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División del fin (R. Garrigou-Lagrange, O.P.)

División del fin, objetiva y subjetivamente considerado. Ejemplificación con la Encarnación.

FIN Objetivamente, por parte del modo de finalizar División del fin, objetiva y subjetivamente considerado (R. Garrigou-Lagrange, O.P.)12 Fin «cuius gratia», i.e., por causa del cual el agente obra: es el objeto del apetito, v.gr., el médico quiere o busca la salud Fin último: es el que no se refiere a ningún otro fin, v.gr., la victoria para el soldado, Dios para el hombre Fin objetivo o fin «qui», i.e., que es el objeto que deseamos conseguir, v.gr., Dios claramente visto Fin formal o fin «quo», i.e., por el que se da la consecución y la posesión del fin «qui», v.gr., la visión beatífica Fin intermedio: es el que se apetece por razón de él mismo, pero con relación a un fin ulterior, v.gr., la salud por o para el ejercicio de la virtud, la virtud por o para Dios2 Superior a nosotros, v.gr., queremos para Dios su gloria Fin «cui», i.e., para quien: es la persona o el sujeto para quien se desea el bien buscado, v.gr., el enfermo para quien se desea la salud Nosotros mismos, v.gr., queremos nuestra salvación Inferior a nosotros, v.gr., queremos para un perro enfermo su salud, por un fin cuius gratia más alto3 1 De beatitudine, de actibus humanis et habitibus. Commentarius in Summam Theologicam S. Thomae I-II, qq. 1-54, L.I.C.E. - R. Berruti & C., Turín, 1951 (pp. 35 y 36). Traducción de Federico María Rago. 2 Algunos, como Vázquez, niegan que haya un fin intermedio y dicen que el fin así llamado no es sino un medio. Pero, contra esto, el fin intermedio no es un mero medio, el cual medio de ninguna manera se apetece por razón de sí mismo, sino sólo por razón del fin, como, por ejemplo, una medicina amarga. En verdad, lo que se llama «fin intermedio», como, por ejemplo, la 1 34 FIN 3 Subjetivamente, por parte del agente Fin efectuado: es aquel que se hace y produce por la operación del agente, v.gr., la salud por la operación del médico «Finis operis», i.e., fin de la obra: es aquello a lo que por su naturaleza tiende la obra, v.gr., el fin de la limosna es subvenir al pobre Fin obtenido: es aquel que se adquiere por la operación del agente, pero no se produce, v.gr., el premio de un certamen «Finis operantis», i.e., fin del que obra: es aquello a lo que tiende el que obra, aquello que se propone para sí libremente, v.gr., el fin del que da limosna puede ser Dios, o la vana gloria, o el mismo fin de la obra, i.e., la ayuda del pobre Fin principal: es aquel que busca por sí mismo en primer lugar, v.gr., el fin principal de la celebración de la Santa Misa es el culto debido a Dios, el fin principal de la guerra es la defensa de la Patria Fin secundario: es aquel que sólo secundaria y consecutivamente se busca, como subordinado al fin principal, no como medio, sino o bien como efecto, o bien como algo consecutivamente anexo al mismo, v.gr., el fin secundario del soldado es el honor y el estipendio salud, la paz social, la virtud, es apetecido por razón de sí mismo y, simultáneamente, en orden a un fin más alto. Así se da una subordinación de los fines, que corresponde a la subordinación de los agentes: el fin intermedio, en efecto, corresponde a la causa eficiente subordinada, y el mero medio corresponde a la causa instrumental, que no produce el efecto sino por virtud de la causa principal, como la pluma por virtud del escriba. 3 Debe notarse que el fin «cui» puede ser o bien nosotros mismos (y así, por ejemplo, queremos para nosotros la vida eterna), o bien superior a nosotros (y así, por ejemplo, queremos para Dios, como superior, su gloria), o bien inferior a nosotros (y así, por ejemplo, queremos la salud para un perro enfermo, que es inferior a nosotros). De este modo, en el Símbolo se dice, acerca del Hijo de Dios, que se encarnó «por nosotros», «propter nos», no aludiendo al fin «cuius gratia», sino al fin «cui», es decir, aludiendo a para quien (para quienes) quería la salvación y la vida eterna, en orden a la gloria de Dios. De donde en esto Dios no ha subordinado a Cristo a nosotros, sino, al contrario, como dice santo Tomás, «Dios ama a Cristo no sólo más que a 2 5 * * * Septiembre de 2024 A.M.D.G. todo el género humano, sino incluso más que a todo la universalidad de las creaturas [incluso de los ángeles], pues para Él quiso un mayor bien, porque le dio el nombre que está sobre todo nombre, de modo que fuese verdadero Dios. Y su excelencia no queda disminuida por el hecho que Dios lo entregó a la muerte para la salvación del género humano, pues de ahí mismo vino a ser glorioso vencedor: En su hombro lleva la soberanía (Is 9, 5)» (S. Th., I, q. 20, a. 4, ad 1). De donde somos nosotros los que nos subordinamos a Cristo, así como Cristo a Dios, según aquello del Apóstol: «Todas las cosas son vuestras, mas vosotros sois de Cristo, y Cristo es de Dios» (1 Cor 3, 22-23). Dice, asimismo, al respecto el Angélico: «Dios asumió la naturaleza humana no porque amara absolutamente más al hombre [que al ángel], sino porque más lo necesitaba. Como un buen padre de familia da a su criado enfermo algo más valioso, que no da a su hijo sano» (ibid., ad 2). Ha de notarse que la misericordia no subordina al superior al inferior, sino más bien inclina al superior al inferior, elevando al inferior, para establecer su subordinación al mismo Dios. El fin «cui» puede ser inferior al agente, y entonces la acción del agente no se subordina como medio al fin «cui», sino que la acción del agente debe ordenarse a algo más alto, v.gr., a la gloria de Dios: así Cristo murió por nosotros en cuanto fin «cui» inferior, pero lo hizo para dar gloria a Dios en cuanto fin «cuius gratia» y fin «cui» superior. Del mismo modo se resuelve la objeción de los quietistas contra la esperanza, diciendo que al esperar deseamos a Dios para nosotros (fin «cui»), pero por Dios (fin «cuius gratia»). Y así se conserva la subordinación de la creatura a Dios. De modo parejo, la contemplación se ordena a la acción apostólica o a la santificación de las almas en cuanto fin «cui», pero se ordena a Dios mismo que ha de ser glorificado en cuanto fin «cuius gratia». Y, de este modo, la contemplación no es un medio subordinado a la acción, inferior a la acción, sino que es una causa eminente, superabundante, fructificante, del fin de la cual la acción apostólica es sólo efecto o fruto. 3