ORACIÓN Y ACCIÓN ECLESIAL
RAMIRO PELLITERO
UNIVERSIDAD DE NAVARRA
PAMPLONA
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La oración es particularmente necesaria en los tiempos actuales. No es
la religión la que empuja hacia el fanatismo, sino la indiferencia ante el Dios
vivo que se identifica con el amor. Lo que conduce a la destrucción del hombre por el hombre es la falta de atención al hombre: la despersonalización,
que huye de la interioridad en busca de la actividad frenética y del materialismo, de la evasión animal y la violencia. No es fácil librarse de esas tendencias en cuanto se pierde o disminuye el espíritu cristiano, que de por si
busca el diálogo, la paz y el perdón.
Nada de esto se resuelve mediante un vaciamiento de ideales y valores.
La auténtica interiorización, que sólo se forja en la fe y en la oración, es necesaria también para no aislarse del mundo, refugiándose en unas preocupaciones supuestamente "espirituales". Muy al contrario, es preciso que los
cristianos estén presentes en la vida pública y politica con una abundancia
de vida interior, es decir, de vida cristiana auténtica. Crecer en libertad y promover la libertad significa profundizar en· el conocimiento de la realidad y en
el deseo del bien para todos. Alguien dijo que la verdadera "estatua de la
libertad" se alza sobre una banqueta que tiene tres apoyos: el hombre, el
mundo y Dios. Y todo esto quiere decir oración.
La oración cristiana es una relación viva de Alianza entre Dios y el hombre. Brota de ambos, como acción del Espíritu Santo y de los discípulos de
Cristo. Se traduce en "vida de oración", es decir, en una conciencia cada vez
más viva de la presencia de la Trinidad y de la comunión con ella, que se
extiende por la Iglesia 1.
1 "La oración es cristiana en tanto en cuanto es comunión con Cristo y se extiende por !a
Iglesia que es su Cuerpo" (Catecismo de la Iglesia Católica, citado aquf como CCE, n. 1565).
Revista Española de Teología 65 (2004) 243-271
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RAMIRO PELUTERO
En el Antiguo Testamento la oración se manifiesta, como relación de diálogo con Dios2, "combate" misterioso de fe 3 , medio de intercesión y fuente de
luz y fortaleza para la misión que el Señor confia 4 • Especialmente los salmos
-oración de Jesús en el sentido de que Él los rezó e hizo suyos, y pueden
interpretarse como su oración siempre actual- alimentan la oración de cada
creyente y del Pueblo de Dios, encaminada siempre al amor y la alabanza 5 .
Expresan las obras divinas de salvación de un modo que se hace vida en la
liturgia del templo y en el corazón humano, e impulsa a una renovación del
La bibliografía sobre la oración es abundante. Para una introducción, cf. R. GUARDINI, lnitiation
la príére (Paris 1962) (Introducción a la vida de oración [Madrid 2002]). Cf. también F. WULF,
"Oración", en: H. FRIES (dir.), Conceptos fundamenta/es de teología 11(Madrid 2 1979) 185-196;
G. Mo10L1, "Oración", en: G. BARBAGLIO-S. Dianich (dirs.), Nuevo diccionario de teologfa 11 (Madrid
1982) 1172-1186; A. G. HAMMAN, La pri8re dans l'Église ancienne (Berne 1989); P. BEAUCHAMP,
"Oración", en: Vocabulario de Teología Bíblica (Barcelona 1990) 611-618; B. MAGGIONI, "Oración", en: P. RossANo-G. RAvAs1-A. G!RLANDA (coords.), Nuevo Diccionario de Teología Bíblica
(Madrid 1990) 1327-1345; G. PtANA, "Oración" en: F. COMPAGNONl-G. PIANA-S. PRIVJTERA
(coords.), Nuevo Diccionario de Teologfa Moral (Madrid 1992) 1297-1307; B. CALATI, "Oración",
en: L. ÜRRIELLO-E. CARUANA-M. R. DEL GENIO-N. SUFFI (dirs.), Diccionario de Mística (Madrid
2002) 1330-1337. Entre los estudios especializados, cf. G. DUMEIGE, "(La priére) au 20e siécle",
en: Díctionnajre de Spiritualité (Paris 1986) vol. XII, 2, cols. 2317-2324; P. GRELOT, "La priére
dans la Bible", en: Dictionnaire de Spiritualité XII, 2, (Paris 1986) cols. 2217-2247; S. TH. P1NcKAERs, La priére chrétienne (Fribourg 1989) con atención particular al pensamiento de Santo
Tomás; J. CASTELLANO, Pedagogía de Ja oración cristiana (Barcelona 1996), desde el punto de
vista mistagógico; en perspectiva ortodoxa, D. STAN!LOAt:, Oración de Jesús y experiencia del
Esp/ritu Santo (Madrid 1997).
2 Esto se revela sobre todo a partir de Abraham, que ora con hechos y con palabras (Gn
12,4; 15,2-3; 18, 16-33; 22,8, etc.); esto le hace semejante a Dios (cf. Rm 8,32; 4, 16-21 ).
3 Simbolizado, según la tradición eclesial, en la lucha de Jacob con e! personaje de Gn,
32,25-31.
4 Así sucede con la oración de Moisés (cf. Ex 3, 1-1 O; 33, 11; 17,8-13; 32, 1-34,9), Samuel (cf.
1 S 12,23), David y Salomón (cf. 1 R 8,27-51). Con E!ías y los demás profetas la oración se profundiza como fortaleza para la misión (cf. 1 R 18,39; Is 6,5ss; Jr 1,6; 15, 15 ss; 20,7 ss).
' 5 La adoración expresa la grandeza de Dios en si mismo y en su bondad, como aquel que
da el sentido a todas las cosas, como el que vive realizando perfectamente la justicia y la verdad. Se adora a Dios no sólo por su ser sino también por su acción. Si todo es gracia, debemos
rezar ininterrumpidamente porque "vivimos y actuamos constantemente por la acción de Dios"
(GUARDINI, Jnítíatíon, 89), Aunque nuestras actividades externas sean limitadas, "cada uno es responsable del conjunto del mundo" (ibfd., 90). No es sólo la actividad externa la que cambia el
mundo, sino también la actitud interior del hombre. También ahí se puede experimentar la
acción de Dios sobre el corazón, la voluntad y el amor, El .reconocimiento de la acción y la gracia de Dios debe traducirse en oración (cf. ibíd, 93 ss). Vid. J. BURGGRAF, "Amar y alabar. Reflexiones acerca del sentido de nuestra vida": Scripta Theologica 35 (2003) 729-752.
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mundo apoyada en la santidad divina 6 . Todo ello supone la acción del Espíritu Santo, que precede, acompaña y consuma la acción salvadora de Cristo.
En efectó, como veremos, én el Nuevo Testamento la oración de Jesús,
inspirada por el Espíritu, antecede y acompaña su acción. Jesús no sólo ora
sino que enseña a orar, y escucha la oración que se le dirige en todo tiempo.
La Iglesia reunida en oración recibe al Espíritu Santo, que la instruye y la
impulsa continuamente por el camino de la oración. Los santos continúan
orando en la liturgia celestial y su intercesión es su más alto servicio al plan
de Dios. Durante la historia, también por la acción del Espíritu, la oración de
Jesús permanece siempre actual en la Iglesia, particularmente en su liturgia 7 .
Nos interesa, por tanto, subrayar estas dimensiones "objetivas" de la oración, sin perder de vista las correspondientes a los "sujetos". Antes que nadie
el "sujeto" de la oración cristiana es Jesús: sólo considerando su oración
puede llegar a comprenderse la estructura de la oración cristiana y tener una
visión de conjunto. Esa visión de conjunto es necesaria, entre otras cosas,
para discernir el lugar de la oración en relación con la acción eclesial, objetivo principal de este trabajo.
l. LA ORACIÓN DE JESÚS Y LA "ESTRUCTURA
TRINITARIA" DE LA ORACIÓN
En sus enseñanzas, Jesús se extiende sobre el modo y la necesidad de
la oración. En los sinópticos, esas enseñanzas se centran en el Padre Nuestro (cf. Le 11,2ss; Mt 6,9-13), que prolonga la oración de los salmos y promueve la fe y el don de si mismo en el creyente. El Padre Nuestro sitúa al
cristiano en el ámbito de la caridad, y le lleva a anteponer la preocupación
por el designio de Dios y su Reino, y a pedir por las necesidades de cada día,
especialmente la Eucaristía, junto con la gracia para vencer las tentaciones.
El evangelio de San Juan pone de relieve el anhelo del don de Dios en la oración (Jn 4, 10) y la fe, no sólo como condición, sino también como efecto de
la oraciónª. En su estructura, el Padre Nuestro representa las dos vertientes
6
Cf. CCE, 2585 ss. "Rezándolos en referencia a Cristo y viendo su cumplimiento en Él, los
Salmos son elemento esencial y permanente de la oración de su Iglesia. Se adaptan a los hombres de toda condición y de todo tiempo" (2597).
7 Cf. ibld., 2746.
'Cf. Jn 4,50 y 53; 11,25ss. y 45.
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del único mandamiento del amor a Dios y al prójimo, como eco de las dos
Tablas de la Ley, que se resumen y consuman en ese amor9 .
Pero sobre todo es la oración misma de Jesús la que ilustra a los cristianos acerca de la oración y su necesidad para la misión. La oración ocupa un
lugar central en la vida de Jesús10 . Toda su existencia es Palabra hecha oración, con la que Dios habla al mundo y el mundo a Dios. La oración de Jesús
forma parte del "signo e instrumento" que desde su humanidad conduce a su
filiación divina y su obra redentora. Es, por tanto, acontecimiento salvífica,
con dimensiones de revelación, redención y recapitulación. "Penetrar" en la
oración de Jesús sólo puede hacerse en la medida en que Él la muestra y
también en la medida de la participación profunda en esa oración, a través
de la oración cristiana 11.
Como sucede con todo el obrar de Jesús, los evangelios no hablan de su
oración como lo haría un estudio de psicología o de espiritualidad. Quieren
decirnos lo que es preciso saber para vivir, sobre la base de la fe, la relación
con Dios que inaugura la nueva y eterna Alianza: la filiación divina, que capacita a los cristianos para que, siguiendo a Cristo y a través de Él, invoquen a
Dios como Padre 12 . Como signo de que la oración debe impregnar el quehácer cotidiano, la oración de Jesús es "contextualizada": aparece habitualmente en relación con acontecimientos concretos de su vida.
Jesús antepone la oración a toda actividad y ora en todo lugar, normalmente solo y aparte, incluso cuando todo el mundo le busca (Me 1,37), pero
también cuando está con sus apóstoles y otras personas 13 • La oración llena
su vida y Él mismo propone la necesidad de rezar sin pausa (cf. Le 18, 1).
Su oración obedece primeramente a un deseo de comunión con el Padre.
Desde ahí se hace impulso para su misión y para la educación de sus discípulos"- Es su más íntimo secreto, en el que les hace penetrar cada vez más.
' Cf. CCE 2759 ss.
10 Vid., entre otros, los estudios de A. G. HAMMAN, "La priére de Jésus·Christ": Bíble et Vie
chrétienne 10 (1955) 7-21; Y. CoNGAR, "La priére de Jesus": Vie Spirituel/e 110 (1964) 157-174;
G. SEGALLA, La preghiera di Gesú al Padre (Brescia 1983); l. DE LA PonERIE, La oración de Jesús
(Madrid 1999).
11 Cf. CCE 514 SS, 2598 SS.
12 "El alma de Jesús se nos revela principalmente en lo que es para nosotros; su vida, en lo
que él ha hecho por nosotros" (CoNGAR, "La priére", 159).
13 Tal es el caso de su oración antes de la curación de Lázaro (cf. Jn 11,41s) y durante fa
última cena (Jn cap 17).
14
Como manifiesta sobre todo San Lucas. Cf. Le 3,21 (bautismo); 6, 12 (elección de los
doce); 8, 29 (transfiguración); 11, 1 (antes de enseñar el Padrenuestro).
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Pero ellos están desde el principio en su oración. El vínculo entre la oración
de Jesús y su. misión es particularmente patente en los cuarenta días previos
a su manifestación pública. Gracias a su oración vence las tentaciones que
se oponen a esa misión y muestra los obstáculos que habrá de superar la
oración de los suyos.
En la última cena, Jesús abre nuevas perspectivas a la oración de sus discípulos, pidiéndoles que recen en su nombre (Jn 16,24). Esta oración "en
nombre de Cristo" comporta querer lo que Él quiere, y que su unidad con el
Padre sea el fundamento de la unidad de los cristianos (cf. Jn 17,22s). Jesús
quiere que los suyos caminen en los mandamientos, presididos por la caridad, condición y término de la oración. Aun cuando no se conoce con precisión la sucesión de los acontecimientos, es claro que en relación próxima con
lo que se conoce como oración "sacerdotal" de Jesús en la última cena (cf.
Jn 17) se sitúa la institución de la Eucaristía, que prolonga y actualiza toda
la oración de Jesús -que tiene un carácter sacerdotal-, adelantando su
pasión, muerte y resurrección 15 . Jesús pide por sus apóstoles y su tarea futura, por la comunidad de discípulos que ha convocado la fe en su palabra y
que seguirá convocando en "sus" palabras (de ellos y los que les sigan). Esa
oración, preludio del momento supremo de su ministerio, resume toda la oración de Jesús y expresa su intercesión eterna (cf. Hb 7,25).
La prueba decisiva de la oración es la cercanía de la "hora" de la pasión,
en la que Jesús se identifica con la voluntad del Padre (Me 14,36). También
entonces, como en la última cena, su oración se vincula al anticiparse de su
sacrificio redentor, que se consumará con toda su crueldad sobre la Cruz, también "dentro" de la oración de Cristo. En cierto sentido la "respuesta" del Padre
a esa oración es la resurrección (cf. Hch 2,24 y 32; 3, 15; 10,40, etc.), junto con
la venida del Espíritu Santo en Pentecostés. Esto sucede mientras la Iglesia
está unida en oración, precisamente para "poner en marcha" la misión.
Según la oración de la Iglesia primitiva, la oración tiene una estructura trinitaria: se dirige a/ Padre (como término) por el Hijo (como camino) en el
Espíritu Santo (como origen y ámbito). La Traditio de Hipólito añade un cuarto elemento: en la santa Iglesia. La carta a los Hebreos dice que los cristianos tenemos acceso al trono de Dios pasando a través del velo rasgado de
15
Asf se cumplen las profecfas sobre la eficacia salvffica de la oración (cf. JI 3,5; cf. Rm
10, 13), de manera que los beneficios del cielo corresponden a los deseos de la tierra (Os 2,2325; Is 30,19-23; Za 8,12-15; Am 9,13). Consideramos aquf el que el contexto de la oración
"sacerdotal" de Jesús no se limita al capítulo 17 de San Juan, sino que se abre, en ese evangelio, con el relato de la última cena (cap. 13).
248
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la carne de Cristo (cf. Hb 10, 12)1 6 • Todo ello no hace sino confirmar la conciencia de que la oración cristiana es participación, en la Iglesia, en la oración de
Cristo.
Todo lo anterior era necesario para mostrar cómo la oración de Jesús
resume, asume y consuma la oración del Pueblo de Dios, y, más aún, la oración del mundo entero 17 . La oración de Jesús, acto de su sacerdocio, asume
no sólo la oración de las almas fieles, sino también el gemido de toda la
creación, con dolores de parto, en espera de su redención total (cf. Rm 8, 1825). La oración cristiana, en cuanto participación en el misterio de la oración
de Cristo, es también acontecimiento salvífico. Así como en Cristo todos
hemos muerto y resucitado, convertidos en hijos de Dios, así Él en nosotros.
En consecuencia, hoy, cuando rezamos, continúa la oración de Cristo 18 .
Al llegar a este punto, el análisis debe ser más detenido, puesto que nos
adentramos en el núcleo de nuestro estudio: cómo la oración se desarrolla
en el misterio de la Iglesia y se inserta en su misión, por el doble cauce de
la oración personal y de la oración litúrgica.
11. LA ORACIÓN DE LA IGLESIA Y DEL CRISTIANO
Es conocido cómo san Agustín considera la oración de Cristo, en relación
con la oración de la Iglesia y de los cristianos, de un triple modo: como sacerdote y mediador, ora pornosotros; como Verbo encarnado y cabeza del cuerpo místico, ora en nosotros; como Dios, recibe nuestra oración: a Él se dirige
nuestra oración"La oración del cristiano se dirige espontáneamente por el último de esos
aspectos. Reza a Cristo como Señor, sea privada o "personalmente", sea
manifestando públicamente su comunión en y con la Iglesia durante la celebración litúrgica, aunque el destinatario último de Ja oración litúrgica sea
16 Cf. S. MARSILI, La preghiera (Citta del Vaticano 1989) 77.
17
"Toda oración es comunión con el misterio y con el querer de Dios. Esta oración esencia!
consiste en abrirse y ofrecerse a Dios para que él sea Dios, no sólo en sí mismo -como lo es
siempre: sea sin nosotros o con nosotros- sino en su criatura; en nosotros, en los otros y en el
mundo" (CONGAR, "La priére", 168).
18 Cf. MARS!U, La preghiera, 78 y 18'5.
19 Orat pro nobis ut sacerdos noster; oral in nobís ut-caput nostrum, oratur á nobis ut Deus
noster. Agnoscamus ergo et in íllo voces nostras et voces eius in nobis (S. AGUSTÍN, Enarratio ín
Psa/mum 85, 1[CCL39, 1176; PL 36, 10819)).
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249
Dios Padre. Precisamente en la liturgia el lugar que la tradición cristi.ana atribuye a Cristo es el que subraya el primer aspecto: Cristo intercede por
nosotros comci sacerdote ante el.Padre. El segundo aspecto, Cristo que ora
en nosotros, expresa que el Cristo total es el sujeto de la oración.
Distribuimos este apartado en tres epígrafes. En el epígrafe primero nos
centraremos en la Iglesia como "sujeto" u "hogar" de la oración cristiana, en
la que Cristo reza, originando, presidiendo y vivificando por su Espíritu la oración cristiana. Como consecuencia, en un segundo momento consideramos
el lugar central de la oración enla acción eclesial. En el último epígrafe desarrollamos la relación entre las dos formas fundamentales de la oración cristiana in Ecclesia: la oración "personal" o privada y la oración "pública" u
oficial de la Iglesia, donde más se manifiesta su "vida interior", es decir la oración litúrgica 20 . Dejamos para el apartado siguiente la reflexión sobre la oración como raíz de la transformación del mundo.
1. La Iglesia, hogar de la oración cristiana
A partir de la oración de Cristo, desde el interior de esa oración y mantenida por ella, surge la oración de la Iglesia, sin romper con la oración de lsrael 21 .
La oración caracteriza la vida de la primera comunidad cristiana (Hch 1, 14;
2,42) y prepara todos los acontecimientos que se narran en los Hechos de los
Apóstoles22 • Secundando el consejo de Jesús, Pablo invita a rezar "en todo
tiempo"23 , y describe la oración como un combate24 que se desarrolla en el
trasfondo de su ministerio25 . La oración aparece como un elemento fundamental para la unidad del cuerpo de Cristo que se edifica, centrada de alguna
manera en la acción de gracias26 • En la oración el Espíritu Santo nos impulsa
20 Para un marco general, vid. R. PELUTERO, "Espiritualidad de comunión, oración y testimonio cristiano", en: AA.W., Escatología y vida cristiana, Actas del XXII Simposio Internacional de Teología (Pamplona 2002) 115-136.
2 1 Cf. Le 24,53; Hch 5,12, entre otros textos.
2 2 Así, la elección de Judas (1,24-26) y la institución de los Siete (6,6), que debe contribuir
a facilitar la oración de los Doce (6,4); se reza por la liberación de Pedro (4,24-30) y los bautizados de Felipe en Samaria (8, 15).
23 Rm 1,10; Ef 6, 18; 2 Ts 1, 11; 2, 13; Flm 4; Col 1,19; 1 Ts 3, 10; 1 Tm 5,5.
"Cf. Rm 15,30; Col 4,12.
25 Cf. Col 2, 1; 1 Ts 3, 1O; Ef 3,20; 2 Ca 12,8; Rm 15,30s; 2 Ca 1, 11; Flm 22, etc.
26 Cf. 2 Co 9, 11-15. Por lo demás, él mismo suele comenzar sus cartas con acciones de gracias (cf. Flp 1,9).
250
RAMIRO PELLITERO
a decir, como Jesús, ¡Abba!27 • Por medio de la oración -ya queda dicho- se
alimenta no sólo la actitud filial, sino el ser verdaderamente hijos de Dios en
Cristo, miembros de su Cuerpo y piedras vivas del Templo del Espíritu.
Todo cristiano desarrolla su vida de oración en y por la Iglesia, puesto que
el mismo Espíritu que inspira la oración une a todos los cristianos en un solo
cuerpo y tiende a unirlos en la oración de Jesús 28 • Por eso la oración de los
cristianos perpetúa la oración de Jesús hasta el fin del mundo. La oración
conduce hacia los sacramentos, principalmente la Eucaristía, oración por
excelencia y, al mismo tiempo, fuente de la vida cristiana. Además de colaborar con la gracia en la santificación del que reza, la oración, también la oración personal "privada", lleva en sí una dimensión eclesial". En este sentido,
la oración es la acción eclesial más sencilla y humilde, pero está en el orden
de lo más eficaz para la edificación del Reino de Dios30 , puesto que contribuye a reforzar los vínculos del Cuerpo místico, enriquece la comunión de
los santos e impulsa el dinamismo de la misión.
En definitiva, el "lugar'' o el "hogar" de la oración del cristiano es la Iglesia.
Al ser el Espíritu, que se da en la oración, la comunión de Dios Padre con el
Hijo, en la oración participamos de lo que Dios es: diálogo, comunión, amor.
La oración cristiana asume y completa la dimensión natural del orar31 • La Iglesia es el ámbito en el que el hombre descubre plenamente su identidad, a través de la identificación con Cristo. En consecuencia, una forma de oración
que, aun siendo "cristológica", excluyera a la Iglesia, excluiría al Espíritu Santo
27
Cf. Ga 4,6; cf. Me 14,36; Rm 8,14-16; Jn 16,14s.
Cf. COMITt PARA EL JUBILEO DELA!\lo 2000, "El Espíritu, maestro de oración': en: ID., El Espíritu del Señor(Madrid 1997) 146-150.
29 Cf. 1 Ts 4,3; Mt 5,48.
30 El amor de Dios, que se enraíza en la oración y en el trato con ti, es lo que "más provecho hace a Ja Iglesia" (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico, 29, 2).
31 Sobre la dimensión antropológica de la oración vid., A. ScoLA, "Oración, suprema expre28
sión de la libertad humana", en: CONGREGACIÓN PARA LA ÜOCTRINA DE LA FE, La Meditación cris-
tiana. Carta "Orationis formas".Jntroducción y comentarios (Madrid 1994) 73-82; vid., también O.
"Oración y libertad", en: Jo, Oración de Jesús, 53ss, Apunta Cangar: "Aquel que reza,
que se sabe llamado por Dios, que conoce su presencia y sus visitaciones, siempre acompañadas de exigencias, tiene una existencia personal. 'El hombre que reza nunca es mediocre',
ha dicho Ernest Hello. Romano Guardini ha insistido felizmente acerca de lo que se podría llamar el valor antropológico del recogimiento e incluso, pues eso es muy evidente, de la adoración" (Y. CoNGAR, Si vous étes mes témoins [Paris 1959] 20). Urs von Balthasar observa que la
oración, fuera de la tradición bíblica, en la "religión natural", no consigue aprehender la relación
entre ta unidad profunda del mundo y su diversidad en relación con el Dios personal (H. U. voN
BALTHASAR, "Toward a Theofogy of Christian prayer": Communio [USA] 12 [1985] 245-257, 245s).
STANILOA~,
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251
y de algún modo al ser humano mismo. Ciertamente, la oración ha de ser personal, pero eso no significa aisl;¡¡miento racionalista o sentimental, antes al
32
contrario, pide la auténtica docilidad al Espíritu que abre a la comunión .
Al exponer el contenido del sacerdocio común de los bautizados afirma
la Constitución dogmática sobre la Iglesia: "Todos los discípulos de Cristo,
perseverando en la oración y alabanza a Dios (cf. Hch 2,42-47), han de ofre33
cerse a sí mismos como hostia viva, santa y grata a Dios (cf. Rm 12, 1 )" . La
participación en el sacerdocio de Cristo por medio de la oración, adquiere un
valor especial -esencialmente diverso- en el caso del ministro que preside
la Plegaria eucarística, como núcleo de su actuación "impersonando" a Cristo-Cabeza34.
San Pablo explica la actividad del Espíritu Santo en el corazón del cristiano durante la oración: aunque no sepa cómo rezar, El Espíritu ora en el
cristiano con gemidos más profundos que las palabras (cf. Rm 8,26). Esta
acción es de tal cualidad que algunos teólogos orientales llegan a decir que
el Espíritu Santo se convierte en el deseo, en la oración misma y en la respuesta a la oración.
Esto muestra que la oración cristiana va mucho más allá de lo que, incluso en los momentos más lúcidos, la conciencia puede detectar. La oración
de petición es escuchada por Dios Padre en la perspectiva del máximo bien
que puede concedernos, en el que todos los demás se contienen: el Espíritu Santo35 . Con otras palabras, el deseo de cosas buenas -grabado desde
la creación en nuestra naturaleza- es un reflejo del deseo que las Personas
trinitarias tienen de darnos mucho más de lo que pedimos. Y es también un
cauce mediante el cual el Espíritu pedagógicamente obra "desde dentro" de
nuestra oración, enseñándonos poco a poco a querer, a pedir y obtener el
mejor de todos los dones, el amor mismo que impregna la vida íntima de la
Trinidad (cf. Rm 5,5). Este amor lleva a la difusión del bien, como se observa en los santos.
Puesto que el Espiritu Santo es quien une y vivifica la Iglesia, también por
medio de la oración del cristiano suscita las vocaciones, ministerios y carismas que se necesitan en la Iglesia, y fortalece a cada uno para llevar adelante su misión.
Vid. las reflexiones sobre la estructura y forma de la oración cristiana que hace J. RATLa fiesta de la fe: ensayo de teología litúrgica (Bilbao 1999) 32ss.
33 Lumen Gentium 10.
34 Cf. ibíd. y también el n. 28.
35 "Si vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el
Padre de los cielos dará el Espiritu Santo a aquellos que lo piden!" (Le 11, 13).
32
ZINGER,
252
RAMIRO PELLITERO
Vale la pena recordar, a este respecto, un conocido pasaje de los escritos de Santa Teresa del Niño Jesús, donde relata el proceso interior de su
especial "vocación", desarrollado en su vida de oración. Leyendo a san
Pablo, se encontraba con que Dios daba a unos ser apóstoles, a otros evangelistas, mártires, etc. Y Teresita se reconocía de alguna manera en todos
ellos, pues deseaba tener todas esas vocaciones. Pues bien, sus dudas se
disiparon ante el "descubrimiento" de lo que la teología atribuye al Espíritu
Santo: "Comprendí que si la Iglesia tenía un cuerpo, compuesto por diferentes miembros, el más necesario, el más noble de todos no le faltaba, comprendí que la Iglesia tenía un corazón, que este corazón e.staba ardiendo de
amor. Comprendí que el Amor sólo hacía obrar a los miembros de la Iglesia,
que si el Amor llegara a apagarse, los Apóstoles ya no anunciarían el Evangelio, los Mártires rehusarían verter su sangre ... Comprendí que el amor
encerraba todas las vocaciones. Que el amor era todo, que abarcaba todos
los tiempos y todos los lugares ... en una palabra, que es ieterno!" 36 .
Ese texto está recogido en el Catecismo de la Iglesia Católica, precisamente a propósito de la santidad de la Iglesia y de la santidad en la Iglesia.
2. La oración, fuente y horizonte de la acción eclesial
Conviene insistir en que la auténtica oración cristiana no es de ningún
modo un acto de individualismo37 . En este apartado se muestra la necesidad
de la oración para ser capaces de "contemplar" la realidad un poco más como
Dios la ve. De ahí también la urgencia de que la catequesis se ocupe de
"enseñar" la oración y su práctica. Esto no puede hacerse sin una referencia
36
SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS, Ms. autob. B 3v. Cf. CCE n. 826.
En su carta Novo millennio ineuente (2001) Juan Pablo 11 afirma: "Se debe rechazar la tentación de una espiritualidad oculta e individualista, que poco tiene que ver con las exigencias de
la caridad, ni con la lógica de la Encarnación y, en definitiva, con la misma tensión escatológica
del cristianismo" (n. 52; cf. GS 34). Paralelamente, en la primera audiencia general del nuevo
milenio (10-1-2001) rechazaba "un culto aislado de la vida, una liturgia separada de la justicia,
una oración apartada del compromiso cotidiano, una fe desnuda de las obras", y citaba la exhortación de San Juan Crisóstomo: "¿Quieres honrar el Cuerpo de Cristo? No lo abandones si se
encuentra desnudo. No le rindas honores aquí, en el templo, para después descuidarlo ahf afuera, donde sufre a causa del frío y la d8Snudez" (In Mat. Hom., 50,3). El Papa retoma esta idea
en la encíclica Ecc/esia De Eucharistla, citando al Crisóstomo para explicar que.una visión integral del misterio eucarístico no podría presentarse de espaldas a los pobres y necesitados (n.
20 y nota 34).
37
ORACIÓN Y ACCIÓN ECLESIAL
253
a la Eucaristía, que es su raíz y constante alimento, y a la dirección espiritual, que tiene como una de las fundones principales, precisamente, la de ser
una "pedagogía" de la oración.
a) Contemplación, teología y catequesis
La oración es la primera de las respuestas a la fe. Desde ahí, las relaciones con las personas, los acontecimientos, las cosas, toman su verdadero
sentido: aparecen no sólo como partes de un universo sino como mensajeros y formas del amor operativo de Dios. El cristiano que reza pide que la
voluntad del Padre se cumpla en él y que él mismo penetre cada vez más
profundamente en la acción de la providencia 38 •
Per se la oración cristiana promueve el conocimiento propio, la serenidad,
la paz interior; pero a la vez, porque está impulsada por el Espíritu, la verdadera oración desemboca en una paz "activa", que lleva a trabajar al servicio de la misión de la lglesia 39 y por el bien de todas las personas del mundo.
Este servicio comienza, lógicamente, por la familia, los amigos y los compañeros de trabajo, etc. Y para ese servicio, la oración facilita la autenticidad
de los análisis, la rectitud de los deseos, la calidad de los horizontes, el
acierto al elegir los medios y la perseverancia en las realizaciones.
La auténtica oración conduce a la contemplación4°. La contemplación, a la
sabiduría, que lleva a actuar con prudencia41 • Y la prudencia, ha dicho Pieper,
tiene dos rostros: uno cognoscitivo y "mensurado", vuelto a la realidad; el
38
Cf. GUARDINl, lnitiation, 102y123.
Este compromiso en el servicio cristiano adquiere variadas formas según los diversos
carismas que concede el Espíritu Santo: la actividad infatigable de Teresa de Avila para establecer sus fundaciones; el abandono filial de Teresita, que sin salir de su monasterio acompaña a los misioneros; la "contemplación itinerante" de Josemarla Escrivá, promoviendo la
santificación del trabajo en la vida ordinaria; la docencia teológica de Romano Guardini acerca
de la "Weltanschauung" cristiana, etc. Cf. R. PELUTERO, "El Espíritu Santo y la misión de los cristianos: los carismas, unidad y diversidad", en: AA.VV., El Espfritu Santo y la Iglesia. Actas del
39
XIX Simposio Internacional de Teología de la Universidad de Navarra, 22-24 de abril de 1998
(Pamplona 1999) 505-540.
4 Cf. J. LEBRETDN, "Contemplation dans la Bible", en: Dictionnaire de Spiritualité 11, 2 (Paris
1953) cols. 1644-1716 (esp. "L'action et la contemplation en Jésus'', cols. 1681-1683); L. BoRRIELLO, Contemplación, en: L. ÜRRIELLO ET ALll, Diccionario de Mística, 458-467; J. L. ILLANEs, "Contemplación y acción cristiana en el mundo", en: AA.VV., El cristiano en el mundo. En el
Centenario del nacimiento del Beato Josemaria Escrivá (1902-2002) (XXIII Simposio de Teología) (Pamplona 2003) 391-418.
41 Aunque el uso corriente del término oriente hacia la precaución y e! freno, la prudencia
puede determinar la acción inmediata. En realidad, sólo el prudente posee la "sabiduría", pues
°
254
RAMIRO PELLITERO
otro, resolutivo, preceptivo y "mensurante", que mira al querer y al obrar. En
el primero se refleja la verdad de las cosas reales, en el segundo se hace
visible la norma del obrar42 •
La prudencia lleva también a una actitud positivamente "crítica" que, aun
admitiendo el método científico-empírico del conocimiento, se pregunta por
la totalidad, aunque para ello sea preciso tener en cuenta algo que está más
allá de lo demostrable empíricamente, y a lo que tenemos acceso sólo de
modo limitado43 •
En el cristianismo, la contemplación tiene como núcleo la súplica contrita
a Dios Padre en el Espíritu de Cristo, o la ofrenda de sí mismo por la manifestación acabada del Señorío de Cristo 44 • La prudencia cristiana mira la realidad con una inteligencia amorosa 45 que proviene del Espíritu Santo.
Descubre a Dios como Padre de Jesucristo, como aquél que promueve el
amor y el perdón, también a los enemigos (cf. Mt 5,44; Le 6,27 y 35), como
camino para vivir en la realidad y como raíz del obrar humano 46 . El amor que
acompaña al comprender, viene, en la oración, del Espíritu Santo, que, como
se ha señalado, unifica la oración del Cuerpo de Cristo con la de su Cabeza.
Con otras palabras, en la oración el Espíritu "realiza" la oración de Cristo
por la unidad de la Iglesia -también en cuanto germen de la unidad de toda
la familia humana- e impulsa a la misión, al apostolado. Una misión que se
realiza por el anuncio de la fe y la celebración de los sacramentos, que capa-
sólo a él todo le sabe tal como realmente es, cui sapiunt omnia prout sunt (cf. J. PIEPER,
Justicia y fortaleza [Madrid 1972} 216. Remite a S. BERNARDO DE CLARAVAL, Sermones de diversis, 18, 1 [PL 183, 587]).
42 Cf. PIEPER, Justicia, 217.
43 Cf. lo., La fe ante el reto de la cultura contemporánea (Madrid 1980) 16s. Pieper cita aquf
a Pascal, en sus Pensées: "Si no os preocupáis por conocer la verdad, hay suficiente verdad
para que podáis vivir en paz. Pero si de todo corazón reclamáis conocerla, no hay entonces suficiente verdad". Y comenta: "Casi con buena conciencia puede uno tranquilizarse con lo que ya
sabe. Sin embargo, quien está dispuesto a captar el todo y tenerlo presente, espera siempre
nueva luz" (íbíd., 18).
44 cf. SCOLA, "Oración", 81.
45 Es bien conocido el uso de la lengua castellana cuando señala, por ejemplo, con refe~
rencia a dos enamorados: "mira cómo se contemplan"; o, por el contrarío, cuando se dice que
alguien despachó a otro "sin contemplaciones".
46 " ... Sólo el ver hace feliz mediante el amor( ... ) Sólo la contemplación de lo que se ama
hace feliz, y en el concepto de contemplación se incluye ser una mirada desencadenada por una
inclinación amorosa, afirmativa, de manera que se hace así formulable, con alguna pretensión
de plenitud conceptual, el significado total, no rebajado, de contemplación" (P!EPER, La fe ante
el reto, 145).
ORACIÓN Y ACCIÓN ECLESIAL
255
cita al cristiano para el servicio a los demás, y comporta la promoción humana con la transformación efectiva del mundo 47 .
De esta manera la oración, respuesta continua del cristiano a la fe, prepara, acompaña y sigue a todas las modalidades de la acción eclesial 48 . A
su vez, la oración se fundamenta en la fe, se alimenta de los sacramentos,
especialmente la Eucaristía -que contiene y expresa todas las formas de la
oración-, y queda autentificada por la caridad 49 . En su raíz esto puede explicarse diciendo que la oración supone la participación del triple munus de
Cristo: profético, sacerdotal y real o regio.
Como intérprete e impulsora de la fe viva, la tarea teológica pide primero, en el teólogo, una vida de oración. El teólogo ha de ponerse a la escucha
de la Palabra que intenta comprender. Para ello requiere una docilidad que
se extiende a todo su espíritu, a la voluntad y a la vida, y que es un don de
Dios. La oración es el ámbito para la comprensión de su tarea y es también
el final de la investigación teológica, que termina siempre en el amor. La oración es alimento del estudio, de la predicación y del apostolado, condición
para el progreso armónico de la ciencia y de la vida divina en el teólogo, y,
como consecuencia de todo ello, para la eficacia de su misión en la lglesia50 .
También por eso el teólogo debe prestar su colaboración -junto con el
catequista, el director espiritual, etc.- en esa pedagogía que enseñe el "arte
47 La petición "danos hoy nuestro pan de cada día", sin limitarse al pan material (cf. Mt 4,4),
es una llamada a !a solidaridad efectiva con todos los hombres (cf. CCE 2832).
48 Por eso es fundamental aprender, en la liturgia y en la experiencia personal, "el arte de la
oración", alma de la vida cristiana y condición para toda vida pastoral auténtica. "Una oración
intensa -señala Juan Pablo 11-, que sin embargo no aparta del compromiso en la historia:
abriendo el corazón al amor de Dios, lo abre también al amor de los hermanos, y nos hace capaces de construir la historia según el designio de Dios". Esa "oración intensa" es una necesidad
de todos los cristianos, y no sólo de algunos: "Se equivoca quien piense que el común de los
cristianos se puede conformar con una oración superficial, incapaz de llenar su vida.( ... ) Hace
falta, pues, que la educación en la oración se convierta de alguna manera en un punto determinante de toda programación pastoral" (JUAN PABLO 11, Carta apostólica Novo millennio ineunte, nn. 32-34). El Papa apunta la conveniencia de una catequesis sobre los salmos (que él
mismo emprendió poco después, cf. Audiencia general 28-lll-2001 ), el discernimiento de las oraciones populares, (sobre todo) la educación en la oración litúrgica, y la posibilidad de una más
extensa pastoral litúrgica de las Horas.
49 Cf. Hch 2,42: "Acudían asiduamente a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión,
a la fracción del pan y a las oraciones" (Hch 2,42). Interpreta el CCE: "Esta secuencia de actos
es tipica de la oración de la Iglesia, fundada sobre la fe apostólica y autentificada por la caridad,
se alimenta con la Eucaristía" (n. 2624. Cf. n. 2643).
50 Cf. R. lATOURELLE, "Teología y vida interior'', en: /o., Teo/ogfa, ciencia de fa salvación (Salamanca 1968) 317ss; en relación con la Teología pastoral, vid. R. PELLITERO, "Dimensión "pasto-
ral" de la teología y Teología pastoral": Scripta Theo/ogica 36 (2004/1 ).
256
RAMIRO PELLITERO
de la oración" y los compromisos que comporta. Ha de acertar con lo verdaderamente "esencial" a la hora de explicar la fe, de modo que los cristianos
-los intelectuales y los trabajadores manuales, los ricos y los pobres, los
jóvenes y los maduros, y también los ancianos- se sientan impulsados a
garantizar un espacio cotidiano a la oración.
Dentro de la teología, la Teología pastoral tiene una particular responsabilidad a la hora de mostrar cómo la oración es parte principal de la acción
eclesial. La oración posee un papel configurad9r de la conciencia cristiana, es
decir, en la apropiación existencial de los misterios de la fe, que determina el
modo de pensar y valorar, los criterios e intereses que dominan el espacio personal51. En otros términos, la oración es un elemento central en el fortalecer
las convicciones, fomentar las disposiciones y promover las actitudes que alimentan el apostolado.
La oración debe ser también, como adelantábamos, contenido esencial de
la catequesis, ya que la oración es fundamento vivo y fruto continuo de la
transmisión de la fe, de la celebración de los sacramentos y del servicio de la
caridad, que constituyen las dimensiones fundamentales de la madurez cristiana52.
En el Catecismo de la Iglesia Católica la oración completa la estructura
cuatripartita que tenía ya el Catecismo Romano en 1566. Es, en cierto modo,
un resumen de las partes precedentes. La oración personal es la "aplicación"
de la fe. Está inseparablemente unida a los sacramentos, que la presuponen
y a la vez la insertan en la oración común de la Iglesia. También es inseparable de la moral, porque sólo desde la conversión a Dios se abre el camino
a la autorrealización humana y a la reconciliación entre los hombres 53 .
51 Según Guardini, la oración "pone e! mensaje de Dios ante los ojos de! creyente, elucida
su sentido, penetra en el interior de su contenido, se inserta en su estructura, se habitúa a su
significación; y así se realiza esta 'conversión' de la mirada, del pensamiento, esta transformación de la espontaneidad viva sin Ja cual la conversión de las costumbres permanece fragmentaria. Por la oración se forma la conciencia cristiana" (GUARDIN1, lnitiation, 152). En todo ello es
fundamental lo que el autor llama el sentido de la Providencia, manifestación de la acción libre
de Dios. Es decir, la conciencia de que Ja vida de cada uno es una encrucijada donde la acción
de Dios se manifiesta, un taller donde Él "trabaja", y que algo nuevo y único debe salir de ah!,
de esa obra de colaboración donde el esfuerzo del hombre se asocia al "esfuerzo" de Dios. Esto
lleva a la humildad, a la obediencia y a la confianza; a pedir que veamos lo que depende de
nuestra acción por pequeña que sea, y la gracia para realizarla (cf. ibíd., 179ss).
52
Cf. los números monográficos dedicados a La oración cristiana y la catequesis, en Teología y Catequesis 87 y 88 (2003); !os textos se centran en la relación entre catequesis y liturgia.
53 Cf. J. RATZINGER, "Presentación del Catecismo de la Iglesia Católica" (9-Xll-1992): Ecclesia 2.613 (2-1-1993) 24. Sobre la oración en el Catecismo, vid. CH. BERNARD, "La preghiera nella
ORACIÓN Y ACCIÓN ECLESIAL
257
Como sucede con las otras tres partes del Catecismo, hay en la cuarta
parte una sección introductoria -que precede al comentario al Padre Nuestro-, titulada "la oración en la vidá cristiana''. Ya el Catecismo Romano presentaba un tratado sobre la oración antes de la exposición del Padre
Nuestro, tratado que se inspiraba en la espiritualidad de la época. La sección
introductoria actual es sensible a las circunstancias actuales de la fe y del
desarrollo de la teología en nuestro tiempo, y posee una singular riqueza
bíblica y patrística. Su carácter es fundamentalmente pedagógico, sin carecer de un fondo teológico, unitario y sistemático. Muestra cómo la oración
cristiana expresa la "relación viviente y personal con el Dios vivo y verdadero"54. Esa relación que encuentra en Cristo su máxima intensidad.
b) Oración, Eucaristía y misión
La oración de Cristo, que se transforma en su sacrificio redentor, es, en
efecto, la "res", la sustancia última de la oración cristiana. Por eso no puede
extrañar que la oración del cristiano participe del carácter plenificador y fontal de la Eucaristía. Que a partir de ella y como ella sea culmen et fons 55 ,
tanto en la vida de los cristianos como de la Iglesia en su conjunto. Esto
ayuda a ver la necesidad de que la oración personal se configure "a imagen"
de la oración litúrgica (véase más adelante). En esa medida la oración puede
ser culmen, en el sentido de pléroma, de la acción, porque las diversas actividades humanas, incluyendo las más comunes, están llamadas a convertirse en contemplación del Dios vivo.
Hacer que la oración sea viva hasta que la vida entera se convierta en
contemplación. Tal es la vocación del cristiano, a la que responde contemplando antes que nada el misterio de la Eucaristía, para dejar que su vida
ordinaria se "cristifique". A su vez, la oración es fuente o fundamento para la
acción, en cuanto impulso y vida del Espíritu Santo que prepara, acompaña
vita cristiana", en: AA. VV., Catechismo della Chiesa Cattolica, testo integra/e e commento teologico (Casale Monferrato 1993) 1135-1153; J. SEsé:, "Oración y santidad", en: AA.W., Introducción a fa lectura del Catecismo de la Iglesia Católica (Pamplona 1993) 317-334; J. CoRBON,
"La priére chrétienne dans le Catéchisme de !'Église Catholique": Nouvelle Revue Théo/ogique
116 (1994) 3-26; J. CASTELLANO, "La oración en el Catecismo de la Iglesia Católica": Teología y
Catequesis 85-86 (2003) 119-137.
54
CCE n. 2558.
55 Cf. Lumen Gentium 11; Sacrosanctum Concilium 10.
258
RAMIRO PELLITERO
y consuma el acontecimiento de Cristo en cada hombre y en el mundo. Y la
fuerza vital del Espíritu se derrama abundantemente en la Eucaristía.
Por estos motivos parece difícil captar la relación entre contemplación y
acción si no es en las coordenadas "totales" de la vida cristiana: la fe, los
sacramentos y el servicio a la humanidad y al mundo.
Desde el punto de vista teológico-espiritual, tanto la oración como la
acción (externa) pueden considerarse como modalidades de expresión de la
vida cristiana, subordinadas al cumplimiento de la voluntad de Dios 56 • La oración tiende a participar del ser de Dios y su proyecto, mientras que la acción
busca participar de su obrar histórico. La contemplación se fija en el Reino
de Dios ya incoado en el presente, mientras que la acción se dirige al Reino
de Dios todavía por consumar. La segunda tiene razón de medio, la primera
tiene ya razón de fin.
La vida cristiana de hecho se mueve entre lo que aparece como dos
polos, la oración y la acción. De ahí que surja una cierta "tensión psicológico-espiritual" en la medida en que la unidad de vida nunca está perfectamente ajustada en este mundo. De ahí que la vida cristiana requiere, en el
contexto de la fe y los sacramentos, la meditación personal de la Escritura,
para descubrir el "rostro de Cristo". Es decir, la forma concreta del misterio
cristiano tal como se presenta aquí y ahora, y las exigencias que de ello se
derivan para la misión, en cada uno y en las comunidades cristianas 57 .
56 Vid. CH. A. BERNARD, "Relaciones entre la oración y la acción'', en: lo., Teologia espiritual.
Hacia la plenitud de Ja vida en el Espíritu (Madrid 1994) 47ss; S. GAMARRA, "La oración cristiana", en: lo., Teología espiritual (Madrid 1994) 149ss; J. L. ILLANES, "Piedad y vida cristiana", en:
lo., Mundo y santidad (Madrid 1984) 209ss; también del mismo autor, "Eucaristía y existir cristiano", en: ibíd., 235ss.
57 Los distintos niveles de una lectura creyente de la Escritura (fectio divina), es decir, la
meditación, la oración y ta contemplación, pueden ponerse en relación con los "sentidos espirituales" de la Escritura: el sentido alegórico, con la meditBtio (profundización en busca del "rostro" de Cristo); el sentido moral, con la oratio (diálogo que transforma !a existencia y compromete
a la persona); el sentido anagógico, con la contemplatio (identificación con la visión que Dios
mismo tiene de las realidades creadas). Cf. E. BIANCHI, "La lettura spirituale della Ecrittura oggi",
en: l. DE LA POTTERIE-R. GUARDINJ-J. RATZINGER-G. COLOMBO-E. BIANCHI, L'esegesí cristiana oggi
(Piemme 1992) 215-277. Esto ayuda a comprender cómo la salvación de Dios se realiza en la
historia, encuentra en Cristo su cumplimiento, se hace presente en el mundo por medio de la
vida cristiana y en el marco de la Iglesia -por medio d~ todo lo que la Iglesia es, cree y "hace":
en la enseñanza, en la culto y en la vida- y se mantiene bajo la esperanza de !a plenitud escatológica.
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ORACIÓN Y ACCIÓN ECLESIAL
259
Este discernimiento de la voluntad de Dios, sea a nivel espiritual (individual) o eclesial, requiere una adecuada guía, que deberá proporcionarse en
la dirección espiritual personal o colectiva. Pero nada puede sustituir la oración personal en sus dos dimensiones fundamentales, la "privada" y la litúrgica. La actividad orante y contemplativa es la que va transformando la
conciencia espiritual, la inteligencia, y desde ahí, los juicios y los afectos, en
orden a la acción cristiana externa. A su vez, la misión del cristiano le lleva
continuamente a la oración. Entre la misión o el apostolado y la oración se
da, pues, una circularidad y el centro de esa circularidad no puede ser otro
que la caridad: el amor de Dios y la entrega a su servicio58 . La oración impulsa a colaborar en la salvación. El apostolado devuelve a la conciencia cristiana la necesidad de la oración. Sin embargo, en esa circularidad, los dos
polos no son equivalentes, pues ya se ha dicho que en la medida en que
alcanza la contemplación, la oración anticipa la finalidad de la vida cristiana
y eclesial.
La prioridad de la contemplación sobre la acción se expresa en el proemium de la Constitución sobre la liturgia, del Concilio Vaticano 11. En la liturgia -señala el texto- se ejerce la obra de nuestra redención, y se facilita al
máximo nivel que los fieles por medio de su vida expresen y manifiesten ante
el mundo el misterio de Cristo y la naturaleza auténtica de la verdadera Iglesia. A ésta, a la Iglesia, le corresponde ser humana y al mismo tiempo divina,
visible y dotada de realidades invisibles, fervorosa en la acción y ocupada en
la contemplación, estar presente en el mundo y sin embargo ser extranjera a
él; y "de tal manera que en ella lo que es humano esta ordenado y subordinado a lo divino, lo que es visible, a lo invisible, lo que procede de la acción,
a la contemplación, y lo que es presente, a la ciudad futura que buscamos" 59 .
Por "ordenado" debe entenderse lo que está dispuesto u orientado con
vistas a un fin. La acción se dispone y se orienta hacia la contemplación.
En cuanto acción eclesial, la acción se hace signo e instrumento respecto
58
El Catecismo de la Iglesia Católica se abre, en su prólogo, con las palabras de Jn 17,3:
"Padre( ... ), ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero y a tu enviado
Jesucristo". Pedro Rodrfguez ha hecho notar, a propósito del Catecismo: "Así como en Dios y
en Cristo se concentra toda la verdad, así la 'verdad' de una acción humana proviene de su
'nexo' con el amor de Cristo, con la caridad" (cf. CCE 25, recogiendo el n. 10 del Catecismo
Romano) (P. RODRIGUEZ, El Catecismo de la Iglesia Católica: interpretación histórico-teológica
[Pamplona 1994] 60].
59
•• •et ita quideril ut in ea [Ecclesia] quod humanum est ordinetur ad divinum eique subordinetur, quod visibile ad invisibile, quod actionis ad contemp/ationem, et quod praesens ad futuram civ11atem quam inquirimus (Sacrosanctum concilium 2).
260
RAMIRO. PELLITERO
la contemplación que se incoa ya aquí pero que todavía no es definitiva. Por
"subordinado" se entiende "en dependencia de''. La acción depende de la oración, extrae de ella las energías para proclamar, celebrar y vivir la fe. De modo
que esa acción "triforme" es ya un pregustar, un signo y un instrumento respecto a la contemplación del Dios vivo que se abre en la vida de la gracia 60 •
En resumen, puede decirse que, dentro de la acción de la Iglesia, la oración posee una prioridad ontológica respecto a la acción (externa}, sin bien
ésta es necesaria en las formas y modalidades señaladas por Dios.
Por otra parte, en la práctica pastoral y educativa hay que tener en cuenta además otros datos. Primero, que el Reino de Dios se difunde desde el
"hombre interior" 61 , desde el corazón del cristiano. "Antes" de buscarlo fuera
hay que edificarlo dentro: sin orden en el espíritu, es difícil que se pueda
actuar para la ordenación de la vida y del mundo al Reino de Dios. En segundo lugar, que como consecuencia del pecado original, tanto la inteligencia
como la voluntad y los afectos fácilmente se pierden o se desordenan en sus
objetivos y en su orden mutuo: la luz de la fe no brilla con toda su capacidad
orientativa, la voluntad puede torcerse y con ella la pureza de intención, y los
sentidos reclaman una atención que puede dañar la serenidad habitual de
quien está unido a Dios. Finalmente, hay que recordar la tendencia que hay
en nuestro tiempo hacia el activismo62 •
60
El valor prioritario de la oración como acto del sacerdocio cristiano (al que nos hemos referido más arriba) se refleja en la posición que toma, en ese sacerdocio, la acción. En los minis-
tros ordenados la acción 1ninisterial -la predicación de la Palabra, la celebración de los
sacramentos y la guía del Pueblo de Dios- es efecto de la gracia recibida con el sacramento del
Orden y expresión de la fe que obra por la caridad (pastoral); de modo que el ejercicio del ministerio es medio principal para la identificación del ministro con !a oración de Cristo, identificación
que tiene su punto máximo en la Plegaria eucarística. Todo lo cual conduce a ta necesidad de
"anteponer" la oración y la adoración para que el ministro, por su amoris officium, vaya asumiendo "subjetivamente" lo que "objetivamente" ha recibido (cf. Presbyterorum ordinis 2. 14).
Para todos los fieles, y particularmente para los fieles laicos, es su vida entera la que está llamada a participar en el sacerdocio de Cristo, y más ampliamente en su trip/ex munus, de manera que colaboren en la "consecratio mundi" como desde dentro del mundo mismo (velut ab intra:
cf. Lumen gentium 31 y 34). Su vocación a la santidad y al apostolado pide la oración que vivifique todas sus obras (cf. Exhortación postsinodal Christifideles Jaici, 16). Vid. nuestro estudio
"Los fieles laicos y la trilogía 'Profeta-Rey-Sacerdote'", en: M.VV., Dar razón de la esperanza.
Homenaje al Profesor José Luis 11/anes (Pamplona 2004) 423-440.
61
Cf. Rm 7,22; 2 Co 4, 16; Ef 3,16.
62
A estas dificultades habría que añadir los reparos que a veces se dirigen a la oración (como
si fomentara el subjetivismo o et egocentrismo, la falta de espontaneidad, la evasión de la realidad, o supusiera un anacronismo respecto al mundo moderno), tas diversas concepciones de la
religión que hoy se difunden, incluso dentro del cristianismo, e incluso, en su caso, los modos distintos (no igualmente válidos) de enfocar el ministerio (cf. GAMARRA, "La oración", 152 ss).
j
ORACIÓN Y ACCIÓN ECLESIAL
261
Por todo ello se hace imprescindible de hecho guardar en la acción de la
Iglesia la prioridad que tiene de por sí la oración en el conjunto de la acción o
del apostolado cristiano. Esa prioridad ha de manifestarse en el esfuerzo por
perseverar en la oración. "La acción nada vale sin la oración: la oración se
avalora con el sacrificio"63 . Al considerar ese lugar central de la oración en la
vida cristiana y eclesial, se redescubre que la "actividad" más importante para
el cristiano es una vida espiritual y sacramental intensa, que surge del esfuerzo por corresponder a la acción del Espíritu Santo con el "combate espiritual"
personal. De esa fuente debe manar la actividad apostólica, verdadero servicio de caridad, que para la mayoría de los cristianos se desarrolla en el
ambiente de la vida cotidiana: la familia, el trabajo, las relaciones sociales, culturales, etc. Ese es el camino para que toda la vida corriente pueda convertirse en anuncio y testimonio de la fe, en acción apostólica.
3. Relación entre la oración personal y la oración litúrgica
Si la oración cristiana se dirige al Padre, por Cristo en el Espíritu, como
fuente y horizonte de toda la vida personal y de la Iglesia, esa dinámica tiene
su centro en la oración litúrgica, principalmente durante la celebración de la
Eucaristía.
"La Liturgia -señala la Sacrosanctum conci/ium 1O- es la cumbre a la
cual tiende la actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de
donde mana toda su fuerza. Pues los trabajos apostólicos se ordenan
a que, una vez hechos hijos de Dios por la fe y el bautismo, todos se
reúnan, alaben a Dios en medio de la Iglesia, participen del sacrificio
y coman la cena del Señor. Por su parte, la liturgia misma impulsa a
los fieles a que, alimentados con los sacramentos pascuales, sean
concordes con la piedad; ruega a Dios que conserven en su vida lo
63 SAN JosEMARIA EscR1vA, Camino, n. 81. Insiste a continuación en la prioridad de la oración
entre las actividades del cristiano: "Primero oración; después, expiación; en tercer lugar, muy
en 'tercer lugar', acción (n. 82). La relación entre oración y acción aparece también en el n. 937:
"Nunca seáis hombres o mujeres de acción larga y oración corta". En esos y otros textos del
autor, el término "acción" se refiere a la actividad externa o "concreta" de apostolado, que
encuentra su fuente en la vida interior, vida de oración y sacrificio. El sacrificio o la "expiación"
significan la necesidad de la Cruz y la penitencia, sobre todo a través de las contradicciones de
la vida cotidiana. A la vez, la acción (el apostolado) consiste fundamentalmente en colaborar con
el Señor en la formación de las personas -hombres y mujeres- para que "sean" también almas
de oración (cf. P. RooR!GUEZ, ed. crítica de Camino [Roma-Pamplona 1989] 985).
262
RAMIRO PELUTERO
que recibieron en la fe, y la renovación de la alianza del Señor con los
hombres en la Eucaristla ·en9iende y arrastra a los fieles a la
apremiante caridad de Cristo" 64 .
En su densidad y riqueza el texto expresa la relación que se da entre la
Iglesia, la Eucaristía y el existir cristiano. Un desarrollo de lo implicado en ese
párrafo desbordaría los objetívos de este estudio. Nos limitamos a señalar los
aspectos centrales de la relación entre la oración personal y la litúrgica.
La distinción entre oración "personal" (o "privada") y oración litúrgica no
se basa en los sujetos de la oración (que son siempre personas), sino en el
modo de la oración. Conviene clarificar las características de estos dos
modos básicos de oración, para comprender luego sus vinculaciones65 •
a) Suele llamarse oración personal a la oración que cada cristiano hace,
en diálogo cordial con Dios. Como venimos señalando, esto no quiere decir
que sea una oración "individualista" o "espiritualista", donde no quepa la consideración de las necesidades de los demás personas, pues la auténtica oración siempre desemboca en el servicio a los otros, por amor de Dios.
La oración personal se realiza en unas condiciones generales que se pueden discernir a partir de la Revelación, tal como aparecen en la Escritura y
la tradición de la Iglesia, contando con lo que la experiencia cristiana, durante siglos, enseña; todo ello sobre la base de una actividad del espíritu humano donde intervienen la inteligencia, la voluntad y los afectos. Pero la oración
como tal no tiene por qué sujetarse a unos métodos rígidos, ya que su desarrollo depende de las circunstancias de cada persona (su estilo de vida, su
edad, etc.) y depende mucho de su espontaneidad.
No es la oración personal oficialmente "acción de la Iglesia". Al mismo tiempo, hemos insistido en que el cristiano por la inhabitación de la Trinidad está
en comunión con toda la Iglesia, y por tanto recibe espiritualmente los frutos
de la oración y de la entrega de los otros cristianos, y contribuye con los suyos
personales al bien del conjunto. La oración en común de los creyentes
64
Vid. un texto paralelo en el Decreto Presbyterorum ordinis, n. 5.
Cf. R. GUARD!NI, Introducción a la vida de oración (Madrid 2002) 203ss. Acerca de !a relación general entre oración y liturgia, vid, MARSIU, La preghiera; J. CORBON, Liturgia Fundamental (Madrid 2001) particularmente cap. XV (La oración "liturgia del corazón", 205 ss.); lo., "La
priere"; lo., "La oración cristiana": Scripta Theologica 31 (1999) 733~747; lo., "Orar en la Trinidad":
Communio 22 (2000) 190-207. Los tres últimos textos ,están recogidos en el libro del mismo
autor, Liturgia y oración (Madrid 2004). Vid. también P. FARNÉS, "Oración litúrgica y oración personal: diferencias y relaciones": Liturgia y espiritualidad 25 (1993) 147-166.
65
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ORACIÓN Y ACCIÓN ECLESIAL
263
-aunque no sea una celebración litúrgica- tiene una eficacia particular, por su
unidad con la Iglesia y la Trinidad, y por la presencia de Cristo (el. Mt 18, 19 ss).
b) La oración litúrgica es aéción (pública y oficial) de la lglesia 66 . Especialmente en la misa, la oración de la Iglesia se apoya directamente en la
acción de Cristo por medio del Espiritu Santo, la expresa, la profundiza y
actualiza. En torno a la Eucaristía, los demás sacramentos son acciones que
vienen de Dios, y, por la mediación de la Iglesia, extienden la bendición divina a toda la realidad creada.
De esta manera la acción litúrgica es el germen de toda oración. En la
oración litúrgica la comunión eclesial está en primer plano, se hace manifiesta. Su sujeto es el "nosotros" de la Iglesia. Y esto sucede incluso cuando
el sacerdote celebrante no está acompañado por un conjunto de fieles, o
reza por su cuenta las Horas. En la liturgia actúa la Iglesia como tal, que no
existe fuera de los cristianos, sino en ellos. Aquí el papel del individuo es distinto que en la oración "personal" o "privada", pues está presente para expresar la acción objetiva de la Iglesia. La Liturgia de las Horas tiene también este
carácter eclesial de la oración litúrgica 67 , que se manifiesta particularmente
si se celebra acompañada por gestos litúrgicos como la incensación.
Por esos motivos se entiende que la oración litúrgica, en distinción con la
"oración personal '', esté regulada por la Iglesia, para evitar el desorden y la
confusión. La libertad cristiana se expresa litúrgicamente en el hecho de que
la liturgia no está al servicio de otra cosa que no sea la alabanza y el amor
66
Como se ha recordado en estas páginas, el carácter público (oficial) de la oración litúrgica no consiste simplemente en su manifestación social y externa, sino que radica en el hecho
de que la liturgia es oración del Christus totus (cabeza y miembros) a la vez que signo e instrumento "objetivo" de la oración de Cristo, a la que se asocia la oración de los cristianos. Por eso
la oración litúrgica tiene un valor mayor que la oración personal (privada), como acción por excelencia de la Iglesia, cuyo misterio manifiesta. Esto sucede especialmente con la celebración de
la Eucaristía; ante todo, por ser la actualización sacramental del sacrificio de Cristo; también porque cada Misa supone un "valor nuevo", añadido-no hay otros términos para expresarlo- a ese
sacrificio por medio de la ofrenda que los fieles (y el sacerdote) realizan de si mismos en unión
con su Cabeza. En todo caso, la fuerza y el mérito de esa ofrenda provienen siempre del sacrificio de Cristo en provecho de todo su Cuerpo místico.
67 Ver el trabajo de J. A. ABAD, "Propuesta litúrgica de la Carta 'Novo millennio ineunte"':
Scripta Theologica 34 (2002) 77-101. En la Liturgia de las Horas se cumple con particular valor
que la oración del cristiano es oración de la Iglesia. El que los sacerdotes y los diáconos, entre
otros, estén obligados a ella, no añade propiamente nada al hecho de que, de por si, es oración
de la Iglesia (cf. JUAN PABLO ll, Spiritus et sponsa, Carta apostólica en el XL aniversario de la
Constitución Sacrosanctum concilium, 14; vid., Sacrosanctum Conci/ium, 12s. y 90; lnstitutio
genera/is Liturgia Horarum, 20-23). Sobre la teología y la espiritualidad de la Liturgia de las
Horas, vid. J. LóPEZ, La liturgia de la Iglesia (Madrid 1994) 295 ss.
264
RAMIRO PELUTERO
a Dios. En un sentido más estricto que la oración personal, se trata de un servicio divino. El cristiano está ahí para "sentir con la Iglesia", saliendo de sí
mismo para unirse con el Cristo total, cabeza y miembros68 . Lo que sucede
en la celebración eucarística y en la liturgia de las Horas debe transfigurarse en nuestra experiencia personal, contando con el esfuerzo guiado por
interiorizarlo y hacerlo vida 69 •
La liturgia y tras ella la oración constituyen el corazón de la Iglesia, de
donde se difunde la sangre portadora de vida, oxigenada. En la medida en
que se va configurando por la liturgia y sin perder las notas más íntimas de
lo personal -el trato directo de cada uno con Dios-, la oración cristiana es
expresión de la fe, de la esperanza y el amor que engloba a Dios y a los hombres. Es uno de esos medios que tienen, con respecto al fin, un parentesco
tan esencial, que están hechos de la misma sustancia 70 : la comunión con la
vida trinitaria.
A través de los "misterios" del culto, Dios introduce a los cristianos en su
vida, en su hoy eterno, y de ese modo ya aquí en la tierra, participan de la
"acción propia" de la vida eterna: Dios les inserta en su "vida operante" y en
su actualidad siempre total. El misterio nos introduce o nos inserta en la
acción propia de la vida eterna 71 ; es decir, en la vida que el Padre y el Hijo
se dan mutuamente en el amor que es el Espíritu Santo. De esta manera el
Amor se difunde en los seres creados y el obrar del hombre se hace divino72.
Conviene notar que esta participación de los cristianos en la vida y en la
acción divina no se limita al momento celebrativo de los "misterios". Se
extiende desde ahí, como su raíz, y ahí vuelve como su centro, en relación
66
Mientras que el moderno espíritu individualista pretende liberar a la persona y la aisla, atomizando así la sociedad y conduciéndola a una forma de colectivismo en el que !a personalidad
queda sacrificada a la masa, "el espíritu comunitario objetivo de la Iglesia [particularmente
representado en la liturgia] somete a !a persona singular a una norma elevada y divina, y le asigna un lugar; con eso mismo, sin embargo, protege y promueve la personalidad, le asigna un
puesto apropiado en el que nadie puede sustituirla" (O. CASEL, 11 místero del culto cristiano
[Roma 1985] 134).
69
Cf. MARSIU, La preghiera, 202.
7
Cf. Y. CoNGAR, Église catholique etFrance moderne (Paris 1978) 113.
71
CASEL, /1 mistero, 180. El autor cita la que hoy figura como oración super oblata del
Domingo XIV: Oblatio nos, Domine, tuo nomini dicata puríficet, et de die in diem ad caelestis
vitae transferat actionem.
72
Cf. ibíd.
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ORACIÓN Y ACCIÓN ECLESIAL
265
con la vida cristiana. Esa vida que se desarrolla dejando que la vida divina
penetre todos los ámbitos de la vida humana ordinaria73 •
Desde el punto de vista de lá acción eclesial, es ésta-en su triple momento de anuncio de la fe, celebración y servicio- la que debe "introducirse" en
la oración del cristiano, tanto por medio de su oración "personal" como por
medio de la oración litúrgica, para que ese cristiano "sienta con la Iglesia''.
Por otra parte, la oración personal y la oración litúrgica no agotan la oración
cristiana: están también las devociones populares74 . Se trata de oraciones que
suelen rezarse en común, con ciertas reglamentaciones que provienen de tradiciones piadosas, y que suelen tener un carácter local y coyuntural. En ellas
encuentra mayor espacio la afectividad. Su dinámica cuenta con la repetición,
y por eso pueden caer en la monotonía o en la distracción.
Cabe, por último, sintetizar las relaciones entre los tres tipos de la oración:
la oración personal, la oración litúrgica y las devociones populares. La historia muestra que algunos elementos litúrgicos proceden de la piedad de los
cristianos, o de la cultura religiosa de un lugar, lo mismo que la devoción personal se inspira con frecuencia en la oración litúrgica. Pero las relaciones
entre las formas de la oración van más allá de la historia, a causa de la
estructura que tiene en su conjunto la oración cristiana:
a) La verdadera participación litúrgica pide una vida de oración personal, sin
la que quedaría privada de vida y de profundidad. La condición indispensable
73 Sólo así se verifica en plenitud la expresión caseliana: "El cristiano vive en una perpetua
celebración con Cristo" (ibíd., 81). Sin pormenorizar el significado de esa "vida" cristiana en
todas sus dimensiones, el autor se refiere a la identificación con la acción de Dios en Cristo, en
cuanto que se enraíza en la celebración litúrgica: "Yo debo realmente obrar con el Señor su
acción salvífica. Debo seguir al Señor de modo esencial: la acción del Señor y mi acción se
hacen una sola cosa. A tal fin, sin embargo, es indispensable que la acción salvífica de Cristo
se haga actual. Cristo debe morir si yo debo encontrar con él su misma muerte: Cristo debe resucitar si yo debo resucitar con él. Cristo renueva su obra salvífica en la liturgia de la Iglesia. Esta
obra se cumple también sin nosotros, de modo estrictamente objetivo.( ... ) Si nosotros en la liturgia realizamos junto con Cristo su obra salvífica, somos liberados de nuestro propio yo y comprendemos cada vez mejor que no se trata de nuestro obrar, sino de la acción de Dios. Sin duda
nosotros debemos obrar juntamente, pero el que verdaderamente actúa es Dios" (ibíd., 198).
En la página siguiente dice: "Nosotros actuamos con él al mismo tiempo como el cuerpo evidentemente realiza la misma acción que la cabeza". Ese "obrar" del cristiano en Cristo, centrado en la liturgia, se desarrolla más en O. CASEL, Misterio de fa Ekklesia. La comunidad de todos
los redimidos en Cristo (Madrid 1964).
74 Acerca de las relaciones entre oración personal, oración litúrgica y devociones populares,
cf. CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Directorio sobre la
Piedad Popular y la Liturgia. Principios y orientaciones (2002) 11 ss.
266
RAMIRO PELLITERO
para que la oración litúrgica sea auténtica es que cada cristiano participe en
ella con todo su ser. La participación interna, por la vida de la gracia, es el
alma interior de la liturgia. Pero es igualmente esencial la participación externa, mediante los diálogos, las aclamaciones, los cantos y los silencios.
b) Recíprocamente, la oración personal necesita apoyarse antes o después sobre la oración de la Iglesia (la liturgia), no sólo para situarse en el contexto de la fe, sino para encontrar su "norma" y su "ley"; es decir, para abrirse
a la objetividad y universalidad de la verdad cristiana, sin encerrarse en el
subjetivismo o en el sentimentalismo. Esto es así porque en la liturgia el cristiano se va identificando con el "hombre interior" por excelencia, que es Cristo mismo75 , sin perder por ello su propia personalidad.
c) Aún más precisan de la referencia a la oración litúrgica las devociones
populares, pues sin ella corren el riesgo de deformarse y empobrecerse;
como consecuencia, la oración puede perder su substancia y sus frutos. Al
mismo tiempo, sería errónea una concepción de la liturgia que considerara
superfluas las devociones o la piedad popular, pues contribuyen a dotar a la
vida cristiana de belleza, sencillez y dignidad.
En palabras que Juan Pablo 11 pronunció en Ávila, comentando textos de
Santa Teresa de Jesús, "la oración no tiene otra finalidad que invocar a Dios
como Padre, abrirse a la acción del Espíritu Santo, mediante la búsqueda y
el encuentro con Cristo76 . Por la oración el cristiano se sitúa en condiciones
de vivir con Cristo y en Cristo todos y cada uno de los instantes de la existencia: "La Iglesia desea servir a este único fin: que todo hombre pueda
encontrar a Cristo, para que Cristo pueda recorrer con cada uno el camino
de la vida, con la potencia de la verdad acerca del hombre y del mundo, contenida en el misterio de la Encarnación y de la Redención, con la potencia
del amor que irradia de ella" 77 .
Que Cristo recorra con cada uno el camino de la vida, también con la
potencia de la verdad acerca del mundo, acabamos de leer. Señalemos
ahora las principales implicaciones de la oración cristiana en orden a la transformación del mundo.
75 "En ella [la liturgia] toda oración cristiana encuentra su fuente y su término. Por la liturgia
el hombre interior es enraizado y fundado (cf. Ef 3,16s.) en el 'gran amor con que el Padre nos
amó' (Ef 2,4) en su Hijo Amado. Es la misma 'maravilla de Dios' que es vivida e interiorizada por
toda oración, 'en todo tiempo, en el Espíritu' (Ef 6, 18)" (CCE 1073).
76
Homilia en Avila (1-Xll-1982) 5-6; ver también Disc1.1rso en Segovía (4-Xl-1'982) 4-5, en:
Mensaje de Juan Pablo 11 a España (Madrid 1983) 36y137-138.
77
JUAN PABLO ll, Encíclica Redemptor Hominis, 13.
ORACIÓN Y ACCIÓN ECLESIAL
267
111. ORACIÓN Y TRANSFORMACIÓN DEL MUNDO
La oración del cristiano es uno de los modos por los que el Espíritu Santo
cumple o "realiza" la "oración sacerdotal" de Cristo, representada en su petición al Padre: "Que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti, que
sean uno en nosotros para que el mundo crea que tú me has enviado" (Jn
17,21). En esta oración, que, presidiendo Ja oración de todos Jos cristianos
de todos Jos tiempos78 , es el "alma" primordial del ecumenismo 79 , cabe destacar dos aspectosªº:
a) Primero, que Ja santidad y la unidad de la Iglesia requieren la oración,
ante todo la oración "pionera" de Cristo, y después Ja oración de Ja Iglesia, y
de cada uno en ella: la oración personal de aquellos por Jos que Jesús intercede, incorporada a Ja oración de Jesús. Esta incorporación la realiza, como
hemos visto, el Espíritu Santo, y a Ja vez es una tarea de cada uno, centrada en la Eucaristía. No es casual que Ja oración de Jesús se sitúe como colofón de los discursos de Ja cena del primer Jueves Santo. La sensibilidad
ecuménica es, debe ser, una de las "consecuencias" de la oración 81 •
b) Segundo, que la santidad y la unidad de Jos cristianos son para la
misión: "que sean uno ... para que el mundo crea". Este aspecto se vincula
a otra petición anterior, recogida en el mismo capítulo de San Juan: "No te
pido que los saques del mundo, sino que los preserves del mal" (Jn 17,15).
1a La oración cristiana -y no sólo la litúrgica, aunque sobre todo ella- viene a ser, en cuanto que participa de la sacramentalidad de la Iglesia, signo e instrumento de la oración de Cristo (cf. MARSILI, La preghiera, 235 ss). Por esta relación "en misterio" con la oración de Cristo, la
oración del cristiano le lleva a responder mediante el amor y la obediencia filial a Dios Padre, y
le dispone a hacer su voluntad. Es también signo privilegiado de su vida de fe, y hoy es preciso presentarla como medio principal para la nueva evangelización.
79 La conversión del corazón, la santidad de vida y la oración son consideradas por el Concilio Vaticano 11 como el alma de todo el movimiento ecuménico. Al conjunto de esas actitudes
se le denomina "ecumenismo espiritual" (cf, Decreto Unitatis redintegratio, 8, par. 1; PONTIFICIO
CONSEJO PARA LA PROMOCIÓN DE LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS, Directorio para fa aplicación de los
principios y normas sobre el ecumenismo [1993} 25 y 63).
so Cf. TH. L. BRODIE, The Gospel according to John: a literary and theo/ogicaf commentary
(New York 1993) 507 ss.
81 "La invocación 'ut unum sint' es, a la vez, imperativo que nos obliga, fuerza que nos sostiene y saludable reproche por nuestra desidia y estrechez de corazón. La confianza de poder
alcanzar, incluso en la historia, la comunión plena y visible de todos los cristianos se apoya en
la plegaria de Jesús, no en nuestras capacidades" (JUAN PABLO 11, Carta Apostólica Novo millennio ineunte, 48).
•
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RAMIRO PELLITERO
La oración de Jesús es también un resello de la secularidad cristiana, particularmente de la índole y misión secular de los cristianos laicos. Pero son
todos los cristianos los que, con el paso de Jesús al Padre, por medio de la
cruz, reciben la fuerza para la misión en el mundo: el Espíritu Santo.
De este modo la presencia y la acción del Espíritu Santo en la oración
pueden ser reconocidas en los frutos de santidad y de comunión que da la
vida cristiana, con sus repercusiones en las personas que oran, para quienes les rodean, y para toda la creación.
Esto es así, porque Ja oración pide la "vida de oración" a Ja que nos venimos refiriendo: una vida que se alimenta de la oración y que comporta el servicio a los demás, "a sus almas y a sus cuerpos" si cabe expresarse así, el
cuidado de lo más pequeño y ordinario, y el aprecio por lo que el hombre, por
medio del pensamiento, de la ciencia y de la técnica conoce, descubre y perfecciona, colaborando con el impulso amoroso de Dios en la creación y manifestando su gloria.
Hay que reconocer que estas consecuencias sociales, eclesiales y cósmicas de la "vida contemplativa", o de Ja vida de oración en general, se han
desarrollado menos en Jos tratados de teología y de espiritualidad82 • El Catecismo de la Iglesia Católica ha querido recordar que la oración de Jesús,
alma de su obra redentora, incluye -como ya hemos notado- a todos los
hombres, en consonancia con Ja ley de la Encarnación. Cristo, también ahora
por medio de la Iglesia, comparte en su oración la experiencia de sus hermanos83, sus gozos y esperanzas, sus tristezas y preocupaciones (cf. GS 1).
El que es la Palabra y la plenitud de la vida divina expresada y entregada corporalmente, realiza, con la fuerza del amor en el Espíritu Santo, la plenitud
de su oración y de la nuestra: el Misterio de la Iglesia, es decir, el "mundo
reconciliado"(S. Agustín) 84 .
La reconciliación del mundo arrastra consigo la necesidad de la promoción humana. Toda la Iglesia, cada vez de manera más sistemática, debe
encarnar en sus iniciativas la solidaridad con los pobres y necesitados. Tal
actitud de la Iglesia, participada por los cristianos de formas muy diversas,
pide impulsar la asistencia, la promoción y la acogida fraterna, los cambios
62 No sucede así con los escritos de los santos y de los místicos, que con frecuencia han
intuido estas dimensiones. Un ejemplo es el texto de santa EDITH STEtN, "La oración de la Iglesia" (1936), en: lo., Los caminos del silencio interior(Madrid 1988) 63-86.
" Cf. CCE 2602.
84 Cf. ib/d., 845.
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-en lo que pida la justicia plenificada por el amor- de las estructuras sociales, como exigencia intrínseca eje la oración y misión de los cristianos.
Si la oración cristiana tiene estas consecuencias en todos los casos, para
aquellos cristianos que se dedican profesionalmente a la política, la oración
reviste una importancia singular, de modo que su ser "sal" y "luz" no quede
obscurecido por el pragmatismo o el utilitarismo. "Esto -en palabras de Juan
Pablo 11- exige una seria formación espiritual, que se alimente de la oración.
Una persona superficial, tibia o indiferente, o que se preocupe excesivamente por el éxito y la popularidad, jamás será capaz de ejercer adecuadamente su responsabilidad política" 85 •
La "eficacia temporal" del cristianismo no podía ser tematizada en los primeros siglos -tampoco, por tanto, el pleno sentido escatológico de la oración
y de la vida cristiana y eclesial-, porque faltaba entonces la experiencia de
cómo el mensaje evangélico generaba civilización y cultura86 . A lo largo del
siglo XX la Iglesia fue profundizando y sistematizando esa experiencia de
siglos, hasta comprender que las tareas de civilización y promoción del hombre son una "consecuencia" de la búsqueda del Reino y su justicia".
"Buscad primero el Reino de Dios y su Justicia, y lo demás se os dará por
añadidura" (Mt 6,33). La justicia del Reino de Dios comienza por la conversión y la santidad, con todas sus consecuencias transformadoras para las
personas y para el mundo, en la medida del espacio libre que cada uno deja
para la acción de Dios en él 88 . La oración es manifestación de que se desea
que el Reino de Dios constituya el verdadero centro y fuerza de la vida. Es
también medio para que la existencia, por limitada que sea, se desarrolle en
función de esa acción salvadora de Dios y de su Reino, cuyo germen y
comienzo es la Iglesia peregrinante (cf. Lumen gentium, 5).
B5 JUAN PABLO 11, Discurso a /a fundación Robert Schumann (7-Xl-2003).
86 Cf. R. PELUTERO, "La eficacia temporal del mensaje evangélico según Yves Cangar":
Scripta Theo/ogica 24 (1992) 1031-1047.
a1 Cf. Mt 6,33. Opus redemptionis Christi, dum homines salvandos de se spectat, totius quoque ordinis temporalis ínstaurationem complectitur. Unde Ecclesiae missio non solum est nuntium Christi et gratiam eius hominibus afferendi, sed et spiritu evangelico rerum temporalium
ordinem perfundendi et perficiendi (Decreto Aposto/icam actuositatem, n. 5). Vid. nuestro texto
"Santificación del mundo y transformación social", en: fo., El cristiano, 273w288.
88 Cf. GUARDINI, /nitiafion 8 fa priére, 173 S.
270
RAMIRO PELLITERO
IV. REFLEXIONES CONCLUSIVAS
Hemos apuntado cómo la oración tiene un sentido antropológico, en
cuanto respuesta a la existencia comprendida como interpelación divina. El
sentido pleno de la oración aparece en la revelación bíblica: cooperar con
Dios en el marco de la alianza, para que se realice la historia de la salvación
en uno mismo y en la humanidad. La oración es el primer "acto" de colaboración con Dios y de respuesta a la vocación cristiana a la santidad. Por la
oración, Dios sigue actuando a través de los hombres.
Jesús enseña a hacer oración con sus palabras y su vida. Su oración,
acto de su sacerdocio, es signo de su filiación divina y de su obra redentora,
y acontecimiento salvífica para todos los hombres. Procede de su comunión
con el Padre y, bajo el impulso del Espíritu Santo, alimenta continuamente
su misión. En su oración Jesús asume la oración de los cristianos y de todos
los hombres.
Las relaciones entre oración y acción eclesial pueden sintetizarse en los
siguientes puntos:
1. La oración cristiana es participación en la oración de Cristo, tiene una
estructura trinitaria y se da siempre in Ecc/esia. Es don de Dios (gracia) que
tiende a hacer del cristiano un templo del Espíritu Santo. El Espíritu comunica a los cristianos la oración misma de Jesús, les une en ella y les hace participar de ella, de modo que, sea privadamente, sea (sobre todo) en la
oración litúrgica, pueden rezar en su cuerpo místico "por Él, con Él y en Él''.
2. El cristiano que reza se identifica con Cristo y participa de su sacerdocio, bien mediante la ofrenda de su existencia (sacerdocio común de los bautizados), bien en la persona de Cristo cabeza (sacerdocio ministerial)
particularmente durante la eucaristía. La oración cristiana contribuye a reforzar los vínculos del cuerpo místico, enriquece la comunión de los santos e
impulsa el dinamismo de la misión. Es el camino para que la vida ordinaria
(el trabajo, la familia, la vida social, etc.) se convierta en apostolado.
3. La oración es irremplazable para un cristiano. Es fuente y horizonte de
la acción eclesial, pues entre la oración y la acción eclesial se da una circularidad, cuyo centro es la caridad. La oración conduce a la contemplación y
a la sabiduría; prepara, acompaña y sigue a todas las formas de la acción
eclesial (anuncio y transmisión de la fe, culto, apostolado y servicio de caridad). Debe, por tanto, estar presente en la teología y en la catequesis.
4. En la práctica pastoral y educativa, ha de subrayarse la prioridad de la
oración sobre la acción (externa). La oración "personal" (privada) prolonga y
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ORACIÓN Y ACCIÓN ECLESIAL
271
enriquece la oración litúrgica, que debe ser referencia objetiva de toda oración, también !}ara la piedad p,opular. La oración litúrgica pide una auténtica
participación (interna y externa) de "toda" la persona.
5. La oración se sitúa en el núcleo del ecumenismo ("ecumenismo espiritual") y de la secularidad (amor cristiano al mundo). Es manifestación e instrumento de la paz que viene con Cristo. Impulsa a la promoción humana, a
la transformación de la historia, a la repercusión pública y cultural que tiene
toda vida cristiana.
Resumen.- El articulo tiene por objetivo discernir el lugar de Ja oración en relación con la acción
eclesial. Para ello aborda, en primer lugar, la estructura trinitaria de la oración cristiana que tiene
al Padre como término, al Hijo como ca.mino y al Espíritu Santo, como origen y ámbito y, por último, a la Iglesia (también como ámbito). La segunda mirada se dirige a la oración de Cristo, que
es acontecimiento salvífica. La oración cristiana, en cuanto que es participación en la oración
de Cristo, es también ella acción salvlfica. A partir de aqul, el artículo desarrolla los siguientes
contenidos: La Iglesia, sujeto de la oración cristiana, en la que Cristo reza originando, presidiendo y vivificando la oración cristiana; el lugar central de la oración en la acción eclesial; la
relación entre las dos formas fundamentales de la oración cristiana in Ecclesia: la oración personal y la oración litúrgica y, por último, las consecuencias sociales, eclesiales y cósmicas de
la vida de oración, es decir, cómo la oración transforma el mundo.
Summary.- The arlicle has the purpose to discern the place of prayer in relation to the ecclesial
action. Far this, the paper deals first with the Trinitarian structure of Christian prayer that has the
Father as the end, the Son as the way and the Holy Spirit as origin and means, and then the
Church (a/so as means). The second /ook is directed towards Chrfst's prayer, which is salvlflc
event. Christian prayer, as partícipation in Christ's prayer is a/so saving event. From thís point,
the arlic/e deve/ops the following contents: the Church as subject of Christian prayer, in which
Christ prays orlginating, presiding and invigorating Christian prayer; the central place of prayer
in the ecclesial action; the relationship between the two fundamenta/ forms of Christian prayer
in Ecclesia: personal prayer and liturgical action and at last the social, ecclesial and cosmic consequences of the lite of prayer, that is, how prayer transforms the world.