Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julian Perez
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Alberto Julian Perez. Novela y poesía en Hispanoamérica. 465 p., 2021. �hal-03175716�
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Novela y poesía
en Hispanoamérica
Ensayos críticos
Alberto Julián Pérez
Riseñor
Ediciones
ÍNDICE
NOVELA Y POESÍA EN HISPANOAMÉRICA
Edición: Barker & Jules Books™
Diseño de Portada: María Elisa Guerrero Almanza | Barker & Jules Books™
Diseño de Interiores: Juan José Hernández Lázaro | Barker & Jules Books™
Primera edición - 2021
D. R.© 2021, Alberto Julián Pérez
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Estrella distante: poesía e historia
7
Los detectives salvajes y el ocaso de las vanguardias
29
La costurera y el viento: Aira y el juego
59
La utopía indigenista de César Aira
81
La teoría de la novela de Julio Cortázar
105
La novela El examen: Cortázar argentino
121
Saer/Cicatrices: hacerse escritor
149
Megafón y la Resistencia
167
La vida es un tango: historia y alegoría
189
Copi político: La Internacional Argentina
209
Borges, la ética y la dominación colonial
231
Gelman y la contracultura norteamericana
de los sesenta
247
Olga Orozco: sueño/mundo/poesía
271
La poesía crítica de Nicanor Parra y
Carlos Germán Belli
299
Juan Luis Martínez: cómo salir de la literatura
323
La poesía indígena del Churqui Choque Vilca
357
Raúl González Tuñón y la Guerra Civil española
395
Confesión y polémica en la poesía de Rubén Darío
429
Sarmiento y su crítica a Europa en Viajes
443
Alberto Julián Pérez
Estrella distante: poesía e historia
En Estrella distante, 1996, Roberto Bolaño (1953-2003)
presenta a sus personajes poetas dentro de un mundo
cerrado y alegórico. Son seres ambiguos, capaces de los
actos más puros y sublimes, y de las mayores abyecciones.
Sitúa la acción principal de la novela en Chile en 19721973, en vísperas del golpe militar del General Pinochet
contra el gobierno socialista de Salvador Allende. En
su trama se enfrentan los poetas revolucionarios, que
apoyan o sienten simpatía por el gobierno de Allende, al
poeta de ultraderecha Alberto Ruiz-Tagle/Carlos Wieder,
partidario del golpe. En este ensayo me propongo tratar
de entender cómo Bolaño plantea e interpreta la relación
entre poesía e historia en su novela.
Bolaño caracterizó al poeta Wieder como un
personaje infernal, apocalíptico, rebelde, como un héroe
del mal. Albert Camus, en su ensayo L’homme révolté,
1951, estudió a los grandes rebeldes de las letras, como
Sade y Lautreamont (Camus 41-44).1 El novelista, creía
Camus, buscaba encerrar en su obra el caos del mundo
Camus vivió en Francia durante la Segunda Guerra mundial durante la ocupación
nazi. Hitler, consideraba, había creado una religión colectiva que generó una ira
desmesurada en sus seguidores.Era un tipo de revolución nihilista que se volvió
contra ellos, y los llevó a la destrucción y al suicidio (Camus 236).
1
—7—
Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
para darle una forma y salvarlo.2 George Bataille, en un
artículo temprano de 1933, describió el fascismo como un
enfrentamiento entre fuerzas heterogéneas, disolventes,
y fuerzas homogéneas, centralizadoras. Los fascistas eran
seres “violentos, desmesurados, delirantes y dementes”,
decía, y buscaban, como individuos, o formando parte
de las masas, romper las leyes de la homogeneidad social
(Bataille 142). 3
Bolaño, que vivió en Europa más de dos décadas,
estudió la historia del nazismo y la segunda guerra
mundial, e integró su problemática como tema en sus
novelas. El nazismo había sido una utopía delirante
que buscaba crear un imperio racista para dominar el
mundo. La manera racional y metódica en que los nazis
planteaban la organización política de su imperio puso en
crisis la concepción política racional del estado. Bolaño
vio el nazismo como un substrato presente en los peores
impulsos de la naturaleza humana. El ser humano gozaba
dominando a los otros, haciéndose dueño de sus destinos
y no valoraba la vida. Presentó a personajes nazis en
varias de sus obras. El argumento de Estrella distante
apareció primero en un relato de su libro La literatura
nazi en América, “Ramírez Hoffman, el infame”, publicado
en el mismo año. En ese libro Bolaño esbozó una serie de
biografías de escritores infames de derecha de distintos
países de América. 4
El golpe militar chileno fue un hecho político
emblemático que conmovió al mundo latinoamericano en
los años setenta. Allende había sido el primer presidente
socialista democráticamente elegido en Hispanoamérica.
La oligarquía chilena, el empresariado y la jerarquía
eclesiástica apoyaron el golpe militar de ultraderecha
que lo derrocó. El gobierno norteamericano consideró al
gobierno de Allende una amenaza política en el continente,
y los servicios de inteligencia de la CIA ayudaron a
desestabilizarlo y colaboraron en la sangrienta represión
(Streeter 1-20). Bolaño, que estaba residiendo en México,
volvió a Chile durante los últimos meses del gobierno
socialista, con la idea de quedarse definitivamente a vivir
en su país. Encarcelado brevemente después del golpe, fue
testigo de la represión militar, y decidió regresar a México.
Dice Camus: «Une analyse détaillée des romans les plus célèbres montrerait, dans
des perspectives chaque fois différentes, que l’essence du roman est dans cette
correction perpétuelle, toujours dirigée dans le même sens, que l’artiste effectue
sur son expérience. Loin d’être morale ou purement formelle, cette correction vise
d’abord à l’unité et traduit par là un besoin métaphysique (275) ».
3
Bataille consideraba que la sociedad homogénea seguía el deber ser, mientras
que la heterogénea sólo era para sí, y quien le imponía el deber ser social era el
estado autoritario. El modelo de acción de los grupos heterogéneos era el ejército,
que se unía bajo el mando de un jefe con el que mantenía una relación afectiva. El
objetivo del ejército era la acción violenta. El jefe daba identidad y coherencia a
los elementos heterogéneos y humillados de su grupo. La religión también servía
para el mismo efecto: unificaba en la práctica los elementos sociales diversos.
Bataille consideraba que en el poder fascista los elementos religiosos y militares
eran inseparables (Bataille 154).
2
—8—
Para Bolaño el nazismo es una condición que excede su marco histórico de
origen en Alemania y se extiende en el tiempo, reapareciendo en otros eventos
históricos, como el golpe de estado de Chile. Es una especie de enfermedad
política subyacente, caracterizada por el autoritarismo y la violencia, la voluntad
de poder unida a un estado de gran creatividad. El nazi de Estrella distante que
concibe Bolaño no es vulgar y tonto, o superficial, como, según cuenta Arendt, en
su libro Eichmann en Jerusalem, fue Eichmann, sino artístico y creativo, aunque
mentalmente desquiciado (18-26).
4
—9—
Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Tanto en el relato “Ramírez Hoffman, el infame”, de
La literatura nazi en América, como en su novela Estrella
distante, Bolaño aparece como personaje y narrador, en
el relato, con su nombre real, y en la novela, mediante
su alter ego Arturo Belano. Este giro autobiográfico es
significativo en la narrativa de Bolaño y marcó un cambio
cualitativo en su escritura, con respecto a sus novelas
anteriores, particularmente Monsieur Pain, La pista
de hielo y El Tercer Reich. Esta nueva forma de narrar,
confesional y patética, moviliza más al lector y disminuye
el distanciamiento intelectual que caracterizaba la
narración de sus primeras novelas.
En Estrella distante Bolaño nos introduce en el mundo
literario e intelectual del Chile de Allende, nos muestra la
vida y preocupaciones de sus estudiantes de letras, sus
profesores y poetas jóvenes. Wieder, el aviador poeta
al servicio de la derecha chilena, asiste a los talleres de
poesía organizados por los profesores Juan Stein y Diego
Soto, con el nombre falso de Ruiz-Tagle. En los talleres
de poesía participan jóvenes poetas estudiantes de la
Universidad de Concepción. Los militares sospechaban de
los estudiantes, que simpatizaban con los movimientos de
izquierda. Wieder se infiltra en los talleres para espiar y
durante el golpe asesina a varios estudiantes, entre ellos
a sus amigas y compañeras de taller.
El teniente Wieder se siente verdaderamente un poeta.
Belano y sus amigos se burlan de él y creen que su poesía
es mala. Luego del golpe Wieder es el poeta preferido del
régimen de Pinochet. Tiene un concepto neo-vanguardista
de la poesía, que se asemeja al de los poetas Futuristas
de principios de siglo, que idealizaban la mecanización,
el progreso y creían en las acciones extremas y violentas.
Su poesía es de tendencia metafísica y religiosa, y busca
romper la barrera que separa la escritura, de la realidad y
la historia. Inventa lo que él denomina “acciones poéticas”
(Gamboa Cárdenas 214-223).
Chiara Bolognese ha comparado las acciones poéticas
del poeta nazi Wieder con las que había realizado en New
York en los años ochenta el poeta chileno Raúl Zurita. La
postura política de Zurita, aclara Bolognese, era contraria
a la de Wieder, ya que Zurita militaba en un grupo de
escritores que resistía al gobierno dictatorial de Pinochet.
Las acciones poéticas de Wieder, según Bolognese, son
una parodia de las acciones poéticas de Zurita (Bolognese
259-63). Wieder escribía poemas metafísicos con humo
en el cielo, con un avión alemán de la segunda guerra
mundial. Su imaginación poética buscaba controlar y
cambiar el mundo real. De las fantasías de dominio y
destrucción pasó a la acción directa y al crimen.
Los poetas que presenta Bolaño en la novela son
personajes ambiguos, esquizoides, que atacan y rechazan
al otro, y lo utilizan para establecer su propia identidad.5
— 10 —
El planteo de Bolaño nos recuerda el que hace Borges en su cuento “Los teólogos”
de El Aleph. Borges había imaginado dos teólogos escritores que se envidiaban y
odiaban, y se acusaban mutuamente de escribir artículos heréticos, hasta que uno
logró, mediante sus intrigas, que la Inquisición condenara al otro a la hoguera. En
su final Borges especula que el teólogo que sobrevivió descubrió antes de morir
que él y su enemigo eran parte de una misma identidad. Víctima y victimario se
confunden, uno estaba tratando de destruir en el otro una parte de sí que odiaba.
5
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
El mundo literario enfrentado que nos muestra refleja
las luchas entre la izquierda y la derecha en Chile. La
literatura no puede cambiar ni corregir la historia, la
repite. Wieder, el oficial de la fuerza aérea, espía y poeta,
elige como víctimas de sus crímenes políticos a otros
poetas. Se siente omnipotente. Su imaginación estética
concibe una obra grandiosa, vanguardista y renovadora.
El crítico literario de derecha del diario conservador El
mercurio, Icabache, que apoyó el golpe, lo considera un
gran poeta (Estrella distante 45). Es el más aventurado de
todos. Belano y Bibiano, que años más tarde lo buscarían
para destruirlo, lo admiraban y envidiaban.
Wieder había demostrado su superioridad como
hombre y como poeta: tenía un físico privilegiado, seducía
a las mujeres más bellas, llevaba a la poesía al último
extremo, cruzaba la barrera entre la vida y la muerte, y
desafiaba las normas de conducta del “establishment”
militar con sus vuelos arriesgados y exhibicionistas.
Cuando finalmente expone en un “happening” las
fotografías de sus crímenes, violando el secreto militar,
el Ejército lo detiene y lo expulsa de sus filas. A pesar que
forma parte del régimen de Pinochet, y participa en la
represión de izquierdistas, el ejército lo rechaza. El poeta
nazi rebelde termina enfrentado a las instituciones del
estado.
Belano y sus amigos poetas, tras el golpe militar
de Pinochet, actúan con prudencia. Es difícil para
ellos encontrar un lugar en la nueva sociedad. Belano,
finalmente, se va de Chile, emigra a Europa y se establece
en Barcelona; su amigo Bibiano O’ Ryan, compañero del
taller de poesía de Juan Stein, subsiste en Concepción con
un modesto empleo de vendedor en una zapatería. Los
dos abandonan poco a poco la poesía: Bibiano publica
años después un libro de ensayo, El nuevo retorno de
los brujos, que le da prestigio, y planea escribir un libro
sobre la literatura nazi en América, mientras que Belano
se resigna a escribir novelas, un género que considera
inferior a la poesía. Estrella distante es la historia que
Belano le cuenta a Bolaño y que este último presenta en
su libro. Bolaño juega con la identidad de los dos poetas
fracasados, Belano y Bibiano y con la suya propia. Como
en los cuentos de Borges, los sujetos se desdoblan, la
identidad es intersubjetiva, pasa de un personaje a otro. 6
La problemática que plantea la personalidad del poeta
nazi ocupa el centro de la novela. Wieder es una figura
emblemática, a la que Bolaño trata con ironía, pero
sin burla: es el último vanguardista y poeta maldito.
Si bien nuestros grandes vanguardistas históricos
hispanoamericanos, Vallejo, Neruda, fueron poetas
revolucionarios y se adhirieron al comunismo durante
— 12 —
De los grandes temas filosóficos que preocupan históricamente a nuestra
literatura hispanoamericana, Bolaño trató sobre todo el de la identidad y
la subjetividad, y el problema de dios (la divinidad). No aparece en su obra
el problema del tiempo. Recordemos, sin embargo, que su narrativa quedó
inconclusa, murió relativamente joven, a los 50 años. Quiero creer que esta gran
problemática contemporánea hubiera aparecido en sus próximos libros de haber
vivido unos años más, siguiendo los pasos de su gran maestro, Borges. Bolaño
era, literariamente hablando, un temerario, buscaba la obra absoluta y no quería
dejar ningún tema importante sin tratar.
6
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
la época de la entreguerra europea, en los años treinta,
muchos otros vanguardistas, sobre todo europeos y
norteamericanos, como Marinetti y Pound, fueron de
derecha, y colaboraron con el fascismo. No tenemos en
Hispanoamérica modelos propios de poetas vanguardistas
fascistas de éxito, y Bolaño los inventa para recordarnos
que podrían haber existido. Está intentando derribar
nuestros propios mitos literarios. No cree en ellos.
El personaje poeta nazi que él concibe, Wieder, es
ambiguo, culposo, narcisista, autodestructivo. La novela
presenta un mundo de poetas que compiten entre sí, se
envidian y se detestan. Los líderes de los dos talleres
de poesía de Concepción: Juan Stein y Diego Soto, son
enemigos; las hermanas Garmendia, bellas poetas, asisten
al taller de Stein y desean al mismo hombre, que las
asesina después del golpe militar; Arturo Belano, el alter
ego del autor, compite con su amigo Bibiano, y son poetas
mediocres.
Los críticos Celina Manzoni y Franklin Rodríguez
han estudiado la aparición de dobles en la novela como
un recurso técnico derivado de la literatura fantástica.
Rodríguez recurre a la noción freudiana de lo “ominoso”,
y Manzoni habla de la recuperación de la memoria
y el reconocimiento del “phantasma” (Rodríguez
208 y Manzoni “Narrar lo inefable…” 40-1). Bolaño
está tratando de negociar lo real, creo yo, desde una
perspectiva diferente y nueva. Somete a sus personajes a
un proceso metódico de duplicación. Los dobles de Bolaño
son gemelos casi siempre, forman parte de una misma
identidad. El autor asocia las mitades que la historia ha
separado. El resultado es conflictivo, y hasta monstruoso.
Las consecuencias políticas de estas duplicaciones son
imprevisibles.
Bolaño ve al ser humano contemporáneo como un
sujeto dividido, esquizofrénico, y esta percepción es
constitutiva de su literatura madura. Refleja su propio
drama biográfico, como escritor que vivió alejándose de
un núcleo primario en el que tuvo experiencias seminales,
y tratando luego de regresar a él en el mundo imaginario de
su literatura: de regresar al México de su juventud, cuando
descubrió la poesía junto a sus amigos Infrarrealistas;
de volver al Chile de Allende en vísperas del golpe de
Pinochet, para intentar luchar contra la dictadura; de
regresar a su juventud de emigrante latinoamericano en
Europa, pobre y marginado. Como lo proponía Borges en
su práctica narrativa, sus personajes proyectan aspectos
biográficos de la vida del escritor: el sujeto busca saber
quién es, se desplaza constantemente de un lugar a otro,
sin descanso, y al final del viaje encuentra a ese otro que
es él, y en el que busca reconocerse: Carlos Wieder/Ruiz
Tagle es su hermano siamés (Estrella distante 152). El nazi
asesino no es más que el reflejo del mal que anida en su
alma.
En la novela la historia es un espejismo y una pesadilla.
Bolaño propone observarla desde una perspectiva crítica
y lúdica. La literatura nazi en América es un ejercicio
narrativo en que presenta una historia literaria imaginaria
perversa que refleja paródicamente la historia literaria
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
heroica en la que sueñan los escritores latinoamericanos.
Toma como modelo a Borges, y su Historia universal de
la infamia (Manzoni, “Biografías mínimas/ínfimas y el
equívoco del mal” 17-9). Borges tenía una visión cíclica,
no evolutiva, decadente de la historia. Lo comprobamos
en sus biografías paródicas de individuos infames, y
en muchos de sus cuentos, como “El inmortal”, “Los
teólogos” y “Deutsches Requiem”. En este último Borges
propuso distintas posibilidades para interpretar la
historia del nazismo y el holocausto desde perspectivas
antidialécticas. Bolaño juega en sus novelas y cuentos
con la idea de la repetición de la historia, y dramatiza el
proceso de crisis y autodestrucción que puede llegar a
vivir el individuo. La historia no es un camino de salvación.
El sujeto no puede habitar dentro de una historia
unidimensional porque es un ser dual. La literatura logra
representar a ese sujeto dividido mucho mejor que la
historia. Los escritores en Hispanoamérica buscan la
verdad y dan a la literatura el lugar que tenía la filosofía
para los europeos. Los personajes de Bolaño entran en
conflicto con la historia. Para la literatura el mundo es una
pesadilla. En Estrella distante Wieder quiere encontrar
un lugar dentro de su sociedad. Es parte del movimiento
conspirativo anticomunista que trata de destruir un
sistema de gobierno al que consideran peligroso. Los
militares persiguen a socialistas y marxistas y reprimen
a la sociedad civil. Quieren crear una historia nueva con
ellos como salvadores y héroes. Se consideraban parte de
una cruzada, que necesitaba de la violencia para conseguir
sus fines. Wieder, en su momento supremo como poeta,
escribe con su avión en el cielo el poema metafísico por
excelencia: el Génesis en latín (Estrella distante 36). Luego
escribe otro poema aéreo en que dice: “la muerte es
resurrección” (Estrella distante 91). En ese acto Wieder
se reencuentra con el mito del poeta maldito, que podía
cantarle al mal y a la muerte. Como poeta demoníaco, lucha
contra la historia del hombre, se rebela contra ella.
Con el poema-acto Wieder busca que el lenguaje
poético ingrese en la realidad y se fusione con ella. Es el
sueño nunca conseguido por las vanguardias: eliminar la
separación entre la obra de arte y el mundo. Sus poemas
aéreos son el epítome de su rebelión metafísica. El
asesinato de las hermanas Garmendia no es distinto a sus
poemas: es un poema. Exhibe en un “Happening” las fotos
de las mujeres asesinadas como una obra de arte. Llegado
a ese punto, sin embargo, nadie entiende a Wieder: el
régimen del dictador Pinochet lo rechaza, lo castiga.
Al igual que los poetas que querían luchar a favor de
la liberación social, como el narrador mismo, Juan Stein
y Diego Soto, Wieder termina exiliado (Fischer 155). La
sociedad expulsa a los poetas, sean de izquierda o de
derecha, tanto a los revolucionarios como a los fascistas.
Wieder es políticamente el poeta más reaccionario, pero
estéticamente es el más revolucionario. Es el único capaz
de llevar los presupuestos poéticos de las vanguardias a
un extremo: realiza el poema acto, la acción poética que
epitomiza la aspiración vanguardista al arte absoluto.
Cruza el espacio que separa las fantasías de agresión de la
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
realidad, y mata. Busca abolir la historia e ingresar en el
tiempo cíclico del mito. Para los otros poetas Wieder es un
asesino sin justificación. Está fuera de la ley y cualquiera
puede matarlo. Lo perseguirán hasta darle el castigo
merecido y hacer que la historia y la justicia humana
triunfen, desterrando a los falsos dioses.
Bolaño no asimila la historia del mundo latinoamericano
a la del europeo. Después de haber crecido en Chile y
vivido durante su primera juventud en México, se radica
en España, en el área de Barcelona, donde reside durante
más de veinte años. Experimenta las condiciones de vida
y la idiosincrasia de los dos continentes. Puede comparar
sus historias y sabe que son distintas. Los regímenes de
derecha latinoamericanos, como el de Pinochet en Chile,
fueron regímenes impopulares. No contaron con el apoyo
del pueblo. Fueron regímenes de fuerza pero tuvieron,
paradójicamente, limitada fuerza y legitimidad política. El
pinochetismo no surgió de un movimiento de masas. Fue
resultado del acuerdo político entre la oligarquía chilena,
la iglesia y el ejército para destruir un régimen socialista,
con el apoyo de Estados Unidos. El pueblo repudió el golpe.
Muy distinta fue la situación del nazismo y el fascismo en
Europa, antes de la guerra y durante la misma. Estos sí
fueron regímenes populares, que recibieron apoyo de las
masas, y tuvieron una ideología racista que no existió en
los golpes de estado de derecha de Latinoamérica. Mientras
los ejércitos nazis lucharon contra ejércitos de otros países
en una contienda internacional, los ejércitos nacionales
latinoamericanos actuaron como fuerzas de choque al
servicio del imperialismo, y lucharon contra sus propios
pueblos.
Los poetas revolucionarios de Estrella distante son parte
de la historia trágica de América, aunque no la comprendan
bien. Stein se hace guerrillero, pero el resto no sabe cómo
luchar. Wieder no interpreta bien la situación política:
quiere ser un poeta-héroe, pero el ejército mismo no lo
acepta. El narrador y sus amigos recuperarán el sentido
ético de la rebelión gracias a la literatura. La literatura
para ellos es el último baluarte de defensa de sus valores
vulnerados. Belano, contando la historia de Estrella
distante, está dando testimonio de una generación perdida.
Wieder, por su parte, continúa con su búsqueda poética en
el exilio: milita en el grupo de Poetas Bárbaros en Francia,
como un último intento de unir estética y fascismo. Cuando
el detective Romero va a Barcelona a matar a Wieder, veinte
años después de los episodios del golpe en Chile, Wieder
había fracasado y estaba espiritualmente muerto, como lo
indica Belano (Estrella distante 154-5).
Los héroes poetas de Bolaño son personajes excéntricos,
exaltados. Oscilan entre el bien y el mal, pasan de lo sublime
a la autodestrucción. Viven al borde del abismo, porque así
concibe Bolaño la literatura. Es un lugar peligroso donde el
escritor se juega el todo por el todo.7 Para Bolaño la novela no
— 18 —
Dice Bolaño en su “Discurso de Caracas”: “¿Entonces qué es una escritura de
calidad? Pues lo que siempre ha sido: saber meter la cabeza en lo oscuro, saber
saltar al vacío, saber que la literatura básicamente es un oficio peligroso. Correr
por el borde del precipicio: a un lado el abismo sin fondo y al otro lado las caras de
los que uno quiere…” (Entre paréntesis 36).
7
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
es un género burgués. La novela que él concibe toma como
modelo la poesía. Su novelística es una reflexión sobre el
lugar del poeta y la poesía en el mundo contemporáneo. El
poeta es un personaje que escapa de la realidad cotidiana,
no puede vivir en ella, la niega. Es un personaje dionisíaco.
El poeta como personaje lleva al género novelístico a un
extremo: es un personaje antiburgués, que lucha contra la
normalidad burguesa. El interés económico no lo mueve, ni
se preocupa por los valores de la familia. Tampoco la patria
es un argumento esencial para el poeta, pero sí el heroísmo.
El poeta busca el heroísmo y vive al límite, al borde del
sacrificio supremo, que es dar la vida por una causa. La
preocupación fundamental de Bolaño es la literatura y la
poesía. Para él la literatura ocupa el lugar que tiene para
otros la filosofía: es un sistema para pensar el mundo.
Bolaño cree en una poesía trascendente y en la literatura
como fuente del saber.
Wieder encarna el personaje dionisíaco mayor de la
novela. Es un dios y un monstruo al mismo tiempo. Todos
reconocen su superioridad, que demuestra a través de sus
actos: es un gran poeta y un gran asesino, un gran rebelde y
un gran traidor. Es un dios caído. Al final de la novela muere
Wieder. Bibiano y Belano, sus rivales y enemigos, se salvan.
Uno ya es un escritor reconocido y el otro un escritor
en ciernes. Estrella distante muestra la consagración de
Belano, que le ha dictado la novela al autor. Con la ayuda
del detective Romero, Belano saca de la historia a su parte
funesta: el criminal. Expulsa lo negativo, lo heterogéneo, y
reconstruye la unidad del mundo.
Bolaño trabaja los géneros con entera libertad y
sin respetar formas canónicas. Su libro de poemas Los
perros románticos es prosaico, y su novelística lucha
por romper las formas convencionales o realistas del
narrar. Inventa dispositivos formales para escapar de las
constricciones a que la narrativa somete a la invención
poética. Esta búsqueda formal, ya manifiesta en Estrella
distante, alcanza su plenitud en sus novelas siguientes,
Los detectives salvajes y 2666.
Bolaño es un escritor anticanónico, un inventor que
propone su propio tipo de literatura. Trata a los géneros
populares, como el policial y el fantástico, como elementos
secundarios y ancilares dentro de su obra. Considerar
que su narrativa es policial o fantástica sería reducir su
proyecto literario, que existe, a una noción limitada y
mecánica, determinista (de Rosso 136).8 Bolaño busca en
la literatura, sobre todo en la poesía, la trascendencia, o
sea, la salvación. Su novela no es práctica y materialista.
Le interesa el ser, el devenir, el universo. Esos son sus
problemas.
Para él la poesía es el primer género y el último género
posible. Su ideal no fue la poesía lírica, en que la voz poética
es única, monológica, y el poeta habla como si fuera una
divinidad. Wieder es un ejemplo de poeta lírico. El poeta
— 20 —
Aquellos que intentan identificar a Bolaño con un canon y consideran, por
ejemplo, que Estrella distante es una novela policial que busca “subvertir” el
género policial, como afirma una crítica, reducen su novelística a una fórmula y a
una forma que no puede abarcarla (Paz Olivier 35-51).
8
— 21 —
Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
lírico busca lo absoluto y por eso Bolaño lo caracteriza
como fascista. Bolaño prefirió la antipoesía de Parra. En
la antipoesía el poeta se rebela contra la lírica, escribe
poesía prosaica, en lenguaje común. Rompe el monólogo
y emplea el diálogo dramático. Introduce al otro. Pierden
esta dimensión literaria aquellos críticos que ven su novela
exclusivamente como obra de tema histórico y crítica
política, antidictatorial, comprometida (Carreras Rabasco
160-70 y Ramírez Álvarez 38-39). Bolaño no fue un escritor
comprometido, como lo fueron los escritores marxistas
durante los años sesenta, como Neruda y Carpentier. Si bien
a Bolaño le preocupó la dimensión ética en sus novelas, su
búsqueda iba más allá. El mal para Bolaño tiene su lugar
dentro de la literatura, en un universo literario. Bolaño ha
heredado el espíritu herético del surrealismo, la revolución
debe ser permanente, el cambio continuo.
En sus novelas el mundo de la realidad tiene una relación
fluida con los sueños. No hay frontera que separe la realidad
del sueño. Sus personajes se desplazan entre ambos. El
personaje de Estrella distante que mejor representa este
pasaje es el artista sin brazos Lorenzo/Petra, que consume
su vida llevado por un impulso irrefrenable que lo arrastra,
simultáneamente, a la creación y a la autodestrucción.
Sus personajes son vitales, están sobredimensionados,
son poetas. Quieren más de lo que pueden lograr, no se
conforman con lo que les da la vida. Están permanentemente
insatisfechos. Aspiran a la totalidad, que es inconquistable.
Al final de las novelas siempre queda una sensación de
derrota.
Para Bolaño, como para Borges, la literatura es un
sistema autónomo con reglas propias y se alimenta de su
historia. El escritor, para crear, parte de la literatura, y
no de la realidad. Borges, que era un pensador escéptico
cuando se trataba de discutir problemas filosóficos,
idealizaba la literatura. Sin negar la existencia de valores,
creía que el mundo era incognoscible. No sabemos, según
él, si lo que creemos conocer es la verdad. Los valores eran
importantes desde una perspectiva antropológica, como
creación humana, y reflejaban la ética de cada época.
Bolaño no discutió las grandes cuestiones metafísicas
como Borges. No fue un pensador filosófico, fue un pensador
literario: la literatura era la base de su reflexión. Creía en
la literatura como saber y fundamento epistemológico
de nuestra cultura. La consideraba una de las grandes
problemáticas del ser humano. Era necesario reflexionar,
pensar el mundo desde la literatura, espejo del hombre,
que se proyecta en ella, deformado y transformado.
Mediante la literatura el escritor puede acercarse a la idea
de salvación y concebir la trascendencia.
Bolaño no crea sus personajes con criterio sicológico,
y estos no se dejan psicoanalizar fácilmente. Transitan
del mundo consciente al subconsciente onírico como un
espacio sin fisuras. La historia tiene en el mundo onírico
su contrapartida (Aguilar 151). El poeta se alimenta de los
dos. Sueño e historia forman su realidad. El sujeto no puede
vivir dentro de la historia solamente, porque en su mundo
psíquico sus experiencias se mezclan con sus sensaciones
y sus sueños. La poesía prevalece sobre la historia, y es
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Novela y poesía en Hispanoamérica
el valor máximo. Aquí se separan la historia americana
de la europea: después de la tragedia del nazismo y la
Segunda Guerra Mundial la historia europea cae en el
nihilismo, la destrucción y negación de los valores (Camus
307-314). La historia Latinoamericana no. Las guerras
civiles, las tiranías genocidas, la explotación neocolonial,
no lograron destruir el sistema de valores en América
Latina. Su pueblo siempre creyó en sus luchas y utopías,
en una salvación propia y en un destino único. Pinochet
pudo desmoralizar al pueblo chileno, pero no lo destruyó.
Este no siguió al dictador, como el pueblo alemán siguió a
Hitler. Las dictaduras militares latinoamericanas fueron
dictaduras contra las clases proletarias, y no contra
poderes extranjeros. El pueblo nunca se identificó con los
valores de las dictaduras, ni de las instituciones que las
secundaron, como la jerarquía eclesiástica.
Estrella distante termina de manera optimista.
Castigan al poeta asesino y triunfan los otros escritores:
Bibiano O’Ryan y Arturo Belano. Se salva la literatura. La
poesía, demuestra Bolaño, no es una experiencia agotable.
Contiene un substrato mítico en constante transformación
y metamorfosis. Su don es circular. Dentro de ese universo
literario la poesía ocupa el lugar de la divinidad.
Alberto Julián Pérez
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Alberto Julián Pérez
Los detectives salvajes y el ocaso de
las vanguardias
El escritor chileno Roberto Bolaño (1953-2003) fue
testigo y participante de una etapa crucial de la historia
de las letras hispanoamericanas, los años sesenta
y setenta, que recreó en su obra. En Los detectives
salvajes, de 1998, describe cómo surgió un grupo de
poetas neovanguardistas en la ciudad de México en
esos años y la influencia que tuvo en su medio literario.
Las múltiples historias de esta novela comienzan en
1975 y, a través de un complejo desarrollo argumental,
el autor lleva las tramas hasta diciembre de 1996.
Bolaño reescribe en esta obra el tema de la búsqueda
e interpretación de su destino del escritor moderno
hispanoamericano. En la versión de Julio Cortázar, en
Rayuela, de 1963, novela a la que por su estructura y
organización nos vincula Los detectives salvajes, el
personaje intelectual, miembro de una elite de individuos
sensibles, se desplazaba entre capitales cosmopolitas,
París y Buenos Aires, una, centro simbólico del arte
y la cultura, y la otra, imitación “simbiótica” del ideal
“civilizado”. En la versión de Bolaño, que cierra ese
ciclo optimista en que los escritores consideraban
a París su capital cultural, el mundo de la literatura
ha perdido su centro. Los personajes de su novela,
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
poetas neovanguardistas “real visceralistas”, inician
su búsqueda mirando hacia el pasado y rastrean sus
orígenes históricos en el movimiento estridentista de
los años veinte.
Los estridentistas, liderados por Manuel Maples
Arce, habían emigrado, durante la década del veinte, del
Distrito Federal, centro cultural de México, y se radicaron
en la pequeña ciudad de Xalapa, en el Estado de Veracruz,
bajo la protección del Gobernador. Allí publicaron la
mayor parte de sus obras poéticas (Candia-Araiza 1-7).
Los poetas real visceralistas, en la novela, deambulan
por la ciudad de México en busca de la verdadera poesía,
de la poesía esencial, recorren sus bares y, luego de una
accidentada peripecia, salen a los caminos polvorientos
del desierto de Sonora, al norte de México, en busca
del “eslabón perdido”: su vínculo con la edad dorada de
las vanguardias históricas. Después, viajan a la ciudad
de Barcelona, y de España van a otros países, en una
peregrinación febril y peligrosa, que concluye, para el
poeta Lima, cuando regresa a la ciudad de México, y, para
Belano, en el África, en Liberia, en medio de una espantosa
guerra civil, en 1996.
Bolaño condena a sus poetas a la locura y a la
soledad. Sus personajes escritores son sujetos lúmpenes,
drogadictos, escapistas, y viven situaciones límites, que
destruyen su salud mental y física. Luchan contra la
sociedad establecida burguesa y resultan sus víctimas.
La burguesía nacionalista neocolonizada de principios
del siglo veinte en las sociedades hispanoamericanas no
comprendía a sus poetas, les asignaba un lugar menor, y la
sociedad globalizada de fines del siglo veinte, corporativa
e internacionalista, tampoco siente hacia ellos simpatía
ni compasión. En ese fin del siglo, tal como en la primera
mitad, los poetas forman parte de una colonia de
marginados y enfermos mentales; son los “degenerados”
hacia los que la sociedad siente desprecio y desconfianza.
Luego de la caída y fragmentación de la Unión
Soviética en 1991, la puja política y el enfrentamiento
entre las grandes ideologías que habían separado al siglo,
capitalismo y comunismo, ha disminuido su intensidad.
Las sociedades capitalistas, a pesar de su propaganda
“intercultural”, defienden sus viejos valores históricos
“consagrados”: el capital, el desarrollo, la propiedad,
la gran empresa. Las nuevas tecnologías encubren
la resistencia al cambio en la organización social: el
fin de siglo experimenta una renovación tecnológica,
pero el hombre que anima a la sociedad capitalista no
es el “hombre nuevo”, moralmente transformado, que
buscaban los socialismos durante los años sesenta
y setenta; es el hombre viejo, centrado en sí mismo,
prejuicioso, que usa como sus escudos la familia, la
propiedad, la religión y la patria (Guevara 183-200).
En este mundo contemporáneo los poetas se sienten
profundamente desilusionados y se lamentan. Las
utopías revolucionarias fracasaron, y la realidad es hoy
tan hostil al arte auténtico, al arte “visceral”, como lo ha
sido durante los últimos doscientos años. La sociedad
mercantil condenó a sus poetas, creó el mito del “poeta
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
maldito”, expulsó a la poesía de las expresiones del
arte “decente” y transformó a la novela en su mejor
producto comercial. Bolaño denuncia la hipocresía
de esta sociedad cuando presenta en la novela las
confesiones cínicas y oportunistas de los escritores
de éxito durante la Feria del Libro de Madrid de 1994
(Olivier 173-186).
Los personajes de esta obra nos muestran el mundo
tal como lo sentían e interpretaban los jóvenes poetas
durante los años setenta. Fue una época de rebeldías
en que el idealismo juvenil criticó profundamente a la
sociedad de su tiempo. Son estos personajes inseguros,
ambiguos, que enfrentan experiencias límites y tratan de
unir literatura y vida. Consideraban que la poesía era el
espejo en que debía verse la sociedad toda. Para ellos el
poeta era el árbitro máximo y mágico, capaz de proponer
una salida original al dilema de la vida.
Los poetas de Los detectives salvajes fracasan en
su anárquica empresa de liberación, y en su deseo de
alcanzar el absoluto literario. Resultan víctimas de un
mundo mercantil, materialista e insensible, que ahoga
las expresiones espirituales que no reflejan sus intereses.
Representan ese aspecto de la vida que ha negado la
sociedad moderna, racional, programada, evolutiva; esa
fuerza que Nietzsche llamaba lo dionisíaco: el frenesí,
el fervor, la locura, el amor erótico (41-7). Aquellos
que se oponen a su desarrollo espiritual los destruyen
poco a poco; los poetas van perdiendo su creatividad y
transformándose en seres acabados. Entre sus enemigos
están los “malos” poetas que forman parte del canon, y
han sido corrompidos por la sociedad en la que viven.
Podemos leer esta novela como la biografía literaria
de un grupo neovanguardista de los años setenta
contada por sus protagonistas. El primer narrador es el
poeta adolescente Juan García Madero. Madero narra,
en primera persona, la primera y la tercera parte, en
forma de diario. Cuenta sus peripecias, en relación a las
dos personalidades que centran la historia y absorben
la atención de todos los personajes, incluidos los de la
segunda parte, la más experimental y novedosa de la
obra: los poetas Arturo Belano y Ulises Lima. La segunda
parte opera como una múltiple narración testimonial de
aquellos que, en diversas circunstancias, conocieron a
Belano y a Lima, y abarca del año 1976 a 1996. Concluye
con el informe del crítico Ernesto García Grajales, quien
está escribiendo la historia literaria del movimiento
poético que estos crearon y lideraron durante los setenta.
El personaje Arturo Belano, alter ego del autor Roberto
Bolaño, fundó junto a su amigo, el poeta Ulises Lima,
en la ciudad de México, en 1975, el Realismo Visceral,
un movimiento de neovanguardia inspirado en los
movimientos históricos de vanguardia de los años veinte,
particularmente el Estridentismo mexicano, iniciado por
Manuel Maples Arce, en 1921. Este hecho ficcional tiene
un paralelo directo con la historia personal de Bolaño
que, emigrado de Chile a la ciudad de México en la década
del sesenta, siendo un adolescente, crea en esa ciudad el
movimiento Infrarrealista con su amigo, el poeta Mario
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Santiago, en los setenta. El primer manifiesto Infrarrealista
de 1976 recuerda en muchos aspectos, por su intención
de total ruptura con el medio literario contemporáneo,
el manifiesto que escribiera Maples Arce en los veinte
(“Láncense a los caminos” 1-8). Los personajes principales
de la novela emprenden la búsqueda del eslabón perdido
que conectaba a su movimiento con las vanguardias de
los años veinte, la poeta estridentista Cesárea Tinajero,
que había sido la primera en hablar supuestamente del
Realismo Visceral. Esta búsqueda es el acontecimiento
central que desencadena la acción en la novela, en la
primera y la tercera parte.
Los detectives salvajes es, en sus varios niveles posibles
de lectura, una autobiografía desplazada del autor Arturo
Bolaño, una historia literaria en clave del Infrarrealismo,
y una biografía y homenaje (póstumo) a su amigo, el
poeta Mario Santiago, que muere antes de leer la novela,
en 1998.9 Bolaño padecía en los años en que escribe la
novela de una gravísima enfermedad hepática y estaba
consciente de que su vida podía terminar abruptamente
antes de llegar a su vejez, como efectivamente ocurrió.
Falleció en 2003, a los cincuenta años de edad, mientras
esperaba un trasplante de hígado que podría haber
prolongado su vida. Esta es una novela cifrada, en que el
autor proyecta, en el patetismo, el dolor y el sufrimiento,
mezclado al goce, en que viven los personajes, su propio
sufrimiento, acuciado por la enfermedad.
En la novela resulta esencial y muy novedosa su segunda
parte. Sin esta Los detectives salvajes sería una novela
breve, narrada por García Madero, que abarcaría su vida
desde noviembre de 1975 hasta febrero de 1976, y en su
centro, el primero de año de 1976, incluiría la conversación
entre el anciano poeta estridentista Amadeo Salvatierra
y los poetas Belano y Lima, contada por el primero, sobre
Cesárea Tinajero.
La extensa segunda parte está compuesta por una serie
de testimonios de diversos personajes, que han conocido
a Lima y a Belano (ninguno conoció a García Madero y
nadie habla de él más) durante sus correrías en la ciudad
de México y en los otros lugares donde vivieron. Estos
testimonios son explicaciones en primera persona de
muchos de los personajes que aparecen en la primera parte,
como María y Angélica Font, su padre Joaquín Font, el poeta
Piel Divina, Xóchitl García, Rafael Barrios, y otros jóvenes
poetas que integraban el grupo de los real visceralistas (del
que Belano y Lima eran los jefes); y de otros personajes que
conocieron accidentalmente a Belano y Lima en sus viajes
durante las dos décadas siguientes, como Norman Bolzman,
el profesor judío-mexicano de filosofía que recibe a Lima
en Tel Aviv, y Jacobo Urenda, el periodista argentino que
conoce a Belano en Luanda. De las 600 páginas que tiene
el libro en la edición de Anagrama, la segunda parte abarca
400. Esta segunda parte, en particular los testimonios más
Mario Santiago, que no disfrutó en vida de prestigio como poeta, ha ido
recibiendo más reconocimiento a partir de su muerte y de la publicación de Los
detectives salvajes (Santiago 1-10). La fama de Bolaño no ha cesado de crecer, y
es a esta altura uno de los fenómenos literarios más trascendentales de fines del
siglo XX y comienzos del XXI en las literaturas hispánicas (Kunkel 1-7).
9
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
extensos, constituidos por las historias de personajes que
conocieron a Lima y a Belano a lo largo de sus viajes, como
Mary Watson, Alain Lebert, Norman Bolzman, Heimito
Künst, Andrés Ramírez, Edith Oster y otros, componen un
gran fresco generacional, creado con individuos extraídos
de los más inesperados sectores de la vida artística e
intelectual. Este fresco es una “comedia humana” que
divierte al lector, y es una “broma seria” que enjuicia con
amargura a los escritores y a la sociedad contemporánea.
Habría que considerarlo una especie de “tragicomedia” que
ilustra la condición del poeta en nuestra sociedad, vista
desde una perspectiva latinoamericana y tercermundista.
La novela describe un mundo grotesco y
multidimensional, en que conviven diversos sectores
que integran la sociedad de los artistas. Esa sociedad es
más una subcultura que una cultura, una elite de diverso
origen social, en su mayoría pobre, que se inicia en el difícil
y arduo camino de las letras y dedica su vida al oficio de
leer y escribir, con enorme padecimiento personal y muy
poca ganancia. Estos artistas lo asumen, sin embargo,
como un destino irrecusable. Experimentan placer y
sufren desequilibrios mentales graves al mismo tiempo.
Son personalidades altruistas y narcisistas, que reflejan
nuevas dimensiones y experiencias de la vida humana, y se
queman en la propia luz que irradian.
Aunque Bolaño es un narrador experto y ameno, y logra
atrapar al lector con sus historias llenas de suspenso, que
combinan el humor con la fantasía, los hechos realistas
con los sueños, la novela es de lectura difícil. En la segunda
parte, el autor intercala las historias de los diversos
personajes. Los registros de cada testimonio se continúan,
cada tantas páginas, siguiendo un orden cronológico. En el
proceso el lector se va olvidando de muchos de los detalles
que cada crónica había presentado anteriormente. Si uno
decide seguir leyendo la narración del mismo personaje,
saltando las entradas que le siguen de otros personajes e
ignorando el orden que le dio el autor, obtiene una historia
continua. Esta lectura salteada se vuelve necesaria con
algunos personajes, como es el caso de Amadeo Salvatierra,
dada la complejidad y dificultad de los sucesos que cuenta.
Salvatierra conecta la primera parte de la novela con
la tercera, y nos permite entender y justificar la decisión
de Juan García Madero, y sus amigos, Belano, Lima y
Lupe, la prostituta, de escapar de la ciudad de México e ir
al desierto de Sonora, en busca del nexo de unión con la
generación estridentista: la poeta Cesárea Tinajero. Los
testimonios de Amadeo Salvatierra están diseminados a
lo largo de las cuatrocientas páginas de la segunda parte,
y abren y cierran la sección. Mientras los testimonios de
los otros personajes van evolucionando temporalmente,
de 1976 a 1996, los de Amadeo Salvatierra corresponden
a un día único, el primero de enero de 1976, y refieren la
conversación que Amadeo tuvo con Belano y Lima durante
ese día y hasta el amanecer del siguiente. Amadeo, que fue
miembro del movimiento estridentista de los años veinte,
y vivía de su modesto oficio de copista, que ejercía en los
portales del sócalo de México, les cuenta la historia del
movimiento estridentista, de su fundador y figura máxima,
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Manuel Maples Arce, y habla sobre Cesárea Tinajero.
Además, les confiará a Belano y a Lima el único poema
conocido de Cesárea Tinajero, que los hace decidirse para ir
en su búsqueda. Se trata de una experiencia vanguardista
extrema: la poeta ha llevado el lenguaje al límite. El poema
consta de una serie de líneas quebradas, no tiene letras ni
palabras. El lenguaje poético ha saltado al vacío.
Luego de concluida la segunda parte de la novela, que
cubre del año 1976 al año 1996, la tercera parte del libro
retrocede a 1976. Continúa la historia de la primera parte,
cuando los jóvenes salieron de la casa de Salvatierra y
viajaron al desierto de Sonora, con Juan y la prostituta
Lupe, en el auto del arquitecto Quim Font. Este salto
temporal regresivo introduce una nueva perspectiva
moral en la vida de los personajes. En febrero de 1976
habían hallado a la poeta Cesárea Tinajero, que era para
ese entonces una anciana monstruosa y obesa; poco
después los alcanzó y atacó Alberto, el “padrote” de la
prostituta, que los seguía, junto a un vigilante. En la pelea
Belano y Lima mataron al padrote y al policía, pero en la
lucha murió también Cesárea Tinajero. Belano y Lima, nos
enteramos en la tercera parte, luego de haber leído lo que
pasó en la vida de los personajes hasta el año 1996, habían
matado, conocían lo que se sentía al matar, experiencia
determinante que debería haber afectado y quizá
cambiado su conciencia moral, si bien habían actuado en
defensa propia.
Los lectores no conocemos este suceso hasta la parte
final de la novela. No sabemos lo que piensan estos dos
personajes porque nunca narran, no cuentan por sí mismos.
Solo nos enteramos de cómo son a través de las narraciones
de otros personajes con quienes estos alternan. Estos
testimonios son diversos y contradictorios, y dependen
del grado de afecto que sienten hacia los amigos los
personajes que los observan, según la conducta que Lima
y Belano mantuvieron con ellos, y las circunstancias de su
relación, y de si los observadores estaban en competencia,
les tenían envidia o sentían amistad, si compartían sus
ideas o los censuraban. Esa variedad de testimonios
nos lleva a forjarnos una imagen indirecta y mitificada
de los dos poetas. Como lectores mantenemos siempre
la curiosidad de saber más, y nos sentimos incómodos
porque no nos dicen lo que piensan. El autor logra crear
un clima de intriga y suspenso. Los dos personajes sufren
y fracasan a lo largo de su vida y el lector siente simpatía
y se identifica con ellos, hace su propia catarsis.
La manera de narrar que emplea Bolaño, multiplicando
los relatos y los puntos de vista en la segunda parte,
produce una descripción amplificada y global del entorno
que rodea la vida de los personajes. La narración, siempre
teniéndolos a ellos como principales referentes, cuenta la
vida de los que los acompañaron en la primera parte, y
de otros personajes con los que se relacionan en los años
siguientes. Se abre en ramas múltiples y finalmente se
detiene al llegar al año 1996. No conocemos el destino
final de la mayor parte de ellos. Algunos mueren en el
proceso, como Piel Divina y Norman Bolzman. Belano,
que, de acuerdo a personajes testigos, buscaba la muerte
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
y estaba enfermo, desaparece en África, en circunstancias
que comprometían su seguridad y su vida. Al final de la
novela la narración se aleja de los personajes y los deja en
su mundo. Es una historia abierta e inconclusa.
La narración procede a saltos, pasando de uno a otro
personaje, desplazándose arbitrariamente de un espacio
a otro. El éxito que tiene este modo de narrar demuestra
el desarrollo de nuevos hábitos de lectura, que hacen
posible este tipo de escritura (Ventura 187-9). El lector de
fines del siglo XX está acostumbrado a tener acceso a una
multiplicidad de medios de comunicación, y, sobre todo, a
la computadora personal, que, con su memoria ilimitada,
pone la más variada información a su alcance en cuestión
de segundos. La computadora, los teléfonos inteligentes y
los medios audiovisuales (televisión digital y programas
múltiples) han creado un nuevo hábito de lectura, al que
podríamos llamar “lectura discontinua”, interrumpida,
en que el lector salta de una fuente a otra rápidamente.
Ha formado un lector y espectador ávido de información
variada, acostumbrado a cambios de escenario y a buscar
estímulos específicos en sus lecturas. La atención de
este lector retiene múltiples niveles de análisis. A este
lector esta novela le resulta placentera, y aunque nos
perdamos en la lectura muchas veces, confiamos en que
volveremos al canal correcto de información más tarde.
Si miramos el índice del libro, comprobamos que el
personaje que acabamos de dejar, y ha salido de escena
sin concluir su historia, regresará más adelante, en un
número determinado de páginas, luego de los testimonios
de otros tres o cuatro personajes siguientes. En ese punto
seguramente retomará la historia interrumpida.
Los personajes centrales Belano y Lima viven al
margen de las normas y leyes de la sociedad burguesa.
Roban libros, lo que es presentado como una necesidad
y un delito menor, dada su pobreza y su afán de saber.
Se drogan, venden drogas en la ciudad de México y, con
el dinero que ganan ayudan a sobrevivir a sus amigos
real visceralistas. En el desierto de Sonora matan a sus
peligrosos perseguidores. Se deshacen de los cadáveres
y la justicia no los apresa: la policía aparentemente no
descubre el asesinato del padrote y su guardaespaldas.
Estos poetas y “detectives” son individuos “salvajes”, que
vuelcan su agresividad contra la sociedad y contra ellos
mismos. Numerosos son los personajes de la novela que
enloquecen, enferman y buscan la muerte.
Los personajes son antisociales y anárquicos y buscan
su libertad individual. Sus experiencias sexuales son
regeneradoras y reintegran la experiencia subjetiva a una
totalidad, creando un vínculo de amor reparador con el
mundo. La relación entre lo tanático y lo erótico como
fuerzas dominantes cambia a lo largo de la novela: al
comienzo de ella, en 1975, los personajes son muy jóvenes,
están llenos de vida y se inician en las experiencias
carnales; durante la década del ochenta sus tendencias
destructivas, las enfermedades mentales y físicas y la
locura van acabando con su poesía y amenazando su vida.
El cuadro final en 1996 es desolador: todos los personajes
han fracasado, o han muerto, o han abandonado la poesía.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Así lo indica el crítico Ernesto García Grajales, que está
haciendo un libro sobre el movimiento real visceralista.
Belano es una excepción: se ha vuelto novelista. Está, sin
embargo, enfermo, la muerte se avecina, y él lo sabe.
Bolaño adapta las posibilidades del género novelístico
a sus propios intereses. De la misma manera que intercala
personajes, espacios y tiempos, intercala géneros y
subgéneros. Fusiona formas con entera libertad. La
primera parte de la obra, narrada por el adolescente
Juan García Madero, es una novela de aprendizaje. El
joven estudiante de abogacía ingresa en el mundo de la
poesía y del amor sexual, de la mano de los poetas real
visceralistas. Vividos de esa manera, la literatura y el
sexo tienen un sentido diferente. La poesía y la sexualidad
se transforman en temas fundamentales de la novela. Los
personajes, en sus disquisiciones, discuten cuestiones
literarias y cuentan sus experiencias sexuales de todo
tipo. Deambulan libremente por la trama y se relacionan
de manera imprevista. María Font argumenta que los
real visceralistas debían llamar a su grupo “Sección
Surrealista Mexicana” (Los detectives salvajes 36).10
Critican tanto a Octavio Paz como a “los poetas
campesinos”, cuyo nombre asociamos a los poetas de la
comuna de Solentiname que fundara Ernesto Cardenal
en Nicaragua, a los que los real visceralistas consideran
enemigos (101). La posición política de los personajes
es confusa, actúan como anarquistas que se rebelan
contra todo orden, y terminan siendo víctimas de ese
sistema que quisieron negar y no pudieron entender,
ni transformar. Son artistas que no logran “salvarse”
ni redimirse de modo alguno.
La tercera parte es una novela del “camino”, sus
personajes vagan en automóvil, como aventureros,
por el desierto de Sonora. Los “detectives” Belano y
Lima no buscan a ningún asesino; buscan a una poeta
desaparecida, Cesárea Tinajero, para comprender
la filiación de su propio grupo de vanguardia. Estos
“detectives” literarios, terminan implicados en una
situación criminal cuando matan a sus perseguidores
y escapan de la justicia, que no los identifica ni los
castiga. Nunca nos explicamos por qué Juan García
Madero, el personaje que narra la primera y la tercera
parte, no aparece en la segunda, como así tampoco la
prostituta Lupe, que se transforma en la amante de
Juan y se va junto con él al final de la tercera parte.
Nadie menciona a Madero: ni Lima, ni Belano, ni
las hermanas Font. El crítico que estudia a los real
visceralistas y cierra el ciclo dice que nunca oyó hablar
de él (551). Esto supone un misterio para el lector,
elucubrar por qué Bolaño procedió así. Uno se queda
Bolaño llamó al movimiento poético que creó en México en 1976 “Infrarrealismo”,
con evidente alusión al Surrealismo o Suprarrealismo. En este caso Bolaño quiere
ir a lo “infrarreal”, o a lo “visceral”, así en su novela lo bautiza “real visceralismo”.
En una entrevista con Carmen Bullosa, Bolaño dijo que era “...una especie de Dadá
a la mexicana” (Boullosa 112).
Piel Divina llama a Belano “André Bretón del Tercer Mundo” (168). Requena,
otro personaje, dice que Belano “se cree Bretón”, cuando expulsa a miembros del
grupo real visceralista (101).
En el Manifiesto Infrarrealista “Láncense a los caminos”, Bolaño afirma: “Nuestra
ética es la Revolución, nuestra estética la Vida: una-sola-cosa” (4).
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Alberto Julián Pérez
con el deseo de saber más sobre el personaje durante
la extensa segunda parte.11
El lector va registrando la “realidad visceral” a
medida que lee a, o sobre, los múltiples personajes y los
“guarda” en su memoria, confiando en que reaparecerán
y sabrá más de ellos. En casos en que el autor continúa
la historia del personaje hasta que muere, o hasta el
año 1996, igualmente nos queda la sensación frustrante
de que estamos ante historias inconclusas. El autor
voluntariamente ha decidido presentar el ciclo vital como
inacabado (Ventura 190-204). Sentimos que la vida no
lleva a ninguna parte. Los aspectos más rescatables de
ese proceso son la creación artística, la poesía, y el placer
sexual, el amor.
Bolaño muestra la sexualidad como una expresión vital
celebratoria, que tiene valor en sí misma, como el arte.
Los personajes la viven como momentos de exaltación
y éxtasis, de liberación, que no necesariamente los lleva
al amor espiritual. La expresión artística compone una
unidad con la expresión sexual, son como el anverso y el
reverso de una moneda, una no puede existir sin la otra.
Bolaño busca lo “visceral” y lo “real”, el amor y la poesía se
alimentan de lo orgánico, de las vísceras, de las pasiones.
El ser humano es ubicado en el mundo de sus limitaciones
biológicas y naturales. La locura, la enfermedad y el
sufrimiento finalmente dan cuenta de los sueños creativos
de la juventud.
Las imágenes finales de Belano, el personaje, como
novelista, nos lo muestran solitario, enfermo, aislado de sus
afectos. Bolaño, el autor que escribió esta obra, y exaltaba
la vitalidad juvenil y el amor a la poesía, era un hombre que
escribía con nostalgia de una etapa concluida de su vida. Su
madurez le deparó otra cosa, y ese amargo sentimiento de
fracaso se filtra constantemente en la segunda parte de la
novela. Bolaño se transforma en un cronista del naufragio
de sus sueños de juventud. El movimiento real visceralista
entra en la historia de la literatura, pero sus propuestas
vanguardistas han fracasado. El mundo contemporáneo
ha destruido a las vanguardias y a los vanguardistas. El
gesto de rebelión vanguardista cae en el vacío. El poeta
Maples Arce, Cesárea Tinajero, y los personajes poetas
Lima y Belano, que cierran el ciclo cincuenta años después
(y Bolaño, como joven poeta), pertenecen a esa historia
de las vanguardias latinoamericanas que, en la medida
que no lograron cambiar el mundo, fueron perdiendo su
fuerza revolucionaria.
La propuesta de esta novela de Bolaño es novedosa y
apunta a un lector nuevo. Borges, que, como Bolaño, era
un gran lector, creía que la literatura del futuro dependía
menos de los textos que del sentido de su lectura, y decía
que si alguien le contara como se iba a leer en un lugar
determinado dentro de un número de años, él sabría
como iba a ser su literatura (“Nota sobre (hacia) Bernard
Quizá sea su manera de crear otro eslabón perdido, para que dentro de treinta
años un futuro narrador cree el vínculo entre los real visceralistas y la literatura
de ruptura del mañana.
11
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Shaw” II: 125). Habíamos hablado al comienzo de este
ensayo sobre la obra que inició la revolución literaria de
la novela experimental urbana en la década del sesenta
en el mundo hispanohablante, Rayuela, 1963, de Julio
Cortázar. De 1963 a 1998, fecha en que se publicó Los
detectives salvajes, cambió el gusto del público lector.
Variaron nuestros modos de lectura y la literatura está
adaptándose rápidamente a esos cambios.
La literatura culta se separa cada vez más de la literatura
de entretenimiento, cada una tiene su propio público. En
este tiempo de “profesionales” también la literatura se
especializa. Mientras las artes visuales, el cine, el video,
los programas en red, crean una nueva relación con el
público de masas, la literatura culta reflexiona sobre su
razón de ser, de la mano de sus escritores y críticos. Borges
había dicho que la literatura es el único arte que puede
prever el momento en que quedará muda y cortejar su
fin (“La supersticiosa ética del lector” I: 205). En nuestro
mundo mercantilizado, en que todo se compra y se vende,
la literatura resiste y trata de crear sus propios valores.
Reflexiona y se vuelve hacia sí misma para verse. Esto es
lo que sucede en este libro de Bolaño. Es una profunda
meditación sobre el por qué de la literatura.
La buena literatura se va volviendo una especialidad
de círculos letrados, que son muy influyentes en la vida
de la cultura. Esta novela, que no es una obra para el
gran público, hace aportes importantes a la literatura
contemporánea, sobre todo en el plano formal, y
muestra caminos nuevos a los escritores del futuro.
Esta forma de hacer novela abierta, creo, encontrará
pronto imitadores en el medio literario. Los cambios
que introduce eventualmente llegarán a un público más
amplio. 12
Bolaño vivió la poesía con criterio histórico desde su
propia experiencia, como testigo y autor de su época.
Creó héroes literarios cuestionables pero enternecedores,
mostrándolos en sus limitaciones. Sus personajes
conflictivos, mentalmente enfermos o al borde de la
demencia, son memorables. Esta novela aporta toda una
galería de estos personajes a la literatura contemporánea,
tanto hombres como mujeres. Entre estos se destacan el
poeta adolescente Juan García Madero, que cuenta sobre
su iniciación en el mundo de la poesía y el amor; Lupe, la
prostituta, que les enseña a los poetas, que creen saberlo
todo, el lenguaje y las expresiones del caló del bajo mundo
del Distrito Federal; Ulises Lima, quintaesencia del poeta
rebelde, impredecible, que tiene grandes dificultades
para sobrevivir por sí solo en la sociedad contemporánea
y marcha a aventuras cada vez más descabelladas,
en el desierto de Sonora, en España, en Francia, en
Israel, en Austria, en Nicaragua, mientras va perdiendo
gradualmente contacto con la realidad y sumergiéndose
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Como decía Darío en su “Prefacio” a Cantos de vida y esperanza: “Yo no soy un
poeta para las muchedumbres. Pero sé que indefectiblemente tengo que ir a
ellas”(334) El lirismo melodioso de la poesía de Darío, si no la forma exquisita de
su verso, llegó a las masas, y se lo escucha tanto en las composiciones de poetas
populares menores, como en las letras de boleros, rancheras y tangos, de la
primera mitad del siglo XX.
12
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en el caos y una locura que sólo la poesía logra mitigar;
Quim Font, el arquitecto, hombre soñador que cree en los
ideales de las vanguardias, se enamora de la prostituta
Lupe y finalmente enloquece (internado en un hospital
psiquiátrico durante diez años, Quim continuará dando
testimonio de su odisea desde el hospital); María Font, hija
suya, jovencita poeta que busca la liberación sexual, y vive
la bohemia dedicada a las lecturas y al amor carnal; Piel
Divina, el poeta oaxaqueño bisexual, vendedor de drogas,
que se interna en el mundo del delito y confiesa a su
amante que una vez mató, y termina él mismo asesinado,
víctima del ciclo de violencia de la droga; Edith Oster, la
rica judía mexicana autodestructiva y anoréxica, que
mantiene una conflictiva relación de dependencia con su
madre, es amante de Belano y siente desprecio por su
propio cuerpo; Jacobo Urenda, el periodista argentino
que encuentra a Belano durante su viaje a África, y que
narra sus últimas aventuras conocidas en un continente
devastado por la guerra civil; Heimito Künst, el austríaco
neonazi que está en la cárcel en Israel con Ulises Lima y
luego va con este a Viena, viven del robo, y se enfrenta a
sus antiguos camaradas de su grupo nazi; María Teresa
Solsona Ribot, la masculina físico culturista que alquila
un cuarto en su apartamento a Belano, ya transformado
este en novelista y muy enfermo, poco antes que vaya
al África, y le brinda su amistad y trata de protegerlo;
Amadeo Salvatierra, el viejo poeta estridentista, que se
gana la vida como escribiente en los portales del centro
de la ciudad de México, y es la memoria viva del antiguo
grupo vanguardista; Cesárea Tinajero, la poeta que
trató de ir más allá del lenguaje, desafió a su sociedad
haciéndose amante de un torero, e inició su búsqueda
espiritual en el desierto de Sonora, reapareciendo
como un fantasma obeso y ridículo en su vejez; el poeta
Octavio Paz, presentado como un hombre anciano,
enfermo y maniático, vengativo y oportunista, mezquino,
cuidadoso de sus intereses y su fama; y el poeta chileno
Arturo Belano, que vive una vida errante, va a México,
Barcelona y Liberia, vende drogas junto a Ulises Lima
en el Distrito Federal, roba libros, y vive amores que son
cada vez menos carnales, se somete a trabajos menores
para poder subsistir, enferma gravemente del páncreas
y el hígado, se transforma en un novelista laborioso en su
edad adulta y es, en la ficción, una proyección novelada
del verdadero poeta vanguardista “fracasado” Roberto
Bolaño.
El autor concibe para su novela personajes
trashumantes, fronterizos, “diaspóricos”. Capta la riqueza
de la experiencia de la vida urbana en los grandes centros
cosmopolitas, como la ciudad de México, y describe la vida
rural de los pequeños pueblos del desierto de Sonora. La
mayor parte de los personajes se mueven en ambientes
pobres y del bajo fondo. En la primera parte, los poetas
se reúnen en cafeterías y bares de la ciudad de México,
y el escritor resalta los aspectos más desagradables de
estos ambientes, la presencia de los borrachos que son sus
clientes habituales, la suciedad de los baños. Su descripción
viene acompañada de una representación fiel del uso de
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la lengua, coloquial o culta, de los distintos personajes,
atendiendo especialmente la nacionalidad de los mismos.
Lupe, la prostituta, es una verdadera enciclopedia del uso
del caló mexicano, y Salvatierra, el escribiente que trabaja
en la calle, refleja la riqueza y colorido del uso coloquial
mexicano de la lengua, mientras Quim Font se expresa con
la propiedad de la clase media profesional mexicana. Hay
además personajes argentinos, como el periodista Jacobo
Urenda; chilenos, como Belano y Müller; peruanos, como
Hipólito Garcés; españoles, como Xosé Lendoiro y María
Teresa Solsona Ribot. Bolaño da gran importancia al uso
de la lengua de cada personaje y, dado que en la segunda
parte estos hablan de sus memorias de otros personajes,
o cuentan su vida, el empleo de los giros verbales propios
de cada país y nivel social ayuda a darle verosimilitud a la
narración.
Un elevado número de estos personajes son escritores,
las acciones que acometen no tienen un sentido práctico,
son sólo significativas para ellos en el sistema de valores de
su mundo. Son acciones que dependen de sus necesidades
subjetivas y estéticas y resultan injustificadas para los
demás, como la marcha de Lima a Israel, o el deseo de
Belano de ir a África, o la búsqueda absurda de la poeta
Cesárea Tinajero en el desierto de Sonora. Lo que quieren
conseguir es inmaterial. En su percepción de la realidad
influyen los sueños, y su visión “poética”, entendiendo que
para Bolaño la poesía conlleva un cierto grado de obsesión
y de locura, que vuelve a sus poetas autodestructivos,
peligrosos y, finalmente, criminales. Muchos de sus
personajes se drogan, tratando de aliviar el sufrimiento de
su condición existencial, su manera de estar en el mundo.
No todos los momentos son patéticos, y Bolaño introduce
el humor en las escenas más serias, proyectando sobre
estas una mirada burlesca o irónica. El discurso de los
personajes queda traspasado por las múltiples intenciones
de sus actores sociales, es un discurso “dialógico” en un
mundo inestable y conflictivo (Bakhtin 324-66). Desde la
perspectiva de una moral social burguesa, los personajes
resultan cuestionables, son anárquicos, individualistas
y defienden su condición marginal, componen un fresco
existencial en que abundan los elementos satíricos. Bolaño
se lamenta con mucho humor, proyectando una mirada
autocompasiva de la condición del escritor en la sociedad
actual.
La sociedad contemporánea se ha deslizado hacia un
creciente utilitarismo. Fracasados los ideales libertarios
de las décadas del sesenta y el setenta, los escritores
han abandonado también gradualmente sus impulsos
revolucionarios, y el arte parece adaptarse cada vez más
a los intereses del mercado. Así lo denuncian, como lo
señalé, los personajes escritores que presenta Bolaño en
la Feria del Libro de Madrid del año 1994, demostrando
cómo el mercantilismo ha invadido el mundo del libro y
los escritores ponen a un lado sus ideales estéticos y sus
búsquedas personales para servir a ese mercado (Olivier
173-86). Los grandes “ismos” y movimientos de vanguardia
de principios del siglo veinte han desaparecido, y las artes
verbales van a la zaga de la revolución tecnológica. Las
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ventajas de la informática han generado nuevas esperanzas
en el sistema político hegemónico.13 La globalización
del mercado produce nuevos mitos, impulsados por la
agresiva política empresaria internacional, siempre bajo
el respaldo de las multinacionales y el ojo avizor del neo
imperialismo.
Bolaño ve con pesimismo la “evolución” social
contemporánea: las sociedades parecen descomponerse
ante el peso de la pobreza, la injusticia y la guerra civil.
El conflicto es interno y no marchamos hacia un mundo
mejor. El optimismo revolucionario que mostrara
Cortázar en Libro de Manuel, 1973, desaparece en esta
novela finisecular de Bolaño. Sus personajes se mueven
en una sociedad que es cada vez más cínica y oportunista,
y el futuro no parece deparar ningún cambio importante.
Las aventuras concluyen en la esterilidad y en la muerte.
Esta sociedad no ha dejado un lugar digno para el artista.
Bolaño trae a la literatura una nueva visión
panhispanista, vinculando a personajes de diversos países
de la lengua dentro de su trama. Los personajes, como lo
hizo el mismo autor, se desplazan por los países del mundo
hispano. También visitan otros, como Israel y Francia.
París parece haber perdido su antiguo magnetismo. Sus
personajes no se refugian ni se exilian en Paris, como
los de Cortázar, sino que vuelven al tercer mundo, como
Ulises Lima, o se desvanecen en un continente sumergido
en la pobreza desesperante y la guerra civil, como Arturo
Belano. La ciudad de México, particularmente, aparece
como la matriz en la formación de los jóvenes poetas.
Bolaño ha escrito una auténtica novela “mexicana”, a pesar
de ser chileno, caracterizando de una notable manera la
vida de los jóvenes artistas en ese centro cosmopolita
durante la década del setenta. En esas partes de la novela,
la ciudad se transforma en una verdadera protagonista, el
espacio urbano adquiere un simbolismo propio.
El resultado final es una obra que brinda una
perspectiva nueva y conflictiva de la decadencia de la
modernidad en el tercer mundo. Si preguntáramos a
los personajes adónde va la poesía en el nuevo milenio,
seguramente responderían: “a ningún lado”. La sociedad
parece no tener dirección. Las utopías redentoras y
revolucionarias de las décadas del sesenta y el setenta
han muerto. Se avizora, a fines del siglo XX, una sociedad
“globalizada” impersonal: una inmensa red de relaciones
de servicios, un sistema autosuficiente, en imaginario
equilibrio, en que el ser humano es un “usuario”, que se
define por su habilidad para consumir y su utilidad real o
potencial para el mercado.
Bolaño pone en duda el valor del héroe individual en la
narrativa contemporánea. Sus numerosos personajes son
parte de un conjunto que se abre y se pierde en el espacio
y el tiempo, marchando hacia un futuro poco hospitalario.
Sus héroes “mayores”, Belano y Lima, los dos poetas
El capitalismo, sin embargo, vuelve a su vieja política expansionista y a las
guerras de ocupación en Medio Oriente, como en los mejores momentos del
siglo XIX. Cuba, el único país de Latinoamérica que pudo hacer una revolución
socialista, es una sociedad sitiada.
13
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líderes del realismo visceral, movimiento que resulta
“muerto” al poco tiempo de nacer, aparecen desdibujados
en las opiniones variadas y muchas veces contradictorias
de los demás personajes, sin que el autor les dé en ningún
momento el derecho de hablar por sí mismos en la novela.
El novelista cuestiona el lugar del narrador en
la narrativa contemporánea. La fuerza oracular del
narrador único desaparece en esta novela, al diversificar
a sus narradores en voces múltiples, individuos que
están dando testimonio ante un interlocutor invisible.
El interlocutor “supremo”, que recibe las confesiones y
arma la novela, queda fuera de la trama, y se confunde
con el autor y su intención. Los detectives salvajes es una
auténtica novela polifónica, en que las voces tienen un
papel protagónico. Estas confesiones y testimonios, que
combinan, como dije, lo autobiográfico con lo ficcional,
son bastante homogéneas en las preocupaciones que
manifiestan. Hablan sobre el sentido del arte, la poesía,
el amor erótico, los sueños, el azar, el lenguaje. El trabajo
del autor se muestra en el tejido de reflexiones y saberes,
meditando sobre su mundo: el mundo de los escritores y
los poetas.
¿Cuál es el lugar del artista, hombre o mujer, en la
sociedad de hoy? Bolaño parece responder: el artista es
definitivamente un paria en el mundo contemporáneo,
ha sido expulsado de la sociedad de la gente considerada
“decente” por la mayoría. De esta manera el papel del
artista en el mundo hispánico continúa con fuerza propia
el mito del artista maldito. Los poetas que ayudaron a
forjar este mito moderno, como Baudelaire y Rimbaud,
bebieron “las flores del mal” y vivieron “en el infierno”
(Benjamín 55-98).
La postmodernidad no le ha dado un lugar nuevo al
poeta, parece continuar y profundizar los postulados
deformantes de la modernidad. La crisis, solamente, se
ha hecho más profunda, y el hombre, en esta época, está
más desesperado que antes. No hay proyectos de futuro
ni utopías a donde escapar. En esto Bolaño contrasta
con Cortázar: el argentino vivió en una sociedad, en los
sesenta, que bullía con sus utopías y sus sueños, poco
después de la revolución socialista iniciada por Cuba;
Bolaño, en los noventa, vive en una sociedad signada por
la anti-utopía, por la carencia de grandes ideales sociales,
dominada por el neoliberalismo utilitario (Trelles Paz 2).
En Los detectives salvajes retrata la muerte de las utopías
que emergieron en el mundo hispánico a lo largo del siglo
veinte, y muestra los efectos que esto ha tenido sobre sus
víctimas altamente simbólicas y representativas de la
sensibilidad de una sociedad: sus poetas. La experiencia
humana ha perdido gran parte del valor que se le atribuía
en otras épocas. El arte postmoderno muestra esta falta
de centro: es un arte diaspórico, en dispersión constante.
Ya no refleja bien lo propio, ni lo nacional, ni lo territorial.
Se extiende por las naciones, los territorios y las diferentes
inflexiones de la lengua, signado por la incomprensión y la
pobreza.
Esta novela es un mosaico de la experiencia del artista
de fines del siglo veinte en el mundo hispánico. Es una
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novela de vocación hispanoamericanista, y un legado del
escritor enfermo, que se estaba despidiendo de su tiempo,
a las futuras generaciones, poco años antes de morir. Son
estas las “memorias” de Roberto Bolaño y la autobiografía
“novelada” de su vida. Fue partícipe y testigo de una
época fundamental de nuestra cultura y nos ha dejado
testimonio de esto.
Candia-Araiza, Rubén. “El Estridentismo. Contribución
mexicana a la vanguardia.” http://tell.fll.purdue.edu/
RLA-Archive/1990 1-7.
Cortázar, Julio. Rayuela. Caracas: Biblioteca
Ayacucho, 1980. Edición de Jaime Alazraki.
---. Libro de Manuel. Buenos Aires: Editorial
Sudamericana, 1973.
Darío, Rubén. Azul...Cantos de vida y esperanza.
Madrid: Cátedra, 1995. Edición de José María
Martínez.
Guevara, Ernesto “Che”. “El Socialismo y el hombre
en Cuba”. Obras completas. Buenos Aires: Andrómeda,
2002. 183-200.
Nietzsche, Friedrich. El nacimiento de la tragedia
griega o Grecia y el pesimismo. Madrid: Alianza, 2002.
Traducción de Andrés Sánchez Pascual.
Kunkel, Benjamín. “In the Sonora”. London Review
of Books. Sept. 6, 2007. http://www.lrb.co.uk/v29/
n17/print/kunk01_.html 1-17.
Olivier, Florence. “El honor y el deshonor de los
poetas en la obra de Roberto Bolaño.”
Karim Benmiloud et Raphaël Estève, eds. Les
astres noirs de Roberto Bolaño. Bordeaux: Presses
Universitaires de Bordeaux, 2007. 173-186.
Santiago, Mario. http://mariosantiago.infrarrealismo.
com/Poemas/Consejos.html 1-10.
Trelles Paz, Diego. “El lector como detective en la
narrativa de Roberto Bolaño.” http://sololiteratura.
com/bol/bolanoellector.htm 1-6.
Bibliografía citada
Bakhtin, M. M. The Dialogic Imagination: Four Essays.
Austin: University of Texas Press, 1992. Translated by Caryl
Emerson and Michael Holquist.
Benjamín, Walter. Baudelaire, un poète lyrique à l’apogée
du capitalisme. Paris: Payot, 1982. Traduit par Jean Lacoste.
Bolaño, Roberto. Los detectives salvajes. Barcelona:
Editorial Anagrama, 2004. Sexta edición. Primera edición
1998.
---. “Láncense a los caminos.” 1976. http://manifiestos.
infrarrealismo.com
Borges, Jorge Luis. Obras completas. Barcelona: Emecé,
1989. Edición de Carlos V. Frías. 3 volúmenes
Bullosa, Carmen. “Carmen Bullosa entrevista a Roberto
Bolaño.” Celina Manzoni, compilación, prólogo y edición.
Roberto Bolaño: la escritura como tauromaquia. Buenos
Aires: Corregidor, 2006.
— 56 —
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Alberto Julián Pérez
Ventura, Antoine. “De la fragmentation et du
fragmentaire dans l’œuvre narrative de Roberto Bolaño.”
Benmiloud et Estève, Les astres noirs de Roberto Bolaño…
187-215.
La costurera y el viento: Aira y
el juego
César Aira (Coronel Pringles, 1949 - ) publicó La
costurera y el viento en 1994. Escribió esta obra en
París y la concluyó en julio de 1991. 14
Nacido en 1949, Aira se formó, literariamente
hablando, durante los años sesenta. Admiró la obra
de los escritores neovanguardistas de la época.
Leyó el llamar a sus narraciones roblemas con el ga
planteurrealistas valoraban, como Raymond Roussel.
da y continua. la poesía de Alejandra Pizarnik y
promovió la obra de Osvaldo Lamborghini, de quien
fue amigo, y la obra de Copi, sobre quien escribió. Leyó
a los escritores surrealistas franceses y a los autores
que ellos más valoraban, como Raymond Roussel
(Contreras 14).
A pesar que se lo considera un novelista, Aira planteó
en varias entrevistas sus problemas con el género. Dijo
Esta novela de los años noventa, para Florencia Colombetti, indicó un cambio
de interés en su narrativa, comparada a sus obras de la década anterior, como
Ema, la cautiva y La liebre, que formaban parte de su « ciclo pampeano », e integra
una nueva etapa de su novelística, a la que denomina « el ciclo anecdótico », que
incluiría además obras como La guerra de los gimnasios, 1991, y Los misterios de
Rosario, 1993 (“El torbellino y yo. Apuntes sobre La costurera y el viento de César
Aira”) .
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que sus relatos no son verdaderamente “novelas”, y que
sería mejor llamarlos «cuentos de hadas dadaístas»
o «juguetes literarios para adultos» (Daniel Molina,
“Entrevista a César Aira”; Álvaro Matus, “César Aira: No
hago novelas sino juguetes literarios para adultos”). El
narrador, para él, debía jugar con la forma, evitar que
esta “se fijara” o “congelara”, renovarla. El novelista que
no lo hacía corría el riesgo de que su obra se integrara
a la “literatura de entretenimiento”, a la literatura
comercial («La nueva escritura», La jornada semanal,
12.4.1998). Las vanguardias históricas, argumentaba,
se habían enfrentado ya con este dilema y hallaron
una solución. Habían revalorado el papel de la forma
y crearon un «procedimiento» para escribir sus obras,
y proteger “la radicalidad constitutiva del arte». A lo
largo de su carrera, el autor ha sido consecuente con
esta voluntad vanguardista (Contreras 15-22). 15
El neovanguardismo artístico de los años sesenta
coincidió en Francia con el auge de los estudios
estructuralistas, que redescubrieron el movimiento
Formalista Ruso de los años treinta, y se avocaron
al análisis estructural de las obras literarias. El
Estructuralismo tuvo un gran impacto en los estudios
humanísticos y literarios de la época en Argentina
(Luciano Barrera, Revista Nuevo Mundo 16.12.2016).
Teóricos y críticos como Roland Barthes, Gerard
Genette, Julien Greimas, Tzvetan Todorov y Julia
Kristeva fueron leídos y discutidos en la universidades
y en los círculos literarios de Buenos Aires e influyeron
tanto en los estudios universitarios como en los
escritores (Hidalgo Nácher 102-31). La insistencia
de los Estructuralistas en la forma y en la gramática
del relato cambió el énfasis de los enfoques literarios
en relación a la década anterior, dominada por el
Existencialismo sartreano, que marcó a la generación
de escritores e intelectuales de los años cincuenta,
en particular a los nucleados alrededor de la revista
Contorno, como David Viñas (Katra, 30-55).
En las grandes ciudades argentinas existe una
estrecha vinculación entre la vida universitaria, los
círculos intelectuales y los artistas y, si bien Aira
se mantuvo alejado tanto de la docencia como del
periodismo profesional, actividades favoritas de los
escritores argentinos, y prefirió, en cambio, ganarse
la vida como traductor, fue un lector metódico y
apasionado, como lo comprobamos al leer sus ensayos
literarios y él mismo explica en sus entrevistas, donde
afirma que leía no sólo las obras de los escritores que
le interesaban sino también las obras críticas sobre
los mismos (Moreno, “César Aira”). El Estructuralismo
tuvo un papel formativo importante en la literatura
de su generación y Aira leyó a los grandes teóricos
estructuralistas y a los filósofos y pensadores que
Las vanguardias históricas, particularmente el Surrealismo, fueron revaloradas
durante la década del sesenta. Breton muere recién en 1966 y mantuvo la vitalidad
del movimiento, renovando sus posiciones según los cambios históricos del siglo.
Asoció el Surrealismo al Psicoanálisis primero y luego al Marxismo (Breton 10211).
15
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formaron parte del canon intelectual de los años
sesenta. 16
Sintetizó estos aportes de las vanguardias y del
Estructuralismo en sus ideas del “procedimiento” formal
y del “continuo” narrativo. Buscaba una estructura
original para cada una de sus novelas, ensayando distintas
posibilidades formales. 17 Probaba nuevas combinaciones
y variaciones, de manera sostenida y continua. 18 Creaba
estructuras narrativas vanguardistas y expresionistas,
antirrealistas.
Cuando caracteriza su narrativa, prefiere hablar de
Dadaísmo y no de Surrealismo: retrocede al momento
fundacional más formalista de las vanguardias. El
Dadaísmo, liderado por Tristan Tzara, fue un movimiento
de vanguardia fundado en 1916, que se rebeló contra
las convenciones literarias y el racionalismo, y buscó
liberar la fantasía en la obra de arte. Participó en él uno
de los artistas más admirados por Aira: Marcel Duchamp
(Contreras 32). Tzara posteriormente dejó el Dadaísmo y
se integró al Surrealismo de André Breton, que politizó el
movimiento (Breton 134-5). Aira siguió el camino inverso:
pasó del Surrealismo, con el que simpatizaba en su
juventud, al Dadaísmo. Revaloró el formalismo y rechazó
la política, la historia y la psicología. Valerse de ellas, creyó,
era recurrir a los recursos típicos de la literatura realista.
Aira llevó progresivamente su literatura hacia el
plano lúdico. Fue creando dentro de sus tramas un
espacio autónomo y un tiempo independiente. Dota a
cada narración de reglas propias y el lector tiene que
seguirlas para entender su propuesta y disfrutarla. Las
cosas que suceden en sus historias no forman parte del
curso habitual de la vida. El autor improvisa e inventa y
se evade del mundo. Cada obra lo enfrenta a dificultades
nuevas, que tiene que superar. Escribe por amor al arte: su
literatura no persigue un fin práctico, ni político ni social
(Valdenebro 61-70). Sus lectores se sienten parte de una
comunidad especial.
En la entrevista que le realiza en México Pablo Duarte en 2009 reconoce que
leyó mucha teoría literaria. Dice Aira: “Leí mucha, porque en mi juventud, en
los años sesenta, setenta, estaba muy de moda. Había una gran explosión del
estructuralismo, del posestructuralismo, la lectura de Barthes, Levi-Strauss, todo
ese mundo. La revista Tel Quel era mi Biblia, después me fui alejando naturalmente
de eso. Pero sigo leyendo mucho de psicoanálisis. Freud sigue siendo una de mis
lecturas favoritas. Y mucha filosofía también. Aunque la filosofía la tomo a lo
Borges, como una rama de la literatura fantástica.” (Pablo Duarte, “El misterioso
señor Aira”, La Nación 28.11.2009.
17
Dice Aira en su ensayo sobre Roussel : « Un procedimiento es un método para
generar argumentos narrativos, historias….Mediante el procedimiento el escritor
se libera de sus propias invenciones, que de algún modo siempre serán más o menos
previsibles… Solo el azar de una maquinación ajena a nosotros nos dará eso nuevo.
» (« Raymond Roussel. La clave unificada »).
18
Aira rechaza el realismo y la representación mimética en sus obras. Su posición
es extrema. Si pensamos en la literatura de su época durante los años noventa, en
las novelas de Saer y Piglia y, en el plano internacional, en las de Roberto Bolaño,
notamos que su literatura se aparta de la de ellos. Saer, Piglia y Bolaño dieron un
papel importante en sus obras a la presentación del mundo socio-histórico, la
sicología de los personajes y sus luchas ideológicas. Los años sesenta fueron años
atravesados en Latinoamérica por los enfrentamientos políticos y las luchas de clase.
El desarrollo del Estructuralismo estuvo íntimamente vinculado al del marxismo
y el sicoanálisis, Barthes y Genette ocuparon un mismo espacio intelectual junto a
Levi-Strauss, Althusser, Lacan y Foucault. Marx, Freud y Nietzsche fueron autores
claves para esta generación y el alcance de su pensamiento tuvo un papel formativo
durante las décadas del sesenta y el setenta. De todo ese rico proceso Aira parece
haber rescatado el énfasis del Estructuralismo en el análisis de la forma, y su
interpretación de la gramática del relato. Se concentró en los aspectos estéticos de
la literatura y cuestionó los procesos miméticos de la representación, la perspectiva
sicológica en el tratamiento de los personajes y la verosimilitud histórica de la
trama en la narrativa. Su programa literario se distanció definitivamente del
realismo. Rechazó el marxismo y la politización de la literatura.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
La costurera y el viento es uno de sus “juguetes
literarios para adultos”. En esta obra Aira emplea un
“procedimiento” original: comienza la narración como un
relato costumbrista (tiene lugar en el pueblo donde creció,
Coronel Pringles, y aparecen él, sus padres, su amiguito
Omar y su familia como personajes), y, transcurrido el
primer tercio del relato, lo transforma bruscamente en
una historia fantástica antirrealista, cuyo desarrollo y
final son imprevisibles.
En la primera parte de la obra, Aira describe con
humor la vida y las costumbres de las familias pequeñoburguesas del pueblo. Él y su amiguito Omar son niños.
Los niños, por su imaginación exaltada, son los mejores
protagonistas de los juegos y, cuando en este participan
adultos, juegan y se comportan como niños.
Aira juega con el lector. Enmarca la narración en su vida
adulta. Está en París, y allí decide comenzar una nueva
novela. Va a un café a escribir, como es su hábito. Nos
sitúa en las reglas de su juego, nos dice lo que se propone
escribir: una narración de aventuras en que la heroína sea
una costurera y su antagonista el viento. Una novela con
mucho de fábula. No tiene aún un argumento. Esa noche
sueña con un comienzo. Encuentra otro personaje que
agrega a su idea original: el marido de la costurera. Se
le escapan los detalles del sueño. Ha olvidado gran parte
del mismo y lo acepta. No quiere forzar la memoria. Dice
que la desprecia. El recordar lo lleva a vivir en el mundo
cotidiano, donde habita la gente de carne y hueso, con su
sicología individual. En su vida ha tenido pocas aventuras,
casi no ha viajado (37). No puede recurrir por lo tanto a su
experiencia personal. Confía todo a la invención.
Nos introduce en el relato. Habla de su infancia en su
pueblo, Coronel Pringles. Cuando comienza la historia
tenía ocho o nueve años. Estaba jugando en el acoplado
del camión de su vecino, el Chiquito, con su amiguito
Omar. Jugaban a “darse miedo”. El niño Aira, asustado,
cerró los ojos. Al abrirlos, no encontró a su amigo. De
pronto, perdió conciencia del espacio y de su yo…se sintió
un “monstruo”… Cuando recobró la conciencia, ya no
estaba en el acoplado del camión… se hallaba en la cocina
de su casa, detrás de su madre. La llamó y ella reaccionó
de golpe, asustada. Lo habían estado buscando. Omar le
había dicho que había desaparecido. Qué confusión, el que
había desaparecido, según él, era su amiguito Omar.
El juego entre él y Omar le aporta el principio del
relato. César, su narrador, el Aira adulto, escribe su novela
en el café de París. Nos va contando, con divertido humor,
la vida de los personajes que introduce. Son figuras
familiares de su infancia: Chiquito, el camionero que hacía
largos viajes a la Patagonia; Delia, su vecina, la madre de
Omar, y Ramón, su padre, dueño él también de un viejo
camión y que trabajaba poco…
Delia era una vecina extraña, inusual, virtuosa, una
costurera, algo raro en la vida pueblerina, donde las
mujeres, incluida su propia madre, no trabajaban: eran
amas de casa, y su actividad principal era enterarse de
lo que hacían sus vecinas… Aira presenta a los lectores
un precioso retrato de la vida del pueblo, risueño y
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
costumbrista. Una pequeña sociedad sin héroes, llena de
vecinos comunes, de gente normal y mezquina. Su pueblo
del sur bonaerense, Coronel Pringles, cercano a la Sierra
de la Ventana, que fuera parte del territorio que había
pertenecido a los Indios Ranqueles, hasta que estos fueron
finalmente vencidos en 1879 por el General Roca durante
la Campaña del Desierto, y no muy distante de la frontera
donde comienza ese mundo ajeno y semidesierto que es la
Patagonia…
El mundo íntimo de su infancia es muy importante para
Aira…Casi todas sus novelas, o fábulas dadaístas, o cuentos
maravillosos, toman como ámbito espacios familiares para
él, de su vida infantil y adulta: su pueblo natal, Coronel
Pringles, y el barrio de Flores, su hogar adoptivo desde que
dejara definitivamente la vida pueblerina a los dieciocho
años para irse a vivir a la gran ciudad: la Capital, Buenos
Aires.
Aira prefiere ubicar el comienzo de sus historias en
espacios concretos y conocidos. Ya avanzada la narración
cambia el espacio… Sus tramas progresan de lo familiar a lo
extraordinario. Busca sorprender al lector. Va a introducir
acontecimientos extraños en el mundo familiar. Esto
permitirá al lector evadirse del mundo real y viajar con el
autor a su mundo imaginario.
Luego de presentarnos a la familia vecina, el narrador
introduce al personaje “licencioso” del pueblo: la profesora
de dibujo Silvia Balero. Una mujer independiente,
“intelectual”, que estudió en la “gran ciudad” de la zona,
Bahía Blanca, y conduce un pequeño automóvil, un “ratón”.
Ella es una clienta muy especial de Delia y tiene un papel
importante en la trama: en el momento de la desaparición
de su hijo Omar, Delia estaba cosiendo su vestido de novia…
Silvia iba a casarse…y eso había avivado las maledicencias
en el pueblo… La mujer estaba embarazada… Las
chismosas de Coronel Pringles ya sabían quién era el
padre, un hombre casado, pero no quién sería su marido…
La situación era la comidilla del lugar. La pequeña maldad
y crueldad pueblerina se ensaña con Silvia… Aira nos
divierte contándonos la vida de su pueblo… Era un mundo
mediocre, limitado…
Hace desfilar ante el lector a los personajes y su vida
cotidiana. El narrador los describe con compasión e
ironía. Caracteriza con detenimiento a las dos mujeres
protagonistas: la vecina Delia, su fabulosa habilidad para
coser, su prolijidad, su carácter chismoso, muy a tono con
el pueblo, y Silvia, la profesora de dibujo, la mujer liberada,
licenciosa, linda, censurada y envidiada por las otras
mujeres. Habla del enigma que se abre ante los personajes
y los desafía. El hijo de Delia, Omar, había desaparecido.
Presuntamente había quedado oculto en el acoplado del
camión cuando Chiquito salió de viaje rumbo a la Patagonia.
Era deber de la madre el encontrarlo. Los vecinos favorecen
la operación: Delia sale tras su hijo en uno de los dos taxis
del pueblo, un viejo automóvil, portando como tesoro su
trabajo: el vestido de novia de Silvia, que tenía que terminar
lo antes posible, ya que la profesora se casaba muy pronto.
Durante el viaje se produce el accidente que habría de
cambiar la historia: el viejo Chrysler se incrusta en la parte
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
trasera del camión del Chiquito; su conductor, Zaralegui,
muere; Delia cae en un “coma histérico”. El narrador ya
nos había advertido antes que Delia era loca y, luego del
accidente, nos dice, quedó aún más loca (42). A partir de
ese momento Aira modifica en su narración las reglas del
juego: deja atrás la comedia costumbrista y nos introduce
en el cuento de hadas dadaísta, en la fábula de la costurera
y el viento. Transforma progresivamente la conducta y
el carácter de los personajes y cambia drásticamente el
espacio.
Delia, luego del choque, sale volando por el aire junto
con su vestido blanco, llevada por un torbellino. El contrato
mimético se rompe. Delia parece formar parte de un gran
“collage” dadaísta. Dice el narrador: “Era un collage, una
figura recortada y movida por un artista caprichoso,
filmada en cámara rápida, sobre el fondo más rosa y liso
del mundo, o del cielo, iluminada por un reflector rojo.”
(60).
La “novela” es ahora un cuento que es un juego, en el que
los personajes se abocarán a hacer lo que les gusta más:
jugar. Aira, desde su café de París, ha cambiado el espacio,
y el carácter y el sentido de los personajes. Transformará
también el tiempo, e introducirá a un nuevo personaje de
fábula: el viento Ventarrón.
¿Y qué pasó, mientras tanto, con la otra historia, la de su
pueblo? El autor no se olvida de la curiosidad del lector y
nos pone al tanto: Omar no se había perdido…¡apareció!...
pero era tarde… Su madre ya había salido hacia la Patagonia
tras el camión del Chiquito… ¿Y su padre? Ramón, cuando
sus vecinas le cuentan lo que pasó, parte tras su mujer con
su propio camión viejo. Pronto nota que lo siguen…es Silvia
Balero, la profesora, que va tras la costurera y su vestido,
porque se casa al día siguiente…y es un casamiento de
apuro, ¡está embarazada…! Todos viajan hacia el sur, el
territorio que Aira ha elegido para desplegar su fábula.
Allí los personajes, liberados de las limitaciones del
realismo, entran en un mundo expresionista en constante
metamorfosis. Sandra Contreras dice que las series
temporales del relato “se desarticulan” (204-7).
El tiempo de la segunda parte, en la Patagonia, se
independiza del de la primera en Coronel Pringles. En
la primera parte, el narrador describía con naturalidad
y certeza lo que conocía muy bien, la comunidad de su
pueblo; en la segunda, tiene que explicar lo que sucede
en un espacio cambiante. En la Patagonia empieza la
verdadera aventura. Una aventura que tendrá un final
inesperado: la llegada de un personaje casi imposible,
un Niño Monstruo. El autor nos lo advierte, y antes de
empezar con el nuevo cuento, nos hace un sumario de
todos los personajes que van a participar (65).
Vuelve al relato de lo que le había pasado a Delia.
Después de haberla llevado volando por el aire, el
torbellino la depositó en tierra. Ella se sintió perdida en
la Patagonia, no entendía qué hacía allí. Había caído “en la
trampa de un melodrama” (69). Necesitaba encontrar un
alojamiento. Le llamaba la atención la luz y cómo todo se
transformaba a su alrededor. Mientras tanto, Ramón, su
marido, iba tras ella. Él también percibía los cambios. Se
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
enfrentó a un fenómeno atmosférico inusual: una “marea
de atmósfera”. La marea desprendió el color rojo de su
viejo camión, que se volvió transparente. El narrador nos
confía uno de los “secretos” mejor guardados de Ramón:
tenía un vicio, era jugador. En la fábula todo va a ser juego.
Ramón era jugador, como también lo era su vecino y
pronto su contrincante: el camionero Chiquito. Ramón era
incorregible, visceral: apostaba todo, y como casi todos los
jugadores, perdía. En el pueblo nadie lo sabía, pero así era.
Ramón avanza en el paisaje lunar de la Patagonia con su
camión transparente y nota que lo sigue un autito celeste.
Acelera, procura escapar y no lo logra: el “ratón” de Silvia
Balero se mantiene cerca de él. Tenía hambre. Apareció un
hotel en la ruta, donde paraban los camioneros. Se detiene.
Silvia se detiene tras el camión, desciende de su auto y
le pide que le permita entrar en el hotel junto a él, para
sentirse más segura. Ramón no reconoció a la profesora,
pero aceptó. La luz había vuelto el paisaje fantasmal.
Silvia, como es de imaginar, iba tras su vestido blanco
de novia. Estaba muy cansada, entra al hotel, pide una
habitación y se va a dormir. Ramón descubre la mesa de
póker; reconoce en ella a alguien de Pringles, el Chiquito.
Los jugadores usan antifaz para ocultar el rostro. Eran
cinco: dos estancieros, dos camioneros y él. Se juegan
todo y Ramón todo lo pierde. Se juega su camión, el autito
de Silvia y a Silvia. El Chiquito gana. Ramón dice que va a
ir al baño y escapa por la ventana.
Si Ramón era el jugador que todo lo perdía, el Chiquito
era el que todo lo ganaba: los jugadores apostaron todo lo
que tenían, el Chiquito terminó dueño aún del hotel. Fue a
visitar su propiedad. Entró a un cuarto y vio a una mujer
dormida: era Silvia. También era suya. La violó. No se
dio cuenta que estaba encinta. Mientras la violaba sintió
una presión extraña en su pene, como unos deditos que
se agarraban de él. Lo sacó y arrastró a un feto horrible,
peludo y deforme. Era el Monstruo, el Niño Monstruo. El
personaje infernal de la fábula.
El autor hace una nueva interrupción. Nos habla de
sus días de turista en París y del recuerdo que tiene de
la Patagonia y de los cielos argentinos. Los vientos de la
Patagonia. Siente que nunca se ha ido de su país, porque
Argentina, dice, es como un paraíso, y no podría vivir en
otra parte (85). Allí ocurren cosas extraordinarias: entre
ellas, la singular historia del vestido de novia. Ese vestido
blanco que vuela por el cielo azul y es como una hermosa
bandera.
La narración vuelve a Delia: la pobre vagaba por
la meseta patagónica, cansada. De pronto ve frente a
sí un camión: el del Chiquito. Comienza entonces una
nueva aventura. Se introduce por la ventana del camión,
siente olor a huevos fritos, llama, nadie responde. Pasa
por encima del asiento y se mete en el compartimiento
trasero: el “dormitorio” del chofer. Para su sorpresa,
descubre la entrada a un laberinto. Entra en él y se pierde.
Cada espacio presenta varias puertas que dan a otros
espacios con más puertas. Finalmente llega a la cocina. Ve
al Chiquito, está comiendo huevos fritos. Delia se oculta
para que no la descubra.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
El lugar está muy sucio, desagradable. Frente a él se
encuentra una mujer negra: es Silvia, el color de su piel
había cambiado. Hablaban con sonidos guturales, no les
entendía. Chiquito se da cuenta que hay alguien oculto
y Delia escapa. Se mete en el motor del camión. Llega de
pronto una fuerte ráfaga de viento que levanta al vehículo
por los aires. Chiquito comprende que es su enemigo,
Ventarrón, que lo ataca. El viento arranca la parrilla del
frente del camión y por allí logra salir Delia rápidamente.
El viento la empuja y la ayuda a escapar.
Muy lejos Delia se detiene, el viento aún la envolvía
y, para su sorpresa, empieza a hablarle. La llama por su
nombre. Se presenta: es Ventarrón, y le confiesa que está
enamorado de ella y por eso la había venido cuidando
durante todo su viaje para que no le pasara nada. Fue quien
la elevó por el aire en el momento del accidente del taxi y
quien acaba de salvarla del Chiquito. Ventarrón le asegura
que es poderoso y puede satisfacer todos sus deseos. Ella
le dice que tiene hambre, y el viento le trae volando por
el aire su cena. Después de comer opíparamente Delia
siente sueño, y el viento le trae un lecho para que duerma
cómodamente.
Delia se acuesta en la meseta desierta bajo la luz de
la luna. Al día siguiente, cuando despierta, encuentra al
viento enamorado a su lado. Este le cuenta le leyenda del
Niño Monstruo, que un día va a nacer. Será muy poderoso,
capaz de transformarlo todo. Tendrá casi tanto poder
como el narrador, que transformó la novela costumbrista
de la infancia de César en Coronel Pringles en una fábula
dadaísta en el desierto fantástico de la Patagonia. Delia
le pide a Ventarrón que le traiga el vestido de novia en
que estaba trabajando; el viento no lo puede encontrar.
Luego le pide que le traiga el costurero… Ventarrón hace
todo lo que le dice. Está celoso, y le pregunta si ama a su
marido. Ella le responde que sí. El viento le habla mal de
él: Ramón se había jugado su camión en una apuesta y lo
había perdido.
El autor reflexiona sobre este personaje, Delia. Aira
quiere irse del café de París donde se encuentra. Llama al
mozo para pagar pero este no lo escucha. A su voz le falta
firmeza. No se puede ir sin pagar. Dice que él, como Delia,
necesita encontrar el modo de escapar de su situación.
Busca un “puente”.
Le devuelve la palabra al narrador. Ramón había
escapado del hotel y estaba en medio de la meseta, solo. La
lucha con el Chiquito no había terminado. Seguiría. Era un
combate que venía de antes. El Chiquito le había quitado
todo. Ramón camina y camina y llega al sitio donde se
había producido el accidente del Chrysler con el camión:
descubre la carcaza aplastada del taxi. El motor había
quedado en perfecto estado. Tiene una idea: si encuentra
una carcaza de automóvil abandonada puede ponerle el
motor del Chrysler y tratar de armar un vehículo para
transportarse. Él es buen mecánico. Pero está en la
Patagonia…busca y lo único que halla es la caparazón
de un enorme tatú prehistórico. Con el tatú y los restos
del automóvil logra armar un tatú-móvil y parte…bajo la
luz de la luna. Siente de pronto un gran ruido: algo había
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Alberto Julián Pérez
caído sobre el techo de su improvisado automóvil. Y era,
nada más y nada menos, que el Niño Monstruo.
El narrador permite que intervenga otra vez el autor:
César recuerda cómo pasaba su vida de niño en Coronel
Pringles, los juegos con su vecinito Omar. Eran unos
niños normales, pequeño-burgueses, nos dice. Jugaban
a meterse miedo, y el miedo es como el viento, todo lo
transforma. El Chiquito, también vecino de él, solía dejarle
un muñeco de nieve frente a su casa en el invierno, antes
de salir de viaje hacia el sur. Aira nos cuenta la alegoría
del muñeco de nieve. Al muñeco le ocurría lo mismo que
le estaba pasando a su novela. El sol lo iba derritiendo,
el muñeco perdía su aspecto realista y se volvía una
escultura expresionista, en la que todo estaba al revés,
fuera de lugar. Cuando eso sucedía lo que más deseaba él
era que el muñeco no cambiara. Un día el muñeco le habló,
y le dijo que no quería morir. El viento vino y le hizo una
promesa al muñeco: lo mantendría vivo si él aceptaba
que el viento lo llevara a la Patagonia y le modificara
constantemente la forma. El muñeco aceptó y el viento se
lo llevó… (121-3). Aira asegura que cree en el olvido y le
gustaría que para el final de su fábula todos los elementos
dispersos se reunieran en uno…
El narrador retoma la historia de Delia. El viento regresa
y le dice que no pudo hallar el costurero, pero sí su dedal
de plata. Le explica que ese dedal ahora es mágico, no
tiene más que frotarlo y pedir lo que desee. Delia escucha
voces, viene gente. Llegan hasta allí los personajes de la
historia. Son pequeños, se han vuelto seres de juguete.
Entre ellos está el Niño Monstruo, que la venía siguiendo.
La amenaza, dice que va a matarla. El viento se interpone
y la salva. El narrador deja allí a su personaje, se despide
de ella. Se aproxima el final del relato. Aira parece que
encontró el puente que buscaba. Regresa a la historia de
Ramón y el Chiquito.
Ambos se desplazaban por la carretera, Ramón en el
tatú-móvil, el otro en su camión, junto a Silvia. El Chiquito
iba hacia el sur, Ramón hacia el norte. Los dos jugadores
se cruzan y frenan sus vehículos. Descienden. El Chiquito
le pide que lleve a Silvia con él a Coronel Pringles, se casa
al día siguiente. Ramón lo acusa y lo desenmascara: se
la había ganado al póker. Reúsa llevarla con él. El otro
lo desafía a un duelo: una partida de cartas. El que gane
decidirá el destino de Silvia. Ramón acepta. El viento trae
la mesa y el mazo de cartas. Los dos jugadores se enfrentan
en su partida final. Aira nos deja en medio de su juego.
Su “cuento de hadas dadaísta”, su “juguete literario para
adultos”, ha concluido. Es el fin de la novela que se volvió
fábula, y que él nos contó desde su café de París en 1991.
Los problemas de Aira con la novela son serios.
Desconfía del género. La novela ha sido siempre el género
mimado de los editores y la literatura comercial. Aira se
ganó la vida traduciendo “bestsellers”. Conoce de cerca
el negocio literario. Para un artista neovanguardista y
un antiguo surrealista como él la mercantilización de la
novela era una amenaza. Breton detestaba la novela. La
literatura, para Breton, necesitaba expresar el mundo
onírico, el subconsciente, la poesía de la vida (Breton
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53-7). Aira demuestra su insatisfacción con el género
cada vez que puede. No busca escribir, como Cortázar,
una antinovela. Prefiere deformar el género. Destruir su
esencia. Minarlo por dentro.
Escribe narraciones cortas, corrige poco, no le
interesa llegar a escribir un libro total, absoluto,
que lo represente. Publica sus obras casi siempre en
pequeñas editoriales. Sus libros no se venden en grandes
cantidades. No escribe para el mercado. Le teme. El
mercado estandariza, hace del arte una mercancía,
destruye su potencial revolucionario. El arte narrativo
debe ser otra cosa: creación pura y libertad. Vuelve
sobre ese momento fundador de su rebeldía una y otra
vez. Escribe una “novelita” tras otra por el afán de
escribir: le da placer hacerlo. Ataca al realismo, como
también lo hicieron esos otros escritores que él apreció
y defendió: Lamborghini y Copi (Aira, “Prólogo” 7-16).
Los tres practicaron un arte neovanguardista. Fueron
los escritores formados en los convulsionados años
sesenta: tiempos conflictivos, revolucionarios. Aira
continuó siendo fiel al espíritu rebelde de ese momento
fundacional. Su vanguardismo no fue sólo una etapa ni se
interesó en “superarlo”: una vez establecida su estética
la mantuvo en forma consistente a lo largo de su vida.
Desarrolló un “procedimiento” formal para superar las
“trampas” del realismo. Dijo que la vanguardia era para
él “un intento de recuperar el gesto del aficionado en
un nivel más alto de síntesis histórica” (Aira, “La nueva
escritura”). El vanguardista buscaba escapar del peligro
de la “profesionalización” del arte y el congelamiento de
las formas.
Aira cultivó en su literatura aspectos lúdicos
innovadores. Se apoyó sobre todo en las ideas de
Raymond Roussel, un escritor respetado por Breton
y el surrealismo francés (Aira, “Raymond Roussel. La
clave unificada”). Debemos recordar que uno de los
más importantes estudiosos de la teoría del juego y su
relación con la cultura y el arte vivió en Argentina por
varios años y fue amigo de los miembros del grupo Sur de
Victoria Ocampo: Roger Caillois, traductor de Jorge Luis
Borges, que revisó la obra enorme de Huizinga y publicó
Les jeux et les hommes en 1958 (Morillas González 1139). Aira recibió el premio Roger Caillois de literatura en
Francia, en 2014.
Aira ocupa un lugar especial en la literatura
contemporánea argentina. Es un escritor esquivo,
misterioso, que casi no se muestra en público y no da
entrevistas en la Argentina. Cada año nos sorprende con
varios libros. En La costurera y el viento el autor, vuelto
personaje, nos aclara muchas de sus ideas sobre el arte
narrativo, sus objetivos, su método. Son las mismas
ideas que defendió a lo largo de su carrera y sintetizan
un programa literario renovador. El escritor para él
necesitaba defender su libertad de invención, escapar a
las determinaciones del mercado y entregarse a un juego
formal incesante.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
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Valdenebro, Ximena de. “El arte y el juego”. Educación y
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Alberto Julián Pérez
La utopía indigenista de
César Aira
César Aira (Coronel Pringles 1949 -) concluyó Ema, la
cautiva en 1978 y la publicó tres años más tarde, en
1981. Había terminado su obra anterior, Moreira, en
1972. A partir de 1978 la producción de Aira se volvió
más prolífica. De 1978 a 1984 escribió cinco novelas. En
1987 terminó cuatro más, entre ellas La liebre, que salió
publicada en 1991. En las novelas Ema, la cautiva y La
liebre, Aira nos presentó una visión utópica de las culturas
indígenas. ¿Cómo son estas utopías? ¿Qué ideas proponen?
En mi trabajo responderé a estas preguntas.
Aira nació en 1949 en el pueblo (hoy una pequeña
ciudad de algo más de 20.000 habitantes) de Coronel
Pringles, situado a 500 km al sudeste de la Capital
Federal, en la provincia de Buenos Aires, cerca de las
sierras de Pillahuincó. Vivió en el pueblo durante su niñez
y adolescencia y a los diez y ocho años se fue a vivir al
barrio de Flores de la ciudad de Buenos Aires, donde se
encuentra aún residiendo. Jamás olvidó su procedencia
pueblerina y el mundo rural donde creció. Ambientó
varias de sus narraciones en Coronel Pringles y en la zona
del sudoeste de la provincia de Buenos Aires.
Se formó como escritor en los años sesenta. Criticó
al realismo y abrazó las ideas de las neo-vanguardias
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
(Contreras 16-9). Privilegió en sus narraciones la
invención, que para él debía ser radical. En un ensayo
de 1988 explicó que centraba su literatura en el
“procedimiento” (“La nueva escritura”). Se valía de
recursos formales originales. Inventaba constantemente.
No podía permitir que su narrativa se “profesionalizara”.
Desnaturalizaba la historia y la sicología de los personajes,
proponía una historia otra, ajena, extraña. Sus relatos, o
fábulas, o novelas, crean un mundo con sus propias reglas
y expectativas.
Aira escribió Ema, la cautiva durante los años setenta.
En esos momentos aún se mantenían vigentes en la
narrativa hispanoamericana los modos narrativos y
las experimentaciones formales del Realismo Mágico.
Durante su etapa juvenil sus ideas literarias parecen
haber influido en él.
Aira combinó en esta novela realidad y fantasía. La
fuerza del mundo imaginario desnaturaliza el potencial
realista de la trama. En la segunda mitad de la obra utiliza
el modo alegórico, que habían revalorizado en Argentina
Borges y Marechal durante las décadas precedentes.
Concibió y trabajó lentamente Ema, la cautiva, y
empleó en ella una prosa minuciosa y preciosista. Había
terminado su novela anterior, Moreira, seis años antes.
Los críticos señalaron que, en las varias décadas que Aira
se ha mantenido activo como escritor, publicó mucho,
quizá demasiado, y resultaba difícil encontrar entre
sus novelas una “obra maestra” (Montaldo 12-6). Ema,
la cautiva, sin embargo, cumple con las expectativas
de aquellos lectores que buscan una obra excelente y
bien meditada: su prosa es consciente de sí, artística y
elaborada, y su trama es rica y novedosa.
Aira situó la acción de esta novela en el siglo XIX. Los
hechos transcurren en las inmediaciones de la zona donde
él creció: el pueblo de Coronel Pringles y las serranías del
sur de la provincia de Buenos Aires. Toma de referencia
literaria la narrativa de viajes y la literatura gauchesca.
Tanto esta novela como La liebre son parte de lo que
Sandra Contreras llamó su “ciclo pampeano” (Contreras
48).
Sus personajes se desplazan hacia las zonas en que
vivían las comunidades y tribus indígenas que poblaban
el sur de la provincia de Buenos Aires, antes que la
campaña militar del General Julio A. Roca, en 1879,
derrotara definitivamente a sus guerreros y dispersara
a su pobladores. El Estado se apropió entonces de esos
enormes territorios del sur Argentino y dispuso de los
mismos. El pueblo de Coronel Pringles se fundó en 1882.
Fue parte del proceso de venta de tierras, distribución
y colonización impulsado por el gobierno argentino
durante el gobierno de Roca, que ganó la Presidencia de la
República en 1880, catapultado por el éxito de su campaña
militar. El pasado indígena de esas regiones ha quedado
vivamente grabado en el imaginario de Aira. En Ema, la
cautiva escribe el mito fundacional de Pringles.
Aira en su trama presenta a los blancos conviviendo
en paz con los indios: un encuentro de dos civilizaciones,
donde la cultura indígena es la predominante y la más
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
sofisticada. Es una historia contrafáctica y reparadora en
que la literatura corrige las injusticias cometidas contra
los pueblos indígenas. En esa invención extrema radica la
magia de esta novela.
El escritor nos presenta un mundo paradisíaco.
Describe el espacio natural de la pampa, sus vegetación
rica y variada, sus especies de aves y flores. Incorpora
plantas y animales de otros climas para crear un ambiente
exótico. Todos conforman un tapiz exquisito.
En la interpretación de Domingo F. Sarmiento en
el Facundo y José Hernández en su Martín Fierro, el
pasaje de la cultura blanca a la indígena era un viaje
de la civilización a la vida salvaje (Cerdas Cisneros 3642). Mansilla cuestionó la interpretación racionalista
dual. Visitó los territorios indígenas y demostró, en Una
excursión a los indios Ranqueles, la sofisticación del mundo
político Ranquel y la convivencia entre indios y blancos.
Aira creó una fábula fantástica sobre la vida en las
pampas. Inclinó su simpatía hacia las tribus indígenas.
Las tribus de la novela vivían en la edad de la inocencia.
El Coronel Espina y la cautiva Ema van a introducir
en ese mundo el interés y la perdición: el capitalismo.
Espina hizo traer de Buenos Aires una prensa. El
dinero impreso empezó a circular entre los indígenas.
Ema organizará la explotación extrema y racional del
mundo natural al servicio del enriquecimiento: creará
una enorme empresa para la cría comercial de faisanes.
A los indígenas, explica el narrador, no les interesaban
las ganancias materiales. Hacían caso omiso del
beneficio propio (129). Los blancos introdujeron el
interés pecuniario. El dinero alterará su vida y sus
costumbres.
En el comienzo de la novela el narrador nos presenta
al francés Duval, el ingeniero que va a Coronel Pringles a
instalar la prensa para imprimir dinero para el Coronel
Espina. Viaja desde Buenos Aires en una tropa de carretas
llena de convictos, hombres y mujeres, custodiados por
soldados del ejército. Los llevan a vivir a la frontera, a
purgar allí su condena. Son seres degradados. La vida de
esa gente vale muy poco, y el narrador aclara que morirán
rápido, una vez llegados a su nuevo destino. Por eso
traen un contingente de nuevos convictos cada año. Los
tratan de manera brutal. Viajan todos amontonados en las
carretas, encadenados.
Los hombres y los soldados copulan libremente con las
mujeres. Ellas son meras cosas, no les reconocen ninguna
voluntad. Entre esas mujeres va Ema, una adolescente a
la que consideran blanca, aunque su piel tiene pigmentos
negroides u oscuros y parece una indígena. Lleva un bebé
en sus brazos. El ingeniero Duval se fija en Ema y el Coronel
Lavalle, que dirige el contingente, se la manda para que
copule. Luego él mismo se acuesta con ella. La conducta de
los soldados con los convictos es cruel, inhumana.
Cuando llegan al fuerte de Azul el escenario cambia.
Los oficiales de allí viven en medio del lujo y le hablan a
Duval en francés. Sus aposentos son suntuosos. Se pasan
el día jugando a las cartas. Comparten manjares, vinos
y champán. La vajilla es de plata. Alrededor del fuerte
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
viven cientos de indígenas con sus familias. Sirven a los
soldados.
Luego de descansar, la tropa de carretas con los
convictos sigue viaje. Antes de llegar a Coronel Pringles
se detienen en un arroyo a bañarse y retozar. Finalmente
entran en el fuerte de Pringles y la introducción concluye.
Sus personajes, con excepción de Ema, no vuelven a
aparecer en la novela.
El autor hace un corte temporal en la trama. En la parte
siguiente encontramos a Ema ya instalada en Coronel
Pringles, casada con el soldado Gombo y nuevamente
embarazada. Durante el resto de la novela, ella será el
centro de la acción, su principal protagonista.
Ema convive con las mujeres de otros soldados y con
los indígenas, que han instalado sus tiendas cerca del
fuerte y son mayoría. La tierra de la zona es de una gran
fertilidad. La atraviesa un arroyo. Pueden pescar todo tipo
de peces y encuentran en los alrededores los más finos
animales de caza para alimentarse. Un verdadero paraíso.
El narrador nos cuenta en forma resumida qué le había
sucedido a Ema desde su llegada al fuerte. En un principio
había convivido con el Teniente Paz; fue su amante hasta
que este la reemplazó por una querida europea que llegó a
Pringles. Los oficiales tenían aquí la misma vida regalada
y decadente, de placeres y de lujos, que en el fuerte de
Azul. Cuando el Teniente ya no la necesitó más le buscó
marido.
El hombre fuerte y la personalidad dominante en
Coronel Pringles era el Coronel Espina. Es un personaje
fundamental en la novela. Va a introducir en la región el
dinero, cambiando su historia para siempre.
Los soldados vivían en armonía con los indígenas,
buenos e inocentes, que los servían. Los indígenas eran
el pueblo menos práctico imaginable. Cultivaban el
ocio, gozaban de la naturaleza y del amor. Eran seres
contemplativos que amaban la belleza. La inquietud
estética era su preocupación suprema. Eran ceremoniosos.
Actuaban en la vida diaria siguiendo sus convenciones.
Los caciques e indígenas influyentes vivían rodeados de
su séquito.
Espina había hecho venir al ingeniero Duval a Pringles
para montar una imprenta. Con ella el mundo natural de
la pampa va a salir de la edad de la inocencia. El objetivo
de Espina era imprimir dinero: el Coronel introduce el
capitalismo entre las tribus. La invención del dinero todo
lo transforma. El dinero que imprime no tiene respaldo
monetario alguno, pero poco importa: el intercambio
económico va a dominarlo todo. El dinero viaja, impulsa el
comercio. Las tribus se relacionan entre sí y forjan nuevos
vínculos y obligaciones. Gracias al dinero, Espina se vuelve
influyente en la zona. La novela compone su alegoría, su
fábula capitalista. La trama se emancipa totalmente de
toda pretensión realista.
Poco después un malón de indios invade Pringles,
y se lleva a Ema como cautiva. Su existencia cambia. Al
llegar al fuerte, Ema había dejado atrás la “barbarie”, la
vida inhumana de esclavitud y violencia a que la habían
sometido los soldados junto a los cautivos durante el
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
viaje. Su vida en Pringles, en comparación, había sido fácil
y regalada, “civilizada” y por momentos decadente. En
la parte siguiente el narrador nos presenta la vida en la
pampa de una tribu indígena.
Aira invierte el orden de los valores de la cultura tal
como lo había presentado la narrativa de los escritores
del siglo XIX, con la excepción de Mansilla. Para esos
escritores el mundo indígena era el estrato inferior de
la pirámide cultural. Estaba por debajo de la “barbarie”
gaucha. El gaucho, en la versión sarmientina, podía ser
“recuperado” para la civilización; el indio, en cambio,
el “salvaje”, era irrecuperable, un verdadero monstruo
(Pérez 105-49). La única solución frente al indio era la
guerra a muerte. En la versión de Aira, inversamente, el
indio representa el sumun de la civilización: la cultura
llevada a su nivel máximo, el estético. Las tribus y sus
caciques, verdaderos reyes, rendían culto a la belleza.
Despreciaban los intereses materiales. Vivían en función
del arte. Deseaban traer el arte a la vida. Es el mismo
sueño que tenían los artistas neo-vanguardistas, y es
seguramente en atención a sus ideas que Aira imaginó
esta trama.
Ema habita dos años con los indígenas. Estos no le
restringen su libertad individual. La tratan como a una
princesa. Las cortes son fastuosas. Primero convive con el
príncipe Hual. La naturaleza les daba sus frutos, cazaban
animales exóticos en los ríos, gozaban liberalmente de
los placeres sexuales. Un tiempo después, se despide
amigablemente de Hual y con un grupo de amigos inicia
una lenta marcha hacia la tierra del cacique principal,
Catriel.
Allí descubre que los indios son expertos en la cría de
distintas especies de faisanes. Los admiraban porque
eran aves extrañas y bellas. Ve por primera vez al faisán
dorado, que Ema considera “la alegoría de la riqueza”
(133).
Ema disfruta de su estadía. Convive con un pueblo de
estetas que practicaba la política del “laissez faire”. Gracias
a esta nueva experiencia, tiene una idea transformadora.
Concibe la posibilidad de criar faisanes en gran escala y de
venderlos entre los indios y a los blancos de las ciudades, que
apreciaban su carne. Planea transformarse en empresaria.
La cautiva se imagina como una verdadera potentada.
Para que este sueño pudiera realizarse necesitaba de un
elemento esencial: el capital financiero. Sin embargo, eso
también estaba a su alcance. Pensó en Espina, el inventor
del dinero. Se despide de sus amados indios y regresa a
Coronel Pringles para convencer a Espina, gestionar su
ayuda y llevar a cabo su proyecto. Quiere transformarse
en una capitalista poderosa (Artigas 194-206).
Los indios habían empezado a utilizar el dinero de
Espina, pero no entendían su “lógica”: les resultaba
demasiado abundante. En la cultura blanca, la “barbarie”
blanca, el dinero nunca era bastante, y quien lo poseía tenía
poder sobre los demás. Ema llega a Coronel Pringles y habla
con el Coronel, que celebra su idea y su determinación: él
tiene el dinero y necesita de la inteligencia emprendedora
de Ema para extender el poder del capital. Fomentarán
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
en los blancos el deseo de consumir la preciada carne de
faisán. Espina le entrega la elevada suma que ella le pide.
Ema planifica el trabajo. Con ese dinero compra animales
reproductores de calidad y un campo de 20.000 hectáreas
para establecer en él su explotación. Luego, selecciona a
sus operarios y obreros indios. Con ellos inicia la cría de
los faisanes, que van a ser pronto una enorme fuente de
riqueza.
Su progreso como empresaria la vuelve una mujer
ambiciosa y fría. Somete a los animales a prácticas crueles
de gestación y crianza. Quiere lograr una especie perfecta.
Su gusto se refina, su conocimiento aumenta. Cuando el
Coronel Espina visita su criadero observa el mal trato
que les da a las aves y se lo dice, pero Ema se muestra
indiferente.
Ema disfruta de su poder. Su conducta es sensual
y libertina. Queda embarazada otra vez. Terminada
la temporada de cría, se siente cansada, agotada. Ha
adquirido hábito compulsivos, obsesivos, de trabajo. Reúne
a su séquito y los invita a ir todos juntos de vacaciones, a
visitar las grutas de Nueva Roma, no muy lejos de donde
viven. Allí culmina la fábula de Aira.
La edad de la inocencia indígena quedó en el pasado.
Los blancos les llevaron su propio infierno: la búsqueda de
riqueza y poder. La “barbarie” capitalista blanca termina
por destruir el mundo idílico y bello de los indígenas de la
pampa.
Años después, en 1987, Aira escribe La liebre, tomando
nuevamente como tema la vida de los indígenas del
sudoeste de la provincia de Buenos Aires. En esta nueva
novela describe el mundo indígena desde otra perspectiva
utópica.
La vida cultural y social había cambiado sensiblemente
en Argentina entre 1978 y 1987. Aira había escrito Ema, la
cautiva entre 1972 y 1978. Fueron años particularmente
intensos y traumáticos en la historia nacional. En 1973
concluyó el período de dictadura militar que los Generales
Onganía, Levingston y Lanusse habían iniciado con el
golpe de estado de 1966, y retornó al país y fue elegido
presidente el General Juan Domingo Perón, después de un
largo exilio. Desde principios de la década del setenta las
guerrillas armadas se habían organizado bajo consignas
de izquierda. Los jóvenes vivían el sueño de la revolución
posible. En 1976 el General Videla dio un golpe militar, el
más cruel y sangriento de la historia argentina. El Ejército
dirigió su poder de fuego contra la población civil, los
militantes sociales y, en muchos casos, los artistas. El
resultado fue un horrible genocidio que dejó como saldo
miles de muertos y desaparecidos.
Esos años revolucionarios conflictivos transformaron
el mundo del arte. Floreció la literatura política y
testimonial y aparecieron artistas neo-vanguardistas,
que buscaban, a su modo, la revolución.
Aira comenzó a escribir en ese ambiente, pero sus
novelas no reflejaron la historia de la época ni sus tensiones
políticas o sociales. Buscaba poner distancia entre él y la
historia inmediata. Rechazaba el realismo. Su literatura
progresó hacia un antirrealismo cada vez más radical.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Desarrolló una poética de la prosa neovanguardista y
formalista.
Ema, la cautiva presentó una visión poética del mundo
de los vencidos. Su fábula capitalista feminista y neoliberal
invertía y corregía la narrativa de la civilización y la
barbarie sarmientina. Mostraba su desacuerdo con la
visión racista de la cultura de Sarmiento y la Generación
del 37. En su novela el orden capitalista empujaba a la
sociedad indígena hacia su propia perdición.
La problemática indígena vuelve a aparecer años
después en La liebre, fechada en 1987 y publicada en
1991, aunque la trata de otra manera. Su escritura se hace
menos preciosista. Desarrolla múltiples “procedimientos”
formales, obligando al lector a estar consciente del
artificio narrativo.
La prosa de Ema, la cautiva era recargada y barroca. En
La liebre emplea una prosa neutra, informativa. Sorprende
y descoloca al lector con sus juegos literarios. Trata de
mostrarle su ingenio, su originalidad.
La liebre es una novela de suspenso e intriga. Sobre
todo de intriga familiar. Aira sitúa la historia novelesca en
los campos de la zona suroeste de la provincia de Buenos
Aires, donde habían vivido los indígenas en la década
de 1840. Sus personajes, que venían de dos continentes,
eran miembros de una gran familia indígena extendida,
en viaje de autoconocimiento. Varios de ellos no se habían
visto nunca, eran hijos adoptivos de la cultura blanca.
Ignoraban su origen. En el proceso van a encontrarse y
reconocerse, y recuperar su pertenencia a su comunidad
de origen. Varios de los miembros de la familia indígena
habían vivido como “blancos” en Inglaterra y otros en
Buenos Aires. Aquellos que vivían en países europeos
“civilizados” llegan a la región atraídos por el mundo
indígena. Hay algo en su naturaleza, en su “sangre”, que
los impele a visitar esas regiones. Allí descubrirán su
verdadera identidad y encontrarán su “verdad”.
En la versión eurocéntrica de la Generación del 37,
Europa era el centro de la civilización (Pérez 33-62).
Consideraban a la raza blanca la más “civilizada” y apta
para la cultura y el progreso, y a las razas indígenas,
mestizas y negras, como inferiores a la blanca. Miraban
con admiración y benevolencia las guerras imperialistas
de dominación, que Francia e Inglaterra llevaban a cabo en
esos años del siglo XIX en África y Asia y aún en América.
Para Aira, en cambio, la raza no determina superioridad
intelectual o genética alguna. El inteligente naturalista
inglés Clarke, que había sido adoptado por una familia
inglesa, era hijo de indígenas. La extendida creencia de los
europeos blancos y sus descendientes en la superioridad
de su raza era una falacia (Garramuño 149-58).
La liebre cuenta la fábula del “chico bien” inglés,
naturalista, viajero y aventurero, que un día se enteró
que era indio. Sus familiares son parte de la elite: hijos y
nietos del máximo cacique Ranquel, Cafulcurá (el nombre
que le da Aira al cacique, Cafulcurá, difiere ligeramente
del nombre del personaje histórico: Calfucurá). Tal como
en Ema, la cautiva, el autor rodea a sus personajes de
privilegios y relativo lujo. No son parte del pueblo tribal sin
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
fortuna ni poder. Son intelectuales y exquisitos, artistas
en potencia. Presenta una utopía indigenista idealizada y
estetizante.
Introduce, en la primera parte de la novela, a un
personaje histórico muy importante de la época, atacado
y denostado por la Generación del 37: el Gobernador de
Buenos Aires Juan Manuel de Rosas. Su interpretación del
personaje coincide con la versión histórica degradada que
instaló aquella generación en el imaginario literario. Es
cómica y paródica. Lo describe como a un autócrata gordo
y perverso, que cree que su hija Manuelita es una idiota.
Rosas apoyaba a la comunidad afroargentina.
Decía que la Argentina iba a ser un día un país negro.
Mantenía activas relaciones diplomáticas con los pueblos
indígenas. Conocía y estudiaba las lenguas nativas.
Rosas, efectivamente, escribió y publicó un diccionario
castellano-pampa (Pérez 63-78).
El Gobernador le presta a Clarke su caballo Repetido.
El caballo había sido un obsequio del cacique Cafulcurá,
y era a su vez hermano gemelo del caballo que él mismo
montaba. La astucia del Gobernador le ayudará a Clarke
a resolver los desencuentros y enredos de su familia. El
animal conocía el camino de regreso al territorio indio y
condujo a su jinete muy fácilmente hacia la tierra donde
habitaban las tribus que dependían de Cafulcurá. Rosas
le pidió que llevara con él al joven acuarelista Carlos
Álzaga Prior, un joven mestizo, hijo adoptivo de una
familia de la sociedad porteña. Descubriremos después
que el muchacho era hijo del mismo Clarke y de su amada
Rossanna, una mujer inglesa que, luego de conocer al
naturalista, se casó con el cacique Rondeau, de quien
enviudó más tarde, cuando este murió en combate a
manos del mismo Cafulcurá.
Clarke, Carlos y el gaucho baqueano Gauna se
adentraron en la pampa india. Después de cabalgar quince
días llegaron a las Salinas Grandes, donde encontraron los
toldos de Cafulcurá y su gente. Las formaciones salinas
de las Salinas Grandes están situadas no muy lejos del
pueblo de Pringles, donde creció Aira. Forman parte de la
geografía con la que se había familiarizado en su infancia,
el sudoeste de la Provincia de Buenos Aires.
Clarke, Cafulcurá y Carlos, aún cuando el azar y
el destino los había llevado por distintos caminos,
comparten una misma historia de familia. Después de
arribar a las Salinas, el cacique Cafulcurá invita a Clarke
a hablar con él. Conversan sobre Darwin y sus ideas. Se
comunican en Huilliche, lengua que Clarke domina. La
manera de pensar de Cafulcurá, dice el narrador, muestra
como está presente en él el sistema del “continuo”. Cree
que lo homogéneo y lo heterogéneo están ligados (41-2).
Aira introduce, al describir el pensamiento indígena,
una idea central y recurrente en su narrativa: la
continuidad. Sandra Contreras explica que la forma del
continuo opera en Aira en “dos sentidos”: impulsando el
relato hacia adelante y provocando un pasaje o salto entre
niveles heterogéneos (Contreras 22-23). El autor, a partir
de esta época, se vuelve un escritor prolífico y compulsivo.
Escribía novela tras novela, corrigiendo lo mínimo. Ese
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
año terminó cuatro. Atrás quedó el preciosismo de Ema,
la cautiva. Se concentraba particularmente en la intriga,
que tenía que ser lo más ingeniosa y provocadora posible.
En La liebre introdujo un núcleo de misterio, guiando
la acción: la liebre legibreriana. Clarke había escuchado
hablar sobre una liebre voladora y va al sitio donde dicen
que levantará vuelo. No logra verla. Alvarito, hijo de
Cafulcurá y hermano suyo, aunque este en ese momento
no lo sabe, le explica que lo de la liebre bien podía ser una
fantasía, ya que los mapuches fundaban su gobierno en
fábulas (53). Gauna, el gaucho baqueano desconfiado, le
dice a Clarke que cuando los indígenas aseguran que una
liebre “alzó vuelo”, lo que quieren decir en realidad es que
se han robado o van a robar algo precioso, una “liebre”.
La liebre era una metáfora. Se estaban burlando de ellos,
mintiendo con la verdad (58).
Clarke se entera que Cafulcurá está por cumplir
setenta años. Al día siguiente van todos a una cacería de
liebres, pero no ven ninguna. Durante la cacería un grupo
de indios viene hacia ellos blandiendo las lanzas en forma
amenazante. Les dicen que Cafulcurá había desaparecido.
Creen que fue secuestrado. Sospechan de ellos. La culpan
a la Viuda de Rondeau, ya que el cacique había matado a
su esposo. La Viuda era un ser feroz, y se había aliado a los
vorogas y al cacique Coliqueo, sus enemigos, para poder
vengarse. Al final de la novela descubrimos que la feroz
Viuda era en realidad una mujer blanca, medio-hermana
de Gauna. Había sido el gran amor de Clarke y habían
tenido un hijo juntos, Carlos, el pintor que los acompaña.
Carlos era por lo tanto descendiente de un padre indio, el
“inglés” Clarke, y una madre inglesa blanca, la Viuda de
Rondeau, a la que todos creían india.
Durante el transcurso de la obra los personajes van
develando progresivamente la historia de sus vidas, llenas
de misterios y datos ocultos. Clarke y Carlos eran hijos
adoptivos. Habían sido adoptados por familias blancas.
¿Qué había sucedido? Aira, con perfecta imaginación
antropológica, concibe un gran tabú que explica esto: los
mapuches creían que la identidad de cada ser era sagrada y
única. Veían el nacimiento de hermanos gemelos como una
verdadera amenaza para sus creencias. Por eso, cuando
dentro de una familia nacían gemelos, entregaban a uno
en adopción. Cafulcurá había tenido gemelos y su clan se
fragmentó. Clarke fue adoptado por una familia inglesa.
El narrador revelará las circunstancias de esa adopción al
final de la novela, en el momento del reconocimiento y la
anagnórisis. Clarke no conocía su origen.
Los gemelos, al ser padres, suelen concebir gemelos.
Clarke, sin saberlo, también ha tenido mellizos con
Rossanna, la Viuda de Rondeau; uno de ellos es Carlos,
y la otra, Iñuy, una niña criada por una familia indígena,
a la que Carlos conocerá durante el viaje. La historia de
la separación de los gemelos termina felizmente. Aira
resuelve el tabú y reúne a los hermanos restableciendo el
continuo, clave de su narrativa. Los indígenas vuelven a
integrarse en una sola familia.
Después del episodio del supuesto secuestro del
jefe indígena, Clarke parte con sus amigos para buscar
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
a Coliqueo, y averiguar qué pasó con Cafulcurá. A lo
largo de ese viaje, en diversos episodios, Clarke va a ir
conociendo aspectos importantes de las historias de los
otros personajes. Carlos le cuenta quién lo adoptó en
Buenos Aires y por qué, y Gauna le explica que él no es
un gaucho sin cultura: es un hombre educado de familia
influyente, un Gauna Alvear. Gauna está buscando a su
media-hermana. Luego descubrirá que su media-hermana
es la Viuda de Rondeau, que había sido la amada de Clarke,
y era madre de sus hijos mellizos: Carlos e Iñuy. El gaucho
aristócrata Gauna y el indio inglés Clarke, sin saberlo, son
cuñados.
El machi Mallén les había contado que Cafulcurá había
sufrido un accidente cuando tenía 35 años y estaba por
casarse con su esposa principal, Juana Pitiley (la madre
de Clarke y de su hermano gemelo Namuncurá). Los
borogas lo raptaron y no logró consumar su matrimonio:
Juana los siguió y los alcanzó al llegar a la Sierra de la
Ventana. Rescató a Cafulcurá por la noche y consumaron
el matrimonio escondidos en la “ventana”, la cavidad
natural que se encuentra en la cima de la Sierra. Esa
misma noche, cree el machi, fue cuando vieron la liebre
legibreriana, aunque era probable que la historia de la
liebre fuese una leyenda.
Durante el viaje en busca de Cafulcurá, Clarke, Carlos
y Gauna conocen a un pueblo que vive en unas cavernas
subterráneas, acaudillado por el cacique Pillén. Pasan un
tiempo con ellos. Eran seres naturales felices: dormían
mucho y mantenían relaciones sexuales promiscuas.
Eran muy apasionados y vivían en la molicie (216). Creían
que los puntos de oscuridad del cielo reemplazaban a los
puntos de luz.
Progresivamente Clarke y Carlos se van transformando
durante el viaje. Se acerca el momento en que los Vorogas
y los Huilliches de Cafulcurá se enfrentarán en una guerra.
Clarke y Carlos se quitan sus ropas, se dejan el torso
desnudo como los guerreros y se engrasan el cuerpo. Algo
dentro de ellos los impele a actuar así. Se unen a las tropas
Huilliches. Sus caciques confían en Clarke y le piden que
sea el jefe y dirija la guerra. Comienza el ataque. Clarke
utiliza la táctica de la Gran Sinusoide, un movimiento
envolvente y continuo. Durante la batalla ejecuta con
todos sus guerreros una amplia “maniobra disuasoria”,
con muy pocas víctimas, durante dos días (263). Por la
noche, mientras descansa, tiene una visión: se le aparece
su doble, vestido de inglés. Se duerme. Cuando despierta,
la batalla había terminado. Carlos le dice que el triunfo fue
absoluto y él es un héroe. Clarke comprenderá después
que el inglés que había venido a visitarlo por la noche era
en realidad su hermano indígena gemelo Namuncurá. Fue
él quien dirigió los combates finales. Su doble había sido
real.
En la última parte de la novela, Clarke y Carlos
deciden acompañar a Gauna a la Sierra de la Ventana.
Este buscaba a su media-hermana. La Viuda de Rondeau
iba a recibir allí una supuesta gema de un desconocido
mapuche. Gauna quiere hablar con ella. Allí, en la Sierra
de la Ventana, es donde ocurrirá el encuentro y el
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Novela y poesía en Hispanoamérica
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reconocimiento definitivo: cada personaje conocerá su
verdadera identidad. Clarke, el inglés, descubre que es
un indígena mapuche, hijo de Cafulcurá y Juana Pitiley;
Carlos es su hijo; Iñuy, que acaba de dar a luz mellizos, es
su hija; la feroz Viuda del cacique Rondeau es Rossanna,
la media-hermana de Gauna, que había sido amante de
Clarke y madre de los gemelos Carlos e Iñuy.
Aira inserta varios relatos en la narración general a
lo largo de la novela: la historia de la liebre legibreriana,
la historia de la adopción de Clarke, la historia de Carlos,
la historia de amor de Clarke y Rossanna, la historia de
Cafulcurá y Juana Pitiley. Crea una estructura narrativa
compleja, un “dispositivo” formal. Trata de demostrar
al lector que es un escritor vanguardista que lucha por
innovar constantemente. Aira justifica y explica su
propósito en un artículo iluminador suyo sobre el arte
de novelar. Allí dice expresamente que la diferencia
entre la novela comercial y la novela artística moderna
vanguardista radica precisamente en la habilidad y el
talento de los artistas para inventar un procedimiento
propio único, un “dispositivo”, original, sorprendente, en
cada nueva narración (“La nueva escritura”).
En su novela Ema, la cautiva, nos había quedado clara
su búsqueda ética al abordar su temática; en La liebre
Aira adopta una posición lúdica frente a los personajes y
la historia que cuenta, recurre a juegos formales. Crea un
formidable enredo familiar, exagerado y por momentos
cómico. Ese enredo crece de manera progresiva, hasta
apoderarse por completo de la trama. El lector espera
con interés que se resuelva la intriga. Gradualmente Aira
va independizando su literatura de la Historia: el juego
siempre se juega en el presente.
Estos relatos, tanto Ema, la cautiva, como La liebre, son
contados desde el espacio indígena. Sus interlocutores
blancos, como Ema o Espina, y Gauna y Rossanna,
atraviesan la frontera que separa el mundo blanco del
indígena y se va operando en ellos una transformación
progresiva. Los blancos se mestizan gradualmente con los
nativos y viceversa: las fronteras son espacios dinámicos.
La acción y los personajes en estas novelas están en
continuo movimiento. En La liebre, los personajes logran
encontrar al fin su verdadera familia y reconocen su
identidad (Mbaye 205-17).
Ema, la cautiva queda como una obra única en su
producción, diferente. Aira reflexionó en ella sobre la
cuestión indígena y el papel de la mujer en la frontera.
Empleó una escritura meditada y poética, deteniéndose
con particular interés en sus bellas y suntuosas
descripciones de la naturaleza. En 1987, cuando escribió
La liebre, además de El bautismo, Los fantasmas y Embalse,
su énfasis había pasado de la temática al “procedimiento”
formal : Aira se concentraba en producir dispositivos
narrativos ingeniosos y sorprendentes. Trabajaba
rápidamente. Buscaba temáticas originales o trataba
viejos temas de manera nueva, los desnaturalizaba,
rompiendo con cualquier semblanza de verosimilitud.
Introduce en sus historias rasgos anacrónicos y compone
personajes esquemáticos y poco realistas. A diferencia de
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
lo que observamos en Ema, la cautiva, no encontramos
en La liebre un trasfondo alegórico. El autor no da al
reencuentro de los hijos de Cafulcurá con su padre un
valor ejemplar. La familia de Cafulcurá fue víctima de
sus propias creencias. Los mapuches habían tratado
de desterrar lo idéntico, pero lo idéntico regresa. Este
regreso no amenaza el poder del cacique Cafulcurá, solo
refuerza el vínculo de familia. Establece la armonía.
El tabú de la sociedad mapuche había hecho que la
familia india saliera de su entorno, de su clan, para abrirse,
paradójicamente, hacia el mundo. Al dar a los mellizos en
adopción, rompieron la unidad familiar y se abrieron a
otros clanes o familias. Es el principio exogámico, base
de la sociedad plural y multirracial. Clarke y Carlos se
reencuentran con su familia original. Son individuos
que fueron educados en la sociedad blanca inglesa y en
la sociedad blanca argentina. Cada sociedad tiene su
propia estructura cultural y moral. Rossanna vive con los
indígenas y se realiza junto a ellos. Las culturas y las razas
se han mestizado.
La utopía indigenista de Aira revisa el tema del
descubrimiento del otro, base de la formación de la
literatura hispanoamericana. Hispanoamérica nace en
un encuentro conflictivo de culturas. Gradualmente los
pueblos han ido conquistando y aceptando sus diferencias,
aprendiendo a convivir. Su visión es optimista e idílica.
Busca que su literatura repare una injusticia histórica:
la expulsión de los pueblos nativos de sus propios
territorios y la negación de su humanidad. Su visión del
vencido intenta restaurar el valor de su cultura desde una
perspectiva literaria, poética.
Aira desmiente la visión sarmientina sobre la
preeminencia de las razas y las culturas: los indios no
son inferiores a los blancos. Clarke es un indio que vuelve
a la pampa creyendo que es inglés y lucha en la guerra
india como comandante indio. Su hermano Namuncurá,
que él cree su doble, se le aparece por la noche vestido de
inglés y dirige la batalla final en su lugar. Aira trasviste
intencionalmente los rasgos culturales. Las identidades
son intercambiables (Mandolessi 35-42).
En estas obras podemos ver un cambio progresivo
en sus ideas literarias. Ema, la cautiva evidenciaba el
peso que había tenido en su formación la novelística
latinoamericana de la década del sesenta. La liebre propone
una aproximación más formalista a la literatura. Aira
ataca de una manera frontal al realismo y reinstala la idea
de la ruptura constante de la forma, que habían propuesto
y defendido las vanguardias históricas a comienzos del
siglo XX, como una manera vigente de novelar.
— 102 —
Bibliografía citada
Aira, César. Moreira. Buenos Aires: Achával Solo, 1975.
---. Ema, la cautiva. Buenos Aires: Eudeba, 2011.
---. La liebre. Buenos Aires: Emecé, 2011.
— 103 —
Novela y poesía en Hispanoamérica
---. El bautismo. Buenos Aires: GEL, 1991.
---. Los fantasmas. Buenos Aires: GEL, 1990.
---. Embalse. Buenos Aires: Emecé, 1992.
---. “La nueva escritura”. La Jornada Semanal, 12.4.1988.
Artigas, Emilia. “César Aira, la máquina de contar: una
lectura de Ema, la cautiva”. Telar 23 (2019): 191-207.
Cerdas Cisneros, María A. “Desterritorialización,
simulacro de realidad y espacios virtuales en algunas
obras de César Aira”. Gregorio C. Martin, Ed. Rondas
literarias de Pittsburgh 2017 . New Kensington: Grenlin
Press, 2018: 29-50.
Contreras, Sandra. Las vueltas de César Aira. Rosario:
Beatriz Viterbo Editora, 2002.
Garramuño, Florencia. “La liebre de César Aira, o lo
que queda de la campaña del desierto”. Revista de Crítica
Literaria Latinoamericana No. 48 (1998): 149-58.
Mandolessi, Silvana. “La liebre, de César Aira o una
sesgada sátira de la nación”. América: Cahiers du Criccal
No. 38. La satire en Amérique latine, formes et fonctions.
Vol. 2. Paris: Presses Sorbonne Nouvelle, 2008: 35-42.
Mbaye, Dijbril. “Viaje e identidad en La liebre de César
Aira”. Cuadernos del Hipogrifo. Revista de Literatura
Hispanoamericana y Comparada No. 4 (2015): 205-17.
Montaldo, Graciela. “Borges, Aira y la literatura para
multitudes”. Boletín 6. Centro de Estudios de Teoría y Crítica
Literaria (1998): 7-17.
Pérez, Alberto Julián. Los dilemas políticos de la cultura
letrada. Argentina Siglo XIX. Buenos Aires: Corregidor,
2002.
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Alberto Julián Pérez
La teoría de la novela de Julio
Cortázar
El erudito ensayo de Cortázar sobre la teoría de la
novela, Teoría del túnel, escrito en 1947, fue publicado
póstumamente en 1996, cuando hacía ya más de una década
que había muerto el escritor en París (Yurkievich 9-23). En
vida publicó unos pocos artículos sobre el tema. Uno de
ellos, «Notas sobre la novela contemporánea», aparecido en
la revista Realidad en 1948, resumía algunas de las ideas
que había desarrollado en Teoría del túnel (Alazraki 9-14).
En esa época Cortázar era un joven profesor universitario
que leía con atención e investigaba la literatura de su
tiempo (Correa 51-120). El ensayo nos muestra a un escritor
que medita seriamente sobre el problema de la novela
contemporánea, trata de entender el género en su historia
y es capaz de aportar su propio punto de vista sobre su
significado y valor.
Cortázar escribió durante su juventud poemas, cuentos,
ensayos y novelas, que quedaron en su mayor parte
inéditos. Cumplidos sus 37 años se fue a Francia y allí vivió
el resto de su vida como expatriado. Publicó solo los textos
que juzgó más maduros y logrados. Subestimó y dejó sin
publicar trabajos muy importantes, como este notable
ensayo, Teoría del túnel, y su novela El examen, que recién
pudimos leer después de su fallecimiento.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Teoría del túnel lleva como subtítulo «Notas para una
ubicación del surrealismo y el existencialismo». Cortázar
hizo una investigación profunda sobre las dos corrientes
del arte y el pensamiento francés más destacadas de
la primera mitad del siglo XX (Aznar Pérez 102-119).
El surrealismo y el existencialismo influyeron en el
desarrollo de la vida intelectual y en las artes de diversos
países de Latinoamérica. Julio, desde Buenos Aires, trató
de comprender cuál había sido su aporte en la cultura
contemporánea, y las contribuciones que habían hecho al
desarrollo de la novela.
Su estudio se enfocó en la literatura francesa. Su
investigación tenía un carácter práctico. Julio era un
novelista en ciernes que aún no había publicado su primera
novela, pero tenía planes.
La literatura francesa que analizó tomaba a la literatura
europea y a la literatura norteamericana como literaturas
ejemplares. En 1947, cuando escribió su ensayo, nuestros
escritores buscaban destacarse en el género y querían
ser reconocidos fuera del continente. Era un gran sueño
y un gran desafío. Los escritores realistas nacionales más
conocidos en esos momentos eran Manuel Gálvez y Eduardo
Mallea. En 1948 el poeta Leopoldo Marechal publicó una
gran novela de arte, Adán Buenosayres. Cortázar la consideró
una obra muy lograda y escribió una reseña crítica elogiosa
(Bracamonte 12-23). Ernesto Sábato publicó ese mismo
año una notable novela existencialista, El túnel.
Pocos años después de terminar su ensayo Julio se
trasladó a Europa, y se instaló en París como expatriado,
para, desde allí, llevar adelante su carrera de escritor. En
Francia se reconoció como Hispanoamericano y Argentino.
La dialéctica entre los dos continentes le aportó a su obra
una gran riqueza. Las literaturas se reflejan. El artista
mira con ironía hacia sí y hacia los demás. Ve un mundo
deformado y grotesco.
Cortázar inició su ensayo hablando sobre la «crisis del
culto al libro» (Obra crítica 1: 31). Sostiene que hacia el fin
del siglo diecinueve los autores franceses habían rendido
un verdadero «culto al libro». Escritores como Mallarmé
creían que era indispensable el uso estético del lenguaje,
y que el universo culminaba en un libro. Flaubert, un
tiempo antes, se había obsesionado con la forma literaria
(32). Cortázar se pregunta cómo se llegó a esto. La
clave para él estaba en lo que había ocurrido durante el
Romanticismo. El siglo XVIII había visto al libro como un
medio para transmitir su universalismo enciclopédico.
El Romanticismo, en cambio, vio la literatura como una
empresa individual, donde el libro era un objeto personal,
expresión de una conciencia (33). Reivindicó los derechos
del escritor. A través del culto al estilo individual se
llegó progresivamente, a lo largo del siglo XIX, a la
hipervaloración de la forma y del libro.
Otro importante aporte que hizo el Romanticismo,
afirma Cortázar, fue valorar el espíritu de rebeldía. El
escritor rebelde podía ser un blasfemo o un espíritu
mesiánico. Los escritores mesiánicos, como Víctor Hugo,
creyeron en la lucha por la reforma y la transformación
social. En la segunda mitad del siglo XIX diversos
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
escritores reaccionaron contra esta tendencia. Flaubert
vio al libro como un objeto de arte. La idea de que el libro
podía ser el diario de una conciencia perdió fuerza.
En la segunda década del siglo XX, sostiene Cortázar, el
escritor buscaba, como en el Romanticismo, la expresión
total del hombre. Veía al libro como una manifestación
consustancial de su ser (36). Rechazaba el fetichismo del
libro y lo consideraba un instrumento de automanifestación
integral, vehículo de valores extraliterarios.
Durante la década del veinte, cree, muchos pensaron
que estaban asistiendo a la autodestrucción de la
literatura. Movimientos como el dadaísta causaron temor.
Notables escritores, como D´Annunzio y Valery, no se
unieron a las nuevas tendencias y continuaron escribiendo
en la línea tradicional de literatura. Pero ya, piensa, era
tarde. La línea tradicional no era suficiente para expresar
al ser contemporáneo (38). Esto era evidente en algunos
narradores que escribían, sólo en apariencia, literatura
realista, como Joyce y Kafka, y, sin embargo, había en sus
obras «algo» que las excedía y no cabía en la literatura
tradicional. Ese «algo» era para estos escritores lo más
importante. Agredían al libro, porque desconfiaban de su
formulación «literaria».
Durante la década del veinte, señala Cortázar, muchos
escritores se animaron a destruir su literatura y la
reconstruyeron sobre nuevas bases. Así aparecieron el
dadaísmo y el surrealismo. El dadaísmo liquidó formas.
El surrealismo fondos. Esto nos revela el trasfondo
espiritual de la época. Estos escritores despreciaban el
libro. El dadaísta recurría al azar, el surrealista buscaba
sustituir la poesía por la vida poética. Frente al escritor
anterior, para quien el mundo culminaba en un libro,
aparece el nuevo escritor, para quien el libro debe ser un
puente hacia lo universal.
El escritor, al que Cortázar denomina «tradicional», veía
el estilo «como vehículo de intereses morales», buscaba
que la razón corrigiera a la intuición (40). Rechazaba la idea
del libro como algo efímero. En comparación, el escritor
del siglo XX era irreverente hacia las formas exteriores.
Combatía lo que el libro representaba como producto
literario. El escritor surrealista denunciaba, buscaba
destruir, para construir luego sobre bases distintas. No
aceptaba la noción de géneros literarios. Rechazaba a los
escritores «tradicionales», que no cuestionaban la forma,
como Valery y Proust. Les interesaba la literatura como
problema. Adoptaban la misma actitud que el filósofo ante
su disciplina.
Proust no buscaba romper con las formas estilísticas,
las sometía a nuevas torsiones, pero respetaba la idea
del Libro. La lengua para él era un instrumento estético.
Cortázar cree que al proceder así restringía la esfera de la
experiencia (43). La historia de la literatura de occidente,
afirma, ha sido el resultado de una búsqueda de adecuación
entre lo que el escritor quería expresar y la forma de
expresarlo. A ninguno se le había planteado la duda que
aquejaba al hombre contemporáneo, que sentía que las
posibilidades expresivas mismas le ponían un límite a lo
expresable. Tras ese límite se abría un territorio tabú.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
En las primeras dos décadas del siglo los escritores
empezaron a actuar movidos por razones extraliterarias,
y se dejaron llevar por la intuición. Procedieron como
antes habían hecho los románticos. Lucharon contra
el «clasicismo» de su tiempo. Eran individualistas, y
deseaban vivir en una sociedad que conciliara libertad y
comunidad. Querían crear un nuevo instrumento, liquidar
la vieja literatura. Buscaban la acción. Descartaban los
órdenes estéticos y querían encontrar un lenguaje puro.
Los cánones estéticos que organizaban la literatura se
habían roto (53).
Los nuevos escritores, afirma Cortázar, entran en
la literatura en un «caballo de Troya»: buscan destruir
la antigua fortaleza. La condición humana, para ellos,
no es reductible estéticamente (56). Los escritores del
pasado habían sido hombres de letras. Ellos, en cambio,
buscan al hombre total. Para demostrar su nueva libertad
agreden lo literario. Lo ven como un camino moral hacia
una «reconquista instrumental» (57). Desean crear el
lenguaje que mejor conviene para cada situación (58).
Al destruir el lenguaje literario, la realidad está ahí. La
poesía siempre ha hecho esto, ahora le toca a la narrativa
barrenar el lenguaje, avanzar por un túnel. Reemplazar
la estética del pasado, que era el modelo de los escritores
tradicionales, por lo poético. Frente al escritor vocacional
se levanta el escritor rebelde.
Durante el siglo XVIII y XIX culminó el ciclo de la novela
sicológica. El novelista procuraba incorporar el orden
sentimental en la novela. Interpretaba la realidad y luego
la enunciaba (63). Sin querer, iba cayendo en el arquetipo.
Luego, dice Cortázar, el escritor se tomó a sí mismo como
centro de la narración y empezó a hacer progresivamente
su autobiografía, de manera más o menos consciente.
El novelista de 1914 se encontró con mucho trabajo
hecho por las generaciones anteriores. Estas habían
explorado parcialmente la realidad y analizado el
alma humana. Los medios verbales para expresarse,
sin embargo, le resultaban insuficientes (66). Quería
personajes que vivieran, y no solamente que hablaran.
Necesitaba ampliar el idioma para encontrar una
expresión más inmediata de los hechos.
Durante la década de 1930-1940, se perdió en parte
el espíritu de rebelión, y se volvió a los moldes literarios
del pasado. Apareció una literatura escapista que no
comprometía al hombre en su totalidad. El «best seller»
atacaba a la literatura. La creación se apartó de lo estético y
surgieron pocos escritores rebeldes. Los «Tough Writers»
norteamericanos (Hemingway, Dos Passos) practicaban
un realismo naturalista que buscaba el éxito comercial.
Surgió una nueva literatura social de tesis, liderada por
los novelistas soviéticos.
Cortázar analiza luego el problema del lenguaje en
el discurso novelístico. Dice que la novela es un género
«heterogéneo»: el novelista no cuenta con un lenguaje
propio del género. Combina dos usos del idioma: el
enunciativo «científico» y el expresivo «poético», y con
ellos crea su estilo. La novela clásica concedía el papel
principal al lenguaje enunciativo, porque aspiraba a
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
una formulación racional de la realidad, y consideraba
que la novela era relato. Organizaba la novela con un
criterio «arquitectónico» (78). El lenguaje poético, señala
Cortázar, difiere del lenguaje enunciativo: es imagen,
metáfora, analogía. El novelista podía, en un momento
dado, emplear un lenguaje poético, y además, recurrir al
«encantamiento», y crear en su obra un «aura» poética,
como lo hacía, en su criterio, Balzac, en novelas como
Eugénie Grandet.
Durante el Romanticismo, indica Cortázar, los valores
enunciativos estructuraban la novela, mientras los
poéticos servían para darle su rasgo «literario» (80). Lo
narrativo y lo poético coexistían. Poco a poco, a lo largo
del siglo XIX, el elemento poético se fue imponiendo
al enunciativo. La novela se volvió una instancia de la
poesía. La dicotomía fondo-forma perdió fuerza, porque
la poesía, como la música, es su forma. Apareció «la novela
de arte», que cuestionó lo enunciativo. La obra buscaba
ser una manifestación poética total. Entre 1840 y 1875 el
orden poético fue sustituyendo al estético. La creación del
poema en prosa aportó una nueva dinámica a la novela.
Lautreamont y Rimbaud, sostiene Cortázar, fueron
cruciales en la formación de la novela moderna. Estos
dos poetas sometieron el lenguaje enunciativo al acaecer
onírico, aspiraban a «la presentación poética del entero
ámbito vital de un hombre» (91). Lautreamont formuló
una suprarrealidad, para él lo poético era lo existencial
(92). Rimbaud logró comunicar una situación existencial
en su poesía.
Los Surrealistas se inspiraron en estos dos escritores.
Rechazaron a los novelistas finiseculares naturalistas,
que habían abrazado el Positivismo. Después de Flaubert
la novela había caído en un naturalismo limitado. El
Surrealismo creó una síntesis de las principales corrientes
rebeldes: el dadaísmo, el cubismo y el futurismo. Rechazó
lo literario en sí. Su concepción era poética y revolucionaria
(97). La realidad que buscaban era la “suprarrealidad”.
Se llegaba a ella a través de la inocencia. Había que
desprenderse de las antiguas jerarquizaciones cristianas
y helénicas para encontrar la nueva dimensión humana.
Aspiraban a mantener una actividad surrealista general,
más allá de la literatura. Poco a poco, sin embargo, fueron
cediendo al influjo de esta última y entraron en cierto
orden.
Cortázar consideraba al Surrealismo un movimiento
existencial, que asumía la empresa del hombre desde la
poesía (101). Algunos novelistas, como Virginia Woolf
en The Waves, señala, se apropiaron de lo poético para
vivificar lo literario, y usaron el «poetismo» para lograr
un avance de lo «mágico».
Otros escritores, durante la posguerra europea,
plantearon una novelística enfocada en el hombre como
existencia y destino. Entraron en lo novelesco términos
como libertad, acción, moral, elección. Novelistas como
Malraux buscaban la acción espiritual y física, según sus
valores sociales (108). El Existencialismo, cree Cortázar,
no se oponía al poetismo surrealista. Más que una postura
filosófica, era «un estado de conciencia del hombre de
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
nuestro tiempo (110). Para el existencialista el hombre era
soledad y debía compartir este sentimiento con los otros,
porque soledad no era «finitud» (111). La asumía para
trascenderla. En su lucha había grandeza. Necesitaban
autorrealizarse. Querían pasar de la contemplación a la
acción (113).
La acción existencialista se manifestaba como
autorrealización y búsqueda de contacto para instituir
la comunidad. Querían asumir libremente la angustia y
anularla por medio de la acción. Cada desarrollo proponía
un itinerario personal. Para Cortázar cada existencialista
le daba un contenido al Existencialismo a través de su
experiencia. Detecta actitudes existencialistas en aquellos
escritores, como Proust, que sintieron que tenían una
gran riqueza interior, pero dudaban de lo que estaba fuera
de ellos, porque no lo conocían. Ese desconocimiento era
el origen de la angustia y de su sentimiento de soledad.
Cuando se logra pasar a la acción, el hombre y el mundo se
integran (117). Las nociones convencionales de literatura
y espíritu entran en crisis.
El escritor existencialista trataba de conservar la
inteligibilidad de la expresión. Buscaba comunicarse.
El lenguaje para él era reflexión y acción. Analizaba y
narraba. Obraba. Sartre veía el Existencialismo como
la batalla que el hombre daba por sí mismo. Cortázar
creía que el hombre, mediante la acción, buscaba ser
más. La angustia existencial llevó al escritor a la quiebra
de formas estético-verbales a lo largo del siglo (122). El
hombre debía escoger su futuridad. La angustia nacía
de la batalla que el hombre libraba consigo mismo para
sobreponerse a la tentación religiosa. Era una angustia
fecunda. Al superarla se encontraba con sus semejantes.
Era más libre.
Sostenía Cortázar que, tanto el Surrealismo como
el Existencialismo, eran, a su modo, una forma de
humanismo. En el futuro, creía, iban a unirse. Para los dos
el hombre, en su lucha, era un héroe. El héroe aceptaba
la responsabilidad que le asignaba su tiempo y sabía que
estaba solo. El surrealista confiaba en las visiones: su
humanismo era mágico y heroico (128). Cortázar iba a
tratar, en su literatura, de unir estas dos vertientes del
arte y el pensamiento de su tiempo: el Surrealismo y el
Existencialismo. Buscaba la integración y la síntesis.
El desafío para él fue encontrar una forma narrativa
que reuniera lo enunciativo y lo poético. Quería que el
elemento poético se impusiera sobre el enunciativo en
espíritu y en forma. En la segunda novela que escribió, El
examen, Cortázar insertó numerosos poemas a lo largo de
los capítulos. En sus novelas posteriores, particularmente
en Rayuela, creó situaciones donde el espíritu poético
prevalecía. La búsqueda de libertad individual fue una
constante en su obra. Visión e imaginación guiaron su
trabajo. Buscaba comprometerse con el hombre integral.
Su posición era ética e indirectamente política. Sus
personajes son siempre seres muy sociables, que conviven
y discuten, como en un simposio, sobre sus vidas y el
mundo que los rodea. Su actitud ante la realidad los lleva
a la acción.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
En sus novelas creó situaciones surreales alegóricas
o simbólicas.En El examen, los personajes viven la
inminencia de una gran catástrofe social que deforma y
transforma sus vidas; en Los premios, viajan en un barco
sin dirección conocida; en Rayuela, viven el amor entre
dos mundos. El sujeto busca siempre una salida a su
dilema existencial, un puente que le permita conquistar
la superrealidad.
Había en su literatura un compromiso con la vida y un
deseo de libertad que iba más allá de una posición política
determinada. Su ética estaba más cerca del individualismo
existencial que del socialismo marxista. Le resultaba
difícil vivenciar lo estrictamente político.
Fue un escritor intelectualmente formado en la primera
mitad del siglo XX, y para él, Surrealismo y Existencialismo
fueron movimientos definitorios. La década del cincuenta
tuvo un gran peso en su experiencia y en su literatura.
Intelectualmente fue un escritor que vivió entre dos
continentes y buscó un diálogo de culturas. Su realidad
fue conflictiva y contradictoria, desgarrado entre su amor
a su tierra y su apego a la cultura europea. La dialéctica
entre América y Europa ha sido central en la formación de
las culturas nacionales hispanoamericanas.
Como hombre de su tiempo Cortázar creyó en la libertad
y en la rebeldía del artista. Buscó que su literatura fuera
expresión de ese sentimiento, que unía lo mejor del arte de
ruptura de las vanguardias con el pensamiento filosófico
del mundo de entreguerras. Para él la literatura no fue un
producto estético separado de su vida, sino una expresión
integral de su experiencia. Buscaba unir literatura y
vida. Los jóvenes que participaron en el movimiento
neo-vanguardista de los años sesenta reconocieron su
valor. Su novela Rayuela fue una de las obras de ruptura
que definieron a esa generación. Se posicionó ante la
literatura como los filósofos ante el tema que pretenden
analizar: la vio como un problema integral, y buscó que
sus personajes vivieran esa problemática y la expresaran.
Fue en ese sentido un escritor de síntesis. Asoció la teoría
a la práctica. Sus personajes viven, piensan y se comunican
con los otros. Están en constante búsqueda.
La discusión intelectual es fundamental en sus novelas.
Sus personajes quieren encontrar la salvación y la salida
a su dilema existencial. Creyó que para revolucionar la
novela hispanoamericana (esa era su aspiración) era
conveniente analizarla antes como problema y tomar una
posición frente a ella, y recién después trabajar en la obra.
Dedicó su juventud a la lectura, el estudio y a pensar
la literatura. Su Teoría del túnel es resultado de esa
indagación. A pesar de su excelencia interpretativa no
lo publicó. Lo importante para él era ver el problema y
convencerse. Encontrar una salida. Como pensamiento
revela su lucha por conocer un género complejo y situarse
ante él. Es uno de los ensayos más importantes escrito
sobre la teoría de la novela en Hispanoamérica.
La novela es el género literario europeo que representa
a la modernidad. El aporte más significativo de Europa
al enorme edificio literario que tejieron los griegos y
difundieron y promovieron los romanos. Es el género que
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
mejor identifica el espíritu y expresa los intereses del
continente que colonizó a América. Para los americanos
independientes, siempre preocupados por demostrar
su autonomía, conquistar este género y hacerle sus
propios aportes es una manera de probar su capacidad
y creatividad. La trayectoria de Cortázar, un escritor
auténtico, mucho contribuyó en esa carrera. Su generación
lo logró. Tanto él como Sábato, García Márquez, Vargas
Llosas, Fuentes, Carpentier, cuestionaron y cambiaron el
género novelístico: hubo una novela antes y otra después
de ellos en Hispanoamérica. Fundaron una novelística
original, que fue modelo para otros países y continentes.
Su literatura expone los conflictos yacentes
en sociedades inestables y violentas, en las que la
modernidad es más un proyecto que una realidad. Los
beneficios del mercantilismo burgués llegan en ellas sólo
a los grupos privilegiados. La literatura, escrita por sus
élites, tiene dificultades para dar cuenta de lo que pasa
en todos los sectores de su sociedad. Es una literatura de
clases enfrentadas con su realidad y en conflicto consigo
mismas, que buscan parecerse a las elites de aquellos
países que ven como modelo de poder. Los sectores que
monopolizan la riqueza identifican poder con consumo y
menosprecian a sus propios pueblos.
A diferencia de lo que ocurrió con los géneros
rectores de nuestro continente: el ensayo y la poesía,
que reflejaron fácilmente la vida americana, y
denunciaron con éxito los abusos e injusticias de estas
sociedades desde la etapa colonial, la novela necesitó de
un largo proceso de adaptación y transformación para
poder expresar con autenticidad la conflictiva vida de
nuestras sociedades. Era un género exógeno, cargado
de ideología, que llevaba en su historia la marca de sus
amos, y se regía por los intereses de un mercado que
veía el consumo y la ganancia como su máximo objetivo.
Nuestros novelistas, Julio Cortázar, Leopoldo Marechal,
Ernesto Sábato, entre otros, llevaron el género hacia la
poesía y el ensayo. Procuraron indagar en la conciencia
del hombre de nuestros pueblos y mostrar, en sus
historias, sus contradicciones y conflictos en una
sociedad que necesitaba conocerse y encontrar su
verdad.
— 118 —
Bibliografía citada
Alazraki, Jaime. «Prólogo». Julio Cortázar. Obra
crítica 2 …. 9 - 14.
Aznar Pérez, Mario. «La teoría del túnel en los
cuentos de Julio Cortázar. Humanismo mágico
y heroico». Cuadernos del Hipogrifo 1. Revista de
Literatura Hispanoamericana y Comparada (2013):
102-119.
Bakhtin, Mikhail. The Dialogic Imagination. Austin:
University of Texas Press, 1981. Translated by Caryl
Emerson and Michael Holquist.
— 119 —
Novela y poesía en Hispanoamérica
Bracamonte, Jorge. “Julio Cortázar y momentos
de la novela experimental argentina”. Anclajes 19
(Diciembre 2015): 12-23.
Correa, Jaime. Cortázar, profesor universitario.
Buenos Aires: Aguilar, 2004.
Cortázar, Julio. Obra crítica 1. Buenos Aires:
Alfaguara, 2014. Edición de Saúl Yurkievich. Primera
edición 1994.
---. Obra crítica 2. Buenos Aires: Alfaguara, 1994.
Edición de Jaime Alazraki.
---. El examen. Buenos Aires: Alfaguara, 2017.
Primera edición 1986.
---. Divertimento. Buenos Aires: Alfaguara, 1986.
---. Rayuela. Buenos Aires: Alfaguara, 2016. Primera
edición 1963.
---. Los premios. Buenos Aires: Alfaguara, 2016.
Primera edición 1960.
Herráez, Miguel. Julio Cortázar, una biografía
revisada. Barcelona: Alrevés, 2012.
Marechal, Leopoldo. Adán Buenosayres. Buenos Aires:
Corregidor, 2013. Primera edición 1948.
Sábato, Ernesto. El túnel. Madrid: Cátedra, 1989.
Primera edición 1948.
Yurkievich, Saúl. «Un encuentro del hombre con su
reino». Julio Cortázar. Obra crítica 1 … 9 – 23.
— 120 —
Alberto Julián Pérez
La novela El examen: Cortázar
argentino
En 1984 muere Julio Cortázar en París, y en 1986 comienza
la publicación de sus textos inéditos: estos, que incluyen
novelas, ensayos y cartas, modificarían, en unos pocos
años, la imagen que teníamos de él. Cortázar, el escritor
argentino radicado en París a principios de los años
cincuenta, definitivamente expatriado, era un hombre
alto, de rostro adolescente, ya próximo a cumplir cuarenta
años. Muchos admiraban y envidiaban su estilo de vida.
Lo tomaban como ejemplo del escritor cosmopolita: vivía
en la Ciudad Luz, viajaba mucho, amaba el jazz, poseía una
amplia cultura literaria eurocéntrica. Sus libros fueron
apareciendo regularmente a partir de 1951; primero
sus cuentos: Bestiario, Final de juego, Las armas secretas,
Todos los fuegos el fuego, y luego sus novelas: Los premios
y Rayuela, obras todas ellas experimentales y lúdicas. Su
literatura llegaba particularmente bien al público joven.
En 1963, después de su viaje a Cuba, Cortázar cambió:
criticó la actitud pequeño burguesa, elitista y esteticista
que había mantenido hasta ese momento, y manifestó
su apoyó a la revolución cubana (Gilman 89-105). Se
transformó, en vísperas de los movimientos rebeldes que
caracterizaron la década en Sudamérica, en un escritor
comprometido políticamente con su sociedad y su tiempo.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Parte de este cambio logró trasladarlo a su literatura.
Libro de Manuel, publicado en 1973, fue su novela más
política.
A partir de 1984, muerto Cortázar, fueron apareciendo
gradualmente los textos inéditos que había escrito en
su país, antes de emigrar a Francia. No quiso darlos a
conocer en vida, pero autorizó se los publicara después de
su fallecimiento.19 Ante nosotros apareció otro escritor: el
Cortázar argentino que, cuando partió de su tierra, a los
37 años, era ya autor de varios textos importantes. Entre
estos se destaca El examen, de 1950, publicada en 1986.
Es su primera gran novela, escrita diez años antes de Los
premios.
En 1994 apareció su Obra crítica en tres volúmenes.
El Tomo 1 incluye su Teoría del túnel, de 1947, uno de los
ensayos más destacados sobre teoría de la novela que se
hayan escrito en Hispanoamérica en la primera mitad del
siglo XX. En 1996 se publicó su extenso estudio Imagen
de John Keats, escrito en París en 1951-52, fruto de una
extensa investigación que había llevado a cabo en Buenos
Aires a lo largo de una década.
Cortázar era un gran lector y un crítico erudito, un
escritor dotado tanto para el ensayo como para la ficción.
En Teoría del túnel hizo un análisis interpretativo de la
historia de la novela europea. Estudió la narrativa de
sus vanguardias. Explicó cuáles eran las ideas y valores
fundamentales del Existencialismo y el Surrealismo,
movimientos determinantes en la gestación de su propia
literatura (Obra crítica 1: 103-12).
Cortázar trató de poner en práctica sus ideas sobre
la novela en El examen. Un año antes había escrito una
novela breve, Divertimento, con planes más modestos. El
examen es una obra extensa, original y compleja.
Recientemente había leído y revalorado la obra de dos
escritores argentinos contemporáneos: Arlt y Marechal
(Standish 445). Cortázar admiraba la manera en que
Arlt utilizaba el lenguaje en su narrativa, había sabido
acercarse al hombre de la calle (El examen 101-2). No
trató de reducir la realidad a los moldes de la novela. La
forma en Arlt era dinámica y se adaptaba al tema, a lo
que quería contar.
Marechal, reconocido poeta y ensayista, publicó en
1948 su novela Adánbuenosayres. Cortázar la leyó y el
libro lo cautivó. La revista Sur, con la que Cortázar había
colaborado ocasionalmente, publicó una reseña muy
negativa de la obra. Sur era una fuerza cultural dominante
en el medio literario políticamente conservador de las
elites argentinas. Para Victoria Ocampo, su directora,
atacar a Marechal era una cuestión de clase: se trataba
de un escritor peronista. La revista mantenía una
posición pseudo liberal, abiertamente antiperonista.
Cortázar escribió una reseña elogiosa, en la que
Estos fueron: Nada a Pehuajó y Adiós, Robinson, teatro, 1984; Divertimento, novela
breve, 1986; El examen, novela, 1986; Dos juegos de palabras, teatro, 1991; La
otra orilla, cuentos, 1994; Obra crítica, 3 volúmenes, 1994; Diario de Andrés Fava
(personaje de El Examen, se publicó por separado), 1995; Adiós, Robinson y otras
piezas breves, teatro, 1995; Imagen de John Keats, ensayo, 1995; Cartas (3 volúmenes,
el primero incluye sus cartas a partir de 1937), 2000.
19
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
demostró el carácter experimental e innovador de la
novela, y la publicó en la revista Realidad en 1949 (Obra
crítica 2: 167-76). Defendió a Marechal, sin importarle
su posición política, arriesgándose a recibir represalias
de los miembros del grupo (Romano 106-138). Juzgó los
méritos de la obra desde una perspectiva exclusivamente
literaria.
A diferencia de los escritores de Sur, rodeados de
privilegios de familia, y algunos con grandes fortunas,
como las hermanas Ocampo y Bioy Casares, Cortázar
pertenecía a un sector de clase media de muy limitados
recursos económicos. Vivió, durante su niñez y
adolescencia, en una localidad de provincia, Banfield,
en el Gran Buenos Aires, alejado del centro de la ciudad.
Cuando tenía seis años su padre abandonó a su madre. La
mujer tuvo que hacerse cargo ella sola de Julio y su hija
más pequeña. Trabajó como empleada administrativa en
una oficina.
Julio estudió en la escuela normal de maestros. La
docencia era una profesión que podía brindarle una fuente
laboral estable. Necesitaba ayudar a su madre. Luego de
recibirse hizo un Profesorado en Letras, y durante varios
años (dos en el pueblo de Bolívar y cinco en la pequeña
ciudad de Chivilcoy) fue profesor de enseñanza media
en localidades del área rural de la provincia de Buenos
Aires. En 1944 lo invitaron a trabajar en la Universidad
de Cuyo, recientemente creada en Mendoza, como
profesor de Literatura Francesa, y de Literatura Inglesa
y Literatura Alemana (Herráez 25-87).
Enseñó allá durante dos años que fueron decisivos en
su vida, como lo testimonia Jaime Correas (51-88). Tenía
amplios conocimientos de la literatura de esos países
europeos. Los estudiantes de licenciatura valoraron
su preparación. Participó además en las internas de su
Facultad y en las luchas políticas de la Universidad, en
un medio dividido entre conservadores y nacionalistasperonistas. Cortázar fue elegido por los estudiantes y
sus colegas para ocupar un puesto en el Consejo de la
Universidad. Mantuvo una posición progresista y apoyó a
los nacionalistas y peronistas, contra los conservadores.
En esa época el fenómeno del Peronismo estaba en sus
comienzos. Esa experiencia le mostró la otra cara del
mundo universitario, plagado de intereses personales y
ambiciones políticas.
Cortázar era un excelente ensayista y estaba muy
bien preparado para brillar en el mundo académico,
pero tenía otros objetivos. La cátedra universitaria era
una actividad absorbente, y Cortázar quería dedicar su
tiempo y sus esfuerzos a escribir ficción. Al leer Teoría del
túnel, de 1947, constatamos que en esta época ya había
logrado articular, con gran lucidez, su propia teoría de
la novela de una manera original, clara y convincente
(Bracamonte 13-15). Después de haber vivido y trabajado
casi una década fuera de Buenos Aires, Cortázar renunció
a su trabajo docente y regresó a la ciudad. Consiguió un
puesto como gerente en la Cámara del Libro y comenzó
una nueva carrera: ingresó en el Traductorado de francés
e inglés. Luego de sacar su título trabajó para un estudio
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
de traducción y solicitó becas para continuar sus estudios
en Europa.
Durante esos años en Buenos Aires escribió cuentos,
poemas, ensayos y dos novelas: su actividad fue incesante.
Viajó a Europa y visitó París, ciudad que lo fascinó. En
1951, finalmente, recibió una beca para estudiar allá. No
regresaría más. Puso fin a su etapa argentina e inició su
vida de expatriado. Se lanzó a una carrera prolífica como
cuentista que le ganó muchos lectores, y luchó por llevar a
cabo su gran proyecto literario: escribir una novela total.
Lo logró más de diez años después, con Rayuela, su obra
cumbre.
En Teoría del túnel, Cortázar analizó y discutió
cuidadosamente el problema del lenguaje en la novela.
Creía que la narrativa contemporánea era una lucha entre
dos tipos de escritura: la escritura poética y la escritura
científica o enunciativa (Obra crítica 1: 76-87). Él quería
que su escritura mantuviera una relación dialéctica entre
ambas. El mundo externo, la realidad humana y social, la
calle (tal como lo había observado en las novelas de Arlt y
Marechal) debían poner a los personajes en movimiento.
Estos se enfrentarían a situaciones conflictivas y
esa realidad les mostraría qué lenguaje utilizar para
expresarla. El exterior, el mundo, determinaba el interior.
Buscaba, de esta manera, escapar al solipsismo de una
literatura pequeño burguesa estéril, vuelta sobre sí
misma.
El examen, su principal obra escrita en Argentina,
mantiene algunas importantes diferencias con las novelas
que escribirá posteriormente en Europa. En Los premios
y Rayuela las respectivas historias transcurren en dos
ámbitos distintos, enfrentados: la ciudad de Buenos Aires
y el barco en el mar, la primera; París y Buenos Aires, la
segunda; sus personajes transitan de un mundo a otro y
procuran encontrar un punto de equilibrio. En El examen,
y en su novela anterior, Divertimento, 1949, en cambio, la
trama novelesca tiene lugar exclusivamente en Buenos
Aires. Rayuela introduce héroes expatriados, lúmpenes,
seres marginales. Los protagonistas de Divertimento y El
examen son jóvenes pequeño-burgueses, representantes
de los intereses, las aspiraciones y los prejuicios de ese
sector social. No son conformistas. Son escritores, jóvenes
rebeldes que no encuentran su lugar en el medio en que
habitan. Se sienten asfixiados. Odian a la alta burguesía,
la consideran una clase detestable. Pero tampoco
comprenden al proletariado, a las masas. Están en un
interregno.
Los personajes de El examen enfrentan una realidad
apocalíptica. Alrededor de ellos la ciudad colapsa, se
hunde. Esa situación de caos, que los críticos han asociado
al Peronismo, es una alegoría existencial (Orloff 121-9;
O´Connor 28; Lagmanovich 176-8). Continuamente se
burlan de la falta de finura y de educación de los sectores
pobres. Estos, a diferencia de ellos, están conformes con
la situación política.
Cortázar captó los cambios de las formas políticas
ocurridos durante el Peronismo, particularmente la
aparición del fenómeno «Evita» y la relación especial de
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Eva Perón con las masas. El pueblo pobre, de acuerdo a su
interpretación, no piensa: se deja seducir y se entrega al
ritual.
Testimonia el conflicto existente en el medio social: el
proletariado, por un lado, y la gran y la pequeña burguesía
(caracterizadas como clases que cooperan entre sí, aunque
de sensibilidad diferente), por el otro, están enfrentados.
Europa había visto la aparición del Fascismo y el ascenso
de Hitler al poder, y había sufrido una terrible guerra no
hacía muchos años. La Argentina y los otros países de
la región eran sociedades inestables. La lucha entre la
oligarquía y los sectores del trabajo había alcanzado gran
intensidad. La sociedad vivía en estado de “guerra civil”
latente.
Desde 1930 el Ejército había intervenido en el
proceso político nacional y había gobernado al país en
varias ocasiones. Las Fuerzas Armadas avasallaron a la
sociedad civil y limitaron su autonomía. La oligarquía
conservadora agro-exportadora aumentó su poder. Con
la llegada del Peronismo cambió la relación de fuerzas:
triunfó el laborismo. Perón se enfrentó a los intereses
del gran capital, nacional y extranjero, y benefició a los
trabajadores y la pequeña burguesía (Pérez 10-18). Los
intelectuales vivieron la crisis con angustia. El ambiente
se les hizo irrespirable. Cortázar testimonia esta situación
en su novela. Le parece que la ciudad está al borde del
colapso. No culpa por esto a la oligarquía, ni a la alta
burguesía. Dirige su antipatía contra el pueblo obrero y,
aunque no lo menciona, contra el Peronismo.
Sus personajes se muestran confundidos. No
comprenden qué pasa a su alrededor. Son seres
débiles, escapistas. Tienen más de antihéroes que de
héroes. Varios de ellos escriben (Juan es poeta, Andrés
ensayista, el Cronista periodista). El único personaje
que no es culto y siente simpatía hacia las masas, Stella,
sufre el desdén y el desprecio de los otros. Clara es una
intelectual elitista. Consideran al examen un desafío.
Desconfían de las intenciones de los examinadores. La
realidad les da la razón: el examen y lo que lo rodea son
una farsa.
Los personajes se mueven en un mundo deformado,
grotesco. Bajo el Peronismo la sociedad experimenta
un verdadero choque de culturas. El examen testimonia
ese proceso social, desde la perspectiva de la pequeña
burguesía desencantada, que no entiende la lucha de los
sectores proletarios. Caracteriza al pueblo como a una
masa informe de fanáticos iletrados y bárbaros. Tienen
“mal gusto”, su comportamiento es ridículo y peligroso.
Los personajes protagonistas se sienten frustrados
ante la situación. Son testigos de hechos que les parecen
irracionales. Se sienten extraños en su medio social,
exiliados espirituales. No encuentran su lugar. Aman la
ciudad y deambulan por sus calles. Pero los amenaza
el desastre. Crean un espacio dialéctico en el que son
interlocutores. Dejan fluir su curiosidad y sus dilemas, y
se hacen múltiples preguntas. No encuentran la verdad,
ni dentro ni fuera de sí. Se desplazan constantemente.
A diferencia de lo que sucedería con los personajes
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
de Rayuela, los personajes de El examen no logran
establecer un puente con los otros.
Cortázar no publicó El examen y se fue de Argentina
poco después de terminar la novela. ¿Trataba de huir del
Peronismo? No tenía motivos para hacerlo. Cortázar se
había ganado la vida como docente y en esos momentos era
traductor. La nueva legislación laboral apoyó el aumento de
los salarios y el nivel de vida de los trabajadores mejoró. El
Peronismo benefició a la pequeña burguesía. Cortázar, creo
yo, se fue del país por otros motivos: buscaba el puente que
le permitiera salir de sí mismo y encontrar al otro.
En esta novela los personajes están encerrados en su
propio narcisismo. Son jóvenes que han formado pareja y
viven como eternos adolescentes sin hijos. No logran crecer.
Sienten que el mundo alrededor de ellos se derrumba. No
son ideólogos ni intelectuales en el sentido sartriano: son
gente de letras. Los define su sensibilidad y su amor al arte.
Aman la poesía.
Cortázar articula esta obra como una novela de
peripecias. Los personajes deambulan constantemente por
el centro de Buenos Aires. Hay varios espacios privilegiados
donde se desarrollan grandes escenas: la facultad de
Filosofía y Letras (que en esa época estaba en calles San
Martín y Reconquista), Plaza de Mayo, Plaza Colón, el teatro
Colón, y varios bares de la ciudad, particularmente los
ubicados en el centro y en la zona del bajo, cerca del Luna
Park y la Recova.
El examen es una novela dialógica, su autor mezcla
la narración y el drama, cuenta a través de escenas. Sus
personajes hablan por sí mismos, en primera persona,
sobre la ciudad y su situación política, el arte, la literatura,
la poesía, el lenguaje y el devenir de la novela. Se burlan
del lenguaje del pueblo inculto, critican a la alta burguesía,
pretenciosa e insensible, y crean su propio registro de
lengua literaria. Es un lenguaje compuesto con el habla
informal coloquial de Buenos Aires. Es inventivo, lúdico,
poblado de expresiones ingeniosas y juegos de palabras.
Cortázar presenta a cada grupo social con su propio nivel
de lengua y procura mostrar sus problemas y limitaciones
al lector.
En la novela el personaje más enigmático, el personaje
clave, es Abel. Abel es el otro. Es distinto a los demás,
viste formalmente, se peina a la gomina. Los sigue,
es amenazante. Los observa y los vigila desde cierta
distancia. Lo ven en las situaciones más inesperadas.
Juan y Clara hablan de él. Sólo al final de la novela Abel va
al encuentro de Andrés y se enfrentan. Es el desenlace.
Un desenlace aparentemente trágico, aunque no tenemos
la seguridad de que sea así.¿Matará Andrés a Abel, o
Abel a Andrés?¿Por qué buscan destruirse? El narrador
envuelve al personaje en la ambigüedad y el misterio.
Forma parte de una red de relaciones equívocas, que
incluye a Andrés, que está enamorado de Clara y vive con
Stella, la mujer práctica, poco culta, reverso de la Clara
intelectual y lúcida, y a Juan, el marido de Clara, a quien
Andrés al final «salva», para enfrentarse él solo a Abel.
Abel es el doble de Andrés, el doppelganger. No hay
lugar para ambos en el mundo. Uno debe morir para que
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
el otro pueda crecer. Porque les es imperioso a estos
personajes pseudo «adolescentes», inmaduros, crecer.
Para esto tienen que luchar contra su narcisismo que los
aprisiona, y abrirse al otro. Al otro bueno. Abel es el otro,
pero el otro malo, peligroso, destructivo. Abel viene a
«robar», es el «policía» del alma. Para salvarse, tienen
que destruir a Abel. Cortázar deja a este personaje en el
claro-oscuro.
La novela gira alrededor de la relación con el otro.
Hay un otro que complementa a ese “otro” ominoso,
el “doppelganger”: es el «otro» excluido, el pueblo. Lo
perciben como una amenaza. No se sienten parte de él.
El pueblo es el monstruo, la barbarie «sarmientina».
Cortázar registra con miedo su experiencia con la masa
peronista, creando su propio vínculo histórico con la
Generación de 1837: los intelectuales pseudo-liberales
antirrosistas, que buscaban la «libertad», apoyaban
la intervención del imperialismo francés e inglés en
Argentina, y veían a Lavalle como a un héroe, justificando
su golpe militar contra Dorrego, el Gobernador federal
electo al que asesinó, recrudeciendo la guerra civil. El
objetivo de la Generación del 37 era atacar a Rosas y
denunciar la tiranía. El pueblo apoyaba a Rosas y ellos
se volvieron contra el pueblo. En El examen el pueblo
es una turba de “cabecitas negras” peronistas. Los
jóvenes artistas los ridiculizan. Los ven como a seres
“primitivos”, irracionales, que adoran al “hueso”. Han
invadido la simbólica Plaza de Mayo, y hacen su burda
ceremonia junto a la Pirámide, en el centro de la plaza.
El pueblo peronista asusta a los artistas pequeñoburgueses. Sin proponérselo, Cortázar nos muestra
que una novela es siempre expresión particular de una
situación histórica determinada, donde el escritor habla
como miembro de un sector social específico, aunque no
lo vea así, y crea que representa la voz de “todos” y el ethos
de la sociedad en general. No hay novela sin historia.
Estos artistas “juegan” a ser distintos: critican a
la burguesía insensible, pero son parte de su mundo.
Forman su ala pequeño-burguesa “progresista”. La
burguesía nacional que nos presenta el autor es una clase
poco refinada. Comerciantes semi-cultos y jóvenes de
mentalidad consumista, como el padre de Clara y su hijo.
La oligarquía es superficial y vacía. Los personajes a lo
largo de la novela deambulan por el microcentro de Buenos
Aires, perseguidos por Abel, y asisten como testigos
casuales al “ritual del hueso”. Mientras tanto, esperan
que llegue el momento del “examen”. Todo ocurre en tan
sólo dos días. Hay unidad de acción y de lugar, y unidad de
tiempo, como en el teatro. Cortázar lleva la trama hacia lo
tragicómico, lo serio-cómico. También hacia lo alegóricofilosófico: la ciudad parece enfrentar un cataclismo. La
invade una niebla que no deja ver, unas pelusas vuelan por
el aire e impiden respirar bien, el asfalto de las calles y el
suelo de las casas empiezan a hundirse. En el momento
final, Cortázar resuelve satisfactoriamente la situación
a favor del lector: sale el sol. La última que “sobrevive”,
literariamente hablando, es la mujer de Andrés, Stella, el
personaje más práctico, simple y popular.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Los intelectuales y escritores en esta novela son
seres “exquisitos”, para los que la literatura es algo
“excepcional”. No pueden identificarse con el pueblo, ni
con la burguesía, porque no comparten sus valores. Viven
en un mundo cerrado donde reina el arte. Se desplazan por
la ciudad, discuten sobre su teoría de la escritura, hablan
de la novela, plantean problemas literarios, mientras el
mundo alrededor de ellos se desmorona. Reaccionan con
asombro y cierto cinismo. La novela crea una complicidad
especial con el lector iniciado. En sus páginas se asiste a la
«fiesta» de la literatura.20
La historia que cuenta El examen nos ofrece un valioso
testimonio de cómo vivían y entendían los jóvenes de clase
media en Buenos Aires el fenómeno del Peronismo a fines
de los años cuarenta. Cortázar dividió la narración en ocho
capítulos, y la novela, desde el inicio, nos introduce en una
trama simbólica, que desarrollará visos fantásticos.
La primera parte de la historia ocurre en una Casa
de estudios, donde distintos lectores leen en voz alta
obras en francés e inglés a los asistentes. Clara va allí a
encontrar a su marido Juan, que aún no había llegado. Este
venía caminando hacia la Casa y, en el camino, en un café,
vio a Abel, que buscaba a alguien.
Juan tiene un espíritu poético, y trae en su mano un
regalo para su amada: un coliflor “mágico”, maravilloso.
El mundo que nos presenta Cortázar es idiosincrático,
surreal. La situación absurda sorprende al lector.
Juan le recita a su esposa un poema. Cambia su lenguaje
de la prosa al verso. Esto ocurre varias veces a lo largo de
la novela. Cortázar cree que en la narrativa deben convivir
el lenguaje enunciativo y el poético (Teoría del túnel 7681). El mundo representado oscila entre el realismo y
el simbolismo. Trata de desestabilizar la narración, e
impedir que el lector se asiente en uno o en otro modo
o estilo. Quiere que el lector piense, que cuestione la
escritura. Es parte de su credo neovanguardista.21
Juan y Clara tienen que prepararse para dar el examen
final al día siguiente.¿Lo pasarán? El narrador mantiene
en vilo al lector. En la Casa encuentran a la otra pareja
de personajes centrales de la novela: Andrés y su esposa
Stella.
Andrés es escritor, ensayista, como Cortázar, y está
escribiendo un diario.22 En ese diario medita sobre
Podemos ver esta obra como parte de una serie novelística nacional a la que
pertenecen otras dos novelas destacadas de esta década, ambas publicadas en
1948 : Adán Buenosayres, de Marechal, que influye en él, y El túnel, de Sábato,
que introduce la visión existencial de la realidad en la novela. Cortázar, como
Marechal, presenta su historia desde una perspectiva cómica, grotesca. Sábato,
escritor contemporáneo suyo, se apoya en lo trágico.
En Hispanoamérica la novela aún no había logrado encontrar su mejor forma
para plasmar los principios del arte vanguardista, como sí lo había hecho la poesía,
ya desde la década del veinte, con Vallejo y Neruda. Era una deuda pendiente. Allí
estaban los grandes autores europeos que habían revolucionado el género : Joyce,
V. Woolf, entre otros. Cortázar ambicionaba renovar la novela y, a partir de ese
momento, y durante los años venideros, todos sus esfuerzos estarán destinados
a escribir esa gran obra vanguardista que vislumbró en Teoría del túnel, donde
explicaba el proyecto teórico que lo guiaba y mostraba su plan de trabajo. Lo lograría
en 1963, con Rayuela.
22
El diario no se incluyó en El examen en 1986. Fue publicado por separado en
1995 bajo el título El diario de Andrés Fava.
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20
21
Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
la escritura. Su mujer, Stella, es poco culta, pero muy
vital. Más tarde encontrarán al quinto personaje que
completa el grupo: el Cronista. Trabaja en un periódico
y, curiosamente para un cronista, no cree en la historia.
La considera una especie de fábula. La literatura y el arte
le parecen superiores a ella. No está convencido de la
importancia de ser testigo de su tiempo.
Cortázar narra con humor. Los personajes se hacen
bromas. Usan el tono ligero y desinhibido del habla
coloquial estudiantil. El lenguaje informal, burlón y
transgresivo, permite a Cortázar acercarse de una manera
más personal e íntima al público joven.
Poco después, los cuatro, en un restaurante, encuentran
al Cronista. El narrador afirma que este es un ejemplo del
porteño que no se mete en nada. Andrés le cuenta que
Clara y Juan al día siguiente rinden el examen final. El
Cronista había visitado Europa hacía poco, y los demás
lo respetan. Hablan de los ensayos de Andrés y del diario
que este escribe.
Mientras comen, discuten el papel del intelectual en
la sociedad. El Cronista le niega valor a la intelectualidad
argentina. Dice: “Creo que aquí somos pocos, que servimos
para poco, y que la inteligencia elige sus zonas y entre
ellas no está la Argentina” (El examen 42).
Esta visión pequeño-burguesa, pesimista, prevalece en
la novela. Los personajes sienten que viven en un mundo
desvalorizado, degradado, y muestran su desencanto.
Juan sostiene que los argentinos carecen de “espíritu de
sistema” y no saben cómo participar “…individualmente
en la aventura humana” (43, 45). A Juan le importa la
creación, no la historia, que ve casi como un obstáculo.
Y para crear, dice, hay que tener “moral de creación” y
“dignidad personal”.
Clara participa en la discusión. Es una intelectual muy
lúcida. Mantiene una actitud de seducción constante hacia
Andrés y este hacia ella. Clara acusa a Juan y al Cronista de
ser «afrancesados puros». Cortázar deja que los personajes
polemicen: no hay un solo punto de vista.
Salen todos del restaurante y van hacia la Casa Rosada,
sede del gobierno. Allí pasa algo raro. Una multitud camina
hacia la Plaza de Mayo. El Cronista les dice que van a ver
el “Hueso”. Se acercan al lugar. En la plaza han levantado
un santuario. La improvisada construcción se apoya en
la pirámide patria. Están rodeados de una multitud: los
temidos “cabecitas negras”, los proletarios del interior y del
gran Buenos Aires. Representan el nuevo poder popular.
Los obreros escoltan el sitio. Los amigos están
asombrados. Todo les parece muy ridículo. Entran en el
santuario de arpillera iluminado por reflectores donde hay
efectivamente un gran hueso. Abel, desde un costado, los
observa.
Parada junto al Hueso, ven a una mujer de pelo rubio y
vestido blanco, símbolo de Eva Perón, la actriz esposa del
Presidente, a la que la burguesía teme y detesta. La mujer
participa en la ceremonia. La gente repite “ella es buena”,
como una letanía. Un falso orador, subido a una mesita,
pronuncia un discurso. Gesticula. Repite palabras sin
sentido.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Los muchachos critican la “falta de estilo” de la
multitud. Sólo Stella siente una curiosidad genuina ante
el Hueso. Van a un bar a reponerse, y comentan lo que
vivieron.
Este episodio grotesco, en el que aparece el pueblo
bajo, tendrá como contrapartida un episodio posterior,
protagonizado por la gente “elevada”, fina, en el teatro
Colón. El mundo del Colón es el reverso de ese universo
obrero que los atemoriza, y al que consideran “bárbaro”.
Estos jóvenes sensibles, que rechazan el mundo
proletario, juzgan también con dureza a la burguesía.
Les parece una clase ridícula. El artista pequeño
burgués, lúcido, se siente más seguro en el margen de la
sociedad. La burguesía lo considera un individuo “difícil”,
conflictivo, problemático. Su único bien es la cultura, que
es su banquete, su privilegio.
Los amigos salen del bar y van a compartir una botella
de vino en la Plaza Colón, detrás de la casa de gobierno. Al
llegar a la Plaza descubren a Abel, huidizo como siempre,
que los observa de la vereda de enfrente y desaparece
enseguida, sin tratar de acercarse. Se sientan en un
banco y, entre tragos de vino, hablan sobre literatura y
escritura. Es un momento determinante en la trama de
la novela. Stella casi no participa de la discusión: no es
intelectual ni artista. Los otros hablan animadamente.
Cortázar pone en boca de sus personajes sus temas
favoritos: el problema de la escritura, la formación
del escritor, sus escritores preferidos y sus proyectos
literarios.
Andrés, alter ego del autor, desconfiaba del color local
y había escrito sonetos y cuentos. Sus amigos habían
sido severos en sus críticas a su obra. Escribía poco.
Admiraba a Mallarmé y era exigente y autocrítico como
él (94-5).
Juan reconoce que lo influyeron Novalis y Keats.23
Confiesa que siente un gran rechazo ante las masas, y ante
la pequeña burguesía y la burguesía : “Te voy a decir una
cosa horrible…cada vez que veo un pelo negro lacio, unos
ojos alargados, una piel oscura, una tonada provinciana,
me da asco. Y cada vez que veo un ejemplo de hortera
porteño, me da asco. Y las catitas me dan asco. Y esos
empleados inconfundibles, esos productos de ciudad con
su jopo y su elegancia de mierda y sus silbidos por la calle,
me dan asco…”(97).
Hablan sobre la lengua literaria. Clara argumenta
que los escritores argentinos mostraban “miedo a las
palabras” (99). Para Andrés “el idioma de los argentinos
sólo es rico en las formas exclamativas” (100). Dice que
hay que “expresarse con fidelidad a su materia poética
o plástica”. Cita como ejemplo a Roberto Arlt, que “peleó
duro para conseguir y validar una unión del lenguaje
con su sentido” (101). Para él “lo nacional” sobrepasa
los límites que “el lenguaje culto” quiere imponer. La
— 138 —
En 1951-2, en París, Cortázar escribió sobre Keats un extenso y original ensayo,
que se publicó póstumamente, en 1996, con el título Imagen de John Keats. Había
estudiado su obra durante una década.
23
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
lengua debe representar con verosimilitud al personaje,
alejándose del lenguaje literario artificioso.
Terminada la discusión regresan a sus casas. Clara y
Juan, al llegar, observan alarmados que se ha hundido el
piso de la entrada. El proceso de deterioro y destrucción
avanza en torno a ellos. La ciudad cambia rápidamente.
Esa noche, Clara sueña con Andrés y Andrés con Clara.
La novela evoluciona hacia su demorada conclusión. Tal
como pasará con Los premios diez años después, cuando el
barco no llega a ningún lado, en El examen los personajes
no podrán tomar el examen final.
Cortázar plantea las escenas siguientes con riqueza
dramática: crea una gran comedia burlesca. Juan y
su esposa visitan a su padre y van con él al concierto
de la tarde en el Teatro Colón. El narrador ridiculiza
el comportamiento del público snob que asiste al
concierto. Describe a varios personajes representativos
de la oligarquía culta, como Pincho López Morales, y su
hermano Wally, que han viajado por Europa, conocen
el arte vanguardista francés, y la obra de Artaud y de
Schumann (148). Mezcla lo serio y lo cómico: la escena
termina con una sensacional riña en el baño del teatro,
durante el intervalo. Los hombres se pelean por usar un
peine. Los acomodadores del teatro llaman a la policía
y los participantes, incluido el padre de Clara, terminan
detenidos en la Comisaría.
Andrés, por su parte, vive una experiencia traumática.
Entra a la librería El Ateneo, en calle Florida. Observa
que la humedad y los hongos están dañando el papel
de los libros. Recuerda a algunos de los autores de las
obras que comprara allí en el pasado: Esquilo, Sófocles,
Teócrito, O´Neill, Molinari, Freud, Girardoux, García
Lorca… Reconoce a un vendedor amigo suyo: Arturo
Planes. Los altoparlantes de la calle van informando
lo que sucede. Sube al primer piso. Ve en una oficina a
varios empleados que están tratando de reanimar a
un hombre desvanecido. No lo logran: el hombre está
muerto. Andrés se siente mal. Lo había visto hacía un
tiempo en un curso de Martínez Estrada y en unas clases
de Borges.
Andrés medita sobre la muerte. Le niega poder. “Estoy
vivo, soy porque estoy vivo - dice - …si al morir no soy yo…
el que se muere es otro” (193). En ese momento reconoce
en la librería a Abel, su doble, que lo persigue. Sale a la
calle Florida y va hacia Corrientes. En la calle reina la
confusión. Cortázar compara ese caos con el mundo del
circo, una de sus figuras favoritas, que reaparecerá en
Rayuela (196).
Andrés entra en un café casi vacío donde encuentra
a Stella. Salen del café y van a la Universidad. Se reúnen
con Juan y Clara, que tienen su examen final. En el
salón los estudiantes esperan en vano. Comprenden
que no habrá examen. Los bedeles les van a entregar
los diplomas sin que rindan. La meritocracia se siente
desencantada: en la Argentina de Perón no hace falta
dar examen. El país no les niega el diploma, el diploma
se regala. La sociedad populista nivela hacia abajo. ¿Para
qué estudiar? Cortázar repite los lugares comunes que la
— 140 —
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
crítica antiperonista hace a su gobierno. Clara cuenta a
los otros que recibió una carta de Abel... No esperan por
los diplomas y salen de la Universidad.
La niebla inunda la ciudad amenazada. Es una fuerza
heterogénea que niega su identidad a los cuerpos. Van
los cuatro a un bar. La gente, a su alrededor, corre
desesperada. Traen a un muchacho herido, que pronto
expira. Andrés convence a Juan de que se lleve a Clara
de Buenos Aires. Él y Stella van a quedarse. Un hombre
del bar, Calimano, se ofrece a sacarlos de la ciudad en su
bote. El río está muy cerca. Andrés deja a Stella en el bar,
y los acompaña hacia el Río de la Plata. Atraviesan el bajo
y entran al puerto. Andrés los despide. Al regresar sucede
lo inevitable: aparece aquél que lo estaba buscando, Abel.
Se dicen poco, se insultan. Andrés saca la pistola que
guardaba en el bolsillo. No sabemos si Abel está armado
ni cuál de los dos va a morir. En el mundo que se derrumba
no hay lugar para los dos.
En la última escena, Stella, en su departamento, espera
a Andrés, que no llega. Se va a dormir. A la mañana
siguiente sale el sol. El equilibrio se ha restablecido. El
mundo está salvado. El sacrificio de Andrés ha evitado el
caos final.
Muy pocos escritores hablaron de esta etapa de la
historia argentina. Cortázar, a su modo, pudo hacerlo. Era
en esos momentos un hombre lleno de dudas, inseguro.
Subestimaba a los sectores populares, y criticaba a la
burguesía urbana, superficial y consumista, regida por
falsos valores, inauténtica.
El Surrealismo y el Existencialismo guiaron su
pensamiento. En el Río de la Plata, estos movimientos no
tuvieron la combatividad que los había caracterizado en
su lugar de origen. Los artistas locales los adaptaron a sus
propios intereses. El arte literario rioplatense mantuvo su
impronta exclusiva y elitista.
El examen es una novela intelectual alegórica que
describe la vida social contemporánea, tal como la
percibía la pequeña burguesía culta. Cortázar testimonia
su confusión, su incomprensión, sus prejuicios de clase,
el vacío existencial en que viven. Forma parte de un
sector social que tiene una identidad nacional débil, y
busca el apoyo y la protección de la alta burguesía, a la
que trata de servir, si bien se burla de ella. No sabe cómo
acercarse a esa masa proletaria que ha despertado y a
la que teme y desprecia, por su falta de educación y de
finura. Muestra las tendencias serviles del segmento
social que representa. Eran casi todos descendientes de
los no tan antiguos emigrantes italianos y españoles, que
llegaron masivamente a Argentina hacia fines del siglo
XIX y las tres primeras décadas del siglo XX. Esta clase
media ocupaba una posición social privilegiada en el país
joven. Pretendía monopolizar el buen gusto y hacerse
indispensable para los sectores ricos y propietarios.
El pueblo que presenta Cortázar, las multitudes que
marchan por las calles hacia la plaza, pertenecen a un
sector social nuevo que está en transición hacia otra cosa.
Los personajes cultos de la novela no entienden bien qué
pasa y observan todo con pesimismo, temiendo que sea el
— 142 —
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Novela y poesía en Hispanoamérica
comienzo de una hecatombe. Las masas que se movilizan
por la ciudad son parte de ese proletariado que despertó
con el Peronismo y buscaba un protagonismo social. La
mayoría de los escritores e intelectuales de la pequeña
burguesía culta y de la antigua clase patriarcal, entre los
que podemos mencionar, además de Cortázar, a V. Ocampo,
J. L. Borges, E. Martínez Estrada, J. L Romero, E. Sábato,
entre otros, rechazaban y aún odiaban al Peronismo.
Lo acusaban de ser un populismo destructivo, tiránico,
antidemocrático. Muchos de ellos celebraron en 1955 el
golpe militar que derrocó a Perón, y fueron cómplices
silenciosos de la persecución y masacre de trabajadores.
No denunciaron el bombardeo de la Plaza de Mayo
repleta de civiles en 1955, ni las matanzas de José León
Suárez en 1956, aceptaron colaborar con la dictadura del
General Aramburu y recibieron de él favores y prebendas.
Cortázar, que emigró en 1951, no fue testigo de la caída
del Peronismo.
En Francia, el Cortázar expatriado se transformó en
un escritor bohemio, inspirado, que sobrevivió al margen
de una sociedad a la que no pertenecía, en un país que
para él era más un símbolo idealizado de la sensibilidad
del mundo artístico, que una entidad histórico-social
concreta.
El examen nos introduce en el tiempo histórico y
político argentino de 1950. Es una visión auténtica de su
medio, refractado en el prisma de la alegoría, tal como lo
vio Cortázar.
— 144 —
Alberto Julián Pérez
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
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de Hispanistas, 2000 (Tomo III): 441-49.
— 146 —
— 147 —
Alberto Julián Pérez
Saer/Cicatrices: hacerse escritor
En 1968 el joven escritor santafesino Juan José Saer
(Serodino 1937-París 2005), autor ya de tres libros de
cuentos, En la zona, 1960; Palo y hueso, 1965 y Unidad de lugar,
1967, y dos novelas, Responso, 1964 y La vuelta completa,
1966, y profesor de Historia del cine y Crítica y estética
cinematográfica en el Instituto de Cinematografía de la
Universidad Nacional del Litoral de Santa Fe, se va becado
a Francia por seis meses. Una vez allá, logra prolongar su
estadía. Poco después encuentra trabajo como profesor de
lengua y literatura en la Universidad de Rennes. A partir de
entonces, Francia se transforma en su lugar de residencia
permanente. Allí continuará trabajando con ahínco en su
obra literaria. En sus libros la ciudad de Santa Fe sigue
siendo su espacio literario predilecto. El escritor mantuvo
viva en su literatura la memoria de su patria.
Antes de partir de su país, en 1968, había terminado la
novela Cicatrices. Aparecerá publicada en Argentina recién
al año siguiente, cuando ya residía en París (Premat 501).
Es su última obra escrita en suelo americano. En ella Saer
reflexionó sobre el proceso de formación del escritor. Al
leerla comprendemos que el Saer que parte a Francia es
ya un escritor maduro, que concibe un proyecto literario
propio.
— 149 —
Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Varios de los personajes de Cicatrices: Ángel, Tomatis,
Barco, Rosemberg, aparecen en otras novelas de Saer y son
parte de su universo narrativo. Ángel, un joven con vocación
literaria, es la figura central. La acción ocurre en la ciudad
de Santa Fe y sus alrededores. Sus actores registran la vida
urbana con morosidad y deleite (Gramuglio 330).
Saer ve a sus personajes desde una perspectiva
existencial. Son seres que dudan, se angustian, se
desesperan. El Existencialismo, que había empezado a
difundirse en Argentina a partir de la década del cuarenta,
era aún una corriente filosófica vigente en esos momentos.
Muchos artistas e intelectuales respetaban sus ideas.
Camus y Sartre estaban entre los autores predilectos
(Savignano 34-60).24
Su trabajo en Santa Fe como profesor de cine influyó
en la práctica literaria de Saer. La década del sesenta fue
una época excepcional para el cine experimental europeo,
admirado y estudiado en Argentina. Los directores de
Francia, Italia, Inglaterra, Alemania presentaron en sus
películas propuestas innovadoras revolucionarias (Sala
1-14).25
Saer busca dar a las imágenes de sus descripciones
la plasticidad propia de la imagen cinematográfica. Sus
cambios de punto de vista y su enfoque en determinados
objetivos nos recuerdan el ágil trabajo de la cámara.
En Cicatrices la narración se centra en cuatro historias.
La inicial, la historia de Ángel Leto, contada en primera
persona, desde una perspectiva temporal abarca a
todas. Ángel es un joven periodista de diecisiete años
que trabaja en el periódico santafecino La región. Los
sucesos que cuenta ocurren durante un lapso de cinco
meses del año 1964. Ángel, que tiene diecisiete años en
un comienzo, cumple poco después dieciocho. La novela
de aprendizaje de Thomas Mann, Tonio Kroeger, que lee,
le sirve de marco a su propia narración. El personaje
nos cuenta cuáles son los escritores norteamericanos y
europeos contemporáneos que prefiere. Cita a Chandler,
Faulkner, Thomas Mann, Nabokov. Son los autores que
Saer consideraba indispensables para la formación de un
escritor en esos momentos. 26
Ángel observa y describe a los personajes con los
que se encuentra. Son seres que se aproximan a él,
coinciden parcialmente con sus intereses y luego se
El cambio de postura de Sartre, que lo llevó a examinar y criticar el
Existencialismo y abrazar el Marxismo, creo un puente entre ambas posiciones.
Los intelectuales, críticos y escritores nucleados alrededor de la revista Contorno
y la nueva izquierda en la década del cincuenta en Argentina, como los hermanos
Viñas, Juan José Sebrelli, Oscar Masotta y Carlos Correas, discutieron y asimilaron
su filosofía (Savignano 34-60).
25
Fernando Birri (1925-2017), que estudiaba cine en Italia, había regresado a
Santa Fe en 1956 y fundó el Instituto de cinematografía en la Universidad Nacional
del Litoral. Saer enseñó Historia del cine y Crítica y estética cinematográfica en
la universidad. Birri desarrolló particularmente el cine documental y se destacó
como creador original (Silva-Escobar 13-21).
24
— 150 —
Ángel admira a Chandler, a Faulkner, a Thomas Mann, a Nabokov, y los lee
durante los cinco días en que permanece encerrado en su casa, cuando lo
suspenden en el diario. Gloria, la amiga de Tomatis, les lee, en inglés, poesía de
Browning, Dylan Thomas, William C. William, Yeats, Eliot, Pound. Luego le regala
a Ángel Tonio Kroeger, la novela de aprendizaje de Thomas Mann. Saer no incluye
entre los escritores que influyen en la formación literaria de Ángel a autores
hispanoamericanos ni españoles.
26
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
separan. Parecen círculos que se tocan y por momentos
se superponen. 27
La vida de cada personaje es una especie de apuesta. La
frase final de Luis Fiore, antes de suicidarse, “Los pedazos
no pueden juntarse”, resume el drama de la novela: los
seres humanos no logran integrarse, ni entenderse, ni
acercarse honestamente unos a otros. No encuentran la
unidad ni la felicidad. Pulsiones enfrentadas los tiran hacia
un lado y otro y los desgarran. El sufrimiento constante
deja marcas, cicatrices. La vida se hace a los golpes.
La historia del joven Ángel Leto preside la obra. Está
encargado de la sección del tiempo (que no entiende) y de
Tribunales en su periódico. Mientras cubre un caso para la
sección de Tribunales presencia el suicidio del sindicalista
Luis Fiore, acusado del asesinato de su esposa. El mal
parece rondar la experiencia humana.
Ángel se ha hecho amigo de Carlos Tomatis, un escritor
y periodista que él admira y se transforma en su padre
sustituto. Su padre real es un hombre débil y fallece
de cáncer. Tomatis, en cambio, es el padre que hubiera
querido tener: machista, seductor, intelectual, irónico,
buen escritor. Lo ayudó a entrar en el diario y lo protege.
Ángel describe a Tomatis como un hombre irresistible.
Las mujeres quieren intimar con él. Tomatis consiente,
pero no se compromete con ninguna. Poco después, se
acuesta con la madre de Ángel: ese hecho traumatiza al
muchacho. La trama se alimenta de relaciones prohibidas
o censuradas por la moral burguesa y el fantasma del
incesto es una amenaza latente.
La madre de Ángel es una mujer libertina, que se pasea
por la casa semidesnuda enfrente de su hijo, y no cuidó
bien a su esposo enfermo de cáncer, que ya falleció. Sale
regularmente por las noches y regresa a la madrugada.
Cuando hace el amor con Tomatis, su hijo los descubre.
Ángel presencia el suicidio del sindicalista. Fiore salta
por la ventana de Tribunales durante su indagatoria. El
juez que lo interroga, Ernesto López Garay, es un “amigo”
de Ángel. López Garay es un hombre homosexual que se
siente atraído por el joven periodista. Le permite, contra la
ley, que esté presente en el interrogatorio.
Las mujeres, en la trama, son personajes “acompañantes”.
No protagonizan: actúan como contraparte a la personalidad
del hombre. Realzan su importancia y su machismo. Saer
ve a la mujer en un papel secundario, subordinado. Tomatis
las considera objetos de placer y las llama putas (Cicatrices
98). Las usa y las deja. Ángel, en una parte increíble de la
novela, se enfurece con su madre, la abofetea y la golpea.
Después de la paliza la relación con ella mejora, y Tomatis
concluye que de vez en cuando conviene castigarlas (98).
Ángel no parece sentir culpa por su conducta abusiva con
su madre, ni se reprocha nada. Como hombre siente que
tiene derecho a pegarle a la mujer, aún a su progenitora.
Los personajes femeninos en las otras historias son
también limitados. Los hombres reaccionan frente a
Ángel habla de la historia con su doble, y dice que lo imaginó « moviéndose en
un círculo limitado », como era el mismo círculo en que él se movía. Y confiesa :
« De una sola cosa estaba seguro : de que nuestros espacios – nuestros círculos –
eran cerrados y sólo se tocaban por accidente » (78).
27
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Novela y poesía en Hispanoamérica
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ellas de distinta manera. La esposa de Fiore es una mujer
“provocadora”, que irrita a su marido, y este la asesina de dos
tiros de escopeta. Delicia, la sirvienta de Sergio Escalante, el
abogado jugador autodestructivo, es una chica adolescente
que se ha enamorado de él y acepta que este pierda en el
juego el dinero de sus sueldos. Delicia es una adolescente
dulce y buena, que se niega a sí misma y se realiza en el amor
a su señor.
Las amigas de Tomatis, la madre de Ángel, la esposa de
Escalante, la esposa del juez, son mujeres dependientes,
interesadas y vulgares. El autor no se compadece de ellas. El
sujeto de la tragedia, de la historia, de la existencia, para Saer
es el hombre y su drama: su incomunicación, su aislamiento,
su falta de comprensión cabal de las cosas, su lucha vana con
su destino.
Saer ubica a los personajes en su medio laboral y social:
Ángel es periodista, Ernesto López Garay juez, Sergio
Escalante un ex abogado laboral peronista y Luis Fiore un
ex sindicalista peronista. La trama transcurre en 1964,
durante la presidencia de Arturo Illia, un político Radical
en connivencia con el poder cívico-militar que gobernaba la
Argentina después del golpe de estado de 1955, que derrocó
al gobierno constitucional del Presidente Juan Perón.28
Tanto Fiore como el abogado Escalante son peronistas, y el
abogado Marcos Rosemberg es comunista. Lo político forma
parte del trasfondo realista de la novela, pero no es central
en su desarrollo (Sarlo 23-27).
Saer describe detalladamente las experiencias
individuales de los personajes. Estos se miran vivir
con sorpresa, sin entender cabalmente lo que les pasa.
Están como dentro de un río existencial que los empuja.
Las pulsiones de vida se confunden con las pulsiones de
muerte. Triunfan las fuerzas destructivas.29
El único personaje que logra redimirse es el jugador,
Sergio Escalante. Su historia de vida es extraordinaria.
Se precipita hacia su propia caída. El azar lo salva:
puede descubrir a los jugadores que le hicieron trampa,
recuperar su dinero, volver a casa y encontrarse con el
amor puro de Delicia.
La historia del abogado Sergio Escalante toca
tangencialmente la vida de los otros personajes: Sergio
rehúsa defender a Luis Fiore, el feminicida, a quien
conocía. Su relato, desfasado de los otros, es conmovedor.
El Negro Lencina lo va a ver para pedirle que defienda a
Fiore. Él le responde que ya no ejerce y que vaya a ver al
abogado Rosemberg. Sergio es amigo de Tomatis y le lee
uno de los ensayos que está escribiendo.
Transcurrido el golpe se inició en Argentina un período de Resistencia peronista
contra el poder cívico-militar, que dominó la vida política del país hasta el retorno
de Perón a la presidencia en 1973 (Abbate, El espesor del presente 75).
28
— 154 —
Esos seres acorralados son una metáfora o alegoría del escritor: ubicado en
el lugar del observador, no puede dejar de involucrarse en los hechos. Tampoco
puede vivirlos plenamente. Habita en un lugar incómodo, entre el lenguaje y el
acontecimiento social.
29
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
La tercera historia, la del juez Ernesto López Garay,
abarca dos meses de su vida; Ernesto es el juez encargado
de la causa del crimen. La cuarta historia, la de Fiore, que
cierra la novela, comprende el día del asesinato, el primero
de mayo, y los días subsiguientes, hasta el momento de
la indagatoria, en que se suicida. Todas están narradas
en primera persona, pero la historia de Ángel preside.
Sentimos que estamos observando a los otros personajes
bajo su visión. Él establece la prioridad en la importancia
de los hechos.
Sergio Escalante, el juez y Ángel aman la literatura.
Sergio escribe un libro de ensayos, en el que estudia a
personajes de historietas populares norteamericanas
desde una perspectiva filosófica y literaria. Uno de los
ensayos se titula “El profesor Nietzsche y Clark Kent”, y
otro “Tarzán de los monos: una teoría del buen salvaje”
(114-5).
El juez es traductor. Está traduciendo The Picture of
Dorian Grey, la obra de Oscar Wilde. El juez se identifica
con el personaje del pintor de la novela, que idealiza la
belleza de Dorian Grey. Se siente atraído por Ángel. Es
un homosexual reprimido, un hombre contemplativo, un
esteta.
Sergio Escalante había sido un abogado laborista
durante la presidencia de Perón y defendía a los
sindicalistas. El golpe militar que derroca al gobierno
peronista, el 16 de septiembre de 1955, lo sorprende en
la iglesia, durante su ceremonia de casamiento. No llegó
a casarse. Lo envían a prisión durante nueve meses.
Comparte celda con dos sindicalistas: el Negro Lencina y
Luis Fiore. Cuando sale de la prisión empieza a jugar.
Su abuelo materno había sido un hombre muy
importante en su vida. Era caudillo político del pueblo en
que vivía. Por contratiempos, se retiró de la política y se
fue a vivir a casa de su hija y de Sergio. Su abuelo le decía
que en el póker muchos jugaban con las cartas marcadas,
haciendo trampas. Este detalle resulta premonitorio en su
historia. Sergio comienza a jugar a las cartas y a apostar,
y no puede detenerse. Lo va perdiendo todo. Su mujer se
suicida, él deja la profesión. Se juega su dinero y el que le
quita a su sirvienta; por último, hipoteca la casa. Con lo
que recibe, sigue jugando.
Cuando juega, goza. El placer y el terror que le provocan
ganar y perder, y sufrir los vaivenes de la suerte, son
todo para él. No ansía otra cosa que jugar. Sabe que es
autodestructivo, pero no se detiene. Su amigo Marcos
Rosemberg se lo reprocha. No lo comprende. El juego para
Sergio es un universo autónomo perfecto, una suerte de
obra de arte, una alegoría del destino humano. Se deja
envolver por su magia y sólo puede sentirse vivir cuando
está jugando.
Su sirvienta, Delicia, es la única que lo entiende. Delicia
es tan singular como Sergio. Es una muchacha de pueblo,
analfabeta, que fue a trabajar a su casa cuando tenía
catorce años. Dos años pasaron y la historia de Sergio
llega a su desenlace.
Delicia está enamorada de su señor. Sabe que este
juega y no hace nada por detenerlo. Comprende que él
— 156 —
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Novela y poesía en Hispanoamérica
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lo necesita. Cuando Sergio se queda sin dinero le da la
totalidad de sus ahorros para que los apueste. Cuando
este los pierde le dice que no se preocupe y siga jugando.
Sergio la llama “ángel” y le besa la frente. Siente que
Delicia es como él: no le importa perder. Es sumisa y
acepta su destino. De nada vale resistirse. Estamos en
manos del azar, que preside nuestras vidas. Si hay un
orden, no sabemos cómo es. Jugar es tratar de entrar en
él, de descubrir el orden secreto del universo, de conocer
a dios. Pero este no nos lo revela. Sólo nos deja el amor
para consolarnos.
Al final de la historia Sergio está en una partida y se
ha quedado sin dinero. Cuando está por abandonar, algo
le llama la atención. Recuerda lo que le había dicho su
abuelo, su lección: los hombres juegan con trampa. No él, ni
Delicia. Se va del lugar, lleno de dudas. Momentos después
regresa al sitio y sorprende a los jugadores burlándose de
su buena fe: todo había sido una farsa para robarle. Los
enfrenta, recupera su dinero y parte. Llega a su casa a la
madrugada. Va al escritorio, pone en una caja la cantidad
que le debía a Delicia y guarda el resto. Cuando va a
acostarse lo aguarda el premio: el que ya nada esperaba,
recibe todo. Delicia está en su cama, desnuda. Solo atina
a decirle: “Juegan con trampas, Delicia”. Luego la besa y
hacen el amor. La inocencia y la esperanza se reunieron.
Lograron salir del caos y entrar en el amor. La fe de Delicia
y la memoria de su abuelo lo salvó.
Ángel, el protagonista central, vive experiencias
traumáticas que no esperaba. Lucha y aprende. La
audiencia del juez con Fiore, a la que asiste, termina en
tragedia. El encuentro sexual de su madre y Tomatis,
que él presencia, es un duro golpe. Serán parte de sus
cicatrices. Son heridas que enseñan. Si las supera, pueden
ayudarle a crecer.
Los personajes tienen problemas graves y se enfrentan
a situaciones difíciles. El juez, Ernesto López Garay,
ha dejado de luchar. Es un hombre que vive aislado. Se
sabe despreciado y se desprecia a sí mismo. Su mujer lo
abandonó. Constantemente recibe llamados telefónicos
insultándolo y llamándolo invertido y perverso. Los
seres humanos para él son monstruosos. En su narración
los denomina “gorilas”. Compara la conducta de la gente
con la de los animales. Su visión es darwiniana. El
hombre es el enemigo del hombre. Nos devoramos los
unos a los otros. Se salva el más fuerte. Y él no es fuerte:
es un hombre débil que no sabe defenderse. Se ha vuelto
insensible al dolor del otro. Cuando Fiore salta por la
ventana y muere, y su abogado le recrimina lo que pasó,
Ernesto le contesta que su cuerpo al caer hizo el mismo
ruido que cualquier otro. Rosemberg lo llama cobarde y
lo abofetea.
El juez se salva en un mundo ideal, elitista. Se identifica
con Oscar Wilde. Como él, admira a los jóvenes bellos.
Cree en un orden estético superior, que está por encima
de cualquier otro. Se convierte en víctima. No sabe cómo
enfrentar la realidad y sobreponerse a ella. Carece de
realismo práctico, un pecado esencial en el mundo de la
novela.
— 158 —
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Saer le da importancia especial a la vida espiritual y
psicológica de sus personajes. Registra cuidadosamente
su mundo interior. Muestra la conciencia que tiene de sí
cada narrador, su grado de lucidez, sus engaños y mentiras.
Ángel, su héroe principal, es un joven atormentado. Su
personalidad está escindida y ve un doble, al que trata de
aproximarse. Su situación existencial es única. Su historia
se adensa, se vuelve cada vez más rica y compleja.
Las cuatro historias se intersectan y se comunican
(Premat 501). Rompen la tendencia monológica del
discurso narrativo y se adentran en un espacio dialógico.
El lector aprende de esa dialéctica. Las historias
encontradas le enseñan algo. Su personaje central, Ángel,
está en un momento crítico de su desarrollo. El lector
descubre y comprende sus motivaciones. El autor nos
muestra su curiosidad y el sentido de su búsqueda.
Cicatrices es la novela de Saer más lograda hasta ese
momento, 1969. El lector, como los personajes, se siente
atrapado por ese mundo complejo y conflictivo. Sus héroes
no pueden cambiar sus circunstancias. Son víctimas del
destino. El autor no trata de justificar a sus personajes en
relación a su medio. No los juzga con un criterio moral.
Hay una razón superior. No son seres libres.
Saer cuenta la última historia, la del obrero Luis Fiore,
en presente, a través de escenas dialogadas. Su narrador es
el obrero. El autor presenta la acción desde la perspectiva
de la experiencia del personaje. Fiore es un individuo
impulsivo y agresivo. Lo guían sus instintos, que no puede
controlar. Hace el amor, caza, come ávidamente, se venga,
mata. Su mujer, la víctima, es parecida a él. Es hiriente,
peleadora, trata a su hija con dureza. La niña, por otro
lado, tiene algo de genial. Ve en sueños lo que va a pasar.
Sabe que su padre matará dos patos y luego matará a su
madre.
Fiore y su esposa son individuos poco educados, de
origen proletario. Saer los presenta como seres resentidos.
Son violentos y descargan su rabia contra los seres que
aman y dependen de ellos. Discuten y se agreden. Él es un
sindicalista corrupto, que ha robado en su sindicato. Su
mujer lo llama ladrón y lo provoca. Finalmente él la mata
con su escopeta de caza. Es un feminicidio horrible. El
personaje tiene algo de monstruoso.
Saer no simpatiza con el mundo del obrero. Lo siente
distante y le resulta difícil acercarse a él. No encuentra
manera de justificarlo y lo demoniza.
El autor mira con escepticismo el mundo popular del
Peronismo y las relaciones de clase en la novela. Comprende
y representa mejor a los personajes de su sector social,
la clase media, que a los personajes bajos. Simpatiza
con los personajes intelectuales, inteligentes. Su trabajo
narrativo gratifica a los lectores de las élites letradas que
valoran el refinamiento de su prosa y comparten con él
ciertos prejuicios hacia las masas populares. Saer es un
escritor post-Borges (Corbatta 560). La obra de Borges
ha establecido en la literatura argentina un estándar de
profesionalidad y de excelencia, y todo escritor que se
precie se mide secretamente contra ese estándar para
demostrar su valor.
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Alberto Julián Pérez
A fines de los años sesenta el existencialismo había
perdido parte del prestigio que tenía en la década del
cincuenta en Argentina (Savignano 35-42). Los sectores
marxistas habían aumentado su influencia. La situación
política internacional había cambiado.30 La revolución
cubana, en Latinoamérica, transformó la agenda cultural
y política. El guevarismo y los movimientos sociales
incendiaron el continente.
En Santa Fe, la “patria” de elección de Saer, la Escuela
de Cine desarrolló el cine documental. Proponía un cine
social comprometido con su realidad histórica y política.
Saer no estaba de acuerdo con sus propuestas (Abbate,
“Entrevista a Juan José Saer” 44). El compromiso político,
creía, no debía ser un imperativo para el artista.31 Su
creación se mantuvo en un estado de relativo solipsismo.
Más tarde, en Europa, se fue encerrando dentro de sí. Creó
en sus obras un espacio literario argentino imaginario.
Argentina, el país real, era un sitio lejano y distante.
Glosa fue su obra más acabada de ese ciclo. Su literatura,
influenciada por el Nouveau Roman francés, se volvió una
obra para minorías exquisitas (Alves-Mota 114).
Con Cicatrices culmina una etapa para Saer. Es su última
novela escrita en Argentina. Tenía treinta años y buscaba
su consagración. Nos presenta el proceso de formación de
un escritor. Como Ángel, Saer tenía que luchar, y mucho.
Hacerse escritor en Argentina siempre fue un proceso
difícil. El medio literario es severo y exigente.
Cicatrices dramatiza el choque del escritor con su
entorno social, su búsqueda de “padres” literarios y
modelos. Sus personajes se mueven en un mundo “duro”,
que no se compadece del débil y lo castiga. Las instituciones
dominan y someten al individuo, que se siente inseguro y
amenazado.
Las dudas y los temores acosan a sus personajes.
Beben mucho. Necesitan escribir y expresarse. Tomatis,
en sus poemas, describe un paisaje santafecino que
casi desaparece bajo la lluvia (51); Sergio, el jugador
y ensayista, analiza a los héroes de la cultura popular
norteamericana desde una perspectiva filosófica. Estos
personajes testimonian el enfrentamiento del individuo
con un medio indiferente, que no los valora.
Saer, quizá desencantado con su país, emigra a Francia.
Un vez allá, sin embargo, encontró difícil el adaptarse.
La ciudad de Santa Fe, que abandona para siempre, se
instala curiosamente en su literatura como paradigma.
Los países de África y Asia, colonizados por Francia e Inglaterra durante el
siglo XIX, habían avanzado en su proceso de descolonización, que iniciaron al
terminar la Segunda Guerra Mundial. Los estudiantes progresistas de Europa y
de Estados Unidos simpatizaron con estos movimientos y se rebelaron contra sus
padres genocidas. La guerra imperialista de Vietnam fue el talón de Aquiles del
imperialismo norteamericano.
31
Saer fue profesor de la Escuela de cine de Santa Fe en una etapa revolucionaria
de esta escuela. Era la época del guevarismo y la Revolución Cubana. Su iniciador,
Fernando Birri desarrolló el documental político y social en la Argentina. Él,
sin embargo, se inclinó por otro grupo, que estaba en la Escuela, y prefería la
separación del arte y la vida. Saer no fue documentalista ni cronista de su
sociedad, fue intérprete de las angustias de su clase media.
En los años cincuenta la aparición del Peronismo como fenómeno político y
cultural había dividido al medio intelectual en peronistas y antiperonistas. Saer
era antiperonista. Los años sesenta hicieron posible una nueva interpretación
de la historia. El guevarismo encendió el mundo intelectual y artístico
latinoamericano. Saer se ubicó en una posición incómoda, pequeño-burguesa
(Abbate, “Entrevista a Juan José Saer” 41-6).
30
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Las grandes novelas de su etapa europea, El limonero real,
1974; Nadie nada nunca, 1980 y Glosa, 1985, mitifican el
tiempo y el espacio santafecino.32
La novela Cicatrices crea un vínculo entre esas dos
etapas de su vida de escritor: su comienzo argentino y su
periplo europeo, y nos permite entender mejor a Saer. Es
un testimonio metafórico de la odisea que significó para
el novelista hacerse escritor.
Gramuglio, María Teresa. “El lugar de Saer”. Juan José
Saer por Juan José Saer…261-300.
Premat, Julio. “Juan José Saer y el relato regresivo.
Una lectura de Cicatrices.” Revista Iberoamericana No.
192 (Julio-septiembre 2000): 501-509.
Saer, Juan José. En la zona. Santa Fe: Castellví, 1960.
---. Responso. Buenos Aires: Jorge Álvarez, 1964.
---. Palo y hueso. Buenos Aires: Camarda Junior, 1965.
---. La vuelta completa. Rosario: Biblioteca Popular
Constancio Vigil, 1966.
---. Unidad de lugar. Buenos Aires: Galerna, 1967.
---. Cicatrices. Buenos Aires: Planeta, 2010. Primera
edición 1969.
---. Glosa. Buenos Aires: Alianza, 1986.
---. El limonero real. Barcelona: Editorial Planeta,
1974.
---. Nadie nada nunca. México: Siglo XXI, 1980.
---. “Narrathon”. Cahiers du monde hispanique et lusobrésilien No. 25 (1975): 161-70.
---. Juan José Saer por Juan José Saer. Buenos Aires:
Celtia, 1986.
Sala, Jorge. “Metatextualidad y comentario narrativo
en el cine argentino de los años sesenta.” Actas del III
Congreso Internacional de la Asociación de Estudios en
Cine y Audiovisual. 2012. 12 págs. Web.
Sarlo, Beatriz. “Saer, un original”. Orbis Tertius No. 10
(2005): 23-27.
Savignano, Alan. “La recepción del pensamiento
de Jean-Paul Sartre en Argentina: la generación
Bibliografía citada
Abbate, Florencia. “Entrevista a Juan José Saer.” El
poeta y su trabajo No. 27 (2008): 41-47.
---. El espesor del presente. Tiempo e historia en las
novelas de Juan José Saer. Villa María: Eduvim, 2014.
Alvez Mota, Raquel. “O noturno do tempo em Cicatrices
de Juan José Saer.” Aletria No. 1 (2015): 113-128.
Corbatta, Jorgelina. “En la zona: Germen de la praxis
poética de Juan José Saer”. Revista Iberoamericana No.
155-156 (Abril-Septiembre 1991): 557-567.
Dice Tomatis, explicando su teoría de la literatura: “Hay tres cosas que tienen
realidad en la literatura: la conciencia, el lenguaje, y la forma” (61). Saer creó,
durante su etapa europea, con las memorias del mundo y el tiempo santafesinos,
un universo literario formalista autónomo.
32
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Novela y poesía en Hispanoamérica
existencialista del 25 y la nueva izquierda de Contorno.”
Ideas No. 4 (Diciembre 2016): 34-61.
Silva-Escobar, Juan Pablo. La insubordinación
cinematográfica. Ensayos sobre el Nuevo Cine
Latinoamericano de Argentina, Brasil y Chile (1959-1976).
Rosario: Prohistoria Ediciones, 2019.
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Alberto Julián Pérez
Megafón y la Resistencia
Megafón, o la guerra fue la última novela escrita
por Leopoldo Marechal, que murió en el año de su
publicación, 1970. Marechal la empezó a escribir en
1966, siendo ya un anciano o casi anciano. Había nacido
en 1900. Era compañero de generación de Borges y,
como él, fue ultraísta y poeta, y participó en la revista
Martín Fierro. La experiencia martinfierrista marcó
profundamente la literatura de Marechal, como lo ha
estudiado María Teresa Gramuglio en un excelente
artículo (Gramuglio 771-806). Mientras asimilaba las
innovaciones de las vanguardias, Marechal observaba
con atención el mundo de la literatura criollista. Tuvo,
como Borges, dos etapas en su poesía: escribió primero
versos libres vanguardistas, ultraístas, en Días como
flechas, de 1926; luego cambió su poética y volvió a los
modelos métricos, introduciendo motivos clásicos, en
Odas para el hombre y la mujer, de 1929 (Romano 618626). Marechal compartió con Borges su pasión por la
metafísica, mantuvo una actitud intelectual responsable
y erudita, pero en la década del treinta tomaron caminos
distintos.
Borges dejó de publicar poesía durante muchos años.
Marechal continuó escribiendo y publicando poesía,
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e inició un proyecto de novela que tardaría casi dos
décadas en terminar: Adán Buenosayres apareció recién
en 1948. Borges necesitó muchos años también para
encontrar su propio modo narrativo, e inventar lo que él
llamó sus “cuentos”. Durante la década del veinte Borges
había sido criollista y vanguardista, se había interesado
en la literatura gauchesca y popular, escribió numerosos
ensayos y estudios de literatura argentina y militó con
los jóvenes yrigoyenistas (Sarlo, Borges… 51). En los
años treinta la experiencia con el grupo de Sur marcó a
Borges, su literatura cambió, se hizo más cosmopolita y
su visión más escéptica.
La evolución personal de Marechal fue distinta.
Entró en su vida el sentimiento religioso, la idea de
Dios se hizo central en su experiencia y eso transformó
totalmente su literatura. En 1931 comenzó a tomar
cursos de Cultura Católica, que se impartían en la Acción
Católica, organización que nucleaba al clero antiliberal, y
colaboró con las revistas Ortodoxia y Sol y luna, órganos
del nacionalismo católico de derecha. Siguió dos líneas
de investigación y lecturas: una que iba de Platón a San
Agustín, y otra de Aristóteles a Santo Tomás de Aquino
(Colla 570). Dada su manera de vivir la religión, esta
se transformó en una experiencia vertebradora de su
literatura. Tenía sentimientos místicos. Criticó a la cultura
liberal, que había marginado a la religión de la posición
central que mantenía en el pasado. Integró la cuestión
religiosa con la cuestión estética, y desde entonces el
problema de dios y la belleza fueron centrales en su obra.
Publicó en 1937 uno de sus mejores poemarios: Cinco
poemas australes, que incluía el conocido “A un domador
de caballos”, y en 1939 un libro de ensayos donde planteó
la relación entre religión y estética: Descenso y ascenso
del alma por la belleza. En este último libro Marechal
describió al ser humano como un ser espiritualmente
limitado y mutilado por la visión liberal de la historia.
Esta crítica al liberalismo aparecía mejor articulada
aún en un ensayo de 1966, publicado en su Cuaderno de
navegación: “Autopsia de Creso” (49-89). Creso en ese
ensayo es el burgués, que coloca la cuestión económica
en el centro de su vida.
Marechal interpretó la historia de la modernidad,
desde una perspectiva religiosa y espiritual, como una
historia negativa, de pérdida gradual de la espiritualidad.
Según su interpretación el momento cumbre de la
vida espiritual europea habría tenido lugar durante el
Medioevo. A partir del Renacimiento el desarrollo de
la ciencia y el materialismo creciente habían llevado a
una nueva visión de la vida que entró en conflicto con
el desarrollo espiritual de la humanidad. Luego del
movimiento moderno racionalista de la Ilustración
Francesa en el siglo XVIII y el triunfo de la Revolución,
el buen burgués dominó a nuestra sociedad, con su
particular mentalidad economicista, que transformó
los bienes materiales en los objetivos más importantes
para alcanzar. “Creso” se impuso. Por esto, Marechal
consideró que el ser humano contemporáneo era un ser
mutilado: le faltaba desarrollo espiritual.
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Muchos escritores durante el siglo diecinueve y el
veinte coincidieron con este punto de vista y criticaron
a la burguesía. La consideraron una clase materialista,
que no le daba un lugar al artista, y no entendía la vida
espiritual.33 El artista se veía sometido a las leyes del
mercado y tenía que luchar para vender sus servicios
como escribiente, o escribir a gusto del patrón, ya sea
en la prensa, o en publicaciones hechas a medida del
consumidor. La burguesía consideraba al libro como un
producto y no entendía el proceso de creatividad del
artista. Pero la interpretación de Marechal iba un poco
más lejos que la de otros escritores, porque no se limitaba
a criticar el comercialismo burgués y el consumismo,
sino que además insistía en considerar que no se podía
separar el papel espiritual del artista, del papel que juega
la religión en la vida de un pueblo. Para él espiritualidad y
religiosidad iban unidas.
Marechal se veía a sí mismo más como un artista
religioso que como un artista laico. En su explicación
sobre la evolución de la vida espiritual retrocedía hasta
el Medioevo, cuando el arte era profundamente religioso
y no existía, en Europa al menos, el artista independiente:
su actividad aparecía asociada a la religión. La literatura,
con excepción de algunas obras cortesanas, era religiosa.
Marechal se sentía prisionero de un mundo que no
compartía con él su visión teocéntrica ni vivía la religión.
Era una sociedad materialista y laica, guiada por el espíritu
capitalista de utilidad. La literatura estaba dominada por el
individualismo del ser humano. La narrativa era, en buena
parte, realista y psicológica. La interpretación dialéctica,
que veía la historia como una línea continua y progresiva,
que ascendía, e iba de un momento de oscuridad y opresión
a otro de gradual iluminación y libertad, dominaba no sólo
la perspectiva de los historiadores, sino también de una
buena parte de los literatos. En la opinión de Marechal
esta visión de la historia carecía de dos dimensiones.
Para él nuestra interpretación de la historia del hombre
estaba incompleta si no pensábamos en su ontología y
en su salvación. Por lo tanto, a la dimensión de lo que él
llamaba la vida en la tierra teníamos que agregar otras
dos dimensiones: la del mundo celestial y la del mundo
infernal. Estas eran las dimensiones de la experiencia del
espíritu medieval que faltaban en la cultura burguesa. En
su narrativa Marechal hará que sus personajes asciendan
o desciendan, además de vivir la vida cotidiana en la
tierra. Crea mundos infernales y divinos, como la ciudad
de Cacodelphia en Adán Buenosayres, y el Caracol de Venus
en Megafón, o la guerra.
La problemática espiritual de Marechal incidió
directamente en su obra, se transformó en tema de su
literatura, y condicionó su forma. Adán Buenosayres es
una novela que se gestó lentamente, le tomó dieciocho
años terminar su proceso de escritura. Durante esos
Este malestar, que se empezó a notar en el Romanticismo, se acentuó más tarde
en los artistas parnasianos y simbolistas, como Baudelaire y Verlaine y, en el
mundo latinoamericano, en los modernistas, como Julián del Casal y Darío (Pérez
15-18)
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años Marechal tuvo una gran transformación espiritual,
de la que dejó testimonio no sólo en su primera novela,
sino también en los varios libros de poesía y ensayo que
escribió, y en una hagiografía: Vida de Santa Rosa de Lima,
que publicó en 1943.
Su visión religiosa influyó en la forma de concebir el
espacio y en su manera de interpretar al hombre y a la
sociedad. Mientras el pensamiento historicista dialéctico
entendía la historia como un movimiento conflictivo de
avances y retrocesos generado por una lucha de clases,
Marechal vio la historia como un proceso en que los seres
humanos buscaban la unidad y el equilibrio. Dios había
creado al hombre y el hombre debía regresar a dios. La
sociedad se unificaba alrededor de la idea de pueblo. Dada
esta posición cristiana y nacionalista Marechal simpatizó
con el peronismo desde su primera hora. Fue uno de los
pocos escritores que lo apoyó. Lo cautivó también la idea
de justicia y reparación social que proponía Perón. Influyó
igualmente su experiencia laboral: Marechal se ganaba
la vida como maestro de escuela primaria, profesión
proletaria que le ayudó a entender la situación social de
pobreza que sufría buena parte de la población durante la
década del treinta.
En su concepto la sociedad argentina tenía graves
carencias espirituales y el peronismo ponía al hombre
por delante de los intereses materiales, era una doctrina
humanística. En una conferencia de 1947, “Proyecciones
culturales del momento argentino”, definió al peronismo
como “…una doctrina del Hombre, tendiente a lograr una
adecuación del Estado a los intereses del Hombre” (133).
Dijo que el peronismo reconocía “en la unidad-hombre
un compositum de cuerpo y alma”. Para él la noción de
“justicia social” tendía a restituirle al hombre tanto
la dignidad de su cuerpo, como “su decoro de criatura
espiritual, mediante la participación del hombre argentino
en la cultura y su acceso a las formas intelectuales que le
faciliten la comprensión de la Verdad, la Belleza y el Bien”
(133). Aprobaba también la idea de la tercera posición del
peronismo, que asumía su propio espacio político entre el
capitalismo y el marxismo, equidistante de uno y de otro.
El gobierno surgido del golpe militar de 1943 premió
la adhesión de Marechal a su causa, y se transformó en
un funcionario. El Ministro de Educación, el nacionalista
Martínez Suviría, o Hugo Wast, que era amigo de él, lo
nombró presidente del Consejo General de Educación
y Dirección General de Escuelas de la Provincia de
Santa Fe, cargo que mantuvo hasta 1945, en que pasó a
desempeñarse como Director de Enseñanza Superior y
Artística en Buenos Aires. En 1948, siendo funcionario,
publicó Adán Buenosayres, libro que tuvo muy poca
repercusión en el mundo literario de la época, y en 1951
estrenó en el teatro Cervantes su obra Antígona Vélez,
dirigida por otro peronista, Enrique Santos Discépolo
(Colla 574-6).
Es fácil prever cuál sería el destino de Marechal después
del golpe de estado que derrocó al gobierno constitucional
de Perón y proscribió el peronismo. Marechal renunció a sus
cargos e inició sus trámites de jubilación. La “Revolución
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Libertadora”, como denominaron los militares a su
golpe de estado, recibió significativo apoyo de las capas
intelectuales liberales, que participaron activamente en
el proceso político que pretendía normalizar la sociedad
y olvidar que había existido el peronismo. Estos sectores
liberales condenaron a Marechal al ostracismo (Fiorucci
176-80).
Incluyo todos estos datos porque la literatura de
Marechal es profundamente autobiográfica, y son
importantes para entender su literatura. Si en Adán
Buenosayres encontramos muchas de las experiencias
culturales de Marechal como escritor martinfierrista, en
Megafón, o la guerra encontraremos el testimonio de sus
experiencias políticas como peronista.
Los acontecimientos del año 1955 comenzaron una
etapa política única e inesperada en la historia argentina.
Los militares de la Libertadora y los sectores políticos
que apoyaron lo que Marechal consideraba una contrarevolución, incluidos una mayoría de intelectuales como
Martínez Estrada y Borges, y muchísimos otros que
colaboraron con el nuevo gobierno, pensaron que el golpe
ponía fin a toda una época y que el peronismo desaparecía
de la historia. Pero no sucedió así. Los militares habían
tratado de terminar antes con la influencia política de
Perón, apresándolo y destituyéndolo de sus cargos, en
1945, y fracasaron por el apoyo del pueblo trabajador en
la jornada del 17 de octubre. El resultado fue el opuesto al
esperado. En 1955 el General Aramburu quiso terminar
con la influencia del peronismo y lo que hizo fue disparar
un extraordinario proceso de resistencia y luchas
populares centrado alrededor de la militancia sindical,
al que llamamos precisamente la Resistencia. Numerosos
libros han sido escritos sobre este proceso de nuestra
historia, pero creo que el documento más completo para
entenderlo es la película documental que marcó una
época y es casi contemporánea de la novela de Marechal
que queremos comentar: La hora de los hornos, de Pino
Solanas y el Grupo Cine Liberación, de 1968.
Durante los años de la Resistencia, Marechal vivió
aislado, como un muerto civil, y así se designa en
su novela Megafón, pero, literariamente hablando,
fueron años muy prolíficos para él (9). Concluidas sus
tareas como funcionario peronista, y ya jubilado, pudo
dedicarse a escribir. Comenzó también un lento proceso
de revaloración de su obra, particularmente de Adán
Buenosayres, que había tenido escasa repercusión en
el momento de su publicación. Fue el grupo de jóvenes
profesores que se nucleó alrededor de la revista Contorno
el que empezó a estudiarla, no siempre con opiniones
positivas. Se destacan sobre todo los artículos de Noé
Jitrik, de 1955, y el de Adolfo Prieto, publicado en Rosario
en 1959, que polemiza con el de Jitrik. El mismo Marechal
terminó escribiendo poco después “Las claves de Adán
Buenosayres”, dialogando con Prieto.
Publicó en 1965 su novela El banquete de Severo
Arcángelo, en 1966 sus libros de poemas Heptamerón y
El poema del robot, y en ese mismo año su importante
libro de ensayos Cuaderno de navegación. No fue el suyo
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Novela y poesía en Hispanoamérica
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un caso aislado: el proceso de la Resistencia estimuló
a toda una franja de intelectuales y periodistas a
revisar la historia política argentina, y el mismo
Perón escribió numerosos libros de ensayo durante
esos años, incluido el bien conocido La hora de los
pueblos, de 1968. Creció la personalidad intelectual de
militantes históricos del movimiento popular, como
Arturo Jauretche, autor de El plan Prebisch: retorno al
coloniaje, 1956 y Los profetas del Odio y la Yapa, 1957,
y de jóvenes escritores como Rodolfo Walsh, que con
sus crónicas de investigación periodística no sólo
revolucionó el periodismo sino también la literatura.
Su libro más importante, Operación Masacre, de 1957,
analiza el mismo episodio histórico del que parte
Marechal en su novela Megafón: la fallida insurrección
peronista de junio de 1956 y la masacre de José León
Suárez.
La relativamente exitosa publicación de El banquete
de Severo Arcángelo, en 1965, sacó a Marechal del
aislamiento en que vivía. Las cosas habían cambiado
en el mundo cultural argentino durante los primeros
años de la década del sesenta, y el libro despertó de
inmediato el interés de los lectores. Esto llevó a su vez
a la reedición de Adán Buenosayres y a la aparición de
estudios sobre su obra. Marechal menciona esto en
el “Introito” que introduce Megafón, o la guerra (3).
Entre estos estudios debemos mencionar la notable
investigación de la profesora Graciela Coulsón,
Marechal. La pasión metafísica, aparecido en 1974.
La historia de la novela Megafón comienza precisamente
en julio de 1956, un mes después de la fallida revolución del
General Valle. El autor introduce a “Marechal”, personaje
cronista, que será el testigo y partícipe parcial de las
acciones de la novela. El título de la novela, Megafón, o la
guerra, puede hacer pensar al lector que va a leer un relato
sobre una guerra armada. Marechal, sin embargo, creía
en la guerra incruenta, pensaba en su sociedad como una
sociedad pacífica en que los ciudadanos podían entenderse
sin recurrir a las armas. Su arma verdaderamente es
la argumentación. Su objetivo era aleccionar al lector,
darle una lección sobre qué es la patria y hacerle tomar
conciencia de su situación. Trata de convencerlo para que
simpatice con su causa.
Todos los personajes de la novela son cristianos y viven
profundamente la religión. Marechal en 1960 se convirtió
al protestantismo y se bautizó como Evangelista (Colla
578). En esta época su vivencia religiosa se centraba sobre
todo alrededor de la figura de Cristo. Marechal creía en el
Cristo vivo. La figura de Cristo aparece numerosas veces en
la novela. Presenta al personaje denominado “El Vendedor
de Biblias”, un boxeador al que una vez se le apareció
Cristo ensangrentado en las calles y le dijo que le venía a
cobrar una deuda, la deuda era toda su sangre, y que dejara
el boxeo y se pusiera a predicar y a vender Biblias (86).
Otro personaje, el Obispo Frazada, vive profundamente
la relación con Cristo, y es esta la causa principal por la
que se opone al Cardenal, que apoyó en 1955 la procesión
anti-peronista que se organizó para el Corpus Christi y lo
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critica, provocando su reacción y persecución (275-84).
El Cardenal lo destituye de su puesto, pero Frazada sigue
junto a los pobres y los trabajadores, marchando al frente
de las columnas de obreros que enfrentan la represión
policial. Cita a Cristo como a un gran rebelde, que se puso
del lado de los pobres.
Debemos mencionar que en la década del sesenta, ante
el creciente proceso de radicalización de la juventud y la
revolución cubana, Marechal, sin dejar su cristianismo,
mostró crecientes simpatías hacia una interpretación de
izquierda de la religión y el peronismo. Aunque rechazaba
el marxismo como doctrina materialista y atea, valoró la
Revolución Cubana y en 1966 fue invitado a Cuba como
jurado del premio Casa de las Américas, invitación que
aceptó.
En su novela Marechal presenta una serie de combates
y, como él las llama, operaciones comandos. Estos
combates no están integrados en una trama realista, ni
sus personajes tienen una psicología verosímil. Marechal
los describe, tal como en sus novelas anteriores, en una
serie de episodios alegóricos, de contenido simbólico.
Esto crea un decidido distanciamiento con el lector,
que no puede identificarse psicológicamente con los
personajes ni referir las experiencias a su vida cotidiana.
La lectura es exigente y demanda un lector iniciado y
paciente: difícilmente las masas peronistas pudieran
interesarse en la lectura de este libro. El autor, podemos
pensar, queda preso en su pasado vanguardista. Marechal
valora la experimentación y la búsqueda de un nuevo
lenguaje y rehúsa simplificar los aspectos formales de la
novela. Cree en el sentido estético de la literatura, en la
belleza, y piensa que es el lector, independientemente de
su formación y educación, el que tiene que acercarse a la
obra de arte, y no la obra de arte empobrecer su lenguaje
para hacerlo accesible al lector.
Los episodios alegóricos, tal como lo demostró Susana
Cella, son de carácter emblemático. Introduce situaciones
no realistas, simbólicas (Cella 44-6). Plantea la novela en
un tono de comedia, y más aún de sátira. Sus personajes
son seres exagerados, deformados, y el autor los asocia a
conceptos determinados (Viñas 11-18). El diálogo entre
los personajes es intelectual, crítico y por momentos
filosófico. Megafón es una novela alegórica cristiana y
peronista, que se propone moralizar al lector. Su objetivo
principal es hacerle entender bien el sentido y el valor de
la patria.
Marechal describe a la patria como una víbora, un
vertebrado de cuerpo largo que se desliza en la historia y
tiene bajo su piel otra piel en crecimiento que eventualmente
va a reemplazar su piel actual. El personaje Megafón dirá en
sus discursos que la piel de la víbora es en esos momentos,
en 1956, una piel reaccionaria, conservadora: es la piel de
la vieja oligarquía que ha vuelto a irrumpir en la historia
argentina con la contrarrevolución que derrocó a Perón
(10-15). La piel que está abajo en gestación es la piel del
pueblo. Hacía falta provocar el cambio de piel, para que
el pueblo pudiera aparecer en toda su vitalidad y belleza.
Marechal tratará de ayudar a que eso ocurra haciendo una
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
crítica destructiva a cómo se manejaban las instituciones
durante los años de la Revolución Libertadora. Para
desprestigiarlas presenta una serie de episodios satíricos
y burlescos que describen el asalto del grupo de Megafón
a cada una de esas instituciones. Megafón selecciona a
un grupo regular de “soldados”, los cuales forman parte
de los comandos según los operativos. Los comandos se
enfrentan a distintos personajes alegóricos en cada una
de las aventuras que emprenden. La novela introduce una
serie de episodios tragicómicos aleccionadores. Megafón
y sus amigos sacan importantes lecciones de estas
situaciones.
Marechal aspiraba a un arte integral e integrado,
que asociara todos los recursos expresivos posibles: la
palabra, la imagen, la música. Describe las aventuras
tragicómicas de Megafón y su grupo en escenas animadas y
teatrales (Cavallari 144). El lector tiene que imaginar esas
aventuras como sainetes grotescos. Los personajes son
deformados, exagerados. Tanto los personajes como los
espacios son simbólicos. Megafón, por ejemplo, representa
al trabajador total. Es un individuo que ha tenido todos los
oficios y recorrió el país trabajando en diversas provincias
y luego, embarcado, viajó por otros países, para tener una
idea mejor desde afuera de cómo era nuestro continente.
Megafón es un trabajador sabio y autodidacto. Procura
aprender siempre y lee compulsivamente. Lo llaman el
Autodidacto y el Oscuro de Flores.
Megafón no es su verdadero nombre, que el cronista
dice desconocer (4). Es el apodo que le dan, porque usaba
un megáfono grande para dirigir las peleas cuando
trabajaba de árbitro de boxeo. Marechal lo describe
como un lector bárbaro, salvaje, que lee de todo y tiene
una voracidad de aprender incalculable (5). Megafón es
capaz además de conducir a sus soldados al combate. Es
un héroe, un individuo que sabe lo que busca. No sólo un
hombre de acción sino también un líder intelectual. Los
lidera en su búsqueda política y espiritual. Megafón habla
de dos batallas: la terrestre y la celeste. El objetivo final
sólo se alcanza en la batalla celeste: encontrar a Lucía
Febrero. Lucía es una divinidad que simboliza la belleza
y la libertad. Cuando la encuentra, en el final de la novela,
Megafón cae en éxtasis.
Mientras está contemplando a la divinidad sus
enemigos lo rodean y lo matan. El héroe es sacrificado.
Tifoneades, su enemigo, el dueño del Caracol de Venus,
el edificio circular al que habían entrado Megafón y
sus amigos para enfrentar una serie de pruebas, decide
desmembrarlo y repartir los pedazos de su cadáver por
toda la ciudad de Buenos Aires. Será misión de su esposa,
Patricia, el recomponer la unidad perdida, juntar los
pedazos. Le faltará sin embargo el falo. En el final de la
novela Marechal sugiere que en Buenos Aires aún están
buscando el falo simbólico del héroe.
Si Megafón es el héroe del pueblo, el hombre político, el
papel religioso por excelencia corresponde al filósofo loco
Samuel Tesler, personaje que ya había aparecido en Adán
Buenosayres, y al que tienen que rescatar del manicomio
para poder integrarlo al grupo. Megafón lo aprecia porque
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
cree que con Samuel, que es judío, se integran los dos
testamentos bíblicos. Samuel, además, es un místico, que
se apoda Jonás II, y que dice a sus compañeros de la calle
Vieytes que vendrá a rescatarlos del vientre de la ballena
(41).
Los otros soldados del grupo son personajes cómicos:
los hermanos Domenicone, dos matones fanfarrones que
obedecen en todo y piensan poco; Capristo, el “fauno”
afilador; y el dúo Barrantes-Barroso. En BarrantesBarroso Marechal vuelca toda su visión grotesca: se trata
de dos ex-periodistas, padre e hijo, que fracasaron en su
profesión por su imaginación excesiva que los llevaba a
distorsionar la verdad. Son dos personajes delirantes,
sobre los que descansa en gran medida el efecto cómico:
hacen reír constantemente al lector con sus salidas
absurdas.
Si los personajes son disparatados, también lo son las
situaciones: el asalto al manicomio para liberar al filósofo
Tesler, que dice que lo llevaron allí para dirigir un grupo
de altos estudios; la visita a la casa de baños turcos donde
tienen preso al chancho burgués, el rico del Evangelio, y
lo hacen transpirar para que purgue sus faltas, a ver si
puede pasar por el ojo de una aguja y entrar en el reino de
los cielos; la operación comando de invasión a la casa del
Gran Oligarca, durante la cual se animan todos los retratos
de sus antepasados en la sala donde están para hacer un
gran juicio histórico a la oligarquía nacional, a la que
acusan de traición a la patria; el psicoanálisis del General,
en que irrumpen en la vivienda del General González
Cabezón, símbolo del poder militar representado en esa
época por la cúpula liderada por el General Aramburu, y
lo enjuician por la masacre de trabajadores en José León
Suárez y el fusilamiento del General Valle; la Biopsia del
Estúpido Creso, cuando visitan la caverna de Creso, y
parodian una ceremonia religiosa en que intervienen
el Espectro Marxista y el Pobre Absoluto, se adora el
número y la riqueza y termina con el castigo del rico
Creso, estaqueado, a la manera gaucha; y la Payada con el
embajador de Estados Unidos, Mr. Hunter, donde Megafón
denuncia al imperialismo del Tío Sam y le pregunta cómo
es que el niñito Sam se hizo Tío antes de ser sobrino, cómo
creció tan rápido. Todos estos episodios responden a las
batallas terrestres de Megafón, mientras que la invasión
al Chateau de Fleurs, titulada la Operación Caracol, en que
penetran en el Caracol de Venus, forma parte de la última
batalla del héroe, la batalla celeste. Allí encuentra a Lucía
Febrero, que era el objetivo final de la búsqueda.
Esta es la novela más política de las que escribió
Marechal, donde propone, como vimos, una visión
de la patria, donde busca concientizar al lector de
la situación de opresión que sufre bajo el gobierno
dictatorial militar, donde critica a la oligarquía, a la
Iglesia que se alía al Ejército golpista, al empresariado
explotador de la clase obrera, al imperialismo que no
respeta la soberanía nacional. Elige, como personaje
principal, un héroe de la clase obrera que, en las
historias alegóricas que componen la novela, representa
al trabajador y al militante peronista. Marechal integra
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Novela y poesía en Hispanoamérica
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a la cuestión política la problemática cristiana, como
tema de la novela, ya que varios de los personajes viven
profundamente la cuestión religiosa, de la que hablan
constantemente. Megafón, el héroe, cuando comienza
su día, reza junto a su mujer Patricia. Tanto Megafón
como Samuel Tesler regularmente invocan a dios y
pronuncian sermones y discursos religiosos.
Marechal recrea con sentido poético el mundo de los
barrios de trabajadores y clase media de Buenos Aires:
Villa Crespo, Saavedra, Flores, La Boca. Los personajes
sólo se desplazan al centro y a las zonas pudientes,
como San Isidro o Barrio Norte, para sus operativos, ya
que allí viven algunos de los personajes que atacan. El
culto al mundo de los barrios se expresa también en las
descripciones de las escenas, que son compuestas como
verdaderas escenografías teatrales con color local, y
los personajes animados como actores de comedia.
Durante el viaje a Saavedra los personajes van a ver si
aún estaba allí la entrada al Infierno de Buenos Aires,
que había descripto Marechal en Adán Buenosayres,
y encuentran que encima del sitio han construido un
monobloc, a pesar de lo cual las fuerzas del infierno,
los demonios, siguen actuando. Terminan visitando
el almacén “La Esquina”, en el que se aparecen los
espectros de malevos del pasado, y Megafón pregunta
si no ha andado por allí George, aludiendo a Borges y
su gusto por las mitologías del suburbio. Megafón tiene
entonces un ensueño, inspirado, dice, en el recuerdo
de Macedonio Fernández: ve una calesita en un baldío,
rodeada de una luz fosfórica, manejada por dos
demonios, que discuten sobre el futuro del tango con
el Bandoneonista Gordo, el Bandoneonista Enclenque
y el Bandoneonista Sanguíneo. Aparecen después en
esta escena los fantasmas de Garufa, la Chorra, la Rubia
Mireya, la pobre Viejecita, y otros personajes creados
en las letras de tangos, y el mismo Discepolín, que llega
para dar su definición sobre el tango, que para él es
“una posibilidad infinita”.
En estas escenas coreografiadas Marechal vuelca su
imaginación compositiva y poética: la poesía ha sido el
modo expresivo alrededor del cual construyó su obra.
Los personajes aparecen bajo una luz difusa, hablando
un lenguaje coloquial y simbólico a un tiempo, que
mezcla la lengua cotidiana con la frase filosófica. La
búsqueda estética y literaria va a la par de su búsqueda
religiosa y política. Las escenas más impactantes, desde
un punto de vista plástico y compositivo, ocurren en
el Chateau de Fleurs, en el delta del Tigre, donde el
narrador va describiendo los personajes y situaciones
de cada uno de los círculos. En uno de estos, aparecen
mujeres gordas desnudas, que yacen en el suelo sobre
sus vientres, portando, cada una, una vela entre las
nalgas: son las mujeres candelabros. Más allá, sobre
unas grandes valvas abiertas, aparecen jóvenes efebos.
Se escucha una música ululante. Entran unos robots con
sus penes mecánicos erectos que se ponen a perseguir
a los efebos. Megafón compara lo que está viendo con
escenas tomadas de un cuadro de Brueghel.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
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La manera de escribir de Marechal, su uso de
personajes alegóricos y las situaciones simbólicas de
la novela, crean un mundo novelesco inusual. Marechal
es el poeta que se ha hecho narrador lentamente, con
mucho trabajo y con cierta dificultad. Aún cuando esta
es la novela más política de Marechal, es una novela
extremadamente artística, en que el escritor está
en búsqueda constante de nuevos modos y formas
expresivas, y difícilmente pudiera llegar a un lector
no literario. Requiere un lector culto y paciente, capaz
de seguir al autor en sus juegos alegóricos y en sus
discusiones paródicas y burlas intelectuales.
Marechal era un individuo altamente crítico de su
tiempo, desencantado con su sociedad. No solamente
criticaba el materialismo y la marginación del artista
y el escritor, sino que iba más allá y censuraba el
proyecto liberal y libertario de la modernidad. Para él
la modernidad había destruido la vida espiritual teísta
de los siglos anteriores y era la culpable de lo que él
consideraba la decadencia moderna. En la sociedad
reinaba el egoísmo individualista y la injusticia. Se
victimizaba al artista, se victimizaba al pobre. Pensó
que el peronismo proponía un regreso a una vida
espiritual cristiana más justa. Los peronistas debían
resistir contra los abusos de poder y luchar contra las
injusticias.
Sus novelas alegóricas, simbólicas y poéticas analizan
y censuran la sociedad moderna para aleccionarla. Esta
sociedad, desde su punto de vista, necesitaba de una crítica
y un correctivo. En el personaje de Lucía Febrero, Megafón
encontró una vía de salvación. Al final de la novela Megafón
logra llegar al centro del Chateau de Fleurs y ver a Lucía
Febrero. Lucía Febrero representa la belleza trascendente,
la verdad y la libertad, que para Marechal son los tres
valores capaces de salvar a nuestra sociedad.
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Bibliografía citada
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de los signos. Xalapa: Universidad Veracruzana, 1981.
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Coulsón, Graciela. Marechal. La pasión metafísica.
Buenos Aires: García Cambeiro, 1974.
Fiorucci, Flavia. Intelectuales y Peronismo 1945-1955.
Buenos Aires: Editorial Biblos, 2011.
Gramuglio, María Teresa. “Retrato de escritor como
martinfierrista muerto”. Leopoldo Marechal, Adán
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Marechal, Leopoldo. Megafón, o la guerra. Buenos Aires:
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Novela y poesía en Hispanoamérica
---. Adán Buenosayres. Madrid: ALLCA/Colección
Archivos, 1997. Edición crítica de Jorge Lafforgue y
Fernando Colla.
---. Descenso y ascenso del alma por la belleza. Buenos
Aires: Ediciones Citerea, 1965.
---. Cuaderno de navegación. Buenos Aires: Editorial
Sudamericana, 1966.
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Leopoldo Marechal, Obras completas. Buenos Aires: Perfil,
1998. Tomo V: 131-141. Compilación de Pedro Luis Barcia.
---. “Las claves de Adán Buenosayres”. Leopoldo
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Pérez, Alberto Julián. La poética de Rubén Darío. Crisis
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Aires: Corregidor, 2011. Segunda edición.
Prieto, Adolfo. “Los dos mundos de Adán Buenosayres”.
Boletín de Literaturas Hispánicas No. 1 (1959): 57-74.
Romano, Eduardo. “La poesía de Leopoldo Marechal y
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Sarlo, Beatriz. Borges, un escritor de las orillas. Buenos
Aires: Emecé Editores/Seix Barral, 2007.
Viñas, David. Grotesco, inmigración y fracaso: Armando
Discépolo. Buenos Aires: Corregidor, 1997.
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Alberto Julián Pérez
La vida es un tango: historia y
alegoría
La vie est un tango, de Copi (Raúl Damonte Botana, 19391987) fue originalmente publicada en francés en París en
1979, el mismo año en que apareció su novela La cité des
rats. Su edición en castellano se publicó en 1981. Aira cree
que Copi escribió la obra primero en castellano y luego la
tradujo al francés (Aira 67). Esta es la única novela suya
con texto en castellano escrito por el autor.
La vida es un tango pertenece al grupo de sus obras que
centran su interés en la problemática nacional argentina,
su historia política, su literatura y su cultura, entre las
que se destacan, además de esta, su novela póstuma
L´Internationale Argentine, 1987, y sus obras de teatro Eva
Perón, 1970, La sombra de Wenceslao, 1978, y Cachafaz,
1981, contemporáneas las dos últimas de La vida es un
tango. Paralelamente a las obras de temática nacional, Copi
desarrolló otra línea temática distintiva en su narrativa
y en su teatro: la vida homosexual, en las novelas Le bal
des folles, 1977 y La guerre des pédés, 1982 y en las obras
de teatro L´homosexuel et la difficulté de s´exprimer, 1971,
Les escaliers du Sacré-Cœur (escrita en 1984) y Une visite
inopportune, 1987 (Mateo del Pino 211).
El título de la novela hace referencia a una película
musical de ese nombre, dirigida por Manuel Romero
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
e interpretada por Hugo del Carril, de 1939, el año del
nacimiento de Copi, que contaba la vida de un cantor de
tangos. Copi situó la primera parte de su novela en esa
época, 1940, y, en la segunda parte, su protagonista,
Silvano, se gana la vida cantando tangos en las calles de
París.
La narrativa formó parte de su última etapa de
desarrollo como artista. En su primera juventud se había
inclinado hacia el dibujo y el teatro. Al poco tiempo de
llegar a París, en 1962, pudo ingresar como dibujante en
Le Nouvelle Observateur, un semanario parisino de gran
prestigio. Recibió rápido reconocimiento por su tira
cómica La femme assise. Durante la segunda parte de la
década del sesenta y la primera parte del setenta, Copi
escribió varias obras de teatro en francés, entre las que
se destacaron Eva Perón y L´homosexuel ou la difficulté
de s´exprimer. Las representaron en París los directores
argentinos expatriados Alfredo Arias y Jorge Lavelli
(Tcherkaski 53-62).
En 1973 comenzó su etapa de narrador con la
publicación de una novela breve, L´Uruguayen. Aira señaló
que Copi, en su evolución de artista, había logrado integrar
su sensibilidad como dibujante e historietista al teatro,
y luego había llevado todas estas habilidades al mundo
de la narrativa (Aira 71-3). Tuvo una gran influencia en
él su experiencia en París con los integrantes del Grupo
Pánico: el español Fernando Arrabal, el chileno Alejandro
Jodorowsky y el francés Roland Topor (Torre-Espinosa
219-44). Estos artistas rechazaban la imagen burguesa
del escritor. Influenciados por el Surrealismo tardío
(Arrabal conoció y frecuentó a André Breton en la década
del 50), los miembros del grupo Pánico querían crear un
arte neo-vanguardista original. Deseaban que el artista
pudiera expresar en su obra su yo profundo. Jamás
hicieron un manifiesto conjunto, porque precisamente
buscaban darle al creador total independencia, no ceñirlo
a una idea fija. Querían ir más allá de la literatura. No
respetaban la separación entre los medios artísticos ni
creían en la educación académica del artista. Ensayaban
y experimentaban constantemente, transitando por
diferentes géneros y modos expresivos.
Introdujeron en sus espectáculos lo que ellos llamaron
la “ceremonia pánica”. La ceremonia pánica era una
fiesta, o una situación pública hilarante, exaltadora,
donde se mezclaban el ridículo y el ritual (Arrabal 4152). Combinaban lo serio con lo cómico, lo histórico
con el disparate. Fueron rompiendo los criterios de la
lógica, para alejarse del realismo. Aparecían en sus obras
situaciones inesperadas y azarosas que rompían la ilusión
mimética, distanciando al espectador, impidiendo que
se identificara completamente con lo que sucedía en la
escena. Ese distanciamiento irónico creaba una distancia
crítica. La burla constante dirigida hacia sí mismo evitaba
que la literatura se volviera autojustificación hedonista.
La escena brusca, concebida rápidamente, impedía que
el significado se fijara y el autor buscara la perfección,
que consideraban poco auténtica, pequeño burguesa y
conformista.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Los inspiraba el ejemplo de las primeras vanguardias,
que regresaron en los sesenta. El surrealismo era un
movimiento que nunca había perdido su vigencia, estaban
aún en plena actividad artistas como Dalí y Buñuel, y
André Breton seguía ejerciendo su liderazgo.
Los artistas sesentistas, tanto los franceses como los
artistas expatriados establecidos en Francia, entre los
que estaban los integrantes del grupo Pánico, Copi y los
escritores argentinos que vivían en París, como Julio
Cortázar y Héctor Bianciotti, simpatizaron con las ideas
revolucionarias del Surrealismo. Los artistas surrealistas
habían apoyado al marxismo durante los años veinte
y al trotskismo en la década del treinta y participaron
en las luchas sociales. Creían que el artista no podía
ser indiferente a la vida política ni vivir encerrado en
su mundo privado. Los jóvenes del sesenta aportaron
sus propios ideales revolucionarios. Gran parte de ellos
apoyaron la lucha de liberación de Argelia en su guerra
independentista contra el poder colonial francés y
defendieron la legitimidad de la revolución cubana. La
crisis social hizo eclosión, simbólicamente, en el mayo
francés de 1968.
Copi planteó su novela La vida es un tango como una
alegoría histórica (Montaldo 108-9). Eligió para esta
novela momentos y escenarios que fueron importantes
en la vida de su familia y en la historia política de su
país, Argentina, y de Francia, su patria adoptiva: situó la
primera parte de la obra en la redacción del diario Crítica
en Buenos Aires, durante mayo de 1940; la segunda parte
en París, durante mayo de 1968; la tercera en Paraná,
Entre Ríos, durante el carnaval del año 2009 (Link
142-4). Creó una historia ficticia que aludía a varias
experiencias biográficas en las que había participado su
clan familiar. Su familia tuvo un papel destacado en la
formación y establecimiento del periodismo de masas en
Argentina. En la novela aparecen tanto su abuelo, Natalio
Botana, como su padre, y él mismo (Abós 339-42). Copi
hizo una gran comedia con ese pasado familiar.
Ve los acontecimientos históricos desde una
perspectiva personal subjetiva. Nos presenta una visión
grotesca, satírica, deformada de los hechos. Introduce
situaciones burlescas desopilantes, creando confusión.
Quiere que el lector ría libremente, pierda las inhibiciones
y se le entregue. Arrasa con los patrones sicológicos de
conducta de la clase “decente” argentina. Busca un lector
que supere sus prejuicios de clase. Mantiene la actitud
rebelde de las vanguardias históricas de los años veinte:
hace suyo el “épater le bourgeois”, ofender el “buen gusto”
burgués, ese grito de guerra de los poetas franceses
simbolistas, liderados por Baudelaire y Rimbaud, del que
se apropiaron las vanguardias varias décadas después.
En la primera parte de la novela la historia del
personaje coincide con la trayectoria vital del padre de
Copi, en la segunda, con la de Copi mismo, y en la tercera,
combina a ambos. Esta manera de tratar la historia con
elementos autobiográficos, considerados desde una
perspectiva antirrealista, y de hacer girar la trama
insistentemente alrededor de sí mismo, con obsesión
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Novela y poesía en Hispanoamérica
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narcisista, caracteriza la manera de sentir y trabajar de
Copi (Pron 107-23).
En la primera parte de la novela, el joven Silvano Urrutia
viaja a Buenos Aires en tren desde Paraná. Silvano es el
personaje protagónico principal. Copi narra en tercera
persona. El joven llega a la estación de Constitución, donde
lo espera Lauro Bochinchola, director del diario Crítica.
El diario Crítica fue uno de los grandes diarios de
Buenos Aires, fundado por el abuelo de Copi: Natalio
Botana (Abós 324-29). En esta novela su abuelo Natalio
es el Gordo Bochinchola. Copi, que era dibujante y
caricaturista además de escritor, disfrutaba exagerando
las características de sus personajes para divertir al lector,
y permitirle visualizar sus aspectos más interesantes.
Apellida a su personaje “Bochinchola”, que el lector asocia
con la palabra “bochinche”, que significa ruido, alboroto.
El Gordo Bochinchola es un personaje escandaloso.
Crítica era un diario sensacionalista de gran difusión en
Buenos Aires. Fue el primer diario de esas características
que tuvo una circulación masiva. Copi, en la primera
parte, va a transformar la experiencia del periodismo
de masas en una gran comedia caricaturesca y grotesca,
en la que muestra el carácter oportunista y poco ético
del periodismo contemporáneo, su papel en las luchas
políticas y su capacidad de influir en la opinión pública y
mediar en defensa de los intereses de los grupos de poder.
Su abuelo, Natalio Botana, que era uruguayo, había
fundado el diario en 1913. Su familia vendió el diario en
1951, si bien su publicación continuó hasta 1962. Botana
murió en un accidente en 1941, a los 52 años, dos años
después de nacer Copi, y el periódico decayó rápidamente
después de su muerte. Botana era un genio del periodismo
popular, y un maverick político, y su trabajo resultó
irremplazable (Abós 335-356). Ni el padre de Copi, un
experimentado ejecutivo, ni sus hijos fueron capaces de
ocupar un papel de liderazgo en Crítica comparable al
suyo. La muerte de Botana generó enfrentamientos entre
los hijos, la esposa y el padre de Copi, que se disputaron la
dirección y la propiedad del periódico.
Copi representa con mucho humor a su abuelo en la
novela. Es un hombre gordo y cínico, que conduce el diario
y se ocupa de cada detalle. El Gordo Bochinchola recibe
a Silvano, que llega desde Paraná, y se transforma en su
antagonista en la primera parte. El personaje de Silvano
se basa en su propio padre, Raúl Damonte Taborda, o, al
menos, en una versión idealizada de él. Copi caracterizó
a la figura paterna en esta novela con relativo respeto. En
su última novela, La internacional argentina, 1987, vuelve
a aparecer el personaje del padre, y Copi se burla de él aún
más de lo que se burla de su abuelo en La vida es un tango.
En esa época el padre de Copi ya había fallecido.
Raúl Damonte Taborda era periodista y, a instancias
de su suegro, desarrolló una breve carrera política.
Botana lo propuso como candidato a diputado nacional
por el Partido Radical. Fue elegido y se transformó en su
operador en el Congreso.
Su padre, como el personaje de la novela, había
efectivamente llegado desde Paraná a Buenos Aires
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Novela y poesía en Hispanoamérica
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para trabajar en el periodismo. Al tiempo de entrar a
Crítica conoció a Georgina, la hija menor de Botana, que
se enamoró de él. Poco después se casaron. Damonte
se transformó en colaborador y aliado de su suegro, y
progresó sirviendo sus intereses económicos y políticos
(Abós 339-41).
Los Botana fueron una familia que se formó en el
periodismo de masas. Su diario tenía enorme arraigo
popular y alcanzaba a grandes sectores de la población.
Llegó a tener una tirada de 900.000 de ejemplares en
1926, una cantidad exorbitante para una ciudad como
Buenos Aires, que contaba en esa época con algo más de
2.000.000 de personas, en un país que tenía 10.000.000
de habitantes. El papel estratégico que jugaba el diario
en la sociedad argentina los transformó en una familia
muy influyente. Resultaba fundamental para los
sectores poderosos que el diario apoyara su política y
defendiera sus intereses. Natalio Botana simpatizaba
con el ala conservadora del Partido Radical, los radicales
antipersonalistas, que apoyaban a Alvear, y rechazaban a
Irigoyen.
Las posiciones políticas que defendía el periódico
cambiaban con frecuencia. En 1928 Botana apoyó el
regreso al poder de Irigoyen, en 1930 se pronunció a
favor del golpe militar contra Irigoyen, y en 1931 entró en
conflicto con los militares que habían apoyado el golpe y
estos clausuraron por un tiempo su periódico. Crítica era
un periódico oportunista, como buena parte de la prensa
burguesa de Buenos Aires, pero el gran tiraje le daba
más poder a su director que al de otros periódicos. Podía
influenciar más la opinión pública y los distintos sectores
políticos buscaban su apoyo.
Botana se había transformado, a los pocos años de
llegar a Buenos Aires, en un hombre riquísimo. Se unió
a la escritora anarquista Salvadora Medina Onrubia. La
buena fortuna y el lujo cambiaron la vida de su familia.
Su mujer, originalmente muy rebelde, dejó de escribir
para el teatro al tiempo de estar con Botana, y sus hijos
crecieron en la opulencia (Saítta 30-34). Los Botana eran
una familia de gustos extravagantes, que sorprendía con
su comportamiento a la burguesía porteña.
En la primera parte de la novela, el Gordo Bochinchola
va a la estación de trenes de Constitución por la
madrugada, junto a su hermano, el Mono, a esperar a su
nuevo periodista “pajuerano”, Silvano Urrutia. Era este
un joven de 19 años, de Paraná, que había ganado un
concurso nacional de poesía organizado por Crítica. Su
premio era un puesto en la redacción del diario. Luego
de recibirlo en la estación, se dirigen al periódico. En el
camino, Bochinchola decide detener su Rolls Royce en
un conocido restaurante, “El Tropezón”, frecuentado por
importantes personajes de la noche de Buenos Aires.
En esta novela Copi sigue la que ya era su manera
habitual de narrar: describe rápidamente lo que sucede,
resumiendo los hechos. En momentos precisos detiene el
progreso lineal de la historia y abre la trama a una escena
dramática. El narrador cuenta alternando resúmenes y
escenas. Las escenas son grandes espectáculos grotescos
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Novela y poesía en Hispanoamérica
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y en ellas suceden las cosas más inesperadas. La primera
escena desopilante ocurre en el restaurante “El Tropezón”.
Al entrar en el lugar Silvano ve a la famosa actriz de cine
Yoli de Parma, a la que admiraba. Está junto a su marido,
un Senador, que era hermano del Gordo Bochinchola. El
Gordo informa a la concurrencia que Silvano es el joven
que ganó el concurso de poesía de su diario. Lo aplauden.
Silvano se tropieza con un mozo, que le hecha encima una
sopera repleta de líquido. Allí comienza una gigantesca
gresca entre los comensales del restaurante, que se
insultan, se pelean y se arrojan comida. Logran salir del
lugar.
La acción se acelera, impulsada por las sorpresas y
los malos entendidos. Yoli se le echa encima y lo besa,
mientras el Senador, que estaba borracho, los mea. Se van
en el auto. Silvano le dice al Gordo que la prensa en Buenos
Aires está corrompida, y que quiere volverse a Paraná. El
Gordo lo lleva a la estación para que se tome el tren de
regreso.
Yoli baja tras él y le ruega que la deje acompañarlo. Él no
quiere, porque tiene novia, y ella, agraviada, se lo lleva a
su casa a la rastra y hacen el amor. El Gordo lo llama a casa
de Yoli y le pide que vaya al diario. En el baño encuentra
al Senador, se pelean y Yoli los echa del departamento a
los golpes. Van al diario Crítica. Los recibe el Gordo y le
presenta a su editor, Horacio Silberman.
Silberman era judío y homosexual. Silvano estaba
horrorizado. El Gordo tenía un sirviente negro y lo
maltrataba. Poco después les avisan que Silberman se
había caído encima de las rotativas y estaba muerto.
Dejaron escrito en un muro: “judío puto”. Había sido un
asesinato. Alguien anuncia que los nazis habían ocupado
Holanda. El jefe de policía llama al Gordo y le dice que
aumentaron los atentados antisemitas en Buenos Aires.
Al ir a la oficina del Gordo, Silvano ve que Graciela,
su secretaria, el Mono, el Negro y el Senador estaban
haciendo una orgía: el Negro sodomizaba al Senador, que
sodomizaba al Mono, que sodomizaba a Graciela. Silvano
le dice al Gordo que es un inmoral.
Yoli les avisa que habían acusado a Silvano del asesinato
de Silberman. Llega el jefe de policía para arrestarlo. Yoli
les apunta con un revólver y se lleva a Silvano con ella.
La policía los sigue. Se bajan del Rolls Royce cerca del
Obelisco y escapan los tres en la moto del Negro. Van al
conventillo de la Paloma, donde vive su familia. Esculapio
le dice a su padre que había ido a verlo para presentarle al
único hombre honesto de la Argentina.
Así termina la primera parte. Toda la acción ocurrió en
solo un día. En la segunda parte, la trama se desarrolla a
lo largo de siete años, en la ciudad de París. El personaje
central es el mismo Copi. Raúl padre, el Silvano de la
primera parte, se funde con Raúl hijo. El narrador da un
salto temporal en la historia de 1940 a 1962. No respeta el
tiempo lógico del relato.
Resume lo que había ocurrido desde que Silvano
escapara de Buenos Aires. Dorita, la novia que había
dejado en Paraná, había quedado embarazada y tuvo un
hijo suyo. Su padre se hizo cargo del hijo y se casó con ella.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Las Fuerzas Armadas habían dado un golpe de estado.
El Gordo Bochinchola y Yoli hicieron un acuerdo con los
militares y les cedieron el diario Crítica a cambio de su
libertad.
En París Silvano conoció a Arlette, una mujer de 36
años, casada, que cantaba en un cabaret. Tuvo un hijo con
ella, Didier, y vivían juntos en un sexto piso.
Tiempo después, Silvano recibió una carta del Gordo
Bochinchola. Luego de 7 años de padecimiento y mala
racha, les había tocado la suerte: el Mono ganó la Lotería y
el Gordo, con el dinero, fundó un nuevo diario, Crónica, que
en ese momento vendía un millón y medio de ejemplares.
Crónica era, efectivamente, un diario de Buenos Aires,
creado en 1963, que poseía un espíritu popular similar al
de Crítica. Copi imagina que fue su mismo abuelo quien
lo fundó. El Gordo le dice a Silvano que en ese momento
han secuestrado a siete Generales y le están exigiendo al
gobierno militar que den elecciones. Lo han propuesto
a él como candidato. El diario Crónica estaba haciendo
una campaña a su favor. Le pide que vuelva. Silvano le
responde que no quiere ser Presidente.
Su relación con Arlette era muy mala. Conoce a
Solange, una chica que le parecía fea, con quien tenía una
gran afinidad espiritual. Silvano se ganaba el sustento
cantando tangos en la calle. El Gordo Bochinchola le envía
mil dólares y decide volver a la Argentina.
La llama a Solange y le comunica su decisión. Comienza
la gran escena que va a desembocar en el fin de la segunda
parte. Les avisan que la policía ocupó la universidad de
la Sorbona. Están en la plaza de L´Estrapade, no muy
lejos. Aparece una columna de estudiantes marchando
por la calle. Al frente, liderándola, va Arlette. Levantan
una barricada. Llevan a todos los chicos a un billar, para
que no corran peligro. Quieren hacer la revolución. Se
enfrentan a la policía. Silvano duda: no entiende bien por
qué ocurre todo eso. Arlette marcha con un grupo hacia el
Teatro Odeón.
Se habían llevado a su hijo Didier a la Sorbona. Silvano
va a buscarlo. Sigue a una manifestación. Se enfrentan a la
policía, que les tira gases lacrimógenos. Salen corriendo
hacia la Sorbona. Hay un clima de fiesta en las calles:
los pintores regalaban su arte, los burgueses les traían
alimentos. En el patio de la universidad apilaban libros
para quemarlos. Busca a su hijo Didier. Encuentra a
Solange y su hija. Las ratas invaden la universidad. Deja
a los chicos con un amigo y van al teatro Odeón. Los
estudiantes se habían apropiado de los trajes del teatro y
pasaban delante de ellos vestidos con ropa de época.
Entran en el Odeón. Arlette estaba en el escenario.
Dirigía la representación. Llega Solange. Está cambiada,
Silvano la encuentra atractiva. Se abrazan. Van a un palco
del teatro y hacen el amor. Silvano se da cuenta que ama a
Solange. Se dirige al escenario y canta el himno nacional
argentino. Arlette entra desnuda al escenario. Silvano
canta el tango “Adiós muchachos”.
Entra la policía y los ataca con granadas lacrimógenas.
Persiguen a los manifestantes disfrazados. Arlette empieza
a cantar “La Marsellesa”. Cae el pesado telón encima de
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
todos. Golpea con fuerza en el pecho a Arlette. Silvano la
abraza. Ella le pide que le haga el amor y cae muerta en
sus brazos. Es la primera víctima de la revolución.
Las mujeres se apoderan del cuerpo de Arlette y lo
envuelven en una bandera roja. Es una mártir. La llevan
en andas al Panteón, mientras cantan “La internacional”.
La gente duerme abrazada en las calles. Silvano quiere
ir al aeropuerto con Didier. Llega Solange en moto. Le dice
que se vuelve a su país. Ella le pide que se quede para
continuar la revolución. Silvano le responde que París ha
muerto y regresa a la Argentina.
La segunda parte termina con un Silvano que no
entiende lo que pasa a su alrededor, en momentos que
comienza la revolución de la juventud francesa. No sabe
cómo enfrentar la situación y escapa.
En la tercera parte nos encontramos con un hombre
que vive perdido. Es 2009 y Silvano va a cumplir cien años,
es decir que había nacido en 1909. Cronológicamente no
coincide con la fecha de nacimiento del personaje que
había dado en la primera parte: 1921. Raúl Damonte
Taborda, su padre, había nacido en 1909, y cambia el año
anterior al del nacimiento de su padre. Copi nunca vio ese
futuro: murió de sida en París en 1987.
Sitúa la acción de esta última parte en Paraná. En la
primera parte, el narrador había presentado a Silvano
como poeta, en la segunda, cantaba tangos y, en la tercera,
es un anciano que escribe sus memorias. Había heredado
tierras de su padre y era un hombre rico. El hijo que había
tenido con Dorita vivía en Estados Unidos y era ingeniero.
Su hijo Didier viajaba siempre a Cuba y Pakistán; creía que
estaba metido en política.
Silvano vivía en el pasado, creía que estaba en 1979.
Habitaba en la misma casa en que había nacido, cerca del
río Paraná. Iba a cumplir un siglo de vida y llegan a visitarlo,
desde París, Solange y Yoli. Yoli había estado casada con un
hombre marroquí muy rico, había sido amante del Sha de
Irán y era dueña de gran parte del centro de París. Solange,
la idealista, había sido la primer diputada ecologista de
Europa en 1993. Cuando las ve llegar juntas, Silvano cree
que lo invaden las ánimas del pasado. Pronto se convence
de su error.
Era tiempo de carnaval. El alcalde le avisa que tiene que ir
al desfile, donde estarán los otros dos caudillos centenarios
de la ciudad. Siempre lo entrevistaban para que hablara
de los golpes de estado de los que había sido testigo en
Argentina. Silvano se sube a la higuera para esconderse. El
Intendente viene a buscarlo, no lo encuentra e invita a Yoli y
a Solange a ir al corso con él. Salen y Silvano desciende de la
higuera. Llega Pelito, un chico huérfano de ocho años al que
él ayudaba. Le dice que encontró la gruta que él buscaba,
donde había escondido un tesoro en su niñez. Le promete a
Pelito que le va a dejar toda su fortuna, y que la utilice para
escaparse. Llegan a la gruta pero el tesoro no era el de él.
Pelito va a bañarse al río. Silvano ve un dibujo que había
grabado en su adolescencia sobre la pared de la gruta, en
el que estaba teniendo sexo con una chica. Se desencadena
una tormenta. Le parece ver a Arlette en el fondo de la
gruta. Su visión cesa y Silvano cae muerto.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Copi termina la novela con un Silvano que no entiende
bien qué pasa a su alrededor. Le recomienda a Pelito, el
niño con quien se identifica, usar su dinero para escapar.
Esa fue también la actitud que asumió el autor. Su vida fue
un continuo desplazamiento, territorial y sicológico. Esa
búsqueda caracteriza a su literatura. Sus personajes son
seres autodestructivos que viven en un mundo peligroso
que cambia siempre.
Su mundo alegórico es caricaturesco y cómico. Deforma
los personajes y las situaciones. Estas se desarrollan
con rapidez sin dar lugar a la creación de personajes
verosímiles. Se desplaza de la narrativa a la comedia y a la
caricatura. Entra y sale de la literatura.
Copi fue testigo del Mayo francés. Las ideas de los
expatriados del Grupo pánico, particularmente Arrabal y
Jodorowsky, lo ayudaron a legitimar su manera de vivir el
arte. Busca siempre la originalidad y trata de sorprender
al lector. Las situaciones sexuales que presenta son
cómicas y degradantes a un tiempo. No persigue el
equilibrio ni la perfección de la forma. El escritor renuncia
a la progresión lógica de la historia y cunde el descontrol.
Ansía la libertad total. Se expresa en la exaltación y la
celebración colectiva. La escena delirante es el núcleo
de la fiesta pánica: es el momento clave de su relato. El
narrador construye su historia en función de ella.
Primero, cuenta sucintamente los hechos relevantes
ocurridos hasta ese momento, los eventos más importantes
en la vida de los personajes, y después los libera en una
gran escenario, donde tiene lugar la explosión emocional,
física y visual de la fiesta descontrolada. Es un gran
espectáculo lleno de acción. Sus situaciones inesperadas
pueden ser violentas, absurdas y cómicas a la vez.
Si bien sus tramas no son realistas, Copi proyecta
siempre su mundo personal y su problemática en sus
novelas. Detrás de la creación alegórica y de la fábula nos
muestra su historia de familia, sus preocupaciones de
escritor, y su vivencia de la sexualidad. Su literatura gira
en torno a su vida.
Copi forma parte de ese grupo de artistas expatriados
que se fueron de su país buscando algo, y escapando de
aquello que los limitaba y angustiaba. Estaban tratando
de defender su creación. Cortázar y Saer pudieron, en
Francia, tomar distancia con su país natal y lograr una
mejor perspectiva de su sociedad y su cultura. Hicieron de
su exilio el instrumento doloroso de su arte. El sentimiento
de pérdida que expresan Cortázar y Saer en sus novelas,
su obsesión con su patria, su necesidad de estar lejos pero
espiritualmente en ella, marca el viacrucis del desterrado.
Copi había salido de Buenos Aires a los 6 años y
vivió parte de su infancia en Montevideo. Su familia era
uruguayo-argentina. Regresó a Buenos Aires en 1955,
durante su adolescencia, y vivió allí hasta 1962. Ese año se
fue a Francia y ya no volvió a residir en su país. Vivía en un
proceso de búsqueda constante y amaba el movimiento
y la transitoriedad. Se desplazaba de una lengua a otra
y probablemente, como creyó Aira, no se encontró a sí
mismo en ninguna (Aira 67). Se sentía extranjero dentro
y fuera de su lengua (Estrade 161-74). Copi nos comunica
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Novela y poesía en Hispanoamérica
en su obra esa sensación de novedad y extrañeza que
también encontramos en otros artistas vanguardistas y
neovanguardistas expatriados, como Samuel Beckett y
Fernando Arrabal.
Su arte provisorio desconfía del arte pequeño burgués
condescendiente y busca las emociones fuertes, los
placeres terribles, dolorosos y prohibidos. Quiso dejar un
testimonio de quien era. Habló de su país, del periodismo,
de su familia, de París, de su homosexualidad y del
Sida, la enfermedad terrible que lo mató. Fue militante
homosexual, denunció el racismo, criticó a la sociedad
argentina y se burló de sí y de los suyos. En vida, como
otros artistas exiliados, se sintió mutilado. En La vida es
un tango resolvió, simbólicamente, el dilema del retorno
a la patria, al lugar de origen. Silvano volvió a Paraná y
encontró el tesoro escondido en la caverna. Tuvo su visión
final del amor. Regresó a su patria y se encontró a sí
mismo. Su odisea tuvo un final feliz. No fue sin embargo el
destino de Copi, como no lo fue tampoco el de esos otros
expatriados ilustres: Cortázar y Saer.
Copi nos dejó una obra imperfecta, experimental,
porque no creyó ni en la vida perfecta ni en el arte
perfecto. Creyó en el arte como búsqueda de sí y
testimonio de sus experiencias y sus deseos. Fue un
artista neovanguardista, post-surrealista, que sintió que
la vida era cambiante, fugaz y transitoria, y le exigía al
escritor una transformación y una reinvención constante,
y trató de mostrarlo y comunicarlo en su obra.
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Alberto Julián Pérez
Bibliografía citada
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2013.
Aira, César. Copi. Rosario: Beatriz Viterbo, 1991.
Arrabal, Fernando. La panique. Paris: Union Générale
d´Éditions, 1973.
Copi (Raúl Damonte Botana). Obras. (Tomo I). El uruguayo,
La vida es un tango, La Internacional Argentina, Río de la Plata.
Barcelona: Anagrama, 2010.
---. L´Uruguayen. Paris: Éditions Christian Bourgeois,
1999.
---. La vie est un tango. Paris:Éditions Libres-Hallier, 1979.
---. La cité des rats. Paris: Belfond, 1979.
---. Le bal des folles. Paris: Christian Bourgeois, 1977.
---. La guerre des pédés. Paris: Alvin Michel, 1982.
---. L´ Internationale argentine. Paris: Belfond, 1978.
---. Une visite inopportune. Paris: Christian Bourgeois,
1999.
---. La Pyramide, La tour de la Défense, Le Frigo, La Nuit de
madame Lucienne,
Les Escaliers du Sacré-Cœur. Paris: 10/18, 1988.
---. Cachafaz/La sombra de Wenceslao. Buenos Aires:
Adriana Hidalgo, 2002.
---. La femme assise. 1981. Paris: Stock, 2002.
---. L´homosexuel et la difficulté de s´exprimer. Paris:
Christian Bourgeois, 1998.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
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Estrade, Christian. «Copi: extranjero en la lengua». Ana
Santos, José Domingues de Almeida, Edts. L´Étranger tel
qu´il (s´) écrit. Porto: Universidade do Porto, 2014:161-174.
Link, Daniel. La lógica de Copi. Buenos Aires: Eterna
Cadencia, 2017.
Mateo del Pino, Ángeles. “Un argentino o la teatralidad
del simulacro: Copi”. Arrabal No. 7 (2010): 209-20.
Montaldo, Graciela. “Un argumento contraborgiano en
la literatura argentina de los años 80 (Sobre C. Aira, A.
Laiseca y Copi)”. Hyspamérica No. 55 (1990): 105-112.
Pron, Patricio. “Aquí me río de las modas”. Procedimientos
transgresivos en la narrativa de Copi y su importancia
para la constitución de una nueva poética en la literatura
argentina. Tesis doctoral. Philosophischen Fakultät de la
Georg-August-Universität de Göttingen, Alemania. 2007.
Web.
Saítta, Sylvia. “Un nuevo modelo de mujer”. Teatro No.
110 (Mayo 2012): 30-34.
Tcherkaski, José. Habla Copi. Buenos Aires: Galerna,
2013. Nueva edición ampliada.
Torre-Espinosa, Mario. “La influencia de las
vanguardias francesas en el Teatro Pánico de Fernando
Arrabal”. Impossibilia. Revista Internacional de Estudios
Literarios No. 17 (Mayo 2019): 219-44.
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Alberto Julián Pérez
Copi político: La Internacional
Argentina
L´Internationale argentine fue la última novela que escribió
Copi (Raúl Damonte Botana, 1939-1987), fallecido en
París de Sida en 1987. Apareció publicada en francés al
año siguiente. Esta obra, junto con la tragicomedia Une
visite inopportune, constituyen una especie de legado
del autor y abarcan, por separado, las dos problemáticas
que desarrolló en su literatura: la cuestión nacional
y la identidad del escritor, por un lado, y la experiencia
homosexual, por el otro.
Copi vivió toda su vida adulta en París, ciudad a la que
emigró a los 22 años, en 1962. Escribió la mayor parte
de su obra en francés. Formó parte de una diáspora de
escritores hispanos establecidos en Francia, en la que los
argentinos ocupaban un lugar destacado. Cuando Copi
llegó ya vivían allí Julio Cortázar y Héctor Bianciotti.
Luego llegaría Juan José Saer. A estos se les sumaron los
directores de teatro Jorge Lavelli y Alfredo Arias, y la
actriz Marilú Marini, que ayudaron a Copi en su carrera
como actor y dramaturgo.
Copi provenía de una familia de la alta burguesía
argentina. Su abuelo era el periodista uruguayo Natalio
Botana, fundador y director en Buenos Aires del célebre
periódico Crítica; su abuela era la escritora anarquista
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Salvadora Medina Onrubia; su padre, el periodista y
político Raúl Damonte, casado con la hija menor de Botana,
Georgina (Saítta 54-9).
El periodismo y la política signaron el destino de su
familia. Su padre militaba en la rama Antipersonalista
del Partido Radical, liderada por Alvear; fue diputado
nacional de 1938 a 1943 y dirigió en la Cámara Baja la
comisión Investigadora de Actividades Antiargentinas
(Irisarri 175-90). Fue parte del sector político que atacó a
Perón, acusándolo de agente del régimen nazi.
El 17 de octubre de 1945, cuando se produjo en Buenos
Aires la movilización obrera que pedía por la liberación de
Perón, ocurrió un grave incidente policial en el que quedó
implicado el diario Crítica. Desde su edificio tirotearon a
una columna de manifestantes que pasaba por Avenida
de Mayo y asesinaron a un joven estudiante. El padre de
Copi, que era Director del periódico (su suegro, Natalio
Botana, había muerto en un accidente en 1941), optó por
dejar el país y se estableció con su familia en Montevideo
(Tcherkaski 48).
Copi residió en Uruguay hasta 1955. Habitó en
Montevideo entre sus 6 y sus 15 años. La familia regresó
a Buenos Aires después del Golpe de Estado que derrocó
a Perón y Copi cursó su última parte del Bachillerato en el
Colegio del Salvador. No hizo estudios universitarios.
En Buenos Aires tuvo una vida social activa, leía mucho
e iba al teatro. Su familia disfrutaba de la vida cultural
porteña: su abuela había sido dramaturga y su padre tenía
inclinación hacia el arte y la pintura. A Copi le gustaba
el teatro y el dibujo. Comenzó a dibujar para periódicos
y revistas locales. Eran dibujos humorísticos, satíricos
(Pron 14)
Al poco tiempo de llegar a Francia pudo entrar como
dibujante de planta en unos de los periódicos más
prestigiosos del país, Le nouvel observateur. Durante diez
años trabajó para el semanario, creando tiras cómicas
que lo darían a conocer al público francés y europeo. Su
personaje más popular fue «La femme assise», la mujer
sentada (Barbéris 18-9).
A diferencia de los otros escritores argentinos
residentes en París en esa época, Cortázar y Bianciotti
particularmente, Copi había tenido una formación
literaria limitada. Se sentía más cómodo con aquellos
artistas que poseían una educación amplia y ecléctica,
como la suya. Fue muy importante para él conocer a los
integrantes del Grupo Pánico: Alejandro Jodorowsky
(1929 - ), Roland Topor (1938 – 1997) y Fernando Arrabal
(1932 - ). Jodorowsky era chileno y Arrabal español. Topor
era el único francés y era artista plástico.
Arrabal había llegado a París en 1952 y se acercó a
André Breton, el líder del Movimiento Surrealista, que
lo invitó a sus reuniones y promovió algunas de sus
obras. Sus ideas influyeron en el joven Arrabal. Breton
proponía trasponer las barreras que separaban el arte de
la vida. Quería que los géneros y las artes fluyeran y se
entremezclaran. El artista debía crear libremente, forjar
lenguajes nuevos. Permitir que el mundo imaginario se
confundiera con el mundo real.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Al tiempo de participar en los encuentros de Breton,
Arrabal, Jodorowsky y Topor se distanciaron de él y
conformaron un grupo independiente, al que llamaron el
Grupo Pánico. Resentían el control que este quería tener
sobre los artistas que se vinculaban con él. Asimilaron, sin
embargo, sus ideas. Utilizaron como base de sus creaciones,
según Arrabal, sus propias experiencias biográficas y
aquellos acontecimientos históricos que habían de una
especie de despedidas casi no le que tenabal que ten nuit
avec Julien. moria hists del nuevo medio social lo llevaron
a ían sido importantes en sus vidas. Los asociaban con
sucesos imaginarios, combinando biografía y fantasía.
Arrabal creía que Breton en su obra había descuidado
esta posibilidad (43-4). Esto no era objetivo. Bretón había
publicado en 1928 una novela pionera, fundamental para
el movimiento, basada en sus experiencias personales,
Nadja.
Los miembros del Grupo Pánico no se limitaron en
sus creaciones a una forma artística determinada: iban
de las artes plásticas al teatro, al cine, a la narrativa.
Copi se vinculó a ellos y estos lo aceptaron. No trataron
de condicionarlo, porque estos artistas no aspiraban a
conformar un movimiento ni crear su propio canon. Eso
era algo que le criticaban al Surrealismo: había generado
nuevas reglas, nuevos límites, nuevas formas. Breton se
había transformado para ellos en un artista ortodoxo.
Los artistas pánicos buscaban mayor libertad en las
formas y en el lenguaje. Eran jóvenes expatriados y se
sentían cómodos con su nueva identidad. Habitaban en un
centro cosmopolita donde convivían múltiples lenguas y
nacionalidades (Torre-Espinosa 219-44).
Copi, como espíritu independiente, aprendió mucho
durante sus primeros años en París, e hizo su propio
camino. Buscó sus oportunidades. Su trabajo en Le
nouvel observateur le abrió puertas. En 1965 le pidieron
autorización para llevar su personaje humorístico «La
mujer sentada» al teatro. Los convenció de que él mismo
lo podía hacer. Venía de una familia de dramaturgos y en
su adolescencia había escrito una obra. Le presentaron
al director argentino de teatro Jorge Lavelli, formado en
Buenos Aires. Se hicieron amigos y empezaron a colaborar
juntos (Tcherkaski 53-62). Ese año también llegó a París
el dramaturgo y director franco-argentino Jerome Savary.
A partir de 1966 Copi escribió numerosas obras teatrales
en francés, en varias de las cuales actuó. Si bien el francés
no era su lengua materna, se sentía cómodo expresándose
en ella. La adoptó como su lengua artística. Escribirá muy
pocas obras directamente en castellano (Estrade 161-74).
Se ataba poco a las convenciones. A la hora de escribir,
su punto de partida era la página en blanco. En su
entrevista con José Cherkaski, en 1983, Copi reconoció
que su formación era limitada, tanto en las artes plásticas
como en la literatura (27-31). Había sido muy buen lector
durante los años que pasó en Argentina, de los 15 a los 22
años. Esa formación no se extendió en el tiempo. En esos
momentos casi no leía ni iba al teatro.
Durante su adolescencia y su primera juventud había
visto mucho teatro. Su familia amaba el arte. Hablaban de
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cine, de libros y de pintura. También de política. Su padre
había conspirado contra el gobierno constitucional de
Perón y apoyó el golpe militar que lo derrocó. Regresaron
al país después del golpe. La dictadura militar creó un
estado policial y reprimió duramente a los sectores
populares. Su familia fue una de las que se benefició con
los cambios políticos.
Copi creció en un ambiente elitista y reaccionario,
típico de la alta burguesía argentina. Su padre deseaba
que siguiera sus pasos. Él había estado al servicio de los
intereses de su familia. Había sido la mano derecha de
su suegro, había practicado “periodismo de guerra” y
defendido la política oportunista de su grupo (Abós 33942). Copi, sin embargo, estuvo muy lejos de obedecer el
deseo paterno. Se abrió a otros intereses. Era homosexual
y su obra muestra el peso que su experiencia sexual tuvo
en su vida. La oligarquía porteña era una clase limitada
y prejuiciosa. Era racista, machista, hipócrita. Copi
cuestionó sus valores y su manera de ver el mundo.
Su homosexualidad se volvió para él algo más que una
práctica personal: la levantó como bandera de libertad. Se
transformó en uno de los pilares sobre los que descansó
su creación artística. No negó su biografía familiar, ni la
historia de su país, aunque le resultaban conflictivos y
difíciles de asumir. En sus obras circula subterráneamente
una constante crítica a su clase de origen. Tuvo un enorme
coraje para enfrentar la vida.
Su existencia fue difícil y en muchos aspectos trágica.
No se lamentó de las vicisitudes que vivió con su familia,
ni se dejó llevar por la autocompasión ante la trágica
enfermedad que lo asoló y le ocasionó la muerte.
A partir de la década del setenta, Copi agregó un nuevo
género a su producción: la narrativa. Escribió novelas y
cuentos durante los años sucesivos. Empleó, igual que
en su dramaturgia, el francés, en la mayor parte de sus
obras. En 1984 supo que tenía Sida. En esos años esta era
una enfermedad mortal, que desgastaba progresivamente
el sistema inmunológico y llevaba a los infectados a la
muerte. Copi comprendió que su carrera literaria estaba
llegando a su fin. Cada nueva obra que preparaba era una
especie de despedida.
L´internationale argentine es una novela que escribió
más aprisa que otras anteriores, como Le bal des folles, 1977
y La vie est un tango, 1979. Estas dos últimas habían sido
muy elaboradas desde el punto de vista del lenguaje y la
forma literaria. En esos momentos, en cambio, necesitaba
ajustar cuentas con su país y su cultura. L´internationale
argentine es una sátira política en que denuncia los
prejuicios, el racismo, el elitismo, el oportunismo de su
clase de origen: la oligarquía argentina.
Su personaje principal, Nicanor Sigampa (inversión de
sílabas: Si-gam-pa; si-pa-gan), es un individuo que, como
lo indica su nombre, todo lo «paga» y todo lo compra. Es
un hombre de raza negra, que se comporta como un señor
blanco argentino de la clase alta de los años cincuenta:
imita a la aristocracia inglesa, tanto en sus modales
como en su manera de vestir, es terrateniente y vive de
sus rentas, considera a la política un juego y compensa
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Novela y poesía en Hispanoamérica
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económicamente a los demás si se someten a sus deseos.
Frente a él está Copi, el narrador y personaje antagonista
(el escritor le pone su propio nombre), un poeta mediocre
al que Sigampa finge admirar.
Al componer el personaje del poeta, Copi toma como
materia su propia historia y biografía. Incluye a su padre
y a su madre dentro de la trama cómica. La vida de su
narrador-personaje tiene paralelos con su propia vida:
es un emigrado que sale de Argentina a los 22 años y se
transforma en un artista expatriado en París.
El autor despliega en esta obra una variedad de
recursos dramáticos y narrativos. Una parte central de
su poética es la celebración de grandes fiestas grupales
donde los personajes realizan las acciones más insólitas
e inesperadas. Los artistas del Grupo Pánico se habían
valido de este recurso previamente como elemento
central en sus obras (Arrabal 97). Copi crea en sus
escenas múltiples enredos y confusiones. Era un tipo de
teatro ritual, paródico, no realista. Daba al autor una gran
libertad para expresarse.
Las situaciones cambiaban en forma vertiginosa,
pasando de la comedia a la tragedia grotesca en unos
pocos párrafos. La fiesta era un encuentro hilarante y una
guerra, una podía transformarse en la otra. Emplea este
recurso en prácticamente todas sus novelas, tanto las de
temática homosexual, como Le bal des folles y La guerre
des pédés, como en sus obras más políticas, con personajes
heterosexuales, como La vie est un tango y L´internationale
argentine. En estas dos últimas obras tienen un peso
formal más limitado que en las novelas homosexuales. La
fiesta en el bar de la primera parte de La vie est un tango se
transforma en una gran batalla, y la fiesta en la embajada
de Uruguay en el fin de la novela L´internationale argentine
es una lucha campal, llena de situaciones grotescas y
exageraciones absurdas que divierten al lector. No se trata
de un humor gratuito. Siempre sus narraciones persiguen
un fin moral. El comentario y la crítica social acompaña
cada una de las escenas.
El cuadro o escena dramática es la forma básica o
unidad expresiva de su arte, independientemente de
su medio de representación. Lo utilizaba por igual en
el dibujo, el teatro, la novela y el cuento (Aira 14-5). Le
daba a la situación o historia la inminencia del presente,
y creaba un gran despliegue visual y escénico. El escritor
pone en juego a diversos personajes. Estos se comportan
de manera impredecible y “loca”.
En sus tragicomedias y sus novelas, Copi creó múltiples
situaciones con personajes marginales. Sus travestis,
gigolós y transformistas son sumamente originales y
disparatados. Copi contrastaba lo que eran a lo que creían
ser. Estos personajes sintetizan el absurdo de la condición
humana. Son censurables, ridículos, enloquecidos.
Pueden matar, violar, auto-mutilarse. En el delirio de la
acción no se salva nadie. Los personajes destruyen y se
autodestruyen. Forman parte de una gran ceremonia
catártica de sacrificio.
El argumento de L´internationale argentine progresa
y se desenvuelve con fuerza y rapidez. La novela está
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
cargada de situaciones de gran riqueza ideológica.
Estos eventos crean una historia exaltada, en crescendo
constante.
En el comienzo de la novela el poeta Darío Copi,
narrador y personaje, residente en París, conoce a
Nicanor Sigampa. Este lo cita para hablar con él en el
Café de la Paix. Es el año 1986. Nicanor es un argentino
negro, descendiente de esclavos, que vive en París. Posee
una fortuna incalculable y es muy excéntrico. Su tarjeta
de presentación dice: «Internacional Argentina. Frutos
de la imaginación». Está organizando una Internacional
Argentina, que se propone reunir a todos los artistas e
individuos argentinos creativos y sensibles que viven en
el extranjero, y coordinar sus acciones. Le entrega un
cheque de 500.000 francos. Lo invita a cenar en su casa al
día siguiente. Vivía en una mansión en el exclusivo sector
parisino de Neuilly, con su madre anciana y su padre
muerto embalsamado.
La extraña historia se vuelve cada vez más atrapante
(Amícola 145). Uno tiene que aceptar que va a moverse
dentro de un mundo inverosímil, alegórico (Montaldo
111). Es una novela surreal y el creador nos cuenta lo que
desea e imagina. Comunica una sensación de libertad al
lector. A un disparate le sigue otro y a una carcajada la
siguiente.
Sigampa trata de convencer a Copi de que la
Internacional es apolítica. Este disiente. Los artistas,
le dice, tienen todos opiniones políticas y además se
detestan. Copi es un antagonista de Sigampa. Los otros
personajes tampoco están de acuerdo entre sí, se pelean.
Estos enfrentamientos crean situaciones cómicas y
hacen que la historia tome caminos inesperados. En este
universo no hay armonía. El objetivo de la Internacional
Argentina es cambiar el orden, revolucionarlo.
Los personajes están en un juego constante de
seducción frente a los demás. Quieren que el otro sirva a
sus intereses y se someta a sus gustos y caprichos. Pero
el otro se resiste. Este juego genera una dinámica que
modela la relación entre todos los personajes.
Copi le dice a Sigampa que no comparte su utopía. Este
lo presionará hasta lograr que acepte lo que él quiere.
Copi se va al barrio bohemio de Montparnasse y comienza
a deambular por sus cafés y restaurantes. El personaje le
confía al lector su vida: su biografía tiene paralelos con
la historia real del autor. Cuenta que se fue de Argentina
cuando era muy joven y se mantiene al abrigo de los
problemas políticos. Se sintió siempre un argentino en
París, un ser apolítico y sin nacionalidad, pero no un
exiliado. Nunca tuvo nostalgias de Buenos Aires.
Entra en varios restaurantes: en uno ve a la artista
avant-garde argentina Mafalda Malvinas y a sus propios
padres. Estos se habían vuelto hippies y consumían
drogas. Tenían más de setenta años y se comportaban
como adolescentes. Su padre, que era Cónsul del Uruguay
en París, le pregunta por la obra que está escribiendo: su
«trilogía poética».
Allí le presentan a una joven, Raúla Borges, que dice
ser nada más y nada menos que la hija natural del célebre
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
escritor Jorge Luis Borges. En un restaurante vecino
encuentra al exagerado Miguelito Pérez Perkins, mal poeta,
que funge de agregado cultural de la Embajada Argentina
y es el novio oficial de Raúla. A Miguelito lo conocía muy
bien: había sido su compañero de clase en el Colegio del
Salvador en Buenos Aires. Miguelito le cuenta algunos
detalles secretos de la historia de Nicanor Sigampa:
algunos años atrás había tenido un grave accidente
montando a caballo. Había estado en coma durante cinco
años. Finalmente, había podido recuperarse y en esos
momentos era el hombre más rico de la Argentina.
Al día siguiente llega a su departamento de visita su
ex-mujer, la extravagante María Abelarda. Su ex-mujer es
la típica artista porteña interesada y oportunista. Vive
en New York, organiza “happenings” y hace «streaking»,
desnudándose en lugares públicos. María Abelarda se
instala en su departamento. Copi no quiere compartir la
vivienda con ella. Decide irse. Planea volar a Argentina,
dice que allí podrá estar en paz y escribir sus libros. Pero
Sigampa, que todo lo controla, lo sigue. Sigampa tiene
otros planes. Le pide que se quede: quiere hacer de él el
próximo Presidente de Argentina. Van a crear una nueva
república. La imaginación será la guía de su política.
Copi acepta y regresa a su departamento. Allí se
encuentra a Miguelito Pérez Perkins. Todo se precipita.
Su padre lo llama, necesita dinero. ¡Dice que se jugó el
Consulado en el Casino y lo perdió! Su madre le da una
importante noticia: van a celebrar su cumpleaños en el
Consulado. Copi no entiende: su cumpleaños no era en
diciembre, sino en agosto. Su madre le insiste que está
equivocado.
La historia adquiere un carácter cada vez más
inesperado y desopilante. Llega a visitarlo el embajador
argentino Pérez Sanchulo, acompañado de su mascota
salvaje: un puma. Necesita que Copi le pida a Nicanor
Sigampa 4.000 millones de dólares para la Embajada. Está
desesperado. Le ofrece a Copi un porcentaje.
A Copi no le interesa el poder. Pero siente curiosidad.
Le están gustando todos esos manejos: ¿podía un
energúmeno como él ser Presidente y hacerse pasar por
un iluminado de la historia? Acepta el desafío. Se deja
tentar.
Sigampa dice que le presentará a los miembros de su
gabinete ministerial y prepararán juntos un manifiesto.
Sacarán su doctrina de su libro de poesía El sol rojo de las
Pampas. La imaginación poética será el motor de su acción
política.
La trama se vuelve más densa. La novela deviene
una comedia de enredos. Se crean situaciones de gran
confusión.
Esa noche Copi cena en un restaurante chino con
su ex María Abelarda. Van luego a una boîte argentina,
donde encuentran a Raúla y Miguelito. Copi reflexiona
seriamente sobre su vida y su destino. Había salido de su
patria escapando de lo que la dictadura argentina había
hecho posible: la corrupción administrativa, el machismo,
la homofobia, la censura. En esos momentos las cosas
en su país estaban cambiando. Había un presidente del
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Partido Radical. Como el personaje del tango “Volver”,
reconoce que está anclado en París y dejó su corazón en
Buenos Aires.
Sigampa lo manda a buscar. Es urgente. Lo habían herido
en una pierna. Le explica que le va a dejar instrucciones en
su caja fuerte sobre lo que tiene que hacer en caso que
a él le pase algo. Teme por su vida. Sus guardaespaldas
lo escoltan de regreso a su casa. Al llegar se encuentra
al Embajador, que lo esperaba emocionado.¡Le habían
dado el dinero! De pronto se escuchan dos tiros. Los
guardaespaldas, al ver al puma, le habían disparado. El
pobre animal muere en brazos de su amo.
Copi y María Abelarda se van a vivir al caro hotel George
V. Copi tiene que aprender a gastar dinero en grande,
como un verdadero Presidente. Poco después Miguelito le
informa que habían encontrado muerto al Embajador.
Al día siguiente Copi va al prometido almuerzo
organizado por Nicanor. Están presentes el embajador
soviético y varios de sus primos: todos negros imponentes
como él. Venían de varios países y se dedicaban a
las altas finanzas. Estaban listos para solventar su
campaña presidencial. Uno de ellos planea organizar una
inmigración masiva de negros a la Argentina. Copi está
feliz con la idea. Él favorece la integración racial. En su
patria hay lugar para todas las razas y minorías oprimidas,
incluida la indígena. Cree en un mundo sin fronteras ni
razas.
Le revelan que fue Miguelito Pérez Perkins quien mató
al embajador. Nicanor lo hace encarcelar de inmediato.
Cree que es un terrorista. Copi prepara un manual para la
interpretación correcta de sus obras poéticas. Su poesía
será la base de su doctrina política.
Van a la fiesta que le organizan a Copi en el Consulado
del Uruguay. Será el último gran escenario de la novela.
Llegan al lugar. El Consulado comienza a incendiarse.
Sofocan el incendio. Su padre le anuncia que la policía
liberó a Miguelito. Descubrieron que al embajador lo había
asesinado su propia esposa.
Preparan un Manifiesto con Nicanor. En el futuro
gobierno de Copi habrá justicia social y diversión
para toda la población. Repartirán pan gratis. Nicanor
depositará 4.000 millones de dólares en el Banco Nación
de la Argentina para capitalizar al país. Van a hacer una
película sobre la vida de Copi, será al estilo de las comedias
norteamericanas. Llega Miguelito, que salió de la cárcel,
con Raúla. Está enojado con él. Miguelito lo enfrenta y lo
acusa, Raúla lo llama dictador fascista. Habían sido viejos
compañeros de colegio. Finalmente hacen las pases.
Su madre quiere hablar con él algo urgente. Tiene una
terrible confesión que hacerle: Copi había nacido en un
campo de concentración judío y no era hijo de su padre.
Su verdadero padre era un sub-oficial nazi.
El marido de su madre era un judío Capo del pabellón
donde vivían. Emigraron a Argentina después de la guerra.
¡Copi va a ser el primer presidente judío de la Argentina!
Su nombre verdadero no es Copi: es Kopisky, y nació en
Varsovia. Copi o Kopisky no sale de su asombro. Va con su
madre al salón de fiesta.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Nicanor viene a anunciarle una mala noticia: la
imaginación perdió la contienda y la mediocridad ganó la
partida. Sus primos rechazaron su propuesta y eligieron a
Miguelito Pérez Perkins como candidato a Presidente y no
a él. Se habían opuesto a su candidatura. Los argentinos
no aceptarían jamás tener un presidente judío. ¿Y qué
podían hacer ellos dos juntos? Serían la alianza de un
negro paralítico y un judío ciego.
Copi, humillado, quiere hablar con María Abelarda.
Necesita su consejo. La busca por toda la casa. La encuentra
en un dormitorio: estaba haciendo el amor con uno de los
primos de Nicanor, el negro gigante Salame Sigampa. Se
arrastra sigilosamente por el piso, se mete debajo de la
cama y saca de su cartera el revólver que ella guardaba.
Ya habían llegado los periodistas. Los sirvientes se
paseaban con unos carteles de propaganda en los que
habían escrito: “Internacional argentina. Los frutos de la
imaginación”. Para insultarlo aún más, habían tachado su
nombre de los carteles y escrito encima “Pérez Perkins”. La
orquesta tocaba el tango “La cumparsita”. Se encienden los
reflectores y de pronto, en lo alto de la escalera, aparece,
convertido en estrella, acompañado de Raúla, Miguelito.
La gente los aclama. El candidato a Presidente les lee una
“Oda” que escribió. Copi está rabioso, le había robado una
de sus poesías. Es un impostor total, le ha quitado su lugar
en la historia.
Copi, despechado, quiere vengarse: saca el revólver
del bolsillo. Le apunta. Los guardaespaldas de Sigampa lo
ven. No entienden qué pasa, observan que va a disparar y
le tiran ellos a Copi antes. El balazo le da en la frente. Copi,
trágicamente, muere. Es el fin del accidentado argumento.
La Internacional argentina es una obra burlesca y una
sátira política que busca ridiculizar y criticar a la sociedad
argentina. La presenta como una sociedad antisemita y
racista, que negaba su relación con su pasado indígena.
Copi creía en la integración racial. En Argentina vivían
muy pocas personas de raza negra. Los miembros de la
clase alta y la clase media, sin embargo, llamaban con
desprecio “negros” y “cabecitas negras” a los obreros y
trabajadores pobres, aunque no fueran de esa raza. Era
su manera despectiva de negarles valor. Para ellos el
negro o el indígena era una categoría inferior de persona.
El gobierno popular de Perón había reivindicado a estos
sectores pobres y humillados: eran sus “grasitas”, sus
“descamisados”.
Copi no se identificaba con la manera de pensar de
la clase alta antiperonista. Su filosofía política era una
idealización de la filosofía libertaria del 68 francés, que
él había vivido. Su novela es un ajuste de cuentas con su
confuso pasado argentino. Su situación de clase era difícil:
descendía de una familia que había sido propietaria de un
importante periódico popular, Crítica, y había hecho su
juego con el poder político al servicio de sus intereses.
En esta obra su padre y su madre aparecen como hippies
extravagantes, viejos borrachos que utilizan la diplomacia
en su propio beneficio.
Las mujeres que retrata son vanidosas y aman el dinero.
Piensan en el poder e impulsan a los hombres a alcanzarlo
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
para beneficiarse ellas. Los artistas son seres decadentes.
Individualistas, viven en constante competencia entre
ellos.
Copi mira su pasado con desencanto. No quiere mostrar
compasión hacia sí mismo. La distancia, sin embargo, lo
lastima. Es un artista expatriado. Vuelve a sus orígenes:
su país, su infancia, su familia. Necesita autoafirmarse en
ese momento trágico. Su enfermedad, el Sida, era grave y
mortal.
En su novela sostiene una estética personal híbrida.
Sus personajes son caricaturas burlescas. Los artistas
expatriados no se aceptan entre sí. Su sueño de
internacionalidad fracasa. Al final de la novela triunfa el
impostor Pérez Perkins.
París es la casa de muchos artistas desplazados.
Sueñan con conquistar el mundo. Los escritores viven en
un estado de exaltación constante.
Esta es la novela póstuma de Copi. En ella quiso decirnos
algo sobre la vida de la diáspora argentina y la moral de su
país. Reconocemos al hombre que habitó una vorágine y no
siempre pudo elegir. Nos dejó una literatura singular, que
celebra la vida aún en sus momentos más difíciles.
Su manera de novelar se ajusta al desarrollo de su
personalidad. Permitió que su arte fluyera evitando
ponerse límites. Siempre prestó más atención a sus propios
deseos y necesidades que a la historia del género. Su poética
es híbrida porque es personal, no trataba de ceñirse a
una forma ideal ni de crear escuela. El acomodamiento
progresivo a las exigencias materiales del medio social
parisino y las transformaciones subjetivas que sufrió lo
llevaron a buscar y desarrollar nuevos procedimientos
formales para poder expresarse.
Su imaginación era la fuente principal de su arte. Su
desafío era enfrentarse con la página en blanco. Por eso en
sus escritos la forma fluye, es abierta. Encuentra nuevos
modos y su lector tiene que adaptarse a su propuesta. Va
modelando a su propio público.
Copi es el artista que quiere escapar de sus limitaciones,
se busca fuera de su patria, de su lengua, de las
imposiciones sociales, y asume una nueva identidad. Su
necesidad obsesiva de extrañamiento lo lleva a habitar un
margen de la literatura (Link 54). Es un artista maldito. Su
relación con la historia literaria es ambigua. Lo guían ideas
neo-vanguardistas. Es en cierto modo un escritor postsurrealista.
Sus desplazamientos entre países y lenguas y sus
cambios de identidad conforman el núcleo vivo de su
literatura. Ambas experiencias fueron para él fuentes de
gran conflicto y sufrimiento: por eso el carácter agónico de
su creación.
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Bibliografía citada
Abós, Álvaro. Ciudadano Botana. Buenos Aires: Vergara,
2013.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
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2012.
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chimères. Paris: Éditions Orizons, 2014.
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---. La vie est un tango. Paris: Éditions Libres-Hallier,
1979.
---. L´internationale argentine. Paris: Belfond, 1988.
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(Tomo I). Barcelona: Editorial Anagrama, 2010: 223340.
---. Une visite inopportune. Paris: Christian Bourgois,
1988.
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Santos y José d´Almeida, Eds. L’ Étranger tel qu´il (s) écrit.
Porto: Universidad do Porto, 2014: 161-174.
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Damonte Taborda y el diario Crítica (1938-1943).” Anuario
del Centro de Estudios Históricos “Prof. Carlos S. A. Segreti”.
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Pron, Patricio. “Aquí me río de las modas”. Procedimientos
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argentina. Tesis doctoral. Philosophischen Fakultät de la
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Saítta, Sylvia. “ Anarquismo, teosofía y sexualidad:
Salvadora Medina Onrubia”. Mora Revista del Área
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Arrabal”. Impossibilia. Revista Internacional de Estudios
Literarios No. 17 (Mayo 2019): 219-44.
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Alberto Julián Pérez
Borges, la ética y la dominación
colonial
Jorge Luis Borges presentó en sus cuentos varias historias
cuyas tramas se desarrollaban dentro de un mundo
dominado por un poder colonial. En estas las circunstancias
de la dominación resultaban determinantes en su
desarrollo. Los personajes se enfrentaban a problemas
morales y espirituales derivados de los conflictos de
intereses y valores con el opresor. Los problemas éticos
y religiosos planteados, delimitados por la situación
histórica, excedían el marco de lo personal. La sociedad
dominada luchaba por su sobrevivencia en una situación
extrema de crisis.
En estos cuentos Borges caracterizó a la cultura
dominada desde una perspectiva religiosa, antropológica
y, sobre todo, literaria. Nos introduce en su mundo
espiritual y cultural, y muestra la relación desigual
de poder entre colonizador y colonizado. Revisa
paralelamente un tema crucial de la cultura argentina: el
de la civilización y la barbarie. Borges criticó el concepto
argentino de civilización, derivado del concepto europeo
decimonónico. Los europeos habían justificado sus
aventuras colonizadoras en Asia y África afirmando que
su deseo último era llevar la civilización europea a países
atrasados y bárbaros (Ashcroft 22-35). Sarmiento se
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
valió del mismo concepto al estudiar las guerras civiles
argentinas y analizar la relación entre la cultura urbana,
la cultura gaucha y los pueblos indígenas en su conocido
Facundo (Pérez, “El país del Facundo”… 19-29).
En los cuentos que voy a comentar Borges presentó
situaciones injustas de dominación, en las que
claramente simpatizó y se identificó con el oprimido.
Mostró que el dominador recurría a la violencia para
someter a los subalternos. Estos se defendían y resistían.
El dominado utilizaba el saber de su comunidad y su
cultura para hacerse justicia y restablecer el equilibrio
social. Estos personajes caracterizados eran individuos
inseguros, limitados, sufrientes. Su fe y su sentido de la
moral los llevaba hasta el último sacrificio para defender
sus valores.
Borges mantuvo a lo largo de su vida una relación
cambiante y conflictiva con la política de su tiempo.
Asumió un compromiso ético como individuo, cuando lo
creyó necesario, ante lo que consideraba bueno o malo,
defendiendo sus ideas. Para él la política y la ética estaban
separadas. Se mostró escéptico frente a la política, a la
que juzgaba dominada por intereses temporales egoístas.
Pasó de asumir una posición nacionalista relativamente
progresista en su juventud, cuando fue miembro de la
juventud Radical Yrigoyenista, a una postura política
opositora durante el primer gobierno popular de Perón,
y a una posición conservadora y antidemocrática en su
edad madura (Balderston, “Políticas de la vanguardia…”
37-40). Durante la Segunda Guerra Mundial simpatizó
con la causa Aliada pro Británica y denunció la política
genocida antijudía nazi, tanto en artículos y ensayos
como en sus cuentos.
En los años que siguieron al golpe de estado militar
que derrocara al gobierno constitucional y democrático
del General Perón en 1955, Borges aceptó favores
y prebendas de la dictadura militar, junto a otros
escritores e intelectuales antiperonistas, como Ezequiel
Martínez Estrada, José Luis Romero y Ernesto Sábato
(Hernández Moreno 184). En momentos en que muchos
profesores universitarios, censurados por sus ideas,
eran dejados cesantes por el gobierno, Borges, que
simpatizaba abiertamente con la dictadura militar y los
sectores civiles golpistas, fue nombrado profesor de la
Universidad de Buenos Aires y Director de la Biblioteca
Nacional (Woodall 254-6). No denunció los crímenes de
la dictadura de Aramburu ni de los sucesivos gobiernos
militares anticonstitucionales. Consideró a los militares
golpistas defensores de la nación y salvadores de la
patria.
Borges defendió la libertad del artista y la autonomía
de la profesión literaria. Fue presidente de la Sociedad
Argentina de Escritores de 1950 a 1953. La SADE era una
organización cultural que se reconocía antiperonista
y su programa de actividades era “más político que
literario” (Woodall 235-6).
En sus cuentos los individuos manipulan la política
y la historia según sus intereses. Ninguno de ellos
puede escapar, sin embargo, a sus responsabilidades
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
éticas. La cuestión ética es la última prueba para el ser
humano. Sus personajes se enfrentan con su conciencia
y con su dios. Son seres representativos de la vida
y la experiencia espiritual de su comunidad. En “El
hombre en el umbral” Borges presenta dos puntos de
vista en conflicto: el del dominador y el del dominado.
El narrador, en la ficción, es un amigo inglés nacido en
Escocia, que trabajaba en Buenos Aires para el British
Council. Cuenta una historia que ocurrió en la India,
cuando esta era colonia británica. El personaje clave,
en la parte final del cuento, es un anciano de turbante,
vestido con harapos, sentado en el umbral de una casa,
a quien “los años lo habían reducido y pulido como las
aguas a una piedra o las generaciones de los hombres
a una sentencia” (O. C. 613). Ese umbral divide dos
espacios y dos tiempos: el pasado de la historia y el
presente de la narración. Al final del cuento descubrimos
que el viejo controla el tiempo: su narración de otra
época le sirve para detener y confundir al investigador
privado que buscaba a Glencairn, el “hombre fuerte” a
quien el gobierno imperial inglés había enviado a India
para reprimir la rebelión contra la autoridad colonial.
Mientras él lo entretiene con su historia en el umbral
de la casa, dentro el pueblo juzga a Glencairn por sus
crímenes, lo condena a muerte y lo ejecuta.
Glencairn representaba los intereses coloniales
ingleses. El pueblo indio lo odiaba (Rosemberg 243-4).
Después de su secuestro, interrogan a los que pudieron
haberlo visto, pero todos guardan silencio.
La población es multiétnica. Conviven en la India
individuos de diferentes religiones: musulmanes, sikhs,
indúes, judíos. Borges muestra que el colonialismo es un
sistema brutal y opresivo. El autor simpatiza con la India
y su cultura milenaria. El viejo impide que Dewey, el
investigador y narrador, salve de la muerte a Glencairn.
El magistral relato del anciano, la historia del antiguo
funcionario y juez juzgado por un loco, le interesa
tanto al investigador enviado por el gobierno inglés,
que no puede moverse del umbral: tiene que escuchar
la historia hasta el final. Quien hablaba por la boca del
loco, indica el viejo, era dios. La literatura aquí es aliada
de la justicia.
El cuento, tal como se anuncia en el principio de la
narración, teje una relación intertextual con Las mil
y una noches. En ese libro el rey se propone matar a
Scherazade, pero sus historias lo seducen y salvan su
vida. La narración del viejo en “El hombre en el umbral”
atrapa al investigador y les da tiempo a los conjurados
para juzgar a Glencairn y ejecutar la sentencia. El
pueblo se venga de los crímenes cometidos por la
administración colonial.
Borges construye las dos historias “en abismo”. El
viejo dice que los hechos que cuenta habían ocurrido
hacía muchos años, cuando él era un niño, pero son un
espejo de lo que está pasando en esos momentos en el
interior de la casa. Borges describe el mundo dominado
por los intereses económicos y políticos coloniales como
un mundo terrible. El colonizador no se compadece del
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Novela y poesía en Hispanoamérica
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colonizado, que se mantiene fiel a sus mayores, a su dios
o dioses, y a sí mismo. 34
En “El informe de Brodie”, cuenta una historia que nos
lleva al África negra durante la primera mitad del siglo
XIX. Los gobiernos europeos ingleses, holandeses, belgas
y franceses competían por el control comercial y político
del continente. Muchas iglesias cristianas enviaban
misioneros con el fin de catequizar a los nativos. Borges
nos presenta un relato enmarcado por dos narradores.
El primer narrador, “Borges”, encuentra casualmente
el informe del misionero escocés presbiteriano Brodie
dentro de un ejemplar de Las mil y una noches editado
en Inglaterra en 1840. Dice que el libro, que había
pertenecido al misionero, tenía anotaciones manuscritas
en los márgenes, y a él le parecía que Brodie se había
interesado más en el mundo del Islam que en los cuentos
de Scherazade.
En el informe, el misionero escocés nos cuenta sobre
su experiencia con un grupo de nativos muy primitivos,
los Mlch, con los que convivió. Los denomina “Yahoos”,
para “que sus lectores no olviden su naturaleza bestial”
(O.C. 1073). Borges intencionalmente crea una relación
intertextual con el nombre de los personajes primitivos
que describe el escritor escocés Jonathan Swift en su relato
Gullivers´Travels. La investigadora Annette Leddy comparó
a ambos escritores, y los juzgó con bastante dureza.
Para Leddy, tanto Swift como Borges eran misántropos,
creían que el ser humano era incapaz de libertad y de
justicia, y no se compadecían de los sectores sociales más
vulnerables. Dice que ambos autores tenían su propia
“política cultural” (Leddy 113). Señala el paralelo entre
el personaje de Borges y el misionero escocés Livingston,
que realizó viajes al África en la segunda mitad del siglo
XIX. Para ella, Brodie defiende la misión de la civilización
europea y apoya la dominación colonial. Yo personalmente
no estoy de acuerdo con esa afirmación. Para mí Borges
nos muestra al personaje desde una perspectiva irónica. 35
En la primera parte de su informe Brodie describe a
los Yahoos como un pueblo primitivo, “bárbaro”: hacían
el amor en público y se ocultaban para comer, vivían en
la oscuridad y en el lodo, se alimentaban de cosas fétidas,
Borges creía que el escritor tenía el deber de consagrarse a su arte. No estaba
obligado a expresar sus opiniones políticas si no sentía deseos de hacerlo.
Pensaba, como los Modernistas de fin del siglo diecinueve, que el escritor debía
ser “sincero” (Pérez, “Darío: su lírica de la vida y la esperanza”… 139-52). Su obra
era lo más importante para él. En “El milagro secreto”, Borges cuenta la historia
del escritor judío Jaromir Hladík, condenado a muerte, víctima de la política
genocida nazi, en los momentos finales de su vida, cuando este se sabe sólo frente
a su dios y su literatura. Hladík no quiere morir sin haber terminado de escribir
su drama “Los enemigos”, que, siente, lo justificará ante dios y, ya frente al
pelotón de fusilamiento, le pide un milagro: un año de tiempo para poder concluir
su obra. Dios se lo concede segundos antes que las balas asesinas nazis cumplan
su objetivo. Se detiene el tiempo físico y Hladík puede terminar en su memoria su
drama. Dios es su único testigo. Cuando lo concluye, las balas asesinas completan
su trayectoria y lo matan, exactamente a la hora esperada por los nazis, según sus
cálculos burocráticos.
34
— 236 —
Más adecuada me parece la lectura de Sarlo, que dice que Borges coloca sus
cuentos “en un campo histórico de fuerzas donde se enfrentan ideologías
políticas” (157). En su opinión Borges en “El informe de Brodie” plantea un tema
moral y político (174).
35
— 237 —
Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
no tenían memoria del pasado, podían predecir el futuro,
se divertían viendo peleas de gatos y presenciando
ejecuciones, equiparaban a sus poetas a dioses y trataban
de matarlos, veneraban al dios Estiércol. Al final del
cuento, sin embargo, el personaje hace un paralelo entre el
carácter de las instituciones bárbaras de los Yahoos y las
instituciones civilizadas inglesas, y contradice su propio
argumento. Demuestra al Rey de Inglaterra, destinatario
del informe, que ese mundo primitivo era en realidad
análogo al mundo civilizado. Sus hábitos eran un reflejo
deformado y a veces contrapuesto de los nuestros. Sus
instituciones eran semejantes a las europeas. Tenían un
sistema de gobierno monárquico, un lenguaje basado en
conceptos genéricos, creían en la raíz divina de la poesía,
pensaban que el alma sobrevivía a la muerte del cuerpo,
creían en los castigos y recompensas, y, por lo tanto,
representaban “la cultura”. Le pide al Rey que los “salve”,
que los proteja, ya que son seres humanos tan valiosos
como los europeos y semejantes a ellos.
En este cuento Borges defiende la humanidad del
subalterno. Su crítica es moral y cultural. En “El hombre en
el umbral” se había puesto de parte del viejo cuentista y de
la cultura india, mostrando la capacidad de resistencia de
los nativos, que se unían contra el poder colonial, pasando
por encima de sus diferencias religiosas y étnicas; en
“El informe de Brodie” convence al lector de que las
categorías de “civilización” y “barbarie” son relativas: el
que se cree civilizado observa a los otros pueblos según
sus valores, a los que considera universales, mientras ve
los del pueblo observado como primitivos y bárbaros,
restándoles legitimidad. Si compara, sin embargo, los
valores y las instituciones del otro pueblo con los propias,
de inmediato descubre las semejanzas. La civilización
colonial es intolerante, excluye el punto de vista del
dominado y esa intolerancia los ha llevado a la destrucción
de otras culturas y al genocidio.36
Otros dos cuentos en que Borges defiende la idea
de la humanidad del subalterno y del oprimido son “La
escritura del Dios” y “El etnógrafo”. En “La escritura del
Dios” muestra la violencia de la colonización española
en América. El sacerdote del dios Qaholom, Tzinacán,
narrador de la historia, cuenta que su pueblo fue
brutalmente atacado por los españoles. El conquistador
que lo atacó, Pedro de Alvarado, había sido uno de los
líderes más crueles de la guerra de conquista (Balderston,
Out of Context 72-4). Alvarado fue quien sometió a
Guatemala. Tzinacán cuenta las torturas que sufrió de
parte de los invasores para que revelara donde tenían
— 238 —
En “Historia del guerrero y de la cautiva” Borges enfrenta los conceptos
de civilización y barbarie en dos historias contrapuestas, donde ambos se
relativizan y se anulan. Borges equipara la conducta de Droctulft, el guerrero
bárbaro lombardo que cambió de bando en la lucha y murió defendiendo Ravena,
la ciudad que había ido a atacar, seducido por la superioridad de la cultura
romana, a la de la inglesa cautiva en la pampa argentina, que su abuela había
conocido en Junín, cuando su abuelo Francisco Borges era jefe de la frontera con
el indígena. La inglesa rehusó el ofrecimiento de la abuela de Borges, que trató
de convencerla de que abandonara su tribu y volviera a vivir con los blancos,
diciendo que era “feliz” en el desierto. Al final de la historia Borges compara los
episodios, argumentando que las dos historias eran similares, porque a ambos
individuos los había arrastrado una fuerza a la que siguieron y que no era la razón
(O.C. 557-60).
36
— 239 —
Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
escondidos los tesoros. El sacerdote resistió la tortura y
guardó el secreto. Alvarado lo condenó de por vida a una
cárcel de piedra. El conquistador no respetó al pueblo
vencido, ni a su religión. Sólo le interesaba el oro.
Tzinacán, en la cárcel, no pierde fe en su dios. Busca
su mensaje, quiere hallar la frase mágica, que Qaholom
escribió para su pueblo, sabiendo que se avecinaban
momentos trágicos. Piensa que puede estar escrita en la
piel del jaguar que está frente a su celda. Ese animal era uno
de los atributos del dios. La frase mágica podía salvar a su
nación. Era una fórmula de catorce palabras. El sacerdote
tiene una visión. Ve una rueda que contiene el universo.
Observa infinitos procesos y puede comprender la frase
escrita en la piel del jaguar. Se siente todopoderoso, sabe
que puede cambiar el curso de la historia, pero se niega a
hacerlo. Dice que para quien “ha entrevisto el universo”
la vida de un individuo no puede ser importante, “aunque
ese hombre sea él” (O.C. 599). El sacerdote ahora “es
nadie”. Borges dice que usó en este cuento argumentos
cabalísticos (O.C. 629). Le había impactado la idea de la
cábala de que la palabra de dios podía estar cifrada en un
texto, y un individuo podía descifrarla.37
En el cuento “El etnógrafo” Borges lleva a su lector al
mundo del oeste norteamericano. El personaje principal
es un estudiante universitario de etnografía, que tiene que
hacer una investigación y escribir una tesis para completar
su doctorado. Se pone de acuerdo con su profesor y va
a vivir con una tribu de indígenas en el sudoeste de los
Estados Unidos. Se propone descubrir el “secreto” de su
religión y escribir sobre él. El estudiante convive durante
dos años con los nativos, aprende su lengua y logra que
su “brujo” le confíe el secreto de sus creencias. Ahora
debe contar el secreto a su comité de tesis. Esto le crea un
dilema moral al personaje: si escribe sobre el secreto de
la tribu, destruye una condición necesaria de su religión.
Solo los iniciados pueden conocer la doctrina secreta. Al
regresar a la universidad se entrevista con su profesor y
le comunica su decisión: no va a revelar el secreto de la
tribu, a pesar que lo conoce. Esto significa que no podrá
recibir su doctorado ni terminar su carrera. No va a ser
un futuro profesor universitario ni investigador de una
universidad. Cuándo su profesor le pregunta por qué, este
le explica que lo más importante no es el contenido del
secreto, sino la experiencia de llegar a él. En sus propias
palabras: “El secreto…no vale lo que valen los caminos que
me condujeron a él. Esos caminos hay que andarlos.” Lo
que aprendió con los nativos tiene un valor universal; dice:
“Lo que me enseñaron sus hombres vale para cualquier
lugar y para cualquier circunstancia.” (O.C. 990).
La posición del personaje obliga a los lectores a
reconsiderar sus ideas sobre el mundo de las culturas
indígenas del sudoeste norteamericano. Borges reafirma
el valor de las creencias del subalterno. El estudiante
A Borges le interesaron también las interpretaciones religiosas de los gnósticos
cristianos. Los gnósticos concebían el mundo como una serie de anillos y círculos
que se reflejaban. Habían sido considerados herejes por la iglesia católica (Lona
126-30).
37
— 240 —
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
blanco aprendió el secreto de su religión, pero además
creó un vínculo de solidaridad y pertenencia con la
tribu. Ese vínculo se mantiene aunque él ya no viva
con ellos. El desarrollo espiritual que tuvo gracias a su
convivencia con los indígenas es algo que lo acompañará
siempre, adondequiera que vaya. Borges condena la
actitud etnocéntrica de las culturas dominantes frente
a las culturas nativas, y afirma la sabiduría espiritual
de estas últimas. La historia de “El etnógrafo” concluye
de una manera ejemplar: Fred Murdock, su personaje,
que ha renunciado a la vida académica, trabaja como
bibliotecario en la Universidad de Yale. Se convierte en
protector y guardián del saber universal.38
El hombre debe elegir entre el bien y el mal. Cada
individuo tiene una responsabilidad para consigo
mismo y para con sus iguales.39 Los seres humanos de
cada cultura se relacionan con su realidad y se abrazan
a su fe.40 Las ideas son hechos capitales en la vida de los
seres humanos. Gradualmente se hacen parte de ellos y
conforman su identidad. Este hecho, muchas veces, ha
tenido consecuencias trágicas y ha decidido el destino de
un individuo y de una nación.41
Borges, el metafísico, el escéptico que no creía en la
idoneidad de los hombres para manejar el poder y ser
justos, que desconfiaba de la política, de la que se sentía
víctima, y de los sistemas políticos con los que estuvo
en conflicto, era sin embargo un escritor de profundas
convicciones morales (Bosteels 251-2). Su ética tenía más
en común con la moral protestante individualista que con
la católica. El individuo debía enfrentarse con su conciencia
y con su dios. El escritor, demostró Borges, es siempre un
incomprendido. La comunidad suele considerarlo un ser
mágico, un genio o un prodigio, capaz de comunicarse con
los “espíritus”, y hace su catarsis a través de él.
Borges veía al hombre como un ser dividido. Esta
escisión es constitutiva del sujeto borgeano, que nace en
el pliegue entre el yo y el otro. En ese espacio especular
conflictivo, en el que el sujeto está en lucha consigo
mismo, radica la literatura. Allí el hombre accede al
Borges, en su vida, pasó por las dos experiencias: fue bibliotecario y profesor
universitario. No tenía título académico, ya que no cursó la Universidad. La
Universidad de Buenos Aires pasó, excepcionalmente, por encima de ese requisito
y lo nombró profesor. El gobierno que impulsó ese nombramiento, merecido por
su capacidad, era, desgraciadamente, un gobierno militar anticonstitucional
(Woodall 254-9).
39
Borges estudió con devoción las religiones y se interesó en sus problemáticas,
pero se mostró escéptico frente a sus doctrinas. Para él el escéptico no era el que
negaba la verdad de las creencias, sino el que afirmaba el valor potencial de cada
una de ellas y nuestras limitaciones para conocer (Castany Prado).
40
Esas creencias tenían casi siempre aspectos inverosímiles, como lo demuestra
en su Manual de zoología fantástica. Las religiones comparten con las literaturas
su pasión por los seres imaginarios.
38
— 242 —
En el cuento “Deutsches Requiem” Borges presenta como personaje a un joven
idealista alemán, lector de Schopenhauer, admirador de Shakespeare, lector
de Nietzsche, que siente que tiene el deber de abrazar el nazismo y, durante la
Segunda Guerra Mundial, dirige un campo de concentración y se transforma en
un torturador, que asesina al poeta que más amaba. En ese caso, el personaje
reconoce que lo que buscaba él y todos los nazis no era salvar el mundo sino
destruirlo, y destruirse ellos para instaurar su fe en la violencia extrema.
Consideraban, en su fanatismo, con criterio religioso, que la violencia regeneraba
la vida y era necesaria para purificarla.
41
— 243 —
Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
mundo del lenguaje y se contempla a sí mismo. A partir
de ese momento, como lo demuestra en “Borges y yo”,
surge la conciencia ética (O.C. 808). En sus historias sus
personajes se debaten entre el bien y el mal, la civilización
y la barbarie, el heroísmo y la infamia. El ser humano que
habita en ese interregno tiene dos caras, como Jano. Es a
un tiempo ángel y demonio. Es un ser agónico.
--- con Norman Thomas di Giovanni. Autobiografía
1899-1970. Buenos Aires: El Ateneo, 1999. Trad. De
Marcial Souto y N. T. di Giovanni.
Bibliografía citada
Ashcroft,
Bill.
On
Post-Colonial
Futures.
Transformation of Colonial Cultures. London: Continuum,
2001.
Balderston, Daniel. Out of Context Historical
References and the Representation of Reality in Borges.
Durham: Duke University Press, 1993.
---. “Políticas de la vanguardia: Borges en la década
del veinte”. J. P. Dabove, Ed. Jorge Luis Borges: Políticas
de la literatura. Pittsburgh: Instituto Internacional de
Literatura Iberoamericana, 2008. 31-42.
Bosteels, Bruno. “Manual de conjuradores: Jorge
Luis Borges o la colectividad imposible.” J. P. Dabove,
Ed. Jorge Luis Borges: Políticas de la literatura… 251-270.
Borges, Jorge Luis. Obras completas 1923-1972.
Buenos Aires: Emecé, 1974.
— 244 —
--- con Margarita Guerrero. Manual de zoología
fantástica. México: Fondo de Cultura Económica, 1957.
Castany Prado, Bernet. “El escepticismo en la obra de
Jorge Luis Borges”. Konvergencias, Filosofía y Culturas en
Diálogo No. 10 (Octubre 2005). www.konvergencias.net
Hernández Moreno, Alberto. “Borges y la libertad”.
Cuadernos de Pensamiento Político No. 32 (Oct/Dice
2011): 173-192.
Leddy, Annette. “Borges and Swift: Dystopian
Reflections”. Comparative Literature Studies, Vol. 27, No. 2
(1990): 113-123.
Lona, Horacio. “Borges, la Gnosis y los Gnósticos. Una
aproximación a “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius””. Variaciones
Borges 15 (2003): 125-50.
Pérez, Alberto Julián. “El país del Facundo”. Imaginación
literaria y pensamiento propio. Buenos Aires: Corregidor,
2006. 19-29.
--- “Darío: su lírica de la vida y la esperanza”. Revolución
poética y modernidad periférica. Buenos Aires: Corregidor,
2009. 139-152.
Rosemberg, Fernando. “El juicio de la historia”.
J. P. Dabove, Ed. Jorge Luis Borges: Políticas de la
literatura…229-249.
Sarlo, Beatriz. Borges, un escritor en las orillas. Buenos
Aires: Seix Barral, 2007.
— 245 —
Novela y poesía en Hispanoamérica
Woodall, James. La vida de Jorge Luis Borges. El hombre
en el espejo del libro.
Barcelona: Editorial Gedisa, 1999. Trad. de Alberto
Bixio.
— 246 —
Alberto Julián Pérez
Gelman y la contracultura
norteamericana de los sesenta
La década del sesenta fue una época particularmente
feliz para la cultura latinoamericana. El movimiento
revolucionario triunfante en Cuba renovó las esperanzas
de las juventudes rebeldes del continente, que soñaban
vivir en una sociedad más justa. Las luchas políticas
no habían logrado terminar con los abusos de poder y
la explotación en el continente. Las castas militares,
al servicio de los amos imperiales y las burguesías
nacionales, la cúpula de la iglesia católica, aliada a los
sectores más conservadores y privilegiados, y un sistema
de justicia corrupto, enemigo de los trabajadores, eran ya
un mal endémico en Latinoamérica, que demandaba una
mayor igualdad y una mejor distribución de la riqueza. La
sufrida sociedad civil, tradicionalmente avasallada por
los poderosos y sus aliados históricos, acostumbrada a
resistir los constantes ataques sobre sus derechos, estaba
preparada para defenderse. Las elites cultas y los sectores
universitarios acompañaron esas luchas, liderando
muchas de sus conquistas (Gordillo 331-40).
Los partidos políticos burgueses convivían en
Argentina, desde la década del cuarenta, con el peronismo
revolucionario nacionalista y con los partidos de izquierda,
asociados a las corrientes marxistas internacionales.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Después del golpe militar de 1955, que derrocó al General
Perón, comenzó una etapa de intensa resistencia popular
contra la dictadura. Los militares, aliados a la oligarquía
conservadora, dominaban como árbitros la política
nacional. El empresariado, la oligarquía agroganadera, los
sectores conservadores de la Iglesia, habían formado una
alianza antipopular devastadora para someter a las clases
trabajadoras (Terán 257-79).
Las juventudes universitarias, educadas en las
ideas liberales, mantuvieron una actitud desconfiada
y recelosa ante el populismo peronista. Simpatizaron
más con los partidos de izquierda y sus ideas marxistas,
cuyas explicaciones históricas y sus análisis económicos
estudiaron con interés. Muchos artistas, identificados
con el espíritu revolucionario vanguardista, que desde
principios del siglo había transformado el vocabulario del
arte, se acercaron a los partidos marxistas y apoyaron sus
ideales de reivindicación social (Pujol 305-325).
Juan Gelman nació en Buenos Aires en 1930, hijo de
una familia de inmigrantes rusos. Ese año comenzó el
nefasto ciclo de golpes militares en Argentina, que habría
de concluir recién en 1983 cuando, después del genocidio
cometido en la “Guerra sucia” y la derrota sufrida en la
guerra de Malvinas contra los ingleses, la casta militar
salió del poder y la sociedad civil tomó control otra vez
de la política.
Gelman comenzó a militar en el Partido Comunista
en su adolescencia, cuando se gestaba el proceso político
peronista en Argentina, y pronto inició su carrera en el
periodismo y en las letras. En 1956, al año siguiente de
la caída de Perón, publicó su primer libro, Violín y otras
cuestiones y en 1962, el libro que marcó el comienzo de su
madurez poética, Gotán.
El triunfo de la revolución cubana, entre cuyos líderes
se encontraba un compatriota, el Che Guevara, produjo
una enorme conmoción en la juventud argentina. El Che
era un joven universitario, culto, idealista, que se había
hecho guerrillero para defender la causa del pueblo.
Había puesto en juego su vida para luchar por otra nación
latinoamericana, Cuba, dominada por la dictadura militar
de Batista. El espíritu revolucionario y heroico invadió
los círculos cultos y populares. Artistas y poetas jóvenes
simpatizaron con la revolución cubana (Terán 281-95).
Gelman apoyó desde el comienzo la revolución e hizo varios
viajes a Cuba. Su trabajo en el periodismo se radicalizó,
participando en diarios y revistas renovadoras. Pronto
entró en conflicto con el Partido Comunista argentino, que
criticaba el guerrillerismo guevarista y salió de él, para
acercarse a otros partidos de izquierda que apoyaban la
lucha armada (Pérez López 21-2).
Se afianzó en Latinoamérica un vigoroso movimiento
cultural socialista, de defensa de las causas populares
y apoyo a las luchas revolucionarias. Paralelamente,
en la sociedad estadounidense, su juventud comenzó a
rebelarse contra el sistema social en que vivían. La rica
burguesía norteamericana, que había ostentado un poder
hegemónico internacional, desde su triunfo en la Segunda
Guerra Mundial, extendía agresivamente su dominación
— 248 —
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
imperialista, mientras mantenía su competencia
beligerante con la Unión Soviética por el control político
del mundo. En 1951 intervino en la Guerra de Corea y,
pocos años después, en 1958, en la Guerra de Vietnam,
que se extendió hasta 1975.
Durante la guerra de Vietnam se formó un movimiento
de oposición que generó una contracultura vigorosa. La
sociedad norteamericana había predicado el amor por
el trabajo al servicio del capital, había inculcado en sus
ciudadanos la fe en el sueño americano del desarrollo
ilimitado de la fortuna, y convencía a su pueblo de sus
derechos a ejercer una supremacía imperial sobre el
resto del mundo. Muchos artistas, músicos populares,
poetas, novelistas, periodistas, cineastas, se volvieron
contra el estado norteamericano y comenzaron un
movimiento de crítica a su sociedad, cubierta de pompa y
vanagloria. Los poetas “Beatniks”, los “Hippies”, muchos
artistas rebeldes, como el genial Bob Dylan, intelectuales
como Noam Chomsky, los jóvenes negros, las mujeres
feministas, criticaron la discriminación social, el
racismo, la explotación económica, y buscaron una
libertad que no encontraban en su medio. Se enfrentaron
a su sociedad, que a su vez reaccionó estigmatizándolos
y persiguiéndolos. Se opusieron a la guerra de Vietnam
y contribuyeron con su crítica y sus movilizaciones al
fracaso militar del gigante imperialista.
Los jóvenes latinoamericanos se identificaron
rápidamente con los ideales de la juventud
norteamericana rebelde (Pujol 308-14). La cultura del
rock and roll y de las drogas alucinógenas se extendió
entre las clases medias latinoamericanas, a espaldas
de los sectores proletarios nacionales, para quienes la
realidad de la juventud norteamericana resultaba algo
remoto. 42
La década del sesenta fue una etapa excepcional y
prolífica en la vida de Juan Gelman. Publicó importantes
obras poéticas: Gotán, 1962; Cólera buey, 1965;
Traducciones III Los poemas de Sidney West, 1969. Este
último libro formó parte de un proyecto de supuestas
“traducciones”. Las partes I y II de estas “traducciones”
no aparecieron hasta 1971, en la segunda edición
ampliada de Cólera buey, donde presentó a otros dos
poetas imaginarios: el inglés John Wendell y el japonés
Yamanokuchi Ando. Estas obras, junto con Fábulas, de
1971, y Relaciones, de 1973, componen un ciclo único
en la producción de Gelman (Pérez López 27-30).
Forman parte de sus libros escritos durante una época
heroica muy lograda de su vida, en que se destacó como
militante marxista, poeta rebelde y periodista estrella
del nuevo periodismo contestatario. Su pensamiento
marxista fue cambiando con los sucesos históricos. Pasó
— 250 —
La sensibilidad de la clase media, del estudiante rebelde, de los artistas urbanos,
se divorció de su pueblo pobre: elites cultas y masas populares han vivido
separadas en la historia de las luchas burguesas argentinas, unas siguiendo
las corrientes radicales del pensamiento liberal primero y luego marxista
internacional, y las otras siguiendo a los líderes populares capaces de guiarlos
en sus reivindicaciones sociales, como el General Rosas en el siglo diecinueve, e
Irigoyen y el General Perón en el siglo veinte.
42
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
del comunismo al guevarismo, y de éste al peronismo
revolucionario, que buscaba una relación directa con las
masas. 43
Luego de salir expulsado del Partido Comunista, en
1964, buscó un lenguaje poético más personal y más
radical. Dejó de lado el realismo crítico socialista que
encontramos en sus primeros libros, e inició una etapa
experimental, ensayando nuevos lenguajes poéticos. Este
cambio se hizo evidente en Cólera buey, 1965. En 19689, experimentó con otras voces poéticas, desdoblando
dramáticamente su persona en poetas imaginarios, en
cuyo nombre escribe. Así continuó un proceso de crítica
y debilitamiento de la figura autoral, que ya se notaba en
Cólera buey, en cuyo poema “Gotán” decía que la poesía
“gira en sus propios brazos” (Oficio ardiente 163).
Los revolucionarios querían pasar la voz al pueblo,
recoger la poesía implícita en esa voz, ser sus amanuenses,
fundirse con sus luchas. Gelman buscó en los poetas
imaginarios nuevas identidades. Los dos primeros poetas
que concibe son un inglés, John Wendell, y un japonés,
Yamanokuchi Ando. El tercero es el norteamericano
Sidney West. De todas estas ficciones poéticas, donde
alcanza una originalidad mayor es en Los poemas de
Sidney West.
Miguel Dalmaroni indica en su libro sobre Gelman
que este “inicia su proyecto poético como una oscilación
conflictiva entre lo lírico y lo narrativo, que desde Violín
y otras cuestiones hasta Gotán no deja de aparecer, sin
resolverse del todo” (33). Para este crítico Gotán es el
“último tramo de un transcurso de escritura”, en que el
poeta deja de lado recursos expresivos vinculados a la
poética figurativa del realismo socialista (35). En sus
libros posteriores Gelman abandona la transparencia
de la representación épica, para buscar un lenguaje más
denso, opaco, sin renunciar totalmente a la figuración.
Se mueve entonces entre dos extremos, en una posición
ambigua, de vaivén constante, que refleja su lucha interior.
En Cólera buey su poesía problematiza el lenguaje. Y en
sus “traducciones” de autores imaginarios “pasa de la
inmediatez (la poesía como transcripción de la “vida”) a la
mediación de las lenguas” (60). Gelman, según Dalmaroni,
busca “desestabilizar” el sentido y crear una distancia
“extrañante” con el lector (61). Está cuestionando al
hablante lírico, introduciendo la ironía, jugando con la
identidad del sujeto poético. El crítico Sarli Mercado,
por su parte, dice que estas supuestas traducciones dan
una sensación de “extranjerización y alteridad”, y tienen
también un “sentido paródico” (39-40).
En Los poemas de Sidney West Gelman crea un
personaje poético contestatario, que denuncia el fracaso
de su sociedad y la muerte del sueño americano. Escribe
Su vida personal pasaba también por una buena época: era padre de dos hijos
adolescentes que admiraban al poeta y creían en la participación política. Toda
esta situación ideal tendría un cambio abrupto en 1975. Su vida corría peligro y
tuvo que salir al exilio. En 1976 los militares derrocaron al gobierno peronista y
desataron contra la población civil argentina el genocidio mayor de su historia.
Secuestraron a los hijos de Gelman, matando al mayor. La tragedia de su vida
personal coincidió con la tragedia histórica de la vida política de su patria.
43
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
los epitafios de seres incomprendidos que vivían en el
corazón industrial y agrícola de ese país, en el Medio
Oeste. Estos eran, casi todos, individuos espirituales que
se enfrentaron a una sociedad materialista inclemente.
Gelman toma la idea de contar y cantar la vida de
la clase media estadounidense, componiendo elegías
dedicadas a sus muertos, del libro Spoon River Anthology,
de 1915, del poeta norteamericano Edgar Lee Masters.
Sus poemas presentan una concepción del hecho poético
diversa a la de Masters (Dalmaroni 63-4). Masters
emplea en sus poemas un léxico sencillo y figurativo; son
composiciones breves, memorias de los muertos escritas
en primera persona. A Gelman, en cambio, dice Monsiváis,
“...le atañe el hallazgo de lo idiosincrático, de lo insólito
(lo subversivo en versión no política) que habla en las
tinieblas de lo cotidiano” (6).
En el texto Gelman hace una serie de desdoblamientos
y desplazamientos autorales. Delega su voz autoral en
el poeta norteamericano imaginario Sidney West, quien
escribe una serie de elegías sobre los muertos de la ciudad
imaginaria de Melody Spring. El personaje poeta cuenta la
vida de esos seres, que, a diferencia de los de Masters, no
hablan en primera persona. “Sidney West” comparte las
ideas de los poetas de la generación “Beatnick” de los años
cincuenta y de la generación “Hippie” de los sesenta. Es el
heredero y el representante de la gran tradición poética
norteamericana vanguardista de T. S. Eliot, Ezra Pound,
e. e. cummings, Edgar Lee Masters y William Carlos
William. Es compañero de generación de Sylvia Plath y
de los poetas “beatniks” Allen Ginsberg y Gregory Corso
(Cardenal 14-19).
“Sidney West” censura la insensibilidad de la clase
media norteamericana, que no comprende a los poetas.
Los personajes de sus poemas son seres poco prácticos,
inadaptados simpáticos, soñadores que mueren a
consecuencia de ese “exceso” poético en el que viven.
Aman las flores y los animales. Son pacifistas, generosos,
idealistas. El autor divide la presentación en dos partes:
nos dice primero quiénes eran y qué hacían, y luego nos
cuenta cómo murieron, y cómo reacciona la sociedad que
los rodea ante su muerte. La descripción es fantástica
y Gelman crea imágenes plásticas no realistas, que
rompen con la figuración. Son imágenes inesperadas,
sorprendentes, que, como en la poesía surrealista, se
desplazan metonímicamente de un objeto a otro, de
una situación a otra. Ana Porrúa dice que Gelman en
sus poemas sintetiza el vocabulario de las vanguardias,
combinando sus hallazgos, pero no “en estado puro” (47).
Los personajes, muy espirituales, son idealizados por el
poeta, que siempre describe la relación entre lo alto y
lo bajo, entre lo elevado y lo decadente. Gelman termina
acusando a esa sociedad materialista donde viven los
personajes de insensibilidad.
Gelman no pretende narrar la historia del poblado de
Melody Spring. Su interés es mostrar cómo son sus jóvenes
rebeldes: desinteresados, enamoradizos, conflictivos,
sentimentales, tiernos. Vuelca en el personaje de Sidney
West el amor que siente merecen los poetas. Sus héroes
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
son altruistas e incomprendidos, y el entorno que los
rodea egoísta. Ellos sufren el rechazo de su sociedad.
En el poema “lamento por gallagher bentham”, presenta
a un poeta sensual que goza de los placeres (Gelman no
utiliza mayúsculas ni puntuación en los poemas).44 Al
morir el poeta dice que se produjo “un curioso fenómeno”:
las vecinas sintieron odio hacia él. El sujeto poético nos
explica lo absurdo de la situación, ya que gallagher nunca
había odiado ni hecho mal a nadie. Era un hombre cuyo
vivir era “imperfecto”: se ocupaba de gozar y pecar y por
la noche lo habitaban “mil diablos” que “lo obligaban a
escribir versos sacrílegos/ en perjuicio de su alma” (15).
El personaje muerto era un transgresor y “las vecinas”
reaccionan como representantes de una sociedad
represiva que lo condena. “Sydney West” señala que
se trataba de personajes hipócritas, que repudiaban y
negaban la sensualidad del poeta, aunque secretamente lo
deseaban. Lo señalaban con el dedo, como un mal ejemplo,
a sus hijos, y “de noche soñaban con él”. La voz poética
dice que gallagher “…pueblos enteros habría fundado nada
más con sus hijos/ de haberlos querido tener” (15). Era
un padre generativo, un “gran padre”, como le llama en el
poema. Sin embargo, no tuvo esos hijos, porque volcó sus
ansias en sus versos, y fueron ellos los que absorbieron
toda su atención y energía.
Al morir el poeta el vecindario se sorprende y decide
entrevistar al cadáver, que no responde a las preguntas.
Escuchan “el ruido de abejas en su cuerpo/ como si estuviera
haciendo miel/ o más versos…” (16). La poesía es como la
miel, una dulzura que nace del instinto de sobrevivencia y el
amor. A pesar de esto, la agresividad hacia el poeta no cesa
ni después de muerto: los vecinos lo descuartizan “para
alegría de los chicos”. Esta violencia se vuelve contra los
que la ejecutan: las vecinas reprimen sus deseos sexuales,
los árboles se secan. El poema concluye con un tábano
volando alrededor del cadáver del poeta, libando su miel.
“lamento por gallagher bentham” es un retrato patético del
poeta incomprendido, que sólo piensa en escribir y dar lo
mejor de sí; su sociedad lo odia y rechaza, particularmente
su sensualidad: odia en él lo que reprime en sí. La poesía es
producto de ese exceso sensual y sexual de vida.
Muchos de los poemas tienen como motivo la relación
de un personaje con un animal privilegiado, o con un fruto
o una flor. Dalmaroni habla de un proceso de “fabulación”
que continuará en el próximo poemario de Gelman,
Fábulas, de 1971. Los personajes se “aniñan” y conviven
con plantas y animales (80). Considera que es una forma
de distanciamiento crítico que utiliza el poeta, buscando
desautomatizar la expresión. Gelman, dice, contradice “la
imagen del mundo dada por el lenguaje automatizado en el
intercambio social” (81). Muestra un mundo disparatado,
de aspectos grotescos.
Gelman asigna un valor especial a los pájaros dentro
de este imaginario. Los personajes mantienen con las
Respetando la grafía mantenida por el poeta, escribo los nombres de los
personajes en letra minúscula.
44
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Alberto Julián Pérez
aves una relación espiritual y afectiva. En “lamento
por la tórtola de butch butchanam”, el poeta refiere la
historia de un “pobre” hombre que cuida de una paloma
ciega; siente una profunda solidaridad con el ave, al
punto que convierte su “corazón en ceguera”, para que
la paloma pueda volar alrededor de él y quedarse cerca
(17). butch presiente su propia muerte, tiene sueños de
destrucción que le preanuncian su final, “soñaba con el
desierto sembrado de calaveras de vaca” y con “los oleajes
(como de serpiente) del tiempo en Melody Spring”, y con
sus antepasados que se le aparecían. Al comprender que
iba a morir enfila “su cama hacia el sur” y se acuesta de
espaldas al cielo, pidiendo que lo enterraran así. Cuando
muere el “pueblo de miserables” donde vive degüella la
paloma, la asan y se la comen, para luego comprobar “con
cristiano horror/ que los miraba desde el plato/ con el
recuerdo de sus ojos (18)”. Estos personajes que mueren
son generosos, se entienden con los animales. Son capaces
de amar. Se enfrentan con el mundo y sus miserias, y
finalmente resultan sus víctimas.
El sujeto poético se solidariza con ellos. El mundo que
presenta no tiene densidad psicológica: es fantástico,
mágico. Gelman nos quiere comunicar algo trascendente,
que sobrepasa el plano de lo real. Escapando a lo fantástico
se eleva y eleva a su lector. Los muertos son vehículos que
vinculan al mundo con el más allá. Los vivos derrotan a
los muertos, y el amor y la poesía quedan atrapadas en ese
mundo. Su interpretación de la cultura norteamericana
es pesimista, su pueblo materialista victimiza a los que
son diferentes. USA está viviendo un momento especial,
la guerra de Vietnam ha radicalizado a su juventud. La
cultura del “rock and roll” es una cultura rebelde. Gelman
salva y rescata a la juventud norteamericana en estos
poemas. Su visión latinoamericana de USA continúa la
mirada crítica histórica rodoniana, que consideraba al
norteamericano un mundo materialista, insensible, que
rechazaba a los mejores y amenazaba la vida espiritual
(Rodó 33-48). La poesía no estaba bien allí.
Gelman experimenta con la imagen y el lenguaje,
buscando propuestas radicales. Sorprende al lector con la
invención de sus imágenes y lleva la expresión al borde del
sin sentido. En “lamento por el vuelo de bob chambers”,
por ejemplo, el poeta nos presenta a un personaje que
ponía “lento el día/ dura la vista claro el corazón”; le
dan “una cama de rosas”; bob la tira al mar y del costado
se le alzaban “como especie de oleajes/ carnes que se
soñaban alas” (41). La naturaleza está desnaturalizada,
en permanente metamorfosis. El personaje “se rompe”
y “la soledad o perros” se come “su agujero central”.
Los seres flotan en medio de los objetos. En el final del
poema el personaje “viajaba por la muerte montado en
un burrito/ con la mejilla cerca de la luna tan alta/ y una
almohadita para el sol (42)”. Son imágenes visuales de
gran plasticidad, donde el poeta crea “cuadros” surreales
que sorprenden al lector por su desenfado.
“chambers” vivía en un mundo dividido, y las dos partes
del mundo tiraban de él, hasta que finalmente se rompió.
El universo espiritual, y el material y orgánico, están
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escindidos. Los personajes que intentan volar fracasan en
su intento, al amor se le opone “la furia”, al canto poético
el odio. “Sydney West” observa un mundo degradado.
Su imagen es osada, arriesgada. Muestra un sentido
revolucionario de la experimentación poética, buscando
matices y rupturas en la composición de la imagen y en
el uso de la lengua. Su invención neovanguardista lo lleva
a presentar acciones absurdas. Lo irracional, lo ilógico,
es para él bello. El poeta lucha contra la interpretación
racional de las cosas. Busca algo distinto. Nos lleva
a otra realidad y dimensión, nos muestra aspectos
insospechados del mundo. Esa es su contribución al lector.
El mundo deja de ser previsible. La poesía de Gelman trata
de comunicarnos el sentido mágico de las cosas.
En “lamento por el sapo de stanley hook” el imaginario
poeta norteamericano cuenta la historia de un hombre
que llegó a Melody Spring con un sapo en la mano, al que
le habla cariñosamente, le llama con bellas metáforas:
“caballito cantor de la humedad” y “pedazo esmeralda”
(20). Ese sapo, explica, a diferencia de stanley, no está
“preocupado por esta finitud” ni “sacudido por triste
condición furiosa”: esas son angustias humanas que
no sufre el sapo. stanley le confiesa al sapo que lo
“ama” como amaba “a las rosas tempranas esa mujer
de Lesbos”. Le explica, mostrándole el suelo, que “los
parientes de abajo” están peleados y ya no se hablan: el
mundo está irreconciliablemente dividido, entre el cielo
y el suelo, la vida y la muerte. Esa noche stanley hook
muere, luego de darle a la pared del cuarto puñetazos
“en representación de sí mismo”, mientras el sapo se
queda solo.
Esta
oposición
arriba/abajo,
vida/muerte,
espiritualidad/materialismo, espacio/tierra, aparece
dramáticamente expuesta en “lamento por los ojos de
vernon vries”. A “vernon” lo persiguen las palomas y él
hace esfuerzos por volar con ellas; “Sidney West” dice: “¡oh
vernon! verdadero de arriba verdadero de abajo poco hay
en el mundo”, mostrando sintéticamente su sentir en estos
poemas: el sujeto está entre la vida y la muerte, el cielo
y el trasmundo. El mundo es un lugar inhóspito y vacío,
lleno de incertidumbre y amenazas. Sus ojos no vivían en
paz: “vivían mal o tristes o encontrando pobrezas” (22).
Gelman parece confesar indirectamente en este libro
angustias que había disfrazado u ocultado antes, y una
nostalgia de elevación espiritual, que desarrollará más
adelante en su poesía neomística (Pérez 325-9). El poema
se resuelve mediante una metamorfosis: los ojos adoran
lo elevado, lo extenso, como el océano, las cataratas, las
lluvias, pero “las palomas” los revientan y se meten por
ellos, ven las raíces que bajan a la tierra y se las comen.
Finalmente los ojos de vernon se alejan volando “en
fantástico vuelo orbital”.
En el poema “lamento por el uteró de mecha vaugham”
el poeta recrea la relación entre el interior de una mujer
y el mundo. Gelman altera la acentuación de la palabra
útero, escribiendo “uteró”, y esa es sola una de las muchas
transgresiones morfológicas que realiza en este poema. El
personaje es una mujer que vive encerrada en su “uteró”.
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Alberto Julián Pérez
Allí ella conversaba con los “bichos” que poblaban su
cuerpo, y les preguntaba por qué no podía volar, qué la
mantenía “pegada” al piso. En el diálogo con los bichos
de su “uteró” Mecha emplea un lenguaje propio, con su
propia gramática; dice que los pies “piesan en vez de
alar” y pregunta “cómo/ sería el mundo el buey lo que
se hija/ si no nos devoráramos/ si amorásemos muchos”
(29). El poema crea una relación dialéctica entre el
amar y el comer. El mensaje no puede ser traducido a
una explicación puramente racional, está envuelto en
misterio. Asociamos el neologismo “amorásemos” con
“enamorásemos”. El poeta procura desautomatizar la
expresión, sorprendernos. Los versos siguientes continúan
la reflexión sobre el amor: “si fuéramos o fuésemos/
como rostros humanos/ empezando de a dos/ completos
en el resto”. Ese es el buen amor, que nos permite salir
de nosotros mismos, abandonar el doloroso aislamiento
narcisista del sujeto y completarnos en el otro.
Gelman pone barras internas de separación entre
palabras en los versos, tratando de indicar alguna fractura
en el sujeto, y en el lenguaje, mostrando con este signo
el efecto traumático que sufre la expresión. El poema
termina con una fábula: se le aparece a mecha un pájaro
“de voz tenor que la amoraba mucho” y, antes de comerlo,
el pájaro “plantó un arbolito en su alma”. El arbolito
crece dentro suyo, y el pájaro le canta de noche y no la
deja dormir. Gelman recrea la situación de la concepción.
Finalmente, mecha, como los otros personajes del libro,
muere, estando “embarazada” podemos decir, con el
árbol dentro. Ya muerta se produce el nacimiento y sale
volando el pájaro. Como personaje materno, germinador,
mecha se transforma en la madre de todos los pájaros. Le
“alfombran” la tumba con “pedacitos dulces de su mismo
uteró” y al atardecer “todos los pájaros del mundo” venían
a picotear allí, a alimentarse del “uteró” de mecha. Este es
uno de los dos poemas del libro en que el personaje es una
mujer. El otro, “lamento por la tripa de helen carmody”,
también menciona el interior de la mujer, su capacidad
de amar y dar vida. helen es caracterizada como una
mujer “sabia”. Ella ama y le crecen los pechos, y el poeta
se lamenta que esté destinada a la muerte, y pide que
mantengan el luto por ella (46).
En “lamento por el sicomoro de tommy derk” Gelman
alude al mundo social capitalista del sueño americano; el
personaje “sufría la suerte de su pueblo/ que el paraíso
a cuenta/ lo destinaba a páramo del mundo” (70). El
capitalismo es presentado como un poder destructivo e
inclemente, predatorio. En la vida del personaje todo se
apaga o termina: la luz, el árbol al pie del cual estaba,
que deja caer sus hojas sobre él con su nombre muerto.
Las palomas no vienen a defenderlo y el personaje se
acuesta para morir. Pidió como última voluntad que
después de morir hacharan su cuerpo e hicieran leña con
él. Cuando intentaron encenderlo, volaron de él caballos
en distintas direcciones: “unos fueron al norte otros al
frente/ unos fueron al tiempo otros a él” (70). En el sitio
donde ardió su cuerpo, su sangre seca “parecía una pluma
de pan con leche” y su nombre estaba escrito allí (71). La
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Alberto Julián Pérez
“plumita” gritaba su nombre y los sicomoros agachaban
“la cabeza en silencio” en señal de duelo. El personaje es
una víctima irredenta del capitalismo norteamericano. Se
entiende con la naturaleza, que es su amiga y a la que se
integra.
En estos poemas encontramos una relación solidaria
entre los personajes y la naturaleza. Mantienen vínculos
de amor que a veces (no siempre) los redimen. Los
personajes necesitan ese vínculo y están en constante
búsqueda. Aparece el amor carnal y el amor materno. En
“lamento por george benthan”, el personaje lleva en su
mano “alas o páramos o peces” (72). Su mano está “cálida/
de mujer que tocara en plena luz”. george andaba por
“corredores” que lo mantenían unido a la “madre central”.
Describe a este personaje germinativo con una metáfora,
la llama “la célebre de espumas”, que después de haber
amado flotaba en el espacio y su piel se apagaba “y daba
miel y daba leche”. También daba “george bentham”, como
fruto materno. “Dios” aparece en la fábula poética (el
único nombre propio escrito con mayúscula en el poema),
comiendo y bebiendo, gozando; en ese momento llega
george bentham, delgado, que quería “una llama de oro/
brillante y fuerte como el sol” (72). En mitad del poema
culmina la fábula, y la voz poética, como interlocutora
del personaje, le habla, protectora, maternal. Esa voz
poética trata de darle fuerzas para enfrentar la muerte,
le pide que vayan juntos a “tirar piedras al agua”, que
ya nadie va a sacarlo del “malagüero” y, por lo tanto, no
debe temerle a “la muerte de ojos de fuego”. Esta es una
muerte luminosa y en la muerte habrá de crecer hacia el
origen, “en dirección al comienzo de todo”. Ese origen es
un lugar mítico de reencuentro en que podrá “bailar” con
el poeta: “habrá rocío para tu herido corazón/ y después
bailaremos” (73). De esta manera, cerca de su madre, la
muerte de george bentham no es trágica, y su madre le
habla al morir, con ternura, del agua que lava y bendice,
diciendo “chaparroncito no me mojes/mío”. Su madre
sigue velando por él en su muerte. Es una imagen nutriente
del amor materno y una visión espiritual y trascendente
de la muerte.
En “lamento por la cucharita de sammy mccoy”, último
poema de “Sidney West” (el poemario se cierra con el
poema “FE DE ERRATAS”, en que habla el autor/poeta
que presenta a “Sidney West”), el personaje es víctima del
amor. Su mujer “no le daba hijos sino palos/ en la cabeza
en el costado” (74). sammy no renuncia a sus sentimientos
amorosos, y los proyecta en sí mismo. El mundo fantástico
del poema es un escenario narcisista, en que el yo se
defiende del rechazo. El personaje siente que la muerte
es un “juego” que despierta su curiosidad. Antes “había
bebido toda la leche de la mañana”, se alimentaba de
leche materna. De los palos que le daba su mujer brotaba
“una flor de leche o fiebre que le comía el corazón”. El
personaje sigue luchando, no se entrega: se defiende
“con la memoria del calor”, “con la cucharita que perdió
una vez revolviendo la infancia”. El amor triunfa, a pesar
del odio de su mujer: “del pecho le fue una saliendo/ una
dragona con pañuelo y la luz/ como muchacha envuelta en
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Alberto Julián Pérez
aire”. De su pecho da vida, a la dragona y a la luz, y sigue
preguntando, ya próximo a morir: “en qué consiste el juego
de la muerte”. El personaje estaba parado sobre dos niños,
el que fue y el que sería; al morir los niños se despegan
de él y se pudren. De sus falanges salen ángeles mudos.
La sombra junta a los niños que gritan “güeya güeya” y
les dice “qué vergüenza animales”. Las caras les brillaban
como “caritas de oro”. Termina el poema advirtiendo a las
“señoras presidentas” que habrán de acabar “a los pieses
de sammy el que camina”. El personaje triunfa, a pesar de
haber sido rechazado por su mujer, las señoras acaban a
sus pies, y sammy “pisó el sol y partió” (75). Vencen la luz
y la vida.
En el último poema, Gelman cierra el libro de “Sidney
West” haciendo “aclaraciones” de sus erratas. Dice que
donde el poeta escribió “salió de sí como de un calabozo”,
debería decir “el arbolito creció creció”. Explica que
estos poemas jamás amarán a su autor, que los escribió
“en el frescor de un pozo seco y oscuro/ arriba de la
tierra deslumbrada por el sol/ o solo solo solo ” (79). El
contraste entre la oscuridad y la luz (el hombre escribe
en la oscuridad mientras afuera hay luz) y el sentimiento
de soledad, muestran el acto de creación como un proceso
doloroso, en que el poeta sufre. A “Sydney”, finalmente,
“se lo comieron los pájaros que supo inventar”, porque
estaban “golosos de su estado y pasión/ ahora dulce
como inútil”. Lo entierran en el cementerio de Oak (80).
Aguarda, sin embargo, la resurrección. Hay que dejar que
duerma: “hasta que alen por favor los pieses/ que duerma
sidney west/ hasta que bien nos amoremos/ que duerma
duerma duerma” (80). Logrará resucitar con alas una vez
que el amor nazca en nosotros, los lectores.
El amor forma parte, junto con la escritura, de un
proceso de metamorfosis. El poeta y los personajes sufren
transformaciones, hay nacimientos y muertes, y cambios
en la escritura: los nombres se hacen verbo y movimiento,
sus pies van a “alar”, dar alas para poder volar. El
enamorarse se vuelve “amorarse”. El sujeto poético
puede libremente modificar el lenguaje; puede cambiar
la naturaleza y su vínculo con esta, con la vida y con la
muerte. Mantiene relaciones con el mundo real y el mundo
de los muertos, con el sol y la sombra. Finalmente, en este
proceso de transformación, el poeta Gelman puede hacer,
puede crear un poeta: “Sidney West”, que es él y no él, es el
“norteamericano”, el otro viviendo una historia diferente,
pero unido a él en la poesía.
En este poeta Gelman imagina una poesía distinta
a la propia. Puede liberarse de su identidad, también
una prisión. Puede cantarle a la muerte, dejar fluir una
espiritualidad que quizá sentía aprisionada, proyectarla en
el poeta imaginado. Expresa una rica relación con el mundo
natural, al que ve poblado de fantasmagorías. Y muestra sus
simpatías hacia los seres del mundo norteamericano, a los
que compadece como víctimas de una sociedad consumista,
indiferente a las necesidades más profundas del sujeto.
Los personajes se sienten solos, carecen de ese amor que
necesitan para ser felices. Los animales se acercan más a
ellos que las personas, siempre peligrosas y amenazantes.
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La muerte los redime y resulta un modo de compensación.
Son muertes llenas de poesía. Los animales y la naturaleza,
el mundo cósmico, son aliados de los personajes.
Como toda elegía, es una poesía lírica que tiende al
lamento, y a la exaltación del muerto. Crea una belleza
patética, teñida de melancolía. Luego de este momento
poético, en que busca romper la voz autoral monológica,
Gelman continuará experimentando con otras propuestas
poéticas, buscando una mayor libertad expresiva. Dalmaroni
entiende que si es posible hablar de “una poética propia del
escritor”, de una poética suya, esta queda conformada en
este libro, y en los dos que le continúan y concluyen esta
etapa: Fábulas y Relaciones (84). La considera una poética
de fractura, en que el poeta nunca abandona la referencia a
discursos sociales extraliterarios, pero trabaja el lenguaje
poético, rompiendo la ilusión de transparencia (85).
En 1975 Gelman sale a vivir fuera de su patria. Cambia
su modo de escribir, que alcanza un nuevo grado de
intimismo elegíaco y de búsqueda espiritual. El poeta
enfrenta la pérdida de su familia y de su patria. Asume la
derrota de su grupo revolucionario, los Montoneros (Pérez
319-25). Atrás quedan sus días esperanzados de militante
revolucionario, en que el poeta era también un periodista
estrella de la revista cultural Crisis y el diario La Opinión.
Hará del exilio y su tragedia personal el tema de su poesía
siguiente, denunciando la represión política y el genocidio
que sufren los ciudadanos de su país después del golpe
militar de 1976.
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Alberto Julián Pérez
Bibliografía citada
Cardenal, Ernesto. “Presentando la poesía gringa”.
Revista Casa de las Américas No. 250 (Enero-Marzo 2008):
11-19.
Dalmaroni, Miguel. Juan Gelman: contra las fabulaciones
del mundo. Buenos Aires: Editorial Almagesto, 1993.
Gelman, Juan. Oficio ardiente. Madrid: Ediciones
Universidad de Salamanca, 2005.
Edición e introducción de María Ángeles Pérez López.
---. Los poemas de Sidney West. Buenos Aires: Seix
Barral/Biblioteca Breve, 1994.
Gordillo, Mónica. “Protesta, rebelión y movilización: de
la resistencia a la lucha armada”. Daniel James, director.
Nueva Historia Argentina. Buenos Aires: Editorial
Sudamericana, 2003. Tomo IX: 329-80. Mercado, Sarli.
Cartografías del destierro. En torno a la poesía de Juan
Gelman y Luisa Futoransky. Buenos Aires: Editorial
Corregidor, 2008.
Monsiváis, Carlos. “Juan Gelman: ¿Y si Dios dejara de
preguntar?” Periódico de Poesía No. 14 (Noviembre 2008):
www.periodicodepoesia.unam.mx. 1-10.
Pérez López, María Ángeles. “Juan Gelman: este oficio
ardiente llamado poesía”. Oficio ardiente…9-87.
Pérez, Alberto Julián. “Juan Gelman: libertad/poesía/
revolución”. Revolución poética y modernidad periférica
Ensayos de poesía hispanoamericana. Buenos Aires:
Corregidor, 2009: 305-31.
— 269 —
Novela y poesía en Hispanoamérica
Porrúa, Ana. “Una historia de la imagen”. Quimera
Revista de Literatura No. 277 (Diciembre 2006): 40-49.
Dossier Juan Gelman Coordinado por Osvaldo Aguirre.
Pujol, Sergio. “Rebeldes y modernos. Una cultura
de los jóvenes”. Daniel James, director. Nuevas Historia
Argentina…Tomo IX: 281-328.
Rodó, José Enrique. Ariel. Motivos de Proteo. Caracas:
Ayacucho, 1976. Edición de Ángel Rama.
Terán, Oscar. Historia de las ideas en la Argentina. Diez
lecciones iniciales, 1810-1980.
Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 2008.
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Alberto Julián Pérez
Olga Orozco: sueño/mundo/poesía
I. Su poética
Olga Orozco (Toay, La Pampa 1920 – Buenos Aires 1998)
se inició en la poesía a fines de la década del treinta
y comienzos de la década del cuarenta, en una época
extraordinaria de la poesía de nuestra lengua. Durante
las dos décadas precedentes poetas como César Vallejo,
Pablo Neruda y Federico García Lorca habían renovado
totalmente el lenguaje poético. Las poéticas vanguardistas
y el realismo socialista eran las tendencias estéticas más
prestigiosas del momento. En Argentina aparecieron
importantes poetas representativos de estas tendencias,
entre ellos, su más original vanguardista, Oliverio
Girondo, del que Olga fue muy amiga, y el poeta comunista
Raúl González Tuñón (Ruano, “Palabras al lector” 15-26).
Los diversos movimientos poéticos de vanguardia
de la década del veinte, entre ellos el Creacionismo, el
Ultraísmo, el Estridentismo, fueron de corta duración,
y sus principales mentores evolucionaron hacia otras
poéticas o renegaron de los “excesos” de su visión, pero
sus aportes formales: el empleo de la metáfora abstracta,
no figurativa, y el verso libre, se transformaron en el modo
contemporáneo de escritura poética más valorado por los
lectores y los jóvenes escritores. Entre los movimientos
vanguardistas fue el Surrealismo, en los años siguientes,
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
el que mejor mantuvo su sentido revolucionario, gracias
a la personalidad carismática de su fundador, André
Breton, que renovó sus propuestas literarias y culturales
con nuevos manifiestos y declaraciones polémicas y
críticas (Breton 100-49). Los artistas españoles, entre
ellos Federico García Lorca, Luis Buñuel, Pablo Picasso,
Ramón Gómez de la Serna y Salvador Dalí, contribuyeron
a extender la influencia del Surrealismo en el mundo
hispanoamericano. Esta influencia se amplió con la
visita de André Breton a México en 1938 y la diáspora
de importantes artistas españoles a Hispanoamérica
al terminar la guerra civil. En Argentina, el poeta Aldo
Pellegrini difundió las ideas surrealistas desde fines de
la década del veinte, cuando fundó la revista Qué. Durante
la década del treinta la influencia del Surrealismo poético
disminuyó. En la década del cuarenta, los poetas Enrique
Molina y Olga Orozco renovaron la propuesta surrealista
en Argentina. Esta última encontró en la imagen onírica
surrealista la base de su propia poética (Torres de Peralta
19-23).
Su aproximación al Surrealismo fue ecléctica y personal.
Leyó con interés y provecho la poesía de distintas épocas
y lenguas. Se sintió atraída por la poesía simbolista y
neosimbolista europea, en particular la obra del poeta
austro-húngaro de lengua alemana Rainer Maria Rilke. Su
discurso poético desplegaba una variedad de imágenes que
expresaban sensaciones sutiles, sentimientos profundos,
y describían con voluptuosidad los fantasmas personales.
Rilke trabajaba el texto poético de una manera distinta a
los surrealistas, que creían en la creación espontánea: era
un poeta riguroso, que meditaba cuidadosamente en las
imágenes que empleaba (Lizcano 10-35). Era un artesano
exigente, y había creado en Elegías de Duino un tipo de
verso extendido, un versículo, donde cabían imágenes
múltiples, que se metamorfoseaban en otras imágenes
derivadas, y presentaban una floración imaginística única
donde el lector se perdía y se extasiaba en una experiencia
nueva.
Podemos entender la poética de Olga Orozco como una
“poética criolla” pensada en relación a los aspectos que
más le interesaron de esas diversas propuestas poéticas,
consideradas desde la perspectiva crítica de su propia
subjetividad, de su propia espiritualidad. Es una poeta
consustanciada con su lengua, que vive la poesía desde su
espacio sudamericano con gran autenticidad. Conoce la
mejor poesía representativa de los grandes movimientos
poéticos contemporáneos, como nos habían enseñado los
Modernistas, y escribe con libertad y eclecticismo. Una
vez que encuentra su propio lenguaje poético, la forma de
su poesía cambiará poco a lo largo de los años. La poeta
establece en sus poemas ciertas imágenes nucleares, que
expande de manera imprevisible con gusto exquisito. Olga
trabajó como una artesana del verso por varias décadas,
atenta a sus propios fantasmas, a su mundo interior, a sus
sueños (Lindstrom 767).
Nacida en un pueblo alejado de los grandes centros
urbanos, en la provincia de La Pampa, su primera
formación cultural fue autodidacta, guiada por su propia
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
sensibilidad y determinación de aprender. Aunque luego
se trasladó a una ciudad de provincia, Bahía Blanca, y a
los dieciséis años su familia la llevó a vivir a la capital,
Buenos Aires, sus hábitos de lectura de su primera niñez
marcaron su educación como artista (Sefamí 99-101).
Fue una poeta independiente, que trabajó su poesía
con criterio propio y secreto desde su propio mundo.
Este modo marginal y desplazado de vivir la cultura y
la poesía, tiene paralelos, como experiencia existencial,
con el modo en que han vivido la cultura otras mujeres,
que han forjado su personalidad poética desde la
propia marginalidad, meditando en su naturaleza y
en sus necesidades. Sobresalía en esos momentos la
obra de dos poderosas y logradas poetisas en la lírica
hispanoamericana: Gabriela Mistral y Alfonsina Storni.
Mistral, en particular, había escrito una gran poesía
haciendo caso omiso a las estéticas más novedosas,
recreando un lenguaje simbolista que muchos
consideraban pasado de moda. El ejemplo de estas
grandes poetas tenía que ser motivador para una poeta
nacida algunas décadas después, en 1920, y Orozco,
como ellas, buscó un lugar poético, una voz propia (un
“cuarto propio” también), en un mundo poético que le
resultaba parcialmente ajeno (un mundo poético de
hombres, podemos pensar), en que era importante,
además de descubrir un lenguaje propio, el reconocer
la propia subjetividad e identidad. Quiso ahondar en su
mundo, en sus fantasmas, con discreción, vistiéndolos
de metáforas, para aludir sin nombrar, en un juego casi
interminable de desplazamientos de la palabra, en que la
imagen se abre en otras imágenes.
El mundo poético que propone Olga Orozco nos seduce
y nos atrapa con sus densos poemas poblados de imágenes
fantasmagóricas, de arquitectura precisa y detallada, que
la poeta, confiesa, elaboraba en largas jornadas de trabajo
(Sefamí 102-5). No se dejaba llevar por la inspiración del
momento, prefiriendo pulir las imágenes, y ese fue el modo
que utilizó a lo largo de su vida para escribir pacientemente
sus poemas. Su producción fue continua, pero no muy
extensa. Su manera morosa, cuidadosa de escribir, se
refleja en la tesitura, en la textura de sus versos. Los juegos
peligrosos, de 1962, consta de 18 poemas, y no publica otro
libro, Museo salvaje, hasta 1974. Escribía lentamente, y su
idea de perfección tenía más puntos en común con el ideal
poético modernista que con el vanguardista, que buscaba
la espontaneidad y apreciaba la improvisación.
Nos encontramos frente a una poesía distinta, original
como propuesta y como lenguaje, y única en el panorama
de la poesía argentina y de la poesía de nuestra lengua
en aquellos años. Es una propuesta individual sin ser
individualista. Tiene aspectos en común con el modo
de ver la poesía de otras poetas mujeres, como Gabriela
Mistral, Alfonsina Storni y la más joven Alejandra Pizarnik
(Kuhnheim 64-89). Podemos pensar que estas mujeres
buscaban un lenguaje poético y un espacio único, propio,
porque no se identificaban ni podían fundirse totalmente
con las poéticas vigentes o de moda en el momento en
que escribían. La búsqueda de una poética propia convive
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
con las preguntas sobre la propia naturaleza e identidad,
algo que difícilmente ocurre en la poesía de hombres,
que se preocupan más por el papel del yo poético en su
sociedad, y se sienten representantes no cuestionados de
su identidad social, y por lo tanto tampoco la cuestionan
o dudan de ella, más vale la celebran y la valoran, como lo
vemos en la poesía de Neruda y Vallejo.
La poesía de Orozco no se inclina hacia el
cuestionamiento social, sino hacia la problemática
individual. Sus preguntas mantienen un interés reflexivo
en la propia identidad, en su devenir, en su relación con los
otros y con el mundo, en sus vínculos con su madre y otras
mujeres. Es una reflexión insistentemente narcisista,
vuelta sobre el yo, tratando de aprehenderlo como reflejo
en la naturaleza. Al hacerlo crea un diálogo entre el yo y
la naturaleza, un diálogo poético con objetos animados
e inanimados que se personifican. Indaga tanto en los
aspectos físicos visibles del mundo, como en los arcanos e
invisibles, y aún en los prohibidos y deformes.
Su poesía crea un trasfondo filosófico hecho de
reflexiones y viajes introspectivos que dan un sentido
de “profundidad” y trascendencia a su mundo poético.
A partir de esas reflexiones empieza su trabajo de
indagación en multitud de imágenes poéticas asociadas,
de gran misterio y belleza plástica, que crean el “encanto”
del poema, apoyado en visiones espectaculares y
espectrales, “metafísicas”, del mundo natural. Los objetos
naturales adquieren propiedades simbólicas y aún míticas,
aparentando que nos remiten a otra realidad. La poeta
crea una “atmósfera” especial de ensoñación. Los poemas
son largos y se extienden en imágenes de gran sentido
plástico, casi “arquitectónico”. Es una poesía concebida
principalmente como imagen visual, como “pintura”. Sin
embargo, no descuida la entonación, la melodía del verso,
y por ende su sentido temporal. Sus largos y extendidos
versículos resultan placenteros para la lectura, tienen
cualidades eufónicas. Aparecen numerosas estructuras
anafóricas que refuerzan el ritmo de las frases. Leer
cualquiera de sus poemarios, esas colecciones de sus
aventuras espirituales, particularmente a partir de
Juegos peligrosos, 1962, el libro considerado el comienzo
de una etapa poética madura, en que la poeta ha afirmado
su oficio (y su poesía es resultado de un intenso oficio
poético continuo), es seguir a la poeta en su relación con
el mundo poético que ha creado y al que continuamente
interroga.
Sus poemas, básicamente, están compuestos como
un diálogo con los sujetos que aparecen en su mundo
espiritual, un mundo interior convulsionado, conflictivo,
angustiado, por lo general oscuro. En ese mundo de
tinieblas trata de penetrar la voz y el sujeto poético
femenino. Ese sujeto es una “heroína” que lucha por
encontrar sentido, y posicionarse a sí misma frente al otro
y frente al mundo. Los poemas presentan una situación o
una “historia” poética, en un espacio fantástico, y el lector
tiene que familiarizarse con él para seguir a la poeta en
sus fantasías, en sus preguntas y en sus angustias. Toda
su poesía tiene una carga que yo llamaría “existencial”
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
y corresponde muy bien con la filosofía que tuvo más
desarrollo durante la etapa de formación de Olga, en la
década del cuarenta y que ha marcado el tono de su poesía
(Sartre 71-90). Es una poesía patética, donde el sujeto
poético se encuentra constantemente ante situaciones
límites, ante puertas cerradas en que tiene que dar
saltos hacia otra cosa, o hacia la nada, o en que encuentra
clausurada la luz y la salida. Ese patetismo existencial
está centrado en la experiencia del yo frente a un mundo
que no entrega fácilmente su sentido, y encierra mensajes
que hay que descifrar en un proceso hermenéutico,
sumergiéndonos en él como en un pozo o un laberinto.
En los poemas de Orozco nos llama la atención su
cuidada composición, son poemas escritos, revisados y
corregidos con primor, buscando dar precisión y diseño,
claridad visual a la imagen, para comunicar al lector
exactamente la fantasía tal como la ve la poeta. Nos cuenta
“historias” fantásticas, descritas con cuidado de orfebre.45
Su poesía tiene contactos liminares con la prosa, y publicó
dos libros de relatos alegóricos en prosa: La oscuridad es
otro sol, 1967, y También la luz es un abismo, 1995. En estos
libros su “estilo” verbal sigue siendo semejante al de sus
versos, amplifica sus imágenes y explora el juego de los
personajes, en una forma que para mí, como lector, resulta
menos convincente que la de su poesía.46
Sus poemas “con contenido” proyectan la presencia de
una poeta “existencial” poderosa, angustiada y llena de
vitalidad a un tiempo. Sus poemas, aún los “nocturnos”,
hablan más de la vida que de la muerte. Es una poeta a
la que le gusta pensar, pero es pensamiento de poeta:
filosofía intuitiva, hecha de imágenes, que conserva de la
filosofía metódica la emoción básica: el asombro. Orozco es
una poeta que ha hecho del asombro ante la diversidad del
mundo su condición poética. Si quisiéramos parafrasear
su filosofía caeríamos en la tautología o en el juego de
palabras. Es poesía de los orígenes que muestra el asombro
del ser ante el mundo, y su esfuerzo y desesperación por
darle sentido a su vida. Orozco encontró este camino,
que es camino de mujer muy encerrada en sí misma, a la
Debido a esta “narratividad” de su poesía, a esa capacidad para contar historias,
o introducir temas, sus composiciones pueden ser reunidas en temáticas que se
repiten o regresan en sus poemas. Melanie Nicholson ha explorado las imágenes
proféticas que aparecen en su poesía, el topos del exilio, cuestiones de identidad,
alienación y locura, cuando el hablante lírico de su poesía parece estar inspirado
por una visión personal profética (Nicholson 11-15). Elba Torres de Peralta,
indagando en su poética y en los temas de su poesía, ha reconocido y estudiado
las siguientes temáticas recurrentes: los sentidos ocultos y posibles de la
realidad, los emisarios, el Yo corporal, la trascendencia metafísica del Deseo y la
muerte (La poética de Olga Orozco…89-189). Víctor Gustavo Zonana ha hecho un
excelente estudio sobre las “imágenes de la memoria” que aparecen en la poesía
de Olga (“Imágenes de la memoria en la obra de Olga Orozco” 327-45).
45
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Debo confesar mi escepticismo sobre el valor literario de la prosa poética.
Aunque mucho ha cambiado la poesía durante los últimos doscientos años hay
algo que capta el verso, cierta emoción o énfasis que comunica, aún cuando el
poeta no se atenga a la métrica ni le interese la rima, hoy marginadas por el
cultivo del verso libre, que no puede comunicar la prosa, cuando de poesía se
trata. Cortar la oración en dos o tres líneas comunica al lenguaje una fuerza
expresiva, una intensidad a la imagen, que el lector percibe y atesora y hace que
se enamore del poema. Esa imagen misma, en la sucesión del renglón pierde su
fuerza, su carisma. Que digan los otros lectores si comparten esta experiencia
mía como lector, pero la prosa poética de Olga Orozco no me causa el mismo
efecto conmovedor y profundo de su verso.
46
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
que le es difícil salir de sí y se refugia en su imaginación,
donde se siente segura. Sería injusto hacerle reproches o
recordarle sus “deberes éticos” hacia su sociedad. Aunque
vivió en tiempos difíciles, plagados de conflictos sociales,
Olga Orozco tuvo su propio mundo. Optó por ese camino
personal que la sociedad pequeño burguesa puso a su
alcance. En el canto lírico el ser se abisma, se hace otro y
siente que puede trascender su propia historia.
El motivo central del libro es la vida como viaje, y el
problema del ser en el tiempo. En el poema “Parte de
viaje”, la voz poética nos informa sobre un viaje que está
realizando, nos da el “parte”. Nos cuenta que desea al
final de este “volver a contemplar el fuego entre cuatro
paredes”, en un recinto cerrado que la proteja, una casa
(18). Hace una comparación, precedida por el “como”, que
luego extiende en una frase incluida explicativa. En ese
arte de la “amplificación”, en que procura comunicarnos
con riqueza gráfica el misterio de su mundo, reside, en
gran medida, el “estilo” y la efectividad de su poesía. Los
cuatro versos primeros con los que abre el poema son los
siguientes:
II. Su poesía
Adentrándonos en algunos de sus poemas de distintos
poemarios, profundizaremos en la comprensión del mundo
poético que nos propone la autora, en el que adquiere
singular protagonismo la imagen fantasmática. Orozco ha
sido relativamente fiel a su poética a lo largo de los años, y
seleccionaremos los poemas considerando primeramente
algunos aspectos de su búsqueda existencial y el sentido
de sus imágenes, en lugar de ceñirnos a un criterio
exclusivamente evolutivo y cronológico. Comenzaré
analizando un poema de La noche a la deriva, poemario
clave en su obra, publicado en 1983, escrito durante los
años de las luchas populares revolucionarias y del violento
enfrentamiento de la sociedad civil con la dictadura militar
en su patria. Las imágenes de la noche y lo nocturno a que
se refiere el título, habían sido también motivos utilizados
en poemarios anteriores, en que contrastaba la luz y la
sombra.
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Como quien se ha perdido en la espesura y es tarde y
tiene frío
no importa que las hojas prometieran con cada centelleo
una gruta
encantada,
que los pájaros cambiaran de color justo a la hora de no
ser ya los mismos -,
quiero volver a contemplar el fuego entre cuatro
paredes. (18)
El sujeto poético enuncia su deseo principal al final
de la oración que forman los cuatro versos, cuando
dice que quiere “...volver a contemplar el fuego entre
cuatro paredes”. En el primer verso se compara
con alguien que “...se ha perdido en la espesura y es
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
tarde y tiene frío”. Crea con esa comparación una
“atmósfera” especial (estos son poemas dramáticos,
“escenográficos”). La poeta amplifica la información
dada, haciendo una “acotación” al margen, que
completa y complica la imagen inicial, dando al paisaje
un protagonismo especial en el poema. En ese paisaje
(significativo siempre desde la perspectiva de quien lo
percibe) “las hojas” prometen “con cada centelleo una
gruta encantada”; es un paisaje mágico, de ensueño.
Muy inquietantes resultan los versos siguientes,
cuando nos dice que “los susurros del atardecer” son
“las risas de los desaparecidos”. Aunque la palabra
“desaparecidos” pueda referirse a los espíritus de los
muertos en general, la asociamos además a la situación
en Argentina en esos años, en que los militantes
políticos de la sociedad civil eran secuestrados,
torturados y asesinados por la dictadura militar. En
el mundo aparentemente hermético de Olga aparecen
trazos de la situación política que tanto angustiaba a
los argentinos.
En ese atardecer, nos dice, los pájaros cambiaban de
color “justo a la hora de no ser ya los mismos”, cuando
estaba por llegar la noche. En los próximos versos
reconoce que la travesía puede no ser “imaginable”,
ya que se trata de “visos de tiempo incesantemente
proyectado en la memoria del olvido”, y de una memoria
difusa que se va perdiendo. Compara estas visiones
a “ver desfilar relatos fosforescentes en el curso del
agua,/ siempre con la amenaza de una zarpa a punto de
borrarlos” (18). Olga procura comunicarnos lo extraño
de su visión. Estos estados psicológicos alterados,
sus percepciones fantasmales, causan admiración
y sorpresa en el lector. La poeta nos sumerge en sus
mundos y submundos, que asociamos al imaginario
onírico surrealista. Por el detalle con que describe sus
ensueños, su arte poética nos recuerda las imágenes
de las pinturas de Dalí, cuando pinta visiones oníricas
con precisión clásica. Estas visiones oníricas están
cargadas de simbolismo.
En el final de esta segunda “estrofa” de seis versos, que
forman una sola oración, como los cuatro primeros versos,
vemos al sujeto lírico femenino que se aleja tomado “de la
mano de nadie”, o está en una “escena en que la muerte
ha protagonizado todos los papeles”, y ya no le quedan
personajes para representar. Se encuentra fuera de lugar,
marginada.
En los versos siguientes empieza a enumerar los
“prodigios” que ve en su viaje, porque, explica, “todo viaje
comprende reservas naturales de los museos que nos
obsesionan”. La poeta procura expulsar, en una catarsis, las
imágenes obsesivas que la persiguen, y comunicárselas al
lector. Entre esos prodigios enumera el “del hombre que se
trasmuta en nube cuando lo llama la distancia”. Relaciona
este prodigio con otro que resulta arbitrario para el lector,
creando una asociación asimétrica o surreal. Dice que ese
hombre que se trasmuta en nube “...acaso sea el mismo
a quien reclama por cada oreja una mitad del mundo”. El
empleo de asociaciones inesperadas e imágenes absurdas
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
tenía gran vigencia en la estética de la década del setenta,
cuando estaba escribiendo el libro, y aún hoy conservan
gran fuerza expresiva. Son imágenes que desafían el
sentido y la razón interpretativa. El lector siente que
la poeta tiene poder para comunicarse con ese mundo
esotérico o metafísico al que uno inconscientemente
también desea acercarse, y surge una complicidad entre
lector y poeta.
Otro hombre, nos cuenta, “propaga imágenes de amor,
como una repetición del eco”, y, repitiendo la construcción
anterior, conjetura que probablemente este hombre sea
el mismo “en cuya sombra crece sólo la hierba del edén
perdido”. Se trata de una criatura muy extraña, fantástica,
con poderes mágicos. Cada uno de estos hombres, nos
dice, estaba en su “juego de ráfaga indecisa”, “girando
en su noche sin fondo, en su órbita incierta”. En ese
paisaje además llovió “al mismo tiempo en dos lugares”
y aparecieron mariposas negras. Después de resumir
esas maravillas que vio, la poeta indica que son solo un
ejemplo, pero que vio muchas más, dice: “Podría citar
otras maravillas y errores que no apresó la crónica,/…
pero no quiero contemplar dos veces lo que vuelve del
polvo o es rehén de otro reino” (18).
Procede igual con los “accidentes del camino”, que
según ella no vale la pena “despertar uno por uno”. Le
explica al lector que “quedaron señalados con un sello
indeleble en los relevamientos del subsuelo”. Introduce
el problema de la temporalidad, preguntando cuál era el
objeto de tantas señales, qué propósito tenían, para qué
servían si finalmente “aunque no cambie el río” ella ya no
podía ser la misma. Dice la poeta:
— 284 —
Entre suelos que corren y límites que se sumergen o
que vuelan
las pruebas fueron tantas que no acerté los tiempos;
con las demoliciones de los años construí laberintos en
vez de paraderos;
me dormí bajo techo y desperté acosada por los perros
de la cacería. (19)
El sujeto lírico ha sido sometido a diversas pruebas.
Con el tiempo, en vez de avanzar hacia sitios seguros
y acogedores, a “paraderos”, ha ido extraviándose en
laberintos. Sin embargo, confiesa, pese a que perdió cosas
importantes en su vida, también gozó, estuvo en una
“fiesta” y si desplegase sus “inmensos retazos” sentiría
que alguien la había elegido para ser personaje “de
algún sueño”. Como un tesoro conserva estos recuerdos
“plegados/ junto con los recortes de las bellas excursiones
frustradas/ y los planos de puertos y ciudades en los que
ya no hay nadie para hospedar el alba…” (19). Nos explica
que en ese momento que medita está “sentada sobre la
hierba insomne”. Se pregunta si hizo bien o todo fue un
error. El que cuenta, sabe, tiene un poder, porque puede
“invertir de pronto la perspectiva de una historia”, o
“adulterar los inocentes escenarios”.
En el final del poema la poeta encuentra una felicidad
tranquila. Después de tanto andar logra llegar a donde
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
quería: la casa, la morada, la seguridad. Adentro alguien
la espera, con el fuego encendido. En ese momento teme
por su libertad. La paz y aún el amor pueden resultar
amenazantes, la poeta ama su soledad y su fantasía, y
el otro añorado encierra un poder que puede resultar
castrador. Ha realizado su viaje durante la noche, bajo
las estrellas y anuncia: “Voy a entrar en la casa./ Alguien
está despierto entrujando las sombras, disponiendo los
leños./ ¿Es innoble la paz? ¿Es sedentario el fuego?”. Se
pregunta si la paz del hogar no puede quitarle su fuego
interior de poeta, sus sueños y fantasías. El otro puede
robarle su sentido, el sentido de su poesía, que para
una poeta es todo, más importante aún, muchas veces,
que el amor terrenal y la acción en el mundo. Orozco
está enamorada de su oficio de poeta, y para ella no
hay nada más grande que ese edificio de palabras que
construye con primor. Encerrada y presa en su ego, se
siente protegida en su mundo, espiando y explorando el
entorno con la magia del lenguaje. Pero el mundo real,
el amor, la vida social y comunal es otra cosa, de la que
parece mantenerse a cierta distancia para sentirse
segura.
En ese poema el viaje termina siendo un recorrido
por su interioridad, guiada por las obsesiones de su
yo. En otros poemas se reconocía en su otro, o en otros
mirándola a ella, como si ella fuera todo el mundo y su
yo se hubiese diseminado. En el poema “Desdoblamiento
en máscara de todos”, del poemario Los juegos peligrosos,
1962, Orozco sentía latir en ella al otro, y que ese otro
era parte de Dios. Los seres humanos podemos formar
parte de un dios que ha estallado en pedazos.
En el principio del poema la convocan “a la tierra de
nadie” (Obra poética 124). En ese momento se siente
habitada, hay alguien en ella que no conoce, que no es
ella misma, y se levanta de ella. Y pregunta: “(¿Quién se
levanta en mí?/ ¿Quién se alza del sitial de su agonía…/
y camina con la memoria de mi pie?)”. De pronto depone
su nombre y logra ser otra. Así abre “con otras manos la
entrada del sendero que no sé adonde da” y avanza “con
la noche de los desconocidos”. La identidad personal
se hunde en la irrealidad, los seres humanos somos
apariencias, máscaras que nos creemos reales. Sin
embargo hay algo que nos une: Dios. Un dios ancestral y
primigenio que está creando el mundo, un dios que es el
alter ego del poeta, el hacedor. Dice: “Despierto en cada
sueño con el sueño con que Alguien sueña el mundo./ Es
víspera de Dios./ Está uniendo en nosotros sus pedazos”
(125).
Titula a uno de sus poemarios, de 1979, Mutaciones
de la realidad. Orozco desconfía de la realidad. Su poesía
nos advierte sobre su engaño. Busca “otra” realidad,
soterrada, inconsciente, interior, mítica. En “La realidad
y el deseo”, la realidad, dice, revela “en nosotros la
soledad de Dios”, nuestra orfandad radical (24). En medio
de eso que designamos como la realidad está el amor,
acechado por “la caída” (25). En el final del poema dice
que “la realidad, sí, la realidad” es “un sello de clausura
sobre todas las puertas del deseo” (25). La realidad la
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Novela y poesía en Hispanoamérica
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separa del deseo, y su vida ha sido entregarse, dentro del
espacio poético, al deseo.
En el poema que le da título al poemario, “Mutaciones
de la realidad”, dice que si bien no niega la realidad, la
considera “errante, / tan sospechosa y tan ambigua
como mi propia anatomía” (8). La realidad ha llegado
hasta allí “a través de otro salto feroz en las tinieblas”.
Como ella, está “cautiva” probablemente “en una esfera
de cristal que atraviesa las almas”. Es una realidad
guardiana “de una máscara indescifrable del destino”,
que “se viste de hechicera” o “se convierte en reina” (9).
Esa realidad es “precaria”, vive sometida, como ella,
a las transformaciones, a las mutaciones del tiempo
que “se trizan en alucinaciones”, y lo que logra asir
son “fantasmas de la desconocida imagen que refleja”
(10). Orozco cuestiona el estatus de la realidad, somos
prisioneros del tiempo que nos transforma.
En muchos de sus poemas presenta a sujetos líricos
que sufren tribulaciones, y se sienten sentenciados e
iluminados por el demonio. Dedica el poema “Rehenes
de otro mundo” a Vincent Van Gogh, Antonin Artaud y
Jacobo Fijman. Estos artistas “malditos” se enfrentaron
a la prohibición de “ir más allá” de los límites (22). Antes
que ellos, nos dice, “sólo el santo tenía la consigna para
el túnel y el vuelo”, pero Van Gogh, Artaud y Fijman “se
adelantaron de un salto hacia el final”. Su presencia
fue fértil, “fue una chispa sagrada en el infierno”. Olga
se identifica con los artistas malditos y se siente una
poeta de la misma estirpe; cree en esa poesía, ya que
“esas sílabas rotas en la boca fueron por un instante
la palabra” (23). La poesía tiene todo el poder, aunque
los poetas paguen su osadía con la locura. Y se realiza
el milagro, “ellos eran rehenes de otro mundo” y, sin
embargo, están aquí entre nosotros, como los santos
“cayendo,/ desasidos” (23).
Olga Orozco valora el mundo de sueños y palabras que
evocan el otro lado de los límites. En su poemario anterior,
Museo salvaje, 1974, rindió homenaje al cuerpo humano. El
libro, muy bien estudiado por Gustavo Zonana, se articula
como una serie de poemas que despliegan la relación de
la poeta con su cuerpo (“Olga Orozco y su exploración
poética en la corporalidad: Museo salvaje (1974)” 269
-77). Comienza con “Génesis”, sigue con “El lamento de
Jonás” y con “Mis bestias”. Sus bestias son las distintas
partes de su organismo: el corazón, la cabeza, las manos,
la cabellera, los ojos, el sexo, la piel, las orejas, los pies,
la nariz, el esqueleto, la boca y la sangre. Este poemario,
como Mutaciones de la realidad, 1979, cuestiona el estatus
de lo real. Lo real está en transformación continua. Su
interés como poeta es registrar la metamorfosis de las
cosas.
En “El lamento de Jonás” Orozco habla del cuerpo
como de algo “denso”, en el que quedan rastros de otros
mundos, a partir de los cuales accede a la poesía, al hacer
poético. Dice la poeta: “Este cuerpo tan denso con que
clausuro todas las salidas,/ este saco de sombras cosido
a mis dos alas/ no me impide pasar hasta el fondo de
mí…” (Obra poética 132). Para ella el cuerpo es “un saco
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Novela y poesía en Hispanoamérica
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de sombras”, algo oscuro, fatídico, que está sin embargo
cosido a sus “alas”. Esas alas son las alas de la imaginación
que la ayudarán a volar, a salir de la prisión tenebrosa de
su cuerpo.
La clave para ella es descender “al fondo” de sí misma,
indagar su mundo profundo. ¿Cómo es ese mundo? Nos lo
dice en el próximo verso: ese mundo es una “noche cerrada”
donde llegan “los espejismos de la noche” y donde aparece
“la esfinge de otro mundo” (132). Es una entrada a lo
trascendente, a un tipo de espiritualidad que sólo la poeta
puede alcanzar en su poesía. Allí encuentra plenitud. Sin
embargo, encierra algo peligroso. La voz lírica dice que es
mejor “no estar” allí. Guarda “trampas”. Allí está su otro yo,
alguien que “me observa conmigo desde las madrigueras de
cada soledad” y “me induce a escarbar debajo de mi sombra”.
Su objetivo es salir de ese encierro, de esa trampa que le
tiende su cuerpo clausurado. El cuerpo es “un guardián
opaco” que la transporta y la retiene, y la transforma en
una rehén de sí misma (133). Termina el poema con una
pregunta sin respuesta, “¿Y quién ha dicho acaso que este
fuera un lugar para mí?”.
Este poema de introducción al mundo de su cuerpo la
muestra instalada en un espacio en conflicto con lo real,
en que trata de pensar lo material, su organismo, desde
la perspectiva de una visión espiritual e interior. Este
organismo comparte con su ser su condición existencial:
son los órganos de un ángel caído e irredento. Olga alcanza
en este poemario, primorosamente concebido y logrado,
una gran altura lírica. Sus poemas son elegíacos, se lamenta
de las limitaciones de la condición humana y la finitud, lo
incompleto del cuerpo, que no se basta a sí mismo, que se
abre simultáneamente hacia fuera y hacia adentro. A ella lo
que más le interesa es su condición interior, un interior que
es reflejo, o “espejismo”, del exterior. Ese exterior es una
naturaleza sensualizada, que se proyecta en el cuerpo.
Olga, en este libro de gran sentido autobiográfico
(autobiografía poética de un espíritu angustiado, habitado
por hermosas imágenes y en conflicto con la realidad y
las imposiciones de su cuerpo), en el poema dedicado
a su piel, “Plumas para unas alas”, nos dice que está
“sumergida” en su piel “como en un saco de obediencia y
pavor”(148). Siente terror ante sus limitaciones (Martín
López 403-9). Nos confiesa la frustración de querer más y
no poder alcanzarlo. Dice que está “cautiva” en su piel, que
la “protege a medias y por entero me delata”, que apenas
la contiene y no le sirve, y la describe metafóricamente
como “túnica avara cortada en lo invisible a la medida de
mi muerte visible” (148).
La poeta se ve a sí misma dividida en dos partes, sin
posibilidad de conciliación, aunque la busca. Si fuera
posible el encuentro entre el interior y el exterior, entre el
ser y el deseo, lograría resolver el enigma de su vida. Dice:
“No consigo hacer pie dentro de esta membrana que me
aparta de mí,/ que me divide en dos y me vuelca al revés
bajo las ruedas de los carros en llamas…”. Su interioridad
la resguarda y lo exterior la amenaza. El mundo exterior
es el que proyecta la imagen deformada, el “espejismo”
de las cosas, la falsa imagen. Ella es un cuerpo en el
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tiempo, sometido a los cambios, mortal, y es, dice, “un
falso testimonio” que encubre “el fantasma de ayer y el de
mañana” (149). Se confiesa hija de un dios defectuoso, que
la hizo imperfecta, demasiado sentimental: “¿A semejanza
de qué dios migratorio fui arrancada y envuelta en esta
piel que exhala la nostalgia?” (149).
En todos sus poemas se destacan la justeza de la
expresión y la elaboración estilizada de los conceptos
en imágenes cargadas de significado, donde demuestra
una capacidad enorme de introspección y análisis de sus
sentimientos. Estos son los poemas de una mujer fiel a
su condición, que busca conocerse a sí misma, es sincera
hasta la crueldad y no se ahorra epítetos denigratorios.
Termina el poema con efectivo lirismo, sintetizando su
condición, diciendo (en un verso que podría por sí solo ser
un haiku) que es “Una mutilación de nubes y de plumas
hacia la piel del cielo”. Es el dios migratorio que aspira a
volar como un pájaro, y se sabe mutilado.
Su poesía es una confesión existencial de la
imposibilidad del ser humano por escapar a su condición,
a su mortalidad, a sus limitaciones. Se ve a sí misma como
un ser trágico, agónico, y en ese destino hay poco espacio
para la comedia. La vida es cruel y es grotesca, máxime
cuando el ser humano está consciente de su deformación.
La poeta contempla su caída con lucidez. El lector se
identifica con ese lirismo que canta a esta condición
humana, grande y heroica en medio de sus limitaciones.
Es la heroicidad propia del santo, que se autoinmola
para salvar a los demás. Olga nos enseña el coraje y la
templanza necesaria para vivir y enfrentar con valor y
lucidez nuestra condición.
Su poesía emociona al lector por su autenticidad. Sus
intenciones estéticas se funden a lo que la poeta quiere
confesar: su modo de estar en el mundo, su cuestionamiento
ante la realidad, su visión personal de la espiritualidad
humana, su modo de vivir y ver la naturaleza y las fuerzas
cósmicas. Todo esto conforma su visión personal del mundo
y constituye su aporte a la poesía, de cuya historia es parte
importante.
El tono pesimista de los libros de su edad madura se
va atenuando en los libros de su vejez, en que empezamos
a percibir en ella una cierta serenidad ante lo que es la
inminente despedida de la vida. Notamos una persistente
meditación sobre la muerte, y un deseo de ser justa y
amigarse con dios, y pensar en un más allá posible (Orozco/
Alcorta 122-5). Su rebeldía juvenil se ha mitigado. En el
poemario Con esta boca, en este mundo, 1994, publicado
cuando ya había superado los setenta años de edad, medita
sobre la muerte y sobre los seres humanos. Trata de salir de
sí misma, de su soledad, y pensarse a través de los otros, de
la amistad, del amor. Confiesa sus culpas, las culpas de todo
ser humano frente a la exuberancia del mundo y de la vida:
las limitaciones al amar, el egoísmo, la rabia y la ceguera con
que juzgamos nuestra propia condición, la arrogancia y la
incontinencia del yo.
En un diálogo en ausencia con el fallecido poeta Alberto
Girri, y con su poesía de profunda meditación filosófica, le
pregunta, en el poema “Espejo en lo alto”, si desde el más
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Alberto Julián Pérez
allá le está enviando alguna señal, tratando de decirle
algo de una manera sutil, a través de la naturaleza. La
poesía de su amigo tiene cosas en común con su poesía;
Girri, igual que ella, deshojó “la envoltura del sueño y la
vigilia/…hasta el último pétalo, hasta el temblor inmóvil del
silencio” (Relámpagos de lo invisible 185). Revisó como ella
“…la trama del poema/ el revés y el derecho del destino,/…
sin encontrar la pura transparencia que permita mirar al
otro lado”. Le dice que habitó “en el Reino del No, la casa
de los innumerables laberintos,/…acechando visiones
contagiosas…”. Olga expresa su angustia ante la inminencia
de la muerte, se siente reflejada en su amigo. Se pregunta si
Girri puede enviarle señales, y avisarle si hay vida eterna y
trascendencia espiritual para los poetas, si siguen en el más
allá escribiendo sus versos en otro lenguaje, quizá un lenguaje
natural, ideogramas formados por las hojas errantes que se
mueven al atardecer.
La morada del poeta era como una “casa” de palabras
oscilando “justo en el borde de la inmensidad, haciendo
equilibrio”. Vivir era estar suspendido entre la vigilia y el
sueño, el ser y el no ser, el aquí y ahora y la inmensidad.
Al suspenderse el ser en el tiempo, la vida en la historia,
el ser humano regresa a la unidad y todo es presente, nos
dice: “Ya eres parte de todo en otro reino, el Reino de la
Perduración y la Unidad,/ estás en el eterno presente
que huye, que se consume y que no cesa,/ y podrás ser
el nombre y lo nombrado” (186). Logrará entonces ser la
palabra, y fundirse con la divinidad, con el verbo. Es una
visión bastante optimista y luminosa de la muerte, el reino
de la muerte como un sitio de paz y quietud, donde hay un
lugar especial para el poeta.
Termina el poema con un envío en que le hace un pedido
a dios: que le muestre al poeta “las cosas así como él quería,/
tales como son” (186). El deseo de divinidad del poeta puede
realizarse: reemplaza el mundo con su propia creación,
con su imaginario, es el hacedor. Dios puede concederle
ese milagro. Detrás de ese pedido percibimos que tiene la
esperanza de recibir ella ese don un día. Siente que la muerte
es el lugar donde cesan las angustias y el ser humano se reúne
felizmente con dios. En este poema Olga logra acercarse al
otro, ya no lo ve como su reverso imposible o como aquello
amenazante que la separa de sí misma. Se siente en paz.
Encontramos también serenidad en el poema “Les
jeux sont faits” del mismo libro. Está viviendo en un día
de “esplendor”, dice, que sin embargo es “inútil”, pero,
se amonesta, nadie le había prometido un “venturoso
exilio” (193). Por lo tanto, era necesario estar agradecida
de la vida. Se siente triste ante el hecho de que “el tiempo
se hizo muro y no puede volver”; ha llegado al término
humano de la existencia, a su vejez y no puede reclamar
a nadie por ello. Ve el mundo y se siente desamparada y
recurre a la memoria de su madre. Aferrada a la vida le
pide que vuelva a contar su historia, que vuelva a darle
vida; le dice: “Madre, madre,/ vuelve a erigir la casa y
bordemos la historia./ Vuelve a contar mi vida” (194).
Es un deseo imposible de colmar, en una situación que
parece aceptar con bastante resignación. Se ha amigado
aparentemente con la realidad, y su imagen aparece
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
mucho más desnuda que en su poesía de juventud y
madurez. Olga Orozco ha cumplido una trayectoria y
logra entrar en la “inmortalidad” que da la poesía a los
buenos poetas.
Su voz es un importante referente en la lírica
contemporánea de nuestra lengua y deja una marca
indeleble en la historia de la poesía argentina. Lo que
rescatamos hoy y rescatarán los lectores futuros de esa
voz, cómo la leerán y la escucharán, está vinculado, creo,
a la calidad de sus imágenes plásticas y sus metáforas
de la naturaleza, el cosmos y el cuerpo, y a su búsqueda
personal, al constante y lúcido trabajo realizado para
expresar sus pensamientos, su confusión existencial
en un mundo al que la voluntad de la poeta arropa de
visiones, le da carnadura imaginística, y que en su
vejez se hace más sereno, brindando a sus lectores
un importante mensaje estético que emociona y que
persuade con su propia concepción de la belleza.
Lindstrom, Naomi. “Olga Orozco: la voz poética que
llama entre mundos”. Revista Iberoamericana 132-33
(Julio-Diciembre 1985): 765-775.
Lizcano, Juan. “Olga Orozco y su trascendente juego
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Monte Ávila Editores, 1975. pp. 10-35.
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Buenos Aires: Sudamericana, 1997.
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---. La noche a la deriva. México: Fondo de Cultura
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Caracas: Monte Ávila, 1993.
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Desdoblamiento de Dios en Mascara de todos. Madrid:
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---. “Imágenes de la memoria en la obra de Olga Orozco”.
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La poesía crítica de Nicanor Parra y
Carlos Germán Belli
El arte de las Vanguardias se impuso en Hispanoamérica a
partir de la segunda década del siglo XX. El público joven
perdió gradualmente su interés en el Modernismo, que
había transformado la poesía de nuestra lengua durante
la última etapa del siglo XIX y los primeros años del nuevo
siglo. Las Vanguardias buscaban la liberación de los
lenguajes artísticos y la renovación continua de las formas
expresivas. Sentían que el pasado poético los constreñía
con sus reglas (Pérez, “Cómo leer a las Vanguardias” 106113; Burger 47-54). El carácter radical y revolucionario
del arte vanguardista dividió la historia artística del siglo
XX en un antes y un después de las Vanguardias. Estas
rompieron con la figuración y las reglas de composición
que había desarrollado e impuesto el arte occidental
desde el Renacimiento.
Transcurrido su momento de auge, aparecieron a
partir de la década del treinta nuevas tendencias. La
primera disidencia importante fue la de los escritores
realistas socialistas, que tuvieron en Hispanoamérica
una importancia central. Sus más grandes poetas
vanguardistas: César Vallejo y Pablo Neruda, fueron
figuras determinantes. Abrazaron sus ideas y cambiaron
su forma poética, escribiendo según las reglas que
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
proponía el Realismo Socialista. Durante la década del
cincuenta coexistían varias tendencias diferentes: la
neovanguardista, que sostenía el valor de la revolución
vanguardista “histórica” del veinte y la asumía como
modelo; la realista socialista, que se renovó con nuevas
formas de poesía realista y conversacional; una tercera,
disidente y crítica, que intentaba ir más allá de las
vanguardias y aún del realismo socialista y proponer
otras ideas poéticas. Surgieron y se establecieron poetas
neovanguardistas de gran originalidad, como José Lezama
Lima y Octavio Paz; poetas revolucionarios militantes
que, al igual que Vallejo y Neruda, abrazaron el socialismo,
como Roque Dalton y Ernesto Cardenal; y voces poéticas
disidentes, como Nicanor Parra y Carlos Germán Belli,
que expresaron su malestar ante la situación poética
contemporánea (Pérez, “Notas sobre las tendencias de
la poesía pos-vanguardista en Hispanoamérica” 45-59).
Estos últimos desarrollaron una poética personal crítica,
cuestionando a la poesía de su tiempo.
Nicanor Parra (San Fabián, Chile 1914 - 2018) y Carlos
Germán Belli (Lima, Perú 1927 - ) criticaron y negaron los
ideales y formas poéticas de las vanguardias, y su visión
de mundo. También rechazaron las ideas del socialismo
literario. Su labor poética hizo que leyéramos la poesía
que los precedió de otra manera. Parra buscó con su
poesía acercarse a la lengua común y al pueblo anónimo;
Belli censuró el abandono de las formas poéticas y las
bibliotecas del pasado. Plantearon sus problemas estéticos
y lo discutieron en su obra.
Parra criticó a las vanguardias históricas por su uso de
figuras poéticas herméticas, como la metáfora “oscura”,
no figurativa, y su lenguaje poético culto y difícil. Carlos
Germán Belli miró con nostalgia y amor la antigua
biblioteca clásica y modernista abandonada, el archivo
admirable de formas y géneros del pasado sepultados
por la iconoclastia de las vanguardias, e inició una labor
de actualización y rescate de ese pasado poético negado.
Poetas individualistas y pequeño-burgueses, rechazaron
igualmente los objetivos políticos de los poetas realistas
socialistas. No aceptaron formar parte de un movimiento, o
de un grupo con un objetivo colectivo social extraliterario.
Parra y Belli reaccionaron contra las corrientes
poéticas de su tiempo y mostraron el por qué de su
disidencia (Morales 257). Fueron “poetas contestatarios”.
Si bien yo en mi análisis los asocio, trabajaron en forma
autónoma e independiente el uno del otro. Procuraremos
en las páginas siguientes entender qué papel jugaron en
la poesía de la segunda mitad del siglo XX y cuáles fueron
sus aportes.
Entre Parra y Belli hay una separación cronológica
de más de diez años: Parra había nacido en 1914 y Belli
en 1927. Sus poéticas diferían en su tratamiento del
lenguaje poético, y en el concepto de lo que era poesía.
Los dos poetas criticaban al Realismo Socialista. Tenían
una actitud poética “parricida”. Los poetas que los
habían precedido en su labor poética habían sido figuras
tutelares de la poesía. César Vallejo (Santiago de Chuco,
Perú, 1892-1938) y Pablo Neruda (Parral, Chile, 1904-
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
1973) fueron los poetas vanguardistas y real socialistas
más logrados e influyentes de la poesía de nuestro siglo.
Parra, chileno, y Belli, peruano, nacieron a la vida poética
en una época literaria dominada por el legado de la obra
de estos grandes poetas. Parra comenzó a poetizar a
partir de Neruda y contra Neruda (de Costa 23); Belli a
partir de Vallejo y contra su tradición (Paoli 211).
Parra publicó su primer libro de importancia, Poemas y
antipoemas, en 1954, cuando ya Neruda había publicado su
Canto general (1950); Belli publicó ¡Oh Hada cibernética!
en 1962, mucho después de fallecido Vallejo.
Entre Vallejo y Belli había una gran distancia
cronológica y “tiempo” poético. Durante ese lapso no
había aparecido en el Perú un poeta capaz de ocupar el
espacio literario dejado por Vallejo. En la edición chilena
de sus Sextinas, 1970, Julio Ortega proclamó, en la nota
de contratapa que, después de César Vallejo, la poesía
peruana había encontrado en el lenguaje desgarrado y
pasional de Carlos Germán Belli su máxima expresión. A
diferencia de Parra y de su compatriota Antonio Cisneros,
Belli no se había dejado tentar por la “lengua vulgar”. Creó
un lenguaje poético original propio.
Nicanor Parra, según René de Costa, se distanció de
las poéticas de Vicente Huidobro, Gabriela Mistral y Pablo
Neruda, que dominaron la primera mitad del siglo de la
poesía chilena (de Costa 23). Criticó la imagen heroica
(el yo grandioso) del poeta vanguardista, y el lenguaje
poético “especial”, hermético e irracional de su poesía,
centrado en el uso de la metáfora “oscura”. Presentó en
su obra una imagen “baja” del poeta, lo mostró como un
ser ambiguo, antiheroico, contradictorio, y utilizó en sus
versos la lengua común, la lengua “vulgar”. Recuperó
el contenido figurativo. Adoptó una forma poética
discursiva racional, explicativa. A diferencia de los poetas
realistas socialistas, puso en duda la objetividad y la
finalidad histórica, asumiendo una posición escéptica, de
duda sistemática. Cuestionó el valor de los mensajes y los
discursos ideológicos.
En su “Manifiesto” afirma que “los poetas bajaron del
Olimpo” (Antipoemas 217) y ellos (los nuevos poetas o
antipoetas) conversan ahora “en el lenguaje de todos los
días”. Dice:
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Contra la poesía de las nubes
nosotros oponemos
la poesía de la tierra firme...
Contra la poesía de café
la poesía de la naturaleza
contra la poesía de salón
la poesía de la plaza pública
la poesía de protesta social. (221).
Dice que para “sus mayores” la poesía había sido “un
objeto de lujo”, mientras que para ellos era “un artículo
de primera necesidad”. Cree que el poeta “es un hombre
como todos/ un albañil que construye su muro”. Los
poetas realistas socialistas, los poetas “comunistas”,
por su parte, excepto “uno que otro” que “supo llegar
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
al corazón del pueblo”, en su opinión habían fracasado,
porque “...no fueron poetas populares/ fueron unos
reverendos poetas burgueses.”(219). Argumenta, con
humor e ironía:
Ha apoyado la crítica ecologista. En un poema satírico de
su libro Poesía política, afirma, mofándose: “Capitalismo/
contaminación del hombre x por el hombre/ socialismo
burrocrático/ todo lo contrario.” (150).
En la poesía de Parra no hay una postura política
y cultural única, cada posición es capaz de incluir su
contrapartida. El autor no se identifica con un solo
sujeto, puede ser alternativamente todos los sujetos,
todas las “personas”, adoptar múltiples máscaras. En “Yo
pecador”, describe un “yo” que es todos los seres posibles,
buenos y malos: campeón de cueca, sacristán obsceno,
pastor protestante, padre de familia, pequeño burgués,
comunista, conservador y, finalmente, “pecador”, pero no
se declara « culpable » (Antipoemas 199). El yo “lírico” ya
no es el centro de la experiencia poética, ha perdido su
valor. El arte ha dejado de ser trascendente. Parra observa
y describe los aspectos ilógicos y absurdos del mundo y
señala su carácter arbitrario e irracional.
Duda del valor individual de la voz, prefiere hablar
con la voz de otro (Sermones y prédicas del Cristo de
Elqui 1977) o recurre a la frase hecha (Artefactos 1973).
Explicó que, en su libro Artefactos, su labor de poeta
se redujo a escoger frases del lenguaje popular, como
un “entomólogo que sale a cazar bichos” (Morales 96).
Parra no valora el lenguaje poético complejo y culto, ni
le interesa crearle al lector “dificultades literarias”: cree
en el lenguaje hablado (“lenguaje hablado y nada más que
lenguaje hablado en la poesía”, Morales 97). Su poesía
“evoluciona” desde el empleo del lenguaje conversacional
Hoy nos hacemos cruces preguntando
para qué escribirían esas cosas.
¿Para asustar al pequeño burgués?
¡Tiempo perdido miserablemente!
El pequeño burgués no reacciona
sino cuando se trata del estómago.
¡Qué lo van asustar con poesías! (220).
La explicación que da Parra es crítica y desacralizadora,
opuesta a las modas, y ha disgustado a muchos (Morales
25-26). Rebajó el valor de todos los discursos ideológicos,
incluidos el psicoanalítico (se burla del psicoanálisis en
«Sigmund Freud») y el político. Encontramos poesías en
que critica a su país, como “Los límites de Chile”; otras
en que ataca al Stalinismo ruso, como en “Viva Stalin”, y
al Castrismo, en numerosos “Artefactos”, como en el que
dice: « Si fuera justo Fidel/ debiera creer en mí/ tal como
yo creo en él./ La historia me absolverá.” (Poesía política
81).
En varios poemas burlescos ataca al gobierno militar
chileno de Pinochet. Dice: “De aparecer apareció/ pero
en una lista de desaparecidos.”(Poesía política 126); y
“Ayer/ de tumbo en tumbo/ hoy/ de tumba en tumba.”
(Poesía política 137).
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
en Poemas y antipoemas, 1954, al empleo de la frase hecha,
en Artefactos, 1973, al chiste de hablante inidentificable,
en Chistes para desorientar a la policía, 1983. En toda esta
poesía hay un claro eclecticismo y pluralismo ideológico.
En su poesía el humor adquiere un valor liberador. Su
posición contrasta con la seriedad monológica que habían
mantenido la poesía vanguardista y la poesía de los poetas
realistas socialistas (Yamal 85-112). El humor rompe la
univocidad lógica del mundo. La burla de sí quiebra la
identidad subjetiva del yo poético. Parra siente un placer
especial en asumir la voz de personajes reverenciados Dios, un político poderoso -, demostrar su lado vulnerable
y reírse de nuestras creencias. Descubre en el mundo
sagrado el absurdo y el sinsentido. En “Supongamos que
es hombre perfecto”, habla de Cristo y dice, irreverente:
“Supongamos que fue crucificado/ supongamos incluso
que se levantó de la tumba/ - todo eso me tiene sin
cuidado -/ lo que yo desearía aclarar/ es el enigma del
cepillo de dientes/ hay que hacerlo aparecer como sea.”
(Emergency Poems 46). En “Regla de tres” habla de Stalin,
responsable, dice, de la desaparición de 20.000.000 de
personas, endiosado por el régimen de la Unión Soviética;
se pregunta cuánto gastaron en su monumento, y cuánto
costó más tarde destruirlo, y culmina, sarcásticamente,
con la paradoja: “¿Y cuánto creen ustedes que gastaremos/
en reponer esas estatuas sagradas?” (Emergency Poems
48).
El humor cuestiona la ilusiones que podemos hacernos
sobre el mundo y el hombre. Parte de la fatalidad de este
mundo responde a una necesidad interna - destructiva
- del ser humano, y la refleja. La comicidad es capaz de
revelar el lado cruel y torpe de la naturaleza humana
y corrige las deformaciones ideológicas. El humor de
Parra está cargado de pesimismo: nos hace sentir que
finalmente no tenemos remedio. Como todo mensaje
desacralizador, tiene la virtud de desacreditar el aparato
insano del poder que se crea alrededor de lo sagrado y
refleja el aspecto obsesivo y compulsivo de la naturaleza
humana. Muestra las obsesiones - en especial la de un yo
único y continuo – y exhibe el lado ridículo de nuestra
concepción lógica y analítica del mundo, procediendo
justamente de manera analítica y lógica, exponiendo el
momento en que esa lógica es contraproducente. Así, en
el poema sobre Stalin mencionado, el lector espera en un
principio que esa censurable historia de Stalin no se repita.
Parra demuestra que su repetición es inevitable. No nos
impusieron la historia desde afuera: somos nosotros los
que necesitamos levantar estatuas sagradas (y adorar,
endiosar, consagrar ídolos). El hombre es su peor enemigo.
En “Soliloquio del individuo”, Parra cuenta la historia
del individuo, desde el origen del hombre y su vida en las
cavernas prehistóricas, hasta la actualidad “civilizada” y
tecnológica. A cada momento el hablante poético repite,
como para convencerse (y convencernos): ‘’Yo soy el
Individuo”. Al final, comprendemos que la historia de
la evolución de la individualidad que acabamos de leer
nos ha dado una imagen falsa del valor del individuo, su
evolución fue más ilusoria que real; culmina: “Mejor es
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
tal vez que vuelva a ese valle/ a esa roca que me sirvió
de hogar/ y empiece a grabar de nuevo/ de atrás para
adelante grabar/ el mundo al revés. / Pero no: la vida no
tiene sentido.” (Antipoemas 119). El individuo busca darle
sentido a la experiencia, pero finalmente falla, porque la
vida no tiene un sentido último.
Parra se vale del humor, la parodia y la ironía para mostrar
el sin sentido del mundo, e iluminar el más vulnerable
lado humano: el hombre es un animal obsesionado por
dar sentido a su vida, y este esfuerzo, parcial o totalmente
infructuoso, resulta ridículo. El poeta se burla del anhelo
humano. De nada vale tratar de elevar la imagen del
hombre. Cuando uno más sabe sobre él, más limitado lo
encuentra. Declara en “Lo que el difunto dijo de sí mismo”:
“Quiero reírme un poco/ como lo hice cuando estaba vivo:/
el saber y la risa se confunden.” (Antipoemas 159) Su poesía
se transforma en un esfuerzo de concientización para
advertirle al lector sobre el “engaño” de la literatura seria,
elevada, autocelebratoria. Es en este sentido que su poesía
es anti-celebratoria, anti-poesía.
Parra está convencido de que la poesía lírica se había
alejado de la vida y la poesía política de la verdad. El arte
debe volver a la vida y al pueblo. Él quiere ser un poeta del
pueblo, hablarle con lenguaje sencillo y, finalmente, en sus
“artefactos”, silenciar la voz poética personal y hablar su
lenguaje. Desea corregir la imagen del yo lírico prevaleciente
en la poesía desde el Romanticismo: la del poeta como vate,
como la voz mayor y oracular. Así lo declara: “los poetas
bajaron del Olimpo”.
La poesía es el género que más ha resistido el proceso
histórico de “democratización” que fueron sufriendo los
géneros literarios a través de los siglos, y aun retiene
claros vestigios de su origen sagrado. Parra replantea en
su poesía la relación entre el arte y la realidad, y nuestra
manera de mirar el mundo. No cree en el poeta como
“hombre de letras”. Quiere sacar a la literatura de su
“especialización”: desea contaminarla de realidad y de
mundo. La critica sin compasión. 47
Ese es el aporte de Parra a la poesía post-vanguardista,
a partir de la publicación de Poemas y antipoemas, en
1954. Es una labor individual solitaria, un trabajo de
demolición. Critica el lenguaje poético culto y elevado,
la fe en las ideologías, el sentido heroico del yo poético.
Su crítica ataca a las vanguardias históricas (Paz, su
coetáneo, las continúa, prolongando su estética en su
práctica poética, aunque las censura intelectualmente).48
Busca elevar la conciencia del lector, desmitificando la
falsa conciencia que impera en el mundo. Denuncia la
utopía fallida de la modernidad. Las guerras masivas y
la amenaza nuclear han puesto en peligro el futuro de la
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Parra pertenece a ese reducido grupo de escritores que tiene una doble
formación humanística y científica. Fue matemático y físico y ejerció como
profesor de Mecánica teórica en la Universidad de Chile.
48
En su conferencia “El ocaso de la vanguardia” Paz analiza con gran lucidez la
progresiva pérdida de hegemonía de las vanguardias. En sus obras poéticas más
innovadoras: Salamandra, 1962, Ladera Este, 1969, Vuelta, 1976, no rompe, sin
embargo, su filiación con las vanguardias, su poética es neovanguardista: crea
imágenes “oscuras” y emplea metáforas osadas, y un lenguaje poético especial,
distanciado del habla popular (Paz 147-227).
47
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
humanidad. La búsqueda de perfección nos ha llevado a
la inhumanidad.
Durante los años ochenta Parra se identificó con
los objetivos del movimiento ecologista, y escribió su
Ecopoemas, 1982 (Carrasco 16). El hombre, sostiene, se
había equivocado: trató de hacer girar todo alrededor
de sí mismo. Nos explica cuál fue para él ese error. Dice:
“El error consistió/ en creer que la tierra era nuestra/
cuando la verdad de las cosas/ es que nosotros somos de
la tierra.” (Poesía política 158). Nuestra escala de valores
está equivocada. El hombre no es el centro, sino un ser
más de la naturaleza.
En otro poema se ríe del consumismo moderno. Chile
había confiado su progreso al neoliberal aventurero
Milton Friedman. Pregunta Parra: “¿Qué le dijo Milton
Friedman/ a los pobrecitos alacalufes?/ - A comprar a
comprar/ quel mundo se vacabar” (Poesía política 151).
Parra critica a la poesía contemporánea culta
hispanoamericana, se pone del lado del pueblo pobre y
del hombre de la calle. Actúa de buena fe, sin hipocresía.
Cree en el pluralismo cultural y político, y percibe el
agotamiento de las ideologías. Observa el pasado literario
con desconfianza. Busca una forma poética simple. No
le interesan las formas poéticas complejas ni cultiva el
ornamento. Practica una poética abierta y “popular”. Es
antielitista.
El poeta peruano Carlos Germán Belli es, al igual
que Parra, un escritor “independiente” y “anárquico”,
que desarrolla una voz poética propia nueva a partir de
la crítica a la poesía vigente, corrigiendo sus excesos y
carencias, y denunciándolas. Belli, como Parra, no cree
en las ideologías, pero, a diferencia de este, no le interesa
discutirlas. Su arte es básicamente formalista. Busca
distanciarse de la corriente literaria de Vallejo y su
interpretación del hecho poético (Paoli 211). Cuestiona el
valor del yo poético vanguardista y la poética del realismo
socialista. Estudia y analiza con rigor la historia literaria
negada y rechazada por las vanguardias: el sistema
poético basado en la métrica y la rima vigente en la poesía
occidental desde el Renacimiento, que había mantenido
su legitimidad hasta Rubén Darío (1867- 1916), y dejado
una rica experiencia de géneros y formas.
Belli vuelve sus ojos con reconocimiento hacia
el gran poeta nicaragüense, el vate moderno (prevanguardista) que él más respeta y es indirectamente
su modelo (“Entrevista”, Antología 229). Admira el
sentido de la métrica y el dominio de las figuras poéticas,
particularmente la metáfora y el símbolo, que muestra
Darío, y reconoce su genio en el empleo de recursos
intertextuales y citas. Darío, asimilando la labor poética
de los parnasianos, primero, y los simbolistas, después,
había llevado el verso hispano a una altura artística
no alcanzada por la poesía occidental en nuestra
lengua, al menos desde el Renacimiento. Transformó la
intertextualidad y el mestizaje de las formas poéticas en el
estilo per se de la identidad poética hispanoamericana. Su
propuesta tuvo éxito y la poesía de nuestra lengua cambió
sensiblemente en esos años. Surgieron nuevos poetas
— 310 —
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
modernistas de gran talento, como Leopoldo Lugones,
Delmira Agustini y Julio Herrera y Reissig, que lo seguían
con devota admiración (Pérez, La poética de Rubén
Darío 137-58). El Modernismo disfrutó de su hegemonía
literaria por un periodo relativamente breve. Luego de
la muerte de Darío en 1916, su popularidad disminuyó.
Las propuestas estéticas revolucionarias de las nuevas
vanguardias cambiaron rápidamente el campo literario.
La iconoclastia de las vanguardias barrió con las
bibliotecas modernistas (así como con otras bibliotecas).
Belli lamentó esto, estudió el Modernismo y valoró
sus prácticas poéticas. Borges, durante la década del
treinta, también había censurado a las vanguardias, y
se transformó, indirectamente, en un modelo inspirador
para Belli. Borges desarrolló en su prosa un discurso
intertextual erudito e irónico, que recordaba el juego de la
prosa del barroco español. Borges revalorizó la lectura y
el peso de la historia literaria en la obra propia.49 En 1960,
dos años antes que saliera el primer libro significativo de
Belli, ¡Oh Hada Cibernética!, Borges publicó El hacedor.
Ese libro contiene numerosos poemas reflexivos y
filosóficos, en el que empleó rigurosas formas estróficas,
con abundantes alusiones y referencias intertextuales, tal
como lo haría Belli en su poesía.
Belli, de manera similar a Borges, consideró al poeta un
amanuense y un copista. Además de leer a Darío, estudió la
poesía de Garcilaso, de Lope de Vega y de los poetas del Siglo
de Oro español.50 Dice, hablando de su modo de escribir:
“Yo arranco sistemáticamente de otros estilos, de otros
escritores. No me avergüenzo de las intertextualidades. Las
utilizo adrede, como los modernistas hispanoamericanos
con los estilos parnasiano y simbolista. Realizo una suerte
de experimentación deliberada, busco algo personal y
no me avergüenzo de mis plagios.” (M. Costa y A. López,
“Entrevista” 232).
Belli le dio a su búsqueda poética un giro nuevo. Volcó
en sus investigaciones de la forma su propia angustia
individual. John Garganigo señaló cómo en el siguiente
poema de ¡Oh Hada Cibernética!, el poeta entretejió su
En “Kafka y sus precursores”, Borges repiensa el concepto tradicional
unidireccional y evolutivo de la lectura, e invierte su sentido (mostrando la dialéctica
lectura-escritura). En la sátira a un escritor simbolista, en “Pierre Menard, autor del
Quijote”, y en su propia práctica literaria intertextual, podemos ver la admiración
que siente hacia esa tradición literaria. Borges no alcanza en su poesía de la década
del sesenta un éxito de transformación de los valores literarios semejante al de sus
“cuentos”. No resulta tan radical como su prosa, no propone un modelo estético
revolucionario a la poética de su tiempo, requisito esencial para que la poesía sea
tenida en cuenta y cumpla una de las condiciones que le exige su posición en los
géneros literarios contemporáneos: el ser líder del cambio estético. Jorge L. Borges,
Obras completas 1923-1972. Buenos Aires: Emecé, 1974. 710-13.
49
— 312 —
Mario A. Cánepa, Lenguaje en conflicto: La poesía de Carlos Germán Belli
(Madrid: Orígenes, 1987) hace una excelente lectura de diferentes poemas de
Belli en relación a sus fuentes y tejido intertextual, resaltando el plano barroco y
clasicista. Cánepa muestra tanto la apropiación de la métrica y la sintaxis como
los motivos clásicos y barrocos. Su lectura abarca desde poemas del primer libro
de Belli, Poemas, 1958, hasta composiciones de Canciones y otros poemas, 1982.
Resulta particularmente útil su consulta dado que Belli recupera todo un sistema
poético “inactivo” para el lector y el poeta contemporáneo, puesto que, a partir
de las vanguardias, se había abandonado el manejo riguroso de la métrica y las
formas estróficas, además del empleo de alusiones clásicas y el uso de las figuras
poéticas (con la excepción de las comparaciones y metáforas).
50
— 313 —
Novela y poesía en Hispanoamérica
temática propia con la del poema simbolista “Lo fatal” de
Darío, el que el nicaragüense se lamentaba del carácter
doloroso y trágico de la condición humana. Dice Belli en el
poema: “En vez de humanos dulces/ por qué mis mayores
no existieron/ cual piedra, cual olmo, cual ciervo/ que
aparentemente no disciernen/ y jamás a uno dicen:/ “no
dejes este soto/ en donde ya conoces/ de do viene el cierzo/
ado va el noto.” (Antología crítica 39). En esta queja ante
sus “mayores”, utilizó intencionalmente un vocabulario
arcaizante, intercalando citas, con palabras como “soto”,
“cierzo” y “noto”, recobradas del antiguo léxico poético.
Belli recreó en muchas de sus poesías un espacio
bucólico, asociado a la poesía pastoril renacentista
española. Imitó el equilibrio y la proporción de la
métrica clásica, y usó el hipérbaton en la sintaxis, figura
prácticamente ausente en la poética de su tiempo,
centrada casi exclusivamente en la metáfora.
En sus poemas introduce símbolos o emblemas
inusuales que se repiten, como el «Hada Cibernética”
o el “bolo alimenticio”. Este último describe procesos
internos de transformación digestiva que pueden resultar
desagradables para muchos lectores. En su descripción y
diálogo con el bolo alimenticio crea un contraste (y una
relación) entre el interior del cuerpo y el exterior, la materia
orgánica y el sujeto. Es un juego pseudo-trascendental. El
poeta invoca al bolo alimenticio y le pregunta:
¡Oh alimenticio bolo, mas de polvo!
¿quién os ha formado?
— 314 —
Alberto Julián Pérez
Y todo se remonta
a la tenue relación
entre la muerte y el huracán
que estriba en que la muerte alisa
el contenido de los cuerpos,
y el huracán los lugares
donde residen los cuerpos
y que después convierten juntamente
y ensalivan
tanto los cuerpos como los lugares
en cual inmenso y raro
alimenticio bolo, mas de polvo.
(Antología personal 58)
El poema apunta a un desarrollo breve discursivo, con
una idea principal reiterada. En él subyace una pregunta
metafísica. El empleo del “feísmo”, de la imagen grotesca,
es parte del hallazgo contemporáneo de Belli y de su juego
“postvanguardista”. La poesía logra su “originalidad”
gracias a imágenes reminiscentes de la poesía del Siglo
de Oro, empleando un vocabulario selectivamente
“anticuado”, para crear una apariencia de literatura de otra
época. El poeta manipula con ingenio estilos anacrónicos.
Belli nos está haciendo una propuesta estética, pero
no pretende que “gustemos” de su poesía. Su verso es
buscadamente intrincado y “raro”. Seguirlo con facilidad
exige crearnos un nuevo hábito de lectura y formarnos
un gusto poético distinto. En este sentido, desautomatiza
nuestra lectura del poema. Nos comunica una desazón muy
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
personal. El poeta dialoga con el mundo deshumanizado de
la sociedad actual.
Belli asegura que su preocupación poética es
básicamente formalista, y recomienda “Asir la forma que se
va” (Antología poética 155). Según él, escribe poesías como
en un taller, imitando formas clásicas, el metro de 7, 11 ó 12
sílabas, y la sextina, la villanela o la canción, generalmente
(M. Costa y A. López, “Entrevista” 238). Su interés temático
más reiterado es el amor erótico y su mundo familiar, como
en “Cuando el espíritu no habla por la boca”, su versión
“neoclásica” del amor carnal, y “Cual un ángel de la guarda”,
poema dedicado a su padre. La poesía de Belli tiene un
efecto “extrañante” sobre el lector. Él insiste en que “no es
un poeta maldito”, sino “un poeta de clase media, tranquilo”,
un poeta “pater familias” (“Entrevista” 241).
El crítico Roberto Paoli señaló que la reformulación
que hace Belli de los clásicos es “deliberadamente
modesta y prosaica, porque la identificación debe mostrar
la diversidad esencial y necesaria entre lo clásico y lo
moderno, la imposibilidad de una fusión y hasta de una
pacífica superposición” (Paoli 218). Indica que emplea
el “pastiche lingüístico” y la imagen “manierista” para
trabajar “sobre los escombros de sistemas verbales y
de valores ya inservibles, buscando nuevos caminos de
expresión a través de la transgresividad del exceso o
tanteando posibles salidas hacia la expresión de mañana...”
(Paoli 220).
Belli mezcla los estilos de manera “desarmónica”,
fragmentada, y revalora en su buscado formalismo el
ornamento poético: le da más valor al juego barroco
con las figuras del lenguaje, que al motivo del poema. La
ornamentación capta y se apropia de la imaginación del
lector, y es, finalmente, la que puede seducirlo y permitirle
“disfrutar” el poema. Tal como en el modernismo
“parnasiano”, el “adorno” toma un papel protagónico.
Belli denuncia a las vanguardias por su negación del
pasado poético extraordinario de nuestra lengua: busca
una restauración del poder “paterno” de la palabra poética.
Él llegó a la literatura en un momento en que la poesía
del Siglo de Oro (y la modernista) era poco menos que
poesía de museo, y su curiosidad y su voracidad poéticas
son enormes. Hay en él un deseo compulsivo de recuperar
el (rico) pasado poético negado. Es comprensible que tal
esfuerzo surja de un poeta peruano, el Perú cuenta con
una importante tradición literaria barroca y neoclásica
propia (Carilla 136-43).
En su obra notamos una polarización entre
conservación e invención: su poesía dramatiza esa tensión
no resuelta. Desarrolla una poética del cuerpo: del sexo, de
la alimentación. No trata de hacer una poesía espiritual,
ni idealista. Se queja de aquello que más le duele: su
sentido de marginación e inferioridad, en una sociedad
cruel y desigual. Belli revisa la historia de la poesía
contemporánea y reniega de gran parte de ella. Quiere
enmendar los “pecados” de los padres vanguardistas,
insignes destructores de bibliotecas. Busca reapropiarse
de los metros y géneros eminentes de la historia poética y
refuncionalizarlos.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Las poéticas de Parra y de Belli fueron, creo, respuestas
ante el agotamiento de los valores de la modernidad
vanguardista de la primera parte del siglo XX. Formaron
parte de un trabajo (necesario) de “desgaste” y
debilitamiento del edificio de la lírica contemporánea,
que contribuyó a leer la poesía anterior a ellos con un
criterio nuevo y a entender mejor las opciones futuras del
género. Parra acercó la poesía a la vida del pueblo, a la
lengua común; Belli (como Borges) buscó lo literario, el
restablecimiento del acerbo cultural, la biblioteca.
La poesía de Belli es difícil. El lector de las Vanguardias
había tenido que habituarse a las metáforas “oscuras”.
Belli creó un nuevo hermetismo literario “histórico”
postvanguardista, valiéndose de las figuras poéticas en
desuso, el lenguaje arcaizante y la métrica anticuada.
Cultivó el fragmento histórico descontextualizado y
la cita. Criticó a la modernidad su mala memoria, la
voracidad (y la irresponsabilidad) con que destruyó la
tradición poética del pasado.
Las Vanguardias habían puesto su fe en el futuro y en
la innovación. Belli desconfía del futuro. Como hombre de
sensibilidad postvanguardista, no cree en los “logros” de la
modernidad poética: los ve como excesivos, destructivos,
antihumanistas.
Nuestra arte poética muestra que está en proceso de
transición. A principios del siglo XX, la poesía fue capaz de
transformar su lenguaje y guiar una verdadera revolución
del contenido y de la forma. La poesía y la pintura fueron
determinantes en los cambios estéticos. Se libraron
alrededor de estas ancianas formas artísticas las mayores
discusiones de nuestro tiempo. Sus ideas y sus propuestas
se difundieron e impactaron en todas las formas del arte.
Influyeron en el desarrollo de los géneros más populares
y “democráticos”, de mayor alcance comercial, como la
novela y el cine.
He presentado en estas páginas a dos poetas
“disidentes” destacados de Hispanoamérica, que tuvieron
importantes diferencias con las vanguardias “históricas”
(y en menor grado con el Realismo Socialista) e influyeron
considerablemente en la poesía que les siguió.
El arte poético post-vanguardista ha reflejado,
asumiéndolo,
el
convulsionado
presente.
El
cuestionamiento crítico ha acompañado el desarrollo
social de nuestros pueblos. El arte del futuro nos permitirá,
es mi deseo, continuar afirmando nuestro legado como
cultura: la heterogeneidad, el sentido de la forma, el
carácter variado y contradictorio, que yuxtapone lo
popular a lo elevado, siempre con una voluntad de actuar
dentro de los límites y condiciones impuestas por nuestra
historia.
— 318 —
Bibliografía citada
Belli, Carlos German. Antología personal. Lima:
CONCYTEC, 1988. Edición y prólogo de Jorge Cornejo Polar.
— 319 —
Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
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Madrid: Gredos, 1967.
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Yamal, Ricardo. Sistema y visión de la poesía de Nicanor
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— 320 —
— 321 —
Alberto Julián Pérez
Juan Luis Martínez: cómo salir
de la literatura
El escritor chileno Juan Luis Martínez (Valparaíso
1942-Villa Alemana 1993) publicó su primer libro, LA
NUEVA NOVELA, en 1977. Lo había compuesto entre 1968
y 1975 (Kirkpatrick 225-34). A este le siguió un segundo
libro-objeto, que apareció al año siguiente, LA POESÍA
CHILENA. Fueron estos los dos únicos libros que publicó
en vida.
La década del sesenta fue una época de activa
militancia política en el Cono Sur. Los conflictos sociales
se intensificaron. Los sectores populares se enfrentaron a
las oligarquías. Chile, país de larga tradición democrática,
eligió en 1970 en las urnas a un presidente Socialista,
Salvador Allende. Muchos intelectuales y artistas lo
apoyaron. Los escritores jóvenes buscaron un lenguaje
artístico innovador, que expresara el espíritu del cambio
y un nuevo comienzo. En 1973 el cruento golpe militar
del General Pinochet terminó abruptamente el proceso
político democrático e inició una oscura época de tiranía y
represión en Chile (Rioseco, Maquinarias deconstructivas
55-70)
Martínez, que residía en la ciudad puerto de Valparaíso,
formó parte, durante esos años, de un movimiento de
poetas jóvenes, en el que participaron también Raúl
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Zurita, Cecilia Vicuña y Diego Maquieira. Se identificaban
con los ideales de las Vanguardias históricas de la década
del veinte del pasado siglo y se propusieron crear una
literatura neovanguardista experimental y crítica que
trajera cambios radicales al mundo de las letras. Juan Luis
Martínez, según Marcelo Rioseco, fue quien inauguró,
en Valparaíso, con la publicación de LA NUEVA NOVELA,
el movimiento de la Nueva Poesía Chilena, que luego se
proyectó en la capital, Santiago (Rioseco, “La poética
matemática de Juan Luis Martínez” 856).
En LA NUEVA NOVELA, Martínez entabla un diálogo
abierto con el movimiento surrealista. El Surrealismo
fue el movimiento vanguardista que más se prolongó y
se transformó en el tiempo. Contó durante décadas con el
liderazgo de André Bretón, que escribió sus extensos y bien
pensados manifiestos, e inició una provechosa discusión
intelectual con los otros miembros del movimiento.
Bretón dio a través de los años al Surrealismo un
contenido revolucionario; cuestionó al estalinismo ruso y
a la política cultural del Partido Comunista, que apoyaba
el Realismo Socialista y censuraba a las vanguardias, y
abrazó el trotskismo, que defendía la libertad del artista
y sostenía la necesidad de una revolución permanente
que impidiera la fosilización de las estructuras
revolucionarias (Suárez Mayor 151-65). Apoyó la libertad
en el lenguaje, el juego de la imaginación. Consideró a la
poesía el género que mejor expresaba al ser humano total,
y atacó a la novela por la ficción de realidad que instalaba.
Rimbaud y Lautremont eran para él los poetas que habían
liberado a la poesía. Freud y Marx representaban nuevas
etapas y posibilidades del conocimiento de la mente y de
la liberación social. Para Breton sueño y vigilia formaban
parte de un continuo, que la lógica trataba de separar.
La actitud militante de Breton extendió la vigencia del
Surrealismo. Cuando ya las otras vanguardias, como
el dadaísmo y el ultraísmo, habían perdido su poder de
convocatoria, el surrealismo continuó y se renovó. La
vigencia de sus propuestas y su mensaje revolucionario
llegó a los jóvenes rebeldes de las décadas del sesenta y el
setenta. En esa época, surrealistas históricos como Luis
Buñuel y Jean Tardieu continuaban en actividad.
Martínez no toma en su libro como interlocutores a
poetas o escritores chilenos. Su diálogo es con la literatura
francesa. Las ideas de Breton tienen un peso decisivo en
sus propuestas y en la selección de sus temas. Encontramos
en sus páginas imágenes y comentarios sobre Rimbaud y
Marx, transformados en personajes. Discute importantes
textos de poetas simbolistas, como Mallarmé y Valery,
y de poetas románticos como Gérard de Nerval. En la
página 89 menciona a varios artistas a quienes Breton
consideraba antecedentes del Surrealismo, como Brisset
y Roussel, o miembros del mismo, como Duchamp. Cita en
sus epígrafes a intelectuales contemporáneos franceses,
como el crítico Roland Barthes y el filósofo Michael
Foucault.
Martínez asimila importantes textos de autores
franceses y de otras literaturas europeas a los que los
surrealistas valoraban, como el matemático británico
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Lewis Carrol y el alemán Christian Morgenstern, del que
cita un poema en su lengua con términos sin sentido.
Martínez indaga sobre una cuestión vital para él, así
como también para Tardieu, su principal interlocutor:
el problema del lenguaje. Cuestiona la capacidad de
representación del lenguaje e indaga la relación del
lenguaje verbal con el lenguaje visual y otros lenguajes,
como el numeral y el musical. Igualmente se pregunta
por la relación del lenguaje con la realidad, e interactúa
con esta, introduciendo objetos del mundo real dentro
del espacio verbal y el visual, como el anzuelo y el papel
secante.
Su cuestionamiento al estatuto de lo real empieza
cuando tomamos el libro. Nos encontramos, en la solapa
de la tapa, con preguntas y respuestas sobre la realidad,
seguidas de la afirmación “Nada es real”, de Sotoba
Komachi, personaje de la obra Noh del mismo nombre del
autor japonés Yuquio Mishima, y con otras preguntas y
respuestas en la solapa de la contratapa, seguidas de la
nota de André Breton: “Todo es real”. Ambas posiciones
son excluyentes solo en apariencia, por cuanto si la
afirmación de Komachi implica que vivimos en un mundo
ilusorio, la de Breton nos permite pensar que el sueño es
parte de lo real.
Bretón, en su Primer Manifiesto Surrealista de 1924,
habló de la “realidad”, a la que consideraba lo más “precario”
de la vida, y formuló su idea sobre la “surrealidad” o
suprarrealidad (19). Definió al Surrealismo como « el
automatismo psíquico puro, a través del cual una persona
se propone expresar, ya sea verbalmente, por escrito
o de cualquier otra forma, el funcionamiento real del
pensamiento” en total libertad (Breton 44). La razón no
debía ejercer ningún control sobre él ni las preocupaciones
morales o estéticas limitarlo.
En las primeras dos partes de LA NUEVA NOVELA,
de la página 9 a la página 43, Martínez incorpora como
personaje al escritor surrealista francés Jean Tardieu. El
poeta acepta responder al cuestionario “Petits problems
et travaux practiques”, de su libro Un mot pour un autre,
de 1951 y, a su vez, lo invita a contestar las preguntas que
le hace, tal como él responde parcialmente a las suyas.
Titula a la primera parte de su libro “RESPUESTAS A
PROBLEMAS DE JEAN TARDIEU” y a la segunda “CINCO
PROBLEMAS PARA JEAN TARDIEU”.
La obra a la que se refiere Martínez, Un mot por
un autre, es una sátira, en que Tardieu introduce a un
personaje cómico, el profesor Fraeppel. Fraeppel, en la
obra de Tardieu, es un filólogo delirante, que descubre
varios lenguajes: la “lengua jaguar”, la “lengua Augusta”,
el “patois” “Champagne nature”. En medio de su locura el
profesor logra descifrar el lenguaje de la naturaleza. Su
discípulo lo encuentra en medio del bosque, hablando con
los árboles. La fatiga y la enfermedad acaban con su vida.
El profesor deja una serie de obras póstumas, que incluyen
poemas y comedias, y un diccionario de los lenguajes que
ha descubierto (Tardieu, Œuvres 373-439). Tardieu las
publica a continuación de la biografía. Son obras de una
gran comicidad. El autor concluye su sátira poniendo
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
a prueba la comprensión y el saber de los lectores: les
plantea unos “Pequeños problemas y trabajos prácticos”
sobre el espacio, el tiempo, la aritmética, la geometría,
la astronomía, la lógica, el lenguaje, la arqueología, la
geografía y la psicología. Martínez en la primera parte de
LA NUEVA NOVELA va a intentar resolver los problemas y
contestar a las preguntas de Tardieu. Para esto, traduce los
planteos y preguntas de “Pequeños problemas y trabajos
prácticos” y los incorpora a su libro. Algunas las responde,
otras no; se trata de preguntas disparatadas, absurdas
muchas. Martínez finge tomar las preguntas en serio, y las
contesta en el mismo espíritu en que fueron formuladas
por su autor. Preguntas y respuestas son escritas en un tipo
de letra diferente, para no confundir al lector, que puede
así separar el texto de Tardieu de la respuesta de Martínez.
A su vez, le formulará preguntas al francés en la segunda
sección de su libro, planteándole situaciones cómicas y
absurdas, con una lógica similar a la suya. Es de notar que
cuando Martínez visitó París en 1992 fue a conocer a Jean
Tardieu. En una entrevista con María Ester Roblero, le
contó que Tardieu se puso muy contento al verlo y lo abrazó
emocionado (Roblero 74).
Tardieu propuso en su sátira una trama con dos autores:
él y el Profesor Fræppel. Abre su libro con una cita de
Maurice Blanchot, advirtiéndonos de que a pesar que
estamos rodeados de cosas y seres ambiguos, la frivolidad
puede ser una máscara de lo serio (“L´ ambiguïté est
partout: dans l´ apparence futile, mais ce qu´il y a de plus
frivole peut être le masque du sérieux”, Tardieu, Œuvres
373). Tardieu presenta lo serio bajo el disfraz del humor.
También lo hace Martínez.
Atribuye LA NUEVA NOVELA a dos autores: JUAN LUIS
MARTINEZ y JUAN DE DIOS MARTINEZ, con sus nombres
tachados y cuestionados. Son sujetos puestos en duda.
El segundo suplementa su primer nombre, Juan, con
el apelativo “de Dios”. No se trata, claro, de una broma
inocente. El sujeto poético trasciende al autor. El poeta, en
la tradición occidental, recibe el don de la poesía de una
presencia espiritual superior. Escucha la voz de una musa
o divinidad. La musa le ayuda a inspirarse y le transfiere
esa voz. Él se apropia temporalmente de ella, e, inspirado,
canta. El poeta es un sujeto transitivo. La poesía circula
por los sujetos, que no pueden considerarse sus dueños
definitivos. En la poesía lírica el sujeto poético no se ajusta
al sujeto psicológico. En la poesía chilena se desarrolló una
polémica alrededor del estatuto o el “poder” que debía
ostentar el sujeto poético. Huidobro sostenía en su “Arte
poética” que el poeta era “un pequeño Dios”. Gabriela Mistral
y Pablo Neruda, por su parte, celebraron el poder espiritual
visionario del yo. No así Parra, que en su “Manifiesto” lo
condenó, y propuso como modelo a un anti-poeta que
hacía bajar a los dioses del Olimpo, y criticaba a los poetas
pequeño-burgueses, que se expresaban en un lenguaje
cargado de complejas figuras poéticas y se alejaban del
habla popular, a la que él quería acercarse y tomar como
base y fundamento de su poesía (Pérez 289-95).
Los escritores surrealistas atacaron la figura del
autor. Breton propuso dejar que en los textos hablara el
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
inconsciente (Breton 26-32). Sus “cadáveres exquisitos”,
en el que los escritores participan de una creación
colectiva, agregando versos al azar, sin conocer lo que
escribieron los otros, eran una manera de crear un autor
plural impersonal. Martínez buscaba, como dice en sus
reportajes, escribir una obra donde el autor estuviera
prácticamente ausente (Brodsky 75). En su libro el poeta
manipula escritos de otros, figuras compuestas, objetos.
Encontramos pocas composiciones en que aparece un yo
poético. La prosa informativa y conceptual, la explicación
pedagógica, los pastiches de frases y figuras, conviven
con otros textos en los que notamos una expresión más
personal, y el uso de la estrofa.
Martínez abre el libro con un cuestionamiento de la
realidad, tema central en la obra. Para el Surrealismo
la novela era el género que nos quería acercar a lo
que el novelista creía era la “realidad” (Manifiestos del
surrealismo 22-27). Breton ataca al género. Martínez
propone una “nueva novela”. En su obra no podemos
diferenciar la realidad de la ilusión, el orden del caos,
no podemos separar un lenguaje del otro. Los lenguajes
prometen abarcar la realidad, pero, como afirma el autor
en la solapa de la tapa, “El ser humano no soporta mucha
realidad”. El surrealista trata de trascender lo real a partir
del impulso psíquico de lo imaginario y lo irracional y
acercarse a lo “surreal”.
En “RESPUESTAS A PROBLEMAS DE JEAN TARDIEU”,
Martínez contesta con ingenio y humor a varias de las
preguntas que planteara el escritor francés en “Petits
problèmes et travaux pratiques”. En “EL ESPACIO” leemos:
“Dados dos puntos, A y B, SITUADOS A IGUAL DISTANCIA
UNO DEL OTRO, ¿cómo hacer para desplazar a B sin que
A lo advierta?” (11). Tardieu juega aquí con la idea de que
los puntos A y B son sujetos psicológicos que se observan
y vigilan. Responde Martínez, poniéndose a su nivel, con
picardía: “-Plantéesele a A el siguiente problema: ¿Cómo
haría A para desplazarse sin que B lo advierta? (En el
momento que A se concentra en el problema, B se desplaza
rápidamente)” (LA NUEVA NOVELA 11).
En “LA ARQUEOLOGÍA” el personaje Tardieu le pide
al lector que “regrese con el pensamiento a los tiempos
antiguos” y describa la “ceremonia” en que la Municipalidad
de Atenas ponía la “piedra fundamental” de las “ruinas”
del Partenón. Juan Luis responde que antes de describir la
“ceremonia” sería conveniente hacer una “réplica exacta”
de las “ruinas” del Partenón. Le explica como llevar
adelante esta tarea. Dice Martínez: “1º Usando como vigas
algunos pedazos de piedras planas y delgadas levante
primero el techo, después de lo cual puede agregar la base
y las columnas. 2º Empuje suavemente cada una de las
columnas hasta hacerlas caer, dejando así, paralelos y a
una misma altura, el dintel y el plinto del famoso edificio.”
(19). La broma de Tardieu consiste en ver las ruinas como
una construcción del hombre y no como una consecuencia
del paso del tiempo, y Martínez, siguiendo su lógica, le
muestra cómo se pueden construir las ruinas.
Sumamente inventiva y cómica es la respuesta que da
Martínez a la pregunta sobre “LA GEOGRAFÍA”. El escritor
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
francés nos propone: “Aplaste el relieve de Suiza y calcule
la superficie así obtenida”. Martínez da como resultado
una cifra que excede ampliamente la superficie real del
área de Suiza, y explica que, al aplastar las montañas,
Suiza se extendió a los países limítrofes. Describe cuál es
el nuevo territorio que ocupa. Su superficie abarca parte
de Alemania, hasta la ciudad de Friburgo, y todo el norte
de Italia, hasta la ciudad de Milán (20).
En “TAREAS DE POESÍA”, nos presenta el siguiente
“trabajo práctico”: “Un barco ebrio cuenta sus recuerdos
de viaje. Este barco es usted. Dígalo en la primera persona
del singular” (27). Tardieu tomó la idea del poema de
Rimbaud, “Le bateau ivre”. Esa era la situación que
planteaba el poema. Martínez, en su respuesta, reproduce
un dibujo de Rimbaud que le hiciera Fantin-Latour.
Divide la imagen del dibujo en dos mitades, jugando con
la palabra “partir”, en su acepción de dividir e irse de un
sitio. En el espacio que separa ambas mitades, incluye una
supuesta frase de Rimbaud. Este pregunta con sorpresa si
vale la pena recordar con palabras su experiencia onírica
y contar que partió de él un barco llevándolo.
La “tarea” siguiente es sobre el poema “L´après-midi
d´un Faune” de Mallarmé. Martínez la resuelve creando
un “ex libris”, un collage decorativo que incluye dibujos
inspirados en la obra y fragmentos de comentarios en
francés recortados de publicaciones (28).
De manera muy ingeniosa realiza la tarea que Tardieu
propone a su lector en “Devoirs de poésie” en Un mot
pour un autre (432). Este le pide que se imagine que es un
“Príncipe de Aquitania”, “viudo” y “tenebroso”, y cuente
su vida en primera persona. Tardieu no le dice a su lector
que había tomado la idea del motivo del poema célebre del
poeta romántico Gérard de Nerval: “El desdichado”, que
comienza con los versos “Je suis le ténebreux, -le veufle inconsolé,/ le Prince d´ Aquitaine à la tour abolie…”.
Martínez, que conoce el texto, y sabe que ese era el tema
principal del poema de Nerval, responde, con viveza,
transcribiendo el poema original en francés (29).
En la página siguiente se enfrenta a una pregunta de
Tardieu sobre el poema “El cementerio marino” de Paul
Valery (30). Este, de manera similar a como lo había
hecho con el poema anterior, le pide al lector que refiera
la “alucinación” que tuvo cuando visitó el cementerio de
su aldea natal, junto al Mediterráneo, en primera persona.
Aquí Martínez responde de manera diferente a como lo
había hecho en el poema anterior, no transcribe el texto
de “Le cimetière marin” de Paul Valéry en francés. En
lugar de esto coloca una imagen encuadrada del negativo
de la fotografía del poema de Nerval, “El desdichado”, y la
rodea de comentarios que hace sobre sus bordes; el más
llamativo dice: “LA TUMBA DE LOS SIGNOS”. Aclara abajo,
que, al ver el anverso y el reverso de esa página, el lector
puede observar el poema en su “inmediata textualidad”.
El “espesor de esos signos desnudos”, dice Martínez, “…
destruyen cualquier intento de interpretación respecto a
una supuesta: “Profundidad de la Literatura” ” (30).
Esta nos puede parecer una afirmación nihilista, en
la que el poeta niega trascendencia al texto literario.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Martínez, sin embargo, persigue otro objetivo, sueño
máximo del Surrealismo: desea atravesar las barreras
del lenguaje, ir más allá de la Literatura. Afirma la
materialidad del signo. Quiere llegar a una surrealidad
que sea expresión del impulso psíquico liberado, tal como
lo proponía Breton.
Termina esta sección con “PEQUEÑA COSMOGONÍA
PRÁCTICA”. Tardieu pide que construyamos un mundo
coherente a partir de Nada, “sabiendo que: YO – TÚ y que
Todo es POSIBLE” (33). Martínez propone dos soluciones:
en una un sujeto pierde el objeto de su deseo y resuelve la
situación identificándose con el objeto deseado y perdido,
y en la segunda, un sujeto se está por matar por una mujer,
lo piensa y, en lugar de matarse, destruye una imagen
de la amada, resolviendo así el problema. Esta última es
una proyección de lo que hace Martínez: se enfrenta a la
Literatura y ataca su imagen.
En la segunda parte del libro, Martínez le presenta
cinco problemas a Jean Tardieu. A la inversa de lo que
sucedió en la primera parte, ahora es él el que pregunta
al poeta francés, al que tuvo oportunidad de conocer en
persona cuando visitó París en 1992, poco antes de morir
(Roblero 71-4).
Martínez divide su cuestionario en varios temas: la
identidad, el espacio y el tiempo, la parapsicología, una
confusión cotidiana, el lenguaje y un problema transparente.
Formula sus preguntas en el mismo tono humorístico
y burlón que empleara el francés en sus “problemas y
trabajos prácticos”. En “LA PARAPSICOLOGÍA” le plantea:
“Tardieu. Usted fue un gato y tuvo una dueña. SE QUERÍAN
MUCHO. HAN PASADO CIEN AÑOS DESDE ESA ÚLTIMA
VIDA. Ahora Usted es la dueña y ella es su gato. ¿CÓMO
HACEN PARA RECONOCERSE?” (37). Para contestarla
haría falta recurrir a un humor e ingenio surreal similar
al que él mismo utilizó en sus respuestas a Tardieu. Los
ejercicios se van volviendo un juego, donde cada uno de
los jugadores debe superar al otro.
En las secciones siguientes del libro: “TAREAS
DE ARITMÉTICA”, “EL ESPACIO Y EL TIEMPO”, “LA
ZOOLOGÍA”, “LA LITERATURA”, “EL DESORDEN DE LOS
SENTIDOS”, Martínez combina lenguaje verbal e imagen
visual. En “TAREAS DE ARITMÉTICA”, utiliza imágenes de
Marx y Rimbaud, prendas de vestir, nombres de animales,
temas históricos y objetos culturales en lugar de números,
en sus ejercicios de suma, resta, división y multiplicación.
Por ejemplo: “Una golondrina + La Revolución Francesa
= Las Obras Completas del Marqués de Sade”, y “Otelo –
La luna = El Sol Negro de Nerval” (47). Al “cuantificar”
animales, como la gaviota, junto a hechos sociales, como
la revolución, y creaciones literarias, como las obras de
Sade y Otelo, Martínez lleva la situación surreal al plano
del absurdo.
En la sección “EL ESPACIO Y EL TIEMPO” de su libro Juan
Luis Martínez nos propone varios ejercicios. Introduce
las obras de un autor admirado por los surrealistas:
el matemático y escritor inglés Charles L. Dodgson, o
Lewis Carroll, como intratexto. Carroll había escrito
libros de ficción y de lógica matemática. Martínez emplea
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
personajes de Alice´s Adventures in Wonderland, 1865,
como el gato de Cheshire, y plantea ejercicios y juegos de
lógica, que encuentra en Curiosa Mathematica, 1888 y The
Game of Logic, 1887 (Suárez Mayor 61-71).
Carroll era un escritor sumamente particular: vivía
en dos universos, en el de las matemáticas y en el de la
literatura. Era un matemático al que le gustaban los
juegos y los personajes fantásticos que desafiaban la
lógica. Mantenía una visión dual y humorística de las
cosas y esto fascinaba a Martínez. El sujeto moderno es
un sujeto escindido, en conflicto consigo mismo y con el
mundo. Martínez da a las ideas de Carroll un lugar en su
libro. Son para él ideas productivas.
En “UN PROBLEMA HEMISFÉRICO” transcribe un
texto homónimo de Carroll, “A Hemispherical Problem”
(Suárez Mayor 71-2). Presenta al lector una reproducción
de un mapa del mundo dividido en dos planos y le hace
el siguiente planteo: “Un hombre viaja alrededor del
mundo lo bastante aprisa para que el sol esté siempre
sobre su cabeza; toma la salida un lunes al mediodía, al
cabo de veinticuatro horas volverá a hallarse en el punto
de partida. ¿Dónde constata que el día se llama ahora
martes? ¿En qué momento de su viaje el día ha cambiado
de nombre?” (57). El texto problematiza la relación del
sujeto con el espacio y el tiempo, y enfrenta el mundo
imaginario con el mundo sensible.
En “EL TEOREMA DEL JARDÍN” nos muestra la
fotografía del padre de Jean Tardieu, Victor Tardieu, y la
compara con la fotografía de Jean siendo niño, tomada en
un jardín que había mostrado anteriormente en la página
36. Su objetivo es revelar “parte de esa extraña relación
que pudiera existir a veces entre el espacio de la ficción
y los personajes de la vida” (65). Le propone al lector
que imagine que “el afuera del jardín” se prolonga “en el
adentro de este libro”. Explica que ese jardín no existe
fuera de las páginas del libro, y que al cerrar el libro se
cierra el jardín y se borra la distancia que existía entre los
dos personajes.
En la sección siguiente, “LA ZOOLOGÍA”, la escritura
de Juan Luis Martínez cambia. Sale del formato pseudocientífico que había mantenido en las secciones anteriores,
donde un hablante impersonal planteaba problemas, hacía
preguntas y proponía respuestas. En esta sección aparece
un sujeto poético y organiza los textos en estrofas. En
“EL ZOOLÓGICO IMAGINARIO” habla de varios animales
que “no son de este mundo”, como las “Gyrhaffas”, los
“Eleffantes” y los “Dromeddarios”, a los que representa
con figuras geométricas superpuestas: un cuadrado,
un triángulo y un círculo. Dice que para escuchar sus
gritos, él debería cambiar de nombre y llamarse “(Jxuan
de Dios Marttínnez)”. Poco a poco “los Niñños”, que están
encerrados en las jaulas de los “Monnos”, van perdiendo
conciencia de lo que una vez fue “La misteriosa selva
africana” (70). El mundo geométrico va reemplazando el
reino animal.
En “EL ANIMALFABETO SE MUERE/DUERME SOBRE
SU PROPIA SOMBRA/ORILLA” Martínez presenta una
fábula sobre un animal imaginario. La voz que cuenta se
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Novela y poesía en Hispanoamérica
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dirige a los “Niños de este mundo o del otro”, aludiendo
con sorna al poema de César Vallejo, “España, aparta de
mí este cáliz”, en que el poeta peruano hablaba a los “niños
del mundo”, en momentos en que España estaba sumida
en la Guerra Civil (73). El sujeto describe un “animal”
que se la pasa todos los días escribiendo y “construyendo
bibliotecas” y expresa sus sentimientos en las lenguas
de los diferentes animales: maúlla, gruñe, rebuzna, etc.
Se persigue su propia cola y juega con su sombra, y “no
sabe si está muerto o duerme”. Todos los animales de esta
sección resultan monstruosos e imaginarios.
En el poema “ICTHYS” toma como tema el símbolo
cristiano del pez. Coloca sobre la parte superior de la página
un anzuelo real, cita diferentes versículos de la Biblia y
emplea varias lenguas. Está escrito como un contrapunto
entre una voz poética y un “Quorum”, especie de coro o voz
grupal. La voz poética aclara que “EL SUBLIME PESCADOR
ES EL CRISTO DE LA MANO ROTA a cuyo anzuelo aún nos
resistimos”. El texto tiene un final grotesco: el coro canta
en inglés un aviso de propaganda que ofrece aparejos de
pesca en Florida. Al pie de la página pega otro anzuelo (75).
En el poema siguiente nos refiere la historia de “LA
PROBABLE E IMPROBABLE DESAPARICIÓN DE UN GATO
POR EXTRAVÍO DE SU PROPIA PORCELANA” (76). Le sigue
una bibliografía sobre el tema, que incluye un supuesto libro
suyo sobre la historia oculta de los gatos, y un problema o
ejercicio sobre “EL GATO DE CHESHIRE”, donde introduce
como personaje al gato del libro Alice in Wonderland, de
Lewis Carroll.
“LA PROBABLE E IMPROBABLE DESAPARICIÓN DE UN
GATO POR EXTRAVÍO DE SU PROPIA PORCELANA” es una
fábula humorística. Está organizada en estrofas. En esta
el gato de porcelana observa con curiosidad la porcelana
que lo representa. La porcelana y el sujeto gato se piensan
mutuamente, y comprenden que uno depende de la mirada
del otro, y que si dejan de pensarse, desaparecen.
Este poema lúdico encierra una meditación sobre
el problema de la subjetividad del artista. El proceso
de reflexión da su identidad a la obra de arte. El autor
proyecta su subjetividad en el objeto creado, y este a su
vez comunica la subjetividad del creador al observador o
lector. Forma y percepción se condicionan mutuamente.
El arte es una experiencia intersubjetiva.
En el texto siguiente, “EL GATO DE CHESHIRE”, Martínez
nos plantea un problema relacionado al anterior. Se trata
de un ejercicio “lógico” basado en un episodio del capítulo
8 del libro de Carroll, Alice in Wonderland, en que el Rey
y la Reina discuten sobre el gato de Cheshire. El gato, en
el libro de Carroll, conversa con Alicia y mantiene una
sonrisa enigmática constante. Cuando se va, su cuerpo
desaparece poco a poco. Lo último en desvanecerse es su
sonrisa.
En “EL GATO DE CHESHIRE” el Rey, irritado, ordena
al verdugo que decapite al gato. El verdugo sólo ve su
cabeza, ¿se puede decapitar una cabeza sin cuerpo?
Martínez le presenta al lector varias opciones para que
elija. En algunas el texto aparece tachado, puesto en duda.
Las opciones alternan entre el ser y el no ser (78).
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Novela y poesía en Hispanoamérica
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Titula al próximo texto “6 LECCIONES (NO
LOGOCÉNTRICAS) DE AMBIGÜEDAD SURREALISTA CON
LAS PIEZAS ANATÓMICAS PARA ARMAR LA MITAD DE
UN ELEFANTE”. Distribuye en la página las seis lecciones.
Diferentes personas han encontrado en distintos lugares,
a lo largo de los años, varias partes del animal. El autor
propone al lector que haga un dibujo para comprobar
si efectivamente ha logrado completar la mitad de un
elefante (79).
Este juego de apariciones y desapariciones termina
con varios ejercicios sobre el perrito Fox Terrier, llamado
“Sogol”, inversión de logos, que desaparece en la intersección
de dos avenidas. En uno de los textos, “FOX TERRIER
DESAPARECE EN LA INTERSECCION DE LAS AVENIDAS
GAUSS Y LOBATCHEWSKY”, el autor pide al lector que
averigüe cómo encontrarlo (81). Le presenta al lector
varias hipótesis lógicas, que no resuelven el problema.
Concluye que el animal desapareció en una “fisura” en un
espacio regido por la geometría no-euclidiana, que tiene
curvatura negativa, y sólo les queda aguardar que regrese
por sus propios medios desde esa “otra dimensión” al
cruce de las Avenidas (Suárez Mayor 77). En la página
83, Martínez vuelve a la misma situación anterior, pero
cambia el valor de los términos, de positivos a negativos,
y cuestiona la desaparición del perrito. La “no-solución”
que nos propone en “FOX TERRIER NO-DESAPARECIDO
NO-REAPARECE EN LA NO-INTERSECCIÓN DE LAS NOAVENIDAS (GAUSS Y LOBATCHEWSKY)” es que “Sogol
no regrese jamás desde esa otra no-dimensión donde
jamás desapareció, pero cuya entrada y salida seguimos
encontrando en la intersección de las avenidas Gauss y
Lobatchewsky.” (83).
En la sección siguiente, “LA LITERATURA”, Martínez
trata varios temas que lo preocupan: la página en blanco,
la relación entre el lenguaje y el silencio, el lenguaje y
el no lenguaje, y los lenguajes entre sí. En el poema “EL
CISNE TROQUELADO” alude al célebre soneto “Le vierge,
le vivace et le bel aujourd´hui” de Mallarmé. En su poema
Mallarmé había introducido como personaje a un cisne,
símbolo del poeta, preso del invierno, inmóvil sobre
un lago, que recordaba sus vuelos y se lamentaba de su
decadencia. El poema de Martínez tiene tres partes: “(La
búsqueda)”, “(El encuentro)” y “(La locura)”. El poeta
agrega a la noción mallarmeneana de la página en blanco
y a la figura del cisne, la idea del troquel. El troquel es un
molde capaz de reproducir un modelo, y en el poema es
símbolo de la escritura. Martínez mantuvo con esta una
relación conflictiva y ambigua. Su libro es difícilmente
reproducible y ha tenido contadas ediciones.
En el comienzo de “EL CISNE TROQUELADO” explica
al lector que la página se repliega “sobre la blancura de
sí misma”(87). Abre el “documento cerrado”. Es parte de
un proyecto imposible: “la compaginación de la blancura”.
Esa página contiene “La Escritura Anónima y Plural” a la
que acecha “El Demonio de la Analogía”. Su “dominio” es
la lectura de un signo entre los cisnes o a la inversa, de
un cisne entre los signos. En la tercera parte del poema,
titulada “(La locura)”, el sujeto poético se encuentra con
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Novela y poesía en Hispanoamérica
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“el troquel”, el instrumento capaz de acuñar un signo,
“el troquel anónimo de alguno que es ninguno”. El poeta
presenta, en francés, la analogía del cisne/signo de
Mallarmé; dice:
OTROS”, Martínez reflexiona sobre los lenguajes y la
comunicación. Discute “los lenguajes de los pájaros”
en relación a las obras de varios autores asociados al
Surrealismo, entre ellos Russell y Duchamp (89). El canto
de los pájaros crea una multitud de lenguajes que el
autor considera una verdadera “confabulación fonética”.
En su última “observación” afirma que la naturaleza,
para verificar si se establece la comunicación, no se vale
del “canto de los pájaros/ ni su equivalente, la palabra
humana”, sino del “silencio”, “convertido en mensaje”. El
silencio es para él “un signo, un momento del mensaje que
la naturaleza se dice a sí misma”. A través del silencio la
naturaleza puede “verificar si el circuito funciona”.
En los textos siguientes de “LA LITERATURA”, Martínez
discute con humor surrealista varias problemáticas
centrales para la literatura: en “LA GRAFOLOGÍA”, donde
explica que el serrucho que corta la madera trata de
decir “(Jxuan de Dios”) y sólo logra pronunciar las sílabas
entrecortadas de su apellido, Martínez, analiza la relación
entre la materialidad del signo y su significado; en “LA
LOCURA DEL (AUTOR)”, el silencio y la ausencia de obra
que amenaza al escritor; en los dibujos de “MEDITACIONES
SOBRE RENE MAGRITTE”, la separación material del yo y
el mundo; en “LO QUE (EL AUTOR) HA LEÍDO ACERCA DE
UNA FLOR”, la búsqueda del signo absoluto, ideal utópico
mallarmeneano; en las “TAREAS DE POESÍA”, en que,
imitando las bromas de Tardieu, crea un poema en un
lenguaje inventado incomprensible, y, a continuación, le
pide al lector que le explique cuál es el sentido del poema,
Le SIGNE/CYGNE blanc de le CIGNE/SIGNE Mallarmé
(87)
El troquel del cisne equivale para él a “el no compaginado
nombre de la albura”. La página tiene su revés, imagen
metafórica que reaparece en todo el libro y se materializa
en las transparencias. El poeta dice que la página es una
“ficción de sí misma”. La literatura parece estar encerrada
en una red de espejos; no sabemos cuál es el original y
cuál la copia.
Al final del poema el poeta se dirige a sí mismo; dice:
“(¿Swan de dios?)/ (¡Recuerda Jxuan de Dios!): (¡Olvidarás
la página!)”. La identidad queda entre paréntesis,
cuestionada. El yo poético divinizado olvida, es débil. Y
concluye el poeta: “el agua borrará tu nombre”. El sentido
de su mortalidad angustia a Martínez. Sabemos que en
su vida real estuvo cruelmente signado por una grave
enfermedad (Roblero 70). En este poema elegíaco nos
revela cuál es su búsqueda como escritor. Es el texto de su
obra que más se aproxima a un “arte poética”.
En “OBSERVACIONES RELACIONADAS CON LA
EXHUBERANTE ACTIVIDAD DE LA “CONFABULACIÓN
FONÉTICA” O “LENGUAJE DE LOS PÁJAROS” EN LAS
OBRAS DE J.-P. BRISSET, R. ROUSSEL, M. DUCHAMP Y
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
cuestiona la búsqueda hermenéutica de significado
o mensaje en un texto. Al final de esta sección nos
encontramos con el personaje de Delia. Martínez aclara
que el nombre no designa a una mujer determinada, es
un anagrama de “IDEAL” (102). Delia sabe, dice, que la
vida tiene un ritmo secreto, que abarca el mundo de los
libros. “DESCRIPCIÓN DE UNA BODA IDEAL” es un poemafábula sobre la boda de Delia (104). En la boda el fotógrafo
literalmente disecciona el cuerpo de Delia, y el novio lo
“reconstruye”. La historia concluye con los recién casados
retirándose a una pequeña habitación, donde la esposa
hace las alabanzas del tamaño del sexo de su esposo.
La última sección del libro se titula “EL DESORDEN DE
LOS SENTIDOS”. Introduce personajes históricos, entre
ellos Napoleón y Hitler. Reproduce la foto de una gran
piedra suspendida, llamada “Perfil de Napoleón”, cuyo
contorno recuerda a los visitantes la figura del Emperador
francés (110-111). Presenta luego una foto de Hitler
dentro de un recuadro. Llama a esta composición “ADOLF
HITLER Y LA METÁFORA DEL CUADRADO”. Dice que
Hitler sufría de vértigo y sabía que su caída era inminente.
Su viaje de la foto hasta la página del libro muestra que
después de perder el poder cayó en el cuadrado de la foto,
y que tanto el tiempo como el espacio tienen “su ley de
gravedad” (113).
En el texto siguiente: “TANIA SAVICH Y LA
FENOMENOLOGÍA DE LO REDONDO”, escoge como
personaje a una víctima del nazismo. Tania Savich era
una niña rusa que sufrió el sitio cruel y prolongado
del Ejército Alemán en Leningrado durante la Segunda
Guerra Mundial y murió de tuberculosis a los 14 años.
Martínez opone el cuadrado de la fotografía de Hitler
al círculo familiar en que vive la niña. Explica que en el
círculo hay “…un centro de orden que protege la casa
contra un desorden sin límites” (114). Tania estaba
convencida de que la existencia era “redonda”.
Martínez continúa su discusión sobre la percepción y
las figuras geométricas con dos “investigaciones”, como
las llama, sobre “las burbujas en la superficie del café
contenido en una taza” (112). En la primera, observa
que las burbujas de café se desplazan del centro a las
paredes de la taza. Argumenta que lo hacen porque
no tienen “Noción de Infinito”. En nota, aclara que el
hombre, a diferencia de la burbuja, “será o deberá ser
siempre el centro del Infinito”. En la segunda parte de las
investigaciones, argumenta que las burbujas “no tienen
existencia objetiva”, más allá de nuestra conciencia. Es
nuestra percepción la que da objetividad aparente al
mundo que nos rodea. El espacio y el tiempo, afirma, no
existen en sí mismos (115).
Concluidas las secciones, nos presenta varias
“NOTAS Y REFERENCIAS”. Utiliza esta parte del libro
para polemizar con las secciones anteriores. Dedica
dos “notas” al “gato de Cheshire”. La sonrisa del gato,
desvaneciéndose, dice, nos dejaba en un estado de
extrañeza y temor (122). En la sonrisa del gato se
unían “ser y expresión”. Buscaba descubrir su trágica
“realidad”. Era una sonrisa dirigida hacia el adentro y el
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Novela y poesía en Hispanoamérica
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afuera. La sonrisa, explica el poeta, recordaba al hombre
“EL CARÁCTER PRECARIO DE SU REALIDAD” (123).
En la “NOTA 5”, discute el texto sobre el lenguaje de los
pájaros de la sección LITERATURA. Martínez emplea dos
escrituras contrastantes: una analítica y explicativa, en la
que afirma que tanto los pájaros como “algunos escritores”
se expresan de la manera más irracional posible: a través
del silencio, y otra poética, en que nos cuenta cómo los
pájaros intentan escapar del árbol del lenguaje y buscan
desentenderse del silencio y de sí mismos (126). Tratan de
“desescucharse” y “reingresan al silencio”. Estos pájaros,
dice, “son cantados por el canto” y “cantan al revés”. Su
canto es “el lenguaje transparente de su propio ser”.
El lenguaje traza un círculo mágico alrededor de
la especie a la que pertenecen y de la que no pueden
escapar. La subjetividad y el ser determinan la realidad.
Dice que los pájaros y los poetas, “mudos de vergüenza
se tragan en silencio su propio desencanto”, y aparentan
una profundidad que no es tal. La literatura que finge
profundidad es engañosa.
Martínez nos propone en este texto una tesis idealista
y formalista a un tiempo. Coincide con la idea del libro que
tenía Mallarmé, al que cita. Los pájaros tratan en su canto
de combinar notas para generar sensaciones o emociones,
y su significado último es indescifrable: “deconstruyen el
silencio” (126).
En la “NOTA 9” crea un contrapunto con el texto “EL
OÍDO” de la sección “EL DESORDEN DE LOS SENTIDOS”,
en que sostenía que el “oído era un órgano al revés”
que escuchaba el silencio (108). En la nota, toma como
personaje al gran compositor alemán Beethoven, que
había sufrido de sordera. Discute su posición política:
Beethoven, a diferencia de Hegel y Goethe, había criticado
a Napoleón por haberse coronado Emperador. No tenían
la misma idea de lo que era la “libertad”. Para Beethoven,
dice Martínez, la libertad era el principio que estructuraba
“la vida común de los individuos” y rechazaba cualquier
tipo de tiranía y de orden estatal absolutista (130).
En la “NOTA 10” dialoga con su texto sobre “el espectro
de Napoleón” de la sección “EL DESORDEN DE LOS
SENTIDOS”. Aquí elucubra que Napoleón estaba consciente
de que era “un mito”. Quizá, dice el poeta, Napoleón haya
sido realmente un mito y, aún más, “una mistificación”,
organizada para que creyéramos que Napoleón existió
alguna vez (131). El vínculo entre realidad y mundo
imaginario es frágil, no podemos estar seguros de cuál de
los dos prevalece sobre el otro. El ser humano, desde esta
perspectiva idealista, cercana a la que sostuviera Jorge
Luis Borges, puede ser sólo un sueño y no sabemos quién
sueña a quién (Martín 7-21).
En la “NOTA 11” hace otro comentario histórico, esta
vez sobre Hitler y Tania Savich: dice que a pesar de la
crueldad del Ejército Nazi en el sitio de Leningrado, donde
perecieron un millón de rusos, entre ellos la pequeña
Tania, la ciudad sobrevivió. En la “NOTA 12” Martínez
propone a Hitler una “solución” para su problema. Este,
en un texto anterior, había quedado atrapado en la
“metáfora del cuadrado” (113); el poeta le muestra ahora
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la portada de una obra del filósofo Hobbes, en que este
promete revelarle a sus lectores “un método para cuadrar
el círculo” (133).
Termina su libro con un apartado final, al que titula
“EPÍGRAFE PARA UN LIBRO CONDENADO: LA POLÍTICA”
(135). Introduce como personajes a los miembros de
una familia. Escribe una muy interesante fábula sobre
su “desaparición” en una casa. La casa es una alegoría
de lo que la vida representa. En el poema-relato, el
padre conversa con los distintos miembros, incluidos los
animales, que se han extraviado en la casa. En la primera
estrofa habla con su hija de cinco años, en la segunda con
su hijo de diez, en la tercera con los dos gatos de la casa,
en la cuarta con su perrito fox-terrier, “Sogol” (anagrama
de Logos). Los personajes no pueden encontrar la salida.
El padre les advierte que tengan cuidado, que la casa no es
lo que parece, y al menor descuido habrán “perdido toda
esperanza” (137). En la última estrofa el padre reconoce
“para sus adentros”: “- Ahora que el tiempo se ha muerto/ y
el espacio agoniza en la cama de mi mujer,/ desearía decir
a los próximos que vienen,/ que en esta casa miserable/
nunca hubo ruta ni señal alguna/ y de esta vida al fin, he
perdido toda esperanza” (137).
La casa-mundo, tal como la presenta el poeta, es
un laberinto del que no podemos salir. El ser humano
vive encerrado en su conciencia. Su única realidad es
su lenguaje. A diferencia de Breton, que creía en la
posibilidad de la revolución social y se acercó primero a
Marx, y luego a Trotsky, a quien visitó en México, atraído
por su idea de la Revolución Permanente, Martínez niega
el materialismo, y ve la actividad política con pesimismo
(Taminiaux 52-66). En uno de los últimos textos del
libro, “LA ESTRUCTURA DEL PENSAMIENTO POLÍTICO”,
dibuja una serie progresiva de ratas, del uno al diez, que
ejemplifican ese pensamiento. Las ratas van una tras otra,
obedientes, siguiendo un orden monótono. Al final, pone
un comentario de rechazo en inglés: “Drat the rats!”, que
podemos traducir como “¡Al diablo con las ratas!” (139).
En la última página nos presenta un collage alegórico
y burlesco, al que titula “LA NUEVA NOVELA: EL POETA
COMO SUPERMAN”. En este aparece un dibujo de Superman
y su novia. Ella está en sus brazos, desnuda. Martínez
recortó sus cabezas y las reemplazó por las cabezas de
Marx, como Superman, y de Rimbaud, como la novia.
Abajo hace un comentario irónico, y se incluye a sí mismo
como personaje: explica que Superman se hizo famoso
gracias a su “doble” identidad, primero como periodista
y, luego, como un poeta chileno que renunció a su nombre,
y se muestra “como un ser tímido y agresivo, borroso y
anónimo” (147). Superman, dice, satisface las “nostalgias”
del hombre moderno que, aunque se sabe limitado, sueña
revelarse como un “personaje excepcional”, como un
héroe “cuyos sufrimientos están llamados a cambiar las
pautas ontológicas del mundo”.
En la contratapa de la obra, nos encontramos con una
superficie cuadriculada. Martínez le pide al lector que
pruebe de dibujar en ella una casa y encontrar una ruta
de escape para su familia. Quizás el lector pueda lograr
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Novela y poesía en Hispanoamérica
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lo que él no pudo. En la solapa de la contratapa aparecen
preguntas y respuestas de hablantes que tratan de definir
qué es la realidad; al pie de la solapa transcribe una frase
de Breton: “Todo es real”. El mundo onírico es parte de
ese todo.
Si en LA NUEVA NOVELA Martínez ataca la noción
tradicional de realismo, en su libro siguiente, LA POESIA
CHILENA, cuestiona nuestra idea de poesía y ataca al
género mismo. No encontramos en LA POESIA CHILENA
poema alguno. Nos presenta un objeto libro, que reúne
textos, imágenes y cosas. Incluye un saquito de tierra
chilena y el acta de defunción de los poetas más célebres
de Chile: Mistral, Huidobro, de Rokha y Neruda. Su
actitud desacralizadora expresa su deseo de revolucionar
nuestra noción de literatura. Propone una literatura
radicalmente nueva, que no exprese la realidad sino lo
que Breton llamaba la surrealidad: el poeta puede liberar
sus impulsos psíquicos más creativos, sin atarse a forma
alguna.
Luego de publicada LA POESÍA CHILENA en 1978,
Martínez no vuelve a publicar un nuevo libro. Fallece en
1993. Durante esos largos años, en que sufre una grave
enfermedad renal, sus lectores esperan en vano un nuevo
manuscrito. Sus compañeros de generación: Zurita,
Maquieira, Vicuña, siguieron publicando. Combinaron
su actitud experimental con una posición más ecléctica.
Zurita emergió como un gran poeta nacional, con una
poesía neo-épica que crea un puente con la poesía chilena
de la naturaleza de Neruda y Mistral. Muchos lectores
agradecemos esto, pero para los Surrealistas como Breton y
como Martínez desdecirse del extremo experimentalismo
era traicionar sus principios. Breton criticaba a los que lo
hacían y expulsó a varios del movimiento (Breton 89-111).
Martínez prefirió el silencio. Para él el silencio hablaba, y
era en sí una suerte de manifiesto. Había tocado un límite
y no se podía ir más allá sin desdecirse.
Martínez intentó salir de la literatura, romper la cárcel
del lenguaje. No escribió poesía lírica, ni basó su expresión
en el uso de figuras poéticas, como la metáfora, que
prodigaban otros. Tampoco hizo del yo poético el centro
de su escritura. No cultivó una gran imagen de autor. Puso
en duda la identidad del poeta, la fragmentó en varios yo.
Atacó cada uno de los principios en que se basaba y se
basa el arte de la poesía. El Surrealismo buscaba ir más
allá de la literatura. La poesía era para ellos el centro de
la creación. Se manifestaba como un impulso psíquico
ilimitado. Era energía humana pura, libre. El poeta
podía acceder a la surrealidad y expresarla en diversos
lenguajes. Así lo hacía el personaje cómico de Tardieu que
inspiró a nuestro poeta, y con quien dialogó en su libro: el
filólogo loco, descubridor de lenguas, el Profesor Fraeppel.
Un apartado especial en este capítulo de la historia
de la poesía contemporánea que protagonizó Juan Luis
Martínez lo merece la recepción que tuvo su obra. Sus
libros no son fácilmente reproducibles, ya que incluyen
el pegado en la página de objetos fabricados, como
anzuelos, y el agregado de materias naturales, como la
bolsita con tierra. Prácticamente no han circulado. Son
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
libros secretos. Sin embargo, han llegado a esos lectores
ávidos que son los críticos y los han inquietado. Fruto de
esa inquietud, de esa preocupación que generó Martínez,
son los numerosísimos artículos, libros y tesis escritos
sobre su breve obra. ¿A qué se debe esto? ¿Qué planteó
Martínez que tanto nos preocupa? Yo creo que Martínez
trató sinceramente de encontrar el modo de sacar a la
literatura de su ámbito y meterla en la vida. Había sido
la promesa vanguardista. Era el vellocino de oro que
buscaba el Surrealismo. Quizá en el algún momento creyó
que lo lograba, pero luego seguramente intuyó, como
todos nosotros, que no era posible. Simplemente porque
no se puede salir de la literatura. El personaje simbólico
de “LA DESAPARICIÓN DE UNA FAMILIA” que quiere salir
de la casa y no lo logra somos nosotros. No podemos salir
de la casa del lenguaje. El deseo vanguardista de salir de
la literatura es utópico. Es una utopía irrealizable y como
tal fracasó. Jamás lograremos salir de la literatura, de lo
cual yo en particular no me lamento. No concibo el mundo
sin literatura. La obra de Martínez, sin embargo, nos lanzó
una señal: había otros lenguajes posibles que la literatura
debía explorar. Las vanguardias, efectivamente, lograron
mostrarnos y comunicarnos eso.
Los lectores contemporáneos de siglo XXI vivimos en
un mundo diferente al de 1978: la autopista cibernética
ha logrado un tránsito casi irreal de discursos y
lenguajes. El mundo del Profesor Fraeppel ya no nos
parece tan disparatado. El discurso monológico de
muchos poetas del pasado resulta cada vez más difícil
e improbable. Los lenguajes entran en contacto entre
sí aunque no queramos. La heteroglosia del habla,
antes la excepción, se vuelve la regla. Vivimos en un
presente y nos aguarda un futuro en el que proliferan
los discursos, las formas artísticas interactúan,
aparecen nuevos lenguajes y se llega a nuevas síntesis.
Un mundo que anticipa la crítica, que se le parece:
interdisciplinaria, heterodoxa, dialoguista. En este
presente la obra de Martínez nos alerta de un suceso
importante. La división de géneros no se sostiene.
La especialización de los lenguajes tampoco. Todo
se renueva y se combina, en un proceso abierto de
transformación, cuyos frutos finales aún no han
madurado. Sin embargo, todos los aguardamos con
gran esperanza.
— 352 —
Bibliografía citada
Breton, André. Manifiestos del Surrealismo. Buenos
Aires: Editorial Argonauta 2012. Traducción, prólogo y
notas de Aldo Pellegrini.
Brodsky, Roberto. “Callarse es una cosa, pero el
silencio es otra”, Juan Luis Martínez, POEMAS DEL OTRO…
75-78.
Carroll, Lewis. Lewis Carroll: Complete Works. New
York: Barnes and Noble, 2007.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Kirkpatrick, Gwen. “Desapariciones y ausencias en La
nueva novela de Juan Luis Martínez”. Revista de Crítica
Literaria Latinoamericana No. 50 (1999): 225-34.
Mallarmé. Poésies et autres textes. Paris: Librairie
Générale Française, 2005.
Martín, Marina. “Borges, perplejo defensor del
idealismo”. Variaciones Borges 13(2002): 7-21.
Martínez, Juan Luis. LA NUEVA NOVELA. Santiago de
Chile: Ediciones Archivos, 1977.
---. LA POESÍA CHILENA. Santiago de Chile: Ediciones
Archivos, 1978.
---. POEMAS DEL OTRO. POEMAS Y DIÁLOGOS
DISPERSOS. Santiago de Chile: Universidad Diego
Portales, 2003.
Pérez, Alberto Julián. Revolución poética y modernidad
periférica. Buenos Aires:Corregidor, 2009.
Rioseco, Marcelo. “La poética matemática de Juan
Luis Martínez”. Revista Iberoamericana 232-233 (Juliodiciembre 2010): 855-74.
---. Maquinarias deconstructivas. Poesía y juego en Juan
Luis Martínez, Diego Maquieira y Rodrigo Lira. Santiago de
Chile: Editorial Cuarto Propio, 2013.
Roblero, María Ester. “Me complace irradiar una
identidad velada”. Juan Luis Martínez, POEMAS DEL OTRO.
Santiago: Ediciones Universidad Diego Portales, 2003. 7174.
Suárez Mayor, Zenaida. Palabras ya escritas. Relecturas
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Editores, 2019.
Taminiaux, Pierre. “Breton and Trotsky: The
Revolutionary Memory of Surrealism”. Yale French Studies
109 (2006): 52-66.
Tardieu, Jean. Œuvres. Paris: Éditions Gallimard, 2003.
Weintraub, Scott. “La copia es el original: la problemática
de las obras póstumas de Juan Luis Martínez”. Latin
American Literature Today No. 4 (2017). Web.
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Alberto Julián Pérez
La poesía indígena del Churqui
Choque Vilca
El poeta Germán Walter Choque Vilca nació en Tilcara,
Jujuy, en 1940 y murió en el mismo pueblo en 1987. Lo
apodaban el «Churqui» (nombre que recibe en Jujuy el
árbol del espinillo), aludiendo a su cuerpo, membrudo y
flaco. Tilcara es uno de los pueblos más representativos
de la Quebrada de Humahuaca y un importante centro
cultural del Noroeste argentino.
Durante la primera mitad del siglo XX, un grupo de
jóvenes escritores, provenientes de distintas áreas del
Noroeste, se propusieron renovar la vida cultural en
esta zona del país. Formaron en la ciudad de Tucumán el
grupo literario La Carpa. Publicaron juntos en 1944 una
Muestra colectiva de poemas, en la que participaron Raúl
Galán, Julio Ardiles Gray, Raúl Aráoz Anzoátegui, Manuel
J. Castilla, entre otros (Martínez Zuccardi 326). Eran
admiradores de las corrientes de vanguardia. Valoraban
muy particularmente las ideas del Surrealismo. Raúl
Galán (1913-1963), jujeño, fue uno de sus líderes (Martínez
Zuccardi 339-351). A la primera publicación de 1944 le
sucedieron otras y el grupo extendió su influencia. Pocos
años después, en San Salvador de Jujuy, otros jóvenes
escritores y artistas, imitando su ejemplo, crearon su
propia revista. Tarja apareció por primera vez en 1955
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
(Lagmanovich 84-88; Maíz 88-96). Conformaron este
grupo los escritores Jorge Calvetti (1916-2002), Néstor
Groppa (1928-2011), Andrés Fidalgo (1919-2008), Héctor
Tizón (1929-2012) y el pintor Medardo Pantoja (19061976) (Poderti 85-96). La revista publicó 16 números a lo
largo de cinco años.
Las publicaciones del grupo La Carpa de Tucumán y
la Revista Tarja de San Salvador de Jujuy familiarizaron
a los artistas del Noroeste con las ideas y conceptos
que habían introducido en las artes los principales
movimientos cosmopolitas de la primera mitad del siglo
veinte en Buenos Aires y las grandes ciudades del Litoral
argentino. Sus escritores valoraban las propuestas
de las vanguardias artísticas y el realismo socialista.
Defendieron el compromiso del artista con su medio
social, y se distanciaron del realismo costumbrista y el
folklorismo poético. Vieron al Modernismo de principios
de siglo, que había marcado un momento glorioso en
nuestra lengua, como a una poética anticuada y perimida
(Pérez 165-75). 51
La obra de los escritores y artistas de Tarja tuvo un
impacto directo en la cultura de Tilcara: Néstor Groppa,
de origen cordobés, vivió en el pueblo, y el gran pintor
indígena Medardo Pantoja, oriundo de Tilcara, mantuvo
su vínculo con su región y trabajó en la cercana ciudad
de Jujuy. El Churqui lo conoció muy bien. Le dedicó un
admirable poema cuando este murió. Tanto su ejemplo
humano como su pintura influyeron en su personalidad
artística y en su obra (Fantoni 5-28).
La Quebrada es un ámbito geográfico y humano
excepcional. Habitada por pueblos indígenas desde épocas
tempranas, integró la parte sur del Imperio Incaico (García
Moritán y Cruz 15-8; Nielsen 307-339). Cuando los españoles
invadieron, los nativos resistieron su dominación. Durante
la época colonial fue una activa vía de comunicación entre
Lima y el Río de la Plata. Al comenzar en 1810 el proceso
revolucionario, los nativos, ciudadanos de un país nuevo,
lucharon valerosamente para independizarse de España
(Paz 8-22). Una vez consolidadas las fronteras, el área
mantuvo su identidad regional.
La Quebrada es un cerrado entramado de pueblos y
caseríos. Los habitantes comparten sus costumbres y sus
creencias, sus modos de trabajo y hábitos de alimentación,
sus rituales religiosos y expresiones artísticas. Las
características del espacio geográfico facilitaron la
comunicación entre sus pueblos. La extensa falla del
terreno recorre 150 kilómetros entre dos cadenas de
montañas. El Río Grande atraviesa el valle que se forma.
En este espacio las culturas nativas desarrollaron su
agricultura, criaron sus animales y establecieron un estilo
de vida propio.
Cuando los poetas de La Carpa comenzaron a publicar en Tucumán, en 1944, el
Modernismo era aún un movimiento valorado dentro de los medios literarios del
Noroeste. En 1945 la gran poetisa modernista chilena Gabriela Mistral recibió
el Premio Nobel de literatura. La actividad de los poetas de La Carpa ayudó a
cambiar el gusto poético y difundir y establecer los ideales vanguardistas entre
los jóvenes del Noroeste. La revista Tarja de Jujuy, publicada a partir de 1955,
continuó sus ideas y difundió las poéticas de vanguardia en todo el territorio de
la provincia.
51
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
La vida social de la Quebrada es más dinámica que
en otras zonas rurales del país. En las zonas de llanura
y en las pampas la comunicación es difícil. Los poblados
están distantes entre sí y sus habitantes viven aislados.
La Quebrada, en cambio, tiene una vida social y cultural
intensa. En este ámbito privilegiado la cultura nativa pudo
madurar, expandir sus intereses materiales y espirituales,
modelar de forma perdurable su rico imaginario.
Los blancos que habitan en sus pueblos, junto a los
nativos, forman una minoría. No se han integrado a las
comunidades indígenas. Persiguen sus propios intereses.
Han llegado a la Quebrada casi todos con fines prácticos
y objetivos económicos. Los indígenas, aunque hablen
español y se eduquen en las escuelas del gobierno, poseen
otra historia, tienen otros intereses y creencias distintas
a las de la minoría blanca. Cuando uno visita la Quebrada
siente la fuerza y autenticidad de la cultura nativa. Ese
ámbito ha forjado una experiencia humana única y ha
dado a sus creaciones el carácter que tienen.
La deidad principal de la cultura indígena es la madre
tierra, la naturaleza, y en ella se centra el culto religioso.
La Pacha rige el tiempo de la vida. El ser humano, su
hijo, es parte de su ciclo, y le debe tributo. Los rituales
indígenas celebran los ciclos de la naturaleza. Buscan
vivir en equilibrio y armonía con ella.52
Los nativos valoran también la religión cristiana. Desde
los inicios de la invasión española, cuando los religiosos
que acompañaban la ocupación militar les dieron a
conocer los Evangelios, nació en ellos un gran amor por la
figura de Cristo y su madre la Virgen y los incorporaron
a sus creencias. Convivieron también con la lengua del
conquistador, de la que se apropiaron sin abandonar
la suya, le dieron nuevos matices y le imprimieron su
sensibilidad. Sufrieron, sin embargo, la violencia que
ejerció sobre ellos otra cultura, con intereses diversos a
la propia. La ocupación militar española tenía objetivos
geopolíticos y económicos. Dominaron y sometieron a
los pueblos conquistados. Forzaron el mestizaje, que no
fue un proceso feliz. Los nativos defendieron su mundo y
resistieron con orgullo (Vilca 2-13).
Los grandes escritores y artistas nacidos allí, y asociados
en su experiencia al ámbito de la Quebrada, representan
hoy el legado de su importante cultura. El Churqui Choque
Vilca, destacado poeta, Medardo Pantoja, pintor, los
músicos Tukuta Gordillo y Tomás Lipán, embajadores de
la música nativa en los más diversos ámbitos, nos ayudan
a valorar la rica herencia de la sociedad en que nacieron,
y dan testimonio de su particular cosmovisión y poderosa
originalidad.53
La cultura moderna occidental, a diferencia de la indígena, imagina al tiempo
como una línea ascendente que progresa hacia el futuro. Dentro de este tiempo el
hombre puede acumular saber y riqueza, de manera infinita. Compite con dios, al
que considera como él, humano, frágil, débil y sufriente, y le rinde pobre tributo.
52
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El pintor Medardo Pantoja (1906-1976), oriundo de Tilcara, se formó en
Rosario con los grandes maestros del arte social Berni y Spilimbergo, y regresó
luego a Jujuy para crear y vivir con su gente, tomando como motivos sus paisajes
y su vida social, traduciéndolos a un lenguaje realista y expresionista a la vez.
(Fantoni 5-27).
53
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Germán Walter Choque Vilca, el Churqui, se crió en
el pueblo de Tilcara y vivió las experiencias cotidianas
de los niños indígenas de su comunidad. Acompañaba
con frecuencia a su abuelo en los trabajos de labranza
en la Quebrada. Se educó en la escuela primaria y en la
secundaria del pueblo. Una vez concluida la escuela media
se trasladó a la capital de la provincia, San Salvador de
Jujuy, donde cursó el Instituto pedagógico y se recibió de
maestro. Trabajó como maestro rural en distintos pueblos
de la provincia. Salió muy pocas veces fuera de ella. Su viaje
más significativo al exterior fue cuando integró el coro de
voces del conocido folklorista Jaime Torres, e hizo con él
una gira a Israel y el Oriente.
Publicó su poesía en medios locales, y sólo apareció un
libro suyo en vida, Los pasos del viento, en 1984, cuando
tenía 44 años de edad, tres años antes de su muerte
temprana. Su obra poética recogida hasta el momento tiene
180 páginas. Incluye, además de Los pasos del viento, dos
colecciones de poemas que su editor, Héctor José Méndes,
reunió póstumamente. Son en su mayoría composiciones
que Méndes logró recuperar de manos de particulares. Se
trata de una obra breve y cuidada.
El Churqui se formó en un medio poético dominado por
las poéticas renovadoras del siglo XX: el expresionismo
vanguardista y el realismo socialista. Los movimientos
literarios de Tucumán y Jujuy las habían difundido e
impuesto en el ámbito del Noroeste. Sin embargo, en su
poesía no siguió sus ideas. A la hora de elegir un estilo
propio, a fines de la década del cincuenta, recurrió al modelo
modernista. El Modernismo, en esos momentos, era un
movimiento poético finisecular artísticamente concluido.
Estaba desprestigiado entre los creadores jóvenes.
El Churqui rehusó aceptar las poéticas consideradas
progresistas. Se rebeló contra el gusto dominante. Esto
tiene que sorprender al lector contemporáneo de poesía.
Los poetas jóvenes, por lo general, buscan asociarse a
movimientos renovadores. Valoramos la originalidad en
el arte. 54 ¿Por qué habrá actuado así? 55 Este poeta, creo
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Otra gran poeta, Gabriela Mistral, tampoco aceptó las ideas de las vanguardias.
Una de las autoras más importantes de nuestra lengua, Mistral no renunció a la
poética figurativa ni a los ideales panamericanistas del Modernismo (Blume 10117). La estética simbolista le permitía expresar lo que ella deseaba. No aceptó
someter su gusto e interés personal al criterio de otros movimientos poéticos
que buscaban imponer un discurso hegemónico, independientemente de las
necesidades expresivas de su sociedad. Mistral murió en 1957. Pocos años antes, en
1954, publicó su último libro de poemas, Lagar. Es una obra simbolista.
Mistral se mantuvo fiel a las ideas de forma y de métrica que había aprendido de su
maestro Rubén Darío. No incorporó en su poesía las ideas poéticas de las nuevas
tendencias europeas que habían irrumpido en la escena cultural a partir de los años
veinte, como sí lo hizo el poeta peruano César Vallejo, quién publicó en 1918 su libro
simbolista Los heraldo negros, y pocos años después, en 1922, su obra expresionista
Trilce, iniciando un radical movimiento de vanguardia en Latinoamérica. Las
tendencias vanguardistas sostenían la necesidad de innovar y renovar la poesía.
Si bien no eran movimientos iniciados originalmente en América, sino estéticas
traídas desde Europa, los escritores locales los abrazaron como propios. Los sedujo
sobre todo la idea de experimentación constante que les proponían. Era una forma
de libertad artística que no habían conocido antes.
55
Gabriela se había hecho a sí misma en las condiciones más penosas y no temió
desafiar al medio literario. Como Darío, conocía muy bien la historia de la poesía.
Valoraba el género y no quiso liquidar su legado, remplazando la métrica culta
por el verso libre, improvisado. Se destacó desde muy joven como educadora,
si bien no tuvo formación universitaria, y fue invitada a México por el Ministro
Vasconcelos para trabajar en la renovación del sistema escolar, luego de la gran
revolución que conmovió al país. Participó en la Liga de Naciones, fue periodista,
defendió la revolución sandinista, fue diplomática durante veinte años y, si bien
no aceptaba hablar de su vida privada, vivía en pareja con mujeres, desafiando la
moral de sus contemporáneos.
54
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
yo, consideraba los valores poéticos cosmopolitas como
ideales que pertenecían a otra sociedad, con intereses
distintos a la suya. Se mostró escéptico y no los aceptó
como valores universales. Aún cuando la revista Tarja,
escrita por escritores locales, los difundiera, sintió
reparos frente a ellos.
El Churqui formaba parte de una sociedad indígena
y rural. Su grupo humano creía en su herencia cultural
y buscaba afirmarla. Él trató de expresar su visión del
mundo y dar en su poesía un mensaje sin ambigüedades,
en versos en lengua culta, de estilo modernista. No se sumó
al regionalismo ni escribió poesía popular o folklórica.
Escogía con cuidado su vocabulario y trabajaba ricamente
la expresión. Cultivó los aspectos sonoros del lenguaje.
Dio gran importancia a la forma, y escribió, con pocas
excepciones, poesía métrica, de versos de catorce, once
y ocho sílabas, agrupados en estrofas de cuatro versos.
Usaba rima asonante en el segundo y el cuarto verso de
la estrofa, y dejaba el primero y el tercero libres. Buscaba,
como recomendaban los grandes poetas simbolistas,
la palabra justa. Sus imágenes visuales, plásticas, nos
recuerdan la rica paleta de su maestro: el pintor tilcareño
Medardo Pantoja. Amaba el cromatismo, las gradaciones
de color y los juegos de luz. El color azul era uno de sus
preferidos y aparecía con frecuencia en sus poemas.
Abordó los temas que más le preocuparon: su tierra,
su gente, el amor, la poesía, la patria. En su obra poética
el mundo de la Quebrada se vuelve sobre sí mismo para
observarse y rendir testimonio de su historia. Refleja su
medio social. Defiende tanto lo indígena como lo nacional.
Sus versos muestran un acendrado patriotismo y su amor
por la cultura nativa. Fue ante todo un poeta de Tilcara, que
no cedió a la tentación cosmopolita e hizo de su medio, de
su gente, la materia y el tema de su arte exquisita.
Dio a sus versos una musicalidad melodiosa y acendrada.
Para los modernistas, la música era el arte principal al
que debía tender la palabra escrita. También lo sedujo el
poder de la imagen, como a Herrera y Reissig y a Lugones,
y a otros poetas hispanoamericanos admiradores del
parnasianismo francés (Pérez, « El estilo modernista »
103-16). La imagen plástica y de ricos tonos y colores era
capaz de expresar bien el singular paisaje, único en el
mundo, de la Quebrada de Humahuaca.
La cultura indígena atraviesa un momento histórico
especial. Ha sido una cultura vulnerada y subestimada
por su entorno blanco durante generaciones. La cultura
del blanco no representa en la Quebrada los intereses
del mundo espiritual indígena. Es una cultura invasora.
La comunidad indígena resistió la transculturación y
mantuvo una fuerte identidad propia. En esta etapa de
su historia necesita observarse a sí misma, reconocer su
identidad y aprender a amarse. Ese fue al menos uno de los
objetivos del Churqui en su obra: brindar a su comunidad
una imagen de su valor colectivo.
El indígena de la Quebrada vive en un medio
social y culturalmente rico y trascendente. Posee una
espiritualidad única. El Churqui expresa en su poesía
este mundo desde adentro. Su poesía no es folklórica ni
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
exótica. Lo indígena aparece en su sensibilidad, en su amor
por la naturaleza y en el lugar que esta tiene en su obra.
En el imaginario indígena el mundo natural es el centro,
y el hombre una criatura más dentro de él. Rinde culto a
la tierra, al sol, a la luz, a los antepasados. En su poesía
afloran intensos sentimientos religiosos. Muestra amor
por los dioses nativos y por el dios cristiano: la cultura
indígena reverencia a todos ellos, su fe es inclusiva, sin
dogmas.
El Churqui comunica en su poesía sus sentimientos
patrióticos: ama a su patria, tanto como ama a su medio
nativo. No siente contradicción entre ambos. Quiere a
su patria, a su gente y a sus dioses.
El suyo es un arte sincero, auténtico. No se sometió
a las modas ni a los dictámenes de la poesía urbana de
su época. Se apoyó en ideas estéticas modernistas, que
reflejaban sus intereses.
La riqueza de su poesía nos demuestra que leyó
mucho y reflexionó sobre la historia del género.
Adoptó una actitud escéptica y su respuesta fue crear
una poesía ecléctica, artesanal, suya. Esta actitud era
inusual en la década de los sesenta, cuando el Churqui
se formó como escritor. La mayoría de los jóvenes
poetas escribían en esa época poesía neo-vanguardista,
socialista realista o conversacional (Pérez, «Notas
sobre las tendencias de la poesía postvanguardista
en Hispanoamérica» 265-87). La idea de crear una
vía poética propia no aparecía como una actitud
posible. Hoy en día, en la primera parte del siglo XXI,
su postura ecléctica sería considerada postmoderna;
en los años cincuenta y sesenta del pasado siglo la
poesía argentina solo aceptaba el criterio poético de
la modernidad: innovación constante, búsqueda de
formas futuras, imitación de estilos poéticos europeos o
norteamericanos. El Churqui, como poeta indígena, que
sufría desde adentro el destino de su grupo, necesitaba
mostrar su disenso con el medio literario, y con la otra
sociedad, la sociedad blanca, que había silenciado y
negado a su cultura por demasiado tiempo.
En su poesía aparece constantemente el tema de la
libertad, fundamental para el mundo indígena, jamás
repuesto del trauma de la conquista y el sometimiento
que sufrió su raza, situación que el Churqui denuncia
reiteradamente en su poesía. Los estados de ánimo
que describe en sus poemas expresan la tristeza
y la melancolía de su grupo humano. Se muestra
apesadumbrado y se confiesa parte de una raza que
fue vencida. Sufrió el alcoholismo, al que señaló como
una maldición a la que se sometía su pueblo. Sabía que
era una muerte lenta, pero sentía que su sensibilidad
necesitaba el alcohol para expresarse.
Publicó solo un libro en vida. La mayor parte de los
poemas que aparecieron en la segunda y la tercera
recopilación de su poesía, reunidos póstumamente,
estaban en manos de amigos y familiares. El Churqui
escribía para su comunidad y para sus amistades,
desconfiaba del lector impersonal de las ciudades. Fue
un hombre de su pueblo, apegado a su medio.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Su poesía muestra una imagen negativa del mundo
urbano. La ciudad le parecía cruel y opresiva. Prefería
vivir en los pueblos pequeños, cerca de la naturaleza, que
para él representaba la libertad y la realización absoluta
de la vida.
Entre las composiciones que seleccionó para publicar en
Los pasos del viento, en 1984, edición de su obra auspiciada
por la Dirección Provincial de Cultura de Jujuy, sobresalen
las que dedicara a Tilcara y al paisaje de la Quebrada:
«Tilcara», «El Pucara», «Huasamayo», «Garganta del
Diablo», «Dos ríos y un solo destino» y «Quebrada de
Humahuaca». Son poemas descriptivos, que se ciñen a
las ideas compositivas del Modernismo. Emplea en ellos
un lenguaje cuidado, culto, selecto. Trabaja los aspectos
sonoros del verso. Busca crear efectos melódicos con sus
frases. Da gran importancia al tema que desarrolla. Nos
comunica su amor por su tierra y su compromiso con el
paisaje.
En varios de los poemas toma como motivo central
los ríos de la Quebrada. El Churqui los transforma en
símbolos. Los ríos se desplazan por el espacio, fluyen en el
tiempo, modifican las estaciones y los climas, son símbolo
de libertad y de vida. Resultan esenciales para el destino
de los pueblos indígenas a lo largo de su historia. Él los
personifica, les asigna voluntad propia. Conviven con la
gente. El poeta se siente su hermano. Se identifica con
ellos.
El agua tiene movimiento, se expresa. En el poema
«Huasamayo» nos dice que el río, en un principio, fue “una
danza voluptuosa/ en el seno del pantano”, y después
“un cálido suspiro/ en las fauces abiertas del verano”
(“Huasamayo” 22).
La naturaleza es sensual, crea formas, colores. El
río “amanece de gris en los carámbanos” de las altas
cordilleras, tiene “corazón en helada estalactita”, avanza
por las “soledades del silencio” y lleva dentro suyo la
memoria del tiempo: “un otoño amarillo de paisajes,/ un
invierno de río tributario”. Es además río amoroso. Cuando
llegó noviembre, su cauce creció con las lluvias y el río
Huasamayo “revolcó las doncellas de las fuentes/ con la
ardiente lujuria de sus brazos”, para luego regresar a su
“antiguo amor”: Tilcara. Al llegar al pueblo hizo “crujir”
con su fuerza el maderamen del puente, para mostrar “el
poder inmenso de la tierra”. El hombre respeta el poder
de la naturaleza y le rinde culto. Al final del poema le
llama “mi río”, y le dice que cuando se encuentra lejos de
su tierra lo extraña, como se extraña a un “hermano” (23).
En el poema “Dos ríos y un solo destino”, el poeta nos
describe cómo el Río Huasamayo se encuentra con el Río
Grande, y vierte en él sus aguas, para recorrer juntos la
Quebrada. Estos ríos, nos dice, “volvían de su origen/ a
reclamar su espacio, su lugar en el tiempo”. Buscaban “la
libertad…sin fronteras ni miedo”.
Al unirse los ríos aumentan su poder y su fuerza. Pujan
por realizarse, por tener un destino. Este es un viejo anhelo
del pueblo indígena: vivir sin sujeciones, libre, como lo fue
antes de la invasión española. Al final del poema los dos
ríos llegan al océano y van a “contarle a las playas, a los
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
mares, al hombre,/ que un día fueron libres y así libres
murieron”.
Los ríos son ejemplos de fortaleza para su gente. La
naturaleza es indómita. Le está enseñando algo a su
pueblo. Su raza fue sometida pero debe levantarse de
su postración y, siguiendo la lección que le dan los ríos,
luchar.
En el poema “Garganta del diablo” el Churqui evoca uno
de los paisajes más hermosos de la Quebrada. Describe el
bello lugar, vecino a Tilcara, y medita sobre el destino de la
cultura indígena. El agua pasa con fuerza por la garganta.
Parece que la tierra, simbólicamente, se estuviera
desangrando y nos contara su historia y su sufrimiento.
Dice el poeta: “Por esta herida abierta se desangra/ el
pudor de la tierra profanado/ por la cruz de Aragón y de
Castilla…” Sin embargo, nos asegura, el indígena no fue
definitivamente derrotado. Dice:
raza. Luego de habitar centurias en esa tierra, llegó la
invasión española. Ellos perdieron su independencia
y comenzó allí el sometimiento y el sufrimiento de su
pueblo. Podemos aún hoy escuchar, nos asegura, “el
llanto de América inmolada”. Describe, con una serie de
metáforas, la Quebrada. Dice: “Largo hachazo, guión de
las tormentas,/ reclinatorio de la testa incaica,/ ruta
del viento que anuda continentes,/ callejón de la sangre
americana” (28).
Para él la Quebrada es hoy un “féretro azul”. Por allí
los invasores españoles atacaron el “país de Viltipoco”,
aquel gobernante indígena Humahuaca que resistió a la
conquista en el siglo XVI y simboliza el espíritu de lucha
de su gente. La Quebrada guarda la historia heroica de
sus hijos, su sacrificio, en sus tumbas “o en la blanca
escritura del salitre” (29).
Luego de esta parte inicial en que exalta a su tierra,
el Churqui dedica los poemas siguientes a evocar a la
gente de la región. Sobresalen aquí dos composiciones
destinadas a personas para él entrañables: el pintor
Medardo Pantoja, a quien llama “mi maestro”, y su abuelo
Victoriano. El poema a Pantoja es una elegía fúnebre;
el destacado pintor acababa de morir, y el Churqui lo
imaginó en su poema ascendiendo el firmamento en un
carro tirado por vicuñas hasta alcanzar “una patria sin
límites” (30).
Pantoja, pintor que supo expresar con realismo y una
rica paleta expresionista el mundo de la Quebrada y de
su pueblo, Tilcara, fue un ejemplo humano y artístico
¡Ah!, pero el indio de América no ha muerto.
Se ha tendido a dormir un sueño largo…
Sólo espera el llamado de sus dioses
para tensar la fuerza de su brazo
y dejar escapar por su garganta
todo el fuego inmortal del Llullaillaco. (25)
Expande esta idea central en el poema “Quebrada
de Humahuaca”. En él nos explica que el Inti, dios
Inca del Sol, creó, con un trazo de su lanza, el curso
montañoso de la Quebrada y, junto con ella, nació su
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
influyente para el Churqui, que, como él, buscó en sus
imágenes visuales realismo, riqueza cromática y fuerza
expresiva.
En el poema dedicado a su abuelo, ya fallecido, el
Churqui evoca su vida de sacrificado agricultor. Era un
hombre que amaba su tierra y la trabajaba con ahínco.
Dice:
tienen un lugar destacadísimo en la producción del Churqui
porque, como poeta lírico, es en los poemas de amor
donde muestra más ricamente la amplitud y excelencia de
sus recursos expresivos. Utiliza, por lo general, estrofas
de versos endecasílabos, a los que dota de exquisita
musicalidad. En el poema “Setiembre” nos habla un poeta
labriego. Ha terminado agosto y está pronto a renacer el
ciclo de la vida. Todo el poema celebra el mundo germinal
de los árboles, de las plantas y de las flores, que estallan
en una sinfonía de colores. La mujer, la muchacha a la que
ama el poeta, es parte de ese mundo natural. En su país, nos
dice, “el sol del duraznero” “inundó la espera” y, en el país de
ella, “volvió el ceibo” a encender “las hogueras”, mientras el
lapacho espera, “tálamo entreabierto”, a los amantes (45).
La naturaleza campestre presiente, prepara y celebra el
amor. Hay una total consubstanciación y armonía entre los
seres y la naturaleza.
La cultura indígena adora al padre sol y a la madre
tierra, y ama también al dios cristiano, el Cristo y su madre.
Se identifican con la maternidad protectora del culto
mariano y el mesianismo redentor del Cristianismo, que
les asegura su valor espiritual y su trascendencia en una
unidad superior y eterna. La fe del indígena es profunda y
se manifiesta en todos sus ritos y procesiones. La cultura
nativa de la Quebrada es auténticamente religiosa.
Aró la tierra virgen desde el alba al ocaso,
el sudor de su frente fertilizó las melgas,
y el pan de cada día, sobre la humilde mesa,
tenía la fragancia del agua y la molienda. (31)
Su abuelo, mansamente, se dejó llevar por el tiempo
y se entregó a la muerte. El Churqui imagina que un día,
cuando él esté muerto también, se van a volver a reunir.
Le pide que al llegar al cielo lo envuelva con su poncho y
lo proteja, y le promete que, juntos, sembrarán trigo. Dice:
Abuelo, cuando el viento nos junte en el espacio,
envuélveme en tu poncho, allá, en tu patria nueva,
y los dos por el cielo cosecharemos trigo
o sembraremos grano sobre un campo de estrellas.
(32)
A estos dos poemas les siguen varios otros dedicados a
celebrar a hombres y mujeres de la Quebrada: una pastora,
un maestro, una muchacha del valle, otra de Tilcara. Luego
viene una selección de poemas de amor. Estos últimos
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Dice el Churqui en “Los caballos oscuros de mi reino”:
Los caballos oscuros de mi reino
van hacia Dios, el corazón partido.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Vuelven sangre y espuma, casi muertos,
cruzando en diagonal al infinito. (48)
Los caballos, en esta alegoría, no podían “combatir
con palabras los deseos”, y van hacia Dios en busca
de ayuda. Regresan de ese viaje “sucios de barro
y de tragedia”, con el corazón “desnudo sobre sus
pechos”. Están heridos y cada gota de sangre se va a
transformar en un poema. Desean “recoger los sueños
que perdieron” y beben, en las acequias, un agua única
que sólo había bebido antes “el garañón salvaje” del
verso del poeta.
El Churqui nos habla de un proceso creativo en el que
la inspiración busca ayuda en un dios que comprende el
dolor humano. Ese dios se asocia a la naturaleza. Reúne
así la creencia indígena y la cristiana. La tierra y el cielo
son parte de una unidad. La fuerza espiritual viene de
la tierra, que genera vida con sus ciclos germinales. El
hombre habita en ese ciclo natural.
Si bien el amor a la mujer y a la naturaleza le lleva
a escribir poemas esperanzados, en otros, el Churqui
se vuelve un poeta agónico que presiente su muerte.
Es alcohólico y sabe que tendrá un final temprano. No
se escuchaba en la poesía de ascendencia indígena una
voz tan sentida desde los tiempos de César Vallejo, el
gran poeta de Santiago de Chuco, en su libro simbolista
Los heraldos negros, de 1918 (Pérez 165-175). Sus
versos resuenan en la poesía del Churqui, cuando este
nos dice, en “Después…será verano”:
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Alberto Julián Pérez
Este otoño me está mordiendo el alma
demasiado temprano.
Las hojas de mi sueño van cayendo.
¡Ya no tendré verano!
Me quedaré tan solo con mis cosas,
¡tan solo como un árbol!
Con el silencio azul de mis mañanas,
¡con mis sueños de pájaro!
…Este otoño me sube por las venas
como un sudario amargo,
como un frío puñal -¡quién lo diría! –
que clavaron tus manos. (52)
Este poema nos transmite una tristeza dulce y
melancólica. Ese era el sentimiento que para el gran
crítico peruano José Carlos Mariátegui identificaba y
caracterizaba el sentir de la raza indígena (Mariátegui
330-1). Mariátegui creyó que Vallejo había logrado
expresar mejor ese dolor profundo del alma andina en Los
heraldos negros que en su poesía vanguardista.
En otro poema, “Las hojas muertas”, el Churqui nos
habla del ciclo de vida del mundo natural. La muerte es
parte de ese ciclo y, aunque la vida volverá a regenerase,
para nosotros la muerte es un hecho trágico. La vivimos
desde nuestra perspectiva individual. Las hojas mueren
en otoño y el poeta, identificado con ellas, quiere darles
un entierro piadoso y “verde”. Dice:
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Novela y poesía en Hispanoamérica
En esta mañana fría,
cuando el otoño llamando está a mi puerta,
quisiera un ataúd de nieblas verdes
para las hojas muertas. (54)
Alberto Julián Pérez
y las manos del hombre una plegaria
con la tarde mural de las almendras. (55)
Hay perfecta correspondencia y adecuación entre
el ser humano y la naturaleza. El hombre se mira y
se reconoce en ella. Por momentos, la conciencia del
destino personal lo vuelve pesimista, pero luego acepta
su voluntad: la jerarquía está establecida. Se entrega
dócilmente a esa madre germinadora. La tormenta de
octubre, en el poema, trae la lluvia y fertiliza los campos.
Dice:
Lo humano es parte del mundo natural. Ese mundo
tiene además una dimensión espiritual: en él está dios, y
está la vida. Para el poeta Dios es la vida y es la naturaleza.
El mundo sagrado indígena difiere del panteísmo
occidental. Se trata de un culto agrario en que los dioses
guardan su propia identidad, y son parte de la naturaleza.
Su espiritualidad está en armonía con el ciclo de la vida.
El Churqui da a sus imágenes poéticas fuertes efectos
cromáticos. En “Poema azul porque sí”, trabaja un
motivo caro a la tradición simbolista: el juego de matices
alrededor de un solo color. Es un desafío que acepta el
poeta para mostrar su virtuosismo. Elige uno de los
colores más presentes en su poesía, el azul, emblema de
ese movimiento que llevara a la poesía hispanoamericana
al mayor reconocimiento continental: el Modernismo. No
busca el azul en un mundo mítico distante ni en lugares
exóticos; lo busca y lo encuentra presente fácilmente en la
Quebrada de Humahuaca.
El poeta comienza su poema diciendo que acaba
de nacer la luz. Esta, en su trayectoria, va a recorrer e
iluminar el paisaje. El poeta nos descubre gradualmente
la geografía de su tierra. Personifica a la naturaleza como
mujer. Dice:
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Busca, dice, “un ataúd de primavera”. Ese, felizmente,
no es el fin de todo. La naturaleza es madre. Las plantas
volverán a dar hojas. La Pacha Mama, la gran protectora,
vela por todos.
En el poema “Primera lluvia de octubre”, el Churqui
compara los árboles con mujeres: estos tienen “matriz”.
Dice:
Rompió su verde corazón octubre
en vellones oscuros de tormenta.
Tenía mujeres de horizontes verdes
la escondida matriz de la arboleda. (55)
El trueno fue una larga dentellada;
el relámpago, los músculos del hombre,
Nació la luz en círculos de fuego
tras el picacho azul de la Garganta,
Novela y poesía en Hispanoamérica
como el fulgor vestal de una doncella
desgarrando la púber alborada. (58)
La luz-doncella vuela hacia las nieblas azules que
dormitaban “entre los brazos hercúleos del torrente”,
rodeadas de niños que acunaban “las escarchas”.
Atraviesa los altos ventisqueros y se astilla en las
“pupilas del guanaco”. Desciende de las cumbres “por
la azul armonía de las faldas” y se acerca a la morada
de los campesinos, para aparecer como “humareda
azul” en las cocinas. Por último, vibra en el campanario,
proyecta sobre el polvo “una sombra de paz crucificada”
y concluye su trayectoria “en el hueco labriego” de la
mano del poeta, donde hará germinar “la semilla de la
esperanza”.
Este poema trae al lector varias ideas caras al mundo
indígena, en las que se había detenido antes la poesía
modernista del gran mestizo de América, Rubén Darío:
la armonía natural, la paz cristiana, la esperanza.
Nos permite entender y justificar los motivos por los
que el Churqui abrazó la poética del Modernismo.
Renegando del concepto metropolitano de originalidad,
experimentación e invención, como medida del valor
poético, el Churqui buscó en la tradición de nuestra
lengua la poética que le ofrecía las formas y temas
necesarios para poder expresar mejor su mundo. Su
objetivo no era medirse con los poetas europeos, o con
los arrogantes imitadores e importadores de formas
nuevas de las grandes ciudades de su país, sino cantar
— 378 —
Alberto Julián Pérez
al mundo rural de la Quebrada, a sus ancestros, a la
naturaleza, y también a los héroes de su patria, por los
que mostró un amor profundo.
El Churqui no se valió en su poesía de la lengua
coloquial ni recurrió a las tradiciones folklóricas de la
poesía popular. Usó un registro culto, que le exigió un
difícil aprendizaje, para revivir todo el lujo de la poesía
modernista: su cuidada musicalidad, su adjetivación
brillante, su barroquismo. Buscó siempre la palabra justa,
el adjetivo irremplazable, la imagen de tonos delicados.
Su poética es síntesis de lo mejor que legó el Modernismo
en Hispanoamérica, en su última fase, cuando los poetas
del mundo andino, como Vallejo y Mistral, se acercaron al
dramático paisaje local y a la gente de su entorno, para
hacer una poesía personal e íntima, con fuerza simbólica
y valor universal.
La última sección de este único libro publicado en vida,
Los pasos del viento, la dedicó a exaltar los valores de su
patria. La primera composición, “Alba del 23 de agosto”,
conmemora uno de los grandes episodios heroicos de
su pueblo: el éxodo jujeño de 1812, cuando la población
quemó sus campos y abandonó sus tierras, y siguió la
marcha del Ejército del Norte comandado por el General
Manuel Belgrano, para obstaculizar el avance del ejército
español. El Churqui destaca en el poema el sacrificio que
hizo la gente de Jujuy, que puso el interés de la patria
por delante del interés propio y obedeció sin dudar el
pedido de Belgrano. El pueblo de la Quebrada tiene un
fuerte sentido patriótico. La cultura indígena ama a su
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Novela y poesía en Hispanoamérica
país entrañablemente. Defiende una doble lealtad: amor
a su cultura nativa y amor a la Argentina. También su fe
religiosa es doble: fe en la Pacha Mama y fe en Cristo. Su
creencia admite la pluralidad.
En la Quebrada la cultura indígena es la fuerza
dominante. Habita en un territorio que le ha pertenecido
históricamente y ha moldeado su existencia. Se siente
dueña de sí, puede expresarse libremente y mostrar su
amor, a sí misma y a los demás. En ese ámbito agrario
el yo del nativo no necesita ocultarse para protegerse,
como podría suceder en las ciudades, donde el indígena
del interior es marginado, y sufre el racismo y la
discriminación del blanco. En el entorno urbano crece el
resentimiento del negado y el oprimido. En la Quebrada la
población blanca, aunque tiene gran poder económico, es
minoritaria, y el nativo goza de mayor libertad.
En otro de los poemas, “Ofertorio”, el sujeto poético le
hace una importante ofrenda a su patria. El Churqui escribe
este poema después de la guerra de 1982 entre Argentina
e Inglaterra, cuando ambas naciones disputaron la
posesión de las Islas Malvinas. Dice a su patria que le trae
de Jujuy el canto de América “sobre una suave urdimbre
de vicuñas” y que ese canto es a un tiempo regional y
americano. Le ofrece los productos más valiosos de su
tierra: el acero de Zapala, el azúcar de Ledesma, el oro
de Rinconada. También la cultura de su pueblo indígena
y la fuerza de su espíritu bélico. Le pregunta si quiere que
despierte de sus tumbas a sus guerreros muertos, para
que la defiendan. Dice:
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Alberto Julián Pérez
¡Patria, dime si quieres que convoque
a las tribus que duermen en las tumbas!
¡Traeremos el sol de Purmamarca
en la punta emplumada de las chuzas!
Bajaremos del Zenta a la Quebrada,
desde el Chañi a la ubérrima llanura;
cruzaremos los ríos y las selvas
para lavar el beso de los Judas. (67-8)
Estos guerreros resucitados se beberán la sangre del
enemigo y vengarán a los suyos, para después volver a su
destino de muertos. Dice:
Y aquí donde el Atlántico golpea
con su espalda de azul musculatura
la latitud austral del continente,
beberemos de Albión la sangre rubia
y después, lentamente, cielo arriba,
volveremos al sueño de las tumbas. (68)
Para el indígena, sus antepasados son sus protectores,
sus dioses tutelares; en “Ofertorio” el poeta ofrece la
protección de sus mayores a todos los ciudadanos de la
patria.
El poemario se cierra con esta sección. Héctor José
Méndez se ocupó de recopilar póstumamente parte de su
obra inédita, que, nos dice, había quedado en manos de
“amigos, turistas y quienquiera” se le hubiera acercado
alguna vez al poeta (13). De esta manera logró reunir una
— 381 —
Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
cantidad de poemas que publicó en dos libros: Este regreso
mío, 1996 y Cuando volví, 1999. En el año 2007, la editorial
Cuadernos del Duende recopiló en un volumen sus Obras
completas. Allí están todas las composiciones que Méndez
había logrado encontrar hasta ese momento, aunque él
pensaba que había más (13).56
En los dos poemarios publicados póstumamente
Méndez no agrupó los poemas con criterio temático,
como lo había hecho el Churqui en su primer libro. En
Cuando volví incluye diez “Poemas sin nombre”, a los
que numera del 1 al 10; no indica si fueron así llamados
por el poeta o si fue el editor quien les dio ese título. La
mayoría de los poemas recobrados mantienen los temas
de su primer libro: la tierra, la gente, el poeta, el amor, la
patria. Junto a estos encontramos algunos poemas que
introducen motivos nuevos. “Primavera”, “Jujuy desde la
tarde” y “Jujuy a las cuatro”, son composiciones en que
nos comunica sus impresiones sobre la vida urbana;
“Ámsterdam”, “Gaviota de Galilea”, “Vuelo 737”, “Jerusalén
a la puesta del sol” y “Poema sobre el Atlántico”, hablan
de los viajes que realizó fuera de su tierra. Escribe varios
poemas especialmente dedicados a personas conocidas o
que tienen a una persona como destinataria, como “Ana
Luisa”, “Carta para un amigo”, “Poema sin nombre No.
9”, “Poema sin nombre No. 10”, “Encuentro”, “Domingo
de Tentación en casa de Doña Rosa”, “Para Shira”, “Para
Raymi y Héctor” y “Poema para Magi”.
En varios de los poemas nos habla de su enfermedad.
El Churqui es alcohólico, y su adicción va acabando con
su vida. Son composiciones patéticas que conmueven
profundamente al lector. En el poema “A mi sombra” el
poeta le confiesa a su sombra que se aproxima el final de su
vida; está muriendo despacio y triste bajo un “frío manso”,
y siente que las campanas golpean sus sienes (76). Muere,
nos confiesa, sin tener cerca lo que él más necesita: su
guitarra y sus seres queridos. Desearía seguir viviendo y le
pregunta a Dios por qué debe morir. Dice:
Resta por hacerse una edición crítica, que investigue y especifique si los
poemas que integran la obra del Churqui fueron publicados en revistas o diarios
previamente a la publicación en los libros; que rastree posibles variantes,
e indique datos relevantes de aquellos poemas que estaban en posesión de
personas o dirigidos a ellos.
56
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Aquí, sobre esta mesa descanso mi agonía.
¡Dios mío! ¿Por qué tengo que morir en invierno?
¡Quiero pisar los verdes taludes de noviembre!
¡Quiero cortar las rosas que se abren en febrero! (76)
Le pregunta a su sombra si va a acompañarlo cuando se
vaya, o si se va a quedar a cuidar sus versos “que no tienen
ni siquiera un buen destinatario”. Su mente se va poblando
de fantasmas, siente frío y se pregunta si todo eso no es un
sueño. Su deseo secreto es que en el otro mundo una mano
amiga lo espere para mostrarle un nuevo universo. Le pide
a su sombra que no tarde en seguirlo. Quiere reunirse con
ella, volver a ser uno, y continuar con la aventura en la que
estaban juntos: la de transmutar “los témpanos de fuego”.
Termina el poema:
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Si un día, cualquier día, quieras venir conmigo,
yo te estaré esperando. ¡No tardes, te lo ruego!
Otra vez los dos juntos por un mundo infinito
iremos transmutando los témpanos de fuego. (77)
El oxímoron final resume la ambición sobrehumana del
poeta: transformar los témpanos de hielo en fuego, hacer del
simple lenguaje poesía.
Otro poema también patético, doloroso, es “Plegaria”,
donde habla con Dios y le confiesa que su memoria se ha
debilitado y su vida es un constante proceso de pérdida. Dice:
Señor, esta memoria
se me está diluyendo
en mis ojos labriegos
y en mis sueños maestros…
Señor, ya no me quedan
más que manos vacías
y un corazón marchito
donde todo es invierno. (98)
Explica luego que “el horizonte” se le escapa, y está
rodeado de paredes que “vuelcan” en su sangre “sonrisas
amarillas/ de labios cenicientos”. Gradualmente se acerca la
muerte.
La mentalidad indígena centra su ser en la tierra. A esta
le dirige el Churqui un conmovedor poema: “Madre nuestra”.
La tierra, que está allí “desde el comienzo”, dice, guarda en
sus ojos el recuerdo del padre Sol.
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Alberto Julián Pérez
Yo sé que tienes aún en tus pupilas
el Sol del Inca dorando la ternura
con que vieron partir hacia el paisaje
tus últimos retoños por la última curva. (78)
La madre Tierra y el padre Sol han visto a sus hijos
indígenas crecer y partir. Y también saben que más tarde
llegaron a esos territorios otros hombres y que el mundo
ha cambiado. Esos hombres que llegaron transformaron “el
humilde terrón en metalurgia/ y olvidaron los cielos en las
calles/ y sus plantas por toda la llanura” (78). Los blancos
hollaron el territorio y rompieron el pacto natural entre el
hombre y la madre Tierra. Sin embargo, ella se mantiene
fiel a sus hijos, los sigue amando, los guarda en su memoria.
Pero el final se acerca y la madre Tierra sufre por eso:
Tu sabes, Madre Nuestra, que la noche se acerca
porque has sentido frío por toda la cintura,
porque el viento que azota los mollares
hoy tiene olor a cirios y un rumor de ultratumba.
Y estás de pie mirando hacia el comienzo,
y una lágrima fría se duerme en tus arrugas… (78)
Resultan muy originales y distintos en su producción,
entre estos poemas recobrados póstumamente, los que
toman por tema el mundo urbano. El poeta siente a la
ciudad como un espacio mezquino y amenazante, que
empobrece y desnaturaliza al ser humano. Dice en “Jujuy
desde la tarde”:
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Jujuy se muere verde bajo un volcán de nubes
sobre un muro de pájaros y tejados rojizos
y en las esquinas grises las calles se destrozan
entre frenos, arranques y sucesión de vidrios. (130)
Aparece de pronto un grupo de mujeres en la ciudad
desolada. Es el atardecer y al verlas siente gozo.
Compara a esas “muchachas azules”, que “ondulan sus
cinturas”, con los trigales de su “pueblo chico” cuando
el viento de la tarde los acaricia.
El trabajo en la ciudad marca el ritmo de la vida, y
“los cansados talleres” despiden “racimos” de obreros.
No son personas blancas las que salen de ellos, sino
indígenas como él, que tienen labios “de cobre” y ojos
“de acero”. Los edificios de la ciudad asfixian al hombre;
la libertad está más allá, lejos de sus calles, en el seno
de la naturaleza. Dice:
Las catedrales blancas han perdido sus cruces
detrás de las antenas de estrechos edificios
y el viento se enarbola más allá del silencio,
más allá de la urdiembre que tejieron los ríos.
(130)
En otro de sus poemas, “Primavera”, describe la
catedral de la ciudad de Jujuy. Muestra, con entusiasmo,
su amor a la religión. Está frente al templo, exaltado.
Este poema resulta una excepción en su obra y merece
especial atención. En él el Churqui no utiliza su habitual
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Alberto Julián Pérez
estrofa simbolista. Recurre al verso libre y crea imágenes
expresionistas. Siente, seguramente, que la estética
vanguardista puede representar mejor la experiencia
en el espacio urbano contemporáneo que la poética
simbolista. El poeta indígena ve las poéticas históricas
de las culturas dominantes con un criterio práctico. No
representan totalmente todo su sentir. Elige el estilo
que juzga más útil según las circunstancias. Su objetivo
es ser fiel al mundo representado. Su expresión es más
libre en este poema que en sus poemas anteriores,
pero no descuida la forma. Su poética nunca es casual
o improvisada, ni resultado del impulso del momento.
Dice el Churqui en el poema, hablando a la ciudad:
Jujuy, estás tan verde
que el aire te enciende los altares,
los ojos de la tarde son nubes de naranjos
con palomas de cenizas y rosales de sangre. (104)
Luego describe la catedral con imágenes expresionistas.
Dice:
Se hizo un oscuro cuadrado
con ojivas de bronce, el alto campanario
y una paloma blanca rompió los sacramentos
de perfil, de costado,
desde afuera hacia adentro…
¡Antigüedad jesuita! Un Cristo de celajes
y mirando la calle un ángel de cemento. (104)
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Al final del poema la ciudad reencuentra su vínculo
con la madre tierra, protectora del amor y la fertilidad. La
naturaleza consagra la belleza y la alegría de tres niñas.
Dice el poeta:
“la luz que el Inti” prodiga a sus hijos. Él representa, en
sus palabras, “la flecha que el arco Americano/ disparó de
Jujuy al mediodía.” (148).
En “Poema sobre el Atlántico” el Churqui va de regreso
a su región. Dice que, al llegar, desea hundirse “en las
arrugas” de su tierra, y agrega: “¡Quiero sentir arder
sobres mis carnes/ el metálico sol de Sudamérica!” (177).
Cuando esto ocurra, podrá fundirse con el ser del paisaje,
logrará la comunión con el tiempo agrario. Termina el
poema:
Jujuy de mi provincia, tan lejos del océano,
tan cerca de la tierra,
en todas las sonrisas de tres niñas hermosas
tejía mil guirnaldas la azul naturaleza. (105)
En sus libros póstumos encontramos varios poemas
asociados a sus viajes. Fiel a los intereses desarrollados
a lo largo de su obra, el Churqui expresa en estos poemas
sentimientos religiosos y un gran amor a su tierra y a la
naturaleza.
Durante su viaje al Oriente lo asalta la nostalgia por
su tierra. En Israel compara el paisaje, montañoso y seco,
al de la Quebrada. En el poema “Jerusalén a la puesta del
sol”, el poeta contempla el atardecer y piensa en América;
dice: “Como una suave letanía rosada/ muere el día en
oscura lontananza/ y en el regazo de la tierra mustia/ hay
un perfil de estirpe americana”(170). Al final del poema
imagina que él y sus compañeros pueden regresar “a la
lejana patria” o quedarse a vivir en la estrella de Belén
(171).
En el poema “Vuelo 737” el poeta habla desde su avión,
que parte de Jujuy hacia el Atlántico. Siente que viaja como
representante de su etnia, y el mundo andino lo acompaña;
se interna en “la altitud magnífica del cóndor” y va hacia
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Entonces, turbio de greda cenagosa,
derretiré mi sangre en las cosechas
y en la nieve del cerro me haré cuarzo
o una caja en las ruedas de la fiesta. (177)
Encontramos diversos poemas en que medita sobre
el tiempo. Expresa un sentimiento continuo de pérdida.
Exhibe una actitud fatalista y nos comunica su sufrimiento
personal. En el poema “La rueda” crea un símbolo del paso
del tiempo. Hay algo milagroso en nuestro estar en él. Su
rueda sostiene con sus rayos y su eje todas las presiones
y el sol de universo. Es una tarea ciclópea y poco a poco la
herrumbre la va desgastando (95).
En el poema “Otoño” asocia la experiencia del tiempo
con la pérdida del amor. El poeta va en busca del Otoño.
Imagina lo que le va a decir. Siente que es su amigo y desea
preguntarle por su mundo familiar. Al encontrarse se van
a saludar con un “buen día”, porque son como “hermanos”.
— 389 —
Novela y poesía en Hispanoamérica
Quiere saber si recuerda a su madre y a Mirta, una
muchacha a la que el Otoño se llevó. El poeta recrea la
escena: él “estibaba la alfalfa” y la muchacha “leía como en
sueños un poema de Nervo”, el modernista esencial de los
enamorados. Le dice:
Primero la observaste desde tu estambre de oro.
Después, con toda audacia, le arrebataste un beso.
Ella alzó la cabeza y entrecerró los ojos;
quizá en ese instante te contó su secreto. (102)
Ese secreto era el de su enfermedad, que púdicamente
le ocultaba a todos. Al final del poema, el Otoño regresa
a Europa mientras en la Quebrada de Humahuaca “la
primavera sepultaba a sus muertos” (103).
El Churqui vive el sentimiento de lo temporal con
tanta fuerza como vive el sentimiento amoroso. Los dos
son temas centrales en su poesía. Cuando une ambos,
temporalidad y amor, el poeta alcanza momentos de
enorme hondura lírica. Así en el poema “Cuando volví”, en
el que el sujeto lírico nos cuenta que regresó en mayo a su
tierra, tratando de saber qué había ocurrido con un amor
adolescente. Buscó a la muchacha en el paisaje degradado,
“en la voz del otoño amarillento/ y en las viejas paredes
destruidas”(130). Luego la buscó por los surcos, en los
frutos, entre las mujeres. Nadie sabía nada de ella. El poeta
se dirigió luego a la altura, guiado por un rayo de luz, y
allí la encontró, en donde “las tumbas de los muertos” aún
respiraban “entre cruces desclavadas”. Y concluye:
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Alberto Julián Pérez
Y allí están…su nombre y su memoria
y estoy yo y mi sombra envejecida.
¿Qué plegaria podrían decir mis labios
si yo vine a pedirle una sonrisa?
…
Mi sombra se alargó como la tarde
y el cielo no era azul sino ceniza. (140)
La poesía del Churqui constituye un importante legado
poético a la poesía contemporánea. Nos encontramos
frente a una situación nueva. Sintió que era su deber
como poeta indígena y pueblerino, perteneciente a una
cultura marginada, legitimarse a sí mismo, expresándose
en libertad ante la poesía de su tiempo, tomando
distancia con las poéticas en boga, en momentos en
que en las grandes ciudades del litoral florecían las
neovanguardias urbanas, con poetas como Juan Gelman
y Olga Orozco y, en el mundo literario del Noroeste,
descollaban los poetas vanguardistas Raúl Galán y
Jorge Calvetti. El Churqui escogió su propio camino. No
cedió a la tentación de emigrar a la gran ciudad o a un
centro urbano destacado. El gran nivel de su poesía, su
erudición poética, nos demuestra que leyó con avidez la
literatura hispanoamericana y llegó a conocer bien los
grandes modelos poéticos. Hizo suya la lección de los
grandes maestros modernistas, sus preferidos. No creyó
en la inspiración del momento, ni en la espontaneidad
expresiva, que preconizaban los vanguardistas; buscó
la elaboración pausada del sentimiento, el trabajo
— 391 —
Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
artesanal de la forma, la búsqueda de la palabra justa,
que proponían los simbolistas.
Se situó ante la poesía como aquél que sabe que su
cultura no ha sido invitada a su banquete como igual. No
lo sedujo el sencillismo regionalista ni la poesía popular
folklórica; estudió la poesía culta y, siguiendo la matriz
modernista, escribió, desde su pueblo natal, en desacuerdo
con las modas e imposiciones urbanas y centralistas, una
de las obras poéticas más sentidas, preciosistas, difíciles
y cultas de nuestra literatura. Se sintió heredero de
toda la poesía de la lengua. Leyó el pasado poético con
sentido crítico. Dio, a la poesía contemporánea, lecciones
de independencia y autonomía creativa. Testimonió
los dilemas de la sociedad indígena y su cultura ante la
modernidad. Para mí es una de las grandes voces líricas
de la poesía hispanoamericana de la segunda mitad del
siglo XX.
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Alberto Julián Pérez
Raúl González Tuñón y la Guerra
Civil española
Para el poeta argentino Raúl González Tuñón (1905-1974)
la Guerra Civil española de 1936 fue un acontecimiento
definitorio en su vida. Era, además de reconocido poeta,
un periodista experimentado. Comenzó a trabajar en
el periodismo desde muy joven. Se incorporó al diario
Crítica en 1925 y su director, Natalio Botana, viendo
que Raúl amaba viajar, lo enviaba a cubrir noticias en
diferentes sitios, dentro y fuera del país. Ya para entonces
tenía cierta fama como poeta, y había colaborado en las
revistas literarias Proa y Martín Fierro. En 1926 publicó su
primer libro de poemas, Violín del diablo. En 1927 residió
en Tucumán y viajó por varias provincias del interior:
la zona cuyana, Córdoba, el norte. Escribía la sección de
“Crónicas de la semana”, donde volcaba su experiencias
callejeras y sus impresiones de viaje.
En 1927, junto con otros martinfierristas, como Borges
y Marechal, apoyó la campaña de Hipólito Irigoyen a
la presidencia (Cella 174-8). En 1928 obtuvo el premio
municipal de poesía con su segundo libro de poemas:
Miércoles de ceniza. En 1929, con el dinero del premio
municipal, emprendió un viaje a Europa junto a su amigo
Sixto Pondal Ríos. Visitó varias ciudades españolas, y se
estableció, durante 1929 y 1930, en París, donde escribió
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
uno de sus libros más logrados: La calle del agujero en la
media (Orgambide 48-61). Allí fue testigo de las polémicas
de surrealistas y comunistas, que discutían el papel del
arte y la literatura en relación a la política revolucionaria
(Freidemberg 52-3).
De regreso de Francia, se encontró con grandes cambios
en Argentina: el Ejército había dado un golpe de estado en
1930, iniciando una etapa de intromisiones militares en la
política, que iba a tener profundas y graves consecuencias
para la vida institucional de su país. En 1931 lo envían a
Brasil a cubrir los sucesos de la revolución contra Getulio
Vargas. En 1932 actúa como corresponsal en la Guerra
del Chaco entre Paraguay y Bolivia. En 1933 recorre la
Patagonia, y funda Contra, revista cultural militante de
izquierda que publica sólo cinco números, pero tiene gran
influencia en la vida cultural argentina del momento (Sarlo
138-50). Allí aparece su poema “Las brigadas de choque”,
llamando a los artistas e intelectuales a formar una
brigada internacional en defensa de la poesía (Orgambide
83). El gobierno lo detiene y lo procesa por su poema.
1934 fue un año clave en su evolución personal: publicó
El otro lado de la estrella, libro de crónicas y prosas
poéticas, y Todos bailan, libro de poemas en que presentó
a su personaje Juancito Caminador, su alter ego poético.
Decidido a militar en un partido político revolucionario,
ingresó como miembro del Partido Comunista.
Pocos años antes, durante su visita a Francia, había
podido observar la vida literaria de los surrealistas
franceses, y compararla con sus propias vivencias con los
integrantes de las vanguardias argentinas en la revista
Martín Fierro. Sus experiencias como periodista y viajero,
y los acontecimientos de la historia política argentina de
los que había sido testigo, despertaron en él la urgencia
de la militancia política. El ataque del gobierno contra
su revista no hizo más que radicalizar su propio proceso
de politización y su fe en la revolución universal. Como
militante del Partido Comunista, aceptaba el papel que el
Partido daba al arte en la sociedad contemporánea (Pérez
305-6).
Raúl González Tuñón era un hombre de extracción
social proletaria: su abuelo, inmigrante asturiano, y su
padre, habían sido obreros en Argentina. Tanto él como
su hermano Enrique se volcaron al periodismo; no
estudiaron en la universidad, que, para muchos jóvenes
hijos de inmigrantes, era la puerta de ingreso más segura
a la clase media y la pequeña burguesía (Adamovsky 3851).
En 1935 se casó con Amparo Mom y viajó a España.
Participó activamente en la vida cultural española (Schiavo
439-40). Visitó Sevilla, Toledo, Segovia, y vivió en Madrid,
donde colaboró con Neruda, que era Cónsul de Chile allí,
en la revista Caballo Verde. Asistió regularmente a la
peña literaria de Federico García Lorca, al que lo unió una
sincera amistad (Salas 89). Conoció a Vicente Aleixandre,
a León Felipe, a Ramón Gómez de la Serna, a Gerardo Diego
y al joven Miguel Hernández, en quien influyó. Asistió
como delegado al Primer Congreso de Intelectuales por
la Defensa de la Cultura en París, donde conoció a Robert
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Desnos, a Tristán Tzara, a Louis Aragon, a César Vallejo, a
Pablo Picasso, a Bertold Brecht, y a muchos otros. Estaba
en España cuando el gobierno reprimió sangrientamente
la huelga en la cuenca minera de Asturias. Allí conoció a
la Pasionaria, y escribió poemas militantes defendiendo
la insurrección de los mineros (Edelman 147-50). Ese
fue el momento en que comenzó su “poesía de guerra”, y
transformó la poesía en arma de combate (Salas 95).
González Tuñón regresó a Argentina en enero de 1936.
En Buenos Aires se celebraba ese año el Primer Congreso
Internacional del Pen Club, en el que participaron
escritores europeos de distintas tendencias. Cuando
estalló la guerra civil, Tuñón buscó el modo de regresar a
España para estar allá junto a otros escritores militantes
(Goldar 177-81). Publicó La rosa blindada, subtitulada
Homenaje a la insurrección de Asturias y otros poemas
revolucionarios, y 8 documentos de hoy, donde reunió
escritos polémicos en que condenaba el fascismo y
defendía la revolución proletaria. Logró que el periódico
republicano de Buenos Aires Nueva España lo nombrara
corresponsal, viajó a España a principios de 1937 y se
instaló en Madrid, donde fue testigo de la lucha. Visitó los
frentes del Jarama y Utrera, fue a Barcelona y Valencia
(Schiavo 441). Fue como delegado al Segundo Congreso
Internacional de Intelectuales que se celebró en España
durante la guerra civil, y al que asistieron, además de
los españoles, muchos intelectuales antifascistas de
América y Francia (Jacobs 125-44). A fines de 1937 volvió
a América junto con Neruda y se detuvo en Chile, adonde
regresaría en 1940, para fundar el periódico comunista
El Siglo.
Publicó dos libros basados en sus vivencias y experiencias
en España: Las puertas del fuego, una colección de crónicas
poéticas, en 1938, y el poemario La muerte en Madrid,
1939. Concluida la guerra civil en 1939, con la derrota del
Ejército Republicano, Alemania invadió Checoslovaquia y
Polonia y comenzó la Segunda Guerra mundial. González
Tuñón continuó militando en el comunismo y defendió a la
Unión Soviética, abogando por la revolución internacional.
Vivió en Chile hasta 1945. Publicó en 1941, Canciones del
tercer frente y, en 1943, Himno de pólvora.
Los libros que escribió Tuñón durante estos años
testimonian sus experiencias en España antes de, y
durante, la Guerra Civil. La rosa blindada, y 8 documentos
de hoy, muestran, el primero, la transición del joven
Tuñón que, estando formado en la propuesta literaria de
las vanguardias, incorpora en su poesía las ideas de la
literatura militante comunista y, el segundo, su papel de
ensayista y analista político, defendiendo los principios
revolucionarios y denunciando la confabulación fascista
internacional. Los dos libros siguientes: La muerte en
Madrid y Las puertas del fuego, los escribe durante la guerra
civil: son poemas épicos que exaltan el valor del pueblo
español ante la inminente derrota, y crónicas poéticas
que tratan de captar el sentido de la vida en medio de la
destrucción de la contienda.
Como miembro del Partido Comunista, Tuñón asumió
las consignas políticas de su Partido. Este pedía a los
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
escritores que colaboraran en la conformación del Frente
Popular, y escribieran una literatura realista, defendiendo
ideas socialistas, que resultara comprensible a las masas,
ya que querían concientizar a los pueblos para guiarlos
a su liberación. El Frente Popular era una política que
proponía, en momentos de amenaza para la Revolución,
buscar alianzas temporales con sectores burgueses
democráticos, contra la ultraderecha anticomunista,
particularmente los movimientos fascistas (Acha 3842). Esta situación favoreció a los escritores: les dio un
papel activo y los hizo sentirse útiles a la revolución como
escritores, sin necesidad de tomar las armas en defensa
de sus principios e ir a la guerra. Su “guerra” era el Frente
Intelectual. Los intelectuales formaban una categoría
especial, integrada por los estudiosos y eruditos, que
ponían su saber al servicio de la revolución y trataban
de influir en los acontecimientos políticos. Periodistas,
historiadores, sociólogos y filósofos consideraron que
podían contribuir a detener el avance de las fuerzas
de derecha, ayudando a educar a las masas para que
defendieran sus intereses de clase.
La educación y la información tenían una misión
política. Los intelectuales ayudaban a promover la
educación marxista. El Partido supervisaba a estos
artistas y estudiosos que, sentían, tenían el deber y el
privilegio de guiar al pueblo. González Tuñón, como
Vallejo, Neruda y otros poetas comunistas, se encontraron
entonces con este nuevo papel. Creían firmemente en la
propuesta de su Partido: el marxismo consideraba que
su interpretación de los hechos históricos era científica
y la humanidad marchaba indefectiblemente hacia su
liberación. El fascismo representaba el principal obstáculo
en esos momentos: sus ideólogos opusieron un criterio
racional omnipotente, apoyados en teorías sobre la propia
superioridad racial y cultural, para defender sus intereses
nacionales (Vilar 144-9). Este enfrentamiento político
derivó en esa creciente escalada militar que comenzó
con la internacionalización de la Guerra Civil española y
culminó en la Segunda Guerra Mundial (Amilibia 85-95).
Los militantes comunistas tenían que subordinar
sus intereses a las demandas políticas del Partido.
Este condenó el lenguaje poético de las vanguardias: lo
consideró oscuro y hermético, decadente, y lo vio como
un impedimento para comunicarse con las masas. El
comunismo dio al artista pequeño burgués un papel
político activo y protagónico, pero limitó su creatividad
y espontaneidad al pedirle que subordinara sus
intereses estéticos a los intereses políticos de la hora,
determinados por los líderes del partido. Tuñón, como
muchos poetas contemporáneos que habían militado
en las vanguardias, apreciaba el grado de libertad
expresiva y el sentido revolucionario de la escritura
vanguardista. El rechazo de la escritura vanguardista
era conflictivo: tenían que negar un aspecto importante
de su obra y negarse a sí mismos. Ninguno de estos
poetas, ni Vallejo, ni Neruda, ni Tuñón, “limpiaron”
totalmente las imágenes de sus textos comprometidos
y revolucionarios de residuos vanguardistas, sino
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
que trataron de llegar a un compromiso, procurando
hacer sus imágenes más inteligibles, dando referencias
históricas concretas, pero sin sacrificar el uso de
figuras consideradas de avanzada, como la metáfora,
alrededor de la cual giró la revolución del lenguaje de
la poesía de vanguardia (Pérez 265-87).
Tuñón se sitúa frente a este problema en el “Prólogo”
a La rosa blindada. Abre el prólogo con una cita de Lenin,
donde este afirma que no habrá arte proletario hasta
que no haya una cultura proletaria. Raúl argumenta
sobre la cuestión del arte de masas. ¿Debe el artista
asimilarse a las masas, hablándoles en su lenguaje, o
elevar a las masas al nivel de su arte? Tuñón no hace
concesiones; dice: “El poeta se dirige a la masa. Si la
masa no lo entiende es porque, desde luego, debe ser
elevada al poeta” (11). Para no ser considerado elitista,
Tuñón aclara que ya hay obreros “sensibles”…“que han
podido alcanzar ciertos elementos de cultura”, apoyan
la revolución y son capaces de entender su lenguaje
poético, y hay un sector de “intelectuales, artistas,
periodistas, pintores, maestros, estudiantes que desean
la transformación de la sociedad…y que son también
masa” (11). Él, como periodista y poeta, se ubica en
el segundo grupo. Concibe así una unión de obreros
revolucionarios, intelectuales y artistas. Insiste en que
el poeta no debe renunciar a su poesía, esto sería un
error: lo que tiene que hacer es participar en las luchas
sociales sin temer al “caos”. Su sueño es “…recibir a la
revolución cantando, después de haberla cantado y
deseado, sin descuidar la técnica y sin dejar de haber
intervenido más o menos concretamente en la lucha”
(La rosa blindada 12).
Aclara su posición con respecto al arte de vanguardia
y a su pasado como poeta vanguardista. Dice: “Participé
en los movimientos literarios de vanguardia y, sobre
todo, el surrealismo contó con mi entusiasmo firme. Fue
una manera de evadirse y volver a la multitud, de ganar
la calle,…de volver a imponer valores olvidados por la
burguesía…para entrar luego de lleno – los que supimos
hacerlo – en el drama del hombre y su esperanza…”(14).
Afirma que es el momento de hacer poesía revolucionaria
y “cambiar la vida”. Su interés es lograr que todos los
poetas se definan ante el fascismo, que en ese momento
es el principal enemigo, y formar un frente unido común,
porque “el fascismo es el enemigo de la cultura y del arte,
tanto como de la dignidad humana” (15). Según él hay
en ese momento dos tipos de poetas “artepuristas”: los
“puros”, que cultivan “la metáfora por la metáfora”, y los
poetas que aman la vida, y quieren “…una obra viva, llena
de tierra y llanto, cubierta de raíces y de sangre” (15).
Es este segundo grupo de poetas el que es más afín al
sentimiento revolucionario y necesita ser rescatado para
la lucha.
Cree que el poeta tiene que participar en la lucha
revolucionaria sin dejar de ser poeta y desde su posición
de poeta. En su caso, suma a su posición de poeta la de
cronista y periodista, y en esta doble condición participa
en los eventos europeos del momento: escribiendo
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
poemas que exaltan la heroicidad de los republicanos, y
testimoniando en sus crónicas los eventos de la guerra
civil de los que es testigo. Además, Raúl, como militante
marxista, ha encontrado para sí un nuevo papel: el
de intelectual. Forma parte de este grupo de artistas
y humanistas (políticos, historiadores, politólogos,
filósofos, etc.) que se denominan “intelectuales” y
consideran que sus opiniones deben guiar a la sociedad
civil. El artista sale de la vida privada y se encuentra con
una función pública y social importante, que va más allá
de su arte. Integra una elite de la inteligencia que quiere
ser tomada en cuenta, busca influir en la moral pública y
aún defender a la sociedad civil de intereses egoístas que,
aprovechándose de su desconocimiento, puedan llevarla
por un camino equivocado. El artista se encuentra con un
importante papel moral que eleva su condición y le da una
nueva misión dentro de su sociedad.
Las publicaciones de Raúl reflejan este nuevo papel
que ha encontrado para sí a partir de su trabajo en el
periodismo y de su militancia política en el comunismo.
Cuando Raúl viaja a España es un joven poeta y comunista
militante que testimonia los acontecimientos políticos del
momento. Comienza La rosa blindada haciendo historia
de su propia familia: su primer poema es un romance
dedicado a su abuelo Manuel Tuñón, un inmigrante
asturiano que trabajó toda su vida en Argentina como
obrero y militó en el socialismo. El poeta rescata su origen
familiar proletario, y rastrea su ascendencia política
revolucionaria; dice: “Era un obrero de bronce/ aquel que
en Mieres nació./…Tenía yo nueve años/ cuando un día me
llevó/ por entre los sobresaltos/ de una manifestación./
Así nací al socialismo,/ así comunista soy,/ así sería si
viviera/ mi abuelo Manuel Tuñón.” (17).
Cree que la insurrección de Asturias es la antesala
de la revolución, un movimiento que demuestra la
combatividad de los mineros y la clase obrera española,
que estaba en un estado prerrevolucionario. Termina el
poema: “Pena grande que no viva/ para verla como yo/
a Asturias en pie de sangre/ para la revolución” (17).
Todos los poemas de la primera parte de La rosa blindada
tratan el tema de la insurrección de Asturias: “Algunos
secretos del levantamiento de Octubre”, “La Libertaria”,
“La muerte del Roxu”, “El pequeño cementerio fusilado”,
“La muerte derramada”, “Dos historias de niños”, entre
otros. Estos poemas exaltan la heroicidad de los obreros,
su determinación de luchar. Los obreros no demuestran
miedo y, si tienen que enfrentar la muerte, lo hacen con
heroicidad. Sus mujeres e hijos los respaldan: no son sólo
ellos los heroicos, sino toda la comunidad. Es el pueblo el
que está en pie de guerra.
Las mujeres luchan junto a los hombres. Así, en “La
Libertaria”, en memoria de Aída Lafuente, muerta en la
cuenca minera de Asturias, exalta en una elegía a la mujer
sacrificada, una mártir. El poema, sin embargo, no quiere
sólo lamentarse, sino incitar a la resistencia. La mujer
mártir es un símbolo de España. Organiza el poema en
una serie de anáforas que crean un ritmo marcial; dice:
“Estaba toda manchada de sangre,/ estaba toda matando
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
a los guardias,/ estada toda manchada de barro,/ estaba
toda manchada de cielo,/ estaba toda manchada de
España” (20). Además de exaltar al pueblo, González Tuñón
condena a sus enemigos. Quien reprimió a los mineros
fue el General Franco, al frente de la Legión y el Tercio de
África, al que trajeron para sofocar la insurrección. Los
soldados de zonas alejadas no tenían vínculos personales
con la gente de la zona y no tuvieron compasión con los
mineros ni con el pueblo asturiano. El papel político que
tiene Franco en el comienzo y desarrollo de la Guerra Civil,
da a esta elección un sentido más trágico. En “Cuidado
que viene el Tercio” caracteriza a la Legión como a una
banda de fascistas asesinos, enemigos del pueblo y de
la humanidad. Dice: “La Legión ha entrado a España./
Hombre cuida a tu mujer,/ obrero, guarda tu casa./ Mira
que vienen los lobos/ con el desierto en el alma” (26).
La Legión no solamente resulta enemiga mortal de los
obreros sino también de los pequeño-burgueses y hasta
de las prostitutas; dice: “Cierra, pequeño burgués/ tu
tienda de renta flaca./ Guarda tu novia, muchacho,/ de
la hez condecorada./ Prostituta, ten cuidado/ que no te
invadan la casa/ los rufianes de la arena/ que pegan, pero
no pagan./ La Legión ha entrado a España” (27).
Además de estos romances heroicos, Raúl escribe
largos poemas descriptivos, como “El tren blindado de
Mieres”. Esta es poesía pensada en función de un público
amplio, donde el periodista pone su experiencia al servicio
de la literatura. Es su manera de unir poesía y militancia
política. Dice: “Hablemos de un hecho favorable al proceso
de la perfección./ La poesía, ese equilibrio entre el
recuerdo y la predicación,/ entre la realidad y la fábula,/
debe fijar los grandes hecho favorables./ Hablemos de un
hecho histórico favorable, feliz, a pesar del fracaso y de la
muerte” (29). Su interpretación política marxista lo lleva
a ver la insurrección, violentamente reprimida, como un
paso positivo. Ese pueblo debe sacar lecciones de la lucha.
El poema está dirigido a todo el pueblo de Mieres, con
quien conversa. Dice: “Tú, oh Mieres, en el corazón de la
cuenca fantástica,/…Nosotros sabemos cómo se formaron
los primeros grupos./ No fue el asalto a las panaderías, no
fue el hambre precisamente,/ fue la conciencia de clase,
el deber de tomar el poder,/ la necesidad de expropiar
a los expropiadores,/ el dínamo que empujó la furiosa
máquina./ Es por eso que el hecho histórico favorable de
Asturias/ - un Octubre florecido antes de tiempo, quizá
pero memorable - / será el puente de sangre hacia la
revolución definitiva/ de obreros, soldados, campesinos
y marineros” (29). En su lectura de los hechos, el
levantamiento fracasó porque el momento no estaba aún
maduro para la revolución, pero el deseo de los obreros era
tomar el poder, y expropiar a los capitalistas. El motivo,
explica, no fue satisfacer una necesidad inmediata, como
el hambre: los impulsó la conciencia de clase proletaria.
En este poema González Tuñón enseña y explica
a los lectores, toma el evento para dar una lección
revolucionaria. Si pensamos que este es el mismo poeta
que hacía algunos años, en 1930, había publicado los
poemas bohemios y surrealistas de La calle del agujero en
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
la media, y muy poco antes, en 1934, Todos bailan, poemas
de Juancito Caminador (ese personaje y alter ego juguetón,
viajero, enamoradizo que crea, quizá como un compromiso
para no traicionar su modo de vivir la poesía, para no
abandonar la libertad poética vanguardista), podemos
ver cómo ahora el poeta se asume desde otra perspectiva:
como militante de un hecho histórico revolucionario. Este
es el nuevo poeta que quiere ser, resultado de una elección
moral y militante.
González Tuñón cree en la revolución proletaria, es un
comunista convencido que asume su misión dentro del
papel que le asigna el Partido, como periodista, poeta e
intelectual. A lo largo de su vida será fiel a esta militancia, y
tomará su distancia con la poesía vanguardista, censurada
por los líderes culturales del comunismo, debido a su
hermetismo y al exceso de figuras poéticas, que desviaban
la atención del lector de los hechos históricos que debían
comunicar los poetas al pueblo, para concientizarlo de
sus deberes de clase. Buscará una síntesis, y el personaje
del poeta Juancito Caminador le sirve como una coartada
para salvaguardar su libertad expresiva sin traicionar sus
principios políticos, en los que cree.
En las crónicas, ensayos y discursos, publicados en
8 documentos de hoy, aparecido en 1936, encontramos
a González Tuñón en su nuevo papel: el de intelectual.
Los temas que toca dan una idea de su actitud polémica
y militante: “Mensaje a los escritores españoles”, “Con
España y contra el fascismo”, “El Congreso de los Pen
Clubs”, “Los escritores en la pelea”, “Defensa de la
cultura”, entre otros. En estos ensayos y discursos Tuñón
habla como representante de los escritores argentinos
que defienden a España y condenan el fascismo. En
“Mensaje a los escritores españoles”, fechado en octubre
de 1936, el poeta se dirige a la Alianza de Intelectuales
Antifascistas de España, para denunciar desde Argentina
a las autoridades de su país, que le impiden realizar actos
públicos en defensa de España (10). Denuncia asimismo
que el gobierno nacional conservador autoriza actos
del Frente Nacional contra la República española. Ha
comenzado la guerra civil en España y Tuñón advierte a
los intelectuales españoles que un grupo de intelectuales
argentinos están con ellos, a pesar que en su país el
gobierno de derecha, militarista, católico y oligárquico,
respalda al fascismo.
Su análisis de la situación política y del campo
intelectual es más detallado en “Con España y contra
el Fascismo”. Aquí González Tuñón procura un máximo
de claridad conceptual; dice: “La insurrección fascistamonárquica-clerical, transformada en formidable guerra
antifascista por las masas obreras unidas, el gobierno
republicano y los intelectuales honrados, ha provocado
en nuestro país la solidaridad para con los defensores
de la dignidad humana de parte de las masas obreras
y los partidos democráticos y también la adhesión –
obstaculizada en sus expresiones por la policía y el
complot de la prensa – de los intelectuales honrados”
(8 documentos de hoy 14). En su artículo, aparecido
originalmente en el periódico republicano de Argentina
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Nueva España, en agosto de 1936, denuncia a los
periódicos La Prensa, La Nación y La Razón, que “se han
puesto al servicio del general Franco”, al que considera
“agente del bloque fascista internacional” (14). La prensa,
dice, ha iniciado una campaña “canallesca” contra el
gobierno republicano español, mientras el gobierno, que
dice ser “neutral” ante la guerra, consiente la creación
de organizaciones falangistas. El pueblo argentino, sin
embargo, afirma el poeta, está con la República.
Numerosos intelectuales argentinos, incluidos
escritores liberales anticomunistas como Victoria
Ocampo, hicieron declaraciones a favor de la República,
mientras que los católicos, entre los que cita a Francisco
Luis Bernárdez, miembro de Acción Católica, y a Leopoldo
Marechal, al que caracteriza como “enemigo confeso
de la democracia”, se adhirieron a la Junta de Burgos
reaccionaria. Otros, como Capdevilla y Baldomero
Fernández Moreno, se negaron a firmar el manifiesto de
adhesión a la República. La guerra civil ha polarizado a
la sociedad argentina. González Tuñón denuncia también
a intelectuales argentinos de derecha, como Quesada,
Doll, Guglielmini y Cancela, que dicen preocuparse por
el patrimonio histórico en los lugares en que se lucha,
y guardan silencio ante los ataques que las tropas y la
aviación mercenaria realizan contra el pueblo. El poeta
termina el artículo llamando a los lectores a defender
la República frente a la “barbarie fascista” y a oponer
el Frente Popular Internacional contra el fascismo
internacional (23).
Tuñón polemiza con los escritores liberales que
rehúsan politizarse. Muchos de ellos se refugian en
el Pen Club. Señala que, a diferencia del Congreso de
la Asociación Internacional de Intelectuales para la
Defensa de la Cultura, progresista y militante, celebrado
en Francia, en que los delegados “atacaron al fascismo,
defendieron al escritor y a la libertad de expresión”, el
congreso internacional del Pen de 1936, celebrado en
Buenos Aires, Argentina (país que sufría en su concepto
dos dictaduras: la de la Sección Especial de Policía y la de
la Acción Católica), se mostró políticamente polarizado
(35-6). En el congreso del Pen participaron intelectuales
como Carlos Ibarguren y el italiano Marinetti, que dieron
a sus intervenciones un contenido ideológico netamente
fascista, generando polémica. En su concepto se había
abusado de las palabras “libertad, democracia y espíritu”,
vaciándolas de contenido. Tuñón señala que lo que era
libertad y democracia para los burgueses no lo era para
los trabajadores, y que los españoles del Tercio, que se
levantaron contra la República española, también decían
que lo hacían en nombre del espíritu.
El congreso del Pen finalmente se había inclinado
contra el fascismo, los fascistas eran los menos, pero su
presencia mostraba que el mundo pequeño-burgués de los
escritores estaba fragmentado, porque muchos querían
mantener a la literatura más allá del hecho social, y él creía
que nadie en ese momento podía escapar a la “política”.
Muchos delegados defendían la idea del arte puro, y Tuñón
pensaba que no había quedado lo suficientemente claro
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Alberto Julián Pérez
en el congreso del Pen “…que el escritor no escribió nunca
ni escribe para una elite determinada sino para el pueblo,
entendiendo por pueblo la parte vital de la masa que es
capaz de recoger la herencia cultural y defenderla, y
también para la otra parte de la masa que si no comprende
ahora a los artistas será elevada a ellos por la revolución
que le imponga otros sistemas de vida, más a tono con la
condición humana” (39).
Le exige al escritor contemporáneo que tome una
actitud concreta frente a los conflictivos y peligrosos
acontecimientos internacionales. Ya en esos momentos,
en 1936, en Italia y en Alemania había triunfado el
fascismo, y muchos artistas, como Ungaretti, Puccini
y Marinetti lo apoyaban. Una parte de la burguesía en
Europa y Argentina también se había fascistizado. Muchos
escritores progresistas y comunistas habían emigrado,
particularmente de Alemania, o habían sido expulsados
por el gobierno, como los hermanos Mann y Bertold
Brecht (40). Frente a esta situación, explica Tuñón, las
izquierdas tenían un programa de defensa: “acabar con la
desigualdad económica e imponer la libertad sin trabas”
(41).
Ese congreso del Pen Club de 1936 les había permitido
descubrir a los escritores “emboscados”, que eran los que
defendían la no injerencia en la discusión política y el
arte puro (42). Los emboscados hablaban siempre de su
“angustia”, mientras trataban de mantener sus privilegios
pequeño-burgueses dentro del sistema. Cree que dentro
de esta situación, los que se mostraron más dignos
entre los escritores argentinos, fueron Victoria Ocampo
y Eduardo Mallea, a los que insta a seguir trabajando
dentro del Pen Club para atacar a los escritores fascistas
y reaccionarios. Raúl aclara que él habla como comunista
y urge a los escritores a formar el frente intelectual, e
informa que muchos escritores demócratas, liberales
y católicos, como Bergamín y Maritain, ya han firmado
manifiestos contra el fascismo (44). El objetivo principal
de Tuñón es demostrar que no se puede separar el arte de
la política, particularmente en esa hora en que los hechos
históricos exigían del artista una definición. Debían
unirse a los proyectos liderados por los partidos políticos
progresistas y revolucionarios, y formar un frente común
para defenderse de la agresión fascista, identificada
como el enemigo principal, que amenazaba tanto a las
democracias liberales como al comunismo.
Tuñón da una batalla intelectual contra el ala de
derecha del Pen Club. Luego de asistir, en 1935, al
congreso de la Asociación Internacional de Intelectuales
en Defensa de la Cultura en París, había ayudado a crear
una sección local en Argentina, la AIAPE (Agrupación
de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores) para
luchar contra los escritores de derecha. Explica que su
posición es clasista, y que se adhiere a la clase trabajadora
porque, considera, es “…la que está llamada a suceder
como clase dirigente y creadora a la clase trabajadora
burguesa en descomposición” (51). La clase trabajadora
es la única que le ofrece un lugar digno al intelectual, al
que la sociedad burguesa desprecia. El Frente Intelectual
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Novela y poesía en Hispanoamérica
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denuncia la prohibición de determinados libros y
revistas, y la persecución de intelectuales y escritores
en Alemania, Italia, Polonia, Brasil, y otros países.
Tuñón se comporta como un escritor e intelectual
valiente y militante, no teme a las represalias, y busca
el modo de ir a España, ya comenzada la guerra civil,
arriesgando su seguridad personal. Una vez allí su
militancia aumentará, será amigo y colaborador de
Neruda y se asociará a los poetas que defienden la causa
republicana. Los otros dos libros que escribe sobre este
tema son resultado de esta experiencia en el frente de
guerra, particularmente en Madrid: las crónicas poéticas
de Las puertas del fuego (Documentos de la guerra en
España), 1938 y el libro de poemas La muerte en Madrid,
1939.
La muerte en Madrid es un libro escrito como respuesta
a los acontecimientos bélicos, para tratar de mantener
vivo el espíritu de lucha de los españoles, a pesar de la
derrota que están sufriendo los republicanos; dice en su
dedicatoria: “Caído Madrid, traicionados miserablemente
los comunistas, sus verdaderos defensores, este libro
sigue teniendo para su autor un valor permanente. La
resistencia heroica de Madrid será el hecho inolvidable
de la guerra española y los leones de la Cibeles verán,
sin duda muy pronto, el alba de la revancha” (8).Todo el
libro mantiene ese espíritu utópico que señala Sarlo en
Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y 1930, en
que destaca que los escritores consideran la guerra civil
como una “derrota victoriosa” (132). Este sentimiento
informa este poemario y le da un sentido trágico. Su tono
es repetitivo y algo grandilocuente: el hecho poético
se propone elevar la autoestima de los españoles y los
combatientes, y afirmar que esa guerra continuará y con
el tiempo las fuerzas populares van a ganarla. Canta con
insistencia los hechos de valor y él mismo se autoafirma
como poeta y representante de América en España; dice en
su poema “Madrid”: “Lágrima abierta, corazón adentro,/
estoy al fin bajo tus arcos mártires./ ¡Descúbreme otra
vez! Yo soy América.”, y “Capital del coraje, capitana,/ sin
secretos, desnuda, sin orgullo,/ te apareces ahora con un
viento/ de pólvora final y nuevo mundo”(13-4).
Madrid aparece personificada, es una ciudad heroica
que se defiende y sufre. Dice: “Vieja ciudad que muere
porque vive,/ nueva ciudad que vive porque muere,/
ciudad que por la muerte da vida/ inaugura la vida de la
muerte” (15). Si bien este es un libro sincero y sentido,
y es real su duelo ante la caída de Madrid, González
Tuñón encuentra un modo mucho más persuasivo para
expresarse en los poemas en prosa de Las puertas del
fuego. Mientras en La muerte en Madrid se refiere a los
hechos históricos de manera general y simbólica, en Las
puertas del fuego Tuñón recurre a la crónica, y como
cronista y poeta descubre su propia voz para escribir
un libro de gran nivel estético, que ha sido muy poco
reconocido y estudiado aún. En este libro crea alegorías
para iluminar la poesía y la historia española, presenta
personajes populares y los trae a la vida, y destaca el
impacto del paisaje español en su gente.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
“7 de noviembre” es una fantasmagoría en que anima a
poetas españoles de distintas épocas, incluidos Quevedo,
Fray Luis, Gracián, Lope de Vega y Góngora. Intervienen
luego García Lorca y Cervantes. Entra Don Quijote, y
con él todos los poetas se incorporan y, juntos, se ponen
a observar la ciudad de Madrid en lucha contra “los
agentes del extranjero, los generales traidores y la tropa
mercenaria” (19). Don Quijote alza su lanza y los guía en
la defensa, hasta que con su ayuda “los bravos del pueblo”
logran detener “la avalancha” de los enemigos. Luego
de esta ayuda providencial al pueblo, el espíritu de sus
poetas, satisfecho, se retira, y vuelven “a su mundo de
perfecta sombra” (20). La fantasmagoría es convincente
y emociona al lector.
En otro poema habla de las diversas regiones de España
y de sus ríos de bellos nombres. Él marcha por el campo
y ve el cauce de un río seco, “…sin agua, sin peces, sin
sauces llorones, sin narcisos, sin lavanderas, sin botes, sin
ahogados, sin recreos, casi sin nombre…” y su compañero
de viaje, un brigadista, de pronto le llama la atención:
se aproxima un torrente que amenaza arrastrarlos. Se
ponen a salvo y lo contemplan: es un torrente rojo, un río
de sangre. Luego, como por milagro, la sangre se licua y se
vuelve agua. “Con la madrugada salió el sol - dice -. Era el
primer día de España, el último de la creación” (33). Había
presenciado simultáneamente el génesis de España y su
destrucción.
En “Teoría de la guerra” afirma el poeta que la guerra
no es únicamente matar o morir, porque “cuando hay
guerra todo está en guerra” (37). En la guerra no sólo
hay muerte: los niños juegan y los soldados aman. En su
descripción la guerra es un acontecimiento enteramente
humano. En medio de la guerra la gente se esfuerza
por vivir. Dice que en la ciudad de Madrid ya “…no hay
mendigos. Tampoco hay horchateros ahora que es
primavera… Hay el amor en las calles, sin sobresaltos, lo
que también es muy de la guerra. El amor, un equilibrio
entre la guerra y la muerte” (38). Mientras en La muerte
en Madrid predomina el himno y la elegía trágica, este
otro es un libro en que la nota principal es la ternura de
cada situación humana: el hombre contagia todo con su
humanidad. Aún cuando destruye o mata siempre hay
en él una esperanza redentora. Encuentra en la ciudad
acechada mucha dignidad, no sólo en los soldados que la
defienden, sino también en sus habitantes: sus mujeres,
sus chiquillos: “Hay algo de enamorado en el aire, en el
estruendo!”, dice (38).
Varias de las crónicas poéticas son soliloquios del
hombre sensible ante una situación extrema pero
heroica. Su tono es confesional, el poeta siente gratitud
por poder vivir y testimoniar esa guerra que, si se gana,
puede cambiar el destino de la humanidad. Así, en “De la
muerte en Madrid” dice: “No conozco a la muerte. Nunca
he visto su cara sin ojos, sin orejas, sin boca, sin remedio.
He oído, sí, sus pasos de plomo derretido…No me quejo.
Estoy cercado de temores y de soledad. Cercado. Una
primavera de pájaro y metralla está creciendo y yo,
acostado cerca de la muerte, pienso que ella es tan viva
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Novela y poesía en Hispanoamérica
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ahora, y fundamental, tan decisiva. ¡Tan revolucionaria!”
(49). Sin perder contacto con la situación histórica
el libro se desliza por momentos hacia lo metafísico.
Describe situaciones durante los ataques nocturnos que
sufren, cuando pasan los obuses sobre sus cabezas, su
experiencia en una trinchera en el frente, los momentos
en que los soldados cantan y dicen poemas, la reacción
de los niños ante los ataques aéreos, que viven como un
juego, el coraje de las madres cuando pierden a sus hijos.
Dentro de la trinchera describe lo que ve: “Estoy en una
zona de guerra. Esto no es nada del otro mundo, pero estoy
en una zona de guerra. Todo me parece verdaderamente
misterioso, como el hecho de vivir” (60).
En este libro el cronista de guerra experimentado que
era Tuñón se encuentra con esa vena lírica y sentimental
que ya había mostrado en otros libros, como La calle del
agujero en la media y los poemas de Juancito Caminador.
Logra sintetizar la imagen surrealista y la observación
militante. En otra crónica las ametralladoras fascistas
tirotean el edificio de la Telefónica y mueren varias
mujeres; el novio de una de ellas enloquece de dolor;
mientras, dice el poeta, “murió un pajarito que cantaba
en el tercer piso de la casa vecina, un guardavía que iba
a ocultarse al Metro y un niño asomado a una ventana
con un libro, y una mariposa” (65). El poeta testimonia
simultáneamente la tragedia y el hecho poético, que es
inextinguible. La enumeración sentimental y osada le
permite comunicar al lector un profundo sentido lírico
en medio de la pérdida.
En la crónica “Cuando los soldados cantan” describe
una escena en que están los campesinos trabajando en
un campo que hacía pocas horas había sido escenario de
lucha. Va él con un soldado poeta a la línea de avanzada.
Allí se encuentra con lo que denomina “la parte vital de las
masas”: obreros, campesinos, estudiantes. Los soldados
leen en el frente el periódico comunista. A la noche se van
del frente. Mientras salen, arriba un grupo de soldados
cantando “La Internacional” (72).
Tuñón logra mostrar en sus descripciones los rasgos de
cotidianeidad de una sociedad en pie de guerra. La guerra
en este caso es un acto desesperado por defender lo que
uno ama y ve amenazado. Estos soldados republicanos se
humanizan al luchar por su patria. En medio de la lucha
Tuñón descubre ternura y belleza. En la crónica “Los
camiones” cuenta como llegan los camiones al frente,
transportando víveres y municiones. Dice el poeta: “Nunca
imaginé que el paso de un camión iba a estremecerme en
una mezcla de angustia y de ternura. Los camiones son
verdaderamente hermosos.” Estos camiones traen a los
soldados los medios para defender a su pueblo y sobrevivir.
Dice: “Cuando un camión transporta víveres a Madrid
puede ser de diversos colores. Se descubre fácilmente en
toda su importancia las patatas, las cebollas, las bolsas de
arroz, los botes de conservas, los tomates, las naranjas,
¡toda la tierra!”(86).
La guerra y el peligro parecen estimular su apreciación
estética. Esos momentos magnifican sus observaciones
vitales. El ser humano se siente justificado, sabe que está
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Novela y poesía en Hispanoamérica
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defendiendo algo que es más importante que su propia
vida: un ideal social, el lugar de su grupo en la sociedad
futura. Vista así la guerra promete el progreso, encierra
en germen las posibilidades de una gran revolución, que
transforme la organización social para crear una sociedad
más justa y equitativa. Este ideal de justicia aparece
claramente en la crónica “Los campesinos”: allí describe el
mundo de servidumbre en que estos habitaban y cómo la
guerra les trae la liberación. Dice: “Eran los más pobres. Los
campesinos. Los servidores de los duques o de los grandes
propietarios. Parecían engendrados por la piedra, por la
tierra dura y parda, por un hermoso dios de silencio y de
fuego (89).” Uno de ellos le comenta su historia de trabajo
y lo que ocurría en esos momentos; dice: “Hoy, España en
guerra, invadida por los extranjeros aliados a los señores,
nosotros seguimos trabajando. Ahora trabajamos para la
guerra. Es decir, para nosotros, para nuestros hijos, para
nuestros nietos, para el hombre, en fin, que es el dueño
de la tierra que le da la vida y la muerte” (89-90). El
campesino cree que en el futuro vivirá en una patria sin
patrones, en que el fruto de la tierra será repartido entre
todos sus hijos, y siente un “estremecimiento gozoso”.
Mientras Raúl trata de darle a la experiencia terrible
de la guerra un sentido lírico, busca enseñar al lector
sobre las luchas de un pueblo y elevar su conciencia de
clase; el mensaje es: tenemos que defendernos y detener
al fascismo; cruzarse de brazos es suicida; debemos
luchar, cueste lo que cueste. El poeta muestra su propio
valor y dice no tener miedo ante los bombardeos, a pesar
que en muchos momentos su vida peligra. Aquellos que
aceptan morir en la guerra, defendiendo al pueblo, tienen
una muerte hermosa, y son recompensados con el cariño
del pueblo, que los considera sus héroes. Dentro de estos
mártires se encuentran extranjeros, mujeres y hombres,
como la aviadora que “había venido a España, a la guerra y
a la muerte, porque odiaba la guerra” y muere en combate
(134), y el médico de una brigada, que no hablaba bien el
español, y muere cumpliendo con su deber, para ser luego
velado y homenajeado por el pueblo (142).
Tuñón explica el propósito que lo anima en este libro
en el poema titulado “Un día primero de mayo”. Allí
evoca a todos los trabajadores héroes que a lo largo de
la historia lucharon en los levantamientos populares;
dice: “¡Venid! las viejas sombras queridas. Los héroes
de los primeros levantamientos populares. Aquellas
desgarradas banderas…Los caídos en tantas jornadas…
Los autores de los primeros himnos del pueblo…¡Quiero
un poema tan desmedido y tan fino como esta guerra!”
(113). Hace una historia poética de las luchas populares,
muestra cómo los trabajadores han logrado unirse y
encontrar ideales comunes. La historia de la humanidad
es una historia de conflictos y luchas, cuya lógica los
conduce hacia la liberación. Las fuerzas reaccionarias
tendrán que retirarse o serán vencidas. La moral colectiva
les muestra que luchar es bueno cuando se lucha por una
causa común. Esta es una moral revolucionaria, una moral
de clase. Están luchando y el futuro será de más lucha,
porque están enfrentadas fuerzas irreconciliables.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Tuñón concluye el libro hablando de su salida del
frente y su regreso a París. En esos momentos se siente
un poco vencido, se ha alejado de la zona de combate y
tiene que asumirse como “simplemente escritor”, pero
sabe que algo muy íntimo, muy suyo e indescriptible, se
ha quedado con esa gente que lucha. Dice: “Pero siento
ahora que algo se me ha muerto, como un hijo, un sueño,
no sé qué, no soy el mismo, el otro que fui, algo se ha ido,
siento una voz ausente, una sonrisa, cualquier cosa que se
me ha muerto demasiado pronto”(181). Su experiencia en
la guerra se pareció al amor. Confiesa su amor a España y
a su gente, y rescata todas las cosas que vivió, junto a los
artistas amigos y al pueblo. La experiencia de la guerra
lo ha transformado profundamente. Dice en “Regreso a
América”: “Si escribo sobre España es porque España es
lo que más me impresiona en mi tiempo…” (187). Cita
a muchos artistas comprometidos que estuvieron con
España cuando los llamó la hora; algunos tomaron las
armas, como Malraux, jefe de Escuadrilla, y Siqueiros, jefe
de Brigada, y otros lucharon desde su profesión, como
Neruda, Picasso y él mismo.
Cierra el libro con los discursos que pronunció como
delegado en el Segundo Congreso Internacional de
escritores, en su apertura, en Valencia, y en su clausura,
en París, en julio de 1937. Al primero lo titula “España
en América” y al segundo “Los escritores y España”. En
el primero de estos discursos Tuñón dice que está en
España en representación de los escritores de su patria,
que vienen a apoyar a España en su lucha contra el
fascismo internacional. Considera que todos los países de
habla hispana constituyen un bloque. Felicita a México por
su apoyo a la República y critica a Brasil, cuyo gobierno
simpatiza con el fascismo. Cuando se anunció la caída de
Madrid el pueblo argentino se lamentó por el sufrimiento
del pueblo español, y repudió al “traidor Marañón”, que fue
“obligado a abandonar la tierra americana” (196). Saluda
a Antonio Machado, por su coraje, y recuerda a Federico
García Lorca, con el que había mantenido una buena
amistad personal durante su viaje a Madrid en 1935.
En “Los escritores y España”, González Tuñón dice
que varios poetas americanos, como él y Pablo Neruda,
su amigo, presente en el congreso, habían vivido en
España antes de la contienda civil y “nos consideramos
españoles sin dejar de ser americanos” (199). Aclara que
su apoyo a la causa de la República es incondicional. Mira
con esperanza a Francia y a la Unión Soviética, en cuyo
liderazgo confían él y sus colegas. Anuncia la creación
de un comité de propaganda con sede en Valencia,
vinculado al que ya existía en París, para encauzar la
ayuda de los distintos países al gobierno de la República.
Explica que manejar la pluma en esas circunstancias
es como manejar un arma, y que el escritor no debe
mojar su pluma en tinta, sino “en la sangre” (201). Si
bien ellos son las “Brigadas de choque del pensamiento
internacional”, lo que en esos momentos hacía falta para
vencer eran víveres y armas, porque se está jugando
“el destino del hombre” (202). Tuñón entiende que es
fundamental detener al fascismo en España, ya que si no
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Novela y poesía en Hispanoamérica
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lo hacen peligra toda Europa, y la situación es tan grave
que necesitan apoyar a la República no sólo con palabras,
sino también con recursos materiales.
Tuñón supo durante la guerra civil asumir como
poeta, periodista e intelectual el urgente llamado de
su hora. Su actuación marca el mejor momento de su
militancia política, representando a los escritores de
su patria. A fines de 1937 sale de España y viaja a Chile
donde, junto con Pablo Neruda, funda la Alianza de
Intelectuales. En 1939 caería la República española.
Poco después Hitler invade Checoslovaquia y Polonia y
comienza la Segunda Guerra Mundial. El poeta decide
radicarse en Chile, donde funda el diario comunista El
siglo y vivirá durante los próximos cinco años. Continúa
intensamente su militancia política durante los años de
la Segunda Guerra. Publica en 1941 Canciones del Tercer
Frente, y en 1943 Himno de pólvora (Orgambide 16773). En 1943 muere Amparo Mom, su esposa, con quien
había viajado por España, y poco después su hermano
Enrique, en Argentina. El golpe militar de ese mismo
año en su país cambiaría la situación de las izquierdas.
Aparecida la figura carismática del Coronel Perón, quien
rápidamente forja un vínculo fuertísimo con la clase
trabajadora, el Partido Comunista pierde influencia.
Perón, respaldado por el Partido Laborista, lidera las
elecciones presidenciales de 1946, que gana con un
voto mayoritario de la población. El Partido Comunista
decide apoyar a las fuerzas opositoras a Perón, a quien
considera un oportunista filofascista (Mirkin 75-6).
A su regreso a Argentina en 1945 González Tuñón
comienza una nueva vida y una nueva etapa poética
(Orgambide 187-92). Queda atrás la década del treinta,
probablemente la etapa más prolífica y brillante de su
vida y su carrera literaria. Durante esa década descubrió
una voz poética original en La calle del agujero en la media,
creó el personaje de Juancito Caminador, y encontró para
sí un importante papel como cronista e intelectual, que
le permitió transformarse en un digno representante de
los escritores de la izquierda argentina durante la Guerra
Civil española. Sus libros, particularmente 8 documentos de
hoy, 1936, y Las puertas del fuego, 1938, lo muestran como
intelectual ágil, valiente y combativo, y como un poeta que
creó un modo poético original en prosa, al que podríamos
denominar crónica poética, para expresar el heroísmo del
pueblo español en la guerra, en un lenguaje de imágenes
que lo exalta y lo honra en su coraje y su humanidad.
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Bibliografía citada
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Puiggrós en la encrucijada argentina del siglo XX. Buenos
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Buenos Aires: Planeta, 2009.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
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del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos,
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Freidemberg, Daniel. “El corazón alborotado del
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González Tuñón, Raúl. 8 documentos de hoy. Buenos
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---. La rosa blindada. Homenaje a la insurrección de
Asturias y otros poemas revolucionarios. Buenos Aires:
Ediciones Horizonte, 1962. 2da. Edición.
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Murcia, 1990. 125-44.
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Cultural Hispánico, 1991.
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1998.
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Salas, Horacio. Conversaciones con Raúl González Tuñón.
Buenos Aires: Ediciones La Bastilla, 1975.
Sarlo, Beatriz. Una modernidad periférica: Buenos Aires
1920 y 1930. Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión, 1988.
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Editorial Crítica, 1986. Traducción de José Gázquez.
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Alberto Julián Pérez
Confesión y polémica en la poesía de
Rubén Darío
Quisiera en este ensayo considerar dos poemas de Darío
en que el poeta habla de sí mismo desde perspectivas
contrapuestas: en el primero, “Yo soy aquél que ayer no
más decía”, como poeta lírico, y en el segundo, su “Epístola
a la Señora de Lugones”, como poeta dialógico. Los dos
poemas contribuyen a mostrarnos de manera integrada
la imagen que Darío quería dar de sí a su público.
¿Qué buscaba Darío al escribir un poema como “Yo soy
aquél…”, tomando como motivo poético su propia vida?
El yo lírico tiene una historia compleja. Cuando Darío
nació a la poesía, en las postrimerías de la revolución
romántica, los poetas líricos escribían su poesía desde
el yo. El Romanticismo había valorizado y elevado el
papel del sujeto. Víctor Hugo, admirado e imitado por
Darío en su primera juventud, era un poeta lírico heroico,
reflexivo, socialmente comprometido con su sociedad.
Darío se rebeló contra ese Romanticismo luego e inició
su renovación poética modernista (Pérez 179-206).
Escribió poemas descriptivos y preciosistas a la manera
parnasiana, como “Caupolicán” y “De invierno”, incluidos
en las “Adiciones de 1890” a Azul…, que marginaban al
yo. Su revolución parnasiano-modernista continuó y se
consolidó en su libro siguiente, Prosas profanas, 1896.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
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Pocos años después, sin embargo, vuelve a escribir desde
el yo. ¿En qué medida ese nuevo yo modernista que
proponía era distinto al yo de la anterior poesía lírica?
Darío consideró necesario aclarar esto. Su nuevo libro,
Cantos de vida y esperanza, 1905, comienza con el poema
“Yo soy aquél que ayer no más decía…”, en que habla al
lector sobre sus ideas poéticas y los objetivos literarios
e intenciones que lo guiaban. El poema es una biografía
lírica espiritual del poeta.
Este libro aparece en un momento culminante de la
carrera literaria de Darío, que disfrutaba de prestigio y
reconocimiento internacional como líder del Modernismo.
Era, además de poeta de fama mundial, un periodista
y diplomático destacado. Residía desde 1900 en París
como enviado del periódico argentino La Nación. En 1903
lo nombraron Cónsul de Nicaragua en París.57 Escribe
desde una posición de gran autoridad social e intelectual.
Cualquier declaración suya tenía el poder de un manifiesto.
Los dos poemas indicados, “Yo soy aquél que ayer no
más decía” y “Epístola a la señora de Leopoldo Lugones”,
son textos en los que Darío procura, desde una perspectiva
autobiográfica, darnos una imagen tanto de él como de
su poesía, y situarnos en las polémicas literarias y los
eventos históricos que estaba viviendo. Varios críticos
han estudiado el primer poema y no coincidieron en su
interpretación. Silvia Molloy vio a “Yo soy aquél…” como
una polémica oculta entre Darío y el ensayista José
Enrique Rodó, a quien había dedicado el poema. Molloy
entendió que Darío, al publicar, en la segunda edición
de Prosas profanas, el estudio que este le dedicara, sin
su firma, se proponía desautorizar al uruguayo (Molloy
32). José María Martínez consideró ese marco de lectura
demasiado estrecho, y entendió que Darío, el poeta nuevo
más reconocido de la lengua, tenía otros intereses. Quería
abrir su poesía a una interpretación continental, que
trascendiera los enfrentamientos regionales. Martínez
nota que Molloy cometió un error. Darío dedicó a Rodó toda
una sección del libro y no sólo ese poema. La dedicatoria
a Rodó aparece en página aparte encabezando la sección
titulada “Cantos de vida y esperanza”, que contiene 14
poemas (Martínez 33).
Susana Zanetti publicó en 2008 una inteligente lectura
de la “Epístola…”, a la que consideró un poema atípico en
su obra, comparándola a la epístola clásica y situándola
en relación a los acontecimientos diplomáticos que vivía
Darío en esa época (Zanetti 133-42).
En “Yo soy aquél…” Darío polemiza con su público
lector. Lo acusa de no haberlo entendido y de interpretar
mal su poesía. En la “Epístola” confiesa lo que cuesta
Paralelamente a su carrera literaria desarrolló sus actividades periodísticas,
que fueron la base de su sustento material. Recogió buena parte de sus crónicas
en sus libros España contemporánea, 1901, Peregrinaciones, 1901, La caravana
pasa, 1902, Tierras solares, 1904 y Opiniones, 1906.
Fue diplomático en diversas oportunidades. Representó a su país en 1892 en
España, en la celebración de las fiestas del cuarto centenario del descubrimiento
de América; fue Cónsul General de Colombia en Buenos Aires de 1893 a 1895,
Cónsul de Nicaragua en París desde 1903 y Ministro de Nicaragua en Madrid
desde 1907. Asistió a la Tercera Conferencia Panamericana de Río de Janeiro, en
1906, como secretario de la Delegación de Nicaragua.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
ser poeta y asumir su lugar en la historia de las letras.
Expresa su hastío y su cansancio, y explica sus problemas
de salud y sus debilidades personales. Se muestra como
un sujeto sometido a las necesidades materiales, que
trata de sobrevivir en un mundo competitivo, acosado
por las intrigas literarias y políticas que se desenvuelven
a su alrededor. En estos dos poemas Darío desidealiza
la imagen del poeta. Lo muestra como un ser limitado y
humano.
Darío responde a aquellos que consideraban su
poesía de Prosas profanas exageradamente formalista y
desprovista de emoción auténtica (Martínez 33-38). Para
Rodó, Darío, en su cerebralismo e ironía poética, había
ido demasiado lejos. Las escenas lujosas y los cuadros
exóticos de sus poemas parecían ignorar la realidad
sensible latinoamericana (Molloy 38). Todos admiraban
el don musical de sus versos, su virtuosismo técnico,
pero…¿dónde estaba el yo lírico del poeta? Los lectores de
su época asociaban su poesía al parnasianismo francés y,
dentro de la lengua hispana, al Barroco, que había tenido un
ciclo brillante y prestigioso en España e Hispanoamérica,
y que había practicado una poesía erudita, preciosista y
lúdica, como la que escribía Darío.
En “Yo soy aquél…” Darío busca cambiar esa imagen
que tenían de él y demostrar que la frialdad que había
exhibido en Prosas profanas era aparente y él era un
poeta de la emoción humana. Se queja de no haber sido
comprendido. Tras su formalismo cerebral había un poeta
sensible. Dice Darío:
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Alberto Julián Pérez
En mi jardín se vio una estatua bella;
se juzgó mármol y era carne viva;
una alma joven habitaba en ella,
sentimental, sensible, sensitiva. (P.C. 628)
La “torre de marfil” lo había tentado, reconocía. Había
cultivado el arte por el arte mismo, un arte solipcista
que no buscaba proyectarse en el mundo político y
social. Ese había sido un espejismo y formaba parte de
una etapa poética que él estaba decidido a dejar atrás.
El poeta desnuda su alma y le demuestra a su lector que
su vida estaba atravesada por emociones placenteras y
dolorosas. Su corazón había sido “henchido de amargura”
por “el mundo, la carne y el infierno” (P.C. 629). Emerge
entrada y otra de salida, como. Segunda ediciardistas el
personal y biogryo en el Modernismo. entrada y otra de
salida, comoEmE de ese poema un nuevo poeta simbolista
(Pérez 90-7). Es un Darío íntimo, cristiano, lleno de dudas,
que busca “vida, luz y verdad”. Lo tortura el ansia de
perfección, que sabe inalcanzable. Dice:
Y la vida es misterio; la luz ciega
y la verdad inaccesible asombra;
la adusta perfección jamás se entrega,
y el secreto ideal duerme en la sombra. (P.C. 630)
Darío no quiere que su lector crea que cultiva la forma
por la forma misma. El mundo de la literatura no puede
ser sólo forma. Él fue mal interpretado, argumenta. Había
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
querido hacer de la poesía “una fuente sonora” pero “con
el horror de la literatura”, como sus admirados maestros
simbolistas (Los raros 46-51). Dice:
champaña, ni en flores”. Sin embargo, se justifica, no le hace
mal a nadie, ni le quita “de la boca el pan al compañero”.
Su debilidad mayor, quizá, sea gustar de la gente refinada,
aristocrática y sentir cierta repugnancia por la gente tosca y
sin educación. Dice:
Tal fue mi intento, hacer del alma pura
mía, una estrella, una fuente sonora,
con el horror de la literatura
y loco de crepúsculo y de aurora. (P.C. 630)
En esos momentos quiere ser un poeta sensible, profundo.
Nos dice que está acosado por las dudas y canta desde su
dolor, desde el fondo de su alma herida. Su confesión lírica
es conceptual y literaria. Su lenguaje es metafórico y rico en
figuras.
En la “Epístola a la Señora de Lugones”, de El canto
errante, 1907, su expresión poética y su actitud ante el lector
cambian. Nos muestra el yo del ser humano que trabaja, que
vive en medio de las intrigas literarias y diplomáticas y del
que se aprovechan muchos, conociendo sus debilidades. Es
un ser vulnerable: un hombre enfermizo, neurasténico, que
quiere a sus amigos, y que ama los placeres, la buena comida.
La “Epístola” no está dedicada al público literario de
sus composiciones líricas. La dirige a una amiga: la esposa
del poeta Leopoldo Lugones. Es un poema sobre su vida
personal. A esta amiga le puede contar sinceramente sus
males y, sobre todo, quejarse por las cosas que le pasan y
lo angustian. Está buscando en ella apoyo y comprensión.
Se reconoce como un “inútil”, que carece del sentido de
lo práctico, gasta demasiado, no ahorra “ni en seda, ni en
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Me complace en los cuellos blancos ver los diamantes.
Gusto de gentes de maneras elegantes
y de finas palabras y de nobles ideas.
Las gentes sin higiene ni urbanidad, de feas
trazas, avaros, torpes, o malignos y rudos,
mantienen, lo confieso, mis entusiasmos mudos. (P.C.
749)
Luego de hablar de su malestar, el poeta cambia su tono.
Cuenta su viaje a la isla de Mallorca, donde se encuentra
con el sol maravilloso del Mediterráneo y la simpatía de los
aldeanos. Allí revive, recupera su energía y su alegría, no
entre los libros, sino en la calle, en el mercado, al aire libre,
viendo a la gente sencilla. Esa realidad le parece salida de un
cuento, o creada sólo para halagar e inspirar a los artistas. Se
siente un poeta pintor, compara sus descripciones a las del
escritor parnasiano François Coppée. Sabe que en esa isla
han estado grandes artistas, como el pintor catalán Santiago
Rusiñol y la escritora George Sand, acompañada de su
amante Frederic Chopin, el genial pianista. Y esa isla además
fue la cuna del filósofo Raimundo Lulio, a quien dice admirar.
El yo lírico de “Yo soy aquél…”, según vimos, es un yo
ideal que se mueve en un tiempo poético, entre un ayer y un
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Novela y poesía en Hispanoamérica
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hoy. El yo de la “Epístola…”, en cambio, es un yo histórico, es
el yo del individuo que viaja, que primero está en Bélgica,
y luego asiste a la Tercera Conferencia Panamericana en
Brasil, en el mes de julio de 1906. Allí tiene que jugar su
papel diplomático, representando a su país natal, ante los
enviados de los otros países. Conoció entonces al Secretario
de Estado Norteamericano, Elihu Root, y leyó en una velada
su poema “Salutación al águila”, que le fuera severamente
criticado. Rufino Blanco Fombona le escribió alarmado y le
llamó la atención. Creía que su poema era obsecuente y pro
imperialista (Torres 559).
El Profesor Arellano ha presentado en La República de
Panamá y otras crónicas desconocidas una selección de las
notas periodísticas que escribió Darío sobre la política
norteamericana a lo largo de su vida, demostrando que
mantuvo una actitud crítica explícita ante el imperialismo,
denunciando sus agresiones e intervenciones abusivas en
Centro América. La primer crónica sobre este tema que
incluye el Profesor Arellano en su libro, “Por el lado del norte”,
es de 1892. Esta crónica, junto a otras como “El triunfo
de Calibán” de 1898 y “Los Estados Unidos y la América
Latina” de 1902, son inequívocas en cuanto a la posición
antiimperialista de Darío (Arellano 233-303).58 Darío
justificó “Salutación al águila” como un poema de ocasión,
producto del entusiasmo del momento. Los delegados a la
Tercera Conferencia Panamericana asistían a continuas
recepciones, propias de la diplomacia y fue en ese contexto
que leyó su poema.59
En la “Epístola”, Darío nos cuenta que en Río de Janeiro
se enfermó y dejó la conferencia prematuramente. Partió
a Buenos Aires, donde fue recibido de manera triunfal.
Tenía en Argentina amigos entrañables. Luego siguió viaje
a París, su lugar de residencia. La llama el “centro de la
neurosis”. Allí vivía, aislado, tratando de “resguardar” su
yo. Sin embargo, no lograba escapar de las intrigas. Por
esto, se va a la isla mediterránea de Mallorca, a descansar.
Quiere recuperar la tranquilidad y disfrutar del sol y del
mar. La poesía, que comenzó en Amberes, la va a terminar
en Palma de Mallorca. Allí Darío goza de la vida, visita
los sitios en que vivieron otros artistas destacados que
pasaron por la isla, y la casa en que nació Raimundo Lulio,
el filósofo. Va al mercado, observa a la gente simple, que le
parece maravillosa. Recupera lo que necesitaba para estar
bien, el goce elemental. Se había enfermado de cultura.
En el primer poema que vimos, “Yo soy aquél que ayer
nomás decía”, Darío demostraba que su poesía estaba
cambiando y era un poeta diferente al que el público
pensaba. Darío, como muchos intelectuales y artistas de
Darío representaba como diplomático los intereses de Nicaragua. Había
sido nombrado en su puesto por el General Zelaya, presidente de su país, que
sería acosado pocos años después por Estados Unidos, al defender la unidad
centroamericana. Finalmente, Estados Unidos logró su propósito: Zelaya
renunció y la potencia imperial intervino militarmente Nicaragua.
58
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Este poema, escrito en 1906, manchó su nombre, e hizo olvidar a sus lectores
de su poema anterior de Cantos de vida y esperanza, “A Roosevelt”, de 1904, en
que apostrofaba y censuraba al presidente imperialista, advirtiendo al mundo
hispánico del peligro que representaba el país del norte.
59
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
fines del siglo XIX, el siglo de Darwin y Nietzsche, pensaba
que el poeta tenía que evolucionar constantemente.
Su búsqueda estética, en consecuencia, podía entrar
en conflicto con los intereses políticos de su tiempo. La
política requería que el individuo tuviera principios
ideológicos sólidos y permanentes, y pusiera sus objetivos
partidarios por encima de cualquier otra actividad. El
mundo del arte, en contraste, necesitaba de la sinceridad
modernista y del cambio. El poeta tenía que entregarse a
su arte con la devoción religiosa de un iniciado. Darío fue
fiel e incondicional a la poesía. Los modernistas creían en
un arte en movimiento.
La “Epístola…” busca desengañarnos y presenta una
imagen desidealizada, realista del poeta. Nos muestra al
hombre que era Darío: un ser enfermo, decadente, que
no entiende muy bien lo que pasa a su alrededor, que
no se sabe manejar con el dinero, el hombre del que se
aprovechan los otros, que es alcohólico, neurótico, sufre,
tiene una sensibilidad hiperdesarrollada y se gana la vida
con esfuerzo. Nos recuerda que su familia no era rica.
Dice: “¿He nacido yo acaso hijo de millonario?/ ¿He tenido
yo Cirineo en mi Calvario?”. Como artista autodidacto,
se hizo a sí mismo. Gracias a su talento, que despertaba
admiración dondequiera que iba, tuvo importantes
trabajos, como periodista y diplomático (Torres 931-42).
El gusto aristocrático de su poesía puede hoy resultar
algo ofensivo a los lectores que abogan por un arte
democrático y revolucionario. Poco podemos hacer por
cambiar el pasado. Darío murió a los 49 años, en 1916. No
sabemos cómo hubiera evolucionado su poesía de haber
vivido unos años más y observado los cambios poéticos
que trajeron a nuestra lengua los poetas vanguardistas.
Sabemos, sin embargo, que su poesía se transformó
constantemente.
En sus Cantos de vida y esperanza, en poemas como
“Yo soy aquél…”, “Melancolía” y “Lo fatal”, Darío nos
anunció a un poeta nuevo, el poeta simbolista existencial
que nos habla del dolor y la fragilidad de la vida. En
su “Epístola…”, de El canto errante, nos advierte que
conviene buscar en el poeta al ser humano, los poetas
no son dioses. El poeta es un ser transido de tiempo
y a veces puede ser un antihéroe. Leopoldo Lugones,
en Lunario sentimental, 1909, jugó con los símbolos
modernistas, parodiando motivos poéticos prestigiosos
y deformando la imagen, mostrando sus posibilidades
grotescas. Pocos años después, Huidobro y Neruda
iniciaron la transición de la poesía hispanoamericana
del Modernismo a las Vanguardias (Pérez 177-8). 60
Podemos ver la “Epístola…” como un poema antiheroico de autocorrección y de advertencia, en que
Darío pide al lector que modifique sus expectativas y
relativice la imagen que tiene del yo poético. Busca que
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Los vanguardistas vieron al poeta lírico como un héroe, como un pequeño dios.
Sólo muchos años más tarde la poesía se distanció del yo lírico y lo criticó. En la
década del 50, Nicanor Parra anunció, en sus Poemas y antipoemas, que los poetas
habían perdido su aura divina (Costa 9-24).
60
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
lo vea en el tiempo y en la historia, y que baje al poeta
de su pedestal.
Los Modernistas habían criticado a la poesía romántica
que los precedió. La poesía romántica social cultivó una
imagen desmesurada y apoteótica del yo poético. Los
Modernistas se propusieron en su primera etapa hacer
una poesía objetiva, descriptiva. Darío desplazó al yo y lo
reemplazó por el punto de vista de un observador ajeno
al cuadro, como lo vemos en sus poemas de “Sonetos
áureos” de Azul… y en sus composiciones más celebradas
de Prosas profanas, como “Era un aire suave” y “Blasón”.
Para Darío, reintroducir el yo confesional y sensible en la
poesía modernista, ante un público lector que tenía aún
presente una poesía romántica construida alrededor del
yo, era un compromiso delicado. Las explicaciones que da
al lector sobre este tema en “Yo soy aquél…”, como vimos,
son numerosas. El nuevo yo poético que proponía era un
yo espiritual, consciente de su misión estética. Tomaba
su distancia con el yo romántico y abrazaba el nuevo yo
simbolista, transido de culpa cristiana, hipersensible.
También su poesía social era distinta a la de los poetas
de las generaciones anteriores, como nos aclara en el
“Prefacio” de Cantos de vida y esperanza: si en sus versos
había alusiones a un presidente, las hacía sobre “las alas
de los inmaculados cisnes” (P.C. 623). Política y estética se
apoyan mutuamente en su poesía social.
La lectura conjunta de “Yo soy aquél…” y la “Epístola”
nos muestra a un poeta lúcido que ve la literatura en
movimiento. Los dos son poemas sobre la transformación
y el cambio, producto de la experiencia. Darío termina
“Yo soy aquél…” con la imagen del camino: la caravana
pasa camino a Belén, después de haber triunfado sobre el
rencor y la muerte. Dice el poeta:
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La virtud está en ser tranquilo y fuerte;
con el fuego interior todo se abrasa;
se triunfa del rencor y de la muerte,
y hacia Belén…¡la caravana pasa! (P.C. 630)
En la “Epístola a la Señora de Leopoldo Lugones” el
poeta sufre. Está enfermo y es víctima de las intrigas.
Darío se recupera en una isla soleada, junto al pueblo. No
es lo que otros creían, un poeta fuerte y heroico. Es un ser
hipersensible, un poeta humano.
Bibliografía citada
Arellano, Jorge Eduardo. “Nota Explicativa”.
Rubén Darío, La República de Panamá y otras crónicas
desconocidas…9-38.
Darío, Rubén. Poesías completas. Madrid: Aguilar,
1975. Edición, introducción y notas de Alfonso Méndez
Plancarte y Antonio Oliver Belmás. Undécima edición.
---. Autobiografía. México: Editora Latino Americana,
1960.
— 441 —
Novela y poesía en Hispanoamérica
---. La República de Panamá y otras crónicas
desconocidas. Managua: Academia Nicaragüense de
la Lengua, 2011. Selección, estudios y notas de Jorge
Eduardo Arellano.
---. Los raros. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1952.
Costa, René de. “Para una poética de la (anti) poesía”.
Nicanor Parra, Poemas y antipoemas. Madrid: Ediciones
Cátedra, 1988. 9-46.
Lugones, Leopoldo. Lunario sentimental. Madrid:
Ediciones Cátedra, 1999. Edición de Jesús Benítez.
Martínez, José María. Rubén Darío. Addenda. Palencia:
Ediciones Cálamo, 2000.
Molloy, Silvia. “Ser y decir en Darío: el poema liminar
de Cantos de vida y esperanza”. Texto crítico 38 (enerojunio 1988): 30-42.
Oliver Belmás, Antonio. Este otro Rubén Darío. Madrid:
Aguilar, 1968. Segunda edición corregida y aumentada.
Pérez, Alberto Julián. La poética de Rubén Darío.
Buenos Aires: Corregidor, 2011.
Segunda edición corregida.
Torres, Edelberto. La dramática vida de Rubén Darío.
Costa Rica: Editorial Universitaria Centroamericana,
1982. Edición definitiva, corregida y ampliada.
Zanetti, Susana. “Rubén Darío, cosmopolitismo y
errancia: “Epístola a la señora de Leopoldo Lugones”.
Revista del CELEHIS 19 (2008): 131-158.
— 442 —
Alberto Julián Pérez
Sarmiento y su crítica a Europa
en Viajes
En el mes de octubre de 1845 el periodista y educador
argentino Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888),
exiliado en Chile desde 1841, donde se desempeñaba como
director de la Escuela Normal de Preceptores de Santiago,
y director y redactor del diario liberal El Progreso,
emprendió, por iniciativa de su amigo, el Ministro chileno
de Instrucción Pública Manuel Montt, un largo viaje oficial
de dos años de duración, que lo llevó a visitar dos capitales
de Sudamérica, varios países de Europa, Argelia y los
Estados Unidos. Su misión era estudiar los sistemas de
educación y los métodos de enseñanza utilizados por las
escuelas primarias en los países que recorría y preparar
un informe sobre estos para presentar al gobierno de
Chile. Al regreso de su viaje publicó un extenso y erudito
estudio, De la educación popular, en 1849. 61
Este viaje oficial como investigador de los sistemas de
enseñanza dio a Sarmiento la oportunidad de observar la
En este Sarmiento discute el sentido de la instrucción pública, la importancia
de las mujeres en la educación, la organización económica del sistema escolar, la
preparación de maestros para las escuelas normales, los métodos de enseñanza,
y la reforma del sistema ortográfico según su novedoso modo de escritura que
prestaba especial atención a la fonética de la lengua.
61
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
vida política y cultural europea. Era el primer viaje que
hacía fuera de Chile. Visitó varios países y escribió crónicas
y ensayos interpretativos sobre los lugares que visitaba
(Austin 105). Pudo analizar, desde su propia perspectiva,
los conflictos existentes en las sociedades modernas.
Había publicado ese mismo año su Facundo, donde estudió
la cultura y la vida política argentina. Allí caracterizó a
su país como una sociedad desequilibrada, en la que se
enfrentaban dos fuerzas desiguales, la “civilización” y
la “barbarie”. En este ensayo me propongo mostrar el
proceso de aprendizaje y maduración intelectual que
experimentó el sanjuanino durante el viaje, al poder
contrastar sus ideas recibidas con sus observaciones
directas del viejo continente y de Norte América.
Hombre de formación autodidacta, que creía en el
estudio y la disciplina intelectual, convivían en él el espíritu
académico con la capacidad de observación del periodista,
capaz de comunicarse con un público amplio y utilizar la
influencia que le daba la prensa periódica. Como joven
escritor hispanoamericano, hijo de la revolución libertadora
de clara orientación iluminista, la base de su formación había
sido la lectura de las obras canónicas de la cultura europea.
Había estudiado durante su adolescencia los clásicos de la
cultura griega y romana de la antigüedad, y hecho estudios
bíblicos junto a sus tíos sacerdotes. Estudió después
los movimientos literarios de su siglo, particularmente
el romanticismo, y su producción filosófica, histórica y
política. Conocía parcialmente la producción literaria
reciente de las nuevas repúblicas hispanoamericanas y de
Estados Unidos. Leía sobre pedagogía, una de las materias
en que se sentía más capacitado, y derecho constitucional.
Tenía conocimientos de retórica y gramática. 62
Sarmiento escribía en la prensa chilena con versatilidad
sobre una variedad de temas. Publicaba notas sobre política
contemporánea, hacía crítica de teatro, comentarios
de libros y crónicas de costumbres de ciudades, tipos
humanos y fiestas populares (Verdevoye, Domingo
Faustino Sarmiento 107-25). Presentaba en sus artículos
argumentaciones originales y persuasivas, comunicaba
sus ideas a los lectores de manera convincente y amena,
procurando al mismo tiempo dejar alguna enseñanza
útil. Esa escuela periodística sería para Sarmiento la base
sobre la que fue desarrollando su incisivo y polémico estilo
ensayístico, y se formó como “escritor público”, como lo
llamara William Katra (Domingo Faustino Sarmiento: Public
Writer), y como “publicista” que “escribía opinando”, como
lo definiera Paul Verdevoye (Domingo Faustino Sarmiento,
educar y escribir opinando 1839-1852).
Marcados por el exilio y la experiencia de la dictadura
de Rosas en la Argentina, Sarmiento y los jóvenes
intelectuales antirrosistas de su generación, Esteban
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Autodidacto, sus lecturas eran diversas: en Recuerdos de provincia cita el
papel providencial que había tenido en su formación intelectual la biblioteca de
su amigo Quiroga Rosas, gracias a la cual había podido leer obras de Villemain,
Schlegel, Jouffroi, Lherminier, Guizot, Cousin, Tocqueville, Leroux y Didier (285).
En sus crónicas periodísticas tempranas publicadas en Chile en El Mercurio y El
Progreso, cita a destacados autores que leía su generación, entre ellos Larra,
Voltaire, Cervantes, Victor Hugo, Fray Luis de León, Milton, Boileau, Shakespeare,
Esopo e Iriarte. También leía a sus compañeros de generación: Alberdi, López,
Mitre, Echeverría, Ascasubi, Mármol. Tenía una formación cultural amplia y
heterogénea, que iba de la filosofía y la gramática, a la historia y la literatura.
62
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Echeverría, Bartolomé Mitre, Juan B. Alberdi, Vicente F.
López, Juan María Gutiérrez, José Mármol, creyeron en la
necesidad de fomentar y desarrollar una cultura nacional
propia, liberal, progresista y moderna (Katra, “Sarmiento
frente a la Generación de 1837” 536-8). Los artículos que
publicara el joven Sarmiento en El Progreso, en la sección
de folletines, en mayo de ese año y que luego recogería
como libro en Facundo Civilización y barbarie, hoy su obra
más admirada, fueron su primera contribución orgánica
a ese proyecto. Introdujo allí temas sobre los que aún no
había una bibliografía coherente: los problemas políticos
contemporáneos de Argentina, el sentido de la nueva cultura
nacional, la historia política a partir de la independencia
y las guerras civiles, el programa político de los jóvenes
intelectuales liberales, sector al que él pertenecía. Cuando
llegó a Montevideo, en la primera etapa de su viaje, estaba
apareciendo en el periódico El Nacional una selección
del Facundo, y durante su visita a Francia el libro recibió
una reseña favorable en la Revue de Deux Mondes, que se
transformó en su carta de presentación intelectual y le fue
labrando un justo prestigio de escritor.63
Sarmiento organizó sus crónicas de viajes, que luego
publicaría en 1849 en dos volúmenes con el título Viajes
en Europa, África y América, como una serie de cartas,
dirigidas a amigos personales de Chile y Argentina. Las
escribía luego de visitar cada ciudad importante y antes
de salir para su próximo destino. Son crónicas en las que
notamos espontaneidad y apasionamiento. El informe de
educación lo redactó al regresar a Chile, y observamos en
él posiciones más mesuradas, presentación de abundante
información y juicios más objetivos, que tratan de instruir
al lector sobre el tema. En las cartas de viaje Sarmiento
nos da un punto de vista personal ante lo que observa. No
deja fuera sus opiniones, ni sus prejuicios, ni su partidismo
político liberal antirrosista. A pesar de las simpatías de
Sarmiento por la cultura europea, observará con agudeza
los conflictos sociales y las contradicciones culturales, y
podrá más su espíritu crítico y su instinto periodístico
que su admiración por el viejo continente.
Analiza minuciosamente los lugares que recorre: la
capital uruguaya primero, luego la brasileña, después
las ciudades que visita en Francia, España, Argelia,
Italia, Suiza, Alemania y los Estados Unidos. Pasa de la
descripción de los lugares a la interpretación personal
de su cultura, y al análisis de la situación política. Esta
última tiene un interés predominante en los sitios en que
Sarmiento buscaba presentar un mensaje político afín a
sus intereses partidarios, como es el caso de Montevideo,
París y Roma. (Es curioso que no enviara carta sobre su
visita a Londres y otras ciudades de Inglaterra, ya que
A pesar que escribió su obra en el lapso de unas pocas semanas, Sarmiento
investigó sus temas con buen criterio, dentro de la bibliografía que disponía en
su época. El asunto era original y muy poco había sido escrito sobre el mismo.
Interpreta los eventos contemporáneos y da argumentos sólidos. Maneja con
maestría el análisis político y cultural, y propone interpretaciones sociológicas
impactantes. Observa los sucesos políticos con gran sentido crítico, desde una
perspectiva liberal y progresista, y propone su propia utopía de redención social
para su pueblo. Sarmiento mantiene en sus opiniones un criterio independiente
y procura no ser un mero imitador de los grandes pensadores contemporáneos.
Considera necesario hablar a partir de su espacio y de su tiempo, y ese sentido del
lugar y del desarrollo histórico impregna las páginas más logradas de su obra.
63
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
permanece en este país durante un mes y medio, antes
de salir a Estados Unidos). En otros casos, como en su
análisis de España, la descripción se transforma en un
juicio lapidario contra la decadencia social que observa.
Durante el recorrido por Estados Unidos, donde
su visión es más completa y panorámica, Sarmiento,
inspirado por el ejemplo del libro de Tocqueville,
La democracia en América, trata de profundizar su
comprensión de un experimento político único en el
mundo: la transformación de un país colonizado en una
república independiente, pujante y liberal, con enormes
posibilidades de crecimiento económico y comercial. Era
una sociedad de vanguardia en esos momentos, en que los
países europeos sufrían bajo el yugo de las monarquías
restauradas, y se avecinaba la crisis revolucionaria de
1848. Las sociedades europeas parecían estar al borde
del agotamiento, mientras Estados Unidos era una
sociedad nueva y, más importante, un influyente modelo
para las repúblicas hispanoamericanas, que sufrían bajo
las dictaduras militares y las guerras civiles, esperando
la ocasión de restablecer las leyes, para crear sociedades
modernas y, confiaba Sarmiento, liberales.
En cada una de las cartas, Sarmiento expone a sus
lectores (digo lectores en plural, porque si bien tienen un
destinatario concreto, poseen un segundo destinatario
virtual: el público lector de la prensa periódica donde las
publica) hechos salientes de la historia de cada sociedad
sobre la que escribe. Les da detalles de los principales
rasgos físicos y geográficos de la región, describe la vida
urbana, analiza las obras de arte, critica e interpreta la
situación política del país, describe costumbres o modos
de conducta que considera representativos y sintomáticos,
y trata de determinar el grado de conciencia pública que
existe, tanto en gobernantes como el gobernados. Ese
es su modo general de aproximarse a su materia, pero
el contenido y la forma de describir varían mucho entre
carta y carta, según su reacción ante los eventos que vive
en cada país, y según el preconcepto que tenía de cada
sociedad al ingresar en el país. Su militancia política
liberal guía sus observaciones: la defensa de las libertades
cívicas, el libre comercio, y los derechos de la civilización
que, considera, debe extender su influencia sobre los
pueblos bárbaros.
Aprovecha cada oportunidad que tiene durante su
viaje para conocer argentinos y extranjeros que puedan
influir en el proceso político de su patria. En Montevideo
conoce a Florencio Varela, y en París visita al General San
Martín. Se entrevista con el ministro francés Guizot, que
apoyaba al régimen rosista, y procura, sin éxito, hacerle
cambiar de opinión (Katra, “Rereading Viajes” 89).
Inglaterra respaldaba a Montevideo en su guerra contra
las fuerzas rosistas que sitiaban la ciudad y, si bien Francia
en un primer momento había participado en la guerra,
retiró luego su apoyo. A pesar de esto, muchos soldados
franceses permanecieron en Montevideo defendiendo la
ciudad.
Su visita a Europa, en un sentido metafórico, comienza
en Montevideo, ya que la ve como el lugar donde los
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
liberales experimentan sobre las posibilidades de
extender la cultura europea en América. Estos liberales
son argentinos, como el General Paz, uruguayos como
Lamas, y europeos, como Garibaldi que, al frente de
la legión italiana, participa de la defensa de la ciudad
sitiada. Sarmiento asume una posición internacionalista,
y desconfía de aquellos que, como Rosas, invocan el
americanismo para justificar una política que él considera
retrógrada, porque ataca los principios de la “civilización”.
Llega a Montevideo luego de que el barco que lo
transportaba desde Valparaíso se detuviera brevemente
en la isla de Más Afuera, en el Océano Pacífico. Allí pudo
conocer a varios hombres solitarios que, como Robinson
Crusoe, vivían en la isla, después de haber sobrevivido un
naufragio. Sarmiento no había estado nunca en Buenos
Aires, era su primera visita al Río de la Plata, y narra
con admirable detalle lo que observa desde el barco al
aproximarse a la península donde está Montevideo. La
ciudad estaba sitiada por las tropas de Rosas, al mando
del General uruguayo Oribe. Oribe había sido electo
presidente de Uruguay antes de la guerra, y depuesto del
gobierno por la fuerza en 1836 por el General Fructuoso
Rivera, su rival político. Rosas apoyó a Oribe, que puso
sitio a la ciudad iniciando la Guerra Grande. El hecho de
que Oribe hubiera sido electo Presidente daba legitimidad
a la guerra, al ser el Presidente derrocado el que ponía
sitio a la ciudad.
La intervención de Francia e Inglaterra en los conflictos
de la zona (si bien Francia, que bloquea el puerto de
Buenos Aires en 1838, se retira del conflicto en 1840),
representaba una amenaza potencial para los países
del Río de la Plata.64 Inglaterra afirmaba que no tenía
pretensiones territoriales en la región en caso de triunfar
en sus propósitos, pero era una potencia imperialista en
pleno proceso de expansión. Había ocupado en la zona las
Islas Malvinas, que pertenecían a Argentina, y resultaba
amenazante y peligrosa su presencia para estos países
recientemente independizados y con fuerzas militares
de defensa muy limitadas. Los liberales argentinos, como
Sarmiento y Florencio Varela, apoyaron la intervención de
Inglaterra, ya que creían que podía contribuir a la caída
del dictador Rosas y querían sacarlo del poder a cualquier
costo. De Montevideo había salido en 1839 la expedición
militar del General Lavalle, que se proponía levantar en
armas la campaña de Buenos Aires y derrocar al gobierno
de Rosas. La expedición fracasó, le costó la vida al General
Lavalle y llevó al recrudecimiento de la política represiva
de Rosas contra los opositores a su régimen.
Cuando llega Sarmiento a Montevideo en 1845, la
defensa de la ciudad desde el mar estaba en manos de
un comandante británico, el Comodoro Purvis, a quien
Sarmiento presenta como un héroe altruista y un caballero
(35-6). El comandante de la legión argentina era el Manco
— 450 —
En 1845 una armada de fuerzas inglesas y francesas trató de forzar al gobierno
de Rosas a abrir la navegación de los ríos interiores en Argentina. En noviembre
de ese año se entabló una batalla en la Vuelta de Obligado, sobre el Río Paraná,
donde triunfó la flota anglofrancesa.
64
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Paz, el enemigo acérrimo de Rosas, que había logrado
escapar de la prisión que le impusiera este en Buenos Aires
y había retomado sus servicios a la vieja causa unitaria.
Sarmiento había hablado muy favorablemente de Paz en
el Facundo, puesto que era el único General que había
logrado derrotar en dos ocasiones a Quiroga (217-19).
Sarmiento lo consideraba un estratega, un hombre culto,
que había recibido una educación liberal, y depositaba
en él su confianza para una futura guerra que pudiera
derrocar al tirano.
Describe la vida cotidiana en la plaza sitiada, las
operaciones de defensa, y las crueldades de la lucha.
Cuenta cómo los sitiadores, cuando tomaban prisioneros,
los traían por la tarde frente a las murallas para
degollarlos, mientras se burlaban de ellos y tocaban “La
Resbalosa”. Estudia la composición social de los grupos
que viven en Montevideo, transformada en laboratorio
de la política progresista liberal. La mitad de sus
habitantes son europeos, particularmente franceses e
ingleses inmigrantes, y son los responsables del progreso
material de la ciudad, que está en pleno auge a pesar
del sitio impuesto. La inmigración europea, considera
con optimismo, contribuye al inmediato desarrollo de
la civilización urbana, el comercio, el periodismo, la
educación. Registra el crecimiento de los comercios, la
construcción de viviendas, las obras públicas, proyectos
todos monopolizados por los inmigrantes, que poseen
el capital y saben qué hacer con él (25-8). En oposición,
a los montevideanos y gauchos uruguayos los presenta
como gente indolente, vagos que pierden el tiempo y son
incapaces de producir nada (29). Sarmiento analiza el
progreso social de acuerdo a su tesis, que ve a la sociedad
dividida en civilizados y bárbaros.
Conoce a los integrantes de la influyente colonia de
intelectuales argentinos antirrosistas exiliados allí:
Echeverría, Florencio Varela, Ascasubi, Mitre, Alsina,
Cané, Vélez, varios de los cuales tendrían una destacada
actuación en la vida política y cultural de su patria a
la caída del dictador. Comenta con admiración la obra
gauchesca de Ascasubi, y la poesía de Echeverría, al que
llama el poeta de la “desesperación” (55). En su siguiente
destino, Río de Janeiro, tendrá oportunidad de conocer al
General uruguayo Fructuoso Rivera, el rival de Oribe y de
Rosas, al que describe como un caudillo pedante y bruto,
sorprendiéndole que un personaje tan tosco pueda tener
poder político, y ve al joven poeta José Mármol, que ya era
el autor de El peregrino, y pocos años después escribiría la
gran novela histórica de la época rosista, Amalia (76-8).
Sarmiento zarpa finalmente para Francia. Su barco
llegará a Le Havre a principios de mayo de 1846. En la carta
que escribe a Carlos Tejedor manifiesta la alegría que sintió
al aproximarse al suelo francés. Se expandía su espíritu, la
cultura francesa le era familiar. Se había formado leyendo
libros franceses, estudiando a sus pensadores (81-2). Pero
Sarmiento no es un contemplador pasivo, y todo lo analiza
con sentido crítico. Su primera impresión del puerto de Le
Havre es pobre, y expresa su desencanto. Dice que Europa
le parece una “triste mezcla de grandeza y de abyección,
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
de saber y de embrutecimiento”, porque combina lo que
al hombre lo eleva y lo degrada (94). Es la Europa de la
Restauración monárquica la que visita, y pronto tendrá
sus primeros choques con la política francesa.
Hace el trayecto de Le Havre a Ruán en barco, navegando
por el río Sena. Describe las villas y monumentos que ve
sobre la costa, evocando leyendas y sucesos históricos del
país. Al llegar a Ruán visita su catedral, y siente al caminar
por sus calles y ver sus monumentos el legado vivo de la
Edad Media. Su viaje le trae a la memoria escenas leídas en
obras de la literatura romántica francesa, tan admirada
en Hispanoamérica (104). Recuerda al lector el cambio
que trajeron al pensamiento moderno los filósofos de la
Ilustración, que reemplazaron la religión por la Razón
(105). Después del triunfo de la Revolución, Napoleón
organizó su Imperio, y a su caída los países vencedores
restablecieron la monarquía. El Rey Luis Felipe, que
gobernaba Francia en esos momentos, buscaba, considera
Sarmiento, como Rosas en Argentina, restaurar el pasado
(106).
Toma en Ruán el tren que lo lleva a París. Las primeras
páginas de la carta sobre París las dedica a describir la
ciudad y su cultura (Sorensen 113). Nota el hábito de
los franceses de pasearse y disfrutar de su ciudad, que
llama “flanear”, creando un neologismo con la palabra
francesa, ya que, explica, es realmente intraducible, no
hay un concepto similar en la lengua castellana (111).
Habla de la curiosidad infinita de los franceses, de su
amor por la cultura y la literatura (114). Pronto llega al
tema contemporáneo que más lo apasiona: la política.
Criticará al Rey conservador y a su ministro de Relaciones
Exteriores, el historiador Guizot (118). Guizot, con el
que se entrevistará, considera a Rosas un gobernante
“moderado” (119). Sarmiento expresa su frustración ante
la imposibilidad de convencer al gran historiador que, en
su opinión, no comprende la política del Río de la Plata.
En cambio, apoya a Thiers, liberal opositor que tiene un
debate en el senado con Guizot, que Sarmiento presencia y
comenta en su carta. A Thiers, a quien también entrevista,
lo describe como a un héroe liberal. En el debate triunfa
Guizot, que cuenta con el respaldo político de la mayoría.
Sarmiento acusa a Guizot de ser un político
reaccionario, que intenta detener el progreso social.
Censura la corrupción del sistema político, dominado por
intereses mezquinos (131). Las minorías liberales eran
las víctimas de un gobierno monárquico “vergonzoso”. La
vida francesa resultaba contradictoria: una gran cultura,
gobernada por un rey que no velaba por el bienestar de
su pueblo. La democracia no había logrado penetrar en
su suelo, se mantenían los viejos privilegios. Observa el
abismo que separa a la sociedad privilegiada de las elites
del pueblo pobre.
La gran Revolución Francesa no había dado los frutos
que se esperaban. Había, para él, un paralelo evidente
entre el proceso político de Francia, donde gobernaba
una monarquía conservadora, y el proceso argentino, en
que Rosas defendía una política “colonial” y antiliberal.
Sarmiento condena tanto a Rosas como al gobierno del
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
Rey Luis Felipe. Se despide de París describiendo con
optimismo sus espectáculos populares: el hipódromo y
los bailes, donde confraternizan individuos de diferentes
extractos sociales. Observa también cómo en las calles de
la gran ciudad se relacionan y conviven las clases altas y
las clases bajas (141)
Sarmiento muestra admiración, durante su recorrido,
por las obras de arte europeas, sus escritores e
intelectuales, representantes de una “civilización” que
se ha extendido por el mundo, pero critica la política
contemporánea, y juzga con dureza la incapacidad de los
gobiernos para llevar a la práctica una política democrática
que consiga elevar el nivel de vida de las masas pobres.
Ve privilegios y miseria en Francia y los otros países
europeos. Este contraste lo entristece, se da cuenta que
no son sociedades justas. Hay una gran distancia entre el
brillo de su cultura y las realidades de la vida cotidiana
del pueblo. Estos países aún no han alcanzado un estado
óptimo de desarrollo. El proceso revolucionario iniciado
a fines del siglo XVIII y continuado a principios del siglo
XIX se interrumpió al restablecerse las monarquías en
Europa, después de la caída de Napoleón. Sólo en América
podrá observar una sociedad que él considera está a la
vanguardia del progreso: Estados Unidos. Esta había
logrado implementar todos los cambios sociales que
prometía la revolución republicana burguesa: libertad
de comercio, de asociación, de prensa, de trabajo, de
circulación, de religión. La práctica de esa política había
llevado a Estados Unidos a una transformación real,
mientras en Europa los efectos de la revolución social
eran parciales e incompletos: Europa se resistía a dejar de
lado los privilegios de su etapa monárquica.
Sarmiento encuentra pocos signos de política
liberal: Europa está dominada por gobiernos contrarevolucionarios (Botana 106). Cuando visita el Estado del
Vaticano, se alegra y celebra la elección del nuevo Papa,
que había vivido de joven dos años en Chile, conocía la
política hispanoamericana, y había iniciado su gestión
papal declarando una amplia amnistía de presos políticos.
Dado que Italia era una serie de reinos aún no unificados,
la política conciliadora del Papa prometía un acercamiento
a una posición más liberal, que podría favorecer la
unificación de la península (298-308). Sarmiento critica
severamente la represión política y persecución de los
opositores llevada a cabo en el Estado del Vaticano bajo
el Papa anterior. Describe con admiración los tesoros
artísticos que visita en Roma, Venecia y Florencia,
mostrando los estudios que había realizado sobre el arte
renacentista y religioso. Al mismo tiempo, lamenta la
miseria y la indolencia del pueblo italiano, al que describe
como un pueblo de mendigos.
En su viaje por España no ve nada que considere
progresista, su prejuicio contra ese país es visceral
(Benítez 725-8). Reconoce, en la carta en que lo describe,
dirigida a su amigo Victorino Lastarria, joven y destacado
intelectual chileno, su poca objetividad, su antagonismo
contra el antiguo amo colonial de su patria. Dice que fue a
hacerle un “proceso verbal”, y presentar una “acusación”
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
como “fiscal reconocido” (184). Sarmiento rechaza las
costumbres de su gente, considera bárbaros sus hábitos
de vida. Los españoles muestran su naturaleza ruda en la
manera como tratan a los animales, sean estos caballos de
tiro o toros de lidia. El pueblo goza de la crueldad y de los
espectáculos sangrientos. En su concepto, no ha habido
evolución en el país desde el Renacimiento, y la España
de ese momento es la misma que era en la época de la
“Inquisición y Felipe II” (185). Igualmente agreste y brutal
es el paisaje, seco y rocoso. Critica a los viajeros franceses
que ven a España como un país colorido y romántico, y
celebran lo primitivo y bárbaro. La narración llega a su
clímax durante la celebración de las bodas reales. Es un
momento de despilfarro, en que se codea la abundancia
de la aristocracia con la miseria del pueblo. Las fiestas
culminan con una corrida de toros en homenaje a las
bodas, que describe como una celebración popular brutal
y macabra, aunque no desprovista de colorido y belleza
estética.
Sarmiento no solo censura el carácter del pueblo español,
sino que critica su incapacidad creativa. Considera que su
cultura contemporánea es derivada, reflejo de la cultura
francesa, sin originalidad, producto de la imitación. En su
concepto no hay en España en esos momentos escritores
de valía en ninguno de los géneros literarios. Cree que “el
pensamiento está muerto” (214). Prueba de esto es que
lo que se publica allí sobre la cultura española son obras
traducidas de autores extranjeros en su mayor parte.
Encuentra deprimente su visita al Escorial, un palacio al
que considera bárbaro y producto del espíritu escolástico
de Felipe II. Hace reflexiones morales condenando la
decadencia española y sus costumbres. El espíritu cruel e
inquisitorial del pueblo reaparecerá en las guerras civiles
de Hispanoamérica (208).
Sarmiento se muestra más benévolo en su visita a
Suiza. Allí, cree, el gobierno ha sabido ennoblecer al
hombre. Al entrar a Suiza, desde Italia, lo acompañaba
el recuerdo de los pueblos miserables y atrasados que
había visitado, poseedores, paradójicamente, de las
grandes obras de arte que había creado la imaginación en
épocas pasadas. En Suiza observa un pueblo trabajador,
industrioso, digno. La asociación política de los cantones
le parece poco coherente, una “olla podrida”, pero
admira su gran bienestar (364). Y explica qué entiende
él por civilización; dice: “…la civilización de un pueblo
solo puede caracterizarla la más extensa apropiación
de todos los productos de la tierra, el uso de todos los
poderes inteligentes y de todas las fuerzas materiales, a la
comodidad, placer y elevación moral del mayor número de
individuos” (363). Es un concepto pragmático, asociado
a las ideas de productividad y trabajo. Describe luego
brevemente su travesía por Alemania. Recorre Munich y
Berlín. Allí puede meditar sobre el tema de la emigración,
al ver que muchos alemanes emigraban a Estados Unidos.
Su sueño era atraer esa emigración hacia Sudamérica.
Durante su visita a los Estados Unidos, Sarmiento
reconoce que se trata de un país dedicado a crear la
felicidad práctica para la mayor parte del pueblo. Se
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
estaba llevando a cabo allí un modelo de desarrollo ideal
para una nueva república democrática, y era el que mejor
podía adaptarse a una república hispanoamericana. El
mundo político europeo era ajeno en esos momentos a la
realidad del Nuevo Mundo, no podía ser un ejemplo para
Argentina. Europa aún no había resuelto el problema
político de su propia unidad. Italia era un mosaico de
reinos. Las monarquías restauradas habían vuelto
atrás el reloj de la revolución republicana. Poco tiempo
después estallarían los movimientos revolucionarios de
1848, que pondrían en crisis a las monarquías europeas.
Estados Unidos, en cambio, había creado una república
federal que se mantenía unida, y expandía su territorio.
Mantenía la unidad dentro de la pluralidad. Había libertad
y tolerancia. Libertad política, libertad religiosa, libertad
económica. Modernización industrial. Tenía libertad de
imprenta y una vigorosa política de educación popular.
Además, los norteamericanos eran un pueblo original,
habían desarrollado sus propias costumbres y formas de
sociabilidad. Incorporaban la cultura europea, pero no de
manera servil, sino reinterpretándola. Era obvio para él
que, en unas pocas décadas, Estados Unidos sobrepasaría
con su pujanza industrial el desarrollo económico
europeo. Eran grandes empresarios e inventores, estaban
desarrollando un sistema de comunicación ferroviaria
superior al europeo, y tenían una excelente flota marítima
y fluvial (Pérez 30-51).
A pesar de las contradicciones que había observado
en las culturas europeas, y de las diferencias entre estas,
entiende que tanto los países europeos como Estados
Unidos son capaces de extender su civilización más allá de
sus fronteras (Matsushita 168). Cuando recorre Estados
Unidos aprueba la expansión de los pioneros del Este y
el Medio Oeste hacia Oregón y otros territorios sobre la
costa pacífica, y no critica la guerra de intención imperial
que Estados unidos había emprendido contra México (que
culminaría con la derrota de este país y la ocupación de
la mitad de su territorio, que pasaría a manos de Estados
Unidos luego del tratado de Guadalupe Hidalgo, en 1848).
Durante su visita a África también había defendido la
expansión colonial francesa en Argelia. Portando cartas
de recomendación para su gobernador militar, Sarmiento
visitó ese país, que había sido colonizado a principios del
treinta por el gobierno francés. Consideraba a la cultura
árabe expresión de la barbarie, tanto por su religión
como por sus costumbres y forma de vida, y creyó que la
colonización francesa traería la civilización al país (2414). Describe con admiración los adelantos que los colonos
introducían en Argelia, y critica la cruenta guerra de
defensa que les hacían las tribus árabes. En su opinión era
derecho de la cultura más avanzada imponerse sobre la
más débil. La tierra debía ser de quien la trabajara, y sería
positivo, para él, que Francia afianzara su dominación en
tierra musulmana (252). El argelino, creía, era un pueblo
bárbaro, primitivo, tribal, resistía el progreso y odiaba a
los europeos. Sarmiento compara el Sahara con lo que él
imaginaba era la Pampa, que aún no había visitado. Allí
medita sobre la despoblación, que afectaba a la Argentina,
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Novela y poesía en Hispanoamérica
Alberto Julián Pérez
y la necesidad de tener una política inmigratoria para
poblar el país. Dada la situación de pobreza de las masas
europeas era perfectamente posible atraerlas al suelo
americano, como ya estaba ocurriendo en Estados Unidos,
donde los inmigrantes europeos llegaban por cientos de
miles (273).
Durante su visita a Europa, África y América,
Sarmiento interpreta las sociedades que recorre
valiéndose de su teoría, presentada en Facundo, sobre la
lucha entre la civilización y la barbarie. Empleando esos
conceptos juzga el progreso o el atraso de los pueblos
que visita, y comprueba que el desarrollo europeo es
desigual y heterogéneo. Su recorrido le permite observar
directamente el resultado de la política monárquica
restauradora en Europa y, si bien mantiene su admiración
hacia la cultura artística e intelectual europea, se da cuenta
que esta no necesariamente va de la mano con la cultura
política y, peor aún, con la educación popular. Los gobiernos
de España, Italia y aún Francia han dejado abandonado al
pueblo, que carece de educación y de trabajo. Avasallan
sus derechos políticos y los excluyen del banquete del
progreso. El pueblo árabe está aún en peores condiciones.
Sarmiento compara a los árabes con los gauchos de la
pampa: los considera indolentes, ignorantes, agresivos, e
irrecuperables para las tareas de la civilización.
En Estados Unidos descubre un modelo de país nuevo,
que, confiaba, podría ser imitado por Argentina que, al
igual que ellos, necesitaba tener instituciones estables,
una constitución liberal, libertad de comercio y de prensa,
libertad de cultos, libre navegación de los ríos y buenas
comunicaciones viales, un sistema de educación popular y
pujanza económica (Pérez 34-5). Argentina debía ampliar
las fronteras, asimilando los territorios ocupados por los
indígenas, y atraer inmigrantes europeos. Llevar a cabo un
proceso de transculturación inteligente, en que se adaptara
la cultura europea a las necesidades, a la naturaleza y a la
nueva idiosincrasia del pueblo sudamericano.
Después de su viaje Sarmiento es menos eurocéntrico
que antes. Se ha vuelto pro-norteamericano. Entiende
que América vive una realidad diferente a la de Europa y
tiene que ser capaz de producir su propio modelo social.
Su afán utopista lo lleva a dudar de la capacidad del pueblo
argentino para realizar esta empresa. Para alcanzar los
grandes fines de la modernidad propuesta por las ideas
liberales de su época cree necesario poblar las pampas
con inmigrantes europeos y, si es posible, también
norteamericanos.
Para él la civilización estaba empeñada en una lucha
a muerte contra las fuerzas retardatarias de la barbarie.
El objetivo del intelectual moderno era ayudar a que
triunfaran en la historia las fuerzas del progreso a escala
continental e internacional. Los países republicanos debían
extender su revolución porque sus principios tenían valor
universal. El concepto de civilización era intercontinental.
En esos términos Sarmiento entendió la historia de su
época y actuó en el periodismo, la educación y la política
de manera consecuente con sus ideas.
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Novela y poesía en Hispanoamérica
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Matsushita, Marta Peña de. “La formación del Estado
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