La pieza del mes: 26 de noviembre de 2022
Museo Arqueológico Municipal de Jerez / Asociación de Amigos del Museo
ESPADA DEL BRONCE FINAL DE BORNOS
D. José María Gutiérrez López
CEHJ. Director del Museo y Arqueólogo Municipal de
Villamartín
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Introducción
El Bronce Final en el Suroeste de la Península
Ibérica se singulariza desde el punto de vista de
la cultura material por las denominadas como
“estelas de guerrero” y también por depósitos de
objetos metálicos correspondientes a una metalurgia con raíces en el mundo atlántico europeo.
Las armas que se representan en estas estelas,
acompañadas de otra clase de objetos y bienes,
serán el nexo de relación entre ambas manifestaciones arqueográficas. Disponemos de escasos
datos sobre la población y los tipos de asentamiento, sus modos de vida y otros aspectos fundamentales de estas comunidades, configurándose así como nuestra “edad oscura”.
Tradicionalmente, la investigación ha utilizado
los diversos hallazgos de esa metalurgia atlántica para establecer una periodización en tres fases. Así el Bronce Final I vendría caracterizado
por los estoques y puñales de corta lengüeta de
enmangue, herederos de las morfologías del
Bronce Medio; el Bronce Final II por las espadas
con ensanchamiento distal de la hoja, denominadas pistiliformes; y el Bronce Final III hasta
la primera Edad de Hierro, por diversos horizontes de evolución de una tipología de espadas,
reunidas bajo la denominación convencional de
“en lengua de carpa” debido al aguzamiento que
remata la punta de estas armas.
A lo largo de la cuenca atlántica de Europa, se
han sucedido los hallazgos sueltos o formando
depósitos, con armas y otros utensilios. Un porcentaje muy significativo de éstos tiene como
procedencia contextos en medios acuáticos, bien
sean aguas abiertas, cauces fluviales, vados o
lugares de paso, hasta conformar una fenomenología que los especialistas han convenido en denominar de las “armas arrojadas a las aguas”.
En nuestro ámbito regional la manifestación
más notable de este recurrente comportamiento
sería el Depósito de la Ría de Huelva (en adelante DRH), procedente de un dragado realizado
el año 1923 en el puerto onubense (Belén 2016:
63-80). Se trata de un conjunto de más de cuatrocientos elementos donde la representación de
diferentes clases de armas es mayoritaria.
Tanto para la explicación del DRH como del fenómeno en sí, han surgido diferentes hipótesis.
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Considerando la historiografía de la investigación, la primera hipótesis -referida específicamente al DRH-, lógicamente fue la consideración de
esa excepcional acumulación como resultado del
cargamento de un pecio. Se trataría de un buque
cargado con chatarra para su reciclaje que tendría como destino Huelva, configurado como un
gran centro metalúrgico, punto de salida de los
minerales de la Franja Pirítica y de su propia
producción (Almagro 1940: 85-143). El matiz europeo y atlántico de dicha metalurgia llevó al Autor a proponer el carácter indoeuropeo de ese foco
onubense de forma independiente a influencias
mediterráneas.
Más reciente es otra teoría que vincula estos conjuntos a la acumulación continuada de depósitos
funerarios que no dejan ninguna otra huella más
en el registro arqueológico (Belén y Escacena
1995: 85-113). También esta hipótesis tiene una
fuerte carga demográfica. Entienden que durante
el tránsito al Bronce Final tuvo lugar una ruptura poblacional de las comunidades residentes del
Bronce pleno, sustituidas por gentes de un ámbito étnico y cultural indoeuropeo. A partir de este
Bronce Final, la nueva población implantaría
unos rituales funerarios muy específicos e invisibles. Las necrópolis convencionales conocidas durante el primer milenio a. C., solamente corresponderían a la población heredera de la colonización oriental y de su ámbito de influencia cultural.
Con una visión holística del fenómeno, no circunscrito exclusivamente al DRH, encontraríamos una tercera vía de explicación. Considerar
estos depósitos como el resultado de la acumulación de gestos religiosos o profanos de las élites,
realizados en medios acuáticos que tienen una
alta carga simbólica. La función de estos rituales
sería la exposición pública de la legitimación y el
control estratégico sobre el territorio y la economía que tendrían personajes de alto estatus, durante ritos de paso o de iniciación (Ruiz-Gálvez
1995: 21-32 y 129-155).
Descripción
Espada completa de bronce, fundida de una sola
pieza mediante molde bivalvo (Fig. 1). Es una
producción típica de la metalurgia atlántica del
Bronce Final. Pertenece al esquema de espadas
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tripartitas, ejemplares en los que se puede diferenciar claramente la empuñadura, el ensanche
u hombro y la hoja, rematada en una punta
alargada y fina, no muy desarrollada en este
caso, que permite su inclusión entre las espadas
en “lengua de carpa”.
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va flanqueado en ambos laterales de la hoja por
una ranura marcada que tiende a desaparecer
antes de que se destaque la punta (Fig. 2). Una
visión general da la impresión de un ligero ensanchamiento en el tercio inferior de la hoja que
la incluiría en la definición de pistiliforme. Dicha apreciación que sería de orden milimétrico,
parece debida más a la delineación general de
los filos, con un lateral de corte recto y el otro
algo cóncavo.
Fig. 2. Detalle de la punta desarrollada “en lengua de carpa”.
(Fotografía del autor)
Fig. 1. Espada del Bronce Final de La Angostura de Bornos
(MAMJerez)
La espada de Bornos presenta una empuñadura
de lengüeta calada, algo ensanchada en su parte
central con lados convexos y un ápice que termina en cola de pez. El empalme con la hoja es
triangular, también calado con ranuras y las
muescas del recazo son curvas y leves. Las ranuras que portan tanto la lengüeta como las
guardas facilitarían la fijación de una empuñadura de materia orgánica.
La hoja está bien desarrollada con una nervadura central pronunciada de sección biconvexa que
disminuye de anchura y espesor conforme se
acerca al extremo de la punta. El nervio central
La pieza presenta un buen estado de conservación. Únicamente se aprecia una rotura completa en un lateral de la empuñadura, sin pérdida
de masa, entre una ranura del empalme y su
recazo correspondiente, que no compromete la
visión plena de su morfología (Fig. 3). La espada
se presenta sin ninguna pátina del bronce, tal
vez debido al contexto anaeróbico del hallazgo o
a una limpieza inadecuada previa al depósito en
el Museo Arqueológico Municipal de Jerez.
Composición
La aleación de la espada de Bornos corresponde
a un bronce binario de bastante calidad con un
porcentaje alto de estaño (entre 10.1 y 9.6 %),
donde es testimonial el hierro y níquel, con trazas de plata y antimonio. Los análisis metalo-
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un único origen.
Los resultados isotópicos obtenidos descartan el
uso de los minerales de la Faja Pirítica, que serían los recursos geográficamente más próximos
al DRH. Las posibles procedencias se podrían
relacionar con las regiones mineralizadas de la
Unidad geológica de Ossa-Morena, teniendo el
Valle de los Pedroches como límite oriental;
también existen posibilidades de que algunos
metales procedieran de la isla de Cerdeña (en la
región de Cagliari); y existen objetos que no se
pueden relacionar con ninguna de las mineralizaciones que hayan sido caracterizadas isotópicamente (Montero, Hunt y Santos 2007).
Tipología
Fig. 3. Detalle de la empuñadura compuesta de guarda y enmangue en forma de lengüeta con calados (Fotografía del autor)
gráficos en su momento no detectaron plomo ni
arsénico (Rovira Llorens 1995: 38, Tabla 3)
La variante a la que pertenece la espada de Bornos presenta ranuras para la inserción de unas
cachas en empuñadura y guardas. La empuñadura de estas espadas está ligeramente hinchada para adaptarse mejor a la mano, con lados
convexos, terminada en forma de cola de pez garantizando el agarre del arma. Las muescas de
los recazos tienden a ser más bien leves.
Muestra
Zona
Cu
Sn
Pb
Ag
Sb
As
Fe
Ni
AA0242A
empuñadura
90.1
9.6
Nd
Tr
Tr
Nd
0.24
0.01
AA0242B
hoja
89.6
10.1
Nd
Tr
Tr
Nd
0.22
0.01
AA0242C
punta
89.9
9.8
Nd
Tr
Tr
Nd
0.29
0.06
En general, las características de composición
del metal de este grupo de espadas son bastante
homogéneas al tratarse de aleaciones integradas por dos componentes principales, con un nivel muy bajo de impurezas detectables. No se
pueden considerar como resultado de un único
taller aunque la homogeneidad invitara a pensar en un único centro productor. Actualmente,
la mejor manera de abordar esta investigación
es la contrastación de mineralizaciones caracterizadas por sus isótopos de plomo con el análisis
de las piezas arqueológicas. Como no podía ser
de otra manera, tendremos que basarnos en el
DRH que ha sido ampliamente analizado, mostrando que a pesar de su composición elemental
homogénea, los metales del depósito no tienen
La espada de La Angostura pertenece al tipo
Huelva y al subgrupo de la variante Cambes, en
referencia a los lugares epónimos donde están
documentados los morfotipos. Forma parte de
los tres principales tipos de espada en lengua de
carpa: Huelva, Nantes y Monte Sa Idda; este
último tipo con otro ejemplar en las vitrinas del
Museo Arqueológico Municipal de Jerez, procedente de Las Alcobainas (Torres 2017). Se ha
puesto de manifiesto que estos tres tipos principales presentan una variada distribución geográfica y que dentro de cada uno de los tipos se
pueden distinguir variantes que muestran patrones regionales específicos. Por ejemplo, las
soluciones técnicas para el montaje de la empuñadura que permite diferenciar entre el empleo
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de calados y de los orificios para remaches, parecen estar indicando unas preferencias tecnológicas propias de ámbitos geográficos concretos.
El área de distribución de esta variante Cambes
(Fig. 4), con las excepciones de hallazgos puntuales en el alto Rin y el Mediterráneo central,
se limita principalmente a Francia, al sur del
río Loira y a Iberia, concentrándose en Andalucía, en el DRH y esta de Bornos en el interior
del Guadalete, alcanzando hasta Séquestre, en
Siniscola, provincia de Nuoro, Cerdeña
(Mederos 2008: 41-75; Brandherm y Moskal
2010: 431-456). El área geográfica de origen de
este tipo Huelva es difícil de determinar. Aunque existen ciertos indicios como los apuntados
por los análisis metalográficos que hablarían en
favor del sur de la Península Ibérica, tampoco se
puede excluir un origen norpirenaico ni sería
descartable por completo la posibilidad de un
origen sardo.
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Cronología
La datación de la pieza se debe realizar fundamentalmente de manera relativa, en correspondencia con la posición de los diversos productos
en la secuencia tipológica que se ha establecido
para esta metalurgia atlántica. Una secuencia
convencional constituida a través de las asociaciones de tipos y de criterios de presencia/
ausencia de ciertas piezas en los conjuntos que se
encuentran en los depósitos. Son contados los
ejemplos disponibles que cuentan con datos de
cronología absoluta.
La espada de Bornos se encontraría entre las tipologías más antiguas de estos productos metalúrgicos, que serían los tipos Huelva y Nantes. El
análisis sistemático de las asociaciones de hallazgos muestra que ambos tipos nunca aparecen
juntos en conjuntos cerrados. No se conoce ninguna espada tipo Huelva procedente de los depósitos clásicos del “complejo lengua de carpa” del
norte de Francia y sudeste de Inglaterra, en los
cuales el tipo Nantes constituye uno de sus elementos definitorios (Brandherm 2007).
En apoyo a la distinción cronológica entre ambos
tipos viene el análisis de metales. Mientras que
todas las espadas de tipo Huelva que se han analizado hasta la fecha están hechas de un bronce
binario, las armas tipo Nantes suelen ser aleaciones ternarias con significativamente mayor contenido de plomo. Una tendencia que parece verse
acentuada al final de la Edad del Bronce.
En términos de cronología absoluta, se ha propuesto que las espadas tipo Huelva variante
Cambes, con calados en la lengüeta y guardas
sería un tipo relativamente antiguo del Bronce
Final, datado entre mediados y finales del siglo
XII (Mederos 2008: 41-75). La transición desde el
tipo Huelva al de Nantes parece haber ocurrido
en algún momento entre mediados del siglo X y
principios del siglo IX a.C. Son relevantes para
esta cuestión las dataciones radiocarbónicas obtenidas de la materia orgánica de algunos astiles
y regatones del DRH (Ruiz-Gálvez 1995: 79–80).
Fig. 4. Dispersión geográfica del tipo Huelva y variantes. La variante Cambes se marca con círculo = Según Brandherm y
Moskal, 2010
En realidad, en estos momentos en el sur peninsular ya había comenzado la creciente influencia
oriental, formando cada vez menos parte de ese
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complejo cultural del Bronce Atlántico y dando
lugar a los grandes procesos de transformación
que caracterizarán la primera Edad del Hierro
en el Suroeste ibérico.
Contexto del hallazgo
La espada debió ser hallada algo antes de octubre del año 1953, en el paraje del curso medio
del río Guadalete denominado La Angostura,
durante la construcción de la presa del Embalse
de Bornos, obra pública finalizada en 1961 (Fig.
5). La pieza ingresó en dicha fecha en este Museo Arqueológico Municipal por las gestiones de
Manuel Esteve Guerrero, suponemos que en su
calidad de Comisario Local de Excavaciones Arqueológicas de Jerez y zona, un cargo que ostentaba desde 1952. Las circunstancias del hallazgo son poco conocidas y deben ser reconstruidas
necesariamente a través de la documentación
administrativa generada por Esteve (Nº Registro de Entrada 00437 de 06/10/1953 y carta mecanografiada de 12/02/1954 dirigida a Julio
Martínez Santa-Olla, Comisario General de Ex-
Fig. 5. Presa del Embalse de Bornos en construcción
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cavaciones Arqueológicas. Archivo documental
del MAMJF) más la prensa de la época (Esteve
1953: 5 y 1956: 253).
Es precisamente en la presentación a los medios
locales del momento donde se pueden rebuscar
datos valiosos para la interpretación del hallazgo. Así Manuel Esteve Guerrero (1953: 5) refiere
como el objeto se descubrió al efectuarse la desviación del cauce del Guadalete, imprescindible
para llevar a cabo las obras de construcción del
embalse. El objeto recaló en poder del practicante
de medicina de Bornos, D. José María García
Martínez, que figura como donante en el registro
del Museo, aunque en la nota remitida a la Comisaría General de Excavaciones al año siguiente,
Manuel Esteve refiera como institución donataria a la dirección de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir.
De tal modo, el descubrimiento de la espada de
La Angostura de Bornos tuvo lugar como consecuencia de la desecación del cauce, por lo que debemos integrarla con pleno derecho en el fenómeno de la deposición ritual de armamento en
contextos “húmedos” y particularmente en ríos,
como lugares de paso que reflejan límites socialmente significativos. Al mismo tiempo, este tipo
de depósitos parece estar evidenciando ubicaciones estratégicas entre esferas de interacción socioeconómica limítrofes. Sin lugar a dudas La
Angostura del río Guadalete se revela como ejemplo de un punto estratégico que en este caso geográficamente distingue el curso medio de tierras
bajas en la depresión de Arcos de las campiñas
más altas de los llanos de Villamartín. El desfiladero que formaba el Guadalete en este punto
(Fig. 6) se convierte en una importante vía de
conexión entre las tierras del interior y la bahía
de Cádiz, complementaria del eje terrestre nortesur que abre la comarca al cercano valle del Guadalquivir.
Ahora la espada de La Angostura no es un elemento arqueológico aislado. Gracias a los trabajos realizados por Lorenzo Perdigones (1987: 6566 y 261-275) en la Carta Arqueológica de Arcos
de la Frontera, conocemos la existencia de sendos
yacimientos emplazados estratégicamente controlando ambas márgenes del acantilado, datados en el Bronce Final/Edad del Hierro. A partir
de estas investigaciones y otras posteriores
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(Gutiérrez y otros 2000: 795-806), se ha elaborado una reconstrucción del proceso histórico del
poblamiento durante este periodo en la cuenca
Fig. 6. Acantilado en la Angostura de Bornos, 1916 (Juan Gavala
y Laborde. Boletín Instituto Geológico Minero Español 37, lám. X)
central del Guadalete.
La deposición de esta espada en un medio acuático respondería al ritual fundacional de una
nueva realidad poblacional, que viene a sustituir las pequeñas aldeas agropecuarias diseminadas en el territorio, por un patrón de enclaves
en posiciones estratégicas, con centros principales y asentamientos complementarios con división de funciones. Se conforma así un territorio
políticamente organizado al que coetáneamente
arriban otra serie de nuevos productos desde las
factorías coloniales de la costa, marcando las
profundas transformaciones que caracterizaron
la Edad del Hierro. Las anteriores redes marítimas de larga distancia a lo largo de la fachada
atlántica se vieron profundamente modificadas
por esta incorporación del suroeste de Iberia al
sistema mundial mediterráneo.
José María Gutiérrez López
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DESCRIPCIÓN
Espada completa de bronce de las conocidas como “en lengua de carpa” por la forma como se agudiza y remata la punta del arma. Pertenece
al tipo Huelva, en referencia al gran depósito dragado en su Ría durante 1923. La empuñadura se compondría de la guarda –protector del
puño-, con recazos poco pronunciados de muesca curva y el enmangue en forma de lengüeta. La forma como remata la lengüeta y los calados que portan ésta y las guardas, asimilarían formalmente esta pieza con la variante Cambes. Desde el arranque de la hoja se observa una
nervadura central algo pronunciada de sección redondeada, flanqueada en ambos lados por una ranura marcada.
Materia:
Bronce.
Dimensiones:
Longitud total: 69,5 cm. Longitud de la hoja: 60,8 cm y ancho máximo de 3,8 cm. Longitud de la empuñadura: 8,7 cm, anchura máxima: 5,8
cm, mínima: 2 cm. Grosor máximo: 0,9 cm.
Cronología
Bronce Final. Mitad del siglo XII - mediados siglo X a. C.
Procedencia
La Angostura (Bornos, Cádiz). Fecha de ingreso: 06/10/1953. Donación: José María García Martínez. Nº IG: 346. Nº RE: 0437.
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