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Funciones subjetivadoras del diminutivo
en el habla de Madrid
Florentino Paredes García
Universidad de Alcalá
1.
Introducción
El diminutivo es uno de los primitivos universales de la gramática, que se
realiza de forma diferente en cada lengua en función del repertorio de recursos morfológicos disponibles (Jurafsky 1996). El español se caracteriza
por expresar de forma sintética el contenido semántico asociado al diminutivo, utilizando para ello variantes sufijales que pueden adquirir valores
diversos. Delimitar los valores semánticos asociados al diminutivo se ha
convertido en uno de los aspectos de más interés y de más vivo debate,
posiblemente debido a lo que Náñez Fernández (1973: 379) denomina el
«carácter funcionalmente camaleónico» de los diminutivos.
El objetivo de este capítulo es describir cómo se usa el diminutivo en
la comunidad de habla madrileña, atendiendo en especial a las funciones
que desempeña. Siguiendo la propuesta de Reynoso Noverón (2005), el
diminutivo puede interpretarse como un recurso mediante el cual el hablante conceptualiza la realidad y presenta su visión subjetiva de ella al
interlocutor. Esta subjetivación, a su vez, puede cumplirse en diferente
grado, dependiendo del tipo de relación que el hablante establezca entre la
entidad disminuida y el prototipo de la categoría semántica.
El capítulo está organizado de la siguiente manera: en primer lugar,
se describen algunos trabajos relacionados con las interpretaciones que
ha recibido el diminutivo1 y se presentan también las aportaciones que se
han hecho desde el proyecto PRESEEA. Posteriormente, se analizan los
1
Una revisión completa de la bibliografía sobre el diminutivo puede verse en Reynoso
Noverón (1997). También resulta ineludible la consulta de Náñez Fernández (1973).
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Florentino Paredes García
diminutivos que aparecen en las encuestas de los dos corpus PRESEEA
de Madrid. El análisis se hace mediante dos recuentos de los datos: en el
primero se consideran todos los casos de diminutivo presentes en las encuestas; en el segundo, se consideran solo a los casos de diminutivo no
lexicalizado contenidos en los primeros 45 minutos de las encuestas. Con
el primer recuento (corpus general) se presentan las variantes del sufijo y se
analizan las funciones que cumple el diminutivo en la comunidad de habla
y las específicas de cada una de las variantes sufijales. Mediante el segundo recuento (corpus restringido), es posible realizar análisis de segmentos
de tiempo comparables y, por tanto, conocer la variación individual y la
variación asociada a los factores estilísticos y sociales. Los resultados de
los análisis permiten extraer las conclusiones con que se cierra el capítulo.
2.
Estudios previos
La idea tradicional de que la función central o primaria del diminutivo es
la de indicar tamaño pequeño fue duramente rebatida por Amado Alonso
en 1935 (Alonso 1974), para quien lo esencial del diminutivo es el aspecto
emocional o afectivo que lleva asociado, ya sea en relación con la valoración de las cosas nombradas, ya sea en la intención de actuar sobre el
interlocutor incrementando la cortesía o sirviéndose por ejemplo de la ironía2. Propone el siguiente esquema clasificatorio de los valores estilísticos
asociados al diminutivo (1953: 187-188):
1.
2.
2
Hacia el objeto nombrado:
a. Nocionales
b. Emocionales
c. De frase o expresión del temple
d. Estético-valorativos
Hacia el interlocutor:
a. Afectivo-activos
b. De cortesía
c. Efusivos
Esta tesis de Alonso ha sido aceptada casi unánimemente, a pesar de algunas opiniones
en contra (cf. Fernández Ramírez 1962).
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3.
119
Hacia ambos a la vez:
a. Representaciones elocuentes
Esta clasificación ha sido muy difundida y ha tenido un amplio seguimiento, a pesar de la heterogeneidad que presenta y del hecho de que algunos
valores estilísticos no estaban claramente definidos (vid. Zuluaga Ospina
1970, Náñez Fernández 1973).
En la Nueva gramática de la lengua española (RAE y Asociación de
Academias de la Lengua Española 2009: 651-656) también se reducen a
tres las interpretaciones semántico-pragmáticas asociadas a los diminutivos: como expresión de la disminución de tamaño del referente, como
elemento atenuador del efecto que pueda producir el enunciado y como
elemento que intensifica o incrementa la cualidad expresada por el lexema. Se trata de una clasificación que, aun recogiendo ideas presentes de la
mayor parte de los estudios actuales sobre este sufijo, resulta esquemática
sobre todo en lo que se refiere al análisis de los efectos pragmáticos producidos por el uso del diminutivo.
Desde una perspectiva cognitiva, el diminutivo puede entenderse
como un recurso, vinculado a la situación comunicativa y a las relaciones entre los interlocutores, que le permite al hablante poner de manifiesto su conceptualización acerca de la entidad sobre la que se aplica
el sufijo3. Reynoso Noverón (2005), desde esta perspectiva, entiende el
diminutivo como un fenómeno pragmático de comunicación mediante el
cual el hablante puede intervenir de manera activa en el acto comunicativo, expresando «las relaciones que establece con la entidad disminuida,
con su interlocutor, con el contexto de la enunciación o consigo mismo»
(2005: 80). El diminutivo puede aplicarse a entidades disminuidas referencialmente (función cuantificadora) o a entidades que son evaluadas
subjetivamente por el hablante, poniendo de manifiesto la posición del
hablante/conceptualizador en el acto comunicativo, para valorar o apreciar el evento discursivo. La autora clasifica los valores del diminutivo en
3
Esta visión cognitivista no es nueva: ya está presente en el artículo de Amado Alonso
al considerar que «el diminutivo destaca su objeto en el plano primero de la conciencia. Y esto se consigue no con la mera referencia lógica al objeto o a su valor, sino
con la representación afectivo-imaginaria del objeto» (Alonso 1974: 163). La importancia de la relación entre los interlocutores y el estilo en el uso del diminutivo goza
también de una larga tradición, como puso de relieve Beinhauer (1968: 238-248) al
vincular el uso del diminutivo al registro coloquial.
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Florentino Paredes García
un continuum de subjetivación que tendría tres grandes funciones pragmáticas4: la cuantificadora, la cualificadora y la relacional. La función
cuantificadora se produce cuando con el sufijo se valora la dimensión de
la entidad disminuida, la función cualificadora cuando lo evaluado son
las cualidades de esa misma entidad y la función relacional cuando se usa
el diminutivo para valorar las relaciones del hablante con la entidad sobre
la que se aplica el sufijo. Dentro de cada una de estas funciones básicas,
se pueden diferenciar funciones secundarias, según recoge el esquema
siguiente (2005: 81):
I.
Valoración Cuantificadora
Valoración con la dimensión de la entidad disminuida:
a. Cuantificadora (uso referencial)
b. Descentralizadora
c. Centralizadora
II. Valoración Cualificadora:
Valoración de las cualidades de la entidad disminuida
a. Negativa
b. Positiva
III. Valoración Relacional
Valoración de las relaciones del hablante con las entidades del discurso
a. Irónica
b. Amortiguadora
c. Respetuosa
Estas funciones, además, podrían situarse en una escala que represente
el grado de subjetivación que supone el uso del diminutivo por parte del
hablante/conceptualizador, que iría desde las funciones en las que el diminutivo tienen un uso más referencial hasta las que suponen una mayor
implicación subjetiva por parte del hablante: Valoración cuantificadora ĺ
Valoración cualificadora ĺ Valoración relacional. Aunque se puede discutir la posición que algunas subfunciones ocupan dentro de esa escala,
4
La vinculación entre el diminutivo y los valores pragmáticos ha sido un argumento
para proponer una nueva disciplina, la morfopragmática, que tendría como objeto el
estudio de la información pragmática asociada a determinados morfemas, es decir, una
disciplina que estudie los casos en que una regla morfológica produce efectos pragmáticos de manera regular (Dressler y Merlini 1994). Coincidente en parte con este
planteamiento, pero adoptando un punto de vista más social, la sociopragmática ha
hecho del diminutivo también uno de sus temas de atención preferente (Bravo 2005).
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121
especialmente la que corresponde a la función «respetuosa» —no bien
definida, por lo demás—, puede considerarse una propuesta de partida.
La autora señala también que los esquemas de las escenas discursivas no
son mutuamente excluyentes, sino que a menudo las marcas de diminutivo
presentan «funciones pragmáticas encadenadas» a una primera lectura: así
un diminutivo puede tener relación entre la pequeñez y el aprecio, entre el
desprecio y la ironía o entre el aprecio y la amortiguación.
La presencia de las variantes del sufijo en cada territorio así como la
frecuencia de uso pueden servir para distinguir y caracterizar variedades
dialectales (Lázaro Mora 1999; RAE y Asociación de Academias de la
Lengua Española 2009: 630-31) y siguen apareciendo trabajos que parten
de datos de la lengua hablada en comunidades de habla concretas (Fontanella de Weinberg 1962; Gómez Capuz 2000: 144-147, Regúnaga 2005).
Para los propósitos de la distinción dialectal ha sido menos frecuente
atender a las funciones que cumple el diminutivo en cada comunidad de
habla, pero no han faltado intentos en este sentido. Así, Company Company (2002) se sirve de la diferencia entre el valor referencial (tamaño)
y el valor relacional (pragmático) observable entre el español peninsular
castellano y el español mexicano para considerar no solo que existe una
isoglosa que separa ambas áreas, sino que llega incluso a postular que «los
distintos comportamientos gramaticales de los dos dialectos estudiados
reflejan visiones del mundo bastante diferentes» (2002: 55). La autora,
basándose en el corpus de Reynoso Noverón (2001), encuentra que el español mexicano usa el diminutivo con valor relacional un 72%, frente al
42% del español peninsular; en cambio, el mexicano lo emplea el 28% de
las veces con valor referencial, frente al 58% del español. Según su hipótesis, los hablantes mexicanos «parecen estar más interesados en hablar de
cómo ellos ven la realidad y no en hablar o describir la realidad misma»
(20002: 67), mientras que los españoles «adoptan preferentemente un plano más objetivo o distante y codifican las entidades atendiendo más a sus
propiedades referenciales» (2002: 67).
En el marco del PRESEEA, han sido varios los trabajos que se han
ocupado de este elemento. En el XVI Congreso de la ALFAL, celebrado
en 2011, Paredes (2012) presentó un trabajo en el que analizaba el uso del
diminutivo en Madrid por parte de los madrileños, atendiendo también a
cómo este elemento puede servir para identificar el grado de integración
sociolingüística de los inmigrantes en la comunidad de acogida. Para el
análisis del sufijo, propone estudiar la posible incidencia de 25 variables
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Florentino Paredes García
en el uso del diminutivo5. El trabajo, basado en 83 encuestas de los distritos de Salamanca y Vallecas, es de carácter preliminar, pero da cuenta
de las variantes del sufijo que aparecen en la ciudad, las bases léxicas a
las que se adjunta, las secuencias discursivas con las que coaparece y una
primera aproximación entre el diminutivo y los factores sociales (sexo,
edad y nivel de instrucción).
Manjón-Cabezas (2012) estudia el uso del diminutivo en la ciudad de
Granada y muestra que en la capital granadina el sufijo más productivo es
illo (N = 606, 46,8%), seguido de -ito (N = 533, 41,1%) y de -ico (N = 157,
12,1%). Observa que en esa comunidad de habla los sufijos presentan una
estratificación social según la cual -ico se adscribe a los niveles bajos educativos y se encuentra en regresión, mientras que -ito avanza en la sociedad
granadina, a través sobre todo de los niveles educativos altos, configurando
así lo que parece ser un cambio desde arriba.
Algunos investigadores ligados al equipo de Monterrey (México)
también se han ocupado de estudiar el diminutivo en las encuestas del
PRESEEA de esa comunidad de habla. Silva Almanza (2011), en su tesis
de maestría, estudia la connotación de los diminutivos en el habla regiomontana y cuantifica los datos según la propuesta de Alonso: hacia el objeto nombrado, hacia el interlocutor y hacia ambos. Su análisis se centra
especialmente en la presencia de estos sufijos en el ámbito temático de la
comida. Concluye la autora que el uso más frecuente es el de lexicalización, si bien, sumados en conjunto los datos, los valores afectivos son los
predominantes. En esta comunidad de habla también han sido analizados
otros aspectos del diminutivo: los valores implícitos, los presupuestos y
los sobreentendidos (Silva Almanza y Rodríguez Alfano 2012), el género
(Silva Almanza 2012), las funciones referencial y afectiva (Silva Almanza
2009) y la función del diminutivo en las narraciones (Reyes Trigo 2014).
5
De las variables propuestas, nueve son de carácter lingüístico (1. Forma del sufijo,
2. Valor semántico-pragmático, 3. Grado de lexicalización. 4. Número de sílabas
de la palabra. 5. Estructura acentual de la palabra base. 6. Reduplicación expresa.
7. Entorno consonántico en la palabra. 8. Entorno en el turno de habla. 9. Asimilación al turno de habla anterior. 10. Categoría gramatical de la base y 11. Difusión
léxica), ocho son de carácter estilístico (12. Especialización. 13. Tipo de secuencia
discursiva. 14. Fuente del discurso. 15. Planificación y grado de espontaneidad.
16. Fase de la interacción. 17. Formalidad (tenor y estatus). 18. Formalidad (tenor
y edad). 19. Formalidad (tenor y proximidad)), y cinco de carácter social (20. Sexo.
21. Edad. 22. Nivel de estudios. 23. Zona de residencia y 24. Origen).
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123
En Caracas, Malaver (2014) basa su estudio en una muestra parcial
del diez por ciento de los casos de diminutivo en las encuestas. La autora clasifica las funciones del diminutivo según la propuesta de Reynoso
Noverón (2005) y pretende verificar si la hipótesis de Company (2002)
se cumple también en la capital venezolana. Del análisis de 789 casos de
-ito e -ico presentes en el habla caraqueña se desprende que los valores
predominantes son los subjetivos, sobre todo cuando la categoría base es
un adjetivo o un adverbio. Otras conclusiones del trabajo son la identificación de un proceso de lexicalización que afecta a la palabra ahorita y
la constatación de la similitud entre las variedades caraqueña y mexicana
en la preminencia de los valores subjetivadores del diminutivo frente a los
referenciales.
3.
Metodología
Para el análisis del diminutivo en la comunidad de habla madrileña, se
ha trabajado con una plantilla de codificación que prevé la posible incidencia de variables lingüísticas, estilísticas y sociales. A la propuesta que
se presentó en Paredes (2012), se han añadido en esta ocasión la variable
lingüística «función» y otras variables surgidas de la posestratificación de
la muestra («clase social», «ascendencia», «origen»), alcanzando de este
modo la cantidad de 30 posibles factores incidentes en el uso del morfema. Además, se han usado ya los dos corpus completos, es decir, las 108
encuestas.
El análisis del sufijo se ha llevado a cabo a partir de dos recuentos de
los datos manejados, que permiten una progresiva aproximación al estudio
de este sufijo en la comunidad de habla madrileña. Como se pretendían
analizar todos los usos, valores y funciones del diminutivo presentes en las
encuestas, en el primero de los recuentos (corpus general) se ha considerado conveniente incluir todas las ocurrencias del sufijo, independientemente
de la duración de las entrevistas. Las únicas restricciones en la selección de
las unidades se han hecho de acuerdo con las siguientes consideraciones:
a.
Solo se han tenido en cuenta los casos de diminutivo en los que existe
la forma sin diminutivo: comillas, carrete, cartilla, cazuela, cerilla,
maletín, pastilla, planeta, etc. Se incluyen los casos de diminutivo
✶✗✙
b.
c.
d.
e.
f.
g.
Florentino Paredes García
aun cuando la relación con el original ya apenas sea percibida por los
hablantes, como ocurre con lenteja, pañuelo, papilla, pasillo, pastilla,
patillas, peseta, puñeta, rodilla, solomillo, tarjeta, etc.
También se han computado los diminutivos en antropónimos, atendiendo a las posibles repercusiones pragmáticas que puede existir al
emplear este recurso, como señalan Brown y Levinson (1987: 103) en
relación con la cortesía.
En cuanto a los topónimos, se conservan los que presentan alternancia con la forma sin sufijo (Pozuelo, Cercedilla, Valdemorillo,
Zarzuela), pero se eliminan los que no presentan esta alternancia
(Sevilla, Orcasitas)
Se han eliminado los casos en los que el sufijo no es diminutivo (azulejo, miedica, caguica, acusica, cf. Zuluaga Ospina 1970: 27-29).
Se han eliminado también los casos en los que no existe la forma sin
sufijo (morcilla, ladrillo) o no funciona como tal en la comunidad de
habla (alcantarilla, chiringuito).
No se han tenido en cuenta los sufijos incorporados a la forma léxica,
ya sea heredada del latín —casos como abeja, abuelo, capilla ‘iglesia’, castillo, cuchillo, novillo, ovillo, etc.—, ya sea procedente de un
extranjerismo —como los galicismos carpeta (< carpette y este del
ing. carpet), casete (< casette), chaqueta (< jaquette), filete (< filet),
galleta (< galette), glorieta (< gloriette), taburete (< tabouret), etc.—.
Por último, y atendiendo a las particularidades que más adelante se
tratarán (§ 4.1), se han incluido en este primer recuento las formas
bonito y bonico y sus variantes de género y número (cf. ManjónCabeza 2012).
Los datos obtenidos en el recuento general, al incluir todos los casos, permitirán observar con precisión qué sucede en Madrid en relación con el
fenómeno objeto de estudio. Pero si se pretende llevar a cabo análisis que
sean representativos de la realidad lingüística, es preciso utilizar unidades
comparables entre sí. Por ello, se ha llevado a cabo un segundo recuento
(corpus restringido) que supone una restricción sobre el corpus general,
atendiendo a los siguientes criterios:
a.
b.
Se han descartado los casos de lexicalización del diminutivo.
Se han seleccionado únicamente los diminutivos que aparecen en los
45 primeros minutos de cada entrevista, que se han subdividido en
tres fases de quince minutos cada una.
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125
Sobre este corpus restringido se han analizado las correlaciones de las
variantes del sufijo y las funciones subjetivadoras en relación con las variables sociales y estilísticas tomadas en cuenta.
En la interpretación de los resultados, se ha considerado el diminutivo
como un recurso del hablante para conceptualizar la realidad, evaluarla y
presentarla subjetivamente. Desde este punto de vista, las funciones del
diminutivo pueden ordenarse en una escala que va desde la máxima objetividad a la máxima subjetividad, tal como propone el Cuadro 1, basado
en la propuesta de Reynoso Noverón (2005), donde se han incorporado
también los casos de lexicalización, que representan el grado máximo de
objetividad en el sufijo.
✰✚✛✜✢✣✤vidad
Lexicalización
No valoración
+Subjetividad
Cuantificadora
Descentra- Centra- Positiva Negalizadora
lizadora
tiva
Valoración
Valoración
cuantitativa
Cualificadora
Amorti- Irónica Respeguadora
tuosa
Valoración
Relacional
Cuadro 1. Escala de subjetividad del diminutivo
4.
Análisis del corpus general
4.1
Variantes del sufijo
En Madrid hemos encontrado 3868 casos de diminutivo, que se distribuyen en ocho variantes: -ito, -illo, -ete, -ico, -uelo, -in(o), -ejo, -uco, con sus
respectivas variaciones de género y número6. Coincidiendo con la mayor
6
El número máximo de sufijos que se aplica a una base es de cuatro, situación que se
ha encontrado en dos unidades: chaval, que presenta la alternancia entre chavalito,
chavalillo, chavalete y chavalín, y chico, con las variantes chiquillo, chiquito, chiquitín y chicuco (aparte de otros fenómenos intensificadores, como la reduplicación
o la inserción de infijos de valor expresivo: chiquitillo, chiquitito, chiquirritín). La
alternancia de tres sufijos sobre la misma base la hemos encontrado en once palabras:
cachito, cachillo, cachete; minutito, minutillo, minutejo; poquito, poquillo, poquitín;
rubito, rubiejo, rubiete. En 96 bases se produce la alternancia de dos sufijos y en 565
la presencia del sufijo es única.
✶✗✥
Florentino Paredes García
parte del mundo hispano (RAE y Asociación de Academias de la Lengua
Española 2009: 631), en Madrid se prefiere claramente la variante -ito,
que aparece en 2430 ocasiones y ocupa el 62,8% del espectro. El siguiente
sufijo en frecuencia de uso es -illo, presente en 740 ocasiones y con una
franja porcentual del 19,1%. En tercera posición está -ete, con 368 ocurrencias y un porcentaje del 9,51%. Del resto de variantes sufijales los
porcentajes de uso apenas son relevantes: -ejo aparece en 139 ocasiones
(3,6%), -in(o) en 112 (2,9%), -uelo en 67 (1,7%), -ico en 11 (0,3%) y cierra la lista -uco, que solo aparece una vez en las encuestas.
La situación es diferente si se atiende al grado de lexicalización que
presenta la forma sufijada. La lexicalización es un mecanismo habitual en la
lengua que, para el caso del diminutivo, se relaciona con el hecho de que el
sufijo sea transparente a la interpretación o no (RAE y Asociación de Academias de la Lengua Española 2009: 635). La interpretación de casita puede
extraerse de casa + ita, donde el sufijo tiene un valor autónomo que se añade al del lexema sobre el que actúa, pero la interpretación de casilla no se
deduce del contenido del sufijo. Por eso, en el diccionario los casos de sufijo
no lexicalizado, como casita, no se incluyen, mientras que los de lexicalización, como casilla, tiene su propia entrada. La lexicalización termina cuando el término se especializa semánticamente, de tal manera que se puede
oponer entre unidad léxica y unidad sufijada. Algunos ejemplos de este tipo
de oposición en Madrid son tortilla/tortita; bolsillo/bolsito; cocinillas (ser
un)/cocinita; langostino/langostita; manzanilla/manzanita; maquinilla (de
afeitar)/maquinita; zapatilla/zapatito. Nada impide que sobre una misma
base se apliquen sufijos diferentes que pueden quedar sometidos a procesos
de lexicalización: papel > papeleta y papelina; lente > lenteja y lentilla.
Pero la clasificación relativa a la lexicalización no puede hacerse de
forma categórica, ya que junto a los casos en los que la frontera entre lexicalización y no lexicalización está clara, hay otros en los que la división no
resulta tan nítida. En ejemplos como salir con la {panda/pandilla}, fumar
un {cigarro/cigarrillo}7 o coger el {truco/truquillo} a algo, el hablante madrileño puede optar por la forma base o la forma sufijada para el mismo
referente, sin que puedan apreciarse diferencias de significado. Ejemplos
como estos recomiendan tratar la lexicalización desde un planteamiento escalar en el que se pueden diferenciar tres grados: lexicalización completa,
7
Especializado cigarrillo para designar el ‘cigarro envuelto en papel de fumar’, en
Madrid el diminutivo que se emplea para cigarro suele ser cigarrito.
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127
semilexicalización y no lexicalización. De acuerdo con este criterio, la distribución de los casos de diminutivo es la siguiente:
Tabla 1. Grado de lexicalización del diminutivo en la comunidad de habla de Madrid
❉✤✦✤✧★✣✤vo
No lexicalizado
Semilexicalizado
Lexicalizado
Total
Frecuencia
Porcentaje
2509
54
1305
3868
64,8
1,4
33,7
100,0
La lexicalización, como se ve, es un fenómeno muy frecuente en la lengua
hablada madrileña: uno de cada tres sufijos está asociado a una unidad léxica estabilizada semánticamente. Pero los datos generales pueden llevar
a conclusiones erróneas si no se presta atención a las importantes diferencias que se ponen de manifiesto cuando se observa cada variante sufijal.
Tabla 2. Distribución de las formas de los sufijos de
diminutivo según su grado de lexicalización
Lexicalización
❙★✩✜✪
ito
illo
ete
ico
uelo
in(o)
ejo
uco
Total
No lexicalizado
Semilexicalizado
Lexicalizado
Total
2146
253
44
5
11
48
1
1
2509
54
48
0
0
0
2
0
0
54
280
439
324
6
56
62
138
0
1305
2430
740
368
11
67
112
139
1
3868
El sufijo que más se lexicaliza porcentualmente es -ejo, con 138 casos de
lexicalización (99,3%) frente a un solo ejemplo de no lexicalización. A continuación aparecen -ete con 324 casos (88%), -uelo con 56 casos (83,6%),
-illo con 439 casos (59,3%), -ico con 6 casos (54,6%) e -in(o) con 62 casos
(55,4%). El diminutivo -ito está presente en 280 voces lexicalizadas, entre
las que está incluida la forma bonito8; si excluimos el morfema solo aparece
8
Entre las palabras lexicalizadas se ha incluido la voz bonito, que merece una atención
particular no solo por la frecuencia con que aparece en las encuestas (209 casos), sino
✶✗✟
Florentino Paredes García
lexicalizado 75 veces (3,1%). Obsérvese, por tanto, que el mayor porcentaje de uso no se corresponde siempre con el grado de lexicalización.
Los sufijos aparecen adjuntos a las distintas categorías gramaticales
en este orden: nombres comunes (2196 casos, 56,8%), adjetivos (857 casos, 22,2%), adverbios (232 casos, 6,0%), determinantes y cuantificadores (227 casos, 5,9%), pronombres (130 casos, 3,4%), nombres propios
(117 casos, 3,0%), participios (59 casos, 1,5%) y locuciones (50 casos,
1,3%). Esta distribución no difiere sustancialmente de la que se da en
otras zonas del español, como la que se observa entre Madrid y Caracas (datos de Malaver 2014), salvo en lo que se refiere a la ausencia del
gerundio en las encuestas madrileñas o la de otras categorías en la capital
venezolana.
Tabla 3. Categoría gramatical de la base del diminutivo en Madrid y Caracas
✫✬✣✢goría gramatical
Madrid
Caracas
Sustantivo
Adjetivo
Adverbio
Determinante
Pronombre
Participio
Locución
Gerundio
56,8%
22,2%
6,0%
5,9%
3,4%
1,5%
1,3%
−
67%
27%
5%
−
1%
−
−
1%
también porque, a pesar de que ya no se mantiene su originaria relación semántica
con la base bueno, en la conciencia de algunos hablantes la terminación sigue funcionando como un pseudosufijo, lo que posibilita que la terminación pueda sufrir procesos de reanálisis y entrar en el juego de la variación (Manjón-Cabezas 2012: 29). En
Madrid hemos anotado la alternancia bonito ~ bonico, si bien esta última forma solo
aparece en 4 ocasiones, todas en el mismo contexto y en boca de la misma hablante,
que narra cómo fue tratada al llegar a Manzanares (Ciudad Real) durante la guerra
civil española. El ejemplo (a) muestra, además, cómo la hablante es consciente de
que bonica es una variante que no pertenece a la norma madrileña.
(a) nos llevaron en casa de una tía / de mi madre / se llamaba M / que / era la única
tía que tenía // hermana de su madre // y / y bueno estaban allí esperándonos todas
// eeh las del pueblo metidas allí «¡ay / qué bonicas!» porque <risas = «E»/> allí
dicen bonico y bonica […] «¡ay las madrileñas qué bonicas! / ¡ay qué!»<risas =
«todos»/> [MADR-SAL_M33_052].
❋✠✡☛☞✌✡✍✎ ✎✠✏✑✍✒☞✓✔✕✌✖as del diminutivo en el habla de Madrid
4.2
129
Funciones del diminutivo
En la comunidad de habla madrileña el diminutivo cumple un amplio
abanico de funciones mediante las cuales el hablante valora o evalúa la
entidad sobre la que se aplica el sufijo. Siguiendo el esquema propuesto
por Reynoso Noverón (2005: 81), se procede a diferenciarlas ejemplificando las que cumple, teniendo en cuenta que lo que muestran algunos
casos es la función que se ha considerado principal o dominante en el
contexto analizado, independientemente de que puedan identificarse otras
asimiladas.
Tabla 4. Distribución de las funciones de los sufijos de diminutivo
✭★✧✮✤✯✧
(0) Lexicalizadora
(1) Cuantificadora
(2) Descentralizadora
(3) Centralizadora
(4) Negativa
(5) Positiva
(6) Irónica
(7) Amortiguadora
(8) Respetuosa
Total
Frecuencia
Porcentaje
general
Porcentaje (sin
lexicalizados)
1305
323
1035
524
10
358
33
258
22
3868
33,7
8,4
26,8
13,5
0,3
9,3
0,9
6,7
0,6
100,0
12,6
40,4
20,4
0,4
14,0
1,3
10,1
0,9
100,0
Hay que dejar al margen de esta función subjetivadora del diminutivo, en
primer lugar, los casos en que el sufijo ha perdido su capacidad valorativa
por aparecer lexicalizado en una unidad. En palabras como bordillo, bocadillo, cachete o calcetín y en expresiones fijas, como (ser un) pardillo, (ser
un) manitas, el hablante ha de usar forzosamente el término sufijado para
transmitir el contenido semántico correspondiente. Esta variante, codificada como 0 en los recuentos, ocupa el 33,7% en el total de ocurrencias
del sufijo, lo que da idea clara de la importancia de la lexicalización como
mecanismo de lexicogénesis.
La valoración cuantitativa se produce cuando el sufijo se usa para
evaluar la dimensión de la entidad disminuida y surge como resultado del
contraste que el hablante realiza entre el prototipo del concepto expresado y la entidad sobre la que se aplica la disminución. En esta función,
el hablante expresa mediante el diminutivo o bien la relación de tamaño
existente entre ambos o bien en qué medida el elemento disminuido sirve
✶✱✘
Florentino Paredes García
como representante del concepto expresado. Dentro de esta valoración
cuantificadora es posible distinguir tres funciones: cuantificadora, centralizadora y descentralizadora.
La función cuantificadora se cumple cuando el hablante «valora, a través del uso del diminutivo, la dimensión de la entidad marcada» (Reynoso
Noverón 2005: 81). Esta ha sido considerada tradicionalmente la función
primaria del diminutivo y coincide con lo que Alonso (1935) denomina la
función nocional del diminutivo, que está orientada hacia las características físicas del objeto nombrado. En el contexto, a menudo el diminutivo
en esta función se ve reforzado por otros elementos lingüísticos que se
refieren al tamaño de la entidad, como los adjetivos en (1-2) o el complemento preposicional en (3).
(1) son casas pequeñas entonces eran casas bajitas / ¿eh? / y y alguna casa grande que
podía / tres o cuatro alturas que podían tener antes / las casas entonces / claro /
pasaba un coche pues pasaba muy de tarde en tarde // entonces tú podías jugar
MADR-SAL_M22_030
(2) pues yo me fui andando de aquí a Vallecas y luego desde desde / del puente de
Vallecas hay una callecita chiquitita para arriba
MADR-VAL_M31_052
(3) pasado / una temporada que es que / a lo mejor voy por la calle y me doy con la
gente y todo que no valgo / y fue / desde el verano / que también me caí sobre un
puesto allí en la plaza / y caí en el carrito / de un niño de estas del pañuelo que
digo yo / y la chica no me entendía
MADR-VAL_M31_053
La función cuantificadora del diminutivo se sitúa en la zona de máxima
objetividad de la escala (Cuadro 1). Pero es una función poco frecuente
en el habla madrileña, donde alcanza el 12,6% de los casos si se consideran solo los diminutivos no lexicalizados (el porcentaje baja hasta el
8,4% si se cuentan todos los sufijos). La conclusión es que los madrileños, posiblemente como el resto de hispanohablantes, no usan el sufijo
diminutivo para describir objetivamente la realidad y expresar tamaño
reducido: esencialmente lo usan para otras funciones que implican subjetividad o evaluación de la realidad. Los datos que encuentra Malaver
(2014) también muestran que el valor cuantificador es menos frecuente
en Caracas, pero allí los usos objetivos superan en porcentaje a los de
Madrid y el sufijo alcanza el 18%. Esta similitud entre los resultados
madrileños y caraqueños, que están basados en corpus metodológicamente iguales y por tanto comparables, supone un contraargumento a
❋✠✡☛☞✌✡✍✎ ✎✠✏✑✍✒☞✓✔✕✌✖as del diminutivo en el habla de Madrid
131
la hipótesis de Company (2002) de las diferencias entre españoles y
mexicanos9.
La función descentralizadora supone un grado más en el proceso de
subjetivación por parte del hablante en la medida en que, mediante ella,
establece la relación entre el prototipo y la entidad disminuida atendiendo
no a sus dimensiones físicas sino al significado prototípico de la base. Con
esta función se señala el carácter no central de la entidad disminuida y es
un uso muy frecuente en la comunidad de habla madrileña. Algunos ejemplos: en (4), el hablante, mediante el diminutivo paguita, intenta transmitir
la idea de que la cantidad percibida no se ajusta a lo que él considera que
debe ser una verdadera paga; el hablante de (5) con salsillas transmite la
idea de que sus producciones no entran en la categoría prototípica de las
salsas, sino que se trata más bien de intentos culinarios personales, como
delata la repetición del posesivo mis; de igual modo, el hablante de (6) con
novieta transmite la idea de que lo que tenía su amigo no era el mejor caso
de lo que puede considerarse prototípicamente una novia (máxime cuando
las relaciones entre ambos acaban de terminar).
(4) porque yo cobro una paguita mu muy chiquitita / bueno yo me de la paga de mi
marido / cobro una paguita muy chiquitita de de lo que ha estado mi marido en
Alemania
MADR-VAL_M31_052
(5) sí yo ha sí yo hago mis salsillas y hago mis inventos y hago mis historias y hago
mis ensaladas
MADR-SAL_H32_033
(6) entonces nos fuimos el veintisiete / a ver a A porque estaba muy deprimido porque se había separado de una novieta que tenía
MADR-SAL_M33_016
Es frecuente que el uso del diminutivo en esta función se vea reforzado por
expresiones que indican aproximación, como una especie de, como, como
muy y similares, tal como se ejemplifica en (7-8).
(7) esta señora y otros cuantos la portera y unos cuantos vecinos / y nosotros / teníamos el váter en el patio / y el agua también // una fuente / que tenía como una
pilita como estas fuentes que había
MADR-SAL_M33_018
9
Es probable que algunas de las diferencias observadas por esta autora sean consecuencia del tipo de corpus manejado.
✶✱✗
Florentino Paredes García
(8) y luego / en la parte de abajo está también la cocina y el baño está fuera / tienes
que salir al patio // hay como una especie de porchecito / y a la izquierda está el
baño / para el verano muy bien pero en invierno <risas = «I»/>
MADR-SAL_M12_022
Frente a la función descentralizadora, que establece una comparación de
inferioridad entre el prototipo y la entidad disminuida, el diminutivo en
función centralizadora sirve para indicar que el ejemplar es un representante más adecuado, más central, del dominio semántico que representa10.
En estos casos el diminutivo viene a funcionar como un cuantificador que
incrementa la base semántica del lexema: en (9) tempranito implica ‘muy
temprano’, igual que derechita expresa el modo en que se dirige del trabajo a casa la hablante del ejemplo (10), sin desviarse de su trayecto.
(9)
a mí es que de siempre me ha gustado mucho el campo y todo eso e ibas por la
mañana tempranito y estar todo el día
MADR-VAL_M32_040
(10) hasta las nueve de la noche / con lo cual salgo de aquí a las nueve pues / derechita
a casa a preparar la cena / porque tienen que cenar pronto y acostarse pronto
MADR-VAL_M21_048
Habitualmente esta función del diminutivo se ve reforzada por la presencia de otros elementos lingüísticos como los cuantificadores de (11-12)
o, simplemente, la acumulación de unidades disminuidas, como en (13).
(11) la primera vez iba / nerviosita perdida / la segunda y la tercera / no tanto pero
también / y la ul la vez que aprobé / iba también / nerviosa / pero / como la
primera vez // y en cambio aprobé
MADR-VAL_M22_023
(12) ahora guiso menos porque nos ponemos morados los dos y claro <risas = «E,
I»/> / procuro guisar menos / o sea guisar menos / hacer cosas más facilitas / de
vez en cuando saca «hay que ver / ya no me haces un pollo en pepitoria»/ digo
«sí para que te pongas morado de pan / anda ya»
MADR-SAL_M31_053
(13) todo eso lo cuezo / cuando está cocido / cuelo el caldo / lo hago un refrito <ruido = «carraspera»/> / que le pongo primero calamares / cortaditos chiquititos /
10
Esta función ha sido reconocida por muchos autores, pero ha recibido otros nombres,
como el de aumentativo (cf. Zuloaga Ospina 1970: 35-38) o el de intensificador (RAE
y Asociación de Academias de la Lengua Española, 2009: 651). Amado Alonso, por
el contrario, considera que el diminutivo por sí no tiene nunca este valor (1974: 182).
❋✠✡☛☞✌✡✍✎ ✎✠✏✑✍✒☞✓✔✕✌✖as del diminutivo en el habla de Madrid
133
chiquititos / chiquititos // tomate / pimiento / cebolla / pimentón / y cuando todo
eso está hecho / le echo el caldo
MADR-VAL_M32_034
Por otro lado, en este grupo más que en ningún otro hay una gran desproporción entre el número de diminutivos y el número de bases diferentes sobres las que se aplica el sufijo. Unas cuantas formas se repiten y
aglutinan la mayor cantidad de casos: poquito o sus variantes de género
y número aparecen 115 veces, lo que supone el 21,9% de los casos de
esta función; pequeñito, 64 veces, el 12,4%; chiquitito, en 46 ocasiones,
el 8,8%; y cerquita también en 46 ocasiones. Nótese que entre las cuatro
formas señaladas superan el 50% de los casos en los que el diminutivo se
emplea en esta función.
La valoración cualitativa afecta a las cualidades de la entidad disminuida y puede ser de dos tipos: afirmativa o negativa. Supone un grado
más alto de subjetivación, ya que con ellas se manifiesta el aprecio o desprecio del hablante en relación con la entidad disminuida.
La valoración cualificadora negativa aparece cuando el diminutivo establece una marcación sobre la entidad que causa «una tensión emocional
negativa sobre el hablante/conceptualizador en términos de desprecio o
menosprecio» (Reynoso Noverón 2005:82). Las entrevistas sociolingüísticas en que se basan los corpus manejados son contextos de interacción
poco favorecedores de esta función, dado que la relación previa entre los
participantes en el acto comunicativo es prácticamente nula. De hecho,
solo se han catalogado diez ejemplos de este tipo, como los de (14-15).
(14) entonces yo por ejemplo me acuerdo que / cuando barría / me decía mi abuela /
«tira eso / eso es de mariquitas»
MADR-VAL_H11_037
(15) mi marido y yo / salimos mucho a pasear / pues los semáforos de ambos Cortes
Ingleses / pues tienen mucha gente / y había una pandillita // que sabíamos que
se dedicaban a robar vaya
MADR-SAL_M31_053
Bastante más frecuente en las encuestas es la valoración positiva de la entidad mediante el sufijo diminutivo. Los cómputos arrojan un 9,3% de casos
de esta función —14,0% si se excluyen los casos lexicalizados—, con la que
el hablante marca «la tensión emocional positiva en el hablante/conceptualizador en términos de aprecio o afición» (Reynoso Noverón 2005: 82). Es la
función que se aprecia en el ejemplo (16) cuando el hablante usa hijita, en
el ejemplo (17) con amiguetes o en (18) con enamoradita.
✶✱✙
Florentino Paredes García
(16) pero claro yo / me levantaba de la cama a hacer pis / al baño / pero me levanté
con una sensación de que / alguien me llamaba / eso que yo oía «hijita hijita»/
que mi padre siempre me ha llamado hijita / «hijita hijita»/ yo oía la voz de mi
padre y me lo encontré en el pasillo
MADR-SAL_M31_053
(17) eeh tenemos / tenemos una pequeña asociación de cine / que hemos montado
nuestros amiguetes y yo / vamos mis amiguetes y yo / y / y allí en Rivas tienen
también un taller de cortos
MADR-VAL_H12_019
(18) me iba / a comer con ella / y bajábamos a un chino / y el chino / es que no la
quitaba el ojo / estaba enamoradito de ella / <risas = «E»/>
MADR-VAL_H12_019
El tercer tipo de valoración con el que el hablante puede transmitir su
visión sobre las entidades del mundo es la relacional, función con la cual
mediante el sufijo se transmite algún tipo de relación con las entidades
presentes en el contexto. Se trata del grado más alto de subjetivación: el
hablante presenta las cosas o los conceptos a través del tamiz de su propia
visión, lo que implica siempre algún tipo de manipulación. Dentro de este
tipo de valoración, el diminutivo puede cumplir tres funciones: irónica,
amortiguadora y respetuosa.
La función irónica representa el «grado extremo de manipulación discursiva, pues el hablante/conceptualizador parece incrementar el choque
con una realidad desagradable y con ello se logra una marcada jerarquización de valores al interior de la escena discursiva» (Reynoso Noverón
2005: 83). En las encuestas no es una función muy presente: solo aparecen
33 casos, lo que representa el 0,9 % del total —1,3% excluidas las lexicalizaciones—. En (19) el hablante usa irónicamente palabras de otro para
indicar que lo que este llama piquito de dinero, con el diminutivo, resulta
una cantidad suficientemente alta para el hablante. En (20) la ironía se dirige a la propia hablante, que se presenta a sí misma como una persona de
avanzada edad. En (21) la ironía aparece en la locución montar el número
y el empleo del diminutivo incrementa el efecto negativo que tiene esta
expresión.
(19) «yo / yo con yo con el piquito me conformaba» <risas = «E»/> yo siempre digo
eso cuando «joder yo con el piquito»
MADR-VAL_M21_046
(20) ah m aquí más que allí // pues / aquí tengo una ventaja // ya / así para la / lo
abuelita que soy
MADR-VAL_M33_016
❋✠✡☛☞✌✡✍✎ ✎✠✏✑✍✒☞✓✔✕✌✖as del diminutivo en el habla de Madrid
135
(21) te ocupas de ayudar o colaborar de alguna forma con una de las organizaciones
que ya lo hacen / pero que me sobra / eh / tanta ridiculez / entre comillas montar
tanto numerito
MADR-SAL_M21_046
La función amortiguadora la cumple el sufijo cuando «el hablante/conceptualizador intenta, a través de la marcación, evitar o disminuir el choque
con una realidad desagradable» (Reynoso Noverón 2005: 83)11. En el habla
de Madrid esta función obtiene un porcentaje también notable: 6,7% en total y 10,1% contando solo los casos no lexicalizados. En (22-26) se pueden
ver ejemplos de cómo los hablantes madrileños usan el diminutivo para
mitigar el impacto que podría producir la forma no disminuida cuando se
trata de términos cargados de connotaciones negativas: en (22) paletillo
aplicado como calificativo al conjunto de los españoles atenúa en parte el
efecto que podría causar paleto ‘rústico, zafio’; en (23), la hablante usa
arisquillo para no hacer tan ostensible el rasgo negativo de su hijo adolescente y, de un modo similar, en (24) con barrigoncete es la hija quien trata
de aminorar un rasgo físico considerado negativo en la sociedad actual.
En (25), junto al calificativo negrita aplicado a gente, puede observarse
también cómo el hablante emplea otros mecanismos de atenuación para
describir a su jefe. Por último, los ejemplos de (26-27) muestran cómo los
hablantes hacen uso del diminutivo para insertar en el discurso palabras
tabuizadas o aludir a comportamientos no aceptables socialmente.
(22) eh lo que estoy estudiando es una escuela superior de diseño // en España como
somos un poco mm paletillos por así decirlo / todavía no está clasificado como
estudios universitarios / entonces es una enseñanza artística
MADR-SAL_M12_022
(23) ha cambiado mucho también / sabes que cuando llega esta edad // era un niño
más cariñoso se ha vuelto más seco más // más arisquillo más a su aire
MADR-VAL_M21_047
(24) no está demasiado gordo es un poco barrigoncete pero no está gordo ahora
MADR-SAL_M22_029
(25) pues // sobre todo ecuatorianos peruanos / y colombianos / porque mi jefe es un
poco racista y // la gente negrita no la quiere
MADR-VAL_M12_022
11
La función amortiguadora del diminutivo se corresponde con la función atenuadora
que analiza Cestero (Capítulo 10, en este volumen).
✶✱✥
Florentino Paredes García
(26) es más el susto ¿no? de / «madre mía»/ y yo más o menos lo vo lo supe llevar
pero mi mi amiguete ¡uff! // estaba bastante jodidillo sí
MADR-VAL_H12_019
(27) o que Vallecas tiene la fama y / y y la fama no se la va a quitar nadie porque vas a
mm vas al centro de Madrid / y no encuentras yonquis encuentras en cada esquina encuentras a un tío poniéndose una rayita y / y aquí // yo / también los habrá
MADR-VAL_M21_046
A menudo la función amortiguadora aparece acompañada de otros elementos lingüísticos, además de la connotación negativa del término disminuido. En la comunidad madrileña esta función se suele encontrar asociada
a fórmulas como un poco, un poquito, como se ve en (27-28).
(28) sí ha sido un año un poco fastidiadillo
MADR-VAL_M33_018
(29) éramos pues yo qué sé la la pandillita del barrio / pues pues no sé / a ellos no eso
no les gustaba y nos tenían un poquito martirizados
MADR-VAL_H12_019
Por último, en Madrid el diminutivo cumple también lo que Reynoso
Noverón (2005: 84) denomina la función respetuosa, que aparece en
contextos en los que los interlocutores pertenecen a distintas jerarquías
sociales, laborales, etc. En estos casos, con el uso del diminutivo el hablante busca la empatía con su interlocutor.
(30) pero que / pero que no más allá que cruzar a una abuelita /en un semáforo o cederle
el asiento a alguien porque dices ¡bueno! es cosa de sentido común ¿no? o sea
pues
MADR-VAL_H23_008
Las entrevistas sociolingüísticas tampoco favorecen este tipo de función,
ya que en ellas el papel de los interlocutores está muy definido y en general
no existe relación previa entre el entrevistador y el entrevistado. El porcentaje de casos de este tipo de función es del 0,6% en total, el 0,9 si solo se
cuentan los casos de diminutivo no lexicalizado.
En relación con el número de veces que se realiza cada una de las
funciones que se acaban de presentar (Tabla 4), hay que hacer alguna observación relacionada con la desigual distribución que presentan dentro
del corpus analizado. Si incluimos los casos en los que el sufijo está lexicalizado, la distribución de las funciones es la que se representa en el
Gráfico 1.
❋✠✡☛☞✌✡✍✎ ✎✠✏✑✍✒☞✓✔✕✌✖as del diminutivo en el habla de Madrid
137
Porcentaje
Funciones del diminuvo
40.0
35.0
30.0
25.0
20.0
15.0
10.0
5.0
0.0
Lexicalizadora
Funciones
33.7
DescenCuanfi- AmorCentralitralizaIrónica
Posiva
cadora guadora
zadora
dora
26.8
13.5
9.3
8.4
6.7
0.9
RespeNegava
tuosa
0.6
0.3
●✲✳✩✮✪ ✴. Funciones del diminutivo (%)
En la jerarquía de funciones, ocupan las primeras posiciones aquellas que
tienen que ver con la valoración cuantitativa, especialmente con el grado de
prototipicidad que el hablante otorga a la entidad disminuida, ya sea porque
la considera un ejemplar poco representativo (función descentralizadora),
ya sea porque la considera el ejemplar que mejor representa el contenido
semántico (función centralizadora); también se sitúa en una posición adelantada en esta jerarquía la función cuantificadora, que completa el trío de
funciones de la valoración cuantitativa. Dentro de la valoración cualitativa, las dos subfunciones que la componen ocupan rangos muy alejados:
la marcación positiva se sitúa en la tercera posición por el número de ocasiones en que aparece, mientras que la negativa desciende hasta la última
posición. En cuanto a las tres funciones que implican valoración relacional,
se ubican en las posiciones más bajas, algo más usada la amortiguadora y
menos la irónica y la respetuosa.
Para completar la perspectiva, es preciso tener en cuenta las funciones que cumple cada variante sufijal, pues no todos las realizan del
mismo modo, como se muestra en la Tabla 5. El sufijo -ito no solo es el
más frecuente en Madrid, sino que también es el único que cumple todas
las funciones en el corpus estudiado. En los sufijos -illo, -ete e -in(o) solo
está ausente una de las ocho funciones. Las funciones que cumplen las
demás variantes son muy reducidas: -uelo cuando no está lexicalizado
presenta las funciones cuantificadora o descentralizadora, -ico se usa con
✶✱✟
Florentino Paredes García
función amortiguadora o está lexicalizado, -ejo solo en un caso aparece
con la función descentralizadora y en el resto está lexicalizado, y el único caso de -uco corresponde a una función de valoración cualificadora
negativa.
Tabla 5. Distribución de las funciones según las variantes del diminutivo
sufijo
✭★✧✮✤✯✧
Lexicalizadora
Cuantificadora
Descentralizadora
Centralizadora
Negativa
Positiva
Irónica
Amortiguadora
Respetuosa
Total
ito
280
274
841
491
3
304
27
189
21
2430
illo
439
28
170
6
5
39
3
50
0
740
ete
324
1
17
2
0
10
1
12
1
368
ico
6
0
0
0
0
0
0
5
0
11
uelo
56
10
1
0
0
0
0
0
0
67
in(o)
62
10
5
25
1
5
2
2
0
112
ejo
138
0
1
0
0
0
0
0
0
139
uco
0
0
0
0
1
0
0
0
0
1
Total
1305
323
1035
524
10
358
33
258
22
3868
(Ȥ2 = 2835,148 (63), sig. = 0,000; V de Cramer = 0,324, sig. = 0,000)
La función lexicalizadora es la más frecuente en todas las variantes del sufijo, salvo en -ito y -uco. Entre los sufijos de mayor uso, -illo se caracteriza
por haber perdido muchas veces su capacidad diminutivizadora: el
59,3% de las veces se halla inmovilizado en formas léxicas. No obstante,
sigue siendo relativamente alta su capacidad para expresar otros valores
y, de hecho, en los corpus cumple todas las funciones estudiadas salvo la
de expresar el valor relacional de respeto. En cuanto a -ete, también aparece lexicalizado el 88,0% de las ocurrencias y cumple todas las funciones, salvo la valoración negativa, si bien el número de ocasiones en que
se documenta cada función es bajo y nunca supera el 5%. También se
encuentran casi exclusivamente en unidades lexicalizadas los sufijos
-ejo y -uelo, que por tanto también pueden considerarse virtualmente ajenos al sistema de diminutivos madrileño. El sufijo -in(o) sirve
para expresar todas las funciones analizadas, excepto la respetuosa;
además, en algunas de ellas alcanza proporciones notables, como sucede
en la centralizadora, realizada el 22,3% de las veces que aparece este
sufijo.
Por categorías gramaticales, dentro de los sustantivos hay que distinguir entre los nombres comunes y los propios. Entre los primeros,
❋✠✡☛☞✌✡✍✎ ✎✠✏✑✍✒☞✓✔✕✌✖as del diminutivo en el habla de Madrid
139
las funciones del diminutivo se reparten entre la función lexicalizadora
(44,5%), y, entre los valores subjetivos, la descentralizadora (28,0%) y
la amortiguadora (13,3%); el resto de funciones tienen porcentajes inferiores al diez por ciento. En los nombres propios, en cambio, la presencia del diminutivo implica la lexicalización casi de manera constante
(91,5%). En los adjetivos, las funciones del diminutivo presentan un reparto mucho más equilibrado: la función más frecuente es la de señalar
el carácter central de la entidad disminuida (25,2%), un poco por encima
de la función lexicalizadora (24,6%); también tienen porcentajes notables la función valorativa positiva (13,8%), la amortiguadora (13,3%) y
la descentralizadora (13,0%). Entre los adverbios, la función más frecuente es la descentralizadora (54,3%), seguida a distancia de la función
centralizadora (31,5%) y la amortiguadora (11,6%). En los pronombres
el diminutivo sirve para marcar el carácter periférico o descentralizado
(76,9%) o el carácter central (10,8%) de la entidad disminuida. Entre los
determinantes y cuantificadores, es la función centralizadora (44,1%) la
que obtiene la frecuencia más alta, seguida de la amortiguadora (30,8%).
Los participios en diminutivo se usan para marcar el carácter central
de la entidad disminuida (45,8%), para valorar positivamente (20,3%) o
para descentralizar el ejemplar disminuido (18,6%). Por último, entre las
locuciones el diminutivo funciona con carácter descentralizador (38,0%)
o centralizador (26,0%), aunque también se usan para valorar positivamente (14,0%) o bien son marca de lexicalización (14,0%).
Tabla 6. Distribución de las funciones según la categoría gramatical
Categoría gramatical
✭★✧✮✤✯✧
N. Común Adj. Pro. Adv. Locuc. N. Prop. Partic. Det. Total
Lexicalizadora
Cuantificadora
Descentralizadora
Centralizadora
Negativa
Positiva
Irónica
Amortiguadora
Respetuosa
Total
978
237
614
81
10
199
25
32
20
2196
216
84
111
216
0
118
3
114
0
857
0
0
100
14
0
7
2
7
0
130
0
2
126
73
0
2
0
27
2
232
7
0
19
13
0
7
1
3
0
50
107
0
0
0
0
10
0
0
0
117
2
0
11
27
0
12
2
5
0
59
(Ȥ2 = 2816,088 (63), sig. = 0,000; V de Cramer = 0,323, sig. = 0,000)
0
0
54
100
0
3
0
70
0
227
1305
323
1035
524
10
358
33
258
22
3868
✶✙✘
Florentino Paredes García
Resumiendo, el sustantivo es la categoría gramatical sobre la que en español se aplica prototípicamente el diminutivo y, además de ser la que
con más frecuencia aparece sufijada en las encuestas, es también la que
adquiere los valores más objetivos (lexicalización, cuantificación, centralización y descentralización). En cambio, el diminutivo aplicado a
adjetivos o adverbios, categorías menos prototípicamente disminuibles,
suele ir asociado a funciones que revisten un carácter más subjetivador,
como la amortiguadora o la valoración positiva. El hecho de que sean el
sustantivo y los valores objetivos los más frecuentes en el corpus está
en consonancia con las características de las encuestas sociolingüísticas, donde la falta de relación previa entre los interlocutores dificulta
la presencia de elementos que muestren más la subjetividad o la familiaridad12. Probablemente a este hecho haya que achacar el que en los
corpus analizados no aparezcan nunca gerundios del tipo andandito o
corriendito, que se sabe por otras fuentes que se usan en la comunidad
de habla madrileña.
5.
Análisis del corpus restringido
El corpus restringido consta de 2087 diminutivos y en él se mantienen todas las variantes del sufijo. La media por hablante es de 19,3 unidades, si
bien de nuevo en este punto las diferencias entre individuos son considerables: los puntos extremos del arco los ocupan el hablante de la entrevista
número 58, que produjo 74 casos de diminutivo, y el de la entrevista 37,
que no produjo ninguno.
12
A conclusiones similares llega Penadés (Capítulo 7, en este volumen) en el análisis
de las unidades fraseológicas presentes en las encuestas.
❋✠✡☛☞✌✡✍✎ ✎✠✏✑✍✒☞✓✔✕✌✖as del diminutivo en el habla de Madrid
141
56.08
42.06
28.04
14.02
1
6
11
16
21
26
31
36
41
46
51
56
61
66
71
76
81
86
91
96
101
106
0
-14.02
-28.04
●✲✳✩✮✪ ✵. Distribución de los individuos en relación con la media de diminutivos
Si se ubica en 0 el promedio de diminutivos y se distribuyen los sujetos en
relación con esta medida, se obtiene el reparto que aparece en el Gráfico 2
(cada barra representa un individuo). Para usar una medida que permita
establecer comparaciones entre individuos, en el eje de las abscisas se
ha colocado el valor de la desviación típica (= 14,02), mediante el cual
es posible observar en qué grado cada sujeto se aleja de esta medida de
tendencia central.
Una primera conclusión que se desprende del análisis del gráfico es
que, aunque la distribución de los sujetos es bastante pareja, son mayoría
los madrileños que se sitúan en la parte izquierda (63 sujetos, 58,3%), en
la zona en la que están quienes tienden a usar diminutivos por debajo de
la media. En la zona derecha del gráfico, donde están quienes se muestran
más proclives al uso del diminutivo, solo hay 45 sujetos (41,7%), pero sus
diferencias en relación con el promedio son mucho más notables.
El comportamiento más divergente es el que presentan los siete sujetos situados en el extremo derecho, que superan el valor duplicado
de la desviación típica. Se trata de los que pueden considerarse líderes del cambio (Martín Butragueño 2006) ¿Quiénes son esos sujetos y
qué características tienen? Corresponden a los entrevistados en las encuestas 18, 22, 38, 58, 73, 82 y 106. Tres son del distrito de Salamanca
y cuatro del de Vallecas y el reparto por nivel de estudios es similar,
(2 de estudios primarios, 3 de estudios secundarios y otros 2 de estudios
✶✙✗
Florentino Paredes García
universitarios). Las profesiones tampoco resultan clarificadoras sobre
los rasgos de los líderes en el uso de diminutivos: en el grupo hay dos
amas de casa, una cartera, una enfermera, una estudiante, un operador
de cámara y un militar. En cambio, el sexo, la edad y la clase social sí
permiten atisbar algunos rasgos característicos del grupo: predominan
las mujeres (cinco frente a dos hombres), los jóvenes (4, por tan solo
1 de la segunda generación y 2 de la tercera) y los de clase media (6,
frente a 1 de la clase baja, 1 de la clase media-baja y 0 de la clase media-alta). También el origen señala el predominio de los naturales de la
ciudad frente a los venidos de fuera, en una proporción de cinco madrileños por dos inmigrantes, y en cuanto al origen de los padres o el cónyuge,
ninguno de los siete es de ascendencia madrileña: tres proceden del área
meridional de España y en cuatro los ascendientes son de orígenes geográficos diversos.
Para el análisis de las funciones subjetivadoras del sufijo en relación
con las características sociales de los madrileños, se han agrupado algunas variantes, que presentan un reducido número de casos, en función del
tipo de valoración que se realiza mediante el sufijo. Así, si el sufijo sirve
al hablante para presentar una visión irónica o respetuosa de la entidad
disminuida, se han agrupado dentro de la valoración relacional, al lado de
los casos en los que el diminutivo amortigua el efecto pragmático; y del
mismo modo, se han agrupado las dos funciones incluidas en la valoración
cualitativa. El análisis de correlaciones, que se ha reducido en este caso a
los factores sociales y estilísticos, muestra al diminutivo vinculado con el
sexo, la edad y la clase social de los sujetos y, entre los factores estilísticos,
la fase de la interacción.
El reparto por sexos nos ofrece también datos coincidentes con las
informaciones previas conocidas según las cuales hay una diferencia clara
entre los usos del grupo masculino y los del femenino (López García y
Morant 1991, García Mouton 2003). Las mujeres madrileñas son más proclives a usar diminutivos en su discurso que los hombres, como se adelantó
en Paredes (2011): ellas produjeron 1237 casos (59,3%) por tan solo 850 de
los hombres (40,7%). Pero el grupo femenino no solo se adelanta al masculino en el número de casos: también lo hace en todos los valores asociados
al morfema13. Las distancias entre los dos grupos son muy similares en
13
Igual sucede si se tienen en cuenta las ocho funciones subjetivadoras descritas, con
la única excepción de la función irónica (valoración relacional), donde los hombres
obtienen un 52% por un 48% de las mujeres. Pero hay que tener en cuenta que el
❋✠✡☛☞✌✡✍✎ ✎✠✏✑✍✒☞✓✔✕✌✖as del diminutivo en el habla de Madrid
143
todos los casos y únicamente la separación es algo mayor cuando la función
del diminutivo es la de señalar que la entidad disminuida se percibe como
un representante central del prototipo.
70.0
60.0
50.0
40.0
30.0
20.0
hombre
10.0
mujer
l
ra
lo
va
cira
lo
va
ci-
n
n
cu
re
al
la
ita
cio
v
na
a
a
or
ad
liz
ra
nt
ce
f.
sc
de
f.
f.
cu
en
an
tra
fi
liz
ca
ad
do
or
ra
a
0.0
●✲✳✩✮✪ ✷. Funciones del diminutivo según el sexo
2
(Ȥ = 24,899 (7), sig. = 0,001; V de Cramer = 0,109, sig. = 0,001)
En relación con la edad, se produce una correlación inversa: el empleo de
diminutivos desciende a medida que aumenta la edad de los sujetos. En
términos absolutos, los madrileños jóvenes usan más diminutivos (N = 772)
que los de la segunda generación (N = 716) y estos más que los de la tercera (N = 599). Si admitimos que el empleo de diminutivos caracteriza los
estilos más informales del habla y el lenguaje más coloquial y que el registro esperable en el contexto propiciado en la entrevista sociolingüística es
el semiformal, más objetivo, el comportamiento de los madrileños podría
número de casos de esta variante es muy reducido, por lo que la representatividad de
los datos resulta más discutible.
✶✙✙
Florentino Paredes García
considerarse una manifestación de que se está produciendo un cambio en
la percepción de los estilos. La diferencia entre registros, reflejada en la
elección de usos lingüísticos diferentes, parece avanzar hacia la igualación,
de modo similar a como ha sucedido en otros aspectos sociales, como las
fórmulas de tratamiento. Solo los hablantes de más edad se muestran más
conscientes de la diversidad de contextos de uso y los valores estilísticos
que la variación determina y son ellos quienes mantienen en mayor medida
los usos correspondientes al habla más formal.
Uso de los diminuvos según la edad
37.0
34.3
28.7
1.ª generac.
2.ª generac.
3.ª generac.
●✲✳✩✮✪ ✸. Porcentaje de uso del diminutivo según la edad
La tendencia observada en los datos generales se mantiene cuando se
correlaciona la edad con las funciones del sufijo (Gráfico 5). El patrón
descendente se produce en las funciones más frecuentes, la descentralizadora y la centralizadora, así como en la valoración relacional, aunque
esta es menos frecuente que otras entre los hablantes de más edad. Solo
en las funciones menos frecuentes, la que implica valoración cualitativa
y como cuantificador de las dimensiones de la entidad, los patrones son
diferentes: un patrón ascendente en la función cuantificadora y un patrón de hipercorrección en V cuando el diminutivo origina una valoración
cualitativa.
❋✠✡☛☞✌✡✍✎ ✎✠✏✑✍✒☞✓✔✕✌✖as del diminutivo en el habla de Madrid
145
350
300
250
cuanficadora
200
cualitava
relacional
150
descentralizadora
100
centralizadora
50
0
I Generación
II Generación
III Generación
●✲✳✩✮✪ ✹. Funciones del diminutivo según la edad
(Ȥ2 = 28,604 (14), sig. = 0,012; V de Cramer = 0,083, sig. = 0,012)
En cuanto a la clase social, el Gráfico 6 muestra a primera vista una complejidad que parece consecuencia de la diversidad de usos que el diminutivo presenta en la comunidad de habla. No obstante, pueden apuntarse
algunas tendencias. Si se observa el trazo correspondiente a la función
cuantificadora, se puede ver que el patrón es básicamente descendente a
medida que asciende la escala social y que la distancia se extrema en los
valores correspondientes al grupo de estatus más alto. En la función descentralizadora, la más frecuente del diminutivo, el patrón en V invertida
es consecuencia de que los sujetos de clase baja se desvían del patrón
descendente del resto de grupos y recurren a esta función del diminutivo
en porcentajes inferiores a los de los dos estratos siguientes; el estrato
social más alto es el que presenta porcentajes más bajos en esta función.
Tanto esta función como la anterior están situadas en la escala en la zona
de menor grado de subjetividad.
En cambio, en las dos funciones más subjetivadoras, la valoración
cualitativa y la referencial, el estrato más alto presenta los valores más elevados. La distancia con el resto de los grupos se hace más acusada cuando
el diminutivo sirve para valorar positiva o negativamente la entidad sobre
la que se aplica el sufijo. Apenas hay diferencias entre grupos cuando el
✶✙✥
Florentino Paredes García
diminutivo se usa para expresar la centralidad de la entidad disminuida
desde el punto de vista del significado y la tendencia que se observa es
que los dos grupos de estatus más elevado recurren más a este tipo de
diminutivo.
En resumen, a medida que sube la clase social de los sujetos aumenta
la tendencia a usar el diminutivo en las funciones que implican un mayor
grado de subjetividad o, dicho de otra manera, se usan los morfemas diminutivos como un modo de presentar el discurso desde un punto de vista
más personal, más de acuerdo con los propios intereses del hablante.
45.0
40.0
35.0
30.0
f.cuan ficadora
25.0
f. descentralizadora
f. centralizadora
20.0
valoración cualita va
15.0
valoración referencial
10.0
5.0
0.0
Baja
Media-baja
Media
Media-alta
●✲✳✩✮✪ ✺. Funciones del diminutivo según la clase social
(Ȥ2 = 36,139 (21), sig. = 0,021; V de Cramer = 0,076, sig. = 0,021)
La fase de la entrevista también tiene incidencia en la presencia del diminutivo y en las funciones que este adquiere en el discurso. Durante los
primeros 15 minutos el número de diminutivos que los hablantes produjeron es el más bajo (N = 631, 30,2%); entre el minuto 15 y el 30, el número
ascendió (N = 767, 36,8%) y entre el minuto 30 y el 45 desciende ligeramente de nuevo (N = 689, 33,0%).
❋✠✡☛☞✌✡✍✎ ✎✠✏✑✍✒☞✓✔✕✌✖as del diminutivo en el habla de Madrid
147
Como ya se ha explicado, la función más objetiva del diminutivo no
lexicalizado es la cuantificadora, en la que el sufijo alude directamente al
tamaño de la entidad. En esta función, el patrón sigue una línea descendente clara a lo largo de la entrevista, lo que puede interpretarse como un índice
de que la familiaridad entre los interlocutores va ganando terreno a medida
que transcurre el tiempo y permite que afloren más fácilmente los diminutivos más subjetivadores. En paralelo, suben los diminutivos que implican
valoración cuantitativa y los que cumplen una función descentralizadora.
45.0
40.0
35.0
30.0
cuan ficadora
25.0
descentralizadora
20.0
centralizadora
15.0
valoración cualita va
valoración relacional
10.0
5.0
0.0
Comienzo
Medio
Final
●✲✳✩✮✪ ✻. Funciones del diminutivo según la fase de la entrevista
(Ȥ2 = 36,139 (21), sig. = 0,021; V de Cramer = 0,076, sig. = 0,021)
6.
Conclusiones
En Madrid, el sufijo diminutivo presenta varias formas y cumple diversas funciones. La variante propia de la comunidad es -ito, que no solo
alcanza los porcentajes más elevados sino que también es la única que
cubre todas las funciones. El sufijo -illo aparece también a menudo en las
entrevistas, pero parece estar en un proceso de transformación funcional
✶✙✟
Florentino Paredes García
que lo convierte de morfema propiamente dicho a componente estable
agregado a la base a la que se adjunta. El proceso de lexicalización aún
no está cumplido para esta variante, ya que -illo sigue funcionando en
muchas ocasiones como verdadero sufijo y cubre también casi todas las
funciones que se han analizado. Del resto de variantes, -ete es la tercera en número de casos, pero aparece en unidades lexicalizadas casi
en exclusiva (juguete, tarjeta, furgoneta), por lo que se puede decir que
virtualmente es una forma ajena al sistema madrileño del diminutivo;
solo ocasionalmente adquiere valores auténticamente sufijales (amiguetes, polvete). Lo mismo se puede decir de -ejo y -uelo. En cambio, el
sufijo -in(o), aunque no es muy habitual en Madrid (solo representa un
2,9% sobre el total de sufijos), cubre una importante gama de funciones.
Las demás variantes encontradas en las encuestas pueden calificarse de
anecdóticas, como sucede con -uco, documentado solo una vez, o directamente son reconocidas como propias de otras variedades, como sucede
con -ico.
Mediante el diminutivo los madrileños expresan su visión de la realidad, conceptualizan los elementos del contexto y los presentan ante el
interlocutor desde una perspectiva subjetiva. De los tres tipos de valoración que posibilita el sufijo (Reynoso Noverón 2005), los madrileños lo
usan sobre todo para la valoración cuantitativa, es decir, para evaluar las
dimensiones de la entidad disminuida. Este tipo de valoración supone, en
conjunto, más del 70% del total. La función más frecuente del sufijo es la
descentralizadora, es decir, la que sirve para indicar que la entidad disminuida se aleja del prototipo o no constituye un buen ejemplar dentro del
dominio semántico que representa. También es muy elevado el número de
ocasiones en que el diminutivo se usa en la función contraria, la centralizadora, es decir, para expresar la centralidad semántica de la entidad disminuida. Hay que tener en cuenta, no obstante, que en este último grupo
son muy pocas las bases léxicas distintas sobre las que aparece el sufijo
(poquito, cerquita o chiquitito). En cambio, el diminutivo apenas es usado
para aludir a las dimensiones físicas de la entidad sobre la que se aplica,
como bien había señalado Amado Alonso (1974): son otras las funciones
básicas del diminutivo, no la expresar tamaño reducido. Posiblemente tenga mucho que ver con el carácter de la propia entrevista sociolingüística
la frecuencia del resto de funciones analizadas. Es esperable que entre
dos interlocutores que no se conocen más que de la propia entrevista las
valoraciones cualitativas sean escasas, sobre todo las de carácter negativo;
❋✠✡☛☞✌✡✍✎ ✎✠✏✑✍✒☞✓✔✕✌✖as del diminutivo en el habla de Madrid
149
del mismo modo, entre las funciones más subjetivas del diminutivo aparecerán sobre todo aquellas que tratan de atenuar el impacto que el lenguaje
puede tener sobre el interlocutor.
Del análisis realizado no se desprende que haya diferencias significativas entre el habla de Madrid y la de otras áreas del español, al menos
cuando se manejan corpus equiparables. La hipótesis de Company (2002)
sobre el distinto modo en que los hablantes mexicanos y los españoles
conceptualizan la realidad no encuentra corroboración empírica en los datos observados en este trabajo. De hecho, los valores más objetivos del
diminutivo son más bajos en Madrid que en otras ciudades americanas,
como Caracas. En lo que sí se ha observado diferencia entre estas dos
comunidades de habla es en las categorías léxicas en las que aparecen
los sufijos: tanto madrileños como caraqueños aplican el diminutivo sobre
todo a bases sustantivas y, en menor medida, a adjetivas y adverbiales,
pero en Caracas no aparecen en determinantes, pronombres, participios y
locuciones y en Madrid no se encuentra en gerundios en el tipo de contextos de interacción analizado.
El empleo del diminutivo en el discurso constituye un rasgo idiosincrásico: como ante muchos otros fenómenos de la lengua, los hablantes
adoptan una actitud hacia el uso del diminutivo que les hace incorporar en
diferente grado el morfema en su discurso. Las diferencias individuales
son notables, pero se ha podido observar que en Madrid, al menos en el
registro que recogen las encuestas, son más los hablantes que tienden a reducir la presencia de estos morfemas que quienes lo insertan habitualmente en su discurso, pero el análisis de los promedios muestra que quienes
favorecen el sufijo lo hacen de manera más decidida. El análisis individual
también ha permitido mostrar el perfil del líder lingüístico que patrocina
el uso del diminutivo: corresponde al de una mujer joven de clase media
y natural de la ciudad.
En relación con los factores sociales, se han observado diferencias
cuantitativas notables entre los grupos masculino y femenino, cuyos usos
se separan en casi veinte puntos porcentuales. Las mujeres madrileñas
son más propensas a incluir diminutivos en su discurso, lo que, interpretado en términos de subjetivación, equivale a decir que en el discurso
femenino es de carácter más personal, más subjetivo; comparadas con
los hombres, las mujeres se muestran menos interesadas en describir la
realidad simplemente que en presentarla ante su interlocutor desde su
propio punto de vista. Las diferencias entre sexos no son solo de carácter
✶✼✘
Florentino Paredes García
cuantitativo: también se observan en cada una de las funciones que el
sufijo cumple.
El uso del diminutivo mantiene una correlación inversa con la edad:
a medida que esta sube, desciende el número de unidades diminutivizadas. Como las mujeres madrileñas, también los jóvenes madrileños
prefieren presentar el mundo desde su propia perspectiva antes que simplemente describirlo de manera objetiva. La diferencia entre grupos generacionales admite también una interpretación de carácter estilístico: si
se acepta la relación entre el empleo de diminutivos y el lenguaje coloquial (Beinhauer 1968) y que el registro de la entrevista sociolingüística
es de carácter semiformal, el comportamiento de los grupos de edad
mostraría un cambio de tendencia en la percepción de los registros en
la sociedad madrileña. Entre los más jóvenes el diminutivo gana terreno
y es susceptible de aparecer en cualquier situación, formal o no formal,
estableciéndose así un rasero igualatorio que elimina las diferencias estilísticas. El proceso de nivelación sería similar al que ha tenido lugar
en otros aspectos lingüísticos de fuerte repercusión social, como el de
las formas de tratamiento. Solo los hablantes de más edad, más conscientes de la variación estilística, mantienen en mayor medida los usos
correspondientes a los estilos más formales de habla. La hipótesis está
por confirmar, pero vendría a apoyarla el hecho de que algunas funciones
subjetivadoras del diminutivo se encuentran más en las fases intermedias
de la entrevista.
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