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TLÁLOC ¿QUÉ? Nº2

Boletín del Seminario de Tlaloc Las ofrendas de copal de las montañas de México Osvaldo Roberto Murillo Soto Reflexiones en torno a ciertos atavíos representados en dinteles mayas América Malbrán Porto Una pintura de Tlaloc en el Cañón El Sumidero Enrique Méndez Torres

T L ÁL OC ¿QU É ? Boletín del Seminario E l E mblema de Tláloc en Mesoamérica Año 1 N°2 Instituto de Investigaciones E stéticas Abril-Junio 2011 UNAM CONTENIDO Presentación p. 6 Las ofrendas de copal de las montañas de México p. 8 Osvaldo Roberto Murillo Soto Reflexiones en torno a ciertos atavíos representados en dinteles mayas p.18 América Malbrán Porto Una pintura de Tlaloc en el Cañón El Sumidero p. 27 Enrique Méndez Torres Sesiones del Seminario p. 35 3 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO Las opiniones expresadas en Tláloc ¿Qué? José Narro Robles Boletín del Seminario El Emblema de Tláloc Rector en Mesoamérica son responsabilidad exclu- Estela Morales Campos siva de sus autores. Coordinadora de Humanidades Tláloc ¿Qué? Boletín del Seminario El Emblema de Tlaloc en Mesoamérica es una Renato González Mello publicación trimestral del Proyecto El Emble- Director del Instituto de Investigaciones Estéticas ma de Tláloc en Mesoamérica, del Instituto de Investigaciones Estéticas de La Universidad Nacional Autónoma de México, Circuito María Elena Ruiz Gallut Mario de la Cueva s/n, Ciudad Universitaria, Titular del proyecto C.P. 04510, México D.F. Tel. 5622-7547 Fax. 5665-4740. Editores María Elena Ruiz Gallut América Malbrán Porto Enrique Méndez Torres Certificado de reserva de derecho al uso exDiseño editorial clusivo del título, Dirección General de Dere- América Malbrán Porto chos de Autor, Secretaría de Educación Pública, número ( en trámite ) . Certificados de Consejo Editorial: licitud de título y de contenido, Comisión Certi- Jorge Angulo Villaseñor ficadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas, Secretaría de Gobernación, números, Marie-Areti Hers ( e n trámite ) , ISSN ( e n trámite ) . Alejandro Villalobos Patrick Johansson K. Portada: Detalle, Lámina 8, Códice Bodley. Página 3: Detalle, Lámina 23, Códice Bodley Cenefa: Detalle Mural de Zacuala, Greca según Felipe Dávalos. En Miller, 1973. 4 5 PRESENTACIÓN Tláloc es aquel de los múltiples rostros, la deidad de las muchas advocaciones y de las presencias permanentes. De naturaleza polivalente es, entre muchos otros aspectos, el que se manifiesta como proveedor de mantenimientos pero su poder puede ser, asimismo, destructivo. Esta característica lo hace susceptible de ser estudiado a partir de diversos enfoques y con distintas metodologías. En ese sentido este segundo número del Boletín Tláloc ¿qué? muestra nuevamente la pluralidad de acercamientos al tema que nos ocupa, en los que se ofrecen propuestas, avances y resultados de los trabajos de distintos investigadores. Así, desde la comunión entre las festividades y ceremonias prehispánicas realizadas en cerros y montañas y el uso de copal, Osvaldo Murillo hace un análisis del material ceremonial y del hallazgo de objetos de dicha resina, localizados en cuerpos de agua y vinculados con rituales dedicados a Tláloc. Por su parte América Malbrán reflexiona sobre la importancia que tiene la industria de la concha, no sólo como parte del conocimiento tecnológico desarrollado para su obtención y manufactura en objetos suntuarios, sino como pieza fundamental de naturaleza simbólica vinculada, por un lado a su carácter acuático y, por el otro, a los linajes de los gobernantes en el área maya y al poder que representa el ejercicio de la guerra. Una imagen, identificada como Tláloc por sus rasgos iconográficos, es recuperada por Enrique Méndez en un artículo que analiza el contexto cultural de la región y que ofrece información sobre la presencia de la deidad en ámbitos diversos. María Elena Ruiz Gallut 6 7 LAS OFRENDAS DE COPAL DE LAS MONTAÑAS DE MÉXICO Osvaldo Roberto Murillo Soto L as etnias prehispánicas de América media habilitaron espacios de culto en las montañas nevadas adscritas a su territorio, el padre fray Juan de Tor- quemada describió básicamente su dinámica ritual: «Tenían también creído que todos los montes eminentes y sierras altas participaban de esta condición y parte de divinidad, por lo cual fingieron haber en cada lugar de éstos un dios menor que Tlaloc y sujeto a él, por cuyo mandato hacía engendrar nubes, y que se deshiciese en agua por aquellas provincias que aquel lugar y sierra aguardaban. Por esta razón acostumbraban venir todos los moradores de aquellas partes que participaban de esta agua y lluvia a este lugar, donde veían que se engendraban las nubes, a adorar aquel dios que creían presidir en él, por mandamiento de Tlaloc [...] A estos lugares venían muchas gentes a ofrecer sacrificios al dios Tlaloc y a los demás dioses sus compañeros, como a los que creían que les hacían este bien y merced de dar las aguas, para el reparo y socorro de sus necesidades» (1969, Libro Sexto, Capítulo XXIII: 46). 8 Los sacerdotes que oficiaban las cere- 2010: 72-91; 127-35). El uso de la resi- monias en los santuarios de los cerros na en ese contexto denota la existencia se basaban en la lógica litúrgica de los de solemnes protocolos para sahumar tonalamatl para determinar las ofrendas ofrendas (Sahagún, 1981, Apéndice III que debían conferirse. A las resinas y del Libro II: 242-3). plantas aromáticas se les atribuía un pa- Así mismo, en los lagos se depositaron pel significativo en el servicio y adoración piezas de copal frescas con diversas for- de los templos entre los que podemos mas y dimensiones (Montero, et al., incluir los lagos del Nevado de Toluca 2009: 64-78). Entre las ofrendas existen donde matlatzincas, otomíes, nahuas y conos de copal con una base que puede mazahuas echaban dentro en el agua, medir 5cm o en otros casos hasta 27cm, por sacrificio, mucho copal (Colín, 1965), de igual forma las alturas varían ya que inclusive aún durante el virreinato de la algunas piezas miden 10 cm mientras Nueva España los peregrinos utilizaban que otras alcanzan los 26 cm. Conside- redes de pescar con que sacaban el co- rando que las montañas fungían como pal de los lagos (Serna, 1987: 292-293). adoratorios de las entidades sagradas A partir de sondeos arqueológicos efec- del agua y la fertilidad podemos inferir la tuados en el perímetro de ambos lagos existencia de patrones de ofrendas es- se han descubierto fragmentos de copal pecíficos consagrados a esas deidades incinerado asociados a tiestos de cerá- a partir de la contrastación del registro mica prehispánica que alguna vez for- arqueológico con las fuentes históricas, maron parte de braseros y sahumado- citemos al padre Sahagún (1981, Libro res adscritos a las tradiciones alfareras segundo, Capítulo XXV: 167) quien do- tipo Azteca III alisado naranja simple, cumentó que las ofrendas de conos de Rojo Texcoco bruñido rojo monocromo copal se depositaban en los ayauhcalli3 y Matlatzinca Tardío bruñido negro so- durante rituales consagrados a Tlaloc y bre rojo, todos estos usuales en la re- Chalchiutlicue: gión al menos desde el siglo XV (Murillo, 9 “Otros ministros llevaban en bra- mas de copal que llevaban y las imágenes de ulli […]”. zos unos pedazos de copal, hechos a manera de panes de azúcar, en También, según el Códice Matritense, forma piramidal; cada uno de estos durante la ceremonia del rejuvenecimien- pedazos de copal, llevaba en la parte to del maíz Atamalcualiztli4 se ofrenda- aguda una pluma rica que se llama- ban en cuerpos de agua objetos cónicos ba quetzal, puesta a manera de pe- transportados nacho, llamábanla a esta pluma (ibíd.,1974: 65), el candidato idóneo con quetzalmiyaoaiutl. Estando ordena- ese aspecto es el copal. Debemos enfati- dos de esta manera, tocaban las cor- zar que en el lecho lacustre del lago La netas y los caracoles, y luego co- Luna el copal con forma de cono se en- menzaban a ir por su camino adelan- cuentra asociado a hojas de maguey te […] Allegados a la orilla del agua, (Fig. 1). en hojas de maguey el sátrapa, y los otros ministros, que- Las ofrendas de copal recobradas en el maban papel en sacrificio, y las for- volcán corresponden al árbol del géne- Fig.1. El tonalpohualli regía el culto y las ofrendas en los templos de las montañas. 10 ro Bursera bipinnata, mientras que a dádivas se depositaran envueltas en partir del análisis morfológico de las es- hojas como si fuesen tamales7 (Fig. 2). pinas apicales y laterales de las pencas específicamente para ofrendarlas a las de maguey predominan dos especies: deidades de los sustentos. el Agave salmiana Otto ex Salm Según el padre Toribio de Benavente o (sinonimia con Agave atrovirens) tam- Motolinia (2001, Tratado I, Capítulo bién conocido como maguey manso, 100) las barras o pencas de copal se maguey de pulque, teometl, o tlaca- producían específicamente para ofren- metl5, y el Agave mapisaga Trel deno- darlas a las deidades de los sustentos: minado como maguey de penca larga o “Uey-Tezozthi [...] también ofrecían maguey de pulque (Montúfar, et. al., copalli, que es genero de incienso 2009: 139-46). que corre de un árbol, el cual en Los pueblos prehispánicos productores cierto tiempo del año punzan para de la resina estaban ubicados en los que salga y corra aquel licor, y po- actuales territorios de Morelos y Gue- nen debajo o en el mismo árbol rrero que son lugares adecuados para atadas unas pencas de maguey [...] el crecimiento de los árboles Bursera y de ahí caen y se cuajan unos pa- bipinnata, así que es viable que el co- nes de manera de la jibia de los pal consagrado en la montaña haya si- platero […] Algunos dicen que este do producido en dichas regiones con copalli es mirra probatísima. Vol- las cuales las villas del valle del Matlat- viendo a la ofrenda digo: que toda zinco mantenían relativa cercanía y junta a la tarde llevaban a los tem- sostenían un fluido intercambio comer- plos de los demonios y bailábanle cial6 (Smith, 2003: 63-84). toda la noche porque les guardase El copal también se ofrendaba en for- los maizales”. VII: ma de bola, una esfera procedente del Durante las festividades de Huey To- lago La Luna aún muestra improntas en zoztli se efectuaban peregrinaciones a superficie, así que es factible que estas los santuarios de las montañas, inclusi- 11 d Fig. 2. El copal de cono se ofrecía en pencas de maguey como en el lago La Luna del Nevado de Toluca, fotografías cortesía de SAS-INAH, 2007. ve algunas villas de la Cuenca de Además hasta donde sabemos para in- México la tenían como la gran fiesta de vocar a las espíritus de la fecundidad y petición de lluvias consagrada a Tlaloc. el agua se creaban efigies de copal, co- Entre los centros ceremoniales que se mo las que se han encontrado en una ofrendaban destaca el templo situado cueva de la Iztaccihuatl (Torres,1967; en la cima del Monte Tlaloc de Texco- Navarrete, 1968) y en el lago La Luna co (Durán, 2006: 81-6), precisamente del Nevado de Toluca (Guzmán, 1972). en la entrada de su calzada se han re- El copal se ofrendaba en las montañas cobrado fragmentos de barras de copal para evocar mediante ritos eventos míti- (Arribalzaga, 2007). Esta situación es- cos de sequía y fertilidad, la ofrenda es- tablece un paralelo ritual con las pen- tablecía un vínculo de comunicación en- cas de copal depositadas en los lagos tre los hombres y las entidades sagra- del Nevado de Toluca (Fig. 3). das del campo y las montañas, como lo 12 denota esta plegaria dirigida a Tlaloc, rra» (Sahagún, 1981, libro que se dedicaba en tiempos de secas lo VIII: 81-5). para pedirle agua: VI, capítu- No obstante, no debemos pensar que todo el copal que se ofrendó en los cerros fue «¡Oh señor nuestro humanísimo, y consagrado a Tlaloc, ya que los montes liberal dador y señor de las verduras también fueron espacios de culto de las y frecuras, y señor del paraíso terre- deidades femeninas del maíz e inclusive nal, oloroso y florido, y señor del in- de Tezcatlipoca en su faceta de dador y cienso y copal¡ ¡Ay dolor, que los supresor de lluvia, citemos el Proceso del dioses del agua vuestros sujetos se Santo Oficio contra Mixcoatl y Papalotl, han recogido y escondido en su re- indios, por hechiceros de 1537 donde a cogimiento –los cuales suelen dar las Andrés Mixcoatl se le acusó de hacer en- cosas necesarias, y son servidos con cantamientos para echar las nubes y que ulli y con yauhtli y con copal- y deja- no lloviese mediante el humo de copal y ron escondidos todos los manteni- con la autoridad de Tezcatlipoca. Además mientos necesarios a nuestras vidas¡ la lectura alterna de la trecena “1 Lluvia” […] de los tonalamatl daba pauta a los rituales Con gran suspiro y angustia de mi de petición de lluvia consagrados a esa corazón llamo, y ruego a todos los deidad en los montes (Murrillo, 2010: 190- que sois dioses del agua, que estáis 210). en las cuatro partes del mundo, Finalmente según consta el Códice de la oriente, occidente, septentrión y aus- Cruz-Badiano el copal sumergido en agua tro. se utilizaba con fines terapéuticos, particu- Y todos lo que habitáis en las cavi- larmente contra padecimientos vinculados dades de la tierra, o en el aire, o en con los tlaloque y Tezcatlipoca como: el los montes altos, o en las cuevas “mal del aire o mal de viento obscuro”, el profundas, que vengáis a consolar a hipo, las úlceras cutáneas, las las aspere- esta pobre gente y a regar la tie- zas de la piel, la sarna o cabeza tiñosa y 13 Fig. 3. Copal hallado en el Nevado de Toluca. Fotografías cortesía de subdirección de Arqueología Subacuática-INAH, 2007. las heridas de rayo por mencionar solo NOTAS: algunos males. Se puede inferir que es- 1- Documentos donde se plasmaban los ta resina compartía la carga energética componentes del tonalpohualli una cuenta de la esencia anímica o tonalli de las calendárica que usaba veinte trecenas pa- deidades de las montañas, por lo tanto ra conformar un ciclo de 260 días. El uso los objetos ceremoniales como el agua del tonalpohualli implicaba una lógica míti- de monte en contacto con copal junto ca que evocaba mediante ritos los espa- con los periodos de culto en los santua- cios de la geometría sagrada; la distribu- rios de montaña, se concebían como ción espacial que ofrecía reflejaba un or- contextos de índole espacio-temporal den matemático del cosmos en el cual los adecuados para que las deidades sana- eventos del universo se concebían con ran a los enfermos, esa percepción se carácter cíclico; asimismo, mostraba cómo mantuvo aún durante el virreinato de la intervenían los dioses sobre diferentes as- Nueva España (Serna, 1987, Capítulo pectos de la vida de los hombres y sus II, influencias que llegaban a la tierra en con- 6°: 293). textos espacio-temporales; además seña- 14 laba los rituales a practicar y las ofren- habitualmente en hojas de maíz, ma- das a entregar acorde a los momentos guey, plátano, aguacate, entre otras; del tiempo deificado. podían llevar o no relleno de carne, chi- 2- Cuando la resina ha sido expuesta a les, verduras y/o frutas. Los tamales se altas temperaturas se le conoce como consideraban una ofrenda adecuada pa- “copal cristalizado”. ra entregar a las deidades proveedoras 3-Templos consagrados al maíz, el de los sustentos y a los cerros (Sahagún, agua y la niebla que se erigían en mon- 1981, Libro II, Capítulo XXXII: 200). tes y/o cerca de cuerpos de agua como manantiales y lagos (González, 1972). Bibliografía 4- Que se conmemoraba cada 8 años Arribalzaga Tobón, Víctor Manuel. 2007 «Informe del Proyecto Arqueológico Cerro Tláloc. Temporada de campo 2007», en Archivo Técnico de la Coordinación Nacional de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), México. para consagrar ofrendas a las deidades del agua y los sustentos como Tezcatlipoca, Tlaloque, Tezcatzoncatl y Chicomecoatl por mencionar sólo algunos. 5- Al cual se le concebía como una de las plantas sagradas de Tlaloc (Montúfar, 2006). Benavente, fray Toribio de. 6-Tlachco y Tepecacuillco aportaban ca- 2001 Historia de los Indios de la Nueva- da 80 días 8,000 pellas o bolas de copal España., Ed. Dastin, España. envueltas en hojas de maíz (Matricula de Tributos, 1991: 123), esto nos permite Códice Borgia. 1995 Los templos del cielo y de la oscuri- vislumbrar el volumen de producción de la mercadería. dad: Oráculos y liturgia. Libro explicativo 7- Del náhuatl tamalli que significa en- del llamado Códice Borgia, [Códices vuelto, alude a un nombre genérico dado mexicanos V], introducción y explicación a varios platillos de origen prehispánico de Ferdinan Anders, Maarten Jansen y elaborados con masa de maíz, envueltos Luis Reyes García, Madrid, Sociedad Es- 15 tatal Quinto Centenario / Akademische Druck und Verlagsanstalt, Graz / FCE, México / Austria. Códice de la Cruz-Badiano. 1991 Libellus de medicinalibus indorum herbis. Manuscrito azteca de 1552, escrito por Martín de la Cruz / Juan Badiano (traductor), versión española con estudios y comentarios por diversos autores, 2 vols., editado por FCE / Instituto Mexicano del Seguro Social, México. Códice Matritense, Primeros Memoriales. Ver Sahagún, 1974. Colín, Mario. 1965 Toluca, crónicas de una ciudad, (antología), Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, Toluca, México. Duran, fray Diego. 2006 Historia de las Indias de Nueva España e Islas de la Tierra Firme, ed. Porrúa, 2 vols., México. González Torres, Yólotl. 1972 «Ayahucalco (En la casa de la niebla)», en Boletín INAH, INAH / SEP, Época II Abril – Junio, Núm. 1, México, pp. 33-4. Guzmán Peredo, Miguel. 1972 «Arqueología subacuática», en Artes de México, Núm. 152, México. Matrícula de Tributos. 1991 Matrícula de Tributos. Nuevos estudios, editado por SHCP, México. 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Podemos suponer que en los inicios el hombre aprovechó su forma y color natural sin necesidad de hacer gran cantidad de alteraciones. Poco a poco se fueron encontrando nuevas posibilidades para este material con lo que se crearon piezas variadas como cuentas o pendientes que permitían ensartarlas y modificarlas para lograr nuevas formas, con ello surgió el artesano que posiblemente se instaló en los lugares cercanos a los ríos y costas donde se podía abastecer del material adecuado con mayor facilidad. La recolección de moluscos supone una serie de actividades que implican un conocimiento amplio del ambiente en que se desarrolla este tipo de animal. Se hace necesaria la presencia de buzos que lleven a la superficie los moluscos, ya sea para el consumo de su carne o para la elaboración de objetos suntuarios y de uso cotidiano, como es el caso de recipientes y cucharas, tan característicos en las sociedades caribeñas o herramientas de labranza y armas de defensa (Tabío y Rey, 1979; Suárez, 1977). La difícil obtención de las especies probablemente ocasionó que fueran considerados objetos valiosos, además de su asociación con el mar, que en diversas culturas es una de las entradas al inframundo, tal vez se deba a esto que en muchos casos la posesión de estos elementos sirviera para establecer diferencias sociales. 18 Este objeto multifacético se ha utilizado lizaban en la elaboración de sus joyas, como marcador social, como unidad de como mencionan algunos cronistas. trueque e intercambio haciendo las ve- Es lógico suponer que, debido a su ori- ces de moneda; ha servido para la fabri- gen marino y, por consiguiente, misterio- cación de instrumentos musicales y se so, los mayas las vincularan con ha triturado como desgrasante en la ma- agua, con el inframundo y con la muerte, nufactura de cerámicas o como compo- aunque también la encontramos relacio- nente en los cementantes y argamasas nada con otros simbolísmos como son el de cierto tipo de construcciones. nacimiento, los linajes y ciertas deidades A partir de lo anterior es posible inferir (Malbrán Porto, 1995). que durante la época prehispánica debió Puede ser que la relación de las conchas existir una verdadera industria de la con- con los linajes influyera en el hecho de cha, lo que implicaría el conocimiento y que éstas fueran utilizadas como joyas manejo de una adecuada tecnología y preciosas por los señores pertenecientes un alto grado de especialización en el a la nobleza maya. Cierto o no el hecho trabajo; esto involucra, desde luego, la es que la concha era apreciada por los existencia de hombres dedicados a la nobles como ornamento en sus atuen- obtención y manufactura de los materia- dos, mismos que en las representaciones les así como de talleres con artesanos pictóricas y escultóricas, poseen una evi- de tiempo completo. dente carga simbólica. Al respecto, Lan- el La asociación directa de la concha con da menciona que los señores se adere- el agua la llevó a adquirir, dentro de la zaban con ciertas conchas coloradas cosmovisión mesoamericana, una es- (Landa, 1986:39), probablemente se tra- pecial importancia ritual y simbólica; y taba de objetos de la especie Spondylus, es precisamente debido a estos atribu- usadas a manera de collares, pulseras, tos que haya sido un material altamente cinturones, orejeras, narigueras, en los estimado por los mayas, quienes la uti- tocados y como aplique de los vestidos 19 Fig. 1. Representación de señores ricamente ataviados con collares de conchas Estructura 1, Cuarto1, Bonampak. Tomado de De la Fuente, 1998. (Schele, 1992:66-71) (Fig.1). Un ejem- se pueden apreciar en dinteles de Yax- plo de esto último nos lo proporciona el chilán y Bonampak, siempre asociados hallazgo, realizado en Tula, de una con escenas vinculadas a la guerra, ya “coraza” ritual elaborada a base de pen- sea en preparativos previos, durante dientes de Spondylus y caracoles del una batalla o rituales posteriores. Por lo género Oliva. Si bien este atuendo se mismo es probable que las conchas encontró en una zona alejada del área también estuvieran relacionadas con las maya, es interesante el parecido que actividades bélicas y los ritos previos a tiene con algunas representaciones que ella. 20 A través del registro arqueológico y los De estas ciudades, Yaxchilán pareciera estudios epigráficos, hoy sabemos que el ser una de las más belicosas, a partir de Clásico Tardío fue un período de crisis la gran cantidad de combates, cautivos y políticas y sociales que llevaron al surgi- sacrificios relatados en sus monumentos. miento de ciudades militaristas como Y es precisamente en ellos donde apare- Yaxchilán, Bonampak, Toniná, Piedras cen representaciones de vestimentas si- Negras o Dos Pilas (Brokman, 1996:71). milares a la de Tula. Un ejemplo de esto El hecho de que abunden las representa- es el dintel 26, de la estructura 23, donde ciones de tipo bélico o militarista durante encontramos la imagen del gobernante esta etapa no implica que anteriormente Escudo Jaguar preparándose para ir a la no hubieran existido campañas guerre- guerra; son varios los autores que han ras. La interrogante es, entonces, por interpretado que la “armadura” que lleva qué no fueron representadas como regis- el personaje está acolchonada y elabora- tro histórico. Es evidente que se trata de da con algodón o plumas de manera si- un cambio en la cosmovisión lo que im- milar a los xicollis utilizados por los gue- plica otra forma de contar la historia y rreros del centro de México (Schele, Op. legitimar el poder, para lo cual ya no bas- cit: 211; Marquina:684), sin embargo, es tan las alianzas y los matrimonios políti- probable que dadas las características cos. Entonces los gobernantes mayas de esta coraza bien pueda estar formada necesitaron erigir monumentos que con- por pequeñas placas de concha cosidas memoraran sus victorias como guerre- a la tela (Fig. 2). ros; estas construcciones son las que Otra representación de este tipo de co- nos hablan de la importancia y el signifi- raza la tenemos en el dintel 41 (Fig. 3) cado que tuvo la guerra, a través de los donde aparece Pájaro Jaguar realizando atavíos, armas y demás objetos que por- un ritual previo a la batalla y ataviado de tan los señores y gobernantes (Schele, forma similar a 1990:210). guar en el dintel 26, la única diferencia 21 su padre, Escudo Ja- es el pectoral con la representación de za, el atuendo cuelga sobre el pecho a un jaguar, que tal vez tenga relación con manera de peto, que se coloca alrede- el linaje familiar. Este relieve es compa- dor del cuello cubriendo el pecho y a ñero del dintel 8 (Fig. 4), aquí volvemos medida que baja hacia las piernas se va a encontrar a Pájaro Jaguar vestido de adelgazando hasta rematar en un nudo la misma manera realizando una con- de un material diferente, probablemente quista. En este caso el gobernante apa- se trata de la tela a la que van cosidas rece completamente de perfil lo que nos las placas de concha. permite observar que más que una cora- En el dintel 16, nuevamente vemos a Pájaro Jaguar vestido para el combate, portando una lanza y un escudo flexible y con un peto de concha similar, en este caso no lleva el pectoral de jaguar (Fig. 5). Tanto el dintel 26 como los 16, 41, y 45 nos permiten observar claramente la forma de las placas que conforman el peto, estas son semicirculares y en la parte inferior aparecen dos marcas similares a las costillas radiales de los bivalvos (Fig. 6). Es probable que este tipo de vestido estuviera reservado para los gobernantes quienes lo usarían en los ritos previos a la guerra y en el combate. Imágenes de este tipo las encontramos en los dinteles 1 y 12 en los que el personaje central vuelve a Fig. 2. Gobernante Escudo Jaguar preparándose para ir a la guerra. Dintel 26 de Yaxchilán Redibujado de Schele y Miller 1992. ser Pájaro Jaguar como vencedor de alguna batalla. 22 Fig. 4. Pájaro Jaguar vestido de la misma manera realizando una conquista. Dintel 8 de Yaxchilán Tomado de Schele y Miller, 1992. Fig. 3. Gobernante Pájaro Jaguar realizando un ritual previo a la batalla. Dintel 41 de Yaxchilán Tomado de Schele y Miller, 1992. En Bonampak hay dos representaciones en dinteles de lo que podrían ser petos similares a los de Yaxchilán. El primero de estos es el 1 donde se observa un personaje que sostiene una lanza frente a un cautivo al que sujeta por el cabello (Fig. 7). De acuerdo con Mathews, se trata del gobernante Chan Muwan, el otro es el dintel 2 (Fig. 8) en el que está grabado un personaje de Yaxchilán al que se le denomina como descendiente de Escudo Jaguar, quien obtiene una victoria cuatro días antes que Chan Muwan. Al parecer este tipo de atuendo era frecuente en la región del Usumacinta, donde se ha localizado en otros sitios, además de los men- 23 Fig. 5. Dintel 16, Pájaro Jaguar vestido para el combate Tomado de Schele y Miller, 1992. Fig. 6. Detalle de una coraza donde se aprecian las marcas que pudieran representar la sección de un bivalvo. Dibujo y foto de la autora. en los cuales de alguna manera se los sacralizaba. Tal vez al poseer esta fuerte carga simbólica y al ser portado por el gobernante, que al combinar las funciones sacerdotales con las de la realeza, y al tener la capacidad de acercarse a la divinidad llegaba a infundir mayor valor a los guerreros durante la campaña. Consideramos que la fragilidad de las placas de conchas no debió servir de gran protección al portador de la coraza durante una escaramuza. Por lo mismo, esta protección debía estar dada por la Fig. 7. Dintel 1 de Bonampak Tomado de Pérez Campa y Rosas Kifuri sacralización del ritual al que se asocian las conchas como elementos simbólicos 24 Fig. 8. Dintel 2 de Bonampak Tomado de Pérez Campa y Rosas Kifuri, 1987. Autónoma de México. México. ligados con el inframundo y sacrificio, al igual que en las campañas bélicas don- Fernández de Oviedo, Gonzalo. 1945 Historia general y natural de las Indias, Islas y Tierra Firme del mar Océano. 4 Vols. Editorial Guaranda; Paraguay. de el glifo utilizado para indicar una acción guerrera entre ciudades es el denominado concha estrella. Bibliografía Brokman, Carlos. 1996 “Armamento y organización militar de los mayas”. En: Arqueología Mexicana. Vol. IV. Nº 19. Mayo-Junio. México. pp. 66-7. De la Garza (ed.). 1998 La Pintura Mural Prehispánica en México: área maya. Instituto de Investigaciones Estéticas, Universidad Nacional Graham, Ian.f 1986 Corpus of maya hieroglyphic inscription. Peabody Museum of Archaeology and Ethnology. Harvard University. Peabody Museum Press. Landa, Fray Diego de. 1986 Relación de las cosas de Yucatán. Editorial Porrúa. México. Malbrán Porto, América 25 1995 Las ofrendas de concha de Xcaret, Quintana Roo. Análisis del material malacológico de un sitio maya en el Estado de Quintana Roo. Tesis de Licenciatura. ENAH, México. Tabío, Ernesto E. y Estrella Rey. 1979 Prehistoria de Cuba. Editorial de Ciencias Sociales. Ciudad de La Habana, Cuba. Marquina, Ignacio. 1990 Arquitectura prehispánica. Memorias del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Versión facsimilar de la edición de 1951. INAH-SEP. México. Pérez Campa y Kifuri Rosas. 1987 “Dos nuevas piedras labradas de Bonampak”. En: Memorias del Primer Coloquio Internacional de Mayistas (510 de agosto de 1985) UNAM. México pp. 749-773. Schele, Linda y David Freidel. 1990 The untold story of the ancient maya. Quill William Morrow, New York. Schele, Linda & Mary Ellen Miller. 1992 The blood of kings, dynasty and ritual in maya art. Thames and Hudson. London. Suárez Diez, Lourdes. 1977 Tipología de los objetos prehispánicos de concha. Colección Científica Nº 54. INAH. México. 26 UNA PINTURA DE TLALOC EN EL CAÑÓN EL SUMIDERO Enrique Méndez Torres S i bien el estado de Chiapas se reconoce por su riqueza en biodiversidad y llama la atención por el grupo maya que se desarrolló en la época prehispánica, también es sabido que no fue la única alta cultura que se desarrolló aquí. En la parte sur de la Depresión Central Chiapaneca (Número 3 en figura 1) el río Grijalva, que nace en los Cuchumatanes guatemaltecos, atraviesa este espacio de sureste a noroeste y se abre paso por el macizo montañoso de las Montañas del Norte (Número 6 en figura 1) por una falla geológica conocida popularmente como Cañón el Sumidero. Fig.1. El río Grijalva, sirvió como medio de comunicación entre poblaos asentados en la depresión central chiapaneca, donde el actual poblado de Chiapa de Corzo fungió como un centro mercantil de gran importancia para las cultura zoque, principalmente y para la chiapaneca. 27 Este río fue de gran trascendencia en En 1486 arriban los ejércitos mexicas, época prehispánica por el hecho de ser quienes intentan conquistar la región. navegable y porque pasaba por varios Después de sujetar a los zoques para exi- pueblos de filiación cultural mixe zo- girles tributo se enfrentan a un enemigo queana, en el Preclásico. imposible de subyugar, los chiapas, por lo Un poblado zoque muy importante fue que regresan a la costa del Pacífico, en su el actual Chiapa de Corzo, como centro marcha para conquistar el Soconusco e comercial redistribucional para varias internarse en la sierra guatemalteca (de regiones: hacia el sureste a los Cuchu- Vos, 1994). A este respecto nos dice Ber- matanes guatemaltecos; al sur y suro- nal Díaz del Castillo: este a la costa del Pacífico hacia lo que Y esto digo porque jamás México lo ahora es Occidente o Centroamérica; al pudo señorear, porque en aquella noreste hacia Ixtapa de la Sal, San sazón era aquella provincia muy po- Juan Chamula, Toniná, Palenque, La- blada, y los naturales de ella eran en gartero o Chincultik; al norte al impor- gran manera belicosos y daban gue- tante puerto de Cachula y de ahí seguía rra a sus comarcanos, que eran los por el Grijalva, río abajo, hasta el Golfo de Zinacantán, y a todos los pueblos de México para aprovechar las vías de la lengua quilena y así mismo a marítimas para Veracruz o a la intrinca- todos los pueblos que se dicen los da red comercial marítima y terrestre de zoques, y robaban y cautivaban a la lo que ahora es la Península de Yu- contina otros pueblezuelos donde catán (Navarrete, 1973; Lee, 1978; podían hacer presa, y con los que Méndez, 2006). ellos mataban hacían sacrificios y Por el año 700 d.C. llegan a esta región hartazagas los chiapanecas y se apoderan de la (Díaz del Castillo, 1979:137) capital zoque, Chiapa de Corzo, sojuz- En 1523, tras la conquista de México- gando a sus habitantes, a quienes man- Tenochtitlan llegan los conquistadores tienen cautivos para que se encarguen españoles acompañados por los ejércitos de los sembradíos y servicios persona- mexicas y tlaxcaltecas, así como gente les de los conquistadores. procedente del Golfo a sojuzgar de nue- 28 vo a los Chiapa, con la visión expansio- des de piedra caliza, protegidas por te- nista de los grupos europeos preocupa- chos extraplomados, para plasmar gráfi- dos por implantar otras deidades y con- camente parte de su ideología, a través trolar los bienes comerciales. El mismo de más de 90 grafismos donde predomi- Bernal nos comenta: na el color rojo sobre el verde, blanco y Y fuimos abriendo caminos nuevos negro (Méndez 2005, 2010). El extenso el río arriba, que venía de la po- corpus pictórico que hay en esta parte blazón de Chiapa, porque no había del cañón suele ser más sencillo, trazos camino ninguno, y todos los rededo- curvos, manchas de los pinceles o bro- res que estaban poblados habían chas. gran miedo a los chiapanecas, por- El primer gran conjunto de pinturas está que ciertamente eran en aquel tiem- dividido en cinco paneles donde podemos po los mayores guerreros que yo encontrar impresiones de manos (al positi- había visto en toda la Nueva Espa- vo, al negativo y una mano pintada), figu- ña, aunque entren en ellos tlaxcalte- ras fitomorfas, líneas rectas y curvas, cas y mexicanos, ni zapotecas ni círculos al positivo y negativo, unos proba- mixes. bles numerales y manchas de pintura. La (Díaz del Castillo, 1979:136-137) que nos llama en esta ocasión la atención En la época Colonial unos cuantos es- es la de un rostro, que al parecer repre- pañoles se asientan en el actual Chiapa senta a Tlaloc (López Austin, 2006, comu- de Corzo, siendo la mayoría de la pobla- nicación personal). ción indígenas Chiapas quienes muy Esta imagen se encuentra en el panel de- pronto asimilarían la cultura católica es- nominado número 5 pañola junto con su ideología prehispá- mano, a aproximadamente 1.60 cm. del nica. piso, en este caso los trazos no están tan Así, con este vasto antecedente del ba- bien definidos como en otros grafismos. gaje cultural de la región, encontramos La que a la entrada del Parque Cañón El más gruesa que en los demás, la impronta Sumidero, la gente aprovechó las pare- no es firme y la pintura parece más diluida 29 y queda muy a la escobilla o pincel empleada resulta de lo normal. La figura tiene unas dimen- condiciones y el motivo pictórico corre el siones máximas de 58 cm. de ancho por riesgo de ser mutilado por un desprendi43 cm. de altura; está compuesta por un miento de roca; desgraciadamente la boca par de órbitas oculares con puntos al in- y parte del rostro están divididos por una terior simulando los ojos, un labio superior junta de estratos calizos, que con el tiemde donde salen dos dientes frontales y po se ha venido exfoliando. dos incisivos, este rostro está limitado por Poniéndole atención a esta parte de la un rectángulo que en conjunto delimitan el boca se pueden observar, ya procesada rostro de la deidad acuática Tlaloc (Fig. la imagen con el programa computacio2). nal D-Streatch, que los incisivos tienen El soporte de roca caliza está en malas Fig. 2. Panel 5 donde se ubica un rostro Tlaloc en la pared del cañón del Sumidero. Foto Enrique Méndez, 2010. 30 una ligera curva y se ha representado Sonal). una curvatura interna simulando la bigo- Otro inconveniente lo encontramos con tera característica del dios del agua los pocos materiales cerámicos que se (Fig. 3). han localizado en este espacio, ya que Esta imagen queda cercana al río Grijal- tampoco son lo suficientemente diagnósti- va y no es la primera vez que este tipo cos como para sugerir una fecha. de diseño icónico se representa cerca Respecto al estilo, el problema en esta de un cuerpo de agua. parte del actual estado chiapaneco es la En el 2004 se tomaron muestras para falta de trabajos de investigación y catálo- fechar la pintura, por Aceleración de Ma- gos que aborden la pintura rupestre, a pe- sa Espectromagnética (AMS), pero des- sar de que contamos con la recopilación graciadamente los resultados no fueron hecha por Pincemin (1999), en ésta no favorables y no se pudo datar por éste se encuentra otra imagen de este numen. medio (Acosta, 2008, comunicación per- Fig.3. Detalle de los colmillos, resaltados tras procesar la imagen con el programa D-Streatch. 31 Debido a que distintos grupos culturales ocasiones se puede confundir con las pasaron por éste espacio resulta difícil anteojeras del dios solar nocturno de los asignar una filiación cultural para el ca- mayas. En cuanto a la bigotera no siem- so de esta pintura, pues si bien la ima- pre está bien definida, como es el caso gen de Tlaloc no es muy difundida ni de la pintura de nuestro tema. venerada en territorio mixe-zoque y Lo que sí nos queda claro es que esta chiapaneco, son muy pocos los ejem- deidad tuvo proliferación para la época plos que se tienen de ella. del Clásico y pudo haber llegado a me- En cerámica hay representaciones de diados de éste periodo a la región. un personaje de anteojeras y en algunas En la zona maya se tiene bien definido Fig. 4. Una olla Tlaloc miniatura y dos fragmentos, recuperados por Carlos Navarrete del interior de la cueva El Chorreadero. Imagen tomada de Navarrete, 1966. 32 este icono, no así en el territorio chiapa- representaciones icónicas de Tlaloc neco y mucho menos en el zoque. hacia la parte central del actual estado En cuanto a las deidades del agua, que de Chiapas fuera del territorio maya, de tuvieron los zoques y los chiapanecas ahí la importancia de la pintura del se sabe muy poco, de las fuentes de pri- Cañón del Sumidero. mera mano Aramoni (1999) rescata unos autos inquisitoriales donde se comenta que los indios chiapas adoraban al rayo y lo llamaban Nututí, al igual que a las lluvias y al río, que nombraban Bibliografía De Vos, Jan. 1994 Chiapas en el momento de la conquista. En Arqueología Mexicana. Vol. II. Nandada y que para celebrarlo iban a Núm. 8. Editorial Raíces. México. lugares cercanos al río y cuevas a hacer sus ofrendas y sacrificio. Al respecto Navarrete recuperó de una cueva cercana, donde sale un chorro de agua formando una cascada, unas pequeñas ollas Tlaloc (Fig. 4 ), esta cueva, conocida como El Chorreadero, ha sido un espacio de culto por los grupos prehispánicos y hasta la actualidad sigue en función, tanto la cueva como las pozas que se forman cerca de la caída. Aunque la imagen iconográfica de Tlaloc es muy común en el centro de México y algunos espacios de la cultura maya, no se tiene mucha evidencia de su presencia entre los grupos zoques y chiapanecos y estos son unos pocos ejemplos de Díaz del Castillo, Bernal. 1979 Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España. PROMEXA Editores. Tomo II. México. Lee Whiting, Thomas Arvol. 1978 The historical routes of Tabasco and northern Chiapas and their relationship to early Mesoamerican Cocultural developments in central Chiapas. En Communications Routes and Contacts. Papers of the NWAF, N° 40, BYU, Provo, Utah. Navarrete Cáceres, Carlos. 33 1973 El sistema prehispánico de comu- El Sumidero” en la V Semana de Antro- nicaciones entre Chiapas y Tabasco. pología de la Montaña llevada a cabo el Anales de antropología Vol. X. México. 29 de abril del 2010 en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. México. 1966 The Chiapanec History and cultura. Papers of the New World Archaeological Foudation. N° 21. New World Ar- Pincemin Deliberos, Sophia. chaeological Foudation. Brigham Young 1999 De manos y soles. Estudio de la University. Provo, Utah. EEUU. gráfica rupestre en Chiapas. UNICACH. México. Méndez Torres, Enrique. 2005 “La gráfica rupestre en torno al Cañón El Sumidero.” En el Primer Simposio Nacional sobre Representaciones Rupestres el 15 de noviembre del 2005 en el Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM. México. 2006 “Redes de comercio prehispánico de la Depresión Central de Chiapas”. Ponencia presentada en el V Encuentro de estudiantes de Antropología social el 9 de febrero del 2006 en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. México. 2010 “Los espacios sacros en los alrededores de Tuxtla Gutiérrez y el cañón 34 SESIONES DEL SEMINARIO Miembros del seminario Tras las Huellas de Tláloc en Mesoamérica Dr. Daniel Flores Gutiérrez Mtra. Isabel Mercado Archila, Dra. María Elena Ruiz Gallut y Lic. Bruno Daniel Díaz Dr. Jorge Angulo y Dr. Francisco Villaseñor 35 Invitación a publicar Se invita a todos los investigadores interesados en temas relacionados con Tlaloc y demás deidades de la lluvia y la fertilidad a enviar sus artículos de no más de 8 cuartillas. Las imágenes se enviaran por separado en resolución de 300dpi. Se aceptará un máximo de 8 imágenes. Para entrega de originales se siguen las normas de la revista Anales IIEs Toda correspondencia deberá dirigirse a la Dra. María Elena Ruiz Gallut al Instituto de Investigaciones Estéticas, Circuito Mario de la Cueva, s/n. Ciudad Universita- ria, C.P. 04510, México D.F. Tel. 56227547 Fax. 5665-4740. De igual manera los artículos podrán mandarse a las siguientes direcciones electrónicas: [email protected]; [email protected]. 36