REVISTA CIENTÍFICA DE CINE Y FOTOGRAFÍA
E-ISSN 2172-0150 Nº 16 (2018)
FOTOGRAFÍA-PINTURA-CINE: INTERCONEXIONES ESTÉTICAS
PHOTOGRAPHY-PAINTING-CINEMA: AESTHETIC INTERCONEXIONS
Arturo Colorado Castellary
Universidad Complutense de Madrid, España
[email protected]
Vinicius Andrade Pereira
Universidade do Estado do Rio de Janeiro
[email protected]
Resumen:
Primero la fotografía, con sus derivaciones
cronofotográficas, y después el cine,
impactaron de manera directa o indirecta
sobre la imagen plástica, impulsándola,
cuando no obligándola, a buscar nuevos
derroteros. A su vez, estos nuevos medios
sintieron, desde un principio, la tentación de
inspirarse en la historia de la imagen pictórica
para imbuirse del lenguaje del arte, carácter
que muchas veces se les negaba. De esta
manera, se ha producido una contaminación
permanente, un diálogo entre imagen plástica
e imagen tecnológica a lo largo de lo
contemporáneo.
De igual manera que no es posible
comprender el Impresionismo sin la aparición
de la fotografía, el Cubismo o el Futurismo sin
el
impacto
visual
que
supone
la
cinematografía, o el Pop Art sin el influjo de
los medios de masas, no podremos entender el
proceso de desmaterialización del arte de las
últimas vanguardias sin constatar que la
apoyatura de estas acciones tienen como
testimonio en la fotografía y la imagen
tecnológica en movimiento, últimas huellas de
acciones como el happening, la performance
el Land-Art o el Body-Art.
A su vez, numerosos cineastas han sentido la
necesidad de acercarse a la pintura, para
inspirarse en ella o narrar la vida de sus
creadores. Y, a la inversa, numerosos artistas
plásticos han visto en la cinematografía la
obra de arte total, que les permitía jugar con el
movimiento y el tiempo. Son los cineastaspintores y los pintores-cineastas, que en
muchos casos se expresan igual en un medio
que en otro.
Palabras claves: cine; fotografía; pintura;
Abstract:
First, it was photography, with its chronophotographic derivations, and then cinema
came. Thy impacted directly or indirectly on
plastic images, pushing them –and
sometimes forcing them – to look for new
tracks. These new media felt the temptation,
from the beginning, of drawing upon the
History of pictorial to imbue themselves with
the language of Art, a characteristics many
times denied to them. This way, a permanent
contamination has happened, together with a
dialogue between plastic and technological
image in modern times.
It
is
not
possible
to
understand
Impressionism first and Cubism or Futurism
not taking into account photography and
then the cinema, or even pop art not
considering the influence of mass media. It is
just as impossible to understand the process
of dematerialization of art in the last avantgarde movements not realizing that these
actions are supported by photographic and
moving images, being their last footprints
actions like happenings, performances the
Land-Art or Body-Art.
Many filmmakers have felt the need of
approaching painting to obtain inspiration
from it or to narrate the life of its creators.
Conversely, many plastic artists have
considered photography a total artwork that
allowed them to play with movement and
time. They are the painting-filmmaker who in
many instances could express themselves in
either medium.
arte contemporáneo; vanguardias; cultura
visual; interrelaciones; sinergias.
Palabras claves: Cinema; Photography; Painting; Contemporary Art; Avant-garde;
Visual Culture; Interrelations; Synergies.
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A. Colorado Castellary y V. Andrade Pereira (2017). Fotografía-pintura-cine: interconexiones estéticas
Cómo citar: Colorado Castellary, A. y Andrade Pereira, V. (2017). Fotografíapintura-cine: interconexiones estéticas. Fotocinema. Revista científica de cine y
fotografía, nº 16, pp. 7-13.
Disponible: http://www.revistas.uma.es/index.php/fotocinema/
DOI: http://dx.doi.org/10.24310/Fotocinema.2017.v0i15
La aparición de nuevos medios técnicos en la creación de imágenes ha tenido y
tiene una importante influencia sobre el campo de la creatividad. Es indudable que
en la cultura visual contemporánea existen numerosas motivaciones -sociológicas,
políticas, subjetivas, o simplemente estéticas-, pero en este gran mosaico la tesela
de la tecnología aparece como clave esencial para comprender su génesis y su
evolución. Esa tecnología que ha transformado la vida cotidiana del hombre
moderno, ha sido también clave para la eclosión de la moderna cultura visual. La
intersección que se ha producido entre arte plástico y medios tecnológicos de
creación de imágenes ha cambiado profundamente los parámetros de la
creatividad. Tal como lo expresara László Moholy-Nagy (2005) en los años veinte1,
“la aparición de nuevos medios técnicos tiene como consecuencia el surgimiento
de nuevos campos de representación”.
La interconexión estética entre imagen plástica e imagen tecnológica se ha
repetido con un mismo esquema a lo largo de la contemporaneidad. Con la
aparición de la nueva técnica, el artista plástico primero se sorprende, alguno
incluso anuncia la catástrofe, después, los más indagadores toman prestados los
instrumentos del nuevo procedimiento para experimentar visualmente. Este ha
sido el caso de los realistas e impresionistas con respecto a la fotografía y de las
vanguardias del siglo XX con respecto al cine, la televisión y el vídeo. Es
precisamente en estos primeros momentos cuando los nuevos procedimientos
técnicos se sienten atraídos por la pintura, como si su prestigio de siglos pudiera
contagiarles la entidad artística que en principio se les niega. Lógica tentación para
un nuevo lenguaje que busca su consagración mediante el viejo mito del arte.
Precisamente, iniciamos este número de Fotocinema con el artículo de Susana
Palés, dedicado a la herencia pictórica en los primeros años de la historia del cine,
todavía
1
anclado
en
la
perspectiva
pictórica
renacentista,
centrándose
La primera edición del libro de László Moholy-Nagy, Pintura, fotografía, cine, fue en 1925.
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especialmente en las creaciones de Georges Méliès y destacando la innovación que
supuso el uso generalizado del fuera de campo.
Los fotógrafos atraviesan un largo camino por el “pictorialismo” antes de
encontrar una autonomía en su lenguaje, fenómeno que se repite con los primeros
cineastas que, en su ansias de ser “artistas”, se acercan a la pintura, al teatro y a la
literatura en el llamado “cinéma d’art”. Las técnicas de la imagen al mismo tiempo
que se intelectualizaban iban abandonando las primeras prácticas artesanas para
individualizarse a través de la obra de autor, igual que había hecho la imagen
plástica a partir del Renacimiento. Desde esta perspectiva, cabe señalar que este
número recoge el artículo de Santiago López Delacruz sobre las teorías de André
Bazin y Jean Mitry sobre las interconexiones entre cine y pintura, que nos permite
observar el panorama de pensamiento de mediados del siglo XX en la relación
entre el análisis cinematográfico y las otras artes.
Una vez que la plástica ha experimentado con las nuevas técnicas y la imagen
mecánica adquiere conciencia de sí misma, se produce una segunda fase de esta
peculiar relación: la fotografía y el cine buscan su autonomía desarrollando su
propio lenguaje. Y la imagen plástica, que ha aprendido de los nuevos
procedimientos de representación de imágenes, se lanza con mayor denuedo a la
indagación de las apariencias visuales, desprendiéndose de viejos esquemas
representativos, que parecen haber conquistado los nuevos procedimientos
mecánicos de creación de imágenes.
En el caso de la imagen digital, el nuevo soporte se convierte en manos de los
artistas plásticos en medio artístico en sí mismo y ha venido a hacer posible el
viejo sueño de entrar dentro de la imagen multidimensional y poder interactuar
con ella. Existen indicios y realidades ya evidentes para indicarnos que la práctica
artística está cambiando profundamente sus parámetros a partir de la
generalización de los medios digitales (Wands, 2006; Lieser, 2008; Martín Prada,
2012).
Uno de los fenómenos más característicos de la era contemporánea ha radicado en
su proceso de industrialización, marcada por la implantación de la máquina y por
el desarrollo de los medios de masas. Y ese proceso de industrialización afecta
directamente a la cultura y al arte, en sus soportes de expresión, en su lenguaje y
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en su iconografía. Las tecnologías de la comunicación contemporáneas
determinan el mensaje y el modo de decir, de expresar ideas y lenguajes. El arte
plástico, que parece deambular por otros caminos paralelos, se ve sin embargo
directamente afectado por estos medios.
En opinión de Andreas Huyssen (2002, p. 29), “la tecnología jugó un –si no el–
papel crucial en la tentativa de la vanguardia por superar la dicotomía arte/vida y
hacer del arte un elemento productivo en la transformación de la vida cotidiana”.
Y esta opinión, que el autor sitúa en la época de Dadá, del Constructivismo y del
Surrealismo, podría ratificarse si retrocedemos a las vanguardias anteriores, como
el Cubismo o el Futurismo (Colorado Castellary, 2016), e intensificarse si
avanzamos a los períodos posteriores, como el cinetismo, el Pop o el arte de
acción, y especialmente en la era digital. Tal como afirmara Pierre Francastel
(1990, p. 19) ya en los años cincuenta del siglo XX2, “al igual que todas las demás
formas de la actividad humana, el arte ha sido profundamente influenciado desde
hace un siglo por el inmerso desarrollo de la sociedad mecanizada”, para añadir
que “es evidente el paralelismo entre esta evolución mecánica y la evolución
estética del mundo moderno” (Francastel, 1990, p. 133).
En el arte moderno existe una tendencia a transgredir los géneros autónomos y
a la hibridación de medios y procedimientos. Al principio, los artistas negaban
cualquier deuda con la fotografía y el cine, como ocurrió con los impresionistas,
los cubistas y los futuristas. Esta actitud de rechazo es cuestionada por los
dadaístas, constructivistas y surrealistas, que asumen sin complejos los nuevos
medios, proceso que se intensificaría con las segundas vanguardias, que fueron
adoptando las tecnologías como lenguajes creativos, con el hito del llamado arte de
acción y del videoarte (Martin, 2007; Rush, 2007). Hoy, en la era digital, la
tecnología se asume sin ambages y se convierte en soporte y lenguaje artístico
(Martín Prada, 2012).
De la época de las primeras vanguardias, encontramos en este número dos
artículos dedicados a la obra de Man Ray, uno de Mar Marcos Molano (l’objet
trouvé o la sombra del objeto encontrado. De la foto al cine, de la pintura a Man
Ray) y otro de Ana Puyol Loscertales (Les mystères du château du dé, revelados
La primera edición del libro de Pierre Francastel, Art et Technique, fue en 1956. Genève: Ed.
Gouthier.
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A. Colorado Castellary y V. Andrade Pereira (2017). Fotografía-pintura-cine: interconexiones estéticas
por Man Ray. El cine pintado, fotografiado, pensado). El primero incide en la
Rayografía y en la solarización como objeto encontrado, de la creación de la
imagen por contacto del propio objeto. Y el segundo en el análisis de la última
producción cinematográfica de Man Ray, una confluencia entre las artes y de
transgresión de lo real.
Muchos artistas de la modernidad se han sentido tentados por la fotografía, el
cine y la televisión, cuando no han abandonado el caballete por la cámara –
como ocurrió precisamente con Man Ray–, y en las últimas décadas han
incorporado la fotografía digital a su práctica artística, como medio más idóneo
para expresar e interpretar nuestro tiempo. Y vemos que la fotografía se codea
en igualdad de condiciones en las grandes muestras internacionales junto a los
procedimientos manuales de la plástica. En este sentido, se ha incluido en este
número el artículo de Fernando Gonçalves dedicado a la obra de artista visual
brasileña
Claudia
Jaguaribe,
de
la
imagen
documental
manipulada
digitalmente, que problematiza la confluencia entre pintura y fotografía.
Ha sido una satisfacción poder comprobar que las contribuciones aportadas en
este número 16 de Fotocinema han cubierto ampliamente gran parte de los
temas o parámetros que habíamos marcado en la convocatoria. Desde esta
perspectiva, el presente número incluye cinco aportaciones que inciden en la
problemática de cómo el cine se acerca a la pintura, de cómo el cineasta interroga
a la pintura y, en última instancia, sobre lo que hay de pictórico en el arte
cinematográfico, aspectos sobre los que hay ya una bibliografía destacada (Bellour,
1990; Costa, 1991; Ortiz y Piqueras, 1995; Aumont, 1996; Borau, 2003; Bonitzer;
2007; Vancheri, 2007), pero sobre lo que todavía hay mucho que decir y descubrir.
El artículo de Raúl Álvarez Gómez supone un acercamiento a la obra en blanco y
negro de Akira Kurosawa desde un punto de vista pictórico, incidiendo en las
claves barrocas; Darío Lanza Vidal analiza el hiperrealismo fotográfico-pictórico
del cine actual a través del matte painting; Teresa Sorolla Romero analiza el filme
L’Apollonide (2011), de Bertrand Bonello, que recoge la estética decadente del arte
francés de finales del siglo XIX, con destacadas referencias pictóricas; Rafael
Suárez Gómez analiza el filme Ida (2013), de Pawel Pawlikowski, a partir de
conceptos relacionados con la composición figurativa, reflexiva y aleatoria de
raigambre fotográfica y pictórica; Ignacio Pedro Mínguez Martín analiza Twin
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A. Colorado Castellary y V. Andrade Pereira (2017). Fotografía-pintura-cine: interconexiones estéticas
Peaks 03 (2017), la última creación de David Lynch, como “un lienzo de 18 horas”
que se emparenta con la videocreación, además de tener importantes referentes
pictóricos (Francis Bacon o Edward Hopper), constituyendo un caso insólito de
innovación en la narrativa televisiva.
El creador contemporáneo multiplica sus pupilas para alcanzar una mejor
dimensión del mundo que le rodea. Varios han sido los artistas de la modernidad
que han comparado el ojo humano con el ojo del objetivo de la cámara,
apuntando que el segundo es mucho más capaz. Salvador Dalí (1927, pp. 90-91)
en uno de sus tempranos artículos dedicado a la fotografía hablaba de la “pura
objetividad del pequeño aparato fotográfico”, considerando que su objetivo
tiene “la mirada anestésica del ojo limpio, carente de pestañas”. Su interés por la
fotografía se mostraba también en ese aspecto fotográfico de muchas de sus
obras pictóricas, de pincelada acabada y definida, como si trasplantara al lienzo
la capacidad de la imagen tecnológica de captar no sólo el mundo exterior, sino,
a través del “ojo de cristal del pintor”, el mundo interior. Philippe Soupault
también argumentó a favor del objetivo de la cámara del cine, que para él “es un
ojo sobrehumano, mucho más rico que la infiel retina del ojo”3. Juan Antonio
Ramírez (2009), uno de los pocos autores en destacar la importancia del
impacto de los medios como la fotografía, el cine, o el cómic en la creatividad
plástica, califica la mirada moderna de “panóptica” por lo que ésta tiene de
circular.
La tecnología cuestiona el mismo concepto de arte que tiene la sociedad como
producto cultural mitificado. Lo sitúa en su dimensión de imagen y de
comunicación. Los medios visuales de comunicación de masas han superado con
creces en capacidad de comunicación y de seducción a los medios tradicionales
como la pintura o la escultura. En opinión de Régis Debray (1994, p. 230), “la foto
ha desplazado a la pintura hacia arriba, hacia las élites. El cine la ha desbordado a
la vez por abajo (captando la atención popular) y por arriba (en términos de
prestigio artístico)”. Podemos decir que el arte plástico en muchos casos ha
recuperado su capacidad de comunicación, que había poseído durante siglos, a
Citado por Agustín Sánchez (1987): “Cine surrealista español: la búsqueda de una concreción”,
en Jesús García Gallego: Surrealismo. El ojo soluble. Málaga: Litoral.
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A. Colorado Castellary y V. Andrade Pereira (2017). Fotografía-pintura-cine: interconexiones estéticas
través de la adopción de esos mismos medios tecnológicos de comunicación
dominantes en el mundo contemporáneo.
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