Celebrar la vida
«Cuando llegues a Viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú
no quieras ». Jn 21,18
Introducción.
El Hno. Adeodato tiene 87 años. Entró al monasterio cuando era adolescente.
Durante su larga y trabajada vida monástica (entró en los tiempos de los Usos de la
antigua Trapa) enfermó muy poco, aunque tuvo algunas intervenciones quirúrgicas
menores. Tiene sus “goteras” de la edad (hipertensión, propensión a la anemia, algo de
azúcar, sordera, camina con bastón…) pero no vive en la enfermería, es autónomo, asiste
a todas las actividades comunitarias, aunque su participación en el oficio divino se ajusta
a su presencia, estar con los hermanos donde estén reunidos, porque le cuesta leer en
público, tiene la voz apagada, oye poco... Adeodato cuida de algunas gallinas en un corral
que improvisó hace años, ellas le esperan a la puerta cada mañana para recibir su ración
de comida. Además hace rosarios artesanales y hace postales de navidad con recortes de
revistas y postales viejas. Estas actividades le mantienen entretenido en las horas de
trabajo, mientras en las más tranquilas lee el periódico, un poco alguno de sus libros,
nunca fue un lector de grandes ligas, porque lo suyo era el trabajo.
Hasta que un día el Hno. Adeodato no pudo levantarse a las vigilias. Tampoco fue
a la misa hora y media después. El enfermero, echándole de menos, pasó por su habitación
y lo encontró inmóvil en su cama. Le dolían mucho las piernas. Hace tres semanas que el
Hno. Adeodato camina con dificultad. Y hace una semana se cayó al suelo cuando
caminaba hacia la capilla. La doctora de cabecera le recetó analgésicos para el dolor,
diagnosticando artrosis severa. Recomendó que mantenga la movilidad, que camine en la
medida de lo posible. Hace un mes que el Hno. Adeodato está tomando analgésicos pero
aun así no logra caminar, al contrario, quiere quedarse acostado en la cama, no quiere dar
ni un paso, ya no pregunta por las gallinas, ni quiere seguir haciendo rosarios, ni postales,
ni siquiera leer el periódico, su salud en general parece deteriorarse… A esta situación
hay que agregar el factor emocional: el Hno. Adeodato no acepta este cambio de situación
vital, recurre a su zona de confort y se cierra: “Que sea lo que Dios quiera…”1
A partir de los 80 años2 las fuerzas y la salud merman considerablemente, aunque
por otras circunstancias, antes de esta edad, puede llegarse a depender del cuidado
sanitario diario y cercano. Los factores mencionados con anterioridad son genéricos, fruto
de nuestra experiencia. Cada hermano anciano que llega a la dependencia del cuidado
asiduo es muy particular: unos hermanos pueden ser dependientes de manera temporal,
pasar luego a una semi-dependencia, otros pasan de la semi-dependencia a la
dependencia, mientras que otros, como el Hno. Adeodato, dan el paso a la dependencia y
allí se quedan para siempre. En cualquiera de los casos antes mencionados, el papel del
superior3 y el del enfermero es esencial para acompañar y dar al hermano la atención que
1
Es una prueba de autoaceptación. Gaudrat, Vladimir. Envejecimiento y renovación de las comunidades,
en Cistercium, 2000, p. 77
2
Según datos de la OMS la ancianidad comienza a partir de los 70 años. cf. Almarza Meñica, Juan M. y
Aldeano Garamendia, Jesús, Coord. Hacia una Vejez Nueva, I Simposio de Gerontología de Castilla y
León, San Esteban, Salamanca 1989, p. 400.
3
cf. Constituciones OCSO, Est.13.2.A
necesita para seguir viviendo con calidad y dignidad los años de vida de que el Señor le
concede.
El servicio del cuidado los hermanos ancianos en la enfermería del monasterio
cambia día a día, la situación sanitaria de un hermano anciano que era estable, puede
desestabilizarse en horas. El camino recorrido es diferente en cada caso y en cada
monasterio. Nosotros desde Viaceli compartimos nuestra experiencia, haciéndonos eco
del artículo de Vladimir Gaudrat Envejecimiento y renovación de las comunidades,
publicado en la Revista Cistercium en el año 2000. Anhelamos preparar el monasterio
para que los hermanos ancianos no necesiten ir a una Residencia, más del 50% de los
hermanos pasan de los 80 años.
1- Ayuda externa4.
La tarea de asistencia en la enfermería del monasterio la realizamos junto con
cuidadores, enfermeros y médicos.
a. Cuidadores.
Un cuidador que trabaja en la enfermería del monasterio me preguntó, cómo
advierto que uno de los hermanos ancianos dio el paso, de la autonomía, a la dependencia
del cuidado diario y cercano. Le respondí, que considero determinantes, tres factores:
1- Movilidad limitada o anulada total o parcialmente.
2- Pérdida considerable de capacidades físicas y/o cognitivas. Estos quebrantos
son consecuencia de las enfermedades que padece el anciano, las cuales van
en aumento a medida que pasan los años. También los accidentes empeoran
su condición de salud. Especialmente las caídas. Son frecuentes y hay que
evitarlas por todos los medios, dada la gravedad de sus consecuencias.
3- Incapacidad para realizar de manera autónoma y digna (adecuada) las tareas
vitales del día a día: aseo, higiene de su hábitat, vestirse, tomar la medicación,
ingesta de alimentos, visita al baño.5
El superior junto con el enfermero marcan las pautas a seguir en la enfermería y
realizan las gestiones necesarias para el adecuado funcionamiento. También es de vital
importancia la participación de la comunidad en la dinámica de la enfermería (traslados
de hermanos en silla de ruedas, compras, lavandería, médicos, cocina, dietas, etc.) y la
contratación de empleados externos capacitados para realizar las tareas rutinarias de
asistencia sanitaria, alimenticia, medicación de los hermanos… según sea necesario.
Actualmente tenemos tres hermanos dependientes en la enfermería. El cuidador se
encarga de levantarlos en la mañana, darles las tres comidas, los medicamentos básicos,
el aseo diario, las duchas, llevarles a la siesta y levantarles, las meriendas y acostarles en
la noche. Además mantiene la limpieza en todo el recinto de la enfermería, siguiendo las
normas de desinfección ahora recomendadas por la pandemia del Covid-19.
El cuidador realiza su jornada acompañado del hermano enfermero que le asiste,
especialmente con los hermanos de movilidad más reducida. También el enfermero está
con los hermanos ancianos en las horas libres del cuidador, establece los protocolos según
las necesidades del momento, revisa las camas por la noche, hace los cambios posturales
a los hermanos ancianos y suple al cuidador del material necesario para realizar su trabajo.
4
5
Ibid p. 79.
Denominamos “visitas al baño” a los momentos de deposición corporal.
El cuidador no forma parte de la comunidad, por eso la presencia rutinaria y
frecuente del hermano encargado por la enfermería da seguridad a los hermanos ancianos,
infunde confianza entre el cuidador y los hermanos, responde dudas que pueden surgir en
el momento. Subrayo la palabra “presencia” porque la inquietud constante de mis
hermanos es el miedo a estar solos. Hemos de asegurarles que alguien estará con ellos,
que atenderán sus necesidades, que son escuchados, que la comunidad vela por su
bienestar. Esto les da mucha paz y seguridad. En nuestros hermanos esta paz nació con
el tiempo, a base de ellos, por experiencia propia, corroborar la presencia frecuente de
alguien (hermano/cuidador) para asistirles. Aun así mantienen el “run run” interno que
les dice “no quiero estar solo”. Conocer esta inquietud ayuda a comprender la soledad del
hermano anciano, a acogerle con caridad y a ser diligente en el servicio.
Disfrutamos escuchando los hermanos. Ahora están recordando momentos de su
niñez, de cuando vivían en el pueblo… de la obra teatral que hicieron en la escuela… de
cuando estaban estudiando… de los trabajos que realizaron en su juventud... Y aunque
son repetitivos nos sorprenden, cada dos por tres, con una nueva anécdota que antes no
habían relatado. Sentirse acogido es la emoción que expresan los hermanos ancianos
cuando les escuchamos, ya sea de palabra o con su serenidad manifiesta.
Cada tres meses el enfermero y los cuidadores tienen una reunión para compartir
un tema formativo que ayude a mejorar el trabajo. Evaluamos el estado general de los
hermanos, escuchamos las necesidades e inquietudes de los cuidadores, pasamos balance
de los acontecimientos de los meses anteriores y marcamos objetivos a lograr a corto
plazo.
b. Otro Personal Sanitario Especializado.
Tres veces por semana nos visita el enfermero del consultorio local para curar las
escaras y tomar de muestras de sangre cuando hay que hacer analíticas. También de la
doctora de cabecera, siempre que le llamamos para que consulte alguno de los hermanos,
viene a la enfermería.
Una vez a la semana viene el fisioterapeuta y realiza con cada hermano el ejercicio
que necesita para no perder más movilidad, masa y elasticidad muscular. Todos los días
no son iguales, ni todas las temporadas, así como tampoco las fuerzas de los hermanos.
Es notorio cómo aprovecha favorablemente la fisioterapia, especialmente cuando
comparamos el tiempo antes de comenzar el hermano las terapias con el momento actual.
Cada tres o cuatro meses pasa el podólogo para el tratamiento de los pies de los
hermanos (callosidades, durezas, etc) y de las uñas encarnadas y engrosadas.
2- Equipos e infraestructuras.
Movilizar ancianos dependientes es una tarea exigente y delicada tanto para el
anciano como para el cuidador. Es pesada porque es diaria y frecuente. Es delicada para
el anciano, porque una movilidad realizada de manera inadecuada o inapropiada puede
dañar su salud o empeorar su actual condición. Además, mientras menos se mueva a
algunos ancianos, mejor… Es delicada para quien o quienes realizan la movilidad porque
pueden herniarse. Para cada condición y situación hay equipos que facilitan la movilidad
y los traslados.
a. Equipos:
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Silla de ruedas: Esencial para los dependientes y útil para los
semidependientes en situaciones delicadas de salud. Recomendable utilizar
con un cojín antiescaras. Procurar que la silla sea del tamaño apropiado a la
persona. Una silla de ruedas pequeña para un hermano que es alto de tamaño
o grueso, puede provocar escaras por compresión y dolores musculares en las
ingles. Una que le quede muy grande puede facilitar una caída por desliz de la
silla.
Grúa bipidestación: Si el hermano anciano puede asir objetos con las manos,
si tiene estable el tronco del cuerpo y puede apoyar los pies, es candidato para
utilizar esta grúa. Con ella se realizan todos los traslados menores: de la cama
al inodoro, a la silla de ruedas, al sillón de la siesta, etc. Hay dos modelos, la
eléctrica y la Stedy. La diferencia entre una y otra es el modo de uso. En la
grúa Sara Stedy el anciano debe hacer (con o sin ayuda) el esfuerzo de
levantarse un poco del asiento (cama o silla), solo lo necesario, hasta poder
colocar el asiento. Y en la grúa Sara eléctrica, el dispositivo mecánico
moviliza al anciano que está atado por el arnés. Esta grúa tiene muchas
ventajas, la mayor es, la grata calidad de vida que brinda al anciano
dependiente.
Grúa “cigüeña”: La usamos para ancianos en cama y para levantarlos del
suelo. Los traslados son menos y más dificultosos. Importante colocar
correctamente el arnés para evitar rozaduras y compresiones musculares.
Nosotros usamos cojines pequeños para evitar el contacto del arnés con las
extremidades inferiores, que son las más comprimidas por el arnés cuando la
grúa está en funcionamiento.
Cama articulada: Muy útil y eficaz para realizar los cambios posturales, el
aseo, los cambios de pañal, sentarlos en la cama y acostarlos. Las barras
laterales previenen de las caídas, pero ocasionalmente colocamos almohadas
en los laterales para evitar roces que provocan escaras, y también, que el
hermano introduzca las piernas entre las barras de la cama mientras duerme,
como ha sucedido en ocasiones.
Sillón reclinable: Para descansar la siesta después del almuerzo les recostamos
en sillones reclinables, con almohadas auxiliares. Este recurso nos resulta más
favorable que acostarles en la cama para la siesta. Facilita el proceso de
levantarles y descansan justo lo necesario para guardar el sueño de la noche.
Silla de ducha con ruedas: Con ella se entra al baño con el hermano anciano y
se realiza la ducha.
Caminadores: Tenemos de dos tipos: los fijos, sin ruedas y con ruedas
delanteras. El caminador sin ruedas ayuda en el momento de vestir/desvestir
al hermano anciano y en la ducha para mantenerle en pie. También, el
caminador sin ruedas, ayuda a caminar al anciano semidependiente que es
propenso a los mareos y a las caídas. Los caminadores con ruedas agilizan el
desplazamiento de los ancianos semidependientes. No mencionamos los
bastones ni las muletas porque tratamos aquí especialmente sobre ancianos
semidependientes y dependientes. Al principio de la semidependencia hubo
reticencia en los ancianos para usar los caminadores y dejar el bastón, pero
gracias a Dios, después de un tiempo de prueba, advirtieron la facilidad y la
seguridad que brinda el caminador. ¿Cuándo dejar el bastón? Cuando aparece
la inseguridad al caminar, se pierden fuerzas y llegan las caídas frecuentes al
suelo. Procuramos en la medida de lo posible evitar los accidentes y las caídas.
b. Infraestructuras:
Consideramos tres de uso diario:
- La habitación. Debe tener unas dimensiones que permitan la presencia de la
cama articulada, despegada de la pared, la silla de ruedas y la entrada y salida
de la grúa.
- El inodoro. Equipado con alzadores de brazos para los semidependientes. Los
alzadores pueden ajustarse según el tamaño de la persona.
- El cuarto de ducha. La ducha está a ras de suelo, con dimensiones que
posibilite la entrada y salida de la silla de ducha y el giro en 360º.
En la enfermería tenemos una capilla, el comedor y la sala de televisión como
lugar para leer el periódico y sala de estar. Cuidamos que el ambiente brinde al anciano
tranquilidad y paz, que se sienta en casa. Por ello procuramos el orden en las habitaciones
y las salas, que haya lo indispensable en los armarios y en el recinto de la enfermería.
Para facilitar la labor del cuidador y el orden en las habitaciones, utilizamos un carro de
aseo en el cual están los pañales, colectores, artículos de uso diario (toallas húmedas,
colonia, afeitadoras, aceite, esponjas jabonosas, etc), sábanas, toallas, entremetidas…
4- Procedimientos y Criterios.
El establecimiento de criterios facilita la ordenada realización del servicio diario.
Las normas de higiene (especialmente después del inicio de la Pandemia del Covid-19),
la administración de los medicamentos, establecimiento de las rutinas (traslados, terapias,
desinfección de áreas de la enfermería), etc, son criterios que están reflejados por escrito
en la enfermería y se renuevan a medida que las situaciones cambian. Entre los criterios
destacamos los horarios, la prevención de escaras y los traumas de hospitalización.
a- Horarios.
El horario debe ajustarse a las rutinas de la enfermería. Lo organizan el hermano
enfermero y los cuidadores que realizan las tareas habituales de atención de los hermanos
ancianos. Consideramos importante que el hermano en la enfermería realice dignamente
las funciones vitales de descanso, aseo, comidas, visitas al baño. En la rutina de la
mañana, generalmente, lo primero es el aseo, luego la visita al baño, todos los días, para
crear y mantener el hábito. Acto seguido viene el desayuno. Las comidas son a la misma
hora y el tiempo de siesta-descanso en el sillón oscila entre hora y media y dos horas,
dependiendo de cada caso particular.
b- Prevención de escaras.
Las escaras son una puerta para las infecciones, por eso su prevención es de vital
importancia. Tardan en curar y merman la calidad de vida del hermano. Usamos cojines
antiescaras para el asiento y para la espalda en los casos que hay marcas pre-escaras en la
zona de la espalda baja. También taloneras tipo bota para dormir. También se colocan
taloneras en los codos para evitar las rozaduras con los brazos de la silla cuando el estado
de sedestación del hermano es mayor. El colchón antiescaras, que se coloca encima del
colchón de la cama, favorece el descanso de los hermanos. Después del aseo o de la ducha
se les hidrata la piel, cada día, con aceites naturales, prestando más atención a las zonas
proclives a escaras. Cuidar la ingesta diaria y frecuente de líquido de los hermanos
ancianos forma parte del proceso de hidratación y de prevención de las infecciones de
orina, que suelen ser recurrentes.
c- Traumas de hospitalización.
Llamamos “trauma de hospitalización” al fenómeno que ocurre cuando un
hermano llega del hospital: desorientación, pérdida de apetito, estreñimiento, anemia,
decaimiento… los síntomas pueden ser variados. Cuando el hermano llega del hospital
recibe una atención más cercana, prestando atención a los síntomas que padece.
Paulatinamente, aunque cuanto antes sea posible, mejor, se devuelve al hermano al ritmo
de su rutina anterior. La mejoría del hermano es significativa cuando vuelve al ritmo de
su rutina personal.
5- Cuidar para vivir.
Hasta ahora hablamos del cuidado de los ancianos. Pero ¿quién cuida al cuidador?
No debe dejarse este punto de lado, pues él está dando vida con su esfuerzo y su trabajo.
El horario de trabajo facilita intervalos de descanso, además de los días libres, feriados y
vacaciones. Si el cuidador y el enfermero gozan de buen estado de salud, cuidarán de los
hermanos ancianos mucho mejor. De igual manera, el hermano enfermero debe cuidar
sus momentos de oración, estudio, trabajo en otros espacios del monasterio y descanso.
Que sirviendo en la enfermería mantenga el ritmo comunitario. Así conserva el equilibrio
espiritual, físico y emocional.
Cuidamos para vivir. Cuidar para morir son los cuidados paliativos al final de la
vida, cuando la enfermedad se hace crónica y el diagnóstico llega a su momento final.
Cuidar para vivir pide primero y sobre todo mucha oración. Oración por los hermanos
ancianos, oración con los hermanos ancianos, porque cada día de ellos es un don.
Deseamos que estén en “buenas condiciones” dentro de su estado de salud, que realicen
satisfactoriamente la rutina diaria, que no les falte nada de lo esencial. Servir a los
hermanos es servir a Cristo.6 Ellos reflejan, como un espejo, el esfuerzo que la comunidad
realiza para su bienestar. Porque la ancianidad no es una enfermedad, es una etapa frágil
de las etapas de la vida, la etapa final antes de la Pascua.
Final de la introducción.
Cuando levantaron al Hno. Adeodato hoy en la mañana, él se quejaba con el
cuidador porque “no le dieron cena” y porque “nadie pasó a verle por la noche”. El
enfermero se acercó y le recordó que cenó tortilla de soja y albóndigas, además de arroz
con leche de postre. También le mencionó, que cuando pasó por su cama en la noche, éste
le preguntó si le ponía ya el pantalón para ir a misa. El Hno. Adeodato miró al enfermero,
simuló una risa pícara y se guardó el pañuelo, que tenía en la mano, en el bolsillo del
hábito. Hace más de un año que el Hno. Adeodato está en la enfermería. Camina todos
los días con el cuidador (ayudado por el caminador con ruedas delanteras) unos metros y
cuando viene el fisioterapeuta camina durante 30 minutos. Lee el periódico, toma mucha
agua y comparte con los hermanos que viven con él en la enfermería. Damos gracias a
Dios porque no tiene escaras, sus analíticas son buenas y sus “goteras de la edad”
mantienen un estado estable.
6
cf. Gaudrat, Vladimir. Envejecimiento y renovación de las comunidades, op. cit. p. 76. cf. RB, 72.
Miguel Angel Arias Pérez
Abadía de Viaceli
7 de Septiembre de 20207
7
Este escrito responde a la realidad de la enfermería en la fecha en la fecha de su redacción.
Actualmente la situación es diferente.