LOS FORAMINÍFEROS: PRESENTE Y PASADO
Foraminifera: present and past
Amelia Calonge (*), Esmeralda Caus (**) y Julián García (*)
RESUMEN
Los foraminíferos constituyen un grupo de organismos cuya abundancia en el registro fósil a lo largo
del tiempo geológico, evolución, complejidad y tamaño los convierte en una herramienta privilegiada para estudiar el presente y pasado de la Tierra. Con objeto de conocer el grupo, se analizan las principales
características del organismo vivo, su ciclo de vida y los condicionantes ecológicos. Pero, en cualquier
estudio de tipo paleobiológico el elemento básico, y el único en estado fósil, para diferenciar los foraminíferos es la concha. Además, la concha refleja un conjunto de caracteres funcionales del organismo vivo
y ayuda a comprender el éxito de ciertos foraminíferos en determinados ambientes y también sus tendencias evolutivas a lo largo de la historia de la vida. Por último, se describen algunos aspectos de interés
derivados del estudio de este grupo, tales como su importancia como formadores de rocas, su aplicación
a la hora de elaborar escalas temporales, solucionar problemas de tipo biológico o predecir el futuro.
ABSTRACT
Foraminifera is a group whose abundant fossil record through geological time, evolution, complexity
and size makes it a superb tool to study both the present and the past time of the Earth. In order to better
know this group, the live animal, its main features are first studied, as well as its ecological conditioning
events and life cycle.On the other hand, when a paleobiological study is conducted, the basic element and
the unique fossil that allows differentiating the Foraminifera are the shell. So, the shell constitute such a
valuable information about the features of the living animal and help to understand the ecological success
of the organism in specific environments and its evolutionary trends throughout the history of life. Several
interesting features derived from the study of this group such as: its importance as rock forming materials, its applicability to establish time scales, to solve biological problems or forecast the future, are described at the end.
Palabras clave: Foraminíferos, estructura, ciclo vital, aplicaciones.
Keywords: Foraminifera, features, life cycle, applicability.
INTRODUCCIÓN
El conocimiento sobre el pasado de la Tierra y
los seres que en ella viven y vivieron es un tema
apasionante y de actualidad. A ello ha contribuido
la gran invasión de Dinosaurios a la que nos han sometido los medios de comunicación en los últimos
años, a partir de proyectar en el cine o en televisión
películas tales como “Parque jurásico”, “Dinosaurios”, “En busca del valle encantado”, etc. que han
popularizado no sólo estos grandes reptiles de la era
mesozoica sino también temas paleontológicos como la evolución y los fósiles (por ejemplo, comercializando juegos didácticos sobre fósiles). Todo
ello ha servido para sensibilizar a la población sobre el patrimonio geológico, sobre la necesidad de
conservarlo e incluso, para desarrollar una nueva
modalidad de turismo cultural basado en otros valores diferentes a los paisajísticos y que en España ha
recuperado localidades y comarcas del interior (por
ejemplo, Murero en Zaragoza o Atapuerca en Burgos).
En esta línea, cabe destacar los recientes avan-
ces científicos y la gran difusión que están teniendo
los nuevos descubrimientos en el campo de la pale-
ontología. Bien porque existe un mayor esfuerzo investigador, o bien por esa sensibilidad social a la
que antes aludíamos, lo cual permite que los descu-
brimientos gocen de eco y tengan amplia difusión,
como es el caso antes citado de Atapuerca.
Ahora que parece remitir la invasión de “reptiles
jurásicos” no está de más echar un vistazo retrospectivo a la historia de la vida de otros organismos sobre
la Tierra y a su aplicación en la reconstrucción de
tiempos pasados y predicción de tiempos modernos.
Entre estos seres están los Foraminíferos, cuyo
registro a lo largo del tiempo geológico, evolu-
ción, complejidad y tamaño les confiere la catego-
ría de “privilegiados” para el estudio del pasado y
presente del planeta Tierra. Además, la abundancia de formas fósiles y de sus representantes ac-
tuales, y la facilidad de observación con la simple
ayuda de una lupa de campo (o aún sin ella) nos
suministra una fuente de material ideal para prácti-
(*) Depto. Geología. Universidad de Alcalá. Alcalá de Henares 28871 (Madrid). E-mail:
[email protected]
(**) Depto. Geología. Universidad Autónoma de Barcelona. Bellaterra 08193 (Barcelona). E-mail:
[email protected]
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Enseñanza
de las Ciencias
de la 2001
Tierra,
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cas educativas en disciplinas tales como la biolo-
gía, ciencias del medio ambiente, la geología o la
geografía.
teriormente por una membrana orgánica constituida
por láminas superpuestas de mucopolisacáridos. El
protoplasma se extiende fuera de la concha a través
de una o varias aberturas y la recubre exteriormen-
¿QUÉ SON LOS FORAMINÍFEROS?
Los foraminíferos son organismos constituidos
por una única célula, que aparecieron a principios de
la Era Primaria (Cámbrico) y cuyos descendientes
han llegado hasta nosotros, poblando los mares y
océanos actuales, desde las zonas litorales (hipo o hi-
persalinas) hasta los fondos oceánicos, y desde el tró-
pico hasta los fríos océanos Ártico y Antártico. Los
foraminíferos constituyen uno de los pocos grupos
de seres unicelulares que fijan su superficie celular,
te, formando los pseudópodos, que son extensiones
reticulares constituidas por haces de microtúbulos
dispuestos en hileras más o menos paralelas. Es
precisamente, la presencia de esta concha mineral
lo que ha permitido que las formas extintas llegaran
a nosotros en forma de fósiles. Así, la concha cons-
tituye el elemento básico para diferenciar los fora-
miníferos, y el único en estado fósil. El proceso empleado en la construcción de la concha permite
diferenciar tres tipos principales de foraminíferos:
1. Aglutinados (o arenáceos). La célula produce
la construcción de
una matriz orgánica que “aglutina” materiales, tales
adquiere formas tan caprichosas como un platillo vo-
tomeas, etc., disponibles en el medio en que vive y
de manera permanente, mediante
un esqueleto mineral (la concha), que muchas veces
como granos minerales, espículas de esponjas, dia-
lante, una linterna china o una pelota de rugby.
recolectados por los pseudópodos. Muchos forami-
La masa protoplasmática que constituye la célu-
la de un foraminífero es incolora pero puede contener pequeñas cantidades de pigmentos orgánicos,
material lipídico o compuestos de hierro que le dan
color. El color puede ser también debido a la pre-
sencia de simbiontes. El protoplasma alberga en su
interior el núcleo (o núcleos) y los distintos “organelos” (denominados así para diferenciarlos de los
verdaderos órganos de los metazoos), entre los que
destaca el aparato de Golgi, que participa en la se-
creción del material orgánico necesario para la
construcción de una concha mineral. Es también el
lugar donde se almacenan las substancias de reserva
y donde, en caso de tenerlos, se encuentran los simbiontes. La masa protoplasmática está limitada ex-
níferos son capaces de seleccionar el material para
formar su concha según su composición química,
tamaño o forma, ya que las corrientes pseudopodiales marginales
que están en contacto con el subs-
trato son capaces de reconocerlo. Algunos forami-
níferos se han especializado en la selección de
granos producidos biológicamente (p. ej. espículas
de esponjas). La mayoría de foraminíferos aglutinados cementan los elementos exteriores con carbonato cálcico, pero ante la falta de este compuesto pue-
den hacerlo con cementos silíceos, ferruginosos,
orgánicos, etc; este es el caso de los foraminíferos
que viven en zonas profundas del océano, por debajo del nivel de compensación de la calcita (nivel por
debajo del cual el calcio no existe).
Fig. 1. Esquema de un foraminífero viviente. El protoplasma y todos los “orgánulos” están encerrados en el
interior de la concha. El protoplasma sale al exterior y recubre la concha, formando los pseudópodos, estos
haces reticulados permiten al foraminífero construir nuevas cámaras, relacionarse con el medio, alimentarse
(vease en el dibujo como los pseudopodos atrapan diatomeas que serán introducidas en el interior y
digeridas) y excretar las sustancias de deshecho
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2. Porcelanados. El aparato de Golgi produce
agujas de calcita magnesiana, las cuales son trans-
portadas y acumuladas en el exterior. Las agujas
pueden ser el elemento de conexión (cemento) de
elementos foráneos o pueden formar por sí solas un
esqueleto externo.
3. Hialinos. La concha de estos foraminíferos se
forma por un proceso de biomineralización que tie-
ne lugar exteriormente al cuerpo protoplasmático.
Este proceso es una mineralización “in situ” contro-
lado por una “plantilla” orgánica (traducción de
“organic template”) que permite el crecimiento de
cristales de calcita.
aseguran el transporte y las funciones reguladoras
entre el protoplasma del interior de las cámaras y
el exterior.
La disposición de las cámaras depende de la po-
sición de las corrientes pseudopodiales, lo cual depende, principalmente, de la situación de la abertura
(o aberturas) en la cámara. La manera más sencilla
es la disposición de las cámaras a lo largo de un eje
rectilíneo, pero la más empleada por los foraminíferos es aquella en que las cámaras se disponen si-
guiendo una espiral. En este caso, cualquier rotación alrededor de un eje reproduce, a cada etapa de
crecimiento, la misma forma, mientras que el ángulo de rotación determina el volumen de la nueva cá-
EL ESQUELETO MINERAL DE UN FORAMINÍFERO: LA CONCHA
mara formada, de manera que refleja, por tanto, la
tasa de crecimiento.
La concha mineral puede estar formada por un
solo compartimento, o cámara,
que crece de manera
continua, o por varias cámaras que se forman en sucesivas etapas, en un sofisticado sistema de crecimiento discontinuo, y que consiste en añadir a la
concha previamente formada, y en los lugares pre-
viamente determinados, nuevo material esquelético.
Todos los elementos de una misma cámara corresponden a una única etapa de crecimiento.
Este tipo
de crecimiento de un foraminífero, mediante la adi-
ción de cámaras sucesivas, los hace únicos entre los
abertura
seres unicelulares, permitiéndoles obtener un gran tamaño y complejidad (p. ej., los Nummulites del perí-
odo Eoceno pueden llegar a alcanzar los 10 centíme-
tros de diámetro). El tamaño y la morfología final de
un foraminífero
depende de muchos factores; entre
ellos debemos destacar: la forma y dimensiones de la
cámara embrionaria, el número de etapas de creci-
miento hasta llegar al estado adulto (lo que es igual
al número de cámaras de que dispone un foraminífe-
ro), la forma de la cámara y sus modificaciones durante la ontogenia, y la disposición de las cámaras.
La forma y dimensión de la cámara embriona-
ria depende de su origen, ya sea el producto de la
poros
suturas
reproducción sexual o asexual. La forma de la cá-
mara y sus variaciones durante la ontogenia (desarrollo de un organismo) están controladas
por la
longitud y disposición de las corrientes pseudopodiales. Los pseudópodos, que son los responsables
de la formación de la membrana orgánica que precede la concha mineral, salen de la cámara anterior por la abertura (o aberturas). Los foraminíferos, durante su ontogenia,
realizan un control del
crecimiento y tamaño de las cámaras, lo cual es
muy importante para el mantenimiento de los pro-
cesos celulares, ya que la cámara actúa como un
bioreactor.
En las formas grandes, con objeto de
mantener el volumen de las cámaras constante y
no sobrepasar el tamaño óptimo, los foraminíferos
adoptan estrategias de crecimiento particulares,
que consisten en la división de la cámara en varios
compartimentos,
las camarillas. Todas las cáma-
ras y/o camarillas que forman la concha de un fo-
raminífero están intercomunicadas, de manera que
el protoplasma celular ocupa todas ellas. Además,
las aberturas están dispuestas de tal manera que
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Fig. 2. Concha de un foraminífero planctónico del
Mioceno. Obsérvese la forma globosa de las cámaras para ayudar a la flotación, la superficie de las
cámaras está cubierta por grandes poros, para un
mejor intercambio de los gases, siendo las suturas
el reflejo externo del septo. Es una concha enrollada planoespiralmente. Cada cámara está comunicada con la siguiente mediante una abertura, situada en la base de la cámara.
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¿CÓMO Y DÓNDE VIVEN?
dencia directa en la penetración de la luz. La pre-
Entre los foraminíferos hay especies bentónicas,
que viven sobre el fondo marino
parte de la epifauna, o sobre
donde forman
plantas, en las cuales
“reposan” como epifitos. Algunos han escogido la
vida sésil y viven fijados a un substrato durante toda su existencia. Unos pocos son incrustantes. Pero
la inmensa mayoría de foraminíferos bentónicos se
desplaza libremente sobre el substrato utilizando los
pseudópodos, los cuales pueden llegar a tener una
longitud superior a dos veces el diámetro de la concha; la velocidad de desplazamiento es de alrededor
de unos centímetros por hora y el tipo de movimiento está directamente relacionado con la forma
de la concha y la posición de las aberturas (por donde salen los pseudópodos). En oposición al tipo de
vida citado, hay foraminíferos que han escogido la
vida planctónica y viven “flotando” en las aguas,
donde forman parte del microplancton marino. La
mayor parte se localiza entre 0 y 300 m. de profundidad en la columna de agua.
Los foraminíferos constituyen uno de los po-
cos grupos de organismos, tanto fósiles como vi-
sión, como factor ligado a la temperatura y profundidad, interviene en la solubilidad del CO , y
2
por tanto, en la secreción del carbonato cálcico
para formar las conchas; las asociaciones tienen
relación con la isoclina, situada a 3000-4000 m.
en las aguas tropicales y casi aflorando en
super-
ficie en las agua árticas. El substrato es un factor
determinante en la distribución de las especies
bentónicas; p. ej.: el tamaño de las partículas del
sedimento influye sobre la porosidad y el oxígeno
disuelto entre los granos, o por su influencia en el
tipo de vegetación que se desarrolla en el fondo, y
en consecuencia en la distribución de las especies
epífitas (una vegetación perenne o estacional pue-
de condicionar el ciclo de vida de los foraminífe-
ros). La energía del agua es importante en zonas
poco profundas, porque actúa sobre el tipo de
substrato (duro o blando) y la distribución de las
nutrientes. La salinidad, turbidez de las aguas,
pH, corrientes, tasa de sedimentación, presencia
de oligoelementos y/o componentes orgánicos
pueden condicionar, a nivel local, la repartición
de los foraminíferos.
vientes, que pueden encontrarse en todos los medios marinos:
litorales, neríticos y los ambientes
pelágicos. Su distribución la condicionan diversos
factores, todos ellos interrelacionados (Arenillas
et al., 2000). Hay especies que soportan grandes y
frecuentes cambios de temperatura mientras otras
mueren al mínimo cambio, por lo que la estructura térmica de los océanos marca diferencias importantes entre las asociaciones de foraminíferos.
La profundidad es también un factor determinante
en la distribución de los foraminíferos por su inci-
EL CICLO DE VIDA
Los foraminíferos presentan un tipo de reproduc-
ción alternante, sexual y asexual, aunque hay grupos
que se reproducen solamente sexualmente (p. ej.: los
foraminíferos planctónicos). Algunos foraminíferos
coordinan el ciclo de reproducción con el ciclo estacional, con objeto de optimizar la utilización de los re-
cursos. La presencia de dos fases de reproducción da
lugar a dos individuos adultos (gamonte –resultado de
Fig. 3. Esquema que muestra el ciclo reproductivo de los foraminíferos.
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la reproducción asexual– y esquizonte –resultado de la
sumergirlas en el agua flotan. Son las conchas vací-
dimorfismo queda registrado en la concha del forami-
mos que, una vez muertos, han sido llevados y acu-
reproducción sexual–) morfológicamente distintos. El
nífero, lo que se resuelve en conchas de diferente for-
ma y tamaño para una misma especie. El dimorfismo
de la concha de los foraminíferos es más acusado en
las formas de gran tamaño. En algunos casos se cono-
ce la reproducción plastogámica y también la división
simple. La regeneración es posible en los foraminíferos siempre que cada parte posea un núcleo.
El ciclo de vida de los foraminíferos suele ser de
as de foraminíferos como aquellos que observába-
mulados en la playa desde su hábitat natural por los
movimientos del mar.
Si fuéramos capaces de “caminar y descender”
sobre el fondo marino, más allá de la autonomía
que nos da un tubo de buceo o unas botellas de oxígeno y pudiéramos identificar cada foraminífero
si-
tuándolo sobre un mapa, veríamos que los foraminíferos no están distribuidos al azar, sino que las
pocos días o semanas, pero en las formas grandes el
poblaciones son distintas según la profundidad. Pe-
ción del ciclo de vida depende de la estrategia de vida
poblaciones que viven sobre substratos rocosos son
y cuya concha presenta una morfología simple desa-
tas, a su vez, distintas de las que viven en fondos
ciclo de vida puede alcanzar los dos años. La duraque los foraminíferos adopten. Las formas pequeñas
rrollan una estrategia oportunista (estrategia r), pero
contrariamente, las formas grandes y con una morfo-
logía extraordinariamente compleja de la concha desarrollan una estrategia de vida “conservadora” (estrategia k) muy poco común en los organismos
unicelulares, la cual les permite mantener una densidad de población uniforme y un crecimiento lento.
Este hecho nos indica el avanzado estadio de evolución de un organismo formado por una única célula.
LOS FORAMINÍFEROS COMO INTEGRANTES DE LAS ROCAS.
ro también veríamos que, a igual profundidad las
distintas de las que viven en fondos arenosos y esarcillosos. Si en lugar de “andar sobre el fondo”,
nos desplazáramos en un barco por un mismo meri-
diano, desde el ecuador hasta los polos, y fuéramos
analizando el contenido de la columna de agua, en-
contraríamos que, a lo largo del periplo, las poblaciones de foraminíferos planctónicos de las sucesivas muestras también difieren entre sí. En este caso,
la repartición de los foraminíferos no depende de la
profundidad ni del tipo de substrato sí no de la temperatura y la circulación oceánica.
Este mosaico que forman las distintas poblacio-
nes de foraminíferos en vida, se mantiene muchas
veces más allá de la muerte, enterramiento y fosili-
Hasta ahora nos hemos referido a los foraminí-
zación, y aunque generalmente diezmados (debería-
que pueblan nuestros mares y océanos y que, en las
fonómicos que actúan sobre los organismos después
feros como “entes” biológicos; es decir, aquellos
mos tener aquí en cuenta el conjunto de procesos ta-
cercanías de la costa los podemos observar con
de muertos, los foraminíferos llegan hasta nosotros
jas de plantas marinas o entre los granos del sedi-
tegrantes de las rocas sedimentarias. En algunos ca-
unas simples gafas de buceo pegados sobre las ho-
mento del fondo. Pero, sí ahora recogemos arena de
la playa y la observamos, esta vez con la ayuda de
en su
forma fósil como “entes paleontológicos” in-
sos, los foraminíferos son los componentes mayori-
tarios de estas rocas, que forman la sexta parte de
una simple lupa de campo, también vemos forami-
los materiales de la corteza terrestre, y que, a lo lar-
tud de pequeños organismos, que en el agua veía-
en la construcción de pirámides, catedrales, monu-
níferos, pero su aspecto es diferente. Aquella multi-
go de la historia de la humanidad, se han
utilizado
mos coloreados y envueltos en una masa gelatinosa
mentos e incluso, en los mal llamados “mármoles”
miniaturas grisáceas, blancas o transparentes que al
to, por ejemplo, están construidas con rocas que
(los pseudópodos), se han convertido en pequeñas
de nuestras cocinas. Las grandes pirámides de Egip-
contienen
Nummulites (foraminíferos en forma de
lenteja), la erosión de las cuales,
producida por un
clima árido, ha “soltado” los foraminíferos,
que se
encuentran en grandes cantidades en el suelo. Hace
más de 2000 años, los romanos ya conocieron estos
foraminíferos pero los consideraron las “lentejas pe-
trificadas” que habían servido de sustento a los esclavos que construyeron las pirámides.
La reconstrucción del “mosaico” de las pobla-
ciones de foraminíferos, juntamente con las características físicas de las rocas que los contienen, constituye
una herramienta fundamental para interpretar
donde aquella roca se formó y bajo que condiciones
de temperatura, salinidad, productividad primaria,
etc.; es decir el paleomedio (medio del pasado).
Así, el conocimiento de las distintas asociaciones
de
Fig.4. Fotografía de campo que muestra un fondo
petrificado marino, con restos fosilizados de
foraminíferos hialinos del Eoceno.
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foraminíferos fósiles en cada época nos permite
saber, cómo era el perfil del fondo marino en cada
período de tiempo, cual era la extensión de las pla-
taformas continentales, qué régimen de vientos, co-
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Fig. 5. Fotografía de una lámina delgada en la
cual se aprecia gran cantidad de Nummulites,
característico del periodo Eoceno. Esta muestra
procede de la denominada “Caliza de Girona” que
es utilizada como piedra ornamental.
rrientes marinas, mareas ú oleaje
dominaba en cada
océano, y las variaciones relativas del nivel del
mar; es decir, cuando y cómo tuvieron lugar las
grandes subidas del nivel del mar que inundaron
importantes áreas costeras en
los continentes y las
dramáticas bajadas que los dejaron al descubierto,
permitiendo la actuación de los agentes geológicos
externos. En términos más geológicos nos han ayu-
dado a identificar la evolución y distribución de los
continentes y océanos en cada momento.
LOS FORAMINÍFEROS COMO RELOJES
GEOLÓGICOS
Medir el tiempo geológico es asignar una edad a
cada roca. Así podemos decir que una roca tiene
500, 100 o 50 millones de años: es una edad “abso-
luta” basada en la desintegración radioactiva de los
elementos. Pero, dar una cifra en millones de años o
sus decimales no siempre resulta fácil y es, además,
costoso. Sin embargo, hay una manera de estimar,
de forma mucho más simple esa edad pero en términos relativos, mediante el estudio de los restos
biológicos (fósiles) representados en los estratos; es
decir, mediante métodos biostratigráficos.
En este
caso, el mecanismo de datación se basa en los pro-
cesos evolutivos, los cuales están “escritos” en la
morfología de las partes esqueléticas (y por tanto
fosilizables) de los organismos.
No obstante, al observar un material fósil nos da-
mos cuenta fácilmente de que este no registra una his-
toria completa sino únicamente pequeños fragmentos
de la vida del pasado. El geólogo podría darnos decenas de razones para explicar las lagunas, pero noso-
tros queremos solamente resaltar que, en la mayoría
de los casos, ha sido necesario un conjunto de cir-
cunstancias extraordinarias para que, de un organismo de otros tiempos,
nos llegue “alguna cosa”, cuyo
estudio permita al paleontólogo asignarle una edad.
Pero una pregunta surge de inmediato ¿hay grupos de
organismos fósiles cuya aparición, evolución y desaparición, puedan seguirse sin apenas lagunas? La respuesta es sí, y los foraminíferos son uno de ellos.
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Fig. 6.
Los foraminíferos constituyen un grupo de or-
ganismos particularmente indicado como reloj geo-
lógico porque presentan un registro fósil extraordi-
nariamente completo, una rápida evolución, sus
conchas dejan al descubierto la ontogenia de cada
individuo contabilizada en etapas de crecimiento y,
además, la compleja morfología de sus conchas refleja su funcionalidad, lo cual permite utilizar la
anatomía comparada en la identificación de estructuras análogas. Los numerosos representantes actuales, a su vez,
favorecen la comprensión del sig-
nificado biológico de tales estructuras.
LA PREDICCIÓN DEL FUTURO
Un famoso geólogo escocés emitió en el siglo
XIX una no menos célebre frase: “el presente es la
clave del pasado”, con la que animaba a los geólo-
gos del momento a observar los acontecimientos
que tenían lugar en cualquier parte de la Tierra y
evaluar los procesos que los habían producido y
analizar aquellos que habían tenido lugar en época
histórica, al mismo tiempo que invitaba a los cientí-
ficos a abandonar las teorías “catastrofistas” y
“neptunistas” tan en boga durante los siglos XVIII
y XIX. Hutton, que así se llamaba el geólogo,
con-
cebía que los procesos que actuaron en el pasado
también actuaban en la actualidad.
no obstante,
Este principio,
no es más que una hipótesis de la in-
vestigación, la cual plantea que el estudio de los
procesos actuales y de sus efectos nos ayuda a in-
149
terpretar los sucesos que ocurrieron en el pasado.
de casi todos los organismos productores de carbo-
volucionaria, nos parece hoy día tan evidente que
Aunque no vamos a entrar en detalles de como su-
Esta teoría, que en el siglo XIX fue considerada repasa, muchas veces,
desapercibida en la enseñanza
de la geología y la paleontología.
Sin embargo, no es sobre la teoría del actualismo
en el sentido presente-pasado sobre la que nos referi-
remos aquí, si no en el sentido contrario pasado-presente, y es que la observación de los procesos geoló-
gicos aporta datos de interés sobre el desarrollo futuro
de ciertos procesos que tienen lugar actualmente y
predecir sus consecuencias. Así, por ejemplo, hemos
conocido por los periódicos que en la paradisíaca isla
Mauricio, la
arena blanca de una parte importante de
sus magníficas playas desaparece y que, para mante-
nato, entre ellos los foraminíferos de gran tamaño.
cedió, el resultado fue similar al que se está produciendo actualmente pero a gran escala, y la consecuencia una gran extinción, conocida entre los
paleontólogos como Ce-Tu (extinción en el límite
Cenomaniense-Turoniense).
Ahora, solo nos queda abrir un debate alrededor
de la siguiente pregunta, ¿ocurrirá algo similar en un
futuro próximo o lejano? Con ello queremos incidir
en el hecho que los foraminíferos como organismos
no solo tienen un interés en ciencias tales como la
Geología, la Paleontología, las Ciencias del Medio
Ambiente o la Geografía
de las que hablábamos al
ner el potencial turístico, ésta es importada de Mada-
iniciar esta explicación, sino también en Ciencias
La primera pregunta que surge es ¿de dónde viene la
sastres e incidir sobre la economía y, por tanto, so-
gascar, donde el mismo proceso parece ya iniciado.
arena? Y a continuación ¿por qué desaparece? La respuesta es muy simple. La arena no es más que el con-
junto de pequeños organismos, entre ellos los foraminíferos, capaces de “producir” conchas de carbonato
cálcico, los cuales vivían en las cercanías y las co-
rrientes acumulan en las playas. La desaparición de la
arena está ligada a la desaparición de los “productores” de
carbonato,
y ello es consecuencia, ni más ni
menos, que de la contaminación de las aguas; en este
caso particular, el origen está en el nitrógeno y fósfo-
Sociales ya que su estudio puede prevenirnos de debre la sociedad en un determinado momento.
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plantas de caña de azúcar con excesivos fertilizantes.
Pero, ¿qué relación tiene el problema actual con
el pasado? Este hecho, provocado en isla Mauricio
por el hombre, ocurrió de manera natural en el pasado. Así, a finales del período Cenomaniense, la
presencia de una alta tasa de elementos “contami-
nantes” en el agua marina provocó la desaparición
150
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