Reflexiones sobre la Singularidad Tecnológica
Nicolás Pernigotti1
Introducción
El avance tecnológico de las últimas décadas, la vertiginosidad del mismo, nos lleva a
imaginar un futuro -no muy lejano- donde los sistemas tecnológicos y la inteligencia artificial
(IA) superen física e intelectualmente a la inteligencia humana (IH). Llegando, de hecho, a
ser capaz de mejorarse a sí misma, ya sin la necesidad de intervención humana, dadas las
capacidades de procesamiento de información superiores a las del cerebro humano. De la
posibilidad del surgimiento de cyborgs, Post Humanos, y la llegada de, lo que los expertos
han dado en llamar, Singularidad Tecnológica -léase la capacidad de autosuperación por
parte de la IA misma-. Debemos permitirnos reflexionar sobre éstos conceptos, con el fin
analizar los posibles efectos, los resultados a los que nos podría llevar éste veloz avance
tecnológico, y las posibles consecuencias que traería consigo una SuperInteligencia dura.
El devenir trans-humano
La tecnología avanza en un ritmo vertiginoso, cumpliendo, quizás, con la denominada
“Ley de Moore”2 sobre la capacidad de crecimiento exponencial de la inteligencia artificial.
Por lo que, tenemos una tecnología cada vez más desarrollada, al punto de arribar a lo que
se denomina una “singularidad tecnológica"3 en un futuro cercano. Esto plantea algunas
cuestiones sobre las cuales creemos necesario reflexionar, principalmente, la cuestión del
límite. Esto es, en qué punto deberíamos, si es que debemos hacerlo, detenernos en esta
escalada tecnológica. Urge replantearnos la cuestión tecnológica y sus utilidades futuras,
desde un aspecto filosófico, será una necesidad para la supervivencia humana.
Uno de los conceptos que surgen de este avance es el denominado
“transhumanismo”. Lo cual se presenta como una alternativa superadora, en la cual los
humanos nos fusionamos con esta IA avanzada, creando humanos híbridos, fortaleciendo
así muchos de los aspectos débiles de la condición humana, tanto físicos como
intelectuales. Sin duda, la incorporación de la tecnología al cuerpo se viene realizando
desde hace años, desde prótesis médicas hasta chips. Ésta posibilidad podría llevarnos a
una humanidad cuasi perfecta, ya que la evolución virtual es exponencialmente más rápida
que la humana, en cuyo caso deberíamos preguntarnos qué sentido tendría la existencia si
todo lo humano se torna calculado, exacto, preciso, automatizado. Si nos realizamos cómo
perfectos. ¿Dónde se jugaría lo humano en un futuro singularizado?
La neurocientífica Kathie Olsen4, indica que el desarrollo de los denominados
NanoBots, robots pequeños como glóbulos rojos, nos ayudarán a combatir el cáncer o
células malignas para el organismo; pero que también podremos usarlos, junto con la
incorporación de chips al cuerpo, para transformarnos en cyborgs, precisos, con una
capacidad de procesamiento de información igual a las más avanzadas computadoras.
Ésta última opción nos podría llevar a plantearnos qué sentido tendría la existencia
humana si todo sería perfecto, si todos tendríamos toda la información posible en nuestros
Licenciado en Filosofía – UCES, Argentina. Mail:
[email protected]
La ley de Moore expresa que aproximadamente cada dos años se duplica el número de transistores
en un microprocesador. Se trata de una ley empírica, formulada por el cofundador de Intel, Gordon E.
Moore.
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“La singularidad Tecnológica básicamente establece que llegará un momento en que la tecnología se desarrollará
de manera tan rápida que los robots, ordenadores, máquinas, etc. serán capaces de mejorarse a sí mismos y de
forma recurrente, llegando a desarrollar super ordenadores o super robots que serán superiores a nuestra
capacidad intelectual y física” (https://puentesdigitales.com/2017/02/16/singularidad-tecnologica/).
4
Dra. Kathie L. Olsen es una neurocientífica estadounidense, Directora Científica de la NASA, destacada
por su trabajo en política científica.
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cerebros. Pudiendo también llegar a hacer backups de nuestros recuerdos. Los lapsus,
lagunas y demás fallidos desaparecerían –y con ello parte de la praxis psicoanalítica, por
cierto-. Nos convertiríamos en “inteligencias mixtas” y, probablemente, conviviríamos a su
vez con máquinas autómatas que se autogenerarían mejorándose a sí mismas, con el
riesgo potencial que ello conllevaría para la supervivencia humana.
El transhumanismo es una opción de desarrollo futuro, de hecho, la más viable, pero
trae aparejada consigo múltiples problemas a ser analizados, principalmente por el
quehacer filosófico. Como podría ser, la posibilidad de desarrollo de la denominada
SuperInteligencia, entendida ésta como la mejora de la IH con la incorporación de la IA. El
filósofo futurista Nick Bostrom5 define a la SuperInteligencia como "un intelectual que es
mucho más listo que los mejores cerebros humanos prácticamente en cualquier campo,
incluyendo la creatividad científica, sabiduría general y habilidades sociales" (Bostrom,
2006).
Otra de las posibilidades de desarrollo es la denominada SuperInteligencia Colectiva,
fundamentada en la Internet y la posibilidad de conexión entre hombre y máquina. Lo cual
decantaría en una potenciación de las capacidades de los miembros de la comunidad,
basada particularmente en la unión entre las máquinas conectadas y el cognitariado.
Resultando en una Súper Inteligencia Híbrida, bajo la cual se produciría lo que hemos
explicado anteriormente, la inserción de prótesis, chips y demás tecnologías en el ser
humano; produciendo cyborgs, humanos híbridos mejorados en todos los aspectos. Y, a
través de la red, podrán potenciar y controlar los dispositivos, las prótesis y demás chips
que estén integrados al ser humano.
Definiendo la Singularidad Tecnológica
La Singularidad Tecnológica se basa en el concepto de Inteligencia Artificial Superior
(IAS), que nos muestra la posibilidad de que las máquinas, debido a la velocidad con la cual
la IA evoluciona, superen al cerebro biológico en capacidad de procesamiento de
información, basado esto en la denominada “Ley de Moore”, según la cual, como hemos
explicado, se duplica la capacidad de los microchips cada año y, simultáneamente, se
reduce su costo.
Según Kurzweil, la singularidad tecnológica es “un periodo futuro durante el cual el
ritmo del cambio tecnológico será tan rápido y su impacto tan profundo, que la vida humana
será transformada irreversiblemente” (Kurzweil, 2005). Pero,
¿transformada de qué forma? Y, repensando a Michael Foucault ¿no se generarán nuevos
dispositivos, nuevas redes de poder, nuevos discursos en manos de estos cyborgs que
dominen a aquellos que, indefectiblemente, queden fuera de estas tecnologías? Otra de las
aristas del análisis del devenir tecnológico y la humanidad híbrida es, más aún bajo el
tecno-capitalismo, que no todos los seres humanos accederemos de igual forma a esta
“singularización”, no todos vamos a poder solventar la incorporación de chips en nuestro
cuerpo y, hasta qué punto, la incorporación de estos elementos nos deja a merced del
control biopolítico del poder de turno. Son estos interrogantes que surgen en el análisis
político y sociológico de la cuestión que estamos tratando.
¿No habrá un cierto uso de lo que podemos denominar “voluntad tecnológica”, en pos
de la generación de un discurso de dominio que caiga sobre los que no accedan a la
“singularidad tecnológica”, o sobre aquellos a los cuales la misma excluya? ¿Se podría
llegar a hablar de la singularidad como un “nuevo orden”?
Habrá que analizar los resultados que podría traer aparejada una teoría de la
Filósofo sueco de la Universidad de Oxford, conocido por sus trabajos sobre el principio antrópico, el riesgo
existencial, la ética sobre el perfeccionamiento humano, los riesgos de la superinteligencia y el consecuencialismo
(cf. nickbostrom.com).
5
inteligencia colectiva de potencia ilimitada, capaz de autogobernarse; la posibilidad de una
teoría de la mente global interconectada, la cual incorpora elementos orgánicos e
inorgánicos (cf. Berardi, 2016, p.190). El cambio en la humanidad puede ser sin duda
irreversible. Como marca el pensador francés Eric Sadin, “el hecho antropológico y
civilizatorio determinante es que la humanidad ha iniciado una trayectoria que acabará
vinculando todos los aspectos de nuestras vidas individuales y colectivas a sistemas de
inteligencia artificial, que gestionan cada vez más nuestros asuntos, y a las innumerables
pantallas diseminadas por la sociedad” (Sadin, 2023).
No podemos dejar de mencionar las opiniones del Prof. Stephen Hawking, quien
expuso que “mientras que el impacto a corto plazo de la IA depende de quien lo controla, el
impacto a largo plazo depende de si se puede controlar en absoluto” (Hawking, 2014).
Con la incorporación, en nuestro cuerpo, de lo tecnológico, lo inorgánico en lo
orgánico, también tendríamos que empezar a familiarizarnos con la posible negación de lo
mortal de nuestra existencia. Apuntaríamos así a una posibilidad de muerte cada vez
menor, alejándonos del “ser-para-la-muerte” heideggeriano o, en todo caso,
transformándonos en un ser “no-para-la-muerte”. Al fin y al cabo, éste vertiginoso avance
tecnológico no sea más que eso, el deseo constante del ser humano de negar la muerte,
viéndonos así de cara a uno de los anhelos mayores de la humanidad, la inmortalidad, la
eternidad. Como nos indica el antropólogo David Le Breton, buscamos despojarnos,
despedir al cuerpo, “la ilusión de un adiós al cuerpo, a través del auge de la cibercultura y la
fantasía de descargar el “espíritu” en el disco duro de la computadora o en la Red” (Le
Breton, 2021: 16p)
Por otra parte, tenemos un punto que no puede pasar desapercibido, el uso medicinal
de la tecnología para el combate de enfermedades, como también para subsanar otros
males que aquejan a la humanidad. Lo cual, creemos, sería la mejor utilización que podría
dársele a ésta ultra evolución tecnológica.
El filósofo francés J.L. Nancy esbozó que, por ahí, Dios es el afán del hombre de
superarse a sí mismo, pero en este caso hay que ver hasta dónde -y para qué- buscamos
superarnos, en resumen, para qué creamos éste Dios.
Sabemos que, bajo la metáfora del “algoritmo de Dios”, se busca crear la conciencia
humana en un sistema computable, bajo el dualismo cartesiano mente y cuerpo, emular la
conciencia en las máquinas, con lo cual surgiría un pos-humanismo trascendental, una
conciencia tecnológica que sin duda va a superar al hombre y hasta podría dominarlo. Lo
que llevaría a un apocalipsis post humano, en el caso de que estas máquinas conscientes
llegaran a rebelarse contra los seres humanos, con el fin de exterminarlos como, por
ejemplo, exponen los defensores de la versión informática del “Doomsday Argument”, lo
cual sería el fin de la humanidad.
Stephen Hawking expone al respecto que “el desarrollo de una completa IA podría
traducirse en el fin de la raza humana”, teme que “la IA pueda decidir rediseñarse por
cuenta propia e incluso llegar a un nivel superior” (Hawking, 2017).
Elon Musk6 expuso que: “el ser humano se debe integrar con las máquinas o estará
condenado a vivir en un mundo dominado por estas”. Ante esto aparecieron movimientos
políticos y filosóficos, como el denominado aceleracionismo, “quienes argumentan que la
tecnología (particularmente la tecnología informática) y el capitalismo (particularmente su
variedad global más agresiva –neoliberalismo-) deberían acelerarse e intensificarse
masivamente, ya sea porque es la mejor forma de que la humanidad avance o porque no
hay otra alternativa. Están a favor de la automatización y de la fusión de lo digital y lo
humano” (Beckett, 2018).
Elon Reeve Musk es un físico, emprendedor, inventor y magnate sudafricano nacionalizado canadiense y
estadounidense. Cofundador de PayPal, Tesla Motors, SpaceX y OpenAI, entre otras.
6
Principalmente el aceleracionismo de izquierda, plantea la posibilidad de acelerar al
máximo el proceso, en pos de que caiga por su propio peso, presionando al máximo el
proceso de evolución tecnológica, entrando así en una etapa post capitalista.
Por el momento, habría que refugiarse en las palabras del mismo Kurzweil: “[l]a
esencia humana es aquella que busca ir más allá de sus limitaciones; aunque cambiemos y
mejoremos nuestro sustrato biológico, seguiremos siendo humanos” (Kurzweil, 2005).
Reflexiones finales
El avance vertiginoso de la tecnología es una temática que deja muchos interrogantes
abiertos, como dijimos, negar el avance de la misma es una necedad, pero la posibilidad de
la denominada “Singularidad Tecnológica” nos coloca ante un reto que puede cambiar las
formas organización social conocidas hasta la actualidad. El avance de la informática y
demás técnicas deben ser un auxilio, un apoyo para el desarrollo humano, no así, ser la
tecnología un fin en sí mismo; no debemos apuntar al “ser-tecnológico” como cyborgs, sino
a un soporte que nos permita un mejor pasar, una mejor calidad de vida. No olvidemos que,
como nos marca Neil deGrasse Tyson, el conocimiento científico afecta, no solo la vida, sino
las decisiones políticas, por lo cual debemos saber, aunque sea lo básico, de la ciencia
(Ambrosio, 2019).
El límite parece estar definido, pero todo indica que lo superaremos, aunque esto
implique jugar con el posible fin de la especie humana. Haciendo un análisis de la
información que, hasta ahora, se obtiene en algunos test de Turing7, lejos está la capacidad
de las máquinas de emular al hombre en conceptos tales como la intuición y creatividad; si
bien podrá imitar sus facultades, no podrá captar su naturaleza, su mente e incluso todo lo
que de ella misma desconocemos, al igual que alcanzar su inteligencia.
La inteligencia no es sólo recopilación y procesamiento de datos como la interpretan
ciertas áreas de la ciencia, hay mucho más encriptado en ese concepto que nos permite, en
suma, decirnos “inteligentes”. La tecnología usada con fines concretos/benéficos puede
darnos mejoras impensadas, una era de bienestar (podemos señalar como ejemplo el uso
de las impresoras 3D para la realización de prótesis ortopédicas), pero en manos del “libre”
mercado sólo será utilizada para someter y esclavizar a aquellos que no tengan los recursos
para acceder a ella. De ambas formas, se corre el riesgo de caer en la posibilidad de ser
dominados por la máquina, por quienes las posean o -en un sesgo más futurista- por la
máquina en sí; siendo llevados hasta la destrucción total, primero de lo humano, después
de la humanidad como tal. El dominio de una burguesía tecnológica se verá reflejado en
nuevas miserias para nuestros pueblos, para aquellos que sean expulsados fuera de esta
utopía tecnológica.
El test de Turing (o prueba de Turing) es una prueba de la capacidad de una máquina para exhibir un
comportamiento inteligente similar al de un ser humano o indistinguible de este.
7
Bibliografía
Ambrosio, M. D. (2019, October 5). Neil deGrasse Tyson. "El conocimiento científico
afecta
decisiones
políticas”.
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Beckett, A. (2017, May 11). «Accelerationism: How a fringe philosophy predicted the future we
live in». The Guardian.
Berardi, F. (2016) Generación Post- Alfa: patologías e imaginarios en el semiocapitalismo. 2ª
Ed.- CABA: Tinta Limón.
Bostrom, N. How long before Superintelligence?. Linguistic and Philosophical Investigations5.
2006.
Pp.
11-30
Le Breton, D. (2021) Antropología del cuerpo y modernidad. 1ra ed. CABA: Prometeo Libros.
Hawking, S. (2014, December 2): "La inteligencia artificial augura el fin de la raza humana".
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(2017, October 23). Stephen Hawking: 'Are we taking Artificial Intelligence seriously.
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Kurzweil, R. The Singulary is Near: When Humans Trascend Biology. Londres, Ing. Penguin
Group. 2005
Sadin, E. (2023, 15 noviembre). ChatGPT, escríbeme una carta de amor. Filosofia&Co.
Recuperado 9 de septiembre de 2024, de https://filco.es/chatgpt-carta-de-amor-eric-sadin/