Estado, Conflicto y Paz
¿Conceptos universales?
Juan Arce Gálvez
Máster en RRII y Estudios Africanos
·Introducción.
A lo largo de estas páginas se intentarán abordar las dudas que surgen de la propia
interconexión entre los conceptos de Estado, nuevos conflictos y construcción de Paz. El
objetivo principal será descubrir los fallos que surgen por unir estas tres ideas de forma tan
natural en nuestro día a día: el Estado es un elemento prioritario en la Agenda de construcción
de Paz y esta agenda se despliega en torno a las nuevas conflictividades que, en general, se
explican por el colapso del Estado. Una relación entre los tres conceptos que, sin embargo, sólo
genera dudas. Porque, ¿qué ocurre si nos paramos a pensar en qué es el Estado? ¿Por qué se
dice que falla? ¿Es realmente su colapso el origen de un conflicto? ¿Si ha colapsado tiene
sentido su reconstrucción para solucionar dicho conflicto?
A través de un recorrido por los distintos conceptos, el presente trabajo abordará las
preguntas anteriores mientras se van añadiendo otras nuevas. El motivo por el que veo necesario
reflejar estas cuestiones no es otro que la propia conclusión con la que se cierra este trabajo.
Una conclusión que no por general carece de importancia: la asunción de ciertas verdades como
universales es origen de muchos de los errores en el ámbito internacional. Quizás la conclusión
a la que habría llegado fuese otra si mi interés no partiese de intentar dar respuesta a una
pregunta que bien podría haber sido la única abordada y, aun así, excedería los límites
establecidos para este trabajo: ¿Qué es el Estado?
· ¿Qué es el Estado?
En la visión de Weber sobre los atributos centrales del Estado en las sociedades modernas
el Estado se define por poseer “un orden administrativo y jurídico sujeto a modificación por la
legislación, a la que se orienta la actividad empresarial organizada del personal administrativo,
que también está regulada por la legislación. Este sistema de orden promueve una autoridad
vinculante, no sólo sobre los miembros del Estado, los ciudadanos, la mayoría de los cuales han
obtenido la afiliación por nacimiento, sino también en gran medida, sobre todas las acciones
que se llevan a cabo en el ámbito de su jurisdicción. Por lo tanto, es una asociación con una
base territorial. […] El uso de la fuerza se considera legítimo sólo en la medida en que sea
permitido por el Estado o prescrito por él […] La pretensión del Estado moderno de
monopolizar el uso de la fuerza es tan esencial para él como su carácter de jurisdicción
obligatoria y de organización continua”1.
Charles Tilly ofrece una formulación más reciente que pone la atención en la capacidad
del estado para controlar territorio y población. Para Tilly “una organización que controla a la
población ocupando un territorio definido es un estado en tanto que (1) se diferencie de otras
organizaciones que operen en el mismo territorio; (2) sea autónomo [y] (3) sus divisiones estén
formalmente coordinadas”2. Por su parte, este autor cuestiona que el Estado sea una creación
interna: los factores internacionales son quienes crean los Estados. Las guerras son las grandes
hacedoras de Estados3.
Sin embargo, hasta aquí el Estado estaría definido de forma incompleta, limitándose a la
concepción común de una organización política sobre un territorio y una población. En este
punto entra la dimensión internacional. Es decir, “el Estado existe cuando una entidad política
es reconocida por otros Estados como la autoridad política más alta dentro de un territorio y es
tratado como un igual entre el resto de Estados de la comunidad internacional”4. Por lo tanto, a
la postre, depende únicamente del mundo internacional que el Estado exista. Y en este punto
no hay una característica básica. Como construcción, el Estado depende de razones políticas
para ser reconocido.
Si entendemos que sobre todo lo anterior se estructura la concepción más común sobre el
Estado, ¿qué debe hacer éste (sus instituciones) para mantener su continuidad5 como
organización? La fuerza por sí sola resulta insuficiente para sostener al Poder; “la fuerza es un
instrumento coyuntural de la dominación, [pero] no su principio estructural”6. Entonces, si no
es por coacción, ¿qué nos lleva a legitimar el Estado? Clapham expone que “sólo puede
legitimarse a cambio de la provisión de bienes públicos a su población”7, sin la entrega de estos
bienes y servicios fundamentales el Poder “degeneraría en una conspiración para oprimir y
WEBER, M., 1964: “The Fundamental Concepts of Sociology” en PARSONS, T. (ed.), The Theory of Social
and Economic Organization, New York: Free Press. p. 156 [traducción del autor]
2
TILLY, C., 1975: “Reflections on the History of European Statemaking” en Tilly, C. (ed.), The Formation of
National States in Western Europe, Princeton Uiversity Press. p. 70 [traducción del autor]
3
CLAPHAM, C., 2002: “The Challenge to the State in a Globalized World” Development and Change 33(5)
Oxford. p. 786. El interés de esta afirmación reside en saber que permite introducir bajo dicha idea la establecida
por Lenin en El Estado y la revolución: “El Estado es el resultado del carácter irreconciliable de las contradicciones
de clase”. El Estado como resultado de una pugna en la que hay vencedores y vencidos bien diferenciables.
4
DI JOHN, J., 2008: “Conceptualising the Causes and Consequences of Failed States: A Critical Review of the
Literature”, Working Papers, nº 25 p. 3 [traducción del autor]
5
WEBER, M.: Op. Cit. p. 156
6
FERRERO, G., 1998: Poder. Los Genios invisibles de la Ciudad. Editorial Tecnos, Madrid. p. 30
7
CLAPHAM, C.: Op, Cit. p. 779 [traducción del autor]
1
extorsionar [a sus ciudadanos]”8. Por lo tanto, concluye, aquel que ostenta el Poder debe dejar
a un lado sus intereses individuales y usar la maquinaria institucional para lograr las metas del
propio Estado en atención de la población9.
En otras palabras, el Estado requiere de un gran coste social ya que exige a la población
una predisposición a obedecer y ser regulados10 así que, para hacer frente a este coste, se debe
ejercer un buen gobierno11 que satisfaga y responda a los inputs de su población (función
interna). Desde esta concepción la legitimidad aparece como una forma de obediencia basada
en el consentimiento, en la aceptación pacífica del buen gobernante por parte del gobernado.
¿Significa esto que el Estado legítimo supone la pacificación de la vida política?
La respuesta, apoyada principalmente en Boege12, aparecerá más adelante pero, conviene
introducir esta pregunta ahora por dos motivos. El primero es para aclarar que dar una respuesta
de manera unívoca parece imposible sin verse a uno mismo envuelto en un debate ontológico
sobre qué es el Estado. Y el segundo motivo es que la duda surge, inevitablemente, debido a
que, en la anterior concatenación de argumentos sobre la legitimidad del Estado, no se da ese
debate ontológico y el Estado aparece como un elemento único e incontestable. Así pues, cierro
en este momento la pregunta “¿qué es el Estado?” sin profundizar más allá de su concepción
clásica por dos motivo. El primero es el abordado en la introducción con respecto a la dificultad
y la dimensión que requiere abordar el concepto en plenitud. Y el segundo es que la asunción
de la concepción clásica como verdad universal es la que genera el debate que se da en el resto
del trabajo. Es decir, la ausencia de un cuestionamiento del Estado fuerte13 es el elemento clave
para comprender lo que se entiende por Estado fallido. Y, de la misma forma, explicará la
agenda de construcción de Paz.
· Lo fallido.
En el mundo actual, en la narrativa hegemónica, parece que todo Estado se caracteriza
por tener un papel dual: “proveer seguridad y establecer el orden interno en beneficio de sus
ciudadanos (función interna), y servir como unidad básica para el sistema internacional
8
Ibídem [traducción del autor]
Ibíd. p. 778
10
Ibídem
11
Ibíd. p. 783
12
BOEGE, V., BROWN, A., CLEMENTS, K. & NOLAN, A., 2008: ¿Qué es lo “fallido”? ¿Los Estados del Sur,
o la investigación y las políticas de Occidente? Un estudio sobre órdenes políticos híbridos y los Estados
emergentes, ICEI, Madrid.
13
DI JOHN, J.: Op. Cit. p. 10
9
(función externa)”14. Por lo tanto ya desde esta concepción el Estado entra en discusión cuando
no se cumplen ciertos deberes, nociones y obligaciones morales y jurídicas15 con la población.
El estado incapaz de entregar una seguridad básica, y llevar a cabo sus funciones conforma un
Estado fallido16.
Atrás queda la soberanía defendida en la Resolución 1514 (XV)17 porque, ahora, el estado
tiene que velar por cumplir con una función interna específica. Además, desde una perspectiva
Realista, el fin de la Guerra Fría supuso un nuevo orden basado en la hegemonía estadounidense
que trajo consigo una redistribución del Sistema Internacional. En este sentido, “el fin de la
Guerra Fría significó no sólo que los estados democráticos se confirmaron como virtuosos sino
que erigió una concepción mucho más limitada de lo que se entendía como democracia [y
estado] institucionalmente y en práctica”18. El Estado debe tomar como base los valores
liberales de autodeterminación, derechos sociales y de minorías, libre comercio, y
democracia19. Valores universales de legitimidad defendidos, además, en la Carta de Naciones
Unidas.
A esta concepción del Estado soberano legítimo basado en un estándar entorno a un orden
liberal de Democracia, DDHH, Liberalismo económico y cooperación en el orden internacional
(económico, cultural, desarrollo de los pueblos) se le suma su proyecto de expansión sobre la
idea de que “la construcción de instituciones gubernamentales legítimas y efectivas crean las
condiciones necesarias para que haya una paz y un desarrollo humano duraderos en países que
emergen de una guerra”20. Pero, ¿qué se entiende por Paz?
Es importante hacerse esta pregunta porque la agenda internacional de construcción de
Paz para la resolución de los conflictos armados “ha consolidado como hegemónica una
determinada [y única] concepción de paz, la paz liberal”21. Una paz que no es otra cosa que la
14
BOEGE, V., BROWN, A., CLEMENTS, K. & NOLAN, A.: Op.Cit. p. 2
GLANVILLE, L., 2011: “The antecedents of `sovereignty as responsibility´”, European Journal of International
Relations, vol.7, nº2. p. 237 [traducción del autor]
16
DI JOHN, J.: Op. Cit. p 9
17
Resolución 1514 (XV) de la Asamblea General “Declaración sobre la concesión de la independencia a los países
y
pueblos
coloniales”,
(14
de
Diciembre
de
1960).
Disponible
en:
http://www.un.org/es/decolonization/declaration.shtml [consultado en fecha: 7/12/2016]
18
HOBSON, C.: “Democracy as Civilisation” Global Society, vol.22, nº1 p. 86 [traducción del autor]
19
BARNETT, M. & FINNEMORE, M., 2005: “The power of liberal international organizations” en BARNETT,
M. & DUVALL, R.: Power in Global Governance, Cambridge University Press, Cambridge. p. 167 [traducción
del autor]
20
PARIS, R. & SISK, T., 2011: “Gestionar contradicciones: los dilemas inherentes a la construcción posbélica del
estado”, Documentos para la Discusión «Postbélica», nº 2.Bellaterra: ECP. p. 5
21
RUIZ-GIMÉNEZ, I. 2013: “Introducción: La paz Liberal en África. Debates y prácticas” en RUIZ-GIMÉNEZ,I
(ed.) El sueño liberal en África Subsahariana. Debates y controversias sobre la construcción de la paz, Catarata,
Madrid. p. 2
15
introducción de los valores liberales antes mencionados (en especial la democracia liberal y la
economía de mercado) para la consolidación del estado en los lugares de conflicto. Todo parece
tener como punto de referencia la visión de que los estados más liberales traerán un sistema
internacional más estable dentro de la idea de seguridad colectiva wilsoniana22.
Sin embargo, esta forma de estatalidad es prácticamente inexistente “fuera del mundo de
la OCDE”23. Gran parte de las entidades políticas del mundo se asemejan muy poco al modelo
Occidental. En muchos casos esta construcción de Paz supone “una transformación radical de
las estructuras políticas, sociales y culturales de los países en conflicto”24. Por lo tanto,
promover el Estado liberal como modelo último, bueno y definitivo y, respondiendo a la
pregunta formulada más arriba, como la pacificación de la vida política, implica ignorar el
contexto, y con ello, el hecho de que el surgimiento del Estado moderno es un fenómeno
histórico relativamente reciente que en el desarrollo de sus funciones no siempre es, ni ha sido,
pacífico25.
A esta reducción del concepto de qué debe ser el Estado se le suma que al haber una
mayor interdependencia regional y global muchos estados no pueden entregar bienes y servicios
fundamentales a sus ciudadanos sin la cooperación internacional por lo que “el estado pierde
poder como intermediario entre el nuevo sistema global, la población y el territorio” 26. Es en
este momento cuando aparece la narrativa sobre la fragilidad del Estado y su vulnerabilidad.
Estados “sin voluntad o sin capacidad de proveer seguridad y servicios básicos de forma
adecuada a la mayoría de su población [por lo que] la legitimidad de su gobierno queda en tela
de juicio”27. Los estándares del Estado Occidental se consideran como el modelo del Estado
estable (una democracia liberal constitucional basada en una economía de mercado
industrializada)28 y frente a ellos se encuentran los llamados Estados fallidos. ¿Cómo se
legitima la intervención sobre estos Estados?
Por una parte, las obligaciones internas, las responsabilidades del gobierno para con sus
ciudadanos, suponen una condicionalidad para suspender el derecho de no intervención que los
Estados disfrutan como corolario de soberanía. Por otra parte, los Estados frágiles son vistos a
través del prisma de los intereses de seguridad de Occidente y por ello “tales Estados aparecen
IMBER, M., 2006: “The Reform of the UN Security Council”, International Relations vol. 9, nº3 p. 329
BOEGE, V., BROWN, A., CLEMENTS, K. & NOLAN, A.: Op.Cit. p. 3
24
RUIZ-GIMÉNEZ, I.: Op. Cit. p. 3
25
BOEGE, V., BROWN, A., CLEMENTS, K. & NOLAN, A.: Op.Cit. p. 5
26
CLAPHAM, C.: Op. Cit. p. 777 [traducción del autor]
27
BOEGE, V., BROWN, A., CLEMENTS, K. & NOLAN, A.: Op.Cit. p. 3
28
Ibíd. p. 5
22
23
como un asunto de seguridad internacional”29, que es, como dice Di John, la seguridad de los
Estados occidentales30.
En la disciplina de RRII hay un refuerzo de esta idea por parte del Realismo en sus
Estudios Estratégicos que continúan describiendo el Estado fallido como un “peligroso criadero
de inestabilidad, migraciones masivas y asesinatos”31. De esta forma los Estados frágiles son
amenazas que han pasado “de ser un fenómeno regional a alcanzar proporciones globales”32.
El colapso del Estado ahora se considera potencial fuente de inestabilidad internacional, un
elemento a evitar.
·La justificación a través del discurso.
En paralelo a esta creciente preocupación internacional por lo que ocurre en el interior de
las fronteras nacionales, los conflictos armados internos se convierten en una preocupación para
la disciplina de las RRII. Antes el interés estaba focalizado en los conflictos interestatales pero
con la introducción de los Estudios de Paz (desarrollados por Johan Galtung) vinculándose a
los Estudios de conflicto, los conflictos intraestatales comienzan a tomar gran relevancia para
la disciplina. Pero, ¿por qué este cambio?
Tomando como referente el caso del continente africano parece claro que ha habido un
cambio sustancial entre la visión de los conflictos durante la Guerra Fría y tras la Guerra Fría.
En el periodo del conflicto entre bloques, se dieron dos narrativas que explicaban las guerras
en África a través de una lucha ideológica por el poder en la que se ponían de relieve los factores
internacionales33. En ambas narrativas la causa fundamental de los conflictos era la Guerra Fría.
Por una parte, las guerras en el interior de los Estado son guerras proxy (por delegación). Y por
otro, el conflicto político ideológico interno está cimentado sobre la base del conflicto entre los
dos bloques (occidental–soviético). Por estos motivos se pensaba que tras la Guerra Fría
29
Ibídem
La noción de que el Estado fallido constituye una amenaza a Occidente es ahora una visión aceptada y común y
nace, en su mayor parte, post-11S con el discurso de Estados Unidos y su política exterior apoyada en el documento
de la Estrategia de Seguridad Nacional de 2002, “el cual declaró que: Estados Unidos está ahora menos amenazado
por Estados conquistadores que por Estados fallidos”. DI JOHN, J.: Op. Cit. p. 1 [traducción del autor]
31
RAEYMAEKERS, T., 2005: “Collapse or Order? Questioning State Collapse In Africa”, Conflict Research
Group, nº1. p. 2 [traducción del autor]
32
Ibídem [traducción del autor]
33
Ibídem
30
acabarían los conflictos pero en los 90 se produce un pico34 y un desplazamiento geográfico35
de éstos que lleva a una nueva narrativa que las cataloga como nuevas guerras36 que requieren
de la intervención de Naciones Unidas37.
Entender por qué surge esta nueva narrativa es crucial para entender la agenda de
construcción de Paz. “La Paz liberal necesita un fundamento político. Los actores estratégicos
necesitan formas de interpretación y de análisis que les faciliten una explicación y, lo que es
más importante, que les dé una justificación para la coordinación y la intervención”38. Es decir,
catalogarlas de nuevas supone establecer nuevas formas de entenderlas, de estudiarlas y, sobre
todo, de abordarlas. Y de esta forma, siguiendo el discurso de los Estudios Críticos de Seguridad
de la Escuela de Copenhague, el Estado fallido (y el futuro Estado fallido) se convierte en un
elemento del discurso promulgado por las autoridades occidentales logrando que los asuntos
internos de otro país pasen a ser parte de la política de seguridad nacional. A través de este
proceso de securitización se permite, por ejemplo, que tras el 11-S, un asunto de política
doméstica como era subirse a un avión pasase a ser de seguridad (permitiendo la aplicación de
medidas extraordinarias).
De aquí podrían surgir múltiples debates en torno a qué debería primar: la justicia o la
seguridad. Como expone Ignatieff: “para algunas personas, los derechos son límites prudentes
sobre la acción del gobierno, revocables en épocas de peligro; [para otros] son compromisos
fundamentales con la dignidad individual que deberían limitar la acción del gobierno tanto en
periodos seguros como en épocas de peligros”39. Sin embargo, sin posicionarme como un
idealista con respecto a la naturaleza humana y entendiendo que hay peligros, parece que, en
muchos casos, es finalmente la narrativa y el discurso político el que crea esos periodos de
peligro. Como exponen los Estudios Críticos, el terrorismo, por ejemplo, es “producto de una
construcción social y discursiva, histórica y socialmente contingente […] que se aplica a ciertos
ARNSON, C & ZARTMAN, I., 2006.: “Economías de Guerra: la intersección de necesidad, credo y codicia”
en MESA, M. & GONZALEZ, M (eds.) Poder y democracia. Los retos del multilateralismo: Anuario CIP 2006,
Centro de Investigación para la Paz, Barcelona. p. 121 (Otros autores como Straus dicen que el crecimiento de
conflictos internos no se produce en la posguerra fría sino de forma sostenida desde 1945 hasta la década de los
noventa).
35
STRAUS, S., 2012: “Wars do end! Changing patterns of political violence in sub-Saharan Africa”, African
Affairs 111/443, Oxford University Press.
36
DUFFIELD, M., 2004: Las nuevas guerras en el mundo global. La convergencia entre desarrollo y seguridad.
Catarata, Madrid.
37
Liberado el Consejo de Seguridad de las ataduras de la contienda bipolar, la organización vivía una auténtica
revolución cuantitativa y cualitativa en el ámbito de la paz y seguridad internacionales.
38
Ibíd. p. 147
39
IGNATIEFF, M. 2005: El mal menor. Ética política en una era de Terror, Taurus, Madrid. p. 22
34
actos a través de una variedad de procesos políticos, legales y académicos específicos”40. Existe
pero es una construcción y, al final, tiene intereses.
Por tanto, retomando las nuevas guerras, “la manera en que se explican los conflictos es
un pilar que no es ni completamente independiente ni objetivo”41. Normalmente, cada narrativa
es insuficiente de forma individual y deteriora lo que vemos en cada diagnóstico del conflicto.
De hecho, son formas de discurso que ayudan a definir “los puntos de intervención y las nuevas
formas de coordinar y de ejercer el poder […] a través del cual la gobernación liberal mundial
moviliza las redes estratégicas de actores estatales y no estatales que controla sus fronteras” 42.
Si el enfoque que se tiene respecto al state-building se centra en la dimensión de la seguridad,
con el fortalecimiento de las capacidades de las fuerzas de seguridad se dará, “como
consecuencia, en la ayuda al desarrollo, […] más legitimidad a las Fuerzas Armadas y a otras
agencias de seguridad, a la vez que expanden sus actividades”43. De este modo, ya sea el nuevo
barbarismo, el subdesarrollo, la economía de la guerra, las necesidades, el credo y la codicia, o
el terrorismo internacional, cada narrativa elabora una agenda de resolución del conflicto que
atiende, en realidad, a los intereses de quien utiliza el discurso.
Por ello si tomamos como referencia el Nuevo Barbarismo44 vemos que se atribuyen las
causas del conflicto a los odios étnicos ancestrales, factores biogenéticos (violencia por
naturaleza). Esta es una visión común y hegemónica de los conflictos en África. Se da tanto en
los medios de comunicación como por parte de algunos académicos (Kaplan, Fukuyama,
Huntington). Pero más allá, de acuerdo con las ideas de Duffield, a través de este discurso se
consigue: culpabilizar de los conflictos únicamente a los africanos, elaborar una nueva agenda
con la idea básica de que sus conflictos son inevitables y como efecto de la seguritización del
discurso se podría justificar, por ejemplo, un cierre de fronteras junto con una condena y
rechazo a la inmigración y el asilo.
Los problemas que surgen de esta narrativa pueden parecer claros: su determinismo, su
no atención a que la etnicidad es una construcción histórica y social cambiante; su visión de los
conflictos en África como un elemento homogéneo y estático45. Ahora bien, lo interesante es
que mientras que parece un discurso negativo y fácilmente rechazable por gran parte de la
MARTINI, A.: “Terrorismo: un enfoque crítico” Relaciones Internacionales Nº 28 p. 192
DUFFIELD, M.: Op. Cit. p. 147
42
Ibíd. p. 148.
43
BOEGE, V., BROWN, A., CLEMENTS, K. & NOLAN, A.: Op.Cit. p. 5
44
DUFFIELD, M.: Op. Cit. p. 149
45
DI JOHN, J: Op. Cit. p. 38
40
41
población, la realidad es que el discurso no hace otra cosa que no haga paralelamente la Paz
liberal. Es decir, establecer un estándar de civilización que, en la línea de Huntington46, lo que
ofrece es una jerarquización de las sociedades: Hay sociedades buenas que defienden los
valores (liberales) adecuados y por tanto se consideran mejores, y sociedades malas, que no se
adecuan a lo que exigen los buenos. Y esto repercute directamente en la situación interna de
los países que no se adecuan a lo deseable y que deben recibir ayuda internacional para su
reajuste.
Ocurre de igual forma si utilizamos el subdesarrollo como causa del conflicto. En este
discurso la pobreza surgida de la crisis del Estado postcolonial es la causa de los conflictos en
África47. Este discurso que es bastante frecuente en oenegés y organismos internacionales.
Permite un relanzamiento de la idea de state-building gracias a que una de sus implicaciones,
como se ha mencionado, es que el conflicto surge del fracaso del Estado. Por lo tanto permite
que la agenda de construcción de Paz se enfoque en la reconstrucción estatal (en atención de
los valores liberales) a la par que se impulsan los Planes de Ajuste Estructural, etc. De nuevo el
discurso tiene lagunas porque la realidad es que no todos los países pobres están en guerra y,
desde luego, los conflictos también se dan en sociedades ricas. Esta narrativa busca una causa
al conflicto mientras esconde y aparta las razones de dicha causa. Pero, la clave es que permite
justificar una agenda de construcción de Paz muy específica.
Por lo tanto, como indica el título de este apartado, la justificación de las actuaciones se
logra a través del discurso. Si se entiende que la causa del conflicto es la fragilidad del Estado
visto a través del prisma de los intereses de seguridad de Occidente, en el proceso de resolución
de estos conflictos, en la construcción de Paz, se buscará “reinstaurar una autoridad legítima y
receptiva”48 y dependiendo del discurso se creará una realidad u otra. Es decir, el diagnóstico
que se haga de aquello que pone en peligro la paz y la seguridad implicará una agenda u otra.
A todo esto se le suma que la intervención ya no se justifica únicamente en términos de
preocupación nacional sino que, de cara a la sociedad, se criminaliza el conflicto interno49. Se
criminaliza a los líderes, las formas de mantenimiento de la guerra (economía de guerra)
mientras se pone especial énfasis en que las víctimas principales y, de hecho, los objetivos de
estas nuevas guerras son, ahora más que nunca, los civiles. Ahora “la guerra no es lo que solía
HUNTINGTON, S., 1993: “The Clash of Civilizations” Foreign Affairs.
DUFFIELD, M.: Op. Cit. p. 154
48
ARNSON, C & ZARTMAN, I.: Op. Cit. p. 144
49
DUFFIELD, M.: Op. Cit. p. 172
46
47
ser”50. Así pues, se vende una correlación entre el Estado fallido y el colapso y fin de la sociedad
civil51que en realidad no supone una causalidad porque, como dice Raeymaekers: por una parte
“la ausencia de un conjunto de normas e instituciones comunes no significa que no haya reglas
que gobiernen a la sociedad”52 y, por otra parte, “el colapso estatal no tiene por qué verse como
un evento anormal, sino como un posible resultado del proceso en curso de formación del
Estado”53. Pese a esto, el discurso hegemónico mantiene una postura en la que defiende que lo
importante, lo mejor, para la sociedad internacional y la sociedad nacional en conflicto es
elaborar una agenda de construcción de Paz que reconstruya las instituciones estatales
debilitadas.
·Problemas con respecto a la construcción de Paz.
A la hora de abordar la resolución de los conflictos en los Estados frágiles, ¿se busca
realmente solucionar el conflicto o minar las posibilidades de que su inestabilidad afecte a la
Paz y Seguridad internacional? ¿Es la reconstrucción y el fortalecimiento de las instituciones
estatales de esos países el camino más adecuado para solucionar el conflicto y garantizar una
futura estabilidad?
A día de hoy, “en los discursos de seguridad internacional, la construcción del estado se
ve como central para abordar las amenazas puestas por estados débiles”54. Sin embargo,
insistimos en llevar la misma teoría a todas partes olvidando la existencia de unas tradiciones
en el interior de ese territorio con las que bien puede contradecirse con nuestro Estado.
“Abundan los ejemplos de los intentos fallidos de construcción de estados a causa de subestimar
la fuerza de las formas tradicionales”55. Y es muy importante tener esto en cuenta porque del
mismo modo “que la sola independencia no sirve para construir un Estado fuerte”56, la
reconstrucción de instituciones no trae de la mano un Estado fuerte. Pero, ¿es que interesa que
surja un Estado fuerte?
50
DI JOHN, J.: Op. Cit. p. 25 [traducción del autor]
RAEYMAEKERS, T.: Op. Cit. p. 2
52
Ibíd. p. 6 [traducción del autor]
53
Ibíd p. 7 [traducción del autor]
54
CHANDLER, D., 2006: Empire in Denial, Pluto Press, London. p. 2 [traducción del autor]
55
BOEGE, V., BROWN, A., CLEMENTS, K. & NOLAN, A.: Op.Cit. p. 12
56
RENO, W., 2011: Warfare in Independent Africa. New Approaches to African history, Cambridge University
Press. New York. p. 7 [traducción del autor]
51
De acuerdo con Chandler “prácticamente cada vinculación entre instituciones
internacionales y Estados no occidentales incluye formas de condicionalidad que se relacionan
con los mecanismos de gobierno interno de los países no occidentales”57. Es decir, se crea una
dependencia a través de la cual las instituciones internacionales (que desde un enfoque Realista
sirven a los intereses de las potencias) gestionan y dirigen las actuaciones de los gobiernos
internos en su propio beneficio. Y esto no se cuestiona porque, como dice el autor, aun siendo
“prácticas mucho más intervencionistas […], la intervención parece ser consensual y no
coercitiva”58. Y aprovechando este empuje de legitimidad59 por no usar la fuerza, se aprovechan
las tecnologías y prácticas de dominación para reconstituir “simultáneamente a los sujetos
dominados en nuevo marcos y discursos prácticos de conocimiento, normas y valores” 60. En
otras palabras, el gobierno liberal transforma las sociedades en su conjunto, incluyendo las
actitudes y creencias de las personas en su interior.
En cierto modo, asumiendo que me estoy posicionando a favor de la Teoría crítica
internacional61 y a favor de las ideas de Chandler, esta ansia transformadora no debería
extrañarnos. Si entendemos que “el Estado, por muy democrático que sea, tiende a
homogeneizar a sus ciudadanos62, y que la nación, como fenómeno que contrarresta las
divisiones de la sociedad, busca consolidar un grupo también homogéneo”63, la
(re)construcción del Estado (liberal), el state-building, tiene por fin producir una
homogeneización de las instituciones y los sistemas de gobierno encaminándose a una única
concepción del Estado y de su población. No es una idea muy innovadora si tenemos en cuenta
que los valores que se promulgan en la Carta de Naciones Unidas, que en teoría debería ser un
lugar de debate y cooperación intergubernamental, son únicamente los valores liberales (un
orden liberal basado en Democracia, DDHH, Desarrollo, Liberalismo económico). Por lo tanto,
uniendo este argumento al interés internacional en los Estados fallidos (como elemento
causante de inestabilidad internacional), parece que el pensamiento imperante es que es
57
CHANDLER, D.: Op. Cit. p. 3-4 [traducción del autor]
Ibíd. p. 15 [traducción del autor]
59
Entendida en los términos utilizados en la página 2 de este trabajo como “forma de obediencia basada en el
consentimiento”.
60
CHANDLER, D.: Op. Cit. p. 15 [traducción del autor]
61
“Cuestionan las relaciones de poder y desigualdad subyacentes. Perciben la paz liberal como una proyección del
imperialismo liberal occidental destinada a mantener el actual orden hegemónico” RUIZ-GIMÉNEZ, I.: Op. Cit.
p. 11
62
Entendiendo que esta afirmación abre un debate que excedería la dimensión y el objetivo de este trabajo, baste
por ahora entender mi argumento en base a una interpretación extensiva de Clapham: “aunque la identificación
nacional no es requisito, su ausencia debilita al Estado” por ello, a la postre, el interés en crear una identidad común
(cultural o ideológica) está latente como fin para facilitar la labor del estado. CLAPHAM, C.: Op. Cit. p. 780
63
LINZ, J. & STEPAN, A., 1996: Problems of Democratic Transition and Consolidation: Southern Europe, South
America, and Post-Communist Europe, Johns Hopkins University Press, Baltimore. pp. 3-54
58
necesario homogeneizar los sistemas políticos para facilitar y manejar la interrelación e
interdependencia existente entre Estados.
Ahora bien, que entienda el interés en esta homogeneización no implica que el argumento
tenga una base sólida porque, siguiendo las ideas de Paris, la creación de una nueva identidad
(nacional o no) a través de la política internacional será un proceso incapaz de servir de sustituto
a las identidades ya existentes por su falta de dimensión subjetiva en el territorio64. Aparte, hay
“poca evidencia de que el liberalismo económico, la democratización […] o el Estado moderno
weberiano lleven de la mano una sostenibilidad a largo plazo [allí donde] no son inputs”65, es
decir, demandas de la sociedad, sino una imposición.
La debilidad de la construcción del Estado en la agenda de construcción de Paz no reside
sólo en no atender a las tensiones y contradicciones inherentes a la construcción del estado66
sino también en “la nueva narrativa hegemónica […] que medicaliza a los Estados africanos
como sociedades enfermas, esencialmente incapaces de gestionarse a sí mismas y necesitadas
del remedio curativo que le proporcione la comunidad internacional”67.
Sin embargo, a través de un verdadero análisis de la situación en un conflicto se puede
ver que la debilidad estatal que pueda surgir por el surgimiento de nuevos actores en el interior
del Estado no es per se un caldo de cultivo de futuras amenazas internacionales y desde luego
no tiene por qué llevar al colapso. Como expone Reno, algunos “líderes de grupos rebeldes
tuvieron que construir los instrumentos extractivos de la administración para recaudar
impuestos en sus zonas liberadas y asegurar el cumplimiento y el apoyo de la población local a
través de tribunales y una policía eficaz. En resumen, tuvieron que crear un estado dentro de un
estado”68. En otras palabras, su estabilidad no ha necesitado de la intervención internacional
por lo que “la idea de los Estados fallidos como amenazas a la seguridad es, creo, exagerado”69.
Tensión y contradicción: “La intervención exterior se usa para fomentar el autogobierno” PARIS, R. & SISK,
T.: Op. Cit. p. 8
65
DI JOHN, J.: Op. Cit. p. 31 [traducción del autor]
66
“Universalizar los valores liberales (propios de la cultura occidental) y aplicar un modelo universal a contextos
políticos, sociales y culturales tan diversos. [Además de] imponer el liberalismo de fuera a dentro erosionando la
propia idea de democracia” RUIZ GIMÉNEZ, I.: Op. Cit. p. 10
67
Ibíd. p. 7
68
RENO, W.: Op. Cit. p. 30 [traducción del autor]
69
CHANDLER, D.: Op. Cit. p. 189-190 [traducción del autor]
64
·Conclusión.
En definitiva la agenda de la Paz liberal tiene fallos, siendo el primero su inconsistencia,
que, como dice Chandler, parece mantener una estrategia de intervención supeditada a intereses
geoestratégicos de los países occidentales. El segundo, sus recetas universales sin atender a la
situación particular de cada conflicto. En tercer lugar su no atención a todos los factores.
Retomando el apartado dedicado a las narrativas, el discurso hegemónico de los conflictos en
África en particular deja lagunas que invisibilizan problemas exógenos. La responsabilidad de
las políticas llevadas a cabo por parte de los países occidentales es también un elemento a tener
en cuenta y, su ocultación no hace sino negar la responsabilidad que tienen los integrantes de
la construcción de Paz en el inicio, o mantenimiento, de esos conflictos. Por último, y como
extensión al problema de la aplicación de recetas universales, la reconstrucción de las
instituciones estatales que han colapsado junto con sus estructuras militares y de seguridad no
contribuye de manera directa a la protección de la sociedad ni al restablecimiento de un orden
pasado porque, como dice Reno, durante el conflicto y antes de él es probable que la sociedad
haya realizado una labor de estructuración subestatal que podría contradecirse con la nueva
reconstrucción de las instituciones estatales colapsadas. Por estos motivos parece que la agenda
de construcción de Paz parece más parte del problema que una solución.
Concluyo con un párrafo de Boege: “En la actualidad, el pensamiento predominante sobre
la “construcción de Estados” se basa sobre las limitadas concepciones que tiene el Occidente
sobre las fuentes de su propio orden político y social. La realidad es que las instituciones
estatales coexisten con, y dependen de instituciones familiares, religiosas, económicas y
culturales. El hecho de que el Estado cuente con la capacidad coercitiva ―de la que carecen
otras instituciones― para determinar los resultados, no necesariamente significa que las
instituciones estatales sean las fuentes primarias de integración, de seguridad, del bienestar y/o
de la legitimidad. Generalmente estos factores son determinados en mayor medida por otras
instituciones de la sociedad. Las instituciones estatales funcionan [de forma sostenible]
conforme estén ancladas a las prácticas y a las normas sociales y culturales”70. Y aun
entendiendo a Boege, y a la luz de este breve trabajo, resulta insuficiente su explicación.
Considero necesario que el Estado continúe siendo un concepto en debate71 y no una realidad
universal pues gran parte de la problemática abordada parece surgir, al igual que en el ámbito
internacional, político y social, de las generalizaciones y los conceptos no contestados. No hablo
70
71
BOEGE, V., BROWN, A., CLEMENTS, K. & NOLAN, A.: Op.Cit. p. 19
Labor llevada a cabo principalmente por Escuelas Postpositivistas.
necesariamente de relativizar cada punto de nuestra vida sino de intentar entender por qué
aceptamos ciertos elementos sin cuestionarlos.
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Disponible en: http://www.un.org/es/decolonization/declaration.shtml [consultado en
fecha: 7/12/2016]