ISSN electrónico: 2172-9077
DOI: https://doi.org/10.14201/fjc202020181200
LA
SEDUCCIÓN PUBLICITARIA EN
MAD MEN
Advertising Seduction in Mad Men
Dra. Begoña GUTIÉRREZ-MARTÍNEZ
Colaboradora del Grupo de investigación ATAD, Universidad Complutense de Madrid, España.
E-mail:
[email protected]
URL del código ORCID: 0000-0003-0046-9696
Fecha de recepción del artículo: 10/12/2019
Fecha de aceptación definitiva: 26/02/2020
RESUMEN
Nos centramos en Mad Men (Matthew Weiner, 2007-2015, EE.UU.), una serie de televisión que versa sobre el mundo de la publicidad en la Avenida Madison de Nueva
York. Ambientada en la década de 1960, la serie pone en escena la Edad de oro de la
publicidad que se desarrolla en esa época. Se trata de un período en el que se ensayan
nuevas formulaciones publicitarias. Las estrategias de representación cambian, dejando
atrás modelos argumentativos, para desarrollar otros más seductores. Nuestra propuesta
aporta un conocimiento concreto y riguroso acerca de las relaciones entre Mad Men
y la publicidad, en concreto la de índole seductora, tal y como se pone en escena en
la serie. Con ese fin, analizamos textualmente distintos elementos audiovisuales de la
primera temporada de la serie: puesta en escena, fotografía, vestuario, guion, caracterización psicológica de los personajes, montaje, tipos de planos e interpretación actoral.
Argumentamos en las conclusiones la conveniencia de referirnos, en este contexto, a este
conjunto de estrategias de la publicidad seductora, como seducción publicitaria. Pues en
Mad Men, este modelo seductor trasciende la profesión publicitaria, para instalarse en
diferentes ámbitos de la vida privada. Estamos ante un texto audiovisual que hibrida los
formatos serial y publicitario.
Palabras clave: Mad Men; televisión; series; publicidad seductora; análisis textual.
ABSTRACT
We focus on Mad Men (Matthew Weiner, 2007-2015, USA), a television series that deals
with the world of advertising on Madison Avenue in New York. Set in the 1960s, the
series stages the Golden Age of advertising that takes place during that period. This
is a period in which new advertising formulations are tested. Representation strategies
change, leaving behind argumentative models, to develop more seductive ones. Our
proposal provides specific and rigorous knowledge about the connections between Mad
Men and advertising, specifically the seductive kind, as it is staged in the series. To that
end, we textually analyze different audiovisual elements of the first season of the series:
mise-en-scène, photography, costume, screenplay, psychological characterization of the
characters, editing, kinds of shots and acting. We conclude by arguing the advantage of
referring, in this context, to these seductive advertising strategies, such as advertising
seduction. In Mad Men, this seductive model transcends the advertising profession, to
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settle in different areas of private life. We are facing an audiovisual text that hybridizes the
serial and advertising formats.
Key words: Mad Men; television; television series; advertising seduction; textual analysis.
1. Introducción
Mad Men (Matthew Weiner, 2007-2015, EE.UU.) es una serie televisiva ambientada en la década de 1960 en Nueva York, que versa principalmente sobre el mundo
de la publicidad en la Avenida Madison. Consta de siete temporadas compuestas
por 13 capítulos cada una, excepto la última que tiene catorce. Entre los numerosos
reconocimientos que ha recibido destacan los Prime time Emmy a la mejor serie
dramática, con los que han sido galardonadas sus cuatro primeras temporadas. La
serie ha sido ampliamente elogiada por su minuciosidad a la hora de recrear la
época de 1960 (Bigsby, 2013, p. 357). Se trata de un período histórico que supone,
en el contexto estadounidense, una ruptura política, social y cultural como consecuencia de: la presidencia y el asesinato de John Fitzgerald Kennedy; el movimiento
por los derechos civiles y el asesinato de Martin Luther King; la Segunda Ola Feminista; el movimiento hippy; y la Guerra de Vietnam. Se trata de acontecimientos
retransmitidos, a menudo, por la televisión, que empieza a instalarse en los hogares
rápidamente.
Se calcula que en 1960 hay una televisión por cada hogar estadounidense y a
partir de 1965 disminuyen las ventas «de receptores en blanco y negro por el descenso
de precios de los de color, cuya comercialización se había iniciado cinco años antes»
(Eguizábal, 1998, p. 351). Esta década es considerada una Edad de oro para el medio
televisivo, cuyo modelo de financiación se inicia con el patrocinio de las marcas y vira
hacia la creación y consolidación del spot. Este «pequeño mensaje independiente de la
programación» surge de forma azarosa cuando la marca de cosméticos Hazel Bishop,
que no se puede permitir asumir el patrocinio de un programa completo, presenta su
spot entre dos contenidos televisivos (Eguizábal, 1998, p. 353). Como consecuencia,
sus ventas se incrementan y otras compañías llevan a cabo iniciativas similares, que
popularizan y consagran este nuevo formato publicitario.
A mediados del siglo XX, finalizada la Segunda Guerra Mundial, «la sociedad occidental entra en una etapa nueva, definida precisamente como Sociedad de Consumo»
(Checa Godoy, 2007, p. 144). En este período de la historia de los EE.UU. comienza la
denominada etapa del liberalismo moderno, la sociedad de la afluencia, la sociedad
de la opulencia o la Edad dorada del capitalismo (Galbraith, 1985). «Los ciudadanos
de una sociedad de la afluencia», subraya Kevin Guilfoy (2010, p. 36), «han satisfecho
sus deseos de comida, cobijo y seguridad básica […] pero, sin embargo, tienen deseos
urgentes por artículos de lujo». Nos situamos también en una Edad dorada de la publicidad, provocada, en gran medida, por este contexto económico próspero para las
clases medias altas. El consumo y el consumidor se convierten en ejes de la sociedad,
«que tiene una abundancia de recursos económicos desconocida en las sociedades
precedentes» y, por ello, cada vez está más presente la publicidad, tanto en el espacio
público como en el privado (Checa Godoy, 2007, p. 144).
En este contexto, el sector publicitario ensaya nuevas formas de creatividad
basadas en ideas y conceptos, con el fin de atraer a nuevos consumidores que no
trabajan «por la mera supervivencia ni para evitar la inseguridad económica, sino
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en pos de una elevada gratificación económica que se corresponde con una nueva
forma de prestigio» (Ros, 2015, p. 71). La publicidad deja atrás el predominio de los
textos escritos extensos, que son sustituidos por «imágenes y eslóganes con gancho»
(Heiman, 2002, p. 36). Así, se efectúa un cambio estratégico, pues ya no interesa la
publicidad persuasiva, que intenta convencer con argumentos, sino otra seductora,
que deslumbra y sugestiona.
Mad Men retrata escrupulosamente esta época dorada de la publicidad (Corominas, 2009; Tous-Rovirosa, 2015), por lo que distintos investigadores proponen la
serie como una herramienta docente para el Grado en Publicidad y Relaciones Públicas (Pacheco Rueda, 2013; Menéndez Menéndez, 2015). Andreja Novakovic y Tyler
Whitney (2010), sin embargo, analizan la serie con el fin de reflexionar acerca de la
ética en el mundo de la publicidad. ¿Existe honestidad y respeto entre el anunciante y
el consumidor?, se preguntan los autores. Además, este texto audiovisual construye un
discurso metapublicitario, ya que «no solo habla de publicidad, sino que es publicidad
en sí misma», es decir, «una suerte de extenso comercial para promocionar la propia
publicidad» (Menéndez Menéndez y Fernández Morales, 2013, pp. 136, 146).
Como hemos visto, la mayor parte de los trabajos centrados en las relaciones entre
Mad Men y publicidad estudian la serie como una representación de la edad de oro
publicitaria; una herramienta docente para el Grado en Publicidad y Relaciones Públicas; un texto audiovisual en torno al que reflexionar sobre la ética en el universo de
la publicidad; o un discurso metapublicitario para promocionar la publicidad. Nuestra
propuesta aporta un conocimiento más riguroso y concreto acerca de las numerosas
relaciones entre Mad Men y la publicidad. Pretendemos ampliar la comprensión sobre
la serie y, al mismo tiempo, desvelar sus múltiples conexiones con la publicidad en
general, y con la publicidad seductora en particular.
En el siguiente apartado, expondremos los objetivos generales y específicos de
esta investigación. A continuación, en la sección metodológica realizaremos una revisión bibliográfica dedicada al estudio de la publicidad seductora y sus características
principales. Además, explicaremos cómo hemos aplicado el método de análisis textual
desarrollado en este estudio. El marco teórico proporcionará al lector definiciones de
conceptos clave para la comprensión del análisis. Por una parte, en el ámbito de la
publicidad destaca la Gran Idea, la imagen de marca, la estrategia de humanización
y el candidato marca. Estos dos últimos se relacionan, además, con la comunicación
política. Por otra parte, nos centramos en el feminismo y los estudios de género: las
reivindicaciones en favor de la igualdad de los hombres y las mujeres; la liberación
sexual femenina; y la representación de las mujeres como objetos eróticos.
En la presentación de los resultados y la discusión, valoraremos el análisis en
relación con el proceso creativo publicitario, la personificación de la publicidad
seductora por parte de diferentes personajes de la serie y la exhibición de este tipo
de publicidad. Para concluir, nos referiremos a las múltiples y complejas relaciones
establecidas entre la serie y la publicidad, tanto en la forma, como en el contenido.
Enumeraremos cinco estrategias básicas empleadas por Mad Men para poner en
escena la publicidad de índole seductora. Finalmente, convendremos en denominar
a esta publicidad seductora como seducción publicitaria, pues sus estrategias trascienden la profesión publicitaria para enmarcarse en el resto de los ámbitos, incluida
la vida privada.
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2. Objetivos
Los objetivos generales de esta investigación son tanto aportar una comprensión
más amplia de Mad Men, como obtener un conocimiento más profundo y riguroso de
su relación con la publicidad durante la primera temporada de la serie.
Son objetivos específicos:
–
–
–
–
–
Averiguar cómo es representada la Edad de oro de la publicidad.
Identificar las referencias tanto al proceso creativo de los publicitarios, como
a la publicidad seductora.
Describir las estrategias fundamentales de la publicidad seductora, tal y como
son puestas en escena.
Profundizar en el conocimiento de las relaciones laborales y personales entre
los profesionales de la publicidad y sus clientes.
Conocer las posibles hibridaciones entre el formato serie y el publicitario.
3. Metodología
Para la consecución de los objetivos planteados proponemos realizar, en primer
lugar, una revisión bibliográfica de distintos textos académicos dedicados al estudio
de la publicidad seductora. Además, nos aproximamos a diferentes textos académicos
que estudian las estructuras psicológicas del ser humano y, en concreto, los elementos
que son susceptibles de activarse al consumir este tipo de publicidad. En segundo
lugar, realizamos un análisis textual de carácter cualitativo de la primera temporada
de Mad Men, guiado por los objetivos propuestos. Los episodios de esta primera
temporada son: E1, El humo ciega tus ojos (Smoke gets in your eyes, 2007, Alan
Taylor); E2, Aseo de señoras (Ladies Room, 2007, Alan Taylor); E3, Las bodas de Fígaro
(Marriage of Figaro, 2007, Ed Bianchi); E4, Nueva Ámsterdam (New Amsterdam, 2007,
Tim Hunter); E5, 5G (5G, 2007, Lesli Linka Glatter); E6, Babilonia (Babylon, 2007,
Andrew Bernstein); E7, Devolviendo el golpe (Red in the Face, 2007, Tim Hunter);
E8, El código del vagabundo (The Hobo Code, 2007, Phil Abraham); E9, Mira al pajarito (Shoot, 2007, Paul Feig); E10, El puente (Long Weekend, 2007, Tim Hunter); E11,
El veranillo de San Miguel (Indian Summer, 2007, Tim Hunter); E12, Nixon contra
Kennedy (Nixon vs. Kennedy, 2007, Alan Taylor); E13, La Rueda (The Wheel, 2007,
Matthew Weiner).
Enmarcamos este artículo en el estudio de las imágenes provocadoras de una
suerte de fascinación visual, donde situamos el nuevo tipo de publicidad que surge
durante la década de 1960. Se trata de una publicidad que apela fundamentalmente al
deseo, pues pretende «construir una imagen deseable del objeto publicitario» (González Requena y Ortiz de Zárate, 1995, p. 8). Vanoye y Goliot-Lété (2008: 130) se han
referido a este tipo de publicidad, comúnmente empleada en los anuncios de perfumes, como la seducción del «sueño feliz» y el «fantasma paradisíaco». La publicidad
seductora apenas utiliza «el componente argumentativo (docere)», ya que, al contrario
de lo que ocurre en la publicidad persuasiva, donde prima la articulación de una
argumentación, en la seductora se emplean «estrategias afectivas, que se integran en
los componentes de movere y placere de la tradición retórica» (Calvo Revilla, 2014: 73).
La emotividad es el eje de este tipo de publicidad, donde se explotan «las estructuras
psicológicas (arquetípicas y socioculturales) de la condición humana» (Calvo Revilla,
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2014, p. 73). Recordemos, además, que existe la posibilidad de crear soluciones mixtas,
donde se combinan seducción y persuasión en un mismo producto publicitario.
En la publicidad seductora predominan las imágenes con las que el espectador
puede sentirse identificado. Se trata de imágenes que «reenvían a la fase del espejo, al
estadio de las primeras imágenes fundadoras del yo prelingüístico» (González Requena
y Ortiz de Zárate, 1995, p. 17). Nos referimos a un estadio de la constitución del ser
humano que tiene como punto de partida un dato empírico según el cual el niño de
seis meses reconoce su imagen frente a un espejo (Wallon, 1975; Lacan, 2010). Se
trata de una imagen prematura, «una forma (Gestalt) en la cual [el bebé] anticipa una
unidad corporal (de ahí su ‘gozo’) que objetivamente le falta» (Laplanche y Pontails,
2004, p. 147). Las imágenes publicitarias activan «una serie de redes simbólicas», ya
que sus «constituyentes plásticos, cromáticos y geométricos», y «su distribución en el
espacio de la representación», prosigue Calvo Revilla (2014, p. 73), constituyen «una
propuesta de sentido que precisa interpretación». Desde el punto de vista del neuromarketing, el discurso publicitario produce «un mayor flujo de sangre y oxígeno en el
córtex medial orbitofrontal, que, a su vez, consigue generar una mayor sensación de
disfrute en el receptor» (García López, 2011, p. 121).
Empleamos la metodología de análisis textual, consistente en sacar a la luz la
experiencia del espectador durante el visionado de un texto audiovisual. Examinamos
minuciosamente la primera temporada de la serie, prestando especial atención a las
escenas que puedan esclarecer nuestros objetivos. Consideramos Mad Men como una
obra artística, «susceptible de engendrar un texto (análisis textual) que fundamente
sus significaciones sobre estructuras narrativas (análisis narratológico) y sobre bases
visuales y sonoras (análisis icónico), produciendo así un efecto particular sobre el
espectador» (Aumont y Marie, 1990, p. 18). Empleamos el método de análisis textual
por dos motivos. En primer lugar, porque este tipo de análisis «trabaja la película en el
sentido en que la hace ‘moverse’ o hace mover sus significados, su impacto» (Vanoye
y Goliot-Lété, 2008, p. 9). Así, confrontamos Mad Men con la publicidad seductora,
con el fin de encontrar las huellas compartidas entre ambos formatos. En segundo
lugar, «el análisis hace reflexionar al analista al cuestionar sus primeras percepciones
e impresiones, llevándole a reconsiderar sus hipótesis o sus tomas de postura para
reforzarlas o modificarlas» (Vanoye y Goliot-Lété, 2008, p. 9).
Respecto al método de análisis del texto audiovisual cabe destacar el desarrollo
de dos fases fundamentales. En la primera, se descosen, desensamblan, y separan
los materiales que componen el texto: puesta en escena, fotografía, vestuario, guion,
caracterización psicológica de los personajes, montaje, tipos de planos e interpretación actoral. En la segunda, se establecen «vínculos entre estos elementos aislados»,
para comprender cómo se asocian y «se vuelven cómplices para permitir la aparición
de un todo significante» (Vanoye y Goliot-Lété, 2008, p. 12). En esta fase es fundamental tener presente que la creatividad analítica encuentra sus límites en el texto audiovisual seleccionado, que es la referencia principal para el trabajo de análisis.
4. Marco teórico
En este apartado nos referimos, en primer lugar, a conceptos relacionados con
el estudio de la publicidad, en concreto, la de índole seductora. En segundo lugar,
explicamos cuestiones relativas a las relaciones de género y el feminismo. Se trata de
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ideas fundamentales para adentrarnos en el universo de la serie, que pone en escena
una época pasada, la década de 1960 en EE.UU., con sus luces y sus sombras, y sus
destellos de felicidad y desilusión.
En este contexto, el sector publicitario experimenta una «Revolución creativa» en
EE.UU. (Heimann, 2002, p. 36). Coincide con la emergencia del método de la Gran
Idea, que consiste en priorizar las imágenes seductoras y los eslóganes breves, frente a
textos explicativos largos que en este ámbito no suscitan el interés del público. Por ello,
los directores artísticos comienzan a apreciar «el poder inherente a la tipografía y las
imágenes de calidad» para crear anuncios con «elegancia y clase» (Heimann, 2002, p. 37).
Estos cambios propician el desarrollo de la Edad de oro de la publicidad en el seno de la
«sociedad de la opulencia» (Galbraith, 1985), un contexto social e histórico determinado
en el que «la escasez de recursos ha quedado para la historia» en una amplia parte de la
sociedad occidental (Pérez Tornero, Tropea, Sanagustín, Costa, 1992, p. 22).
Destaca el célebre publicista David Ogilvy, figura inspiradora para la creación del
protagonista de Mad Men, Don Draper. Defiende la estrategia de imagen de marca
(Roman, 2010), basada en crear una publicidad que proporcione rasgos psicológicos
a los productos anunciados y que, además, sea capaz de resistir al paso del tiempo. Se
trata de «dotar de una personalidad al producto» (Checa Godoy, 2007, p. 133). Apuesta
por aportar imaginación, originalidad, humor y atrevimiento a las campañas publicitarias y está convencido de la efectividad de la «publicidad emocional» (Eguizábal,
1998, p. 378). En esta época surgen gran cantidad de marcas y productos muy similares entre sí, por lo que paulatinamente el pensamiento razonado del consumidor
pierde peso a la hora de elegir entre una marca u otra. Por el contrario, predomina el
registro imaginario del texto, que es posible reconocer a través del aparato perceptivo-gestáltico, pues desencadena mecanismos de identificación y suscita el deseo.
La técnica publicitaria basada en la imagen de marca es empleada también en el
ámbito de la comunicación política, donde se combina con la estrategia de humanización de los políticos, presentándolos como «seres entrañables, familiares» y envueltos en un «aura de valores domésticos» (Eguizábal, 1998, p. 361). Entre las estrategias publicitarias absorbidas por la comunicación política, destaca el concepto de
«candidato marca» (Losada Díaz, 2009, p. 51). Se refiere a los candidatos políticos que
personifican las propuestas políticas de sus partidos y representan los valores asociados a sus respectivas candidaturas. En este sentido, se aplican técnicas propias del
marketing a la imagen del candidato o líder político.
También en esta década de 1960 destacan reivindicaciones feministas en favor de
la igualdad de los hombres y las mujeres. Se trata de la Segunda Ola Feminista, que
lideró, en sus orígenes, la socióloga estadounidense Betty Friedan, impulsora de la
organización NOW (National Organization for Women, 1966). El creador de Mad Men,
Matthew Weiner, considera la obra de Friedan (1974), como una fuente bibliográfica para
la construcción de la serie (Haralovich, 2011, p. 161). En su ensayo feminista, la autora
expone entrevistas y análisis de contenido de revistas y periódicos de la época (New
York Times, Life, Good Housekeeping, Harper’s Bazar, Woman’s Home Companion…),
«cuyo objeto era buscar la perfección de la mujer como esposa y madre» (Friedan, 1974,
p. 35). Además, critica el «movimiento en favor del regreso al hogar de la mujer» que se
produce en esta época, según el cual «ser ama de casa en un barrio residencial era el
sueño dorado de todas las jóvenes norteamericanas» (Friedan, 1974, pp. 37-38).
El objetivo inicial de este movimiento es que las mujeres participen en la cultura
dominante de la sociedad, aspirando a completar una carrera, recibir educación supeEdiciones Universidad de Salamanca
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rior, obtener derechos políticos, así como la independencia y las oportunidades por
las que lucharon las antiguas sufragistas. Por ello, las mujeres asumen todos los privilegios y responsabilidades para estar en verdadera igualdad con los hombres (Thornham, 2001, p. 30).
En este contexto, la obra de Helen Gurley Brown (1962), es considerada una
bisagra entre el feminismo liberal sufragista y la Segunda Ola. La autora, también
conocida por su trabajo como editora para la revista Cosmopolitan, escribe un estudio
sobre «cómo permanecer soltera con estilo superlativo» (Brown, 1962, p. 11). Se trata
de una guía, convertida en un éxito de ventas, donde se tratan temas como la liberación sexual femenina. Distintos miembros del equipo de Mad Men, como el showrunner, Matthew Weiner, y la asistenta de guion, Robin Veith, se han referido a esta obra
feminista como una fuente de inspiración para su trabajo en la serie (AMC, 2008;
Haralovich, 2011, p. 161).
Esta perspectiva de género, aplicada al estudio académico de los textos audiovisuales, interroga tanto el tradicional par antitético pasividad/actividad asociado al
binarismo sexual mujeres/hombres, como la puesta en escena de los personajes femeninos como objetos de deseo. En este sentido, Laura Mulvey sostiene que el cine
clásico pone en escena «el inconsciente de la sociedad patriarcal» (Mulvey, 2001, p.
365). Los hombres son representados como «portadores de la mirada», mientras que
las mujeres tienen un «tradicional papel de objeto de exhibición» (Mulvey, 2001, p.
370). Para ello, distintas partes del cuerpo femenino son filmadas de forma fragmentada, proporcionando a la pantalla «una calidad plana, como de recortable o de icono»
(Mulvey, 2001, p. 371).
Se trata de cuestiones de género que, como vamos a comprobar, recorren esta
serie. Se pone en escena un contexto de profundos cambios sociales y culturales en
EE.UU., donde los varones se encuentran ante un cambio en los modos de entender
«las relaciones de género y con ellas la propia hombría y su papel social» (García
García, 2010, p. 389).
5. Resultados y discusión
A continuación, exponemos los resultados y la discusión de los análisis realizados.
Versan en torno al proceso creativo publicitario; la búsqueda de la Gran Idea; la personificación de la publicidad seductora por parte de distintos personajes (Don Draper,
Joan Holloway, Peggy Olson, Betty Draper y Jacqueline Kennedy); y la exhibición de
la publicidad tanto en la cabecera, como en distintas reuniones con clientes y compañeros de la profesión, donde se muestran bocetos y se exponen ideas.
5.1. El proceso creativo: la búsqueda de la Gran Idea
El protagonista de Mad Men, Don Draper, trabaja como director creativo de la
agencia de publicidad Sterling Cooper. Es presentado como un hombre solitario y
atormentado en la primera escena de la serie. Sentado ante una mesa del club Lenox
Lounge, busca inspiración para anunciar los cigarrillos de la marca Lucky Strike, pues
la Comisión Federal de Comercio ya no le permite afirmar, como ha estado haciendo
hasta ahora, que el tabaco produce efectos beneficiosos para la salud. A continuación, acude al apartamento de su amante, Midge Daniels. A tenor de sus palabras
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(«la próxima vez que me veas, habrá un almuerzo de jóvenes ejecutivos picoteando
carne de mis costillas», confiesa Don a Midge), pareciera que estuviésemos ante un
personaje vulnerable, inseguro, al borde mismo del más absoluto fracaso. Desde este
instante, la búsqueda de inspiración queda asociada a la caída de su persona. Se trata
de una cuestión mostrada gráficamente a través de una figura negra –representación
precisa del protagonista–, que cae al vacío de una forma aparentemente irremediable
en la cabecera. La caída metafórica del personaje hace referencia a su inmersión en un
estado de bloqueo mental y creativo sin aparente salida, donde predomina la dialéctica discursiva extrema del todo o nada.
Figura 1. Fotogramas extraídos del episodio 1 de Mad Men.
Fuente Mad Men
En el episodio 13 de la primera temporada asistimos, de nuevo, a la caída de Don.
En este caso, busca inspiración para anunciar un nuevo proyector de la marca Kodak.
Durante su proceso creativo, el protagonista es mostrado como un personaje bañado
en alcohol. En el primer fotograma que mostramos en la Figura 2 podemos observar
que su vaso de whisky está apoyado en el suelo, junto a una botella que también ha
sido dejada caer. La posición horizontal del protagonista y de la botella es la misma. Se
la ha bebido y, como consecuencia, está inundado de whisky. También se encuentra
sumergido en él y, así, de alguna manera, se ha mimetizado con la botella. A continuación, aunque con dificultades, ya que durante un instante está a punto de caerse,
el protagonista consigue levantarse del sofá.
Figura 2. Fotogramas extraídos del episodio 13 de Mad Men.
Fuente Mad Men
En el segundo fotograma de la Figura 2 observamos a Don conversando con Harry
Crane, joven ejecutivo de la agencia Sterling Cooper. Harry cuenta al protagonista su
experiencia en el mundo de la fotografía («Hice una serie entera [de fotografías] sobre
huellas de la mano en un cristal […] Siempre estuve fascinado por las pinturas de la
cueva de Lascaux»). Don ironiza al tiempo que se interesa por lo que le cuenta Harry,
ya que, en ciertas ocasiones, vampiriza las ideas de los demás para sus campañas
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publicitarias. Los temas principales que recorren esta escena –arte, pasado y orígenes–
son el germen de la idea que presentará el protagonista ante los ejecutivos de Kodak.
A continuación, se tumba en posición fetal en su sofá (ver el tercer fotograma de la
Figura 2). Se abandona a sí mismo adoptando una posición primaria, al tiempo que
busca esa Gran Idea publicitaria que logre capturar el deseo de sus clientes.
Esta Gran Idea, a la que nos hemos referido en el marco teórico, «no sólo connota
un punto de inflexión radical en relación con el pasado, sino que, además, define
un género creativo genuinamente norteamericano» (Heimann, 2002, p. 36). Sobre ella
pivota el cuarto capítulo de la temporada, en el que Pete Campbell, ejecutivo de cuentas
de Sterling Cooper, vende su propia idea publicitaria a uno de los clientes de la agencia,
concretamente a un ejecutivo de la marca de aceros Bethlehem. Cuando Don descubre
que el joven ejecutivo se ha inmiscuido en su terreno, el de la creatividad, vendiendo
un eslogan propio que nada tiene que ver con el que él ha estado diseñando, decide
despedir de inmediato a Pete. De este modo, también se muestra la rivalidad entre el
departamento de cuentas, que históricamente había controlado el negocio publicitario,
y el creativo, que se está imponiendo en esta década. Finalmente, Bert Cooper, socio
fundador de Sterling Cooper señala que no es posible despedir a Pete, pues las influencias de su familia en Nueva York podrían perjudicar a la agencia en última instancia.
5.2. La personificación de la publicidad seductora
En el inicio del capítulo piloto, los creadores de la serie emiten un mensaje aclaratorio dirigido a sus telespectadores. Primero, leemos en la pantalla el título de la
serie en letras mayúsculas (MAD MEN), que significa literalmente «hombres locos»,
pero también es una referencia a los hombres de la Avenida «Mad», diminutivo de
Madison Avenue, centro neurálgico de la industria publicitaria en la época en la
que se ambienta la serie. A continuación, advertimos que Mad Men es un «término
acuñado a finales de la década de 1950 para describir a los ejecutivos publicitarios de
la Avenida Madison». La locura, a la que explícitamente hace referencia el título de la
serie, se extiende de forma genérica, desde este instante, a los ejecutivos del mundo
de la publicidad. El tercer y último enunciado, «ellos mismos lo acuñaron», cambia, en
cierto modo, la percepción del mensaje, pues destaca el hecho de que ellos mismos
se veían desde esta perspectiva y, quizá, hasta se enorgullecían de ello.
Durante este capítulo inaugural, Don se reúne en la agencia Sterling Cooper con
Rachel Menken, hija del dueño de los grandes almacenes Menken’s. Cuando el protagonista entra, junto a Pete, en la sala de reuniones, Roger Sterling, socio de la agencia,
les presenta como «obradores de milagros», lo que sitúa su trabajo en el plano de las
intervenciones sobrenaturales y nos habla del aura de misterio que rodea al protagonista y sus creaciones. Se trata de una referencia implícita a la seducción publicitaria,
alejada de la razón y más próxima a lo imaginario. En esta escena, Don pregunta a
Rachel, ejecutiva dispuesta a cambiar el negocio que hereda de su padre, qué tipo de
público quiere atraer a sus grandes almacenes, una cuestión que ella responde del
siguiente modo: «Quiero su tipo de gente, señor Draper». Este instante recuerda a otra
reunión de Don con distintos representantes del sector turístico en Israel que tiene
lugar en el sexto capítulo. En esta ocasión, cuando Don pregunta a su potencial clienta,
Lily Meyer, cuál es el salario de su turista ideal, ella responde «El que gane usted». A
continuación, Roger afirma «Siempre dicen eso». Descubrimos, de esta manera, que
el protagonista es un ejemplar de profesional triunfador fruto de la sociedad de la
afluencia y, por ello, encarna el tipo de cliente ideal que buscan sus propios clientes.
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Pero no solamente ejemplifica este triunfador de la época, sino que, además, en
él encontramos la personificación misma de la seducción publicitaria, tal y como se
pone en escena durante su reunión con Lee Garner, dueño de la marca de cigarrillos
Lucky Strike, y su hijo Lee Garner, Jr, en el piloto de la serie. Durante la primera parte
de la escena, el protagonista, todavía sumergido en un bloqueo mental y creativo, está
paralizado y, quizá, temeroso de que se descubra su íntima verdad: él es un fraude,
pues robó la identidad de su superior durante la Guerra de Corea, para escapar de la
contienda y, a partir de esa mentira, creó su actual vida. Se trata de la parte oscura de
su personalidad que, por el momento, se encuentra latente. Sin embargo, durante la
segunda parte de la reunión, justo cuando los clientes están a punto de abandonar
la sala de reuniones de Sterling Cooper, el protagonista se recompone en el límite cual
ave Fénix y abandona el bloqueo mental para abrazar la Gran Idea.
Figura 3. Fotogramas extraídos del episodio 1 de Mad Men.
Fuente Mad Men
Cuando Don logra abandonar ese fondo oscuro que le domina durante su bloqueo
creativo y, además, encuentra la inspiración necesaria, afirma que «esta es la mayor
oportunidad publicitaria desde la invención del cereal […] Podemos decir lo que
queramos». A continuación, él mismo pone en escena distintas características propias
de la publicidad seductora. Pregunta a su seducido, Lee Garner, cómo hace sus cigarros. Una cuestión a la que Lee contesta a través de un microrrelato: «Cultivamos
semillas que repelen los insectos del tabaco, las plantamos bajo los rayos del sol del
Norte de Carolina, crecen, se cortan, se tuestan…». En este instante, Don vampiriza
esta idea, la apunta en la pizarra y se la devuelve a su seducido en forma de eslogan:
«Es tostado». Don mira a los ojos a Lee y pronuncia un discurso afirmativo que no deja
lugar a dudas: «Todos los demás tabacos son venenosos. Lucky Strike es tostado». El
protagonista es filmado en primer plano, al tiempo que su mirada y su atractivo rostro
capturan en sus redes de deseo tanto a los clientes, como a sus propios compañeros.
Tras él, una luz blanquecina saturada asoma tras las ventanas del rascacielos en el que
se encuentran las oficinas de la agencia Sterling Cooper.
Figura 4. Fotogramas extraídos del episodio 8 de Mad Men.
Fuente Mad Men
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Encontramos una dinámica similar a la descrita anteriormente en distintas escenas
que se suceden a lo largo de la primera temporada. Así, durante el octavo episodio,
concretamente en la reunión con los representantes de la marca de pintalabios Belle
Jolie, Don percibe que los clientes no están del todo convencidos de la propuesta
publicitaria que les están presentando. Se trata de una propuesta basada en una idea
previa esbozada por Peggy Olson, todavía secretaria de la agencia Sterling Cooper. El
protagonista se levanta, mira a los ojos a uno de sus clientes y le cuenta un microrrelato muy similar al que previamente pronunció Peggy: «Cada mujer quiere opciones,
pero al final ninguna quiere ser una de cien en una caja. Ella es única. Elige y lo ha
elegido a él. Quiere contarle al mundo: ‘Él es mío’».
En este caso, la seducción se combina con una actitud agresiva por parte de Don,
que deja al cliente ante la posición dicotómica de abandonar la agencia inmediatamente o aceptar la propuesta publicitaria. No deja espacio para opciones intermedias.
«No creo que haya mucho que hacer aquí excepto darlo por terminado. Caballeros,
gracias por su tiempo […] Usted no cree. ¿Por qué deberíamos perder el tiempo
en Kabuki?», espeta Don a uno de los representantes de Belle Jolie. Finalmente, el
cliente, seducido a la par que, noqueado, acepta la propuesta publicitaria. Al finalizar la reunión, Ken Cosgrove, ejecutivo de cuentas, se refiere a la estrategia agresiva
utilizada por Don para seducir a los clientes («probablemente [ha sido] mejor que
colgarlo de los tobillos por la ventana», señala). Se trata de una valoración a la que
Don responde de la siguiente manera: «Ken, te darás cuenta en tu vida privada,
que en cierto punto la seducción acaba y se requiere la fuerza». Unas palabras que
dan cuenta de las fronteras porosas que existen entre la vida profesional y privada del
protagonista, así como de la retroalimentación que se produce entre ambas esferas.
Figura 5. Fotografías proyectadas por Don durante una reunión de negocios que tiene lugar
en el episodio 13.
Fuente Mad Men
En el capítulo 13, durante la reunión con los representantes de Kodak, las vidas
de Don y su familia se convierten en protagonistas del microrrelato publicitario. Así,
el protagonista proyecta imágenes en una gran pantalla en las que su mujer, Betty,
y sus hijos, Sally y Bobby, fotografiados generalmente a través de planos medios,
miran a cámara (Ver Figura 5). Como consecuencia, se convierten, sin saberlo, en
figuras seductoras de unos clientes que quedan absolutamente fascinados. De nuevo,
el ámbito privado y el profesional de la vida del protagonista se confunden irremediablemente a lo largo de la serie. En otra ocasión, durante el capítulo piloto, Don acude
a una cita con Rachel al salir de la oficina. Se encuentran en el Lenox Lounge para
reconciliarse tras una reunión de negocios tensa, desafortunada y con final abrupto.
Al final de esta cita, las palabras de Rachel a Don («puede decirle a su jefe que me
cautivó») dan buena cuenta de las constelaciones seductoras que desprende el protagonista. Ambos ejecutivos inician más adelante una relación amorosa que se desarrolla
en paralelo a su relación laboral.
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Centrémonos ahora en Joan Holloway, jefa de secretarias de la agencia Sterling
Cooper. Se trata de una protagonista femenina caracterizada también como un personaje que personifica la seducción publicitaria. Nos referimos, en concreto, a una escena
del sexto episodio de la primera temporada, en la que es representada la técnica creativa publicitaria de la lluvia de ideas. Dos ámbitos, el comercial y publicitario –conocer
las prácticas de las mujeres a la hora de usar los pintalabios– y el de la experiencia en
el campo del deseo y la seducción, se van a poner en escena al mismo tiempo y en
el mismo espacio. Ellas, a través de un espejo unilateral, son, sin saberlo, observadas
por los hombres, que en una habitación contigua y oscura contemplan a las mujeres
sin ser vistos. Este espejo pareciera un elemento metafórico a través del que se pone
en escena la fase del espejo a la que nos hemos referido anteriormente. Como vamos
a comprobar, el proceso de identificación-seducción va a tener lugar en esta escena.
Figura 6. Fotogramas extraídos del episodio 6 de Mad Men.
Fuente Mad Men
En la posición de voyeurs, los personajes masculinos adoptan una actitud similar
a la de los espectadores, que sentados cómodamente en las butacas de sus hogares
observan curiosos esta escena de Mad Men. Joan es presentada como el objeto de
deseo al que se dirigen las miradas. Además, ella posee más conocimiento que el
resto porque, gracias a su posición de jefa de secretarias, está en contacto tanto con
los ejecutivos, como con las secretarias. Sabe, por tanto, del funcionamiento de este
espejo que únicamente permite ver desde la habitación contigua. Tanto su melena
pelirroja, como su vestido rojo, están en una constelación cromática diferente a la de
los colores gris, marrón y azul que predominan en la habitación y en el resto de los
personajes.
Figura 7. Fotogramas extraídos del episodio 6 de Mad Men.
Fuente Mad Men
Las sensuales formas curvilíneas de Joan pueden resultar fascinantes para los
espectadores que contemplamos su cuerpo a través de primeros planos. Si bien es
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cierto que Joan es filmada como el objeto de deseo de los hombres, cuestión que
entronca directamente con la crítica de Mulvey (2001) al cine clásico, sin embargo,
este personaje femenino, lejos de mostrarse como víctima, emerge como poderosa y
segura de sí misma en los ámbitos profesional (jefa de secretarias) y personal (amante
de su jefe, Roger Sterling) que le atañen. Este modo de filmar al personaje femenino
también podría relacionarse con el rigor de Matthew Weiner a la hora de recrear las
escrituras manieristas que dominaban en el cine de la época. Este tipo de cine, en
el que adquirieron predominancia los planos cortos y la cámara subjetiva, supuso
una transición entre el modo de representación clásico y el postclásico (González
Requena, 2006).
Igual que ocurre con Don, esta protagonista se descubre como una figura capaz
de personificar, en sí misma, los poderes imaginarios de las imágenes. En concreto,
nos referimos a las imágenes exhibidas en la publicidad seductora. Ambos personajes
son capaces de atrapar en sus redes del deseo a unos personajes seducidos, que se
abandonan ante el poder de identificación-seducción que se pone en escena. Roger
accede a la sala contigua y ante la visión de los movimientos corporales de Joan, su
expresión se transforma. Su reacción es distinta a la del resto de compañeros masculinos, ya que para él observar a Joan es más que situarse ante una figura seductora. Se
trata de su amante, con quien mantiene una relación sentimental. Joan mira a los ojos
a su seducido, Roger, quien se encuentra disminuido y necesita apoyarse en una mesa.
A continuación, Peggy observa a las secretarias. Se fija en cómo aplican sus pintalabios, emplean un pañuelo de papel para retirar el maquillaje sobrante y, finalmente,
lo desechan a la papelera. Reconocemos en Peggy la capacidad de observar y analizar
su entorno, captando los detalles que a los demás se les escapan. Se trata de una
habilidad que también es posible reconocer en Don durante el primer capítulo de la
serie, cuando acude al Lenox Lounge a buscar inspiración para su campaña de Lucky
Strike. Cuando la lluvia de ideas finaliza, todas las secretarias abandonan la sala.
Freddy Rumsen, redactor creativo senior de Sterling Cooper, les sigue con la mirada.
Peggy se acerca a Freddy y, al tiempo que le entrega la papelera con los pañuelos de
papel que contienen los restos de pintalabios, le dice: «Tenga su cesta de besos». De
esta manera, Peggy se sitúa en el ámbito discursivo de la publicidad seductora. Su
estrategia consiste en desvincular el objeto (pintalabios) de sus cualidades. Por tanto,
no estamos ante una papelera repleta de restos de pintalabios, sino ante una «cesta
de besos», de acuerdo con la traslación de sentido realizada por la joven secretaria
aspirante a redactora.
Así, se pone en escena la capacidad de Peggy para crear eslóganes en el ámbito
de la publicidad seductora. Peggy exhibe sus ideas en un terreno profesional donde,
en esta época y en este contexto, dominan hombres. En el inicio de esta serie se
ponen en escena unos roles de género muy marcados: ellos son ejecutivos y ellas,
secretarias o amas de casa. El desarrollo personal y profesional de Peggy, que triunfará
como publicista de éxito, escenifica las reivindicaciones de la Segunda Ola Feminista
basadas en la consecución de la igualdad y el desarrollo de las mujeres en todos los
ámbitos de la sociedad. En el episodio once de la quinta temporada, titulado «The
Other Woman», la protagonista es contratada como supervisora de redacción en la
agencia de publicidad Cutler, Gleason and Chaough (CGC), competencia de Sterling
Cooper. Ella recoge sus cosas en una caja y sale de la oficina. Al acercarse al ascensor,
Peggy sonríe y su rostro refleja la satisfacción de un personaje femenino hecho a sí
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mismo. En la banda sonora suena la canción «You Really Got Me» (The Kinks, 1964),
evocadora de las ideas de modernidad e independencia asociadas a Peggy.
Figura 8. Fotogramas extraídos del episodio 9 de Mad Men.
Fuente Mad Men
Betty Draper también se revela como un personaje capaz de personificar la
seducción publicitaria. En el noveno episodio, acude a Broadway, junto a Don, para
disfrutar del musical Fiorello!. Durante el intermedio, la pareja se encuentra con Jim
Hobart, responsable de la agencia McCann Erickson, competencia directa de Sterling
Cooper. Este ejecutivo del mundo de la publicidad intenta atraer el talento de Don
a su empresa y, por ello, alaga a Betty. Admira su parecido con Grace Kelly, actriz
clásica inspiradora para la construcción del personaje y, además, le invita a trabajar
como modelo, una profesión que ya ejerció en el pasado. La protagonista va a tener
la oportunidad de protagonizar un anuncio de Coca-Cola que están desarrollando
en McCann Erickson. Los espectadores asistimos a la sesión de fotos en la que se
toman las imágenes que eventualmente compondrán este anuncio. De esta manera,
se evidencia la puesta en escena y la artificiosidad propia de la publicidad: el escenario, los focos, los decorados artificiales, las poses y la cámara. En este caso, el microrrelato versa sobre una familia de anuncio que disfruta de un pícnic en el campo.
Betty, en representación de la madre de anuncio, reparte las botellas de Coca-Cola
a su familia.
Encontramos el predominio de colores excitantes y saturados tanto en el decorado, como en el vestuario. Fijémonos, por ejemplo, en la caja roja que contiene los
refrescos; el mantel con estampado de cuadros rojos, típico de la merienda campestre;
las plantas de color verde saturado que rodean a los modelos; y también el vestido
de Betty con flores rojas y rosas. Tanto los rostros sonrientes, como los cuerpos de
los modelos del anuncio carecen de imperfecciones o heridas que atestigüen el paso
del tiempo. Cuando las fotografías ya están reveladas, son enviadas a Don, quien las
observa atento en su oficina. En una de ellas, encontramos a Betty mirando sonriente
a cámara, al tiempo que sujeta una botella de Coca-Cola con su mano derecha. Don
rechaza la oferta de trabajo de Jim, quien rápidamente se deshace de Betty con la
excusa de que el negocio ha sido trasladado a Europa. La marca Coca-Cola ya no
busca un rostro que recuerde a Grace Kelly, argumentan en la agencia McCann Erickson, sino a Audrey Hepburn. Betty llora desconsoladamente. Así se pone en escena el
contraste entre las poses felices de las fotografías publicitarias, y el cinismo que puede
recorrer el negocio.
Al final del capítulo, Betty descarga su frustración disparando a las palomas de su
vecino, en una de las escenas míticas de la serie. Un sentimiento de profunda insatisfacción atraviesa a este personaje femenino, que evoca a las amas de casa de las
décadas de 1950 y 1960 estudiadas por Betty Friedan (1974, p. 50), «cuya ambición ha
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sido el matrimonio y los hijos». La protagonista también «espera todo el día a que el
marido regrese a casa para que, por la noche, la haga sentirse ‘viva’» (Friedan, 1974,
p. 53). Pero, en este caso, el deseo de Betty no es correspondido y en su relación con
Don pronto encontramos evidentes señales de crisis.
Figura 9. Fotogramas extraídos del episodio 9 de Mad Men.
Fuente Mad Men
El contexto histórico y político de 1960 es uno de los aspectos esenciales que
recorre Mad Men. En este caso, nos referimos a la campaña electoral que precedió a
las elecciones presidenciales del 8 de noviembre de 1960, cuando el Partido Demócrata empleó las estrategias de humanización del candidato político, tal y como ya
había hecho el Partido Republicano en las elecciones de 1952 (Dwight David Eisenhower versus Adlai Stevenson). Pero, en esta ocasión, la campaña (Richard Nixon
versus John F. Kennedy) transcurre en la era dorada de la televisión, donde adquiere
vital importancia el debate electoral televisado, por lo que al candidato se le mide por
«su comportamiento ante las cámaras» (Eguizábal Maza, 1998, p. 366). El resultado es
el triunfo de Kennedy, quien ha sido calificado como el primer candidato a la presidencia de EE. UU hecho a la medida de la televisión, es decir, un «candidato marca»
fruto de su tiempo (Losada Díaz, 2009).
En el noveno episodio de Mad Men, los ejecutivos de Sterling Cooper se reúnen
en una sala oscura donde es proyectado un vídeo de propaganda electoral protagonizado por Jacqueline Kennedy, esposa del candidato demócrata. Jacqueline pronuncia
un discurso en español, al tiempo que su rostro es filmado en primer plano. El microrrelato se centra en convencer a la población hispanohablante de la conveniencia de
votar a Kennedy en las elecciones. En este vídeo, la candidata a primera dama mira
a cámara, es decir, a los ojos del espectador. Se trata, además, de una mujer que ha
sido alagada tanto por su belleza, como por su estilo y sofisticación. Pareciera que
las estrategias propias de la publicidad seductora se estuviesen poniendo en escena,
pero, en este caso, en el ámbito de la comunicación política.
5.3. La exhibición de la publicidad seductora
En la cabecera de la serie, que se repite de forma idéntica al inicio de cada
capítulo, están representadas distintas estrategias de la publicidad seductora. Diferentes anuncios, superpuestos a los rascacielos de Manhattan, muestran imágenes de
modelos sonrientes. Al mismo tiempo, una figura negra, que representa a Don Draper,
cae al vacío.
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Figura 10. Fotogramas extraídos de la cabecera de Mad Men.
Fuente Mad Men
Las estrategias de la publicidad seductora están presentes en estos anuncios en
los que asistimos a los microrrelatos de mujeres sonrientes, aparentemente felices y
seductoras en los grandes edificios de la Avenida Madison. Se trata de representaciones de mujeres urbanitas que recorren los espacios de esta gran ciudad. Encontramos
modelos que posan exhibiendo sus perfiles seductores, una familia de anuncio y
una figura femenina que sostiene una copa, que, probablemente, contiene un cóctel
de moda. Sus miradas se dirigen a la cámara y nos interpelan como espectadores.
Al mismo tiempo, diferentes partes de sus cuerpos son filmadas en primer plano
(piernas, ojos), mostrando sus formas deseables. Fijémonos, además, en el uso de los
colores excitantes: una de las modelos viste un top de tirantes rojo, a conjunto con su
labial, y el rostro de otra de las modelos se superpone a un fondo rojo. Destaquemos,
por lo demás, que no se trata de modelos como tal, sino de la representación visual
de estas modelos. Cuerpos, por tanto, descorporeizados y alejados de lo real. Estos
anuncios ofrecen una metarreflexión en la que nos advierten de que estamos adentrándonos en un universo, el de la publicidad, próximo a lo imaginario.
Figura 11. Fotogramas extraídos del episodio 8 de Mad Men.
Fuente Mad Men
En el episodio octavo, durante la reunión de negocios con los representantes de
Belle Jolie, a la que ya nos hemos referido anteriormente, los bocetos publicitarios
que son mostrados a los clientes también se enmarcan en el ámbito de la publicidad
seductora. Las modelos protagonistas representadas miran directamente a cámara, a
los ojos del espectador. Además, observamos un primer plano de sus bellos rostros
que transmiten juventud y lozanía. Se trata de modelos deseables sobre las que se
inscribe un eslogan escrito en color rojo: «Marca a tu hombre». Tras estos rostros aparecen representaciones de hombres y mujeres urbanitas, que transitan la ciudad. Se trata
de microrrelatos que transcurren al tiempo que estas representaciones de mujeres
atractivas dirigen sus miradas sugerentes directamente al objetivo de la cámara fotográfica.
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Figura 12. Fotogramas extraídos del episodio 13 de Mad Men.
Fuente Mad Men
En el último capítulo de la primera temporada, durante la reunión de Don con los
representantes de Kodak, Joe Harriman y Lynn Taylor, el protagonista de Mad Men
pronuncia un microrrelato en primera persona, en el que reflexiona acerca de la publicidad seductora. Expresa la importancia de establecer un vínculo sentimental y crear
un anhelo. «Bien, la tecnología es un cebo brillante», dice Don, «pero existen raras
ocasiones en las que el público puede ser involucrado más allá del destello, si tienen
un vínculo sentimental con el producto». El protagonista habla de su propia experiencia, su primer trabajo en el mundo publicitario: «fue en una empresa de pieles con un
viejo redactor profesional, un griego llamado Teddy». «Y Teddy me contó que la idea
más importante en publicidad es ‘nuevo’ […] crea un anhelo», relata el exitoso publicista. «Él también me habló de un vínculo más profundo con el producto: nostalgia. Es
delicado… pero potente […]». En su discurso, Don vincula la publicidad directamente
con las emociones y los sentimientos del consumidor. «Este aparato… no se llama la
Rueda, se llama el Carrusel», concluye el protagonista. Con sus palabras, Don pone en
escena la estrategia de la imagen de marca que otorga rasgos psicológicos al producto
(nostalgia, en este caso) y también personalidad («Es delicado… pero potente» y «se
llama el Carrusel»).
Los asistentes a la reunión se encuentran en la posición del seducido y ahora
también en la del espectador de cine. Están en una sala oscura, reminiscente de la
sala de cine, ideal para instalarse en el registro de lo imaginario. Como ya hemos
señalado, Don proyecta en una gran pantalla fotografías de su familia que comparece
como familia modelo. La nostalgia del protagonista y su incapacidad para retener lo
que anhela están en el centro de la escena. Mulvey se refiere a la relación entre las
fantasías voyeristas y la sala de cine, pues «el contraste extremo entre la oscuridad de
la platea […] y el brillo de las formas cambiantes de luces y sombras en la pantalla
contribuye a promover la ilusión de la distancia voyerista» (Mulvey, 2001, p. 367).
Estas condiciones de proyección, que han sido, salvando las distancias, replicadas en
esta escena, proporcionan al espectador, y también a los clientes de Sterling Cooper,
la ilusión de «estar mirando un mundo privado» en el cine, donde la posición de los
espectadores es manifiestamente la de la «proyección del deseo reprimido sobre el
intérprete» (Mulvey, 2001, p. 369).
Con una fotografía en la que vemos a Don besar a su esposa, finaliza esta exhibición fotográfica. La melodía que suena en la banda sonora se intensifica, subrayando los sentimientos y emociones que están puestos en juego. El efecto ha sido
muy potente, por lo que Harry, emocionadísimo, llora y se ve obligado a abandonar
la reunión de negocios, que tiene lugar en esta sala oscura preparada ad hoc para
generar esta explosión de sentimientos identificatorios. Incluso Don pareciera fascinado por sus propias imágenes. Los ejecutivos de Kodak se giran y miran a Don. El
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movimiento circular de las sillas establece una rima con la circularidad narrativa de
la serie, donde, como estamos comprobando, transitamos una y otra vez los mismos
espacios y las mismas estrategias de representación de la publicidad insertas en la
forma y en el fondo de la serie. Se combina el formato serial y el publicitario, en un
proceso de hibridación hacia una forma más heterogénea (García Canclini, 2009).
Por ese motivo, describimos Mad Men como una serie de intersección entre el texto
audiovisual televisivo y el publicitario seductor.
6. Conclusiones
El estudio presentado en este artículo ha aportado una mayor comprensión de
los distintos elementos que componen Mad Men: su trama, sus personajes y sus
elementos formales. Pensamos que hemos desvelado aspectos importantes sobre la
experiencia de los espectadores y, además, hemos profundizado sobre cuestiones
que ayudan a comprender el éxito de una serie que ha ganado múltiples premios y
continúa suscitando interesantes discusiones en el mundo académico y seriéfilo. Esta
amplia comprensión de la serie se relaciona con las múltiples y complejas relaciones
que establece tanto con la publicidad en general, como con la seductora en concreto.
En Mad Men encontramos representaciones rigurosas y precisas tanto de la Edad
de oro de la publicidad que transcurre en la década de 1960, como de distintos procesos relacionados con la creatividad publicitaria. Así, se pone en escena un pedazo de
la historia de la publicidad. Los espectadores nos sumergimos en una era en la que
los creativos publicitarios buscan una Gran Idea que seduzca a sus clientes. En este
contexto profesional, el departamento creativo se impone al de cuentas, que pierde
cierto poder sustentado en el pasado. Las referencias al proceso creativo y a la publicidad seductora se extienden a lo largo de toda la primera temporada. En el sexto episodio, por ejemplo, se organiza una lluvia de ideas en las oficinas de Sterling Cooper,
donde Peggy Olson encuentra el germen para la cristalización de su primera campaña
publicitaria, lo que supone el principio del éxito para un personaje femenino que va
a triunfar en un mundo de hombres. Las problemáticas en torno a la perspectiva de
género y las reivindicaciones de la Segunda Ola Feminista constituyen el trasfondo de
una trama en la que las mujeres adquieren gran protagonismo.
En su búsqueda de inspiración, Don se sumerge en una caída psíquica que le
conduce en un primer momento al bloqueo creativo. Pero, cuando consigue dejar
atrás este fondo oscuro, íntimamente relacionado con su identidad secreta, renace cual
ave Fénix y fascina a sus clientes con una Gran Idea en forma de eslogan. Las referencias a la publicidad seductora se extienden a lo largo de la temporada, pues la serie
integra las características de este tipo de textos tanto en los elementos formales, como
en el guion de la serie. A continuación, enumeramos las cinco estrategias enunciativas
básicas empleadas para poner en escena la publicidad seductora, tal y como han sido
presentadas en la primera temporada de Mad Men:
–
–
–
–
E1: La presentación de un microrrelato que, generalmente, se aleja de las
estructuras clásicas y puede no presentar un final conclusivo.
E2: La mirada a cámara del protagonista, que puede ser percibida como una
mirada a los ojos del espectador.
E3: El predominio del primer plano o plano corto del protagonista.
E4: La exhibición de colores saturados y/o excitantes.
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E5: El protagonismo de actores o modelos con cuerpos deseables, que carecen
de las erosiones y huellas propias del paso del tiempo.
La publicidad seductora alcanza tanto la forma, como el fondo, generando un
modelo híbrido heterogéneo en el que interseccionan distintos formatos. Además,
distintos personajes (como Don Draper, Joan Holloway, Peggy Olson, Jacqueline
Kennedy, Betty Draper) personifican este tipo de publicidad con unas actuaciones y
unas poses características de la publicidad seductora. Las relaciones profesionales
y personales se confunden, especialmente en el caso del protagonista, Don. Emplea
las estrategias propias de la publicidad seductora tanto para fascinar a sus clientes,
como para seducir a sus amantes. Por lo que esta publicidad amplía sus horizontes en
la serie, convirtiéndose en una seducción publicitaria, pues su sentido es más amplio
y es susceptible de ser puesta en escena en cualquier ámbito de la vida, tanto en el
privado como en el público. De esta manera, la seducción publicitaria se inserta en la
comunicación política, las relaciones íntimas y también en el entorno laboral.
La hibridación entre el formato serie y el publicitario es notable, pues la enunciación contiene una gran carga seductora: desde los colores fotografiados, pasando por
el guion, donde destacan los eslóganes, hasta el propio diseño de personajes, que, en
muchas ocasiones, parecieran personificar en sus cuerpos, movimientos e intervenciones una publicidad seductora que no caduca y que inunda el texto audiovisual. Por
último, esperamos que las estrategias aquí descritas y expuestas puedan ser aplicadas
al análisis y comprensión de todo tipo de textos audiovisuales y formatos, ya que en la
arena mediática actual asistimos a una audiovisualización de nuestras vidas cotidianas.
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BEGOÑA GUTIÉRREZ-MARTÍNEZ
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