La idea de Estado Nacion

La idea de Estado-Nación, como configuración diacrónica del concepto de Estado Moderno, a partir del siglo XVIII, en el esplendor de una época que promovía nuevos imaginarios y por lo mismo cambios estructurales en el orden social, político y económico; surge con la intención de integración nacional, construida sobre elementos identitarios, así, podríamos recurrir a la definición de Nación que propone Smith Anthony: “Comunidad humana con nombre propio que ocupa un territorio propio y posee unos mitos comunes y una historia compartida, una cultura pública común y un sistema económicos únicos” El Estado-Nación comienza a formarse principalmente al inicio de la modernidad europea, con la finalización del feudalismo, la monarquía y el nacimiento de la característica familia burguesa europea. Esta nueva clase emergente convocaba a un ambiente revolucionario en Occidente, propicio para el fortalecimiento de los ideales políticos del liberalismo en favor de los individuos y las necesidades establecidas desde el patrón de poder fundado en la colonialidad. En Colombia, su configuración ha venido gestándose desde el siglo XVIII donde han tenido lugar en sus diferentes cartas de derecho sus componentes como son Gobierno, Territorio, Nación y Soberanía. Sin embargo, en la Constitución Política de 1991, se evidencia un cambio en el discurso que da al Estado de Derecho, un carácter de Estado Social de Derecho que sienta las bases para una nueva organización política, social, económica y cultural del país, fundada en principios de solidaridad y pluralismo. No obstante, la bondad discursiva en la que se sustentan los ideales del Estado-nación, sus estructuras que son de estirpe europea, no encajan con las características latinoamericanas que corresponden a comunidades plurales y diversas, cuya orientación no puede determinarse bajo un mismo orden, de suerte que esta lógica tiende a la homogenización cultural, lo que significa materialmente una construcción hegemónica. El nacionalismo latinoamericano fue concebido y actuado desde una perspectiva eurocéntrica de estado-nación y nacionalismo, como una lealtad a una identidad establecida o asumida por los beneficiarios de la colonialidad del poder, al margen y no pocas veces en contra de los intereses de los explotados/dominados colonial y capitalistamente (Quijano,1997). En términos de Boaventura de Soussa, el Estado liberal moderno es la construcción política de la descontextualización moderna del mundo de vida. En la ciencia o en el derecho lo universal es lo que es válido independientemente del contexto. La credibilidad de lo universal es fortalecida por metáforas de homogeneidad, igualdad, atomización, indiferenciación. Las dos más importantes son la sociedad civil y el territorio nacional. La primera nivela las poblaciones; la segunda, el espacio geopolítico. Las dos se corresponden, pues solamente gente indiferenciada puede vivir en un espacio indiferenciado. Este tipo de construcciones ideológicas eurocéntricas deben ser repensadas y recontextualizadas desde los sentires latinoamericanos que son tan distintos a los de la Sociedad Moderna Occidental; es preciso en este sentido, luchar por una nueva concepción estatal que privilegie la defensa de la identidad cultural y el fin de la discriminación social, sobre todo de aquellos que representan minorías. El Estado Plurinacional: una opción de refundación estatal En el contexto latinoamericano, la refundación del Estado pasa en algunos casos por el reconocimiento de la Plurinacionalidad (Sousa Santos, 2010). La Plurinacionalidad es una demanda por el reconocimiento de otro concepto de nación, la nación concebida como pertenencia común a una etnia, cultura o religión. (Sousa Santos, 2010). El sentido de la refundación es un reclamo gestado principalmente desde las comunidades indígenas latinoamericanas, víctimas del poder hegemónico eurocéntrico, que determina el modelo instaurado de Estado-Nación. El reconocimiento de la Plurinacionalidad, comporta la defensa por la existencia y permanencia de estas minorías étnicas, en el sentido que les permite autogobernarse y autodeterminarse como colectividades que son, atendiendo a su cosmovisión y sus particularidades. No obstante, este avance que sugiere el reconocimiento de un Estado Plurinacional, el autogobierno y autodeterminación de estas minorías sociales, no implica en términos de Boaventura de Sousa, la independencia de los mismos; es necesario fundar la acción del Estado Plurinacional sobre la idea de que este debe hacer nación ante el extranjero, bajo la configuración del concepto de venas cerradas y simultáneamente hacer nación contra el colonialismo interno. La pluralidad de la nación es el camino para construir la nación de la Plurinacionalidad, de suerte que Plurinacionalidad no es la negación de la nación, sino el reconocimiento de que la nación está inconclusa. El Buen Vivir como base del Estado Plurinacional Los reclamos por una vida más digna que valore a todos los seres humanos y al entorno social, cultural, natural y ancestral en el que se desenvuelven (Acosta, 2013) se escuchan cada vez con mayor ahínco. Las instituciones eurocéntricas instaladas en Latinoamérica, no han funcionado, dan cuenta de un deterioro que exige deconstrucciones de viejas y descontextualizadas estructuras por nuevas concepciones. El Buen Vivir, nos lleva necesariamente a cuestionar el concepto de desarrollo, bajo la lógica unidireccional mercantilista, de producir cada vez más, de tener cada vez más, de ser cada vez más, de hacer las cosas cada más rápido. (Acosta, 2013). Se habla de construir una sociedad sustentada en la armonía de las relaciones de los seres humanos con la naturaleza, de los seres humanos consigo mismo y de los seres humanos con otros seres humanos.