Resumen. La creatividad no es sino una práctica ligada a la tradición (Glaveanu, 2012). Como par dialéctico, la tradición hace posible la creatividad. Lo que un niño sabe hacer se verá puesto en juego y desafiado ante algo novedoso. Justo es lo que le propongo a Carlitos para que decore un platón de engretado con su héroe de TV favorito: Gokú. Acepta gustoso, diciendo que el pincel, algo se le da. En una semana construye tres objetos: un retablo pequeño para colgarse, diseñado a base de barro betus, los otros dos son platones de la Casa Regín, con figuras de Gokú y con inscripciones para los destinatarios. Uno de ellos da muestras de manchas así como de desperfectos, que entre bromas y risas le hacen ver los mayores. Se presta a mofa y crítica que haya hecho sus pinceles de su pelo, pero se justifica porque nadie le prestaba uno o le daba oportunidad de tomar pelo de los perros o gatos de la casa para hacerlos. Los pinceles de pelo humano no tienen esa suavidad y flexibilidad que permita el deslizamiento uniforme de la pintura. Este experimento da pie para pensar que hay disposición para innovar, lo que faltan son las destrezas para realizar la obra. Carlitos se muestra como un genio de la alfarería, que demanda renombre, reconocimiento e individualidad; tal como ocurre con los Maestros. Se discuten las implicaciones escolares, laborales, y estéticas.