Revista de Investigación en Logopedia
E-ISSN: 2174-5218
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Universidad de Castilla-La Mancha
España
López-Ornat, Susana
La adquisición del lenguaje, un resumen en 2011
Revista de Investigación en Logopedia, vol. 1, núm. 1, enero-junio, 2011, pp. 1-11
Universidad de Castilla-La Mancha
Toledo, España
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Revista de investigación en Logopedia, 1,1 (2011), pp. 1-11.
La adquisición del lenguaje, un resumen en
2011
Susana López-Ornat
Universidad Complutense de Madrid
Resumen
De un modo muy sintetizado, se pretende presentar un marco global para comprender el proceso de
adquisición del lenguaje. Para ello, se revisa el estado de la cuestión en la investigación sobre ese
proceso, desde una perspectiva emergentista-constructivista. Se plantean primero las alternativas teóricas
vigentes sobre el desarrollo del lenguaje, y después se recogen algunos avances metodológicos
característicos de los últimos veinte años. Tras ello, se explican algunas de las preguntas pendientes en el
campo de la adquisición del lenguaje, y junto a ello, los avances que ya se han ido produciendo.
Palabras clave: Adquisición del lenguaje; Desarrollo del lenguaje; Investigación adquisición lenguaje;
Proceso adquisición lenguaje.
Abstract
A short synthesis follows, aimed at presenting a global frame for the understanding of the language
acquisition process. The state of the art of research on that process is reviewed from an emergentistconstructivist perspective. Present day theoretical alternatives are described, and so is the methodological
progress of the language development field along the last two decades, as explained through some
examples. Some questions which nowadays guide research in language acquisition are presented, together
with the steps that are being taken towards their clarification.
Key words: Language acquisition; Language acquisition process; Language acquisition research;
Language development.
Introducción
Existen tres expresiones, aprendizaje, adquisición, y desarrollo del lenguaje, que se
utilizan para referirse al proceso que comienza tres meses antes del nacimiento (Elman,
et al. 1996; Karmiloff y Karmiloff-Smith, 2001) y que lleva gradualmente al niño al
dominio de su lengua nativa, hacia la adolescencia. Aunque las tres expresiones pueden
ser utilizadas como sinónimas, sus significados conllevan matices teóricos interesantes.
El término adquisición refleja la influencia de Noam Chomsky, y la de los modelos
innatistas (generativismo) inspirados en su trabajo, desde finales de los años cincuenta.
Es un término que se enraíza en la lingüística, e implica que la adquisición de la
gramática de la propia lengua depende fundamentalmente de información genética
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específica, es decir, específicamente gramatical, la GU, gramática universal. En esta
perspectiva, la función del entorno es de desencadenante de ese “ovillo” genético
predeterminado. Desde esta visión, el proceso de adquisición es, en lo fundamental,
independiente de otros desarrollos del niño, ya sean cognitivos o sociales. Las teorías
generativistas proponen modelos formales del proceso de adquisición y reducen al
mínimo el papel de la experiencia lingüística del niño. Por el contrario, el término
aprendizaje enraíza en la psicología, y se vincula con el conductismo. También a finales
de los años cincuenta, Skinner propuso la primera explicación empirista –radical- sobre
cómo el lenguaje es aprendido. Propuso la experiencia, el aprendizaje asociativo, y el
refuerzo de los adultos, como agentes de la configuración gradual de la “conducta
verbal” en el niño. En la actualidad, los modelos constructivistas-emergentistas
describen el desarrollo como un proceso ontogénico, gradual, complejo, y adaptativo.
Desde esta perspectiva, que compartimos, el desarrollo lingüístico es impulsado por una
interacción compleja de experiencia y aprendizaje, que, además, no parte de una tabula
rasa sino de un sistema con diversas constricciones innatas, algunas genéticas, otras
aprendidas in útero, pero todas de carácter no-específicamente gramatical. Un modelo
emergentista también busca revelar cómo el niño aprende la gramática, o cualquier otro
componente de su/s lengua/s. Pero supone que no es suficiente “aterrizar” en un entorno
lingüístico –à la Skinner- para que se produzca el desarrollo lingüístico, y que son
necesarios abundantes cambios cognitivos complejos para dar cuenta del proceso de
aprendizaje de la lengua materna. Supone también que un conocimiento ya lingüístico e
innato -à la Chomsky- no es necesario para una explicación científica del proceso de
desarrollo del lenguaje. La perspectiva emergentista-constructivista, implica que el
proceso de adquisición del lenguaje es un proceso complejo y recursivo, en el que
interactúan entidades lingüísticas con propiedades emergentes, de tal manera que sus
interacciones dan lugar a nuevas entidades emergentes de nivel superior, con nuevas
propiedades emergentes, y así sucesivamente. Los avances actuales en metodología han
contribuido a desarrollar y validar una perspectiva emergentista de este proceso.
Veamos algunos ejemplos.
Algunos ejemplos sobre la metodología actual
Durante las dos últimas décadas, el modelado computacional (conexionismo, redes
neuronales) de procesos de adquisición del lenguaje ha estado proporcionando hipótesis
rigurosas sobre cómo pueden ser los procesos de aprendizaje subyacentes a los cambios
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lingüísticos observables (Elman, et al. 1996; Smith, Nix, Davey, López-Ornat y Messer,
2003). Lo importante de esos modelos es que producen “representaciones” lingüísticas
partiendo de su ausencia, partiendo de tratar el input lingüístico con un sistema capaz de
buscar-definir regularidades en los ejemplares del input.
En segundo lugar, hoy es frecuente el uso de técnicas de neuroimagen, sobre
todo de Potenciales Evocados (ERPs) con niños incluso pequeños. Estas técnicas
permiten detectar correlatos neurológicos del procesamiento temprano del lenguaje.
Trabajos como los de Friederici (2005) o Lewkowicz y Ghazanfar (2009), están
mostrando actividad neural que resulta coherente con modelos de aprendizaje gradual
del lenguaje. También durante las dos últimas décadas han surgido nuevos métodos
experimentales, como el seguimiento de la mirada, o la mirada preferente, que han sido
ideados para investigar procesos tempranos de comprensión, y que obtienen evidencia
sobre cambios graduales (véase por ejemplo Blom y Unsworth, 2010). Las nuevas
técnicas experimentales refuerzan el consenso clásico según el cual los experimentos
conductuales, con o sin imágenes cerebrales, son el modo más riguroso para poner a
prueba hipótesis sobre el proceso de adquisición del lenguaje.
Independientemente de los paradigmas en los que se trabaje, una cuestión central
es que hoy en día la investigación es a menudo multicultural y multidisciplinar. En
consecuencia, las preguntas están mejor orientadas, las respuestas tienen mayor validez,
y las generalidades teóricas van perdiendo peso. En la medida en que las preguntas de
investigación son más precisas, los análisis que se realizan lo son también, incluso
cuando se utilizan métodos muy clásicos. Por ejemplo, abundan los estudios
longitudinales densos, con datos tomados semanalmente, que producen información
masiva y que buscan no perder el detalle de los pequeños cambios o avances del niño.
Estos corpora longitudinales siguen considerados hoy como la mejor evidencia para
construir hipótesis sobre los cambios subyacentes a las observaciones registradas. En las
dos últimas décadas, la investigación longitudinal se ha visto reforzada por la
disponibilidad de soportes lógicos y materiales (ordenadores y programas para el
análisis de datos) que han facilitado enormemente los análisis de datos. Por ejemplo, la
base CHILDES (MacWhinney y Snow 1990), en http://childes.psy.cmu.ed, incluye los
registros originales (audio y video) y los datos codificados, sobre el proceso de
adquisición del lenguaje de niños normales, monolingües y bilingües, de muchas
lenguas diferentes (para el español europeo, véase López Ornat, Férnandez, Gallo y
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Mariscal, 1994; también base “María” en CHILDES). La base CHILDES, contiene
además la misma clase de datos para desarrollos atípicos del lenguaje.
Algunas de las preguntas abiertas hoy en la investigación
Independientemente del enfoque con el que se trabaje, hoy la mayoría de las preguntas
siguen centrándose en cómo los bebés y los niños pequeños “rompen el código”, es
decir, cómo consiguen darle sentido al sonido lingüístico que los rodea, y llegan
después a ser usuarios competentes del lenguaje.
La cuestión surge porque el lenguaje tiene una estructura formal que no se
enseña explícitamente a los niños. Y porque a pesar de eso, hacia los 27 meses de edad,
en cualquier lengua del mundo, los niños dan los primeros pasos en definición de la
gramática de su/s lengua/s, casi siempre con éxito. Sobre esta cuestión general, los
modelos innatistas proponen que todos los humanos nacen, como veíamos antes,
dotados con conocimientos gramaticales genéticos, denominados GU (Gramática
Universal). La GU es un conjunto de “reglas” gramaticales, muy generales, que de
algún modo maduran y que guían al niño en su descubrimiento de la gramática de la
lengua del medio en el que ha nacido (Chomsky, 1972; Hauser, Chomsky y Fitch,
2002). Debido a su dependencia del contenido genético GU, las investigaciones desde
esta perspectiva no giran en torno a las interacciones afectivas, la experiencia, la
función del cerebro, o el procesamiento cognitivo del aprendiz, sino que tienden a
recabar datos empíricos de habla o de comprensión infantil, que ilustren la plausibilidad
de sus modelos.
Para los modelos emergentistas, que no son estrictamente empíricos, el estado
inicial del proceso de adquisición consta de diversas limitaciones innatas, de carácter
cognitivo general, que sesgan el proceso y la experiencia de aprendizaje del niño
(Bavin, 2009; Elman, el al. 1996; Karmiloff y Karmiloff-Smith, 2001; Tomasello,
2003). A lo largo del desarrollo, el cerebro del niño crearía los mecanismos específicos
para el procesamiento del lenguaje, que después exhibe el adulto. El desarrollo de
mecanismos específicos para el procesamiento del lenguaje, sería, pues, el éxito del
proceso de adquisición del lenguaje; pero no sería su origen, como proponen las teorías
innatistas (Fitch, Hauser y Chomsky, 2005). Veamos algunos problemas más concretos
y vigentes hoy:
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Del aprendizaje local a los símbolos lingüísticos
La noción de aprendizaje local, y su función en el proceso de adquisición, acota hoy un
importante campo de investigación. Desde un punto de vista macroevolutivo, el
aprendizaje lingüístico de los niños partiría de un nivel en el que se construyen
asociaciones locales, un sonido lingüístico-un significado, o una forma concreta-una
función concreta. Ese tipo de procedimiento llevaría al niño a conseguir decir algunas
palabras, las iniciales, pero no a adquirir el lenguaje. En un segundo nivel del proceso
de adquisición, el cerebro aplicaría sobre los primeros ejemplares adquiridos y
almacenados, procedimientos de análisis estadístico, y con ello obtendría algunas
subrregularidades lingüísticas, de corto alcance, de naturaleza probabilística, y parece
que aún no simbólicas. Por ejemplo: la correcta construcción de algunos Sintagmas,
Nominales o Verbales concretos. En un tercer nivel del proceso de adquisición, el
sistema volvería a abstraer la información lingüística almacenada, pero ésta vez ya no
sobre los ejemplares concretos iniciales, sino sobre las regularidades de corto alcance
definidas antes. Es decir, el input al proceso de abstracción, ahora sería interno. El
resultado de abstraer sobre diversas subrregularidades, sería la obtención de
regularidades más potentes, y, parece que, de símbolos lingüísticos (como las funciones
sintácticas de Sujeto, Verbo y Objeto), y, con ello, se obtendrían también reglas de
composición sintáctica compleja (Bavin, 2009; Tomasello, 2003).
Cambian el ouput, el input, y el sistema que adquiere la lengua
Una consecuencia del proceso anteriormente descrito, es que durante el desarrollo del
lenguaje “lo” que crece no es sólo la complejidad lingüística de la producción (output)
del niño, sino el input al sistema de aprendizaje, y también el propio sistema-queaprende. Ambos, el input y el sistema de aprendizaje cambian a lo largo del proceso
convirtiéndose, ellos mismos, en cada vez más complejos. El input cambia porque el
sistema-que-aprende filtra la cantidad y la calidad del input que recibe en función de su
propio estado de desarrollo (Elman, et al. 1996; López Ornat, 1994). A su vez, el
sistema-que-aprende se modifica a sí mismo, creando varios tipos de estados
transicionales en el proceso de adquisición de cualquier estructura lingüística concreta.
Estos estados transicionales son el foco de muchas de las investigaciones actuales,
precisamente (van Geert y van Dijk, 2002). Se trata de momentos del desarrollo en los
que por ejemplo, el niño maneja ya parte de una regla gramatical, pero no toda, es decir,
no todos sus valores morfológicos, o bien el niño construye un poco más
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sintácticamente que durante la fase de dos palabras, pero sus oraciones sólo son
relativamente productivas, o sólo son fragmentos oracionales. Los estados de transición
son prolongados, y en ellos se da una alta variabilidad del nivel de las producciones
(López Ornat, 1997; Mariscal, 2001); así, por ejemplo, en un mismo día, un mismo
niño, puede expresar un mismo significado (se ha ido la nena) de modos primitivos
(notá nena) pero eficientes, algo más avanzados (anena no tá) o aún más avanzados (s´a
ío anena), mostrando así la inestabilidad de un conocimiento lingüístico en proceso de
cambio.
La intencionalidad comunicativa y los mecanismos de adquisición del lenguaje
Sobre el proceso de adquisición no se investigan sólo avances formales, como los recién
comentados, sino también los cambios funcionales que impulsan y co-determinan esos
avances. De hecho, mucha de la investigación actual (2011) gira en torno al desarrollo
de la comunicación intencional. En palabras de Tomasello (2003), las habilidades
cognitivas generales de los niños pequeños les ayudan a identificar patrones
distribucionales de los sonidos de su lengua en la señal input, pero también les ayudan a
identificar las intenciones del hablante. En esa identificación juega un papel importante,
aunque no único, la imitación. Se entiende hoy que la imitación (no la mímica, ni la
emulación) implica que el niño ha hipotetizado la intención comunicativa del hablante,
no sólo que está intentando acercarse a la forma producida por el hablante lo más
posible. Por ello, se entiende también que la imitación es el comienzo de un proceso
concreto de adquisición, es decir, los niños comienzan a aprender estructuras
lingüísticas imitando ejemplos de lenguaje, que ponen en práctica.
Complementariamente, hoy hay mucha actividad de investigación sobre lo que
podría ser parte de un soporte neurológico de la imitación, el sistema de neuronas espejo
(MNS), descrito por primera vez en monos macacos adultos. Estas neuronas se activan
no sólo cuando el sujeto realiza una acción, sino también cuando observa a otro realizar
esa acción (Iacoboni, et al. 1999). La investigación tiene prácticamente todos los temas
abiertos, desde el control inhibidor de la actividad del MNS como factor crucial a la
hora de explicar la emergencia de la Teoría de la Mente -ToM- (Decety y Sommerville,
2003), hasta la función de la atención conjunta tanto en la adquisición del lenguaje
como en la capacidad de imitación. Desde el punto de vista del procesamiento del
lenguaje, parece haber acuerdo hoy en que para que se produzca una imitación
inmediata de una estructura lingüística, el niño tiene que, al menos:
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-haber orientado su atención a esa estructura en el ambiente
-haber hipotetizado la intención comunicativa del emisor de esa estructura, o
“suponerle” un significado,
-haber segmentado del flujo continuo del habla la estructura seleccionada,
-haber construido un modelo motor equivalente a la estructura percibida,
-haberla articulado, con mayor o menor éxito.
Cada uno de estos procesos implicados constituye hoy un campo de investigación en sí
mismo (Elman, et al. 1996; Karmiloff y Karmiloff-Smith, 2001).
Es fundamental subrayar que, desde el punto de vista del sistema-que-adquierela lengua, si una estructura lingüística puede ser imitada, puede también ser
“representada” internamente y, por tanto, puede ser “almacenada”. Esto, a su vez,
impulsa el proceso de adquisición de nuevas formas lingüísticas. La razón es que el
“almacenamiento” permite al sistema buscar regularidades en esos materiales
almacenados. Y que, puesto que hay estructura “ahí fuera”, es decir, en el lenguaje, el
sistema la encuentra.
Los
procesos tardíos de adquisición
Otro gran grupo de preguntas de investigación actuales gira en torno al complejísimo
proceso de adquisición del discurso, un proceso “tardío” en el desarrollo del lenguaje.
Recordemos que el éxito del proceso temprano de adquisición del lenguaje, es el
aprendizaje de un código lingüístico básico (fonología, léxico, morfología, sintaxis,
semántica, pragmática) de la/s lengua/s ambiental/es. A los cuatro-cinco años de edad,
los niños todavía no son oradores totalmente desarrollados, pero tienen muy bien
adquiridas las bases de su/s idioma/s. A partir de entonces, hasta la adolescencia, el
proceso de adquisición del lenguaje se denomina tardío (Bavin, 2009), y su éxito más
relevante es la adquisición del discurso, oral y/o escrito.
La narrativa, la conversación, y el diálogo son casos especiales de discurso. El
diálogo en sí es un tipo "fácil" de narración, en el que los seres humanos crean textos
orales cooperativos. La habilidad narrativa difiere del diálogo en que supone guiar a un
oyente a través de un principio, un desarrollo y un final, mientras que se unen oraciones
sucesivas entre sí con instrumentos lingüísticos como los conectores, los marcadores de
tiempo, los pronombres, etc. Tales instrumentos lingüísticos (dispositivos de cohesión)
permiten al orador o al narrador referirse a cosas que se dijeron antes, dejar cosas sin
decir, vincular los acontecimientos de manera coherente, avanzar en la narración sin
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problemas, evitar volver atrás a través de cada detalle (Karmiloff y Karmiloff-Smith,
2001). La investigación hoy está examinando cómo la coherencia conceptual y la
cohesión lingüística se relacionan entre sí de forma dinámica en cada etapa del
desarrollo del discurso de los niños.
También es parte del proceso de adquisición tardío el desarrollo de construcciones
lingüísticas complejas y sutiles, como el humor, la ironía, el sarcasmo y la metáfora,
que constituyen campos de investigación diferenciados.
Entre muchos no-especialistas existe la intuición –no fundamentada- de que
después de los 3-4 años ya no se producen “cambios cualitativos” en el proceso de
adquisición lingüística. A ello ha podido contribuir una cierta insistencia de los
enfoques de inspiración Chomskyana en que “básicamente” el lenguaje está adquirido a
los 3-4 años. Muy lejos de eso, las habilidades narrativas se desarrollan lentamente,
hasta la adolescencia, y son necesarias para, en palabras de Bruner (1997) comprender –
y construir- el presente, el pasado y lo humanamente posible de un modo
específicamente humano. El proceso de adquisición continúa hasta la adolescencia, y es
el cambio cognitivo-evolutivo de mayor duración, el que cursa con más lentitud, el que
se dilata tanto, que (Elman, et al. 1996) es posible.
En el desarrollo lingüístico tardío de las sociedades alfabetizadas también se
incluye el aprendizaje de un meta-lenguaje, la lecto-escritura. En muchas sociedades,
cuando los niños están empezando a adquirir algunas habilidades básicas del discurso
oral, también empiezan a ser explícitamente entrenados en lectura y escritura. Se trata
ahora de un nuevo nivel de desarrollo lingüístico, que requiere el aprendizaje de las
letras y el reconocimiento de la palabra escrita y que implica el refinamiento de la
conciencia fonológica. Este desarrollo produce habilidades completamente nuevas,
como el aprendizaje de las correspondencias letra-sonido y el aprendizaje de destrezas
narrativas nuevas en forma escrita. Se trata de un meta-nivel de desarrollo lingüístico.
Un nivel superior, que crea sus propias dificultades en el desarrollo, y sus propios
efectos observables en la conectividad cerebral. Todos estos campos son objeto de
investigación especializada en la actualidad (por ejemplo, Carreiras, et al. 2009)
Las diferencias individuales
Inevitablemente, un proceso tan complejo como el de adquisición del lenguaje, está
amenazado por problemas potenciales con cualquier alteración biológica, social, o
psicológica de las condiciones en que se desarrolla.
Por ejemplo, el desarrollo
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lingüístico parece ser normal en niños sordos de padres sordos, que son usuarios de un
lenguaje de señas. Pero la mayoría de los bebés sordos tienen padres oyentes, que no
conocen un lenguaje de señas, y estos bebés tienen más dificultades. Existen también
desarrollos atípicos del lenguaje, como el llamado Trastorno Específico del Lenguaje
(TEL), o el Trastorno de Espectro Autista (TEA), o los síndromes de Williams y de
Down. Estos casos concitan cada uno áreas de investigación altamente especializadas,
con interés no sólo en el trastorno, sino también en la plasticidad del cerebro, y en los
patrones de actividad cerebral como resultantes del desarrollo lingüístico (Thomas y
Karmiloff-Smith, 2005).
Incluso dentro del proceso "normal" del desarrollo del lenguaje existen fuertes
variaciones. Hay diferencias en el desarrollo del lenguaje que dependen de diferencias
de cultura, y/o de nivel socioeconómico (SES). Pero, independientemente de eso,
existen profundas diferencias individuales en el proceso de adquisición en niños
normales, de la misma cultura, el mismo idioma, y el mismo SES. Estas variaciones,
difíciles de conciliar con los modelos nativistas (GU) están vinculadas a diferencias
sutiles en la experiencia lingüística y a diferencias mínimas en el procesamiento, como
predicen los modelos emergentistas. Las variaciones individuales en el desarrollo del
lenguaje se entienden como evidencia de que el sistema-que-adquiere-la-lengua sigue
rutas alternativas en la adquisición de sonidos, palabras, gramática, o narrativa (Bavin,
2009; Elman, et al. 1996; Karmiloff y Karmiloff-Smith, 2001). Hoy en día, la riqueza
de datos de investigación ha permitido crear (Fenson, et al. 1994) un instrumento de
cribado (screening) para diferenciar el desarrollo lingüístico atípico del normal desde
muy temprano (entre los 8 y los 30 meses). Este instrumento está baremado para
muchos idiomas diferentes, puede verse en www.sci.sdsu.edu/cdi/cdiwelcome.htm (para
el español europeo, véase López Ornat, et al. 2005).
En contraste con la fuerte prevalencia de las diferencias individuales, parece que
existe la creencia popular de que todos los adultos que pertenecen a una misma
comunidad lingüística tendrán un dominio equivalente de su lengua común. Pero esa
intuición sólo se basa en el paradigma típico y dominante de la lingüística descriptiva.
Esa intuición sobre la existencia de una comunidad lingüística homogénea es una
ficción. En su lugar, una de las formas más sorprendentes en la que las personas se
diferencian es en su aprendizaje y uso del lenguaje.
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