Crónicas del
ANGEL GRIS
(antología)
Por
Alejandro Dolina
Indice
Literaturas del Angel Gris
Balada de la primera novia
Niños, libros y lecturas
Historias de amor
La ciencia en Flores
Pactos diabólicos en Flores
El recuerdo y el olvido en el barrio de Flores
El arte de la impostura
Los amantes desconocidos
Leyenda del volador de Flores
La decadencia de la bolita
La decadencia de la amistad
La conspiración de las mujeres hermosas
La Academia del Humor en Flores
Historia de la manzana misteriosa de Parque Chas
Gómez Re, el transformador del tango
El salón de baile sin baños ó El rapto de los orinales
El Psicoanálisis en flores
El Corso Triste de la calle Caracas
Literaturas del Angel Gris
Las creencia en lo sobrenatural termina siempre siendo abolida por las gestas
racionalistas. Sin embargo, como observa Rafael Llopis, los mitos regresan del
brazo del arte romántico. Pero ya no como las puras creencias que eran antes, sino
como estética. Aun negados por la razón, los fantasmas se resisten a morir.
Pero deben abandonar sus pretensiones de verdad y se ven obligadas a expresarse
en un plano artístico donde reconocen de antemano su condición de fantástica. Así
el sentimiento, negado como creencia por la razón, niega a su vez la razón. Pero ya
siendo arte, convertido en el eco de algo que ya no es, el mito pierde fuerza y se va
agotando. Hasta aquí Llopis. Tal vez falta apenas un modesto condimento: el arte
romántico establece un vinculo inexorable entre el creador y su obra. De este modo
el artista cree redondamente en sus engendros o al menos - como pedía Coleridge suspende su incredulidad. Los analistas de los mitos de Flores aplican estos
criterios para explicar la leyenda del Angel Gris. Es posible que los vecinos hayan
creído alguna vez en la existencia cierta de este mistongo agente celestial. Los
Refutadores de Leyendas se encargaron de desalojar la superstición. Y nosotros
recibimos - sombra de un suspiro - los restos incompletos de una literatura de
barrio que insistió en el Angel a pesar de todo.
¿Dónde ubicar a los Hombres Sensibles en estos vaivenes del pensamiento y la
pasión? No es fácil decidirlo. Manuel Mandeb y sus amigos no eran ingenuos en
absoluto. Sus ilusiones no terminaban en el desengaño, sino mas bien empezaban
por allí. Por lo que sabemos casi nunca hablaban del Angel Gris.
Tampoco ha llegado hasta nosotros la constancia de ninguna polémica acerca del
asunto. En cierto modo, esto hace sospechar una certeza. Quien no hace cuestiones
sobre la existencia de algo es porque esta seguro al respecto.
Por supuesto ignoramos si tal certidumbre afirmaba o negaba al Angel de Flores.
Curiosamente, muy cerca del silencio de los Hombres Sensibles, cundieron
infinidad de textos, obra de artistas del vecindario, en los que se contaban toda
clase de historias en las que aparecía el ángel. De ella se ha extraído toda la
información que poseemos ahora sobre esta figura desteñida, la mas importante,
pero también la más lejana en los relatos de Flores.
Repasemos algunos rasgos del Angel Gris en los que coinciden la mayoría de los
autores consultados. El ángel era invisible. Se sabe sin embargo, que llevaba una
túnica gris y que sus alas estaban un poco sucias. Sus poderes eran escasos, como
lo expresa una antigua copla: "Que puede ofrecer un ángel que no sea fantasía o
algún humilde milagro de cuarta categoría." Se creía que había sido castigado por
alguna transgresión. Su pecado debió haber sido también humilde, pues no había
nada de satánico en sus procedimientos. Era servicial, pero todos procuraban evitar
su ayuda. Por alguna razón, el Angel creía que la melancolía y el desencuentro eran
cosas deseables y entonces recompensaba a sus entenados con tristezas
permanentes. Se ha dicho que odiaba a los automovilistas y por eso interfería el
funcionamiento de los semáforos. Siempre le gustaron las canciones tristes. A
veces dictaba composiciones al músico Ives Castagnino. Las rubias de la calle
Caracas han oído serenatas angelicales que parecían surgir de la sombra o de la
nada. Participaba en todos los juegos del barrio. El ruso Salzman afirmaba que la
probabilidad de hacer un siete en el pase ingles era dos veces mayor en Flores que
en cualquier otro lugar. Carlos Menéndez, un renombrado ventajero de la calle
Bolivia, juro que en diez años de actividad en todas las timbas de la barriada jamas
le había tocado el siete de oros, carta que recibía con razonable frecuencia en
Caseros o en Palermo. Repartía sueños desde el anochecer hasta el alba, llevando
una canasta de panadero. No le estaba permitido salir de Flores. Los duendes, los
fantasmas y los demonios de otros rumbos se burlaban de el.
Sin pretensión de antología, damos a conocer seguidamente algunos textos y datos
biográficos de los escritores oscuros que se ocuparon del Angel Gris.
RICARDO PEREZ BRUNETTO:
Manuel Mandeb solía jactarse de haber olvidado la teoría de la relatividad, cuando
en verdad jamas la había conocido. En el mismo sentido, Pérez Brunetto, con
fingida amargura, decía que era un escritor olvidado: jamas alcanzo semejante
rango. Pese a todo, algunos de sus cuentos impresionaban a sus primas hasta
limites que el propio artista trato de ocultar: CARLOS Y AMELIA:
El primer corazón lo encontró pintado en la pared del frente de su casa. En su
interior, entre firuletes, se leía "Carlos y Amelia". Aunque se llamaba Carlos no se
dio por aludido, pues no conocía ninguna Amelia. El segundo lo impresiono un
poco mas. Estaba dibujado a dedo limpio en la vidriera del bar "Tío Fritz." Al
tercer corazón comprendió que el asunto lo concernía. Se le apareció de repente al
despegar del ropero una foto de Laura Hidalgo. Después empezó a encontrar
corazones por todas partes: en el baño de la cancha de Velez, detrás del almanaque
de una tintorería, en un cuaderno viejo y en un árbol de la plaza a una altura
impracticable para cualquier enamorado.
No le costo nada sospechar algo prodigioso. Ninguno de sus amigos tenia ingenio
ni tesón para una broma semejante. El ultimo corazón se presento en un barrilete
que acababa de arriar y que carecía de toda inscripción al ser remontado.
Lo habían dibujado en el cielo.
Días mas tarde, Carlos conoció a Amelia. Era hermosa pero triste y fría.
Ahorraremos tramites literarios si decimos que se enamoro de ella. Averiguo donde
vivía, fingió encuentros casuales, trato de interesarla de cien diferentes maneras.
Finalmente le confeso su amor, suplico, se humillo, pero la mujer no le presto
atención. No debe haber existido jamas un rechazo tan inapelable como aquel.
Después ya no aparecieron nuevos corazones. Carlos no vio a Amelia nunca mas,
pero por su culpa envejeció sin amores. Un día supo por una bruja que el Angel
Gris prepara estos sucesos para que algunos privilegiados vivan la rara experiencia
del amor imposible. Y una tarde, paseando frente a la casa abandonada de la mujer
terca, descubrió la borrosa sombra de un corazón pintado bajo la ventana. Entre
firuletes se leía "Amelia y Ernesto."
RUBEN DI LEO:
Centro delantero del club Empalme San Vicente. No era literato, pero escribió un
extenso volumen titulado Mis mejores Jugadas, en el que relata con estilo
insufrible mas de mil quinientas acciones futbolísticas en las que aparece como
protagonista.
Una de ellas tiene cierto interés para nosotros: JUGADA 304 Perrone pateo el
corner desde la izquierda. Perdíamos uno a cero y faltaban dos minutos. El tiro le
salió demasiado alto. Yo estaba en el área, pero ni pense en saltar. De pronto sentí
que unas manos ardientes me tomaban de la cintura y me elevaban por el aire. Así
alcance una altura fenomenal, casi un metro por encima de los defensores.
Misteriosamente mi cabeza choco con la pelota. Las manos me soltaron y caí
despatarrado. Me aprecio escuchar el rumor de unas alas, pero fue mucho mas
fuerte el grito de gol de la tribuna.
Desde ese día, cuando hay un corner trato de patearlo yo.
IVES CASTAGNINO:
El mas famoso de los músicos de Flores y de Palermo. El vals que transcribiremos
fue dictado, según dicen, por el propio Angel que además solía cantarlo al hacer
cada noche la entrega domiciliaria de sueños: El reparto de sueños (Fragmento)
Sueños rojos, azules y verdes, Tengo sueños de todos los colores. Sueños blancos
y sueños rosados Para todas las pibas de Flores.
Hay un sueño, tan largo Que al soñarlo se escapa la vida. Y uno corto que es
como un suspiro Quien lo sueña, sueña que suspira.
En esta canasta yo traigo, señores los sueños famosos del barrio de Flores.
Tengo un sueño, dorado, imposible, Tan hermoso que todos lo quieren Y otro
negro, perverso y terrible: El que no se despierta se muere.
Tengo aquí, para dar a los pobres Lujosísimos sueños reales. Son los mismos que
sueñan los reyes, al soñar somos todos iguales.
En esta canasta yo traigo, señores, los sueños famosos del barrio de Flores.
LUNCHEON TICKET:
Seudónimo anglófilo que utilizaba el Dr. Pelagio Faggiolo para escribir novelas
policiales. En sus relatos es elementalmente sencillo descubrir al asesino en virtud
de los tempranos adjetivos que se le propinan. (Por ejemplo: el infame señor
Galveston.)
LOS SEIS QUE SE SIGUEN:
Harry, el ladrón simpático, estaba cercado. Los seis detectives mas ilustres del
mundo estaban en la ciudad, convocados para darle caza. Philo Vance, J.G.
Reeder, Ellery Queen, Philip Marlowe, Sherlock Holmes y el padre Brown pronto
empezaron su trabajo. Sin embargo, el Angel Gris de Brooklyn acudió en su ayuda.
Vance recibió una orden misteriosa e inapelable para que siguiera a Reeder. A
Reeder se le ordeno seguir a Queen. Queen recibió ordenes de seguir a Marlowe. A
Marlowe le ordenaron seguir a Holmes. A Holmes le dijeron que siguiera al padre
Brown. Finalmente el padre Brown fue comisionado para seguir a Vance. A las
pocas horas los seis estaban inmóviles en una plaza acechándose mutuamente y
esperando un primer paso que nadie iba a dar. Harry, el ladrón simpático, cometió
algunos delitos y después comenzó una nueva vida en un país lejano. Los seis
detectives siguen en Brooklyn, atascados como universo inmóvil que espera una
Voluntad.
NITO D'ALESIO:
Literato aficionado de Monte Castro. Fue empleado municipal, como lo permiten
colegir sus manuscritos, siempre estampados en el revés de formularios de la
intendencia.
LA CALLE DEL BIEN Y DEL MAL:
Como bien lo sabemos, la cuadra del Angel Gris esta en la calle Artigas entre
Bogota y Bacacay. Sucede allí algo muy particular: en una de las veredas no es
posible ser bueno. En la otra es imposible ser malo. Una noche pase con una
muchacha rubia por la vereda oeste. La arrincone en un umbral oscuro, la bese con
pasión y logre poseerla allí mismo. Después cruzamos la calle. Y mientras
caminábamos por la vereda oriental, le pedí que me olvidara y la abandone para
siempre. En la cuadra del Angel Gris hay dos veredas. En una no es posible ser
bueno, en la otra no se puede ser malo. Aun no tengo decidido cual es cual. Hay en
nuestro poder muchísimos otros escritos, todos con el mismo escaso interés.
En estos días nadie se preocupa del tema. Los Hombres Sensibles se han
desparramado y las gentes razonables prevalecen en Flores y en el mundo entero.
Tal vez el propio Angel Gris, allá en los desolados campanarios, cantara esta vieja
copla que convida a durar.
Los que no saben soñar dicen que nunca me han visto y hasta yo mismo sospecho
que en una de esas, no existo.
Balada de la Primera Novia
El poeta Jorge Allen tuvo su primera novia a la edad de doce años.
Guarden las personas mayores sus sonrisas condescendientes. Porque en la vida de
un hombre hay pocas cosas mas serias que su amor inaugural.
Por cierto, los mercaderes, los Refutadores de Leyendas y los aplicadores de
inyecciones parecen opinar en forma diferente y resaltan en sus discursos la
importancia del automóvil, la higiene, las tarjetas de crédito y las comunicaciones
instantáneas. El pensamiento de estas gentes no debe preocuparnos. Después de
todo han venido al mundo con propósitos tan diferentes de los nuestros, que casi es
imposible que nos molesten.
Ocupémonos de la novia de Allen. Su nombre se ha perdido para nosotros, no lejos
de Patricia o Pamela. Fue tal vez morocha y linda.
El poeta niño la quiso con gravedad y temor. No tenía entonces el cínico aplomo
que da el demasiado trato con las mujeres. Tampoco tenía -ni tuvo nunca-la
audacia guaranga de los papanatas.
Las manifestaciones visibles de aquel romance fueron modestas. Allen creía
recordar una mano tierna sobre su mentón, una blanca vecindad frente a un libro de
lectura y una frase, tan solo una: "Me gustás vos." En algun recreo perdió su amor
y más tarde su rastro.
Despues de una triste fiestita de fin de curso, ya no volvió a verla ni a tener
noticias de ella.
Sin embargo siguió queriéndola a lo largo de sus años. Jorge Allen se hizo hombre
y vivió formidables gestas amorosas. Pero jamás dejó de llorar por la morocha
ausente.
La noche en que cumplía treinta y tres años, el poeta supo que había llegado el
momento de ir a buscarla.
Aquí conviene decir que la aventura de la Primera Novia es un mito que aparece
en muchísimos relatos del barrio de Flores. Los racionalistas y los psicólogos tejen
previsibles metáforas y alegorías resobadas. De ellas surge un estado de
incredulidad que no es el más recomendable para emocionarse por un amor
perdido.
A falta de mejor ocurrencia, Allen merodeó la antigua casa de la muchacha, en un
barrio donde nadie la recordaba. Después consultó la guía telefónica y los
padrones electorales. Miró fijamente a las mujeres de su edad y también a las niñas
de doce años. Pero no sucedió nada.
Entonces pidió socorro a sus amigos, los Hombres Sensibles de Flores. Por suerte,
estos espíritus tan proclives al macaneo metafísico tenían una noción sonante y
contante de la ayuda.
Jamás alcanzaron a comprender a quienes sostienen que escuchar las ajenas
lamentaciones es ya un servicio abnegado. Nada de apoyos morales ni palabras de
aliento. Llegado el caso, los muchachos del Angel Gris actuaban directamente
sobre la circunstancia adversa: convencían a mujeres tercas, amenazaban a los
tramposos, revocaban injusticias, luchaban contra el mal, detenían el tiempo,
abolían la muerte.
Así, ahorrándose inútiles consejos, con el mayor entusiasmo buscaron junto al
poeta a la Primera Novia.
El caso no era fácil. Allen no poseía ningun dato prometedor. Y para colmo
anunció un hecho inquietante:
- Ella fue mi primera novia, pero no estoy seguro de haber sido su primer novio.
- Esto complica las cosas -dijo Manuel Mandeb, el polígrafo-. Las mujeres
recuerdan al primer novio, pero difícilmente al tercero o al quinto.
El músico Ives Castagnino declaró que para una mujer de verdad, todos los novios
son el primero, especialmente cuando tienen carácter fuerte. Resueltas las
objeciones leguleyas, los amigos resolvieron visitar a Celia, la vieja bruja de la
calle Gavilán. En realidad, Allen debió ser llevado a la rastra, pues era hombre
temeroso de los hechizos.
- Usted tiene una gran pena -gritó la adivina apenas lo vió.
- Ya lo sé señora... dígame algo que yo no sepa...
- Tendrá grandes dificultades en el futuro...
- También lo sé...
- Le espera una gran desgracia...
- Como a todos, señora...
- Tal vez viaje...
- O tal vez no...
- Una mujer lo espera...
- Ahi me va gustando... ¿Dónde está esa mujer?
- Lejos, muy lejos... En el patio de un colegio. Un patio de baldosas grises.
- Siga... con eso no me alcanza.
- Veo un hombre que canta lo que otros le mandan cantar. Ese hombre sabe algo...
Veo también una casa humilde con pilares rosados.
- ¿Qué más?
- Nada más... Cuanto más yo le diga, menos podrá usted encontrarla. Váyase.
Pero antes pague.
Los meses que siguieron fueron infructuosos. Algunas mujeres de la barriada se
enteraron de la búsqueda y fingieron ser la Primera Novia para seducir al poeta. En
ocasiones Mandeb, Castagnino y el ruso Salzman simularon ser Allen para abusar
de las novias falsas.
Los viejos compañeros del colegio no tardaron en presentarse a reclamar
evocaciones. Uno de ellos hizo una revelación brutal.
- La chica se llamaba Gomez. Fue mi Primera Novia
- ¡Mentira! -gritó Allen.
- ¿Por qué no? Pudo haber sido la Primera Novia de muchos.
Entre todos lo echaron a patadas. Una tarde se presentó una rubia estupenda de
ojos enormes y esforzados breteles. Resultó ser el segundo amor del poeta.
Algunas semanas después apareció la sexta novia y luego la cuarta. Se supo
entonces que Jorge Allen solía ocultar su pasado amoroso a todas las mujeres, de
modo que cada una de ellas creía iniciar la serie.
A fines de ese año, Manuel Mandeb concibió con astucia la idea de organizar una
fiesta de ex-alumnos de la escuela del poeta.
Hablaron con las autoridades, cursaron invitaciones, publicaron gacetillas en las
revistas y en los diarios, pegaron carteles y compraron masas y canapés.
La reunión no estuvo mal. Hubo discursos, lágrimas, brindis y algún reencuentro
emocionante. Pero la chica de apellido Gómez no concurrió.
Sin embargo, los Hombres Sensibles -que estaban allí en calidad de colados- no
perdieron el tiempo y trataron de obtener datos entre los presentes.
El poeta conversó con Ines, compañera de banco de la morocha ausente.
- Gómez, claro -dijo la chica-. Estaba loca por Ferrari.
Allen no pudo soportarlo.
- Estaba loca por mí.
- No, no... Bueno, eran cosas de chicos.
Cosas de chicos. Nada menos. Amores sin cálculo, rencores sin piedad, traiciones
sin remordimiento.
El petiso Cáceres declaró haberla visto una vez en Paso del Rey. Y alguien se la
había cruzado en el tren que iba a Moreno.
Nada más.
Los muchachos del Angel Gris fueron olvidando el asunto. Pero Allen no se
resignaba. Inútilmente buscó en sus cajones algún papel subrepticio, alguna
anotación reveladora. Encontró la foto oficial de sexto grado. Se descubrió a sí
mismo con una sonrisa de zonzo. La morochita estaba lejos, en los arrabales de la
imagen, ajena a cualquier drama.
- ¡Ay, si supieras que te he llorado....! Si supieras que me gustaría mostrarte mi
hombría... Si supieras todo lo que aprendí desde aquel tiempo...
Una noche de verano, el poeta se aburría con Manuel Mandeb en una churrasquería
de Caseros. Un payador mediocre complacía los pedidos de la gente.
- Al de la mesa del fondo le canto sinceramente...
De pronto Allen tuvo una inspiración.
- Ese hombre canta lo que otros le mandan cantar.
- Es el destino de los payadores de churrasquería.
- Celia, la adivina, dijo que un hombre así conocia a mi novia...
Mandeb copó la banca.
- Acérquese, amigo.
El payador se sento en la mesa y aceptó una cerveza. Después de algunos vagos
comentarios artísticos, el polígrafo fue al asunto.
- Se me hace que usted conoce a una amiga nuestra. Se apellida Gómez, y creo
que vivía por Paso del Rey.
- Yo soy Gómez -dijo el cantor-. Y por esos barrios tengo una prima.
Despues pulsó la guitarra, se levantó y abandonando la mesa se largó con una
décima.
- Aca este amable señor
conoce una prima mía
que según creo vivía
en la calle Tronador.
Vaya mi canto mejor
con toda mi alma de artista
tal vez mi verso resista
pa' saludar a esta gente
y a mi prima, la del puente
sobre el Río Reconquista.
Durante los siguientes días los Hombres Sensibles de Flores recorrieron Paso del
Rey en las vecindades del río Reconquista, buscando la calle Tronador y una casa
humilde con pilares rosados. Una tarde fueron atacados por unos lugareños
levantiscos y dos noches después cayeron presos por sospechosos.
Para facilitarse la investigación decían vender sábanas. Salzman y Mandeb
levantaron docenas de pedidos.
Finalmente, la tarde que Jorge Allen cumplía treinta y cuatro años, el poeta y
Mandeb descubrieron la casa.
- Es aquí. Aquí están los pilares rosados.
Mandeb era un hombre demasiado agudo como para tener esperanzas.
- No me parece. Vámonos.
Pero Allen tocó el timbre. Su amigo permaneció cerca del cordón de la vereda.
- Aquí no es, rajemos.
Nuevo timbrazo. Al rato salió una mujer gorda, morochita, vencida, avejentada. Un
gesto forastero le habitaba el entrecejo. La boca se le estaba haciendo cruel. Los
años son pesados para algunas personas.
- Buenas tades -dijo la voz que alguna vez había alegrado un patio de baldosas
grises.
Pero no era suficiente. Ya la mujer estaba más cerca del desengaño que de la
promesa.
Y allí, a su frente, Jorge Allen, más niño que nunca, mirando por encima del
hombro de la Primera Novia, esperaba un milagro que no se producía.
- Busco a una compañera de colegio -dijo-. Soy Allen, sexto grado B, turno
mañana. La chica se llamaba Gómez.
La mujer abrió los ojos y una niña de doce años sonrió dentro suyo. Se adelantó un
paso y comenzó una risa amistosa con interjecciones evocativas. Rápido como el
refucilo, en uno de los procedimientos más felices de su vida, Mandeb se adelantó.
- Nos han dicho que vive por aquí... Yo soy Manuel Mandeb, mucho gusto.
Y apretó la mano de la mujer con toda la fuerza de su alma, mientras le clavaba
una mirada de súplica, de inteligencia o quizás de amenaza.
Tal vez inspirada por los ángeles que siempre cuidan a los chicos, ella comprendió.
- Encantada -murmuró-. Pero lamento no conocer a esa persona. Le habrán
informado mal.
- Por un momento pensé que era usted -respiró Allen-. Le ruego que nos disculpe.
- Vamos -sonrió Mandeb-. La señora bien pudo haber sido tu alumna, viejo
sinvergüenza...
Los dos amigos se fueron en silencio.
Esa noche Mandeb volvió solo a la casa de los pilares rosados. Ya frente a la
mujer morocha le dijo:
- Quiero agradecerle lo que ha hecho....
- Lo siento mucho... No he tenido suerte, estoy avergonzada, míreme....
- No se aflija. El la seguira buscando eternamente.
Y ella contestó, tal vez llorando:
- Yo también.
- Algun día todos nos encontraremos. Buenas noches, señora.
Las aventuras verdaderamente grandes son aquellas que mejoran el alma de quien
las vive. En ese único sentido es indispensable buscar a la Primera Novia. El
hombre sabio debera cuidar -eso sí- el detenerse a tiempo, antes de encontrarla.
El camino está lleno de hondas y entrañables tristezas. Jorge Allen siguió
recorriéndolo hasta que él mismo se perdió en los barrios hostiles junto con todos
los Hombres Sensibles.
Niños, libros y lecturas
Las novelas decimonónicas sobre el Imperio Romano se esfuerzan en reconstruir la
época de los Césares y apenas consiguen revelar las preferencias y gustos del siglo
XIX. Sucede que los cónsules, los senadores y los emperadores no pueden
disimular el acento de las tertulias parisinas, por mucho que se esfuerce el escritor.
Esto no debe apuntarse como un reproche sino más bien como una fatalidad que
conviene saber antes de la lectura.
Algo parecido sucede con los libros para chicos. Escritos desde un mundo
diferente, suelen referir historias que suenan falsas, protagonizadas por seres
lejanos e incomprensibles. Ante su propia creación, los autores suelen afectar una
especiie de perpleja benevolencia, la misma que se usa en la descripción de las
costumbres de los salvajes.
Alguien podrá decir que lo más conveniente es que los romanos escriban sobre el
imperio, y los niños sobre la infancia. Objeción: los romanos no escriben ya y los
niños no lo hacen todavía. De unos y otros nos separa el tiempo.
Puede aducirse que mientras ningún escritor actual ha sido ciudadano del Imperio,
casi todos han sido niños. Sin embargo, un complicado abismo de olvidos y falsos
recuerdos parece alejarnos de nuestras emociones infantiles. Los literatos que se
fingen chicos no consiguen engañar a nadie.
A decir verdad, no es posible ni siquiera saber con certeza si los niños disfrutan de
los libros que se les preparan.
Con mucha cautela, me atrevería a apostar que no. Evocaciones que acaso invento
ahora me remiten a las historias de terror, las investigaciones de Mister Reeder, el
Padre Brown y el poema A Margarita Debayle , creaciones todas que poco tienen
de infantiles.
Me parece también recordar que a mis cuatro o cinco años escuchaba con mas
placer La Copa del Olvido o Mi Noche Triste , que las cargosas pamplinas sobre
faroleras tropezadas.
Así, menos en forma de teoría que de sospecha, postulo que un libro que entretiene
a un chico debe ser capaz de hacerlo con un adulto. Desde luego, la admiración no
sirve en el orden inverso: toda obra necesita una información previa por parte del
lector para ser comprendida. El cuento El inmortal , de Jorge Luis Borges,
resultaría incomprensible -o insulso- para quien desconociera la existencia de
Homero.
La medición de un hexámetro exige saber latín. Presiento, sin embargo, que miles
de cuentos y novelas pueden ser leídos sin penuria por los chicos y sin
aburrimiento por los mayores. Los ejemplos son tan contundentes que me
averguenzan: La Isla del Tesoro , los cuentos de Oscar Wilde, Las Mil y una
Noches, las maravillas y horrores de la mitología clásica.
Frente a estas obras, los coloridos volúmenes de las colecciones infantiles resultan
bastante insípidos.
A veces me palpito que muchos de estos textos son estropeados por la intención
edificante. Alguien me dijo una vez que en verdad ocurre lo contrario: la torpeza
literaria desacredita la moraleja.
Manuel Mandeb, el polígrafo de Flores, sentía horror por las novelas
protagonizadas por niños. Sostenía que sus comportamientos eran poco racionales,
o lo que es peor, poco artísticos. Recomendaba insuflar a los pequeños personajes
la mayor gravedad, pues entendía que los chicos son generalmente serios y
aborrecían la socarronería.
Mandeb creía que el amor a los niños era una virtud literaria capaz de redimir
cualquier defecto.
- El cariñoso esfuerzo conmueve a los pibes aunque no lo confiesen -decía.
Me parece que el hombre de Flores adivinó una gran verdad.
Cuando era chico yo sentía una emoción deliciosamente triste ante las calesitas, los
circos y los caleidoscopios. No me gustaban, no me divertían. Pero me hacían
sentir una inmensa piedad por aquellas gentes, más inocentes que yo, que trataban
de agradarme con ingenio modesto. De entre mis juguetes infantiles recuerdo una
cimitarra de madera que me trajo mi padre. Mis juegos no incluían las gestas
sarracenas, de modo que no pude sacarle mayor provecho. Pero allí estaba el amor
del hombre aquel que tal vez no me comprendía.
Por eso creo en el criterio de Mandeb. El amor de un poeta puede ser más eficaz
que un buen argumento.
Más tarde he reconocido aquellos sentimientos de la niñez al recibir algún regalo
demasiado humilde.
En los años dorados, un grupo de maestros melancólicos del barrio del Angel Gris
preparó un libro de lectura escolar diferente de todos.
Su título fue Tempranos Desengaños.
Contaba con textos de Manuel Mandeb y Jorge Allen, la docente Etelia C.
de Doth y otros oscuros literatos del barrio. También se procuró hacer creer que
escribían algunos niños, cosa que nadie llegó a admitir jamás.
Muchos educadores han dicho que Tempranos Desengaños carecía de propósitos
aleccionadores. Nada más falso. En muchas de sus páginas se promueve la
admiración de ciertas conductas. Sucede -eso sí- que tales conductas son
precisamente aquellas que repudian los libros infantiles convencionales. Se
enaltece la inasistencia a clase, se desprecia la aplicación, se duda de la higiene y
se festejan los desórdenes.
Hay cuentos, poesías, notas y canciones, entre las que sorprende encontrar la
milonga Cobráte y dame el Vuelto.
Vamos a transcribir algunos textos.
LOS DEBERES DE PEDRO
Pedro se sienta en los ultimos bancos del aula, como corresponde a un chico que
desdeña la educación y la vecindad de los poderosos. Las conspiraciones y los
batifondos nunca lo hallan ajeno. Busca el riesgo de las transgresiones y la
compañía de los más beligerantes. A veces lo tientan el estudio y la inteligencia.
Entonces, como quien acepta un desafío, como una compadrada, resuelve arduos
problemas de regla de tres y cumple los dictados sin tropiezos.
Un día, la maestra le acaricia el pelo tiernamente. El piensa:
Ay señorita... Si supiera como me gustaría regalarle una flor y darle un beso.
Pero Pedro sabe quién es y conoce su deber y su destino. Con una gambeta se
aleja del afecto inoportuno y va a buscar la gloria allá en el fondo, donde los
malandras se empeñan revoleando los tinteros para que se cumpla mejor el divino
propósito del Universo.
EJEMPLO (Poesía)
Los sabios nos han dicho
que sigamos la sombra de tu paso.
Y ha sido tu destreza
la vergüenza de nuestras lentitudes.
Los signos que guardaba
la efímera pizarra en su negrura
a tí no te negaron
revelaciones y sabidurías.
Los Seres que Vigilan
han sabido por tí nuestras infamias
y hallaste recompensa
en la noticia del castigo ajeno.
Ah, blanco paradigma,
luminoso, implacable compañero:
hoy nuevamente ha sido
postulada tu suerte como ejemplo.
El numeroso patio
tu sangre dibujada vió en el suelo
y el rumbo de mis golpes
siguió la blanca popa de tu miedo.
Así supieron todos
después de tu derrumbe en el recreo
las biabas que promete
mi zurda a los traidores del colegio.
LOS NIÑOS PRECOCES (por Manuel Mandeb)
Algunos chicos dan frutos tempranos, no lo niego.
Sus padres se enorgullecen y los exhiben entre sus familiares y conocidos, cuando
no en el cine o la televisión.
Me atrevo a pensar -sin embargo- que no toda precocidad es auspiciosa.
Empecemos por decir que existen adultos bondadosos, agudos, valerosos o
geniales. Y que también los hay mediocres, hipócritas, pomposos y canallas. El
niño precoz recibe la visita anticipada de ciertos rasgos de la adultez. Algunos
tocan el piano como expertos profesionales, otros aprenden lenguas, dibujan o
poseen la ciencia.
Pero hay chicos cuya precocidad consiste en adquirir antes de tiempo el tono vacío
y protocolar de las conversaciones de sala de espera, y aprenden a los seis años la
filosofía de los tontos satisfechos.
"Así anda el mundo, Doña Juana..." "Qué se gana discutiendo, Don José..."
"Hablando se entiende la gente, Carlitos..."
También repiten el lenguaje de las revistas y hacen suyas las respuestas de los
reportajes más vulgares.
Por cierto, mucha gente cree que ésa es la sabiduría, y yo digo que más sabios son
los pibes indoctos que observan con repugnancia los diálogos de los parientes bien
educados.
Ojalá surjan muchos niños prodigio que se apropien del genio con impaciencia.
Pero para ser un papanatas, me parece que no hay apuro.
EL NIÑO QUE FUE A MENOS
La señorita Claudia le pregunta a Ferro:
- ¿Quién fundó la ciudad de Asunción?
Ferro lo ignora y lo confiesa. La maestra intenta por otros rumbos.
- Tissot.
- No sé, señorita.
- Rossi.
Silencio. El ambiente se pone pesado porque quizá la señorita Claudia enseñó
aquello el día anterior.
- Maldonado.
Nada. Claudia frunce el ceño y ensaya unos reproches generales.
Frezza, el tano Frezza, lo sabe de algun modo misterioso. Es extraño el camino que
siguen las nociones: suelen alojarse donde menos se lo piensa.
- Nuñez. López. Dall'Asta.
Tampoco. Frezza espera, sobrador, sin levantar la mano. Cosa de manyaorejas,
piensa.
La señorita Claudia se dirige a las niñas y pronuncia el nombre amado. Frezza está
muy lejos para soplar y la morocha que lo enloquece no puede contestar.
De pronto, la maestra lo mira.
- Frezza. Y el niño taura, que tal vez necesita anotarse un poroto, se levanta, mira
hacia el banco de la morocha y dice casi triunfal:
- No lo sé.
Si es que nadie lo sabe estará bien no saberlo. Frezza se sienta y se oye entonces,
como en una horrible blasfemia, la voz de Campos, injuriosa:
- ¡Juan de Salazar!
Pasaron los años. La morocha no conoció el amor de Frezza ni tampoco su gesto
elegante y generoso.
Si alguien califica estas lecciones en alguna Libreta Celeste, Frezza tendrá un
nueve. Y si ni siquiera existe esa Libreta, entonces tendrá un diez.
UNA PELEA
Me empujaron a la salida. Hubo un tumulto blanco y después de una rápida
investigación quedé frente a frente con Carlos.
- ¿Qué empujás?
Se formó una rueda. Alguien gritó:
- Fajálo...
Niñas aterrorizadas se sumaron al grupo.
Carlos se puso muy colorado. Manos crueles lo empujaron hacia mí.
Tito, falso caudillo y sujeto temido, me dijo:
- Dale... ¿O le tenés miedo?
Entonces le acomodé una piña y ahora ya sé que soy cobarde.
Tempranos Desengaños no fue aprobado por las autoridades escolares.
Puede afirmarse que pocos chicos lo leyeron.
Sin embargo, como si alguien les impartiera preceptos secretos, aún hoy, en el
tiempo de Los Refutadores de Leyendas, hay niños que se siguen sentando en los
últimos bancos y también hay hombres que lejos ya de la escuela se apartan de las
ventajas y de las oportunidades fáciles.
A esos, a los del Fondo, a los que pudiendo sentarse en el primer banco lo
rechazan, a los que no figuran como ejemplos en los libros de lectura, a los
espíritus lunares, a los alumnos de coraje y honor que -según presiento- no leen
obras como esta, a todos ellos -tardíamente- los abrazo ahora, cuando ya no me lo
impiden las mezquindades que cargué en mi niñez.
Historias de Amor
El universo es una perversa inmensidad hecha de ausencia. Uno no esta en casi
ninguna parte. Sin embargo, en medio de las infinitas desolaciones hay una buena
noticia: el amor.
Los Hombres Sensibles de Flores tomaban ese rumbo cuando querían explicar el
cosmos. Y hasta los Refutadores de Leyendas tuvieron que admitir casi sin
reservas, que el amor existe. Eso si, nadie debe confundir el amor con la dicha.
Al contrario: a veces se piensa que amor y pena son una misma cosa.
Especialmente en el barrio del Angel Gris, que es también el barrio del
desencuentro.
Las historias amorosas de los tiempos dorados son casi siempre tristes.
Esto no basta para afirmar que todos los romances fueron desdichados: sucede tal
vez que el arte necesita nostalgia. No se puede ser artista si no se ha perdido algo.
Los poemas de amor satisfecho aparecen como una compadrada de mercaderes
afortunados. Por eso los poetas de Flores buscaban el desengaño, porque pensaban
que cerca de el andaba el verso perfecto.
Casi todos quedaban en la mitad del camino. Manuel Mandeb veía las cosas de un
modo mas complicado.
Admitía que la pena de amor conducía al arte. Pero también sostenía que el
propósito final del arte es el amor. La recompensa del artista es ser amado.
Así parecía opinar Ives Castagnino, el músico de Palermo, quien componía valses
melancólicos al solo efecto de seducir señoritas. Cuando no lo lograba, su tristeza
le dictaba otras canciones que mas tarde le servían para deslumbrar señoritas
nuevas y así recomenzaba el circulo.
Algunos muchachos sin vocación artística trataban de merecer a las damas
cultivando las ciencias, la bondad, el coraje, la riqueza o la extorsión.
Los autores de aforismos extrajeron de estas realidades una conclusión modesta: si
no fuera por el amor, nadie haría gran cosa.
Las muchachas beligerantes podían objetar que estos pensamientos parecen
reservados a la conducta masculina.
Al respecto, Mandeb creía que las mujeres hacían de ellas mismas un hecho
artístico. El polígrafo de Flores, en un rapto de arbitrariedad, llego a establecer un
orden de cualidades, según su eficacia para enamorar. Colocó en primer lugar la
belleza y luego la juventud, aclarando que estas dos virtudes son tal vez una sola.
Después ubico las condiciones espirituales: inteligencia y bondad.
En ultimo termino, el poder y el dinero. Muchedumbres de feos de cierta edad
polemizaron con Mandeb reclamando el derecho a ser amados por su limpieza,
trayectoria comercial o apellido ilustre.
De todos modos, para este oscuro pensador, el amor era una flor exótica cuyo
hallazgo ocurría muy pocas veces .
- De cada mil personas que pasen por esa puerta - decía - acaso nos conmueva
solamente una. Del mismo modo, quiza solo una entre las mil tenga a bien
impresionarse con nosotros. La cuenta es sencilla: sin contar percepciones
engañosas y desilusiones posteriores, la posibilidad de un amor correspondido es
de una en un millón.
No esta tan mal, después de todo. Pero dejemos la pura especulación de los
espíritus obtusos de Flores. Mucho mas interesante es saber como amaron
realmente. Para ellos habremos de transcribir algunas historias que presumen de
veraces y que han llegado hasta nosotros por avenidas literarias o por oscuros
atajos confidenciales.
HISTORIA DEL QUE ESPERO SIETE AÑOS
Jorge Allen, el poeta, amaba a una joven pechugona de los barrios hostiles.
Según supo después, alcanzo a ser feliz.
Una noche de junio, la chica resolvió abandonarlo. - No te quiero mas - le dijo.
Allen cometió entonces los peores pecados de su vida; suplico, se humillo, escribió
versos horrorosos y lloro en los rincones. La pechugona se mantuvo firme y rubrico
la maniobra entreverándose con un deportista reluciente.
El poeta recobro la dignidad y empleo su tiempo en amar sin esperanzas y en
recordar el pasado. Su alma se retempló en el sufrimiento y se hizo cada vez mas
sabio y bondadoso.
Muchas veces soñó con el regreso de la muchacha, aunque tuvo el buen tino de no
esperar que tal sueño se cumpliera.
Más tarde supo que jamas habría en su vida algo mejor que aquel amor imposible.
Sin embargo, una noche de verano, siete anos y siete meses después de su
pronunciamiento, la pechugona apareció de nuevo.
Las lágrimas le corrían por el escote cuando le confeso al poeta: - Otra vez te
quiero.
Allen nunca pudo contar con claridad lo que sintió en aquellas horas. El caso es
que volvió a su casa vacío y desengañando. Quiso llorar y no pudo.
Nunca mas volvió a ver a la pechugona. Y lo que es peor, nunca mas, nunca mas
volvió a pensar en ella ni a soñar su regreso.
HISTORIA DEL QUE SE ENAMORO DE UNA NIÑA DEMASIADO JOVEN
Manuel Mandeb supo tener amores con una niña muy joven de la calle Paez.
La muchacha no hizo cuestión por la diferencia de edades y además es cierto que
Mandeb era un hombre de aspecto soberbio, dentro de su sombrío estilo. Pero
pronto empezaron las dificultades. Un día Mandeb insistió en caminar bajo un
aguacero mientras recitaba a los gritos un soneto flamante.
Una noche le hizo el amor en la casa embrujada de la calle Campana para espantar
a los demonios. A veces, en la madrugada, se trepaba hasta la ventana de la niña,
en el tercer piso, y dejaba prendida una flor roja. Una tarde de invierno le hizo
probar el licor del olvido y el vino del recuerdo.
En verano, le sacaba la blusa en las calles oscuras y le ponía alguna de sus
gastadas camisas azules. Para su cumpleaños le regalo una sombra robada en Villa
del Parque que había encerrado en una cajita de cristal. Después enseñó a todos
los pájaros de Flores a cantar el nombre de la muchacha en su ventana.
Entonces la niña abandono a Mandeb y comento luego a sus amistades en una
pizzeria: -No éramos de la misma generación.
HISTORIA DEL QUE SE DESGRACIO EN EL TREN
Jaime Gorriti tomaba todos los días el tren de las 14.35. Y todos los días se fijaba
en una estudiante morocha. Con prudente astucia trataba de ubicarse cerca de ella
y - a veces – ligaba una mirada prometedora.
Una tarde empezó a saludarla. Y algunos días después tuvo ocasión de hacerse ver,
ayudándola a recoger unos libros desbarrancados. Por fin, un asiento desocupado
les permitió sentarse juntos y conversar.
Gorriti acelero y le hizo conocer sus destrezas de picaflor aficionado. No andaba
mal. La morocha conocía el juego y colaboraba con retruques adecuados.
Sin embargo, los demonios decidieron intervenir. Saliendo de Haedo, la chica trato
de abrir la ventanilla y no pudo. Con festo mundano, Gorrito copo la banca. - Por
favor....
Se prendió de las manijas, tiro hacia arriba con toda su fuerza y se desgracio con
un estruendo irreparable. Sin decir palabra, se fue pasillo adelante y se largo del
tren en Morón. Desde ese día empezó a tomar el tren de las 14.10.
HISTORIA DEL QUE PADECIA LOS DOS MALES.
En la calle Caracas vivía un hombre que amaba a una rubia. Pero ella lo
despreciaba enteramente. Unas cuadras mas abajo dos morochas se morían por el
hombre y se le ofrecían ante su puerta. El las rechazaba honestamente. El amor
depara dos máximas adversidades de opuesto signo: amar a quien no nos ama y ser
amados por quien no podemos amar.
El hombre de la calle Caracas padeció ambas desgracias al mismo tiempo y murrio
una mañana ante el llanto de las morochas y la indiferencia de la rubia.
HISTORIA DEL QUE NO PODIA OLVIDAR.
El ruso Salzman tuvo muchas novias. Y a decir verdad solía dejarlas al poco
tiempo. Sin embargo jamas se olvidaba de ellas. Todas las noches sus antiguos
amores se le presentaban por turno en forma de pesadilla. Y Salzman lloraba por la
ausencia de ellas.
La primera novia, la verdulera de Burzaco, la pelirroja de Villa Luro, la inglesa de
La Lucila, la arquitecta de Palermo, la modista de Ciudadela. Y también las novias
que nunca tuvo: la que no lo quiso, la que vio una sola vez en el puerto, la que le
vendió un par de zapatos, la que desapareció en un zaguán antes de cruzarse con el.
Después Salzman lloraba por las novias futuras que aun no habían llegado.
Los hombres sabios no se burlaban del ruso pues comprendían que estaba poseído
del mas sagrado berretín cósmico: el hombre quería vivir todas las vidas y estaba
condenado a transitar solamente por una. Aprendan a soñar los que se contentan
con sacar la lotería...
LA CALLE DE LAS NOVIAS PERDIDAS.
Hay una calle en Flores en la que viven todas las novias abandonadas. Al atardecer
salen a la vereda y miran ansiosas hacia las esquinas para ver si vuelven los novios
que se fueron.
A veces conversan entre ellas y rememoran viejos paseos por el Rosedal.
Por las noches se encierran a releer cartas viejas que guardan en cajitas primorosas
o admirar fotografías grises.
Los domingos se ponen vestidos floreados y se pintan los labios. Algunas escriben
diarios íntimos con letra prolija.
Dicen que no es posible encontrar esa calle. Pero se sabe que algún día
desembocara en la esquina el batallón de los novios vencedores de la muerte para
rescatar a las novias perdidas y llevarlas de paseo al Rosedal. Esto será dentro de
mucho tiempo, cuando endulce sus cuerdas el pájaro cantor.
Existen por ahí infinidad de personas confiables que juran que el amor es posible
en todos los barrios. No habrá de discutirse semejante tesis. Pero el que tuviera
que vivir pasiones locas, es mejor que no pierda el tiempo en rumbos equivocados.
Una historia terrible esta esperando en Flores.
La ciencia en Flores
Los Refutadores de Leyendas han sostenido siempre que toda la Naturaleza puede
expresarse en términos matemáticos. Lo poco que queda fuera no existe.
Así, esta comparecía racionalista se ha esforzado, utilizando cifras, vectores y
logaritmos, en representar cosas tales como el tango El Entrerriano o los celos de
las novias de la calle Artigas.
Cuando fracasaban, simplemente declaraban superstición lo que no conseguían
encuadrar en sus estructuras científicas.
Existía un minucioso catalogo de cosas inexistentes que se actualizaba cada año.
Allí figuraban los sueños, las esperanzas, el hombre de la bolsa, el alma, el
ornitorrinco, el catorce de espadas, el Angel Gris de Flores, el gol de Ernesto Grillo
a los ingleses, la generala servida y la angustia.
Otra publicación venerada fue el desmesurado libro Un Amor así de Grande,
resultado del afán de medirlo todo. En ese trabajo no solo se otorgan valores
numéricos a los colores, aromas y formas, sino también a las sensaciones
espirituales mas sutiles.
A lo largo de cien capítulos se establece la cantidad de adrenalina que produce un
individuo antes de ser vacunado, el volumen que alcanzan las lagrimas de una
madre a lo largo de su vida, la cantidad de cera que lleva en sus iodos el conjunto
de habitantes de la ciudad de Buenos Aires (suficiente al parecer para lustrar todos
los pisos del edificio de Obras Sanitarias), y la energía que se consume en un
suspiro.
Algunos datos producen indignación en las almas sencillas: para esta gente la
novela Madame Bovary consiste en una cierta mezcla de medio kilo de papel y un
cuarto de litro de tinta. Los elementos químicos que componen al hombre son
descriptos puntualmente con su precio en las farmacias de la zona. De este modo
se llega a la conclusión que mas barato resulta un señor robusto que un velador.
No hace falta indicar el gran éxito obtenido por esta curiosa forma de evaluar el
universo. Constantemente podemos oír en la radio las declaraciones de brillantes
deportistas que manifiestan hallarse en un setenta y cinco por ciento, vaya a saber
de que'. Los chicos preparan tablas de posiciones en las que dan a entender que
quieren primero a su madre, después a su padre en tercer lugar a la abuela, y en el
cuarto - lejos - al tío Julian. Los boletines de calificaciones no son otra cosa que la
versión escolar del pensamiento de los Refutadores.
Aunque la descripción de la conducta de un alumno que no ha estudiado su
lección, se reduce a un redondo cero. Por el contrario, un estudiante talentoso y
perseverante será premiado no con un cariño ni con una frase estimulante, sino con
un diez.
No se sabe si los Refutadores de Leyendas escribían cartas de amor, pero no seria
extraño que sus mas tiernas declaraciones consistieran en gráficos representativos
del progreso de sus sentimientos.
Todo este arrebato cientificista no pudo menos que causar la repugnancia de los
Hombres Sensibles de Flores, que confiaban mas en las corazonadas que en la
razón.
Como siempre ocurre, los excesos racionales generan desaforadas rebeliones
románticas. Pero en el barrio de Flores esa rebelión no se manifestó únicamente a
través del arte, sino que tuvo lugar - además - en el propio terreno científico.
La Sociedad de Científicos Sentimentales nació gracias al impulso del profesor
Aurelio C. Frascarelli, quien harto de la deshumanización de las disciplinas
científicas resolvió ponerle un poco de sangre al frío mundo de las raíces
cuadradas y las cotangentes.
Este pensador delirante fundo la sociedad antedicha y edito un Manual de Ingreso
que nunca se supo si era un libro de texto o una colección de intentos poéticos.
Las primeras innovaciones del manual son módicas. Se reducen a la redacción mas
emotiva de los problemas de regla de tres compuesta.
Transcribimos uno de ellos:
Problema 14: Doce hombres tristes tropiezan en un año con ciento seis desengaños.
No se conocen entre si, pero sufren de un modo parecido. Pregunto entonces :
¿Cuántos desengaños padecerán ocho hombres tristes en seis meses?
Como se ve, lo novedoso consiste únicamente en reemplazar hortalizas por
desengaños, y en ciertas declaraciones innecesarias como el mutuo
desconocimiento y la tristeza de estos hombres. Pero conforme se avanza en la
lectura del Manual se encuentran cosas mas audaces. El Problema 187 es
prácticamente una novela corta. La descripción psicológica del protagonista - un
comerciante poco escrupuloso - esta bastante bien lograda.
Hay personajes laterales (un cuñado que busca un tesoro oculto) y una divertida
pintura costumbrista de un almacén de barrio. La pregunta final ("¿a cuanto deberá
vender el kilo de arroz?" ) resulta insignificante al lado de otros interrogantes que
no están escritos, pero si sabiamente sugeridos por el profesor Frascarelli: ¿Tiene
sentido la vida? ¿Hay algún propósito en el universo?
Cumplimos sin saberlo con algún plan divino o diabólico?
A partir de la mitad del libro, el autor empieza a tomar partido arbitrariamente en
arduas cuestiones matemáticas. Paralelamente se incorporan juicios éticos y
estéticos en la explicación de teoremas y postulados. Se habla entonces de
paralelepípedos atorrantes, de esferas traidoras, de ángulos aburridos y llega a
decirse que el trapezoide es una figura que no merece ser tomada en serio.
Las cuestiones biológicas son en el Manual de Ingreso verdaderas fantasías. La
vida del paramecio es un cuento de terror y Frascarelli llega a afirmar que las
amebas son muy guardianas y fieles a sus amos.
La actividad de los Científicos Sentimentales no se reducía a la difusión del
Manual. En los años de oro del barrio de Flores, muchos maestros románticos
dieron clase en una academia privada de la calle Condarco.
Los alumnos padecían la misma locura que los profesores. Cada vez que se
realizaba algún experimento en el gabinete de química, los jóvenes salían corriendo
aterrorizados, mientras gritaban "cosa de Mandinga" o "el Diablo anda suelto" .
El propio Frascarelli dirigía un grupo de investigación cuyos métodos provocaban
el escándalo de los Refutadores. Creían, por ejemplo, en la búsqueda de la
casualidad. Este criterio podría escribirse así: sabiendo que muchos grandes
descubrimientos se realizaron casualmente, parece una buena idea disimular el
verdadero propósito de la investigación. Así, cuando se quiere encontrar una
estrella, se busca un microbio. Los resultados no fueron muy espectaculares, si
bien Frascarelli se jactaba de haber hallado un especifico que combatía el mal
aliento, mientras buscaba la piedra filosofal.
En ocasiones, los científicos soñadores acudían a la búsqueda empírica y tomaban
frascos de untura blanca , para ver que ocurría. Estas experiencias se anotaban en
un cuaderno que ha sobrevivido a la Sociedad y en el que se refieren mas de mil
quinientas locuras , que van desde comer pólvora hasta arrojarse al vacío desde
diferentes alturas para establecer los daños físicos y morales que, mas allá de los
cuatro metros , solían traducirse en la muerte lisa y llana.
Hay que decir que aunque sus logros fueron pequeños, los propósitos de la
Sociedad no tenían limites. Durante años trataron de hacer algún milagro.
Buscaron la esmeralda que cura todas las enfermedades, el elixir de la eterna
juventud, el polvo de Perlimpimpim, el jarabe del amor eterno y la llave de la
sabiduría. Discutieron sobre la cuadratura del circulo y la inmortalidad del
cangrejo y trataron de volver al pasado y visitar el futuro.
Todos saben que en el barrio del Angel Gris se destilaba el vino del olvido y el
licor del recuerdo. También se conocen perfectamente sus efectos y propiedades.
Al parecer, lo que mataba era la mezcla.
Algunos mentirosos pretenden que estas maravillas fueron creadas por los
Científicos Sentimentales. Nada mas falso. El vino fue obra de los Amigos del
Olvido, un club que proponía la abolición del pasado. Y el licor es - sin duda
alguna - un hallazgo de Manuel Mandeb, el polígrafo de Flores.
Tal como es fácil sospechar, los científicos románticos fueron derrotados por la
predica incesante de los Refutadores de Leyendas.
Hoy todo el mundo rinde culto a la Ciencia Pura. Y se da una ilustre paradoja: los
Refutadores no han hecho mas que reemplazar a las viejas leyendas por otras mas
nuevas, mucho peores.
Los arquitectos razonables podrán dudar de la existencia del alma, pero suscribirán
cualquier teoría sobre el átomo , los neutrones y los protones, con la mayor alegría.
No importa si entienden estas teorías. En realidad - como dice Sábato - el
pensamiento científico parece tener mayor poder cuanto menos se lo comprende.
Por eso se suele decir:
- Que bien que habla este hombre...! No alcanzo a entender ni una sola de sus
palabras.
Cuando un racionalista se pone supersticioso, no hay quien lo gane. Todo parece
indicar que el futuro pertenece a los Refutadores de Leyendas. Tal vez por eso los
miembros de esta entidad - la única que queda de las que existieron en los años
dorados - se muestran tan optimistas con respecto a lo que vendrá.
Todos los adoradores del progreso nos pintan un porvenir lleno de veredas móviles
que nos evitaran el esfuerzo de caminar, con maquinas invictas, con ríos domados,
y vehículos cada vez mas veloces.
A las almas sencillas, la descripción de estos espantosos mecanismos les parece
algo diabólico.
Porque en este proyecto de aparatos infalibles y formidables fuentes de energía no
parece existir la menor preocupación por responder a alguna de las preguntas que
el profesor Frascarelli supo insertar en su memorable problema 187.
La Sociedad Científicos Sentimentales era una locura. Pero tal vez hace falta un
poco de locura entre tanta exactitud y precisión.
Serán buenos los cálculos y los teoremas inexpugnables, si es que se aplican a
rombos, ángulos y cubos. Pero empiezan a fallar cuando se trata de personas.
Y a lo mejor esto constituye la mas grande virtud del hombre, su toque divino. El
ultimo de los atorrantes de Flores es mas interesante que una estrella, solamente
porque su comportamiento no es previsible.
Nada de esto significa que debamos renunciar a la ciencia y su arsenal.
Que se sigan inventando licuadoras y tónicos contra el catarro. Dos mas dos son
cuatro. Los Refutadores de Leyendas tienen razón. Pero nada mas que eso: razón.
A mi no me alcanza.
Pactos diabólicos en Flores
Los Hombres Sabios aseguran que en los viejos tiempos, el demonio y sus
subalternos paseaban con frecuencia por el barrio de Flores. Después del
anochecer, en la plaza y la estación, rondaban nobles y plebeyos infernales.
Asmodeo, inspirador del juego, visitaba las timbas.
Baal-Fagor auspiciaba inventos y descubrimientos perversos.
Uzza y Azael enseñaban a las mujeres a maquillarse para encender la lujuria de los
hombres.
Y también acechaban Astaroth, Belial, Samyaza, Yekun y Belcebu, el señor de las
moscas.
El propio Satán paraba en una lechería de la calle Artigas.
El aspecto de los demonios permitía confundirlos con ciudadanos vulgares. Y en
verdad, esto es lo que ocurría generalmente. Solo los muy sagaces alcanzaban a
vislumbrar las señales que denuncian al que viene de las tinieblas: la demasiada
elegancia, los botines relucientes, un anillo en el meñique, el reloj de oro, una uña
larga y afilada, un boleto en el ojal de la solapa.
Se sospecha que el propósito de aquellas presencias era la concreción de pactos
diabólicos.
Manuel Mandeb juraba haber visto un carro en la noche, conducido por Mandinga
El polígrafo de Flores asustaba a los chicos imitando el pregón:
- Almas...compro almas...Llego el Tentador, patrona...
El músico Ives Castagnino mostraba un contrato de pragmática impreso en los
talleres gráficos del Averno. Allí se establecían las condiciones generales del pacto
y las obligaciones del aspirante, que eran trece.
1) Renegar de Dios
2) Blasfemar continuamente
3) Adorar al diablo
4) Usar cualquier medio para no procrear
5) Jurar en nombre del diablo
6) Comer carne
7) Imaginar que se tiene comercio carnal con el diablo
8) Llevar siempre encima la imagen del diablo
9) Lavarse la cara y peinarse de cuatro en cuatro días
10) Bañarse cada cuarenta y dos días
11) Mudar de ropa cada cincuenta y siete días
12) Afeitarse cada noventa y un días
13) No cortarse ni limpiarse las uñas jamas y comer cada cuatro horas, cuatro
dientes de ajo.
Acordar un pacto con el demonio significaba siempre la entrega del alma.
Se sospecha que en Flores algunas personas fueron efectivamente tentadas y
alcanzaron a estampar firmas sangrientas para legalizar su perdición.
El abogado Antonio B.Avila fue acusado muchas veces de facilitar su oficina y los
papeles sellados para estos convenios abominables. Si bien la venta de almas se
mantenía en el mayor secreto, han llegado hasta nosotros los nombres y las
historias de algunos condenados por voluntad propia.
No se trata - confesemos - de casos ilustres, como el del doctor Fausto, el párroco
Urbain Grandier o el pintor bávaro Christoph Haizmann. Pero vale la pena conocer
a estos modestos tratos infernales, aunque mas no sea para aprender a gambetear
los engaños del Adversario.
EL BANDONEONISTA ANSELMO GRACIANI
Los músicos que pactan con el diablo alcanzan siempre una dimensión genial. No
ocurría así con Anselmo Graciani. Su exigencia ante Lucifer fue poder tocar como
deseaba y soñaba, y los anhelos musicales de Graciani eran vulgares.
Cierto es que despachaba la variación de Canario en París con los ojos cerrados.
Pero mas allá de las compadradas acrobáticas su estilo era banal y relamido,
asolado por innecesarios firuletes de cumpleaños.
Alcanzo éxito y renombre en ciertos ambientes. Ives Castagnino llego a tocar en su
orquesta y aprendió a odiarlo.
Se dice que Graciani pagara el don recibido tocando eternamente en el Tartaro,
para suplico - o solaz - de los recobros.
DIALOGO ENTRE ASMODEO Y EL RUSO SALZMAN
Asmodeo: Soy Asmodeo, inspirador de tahúres y dueño de todas las fichas del
mundo. Conozco de memoria todas las manos que se han repartido en la historia de
las barajas, También conozco las que se repartirán en el futuro. Los dados y las
ruletas me obedecen. Mi cara esta en todos los naipes. Y poseo la cifra secreta y
fatal que han de sumar tus generales cuando llegue el fin de tu vida.
Salzman: ¿No desea jugar al chinchón?
Asmodeo: No, Salzman, Vengo a ofrecerte el triunfo perpetuo. Con solo adorarme,
ganaras siempre a cualquier juego.
Salzman: No se si quiero ganar.
Asmodeo: !Imbécil...! ¿Acaso quieres perder?
Salzman: No, tampoco quiero perder.
Asmodeo: ¿Que es lo que quieres entonces?
Salzman: Jugar. Quiero jugar maestro....Hagamos un chinchón.
RUBEN GARMENDIA, EL PICAFLOR
No aprecia mal negocio el de Garmendia. Le garantizaron el amor de todas las
mujeres. El tormento eterno era sin duda, un precio razonable. Todos lo recuerdan
en Flores paseando con las mujeres mas hermosas de la ciudad.
Según cuentan, las muchachas lo seguían por la calle. En las confiterías, se
acercaban a su mesa para ofrecérsele redondamente. Muchas veces debía arrojarse
de los colectivos, huyendo del ardor de las pasajeras. Sus amigos lo abandonaron,
temerosos de que sedujera a sus novias.
Sor Juana Inés de la Cruz dictamino que el amor es como la sal: dañan su falta y su
sobra.
Garmendia soporto como nadie la segunda desdicha.
Sus amantes no se resignaban a la ausencia y se le aparecían en su casa llorando y
arrojando piedras a las ventanas. En sus ultimas épocas se lo veía perseguido por
muchedumbres de damas sin consuelo que le tiraban del saco.
Para completar su desventura, se enamoro de una vecina y ya no necesito la pasión
de otras mujeres. Supo además, que la chica lo amaba desde tiempos lejanos,
anteriores al pacto.
Comprendió entonces que Satán era tramposo.
Se sabe que trato de disolver el vinculo, pero es poco probable que lo haya
logrado.
Un marido celoso lo asesino un 25 de mayo.
EL HOMBRE QUE ERA, SIN SABERLO, EL DIABLO
Un caballero de la calle Caracas resolvió negociar su alma. Siguiendo los ritos
alcanzo a convocar a Astaroth, miembro de la nobleza infernal.
- Deseo vender mi alma al diablo - declaro.
- No será posible - contesto Astaroth.
- ¿Por qué?
- Porque usted es el diablo.
EL PEQUEÑO PACTO DE MANUEL MANDEB
NO le fue fácil al diablo tentar a Manuel Mandeb. Para empezar, cada vez que se
le aparecía, el hombre salía corriendo, sin dar tiempo a presentaciones ni
propuestas.
Un día, disfrazado de ferroviario, logro captar la confianza del polígrafo y
finalmente le propuso el pacto de siempre.
- En realidad me gustaría obtener el amor de una cierta señorita. Pero no creo que
valga un alma. Es de estatura escasa.
- Puedo darte ese amor y también riquezas y honores, para completar la diferencia.
- Tengo una idea mejor - grito Mandeb - !Concédame ese amor! A cambio yo
cometeré cuatro iniquidades, que tal vez alcancen para condenarme.
Discutieron largo rato. Satanás acepto sin entusiasmo el pequeño pacto, que firmo
con tinta corriente. Las cuatro iniquidades fueron establecidas por escrito y eran
estas:
1) Un latrocinio. Mandeb lo resolvió robándose las bolas de billar de una mesa del
salón Odeon.
2) Una blasfemia.
3) Una traición. No fue sencillo cambiar de panadería, pero había que cumplir.
4) La cuarta iniquidad fue identificada por el propósito mismo del pacto. Hacerse
amar por alguien y no dar el alma a cambio es, por cierto, una canallada.
A fuerza de generosidades y arrepentimientos, Mandeb fue emparejando el peso de
sus pecados, hasta quedar en condiciones de salvarse del infierno, ajustadamente.
EL HOMBRE QUE PEDIA DEMASIADO
Satanás: ¿Qué pides a cambio de tu alma?
Hombre: Exijo riquezas, posesiones, honores y distinciones.... Y también juventud,
poder, fuerza y salud... Exigió sabiduría, genio, prudencia... Y también renombre,
fama, gloria y buena suerte... Y amores, placeres, sensaciones... ¿Me darás todo
eso?
Satanás: No te daré nada.
Hombre: Entonces no tendrás mi alma.
Satanás: Tu alma ya es mía. (Desaparece)
Algunos relatos del barrio señalan la evidencia de posesiones diabólicas.
Siempre se sospecho de los cantores de jazz, porque tenían la posibilidad de hablar
un idioma que desconocían. Jorge Allen se jactaba de tener un alma inhóspita y
juraba que varios demonios habían tratado de usurparla sin aguantar mas de media
hora.
También se hablaba de incubos y súcubos que mantenían amores con personas
desprevenidas.
Papini sostenía la imposibilidad de los contratos infernales. El diablo - decía
- no necesita complicadas cláusulas para capturar almas. Y cabe suponer que un
hombre tan estúpido como para renunciar al cielo a cambio de unos años de fortuna
ya esta perdido antes de firmar nada.
A mi me parece adivinar que estamos ante una alegoría.
Tal vez no existan las cruentas rubricas ni los rituales. Pero es posible que algunas
de nuestras conductas sean - secretamente - la suscripción de un acuerdo. Quizás
muchos de nosotros hemos vendido nuestra alma al diablo, al precio miserable de
sentirnos satisfechos de nuestra integridad.
Creo que hoy - como entonces - los demonios andan cerca. Ya no tienen para
nuestra desgracia, el horrible aspecto que antaño daba una cierta lealtad a su
malevolencia. Ahora se nos aparecen amables y sonrientes, cuando no angelicales.
Es difícil, muy difícil, reconocer al diablo, adivinar de que modo hemos firmado e
imaginar que clase de infierno nos espera.
Me gustaría pensar que las almas puras alcanzan a percibir unas pálidas señales. Y
así como muchos pactan sin saberlo, otros, sin saberlo, no pactan.
El cielo nos proteja de los demonios, de sus empleados, de sus víctimas y de los
malvados que viven convencidos de su bondad.
El recuerdo y el olvido en el barrio de Flores
En nuestros tiempos, no son muchas las personas de buena memoria.
Salvo, desde luego, en el barrio de Flores. Todos sabemos las cosas que se cuentan
sobre el barrio del Angel Gris.
Y, aunque conviene desconfiar de cualquier testimonio al respecto, es casi un
hecho que los Hombres Sensibles hacen alarde de recordarlo todo y suelen
ejercitarse en lances tan complicados como la tabla del 113.
Esto puede sorprender a quienes han oído que los Hombres Sensibles de Flores
huyen de las precisiones científicas como de la peste y son mas bien proclives a la
improvisación.
Pero también ocurre que estos espíritus atorrantes odian la muerte y sospechan que
lo que se olvida, se muere. Por eso no es raro encontrar en los atardeceres de la
calle Artigas a los muchachos sombríos memorizando versos murgueros ,
recordando la formación de Boca en 1955 o repitiendo en voz baja la lista de
asistencia del colegio secundario. Están rescatando cosas de la muerte.
A su manera, son salvadores. Entre tanto enemigos como tienen los Hombres
Sensibles, se hallan los Amigos del Olvido, organización con sede en Caballito,
que propugna la abolición del recuerdo, según dicen porque duele.
"Todo recuerdo es triste" declaran estos caballeros. Lo peor de estos impíos es su
aire de inocencia, hijo del olvido de sus culpas.
Sus semblantes sonrientes despiertan la simpatía de todos y cada día, docenas de
socios nuevos se inscriben en la sede de la calle Rojas.
El grupo se organiza en subcomisiones que se encargan a su turno de olvidar
ciertas porciones del universo. Así, existe la Comisión del Olvido Permanente de
Marcos Ciani, destinada a borrar las huellas del veterano piloto de Venado Tuerto.
En sus reuniones la subcomisión delibera sobre toda clase de asuntos, con la
excepción de aquellos que se vinculen de algún modo con Marcos Ciani.
Una rama ridiculizada de los Amigos del Olvido declara que los recuerdos no solo
son tristes sino también falsos. "Jamas recuerda uno las cosas tal cual fueron",
declaman.
De modo que para esa gente, los recuerdos son especies de sueños y los sueños no
merecen sino el desprecio. Mientras tanto, los Hombres sensibles tienen decidido
que solo los sueños y los recuerdos son verdaderos, ante la falsedad engañosa de
lo que llamamos el presente y la realidad.
¿Qué es mas verdadero?, se preguntan ¿El amable recuerdo de nuestra primera
novia, dulce, ansiosa, inexplicable o esta señora contundente que compra fruta en
la verdulería de la calle Condarco? No hace falta decir que los Amigos del Olvido
son mas numerosos que los Hombres Sensibles o - al menos - presumen de ello.
Más justo seria aclarar que muchas personas son Hombres Sensibles sin siquiera
sospecharlo.
Vale la pena admitir en este punto que hay quienes se acercan a los Amigos del
Olvido, no por simpatía filosófica, sino animados por propósitos tan mezquinos
como el deseo de olvidarse de una señorita inconstante. Tales infiltrados son
descubiertos casi siempre por los miembros de alguna comisión, quienes poseen un
olfato especial para distinguirlos.
Las sanciones son, en general, muy severas. Pero rara vez se cumplen,
precisamente porque los encargados de ejecutarlas se olvidan de hacerlo.
Los Amigos del Olvido aman el futuro. Pasan largas veladas contando hazañas que
aun no han cumplido y jactándose de los amores que tendrán alguna vez. Sostienen
-además- que siempre es mejor lo que ha ocurrido después.
Constituye una experiencia interesante proponer a la elección de un amigo del
Olvido dos objetos cualesquiera, siempre eligieran lo que se menciona en ultimo
termino.
- ¿Quiere usted un helado de crema o de chocolate?
- De chocolate.
-¿Lo prefiere usted de chocolate o de crema?
- De crema.
De este criterio surge un insoportable optimismo y espíritu progresista.
Cualquier novedad es acogida en la sede de la calle Rojas con aplausos y vítores.
Los Hombres Sensibles - como todo el mundo sabe - odian el futuro, porque han
descubierto que en el futuro esta la muerte.
El enfrentamiento entre ambos grupos ha llegado muchas veces a una módica
violencia. Pero las ofensas no dejan rastros En unos, porque olvidan.
En los otros, porque perdonan. Según los Amigos del Olvido, la existencia de
medios idóneos para almacenar el conocimiento torna inútil todo esfuerzo mental al
respecto.
Poco sentido tiene - arguyen - memorizar la historia de los fenicios, cuando hay
libros que la atesoran cabalmente.
Al oír esto, los Hombres sensibles se enfurecen: - Eh...los libros solo son
recipientes que contienen lo que luego han de beber los hombres...
Pero a estas alturas, los Amigos del Olvido ya estan en otra cosa. Muchos
Hombres Sensibles temen a las computadoras, a las calculadoras electrónicas y al
Cerebro Mágico.
Sostienen que el uso de estos aparatos embota el ingenio y atrofia el intelecto.
Por eso es que, con toda frecuencia, una melancólica patota recorre el barrio del
Angel Gris, destruyendo las maquinas de pensar que suelen cundir en oficinas, para
no mencionar las cajas registradoras de los bares, los fixtures de Glostora, las
balanzas y los relojes automáticos. (A la hora de destruir, los Hombres Sensibles se
enardecen y no se andan con sutilezas) En su larga lucha contra el recuerdo y la
memoria, los Amigos del Olvido han desarrollado interesantes estrategias. Pero, sin
ninguna duda, su mas importante hallazgo fue el Licor del Olvido, un cordial de
existencia incierta que según parece - tiene la virtud de abolir el pasado en quien lo toma.
En épocas lejanas, los hombres de la calle Rojas se limitaban a beber ellos mismos
su licor, emborrachándose locamente de esperanzas sin presagios. Pero luego
empezaron a mezclar el licor en la ginebra de los Hombres Sensibles para
inducirlos a olvidar. Pero lo peor ocurrió cuando los Hombres Sensibles alcanzaron
a destilar el Vino del Recuerdo, cuyos efectos son - como ya se sospechara opuestos a los del licor.
También los muchachos del Angel Gris recorrieron el mismo camino: bebieron
solos primero y trataron después de usurpar las copas de los que nada recuerdan.
Y eso fue terrible. Porque si el Licor del Olvido y el Vino del Recuerdo son de por
si peligrosos, la mezcla es verdaderamente mortal.
El autor de esta crónica cree haber probado - sin sospecharlo - ese espantoso
coctel. Sus efectos se traducen en oscuras añoranzas de lo que vendrá, en olvidos
de lo que nunca fue y en un sabor amargo y dulce que hace llorar. Las señoritas
Amigas del Olvido suelen pasearse por el barrio de Flores para enamorar a los
Hombres Sensibles. Los muchachos del Angel Gris - bien lo sabemos - son de
corazon blando y se enamoran para siempre. Entonces las señoritas de Caballito se
olvidan de ellos y los abandonan sin remordimiento.
Estos tristes episodios propenden - sin embargo - al florecimiento de las artes en
Flores, pues los Hombres Sensibles suelen componer sus mejores versos, elaborar
sus canciones mas sentidas y tallar sus mas hermosos anillos cuando sufren. Poco
cuesta imaginar cual será el fin de esta lucha entre olvido y memoria.
Los Hombres Sensibles de Flores están derrotados. De nada les valdrá oponerse a
la muerte, porque la muerte llegara de todos modos. De nada les servirá su pasión
por la memoria, pues toda memoria es perecedera. Y - en definitiva - el tiempo es
el mejor aliado de los Amigos del Olvido.
Pero es obligación de todos nosotros hacer un poco de fuerza por los muchachos de
Flores, para que su derrota sea mas honrosa. Recordemos todo el tiempo. No
olvidemos nada. Ni el color de nuestras corbatas perdidas, no el olor a tiza y sudor
del colegio, ni el calor del asfalto sobre los pies descalzos, ni el gusto a jazmín de
los besos en la noche, ni el aroma de la untura blanca.
Si nos espera el olvido, tratemos de no merecerlo. Y pensemos que después de
todo, aunque la victoria final sea de los Amigos del Olvido, será un triunfo sin
festejo. Nadie lo recordara jamas.
El arte de la impostura
El hombre de nuestros días vive tratando de causar buena impresión. Su principal
desvelo es la aprobación ajena. Para lograrla existen diferentes métodos y
estrategias.
Algunos ejercen la inteligencia, otros se deciden por la tenacidad o la belleza, otros
cultivan la santidad o el coraje.
Sin embargo, por ser todas estas virtudes muy difíciles de cumplir, ciertos pícaros
se limitan a fingirlas. Por cierto que tampoco esto es sencillo: el engaño es una
disciplina que exige atenciones y cuidados permanentes.
Por suerte para los hipócritas y simuladores, existe desde hace mucho tiempo el
Servicio de Ayuda al Impostor.
1- Basándose en modernos criterios científicos, los especialistas de la organización
instruyen, aconsejan, dictan clases, resuelven casos particulares y difunden las
técnicas más refinadas para obtener apariencias provechosas.
Cuando algún zaparrastroso quiere presumir de elegante, el Servicio le recomienda
sastres, lociones y corbatas. Si se trata de aparentar cultura, el cliente tiene a su
disposición frases hechas, aforismos brillantes y gestos de suficiencia.
Los que pretenden pasar por guapos son adiestrados en el arte del aplomo y la
compadrada. Muchos pobres practican para fingirse ricos, y muchos ricos se
esfuerzan por parecer indigentes.
Hay que decir que algunos postulantes son muy adoquines y no alcanzan a
completar los cursos. Otros tienen características tan marcadas que resulta
imposible disimularlas.
Durante muchos años, los hipócritas aplazados debieron resignarse a mostrar
crudamente sus verdaderas y abominables condiciones, o bien a ser descubiertos
en sus torpes fraudes. Pero con el tiempo, el Servicio encontró una fórmula drástica
para socorrer a los menos favorecidos. Así nació el reemplazo liso y llano como
recurso extremo.
Imaginemos a un morocho tratando infructuosamente de ingresar en un selecto club
nocturno. El hombre fracasa con las tinturas y el maquillaje.
Inmediatamente el servicio designa a un rubio cabal en su reemplazo. El impostor
entra sin problemas a la milonga y en nombre del morocho rechazado baila y se
divierte toda la noche.
Los ejemplos son innumerables: estudiantes mediocres que se hacen reemplazar en
los exámenes; enamorados tímidos que -como Cyrano de Bergerac- mandan en su
lugar a un picaflor; empleados capaces que para lograr un ascenso envían a un
chupamedias y personas hartas de su familia que se hacen substituir en los
cumpleaños.
El Servicio de Ayuda al Impostor ha ido perfeccionando la tecnología del
reemplazo con disfraces impecables. Se sospecha que hoy en día, la mayoría de las
personas que uno trata son en realidad agentes de la organización. Nuestros
amigos, nuestras novias, nuestros gobernantes y nuestros cuñados pueden haber
sido reemplazados por impostores profesionales. Tal vez yo mismo estoy fingiendo
escribir estas minucias a nombre y beneficio de un cliente llamado Dolina. Tal vez
usted, que finge leerme, esté reemplazando a alguien que no se atreve a confesar
que los mitos de Flores lo tienen harto.
2- Los gobiernos, lo mismo que las personas particulares, viven preocupados por la
opinión de los de afuera. Continuamente sugieren a la población la necesidad de
mejorar lo que se llama imagen exterior.
Para lograrlo se promueve la difusión de nuestros aspectos más brillantes.
Cuando nos visitan los extranjeros, se les muestran nuestros rincones más
presentables, se les hace comer una empanada y se les obliga a escuchar a la
orquesta de Osvaldo Pugliese.
La exaltación de nuestros méritos va casi siempre acompañada de un cuidadoso
disimulo de nuestros defectos. Además, en tren de aparentar y a falta de
extranjeros, se suele hacer bandera ante los propios criollos.
Con toda insistencia se señala que los médicos argentinos son los mejores del
mundo, para no mencionar a los enfermos. Si se produce algún desperfecto en una
transmisión internacional, los locutores se apresuran a aclarar que el jarabe se ha
originado en el satélite alemán, con lo cual nos quedamos todos tranquilos.
La actitud temerosa del juicio ajeno es proverbial en el periodismo. Hace poco una
cronista aprovechó su paso por Roma para consultar a los transeúntes italianos
acerca de nuestra nueva situación institucional. Los televidentes recibieron varias
reflexiones, expresadas en cocoliche que, en general, nos perdonaban la vida. Al
final de la encuesta, la cronista no podía ocultar su satisfacción. Habíamos pasado
la difícil prueba de agradar a los heladeros de la Vía Marguta.
No estaría mal recurrir al Servicio de Ayuda al Impostor para perfeccionar nuestras
representaciones ante los extraños.
La solvencia de la organización nos permitiría aparentar cualquier cosa: que
tenemos 100 millones de habitantes, que somos prósperos, que somos poderosos.
Se podrían editar censos adulterados y mapas fraudulentos que nos muestren en el
doble de nuestra extensión.
Manuel Mandeb recomendó alguna vez la conveniencia de fingirnos el Japón, para
desconcertar a nuestros enemigos. El pensador de Flores proponía que todos nos
estiráramos los ojos con los dedos y habláramos pronunciando las erres como eles.
Aquí se nos viene encima una duda: ¿no será que otros países ya nos están
engañando? La mentada potencia norteamericana puede ser nada más que una
ficción creada por los impostores del norte. A lo mejor, Suecia es un país tropical,
pero lo disimula. Quizá la Unión Soviética es una pequeña república del Africa y
Luxemburgo es en verdad el mayor país del mundo.
En todo caso, antes de encarar cualquier acción para mejorar nuestra imagen
externa es indispensable decidir cuál es la sensación que se quiere dejar.
Si dispersamos nuestros esfuerzos en simulaciones diferentes e inconexas, los
resultados habrán de ser más bien confusos. Dígasenos de una vez qué fingiremos
ser: ¿una nación apacible? ¿una nación encrespada? ¿una nación limpia? ¿una
nación angloparlante?
Los tratadistas reconocen tres tipos de impostura: horizontal, ascendente y
descendente. La última consiste en mostrarse peor de lo que se es. Y no faltan
economistas que postulan este camino para despertar la conmiseración
internacional.
3- Los teóricos más barrocos del Servicio creen que la impostura es un arte.
Y más aún: afirman que todo arte es una impostura. Cien gramos de pinturas al
aceite se nos aparecen como un rostro misterioso o como un paisaje lunar.
Quinientos kilos de bronce pretenden ser el cuerpo de Hércules. Una curiosa
combinación de tintas y papeles es presentada como el alma de un hombre
atormentado.
Solamente la música está libre de simulaciones. Un acorde en mi menor es
precisamente eso y no pretende ser nada más.
Los teóricos también han defendido el carácter ético de la impostura ascendente. El
argumento principal no es muy novedoso: de tanto aparentar bondad, uno acaba por
ser bueno.
Faltan en esta monografía datos concretos que permitan al lector la contratación del
Servicio. Lamentablemente, no es posible ofrecerlos.
Para empezar, nadie sabe cuál es la ubicación de la entidad. A veces, el local
asume el aspecto de un almacén. Otras veces, se aparece como un copetín al paso,
o como una estación de ferrocarril. Los impostores son siempre consecuentes con
sus representaciones y por más que uno les plantee sus necesidades, insisten en
vender garbanzos, servir una ginebra o despachar un boleto de ida y vuelta a
Caseros.
Es cierto que a menudo aparecen impostores ofreciendo sus servicios. Pero la
organización ya ha advertido al público que se trata en realidad de falsos
impostores que deben ser denunciados a la policía.
4- Vaya uno a saber cuántos ridículos firuletes habremos hecho los criollos para
agradar a los polacos y coreanos.
¿Estaremos bien? ¿No seremos una nación fuera de lugar? ¿Qué pensarán de
nosotros estos visitantes holandeses? ¿Le ha gustado nuestra autopista, señor
Smith? ¡Cuidado, disimulen que ahí viene un francés! ¿No estaremos desentonando
en el concierto internacional?
Yo creo que tal vez no importa desentonar en un concierto que parece dirigido por
Mandinga.
Vale la pena intentar el camino difícil, el más penoso, el más largo pero también el
más seguro. Es el camino de la verdad. El que quiera parecer honrado, que lo sea.
El que quiera fama de valiente, que se la gane a fuerza de guapeza.
Y si queremos que el mundo piense que somos una gran nación, sepamos que lo
más conveniente es ser de veras una gran nación.
Mientras llegan esos tiempos, podríamos empezar a fingir que no fingimos.
Los amantes desconosidos
La sociedad de Amantes Desconocidos de Flores fue tal vez la entidad mas secreta
del barrio. Su misma naturaleza hacia imprescindible la discreción. Hace algunos
años, cada vez que alguien recibía una carta de amor sin firma los hombres sabios
no vacilaban en atribuirla a la Sociedad. Era esto un error: siempre han existido
enamorados ocultos, sin que haga falta inventarlos.
Por otra parte, cabe razonar que la obra de los Amantes Desconocidos solo pudo
tener buen efecto en la medida en que no les fuera atribuida. Se calcula que en los
años de su actuación, la Sociedad fraguo mas de dos mil historias de amor.
El procedimiento habitual era sencillo. Sin mayores ceremonias se elegía a una
persona cualquiera. La mayoría de las veces se trataba de solitarios, melancólicos,
desengañados, aburridos o simplemente amigos a quienes la entidad deseaba
favorecer. El paso inmediato consistía en crear un amante ficticio para la persona
elegida. Un equipo de ingeniosos creativos se encargaban del asunto. A los
ingenieros les inventaban adolescentes picaras. A las modistas de la calle Morón
les dibujaban nobles arruinados. A los Hombres Sensibles les hacían amantes
románticas y trágicas, pero también muy pechugonas, que eran una verdadera
delicia. Una vez establecidas las características generales del amante ficticio, se
enviaba la primera comunicación. Así, muchos hombres y mujeres de Flores
recibieron sorpresivas declaraciones anónimas que los llenaron de estupor.
Se transcribe a continuación la carta que llevara el numero de orden 1114.
"Querido ingeniero Atilio D. Gallardo: Le escribo desde las tinieblas de mi
soledad. Le ruego que me disculpe si usurpo su preciosa intimidad. Pero existe,
mi querido ingeniero, un sentimiento dentro de mi que ya no puedo dominar. Es
preciso que usted sepa que lo amo, ingeniero. Usted no me conoce... O para
decirlo mejor: usted jamas ha reparado en mi. ¿Quién soy...? No creo que valga
la pena que usted lo sepa. Digamos que me llamo Luisa, aunque ese no es mi
verdadero nombre. Algunos dicen que soy joven y hermosa, pero tal vez
exageran. Ah... si supiera, ingeniero, cuantas veces he llorado por usted. Si
supiera cuantas noches he despertado llorando y pronunciando su nombre: Atilio.
En mi cuarto tengo un pequeño retrato suyo que he recortado de la revista
"Temas de la construcción." Usted tal vez se ría de los delirios de una pobre
muchacha enamorada. Pero ya no puedo luchar mas contra mi corazón,
ingeniero. Quiero proponerle algo. Escríbame. Cuénteme algo de su vida. Desde
luego, todavía no pienso revelar mi verdadera identidad, de modo que deberá
usted dirigirse a Luisa, Casilla de Correo 32. Un beso apasionado de su Luisa”.
Después comenzaba la verdadera historia. El ingeniero respondía, Luisa escribía
otra vez, el ingeniero reclamaba un encuentro, Luisa se negaba... Y entre carta y
carta se iban conociendo e interesando cada vez más. Por supuesto, el encuentro no
debía producirse jamas. Y esta es en verdad una regla de oro de los amantes
desconocidos, reales o ficticios. Toda relación deberá girar alrededor de un
encuentro futuro. Pero es fundamental el no encontrarse nunca. Las razones se ven
venir: todo amante desconocido es perfecto. Tiene la cara que uno desea. Es, a
nuestro capricho, morocho, rubio o ambas cosas a un tiempo.
El amante desconocido no tiene defectos, no tartamudea, no fastidia con cosas
cotidianas. Pero hay una virtud fundamental: por no ser nadie es también todas las
personas del mundo. Si se comete el desatino de darle una identidad cierta , el
amante desconocido se achica, aunque sea un ángel. Si es alto, ya no podrá ser
petiso. Si es atlético, ya no podrá ser enclenque. Si es Juan, ya no podrá ser Pedro.
Si es Luisa, ya no podrá ser Esther. Por estos mismos motivos, la Sociedad de
Amantes Desconocidos jamas enviaba fotografías aunque si las reclamaba de sus
beneficiarios.
La actividad de estos filántropos tenia por objeto combatir la soledad y la
desdicha. Y cabe señalar que su acción despertaba en los vecinos del barrio un
sano espíritu de emulación. Al conocer la existencia de enamorados secretos,
muchas personas descubrían dentro de si esa misma condición. Y así, junto a los
amantes de ilusión creados por la Sociedad, cundieron los amantes secretos
verdaderos.
En sus buenos tiempos, Manuel Mandeb se carteaba con cuatro amores
misteriosos. El pensador sospechaba que por lo menos dos eran obra de la
Sociedad, mas que nada, por el papel barato de las cartas. Pero sus investigaciones
lo llevaron a comprobar la existencia cierta de las otras dos. Una de ellas resulto
ser una compañera de un curso de guitarra que Mandeb seguía penosamente.
Cuando el hombre se presento ante ella con las cartas en la mano, la chica rompió a
llorar y huyo para siempre. La ultima de las amantes secretas era - según se supo
mucho después - Beatriz Velarde, la piba mas hermosa de Flores, de quien - a su
vez - Mandeb era enamorado secreto en otra colección de cartas. Pero estaba
escrito que Manuel y Beatriz no se amaran nunca. El ingreso a Amantes
Desconocidos de un grupo de redactores humorísticos y malévolos provoco una
serie de catástrofes que marcaron al decadencia de la Sociedad.
Estos profesionales, que perseguían únicamente la diversión personal, empezaron a
enviar cartas a damas casadas y a urdir toda clase de intrigas chuscas. De este
modo consiguieron que la Sra. Aurora B de Gracia Vassari se presentara a las
cuatro de la mañana con una vela en la mano en el fondo del pasaje Trieste.
Asimismo fueron los culpables de infinidad de divorcios, riñas, peloteras y
toletoles entre los matrimonios mas acrisolados de Flores.
Pero hay que mencionar un fenómeno curioso que les ocurría a casi todos los
miembros de la Sociedad. Conforme avanzaba la correspondencia con los
beneficiarios, muchos guionistas se enamoraban de verdad. La conocida redactora
publicitaria Luz Vasallo se volvió loca de amor por el poeta Jorge Allen, cuyo caso
atenido durante meses. Para evitar estas situaciones, las autoridades de la entidad
resolvieron una rotación de guionistas. Pero el resultado fue desastroso. Las cartas
perdían coherencia y verosimilitud, pues los redactores no alcanzaban a
compenetrarse debidamente en su función. Sobre el final de sus actividades
Amantes Secretos recurrió al teléfono. No fue una experiencia feliz. El lenguaje
telefónico es menos tolerante con la creación artística y - por lo demás muchos guionistas soltaban la carcajada en medio de las charlas, provocando cierta
perplejidad en el cliente.
El juego de los Amantes Desconocidos era sin duda apasionante. Pero aunque
admitía procesos mas o menos prolongados, al cabo terminaban por extinguirse.
Nadie puede resistir mucho tiempo la tentación de conocer. Todos, tarde o
temprano, exigen al consumación del amor epistolar. Y así terminaban todas las
historias. La mayoría de las veces con el silencio y el olvido. En alguna ocasión,
con encuentros mas bien desteñidos.
Ives Castagnino, el músico de Palermo, se encontró una vez con una dama
desconocida que le había enviado cartas durante años. Cuando la vio en la esquina,
se acerco y le dijo: - Buenas noches. Soy el desengaño.
Hoy ya nadie habla de los Amantes Desconocidos de Flores. Pero esta entidad sin
fines de lucro bien puede dejar en nuestro espíritu la sombra de una idea. ¿Por qué
no convertirse uno en Amante Desconocido? ¿Por qué no ayudar con ilusiones a
tantas almas solitarias que andan por la cuadra?
La vida esta poniéndose muy aburrida. Seria maravilloso recibir una mañana de
estas una nota perfumada y llena de besos que viene de no se donde.
Dejo la inquietud a tantos guionistas, redactores, poetas y literatos que malgastan
su tiempo jugando al billar.
Leyenda del volador de Flores
Casi todos los hombres sensibles de Flores conocían a Luciano, el volador.
Sabía atender un puesto de diarios en la esquina de Boyacá y la avenida. Sus
apologistas pretenden que levantaba quiniela, hecho que no le consta para nada al
compilador de estas historias. Por lo demás, a través de todos los mitos de Flores,
parece constante el afán de enaltecer el recuerdo de los héroes, atribuyéndoles
actividades relacionadas con el juego. Si es verdad lo que se cuenta, Luciano
volaba. Sus escasas fotografías nos lo muestran liviano y magro, aunque carente de
alas. Una de ellas, que suele utilizarse como prueba de su don, lo registra al
costado derecho de un grupo numeroso y sus pies aparecen en el aire, a una cuarta
escasa del suelo. Los escépticos atribuyen este efecto a un truco fotográfico o bien
a un pequeño salto oportuno.
Sin embargo, la tradición oral de Flores insiste en recordar los vuelos de Luciano.
Los más viejos aseguran que, cuando niño, descolgaba los barriletes que se
enredaban en los árboles y recobraba las pelotas que caían en los techos del
vecindario. Ya mayor, prefirió siempre los vuelos nocturnos. Parece que el cielo
sostiene mejor de noche y no se corre el riesgo de llamar la atención de los
papanatas.
Excepción hecha de los días de lluvia o de granizo, Luciano prescindía de los
colectivos y taxímetros. Un viajecito al centro le insumía apenas diez minutos.
Solía aterrizar en las terrazas solitarias y bajar por los ascensores para evitar el
escándalo. Siendo volador, Luciano era discreto. Conoció -eso cuentan- el secreto
de todos los campanarios de Flores, se cruzó mil veces con las brujas desnudas
que sobrevuelan Belgrano y se saludó con los ángeles ociosos que se dejan llevar
por los vientos.
Sus enemigos lo acusaban de robar higos y triciclos, para no hablar de las
lamparitas del alumbrado público. Los aviones le producían terror, desde un día en
que paseando por El Palomar, un pardo Avro Lincoln casi le arranca la cabeza.
Manuel Mandeb ha sido el principal proveedor de anécdotas de Luciano. El
pensador árabe cuenta -por ejemplo- las desagradables consecuencias que padeció
a causa de su ignorancia del uso de la brújula y la posición de los astros.
Así nos refiere que una noche que volaba hacia el estadio de Vélez Sársfield con la
ladina intención de colarse, equivocó el camino y descubrió las fuentes mismas del
río Matanza. Encontró allí -sostiene Mandeb- grandes poblaciones lacustres,
semejantes a las que cundieron en Suiza hace milenios.
Tomándolo por un dios, los inocentes pobladores lo agasajaron, le dieron a beber
hidromiel, le cedieron a una joven más o menos doncella y le obsequiaron una
yunta de gallinas y un florero, único de estos objetos que aún se conserva.
Estos cuentos son muy sospechosos. Sospechosa también es la historia que ubica a
Luciano siguiendo una bandada de golondrinas hasta los trópicos o aquella que
hace referencia a la lucha con un cóndor bataraz. Cuando comenzaron las
calamidades en el barrio de Flores, Luciano decidió partir. Las palomas azules con
sus plumas de acero coparon el cielo de la barriada y el volador sintió miedo.
Manuel Mandeb insiste en que antes de irse para siempre, Luciano le contó el
secreto de su increíble destreza. Dice Mandeb que un mago extranjero le concedió
el don del vuelo, pero le hizo la siguiente prevención: "Volarás, Luciano, pero cuida
que quienes lo sepan no escriban nunca tu historia. Cuando alguien la lea, tu poder
cesará definitivamente".
Esto explica que las hazañas de Luciano sólo se hayan transmitido en forma oral.
Ninguno de los literatos de Luciano lo menciona jamás. Gracias a ello Luciano
habrá seguido volando hasta el día de hoy, lector impío, en que tus ojos curiosos
acaban de desbarrancarlo para siempre.
La decadencia de la bolita
Resulta difícil hablar sobre la desaparición del juego de la bolita sin entrar en
espinosas controversias. Desde luego se trata de un asunto complejo y puede ser
examinado según criterios muy diferentes.
Las personas sencillas afirman simplemente que se trata de una decisión de los
chicos, arbitraria, inexplicable y - por lo tanto - indigna de ser discutida.
Los psicólogos, antropólogos, electrotécnicos y aun los contadores suelen llamar la
atención sobre la influencia de otros entretenimientos de emoción mas sostenida,
como la televisión, el billar japonés, el cerebro mágico o las palabras cruzadas.
Los Refutadores de Leyendas niegan que haya existido jamas un juego semejante y
se oponen con argumentos inexpugnables al mito de la vieja niñez romántica.
Por el contrario, los Hombres Sensibles aseguran que la desaparición del juego de
las bolitas es el resultado de una conjura universal.
Este punto de vista es muy interesante y vale la pena elucidarlo.
En su monografía Faltan Bolitas, el pensador de Flores, Manuel Mandeb, plantea un
interrogante que nos deja perplejos. Veamos.
"... Este juego parece haber empezado a languidecer en 1960. Pero puede
afirmarse que en ese momento ya hacia por lo menos cincuenta años que se
jugaba. Entonces había veinte millones de habitantes en el país, y no era
demasiado audaz afirmar que, en el medio siglo de su auge, el juego de la bolita
había sido practicado por diez millones de individuos en uno y otro momento de
sus vidas. Ahora bien: ¿ cuántas bolitas poseía cada ni~no aficionado, como
promedio? Digamos cincuenta. Multipliquemos: cincuenta por diez millones. Son
quinientos millones de bolitas. Bien, volvamos al presente: alguno de ustedes ha
visto una bolita en el ultimo año? Seguramente no. Yo pregunto: ¿ dónde están los
quinientos millones de bolitas? ¿ Quién las tiene? ”
"Y no me digan que el tiempo las destruyo porque el viento y la lluvia no son
suficientes para destrozar una bolita... “
"...Las canchas han sido arrasadas y hasta pavimentadas, los hoyos fueron
rellenados, los jugadores se han visto tentados por otras disciplinas. Alguien esta
borrando todo vestigio del paso de las bolitas por esta tierra..."
Inspirado quizás en el trabajo de Mandeb, este texto pretende asentar las reglas, la
técnica y la estrategia de las bolitas. La tarea no es tan fácil como parece. A favor
de la campaña desarrollada por los Refutadores de Leyendas y Los Amigos del
Olvido, casi nadie recuerda los reglamentos. Por lo demás, todos sabemos que en
cada cuadra había matices en la interpretación de cada norma lúdica.
No obstante, luego de la publicación de esta nota, es probable que algún pequeño
numero de Pibes Sensibles se ponga a jugar, aunque mas no sea a modo de
desplante ante el Universo.
I - LAS BOLITAS
Se trata de pequeñas esferas, casi siempre de vidrio. Su diámetro es variable: las
mas chicas se llaman piojos o pininas, las medianas son las mas frecuentes y están
también las grandes o bolones, que suelen utilizarse en el juego del Triángulo.
Años taras podían reconocerse diferentes pelajes de bolitas. Las mas hermosas
eran las lecheras. En ellas predominaba el blanco, siempre mezclado con algún otro
color. Eran semiopacas, no se podía ver a través de ellas y la variedad de diseños
y combinaciones era enorme.
Estaban también las semitransparentes, de colores fríos, casi siempre verdes o
azules. Eran como cachos de sifón. En el interior a veces se adivinaba un filamento
gelatinoso y mas bien repugnante. Salvo excepciones, eran unas bolitas de
porquería. Sin embargo, la ultima generación de niños jugadores solo conoció esas
bolitas.
Las lecheras desaparecieron misteriosamente. Miles de personas jamas han visto
una. Las mas recientes son las llamadas bolitas japonesas mas livianas que las
convencionales, y totalmente inútiles para jugar. Su aspecto es el de una esfera
transparente con un papelito de color en su interior.
Todo niño poseía una bolita preferida, que era la que utilizaba para jugar.
Se la llamaba puntera. El resto de las bolitas servia para pagar las deudas
provenientes del juego. Si acaso una racha adversa obligaba al niño a entregar la
puntera, se le otorgaba a esta noble bolita el valor de cuatro o cinco.
También pueden citarse - como curiosidad - las bolitas de barro, los aceritos y
hasta las de plástico (indefectiblemente ovaladas).
La identidad de los fabricantes de bolitas es un enigma. Nunca hubo marcas, ni
envases ni publicidad. Algo muy raro debe haber en todo esto.
II - EL JUEGO DEL HOYO Y LA QUEMA
Pueden participar dos o mas jugadores, El juego tiene lugar en una cancha de unos
5 metros de largo por 2 de ancho. La superficie de este terreno debe ser de tierra,
pareja y árida, tal como la de las canchas de bochas aunque no tan blanda.
Es de buen gusto que un pequeño árbol se sitúe en uno de los costados.
En realidad, los mejores lugares para instalar canchas de bolitas son los rectángulos
de tierra que existen en las veredas del Gran Buenos Aires. En la Capital, como se
sabe, las veredas llegan hasta el cordón y los espacios sin baldosas que rodean a
los arboles son insuficientes. Por eso los chicos de la Provincia han sido siempre
mas diestros en este juego.
Hay cuatro líneas que limitan la cancha y una que la divide en dos, llamada mita.
En el centro exacto de una de esas dos mitades, se encuentra el hoyo.
Y aquí nos topamos con otro punto de discusión. Algunos prefieren excavar el
hoyo con una chapita de naranjin. Otros entierran una bolita y, después de extraerla
ensanchan el cráter resultante. Los mas desaprensivos clavan el taco en la tierra, y
lo hacen girar, obteniendo de este modo enormes cacerolas que desvirtúan el
carácter del juego.
Los jugadores se sitúan detrás de la línea de salida, que es la línea mas corta mas
lejana del hoyo. Uno a uno van lanzando sus bolitas, tratando de colocarlas en el
lugar mas cercano al citado agujero. Esto es de capital importancia, pues después
del tiro de salida, el primero en jugar será quien se encuentre mas próximo al hoyo.
De este modo, si uno observa que el jugador anterior ha conseguido arrimar
demasiado bien, mejor será que no trate de superar esa marca y busque los lugares
mas seguros de la cancha.
El objeto del juego, aclaremos, es embocar en el hoyo y hacer impacto en las
bolitas de los contrarios ( quema). Los jugadores quemados van egresando del
juego y pagando a quien los quemo. Cuando queda solamente uno, termina la ronda
y comienza otra.
Cada participante va evolucionando con su bolita conforme a una cierta estrategia.
Algunos persiguen a su presa y se van acercando cada vez mas, aun a riesgo de
quedar ofreciendo un blanco fácil. Otros buscan siempre los lugares lejanos y
hacen tiros largos (es decir rugen). Si una bolita sale fuera de la cancha debe
permanecer en el lugar donde ha quedado para que los otros jugadores le tiren, si
así lo desean. Al corresponderle nuevamente el turno, el jugador podrá efectuar su
tiro desde cualquier punto de la línea atravesada por su bolita al salir.
III - LA BOLITA Y EL CANTO
Para obtener prioridades y anunciar decisiones o reclamar la vigencia de ciertas
reglas es necesario - en la bolita - pronunciar a voz en cuello algunos conjuros
predeterminados. Veamos una pequeña colección de ellos.
Bolita cola: es en realidad la invitación o desafío a jugar y también la reserva del
privilegio de tirar ultimo. También puede decirse Bolita cola, no puntie,
esclarecedora frase que indica que uno no tiene intenciones de someterse a ningún
punteo o arrimada previa, para establecer el orden de salida.
Mita al medio, buena al tiro: canto que solo puede realizar el que tira ultimo en la
salida. Si el tipo considera que alguno de sus rivales esta demasiado cerca del
hoyo, le suelta el canto y le da el hoyo por embocado. Pero - eso si - lo obliga a
poner su bolita en la mita, expuesta a su disparo inicial.
Buen repe: ante la proximidad de la pared, se grita este conjuro para indicar que si
el impacto se produce de rebote, también será valido. El canto contrario es mal
repe.
Pica paso: declaración de voluntad que asegura la posibilidad de colocar nuestra
bolita a un paso de distancia, si un pique traicionero la pone a merced del rival.
Algunos niños tahúres suelen retrucar de hormiguita, para reclamar que el paso sea
pequeño. Voladora, agrega, entonces el primer ni~no. Y se manda un paso de
cuatro metros. También puede aullarse pica no paso.
Cuantas quiera: Como el jugador que emboca en el hoyo o realiza una quema
vuelve a tirar, muchos niños proceden a sacudir tres o cuatro quemas seguidas a la
misma bolita, con el fin de irse acercando a otros objetivos. Para poder hacerlo
debe pronunciar las palabras que encabezan este fragmento.
Corta, retira no garpa: salvedad con que el pequeño que va ganando anuncia su
derecho a abandonar el juego en cualquier momento, sin que este raje le resulte
oneroso.
Bien sonati: exigencia mas bien ranfañosa, según la cual se pretende que los
impactos hechos en nuestra bolita hagan ruido o no se paguen.
Mueve pajita, garpa bolita: pareado pentasílabo que es de lo ultimo y se profiere
cuando la bolita contraria esta en medio del pastito.
Existen infinidad de fórmulas buena línea recorrida, hoyo antes de quema, buena
mengua, etc. Cuando se quieren evitar los reces que provocan estos cantos, se
juega a todas buenas, es decir, sin cantar.
IV - COMO EMPUÑAR LA BOLITA
Para efectuar el disparo, debe colocarse la mano izquierda alzándose sobre sus
dedos en el punto exacto donde estaba la bolita. La mano derecha descansara sobre
la izquierda y empuñara la bolita. Los zurdos harán exactamente lo contrario.
Hay dos formas clásicas de tomar la bolita: la antigua, despreciada muchas veces,
y la moderna. En la primera la bolita se aloja detrás del índice. En la segunda,
detrás del mayor, sirviendo el índice como guía o mira.
Hay algo mas. Algunos pibes muleros suelen extender la mano hacia adelante
acercándose a la bolita del adversario. Esta demasía se conoce con el nombre de
ganfia o gañote y es el origen de innumerables reyertas.
En este punto conviene aclarar la existencia de otros juegos de bolita: el triángulo,
el gayito, la troya, la cuarta. Pasaremos por alto la complicada explicación de sus
reglas.
El pasto ya ha crecido sobre las canchas. Los chicos ya no tienen las rodillas
sucias. Los pantalones de medidas infantiles no tienen bolsillos. El pavimento y las
baldosas lo cubren casi todo. Mandeb quizá tenia razón.
Existe una conjura universal para impedir el juego de la bolita.
Alguien tiene que ocuparse de indagar las razones de este complot y - si es posible
desbaratarlo.
Y hay que encontrar los quinientos millones de bolitas perdidas.
Hace pocos días, el autor de esta nota trato de dar con el frasco donde guardaba
unas pocas docenas. No estaba. Tampoco estaba la caja de las chapitas, el álbum
de figuritas ni el trompo ni los autitos con masilla.
Algo malo debe estar ocurriendo.
La decadencia de la amistad
Muchos pensadores han creído notar que, en estos tiempos, la amistad es mas un
tema de conversación que una actividad concreta.
Por cierto, es relativamente fácil encontrar personas dispuestas a componer
canciones sobre los amigos. En cambio es bastante difícil conseguir que esas
mismas personas le presten a uno dinero.
Según parece, el sentimiento amistoso se halla en decadencia. Todos los idas uno
tropieza con canallas que lejos de preocuparse por la escasez de amigos, se jactan
de ella.
- Yo, amigos, lo que se dice amigos, tengo muy pocos, o ninguno - nos gritan en
la cara . Y no advierte que el sujeto esta esperando que lo feliciten por semejante
hazaña.
En los anos dorados de Flores, cuando alcanzaban su apogeo la comprensión, la
poesía y el juego del codillo, también existían enemigos de la amistad que
preocupaban a los Hombres Sensibles.
Manuel Mandeb, el metafísico de la calle Artigas, colecciono algunas de sus
obtusas opiniones en un opúsculo titulado maliciosamente Los amigos. Como ya es
costumbre, transcribimos algunos párrafos.
"... La amistad debe nacer en la juventud o en la infancia. Nuestros amigos son
aquellos que aprenden junto a nosotros o, mejor todavía, los que viven aventuras
a nuestro lado. Y por lo general, la gente aprende y vive aventuras en la
juventud.
Después casi todo el mundo consigue algún empleo en casas de comercio y ya
resulta imposible adquirir conocimientos nuevos o pelearse con una patota. “
"...A los once o doce anos, uno empieza a hartarse de la familia y encuentra que
los muchachos de la esquina son mucho mas divertidos que el tío Jorge. Durante
mas o menos una década nadie estará mas cerca de nuestro corazón que esos
muchachos. Y si uno quiere aprovisionarse de amigos, debe hacerlo en ese
periodo. Después será demasiado tarde..."
Según se aprecia, el criterio de Manuel Mandeb es interesante y tal vez verdadero.
Sucede que en cierto momento de la vida uno descubre que esta rodeado de
extraños: compañeros de trabajo, clientes, acreedores, vecinos y cuñados. Los
amigos de verdad están lejos, probablemente encerrados en círculos parecidos.
Algunos empecinados insisten en cultivar amistades nuevas. Los matrimonios
maduros se visitan mutuamente y desarrollan pálidas parodias de la amistad
verdadera: se cuentan una y otra vez episodios antiguos, vividos con los amigos
viejos, que ya no están. Cuando uno es joven no cuenta historias a sus amigos: las
vive con ellos. A pesar de estas sabias reflexiones de Mandeb, existió en Flores
una agencia destinada a ofrecer amistad a los solitarios. Fue la celebre Proveduría
de Amigos de Ocasión. Sus fines de lucro eran innegables. Todavía hoy se
recuerda su 'slogan' publicitario: "Tenga un amigo desinteresado. Páguelo en
cuotas".
Con solo acercarse al mostrador, el cliente ya notaba un clima amistoso y amplio.
Los empleados sabían como atacar.
- Buenas tarde. No sabes lo que me hizo esta mañana la bruja de mi mujer.
Y a los treinta segundos uno se sentía entre amigos. Después, entre palmadas,
guiños, pellizcones y confidencias, los comerciantes iban mostrando el amplio
catalogo de la proveedora.
Tenían amigos silenciosos, dispuestos a escuchar cincuenta veces la historia de una
operación. Amigos complacientes, siempre amables y elogiosos.
Amigos efusivos que saludaban con abrazos y se despedían a los gritos. Amigos
divertidos, ruditos en cuentos picantes y expertos en bromas pesadas.
También se prestaba un servicio un tanto oneroso, especialmente para personas
encumbradas. Consistía en el alquiler de una cohorte de adulones que
acompañaban al cliente a todas partes, se reían de sus chistes, aplaudían sus
ocurrencias y suscribían con entusiasmo cualquiera de sus pensamientos.
Precediendo a esta comparsa, solía marchar un corneta, que abría la puerta de los
bares y asomando la cabeza gritaba:
- Ahí viene el doctor Del Prete...!
El trabajo se hacia tan bien, que muchos de los contratantes ya no podían prescindir
de el nunca mas. Muchos profesionales del barrio extinguieron su fortuna pagando
este servicio de la agencia.
Un asunto que molestaba a los clientes era el rigor de los Amigos de Ocasión en
sus horarios. Cuando vencía el plazo estipulado, se terminaba la amistad. Sin
saludar, los contratados daban media vuelta y se iban, muchas veces
interrumpiendo una carcajada o librándose bruscamente de un abrazo fraternal.
Sin embargo, hay que admitir que algunos aspectos del funcionamiento de la
Proveduría eran bastante nobles.
Por ejemplo, la Sección Niños permitía que los padres eligieran a los amigos de
sus hijos, sin correr riesgo alguno.
Para ello se contaba con un numeroso plantel de chicos e incluso enanos,
adiestrados en diferentes actitudes.
Según el gusto paterno, podían encontrarse pibes atorrantes para avivar a los
pequeños pelandrunes, niños estudiosos para estimular a los adoquines, y criaturas
educadas y juiciosas para serenar a los mas piratas.
Desde luego, no pudo evitarse que muchos chicos se resistieran a la decisión de
los padres. Así se oían con toda frecuencia en Flores frases como esta:
- Camine a jugar con los amiguitos que le alquilo su padre, caramba...!
Asimismo existía un departamento para Damas, con un amplio surtido de
chimentos. Algunos malintencionados decían que las mujeres no contrataban
amigas, sino enemigas, pero ese es otro asunto.
El fracaso mas estruendoso fue el de la sección Amistades Mixtas. Nada cuesta
razonar que los caballeros que solicitaban amigas escondían casi siempre otras
intenciones. No se espante el lector pensando que nos internaremos en un tema tan
manoseado como el de la amistad entre la mujer y el hombre. Vale la pena - eso si recordar lo que dijo Manuel Mandeb a una amiga suya, tal vez alquilada en la
proveduría.
- Vea. Yo puedo ser su amigo si usted quiere. No tratare de seducirla ni me
pondré romántico ni le haré propuestas indecorosas. Pero sepa que yo necesito
que exista un amor potencial. Me resulta indispensable que exista una posibilidad
en un millón de que algo surja entre nosotros. Le aclaro que es probable que si se
da esa circunstancia yo salga corriendo. Pero es únicamente en virtud de esa
remotísima chance que yo estoy aquí oyendo su conversación como un imbécil.
Los Hombres Sensibles nunca fueron buenos clientes de la agencia Amigos de
Ocasión. Quizá porque sus presupuestos eran muy humildes. O a lo mejor porque
les gustaba que los quisieran gratis. En cualquier caso, los muchachos del Angel
Gris tenían un criollo pudor en estas cuestiones. Para ellos andar declarando
públicamente el grado de amistad que sentían por alguien era cosa de afeminados.
Manuel Mandeb pasaba largas horas en la esquina de Artigas y Morón fumando
con Jorge Allen, el poeta. Muchas veces ni se hablaban. Se contentaban con saber
que el otro estaba allí.
Ya en su ultima etapa, la proveduría empezó a ofrecer viejos amigos.
En un principio la idea consistía en rastrear - a pedido del cliente - el paradero de
personas ausentes y lejanas. Pero como advirtieron que la tarea era demasiado
complicada, resolvieron que era mas fácil inventar antiguas amistades que
rescatarlas del pasado.
Se preparo entonces un magnifico grupo de viejos mentirosos que ante la entrada
de algún candidato de cierta edad, fingían reconocerlo y le soltaban cuatro o cinco
recuerdos para ir tomando confianza.
Esta sección trabajaba mucho en las cenas anuales que suelen realizar los exalumnos de los colegios. Su misión consistía en ir reemplazando a los fallecidos y
mantener siempre firme la concurrencia.
Así, en cierta reunión de egresados del Colegio Nacional Nicolas Avellaneda,
promoción 1921, se dio el curioso caso de que ninguno de los asistentes había
pisado jamas ese establecimiento, lo que no les impidió evocar a profesores, reírse
de pasadas travesuras y brindar por encuentros futuros.
Con el tiempo, la actividad de la agencia fue amenguando. Contribuyo a este hecho
cierta mala prensa que siempre tiene la amistad entre los espíritus escépticos. En
Flores, y en todos los barrios, se contaban leyendas sobre las traiciones de los
amigos y sobre las ventajas de la soledad. Todavía en nuestro tiempo hay personas
que se complacen en declarar que los perros son mas leales y sinceros que los
humanos. Cabe sobre esto una pequeña reflexión.
Tal vez sea cierto que los perros no traicionan. Pero esto no es en realidad una
virtud del animal. Ocurre simplemente, que la módica organización mental del
perro le impide realizar procesos tan complicados como una estafa. Es decir: los
perros no pueden traicionarnos, por la misma razón que no se les permite escribir
novelas.
Hoy cuando ya no existe la Agencia Amigos de Ocasión, vale la pena preguntar se si no será necesario inventar algo para reemplazarla.
Será difícil, desde luego. Nadie podrá rescatar a los amigos perdidos. Poco podrá
hacerse para librarnos de los desconocidos que llenan nuestro tiempo. En todo
caso, cada uno de nosotros deberá cuidar lo poco que tenga. Sin componer
canciones ni escribir poemas. Se trata únicamente de sentarse un rato en la vereda
o de matear en silencio con los que están mas cerca de nuestro espíritu.
Si uno no tiene ya a los de antes, cabe decir que tal vez existen en el mundo amigos
viejos a los que todavía no conocemos.
Yo mismo, las otras noches resolví salir de mi encierro y lleno de ilusiones me
encamine a cierta esquina que conozco. Tenia ganas de fumar en silencio junto a
tres o cuatro sujetos que se estacionan en ese lugar.
Pensaba además cosechar algún guiño amistoso después de estos años en que
estuve tan ocupado.
Pero algo raro debe haber sucedido, porque no había nadie.
La conspiración de las mujeres hermosas
Cuando Jorge Allen, el poeta, se cruzaba con alguna mujer hermosa, caía en el mas
hondo desasosiego.
Esta muchacha no será para mi - pensaba mientras la veía doblar para siempre la
esquina.
Es que cada mujer que pasa frente a uno sin detenerse es una historia de amor que
no se concretara nunca. Y ya se sabe que los hombres de corazón sueñan con vivir
todas las vidas.
En ocasiones especiales, Allen usurpaba el tranco de las mas buenas mozas para
decirles algo.
- Vea: si no me conoce, no podrá usted darse el lujo de olvidarme.
Pero casi siempre ocurría lo mismo. Las pibas de Flores no mostraban el menor
interés en olvidar o recordar al poeta.
Cabe ahora mismo salir al paso de la suspicacia general, aclarando que Allen era
un joven de grata y recia figura. Además era muy versado en amorosas cuestiones.
En verdad, casi no se ocupaba de otra cosa.
Una tarde, envenenado por la fría mirada de una morocha en la calle Bacacay, el
hombre tuvo una inspiración: sospecho que la indiferencia de las hembras mas
notables no era casual. Adivino una intención común en todas ellas.
Y decidió que tenia que existir una conjura , una conspiración. El la llamo La
Conspiración de las Mujeres Hermosas.
Allen nunca fue un sujeto de pensamientos ordenados. Pero su idea intereso
muchisimo a las personas mas reflexivas del barrio de Flores. El primer fruto que
se recuerda de estas inquietudes fue la memorable conferencia en el cine San
Martín pronunciada por el polígrafo Manuel Mandeb.
Su titulo fue "De las mujeres mejor no hay que hablar" vale la pena transcribir
algunos párrafos conservados en la dudosa memoria de supuestos asistentes.
"...Nadie puede negar el poder diabólico de la belleza. Se trata en realidad de
una fuerza mucho mas irresistible que la del dinero o la prepotencia. Cualquiera
puede despreciar a quien lo sojuzga mediante el soborno o el temor. Por el
contrario uno no tiene mas remedio que amar a quien le impone humillaciones en
virtud de su encanto. Y esta es una trágica paradoja. “
"...Las mujeres hermosas de este barrio conocen perfectamente la calidad de sus
armas y las utilizan con el único fin de provocar el sufrimiento de los hombres
sensibles. Ostentan su belleza y sin embargo no permiten que uno la disfrute.
Cuentan dinero delante de los pobres. Esta perversa conducta no puede ser
inconsciente. Obedece, sin duda a un plan minuciosamente pensado. “
"...Cada vez que me acerco a una señorita para presentarle mi respeto. no recibo
otra cosa que gestos de desagrado, gambetas ampulosas y aun amenazas de
escándalo. Ya no se puede ceder el paso a una dama sin que se sospeche que esta
por permitido perpetrarse una violación."
Desde la cuarta fila, un grupo de colegialas le retruco al conferenciante, llamando
su atención acerca del comportamiento de los conductores de camionetas.
Opinaban las niñas que estos profesionales, mas que requerirlas de amores
aprecian proponerse insultarlas.
Este que escribe opina que la objeción es interesante. Con toda frecuencia se ven
por las calles individuos que lejos de postularse como admiradores de las señoritas
que se les cruzan, proceden a agraviarlas con frases puercas.
Aquí surge un tema polémico. ¿En qué consiste el piropo? ¿Cuál es su objeto y
esencia?
Algunos sostienen que se trata de un genero artístico: Un hombre ve a una mujer, se
inspira y suelta párrafos. No existe la esperanza de una recompensa, basta con la
satisfacción de haber cumplido con los duendes interiores.
Si este es el criterio correcto, la actitud de los conductores de camionetas es
perfectamente comprensible. Tal vez quepan reparos de índole académica. Se
puede opinar que es artísticamente superior un madrigal que un manotazo, pero
ambas expresiones se encuadran rigurosamente en la definición que se ha sugerido
anteriormente.
Otra corriente - menos desinteresada - piensa que todo piropo manifiesta la
intención de comenzar un romance. Vale decir que se espera de la dama que lo
recibe una respuesta alentadora.
Difícil será - por cierto - que alguien obtenga una sonrisa a cambio de una grosería.
El asunto es apasionante y fue desarrollado por el propio Mandeb, mucho después,
en un libro que se llamo "La objeción de las colegialas", titulo que despertó un
equivocado entusiasmo entre los conductores de camionetas.
Pero volvamos a la conferencia.
Manuel Mandeb presento durante su exposición a un italiano y a un brasileño,
quienes - dificultosamente - expresaron que, en sus países, los idilios se
concertaban en forma rápida entre personas desconocidas y que muchas veces
bastaba con leves gestos para entenderse bien.
Curiosamente, el propio conferencista desautorizo a sus invitados.
"...Esta muy bien reclamar la tolerancia de las señoritas. Pero todo amorío debe
presentar una cantidad razonable de escollos. Para serles franco, no quisiera
saber nada con una mujer capaz de entreverarse en dos minutos con un tipo como
yo."
La conferencia termino en un tumulto. Varias conspiradoras asistentes empezaron a
quejarse de recibir propuestas indecorosas de los caballeros vecinos.
Probablemente se trataba de conductores de camionetas.
Los Refutadores de Leyendas hicieron oír su voz algunos días mas tarde.
En una de sus habituales reuniones manifestaron que no creían en la posibilidad de
la conspiración. El argumento de los racionalistas merece consideración: según
ellos las mujeres hermosas se odian entre si y es inconcebible cualquier tipo de
acuerdo. Declararon también que es falso que esta estirpe no haga caso de los
hombres: todos los días uno ve hermosas muchachas acompañadas por algún señor.
Ya en el colmo de la locura, los Hombres Sensibles contestaron que allí estaba el
punto: el señor que acompaña a las mujeres hermosas es siempre otro y esto
provoca aun mas tristeza que cuando uno las ve solas. No seria extraño que estas
damas y sus acompañanates no fueran sino incubos y súcubos que recorren el
mundo para ser dique a las almas sencillas.
Ives Castagnino, el músico de Palermo, razonaba de este modo: si el propósito de
las mujeres terribles es hacer sufrir a los hombres, tienen dos maneras de lograrlo:
1) No viviendo un romance con ellos.
2) Viviéndolo.
Según parece, al músico lo aterrorizaba mucho mas la segunda posibilidad.
Como puede suponerse, las mujeres hermosas consultadas negaron siempre la
existencia de la conjura. De cualquier modo, hay que reconocer que la encuesta no
fue demasiado amplia. En primer lugar, las señoritas entrevistadas desconfiaban de
los encuestadores y pensaban - con toda razón - que trataban de seducirlas. Y por
otra parte resulta una verdadera ingenuidad que, quienes son capaces de una gesta
tan oscura, se presten a revelar el secreto precisamente a sus víctimas.
Como suele ocurrir en estos casos, el tema de discusión se bifurcó innumerables
veces y tomo el rumbo de los tomates.
Hubo quienes pidieron que se aclararan los limites de la hermosura para saber
cabalmente quienes eran las mujeres que alcanzaban esa categoría.
La cuestión es ardua, como todo juicio estético. Se pueden tener en cuenta
- quizá - algunos indicios. Se dice que si una dama es muy linda, las demás la
tendrán por tonta. Pero no puede tomarse este lugar común como precepto, pues es
cosa evidente que existen mujeres que, siendo tontas, son al mismo tiempo feas.
Inclusive hay gente que sostiene haber conocido señoritas hermosas e inteligentes,
lo cual para mi gusto es demasiado.
El asunto se torna todavía mas complejo a causa de la acción de los Agrandadores
de Loros, unos caballeros mas bien babosos que con halagos y falsedades
consiguen que ciertos bagayos se crean la reina del corso.
Así, los hombres de corazón llegan a padecer la violencia de verse rechazados por
damas que jamas pensaron seducir. La tarea de los Agrandadores ha ido muy lejos
y ha llegado incluso a las tapas de las revistas y avisos de publicidad, donde se
proponen a la admiración de la gente de toda clase de pescados con disfraz de
Colombina.
Pero los Hombres Sensibles siempre supieron cuando se hallaban ante la presencia
de una mujer hermosa. Sentían lo que Mandeb describía como una patada en el
corazón. Y no se equivocaban nunca.
A decir verdad, jamas se alcanzaron a reunir pruebas convincentes sobre la
existencia de la conspiración. Pero sus efectos se siguieron padeciendo.
Pese a todo, Allen, Mandeb y todos sus amigos siguieron recorriendo las esquinas
haciendo fuerza para creer que detrás de alguna puerta iba a aparecer la mujer que
les salvaría la vida.
Por suerte para los muchachos, hubo siempre entre las dilas conjuradas algunas
Traidoras Adorables.
Naturalmente toda traición tiene su precio y muchas veces la exigencia era el amor
eterno. Los Hombres de Flores pagaban una y otra vez este arancel.
La denuncia de Jorge Allen ya ha sido olvidada en el barrio del Angel Gris.
Pero aunque nadie converse sobre el asunto, basta con asomarse a la puerta para
comprobar que las cosas siguen como entonces.
Allí están las mujeres hermosas en Flores y en toda la ciudad, gritando con sus
miradas de hielo que no están en nuestro futuro ni en nuestro pasado.
Allí esta la abominable secta de las Chicas con Novio, poniéndonos ante la
espantosa verdad de que siempre hay un hombre mejor que uno.
El camino para derrotar a esta muralla es largo y penoso, pero seguirlo es deber de
los criollos arremetedores.
No hay mas remedio que quererlas a pesar de todo. Y mas todavía, tratar de que a
uno lo quieran. Esta segunda labor es especialmente complicada y puede llevar la
vida eterna. Consiste - por ejemplo - en ser bueno, aprender a tocar el piano,
convertirse en héroe o en santo, estudiar las ciencias, comprarse una tricota nueva,
lavarse los dientes, ser considerado y tierno y renunciar a los empleos nacionales.
Una vez hecho todo esto, ya puede el hombre enamorado, pararse en la calle y
esperar el paso de la primera mujer hermosa para decirle bien fuerte:
- He sufrido mucho nada mas que para saber su nombre.
Seguramente, la tipa fingirá no haber oído, mirara al horizonte y seguirá su camino.
Pero será injusto.
La Academia del Humor en Flores
Los Hombres sensibles de Flores gustaban del humor, pero hasta por ahí nomás. En
el fondo sospechaban que la risa suele esconder la cobardía. Y sentían que los
momentos verdaderamente grandes de la vida no soportan bien las payasadas.
Algo de razón tenían: muchas veces una gracia oportuna sirve para evitar una
confesión o un beso. Los chuscos timoratos provocan la sonrisa de sus enemigos
para ahorrarse las trompadas.
Ser chistoso no es sencillo, pero es mucho mas seguro que ser valiente. De todos
modos, los muchachos del Angel Gris saludaban con sus mejores risotadas las
ocurrencias felices, desde la ambiciosa paradoja hasta el modesto coscorrón
subrepticio.
Poco a poco, la destreza humorística acabo por generar - ya que no el respeto - al
menos un cierto prestigio mundano que permitía el ingreso gratuito a los asados,
cumpleaños, tertulias y bautizmos del barrio.
Naturalmente, cuando las muchedumbres alcanzaron a vislumbrar las ventajas de
poseer una técnica festiva, surgieron por todas partes jóvenes aspirantes que se
postulaban para referir la historia del paisano que estaba apurado por ir al fondo.
La Academia del Humor en Flores ofreció conocimientos ordenados y
oportunidades profesionales a muchísimos simpaticones. La entidad alcanzo a
acuñar un estilo austero y cachador, aun hoy reconocible en renombrados locutores,
periodistas, dibujantes, escritores, actores, o simples vivillos particulares.
Macedonio Fernández decía que el humor es sorpresa intelectual.
La frase no define el genero, pero lo ejerce. Y es también una amable
recomendación de lo imprevisto. En este sentido, los profesores de la Academia
insistían en que la chanza debe ser esporádica. El humorista que tiende trampas
cómicas cada dos frases termina dejando en el publico una saciedad mental de la
que no se sale sino merced al aburrimiento.
En las clases se enseñaba a mantener largos periodos de calma y seriedad, que no
eran sino el fondo oscuro destinado a resaltar el brillo de una brevísima donosura.
Cuanto mas avanzaba el alumno en los cursos, mas paciente se volvía y mas
extensos eran los espacios sin morisquetas.
Por cierto, algunos discípulos llevaron este criterio al extremo. A veces escribían
largas novelas de aventuras que no eran mas que el pretexto para un solo chiste. Y
en ciertos casos, ya por olvido, ya por decisión artística, se omitía redondamente
toda broma.
Acaso muchas de las obras que hoy leemos con inocencia no sean otra cosa que la
desmesurada preparación de un chiste genial abolido a ultimo momento.
El ambiente de la Academia era severo y protocolar. El trato de los maestros
evitaba cualquier gesto familiar o amistoso. Me permito notar en esta conducta un
rasgo de inteligencia fenomenal: el efecto de una gracia es tanto mayor cuanto mas
adusta es la circunstancia en que se la formula.
Una simple pedorreta puede ser gloriosa durante el discurso de un escribano. El
mismo recurso en una cena de egresados o en un estadio de fútbol resulta apenas
una grosería.
Durante los primeros años de cursos, se procuraba alejar a los alumnos de la
tentación de la ocurrencia fácil. Quienes se dejaban arrastrar padecían severos
castigos, cuando no la expulsión lisa y llana.
Los apuntes y textos de la Academia que han llegado hasta nosotros presentan
largas listas de recursos humorísticos desaconsejados. Un extenso capitulo rechaza
el doble sentido, que consiste en exponer sobre un objeto cualquiera como si en
verdad se hiciera referencia a una parte comprometida del cuerpo humano:
"Sabroso es el pan dulce de su hermana."
También se prohibía el anacronismo, los juegos de palabras, los guiños entre
paréntesis, las rimas con los apellidos, las bromas sobre políticos indoctos, los
nombres zafados en japonés y el desafío de adivinar como le dicen a este o a aquel
funcionario.
Al final de las recomendaciones nos espera una frase edificante: "Conviene no
utilizar estos mecanismos vulgares, salvo que uno sea un genio, lo que en verdad
no ocurre casi nunca."
Circulaba entre los aprendices un cuaderno de ejercicios muy curioso.
Contenía numerosos comienzos de relatos humorísticos que los alumnos debían
completar según su imaginación. Veamos algunos:
COMPLETAR LOS SIGUIENTES CUENTOS VERDES
1) Conversan en el infierno un alemán, un japonés y un argentino. El alemán
declara:
- Yo estoy aquí porque asesine un vecino.
2) Una pareja de novios se encuentran en un zaguán. En el mejor momento aparece
el padre de la muchacha y dice:
- Pero ¿qué es esto?
Un inspector llega a un colegio y comienza a interrogar a los niños.
- A ver, tu.... ¿qué piensas ser cuando seas grande?
Las invenciones de los alumnos jamas eran aprobadas, Al final del cuaderno y
después de infinitas frustraciones, el joven postulante comprendía o recibía por
escrita una noción fundamental: el mundo no soporta ya los cuentos verdes.
Tal vez la asignatura mas importante de los cursos de la Academia haya sido "Vida
Humorística." La idea era producir situaciones graciosas reales, mas allá de las
creaciones artificiosas. Se cuenta que el ruso Salzman llego a ocupar esta cátedra.
Para cumplir con sus trabajos prácticos, los discípulos recorrían la barriada
auspiciando el estallido festivo: soltaban chanchos en las ceremonias nupciales, se
burlaban de los comerciantes extranjeros para provocar insultos en cocoliche, se
fingían manfloros en los trenes, gritaban pidiendo socorro en los probadores de las
sastrerías, hacían pelear a los chicos y simulaban perpetuas indecisiones en los
mostradores de las heladerías.
Parece que el propio Salzman fiscalizaba estas tareas situándose en lugares
estratégicos y haciendo - cada tanto - alguna corrección o sugerencia.
El humor político es - dicen algunos - un pasatiempo intelectual que consiste en
burlarse de los peronistas.
Sin embargo, en la Academia, la materia era dictada por el profesor Ricardo
Bermudez, hombre que pertenecía a esta corriente.
Desde el principio, Bermudez trato de establecer que para hacer una chanza
inteligente cualquier partido es bueno. Así llego a contar un día que los demócratas
progresistas levantan el piso del parquet de sus casas para hacer asados. El efecto
de esta creación fue prácticamente nulo.
Pese a todo, hay que declarar que hubo en sus enseñanzas algunos modestos
aciertos.
Refuto - por ejemplo - el viejo postulado según el cual es imposible hacer humor
oficialista.
El humor - sostenían los ortodoxos - implica siempre la degradación de un valor.
Por lo tanto, toda acción humorística será siempre en contra de algo. De aquí se
infiere la imposibilidad del chiste a favor del gobierno o del orden vigente.
Los argumentos contrarios de Bermudez son tan sencillos que su exposición no
produce el menor orgullo artístico:
"...Es cierto que el humor se hace siempre en contra de algo, como ya lo sospecho
Platon. Para hacer humor oficialista bastaría entonces con burlarse de la
oposición."
En efecto, la presentación del inconformismo y el descontento como estados
espirituales ridículos y aun fraudulentos, propugnaba indirectamente la admiración
del pensamiento establecido.
De hecho, hoy en día, nuestros mejores humoristas son honradamente oficialista, tal
vez por razones parecidas a aquellas que llevaban a los Hombres Sensibles a
desconfiar del humor.
La Academia del Humor de Flores poseía también un registro de patentes que
permitía a los ingeniosos del barrio preservar la propiedad de sus creaciones.
La oficina atendía día y noche, pues ya se conoce la quisquillosidad de los
inventores de bagatelas.
De todos modos, y a pesar de los minuciosos tramites, nunca faltaban chistosos
que se sentían despojados por alguien. Esto ocurre todavía en nuestro tiempo: cada
vez que surge un programa exitoso o una nueva publicación de humor, muchos de
nuestros conocidos declaran haber tenido la misma idea mucho antes.
El polígrafo Manuel Mandeb - que jamas registro nada - despreciaba a los
supuestos damnificados. Oigamos sus gritos:
"Solamente pueden robarse las ideas pequeñas, las minucias que caben en un
bolsillo. Las grandes creaciones son incomodas de llevar y no están al alcance de
los descuidistas. Cualquiera puede hacerse con el slogan de un nuevo calzoncillo;
la teoría de la relatividad - en cambio - es de usurpación casi imposible.”
"Convendrá entonces tener ideas grandes, o en todo caso, procurar que nuestras
ocurrencias estén pegadas a nosotros de un modo tan intimo y estrecho que nadie
pueda arrancárnoslas del alma. Si quieren saberlo, yo soy mis ideas, y quien me
las robe, habrá de llevarme también consigo."
Pero las idea de que las ideas no se roban le fue robada a Mandeb. El abogado
Gerardo Joseph la expuso como propia en una conferencia titulada La Sustracción
de Ideas. Se dice que Mandeb se presento ante el charlista y le dijo:
- Vea, mi amigo, al oírle exponer mis reflexiones penso que yo mismo disertaba.
Usted era yo y es tal vez por eso que no le rompo los dientes de una trompada.
Pocos alumnos alcanzaban los cursos superiores de la Academia. Allí se
enseñaban el arte del ejemplo absurdo y sin embargo riguroso, la exquisita
discordancia entre la forma y el contenido, la nobleza del renunciamiento artístico,
y los divertidos desperfectos de la razón.
También se enseñaba música, poesía, pintura y teatro, porque sin un genero que lo
contenga el humor no es nada.
"Lo nuestro es sal - decían los maestros - y aunque la comida sin ella es
desagradable, mucho peor es comer la sal sola."
En los últimos tramos de la carrera los aspirantes se tornaban melancólicos y casi
nada los hacia reír. Tal vez la persecución de la gracia es un camino demasiado
duro.
Nadie alcanzo jamas el titulo de Humorista Diplomado. Pero la no obtención de
esa jerarquía era precisamente el propósito final de la entidad. Se trataba quizá de
aprender a no reírse o mejor todavía a reír sin olvidarse.
Así despojado de toda pretensión, purificado de su hambre de risa, el aspirante
podrá apuntar algún garbanzo.
La gracia nunca se presenta ante quien la busca demasiado.
La Academia de Flores se fue con los tiempos dorados. Algunos siguen hoy sus
rigurosos preceptos. Otros no.
Historia de la manzana misteriosa de Parque Chas
Existe en el barrio de Parque Chas una manzana acotada por las calles Berna,
Marsella, La Haya y Ginebra. No es posible dar la vuelta a esa manzana.
Si alguien lo intenta, aparece en cualquier otro lugar del barrio, por más que haya
observado el método riguroso de girar siempre a la izquierda o siempre a la
derecha.
Muchos investigadores han intentado la experiencia formando grupos numerosos.
Los resultados han sido desalentadores. A veces sucede que el paseante sigue en la
misma calle aún después de doblar una esquina.
En 1957, un grupo de exploradores franceses desembocó
inexplicablemente en la estación de Villa Urquiza.
Urbanistas catalanes probaron suerte formando dos equipos y partiendo cada uno
en dirección opuesta. En cualquier manzana de la ciudad es fatal que los grupos se
encuentren en la mitad del recorrido. Pero en este lugar no sucede tal cosa y hasta
se han dado casos en que un equipo alcanza al otro por detrás.
Los más pertinaces han realizado excursiones a través de los fondos de las casas,
con el resultado de aparecer siempre dejando a sus espaldas calles que no habían
cruzado jamás.
En estas experiencias se descubrió que muchos vecinos son incapaces de indicar en
qué calle viven. Asimismo existen casas que no dan a ninguna calle.
Sus habitantes se alimentan de sus propios cultivos o de lo que generosamente les
pasan por sobre las medianeras.
Los taxistas afirman que ningún camino conduce a la esquina deÁvalos y Cádiz y
que por lo tanto es imposible llegar a ese lugar.
En realidad, conviene no acercarse nunca a Parque Chas.
Gomez Re, el transformador del tango
El arte nuevo -decía Ortega- es impopular por esencia. Y no es que las
muchedumbres no gusten de él. Sucede en verdad que no lo entienden.
Al parecer, los géneros de vanguardia van dirigidos a una minoría especialmente
educada. Por eso despiertan irritación en la masa.
Cuando a uno no le gusta una obra, pero la ha comprendido, se siente superior a
ella y no hay motivo de encono. Pero cuando el disgusto que la obra provoca nace
de no haberla entendido, queda uno como humillado, con una sensación de
inferioridad que necesita compensarse con muestras de indignación.
Hasta aquí Ortega y Gasset. Ya sin su ardua ayuda, podemos sospechar que
muchos artistas aspirantes, habiendo comprendido los argumentos sobredichos,
buscan la incomprensión como si se tratara de un valor estético. En ciertas
circunstancias no es mala idea: muchas veces la desorientación de los pajarones es
señal de que se está recorriendo el camino correcto.
Sin embargo, buscando alejarse del entendimiento general, hay quienes se extravían
en los distritos del mamarracho.
No es muy audaz colocar el tango en el molde de estos criterios. Los tangos
nuevos también son impopulares. El público y la crítica han dividido su opinión
entre una minoría que los acepta y una mayoría que lo odia. Así se ha generado
una de las polémicas más aburridas de la historia del pensamiento humano.
En los años dorados del barrio de Flores, las almas sencillas disfrutaban los tangos
sin análisis, sin doctrina y sin militancia. Un joven escuchaba Sueño Querido y se
quedaba tan fresco, sin otras cavilaciones que las que podía sugerirle la modesta
letra.
Después, los Refutadores de Leyendas hallaron que los viejos tangos perjudicaban
la pavimentación general y el funcionamiento de los motores eléctricos.
- La velocidad de los modernos medios de transporte exige la creación de tangos
adecuados -señalaban.
Ya se sabe que algunos sectores de la población -los farmacéuticos, por ejemploson muy sensibles a las alegorías con aviones y carretas; por eso aceptan con
entusiasmo transformar su alma cada vez que se extiende la red de subterráneos.
En los bailes y teatros, los Refutadores interrumpían a los cantores para preguntar
qué sentido tenía llorar el amor perdido en un mundo en el que existe la licuadora.
Lo extraño del caso es que estas argumentaciones fueron aceptadas por los artistas
tangueros con resignación y vergüenza. Muchos de ellos procuraron entonces situar
sus obras -y hasta sus personas- a la altura del progreso con un entusiasmo menos
adecuado para el arte que para las Sociedades de Fomento.
Sin embargo -como siempre ocurre- el verdadero artista aparece por la puerta
menos prometedora.
Vale la pena que recordemos hoy a Néstor Gómez Re, el transformador del tango.
En realidad, era un músico corriente que vivía en la calle Fray Cayetano.
Tocaba el bandoneón con cierto decoro y dirigía un modesto sexteto. Tal vez el
demasiado trato con estudiantes de derecho, psicólogos, operadores de radio y
anestesistas acabó por avergonzarlo de su profesión. Cuando los primeros músicos
proclamaron la nueva fe transformadora, él se entregó apasionadamente a ella. Es
posible que al principio no comprendiera demasiado: cuentan que se limitaba a
ocultar y disimular el tango que tocaba, con hábiles circunloquios musicales. El
público inocente recibía aquellas creaciones como adivinanzas.
- ¡Es "El esquinazo"...!
- No hombre...¡"El Torito"...!
- Para mí, es "Corralera"...
Pero con el tiempo, Gómez Re encontró su propia forma de romper con las formas
establecidas.
Viendo que casi todos los creadores novedosos competían en el bizantinismo de los
arreglos musicales, él pensó en la posibilidad de hacer arreglos en las letras.
No suponga el lector sencillas correcciones de los versos menos felices. La
innovación iba mucho mas lejos.
Por empezar, al cantor convencional se le agregaba un coro que comentaba o
glosaba la acción central del relato tanguero, siguiendo líneas musicales de
contrapunto, o aprovechando pasajes, contestaciones, partes de violín o meros
firuletes caprichosos.
MI NOCHE TRISTE:
Cantor solista : Percanta que me amuraste
Coro: Sin ninguna razón
Conator solista: En lo mejor de mi vida
Coro: En plena juventud
Cantor solista: Dejándome el alma herida y espinas en el corazón...
Coro: Mi pobre corazón y lo que es más...
Cantor solista: Sabiendo que te quería, que vos eras mi alegría y mi sueño
abrasador
Coro: Brasa y abrazo soñador
Cantor solista: Para mi ya no hay consuelo
Coro: No.
Cantor solista: Y por eso me encurdelo
Coro : Sí.
Cantor solista: Pa'olvidarme de tu amor.
Coro: Sigamos por favor....
A veces, el propio cantor interpretaba letra y músicas transformadas, agregando
notas o simplemente cantando las variaciones como en:
AMURADO:
Una noche más tristona
que la pena que me embarga en esta triste situación
ví que tomó su bagayito y amurado me dejó;
se las tomó sin saludar con la mayor resolución.
No le dije una palabra
ni el más mínimo reproche, ni la sombra de una queja; la miré que se alejaba
y pensé: qué mala suerte, para mí todo acabó.
Muy pronto Gómez Re comprendió la necesidad de aceptar la colaboración de un
poeta. A falta de otros postulantes, se resignó a trabajar con Carlos M.
Caron, un escritor de Liniers experto en novelas policiales. De este modo, nacieron
los Tangos de Detectives, expresión breve y musicalizada de la Colección Rastros.
Naturalmente, los misterios propuestos no eran demasiado complejos. Sin embargo,
algunos temas aparentaban cierta dignidad. ¿Quien mató al Pardo Ramírez?,
Sangre junto al buzón, El testigo insobornable, y la milonga Chantaje en Villa
Lugano, fueron los más logrados.
Reproduciremos, seguidamente, algunas líneas de inexplicable eficacia: Ceba raro
el morocho, observó el cana,
cacha siempre la pava con la izquierda...
El asesino zurdo
No crea que me llevo de chimentos:
lo batieron sus huellas digitales
La gringa impía
La vida y la cana se burlan de mí, me acusan de un crimen que no cometí...
Falsas pruebas
Los Tangos Infantiles no pasaron del primer intento. Eran tanguitos de hadas y de
ogros reos, con princesas encerradas en galponcitos de La Paternal.
La codicia los llevó más tarde a componer una serie de Tangos Pornográficos como
Entre los Yuyos, El Barbudo, y Que Nunca te Falte.
Los autores tradicionales del barrio, como Anselmo Graciani, se oponían
enconadamente al trabajo de Gómez Re.
Manuel Mandeb tuvo la mala idea de organizar una mesa redonda con la presencia
de tradicionalistas y renovadores, en las instalaciones del club J.M.Bosch de Villa
Excelsior. El título del debate fue: ¿Qué es el tango?
De entrada, nomás, Ives Castagnino postuló la definicíon ostensible.
- El tango es esto -dijo.
Tocó El Apache Argentino con su guitarra y se fué dando un portazo.
Muy pronto se perfilaron dos criterios opuestos. Uno restringido, que acotaba el
género con rígidas exigencias. Otro amplio, que extendía el tango hasta el confín
del universo. De este último sector proviene el "pantanguismo", escuela que
sostiene que todo es tango, lo que significa al mismo tiempo que nada lo es.
La discusión terminó con la oportuna intervención de la policía, repartición que
tiene ideas propias acerca de la música popular.
Desde aquella noche Gómez Re empezó a interesarse por las discusiones y a
descuidar su vida artística. La preparación de mortíferos silogismos le restó tiempo
para tocar el bandoneón. Sus últimas actuaciones consistían redondamente en
conferencias.
A decir verdad, son muchos los que hoy padecen un vicio semejante. Más fácil es
encontrar ensayistas o historiadores tangueros que cantores o guitarristas.
Ante la defección de Gómez Re, otros artistas tomaron la antorcha.
Un grupo de la calle Caracas cambió primero los instrumentos, luego el ritmo, mas
tarde las letras y, finalmente el nombre mismo del tango, al que llaman rock.
Los profesores universitarios, los sociólogos, y los pisaverdes se declararon
partidarios de Gómez Re y sus sucesores, y lo nombraban a cada párrafo en sus
charlas y peroraciones.
En toda clase de actos públicos se anunciaba la muerte de los tangos viejos y su
reemplazo por el Neotango Internacional, que arranca lágrimas a los belgas
arruespes.
Confinados en reducidos cenáculos, los Retrógrados del Ayer solicitaban la
prohibición de los tangos posteriores a 1940.
Gómez Re se retiró para siempre y no volvió a actuar en público. El ruso Salzman
juraba haberlo visto en una cervecería de Los Toldos, tocando sin adornos el tango
Milonguita .
Los enfrentamientos polémicos siguen hasta hoy. Nadie parece haber reparado en
algo terrible: el tango nuevo ya es viejo. Si se trata de juzgar que el arte no es
eterno y mas aún, que ni siquiera dura mucho, es necesario confesar que las
invenciones renovadoras son ya lugares comunes.
¿Por qué no aparecen nuevos demoledores para hacer probar a los Gómez Re su
propia medicina?
Las reflexiones iniciales de Ortega son de 1919. ¿Es que tan luego el arte nuevo,
que auspiciaba el desalojo de las formas clásicas, pretenderá quedarse para
siempre?
Temo que a espaldas de los bandos tangueros, las multitudes se han ido a casa.
La única esperanza está en la aparición del artista. Ese que se presenta por la
puerta menos prometedora y sin doctrina ni explicaciones, llega al rincon más
secreto del alma. Las buenas gentes de estos tiempos deshilachados no pierden la
esperanza.
El salón de baile sin baños ó El rapto de los orinales
Un pintoresco croquis del Atlas señala en la calle Yatay un enorme salón de baile.
A pesar de su lujosa apariencia, el local no tenia baños.
Sucedía entonces que los bailarines se veían obligados a abandonar la milonga para
pedir permiso en casas vecinas o costearse hasta algún café mas hospitalario.
Sin embargo los mas audaces solían aventurarse en un yuyal cercano que ofrecía
una sombría privacidad.
Los Cronistas Soñadores sostienen que nadie regresaba jamas de aquel sitio.
Citan el testimonio de mas de cuarenta damas abandonadas que en vano esperaron
a sus compañeros, a veces en el interior del salón, a veces en la misma vereda del
potrero.
Los espíritus fantásticos pretenden que los brujos raptaban a los bailarines y los
llevaban a sus gabinetes como esclavos o como carnada para atraer a los
demonios.
Por esa razón, o quizás por la escasa belleza de las damas asistentes, los jóvenes
dejaron de concurrir al salón. Los propietarios hicieron construir baños pero ya era
demasiado tarde.
El psicoanálisis en Flores
La historia del psicoanálisis en el barrio de Flores es bastante curiosa.
Quienes conocen a los Hombres Sensibles ya sospecharan que las teorías de Freud
no fueron formuladas pensando en ellos. Y aunque estos varones siempre fueron
aventureros y buscadores de sueños, cuesta bastante imaginarlos en el sillón de un
psicoanalista.
Sin embargo, muchos profesionales alcanzaron cierto éxito en el barrio del Angel
Gris. Algunos fueron consultados por los Hombres Sensibles y hasta existieron
escuelas y corrientes opuestas que dieron lugar a apasionantes polémicas.
El primer analista que se estableció en Flores fue - según dicen - el doctor
Mauricio D. Finkel. Los comienzos no fueron fáciles y su consultorio de la avenida
Rivadavia permaneció desierto durante meses. Los vecinos creían entender que
Finkel adivinaba la suerte o tiraba las cartas o tal vez vendía rifas. Con esa idea se
presento un día de invierno el primero de sus pacientes.
Se trataba del poeta Jorge Allen, quien buscaba consuelo a un desengaño amoroso
y penso que no estaba del todo mal intentar alguna solución mágica.
Finkel lo hizo recostar en su diván y lo invito a hablar. Allen le contó
minuciosamente como había sido abandonado por cierta señorita de La Paternal, la
forma en que sufría y otros detalles menores. Transcurrido un buen rato, Finkel se
levanto y dio por terminada la entrevista.
- Bien - dijo Allen -. Que hago?
- Venga el jueves a la misma hora.
- Para que ?
- Vea, se trata de que usted vaya comprendiendo su propio problema. La solución
la encontrara precisamente en esa misma comprensión.
Allen regreso varias veces. Comprendió perfectamente su caso, lo cual no le sirvió
de nada: la chica de La Paternal se caso con un consignatario de Alberti. Enterado
de esta tragedia, el enamorado anuncio a Finkel su decisión de interrumpir el
tratamiento.
- Usted no entiende - sentencio el analista - ; el punto es ubicarlo a usted ante la
realidad para que acepte y supere el dolor.
- No deseo superar el dolor. Ya he perdido a la mujer que quería : Pretende usted
dejarme también sin el sufrimiento? Dígame cuanto le debo.
A pesar de este primer fracaso, Finkel hizo carrera.
Cuando los Hombres Sensibles se enteraron de la teoría del subconsciente,
creyeron encontrarse ante una hermosa leyenda.
En la plaza, los Narradores de Historias sorprendían a su auditorio manifestando
que todos llevábamos dentro a otro señor, que es en verdad el que domina nuestra
persona.
Agregaban que este señor oculto aparecía en los peores momentos, poniendo en
nuestras vidas notas de lujuria, bestialidad y grosería.
La leyenda del subconsciente se fue transformando vigorosamente y algunas de sus
versiones son asombrosas.
Durante mucho tiempo se creyó en Flores que todo acto indecoroso era
responsabilidad del subconsciente, quedando a salvo la inocencia de quien lo
perpetrara. Así, los guarangos de la zona justificaban sus gritos, zafadurias y
provocaciones culpando al extraño que llevaban dentro.
Las personas decentes y rectas se jactaban de no tener subconsciente y muchos
padres amenazaban a sus hijos con disponer la extirpación quirúrgica del intruso
responsable de sus travesuras.
Manuel Mandeb afirmo una madrugada que el tenia varios subconscientes, la
mayoría de los cuales estaba en contra suya.
Casi en los confines de Villa del Parque, algunos grupos de fantásticos creyeron
que el subconsciente salía de su envoltura carnal en las noches de luna llena para
cometer toda clase de perversidades.
Sea por el auge de esta leyenda, sea por la improbada labor de grupos de
lechuguinos procedentes del centro, el caso es que el doctor Finkel y algunos otros
psicoanalistas llegaron a disponer de una regular clientela.
Los Refutadores de Leyendas no se opusieron a esta actividad, pues habían oído
decir que se trataba de algo científico.
También es cierto que no concurrían a los consultorios, lo cual es una lastima: no
debe haber nada mas apasionante que los sueños de un racionalista.
Con la aparición de nuevos profesionales, empezaron también los diferentes
enfoques, las herejías y las discusiones. Finkel era ortodoxo: no dialogaba con sus
pacientes, se ponía lejos de su vista y no les permitía que lo miraran. Sus enemigos
afirmaban que el hombre aprovechaba para dormir.
Otros aseguraban que se iba a la cocina y regresaba sobre el final de la sesión. Y
no faltaban los que creían que atendía a dos o mas personas al mismo tiempo,
dando vueltitas de inspección entre pieza y pieza.
Otros psicoanalistas prefirieron enfrentar a sus clientes y discutir con ellos.
Una rama de la calle Bilbao se llevo esta actitud al extremo. Así nació la Escuela
Psicoanalítica de la Mala Sangre.
Los médicos que siguieron esta novedosa técnica se propusieron reaccionar ante el
relato del paciente de un modo evidente y hasta exagerado, para que el enfermo
comprendiera que se lo compadecía.
Por ejemplo: si un señor contaba que su esposa lo tenia harto, el analista lloraba
amargamente hasta caer en la desesperación. Claro que esta terapia tuvo, algunas
veces, consecuencias desagradables.
Así, cuando alguien contaba que castigaba a sus hijos, no faltaba el psicólogo taura
que se plantaba frente al escritorio y gritaba: "Por que no me pegas a mi,
sinvergüenza".
Las actividades de la Escuela Psicoanalítica de la Mala Sangre cesaron, mas que
nada, a causa de las quejas de los vecinos. Un negocio bastante interesante fue el
de los psicoanalistas a domicilio.
La idea surgió a partir de la fuerte necesidad que muchos pacientes tenían de sus
analistas a toda hora.
Ciertos neuróticos pudientes pensaron que una buena solución era contratar a un
psicoterapeuta de modo permanente. Entonces se hizo bastante frecuente la
costumbre de tener un analista en la casa, lo que - de paso eliminaba la molestia de someterse a una sesión, pues no tenia mayor sentido
contarle al profesional lo que este podía ver con sus propios ojos.
Lo cierto es que, en el caso de los psicoanalistas ortodoxos, su función en el
domicilio del enfermo no era mucho mas activa que la de un florero. Se limitaban a
recorrer las habitaciones murmurando "jem" y asintiendo con la cabeza.
Muchos de ellos todavía siguen en las casas de familias adineradas, algunos como
jardineros, otros como primos o entrenados.
El auge de la actividad psicoanalítica en el barrio de Flores popularizo sus técnicas
mas sencillas. Cualquier modista sabia lo que era el complejo de Edipo o una
neurosis obsesiva.
Los Hombres Sensibles se sintieron fascinados por el juego de la interpretación.
Para ellos no se trataba de un ejercicio científico, sino mas bien artístico. Y no les
faltaba razón. Alguien deja un paraguas olvidado en el bar La Pilarica.
Interpretación: existe el deseo de volver al establecimiento. Alguien cuenta
chistes todo el tiempo.
Interpretación: hay una pena oculta. Alguien siente horror por los cuchillos.
Interpretación: Hubo un accidente en la niñez. Desde luego, los poetas del barrio
acuñaron interpretaciones nuevas muchas de ellas de alto valor literario.
Veamos: Alguien se mete el dedo en la nariz.
Interpretación: Esta buscando su alma. Una mujer es demasiado hermosa.
Interpretación: se trata del demonio. Un hombre come terrones de azúcar.
Interpretación: es tucumano.
Un hombre afila su cuchillo en el cordón de la vereda: venganza segura.
El mismo mecanismo se observo en la interpretación de los sueños. Según los
Hombres Sensibles, soñar con una mujer es amarla, soñar con zapatos negros es
morirse, soñar con caerse es el cincuenta y seis.
Otra de las consecuencias de esta vocación psicológica fue el convencimiento
general de que todo tiene orígenes mentales.
Así, cuando un muchacho se ensartaba un clavo en el pie, algunos médicos
aplicaban la vacuna antitetánica y otros preguntaban por la relación del ensartado
con sus padres. De cualquier modo, el entusiasmo fue decayendo. Tal vez el
principal responsable fue Manuel Mandeb.
El pensador árabe empezó a desconfiar de quien trataba de abarcar el alma con
menesterosas definiciones. No le gustaba tampoco la ausencia del pecado en
aquellas construcciones donde no había canallas, sino enfermos y donde los
sinvergüenzas eran llamados psicóticos.
De estas inquietudes surge una obtusa monografía titulada "Locos éramos los de
antes". En realidad el trabajo consiste en la exposición de ciento nueve casos de
personas que concurrieron al psicoanalista, sin curarse de nada y - lo que es peor adquiriendo una espantosa satisfacción de si mismas.
La verdad es que el trabajo de Mandeb carece de todo rigor científico, pero
consigue dejar la extraña sensación de que al psicoanálisis tampoco le sobra este
rigor. Esto es quizás falso.
Pero uno no termina de convencerse, tal es el efecto que los pensadores pasionales,
como Manuel Mandeb, producen en las personas razonables.
Hoy en día, supongo yo, los grandes investigadores del alma transitaran otros
caminos menos pintorescos. Ya no parece tener mucho sentido contarle nuestras
fantasías a un señor durante veinticinco años para ver si conseguimos dormir
tranquilos.
Mis amigos ilustrados me cuentan que hay nuevas técnicas y que la ciencia
adelanta a modo bestial.
Como quiera que sea, el sencillo propósito de esta nota ha sido llamar la atención
sobres aspectos estéticos del psicoanálisis. No importa que no sirva para nada: sus
rituales, sus aristas absurdas, sus tiros en la noche, sus metáforas, su solemnidad
son elementos que un verdadero artista no debería desechar jamas.
Tal vez llego tarde y todos han comprendido esto.
Quizás los terapeutas y sus pacientes no hacen mas que jugar, semana tras semana,
un juego apasionante en que las fichas son sueños, ilusiones, fantasías, recuerdos,
angustias, amores, desencuentros y frustraciones.
Esto es casi tan bueno como curar manías persecutorias.
El Corso Triste de la calle Caracas
Según una difundida leyenda, el Carnaval fue alguna vez una fiesta popular, con
personas disfrazadas, musica, baile, bromas y murgas. En verdad, cuesta creer
semejante cosa. Como quiera que sea, la legendaria gesta ha muerto ya. Sin
embargo, como silenciosas habitaciones vacías, han quedado ciertas fechas del
almanaque a las que la terquedad general insiste en adjudicar la condición de
carnavalesca. Esos días son utilizados no ya para festejar sino más bien para
reflexionar y añorar la ausencia de la fiesta. Se trata, según se ve, de un curioso
destino: pasar del entusiasmo a la nostalgia, de la pasión a la meditación, de la
alegría a la tristeza. Muchos espíritus taciturnos se solazan con este estado de
cosas y afirman que la farra y el desenfreno de otras épocas fueron apenas un paso
previo e inevitable, cuyo noble fin se cumple ahora, en el ejercicio del recuerdo.
Los Hombres Sensibles de Flores simpatizaban en cierto modo con este criterio.
Para ellos el Carnaval no solamente servía para seducir señoritas en las milongas
sino también para pensar en el paso del tiempo.
Puede afirmarse sin caer en el infundio que esta ilustre manga de atorrantes jamás
consiguio entender el sentido de los Carnavales.
Manuel Mandeb pensaba que las gentes se ponían contentas en virtud de algún
suceso que todos conocían menos él. Sus amigos padecían un desconcierto de la
misma clase.
Esto puede explicar la extraña conducta de los Hombres Sensibles en los corsos y
en los bailes.
Durante un rato hacían fuerza para sentirse alegres: bailaban, comían chorizos, se
ponían caretas, hablaban con voz finita y mojaban a las damas con pomos de
colores. Después comprendían que todo aquello era inútil y entonces se iban a
otros bailes, discutían con los mozos, miraban las orquestas, evocaban antiguos
Carnavales y cantaban el tango Siga el Corso. Ya en la madrugada maldecían el
Carnaval, se estacionaban en las esquinas desoladas y se burlaban de los
caminantes que volvían a sus casas.
Pero una tarde de verano Manuel Mandeb tuvo una inspiración genial. Se le ocurrió
organizar todos los años el Corso Triste de la Calle Caracas.
Se trataba de una idea interesante: Mandeb pensaba que en los Carnavales vulgares
todos disimulaban la tristeza disfrazándose de personas alegres. Su proyecto
consistía en adoptar disfraces y actitudes melancólicas para ver si detrás de ellos
se instalaba la alegría.
"Si bajo la sonora risa del payaso se adivina siempre una lágrima, es posible que
encontremos una sonrisa si sacamos nuestras caretas de víctimas"
Si el propósito de Mandeb fue lograr un clima de pesadumbre, hay que decir que lo
consiguió. El Corso Triste de la Calle Caracas era francamente tenebroso. Todas
las luces estaban apagadas. Los asistentes deambulaban como sombras fingiendo
toda clase de sufrimientos.
Las murgas entonaban canciones trágicas y tangos de Agustín Magaldi.
Los disfraces eran lastimosos: de condenado a muerte, de novia abandonada, de
jugador expulsado, de deudor hipotecario, de vendedor de libros y de intoxicado.
Con el tiempo el Corso Triste se fue haciendo más ambicioso y complejo.
Jorge Allen, el poeta, empezó a escribir versos murgueros con pretensión literaria.
"Si parliamo' del destino
bororom bobom bobom...
¿Quién conoce su camino?
Bororom borom borom....
Nadie puede contra la suerte
la última carta es la de la muerte
borobobom bombom
borobobom bombom."
Los muchachos tristes de otros barrios se acercaron poco a poco y pronto
circularon carrozas de hojas secas y automóviles con las ventanillas cerradas.
En el tercer año, se constituyó un jurado y se realizaron concursos y torneos.
Las comparsas se sacaban chispas para ver cuál era la más deprimente.
Los Lonyipietros del Desengaño, los Decrépitos del Mañana y Chispazos de
Soledad fueron las agrupaciones más renombradas.
Las reinas del corso eran bellísismas, pero inaccesibles y perversas. El premio
anual de máscara suelta lo ganó siempre el mismo individuo Hablamos desde luego- del célebre actor Eladio del Prado, quien no tenía rival en la técnica
de la caracterización.
Sus primeros disfraces fueron sencillos. Una noche apareció disfrazado de esclavo
persa y todos se condolían al ver su espalda surcada de latigazos y su cuerpo
encorvado bajo el peso de enormes cadenas.
Después, sus creaciones fueron más complejas. Un domingo fue cíclope y a la
mañana siguiente revolucionó todo el barrio buscando el ojo que se había sacado.
Fue también mendigo escocés y la gente lloraba al verlo soportar la nieve de
Glasgow en la Calle Caracas.
Cuentan que Del Prado, entusiasmado por sus éxitos, resolvió seguir con sus
disfraces durante todo el año. Dicen que su destreza crecía junto con su crueldad.
Una noche de invierno, los Hombres Sensibles saltaron de alegría al ver reaparecer
al Tonio Berardi, el pibe que murió en Paris. Organizaron una gran fiesta, y en el
momento en que alzaban las copas para celebrar la resurección, Del Prado se sacó
el guardapolvo, se lavó las rodillas, volvió a poner cara de persona mayor y
apareció tal cual era. El ruso Salzman estuvo dos semanas en cama y Jorge Allen
casi se queda tartamudo.
El último Carnaval del Corso Triste, Eladio Del Prado se disfrazó para siempre de
recuerdo y nadie volvió a verlo por el barrio del Angel Gris.
La comisión organizadora del Corso pronto advirtió que la creación de Mandeb
tenía interesantes posibilidades económicas. Esto resulta un poco sorprendente si
se recuerda la nula capacidad de los Hombres Sensibles para los negocios. De
cualquier manera, es un hecho que durante largos años los muchachos del Angel
Gris vendieron papel picado. Emplearon la conocida técnica que ha enriquecido a
tantos mercaderes: en la primera jornada las bolsitas estaban llenas de papelitos
brillantes e inmaculados. Cuando terminaba la fiesta, barrían el piso y volvían a
embolsar el papel. Noche tras noche, el producto se ensuciaba y envilecía, hasta
que en la muerte del Carnaval las bolsitas estaban llenas de tierra, tapitas de
cerveza, caramelos empezados y otras porquerías.
Algunos memoriosos creen reconocer todavía hoy en los bailes de Villa del Parque,
restos del papel picado primogenio que se vendía en el Corso Triste.
Para contribuir a la pesadumbre de la concurrencia, Mandeb vendía pomos llenos
de lágrimas que -si ha de creerse a sus detractores- falsificaba con agua y sal.
Los Refutadores de Leyendas, en su carácter de comparsa racionalista, solían
acercarse a la fiesta de la calle Caracas para buscar camorra. Todos recuerdan sus
afinados pregones:
"Los Refutadores
señoras, señores,
llegan con sus ritmos
y sus silogismos.
Los desafinados
a exponer sus ilusiones
y a confrontarlas
con nuestras refutaciones..."
Las olímpicas razones de la murga encontraban muchas veces contundente
respuesta y dentro de un clima polémico y agudo, solían armarse formidables
peleas que -por cierto- daban lustre y renombre al Corso Triste.
Año tras año, los Carnavales de la calle Caracas fueron poniéndose más
divertidos. Naturalmente, esto provocó su decadencia.
Los Hombres Sensibles de Flores, al observar el jolgorio, comprendían que el
proyecto inicial iba camino del fracaso.
La sobria melancolía de los primeros tiempos iba dando paso a sonrisas
complacientes cuando no a risotadas sin freno.
¡Ah! -se lamentaban- ¡Carnavales eran los de antes!
Y entonces contaban anécdotas de los corsos de antaño, austeros y silenciosos,
omparándolos con la insoportable algarabía que tenían ante sus ojos.
Pero en realidad la verdadera esencia del fracaso hay que buscarla por otros
rumbos.
Como ya se ha dicho, lo que buscaban Mandeb y sus amigos era un dejo de alegría
que debía aparecer al quitarse la máscara trágica.
Y lo cierto es que nunca encontraron tal cosa.
Cada vez que -con toda ilusión- abandonaban sus disfraces de atormentados,
encontraban debajo nuevos tormentos que, para peor, eran reales.
Por eso, comprendiendo que la dicha no estaba en el Carnaval y quizás en ninguna
parte, los Hombres Sensibles disolvieron para siempre el Corso Triste de la Calle
Caracas.
Hoy, cuando la fama de los muchachos del Angel Gris ya encontró su tumba en los
vientos de la estación Flores, hay -aunque pocos lo adivinen-centenares de corsos
tristes. Y son mucho más tristes que el de la calle Caracas, pues su tristeza es
involuntaria y su propósito es la alegría.
Tal vez ha llegado el momento de comprender que los criollos no hemos nacido
para ciertas fantochadas. Que se rían los brasileños. Tengamos, eso sí, fiestas y
reuniones populares. Pero no dejemos de ser quienes somos. Si nuestra extraña
condición nos ha hecho comprender el sentido adverso del mundo, agrupémonos
para ayudarnos amistosamente a soportar la adversidad.
A lo mejor, los Carnavales de antaño, tan añorados por los animadores de la radio,
no eran mas que eso: una reunión de gente triste que buscaba consuelo.
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Literaturas del Angel Gris
Balada de la Primera Novia
Niños, libros y lecturas
Historias de Amor
La ciencia en Flores
Pactos diabólicos en Flores
El recuerdo y el olvido en el barrio de Flores
El arte de la impostura
Los amantes desconosidos
Leyenda del volador de Flores
La decadencia de la bolita
La decadencia de la amistad
La conspiración de las mujeres hermosas
La Academia del Humor en Flores
Historia de la manzana misteriosa de Parque Chas
Gomez Re, el transformador del tango
El salón de baile sin baños ó El rapto de los orinales
El psicoanálisis en Flores
El Corso Triste de la calle Caracas