Reflexión Teológica
CONVERSIÓN DE LA
VIDA RELIGIOSA A
LOS SIGNOS DE LOS
TIEMPOS
P. Jorge
Costadoat, SJ*
*Jesuita chileno (1958). Centro Teológico Manuel Larraín. Doctor en Teología
por la Pontificia Universidad Gregoriana
(1993). Publicaciones: Trazos de Cristo
en América Latina (2010). Francisco: un
papa que mira lejos (2017). Jesús, antes
y después de Cristo (2019).
Resumen:
Es conocido que hoy en día
existen modos de ser en la Vida
Religiosa que han perdido vigencia. Las vocaciones disminuyen,
pero este hecho no es decisivo.
Sí lo es que, tras el Concilio Vaticano II, los esfuerzos de algunas
comunidades por renovarse haciendo camino en y con la Iglesia,
convirtiéndose a lo que el Señor
les pide a través de los signos de
los tiempos, han hecho posible
dar testimonio del Evangelio incluso hasta el martirio. Este artículo ubica a la Vida Religiosa en
el plan de Dios y en la pastoral
de la Iglesia en vista a una evangelización que, por deber llegar a
aquella totalidad de seres humanos en quienes ya opera Cristo a
través de su Espíritu, haciendo de
ellos hijos e hijas de Dios, ha de
realizarse a modo de co-evangelización. En relación a esto mismo,
el discernimiento de los signos de
los tiempos, cumplido en colaboración eclesial abre el horizonte,
impide enfocarse en pequeñeces,
ayuda a la autocrítica e indica a
la Vida Religiosa por dónde seguir.
Palabras clave: sinodalidad,
pastoral, evangelización, testimonio
[67]
Sinodalidad: Una nueva manera de ser Iglesia
CONVERSIÓN DE LA VIDA RELIGIOSA A LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS
La Vida Religiosa se ubica en el
plan de Dios. Esto, en concreto,
significa que debe localizarse en
el servicio pastoral de la Iglesia
de anunciar el Evangelio a los seres humanos, comenzando por los
más pobres como lo hizo Jesús,
con un espíritu sinodal. En otras
palabras, la experiencia espiritual
de religiosas y religiosos debiera
consistir en una unión con Dios
que los capacite para contactarse
espiritualmente con la creación y
con todos sin exclusión. Asimismo, la experiencia de Dios es la
que debería guiar la participación
en la acción evangelizadora de la
Iglesia.
¿Dónde es posible este tipo
de unión con Dios? En todos los
espacios, en capillas y en poblaciones marginales, en colegios,
en hospitales, en trincheras y en
movimientos sociales. ¿Cuándo es
posible esta unión? Ahora, en el
presente, es necesario anticipar
la realización escatológica del
Reino por venir, que a Jesús le
costó la vida, Reino que comenzó
con él, la consumación del plan
que tuvo Dios al crear el mundo.
En este horizonte espacial y
temporal, la Vida Religiosa cumple una misión contemplativa
y pastoral. Ella busca cuándo y
dónde Dios se manifiesta, según
la medida del propio carisma. Lo
encontrará si lo busca “caminando con los otros”, es decir, de un
modo sinodal, participando en
la necesaria e incesante conversión de la Iglesia. El carisma es
el lugar de la Vida Religiosa en el
que discierne modos de ser que
dejaron de ser válidos, o nunca
lo fueron del todo, e inventa reconfiguraciones adecuadas a las
necesidades que los contemporáneos tienen hoy de Dios.
Pues bien, el polo de atracción de esta conversión es el discernimiento de los signos de los
tiempos. A saber, Dios habla en
los lugares donde es posible escrutar su presencia y voluntad. La
Vida Religiosa debiera encontrar
el mejor lugar de su inserción allí
donde Dios pide ser escuchado.
En principio cualquier lugar puede
ser adecuado. Nadie puede limitar la autocomunicación de Dios.
Pero es necesario poner especial
atención en escuchar esta voz allí
donde Jesús dijo que sería posible encontrarlo (Mt 25, 31-46). La
Iglesia sabe que inequívocamente
se encuentra en el clamor de los
excluidos y desechados (Aparecida 65).
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1. Conversión a los signos de los
tiempos
En Aparecida la Iglesia llama a
la Vida Religiosa a una conversión
mayor:
“La conversión personal despierta la capacidad de someterlo todo al servicio de la
instauración del Reino de vida.
Obispos, presbíteros, diáconos
permanentes, consagrados y
consagradas1, laicos y laicas,
estamos llamados a asumir una
actitud de permanente conversión pastoral, que implica
escuchar con atención y discernir “lo que el Espíritu está
diciendo a las Iglesias” (Ap 2,
29) a través de los signos de
los tiempos en los que Dios se
manifiesta”2.
carisma tiene algo todavía más
concreto que aportar a la pastoral. Pero, esta localización e inserción particular encuentra en la
más amplia de las perspectivas su
orientación definitiva y su corrección fundamental. Por ello, hay
que sospechar de una Vida Religiosa que aspire a una perfección
particular y se desentienda de la
transformación del mundo. Si Dios
está liberando a amplios sectores
de la humanidad, los consagrados
están llamados a buscar la manera de colaborar con Él.
1
La conversión de religiosas y
religiosos a los signos de los tiempos, al igual que la de los demás
cristianos, supone un mundo en
creación de Dios trino. Dios ha
creado el mundo por medio del
Verbo, lo ha redimido a través de
la encarnación de su Hijo y por
medio del Espíritu lo conduce a
su realización definitiva. Por esta
razón, las/os consagradas/os han
de tener una mirada unitaria de
la acción de Dios en el mundo, es
decir, una que vincule estrechamente creación y redención. En
palabras de Karl Rahner, se afirma, a la vez, que “el mundo de la
redención está incluido en el de
la creación”3 y que “el mundo de
la creación está incluido en el de
2
3
La quinta Conferencia episcopal de los obispos latinoamericanos moviliza a la Iglesia a grandes cambios, cambios sobre todo
pastorales, en vista del progreso
del Reino, lo cual es posible si se
disciernen los “signos de los tiempos” a través de los cuales Dios
se manifiesta. En lo que a religiosas y religiosos respecta, ellas/os
deben buscar el servicio específico que Dios les pide al interior
de la Iglesia. Sabemos que cada
Destacado propio.
CELAM, Documento de Aparecida, n.
366.
Rahner, Misión y gracia. El siglo XX, ¿siglo de gracia?, 105.
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Sinodalidad: Una nueva manera de ser Iglesia
CONVERSIÓN DE LA VIDA RELIGIOSA A LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS
la redención”4. Esto pide considerar que esta salvación ofrecida
gratuitamente a todos exige para
su verificación una conversión tan
válida para los cristianos como
para los que no lo son. El mismo
Dios que demanda de los cristianos un seguimiento de Jesús de
Nazaret, mueve interiormente a
los no cristianos en la misma dirección. Cada ser humano tendría
que convertirse al amor, porque
para todas/os Dios es amor (1 Jn
8, 4), lo mismo para los ateos que
para los budistas o los musulmanes. Cristo y el cristianismo no se
identifican sin más5. Bastaría con
recordar la Conquista de América
para considerar que, mientras el
cristianismo era enseñado en el
nuevo continente, Cristo era crucificado en los nativos.
Por cierto, esta acción de Dios
en su creación debe ser captada,
conocida y comprendida. De lo
contrario no sabríamos de qué estamos hablando. Pues bien, Dios
se revela particularmente en una
praxis humana histórica. Es así
como lo hizo en Israel y con la
experiencia de los primeros cristianos, desde Jesús en adelante.
El Nuevo y el Antiguo Testamento
Ibíd.
Geffré, “La prétention chrétienne à
l’universel”,290.
4
5
son narraciones de esta salvación
y revelación de Dios. Él se da a
conocer en aquellos actos propios
de la fe con que se responde a
sus apelaciones. La revelación y
la fe, distintas en cuanto a sus sujetos, Dios y los seres humanos,
coinciden sobre todo en acciones
de caridad. La caridad es lo único decisivo (LG 14). El ser humano descubre a Dios en el acto de
amar el mundo que, por un parte
le es dado y, por otra, lo recrea.
Y, dado que la acción humana es
afectada por el pecado, la misma
praxis debe actualizar a Dios no
solo como el creador sino también como su liberador.
Debe destacarse que el Vaticano II, especialmente en Gaudium
et spes, supuso que Dios se manifiesta en acciones humanas, en
acontecimientos, que constituyen
signos que han de ser discernidos
porque en ellos, y no obstante el
pecado que los empaña, es posible descubrir, entre muchas voces, la voz de Dios. De aquí que,
desde el momento en que la Iglesia ha querido participar en los
procesos de transformación del
continente, la práctica del cristianismo ha podido considerarse
prioritaria respecto a la necesidad de transmitir la verdad sobre
Jesucristo.
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Reflexión Teológica
El caso es que, si Dios habla
en la historia, su palabra debe
ser oída y puesta en práctica. Si
la revelación por su propia naturaleza ocurre en la historia, nada
impide que el Dios que se reveló en acontecimientos del pasado continúe revelándose en los
acontecimientos del presente. Si
la palabra de Dios que es Cristo
fue registrada en los evangelios y
los demás textos del Nuevo Testamento, ella, en virtud del Espíritu
del Resucitado, continúa diciendo
algo nuevo a los contemporáneos,
en los acontecimientos actuales.
2. Participación sinodal de la
Vida Religiosa en la Iglesia
La misión evangelizadora de
la Vida Religiosa, como servicio
en la pastoral de la Iglesia, debiera dirigirse en algún sentido a
la universalidad de los seres humanos. Aun cuando la misión de
tal o cual carisma sea restringido,
como puede ser el enfocarse en
la educación o en las comunidades populares, no debiera perder
de vista que Cristo es el redentor de la humanidad en todas sus
expresiones, pues si olvida este
dato fundamental de la fe puede
dejar de ser cristiana. La misión
de las congregaciones religiosas
ha de ser orientada y reorienta-
da incesantemente por una pastoral entendida en el más amplio
de los sentidos6. En palabras del
mismo Rahner: “entendemos por
pastoral el servicio salvífico de
la Iglesia, el cual se fundamenta
en la universal voluntad salvífica
de Dios. Dios mismo encarga a la
Iglesia y realiza en ella ese servicio como prosecución de la obra
pascual-escatológica de Cristo
por medio del Espíritu de Pentecostés; y lo realiza en consonancia con cada situación y de cara
a la parusía y al Reino de Dios”7.
El despliegue de la pastoral en
el más amplio de los horizontes
exige, como lo ha pedido el Papa
Francisco no hace mucho, que la
Vida Religiosa se mire a sí misma
en una perspectiva de renovación
histórica permanente. Ella al volver a sus orígenes, se ajusta a los
requerimientos actuales de Dios:
“cada Instituto viene de una rica
historia carismática. En sus orígenes se hace presente la acción de
Dios que, en su Espíritu, llama a
algunas personas a seguir de cerca a Cristo, para traducir el Evangelio en una particular forma de
vida, a leer con los ojos de la fe
Ver a Floristán, Nuevo diccionario de
pastoral.
7
Rahner (Dir.), “Pastoral”, en Sacramentum Mundi, Enciclopedia teológica,
264ss.
6
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Sinodalidad: Una nueva manera de ser Iglesia
CONVERSIÓN DE LA VIDA RELIGIOSA A LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS
los signos de los tiempos, a responder creativamente a las necesidades de la Iglesia”8.
Desde Medellín en adelante, la
Iglesia latinoamericana ha entendido que la evangelización debe
atender permanentemente a los
signos de los tiempos: “esta evangelización debe estar en relación
con los ‘signos de los tiempos’. No
puede ser atemporal ni ahistórica. En efecto, los ‘signos de los
tiempos’ que en nuestro continente se expresan sobre todo en
el orden social, constituyen un
‘lugar teológico’ e interpelaciones de Dios”9.
De aquí que la tarea de la
transmisión de la fe no consiste
en primer lugar en enseñar a las
generaciones siguientes el “credo”, la fides quae, una doctrina
y conocimientos teóricos, sino en
dar testimonio de una acción liberadora de Dios. Si la fides quae,
el “credo” recibido del pasado,
se contiene en la Tradición de la
Iglesia, es mediante la fides qua,
la escucha en el presente de la
voz de Dios de los “creyentes”,
que esta tradición actualiza. La
Francisco, “Carta apostólica a todos
los consagrados con ocasión del año de
la vida consagrada”.
9
CELAM, Medellín. Pastoral de elites, n.
13.
8
transmisión de la fe a los seres
humanos en general, la misión
de evangelizar los confines de la
tierra es fundamentalmente cuestión de testimonio, de personas
que viven su cristianismo.
El cristianismo se transmite por
testimonios. La captación de estos
es posible, a su vez, porque en los
no cristianos existen las mismas
condiciones antropológicas de
los cristianos para convertirse al
amor de Dios. En otras palabras,
Cristo, aun antes de cualquier intento de evangelización, es igualmente real en los seres humanos
por parejo. Toda persona que viene a este mundo es hija o hijo de
Dios, tiene a Cristo por hermano
y es movida interiormente por el
Espíritu a gestar una fraternidad
universal.
Por esta razón, la pastoral debiera partir de la base de que no
hay evangelización posible sino
como una co-evangelización. Si
Dios habla hoy a la humanidad
en su conjunto –liberando a todo
tipo de persona de los males que
la aquejan-, la evangelización alcanzará su objetivo si tiene en
cuenta que el Espíritu, hace ya
mucho tiempo, está actuando en
los otros tanto como en nosotros.
Y, si de conversiones se trata, los
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cristianos no debiéramos procurar la conversión de los demás sin
convertirnos nosotros mismos a
ellos, a lo que nos pueden aportar
o corregir.
En esta misma Conferencia
episcopal Benedicto XVI confirmó
una convicción fundamental de la
Iglesia de América Latina:
“La fe nos libera del aislamiento del yo, porque nos lleva a
la comunión: el encuentro con
Dios es, en sí mismo y como
tal, encuentro con los hermanos, un acto de convocación,
de unificación, de responsabilidad hacia el otro y hacia
los demás. En este sentido,
la opción preferencial por los
pobres está implícita en la fe
cristológica, en aquel Dios que
se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con
su pobreza (2 Co 8, 9)”12.
La pastoral, así, se encuentra
desafiada incesantemente por
el deber de interpretar la praxis
conjunta de cristianos y no cristianos a la luz de la tradición.
Pues si Dios se revela en la historia, la tradición sirve a los cristianos como criterio para reconocer
en el presente su voz entre otras
voces.
Por otra parte, la apertura de
la pastoral a la universalidad de
los seres humanos también exige
una opción por algunos, a saber,
los pobres10. El Mensaje final de
Aparecida afirma: “las agudas
diferencias entre ricos y pobres
nos invitan a trabajar con mayor
empeño en ser discípulos que saben compartir la mesa de la vida,
mesa de todos los hijos e hijas del
Padre, mesa abierta, incluyente, en la que no falte nadie. Por
eso reafirmamos nuestra opción
preferencial y evangélica por los
pobres”11.
De Aquino Junior, Teologia em saída
para as periferias, 147.
11
CELAM, Aparecida, n.29.
10
Sin embargo, lo que no siempre se subraya, pero que religiosas y religiosos lo saben muy bien,
es que la opción por los pobres
acarrea conflictos. ¿Se hacen cargo las pastorales de la dimensión
conflictiva del cristianismo? La
Vida Religiosa, a este respecto,
tiene mártires. Son de recordar
Dorothy Stang en Brasil, Dorothy
Kazel, Ita Ford y Maura Clark en
Guatemala, y los seis jesuitas de
la UCA de El Salvador. Las pastorales debieran conocer los intereses
en pugna que motivan estos conflictos y algunas veces tomar partido por unos en contra de otros.
La Iglesia, si opta por los pobres,
12
CELAM, Aparecida, n.13.
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Sinodalidad: Una nueva manera de ser Iglesia
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no puede ser socialmente neutral. Esto, que a algunos parecerá
ideológico, no lo es para quienes
creen en el Dios de los pobres. El
dato bíblico es que Dios opta por
ellos. Los que, como Dios, optan
por ellos encaminan a la humanidad a la fraternidad universal que
no llegará a ser realidad sino mediante luchas que emulan el camino de Jesús a la cruz.
A modo de conclusión
El mayor riesgo para la Vida
Religiosa hoy es su irrelevancia.
Se dice que, en realidad, el peligro principal, sobre todo en el
caso de la Vida Religiosa femenina
es el de la extinción. Me permito
discrepar. Por más que los noviciados se llenen de vocaciones,
estas no serán tales si las personas no se saben llamadas por Dios
a anunciar el Evangelio en esta
época, y no en cualquiera. La actualidad de la Vida Religiosa dice
relación directa con la atención a
los signos de los tiempos y no es
impedir que mueran tradiciones y
carismas surgidos en otras épocas
por más espléndidos que hayan
sido.
Por otra parte, hoy, cuando
más se necesita recuperar la unidad de la Iglesia herida por una
conflictiva recepción del Vaticano
II, las religiosas y los religiosos debieran participar en la conversión
de la Iglesia a estos signos de los
tiempos. La sinodalidad es determinante. Al margen de la Iglesia –considerada como Pueblo de
Dios incluido en él la institución
eclesiástica - la Vida Religiosa se
desorienta y pierde su razón de
ser. Por el contrario, en la Iglesia,
caminando con otros, ella puede
hacer un aporte profético, martirial, en la tarea de anunciar a los
seres humanos que todos somos
hermanas y hermanos.
Bibliografía:
• CELAM. Documento de Aparecida, 2007.
• CELAM. Documento de Medellín, 1968.
• De Aquino Junior, Francisco.
Teologia em saída para as periferias. Pernambuco: Paulinas,
2019.
• Floristán, Casiano. Nuevo diccionario de Pastoral. Madrid:
San Pablo, 2002.
• Francisco, “Carta apostólica
a todos los consagrados con
ocasión del año de la vida consagrada, 21 de Noviembre de
2014”.
• Geffré, Claude. “La prétention chrétienne à l’universel”.
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Revista CLAR No. 1 · 2020
Reflexión Teológica
En De Babel à Pentecôte. Studylibfr, https://studylibfr.com/
doc/2176902/la-question-de-luniversalit%C3%A9-du-christianisme-24 (consultado el 15 de
enero de 2020).
• Rahner, Karl. Misión y gracia.
El siglo XX, ¿siglo de gracia? San
Sebastián: Dinor, 1996.
• Rahner, Karl. Sacramentum
Mundi, Enciclopedia teológica.
Barcelona: Herder, 1977.
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