sumario
ECOLOGÍA Y SALUD
Ecología y Ecologismo:
una diferencia conceptual
necesaria
J. J. GÁMEZ DE LA HOZ
Técnico en Salud Ambiental. Servicio Andaluz de
Salud. Distrito sanitario Coin-Guadalhorce. Centro de
Salud “Cártama-Estación”. Málaga.
Introducción
La preocupación actual por la protección del medio ambiente es patente, el deterioro del medio ambiente no es
un problema reciente ni una moda. La presencia notoria
de partidos políticos con señas ecologistas y de grupos
sociales seriamente inquietados por la degradación de
nuestro entorno lo ponen en evidencia.
Si se aplicarán los medios disponibles para conocer si
el público distingue los conceptos de ecólogo y ecologista,
probablemente los resultados mostrarían que las diferencias son escasas o no existen. Sin embargo, las diferencias entre ambos son profundas: un ecólogo no necesariamente es ecologista, y un ecologista no equivale a ser
científico o ecólogo.
El Ecologismo es un movimiento de tipo social que propugna un modelo de desarrollo sostenible de los recursos
naturales.
Por su parte la Ecología es una disciplina científica, esto
es, sujeta al método científico como la física, la química, la
medicina, etc. La introducción del término Ecología y su estructuración como disciplina propia se atribuye desde hace
un siglo a Ernest Haeckel, autor de la “Historia de la creación natural” (1869), donde integra la Ecología en la Biología,
como ciencia que estudia la relación de los seres vivos entre
sí y con su entorno. Por consiguiente la Ecología es una
ciencia moderna que en los últimos años ha experimentado
un notable impulso debido al interés del conocimiento de
los ecosistemas y su conservación, aspecto que representa una de las bases de la supervivencia humana.
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El punto de vista ecologista plantea un modelo de sociedad determinado, apoyándose en todas las disciplinas
con la salud y el medio ambiente (sanidad ambiental, ecología, higiene alimentaria, epidemiología, etc.) lo que no
significa que sean los portavoces veraces y acertados en
las acciones de preservación del medio ambiente. Es bien
aceptado que la variable ambiental debe estar integrada en
cualquier toma de decisiones que pueda comprometer la
salud pública o alterar nuestro entorno, pero es un hecho
reconocido que esta toma de decisiones se produce en
distintos niveles de intervención, local, comarcal, provincial... y requiere de conocimientos técnicos y científicos
que no siempre están disponibles en esos ámbitos.
Esto no significa que los profesionales de la ecología,
la salud o el medio ambiente no intervienen en la solución
de los problemas ambientales, pero cada vez es más frecuente comprobar cómo la participación de profesionales
cualificados se limita al simple consejo, en la contraposición con la capacidad de decisión de otros colectivos (asociaciones ecologistas, patrulla verde, naturistas, movimientos alternativos, ...) que aportan otros puntos de vista que
no tienen una base científica para abordar problemas, muchos de ellos, de tipo técnico.
La propaganda ecologista ha servido de acicate para
despertar la sensibilidad del ciudadano hacia los problemas
ambientales, en cuya solución todos estamos implicados.
Sin embargo los intereses políticos de los movimientos
ecologistas, portadores de las señas de identidad de la
Ecología, desvirtúan este cuerpo de conocimientos, sus
objetivos, el método de trabajo, sus profesionales y lo
transforman en la denuncia como único fin, constituyendo
en unos casos un buen estímulo para la concienciación
ciudadana en temas ambientales, y en otros, un alarmismo injustificado.
Es cierto que el abuso de la Ecología no ha sido una
exclusiva de los grupos ecologistas. Desde el momento
en que la preocupación por el medio ambiente se extiende a toda la sociedad, también se han cometido exageraciones por parte de diferentes sectores de la misma: políticos, empresarios, conservacionistas, cazadores,
pacifistas, hippies, etc…, que en muchos casos presentan
la defensa del medio ambiente en contraposición al desarrollo tecnológico, lo que no sólo puede dañar el progreso
científico sino que se consigue para crear una imagen deformada de la Ecología.
Por tanto, es necesario delimitar ambos conceptos,
puesto que la ideología ecologista aglutina tendencias muy
heterogéneas y dispares entre sí, mientras que la ecología, no es un movimiento ideológico, sino que integra el
método científico en su manera de proceder.
ECOLOGÍA Y SALUD
Comprensión del medio ambiente
La protección del medio ambiente exige conocer sus
mecanismos de funcionamiento y para que las acciones y
programas ambientales tengan sentido, necesitan de una
base científica sólida.
La gran mayoría de los problemas más importantes
que tiene planteada la humanidad son de carácter ecológico: superpoblación, limitación de recursos, calidad de vida,
contaminación, etc. El problema ecológico constituye uno
de los grandes retos de la sociedad. No son problemas de
fácil solución que se corrijan únicamente con normas y leyes, sino que seguramente se trate de un problema de
conciencia y educación.
La Ecología como ciencia empírica pretende identificar
las causas, refutables, de un fenómeno determinado. El
Ecólogo, como científico, debe construir sistemas con la
suficiente flexibilidad para asistir en la comprensión realista de los problemas actuales y venideros.
El pensamiento ecologista apareció com una nueva forma de entender la política, cuya pretensión es la salvación
del planeta tierra y sus habitantes, objetivos que suelen
presentarse como la renuncia del bienestar material conseguido y la sustitución de los avances tecnológicos por
otros más rudimentarios.
Los avances tecnológicos no constituyen por sí mismos un peligro para la humanidad. El desarrollo científicotécnico a lo largo del tiempo y contemplado en su conjunto ha contribuido a la mejora de las condiciones de vida,
aunque no haya cubierto todas las necesidades humanas.
No se trata de acotar el campo de actuación de estos
movimientos socio-políticos, pero al tratarse de un fenómeno de tipo social, se debe tener claro que intervienen
factores de carácter subjetivo, como falsas creencias, intuiciones, imaginaciones, estilos de vida, escala de valores, lenguaje, etc, que no son susceptibles de adaptarse a
las exigencias del método científico.
Debemos tener presente que no es la propaganda ecologista, percibida como el anuncio de inminentes catástrofes y la proliferación de grandes plagas, quien contribuye
al conocimiento de la naturaleza. Por el contrario, el ecólogo, o en sentido amplio el científico de la salud y el medio
ambiente, son quienes comprenden los efectos sobre las
personas y la naturaleza, explican cómo se producen las
alteraciones de nuestro entorno y contribuyen con la difusión pública de sus investigaciones a comprender el origen de los problemas ambientales.
La naturaleza distribuyó la riqueza por el planeta de
manera desigual, los recursos no son ilimitados, pero ahora no es momento de hacer reproches. El equilibrio ecológico forzosamente tiene que alterarse pues es una necesidad impuesta por el crecimiento demográfico, excluyendo
las acciones desmedidas realizadas por el hombre. En estos momentos casos la Ciencia, sólo puede intentar analizar la relación causa-efecto para adoptar medidas que prevengan y corrijan los crecientes desaciertos ecológicos
que conducen a graves perturbaciones del medio ambiente.
Pero cada vez es más difícil proponer alternativas de
solución a estos problemas sin apoyos políticos. Sirve de
ejemplo que la instalación de industrias contaminantes,
por vertidos o emisiones atmosféricas, siempre está justificada por sus beneficios económicos y laborales, reduciéndose el problema a una cuestión de ubicación geográfica y al principio de “quien contamina paga”. De esta
forma la naturaleza se convierte en una mercancía más.
Evidentemente el problema ambiental no se resuelve con
impuestos, que en muchos casos es más rentable satisfacerlos que implantar las medidas preventivas o correctoras. Debiera sustituirse ese lema por este otro, “quien
contamina que descontamine y recupere lo dañado”, que
tiene su raíces en los principios de justicia e igualdad.
Es un hecho reconocido que la cultura preventiva es
un buen camino para contribuir a la mejora de la salud y el
medio ambiente. El principio empliamente aceptado del
“más vale prevenir que curar”, resulta paradójico cuando
observamos como uno de los puntos débiles del sistema
sanitario público es el elevado gasto farmacéutico, lo que
sin duda guarda relación con la concepción de la salud
desde la óptica del medicamento, dejando en segudo plano los determinantes de la salud de mayor peso específico como son los factores ambientales, hábitos saludables
o los propios recursos del sistema sanitario.
La falta de esta cultura preventiva también está evidenciada en el cuerpo legislativo ambiental, que se centra
en las medidas correctivas y sancionadoras, en lugar de
aplicar simples normas administrativas y verificar su cumplimiento, que por si mismas evitan que se produzca el
daño.
Enzensberger (1974) en “Para una crítica de la ecología
política” culpa a las sociedades industrialiazadas, y en última instancia al capitalismo, como el responsable de las
grandes catástrofes cometidas en la naturaleza.
La experiencia pone de manifiesto que los daños a la
naturaleza no tienen una bandera política. Así, ensayos con
armamentos nucleares han realizado casi todos los países desarrollados, obteniendo diferente respuesta de los
movimientos ecologistas dependiendo de la procedencia
política del promotor de los ensayos. Viene al caso recordar como en países como Suecia y recientemente en Alemania, los “verdes” apoyaban el uso de las centrales nucleares, lo que supone una clara contradicción difícil de
comprender para los planteamientos ecologistas. En el estado español, los principales partidos de izquierdas se definen tímidamente sobre las grandes cuestiones ambientales. Las políticas ambientales vienen impuestas desde los
órganos de gobierno europeos, y es difícil verificar una disposición pro-activa de compromiso con el medio ambiente. No es el momento de ajustar cuentas sobre qué sistema de producción o qué ideología influye en mayor
medida en el deterioro del planeta, el problema reside en
la acción del hombre sobre la naturaleza. La globalización
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CENTRO DE SALUD
de los problemas ambientales, cada vez más acelerada,
afecta a todos los países y su solución implica la participación de todos ellos.
Conciencia ambiental
La naturaleza se resiente y los que habitan en ella,
también. Los sistemas económicos no incluyen en sus
balances la variable ambiental, es decir, el coste de la naturaleza en los procesos productivos. Se ignora continuamente el valor económico de los recursos naturales, no se
contabilizan los costes de la generación de residuos, el
gasto de la lucha contra la contaminación se incorpora a
las cuentas estatales, de esta forma puede entenderse
que cuanto más se contamina más se contribuye al crecimiento económico. El divorcio economía y naturaleza es
notorio.
En cierta medida el discurso ecologista se opone al del
economista, y choca en objetividad con la Ecología.
Los recursos naturales son patrimonio de la humanidad,
y la economía como ciencia social no debe ser ajena a los
valores ambientales, racionales y morales, de manera que
el bienestar social, no debe ser cuantificado únicamente
desde criterios economicistas puros, sino que debe medir
las mejoras o perjuicios al medio ambiente.
El desarrollo sostenible pretende compatibilizar economía y ecología, de forma que se garantice la calidad de vida de las generaciones presentes sin comprometer la de
las generaciones futuras.
La conformación de una conciencia comienza desde el
primer nivel de sensibilización con los problemas ambientales, de ahí la importancia de los mensajes que se reciben
no estén distorsionados.
Tampoco es suficiente con recordar conflictos del pasado
y evidenciar los del presente. Las soluciones que debemos
plantearnos no deben ser utópicas, porque se necesitan herramientas para una gestión ecológica que permitan adoptar acciones concretas, guiadas por principios éticos y no radicales.
La educación ambiental es un elemento fundamental
que sirve de instrumento a la sociedad y al individuo para
ser más conscientes, responsables y estar mejor preparados para afrontar la conservación del medio ambiente. Mediante la educación, abierta a la vida social, se adquieren
los conocimientos, valores, experiencia y voluntad para resolver los problemas ambientales.
De entre todos los movimientos sociales resulta difícil
distinguir cuál es la posición más favorable, por contra,
queda claro que no existe un entendimiento conjunto ni
posiciones compartidas.
Ética y política
El problema no se resuelve formulando declaraciones
de intenciones o grandes principios que nos alejen de la
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realidad. Ésta necesita más del consenso y de la acción
que de la resignación y contemplación.
La cuestión ética se ha convertido en un argumento
cotidiano de los políticos. A pesar de que existan condiciones de igualdad de participación, la democracia no está
exenta de abusos de poder. La participación ciudadana no
expresa a través del voto el rechazo a ciertas actuaciones
políticas. De manera que, en casos como la protección del
medio ambiente, la voluntad colectiva queda relegada a un
segundo plano, que siendo las minorías vinculadas al poder las que establecen los intereses del partido, que no
siempre son intereses morales.
En temas ambientales el político no debe esperar a que
se le presenten los problemas, sino que debe planificar
con tiempo las actuaciones y estrategias a seguir. El ciudadano no percibe que el político esté contribuyendo en la
mejora del medio ambiente sino que, por contra, está defraudando en la gestión de la relación hombre-naturaleza.
Incluso algunos creen que todavía podemos adaptarnos a la destrucción de los ecosistemas, creyendo que
aún se está a tiempo de salvarnos, desde la contemplación y la pasividad. De nada sirve mirar al pasado si volvemos a tropezar en el presente.
En la política ya no basta con prever lo que pasará el día
siguiente sino que se tienen que admitir sus limitaciones y
saber encauzar los intereses sociales con la naturaleza. Desde el principio de las civilizaciones, la idea de ecología aparece inexorablemente unida al concepto de justicia social.
No obstante, aunque la política es lo que permite tomar
decisiones, toda la carga de la conciencia ecológica aplicada
a la gestión ambiental no recae en exclusiva sobre el político, ya que la ética nos afecta a todos. Sólo se puede ser
eficiente si cooperamos individualmente en la mejora nuestra relación con el medio, asumiendo un cambio de conducta, de hábitos, sin distracciones y aceptando ser responsables con el entorno. Por su parte, el técnico tiene que estar
al servicio de la sociedad y no de intereses políticos, como
garante de imparcialidad ante los interes de la comunidad.
Conclusiones
En el fondo el problema de la preservación del medio
ambiente es político y económico: son más caros los procesos productivos que no generan contaminación que los
que sí lo producen. Las soluciones vienen cuando se ha
producido el daño: deterioro de la capa de ozono, deforestación de la selva amazónica, conflictos armados, etc. Serán los países desarrollados los que tienen que aportar desinteresadamente recursos para la solución de los
problemas ambientales: superpoblación, pobreza, desertificación, agotamiento de los recursos naturales...
Las acciones ecologistas pueden servir de toma de
conciencia popular que desemboquen en una acción económica y política en pro de la solución de estos conflictos
medio ambientales.
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ECOLOGÍA Y SALUD
Los Estados deben integrar en sus sistemas contables
los costes sociales y ambientales vinculados a la economía de mercado.
Es necesaria la aproximación y entendimiento entre la
ecología y política, sin que por ello se encubra la labor del
científico, y sin que su papel esté guiado por intereses políticos sino por principios éticos, no absolutistas, y de una
conciencia ecológica responsable.
Bibliografía
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Correspondencia:
Joaquín J. Gámez de la Hoz
CS. “Cártama-Estación”
Avd. Manuel de Falla, s/n
29580 Cártama-Estación (Málaga)
E-mail:
[email protected]
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