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Revista Luthor Nro. 17 (Noviembre 2013)

Nro. 17, Vol. IV -Noviembre 2013 Indice Entrevista a Jean-Marie Schaeffer Interdisciplinariedad y caridad interpretativa en los estudios literarios por Guadalupe Campos y Martín Azar pg 1 De la filología a la posteoría Panorama de los estudios literarios por Luis Beltrán Almería pg 14 Por una historia de la ficción Una arenga para investigar las transformaciones de la ficción saliendo del hermetismo disciplinario por Gustavo Riva pg 20 Fantástico, policial, religioso, amoroso La voz del ”otro” social en la literatura cordobesa por Mariana Valle pg 29 Las fuerzas extrañas Sobre H.P. Lovecraft, la disyunción en el Ser, de Fabián Ludueña Romandini por Rodrigo Baraglia pg 44 Revista LUTHOR Nro. 17 p. 1 Entrevista a Jean-Marie Schaeffer Interdisciplinariedad y caridad interpretativa en los estudios literarios Guadalupe Campos y Martín Azar y Jean-Marie Schaeffer es director de estudios de la EHESS (École des hautes études en sciences sociales) y director de investigación en el CNRS (Centre national de la recherche scientifique). Es especialista en estética y en teoría de las artes, y se ha dedicado a cuestiones de teoría literaria en obras tales como Pequeña ecología de los estudios literarios, ¿Por qué la ficción? y ¿Qué es un género literario?. Visitó nuestro país invitado por el Dr. Ricardo Ibarlucía a través de la UNSAM, en donde dictó un seminario de posgrado, y una conferencia titulada ”Art as creation, creation as art”. Para leer la transcripción de la entrevista en lengua original, haga click aquí Pour lire la transcription de cet entretien, cliquez ici Martín Azar y Guadalupe Campos, por la Revista Luthor (L) Jean-Marie Schaeffer (JMS) L: Primera pregunta. ¿Existe todavía la teoría literaria? ¿Cuál es, para usted, su situación actual en Francia, y en el panorama internacional? ¿Cuál es su relación con las otras disciplinas humanísticas y con las ciencias duras? JMS: Creo que hace falta, primero, intentar situar la teoría literaria en relación con los estudios literarios en Francia. Creo que la situación es bastante ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 2 despareja: es decir, hay universidades en las que ambas cosas están fuertemente imbricadas, y otras que demarcan mucho las disciplinas. Pienso que en París hay universidades en las que la implicación es muy grande. Es el caso de Paris VII, en Jussieu (campus universitario), y el de Paris VIII. Es el caso también, al menos un poco en este momento, de Paris IV, dado que se creó una especialidad de Master ”Teoría de la Literatura” entre la École Normale y la École des Hautes Études de Paris IV. Si entiendo bien, la École des Hautes es la que aporta la teoría. L: ¿Eso es nada más un programa de Master, o hay también un programa de doctorado o grupo de investigación activo? JMS: Es un programa de Master. No sé si se lo va a transformar también en un programa doctoral, porque es muy complicado habilitar un doctorado, más complicado que un Master. Pero bien, eso quiere decir que la teoría está bastante viva, y son Paris IV y la École Normale que vinieron a buscar, de hecho, gente del Collège des Hautes Études. No somos tampoco tantos, de hecho. Pero yo creo que el interés pervive incluso en las universidades donde no hay una fuerte tradición de teoría literaria. Creo que lo que subsiste es cierto marco de instrumentos cognitivos, que es usado a veces de un modo poco reflexivo, pero que continúa siendo utilizado, en especial los instrumentos de análisis narrativo, que se han convertido en casi una suerte de vulgata para la mayoría de las universidades. En cambio, encuentro que no hay mucho desarrollo nuevo, sobre todo no hay nuevas redes que se constituyan. Podríamos decir que hay verdaderamente poca gente que trabaje junta, que haga avanzar el aspecto teórico de los estudios literarios pero sin cortar las investigaciones concretas. Es decir, para mí los buenos ejemplos de teoría literaria siguen siendo Genette y el primer Todorov, más que el segundo Barthes. L: Pero eso siempre dentro de la tradición francesa. ¿La situación es la misma en los otros países europeos? JMS: Lo que está presente en los otros países -en todo caso en Alemania, Dinamarca, en los países en torno al norte de Europa- es el análisis narrativo, que sigue estando muy activo, que incluso ha recobrado fuerza. L: ¿No hay una verdadera reflexión sobre la teoría en sí? JMS: Creo que lo que nos ha faltado es una verdadera reflexión sobre aquello ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 3 que en el estructuralismo y en el formalismo -incluso antes- era considerado válido, y que era una ideología que convenía abandonar. Pero ese es para mí un problema general de los estudios literarios, de las humanidades y de las ciencias sociales en parte: la falta de memoria epistemológica y, en consecuencia, la incapacidad de acumular conocimientos de manera crítica. Y pienso que la solución afirmativa -que es la que parece funcionar aquí en Argentina, y que en todo caso funciona en Estados Unidos, y en parte también en Gran Bretaña-, que es la importación de teorías ”prefabricadas”, no es una solución. Al contrario, eso empeora las cosas. Creo que hace falta absolutamente una reflexión sobre la relación entre historia literaria, crítica hermenéutica y proposición teórica. L: Pero, en su opinión, esta reflexión debería derivar del estudio concreto de obras concretas, ¿no es cierto? JMS: Debería estar vinculada con estudios concretos. Y debería implicar intercambios reales entre investigadores de literatura y de filosofía. Digo ”intercambios reales”, y no adopción por parte de investigadores literarios de teorías que ya están completamente constituidas. L: Y, a la inversa, ¿cree usted que cada estudio crítico de una obra literaria concreta debería redundar en una reflexión teórica sobre la disciplina? ¿O esto no le parece indispensable para asegurar el sentido del análisis literario? JMS: Pienso que fatalmente todo estudio crítico utiliza instrumentos de análisis, de modo que siempre tiene una teoría implícita. Me parece que si uno trabaja verdaderamente de manera comprometida en un campo, tarde o temprano querrá aclararse un poco a sí mismo los presupuestos de su propia investigación. Y, en ese sentido, creo que uno no se desentiende de las preguntas teóricas. Pero creo que, sobre todo, lo que nos caracteriza en los estudios literarios es que cada uno trabaja en su rincón, y que sólo saca de vez en cuando la cabeza de su agujero para chequear: ”¿Todavía soy visible o ya me han olvidado?” De hecho, lo que nos falta es trabajar en red. L: Y, actualmente, esa sería por cierto una característica típica de todos los estudios humanísticos en general, como usted ha señalado en su Pequeña ecología, ¿no? ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 4 JMS: Sí, en general, claro. No sé si he respondido la primera pregunta, pero creo que la relación de los estudios literarios con la teoría es una cuestión particular dentro un marco más general, que es la cuestión de dónde están las humanidades hoy, cuál es su situación. Hay una crisis, eso es evidente. Yo estoy en un comité de Science Europe consagrado a las humanidades, y es evidente que las humanidades están en crisis, porque están perdiendo su legitimidad social. Y los responsables europeos, por ejemplo, piden explicaciones: ”¿Qué es lo que usted sabe exactamente?”, ”¿Por qué se le da dinero?” L: Esta situación que usted describe es muy similar en Argentina. ¿Pero cómo podemos superarla? ¿Podemos hacerlo sólo a través de la investigación académica, o se necesitan estrategias políticas más concretas? JMS: Pienso que hay que llegar a convencer a los responsables políticos de que nuestros estudios no son trabajos de ”torre de marfil”, sino que de hecho son por definición socialmente comprometidos. No pueden no serlo, porque tratan fenómenos sociales -que, por otro lado, estos mismos responsables consideran como importantes-, que son las prácticas artísticas o culturales, en el sentido amplio del término. Entonces hay que hacerles comprender que de todos modos las humanidades están en medio de esta cuestión. Pero también hay que recordarles que tienen derecho a esperar que las humanidades presenten una estrategia, o muchas estrategias, en términos de avance científico, que sean creíbles. Es decir, es un mercado. Tenemos el derecho de decir a los políticos: ”En realidad lo que nosotros hacemos está mucho más cerca de lo que ustedes hacen de lo que creen, y en todo caso debería interesarles mucho más de los que les interesa”. Pero eso es sólo un postulado si nosotros, por nuestra parte, no ofrecemos efectivamente los medios para desarrollar estudios que sean traducibles en problemáticas sociales efectivas. De modo que no creo que los estudios literarios teóricos deban ser un fin en sí mismos. La teoría es una herramienta para desarrollar estudios concretos más eficaces, aportando más conocimientos, y luego capaz de esclarecer una cierta cantidad de problemas actuales o antiguos que no han sido resueltos, y capaz también de enseñar o ayudar a la sociedad civil y a la sociedad política a ver con mayor claridad en ese campo, que está, por otra parte, muy vivo. L: Eso es lo que la teoría debería hacer, es cierto. Pero, ¿en la actualidad, los estudios humanísticos están cumpliendo verdaderamente con sus tareas sociales? ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 5 JMS: No, no, pienso que no. Porque, en general, las humanidades están, en principio, a la defensiva, o en una posición de provocación. L: ¿Y cómo podemos reconducirlas hacia una dirección más productiva? JMS: Yo, por mi parte, pienso que hay que tomar el ejemplo de épocas en las que las humanidades tenían un espíritu pionero. Es el caso de épocas muy diferentes. Personalmente, yo conozco mejor la carrera de los formalistas rusos, porque, bueno, accidentalmente es la época que yo más he estudiado, pero uno puede interesarse por la época del Romanticismo Alemán, y del nacimiento de los trabajos de filología, o por lo que uno quiera. Se ve que había una sed de conocimiento que al mismo tiempo encontraba una traducción social evidente. Los trabajos de los hermanos Grimm sobre los cuentos. Se dice hoy que, desde el punto de vista de su ideología, eran un trabajo de una importancia colosal. Y eso ha abierto perspectivas totalmente nuevas, que no fueron previstas por ellos, por supuesto. Asimismo, los trabajos de los formalistas rusos, en ciertos campos, han tenido un efecto de incitación a plantearse nuevas preguntas completamente decisivas. Y es eso lo que hay que recuperar hoy; pero no podemos recuperarlo volviendo al formalismo. L: Volviendo a los procedimientos de trabajo de los hermanos Grimm, estaban vinculados con un contexto de constitución nacional bastante específico, que, por cierto, se opone de alguna manera a las exigencias de nuestra actualidad, considerando los actuales procesos de globalización, ¿no es cierto? JMS: Por supuesto, pero no son reductibles a eso. Y es eso lo que nos falta: nosotros pensamos que, de hecho, lo que nuestros predecesores han hecho es ideología, y que nuestra tarea es mostrar que era ideología. L: El procedimiento de la deconstrucción. JMS: Sí, la deconstrucción. Eso es muy fácil, porque eso significa que nosotros sabemos al fin qué es lo que los otros han hecho -en fin, que han hecho ideología-, y nosotros, en cambio, no somos ingenuos, nosotros hemos salido de eso, y nuestra tarea es deconstruir aquello que los otros han hecho. Históricamente es, de todos modos, totalmente falso, porque los Grimm no han hecho solamente ideología, han hecho mucho más que eso. Y creer que no han hecho más que ideología sólo es posible si se los limita. Y eso es lo primero: ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 6 es necesario que reaprendamos a leer, y sin contar de antemano con caminos interpretativos prefabricados. Creo que la primera condición necesaria de una buena lectura es la caridad interpretativa: lo que nos gustaría que hicieran con nosotros también tenemos que hacerlo con aquellos que leemos, en vez de considerar de entrada que han defendido tal o cual ideología nacionalista, lo que quizá fue el caso, pero en la mayoría de los casos no, simplemente han escrito en el marco de su época, con sus prejuicios, con sus preferencias, pero también han buscado conocer cosas, y han enseñado cosas que aún hoy tienen validez. L: En su Pequeña ecología usted defiende la importancia de establecer criterios de validación concretos para alcanzar una ”lógica acumulativa” de la producción del conocimiento en el campo de las humanidades. ¿Cómo podemos llevar cabo esto? ¿Ha habido cambios en esa dirección? JMS: Me parece que lo primero que hay que hacer es justamente reconstruir nuestra memoria disciplinaria y transdisciplinaria, releyendo el pasado no como si fuera un objeto que debiéramos ”comentar”, sino como tentativas de personas que han tratado de hacer cosas emparentadas a las que nosotros tratamos de hacer. Y luego establecer un diálogo con estos pensamientos, más que comportarnos como intérpretes de sintomatologías, de enfermedades... Ese es un primer aspecto que me parece importante. El segundo es -efectivamente, yo estoy completamente de acuerdo con ustedes-, discutir con los filósofos, los sociólogos, los historiadores, los antropólogos, y trabajar en conjunto con ellos para ver en qué sentido su manera de proceder, de leer, por ejemplo, difiere de la nuestra, en qué sentido puede enriquecer la nuestra, en qué sentido podemos aportarles cosas y, a través de eso, construir criterios epistemológicos que puedan ser compartidos con otras disciplinas que tengan su especificidad. Porque, después de todo, nosotros estudiamos la literatura desde una perspectiva que no es la de los historiadores, ni la de los antropólogos; pero, a la vez, creo que necesitaríamos considerar en parte sus problemáticas, que pueden aportarnos metodologías quizá adaptables a algunas de nuestras problemáticas, así como los filósofos pueden aportarnos nociones y herramientas analíticas... pero no creo que teorías. L: ¿Cómo debería ser el espacio institucional para eso? JMS: Ah, es una buena pregunta... Ahí, estoy mal posicionado, porque yo ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 7 enseño en una institución que es por definición interdisciplinaria, que es una universidad de ciencias sociales, donde la literatura es por cierto minoritaria. Lo que es algo bueno, porque lo obliga a uno a confrontarse con otras disciplinas, incluidas disciplinas que trabajan sobre los mismos objetos, pero que trabajan de otra manera. Sé que lo que voy a decir es un lugar común, pero un abordaje interdisciplinario es indispensable. Porque la literatura es un objeto social, y no es un mundo cerrado -que es lo que sería la literatura tal como es construida por los estudios literarios cuando se encierran en su propio pequeño reino. Creo que hace falta un enfoque interdisciplinario, una forma abierta de aproximarse, que es ciertamente la única manera posible de aportar nuevos cuestionamientos y de forzarnos a autoevaluarnos. Que es lo que no hace el hecho de adoptar una teoría prefabricada, al contrario. L: A propósito de la interdisciplinariedad: ¿por qué es que en los estudios humanísticos la interdisciplinariedad suele ser vista como una amenaza a la especificidad de cada disciplina? Eso no es así en las ciencias naturales, por ejemplo. JMS: Sí, sí. Creo que es porque, de hecho, la verdadera práctica interdisciplinaria es muy complicada y muy escasa, porque verdaderamente es muy difícil. Y sólo puede tener lugar entre gente que, por un lado, tiene un anclaje disciplinario muy fuerte, pero que a la vez tiene una capacidad autorreflexiva que se desarrolla para poder comprender cómo es que su disciplina o su problemática pueden ser vistas desde otra problemática, desde otra disciplina. Eso no se encuentra muy a menudo entre los investigadores literarios, ni tampoco entre los filósofos ni los antropólogos. Hace falta una curiosidad que vaya más allá del programa institucional de la propia disciplina. De modo que yo creo que esta es verdaderamente una de las dificultades y una de las condiciones necesarias. L: Al margen, ¿cómo relacionaría usted su modelo teórico de la ficción (desarrollado sobre todo en ¿Por qué la ficción?, 1999) con el trabajo concreto de análisis de obras literarias? JMS: Es un libro que surgió de una problemática filosófica, no de una problemática literaria. Mi experiencia es que yo pensaba haber escrito un libro que daba algunas pistas, que planteaba algunas buenas preguntas, algunas malas, y que lo que iba a seguir -puesto que yo conocía muchos colegas investiga- ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 8 dores literarios- es que íbamos a poder trabajar -no a partir de ese libro, pero sí en torno a la cuestión de la ficción-, que quizá yo haría eventualmente estudios sobre tal o cual objeto concreto -que no sería un objeto literario, sino más bien la cuestión filosófica-, que ellos trabajarían objetos literarios, que nos encontraríamos... Tratamos de hacerlo. Conseguimos dinero del CNRS para construir un grupo de investigación interdisciplinaria, que tenía filósofos, antropólogos, investigadores literarios, pero que en realidad era incapaz de construir un programa interdisciplinario donde la gente se encontrase, porque de hecho cada uno intentó repatriar una parte de la teoría en su propio campo, y después continuar trabajando como antes, completamente solo, habiendo simplemente introducido tal o cual problemática o tal o cual mención que permitía, por ejemplo, que pudiéramos organizar coloquios. Para mí eso fue un hecho muy, muy negativo, y me terminé alejando de la cuestión de la ficción. Porque me parecía que lo que había pasado es que había habido, en un momento dado, una cierta cantidad de libros -no estaba sólo el mío, había todo un conjunto de libros que aparecieron diciendo ”ah, sí, hay una cuestión ahí”-, entonces muy muy rápido hubo una acumulación de textos con nuevas propuestas teóricas, pero no hubo dinámicas de investigación que nos permitieran decir ”ahí está, en cinco o seis años hemos aprendido cosas sobre tal o cual cuestión”. Hubo un comienzo; hay que decir que hubo algunos buenos resultados como, por ejemplo, los trabajos en Jussieu hechos por una colega, Françoise Lavocat, en torno a la ficción en la época clásica, que fueron emprendidos con la idea de testear particularmente la teoría de ”¿La ficción es siempre vista como un fingimiento (feinte)?” De modo que se comenzaron ciertas investigaciones, pero ahí quedó, no prendió realmente. Y esto me parece significativo de la manera en que los estudios literarios forman parte de las preguntas teóricas, es decir, forman parte cuando ven en ellas soluciones antes que especies de bricolaje, de modelos que habría que, en conjunto, tratar de superar. De hecho, un libro como ¿Por qué la ficción? pretendía ser una pequeña piedra en una reflexión colectiva que debía desarrollarse en torno a objetos concretos. Y el resultado no debía ser una teoría final de la ficción, sino la apertura de un campo de investigación. Y eso fue un fracaso total, me parece. Cuando leo las cosas que se publican hoy en ese campo, es todo muy repetitivo. L: ¿Eso quiere decir que, a pesar de que todavía hay investigaciones en ese campo, una vez más, los investigadores no logran trabajar de manera ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 9 grupal, colaborativa, acumulativa, etc.? JMS: No, claro, están muy aislados... L: A propósito de esto, ¿cree usted que existe alguna relación entre la figura romántica del Genio creador -que usted ha desarrollado en su conferencia- y la figura del ”investigador solitario” tal como la encontramos en la actualidad? JMS: Eso retoma la pregunta sobre el estatus del crítico literario... Yo no sé cómo es en Argentina, pero al menos en Francia no hay muchos críticos literarios que piensen que son genios... (risas). Pero es verdad que es una figura internacional, la figura del ”gran teórico”, que piensa que debe debe desarrollar una teoría general que hay que tomar o dejar, o más bien a la que hay que responder, que se trata de responder. Entonces, desarrolla su teoría, y como a los investigadores literarios les gustan las teorías, lo invitan, y ahí está. No sé si la figura del Genio ha jugado un rol en el nacimiento de esa figura, o si la decadencia de la teoría del Genio la ha hecho desembocar en una figura de narcisismo que está muy desarrollada en las humanidades, y que puede desarrollarse aún más siendo que no hay una discusión verdadera, paciente, de la posición teórica avanzada. Es poco frecuente que una proposición teórica llegue a la discusión concreta sobre tal o cual punto de la teoría, y que se la pueda criticar eventualmente sobre tal o cual punto, y que el autor lo tenga en cuenta, quizá... es muy muy raro. Lo que pasa es más bien que alguien viene y tira una caja, y uno toma la caja, y se sirve de ella de manera totalmente -a mi parecer- artificial. Es más eso que la idea de Genio. Sí, yo creo que, entre los pensadores que han sido integrados a los estudios literarios, hay ciertamente gente que piensa ser un genio, eso es evidente, pero ahí tienen: no son más que unos pocos, pero haberlos los hay... (risas) L: ¿En su opinión, entonces, no se trata más que de problemas personales singulares? JMS: No... Hay algo en el funcionamiento de los estudios literarios que permite que fenómenos como este se puedan producir. Y eso es directamente una debilidad epistemológica y epistémica de los estudios literarios. Yo encuentro eso muy lamentable, porque los estudios literarios tienen un objeto importante, que es importante para la humanidad actual: la gente lee, la gente escribe, y los estudios literarios no son los autores de sus objetos. Eso es todo. ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 10 L: ¿Pero esta discusión tan crucial sobre los compromisos epistemológicos y epistémicos -y en definitiva también éticos- de los estudios literarios constituye un campo de estudio efectivamente abierto y activo en la actualidad? JMS: Hay investigaciones, creo, más bien sobre las humanidades en general: hay investigaciones de sociólogos. Hay un joven investigador, creo que de origen alemán, que obtuvo un gran contrato europeo para estudiar justamente la dinámica epistemológica de las humanidades en general, para ver si hay un modelo común o diverso, según los países -porque, en Europa en todo caso, la humanidades han conocido desarrollos bastante particulares según los países. L: ¿Y a nivel más general, en investigaciones centradas en otros temas, no se evidencia siquiera la preocupación por consolidar la coherencia interna, la base epistemológica, de las diferentes tradiciones vigentes de estudios culturales? JMS: En fin, sé que en este consejo de Science Europe se supone que hagamos avances sobre esa pregunta -es decir, reflexionar sobre qué hay como base epistemológica común defendible frente a otros científicos, o a los científicos, frente también a los responsables políticos-, pero no sé qué va a salir de esto: tenemos reuniones, nos vemos... somos de países muy diferentes... Pero es eso, efectivamente, somos conscientes de que ahí está el problema. L: Alrededor de los año ’90, cuando la legitimidad de las ”verdades científicas” -y del método científico en general- fue puesta en duda por los intelectuales -en especial de tradición posmodernista-, la comunidad científica inmediatamente respondió de manera unificada, e incluso lograron en muchos casos integrar estas críticas como un modo de reforzar su base teórica (me refiero a las, así llamadas, ”Science Wars”). Por el contrario, desde que viene sucediendo los contrario (que los científicos atacan a las humanidades: el Escándalo Sokal, etc.), la gran mayoría de los intelectuales se ha mantenido en silencio, asumiendo que la otra parte del debate está equivocada y que no vale la pena argumentar al respecto, de modo que aún no ha habido una respuesta seria de parte de las humanidades, ¿no es cierto? JMS: Sí, no creo que la haya habido, por cierto, no ha habido una verdadera respuesta de las ciencias humanas -o en todo caso de los estudios literarios ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 11 en sentido amplio del término-, al Escándalo Sokal, que es un asunto serio, a pesar de que se ha dicho, por supuesto, que [Sokal y Bricmont] fueron un poco deshonestos, etc. Eso no quita que el hecho de que semejante texto [”La transgresión de las fronteras: hacia una hermenéutica transformativa de la gravedad cuántica”] haya podido ser publicado en una revista [Social Text], siendo que contenía barbaridades, sea al menos inquietante. L: El síntoma que pone en evidencia es inquietante. JMS: ¡Sí, sí, es muy inquietante! Y pienso que las humanidades... En fin, esa es una palabra grande, porque hay en las humanidades muchas disciplinas más tradicionalistas, o tradicionales -no en el mal sentido-, que tienen criterios de rigor completamente establecidos: la filología -en el sentido disciplinario del término- tiene criterios, así como los tiene la estilística -cuando se trata de la verdadera estilística-, el análisis narrativo ciertamente también, desde hace mucho (creo que desde hace prácticamente un siglo), hay diferentes escuelas que han logrado establecer modelos que son relativamente fiables. Podemos discutir sobre si tal o cual frase es discurso indirecto libre o no, está bien, pero también es porque esa parte de los estudios literarios discute con los lingüistas, discute con gente que trabaja en el campo del análisis del discurso, etc. De modo que es posible. Pero no hay toma de conciencia general sobre esto. Y no sé si estamos encaminándonos hacia eso, si realmente las últimas oleaditas de cultural studies, postcolonial studies, desembarcarán también en la Europa continental... Que, un poco, está pasando. Y va a ser peor que lo que fue en Estados Unidos, porque van a ser los epígonos, así que será más problemático. L: En relación con los intereses de algunos de los integrantes de Luthor, uno de los aspectos atractivos de ¿Por qué la ficción? es el lugar remarcable que usted da a los videojuegos en su concepción de la ficción. ¿Ha desarrollado más ese tema? ¿Está al corriente de los debates actuales en el campo de los game studies? JMS: No. Pero yo no di mucho lugar a los videojuegos. Simplemente dije: ”los videojuegos tienen tanto valor como...” Es todo lo que dije. Era simplemente porque veía crecer a mi hija... ella jugaba a esos juegos, y yo traté de jugar; no me salía. Me dije ”no sé si va a ser interesante, pero es evidente que si yo tuviera su edad jugaría a esto; como leo ficción, puedo también con esto”. ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 12 Pienso que es un campo que verdaderamente se ha desarrollado, donde hay una muy buena reflexión, en todos los países creo. Yo escribí un prefacio para un libro francés que trataba sobre videojuegos, pero también sobre los juegos de rol, una práctica social un poco más particular, pero que es de todos modos relativamente importante. Ese es un buen aspecto, pienso, del desarrollo de una reflexión sobre la ficción, que salga del marco puramente literario, porque es un campo que nos permite ver que no bastan las nociones puramente literarias para comprender lo que es una ficción literaria. Podemos comprender quizá qué hay de literario, ¿pero qué hay de ficcional? Es precisamente el tipo de objeto respecto del cual es necesario un abordaje interdisciplinario. Y también me parece que ha aparecido en el momento oportuno, porque ha aparecido en el momento en que se ha desarrollado una nueva técnica de ficción: los videojuegos. Y, en ese sentido, yo diría que la rama más interesante de todo lo que ha surgido de los estudios de la ficción son todos estos trabajos sobre la realidad virtual, los videojuegos, todo eso. Y me parece que fue un buen resultado, pero es un resultado que yo, por mi parte, he visto de lejos. L: Como última pregunta: en sentido más amplio, ¿qué cambios percibe o pronostica- usted en las humanidades a partir de los últimos progresos tecnológicos que están cambiando el mundo, como ser los relativos a las humanidades digitales, las tecnologías de la información, las mind sciences, etc.? JMS: Pienso que de hecho hay muchos desarrollos potenciales importantes. Una de las posibilidades puede ser, en fin, el desarrollo de estudios cuantitativos en el campo de las humanidades. Sé que ha habido intentos al respecto en los Estados Unidos en el campo literario, que no han sido necesariamente muy fructíferos, pero de todos modos era importante empezar a trabajar en esa dirección. Me parece que hay una necesidad de ampliar el interés que dirigimos al texto que circula en Internet: no podemos seguir considerando que la literatura -incluida la literatura clásica- es sólo la literatura que circula en forma de libro, sino que debemos ocuparnos de la circulación de obras clásicas en Internet: ”¿Bajo qué forma circulan?”, ”¿Bajo qué forma son leídas?”, ”¿Las fronteras entre literaturas nacionales siguen teniendo el mismo sentido a partir de este momento?”, ”¿Qué nuevas prácticas nacen de este nuevo tipo de lectura?” L: ¿Se refiere a la World Literature? ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 13 JMS: Ahí está, ”¿En qué sentido esta World Literature está vinculada con eso que gente como Goethe intentó hacer al final del siglo XVIII?” L: O Marx... JMS: O que Marx hizo. Ahí está, eran proyectos muy diferentes: el proyecto de Marx no tenía mucho que ver con el de Goethe. Y hemos tenido después diferentes reencarnaciones de esto en la literatura comparada. Así que, es eso, tratar de encontrar objetos nuevos; pero tratar, una vez que se tienen estos objetos nuevos, de echar un vistazo hacia atrás, porque no son siempre tan nuevos, a veces son objetos que no han conseguido desarrollarse porque no había condiciones tecnológicas que lo permitieran verdaderamente, mientras que ahora está lleno, etc. Yo creo que hay mucho por hacer. ¿Bien? L: Sí, muchas gracias. Fue un placer. ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 14 De la filología a la posteoría Panorama de los estudios literarios Luis Beltrán Almería En nuestra época resulta bien visible la hegemonía norteamericana en los estudios literarios. Esa hegemonía comenzó por la publicación de libros ya venerables como la Teoría literaria de René Wellek y Austin Warren y, en especial, la Anatomía de la crítica de Northrop Frye, a mediados del siglo XX. A principios de los años ochenta apareció el fenómeno del nuevo historicismo, vinculado a los estudios culturales, y con él la idea de que una nueva historia literaria estaba aflorando, una historia literaria que superaba a la vieja, de carácter erudito y pretensiones autónomas. En lo que llevamos del siglo XXI los estudios culturales anglosajones han sufrido la impronta poscolonial, vinculada a los nombres de Gayatri Chakravorty Spivak y Homi Bhabha, a los que habría que añadir el del excéntrico Slavoj Zizek. En este panorama norteamericano, por más que Spivak y Bhabha sean de origen hindú y Zizek esloveno, han interferido otras autoridades europeas (primero, Foucault, Derrida, Bajtín; después, Badiou, Agamben ...) pero siempre filtrados por su impacto en el mundo anglosajón, hasta el punto de que su imagen responde más a la apropiación norteamericana que a la obra misma. Este hegemonía norteamericana en las humanidades tiene su expresión en Europa, tanto la occidental como la oriental, en América Latina y, por supuesto, en todo el ámbito anglosajón de ultramar (Australia, Asia y África). Sin embargo, en España esta hegemonía ha encontrado una considerable resistencia. Sobre todo en el ámbito del hispanismo peninsular puede decirse que la presencia de esa influencia anglosajona es residual. Pese a ello, José Carlos Mainer ha escrito recientemente, en el prólogo a su Historia de la literatura española (8 vols.), que los últimos cuarenta años han supuesto la edad de oro del ensayismo universitario español. Este ensayismo no se reduce a los estuISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 15 dios literarios pero es evidente que estos estudios juegan un relevante papel en ese panorama. También es verdad que esta resistencia no es sólo española. En el campo del hispanismo se da también en otros ámbitos geográficos. Y en otros dominios europeos también se da este fenómeno. Pero en el caso del hispanismo esta situación de escisión en dos grandes ámbitos supone una grave crisis de la disciplina que hace cada día más difícil la posibilidad de un diálogo entre hispanistas de ambos lados del Atlántico. Dos relatos Un libro publicado recientemente, The Novel After Theory de Judith Ryan (Nueva York: Columbia UP, 2012) ofrece la versión oficial en el mundo académico norteamericano de la crisis abierta en los estudios literarios. La teoría literaria –dice Ryan- se ocupaba de rasgos intrínsecos tales como el estilo, el imaginario, los modos narrativos, el género y otros. Algunos estudios de teoría literaria también se interesaron sobre aspectos extrínsecos de la literatura, tales como la relación con contextos varios, y con ángulos distintos de aproximación que deberían tomarse para comprender textos literarios. En los primeros años 70 comenzó el giro, al penetrar las ideas desarrolladas en Europa en los curricula de las universidades anglo-americanas. El término “teoría” se expandió mucho más allá de lo que se había entendido previamente por “teoría literaria”. Así vino a naturalizarse en el dominio angloparlante para referirse al reciente pensamiento europeo que no se limitaba al campo literario. Muchas de esas teorías emergieron de la historia y de las ciencias sociales, y no de las humanidades. Venidas de Francia y Alemania, tendieron a usar un lenguaje denso que muchos lectores encontraron alienante e intimidatorio. Los debates sobre ideas y terminología usadas en este tipo de teoría pronto prendieron y los observadores comenzaron a hablar de estas controversias como “guerras teóricas”. Aunque la expresión “teoría literaria” se utiliza todavía en relación a las nuevas teorías, excede muy ampliamente el dominio de lo literario. Esta es la razón por la que “teoría” ha llegado a ser utilizada como una categoría omnicomprensiva. Estas son, traducidas literalmente, las palabras de Ryan. A este fenómeno se le ha dado en llamar posteoría. No se trata de una corriente más o menos estructurada. Es un magma que funciona como un discurso autorreferencial y sustitutivo de su objeto natural. Más que ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 16 la literatura, las otras artes o la cultura el discurso posteórico se postula a sí mismo como objeto, un objeto que se sirve muy libremente de ejemplos tomados de la literatura y de otros discursos. En cierta medida, este discurso se sitúa en la antípodas de la filología, tan apegada a los textos y tan despegada del ensayismo teórico. So what? Y ¿qué? es el reproche generalizado que desde el discurso after theory se dirige a los estudios de la escuela de filología española. El horizonte de la filología hispánica suele agotarse en la mera descripción de la producción literaria. Consciente de esta debilidad, Mainer ha propuesto una iniciativa previa y doble para su historia literaria: la definición del campo literario y de sus arrabales paraliterarios de cada época, en primer lugar, y la sociología de la autoría. El concepto bourdieuano de campo literario incluiría, además de delimitar su alcance, investigar la relación de la literatura con el poder, las formas de su conservación y canonización. La sociología de la autoría se orientaría hacia la consideración del autor como poeta, intelectual, más o menos profesional y su estatus social (alcances de su formación, modelos de vida y sociabilidad, y conciencia de grupo). El tercer momento de la investigación literaria sería la historia literaria propiamente dicha, esto es, una narración cronológica fundada en las obras y su análisis. En definitiva se trata de proteger la narración histórica envolviéndola en un marco sociológico que delimite las condiciones sociales de la producción literaria y de la autoría. Cambiemos ahora de perspectiva. El modo culturalista anglosajón de proceder es distinto. Este método está muy poco interesado en el discurso histórico literario. Tampoco le interesa el campo literario sino el campo más amplio de lo que suele denominarse representación. Imágenes, sonidos, espectáculos, textos... todo es representación. Y se supone que unas leyes culturales de naturaleza sociológica rigen en todo momento las dinámicas de la representación, concebida muy generalmente como la construcción de la identidad individual. Este planteamiento suele tener dos orientaciones contrapuestas. En la primera de estas orientaciones, que podríamos llamar foucaultiana, las leyes culturales son concebidas como un circuito cerrado de transmisión de ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 17 energías sociales, al modo como suelen concebirse hoy los flujos monetarios. La segunda de las orientaciones apunta hacia una forma de fenomenología, a menudo peculiar. Esta fenomenología permite una especulación mayor que la anterior, pero suele converger con ella en una hermenéutica del sujeto. Y, en la práctica, no resulta fácil distinguirlas a no ser por el carácter más sociológico de la primera. Esta línea fenomenológica está ganando la partida a la opción sociológica porque permite una mayor variación argumental y ofrece mayores posibilidades al narcisismo. Suele justificarse en recomendaciones que no comprometen mucho y que se remontan al fundador de la disciplina, Edmund Husserl. Tales recomendaciones son: librar la mirada de prejuicios, descubrir cotidianamente la maravilla en lo cotidiano y describir lo esencial de las cosas que despierta en nosotros la maravilla. Esta práctica convierte al hermeneuta en un mago. Sin duda debe resultar divertido hacer magia de lo ordinario, aunque, como todo juego, puede llegar a cansar. Tres formas de fenomenología aplicada parecen destacar en el panorama actual. La primera se debe a la influencia del crítico de arte norteamericano Arthur Danto. La segunda es europea y sigue la estela de Giorgio Agamben. La tercera es también europea y no renuncia a un perfil marxista: se trata de la influencia del pensador francés Alain Badiou. Estos tres pensadores tienen en común su pretensión de filosofar sobre la literatura sin caer en la trampa maldita de la estética. La estética es considerada todavía hoy como un discurso reaccionario. 1 De ahí que estos pensadores se las ingenien para puentearla o, mejor, sustituirla por la fenomenología (también pueden decir ontología). Agamben establece un diálogo entre la filosofía, la teoría política y la literatura, pero la última palabra la tiene la teología. Badiou se interesa también por esas tres disciplinas primordiales -filosofía, teoría política y literatura- pero persigue una ontología cuyo contenido sería matemático. Danto se dice analítico y se conforma con la aplicación de conceptos filosófico-abstractos a las artes, aunque entre los autores que le han interesado destacan Merleau-Ponty y Schopenhauer. Agamben y Badiou comparten un impulso ético-político (aunque de distinta orientación) que no es tan evidente en la perspectiva de Danto (aunque conviene recordar que Danto adquirió notoriedad como crítico de arte 1 Sobre el problema de la estética en relación a la teoría literaria, ver la entrevista publicada en el número anterior de la revista ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 18 en The Nation, el semanario progresista americano). Pero todos ellos comparten la creencia de que la literatura y las artes son terrenos en los que es posible ejemplificar casos de curiosidades metafísicas. Y a los tres les interesa más el método y la reflexión metafísica que el objeto al que se aplica. Narcisismo y conservadurismo Quizá haya una tendencia compartida por todas las formas de investigación en los estudios literarios y, en general, en las humanidades actuales: es la tendencia al narcisismo. Los académicos más destacados suelen mostrar actitudes narcisistas en su relación con el mundo académico, hasta el punto que la minoría que no cultiva el narcisismo llama la atención precisamente por esa carencia. Pero no es a esta manifestación del narcisismo a lo que quiero referirme sino a un narcisismo metodológico. Bien podría decirse que esta forma de narcisismo se caracteriza porque el método prevalece sobre los contenidos. No importa tanto que los contenidos se renueven e iluminen los dominios afectados como que el método se presente como original y ofrezca una reflexión metateórica. Este carácter narcisista parece la causa de lo efímero de estos planteamientos. La vida de esta metateoría suele durar unos pocos años, los que dura una moda intelectual cualquiera. Y, a menudo, esa vida suele coincidir con los momentos de esplendor circunstancial del autor. Una vez desaparecido el autor del mundo de los vivos sus obras se convierten en fósiles culturales, materia de interés para arqueólogos del conocimiento y, en todo caso, de algunos nostálgicos. La literatura secundaria a la que han dado origen esas obras en apariencia monumental suele limitarse a lo que los clásicos denominaban explanationes, esto es, simplificaciones y justificaciones entrecruzadas. Estas explanationes no se interesan por los resultados que el método pueda aportar y menos por ir más allá de lo que fue el teórico de referencia, sino que su interés reside en la originalidad o, incluso, en la impostura de tal método, pues eso parece prestar un aura admirable que se pretende trasladar al epígono admirador. Los estudios literarios, como los estudios de humanidades y el mundo académico en general, no pueden sustraerse a la dinámica de convertirse en un espectáculo. Lo que no hace mucho era terreno de luchas ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 19 por el poder y por la hegemonía de escuelas se está convirtiendo en un nuevo retablo de las maravillas. Narcisismo y conservadurismo funcionarial (el de la filología tradicional): esa parece la disyuntiva. Debemos preguntarnos a qué responde. Una perspectiva histórica nos explica que el auge de las filologías modernas se debió al impulso de los nacionalismos europeos en el siglo XIX. Se trataba de dar una cobertura cultural al estado moderno, burgués. Hoy no se da ese impulso nacionalista, salvo en los casos de nacionalismo tardíos, disconformes con el mapa europeo actual que hemos podido apreciar tanto en el este como en el oeste europeos. El discurso filológico se ha quedado obsoleto, sin estímulos para la renovación. Por otro lado, una nueva demanda proviene de las sociedades plurinacionales y pluriculturales. Relativizar las diferencias de clase, etnia y sexo es una necesidad actual. Los planteamientos posteóricos tratan de justificarse en esa demanda: desactivar la herencia poscolonial y la desigualdad socio-cultural. Es evidente que la influencia que tuvo la filología en la formación de las culturas nacionales modernas fue muy superior a la que puede tener hoy la posteoría en su apología de un mundo abierto. Más bien, la posteoría parece un fenómeno de transición de la gran crisis de las primeras disciplinas modernas a una segunda etapa de esas disciplinas, una etapa en la que la unidad del fenómeno cultural ha de prevalecer sobre las particularidades de las disciplinas. De ahí la búsqueda incansable de una disciplina fuente de carácter transversal que para unos es la historia cultural, para otros la fenomenología o, incluso, la ontología. ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 20 Por una historia de la ficción Una arenga para investigar las transformaciones de la ficción saliendo del hermetismo disciplinario Gustavo Riva ¿Qué es la ficción? Curiosamente una noción tan central para la literatura como la de ficción no ha sido tradicionalmente uno de los mayores intereses de los estudios literarios. La teoría literaria del siglo XX, que tan productiva ha sido en otros aspectos, poco ha dicho sobre el problema de la ficción antes de la década del ’80. Siguiendo a Ronen (1994) podemos afirmar que este desinterés se debe al hecho de que gran parte de las teorías sobre la literatura del siglo XX han sido teorías fuertemente inmanentistas. Esta característica, que permitió pensar aspectos del fenómeno literario que en tradiciones anteriores se descuidaban, tiene el inconveniente de dificultar la reflexión sobre la categoría de ficción, pues la ficción sólo puede abordarse exitosamente desde una perspectiva pragmática que contemple el contexto de las obras literarias. En diversas disciplinas (filosofía analítica, psicología cognitiva, historia de la literatura, teoría literaria) se ha desarrollado en las últimas décadas un interés por el fenómeno de la ficción partiendo de una concepción pragmática de la misma. Sin embargo, ninguna de estas disciplinas ha abordado con éxito el problema de la historia de la ficción, es decir, de la cambiante función y consideraciones de la ficción en la sociedad a lo largo del tiempo. En este artículo quiero proponer algunas consideraciones previas para empezar a pensar ese objeto de estudio. Como suele suceder con las definiciones, no hay una definición unánimemente aceptada de ficción y si tuviéramos que esperar a ponernos de acuerdo ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 21 para comenzar a reflexionar al respecto no podríamos hacerlo jamás. Para nuestro propósito basta con partir de alguna definición provisoria de ficción que represente los aspectos más importantes de otras definiciones de teóricos pertinentes. Podemos afirmar a grandes rasgos, sin generar mayores objeciones, que ficcionales son aquellos textos que no refieren a entes o a estados de cosas del mundo real, pero que al mismo tiempo no son concebidos ni comprendidos como mentira, sino como refiriendo a entes o estados de cosas imaginarios. Por lo tanto, si prescindimos del contexto, la categoría de ficción no tiene ningún sentido, pues es la manera de interpretar el texto como refiriendo a entidades no reales lo que la caracteriza. Las teorías inmanentistas de la literatura han intentado sin demasiado éxito descubrir marcas textuales que identifiquen a la ficción, pero no existen marcas textuales que diferencien a la ficción más allá de los géneros, las lenguas y las culturas. Sólo hay convenciones culturales que indican la ficcionalidad de los textos en una cultura determinada. Un mismo texto puede ser incluso considerado ficcional o histórico de acuerdo al contexto en que es producido o leído porque las convenciones son diferentes. Cada sociedad posee formas diferentes de señalar convencionalmente la pertenencia de un texto a la categoría de ficción. El “érase una vez. . . ” de los cuentos de hadas marca en nuestra cultura convencionalmente el comienzo de una narración ficcional; la industria editorial angloparlante gusta de aclarar en el paratexto de los libros su pertenencia a fiction o non fiction.1 Pero estas convenciones pueden cambiar. Asimismo, el lugar y la función de la ficción en las distintas sociedades no son siempre los mismos. En base a estas consideraciones creo que vale la pena plantear el proyecto de una historia de la ficción, que se encargaría de estudiar los cambios en la función y la caracterización de la ficción en las distintas sociedades, las diversas formas convencionales de marcarla y el desarrollo de categorías y teorías para entenderla. Esta disciplina sin duda resultaría un campo fructífero que contribuiría a entender mejor el fenómeno literario, pero también los múltiples y variados aspectos sociales y humanos de lo ficcional que sobrepasan lo estrictamente literario. 1 Claro que literariamente se puede jugar con estas convenciones. Podría comenzar un relato histórico con “érase una vez. . . ”. Pero este uso trasgresor de la convención no anula su validez general y, en parte, sólo es posible en tanto a que la convención existe. ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 22 El proyecto de una historia de la ficción plantea grandes obstáculos para sus investigadores. Uno de ellos es el encierro de los especialistas en su disciplina, que evitan el dialogo productivo con otras áreas que también estudian el fenómeno de la ficción. Una ocasión en que la brecha interdisciplinaria se ha roto productivamente fue el apropiamiento de nociones de lógica modal por parte de la teoría literaria en el desarrollo de las teorías de los mundos posibles ficcionales (por ejemplo Pavel, 1986, Ryan, 1991, Doležel, 1998). La nueva perspectiva así adquirida permitió superar la perspectiva inmanentista del estructuralismo y preguntarse por la ficción en los estudios literarios, desarrollando importantes reflexiones y herramientas de análisis. La limitación de la teoría de los mundos posibles ficcionales es que la dimensión histórica se encuentra fuera de su ámbito de estudio. Su perspectiva hace abstracción de la historicidad concreta de los textos para preguntarse sobre la relación entre la ficción, el mundo, los productores y los receptores desde una perspectiva general y ahistórica.2 El proyecto que quiero incentivar aquí podría partir de algunas reflexiones sobre los mundos posibles ficcionales, pero poseería un objeto de estudio algo diferente, un objeto diacrónico en estrecha relación con las transformaciones históricas. La hipótesis de base es que no basta con pensar la relación entre texto ficcional y contexto en términos abstractos; es necesario preguntarse por el lugar de los textos ficcionales en su contexto social más concreto. Hay otras disciplinas, además de la filosofía analítica, que se han preguntado por la ficción y cuyos avances sería necesario tener en cuenta. La psicología cognitiva es una de ellas. Jean-Marie Schaeffer (1999), por ejemplo, ha mostrado que, desde una perspectiva filogenética (de historia de la especie humana) la ficción debe entenderse como un desarrollo cultural a partir de las capacidades adquiridas evolutivamente para la imitación y el fingimiento. Es decir, el fingimiento lúdico que caracteriza a la ficción está relacionado con otras formas de imitación y fingimiento comunes en el comportamiento humano. Desde el punto de vista ontogenético (del desarrollo de un individuo y no de la especie), Schaeffer sostiene que serían sobre todo los juegos de “make-believe”, de “hacer como si. . . .”, de la infancia los que ayudan a moldear las aptitudes psicológicas específicas para comprender las ficciones 2 Pavel (1986) ha sugerido alguna aproximación al problema de la transformación de los mundos ficcionales en distintas sociedades, pero no se ha ahondado en esa perspectiva. ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 23 artísticas. Richard Gerrig (1993) también ha resaltado que los procesos mentales implicados en la creación e interpretación de la ficción son utilizados cotidianamente y no tienen nada de extraño. Esta comprobación es importante porque nos permite dejar de considerar la ficción verbal como un fenómeno de segundo grado en relación con otros usos del lenguaje como hacen varios filósofos (por ejemplo Russell, 1962 y Searle, 1975). La psicología cognitiva nos muestra que la capacidad humana para la ficción es innata, que ya los niños la dominan y que los procesos mentales implicados son comunes y cotidianos. Sobre esta capacidad humana para producir y entender lo ficcional es que las sociedades desarrollan distintos tipos de ficción y le asignan diferentes funciones. ¿El descubrimiento de la ficción? Dentro de la historia de la literatura el ombliguismo disciplinario es muy agudo y es un gran obstáculo para hacer una historia de la ficción. Los especialistas de un determinado período literario tienden a situar el “descubrimiento” de la ficción en su período de estudio, ya sea en la Antigüedad, la Edad Media o el siglo XVIII. Teniendo en cuenta lo que vimos más arriba debería sorprendernos que siendo la simulación y los procesos psicológicos de la pretensión algo tan básico en los seres humanos, tenga que esperar la humanidad a que la civilización occidental venga a descubrir la ficción en algún momento histórico particular. Lo cierto es que en ningún período histórico se descubrió la ficción. Una mirada interdisciplinar nos muestra que los relatos ficcionales son algo bastante común ya en las sociedades sin escritura. En un clásico artículo, Bascom (1965), basándose en las observaciones de diversos antropólogos, estudia los usos y las conceptualizaciones de la ficción en varias sociedades orales independientes en diversos lugares del mundo. Bascom sostiene que en estas sociedades tienden a distinguirse tres tipos de relato: el mito, que narra sucesos verdaderos y sagrados de un tiempo anterior al humano, la leyenda que narra hechos históricos verdaderos y el relato folclórico (folktale) que narra hechos ficcionales. Cada uno de estos tipos de relato es contado en un contexto diferente (por ejemplo, sólo por las noches), tiene determinadas marcas textuales (frases convencionales con las que el relato se introduce). Todas las sociedades analizadas por Bascom parecen tener un alto grado de conciencia ficcional (es decir, saben que los relatos ficcionales refieren a entidades ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 24 imaginarias, a diferencia de los relatos históricos o mitológicos que refieren a entidades existentes) e incluso poseen una terminología clara para diferenciar los distintos tipos de relatos. Bascom señala asimismo varias diferencias en la forma en que estas sociedades clasifican los relatos y la ficcionalidad es una de las variables más importantes. Bascom presenta evidencia abundante a favor de la idea de que la ficción es algo común a las más disímiles sociedades y establece puntos de partida importantes para pensar en diferentes formas sociales de entender y de clasificar la ficción. ¿Cómo explicamos, entonces, que tantos historiadores de la literatura adjudiquen a épocas disímiles de la cultura occidental el “descubrimiento” de la ficción? Básicamente, ombliguismo. Por un lado, es evidente el deseo de enaltecer su objeto de estudios con un hito en la historia literaria. En segundo lugar, porque cada cual define la ficción como más le conviene; se limitan a definir como ficción aquello que es propio de su objeto de estudio para (¡oh, casualidad!) descubrir que es justamente su objeto de estudio el primero en tener esta particularidad. Voy a resumir brevemente, a modo de ejemplificación, tres análisis clásicos, que han generado una amplia discusión en sus respectivas especialidades, que pretenden asignar a un período de la cultura occidental el descubrimiento de la ficción. Wolfgang Rösler (1980) adjudica ese honor a la Antigüedad Clásica. En su ensayo sostiene que la categoría de mímesis en Aristóteles es la primera aparición de la idea de ficción pero los clasicistas en polémica con él han querido adjudicarle el honor a escritores anteriores como Jenofonte (Reichel, 1997), mientras que otros consideran que es un invento romano (Hose, 1996). Estos autores, sin embargo, no están realmente discutiendo acerca de la ficción en cuanto práctica cultural, porque no podrían negar que existen relatos ficcionales en la cultura griega mucho antes (ostensiblemente Esopo), sino que en realidad buscan la primera teoría sobre la ficción. Con lo cual el sintagma que utilizan, “descubrimiento de la ficción” (Entdeckung der Fiktion), es engañoso, porque la ficción ya estaba allí. Walter Haug (1992), por su parte, propone situar el descubrimiento de la ficción en el siglo XII de la mano de la obra de Chrétien de Troyes. Chrétien de Troyes inventa un tipo de texto que cambia radicalmente el panorama de la literatura medieval. La literatura vernácula medieval hasta esa época sitúa los sucesos en un momento histórico particular y tiende a tener funciones de ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 25 preservación de la memoria colectiva o de los miembros de una familia o a una función religiosa o una función didáctica. Los relatos de Chrétien se ubican en un lugar particularmente interesante desde una historia de la ficción pues tienen un anclaje histórico (la época del rey Arturo) pero al mismo tiempo el poeta inventa la historia, modelando motivos de tradiciones orales, para sus objetivos estéticos particulares y es difícil determinar hasta que punto el público consideraba que estos sucesos eran históricos o ficcionales. Para las teorías inmanentes de la ficción esto marcaría un punto de inflexión importante, pues resalta la artificialidad poética en la construcción de la narración, dándole a Haug la oportunidad para referirse a la invención de la ficción por parte de Chrétien de Troyes (luego del supuesto olvido de la misma durante la temprana Edad Media). Haug define desde una perspectiva inmanentista a los textos ficcionales como aquellos en los cuales el autor construye una estructura que otorga el sentido a la totalidad de la obra. La teoría de Haug ha sido criticada desde muchos puntos de vista, por ejemplo por olvidar que en la literatura latina medieval esta forma de composición ficcional ya existía o presuponer un grado de autonomía muy grande para la literatura medieval (cf. Green, 2002, 1-25). Desde una perspectiva histórica y pragmática como la que quiero proponer, la obra de Chrétien sin duda es un hito importante, porque muestra un aprovechamiento de las posibilidades de la escritura ficcional y una conciencia de la misma muy fuerte en un contexto en el que no era normal. Sin embargo, no por eso podemos adjudicarle el descubrimiento de la ficción, pues la ficción era una práctica usual en la literatura oral y escrita medieval, de la cual Chrétien sólo estaría haciendo un uso novedoso. Finalmente, Catherine Gallager (2006) sostiene que el descubrimiento de la ficción se daría en el siglo XVIII de la mano de la novela realista moderna. Por supuesto, se ve obligada a reconocer que existen textos ficcionales antes del siglo XVIII, por lo que decide recortar la definición de ficción para que sólo se adapte a su objeto de estudio. La ficción propiamente dicha se daría cuando se trata de historias que sean al mismo tiempo plausibles y sobre individuos imaginarios. Para esta autora las narraciones ficcionales anteriores al siglo XVIII tendían a mostrar que eran imposibles. Una narración que presentara sucesos verosímiles sería interpretada como histórica, no como ficcional. Hay muchas posibles objeciones a esta afirmación. Deja de lado el hecho de que ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 26 una definición casi idéntica a la suya es la dada por Quintiliano y gran parte de la retórica para definir argumentum (“quod falsum, sed vero simile”, Institutio oratoria, II, 4.2). Asímismo, podrían encontrarse incontables ejemplos de textos previos al siglo XVIII que se adapten a esta definición. Sin embargo, es cierto que el realismo de la novela moderna implica un trabajo con lo ficcional diferente al predominante en otros géneros. Esta diferencia genérica en cuanto al uso de lo ficcional es extremadamente interesante y pertinente, pero no habilita a hablar de una invención de la ficción, pues implica desestimar todas las formas de ficcionalidad anteriores como pseudo-ficciones para reservarle el nombre de ficción sólo a la novela. Al reducir su análisis de la a la ficción novelesca, Gallager impide pensar en la dialéctica y evolución de la ficción a través del tiempo y de los géneros. Hacia una historia de la ficción El primer paso para poder hacer la historia de la ficción es olvidarse de buscar el descubrimiento de la misma. La ficción está, en principio, donde estén los seres humanos. Lo que tenemos que estudiar son sus transformaciones y la forma en que es practicada y teorizada en diversas sociedades. Esta no tiene por qué ser una historia lineal de la cultura occidental, sino una historia con distintas tramas en diferentes culturas. Podemos partir de la hipótesis de que algunos cambios sociales y tecnológicos tienen profundas influencias en el lugar y la concepción de la ficción. Probablemente la escritura haya significado una revolución importantísima en la consideración de los relatos en relación a su ficcionalidad. La escritura complejiza el sistema de los relatos que circulan en una sociedad, dividiéndolos en aquellos escritos y aquellos orales. La relación de la palabra escrita con el contenido de verdad de lo dicho es diferente a la de la oralidad. Tal vez otras tecnologías e invenciones, como la imprenta o la prensa escrita, hayan causado una transformación similar. Otro de los aspectos a investigar dentro de una historia es el intercambio entre los géneros ficcionales y los no ficcionales e incluso la metamorfosis de uno en otro. Pavel (1986) y Bascom (1965), por ejemplo, han investigado qué sucede cuando los relatos míticos se secularizan y pasan a ser considerados ficcionales. Green (2002) ha mostrado cómo el relato artúrico medieval surge a partir del relato histórico y toma muchas de sus convenciones literarias. ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 27 Por su parte, la novela realista moderna surge estrechamente relacionada con las chroniques scandaleuses que narran historias supuestamente reales de personajes reconocidos de la época (Gallager, 2006: 365). Otro fenómeno interesante por estudiar son las teorías que a lo largo de la historia han asimilado la ficción con la mentira. En Occidente estas teorías tienen una larga tradición, siendo uno de sus representantes más famosos Platón. La falta de un lugar para la ficción en su teoría es lo que ha llevado a Rösler, por ejemplo, a pensar que la ficción no existía en esa época y debía esperar a Aristóteles para ser descubierta. Creo que sería productivo comenzar dejar de pensar estas teorías como un síntoma del lugar de la ficción en la sociedad en cuestión (por ejemplo, la Grecia del siglo IV a.C.), sino como un intento teórico, probablemente destinado al fracaso, de atacar el lugar y la función de la ficción dentro de la sociedad. Como conclusión, creo que un análisis más detallado de cómo los cambios sociales y tecnológicos afectan la consideración y usos de la ficción en una determinada sociedad puede ser altamente productivo. Sean cuales sean los resultados a que nos lleve este camino de investigación resulta imprescindible plantearse seriamente el trabajo interdisciplinario; pensar desde diversos paradigmas a la vez que permitan captar la complejidad y riqueza de la ficción. Bibliografía Bascom, W. (1965). The Forms of Folklore: Prose Narratives. The Journal of American Folklore, 78, 3-20. Doležel, L. (1998). Heterocosmica. Baltimore: John Hopkins University Press. Gallager, C. (2006). "The Rise of Fictionality". In: The Novel (Vol. 1). Princeton: Princeton UP, pp. 336–63. Green, D. H. (2002). The beginnings of medieval romance fact and fiction, 1150-1220. Cambridge, UK; New York: Cambridge University Press. Haug, W. (1992). Literaturtheorie im deutschen Mittelalter: von den Anfängen bis zum Ende des 13. Jahrhunderts. Darmstadt: Wissenschaftliche Buchgesellschaft. Hose, M. (1996). „Fiktionalität und Lüge. Über einen Unterschied zwischen ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 28 römischer und griechischer Terminologie“, Poetica 28, 1996, 257-274 Pavel, T. G. (1986). Fictional worlds. Cambridge, Mass.: Harvard University Press. Reichel, M. (1997). „Eine übersehene Reaktion auf Platons Dichterkritik: Xenophon, Kyrupädie 2,2“, in: Günther, Hans-Christian (Hg.), Beiträge zur antiken Philosophie. Festschrift für Wolfgang Kullmann, Stuttgart, 103-112. Ronen, R. (1994). Possible Worlds in Literary Theory. Cambridge; New York: Cambridge University Press. Rösler, W. (1980). "Die Entdeckung der Fiktionalität in der Antike". Poetica, 12, 283–319. Russell, B. (1962). An inquiry into meaning and truth. Baltimore: Penguin Books. Ryan, M.-L. (1991). Possible worlds, artificial intelligence, and narrative theory. Bloomington: Indiana University Press. Schaeffer, J.-M. (1999). Pourquoi la fiction?.Paris: Seuil. Searle, J. (1975). "The Logical Status of Fictional Discourse". New Literary History, 6 (2), 319–338. ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 29 Fantástico, policial, religioso, amoroso La voz del ”otro” social en la literatura cordobesa. Mariana Valle Introducción ¿Cómo ingresa el pobre a nuestra literatura cordobesa?, ¿puede hablar el sujeto subalterno?, si en la mayor parte de los discursos literarios el ”pobre” no es el portavoz de su propio reclamo, ¿de qué manera se ”infiltra” su voz entre los intersticios de éstos? Analizaremos, a continuación, los rasgos de las ”voces” de los ”otros” sociales bajo las condiciones específicas de los géneros discursivos que las incluyen: el poema religioso, el relato policial, el cuento fantástico y la novela erótica. Ética y Estética en el encuentro con el ”otro” Según Benhabib existe un ”otro generalizado” y un ”otro concreto”: El punto de vista del otro generalizado nos exige ver a todos y cada uno de los individuos como seres racionales a los que les corresponden los mismos derechos y deberes que quisiéramos atribuirnos a nosotros mismos, (pero) al asumir este punto de vista nos abstraemos de la individualidad y la identidad concreta del otro (Benhabib, 2006: 187) ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 30 Por el contrario, el punto de vista del otro concreto nos hace ver a cada ser racional como un individuo con una historia, identidad y constitución afectivo emocional concreta y, de esta manera, nos permite concentrarnos en la individualidad, en las diferencias y no en las semejanzas1 . En el cruce entre ambos términos surge el verdadero diálogo entre el ”ser” y ”el otro” para este autor. El requisito del investigador para acercarse al ”otro” es doble: comprender que como seres humanos merecemos todos los mismos derechos (salud, educación, justicia, etc.), pero a la vez acercarnos, sin prejuzgar, a culturas diferentes con distintos modos incluso de resolver esos valores. Esto plantea un gran dilema y no es nada sencillo en la práctica política, por ejemplo. Los países del llamado ”tercer mundo” padecen hoy de prácticas intervencionistas del ”primer mundo” con supuestos fines civilizatorios y ”libertarios” que paradójicamente incurren en más crímenes sobre las poblaciones que dicen defender.2 Sin adentrarnos en semejante polémica hemos querido destacar en este ensayo esa doble mirada sobre el ”otro”, que convive, se superpone, se tensiona en los distintos textos elegidos. La literatura, en su intento por acercarse al ”otro”, delinea un bosquejo singular acorde a las motivaciones del agente social (el autor) en la elección del tema, el modo con que escoge describirlo (la estética), la configuración del ”yo lírico” o ”narrador” en el texto y el género bajo el cual se representa. Así, hay un ”pobre” del cual se hacen cargo tradicionalmente las ideologías evangélico-revolucionarias surgidas del ciclo de la industrialización3 En la literatura esta ideología asume una mirada ”piadosa” sobre el otro y a menudo lo inserta en una comprensión más amplia del cristianismo como un hecho verdaderamente redentor y revolucionario.4 cf. Benhabib, 2006: 183 ¿Qué hacer si una tribu ofrenda sacrificios humanos a sus dioses?, ¿justificaría ello intervenir y derrocar a sus gobernantes violando la autonomía de ese supuesto país? , ¿y si las ”víctimas” consintiesen esos actos como válidos por su religión? Estos grandes interrogantes rodean toda la producción de Lévi Strauss. 3 Cf. González, 1997: 287. 4 Es el tema del cuento ”Chau, espíritu santo” –de Adriana Pérez– que localiza a la Virgen y 1 2 ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 31 Parece que el pacto narrativo a veces implica mirar al otro desde la caridad, lo que constituye una manera de sortear las imposibilidades de describir la pobreza y de estetizar esta experiencia para el lector burgués, el ”miserabilismo” al que apunta Rosa (1997: 115-127). Para Emmanuel Levinas (1997: 275) se puede alcanzar la justicia a partir de la caridad que surge como una obligación ilimitada frente otro. Esta mirada es la que aplica el cura José Guillermo Mariani (el mismo que conquistó la fama por su polémico libro ”Sin Tapujos”). En el siguiente poema suyo el ”yo lírico” escucha la palabra de Jesús como una ”caricia” para los humildes, entendiendo incluso la violencia como un ”estallido” necesario si la justicia social se ”esconde con los signos de los tiempos”: Guardo muy dentro el sonido de tu palabra paterna/como se guardan estrellas en una noche serena./ y con coraje de aurora/ la despierto en la mañana/ para clavarla en la carne/ de la realidad humana/Tu Palabra es suave brisa/y también viento impetuoso/ Ella es caricia de humildes/ y látigo de orgullosos./El hambre y la sed le duelen/ como duelen a los pobres/ y por eso es estallido/ si la justicia se esconde/ con los signos de los tiempos./ La palabra marcha unida/ con la Vida se hace historia/ Con la historia se hace Vida. (Mariani, citado por Medina, 2003: 36) En el poema ”Mueren en las calles”, Mariani concibe a la muerte imbricada en la lucha, contra la tiranía y a favor de los desposeídos, como un ”camino de triunfo y ofrenda” y hace alusión a los desaparecidos durante ”El Cordobazo”: ”Los mendigos que no tienen techo/ y un día amanecen tendidos/por el frío o el hambre en la calle/o borrachos de pena y de vino/Los pequeños sin casa ni padres/que no piden llegar a esta José observando el panorama de la pobreza urbana y hace que éstos se pregunten, asustados ”¿no tendremos más hijos, verdad?”, frase que resuena como una crítica hacia la inequidad del sistema del mundo moderno e, incluso, hacia la iglesia adornada con ”oro” que, al menos, presta sus grandes muros para el descanso de los linyeras en la gran ciudad. En este relato la postura ”piadosa” de la iglesia católica hacia el pobre es cuestionada por los mismos padres de Jesús. ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 32 tierra/ y se van, sin pedirlo tampoco/por la fiebre o el hambre o la guerra/Los obreros que buscan justicia,/ los muchachos que luchan sin armas/por romper unos moldes que estrujan/sin conciencia sin nombre sin alma/ cuando un día su sangre caliente/moja y tiñe el asfalto insensible/ ¿Dónde está el asesino?, gritamos/y ocultando ”nosotros” decimos son ”ellos”/ Es que el hijo del hombre no tiene/ni aún dónde poner su cabeza (...)/ Él ha muerto allá afuera en el campo/ comulgando con los expulsados/ el que darnos su vida da todo/con ladrones está colocado./ Comunión que redime en la lucha/y transforma la calle en patena./Comunión que convierte la muerte/en camino de triunfo y ofrenda” (Mariani, citado por Medina, 2003: 54) La mirada religiosa, entonces, al destacar sólo al pobre como un ”sufriente pasivo” que merece ”misericordia” cual ”Cristo Pobre”, incurre en un estereotipo que se aleja de una representación fidedigna del ”otro concreto” en toda su extensión. Pero veamos qué ocurre con el género policial. El policía cordobés El libro Chanfles en acción de Víctor Retamoza fue publicado inicialmente en 1968 y fue reeditado en 1996 por Ediciones El Fundador, todavía se puede hallar esta joyita de la narrativa cordobesa en la librería del Cabildo. Retamoza fue sumariante de una comisaría y muchas de sus historias provienen directamente de su experiencia, aunque él dice ya no recordar muy bien cuáles fueron reales y cuáles imaginarios. En su libro de cuentos la presencia policial del pobre tiene la particularidad de ingresar al relato literario bajo las formas discursivas propias de los sumarios, que además son reales –los ha receptado en sus años como comisario- y sólo levemente modificados en sus nombres propios, por lo cual esto constituye en sí un acto de experimentación narrativa que, por un lado, lo sitúa en una comprensión tan profunda de los vericuetos del submundo delictivo que para Huerga sólo tiene un antecedente directo en Fray Mocho5 y, por el otro, 5 Desde que Eduardo Gutiérrez escribió su Juan Moreira, utilizó el recurso de los sumarios ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 33 destaca por su experimentación formal, lo que para Mastrángelo casi no tiene ”antecedente alguno” en la literatura argentina (Retomoza, 1996: 5-7). Los ”crímenes” van desde hechos triviales que rozan lo absurdo –como la riña entre vecinos- y otros que por lo desopilante de los casos provocan el humor –como el caso de un hombre que descubrió un extraño bajando del techo de su casa y resultó que era el amante de su mujer o el de un vecino que quiere sentar precedente de que su vecino no se baña, lo cual lo incomoda al percibir diariamente sus hedores. La voz del ”otro” social ingresa entonces en los textos de Retamoza a través de sus confesiones, porque éste es el resquicio que les deja el poder para alzar su voz y legitimar sus reclamos. El ”otro”, el marginal, puede ingresar como querellante o como victimario, pero siempre se lo interpela para mantener el orden del estado, garantizar el ”bien común”, por eso también es una manera de ”neutralizar” las amenazas al orden burgués, garantizar la protección de la propiedad y mantener el control6 . En algunos de los cuentos de Retamoza, incluso, el narrador desaparece y aparece directamente el documento que da lugar a la sensación de verosimilitud sobre lo expuesto y deja librado al lector su facultad de imaginar el desenvolvimiento de los hechos, otra particularidad de su escritura es incorporar directamente la ”voz” del ”otro” social citando directamente sus denuncias en su particular lenguaje (con ”barbarismos”, expresiones coloquiales no avaladas por el ”diccionario” o no avaladas por la norma, etc.). En otros de los cuentos, se produce a la escritura ”paralela”: con la hoja dividida al medio el autor escribe lo que sucede ”para el afuera” en los personajes y lo que sucede ”internamente” al personaje, artilugio de una narración experimental que desarrolla con maestría. Al fin y al cabo los seres humanos estamos constituidos por esa doble mirada ajena y propia. Nuestra identidad se conforma por el sistema que nos reconoce policiales para inspirar los sucesos de su novela, según nos lo recuerda Ludmer en El cuerpo del delito. José S. Alvárez fue, como Retamoza, un gran ”escritor-policía” cuyo cargo de funcionario y cronista policial le permitió observar los tipos del hampa porteña, que trasladó a numerosas narraciones: Galería de ladrones de la Capital (1880-1887), Vida de los ladrones célebres y sus maneras de robar (1887) y Memorias de un vigilante (1897). 6 Cf. De Certeau, 2004:77 ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 34 por las huellas que dejamos –los sumarios policiales, los ingresos declarados, documentos de identidad, respuestas en los censos, etc.-; pero también por nuestro propio bosquejo interior, hasta donde es posible sondear los resquicios de libertad de un poder cuasi omnipotente, como lo hace Martín Váldez imaginando un destino escogido para su muerte en ”Muerto, Joaquín Valdéz, Muerto”. ”Misteriosa Córdoba”: El cuerpo subalterno desde una mirada fantástica7 Podríamos empezar esta breve reflexión sobre la relación posible entre los términos ”subalternidad” y ”fantástico” pensando en el significado de ambas palabras. ¿Qué es lo subalterno? Para Guha lo ”subalterno” puede ser definido como ”de rango inferior” (significado estricto del término): sintagma que, en su sintética composición, es una excelente muestra de la configuración textual de la desigualdad. Resta delimitar, entonces, el término opuesto en esta relación binaria, lo ”superior”, contraposición que exhibe la condición de posibilidad de lo subalterno en tanto sólo definible con respecto a un ”otro”, por lo tanto aquí nos referiremos a lo subalterno como equivalente del ”otro” social, marginado por el sistema económico, el lumpen-proletario de Marx y Engels. ¿Qué es lo fantástico? Para Todorov, es el tiempo de la ”incertidumbre” en el lector, que vacilará sobre la posibilidad de que los hechos presentados en la narración tengan una explicación ”natural” o ”sobrenatural” 8 . Ya encontramos la primera regla de semejanza: Tanto lo ”subalterno” como lo ”fantástico” se dirimen en torno a una figura exterior al sistema quien lo juzga, no es el propio ”subalterno” quien se califica como tal ni es el relato Una versión de este apartado puede leerse por separado en http://ladoctaliteraria.blogspot.com.ar/2012/12/misteriosa-cordoba-el-cuerposubalterno.html 8 ”Lo fantástico ocupa el tiempo de esta incertidumbre (...) es la vacilación experimentada por un ser que no conoce más que las leyes naturales, frente a un acontecimiento aparentemente sobrenatural” (Todorov, 2006: 18) 7 ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 35 quien juzga su cualidad de fantástico sino el lector que lo recibe. Se trata, en ambos casos, de cómo la mirada ajena percibe a un sujeto-objeto que contempla. En segundo lugar, ambos términos sirven para designar a los márgenes siempre en torno a la perspectiva de un sujeto privilegiado para definir la norma. Si lo ”sobre natural” es lo ”fuera de”- en este caso, del sistema de lo ”natural” o ”lógico”-; también así lo subalterno, lo ”marginal” es lo que está por ”fuera de” el sistema económico productivo, cualidad que para Marx y Engels se define bajo el concepto del ”subproletariado”. En tercer lugar, podemos decir que tanto lo fantástico como lo ”subalterno” generan curiosidad, pero también, muchas veces, temor y rechazo. Para Lovecraft (citado por Todorov, 2006) el criterio de lo fantástico incluso se sitúa en la experiencia particular del lector, y esta experiencia debe ser el miedo. Lo subalterno genera este efecto por parte de una sociedad que cuida celosamente de sus posesiones y de su integridad física y ve en el ”otro” -que siente que no es como ”uno”- una posible amenaza ya que la exclusión social impulsa a satisfacer las carencias-urgencias de modo inmediato para garantizar la supervivencia, generando en el imaginario construido desde la hegemonía cultural, la identificación de las zonas de pobreza como territorios de crimen (Korol, 2009: 65). En cuarto lugar, lo fantástico opera creando figuras y atmósferas que produzcan este rechazo y, por ende temor, y la narración de la pobreza muchas veces también lo hace. En estos relatos, la descripción del sujeto ”pobre” y su entorno generalmente destaca la fealdad y no la belleza de éstos. Y es que la pobreza no es ”linda”, biológicamente, la pobreza genera hambre y el hambre es un estado de indefensión que provoca estragos físicos en el cuerpo: paralización del crecimiento en el sujeto joven, lentitud, adelgazamiento, extenuación y al cabo, muerte (Masseyef, 1960: 31). Por otro lado, podemos presuponer que el relato fantástico utiliza el rechazo y el temor que provoca la figura del marginal en gran parte del imaginario promedio de la sociedad en la que se inscribe el lector modelo para introducir el elemento ”fantástico” en su figura y en su entorno. ¿Cómo se representa lo subalterno desde una mirada ”fantástica” en nuestro ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 36 corpus? La historieta ”Nadie” de Massei y Aguirre lo hace a través de una interesante metáfora sobre la condición del marginal, su ”invisibilidad” en el trajinar diario de la apresurada vida de la ciudad de Córdoba. De repente un día, la población abandona las calles, deja de trabajar, de consumir y se recluye en sus casas. Esta atmósfera enrarecida para un alienado muchacho que aún ocupa el territorio público de la Ciudad, se transforma en una cualidad para percibir a los marginales que ocupan el territorio casi desolado y son portadores de la verdad que resuelve el enigma del misterioso caso. La representación casi ”espectral” de los mendigos que sólo se tornan visibles cuando la ciudad se detiene encierra una fuerte crítica al funcionamiento de una sociedad capitalista que parece olvidar diariamente que los pobres existen y necesitan ayuda. Otra mirada ”fantástica” sobre lo subalterno es la de las leyendas urbanas recogidas, en este caso, por Luisa Ventura en su libro Cuentos cordobeses de terror. En ”La Tipa de la Cañada” transforma el mito cordobés en una prostituta travesti que es víctima y victimaría de un escalofriante mandato. El cuento construye la figura del marginal como un ser desprotegido e indefenso que, por tal condición, no puede huir del ser maligno que termina ”silenciosamente” cobrándose su vida y la de tantas ”tipas” más como él/ella. Otra vez, el relato juega con el concepto de ”invisibilidad” de la figura subalterna, en este caso la prostituta travesti, en el marco de la sociedad que lo abandona ”a su suerte”. Además, el cuento puede organizarse en torno a la construcción del cuadro semiótico ”movilidad-inmovilidad/heterosexualhomosexual”. El modelo de sexualidad hegemónico hará que aquellas personas que experimenten placeres ”inadecuados” para su condición genérica perderán tanto ”movilidad social y física como apoyo institucional y beneficios materiales”(Martínez, 2001: 201). La extraña maldición que pesa sobre el cuerpo del travesti en este caso es la de inmovilizarse en el paisaje típico de la Cañada, algo que ”fija” exteriormente la inmovilidad intrínseca a un personaje subalterno no sólo discriminado por gran parte de la población por su condición sexual, sino también económica en la triple condición ”pobre-prostituta-travesti”. ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 37 En ”Debajo del Puente”, un grupo de mendigos que viven, precisamente, debajo del puente, se devoran el cadáver que quiere esconder la narradora-asesina, quien, al principio, hipócritamente se escandaliza del acto de canibalismo y luego se complace del fortuito hecho para desligarse de su culpabilidad. Aquí el efecto de asombro propio del fantástico está dado por la situación de ”extrañamiento” con la que el observador contempla los cuerpos subalternos, casi como ”bestias” que son capaces de consumir los despojos de la sociedad, cualquiera sean éstos. Este relato recuerda a ”Las Puertas del Cielo” de Córtazar donde la mirada asombrada de un sujeto exterior al mundo de la pobreza envuelto excepcionalmente en un contexto humilde (un baile popular) se convierte en el giro ”fantástico” de una situación típica vivida con ajenidad y sobrecogimiento por parte de un espectador extrañado. Lo que se torna fantástico es producto de la sensación que la irrupción de la ”barbarie” genera en el seno de una sociedad ”civilizada”; el temor que genera el ”hedor” 9 latinoamericano sobre la clase media o alta. Situación que también se percibe en el cuento ”La boda Mellman-Gorosito” del cordobés Estaban Llamosas donde los desaforados y animalescos bufones, parientes populares del novio, generan una atmósfera sobrenatural para los sobrecogidos y ”cultos” parientes de la novia en un relato que juega con el grotesco y la ironía para simbolizar el desprecio de las clases altas hacia los modismos populares, jugando con la perspectiva de un narrador aliado al grupo ”civilizado” de la novia. Todos estos relatos también funcionan a manera de metáforas y encierran una crítica a la sociedad que se deslinda de su responsabilidad para con los marginados que sólo se hacen ”visibles” cuando constituyen una posible amenaza a un bien personal. Cuando eso ocurre, como espectros tenebrosos en la noche, aparecen para escandalizar a una población a la que simplemente se le olvidó que siempre estuvieron allí... Los efectos de temor que genera el ”otro” social –comprendido desde el ángulo psicoanalítico y desde la postura arquetípica de la ”sombra” en Jung que refiere al plano reprimido que causa el temor hacia lo desconocido, es recuperado por el antropólogo argentino Rodolfo Kusch, quien lo denomina el ”hedor” latinoamericano refiriéndose a los rasgos que toman los marginados de nuestro continente (indios, pobres, ”cabecitas negras”) desde la óptica del discurso occidental anclado en buena parte del imaginario de la clase media o alta. 9 ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 38 A la sombra de las tipas10: Deseo, poder y placer El libro de Cristina Luz, Orgasmo, es a la vez una ”autobiografía bárbara” y un ejemplo de la ”literatura del pobre”, donde la protagonista y escritora refiere su propio pasado de condena y pesadumbre a causa de la práctica del ”oficio más viejo del mundo” Para Rodríguez, desde la picaresca española, surge la ”literatura del pobre” caracterizada por un enunciador (la voz narradora) que cuenta su vida desde su desposesión radical sin ningún tipo de intervención moralista alrededor, lo que la distancia de los relatos respaldados por la visión evangelizadora de la iglesia. Para Dominé -que va más allá-, las ”autobiografías bárbaras” son aquellas que revierten el ingreso de la ”voz” del ”otro” sólo enmarcado por un sujeto letrado ajeno a su condición (Domine, 1999). Con respecto a estos relatos sucede algo curioso también analizado por Beverley. Para él, el ”subalterno” ya no lo es ”tanto” cuando se apodera del registro escrito y se posiciona en cierto lugar de privilegio que conlleva la literatura como bien simbólicamente legitimado entre otros (algo que refiere analizando el caso de la escritora Rigoberta Menchú y recuperando algunas nociones claves de Spivak en ”¿Puede hablar el sujeto subalterno?”). Para él, el narrador testimonial de estos relatos no es lo subalterno, como tal tampoco sino más bien algo como un ”intelectual orgánico” del grupo o de la clase subalterna, que habla a (y en contra de) la hegemonía a través de esta metonimia en su nombre. Por lo tanto, la naturaleza de estos testimonios está marcada por una serie de aporías: es y no es ”voz”; es y no es una forma auténtica de cultura subalterna; es y no es ”documental” (cfr Beverley, 1992: 21). Cristina Luz elabora su novela cuando logra alejarse del mundo prostibulario y encuentra un mejor posicionamiento social por eso el suyo es un recuerdo y no una historia viva o actual y que logra salir a la luz sólo por el intermedio del Consejo Provincial de la Mujer en Córdoba quien financia su publicación. Según el léxico cordobés, se le llama ”tipas” a los árboles que adornan de lado a lado La Cañada. Por extensión, se les suele llamar directamente ”tipas” a las prostitutas que trabajan en esa zona de nuestra Ciudad. (Fuente: ”Nosotros los Cordobeses”, web) 10 ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 39 ¿Es, entonces, la genuina voz de un subalterno? Este dilema, como señala Beverley, se articula con todas las nuevas formas de expresión testimoniales que acompañan una curiosa paradoja: el acceso a la palabra escrita que fija como elemento inerte el producto de la memoria y la experiencia significa la muerte del sujeto subalterno en su más pura alteridad11 . El que escribe narra, entonces, su pasado y con el objetivo de aleccionar al público lector en beneficio de los grupos marginales de los cuales intenta alejarse12 , lo cual no deja de ser profundamente conflictivo para la voz narradora. Orgasmo es un relato de iniciación al mundo de la prostitución, donde la protagonista aprende a acatar sumisamente los códigos que las más antiguas en el trabajo han diseñado: no besarás, no sentirás placer, no te enamorarás. Cristina Luz padece desde joven el poder hegemónico que el hombre detenta aún en nuestras sociedades modernas. Cuando adolescente, es violada por un joven de alta alcurnia y si bien su madrastra conoce de la situación, por su postura ”machista” la culpa a ella de todo. Cuando crece, Cristina se transforma en ”servidumbre” de un hombre violento que la obliga a trabajar para consentir todos sus vicios (la droga fundamentalmente) y caprichos, sometiéndola a todo tipo de vejaciones y humillaciones. ¿Pero, desde cuándo surge esta hegemonía del sexo masculino sobre la mujer y por qué decimos que el libro de Luz es un relato revolucionario aún en nuestro tiempo? La tradición del poder patriarcal y la supremacía de la virilidad y la honra masculina proviene de la tradición judeocristiana y griega, pero no está ausente en nuestros días13 . Una interesante metáfora de lo escrito como muerte de la heterogeneidad y la permanencia de la oralidad en la comunidad es la que explican los autores de la novela cordobesa ”Letra Muerta” en su prólogo. 12 Singular es el caso de Horacio Sotelo (ex ladrón, habitante de Villa la Tela) ya que nunca dejo de ser un ”habitante del abismo” (un pobre) hasta el último de sus días aunque su acceso al objeto preciado ”libro” significó simbólicamente un ascenso social de algún modo, hecho que analizamos en otro ensayo. 13 ¿En qué medida se ejerce sobre el sexo una relación de poder? Para Foucault, la marca del poder era en la Antigua Grecia la situación anorgásmica bajo la cual quedaba el ”dominado” (mujer u hombre de inferior rango social) en el encuentro sexual. Algo similar ocurría en la tradición judeo-cristiana donde, si bien no se explicitaba la ausencia del deseo en la mujer, se enfatizaba su rol pasivo, meramente funcional a la procreación y la preeminencia 11 ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 40 En el relato de Cristina Luz todo el tiempo se enfatiza la relación entre su posición subordinada en una sociedad machista con la incapacidad de sentir deseo. Queda embarazada después de una violación y, en sus sucesivas, concepciones sigue aún sin experimentar nunca el goce del sexo. En su trabajo, la anorgasmia es una condición pautada por las más viejas en el oficio, para quienes ”experimentar el orgasmo implicaría un desgaste físico y emocional que perjudicaría su profesión” (Luz, 2006: 27). Con uno de sus ex clientes y cuando ya no es prostituta; Cristina experimenta por primera vez un orgasmo. La rueda ha girado y la ha convertido a ella en una mujer libre y capaz de decidir su propio destino incluso en el ámbito íntimo de su sexualidad. El deseo surge, entonces, como efecto de su conquista en el ámbito social14 . Orgasmo narra la búsqueda del dominio del propio cuerpo y de la palabra. Todo el relato está orientado por esa búsqueda continua del placer. El encuentro con la palabra escrita viene después del encuentro con el cuerpo mismo. Cuando el sujeto antes dominado puede imprimir su soberanía sobre la piel desnuda de su cuerpo y el papel en blanco. Conclusión El ”otro social” generalmente no accede a la literatura sin el marco de una voz ”letrada-otra” que lo recupere: ya sea haciéndolo ingresar como referente dentro de su propia historia o cediendo simbólicamente el espacio para incorporar su ”voz” en el marco de su escritura (caso el de Martín Fierro) o apoderándose de las ”voces” de la cultura popular en compendios de poesía popular, leyendas y cancioneros que también ameritan la intervención de un estudioso del hombre sobre ésta. Ver: MEDINA, Carrasco. ”Deseo y Poder” en. Revista Nueva Antropología, número XVIII. Centro de Estudios Sociológicos. El colegio de México. Disponible en: http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/nuant/cont/61/cnt/cnt3.pdf 14 No es la primera vez que se usa el relato erótico con los fines de hacer una crítica social. Recordamos el caso de la novela Sexilia del cordobés Roberto Panko, donde se simboliza la crítca al sistema excluyente de la racionalidad capitalista en el sufrimiento atroz de los vencidos, hasta que la reina Sexilia toma la batuta y usa a los antes opresores para su placer. Una novela que evoca el terrible relato del festival carnal-valesco de los cuerpos en la censurada Saló de Pasolini. ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 41 que fragmenta y selecciona una parte de esas voces para presentarlas a un público ajeno a esas comunidades. Pero cuando el ”otro” habla por sí mismo también es polémica la autenticidad de su voz como expresión de alteridad, ya que si accede a la literatura está dejando atrás una parte considerable de su subalternidad al acceder al poder simbólico que ello implica. Los sujetos subalternos, sin embargo, son parte vital del hecho literario. A veces como referentes, otras como primeros ”portavoces” de las historias orales y en otros casos como ”gestores culturales”: receptores de los discursos literarios en sus versiones orales generalmente y actualizadores de sentido. Todos estos casos en especial seleccionados de nuestra literatura cordobesa no implican, entonces, que no podamos localizar -como el murmullo quieto del río manso- el balbucear y el pulular incesante de los subalternos, resistiendo al poder hegemónico bajo las posibilidades de los relatos genéricos en los que se encarnan sus discursos: el policial, el religioso, el fantástico, la novela erótica. Dichas representaciones analizadas, son formas parciales de construcción sobre sujetos que se resisten a enmarcarse en un molde prefijado pues, y esta es la mirada más ética que se reserva este trabajo, estos ”otros” son tan diversos que se resisten a cualquier tipología. Aún el relato de Luz sobre su propia vida ”marginal” constituye sólo una parte del complejo entramado social en el que se inserta. La literatura, entonces, funciona como un gran caleidoscopio donde la mirada exacta sobre el ”otro” no existe, porque no hay tal posibilidad. Bibliografía ALABARCES, Pablo y AÑÓN, Valeria. (2008) ”¿Popular (es) o subalterno (s)? De la retórica a la pregunta por el poder” en Resistencias y mediaciones: Estudios sobre la cultura popular. Buenos Aires: Paidos. BAWDEN, Guillermo y CEZARY, Novek (2012). Letra muerta. Una novela en la argentina postapocalíptica. Córdoba: Llanto de Mudo. ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 42 BENHABIB, Seyla. (2006) El ser y el otro en la ética contemporánea. Barcelona: Gedisa. BEVERLEY, John. (1992) ”¿Posliteratura? Sujeto subalterno e impase de las humanidades”, en Hermenéuticas de lo Popular (comp. Hernán Vidal). 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A lo largo de cien páginas distribuidas en cuatro capítulos, prólogo y epílogo propone una reconstrucción sistemática de las proposiciones teóricas que delinearían el horizonte del Mito (con mayúscula en el libro). El lector asiste, entonces, a la exposición de una filología fantástica, una arqueología no antropológica, un pensamiento de lo político, una disputa con el psicoanálisis en torno al estatuto de los sueños, una postulación de un multiverso absolutamente infinito y una teoría incorporal del sujeto. Cada una de estas teorías se articula con las demás para conformar una imagen completa de un universo ficcional en donde naturaleza, sociedad y sujeto están atravesados por una ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 45 hendidura que los conecta entre ellos pero los separa de sí mismos, o mejor dicho, de la posibilidad de circunscribirse a la jurisdicción de un principio de identidad. Esta lectura de la narrativa de Lovecraft se inscribe, además, en el marco de un proyecto filosófico más grande. En este contexto, la reconstrucción del pensamiento que articula los relatos del escritor de Providence tiene el fin de comunicar un desafío a la filosofía. La declaración de intenciones de Ludueña Romandini advierte que no se trata de pretender que el Mito lovecraftiano sea la expresión de una teoría filosófica particular, sino de llevar a Lovecraft hacia la posición de interlocutor para la filosofía. Esta declaración de intenciones es importante por dos cuestiones: por un lado, porque a través de ella, el autor se sitúa en relación a un determinado horizonte de discusión de la filosofía contemporánea, por el otro, porque como declaración programática representa la medida ante la cual deben responder sus operaciones de lectura. La importancia relativa de cada uno de estos factores dependerá de los intereses que ocupen al lector en cuyas manos caiga cada uno de los quinientos ejemplares numerados del libro. En el caso de los lectores que hacemos Luthor, por nuestra formación y nuestro propio horizonte de debates, normalmente adquriría preeminencia la segunda de las cuestiones. Sin embargo, considero pertinente comenzar reconstruyendo este contexto con el que se conecta el libro, ya que en el fondo lo que está en juego es un debate en torno a las condiciones actuales de la práctica teórica. Por eso, antes de considerar sus operaciones de lectura me referiré a esta relación con lo que actualmente se conoce como ”ontología orientada a objetos” (”OOO” para los amigos) y con cierto contexto discursivo identificado de manera más equívoca con el nombre de ”realismo especulativo”. Esta relación se introduce por medio de una crítica al teórico Graham Harman, quien también ha dedicao estudios a Lovecraft desde un punto de vista filosófico. Pero hay buenas razones para creer que hay algo más en juego aquí; después de todo, la cadencia en el despliegue de referencias del libro no sigue los patrones del name dropping, sino más bien el trayecto de una prolija cartografía de enunciaciones. ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 46 II Nos encontramos, entonces, con que luego de atravesar una introducción en donde se nos presenta una narrativa acerca de un mundo en el que el último filósofo ha muerto hace tiempo y la filosofía, siempre en busca de su propio límite, subsiste a través de un conjunto de agentes que, ”fagocitados” (sic) por ella, hablan ”espectralmente” en su lugar (concepción clave de la filosofía del autor que resonará anafóricamente cuando exponga la teoría del sujeto lovecraftiana),1 llegamos a un claro en el texto en donde finalmente se nos introduce el proyecto del libro: leer a Lovecraft como ”el más importante mitógrafo del siglo XX”; como el escritor que mejor supo poner en escena un universo problemático, no sólo a la altura del pensamiento contemporáneo, sino digno de constituirse como desafío para todo pensamiento por venir. Junto con esta declaración de un programa positivo, nos encontramos también 1 El concepto de espectro ha ido provisoriamente definido en La comunidad de los espectros y designa entidades incorporales comparables a las sustancias intelectuales de la filosofía medieval; de acuerdo con esto, la teoría del sujeto lovecraftiano que se expone en este libro sería una teoría del sujeto espectral en cuanto su estructura consiste en la conjunción de una multiplicidad de voces en un espacio vacío (ver infra). Respecto de esta ontología, considero importante señalar un dato contextual que hecha luz sobre las afinidades filosóficas del autor y permite comprender las coordenadas de su proyecto de una espectrología: entre las publicaciones de la colección de Miño y Dávila que dirige Ludueña Romandini se destaca en particular la obra de Alexius Meinong, teórico escasamente leído en general, pero a menudo mencionado particularmente en el contexto de la filosofía analítica por su compromiso ontológico con objetos inexistentes. La ontología de Meinong fue originalmente objeto del ataque de Bertrand Russell, quien durante su juventud adscribiera a sus postulados teóricos. En la actualidad son pocos los que reivindican la figura de Meinong. Entre ellos se destacan Terence Parsons, Richard Routley y, a través de éste, Graham Priest. Los tres pertenecen a la tradición anglosajona o analítica de la filosofía comtemporánea. El gesto de Ludueña Romandini de publicar a un Meinong en la misma colección que a un Taubes (figura ineludible para quien quiera referirse a los conceptos de escatología y mesianismo en occidente) se corresponde con la tendencia de algunos pensadores contemporáneos de tender puentes heterodoxos a uno y otro lado de los grandes bloques filosóficos del siglo pasado. Entre estos, si queremos imaginar un paisaje de ascetas que podrían mantener cierta afinidad teórica con Ludueña Romandini, destacaría en particular a Ray Brassier (originariamente vinculado con el ”realismo especulativo”, etiqueta por la cual hoy en día ha manifestado su desprecio), quien en Nihil unbound ha trabajado en torno al tema de la extinción cruzando las aguas de las dos tradiciones, y al mencionado Graham Priest, quien en Beyond the limits of thought ha puesto su lógica heterodoxa al servicio de la comunicación entre ambos bloques y que en Towards non-being, sostiene su propia variedad de meinongianismo. ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 47 con una crítica a eso que Ludueña Romandini preferiría no hacer. La filosofía, nos dice, siempre ha tenido una relación tensa con eso que llamamos ”literatura” y, generalmente, ha encontrado dos maneras de resolver esa tensión: ocluyéndola o capturándola (y aquí vuelve a hablar de ”fagocitación”, lo que invita a pensar que la filosofía, para el autor, quizás se parezca en algo a los Shoggots, esa especie engendros amorfos que desafiaron a los Primordiales). Para leer a Lovecraft, Ludeña Romandini quiere distanciarse de esa operación violenta sobre la literatura, pero alguien se ha adelantado y ya ha pretendido convertir al escritor de Providence en su Hölderlin personal. Se trata de un excéntrico lector de Heidegger y Latour llamado Graham Harman. Harman es el hombre detrás de los términos ”ontología orientada a objetos” y ”realismo especulativo”.2 Su proyecto filosófico se sustenta sobre tres pilares, dos de los cuales son de orden teórico y uno de orden práctico-estratégico. En primer lugar se basa conceptualmente en el desarrollo de una ontología no antropocéntrica, reminiscente de la teoría del actor-red de Bruno Latour (que se caracteriza por modelizar las relaciones entre seres humanos y objetos inanimados como redes sociales, pasando por alto cualquier distinción ontológica entre ambos). En esto, Harman se reconoce en la línea de Deleuze y de Whitehead, pero a diferencia de ellos, propone considerar a los objetos no sólo en cuanto a sus relaciones, sino también en sí mismos. Aquí entra en juego el otro pilar conceptual de Harman, dejar de lado la distinción entre el mundo que se presenta a la conciencia humana y el mundo inaccesible de las cosas en sí, dando rienda suelta a la especulación metafísica. Pero probablemente el tercer pilar, de orden práctico, sea el de mayor importancia: la publicación y discusión constante por medio de blogs. Ahora bien, a pesar de la gran distancia que media entre la OOO y la filosofía de Ludueña Romandini ambas se encuentran en el proyecto de un pensamiento que tome la forma de una ontología especulativa capaz de volver a entablar una discusión cosmológica con las ciencias físicas como la que tuviera lugar, en su momento, entre Bergson y Einstein. Pero al mismo tiempo ambos proyectos se sitúan en las antípodas del debate en torno a las prácticas discursivas 2 En verdad, Harman atribuye la ocurrencia del nombre ”realismo especulativo” a Ray Brassier, pero en la actualidad, de los cuatro teóricos que originalmente participaron en el coloquio así bautizado (Ray Brassier, Graham Harman, Quentin Meillasoux y Ian Hamilton Grant), sólo Harman continúa identificandose a sí mismo por medio de tal divisa. ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 48 contemporáneas, en el cual entra en juego no sólo el porvenir de la filosofía sino también el de la literatura, las ciencias, la economía y la política. La posición de Ludueña Romandini en este debate se constata en la sección de su libro menos propensa a ser leída, una sección a la que extraordinariamente se le dedica un apartado propio en el índice: los agradecimientos (institución editorial por la cual Harman ha demostrado su desprecio en las primeras líneas de su seminal Tool-Being: Heidegger and the metaphysics of objects). Allí se lee lo siguiente: un libro sólo puede ser escrito en una estricta soledad premeditada. En el mundo contemporáneo, esta condición amenaza, cada vez más, con transformarse en un obligado estado de situación inexorable. De allí la importancia inconmensurable de contar con ciertas presencias. (...) Agradezco a Emmanuel Taub el cuidado irremplazable que le ha prodigado a este libro y le manifiesto mi admiración por su valentía y su generosidad al acogerlo en una editorial que honra al libro argentino. (Ludueña Romandini, 2013: 22-23) La soledad premeditada de la escritura, el cuidado irremplazable del libro (con certificado de nacionalidad) la importancia de unas pocas presencias concretas para quienes el libro es dedicado como una carta. Quizás estas líneas deban ser leídas como un manifiesto. Compáreselas, por ejemplo, con la postura de Juan Terranova, a la que me referí en un artículo anterior. Compáreselas también con este fragmento de un post del académico y blogger Daniel Luna (@erichluna), miembro fundador del Laboratorio de videojuegos de Lima (espacio dedicado a los game studies) escribió en el año 2010 en referencia a las prácticas discursivas de los llamados ”realistas especulativos”: ¿Publicar libros devendrá una traba frente a la rapidez y flexibilidad de espacios como los blogs? No digo que ganen más peso. Pienso en la comodidad y velocidad que ofrecen para generar diálogos y trabajo común. Hoy en día uno puede llegar a estar ”refutado” antes de que su libro salga a la venta. (Luna, 2010) Nada peor para la filosofía que la sociedad, dice Ludueña Romandini en las primeras páginas de su ensayo; nada más lejos de la forma de una escuela ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 49 filosófica que una comunidad; en todo caso, la forma de vida no filosófica que más afinidad ha encontrado con la filosofía ha sido el ascetismo. III Resta entonces la pregunta por sus operaciones de lectura. Lo esencial de su operación se articula sobre tres rasgos: 1) la asignación de figuras de intelectual, 2) el posicionamiento en el espacio discursivo, 3) la enunciación ”espectral”. El primero se refiere a la distinción entre filósofos, agentes de la filosofía, teóricos, literatos, mitógrafos, escritores, críticos y pensadores. Como dije más arriba, Ludueña Romandini se compromete con una narrativa acerca de un mundo en el que el último filósofo ha muerto hace tiempo. En este contexto, él mismo no podría llamarse legítimamente ”filósofo”, pero sí aceptaría quizás ser llamado teórico. Un teórico bien puede ser agente de la filosofía, siempre que ésta lo ”fagocite”, pero del mismo modo pueden ser agentes de la filosofía todos los demás roles que mencionamos. La diferencia entre literato, mitógrafo y escritor, en cambio, es una diferencia que aplica a Lovecraft y al modo en que ha sido leído. A lo largo del libro no se niega que Lovecraft sea un escritor, de hecho, se aclara que el interés del ensayo se centra en su faceta de escritor de ficción y no en el resto de su cuantiosa producción textual. Pero, en cuanto escritor, Lovecraft no le interesa como literato; así es como lo ha leído la crítica y la filología, se nos dice, aquí será leído como mitógrafo. Ahora bien, en cuanto mitógrafo, Lovecraft sigue situado como un sujeto de aquello que hoy en día conocemos como literatura, mientras Ludueña Romandini, como teórico, sigue jugando el rol de agente de la filosofía. El desafío está en encontrar un sitio en el cual desterritorializar la posición relativa de ambos discursos. Aun cuando luego se pretenda reterritorializar el discurso del lovecraftiano hacia el campo del discurso teórico, la condición de posibilidad de esta operación es encontrar un territorio compartido. Ese territorio es el rol de pensador. Al final del primer capítulo, Ludueña Romandini se pregunta por las enseñanzas que pueda extraerse para la filosofía de la filología fantástica de Lovecraft. La respuesta que encuentra es una teoría acerca del poder, y al ponderarla llega a proponer que Lovecraft habría sido ”uno de los pensadores de lo político más provocativos del siglo xx” (2013: 53). ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar Revista LUTHOR Nro. 17 p. 50 El segundo punto está implicado en ese desplazarse hacia el espacio del pensamiento como un terreno discursivo común a la filosofía y a la literatura. Se trata de poner frente a frente filosofía y literatura, reconociendo la contradicción que implica intentar hacer que hablen con una misma voz, pero no obstante asumiendo esa contradicción como un elemento constitutivo de la enunciación. Lo cual nos lleva al tercer punto: la teoría lovecraftiana del sujeto como justificación metodológica de la operación de lectura de Ludueña Romandini. La pregunta es ¿quién enuncia estas teorías? ¿Es posible reconstruir una teoría que quizás en primer lugar nunca haya estado allí donde la buscamos? ¿A qué mundo se refieren estas teorías? ¿Al nuestro o al de los mitos de Lovecraft? La clave del último capítulo está en intentar mostrar que estas preguntas están motivadas por problemas posiblemente tan ficticios como el universo lovecraftiano. Si el sujeto es el sitio en el que toma posición una multiplicidad de voces que subsisten incorporalmente, el sujeto de enunciación de las proposiciones ha sido siempre múltiple; ha sido la filosofía, ha sido Ludueña Romandini y ha sido Lovecraft, entre otros. Ese espacio de enunciación es caracterizado como una hendidura, un vacío abierto hacia el infinito en el que las diferentes voces se dan cita. Ese espacio, esa posición de sujeto, sería aquí el libro. Pero precisamente porque las proposiciones enunciadas en el propio libro reconocen que no hay ninguna posición de sujeto que sea necesaria, que incluso es contingente la mera existencia de alguna posición de sujeto, se trata de un libro que ha estado hablando de principio a fin de la posibilidad de su propia extinción. Sobre esta certeza se apuesta en él por una filosofía futura. Después de todo no tendría sentido hacer una apuesta si no hubiera nada por perder. Bibliografía Ludueña Romandini. 2013. H.P. Lovecraft, la disyunción en el Ser. Buenos Aires. Hecho atómico. Luna, Daniel. 2010. Realismo especulativo, preludio para una ontología del presente. Harman, Graham. 2010. Brief SROOO tutorial. ISSN: 1853-3272 http://revistaluthor.com.ar