TRANSFORMACIÓN N°2
Revista Transformación
Grupo de Apoyo y Estudios de la
Diversidad de la Sexualidad
GAEDS - UN
Facultad de Artes
Año 2 Vol. 1 de 2011
ISSN 2215-8294
Universidad Nacional de Colombia
Sede Bogotá
Rector
Moisés Wasserman Lerner
Vicerrector de Sede
Julio Esteban Colmenares Montañez
Directora de Bienestar de Sede
Lucy Barrera Ortiz
Coordinadora Programa Gestión de
Proyectos
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Estudiante Editor
Christian Grijalba
Coordinadora Grupos Estudiantiles de
Trabajo
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Comité Editorial
Facultad de Artes
Christian Grijalba
Camilo Castiblanco
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Decano
Corrección de Estilo
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Giselle Lorena Vásquez
Andrea Guerrero
Directora de Bienestar
Sandra Burbano López
Diseño y Diagramación
Profesora Tutora
J. F. Antonio Rodríguez
[email protected]
María Elvia Domínguez
TRANSFORMACIÓN N°2
Historia
DIVERSIDAD EN
LA SEXUALIDAD,
CONFLICTO Y PAZ
Dom, 09/02/2001 - 01:00 —
Ponencia elaborada con base en el discurso de Gaeds – UN
para el Encuentro Género y Sexualidad: otras perspectivas
de la paz y el conlicto
Hernando Escobar, Sebastián Romero,
Edwar Hernández & Arturo Sanjuán
E
ntendiendo que la sexualidad en sí misma es diversa y mutable, hablar de diversidad en la sexualidad sería redundante;
sin embargo, es un énfasis relevante puesto
que tradicionalmente la sexualidad ha sido
restringida a ciertas prácticas que recibirían el certiicado moral de ‘socialmente
aceptadas’, quedando excluidas las demás
prácticas que también hacen parte de la
sexualidad y su diversidad inherente.
La diversidad, además, da relieve a un componente primordial de la vida. Enriquece
las especies y los ecosistemas. Se dice que
un ecosistema es más rico cuando es más
biodiverso y que una especie es menos viable cuando sus individuos poseen la misma
información genética, de hecho, un criterio,
para considerar que una especie está en vía
de extinción, al margen del número de sus
individuos, es la homogeneidad de su información genética.
De la misma forma, entre los humanos, la
diversidad y la mutabilidad son las que han
permitido la adaptación de la especie, su
enriquecimiento tanto biológico, como cultural y racial. Sin hablar de que es gracias a
la capacidad de mutar, de adaptarse, que
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existe la vida como la conocemos. Sin diversidad, seríamos fragmentos de carbono, a
lo sumo proteínas. Y, sin embargo, tememos
a lo nuevo y a lo diferente, lo excluimos, lo
anulamos.
En esta ponencia se intentará mostrar cómo
esa restricción en particular y, en general,
cómo varios grupos de convenciones que
normalizan el comportamiento humano (aparatos económicos, sistemas políticos, escalas
morales), fuerzan o, más claramente, escorzan la naturaleza humana, es decir, la hacen
aparecer en posiciones casi dislocadas, artiiciosas, como una suerte de manierismo que
en lugar de manipular las formas hacia la
belleza, las invierte hacia la mueca.
La guerra, por ejemplo, es tan solo un síntoma de un conlicto social y ético más profundo. Podría irmarse mañana mismo la paz, ¿y
ese sería el inal del conlicto, del malestar
social?
Por su puesto que el alivio de los síntomas
facilita las cosas, pero mientras no se cure la
enfermedad, se corre el riesgo de que ésta
se siga agravando.
GAEDS UN
Y la enfermedad, a nuestro juicio, consiste
en el malestar del individuo en la cultura vigente, una cultura de la amputación del ser.
Una cultura que espera de los individuos que
sean unívocos, coherentes y consecuentes con
algo externo y artiicial, con una normativa
que es muy arbitraria porque desconoce la
naturaleza humana, si es que hay una ‘naturaleza humana’. Niega, por ejemplo, el
componente instintivo de la sexualidad.
Y, al decir que desconoce, nos referimos a
dos cosas: a la mera ignorancia y a la omisión dolosa: por ejemplo, para facilitar el
control y mantener el status quo. Esto se ilustra en la norma del celibato, que surge como
una necesidad de la Iglesia para evitar que
sus bienes se distribuyan entre las familias de
sus ministros.
Y esta normativa se sostiene sobre la ley del
más fuerte: el poder basado en la ley del
más fuerte. Pero la fuerza y el poder ya no
consisten tan solo en la fuerza física, la de los
músculos; sino en el poder económico, el poder político y moral, el dominio de la ciencia,
la tecnología y la información. También, en
una de sus manifestaciones más pedestres y
básicas, el poder reside en la fuerza de las
armas, mediante las cuales se genera miedo
y se manipula a quien lo padece.
La misma manipulación a través del miedo
que se ejerce desde las llamadas violencias
estructurales, más solapadas pero igualmente efectivas. Y en gran medida, es desde
alguna de estas manifestaciones violentas
del poder, que se ijan normas que resultan
más arbitrarias e inadecuadas porque no se
construyen desde una ética de la convivencia
sino desde la lógica de la ley del más fuerte.
En este orden de ideas,
herente a todos los seres
está sujeta a toda esta
consolidó a través de la
la sexualidad, inhumanos, también
normativa que se
historia de la hu-
manidad y que, en particular, en las culturas
inluenciadas por el judeocristianismo, es
coercitiva. Se ha tratado de una normativa
homogeneizante (que aniquila lo diferente),
machista, patriarcal, heterosexista, bipolar
(con una polaridad moralista maniquea, que
reduce las opciones a dos: la buena y la
mala, y la ‘mala’ se excluye y anula sistemáticamente, como se mostrará más adelante).
A priori de que la naturaleza de la sexualidad humana se desconoce a fondo y a
priori de que los instintos están ahí con cierta
evidencia, la expresión de la sexualidad se
reduce a un deber ser sesgado. Entonces,
de la misma forma que la diversidad en la
sexualidad empieza a esbozarse en sus diferentes esferas de expresión, se empieza a
reprimir mediante la discriminación, la negación, la exclusión.
Una primera esfera de expresión de la
sexualidad (aunque la numeración, en este
caso, no signiica orden de prioridad o cronológico, solamente orden de enunciación) es
la instalación sexuada: el cuerpo con el que
nacemos y que se sigue formando a lo largo de nuestra vida, frente al cual podemos
sentirnos adecuados, resignados o inspirados
a modiicarlo para que cumplan nuestras expectativas con respecto a nosotros mismos y
a nuestra interacción social.
Pero la norma dictamina que el cuerpo debe
ser de hombre o de mujer, para siempre, si es
hermafrodita, amputar, cercenar. Dictamina
que al cuerpo pueden modiicársele algunas
cosas, pero otras no: Una mujer puede ponerse o quitarse senos para sentirse mejor con su
cuerpo, pero la misma mujer, para adecuar
su instalación sexuada a otras expectativas
de vida (como querer ser un hombre), no
puede hacerlo con igual libertad. Primera
posibilidad de diversidad y primera esfera
de exclusión: se niegan la transexualidad y
el hermafroditismo como opción permanente.
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“la diferencia nos une”
TRANSFORMACIÓN N°2
En la segunda esfera, cada individuo enfrenta su instalación sexuada, y sus expectativas
de interacción a través de su cuerpo tal como
quiere construirlo, con el paradigma bipolar
social de masculino - femenino. Si es hombre
debe ser masculino y si es mujer debe ser femenina, con todas las connotaciones y aperos que eso entraña. Se les niegan al hombre
la feminidad y a la mujer la masculinidad (si
es que la masculinidad y la feminidad realmente existen como noción inherente al ser
humano). Se niegan, de paso, la androginia,
el transgenerismo, el travestismo o la posibilidad de asumir la existencia al margen
de la cuestión de género. Se sigue forzando
la naturaleza de cada persona, su libertad
para optar (puesto que no hay equidad entre las opciones: cumplir el paradigma es la
opción sobre la que se informa desde que
nacemos, con ese paradigma somos moldeados; cualquier otra opción, es la mala, la
perversa, la enferma).
En la tercera esfera, se desarrolla el erotismo
y aparece una nueva casilla estanca para
diferenciar lo bueno de lo malo: lo heterosexual y lo homosexual, como si el erotismo
se redujera a eso. Lo heterosexual y lo homosexual, así de diferenciados e inamovibles; y
lo homosexual, de nuevo, se discrimina. Pero,
incluso dentro de lo heterosexual, se ijan
límites: ciertas prácticas, ciertas posiciones,
para ciertos ines, en ciertos estados civiles,
a ciertas edades (a los más jóvenes y los
adultos mayores se les niega el erotismo de
plano).
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corta el pelo, se me quita el arete y punto.
Se acabó la discusión”
Entre tanto, en la esfera macro estarían los
medios de comunicación que tienden hacia el
monopolio y la concentración: ¿quién habla
más duro hoy?, los canales privados. Y ¿qué
dicen los canales privados sobre la diversidad en la sexualidad?, ¿acaso no refuerzan
el estereotipo del padre de familia antes
citado?
Pero si no es suiciente hablar más fuerte que
los demás para imponerse, al padre le queda otra opción: “si no estás de acuerdo con
cortarte el pelo, te vas, dejo de mantenerte”;
aparece el poder económico.
También cabe imponerse mediante la violencia sobre el cuerpo, que en la versión
macro equivaldría a la violencia a través de
las armas. La violencia sobre el cuerpo que
ejercen los actores armados:
Veamos un ejemplo de cómo se ejerce
coerción en cada esfera de expresión de
la sexualidad a través de la fuerza en dos
niveles: uno micro (el de la familia) y otro
macro (la sociedad y el conlicto armado):
Sin perjuicio de la gravedad de las manifestaciones violentas más difundidas (como
tomas, secuestros, desapariciones y masacres), que evidentemente atentan contra la
diversidad humana, existen otras violencias
sobre el cuerpo especíicamente dirigidas
a anular la diversidad en la sexualidad.
Prácticas violentas enmarcadas en la lógica
de eliminar aquello que aparentemente es
diferente a mí en algún aspecto. Así como
anulo (y una forma de anular es asesinar) a
mi enemigo político porque piensa diferente
a mí, porque pone en peligro mi sistema de
ideas; anulo al que expresa su sexualidad
de una manera diferente a las ‘socialmente
aceptadas’, porque cuestiona mi esquema
machista, patriarcal, heterosexista y bipolar
maniqueo.
En la esfera micro, pensemos en una familia
en la que se impone la voz del que hable
más fuerte: el padre dice a su hijo: “se me
Entonces, así como algún padre se permite
gobernar sobre la esfera íntima de su hija:
cómo debe llevar su cabello, el largo de sus
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J. F. Antonio Rodríguez
Ilustración Digital
faldas, con quién puede relacionarse, incluso,
cómo, cuándo y con quién puede tener relaciones sexuales, en in, cómo ser mujer de
acuerdo a la visión estereotípica del padre
en cuestión; así mismo, en las fuerzas militares y la policía, las mujeres no llegan a
ocupar los cargos de más alta jerarquía y
se les imponen aperos, formas de vestir y de
llevar el cabello y, más allá, se les restringen sus posibilidades eróticas. Es el caso de
una mujer policía en Bogotá que este año
fue destituida por su orientación sexual, caso
que afortunadamente llegó a los tribunales
y fue fallado a favor de ella.
Pero, la policía también ejerce controles similares sobre la población civil. Por ejemplo,
se les da un tratamiento particularmente vio-
lento a las parejas que expresan homoafectividad en la calle.
Igualmente, las guerrillas y paramilitares,
ejercen poder sobre la intimidad de sus
militantes y en las comunidades en las que
se comportan como Estado por las vías de
hecho. Así, entre otros ejemplos, pretenden
imponer la equidad de género en las familias, amenazando de muerte a los hombres
que golpean a su pareja. Con lo que solamente logran sembrar terror, sin generar una
verdadera consciencia de respeto.
También obligan a desplazarse a transgeneristas, travestis, homosexuales y personas
seropositivas, etc.
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“la diferencia nos une”
TRANSFORMACIÓN N°2
Como se ve, esa violencia evidente en los tres
actores armados del conlicto, está sostenida
en nuestra cultura: en los mismos esquemas y
paradigmas que atraviesan todas las esferas sociales: la familia, la escuela, los medios
de comunicación, el sistema de salud, etc. La
guerra es un síntoma que evidencia la enfermedad social, el malestar en la cultura que
se enunció al principio de esta ponencia.
Pero hasta aquí se ha hablado tan solo de
una de las características de la sexualidad:
la diversidad, y se ha omitido la otra, la que
causa la diversidad y permite la sexualidad
y permite de hecho, la vida, la cultura, la
evolución: hasta ahora no se ha abordado
la mutabilidad.
Hasta el momento, la ponencia quizás ha dejado la impresión de que lo que se discrimina
les pasa a unas minorías muy especíicas;
cuando en realidad lo que se ha excluido nos
discrimina a todos por igual, a todos nos ha
amputado la posibilidad de vivir la sexualidad como vaya luyendo, la posibilidad
de mutar. La bipolaridad nos dice en cada
esfera de expresión de la sexualidad que
debemos asumir una de las opciones, y que
esa elección (si es que realmente hay una
elección) será para siempre: se nos amputa
la posibilidad de experimentar, de relexionar, de cambiar en el tiempo, de evolucionar
como se supone que evolucionan otros componentes de la personalidad a través de la
vida.
La sexualidad que se nos impone es una,
unívoca, coherente y consecuente con algo
externo y artiicial que NO con nuestra propia naturaleza, de hecho la violenta. “Debes
ser mujer, femenina, heterosexual, casada y
mamá o monja y no debes sobrepasar los
límites de la exploración erótica. Ojalá así
puedas ser feliz…
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Pero, por su puesto, el instinto humano no se
queda inerme frente a la crasa arbitrariedad de la norma. La naturaleza estancada
por la norma, busca su manera de desbordarse, a veces con violencia y estrépito, a
veces de forma menos perceptible:
El individuo puede reaccionar autorreprimiéndose y sublimando su sexualidad, reprimiéndose parcialmente y asumiendo una
doble vida (una para complacer la moral
social y otra para satisfacer su sexualidad),
asumiendo sus opciones en la sexualidad con
atrición (es decir, pena o culpa por haber
pecado), asumiéndolas con distonía por la
discriminación en su entorno o asumiéndolas
con consciencia de su naturalidad y legitimidad, es decir, en forma armónica.
¿En cuál de esas opciones creen ustedes que
se puede ser más feliz? ¿Qué podemos hacer
para que cada individuo tenga la libertad
de elegir o asumir lo que le dará mayor calidad a su vida, que lo hará más feliz y que,
por la suma de felicidades, ayudará a que
ese componente de la convivencia no sea
causa del conlicto?
¿Queremos una sociedad homogénea, ordenada y obediente de la norma irrelexiva,
pero infeliz? ¿O nos arriesgamos a reconocer
la complejidad que la diversidad implica?
Esto exigiría, procesos de relexión igualmente profundos para normalizar la convivencia
GAEDS UN
con equidad y democracia, propendiendo
por seres humanos que se puedan construir
en todas sus dimensiones con calidad de vida
y dignidad.
En Colombia ya es un lugar común decir que
“la paz empieza por uno mismo”, pero es
un lugar común tan solo en el terreno de la
enunciación, un lugar común de dientes para
fuera, porque en la vida diaria nuestras
prácticas repiten y refuerzan la normativa
homogeneizante, patriarcal, machista, bipolar maniquea que se impone por la fuerza.
También hablamos de diálogo, pero el diálogo lo entendemos como escuchar sin atender,
como paso previo a imponer lo que creemos.
La propuesta de Gaeds – UN es vivir la
diversidad en la sexualidad, desde sus integrantes, a través de su discurso, constituyendo sus servicios y actividades en laboratorios de convivencia que cumplan un efecto
multiplicador de ese ejercicio de interactuar
con quien es diferente, aceptándolo como un
interlocutor válido y quizás más válido justamente porque es diferente, piensa diferente,
vive diferente y, en esa medida, nos puede
aportar a nuestra propia vida desde unas
experiencias nuevas para nosotros.
si es posible, que al aceptar la diferencia del
otro, lo reconozco como humano, y al reconocerlo como humano, reconozco mi propia
humanidad.
Al evidenciar la diferencia y asumirla en la
cotidianidad, ayudamos a cambiar los imaginarios colectivos que favorecen la guerra:
el hombre restringido a ser guerrero, violento y dueño solamente de lo público, y la
mujer restringida a la sumisión y dueña solo
de lo privado. Así, desde la propia cultura se
desarraigan y deslegitiman las pretensiones
homogeneizantes de los violentos.
Somos diferentes, es cierto. Pero no solo
somos diferentes los heterosexuales de los
homosexuales, o los hombres de las mujeres,
o los niños de los ancianos. NO.
No somos diferentes tan solo en la bipolaridad; lo somos en la multiplicidad de opciones. Somos diferentes todos. Cada cual
es único y su sexualidad y su erotismo son
únicos, eso tenemos en común, ese debería
ser nuestro punto de convergencia y punto
de partida para dialogar y solucionar el
conlicto. Somos diferentes, pero la diferencia nos une.
La propuesta de paz y solución del conlicto
de Gaeds – UN es “convivamos en la diversidad con respeto y tolerancia”, reconociendo,
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“la diferencia nos une”