HISTORIA DE LA FILOSOFÍA
MEDIEVAL
Martin Grabmann
Traducción de Salvador Minguijón
Transcripción del texto publicado por Editorial Labor S. A. en 1928
1 Hemos
tomado el texto del excelente sitio de Arvo: http://www.arvo.net. El
texto electrónico de este sitio proviene muy probablemente de un programa OCR,
debido a la clase de erratas que suelen producir este tipo de programas. Las hemos
corregido. También hemos hecho un pequeño número de cambios: hemos escrito en
itálica los tı́tulos de las obras citadas en el texto y hemos abreviado ligeramente
dos tı́tulos (de sección y de capı́tulo) que por su longitud no eran procesados
correctamente por LATEX(y dado que carecemos de la competencia necesaria en el
uso de este programa para solucionar este problema).
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Índice general
1. Introducción
1.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . .
1.2. La filosofı́a de los Padres de la Iglesia
1.2.1. Generalidades . . . . . . . . .
1.2.2. La filosofı́a de San Agustı́n . .
1.3. La filosofı́a islamı́tica y judaica . . .
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2. Caracteres de la filosofı́a escolástica
2.1. La forma externa de la Escolástica . . . . . . . . . . . . . .
2.1.1. Escolástica. Ciencia de las escuelas . . . . . . . . . .
2.1.2. Géneros de la literatura escolástica . . . . . . . . . .
2.1.3. Método y técnica de la exposición escolástica . . . . .
2.2. La esencia ı́ntima de la Escolástica . . . . . . . . . . . . . .
2.2.1. Dirección fundamental del pensamiento escolástico en
general . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.2. Auctoritas y ratio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.3. Teologı́a y Filosofı́a . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.4. Escolástica y Mı́stica . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.2.5. Escolástica y ciencia de la Naturaleza . . . . . . . . .
2.3. Las fuentes de la filosofı́a escolástica . . . . . . . . . . . . . .
2.3.1. Los escritos aristotélicos en relación con la filosofı́a
arábigo-judı́a . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2.3.2. Las fuentes platónicas y neoplatónicas . . . . . . . .
2.3.3. Las fuentes patrı́sticas . . . . . . . . . . . . . . . . .
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3. El desarrollo de la filosofı́a medieval en la Antigua y en la
Alta Escolástica
37
3.1. La Antigua Escolástica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
3.2. La Alta Escolástica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
iii
iv
ÍNDICE GENERAL
4. La filosofı́a de Santo Tomás de Aquino
4.1. Vida, obra y personalidad de S. Tomás . . . . .
4.2. Objeto y división de la Filosofı́a . . . . . . . . .
4.3. Filosofı́a natural . . . . . . . . . . . . . . . . . .
4.4. Psicologı́a . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
4.5. Metafı́sica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
4.5.1. Doctrina del ser . . . . . . . . . . . . . .
4.5.2. Doctrina acerca de Dios . . . . . . . . .
4.5.3. Relación entre Dios y el mundo . . . . .
4.6. Ética y Filosofı́a del Estado . . . . . . . . . . .
4.6.1. Ética . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
4.6.2. Filosofı́a del Estado . . . . . . . . . . . .
4.7. La lucha en torno a la doctrina de Santo Tomás
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5. La filosofı́a Escolástica en los siglos XIII y XIV. Duns Escoto
y Occam
75
Capı́tulo 1
Introducción
1.1.
Introducción
No se comprende la filosofı́a medieval del Occidente latino en su evolución, en su esencia y en su importancia, si no se conocen sus precedentes y
sus fuentes. Porque la filosofı́a escolástica no nació como una creación nueva
desprovista de tradiciones, sino que fué un desarrollo, en ámbito más extenso, de la filosofı́a antigua, patrı́stica (agustiniana) y en parte también de la
filosofı́a arábigo-judı́a. Constantemente, en los escritos escolásticos, la utilización de esas fuentes, aprobando o rechazando su contenido, nos permite
seguir las raı́ces históricas y los fundamentos del pensamiento escolástico.
Podemos prescindir aquı́ de la exposición de la filosofı́a griega, del sistema
de Platón y del neoplatonismo y, ante todo, de Aristóteles, pues de ello se
trata en otro manual de la COLECCIÓN LABOR . Podemos contentarnos
en esta Introducción con breves palabras, sobre San Agustı́n, a través del
cual principalmente se transmite a la Edad Media la influencia patrı́stica, y
sobre las principales direcciones de la filosofı́a islamı́tico-judı́a. Ciertamente
esos dos pórticos de la filosofı́a cristiana de la Edad Media no tienen entre
sı́ ninguna conexión arquitectónica, pero hay que atravesarlos previamente
para poder orientarse en la filosofı́a escolástica.
1.2.
1.2.1.
La filosofı́a de los Padres de la Iglesia
Generalidades
La filosofı́a de los Padres de la Iglesia no es en conjunto un sistema filosófico
independiente, sino una pieza consistente levantada dentro de la estructura
de la teologı́a y enlazada con los fines de ésta, una filosofı́a religiosa al ser1
2
1. Introducción
vicio de las enseñanzas de la fe. Por esto es muchas veces muy dificil trazar
la divisoria entre la historia del dogma, y la historia de la filosofı́a. Está en
la misma naturaleza del contenido, valor y normas del Cristianismo estimular y fecundar el pensamiento filosófico que medita sobre las más profundas
cuestiones de la vida y del esfuerzo humanos. Señaladamente los filósofos que
se convirtieron al Cristianismo debieron buscar en su propio pensamiento un
modo de confrontar y compensar la concepción del mundo que hasta entonces
habı́an profesado y las enseñanzas cristianas. Debieron sentir al mismo tiempo la necesidad de ahondar por medio de la Filosofı́a en la profundidad de
los misterios del Cristianismo. Un importante movimiento filosófico se señala
primeramente en los apologistas de siglo II (Justino el filósofo, Atenágoras,
Taciano, Teófilo de Antioquı́a, etcétera), que en sus discusiones con los paganos enemigos de la fe cristiana tuvieron que colocarse en el terreno de
la filosofı́a antigua. Una polémica, en parte muy acerba, contra los filósofos
griegos se nos muestra en los antignósticos, es decir, los autores eclesiásticos
que escribieron contra las teorı́as antieclesiásticas del gnosticismo sincrético,
especialmente Tertuliano, cuyos escritos son, por lo demás, interesantes para
la Psicologı́a.
Un estrecho enlace entre la Filosofı́a y el Cristianismo se establece en la
escuela catequı́stica de Alejandrı́a (Panteno, Clemente de Alejandrı́a, Orı́genes), en la cual las enseñanzas del platonismo, del estoicismo y las de Filón
encontraron cordial estimación y utilización abundante en orden a los fundamentos de la especulación y la sistemática teológicas. La filosofı́a griega se
toma aquı́ como guı́a de los paganos hacia Cristo, como propedéutica para la
Teologı́a, para el desarrollo de la pistis hacia la gnosis. También los Padres
capadocios, Basilio el Grande y Gregorio Nazianceno han reconocido el valor
educativo y el valor de contenido cognoscitivo de la literatura y filosofı́a antiguas, Gregorio de Nissa, el tercero de los ✭✭tres luminares de Capadocia✮✮ se
ha mostrado en Teologı́a, Teorı́a del Conocimiento y Psicologı́a como un pensador cristiano influido por el platonismo, y ha entrado además en el camino
de la mı́stica especulativa.
Las discusiones y fórmulas cristológicas y trinitarias dieron ocasión desde el
siglo IV para la fijación de una terminologı́a teológica eclesiástica y para que
se utilizaran y ensancharan los conceptos metafı́sicos de la Filosofı́a (physis,
hypóstasis, ousı́a, etc.).
Al utilizar la filosofı́a antigua, los Santos Padres muestran el deseo de
adaptarla y cristianizarla. Rechazan las teorı́as filosóficas que repugnaban la
1.2. La filosofı́a de los Padres de la Iglesia
3
esencia del Cristianismo, como el escepticismo que era inconciliable con la
verdad de la fe cristiana y el epicureı́smo, que estaba en oposición con la
austeridad y el espı́ritu de sacrificio de la ética cristiana. Aristóteles estaba
al tiempo del florecimiento de la patrı́stica más en segundo término; pero
de un modo especial el nestorianismo y también el monofisitismo contaron
aristotélicos entre sus partidarios. La utilización de Aristóteles por los Santos
Padres se limitaba muchas veces al orden formal y terminológico. En Oriente,
hacia el final del perı́odo de la patrı́stica griega, Leoncio de Bizancio y Juan
de Damasco hicieron un uso más abundante de la filosofı́a aristotélica. En Occidente, Boecio, el último romano y el primer escolástico, introdujo por medio
de traduccioncs y comentarios el pensamiento aristotélico, especialmente en
lo que se refiere a la Lógica, mientras que su Consolatio philosophiae, muy
leı́da y comentada en la Edad Media, tiene una base neoplatónico-escolástica.
Las fuentes filosóficas propias de la patrı́stica son el estoicismo, el platonismo ecléctico popular y especialmente el neoplatonismo. Encontramos la
ética estoica de Cicerón y Séneca en Minucio Félix, Lactancio y San Ambrosio; fué repudiado el antiguo fatalismo y en cambio se desarrolló por los
Santos Padres, especialmente por San Juan Crisóstomo y San Teodoreto de
Ciro, la fe cristiana en la Providencia. El platonismo ecléctico que se extendió en el tiempo posterior a Jesucristo encontró en los Santos Padres, por
su espiritualismo y su concepción de lo suprasensible, favorable acogida, y
fué transformado en sentido cristiano. Todavı́a ofreció estı́mulo más poderoso
para el trabajo especulativo sistemático de la teologı́a patrı́stica posterior el
neoplatonismo, que gracias a Plotino se hizo una consistente construcción del
pensamiento y cuyas doctrinas panteı́stas fueron rechazadas como inconciliables con la enseñanza cristiana de un Dios personal trino en personas, entre
las cuales hay comunicación de esencia y de vida, y con la doctrina de la libre
acción creadora de Dios. A la dirección neoplatónica pertenece Nemesio en
su obra Perı́ physeos anthrópon, atribuı́da en la Edad Media a Gregorio de
Nissa, y todavı́a más Sinesio de Cirene. Dentro de la inspiración neoplatónica de Proclo se encuentra la colección de escritos aparecida a principios del
siglo V bajo el nombre de Dionisio Areopagita, discı́pulo de los Apóstoles,
cuyo influjo advertimos en la Escolástica y la Mı́stica de la Edad Media. El
platonismo ha sido también para el más grande de los Padres de la Iglesia,
San Agustı́n, el guı́a decisivo que lo ha conducido al Cristianismo.
1.2.2.
La filosofı́a de San Agustı́n
Es dificil trazar un bosquejo de la poderosa, significativa y radiante figura
del filósofo Agustı́n. San Agustı́n es el más grande de los Padres y teólogos de
4
1. Introducción
la Iglesia católica, el que ha señalado sus caminos a la dogmática especulativa,
a la moral y a la mı́stica, y ha creado una serie de disciplinas teológicas;
como obispo el más importante de su tiempo, ha desarrollado una actividad
práctica que hubiera bastado para llenar una vida entera. Es una personalidad
profundamente religiosa, llena de ardiente amor a Dios y de abnegado amor a
los hombres, que resplandece por la generosidad más pura; es un pensador de
intuición genial que reúne en sı́ el don de la observación psicológica delicada,
la especulación metafı́sica y la interioridad mı́stica; es un orador y un escritor
de fascinadora fuerza persuasiva y de la más poderosa facultad de expresión;
ofrece atractivo incluso para el hombre moderno, de modo que pertenece a
la Antigüedad, a la Edad Media y a los modernos tiempos. Múltiple como el
que más entre los modernos, representa la figura de un pensador cuyo radio
de influencia es inconmensurable. San Agustı́n no sólo ha pensado su sistema
y le ha dado forma sino que lo ha alcanzado con esfuerzo y lo ha vivido. Su
filosofı́a es en el más alto grado una filosofı́a personal.
Aurelio Agustı́n nació en el año 354 en Tagaste (Africa) y, después de una
sólida formación cientı́fica en su paı́s, fué maestro de retórica en Tagaste y en
Cartago, después en Roma y en Milán. Convertido en esta última ciudad al
Cristianismo, fué bautizado por San Ambrosio en la Pascua del año 387, se
hizo después presbı́tero y desde el año 395 hasta su muerte ocurrida en 430
desarrolló una asombrosa y variada actividad como obispo de Hipona. Entre
sus numerosas obras interesan principalmente a la Filosofı́a las Confessiones
(13 libros), la más cautivadora autobiografı́a de la literatura del mundo, las
monografı́as Contra academicos (contra los escépticos), Soliloquiorum libri II,
De quantitate animae, De anima et eius origine, De immortalitale animae,
De ordine, De libero arbitrio y, finalmente, las grandes obras De civitate Dei
y De trinitate.
La evolución del espı́ritu de San Agustı́n antes de su conversión es una
constante aspiración a la verdad, buscada primero en los maniqueos, cuyo
sensualismo y materialismo no podı́an contentar su grande alma, después
en el escepticismo de la nueva Academia, cuya renuncia a la posesión de
la verdad no le agradó tampoco. Finalmente el espiritualismo de los escritos
neoplatónicos, que habı́a conocido en la traducción latina de Mario Victorino,
fué el terreno metafı́sico desde el cual se elevó al conocimiento de la verdad
y valor suprasensibles y sobrenaturales del Cristianismo.
El ansia ardiente de la verdad es el rasgo fundamental de la vida espiritual
de San Agustı́n. Su anhelo tiene en sı́ dos grandes fines: Dios y el alma;
1.2. La filosofı́a de los Padres de la Iglesia
5
quiere conocer a Dios y al alma; fuera de eso, nada. El camino para esta
ciencia es la vida interior, la submersión en sı́ mismo; la verdad habita en el
hombre interior. En el interior del hombre está también el punto de partida
de la filosofı́a agustiniana que quiere resolver, en primen lugar, el problema
epistemológico de la verdad y de la certeza, cuya dificultad habı́a sentido su
alma.
Mucho antes que Descartes, puso San Agustı́n en la certeza inmediata de
los hechos de conciencia y del propio ✭✭yo✮✮ el punto de partida de la filosofı́a.
Como Descartes, parte de la duda. Muchas cosas se pueden poner en duda,
pero queda como cosa cierta que yo soy un sujeto que duda. Si el hecho de
la duda es una cosa cierta, los hechos de conciencia que en la duda se manifiestan: la vida, el recuerdo, la comprensión, la voluntad, el pensamiento, el
juicio, son también algo absolutamente cierto, por tanto también la existencia
del yo que duda, vive, recuerda, etc., es absolutamente cierta. El fundamento
de la absoluta certeza de los hechos de conciencia y de la existencia del propio yo está en la inmediata visión de estas verdades. Pero esas verdades son
verdades de hecho que tienen un valor individual. ¿Cómo llegaremos, pues, a
un conocimiento que exceda nuestro propio yo, de las realidades y verdades
que están fuera de nosotros y sobre nosotros? San Agustı́n distingue según el
sentido platónico, un mundo corpóreo y otro incorpóreo e inteligible. El conocimiento sensible nos garantiza y nos abre la realidad del mundo corpóreo.
Pero ésta puede ofrecernos solamente opinión, no ciencia y verdad. Solo hay
ciencia del contenido y objetos del mundo inteligible, que son la verdadera
realidad, el verdadero ser. En una visión inmediata, libre de error, aprehende
nuestro espı́ritu en sı́ mismo las rationes aeternae, las eternas, inmutables e
invariables verdades de la Lógica, de las Matemáticas, de la Ética y de la
Estética. Estas verdades no brotan de la experiencia sensible, son principios
a priori de la razón, y norma para los juicios de nuestro mundo interior,
como también del mundo exterior corpóreo, de las imágenes estéticas y de
las acciones éticas.
Estas rationes aeternae están en nuestro espı́ritu pero no son de nuestro
espı́ritu, no son producto suyo. Sólo lo eterno e inmutable puede ser causa
de esas verdades eternas, inmutables. Ellas son reflejo de la eterna verdad
divina en los pensamientos individuales de los hombres. A esas rationes aeternae corresponden en el espı́ritu divino las ideas divinas. San Agustı́n ha
interpretado y perfeccionado la doctrina platónica de las ideas en el sentido
de los pensamientos divinos eternos, de las formas originarias y arquetipos
divinos con arreglo a los cuales han sido creadas todas las cosas. Nuestro
6
1. Introducción
espı́ritu reconoce en sı́ mismo las verdades inmutables e invariables, las rationes aeternae, porque se pone en contacto con el espı́ritu de Dios, con las
ideas divinas, y la eterna verdad divina irradia sobre él. En esta luz divina
invisible y pura reconocemos las más altas verdades, sin que a pesar de ello
veamos al mismo Dios. San Agustı́n utiliza aquı́ la teorı́a neoplatónica de la
iluminación o irradiación.
El punto de partida de la filosofı́a agustiniana, colocado en la certeza inmediata de los hechos de conciencia y de la existencia del propio yo, orienta
no sólo su teorı́a del conocimiento sino también toda su filosofı́a.
En Psicologı́a gira en torno al gran problema metafı́sico de la substancialidad, espiritualidad e inmortalidad del alma humana. En su análisis psicológico de la conciencia del yo, asigna San Agustı́n realidad al yo, pone de relieve
la independencia del yo frente a los hechos anı́micos y lo muestra como sujeto permanente en medio de las variaciones de la vida del alma, con lo cual
acentúa la significación de la memoria en orden a la conciencia de la identidad del yo. En suma, San Agustı́n caracteriza el alma como substancia. De la
inmaterialidad y espiritualidad del alma quiere tener no simplemente una fe
sino una clara ciencia, y consagra especial atención a la investigación de este
problema, ası́ como también a la cuestión de la inmortalidad. En un arduo
razonamiento extiende la certeza del conocimiento de los hechos de conciencia y de existencia del propio yo al conocimiento de la esencia de ese yo. Si el
alma tiene certeza de sı́ misma debe tener también certeza de su esencia. Por
tanto, si el alma fuese una cosa corpórea, deberı́a conocer que lo era con la
misma certeza con que sabe que piensa, recuerda, vive y existe. Mas como no
sucede ası́, sı́guese que el alma no es cosa corpórea. Otra prueba de la inmaterialidad y espiritualidad del alma saca San Agustin del contenido y género
de actividad del conocimiento superior del espı́ritu. La prueba principal de la
inmortalidad del alma la presenta del siguiente modo: la verdad es inmutable, imperecedera y eterna. Pero el espı́ritu humano como portador y sujeto
de la verdad está unido a ella de un modo inseparable. En consecuencia, el
espiritu humano es inmortal. En el hombre no hay más que una sola alma
que está toda en todo el cuerpo y toda en cada parte de él. En el alma hay
memoria, entendimiento y voluntad, las potencias fundamentales, imagen de
la Trinidad. La voluntad, que mueve todas las facultades del alma, tiene una
cierta primacı́a. San Agustı́n define al hombre como un alma espiritual que
se sirve de un cuerpo corpóreo terrestre, o también como substancia racional
que consta de cuerpo y alma. La unión del espı́ritu y el cuerpo es para él
un prodigio, un misterio impenetrable. Sin embargo, San Agustı́n no sólo ha
1.2. La filosofı́a de los Padres de la Iglesia
7
tratado el problema metafı́sico de la doctrina del alma, sino que ha practicado mejor que todos los demás Padres de la Iglesia y que los escolásticos
el método del análisis introspectivo de la vida del alma; en sus escritos se
encierra una multitud de observaciones psicológicas empı́ricas. Para mencionar solamente algunas, encontramos en San Agustı́n consideraciones o ideas
sobre psicologı́a infantil, sobre los fenómenos de la memoria, del olvido, del
conocimiento y reconocimiento, del modo cómo el hombre aprende, sobre la
conciencia del tiempo, sobre la percepción sensible interna y externa, sobre
la asociación de las ideas, sobre la psicologı́a del interés, sobre la significación
del ritmo en la vida espiritual, etc.
También la teologı́a de San Agustı́n está en la más ı́ntima relación con el
punto de partida de su filosofı́a, pues los hechos de conciencia constituyen
las premisas de la demostración metafı́sica del Ser Supremo. Fúndase esta
demostración en los caracteres de la verdad. Por la introspección o mirada
interior sobre nosotros mismos encontramos en nuestro espı́ritu las más altas
verdades de la Lógica, de la Matemática, de la Estética, de la Ética, de
la Religión, verdades a las cuales corresponde la propiedad de ser eternas
e inmutables. La existencia de esas verdades en el espı́ritu debe tener una
causa. Esta causa no puede ser nuestro mismo espı́ritu, puesto que éste,
aunque sea inmortal, ha tenido su origen en el tiempo y siendo mudable su
actividad no puede producir lo inmutable y eterno. Seguidamente prueba
San Agustı́n con agudo razonamiento que la existencia en nuestro espı́ritu de
esas verdades eternas, inmutables y necesarias sólo puede explicarse por la
existencia de un Ser Supremo eterno, inmutable y necesario, es decir, por la
existencia de un Dios que es la más alta, eterna verdad y la fuente primera
de todas las verdades. Además de esta prueba noética, cuyo eco resuena en
la Edad Media y también en la filosofı́a de la Edad Moderna en Descartes,
Malebranche, Fénelon, Leibniz, etc., ha desarrollado San Agustı́n la prueba
basada en los grados de perfección, que encontramos en Santo Tomás de
Aquino, la prueba teleológica, la prueba psicológica de la aspiración a la
felicidad y la prueba moral.
Por su esencia es Dios incomprensible e inefable. Nuestro conocimiento de
Dios es más un no-saber que un saber. San Agustı́n emplea ya la denominación, que encontramos en San Buenaventura y especialmente en Nicolás
de Cusa, de la insuficiencia de nuestro conocimiento de Dios como docta ignorantia. En el centro de la idea agustiniana de Dios se encuentra el gran
punto de vista del Ser absoluto, de un Ser sin la menor huella de no-ser ni de
mutación, en comparación del cual las cosas creadas son más bien un no-ser
8
1. Introducción
que un ser. Dios es el fundamento originario del orden fı́sico, intelectual y
moral. Él es la realidad primaria, la absoluta verdad y el más alto bien.
En la filosofı́a de la naturaleza, en la doctrina acerca de la esencia y desarrollo del mundo expone San Agustı́n una concepción estético-optimista que
muestra la armonı́a y hermosura del Cosmos no turbada por el mal, organizada con arreglo a un orden, y en la cual se refleja la perfección de Dios. Los
principios constitutivos de las cosas son materia y forma. La materia viene
a ser en el concepto de los platónicos como paene nihil, prope nihil, como un
algo que está en el lı́mite de la nada. También en el alma humana se encuentra, pues su actividad es mudable, una materia ciertamente incorpórea. En la
doctrina acerca del origen del mundo tiene San Agustı́n por norma el relato
bı́blico de la creación, la idea cristiana de la creación con la cual enlaza la
teorı́a de la formación del mundo del diálogo platónico Timeo y la doctrina
de los estoicos transmitida a través del neoplatonismo, acerca de las fuerzas
seminales (dógoi spermatikói, rationes seminales). Dios ha creado el mundo
de la nada por su libre benignidad, con su voluntad omnipotente, según el
plan de sus ideas eternas. Y no ha creado Dios verdaderamente el mundo
empı́rico ya desarrollado, sino un mundo primordial; ha creado la materia y
en su seno ha puesto fuerzas germinales de las cuales debı́a formarse y desarrollarse, según determinadas leyes y bajo circunstancias favorables (acceptis
opportunitatibus), la realidad del mundo empı́rico con sus seres individuales. En el teı́smo creacionista de San Agustı́n tiene, como se ve, la idea de
evolución una significación importante.
También en la ética de San Agustı́n tiene validez su fundamental doctrina
filosófica sobre las verdades eternas, inmutables y necesarias. Dios, el más alto
bien, y Dios, la suprema eterna ley: estos dos puntos de vista constituyen los
fundamentos metafı́sicos sobre que descansa la ética de San Agustı́n. Dios, el
ser absoluto y perfecto y, por tanto, supremo bien, constituye el fin último del
hombre. Sólo en su consecución encuentra satisfacción completa el anhelo de
felicidad que es inherente a la naturaleza humana. Toda la moral consiste en la
ordenación de la libre voluntad humana a Dios, el bien supremo, el único que
puede ser amado por sı́ mismo y que contiene la definitiva bienaventuranza
(frui). Los demás bienes deben usarse solamente como medios conducentes
a Dios (uti). La unión beatı́fica con el supremo bien es el objeto del otro
mundo, al cual debe aspirarse aquı́ abajo por el conocimiento y por el amor.
Toda la moral se concentra en el triunfo de la charitas, del amor a Dios y
al prójimo, sobre la cupiditas, sobre el anhelo de las cosas terrestres, que
aparta al hombre del supremo bien y último fin. Pero Dios es para nosotros
1.3. La filosofı́a islamı́tica y judaica
9
no sólo el supremo bien, sino también la absoluta, eterna ley y por tanto la
regla absoluta de nuestras acciones. La ley eterna (Lex aeterna) es la absoluta
verdad, es la razón divina, la eterna e invariable norma que en Dios descansa,
de la cual Él mismo nada puede cambiar sin ponerse en contradicción consigo
mismo. Contenido de esta ley es todo el orden del mundo. Esta ley eterna
que se identifica con la esencia y la razón de Dios, está impresa como ley
natural en el corazón del hombre, brilla nuevamente en las eternas, necesarias
e inmutables verdades éticas y normas de nuestro espı́ritu, es la voz de Dios
que se manifiesta al hombre en la conciencia.
En su doctrina acerca del Estado asienta San Agustı́n, en lugar del ideal
antiguo, según el cual el fin del hombre se deriva del fin del Estado, el ideal
cristiano, según el cual el Estado debe servir al último fin del hombre que
consiste en la unión con Dios. El Estado, como repetidas veces dice San
Agustı́n, no tiene su origen en el pecado, sino que dimana de la ordenación
querida y fundada por Dios. La Civitas terrena, la sociedad terrena concebida
como ajena a Dios, cuya lucha con el Estado de Dios en la Historia del mundo
bosqueja San Agustı́n en sus grandes lı́neas histórico-filosóficas e históricoteológicas en la obra De civitate Dei, no debe ser equiparada en el concepto
agustiniano con el Estado. La relación del Estado cristiano con la Iglesia la
concibe como una relación de amistad.
1.3.
La filosofı́a islamı́tica y judaica
Para la comprensión de la historia de la Escolástica medieval es necesaria una breve ojeada sobre las fases capitales del desarrollo y sobre las
personalidades más significativas de la filosofı́a islámico-judı́a, pues de ella
encontramos referencias que perduran entre los escolásticos desde fines del
siglo XII. De menor influjo inmediato sobre el pensamiento escolástico es la
filosofı́a del Islam, que se nos presenta ante todo en la especulación metafı́sicoreligioso-filosófica del Kalam desde el siglo IX. Los mutacálimes -oradores- se
proponı́an presentar la religión del Islam especulativamente y son en cierto
modo, por su método, los escolásticos árabes. Frente a los moldes rı́gidos y
burdos de la ortodoxia islámica, especialmente frente al fatalismo, los mutacilistas que profesaban la doctrina del libre albedrı́o del hombre, adoptaron una
posición contraria. Los teólogos del Kalam rechazaron la filosofı́a, especialmente, la de los aristotélicos. Sólo más tarde por medio de los dos más grandes
teólogos del Kalam, Razi (†1209) y Tusi (†1273) se acometió la empresa de
una unión del Kalam y la filosofı́a aristotélica, de la cual se apartó todo lo
que era contrario al Corán. Una dirección teosófico-mı́stica dentro del Islam,
10
1. Introducción
es el sufismo, lleno de espı́ritu neoplatónico, y para el cual Dios es la única realidad y el mundo mera apariencia. El modo como el sufismo aplica la
unión mı́stica con Dios por el camino de la ascesis y el éxtasis con la extinción
completa de la personalidad humana, está de acuerdo con el Budismo.
De gran influencia fueron para los comienzos de la filosofı́a de los árabes las
traducciones hechas en los siglos IX y X por doctos cristianos de Siria bajo los
califas abauidas. Los notables traductores de obras griegas son Johannitius
(Honain ibn Isba) y Costa Beuluca (Quosta ibn Lûgâ), cuyo escrito sobre la
diferencia del espı́ritu y el alma (De differentia spiritus et animae) fué conocido también por la Escolástica. Ası́ penetra en los árabes la filosofı́a aristotélica
según la interpretación y esclarecimientos de los aristotélicos neoplatónicos
griegos, sobre todo de Temistio y Porfirio. Por eso la filosofı́a árabe en sus
primeros tiempos presenta manifiestamente un colorido neoplatónico y en el
aristotelismo del tiempo siguiente se observa una fuerte corriente neoplatónica. Como obra de manifiesto sello neoplatónico encontramos al principio del
siglo IX la llamada Teologı́a de Aristóteles, un extracto de Plotino. Esta obra
y todavı́a más el Lı́ber de causis, un extracto del Stoikhı́osis theologiké, de
Proclo, se nos presentan de nuevo entre las fuentes de la Escolástica. La Teologı́a de Aristóteles ha influido en la filosofı́a de los ✭✭hermanos de la pureza✮✮,
o mejor dicho, de los ✭✭puros✮✮ (sinceros). La enciclopedia (31 tratados) de los
puros se apoya exteriormente en los escritos de Aristóteles y mantiene una
adhesión formal al Corán, pero por su contenido está en la vı́a de la doctrina
de la emanación de Plotino y de la simbólica numérica de los pitagóricos. Los
escritos de los puros que se introdujeron en España al principio del siglo XI
han ejercido influjo en sentido neoplatónico sobre la filosofı́a judaica, sobre
todo en Avicebrón y por este medio debieron de influir también a lo menos
indirectamente la Escolástica.
El sincretismo de la filosofı́a neoplatónica y aristotélica se muestra especialmente en la unión de la doctrina de la emanación con la teorı́a del intellectus
agens, una doctrina que, sin perjuicio de diversas variantes, es general en el
aristotelismo arábigo. Del Ser divino, eterno, que se piensa a sı́ mismo, se
derivan no por libre creación sino por necesaria emanación escalonada las
substancias espirituales, intelectos o inteligencias separadas, espı́ritus de las
esferas, los cuales por el anhelo que los impulsa hacia el primero y divino motor mueven las esferas, los cı́rculos del mundo. Estos espı́ritus de las esferas
se identifican con los ángeles de la Biblia y del Corán. El últimno espı́rituesfera, que emana de la inteligencia de la esfera de la luna es el intellectus
agens. Este es a la vez un principio cósmico, la causa del comienzo y del
1.3. La filosofı́a islamı́tica y judaica
11
acabamiento en el mundo sublunar y es también principio del conocimiento
humano en cuanto por su irradiación sobre el entendimiento potencial produce en el hombre el conocimiento. El intellectus agens toma la forma del
intellectus possibilis y ası́ se hace apropiado y eficaz (intellectus adeptus).
Si queremos ahora caracterizar brevemente a los más importantes filósofos
árabes, debemos distinguir entre la filosofı́a islámica del Oriente (Bagdad)
y la del Occidente (España). Como aristotélico encontramos en Oriente, en
primer lugar, a Al-Kindi (†hacia 870), que ha explicado los escritos lógicos
y fı́sicos del Estagirita y que en su vida y en sus obras representa la unión,
tan caracterı́stica en los pensadores árabes, de la Matemática, la Astrologı́a,
la Medicina y la Filosofı́a. Alfarabı́ (†950) trabajó la lógica aristotélica (silogı́stica), compuso un libro muy considerado en la Edad Media, De orto
scientiarum, y combinó por primera vez la teorı́a neoplatónica de las inteligencias con la doctrina del intellectus agens. Trató también de salvar la
oposición entre Aristóteles y la ortodoxia del Islam, rechazando la doctrina
aristotélica de la eternidad del mundo. Influido por Alfarabı́ se nos muestra
Avicenia (Bensinna, †1037), que trabajó en pro de un aristotelismo puro menos coloreado de neoplatonismo. Por su Canon es la principal autoridad para
la enseñanza de la Medicina en la Edad Media; su principal obra filosófica es
el Libro de la curación, una enciclopedia filosófica en 18 partes. Un extracto
de esta obra es llamado el Libro de la salvación. Su clasificación aristotélica de
las ciencias en filosofı́a especulativa (Fı́sica, Matemática, Teologı́a) y filosofı́a
práctica (Ética, Economı́a y Polı́tica) ha servido de modelo a la Escolástica.
Otorga el primer lugar a la Metafı́sica, por entender que su objeto principal
es el origen de los seres, la variedad saliendo de la unidad en el sentido de la
teorı́a neoplatónica de la emanación y de las esferas.
En la teorı́a del conocimiento, Avicena, por su distinción del modo de ser
ante res (en el espı́ritu de Dios), in rebus (el ser general inmanente en las
cosas singulares) y post res (el concepto general de nuestro intelecto), ha
influido en el realismo moderado de la doctrina escolástica de los universales.
En Psicologı́a, en la cual aparece con una tendencia empı́rica, acepta y amplı́a
la teorı́a aristotélica de las potencias y pone también la mira en la cuestión
metafı́sica de la espiritualidad e inmortalidad del alma. Al lado de su filosofı́a
aparece inmediatamente la mı́stica de Avicena, tratada en pequeños escritos,
la cual, mediante la concentración contemplativa de las almas en la idea de
Dios, aspira a un más alto conocimiento de la verdad (conocimiento teosófico,
esotérico), en cuanto es esto posible a la especulación filosófica.
12
1. Introducción
La dirección empirica de la psicologı́a se nos presenta más claramente en el
contemporáneo de Avicena Alhazen (Ben al Haitam, †1038), que en su óptica
(De aspectibus, Perspectiva), que sirvió de norma a la Edad Media Escolástica, da una moderna y sugestiva teorı́a de la intuición del espacio y llama la
atención sobre el significado de la asociación y de los juicios involuntarios de
la experiencia.
Frente a la dirección filosófica representada por Alkindi, Alfarabı́ y especialmente por Avicena se levanta como ✭✭restaurador de la fe✮✮ Algazel (Ghazali, †1111), el teólogo más grande del Islam. Primeramente en el libro Las
tendencias de los filósofos hace una exposición objetiva de estas doctrinas
filosóficas y después, en un segundo escrito, Las contradicciones de los filósofos, se propone combatir y refutar las afirmaciones filosóficas contrarias a la
fe (eternidad del mundo, origen de las esferas, exclusión de la ciencia y de la
providencia de Dios de las cosas y hechos singulares, la negación de la doctrina escatológica del Islam, etcétera). En el siglo XIII el dominico Raimundo
Martı́n (†hacia 1284) utiliza abundantemente esta polémica de Algazel en
su Pugio Fidei. En otra obra, Ihya, se muestra Algazel como el más puro y
noble mı́stico del Islam y hace una exposición sobre la elevación del alma a
la unión con Dios por la visión y el amor, que está de acuerdo con la ascesis
y mı́stica cristianas y que ha sido influida por las ideas del Cristianismo.
La descripción autobiográfica de su evolución religioso-mı́stica recuerda de
cuando en cuando las Confesiones de San Agustı́n.
Si volvemos ahora nuestra atención a la filosofı́a islamı́tica occidental española, encontramos como sus más notables representantes a Abubacer Bentofáil (Abentofáil †1185), que escribió una novela filosófica; Avempace (Benbacha, †1138), que en su libro Guı́a de los solitarios expone la elevación
gradual del alma a la unión con el mundo de los espı́ritus puros y divinos, no
por el camino de la mı́stica, sino de la especulación, y sobre todo Averroes,
el más grande de los filósofos árabes.
Averroes (Benroxd, †1198) es el más eminente de los aristotélicos árabes y
por sus grandes y pequeños comentarios de Aristóteles fué llamado entre los
escolásticos el ✭✭Comentador✮✮. Aristóteles es para Averroes el hombre a cuya
perfección no ha llegado ningún otro en ningún tiempo; la Naturaleza lo ha
producido para mostrar el más alto grado de la perfección humana. Averroes
quiere limpiar la filosofı́a aristotélica de los retoques introducidos en ella por
los peripatéticos árabes y se separa por tanto de Alfarabı́ y Avicena. En su
escrito polémico Destructio destructionis defiende la Filosofı́a contra el Ka-
1.3. La filosofı́a islamı́tica y judaica
13
lam y Algazel. Entre la filosofı́a aristotélica y la ortodoxia islámica existe
armonı́a según Averroes, pues Filosofı́a y Religión nos presentan las mismas
verdades aunque con diversos métodos y para grados distintos de desarrollo
espiritual. No es Averroes, como han demostrado León Gauthier, Miguel Ası́n
y Palacios y M. Horten, el padre de la doctrina de la doble verdad y en esto
ha sido mal comprendido por los averroı́stas latinos del siglo XIII. También
la doctrina de la providencia se le ha disputado sin razón. Averroes enseña la
eternidad y potencialidad de la materia. Una doctrina especialmente caracterı́stica del aristotélico árabe, combatida duramente por la Escolástica, es
su teorı́a de la unidad del intellectus agens y la consiguiente negación de la
inmortalidad personal. Este intelecto, el último de los espı́ritus de las esferas,
está separado de los individuos humanos y por tanto en todos los hombres es
numéricamente uno y el mismo. Sólo esta totalidad es inmortal. El hombre
tiene en sı́ mismo la disposición para ser afectado por ese intellectus agens.
Mediante el contacto del intellectus agens con esa disposición nace en nosotros el intelecto potencial o material. En la unión del intelecto potencial o
material con el entendimiento activo, la cual se alcanza mediante la labor
de abstracción y también combatiendo la sensibilidad, consiste la más alta
felicidad del hombre.
Pocas palabras sobre la filosofı́a judı́a de la Edad Media. Fuertemente influida por la filosofı́a árabe ha seguido una marcha bastante paralela a ella.
Hay también en la filosofı́a judı́a un Kalam, una dirección religiosa filosófica, David Benmerwan a principios del siglo X, concuerda con el Kalam de
los mutacilistas; el Kalam del judaı́smo rabı́nico está representado por Sadia
Benjoseph (†942), cuya obra Libro de la fe y de la ciencia ha sido fundamental
para la filosofı́a religiosa judı́a. La mı́stica judı́a se nos presenta en la Cabala
influida por Filón, por el neoplatonismo y el neopitagorismo, la cual se desarrolla desde el siglo XII y en el libro Zohar (resplandor) de Moisés de León
(†1305) alcanza su más importante manifestación literaria. La filosofı́a propia
del judaı́smo está bajo la influencia tanto del neoplatonismo como también
del aristotelismo. Pasa como el más antiguo filósofo judı́o Isaac Bensalomón
Israeli (†ca. 940), que fué a la vez médico y filósofo y que fué conocido de la
Escolástica por sus escritos Libro de las definiciones y Libro de los elementos,
traducidos al latı́n por Gerardo de Cremona. El más importante filósofo del
judaı́smo que siguió la dirección neoplatónica, fué Avencebrol (Avicebron,
Salomón Abengabirol, †hacia 1070). Su principal obra Fons vitae, traducida
al latı́n por Dominico Gundisalvo y editada por Cl. Baeumker, desarrolla
un sistema de panteı́smo emanacionista: Dios como ser uno, incognoscible,
es la fuente de donde fluye todo otro ser. Como ser intermedio entre Dios y
14
1. Introducción
el mundo actúa la divina voluntad concebida en parte como fuerza divina,
en parte como hipóstasis, la fuente de la vida de la cual emanan la materia
general y la forma general, el espı́ritu del mundo, el alma del mundo y la
naturaleza visible. Una doctrina fundamental de Avicebrón, que hemos de
encontrar en la Escolástica, es la afirmación de que fuera de Dios, todas las
substancias, incluso el alma humana, están compuestas de materia y forma.
Filósofos judı́os neoplatónicos del siglo XII fueron Josef Bensaddik (†1199),
autor de un libro Microcosmos, Abraham Benchijja (†ca. 1136), el poeta
Miosés Benesra (†1139), etc.
En el siglo XII alcanzó el aristotelismo influjo decisivo en el mayor desarrollo de la filosofı́a judı́a. Contra la filosofı́a se alza como figura judı́a y
occidental paralela a la de Algazel, el poeta Yehudá Halevi (†1140) en su obra
Cuzary, que considera la indagación filosófica de los problemas metafı́sicos
como cosa inútil, se aparta de la religión y pone como contenido de la vida una
aprehensión intuitiva y cordial de la divinidad. El aristotélico más antiguo
de la filosofı́a judı́a es Abraham Bendavid de Toledo (†1180), que en su obra
La excelsa fe representa el aristotelismo árabe de Alfarabı́ y Avicena, que
trata de conciliar la doctrina del libre albedrı́o y en general la Filosofı́a, con
las enseñanzas religiosas. La cumbre de la filosofı́a aristotélica del judaı́smo
está representada por Moisés Maimónides (Moisés Benmaimun, †1204), que
en su obra principal Guı́a de los descarriados, aspira a una concordancia entre la filosofı́a aristotélica y la religión judı́a. En varias cuestiones de ı́ndole
religiosa discrepa del ✭✭prı́ncipe de los filósofos✮✮, que es para él la más alta
autoridad en cuestiones de ciencia profana. Ası́ mantiene la creación de la nada, en el sentido de la tradición de los profetas, no considera en modo alguno
decisiva la prueba aristotélica de la eternidad del mundo como tampoco los
argumentos filosóficos aducidos en pro de su comienzo en el tiempo. Dios, la
primera causa, es absolutamente inmaterial y la más pura actualidad (acto
puro). La esencia y los atributos de Dios son para nosotros absolutamente
incognoscibles. En la ética acentúa Maimónides la idea de la libertad humana
y muestra en la doctrina de la felicidad y de la virtud estrecha dependencia
de Aristóteles. La filosofı́a de Averroes, cuyas obras Maimónides no conoció hasta sus últimos dı́as, encontró eco en el siglo XIV en la filosofı́a del
judaı́smo. Averroı́stas judı́os son Levi Bengerson (1344) y Moisés Benjossua
(magı́ster Vidal, 1362), que escribió comentarios a Averroes y a Maimónides.
Capı́tulo 2
Caracteres de la filosofı́a
escolástica
Bajo el nombre de Escolástica se comprende la especulación filosóficoteológica forjada en las escuelas de la Edad Media. Se tenı́a antes la idea,
que aun hoy no ha desaparecido por completo, de que la filosofı́a escolástica
de la Edad Media muestra una estructura del pensamiento completamente
unı́sona y uniforme, que representa una recapitulación y compendio del pensamiento antiguo y del de los Santos Padres y que sólo tiene valor en el orden
del pensamiento en cuanto contiene lo que existı́a en sus fuentes y predecesores. Es cierto que se encuentra en la Edad Media una mayor comunidad
y convergencia en el método y en las fundamentales convicciones filosóficas
que en la filosofı́a de la Edad Moderna; podemos designar con C. Baeumker
esta unidad de forma y este carácter de su contenido como ✭✭acervo de la
Escolástica✮✮ o, con M. de Wulf, como ✭✭la sı́ntesis escolástica✮✮. Sin embargo,
encontramos en la Escolástica una ✭✭diferenciada variedad y una tensión vital✮✮ (Baeumker), mucho mayor movimiento y multiplicidad de direcciones y
corrientes de lo que antes podı́a sospecharse.
Como la silueta de una montaña vista de lejos parece uniforme y cuanto
más nos acercamos a ella tanto mejor se nos muestra en su estructura y en
su riqueza de formas, ası́ le sucede al que se sumerge en el estudio sobre todo
de las fuentes y textos de la filosofı́a medieval y además recoge la impresión
de los materiales escolásticos hasta ahora inéditos y desconocidos. Por esto
no es posible hacer en pequeño espacio una descripción completa del sistema escolástico. Es preferible, como lo ha hecho Baeumker de una manera
que puede servir de modelo en su exposición de la filosofı́a europea de la
Edad Media, resumir primeramente los rasgos caracterı́sticos comunes a todas las múltiples formas del pensamiento escolástico, señalar la unidad del
15
16
2. Caracteres de la filosofı́a escolástica
fondo espiritual, bosquejar después las lineas capitales del desenvolvimiento
de la filosofı́a medieval y finalmente presentar el sistema filosófico de uno
de los maestros de la Escolástica en su ı́ntima conexión. En primer término,
se presenta aquı́ a nuestra consideración Santo Tomás de Aquino, pues su
filosofı́a es el más valioso tipo del pensamiento escolástico por su contenido y
por su método, y el que más poderosamente ha influido en las generaciones
posteriores.
2.1.
La forma externa de la Escolástica
Si queremos resumir los caracteres generales del pensamiento escolástico,
debemos atender, en primer lugar, a la forma externa y a la apariencia en
que se nos presenta, y analizar después la parte interna, el espı́ritu del sistema filosófico-medieval. Finalmente, haremos un resumen de las fuentes de la
filosofı́a escolástica, pues precisamente la utilización de materiales, el conocimiento de fuentes nuevas representa una base de desarrollo y de progreso
del pensamiento medieval. Dado el estrecho enlace que existe entre la forma
externa y el espı́ritu de una ciencia, podremos ya en la exposición del aspecto externo de la filosofı́a escolástica penetrar más o menos en su interna y
esencial estructura.
2.1.1.
Escolástica. Ciencia de las escuelas
Por la apariencia y la forma externa, la filosofı́a cristiana de la Edad Media nos aparece, según lo indica ya el nombre de Escolástica, como ciencia
de las escuelas. En la Alta Edad Media scholasticus es el maestro de las artes liberales, de las siete disciplinas libres del Trivium (Gramática, Lógica o
Dialéctica, Retórica) y el Quadrivium (Geometrı́a, Aritmética, Astronomı́a
y Música). La palabra scholasticus tiene también a veces hasta el siglo XII la
significación de discı́pulo o escolar. Más tarde se llama escolástico en general
a todo aquel que da enseñanza en las escuelas, especialmente de Filosofı́a y
Teologı́a. La denominación propia de los que enseñaban Filosofı́a y Teologı́a
era, en la escolástica propiamente dicha, la de magister (magister artium, magister in theologia). Pedro de Poitiers (†1205) usa la denominación de doctor
scholasticus. Como ciencia de las escuelas el pensamiento filosófico de la Edad
Media se formó primero en las escuelas de las catedrales y de los conventos,
después en las Universidades. El desarrollo de la enseñanza desde las escuelas
catedralicias y conventuales a los centros cientı́ficos de las Universidades, del
studium generale, fué de poderoso influjo para la evolución de la Escolástica.
Precisamente la formación de Facultades de artes en las Universidades y la
2.1. La forma externa de la Escolástica
17
práctica de que los escolares y los profesores de Teologı́a perteneciesen primeramente a las facultades de Filosofı́a influyó en la constitución de la Filosofı́a
como ciencia independiente en el siglo XIII y especialmente en el XIV. Parı́s
fué llamado por Alberto Magno la civitas philosophorum. A esa ı́ntima conexión entre la naturaleza de la enseñanza y la ciencia se debe que el carácter
de las escuelas imprimiera su sello en el pensamiento y el trabajo cientı́ficos.
La labor de las escuelas tenı́a, singularmente en la época de las escuelas catedralicias y conventuales, el carácter de una tradición, de una transmisión de
conocimientos en fórmulas fijas. De aquı́ también la receptividad y el aspecto
en cierto modo corporativo del pensamiento cientı́fico, de aquı́ el respeto a
las definitiones y auctoritates magistrales, de aquı́ el más frecuente empleo
de determinadas citaciones, cuestiones, objeciones, etc., a través de las generaciones cientı́ficas. De aquı́ también la regresión del elemento personal y
nacional.
Las formas fundamentales de la enseñanza eran la lectio y especialmente más tarde, también la disputatio. La lectio consistı́a en la explicación de
libros señalados que servı́an de texto. En Teologı́a eran comentadas por el
bachiller las Sentencias de Pedro Lombardo; por el maestro, por el verdadero profesor los libros bı́blicos. En Filosofı́a constituı́an el objeto de este
método de comentarios, ante todo, las obras de Aristóteles, a las cuales se
unı́an también trabajos de Boecio y libros peudo-aristotélicos. La disputatio
era la discusión, según un patrón determinado y con una técnica más tarde
ricamente desarrollada, de problemas que, concebidos bajo la forma de cuestiones, eran discutidos en todos los aspectos de pro et contra y resueltos en
determinado y fundamentado sentido. Mientras en la lectio hablaba solamente el profesor, la disputatio se desarrollaba en disertación y contradisertación.
La lectio tenı́a al principio un carácter a modo de glosa compendiada que después fué perdiendo cada vez más, bajo el influjo de la disputatio, haciendo un
uso cada vez mayor de la forma de cuestiones. Estas formas fundamentales
de la enseñanza se reflejaban en las dos formas extermas de la especulación
escolástica, en los géneros de su literatura y en la técnica de su exposición.
2.1.2.
Géneros de la literatura escolástica
Los géneros literarios de la filosofı́a y la teologı́a escolásticas presentan,
especialmente en el Escolasticismo más desarrollado del siglo XIII y en el
tiempo que le sigue, formas ricamente variadas. En el primer periodo encontramos pequeños tratados dialécticos, en parte de un género independiente, en parte de aclaraciones sobre el Isagoge de Porfirio y sobre escritos de
Aristóteles acerca de la Lógica, a veces también monografı́as filosóficas en
18
2. Caracteres de la filosofı́a escolástica
forma de diálogo como los tratados de San Anselmo De veritate y De grammatico. Escritos puramente filosóficos proceden especialmente de la escuela
de Chartres. Además en este primer periodo de la Escolástica se encuentran
pensamientos filosóficos, con preferencia en las obras teológicas, en las Sentencias y Summas abundantemente desarrolladas ya en el siglo XII, en obras
exegéticas, en comentarios a los escritos teológicos de Boecio, etc.
Para explicarnos el ámbito, la organización y el método en el estudio de la
Filosofı́a de la Alta Escolástica, debemos fijarnos primeramente en la literatura de introducción filosófica, en los tratados De divisione, De ortu scientiarum de un Dominico Gundisalvo, Roberto Kilwardby, Juan Daciano, etc. Una
ojeada sobre los ejercicios usados en la lógica de las escuelas y especialmente
sobre la lógica del lenguaje nos descubre el género de los Sophismata (impossibilia, insolubilia); colecciones de temas con ejercicios lógicos y lingüı́sticos
como los escribieron Siger de Courtrai, Bartolomé de Brujas, Alberto de
Sajonia, etc. El estudio de los comentarios sobre Aristóteles de un Alberto
Magno, Tomás de Aquino, Egidio Romano, Pedro de Auvernia, Duns Scoto,
etc., nos introduce en todo el ámbito del saber filosófico. Los innumerables
comentarios de Aristóteles escritos en los siglos XIV y XV por un Gualterio
de Burleigh, un Guillermo de Occam, un Buridan, un Alberto de Sajonia,
etc., plantean muchas veces formulaciones personales de las cuestiones y desarrollan una multitud de nuevos puntos de vista filosóficos. Para el uso de
las escuelas servı́an ya en el siglo XIII diccionarios de palabras aristotélicas,
ası́ como también numerosos extractos de los escritos del filósofo de Estagira. A este género de compendios filosóficos pertenece también la Philosophia
pauperum de Alberto de Orlamünde, tan usada en las escuelas de las ciudades
alemanas. Debemos una amplia exposición independiente, todavı́a inédita, de
la Metafı́sica al franciscano Tomás de York (†1260). Una aportación filosófica
igualmente independiente, que recoge y refunde un amplio cı́rculo del saber
filosófico de su tiempo es el Speculum divinorum et naturalium de Enrique
Bate de Malinas, que también está todavı́a inédito.
Rico material filosófico contienen las grandes obras teológicas, los innumerables comentarios de las Sentencias de Pedro Lombardo y las grandes Sumas
teológicas, particularmente las de Tomás de Aquino, Ulrico de Estrasburgo y
Enrique de Gante. Entonces se escriben también Sumas de contenido predominantemente filosófico, como son la Summa de creaturis de Alberto Magno,
la Summa contra Gentiles de Santo Tomás de Aquino y una Summa philosophiae atribuida a Roberto Grosseteste. Por lo que se refiere a la Ética debe
tenerse también en cuenta las numerosas Summae de vitiis et virtutibus.
2.1. La forma externa de la Escolástica
19
La especial indagación de la Alta Escolástica se encuentra en los numerosos Opuscula filosóficos de Alberto Magno, Tomás de Aquino y su primitiva
escuela, Dietrich de Freiberg, Egidio Romano y muy especialmente en la literatura de las cuestiones, más amplia todavı́a. En ésta se distinguen los Quodlibetalia (quaestiones de quolibet), nacidos ya al final del primer perı́odo de la
Escolástica (Simón de Tournai) y las Quaestiones disputatae. Las Quaestiones quodlibetales, de las cuales las más importantes son las de Santo Tomás
de Aquino, Enrique de Gante, Godofredo de Fontaines, Duns Escoto y Egidio Romano, constituyen el sedimento literario de los ejercicios de discusión
(disputationes de quolibet), que tenı́an los maestros de Teologı́a dos veces al
año (antes de Navidad y antes de Pascuas), en los cuales se discutı́an pro
et contra cuestiones de diferentes materias filosóficas y teológicas sin riguroso orden sistemático. Las Quaestiones disputatae son la fijación por escrito
de todas las disputationes ordinariae celebradas por un profesor de Teologı́a
durante ocho o catorce dı́as y en las cuales se discutian problemas importantes, difı́ciles y conexos, filosóficos y teológicos, con toda la fundamentación y
profundidad de la indagación escolástica. Las Quaestiones disputatae de un
Tomás de Aquino, de un Mateo d’Acquasparta, de un Bernardo de Trilla, de
un Juan de Nápoles, etc., son exposiciones extensas, coherentes y plenamente
desarrolladas de cuestiones capitales filosóficas y teológicas. En la esfera influida por Alberto Magno y Tomás de Aquino, muestra la literatura de estas
quaestiones un sello predominante filosófico. Podemos venir en conocimiento
de las controversias de la época y de las escuelas por los escritos de polémica,
por ejemplo, la literatura de controversia surgida en torno a la doctrina de
Santo Tomás. Finalmente, el saber filosófico de la Edad Media, especialmente en su conexión con las ciencias naturales, ha encontrado una exposición
enciclopédica en las obras De propietatibus rerum, De naturis rerum de Bartolomé Anglico, Tomás de Cantimpré, etc., en el Speculum majus de Vicente
de Beauvais, en la Catena entium de Enrique de Herford. Casi todos estos
géneros literarios han brotado de las necesidades y modos de la enseñanza, y
llevan, por tanto, más o menos claramente, el sello de las escuelas.
2.1.3.
Método y técnica de la exposición escolástica
Si examinamos la Summa teológica de Santo Tomás de Aquino o una
quaestio disputata, etc., veremos empleado en cada uno de los artı́culos el
siguiente esquema: Después del tı́tulo que comienza con la palabra Utrum
sigue una serie de objeciones o argumentos iniciados con la frase Videtur
quod o Videtur quod non. Después bajo el rótulo: Sed contra sigue una o
varias contra-argumentaciones. Inmediatamente viene la verdadera solución
del problema (Respondeo dicendum) y su fundamentación, lo cual se llama
20
2. Caracteres de la filosofı́a escolástica
Responsio principalis o corpus articuli o también solutio. Constituye la conclusión la respuesta que de acuerdo con esa solución se da a los argumentos
contrarios puestos al principio del articulo. Este esquema escolástico estereotipado ha nacido de los ejercicios usados de la enseñanza. Abelardo, en
su obra Sic et non (de ahı́ el método sic et non) reunió textos de los Santos Padres aparentemente contradictorios y en la introducción dió reglas por
las cuales podı́an conciliarse estas discordancias, especialmente por método
dialéctico. Sin embargo, no ha contribuido tanto este método de sic et non a la
formación del modo esquemático de controversia y de exposición escolástica
como la divulgación de los escritos aristotélicos Analytica priora et posteriora, Topica y Sophistica en la segunda mitad del siglo XII. Mientras que en los
libros de Sumas y Sentencias de fines del siglo XII y principios del XIII ese
esquema ofrece un aspecto predominantemente dialéctico y con frecuencia
entre la multitud de argumentos y contra-argumentos casi desaparece la verdadera solución, en la Alta Escolástica, en San Buenaventura, Santo Tomás
de Aquino, Mateo d’Acquasparta, etc., la entraña del problema se traslada
al corpus articuli que contiene la solución bien desarrollada y fundamentada.
En la respuesta a las objeciones se encuentran esparcidas observaciones que
completan el pensamiento y la demostración de la parte principal o cuerpo
del articulo. Por lo demás, los maestros de la Escolástica abandonaban con
frecuencia esta que a nosotros nos parece pesada armazón, y se movı́an más
libremente en el terreno de sus ideas y razonamientos. Ası́ lo hicieron San
Buenaventura en su Breviloquium, Santo Tomás en su Summa contra gentiles
y en sus Opuscula, Ulrico de Estrasburgo en su Summa teológica, etc. También la forma de diálogo fué empleada en los escritos escolásticos y todavı́a
más en los mı́sticos. Por otra parte resultaban de la técnica expositiva de
los escolásticos, como lo reconocen Fr. Paulsen y otros, grandes ventajas de
orden dialéctico planteamiento exacto de los problemas, razonamiento preciso y claro, tendencia a una expresión rigurosa, lógica y ajustada. Cierto
es también que este método de exposición debı́a dar pábulo, especialmente
en la Escolástica de tiempos posteriores, a artificiosas y excesivas sutilezas
dialécticas.
Con el método de exposición de la Escolástica se relaciona estrechamente la forma lingüı́stica empleada en la filosofı́a medieval. El juicio severo e
impulsivo lanzado por el Humanismo sobre la latinidad de la Escolástica en
sus últimos tiempos no debe generalizarse totalmente, no debe extenderse al
lenguaje de la primitiva y de la Alta Escolástica. En realidad, el latı́n de los
maestros de la Filosofı́a en los siglos XII y XIII se lee perfectamente. Ası́ C.
Norden, en su historia de la antigua prosa literaria. habla de autores del siglo
2.2. La esencia ı́ntima de la Escolástica
21
XII que tienen también un nombre señalado como escolásticos. Por lo que
respecta al estilo de Santo Tomás de Aquino puede decirse que es llano, claro,
conciso, sin vuelos ni adornos retóricos, adaptado a una exposición lúcida y
comprensible aun en sus más difı́ciles razonamientos. Mayor papel desempeñan el corazón y la fantası́a en los escritos de San Buenaventura, en los
que no es raro encontrar la viveza de colorido del estilo agustiniano. Por lo
demás, en los escritos de Alberto Magno y de Santo Tomás de Aquino hallamos citas de poetas y prosistas antiguos y, en general, nunca desapareció de
la Escolástica la huella del Humanismo. No pocos escolásticos se han revelado
también como poetas latinos. Ası́ lo hicieron Hildeberto de Lavardin, Felipe
de Grève, Santo Tomás de Aquino, San Buenaventura, John Pecham.
La conexión del lenguaje de la Escolástica con la enseñanza de las escuelas
se manifiesta también en el uso de una determinada terminologı́a filosófica
unitaria, de la que en buena parte se encuentran reminiscencias en la filosofı́a de la época moderna y que por conducto de los mı́sticos alemanes, ha
enriquecido también la lengua alemana.
2.2.
La esencia ı́ntima de la Escolástica
2.2.1.
Dirección fundamental del pensamiento escolástico en general
Ya la forma externa y la apariencia con que la Escolástica se presenta nos
ha hecho aludir de varios modos a la esencia ı́ntima, al espı́ritu de la especulación medieval. Si queremos comprender más profundamente esta esencia
ı́ntima del pensamiento escolástico, debemos en primer lugar conocer la fuerza impulsora que inspira y da forma a la vida espiritual de la Edad Media.
Primeramente, pues, habremos de estar en disposición de comprender cada una de las fuerzas y factores mediante los cuales puede comprenderse la
naturaleza y evolución de la filosofı́a escolástica.
Esta fuerza impulsora es la concepción y valoración teórica y práctica de la
vida terrenal, con todo su contenido y relaciones, como un primer grado y una
preparación para el más allá, la convicción profundamente cristiana de que
la Humanidad tiene un fin sobrenatural y supraterreno. Este fin supraterreno
se presenta en esta vida mortal al entendimiento humano en la forma de las
verdades sobrenaturales que el espı́ritu conoce por medio de la fe. La vida
del alma se determina y ordena hacia este fin supraterreno por medio de las
fuerzas sobrenaturales de la gracia que ya en esta vida fundan una sociedad
22
2. Caracteres de la filosofı́a escolástica
divina. Pero ¿cómo se manifiesta el influjo de una concepción de la vida de tal
modo sobrenatural y orientada al más allá, en la formación del pensamiento
filosófico? En ciertos espı́ritus esta acentuación de la idea del más allá en
la vida terrestre podı́a provocar un menosprecio de la ciencia profana y con
ella de la Filosofı́a. En otros, en cambio, precisamente el carácter misterioso
y sobrenatural de la doctrina revelada y transmitida por la tradición podı́a
estimular poderosamente el pensamiento; además, la elaboración especulativa
que sobre los dogmas habı́an realizado los Santos Padres y principalmente San
Agustı́n convidaba a sumergir la inteligencia en los misterios del Cristianismo.
La entusiasta dedicación a la especulación teológica producı́a naturalmente
el gusto y la inclinación por la Metafı́sica. No es posible una ciencia de lo
sobrenatural sin una ciencia de lo suprasensible, sin una convicción de la
posibilidad de la Metafı́sica. La Metafı́sica es el firme cimiento de la Teologı́a
especulativa, y reina con plenitud en el templo de la doctrina sacra. Pudo
también servir la Dialéctica para ordenar y dar forma a cada una de las partes
del edificio; pero sólo aquellos teólogos especulativos que tenı́an pensamiento
y conocimientos metafı́sicos pudieron aspirar a un extenso influjo, a una
poderosa acción de conjunto. A priori se puede, pues, afirmar que la filosofı́a
escolástica, nacida bajo el influjo de la concepción fundamental de la vida
terrenal que tuvo la Edad Media, debió ostentar ante todo un sello metafı́sico.
A esta inspiración metafı́sica procedente de la Teologı́a, en especial de la
teologı́a agustiniana, hay que añadir el hecho de entrar en el campo visual de
las naciones occidentales determinados escritos neoplatónicos y la Metafı́sica
de Aristóteles, que dieron pábulo superabundante al ansia de conocimientos
metafı́sicos. Con esta dedicación a la Metafı́sica se marca la dirección hacia
lo real y objetivo, hacia lo universal, hacia la quidditas, hacia la esencia
que el pensamiento abstrae de la realidad concreta, y hacia el contenido y
valor puramente espiritual. En este culto de lo metafı́sico y transcendente, lo
individual y personal no es estimado como lo es, más tarde, en la filosofı́a del
Renacimiento. Lo concreto e individual no tiene inmediato valor cientı́fico;
ı́nicamente lo tiene lo uinversal y abstracto. Y, sin embargo, se encuentran
entre los pensadores medievales individualidades y personalidades de fuerte
relieve. La filosofı́a de la Escolástica es preferentemente una filosofı́a del ser,
brotada del convencimiento de que el espı́ritu humano puede, a través de las
apariencias, penetrar en el ser y esencia de las cosas y elevarse hasta Dios, el
Ser absoluto, como primer principio y un último fin de la creación.
Esta dirección fundamental y este carácter básico del pensamiento escolástico en general, nos aparecen más claros si consideramos separadamente
las fuerzas y factores que han condicionado interiormente la marcha evolu-
2.2. La esencia ı́ntima de la Escolástica
23
tiva del pensamiento medieval. Estas fuerzas y factores pueden expresarse
en los siguientes pares de conceptos: auctoritas y ratio; Teologı́a y Filosofı́a;
Escolástica y Mı́stica; especulación e investigación empı́rica.
2.2.2.
Auctoritas y ratio
Auctoritas y ratio son los resortes esenciales del método escolástico. Auctoritas quiere decir la enseñanza de la Iglesia, las sentencias de la Sagrada
Escritura y la doctrina de los Santos Padres. Auctoritas es un texto de un
Concilio, una palabra de la Biblia, una cita de un Santo Padre. Más tarde
también se incorporan a las Tabulae auctoritatum afirmaciones de filósofos,
especialmente de Aristóteles. En la auctoritas está representado el elemento
tradicional y constante. Ratio es la razón humana, es tambiénn la dialéctica y la reflexión filosófica, es además el fundamento racional, es la forma y
el valor del pensamiento, la esencia espiritualmente comprensible (eı̂dos) de
una cosa. En la ratio es, pues, donde se puede apreciar el elemento subjetivo
filosófico, especulativo, la fisonomı́a intelectual de la Escolástica. Por lo dicho
se ve que cada uno de estos dos factores del pensamiento filosófico pueden
ponerse de relieve de un modo unilateral. La exaltación de la autoridad lleva a un tradicionalismo hiperconservador, a una labor de mera recepción y
compilación de cosas ya indagadas y transmitidas. Por el contrario, de la
exageración de la ratio, de la dialéctica, resulta la manı́a de la sutileza y del
artificio ideológico, una hiperdialéctica que piensa en abstracto, sin sentido
histórico alguno, no aprecia objetivamente el material de las fuentes y hace de las auctoritates un objeto de habilidades conceptuales. Entonces tiene
la autoridad, según la expresión de Alano de Insulis, una nariz de cera, es
decir, que puede volverse en distintas direcciones. Los verdaderos maestros
de la Escolástica han procurado guardarse teórica y prácticamente de ambos
extremos: en ellos se equilibran la auctoritas y la ratio. Juan de Salisbury,
por ejemplo, aprecia en alto grado la auctoritas, la continuidad y la tradición
cientı́fica y se apoya para ello en una sentencia de Bernardo de Chartres. El
mismo escritor solı́a decir que somos enanos encaramados sobre los hombros
de unos gigantes. Si vemos más y a mayor distancia que ellos, no es porque
nuestros ojos tengan mayor potencia visual, ni porque seamos más grandes,
sino porque nos hemos elevado a las alturas sirviéndonos de la grandeza del
gigante. Apreciaba también Juan de Salisbury en alto grado el poder de la
razón, la dialéctica, cuando mantiene contacto con las demás disciplinas y se
emplea al servicio de un punto de vista real: ✭✭Ası́ como la espada de Hércules
no tiene ningún poder en la mano de un pigmeo o de un enano, y la misma
espada, cuando el puño de un Aquiles o de un Héctor la mueve, todo lo abate
como un rayo, ası́ también la Dialéctica, privada del peso de las otras disci-
24
2. Caracteres de la filosofı́a escolástica
plinas, es instrumento mezquino y casi inútil, mientras que, si se la pone en
la pesada mano de las demás disciplinas, está presta a aniquilar todo engaño
o falsedad.✮✮
En San Anselmo de Canterbury, Hugo de San Vı́ctor y en los grandes
maestros de la Alta Escolástica: Alberto Magno, Santo Tomás de Aquino,
etc., auctoritas y ratio no solamente no son cosas contrapuestas sino que una
en otra se insertan y mutuamente se estimulan. La auctoritas bajo el influjo
de la ratio cesa de ser una simple compilación de citas tradicionales aisladas,
se transforma en un estudio sistemático de las obras de los Santos Padres,
etc. Es precisamente el sentido y la inteligencia del estudio de las fuentes, el
trabajar sobre las fuentes mismas un rasgo caracterı́stico de la Escolástica
en sus tiempos de florecimiento, mientras que el abandono de los estudios de
conjunto sobre las fuentes y el ir a caza de sutilezas son cosa propia de los
tiempos de su decadencia. En el periodo de florecimiento de la Escolástica, la
auctoritas influyó sobre la ratio, dió al pensamiento especulativo un nuevo y
rico contenido y elevó éste del pequeño trabajo de la dialéctica a un horizonte
más amplio, enlazado con el trabajo anterior del pensamiento y animado
por la comprensión del progreso orgánico de la ciencia. Ası́, en la suerte
que corrieron la auctoritas y la ratio se refleja la marcha ascendente y la
decadencia de la labor del pensamiento escolástico.
2.2.3.
Teologı́a y Filosofı́a
En este par de conceptos que dependen ı́ntimamente del de la auctoritas y
ratio encontramos la relación de dependencia de la filosofı́a medieval con la
Teologı́a, cuya conocida fórmula Philosophia est ancilla Theologiae se halla
indicada ya en Filón y expresada por San Juan Damasceno y San Pedro Damiano. Muchas veces se ha subrayado excesivamente en los libros de historia
esta relación de dependencia, presentando la filosofı́a de la Edad Media como
surgida totalmente de la Teologı́a. Una investigación histórica penetrante no
puede dar la razón a esta manera de ver las cosas.
Nosotros vemos en el pensamiento dos concepciones extremas y una teologı́a intermedia. Los extremos son de una parte el menosprecio de los estudios
filosóficos, de otra parte la exaltación del saber filosófico con menoscabo de la
fe y de la Teologı́a. El primer extremo está representado en los siglos XI y XII
por los antidialécticos (Otloh de Saint-Emmeram, San Pedro Damiano, Manegold de Lautenbach, Gualterio de San Vı́ctor, Miguel de Corbeil y otros).
Miguel de Corbeil (†1199) escribe Inutilis inquisitio studium philosophiae. En
2.2. La esencia ı́ntima de la Escolástica
25
el siglo XIII los ✭✭Espirituales✮✮ de la orden de San Francisco, ciertos partidarios de direcciones apocalı́pticas, como el médico Arnaldo de Vilanova y
teólogos franciscanos que, como Pedro Juan Olivi y Servasanctus, estaban
familiarizados con la especulación filosófica, se expresaron duramente contra
la filosofı́a y contra Aristóteles. El segundo extremo, antiteológico, se manifiesta en el primer perı́odo con los hiperdialécticos, y en el siglo XIII con
algunos averroı́stas latinos de la Facultad de Artes de Parı́s. Estos se dieron
a conocer por afirmaciones que estaban en pugna con el dogma y el Cristianismo, y trataron de salvar este conflicto con doctrina, falsamente atribuida
a Averroes, de la doble verdad, según la cual una misma cosa puede ser al
mismo tiempo filosóficamente verdadera y teológicamente falsa, y viceversa.
Dentro de esta dirección cae el intento varias veces manifestado, por ejemplo, en Ramón Llull, de reducir por completo los misterios de fe a verdades
racionales.
Entre estos dos extremos, los maestros de la primitiva y de la Alta Escolástica trataron de encontrar teórica y prácticamente una segura vı́a media,
fijando la relación entre la Filosofı́a y la Teologı́a. Estos escolásticos -Santo
Tomás entre ellos- propusieron una lı́nea divisoria entre ambas ciencias, distinguiendo terminantemente los principios, el campo de desenvolvimiento y
el método de una y otra, manifestando abiertamente la estima en que tenı́an
la razón y la filosofı́a sin temor a pasar por sospechosos a los ojos de algunos
de sus contemporáneos de mezquino espı́ritu. Si estos pensadores asignaron
a la Teologı́a antes que a la Filosofı́a la palabra decisiva en las cuestiones
comunes a ambas, si además mantuvieron como misión ideal de la Filosofı́a
prestar sus servicios a la ciencia de la fe, hallábanse tan bien sustentados en
este terreno por convicciones que procedı́an de la filosofı́a teı́sta.
Además, no debe olvidarse que con el crecimiento de los materiales procedentes de fuentes filosóficas se ensanchó para la Escolástica el campo propio
de las investigaciones puramente filosóficas. En la Escolástica primitiva puede decirse que, en general, los pensamientos filosóficos están contenidos en
obras teológicas. La entrada de toda la obra aristotélica al mismo tiempo
que del material islamı́tico-judı́o y neoplatónico en el horizonte visible de
la Escolástica tuvo por consecuencia que el interés filosófico adquiriera un
poderoso vuelo y que se produjera un importante desarrollo de la iniciativa filosófica. La fundamentación y construcción del aristotelismo escolástico
por Alberto y Tomás de Aquino es labor manifiestamente filosófica. Si a los
ojos de estos pensadores la Filosofı́a no hubiera sido más que simple ancilla
theologiae no se explicarı́a que emplearan tanto tiempo y tanto trabajo en
26
2. Caracteres de la filosofı́a escolástica
la composición de sus comentarios sobre Aristóteles, incluso sobre aquellas
obras de Aristóteles de las que no era esperar ningún provecho para la Teologı́a. Santo Tomás ha suscrito esta proposición: Nec video, quid pertineat ad
fidem, qualiter Philosophi verba exponantur. Alberto Magno y Santo Tomás
aparecen a los ojos de sus contemporáneos como philosophi. Su adversario
Siger de Brabante escribe: Praecipui viri in philosophia Albertus et Thomas.
Tolomeo de Lucca ensalza a Santo Tomás como Archa philosophiae et theologiae. El influjo cientı́fico ejercido por Alberto y Santo Tomás ha sido, como lo
muestra la literatura procedente del cı́rculo de sus discı́pulos, en gran parte
inédita todavı́a, de carácter predominantemente filosófico. Allı́ se ve a la Filosofı́a moviéndose en el más amplio campo como una ciencia independiente y
de contenido propio. No fué cultivada la Filosofı́a en las Facultades de Artes
con una finalidad inmediatamente teológica. Esta Filosofı́a, de las facultades
de Artes, que sobrepasó en varios aspectos el ámbito del interés teólogico,
espera una más exacta investigación. En el siglo XIV, cuando hombres como
Buridan, Alberto de Sajonia, etc., escriben obras exclusivamente filosóficas
aparece en primer término esta filosofı́a de las Facultades de Artes.
2.2.4.
Escolástica y Mı́stica
Si antes se habı́a considerado la Filosofı́a y la Teologı́a tan estrechamente
unidas en la Escolástica que la Filosofı́a brotaba de la Teologı́a perdiendo su
independencia y su carácter propio, en cambio se propendió durante mucho
tiempo a separar todo lo posible la Escolástica y la Mı́stica y a mirarlas como
colocadas en posiciones contrapuestas. La Escolástica representaba una seca
actuación del entendimiento exangüe y sin vida, como un formalismo apriorista y sin iniciativa personal. Por el contrario, en la Mı́stica se sentı́a palpitar
la vida religiosa personal en su fresca naturalidad. La investigación histórica
ha probado que en esta concepción hay mucho de artificio y ha mostrado que
la Escolástica y la Mı́stica no son cosas opuestas sino correlativas.
Ambas direcciones se encuentran en el terreno común del intelectualismo religioso. Vita contemplativa -observa Santo Tomás de Aquino- quantum
ad ipsam essentiam pertinet ad intellectum. En su más ı́ntima esencia, la Escolástica y la Mı́stica concuerdan intelectualmente. Es cierto que la Escolástica en todo su desarrollo se ha mantenido sobre el terreno del conocimiento
teórico y especulativo y de la investigación de la divina verdad mientras que
la Mı́stica persigue un conocimiento de Dios y de su presencia en el fondo
ı́ntimo del alma, basado en una interior y sobrenatural relación con la Divinidad, una cognitio Dei experimentalis. La Escolástica es materia de enseñanza
y de estudio, su lugar es la cátedra, su forma es más racional e impersonal,
2.2. La esencia ı́ntima de la Escolástica
27
sus elementos son ante todo la Lógica y la Metafı́sica. La Mı́stica es coloquio
del alma con Dios, su lugar está en la silenciosa celda de un claustro, su forma
tiene el atractivo de lo original y lo personal, su elemento es el camino del
alma a Dios, el Itinerarium mentis ad Deum.
Escolástica y Mı́stica beben en las mismas fuentes. San Agustı́n ha ejercido
la más honda influencia en ambos aspectos de la vida espiritual de la Edad
Media. Señaladamente sus Confessiones han sido el Jordán del mı́stico anhelo de Dios en los tiempos medievales. Una autoridad común a la Escolástica
y a la Mı́stica era el Seudo-areopagita. La conexión entre la Escolástica y
la Mı́stica se revela en el hecho de que ambas direcciones convergen con frecuencia en una misma persona sin turbar la unidad de su vida espiritual. San
Anselmo de Canterbury, Hugo y Ricardo de San Victor, San Buenaventura,
reúnen en sı́ la genial especulación y la interioridad mı́stica. Santo Tomás de
Aquino ha entrelazado dentro de su Summa theologica la teorı́a, normativa
para los tiempos posteriores, de la contemplación mı́stica y en especial ha
influido filosófica y teológicamente en los mı́sticos españoles de los siglos XVI
y XVII que se agrupan en torno de San Juan de la Cruz y Santa Teresa. La
mı́stica alemana ha salido ante todo de la Escolástica, orientada en el neoplatonismo, de Alberto Magno y Ulrico de Estrasburgo. Una figura rescatada
nuevamente de las tinieblas del pasado y del olvido es Juan de Kastl (1400),
el autor del conmovedor librito mı́stico, antes atribuido a Alberto Magno,
De adhaerendo Deo, el cual en su escrito presenta la armonı́a existente entre
la escolástica tomista y la ı́ntima ternura de la Mı́stica. El análisis de las
fuentes de los mı́sticos alemanes, en Eckhart, Tauler, Enrique Suso ha conducido a un fondo escolástico. Juan de Sterngassen ha escrito un comentario
de sentencias y Nicolás de Estrasburgo una Summa filosófica.
Mı́stica y Escolástica se han influido recı́procamente y se encuentran en
situación de cambio frecuente de dones y servicios. La Mı́stica es deudora
a la Escolástica de temas fundamentales, de pensamientos tomados de la
doctrina de Dios, de doctrinas fundamentales de la Psicologı́a y de la tica.
Utiliza también, por este lado, expresiones de Aristóteles, como se muestra
especialmente en el siglo XVI en San Juan de la Cruz. Por su parte también
la Mı́stica ha ejercido eficaz y favorable influjo en el desenvolvimiento de la
Escolástica. Ella ha contrarrestado el exceso de dialéctica, ha acentuado los
puntos de vista reales y de contenido, ha contribuido a la trabazón orgánica
de los conocimientos, ha penetrado en las ideas y en los amplios horizontes
de San Agustı́n. En el aspecto formal ha abierto la entrada a la fantası́a y al
corazón en el método de trabajo escolástico, animando la figura dialéctico-
28
2. Caracteres de la filosofı́a escolástica
metafı́sica de la Escolástica con rasgos personales y psicológicos. No se puede
comprender completamente la Filosofı́a y la Teologı́a de la Edad Media si se
prescinde de su conexión con la Mı́stica.
2.2.5.
Escolástica y ciencia de la Naturaleza
Contra la filosofı́a medieval se ha hecho y se hace valer con frecuencia el
reproche de que le faltó el sentido de lo real en los fenómenos de la Naturaleza
y en la vida del alma, y de que la imperfecta y equivocada representación
de la Naturaleza y del mundo, perjudicial también a la concepción filosófica
del Universo, debió impedir una actividad filosófica verdaderamente fecunda,
descubridora de nuevos conocimientos. ¿Es esto ası́, realmente? Ante todo, no
se debe exagerar el influjo que sobre el pensamiento filosófico pudiera ejercer
la ignorancia de los escolásticos en materia de Ciencias naturales, aunque esa
ignorancia hubiera sido tan grande como se dice. Hay amplios campos del
pensamiento filosófico, la Lógica, la Teorı́a del conocimiento, la Metafı́sica y
la Ética, en los cuales se pueden hacer trabajos valiosı́simos como los hizo
la filosofı́a griega sin poseer conocimientos especiales en las ciencias de la
Naturaleza. La Edad Media, sin más que los conocimientos naturales y medios
técnicos de entonces, ha levantado la majestuosa catedral de lı́neas armónicas
y duración perenne. No se puede negar que estaba también en condiciones de
reflexionar con gran fruto sobre problemas lógicos y metafı́sicos, psicológicos
y éticos.
Además, la investigación histórica de la Edad Media demuestra cada vez
más que los conocimientos de los escolásticos en las Ciencias naturales no
eran tan escasos como muchas veces se afirma. Una ojeada de conjunto sobre
las fuentes, impresas o inéditas, nos descubre a través de toda la Escolástica
una tendencia hacia los estudios cientı́fico-naturales y hacia las observaciones
relativas a la filosofı́a de la Naturaleza. Las obras matemáticas y de Ciencias
naturales debidas a los antiguos y a los árabes fueron estudiadas con gran
solicitud. Aristóteles aviva y alimenta el gusto intelectual por la experiencia
y la realidad, tan fundamental para la metafı́sica inductiva, y a ello pospone
las construcciones apriorı́sticas que también son posibles en tiempos de florecimiento de las Ciencias naturales. También en relación con la metafı́sica
neoplatónica señaláronse vivas aficiones al estudio de la Naturaleza. Despertaban interés dentro de los medios de entonces las cuestiones de Anatomı́a, de
importancia para la inteligencia de la Fisiologı́a de los sentidos y en general
para el aspecto corporal de los fenómenos psı́quicos. Las investigaciones de
Sudhoff y de su escuela sobre la historia de la Medicina medieval derraman
nueva luz sobre este sector de la ciencia de aquel tiempo. Prestaron también
2.2. La esencia ı́ntima de la Escolástica
29
servicios a la Psicologı́a las numerosas obras sobre ptica que bajo la influencia
de Alhazen brotaron de la pluma de los escolásticos, por ejemplo, de Roberto
Grosseteste, Witelo, John Pecham, Dietrich de Freiberg y Roger Bacon.
La más moderna historiografı́a de las Ciencias naturales, especialmente las
investigaciones de P. Duhem, que ha alumbrado fuentes nuevas, han hecho
sorprendentes revelaciones sobre el saber escolástico en dichas ciencias. Alberto Magno aparece cada vez más, a la luz del estudio de las fuentes, como
independiente observador de los fenómenos de la Naturaleza. En Zoologı́a,
como claramente puede verse por la obra autógrafa sobre esta materia, publicada por H. Stadler, Alberto se ha apoyado en observaciones propias. Cosa
análoga puede decirse en lo que toca a la Botánica y a la Geologı́a. P. Duhem
recuerda de él, precisamente dentro del campo de la Geologı́a, una multitud
de observaciones independientes y con frecuencia muy agudas y exactas. De
Pedro Peregrino de Maricourt poseemos un tratado en forma epistolar sobre
el imán con explicaciones sobre el método experimental. De Roger Bacon,
influido por Maricourt, eran ya anteriormente conocidos y apreciados los
trabajos sobre Matemáticas y Astronomı́a, sobre la reforma del calendario
juliano, sobre Geografı́a, Óptica, etc. En su scientia experimentalis vió en la
experiencia la base del progreso de las Ciencias naturales. P. Duhem mantiene la sorprendente afirmación de que los escolásticos del siglo XIV en la
Universidad de Parı́s se anticiparon la mecánica de Galileo y al sistema astronómico de Copérnico. Ya Santo Tomás de Aquino sostuvo con respecto al
sistema de Ptolomeo este punto de vista: las hipótesis que proponen un sistema astronómico no convierten todavı́a en verdades demostradas por el hecho
de que sus consecuencias estén de acuerdo con las observaciones. Francisco
de Meyronnes afirma en su comentario de las sentencias, escrito en 1322,
que un profesor parisién, cuyo nombre no nos dice, señala como la hipótesis
mejor la de que la tierra se mueve y el cielo está quieto. Nicolás de Oresme
(†1382), cuyo nombre es también importante en la historia de la Economı́a
Polı́tica, ha expuesto la doctrina de la rotación diurna de la tierra y de la
quietud del cielo con fundamentos de una claridad y precisión que a juicio de
P. Duhem exceden en mucho a lo que Copérnico ha escrito sobre el mismo
asunto. Además, Nicolás de Oresme inventa la Geometrı́a de coordenadas y
la Geometrı́a analı́tica y mucho tiempo antes de Galileo descubre la ley de la
caı́da de los cuerpos. Una desviación de las ideas antiguas sobre la Dinámica
y la Astronomı́a significa también la teorı́a del ı́mpetu de Buridan y Alberto
de Sajonia, en la cual se abandona la concepción aristotélico-arábiga de los
altos espı́ritus que se suponı́a que daban movimiento a las esferas del cielo,
y se establece la teorı́a fı́sica de la fuerza impulsora.
30
2.3.
2. Caracteres de la filosofı́a escolástica
Las fuentes de la filosofı́a escolástica
Para la marcha evolutiva y el desenvolvimiento intelectual de la filosofı́a
escolástica ha sido factor decisivo la afluencia de fuentes nuevas. El crecimiento y la lozanı́a del pensamiento medieval fueron condicionados por la
asimilación de materiales nuevamente descubiertos. El material de fuentes
filosóficas, la creciente biblioteca de la Escolástica puede ser clasificada en
tres grupos los escritos aristotélicos en relación con la filosofı́a del Islam y
del judaı́smo, la literatura platónica o neoplatónica y las obras de los Santos
Padres.
2.3.1.
Los escritos aristotélicos en relación con la filosofı́a arábigo-judı́a
Hasta mediados del siglo XIII la Escolástica sólo podı́a disponer de la obra
aristotélica en la parte transmitida por Boecio. Esta se componı́a de la Isagoge de Porfirio, de las Categorı́as y Perihermeneias (según la traducción y
explicación de Boecio) y de los tratados de Boecio De divisione y De differentiis topicis. Todos estos escritos lógicos y además el Liber sex principiorum
de Gilberto de la Porrée fueron comprendidos más tarde bajo la denominación de logica vetus. Hacia la mitad del siglo XII fueron conocidos en versión
latina los principales escritos lógicos del Estagirita: los dos Analı́ticos, los
Tópicos y la Sofı́stica, todo lo cual fué designado con el nombre de Logica
nova. El hecho más importante para la evolución de la filosofı́a medieval es
el haberse conocido también las otras obras de Aristóteles en traducciones
latinas, parte del griego y parte del árabe. El centro de los trabajos de traducción de escritos aristotélicos y arábigo-judı́os fué el colegio de traductores de
Toledo (desde mitad del siglo XII), cuyos principales representantes fueron
en el siglo XII Dominico Gundisalvo, Juan Hispano, Gerardo de Cremona.
En el siglo XIII Miguel Escoto y Hermann el Alemán hicieron traducciones
arábigo-latinas. Traducciones del griego al latı́n hicieron en la baja Italia,
es decir, en Sicilia Enrique Aristipo de Catania (†1162) y hacia la mitad de
este siglo Bartolomé de Mesina. Además se señalaron en el siglo XIII como
traductores de obras griegas Roberto Grosseteste y Guillermo de Moerbeke.
Ası́ se vertieron en rápida sucesión casi todas las obras aristotélicas a la
lengua latina usada por la Escolástica. La Metafı́sica se le hizo accesible primeramente -todavı́a en el siglo XII-, en una traducción parcial greco-latina
(Metaphysica vetus), después en una versión arábigo-latina en 11 libros (Metaphysica nova) y, finalmente, en otra versión total greco-latina debida a
2.3. Las fuentes de la filosofı́a escolástica
31
Guillermo de Moerbeke. Los tres libros De anima y los Parva naturalia fueron conocidos igualmente por traducciones greco-latinas (ya antes de 1215)
y arábigo-latinas. La fı́sica (como también De coelo et mundo, De generatione et corruptione) habı́a sido ya traducida del árabe al latı́n por Gerardo
de Cremona, a lo cual se unió (antes de 1215) una traducción greco-latina.
Más tarde Miguel Escoto tradujo nuevamente del árabe al latı́n la Fı́sica, De
coelo et mundo, De anima, con comentarios de Averroes, ası́ como también
De animalibus. En 1260 tradujo Guillermo de Moerbeke la historia de los
animales del griego al latı́n. El libro 4 de los Meteorologica habı́a sido ya
traducido del griego por Enrique Aristipo, que tal vez tradujo también un
fragmento de la Fı́sica. Los tres primeros libros de los Meteorologica fueron
traducidos por Gerardo de Cremona del árabe al latı́n, a lo cual siguió una
versión greco-latina de toda esta obra. En una versión arábigo-latina de Alfredo Anglico aprovechó la Escolástica el libro pseudo-aristotélico De vegetalibus. De la Ética a Nicómaco fueron conocidos a principios del siglo XIII
en traducción greco-latina primero los libros 2 y 3 (Ethica vetus), después
el libro 1 (Ethica nova). Del árabe tradujo Hermann el Alemán (†1272), en
el año 1240, la Paráfrasis a la Ética, libro escrito por Averroes, en 1243 la
Summa Alexandrinorum, un compendio de la ética nicomaquea y trabajos de
Averroes sobre la Retórica (1254) y la Poética de Aristóteles. Toda la ética
nicomaquea fué vertida del griego al latı́n, hacia la mitad del siglo XIII, por
Roberto Grosseteste más verosı́milmente que por Guillermo de Moerbeke.
Este último tradujo del original griego la Retórica y la Polı́tica, y además
revisó anteriores traducciones greco-latinas. Bajo el reinado de Manfredo de
Sicilia (1258 hasta 1260) Bartolomé de Mesina tradujo del griego al latı́n
los Magna-Moralia y además los Problemata, Physiognomica y otros escritos
más pequeños que corrı́an con el nombre de Aristóteles. Durando de Auvernia
tradujo en 1295 los Oeconomica, de los cuales, ası́ como de la Retórica, hubo
una segunda traducción igualmente greco-latina. Como se ve, las traducciones greco-latinas de las obras aristotélicas forman una fase de la recepción del
Estagirita más antigua y más extensa de lo que antes se suponı́a. Al mismo
tiempo se hicieron también patrimonio común del pensamiento escolástico,
vertidas a la lengua latina las obras de la filosofı́a del Islam (Alfarabı́, Algazel,
Avicena, Averroes, etc.) como también la literatura filosófica judaica (Israeli,
Avicebrón, Moisés Maimónides). Además estuvieron también a disposición
de la Alta Escolástica traducciones de los comentarios griegos a Aristóteles
debidos a Temistio, Eustratio, Juan Filopono y Simplicio (de este último tradujo Guillermo de Moerbeke en 1266 el comentario a las categorı́as y en 1272
el del libro De coelo el mundo). Además habı́a un rico material de obras sobre
Matemáticas, Ciencias naturales y Medicina debidas a los griegos (Euclides,
Ptolomeo, Galeno) y a los árabes.
32
2.3.2.
2. Caracteres de la filosofı́a escolástica
Las fuentes platónicas y neoplatónicas
De los escritos platónicos fueron conocidos por la Escolástica ambos diálogos de Timeo (traducción y comentario de Calcidio), Fedón y Menón (ambos
traducidos por Enrique Aristipo). Pensamientos platónicos entraron también
en la Escolástica por el diálogo Asklepio atribuido a Apuleyo, por el comentario de Macrobio al Somnium Scipionis, de Cicerón, por Nemesio (Sobre
la naturaleza del hombre), y también por Boecio. Fuentes neoplatónicas fluyen en la opra del pseudo-areopagita (traducida primeramente por Escoto
Erı́gena, después por Juan Sarraceno y Roberto Grosseteste), en el Liber de
causis, que fué conocido ya por Santo Tomás de Aquino como una selección
del Stoikheı́osis theologiké de Proclo, y en esta obra del mismo Proclo que
habı́a sido traducida por Guillermo de Moerbeke (1268). El mismo traductor vertió más tarde otros escritos más pequeños de Proclo, este escolástico
del neoplatonismo. La llamada teologı́a de Aristóteles orientada en sentido
neoplatónico, que ya al final del siglo XII habı́a sido traducida del árabe,
fué poco utilizada por la Escolástica. También vinieron al edificio del pensamiento escolástico motivos neoplatónicos procedentes de la filosofı́a islámica
y judaica, especialmente de Avicena y Avicebrón.
2.3.3.
Las fuentes patrı́sticas
Hablar del influjo patrı́stico de la filosofı́a medieval equivale a hablar de la
supervivencia y del influjo de San Agustı́n en la Edad Media. En Psicologı́a, la
Escolástica utilizó a San Juan Damasceno, cuya obra de Fide ortodoxa pudo
leerse en varias versiones (primeramente en la de Burgundio de Pisa, 1151,
después también en la de Roberto Grosseteste). A esta breve ojeada sobre
las fuentes de que dispuso la filosofı́a escolástica pueden añadiese también los
escritos de los clásicos latinos (Cicerón, Séneca, etcétera).
Ahora nos preguntamos: ¿En qué sentido han influı́do estas fuentes sobre
el desarrollo y contenido del pensamiento filosófico de la Escolástica?
Refiriéndonos en primer lugar al influjo aristotélico, vemos que en el siglo
XII, todavı́a en Alano de Insulis, Platón gozaba de más alto aprecio que
Aristóteles. La entrada de toda la producción aristotélica en el ámbito del
pensamiento escolástico produjo un cambio completo en favor de Aristóteles.
Sin embargo, la recepción de Aristóteles en el siglo XIII no dejó de encontrar
obstáculos. Prohibidos en Parı́s ya antes de 1210 los libros aristotélicos De
naturali philosophia, en dicha fecha un concilio provincial celebrado en Paris prohibió por tres años la enseñanza de tales libros. En 1215 el cardenal
2.3. Las fuentes de la filosofı́a escolástica
33
Roberto de Courzon, legado del Papa en Parı́s, dictó esta prohibición: non
legantur libri Aristotelis de metaphysica et de naturali philosophia.
Esta prohibición de Aristóteles está relacionada con la simultánea condenación de las doctrinas panteı́stas de Amaury de Bennes y David de Dinant.
Gregorio IX ordenó que se mantuviera la interdicción de enseñar la Physica
de Aristóteles hasta tanto que fuera examinada y depurada de sus errores por
teólogos competentes. Este examen no dió ningún resultado decisivo. Entretanto, a pesar de esta prohibición, el nuevo material filosófico aristotélico y
también arábigo habı́a sido aprovechado por los profesores de Parı́s en sus
escritos. En el año 1255 se formó oficialmente por la facultad de Parı́s un
plan de lecciones sobre toda la obra aristotélica entonces conocida. Cuando
Urbano IV en 1263 renueva la prohibición de Gregorio IX, sólo pensaba en el
averroı́smo latino que habı́a penetrado en la Universidad de Parı́s. De no ser
ası́, ¿cómo hubieran podido entonces Santo Tomás de Aquino y Guillermo de
Moerbeke dedicarse en el palacio pontifical al estudio de la obra aristotélica
en su conjunto y cómo habrı́a podido Alberto Magno emprender sus trabajos
sobre los escritos dcl filósofo de Estagira en toda su amplitud? En 1366 los
legados de Urbano V en Parı́s dispusieron que para obtener la licenciatura en
artes, fuera condición indispensable el estudio de toda la obra de Aristóteles.
La aceptación de los libros aristotélicos en el ámbito intelectual del siglo
XIII dejará más tarde su sello en cada una de las direcciones filosóficas. Diremos sólo una palabra sobre la multitud de nuevos puntos de vista e ideas
filosóficas que podı́a ofrecer al siglo XIII el aristotelismo nuevamente descubierto. Ya el conocimiento adquirido de todo el Organon habı́a influido
en la forma metódica de las Disputationes y en la técnica de la exposición
escolástica; después la Metafı́sica, Fı́sica, Psicologı́a, Ética, Polı́tica, etc., de
Aristóteles abrieron caminos nuevos al pensamiento escolástico. La doctrina
aristotélica del ser se puso a disposición de la Escolástica del siglo XIII. Las
teorı́as sobre las significaciones del ser, sobre la potencia y el acto, sobre la
substancia y el accidente, la doctrina de las causas, del movimiento, del tiempo y del espacio, de la materia y la forma, etc. ¡cuántos nuevos pensamientos
abrió todo esto a la especulación escolástica del siglo XIII! La doctrina del
primer motor inmóvil, con la cual se corresponde la de la pura actualidad,
de la inmaterialidad y de la espiritualidad pensante, hubo de influir también
en la teologia escolástica. Añadamos a esto la idea aristotélica de la vida y
del alma, la noción de las potencias del alma y de sus operaciones, la doctrina aristotélica de la felicidad, la introducción a las virtudes, su teorı́a de la
sociedad y del Estado; nos limitamos a consignar meros nombres, cada uno
34
2. Caracteres de la filosofı́a escolástica
de los cuales evoca un sinnúmero de influencias filosóficas. Cuánto penetra
también este influjo en el terreno de la Teologı́a, en aquellos puntos en que
ésta guarda conexión con cuestiones metafı́sicas, psicológicas y éticas, se echa
de ver con toda claridad comparando la Summa theologica de Santo Tomás
con alguna de las muchas Sumas inéditas de los comienzos del siglo XIII.
Pero no serı́a juzgar con acierto pensar que la Escolástica del siglo XIII se
entregó ciegamente y sin sentido a las doctrinas de Aristóteles, del Filósofo,
como se le llamó por antonomasia. En la formación de la Alta Escolástica y
también de la Escolástica posterior descubrimos además elementos no aristotélicos que también aportaron su influjo. La filosofı́a de los siglos XIII y
XIV no es una mera copia de Aristóteles.
Cada vez más se descubre a nuestros ojos el influjo de elementos del pensamiento neoplatónico sobre la Escolástica. En las doctrinas de los escolásticos
sobre el camino del conocimiento y denominación de Dios, sobre la difusión
de los bienes divinos en las criaturas, sobre el concepto del bien y de lo bello,
sobre la escala de los seres y la conexión y armonı́a existente en la Naturaleza, en la luz metafı́sica por muchos escolásticos admitida, en la doctrina
de algunos escolásticos sobre la emanación de las criaturas respecto a la primera Causa y sobre la inteligencia que está sobre los hombres, etcétera, en
todo esto reconocemos destellos de la filosofı́a neoplatónica. También descubre un ojo observador en la trama de la filosofı́a medieval elementos del
neopitagorismo platonizante.
Si la esfera del influjo de Aristóteles y también del neoplatonismo abarca
principalmente la alta Escolástica, San Agustı́n ha ejercido una influencia
casi exclusiva sobre el primer perı́odo, sin dejar de influir también en alto
grado sobre la Escolástica en su apogeo. San Agustı́n era realmente para
la Escolática como se expresa Juan de Salisbury Doctor ille ecclesiae, cuius
nemo satis memor esse potest.
En primer lugar, San Agustı́n ha contribuido a dar un aspecto más metódico a la concepción cientı́fica de la Edad Media; en segundo lugar, ha ofrecido
a la Escolástica un rico tesoro de pensamientos. En el primer aspecto, su utilización de la dialéctica y del platonismo o neoplatonismo, respectivamente,
para la Teologı́a autorizó a los ojos de la Edad Media el estudio de la filosofı́a
profana. El problema central de la especulación medieval, el de la relación
entre la fe y la ciencia, ha sido resuelto por San Agustı́n de una manera
decisiva. El Credo, ut intelligam de San Anselmo de Canterbury es el eco de
la fórmula de San Agustı́n: Intellige, ut credas, crede, ut intelligas. La cien-
2.3. Las fuentes de la filosofı́a escolástica
35
cia precede a la fe. El hombre debe primeramente saber que Dios ha hecho
una revelación y después es cuando admite como creyente el contenido de
esa revelación. Pero también la ciencia procede de la fe en cuanto el espı́ritu
se abisma en las verdades de la fe y se afana por profundizar más en ellas.
Además, la personalidad de San Agustı́n ha ejercido impresión profunda en
muchos pensadores escolásticos, si bien el mundo de sus pensamientos no ha
sido concebido por la Escolástica como una filosofı́a personal, sino en una
forma más didáctica. El ansia de verdad de San Agustı́n, la irresistible tendencia hacia Dios, su visión teocéntrica del mundo, ha prendido fuertemente
y ha abierto profundo cauce en los pensadores medievales. Si advertimos en la
Escolástica rasgos subjetivos y personales que nos impresionan, lo debemos
a la influencia de San Agustı́n, el mayor psicólogo cristiano.
San Agustı́n tenı́a también mucho que aportar al contenido de la filosofı́a
escolástica.
El punto de partida de la filosofı́a agustiniana, la doctrina de la certeza
de los hechos de conciencia y del propio yo, tuvo en la Escolástica menos
importancia y utilidad, pues la oposición del escepticismo no se hacı́a sentir
poderosamente. El pensamiento agustiniano de las verdades eternas, inmutables y necesarias, como camino para el conocimiento de Dios (la prueba
noética) y de que en Dios tiene su fundamento y raı́z todo conocimiento de
la verdad, su doctrina de las ideas divinas, encontró en la Escolástica general acogida. En cambio, su teorı́a de la iluminación, su doctrina de la visión
de las más altas, eternas e inmutables verdades in rationibus aeternis, sólo
fué aceptada y continuada en su propia peculiaridad por la escuela franciscana del siglo XIII y en relación con ella en el circulo intelectual que seguı́a
la dirección agustiniana. En las mismas escuelas encontró también acogida
la doctrina de San Agustı́n sobre las rationes seminales, sobre la inmersión
creadora de fuerzas seminales o principios de desenvolvimiento en la materia
primitiva creada por Dios, principios de los cuales se ha desarrollado la realidad empı́rica del mundo. La metafı́sica del doctor de Hipona, sus pruebas
de la existencia de Dios, además de la prueba noética, especialmente la que
se funda en los grados de perfección, sus enseñanzas sobre la esencia y las
perfecciones divinas, han ejercido profundo influjo en toda la Escolástica, incluso en la que se caracteriza por seguir la dirección aristotélica. Su psicologı́a
fué la psicologı́a del primer periodo de la Escolástica y ha dado a la teorı́a
del alma de la escuela franciscana su carácter dominante, siendo también
muchas veces aprovechada por la psicologı́a, de base aristotélica, de Alberto
Magno y Santo Tomás de Aquino. En la ética y la filosofı́a del derecho de la
36
2. Caracteres de la filosofı́a escolástica
Escolástica domina la doctrina agustiniana de la lex aeterna. Falta solamente mostrar la significación histórica que ha tenido la concepción agustiniana
del Cristianismo, de la Iglesia y del Estado en la filosofı́a medieval, cerrando
con ello este somero compendio de la influencia del obispo de Hipona en el
pensamiento escolástico.
Capı́tulo 3
El desarrollo de la filosofı́a
medieval en la Antigua y en la
Alta Escolástica
3.1.
La Antigua Escolástica
Los siglos que transcurren desde el fin de la Edad patrı́stica hasta Anselmo de Canterbury y que pueden designarse con el nombre de pre-escolástica,
fueron un perı́odo de receptividad, de transmisión de materiales patrı́sticos,
perı́odo que se caracteriza por una literatura de florilegios o selecciones de
cosas ajenas. Estos tiempos no tienen una fisonomı́a filosófica propia. La actividad filosófica se limita, en general, a la dialéctica de las escuelas. Alcuino
(†804) escribe un compendio de psicologı́a basado en San Agustı́n y Casiodoro. Los escritos de Ratramo señalan un avance en el orden filosófico (†hacia
el 868). Sobre esta monotonı́a del trabajo cientı́fico se alza en el siglo IX la
figura de un pensador, de Juan Escoto Erı́gena (†hacia 870). Por medio de
su traducción latina del pseudo-areopagita ha introducido en Occidente pensamientos neoplatónicos. Por medio de sus glosas a los escritos teológicos de
Boecio ha ayudado a abrirse camino al método de trabajo escolástico, con su
obra De divisione naturae ha creado un original sistema filosófico-teológico,
un enlace especulativo del neoplatonismo con las enseñanzas de la fe cristiana. Este sistema idealista tiene carácter panteı́sta semipanteı́sta. Dios es el
ser de todo. Por medio de una serie de emanaciones substanciales da Dios
el ser a todas las cosas. El primer grado es la natura creans et increata, es
decir, Dios, en su ser insondable. Dios conoce en sı́ las causae primordiales,
los primeros principios de las cosas. Se desarrolla a sı́ mismo en su conocimiento (natura creans creatae). Estos primeros principios de todos los seres,
37
38 3. El desarrollo de la filosofı́a medieval en la Antigua y en la Alta Escolástica
partiendo de Dios, se desenvuelven en el conjunto de los seres que existen en
el tiempo y en el espacio (natura creata nec creans). Todo ser, el corpóreo
como el espiritual, es una teofanı́a, una irradiación de la substancia divina.
Finalmente, la corriente del mundo viene a desembocar en Dios, el mundo
vuelve a Dios, se hace nuevamente una misma cosa con Dios, se deifica (natura nec creata nec creans). Su obra De divisione naturae tuvo influencia
también en la Escolástica posterior; ası́ la tuvo en el siglo XII en la Clavis
physicae de Honorio de Augustodunum, en Alano de Insulis y Garnier de
Rochefort y a principios del siglo XIII en Simón de Tournai. Su pensamiento
fundamental monista encuentra un eco reforzado en Amaury de Bennes y los
amauricianos y en David de Dinant al declinar el siglo XII.
Dentro de los escasos conocimientos cientı́ficos del siglo X fué Gerberto
de Aurillac (†1003, siendo papa con el nombre de Silvestre II), un maestro
de gran influjo y un acreditado escritor en las disciplinas del trivium y el
quadrivium.
Notker Labeo en Saint-Gall (†1022) tradujo al alemán la Consolatio philosophiae, las versiones latinas de las Categorı́as aristotélicas y el Perihermeneias. El siglo XI se caracteriza por la oposición entre dialécticos y antidialécticos. La extensión de la dialéctica al terreno profano (Anselmo el Peripatético) y todavı́a más al terreno de la fe, provocó en la esfera monástica
conservadora una reacción en parte hostil a la dialéctica (Otloh de SaintEmmeram, Pedro Damiani, Manegold de Lautenbach). Guillermo de Hirschau (†1091) y Lanfranco (†1089), el maestro de San Anselmo de Canterbury,
trataron de mantenerse en una vı́a media entre ambos extremos. A fines del
siglo XI se señala una aspiración a lo eterno y a lo divino que encontró su
manifestación histórica en las Cruzadas. Al mismo tiempo surgió un renacimiento de la vida cientı́fica que produjo la Escoláslica propiamente dicha.
Francia, patria de las Cruzadas y del arte gótico, fué también la tierra fecunda
de este renacimiento cientı́fico. La Escolástica del siglo XII que se considera
como el primer periodo, es el preludio y la preparación de la Escolástica del
siglo XIII, de la Alta Escolástica.
El padre de la Escolástica es San Anselmo de Canterbury, un genio especulativo que se destaca sobre sus contemporáneos, una figura de pensador
fuertemente caracterizada, inflamada en el espı́ritu de San Agustı́n, en la
cual se juntaran y compenetraron la fe y la ciencia, la teologı́a y la piedad, la
especulación y la contemplación, el estudio de los Santos Padres y la dialéctica. Con la divisa Fides quaerens intellectum, San Anselmo ha inaugurado la
3.1. La Antigua Escolástica
39
Escolástica propiamente dicha. Colocábase en el terreno de la auctoritas, es
decir, de las enseñanzas de la Iglesia y doctrinas de los santos Padres y desde
esta posición aspiraba a alcanzar un conocimiento racional de las enseñanzas
de la fe y de la conexión que entre sı́ guardan. El camino que para esto sigue
se señala por la labor especulativa con que profundiza en las analogı́as naturales de lo sobrenatural, especialmente en lo que respecta a la vida del alma,
semejante a Dios, por la pureza moral, por la utilización de la dialéctica y
de la metafı́sica agustiniana, por el repudio del nominalismo y de la hiperdialéctica. San Anselmo en su Monologium y su Proslogium ha presentado
los pensamientos fundamentales de la teologı́a de San Agustı́n en el engarce
propio de la escolástica. En la historia de la Filosofı́a, su nombre va unido
principalmente a la prueba anselmiana de la existencia de Dios, a la llamada
(desde Kant) prueba ontológica, que, partiendo de la idea de Dios, trata de
demostrar su existencia.
✭✭Concebimos a Dios en general como un Ser por encima del cual no puede
pensarse otro ser más grande. Pero un ser sobre el cual no puede pensarse nada mayor no puede estar únicamente en nuestro pensamiento, pues entonces
podrı́a pensarse otro muy mayor, que además de estar en nuestro pensamiento estuviera en la realidad. En consecuencia, Dios, siendo un ser tal que no
puede pensarse nada mayor, debe existir también en la realidad. Luego Dios
existe.✮✮ Esta prueba se encuentra renovada en el siglo XIII en Guillermo de
Auxerre y Alejandro de Hales; también San Buenaventura, Alberto Magno,
Egidio Romano y otros siguen un procedimiento análogo. Por el contrario,
Santo Tomás de Aquino y Ricardo de Middletown han rechazado esta prueba
como una transición ilegı́tima del orden de la idea al orden del ser.
El primer periodo de la Escolástica que se abre con Anselmo de Canterbury,
discute principalmente cuestiones filosóficas en relación con las doctrinas de
la Trinidad y de la Encarnación, que constituyen el centro de la especulación
teológica. Hasta el problema filosófico de este tiempo, enlazado en las fuentes
originales (Isagoge de Porfirio) con la cuestión de los universales, el problema
del valor, objetividad y realidad de las ideas generales, de los géneros y especies, se nos presenta en el primer periodo de la Escolástica en conexión con la
doctrina de la Trinidad. Roscelin de Compiègne representa, en el problema
acerca del valor de nuestras ideas generales, un decidido nominalismo, no ve
en los géneros y especies ni siquiera ideas generales, sino solamente denominaciones generales. Géneros y especies no son cosas (res) sino solamente
palabras. La aplicación de este nominalismo a la doctrina de la Trinidad
condujo al triteismo. Por el contrario, los representantes del realismo en es-
40 3. El desarrollo de la filosofı́a medieval en la Antigua y en la Alta Escolástica
te primer perı́odo de la Escolástica, por ejemplo, Guillermo de Champeaux,
consideraron sin restricción los géneros y especies como res, como algo real.
La cuestión del valor objetivo y real de las ideas generales ha interesado toda la filosofı́a del siglo XII que se ocupó de ella con la mayor viveza, como
se ve por la referencia que hace Juan de Salisbury de los diversos intentos
para darle solución. El problema de los universales dió su más considerable
avance en este perı́odo gracias a Pedro Abelardo, que en sus Glossulae super
Prophyrium, recientemente descubiertas, profundizó el problema en el aspecto psicológico y ensayó una conciliación entre el nominalismo y el realismo, si
bien con colorido nominalista en sus fundamentos. Los universales son, según
él, palabras que sirven para designar conceptos universales adquiridos por el
procedimiento de la abstracción. A los conceptos generales corresponde en
las cosas algo objetivo (la communis forma o el status generalis vel specialis).
Pero este algo objetivo no es ninguna cosa (res), porque las cosas individuales
no son generales. La solución de Abelardo señala ya el camino para el realismo moderado de la alta Escolástica, que se formó bajo la influencia de los
escritos recientemente descubiertos de Aristóteles y también de los escritos
de Avicena. Señaladamente dió en esto una orientación la teorı́a aristotélicoescolástica de la abstracción y la doctrina de la materia y la forma. Santo
Tomás de Aquino distingue en nuestras ideas generales entre su contenido o
substancia real y su forma de generalidad. Al contenido de las ideas generales corresponde una realidad fuera de nuestro pensamiento, a saber, el ser
inmanente de las cosas singulares concretas, la forma substancial del ser. La
forma del ser es, ası́, el elemento especificador; por el contrario, la materia es
el elemento individualizante. La forma de lo general en nuestras ideas es algo
subjetivo, es un producto de nuestro entendimiento. El fundamento de esta
forma intelectual de las ideas generales es la actividad abstractiva de nuestro
entendimiento, que separa la forma esencial de las cosas singulares, lo tı́pico
y común en sı́ mismo considerado, de los momentos materiales individualizantes. Los escolásticos de los siglos XIV y XV, Pedro de Auriole, Guillermo
de Occam, Pedro de Ailly y otros, se han apartado en su mayor numero del
realismo moderado y han vuelto a la dirección subjetiva del nominalismo.
Si después de esta ojeada sobre el desarrollo del problema de los universales
volvemos nuestra atención al pensamiento filosófico del siglo XII, encontramos la vida cientı́fica de este primer periodo de la Escolástica representada en
una serie de escuelas. Las escuelas de Guillermo de Champeaux, de Anselmo
de Laon (†1118) y Alberico de Reims tienen un carácter más positivamente
teológico y son importantes sobre todo como cuna de la literatura escolástica
de sentencias. Con la dirección conservadora de estas escuelas aparece unido
3.1. La Antigua Escolástica
41
el nombre de Hugo de San Vı́ctor (†1141), un teólogo alemán (conde de Blankemburgo) en Parı́s, una ideal y amable figura de sabio cultivado en todo el
ámbito de las ciencias religiosas y profanas, y que por su manera preclara
de pensar y de trabajar se parece a San Anselmo de Canterbury y a Santo
Tomás. Su idealismo y universalismo cientı́fico se expresa con las palabras:
Omnia disce, videbis postea nihil esse superfluum. Coarctata scientia jocunda
non est. Hugo de San Vı́ctor ha tratado la Teologı́a y la Psicologı́a bajo la
inspiración agustiniana y ha dado también impulso a la mı́stica latina. Su
Didascalion es una interesante doctrina de la ciencia, una especie de pedagogı́a de los estudios de la época. La dirección mı́stica de Hugo se encuentra
todavı́a más acentuada en Ricardo de San Victor (†1173) el magnus contemplator. Ricardo investiga en una labor independiente del pensamiento, el
conocimiento de la razón y de la fe y ante todo los grados del conocimiento
mı́stico, de la contemplación, sistematizando por primera vez la Mı́stica. Una
forma más práctica presenta la mı́stica de San Bernardo de Claraval (†1153),
cuyo espı́ritu se absorbió en la psicologı́a de la vida interior religiosa. Un
cerebro especulativo que se destaca en este tiempo y que propiamente no
pertenece a ninguna escuela es Roberto de Melun, que en su obra inédita
de Sentencias discute con penetración cuestiones filosóficas especialmente la
doctrina de Dios y la Psicologı́a.
Frente a la dirección más conservadora de los representantes de la escuela
victorina, Pedro Abelardo, dialéctico de gran talento, el Peripateticus Palatinus, como le llaman los contemporáneos, se mantuvo más bien en la dirección
dialéctica de Roscelin. En sus escritos teológicos no concibe de un modo fundamentalmente racional la relación entre la fe y la ciencia, pues de hecho
se honra algún tanto el lı́mite que separa ambas esferas. Como espı́ritu sistemático, Abelardo ha influido notablemente en la estructura esencial de una
serie de obras de Sentencias (por ejemplo las Sentencias de Rolando Bandinello, más tarde papa con el nombre de Alejandro III). Sobre la significación de
su método de Sic-et-non hemos llamado ya la atención anteriormente. En la
Ética pone de relieve la conciencia como conciencia moral individual, en cuya
concordancia con las normas objetivas se funda la virtud. La diferencia entre
el bien y el mal se basa, en último término, únicamente en la libre voluntad
de Dios. Por sus escritos auténticos de la lógica descubiertos por B. Geyer
y por el autor, editados hasta ahora en parte por B. Geyer (dos glosas al
Isagoge de Porfirio y glosas a las Categorı́as y Perihermeneias), figura Abelardo en primera lı́nea entre los cerebros filosóficos de la Edad Media. Fué ya
de alta significación la agudeza, independencia y amplitud con que trató el
problema de los universales. Son también discutidas allı́ con independencia y
42 3. El desarrollo de la filosofı́a medieval en la Antigua y en la Alta Escolástica
agudeza y en forma interesante las más intrincadas cuestiones de la Lógica.
La escuela de Chartres (Bernardo y Thierry de Chartres, Bernardo Sylvestre, Guillermo de Conches, también es de citar aquı́ Adelardo de Bath)
sigue una dirección preferentemente humanista y bajo el influjo del Timeo de
Platón, dirige su atención a la filosofı́a de la Naturaleza. Thierry de Chartres
ha expuesto en sentido neoplatónico y neopitagórico la obra de la creación
en los seis dı́as bı́blicos. A la escuela de Chartres pertenece también Gilberto de la Porrée (†1154), un notable dialéctico cuyos comentarios a Boecio,
no escritos ciertamente en lenguaje humanista, son de importancia por la
doctrina cientı́fica y la terminologı́a. La doctrina de Gilberto fué glosada
y defendida por numerosos discı́pulos (Sententiae divinitatis, Liber de vera
philosophia, Nicolás de Amiens). Discı́pulo de Gilberto fué también Otto de
Freisinga (†1158), el célebre cronista y filósofo de la historia, que por primera
vez dió a conocer en su patria alemana toda la lógica de Aristóteles. El más
notable representante de la escuela de Chartres es Juan de Salisbury (†1180),
historiador, lógico, cultivador de la filosofı́a polı́tica, que ha dirigido también
su mirada al efecto orgánico recı́proco de cada una de las actividades del
alma. Está también animado del humanismo de Chartres, Alano de Insulis
(†1202). Su Anticlaudianus, una exposición poética de las Artes liberales, ha
tenido eco en la poesı́a alemana, francesa e inglesa y fué ampliado en sentido
neoplatónico por Radulfo de Longo Campo en un comentario inédito. Las
Maximae theologiae de Alanus han tenido importancia para la terminologı́a.
No es de Alanus, sino de Nicolás de Amiens, el Ars catholicae fidei, cuyo
método matemático-deductivo tomado en algún aspecto de Boecio, o mejor,
de Gilberto de la Porrée fué empleado más tarde por Tomás Bradwardine
(†1349) y en cierto sentido es una anticipación del método geométrico empleado por Spinoza en su Ética. De la Teologı́a de este perı́odo proceden
también las Sentencias de Pedro Lombardo (†1164), que es una exposición
de la doctrina dogmática, libro usado para la enseñanza de las escuelas hasta
entrado el siglo XVI, que ha sido comentado innumerables veces y que contiene también pensamientos filosóficos. El discipulo más importante de Pedro
Lombardo es Pedro de Poitiers (†1205), del cual dependen una serie de unos
1200 autores de Sumas teológicas (Simon de Tournai, Martin de Cremona,
Pedro de Capua, Prepositinus, etc.). Estas Sumas, que permanecen inéditas,
no carecen de substancia filosófica, en especial psicológica. Proceden aproximadamente del mismo tiempo las Sumas inéditas, más morales y prácticas,
relacionadas con el nombre de Pedro Cantor, debidas a Roberto de Courzon,
Stefano de Langton, Guido de Orchelles y otros que orientan más o menos
acerca de las concepciones éticas de esta época.
3.2. La Alta Escolástica
43
No quedarı́a completo el cuadro, tan ricamente variado, de la vida y movimiento cientı́ficos del siglo XII si no hiciéramos mención una vez siquiera
de la dirección hiperconservadora, enemiga de la dialéctica, que encuentra
su manifestación hostil a la filosofı́a en el panfleto de Walter de San Victor
(†hacia 1180) Contra quattuor labyrinthos Franciae (estos cuatro laberintos
son Abelardo, Gilberto de la Porrée, Pedro Lombardo y Pedro de Poitiers).
3.2.
La Alta Escolástica
En la construcción intelectual de la alta Escolástica, o sea la Escolástica
desarrollada del siglo XIII, tuvieron parte las fuentes nuevamente descubiertas de la filosofı́a aristotélica, arábigo-judaica y neoplatónica, el nacimiento y
formación de la Universidad de Parı́s y la activa participación de las Órdenes
de los dominicos y los franciscanos en la vida cientı́fica. Los primeros años
del siglo XIII son todavı́a tiempos de transición y de tanteo, en los cuales
poco a poco penetran las nuevas ideas filosóficas en el pensamiento cientı́fico
de entonces. A este tiempo de transición corresponde la Summa aurea de
Guillermo de Auxerre (†1231) de gran influjo en la terminologı́a teológica
y que contiene ya citas de las obras nuevamente conocidas de Aristóteles.
Por Guillermo de Auxerre fueron influidas las Summas, inéditas, de Juan de
Treviso y Godofredo de Poitiers. La Summa de bono, también inédita, del
canciller de Paris Felipe de Grève (†1236), bastante rica en especulaciones
metafı́sicas, psicológicas y éticas, delata ya un conocimiento no escaso de los
nuevos libros de Aristóteles. Por otra parte la filosofı́a árabe está ya en el siglo
XII abundantemente aprovechada en los escritos de Dominico Gundisalvo, a
quien ya conocemos como traductor, especialmente en su obra enciclopédica
De divisione philosophiae. Su substancioso tratado De immortalitate animae
fué publicado, después de retocarlo ligeramente, por Guillermo de Auvernia
con su propio nombre. Bajo el influjo del nuevo material filosófico, pero modificando algún tanto la dirección fundamental de San Agustı́n, se escribió la
obra principal, sistemática, de Guillermo de Auvernia, titulada De Universo.
Para dar idea de la alta Escolástica propiamente dicha, bastará trazar en
rápido bosquejo las direcciones capitales, pues la exposición más detenida de
la filosofı́a de Santo Tomás de Aquino nos dará ocasión para una consideración comparativa del conjunto de la filosofı́a de su tiempo.
La Alta Escolástica propiamente dicha se nos presenta primero como una
dirección predominantemente agustiniana. Aristóteles, lo mismo que la especulación arábiga, son aprovechados en ella mediante numerosas citas, pero
44 3. El desarrollo de la filosofı́a medieval en la Antigua y en la Alta Escolástica
más como ornamento que como factor integrante del sistema filosófico-teológico orientado en sentido agustiniano. Como puntos doctrinales caracterı́sticos
de este escolasticismo agustiniano mencionaremos la teorı́a de la pluralidad
de las formas substanciales en el hombre y en los seres de la Naturaleza, la
afirmación, tomada de Avicebrón, de que el alma humana se compone de
una materia espiritual y de la forma, la teorı́a agustiniana de las rationes
seminales o fuerzas germinales y, en lo que se refiere a la doctrina y a la
psicologı́a del conocimiento, la llamada teorı́a de la iluminación (ejemplarismo). Conocemos las cosas corpóreas por la experiencia sensible, pero el alma
espiritual del hombre se conoce a sı́ misma, conoce su ser ı́ntimo intuitivamente, mediante la inmersión en sı́ misma, y las cosas puramente espirituales
y divinas, in rationibus aeternis, mediante un contacto, acomodado a esta
vida terrestre, de nuestro entendimiento con la misma verdad eterna, con
las eternas e inmutables normas existentes en la Divinidad misma. Esta dirección agustiniana está representada principalmente por la antigua escuela
franciscana que se abre por Alejandro de Hales con una poderosa Summa
teológica. Al mismo tiempo y a la misma dirección pertenecen el franciscano
Juan de la Rochela (Joannes de Rupella), autor de una Summa de anima
y de una Summa de vitiis, Odo Rigaldo, Ricardo Rufo y Guillermo de Melitona. El discı́pulo predilecto de Alejandro de Hales es San Buenaventura
(†1274), que sobresale igualmente por un alto talento especulativo (Comentario sobre las Sentencias y Quaestiones disputatae), por su genial aptitud
constructiva (Breviloquium) y por una mı́stica profunda (Itinerarium mentis
ad Deum). Entre sus discı́pulos son los más notables John Pecham y Mateo
d’Acquasparta, el más profundo representante de la teorı́a filosófica y teológica del agustinismo acerca del conocimiento. Además esta dirección agustiniana está poderosamente representada por los franciscanos Eustaquio, Roger
Marston, Guillermo de la Mare, Pedro Juan Olivi y otros. Pedro Juan Olivi
(†1297) enseñaba que entre el alma y el cuerpo no existı́a unión ı́ntima de ser
y de naturaleza, sino una unión simplemente dinámica u operativa, y consideraba el libre albedrı́o y la libre causalidad desde un punto de vista más bien
empı́rico-psicológico que teológico y metafı́sico-ético. Un teólogo franciscano,
que especialmente en la teorı́a del conocimiento se inclinó a la concepción
aristotélico-tomista, fué Ricardo de Middletown. Tomás de York (ca. 1266),
fué un aristotélico de la vieja escuela franciscana que ha dejado una exposición, todavı́a inédita, de la metafı́sica, con pensamiento independiente, pero
adaptada a Aristóteles y Averroes. En Inglaterra, la escuela franciscana, sin
dejar de ser fiel a sus convicciones agustinianas, tomó también un carácter
empı́rico y orientado hacia las Ciencias naturales. Bartolomé Anglico es autor de la obra enciclopédica De proprietatibus rerum. Cercano a la escuela
franciscana se encuentra Roberto Grosseteste (de Lincoln, †1253). Este sabio,
3.2. La Alta Escolástica
45
de aspectos múltiples, a quien ya hemos conocido como traductor del griego,
era versado en Astronomı́a y en Matemáticas y en su doctrina sobre la relación entre el alma y el cuerpo, sobre el conocimiento de la verdad y sobre el
libre albedrı́o ha pensado en sentido agustiniano. El método de pensamiento
y de trabajo en filologı́a, ası́ como también en las Ciencias naturales, se nos
ofrece de manera mucho más marcada todavı́a en el discipulo de Grosseteste,
a quien ya conocemos: Roger Bacon (†1294). La fuerza de Roger Bacon y el
servicio que ha prestado consisten en su tendencia a la investigación empı́rica en las Ciencias naturales y a la fundamentación filosófica de los estudios
filosófico-teológicos. En la teorı́a del conocimiento se coloca Roger Bacon,
con su tesis de que el intellectus agens no es otra cosa que el Logos divino,
en el terreno del platonismo agustiniano. Con los escritos de Roger Bacon,
nuevamente descubiertos por A. Pelzer, y cuya edición está próxima a salir, aparecerá completada y profundizada la figura cientı́fica del franciscano
inglés. Fuera de la orden franciscana el agustinismo estuvo representado en
la alta Escolástica por los antiguos teólogos de la orden de Santo Domingo,
Rolando de Cremona, autor de una Summa inédita, Ricardo Fishacre, Hugo de Saint-Cher y Roberto Kilwardby, que compuso también una doctrina
cientı́fica. Relacionado con San Buenaventura aparece el dominicano Pedro
de Tarantasia, que después fué Papa con el nombre de Inocencio V (†1276).
Del clero secular fueron seguidores del agustinismo Gerardo de Abbatisvilla
y especialmente Enrique de Gante, que ha presentado su concepción agustiniana de los problemas metafı́sicos psicológicos y referentes a la teorı́a del
conocimiento en una forma activa y personal. Por el contrario, su discı́pulo Godofredo de Fontaines (†hacia 1306) en la doctrina del conocimiento
abandona la teorı́a agustiniana de la iluminación y se adhiere a la teorı́a
aristotélico-tomista de la abstracción.
Al lado de esta dirección agustiniana, decididamente influida en su contenido por Aristóteles, vemos una corriente puramente filosófica que designaremos con la denominación general de filosofı́a de las Facultades de Artes.
Es ésta una Filosofı́a que se cultivó, no en conexión con la Teologı́a, sino por
amor de sı́ misma y en la cual se introdujo pronto con fuerza el nuevo movimiento aristotélico para extenderse también a la esfera del trabajo teológico.
La filosofı́a de las Facultades de Artes en parte mantiene un más vivo contacto con la esfera de las Ciencias naturales y de la Medicina, en parte se ocupa
del cultivo de la lógica y de la lógica del lenguaje. En una primera etapa el
aristotelismo de esta corriente se apoyaba más en Avicena y en la dirección
neoplatónica, en la etapa siguiente se considera a Averroes como factor decisivo para la interpretación de la filosofı́a aristotélica. Entre los más antiguos
46 3. El desarrollo de la filosofı́a medieval en la Antigua y en la Alta Escolástica
representantes de esta dirección no teológica se cuentan ante todo, además de
Dominico Gundisalvo, Daniel de Morlai con su Liber de naturis inferiorum et
superiorum, editado por Sudhoff, y Alfredo de Careshel (Alfredus Anglicus),
cuyo tratado De motu cordis, compuesto hacia el año 1215, une la metafı́sica neoplatónica, la psicologı́a aristotélica y la fisiologı́a aristotélico-galénica.
Alfredo escribió también un comentario a las Meteorologica de Aristóteles,
descubierto por Pelzer. A la etapa averroı́stica del aristotelismo pertenece
ya Pedro de Hibernia, el joven maestro de Santo Tomás de Aquino, con su
disputación sobre la finalidad en la Naturaleza, encontrada por Baeumker.
El aristotelismo averroı́sta tomó en la Facultad de Artes de Parı́s una forma
antiteológica por medio del maestro Siger de Brabante (1282), que no dejó de
ejercer influencia en aquel tiempo y que fué también celebrado por el Dante.
En sus escritos (editados por Mandonnet y Baeumker), entre los cuales se
encuentra el comentario descubierto por A. Pelzer y todavı́a inédito, al libro
de Aristóteles De anima, profesa la doctrina de la eternidad de la materia y
del movimiento, la unidad numérica del alma espiritual de todos los hombres
(monopsiquismo) y un determinismo psicológico. Para salvar la oposición
de estas ideas con la fe y el dogma de la Iglesia recurre a la doctrina, ya
mencionada y erróneamente atribuida a Aristóteles, de la doble verdad. Este
averroı́smo latino, a pesar de las condenaciones de la Iglesia y de la oposición
cientı́fica de Alberto Magno y de Santo Tomás de Aquino, prolongó su vida
en la Escolástica y fué defendido en el siglo XIV por Juan de Jandum y Pedro
d’Abano y en el siglo XV por Pablo de Venecia y otros.
Una corriente de la Alta Escolástica, que sólo en nuestro tiempo ha sido
puesta de relieve gracias a las investigaciones de Cl. Baeumker, E. Krebs
y otros, es la dirección que marca una tendencia al neoplatonismo y que
se señala primeramente en pequeños tratados, como el que se titula De intelligentiis, editado por Baeumker. Dentro de la dirección neoplatónica se
encuentra también el silesiano Witelo, como se ve en el prólogo de su Perspectiva. De modo especial se caracteriza este neoplatonismo en la escuela de
Alberto Magno.
Alberto Magno, conde de Bollstädt, nacido en 1193 en Lauingen (Suabia) y muerto en 1280 en Colonia, dominico como su discı́pulo Santo Tomás
de Aquino, es celebrado en las crónicas contemporáneas como philosophus,
como philosophorum maximus. Su discipulo Ulrico de Estrasburgo le llama
Vir in omni scientia adeo divinus, ut nostri temporis stupor et miraculum
vocari possit (Varón de tal manera divino en todas las ciencias que puede ser
llamado estupor y milagro de nuestro tiempo). Alberto es llamado también
3.2. La Alta Escolástica
47
Doctor universalis. Se caracteriza por el universalismo en el conocimiento de
las fuentes. Reúne un enorme arsenal de ideas sacado de autores aristotélicos, arábigo-judı́os, neoplatónicos y patrı́sticos. También le conviene la nota
de universalismo por su dominio de los diversos ramos del saber. La obra
cientı́fica de su vida abarca en un amplio horizonte toda la filosofı́a de entonces, la teologı́a especulativa, la exégesis y, como ya hemos visto, todo el
ámbito de las Ciencias naturales de su tiempo. Es verdad que también se
echan de ver en Alberto Magno las deficiencias propias del universalismo.
La elaboración sintética de los materiales de su saber, el ajuste armónico de
las distintas tendencias no logró alcanzarlo en la misma medida que Santo Tomás. La significación de Alberto Magno para la historia de la filosofı́a
consiste en haber hecho utilizable la filosofı́a de Aristóteles para la Escolástica de los paı́ses occidentales mediante una paráfrasis metódica, influida por
Avicena, que comprende todas las obras del filósofo de Estagira y la publicación de monografı́as sobre la filosofı́a aristotélica, habiendo creado ası́, en
cierto modo, un peripatetismo cristiano escolástico: Nostra intentio est omnes dictas partes (scilicet physicam, metaphysicam et mathematicam) facere
Latinis intelligibiles, Alberto rechaza en su interpretación y aprovechamiento de Aristóteles las teorı́as del averroı́smo latino, y esboza en sus lı́neas
fundamentales el edificio de la doctrina aristotélico-escolástica que después
Santo Tomás llevó a término trabajando con esmero cada una de sus partes y
dándole la unidad de un todo arquitectónico. En Teologı́a, Alberto Magno en
sus obras sistemáticas (comentario de sentencias, Summa de creaturis, Summa theologica) no incorporó todavı́a los materiales y motivos aristotélicos en
su conjunto como Santo Tomás. En una de las partes inéditas de la Summa
de creaturis ha creado un impresionante y agudo sistema de Ética, compuesto
por el autor antes de conocer toda la ética nicomaquea de Aristóteles.
Alberto Magno abrió a su discı́pulo Tomás de Aquino la senda del aristotelismo cristiano, reunió en torno suyo un cierto número de discı́pulos entusiastas, especialmente en paı́ses alemanes, e influyó en posteriores generaciones
cientı́ficas. El movimiento escolástico que de él procede tiene en Alemania un
carácter bastante señalado, en cierto sentido un carácter nacional. Los rasgos
caracterı́sticos de este elemento alemán en la Escolástica son: universalismo,
independencia, preferencia por las cuestiones que pertenecen a las ciencias
de la Naturaleza, gran inclinación al neoplatonismo, rasgo este que ya se
advierte en los escritos de Alberto Magno, especialmente en su comentario
inédito al tratado De divinis nominibus del pseudo-Areopagita. De la escuela
de Alberto Magno procede el tan usado Compendium theologicae veritatis de
Hugo Ripelin de Estrasburgo. La obra más importante de esta escuela alema-
48 3. El desarrollo de la filosofı́a medieval en la Antigua y en la Alta Escolástica
na de Alberto es la valiosa Summa teológica, inédita, de Ulrico Engelberto
de Estrasburgo (†1277) que contiene, respecto de la Metafı́sica, afirmaciones de sentido neoplatónico. El neoplatonismo y la investigación cientı́fica
de la Naturaleza aparecen unidos en los escritos de Dietrich de Freiberg. El
neoplatonismo de la escuela dc Alberto Magno es también como la casa paterna de la mı́stica alemana de la Orden de Predicadores. Una gran obra de
dirección neoplatónica es el comentario, inédito, de Bertoldo de Mosburg a
la Elementatio theologica (stoikheı́osis theologiké) de Proclo. La escuela de
Alberto vivió largamente en Alemania. En el siglo XV encontramos en la
Universidad de Colonia la interesante lucha entre la Schola Albertistarum y
la Schola Thomistarum.
Capı́tulo 4
La filosofı́a de Santo Tomás de
Aquino
4.1.
Vida, obra y personalidad de S. Tomás
Tomás de Aquino nació en 1225 en el castillo de Roccasecca, cerca de
Aquino, en la provincia de Nápoles y fué iniciado en la Filosofı́a en la Universidad napolitana por los maestros Martı́n y Pedro de Hibernia. En 1244
entró en la Orden de Santo Domingo, fué después durante largos años discı́pulo de Alberto Magno y en 1252 comenzó en la Universidad de Parı́s su carrera
académica siguiendo los cursos necesarios para obtener el grado de maestro
en Teologı́a. De 1256 a 1259 enseñó en la Universidad de Parı́s y después
volvió a Italia, donde actuó como profesor de Teologı́a, parte en la corte
pontificia en Orvieto y Viterbo, parte en la escuela de su orden en Roma.
Nuevamente fué llamado a la Universidad de Parı́s en el año 1268 y allı́ desarrolló una gran actividad en escritos y controversias hasta el año 1272, en
el cual marchó como profesor a la Universidad de Nápoles. Tomás de Aquino
murió el 7 de marzo de 1274, en Fossanova, donde la enfermedad le hizo
detenerse cuando iba al segundo concilio general de Lyon, al cual habı́a sido convocado personalmente por Gregorio X. En unos veinte años, además
de dedicarse con éxito admirable a la enseñanza, mostró como escritor una
asombrosa fecundidad que se manifiesta en una producción literaria de altı́simo valor. Entre sus escritos son principalmente interesantes para la Filosofı́a
los siguientes:
1. Comentarios a los siguientes escritos de Aristóteles: Perihermeneias
(hasta l. II lect. 3), Analytica posteriora, Fı́sica, De caelo et mundo
(hasta l. III lect. 8), De generatione et corruptione (hasta l. 1 lect. 17),
Meteorologica (hasta l. II lect. 8), De anima, De sensu et sensato, De
49
50
4. La filosofı́a de Santo Tomás de Aquino
memoria et reminiscentia, Metafı́sica (l, I-XII) Ética, Polı́tica (hasta l.
III lect. 6). Además una explicación del Liber de causis.
2. Pequeñas monografı́as filosóficas: De ente et essentia, De principiis naturae, De natura materiae, De ocultis operationibus naturae, De mixtione elementorum, De motu cordis, De aeternitate mundi, De unione
intellectus contra Averroistas, De substantiis separatis, De quattuor oppositis, De propositionibus modalibus, De demonstratione, De fallaciis,
De natura accidentis, De natura generis, De natura verbi intellectus,
De differentia verbi divini el humani, De instantibus, De principio individuationis.
3. Se encuentra un rico material filosófico en sus grandes obras sistemáticas: Comentario a las Sentencias de Pedro Lombardo, Summa contra
Gentiles, Summa Theologica.
4. Quaestiones quodlibetales y Quaestiones disputatae (De veritate, De
potentia, De anima, De spiritualibus creaturis, De malo, De virtutibus
in communi, etc.).
5. Entre los pequeños trabajos de carácter más teológico son de gran importancia el opúsculo In Boethium de trinitate para la doctrina cientı́fica del tomismo y el tratado De regimine principum ad regem Cypri (solamente son de Santo Tomás el libro I y los cuatro primeros capı́tulos
del libro II) para la filosofı́a social y polı́tica.
Tomás de Aquino se nos presenta en sus escritos y también en el concepto de sus contemporáneos y más antiguos biógrafos (Guillermo de Tocco)
como una figura de pensador entregado por completo a las cosas suprasensibles y divinas y al mismo tiempo como una apacible, modesta y amable
personalidad. Hay realmente en la figura y en el carácter de este escolástico
una armonı́a, un ajuste, una plena ponderación que se revelan a todo el que
se familiariza con sus escritos. Su concepción profundamente religiosa de la
vida no le impide tener también abierta la mirada, y ancho el corazón para
los valores y las exigencias de la cultura profana. El rasgo fundamental de
su individualidad cientı́fica es la aspiración a encontrar, para el pensamiento
cientı́fico serio, la pura y plena verdad.
Este riguroso y lúcido ideal de verdad que tiene ante sı́ le permite percibir siempre puntos de vista estrictamente reales. De ahı́ esa circunspección,
ese cuidado tanto en el planteamiento de los problemas como en el proceso
4.1. Vida, obra y personalidad de S. Tomás
51
del pensamiento y de la prueba, de ahı́ esa claridad limpia de pasión, esa
impersonalidad en la exposición de sus ideas.
Si queremos descomponer en sus elementos el trabajo cientı́fico del doctor
de Aquino, encontraremos en él caracteres histórico-positivos en la valoración y aprovechamiento de la labor intelectual realizada hasta su tiempo e
igualmente una poderosa fuerza de pensamiento independiente, profunda y
constructiva. Su filosofı́a recibe impulsos de Aristóteles y de los comentadores
griegos de este filósofo (Alejandro de Afrodisias, Themistio, Juan Filopono,
Simplicio), de la filosofı́a árabe, de la cual rechaza con elevada severidad los
elementos antiteológicos del averroı́smo, de los escritos de los filósofos judı́os,
de los cuales combate a Avicebrón y utiliza mucho a Moisés Maimónides, de
las obras neoplatónicas, de los trabajos de los Santos Padres, principalmente
San Juan Damasceno, San Agustı́n y Boecio, finalmente de los más modernos y contemporáneos escolásticos, a los cuales se refiere las más de las veces
con un indeterminado quidam según el uso de entonces. Tomás de Aquino es,
como ha puesto especialmente de relieve Francisco Brentano, el más grande conocedor de Aristóteles y su mejor comentarista de la Edad Media. La
dirección fundamental aristotélica de su filosofı́a trata de encontrar una conciliación, una sı́ntesis con la especulación agustiniana. Su edificio metafı́sico
descansa sobre base aristotélica, pero tiene un remate agustiniano. En la doctrina sobre la verdad y sobre la raı́z de las más altas verdades y principios
de conocimiento en la mente y en la esencia de Dios, en la teorı́a de las ideas
y otras cuestiones se revela, como veremos en lo que sigue, esa huella de
San Agustı́n en el sistema tomista, a pesar de ser de dirección resueltamente
aristotélica especialmente en lo que se refiere a la filosofı́a de la Naturaleza,
la Psicologı́a y la doctrina del conocimiento. La filosofı́a aristotélica le sirve
también en su más vasta comprensión como auxiliar e instrumento para la
sı́ntesis teológica. La utilización de las fuentes no es en Santo Tomás una
simple compilación y yuxtaposición, sino una compenetración viva de esos
materiales, un trabajo de construcción orgánica, en el que se manifiesta el
poder personal constructivo de su genio filosófico. Si consideramos más detenidamente la peculiaridad de este segundo elemento de su método cientı́fico,
vemos que en esa labor del pensamiento tomista, labor independiente, creadora y formativa, se unen la observación y la especulación, el análisis y la
sı́ntesis, añadiendo el doctor de Aquino su propio sentido cientı́fico al sentido
tradicional. Si se examinan separadamente sus obras, se encuentra una multitud de observaciones relativas a la Psicologı́a y a la Ética. Tomás era una
naturaleza interior, tenı́a la mirada fija en los fenómenos de su propia vida
interna. Sus enseñanzas sobre la conexión entre la actividad de la fantası́a y
52
4. La filosofı́a de Santo Tomás de Aquino
la del pensamiento, sobre la psicologı́a del acto volitivo y de los fenómenos de
la sensibilidad, sobre la memoria y el recuerdo, sobre los actos del enseñar y
del aprender son ejemplos de observación psicológica. Todavı́a más se revela
este género de observación empı́rica en las cuestiones éticas y sociológicas y
en el problema de sus lı́mites.
Es indisputable el talento de Santo Tomás para la sı́ntesis, para la visión
de conjunto con que abarca y ordena los conocimientos aislados para constituir con ellos una gran unidad cientı́fica. Esta sistemática tiene un aspecto
externo y otro interno. El externo es la sistemática de la ordenación, organización y agrupación, es, ante todo, una función lógica y didáctica. La Summa
Theologica, considerada como un todo, con su división en partes, sus tratados,
cuestiones y artı́culos es una obra maestra de esta sistemática arquitectónica.
El aspecto interno es un sistema de desarrollo y de deducción, por el cual
cada uno de los conocimientos particulares se deriva de los grandes principios
unificadores. Este sistema es la obra del genial talento metafı́sico de Santo
Tomás. El doctor de Aquino será tanto mejor y más profundamente conocido
en su individualidad cientı́fica cuanto más adentro se penetre en su metafı́sica. La conexión entre la Metafı́sica y la Sistemática se revela sobre todo en
nuestro gran escolástico en que precisamente en el terreno de la metafı́sica
con precisión y concisión inimitables fija conexiones, establece articulaciones
y deducciones y de allı́ parten las lı́neas que con rigurosa ilación llevan el
pensamiento a los problemas filosóficos y teológicos.
4.2.
Objeto y división de la Filosofı́a
Con Aristóteles coloca Santo Tomás el origen y comienzo de la función de
filosofar en el deseo inherente a la naturaleza humana de conocer en sus más
hondos fundamentos, en sus más lejanas causas, el mundo interior y exterior
que a su contemplación se presenta. Asombro y admiración ante el mundo de
los fenómenos cuyas causas desconocı́an, esto es lo que primeramente ha dado
a los hombres motivo para filosofar, para examinar la realidad del mundo en
su esencia profunda y en su fundamento, indagación que sólo lleva al ánimo el
sosiego y el contento cuando ha llegado al conocimiento de la primera causa.
La más alta perfección que puede alcanzar el espı́ritu filosófico del hombre
consiste, según Santo Tomás, en que en el alma se dibuje todo el orden del
Universo y de sus causas (ut in ea describatur totus ordo universi et causarum
eius). Objeto del intelecto, de la razón, es conocer el orden y las relaciones,
mientras que las facultades sensitivas sólo perciben el mundo concreto de los
fenómenos.
4.2. Objeto y división de la Filosofı́a
53
Hay tres especies de orden. El primero es el que la razón humana no crea,
sino que lo encuentra y considera como cosa ya realizada. Este es el orden
de las cosas de la Naturaleza, del ser real. El segundo es aquel que nuestro
pensamiento opera en sus propias funciones y actos cuando ordena sus ideas
o también cuando ajusta los signos verbales de las ideas. Este es el orden del
ser pensado. El tercer orden es aquel que la razón produce en los actos de la
voluntad. Este es el orden de lo que debe ser, el orden moral.
Este triple orden, ası́ desarrollado por Santo Tomás, constituye también
el fundamento de la división de la Filosofı́a en sus capitales disciplinas. La
investigación del orden real, del orden de las cosas, que la razón humana
considera pero no suscita, es el campo de la philosophia naturalis, de la Filosofı́a natural (Filosofı́a real) en sentido lato, dentro de la cual Santo Tomás
comprende también la Metafı́sica. El orden que la razón establece en sus propios actos cogitativos es el objeto de la philosophia rationalis o de la Lógica.
Finalmente, el orden de los actos libres de la voluntad entre sı́ y con relación
al fin último es el contenido de la philosophia moralis, de la Ética.
La Lógica ha de regular los actos de la razón humana de tal modo que el
hombre en su actividad pensante pueda avanzar ordenadamente con facilidad
y sin error. La Lógica está en el extremo de la clasificación filosófica y debe
ser estudiada en primer lugar, pues es la enseñanza del método, la que enseña
el procedimiento metódico a todas las ciencias en general.
La filosofı́a real, la philosophia naturalis en sentido lato, que tiene que tratar del ser real, es articulada por Santo Tomás, de conformidad con Aristóteles y Boecio, en tres ciencias según las escalas y grados de la abstracción. Las
cosas de la Naturaleza pueden ser consideradas con todas sus propiedades
sensibles, empı́ricas. Esto es la materia de la philosophia naturalis en sentido
estricto. Su objeto es el ens mobile. Se puede también prescindir por abstracción de las mudanzas y de las cualidades sensibles de la materia, y considerar
en las cosas de la Naturaleza únicamente el aspecto de la extensión. Tendremos ası́ el campo propio de las Matemáticas, cuyo objeto es el ens quantum.
Finalmente, el ser de las cosas puede ser considerado separadamente de la
materia sensible, del movimiento y de la extensión. El ser como tal (ens in
quantum ens), con sus propiedades y relaciones más generales, que son las
que muestran el camino hacia la esencia absoluta divina, es el terreno de la
Metafı́sica. La Filosofı́a moral o Filosofı́a práctica se divide, según que ordena
con sus normas la vida de los individuos, de la familia o del Estado, en Ética,
Economı́a y Polı́tica.
54
4.3.
4. La filosofı́a de Santo Tomás de Aquino
Filosofı́a natural
La Filosofia natural de Santo Tomás está caracterizada ante todo por la
teorı́a, por él más ampliamente concebida, de la primera materia (materia
prima) y la forma substancial. Santo Tomás es de todos los escolásticos el
que ha comprendido de modo más profundo el espı́ritu del hilemorfismo aristotélico; él amplió la doctrina de Aristóteles uniendo al pensamiento principal
peripatético elementos neoplatónicos y agustinianos, si bien en medida secundaria. Cada uno de los seres de la Naturaleza, desde el mundo inorgánico
hasta el hombre, es una sı́ntesis de materia y forma. Frente a la escuela franciscana, que hasta en los seres espirituales veı́a una composición de materia y
forma, Santo Tomás considera los seres espirituales como simples formas subsistentes y los puros espı́ritus que no están unidos a la Naturaleza por ningún
cuerpo como formas separadas (formae, substantiae separatae). La materia
primera es el substratum, indeterminado y capaz de todas las determinaciones, que hay en todas las cosas de la Naturaleza, el sujeto permanente de las
formaciones y desarrollos que tienen lugar en el curso de la Naturaleza; es la
pura pero real potencialidad de toda la naturaleza fı́sica. La materia, como
pura potencia, no tiene existencia propia sino mediante la forma de ser que
va unida a ella. Santo Tomás, acentuando la pura potencialidad y pasividad
de la materia prima, rechaza la concepción representada por San Buenaventura y por la escolástica franciscana de que en la materia están contenidos
los gérmenes reales (rationes seminales) de las sucesivas formas de ser desarrolladas por las causas eficientes. La materia prima, que es indeterminada,
se determina, mediante la forma substancial, en las diversas especies de seres
de la Naturaleza. La forma substancial es el principio que, unido inmediatamente a la materia prima, le da su determinación esencial, principio mediante
el cual una cosa recibe primeramente el ser (actus primus) y es constituı́da
como substancia natural. Como del ser dimana la actividad, por esto la forma
es también el principio de la actividad de las cosas. Según esto la materia es
el principio pasivo que recibe el ser y el obrar, la forma es el principio activo
que da el ser y el obrar en las cosas. Materia y forma son, como principios
de la pasividad y actividad de los seres de la Naturaleza, los supuestos necesarios para las operaciones de unos sobre otros y por tanto para su conexión
y armonı́a dentro de un todo. ✭✭Las cosas de diversa naturaleza solo pueden
conectarse en la unidad del orden gracias a que las unas son activas y las
otras reciben en sı́ pasivamente esa actividad✮✮. Además, las formas, como
principios de actividad, son también principios de las tendencias de los seres
y de la finalidad de los hechos naturales. La concepción de la Naturaleza en
Santo Tomás es una concepción teleológica. En la forma está la finalidad y la
legalidad de las cosas, cuya ratio, cuyo momento ideal se presenta a nuestro
4.4. Psicologı́a
55
pensamiento. En la forma es la cosa espiritualmente cognoscible, en la forma
brilla ante nosotros el trasunto del pensamiento divino.
La forma, ası́ como es lo que da el ser, es también el principio que da
unidad a la cosa. Este punto de vista se aprecia en dos teorı́as propias de
Santo Tomás: en la teorı́a de la unidad de la forma substancial y en la del
principio de individuación. Santo Tomás ha acentuado señaladamente en sus
últimos escritos la unidad de la forma substancial en los seres inorgánicos, en
las plantas, en los animales y también de un modo especial en el hombre y
con ello ha rechazado resueltamente la teorı́a de la pluralidad profesada por
la escuela franciscana, es decir, la admisión de varias formas substanciales en
una misma cosa, con lo cual un mismo ser es un cuerpo (forma corporeitatis),
un ser vivo, un hombre. La forma substancial suministra a la cosa el ser
primero y substancial, constituye, por ejemplo, un ser orgánico al mismo
tiempo como cuerpo y como cuerpo vivo, de modo que todas las demás
formas que sobrevienen sólo son formas y modificaciones accidentales. Ası́ la
forma da a los seres naturales la unidad fı́sica.
En la forma está también realmente fundada la unidad especı́fica en que
nuestro pensamiento resume grupos de cosas de la Naturaleza. Antes hemos
ya mostrado la relación entre la teorı́a de la materia y la forma y el moderado realismo de la doctrina tomista acerca de los universales. Mientras
que la forma es el principio especı́fico, la materia es para Santo Tomás el
principio de individuación, esto es, el fundamento más hondo de que la esencia y el individuo no sean la misma cosa en los seres de la Naturaleza, sino
que muchos individuos posean una y la misma esencia especı́fica. Verdad es
que el principio de individuación no es meramente la materia prima, sino la
materia signata, esto es, la materia determinada según sus grandes y lejanas relaciones. En el reino de los seres puramente espirituales, como no hay
ninguna composición con la materia, el individuo y la especie se identifican,
cada uno de los seres puramente espirituales se distingue especı́ficamente de
los demás. También aquı́, como en la doctrina de la unidad de las formas
substanciales, sigue Santo Tomás, con independencia y sin turbarse ante la
opinión contraria de sus contemporáneos, el camino que le traza la rigurosa
consecuencia de su pensamiento.
4.4.
Psicologı́a
La dirección aristotélica de la filosofı́a tomista se revela del modo más claro
en la Psicologı́a, a la que Santo Tomás ha consagrado partes importantes
56
4. La filosofı́a de Santo Tomás de Aquino
de sus escritos. Sin embargo, también en esta materia se insertan motivos
agustinianos en el edificio aristotélico.
Naturaleza del alma. Santo Tomás hace suya y desarrolla con rigor lógico la definición aristotélica del alma, según la cual el alma es la entelequia, la
primera realidad de un cuerpo fı́sico, capaz de vida y, por tanto, orgánico. El
alma humana es concebida ante todo como el principio primero e inmaterial
de la actividad intelectual.
De la actividad pensante deduce Santo Tomás la incorporeidad, inmaterialidad y espiritualidad del alma humana. El hombre, por medio de su
inteligencia, puede conocer la naturaleza de todos los cuerpos. Si el alma humana, el principio de la actividad pensante, fuera cosa corpórea, ejercitarı́a
su actividad pensante por medio de órganos corporales; estarı́a, por tanto,
determinada y limitada de manera que le serı́a imposible conocer la naturaleza de todas las cosas corporales. La libre fuerza expansiva del pensamiento
humano es, según esto, una prueba de que el alma humana, el principio de
esa fuerza del pensamiento, no es nada corpóreo, sino algo inmaterial y espiritual. Da también testimonio de la espiritualidad del alma la conciencia, la
facultad que tiene el entendimiento de reflexionar o volver sobre sı́ y sobre
su propia actividad.
Con la inmaterialidad y espiritualidad del alma humana está ı́ntimamente
unida su substancialidad. El alma como principio de la actividad del pensamiento, ejerce funciones en las cuales no toma parte el cuerpo. Ahora bien; lo
que por sı́ mismo obra, por sı́ mismo es; es decir, es un ser subsistente, pues el
modo de ser y el modo de obrar se corresponden entre sı́. El cuerpo no tiene
ninguna parte en el pensamiento; no es, pues, órgano de la actividad espiritual. Sólo tiene un papel indirecto en el conocimiento espiritual; la actividad
de los órganos corporales se reduce a suministrar materiales de conocimiento
a la inteligencia. Por su subsistencia se distingue el alma humana del alma
de los animales, que no posee actividad subjetiva ni ser substantivo que sean
independientes de la materia.
De la espiritualidad y subsistencia del alma humana se sigue también su
indestructibilidad e inmortalidad. Por tener el alma humana un ser subsistente, no acaba aunque lo que con ella está unido, es decir, el cuerpo, sea
destruido. A esta consideración de carácter ontológico se añade un argumento
psicológico. Es inherente al alma humana el deseo natural de existir siempre.
4.4. Psicologı́a
57
Tal aspiración no puede ser una ilusión vana. Por tanto, el alma del hombre
es inmortal.
Relación entre el cuerpo y el alma. En la determinación de la relación
entre el cuerpo y el alma abandona Santo Tomás la concepción platónicoagustiniana, según la cual el alma es el verdadero hombre, y el cuerpo aparece
como mero órgano del alma y no como constitutivo esencial del hombre. Santo Tomás concibe al hombre como una unidad natural compuesta de cuerpo y
alma y, aplicando la doctrina aristotélica de la materia y de la forma, expresa
la relación entre el cuerpo y el alma de este modo: el principio de la actividad del pensamiento, el alma racional, es la forma substancial del cuerpo
humano. Para ello razona ası́: el primero y más hondo principio de actividad en una cosa es la forma sustancial de esa cosa. Ahora bien; el espiritu
humano es el primero y más profundo principio de actividad en el hombre,
pues a él se reducen todas las manifestaciones y fenómenos de nuestra vida
vegetativa, sensitiva e intelectual. Por consiguiente, el alma espiritual es la
forma substancial en el hombre.
Santo Tomás desarrolla consecuentemente esta tesis fundamental de su
Psicologı́a. Frente al monopsiquismo profesado por los averroı́stas latinos en
la Universidad de Parı́s, que concebı́an numéricamente la unión con el cuerpo
de un espı́ritu único para todos los hombres, como una mera unidad de la
actividad, Santo Tomás demuestra que hay tantas almas espirituales humanas, tantas formas substanciales humanas como cuerpos humanos. Además,
admite el doctor de Aquino, según su teorı́a que ya conocemos sobre la unidad de la forma substancial, una sola alma en el hombre, el alma espiritual
por virtud de la cual el hombre es a un tiempo un ser inteligente, sensible,
viviente, corpóreo, una substancia y una cosa. Y siendo el alma espiritual
la única forma substancial en el hombre, la unión del cuerpo y el alma es
necesariamente una unión inmediata, en la que ninguna otra forma interviene. Esta resuelta afirmación de la unidad de la forma substancial en el
hombre fué ardientemente combatida como innovación por la escuela de los
franciscanos que seguı́a la dirección agustiniana. Según San Buenaventura y
su escuela, el alma está compuesta de materia y forma. Cuerpo y alma son
dos substancias que se hacen un ser porque el alma comunica al cuerpo la
vida, pero no le da el ser corpóreo.
La tradición agustiniana se aprecia en la determinación del lugar donde
reside el alma, pues Santo Tomás emplea la fórmula corriente que se encuentra
ya en Plotino: el alma está toda en todo el cuerpo y toda en cada parte del
58
4. La filosofı́a de Santo Tomás de Aquino
cuerpo.
Potencias del alma. El alma ejerce su actividad, no inmediatamente
por si misma, sino mediante potencias o facultades reales, que se distinguen
realmente de ella. Santo Tomás acepta la teorı́a aristotélica de las potencias
ampliada por Avicena y se aparta ası́ de la doctrina agustiniana representada por Guillermo de Auvernia que no intercalaba entre la substancia y las
actividades del alma ninguna potencia o facultad anı́mica. Con Aristóteles
admite Santo Tomás cinco especies fundamentales de facultades anı́micas,
que distingue y ordena según sus objetos especı́ficos: las potencias vegetativas, las facultades de percepción sensible (los cinco sentidos exteriores y
los cuatro interiores que son: sentido común, fantası́a, facultad sensitiva de
juzgar, memoria sensitiva), el apetito sensitivo, la facultad del movimiento
voluntario y las potencias intelectuales (entendimiento y voluntad).
Psicologı́a del conocimiento. Lo caracterı́stico de la psicologı́a de Santo Tomás se encuentra en su teorı́a del conocimiento intelectual del hombre,
en su explicación del problema del origen de nuestras ideas. Dos direcciones capitales observamos en la psicologı́a del conocimiento del siglo XIII: la
escuela franciscana (San Buenaventura, Mateo d’Acquasparta, Roger Marston, etc.), que sigue rigurosamente a San Agustı́n, y la dirección de Alberto
Magno y muy especialmente de Santo Tomás, que se mantiene en el terreno
aristotélico. Aquı́ se encuentran frente a frente las dos posiciones contrarias
del agustinismo y del aristotelismo, cuya trascendencia en la historia de la
Filosofı́a ha sido reconocida primeramente por el P. Ehrle. El agustinismo
acentúa la actividad fı́sica en la función del conocimiento; por el contrario,
la psicologı́a aristotélico-tomista del conocimiento pone de relieve la pasividad y receptividad de las potencias cognoscitivas y concibe el conocimiento
como una copia de la realidad suministrada por la experiencia. Además la
dirección platónico-agustiniana da menos importancia a la percepción sensible en orden al conocimiento espiritual; Santo Tomás, en cambio, enseña que
existe una relación ı́ntima entre el conocimiento sensible y el conocimiento
espiritual.
Veamos, ahora, brevemente cómo explica Santo Tomáas el proceso del
conocimiento intelectual. Nuestro intelecto es en sı́ pasivo, receptivo, se asemeja, como dice Aristóteles, a una tabla limpia en que nada hay escrito.
De conformidad con Aristóteles, distingue Santo Tomás un intellectus agens
y un intellectus possibilis, un entendimiento activo y otro potencial. El entendı́miento agente o activo ilumina los phantasmata, es decir, las represen-
4.4. Psicologı́a
59
taciones individuales o imágenes intuitivas nacidas de la experiencia sensible,
y por medio de la abstracción extrae, del material de conocimiento aportado
por la percepción sensible y representado por los phantasmata, la idea general, adecuada, por tanto, a la naturaleza del entendimiento, y crea ası́ las
imágenes intelectuales (species intelligibiles), a las cuales corresponde en la
formación de los conceptos el importante papel de sacar el entendimiento
potencial o posible de su pasividad, determinándolo al acto del conocimiento
espiritual. El acto de conocer se efectúa principalmente, no por medio del
entendimiento agente, sino mediante el intellectus possibilis que por las species intelligibiles es llevado a la aprehensión conceptual de la esencia de las
cosas exteriores. Santo Tomás muestra y acentúa la objetividad y realidad
de este conocimiento espiritual designando la esencia inmanente de las cosas
exteriores como objeto del conocimiento, como lo que es conocido (id, quod
intelligitur). La imagen intelectual, la species intelligibilis es aquello por lo
cual una cosa es conocida (id, quo intelligitur). Esta explicación del funcionamiento de la actividad mediante la cual se forman los conceptos, no quiere
decir en modo alguno que con una visión automática y sin esfuerzo conozcamos de esta manera totalmente la esencia de las cosas. Santo Tomás hace
notar con frecuencia que por una conclusión de los accidentes a la substancia llegamos al conocimiento del ser de las cosas, que la inducción abre el
camino para el conocimiento de lo general y que por la actividad unitiva y
disociadora del juicio y por las consecuencias deducidas se nos revela lo que
hay en una cosa.
En la determinación del medio de conocimiento, de la fuente de la cual saca nuestra inteligencia el contenido de sus conocimientos, Santo Tomás sigue
también la senda aristotélica. Este medio de conocimiento no es la substancia
del alma, pues sólo Dios lo conoce todo por su esencia y en su esencia, no
son tampoco las ideas innatas en el sentido de Platón, ni tampoco las ideas
eternas divinas de la especulación agustiniana. La teorı́a agustiniana de la
iluminación, la doctrina de la cognitio in rationibus aeternis es interpretada
por la escuela franciscana del siglo XIII como una irradiación de las más
altas verdades sobre nuestro entendimiento mediante el contacto de las ideas
divinas con este entendimiento que de esa manera ve el contenido de esas verdades en las ideas divinas. Santo Tomás concibe las ideas divinas, no como
medio de conocimiento, sino como primer principio efectivo de conocimiento,
en cuanto la luz de nuestra razón es una participación de la luz divina. El
medio de conocimiento del conocimiento intelectual común es, según Santo
Tomás, la experiencia. Nuestro conocimiento toma de los sentidos su principio y su derivación. Sin embargo, la experiencia sensible sólo es fuente de
60
4. La filosofı́a de Santo Tomás de Aquino
nuestro conocimiento intelectual en un sentido objetivo, pues la propia legalidad y la actividad independiente del conocimiento intelectual subjetivamente
considerado, no quedan con esto borradas ni perjudicadas en el sentido del
empirismo. Se ve perfectamente la diferencia que separa la representación
individual y la idea.
Santo Tomás mantiene su tesis de que la experiencia sensible es el punto
de partida del conocimiento intelectual, en relación a todos los objetos de
ese conocimiento. En primer lugar nuestro entendimiento conoce las cosas
corporales, pero de una manera inmaterial conforme al ser y esencia de nuestra facultad cognoscitiva espiritual. Lo que es en sı́ incorpóreo, trascendente
y puramente espiritual, de lo cual no puede haber en la fantası́a ninguna
representación, lo pensamos por analogı́a y utilizando lo que cae en la esfera
de los sentidos, pues por comparación, negación, elevación, etc., adaptamos
los conceptos sacados de la experiencia a contenidos trascendentes. El alma,
según Santo Tomás, no se conoce a sı́ misma por medio de su esencia, como
enseñaba la escuela franciscana. Nuestro entendimiento adquiere el conocimiento de la existencia del alma por la percepción interior de los actos
anı́micos; el conocimiento de la esencia del alma se toma de una cuidadosa
y profunda indagación (diligens et subtilis inquisitio) de la naturaleza de los
actos del alma.
4.5.
Metafı́sica
La conclusión de la filosofı́a especulativa, que trata de conocer el ser real
en sus más hondos fundamentos y causas, constituye la metafı́sica que descomponemos en tres partes: la doctrina acerca del ser, la doctrina acerca de
Dios y la doctrina de las relaciones entre Dios y el mundo.
4.5.1.
Doctrina del ser
Santo Tomás, en su metafı́sica del ser, nos ofrece una sı́ntesis de la metafı́sica de Aristóteles y de San Agustı́n. También la filosofı́a arábiga, especialmente de Avicena, y ciertas ideas neoplatónicas suministraron elementos
para esta construcción metafı́sica. De Aristóteles es el fundamento empı́rico
y el plano del edificio, de San Agustı́n el remate que se eleva a las regiones divinas. La doctrina tomı́stica del ser, toma como objeto el ser como tal,
abstraı́do de la realidad empı́rica, las significaciones, propiedades y relaciones
esenciales del ser, y se basa en la convicción epistemológica de que nuestro
4.5. Metafı́sica
61
entendimiento puede penetrar a través de las apariencias hasta el ser y esencia de las cosas, es decir, de que el ser es accesible a nuestro pensamiento. La
psicologı́a del conocimiento nos ha mostrado las rutas por las cuales nuestro
entendimiento se encamina a lo que es. Nuestro entendimiento conoce el ser
como la primera determinación fundamental bajo la cual se muestran a él
todos los objetos.
Como quiera que el ser es abstraı́do de la realidad empı́rica, la metafı́sica
tomista del ser está construida de abajo arriba, no como la metafı́sica neoplatónica de arriba abajo. De San Agustı́n es el esfuerzo por elevarse hasta el
pensamiento de Dios. El ser finito y participado supone y se refiere al Ser infinito y absoluto por esencia, los atributos del ser -unidad, verdad y bondadtienen en el ser divino su fundamento primario, las causas de los seres que
existen nos llevan racionalmente a la primera causa.
Tomás de Aquino tiene una alta idea de la metafı́sica; la llama, de acuerdo
con Aristóteles, omnium scientiarum rectrix et regulatrix, y se funda para
esto en que es ciencia espiritual en el más alto grado (maxime intellectualis).
Ella es la ciencia espiritual por excelencia, porque trata de las cosas más
inteligibles, sustraı́das a la percepción de los sentidos. Ella se ocupa de los
más profundos fundamentos del ser, de los principios y las ideas generales,
de los objetos más independientes de la materia.
Para exponer el contenido fundamental de su doctrina acerca del ser,
Tomás de Aquino, con soberano dominio de la materia, ha fijado las significaciones del ente y nos ha dado de los pensamientos aristotélicos una
concepción extraordinariamente clara y una sistemática más desarrollada.
El ente o ser es aquello que nuestro entendimiento percibe en primer lugar
como lo más conocido y en lo cual vienen a resolverse todas sus ideas. Todo
lo demás que nuestras ideas contienen son adiciones a la idea de ser, determinaciones, condensaciones, por decirlo ası́, de la idea de ser. Ahora bien; al
ser no se puede añadir nada que no exprese a su vez un ser; por tanto, la
idea de ser no es una idea genérica o especı́fica, no es unı́voca o de una sola
significación, sino una idea analógica que se extiende en oleada infinita desde
los lı́mites de la nada hasta el absoluto ser de Dios. Esta analogı́a de la idea
de ser es doctrina fundamental de la metafı́sica tomista, que tiene capital
importancia precisamente para la doctrina acerca de Dios. Duns Escoto ha
concebido la idea de ser como una idea unı́voca.
62
4. La filosofı́a de Santo Tomás de Aquino
Las dos significaciones fundamentales de la idea metafı́sica de ser son esencia y existencia. Procedente de la filosofı́a arábiga (Alfarabı́) y también bajo
el influjo agustiniano-neoplatónico, habı́a penetrado en la Escolástica desde
el tiempo de Guillermo de Auvernia este discutido problema: qué diferencia
existe en las cosas entre esencia y existencia. Santo Tomás enseñó que existe
una diferencia real, porque ası́ resalta la diferencia entre los seres creados
relativos contingentes, para los cuales el existir no es una exigencia de su
esencia, y el Ser divino, absoluto, necesario, en el cual la existencia es exigida por su misma esencia. Las criaturas tienen un ser, Dios es el ser: en
Él, esencia y existencia se identifican absolutamente. La impugnación de la
diferencia real entre esencia y existencia en las cosas hecha por Enrique de
Gante y otros, ha dado ocasión a los más antiguos discı́pulos de Santo Tomás
para perfeccionar todavı́a mas esta doctrina de la diferencia real entre ambas
cosas.
De Aristóteles aceptó Santo Tomás la división del ser en potencia (posibilidad o disposición) y acto (actualización o realización), división que desarrolla
y aplica a las cuestiones filosóficas y teológicas. Las ideas de potencia y acto,
dos columnas de la metafı́sica tomista, apoyan también, en la doctrina de
Santo Tomás, la ley de causalidad, que es el puente para la demostración de
la existencia de Dios.
Sobre el conocimiento del ser como tal, y el de las propiedades que como
tal le pertenecen, descansa también, según Santo Tomás, el conocimiento
de los supremos principios del pensamiento y del ser. El primero de estos
principios es el principio de contradicción según el cual una misma cosa no
puede ser afirmada y negada al mismo tiempo (desde el mismo punto de
vista). Este principio se apoya sobre la idea de ser y de no ser, no puede
resolverse en ningún otro principio superior y es el supuesto para los demás
principios supremos. Estos, entre los cuales se comprenden el principio de
razón suficiente y el de causalidad, pueden reducirse al principio de contradicción, que como primero y más alto es punto de apoyo y de partida,
último fundamento y primera norma de toda demostración. Ahora bien; no
corresponde a estos principios una significación meramente lógica como principios del pensamiento, sino que reclaman también una significación objetiva
y trascendental como principios del ser, pues el principio de contradicción y
con él los otros principios supremos se basan en la idea de ser, y el ser es
percibido por nuestro entendimiento como algo objetivo y trans-subjetivo;
por eso corresponde también a estos principios una fuerza objetiva, transsubjetiva. Y como la idea de ser es una idea analógica, que no cabe dentro de
4.5. Metafı́sica
63
ningún género o especie determinados, por eso tienen también tales principios un valor trascendental, absoluto, superior a la realidad empı́rica. Santo
Tomás ha atribuido a esta doctrina de los principios una grande y fundamental significación. También aquı́ puso al edificio del pensamiento aristotélico
un coronamiento agustiniano. Los primeros principios son un trasunto de la
verdad divina en el espı́ritu de todos y tienen su raı́z metafı́sica en Dios. En
el pensamiento de Dios está el último fundamento de su infalibilidad y de
su inmutabilidad. También en la explicación de las propiedades más generales del ser, sobre todo de la verdad y el bien ontológicos, resuenan ideas
agustinianas.
Ha tomado Santo Tomás de Aristóteles la fundamental distinción de los seres en substanciales y accidentales, y la ha desarrollado perfeccionándola. El
punto principal de la teorı́a general del ser está, para Santo Tomás, en la idea
de substancia; su metafı́sica es una metafı́sica substancialista. Substancia es
una cosa a cuya naturaleza corresponde el no existir en otra; accidente es
una cosa a la cual corresponde por naturaleza el existir en otra. El ser independiente, el ser que existe en sı́ mismo y no en otro, es el elemento primario
de la idea de substancia, que en el sentido más eminente se aplica a Dios. El
ser soporte de accidentes es cosa secundaria, carácter propio únicamente de
las substancias creadas. Con Aristóteles distingue Santo Tomás una primera
substancia, el individuo concreto (Sócrates), y una segunda substancia, la
esencia especı́fica o general concebida por nuestro entendimiento y expresada por la cosa concreta. En sentido primario y propio se comprende bajo el
nombre de substancia la substancia primera. Substancia y accidentes no son
en concepto del doctor aquinatense formas subjetivas del pensamiento, sino
determinaciones del ser. Santo Tomás ha tratado de la idea de substancia sin
comprometerse en ninguna corriente pasajera, fenoménica o actual, y atendiendo sólo a la realidad y al origen psicológico de dicha idea. Sin embargo,
como ya hemos notado, en psicologia acentuó con más rigor que los otros
escolásticos la distinción real entre la substancia y las facultades del alma, y
con ello presentó la substancia del alma como fundamento real de la unidad
de todos los fenómenos anı́micos. Santo Tomás está convencido de la existencia de todas las substancias en general que, según él, el ser en su sentido
más propio y verdadero pertenece a las substancias.
En relación con la terminologı́a histórica de los dogmas, una substancia
individual, completa en sı́ misma, independiente e inmediata, se llama suppositum o hipostasis. Es esta hipóstasis un ser dotado de razón y por esto
se llama persona. Persona significa lo más perfecto de toda la Naturaleza, la
64
4. La filosofı́a de Santo Tomás de Aquino
existencia para sı́ del individuo espiritual. Y como mediante la vida espiritual
y, sobre todo, mediante la conciencia y la libertad o autodeterminación se
representa en la persona la independencia de la hipóstasis, por eso esta idea
ontológica de la persona es el fundamento de la significación psicológica y
ético-jurı́dica de los conceptos de persona y personalidad.
En ı́ntima conexión con la idea de substancia se encuentra el segundo
elemento fundamental de la doctrina tomı́stica del ser: la idea de causa.
Santo Tomás ha aceptado las cuatro causas señaladas por Aristóteles: causa
eficiente (motora), material, formal y final, y todavı́a ha añadido la causa
ejemplar platónico-agustiniana. La doctrina de la causa eficiente adquiere
por él mayor profundidad, pues elabora para ciertos problemas teológicos una
penetrante teorı́a de la causa instrumental. La ley de causalidad, cuyo valor
trans-subjetivo y trascendental está fundado en la doctrina de los principios
supremos, ciertos por sı́ mismos, es expresada por Santo Tomás con estas
fórmulas aristotélicas: ✭✭todo lo que es movido debe ser movido por otro✮✮ y
✭✭ninguna cosa que está en potencia puede pasar al acto sino mediante otra
cosa que esté ya en acto✮✮. También la causa final encontró, gracias a Santo
Tomás, una investigación más amplia y una aplicación más substanciosa en
la filosofı́a de la Naturaleza, la Psicologı́a, la Ética y la Teologı́a. En general,
el modo de considerar las relaciones causal y final domina todo el sistema
tomı́stico.
4.5.2.
Doctrina acerca de Dios
El remate que corona la metafı́sica tomı́stica del ser es la doctrina filosófica
acerca de Dios, la teorı́a racional sobre el Ser divino, absoluto y necesario por
esencia.
Culmina esta doctrina en las pruebas de la existencia de Dios. En su estructura y en sus fórmulas se refleja el carácter propio de la metafı́sica tomista.
En primer lugar se plantea la cuestión de si la existencia de Dios es demostrable y cómo. La proposición Dios existe, no es para nuestro entendimiento
limitado un juicio analı́tico, evidente por sı́ mismo, como lo es por ejemplo la
afirmación de que el todo es mayor que la parte, sino que es una verdad que
puede y debe ser deducida de otros conocimientos; por tanto, es demostrable
y necesita demostración. Se puede hablar de una idea innata de Dios en el
sentido de que mediante nuestras facultades innatas y con los supremos principios del pensamiento y del ser, que son por sı́ mismos evidentes, podemos
fácilmente alcanzar el conocimiento de Dios. La existencia de Dios puede y
4.5. Metafı́sica
65
debe ser demostrada por el método a posteriori, mediante una conclusión que
de los efectos que nos son conocidos y que están cerca de nosotros nos eleva
por el principio de causalidad a la causa primera y suprema. Santo Tomás, a
diferencia de sus contemporáneos, rechaza la prueba apriorı́stica de San Anselmo. Las pruepas de Santo Tomás descansan en el principio de causalidad
y en la convicción metafı́sica de que esta ley, que puede reducirse al principio
de identidad y de contradicción, tiene un valor real y objetivo, es decir, en
el reino de las realidades subsistentes y trasdendentales, es decir, absolutas,
y rebasa el orden de las realidades del mundo empı́rico.
Por cinco caminos o pruebas nos eleva Santo Tomás al conocimiento de
la existencia de Dios. La primera prueba parte de la realidad experimental
del movimiento, y lleva a la conclusión de la existencia de un motor inmóvil.
La base de esta prueba está en la consideración de que nada puede moverse
de sı́ y por sı́ mismo, sino que siempre debe ser movido por otro (principio
de causalidad) y de que no se puede concebir una serie infinita de motores.
Esta prueba es aristotélica y fué admitida por primera vez en la Escolástica
por Santo Tomás. La segunda prueba está sacada de la serie de las causas
eficientes. La serie o cadena de las causas eficientes no puede ser infinita sino
que llega a una primera causa que no tiene sobre sı́ ninguna otra que sea la
razón de su existencia. Santo Tomás, que por primera vez introdujo en la Escolástica esta prueba, lo mismo que la anterior, tenı́a un antecedente de ella
en Avicena. La tercera prueba, cuyo tipo se encontraba en Moisés Maimónides, está construida sobre la base de las ideas de contingencia y necesidad,
y lleva a la conclusión de la existencia de un Ser primero y necesario. El que
las cosas del mundo, que, como seres contingentes que son, pueden existir o
no existir, existan de hecho, sólo se comprende admitiendo la existencia de
un Ser necesario y, en realidad, de un primer Ser necesario, ya que no puede
admitirse una serie infinita de seres necesarios. La cuarta prueba es la que se
funda en los grados de perfección de las cosas. El conocimiento de los diversos
grados de la verdad, del bien, etc., en las cosas, nos lleva al conocimiento de
un Ser Supremo perfectı́simo, que es causa de todo bien y de toda perfección
en las cosas. Esta prueba está tomada del sistema de San Agustı́n y San
Anselmo y se ha completado con la adición de la idea de causa.
Finalmente, la quinta prueba es la teleológica o sea el argumento, corriente
ya entre los antiguos clásicos (Cicerón, Séneca), en las obras de los Santos
Padres y en el primer periodo de la Escolástica, que del orden y la finalidad que se observa en el mundo nos lleva al conocimiento de una suprema
inteligencia ordenadora.
66
4. La filosofı́a de Santo Tomás de Aquino
Para Santo Tomás, estas pruebas no sólo son el fundamento de nuestro
conocimiento de la existencia d Dios, sino que además nos trazan el camino
de las reflexiones sobre la esencia y atributos divinos. Ellas en sus conclusiones
nos muestran a Dios como el primer motor inmóvil, y por tanto como actus
purus, como la más pura realidad del ser sin ningún género de potencialidad,
sin ninguna sombra de no-ser o de mera posibilidad, como primera causa (por
ninguna otra causada) de todos los seres, como el ser por sı́ (ens a se), como
el ser sencillamente eterno, necesario, en cuya idea va incluida la existencia,
como el ser absolutamente perfecto y como la más alta Inteligencia. Con
férrea consecuencia metafı́sica y sirviéndose de los resultados de esa prueba,
ha creado Santo Tomás una armónica representación metafı́sica de Dios en
la que aprovechó con feliz acierto a Aristóteles y Avicena, San Agustı́n, el
pseudo-areopagita y San Juan Damasceno.
El centro de la idea tomista de Dios está en este pensamiento: Dios es el
simple ser en el cual no hay ni sombra de posibilidad de no ser, la más alta
y pura realidad, Ser sin lı́mite ni fin; este Ser no es el ser abstracto y más
general, no es el tò ón de los neoplatónicos, sino un Ser real, substancial,
espiritual, personal.
De las alturas de esta idea metafı́sica de Dios fluye la luz sobre el orden
inferior del ser creado y finito. El ser creado debe a Dios su posibilidad
interior y exterior, su realidad, su verdad y su bondad. Las cosas son trasunto
de pensamientos divinos y tienen, mediante esto, fuerza iluminativa para
nuestro entendimiento, que a su vez es una participación del pensamiento de
Dios y por eso puede recibir en sı́ la luz de verdad que irradia de las cosas.
Dios es el primer fundamento de toda perfección y de todo bien en las cosas,
meta o término de la aspiración de los seres conscientes e inconscientes en
el cosmos. Ası́ culmina sobre la metafı́sica de Santo Tomás la idea de Dios
según el modelo agustiniano. El conocimiento de Dios es como la aspiración
o el punto de mira de casi todas sus consideraciones filosóficas. Es el suyo un
sistema teocéntrico. El pensamiento de Dios es para él no sólo teorı́a, sino
contenido y felicidad de la vida. Su convicción de que solum Deus voluntatem
hominis implere potest recuerda el principio agustiniano ✭✭Nos has creado para
ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti✮✮.
4.5.3.
Relación entre Dios y el mundo
En ı́ntima conexión con la doctrina acerca de Dios, como en parte hemos
dado ya a entender al tratar de las pruebas de su existencia, está la metafı́sica
4.5. Metafı́sica
67
de la relación entre Dios y el mundo. El mundo es obra de la acción creadora
de Dios. Todo lo que existe ha sido creado por Él. Todos los seres tienen,
pues, el carácter de seres participados, de seres que han debido dimanar de
un Principio, que tiene el ser no por participación sino por esencia, es decir,
de Dios. Según esto, la prueba de que el origen del mundo se debe al acto
creador de Dios está dominada por la idea de Dios. Creación es producción de
una cosa en la totalidad de su substancia, sin ningún substrato preexistente.
Creación es, no mera formación de la materia, sino posición o establecimiento
de la substancia, no es simple determinación del ser, que es lo propio de las
causas creadas, sino posición del ser. Como posición del ser es la creación
acto propio y exclusivo de Dios. En la creación Dios no es solamente primera
causa (causa prima) en el sentido de primera causa eficiente que pone el ser
y la substancia: es también causa ejemplar de todos los seres. Cuando Dios
pone substancia y ser, substancializa sus divinas ideas.
Dios es también la suprema causa final del mundo. La teleologı́a, el orden
de fines en el mundo está orientado a Dios. Cada criatura de las que constituyen el Universo está convenientemente ordenada en primer lugar a su propia
actividad y perfección. Además los seres inferiores son para los más altos y
principales. Los seres que están por debajo del hombre en dignidad y perfección han sido creados en atención al hombre. Y todas las cosas singulares
están ordenadas a la perfección del Universo. Finalmente, todo el Universo
con todas sus partes y fines particulares está ordenado a Dios como último
fin. En todas las criaturas resplandece el poder, sabidurı́a y bondad de Dios
para la glorificación de Dios. Los seres dotados de razón tienen de un modo
especial a Dios por último fin, pues por el conocimiento y el amor consciente
pueden y deben ordenarse a Él.
Con estricto rigor lógico lleva Santo Tomás su idea de la creación y con ella
su idea de Dios a su doctrina sobre la conservación, cooperación y providencia
divinas en el mundo. Si en la idea de creación, en la manera como acentúa la
infinita distancia entre Dios, el Ser por esencia, y las criaturas, que son de ser
participado, se muestra a Dios como trascendente al mundo, en la conservación, cooperación y providencia se señala la inmanencia de Dios en el mundo.
La conservación es la constante comunicación del ser dado en la creación, es
una creación continuada. Y como Dios en la creación y conservación comunica a las cosas el ser, es decir, lo más ı́ntimo que las cosas tienen, por eso
está en todas las cosas activamente del modo más ı́ntimo, concurriendo a sus
operaciones, mueve las fuerzas y potencias de las cosas a sus actividades, sin
que por esto se anule o desaparezca la actividad propia de las criaturas como
68
4. La filosofı́a de Santo Tomás de Aquino
en el ocasionalismo, ni se paralice la autonomı́a de las criaturas racionales
como en el determinismo. Finalmente, la divina providencia es el plan eterno
existente en la mente de Dios sobre la ordenación de las cosas del mundo hacia su fin. La realización en el tiempo de este plan eterno se ejecuta mediante
el gobierno del mundo por Dios. La doctrina acerca de la providencia divina
da también la solución al problema del mal en el mundo, tanto del mal fı́sico
como del moral. El mal fı́sico no lo quiere Dios directamente, no lo quiere
por amor a él mismo, sino sólo indirectamente, como medio para un fin más
alto, en cuanto el mal fı́sico de una cosa contribuye al perfeccionamiento de
otra o también de todo el Universo. Si todos los males fı́sicos desaparecieran
del mundo, quedarı́a éste privado de muchos bienes morales, por ejemplo, el
ejercicio de la paciencia, el amor misericordioso para con el prójimo, etc. En
cuanto al mal moral, Dios no puede quererlo ni directa ni indirectamente,
pero lo permite porque en su omnipotencia, sabidurı́a y bondad puede hacer
brotar el bien del mal.
Una doctrina propiamente tomista es la doctrina de la posibilidad de una
creación eterna del mundo. Si bien considera Santo Tomás la creación del
mundo como una verdad apodı́ctica y demostrable, en lo relativo al ✭✭cuándo✮✮
de la creación adopta un punto de vista crı́tico. Con la sola razón no puede
demostrarse ni la eternidad del mundo ni su comienzo temporal: la temporalidad de la creación del mundo es doctrina de revelación y de fe. Mientras
que el mutacilismo, san Buenavetura y el mayor número de los escolásticos
miran la creación eterna del mundo como una ı́ntima contradicción y por
tanto como imposible, Santo Tomás, procediendo con la cautela que le es
propia, antes de sentar afirmaciones apodı́cticas y también bajo el influjo
de Moisés Maimónides, entiende que los fundamentos aducidos en pro del
comienzo temporal del mundo no son cosa evidente y absoluta que fuerce el
convencimiento, y que, por tanto, queda abierta la posibilidad racional de
una eterna creación del mundo.
4.6.
4.6.1.
Ética y Filosofı́a del Estado
Ética
La Ética de Santo Tomás, tal como se nos presenta en la segunda parte
de la Suma teológica, que es su trabajo sistemático más penetrante, fué ya
objeto de admiración para sus contemporáneos; es indudablemente la Ética
substancial y metódica más valiosa de la Edad Media. Santo Tomás no quiso
escribir una ética puramente filosófica, sino una Ética cristiana, en la cual
4.6. Ética y Filosofı́a del Estado
69
tienen, sin embargo, gran importancia los principios ético-filosóficos.
El doctor de Aquino concibe toda la moral como motus rationalis creaturae ad Deum, como movimiento de la criatura racional hacia Dios. La Prima
Secundae (primera parte de la parte segunda de la Suma) muestra este movimiento en general, la Secunda Secundae (segunda parte de la parte segunda)
describe este movimiento en especial en la realización del ideal cristiano de
la vida. En la meta de la moral en general está la bienaventuranza como
término del movimiento. Esta bienaventuranza, que representa el último fin
del hombre, es esencial y primariamente la visión inmediata de Dios en la
otra vida, una elevación y sublimación de la vida espiritual y moral a la unión
con el divino, absoluto Espı́ritu, elevación que excede todo poder y comprensión natural y que no lleva consigo la anulación panteı́sta de la personalidad
humana. Los medios que conducen a este fin último son los actos del hombre,
que Santo Tomás estudia en primer lugar como actos morales. En primera
lı́nea presenta un delicado análisis psicológico de la participación de la voluntad en los actos morales, y a este efecto se asienta firmemente el libre
albedrı́o como supuesto fundamental subjetivo de la vida moral. Con arreglo
a su aspecto real objetivo son designados los actos morales como buenos o
como malos, según que tienen o no la medida de ser exigida de ellos, el grado
de perfección que les corresponde. Los últimos fundamentos y raı́ces de esta
exigencia y valoración objetivas se encuentran en Dios como modelo y causa
de todos los bienes creados. Según esto, Tomás de Aquino une la concepción
metafı́sica y la concepción psicológica de la vida moral, establece su ética
sobre un fundamento metafı́sico. El aspecto psicológico se marca también
en su penetrante descripción y apreciación de la vida del alma en cuanto se
relaciona con la actividad moral.
Los actos morales suponen principios internos y externos. Los principios
internos son hábitos de virtud. El principio externo que se encuentra sobre
el hombre es Dios, que mediante su ley nos da norma, contenido y sanción
de la actividad moral, y por medio de su gracia impulsora y elevadora da a
esa actividad la interior proporción y ordenación al último fin ultraterreno.
Para exponer el influjo de la ley divina, que dirige y obliga, aprovecha Santo
Tomás la doctrina agustiniana de la lex aeterna, con la cual se comprende el
carácter de la ley que muestra el plan de gobernación de Dios en el mundo.
La impresión de esta ley eterna en el espı́ritu del hombre, es la ley moral
natural. Esta ley moral natural se promulga en el hombre al llegar al uso de
la razón, cuando conoce los supremos principios y máximas de la vida moral con la misma facilidad y propia comprensión que los supremos principios
70
4. La filosofı́a de Santo Tomás de Aquino
del pensamiento y del ser, y siente además en sı́ la inclinación natural de
la voluntad a la realización de esos supremos, inmutables principios morales.
Este hábito de la razón, con el cual conoce fácilmente los supremos principios
morales es designado por Santo Tomás con el nombre de sindéresis (synderesis), un concepto psicológico-ético que era ya corriente en la especulación
anterior al tomismo. La sindéresis se desarrolla en la conciencia, que aplica
los principios morales a los actos particulares.
Esta doctrina general de moral filosófica forma el cimiento del edificio de la
vida virtuosa cristiana, edificio que Tomás, con artı́stico poder constructivo,
levanta hasta el cielo en la Secunda Secundae y que ha agrupado en torno a la
caridad, al amor sobrenatural de Dios y del prójimo. Es, sin duda, la ética de
Santo Tomás el reflejo del carácter de su vida interior armónica, templada,
equilibrada y equilibrante.
4.6.2.
Filosofı́a del Estado
La doctrina de Santo Tomás acerca de la sociedad y del Estado tiene
históricamente una significación especial, la de haber insertado la polı́tica
aristotélica en la filosofı́a social y del Estado de la Escolástica hasta entonces
orientada exclusivamente en sentido agustiniano. También en esto ha creado
una sı́ntesis de San Agustı́n y Aristóteles. La doctrina del Aquinatense sobre
la sociedad y el Estado está derivada del orden moral, descansa en fundamentos éticos y metafı́sicos, está deducida de la convicción de la existencia
de normas eternamente valederas, inconmovibles, que en último término se
apoyan en Dios. El Estado es una exigencia del orden moral. La naturaleza
humana está hecha para vivir en sociedad y tiende por toda su constitución
a asociarse en la familia, en la comunidad, en el Estado. El poder público
es un elemento constitutivo de ese Estado que brota de la condición social
del hombre y por tanto es, como el Estado, una exigencia y resultado del
orden natural moral; está fundado en la norma moral objetiva dada en la
relación de la naturaleza racional del hombre consigo mismo, con sus semejantes y con Dios. Santo Tomás no incluye en el campo de sus reflexiones el
origen histórico de los Estados particulares y el fundamento jurı́dico de la
institución estatal. No entra tampoco en la teorı́a del contrato, a la cual han
vuelto sus ojos en la Escolástica posterior, Francisco de Vitoria, Belarmino
y Suárez.
Se extiende también Santo Tomás sobre los varios modos de constitución
del poder público y encuentra la mejor forma de gobierno en la monarquı́a,
4.6. Ética y Filosofı́a del Estado
71
en la justa y legalmente ordenada autoridad de uno solo, en cuya condición
intelectual y ética pone elevados requisitos. La peor forma de gobierno es la
tiranı́a, el dominio de la injusta arbitrariedad de uno solo. Sin embargo no
es permitido el tiranicidio.
De la determinación del origen del Estado y del poder público resulta también el carácter moral de la materia propia y del fin del Estado. El fin de
cada hombre, como también de la sociedad humana, es el eterno destino en
la otra vida. Corresponde al Estado la tarea de encaminar indirectamente
a los súbditos hacia ese alto fin por medio de una buena conducta. A este
efecto reconoce Santo Tomás en el ámbito de esta alta finalidad, la finalidad
próxima y propia del Estado en su significación independiente. Al Estado
incumbe cuidar de que la justicia reine en las leyes y en las sentencias, establecer y fomentar el bienestar material por medio de la agricultura y del
comercio, tiene también a su cargo el fin cultural de la instrucción, de la
virtud ciudadana y de la moralidad pública. Sobre todo esto se encuentran
en Santo Tomás conceptos notables en los cuales se unen la profundidad de
los principios y el sentido que lleva a la observación de la realidad. Dentro del
orden cultural que al Estado pertenece está también el fomento y protección
de la vida religiosa.
Santo Tomás está colocado en el punto de vista del Estado religioso, que
era el Estado de su tiempo y de su convicción, y al cual naturalmente era
extraña la idea de tolerancia y libertad religiosa y de conciencia.
En el juicio fundamental de la relación entre la Iglesia y el Estado señala
a éste un terreno legal propio e independiente, el que se refiere a los asuntos
temporales, y a la Iglesia un reino también independiente y propio, el de los
asuntos o intereses espirituales, y ambos poderes los refiere a Dios y de Él
los deriva. Una subordinación del Estado a la Iglesia sólo existe en cuanto
las cosas temporales se relacionan con la salud de las almas y es, por tanto,
una subordinación para lograr una ordenación entre los distintos fines.
Se encuentran también en Santo Tomás fundamentales consideraciones entre los Estados y los pueblos. Conoce un derecho de gentes (ius gentium) que
comprende las leyes fundamentales más elevadas, evidentes por sı́ mismas,
que se muestran a nuestra razón como necesarias para la vida común de los
pueblos y Estados, y que por todos los pueblos deben ser observadas. Estas
leyes fundamentales son, por ejemplo, que deben observarse los tratados, que
los legados son inviolables, que en la guerra deben ser respetados las mujeres,
72
4. La filosofı́a de Santo Tomás de Aquino
los niños y los inocentes, forman el fundamento jurı́dico-natural del derecho
de gentes representado en los convenios y tratados. Los elementos de derecho
natural que se encuentran en los escritos de Santo Tomás, fueron después
desarrollados por Francisco de Vitoria y especialmente por Suárez.
4.7.
La lucha en torno a la doctrina de Santo
Tomás
Tomás de Aquino ha ejercido sobre sus contemporáneos poderoso influjo,
no sólo en el terreno de la Teologı́a, sino también de un modo principal como
filósofo. Tuvo discı́pulos entusiastas, pero también decididos adversarios. Y
fué la Facultad de Artes liberales de la Universidad de Parı́s, no la Facultad
de Teologı́a, a la que él habı́a pertenecido, la que después de su muerte dirigió un sentido escrito de pésame al capı́tulo general de la Orden dominicana,
celebrado en Lión en 1274, expresando ası́ lo que significaba para la Filosofı́a la pérdida del que habı́a volado demasiado pronto a la patria celeste.
El mayor número de las obras todavı́a inéditas de sus discı́pulos inmediatos
y mediatos son en buena parte de contenido filosófico, especialmente metafı́sico y psicológico. De la orden. de Santo Domingo figuran en el circulo
de los discı́pulos del Aquinatense, Bernardo de Clermont, Tolomeo de Lucca,
Bernardo de Trilia, Egidio de Lessines, Tomás Jorze, Tomás de Sutton, Juan
de Sterngassen, etc. De la orden agustiniana vemos a sus plantas a Egidio
Romano, Agustı́n Triunfo, Jacobo Capocci de Viterbo. Uno de los más fieles
discı́pulos de Santo Tomás fué Pedro de Auvernia, miembro de la Facultad
de artes liberales de Parı́s.
Los discı́pulos y seguidores del Aquinatense, a los cuales Arnaldo de Vilanova (†1311) dió la denominación de tomatistas (más tarde se usó el nombre
de tomistas) tuvieron amplia ocasión de defender la doctrina de su celebrado
maestro, del Doctor communis, como pronto fué llamado Santo Tomás, contra violentos ataques. En esta lucha, desarrollada en torno a la doctrina de
Santo Tomás, ocuparon el primer lugar las cuestiones referentes a la teorı́a
de la materia y la forma (unidad de la forma substancial) y a la psicologı́a y
psicologı́a del conocimiento (cognitio in rationibus aeternis). Tres años después de la muerte de Santo Tomás, en 1277, encontramos doctrinas suyas
entre las proposiciones condenadas por el obispo de Paris Esteban Tempier
y el arzobispo de Canterbury Roberto Kilwardby. No dejó Santo Tomás de
encontrar contradicción en su propia orden por parte de la dirección conservadora agustiniana, pero su doctrina fué combatida mucho más duramente
4.7. La lucha en torno a la doctrina de Santo Tomás
73
todavı́a por la escuela franciscana aferrada al agustinismo. Hacia el año 1278,
el franciscano Guillermo de la Mare escribió un Correctorium fratris Thomae,
una critica compendiada de 118 puntos doctrinales, filosóficos en su mayorı́a,
del Aquinatense. Contra esto los discı́pulos y compañeros del atacado en la
orden dominicana escribieron una serie de Correctoria corruptorii, que abundaban en aclaraciones para la recta comprensión de las doctrinas propias
del tomismo. Una segunda generación posterior de discı́pulos de Tomás de
Aquino, entre los cuales se encuentra en primera lı́nea el que fué después
general de los dominicos Hervé Natalis (†1323), defendieron a su maestro
contra la resuelta crı́tica que el entendimiento sutil de Duns Escoto habı́a
hecho del sistema tomista y trataron de representar la genuina doctrina del
Aquinatense incluso frente a Enrique de Gante, al mismo Egidio Romano y
a Godofredo de Fontaines.
Dante Alighieri (†1321), como teólogo en sentido amplio, se encuentra bajo la influencia de la teologı́a de Tomás, pero, según han mostrado recientes
investigaciones, por sus ideas filosóficas no puede ser llamado pura y estrictamente tomista, pues se advierte también én él el influjo del agustinismo y
una corriente neoplatónica. De modo especial se muestra esta corriente de
neoplatonismo en su cosmologı́a, en la teorı́a de las inteligencias y la de la
iluminación. Recientemente, Miguel Asin y Palacios ha defendido la tesis de
que la Divina Comedia del Dante tiene una inspiración arábigo-islamı́tica, y
refleja especialmente el influjo del mı́stico Abenarabı́, de Murcia.
74
4. La filosofı́a de Santo Tomás de Aquino
Capı́tulo 5
La filosofı́a Escolástica en los
siglos XIII y XIV. Duns Escoto
y Occam
Con Tomás de Aquino y sus contemporáneos, la Escolástica habı́a alcanzado su punto culminante. El carácter propio de esta Escolástica, desarrollada
hasta la perfección, es el equilibrio entre la profundidad del contenido, el manejo e indagación de los problemas filosóficos y teológicos con la mira puesta
en la realidad y en el estudio de las fuentes por un lado, y por otro la sagaz y penetrante descripción lógica del proceso del pensamiento. Pronto se
rompió esta armonı́a de ambos elementos, formal y real: desapareció cada
vez más el gusto por el estudio conexo de las fuentes, casi no se utilizó más
que colecciones de citas o pasajes filosóficos y teológicos de segunda mano, y
se les hizo objeto de una micrologı́a dialéctica. El procedimiento formalista
que se perdı́a en cavilosas minucias y que ya se habı́a señalado en los primeros tiempos de la Escolástica, predomina nuevamente cada vez más sobre
el punto de vista real, de largo alcance, sobre la especulación de grandes
construcciones como la que habı́a ocupado la inteligencia de Anselmo, de los
Victorinos, de Buenaventura y Tomás de Aquino; la inteligencia y las aficiones intelectuales estaban cada vez más extraviadas. Llegó la época de la
Escolástica tardı́a de los siglos XIV y XV que por más de un aspecto debe
llamarse una decadencia de la Escolástica. Pero no es acertado ver en estos
siglos solamente un tiempo de decadencia filosófica, como serı́a también una
exageración querer ver en ellos la aurora de la filosofı́a moderna. Un juicio
completo y seguro de estos siglos sólo será posible cuando, sobre la base de
la investigación de los manuscritos, aparezcan claras en su pensamienlo filosófico tanto las personalidades nuevas como las que ya son conocidas, y
pueda acometerse la empresa de trazar un cuadro exacto de las direcciones
75
76
5. La filosofı́a Escolástica en los siglos XIII y XIV. Duns Escoto y Occam
filosóficas. No faltan en estos siglos, como se muestra cada vez más en la progresiva investigación de las fuentes, sagaces y penetrantes cerebros filosóficos
ni interesantes corrientes y direcciones. El tiempo de las grandes sı́ntesis, el
perı́odo de las Sumas filosóficas y teológicas habı́a pasado, pero en aislados
problemas filosóficos de la lógica y de la lógica del lenguaje, de la teorı́a del
conocimiento y de la psicologı́a se trabajó en este tiempo con agudeza y a
veces con independencia.
Entre los aspectos y direcciones cientı́ficas de este perı́odo que son dignos de
notarse hemos advertido más arriba, como carácter general de la Escolástica,
el sentido de las ciencias de la Naturaleza que dominó en este tiempo en Parı́s
y que no sólo presintió sino que incluso conoció el sistema astronómico de
Copérnico y las teorı́as fı́sicas de Galileo y de otros.
Rasgo notable del final de la Edad Media es la lucha entre la Escolástica y el Humanismo. Los humanistas (como Leonardo Bruni, Lorenzo Valla y
otros) hicieron dura crı́tica de la latinidad de las obras escolásticas, y en especial de las traducciones de Aristóteles utilizadas por los escolásticos. Nuevas
versiones de Aristóteles se hicieron (por ejemplo de Leonardo Bruni, Gregorio
de Trebisonda, Bessarion), en las cuales los escolásticos echaban de menos la
segura fidelidad filosófica. En algunos sabios de la época (Coluccio Salutati, Juan Dominico, Ambrosio Traversari, etc.) se unieron armónicamente la
formación escolástica y el gusto humanı́stico de la forma. Hacia fines de la
Edad Media surgen escritos en los que se procura llegar a una interna consonancia entre la sabidurı́a profana antigua y el pensamiento cristiano. En este
sentido poseemos tratados todavı́a inéditos de Rafael de Pornaxio, Jacobo de
Lilienstein y otros. En el siglo XVI escribió con el mismo propósito Agostino
Steuco (†1549) la obra De philosophia perenni.
Se registra también en la época del Humanismo un ı́ntimo contacto entre
Italia y el Oriente helénico. Gracias a él y también gracias a los esfuerzos
realizados en pro de la unión, y a los concilios celebrados para procurarla, reviven las relaciones ya anteriormente anudadas entre la ciencia bizantina y la
Escolástica. Bizancio habı́a tenido ya en el siglo XI esclarecidos cultivadores
de la lógica en Miguel Psellos y Juan Italo. La mı́stica bizantina está representada en Simeón, al cual se añaden los teólogos (†ca. 1092) Gregorio
Palamas y Nicolao Kabasilas. Una influencia de la escolástica occidental sobre la filosofı́a y teologı́a bizantinas se inició por el hecho de ser traducidas
al griego en los siglos XIV y XV muchas obras de Santo Tomás de Aquino
(Summa theologica, Summa contra gentiles, De ente et essentia, comentarios
77
sueltos de Aristóteles) por Demetrio Nydones, Jorge Scolario y otros. En el
siglo XV surgió en Bizancio ardorosa lucha entre el platónico Jorge Gemistos Pleton y el aristotélico Teodoro Gaza, sobre si correspondı́a el primer
lugar en la ciencia filosófica a Platón o a Aristóteles. En esta lucha el cardenal Bessarion, que tenı́a en alto aprecio a Santo Tomás y a Alberto Magno,
adoptó un posición conciliadora.
Una profunda corriente de este periodo de la Escolástica es también la
mı́stica alemana de la orden de Predicadores, cuyos principales representantes fueron el maestro Eckhart (†1327), Juan Tauler (†1361) y Enrique
Suso (†1366). Esta corriente procede, como ya hemos notado, de cantera Escolástica. El neoplatonismo preferido en la escuela de Alberto el Grande, en
especial en Ulrico de Estrasburgo, se manifiesta señaladamente en el maestro
Eckhart. La teologı́a de Eckhart deja ver una huella de panteı́smo en cuanto
aparece borrada la diferencia entre el Ser de Dios y el de las criaturas, se
presenta la creación como un brote eterno, necesario, interno, por el cual lo
particular sale de Dios como de lo general; Dios y el fondo del alma humana
son concebidos como una sola esencia especialmente en la vida sobrenatural
mı́stica.
Finalmente, este perı́odo de la Escolástica -y esto es una relación que pertenece más bien a la historia de los dogmas- lleva nuestra atención a la Reforma,
ya que la teologı́a de Lutero se encamina por los puntos de vista de Occam
y otros. En este tiempo encontramos todavı́a notables figuras de pensadores,
personalidades en cuya fisonomı́a espiritual percibimos de cuando en cuando
rasgos modernos.
En el lı́mite que separa el perı́odo de florecimiento de la Escolástica y el
comienzo del perı́odo que ahora nos ocupa está Juan Duns Scoto, el Doctor
subtilis, el fundador de la nueva escuela franciscana, cuya doctrina encontramos ya anunciada en el inédito comentario de sentencias debido a su maestro
Guillermo de Ware. Duns Escoto es un cerebro agudamente crı́tico, que no
cae en el punto de vista escéptico, sino que con la severidad y riguroso criterio
del escudriñador que se coloca en el terreno de la argumentación cientı́fica
somete a un fundamental examen la orientación de ideas y las pruebas de la
Escolástica de entonces, especialmente la construcción doctrinal tomista. La
significación de la labor escotista reside mejor en el aspecto crı́tico-negativo
que en el positivo-constructivo. Como profesor en Oxford escribió Escoto un
gran comentario de sentencias (opus Oxoniense), aclaraciones a Aristóteles,
una obra De rerum principio, etc., y residente en Parı́s un comentario más
78
5. La filosofı́a Escolástica en los siglos XIII y XIV. Duns Escoto y Occam
pequeño de sentencias (Reportatum Parisiense) y sus Quodlibeta.
En su concepción fundamental sobre la Filosofı́a y la Teologı́a, Escoto
no hace tan alto aprecio del pensamiento filosófico como Santo Tomás, afloja
además el lazo entre Filosofı́a y Teologı́a y dirige la última de estas disciplinas
a una finalidad más práctica. El campo de la razón en las cuestiones teológicas
se estrecha, porque se sustrae al conocimiento racional una serie de atributos
divinos que son transferidos al terreno de la fe. También la inmortalidad del
alma es concebida en una parte de sus escritos solamente como una verdad
de fe. Por lo demás, se mantiene en todo caso en el terreno de la Metafı́sica,
por él altamente apreciada, y en completo acuerdo con el dogma de la Iglesia.
Si bien separa algo la Filosofı́a de la Teologı́a está muy lejos de admitir la
doctrina de la doble verdad.
La caracterı́stica de la teorı́a dcl conocimiento y de la metafı́sica de Duns
Escoto es su ✭✭formalismo✮✮, es decir, la doctrina de que en las cosas en general
(genéricas, especı́ficas e individuales) se encuentran realidades, formalidades
o grados de ser que se distinguen entre sı́ por la difı́cilmente comprensible
distinctio formalis a parte rei. La última realitas, la que sobreviene o se añade
a la esencia especı́fica como una positiva determinación y perfección es la
realitas individual (haecceitas). Duns Escoto no pone, como Santo Tomás, el
principio de individuación en la materia. En la Psicologı́a, Escoto no explica,
como Santo Tomás, la unión del alma y el cuerpo en el sentido de la unidad
de la forma substancial, sino que admite al lado y antes del alma espiritual,
que anima el cuerpo como forma esencial, una forma corporeitatis, por la
cual el cuerpo es constituido como cuerpo. Al tratar de la vida anı́mica y de
las facultades del alma, subraya Escoto la posición dominante y la actividad
de la voluntad. Sin embargo, esta primacı́a que para Escoto tiene la voluntad
no quiere decir que ella sea la facultad fundamental y que la luz de la razón
no suponga nada, solamente quiere acentuar, sin entrar en aquilataciones
teológicas, que la voluntad representa la más alta y noble potencia. Escoto
coloca también la bienaventuranza primaria y formalmente en la voluntad, no
como Santo Tomás en el intelecto. Si Escoto realza el libre albedrı́o más aun
que Santo Tomás, no por esto pretende defender un irracional indeterminismo
ni un querer arbitrario y sin fundamento. Esta fuerte acentuación del papel
de la voluntad se revela también en la concepción escotista de la relación
de la voluntad divina con el orden moral y el orden natural. La voluntad
divina está aquı́ ligada únicamente por las leyes de la lógica, sólo puede
querer lo que lógicamente no es contradictorio. Además, la voluntad divina
está ligada por los dos primeros preceptos del Decálogo que son ley natural en
79
sentido propio y no pueden ser dispensados; los otros preceptos del Decálogo
tienen su fundamento en la voluntad divina y son por tanto dispensables
por Dios. Nótese además por lo que respecta a la doctrina de Duns Escoto
sobre la voluntad que el paralelo varias veces señalado entre su primacı́a de la
voluntad y la doctrina kantiana de la razón práctica no tiene en los textos del
Doctor subtilis ningún fundamento. A Escoto se unió la escuela escotista que
quedó en los siglos siguientes al lado de la escuela tomista, como la dirección
escolástica más influyente. En la lucha de ambas escuelas se hizo valer la
oposición o discrepancia entre Santo Tomás y Escoto.
Duns Escoto en la cuestión de los universales era realista, enseñaba una
existencia real de lo general en lo individual. Según esto pertenecı́a a la
via antiqua. La via nova se marca por la renovación del nominalismo en el
siglo XIV. Propiamente, el creador del nominalismo de este perı́odo de la Escolástica es el franciscano inglés Guillermo de Occam, que no era discı́pulo de
Escoto y que, después de una existencia rica en luchas cientı́ficas y también
politico-eclesiásticas, murió en Munich en 1349. Un impulso hacia la reviviscencia del nominalismo encontramos ya antes en Durando de Saint-Pourçain
(†1332), que, aunque dominico, hizo severa crı́tica de Santo Tomás, y en el
teólogo franciscano Pedro Aureoli (†1322).
Guillermo de Occam, un pensador independiente, orientado hacia el empirismo, de gran iniciativa cientı́fica, el venerabilis inceptor, ha edificado su
teorı́a del conocimiento conceptualista-terminista sobre su doctrina de la intuición y la abstracción. Parte del supuesto de la negación, señalada ya en
Durando, de la doctrina escolástica de la species sensibilis y la species intelligibilis. Mediante la intuición conoce la fantası́a, la existencia de una cosa
singular. También el entendimiento aprehende directamente, por la intuición,
la cosa singular y juzga de su existencia. Según esto, el objeto del conocimiento sensible y del conocimiento espiritual es el mismo: lo singular, lo concreto,
lo individual. La segunda función del entendimiento es la abstracción intelectual, en la cual finge un conceptus subjetivo y lo pone como signo de la
cosa singular. Este conceptus subjetivo, por su significación, por la propiedad
que tiene de ser signo para una pluralidad de cosas, es un universal, una idea
general, a la cual, fuera del espı́ritu, no corresponde ninguna existencia real
en las cosas singulares. Para este conceptus subjetivo, el intelecto sustituye
o supone un nombre, un terminus (de ahı́ la denominación de terminismus y
la de terministae aplicadas a esta forma del nominalismo). Este término vale
como signo convencional para una clase de cosas singulares. El objeto inmediato de la ciencia como conocimiento evidente de las verdades necesarias
80
5. La filosofı́a Escolástica en los siglos XIII y XIV. Duns Escoto y Occam
no son las cosas, sino los conceptus o termini. Esta teorı́a del conocimiento, subjetivamente orientada, no podı́a, naturalmente, dejar de influir en la
metafı́sica de Occam. Las ideas de substancia, de causa, incluso el principio
dc causalidad, toman una significación puramente subjetiva. Por esto Occam
ha dejado al campo de la fe los objetos que pertenecı́an al vasto ámbito de
la Metafı́sica de entonces. A las pruebas de la existencia de Dios, a las que
hace objeto de su crı́tica, no da un valor forzosamente concluyente, sino a
lo más una probabilidad. También las tesis de la psicologia metafı́sica son
sustraı́das al dominio de la razón. La psicologı́a de Occam se determina en
un sentido decididamente voluntarista. La voluntad participa esencialmente
en la marcha del pensamiento y constituye en general la esencia del alma.
Occam no reconoce ninguna diferencia real entre la esencia del alma y sus facultades o potencias. Este voluntarismo, trasladado a Dios, lleva en ética a la
consecuencia de que el poder absoluto de la voluntad divina, elevado incluso
a lo arbitrario, aparece como el último fundamento de la diferencia entre el
bien y el mal, y ası́ queda negado en sentido moral-positivo que exista entre
el bien y el mal una diferencia interior, inmutable, fundada en la naturaleza.
El nominalismo de Occam se extendió considerablemente en los siglos XIV
y XV, especialmente en las universidades alemanas. Mencionemos entre estos occamistae o terministae a Juan Buridán (†hacia 1330), notable como
investigador de la Naturaleza y como psicólogo, al dominico Roberto Holkot
(†1349), al agustino Gregorio de Rı́mini (†1338), al cisterciense Juan de Mirecourt (†hacia 1313), Alberto de Sajonia (†1390), Marsilio de Inghen (†1396),
Enrique de Langenstein (†1397), Nicolás de Oresme, notable como investigador de la Naturaleza y economista (†1382) y Pedro de Ailly (†1425). De
fines de la Edad Media es el teólogo de Tubinga Gabriel Biel (†1495), ✭✭el último escolástico✮✮, defensor de la teorı́a nominalista. Contemporáneo de Occam
fué Nicolás de Autrecourt (†hacia 1350), que de modo algo semejante a David
Hume, aplicó su crı́tica a la idea de substancia y al principio de causalidad
con lo cual quedó también, para él, desprovista de valor la prueba tradicional de la existencia de Dios; tuvo por problemática la existencia misma del
mundo exterior y llevó a su fenomenalismo el sistema aristotélico-escolástico.
El punto de vista tomista en la especulación filosófico-teológica encontró en
el siglo XV decididos defensores en Juan Capreolo (†1444), el Princeps Thomistarum, en Pedro Nı́ger (†hacia 1181), autor de un Clypeus Thomistarum,
y en Dominico de Flandes (†1500).
81
La dirección escolástica orientada hacia Santo Tomás de Aquino tomó en el
siglo XVI nuevos vuelos por impulso procedente en parte de España (Francisco de Vitoria) y en parte de Italia (cardenal Cayetano). Aunque esta restauración de la Escolástica tuvo un carácter principalmente teológico, se pone
también de relieve la importancia del lado filosófico del sistema escolástico
en las obras aristotélicas de un Silvestre Mauro, de los complutenses y coninbricenses, después en los compendiados Cursus philosophici (por ejemplo, el
del dominico Juan de Santo Tomás). Con un sentido ecléctico ensanchó la
filosofı́a escolástica el gran teólogo jesuita Francisco Suárez (†1617), célebre también en el campo del derecho natural y del derecho de gentes. La
✭✭ilustración✮✮ (Aufklärung) del siglo XVIII, aun en los ámbitos católicos, relegó como a un fondo lejano la Escolástica. Hacia mediados del siglo XIX se
volvió nuevamente los ojos en las esferas de la filosofı́a católica a la tradición del Escolasticismo. Este movimiento hizo surgir la Neoescolástica, entre
cuyos representantes hay unos que piensan en primer término en una reiteración o reproducción de la doctrina tomista, mientras otros, advirtiendo
rasgos modernos en la Escolástica y rasgos escolásticos en la filosofı́a moderna, procuran un ensanchamiento de la filosofı́a escolástica en armonı́a con
nuestro tiempo.