Todo el mundo coincide en ver en el arte del siglo XX una tentativa nueva , una revisión de los valores adquiridos, se repudian no solamente las ideas sino las formas antiguas. El arte en cada momento debe de darnos la clave de nuestro tiempo. En el primer cuarto del siglo XX, la mayoría de los edificios que se levantaron, casas, palacios, iglesias, tomaban referencias de los diversos estilos del pasado, pero con el empleo de técnicas nuevas se condujo al encuentro de estructuras originales, algunos arquitectos habían predicado la necesidad de concebir una arquitectura adaptada a la técnica y costumbres de la época. El empleo del hierro y del cemento, ordenaba la construcción de una osamenta aparente, sin muros de sustentación, que daría a los edificios una imagen opuesta a la arquitectura de imitación que había prevalecido hasta entonces. Le Corbousier, enunciaba en la revista l'Esprit Nouveau, fórmulas llamativas, decía: La construcción sea cual fuere el destino que se le asigne debe ser útil y responder a su función. Para responder a los afanes materialistas de la sociedad moderna, no son solo las casas también las ciudades las que tienen que cambiar. La aparición de materiales como el hierro, el cemento armado, el hormigón pretensado, el aluminio, el vidrio comprimido y los plásticos, trastorna las reglas tradicionales de la arquitectura y modifica profundamente los problemas del equilibrio de fuerzas, el cálculo de resistencias y la propia estética. El arquitecto moderno tiene que colaborar con el ingeniero o él mismo es las dos cosas a la vez. Se le ha denominado de diferentes formas, según los paises; Sezessionstil en Viena, Modern Estyl en Inglaterra, Liberty en Italia, Jugendstil en Alemania, Modernismo en España y Art Nouveau en Bélgica. Las tendencias no son exactamente iguales en cada país a pesar que coinciden en el tiempo y tienen una estética común. La arquitectura ha cambiado más en veinte y cinco años que en veinte y cinco siglos. El edificio ya no es esa masa de piedras o de ladrillos que descansan sobre pilares verticales, sino que hace pensar en un conjunto de parábolas, cuyos ejes y directrices serian las viguetas metálicas. La Capilla de Ronchamp construida por Le Corbusier, el museo Salomón R. Guggenheim edificado en Nueva York según planos de F.Lloyd Wright, el Sanatorio concebido por Aalto en Paimis, en Finlandia, el Palacio de Deportes de Nervi en Roma, el Centro Nacional de Industrias Técnicas de J. de Mailly, los edificios de Basilia debidos a O. Niemeyer, todas estas obras no son más que líneas sinuosas y planos en flexión alrededor de aristas que dirigen las fuerzas de gravedad y de tensión. A finales del siglo XIX Europa se debatía en la necesidad de encontrar un nuevo estilo arquitectónico. Los nuevos materiales aportarán una estructura del espacio interior permitiendo la aparición de construcciones de hierro que anticipaban el futuro. Parte de los teóricos consideraron desafortunado el Cristal Palace que alzó Paston en Londres en 1851, o la Torre Parisiense de Eiffel en 1889. Tampoco el cemento gozó de la debida aceptación. El modernismo presenta nuevas soluciones decorativas, encontrando en la naturaleza su principal fuente de inspiración. Las fachadas de los edificios se llenan de formas sinuosas i ondulantes con componentes de flora y fauna. Se utilizan nuevos materiales, como la cerámica que permitirán nuevas posibilidades. En la carpintería de las puertas de acceso a los edificios se manifiesta un nuevo gusto decorativo, usando motivos florales, formas curvilíneas y detalles geométricos. En España el modernismo tuvo una magnífica expansión sobre todo en Cataluña, ya que estaba abierta a las corrientes procedentes de Europa. Los orígenes los encontramos en la nueva Escuela Provincial de Arquitectura, creada en 1871 y dirigida por el arquitecto Elies Rogent i Amat. Posteriormente un gran número de arquitectos, dejarán magníficos testimonios en edificios residenciales, institucionales, religiosos, sanitarios, educativos e industriales. Antonio Gaudí (Reus 1852, Barcelona 1926), es el primer arquitecto español que emplea el hormigón armado. Utilizó formas tradicionales como las bóvedas tabicadas pero incorporó otras de muy modernas. Si en las superficies valora la textura, como si se tratara de un tejido, en la manera de manejar los huecos se