encolerizado en movimiento.
Como noche avanzaba. Y al sentarse,
de las naves lejano, soltó el dardo y terrible
fue el son vibrante desde el arco argénteo.
Primero sobre mulas, sobre veloces perros
tiraba, y apuntando luego sobre ellos mismos,
les disparaba flechas penetrantes. Y ardían
sin cesar, a montones, las piras de los muertos.
Nueve días cayeron los misiles del dios
sobre la hueste. Al pueblo llamó Aquiles
en el décimo al ágora. Se lo puso en la mente
Hera, la diosa de los brazos albos,
en vilo por los dánaos, que veía muriendo.
Y en pareja asamblea ya reunidos,
se irguió a hablarles Aquiles, de pies raudos.
“Quizá, Atrida, frustrados, nos volvamos ya a casa
—si esquivamos la muerte—, si guerra y peste juntas
pudieran someter a los aqueos.
Pero, ¡vamos!, a un vate, un sacerdote
o a quien lea en los sueños preguntemos,
ya que de Zeus también proviene el sueño.
Tal vez dirá qué ofuscó tanto a Febo Apolo,
sea que culpe a un voto, sea que a un sacrificio,
por si acogiendo el humo de ovejas y de cabras
intachables, quisiera de la peste privarnos.”
Dijo así y se sentó. Se elevó entre ellos Calcas
Testorida, el mejor, lejos, de los augures,
conocedor del es, del será y lo que ha sido.
183
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
70 Él, que a Ilión orientara los bajeles aqueos
con el arte augural que Febo Apolo
le diera, en la asamblea
les habló bien dispuesto a los reunidos.
“Aquiles, a Zeus caro, me pides que la menis
declare, la de Apolo, señor que desde lejos
dispara. Lo diré. Pero tú atiende y júrame
que estás con voz y manos dispuesto a protegerme.
75
Tal vez enoje a un hombre que en todos los argivos
posee gran poder y obedecen incluso
los aqueos. Pues es tanto más fuerte
un rey cuanto más débil quien lo enoja,
y aunque hoy trague su cólera, el encono en su pecho
80
mantiene hasta más tarde consumarlo.
Piensa entonces si tú me pondrías a salvo.”
Y Aquiles, el veloz de pies, repuso.
“Mucho anímate y di, cualquiera sea,
eso arcano que sabes. Por Apolo, a Zeus caro,
85
rogando a quien tú, Calcas, a los dánaos
clarificas arcanos: mientras viva yo y pueda
sobre la tierra ver, ninguno de los dánaos
te pondrá encima sus pesadas manos
junto a las hondas naves, por más que te refieras
90
a Agamemnón, el que se ufana ahora
de ser el superior, lejos, de los aqueos.”
Animándose entonces, dijo el augur sin tacha:
“No nos culpa por voto o hecatombe.
Es por el sacerdote que Agamemnón no honró,
no liberó a la hija ni recibió el rescate.
Por eso dio penurias y aún dará
95
quien de lejos dispara; de la peste afrentosa
no privará a los dánaos sin antes a su padre
devolverle la joven de penetrantes ojos
sin rescate y sin pago y sin que a Crises lleven
una sacra hecatombe, por si al dios
100
pudiérase aplacarlo y disuadirlo.”
Así habló y se sentó. E irguióse entre ellos
Agamemnón Atrida, héroe de poder vasto,
con furor; si muy lleno de su impulso tenía
184
Una traducción del Canto I de la Ilíada
notas y Documentos
105
110
115
120
125
130
135
el pecho oscuro en torno, semejaban
fuego en llamas sus ojos. Y mirando
primero mal a Calcas esto dijo.
“Adivino de males, que jamás me anunciaste
lo propicio y que siempre el augurio de males
a tu pecho le es caro. Dicho no has ni cumplido
siquiera una sentencia conveniente. Y ahora
profetizando dices a los reunidos dánaos
que les forja penurias el que tira de lejos
porque yo no aceptara el brillante rescate
de la joven Criseida, ya que mucho me inclino
a retenerla en casa. La prefiero
a Clitemnestra, mi formal esposa,
pues no le es inferior en figura ni en talla,
en tino ni en ninguna tarea. Y aún así,
me inclino, si es mejor, a cederla pues quiero
que el pueblo a salvo esté, no que perezca.
Mas apréstenme un premio ya, por no ser yo el único
entre argivos sin él, eso no es adecuado:
¡todos ven que con otro rumbo se marcha el mío!”
Luego el divino Aquiles, veloz de pies, repuso.
“Atrida, el de más lustre y el más voraz de todos.
¿Cómo cederte un premio los aqueos magnánimos?
No sabemos que queden tantos bienes comunes.
Lo que pillado fue de las ciudades
repartido ya está, no conviene que el pueblo
vuelva a reunir lo habido. Mas devuelve la joven
ya al dios, que los aqueos tres más o cuatro veces
te recompensarán, si Zeus nos diera
saquear la bien murada ciudad de los troyanos.”
Replicó Agamemnón, el poderoso.
“Aunque eres ducho, Aquiles que semejas un dios,
engañarme no intentes. No podrás superarme
ni persuadirme. ¿Quieres, por retener tu premio,
que yo quede indigente y así pides
que la joven devuelva? Si acaso los magnánimos
aqueos me cedieran, por conformarme, un premio,
¡que equivalente sea! Mas si no me lo dieran
yo mismo iría a arrebatar el tuyo,
185
Limes
Revista de Estudios Clásicos
140
145
150
155
160
165
4
ISSN 0716 - 5919
el de Ayax o a llevarme el de Odiseo
en arrebato. Y quedará con furia
cualquiera a quien me allegue.
Pero claro que en eso voy a pensar después.
Ahora echemos en cambio al mar divino
la negra nave, en ella reunamos los remeros
convenientes, pongamos la hecatombe, a la hija
de Crises, la de bellas mejillas, embarquemos.
Y alguno de los hombres del consejo la mande,
Ayax, Idomeneo u Odiseo divino,
o tú, Pelida, superior a todos
los hombres, para que hagas el ritual
con que el que a quien de lejos obra nos apacigües.”
Lo miró mal Aquiles, veloz de pies, y dijo.
“¡Oh, de impudor vestido, aprovechado!
¿Cómo cualquier aqueo podría, bien dispuesto,
obedecer tus órdenes de andar por un camino
o de pelear con temple a los varones?
No fue por los lanceros troyanos que yo vine
aquí al combate; a mí no me dañaron.
Jamás me arrebataron ni vacas ni corceles.
Nunca a Ftía de glebas extensas, nutridora
de hombres, le dañaron el grano. Hay mucho en medio:
montes umbríos, mares resonantes.
Con todo, gran impúdico, te hemos acompañado,
por contentarte, a Troya, a conseguirles
estima4 a Menelao y a ti, ¡rostro de perro!
Y sobre ello no vuelves ni te importa.
¡Y ahora incluso amenazas con quitarme tú mismo
el premio a mí entregado por los hijos
de los aqueos, por mi mucho afán!
Mas jamás es igual al tuyo el premio
que obtengo cada vez que los aqueos
una ciudad troyana populosa saquean.
¡Y mis manos soportan en la furiosa guerra
Estima traduce siempre timé, que en griego indica la veneración o el respeto que deben
al héroe, sacerdote u hombre destacado no sólo los demás hombres, sino los mismos
dioses, como queda claro en la plegaria de Aquiles a su madre Thetis. Es pues sacro
fundamento de la vida en comunidad de los hombres entre sí y respecto de los dioses.
186
Una traducción del Canto I de la Ilíada
notas y Documentos
170
175
180
185
190
195
lo más duro! No obstante en el reparto
es tu premio por lejos el mayor. Y con uno
pequeño y a mí grato regreso hacia mis naves,
sin que cuente mi empeño en el combate.
Mas ya a Ftía me vuelvo. Pues es mejor por cierto
volverme a casa con las naves corvas,
ya que aquí, sin estima, no imagino quedarme
a acrecentar tu haber y tu riqueza.”
Replicó Agamemnón, señor de hombres.
“Si el ánimo te incita, huye y mucho. Yo al menos
no pido que te quedes. Otros hay a mi lado
que me darán la estima, y Zeus el consejero
sobre todo. En los reyes, por Zeus nutridos, me eres
el más odioso. La discordia siempre
te es querida, y las guerras y las lides.
¡Pero es un dios quien te dio ser tan bravo!
Yéndote con tus naves y cofrades a casa,
¡rige a tus mirmidones! Ni me aflijo por ti
ni me importa tu enojo. Mas así te amenazo.
Ya que fue Febo Apolo quien me quitó a Criseida,
con nave mía y con mis compañeros
seré quien la devuelva. Pero yendo en persona
hasta tu tienda, llevaré a Briseida,
la de bellas mejillas, que es tu premio,
para que bien entiendas cuánto más poderoso
soy que tú, y aborrezca también otro pensarse
que es mi par e igualándose me enfrente.”
Dijo así y al Pelida llegó el dolor y dentro
de su velludo pecho, su corazón dudaba,
dividido: o del muslo sacar la aguda espada,
dispersar a los hombres y matar al Atrida,
o cesar en su enojo reprimiéndose el ánimo.
Mientras en mente y ánimo lo agitaba y sacaba
la gran espada de la vaina, vino
Atenea del cielo —Hera la enviaba, diosa
de albos brazos, que igual íntimamente
a los dos los quería y los cuidaba—,
y se puso detrás. Tomó al Pelida
por el rubio cabello, para él manifiesta;
187
Limes
Revista de Estudios Clásicos
200
205
210
215
220
225
5
ISSN 0716 - 5919
de los otros ninguno la veía. Y Aquiles
se asombró, se dio vuelta y al instante
conoció que era Palas Atenea,
pues los ojos lucíanle tremendos.
Con aladas palabras en su voz, él le dijo.
“¿Por qué viniste ahora nuevamente,
hija de Zeus, el que fulgores porta?
¿Acaso a ver la hybris5 de Agamemnón Atrida?
¡Pero te lo diré y esto, quizás, se cumpla!
Puede que por su exceso, pierda pronto la vida.”
Respondióle Atenea, diosa de ojos espléndidos.
“Del cielo vine a detener tu impulso,
—si es que obedeces—. Hera, diosa de brazos albos,
me mandó. A los dos quiere y le preocupan.
¡Cese, sí, la discordia! De la espada no tires
con tu mano. En palabras, las que sean, afréntalo.
¡Mas lo que ya diré sí que será cumplido!
Tres veces tantos dones deslumbrantes, un día
a causa de esta hybris, se pondrán a tu lado.
Sólo que tú deténte y obedécenos.”
Respondiéndole Aquiles, veloz de pies, le dijo.
“Preciso es guardar, diosa, lo que las dos dijeron.
Es mejor, por airado que se mantenga el ánimo.
Quien confía en los dioses, mucho es de ellos oído.”
Eso dijo. Contuvo sobre el puño de plata,
sin desoír el dicho de Atenea, su mano
pesada y a la vaina volvió la gran espada.
Ella salió al Olimpo, hacia las salas
que son de Zeus, el que fulgores porta,
y de los demás dioses. Y el Pelida otra vez
se dirigió, con incesante enojo
y en palabras de injuria, hacia el Atrida.
“¡Pesado por el vino, con los ojos de perro,
de ciervo el corazón! Jamás íntimamente
te atreviste a ponerte la armadura
y acudir a la par de tu pueblo al combate,
ni a la emboscada junto a los aqueos
Máximo e irreversible desquiciamiento personal, que en la Ilíada sólo se atribuye a
Agamemnón, primero por Aquiles y enseguida por la propia Atenea.
188
Una traducción del Canto I de la Ilíada
notas y Documentos
230
235
240
245
250
255
que se destacan más:
¡el corte de la muerte ves en ello!
Te es más grato en la vasta hueste de los aqueos
arramblar con los dones de quien te contradiga,
rey que al pueblo devoras porque riges inválidos,
si no, Atrida, el de ahora fuera el último ultraje.
Pero te lo diré y en juramento magno.
Por este cetro, sí, que ni en hojas ni en ramas
crecerá ya, después de que en los montes
dejó el tocón y no volverá el brote,
pues le ha quitado el bronce en torno la corteza
y las hojas, y ahora lo llevan en sus palmas
jueces hijos de aqueos que preservan
lo que por Zeus es justo... Éste te sea
mi juramento magno. La añoranza de Aquiles
llegará un día hasta los hijos todos
de los aqueos, sin que puedas protegerlos
por más que te enardezcas, mientras Héctor, que mata
a los varones, haga que muchos caigan muertos.
Y te desgarrarás íntimamente
con la aflicción de que estimaste en nada
a quien es el mejor de los aqueos.”
Así dijo el Pelida, arrojó a tierra el cetro,
que tachan clavos de oro, y se sentó.
El Atrida en su menis se seguía oponiendo.
Surgióles raudo Néstor, el de suave palabra,
clara voz de orador en los pilios. Fluía
desde su lengua un son más que la miel de dulce.
Le habían perecido ya dos generaciones
de hombres mortales, tiempo atrás nacidos,
al lado de él, en Pilos muy divina criados,
siendo entonces señor de la tercera.
Y él habló, bien dispuesto, a los reunidos.
“¡Ay no, qué dolor grande llega a la tierra aquea!
¡Qué alegría de Príamo y sus hijos!
Y en los demás troyanos ¡qué regocijo íntimo!,
si se enteran de todo lo que entre sí disputan
los dos que en el consejo y el combate
son los más descollantes de los dánaos.
189
Limes
Revista de Estudios Clásicos
260
265
270
275
280
285
290
ISSN 0716 - 5919
¡Oigan, ambos más jóvenes que yo!
Conviví tiempo atrás con hombres superiores
a ustedes y jamás me despreciaron.
Jamás vi ni veré varones tales
como Piritoo; Dryas, pastor de pueblos; Kéneo;
Exadio; Polifemo, que es reemplazo de un dios,
y Teseo Egeída, que inmortales semeja.
Los más fuertes crecieron ellos entre los hombres
sobre la tierra. Fueron los más fuertes y contra
los más fuertes lucharon, con los centauros, fieras
de las montañas que con furia aniquilaron.
Salí de la lejana Pilos, remota tierra.
Su compañero fui. Ellos me convocaron.
Y luché a mi manera yo también. ¡Contra aquéllos
ningún mortal de ahora en la tierra luchara!
Y me oían consejos. Mi palabra seguían.
También síganla ustedes, pues seguirla es mejor.
Ni tú, pese a tu encumbre, le sustraigas la joven.
Déjasela. Hace un tiempo se la dieron los hijos
de los aqueos en premio. Ni tú, Pelida, quieras
confrontar con un rey, en la discordia,
pues jamás compartió la misma estima
un rey con cetro, a quien dio Zeus el brillo;
pues si eres tú más fuerte y te dio a luz
una madre que es diosa, el superior es él,
que sobre más gobierna. ¡En cambio tú,
calma tu impulso, Atrida! Te lo ruego.
¡Abandona tu encono contra Aquiles!
A los aqueos todos les significa un magno
muro contra los males de la guerra.”
Y Agamemnón en réplica, el poderoso, dijo.
“Sí que es medido, anciano, todo cuanto dijiste.
Pero quiere este hombre sobrepujar a todos
los demás, sobre todos tener mando,
ser el señor de todo, a todos darles
indicaciones y, presumo, existe
el que no las acepte. Si guerrero lo hicieron,
y de lanza, los dioses que son siempre,
¿le ofrecieron por eso hablar injurias?
190
Una traducción del Canto I de la Ilíada
notas y Documentos
295
300
305
310
315
320
Pero el divino Aquiles irrumpió replicándole.
“Sí que me llamarían desvalido y medroso
si diera curso a toda tarea que tú digas.
Manda a otros, a mí ya no me indiques,
pues no creo que aún siga obedeciéndote.
Más te diré y mételo en tu mente.
Mis manos, por la joven, no pelearán contigo
ni con otro, pues sólo me quitarán lo dado.
De lo demás que es mío junto a la negra nave
veloz, nada tendrás arrebatándolo
sin consentirlo yo. Pero, ¡adelante!, inténtalo
para que éstos también sepan que al punto
fluirá tu negra sangre lanza en torno.”
Detenida la lucha de ambas voces rivales,
la junta ante las naves aqueas disolvieron.
Y el Pelida a sus tiendas y balanceadas naves
con sus hombres y el hijo de Menetio partió.
Una nave veloz echó al mar el Atrida,
veinte para remarla le escogió, la hecatombe
para el dios puso dentro. Y llevando a Criseida,
la de bellas mejillas, la embarcó, y a Odiseo,
el de muchos recursos, le dio el mando.
Después de que en el barco navegaban
ellos ya por los húmedos senderos,
mandó el Atrida al pueblo que se purificara.
Y se purificaron y en el mar arrojaron
el desecho lustral, perpetrándole a Apolo
perfectas hecatombes de toros y de cabras
a la orilla del mar infatigable.
El olor llegó al cielo, en humo envuelto.
Se ocupaban así en el campamento,
sin cese Agamemnón en la discordia
con la que amenazara antes a Aquiles,
pues les dijo a Taltibio y Eurybates, heraldos
ambos y atentos servidores suyos.
“A la tienda de Aquiles el Pelida
vayan y traigan, de la mano asida,
a Briseida, de bellas mejillas. Mas si no
la cedieran, yo mismo iré a tomarla
191
Limes
Revista de Estudios Clásicos
325
330
335
340
345
350
ISSN 0716 - 5919
con muchos más y le será más duro.”
Dijo así y los mandó con tan dura consigna.
Y a disgusto los dos recorrieron la orilla
del mar infatigable, hasta llegar
a las tiendas y naves mirmidonas.
Lo encontraron sentado y a la vera
de su tienda y su negra nave. Aquiles
no se alegró de verlos. Y los dos con temor
y respeto hacia el rey se detuvieron
sin preguntas, sin darle a oír su voz.
Mas él íntimamente lo entendía y les dijo.
“¡Salve, heraldos!, de Zeus y de los hombres
mensajeros. Acérquense. Culpa no hay en ustedes
sino en Agamemnón, que los mandó
por la joven Briseida. Pero, ¡vamos, Patroclo,
prole de Zeus!, la joven saca y cédela
a que la lleven ambos. Aunque sean testigos
los dos ante los dioses felices y los hombres
mortales y ante el rey endurecido,
por si de mí otra vez precisaran que cuide
a los demás de la afrentosa pena.
Se exaspera con mente destructiva,
pero sin que él atine a entender a la vez
lo que fue y lo que viene, y así puedan
luchar junto a las naves los aqueos a salvo.”
Eso dijo y Patroclo, obediente a su caro
compañero, sacó de la tienda a Briseida,
la de bellas mejillas, la entregó a que la lleven.
Y marchando los dos a las naves aqueas,
la mujer a disgusto iba con ellos.
Pero enseguida Aquiles,
llorando y yendo lejos de sus conmilitones,
a orillas del salino mar se sentó, mirando
hacia el vinoso ponto, y a su madre
le oró, intenso, con manos extendidas.
“Madre, pues me alumbraste a ser breve de vida,
debería el olímpico Zeus, que truena en lo alto,
concederme la estima. Pero ahora
ni un poco me honra ya. Agamemnón Atrida,
192
Una traducción del Canto I de la Ilíada
notas y Documentos
355
360
365
370
375
380
de poder vasto, me ha desestimado:
tomó y tiene mi premio que él mismo me arrancó.”
Así dijo entre lágrimas. Pero desde su asiento
en honduras del mar, junto a su padre anciano,
su soberana madre lo escuchó.
Se alzó del albo mar rauda como la niebla.
Y sentándose junto al que lloraba
lo acarició su mano y lo nombró y le dijo:
“Qué lloras, hijo? ¿Qué dolor más íntimo?
No lo guarde tu mente, sino dilo
para conocimiento de los dos.”
Y Aquiles, de pies raudos,
entre graves gemidos, le repuso.
“Lo sabes. ¿Qué contarte si ya lo sabes todo?
A Tebas, la sagrada ciudad de Etión nos fuimos,
la arrasamos y aquí trajimos todo. Hicieron
hijos de los aqueos buen reparto. Cedieron
al Atrida a Criseida, la de bellas mejillas.
Acudió entonces Crises, sacerdote de Apolo,
que de lejos dispara, hasta las raudas
naves de los aqueos revestidos de bronce,
por librar a su hija. Un inmenso rescate
llevaba y en sus manos sostenía las ínfulas
de Apolo, el que de lejos dispara, sobre un cetro
de oro. Y aunque a todos los aqueos rogaba,
más a los dos Atridas, los que huestes comandan.
Y los demás aqueos se pronunciaron todos:
tener sacro pudor del sacerdote
y aceptar el espléndido rescate.
Pero por no agradarle íntimamente
a Agamemnón Atrida, mal lo echó
con violento mandato.
Contrariado el anciano se volvió. Pero Apolo,
por serle muy querido, lo oyó cuando le oraba.
Y su flecha maligna les lanzó a los argivos.
Fue así muriendo el pueblo, los unos tras los otros.
Por doquier trajinaban los disparos
del dios sobre la hueste vasta de los aqueos.
Pero un augur de nítido saber
193
Limes
Revista de Estudios Clásicos
385
390
395
400
405
410
ISSN 0716 - 5919
nos declaró el arcano del que tira de lejos.
Fui enseguida el primero en reclamar
el apaciguamiento del dios. Luego al Atrida
el furor lo tomó, se irguió de pronto
a decir la amenaza que cumplida ya está.
A una joven la enviaron a Crises los aqueos
de penetrantes ojos, sobre una nave rauda
con dones para el dios. Y a la otra, Briseida,
dada a mí por los hijos de los aqueos, fuéronse
los heraldos recién de mi tienda llevándola.
Mas tú, si puedes, cuida de tu hijo.
Ve al Olimpo, a Zeus pídele, si de palabra u obra
el corazón de Zeus cierta vez aliviaste.
Solía oírte, en salas de mi padre
cuando ufana decías que al Cronida,
el de nubes sombrías, entre los inmortales
únicamente tú lo preservaste
de la ruina afrentosa, aquella vez
en la que otros olímpicos, Poseidón, Hera y Palas
Atenea, quisieron apresarlo.
Fuiste a su lado, diosa, le aflojaste los nudos,
llamaste al magno Olimpo con urgencia al Cienbrazos,
cuyo nombre es Briareo entre los dioses,
y entre los hombres todos Egeón, de más fuerza
que Poseidón, su padre. Se sentó
junto al hijo de Cronos, de su esplendor ufano.
Y los felices dioses, temblorosos,
desistieron de atarlo. Recuérdaselo ahora
y sentada a su lado sus rodillas abraza,
por si quiere ayudar a los troyanos
cercando a los aqueos, moribundos,
debajo de sus popas y alrededor del mar,
para que todos hagan suficiente experiencia
de su rey y hasta el mismo Agamemnón Atrida,
de poder vasto, entienda su ceguera
cuando al mejor aqueo en nada honró.”
Contestó luego Thetis entregada a sus lágrimas.
“Ay de mí, si a miseria te he parido, ¡hijo mío!,
¿a qué criarte? Al lado de las naves debieras
194
Una traducción del Canto I de la Ilíada
notas y Documentos
415
420
425
430
435
440
sin lágrimas, sin penas estar, por ser tu sino
fugaz, no ha de durar ya mucho más.
Y al contrario, eres hoy de vida breve
e indigente entre todos a la vez:
¡te parí a mal destino en mis moradas!
A decírselo a Zeus, el que del trueno goza,
iré en persona al muy nevado Olimpo,
por si quisiera oírme. Pero tú permanece
al lado de las naves de raudo andar ahora,
siempre con los aqueos irritado. Y abstente
por completo en la guerra, que ayer Zeus donde Océano
se fue, para un festejo con los irreprochables
etíopes; los dioses lo acompañaron todos.
En doce días volverá al Olimpo,
e iré, por ti, enseguida hasta la casa
con umbrales de bronce de Zeus, para abrazarle
las rodillas en ruego. Y espero persuadirlo.”
Así dijo y se fue. Y lo dejó irritado
íntimamente allí, por la mujer de bello
talle que por la fuerza y sin ella quererlo
lleváronse.
Odiseo mientras tanto
llegó hasta donde Crises con la sacra hecatombe.
Cuando ya estaban ellos en el puerto
bien profundo, las velas recogieron,
sobre la negra nave las dejaron,
y bajando veloces el mástil con las sogas
de proa, lo pusieron en su horquilla.
Con los remos llevaron la nave al fondeadero,
arrojaron las piedras del anclaje, ajustaron
amarras, superaron ellos mismos
las rompientes del mar, y para Apolo,
que de lejos dispara, la hecatombe sacaron.
Salió por fin Criseida de la nave
surcadora del ponto y Odiseo,
el de muchos recursos, la aproximó al altar
hasta ponerla en brazos de su padre, a quien dijo:
“¡Crises!, Agamemnón, señor de hombres,
mandó que te trajese tu hija y perpetrara
195
Limes
Revista de Estudios Clásicos
445
450
455
460
465
470
ISSN 0716 - 5919
a Febo, por los dánaos, una sacra hecatombe,
para que apacigüemos al señor
que penurias colmadas de gemidos
arroja ahora sobre los aqueos.”
Diciendo así en los brazos se la dio, y a su hija
él recibió exultante. Pusieron pronto ellos
en ristra la hecatombe sagrada para el dios
en torno del altar bien construido. Y lavadas
en lustración sus manos, levantaron
los granos de cebada, mientras Crises les hizo
una magna oración con las manos tendidas.
“Oye tú, el del argénteo arco, que a Crisa cuidas
y a la sagrada Kila y que a Ténedos riges
con vigor, si antes ya me diste oídos
cuando oraba y también estima y mucha
fue tu presión contra la hueste aquea,
también cúmpleme ahora este deseo:
quita ya de los dánaos la afrentosa penuria.”
Así dijo el orante y lo oyó Febo Apolo.
Tras rezar y arrojarles la cebada del rito,
retrajeron primero el testuz de las víctimas,
las degollaron luego y desollaron,
y, cortados los muslos, los metieron en grasa
en dos capas dispuesta, le pusieron encima
carne cruda, el anciano lo encendió sobre leña,
y vertió encima vino centellante.
Sostenían los jóvenes a su lado asadores
cinco veces dentados en sus manos.
Luego de consumidos los muslos y gustadas
las entrañas, trozaron lo demás;
ensartado en los pinchos, a conciencia lo asaron
y retiraron todo. Pero una vez cesada
la faena y dispuesto ya el festejo,
comieron sin que nada íntimamente
les faltara en su parte equitativa.
Tras quitarse el deseo de comida y bebida
las crateras colmaron los jóvenes con vino
y al servírselo a todos no quedaron sin gotas
para libar vertidas en las copas.
196
Una traducción del Canto I de la Ilíada
notas y Documentos
475
480
485
490
Todo el día alabaron al dios apaciguándolo.
¡Qué bello peán cantaban los jóvenes aqueos,
en alabanza al que obra desde lejos
y en íntimo disfrute los oía!
Luego que el sol cayó y el crepúsculo advino,
se recostaron junto a las amarras
de la nave. Y no bien la que nace temprano,
la aurora de rosáceos dedos se iluminó,
echaron nave al mar hacia el ejército
vasto de los aqueos. Una propicia brisa
enviaba Apolo, el que obra desde lejos.
Después de izar el mástil y abrir las velas albas,
sopló el viento hacia el centro del velamen y en torno
de la quilla emitían la purpuradas olas
un magno son, mientras la nave andaba
y las olas pasaba completando su rumbo.
Al llegar a la vasta hueste de los aqueos
arrastraron la negra nave a tierra.
Sobre la arena en alto, la ajustaron
con las grandes escoras. Y por fin
entre tiendas y naves ellos se dispersaron.
Mas siempre con su menis, sentado ante las naves
de raudo andar, el hijo de Peleo seguía,
—el que de Zeus proviene, Aquiles, de pies raudos—
sin frecuentar el ágora que a los hombres da lustre
ni tampoco la guerra; el corazón
suyo se consumía estando allí,
anhelante del grito feroz y de la guerra.
Después que doce auroras transcurrieron,
los dioses, que son siempre, fueron hacia el Olimpo
todos juntos con Zeus que conducía. Y Thetis
495 no olvidó los pedidos de su hijo,
sino que ella, surgiendo de las ondas marinas,
muy temprano subió hasta el magno cielo
y el Olimpo; y a Zeus, que a la distancia mira,
lo halló sentado aparte de los otros,
en la cumbre más alta de las muchas olímpicas.
Tomó asiento a su lado, abrazó sus rodillas
197
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
500 con la izquierda y tomándolo
con la diestra debajo del mentón,
al señor, Zeus Cronida, le rogaba.
“¡Zeus padre!, si una vez te protegí,
entre los inmortales, de palabra y de obra,
cúmpleme este deseo: da a mi hijo la estima
por ser su sino el más fugaz de todos.
505
Agamemnón ahora sin embargo,
señor de hombres, lo ha desestimado,
tomó y tiene su premio que él mismo le arrancó.
¡Pero tú, consejero, Zeus Olímpico!, hónralo,
cediéndoles poder a los troyanos.
¡Y entiendan los aqueos que a mi hijo
es su deber honrarlo con la estima!”
510
Habló. Y nada le dijo Zeus, el que nubes junta,
sentado silencioso buen rato. Pero Thetis,
ya asida a sus rodillas, se estrechó
más y lo requirió por vez segunda.
“Sosténlo francamente, y tu cabeza inclina,
o niega, que el temor no cabe en ti,
515
para que así yo sepa hasta qué punto
soy de todos los dioses el más desestimado.”
Zeus, el que nubes junta, muy turbado le dijo.
“¡Obra infausta! Me impulsas a un conflicto con Hera,
si con voces de injuria buscara enardecerme;
entre los inmortales dioses, siempre me enfrenta,
520
con decir que en la lucha a los de Troya ayudo.
Pero tú vete ya. Temo que Hera te advierta.
Aunque mi empeño en esto mantendré hasta lograrlo.
¡Claro que inclinaré por persuadirte
mi cabeza! Que es éste el mayor signo
de mí surgido entre los inmortales
525
por no ser revocable ni engañoso
ni sin logro quedar, si la cabeza inclino.”
Dijo y las azuladas cejas curvó el Cronida.
Los imperecederos cabellos del señor
en la inmortal cabeza se agitaron,
530 y temblar hizo incluso al gran Olimpo.
Deliberando así se separaron. Luego
198
Una traducción del Canto I de la Ilíada
notas y Documentos
535
540
545
550
555
560
ella saltó al mar hondo desde el Olimpo espléndido;
Zeus fue a su casa. Y desde sus asientos los dioses,
ante el padre de pie se irguieron todos.
No osó nadie quedarse mientras él se acercaba
y frente a frente todos se pusieron.
Él se sentó en el trono. Y Hera al verlo
no dejó de advertir que convergido había
con él en planes Thetis, de pies argénteos, hija
del anciano del mar. Y de inmediato
con sarcasmos le dijo a Zeus Cronida.
“¿Quién volvió entre los dioses, ¡engañador!, contigo
a convenir en planes? Porque te es grato siempre,
lejos de mí, pensar y decidir secretos.
Mas jamás te atreviste de buen grado a decirme
palabra de eso que estás ya pensando.”
Y el padre de los dioses y los hombres le dijo.
“Saber no esperes, Hera, toda sentencia mía,
Pese a que eres mi esposa, ello te ha de ser arduo.
De lo que oír conviene no habrá dioses ni hombres
que antes puedan saberlo. Pero de lo que lejos
de los dioses deseo yo pensarlo
ni preguntes detalles ni saberlo pretendas.”
Contestó Hera, señora de los ojos bovinos.
“¡Cronida aborrecible!, ¿qué fue lo que dijiste?
¡No pregunté jamás antes, ni saber quise,
y es así que muy suelto meditas lo que quieras!
Mas ya es en mí terrible el temor de que Thetis,
de pies argénteos, hija del anciano del mar,
te persuadiera. Pues no bien amaneció
a tu lado sentada se abrazó tus rodillas.
Y, creo, le aceptaste verazmente, inclinándote,
dar a Aquiles estima y en las naves
de los aqueos destruir a muchos.”
Zeus, el que nubes junta, respondiéndole dijo.
“No te esquivo, ¡extraviada!, pero siempre sospechas,
sin poder hacer nada, salvo de mí estar lejos
íntimamente. Y esto te ha de ser todavía
más duro ¡Es que es así por serme grato!
Pero callada siéntate y esta sentencia escucha.
199
Limes
Revista de Estudios Clásicos
565
570
575
580
585
590
595
ISSN 0716 - 5919
Ni cuantos dioses hay en el Olimpo
podrían protegerte, si acercándome,
las manos mías te pusiera encima.”
Él dijo y tuvo miedo Hera, la soberana
de los bovinos ojos, que callada
se sentó doblegando su corazón. En casa
de Zeus los celestiales dioses se atribularon.
Y, artesano famoso, comenzó a hablar Hefesto
agradando a su madre Hera, de brazos albos.
“¡Qué acciones más infaustas y más intolerables,
si por mortales ambos pelearan
promoviendo en los dioses tal escándalo!
Ya no saldrá placer de un buen festejo
si lo inferior primase. A mi madre le ruego,
si no lo sabe ya, que el gusto dé a mi padre
Zeus, y que él no vuelva a doblegarla
para turbar así nuestro festejo.
¡Si quisiera el Olímpico, que el rayo lanza, echarnos
de los asientos...! El más fuerte es él.
Insístele con suaves palabras y el Olímpico
se nos hará enseguida favorable.”
Habló, se irguió veloz y el copón de dos vasos
puso en la mano de su madre y dijo.
“Madre mía, paciencia; pese al dolor, sosténte.
Por serme tan querida, no dejes que mis ojos
magullada te vean. Yo no podría entonces
ayudarte por más que me afligiese.
¡Oponerse al Olímpico es difícil!
Tiempo atrás, intentando protegerte,
me tomó por los pies, desde el umbral divino
me arrojó, en vilo anduve todo el día,
pero al ponerse el sol, por fin di en Lemnos,
escaso ya el aliento. Aunque no bien caído,
me socorrieron los varones sintios.”
Habló así. Sonrió Hera, diosa de brazos albos,
y recibió sonriente de su hijo en la mano
la copa. Y él girando hacia la diestra,
les fue sirviendo a todos los demás
dioses el dulce néctar que a la cratera extrajo.
200
Una traducción del Canto I de la Ilíada
notas y Documentos
Y se alzó, inextinguible, por los felices dioses
la risa, cuando vieron el apuro de Hefesto
600 que cojeando cruzaba los recintos.
Y así el entero día, hasta que el sol se puso,
siguió el festejo y nada íntimamente
les faltó en su porción equitativa,
ni de la bella lira que Apolo sostenía
ni de las Musas que iban alternándose
en la bella palabra de su canto.
Y después que la espléndida lumbre del sol se puso
605 fue cada uno a casa por reposo,
pues el famoso Hefesto, de los dos miembros corvos,
a cada cual con sabia pericia su recinto
le había edificado. Y Zeus olímpico,
que lanza rayos, a su lecho fue.
Allí ya hacía tiempo se tendía
610 siempre que el dulce sueño lo alcanzaba.
Y Hera a su lado, la del áureo trono,
allí también, subiendo, reposaba.
201
Limes
ISSN 0716 - 5919
Revista de Estudios Clásicos
Limes
RECEnSIonES
R e v i s ta d e E s t u d i o s C l á s i c o s
203
RECENSIONES
Marcelo D. Boeri y Ricardo Salles:
Los filósofos estoicos.
Ontología, lógica, física y ética
Ediciones Universidad Alberto Hurtado,
Santiago de Chile, 2014, 881 pp.
L
os estoicos antiguos y medios comparten con los presocráticos la mala
fortuna de que sus obras se perdieron casi por completo. Sin embargo,
hay una enorme cantidad de fragmentos e informes que han llegado hasta
nuestros días a través de filósofos, compiladores y escritores contemporáneos
o posteriores de los estoicos interesados en temas filosóficos –como Alejandro
de Afrodisia, Cicerón, Galeno, Plotino, Plutarco, Proclo y Sexto Empírico-,
teológicos –como Clemente y Filón de Alejandría, Eusebio y Orígenes-, y
doxográficos –como Diógenes Laercio y Estobeo. La problemática radica en
que algunas de esas fuentes son hostiles a los estoicos y, por tanto, tienden
a distorsionar las doctrinas estoicas originales. Pero aún así, todas ellas nos
proporcionan una vasta cantidad de evidencia para el conocimiento íntegro
del estoicismo, y en este libro disponemos de esta gran cantidad de fuentes,
las que nos guiarán en el conocimiento y estudio de la ontología, la lógica, la
física y la ética estoica.
Los destacados profesores Dres. Marcelo D. Boeri y Ricardo Salles llevan
largos años trabajando la filosofía estoica, sus características y sus alcances.
Han contribuido a la bibliografía del tema con interesantes investigaciones y
destacadas publicaciones, en la que sobresalen algunas realizadas en Europa,
Estados Unidos y Latinoamérica. Es así, que para el estudio de la filosofía
estoica sus obras se han convertido en referencia obligatoria, lo que enriquece
205
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
en gran medida la bibliografía en español sobre el tema, ya que la mayoría de
las publicaciones están en otras lenguas, han sido de poca circulación o ya
son muy escasas y difíciles de encontrar.
Es por esta falencia y/o dificultad, que esta gran compilación de fuentes
sobre el estoicismo nos llega de la mejor manera para llenar este vacío. Hay que
destacar que el presente texto fue publicado originariamente en Sankt Agustin
Academia Verlag (Studies in Ancient Philosophy, 12) el año 2014. La edición
que nos compete es la editada por la Universidad Alberto Hurtado en Santiago
de Chile, casa de estudios donde se desempeña Mario Boeri hace ya varios años.
En palabras de los autores esta obra pretende “ofrecer al lector una colección
de textos antiguos lo suficientemente amplia como para permitirle estudiar el
estoicismo en su conjunto con cierto grado de detalle, precisión y complejidad”
(pág. 5) de allí su gran aporte al estudio del estoicismo en lengua hispana y
la supremacía que tiene sobre otras ediciones en español sobre el tema. Para
comprender cabalmente esta falencia en materia bibliográfica y compilatoria
del estoicismo y la relevancia de este trabajo sobre otras ediciones, tendremos
que hacer una revisión al estado de la cuestión.
Desde comienzos del siglo XX los estudios y los estudiosos sobre el
estoicismo fueron beneficiados con la aparición en 1903 y 1905 de la
monumental obra en tres tomos de Hans von Arnim, Stoicorum Veterum
Fragmenta y la incorporación de un cuarto tomo en 1924 por parte de
M. Adler. Esta primera gran compilación ofrecía en su primer tomo una
dedicación a Zenón y sus contemporáneos o sus discípulos inmediatos , el
segundo a la lógica estoica (lógica formal, filosofía del lenguaje, lingüística
y epistemología) y la física de Crisipo y, el tercero, a la ética de Crispo y sus
sucesores hasta Antípatro de Tarso y algunos estoicos menores posteriores. A
pesar de ser una obra de referencia obligatoria para el estudio del estoicismo
antiguo, tiene ya sus defectos y limitaciones, puesto que a juicio de expertos
(entre ellos Boeri, Salles, Bobzien) atribuye erróneamente a ciertos estoicos
doctrinas que no le pertenecen o que gracias a estudios recientes se ha
demostrado que existen textos fundamentales que no incluye en su colección
y que el desmembramiento que realiza de algunos textos a veces resulta difícil
para reconstruir el argumento o el trasfondo en el que se sitúa.
A pesar del vacío existente en la compilación de fuentes sobre la
filosofía estoica, no es hasta 1987 cuando Anthony A. Long y David N.
Sedley publican una colección de textos en dos volúmenes, The Hellenistic
Philosophers, la cual sin estar principalmente centrada en el estoicismo
incluye interesantes aportes para el estudio del mismo. Las ediciones de los
textos que incluye estaban actualizados hasta la fecha de su publicación, lo
cual llenó y enriqueció algunos vacios dejados por von Arnim (incluye textos
del estoicismo imperial) ya que además de publicar los textos en su idioma
206
RECENSIONES
original incluye su traducción al inglés acompañado también con notas
históricas y filosóficas en el tomo I y lingüísticas y eruditas en el II. Eso sí por
ser una obra general de las escuelas helenísticas, pretende ofrecer los textos
más relevantes de cada corriente, lo que en este sentido lo hace más limitado
que el Stoicorum Veterum Fragmenta.
Es también en 1987 cuando aparece la magna obra de Karlheinz Hüserl de
cuatro volúmenes Die Fragmente zur Dialektik der Stoiker, la que incluye más
de 1255 textos en griego, latín, árabe y armenio, ordenados temáticamente
en lógica, filosofía del lenguaje, lingüística y epistemología. Lo que llama la
atención de esta obra es que no se incluyen textos relativos a la física y ética
estoica a pesar de ser fundamentales. Por otra parte, existe la selección de
textos de filosofía helenística publicada por Lloyd Gerson y Brad Inwood
en 1998, seguida de una selección de textos de filosofía estoica publicado
por ellos en 2008. Este es un proyecto muy similar al de Long y Sedley,
con la diferencia de que los pasajes que seleccionan son generalmente más
extensos, los temas más amplios, pero las traducciones no van acompañadas
del texto griego o latino. Están también las traducciones al italiano de
Isnardi-Perente publicadas en 1989 en dos volúmenes. Esta obra contiene
casi todo el material reunido por Hans von Arnim en Stoicorum Veterum
Fragmenta, eso sí en edición italiana, sin textos originales, con la excepción
de los pasajes inciertos y con algunos textos que no incluye von Arnim.
Podría destacarse también la edición de Roberto Radice de SVF en 1999:
Stoici antichi, tutti i frammenti, la que destaca por sus índices temáticos. Más
reciente aún, está el trabajo de Richard Dufour, quien realiza una colección
de textos Chrysippe publicada en 2004 por la editorial francesa Les Belles
Letres. Esta edición no supera realmente a los SVF pues sólo abarca temas
de la dialéctica y la física, quedando la ética fuera completamente.
En lo que se refiere traducciones, complicaciones y ediciones en español,
la empresa llevada a cabo por grandes profesores como A. Cappelleti, J.
Campos, M. Nava y M. Sevilla eran hasta la actualidad la referencia obligatoria
para el estudio del estoicismo en lengua hispana, puesto que no existían a
disposición de los lectores hispanohablantes muchos textos claves sobres el
estoicismo y los que se encontraban estaban en otros idiomas o en ediciones
muy difíciles ya de encontrar. Destacan por sobre todo la edición realizada
en 1991 por el profesor Martín Sevilla Rodríguez, Antología de los primeros
estoicos griegos, para la editorial Akal, la que aporta en singular medida al
estudio del estoicismo con gran cantidad de fragmentos, divididos en lógica,
física y ética, los que contienen notas orientativas y aclaratorias, e incluye
además un acertado índice de los términos técnicos más importantes de cada
división. Existe además la obra realizada por el profesor Ángel Cappelletti en
1996 para la editorial Gredos de Madrid, compilación que por mucho tiempo
fue la referencia obligada en lengua hispana para el estudio de las fuentes
207
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
del estoicismo antiguo. En Los Estoicos Antiguos. Obras, se remite a Zenón
de Citio su vida y obra, y a los fragmentos y opiniones sobre el fundador de
la escuela. Además incluye a los discípulos de Zenón: Aristón, Apolófanes,
Hérilo, Dionisio de Heraclea, Cleantes y Esfero, todos con una gran cantidad
de notas, referencias y sugerencias tanto filológicas como bibliográficas.
Están también los trabajos de Javier Campos Daroca, quién ha traducido -en
conjunto con Mariano Nava- a Crisipo de Solos, Testimonios y Fragmentos,
en dos tomos para la editorial Gredos el año 2006 y a traducido también
a Marco Aurelio, Pensamientos, cartas, testimonios en la editorial Tecnos el
año 2004. Estas dos obras incluyen muchas notas orientativas y aclaratorias
y destacan por ser consagradas específicamente a dos figuras claves del
estoicismo. Eso sí, ninguna de estas obras mencionadas cuenta con textos en
el idioma original, caso que el texto de Boeri y Salles si incluye e incorpora
además al estoicismo en su total temporalidad (antiguo, medio y tardío), lo
que significa la inclusión de más autores y fuentes para el conocimiento y
estudio acabado de la escuela. De igual manera destaca la coherencia con
que se exponen los textos siguiendo la línea desde lo ontológico (lo cual no
incluye Sevilla Rodríguez), hasta lo ético, pasando por lo lógico y lo físico,
finalizando con la política y sabiduría estoica.
Hay que reconocer que la traducción, comentario filosófico y edición anotada
realizada por los profesores M. Boeri y R. Salles, es fruto de mucho trabajo y
de muchos años de reflexión sobre los textos que ocupan. A nuestro parecer
supera ampliamente todas las ediciones en español y nos atreveríamos a decir
muchas en inglés y alemán. La gran riqueza de esta publicación se caracteriza
por incluir un sinfín de particularidades que completan vacíos dejados en
los estudios de la filosofía estoica como los existentes en la compilación de
fuentes necesarias para el estudio íntegro de la escuela. De esta manera, los
textos están organizados en cinco grupos temáticos y treinta capítulos que
desglosan los ejes temáticos. El primero, Las partes de la filosofía, incluye un
solo capítulo del mismo nombre; al segundo grupo: Ontología, corresponden
los capítulos del 2 al 4 (el género supremo y su primera división: cuerpos e
incorpóreos; las subdivisiones del género cuerpo y ser; los universales). El
siguiente grupo dedicado a la Lógica, incluye los capítulos del 5 al 10: (lógica,
dialéctica y retórica; presentación, asentimiento y formación de conceptos;
el criterio de la verdad y las representaciones cognitivas como criterio de la
verdad. Conocimiento y opinión; teoría del significado: los lektá; teoría de
la inferencia; sofismas). El cuarto grupo dedicado a la Física incluye los del
11 al 20 (la división de la física; cosmos, hálito y teleología; el alma; teoría de
los principios y la casualidad; cosmogonía y teoría de los elementos; mezcla;
teología religión; conflagración; determinismo, fatalismo y eterno retorno;
lugar, vacío y tiempo). Finalmente el quinto y último grupo consagrado a la
Ética, incluye los capítulos del 21 al 30 (la división de la ética; impulso primario
y la autoconservación; felicidad y fin final; teoría de la acción; las pasiones o
208
RECENSIONES
estados emocionales; teoría del valor y de la virtud; actos debidos, correctos e
incorrectos; fatalismo y motivación práctica; determinismo y responsabilidad
moral; política y sabiduría). Las traducciones han sido “un trabajo conjunto
sobre todos los capítulos del libro, si bien en primer lugar cada uno de ellos fue
redactado por alguno de los compiladores, ese borrador fue revisado a fondo
por el otro y, en ocasiones, el texto final incluye partes redactadas por ambos”
(p. 6). De esta manera las traducciones correspondientes a M. Boeri son los
capítulos 1-3, 5-8, 11, 13-14, 21-23, 25-27 y 30, en cuanto las traducciones de
R. Salles son los capítulos 4, 9, 10, 12, 15-20, 24, 28-29.
Como se desglosó, cada capítulo trata una temática en particular, los
que incluyen los textos latino o griego de cada tema o autor, la traducción,
el comentario in extenso de cada fragmento o texto, y un gran aparato
crítico. Además se incluyen notas filológicas y filosóficas muy pertinentes
y orientativas en mucho sentido, tanto para los estudiosos del tema como
para lectores recién iniciados en la materia. Aparte se indican y dan a
conocer las concordancias que tienen las traducciones de Boeri y Salles
(BS) con las grandes compilaciones existentes. Por otra parte también se
incluye una extensa y muy útil bibliografía la que se organiza en A) sobre las
compilaciones de textos y fragmentos estoicos y de otros filósofos; ediciones de
obras antiguas fuentes ordenadas alfabéticamente desde Aecio hasta Varrón
en cuanto a su relación con los estoicos; traducciones y cometarios de obras
antiguas, donde se exponen la casi totalidad de ediciones del estoicismo en
diferentes lenguas; B) literatura secundaria, los autores incluyen una lista
de diversas investigaciones y estudios sobre el estoicismo, la que destaca al
incluir muchas publicaciones recientes; otros filósofos citados, se agrega la
bibliografía de los diversos filósofos (no estoicos directamente) referidos a
lo largo de la compilación.
Otra mención especial es para los acertados glosarios incluidos en la
edición. Es de singular importancia conocer la terminología utilizada por los
estoicos y los conceptos claves de la doctrina, así también es posible dilucidar
las directrices de su pensamiento. El primer está ordenado alfabéticamente
en griego y con su equivalente en castellano, donde se expone una lista de las
palabras técnicas más utilizadas y claves para comprender el pensamiento de
los estoicos. En segundo lugar se incluye un glosario latín-griego el cual según
los autores, “tiene como objetivo hacer un relevamiento de algunas de las
traducciones que ensayan los autores latinos (mayormente Cicerón, Séneca,
Aulo Gelio y Lactancio) de algunos términos técnicos griegos empleados por
los estoicos antiguos y medios” (p. 6). Se incluye además un índice de textos
citados ordenado alfabéticamente, o index locorum. Dentro de los anexos se
contiene un índice de filósofos estoicos más destacados y citados en el cuerpo
de los textos, los comentarios y las notas a los textos. Finalmente, se agrega
una lista de las abreviaturas que se han empleado a lo largo del libro.
209
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
A fin de cuentas, la magna obra realizada por estos dos grandes
investigadores es sin lugar a dudas la cúspide en cuanto a compilación,
estudio y comentario de los filósofos estoicos en lengua hispana. Ha superado
cabalmente los inmensos aportes realizados por Sevilla y Capelletti en
cuanto a compilación y estudio de fuentes, lo que convierte a esta edición en
referencia obligatoria y texto base para el conocimiento y estudio acabado
de la escuela estoica. El tratamiento de los temas que realiza, su agrupación
y el desglose de éstos, en conjunto con la gran cantidad de asertivas notas,
permiten al lector guiarse perfectamente por los caminos del estoicismo y
profundizar las dificultades que los mismos estoicos plantean, conociendo así
sus problemáticas y las soluciones que dan a ellas. Creemos que los autores
cumplen en toda medida la misión que se proponen en su introducción
“ofrecer al lector una colección de textos antiguos lo suficientemente amplia
como para permitirle estudiar el estoicismo en su conjunto con cierto
grado de detalle, precisión y complejidad” (p. 5), es más, creemos que esta
“colección” ha marcado un antes y un después en el estudio de los filósofos
estoicos y del estoicismo como escuela, no tan sólo en lengua hispana, sino
también, que en el mundo académico occidental.
Rodrigo Carrasco Peralta
Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación
210
RECENSIONES
Francesca M. Dovetto e Rodrigo Frías Urrea (a cura di):
Nome e identità femminile nel mondo antico.
Aracne editrice (collana Linguistica delle differenze 1),
Roma, 2016
E
l volumen Nome e identità femminile del mondo antico, editado por
Francesca M. Dovetto e Rodrigo Frías Urrea, estrena la colección
Linguistica delle differenze, situándonse en una perspectiva diacrónica
y historiográfica de la lingüística de género. Como se desprende de la
Introducción (p. 9-20), el libro recoge textos que se enfrentan a el tema de
la mujer en la antigüedad mitológica, clásica y medieval, a sus nombres y su
identidad, destacando el estatudo femenino en el mundo antiguo como otro,
diverso, marginal, marcado en frente de un centro masculino. La alteridad
de la mujer representa la llave para abordar la difícil tarea de recuperar las
huellas de una cultura de las mujeres «en un mundo que está, sin embargo,
descrito por manos y voces prevalentemente masculinas».
Abre el volumen el texto de Guglielmo Trupiano titulado Europa, la
forza di mito (p.21-33) para mostrar como el nombre Europa sea «uno
degli esempi più paradigmatici della relazione che intercorre tra la parola e
l’identità radicata in un territorio». En un contexto cultural tradicionalmente
patriarcal como el europeo, el autor invita a comenzar exactamente desde el
significado connotativo y desde la tradición histórica y cultural de las figuras
femeninas mitológicas, in primis Europa, tales como elementos de identidad
de la Comunidad Europea para la creación de una nueva narrativa para los
ciudadanos europeos. El ensayo es útil para la promoción de la comunicación y
diseminación de el Centro Europe Direct LUPT, de el cual el autor es Director.
211
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
La importancia atribuida por el nombre representa el hilo conductor para
el siguiente texto, Penelope e le altre (p. 35-58), de Domenico Silvestri. En este
caso, el análisis puramente lingüístico de algunos nombres femeninos de la
cultura griega arcaica ofrece la oportunidad de apreciar un capítulo erudito
de morfología histórica. El autor muestra cómo la alteridad de la figura
femenina en el mundo griego, en comparación con la pars masculina, aflore
desde los nombres de estas a través de el acercamiento de las características
femeninas a la apariencia exterior de los animales, en relación a la cara y, en
particular, a los ojos (Europē) y a la voz (Pēnelópē, Partenópē), «vista nelle
sue peculiarità e nella sua “alterità” e in quanto tale paragonata nel mondo
greco a quella degli uccelli».
El personaje de Penélope también es central en el ensayo de Grazia Basile
(p. 295-315), la cual a través de una reflexión sobre el topos del mundo literario
y cultural antiguo, la tela di Penelope come espediente retorico-narrativo,
aprovecha la ocasión
´_ para profundizar en la identidad de una figura femenina
problemática ya que mediante su arte material «esercita un’azione eticamente
e politicamente connotata» tal que la hace períphron ‘multiforme’, reflejo del
polýmetis Odiseo.
El mundo griego sigue siendo el fondo de los ensayos de Lidia Palumbo,
Mauro Serra y Víctor Hugo Méndez Aguirre, también unidos por la discusión
común de las cuestiones filosóficas. Los diálogos platónicos describen la
referencia de los textos de Palumbo, I nomi e la vita (p. 169-187), y de Méndez
Aguirre, Nombre e identidad de la mujer griega (p. 317-335). En el primer caso,
el estudio del discurso de Sócrates en el Simposio muestra cómo la enseñanza
de Diotima realice una inversión de los roles masculinos y femeninos, porque
da un vuelco a «i fondamenti di una cultura autocelebrativa, centrata sulle
forme possessive autoreferenziali e omoerotiche del desiderio maschile».
En el segundo caso, la referencia a los diálogos utópicos de la República, el
Político, el Timeo, Critias y las Leyes, por Méndez Aguirre, permite al autor de
arrinconar la concepción de la centralidad sexual masculina, al borde de la
cual se coloca la de las mujeres, y de subrayar como en la visión de la sociedad
ideal de Platón, en la qual se plantea la igualdad entre hombres y mujeres, se
puedan reconocer «los antecedentes remotos de los feminismos filosóficos y
de los estudios de género», en referencia a el actual debate sobre el Gender
Category. Mauro Serra, por otra parte, con el ensayo Perché Elena andò a
Troia? (p. 223-247), incluye el Encomio de Elena de Gorgias y afirma que los
dos factores que forman el fondo de la obra son, por un lado, «l’ambigua
relazione tra donna e linguaggio», por otro lado, «la polarizzazione di genere,
maschile vs femminile, a cui corrisponde, nel pensiero greco, un’opposizione
tra le categorie di attivo e passivo». La identidad de un individuo, de hecho,
está conformado por el lenguaje y está dentro de una dimensión competitiva,
en la que Elena sólo puede ser exculpada en virtud de su pasividad, suma de
la identidad femenina, otra en frente a la de los varones y de los ciudadanos.
212
RECENSIONES
Aún de impronta filosófica, pero colocado en la Roma imperial, es el
ensayo de Rodrigo Frías Urrea, titulado Séneca y la mujer (p. 153-168). A
través del análisis de los personajes femeninos de las obras de Séneca, el autor
concluye que el filósofo se adhiere a la tesis de la escuela estoica sobre la «la
esencial racionalidad de mujer», según la cual la estructura psicológica de las
mujeres asegura que ellas a pesar de ser animales racionales, sean fallidos,
imprudentes y desmesurados en las pasiones. Es interesante observar cómo
el autor resalte el perfil de la mujer como se describe en las obras en prosa de
Séneca, que toma la forma más adelante en los personajes de sus tragedias.
El mundo romano imperial es también el fondo para el texto de Marisa
Squillante, Mater integra o inperfecta atque dimidiata? (p. 59-71), que se ocupa
del tratamiento de la condición de la mujer en la sociedad romana del siglo II
d. C. y del amplio espacio dado a su función procreadora. A partir de la cita
de Aulo Gelio y de la normativa jurídica de la epoca, lo que hace el ensayo
más significativo, se afirma que el universo masculino sería de placer sin el
acoso de las mujeres, pero «nec cum illis commode nec sine illis ullo modo vivi
possit», ya que las mujeres se requieren por la institución del matrimonio.
El fondo bíblico, en cambio, acompaña a la operación textual de Cristina
Vallini, que hace su ensayo, El nombre de Eva (p. 189-221), entre los más
interesantes del volumen. La autora interpreta el conocido pasaje del
Génesis 2, 23, en que el nombre de Eva, ’iššă(h), es en relación etimológica
y morfológica, de acuerdo con el principio «lashon nofel al lashon», con lo
de Adán, ’îš, poniendo de relieve el carácter icónicamente secundario, y
muestra cómo la tradición judía sobrevive en las traducciónes de este pasaje
en diferentes idiomas.
En el mundo medieval, además, se situan los ensayos de Francesca
Chiusaroli y de Simona Leonardi. El texto de la primera autora, Vita e
storia del nome (p. 249-263), describe la onomástica de las mujeres de la
poesía étnica antigua inglesa. A través del análisis de los nombres y de las
denominaciones de los personajes femeninos del poema Beowful, se puede
reconstruir la identidad de la figura femenina del tiempo gracias a la rigidez
del género y del metro poético. Paralelamente Leonardi, con el ensayo Figure
femminili nel medioevo tedesco (p. 265-293), analiza los epítetos de las mujeres
de la literatura medieval germánica articulando el discurso entre los Anales
de Quedlinburg y el Cantar de los Nibelungos. La peculiaridad del análisis es
hacer hincapié en la importancia de la relación de coniugio, que documenta
un vínculo social paritario y por lo tanto puesto en el borde de una sociedad
basada en lazos genealógicos y feudales no paritarios.
«Una donna tale, quale forse non si vide giamai» no es sólo el título, sino
también la llave para interpretar el largo ensayo de Massimo Peri (p. 73-152)
sobre el sistema tetracromatico, en uso desde la antigüedad hasta la ciencia
213
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
moderna para describir la belleza. Sin límites geográficos y cronológicos, el
autor revisa el uso literario de los términos de los cuatro colores (blanco, rojo,
amarillo y negro) en la descripción de la figura femenina. La presencia de los
cuatro colores en la apariencia física de una mujer es capaz de conferir una
belleza ideal, casi innatural, inalcanzable y, por lo tanto, universal.
El volumen termina con una sección dedicada a ilustrar el perfil de
los autores (p. 337-341), destacando los diferentes orígenes de estos y la
instalación bilingüe (italiano y español) del libro.
Como puede verse a partir de lo que acabo de exponer, los textos responden
de diversas maneras al título del libro, lo que denota una heterogeneidad
que abarca cronológicamente desde la historia bíblica (Vallini) y mitológica
(Trupiano, que sin embargo no se detiene sólo en una perspectiva mitológica,
Silvestri , Serra, Basile) a la historia antigua (Squillante, Frías Urrea, Palumbo,
Méndez Aguirre) y medieval (Chiusaroli, Leonardi), o de mayor alcance
(Peri). Entre la literatura, la historia, la filosofía, el volumen quizá deja poco
espacio a un análisis puramente lingüístico que podría ser más visible, así
como el título de la colección sugiere. El sujeto femenino es de varias maneras
objeto pasivo de los diferentes ensayos y la dimensión oral se sacrifica a veces
a la perspectiva diacrónica del volumen y, por lo tanto, a los testimonios
necesariamente escritos.
Sin embargo, la variedad de los asuntos tratados hace que el libro
definitivamente sea un estudio muy interesante en la pespectiva de los
estudios de género.
Anna Chiara Pagliaro
Università degli Studi di Napoli Federico II
214
RECENSIONES
Robin Osborne
Athens and Athenian Democracy
Cambridge University Press, Cambridge
New York, 2010, 462 pp.
R
obin Osborne, autor, entre otras obras, de Greece in the making,
1200-479 BC (1996); coeditor, con Simon Goldhill, de Rethinking
revolutions through Classical Greece (2006) y editor de al menos una obra
traducida al español, La Grecia Clásica 500-323 a.C. (2002), ha publicado
esta colección de artículos suyos que se extienden desde 1985 hasta 2000.
Los mismos comprenden variedad de temas: política, propiedad, demografía,
derecho, arte y religión; todos relacionados entre sí y con el hecho de la
democracia, porque –sostiene el autor- la democracia ateniense influía en
la vida social y económica, en el culto y en las representaciones artísticas, y
a la vez estas áreas influían en el modo cómo la democracia funcionaba en
la práctica. Es lo que encontraremos en los distintos trabajos compilados.
En cuanto al tiempo transcurrido desde sus primeras publicaciones, O. nos
informa que ha conservado la substancia de éstas, solamente corrigiendo
errores (?), actualizando referencias e incorporando en notas –y discutiendolos aportes de otros autores.
No se puede hoy escribir la historia de la democracia ateniense desde
el puro punto de vista “constitucional”: es una idea que O. reitera. Así
pues, el primer capítulo de Athens and Athenian Democracy, de carácter
introductorio, recuerda la variación del tratamiento de este tema, a lo largo
de medio siglo: desde el énfasis en la historia constitucional y la fijación en
215
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
el siglo V (aspectos ambos reflejados desde el mismo título en la obra de
Hignett: A history of the Athenian constitution to the end of the 5th century BC,
1952), al análisis centrado en el mucho mejor documentado siglo IV (como
The Athenian democracy in the age of Demosthenes, de M. H. Hansen, 1991),
y a la consideración de cómo la democracia se relacionaba –de acuerdo a lo
que ya se ha dicho- con la esclavitud y la economía. Pero con otros aspectos
también, y O. da el ejemplo mostrando lo que tienen que decirnos al respecto
algunos vasos de figuras rojas.
A continuación, la primera parte del libro reune, bajo el título “Making
Athenian democracy work”, tres trabajos que procuran, por diferentes vías,
aclarar cómo funcionaba la democracia en Atenas. Vale decir, cómo se las
arreglaban 30 a 50.000 ciudadanos para mantener un gobierno efectivo;
cuando no había formalmente un “gobierno”, ni continuidad en el cargo ni
administración pública permanente. El primero de estos trabajos (“Athenian
democracy: something to celebrate?”; aquí, capítulo 2) responde tajantemente
que la democracia ateniense dependía fundamentalmente de la homogeneidad
de la población cívica, “a homogeneity which was consciously cultivated –and
cultivated at the expense of individual freedom”, y que creó no sólo el contexto
para el funcionamiento efectivo de la democracia, sino también el ambiente
único para la tragedia y la comedia clásicas (p. 27). Pero esa homogeneidad se
expresaba –y se obtenía- a través de una rica vida societaria, como nos muestra
el capítulo siguiente (“The demos and its divisions in classical Athens”): el
dēmos (pueblo) comprendía dēme (distritos), pero también tribus, trittyes,
fratrias, gene y agrupaciones voluntarias (orgeones, thiasotai, eranos); todas
con su organización institucional que imitaba la estructura del dēmos total,
con su propia vida societaria y sus decisiones corporativas, plasmadas en
inscripciones. El cap. 4 (“Inscribing performance”) analiza las inscripciones
atenienses. O. sostiene que lo que podemos ver es una versión abreviada o
“editada” (en sentido periodístico) de la resolución original; a veces “editada”
hasta el punto de hacerla incoherente, y que ello hace imposible entender
porqué los atenienses tomaron la decisión que tomaron; de modo que se
“despolitiza” la decisión misma. Que un pueblo tan político como el ateniense
tuviera interés en despolitizar sus propias decisiones puede parecernos
extraño; O. lo explica solamente en el caso de inscripciones que conceden
honores a diferentes benefactores de Atenas. Ahorrar detalles acerca de los
hechos merecedores de honores podía evitar que se reabriera una discusión
acerca de si realmente tales hechos merecían esos honores. En este sentido
–que no es totalmente evidente, digámoslo- hay una “despolitización”.
La segunda parte trata de la economía de la democracia ateniense. La
vexata quaestio de la relación –¿causal?- entre esclavitud y democracia es
el tema del cap. 5 (“The economics and politics of slavery at Athens”). Fue
necesaria la esclavitud –o, por lo menos, el desarrollo que tuvo en Atenas-
216
RECENSIONES
porque la eventualidad del trabajo dependiente de un ateniense atentaba
contra el supuesto ideológico básico de la democracia –la igualdad de los
ciudadanos. Pero no es que la esclavitud hiciera posible la democracia
como tal; lo que posibilitaba era la concepción de un cuerpo ciudadano
esencialmente homogéneo, ninguno de cuyos miembros estaba sujeto
a constricciones impuestas por otros individuos. El cap. 6 (“Pride and
prejudice, sense and subsistence: exchange and society in the Greek city”)
intenta responder la cuestión de la relación entre la ciudad y el campo. De
fondo está la vieja discusión de “primitivistas” y “modernistas”. La conclusión
de O. es que, a lo menos en el siglo IV, los terratenientes ricos de Atenas, lejos
de tener mentalidad de pequeños campesinos o pretender la autosuficiencia
–como sostenía M.I. Finley-, producían para el mercado –la ciudad y la
región minera-, y así obtenían el efectivo que necesitaban para enfrentar
sus liturgias y la eisphora –las que proporcionaban, a la vez, el dinero con
que la ciudad pagaba los productos del campo. Seguramente no sólo los más
ricos se involucraban en el mercado, concluye el capítulo siguiente (“Is it a
farm?”). El cap. 8 (“The potential mobility of human populations”) pone en
duda el supuesto de que las comunidades rurales sean estables, explorando
la movilidad de poblaciones, tierra y asentamientos en algunos dēme áticos,
con los datos de la Inglaterra medieval y temprano-moderna como base de
comparación.
La tercera parte aborda la relación entre la democracia y el sistema legal
ateniense. “Law in action in classical Athens” (cap. 9) trata de un rasgo del
sistema judicial, atribuido a Solón: que (en defecto de ministerio público)
cualquier ciudadano podía intervenir judicialmente en defensa de una parte
agraviada. Pero este “acusador voluntario” no era desinteresado ni (como
corrientemente se ha supuesto) “mercenario”: más frecuentemente, era la
misma parte agraviada. Si ésta no existía, el juicio podía estar políticamente
motivado. Los tribunales atenienses, concluye O., eran el escenario de
un “drama social” en el que se podía ventilar las enemistades privadas y
así controlar las relaciones sociales (O. cita paralelos africanos). El tema
es desarrollado en el trabajo siguiente: “Vexatious litigation in classical
Athens: sykophancy and the sykophant”. “Sicofante” es claramente un
término peyorativo, una caricatura, y “the historian who simply reproduces
a tendencious caricature is failing to exercise properly critical historical
judgement” (p. 206). Los sicofantes no eran acusadores profesionales
motivados puramente por afanes pecuniarios; cualquiera podía ser llamado
sicofante por su contraparte en juicio. Ni es clara la separación entre el litigante
incorrecto y el correcto. Así como M. I. Finley sostuvo que los demagogos
eran funcionales a la democracia ateniense –un punto de vista que encontró
amplia aceptación-, O. sostiene que la sicofancia era vitalmente importante
para la naturaleza y funcionamiento de la democracia. Específicamente,
sicofante podía ser el acusador de un rico quietista (el apragmōn de Pericles),
217
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
a quien fustigaba para que cumpliera su papel cívico. El cap. 11 (“Religion,
imperial politics and the offering of freedom to slaves”) da cuenta de la
paradójica situación de los esclavos en juicio: aunque no podían prestar
testimonio en juicio voluntariamente y sin ser sometidos a previa tortura,
en ciertos casos de implicancias religiosas –como el de la mutilación de los
hermes y parodia de los Misterios el 415- su denuncia (menusis) era recibida
y aun recompensada. Ciertamente, como regla los atenienses no alentaban a
los esclavos a denunciar a sus propios amos; sin embargo, podían estimular
esas denuncias en el caso de ciudades sometidas. “Law, the democratic citizen
and the representation of women in classical Athens” (cap. 12) se detiene
sobre la ley de Pericles de 451, que restringía la ciudadanía a los hijos de
padre y madre atenienses. Por lo que toca a los reales objetivos de esa ley –
muy discutidos-, O. piensa que ella simplemente refleja la actitud posesiva y
exclusiva de los atenienses hacia su ciudadanía. Más importantes fueron las
consecuencias, tal vez no previstas, de la misma ley: la exclusión formal de
las madres no atenienses de la sociedad política ateniense llevó al énfasis en
las esposas y madres atenienses, y trajo a las mujeres literalmente a la vista
pública; los hombres aseguraban su propio status ciudadano proclamando
que sus esposas y madres se conformaban al ideal de la mujer ateniense, y
en lugar de hacerse representar (en estelas y lekythoi) en el gimnasio o en el
campo de batalla, se representaban en el hogar o representaban a sus mujeres.
“The agenda of masculinity was altered” (p. 265). Para terminar esta parte,
“Changing the discourse” analiza el cambio en el lenguaje y pensamiento
político del s. V al IV. El desastre de Sicilia (413) llevó por primera vez a
pensar en términos constitucionales. Ni los Cuatrocientos ni los Treinta han
gozado de buena prensa, sin embargo –opina O.- teorizaron seriamente sobre
la oligarquía como alternativa a la democracia. En el proyecto constitucional
de los primeros, pese a la deficiente reconstrucción de la pseudo-aristotélica
Constitución de los Atenienses, se puede advertir la idea de la reforma del
Consejo, con miras a un gobierno más eficiente. Del mismo modo, los Treinta
pensaron en la reforma de los tribunales: la persecución de los sicofantes,
la reforma de las leyes “ambiguas” de Solón, la derogación de las leyes “de
Efialtes y Arquéstrato” sobre el Areópago, iban en esta dirección. A la vez,
la restauración de la democracia significó su redefinición: nuevos tópicos
fueron la asistencia a la Asamblea, la distinción entre leyes y decretos, en
algunos casos la substitución del sorteo por la elección. En breve, cambio el
discurso de la teoría política. Y una sorprendente conclusión: “Our difficulties
in understanding the trial of Socrates are, I suspect, partly a result of our not
having taken the Thirty seriously enough” (p. 288).
“Athenian democracy on display”, la Parte IV, estudia en sus dos capítulos
(“The viewing and obscuring of the Parthenon frieze” y “Democracy and
imperialism in the Panathenaic procession: frieze in its context”) las esculturas
218
RECENSIONES
del Partenón en su relación con la vida ateniense. El autor propone un modo
de “mirar” las esculturas (pedimentos, metopas y friso) como las hubieran
visto los (y las) atenienses, como en una verdadera procesión; pero –lamenta
en su nota- no ha logrado persuadir a los especialistas.
La última parte tiene que ver con la religión: “Athenian democracy and
the gods”. En el cap. 16 (“Competitive festivals and the polis: a context for
dramatic festivals at Athens”), O. señala que la mayor parte de los festivales
atenienses conocidos eran competitivos; pero la competencia no era sólo
un rasgo aristocrático, sino que también fue estimulada por la democracia.
La competencia incentivaba el espíritu de cuerpo, y festivales competitivos
contribuían también a la apertura del debate político. Por su parte, el cap.
17 (“The erection and mutilation of the hermai”) explora agudamente la
significación de los hermes para los atenienses a fin de entender el famoso
escándalo político-religioso de su mutilación en vísperas de la partida de
la expedición a Sicilia (415). O. insiste en su función de comunicación: esas
estelas itifálicas, ubicuas en Atenas, portaban admoniciones sabias, como
se cuenta del hermes de Hiparco, hijo de Pisístrato. El rostro de Hermes
expresaba la alteridad, recordando la igualdad de los hombres (¿de los
atenienses?) en sus “hermaic qualities”, y, al mismo tiempo, “re-presented
the individual Athenian to himself ”. En suma, los hermes eran un símbolo
identitario. La interpretación, con todo, resulta un poco forzada cuando se
nos dice que el viajero, enfrentado a un hermes, “[was] made to become
the static pillar” (p. 351). El último capítulo de la obra, “The ecstasy and
the tragedy: varieties of religious experience in art, drama and society”,
versa sobre el culto de Diónysos; pero visto especialmente a través de la
pintura de los vasos. No habría que privilegiar, propone O., los testimonios
literarios por sobre las imágenes creadas por los artistas. La imagen puede
“mediar” una experiencia auténtica. Cuando los pintores, especialmente
los de los “vasos leneos”, representaban ménades en éxtasis ante la imagen
de Diónysos, estaban reflejando algo que los atenienses podían presenciar
efectivamente. Del mismo modo, Las Bacantes no refleja la intromisión de
cultos exóticos (Sabazios u otros) a fines del s. V; alude a una experiencia
que había sido por largo tiempo familiar en Atenas. En suma, el menadismo
era una experiencia religiosa –O. enfatiza-, “the experience of oneness with
the deity”, y no implicaba necesariamente comer carne cruda, desgarrar un
toro con las manos o manipular serpientes –esto era más bien la sensación
de “ultimate power over the whole world” que sobreviene en los estados de
ékstasis (p. 400).
Hay todavía una coda, “From ritual to politics, and back again”, donde O.
insiste en la interrelación entre democracia y culto. Seguramente la democracia
llevó la racionalización política a un alto nivel, pero “the efficient and rational
depend upon, and are mutually implicated in, the dignified and irrational”
219
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
(p. 408). La invención de la democracia no sólo significó racionalización,
sino también ritualización de la vida del ciudadano ateniense. Ser ciudadano
no consistía sólo en asistir a la Asamblea y el Consejo, sino también en la
experiencia compartida de numerosos ritos a lo largo del tiempo y del espacio
del Ática: en la comunidad local y en el lugar de trabajo, en las instituciones
subsidiarias de la vida cívica y en los lugares de culto religioso.
Como comentario general, debe destacarse esta aproximación holística
de O. a la democracia ateniense clásica. Hay ya un consenso en cuanto a que,
en el mundo griego antiguo, religión y economía, por ejemplo, no pueden
considerarse aisladamente, sino integradas, embedded, en el conjunto de la vida
social. Por ello, la política no era puramente “política”. En esta obra tenemos
un intento de comprobación puntual para los diversos terrenos considerados.
Por cierto, O. no desdeña los aspectos cuantitativos; en cuanto es posible,
recurre a cifras, sea sobre la producción agrícola en el Ática, sea sobre las
imágenes en los vasos. Al mismo tiempo, el autor procura comprender los
factores que algunos llamarían “ideológicos”: por ejemplo, sobre la realidad
de la experiencia religiosa que los atenienses –entre otros griegos- vivían en
ciertas fiestas o en contacto con la imagen del dios. Se ha dicho que la polis
griega era un “club de varones” –y más la Atenas democrática que otras polis-;
pero O. nos muestra que en este “club” las mujeres tomaban parte activa: por
lo menos en el lado cultual –es decir, tal vez en la mitad de las actividades
posibles. Y quizás más: la fundación de la democracia, sugiere el autor, fue
producto de un amplio cambio de actitudes, un cambio en el que las mujeres
“may have played an expressive and important part through their rôles as
both religious symbols and religious actors” (p. 403).
Puede que en algunos casos la argumentación del autor no sea tan
convincente. Eso es normal. Lo importante es que los trabajos reunidos en
Athens and Athenian Democracy han sido, y probablemente seguirán siendo,
estimulantes para la discusión. Algunos de esos trabajos tienen más de treinta
años a la fecha, es verdad; pero seguramente siguen siendo “actuales”: el
“estar (o no) al día” es un prejuicio cuando se trata de obras verdaderamente
valiosas. Es decir, clásicas.
Erwin Robertson
Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación
220
RECENSIONES
Tucídides
Por la razón o la fuerza.
Introducción, traducción y notas de Roberto Torretti
Ediciones Tácitas, Santiago, 2017, 249 pp.
A
unque siempre escasas, las obras clásicas publicadas en Chile
han ido aumentando. En la misma colección editorial en que se
publica la obra que hoy nos ocupa, han visto la luz en el último tiempo
la edición, traducción y comentario del Alcibíades de Platón, por Oscar
Velásquez; del Discurso Fúnebre de Pericles –originalmente publicado en
Estudios Públicos-, por Antonio Arbea, y del Filóctetes de Sófocles, del
mismo Roberto Torretti. Este autor, que se ha dedicado preferentemente a
la filosofía moderna y a la historia de las ciencias, pero que es también un
clasicista, nos entrega en la presente ocasión una traducción y comentario
al Diálogo de los Melios de Tucídides. El porqué del curioso título –que,
incidentalmente, es el lema del escudo chileno- queda claro cuando
Torretti dice, en su prólogo: “La argumentación ateniense (en el Diálogo)
ilustra admirablemente la idea del (E)stado y de las relaciones entre
estados que inspiró a los padres de nuestra patria… Espero que su lectura
resulte refrescante para para quienes sean alérgicos como yo a los alardes
de indignación moral que heredamos de los profetas de Israel” (pp. 7-8).
La aludida colección está dirigida a un público culto, no especialmente
versado en los clásicos, pero que leerá lo mismo a Epicuro o Séneca que a
Wittgenstein, Paul Valéry o una colección de haikús. Torretti, por su parte,
221
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
no hace concesiones: no se detiene a trasliterar, escribiendo en griego cuando
corresponde (ofreciendo, desde luego, la traducción; al igual como en las citas
en lenguas modernas extranjeras); y, en las notas, nos advertirá de las diversas
variantes de algún pasaje tucidídeo y de las traducciones alternativas –hasta
diez o doce, para algunos pasajes-; como apéndice, por fin, incorporará las
paráfrasis de los escoliastas, una novedad que no se encuentra en muchas
ediciones de Tucídides. Con todo eso, es una obra amable con el lector y no
recargada en exceso.
La introducción, como es habitual, suministra una noticia sobre Tucídides
y su tema –la Guerra del Peloponeso-, para entrar luego en los problemas
filológicos de la obra y en el pensamiento del autor. “Padre del realismo
político”, según general consenso, aunque más sutil y menos extremo que su
inevitable término de comparación, Maquiavelo; tal vez porque “el eupátrida
ateniense era más refinado que el burgués florentino…; podría ser que no
sintiera, como el contemporáneo de Savonarola y de Lutero, que para ser
escuchado hay que ser estridente” (p. 39). Pero más que de Maquiavelo,
piensa RT., sería un predecesor de Spinoza (de quien cita la máxima: humanas
actiones non ridere, non lugere, neque detestari, sed intelligere). Se analiza aquí
rápidamente el sentido de las gnōmē y túkhē tucidídeas, y si el historiador era
partidario de la democracia y del imperialismo o no. En cuanto al estilo, RT.
se cuenta entre los admiradores de Tucídides; señala en todo caso algunas
dificultades, como un conocido pasaje de 7.86.5, a propósito de la muerte
de Nicias. Para cerrar esta parte, el traductor resume la historia del texto y
declara sus criterios de traducción.
La traducción misma –enfrentada, como es usual, al texto griego- es
rigurosa, pero intenta un buen castellano y, al mismo tiempo, es modernizante,
lo que seguramente la hace más comprensible al lector. Así, por ejemplo, el
pasaje de 5.84.3, ταῖϛ ἀρχαῖϛ καὶ τοὶϛ ὀλίγοιϛ, es vertido como “las autoridades
y la élite”, en lugar de “los magistrados y los pocos”, u otra forma más literal.
El Diálogo de los Melios es, ciertamente, un pasaje de Tucídides que ha
suscitado siempre particular interés y discusión: por el descarnado –algunos
dirían: cínico- realismo de que hacen gala en él los atenienses. Modernamente
se ha visto en el historiador un precursor de la escuela realista en las teorías
de las relaciones internacionales; esto es, de aquella que sostiene que los
Estados viven en un hobbesiano “estado de naturaleza” y que entre ellos
decide, en último término, la fuerza. Por otra parte, ha habido quienes han
tratado de matizar el grado en que Tucídides compartiría las implicaciones de
un pensamiento tal, por lo menos en la forma extrema en que se formula en el
Diálogo –y con el desenlace brutal que tiene todo el proceso. Al respecto, RT.
no ahorra sus ironías hacia los “catedráticos euro-americanos” que quieren
devolver a Tucídides al buen terreno moral.
222
RECENSIONES
Los dos pasajes cruciales son traducidos así: “en los alegatos humanos
se resuelve lo que es justo cuando ambas partes se encuentran bajo igual
apremio, pero quienes sobresalen practican lo posible mientras que los débiles
consienten” (5.89) y “…conjeturamos que lo divino y tenemos por cierto que lo
humano, en todo tiempo y constreñido por su naturaleza, impera sobre lo que
domina” (5.105.2). En el primer caso, RT. ha elegido una versión que se aleja
menos del texto original, sacrificando un poco la fuerza de la expresión en su
segunda parte: cf. la de Crawley (1903), citada por él mismo: “the strong do what
they can and the weak suffer what they must”. Estima el traductor chileno que
πράσσω debe verterse aquí por “obrar, efectuar, practicar”, en lugar de “exigir,
cobrar”. Este último es el sentido que parece darle, entre otros, Hornblower,
y que habría que entender en relación con los tributos que deben pagar los
sometidos. El primer sentido da a la sentencia un alcance más general, referido
a las constantes humanas. Asimismo, RT. prefiere “apremio” a “necesidad”,
favorita en tantas traducciones de ἀnágkh.
Respecto del segundo pasaje, para trasladar un único verbo griego
(hēgéomai), RT., como Hornblower y otros, elige dos: “conjeturar” y “tener
por cierto” (en relación con la afirmación de que dioses y hombres son
igualmente constreñidos por la naturaleza). Esta idea puede haber sido
desconcertante para algunos traductores, que preferirían limitar el “saber
con claridad” a la constricción que afecta a los hombres (p. 151). Sin
embargo, “imperar sobre lo que (se) domina” suena algo redundante; nos
gusta más la versión de Hornblower (“they [gods and men] rule wherever
they have power”). Estamos evidentemente en el corazón de la discusión.
Para citar a dos de los grandes comentaristas de Tucídides: “the Athenians
do not say that might is right, but might excludes right”, según Hornblower;
en tanto Andrewes se resiste a colocar a los atenienses de Tucídides “with
immoralists like the Kallikles of Plato’s Gorgias…” Es efectivo, observa RT.;
los atenienses no proclaman el derecho del más fuerte, ni pretenden que
lo justo sea lo que convenga al más fuerte, al modo de Trasímaco en la
República; sin embargo, “al describir el imperio a la vez como efecto de
una naturaleza necesitante” (φύσιϛ ἀναγκαία, en la frase citada) y como
“ley” en la frase que sigue, Tucídides anticipa la idea (“oxímoron”) de
“ley de la naturaleza” (nómoϛ thϛ fúσewϛ) que Platón pone en boca de
Calicles (p. 152). Acerca de si el historiador comparte personalmente estos
asertos, en su introdución RT. ha opinado que aprobar o desaprobar “una
realidad tan gruesa (la dominación del más fuerte) le habrá parecido (a
Tucídides) superfluo o impertinente” (p. 40). En las notas reitera: del texto
no se desprende una reprobación de Tucídides, ni de la posición de los
atenienses ni de la decisión final sobre Melos, “no obstante los esfuerzos
apologéticos de algunos expertos modernos que intentan demostrarlo”. Más
bien pareciera reprobar la “tozudez pundonorosa” de los oligarcas melios,
223
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
que los llevó a su perdición (p. 198). A ello se agrega que Tucídides pone
en boca de Pericles una apología del imperialismo ateniense “y no puede
haber escapado a su inteligencia que ningún imperio puede sostenerse sin
ejercer de cuando en cuando lo que los protocolos policiales llaman exceso
de fuerza” (p. 201).
Si edulcorar a Tucídides para hacer de él un moderno liberal
“humanitario” es, en cierto modo, falsificarlo, tampoco hay que exagerar en
sentido contrario y ver en el ateniense un adicto a las matanzas por raison
d’état. Tomados aisladamente, el Diálogo de los Melios y algún otro pasaje
podrían dejar esa impresión. Es cierto que, en el Debate de Mitilene, no hay
en el discurso de Diodoto –que expresa tal vez el pensamiento de Tucídidesninguna reprobación moral de una matanza propuesta: sólo el argumento
de utilidad (que la matanza no es provechosa). Pero, en el preámbulo a ese
debate, se nos dice que los atenienses se arrepintieron de una resolución que
era “cruel y excesiva” (ὤμόϛ καί μέγα – 3.36.4 y cf. RT. p. 199); ese juicio es
del propio Tucídides, y si las palabras de Diodoto se limitan al argumento
utilitario, fue seguramente porque, en el contexto, era lo apropiado para
calmar a unos atenienses encolerizados. Así también Tucídides reprueba los
crímenes de Corcira y de la stásis en el mundo griego en general, lamentando
la desaparición de la “simplicidad, que tiene gran parte en la nobleza” (3.83.1).
Por cierto, esto queda fuera de los límites del libro de RT.
En suma, tenemos aquí un lúcido análisis de este trozo de Tucídides de
tan evidentes repercusiones en la historia del pensamiento y en la filosofía. Se
puede seguramente discrepar de algunos puntos de vista del profesor Torretti,
pero, no cabe duda, estamos frente a una obra digna del gran clasicista.
Erwin Robertson
Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación
224
RECENSIONES
Res Gestae Divi Augusti.
Las memorias políticas del Emperador Augusto.
Traducción, prólogo y notas de Nicolás Cruz.
Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago, 2016, 239 pp.
E
ntre las obras clásicas publicadas en Chile, a que se aludía
anterioremente, tenemos también, en el terreno de la historia y –nada
menos- de la epigrafía, las Res Gesta (RG) del primer emperador. Se trata de
una bella edición de la Pontificia Universidad Católica santiaguina, a cargo en
lo substancial del profesor Nicolás Cruz.
Desde luego, hay que destacar que esta obra es mucho más de lo que
sugiere el título. Siguiendo el modelo de otros “comentarios” filológicos
e históricos, comprende el texto latino y español, aunque no enfrentados
del modo habitual, sino en orden sucesivo en una misma página. El texto
latino consigna las reconstrucciones, por supuesto. El prólogo proporciona
la indispensable noticia sobre la inscripción, la situación histórica que la
motivó, y la historia de su lectura, desde el descubrimiento del Monumentum
Ancyranum. Luego vienen las que se llama, con algo de modestia, “notas”;
es decir, el comentario propiamente tal, por cada parágrafo que se
estime requerirlo. El comentario se desenvuelve con maestría, situando
las afirmaciones que hace Augusto en su contexto, vinculándolas a lo
que sabemos por otras fuentes e incluso a los monumentos de la época,
en algunos casos a las ilustraciones del libro. Se nos remite, además, a la
bibliografía más actual y más importante para la materia.
225
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
En suma, la obra de un especialista, que la comunidad de los estudios clásicos
recibirá con beneplácito, que será muy útil para los profesores de historia
antigua y de lenguas clásicas, y también de interés para el público general.
Sin perjuicio de lo anterior, es conveniente hacer algunas observaciones a
la traducción misma; no tanto desde un punto de vista filológico, dado que el
autor de esta recensión no es latinista, sino desde un punto de vista histórico;
y teniendo en cuenta la utilidad que se espera de esta obra, sobre todo para el
lector no especialmente informado. Por cierto, las traducciones constituyen
siempre materia discutible. Traducir imperator por “emperador” (así en
RG IV.1) puede resultar ligeramente anacrónico, si Augusto está hablando
de la salutatio imperatoria –las aclamaciones en el campo de batalla- y no
del título que, después, hemos venido a asociar con el depositario del poder
imperial (cf. nota ad loc., p. 104). Seguramente por la misma razón –para
evitar equívocos-, en la expresión princeps Senatus el traductor ha preferido
no trasladar el primer término por el muy usado de “príncipe” (RG VII.2).
De otro tipo es el caso que se presenta con RG VIII.2: senatum ter legi,
dice Augusto, y su traductor pone: “tres veces depuré el Senado”, dando a la
coyuntura una tonalidad siniestramente moderna; una típica purga política,
pensará ese lector poco informado. Sea de la purga lo que fuere, entre las
acepciones principales del verbo lĕgo claramente no está “depurar”. Se trata
de la lectio Senatus, llevada a cabo por cierto en circunstancias especiales –
que seguramente determinaron que el grado de “depuración” que había sido
tradicionalmente aceptable se viera aumentado-; pero que no es otra cosa que
la nominación de los senadores por quien tenía autoridad para hacerlo, como
antes por los censores.
En RG XXVI.1, allí donde Augusto dice: …gentes, quae non parerent
imperio nostro, Cruz vierte: “pueblos contrarios a nuestro imperio”. Una
errata se ha deslizado aquí, faltando evidentemente una frase; pero en la parte
que nos ocupa ello no es problema. Augusto habla aquí de los “pueblos no
sometidos” o que “no obedecen” (de pārĕo), y tal es el sentido que recogen
las traducciones usuales de RG. Hay, por cierto, alguna diferencia entre
“no obedecer” y “ser contrario”; en la perspectiva del Príncipe, bastaba la
primera circunstancia para justificar que se sometiera a otros pueblos, y no
era necesaria su hostilidad. En RG XXIX.2 encontramos uno de los grandes
triunfos de los que estaba orgulloso el emperador: “obligué a los partos a
restituir las insignias de tres ejércitos romanos”, reza la traducción. Sólo
que el original tiene spolia et signa, “despojos e insignias” (o estandartes) y
un (reddere) mihi: “restituirme”. Un poco más abajo (XXX.1), se refiere las
victorias sobre los pueblos de Panonia; pero no simplemente “sometí” (subieci)
–como aparece diciendo Augusto-, sino que “sometí al imperio del pueblo
romano” (imperio populi Romani), lo que da un matiz ligeramente distinto.
226
RECENSIONES
La traducción aquí más bien resume el pasaje, no dando cuenta del devictas
(per Tiberium Neronem), “vencidas”, respecto de esas gentes Pannoniorum.
Augusto podía no ser generoso en reconocer los éxitos de sus subordinados,
pero en este caso destaca el papel de Tiberio Nerón, su hijastro y legado. Un
tum, “entonces”, respecto de éste se ha omitido también. En cambio, “antes
de mi principado” parece preferible a la traducción de Cooley (“before I
became leader”). Como se comprende, la importancia de todo esto radica en
la precisión en cuanto a los tiempos y a las situaciones.
De alguna mayor entidad es el problema en el capítulo 34, donde
culmina la inscripción y Augusto proclama el sentido de su obra política:
…rem publicam ex mea potestate in senatus populique Romani arbitrium
transtuli (34.1). Cruz traduce: “lo [el poder] transferí al arbitrio del
Senado y del Pueblo romano”. Es notorio que la fundamental frase rem
publicam, que constituye el objeto directo de transtuli, se ha perdido. El
“lo” del texto español alude al poder que tenía Augusto, del que se habla
en las líneas inmediatamente anteriores: per consensum universorum potens
rerum omnium… (Cruz: “teniendo todo el poder con el consentimiento de
todos”). Pero en el pasaje en discusión, lo que Augusto sostiene es que ha
restablecido una situación normal, según la cual res publica está en manos
del Senado y del Pueblo; que no es lo mismo que haber transferido todo el
poder, cosa que por supuesto no pretendía –un poco más abajo (34.3) habla
de su auctoritas y su potestas. Así Cooley (2009) traduce: “I transferred the
state from my power into the control of the Roman senate and people”;
Brunt y Moore (1967): “I transferred the republic from my power to
the dominion of the senate and people of Rome”; Alvar (1981): “pasé el
gobierno del Estado a la jurisdicción del Senado y del pueblo romanos”. Si
“Estado” o “república” suenan demasiado maximalistas, res publica tiene
otras posibilidades. El problema, ciertamente, es que la oración española
tenga un sentido próximo al de la latina; esto es, a lo que Augusto escribió.
Lo anterior tiene relación con el comentario al mismo capítulo. Aunque
en la nota correspondiente a RG 34.1 (pp. 207-208) el comentarista emplea
la fórmula “restauracion” (de la república), parece ser escéptico en cuanto a
que algo semejante a una restauración efectiva tuviera lugar: claro está, nunca
las restauraciones históricas son enteramente efectivas. Siguiendo a Syme,
nos recuerda que auctoritas está asociada a potentia, pero no ahonda en los
sentidos de ese término y nada dice sobre el del nombre Augustus. Toda una
línea de interpretación –a partir de Ronald Syme, precisamente- ha tendido
a devaluar los aspectos simbólicos, jurídicos e “ideológicos” de la fundación
del Principado, subrayando el hecho del puro poder. Se reaccionaba contra
las interpretaciones “juridicistas” anteriores, de Mommsen especialmente.
Una reacción en sentido contrario parece insinuarse (así con J.A. Crook, en
la segunda edición de The Augustan Empire, de Cambridge), pero sin duda se
227
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
continuará discutiendo. En todo caso, los comentarios de Cruz consignan la
existencia de interpretaciones diversas; y la que resulta de esta edición de RG
es una interpretación equilibrada.
Para terminar, merece también una observación el subtítulo del libro: “Las
memorias políticas del emperador Augusto”. RG no es exactamente lo que
llamamos “memorias”, y el lector común podría ser inducido a error, tomando
un documento epigráfico por una biografía novelada del tipo tan popular.
Cruz insiste en su prólogo en el concepto “memorias políticas”, aunque está
consciente –y así lo indica- de que el género al que pertenece RG ha sido,
también, materia de amplias discusiones.
Pero estas observaciones no obstan al mérito del libro, insistimos. Esta
edición de RG llena un vacío en nuestro medio y se constituirá, seguramente,
en una obra de referencia para los estudiosos e interesados en el tema.
Erwin Robertson
Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación
228
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
Index
AUTHoRUM
Franko Benacchio Streeter:
“Esparta estuvo siempre libre de tiranos”. Algunas consideraciones en torno
al mito de la inmunidad espartana frente a la tiranía
(
[email protected]) Magíster en Historia, Universidad Adolfo Ibáñez,
Santiago, Chile.
Elbia haydée Difabio:
Cristo y sus discípulos en la Antología Palatina.
(
[email protected]) Universidad Nacional de Cuyo. Mendoza,
Argentina
María del Pilar Fernández Deagustini:
Suplicantes de Esquilo ¿Una trama primitiva?
(
[email protected]) Dra. en Letras (UNLP) Jefa de Trabajos Prácticos del
Área Griego (UNLP) Becaria Posdoctoral (CONICET), La Plata, Argentina
Cecilia Jaime González:
El suicidio femenino en el mundo antiguo.
El caso del ritual de lanzarse al mar
(
[email protected]). Licenciada en Letras Clásicas, Maesría
en Arquitectura y Doctorado en Letras. Facultad de Filosofía y Letras /
Facultad de Arquitectura. Universidad Nacional Autónoma de México,
Ciudad de México, México.
Cristian Mancilla:
Análisis antropológico estructural del Juicio de Paris.
(
[email protected]). Profesor de castellano, Master of
Philosophy in Classics, Australian National University, Canberra,
Australia.
Víctor hugo Méndez Aguirre:
Dramatis personae en el Timeo-Critias de Platón.
(
[email protected]) Doctor en Filosofía, Investigador Titular “A”,
Instituto de Investigaciones Filológicas, Universidad Nacional Autónoma
de México Ciudad de México, México
229
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
David M. Pritchard:
Guerra y Finanzas Públicas en la antigua Grecia.
(
[email protected]). Senior Lecturer in Greek History, School
Postgraduate Coordinator. School of Historical and Philosophical Inquiry,
Faculty of Humanities and Social Sciences, The University of Queensland,
Brisbane, Australia.
Arnaldo C. Rossi:
Empirismo y pensar en Homero
(
[email protected]). Licenciado en Filosofía y Profesor de Filosofía,
por la Universidad de Buenos Aires. Fue profesor de Lengua y cultura
griegas, con funciones de titular, en Universidad Nacional de Mar del Plata
y Universidad Nacional de Lomas de Zamora; docente en Universidad de
Buenos Aires. Actualmente retirado. Buenos Aires, Argentina.
Miriam Lourdes Impellizieri Silva:
A mariologia antiga em Santo Ambrósio de Milão.
(
[email protected]). Mestre em História Antiga e Medieval Professora
da Universidade Estadual de Rio de Janeiro de História Antiga e Medieval.
Rio de Janeiro - Brasil
230
Limes
ISSN 0716 - 5919
Revista de Estudios Clásicos
normas de publicación
I Características
− Limes, Revista de Estudios Clásicos, es una publicación anual, abierta
a los estudiosos del mundo clásico en los campos de la filosofía, la
historia, el arte, la literatura, la religión, el mito y las lenguas griega
y latina, así como la tradición clásica.
− Los artículos propuestos para Limes deberán ser inéditos y constituir
un aporte original para el tema tratado.
− Dichos artículos deberán tener un máximo de 10000 palabras,
incluida la bibliografía y las notas.
− Deberán incluir la bibliografía pertinente y un resumen (máximo:
300 palabras) con las palabras claves en castellano, y abstract y key
words en inglés.
− Los idiomas de los artículos son castellano, portugués, italiano,
francés e inglés.
− Se publicarán igualmente recensiones de libros especializados o de
interés para los Estudios Clásicos, editados no más de 5 años antes
de la respectiva reseña.
− Asimismo, se publicarán notas y documentos de interés para los
estudios clásicos.
II Modalidad de envío
Los artículos deberán ser enviados en Word a: centro.est.clasicos@
umce.cl.
– Si se incluyen imágenes, estas deben ir separadamente en formato
JPG o TIFF, alta resolución.
231
Limes
Revista de Estudios Clásicos
ISSN 0716 - 5919
III Membrete bibliográfico
Para su recepción, los artículos deberán acompañar:
– Título del artículo.
– Nombre, apellidos y correo electrónico del autor.
– Título o grado, jerarquía, cargo o función, si corresponde.
– Unidad Académica e Institución a la que pertenece, si corresponde.
– Ciudad y país.
IV ArbitrajeLos artículos serán remitidos a dos evaluadores nacionales
o extranjeros, del área correspondiente a su contenido.
− Los evaluadores podrán recomendar la publicación o rechazo
del artículo, o sugerir correcciones que el autor deberá tener en
cuenta. En el caso de dudas, los trabajos serán enviados a un tercer
especialista que dirimirá el asunto. Para las correcciones, se fijará
un plazo al
− autor.
− Una vez cerrado el proceso de evaluación se notificará al autor el
fallo definitivo.
V normas generales
Los artículos deberán estar escritos en letra romana (“Times Roman”)
N° 12, interlineado de 1,5; las recensiones en N° 11, interlineado simple.
Sobre el artículo mismo:
− Las referencias deben ir en nota al pie de la página correspondiente,
cuerpo N° 10, indicando el nombre del autor (en versalita), el año
del libro o artículo correspondiente, con un número de orden en el
caso de más de una publicación en el mismo año, y la página que
se cita. Es recomendable que las expresiones idem, ibidem, op. cit. y
otras similares sólo se usen cuando el nombre o título de referencia
antecede inmediatamente a la nota. Las obras clásicas se citan del
modo habitual, y autores y títulos pueden abreviarse según las
modalidades conocidas. Los títulos de revistas pueden abreviarse
según las reglas de L’Anné Philologique.
− Las citas textuales, cuando excedan un número prudente de líneas
(tres o cuatro), irán en un párrafo aparte, con un cuerpo de letra
menor, justificado y con margen más amplio. Si están escritas en
232
Normas de publicación
−
−
−
−
griego o latín, u otro idioma que el del artículo, se recomienda
agregar la traducción en nota al pie.
Para los nombres propios en griego, latín u otros idiomas, usados en
el contexto del idioma del artículo, hay que emplear la forma usual
en la lengua de quien escribe o la forma original transliterada. Ej.:
Fedro o Phaidros.
Los vocablos latinos, así como los griegos trasliterados, deben ir
en cursiva. Lo mismo se hará para la trasliteración de cualquier
otra lengua que no use el alfabeto latino. Naturalmente también se
puede destacar en cursiva palabras o expresiones.
Se usa el guión corto para las palabras compuestas, el guión mediano
para las frases intercaladas.
Cuando hay cierre de comillas o llamado de nota, los signos de
puntuación van al final.
Sobre la presentación de la Bibliografía:
‒
Libros:
Nombre (apellido y nombre) del autor (o autores) en versalitas,
título de la obra en cursivas; luego, en recta, editorial, ciudad (país,
si es necesario para evitar confusiones), año de publicación, y
ciudad (país) y año de la primera edición (cuando es el caso).
‒
Revistas y Libros colectivos:
Nombre del autor (o autores) en versalita, título del artículo o del
capítulo en rectas entre comillas, título y número de la publicación
en cursivas; luego, en rectas, editorial, ciudad (país), y año de
publicación.
VI normas específicas de trasliteración:
− Las vocales largas deben llevar tilde: ē, ō
− Si la palabra es grave, no necesita acento.
− La transliteración de los caracteres griegos es la siguiente: q=th;
f=ph; c=kh; y=ps; u=y, h=ē ; w=ō
233