T L ÁL OC ¿QU É ?
Boletín del Seminario
E l E mblema de Tláloc en Mesoamérica
Año 1
N°2
Instituto de Investigaciones E stéticas
Abril-Junio 2011
UNAM
CONTENIDO
Presentación p. 6
Las ofrendas de copal de las montañas de México p. 8
Osvaldo Roberto Murillo Soto
Reflexiones en torno a ciertos atavíos representados
en dinteles mayas p.18
América Malbrán Porto
Una pintura de Tlaloc en el Cañón El Sumidero p. 27
Enrique Méndez Torres
Sesiones del Seminario p. 35
3
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
Las opiniones expresadas en Tláloc ¿Qué?
José Narro Robles
Boletín del Seminario El Emblema de Tláloc
Rector
en Mesoamérica son responsabilidad exclu-
Estela Morales Campos
siva de sus autores.
Coordinadora de Humanidades
Tláloc ¿Qué? Boletín del Seminario El Emblema de Tlaloc en Mesoamérica es una
Renato González Mello
publicación trimestral del Proyecto El Emble-
Director del Instituto de Investigaciones Estéticas
ma de Tláloc en Mesoamérica, del Instituto
de Investigaciones Estéticas de La Universidad Nacional Autónoma de México, Circuito
María Elena Ruiz Gallut
Mario de la Cueva s/n, Ciudad Universitaria,
Titular del proyecto
C.P. 04510, México D.F. Tel. 5622-7547
Fax. 5665-4740.
Editores
María Elena Ruiz Gallut
América Malbrán Porto
Enrique Méndez Torres
Certificado de reserva de derecho al uso exDiseño editorial
clusivo del título, Dirección General de Dere-
América Malbrán Porto
chos de Autor, Secretaría de Educación Pública, número ( en trámite ) . Certificados de
Consejo Editorial:
licitud de título y de contenido, Comisión Certi-
Jorge Angulo Villaseñor
ficadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas, Secretaría de Gobernación, números,
Marie-Areti Hers
( e n trámite ) , ISSN ( e n trámite ) .
Alejandro Villalobos
Patrick Johansson K.
Portada: Detalle, Lámina 8, Códice Bodley.
Página 3: Detalle, Lámina 23, Códice Bodley
Cenefa: Detalle Mural de Zacuala, Greca según Felipe Dávalos. En Miller, 1973.
4
5
PRESENTACIÓN
Tláloc es aquel de los múltiples rostros, la deidad de las muchas advocaciones y de las presencias permanentes. De naturaleza polivalente es, entre muchos otros aspectos, el que se
manifiesta como proveedor de mantenimientos pero su poder puede ser, asimismo, destructivo. Esta característica lo hace susceptible de ser estudiado a partir de diversos enfoques y
con distintas metodologías.
En ese sentido este segundo número del Boletín Tláloc ¿qué? muestra nuevamente la pluralidad de acercamientos al tema que nos ocupa, en los que se ofrecen propuestas, avances y
resultados de los trabajos de distintos investigadores.
Así, desde la comunión entre las festividades y ceremonias prehispánicas realizadas en cerros
y montañas y el uso de copal, Osvaldo Murillo hace un análisis del material ceremonial y del
hallazgo de objetos de dicha resina, localizados en cuerpos de agua y vinculados con rituales
dedicados a Tláloc.
Por su parte América Malbrán reflexiona sobre la importancia que tiene la industria de la concha, no sólo como parte del conocimiento tecnológico desarrollado para su obtención y manufactura en objetos suntuarios, sino como pieza fundamental de naturaleza simbólica vinculada,
por un lado a su carácter acuático y, por el otro, a los linajes de los gobernantes en el área
maya y al poder que representa el ejercicio de la guerra.
Una imagen, identificada como Tláloc por sus rasgos iconográficos, es recuperada por Enrique
Méndez en un artículo que analiza el contexto cultural de la región y que ofrece información
sobre la presencia de la deidad en ámbitos diversos.
María Elena Ruiz Gallut
6
7
LAS OFRENDAS DE COPAL DE LAS MONTAÑAS DE MÉXICO
Osvaldo Roberto Murillo Soto
L
as etnias prehispánicas de América media habilitaron espacios de culto en
las montañas nevadas adscritas a su territorio, el padre fray Juan de Tor-
quemada describió básicamente su dinámica ritual:
«Tenían también creído que todos los montes eminentes y sierras altas participaban
de esta condición y parte de divinidad, por lo cual fingieron haber en cada lugar de éstos
un dios menor que Tlaloc y sujeto a él, por cuyo mandato hacía engendrar nubes, y que
se deshiciese en agua por aquellas provincias que aquel lugar y sierra aguardaban. Por
esta razón acostumbraban venir todos los moradores de aquellas partes que participaban de esta agua y lluvia a este lugar, donde veían que se engendraban las nubes, a
adorar aquel dios que creían presidir en él, por mandamiento de Tlaloc [...]
A estos lugares venían muchas gentes a ofrecer sacrificios al dios Tlaloc y a los demás dioses sus compañeros, como a los que creían que les hacían este bien y merced
de dar las aguas, para el reparo y socorro de sus necesidades»
(1969, Libro Sexto, Capítulo XXIII: 46).
8
Los sacerdotes que oficiaban las cere-
2010: 72-91; 127-35). El uso de la resi-
monias en los santuarios de los cerros
na en ese contexto denota la existencia
se basaban en la lógica litúrgica de los
de solemnes protocolos para sahumar
tonalamatl para determinar las ofrendas
ofrendas (Sahagún, 1981, Apéndice III
que debían conferirse. A las resinas y
del Libro II: 242-3).
plantas aromáticas se les atribuía un pa-
Así mismo, en los lagos se depositaron
pel significativo en el servicio y adoración
piezas de copal frescas con diversas for-
de los templos entre los que podemos
mas y dimensiones (Montero, et al.,
incluir los lagos del Nevado de Toluca
2009: 64-78). Entre las ofrendas existen
donde matlatzincas, otomíes, nahuas y
conos de copal con una base que puede
mazahuas echaban dentro en el agua,
medir 5cm o en otros casos hasta 27cm,
por sacrificio, mucho copal (Colín, 1965),
de igual forma las alturas varían ya que
inclusive aún durante el virreinato de la
algunas piezas miden 10 cm mientras
Nueva España los peregrinos utilizaban
que otras alcanzan los 26 cm. Conside-
redes de pescar con que sacaban el co-
rando que las montañas fungían como
pal de los lagos (Serna, 1987: 292-293).
adoratorios de las entidades sagradas
A partir de sondeos arqueológicos efec-
del agua y la fertilidad podemos inferir la
tuados en el perímetro de ambos lagos
existencia de patrones de ofrendas es-
se han descubierto fragmentos de copal
pecíficos consagrados a esas deidades
incinerado asociados a tiestos de cerá-
a partir de la contrastación del registro
mica prehispánica que alguna vez for-
arqueológico con las fuentes históricas,
maron parte de braseros y sahumado-
citemos al padre Sahagún (1981, Libro
res adscritos a las tradiciones alfareras
segundo, Capítulo XXV: 167) quien do-
tipo Azteca III alisado naranja simple,
cumentó que las ofrendas de conos de
Rojo Texcoco bruñido rojo monocromo
copal se depositaban en los ayauhcalli3
y Matlatzinca Tardío bruñido negro so-
durante rituales consagrados a Tlaloc y
bre rojo, todos estos usuales en la re-
Chalchiutlicue:
gión al menos desde el siglo
XV
(Murillo,
9
“Otros ministros llevaban en bra-
mas de copal que llevaban y las imágenes de ulli […]”.
zos unos pedazos de copal, hechos
a manera de panes de azúcar, en
También, según el Códice Matritense,
forma piramidal; cada uno de estos
durante la ceremonia del rejuvenecimien-
pedazos de copal, llevaba en la parte
to del maíz Atamalcualiztli4 se ofrenda-
aguda una pluma rica que se llama-
ban en cuerpos de agua objetos cónicos
ba quetzal, puesta a manera de pe-
transportados
nacho, llamábanla a esta pluma
(ibíd.,1974: 65), el candidato idóneo con
quetzalmiyaoaiutl. Estando ordena-
ese aspecto es el copal. Debemos enfati-
dos de esta manera, tocaban las cor-
zar que en el lecho lacustre del lago La
netas y los caracoles, y luego co-
Luna el copal con forma de cono se en-
menzaban a ir por su camino adelan-
cuentra asociado a hojas de maguey
te […] Allegados a la orilla del agua,
(Fig. 1).
en
hojas
de
maguey
el sátrapa, y los otros ministros, que-
Las ofrendas de copal recobradas en el
maban papel en sacrificio, y las for-
volcán corresponden al árbol del géne-
Fig.1. El tonalpohualli regía el culto y las ofrendas en los templos de las montañas.
10
ro Bursera bipinnata, mientras que a
dádivas se depositaran envueltas en
partir del análisis morfológico de las es-
hojas como si fuesen tamales7 (Fig. 2).
pinas apicales y laterales de las pencas
específicamente para ofrendarlas a las
de maguey predominan dos especies:
deidades de los sustentos.
el Agave salmiana Otto ex Salm
Según el padre Toribio de Benavente o
(sinonimia con Agave atrovirens) tam-
Motolinia (2001, Tratado I, Capítulo
bién conocido como maguey manso,
100) las barras o pencas de copal se
maguey de pulque, teometl, o tlaca-
producían específicamente para ofren-
metl5, y el Agave mapisaga Trel deno-
darlas a las deidades de los sustentos:
minado como maguey de penca larga o
“Uey-Tezozthi [...] también ofrecían
maguey de pulque (Montúfar, et. al.,
copalli, que es genero de incienso
2009: 139-46).
que corre de un árbol, el cual en
Los pueblos prehispánicos productores
cierto tiempo del año punzan para
de la resina estaban ubicados en los
que salga y corra aquel licor, y po-
actuales territorios de Morelos y Gue-
nen debajo o en el mismo árbol
rrero que son lugares adecuados para
atadas unas pencas de maguey [...]
el crecimiento de los árboles Bursera
y de ahí caen y se cuajan unos pa-
bipinnata, así que es viable que el co-
nes de manera de la jibia de los
pal consagrado en la montaña haya si-
platero […] Algunos dicen que este
do producido en dichas regiones con
copalli es mirra probatísima. Vol-
las cuales las villas del valle del Matlat-
viendo a la ofrenda digo: que toda
zinco mantenían relativa cercanía y
junta a la tarde llevaban a los tem-
sostenían un fluido intercambio comer-
plos de los demonios y bailábanle
cial6 (Smith, 2003: 63-84).
toda la noche porque les guardase
El copal también se ofrendaba en for-
los maizales”.
VII:
ma de bola, una esfera procedente del
Durante las festividades de Huey To-
lago La Luna aún muestra improntas en
zoztli se efectuaban peregrinaciones a
superficie, así que es factible que estas
los santuarios de las montañas, inclusi-
11
d
Fig. 2. El copal de cono se ofrecía en pencas de maguey como en el lago La Luna
del Nevado de Toluca, fotografías cortesía de SAS-INAH, 2007.
ve algunas villas de la Cuenca de
Además hasta donde sabemos para in-
México la tenían como la gran fiesta de
vocar a las espíritus de la fecundidad y
petición de lluvias consagrada a Tlaloc.
el agua se creaban efigies de copal, co-
Entre los centros ceremoniales que se
mo las que se han encontrado en una
ofrendaban destaca el templo situado
cueva de la Iztaccihuatl (Torres,1967;
en la cima del Monte Tlaloc de Texco-
Navarrete, 1968) y en el lago La Luna
co (Durán, 2006: 81-6), precisamente
del Nevado de Toluca (Guzmán, 1972).
en la entrada de su calzada se han re-
El copal se ofrendaba en las montañas
cobrado fragmentos de barras de copal
para evocar mediante ritos eventos míti-
(Arribalzaga, 2007). Esta situación es-
cos de sequía y fertilidad, la ofrenda es-
tablece un paralelo ritual con las pen-
tablecía un vínculo de comunicación en-
cas de copal depositadas en los lagos
tre los hombres y las entidades sagra-
del Nevado de Toluca (Fig. 3).
das del campo y las montañas, como lo
12
denota esta plegaria dirigida a Tlaloc,
rra» (Sahagún, 1981, libro
que se dedicaba en tiempos de secas
lo VIII: 81-5).
para pedirle agua:
VI,
capítu-
No obstante, no debemos pensar que todo
el copal que se ofrendó en los cerros fue
«¡Oh señor nuestro humanísimo, y
consagrado a Tlaloc, ya que los montes
liberal dador y señor de las verduras
también fueron espacios de culto de las
y frecuras, y señor del paraíso terre-
deidades femeninas del maíz e inclusive
nal, oloroso y florido, y señor del in-
de Tezcatlipoca en su faceta de dador y
cienso y copal¡ ¡Ay dolor, que los
supresor de lluvia, citemos el Proceso del
dioses del agua vuestros sujetos se
Santo Oficio contra Mixcoatl y Papalotl,
han recogido y escondido en su re-
indios, por hechiceros de 1537 donde a
cogimiento –los cuales suelen dar las
Andrés Mixcoatl se le acusó de hacer en-
cosas necesarias, y son servidos con
cantamientos para echar las nubes y que
ulli y con yauhtli y con copal- y deja-
no lloviese mediante el humo de copal y
ron escondidos todos los manteni-
con la autoridad de Tezcatlipoca. Además
mientos necesarios a nuestras vidas¡
la lectura alterna de la trecena “1 Lluvia”
[…]
de los tonalamatl daba pauta a los rituales
Con gran suspiro y angustia de mi
de petición de lluvia consagrados a esa
corazón llamo, y ruego a todos los
deidad en los montes (Murrillo, 2010: 190-
que sois dioses del agua, que estáis
210).
en las cuatro partes del mundo,
Finalmente según consta el Códice de la
oriente, occidente, septentrión y aus-
Cruz-Badiano el copal sumergido en agua
tro.
se utilizaba con fines terapéuticos, particu-
Y todos lo que habitáis en las cavi-
larmente contra padecimientos vinculados
dades de la tierra, o en el aire, o en
con los tlaloque y Tezcatlipoca como: el
los montes altos, o en las cuevas
“mal del aire o mal de viento obscuro”, el
profundas, que vengáis a consolar a
hipo, las úlceras cutáneas, las las aspere-
esta pobre gente y a regar la tie-
zas de la piel, la sarna o cabeza tiñosa y
13
Fig. 3. Copal hallado en el Nevado de Toluca.
Fotografías cortesía de subdirección de Arqueología Subacuática-INAH, 2007.
las heridas de rayo por mencionar solo
NOTAS:
algunos males. Se puede inferir que es-
1- Documentos donde se plasmaban los
ta resina compartía la carga energética
componentes del tonalpohualli una cuenta
de la esencia anímica o tonalli de las
calendárica que usaba veinte trecenas pa-
deidades de las montañas, por lo tanto
ra conformar un ciclo de 260 días. El uso
los objetos ceremoniales como el agua
del tonalpohualli implicaba una lógica míti-
de monte en contacto con copal junto
ca que evocaba mediante ritos los espa-
con los periodos de culto en los santua-
cios de la geometría sagrada; la distribu-
rios de montaña, se concebían como
ción espacial que ofrecía reflejaba un or-
contextos de índole espacio-temporal
den matemático del cosmos en el cual los
adecuados para que las deidades sana-
eventos del universo se concebían con
ran a los enfermos, esa percepción se
carácter cíclico; asimismo, mostraba cómo
mantuvo aún durante el virreinato de la
intervenían los dioses sobre diferentes as-
Nueva España (Serna, 1987, Capítulo
pectos de la vida de los hombres y sus
II,
influencias que llegaban a la tierra en con-
6°: 293).
textos espacio-temporales; además seña-
14
laba los rituales a practicar y las ofren-
habitualmente en hojas de maíz, ma-
das a entregar acorde a los momentos
guey, plátano, aguacate, entre otras;
del tiempo deificado.
podían llevar o no relleno de carne, chi-
2- Cuando la resina ha sido expuesta a
les, verduras y/o frutas. Los tamales se
altas temperaturas se le conoce como
consideraban una ofrenda adecuada pa-
“copal cristalizado”.
ra entregar a las deidades proveedoras
3-Templos consagrados al maíz, el
de los sustentos y a los cerros (Sahagún,
agua y la niebla que se erigían en mon-
1981, Libro II, Capítulo XXXII: 200).
tes y/o cerca de cuerpos de agua como
manantiales y lagos (González, 1972).
Bibliografía
4- Que se conmemoraba cada 8 años
Arribalzaga Tobón, Víctor Manuel.
2007 «Informe del Proyecto Arqueológico
Cerro Tláloc. Temporada de campo
2007», en Archivo Técnico de la Coordinación Nacional de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia
(INAH), México.
para consagrar ofrendas a las deidades
del agua y los sustentos como Tezcatlipoca, Tlaloque, Tezcatzoncatl y Chicomecoatl por mencionar sólo algunos.
5- Al cual se le concebía como una de las
plantas sagradas de Tlaloc (Montúfar,
2006).
Benavente, fray Toribio de.
6-Tlachco y Tepecacuillco aportaban ca-
2001 Historia de los Indios de la Nueva-
da 80 días 8,000 pellas o bolas de copal
España., Ed. Dastin, España.
envueltas en hojas de maíz (Matricula de
Tributos, 1991: 123), esto nos permite
Códice Borgia.
1995 Los templos del cielo y de la oscuri-
vislumbrar el volumen de producción de
la mercadería.
dad: Oráculos y liturgia. Libro explicativo
7- Del náhuatl tamalli que significa en-
del llamado Códice Borgia, [Códices
vuelto, alude a un nombre genérico dado
mexicanos V], introducción y explicación
a varios platillos de origen prehispánico
de Ferdinan Anders, Maarten Jansen y
elaborados con masa de maíz, envueltos
Luis Reyes García, Madrid, Sociedad Es-
15
tatal Quinto Centenario / Akademische
Druck und Verlagsanstalt, Graz / FCE,
México / Austria.
Códice de la Cruz-Badiano.
1991 Libellus de medicinalibus indorum
herbis. Manuscrito azteca de 1552, escrito por Martín de la Cruz / Juan Badiano (traductor), versión española con
estudios y comentarios por diversos
autores, 2 vols., editado por FCE / Instituto Mexicano del Seguro Social, México.
Códice Matritense, Primeros Memoriales.
Ver Sahagún, 1974.
Colín, Mario.
1965 Toluca, crónicas de una ciudad,
(antología), Biblioteca Enciclopédica del
Estado de México, Toluca, México.
Duran, fray Diego.
2006 Historia de las Indias de Nueva
España e Islas de la Tierra Firme, ed.
Porrúa, 2 vols., México.
González Torres, Yólotl.
1972 «Ayahucalco (En la casa de la
niebla)», en Boletín INAH, INAH / SEP,
Época II Abril – Junio, Núm. 1, México,
pp. 33-4.
Guzmán Peredo, Miguel.
1972 «Arqueología subacuática», en Artes de México, Núm. 152, México.
Matrícula de Tributos.
1991 Matrícula de Tributos. Nuevos estudios, editado por SHCP, México.
Montero García, Ismael Arturo; Junco
Sánchez, Roberto.
2009 «Informe del Proyecto de Arqueología Subacuática en el Nevado de Toluca 2007», en Archivo Técnico de la Coordinación Nacional de Arqueología del
Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), México.
Montúfar López, Aurora.
2006 «La flora sagrada de Tenochtitlán:
propuesta para una nueva sala del Museo del Templo Mayor», en Arqueología
e historia del Centro de México. Homenaje a Eduardo Matos Moctezuma, L.
López Luján, D. Carrasco y L. Cué
(Coord.), editado por INAH, México.
Montúfar López, Aurora y Torres Montúfar, Alejandro.
2009 «Las plantas rituales», en Aguacelestiales. Nevado de Toluca, A. Montero,
P. Luna y R. Junco (coord.), editado por
SAS / INAH, México.
Murillo Soto, Osvaldo Roberto.
2010 Nevado de Toluca. Arqueología en
alta montaña, tesis de licenciatura en
16
arqueología, Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), México.
Navarrete, Carlos.
1968 «Dos deidades de las aguas modeladas en resina de árbol», en Boletín
INAH, Núm. 33, Septiembre, editado por
INAH, México, pp. 39-42.
Proceso del Santo Oficio contra Mixcoatl
y Papalotl, indios, por hechiceros.
2002 En Procesos de indios idólatras y
hechiceros, TOMO III, Publicaciones del
Archivo General de la Nación, México.
Sahagún, fray Bernardino de.
1980 Códice Florentino. Manuscrito 21820 de la colección Palatina de la Biblioteca Medicea Laurenziana, ed. facsimilar, 3 vols., Gobierno de la República/
Archivo General de la Nación, México.
1981 Historia General de las Cosas de
la Nueva España, Ed. Porrúa, Sexta
edición, México.
Serna, Jacinto de la.
1987 «Manual de ministros de indios
para el conocimiento de sus idolatrías, y
extirpación de ellas», en El alma encantada, editado por FCE, México.
Smith, Michael E.
2003 «Comercio durante el Posclásicode la cerámica decorada: Malinalco, Toluca, Guerrero y Morelos», en Arqueología, editado por CONACULTA-INAH, Segunda época, Núm. 29, Enero-Abril,
México.
Torres Montes, Luis A.
1967 «Estudio radiográfico de ofrendas
de copal», en Boletín INAH, Núm. 28,
Junio, editado por INAH, México.
Torquemada, fray Juan de.
1969 Monarquía Indiana, Ed. Porrúa,
México.
1974 Primeros Memoriales, Textos en
náhuatl, traducción directa, prólogo y
comentarios por Wigberto Jiménez Moreno, INAH / SEP / Consejo de Historia,
Colección Científica Núm. 16, Historia,
en ocasión del XLI Congreso Internacional de Americanistas, México.
17
REFLEXIONES EN TORNO A CIERTOS ATAVÍOS
REPRESENTADOS EN DINTELES MAYAS
América Malbrán Porto
A
lo largo de la historia mesoamericana las conchas han tenido un uso y significación muy amplio, tal vez uno de los más difundidos ha sido y sigue
siendo el ornamental. Podemos suponer que en los inicios el hombre aprovechó su
forma y color natural sin necesidad de hacer gran cantidad de alteraciones. Poco a
poco se fueron encontrando nuevas posibilidades para este material con lo que se
crearon piezas variadas como cuentas o pendientes que permitían ensartarlas y modificarlas para lograr nuevas formas, con ello surgió el artesano que posiblemente se
instaló en los lugares cercanos a los ríos y costas donde se podía abastecer del material adecuado con mayor facilidad.
La recolección de moluscos supone una serie de actividades que implican un conocimiento amplio del ambiente en que se desarrolla este tipo de animal. Se hace necesaria la presencia de buzos que lleven a la superficie los moluscos, ya sea para el consumo de su carne o para la elaboración de objetos suntuarios y de uso cotidiano, como es el caso de recipientes y cucharas, tan característicos en las sociedades caribeñas o herramientas de labranza y armas de defensa (Tabío y Rey, 1979; Suárez,
1977).
La difícil obtención de las especies probablemente ocasionó que fueran considerados
objetos valiosos, además de su asociación con el mar, que en diversas culturas es
una de las entradas al inframundo, tal vez se deba a esto que en muchos casos la posesión de estos elementos sirviera para establecer diferencias sociales.
18
Este objeto multifacético se ha utilizado
lizaban en la elaboración de sus joyas,
como marcador social, como unidad de
como mencionan algunos cronistas.
trueque e intercambio haciendo las ve-
Es lógico suponer que, debido a su ori-
ces de moneda; ha servido para la fabri-
gen marino y, por consiguiente, misterio-
cación de instrumentos musicales y se
so, los mayas las vincularan con
ha triturado como desgrasante en la ma-
agua, con el inframundo y con la muerte,
nufactura de cerámicas o como compo-
aunque también la encontramos relacio-
nente en los cementantes y argamasas
nada con otros simbolísmos como son el
de cierto tipo de construcciones.
nacimiento, los linajes y ciertas deidades
A partir de lo anterior es posible inferir
(Malbrán Porto, 1995).
que durante la época prehispánica debió
Puede ser que la relación de las conchas
existir una verdadera industria de la con-
con los linajes influyera en el hecho de
cha, lo que implicaría el conocimiento y
que éstas fueran utilizadas como joyas
manejo de una adecuada tecnología y
preciosas por los señores pertenecientes
un alto grado de especialización en el
a la nobleza maya. Cierto o no el hecho
trabajo; esto involucra, desde luego, la
es que la concha era apreciada por los
existencia de hombres dedicados a la
nobles como ornamento en sus atuen-
obtención y manufactura de los materia-
dos, mismos que en las representaciones
les así como de talleres con artesanos
pictóricas y escultóricas, poseen una evi-
de tiempo completo.
dente carga simbólica. Al respecto, Lan-
el
La asociación directa de la concha con
da menciona que los señores se adere-
el agua la llevó a adquirir, dentro de la
zaban con ciertas conchas coloradas
cosmovisión mesoamericana, una es-
(Landa, 1986:39), probablemente se tra-
pecial importancia ritual y simbólica; y
taba de objetos de la especie Spondylus,
es precisamente debido a estos atribu-
usadas a manera de collares, pulseras,
tos que haya sido un material altamente
cinturones, orejeras, narigueras, en los
estimado por los mayas, quienes la uti-
tocados y como aplique de los vestidos
19
Fig. 1. Representación de señores ricamente ataviados con collares de conchas
Estructura 1, Cuarto1, Bonampak. Tomado de De la Fuente, 1998.
(Schele, 1992:66-71) (Fig.1). Un ejem-
se pueden apreciar en dinteles de Yax-
plo de esto último nos lo proporciona el
chilán y Bonampak, siempre asociados
hallazgo, realizado en Tula, de una
con escenas vinculadas a la guerra, ya
“coraza” ritual elaborada a base de pen-
sea en preparativos previos, durante
dientes de Spondylus y caracoles del
una batalla o rituales posteriores. Por lo
género Oliva. Si bien este atuendo se
mismo es probable que las conchas
encontró en una zona alejada del área
también estuvieran relacionadas con las
maya, es interesante el parecido que
actividades bélicas y los ritos previos a
tiene con algunas representaciones que
ella.
20
A través del registro arqueológico y los
De estas ciudades, Yaxchilán pareciera
estudios epigráficos, hoy sabemos que el
ser una de las más belicosas, a partir de
Clásico Tardío fue un período de crisis
la gran cantidad de combates, cautivos y
políticas y sociales que llevaron al surgi-
sacrificios relatados en sus monumentos.
miento de ciudades militaristas como
Y es precisamente en ellos donde apare-
Yaxchilán, Bonampak, Toniná, Piedras
cen representaciones de vestimentas si-
Negras o Dos Pilas (Brokman, 1996:71).
milares a la de Tula. Un ejemplo de esto
El hecho de que abunden las representa-
es el dintel 26, de la estructura 23, donde
ciones de tipo bélico o militarista durante
encontramos la imagen del gobernante
esta etapa no implica que anteriormente
Escudo Jaguar preparándose para ir a la
no hubieran existido campañas guerre-
guerra; son varios los autores que han
ras. La interrogante es, entonces, por
interpretado que la “armadura” que lleva
qué no fueron representadas como regis-
el personaje está acolchonada y elabora-
tro histórico. Es evidente que se trata de
da con algodón o plumas de manera si-
un cambio en la cosmovisión lo que im-
milar a los xicollis utilizados por los gue-
plica otra forma de contar la historia y
rreros del centro de México (Schele, Op.
legitimar el poder, para lo cual ya no bas-
cit: 211; Marquina:684), sin embargo, es
tan las alianzas y los matrimonios políti-
probable que dadas las características
cos. Entonces los gobernantes mayas
de esta coraza bien pueda estar formada
necesitaron erigir monumentos que con-
por pequeñas placas de concha cosidas
memoraran sus victorias como guerre-
a la tela (Fig. 2).
ros; estas construcciones son las que
Otra representación de este tipo de co-
nos hablan de la importancia y el signifi-
raza la tenemos en el dintel 41 (Fig. 3)
cado que tuvo la guerra, a través de los
donde aparece Pájaro Jaguar realizando
atavíos, armas y demás objetos que por-
un ritual previo a la batalla y ataviado de
tan los señores y gobernantes (Schele,
forma similar a
1990:210).
guar en el dintel 26, la única diferencia
21
su padre, Escudo Ja-
es el pectoral con la representación de
za, el atuendo cuelga sobre el pecho a
un jaguar, que tal vez tenga relación con
manera de peto, que se coloca alrede-
el linaje familiar. Este relieve es compa-
dor del cuello cubriendo el pecho y a
ñero del dintel 8 (Fig. 4), aquí volvemos
medida que baja hacia las piernas se va
a encontrar a Pájaro Jaguar vestido de
adelgazando hasta rematar en un nudo
la misma manera realizando una con-
de un material diferente, probablemente
quista. En este caso el gobernante apa-
se trata de la tela a la que van cosidas
rece completamente de perfil lo que nos
las placas de concha.
permite observar que más que una cora-
En el dintel 16, nuevamente vemos a
Pájaro Jaguar vestido para el combate,
portando una lanza y un escudo flexible y
con un peto de concha similar, en este caso no lleva el pectoral de jaguar (Fig. 5).
Tanto el dintel 26 como los 16, 41, y 45
nos permiten observar claramente la forma de las placas que conforman el peto,
estas son semicirculares y en la parte inferior aparecen dos marcas similares a las
costillas radiales de los bivalvos (Fig. 6).
Es probable que este tipo de vestido estuviera reservado para los gobernantes
quienes lo usarían en los ritos previos a la
guerra y en el combate. Imágenes de este
tipo las encontramos en los dinteles 1 y 12
en los que el personaje central vuelve a
Fig. 2. Gobernante Escudo Jaguar
preparándose para ir a la guerra.
Dintel 26 de Yaxchilán
Redibujado de Schele y Miller 1992.
ser Pájaro Jaguar como vencedor de alguna batalla.
22
Fig. 4. Pájaro Jaguar vestido de la misma
manera realizando una conquista.
Dintel 8 de Yaxchilán
Tomado de Schele y Miller, 1992.
Fig. 3. Gobernante Pájaro Jaguar realizando
un ritual previo a la batalla.
Dintel 41 de Yaxchilán
Tomado de Schele y Miller, 1992.
En Bonampak hay dos representaciones
en dinteles de lo que podrían ser petos
similares a los de Yaxchilán. El primero de
estos es el 1 donde se observa un personaje que sostiene una lanza frente a un
cautivo al que sujeta por el cabello (Fig.
7). De acuerdo con Mathews, se trata del
gobernante Chan Muwan, el otro es el dintel 2 (Fig. 8) en el que está grabado un
personaje de Yaxchilán al que se le denomina como descendiente de Escudo Jaguar, quien obtiene una victoria cuatro
días antes que Chan Muwan. Al parecer
este tipo de atuendo era frecuente en la
región del Usumacinta, donde se ha localizado en otros sitios, además de los men-
23
Fig. 5. Dintel 16, Pájaro Jaguar vestido para
el combate
Tomado de Schele y Miller, 1992.
Fig. 6. Detalle de una coraza donde se aprecian las
marcas que pudieran representar la sección de un bivalvo. Dibujo y foto de la autora.
en los cuales de alguna manera se los
sacralizaba. Tal vez al poseer esta fuerte
carga simbólica y al ser portado por el
gobernante, que al combinar las funciones sacerdotales con las de la realeza, y
al tener la capacidad de acercarse a la
divinidad llegaba a infundir mayor valor a
los guerreros durante la campaña.
Consideramos que la fragilidad de las
placas de conchas no debió servir de
gran protección al portador de la coraza
durante una escaramuza. Por lo mismo,
esta protección debía estar dada por la
Fig. 7. Dintel 1 de Bonampak
Tomado de Pérez Campa y Rosas Kifuri
sacralización del ritual al que se asocian
las conchas como elementos simbólicos
24
Fig. 8. Dintel 2 de Bonampak
Tomado de Pérez Campa y Rosas Kifuri, 1987.
Autónoma de México. México.
ligados con el inframundo y sacrificio, al
igual que en las campañas bélicas don-
Fernández de Oviedo, Gonzalo.
1945 Historia general y natural de las Indias, Islas y Tierra Firme del mar Océano.
4 Vols. Editorial Guaranda; Paraguay.
de el glifo utilizado para indicar una acción guerrera entre ciudades es el denominado concha estrella.
Bibliografía
Brokman, Carlos.
1996 “Armamento y organización militar
de los mayas”. En: Arqueología Mexicana. Vol. IV. Nº 19. Mayo-Junio. México.
pp. 66-7.
De la Garza (ed.).
1998 La Pintura Mural Prehispánica en
México: área maya. Instituto de Investigaciones Estéticas, Universidad Nacional
Graham, Ian.f
1986 Corpus of maya hieroglyphic inscription. Peabody Museum of Archaeology
and Ethnology. Harvard University. Peabody Museum Press.
Landa, Fray Diego de.
1986 Relación de las cosas de Yucatán.
Editorial Porrúa. México.
Malbrán Porto, América
25
1995
Las ofrendas de concha de
Xcaret, Quintana Roo. Análisis del material malacológico de un sitio maya en el
Estado de Quintana Roo. Tesis de Licenciatura.
ENAH, México.
Tabío, Ernesto E. y Estrella Rey.
1979 Prehistoria de Cuba. Editorial de
Ciencias Sociales. Ciudad de La Habana,
Cuba.
Marquina, Ignacio.
1990 Arquitectura prehispánica. Memorias del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Versión facsimilar de la
edición de 1951. INAH-SEP. México.
Pérez Campa y Kifuri Rosas.
1987 “Dos nuevas piedras labradas de
Bonampak”. En: Memorias del Primer
Coloquio Internacional de Mayistas (510 de agosto de 1985) UNAM. México
pp. 749-773.
Schele, Linda y David Freidel.
1990 The untold story of the ancient
maya. Quill William Morrow, New York.
Schele, Linda & Mary Ellen Miller.
1992 The blood of kings, dynasty and
ritual in maya art. Thames and Hudson.
London.
Suárez Diez, Lourdes.
1977 Tipología de los objetos prehispánicos de concha. Colección Científica Nº
54. INAH. México.
26
UNA PINTURA DE TLALOC EN EL CAÑÓN EL SUMIDERO
Enrique Méndez Torres
S
i bien el estado de Chiapas se reconoce por su riqueza en biodiversidad y llama la atención por el grupo maya que se desarrolló en la época prehispánica,
también es sabido que no fue la única alta cultura que se desarrolló aquí. En la parte
sur de la Depresión Central Chiapaneca (Número 3 en figura 1) el río Grijalva, que nace en los Cuchumatanes guatemaltecos, atraviesa este espacio de sureste a noroeste
y se abre paso por el macizo montañoso de las Montañas del Norte (Número 6 en figura 1) por una falla geológica conocida popularmente como Cañón el Sumidero.
Fig.1. El río Grijalva, sirvió como medio de comunicación entre poblaos asentados en la depresión central chiapaneca, donde el actual poblado de Chiapa de Corzo fungió como un centro
mercantil de gran importancia para las cultura zoque, principalmente y para la chiapaneca.
27
Este río fue de gran trascendencia en
En 1486 arriban los ejércitos mexicas,
época prehispánica por el hecho de ser
quienes intentan conquistar la región.
navegable y porque pasaba por varios
Después de sujetar a los zoques para exi-
pueblos de filiación cultural mixe zo-
girles tributo se enfrentan a un enemigo
queana, en el Preclásico.
imposible de subyugar, los chiapas, por lo
Un poblado zoque muy importante fue
que regresan a la costa del Pacífico, en su
el actual Chiapa de Corzo, como centro
marcha para conquistar el Soconusco e
comercial redistribucional para varias
internarse en la sierra guatemalteca (de
regiones: hacia el sureste a los Cuchu-
Vos, 1994). A este respecto nos dice Ber-
matanes guatemaltecos; al sur y suro-
nal Díaz del Castillo:
este a la costa del Pacífico hacia lo que
Y esto digo porque jamás México lo
ahora es Occidente o Centroamérica; al
pudo señorear, porque en aquella
noreste hacia Ixtapa de la Sal, San
sazón era aquella provincia muy po-
Juan Chamula, Toniná, Palenque, La-
blada, y los naturales de ella eran en
gartero o Chincultik; al norte al impor-
gran manera belicosos y daban gue-
tante puerto de Cachula y de ahí seguía
rra a sus comarcanos, que eran los
por el Grijalva, río abajo, hasta el Golfo
de Zinacantán, y a todos los pueblos
de México para aprovechar las vías
de la lengua quilena y así mismo a
marítimas para Veracruz o a la intrinca-
todos los pueblos que se dicen los
da red comercial marítima y terrestre de
zoques, y robaban y cautivaban a la
lo que ahora es la Península de Yu-
contina otros pueblezuelos donde
catán (Navarrete, 1973; Lee, 1978;
podían hacer presa, y con los que
Méndez, 2006).
ellos mataban hacían sacrificios y
Por el año 700 d.C. llegan a esta región
hartazagas
los chiapanecas y se apoderan de la
(Díaz del Castillo, 1979:137)
capital zoque, Chiapa de Corzo, sojuz-
En 1523, tras la conquista de México-
gando a sus habitantes, a quienes man-
Tenochtitlan llegan los conquistadores
tienen cautivos para que se encarguen
españoles acompañados por los ejércitos
de los sembradíos y servicios persona-
mexicas y tlaxcaltecas, así como gente
les de los conquistadores.
procedente del Golfo a sojuzgar de nue-
28
vo a los Chiapa, con la visión expansio-
des de piedra caliza, protegidas por te-
nista de los grupos europeos preocupa-
chos extraplomados, para plasmar gráfi-
dos por implantar otras deidades y con-
camente parte de su ideología, a través
trolar los bienes comerciales. El mismo
de más de 90 grafismos donde predomi-
Bernal nos comenta:
na el color rojo sobre el verde, blanco y
Y fuimos abriendo caminos nuevos
negro (Méndez 2005, 2010). El extenso
el río arriba, que venía de la po-
corpus pictórico que hay en esta parte
blazón de Chiapa, porque no había
del cañón suele ser más sencillo, trazos
camino ninguno, y todos los rededo-
curvos, manchas de los pinceles o bro-
res que estaban poblados habían
chas.
gran miedo a los chiapanecas, por-
El primer gran conjunto de pinturas está
que ciertamente eran en aquel tiem-
dividido en cinco paneles donde podemos
po los mayores guerreros que yo
encontrar impresiones de manos (al positi-
había visto en toda la Nueva Espa-
vo, al negativo y una mano pintada), figu-
ña, aunque entren en ellos tlaxcalte-
ras fitomorfas, líneas rectas y curvas,
cas y mexicanos, ni zapotecas ni
círculos al positivo y negativo, unos proba-
mixes.
bles numerales y manchas de pintura. La
(Díaz del Castillo, 1979:136-137)
que nos llama en esta ocasión la atención
En la época Colonial unos cuantos es-
es la de un rostro, que al parecer repre-
pañoles se asientan en el actual Chiapa
senta a Tlaloc (López Austin, 2006, comu-
de Corzo, siendo la mayoría de la pobla-
nicación personal).
ción indígenas Chiapas quienes muy
Esta imagen se encuentra en el panel de-
pronto asimilarían la cultura católica es-
nominado número 5
pañola junto con su ideología prehispá-
mano, a aproximadamente 1.60 cm. del
nica.
piso, en este caso los trazos no están tan
Así, con este vasto antecedente del ba-
bien definidos como en otros grafismos.
gaje cultural de la región, encontramos
La
que a la entrada del Parque Cañón El
más gruesa que en los demás, la impronta
Sumidero, la gente aprovechó las pare-
no es firme y la pintura parece más diluida
29
y queda muy a la
escobilla o pincel empleada resulta
de lo normal. La figura tiene unas dimen- condiciones y el motivo pictórico corre el
siones máximas de 58 cm. de ancho por riesgo de ser mutilado por un desprendi43 cm. de altura; está compuesta por un miento de roca; desgraciadamente la boca
par de órbitas oculares con puntos al in- y parte del rostro están divididos por una
terior simulando los ojos, un labio superior junta de estratos calizos, que con el tiemde donde salen dos dientes frontales y po se ha venido exfoliando.
dos incisivos, este rostro está limitado por Poniéndole atención a esta parte de la
un rectángulo que en conjunto delimitan el boca se pueden observar, ya procesada
rostro de la deidad acuática Tlaloc (Fig. la imagen con el programa computacio2).
nal D-Streatch, que los incisivos tienen
El soporte de roca caliza está en malas
Fig. 2. Panel 5 donde se ubica un rostro Tlaloc en la pared del cañón del Sumidero.
Foto Enrique Méndez, 2010.
30
una ligera curva y se ha representado
Sonal).
una curvatura interna simulando la bigo-
Otro inconveniente lo encontramos con
tera característica del dios del agua
los pocos materiales cerámicos que se
(Fig. 3).
han localizado en este espacio, ya que
Esta imagen queda cercana al río Grijal-
tampoco son lo suficientemente diagnósti-
va y no es la primera vez que este tipo
cos como para sugerir una fecha.
de diseño icónico se representa cerca
Respecto al estilo, el problema en esta
de un cuerpo de agua.
parte del actual estado chiapaneco es la
En el 2004 se tomaron muestras para
falta de trabajos de investigación y catálo-
fechar la pintura, por Aceleración de Ma-
gos que aborden la pintura rupestre, a pe-
sa Espectromagnética (AMS), pero des-
sar de que contamos con la recopilación
graciadamente los resultados no fueron
hecha por Pincemin (1999), en ésta no
favorables y no se pudo datar por éste
se encuentra otra imagen de este numen.
medio (Acosta, 2008, comunicación per-
Fig.3. Detalle de los colmillos, resaltados tras procesar la imagen con el programa D-Streatch.
31
Debido a que distintos grupos culturales
ocasiones se puede confundir con las
pasaron por éste espacio resulta difícil
anteojeras del dios solar nocturno de los
asignar una filiación cultural para el ca-
mayas. En cuanto a la bigotera no siem-
so de esta pintura, pues si bien la ima-
pre está bien definida, como es el caso
gen de Tlaloc no es muy difundida ni
de la pintura de nuestro tema.
venerada en territorio mixe-zoque y
Lo que sí nos queda claro es que esta
chiapaneco, son muy pocos los ejem-
deidad tuvo proliferación para la época
plos que se tienen de ella.
del Clásico y pudo haber llegado a me-
En cerámica hay representaciones de
diados de éste periodo a la región.
un personaje de anteojeras y en algunas
En la zona maya se tiene bien definido
Fig. 4. Una olla Tlaloc miniatura y dos fragmentos, recuperados por Carlos Navarrete del interior de la cueva El Chorreadero. Imagen tomada de Navarrete, 1966.
32
este icono, no así en el territorio chiapa-
representaciones
icónicas
de
Tlaloc
neco y mucho menos en el zoque.
hacia la parte central del actual estado
En cuanto a las deidades del agua, que
de Chiapas fuera del territorio maya, de
tuvieron los zoques y los chiapanecas
ahí la importancia de la pintura del
se sabe muy poco, de las fuentes de pri-
Cañón del Sumidero.
mera mano Aramoni (1999) rescata
unos autos inquisitoriales donde se comenta que los indios chiapas adoraban
al rayo y lo llamaban Nututí, al igual que
a las lluvias y al río, que nombraban
Bibliografía
De Vos, Jan.
1994 Chiapas en el momento de la conquista. En Arqueología Mexicana. Vol. II.
Nandada y que para celebrarlo iban a
Núm. 8. Editorial Raíces. México.
lugares cercanos al río y cuevas a hacer
sus ofrendas y sacrificio.
Al respecto Navarrete recuperó de una
cueva cercana, donde sale un chorro de
agua formando una cascada, unas pequeñas ollas Tlaloc (Fig. 4 ), esta cueva,
conocida como El Chorreadero, ha sido
un espacio de culto por los grupos prehispánicos y hasta la actualidad sigue
en función, tanto la cueva como las pozas que se forman cerca de la caída.
Aunque la imagen iconográfica de Tlaloc
es muy común en el centro de México y
algunos espacios de la cultura maya, no
se tiene mucha evidencia de su presencia entre los grupos zoques y chiapanecos y estos son unos pocos ejemplos de
Díaz del Castillo, Bernal.
1979 Historia Verdadera de la Conquista
de la Nueva España. PROMEXA Editores.
Tomo II. México.
Lee Whiting, Thomas Arvol.
1978 The historical routes of Tabasco
and northern Chiapas and their relationship to early Mesoamerican Cocultural
developments in central Chiapas. En
Communications Routes and Contacts.
Papers of the NWAF, N° 40, BYU,
Provo, Utah.
Navarrete Cáceres, Carlos.
33
1973 El sistema prehispánico de comu-
El Sumidero” en la V Semana de Antro-
nicaciones entre Chiapas y Tabasco.
pología de la Montaña llevada a cabo el
Anales de antropología Vol. X. México.
29 de abril del 2010 en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. México.
1966 The Chiapanec History and cultura. Papers of the New World Archaeological Foudation. N° 21. New World Ar-
Pincemin Deliberos, Sophia.
chaeological Foudation. Brigham Young
1999 De manos y soles. Estudio de la
University. Provo, Utah. EEUU.
gráfica rupestre en Chiapas. UNICACH.
México.
Méndez Torres, Enrique.
2005 “La gráfica rupestre en torno al
Cañón El Sumidero.” En el Primer Simposio Nacional sobre Representaciones
Rupestres el 15 de noviembre del 2005
en el Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM. México.
2006 “Redes de comercio prehispánico
de la Depresión Central de Chiapas”.
Ponencia presentada en el V Encuentro
de estudiantes de Antropología social el
9 de febrero del 2006 en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. México.
2010 “Los espacios sacros en los alrededores de Tuxtla Gutiérrez y el cañón
34
SESIONES DEL SEMINARIO
Miembros del seminario Tras las Huellas
de Tláloc en Mesoamérica
Dr. Daniel Flores Gutiérrez
Mtra. Isabel Mercado Archila, Dra. María
Elena Ruiz Gallut y Lic. Bruno Daniel Díaz
Dr. Jorge Angulo y Dr. Francisco Villaseñor
35
Invitación a publicar
Se invita a todos los investigadores interesados en temas relacionados con Tlaloc y
demás deidades de la lluvia y la fertilidad
a enviar sus artículos de no más de 8
cuartillas.
Las imágenes se enviaran por separado
en resolución de 300dpi. Se aceptará un
máximo de 8 imágenes.
Para entrega de originales se siguen las
normas de la revista Anales IIEs
Toda correspondencia deberá dirigirse a
la Dra. María Elena Ruiz Gallut al Instituto
de Investigaciones Estéticas, Circuito Mario de la Cueva,
s/n. Ciudad Universita-
ria, C.P. 04510, México D.F. Tel. 56227547 Fax. 5665-4740.
De igual manera los artículos podrán mandarse a las siguientes direcciones electrónicas:
[email protected];
[email protected].
36