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FUENTES
• ARISTÓTELES. Poética (1452a 30-32).
• SOROGOYEN, Rodrigo. Entrevistas en canal de FilaSiete de Youtube (29.3.2017), y
de los programas Es Cine en esRadio sobre Que Dios nos perdone (31.10.2016) y El Reino
(28.9.18).
• PEÑA, Isabel. Masterclass El mundo del guion organizado por CPA (24.2.2017).
• SOROGOYEN, Rodrigo y PEÑA, Isabel. Masterclass en el 21º Festival de Cine de Málaga (20.4.2018).
El reverendo (Paul Schrader)
PABLO ALZOLA
E
l veterano Paul Schrader, especialmente conocido por ser el guionista de Taxi
Driver (SCORSESE, 1976), ha escrito y dirigido una película que condensa toda
su trayectoria vital y cinematográfica. El reverendo cuenta la historia de Ernst
Toller (Ethan Hawke), un pastor protestante a cargo de una pequeña iglesia en el estado
de Nueva York que trata de ayudar a Mary (Amanda Seyfried) y Michael (Philip Ettinger), un joven matrimonio que atraviesa una grave crisis: él está aterrado ante la salvaje
destrucción del planeta a manos de los hombres y quiere convencer a su mujer para
que aborte la criatura que lleva en su vientre. Frente a lo que pueda parecer, esta obra
no se centra en temas como la fidelidad conyugal o el aborto. Los protagonistas no son
ellos, sino él: el reverendo. Y el conflicto que vertebra la película no se da en el plano
de las acciones de los personajes o de sus dilemas psicológicos: se encuentra más adentro, en el alma del pastor. «Esta es la primera película –confiesa el cineasta de Michigan– en la que me he atrevido a tratar la vida espiritual, y nunca había hecho antes
un filme como este» (ARMAS Y LOSILLA, 2018: 31).
Bien podría decirse que Schrader lleva prácticamente toda su vida gestando este proyecto. La severa educación calvinista que recibió en casa por parte de sus padres, descendientes de colonos procedentes del norte de Europa, sembró en el interior del
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cineasta una serie de preocupaciones que han asomado en muchas de sus creaciones,
tales como Taxi Driver, La última tentación de Cristo (SCORSESE, 1988) o Adam resucitado (2008), entre otras. «Fui criado en un ambiente donde la discusión teológica era
el pan de cada día. Los domingos los familiares nos reuníamos después de la cena y hablábamos sobre cuestiones teológicas» (JAMES, 1988). El reverendo incoa los temas más
propios de Schrader –la soledad y la desesperación, la libertad y la gracia– y les da una
nueva entonación, la de alguien que los ha ido madurando con el paso de los años. Así
lo reconoce en una entrevista: «Taxi Driver es la película de un cineasta joven y El reverendo es la película de un anciano» (ARMAS Y LOSILLA, 2018: 31).
El estilo trascendental
Por encima de los temas incoados, la película de Schrader es un calculado ejercicio
de estilo, mediante el cual ha llevado a la práctica lo que tiempo atrás había estudiado
en su libro El estilo trascendental en el cine: Ozu, Bresson, Dreyer, publicado en 1972.
El hecho de que el libro haya sido reeditado –con una nueva y extensa introducción–
pocos meses después del estreno de El reverendo sugiere la estrecha conexión que existe
entre este estudio teórico y la película. En la nueva introducción al libro, Schrader explica cómo surgió su interés por una forma de hacer cine que tenía al cineasta francés
Bresson como máximo exponente:
Como crítico de cine para Los Angeles Free Press vi el estreno en Los Ángeles de Pickpocket de Robert Bresson (1959). Y escribí sobre ella. Y la volví a ver. Y volví a escribir
sobre ella. Atisbé un puente entre la espiritualidad en la que me había criado y el
cine «profano» que amaba. Y era un puente de estilo, no de contenido (2018: 2).
El director francés había logrado, a juicio de Schrader, un estilo capaz de romper con
la tendencia natural del cine hacia la narración y la empatía y –en esta medida– abrir
al espectador al misterio de la existencia, a lo Trascendente. «Creo que es cine es inherentemente anti-espiritual», afirma el cineasta de Michigan. «Sus dos grandes motores son la acción y la empatía. Ves una imagen de una persona o un lugar y empatizas,
y entonces esa imagen empieza a conmoverte» (RISKER, 2018). Dicho de otro modo, el
argumento de una película crea en el espectador un constructo de emociones –un «filtro», en expresión de Schrader– que le induce a pensar que la realidad visible se basta
a sí misma. Por el contario, el llamado «estilo trascendental» frena la identificación
emocional del espectador, invitándole así a intuir el misterio que se esconde detrás de
lo que está viendo.
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En su libro, Schrader explica cómo este estilo consiste en un proceso que ha de atravesar todo el filme, creando un ritmo temporal y espacial muy concreto. «Un plano estático de alguien, digamos, preparando café requeriría, en términos dramáticos, diez o
quince segundos de metraje. Si ese plano se mantiene durante treinta segundos, tiene
otro efecto. Mantenido durante tres minutos, otro distinto», escribe aludiendo a una
escena de Umberto D (DE SICA, 1952). «Treinta segundos, sin embargo, son suficientes
para crear una disonancia entre tiempo y narrativa» (SCHRADER, 2018: 11-12). Así, el
estilo trascendental busca mostrar al espectador la realidad del modo más anodino y
superficial posible para, poco a poco, ir introduciendo una serie de disonancias que generan «una actitud de sospecha ante esa realidad cotidiana» (SCHRADER, 1999: 95) y,
finalmente, preparan la irrupción de una «acción decisiva» que expresa aquello que de
suyo es inefable: lo «totalmente Otro», en palabras que Schrader toma del teólogo protestante Rudolf Otto.
Si bien las películas de Yasujiro Ozu, Robert Bresson y Carl Theodor Dreyer son –con
los matices debidos a sus distintos contextos religiosos y culturales– ejemplos claros
del estilo trascendental, este no termina con ellos. «El estilo trascendental [...] todavía
existe, aunque es tan raro ahora como lo era entonces» (SCHRADER, 2018: 21). Recientemente, el cineasta de Michigan reconoció dicho estilo en Ida (2013), del polaco Paweł
Pawlikowski, y fue este descubrimiento el que –en gran medida– le impulsó a realizar
El reverendo. Cuando Pawlikowski fue galardonado en 2014 con el premio de la crítica
neoyorquina, Schrader pudo conversar con él cara a cara:
Hablamos sobre películas espirituales y sobre el estilo espiritual, y sobre cómo la
economía de la producción ha cambiado tanto que ahora una película es económicamente solvente, porque puedes hacerla por mucho menos de lo que hubieras podido
en el pasado. Caminando de regreso a casa empecé a pensar: «Sabes, quizá sea el
momento. Quizá sea el momento de escribir aquella película que juraste no escribir
nunca» (CONCANNON, 2018: 40).
Una estética de la negación
Ciertamente, tanto en Ida como en El reverendo destaca el uso de un lenguaje formal
rígido y austero. En el caso de la primera, la composición de la imagen (donde la acción
ocurre casi siempre en el tercio inferior), los planos frontales, la cámara estática o el
formato de pantalla cuadrado son ejemplos de un estilo donde la forma lleva la voz
cantante. «Inspirado por Ida, Schrader planeó inicialmente emular la estética de la pe-
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lícula filmando con imagen en blanco y negro, en formato 1.37:1» (CONCANNON, 2018:
40). Los productores impidieron el rodaje en blanco y negro, pero no pudieron oponerse
al formato cuadrado, pues así había quedado fijado en el contrato. De este modo, El reverendo hace gala de un marcado formalismo, muy similar al del filme de Pawlikowski:
planos frontales, cámara estática, así como una composición de la imagen muy medida,
deudora también del estilo visual de Wes Anderson. Contar con un estilo tan definido
permitió llevar a cabo el rodaje en tan solo veinte días: «La elección de este tipo de estilo –apunta Schrader– casaba bien con el hecho de que tenía que trabajar con un presupuesto bajo, pues estaba rodando de un modo que me permitía liquidar ocho o diez
páginas en un día» (NAM, 2018: 21).
En cualquier caso, las decisiones formales que subyacen a esta película no están
guiadas por una razón económica sino, más bien, por la intención de poner en práctica
el estilo trascendental aquí referido. Todo va dirigido a distanciar al espectador de la
acción dramática, a negar una posible inmersión emocional en el relato. «Niega los espectadores lo que buscan. Niega, niega, niega» (2018: 20), escribe Schrader. Es así como
la película va construyendo una cotidianidad que roza el aburrimiento para, más tarde,
introducir esas disonancias que anuncian la presencia de lo Trascendente. Un ejemplo
ilustrativo es la conversación entre el reverendo Toller y el atormentado Michael, que
homenajea un diálogo parejo en Los comulgantes (1963) de Ingmar Bergman. La escena
dura doce minutos, con planos estáticos; solo hay la irrupción de dos voces en off y un
movimiento de cámara. Estas notas disonantes rompen las reglas fijadas e invitan al
espectador «a sospechar de la racionalidad aparentemente realista de lo cotidiano»
(SCHRADER, 1999: 96).
En el fondo de esta estética de la negación se encuentra una visión de raigambre
calvinista y, más concretamente, el «concepto de sensus divinitatis de Calvino, por el
cual se entiende que la reducción máxima de la percepción sensitiva es la única que
permite que la conciencia despierte» (1999: 16-17), explica Breixo Viejo en el prólogo
a la edición castellana de El estilo trascendental en el cine. En este sentido, podría decirse que Schrader ha trasladado al medio cinematográfico la severa teología recibida
en el hogar familiar, con la convicción de que los sentidos son absolutamente incapaces
de atisbar a Dios. «Vengo de una tradición donde menos es más», afirma el director en
una entrevista, y añade que los protestantes como él no veneran la imagen del Cristo
sangrando, sino la cruz desnuda. «Realmente, pienso que la simple cruz es más poderosa
porque ofrece menos que el Cristo sangrando [...]. Solo mira a la forma. Es la forma lo
que importa. Este tipo de forma está muy presente en esta película» (NAM, 2018: 22).
Construyendo lo cotidiano: planos frontales, composición simétrica, cámara estática.
Resalta de modo especial en las escenas que muestran a Toller escribiendo su diario en
una desnuda habitación en penumbra, o en el momento en que reza sentado en el
suelo, con una vela como única iluminación.
El hombre solitario de Dios
Se ha escrito mucho sobre las similitudes que hay entre Travis Bicke (Robert De Niro),
el protagonista de Taxi Driver, y el reverendo Toller. «En resumen, él es el hermano clérigo de Travis Bickle» (RAYNS, 2018: 65), leemos en la revista Sight & Sound. En efecto,
ambos personajes comparten un carácter complejo, definido en gran parte por la soledad en la que se encuentran atrapados. El propio Travis expresa esta idea en una voz
en off: «La soledad me ha seguido durante toda mi vida, a todas partes. En bares, en
coches, aceras, tiendas, en todas partes. No hay escapatoria. Soy el hombre solitario
de Dios». Por otro lado, la evolución dramática de Bickle y Toller discurre, a pesar de
su distinta condición (un taxista nocturno y un pastor protestante), de forma paralela:
su carácter solitario es la antesala de un ensimismamiento enfermizo, que a su vez
abre la puerta a una conducta violenta y desesperada. De nuevo, el pasado calvinista
de Schrader es una pieza fundamental para resolver este rompecabezas, ya que tras la
construcción de sus personajes se ve la rabiosa impotencia de quien se sabe predestinado: «Ahora lo veo claramente. Toda mi vida ha apuntado en una dirección. Ahora lo
veo. Nunca ha habido ninguna elección por mi parte», dice Travis.
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entrevista– son historias muy potentes y, sí, siguen dejando una huella en las cosas
que escribo». Y, unas líneas antes, apunta: «Tenía una fijación muy fuerte por san
Pablo» (JACKSON, 2004: 3-5). En su libro sobre el estilo trascendental, Schrader cita
unas palabras de la Carta a los efesios, donde el apóstol se presenta a sí mismo como
«el prisionero por el Señor» (Efesios 4,1; SCHRADER, 1999: 115). Desde su óptica calvinista, el cineasta relaciona la imagen de la prisión con la idea de predestinación, por
la cual la salvación o la condenación es inasequible a la libertad humana; está “garantizada por la inescrutable y soberana elección divina” (GIUSSANI, 2013: 41-42).
Como el cura rural de Bresson, Toller atraviesa una pasión trascendental.
Asimismo, tras la silueta del reverendo Toller asoman otros tantos personajes de la
historia del cine, como el joven sacerdote de Diario de un cura rural (BRESSON, 1951),
el adusto pastor luterano de Los comulgantes o el protagonista de Sacrificio (TARKOVSKI,
1986). Son muchos los detalles concretos que Schrader toma prestados de estos personajes: el diario y las noches en vela del cura rural, así como su enfermedad, los modales
bruscos y las dudas del pastor luterano o los sucesos paranormales vividos personaje
de Tarkovski, entre muchos otros. Más allá de las particularidades, el sustrato común
de estos personajes es una interpretación sobria y contenida. En sintonía con el estilo
trascendental, Schrader quiso construir el carácter solitario del reverendo desde dentro:
«Por eso se me ocurrió pedirle –cuenta el cineasta en referencia a Ethan Hawke– que
cada vez que sintiera la necesidad de desconectar, desahogarse y entretenerse, que tomase en su lugar toda esa energía y la guardase dentro de sí, aprovechándola para
construir al personaje desde la contención» (ARMAS Y LOSILLA, 2018: 30).
La metáfora de la prisión
Pero la soledad que embarga al reverendo Toller no responde a un problema psicológico o a un estigma social. Sus raíces se encuentran, como se ha indicado al comienzo,
en el plano espiritual. Para entender en qué consiste esta soledad es preciso tener en
cuenta el papel central de la Biblia en el universo creativo de Schrader y, sobre todo,
de la figura de san Pablo. «Aquellas historias de la Biblia –dice el cineasta en un libro
En lo que respecta al cine trascendental, es el protagonista de Diario de un cura rural
quien –en opinión de Schrader– encarna plenamente el destino del «prisionero por el
Señor». La pasión que sacude su vida es «una pasión trascendental abrumadora», y responde «a una llamada especial que no tiene un lugar natural en su entorno» (SCHRADER, 1999: 100-101). Este hecho queda patente en una escena en la que el joven cura
conversa con el viejo párroco de Torcy. Cuando el párroco le reprocha que sufre más
que reza, el otro dice (en off) que la escena de los evangelios que le resulta más próxima
es la agonía de Cristo en el huerto de los olivos: «No me había dado cuenta hasta ese
momento y, de repente, Dios me concedía la gracia de revelarme [...] que era prisionero
de la santa agonía». La misma escena, casi palabra por palabra, aparece en El reverendo,
cuando su superior (Cedric Kyles) le reprocha a Toller: «Tú siempre estás en el huerto.
Incluso Jesús no estaba siempre en el huerto, de rodillas, sudando sangre. [...] Para ti
cada hora es la más oscura». Al igual que el personaje de Bresson, el reverendo Toller
es el prisionero de una pasión trascendental.
Queda, por último, la pregunta sobre si hay algo más allá de la pasión agónica que
consume al personaje de Toller. En muchas entrevistas Schrader reconoce cómo –gracias
a una sugerencia del crítico y cineasta Kent Jones– decidió darle la vuelta al cierre del
filme, apostando por un final más próximo a Ordet (DREYER, 1955) y Pickpocket (BRESSON, 1959), y más alejado de Diario de un cura rural. En efecto, el final de El reverendo
parece romper los muros de la prisión –expresada por los planos claustrofóbicos– mediante «un choque, una colisión [...] que culmina en imágenes renovadas» (LOSILLA,
2018: 27). La luz irrumpe en la pantalla, y todas las reglas se vienen abajo: de pronto,
lo Trascendente adquiere un rostro humano, «la justicia y la paz se besan» (Salmo 85).
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FUENTES
• BERGMAN, Ingmar (Director). (1963). Nattvardsgästerna [Película]. Suecia: Svensk
Filmindustri.
• BRESSON, Robert (Director). (1959). Pickpocket [Película]. Francia: Compagnie Cinématographique de France.
— (1951). Journal d’un curé de campagne [Película]. Francia: Union Générale Cinématographique.
• CONCANNON, Philip (2018). Faithful Servant. Sight & Sound, 28(8) (agosto), 40-43.
• DE SICA, Vittorio (Director). (1948). Ladri di biciclette [Película]. Italia: Produzioni
De Sica.
FIRST REFORMED (2017)
País: EE.UU., Reino Unido, Australia
Dirección y Guion: Paul Schrader
Fotografía: Alexander Dynan
Montaje: Benjamin Rodríguez Jr.
Música: Brian Williams
Diseño de producción: Grace Yun
Vestuario: Olga Mill
Intérpretes: Ethan Hawke, Amanda Seyfried, Philip Ettinger, Cedric Kyles,
Victoria Hill, Michael Gaston, Bill Hoag
113 minutos
Distribuidora DVD: A24
Estreno en España: 28.9.2018
Filmografía seleccionada de Paul Schrader como director
- El reverendo (First Reformed, 2017).
- Como perros salvajes (Dog Eat Dog, 2016).
- Adam resucitado (Adam Resurrected, 2008).
- The Walker (2007).
- El exorcista: El comienzo (Dominion: Prequel to the Exorcist, 2005).
- Aflicción (Affliction, 1997).
- Posibilidad de escape (Light Sleeper, 1992).
- Mishima (1985).
- American Gigolo (1980).
- Blue Collar (1978).
• DREYER, Carl Theodor (Director). (1955). Ordet [Película]. Dinamarca: Palladium
Film.
• GIUSSANI, Luigi (2013). American Protestant Theology: A Historical Sketch. Montreal: McGill-Queen’s University Press.
• JACKSON, Kevin (ed.) (2004). Schrader on Schrader & Other Writings (edición revisada). Londres: Faber and Faber.
• JAMES, Caryn (1988). Paul Schrader Talks of ‘Last Temptation’ and His New Film.
The New York Times (1 de septiembre de 1988), 19. Recuperado de <https://www.nytimes.com/1988/09/01/movies/paul-schrader-talks-of-last-temptation-and-his-newfilm.html>
• LOSILLA, Carlos (2018). ‘El reverendo’: La rebelión de los cuerpos. Caimán Cuadernos
de Cine, 75 (octubre), 26-27.
• NAM, Sean (2018). Hungering and Thirsting for Righteousness: An Interview with
Paul Schrader. Cineaste, 43(3), 18-23.
• PAWLIKOWSKI, Paweł (2013). Ida [Película]. Polonia: Opus Film, Phoenix Film Investments.
• RAYNS, Tony (2018). First Reformed. Sight & Sound, 28(8) (agosto), 65-66.
• RISKER, Paul (2018). Cinema Is Anti-Spiritual: Interview with ‘First Reformed’ Director Paul Schrader. PopMatters (13 de julio de 2018). Recuperado de <https://
www.popmatters.com/paul-schrader-interview-2586097121.html>