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Los ejercicios de piedad en la liturgia

2018, Phase

¿Cómo entender las nuevas devociones del hombre religioso y su relación con la celebración litúrgica?

REVISTA DE PASTORAL LITÚRGICA phase ( + ¿Neodevocionalismo o «pietas» litúrgica? 344 marzo / abril 2018 (año 58) 8 Puntos de vista Los ejercicios de piedad en la liturgia Gonzalo Guzmán Si en algún momento se pudo pensar que con la reforma litúrgica los ejercicios de piedad tenderían a desaparecer de la vida del pueblo de Dios, a cincuenta años de Sacrosanctum Concilium la realidad pareciera airmar lo contrario. El surgimiento o fortalecimiento de nuevas novenas y otros actos de piedad, unos más cargados de manifestaciones culturales que otros, tiñe la vida de la Iglesia con un, por así decir, «neodevocionalismo». A los tradicionales ejercicios de piedad que en Chile se mantienen en expresiones como la devoción al Sagrado Corazón, el mes de María y el rezo del rosario (aún durante todo el año), la novena a la Virgen del Carmen y el uso de su escapulario, se le deben sumar, la celebración mensual a san Expedito los días 19, la devoción al padre Pío, la iesta, novena y permanente piedad a la Divina Misericordia y un sin número de devociones locales (diocesanas o parroquiales) que van en notorio aumento. Se debe reconocer que muchas de estas novenas han originado bellas oraciones, piezas musicales y diversas expresiones artísticas de rico contenido. Atraen el corazón del creyente y lo vinculan existencialmente con las verdades de fe. Por otro lado muchas de estas novenas u oraciones están compuestas con un claro tenor intimista, de corte solo emocional cuyo contenido tiende a resaltar la igura Gonzalo Guzmán es doctor en liturgia y profesor de la Facultad de Teología de la Pontiicia Universidad Católica de Chile (http:// uc-cl.academia.edu/GonzaloGuzmán). 158 Puntos de vista de María o del algún santo o santa desprendido del misterio pascual de Cristo y con una visión antropológica bastante lejana a lo real. En algunas ocasiones el movimiento del culto «hacia el Padre, por Cristo en el Espíritu» es desconocido. En otras, los momentos «anamnético» y/o «mimético», «epiclético» y de «intercesión» no son lo suicientemente claros. Algunos ejemplos chilenos actuales. Una reciente novena a la Virgen de Fátima publicada por una casa de estudios contempla tres oraciones cotidianas, dos ijas y una variable para cada día. De las dos ijas solo una presenta con claridad el movimiento de culto ascendente y descendente y la estructura con los momentos arriba mencionados. Sin desmerecer el hermoso contenido, las otras dos oraciones responden a composiciones preferentemente poéticas de tipo emotivo. El vocativo inicial Deus tradicional litúrgico es casi desconocido. El mismo tenor presenta oraciones como a la Virgen de la Candelaria, al siervo de Dios Francisco Valdés S., a la Sagrada Familia y a la Señora de todos los Pueblos, todas editadas con la debida aprobación eclesiástica. También cabe la pregunta por su inspiración bíblica (cf. Marialis cultus 30), todo el culto cristiano tiene su fundamento en los eventos concretos de la historia de salvación. Pareciera ser que, a veces, al momento de escribir priman mensajes de apariciones o lecturas antropológicas algo teñidas con un excesivo sentimentalismo por sobre la Sagrada Escritura. No se trata de negar el lenguaje de los sentimientos, por el contrario son necesarios y parte esencial del ser humano, sino preguntarse dónde se colocan los cimientos de la lex orandi. En la objetividad de la revelación o en la subjetividad del individuo. No prestar atención a esto puede traer como consecuencia un distanciamiento entre el sensus idei y el sensus idelium difícil de sanar que entre sus consecuencias podría ser desigurar la igura de María, de los santos e inclusive del mismo Señor Jesucristo. Una de las mayores riquezas del Directorio sobre la piedad popular y la liturgia fue la presentación de los ejercicios piadosos a la luz del año litúrgico (cf. núms. 94-182), buscando contribuir a un prístino itinerario en la celebración de los misterios de Jesucristo. Un problema pastoral constante es cómo armonizar la exuberancia de algunas iestas y novenas que arrastran el camino mistagógico, pietas, deseado por la liturgia. Este «neodevocionalismo», si es que Puntos de vista 159 se puede llamar así ya que ciertamente no es algo nuevo, tiende a extender los espacios celebrativos creando novenas como la surgida a raíz de la iesta de la Divina Misericordia que coincide con la octava de Pascua o la iesta mensual a san Expedito cuya convocación puede superar con creces la asamblea dominical. En el ejercicio de su sacerdocio bautismal el pueblo de Dios vuelve a poner en la palestra la ya conocida problemática entre liturgia y piedad popular, dos realidades del único culto ¿connaturalescontradictorias-paralelas?1 ¿Estas situaciones hacen compleja la continuidad del ciclo litúrgico y la espiritualidad que de este se desprende o es necesario abrirse a la evidencia fenomenológica de que un año litúrgico y la pietas integral del culto cristiano no se comprenden sin estas irrupciones? En una sociedad globalizada que para algunos ya habría dejado la época posmoderna para dar comienzo a una segunda modernidad,2 marcada por el bienestar y el secularismo, el rechazo a las instituciones religiosas, en donde el gran valor es la libertad individual ¿cómo se comprenden estas manifestaciones de devoción? El sujeto deuteromoderno no es a-religioso, todo lo contrario, es profundamente creyente. El fracaso de la razón frente a las preguntas existenciales, el in de meta-narraciones y utopías que buscaban dar fundamento ontológico al individuo y estabilidad a las sociedades, más la coyuntura histórico-social post guerras mundiales, los atentados terroristas, todo el vertiginoso avance tecnológico y de las ciencias, han llevado al ser humano a volver la mirada a lo trascendente,3 pero de una manera diversa. Es la fe en un dios que no se identiica con ningún sistema religioso, pero al mismo tiempo los engloba a todos. Un dios que no conoce inieles porque su origen está en la subjetividad de cada individuo y no en 1 Cf. C. Valenziano, Liturgia e antropología, Bologna: Dehoniane 1997, 48-68; G. Guzmán, «Lo popular» como un lugar teológico de encuentro entre la liturgia, Roma: CLV-Edizioni Liturgiche 2016, 215-228. 2 Cf. B. Cescon, La liturgia nel postmoderno, Citt̀ del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana 2012, 23-27. 3 Cf. G. Biaggio, «La fede debole di Gianni Vattimo», en M. Marin – J. Kuruvacuira (eds.), Le ragioni dell’ateismo: spunti di dialogo per i credenti, Roma: LAS 2016, 363-396. Puntos de vista 160 la objetividad de la trascendencia. Es un dios cosmopolita formado a partir del mercado de las religiones, un ensamblaje personal que está más allá de cualquier conlicto religioso capaz de satisfacer las respuestas en el aquí y ahora inmediato sin esperar un tiempo extenso o un momento escatológico.4 El «neodevocionalismo» es una expresión de fe concreta de dicho sujeto contemporáneo. ¿Cómo lograr una sana y correcta osmosis entre estas dos realidades del culto? ¿Cómo vencer el devocionalismo intimista para dar paso a una celebración eclesial del misterio de Cristo? ¿Cómo superar los aún existentes prejuicios o desconianzas desde la liturgia hacia la piedad popular? Lo primero es reconocer que novenas, procesiones, santuarios y devociones que tocan el alma de nuestros pueblos son una riqueza cultural y religiosa que emergen como un «lugar teológico» (cf. Evangelii gaudium 126) de evangelización las cuales se deben valorar, escuchar y orientar. Son obras del Espíritu Santo en el pueblo de Dios que ejercen su sacerdocio común, él es raíz de todo el culto cristiano. Ellos son expresión de una «espiritualidad» y «mística» concretas, no secundarias (cf. Documento conclusivo de Aparecida 262-263), donde lo sensible y lo simbólico (corpóreo) se abren con conianza al amor trinitario en íntima vinculación con las necesidades reales-concretas del pueblo de Dios. Un segundo principio es el carácter pedagógico de la sagrada liturgia. No se debe jamás olvidar que de ella brotan y hacia ella deben dirigirse todas las acciones de la Iglesia (cf. Sacrosanctum Concilium 7.10). No signiica hacer del culto eclesial solo liturgia, apartando de esta o asumiendo en esta todas las prácticas piadosas, sino hacer de ella el referente teológico-celebrativo cuyas notas esenciales, trinitaria, cristológica, eclesial (cf. Marialis cultus 24-28), estén en todo el culto que el Pueblo de Dios eleva al Padre. La celebración litúrgica es el paradigma orientativo por su riqueza bíblica, ecuménica y antropológica (cf. Marialis cultus 29-39). Urge comprender la liturgia como un lugar teológico, donde su ritualidad práctica (celebración) es la puesta en acto de la economía de salvación que otorga notas fundamentales de sus actores, es decir, Dios y la humanidad. 4 Cf. Cescon, La liturgia, 24. Puntos de vista 161 Hay un gran desafío por delante, se debe relexionar desde la teología, la liturgia, la pastoral y otras ciencias sociales, donde el camino sea un objeto de estudio común para ambas realidades del culto: el sujeto celebrante, el Cristo total, cabeza y miembros. Es el mismo pueblo santo y iel de Dios que ejerce en dichas categorías su sacerdocio común. Es necesario realizar un camino de inculturación litúrgica en el cual esta última sea efectivamente «fuente y cumbre» (Sacrosanctum Concilium 10) de la vida cristiana ligada al humus cultural propio de cada pueblo, hoy deuteromoderno, evitando hibridismos que terminan por licuar la celebración del misterio de Cristo haciendo mella en el dinamismo del lenguaje simbólico celebrativo que evoca y hace presente, por la eicacia del misterio pascual, los eventos de salvación. En este camino la riqueza del lenguaje simbólico verbal y no verbal que brota casi espontáneo en las devociones de piedad popular son para la liturgia y su pietas un ícono a contemplar y aprehender. Se debe vencer el temor frente a la sabiduría popular y no olvidar que la liturgia no es a-temporal o a-cultural y, menos aún, a-popular; ella es la celebración de un pueblo de sacerdotes cuya cabeza es Jesucristo, Verbo encarnado. Cuesta pensar que una expresión pneumatológica tal del Espíritu y del espíritu (humano), como es la piedad popular y sus devociones, entorpezca la dinámica de culto, es una voz de Dios y una voz del hombre que la ciencia litúrgica debe saber leer. ¿Es posible comprender un año litúrgico desvinculado de la realidad devocional concreta y, al mismo tiempo, una realidad devocional concreta sin un referente de culto objetivo como es el año litúrgico y su pietas? Es la tensión veterotestamentaria en el hoy eclesial. El desafío es lograr entre estos dos espacios de culto una osmosis celebrativa mistagógica que no lleve a perder la identidad de la liturgia ni la riqueza del lenguaje de ambas. Más aún, sabiendo que en las devociones de la piedad popular hay «una verdadera espiritualidad encarnada en la cultura de los sencillos [cuyos contenidos] los descubre y expresa más por la vía simbólica que por el uso de la razón instrumental, [siendo] una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia, y una forma de ser misioneros» (Evangelii gaudium 124) ¿será posible asumir esta realidad del pueblo de Dios como una clave hermenéutica de culto que permita una mejor celebración de los misterios de Cristo?