Academia.eduAcademia.edu

LAS B A TRAVES DEL TIEMPO

CONSIGNA: Investigar cómo se originan los primeros espacios para almacenar la información, qué funciones cumplían y quiénes se dedicaban a la tarea de resguardar los materiales. Abarcar todas las edades de la historia. Confeccionar una "galería de imágenes" de lo más representativo de cada etapa y colocar un título significativo a cada período.

ESPACIO CURRICULAR: FUNDAMENTOS DE LA BIBLIOTECOLOGÍA Y LAS CIENCIAS DE LA INFORMACIÓN DOCENTE: RYSER, JULIA ALUMNOS: MOLINA, JUAN PABLO; RÍOS, JORGELINA FECHA: 24/06/2015 CONSIGNA: Investigar cómo se originan los primeros espacios para almacenar la información, qué funciones cumplían y quiénes se dedicaban a la tarea de resguardar los materiales. Abarcar todas las edades de la historia. Confeccionar una “galería de imágenes” de lo más representativo de cada etapa y colocar un título significativo a cada período. Edad antigua: El origen en la arcilla Mesopotamia Zona del Oriente Próximo ubicada entre los ríos Tigris y Éufrates. El término alude principalmente a esta zona en la Edad Antigua dividida en Asiria, al norte y Babilonia al sur. Babilonia (también conocida como Caldea), a su vez, se dividía en Acadia (parte alta) y Sumeria (parte baja). Los sumerios fueron los poseedores del primer sistema de escritura, la escritura cuneiforme, por su forma de trazos triangulares. Pequeñas tabletas de arcillas rectangulares utilizaban los babilonios, acadios, asirios e hititas. Las bibliotecas de este periodo no encuentran distinción entre lo que para nosotros es archivo o biblioteca. Se colocaban las tabletas en estanterías de madera dentro de cestas de brea para su conservación La primera biblioteca de la que se tiene noticias como conjunto organizado de libros y documentos es la del rey Asirio Assurbanipal, descubierta al excavar Nínive. En ella aparecieron 30.000 fragmentos de tablas de arcilla enterradas entre los restos del Palacio Real. Su descubrimiento aceleró el desciframiento de la escritura cuneiforme. En una de las tablillas se encontró el Poema de Gilgamesh, en el que se hablaba del diluvio. Una de sus aportaciones fue el Colofón, que aparecía en muchas tabletas y lo que en ellos aparece indica el elaborado esmero con el que Assurbanipal organizó la biblioteca. En ellos aparece el título de la obra y datos para su catalogación. Egipto La escritura jeroglífica la encontraremos desde el año 3.000 a. de C. hasta el final del s. IV d. C. La encontramos sobre papiro. El papiro era una planta que crecía en el Delta del Nilo, que era cortada en pequeñas tiras que maceradas y engomadas formaban los famosos rollos de papiro egipcio de 20 a 40 m de longitud. Es poca la información que tenemos de las bibliotecas egipcias a las que llamaron “casas de los libros” (los archivos) y “casas de la vida” (las bibliotecas). Los libros, estaban escritos en papiro (en lugar de arcilla) por lo que todos han desaparecido. Lo que nos ha llegado es lo que está escrito en tumbas y monumentos como el “libro de los muertos”, cuyo fin era facilitar el viaje a ultratumba. Grecia Se cree que en Creta ya conocían los sistemas de escritura egipcio y mesopotámico. La forma que va adoptar el libro griego será también rollo de papiro que era exportado desde Egipto. La hoja escrita era denominada "Biblion", y el rollo "Kylindros". El libro entonces no tenía título por lo cual se le diferenciaba por el nombre del autor y las primeras palabras del texto. El título aparece al final del texto, lógico por su fisonomía a la hora de desenrollarlo. Cuya etiqueta para distinguirlos se denominaba "Sillybos". Y la caja donde estos se guardaban "Bibliotheke" El papiro irá siendo desplazado por un nuevo material de importantes ventajas de conservación, el pergamino. La Biblioteca Real de Alejandría o Antigua Biblioteca de Alejandría, fue en su época la más grande del mundo. Situada en la ciudad egipcia de Alejandría, se estima que fue fundada a comienzos del siglo III a. C. por Ptolomeo I como complemento del Museo de Alejandría, y posteriormente ampliada por su hijo Ptolomeo II Filadelfo, llegando a albergar una enorme cantidad de manuscritos. Hay que recordar que Ptolomeo I fue general y amigo de Alejandro Magno que tras su muerte y descomposición del imperio, recaló en Egipto donde fundó su propia dinastía. Tras Ptolomeo VIII, comenzó su decadencia por las revueltas y persecuciones que forzaron la emigración de muchos sabios. Pérgamo y Rodas pasan, gracias al flujo migratorio, a codearse con Alejandría. No hay demasiados datos en cuanto a la colección de libros que esta biblioteca conservaba. Nos quedan pequeñas crónicas como la que cuenta Galeno (médico, siglo II d.C.) que en sus comentarios a Hipócrates se refieren al embargo que efectuó Alejandría sobre los libros que se encontraban en los barcos en el puerto. Estos eran llevados a la biblioteca, copiados con rapidez y la copia entregada a su dueño. También se habla de la falsificación de obras que eran difíciles de conseguir. Cuando entraba un libro nuevo en la biblioteca éste se depositaba en unos almacenes, con la etiqueta donde constaba la procedencia, nombre del poseedor o vendedor, responsable del texto o el lugar. No se sabe cuántas obras había pero su número impresionó a los antiguos. La biblioteca Pérgamo, sin duda, fue una de las grandes bibliotecas de la antigüedad que rivalizó con la gran Biblioteca de Alejandría. Los reyes de Pérgamo, fueron grandes protectores del arte. En la Acrópolis estaba el altar de Zeus y el templo de Atenea. Junto a éste, había un patio cerrado con dos pórticos con columnas y adosada a uno de ellos una gran sala en la que parece estaba instalada la biblioteca. Según narra Estrabón, fue fundada por Eumenes II. Parece ser que en esta biblioteca se guardaron como un gran tesoro y durante cien años los manuscritos de Aristóteles, sin hacer ediciones y sin publicarse. Sólo cuando llegaron a Roma y bajo la insistencia y el empeño del político y escritor Cicerón, se procedió a editarlos y darlos a conocer no sólo a los estudiosos de las bibliotecas sino a todo el que quisiera leerlos. Además, según narra Plinio el Viejo sobre el origen del pergamino, éste lo inventaron los reyes de Pérgamo porque los Ptolomeos, celosos de la nueva biblioteca habrían prohibido su exportación a Pérgamo. Según narra Plutarco en sus Vidas paralelas, más tarde, como recompensa por las pérdidas, Marco Antonio habría mandado al Serapeo de Alejandría 200.000 volúmenes de la biblioteca de Pérgamo, que ya había sido saqueada con anterioridad por causa de las luchas políticas que hubo en Asia Menor en aquellos años. Éste fue el fin de la segunda gran biblioteca de la Antigüedad. Roma Las primeras bibliotecas romanas fueron privadas, formadas por los libros traídos de oriente por los generales victoriosos. Estas primeras bibliotecas, estaban constituidas por obras griegas aunque poco a poco, el idioma latino fue adquiriendo mayor importancia. Con el tiempo, las bibliotecas romanas acostumbraron a tener una sección griega y otra romana. Allí se fundó la primera biblioteca pública de la que hay constancia, por parte de Asinio Polión (general, historiador y poeta romano), aunque previamente se fundó el Tabularium o archivo central construido en el año 79 a.C. Posteriormente existieron grandes bibliotecas como la Octaviana y Palatina, creadas por Augusto, y la Biblioteca Ulpia, del Emperador Trajano. La primera biblioteca que antes mencionábamos (la Octaviana) estaba enclavada en uno de los mejores complejos arquitectónicos de Roma que ocupaba 18.000 metros cuadrados en cuyo centro se levantaban dos templos dedicados a Júpiter y Juno y dos amplias salas para las reuniones políticas y conversaciones. Su primer biblitotecario fue Gayo Meliso. La Biblioteca Palatina: estuvo situada en el Templo de Apolo en el Monte Palatino y fue levantada en conmemoración a una batalla. Lo principal de esta biblioteca es que se sabe que sólo tenía una sala rodeada de un pórtico columnado donde había decoración estatuaria y retratos de escritores contemporáneos y que en el centro del patio presidía el dios Apolo. La colección de la biblioteca fue reunida por Pompeyo Mácer aunque el director de la misma fue un liberto de Augusto llamado Julio Higinio que destacó también por ser un gran filólogo. El final de ambas bibliotecas llegó con su quema. La Biblioteca Trajana o Ulpia, año 113 d.C., estuvo situada en el Foro de Trajano, eclipsó finalmente a todas las demás bibliotecas abiertas en Roma. Esta biblioteca se consideró en su momento como rival de la biblioteca de Alejandría y Pérgamo. Se sabe que esta biblioteca hizo las veces de archivo imperial además de biblioteca. En el periodo del Bajo Imperio Romano, Constantino oficializó la religión cristiana. En el “Edicto de Milán”, año 313, Constantino y Licinio levantan el veto a los cristianos, devolviéndole sus bienes, dejando de perseguirlos y permitiendo que practiquen su fe libremente. Este hecho supuso un cambio radical en términos socioculturales en Oriente y parte de Occidente. Los cristianos quisieron entonces recopilar todo lo concerniente a su religión dando lugar a bibliotecas cristianas. Quisieron difundir su palabra. Entre finales del siglo III y mediados del IV, las comunidades cristianas poseen una importante colección de obras religiosas. Estos libros tenían un aspecto diferente a los demás, optaron por el códice formado de pergamino que desplazó y sustituyó a los papiros y a las tabletas enceradas. Esta elección supuso la aparición de la encuadernación. Para los cristianos, el códex tenía la ventaja de la conservación, el espacio y la comodidad de almacenamiento. Estos códices estaban formados por hojas de pergamino y para distinguir unos de otros se tenía en cuenta los pliegues que tenía la hoja de pergamino (biniones, cuaterniones, terniones, quiniones, etc...) En virtud del número de pliegues se pudieron alcanzar hasta 144 páginas. El título de la obra seguía estando al final de la misma y se produjo la generalización de los índices y la numeración. Esto permitió un manejo fácil del códex. Las primitivas bibliotecas cristianas conservaban los libros en armarios adosados a las paredes de las iglesias y también en espacios excavados en las paredes del propio ábside. Edad Media: Un monopolio religioso En el año 330, Constantino refunda en Bizancio la capital del Imperio Romano que se pasará a llamar Constantinopla. El hecho de que la capital del imperio se traslade a Oriente pone de manifiesto una decadencia social, cultural y política en occidente y por el contrario pone de manifiesto un auge cultural, social y político en oriente. Bizancio tuvo varias épocas desde su esplendor en el siglo IV hasta su conquista por parte de los turcos en el año 1453. Bizancio apuesta por el códice de piel para escribir sus obras y eran unos excelentes maestros en el arte de la encuadernación. Durante todo el imperio, el libro, como objeto, tuvo su mayor representación. Procuran que esté bien hecho e incluso incorporan lujosas ilustraciones. Las tapas de los libros, hechas de piel, seda, brocad, etc... tenían por lo general, un tamaño superior a las páginas interiores y además en las esquinas se colocaban bullones y se colocaban broches para cerrar los libros. Frecuentemente, figuraba el título en el corte inferior del libro; también, en la primera página se encontraba el título y en ocasiones un breve resumen o argumento de la obra y en la página final del libro aparecía un índice. En este momento en Bizancio, aparte de ser un objeto de culto, el libro tenía otras finalidades, por un lado servir a la religión y por otro servir para la formación de profesionales, para el estudio. Los monasterios fueron muy importantes para la cultura bizantina. Una de las características más importantes de estos monasterios es que no seguían una orden en particular. Respondían al religioso que estaba al frente del monasterio. Dentro del monasterio de Teodoro Estudita , se sabe que hubo una serie de normas impuestas por Estudita. Estuvo muy vigilada la tarea bibliotecaria, el libro estaba muy cuidado. Existía un manual de copia, funciones de los copistas, etc...y que, cuando carecían de trabajo, su obligación era leer los libros. También figuraban los castigos en caso de desobedecer las normas. En toda la zona de Bizancio destacan dos monasterios. Uno se encontraba en Bizancio y el otro en Italia. La temática de las obras de los monasterios, como dijimos, fue religiosa: abarcaba desde las Sagradas Escrituras, pasando por obras de los Padres de la Iglesia, obras litúrgicas y vidas de santos. Las primeras bibliotecas de Roma y su entorno fueron establecidas por los Papas y estaban como en otras ocasiones junto a los templos. Este prototipo de biblioteca romana es extensible al resto de Europa y tuvieron una gran importancia porque ayudaron a la difusión del cristianismo. Las bibliotecas de los siglos medievales, siglos del V al XII, estuvieron básicamente representadas por los monasterios. Uno de los principales personajes es el creador de una de las más importantes bibliotecas, San Benito de Nursia, que en el siglo VI, año 529, fundó en Montecasino la más importante biblioteca de la Edad Media. Montecasino sufrió muchos vaivenes como en la fecha de 585 cuando sufrió su primera destrucción en mano de los Lombardos. En esta ocasión, los monjes huyeron a Roma a refugiarse con el Papa Gregorio. Los monjes rescataron del fondo todo lo posible. En esta época se decidió sustituir el trabajo físico de los monjes por la copia de manuscritos. Los monjes permanecieron en Roma hasta comienzos del siglo VIII cuando decidieron regresar a Montecasino y reconstruirlo. Permanecieron tranquilos durante dos siglos durante los cuales el scriptorium creció. Tuvieron otro vaivén en el siglo X por los árabes lo que significó otro parón. Al regreso de los monjes, el fondo librario se vio aumentado en varias materias: religión, filosofía, historia y ciencia durante los siglos X al XII. Este periodo de dos siglos fue el de máximo esplendor del monasterio. El scriptorium sirvió para la traducción de obras nuevas. Esta actividad de los siglos X al XII sufre un nuevo Vaivén en 1349 cuando la zona del monasterio sufrió un terremoto suficientemente fuerte como para parar la producción libraria. A lo largo del siglo XV se restauró la biblioteca y se inventó la imprenta lo que supuso el aumento de los fondos y que la biblioteca quedara dividida en dos fondos: • Manuscritos • Impresos En Francia nos encontramos con las comunidades que se reúnen en torno a monasterios y catedrales. Además de los cientos de monasterios franceses, las bibliotecas catedralicias fueron importantes centros culturales. Catedrales como las de Arlés, Clermont, Reims o Burdeos rivalizaron con una de las más importantes: Lyon. Hasta los siglos XII-XIII solo se conservaron los libros en los monasterios. Aparecieron una serie de órdenes mendicantes como los Franciscanos y los Dominicos, que llevan a cabo un papel importante en la recopilación de toda índole. Los Franciscanos llevaron a cabo una importante labor en Inglaterra creando un catálogo colectivo de libros conservados en diferentes monasterios en el siglo XIV El libro deja de ser por esta época patrimonio exclusivo de los centros eclesiásticos para desplazarse a las universidades, cohortes reales y casas privadas. En estos centros encontramos también las primeras bibliotecas que se formaban por donación, al servicio del estudiante. En estas lo normal era utilizar in situ las obras y solo en el caso de préstamo excepcional era a cambio de otro libro o fianza. La cultura árabe tuvo un rapidísimo crecimiento desde la aparición del profeta Mahoma en el siglo VI. Hasta ese momento el pueblo árabe era analfabeto. En menos de un siglo se pasó de una cultura exclusivamente oral a una cultura escrita que compitió con la cultura grecolatina. Los lugares donde se reunían los expertos eran las mezquitas donde se fundaron poco a poco las primeras bibliotecas árabes. Las bibliotecas reunidas en las mezquitas han permanecido pese a los contratiempos. Las bibliotecas islámicas destacaron por ser lugares abiertos en los que la mayor parte del fondo era de tipo religioso y en donde más que usuarios había copistas. La forma de organización de los libros era en armarios pegados a las paredes, cerrados con llave, algunos de ellos con vitrinas donde se exponían los Coranes. Muchas de estas bibliotecas islámicas contaron con catálogos que a veces no eran más que inventarios y que servían para la ubicación topográfica. En virtud de cómo estuviesen los armarios había una materia u otra ordenada. El orden de los libros seguía una disposición concreta: 1º los coranes 2º libros con citas coránicas 3º los hádices Los musulmanes fueron muy rigurosos a lo largo del tiempo con aspectos como el título, autor, materia y formato. La clasificación temática solía responder a tres temas: Religión Letras Filosofía Edad Moderna: La Revolución de la imprenta y el incremento de bibliotecas Con la llegada del Renacimiento, todo cambia. No se trata ahora de reunir libros de interés por su contenido o por el autor, sino de bibliófilos que se sienten inclinados por los ejemplares con características especiales. Los Médicis en Florencia son el más claro ejemplo. La biblioteca creada por ellos fue de las mejores de la época. Durante el siglo XVI tiene lugar una serie de cambios en Europa, relevantes porque influyeron en la proliferación de bibliotecas. Progreso de la imprenta y de la producción libraria. En este siglo nacen las bibliotecas que con el tiempo serán Bibliotecas Nacionales. En este siglo, las mejores bibliotecas privadas pertenecieron a gente adinerada. Entre las bibliotecas reales han perdurado tres que hoy tienen categoría de Bibliotecas Nacionales: BIBLIOTECA NACIONAL FRANCESA BIBLIOTECA DE BAVIERA BIBLIOTECA AUSTRIACA También de esta época son otras bibliotecas importantes como la de Wolfenbüttel, biblioteca de un noble alemán todavía hoy existente y la Biblioteca de El Escorial y la Colombina en Sevilla. Biblioteca Francesa: Colección que nace a instancias de Francisco I. Él, une a su biblioteca privada las colecciones de sus antecesores más inmediatos y se fue haciendo con otras colecciones de personajes relevantes. La primera ubicación de la Biblioteca Nacional Francesa fue en el castillo de Fontaineblau, en 1547. Años después de la puesta en marcha de la biblioteca, ésta es trasladada a París donde recibió una importante donación de Catalina de Medici. La biblioteca creció hasta que en tiempos de Luis XIV se conoce la cifra de 70.000 volúmenes dentro de la colección nacional. A finales del siglo XVII, el encargado de la biblioteca, abría ésta al público dos veces a la semana. A finales del siglo XVIII, la vida de la biblioteca se vio truncada sufriendo diversos expolios y robos. Tras estos años, en 1792, la biblioteca pasa a ser propiedad de la nación lo que implicó cambios internos en la biblioteca y en su gestión y administración. Con Napoleón, la biblioteca pasa a llamarse Biblioteca Imperial y ve agrandada su colección. Terminado el periodo de la Biblioteca Imperial, pasa a ser nombrada Biblioteca Real y después, de nuevo, Biblioteca Nacional. La mayoría de los fondos de esta biblioteca tuvieron un carácter erudito. Sus responsables se hacían llamar Conservadores y tenían la idea de que su trabajo era cuidar el libro antiguo. Hoy, la Biblioteca, es una de las más importantes del mundo por la valía de sus fondos antiguos y raros que pertenecen a Europa y Oriente y que fueron reunidos gracias a las incursiones de Francia en el mundo. Biblioteca Nacional de Baviera (Alemania): La andadura de esta biblioteca arranca de 1558, de la mano del Duque Alberto V que se rodeó de eminentes filólogos y eruditos que le aconsejaban en la compra de materiales, básicamente orientales (manuscritos hebreos y árabes) así como materiales en lenguas eslavas y romances; y todos estos materiales van a reunirse para facilitar el estudio y el acceso a los estudiosos. Años después, en el siglo XVII, en tiempos de Maximiliano I, éste se adueña de la Biblioteca que finalmente acaba siendo cedida en parte al Papa. Muchos expertos opinan que esta colección fue durante muchos años la mejor biblioteca de Alemania. Biblioteca Nacional de Austria: El principio se encuentra en la colección que heredó de su padre Maximiliano I. Dicen que los libros heredados estaban repartidos en distintos castillos. El que se tomó las molestias de juntar en un lugar esa colección fue Maximiliano II, rey de Bohemia que ejerció de emperador desde 1564. Se le atribuye a él, el hecho de obligar a los impresores a la entrega de tres ejemplares para la biblioteca de cada una de las obras impresas en su territorio. Parece que en un primer momento, esta biblioteca permitió el préstamo con cierta generosidad. Como la Biblioteca aumentaba, en el siglo XVII, los fondos son trasladados al palacio imperial. Las siguientes noticias de la biblioteca son del siglo XVIII, cuando padeció una gran restricción en cuanto al préstamo hasta que en 1726 se inaugura un nuevo edificio al que se trasladan los fondos del palacio imperial quedando instaurada la biblioteca. Al finalizar la Primera Guerra Mundial y al disolverse el Imperio Austrohúngaro, la Biblioteca pasó a llamarse Biblioteca Nacional de Austria. Por otro lado, la Universidad Complutense de Madrid es la heredera de las diversas instituciones y establecimientos educativos que conformaron la enseñanza universitaria madrileña en los últimos cinco siglos y su historia explica la procedencia y características de las colecciones bibliográficas que integran su biblioteca. El Colegio Mayor San Ildefonso, fundado por el Cardenal Cisneros en Alcalá de Henares a finales del siglo XV, tuvo una importante biblioteca que el propio Cardenal se preocupó de dotar de acuerdo a las enseñanzas impartidas y a la necesidad de fuentes para la edición de la Biblia Políglota Complutense. En torno al Colegio Mayor pronto empezaron a fundarse nuevos colegios menores con surtidas bibliotecas y todas ellas fueron transferidas a la Universidad de Madrid cuando se llevó a cabo su creación en 1836. El Colegio Imperial de los Jesuitas, fundado en Madrid en 1609 fue, debido a la ausencia de universidad en la capital, el centro más importante de enseñanza de la nobleza madrileña hasta la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767. Desde su fundación se puso un especial interés por reunir una biblioteca bien dotada con tratados y obras científicas de todas las materias lo que la convirtió en una de las bibliotecas más importantes de Madrid de la época. Tras la expulsión de los Jesuitas, el Colegio pasó a denominarse Reales Estudios de San Isidro el cual, en el año 1845 y con la reforma del Plan Pidal, se incorporó a la Universidad Literaria de Madrid. El Real Colegio de Medicina y Cirugía de San Carlos, fundado por Carlos III en 1785, fue el centro más importante de enseñanzas médicas en España hasta su conversión en Facultad de Medicina en 1843. En 1799 se unió al Real Estudio de Medicina Práctica y las bibliotecas de ambas instituciones, de cuya formación se había tenido siempre un especial cuidado, se fusionaron formando una riquísima biblioteca. Junto a estas tres grandes instituciones otros centros se unieron también a la Universidad y junto a ellos sus bibliotecas: el Real Colegio de Farmacia de San Fernando, la Escuela de Veterinaria, la Escuela Superior de Diplomática o la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado. Sin embargo no han sido sólo las procedencias institucionales las que han enriquecido la actual colección de la Biblioteca Histórica. Entre otras muchas procedencias personales podemos destacar las bibliotecas de la Condesa de Campo de Alange, iniciada en el siglo XVIII, Juan Francisco Camacho (1817-1896), Anastasio Chinchilla (1801-1876), Rafael Conde y Luque (1835-1922), Antonio Hernández Morejón (1773-1836), Pedro Sáinz de Baranda (1797-1853), Julian Sanz del Rio (1814-1869), Luis Simarro y Lacabra (1851-1921), Rafael de Ureña y Smenjaud (1852-1930) José Simón Díaz, etc. En el año 2006 ha ingresado en la Biblioteca Histórica la última de las grandes colecciones privadas, la del médico bibliófilo Francisco Guerra, especialmente rica en historia de la medicina, libros de viajes e imprenta mexicana. Tan rico patrimonio necesitaba de una instalación que garantizase tanto su conservación como su utilización con fines científicos. A tal efecto se creó, en el año 2000, la Biblioteca Histórica centralizando los fondos antiguos de todas las facultades en el edificio, construido en 1928 a expensas de don Ramón Pelayo de la Torriente, Marqués de Valdecilla, en la calle del Noviciado, anejo al de la antigua Universidad de la calle de San Bernardo, que fue totalmente remodelado y acondicionado. La Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid es la segunda biblioteca de Madrid en cuanto a volumen de libros anteriores al siglo XIX, después de la Biblioteca Nacional, y ocupa indudablemente un puesto entre las cinco primeras bibliotecas de España. La colección bibliográfica está compuesta de unos 3.000 manuscritos, 725 incunables, y un volumen de impresos de los siglos XVI al XVIII que se aproxima a los 100.000. Posee también una pequeña colección de grabados sueltos y libros de estampas. La Biblioteca Bodleiana es la principal biblioteca de investigación de la Universidad de Oxford. Es una de las bibliotecas más antiguas de Europa, y en Inglaterra sólo la supera en tamaño la Biblioteca Británica. Es una de las cinco bibliotecas de depósito de derechos de autor en el Reino Unido. La Biblioteca Bodleiana se inauguró en 1602, con una colección de 2000 libros reunidos por Thomas Bodley, para sustituir a la biblioteca que había sido donada a la Divinity School por Hunfredo de Gloucester (hermano de Enrique V de Inglaterra), pero que se había dispersado durante el siglo XVI. En 1610, Bodley llegó a un acuerdo con la Worshipful Company of Stationers and Newspaper Makers de Londres para depositar en la biblioteca una copia de cada libro que registrasen. La colección Bodleiana creció tan rápido que se necesitó una primera ampliación del edificio en 1610-1612, y otra en 1634-1637. Una de las partes de la biblioteca se encuentra en la torre llamada Torre de los Cinco Ordenes; el nombre fue adoptado debido a la ornamentación de la torre la cual tiene las cinco ordenes de la arquitectura clásica. La Biblioteca almacena otras nuevas bibliotecas como son la Biblioteca de Derecho Bodleiana, la Biblioteca Hooke, La Biblioteca de Filosofía, la Biblioteca del Instituto Oriental, la Biblioteca de Ciencias Radcliffe, la Biblioteca del Instituto Oriental entre otras más. La arquitectura de la Biblioteca es muy famosa por su hermoso diseño y fue presentada en escenas de importantes producciones cinematográficas: aparece en las dos primeras partes de Harry Potter, en Another Country, La Locura del rey Jorge (1994). Los lectores deben de hacer esta declaración antes de acceder al contenido de la biblioteca: “Juro no sacar de la Biblioteca, ni marcar, modificar o dañar de modo alguno, ningún volumen, documento u otro objeto perteneciente a esta biblioteca o bajo su custodia, o dañarla bien sea por el fuego o la llama, y no fumaré en la Biblioteca, y prometo obedecer todas las normas de la Biblioteca”. La Biblioteca Ambrosiana es una biblioteca histórica en Milán, que también contiene la galería de arte conocida como Pinacoteca Ambrosiana. La biblioteca, que debe su nombre a Ambrosio, el santo patrón de Milán, fue fundada en 1609 por el cardenal Federico Borromeo, cuyos agentes recorrieron Europa occidental e incluso Grecia y Siria en busca de libros y manuscritos. Algunas adquisiciones importantes de bibliotecas completas fueron los manuscritos del monasterio benedictino de Bobbio (1606), así como los de la biblioteca del Paduano Vincenzo Pinelli, cuyos más de 800 manuscritos llenaron 70 cajas cuando fueron enviados a Milán, e incluían la famosa Ilíada iluminada. Durante las dos estancias del cardenal milanés Borromeo en Roma, en los años 1585-95 y 1597-1601, planeó desarrollar una biblioteca en Milán, que estaría abierta a los eruditos al servicio de la contrarreforma católica para frenar el avance de la reforma protestante. La construcción comenzó en 1603 bajo el diseño y la dirección de Lelio Buzzi y de Francesco Maria Richini. La biblioteca se inauguró el día 8 de diciembre de 1609, lo que la convierte en la quinta biblioteca más antigua de Europa después de la biblioteca Malatestiana (Cesena, 1454), la biblioteca dei Girolamini (Nápoles, 1586), la biblioteca Bodleiana (Oxford, 1602) y de la biblioteca Angelica (Roma, 1604). Contaba con una sala de lectura, la Sala Fredericiana, una imprenta y una escuela para la instrucción en las lenguas clásicas. Al momento de abrir, los fondos constaban de 15 000 manuscritos y el doble de libros impresos, que se almacenaban en arcones a lo largo de las paredes, en lugar de estar encadenadas a las mesas de lectura, una práctica aún presente hoy en la biblioteca Laurenciana de Florencia. Las constantes adquisiciones, aumentadas por legados, requirieron una ampliación del espacio. En 1611 se inició la construcción de un nuevo edificio, terminado en 1618, que incluía también una pinacoteca para albergar principalmente la colección de pinturas y dibujos donada por el cardenal. En la actualidad hay unos 12 000 dibujos de artistas europeos, desde el siglo XIV al XIX, procedentes de una amplia variedad de dueños y artistas, académicos, coleccionistas, marchantes de arte y arquitectos. Poco después de la muerte del cardenal la biblioteca adquirió doce manuscritos de Leonardo da Vinci, incluyendo el códice Atlanticus. Los preciados manuscritos, incluyendo los códices de Leonardo, fueron requisados por los franceses durante la ocupación napoleónica, y solamente volvieron en parte después de 1815. Entre los manuscritos está el fragmento Muratoriano, de aproximadamente el 170 d. C., el ejemplo más temprano de un canon bíblico. El edificio fue dañado en la Segunda Guerra Mundial, con la pérdida de los archivos de los libretos de la ópera de la Scala, pero fue restaurado en 1952 y experimentó restauraciones importantes en los años 1990. Hasta 2007 el rector y prefecto fue el después cardenal Gianfranco Ravasi. La Biblioteca Británica es la biblioteca nacional del Reino Unido y una de las mayores del mundo. Creada en 1753 y trasladada de su edificio original a una nueva ubicación en el año 1997. Como curiosidad, la Biblioteca Británica tenía un acceso (en teoría) restringido a investigadores registrados, aunque con credenciales que también estaban disponibles a cualquiera que pudiera presentarse como investigador. Fue utilizada por personalidades como Karl Marx, Bram Stoker, Mahatma Gandhi, George Bernard Shaw, Arthur Rimbaud entre otros tantos. Los buenos tiempos pasaron, pero la Biblioteca, encuentra un nuevo lugar sin abandonar el esplendor de su vieja sala de lectura. Actualmente, la sala se utiliza como un centro de información en el que está disponible una colección de libros de historia, arte, viajes y variados temas. Se puede visitar, tal como se hacía antiguamente, siendo parte del complejo del Museo Británico. Edad contemporánea: Nuevas tecnologías y el nacimiento digital Las bibliotecas experimentaron durante el siglo XX una evolución y desarrollo sin precedentes, en cuanto a su concepto, estructura, proyección y metodología de trabajo, gracias a los múltiples progresos educativos, económicos, científicos y tecnológicos alcanzados en todos los ámbitos sociales, especialmente el cultural. Las bibliotecas del siglo XX dejaron de estar exclusivamente centradas en la custodia de libros, para orientarse hacia el futuro y satisfacer las necesidades de los usuarios. Su misión principal se convirtió, por tanto, en hacer accesible el conocimiento para ponerlo al servicio de los ciudadanos. Sin embargo, aunque fue un siglo cargado de luces, no pueden olvidarse sus décadas sombrías, en las que varias bibliotecas importantes sufrieron los estragos, destrucciones y expolios derivados de las guerras civiles y mundiales. Como respuesta a ese clima de continuo enfrentamiento, el siglo XX asistió al nacimiento de la ONU, como exponente de una sociedad más internacional, capaz de luchar por el entendimiento y la paz duradera. Esta organización, a través de la UNESCO, marcaría un antes y un después para el avance y progresión de las bibliotecas en todo el mundo. La aparición de documentos electrónicos, especialmente digitales, propició una nueva forma de producir y hacer llegar el libro, sin necesidad de plasmar los conocimientos en papel, aunque con la posibilidad de hacerlo: la edición y difusión electrónica. Desde finales del siglo XX, las bibliotecas han estado esforzándose por servir de puente entre los soportes tradicionales y los más novedosos, permitiendo así su complementación y no su exclusión. Es precisamente esta presencia de materiales antiguos y modernos en las bibliotecas la que llevó a acuñar nuevas denominaciones y conceptos, que aún hoy continúan asentándose. Así, por ejemplo, se habla de bibliotecas híbridas frente a virtuales. Las primeras cuentan con sede física y, en ella, conviven materiales clásicos y electrónicos. Las segundas sólo presentan sede web, por lo que todos sus fondos son electrónicos y accesibles de forma remota. Ambas modalidades, iniciadas durante el último cuarto del siglo XX, han sabido beneficiarse de las múltiples ventajas ofrecidas por las nuevas tecnologías, pero también han empezado a conocer sus inconvenientes, como la necesidad de contar con la tecnología de punta y el software adecuado así como de formar al personal y a los usuarios en el uso de los dispositivos electrónicos e Internet, con el gasto que todo ello supone. En definitiva, la evolución de las bibliotecas durante el siglo XX fue espectacular, consiguiéndose la diversificación del tipo de bibliotecas, el desarrollo de numerosos programas de cooperación y la implantación definitiva de la automatización y las nuevas tecnologías. La Biblioteca Pública de Nueva York es la segunda mayor de Estados Unidos y una de las más importantes del mundo. Posee un inmenso fondo, con más de 3 millones de ejemplares, y un sistema de búsqueda en catálogo de los más eficientes del país. Fue inaugurada a comienzos del siglo XX gracias a la donación por parte de los magnates John Jacob Astor y James Lenox. La idea de la Biblioteca fue concebida en 1897. Se trata de un edificio de estilo clasicista creado por Carrére y Hanstings e inaugurado en 1911. Su colección contiene un numeroso surtido de libros valiosos, algunos de los cuales están expuestos. Entre estos se encuentra una Biblia de Gutenberg, una carta de 1493 de Cristóbal Colón en la que describe sus descubrimientos en América, la primera edición de los manuscritos de Shakespeare, de 1623, el Bay Psalm Book de 1640 (primer libro inglés publicado en América), una copia manuscrita del discurso de despedida de George Washington, y un primer borrador de la Declaración de la Independencia de Jefferson. Aunque su acceso es gratuito, no se permite sacar libros fuera de la instalación. La Biblioteca Lenin dispone de dos edificios principales que están situados en el centro de Moscú en las cercanías del Kremlin. El origen de la biblioteca está vinculado al nombre de N.P. Rumiantseff que fue diplomático, político, coleccionista de libros y manuscritos. Poseía también una colección etnográfica y arqueólogica; hombre que empezó a coleccionar libros a finales del siglo XVIII cuando ejercía como embajador de Rusia en Alemania. En el edificio que fue construido en el año 1862 se inauguró el Museo Público que llevaba el nombre del gran coleccionista. En el mismo sitio y en el mismo año en una sala de lectura para 20 personas se pudo acceder a la rica colección de libros de Rumiantseff que aquel entonces contaba con 11O mil ejemplares. Poco después a base de esta biblioteca se inauguró la Biblioteca Pública. Sus fondos incrementaban gracias a recibir los dobles de la Biblioteca Pública de San Petersburgo y un ejemplar gratuito de lo publicado por todas las editoriales de Rusia. La biblioteca gozaba de una gran popularidad entre las diferentes capas de la población. En sus salas de lectura solía trabajar Lenin y utilizaban sus fondos los afamados representantes de la literatura rusa como L.N. Tolstoi, P.M. Dostoyevski, A.P. Chejov y otros. Después de la Revolución el día 6 de febrero de 1925 la Biblioteca Pública de Rumiantseff pasó a ser la primera entidad estatal pública de la Unión Soviética, y la primera que empezó llevar el nombre de Lenin en honor al protagonista de la Revolución. En los años 1928 - 1938 se construyó el nuevo complejo de edificios de la Biblioteca Lenin según el proyecto de un grupo de arquitectos soviéticos dirigido por v.a. Telfreihoi. El complejo se compone de seis nuevos edificios que están anexos al pabellón primitivo y construidos en el estilo del realismo social. Sus fachadas están adornadas con las esculturas realistas del tamaño natural: un científico, un campesino, una pareja de estudiantes, un obrero, un militar, etc. En la fachada principal puede verse un cinto arquitectónico en que se encuentran retratos de escultura de grandes escritores y científicos hecho por un colectivo de escultores. Dentro, el edificio cuenta con 22 salas de lectura, en las cuales pueden al mismo tiempo trabajar 2.400 personas. La Biblioteca Nacional de Francia, también conocida como BNF, es la biblioteca más importante del país y una de las más destacadas a nivel mundial. Las colecciones físicas que alberga están estimadas en alrededor de 30 millones de volúmenes y cuenta además con una destacada biblioteca digital de documentos e imágenes: Gallica. La sede de la Biblioteca Nacional de Francia se encuentra en el llamado "sitio Miterrand", el moderno edificio abierto al público en 1998 en el distrito XIII; pero sus actividades se desarrollan además en otros edificios y delegaciones en Paris y otros lugares de Francia. Una de las delegaciones es el "sitio Richelieu", sede histórica de la biblioteca desde 1720. Con el correr del tiempo, la biblioteca vio aumentar su patrimonio por diversos motivos, así como evolucionar su estatuto, de biblioteca real a servicio del Estado a establecimiento público autónomo. Donaciones puntuales o de colecciones completas, adquisiciones de nuevas obras o de ejemplares raros, intercambios con bibliotecas extranjeras, como también confiscaciones en la época de la Revolución que recuperaron documentos de las abadías, colegios y universidades, todo contribuyó a enriquecer y ampliar el patrimonio de la biblioteca. La biblioteca ocupa un área de 7,5 hectáreas, con una explanada de 60.000 m2. En sus vértices se erigen 4 torres angulares de 79 metros de altura (llamadas torres de los tiempos, de las letras, de los números y de las leyes) simbolizando libros abiertos. Además de las salas de lectura e investigación hay dos salas de exposiciones y dos auditorios para charlas, conferencias o conciertos. En el hall oeste llaman la atención dos enormes globos de casi 4 metros de diámetro y dos toneladas de peso cada uno que representan la tierra y los cielos: los globos de Coronelli. El monje veneciano Vincenzo Coronelli, famoso por sus representaciones de globos, los construyó como regalo para el rey Luis XIV y forman hoy parte del patrimonio de la biblioteca. Otras delegaciones de la biblioteca nacional en París son el sitio de l'Arsenal, que guarda un millón de ejemplares entre libros, periódicos, mapas, manuscritos, etc., y la biblioteca-museo de l'Opera, en el seno de la Opera Garnier, dedicada especialmente a todo lo referente a la música y la ópera: partituras, trajes, maquetas, fotografías. Fuera de París, los centros técnicos de Bussy-Saint-Georges y Sablé-sur-Sarthe se dedican particularmente a la restauración y archivo de ciertos documentos. Por último, en la casa Jean Vilar, en Avignon, se conservan archivos que tienen que ver con el arte y los espectáculos. La Biblioteca Nacional de Finlandia, es la más importante biblioteca de investigación en la República de Finlandia, siendo parte desde una perspectiva administrativa de la Universidad de Helsinki; hasta el 1 de agosto de 2006, era conocida como la Biblioteca de la Universidad de Helsinki. Guarda el patrimonio bibliográfico finlandés, y todos los ciudadanos pueden pedir la tarjeta de uso de la biblioteca, que permite el préstamo a domicilio de una gran parte del fondo de la Biblioteca. Diversos edificios alojan la Biblioteca, siendo el más antiguo del complejo, el diseñado por Carl Ludvig Engel en 1844. Una ampliación, la llamada Rotonda, fue erigida en 1903. La mayor parte de la colección se cobija en un gigantesco sótano, Kirjaluola, que significa en finés, cueva de los libros, un búnker subterráneo de más de 57.000 metros cúbicos, excavado en la roca viva, a 18 metros bajo el edificio de la biblioteca. La Biblioteca Nacional Alemana ha cambiado varias veces de nombre a lo largo de centenaria y muy agitada existencia. La Biblioteca Nacional, que actualmente posee sedes en Leipzig, Fráncfort del Meno y Berlín, ha crecido poco a poco. Todo empezó en el año 1912. Por aquel entonces se fundó en Leipzig la Librería Alemana. Su cometido era reunir y catalogar las obras en alemán y en idiomas extranjeros que se publicaban en el país desde 1913. Las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial y la división de Alemania en cuatro zonas de ocupación modificaron la posición que ocupaba la Librería Alemana. En las zonas occidentales fueron Georg Kurt Schauer, Heinrich Cobet, Vittorio Klostermann y Hanns Wilhelm Eppelsheimer quienes promovieron la fundación de un equivalente germano-occidental de la Librería Alemana: la Biblioteca Alemana de Fráncfort del Meno. Desde 1947 existieron en Alemania dos bibliotecas, independientes la una de la otra, pero que en principio tenían los mismos objetivos. Tras la reunificación, ambas instituciones –junto con el Archivo Alemán de Música, que desde 1970 pertenece a la biblioteca francfortesa– se unieron bajo el nombre de “La Biblioteca Alemana”. Desde junio de 2006 la biblioteca, que dispone de tres sedes, se llama “Biblioteca Nacional Alemana”. Unos 1200 nuevos títulos (físicos) llegan cada día a la Biblioteca Nacional Alemana; y dos ejemplares de cada uno, puesto que la ley obliga a todas las editoriales de Alemania a entregar dos ejemplares de sus nuevas publicaciones a la biblioteca nacional. Un ejemplar viaja a Leipzig y el otro a Fráncfort, de manera que en ambas sedes está a disposición de los usuarios una colección completa de las obras publicadas desde 1945. El Archivo Alemán de Música, documenta el desarrollo desde los primeros soportes sonoros en 1877 hasta la actualidad. BIBLIOGRAFÍA Escolar Sobrino, Hipólito. “Historia de las bibliotecas”. Madrid: Pirámide. 1990. Escolar Sobrino, Hipólito. “Manual de historia del libro”. Madrid: Gredos. 2004. Dahl, Svend. “Historia del Libro”. Madrid: Alianza Editorial. 2006. Jadwiga, Stalmach. “La biblioteca Lenin. Origen, estructura y realidad”. Revista Parabiblos: cuadernos de biblioteconomía y documentación, Nº 5-6. España. 1991-1992. WEBGRAFÍA http://wdb.ugr.es/~agamizv/?page_id=408 http://www.todolibroantiguo.es/historia-bibliotecas/edad-antigua.html https://documania20.wordpress.com/2013/09/20/video-historia-de-la-biblioteca-complutense-de-la-universidad-complutense-de-madrid/ http://www.arqhys.com/construccion/biblioteca-bodleiana.html http://www.nuevayork.es/quever/lugares-historicos/la-biblioteca-publica-de-nueva-york/ http://www.guiadenuevayork.com/new-york-public-library http://www.mundocity.com/europa/paris/biblioteca-nacional.html Galería de imágenes edad antigua Texto en escritura cuneiforme en tablilla de arcilla Planta de papiro originaria de la cuenca del río Nilo La gran biblioteca de Alejandría Códice de pergamino utilizados por los romanos Biblioteca Ulpia en el Foro de Trajano EDAD MEDIA Biblioteca Montecassino “El Nombre de la Rosa”, película basada en el libro de Umberto Eco que muestra cómo el conocimiento de los libros se guardaba en monasterios Manuscritos en una biblioteca coránica Scriptorium medieval EDAD MODERNA Biblioteca del Castillo de Fontainebleau Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial Biblioteca Ambrosiana de Milán Biblioteca del Museo Británico EDAD CONTEMPORÁNEA Biblioteca Nacional de Finlandia Biblioteca Nacional de Alemania Una de las salas de la Biblioteca Pública de New York ESCUELA NORMAL SUP. “DR. NICOLÁS AVELLANEDA” TECNICATURA SUPERIOR EN BIBLIOTECOLOGÍA CON ORIENTACIÓN SOCIO-EDUCATIVA