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Silvano Sernesi, el eslabón perdido del Postismo

2018, Clarín: Revista de Nueva Literatura

Semblanza de Silvano Sernesi, cofundador del último movimiento de vanguardia: el Postismo, "el ismo que va después de todos los ismos".

Silvano Sernesi, el eslabón perdido del Postismo Ernesto Baltar A Edoardo Sernesi, mi nuevo amigo romano Desde que empecé a tener noticias sobre el Postismo, “el último movimiento de vanguardia”, nacido en plena posguerra española, me llamó la atención el silencio que rodeaba a la figura del italiano Silvano Sernesi. Esta corriente postsurrealista, que se puede caracterizar como “el ismo que va después de todos los ismos”, había sido fundada en Madrid en 1945 por tres amigos –Eduardo Chicharro, Carlos Edmundo de Ory y Silvano Sernesi–, pero en la mayoría de los textos que consulté se hablaba sólo de los dos primeros como los protagonistas principales, casi exclusivos, de la tríada originaria. Sernesi aparecía únicamente como un tercer nombre adyacente, una especie de equis misteriosa, una incógnita presente pero indiscernible, relegado por los expertos a la mera función coyuntural de financiador de las revistas-manifiestos, gracias a la ayuda económica que recibía de su padre, un potentado italiano. Supongo que la principal razón de aquella postergación u olvido académico residía en que Sernesi era un “hombre sin obra”, sin trayectoria significativa posterior, a diferencia de los otros dos, que desarrollaron una productiva carrera poética y artística. Sin embargo, a medida que fui indagando más sobre el Postismo, empecé a sospechar que aquello no era exactamente como nos lo estaban contando. No resultaba verosímil esa tesis de que Sernesi fuera sólo el brazo financiero del movimiento postista, un mero testigo mudo o colaborador necesario. Empecé a intuir, incluso, que seguramente era Sernesi quien mejor encarnaba el espíritu del Postismo, envuelto en una consumación irónica de las vanguardias1 cuyo corolario más lógico fuese, quizá, la ausencia de obra, el sostenido silencio, como un Bartleby redivivo. Con probabilidad para él aquella aventura vanguardista había consistido fundamentalmente en un juego, un pasatiempo entusiasta y juvenil, una forma inocente y festiva de disfrutar de la vida y de la amistad con mayor intensidad. Esa era mi “hipótesis de trabajo” inicial, por así decirlo, todavía sin base documental ni refrendo teórico.                                                                                                                 1 Quizá no sería forzado (aunque sí un poco pedante) utilizar en este contexto el término hegeliano de “Aufhebung”, que significa tanto síntesis como superación, con el añadido en este caso del matiz irónico que representaría el “post-ismo” hacia los movimientos de “vanguardia” en cuanto acabamiento, estación terminal o final de trayecto. En el “Primer Manifiesto del Postismo” se declaraba lo siguiente: “El Ciertamente, Eduardo Chicharro Briones (1905-1964), más conocido en su época como Chicharro Hijo2 (Chebé para sus amigos), fue el teorizador principal del Postismo, su gran pope y constructor intelectual. Tenía un conocimiento profundo de las vanguardias, parecía creer en aquellas ideas y trataba de postularlas con seriedad y disciplina, un poco como André Breton había hecho con el surrealismo aunque con aire menos dictatorial. En el primer manifiesto se define el Postismo como “el resultado de un movimiento profundo y semiconfuso de resortes del subconsciente tocados por nosotros en sincronía directa o indirecta (memoria) con elementos sensoriales del mundo exterior, por cuya función o ejercicio de la imaginación, exaltada automáticamente, pero siempre con alegría, queda captada para proporcionar la sensación de la belleza o la belleza misma, contenida en normas técnicas rígidamente controladas”; salvo el importante hincapié que se hace en la alegría y la belleza, los demás elementos del discurso se compadecen de manera ortodoxa con el surrealismo de manual bretoniano. 3 En el segundo manifiesto hablaban explícitamente de neosurrealismo y neoexpresionismo y se reconocían herederos de los distintos ismos, sin pretensión de inventar algo nuevo sino de “descubrir posibilidades” en formas literarias y artísticas precedentes, concluyendo sentenciosos que “el Postismo es la locura inventada”. Y en el tercer manifiesto se trazaba la siguiente genealogía: “El Postismo como parentesco será hijo del Surrealismo, nieto del Dadaísmo y sobrino del Expresionismo. ¿Qué hereda del Dadaísmo? Muy poca cosa: tal vez la intuición y la pureza de todo primitivismo. ¿Qué del Surrealismo? La explotación del subconsciente. ¿Y qué del Expresionismo? La expresividad”. Por su parte, Carlos Edmundo de Ory (1923-2010) poseía una vocación literaria firmísima, innegociable, que acabaría cuajando en una trayectoria creativa muy fecunda, variada y aplaudida. Se convertiría, sin duda, en el mejor escritor del grupo, aunque su estilo y sus maneras evolucionaran mucho más allá de los rasgos postistas. Su voluntad de dejar huella en la historia de la literatura es clara desde sus inicios, inmerso en una autoconciencia creadora rayana en la egolatría autoral, siempre fructífera.4 Después, con                                                                                                                 2 Su padre era el afamado pintor Eduardo Chicharro y Agüera (1873-1949). En mi opinión el ideario bretoniano resultaba poco alegre y más bien se mostraba férreo y funéreo; en vez de apostar verdaderamente por la libertad de la imaginación creadora, se ejercía con ademanes totalitarios (y no sólo en términos políticos); su obsesiva exhortación a la escritura automática era un fatuo brindis al sol que, salvo casos muy puntuales y estériles, nadie llevó realmente a la práctica. Y hasta en sus derivas más humorísticas, prefería decantarse de manera decidida por el humor negro. 4 Eduardo Chicharro describe a Ory en esa época como un joven “frenético de su gloria, un neurótico apasionado lector de poetas malditos, de condenados por los amantes de la paz y la normalidad, 3 el resurgimiento del interés por el Postismo en los años setenta, y con Chicharro ya ausente (murió en Madrid en 1964), De Ory vio abierta la posibilidad de aprovechar la coyuntura y sacar cierto “rendimiento cultural o de prestigio”, por así decirlo, de aquellos tanteos vanguardistas de juventud. Durante un tiempo trató de jugar esa carta ventajista, pero finalmente se sinceró consigo mismo, al menos en la intimidad, e ironizó en privado sobre aquella absurda maniobra de mitificación que contradecía los valores originarios del Postismo. Para entonces la parafernalia teórica elaborada por Jaume Pont y otros estudiosos era tan productiva o lucrativa que nadie pareció prestarle oídos, o acaso él mismo nunca se atrevió a dar en público ese paso. En cambio, de Silvano Sernesi, como digo, prácticamente no había noticias. Sólo se sabía que había nacido en 1923, que había participado en la fundación del Postismo, que había regresado a Italia y que había acabado trabajando en la RAI. Ni siquiera se sabía si seguía vivo o si había muerto. A mí aquella personalidad misteriosa me parecía la más interesante de todas, no sé por qué –pura intuición, quizá–, y empecé a sospechar que en ella se encontraba la solución a bastantes enigmas. Aprovechando una de mis estancias veraniegas en Cádiz (ese pequeño paraíso en la tierra), me acerqué a la Fundación Carlos Edmundo de Ory en busca de posible información sobre Sernesi. Efectivamente, se conservaba allí la correspondencia entre ambos, escasa pero intensa.5 Quizá iba con los ojos predispuestos a corroborar mis prejuicios e intuiciones, pero lo cierto es que mientras leía su intercambio epistolar me iba ratificando cada vez más en mis ideas previas: la clave de la actitud existencial de Sernesi consistía en no darse importancia, hacer las cosas sin envolverlas en falsas pretensiones, ver la realidad con cierto distanciamiento y con una elegante pátina de ironía. Para él el Postismo había sido, sobre todo, una celebración de la amistad y de la alegría de vivir, una experiencia gozosa que siempre recordaría como “el periodo más bonito” de su vida. Sernesi no tenía ínfulas literarias y apenas dejó obra publicada. Tampoco fue un ágrafo absoluto, ya que además de participar en la redacción de los manifiestos del Postismo y en la obra teatral La lámpara (escrita al alimón por los tres fundadores del movimiento), escribió algunos poemas6 y relatos7 y publicó artículos de                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                     devorador de biografías siniestras y coleccionador de lo pirográfico, de lo fantasmagórico y ultraterreno” (“Carlos Edmundo a marchamartillo”, El Español, 10 de noviembre de 1945). 5 Agradecemos a la Fundación Carlos Edmundo de Ory la consulta de estas cartas. 6 “El pigmeo bordonero” y “Romance del espadín” (publicados en la revista Postismo, 1945), así como el “Soneto a Carlos Edmundo de Ory” y el “Romance a Carlos Edmundo de Ory” (publicados en Litoral). 7 “Un hombre poco común o el hombre de los pañuelos” (en colaboración con Chicharro) y “Casi casi los casó Voronoff” (publicado en La Cerbatana). prensa, sobre todo referentes a cuestiones culturales. Después de unos pocos años, dejó definitivamente la pluma y se dedicó a otros menesteres. ¿Todo esto hace de él un simple cero a la izquierda en el movimiento del Postismo? En mi opinión, ni mucho menos; acaso sea al contrario. A veces pueden ser precisamente los “autores sin obra” los principales impulsores o animadores (e incluso representantes) de una corriente artística o literaria. Para Sernesi el Postismo, aparte de esa intensa celebración de la vida y de la amistad que ya hemos mencionado, representaba una exaltación irónica de las vanguardias, aprovechando hasta el extremo sus derivas lúdicas y subconscientes; una explosión de libertad y alegría que no trata de estatuirse en un nuevo movimiento artístico-literario, sino que proclama ser el último, el cierre final, el más genuino de todos ellos. Y ahí estaría el verdadero valor y sentido de las ideas postistas en torno al absurdo, el disparate, el humor, el juego o la risa, no en una lista mortuoria de normas estéticas o en la verborrea abracadabrante de los teóricos.8 Para mí, lo más interesante del Postismo está en su consumación revisionista e irónica de los ismos precedentes (expresionismo, futurismo, cubismo, dadaísmo, surrealismo, ultraísmo, creacionismo), como ya había hecho en cierto modo Ramón Gómez de la Serna con su maravilloso libro Ismos. Ese afán experimental, impulsado por el juego y la alegría, tiene su expresión máxima en la libertad de la imaginación creadora que se ríe de todo y de todos, empezando por uno mismo. Y la personalidad de Sernesi encarnaba mejor que nadie ese espíritu postista. Una breve semblanza de Silvano Sernesi9 Silvano Sernesi nació en Florencia el 7 de enero de 1923. Es el mayor de tres hermanos (Pierluigi y Lisa son los otros dos). Sus padres se llamaban Salvino Sernesi y Clara                                                                                                                 8 El objetivo básico, autodeclarado, del Postismo era producir maravilla a través de la imaginación, hija de la razón y del subconsciente; el subconsciente es quien facilita la materia en bruto de toda creación pura, y la verdadera composición reside en la lógica de lo absurdo. En la base de su técnica está la idea de juego: la deformación lúdica del lenguaje, el sentido del ritmo (euritmia), saber cazar las palabras al vuelo, recrearse en la materialidad de los sonidos, etc. Y la infancia es la etapa ideal para ese estado de juego, ya que después “todo lo que gana el hombre en cultura y en experiencia lo pierde en pureza de espíritu”. 9 Agradecemos a Edoardo Sernesi su inestimable ayuda para poder disponer de esta nota biográfica y semblanza de la personalidad de su padre Silvano Sernesi. Settimelli. 10 En 1937 la familia se mudó a Roma, donde Silvano asistió al Liceo Mamiani y obtuvo el diploma de enseñanza secundaria. En 1941 Silvano entabla relación en Roma con Eduardo Chicharro. Al año siguiente su familia se traslada a Madrid, pues Salvino Sernesi, un dirigente de la Banca Nazionale del Lavoro, fue enviado como director de las sucursales de dicha banca en la península Ibérica. 11 Silvano se queda un año más en Roma, continuando con sus estudios, y se reencuentra con su familia en Madrid en 1943. Permanecerán todos en España hasta 1946, año en que regresarán a Roma. Por tanto, Silvano Sernesi llega con veinte años a Madrid y estará allí sólo tres años, a pesar de lo cual demostrará siempre un gran dominio de la lengua castellana. Conoce a su futura mujer, Gloria Piñán del Valle, con quien contraerá matrimonio el 14 de noviembre de 1946. Asturiana de Ribadesella, Gloria es hija del profesor universitario de Derecho Eduardo Piñán y Malvar, que había sido fusilado durante la Revolución de Asturias (a la sazón subsecretario del gobierno, fue encarcelado y fusilado; no encontraron su cadáver, que seguramente acabó en una fosa común). En Madrid Sernesi retoma el contacto con su amigo Chicharro, que a su vez conocerá a Carlos Edmundo de Ory en 1944 en el Café Pombo. Sus reuniones en Ávila son el germen del lanzamiento oficial del Postismo la Noche de Reyes de 1945 en el madrileño Café Castilla. Todo apunta a que la idea de poner en marcha un movimiento estético-literario surgió de Chicharro, y fue Ory quien sugirió lanzar una revista que les sirviera de altavoz. Gracias a la ayuda económica del padre de Sernesi, que le prestó cinco mil pesetas a su hijo, consiguieron costear la publicación de Postismo y La Cerbatana. 12 Sernesi vuelve a Roma con su familia y durante un tiempo colabora con los periódicos españoles La Estafeta Literaria y El Español, para los que escribe artículos como corresponsal de cultura desde Italia13, pero esta actividad periodística no se                                                                                                                 10 Nótese que los nombres de padre e hijo sólo difieren en dos vocales, que aparecen colocadas en orden inverso. La broma o el juego irónico parece pertenecer al gen de los Sernesi. 11 El anecdotario familiar añade que a Salvino Sernesi se le confiaron nada menos que las reservas de oro de la Banca para que las mantuviese a salvo durante la contienda bélica. Silvano solía contar a su hijo que dormía en Madrid con toda aquella riqueza bajo su cama. 12 Es importante subrayar una evidencia: mientras que Chicharro roza en esta época la cuarentena y atesora una trayectoria vital notable (son relevantes sobre todo sus estancias en Roma y París, donde ha descubierto fascinado las vanguardias), Silvano y Carlos Edmundo apenas tienen veintiún años, muestran un potente entusiasmo y gozan de la pasión de la juventud, pero carecen de experiencia. 13 También recibió la propuesta de Juan Aparicio López, Delegado Nacional de Prensa, de colaborar como corresponsal para el periódico vespertino Pueblo. prolongará mucho tiempo porque le urge la necesidad de terminar sus estudios y encontrar un trabajo estable. El 26 de mayo de 1947 nace su primer hijo, Edoardo. La carta que unos días después escribió desde Roma a sus amigos Eduardo Chicharro y Carlos Edmundo de Ory merece ser reproducida completa, dada su singular belleza y emotividad: ROMA, 10 de junio de 1947 Queridos amigos Eduardo y Carlos: He tardado un poco en contestar a la última carta de Carlitos, pero he aquí la razón: soy PADRE PADRE PADRE PADRE padre padre padre padre padre… Mi hijo se llama Eduardo, es moreno, no lleva bigotes y estudia la manera de no dejarme dormir. Pues, sí señor, soy padre, tan padre como el más con padre de los niños sin padre.14 Ha sido una cosa rápida que afortunadamente terminó bien pero desde luego he pasado unos días de sustos y preocupaciones. A causa de una mala caída de mi mujer las cosas se precipitaron y una madrugada a las cinco tuve que llevarla urgentemente a la clínica. Ahí el profesor quería practicar la cesárea porque según él el niño no podía nacer con vida. Resistí y a las tres horas nació Eduardo con los ojos bien abiertos. Gloria sufrió mucho, tuvieron que cortarle y ponerle varios puntos; ha estado varios días en la cama con fiebre y dolores, pero al fin el peligro pasó y ya se encuentra mejor. Mientras, yo paseaba por los pasillos, me sentaba en las aceras presa de los nervios, cantaba y lloraba en los atardeceres y todo porque era padre. Es algo muy raro. Las primeras horas se pasan sin hacer ningún caso al niño, luego se deja a la madre por él, luego no se sabe a quién atender y se va uno al cine sin ver nada y pensando porque es padre. La costumbre viene poco a poco; por ahora vuelvo a casa y al entrar en mi cuarto me encuentro siempre con un niño muy chico y muy feo que me mira y se ríe; entonces pregunto quién es y nadie me contesta; esto es lo peor, no le contestan a uno porque creen que bromeas, y uno tiene que pasar por tonto y como tonto mirar a ese niño que se ha metido en su cuarto y quiere comer, así, comer por las buenas. Esto es lo que no se comprende los primeros días. Y cuando te das cuenta de que sí, de que tiene que comer por las buenas, entonces te asustas, te asustas muchísimo; ya no preguntas quién es, ya no; le das de comer y te sientas luego en una butaca como el que abre un paracaídas sin que se abra.                                                                                                                 14 En un texto insertado a modo de anuncio en el número de La Cerbatana se decía lo siguiente: “A los matrimonios incorregiblemente estériles aconsejamos que en vez de tener un perrito o un gatito adopten un niño muy pequeño de la inclusa. Después de mecer entre los brazos a un niño que se hace de uno, ese niño es tan con padre como el más con padre de los niños sin padre”. Usted, querido Eduardo, ¿qué hace? Sé que no se encuentra muy bien y a lo mejor ya lo han operado. Quisiera saber más noticias, qué ha tenido, cómo lo está pasando, si trabaja, si tiene proyectos para el porvenir o más bien vive como todos nosotros de los recuerdos del Café Castilla. ¡A quemarle!, diría yo. Pero me da pena y prefiero seguir pensando en eso. ¿Por qué no viene a Roma Eduardo?, digo también; pero sé que ya nada le sacará a usted de Madrid, usted que gustaba llamarse con muchas patrias el viajero de todos los países; se ha sentado usted delante de un cuadro enorme, grandísimo, que nunca podrá acabar, de vez en cuando mira abajo en la Plaza de Bilbao y luego, otra vez, delante del cuadro grande que no sirve más que para descansar, y dormir, y no salir nunca. Si yo fuera usted, y algunas veces lo soy, me gustaría ser más sincero y quemaría el cuadro; luego me sentaría para dormir en paz con la conciencia y no dejaría entrar a ese pelma de Carlos. Porque tú eres un pelma, querido Carlitos, un pelma solamente cuando intentas despertar a Eduardo. Déjale hombre, déjale en paz y vete al café, o a tu casa. Ahí te sentarás delante de una maravillosa enorme grandísima novela blanca y te dormirás sin saberlo. Sois dos buenos amigos; os quiero mucho porque sí; y también porque tenéis algo mío: sueño, odio, mucho odio y esa divina tristeza que alegra tanto la vida. Os dejo, he dicho muchas tonterías pero soy padre…. Seguidamente una orden: quiero que Eduardo me escriba y echar la carta la misma semana de recibir esta (siempre que se encuentre bien). Hasta luego amigos: espero veros pronto aquí o allá; estamos citados, estoy seguro, para un día muy próximo y bonito: el primero que llega que espere, que se siente y tome coca-cola, el primero que llegue, el primero que tenga la fuerza de quemar su cuadro o su novela. Ya no cabe más – Recuerdos abrazos y a vosotros un cariñoso abrazo de Silvano. Si alguien después de leer esta preciosa carta sigue pensando que Silvano Sernesi era sólo el que financiaba la publicación de los manifiestos del Postismo, es que tiene menos sensibilidad estética que un muro de hormigón. El 25 de noviembre de 1947 se licenciará por fin en Derecho. Durante el tiempo en que estuvo buscando trabajo, la familia viviría en casa de sus padres, un hermoso palacio situado en la vía della Conciliazione, a pocos metros de la plaza de San Pedro. Tenían como vecino al famoso pianista y compositor Piero Piccioni, cuya maravillosa música entraba por la ventana cuando estaba practicando sus piezas; su hermano, el crítico literario Leone Piccioni, fue un buen amigo de la familia. Posteriormente Sernesi se mudó a Turín, donde vivió en la vía Arsenale nº 21, lugar en el que la RAI tenía su archifamosa sede (en todos los concursos de la televisión había que enviar la correspondencia a dicha dirección). Allí nació su hija Clara el 23 de julio de 1949. Sernesi regresó a Roma y comenzó a trabajar para SIPRA, la compañía de publicidad de la RAI. Pasó un breve período en Nápoles y luego regresó definitivamente a Roma. 15 Poco después, se convirtió en directivo de la RAI. Inicialmente su oficina se encontraba en vía del Babuino, a un paso de la piazza del Popolo. Más tarde fue a dirigir el centro de producción de radio en Asiago, donde permaneció por el resto de su carrera. Se retiró en 1983. El 3 de julio de 2001 Silvano Sernesi murió en Bracciano por las lesiones sufridas en un accidente automovilístico cerca de Cerveteri. También se encontraba en el coche su esposa, que sobrevivió al percance. Una de las mayores pasiones de Sernesi era el bridge, al que siguió jugando hasta el fin de sus días. Destacaba su habilidad en esta disciplina en la que los italianos son campeones del mundo. Muchos de estos grandes jugadores acudían a casa de Sernesi a jugar al bridge. Su hijo Edoardo se los solía encontrar cuando llegaba a casa después de haber salido por la noche con sus amigos: allí estaban, envueltos en humo, hablando y riendo, y se quedaba a verlos jugar toda la madrugada. Sernesi también jugaba muy bien al tenis, deporte que continuó practicando hasta los años sesenta. Y tocaba con habilidad el piano, de oído, sin haber recibido formación musical; era una afición que le había transmitido su madre Clara, que sí había estudiado en el conservatorio y tenía un piano en casa. A lo largo de su vida Silvano conoció a numerosos artistas y tenía muchos amigos extravagantes, originales, peculiares. Tendía a rodearse de personajes un poco pazzi. Le gustaba mucho el arte contemporáneo y solía comprar cuadros de pintores romanos de los años cincuenta y sesenta. Atesoró, por ejemplo, bastantes cuadros de Monachesi y Chicharro. En cuanto a su personalidad, Silvano Sernesi era un hombre afable, simpático, muy sociable, siempre popular entre sus amigos. Emanaba alegría en torno a sí y no se tomaba la vida demasiado en serio. Le encantaba reír junto a los demás, hasta que casi se les saltaban las lágrimas. Se reía observando el mundo y viendo el ridículo a su                                                                                                                 15 En Roma la familia vivió primero en la Circonvallazione Clodia nº 165, después en via di Vigna Stelluti, nº 23 y finalmente en la plaza Jacini nº 5, donde vivieron el resto de su vida. alrededor. Tenía una mirada desacralizadora. No por casualidad admiraba enormemente los filmes de Jacques Tati: al igual que Monseiur Hulot, el protagonista de sus películas, era Silvano un personaje que podía parecer un inadaptado para la sociedad, pero que en realidad hacia ver cómo los verdaderos inadaptados eran las personas consideradas “normales”. Tenía una personalidad contagiosa. En los años cincuenta se hizo muy amigo de un famoso personaje televisivo, Mario Riva, presentador y actor cómico, con el que pasaban las vacaciones en Fregene. Durante unos años se los veía siempre juntos. El 1 de septiembre de 1960 Riva murió accidentalmente en Verona mientras presentaba un festival de música para la televisión, al caer en un agujero del escenario que estaba tapado con una lona. Desde entonces la familia Sernesi cambió Fregene por Porto Santo Stefano como lugar de veraneo. Allí Silvano alquilaba una pequeña villa y un barco, donde llevaba a sus hijos y a los amigos de estos a bañarse mar adentro. Su hijo recuerda cómo Silvano parecía el más joven de todos, siempre exultante de alegría. También en cierto modo era Sernesi una figura un poco misteriosa, que ocultaba su genialidad bajo una capa de discreción refinada y de festivo sentido del humor. Era una persona que no mitificaba, sino que desacralizaba. Tenía un gran sentido del ridículo: no se daba importancia a sí mismo, y mucho menos a sus aficiones literarias. Por eso no resulta extraño que para él el Postismo fuera simplemente un juego, una aventura de juventud. Años setenta: la recuperación del Postismo Cuando en los años setenta comienza la recuperación y reivindicación del Postismo como corriente estética y literaria, Carlos Edmundo de Ory le escribe a Sernesi contándoselo. Éste le contesta lo siguiente: Querido Carlos: Fantástico magnífico estoy asombrado, sorpreso, no sé cómo estoy. ¿Es posible? Me alegro, me alegro mucho, sobre todo por Chicharro. El amigo ahora sería feliz. Tienes que contarme algo más, mándame recortes de periódicos, algunas tesis, noticias, todo me interesa porque creo que el periodo más bonito de mi vida ha sido el Café Castilla, la tertulia, los tres amigos. Todavía me sueño el ajedrez de Chicharro, su cara escondida detrás del humo espantoso del “Ideales”, su caligrafía finita, torcida, de escultor, cubriendo papeles y papeles, montañas de papeles. Su sonrisa mefistofélica pintando al Director General de Bellas Artes. Todavía me acuerdo de tu cara cuando descubrías una palabra nueva, bella, desconocida y llena de sonido. ¡Qué bonita, me decías, escucha, Silvano, qué bonita palabra! Todo lo que hemos hecho y escrito y soñado durante estos tres años ha quedado grabado en mi memoria, perfectamente. Pero me creía que era un pequeño tesoro personal tuyo y mío, no puedo creer que todo esto salga ahora a la luz con tanto ruido. Me ha escrito muy amable el señor Polo Bernabé. Le contestaré enviándole algunos recortes de la Estafeta Literaria y el número de Postismo. De mi vida no te cuento mucho. Trabajo siempre en la televisión, mis dos hijos se han casado y soy abuelo. Mi hijo ha estado cuatro años en Boston y ahora es profesor de matemáticas en Ferrara. De vez en cuando voy a Francia, la próxima vez te buscaré en Amiens. Por ahora espero noticias tuyas y del Postismo, mándame todo lo que puedas y si necesitas algo de mí dímelo. Hasta pronto. Un abrazo de Silvano El tono emocionado de Sernesi, que tanto se acuerda de su amigo Chicharro y de aquella época de felicidad en el Café Castilla, no tiene nada que ver con el talante calculador de Carlos Edmundo de Ory (obsesionado con dejar constancia de las fechas y datos para la posteridad), que le responde así: Querido Silvano: El día 14 de octubre pasado recibí tu esperada carta romana, contestando a la mía de Amiens, escrita el 22 de agosto del presente año. No sé si marqué la fecha correspondiente a mano; si no, hazlo tú con lápiz rojo a fin de que quede constancia del hecho. Tu carta tampoco lleva fecha. Conviene esta precisión desde ahora (en vista del carácter histórico que asume el Postismo). En adelante, nuestra correspondencia, iniciando un nuevo ciclo de contacto, no hace falta que se rija a la sola unilateralidad del intercambio recíproco que haría depender del tiempo disponible la espera de noticias. Me importa, sobre todo, ponerte al corriente con objetividad de la situación del Postismo en las nuevas generaciones, y por otro lado, en lo que te concierne, sentir tu propia carga de subjetividad como producto de mis anuncios. Es así, precisamente, como he experimentado las palabras sencillas y cálidas de tu primera carta al respecto. Con ello intuyo desde este momento el desarrollo de una riqueza de comunicación que, implícitamente, sentimos colocada bajo la mirada y la sonrisa de Chicharro. Tú mismo me lo haces notar con claridad al comienzo de tu carta. Sabía yo que no podía dejar de interesarte lo que, por añadidura, te sorprende y asombra. Mi deseo es que, ahora que ya sabes algo de lo que te iré explicando, recobres con mayor intensidad el sueño tuyo plenamente vivido a nuestro lado. Guardo tus cartas de Roma, Nápoles y Turín, desde 1947… En ellas brilla siempre tu espíritu vivaz y abierto a todo, y en ellas me pedías, incesantemente, palabras de tus dos amigos lejanos en las que recoger “todo lo que lentamente se está borrando de mi memoria”, decías. Pero tu memoria, según veo tantos años después, continúa vigorosa. Te diré, en primer lugar con respecto al capítulo de lo puramente informativo, que tu promesa de vernos un próximo día aquí, en Amiens, colmaría todas las lagunas en cuanto a ponerte absolutamente al corriente de publicaciones y demás cosas directamente relacionadas con el Postismo. No tienes idea de la cantidad de documental que conservo, y que aumenta de día en día. Acabo de recibir (hace tres días), las páginas de una revista, cuyas fotocopias te adjunto. Poco a poco, incluso sin añadir carta, te iré enviando series de fotocopias para que las vayas reuniendo. Igual haré con mis libros, empezando por el último recientemente aparecido en Madrid, y cuyos ejemplares de autor recibí el pasado día 2 de noviembre. Ya irán llegando a tus manos. Tú me escribes cuanto tengas tiempo y ganas, y de paso me acusas recibo de lo que sea. ¿Enviaste ya lo que me dices a Polo de Bernabé? No olvides informarle que estás en comunicación conmigo. Cuéntame lo más posible de tu vida. Eres el primer abuelo postista del mundo. Bonito título para un artículo: “Silvano Sernesi, abuelo”. Hasta luego, con un abrazo Carlos Amiens, 10 de noviembre de 1976 No es necesario explicitar la hermenéutica de estas cartas porque resultan bastante elocuentes por sí mismas y salta a la vista la diferencia de talante entre uno y otro. La actitud de Sernesi estaba muy lejos de la gravedad autoimpuesta de los creadores pretenciosos y ridículos que quieren dejar su huella inmortal en la historia de la literatura o del arte16, y resultaba más distante aún de la circunspección exigida por los investigadores y estudiosos de estos temas, que necesitan dar carta de naturaleza a la empresa teórica que les permitirá, entre otras cosas, escribir libros y artículos y desarrollar una carrera investigadora y académica. La mayor distorsión de este relato teórico elaborado en los años setenta reside en el intento de vincularlo a un discurso antifranquista, que no concuerda en absoluto con los datos ciertos de que disponemos de la época. Sernesi tenía una visión minimalista de la vida, le gustaba disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. No se creía importante, ni jamás hablaba en casa del postismo. En 1987 le invitaron a ir a un congreso en Lérida pero finalmente decidió no ir. Era tímido y no quería protagonismo. Además, nunca viajaba en avión, sólo lo hacía en coche y con la condición de que condujera él. Los demás medios de transporte le daban miedo. Ni siquiera cogía el tren. No hay noticias de que continuara sus actividades literarias con posterioridad a los artículos que publicó en los diarios españoles al volver a Italia. En cierto modo, como apunta su hijo Edoardo, Sernesi se esforzó por hacer desaparecer esa memoria de su pasado. En casa nunca hablaba de la época postista, ni tampoco guardaba papeles u objetos. Durante sus años de trabajo en la agencia de publicidad SIPRA, tuvo una idea genial que causó un gran impacto entre los espectadores del Giro de Italia: se le ocurrió dar la vuelta a la carrocería de un coche que iba haciendo publicidad por todo el país acompañando a la competición ciclista, de modo que parecía que el auto iba marcha atrás a cien kilómetros por hora. ¿Acaso es posible imaginar una performance más postista que ésa? Reconocimiento final de Carlos Edmundo de Ory En julio de 1986 Carlos Edmundo reconoce en carta a Sernesi la íntima realidad de su movimiento postista y la ficción e impostura de todo aquel revival de los años setenta, si bien le pide que mantengan el secreto y sigan el juego de cara al público: “ahora me parece vamos a resucitar juntos con una gran risotada”; “la España actual de las artes y                                                                                                                 16 Nada más socorrido para lograrlo que organizar un movimiento y firmar un manifiesto, pues así se garantiza uno un lugar –aunque sea pequeño, testimonial, insignificante– en los inventarios de los manuales de la disciplina. Ya llegarán los exégetas con sus picos y palas a exhumar el cadáver vistiéndolo de tesoro. de las letras que recuerda nuestros nombres con semejante empeño recuperador metiéndonos en la pequeña historia literaria, como triada famosa, olvida que nuestro postismo es nuestro únicamente en la época de una juventud compartida por tres amigos inseparables”; “nuestra virtud vital o sentimiento unánime era la risa”; “pero ahora se dice que fuimos los precursores del underground y posteriores manifestaciones del espíritu creador que se pusieron de moda en el mundo”; “tú y yo somos dos engendros del tiempo pasado, de un tiempo que la soberana moda retro considera respetuosamente en nombre de la Nostalgia imposible. Pero posible para ti y para mí”; “Como te decía por teléfono tómate en serio la estupenda broma que consiste en hacer de Sernesi, Ory y Chicharro los paladines de la causa postista, esa aventura de nuestros espíritus eurítmicos. Digamos Amén, mientras seguimos bailando los dos. Y concedamos a Jaume Pont el título que se merece: Primer biógrafo del Postismo”. Para que no se sospeche que hay manipulación interesada en la selección de las citas, reproducimos la carta a continuación: Montmorency, 4 Julio 1986 Caro Silvano: Espero que nos veremos a principios de Agosto. Pero antes de vuestra llegada a París ya nos hablaremos por teléfono para concertar la cita-acontecimiento entre los dos supervivientes fundadores del POSTISMO. Tanta es mi ilusión de volver a encontrarte, tras años de silencio convertidos en fantasmas el uno y el otro entre sí, que ahora me parece vamos a resucitar juntos con una gran risotada. Porque la España actual de las artes y de las letras que recuerda nuestros nombres con semejante empeño recuperador metiéndonos en la pequeña historia literaria, como triada famosa, OLVIDA que nuestro postismo es nuestro únicamente en la época de una juventud compartida por tres amigos inseparables, cuya bebida preferida era el ajenjo y nuestra virtud vital o sentimiento unánime era la risa. Pero ahora se dice que fuimos los precursores del underground y posteriores manifestaciones del espíritu creador que se pusieron de moda en el mundo. Nuestro querido Chicharro se fue, también murió Cirlot, nuestro más inteligente corresponsal que nos llamaba “Silmusi Orcharro”. Tú te acuerdas de cosas, como yo mismo… Y cuando me telefoneas de pronto y oigo que me dices: “Soy un postista de Roma”, me doy cuenta que tú y yo somos dos engendros del tiempo pasado, de un tiempo que la soberana moda retro considera respetuosamente en nombre de la Nostalgia imposible. Pero posible para ti y para mí. Pues entonces veámonos de nuevo para seguir riendo como antaño, y dejemos que lloren los demás. Como te decía por teléfono tómate en serio la estupenda broma que consiste en hacer de Sernesi, Ory y Chicharro los paladines de la causa postista, esa aventura de nuestros espíritus eurítmicos. Digamos Amén, mientras seguimos bailando los dos. Y concedamos a Jaume Pont el título que se merece: Primer biógrafo del Postismo. Si tu viaje previsto a Amiens tiene lugar durante la primera semana de Agosto, y me lo confirmas con tiempo por delante, le diré a Jaime que venga para conocerte, le encantará. Tú mismo puedes telefonearle invitándole a venir a Amiens por esas fechas. En concreto. Yo estoy en Montmorency, cercanías de París (a un cuarto de hora en el metro-tren) hasta finales de este mes. El primero de Agosto estaré de vuelta en Amiens, con el motivo de tu visita acompañado de tu mujer. Luego de vernos, Laura y yo saldremos de viaje dentro de Francia en busca de amigos que nos esperan. Te anoto la dirección y el teléfono de aquí. Recibe un fuerte abrazo, Carlos Finalmente en 1995 Carlos Edmundo ya no deja ninguna duda a la interpretación: quiere destapar todo lo que hay de impostura en esa moda forzada del Postismo y se lo hace saber a Sernesi, proponiéndole incluso firmar un “Manifiesto Antipostista” que representa su propia carta. Ha cambiado su discurso, al menos de cara a Sernesi (que es el único que sabe la verdad), y ya no quiere seguir apareciendo ante él como un aprovechado que quiera sacar rédito de las modas y de la nueva cultura oficial, aunque entre las palabras y los hechos parece mediar un trecho bastante largo, como se desprende de sus propias palabras: “El Postismo, en resumidas cuentas, es un secreto nuestro, un juego nuestro. Es nuestra RISA. Me alegra saber que tú compartes conmigo esta verdad incuestionable y tan íntima que no nos apetece hacerla pública”; “Te dije por teléfono que a mí no me gusta este ruido y rehúso por lo tanto protagonizarlo con mi presencia o con mis escritos”; “Honores, premios, aplausos. Eso no va conmigo. Soy un heterodoxo”; “Te adjunto fotocopia de mi conferencia titulada ‘Sobre el Postismo Hoy’, pronunciada el 30 de octubre de 1992, en el Museo de Teruel”. Ante la posible intervención de Sernesi en el Curso de Verano de la Universidad Complutense, De Ory quiere aleccionarle para que no se salga mucho del guion, de la versión oficial, aunque ambos sean conscientes del engaño: “tú dirás lo que quieras. Pero yo te aconsejo prestar oídos a lo que dicen los otros (críticos y estudiosos del postismo), como escuchador neutro, sin interrumpir ni dar muestras de entusiasmo o lo contrario. Yo haría lo mismo. Luego, aparte, si tenemos que tomar la palabra, hablamos tranquilamente, sencillamente, buenamente y alegremente de la COSA que es la CASA del trío postista, o sea LA PURA AMISTAD en los madriles de los años 40 compartida a diario de los verdaderos postistas perseguidos e insultados por los nacionales furiosos de nuestra osadía al proclamar en la portada de nuestro único número de la revista POSTISMO letras capitales: ESPAÑA LANZA EL POSTISMO”. Reproducimos a continuación la carta completa, que termina con la propuesta de firma del “Manifiesto Antipostista” que representa en sí misma la misiva: Thézy-Gilmont, 8 de junio de 1995 Querido Silvano: Lo mejor de todo sería vernos los dos aquí en la casa, con nuestras mujeres, algunos días. De verano o de invierno, qué importa. Tenéis que venir. Entonces hablaremos despacio y tranquilos. Tú me lo has dicho una vez: que el periodo más bonito de tu vida ha sido el Café Castilla, los tres amigos juntos cotidianamente. El Postismo, en resumidas cuentas, es un secreto nuestro, un juego nuestro. Es nuestra RISA. Me alegra saber que tú compartes conmigo esta verdad incuestionable y tan íntima que no nos apetece hacerla pública. Eso mismo es lo que me decías en una carta tuya en 1976, al enterarte de la importancia que dan al Postismo en Estapa a partir de los años 70; “Pero me creía que era un pequeño tesoro personal tuyo y mío, no puedo creer que todo esto salga ahora a la luz con tanto ruido”, me escribías. Así es. Si vinieras a casa te enseñaría mis archivos donde conservo numerosas pruebas noticiosas de la publicidad que obtiene el Postismo en los periódicos, revistas, libros, incluso monográficos, además de tesis universitarias. Parece increíble tanto homenaje dedicado a nosotros en la prensa y en los organismos de la cultura oficial. Te dije por teléfono que a mí no me gusta este ruido y rehúso por lo tanto protagonizarlo con mi presencia o con mis escritos. Yo soy un poeta al margen de la cultura-mosaico; no me someto a sus leyes porque como hombre libre que soy, totalmente inconformista, no piso el territorio de la cultura pacificada que se vive en todas partes –respetuosa de la doxa imperativa, el discurso del poder al que obedecen en España los intelectuales como funcionarios de la nombradía, dada la ambición de notoriedad o de mantenerse en el pedestal de la fama adquirida. Honores, premios, aplausos. Eso no va conmigo. Soy un heterodoxo. Como tú me recordabas en una carta del verano de 1987. Me quedo… solo en el mundo con mi media oreja. Esto que te acabo de decir explica lo que te dije hace pocos días por teléfono a propósito de mi desinterés por acudir a los actos culturales cuando soy invitado a ellos, como esta vez con motivo del Curso ANIVERSARIOS Y HOMENAJES; que tendrá lugar en El Escorial con mi intervención y la tuya el 4 de Agosto próximo. Ahora, ya sabes el porqué prefiero abstenerme de participar a la jornada sobre CINCUENTA AÑOS DE POSTISMO. Acepté la invitación porque Amalia Iglesias –me dijo por teléfono– que se invitaría también a Paco Nieva, A Angel Crespo y, por supuesto, a Silvano Sernesi para que junto conmigo, los dos fundadores supervivientes del Postismo se encontraran al lado de los otros dos militantes postistas de la primera hora. Volver a vernos los cuatro en esta ocasión me parecía de perlas. Sobre todo, volver a pasearme contigo por las calles de Madrid, después de tanto tiempo. Esa era la única razón que me movió y no la de viajar a España para defensa e ilustración de LA LOCURA INVENTADA que fue nuestro POSTI. La Trimurti: Silmunsi Orycharro (como nos llamaba Juan Eduardo Cirlot). Te adjunto fotocopia de mi conferencia titulada SOBRE EL POSTISMO HOY, pronunciada el 30 de octubre de 1992, en el Museo de Teruel. Ahora bien, si hacemos acto de presencia en el Curso de Verano de la Universidad Complutense, tú dirás lo que quieras. Pero yo te aconsejo prestar oídos a lo que dicen los otros (críticos y estudiosos del postismo), como escuchador neutro, sin interrumpir ni dar muestras de entusiasmo o lo contrario. Yo haría lo mismo. Luego, aparte, si tenemos que tomar la palabra, hablamos tranquilamente, sencillamente, buenamente y alegremente de la COSA que es la CASA del trío postista, o sea LA PURA AMISTAD en los madriles de los años 40 compartida a diario de los verdaderos postistas perseguidos e insultados por los nacionales furiosos de nuestra osadía al proclamar en la portada de nuestro único número de la revista POSTISMO letras capitales: ESPAÑA LANZA EL POSTISMO. Ante la tardía recuperación del postismo por las universidades, nos queda la venganza suprema contra el “revival” críticohistórico al grito de ¡MUERA EL POSTISMO! A ver si así hacemos reír al auditorio. Siempre la risa estará a nuestro lado. ¡ATENCIÓN! ESTA CARTA ES YA UN MANIFIESTO ANTIPOSTISTA que tú deberías firmar también, porque representamos los dos, en nuestro nombre y en nombre de EDUARDO CHICHARRO, la más pura y noble FIDELIDAD al incomparable e irrecuperable POSTISMO DE ENERO de 1945. Firmas: […] Dos abrazos muy cariñosos para Gloria y otro para ti, de Carlos El final es también suficientemente elocuente por sí mismo como para tener que hacer exégesis psicologistas o interpretaciones rebuscadas: “Ante la tardía recuperación del postismo por las universidades, nos queda la venganza suprema contra el ‘revival’ crítico-histórico al grito de ¡MUERA EL POSTISMO! A ver si así hacemos reír al auditorio. Siempre la risa estará a nuestro lado”. Amén. Ernesto Baltar (1977) es doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid y profesor en la Universidad Rey Juan Carlos. Licenciado en Filosofía y en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad Complutense de Madrid.