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El Genero Exiliado

2020, El Genero Exiliado

En este breve artículo, se busca una relación entre el exilio y el "closet". El exilio como expulsión, destierro y a la vez refugio (no deseado), sea por motivos políticos, culturales, artísticos, etc. Y el closet o armario como espacio también de refugio de violencias, sean por discriminaciones sexuales o de identidades disidentes a las heteronormativas.

El Género Exiliado Autor: Alex Di Lorenzo Tantas veces me mataron Tantas veces me morí Sin embargo estoy aquí resucitando. Gracias doy a la desgracia y a la mano con puñal Porque me mató tan mal Y seguí cantando María Elena Walsh El destierro, la amenaza, el terror, la verdad callada, la expulsión hacia otros destinos impensados, no programados, siempre lejos; de tus raíces, de tu esencia, de tus amigos, de tus ideas, de tu cuerpo…de tu alma desnuda. Padecer el exilio, por ser, por gritar, por cantar, por pintar, dibujar, por la verdad…una verdad única, propia, íntima. El exilio, del latín exul (persona errante) es siempre una experiencia traumática en la que el individuo es forzado a dar un paso no deseado que cambiará radicalmente su existencia. Nuestro país -Argentina- y en líneas generales América Latina posee una larga y dramática historia de exiliados. Artistas del nivel de Mercedes Sosa, León Gieco, Marìa Elena Walsh, Norma Aleandro –sólo por mencionar algunos y algunas en el terreno de la música y otras artesson la triste muestra de una lista interminable de hombres y mujeres expulsados y expulsadas al espacio de la soledad y la tristeza. Al respecto Pacho O’Donnell hace su reflexión: “Lo más dramático fue la pérdida o, al menos la licuación de la identidad. Porque esta se constituye especularmente en función de lo Otro.” 1 El exilio lastima, te abre una herida que se profundiza en la soledad, en los paisajes y calles no pensadas, no deseadas, apropiadas a la fuerza, tan cerca de la muerte. Cuando a los 7 años, en segundo grado de la escuela primaria me intercambiaba los zapatos a escondidas en plena clase con mi compañera de banco, esperando con terror no ser “descubierto” por la maestra. O bien aquella tarde de sábado, y con la misma edad, que supe ponerme por primera vez unas medias de nylon de mi madre en un juego y que esta vez sí fui “descubierto” por ella. Imputado, procesado y sentenciado como “culpable” de usar ropa que no tenía que usar, que esa ropa era de nena y yo era un varón, y “que sea la última vez”. Esa tarde de sábado fui exiliado, desterrado a la edad de 7 años, a empezar a vivir en un exilio, diferente a los mencionados. Sin amenaza de muerte, en un exilio que en el tiempo, indudablemente se volvió político, histórico, cultural, expresivo, identitario y hasta artístico. Pero esta vez no fue otro país geográfico, no tuve que hacer las valijas y dirigirme a escondidas a un aeropuerto, sino que el lugar, el espacio para la expresión sería el tan mencionado “armario”, “el “closet”. El exilio político y de género te destierra y te vacía, hace que tengas que fugarte a otro país o al encierro más tremendo, a la soledad de los secretos. Es el sitio donde los artistitas (entre otrxs) deben de dejar de cantar canciones que al poder dictatorial le molesta. En el exilio de género, es la ropa, o determinada orientación sexual, porque nos llevamos al armario –secretamente- las prendas que el poder representado en la escuela, la familia o el estado vuelven prohibidas, como esas canciones, como esos libros, como esos cuadros, como esas medias de sábado a la tarde, como esos zapatos en segundo grado. El exilio de género, así como el exilio político -y en este contexto el exilio de género también es político- te convierte en un experto no deseado, no buscado, en el arte de esconder, de ocultar. Porque si bien el espacio no es elegido, es sin dudas un lugar donde se está a salvo; de la maestra, de tu familia, de aquellos que en ese momento representan el poder, de tus compañeros de colegio, y en muchos casos, como el exilio político, a salvo de la muerte. El filósofo Paul B Preciado desde su libro “Un apartamento en Urano” expresa: “A la persona trans se la representa como una suerte de exiliado que ha dejado atrás el género que le ha sido asignado en el nacimiento (como quien abandona su nación) y busca ahora ser reconocido como ciudadano 2 potencial de otro género. El estatuto de la persona trans es en términos político legales al del migrante, al del exiliado, y al del refugiado. Todos ellos se encuentran en un proceso temporal de suspensión de la condición política”. (Preciado, 2019, p 215). Cuando llegas al armario, el tiempo y el espacio habitual se modifican, la edad cronológica se descompone en otros dígitos completamente reales. En este sentido, esa edad cronológica es el computo del tiempo transcurrido en esas sombras, y no es la edad que aparece en el documento, mentiroso y cruel. La vida que late en el armario no tiene adentro ni afuera, no responde a la gravedad que te atrae a la tierra: es una flotación atemporal. Estas ahí porque el terror y la muerte rondan cerca, pero a la vez hay una protección secreta, invisible a los ojos. Una forma de protección de los que te quieren dañar. Al menos se está a salvo durante ese segundo propio y construido. Pero así como ningún exilio es 100% seguro, el de género no es la excepción. Quien busca romper y dañar ese espacio que flota lejos de la tierra encuentra las armas para que el exiliado vuelva a sacar pasaje a la tierra de donde ha sido desterrado, y una vez que lo tiene allí, indefenso y vulnerable, en carne viva, entonces recurre a los métodos de destrucción para aniquilar su subjetivación, la construcción de ese refugio frágil. Al respecto el psicólogo Alejandro Viedma1 expresa: “Todo bullyng LGBTTTIQ+ 2fóbico es un Outing, una sacada del closet por un otre, una salida por ende violenta por lo precoz y porque el diverse sexual y de género no la ha elegido aun”. Cada une construye el armario con lo que puede, con los materiales disponibles ese día, a esa hora, en ese segundo, porque es un espacio amorfo. En mi caso, no solo era edificado de silencio, sino de incontables escondites donde rotaban zapatos de taco alto, ropa interior “femenina” o medias de nylon. El sujeto se va especializando en ocultar palabras y ropa, emociones y sensaciones que hacen de ese instante de placer normativamente prohibido de identidad y expresión, un espacio de ausencia momentánea de todo aquello que nos llevó a esa latitud tan lejana. Allí la piel vuelve al cuerpo y la identidad se hace reflejo eufórico de la expresión. 1 Alejandro Viedma, Licenciado en Psicología, Coordinador de grupos de reflexión para varones gay y supervisor de terapeutas. Autor del libro #Les Rares, Relatos de diversidad Sexual. 2 LGTTTIBQ+. Lesbianas, Gays, Travestis, Transgénero, Transexuales, Intersexuales, Bisexuales, Queer, Otras Identidades y Orientaciones sexuales. 3 Silvina Jensen, investigadora del CONICET expresa: “El exilio es un objeto poliédrico y móvil que impone fuertes desafíos. Por su condición dinámica, complejiza el trabajo de los historiadores habituados más a pensar en acontecimientos, sujetos o procesos fijos (enraizados) dentro de los límites de los estados nacionales. Hacer Historia de los exilios requiere combinar niveles y escalas de análisis múltiples (local, nacional, regional, internacional, transnacional). Constituye un reto porque hace indispensable abordar a la vez el territorio que expulsa y que produce “víctimas” de un viaje no deseado originado en la violencia; como la sociedad de destino, o sea el territorio habitado por los sujetos exílicos devenidos “extranjeros” y por aquellos que son construidos como “nativos” por los recién llegados. La vida de los exiliados transcurre en la encrucijada entre un “aquí” y un “allá”, una dualidad que no remite sólo a dos geografías, sino a dos tiempos políticos, existenciales y simbólicos. Esta dualidad fundante del exilio suele acompañar el retorno al país de origen. En no pocos casos, el regreso, lejos de anular el descentramiento vital que condiciona la relación de los desplazados con el mundo y los lleva a definir “adentros” y “afueras”, se reedita y/o profundiza.” Hablar de categorías de violencia, física, simbólica y cultural es apenas una clasificación que puede asimilarse a la relación entre el exilio y un sujeto refugiado dentro de “su” armario. Por otro lado, existe esa “sensación” inestable y perturbadora de sentirse a salvo, pero con la incertidumbre permanente de no saber qué sucederá cuando se regrese del exilio, cuando se pueda, en el mejor de los casos, salir por cuenta propia del armario y que esa salida no sea producto del “Outing”. El regreso al país de origen con las heridas a flor de piel, y la llegada, en el caso de la salida del closet a una vida construida desde las ideas, el miedo y las fantasías, son la apuesta más profunda. Seguramente, el país y la sociedad serán diferentes de lo que eran cuando el desarraigo fue impuesto. La escuela, la familia, las amistades o el barrio serán interlocutores de la salida del closet, cuando antes fueron actores fundamentales de la reclusión en lo más profundo del armario. En relación con el significado del closet, Alejandro Viedma expresa: “Cuando uno se radica en las sombras, en la oscuridad, es muy difícil sentirse fuerte, es casi imposible ver un halo de luz al final del sendero pero, cuanto más se avanza erguido dentro de ese túnel, más se engrandece la luminosa salida. Sería como hallar la desembocadura del laberinto, o aproximarse a quedar en libertad de aquella cárcel donde se estuvo.” 4 Las orientaciones sexuales no están ni han estado al margen de la violencia, la exclusión, y hasta en cierta forma de determinado tipo de exilio. La heterosexualidad normativa, esa que se conforma entre una mujer y un varón cis-género 3 es posiblemente la más aceptada para el sistema porque responde a la lógica binaria. La filósofa estadounidense Judith Butler 4 habló de la “Matriz Heterosexual”: todo lo que está por fuera de esta matriz empoderada como natural o normal tiene rasgos patológicos, anti naturales o anormales. Un referente como Carlos Jáuregui 5 expresaba en los años 80: “En mi caso, no tuve problema en compartir mi intimidad con los amigos más cercanos. Lo que sucede es que la adolescencia suele ser el momento de crisis para cualquiera que posea una sexualidad diferente. El momento más difícil, el de mayor soledad, en el que la pregunta es: “¿Tengo o no que decirlo?”. Y, finalmente, uno descubre que no hay obligación de hacerlo, que si uno lo dice es por una cuestión de comodidad para compartir algo más con la gente que uno quiere”. Si bien en los años de la dictadura cívico-militar-eclesiástica del 76, los exilios eran moneda corriente para artistas, científic@s, poetas, abogad@s, gremialistas, politic@s, etc., también lo fue para las disidencias sexuales y de género, ya que el número estimado de desapariciones por esta causa es de 400 personas. Muchos exiliados por estas causas regresaron del destierro tras la democratización del Estado en el 83; sin embargo para ese entonces habíamos producido poco discurso acerca de estos colectivos, que sin embargo empezaban a hacer oír sus voces fuertes. Carlos Jáuregui manifestaba: “En marzo del ’84 hubo un baldazo de agua fría para la comunidad gay. En esa época se habían reabierto muchos bares y discos “diferentes” en la Capital. En uno de esos lugares masivos, cayó la policía: se llevaron detenidos a los dueños, clausuraron el local y éstos fueron amenazados hasta que tuvieron que dejar el país. Esto provocó una reacción entre toda la gente que ya había abandonado la militancia. Se clamó a una asamblea abierta, en Contramano la disco pionera-. Esa 3 El término cis-genero hace referencia a aquellas personas a las cuales su género asignado compulsivamente al nacer “coincide” con el género autopercibido por la persona. 4 Judit Butler, destacada filósofa de talla mundial a la que han inscrito dentro del post-estructuralismo y cuyo ámbito más reconocido son sus aportes sobre la sexualidad, el género, vinculada a la Teoría Queer y el feminismo; sin quedarse encorsetada en ello, expandiéndose también al ámbito de la ética. 5 Carlos Jáuregui, fundador y primer presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), entre 1984 a 1987. Con desvelo cumplió la función de la presidencia durante cuatro años. Luego, en 1991, fue fundador de la agrupación Gays por los Derechos Civiles (Gays DC), junto con Marcelo Ferreyra, César Cigliutti, Alejandro Modarelli, Gustavo Pecoraro, entre otras tantas figuras. 5 fue la asamblea fundacional de la CHA, Comunidad Homosexual Argentina, la primera organización homosexual que se creó en el país.” Si bien se había producido un masivo regreso de exiliados políticos al país al regreso de la democracia, los exilios de generos como de orientaciones sexuales, aún permanecían muy en las sombras, con persecuciones a las disidencias sexuales y a las identidades travestis, quienes eran perseguidas, golpeadas y encarceladas porque se encontraban en “Contravención” por vestir ropas del “Sexo opuesto”. El periodista Gustavo Pecoraro en su libro "Acá estamos. Carlos Jáuregui, sexualidad y política en la Argentina" en referencia a la salida del closet expresa “para las nuevas generaciones quizás resulten difíciles de imaginar las dificultosas condiciones en las que la generación de Carlos Jáuregui se dispuso a salir del clóset, enfrentar la represión, los prejuicios homofóbicos (extendidos incluso entre las organización es sociales y políticas de izquierda) y organizarse para exigir derechos democráticos” Cuando una persona transgénero se encuentra haciendo el pasaje desde el género asignado compulsivamente al nacer hacia el género autopercibido se dice que esa persona se encuentra realizando “su transición”. Cuando la familia, en primera instancia, acompaña a esa persona es importante reconocer que toda esa familia, las amistades y quienes acompañan ese proceso también transicionan junto a la persona. Aunque no siempre se lo percibe, es muy importante reconocer el lugar que padre, madre, herman@s, parejas, etc. tienen en la subjetividad de quien está transicionando, pero también de qué manera ellos experimentan sus propias salidas del closet. L@s heterosexuales y las personas cisgénero no están exent@s del closet, lo transitan desde otro lugar, tal como lo expresa el médico y sexólogo René De Santis: 6 “Una cosa es salir del closet para las identidades LGTTTBIQ+ y otra cosa es lo que yo estoy observando ahora, que es la salida del closet para l@s heterosexuales. Todo lo que se tienen que cuestionar y todo lo que tienen que mirarse e ir flexibilizando, con los ensambles de las nuevas familias. Ocurre muchas veces, no en todas las parejas heterosexuales, pero la singularidad que atañe a las parejas LGTTTBIQ+ se está viendo ahora también en familias ensambladas de las parejas heterosexuales: se tienen que cuestionar y adaptar, tienen 6 Rene De Santis. Médico y Sexólogo. Docente titular del Seminario de ESI del Profesorado de Educación Especial de la Facultad de Educación y salud de la Provincia de Córdoba. 6 mujeres feministas que están cuestionando cosas, y los varones heterosexuales están obligados a deconstruirse. Es una salida del closet.”. Mi exilio, o salida del closet, me llevó prácticamente 45 años. Mi expresión de género siempre era vista como algo enfermizo, patológico, anormal o vergonzoso. El deseo de la piel de sentir cierta ropa que en mi construcción de la masculinidad era asignada a la mujer, me llevó al exilio, al armario. En aquel sábado yo tenía 7 años. Buscar e indagar cual era “mi problema” me insumió 45 años de no disfrutar, de negación del placer, de culpas y vacíos, de no amar libremente. No podía entender cómo alguien que vive bajo la asignación compulsiva y médica -por ende natural- como varón, podía sin embargo dejar fluir su ser en las sombras de ese closet, en las penumbras del exilio. No como mujer, sino desde lo femenino, desde construcciones impuestas para lo femenino. En esas sombras, nunca fui mujer, ni lo seré, como tampoco era ese varón que debe comportarse como tal, vestirse como tal, mostrarse como tal. Esa no expresión de género, no sólo me hizo culpable y condenado por mí mismo a la anormalidad, sino que me impidió encontrar mi identidad, esa que sin embargo emanaba de mi expresión reprimida y exiliada. Todo los cambios que fui realizando en ese lapso, los hice desde el privilegio de verme como el varón que decía mi DNI, y que jamás despertó siquiera una sospecha sobre mi masculinidad femenina. La escuela primaria, la secundaria, el profesorado de Educación Física, luego la licenciatura, los innumerables trabajos, subir al Aconcagua, correr triatlones y carreras de calle, vivir viajes, amores, amistades, familias, toda una vida recorrida desde un lugar políticamente correcto. Allí mi género asignado al nacer “coincidía” con los roles que cumplía. Hoy mi expresión de género es más importante que cualquier identidad donde pueda identificarme. Es tiempo de ser en la mayor completud posible, de sentir la piel, propia y la del ser que abrió la celda del exilio para rescatarnos juntxs. El armario hoy es precisamente eso: un mueble donde está visible la ropa que da sentido a mi expresión, lejos de las sombras, del terror y la vergüenza. 7 Testimonios de quienes volvieron del exilio del closet Alejandro Viedma “Resiliendo post salida del placard” Según un avance de la vigésima tercera edición del Diccionario de la Real Academia Española, la resiliencia es, para la Psicología, la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas. Escribió Nietzsche: “Lo que no me mata, me fortalece”. Y hoy me encuentro reflexionando sobre el coraje que implica superar los temores y demonios morales e ir en busca de la felicidad siendo sincero con uno mismo y con los demás, a pesar de las presiones ajenas y propias. Cuando uno se radica en las sombras, en la oscuridad, es muy difícil sentirse fuerte, es casi imposible ver un halo de luz al final del sendero pero, cuanto más se avanza erguido dentro de ese túnel, más se engrandece la luminosa salida. Sería como hallar la desembocadura del laberinto, o aproximarse a quedar en libertad de aquella cárcel donde se estuvo. Los primeros pasos fuera de la celda heteronormativa constituyen una transición, una libertad condicional. Ahora bien, ¿cómo se hace para salir?, ¿qué ayudará a no claudicar en el recorrido de ese ser que está pidiendo seguir viviendo a pesar de su morada clandestina? Existen herramientas múltiples -sólo es preciso visualizarlas, escogerlas y utilizarlas- tales como: recurrir al sentido del humor, enamorarse de un semejante, valerse de la sublimación vía arte o algún deporte, o retomar proyectos personales que habían sido dejados de lado. Tomo al proceso del coming out (salir del armario: asumir y expresar la propia orientación sexual o identidad de género) como una carrera de obstáculos, con postas, o más bien de embolsados, en donde uno está limitado en el avance, en un camino muchas veces largo, arduo y lento, con tropiezos y ¿retrocesos? Cuesta volver a levantarse sin ayuda…Positivo es solicitar asistencia para estar acompañado, contenido, “empatizado”, y tener paciencia. 8 Por momentos podrás volverte un tanto irascible y tener pesadillas. Pero al segundo de atravesar el cartel de llegada (que se dio porque antes se pasó el de “largada” y se dirigió hacia algo nuevo), de final, no habrá marcha atrás, ya no será como volver a fojas cero. Tu caligrafía próximamente será legible, clara y tu insomnio se irá cortando para comenzar un soñar despierto. La fortaleza se logró porque la persona no se rindió, no se dejó vencer por los que se pararon/paran en la vereda de la adversidad. El sujeto que atravesó exitosamente el proceso de la salida del placard ya no se arrodillará ante nadie ni para pedir perdón –porque la culpa ya aflojóni para pedir permiso –porque fue uno quien ya se autorizó de sí mismo para vivir su sexualidad acorde con su deseo, para no parecer y efectivamente ser. Gracias a ello también con el tiempo se notará una merma, una disminución de síntomas presentes por la tensión permanente, y de la ansiedad por no estar tan pendiente de la mirada del otro, como sucedía residiendo en el clóset. Es decir, uno ya no es tan permeable a la opinión externa porque se va exponiendo de forma distinta. Cuando el mueble no es más un necesario escudo, se puede responder menos dubitativamente, estar más plantado, mejor posicionado para no continuar a la defensiva con lo que el otro pueda pensar o vociferar acerca de la “gaycidad”. Así y en lo sucesivo uno ya no se sentirá tan impotente, desconsolado, doblado de dolor vertebral por cargar tanto peso, o con pánico; se podrá respirar hondamente sin fobias o afecciones psicosomáticas, o sea que lo saludable y aliviador empezará a tener característica de durabilidad. En esta dirección, puedo incorporar algunas palabras de un ex paciente al que llamaré Julio, y quien en una de sus sesiones ha referido: “El día que salí del armario creo que fui yo mismo por primera vez, y me sentí seguro, libre y tranquilo…”. Habrá algo no perfecto aunque sí compacto: ni de acero (porque hasta este material se oxida) ni endeble (que desinfla a la vulnerabilidad más sensible), algo que anteriormente podía resquebrajar el alma, el corazón y el cuerpo entero. De utilidad, será entonces, un nuevo escudo llamado resiliencia, una especie de resistencia forjada por la fortaleza adquirida al salir de aquél sórdido espacio, protección con la cual ahora es posible atravesar esas situaciones a las cuales se temía, y poder estar más allá de cualquier excusa que la verdad interior de ser uno mismo. 9 Sostengo que uno sólo puede amar y ser amado realmente desde el sentirse y mostrarse tal cual es, y no desde un personaje o de algo montado dependiendo de la ocasión. Por consiguiente, los personajes en su lugar: para las novelas, las ficciones, las tablas, los filmes pues preferible es no ser galardonado como “mejor actor/actriz”. Aquí no es en vano diferenciar lo que sería una interpretación para un determinado rol, de ser el protagonista principal de tu existencia. Nunca es sin un Otro que se entra en un clóset y nunca es sin un Otro que se sale del mismo, armando lazos para ello ya que somos seres vinculares, y es ése el punto temporal exacto en que uno puede elegir quiénes son esos Otros, en adelante menos amenazantes y menos devoradores. En cualquier salida del placard –y trátese del tema que se toque- hay dudas, pavor por lastimar a los que más uno quiere y asusta que a uno lo dejen aquellos que necesita, pero la misma energía que asiste para iniciar y sostener el proceso va creciendo cada vez que detrás de cada puerta que abres aparece una mano amiga, una oportunidad nueva, la compañía de alguien (llámese pariente, amigo, compañero de trabajo, vecino), la esperanza de un amor… Algunos podrán alejarse, pero muchos se acercan, te valoran, te admiran, colaboran en esa reconstrucción/resignificación que irás haciendo de vos mismo y por añadidura también de los demás. Por ende, estimado/a mío/a, yo te digo que el reloj no se detiene, por lo cual pregúntote: ¿Cuánto tiempo más de tu vida vas a regalar? ¿Por qué y para qué seguirías donando poder y fortaleza al Otro para que maneje a su piaccere tu individualidad, tu subsistencia irrepetible y única? ¿Seguirás permitiendo que el Otro se arrogue el derecho de coartar tu libertad para que (no) vivas plenamente? Y te sugiero festejes, celebres, te armes una ceremonia, un ritual para conmemorar el día en el cual te recibiste de sujeto. Porque la verdadera trans-gresión tiene que ver con vivir bien, sin tanta autoexigencia devenida en autoflagelo, siendo hoy lo más feliz y digno posible, desde la verdad, el respeto y la estima por sí mismo y por los demás. Salir del armario es un proceso, decía… En el mismo viajan las lágrimas que se van secando, cristalizando al bajar por las mejillas del rostro que va recomponiéndose, para posarse sobre los dientes en pos de iluminar una bonita sonrisa. 10 En síntesis, cuando alguien salió del claustro hablando, asumiendo en voz alta lo que es y cómo es, ya puso a prueba y en acción su capacidad de resistencia elástica, su resiliencia, pues no sólo ha soportado varios choques sino que salió recuperado de esos golpes extremos tomando mejor forma, cual ave fénix. A partir de allí y sin un Yo ensombrecido se podrán enfrentar otras experiencias adversas y sobreponerse a ellas para pisar más sólida y firmemente sobre un suelo óptimo, ya desde lugares reparadores y afianzados. Porque como dicen por allí, las crisis podrían tomarse como oportunidades de cambio, también de aprendizajes, compromisos, crecimiento y, porque como ha escrito y canta Teresa Parodi: “Nos han robado hasta la primavera pero no pueden con nuestra canción, parece frágil pero no se entrega, sigue cantando como vos y yo. Ella resiste porque es la memoria, ella resiste como vos y yo”. ¡Salud! Y tiempo al tiempo. ¡Pero a no perderlo tanto! 11 Celeste Giachetta 7 Para mí, el closet significa muchas cosas. Por un lado, ese lugar donde te tenés que guardar y esconder impulsado también por la sociedad. De esto socialmente no se habla, esto no se dice, que esto no debe verse y todo debe estar escondido. Todo esto era un paradigma que se ha ido modificando. Por otro lado, también me parece el closet como un lugar de refugio. Imagino esta sensación de estar escondido dentro de un armario, es una sensación de estar escondido en la intimidad, en una intimidad que te pertenece, porque hay una amenaza afuera. Une se esconde en el armario -por ejemplo- cuándo entra un ladrón a tu casa, y se busca un refugio donde esconderse. Yo creo que eso es un simbolismo muy grande del armario. Por otro lado, me parece que es un lugar donde no volvemos nunca más, como bien dice la frase. Porque eso lo transitamos, y no hay que dar el brazo a torcer ni permitir que nos vuelvan a hacer sentir miedo y que ese miedo llegue a escondernos.” 7 Celeste Giachetta, licenciada en psicología, con una larga trayectoria en conferencias sobre perspectivas de Género. Ex miembro de ATTTA (Asociación Travestis, transgénero, Transexuales Argentina) 12 Milena Zoledad Moreno 8 Placares Afuera… Desde que, en la antigua Grecia, la homosexualidad estaba permitida, pero con ciertas características socialmente aceptadas, hasta que la Organización Mundial de la Salud (OMS) excluyó la transexualidad de su lista de trastornos mentales en el 2019, han pasado muchas cosas: se han perdido muchas vidas, se han reventado las esperanzas sociales por una vida sin discriminar, se ha encarcelado a Eros en barrotes de titanio, y otras atrocidades más. El concepto persona ha sido embarrado y destruido, sin par, para ponderar a la heterosexualidad como predominio del sujeto. Los que somos tildados como revoltosos sexuales, quienes solo cometemos el salvaje procedimiento de seguir nuestra identidad, perdimos la cuenta desde cuando la frase: “salir del placard”, ha perdido vigencia para que empiece otra frase heteronormativa de: “qué valentía”. El placard es un mueble, un artefacto de lujo, donde están empotrados en las paredes para esconder, guardar ropa, objetos, etc., pero el termino placard es una noción muy nacional, se usa aquí en Argentina nada más, y como en este país comparan las personas con objetos, no es nada extraño ni asombroso, que, para exaltar la independencia sexual de una persona, que no coincide con el resto de la sociedad psicótica y bizarra, se use para describir la libertad de aquella, en su vida privada. Las personas no salen de placares, ni closets, salen de vientres, de personas, las identidades sexuales son tantas como tantos individuos hay en el planeta, la continua necesidad de determinar, de definir la identidad, es tan grosera, que se parece a un alguien que conocí, que acusaba a la lechuza de causar la oscuridad, solo porque salía de noche. La frase ha cambiado, sí, pero la intensión de seguir colocando estiércol en la libertad ajena, sigue siendo igual, las maniobras han cambiado, ahora el desdeño que acompañaba a la frase “salió del placard”, cambio por la sonrisa bufónica que acompaña: a la expresión: “que valiente”. 8 Milena Zoledad Moreno, Filosofa Andrógina y profesora de filosofía en escuelas de Nivel Media de la Provincia de Córdoba 13 La lucha sigue, la guerra contra la esterilidad emocional, y el poder que encierra el pene o la vagina en los individuos que solo valoran sus genitales como mentes sagradas, continua, pero tengo una ilusión: la niñez, que, aislada de toda ceremonia social de iniciación a la sexualidad heredada, se enfrente a su propio placer de saber quiénes son, usando los colores como banderas, no como símbolos de identidad, porque nuestro color de piel no me define como persona, sino la interioridad. Los Placares están afuera, los necios siempre adentro guardando lo que siempre huelen mal, y no son la muerte de las polillas. 14 Karen Bennett9 Arranco con el tema de mi posición respecto al género, que va mucho más allá de la mirada que le estás dando respecto al exilio político. Yo todavía no logro encontrar personalmente un vínculo, algún tipo de similitud, porque había que definir a qué se llama político y a qué se llama género, como para que la variable del exilio tenga una similitud. Yo no la encuentro, por lo menos en mi recorrido. En primer lugar, el género es una de denominación cultural que se instala en función de los genitales con los que nacemos. El sistema nos instala dos opciones de expresión de género que están bien prefabricadas en función de los genitales con los que nacemos. Después empiezan las distintas expresiones de género, y alguna potencial disidencia en caso de que tu expresión de género no se condiga con la que te asignaron al nacer y distintas formas de leerlo. Yo estoy viendo que hay cada vez distintas expresiones de género, al punto que ya no se no se sabe si realmente tiene sentido utilizar la palabra género para definir algo. A mí la palabra género no me gusta, porque automáticamente te sitúa dentro de algún colectivo en el cual yo no tengo ganas de estar. Estoy empezando a cuestionar la utilización de la palabra género porque yo no considero que tenga ningún tipo de expresión de género en particular: yo tengo una expresión humana, porque cualquier expresión de género a la cual yo pretenda suscribir no me sirve. No me siento cómoda dentro del género masculino ni del femenino, porque soy una combinación de ambas. Entonces aparece: “ah, sos Queer10”. No, porque el concepto Queer es un concepto anglosajón que puede que tenga que ver conmigo porque soy una persona de clase media, etc, etc., pero no me parece que sea universal. No me parece que el concepto Queer funcione bien en el conurbano. 9 Karen Bennett. Es compositora, arregladora, guitarrista y cantante de rock egresada del SADEM, activa en el circuito del under del rock local desde 1985 a la fecha. Actualmente lidera su banda “Bennettistas” que está en proceso de grabación de material de su autoría en estudios TITANIO. Compuso la banda de sonido del largometraje documental “El Puto Inolvidable, Vida de Carlos Jáuregui”. Es traductora e intérprete de inglés y alemán. Trabaja como asistente ejecutiva en GATE, Global Action for Trans Equality, y como traductora para el Fondo Internacional Trans, ambas ong’s internacionales en temáticas de diversidad de género. 10 El término Queer emerge como una interpelación que plantea la cuestión del lugar que ocupa la fuerza y la oposición, la estabilidad y la variabilidad, dentro de la performatividad. El término “queer” operó como una práctica lingüística cuyo propósito fue avergonzar al sujeto que nombra o, antes bien, producir un sujeto a través de esa interpelación humillante. La palabra “Queer” adquiere su fuerza precisamente de la invocación repetida que terminó vinculándola con la acusación, la patologización, y el insulto. (Butler, 2018, p 318) 15 Hablo de género antes de hablar de closet. Todo lo que yo soy, desde mi apariencia física y estética, con la forma que tengo de hablar y de comunicarme es simplemente una paleta de un montón de cosas que me definen a mí como ser humano y a nadie más. Solamente a mí, y esto aplica en mí y en nadie más. No universalizo ni hago una declaración universal con mi expresión. Es la expresión que me funciona a mí con respecto a aquello que se llama género. Acerca del closet o el armario, funciona como un especie de refugio para las expresiones que no se condicen con lo que manda el sistema. Es decir, dentro del armario podes ser quien querés ser o quién sentís ser, en caso de que tu sentir sea una violación a los mandatos del sistema en el que te toca vivir. Entonces, el armario a priori funciona como un lugar de expresión, pero el problema es que ese lugar te invisibiliza, te aleja del mundo y te encierra. Estás en una cárcel. Después habría que analizar si salir de ese armario -en donde estás literalmente protegide frente a la violencia exterior- es mejor o peor. Eso tampoco es tan fácil de determinar, porque hay personas que se sienten más seguras adentro del closet que afuera, y a esto hay que sumarle la coyuntura en la cual esas personas habitan. Quiero decir, si vos vivís en Brasil con Bolsonaro como presidente, lo más probable es que salir del closet tenga un costo muchísimo más alto que mantenerse adentro, y todavía no estoy hablando de la clase social o del color de piel, que son temas que van mucho más allá. Yo cuento con privilegios por los cuales no siento ninguna culpa: es lo que me tocó. Soy una persona blanca descendiente de europeos, “europees”. Tuve acceso a una formación escolar privilegiada de clase media. Nunca pasé hambre: me pasaron otras cosas, pero mi salida del closet implicaba la potencial pérdida de esos privilegios. Estuve al borde de perderlos, porque nací con los privilegios de ser blanca y de haber sido asignada varón Cis, con todos los privilegios que tiene el varón Cis blanco. Es decir, todos. Salir del closet implicaba perder todos esos privilegios de varón, aunque no de ser blanca, porque eso tiene algún privilegio adicional. Perdería las ventajas laborales y profesionales que tenía simplemente por ser varón Cis. Mi visibilización como la persona que soy, que no se condice con las normas de género o de apariencia que se espera para mi clase social, y para el círculo en que yo me muevo, es absoluta y totalmente distinta a la de una chica o una trabajadora sexual del conurbano. Entonces, es imposible trazar un paralelo o tratar de teorizar sobre género en dos situaciones completamente distintas. No causa el mismo impacto una persona como yo –blanca- que una chica trans que 16 viene de Paraguay o de Perú, y tiene que ejercer el trabajo sexual en el conurbano. Son dos recorridos y dos miradas completamente distintas. Por esa razón, yo me alejé del activismo de género que no tenga una mirada interseccional sobre el color de piel, sobre la situación social, sobre la coyuntura política y religiosa en la cual la persona en cuestión vive. De otra forma es imposible hacerlo, porque aunque fuera sin querer estarías colonizando, con la mirada teórica con la cual estas tocando el tema. Entonces, hablar de closet -hablar de género- es un tema bastante complicado, y no puede haber una sola mirada del tema. Una cosa es estar acá en Buenos Aires, en ciudad autónoma, y otra cosa es estar en el Chaco. Y otra distinta es estar en Zambia. No se puede hablar de género como una cuestión única para distintas zonas. Para finalizar, la palabra exilio es una palabra complicada porque hay que ver qué significado se le otorga. En principio, en el caso del exilio político parece algo negativo porque el exilio político significa huir de una situación y de un lugar. El exilio político generalmente es una situación trágica de una persona que tiene que huir de un espacio geográfico porque es hostil en términos políticos, y hay una persecución o una coyuntura totalmente negativa a sus cuestiones ideológicas. El exilio del closet no necesariamente conlleva a un final feliz lamentablemente. Depende de qué tipo de closet se trate, de dónde te estás exiliando. Hay veces que escapás de una cárcel. Hay una película maravillosa con Morgan Freeman -Sueños de Libertad- en la que uno de los presos finalmente queda libre, y no sabe qué hacer con su vida. Se suicida porque en la cárcel tenía un sentido de la vida, y cuando volvió a la libertad la situación se volvió tan negativa que se terminó colgando. A contramano de lo que piensan les teoriques del género, puedo comprender el closet en muchísimas situaciones, porque la violencia que hay afuera puede llegar a ser mortal. Voy a dar un ejemplo: yo soy de las pocas personas que no suscribe a la moda del cupo laboral trans, ni a la imagen de Loana Berkins y Diana Sacayán, que son los fetiches de todo el mundo no-trans. Porque las chicas se siguen muriendo, y las trabajadoras sexuales también. No por ser trans, sino por la situación social en la que están. 17 En este sentido, yo puedo hablar así porque tengo mis necesidades básicas cubiertas. Trabajo para dos ONGs del exterior de temática trans y de diversidad, no solamente de género, sino de diversidad corporal de personas intersex. Eso me permite a mí expresarme y ser absolutamente cualquier cosa, menos un hombre o una mujer. Si no estás en esa situación, toda esta cuestión tan interesante y tan glamorosa de romper con los moldes de género, no la podés hacer porque terminarías sacando la comida de dentro de un contenedor. Por eso, hay que tener mucho cuidado con abordar la temática de género y del armario solamente hablando de salir del closet y de deconstruir el género. Hay una cuestión de supervivencia y una cuestión de la necesidad de comer y de tener tus necesidades básicas cubiertas. Salir del closet generalmente lleva a todo lo contrario, te lleva a perder los privilegios. 18 Rene De Santis Me gustó lo de género exiliado, porque en base a lo que yo experimenté y lo que escucho de pacientes, la salida del clóset es un momento en que el género está extremadamente fluido. La gente no puede poner siempre las palabras específicas de lo que implica transitar y cuestionarse su orientación sexual, su identidad género y su rol de género. Se cuestiona su ser varón, su ser mujer y ser varón masculino, ser mujer femenina. Yo me lo cuestioné cuando empecé mis terapias: antes, en mis diálogos con las personas con las que yo buscaba tener relaciones. Ocultamente, porque sólo lo podía vivir internamente con libertad, pero no podía vivir socialmente la salida del closet. Para mí, fue primero dialogada en el ámbito más vulgar: con personas del ambiente gay, pero con mucha angustia y mucha soledad. Con mucha frustración, sin encontrar salidas, pero escuchando en los relatos de otros la identificación propia: esto de la intersubjetividad. La salida del closet fue paulatina desde mi terapia, y sobre todo cuando pude conocer a una persona de la cual me enamoré. Creo que andaba buscando eso, y el haber encontrado una persona con quien el amor pueda fluir hizo que ese amor habilitara el amor propio. A partir de ahí empecé a trabajar en eso: ver qué era lo propio y qué no. Qué era de los otros, lo que me proponían los otros como mío, y qué no. Después, muy lentamente fue apareciendo esto de mi ser varón masculino: con qué tenía que ver, con qué me identificaba y con qué me desidentificaba, porque no tenía que ver conmigo. Creo que me ayudó mucho mi sensibilidad hacia las otras personas. Tener mi instinto social, ver a los otros, me ayudó a transitar mi salida del closet. Porque creo que me amparé en muchos vínculos más cercanos. Tal vez sin decir lo que me pasaba a mí, pero indirectamente me estaban ayudando. Después, fui armando mi staff vincular nuevo, en el cual podía ser yo. Cien por ciento libre -y creo que con el cien por ciento de de libertad- lo logré cuando la salida de closet fue con toda mi familia. A partir de ahí lo pude hacer en mi trabajo, y en mis otras áreas donde yo lo venía haciendo, pero más lentamente. 19 Fue muy lento, y también tuve que trabajar en mi salida del closet la idea de lo catastrófico: ¿qué podría pasar? ¿Me iban a dejar de querer? ¿Qué idea catastrófica me había hecho yo de esto? ¿Qué me dejen de querer o que me abandonen? O bien que me dejen de amar por ser gay. También me pareció interesante en mi proceso terapéutico trabajar mi parte esquizoide. Cuando uno va construyendo su salida del clóset, va soltando lo que siente que no le pertenece y va formando, forjando, tomando, lo que sí siente que le pertenece. Un estado en el cual a veces no coincide todo lo que decimos que somos con lo que realmente somos. En ese estado, donde cuesta llevar a la práctica lo teórico, lo práctico y lo corporal. Ahí yo puede comprender mi estado esquizoide: esto de decir que soy una cosa, y no poderla vivir hasta que todo el ser se va impregnando verdaderamente de la práctica. Entonces sí podés corporalizar todo tu propio ser, y la libertad al cien por ciento. Ya no querés estar en otros espacios donde no te puedas sentir así. 20 Bibliografía Butler Judith, “Cuerpos que importan”, Buenos Aires, Paidos, 2018. Dema Verónica y Viedma Alejandro, “#LesRares Relatos de Diversidad Sexual. Argentina”, Buenos Aires, Milena Caserola, 2018. Preciado Paul B, “Un apartamento en Urano”, Barcelona, Anagrama, 2019. En: https://www.pagina12.com.ar/28093-la-dictadura-y-el-exilio En: https://ri.conicet.gov.ar/bitstream/handle/11336/10017/CONICET_Digital_Nro.13996_A.pdf?seq uence=2&isAllowed=y En: http://alejandroviedmapsi.blogspot.com/2013/02/resiliendo-post-salida-del-placard.html En: https://www.cha.org.ar/nosotres/carlos-jauregui/ En: http://www.laizquierdadiario.com/El-orgullo-como-respuesta-politica 21