REVISTA BRASILEÑA DE HISTORIA DE LA EDUCACIÓN (v. 21, 2021)
ARTÍCULO ORIGINAL
EL
CURRICULUM ‘MAESTROS DE ENSEÑANZA BÁSICA’.
DIÁLOGOS ENTRE LA AGENDA EDUCATIVA NACIONAL Y LOS
DISCURSOS INTERNACIONALES EN LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA
ARGENTINA (1983-1989)
O CURRÍCULO ‘MAESTROS DE EDUCACIÓN BÁSICA’. DIÁLOGOS ENTRE A AGENDA EDUCACIONAL NACIONAL
E OS DISCURSOS INTERNACIONAIS NA TRANSIÇÃO DEMOCRÁTICA ARGENTINA (1983-1989)
THE ‘MAESTROS DE ENSEÑANZA BÁSICA’ CURRICULUM. DIALOGUES BETWEEN THE NATIONAL EDUCATIONAL AGENDA
AND INTERNATIONAL DISCOURSES IN THE ARGENTINE DEMOCRATIC TRANSITION (1983-1989)
Jorgelina Mendez
Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Tandil, Buenos Aires, Argentina.
E-mail:
[email protected]
R e s u m e n : Este artículo se inscribe en el marco de una investigación más amplia, analizando una reforma de
formación docente -el curriculum Maestros de Enseñanza Básica- implementada en la transición democrática argentina
(1983-1989) en la cual entran en diálogo la agenda educativa nacional y global a través de los organismos
internacionales. La reconstrucción de la experiencia se fundamenta en el análisis documental (oficiales y de organismos
internacionales) y de normativa relacionada a ella así como entrevistas a actores que participaron en su definición y
trabajos académicos de sus protagonistas. Se observó que esta política articuló la aspiración del gobierno por
democratizar las instituciones y las relaciones pedagógicas en oposición al autoritarismo vivido en la dictadura militar
con los discursos internacionales que pugnaban por la jerarquización y profesionalización de la formación y práctica
docente. Asimismo, adelantó cuestiones en relación con la duración y estructura del curriculum así como la
organización de la práctica docente que estarán presentes hasta hoy en las discusiones sobre la formación. No obstante,
lo breve de la experiencia (1987-1990) y las formas de implementación de la reforma impidieron que la misma sea
recuperada como antecedente de esas discusiones.
P a l a b r a s c l a v e : currículo, política mundial de educación, magisterio, historia de la educación.
R e s u m o : Este artigo é parte de uma investigação mais ampla e analisa uma reforma da formação de professores - o
currículo Maestros de Educación Básica - implementada na transição democrática argentina (1983-1989), na qual a
agenda educacional nacional e global através de organizações internacionais. A reconstrução da experiência é baseada
em análises documentais (oficiais e de organizações internacionais) e regulamentos relacionados, além de entrevistas
com atores que participaram da definição e do trabalho acadêmico de seus protagonistas. Observou-se que essa política
articulava a aspiração do governo de democratizar instituições e relações pedagógicas, em oposição ao autoritarismo
vivido na ditadura militar, com os discursos internacionais que lutavam pela hierarquização e profissionalização da
formação e prática de professores. Da mesma forma, ele avançou questões relacionadas à duração e estrutura do
currículo, bem como à organização da prática de ensino que estará presente até hoje nas discussões sobre a formação
de professores. No entanto, a brevidade da experiência (1987-1990) e as formas de implementação dessa reforma
impediram que ela fosse recuperada como antecedente dessas discussões.
P a l a v r a s - c h a v e : currículo, política mundial da educação, magisterio, história da educação.
A b s t r a c t : This article is part of a larger investigation analyzing a teacher training reform -The Maestros de
Enseñanza Básica curriculum - implemented in the Argentine democratic transition (1983-1989) in which the global
agenda and the national educational agenda enter in dialogue through the organizations international. The
reconstruction of the experience is based on analysis of documents (official and from international organizations) and
related regulations, as well as academic works of those who designed it. Also, actors who participated in its development
were interviewed. It was observed that this policy articulated the government's aspiration to democratize institutions
and pedagogical relations, in opposition to the authoritarianism experienced in the military dictatorship, with
international discourses that called for improving and professionalizing teacher training and practice. Likewise, it
advanced issues in relation to the duration and structure of the curriculum as well as the organization of teaching
practice, which will be present until today in the discussions of new curriculms. However, the briefness of the
experience (1987-1990) and the forms of implementation of this reform prevented it from being recovered as an
antecedent to these discussions.
K e y w o r d s : curriculum, world education policy, school teaching, history of education.
http://dx.doi.org/10.4025/10.4025/rbhe.v21.2021.e167
e-ISSN: 2238-0094
El curriculum ‘Maestros de Enseñanza Básica’.
Diálogos entre la agenda educativa nacional y los discursos internacionales en la transición democrática Argentina (1983-1989)
INTRODUCCIÓN
El artículo presenta algunos resultados de un proyecto de investigación más
amplio cuyo objetivo fue indagar las reformas de la formación docente gestadas en
la transición democrática argentina (1983-1989), atendiendo a las figuras del
reformador, los ámbitos de definición y los argumentos que las sustentan, en el
diálogo entre la agenda educativa nacional y global1. En este texto se desarrolla el
análisis de un nuevo curriculum para la formación de maestros de nivel primaria
denominado Maestros de Enseñanza Básica (MEB) en el marco del llamado
programa de ‘Transformación Educativa’ impulsado durante la última etapa del
gobierno (1987-1989).
Como parte de ese programa, el MEB proponía avanzar sobre un conjunto de
problemas propios del plan de estudios y de la práctica profesional de los docentes
como fundamento de la transformación y democratización del sistema educativo.
Ello entraba en relación con los discursos internacionales que pugnaban por la
profesionalización y jerarquización de los maestros y profesores en tanto
responsables de la calidad educativa y ejes de los procesos de reforma; así las dos
agendas entraban en diálogo, resignificando los discursos en la concreción de una
política particular. Esta, que se implementó durante un breve período, anticipó
algunas cuestiones que estarán presente en la agenda de la formación docente
durante las próximas décadas.
El marco teórico de esta investigación recupera los aportes de la historia
reciente de la educación y, en diálogo directo, de la política educativa considerando
a las reformas como el conjunto de políticas educativas que explícita e
intencionalmente buscan introducir innovaciones en el sistema educativo a través
de normas, planes, proyectos, etc. más o menos institucionalizados que estructuran
los discursos oficiales o de estado (Giovine & Martignoni, 2010). Se opta por superar
el análisis de éstas tanto como producto de una construcción específicamente
nacional, como de situar su elaboración por fuera –o por sobre- los estados así como
de mirarlas en el aquí y ahora. Por el contrario, las mismas no pueden entenderse
sino en un enfoque históricamente situado; son producto de un pasado incorporado,
de un devenir histórico que marca sus posibilidades y límites y están, al mismo
tiempo, atravesadas por circunstancias, urgencias y sucesos no planificados a priori.
De allí, conviene atender a aquellos discursos que provienen de momentos previos,
que se configuran apelando a las tradiciones y significaciones presentes en cada
momento histórico, el ‘canon transhistórico’ (Dibi Huberman apud Carli, 2008 y
también, a los discursos que delimitan un clima de época generando ‘horizontes
colectivos de sentido’ (Giovine, 2012) u ‘horizontes discursivos’ (Southwell, 2008)
que producen determinados significantes como lo nuevo, lo propio de esta reforma.
1
Mendez, (2018).
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Mendez, J.
A fin de trascender los límites nacionales se recuperan los aportes de la teoría de la
internacionalización, reconstruyendo también los ‘horizontes de referencia
internacionales’ (Schriewer & Martínez Valle, 2007) desde donde es posible
comprender cómo se promueven y se construyen las reformas, superando las
posibilidades interpretativas que nos ofrece el análisis a nivel nacional y la
autorreferencialidad de muchos de ellos.
Se indagaron fuentes documentales, relatos orales y escritos que
estructuraron el discurso político oficial. Se trata de una investigación cualitativa
que parte de un enfoque interpretativo en la que se articulan diferentes estrategias
de recolección de datos que permiten la triangulación de la información y validación
de estos. En primer lugar, se recopilaron documentos de política (leyes, decretos,
proyectos de ley, discursos presidenciales y de funcionarios), de política educativa
elaborados por el Ministerio de Educación y Justicia de la Nación (MEJ) (informes,
diagnósticos, recomendaciones, programas, proyectos, documentos de trabajo) y
por organismos internacionales –OI- (Organización de Estados Americanos,
Naciones Unidas y Banco Mundial) de manera de reconstruir los ‘textos’ que
estructuraron el discurso de la política educativa (Ball, 1993). Ello se complementó
con entrevistas abiertas y semi-estructuradas a actores 2 que participaron en el
diseño e implementación de la reforma buscando reconstruir los discursos desde la
experiencia de los sujetos que participaron como funcionarios o reformadores; con
el propósito de rastrear su participación en el mismo así como sus trayectorias
académicas, profesionales y políticas el abordaje recupera aportes del ‘método
biográfico’ a la investigación social (Sautú, Boniolo, Dalle, & Elbert, 2005;
Malimacci & Giménez Béliveau; 2006), en la comprensión de los procesos sociales
que anidan en las experiencias particulares; en este caso, la resignificación que
hacen los sujetos de una determinada política tanto en su elaboración como en su
‘puesta en acto’ (Giovine, 2015). En otras palabras, recuperando el ‘rostro humano’
de las políticas educativas (Bohoslavsky apud Aguirre & Porta, 2019). Las
entrevistas se complementaron con publicaciones de estos últimos que se
constituyeron en referenciales de la época. Por último, se recurrió a informantesclave cuando la recogida de la información se volvió dificultosa.
2
Se buscó reconstruir el proceso desde la mirada de aquellos actores que condujeron y/o gestionaron
(políticos-funcionarios) y elaboraron (intelectuales-reformadores) proyectos que supusieron
propuestas modificatorias de estructuras y prácticas previas. La ‘población’ (Aguirre & Porta, 2019)
está conformada por 9 actores, aunque en este artículo se citan sólo a: E1) Secretario de Educación del
período 1987-1989; E2) Coordinadora del proyecto MEB; E3) Miembro del equipo interdisciplinario
MEB; asimismo se recupera un obra sobre la experiencia de quien fuera su director ya fallecido.
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El curriculum ‘Maestros de Enseñanza Básica’.
Diálogos entre la agenda educativa nacional y los discursos internacionales en la transición democrática Argentina (1983-1989)
TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA Y AGENDA EDUCATIVA
La transición democrática en Argentina -con la asunción del gobierno de Raúl
Alfonsín (1983-1989)- significó un resurgimiento de la política y una ‘ruptura’ con
la dictadura militar (1976-1983) (Aboy Carlés, 2004) redefiniendo los lazos entre
estado y sociedad enmarcado en un proyecto de reforma política e institucional que
buscaba garantizar las condiciones democráticas en el largo plazo articulando los
principios modernización democrática, pluralismo, ética de la solidaridad y
participación (Quiroga, 2005). Esta agenda tuvo inspiración en la socialdemocracia
europea a pesar de que, la misma estaba en crisis y sufriendo los embates de la
Nueva Derecha hacia el progresivo desmantelamiento del estado de bienestar social
en los países del capitalismo central.
El análisis de las políticas educativas del período evidencia dos momentos en
la agenda con un punto de quiebre hacia fines de 1987. El primero (1983-1987) de
‘restitución y ampliación del derecho a la educación’ y el segundo (1987-1989) de
‘transformación educativa’ o reforma por proyectos; ambos contienen una visión de
la educación como condición para la transformación democrática en el largo plazo.
En el primero el objetivo fue desmontar los principios del “sistema educativo
autoritario” (Tedesco, Braslasvsky, & Carciofi, 1983) sobre la base de la oposición
autoritarismo/democracia (Southwell, 2007) buscando la democratización del
sistema, garantizando el acceso a los diferentes niveles y la participación. Se
concretan así la normalización de las universidades y la reimplantación de los
principios de la Reforma Universitaria, la eliminación de los cupos y de los exámenes
de ingreso de aquellas y de la escuela media, cambios en las escalas de evaluación,
reimplantación de los centros de estudiantes, el Plan Nacional de Alfabetización y
una política de revisión de contenidos escolares en los ámbitos nacional y
provincial 3. No obstante, la principal fue la convocatoria al Congreso Pedagógico
Nacional [CPN] (1984) con la intención de movilizar atoda la ciudadanía -en sentido
amplio- en un debate que sentaría las bases de una ley general de educación,
consensuada, que permitiese generar políticas de alta perdurabilidad. Ello en un
esquema de asambleas que iban desde las instituciones pasando por instancias
regionales, provinciales hasta llegar a una Asamblea Nacional con representantes
de todas las jurisdicciones (Pautas para la Organización del Congreso, 1984). Pero
pasado el impulso inicial, el desarrollo del CPN se topó con la falta de cultura
participativa, el miedo y la desconfianza de la sociedad (De Lella & Krotsch, 1989)
así como intereses sectoriales principalmente de la Iglesia Católica (Southwell,
2007) que, sumado a las dilaciones en los tiempos de desarrollo impidió que el
mismo generara los fundamentos para la transformación.
3
Un análisis de los principios de esta agenda puede encontrarse en Tiramonti (2004).
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El segundo momento -donde se localiza la política que analizaremos- se
inició con la asunción de nuevos funcionarios en la cartera educativa, primero el
Secretario de Educación –Adolfo Stubrin en enero de 1987- y luego el ministro –
Jorge Sábato en septiembre del mismo año- coincidiendo con el declive del CPN.
Frente a ello, se buscó avanzar en una agenda de reformas, denominada ‘Política de
Transformación Educativa’ que tomara como base algunos de los consensos
alcanzados en el marco del CPN -extensión de la obligatoriedad a diez años,
descentralización de la educación secundaria- posicionando al estado nacional
como planificador y conductor de una política que articulara a las jurisdicciones en
el marco de un sistema educativo descentralizado políticamente, aunque no
necesariamente transferido (Stubrin, 1987).
Buscando avanzar en transformaciones como condición para mejorar la
calidad del sistema se diseñaron una serie de proyectos 4 destinados a trabajar sobre
diferentes problemáticas diagnosticadas del sistema educativo enfocadas
principalmente al nivel medio 5. Esta agenda fue implementada a través de proyectos
en colaboración con Organismos Internacionales de Crédito (OIC) y Cooperación
(OIC) tales como el Banco Mundial (BM), la Organización de Estados Americanos
(OEA) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Como veremos
en el próximo apartado, la relación con los OIC estará mediada por la demanda de
ajuste estructural en el contexto de la crisis de la deuda externa donde también se
insertarán los OC.
Las reformas estuvieron diseñadas al interior de las diferentes Direcciones
Nacionales con la intención de generar cambios a escala reducida en diferentes
conjuntos de escuelas, de forma gradual y voluntaria. Así la sanción de una ley y la
institucionalización de la reforma serían el punto de llegada y no el punto de partida
de la transformación. No obstante, esta configuración se encontró con un limitante
fundamental: los tiempos políticos. La misma se implementó mientras el gobierno
atravesaba alzamientos militares (Semana Santa de 1987) perdiendo legitimidad; a
su vez había perdido las elecciones de medio término obteniendo una
representación minoritaria entre las gobernaciones (5 de 22). Todo ello en el marco
de una crisis económica y fiscal que desencadenaría el proceso hiperinflacionario
que rodeo la salida anticipada del gobierno luego de las elecciones presidenciales de
1989 ganadas por la oposición 6. Ello conllevó la interrupción de estas experiencias
por una nueva agenda de reforma de características integrales y macropolíticas
(Giovine & Martignoni, 2010).
44
Entre otras el Programa de Transformación de la Educación Media, el Programa de Evaluación y
Mejoramiento de la Calidad, la creación del Instituto Nacional de Perfeccionamiento y Actualización
Docente (INPAD).
5
El nivel primario del ámbito estatal estaba bajo jurisdicción de las provincias desde 1978 y las
universidades bajo el principio de autonomía.
6
La fórmula del Partido Justicialista Carlos Menen- Eduardo Duhalde.
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El curriculum ‘Maestros de Enseñanza Básica’.
Diálogos entre la agenda educativa nacional y los discursos internacionales en la transición democrática Argentina (1983-1989)
Lo significativo de este momento es la hibridación entre los principios de la
política nacional y los discursos con eje en la calidad educativa expresados a través
de los OI que participaban financiando y ejecutando las políticas. A continuación,
se analiza cómo ello se expresó en la formación docente.
LA AGENDA
1980
GLOBAL PARA LA FORMACIÓN DOCENTE EN LA DÉCADA DE
Los ‘80 en Europa y Estados Unidos, principalmente, selló la crisis del estado
de bienestar o del ‘liberalismo social’ (Rose, 1997) y su disolución en pos de un
nuevo modelo trazado bajo los principios del neoliberalismo y el
neoconservadurismo. En este contexto la definición de diagnóstico construidos
desde los OI y los think thanks se convirtieron en horizontes de referencia para el
sistema educativo y el discurso sobre la calidad se impuso al de igualdad de
oportunidades que había dominado la agenda de la posguerra (Fernández Enguita
& Levin, 1989).
Asimismo, desde los ’70 la docencia fue cuestionada, en parte, por influjo de
las teorías critico-reproductivistas 7 -al considerarla engranaje fundamental de la
‘maquinaria’ educativa- concibiendo a las instituciones como espacios de
reproducción social y a los maestros y profesores atrapados en la lógica de la
dominación (Giroux, 1997). Por otra parte, la ‘tradición eficientista’ (Davini, 1995)
cuestionó su trabajo y al valor de su tarea con una consecuente pérdida de status
(Davini & Birgin, 1998) al suponer un nuevo lugar del docente en el proceso de
enseñanza-aprendizaje, ya no como transmisor de conocimiento, sino como
facilitador, en un proceso cada vez más mediado por la tecnología. El
desplazamiento del docente del centro del saber también implicaba la
despersonalización de la interacción educativa y menores márgenes de autonomía
para decidir en términos de contenidos, métodos y actividades, reforzando el
aislamiento, el parcelamiento del conocimiento y la homogeneización de la
enseñanza con la consecuente división del trabajo docente entre quienes elaboran
y quienes ejecutan (Morgenstern, 1987; Davini, 1995).
Paradójicamente, los discursos que emergen en los ’80, fundamentalmente
aquellos que provienen de think tanks y OI, pondrán al docente en el centro de las
reformas como factor determinante de la calidad educativa. Las críticas darán lugar
a la revalorización de su tarea (Unesco, 1975 y OCDE, 1979 apud Marin Ibañez, 1982)
relacionando la mejora de la calidad con la transformación de la formación inicial
del docente, depositando gran parte de la responsabilidad por el cambio educativo
en ellos (Birgin, 1999) y demandando su profesionalización y la jerarquización.
7
Entre los principales exponentes de esta corriente Giroux (1997) cita los trabajos de Michael Young,
Basil Bernstein, Michael Apple y Samuel Bowles y Herbert Gintis.
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Mendez, J.
A fines de la década de 1960 y principios de 1970 en Europa el estándar de la
profesionalización emergió con la necesidad de convertir al docente en un experto
en las teorías y métodos de enseñanza y aprendizaje (Myrdal, 1997). Este comenzó
a ocupar la agenda de discusión de los organismos internacionales desde la
Recomendación Internacional de Unesco/OIT sobre la Situación del Personal
Docente de 1966. Allí ambos organismos de manera conjunta hicieron un
llamamientoa profesionalizar la docencia en relación con las condiciones laborales,
la especificidad y valorización de la tarea en tanto servicio público y,
consecuentemente, su jerarquización y a la posibilidad perfeccionamiento y
capacitación permanente (Mendez, 2018).
Southwell (2008) afirma que el significante ‘profesionalización’ fue un campo
de disputa entre diferentes significados que se asociaron a ella. En un primer
momento interpelaba a los estados en función de reconocer, valorar y jerarquizar la
tarea docente -como puede leerse en la Recomendación de Unesco/OIT– para luego
demandar de estos mayor responsabilidad con su tarea y por los aprendizajes de sus
alumnos y así, en el marco de los programas de reforma educativa,
responsabilizarlos por la calidad de la educación (Popkewitz & Pereyra, 1994;
Southwell, 2008). Se naturalizó la relación profesionalización-formación docente
demandando un docente preparado para una mayor autonomía en las escuelas,
capaz de ser gestor de los contenidos y de las propias instituciones (Southwell &
Mendez, 2018).
Profesionalización se articuló a jerarquización exigiendo a los docentes un
perfeccionamiento y actualización permanente como “[…] revisión y renovación de
conocimientos, actitudes y habilidades previamente adquiridas” (Vezub, 2009, p.
920). Esta revisión y renovación también estará presente en los lineamientos para
los planes de estudio pensando un docente que pueda adaptarse a currículos más
flexibles y preparado para la educación permanente. Según Beech (2005, p. 100,
nuestra traducción) 8 la Unesco, la OCDE y el BM generaron propuestas similares
centrado al curriculum en competencias que deberán transmitir a sus alumnos: “[…]
flexibilidad y adaptabilidad, creatividad, autonomía, aprender a aprender y la
habilidad para trabajar en grupos”. La flexibilidad y la adaptabilidad eran
fundamentales para asimilar los rápidos cambios culturales así como del curriculum
escolar y los métodos de enseñanza.
Estos horizontes de referencia internacionales guiaron las discusiones sobre
la reforma educativa en los países bajo influencia directa de estos OI, que
comenzaron a recibir préstamos para el financiamiento de proyectos de reforma
social, especialmente en la región latinoamericana castigada por la crisis del
petróleo (1973), primero y por la crisis de la deuda externa (iniciada en 1982), luego.
8
“[…] flexibility and adaptability, creativity, autonomy, learning to learn and the ability to work in
groups”.
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El curriculum ‘Maestros de Enseñanza Básica’.
Diálogos entre la agenda educativa nacional y los discursos internacionales en la transición democrática Argentina (1983-1989)
De tal manera, así como en este apartado se presentó cómo la reforma educativa
quedó indisolublemente asociada a la reforma de la formación docente, en el
próximo se analizará la íntima relación entre dichas reformas y el financiamiento
de los OI en el caso argentino.
LOS
ORGANISMOS INTERNACIONALES
PROGRAMAS DE REFORMA
Y
EL
FINANCIAMIENTO
DE
En este contexto se inició la relación directa entre los OIC 9 y el gobierno de la
educación en Argentina que luego se profundizará en la década de 1990 en el marco
del programa de Reforma del Estado post consenso de Washington. En los ’80, el
financiamiento y la cooperación técnica fueron cada vez más necesarios para
introducir en los países ‘en desarrollo’ las reformas estructurales que demandaba el
nuevo escenario de las sociedades capitalistas. Así los OI asumirán un importante
rol en la definición de las políticas, incluyendo las educativas.
Ello significó también un cambio en las formas de intervención y
financiamiento de dichos organismos. El Fondo Monetario Internacional y el Banco
Internacional de Reconstrucción y Fomento -BIRF- primero y, luego BM fueron
creados en la posguerra al mismo tiempo que un conjunto de instituciones de
cooperación internacional con diferentes divisiones y oficinas (por ejemplo, la
Organización de las Naciones Unidas –ONU- a través de diversas oficinas para la
educación, la cultura, la infancia, los refugiados, etc.) con la intención de influir en
problemáticas puntuales de las naciones. Al mismo tiempo se consolidaron otras
instituciones -como la OEA-, creadas en etapas previas.
En la década del ’60 los OIC definieron a ‘la pobreza’ como problemática
dominante convirtiéndose en el núcleo de las intervenciones. El BM bajo la
presidencia de Robert McNamara utilizó esa problemática como eje y, por lo tanto,
destinataria del financiamiento internacional (Corbalán, 2002). Durante la década
de 1980 los OIC debieron asumir la crisis de la deuda 10 que evidenciaba la gran
dificultad de los países ‘en desarrollo’ para soportar la carga fiscal que suponían los
compromisos de pago, surgiendo líneas de financiamiento denominadas ‘préstamos
de base política’ destinados a promover reformas estructurales para achicar el gasto
público, racionalizar los recursos y lograr equilibrio fiscal, acompañando las
políticas monetarias que propugnaban dichos organismos. En el marco de la crisis
del estado de bienestar las políticas de los OIC iban en consonancia con una salida
de la crisis hacia un modelo de estado neoliberal (Roffman & Romero, 1997;
Corbalán 2002).
9
Como veremos la relación con los OC es previa.
10
Sobre el caso argentino se puede consultar Roffman y Romero (1997).
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De esta manera se gestaron préstamos asignados al sector social con la
intención de reformar las áreas consideradas más ineficientes de los estados
deudores: salud, educación, servicios públicos, etc. El BM, con una tradición en
préstamos de inversión, trabajó articuladamente con OC quienes abordaban los
aspectos técnicos de estos proyectos. En Argentina esa cooperación estará dada
principalmente por la Cepal y Unesco 11, este último específicamente para los
programas de reforma educativa.
Respecto de los OC, la década del ’60 también fue un momento de cambio en
el marco de la Alianza para el Progreso (ALPRO) y a través de sus expertos, buscaron
promover en América Latina políticas acordadas en ese marco bajo la influencia
norteamericana (Puiggrós, 1988). Así se crearon dos grandes programas con
impacto político y territorial en América Latina e insertos en los gobiernos, el ya
mencionado PNUD y el Programa Regional de Desarrollo Educativo (PREDE) de la
OEA. Ambos tomaron a la educación como eje central de su misión y condujeron sus
acciones hacia los tópicos dominantes de la agenda educativa del desarrollo. Una
década después surge el Proyecto Principal de Educación para América Latina y el
Caribe (PPE) de Unesco marcando la línea educativa de dicho organismo por los
próximos 20 años (Unesco, 1998). Desde allí el PPE logró tener una gran influencia
en la región materializada en la formación de expertos y técnicos que trabajaban en
conjunto con los equipos ministeriales y también en la edición de su propia
publicación, el Boletín del PPE, editado desde 1982 (Unesco, 1982).
En Argentina tanto el PNUD, el PPE y el PREDE tuvieron una fuerte presencia
y diálogo con las diferentes gestiones tanto del gobierno militar como del nuevo
gobierno democrático y sus líneas de intervención son paradigmáticas para observar
la imbricación de las agendas y la definición de programas de reforma 12.
En 1983 el gobierno de Alfonsín encontró una serie de proyectos relacionados
con estos programas regionales desarticulados de las políticas educativas y, con la
llegada de Adolfo Stubrin a la Secretaría de Educación (1987), se intentará que los
mismos se integren con la agenda educativa:
[…] con la OEA había una situación histórica, fuera de control, había
algunosproyectos técnicos […] probablemente buenos en sí mismos, pero de
poca utilidad para la política general, muy encapsulados […] se extraía muy
poca utilidad política de esos proyectos y entonces nosotros convocamos a las
autoridades de la OEA […] hicimos una mesa paritaria para la reprogramación
11
12
Específicamente se trató del préstamo BIRF 2984-0 ‘Proyecto de asistencia para el manejo del
sector social en Argentina’ (PRONATASS).
Ministério da Educación y Justicia [MEJ], Organización de Estados americanos [OEA], & Consejo
Federal de Inversiones [CFI], (1988) e OEA (1995), entre otros consultados en
http://repositorio.educacion.gov.ar/.
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El curriculum ‘Maestros de Enseñanza Básica’.
Diálogos entre la agenda educativa nacional y los discursos internacionales en la transición democrática Argentina (1983-1989)
general de todas esas actividades, cancelamos muchos de esos proyectos y
reorientamos los fondos, siguiendo prioridades (E1).
Se cerraron las líneas desarticuladas y los proyectos aislados concentrando
las acciones en la Dirección General de Planificación Educativa (DGPE), la cual
coordinaba junto con las Direcciones Nacionales. Los proyectos se orientaron a las
líneas operativas prioritarias (LOP) estipuladas por la Secretaría de Educación
convergiendo en la creación de un ‘Programa de Actualización y Perfeccionamiento
docente’ en el que se inserta el MEB (Ministerio de Educación y Justicia [MEJ],
1989) 13 que se analizará en el próximo apartado.
LA
FORMACIÓN DOCENTE EN LAS AGENDAS EDUCATIVAS DE LA
TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA
A tono con los discursos internacionales desarrollados en el apartado
anterior, la agenda de la reforma educativa en la transición democrática argentina
tuvo en su centro al docente. En este contexto los maestros y profesores no sólo
fueron depositarios de la posibilidad de transformación, sino también de la
reparación por las injusticias y atropellos vividos en los años de dictadura cuando
estuvieron expuestos al control y vigilancia sobre sus actividades, a la cesantía por
causas políticas e ideológicas y a una paulatina desjerarquización de sus tareas. Ello
se sumaba a cuestiones históricas que atentaban contra la profesionalización y
jerarquización de la práctica docente explicitadas en el discurso del presidente
Alfonsín:
Tenemos muy en cuenta el valor esencial del docente como ejecutor de esta
alta misión social y no sólo proponemos garantizarle remuneraciones
decorosas y régimen de tareas racional y adecuado, sino también la plena
libertad intelectual y cívica […] deben ser los primeros depositarios y
realizadores de los valores de la libertad (Alfonsín, 1983).
Por su parte el Ministro de Educación y Justicia, Alconada Aramburú,
prometía jerarquizar a los docentes -tal como enunciaba el discurso internacionalcon dignidad moral y justa distribución evidenciando una concepción de la docencia
13
Los proyectos financiados por OEA/PREDE entre 1987 y 1988 fueron: Fortalecimiento de las Unidades
Provinciales de Planificación de la Educación; Regionalización Educacional y Homogeneización de la
Calidad del Servicio Educativo; Educación Inicial y Básica en América Latina; Innovaciones en la
Educación Media; Sistema Nacional de Bibliotecas Escolares; Educación Técnica y Formación
Profesional; Especial de Desarrollo Educativo Integrado en Zonas Desfavorables; Reciclaje en Proceso
del Personal Docente de Enseñanza Superior; Modernización y Extensión del Sistema Nacional de
Información Educativa (MEJ, 1989).
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como profesión desvalorizada (MEJ, 1984). Conjuntamente debían portar valores y
actitudes democráticas que permearían a todo el sistema educativo basando su
autoridad en el reconocimiento de su tarea. Así se construye un horizonte de sentido
o discursivo que articula los significantes que estructuran la política educativa
nacional -modernización democrática, participación, pluralismo, solidaridad- con
los horizontes de referencia internacionales ya mencionados.
Sin embargo, en este primer momento, más allá de avanzar sobre
reivindicaciones laborales -reincorporación de cesanteados, titularización de
cargos, concentración de horas en un establecimiento- se concretaron pocas
acciones en relación con su formación. En primer lugar, se puede mencionar la
creación de la Dirección Nacional de Educación Superior (DINES) en 1984 como un
desprendimiento de la Dirección Nacional de Educación Media y Superior
(DINEMS), dándole especificidad al nivel (Decreto nº 2.800, 1984). En segundo
lugar, la realización de jornadas pedagógicas de diagnóstico del sistema (Resolución
nº 1.747, 1985; Resolución nº 2.921, 1985) y la disposición de algunas medidas sobre
los planes de estudio (Circular nº 39, 1984; Disposición del Ministerio de Educación
y Justicia nº 15, 1985; Circular nº 5, 1985) sin avanzar en programas de reforma más
profundos, cambios pedagógicos o alteraciones fundamentales en los planes de
estudios nacionales de formación de maestros y profesores. Ello puede explicarse,
en parte, por la preminencia del CPN en la agenda del primer momento que suponía
brindaría los lineamientos para una futura reforma y las resistencias al interior del
propio sistema educativo.
Es en el segundo momento, la agenda de transformación educativa generará
propuestas de reforma y, en la línea ‘Perfeccionamiento y actualización docente’
(LOP 1) incluirá un nuevo curriculum para la formación de maestros MEB
(Ministerio de Educación y Justicia, 1989).
Aquí se articulan las agendas global y nacional en la concreción de política
resignificando los discursos. Como se mostró, el perfeccionamiento y actualización
estarán en el centro de la agenda global promoviendo un nuevo lugar del docente
en el proceso educativo tanto como la formación docente estarán en el centro de las
reformas. La gestión educativa nacional retoma los horizontes de referencia
internacionales para promover un cambio en el sentido y orientación de las
prácticas institucionales y pedagógicas democratizándolas. La reforma del sistema
educativo nacional, el cambio de actitudes y prácticas requería, fundamentalmente,
formar y transformar a los docentes en esas nuevas demandas:
Otorgar la mayor prioridad a la educación de maestros y profesores con
acento especial en la formación continua y en servicio tanto desde el punto de vista
pedagógico como científico. Docentes formados y permanentemente actualizados
al mejor nivel son el presupuesto de una mayor autonomía de los establecimientos
Rev. Bras. Hist. Educ., 21, e167 2021
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El curriculum ‘Maestros de Enseñanza Básica’.
Diálogos entre la agenda educativa nacional y los discursos internacionales en la transición democrática Argentina (1983-1989)
educativos para la adopción de innovaciones que permitan flexibilizar y diversificar
la oferta educativa (Stubrin, 1987, p. 7-8).
A la jerarquización de la tarea fundamentada en el primer momento se le
suma la necesidad de mejorar la formación inicial y brindarles la capacidad de
actualizarse y perfeccionarse. Aquí la falta de actualización se relacionó con los años
de dictadura y el largo ciclo de inestabilidad institucional que lo precedió, el atraso
en los planes de estudio, la poca permeabilidad a las innovaciones educativas de la
época, la prohibición de circulación de libros y el control ideológico sobre el material
circulante que había dejado fuera del campo educativo a algunos autores y teorías
que estaban en auge en esos años. Pero también estará relacionada a la rigidez de
los planes de estudio, la endogamia de las instituciones de formación docente y la
falta de articulación con otras instituciones de nivel superior que conllevaba la
terminalidad de los estudios (Paviglianiti, 1988). Estas cuestiones pueden
relacionarse con políticas implementadas en las décadas anteriores que confluyen
en la elaboración de este diagnóstico.
EL DIAGNÓSTICO DE ORIGEN: PÉRDIDA DE IDENTIDAD, DESARTICULACIÓN
CON EL CURRICULUM Y DESJERARQUIZACIÓN DE LA TAREA
La desjerarquización de la docencia se relacionaba con la pérdida de identidad
que derivó de la implementación de diferentes políticas desde fines de los ’60 que
alteraron algunos aspectos del canon transhistórico de la educación argentina. En
primer lugar, la desarticulación de la tradición formadora de la escuela normal en el
marco de la reforma educativa del gobierno del General Onganía (1966-1968). Para
la formación docente implicó el cierre de los ciclos de magisterio de las Escuelas
Normales y la creación de instituciones especiales -de nivel terciario-definiendo un
modelo ad hoc que buscaba superar la formación en el nivel secundario, pero sin
insertarse en la universidad. Los nuevos Institutos Superiores de Formación
Docente (ISFD) brindaban la nueva carrera que se denominó Profesorado de
Enseñanza Elemental, dejando atrás la tradicional denominación de ‘magisterio’.
Ello redundó en la endogamia institucional y la terminalidad de los estudios
diagnosticados por Paviglianiti y la dilución de una identidad institucional
centenaria que condensaba la fuerza de la tradición normalista -con el peso que
suponía dicha identidad 14.
El modelo formativo de la Escuela Normal pensaba un sujeto que transitaba
allí toda su escolaridad, una formación a lo largo de la vida escolar que junto con
saberes transmitía prácticas y valores de la profesión yel maestro salía formado con
todo cuanto necesitara para llevar adelante su práctica. La elevación al nivel
terciario, la creación de los ISFD y el cambio de denominación que operó entre
14
Sobre la impronta del normalismo en argentina consultar: Alliaud (1993); Birgin (1999), entre otros.
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Rev. Bras. Hist. Educ., 21, e167 2021
Mendez, J.
Magisterio y Profesorado alteraron una tradición formativa –que había sido
criticada y revisada desde muchos ángulos- pero no pudieron instaurar una nueva
(Davini, 1995). Por el contrario, esta formación pretendió ganar en especialización,
pero quedó reducida a un plan de estudios de dos años que no daba suficiente
espacio a la práctica (que según el plan se extendía entre 2 o 4 meses).
La segunda de las medidas que agudizó esta crisis fue la transferencia de los
servicios educativos de nivel primario estatales a las provincias decretado por la
última dictadura militar en 1978 15. La ausencia de espacios de coordinación
interjurisdiccional –por la falta de funcionamiento del Consejo Federal de
Educación durante la dictadura de 1976-1983 (Pronko & Vior, 1999)- conllevó la
desarticulación entre la formación docente que, en su amplia mayoría se mantenía
en la jurisdicción nacional, y la práctica de los docentes que se ejercía en las
diferentes jurisdicciones. Esta pérdida del eje del sentido de formación nacional que
había caracterizado al normalismo, se diluyó frente al traspaso de las escuelas
primarias estatales comunes y de adultos a las provincias quienes reforzaron sus
sistemas educativos creando sus propias instituciones formadoras algunas de las
cuales provenían de momentos previos 16.
De esta manera al diagnóstico de desarticulación y desactualización de los
planes de formación docente se sumaban la desjerarquización profesional asociada
a una pérdida de identidad y la falta de competencias para la práctica. De ahí que
era necesario generar cambios para convertir al docente en protagonista de la
transformación educativa.
EL MEB ENTRE LA INNOVACIÓN Y LA RECUPERACIÓN DE LA IDENTIDAD DE
ORIGEN
Tal lo mencionado, las políticas destinadas a introducir reformas en la
formación docente estuvieron condensadas en el segundo momento de la agenda y
articuladas con programas de financiamiento de OI. Los primeros pasos por
transformar el curriculum para la formación de maestros se gestó en el marco de la
reprogramación de proyectos de OEA/PREDE con un programa de capacitación de
docentes formadores empezando a problematizar la formación de los futuros
maestros.
15
Con la Ley Lainez n° 4874 en 1905 el estado nacional creó escuelas primarias en estos territorios con
el fin de asistirlos en garantizar la escolaridad obligatoria. No obstante, desde la década del 1958, con
los cambios en la orientación de las políticas nacionales, comienzan las transferencias en un número
reducido a través de acuerdos bilaterales (Giovine, 2012) pero la misma se efectiviza por completo en
1978. Puede consultarse Bravo (1994).
16
Sobre el caso de la provincia de Buenos Aires se puede consultar Southwell (1997).
Rev. Bras. Hist. Educ., 21, e167 2021
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El curriculum ‘Maestros de Enseñanza Básica’.
Diálogos entre la agenda educativa nacional y los discursos internacionales en la transición democrática Argentina (1983-1989)
Con la designación de Ovide Menin 17 como Director de la DINES un equipo
coordinado por Emilce Botte 18 planificó el programa de perfeccionamiento que dio
origen al MEB: el ‘Proyecto de formación del personal de educación para la
renovación, reajuste y perfeccionamiento del sistema y del proceso educativo’
(Organización de Estados Americanos & Dirección Nacional de Educación Superior,
1987). Allí pretendían “[…] instalar la idea de que las futuras modificaciones
curriculares debían enmarcar sus acciones en el eje ‘formación-actualizaciónperfeccionamiento’ Continuos” (Menin, 1998, p. 16, destacado del autor) en línea
con los discursos de los OI. El equipo estaba compuesto por especialistas
disciplinares –lengua, matemática, ciencias naturales y ciencias sociales- y
pedagogos de trayectoria como María Saleme de Burnichon 19, Carlos Cullen 20, entre
otros. Muchos de ellos tenían experticia en la formación docente; así, al diagnóstico
de la gestión, se sumó la de quienes formaban a los futuros maestros.
Paralelamente empezaron a diseñar el nuevo curriculum académico –el MEBbuscando superar las dificultades ya mencionadas y generar una nueva estructura
para la formación docente partiendo de una crítica a la terciarización y la pérdida de
identidad
[…] el proyecto de formación de Maestros de Enseñanza Básica se hizo cargo
desde el inicio del fracaso de la mera terciarización a la que se lo sometió de
manera inconsulta a finales de aquella dictadura (Menin, 1998, p. 15)
[…] identidad [normalista] que transfería a su alumnado con modelos, si bien
estereotipados y clasistas de una gran coherencia interna [y que] ya no
contiene, por efectos del sistema administrativo docente […] Es su apéndice
[los Institutos de Formación docente] quien trata de contenerlos durante el
corto período de dos años sin relación real con su cuerpo orgánico (Menin,
1998, p. 57).
17
Maestro normal y Psicólogo (Universidad del Litoral). Pedagogo especializado en problemáticas de
enseñanza y aprendizaje. Su militancia en el Partido Comunista le costó la persecución y su cesantía
durante las dos últimas dictaduras en 1968 y 1976, y también al exilio del que retornó con la
recuperación democrática de 1983.
18
Maestra Normal y Pedagoga, docente del Instituto Joaquín V. González (entre otros), Coordinadora de
proyectos MEJ-OEA para formación docente.
19
Pedagoga (Universidad Nacional de Tucumán). Cesanteada en el gobierno de Perón y en la dictadura
de Onganía. Exiliada en México, trabajó en la Universidad de Xalapa, Veracruz. Se reincorporó a la
Universidad de Córdoba en 1973 al tiempo que participó en la alfabetización de campesinos en el norte
del país. El 24 de marzo de 1976 grupos armados ingresaron a su casa, secuestrando a su familia y
asesinando a su marido. Allí se retiró forzosamente de la vida académica militando en el ‘Movimiento
ecuménico por los derechos humanos’. Retornó a la universidad con la democracia siendo elegida
decana de la Facultad de Filosofía y Humanidades en 1988.
20
Filósofo, doctorado en Universidad de Freiburg, Alemania especializado en el área de Filosofía de la
Educación. Docente de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
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Rev. Bras. Hist. Educ., 21, e167 2021
Mendez, J.
La crítica se extendía al curriculum académico y las relaciones de transmisión
de conocimiento donde no habría estrategias de integración y crítica científica que
permitan “[…] generar un nuevo sistema de producción de conocimientos” (Menin,
1998, p. 60), una reconstrucción de saberes. Estas críticas fueron el punto de partida
para pensar un modelo de formación que posibilitase restituir la identidad de la
institución formadora, en relación con los intereses y necesidades de los jóvenes, y
conformar un curriculum ‘regionalizable’ en tanto parte de un “[…] proyecto
político, científico y técnico, de raíz democrática, capaz de lograr consenso” (Menin,
1998, p. 61) que expresa el horizonte colectivo de sentido en el que se inserta.
Asimismo, que estuviese en continúa problematización con basamento “[…] en la
investigación como método fundamental de aprendizaje” (Menin, 1998, p. 62).
Con esta fundamentación teórica se implementó el MEB (Resolución del
Ministerio de Educación y Justicia, nº 530, 1988), cambiando así la denominación de
Profesores de enseñanza primaria de los planes anteriores. La nueva denominación
tenía dos claves, por un lado, la reivindicación del rol y la tradición de las escuelas
normales a las que apelaba Menin y, por otro, la utilización del término enseñanza
básica y no primaria o elemental. En este último punto el curriculum se adelantaba
a otras reformas proyectadas a futuro tal como la ampliación de la obligatoriedad
escolar de 7 a 10 años acordada en las conclusiones del CPN y que se estaba
plasmando de algunas reformas provinciales tal el caso de la Provincia de Buenos
Aires en 1984:
[…] en la época de nuestra experiencia el nunca confesado proyecto de
escuela primaria larga […] pretendió instalarse aquí también. […] el nuevo
curriculum previó el problema; instaló la idea de la articulación y continuidad
de los estudios en función de la realidad que los demandara. Se pensaba
construir, ampliando la línea de los estudios iniciados, un curriculum
complementario que les adicionara al título de maestro el de Profesor de
educación básica” en diversas áreas (Menin, 1988, p. 14).
La denominación ‘Educación Básica’ no era algo propio de la tradición
educativa nacional, llegaba, por influencia de la reforma española, “[…] a través de
las editoriales y algún que otro experto en educación” (Menin, 1988, p. 13). Menin
refiere directamente al pronunciamiento de Unesco en tanto ‘educación
indispensable’ para los sujetos, un mínimo de obligatoriedad posible.
Como se afirmó, una de las cuestiones más álgidas de los planes de estudios
anteriores era la duración de la carrera; el equipo consideraba necesario elevarlo de
dos a cuatro años pero, ante imposibilidad política de extender el plan, por falta de
recursos y resistencia de las autoridades educativas, se ideó una solución que lo
extendía ‘hacia atrás’, es decir hacia los dos últimos años de los bachilleratos de las
escuelas normales:
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El curriculum ‘Maestros de Enseñanza Básica’.
Diálogos entre la agenda educativa nacional y los discursos internacionales en la transición democrática Argentina (1983-1989)
[…] dos años de formación eran un despropósito […] mal podías ir trabajando
el desarrollo de competencias cuando no tenés tiempo material. Entonces,
pensamos en elevar los años del curso, pero no nos permitieron esto en el
Ministerio […]. Entonces Ovide dijo: […] ´vamos a tomar el bachillerato,
cuarto y quinto año y a hacer un plan que empiece en el bachillerato y termine
en los dos años de Superior […]. Y así nació la propuesta de tomar dos años
para abajo y dos años para arriba (E2).
La caja curricular se conformaba con dos años de la escuela, de los que habían
sido bachilleratos pedagógicos y se sumaban los dos años de la formación
docente, a todas luces insuficiente y malísima. Y como no se podía modificar
la caja, se modificó hacia atrás, es decir tomando los dos últimos años […] una
solución que a mí me parece espectacular […] tomar a un sujeto joven y
prepararlo para la docencia (E3).
[…] creó una nueva carrera, de cuarto, quinto año, primero y segundo… él
mantuvo que estuviera en el terciario, pero recuperó la orientación para la
formación docente del ciclo superior de la secundaria (E1).
Esta parcial ‘vuelta’ al nivel medio de formación docente fue cuestionada,
pero se constituyó en el centro mismo de la experiencia, posibilitando una nueva
organización curricular donde el último de los cuatro años se destinaba a la práctica
o residencia docente y recuperaba la tradición formativa de la escuela normal en la
matriz histórica del sistema educativo argentino. El diseño siguió las características
demarcadas por Menin con una caja curricular que el equipo de especialistas fue
‘llenando’ con contenido de las diferentes disciplinas, atravesadas por dos
cuestiones: las ciencias de la educación como fundamento teórico y la práctica
docente como articuladora. Asimismo, los contenidos curriculares eran flexibles y
adaptables por los docentes; se sugerían contenidos mínimos para cada espacio
dando libertad a los docentes para que elaboren sus propias propuestas.
Conjuntamente introducía espacios de definición institucional posibilitando la
regionalización del curriculum, adaptándolo a los diferentes contextos. Estas
cuestiones fueron percibidas por los actores como una fortaleza del mismo y
fundamento de la aceptación de la propuesta.
Creo que enviar un documento semiestructurado, con muchos espacios
abiertos convocante, […]; acompañado de documentos complementarios
donde se delegaban responsabilidades para la solución de problemas locales
fue la mejor propuesta que podíamos hacer en aquel momento (Menin, 1988,
p. 44-45).
Fue increíble, la demostración de los docentes de aceptación. Pero ¿sabes por
qué? Porque tuvo una ventaja este proyecto: Ovide invitó a participar, no
obligó (E2).
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Mendez, J.
Dos puntos fueron centrales para avanzar sobre una solución del diagnóstico
inicial del que partieron. Por un lado, se dispuso que en las escuelas primarias
anexas a las escuelas normales nacionales se aplicaran los planes de estudio
vigentes de/en cada provincia para que los docentes se formen con el mismo plan
con el que luego iban a trabajar, para superar la desarticulación (Circular nº 7, 1987).
Por otro lado, jerarquizar la formación docente a través de la extensión del plan
específicamente en lo que refiere a práctica docente ampliando los espacios de
inserción, incluyendo ámbitos no formales y actividades de investigación o
indagación en terreno. Ello se acompañaba con un espacio curricular abierto, sin
contenidos mínimos, denominado ‘Tiempo Libre’ 21 para ser construido entre
docentes y alumnos sus intereses y sus realidades:
[…] por primera vez en la Argentina, […] empezamos las prácticas docentes,
lo que hoy se llama trabajo de campo…Y después las prácticas finales, en tres
ámbitos… la escuela formal […]. La no formal, que eran radios, ONG, lugares
de ancianos o lo que fuere y un espacio de ese año dedicado a la investigación.
Investigación entendida como indagación en terreno (E2).
[…] el MEB produjo también estas experiencias que se llamaban extramuros
donde había trabajo comunitario. […] Que le permitiera interesarse en la
escuela en todas sus dimensiones e irla conociendo paulatinamente y que
además se interesase en la comunidad, con proyectos específicos, con lo cual
la institución escolar podía integrarse más allá de las formas tradicionales
(E3).
De esta manera el MEB articulaba el discurso democratizador del gobierno,
con los lineamientos de la agenda global y demandas internas del sistema educativo.
Por un lado, márgenes de autonomía para el docente y la institución quepretendía
aportar a la democratización de las relaciones pedagógicas y generar procesos de
vinculación entre la escuela y la comunidad. Por otro, un curriculum flexible y
adaptable también para modificarlo y mejorarlo según fuese necesario, es decir,
generar un proceso de revisión constante que demandaba actualizacióna los
docentes. Por último, ampliar los espacios de práctica de los alumnos ampliando su
horizonte de inserción laboral y, al mismo tiempo, formarlos para una práctica
profesional donde la escuela debería estar en permanente vinculación con el
entorno.
21
Se denominó ‘Tiempo libre’ a falta de un ‘nombre mejor’ según el relato de Menin (1998), el espacio
era equiparable a los ‘Espacios de definición institucional’ sin curriculo prescripto y horizontales en
términos de la relación docente-alumno.
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El curriculum ‘Maestros de Enseñanza Básica’.
Diálogos entre la agenda educativa nacional y los discursos internacionales en la transición democrática Argentina (1983-1989)
Si estas cuestiones innovaron desde el plan, los mecanismos de gestión del
nuevo curriculum lo hicieron con la idea misma de reforma, mostrando la relación
entre el contenido de ésta y las formas de implementación.
LA
GESTIÓN DEL NUEVO CURRICULUM: ENTRE LAS FORTALEZAS Y
DEBILIDADES
La experiencia se inició con el mismo formato que las innovaciones
promovidas desde la Secretaría de Educación, se asentaban institucionalmente
tomando un número reducido de escuelas que eran invitadas a participar. La
participación voluntaria era fundamental como elemento de concertación de
políticas, así como tomar una reducida cantidad de instituciones permitía ganar en
profundidad del trabajo coordinando entre las instancias centrales (ministerio) e
institucionales (escuelas), probando su viabilidad y posibles correcciones durante el
desarrollo, antes de su generalización (Autora y otra, en prensa). Así lo describía el
Secretario Stubrin en una entrevista realizada por Braslavsky y Tiramonti (1990, p. 213)
¿Cuál sería la mecánica de las innovaciones?
-Se trata de seleccionar un grupo de escuelas para cada proyecto de
mejoramiento. […] La premisa para estos ensayos sería encontrar
instituciones fuertes, con vieja historia, que quieran reencontrarse con su
historia. La Secretaría les ofrecería la oportunidad y medios para hacerlos.
Viajan especialistas, se conocen entre sí, se visitan y apoyan. Esta es la
modalidad que se está utilizando para las Escuelas Normales, y está dando un
resultado excelente.
El primer año -1988- fueron incluidas en el MEB veinticinco escuelas
(Resolución… nº 530, 1988) y para fin de ese año otras ciento cincuenta y tres
(Resolución nº 1.679, 1988) mostrando una rápida aceptación de la reforma.
Emprender estas transformaciones, en un relativamente corto período de
tiempo, supuso una fuerte gestión especialmente hacia las instituciones –y los
docentes- que debían adaptarse a las propuestas de cambios y asumir un rol activo
en la construcción de espacios de autonomía:
Libertad para el ejercicio democrático del poder, solidaridad, crítica
constructiva y alimento de nuevas utopías. En sendas circulares de aquel año
introducíamos modificaciones mínimas, aunque substanciales al sistema de
gestión institucional; […] La estrategia era no abrumar ni fracturar más el
sistema de trabajo interno con el bombardeo de innovaciones sin soporte
externo (Menin, 1998, p. 19)
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Mendez, J.
El sistema fue de apoyo permanente a las escuelas […]. Equipos rotativos,
cada área tenía tres personas por lo menos, entonces nos repartíamos […]
rotábamos […] y teníamos por lo menos dos días de trabajo intensivo en las
escuelas, con las áreas. Y después […] dedicados a todos desde el equipo
pedagógico para darle el tinte pedagógico indicado a todas las áreas y a todos
los especialistas o profesores que trabajaban (E2).
Junto con el trabajo con las escuelas se valorizó el trabajo con los Supervisores
-antes llamados Inspectores- educativos, un ‘engranaje’ del sistema educativo que
sirvió de conexión entre el nivel de gestión ministerial e institucional
Ovide me dijo […] esta reforma hay que hacerla con las supervisoras y no en
contra´. […] les dio un lugar preferencial, las mandó a todo el país a
acompañarnos […]. a mover la gestión de la institución por las horas, por los
cargos, para que no se perdieran horas.” (E2).
El estilo de gestión está fuertemente relacionado a la implementación de una
reforma y, en este caso, es valorado por sus protagonistas como responsable de su
éxito al interpelar a “las bases”, logrando el compromiso de los actores
institucionales para motorizarla
Recorrimos el país; clarificamos; dimos libertad para equivocarse y enmendar
sin sufrir efectos burocráticos desagradables: censura, castigo, crítica
desmedida y otras lindezas. Poco a poco las adhesiones surgieron por imperio
de una tarea placentera y creativa, auténtica (Menin, 1998, p. 45-46).
De esta manera, al trabajo in situ con las instituciones involucradas, la
supervisión, los docentes y alumnos otorgando márgenes de autonomía, se
sumaban la personalidad y el estilo ‘irreverente’ del propio Menin que utilizaba el
medio de comunicación de la Dirección -las circulares escritas- para transmitir
conjuntamente el sentido que buscaba imponerle a cada una de las propuestas de
innovación. Lo diferente era el tono en que estaban redactadas: coloquiales, con
modismos, expresiones populares, un lenguaje llano que era trasgresor de los
estándares del sistema educativo 22. De esta manera interpelar a las ‘bases’ suponía
también un mecanismo para legitimar y motorizar las reformas:
[…] no es cierto que las propuestas que se hacen ‘desde arriba’, desde los
organismos de gobierno, siempre fracasan. […] muchas propuestas tienen
22
Todas las circulares de DINES se consultaron en el Centro de Información y Documentación de la
Biblioteca Nacional del Maestro.
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El curriculum ‘Maestros de Enseñanza Básica’.
Diálogos entre la agenda educativa nacional y los discursos internacionales en la transición democrática Argentina (1983-1989)
éxito; prenden entre los trabajadores de base –y los docentes lo son- cuando
se instalan en espacios flexibles, sin autoritarismos, de manera que faciliten
la re-creación libre. […] Para ello es preciso delegar en el otro
responsabilidades decisorias que le permitan ‘moverse’ con auténtica
libertad; sin necesidad de pedir permiso a cada momento; […]; Dar libertad.
Confiar. Nosotros tratamos de hacerlo (Menin, 1998, p. 161, destacado del
autor).
No obstante, las mismas cuestiones que son resaltadas por sus protagonistas
como aspectos positivos fueron motivo de críticas de quienes no acordaban con la
propuesta y, principalmente, con el estilo de gestión
Muchos rectores […]. Esperaron. Cajonearon. Observaron el panorama.
Estaban cansados, es cierto, de propuestas. No obstante, ‘l estil nuovo’, [sic]
impregnado de autogestión institucional […] contribuyó a que algunas
rectoras empezaran a hacer como que creían. Otros creyeron de verdad. Así
empezamos, pese a la ‘quinta columna’ constituida por hiper críticos,
descreídos y fascitoides, que, en el campo educativo, […] sobreabundan. Se
agregan los cómodos mal llamados conservadores (Menin, 1998, p. 45,
destacado del autor).
En algunos casos también se opusieron los gremios por desconfianza respecto
de la reubicación de personal cuestión que fue salvada por la jerarquización salarial
de los docentes de los últimos años de la escuela secundaria equiparándolos con los
del nivel superior (Circular nº 27, 1988). Esta situación debe comprenderse en un
marco de restricción presupuestaria y enfrentamiento de los gremios docentes con
el gobierno por la pérdida de poder adquisitivo del salario 23 en el marco de la crisis
económica.
Pero las dificultades presupuestarias no fueron impedimento para
implementar el proyecto que, dentro de un margen de austeridad, se financió con
recursos del MEJ y aportes de la OEA; el primero aportaba los sueldos del equipo
que, en su mayoría, eran docentes de nivel superior con sus horas en comisión de
servicios y unos pocos especialistas externos era solventados por OEA.
En ese momento no había contratos, con horas cátedra fuimos convocados
para trabajar con él en la formación de este plan.
[…] el Ministerio estaba apoyado económicamente por OEA para realizar los
viajes que hacíamos a todas las provincias para tener las reuniones
23
En 1988 los gremios docentes llevaron adelante una huelga de42 días que impedía el inicio del año
escolar confluyendo en la “Marcha Blanca” donde docentes de todo el país convergieron para llevar
sus reclamos al poder ejecutivo nacional. Véase Tiramonti y Filmus (2001) y Giovine (2003).
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Mendez, J.
presenciales con los institutos y nuestro sueldo, digamos, eran horas cátedra
del Joaquín V. González o del Instituto Nacional en el cual ejerciéramos.
Los gastos de ese especialista […] pagaba la OEA y nos pagaba […] la
movilidad por todo el país y la impresión de documentos que para nosotros
fue impresionante (E2).
El alcance del proyecto hay que contextualizarlo en el marco de inestabilidad
institucional, la crisis económica y los reclamos de las centrales de trabajadores
incluyendo los sindicatos docentes. Así, la implementación de esta experiencia aunque acotada- puede considerarse una empresa exitosa, que manifestó algunos
límites. El análisis evidencia que el proyecto dejaba sin resolver la implementación
generalizada, la relación con las jurisdicciones provinciales (que poseían sus propios
centros de formación docente), ni que sucedería con las instituciones privadas a los
cuales no alcanzaba la experiencia, pero que brindaban una significativa porción de
la oferta de formación. Asimismo, uno de los interrogantes que estará en la base de
los argumentos en contra del proyecto es ¿era viable reimplantar parte de la
formación docente en el nivel secundario en un horizonte de referencia que exigía
cada vez más credenciales educativas?
Estos cuestionamientos estarán en los fundamentos de su desarticulación,
tiempo después del cambio de gobierno 24 reafirmando que la formación docente
debe dictarse exclusivamente en instituciones de nivel superior (terciarias y
universitarias); aunque los planes implementados sucesivamente ampliaran la
duración primero a tres y, luego, a cuatro años. Aquí, como en otros aspectos, el
MEB, aunque fue una experiencia breve e interrumpida, anticipa cuestiones que
serán retomadas por reformas posteriores. No obstante, lo breve de la experiencia
ha bloqueado la posibilidad de recuperarla como antecedente; perviviendo en la
memoria de sus protagonistas y de algunas instituciones que participaron en su
implementación.
CONSIDERACIONES FINALES
El análisis del programa Maestros de Enseñanza Básica permitió indagar
cómo en la transición democrática argentina las políticas educativas muestran una
interrelación entre los discursos nacionales y los que circulaban a nivel
internacional – horizontes de referencia- resignificando algunos términos
compartidos en función del canon transhistórico de la educación argentina, pero
también de los horizontes de sentido o discursivos que marcan un clima de época.
Específicamente se mostró la existencia de dos momentos en la agenda educativa
24
En diciembre de 1990 por Resolución del Ministerio de Educación y Justicia nº 2.238 (1990) se dispuso
la cancelación de la inscripción a partir del ciclo lectivo 1991
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El curriculum ‘Maestros de Enseñanza Básica’.
Diálogos entre la agenda educativa nacional y los discursos internacionales en la transición democrática Argentina (1983-1989)
nacional que, aunque comparten los principios delinean políticas distintas, un
momento de ‘restitución de derechos y libertades’, y otro de pretensión de
‘transformación educativa’, en la cual se incluye nuestro objeto de indagación.
En esta articulación de discursos, las políticas de formación docente
promovieron modificaciones buscando democratizar las relaciones pedagógicas al
tiempo que recuperaban la jerarquización y profesionalización de los los estándares
internacionales las cuales implicaban nuevas concepciones sobre la enseñanza y el
aprendizaje. En ambos casos estará en el centro el imperativo de calidad; aunque
condense significados diferentes.
Dicha articulación estuvo mediada por la necesaria relación que el gobierno
estableció con los OIC, quienes financiaron estos proyectos en un marco de
creciente influencia sobre los países en desarrollo a través de la implementación de
préstamos de base política que demandaban programas de ajuste estructural.
Conjuntamente los OC participaban generando discursos que se distribuían a través
de sus expertos, en la ejecución de programas y proyectos. De esta manera los
estándares internacionales no son sólo ‘horizontes’, sino también puntos de
negociación del gobierno nacional con los OI.
En el caso del MEB, la necesidad de financiamiento demandó un trabajo
articulado con la OEA con quien fue necesario resignificar los lineamientos y
directrices impuestos para articularlos con el resto de la agenda de transformación
educativa que demandaban cambios en la formación docente. Por un lado, se
construyeron nuevas formas de transmisión de conocimientos ubicando al alumno
en un lugar activo del proceso de enseñanza-aprendizaje que implicaba establecer
un vínculo no autoritario, así como la generación de prácticas democráticas en el
aula y la institución. Por otra parte, un docente abierto a la comunidad que pudiera
abordar su tarea no solo en el aula, sino en una institución que se insertase en la
comunidad. Todo ello, además, jerarquizando y valorizando el trabajo docente. Esta
transformación se promovió desde el nuevo plan de estudios y un modelo de gestión
de la reforma: gradual, voluntaria y con mecanismos de diálogo entre las bases y la
cúpula del sistema, promoviendo espacios democráticos y participativos que
abonaran a una concertación.
Así el MEB, aunque se implementó de manera acotada y durante un breve
período de tiempo, presentó características innovadoras -la idea de una formación
continua, la interpelación a los actores institucionales como protagonistas de las
reformas, etc.- junto con otras que se retomarán en gobiernos posteriores también
en agendas concertadas con OI: un curriculum de cuatro años (exclusivamente de
nivel superior), una práctica instaurada a lo largo de la carrera y la incorporación de
los ámbitos sociocomunitarios o no formales al espacio de práctica profesional.
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A pesar de estas anticipaciones, el MEB no ha sido reconocido como
antecedente para pensar estas cuestiones que se van consolidando en las décadas
posteriores.
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JORGELINA MENDEZ es becaria posdoctoral del
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas
y Técnicas. Investigadora del Núcleo de Estudios
Educacionales y Sociales, Facultad de Ciencias
Humanas, UNCPBA. Docente, Jefe de trabajos
prácticos del área de Historia de la Educación,
FCH. UNCPBA. Directora del Departamento de
Educación Facultad de Ciencias Humanas,
UNCPBA. Secretaria de redacción de la Revista
Espacios en Blanco. NEES. FCH. UNCPBA. Autora
de capítulos de libro; Autora y evaluadora de
artículos en revistas académicas indexadas.
E-mail:
[email protected]
https://orcid.org/0000-0001-8278-1100
Recibido en: 14.05.2020
Aprobado en: 15.06.2020
Publicado en: 04.02.2021
Editor asociado responsable:
José Gonçalves Gondra (UERJ)
E-mail:
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https://orcid.org/0000-0002-0669-1661
Cómo citar este artículo:
Mendez, J. El curriculum ‘Maestros de
Enseñanza Básica’. Diálogos entre la agenda
educativa
nacional
y
los
discursos
internacionales en la transición democrática
Argentina
(1983-1989)
(2021).
Revista
Brasileira de História da Educação, 21. DOI:
http://dx.doi.org/10.4025/10.4025/rbhe.v21.20
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