Experimentación en Ética
Agradezco a Hugo Seleme y Natalia Zavadivker por sus valiosas distinciones orientadas a mejorar una versión previa de este trabajo.
Guillermo Lariguet
Conicet, IDH, UNC.
[email protected]
Resumen: En este trabajo abordo el tema de la experimentación en ética, principalmente tal como esta cuestión aparece en la obra de Appiah. Exploro el impacto de la experimentación en tres problemas. Primero en la discusión sobre situacionalismo vs globalismo en la ética de las virtudes. Segundo en la cuestión de intuiciones en conflicto y los límites del equilibrio reflexivo y, por último, en el posible hiato entre explicaciones causales y justificaciones normativas. Para ver este último problema presento la distinción metaética entre internalismo y externalismo. Sostengo que el hiato no existe para el internalista y sí para el externalista. Esto nos pone ante un aparente dilema que es preciso conjurar buscando una tercera alternativa que intente reconciliar naturalismo y normatividad.
Palabras clave: Experimentación, ética, internalismo, externalismo, naturalismo.
Abstract: In this paper I address the issue of ethical experimentation, especially as this question appears in the work of Appiah. I explore the impact of experimentation on three problems. First in discussing situationalism vs. globalism in virtue ethics. Second on the issue of conflicting intuitions and reflective equilibrium boundaries and, finally, in the possible gap between causal explanations and normative justifications. To see this last problem I present a metaethical distinction between internalism and externalism. I argue that the gap does not exist for internalism. But externalism suffers the problem previously denounced. This presents us with an apparent dilemma that we must conjure looking for a third alternative to try to reconcile naturalism and normativity.
Key words: Experimentation, ethics, internalism, externalism, naturalism.
Introducción
Para cierto relato tradicional la filosofía ha diseñado el canon del análisis conceptual a espaldas de la investigación empírica (Smith 2004; Jackson 2000; Dummett 1994). Cierta forma de practicar el análisis conceptual a partir de requisitos a priori y sobre la base de un giro antipsicologista (como el que dio por ejemplo Frege) han suscitado la imagen de que la filosofía poco tiene que ver con la experiencia. Sin embargo, este relato ha sido cuestionado recientemente por Appiah (2010, p. 29 y ss), autor que seguiré de cerca en este trabajo. Según él, desde los albores de la filosofía occidental ha existido una nutrida relación entre la filosofía y las ciencias empíricas, lo cual da sentido a la idea de una “filosofía experimental”.
En este marco, ¿cómo pensar una filosofía moral o una ética experimental? ¿Qué impacto tendrían en la ética como disciplina filosófica la utilización de los resultados de ciertos experimentos? ¿Sería autónoma la ética con respecto a las ciencias experimentales? ¿Cómo conciliar el naturalismo de la experimentación con la normatividad de la ética? Para encauzar adecuadamente estas preguntas en este trabajo haré lo siguiente. En primer lugar mostraré la existencia de algunos experimentos cruciales que ponen en cuestión una tesis globalista en materia de ética de las virtudes, hacen dudar del conservadurismo del equilibrio reflexivo y suscitan un incómodo hiato entre las explicaciones causales y las razones para actuar justificadamente. En segundo lugar, me preguntaré hasta qué punto es posible conciliar una perspectiva experimental con una conceptualista. Para ello distinguiré entre dos posturas metaéticas: internalismo y externalismo. Por último, brindaré las consideraciones finales.
Experimentación en ética
Los éticos, de la mano de psicólogos, sociólogos, economistas, etc., han realizado innumerables experimentos que impactan en la ética filosófica de diversas maneras. A continuación, examinaré el tema experimental en tres campos.
Situacionalismo vs globalismo
En ética de las virtudes (Devettere 2002, capítulo 3) se denomina “globalismo” a la tesis según la cual la agencia virtuosa involucra “disposiciones constantes para responder en diversos contextos bajo la dirección de un determinado valor” (Appiah 2010, p. 54). La tesis globalista se vincula con la tesis de la “unidad” de las virtudes según la cual sólo se posee en forma completa una virtud si se poseen todas las virtudes en forma plena y estas actúan en forma estable en diversos contextos. En contra de esta tesis filosófica los experimentos realizados por los psicólogos sociales sugieren que la mayoría de la gente no exhibe en absoluto tales disposiciones “intersituacionales” (Appiah 2010, p. 55). Esta tendencia de la psicología conduce al denominado “situacionalismo”. Por ejemplo, según el situacionalismo alguien de quien se espera que sea honesto siempre, puede ser honesto en ciertas circunstancias y deshonesto en otras. Como recuerda Appiah (2010, p. 57) a fines de 1920 unos psicólogos de Yale llevaron a cabo un estudio con diez mil estudiantes estadounidenses en cuyo marco se daba a los sujetos amplias posibilidades de mentir, hacer trampa y robar en diversas situaciones académicas y atléticas. El estudio sorprendió con el resultado de que quien estaba dispuesto a copiar en un examen de ortografía no autorizaba a predecir que lo haría en los exámenes de matemáticas o que quien robaba algo en la escuela haría lo mismo en su casa. En 1972 unos psicólogos mostraron cómo si a alguien se le caía una pila de papeles frete a una cabina telefónica en un centro de compras, era mucho más probable que recibiera ayuda de personas que acababan de encontrar una moneda en el teléfono (Appiah 2010, p. 57). En tiempos más recientes, recuerda Appiah (2010, p. 58), era más probable encontrar cambio de un dólar en la puerta de una panadería con el efluvio de un aroma delicioso que cerca de una tienda con olores neutros. Como podemos apreciar, pequeñas circunstancias que a lo mejor carecen de relevancia “moral” en la ética filosófica, muestran un decisivo rol explicativo de acuerdo con los experimentos.
Intuiciones en conflicto vs equilibrio reflexivo
John Rawls (2003, p. 32) propició como método para la ética y la filosofía política al conocido “equilibrio reflexivo” que permite ajustar en una malla coherente principios e intuiciones que están en tensión. Se podría decir que el mensaje que genera el equilibrio reflexivo es el de un acusado “conservadurismo” conforme al cual es posible y necesario mantener nuestras intuiciones a la luz de principios coherentes que las expliquen y justifiquen. Con todo, experimentos (en este caso mentales) han sugerido que la imagen de una red coherente y conservadora no es fácil de mantener siempre. Piénsese en la “ética de los dilemas” y los casos de “tranvilogía” (Appiah 2010, p. 115). Los filósofos nos piden que imaginemos una situación en la que un tranvía está por arrollar a cinco personas que están en una vía a menos que pulsemos una manivela que lo desvíe hacia una vía en que atropellará a uno. Otros sugieren “sutiles” diferencias en la situación y proponen un caso en que el tranvía esté por arrollar a cinco a menos que empujemos a un hombre obeso que está sobre un puente que cruza la vía. Si lo empujamos, el hombre obeso detendrá el tren y con su muerte evitará la de los cinco que esperan al final del recorrido. Aunque ambos ejemplos conducen al resultado de que hay una muerte que no se podría evitar, los dos parecen sutilmente diferentes. Mientras en el primero la acción de girar la manivela no tiene la intención de matar en forma directa sino de salvar a los cinco desviando el tranvía, el segundo ejemplo revela la intención directa de matar. Esta diferencia suele ser explicada por los filósofos morales a partir de la doctrina del “doble efecto” (Foot 1994 capítulo 2) según la cual hay una diferencia significativa entre una acción que tiene un mal resultado como consecuencia prevista pero no intencional y la provocación intencional de esa mala consecuencia (Appiah 2010, p. 117). Empero, sean lo que fueren las intuiciones (sentimientos morales, sentidos refinados de la moralidad de gente reflexiva, postulados a priori, etc.) no hay duda de que entre filósofos y legos existen desacuerdos en torno a la moralidad de las acciones en materia de tranvías Pero aquí no acaban los desacuerdos. Por ejemplo, un estudio psicológico propuso pensar a un conjunto seleccionado de personas qué pasaría si un magistrado condena a un inocente a fin de evitar sangrientos estallidos étnicos. Mientras los estudiantes chinos tendían a justificar el castigo del inocente, los estadounidenses tendían hacia lo contrario (Appiah 2010, p. 117). En contra de la calma del equilibrio reflexivo, estos casos nos muestran sendos desacuerdos y conflictos entre las intuiciones y las reflexiones acerca de qué debe hacerse. Los estudios psicológicos a lo mejor sugieren que parte del conflicto se conecta con nuestras diferentes emociones y su reacción sensible a situaciones como las del tranvía, el puente o el castigo del inocente.
Explicaciones causales vs justificaciones
Ejemplos como los de esperar ayuda en una cabina telefónica o esperar cambio de dinero a la salida de una panadería y otros tantos experimentos posibles parecen sugerir la existencia de un hiato entre las razones que creemos existen como agentes morales para justificar ciertas acciones (ayudar, compadecerse, ser honesto, etc.) y las razones verdaderas o, para decirlo de otro modo, entre las razones normativas y la gramática psicológica profunda. Mientras la ética, por ejemplo la ética kantiana, hará hincapié en la normatividad de las razones para actuar que nos da el apego al deber, los experimentos psicológicos muestran que las razones causales pueden ser otras: encontrar una moneda o aspirar un aroma delicioso pueden ser las razones más genuinas y no un supuesto y remoto apego al deber por el deber mismo como alienta la ética kantiana.
A la luz de estos experimentos, ¿cómo conciliar la perspectiva experimental con la normativa? ¿La perspectiva causal con la de las razones para actuar?
La perspectiva experimental y la perspectiva conceptual
Una ética experimental parece abrazar una forma de naturalismo por cuanto hace de los experimentos llevados a cabo por ciencias empíricas su eje de trabajo. Este naturalismo puede ser un modo de corregir nuestras percepciones sobre el funcionamiento del carácter moral y las acciones motivadas por deber. Necesitamos una ética que no le de la espalda a los inputs empíricos producidos por las ciencias experimentales (Louden 1992, p. 27). Ahora bien, en ética acostumbramos a distinguir entre dos posiciones metaéticas diferentes ( Wallace, 2006, pp. 5-52). Por un lado tenemos a los humeanos o internalistas que basan la motivación ética en los “deseos” o en una explicación naturalista de las creencias (Zavadivker, 2012). Por el otro a los externalistas o racionalistas que consideran que las “creencias” motivan a la acción y están racionalmente ligadas a ciertos deseos, particularmente a aquellos deseos “motivados” o “justificados” por una deliberación racional sobre su corrección. Pienso que la ética experimental de corte naturalista en la que piena Appiah no ofrece problemas para el internalismo ya que éste se basa justamente en una investigación empírica explicativa de tipo psicológico acerca de los “autéticos” resortes de nuestra acción: nuestros “móviles” más profundos. Un internalista, inclusive, puede aceptar sin problemas los ejemplos que he dado en este trabajo sobre la motivación real de las acciones desde el punto de vista moral. Así, por ejemplo, un filósofo á la Russell, podría sugerir que lo que llamamos “deseo” no es un jalón racionalizado por ciertas creencias del agente sobre cómo actuar desde el presente hacia el futuro, cuanto un “empujón” (Platts, 1998, p. 25) a la acción como el que orienta a los “animales no humanos”. Por lo tanto, un ejemplo como el del “olor” de ciertas galletitas sí que explicaría los verdaderos resortes de lo que después pomposamente llamamos acción motivada por la moral. Sin embargo, desde el punto de vista del externalismo sí que podríamos pensar que la normatividad de la ética es erosionada por el tipo de naturalismo en el que piensa Appiah pues no son nuestras creencias sobre la moralidad de nuestras acciones las que –aliadas justificatoriamente con deseos racionales- motivan realmente a la acción. Esto no pasaría de ser “wishful thinking”. Afirmo que en esto piensa Appiah (2010, p. 226) cuando sugiere que este naturalismo niega en sus formas más rotundas la autonomía de la ética. Esta autonomía no es de la ética a secas sino de la ética entendida como lo hacen los externalistas. Este naturalismo niega que la exploración del valor deba seguir adelante sin hacer referencia a los sistemas causales del mundo.
Sin embargo, Appiah no está seguro de que este maridaje entre ética y ciencia se traduzca en una corrosión de la normatividad y objetividad éticas. Piensa que es posible conciliar los aspectos “sensibles” y “racionales” en la investigación psicológica y ética. Por lo que mantuve párrafos atrás, esto no es sencillo de concretar para el caso del externalismo. Desde el punto de vista de esta postura metaética, si bien los estudios experimentales pueden ser juzgados importantes para construir teorías éticas realistas, no podemos armonizar fácilmente las razones normativas con los datos experimentales. Diría que no lo podemos hacer dentro de lo que McDowell (2003, ps. 26-27 ) ha llamado el “naturalismo crudo”. La experiencia sola, como el propio Appiah (2010, p. 192-193) lo admite, si no está aliada con el ejercicio de nuestras capacidades conceptuales, no brinda razones justificatorias para actuar. Desde el punto de vista del externalismo ético, a la perspectiva experimental hay que combinarla con la perspectiva sellarsiana de nuestras capacidades conceptuales propias del espacio lógico de las razones. Allí donde vemos un hiato tenemos que introducir la idea de capacidades conceptuales para la percepción y justificación morales. Los datos experimentales son valiosos como productores de “razones pro tanto” para actuar; razones susceptibles todavía de ser completadas, corregidas y moldeadas por razones normativas objetivas surgidas de la reflexión integral sobre nuestros conceptos morales.
Consideraciones finales
En este trabajo me he ocupado del valor de los experimentos para la ética. He planteado que existen investigaciones interesantes que permiten cuestionar ciertos postulados cómodos de la ética filosófica. Por ejemplo, permiten cuestionar la tesis globalista de la ética de la virtud, el tranquilizador conservadurismo del equilibrio reflexivo y una confianza ciega hacia las razones que nos damos a nosotros mismos para justificar por qué actuamos moral o inmoralmente en cierto caso. Con todo, también mostré que entre las razones causales que nos brindan las ciencias experimentales y las razones normativas que admitimos de la ética filosófica parece haber un hiato desde el punto de vista del externalismo ético, no así del internalismo. He sostenido que para el externalista este hiato persistirá a menos que abandonemos un naturalismo crudo y abracemos una perspectiva experimental que pase la criba de una perspectiva conceptual propia del espacio de las razones normativas de la ética. Frente a esta conclusión se suscita un aparente dilema. O bien se acepta el internalismo y, por ende, la ética experimental entendida al modo de Appiah pero perdemos de vista la normatividad moral tal como es concebida por los externalistas. O bien se acepta el externalismo, se captura la idea normativa de justificación plausible de la acción moral pero se le da la espalda a datos empíricos que explican la “realidad” de la acción moral. A juzgar por esta pintura del dilema, tenemos una barrera entre explicación (internalismo) y justificación (externalismo). Si es factible superar este dilema encontrando una tercera posición que reconcilie naturalismo con normatividad, explicación con justificación, es una cuestión que merece una investigación que habrá que proseguir.
Bibliografía
Appiah, Kwame Anthony. Experimentos de Ética. Traducción de Lilia Mosconi,Madrid: Katz, 2010.
Devettere, Raymond. Introduction to Virtue Ethics. Insights of the Ancient Greeks. Washington DC: Georgetown University Press, 2002.
Dummett, Michael. Origins of Analytical Philosophy, Cambridge-Massachusetts: Harvard University Press, 1994.
Foot, Philippa, “El problema del aborto y la doctrina del doble efecto”, en Las Virtudes y los Vicios, Traducción de Claudia Martínez, México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1994.
Jackson, Frank. From Metaphysics to Ethics. A defence of conceptual analysis.Oxford: Oxford University Press, 2000.
Louden, Robert. Morality and Moral Theory. A Reappraisal and Reaffimation, Oxford: Oxford University Press, 1992.
McDowell, John. Mente y Mundo. Traducción de Miguel Ángel Quintana, Salamanca: Sígueme, 2003.
Platts, Mark. Realidades morales. Ensayo sobre psicología filosófica. México: Paidós, 1998.
Rawls, John. Teoría de la Justicia, Traducción de María Dolores González, México: Fondo de Cultura Económica, 2003.
Smith, Michael. Ethics and the A Priori. Selected Essays on Moral Psychology and Meta-Ethics, Cambridge: Cambridge University Press, 2004.
Wallace, Jay. “Cómo argumentar sobre la razón práctica”, Cuadernos de Crítica, Instituto de Investigaciones Filosóficas, México: UNAM, 2006.
Zavadivker, Natalia. “Adaptación biológica y valor de verdad en creencias cognitivas y morales”, Santiago de Chile: MS presentado al VIII Congreso de Filosofía e Historia de la Ciencia del Cono Sur, 2012.