Paloma Andrés Ferrer: La imagen literaria de Eros en la Antología Palatina, Libro V -nº 23 Espéculo (UCM)
La imagen literaria de Eros
en la Antología Palatina, Libro V
Paloma Andrés Ferrer
Universidad Laval (Québec-Canadá)
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(...) Que después
de mis carnes, en el corazón y en los huesos se me mete
ya ese amargo Eros con ansia que todo lo devora
238 (Paulo
Silenciario)
El pudor no va con Cipris
253 (Irineo Referendario)
y sus pechos blancos como la leche, hermoso par, excitante 56
(Dioscórides)
nada más dulce que el amor
170 (Nóside)
I/ LA ANTOLOGÍA PALATINA, UNA IMAGEN LITERARIA DEL EROTISMO
E l libro V de la Antología Palatina (antología de epigramas griegos realizada en el siglo X d.C.1)
recoge un corpus extenso de 3102 epigramas de temática erótica 3 , escritos por poetas de la Antigüedad
en un período de tiempo que abarca desde el siglo V a. C.4 hasta el siglo VI d. C.5 Es la Antología
Palatina escritura, literatura -desdoblamiento estilizado- que hicieron los hombres antiguos sobre la
vida: Eros, el deseo y el acto sexual6 ; también los sentimientos de amor, la exaltación o el sufrimiento7 .
La homogeneidad en palabra y pensamiento que mantiene el corpus palatino a lo largo de un período de
tiempo tan extenso, permite fijar cuáles fueron las formas eróticas -y el sentimiento- que la Antigüedad
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hizo suyas para explicar -y crear literariamente- el suceso de eros. Ateniéndome al marco del simposio,
me interesa saber cuál fue la imagen que del sexo se forjó la Antigüedad, a través de un género literario
preciso -los epigramas eróticos-, y cómo ese imaginario colectivo reaparece, en comunidad de
pensamiento y expresión, en otros autores y otros géneros poéticos griegos y latinos (bucólica, lírica,
elegía).
Quiero insistir en el hecho de que estamos ante una imagen del amor/sexo, imagen literaria.
Cualquiera que sea la diferencia que va entre la vida y la literatura, entre los hechos que nos suceden y
cómo los explicamos para que otros los lean8 , filtro de palabras que necesariamente irrealizan, esa es la
distancia que hemos de tener en cuenta para comprender el exacto valor de la Antología Palatina. Allí,
por ejemplo, un poeta, Rufino 9 , en el siglo II d.C. hace una descripción y elogio de la mujer, en estos
términos :
Ojos de oro, mejillas de cristal y placentera boca
más que las corolas de las purpúreas rosas,
terso cuello de mármol, pechos de esplendoroso fulgor
y pies más blancos que los de la argentina Tetis. (...).(48: Rufino)10
Inmediatamente sabemos que el poeta está dándonos un objeto de deseo y una mujer soñada por las
metáforas y la mitología, no una mujer real: la mujer del poema nace en forma de imagen, como estética
o literatura. A veces, como ocurre en el ejemplo que les he puesto, la literatura se recarga de tradición,
reelabora figuras que vienen de un canon, piezas de un juego sabidas por todos, y son estos entonces, los
elementos convencionales, los que son forzados a comunicar nuevamente, a fin de que exista un tipo de
acto individual y una eficacia emotiva. La mujer del fragmento que les leí -se tratará en otras ocasiones
de la expresión de un sentimiento o del relato del acto de amor- ha sido desrealizada siguiendo dos
caminos:
i) mediante la aplicación de metáforas, claramente identificables con una tradición literaria -la luz
de la mirada como oro; mejillas que son cristales; la boca, un cáliz de flor; el cuello es mármol-;
ii) estableciendo la excelencia de la amada con respecto a los seres (puede tratarse de los mismos
dioses11 o de objetos excelentes12) que sirven de base a la comparación
Rufino quiere dar un temblor de deseo a la descripción de la mujer: adjetiva entonces sensorialmente
(cáliz purpúreo, blanco cuello, pies más blancos); destaca la cualidad placentera (deleitable:
terpnoteron) de la boca 13, posa la mirada en los pechos de ella, atribuyéndoles un esplendoroso fulgor
(sthqeamarmaironta, pechos fúlgidos como el mármol). A través de estos últimos elementos el retrato se
carga de sexualidad anhelante: atraen el beso, dirigen la mirada y el tacto. Pero tampoco aquí construye
nada nuevo Rufino: el receptor de un epigrama erótico conoce -y espera- la mención -frecuente en ellosa los besos, los pechos.
El hábito literario, sin embargo, -convenientemente utilizado- no disminuye la eficacia comunicativa:
surge, por una parte, la erotización en el marco simposiaco donde todo predispone al regocijo con el
vino, el amor y las palabras; y la habilidad artística de los poetas puede conseguir la vitalidad de los
poemas más allá del contingente receptor originario. Me pregunto hasta qué punto los epigramas eróticos
griegos, leídos desde nuestra contemporaneidad, -se añaden otras tradiciones eróticas, hay distintas
concepciones del amor y la vida, nuevas formas literarias-, pueden resultar “efectivos” artísticamente.
Luis Cernuda, recuerda la impresión que le provocó en el verano de 1936 la lectura de la Antología
Palatina: le atraen -dice- la expresión concisa y la justeza de pensamiento de los epigramas griegos14.
La sintonía con la poesía de A.P. tiene que ver, -también, con las formas de eros, su sentimiento y
expresión.
El poema de Rufino que vengo comentando maneja una imagen de la mujer siguiendo una tópica que
incita al amor y crea deseo. Finaliza -uso de la punta de ingenio- con un contraste que nos sorprende. En
el dístico elegíaco último se nos dice que la mujer -esa mujer tan bella- ya no es tan joven: sus cabellos
tienen canas
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si ya entre tu pelo, acá y allá, algunas espinas resaltan
no prestaré yo mi atención a esas blancas vetas.15
El poeta/amante desdeña los signos de envejecimiento, el deseo es aún posible. El valor significativo
de esta situación es múltiple, partiendo de una red estable de alusiones y referencias internas en A.P.:
a) El poema se articula sobre el tópico de la belleza aún16, presente en muchos otros momentos de V,
A.P.: Es en 62 (Rufino) donde encontramos la formulación precisa del tópico Oupwsoutokalon
cronos esbesen (“Aún no ha extinguido el tiempo tu belleza”). La juventud, nos dice el poeta,
permanece en restos (tipollaleiyanatipollaleesthkenmitrhsgumnaperidromados), y ella sigue
siendo tan deseable como antes. El poema, además, contiene la mención a los pechos -hermosos
todavía- de ella: oudo to kallos tvn ilarvn mhlwn h rodou exejugen (y no se esfumó de tus
risueñas manzanas el blanco o el rosa) El motivo de los pechos es común igualmente a 13
(Filodemo ) 17: khnstenoistikeinatalugdivaKeniamastwn / esthkenmitrhsgumvaperidromados
(“y en su pecho aún se yerguen los pezones aquellos de sus senos/ de mármol, desnudos de
sujetador que los ciña”)
Es evidente la fuerte erotización que sobre el retrato de la mujer madura realiza la mención a los
pechos intactos. En el poema de Filodemo la conservación de la belleza adquiere, además, las
propiedades del prodigio: ella tiene 60 años, aún son negros los rizos de sus cabellos, su rostro no lleva
arrugas, y surgen libres y erguidos sus pechos 18
b) El tema de la belleza aún lleva por un cauce establecido de referencias y asociaciones al tema del
tiempo y sus tópicos, tempus fugit, ubi sunt, memento senctutis, memento mori, carpe diem. De
forma creciente a partir del siglo IV-III a. C. los epigramas de temática erótico-convival van
ocupando -y aún sustituyendo- la primacía poética que hasta ese momento comparten elegía,
yambos, poesía mélica. Entre las diferentes formas poéticas, tejidas en el ocio de los banquetes o
triunfantes para la publicación de antologías, se va fijando cierta comunidad de espíritu,
coincidencia -y variación- de palabras, temas, situaciones, actitudes. Es un contagio de naturaleza
literaria -influencias, variaciones a partir de la imitatio, recreaciones en otro género- pero también,
antes y esencialmente, hay una comunidad de civilización, una precisa identidad de pensamiento y
sentimientos. Cada cultura fija la forma adecuada a la respuesta particular que concede al
problema de la vida y el lugar del hombre en su transcurso. La Antigüedad griega, desde la épica,
la dramática, la narración, el pensamiento filosófico o la lírica es el mundo que se preguntó con
obstinación por el tiempo, inseparable del vivir, injusto porque nos arranca bellezas y placeres,
trágico porque nos conduce a la muerte. Frente al destino del tiempo, se alza la queja dolorida,
pero también y consecuentemente, la urgencia de gozar porque la vida, en su instante perfecto, es
la única ocasión -irrecuperable- de tener sentidos y florecer.19
Bañémonos, Pródica, ciñamos coronas y echemos sorbos
de vino puro, cogiendo las copas más altas.
Breve es la edad del placer; después, en el tiempo que queda,
la vejez lo impedirá y la muerte que es el fin.
(12: Rufino)
Esto es vida y sólo esto: la vida es placer; ¡Fuera las penas!
Breve es para el hombre el tiempo de vida. ¡Pronto el vino!
¡Pronto los coros y guirnaldas amigas de las flores! ¡Pronto las mujeres
Goce yo hoy de lo bueno, que nadie sabe el mañana!
(72 :Paladas)
Encontramos en estos epigramas una nueva expresión del tópico carpe diem unido al marco
simposiaco. Porque ambos, vida y placer, son breves, es preciso no perder tiempo, apresar aquello que
nos gusta, rebosar la copa de vino y el deleite de amor. El banquete es el contexto ficticio de celebración
al que refieren los dos poemas, pero puede ser, además, el marco real20 de audición de los mismos. Allí,
en el banquete presentado por el poema, -figurado, metafórico de significación- pero también en el
mundo cierto de los comensales que escuchan el poema, en la lascivia presente de flores y música, los
hombres pueden aplazar el mal y la muerte. Me interesa señalar cómo los dos poemas enlazan con el
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género próximo de la elegía 21 refiriendo -a manera reflexión y expresión gnómica- el tiempo que pasa,
la cercanía de la vejez y la muerte, la ignorancia en que todos los hombres yacen respecto al mañana.
Cualquier lector/receptor de la Antigüedad, y nosotros también, sería capaz de tender el puente
referencial que lleva a determinados poemas de Arquíloco, Minnermo, Simónides, Teognis y otros
poetas yambógrafos y elegiacos griegos.
En el poema 12 la formulación del carpe diem sirve al poeta, además, para un fin preciso: la muchacha,
Pródica, es exhortada a tomar placeres mediante el argumento del memento omnes senecturi esse,
memento omnes morituri esse. El poema no contiene textualmente la apelación al amor, pero posibilita la
interpretación en este sentido por otros medios: me refiero a los implícitos contextuales, la red de
relaciones semánticas que unos poemas establecen con otros22. En el sistema poético que la A.P. forja,
donde ningún poema es algo nuevo, sino repetición monótona, eco siempre de palabras, el eje de lo
paradigmático actúa en cada momento particular para sobreimponer significados, valores, trasmundos
poéticos. Los tópicos se refractan en motivos, se establecen combinaciones, unos motivos lleva a otros,
una mención contiene muchas. Así, la invitación a gozar del amor de 12 (Rufino) se ilumina, por
ejemplo, si leemos:
Con celo guardas tu doncellez, más ¿qué ganas ? No es bajando
al Hades, muchacha, donde hallarás un amante.
Entre los vivos están los placeres de Cipris, joven,
más en el Aqueronte huesos y polvo seremos
(85: Asclepíades)
II/ FORMAS DE SOLICITUD AMOROSA
Diversos son los motivos y situaciones eróticas de que se vale el amante en V.AP para iniciar el juego
amoroso
II.1. Puede el amante enviar coronas de guirnaldas a la amada, donde las flores -el poeta puede
expresar el significado o dejarlo implícito- recuerdan a la muchacha la transitoriedad de todas las cosas,
también de su belleza 23 (anqeiskailhgeiskaisuostejanos que tú como la guirnalda, floreces y acabas
(74))
II.2 Otras veces el poeta reconviene a la amada por su altivez y desvíos, avisándola de la estéril vejez
que le aguarda. En algunos poemas ella ya es vieja y el amante se alegra vengativamente. A veces el
inicio del envejecimiento aporta el deseado consentimiento por parte de ella; en otras ocasiones, sin
embargo, su decrepitud física imposibilita definitivamente el juego de seducción.24
¿No te decía yo, Pródica : “envejecemos”? ¿No te predecía:
“pronto llegarán las destructoras del amor?”
Ahora arrugas y canas, el cuerpo hecho un pingajo
y la boca ya sin los encantos que antes tuvo.
¿A que nadie se te acerca, presumida, y zalamero te suplica?
Como por junto a una tumba pasamos ya por tu vera. (21:Rufino)
II.3 V, AP recoge una situación erótica convertida en motivo literario los amantes se lanzan manzanas
o juegan a la pelota. Si la acción es recíproca el juego amoroso ha comenzado; el lanzamiento de uno
de los amantes de estos objetos implica simbólicamente su petición de amor.25
II.4. La acción -y el motivo- de escanciar vino, por último, en el contexto de la poesía escoliástica va
unido al tópico del carpe diem y la consecución de la muchacha.26
III/ EROTISMO A TRAVÉS DEL CUERPO (CONTEMPLADO O DESEADO) DE LA MUJER
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III.1 El cuerpo de la mujer, en V, A.P., es una visión radiante, fuente de erotismo ( `imeros), preludio
para el deseo de amor, el sexo que la implacable belleza ( kallos) exige. En el libro XII de A.P. los
amantes anhelan cuerpos jóvenes de hombre; el libro V celebra formas de mujer. Eros ama los cuerpos,
los contempla y tiende a ellos. El sentimiento surge con la espontaneidad de un proceso natural. El
sufrimiento de amor, los límites, que existen, vienen de otra parte, nunca de contener éticamente (o
culturalmente) el impulso sexual o culpabilizarlo. Acostumbrados como estamos a ciertos frutos de la
cultura semítica y cristiana, donde el cuerpo es relegado o bien sublimado -recuerden el amor cortés y
sus derivaciones-, la poesía griega antigua -sus esculturas, su pintura- nos seducen más justamente por
esta diferencia de presupuestos. Eros -donde nombro al dios estoy nombrando el instinto que provoca,
que es anhelo a veces, a veces cumplimiento sexual acabado- es la fuerza rectora en los procesos de
creación del universo. Por Eros - Erws- se acoplan los opuestos -Tierra y Cielo en los orígenes
cosmogónicos según Hesíodo 27- y se perpetúa el ritmo-'rutmos'- en que el mundo consiste.
Los epigramas palatinos imaginan al dios -Eros alado28, Erotes helenísticos29-, niño veleidoso y cruelDeinos Hrws deinos (176)-, dulce y amargo -gluku kai dusupoiston dusupoiston pikron aei kradia
(163)31 -, lanzando de su aljaba las saetas de amor hasta clavarlas en el corazón - ep´ emhn iobolei
kradihn32- de los amantes. El dardo es fuego y abrasa - anihrond´ekpuroshkebelos)-, es un aguijón34
-kaitrumew,kradihtebuqwpelemizetaioistrw (235)-, el hombre se siente preso, perdida la libertad en
otro -en d´ara demois keimai eleuqerihs ouk epideuomenos~(249)- 35 , naufraga -yuchs pnigomenhs
kumati kupridiw (235)36-, tiene la locura de amor -oude tis allh anera nosjizei prhxis erwmanihs(293)37. Amor arrastra, domeña - ilkei gar m´okrtvn (64)-, es irresistible (64)38, ciega la razón y la
voluntad39. No se puede huir de él40. Símbolo del amor es la abeja: clava un aguijón, inocula veneno kentronrwtos (163)41; pero también como la abeja liba el amor las flores y es dulce su miel -kai meli
men stazeis upo ceilesin hdu jileusa (32)42-. Amor atrapa con su anzuelo venenoso -kentromanes
d´agkistronjustoma (247)43, perros rabiosos clavan los colmillos -lusswwntacapikronErwsenephxen
odontaeiseme (266)44. El amante recibe una herida -Elkoscwtonrwta (225)45, llora, camina hacia la
muerte- ekd ´oligodranihskaimoronegguscw (236)- 46. Amor es jugador de pelota con los corazones
-SjairistantonErwtatrejw (214)47. Amor juega los destinos de sus amantes en una azarosa partida de
dados-.48
El deseo sigue a la contemplación de la belleza. En el poema 177, Meleagro imagina un bando sobre
Eros 49 porque éste ha escapado del lecho. En la punta de ingenio final, el poeta dice haberlo encontrado,
guarecido en los ojos de Zenófila
Mas aquí está, vedlo, en su guarida. No te me escapaste,
arquero, en los ojos de Zenófila escondido.
Me interesan estos dos versos porque apuntan una manera particular de concebir el deseo amoroso:
éste se funda en Eros, dios e impulso, pero ahora que se escondió en la mujer hará que los dardos de
amor surjan de la mirada de ella50. La amada como procedencia de las flechas, la lumbre, el amor,
seguirá múltiples caminos de desarrollo desde la tradición del amor cortés provenzal, poesía italiana
renacentista, poesía española de Cancionero y de los Siglos de Oro.51
El libro V de A.P. recoge algunos poemas en los que el deseo surge, sin embargo, a pesar de la vejez, e
incluso de la fealdad manifiesta52:
No es amor el deseo de poseer a la que tiene hermoso aspecto,
fijándose sólo en el buen criterio de los ojos.
Antes bien, ver una fealdad y, blanco de sus flechazos,
amarla y perder la cabeza y arder de pasión,
eso es amor, eso es fuego. Porque la belleza gusta a todos
por igual cuantos sus formas saben distinguir (89: Marco Argentario)
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Siempre así en flor estés ; mas si algún sarmiento enojoso
de arrugas te llega, me resignaré, pues te amo. (227: Macedonio Cónsul)
Son poemas que me interesan por la original solución amorosa que presentan y que -con aportes
diversos- tendrá desarrollo en la tradición humanística occidental. En A.P. el amor es afectado por la
limitación que sobre todas las felicidades impone el mundo imperfecto: así, en nuestra colección de
epigramas el amor es amenazado por el tiempo que todo lo acaba, y el deseo es precario porque el sexo
nunca colma la codicia de unión perfecta 53. Surgen el desaliento, la decepción, la queja amarga.
Estamos ante un tema y unas formas que la tradición romántica54, inglesa o alemana, Cernuda entre
nosotros, desarrollará ampliamente. Frente a la imperfección de las formas sensoriales, el poeta puede
afirmar -así lo hace la A.P.- su voluntad de amar más allá de las apariencias. El cuerpo es corruptible, no
el amor. Espiritual, el amor se vuelve eterno: un sentimiento -una idea-, no su accidente55. El amor, así
entendido, como el tránsito del objeto erótico a la persona amada, el único ser, puede perdurar más allá,
incluso, de la muerte. Esta derivación significativa no está presente, sin embargo, en V, A.P, porque la
dimensión ultraterrena ha sido descartada de los poemas amorosos, entretenidos los amantes en el aquí
dichoso del amor.
En el amplio muestrario de situaciones y actitudes sexuales que es V, A.P., la propuesta habitual, sin
embargo, es la complacencia ante la belleza, el deseo porque el cuerpo y sus formas están en sazón -wria
kallosunh-, tersas de juventud o incitantes de madurez. La descripción de la mujer sigue un canon
poético, una selección de motivos y tonos, un material conocido en el contexto literario. A.P. usa lo que
existe, y con ello, recrea, combina, amplía, supera a veces, se pone en situaciones de convencionalidad
límite para sorprender, de repente, con una punta de ingenio o un esguince imprevisto.
Un epigrama tras otro, el cuerpo de la mujer se repite en la descripción que el poeta/amante hace de él.
Los poemas de V. AP habitúan al lector -y le hacen esperar- la mención de unas determinadas partes del
cuerpo y no otras. Reelaboran una tópica de atributos y propiedades, creando una precisa atmósfera de
recepción en el lector. Éste -en la costumbre- multiplica y se contagia -como si fuera un juego de
espejos o un laberinto de ecos- del erotismo posado en el cuerpo de la mujer, sus adjetivos, sus
imágenes, sus símbolos. Cabellos, ojos, mejillas, cuello, muslos, sexo. Exhalan perfume, son ambrosía y
néctar, llevan luz de oro, fuego, blancura de nieve, rosas y rojos. Fulguran y deslumbran. Hay gracia,
encanto, voluptuosidad, delicadeza, deseo, morbidez, suavidad, seducción. La mujer, sus besos, lo que
promete, el acto de amor, son dulces como la miel. Si no se puede gozar a la mujer -muchos son los
obstáculos- entonces el sentimiento es amargo. El adjetivo dulce -`hdu- es uno de los omnipresentes en
la poesía erótica griega y en nuestro V, A.P. Traduce una apetencia del objeto, la codicia de poseer eso
que es tan agradable, lo que gratifica suavemente los sentidos y el espíritu. El erotismo de V, A.P. busca
dichas voluptuosas, no violencias carnales o espirales sentimentales. Apetece indolencias, morbideces,
incita más que excita según nuestro sentido pornográfico del sexo. No tiende hacia la novedad creciente,
busca la repetición - el “de nuevo” lírico: dhute- de lo que gusta. Eros, el sentimiento, el objeto de amor
-la mujer-, el acto sexual, son naturales y sagrados. Representan lo fascinans -fascinante- de la
existencia, aquello que atrae, seduce, encanta, el fulgor de la belleza . Es por esto que la lectura de los
epigramas palatinos deja en el lector -por encima de otras impresiones- un sentimiento lírico: es el halo
luminoso que el amor y la mujer posan sobre todas las cosas de este mundo, dignificándolas. No empaña
quizá esta visión última de los poemas el hecho de que los poetas, muchas veces, se permitan emplear
puntas de ironía, o exhiban temas/formas/actitudes/tonos que, desde otra perspectiva se pueden
considerar escabrosos, vulgares o cínicos.
III.2 RETRATO DE LA MUJER -OBJETO ERÓTICO- EN V, A.P.
La mujer tiene cabellos seductores. Gustan si son rubios, si son morenos, si tienen canas56; pueden ir
sueltos 57, en cascadas de rizos 58 o recogidos 59, enmarcados por guirnaldas de flores60, bajo un pañuelo
o velo61. Los ojos son de oro. Destila fuego la mirada. Tiene ojos de novilla. En el acto de amor su
mirada languidece o relampaguea62. Las cejas enmarcan la mirada, son pobladas, negras, hermosas 63.
Gusta la sonrisa dulce, sensual 64. Las mejillas tienen la propiedad del cristal, son blancas65. Blanco es
66
67
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también el cuello, luminoso y erguido . Suaves son los brazos cuando ciñen, de nieve y rosa . Los
tobillos llevan ajorcas de oro, son bellos, orgullosos68. Blancos o de plata son los pies69. Las formas de
la mujer son esbeltas, deliciosas, hay esplendor, parecen divinas 70. La piel es mórbida, tiene tersura,
seducción, destila ambrosía y néctar 71. El aliento es dulce72. Su charla73 es amena, sus labios
parlanchines... Ella contonea provocadoramente las caderas74. Las piernas son apretadas, las rodillas de
ambrosía, los muslos blancos y suaves75. La boca y los labios son placenteros, semejan a la purpúrea
rosa, dulces y sabrosos como la miel y el néctar, frescos como el rocío76. Motivo erótico constante son
los pechos: blancos como la leche, las manzanas, la nieve; risueños, semejantes a las rosas; saben a
miel; erguidos y de esplendoroso fulgor excitan y encantan77. Las formas del cuerpo femenino se
transparentan, desnudas y excitantes, entre las aguas, mientras el hombre contempla la escena del baño
La melena cae sobre los hombros; pechos, nalgas, sexo se dejan entrever, palpitan y ondulan a través del
movimiento del agua 78. Recreando eróticamente el juicio de Paris, el poeta se imagina juez en una
competición de sexos. Nalgas, muslos, piernas, sexos -cristal, rosas, néctar, hoyuelos, oleaje incitantesurgen en medio de una completa desnudez 79. Describiendo la unión sexual, el poeta se fija también en
las nalgas, piernas, sexo de ella80. Ella lleva vestidos que transparentan, túnicas que ciñen, velos que
tocan los pechos, joyas que rodean y, tal vez, son innecesarias 81. Un grupo de poemas recrean convirtiéndolos a los fines eróticos- el género de los epigramas votivos: el amante o el propio poeta
ofrecen a los dioses -Cipris, Príapo-, en calidad de exvoto, objetos que estuvieron presentes en la noche
amor: sostén, sandalias, guirnaldas...82
III.3. AMOR FURTIVO Y OBJETO DE DESEO MÚLTIPLE
Robemos los besos; Ródope, y los deleitables oficios
de Cipris tan arriesgados. Es dulce esconderse
de la mirada de los guardianas que todo lo captan, y sabe
mejor el lecho furtivo que el de todos sabido. (219:
Paulo Silenciario)
El tipo de amor preferido en V, A.P. es el amor extra-conyugal, tal como se formula en 219 (Paulo
Silenciario) -jwria lektra, el lecho furtivo-. Los poemas de la Antología proponen un repertorio
diversificado de formas de satisfacción erótica, donde el deseo proviene de cualidades y atributos
múltiples. Las relaciones se establecen con casadas, doncellas, prostitutas, mujeres que deciden
sexualidad variada y libre. No importa la condición social, color de la piel o relación familiar: altas
damas o sus criadas, negras, madre de la amante. Se recorren todas las edades: desde la joven primeriza,
a la joven ya experimentada, la mujer madura en sazón, la mujer adulta que comienza a envejecer, la
mujer vieja. Se puede satisfacer el deseo sexual con varias personas en el mismo lecho, tener varios
amantes a un tiempo, practicar el acto de Cipris en todas las formas y posturas. El eros homosexual -ya
entre hombres, ya entre mujeres- es rechazado con vehemencia, a veces con ambigüedad cínica. La
recusatio viene impuesta por la temática elegida para el libro V que lo opone al XII. La ocasión de la
condena, sin embargo, es aprovechada con frecuencia para la mención insinuante o la descripción
regocijada del acto homoerótico. Si el morbo aberrante -se recomienda en una ocasión, por ejemplofuera incontrolable, la muchacha podría ser penetrada como si se tratara de un joven, imaginando que lo
es efectivamente.83
III.4. IMAGINACIÓN
En una situación erótica frecuente en V, A.P., el poeta imagina el acto de posesión de la amada: a
veces es otro hombre (“ella debajo de otro”; “ambos bajo la misma manta”) a quien el poeta imagina
gozando, despertándosele en el pecho celos ardientes; a veces es él quien ha conseguido la entrega de la
amada (sueño erótico); en un subgrupo de epigramas, el poeta imagina el contacto con ella de un objeto
cualquiera (mosquito, copa, viento, el sueño, una rosa), sintiendo envidia y deseo vehemente de ser él
uno de esos objetos que tal gloria obtienen. 84
III.5. CONTEMPLACIÓN DEL DESNUDO FEMENINO
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Una situación erótica ampliamente recogida en V, A.P. son las escenas de desnudo femenino. El
poeta/amante contempla el cuerpo desnudo de la mujer durante el baño, con ocasión de una competición
de desnudos, en el acto sexual, a través de las ropas que porta sugerentemente. La visión se detiene en
las partes sexuales femeninas: éstas surgen abiertamente o (entre)aparecen a través de las túnicas, el
agua, la mano.85
IV/ NARRACIÓN DE LA INTIMIDAD SEXUAL
IV.1.1 El deseo sexual se satisface a través de los besos concedidos gustosamente por la muchacha. Se
describen besos hondos, cuando la amada funde con él los labios, chupa y parece que aspira el alma. El
poeta tiene dificultades para quedarse con uno entre los muchos tipos de besos -largos, sonoros,
mórbidos, a mordiscos-. Como paliativo excitante del deseo, si la amada está siendo vigilada, gustan los
besos concedidos a través del ceñidor. Los besos dan frescura, aliento, sabor dulce como la miel, sorbos
húmedos que embriagan.86
IV.1.2 En el acto de Cipris las posturas y formas son variadas: quién encima o debajo; quién delante o
detrás; penetración o sexo oral; penetración anal; miembros entrelazados; caricias lascivas87:
Soy Lida la que a tres hombres de una vez satisfago :
uno encima, otro debajo, el tercero por detrás.
Al pederasta, al loco por las mujeres y al sádico acojo.
Si te urge y con otros dos vienes, no te contengas
(49: Tucidio Galo)
IV.1.3 En el grupo de epigramas donde se describe/ narra el acto triunfante son recurrentes varios
cuadros y motivos: los amantes se desnudan, los cuerpos se estrechan en el abrazo, los miembros se
ciñen, los labios se juntan; una misma manta cubre gustosamente a los amantes; la lámpara de aceite
ilumina y asiste en silencio el acto de amor. Se recoge la metáfora -frecuente en V, A.P.- de la
cabalgadura de amor.88
IV.1.4 Ya aludí al grupo de epigramas que dedican objetos -recreación del género de los epigramas
votivos inscritos originariamente en piedra-, a alguna divinidad relacionada con eros. Mencioné la
ofrenda de sostén, sandalias, guirnaldas, objetos llevados por ella en la noche de amor y cuyos despojos
se convierten en signo de la gloria alcanzada. Ahora, en conexión con los epigramas que
narran/describen la intimidad sexual de los amantes, quiero volver a mencionarlos, añadiendo a la
nómina de objetos dedicados algunos más -fusta y bridas, espuela, laúd- a los que volveré nuevamente
en el apartado último dedicado a imágenes simbólicas referidas al acto sexual.89
IV.1.5. Por último quiero recoger dos epigramas que narran una particular forma de posesión de la
amada : el amante llega furtivamente hasta el lecho. Me refiero a 294 (Agatías Escolástico) y 275
(Paulo Silenciario). Recreación de idéntica situación erótica es la elegía I.3 de Propercio. Es dudoso si
V, A.P. imita a Propercio, el autor latino a los epigramatistas, o si hubo tal vez un modelo común
perdido. En 294 (Agatías Escolástico) el poeta narra morosamente cómo se aproxima hasta el lecho
donde la amada duerme: pasa silenciosamente al lado de la criada dormida junto a la puerta; se
introduce en la habitación, apaga la luz de la lámpara, llega hasta el lecho y consigue con cuidado
tenderse sobre la joven, burlando el cuerpo de la vieja vigilante que yace en el mismo lecho. Los últimos
versos del epigrama90 nos cuentan -haciendo uso de cierta reticencia retórica- el final del atrevimiento:
(...) Junto a la joven ya, me eché/sobre su pecho, me adueñé de sus senos, gocé de su rostro,/ devorando
a boca llena la dulzura de sus labios
En 275 (Paulo Silenciario) el amante -sin tener que vencer obstáculos exteriores esta vez- se atreve a
subir hasta el lecho e iniciar la posesión del cuerpo dormido de la joven. La muchacha despierta, lucha,
el amante logra satisfacer su deseo. Ella le reprocha llorosa porque sabe que tras haber obtenido por la
fuerza su deseo, va a abandonarla por otras, que obrero eres insaciable y hacendoso de Cipris.
IV.2. LÍMITES DE LA FUSIÓN AMOROSA
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Los epigramas eróticos de V, A.P. se congratulan en el amor y la belleza de los cuerpos. La sexualidad
-eros- es un impulso natural elevado a la categoría de lo divino. Hasta este momento hemos hecho un
recorrido por el anhelo de amor y el goce que reporta la consecución. Hemos leído epigramas rientes,
líricos, iluminados, provocadores, atrevidos, cínicos. La variedad de tonos y actitudes es amplia.
El libro V, A.P. no es uniforme en cuanto a la concepción y sentimiento de eros. Eros puede
presentarse en forma deseo e impulso erótico que se satisface. Ocurre que este tipo de eros -donde el
objeto de amor es universal, múltiple en sus encarnaciones, sustituible- deviene a veces en “amor” -o en
amor se inicia la relación- por confluencia con otras querencias, igualmente imperiosas, del corazón
humano. Eros/amor, entonces, quiere y apetece la presencia de la amada, persona única e insustituible,
con quien se goza y por quien se sufre; sólo en ella eros/erotismo puede satisfacerse en plenitud. He
obviado, en razón del objetivo preciso de la comunicación, los epigramas que manifiestan estados
anímicos “amorosos” según esta segunda concepción de eros, centrándome en aquellos epigramas
manifiestamente “eróticos”, sexuales, deseo y cumplimiento del deseo.
En el libro V de la Antología Palatina se exalta la gloria sensual de los cuerpos y el goce del amor.
Saben los poetas, sin embargo, que el mundo no es seguro ni fiable. Existe y duele la tragedia de los
límites, la imperfección de la dicha. Los amantes -los hombres- obtienen sólo sombras de felicidades,
fragmentos que colman un instante, y aún ese instante no satisface. El tiempo amenaza a la belleza, nada
entonces entre sus manos y mira cuán efímera es la flor de la beldad (79). El alba llega siempre cuando
aún es demasiado pronto (3,172;173,223,283). La fatiga y el sueño son más poderosos que la más
intensa voluntad de gozar mas ahora que, desnuda, con tu dulce cuerpo me tocas (47). La mujer llega
hasta su amante, en la noche, venciendo obstáculos, pero el amante no cumple, ni se acerca, se rompen
anhelos y esperanzas quedarnos sin hacer nada y sin charlar/ ni dormir como debieran dormir los
amantes(120). O es la amada quien incita con sus palabras y besos y su cuerpo, pero no pasa su amor/
del filo de los labios; jugadora, distante, virgen de alma, es sed de Tántalo probarla (272. Los amantes
entrelazan los miembros, funden las bocas, se abrazan con furia, los cuerpos son como cepas que se
agarran obsesiva y eternamente; pero el amor no se sacia, los corazones no entran el uno en el otro,
tortura la impotencia de los cuerpos, el hombre permanece con sed y hambre. Angustia del tiempo que
hace efímero al mundo y sus goces Ouden ejhmeriois kasqumion. ¡Ningún consuelo hay para seres
efímeros!(283; angustia de deseos malgastados, deseos que no se cumplieron ; angustia la frontera que
son los cuerpos. El hombre, condenado a las sombras, deseante y vanamente perdido en sus afanes,
efímero y sin felicidad.91
V/ IMÁGENES SIMBÓLICAS REFERIDAS AL ACTO SEXUAL
El hombre de V, A.P. camina entre placeres, irracional la apuesta y la fe, deseos porque
momento. Sabe bien cuáles son los límites y cuál la derrota, pero entre la imperfección y
inminente de todo, que tú como la guirnalda floreces y acabas, la luz asoma y el hombre
voluntaria y reflexivamente- seducir, esto es vida y sólo esto: la vida es placer. No importa si
tampoco es lo que se pensaba y deja siempre sombras en las manos.
aún es el
el destino
se deja el placer
Acabar mi trabajo con esta imagen entristecida de V, A.P., aun formando parte del libro, no haría
justicia a la intensidad y bondad del erotismo que exaltaron los poetas palatinos, erotismo como fuente
de complacencia y valor -quizá único- de la vida. Repaso, entonces, como fin para estas páginas, algunas
de las imágenes simbólicas 92 que refieren el acto sexual. Las palabras de los epigramas que cito podrá
dejarnos una impresión cabal de lo que también, y sobre todo, es V, A.P.: entrega lúdica al amor y los
cuerpos, sin enfados ni inhibiciones, con lujuria. Ya vimos epigramas donde el acto sexual se describe y
narra de manera explícita. Nos quedan los poemas donde el lenguaje refiere -referencia sexual - a través
de una cifra simbólica, lenguaje de segundo grado, alusivo, cargado de significados que rebasan el
inmediato por la fuerza del contexto, la sugerencia, tradición literaria y cultural, caminos de asociación
de la mente. Así ocurre en el epigrama 206 de Leónidas (de la serie de los epigramas recreadores del
género votivo) donde Melo y Sátira, maduras amigas del amor, dedican a las Musas la flauta que rápida
vibra en sus labios ;(...) el dulce caramillo con el que, sin enfado, toda la noche pasaba. Juegos
múltiples de significado -sexual uno de ellos- encontramos en el epigrama 238 (Macedonio Cónsul) a
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partir del objeto portado por el amante: la espada. En el epigrama 242 Eratóstenes Escolástico habla con
la amante en lenguaje cifrado -el marido está presente-: ¿Puedo yo descorrer los cerrojos de tu portón,
soltar/ la barra de mi puerta de doble hoja/ y penetrar en el húmedo umbral del doble vestíbulo,
/clavando hasta el fondo la punta del cerrojo? Meleagro en 204 alude a la impotencia por vejez a través
de la metáfora -imagen continuada- de un barco ruinoso, inútil ya para navegar: (...) ni el buen remar
de Cipris hace ya navegar. / En su espalda curva el espinazo, cual verga en el mástil ;(...) Más abajo,
la nave hace agua por doquier, la pleamar inunda/ la cala, y sus rodillas tiemblan por el balanceo. La
metáfora “remar” o “navegar” para referir el acto sexual aparece en diversos epigramas de V, A.P, así
por ejemplo en 156 (Meleagro). “Cabalgar”, “vendimiar”, “jugar a la jabalina” son otras de las
metáforas o imágenes simbólicas continuadas que acostumbran a usar los poetas de V, A. P. : así en 202
(Asclepíades o Posidipo); 203 (Asclepíades); 227 (Macedonio Cónsul); 61 (Rufino). Cito completo 203,
Asclepíades:
Lisídice, a ti, Cipris, dedica esta espuela ecuestre,
aguijón de oro de su bello pie, con el que a tantos
corceles domó bajo su monta; pero jamás sus muslos
se ensangrentaron, pues liviano era su meneo
y hasta la meta llegaba sin falta de picar con espuela
Así en la puerta central te cuelga el arreo de oro.
Hemos visto cómo los epigramas de V, A.P. proyectan eros hacia el futuro, el deseo impaciente por un
cuerpo seductor; otros celebran el presente, himno a la dicha conseguida. El eros palatino apetece la
sensualidad, la excitación y cumplimiento en los sentidos. Los poetas palatinos ignoraron, o prefirieron
silenciar, sin embargo, qué pasa cuando el amor o el deseo acaban, si se agotaron tras el cumplimiento, o
si el sentimiento de amor -amor es categoría universal- elige un cuerpo distinto - cuerpo es accidente,
contingencia-; qué queda en el que ha sido amado, qué otras formas de deseos y nuevas ausencias
sentirá; cómo será el amante mientras persigue eternamente otros cuerpos y otras almas.
Cernuda, que gustó tanto del sentimiento griego del amor, y de la Antología Palatina, formula la nueva
desazón romántica, otra manera de enfrentarse a eros y sus consecuencias, a este mundo que nos
construye triunfos y, junto a ellos, desoladores vacíos. No es el amor quien muere,/ somos nosotros
mismos (XII, Donde habite el olvido). No, no quisiera volver, /sino morir aún más,/ arrancar una
sombra,/olvidar un olvido. (XI, Donde habite el olvido). Absorto el cuerpo aún desnudo,/ todo frío ante
la brusca tristeza,/ lo que en la luz fue impulso, las alas,/ antes candor erguido,/ a la espalda pesaban
sordamente. (X, Donde habite el olvido)
VI/ BIBLIOGRAFÍA
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REITZENSTEIN, R., Epigramm und Skolion, Giessen, 1893
VORBERG, G., Glossarium Eroticum ,Stuttgart, 1929
Notas:
[1] En el siglo X el erudito bizantino Constantino Céfalas reunió en una antología epigramas griegos
provenientes de colecciones previas [Guirnalda de Meleagro (I a C.), Anthologion de Diogeciano
(II d. C.), Ciclo de Agatías Escolástico (VI) etc]De la Antología de Céfatlas se conserva la copia
(códice P, de finales del siglo X o primera mitad del XI) conocida como Antología Palatina
(Palatinus Graecus 23 de la Bibli. Universitaria de Heildelberg). Una parte de este códice
(“códice de las anacreónticas”) se conserva en la Biblioteca Nacional de París (Par. Sippl.gr 384).
La primera impresión del manuscrito tuvo lugar en el siglo XVIII (Brunck, 1772- ).El manuscrito
se descubrió en la Biblioteca de Heildeberg en 1606, pero hasta la edición de Brunck su difusión
se limitó a las copias (apograha). En los siglos XVI y XVII la antología de epigramas griegos que
se conoció mayoritariamente (a través de copias y múltiples ediciones) fue la Antología Planudea
(manuscrito Marcianus Graecus 481 ( Pl.), compuesta por Máximo Planudes, monje y filólogo
bizantino en 1299. La Antología Planudea integra epigramas de la colección de Céfalas y otras
fuentes : reduce el número de epigramas de la Palatina; añade epigramas descriptivos ausentes en
P.
[2] 311 epigramas si se tiene en cuenta el 195 (bis)
[3] EPIGRAMMATA ERWTIKA DIAFORWN POIHTWN
[4] La AP contiene un epigrama atribuido a Simónides de Ceos (556-469 a.C.) y dos epigramas
atribuidos a Platón (427-247 a.C.) ; con excepción de estas dos atribuciones problemáticas, los
epigramas más antiguos son del IV-III a.C., recogidos en la Guirnalda de Meleagro: Nóside de
Locros (finales del IV a. C) Asclepiades de Samos (nacimiento entre 340-330a. C): 23 epigramas;
Calímaco de Cirene (305-240 a. C): 3 epigramas ; Leónidas de Tarento (310-240 a.C.):dos
epigramas; Hélido de Samos (fines del III a.C): 2 epigramas; Posidipo de Pela (s. III a.C.): 8
epigramas.
[5] Del s. VI d. C ( Ciclo de Agatías) son Paulo Silenciario (520-575: 40 epigramas); Macedónico de
Tesalónica (s. VI: 14 epigramas); Juliano (1 epigrama); Eratóstenes Escolásticos (1 epigrama);
Ireneo Referendario (3 epigramas); Cometas Cartulario (1 epigrama); Agatías Escolástico (23
epigramas).
El libro V de AP recoge epigramas de colecciones anteriores: 2-103: epigramas procedentes de la
Guirnalda de Meleagro( publicada en s.I a.C.), el Anthologon de Diogeciano (s.II d.C.) y la
Sylloge de Rufino (s.II d.C); 104-133: epigramas procedentes de la Guirnalda de Filipo (s. I d. C);
133-215: epigramas procedentes de la Guirnalda de Meleagro (s. I a. C) ; 216-302 : epigramas
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procedentes del Cyclo de Agatías (s. VI. d.C); los epigramas 1 y 310 fueron añadidos por el
lemnatista.
Algunos poetas desde el s. II a. C hasta el s. V d. C con presencia en V, AP son, por ejemplo,
Filodemo de Gádara (s.II-I a.C), Marco Argentario (s. I d.C), Meleagro de Gádara (S.II. d.C),
Rufino (s. II d.C9, Nóside de Locros (s.IV d. C), Paladas de Alejandría (s. IV d.C), Claudiano de
Alejandría (s.IV d.C), etc.
[6] Eros entendido como deseo sexual y acto erótico. La persona amada es objeto erótico. Los poemas
potencian todos los medios expresivos para crear sensorialidad.
[7] Eros entendido como sentimiento de amor. El amante goza y sufre por la persona amada. Los
poemas se llenan de reflexiones sentimentales y sutilezas psicológicas. Una parte importante de la
elegía amorosa romana - Tíbulo, Propericio, Ovido en parte- sigue esta segunda forma de acceso a
eros; expresan un eros “erótico”: Propercio I,3 (conectado con Paulo Silenciario (A.P. V 275),
Porpercio II 15, Ovidio, Amores, I 5. El sentimiento amoroso es el objeto de atención de la
tradición petrarquista. La poesía amorosa en castellano de los siglos XVI y XVII entronca
mayoriatariamente con el neoplatonismo y petrarquismo La corriente de poesía antipetrarquista (
poemas de Diego Hurtado de Mendoza, Aldana etc. en la poesía española de los siglos de Oro),
por el contrario, expresa la unión física erótica o elige procacidades sexuales en tono humorístico.
Acerca de la diferencia entre ambos tipos de eros, remito, por ejemplo, a las palabras de
OCTAVIO PAZ dedicadas a Luis Cernuda en “La palabra edificante”, Cuadrivio, México,
Joaquín Mortíz, 1965. Volveré sobre el tema en el apartado IV.2 del presente trabajo.
[8] La recepción de los poemas de la Antología Palatina, en su forma originaria (s. III a.C.),
presumiblemente mayoritaria, debió de ser la recitación y/o el canto durante la celebración de los
banquetes (tradición simposiaca de elegías, esocolios y canciones líricas desde el s. VII a.C.),
según la hipótesis de Reitzenstein (1893) y otros autores. Gutzwiller (“The Third Century: Erotic
and Sympotic Epigram”, en Poetic Garlands. (op.cit.), pág. 116) supone que ya en el siglo III a.
C. determinados poemas fueron recogidos en libros (coleciones de Asclepiades, Hélido, Leónidas,
); hacia finales del s. V a. C. y durante el s. IV a. C. se generalizaron las colecciones que
preservaban por escrito el legado oral o bien contenían poemas compuestos expresamente para la
transmisión escrita. Si tenemos en cuenta el contexto festivo y convival como forma esencial de
recepción de los epigramas -aún los compuestos para la escritura guardarían referencia a la
oralidad primitiva o su ficcionalización-, nos encontramos con un marco que, añadido al literario,
conduce a la desrealización de la que hablo en el texto.
[9] Poeta del siglo II d.C. La Antología Palatina recoge 38 epigramas suyos.
[10] Cito siempre por la traducción de los poemas del libro V deAP realizada por Cristóbal
Rodríguez Alonso, en Poemas de amor y muerte en la Antología Palatina. Libro V y selección
del libro VII, [e d. de Cristóbal Rodríguez Alonso y Marta González González], Madrid,
Akal/Clásica, 1999. Las citas de los poemas en griego proceden de Epigrammatum Anthologia
Palatina cum Planudeis et appendice nova epigrammatum veterum ex libris et marmoribus
ductorum, [annotatione innedita Boissonadii, Chardonis de la Rochette, Bothii, partim inedita
Jacobsii, metrica versione Hugonis Grotii, et apparatu critico instruxit Fred. Dübner], volumen
primum, Parisiis, Editore Ambrosio Firmin Didto, 1864-1872
[11] En el grupo de los poemas donde se celebra la belleza de la amada por comparación con los
dioses (Cipris, las Gracias, juicio de Paris...) figuran, por ejemplo, 35 (Rufino); 36 (Rufino); 70
(Rufino); 73 (Rufino); 94 (Rufino); 95 (Rufino); 140 (Meleagro); 141 (Meleagro);146 (Calímaco);
148 (Meleagro); 149 (Meleagro); 194 (Filipo o Asclepíades). Es frecuente que se establezca la
excelencia de la amada pro encima de los mismos dioses, como ocurre en 12 (Rufino).
[12] Vid. 144 (Meleagro): la amada es superior a las flores; 15 (Rufino): superior a las estatuas de los
divinos escultores; 143 (Meleagro); 270 (Meleagro).
[13] La poesía de los siglos XVI y XVII españoles naturaliza los topoi vistos hasta aquí : recordemos,
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por poner sólo un ejemplo, los sonetos de Garcilaso (“En tanto que de rosa y d´azucena”) y
Góngora (“Mientras por competir con tu cabello”)
[14] Entre los libros que compré entonces estaba la Antología Palatina, texto griego y traducción
francesa, editada en la colección Guillaume Budé. Menciono su adquisición porque esos breves
poemas, en su concisión maravillosa y penetrante, fueron siempre estímulo y ejemplo para mí.
(Luis Cernuda, Historial de un libro, en PC, pág. 917)
[15] Vid. v.gr.el motivo de las canas como signo de envejecimiento en 21 (Rufino); 23 (Calímaco);
26 (Anónimo); 103 (Rufino); 11 (Filodemo).
[16] Vid . 13 (Filodemo) ; 20 (Honesto) ; 26 (anónimo) ; 62 (Rufino) ; 76 (Rufino) ; 282 (Agatías).
[17] VId. también. 258 (Paulo Silenciario)
[18] El motivo de la perpetuación de los encantos en avanzada edad se repite en 282 (Agatías). La
variación consiste en apreciar también el vigor sexual. En 20 (Honesto), el amante prefiere a la
mujer en su edad media (no doncella ni vieja) porque es esa la edad en sazón para la cama de
Cipris.
[19] Yambógrafos y elegíacos griegos expresan el carpe diem con una particularidad no recogida en
la epigramática erótica: es preciso gozar -dicen- de los placeres mientras se tienen; pero hay que
hacerlo con moderación y sin jactancia - `ubris-, porque ésta, la vanagloria en la dicha, hace que
los dioses y la soberana Tuch castiguen el exceso. Testimonios del sentimiento de precariedad y
lección de carpe diem, pueden ser, por ejemplo: Solón 2 -1D- vv. 7-8.73-78; Arq.8 -10D-;
Arq.19-106D-; Arq.86 -112 D; Arq.104 -25D-; Arq. 204 -71D-; Arq. 205 -72D-; Arq. 218 -76D-;
Arq- 219 -77D-; Semónides 1 -29D-; Mimn 1-1D-; Teog. 989-991; Teog.1007-1011.
[20] Bien se trate de poemas compuestos para una ejecución real en un simposio; o bien los
epigramas palatinos recreen ilusoriamente el tradicional marco de recepción simposiaco situándolo ficticiamente en el plano de lo real o lo posible[21] Los epigramas (cfr. Gutzwiller (1998), op.cit.) reutilizan determinadas formas expresivas y
motivos de las primitivas inscripciones, al tiempo que extraen temas, motivos y sistemas de
pensamiento de la antigua elegía. Sobre la imitatio de ambos géneros, los poetas epigramatistas de
A.P. crean un género literario nuevo, de características específicas.
[22] Proceso de codificación de alusiones en un contexto de estandarización literaria y técnica de
alusiones múltiples.
[23] Vid.74 (Rufino); 90 (Anónimo); 92 (Anónimo); 92 (Rufino); 118 (Marco Argentario; 145
(Asclepiades); 147 (Meleagro); 288 (Paulo Silemciario);
[24] Vid. Arquíloco: épodo VIII : 80 (113D); 21 (Rufino); 23 (Calímaco); 27 (Rufino); 28 (Rufino);
74 (Rufino); 76 (Rufino); 79 (Platón);85 (Asclepíades); 92 (Rufino); 103 (Rufino); 118 (Marco
Argentario); 271 (Macedonio Cónsul); 273 (Agatías Escolástico); 298 (Juliano)
[25] Vid. 70 (Platón); 80 (Platón); 290(Paulo Silenciario) ; 214 (Meleagro); 290 (Paulo Silenciario)
[26] Vid. 134 (Posidipo) ; 135 (Anónimo) ; 136 (Meleagro); 137 (Meleagro); 288 (Paulo Silenciario)
[27] vid. Teogonia vv. 116-125; Te. vv.126-886. Vid. Trabajos y días 11, 16, 24
[28] Vid. v.gr.57 (Meleagro); 59 (Arquias); 177 (Meleagro); 179 (Meleagro); 268 (Paulo Silenciario);
301 (Paulo Silenciario)
[29] Vid. 212 (Meleagro); 234 (Paulo Silenciario); 310 (Anónimo)
[30] Vid. v.gr. 57 (Meleagro) ; 163 (Meleagro) ; 176 (Meleagro); 177 (Meleagro); 178 (Meleagro);
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Paloma Andrés Ferrer: La imagen literaria de Eros en la Antología Palatina, Libro V -nº 23 Espéculo (UCM)
179 (Meleagro); 180 (Meleagro)
[31] Vid. 163 (Meleagro).
[32] Vid. 10 (Alceo de Mesene); 27 (Rufino); 98 (Anónimo o Arquias) 57 (Meleagro); 86
(Claudiano); 87 (Rufino) 189 (Asclepiades); 198 (Meleagro); 215 (Meleagro); 232 (Paulo
Silenciario): ella dispara con sus gracias; 234 (Paulo Silenciario); 268 (Paulo Silenciario);
[33] Vid. 10 (Alceo de Mesene); 57 (Meleagro); 82 (Anónimo); 87 (Rufino); 88 (Rufino); 111
Antífilo); 124 (Filodemo); 131 (Filodemo); 189 (Asclepíades); 209 (Posidipo o Asclepíades);
210(Asclepíades); 211 (Posidipo) 226 (Paulo Silenciario); 239 (Paulo Silenciario): con variatio;
260 (Paulo Silenciario); 288 (Paulo Silenciario); 290 (Paulo Silenciario); 291 (Paulo Silenciario)
[34] Vid. 226 (Paulo Silenciario) ; 234 (Paulo Silenciario); 335(Macedonio Cónsul); 236 (Paulo
Silenciario); 260 (Paulo Silenciario)
[35] Vid. 227 (Macedonio Cónsul) ; 230 (Paulo Silenciario); 249 (Irineo Referendario; 268 (Paulo
Silenciario); 22 (Rufino)
[36] Vid. 11 (Anónimo); 190 (Meleagro); 209 (Posidipo o Asclepíades); 235 (Macedonio Cónsul)
[37] Vid. 19 (Rufino); 247 (Paulo Silenciario); 293 (Paulo Silenciario)
[38] vid.64 (Asclepíades); 168 (Anónimo); 249 (Irineo Referendario); 299 (Agatías Escolástico); 300
(Paulo Silenciario)
[39] Vid.. 93 (Rufino); 211 (Posidipo) 293 (Paulo Silenciario)
[40] Vid. 59 (Arquias); 124 (Filodemo)
[41] Vid. 32 (Marco Argentario); 163 (Meleagro)
[42] Vid. 32 (Marco Argentario) 240 (Macedonio Cónsul)
[43] Vid. 247 (Paulo Silenciario)
[44] Vid. 266 (Paulo Silenciario)
[45] Vid. 225 (Macedonio)
[46] Vid.53 (Dioscórides); 215 (Meleagro); 221 (Paulo Silenciario); 236 (Paulo Silenciario); 238
(Macedonio Cónsul);
[47] Vid. 214 (Meleagro)
[48] vid.25 (Filodemo)
[49] El motivo aparece, por ejemplo, en Luciano (Fugit.,27 ), y en Mosco (cap. IX, 440)
[50] Vid. 194 (Filipo o Asclepíades); 225 (Macedonio); 231 (Macedonio Cónsul)
[51] Todos recordamos, por ejemplo, el soneto VIII de Garcilaso que comienza: “De aquella vista
pura y excelente/ salen espíritus vivos y encendidos/ y siendo por mis ojos recebidos,/ me pasan
hasta donde el mal se siente(...)” (vv. 1-2)
[52] Vid. 89 (Marco Argentario); (Honesto); 227 (Macedonio Cönsul); 288 (Paulo Silenciario)
[53] C.fr. Francisco de Aldana: “¿Cuál es la causa, mi Damón, que estando (...)”
[54] Choque entre que entre realidad y deseo; insaciabilidad del deseo.
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[55] C.fr. v.gr. L.Cernuda: que el amor es lo eterno y no lo amado (“La vereda del cuco”, en Como
quien espera el alba)
[56] Vid. 26 (Anónimo); 48 (Rufino)
[57] Vid. 28 (Rufino); 73 (Rufino); 197 (Meleagro)
[58] Vid. 13 (Filodemo); 175 (Meleagro), 197 (Meleagro); 248 (Paulo Silenciario);
[59] Vid.175 (Meleagro); 228 (Paulo Silenciario)
[60] Vid. 74 (Rufino); 147 (Meleagro); 198 (Meleagro)
[61] Vid. 260 (Paulo Silenciario)
[62] 15, 48 (Rufino); 198 (Meleagro); 55, 156 (Dioscórides); 153 (Asclepíades);
[63] 56 (Dioscórides); 61,76 (Rufino)
[64] 198 (Meleagro); 250 (Paulo Silenciario)
[65] 48 (Rufino); 159 (Simónides)
[66] 15, 27 (Rufino); 272 (Paulo Silenciario)
[67] 246 (Paulo Silenciario); 227 (Macedonio Cónsul)
[68] 27 (Rufino); 76 (Rufino)
[69] 48 (Rufino); 60 (Rufino)
[70] 73, 76 (Rufino); 106 (Diotimo de Mileto); 108 (Crinágoras); 173 (Meleagro)
[71] 13 (Filodemo); 28, 35, 36, 76 (Rufino)
[72] 118 (Marco argentario )
[73] Vid. 56 (Dioscórides); 120, 131 (Filodemo); 148, 149, 155, 171 (Meleagro); 241 (Paulo
Silenciario)
[74] 66 (Rufino); 25 (Rufino)
[75] 66 (Rufino); 35 (Rufino)
[76] 48 (Rufino); 56 (Dioscórides); 236, 244, 270 (Paulo Silenciario)
[77] 48, 60, 62, 76 (Rufino); 56, 193 (Dioscórides); 84 (Anónimo); 270 (Paulo Silenciario)
[78] 95 (Rufino); 60 (Rufino)
[79] 34, 35 (Rufino)
[80] 54, 55 (Dioscórides)
[81] 104 (Argentario); 255 (Paulo Silenciario); 276 (Agatías Escolástico); 270 (Paulo Silenciario);
217 (Paulo Silenciario)
[82] 199 (Hélido); 200 (Anónimo)
[83] 219 (Paulo Silenciario); 18 (Rufino); 210 (Asclepiades); 127 (Marco Argentario); 121
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(Filodemo); 126( Filodemo); 129 (Automedonte); 38 (Nicarco); 49 (Tudicio Galo); 232 (Paulo
Silenciario); 302 (Agatías Escolástico); 122 (Diodoro); 6 (Calímaco); 19(Rufino); 65 (Anónimo);
207 (Asclepíades)
[84] 160 (Meleagro); 165 (Meleagro); 2 (Anónimo); 243 (Macedonio Cónsul); 151 ( Meleagro); 171
(Meleagro); 174 (Meleagro); 83 (Anónimo); 84 (Anónimo); 285 (Leoncio)
[85] 73 (Rufino); 60 (Rufino); 35 (Rufino); 36 (Rufino) 104 (Marco Argentario)
[86] 14 (Rufino); 73 (Platón); 171 (Meleagro); 244 (Paulo Silenciario); 245 (Macedonio Cónsul); 285
(Agatías Escolástico); 305 (Anónimo)
[87] 54 (Dioscórides); 49 (Tudicio Galo); 116 (Marco Argentario); 105 (Marco Argentario); 253
(Paulo Silenciario); 128 (Marco Argentario)
[88] 252 (Paulo Silenciario); 128 (Marco Argentario); 55 (Dioscórides); 169 (Asclepíades); 4
(Filodemo)
[89] 199 (Hélido) ;200 (Anónimo); 201 (Anónimo); 202 (Asclepíades); 203 (Asclepíades)
[90] 3 versos frente a los 13 que narran la superación de los obstáculos: técnica de morosidad
narrativa.
[91] 255 (Paulo Silenciario); 283 (Paulo Silenciario); 3 (Antíprato de Tesalónica); 223 (Macedonio);
47 (Rufino); 120 (Filodemo); 246 (Paulo Silenciario); 243 (Macedonio Cónsul). Recuerdo
especialmente a Francisco de Aldana o Luis Cernuda como poetas de los límites del amor, la
lucha entre la realidad y el deseo: Vid. infra. notas 54-56
[92] Por motivos de simplificación conceptual, no sigo en el texto la caracterización estricta (desde el
punto de vista de la retórica) entre metáfora, imagen, símbolo, alegoría, etc. Todas estas formas
literarias son, en cualquier caso, lenguaje por imágenes, lenguaje indirecto, siendo esto con
precisión lo que me importa.
© Paloma Andrés Ferrer 2003
Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid
El URL de este documento es http://www.ucm.es/info/especulo/numero23/im_eros.html
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