Puerta 36
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PUBLICADO EL 14 DE DICIEMBRE DE 2023
POR BRUNO MIRANDA, JUNEK VARGAS, GABRIELA ZÁRATE, BRENDA JARA Y VÍCTOR VILLARREAL2 EN
BLOG EL COLEF "OBSERVATORIO MIGRANTE"
A finales de septiembre de 2023 estuvimos durante una semana en el espacio fronterizo Ciudad Juárez-El Paso
como parte de un proyecto de investigación y formación3. En este texto queremos compartir nuestros registros
etnográficos y reflexionar sobre el contraste entre lo que observamos y lo que indagamos previamente. En suma,
nos han interesado los cambios recientes en los espacios y tiempos fronterizos de México, en función de las
constantes movilidades migratorias que enlazan el país con otros continentes a través de personas oriundas de
África y Asia.
A lo largo de 2022 y 2023 realizamos una temporada de trabajos de campo en Tapachula, donde el
espacio público y urbano es ocupado y transitado día y noche por personas migrantes instaladas temporalmente
antes de poder seguir el viaje. Acercarse, jalar plática, escucharlas, interaccionar en parques y plazas, es una
cuestión de la propia dinámica urbana.
Al llegar a Ciudad Juárez llamó nuestra atención la aparente ausencia de personas en situación de
movilidad en el espacio público. “Esperan desde el lunes salida del tren a Juárez”, revelaba uno de los titulares
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Texto dedicado a la memoria de Valentina Glockner Fagetti, quien nos ayudó a crear puentes con personas de Ciudad
Juárez.
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Respectivamente: investigador del Instituto de Investigaciones Sociales, doctorante en Ciencias Políticas y Sociales,
estudiantes de las licenciaturas en Sociología y en Relaciones Internacionales, y maestrante en Ciencias Políticas y Sociales.
Todas de la UNAM.
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Proyecto PAPIIT-DGAPA UNAM: “Migrantes/solicitantes de asilo transcontinentales y la conformación de un espacio
fronterizo de espera en México”.
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de El Diario de Juárez aquel 29 de septiembre. Esa semana y la posterior serían semanas marcadas por el
estancamiento de los vagones de trenes de Ferromex, en el marco de una estrategia orquestada por el
comisionado del INM, Francisco Garduño, y las autoridades de la empresa, para contener la llegada de personas
y familias en tránsito a la frontera norte, especialmente venezolanes.
Las modificaciones en la política migratoria de México frente a las movilidades venezolanas
comenzaron a modificarse a inicios del 2021, cuando el gobierno de México declaró que todas las personas
portadoras de pasaporte venezolano necesitarían visa. Debido a las elevadas cifras, el gobierno de Biden llegó
a un acuerdo con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en octubre de 2022. En dicho acuerdo
se convino que las personas venezolanas que cruzaran la frontera sur de los Estados Unidos a pie o nadando
serían devueltas inmediatamente a México. Casi un año después, en septiembre de 2023, con base en los datos
de Customs and Border Protection (CBP) de Estados Unidos, un total de 55.000 migrantes procedentes de
Venezuela fueron detenidos en la frontera con México (CBP, 2023).
Personas oriundas de Venezuela en mayor parte, pero también de Cuba, quienes viajaban sobre el tren
para cruzar el territorio mexicano, fueron forzadas a esperar, dispersas en los patios de las estaciones, a un lado
de los rieles. En el desierto, entre Chihuahua y Ciudad Juárez, 1800 personas quedaron varadas cuando los
vagones se detuvieron. Otras se quedaron varadas a lo largo del camino, como en Torreón, Aguascalientes e
Irapuato (Diario de Juárez, 2023).
Guiadas por nuestro monitoreo de prensa previo al campo, frente a la ciudad aparentemente vacía,
comenzamos a mapear los lugares frecuentados por migrantes. Recorrimos entonces las principales calles del
centro de la ciudad, en las que priman el aspecto de abandono y del tiempo congelado. Las fachadas y banquetas
no renovadas se embonan con los predios que ecoan lo que una vez fueron: tiendas comerciales y oficinas. En
el entorno de la catedral observamos un comedor local, lugar de concentración de migrantes de paso por la
ciudad, el cual, a la hora de la comida se encontraba vacío.
Poco a poco, nos percatamos que las personas que llegaban por la estación del tren, cercana a la
Fiscalía General del Estado, se dirigían directamente al bordo del Río Bravo, con el fin de entregarse a la patrulla
fronteriza, sin pasar por los albergues, bajo la esperanza de cruzar la frontera sin la cita en la aplicación CBPOne
por la cual se administran actualmente las solicitudes de asilo en Estados Unidos.
Nos dirigimos entonces a los puentes transfronterizos. En el puente Paso del Norte, había una fila de
cerca de veinte personas de Haití, centroamericanas y venezolanas esperando la señal de los empleados de
una empresa de seguridad privada, para que fueran pasadas, una a una, a los agentes migratorios
estadounidenses. Traían estampados en sus pechos apellidos hispanos y chinos; los demás presentes eran
todos hombres negros. Las generaciones posteriores, hijes o nietes de migrantes, son empleados
estratégicamente por parte de las agencias de control migratorio de Estados Unidos para facilitar la
comunicación en diferentes idiomas sin tener que pagar un extra por esa calificación. De esta manera, ciertos
perfiles son capitalizados y refuncionalizados para administrar la migración irregular.
La mañana siguiente caminamos por el Parque de la Mexicanidad, después por un camino federal hecho
de piedras. Luego de más de una hora bajo el sol, sin avistar el ir y venir de personas, patrullas o agentes de
ninguno de los lados de la frontera, llegamos al Puente Internacional Zaragoza. Arriba del puente, encontramos
un grupo de cerca de diez personas. Nos acercamos a los primeros, tres venezolanos y un cubano. Uno de los
venezolanos había estado en el Centro Integrador para el Migrante (CIM) Leona Vicario por tres meses; el
hombre cubano había sido secuestrado tres veces entre Torreón y Ciudad Juárez. No quería alojarse en
albergues y había estado viviendo en la calle.
De manera que están las personas que prefieren esperar la fecha y hora de la cita en CBPOne en
albergues de la ciudad, en especial las familias con niños, niñas y adolescentes; están las que cruzan entre los
puertos fronterizos y se entregan; y las que se entregan en el puente sin cita. En todo caso, llama la atención
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el poder de atracción de finalmente tener la frontera enfrente, de lanzarse y romper el umbral. Ese impulso se
expresa en intentos individuales y familiares, es decir, en manifestaciones de agencia, pero también refleja una
fuerza colectiva que rebasa el disciplinamiento de los procedimientos y de las canalizaciones de la gobernanza
migratoria. En este caso, son manifestaciones de ingobernabilidad.
Finalmente, uno de nuestros interlocutores nos pasó la ubicación exacta de la Puerta 36, en mayúsculas,
porque da nombre al texto y porque encontrarla derivó en un giro de 180 grados en el trabajo de campo. En la
extensa zona del bordo del Río Bravo, como si fueran unos paréntesis, se abren eventualmente puertas, por
donde las personas se entregan, o las que son identificadas y capturadas por la patrulla fronteriza, puedan
ingresar al país del Norte.
A la altura de la Puerta, la arquitectura fronteriza se despliega hostilmente de la siguiente forma (Figura
1): 1) Para cruzar la autopista se necesita pasar tres carriles que van al sur y un camellón pequeño que los
separa de otros tres carriles que van al norte en una vía rápida, el Boulevard Cuatro Siglos; 2) luego hay una
banqueta, un montículo de tierra que se eleva dos metros y vuelve a bajar; 3) recientemente, se ha excavado
una zanja a lo largo de la Puerta 36, con una profundidad de más de un metro; 4) al brincarla, se encuentra un
amplio espacio que da al Río, que nos expone a la vigilancia de las autoridades estadounidenses y nos oculta
ante los ojos de cualquiera que vaya pasando por la vía rápida juarense; 5) el Río Bravo es una frontera natural
de menos de cinco metros de ancho que a esta altura se cruza a pie, con los niños y niñas en los brazos; 5.1)
el Río cuenta con púas flotantes en algunos puntos; 6) y 7) luego el terreno vuelve a elevarse para dar lugar a
varias tiras de púas circulares y una barda de aluminio; 8, 9, 10 y 11) en ese perímetro, se avistan vehículos,
patrullas, agentes y militares estadounidenses; 12) hasta toparse con el muro metálico
Figura 1. Arquitectura fronteriza, Puerta 36, Ciudad Juárez – El Paso
Fuente: Elaboración con foto satelital (Google Maps, agosto de 2021).
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Nos tomó cierto tiempo distinguir los uniformes y patrullas de los varios agentes estatales
estadounidenses. Con la ayuda de interlocutores de El Paso, supimos que los de uniforme camuflado son
miembros de la Guardia Nacional de Texas y tienen muy restringido lo que pueden o no hacer. Son militares que
literalmente guardan las fronteras y custodian el alambrado. Para nosotras, su plan era claro: agotar e impedir el
cruce a toda costa, sin agredirlos físicamente, pero insultando y burlándose de las personas que trataban de
traspasar las púas. Los de uniforme negro, que transitaban en patrullas también negras, son estatales del
Department of Public Safety (DPS) de Texas…Ellos sí pueden arrestar por cruces sin permiso. El trabajo conjunto
entre la Guardia Nacional de Texas y DPS ha sido posible gracias a la Operación Lone Star, inaugurada por el
gobernador texano Greg Abbott en 2021. Tiene como objetivo “utilizar los recursos disponibles para hacer cumplir
todas las leyes federales y estatales aplicables con el fin de prevenir la actividad delictiva a lo largo de la frontera,
incluida el ingreso ilegal, el contrabando y el tráfico de seres humanos, y ayudar a los condados de Texas en sus
esfuerzos por hacer frente a esas actividades delictivas”. (TIDC, 2023).
Ese paisaje no podría estar completo sin los agentes migratorios, que circulan en patrullas blancas, sin
ninguna identificación, miembros de Office of Field Operations (OFO), los mismos que también trabajan en las
garitas y los puentes (Figura 2).
Figura 2. Patrullas y agentes estatales estadounidenses
Fuente: Archivo del proyecto, septiembre de 2023.
En todo el perímetro de la orilla mexicana del Río, avistamos decenas de objetos: tarjetas personales,
botellas plásticas, restos de comida chatarra, ejemplares esparcidos de biblias cristianas, salmos impresos en
tarjetas, pedazos de documentos de identidad de Venezuela, incluso fotos familiares de niñes llevadas por el
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viento. Juntos, pintaban el suelo del bordo. Debajo de los árboles, se veían a grupos de migrantes y familias
enteras a la espera. Afuera, bajo el sol, otros examinaban las posibilidades de cruzar, y también esperaban
cualquier señal positiva de los militares de la Guardia Nacional estadounidense.
Figura 3 - Objetos en la orilla del Río Bravo, Ciudad Juárez, septiembre 2023
Fuente: Archivo del proyecto, septiembre de 2023.
Al día siguiente, el Río estaba bajo, por lo que grupos de familias venezolanas y cubanas trataban de
cruzarlo. Una joven ecuatoriana que parecía tener menos de treinta años viajó en autobús hasta Ciudad Juárez,
una pequeña de aproximadamente tres años la acompañaba, dijo que el camino había sido muy complicado,
su cara expresaba temor. El pollero la dejó en la avenida que habíamos cruzado para llegar al bordo, ella no
sabía qué hacer. Una señora con su hija adolescente llegó a preguntarnos si también íbamos a cruzar. A ellas
también las abandonó el pollero. Escuchamos una llamada telefónica de reclamo, se mostraron bastante
molestas, pagaron 8,800 dólares por el traslado. “Me dejaron a la orilla de la calle y el río voy a cruzar, cruzar
el agua, ese alambre, me agarraron, entonces, ¿quién está cobrando si estamos cruzando nosotros?”.
Entre todo esto se nos acercó un joven venezolano veinteañero, nos contó que tenía cuatro meses en
Ciudad Juárez, ya con empleo, vivía en un departamento, pero en Estados Unidos lo esperaban sus primos.
Nos enseñó una conversación de WhatsApp, mensajes que creaban una dirección: iba a Chicago. Mientras
tanto, un grupo decidió moverse a otro lugar del Río para comprobar si estaba menos hondo. Nadie sabía
nadar, entonces con un tronco y la ropa sin dueño esparcida por el bordo, hicieron una cuerda y entre todos se
ayudaron a pasar.
Hicimos un breve recorrido por el área y para cuando habíamos regresado, la primera familia
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venezolana con la que habíamos platicado ya estaba del otro lado. Otro hombre, hondureño, nos preguntó de
dónde éramos, contó que fue a la escuela y que le gustaba, pero su mamá “se puso mal” y tuvo que conseguir
empleo para subsistir. Mientras él está en México, su hermana cuida de ella. Llegó en tren, cruzó México en La
Bestia, dijo que está peligroso, tenía miedo de cruzar y ser deportado, por eso veía en Juárez una opción para
quedarse.
Por un lado, en la reconstrucción de las rutas y los medios de transporte que tomaron, vemos como
los trenes y vagones se repiten en sus trayectorias de movilidad hacia Ciudad Juárez. Por otro lado, llegar a la
frontera puede dar lugar a una nueva instalación. Diferentemente de Tapachula, Ciudad Juárez posee un nicho
laboral atractivo, en especial su parque industrial y maquilador que incluye transnacionales del talante de
Bombardier, la fabricante de aviones.
No solo codeábamos con jóvenes y familias en movilidad. De un lado, un fotógrafo y una reportera de
una cadena de comunicación japonesa, con oficina en California, trataban de registrar y recoger testimonios.
De otro, un reportero de un medio comercial local, aisladamente informaba lo que según él, era el número de
personas migrantes en el bordo. Solo eventualmente, avistábamos miembros de organizaciones de la sociedad
civil. Un funcionario estatal entregaba trípticos informativos al tiempo que distribuía alertas en forma de bronca:
“Se les avisó que no trataran de cruzar ilegalmente!”.
Entre todos esos personajes, ocupando lugares sociales tan diversos como desiguales, decidimos
enfocar nuestra atención en las prácticas de violencia antimigrante performadas por militares y agentes
estadounidenses. “Acusan ´tratos inhumanos´ de GN en Texas”, decía el titular del mismo número de El Diario
de Juárez del 29 de septiembre. Enseguida, las escenas que presenciamos podrían ser fácilmente calificadas
de terrorismo de estado. La interacción entre agentes estatales (militares y migratorios) y familias migrantes
tomó por asalto toda nuestra atención. Se trataba de interacciones mediadas por un elemento novedoso en ese
paisaje fronterizo, mencionado un par de veces en este texto: el alambre de púas.
Uno a uno, o con sus hijes en los brazos, padres y madres obstinadas trataban de traspasar el
alambrado colocado en las orillas del Río, en toda la extensión de los varios kilómetros del bordo. Liderados
por un militar especialmente agresivo, trataban de ser disuadidos, bajo gritos y amenazas. El militar vociferaba
en español con acento chihuahuense. Alentado por sus padres, y con el apoyo de otras personas del lado
mexicano, un niño se enredó en el laberinto de púas por varios minutos, con el fin de llegar con su hermano
que ya estaba del lado estadounidense. Al final, lo logró. De acuerdo con el boletín mensual de octubre de 2023
publicado por la Unidad de Política Migratoria, Registro e Identidad de Personas (UPMRIP, 2023), en Chihuahua
se han reportado de enero a octubre, 663 menores de edad en situación de movilidad, 264 no acompañados,
la mayoría de Guatemala, Venezuela y Ecuador.
Los puntos de cruce eran varios, y siempre que se juntaban una o más personas, las camionetas
blancas les perseguían. Las técnicas para traspasar el alambre incluían cubrir las manos con pedazos de cartón
o con telas de ropa. Por otro lado, las utilizadas por los militares para impedir el paso incluían el uso de palas
para reacomodar los alambres, en un continuo arreglo y desarreglo, especialmente en los casos en que la gente
usaba tijeras para cortar el alambrado. Afuera, cada violencia militar era contestada con los gritos de todas las
personas inconformes.
Una escena en especial nos llamó la atención por el uso desmedido de fuerza por parte del personal
de la Guardia Nacional de Texas, contra un padre de dos niños. Como parte de la performatividad espacial que
se vive en la frontera, el militar “castigó” al hombre por fomentar el cruce de su hijo por el alambre de púas,
pisando el alambre sobre el cuerpo del padre. Es la representación más cercana al sujeto endriago, quien se
levanta como un ser poderoso y violento frente a sus víctimas y espectadores, sin límites éticos ni morales
(Valencia, 2010).
Estos sujetos han perpetrado prácticas de guerra que reconfiguran todo el espacio- frontera. En este
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espacio, la violencia generada da cuenta de una lógica de control y dominio que va más allá de una delimitación
política territorial; en él, las personas migrantes quedan desprotegidas ante cualquier abuso y se les
deshumaniza. Asimismo, al no contar con la presencia de autoridades mexicanas o alguna organización en la
zona, el control pasa por completo al personal estadounidense y los abusos se vuelven permisibles e
indetectables.
Los alambres, dejados para tras, quedaban adornados con pedazos de ropa enganchadas como
memoria del último acto de una pieza de horror (Figura 4). No bastó con atreverse a traspasar el alambrado.
Una vez en suelo estadounidense, registramos un grupo de más de 20 personas, infancias incluidas, forzados
a permanecer sentados en una misma posición por cerca de dos horas bajo el sol, de manera que la punición
por atreverse a ocupar un espacio no permitido también fue inmediata.
Figura 4. Alambrado de púas con pedazos de ropa, Ciudad Juárez - El Paso
Fuente: Archivo del proyecto, septiembre de 2023.
Al narrar la historia política del alambre de púas, Olivier Razac (2002) recupera su función espacial, la
de mantener la separación de los otros indeseables, de la otredad desviante, fuera de la norma. En nuestro
caso, nos referimos a todas aquellas personas en movilidad que no adhieren a los canales regulares, llámese
CBPOne o parole humanitario, para ingresar a Estados Unidos. Aunque las púas derivan de una medida
autoritaria de delimitación espacial (p. 104), el alambre no impide el paso. Es más bien una alerta sobre lo que
puede llegar a pasar si se decide atravesarlo. Tiene por lo tanto efectos disuasorios de una “violencia discreta”
(p. 113). Asociado históricamente a prisiones y campamentos de refugiados, a la altura de la Puerta 36, el
alambre de púas le da a ese espacio fronterizo la configuración de una zona de guerra, en la que el migrante
sigue siendo una cuestión de seguridad nacional.
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Existen varias formas de hacer trabajo de campo, pero es importante exponer, en primer lugar, que
no todo trabajo de campo es etnográfico. Segundo, que en el trabajo de campo etnográfico también se observan
los espacios y los lugares que componen el paisaje estudiado, así como las interacciones entre los grupos
sociales y los espacios que configuran procesos sociales más amplios. Este texto fue redactado sin ninguna
entrevista; en su lugar, reconstruimos los relatos de conversaciones rápidas e informales. Contrastadas, nos
dieron cuando menos una dimensión de la diversidad de experiencias y situaciones de frontera.
Los cambios y reconfiguraciones en los espacios fronterizos de México se han acelerado en el último
lustro. Para nosotras, es importante dar parte de la frontera desnaturalizándola. Es decir, la frontera y el espacio
circundante son producidos no solo por el estado como actor político legitimado por el orden capitalista liberal,
sino por el impulso desobediente que colectivamente se enfrenta y rebasa la arquitectura fronteriza hostil.
Material consultado
CBP
(Customs
and
Border
Patrol)
(2023). Nationwide
Encounters.
https://www.cbp.gov/newsroom/stats/cbp-public-data-portal
El Diario de Juárez. 29 sep 2023 (versión impresa).
Oliver Razac (2022). Barbed Wire: A Political History. The New Press: Nueva York.
TIDC (Texas Indigent Defense
Commission) (2023).
Operation Lone Star-Operación
Lone Star.
https://www.tidc.texas.gov/operation-lone-star/
UPMRIP (Unidad de Política Migratoria, Registro e Identidad de Personas). Boletín Mensual de Estadísticas
Migratorias. Noviembre de 2023. México: Secretaría de Gobernación.
Valencia, Sayak (2010). Capitalismo gore. Barcelona: Melusina, 2010.
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