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El inconsciente irracional

2019, Letra a

La sorpresa, lo inesperado, lo que no sigue un orden, lo incalculable, lo que rompe la armonía; todas ellas pueden ser formas de considerar a lo inconsciente. ¿El inconsciente es irracional? Cuando hablamos de inconsciente irracional no aludimos ni a Descartes ni a Kant, como así tampoco a ese registro freudiano del inconsciente anárquico de la conciencia, fuera de la razón, sino que nuestro referente es la escuela pitagórica, a quien se le atribuye la invención de los números irracionales. La palabra irracional no apunta a la razón, sino a la ratio, esto es, al cociente de los números enteros. Los números racionales son los que se pueden representar por medido de fracciones. Representan partes de algo que se ha dividido en partes iguales. En ellos hay una proporción, y además pueden ser limitados, periódicos y periódicos mixtos. ¿Cuáles son los números irracionales? Son aquellos que no pueden expresarse en fracción, y cuyos decimales infinitos no tienen una forma periódica, el número pi, la raíz cuadrada de dos, el número áureo, son alguno de ellos. El equivalente geométrico del número irracional, es término inconmensurable. En geometría, dos longitudes son conmensurables si se puede dividir una de ellas en k partes iguales o unidas, de modo que la segunda longitud sea también un múltiplo exacto de esa unidad. Por el contrario, lo inconmensurable, referido a dos segmentos, nos habla de la imposibilidad geométrica de encontrar un tercer segmento menor que ambos que encaje un numero entero de veces en los dos (Luque, Calero, 2019). La razón de Freud El inconsciente antes de Freud, no es otra cosa que ese in negro, ese lugar oscuro, ya sea ligado a lo físico o lo moral (Lacan, Seminario 11). La invención freudiana produce un giro al estilo de Copérnico, el inconsciente se presenta como corte, pero también como determinación. Freud parte de un modelo del aparato anímico compuesto por instancias o sistemas ordenados al modo en que los sistemas de lentes se siguen unos a otros. Es decir, que mantiene una dirección, donde la actividad psíquica partiría de estímulos internos o externos, del externo sensorial hacia el extremo motor. De las percepciones que llegan a nosotros en nuestro aparato anímico quedan las huellas mnémicas, una memoria que se ordena y asocian diversos sistemas psíquicos, según las leyes de simultaneidad y semejanza. 1 Artículo publicado en la revista Letra a, Revista del foro Mediterráneo del Campo lacaninao. 2019.

El inconsciente irracional1 Javier Aguirre La sorpresa, lo inesperado, lo que no sigue un orden, lo incalculable, lo que rompe la armonía; todas ellas pueden ser formas de considerar a lo inconsciente. ¿El inconsciente es irracional? Cuando hablamos de inconsciente irracional no aludimos ni a Descartes ni a Kant, como así tampoco a ese registro freudiano del inconsciente anárquico de la conciencia, fuera de la razón, sino que nuestro referente es la escuela pitagórica, a quien se le atribuye la invención de los números irracionales. La palabra irracional no apunta a la razón, sino a la ratio, esto es, al cociente de los números enteros. Los números racionales son los que se pueden representar por medido de fracciones. Representan partes de algo que se ha dividido en partes iguales. En ellos hay una proporción, y además pueden ser limitados, periódicos y periódicos mixtos. ¿Cuáles son los números irracionales? Son aquellos que no pueden expresarse en fracción, y cuyos decimales infinitos no tienen una forma periódica, el número pi, la raíz cuadrada de dos, el número áureo, son alguno de ellos. El equivalente geométrico del número irracional, es término inconmensurable. En geometría, dos longitudes son conmensurables si se puede dividir una de ellas en k partes iguales o unidas, de modo que la segunda longitud sea también un múltiplo exacto de esa unidad. Por el contrario, lo inconmensurable, referido a dos segmentos, nos habla de la imposibilidad geométrica de encontrar un tercer segmento menor que ambos que encaje un numero entero de veces en los dos (Luque, Calero, 2019). La razón de Freud El inconsciente antes de Freud, no es otra cosa que ese in negro, ese lugar oscuro, ya sea ligado a lo físico o lo moral (Lacan, Seminario 11). La invención freudiana produce un giro al estilo de Copérnico, el inconsciente se presenta como corte, pero también como determinación. Freud parte de un modelo del aparato anímico compuesto por instancias o sistemas ordenados al modo en que los sistemas de lentes se siguen unos a otros. Es decir, que mantiene una dirección, donde la actividad psíquica partiría de estímulos internos o externos, del externo sensorial hacia el extremo motor. De las percepciones que llegan a nosotros en nuestro aparato anímico quedan las huellas mnémicas, una memoria que se ordena y asocian diversos sistemas psíquicos, según las leyes de simultaneidad y semejanza. 1 Artículo publicado en la revista Letra a, Revista del foro Mediterráneo del Campo lacaninao. 2019. En este aparato Freud sitúa al preconsciente en el externo motor, como una instancia susceptible de memoria, detrás de este se encontraría lo inconsciente, que no tiene acceso a la conciencia sino a través del preconsciente. Mientras que la conciencia, no es susceptible de memoria y es quien dirige el movimiento. En sus trabajos metapsicológico, Freud plantea la tesis de considerar a lo inconsciente, como un concepto necesario y legítimo. Descriptivamente lo inconsciente abarca, los actos que son latentes, es decir, inconsciente por un tiempo, pero que en nada se diferencian de los conscientes. Por otro lado, proceso como los reprimidos, que devienen conscientes. El acto psíquico atraviesa dos fases, la primera es inconsciente y pertenece a este sistema, si a raíz del examen es rechazo por la censura, se le deniega el paso a la segunda fase, entonces se llaman reprimidos y tienen que permanecer inconscientes. Pero si salen airosos del examen son susceptible de conciencia y pasan al sistema pre consiste. Freud, además, señala que la tópica de lo inconsciente no tiene nada que ver con una cuestión anatómica, sino que se refiere a regiones del aparato anímico, dondequiera que estén situadas “dentro” del cuerpo, y no a localidades anatómicas. El núcleo del inconsciente consiste en las agencias representantes de la pulsión que buscan descargar la investidura, en mociones de deseo. La diferencia entre representación consiente e inconsciente, reside en que en ésta última abarca la representación cosa sola, mientras que la anterior, la representación palabra y cosa. Sus propiedades son la ausencia de contradicción2, proceso primerio (movilidad de las investiduras), carácter atemporal y sustitución de la realidad exterior por la psíquico. Aunque Freud comienza planteando a lo inconsciente como una memoria, cuyos elementos están asociados por simultaneidad y semejanza, el inconsciente freudiano no representa una unidad, en tanto que siempre hay algo inaccesible a la conciencia, no es posible pensarlo a partir de una relación conmensurable, entre conciencia, pre consciencia o inconsciencia, ni en ninguna de sus combinaciones. El determinismo freudiano tiene esa cualidad que se escapa a la ratio. Se presenta como un imposible lógico hacer consciente todo lo inconsciente. Incluso, para llevando las cosas más lejos, Freud sitúa al psicoanálisis como una de las actividades imposibles, aunque ello no impide que se practique. 2 Como buen lógico, Freud se anticipa a Gödel, ya que al considerar que en lo inconsciente no existe el principio de contradicción y además que es atemporal, plantea justamente lo contrario del principio de contradicción propuesta por la lógica matemática que precede a Gödel. Para quienes una teoría consistente no contiene contradicciones cuando no es posible demostrar a la vez una formula y su contraria. Ahora bien, también Freud advierte la dimensión de lo inconsciente ligada a la pulsión, donde la repetición tiene un lugar central, por ejemplo, el síntoma repite un modo de satisfacción de la temprana infancia, la compulsión de repetición repite idénticos desenlaces. Nos encontramos con la propiedad de periodización de los números racionales, en este caso como aquello que insiste y se repite como un eterno retorno de lo igual, un destino que aparenta estar predeterminado y que el analizante pareciera vivenciarlo pasivamente. Lacan y lo inconsciente Las definiciones de inconsciente que Lacan elabora no son unívocas, a lo largo de sus desarrollos va introduciendo distintas conceptualizaciones, pero también repitiendo otras pasadas que adquirirán nuevos sentidos según los diversos contextos teóricos. No pretendemos explorar cada una de ellas ya que excede nuestro propósito y además merecería un extenso trabajo. Solo nos limitaremos en articular algunas definiciones con los números irracionales y con ciertas consideraciones de la lógica de Gödel. La tesis del inconsciente estructurado como un lenguaje, nos enseña que lo inconsciente se estructura como tal, en tanto que sus leyes coinciden con las leyes más fundamentales del discurso. Se trata de un lenguaje perfectamente articulado, es decir, que puede leerse. De allí que Lacan evoque alguna vez a Champollion, ya que el desciframiento implica a un sujeto supuesto en la cadena descifrada (Soler, 2013: 30). Este sujeto surge como un efecto del discurso y no como una entidad encarnada o un ser viviente. Los significantes del inconsciente, que podrán descifrarse, no forman cadena con los del analizante, es decir, se presentan como “éxtimo”. Como la estructura del significante se caracteriza por una combinatoria que puede circular hasta el infinito, el sujeto propuesto por Lacan tiene esa cualidad, en tanto, está representado por un significante para otro. No obstante aunque el significante no se signifique asimismo, su estructura se auto replica, ya que remite a si mismo (Lombardi, 2008). En el Seminario 11, diferencia el inconsciente freudiano del lacaniano. El primero se caracteriza por lo que pertenece a lo no realizado, a lo no nacido, como algo que está en la espera. Por lo cual, el acto fallido, una falla en la escritura, en una acción, en el habla, genera un afecto de sorpresa. “Eso habla”, es decir, que se presenta como un discurso articulado. Pero además, implica una irrupción, que va en contra de la unidad, de la coherencia, del sentido, por el contrario, es una escansión. La discontinuidad, es pues, la forma esencial en que se nos aparece el inconsciente como fenómeno (Lacan, Seminario 11: 33), de algún modo equiparable a la discontinuidad de la periodización de los números irracionales. Lacan agrega algo más a la dimensión discursiva del inconsciente. El inconsciente es ni ser ni no-ser. Su estatuto es ético y no óntico, o sea, no es sin la presencia del analista. Como el corazón del psicoanálisis, se presenta como una pulsación temporal, de apertura y cierre, pero carece de un ritmo fijo o una armonía; no podemos anticipar su apertura. El inconsciente no tiene gramática Si bien, como decíamos más arriba el inconsciente implica un discurso articulado, Lacan también dirá que no tiene una gramática (Soler, 2013: 27). Carece de una sintaxis gramatical porque sus elementos no forman sentido. Estamos en la dimensión de “lalengua”, como enjambre de S1. “Lalengua” carece de sentido, en tanto aglomeración de elementos aislados pero no articulados, “que el inconsciente este estructurado como un lenguaje, no significa sin embargo, que el inconsciente no dependa estrechamente de lalengua” (Lacan, 1974: 106). Con relación a ello, Colette Soler (2013), señala que hay dividir la noción de saber inconsciente. Por un lado Lacan habla de la elucubración, para decir que el inconsciente descifrado en términos de saber siempre es limitado e hipotético frente al saber depositado en “lalengua”, el cual, por su parte, es inconquistable. Separa el saber de “lalengua” y el saber descifrado del lenguaje, división solo posible de considerar a partir de la estructura del significante. El acto de descifrar consiste en extraer un significante o una serie de significante del material del analizante sobre el síntoma. Es por el desciframiento, que un significante que no representaba al sujeto pero que regulaba al goce de síntoma, un S2, (signo o letra) deviene S1. Significante reconocido como amo de su goce. Este significante se distingue de los S1 tomados del Otro y de los significantes de lalengua, pues su estructura de representación ante el saber no se anula por el desciframiento, sino que es “recurrente”. De allí, que la lengua se presenta como el estanque donde el desciframiento opera, extrayendo algunos elementos. Esto es, “el inconsciente-lalengua, sigue siendo un saber inconquistable, cuyos efectos nos superan”. (Soler, 2013:41). En este sentido, entendemos que Lacan insiste en orientar la interpretación por el equívoco, para no nutrir el síntoma de sentido. El equívoco entraña la abolición del sentido, el retroceso del síntoma se verá favorecida en la medida que la intervención recaiga sobre el significante. Si el síntoma entonces viene de lo real, este se resuelve por esa vía. Esta es la hipótesis del inconsciente real, fuera de sentido, saber hablado de la lengua (Soler, 2013). Lacan y el número irracional En “numerosas” oportunidades Lacan menciona el número irracional. Por lo general aludiendo a Platón, específicamente al diálogo entre Sócrates y Menón sobre la virtud, donde Sócrates convoca a un esclavo para demostrar que el conocimiento se produce por reminiscencia. Para ello dibuja un cuadrado y va conduciendo al esclavo a examinar la posibilidad de cómo duplicar la superficie de un cuadrado, en esta figura aparece la diagonal del cuadrado, que los matemáticos clarificaran como inconmensurable. En el Seminario 2, utiliza esa referencia para hablar del paso de lo imaginario a lo simbólico. Si bien Lacan no alude aquí a lo real, podemos introducirlo, en tanto que solo accedemos a ese imposible, mediante lo simbólico. Es decir, lo irracional aparece entonces ligado a al límite de lo simbólico e imaginario, es decir a lo real. A partir del Seminario 10, el número irracional Lacan lo articula al objeto a y explícitamente al registro de lo real. Podemos verificarlo en algunos pasajes entre los seminarios 10 al 20. En la segunda clase del Seminario 10, ministras trabaja el esquema de la división subjetiva, sitúa al objeto a como un “resto irracional”, en el sentido de la división. Del lado del Otro queda el fantasma, del lado del sujeto, lo inconsciente, el A barrado, en la medida que no puedo alcanzarlo. El objeto a, se presenta como esa ausencia que se ubica detrás del deseo, como causa del deseo3. Al ser un objeto real, el significante no puede apresarlo. En esta misma senda, en el Seminario 13, retoma el número irracional para indicar que estos nos proveen la función de la falta, es decir, lo inconmensurable y el irracional nos proporcionan registros de la falta. Mientras que en el Seminario 19 y 20, habla sobre el número irracional para referirse a la lógica del Uno. En este punto ligará su análisis a la teoría de los conjuntos y a la categoría de “transfinito” inventada Cantor4. La incompletud y la inconsistencia del inconsciente Los teoremas de Gödel sobre la inconsistencia y la incompletud, nos sirven para pensar lo inconsciente irracional. Fue Gödel quien en 1931 logró cuestionar los el programa de Hilbert. Quien proponía la creación de una nueva ciencia a la que él llamaba metamatemática. Esta ciencia tendría como objetivo verificar la validez de los razonamientos matemáticos. Para evitar polémicas, y para asegurarse de que no surgieran nuevas paradojas, esta ciencia sería puramente finitista, es decir, la metamatemática trataría a los enunciados y a los razonamientos matemáticos como si fueran simples secuencias de símbolos sin significado a los que manipularía algorítmicamente. 3 La tesis de Lacan referida al deseo en la década del 50, como elemento metonímico que se caracteriza por estar articulado pero no es articulable, es solidaria con idea del número irracional. 4 Para una profundización de la noción de transfinito revisar Gabriel Lombardi (2008): Clínica y lógica de la autorreferencia. Cantor, Gödel, Turning. Buenos Aires: Letra Viva. El sistema debía ser consistente; es decir, no debía existir un enunciado P tal que P y su negación fueran simultáneamente demostrables a partir de los axiomas; se debería poder verificar por una serie finita de pasos; un enunciado o su negación debían ser demostrados a partir de axiomas y la consistencia de los axiomas (es decir, la validez de la primera condición) debía ser verificable algorítmicamente en una cantidad finita de pasos. Gödel demuestra por la vía de los indecibles, que los sistemas matemáticos son incompletos. Esto implica generar una situación en la que la única forma de demostrar que p es verdadero es que no p también lo sea, en este caso el sistema es inconsistente; o si p y no p son indemostrable, en este caso el sistema es incompleto. La paradoja del mentiroso puede ser un ejemplo de ello. Siguiendo nuestro argumento, podemos decir que la inconsistencia y la incompletud caracterizan a lo inconsciente. Pero el neurótico cree en el principio de la consistencia del Otro, siendo el fantasma uno de los recursos utilizado. También se recurre a este principio en la misma experiencia analítica cuando se suministra o deduce el axioma “todo tiene explicación y sentido”, “todo es analizable”. Sostener la consistencia del Otro es una forma de no querer saber de la castración del Otro, de su incompletud e inconsistencia. Lacan, matematiza esta incompletud con el objeto a, pero también con el matema, el significante de la falta en el Otro. Podemos agregar que el inconsciente inconsistente e incompleto habla del sexo, pero no por el sexo, y no por ello dice la verdad. La ausencia de la proporción sexual es una falta que el inconsciente irracional intenta fallidamente inscribir sin la posibilidad de establecer una conmensurabilidad. Consideraciones finales Nuestro trabajo se ha orientado a argumentar la hipótesis sobre el inconsciente irracional, pero no hemos avanzado todavía en considerar las consecuencias prácticas de este supuesto, particularmente en relación a la posición del analista, cómo interpreta, el destino de la cura, las categorías diagnósticas, la relación con la verdad, lo inanalizable, entre otros. El inconsciente irracional abre un campo de interrogación que pone en el banquillo al psicoanálisis y al psicoanalista. Referencias Lombardi, G. (2008): Clínica y lógica de la autorreferencia. Cantor, Gödel, Turning. Buenos Aires: Letra Viva. Luque, B. y Calero, J. (2019): Los números irracionales. Un escándalo en el corazón de las matemáticas. España: EMSE EDAPP. Lacan, J. (2008 [1954-1955]). El seminario, Libro II: “El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica”. Buenos Aires: Piadós. Lacan, J. (2006 [1962-3]). El seminario, Libro X: “La angustia”. Buenos Aires: Piadós. Lacan, J. (2000 [1964]). El seminario, Libro XI: “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”. Buenos Aires: Piadós. Lacan, J. (1965-1966). El seminario, Libro XIII: “El objeto del psicoanálisis”. Buenos Aires: Escuela freudiana de Buenos Aires. Inédito. Lacan, J. (2008 [1968-1969]). El seminario, Libro XVI: “De un Otro al otro”. Buenos Aires: Paidós. Lacan J. (2012 [1971-1972]). El seminario, Libro XIX: “…o pero”. Buenos Aires: Paidós. Lacan, J. (2008 [1972-1973]). El seminario, Libro XX: “Aun”. Buenos Aires: Paidós. Lacan, J. (2001 [1974]). “La tercera”. En Intervenciones y textos II. Buenos Aires: Manantial. pp. 73-108. Soler, C. (2013): Lacan, lo inconsciente reinventado. Buenos Aires: Amorrortu.