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CASO
CLÍNICO PATOLÓGICO
Síndrome de Beckwith-Wiedemann
Beckwith-Wiedemann syndrome
Verónica Fabiola Morán-Barroso1, Constanza García-Delgado1, Mónica Villa-Guillen2, Eduardo
Bracho-Blanchet3, Mario Perezpeña-Diazconti4
Resumen de la historia clínica
A-2007-22
Motivo de consulta: defecto de pared en la línea
media. Antecedentes heredo familiares: madre de
25 años, sana, padre de 27 años, campesino, sano.
Tres hermanas sanas, un primo hermano de cuatro
años con atresia intestinal que se manejo quirúrgicamente. Antecedentes no patológicos: originario y
residente del estado de Guerrero, de nivel socioeconómico bajo, en ayuno desde el nacimiento. Antecedentes perinatales: producto de gesta IV, con control prenatal irregular, sin administración de vitaminas
ni ácido fólico; parto en domicilio atendido por partera a las 38 semanas de gestación, sin conocerse
peso al nacimiento, talla ni valoración de Apgar. Se
refirió a un hospital de segundo nivel de atención
con peso de 3 250 g; se manejo con ayuno, soluciones intravenosas, antibióticos (ampicilina, amikacina), sonda nasogástrica abierta, trasladándose al Hospital Infantil de México Federico Gómez.
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Exploración física: se encontró activo, reactivo, mal hidratado. Tórax con tiros intercostales y
disociación toracoabdominal, campos pulmonares con murmullo vesicular. En el corazón se auscultó soplo sistólico de eyección. En abdomen se
observó defecto de pared en la línea media con
onfalocele de 12 cm de diámetro y 6 cm de altura, con saco íntegro y vísceras en su interior. Se
aplicó solución de isodine diluida en el saco y se
colocaron gasas estériles.
Evolución: se realizó ecocardiograma que evidenció conducto arterioso pequeño y foramen
oval permeable. Ingresó a terapia quirúrgica con
cambio de ventilación mecánica a fase II, por dificultad respiratoria y desaturación, con FiO 2 a
40%, PIM 17, PEEP 4, relación I:E 1:4, frecuencia respiratoria 40/min. Progresando rápidamente a modo SIM. El ultrasonido renal mostró hidronefrosis bilateral.
Exámenes de laboratorio: hemoglobina 19.7 g/dL,
hematócrito 58%, leucocitos de 4 453/mm3, segmentados 4%, linfocitos 25%, bandas 7%, monocitos
20%, plaquetas de 165 000/mm3, VCM 103 fl, HCM
35 pg, urea 13 mg/dL, creatinina 0.5 mg/dL, Na 133
mEq/L, K 4.6 mEq/L, Cl 103 mEq/L, Ca 7.9 mg/dL,
P 5.2 mg/dL, proteína C reactiva (PCR) 18.7 mg/
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Departamento de Genética Médica, 2Departamento de Neonatología, 3Departamento de Cirugía, 4Departamento de Patología, Hospital Infantil de México Federico Gómez, México, D. F.,
México.
Fecha de recepción: 10-02-2009.
Fecha de aprobación: 17-02-2009.
Padecimiento final: defecto de pared desde el
nacimiento.
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Morán BVF, García DC, Villa GM, Bracho BE, Perezpeña DM.
dL; pH 7.31, PaO2 80.5, PaCO2 42.8, CO2T 17.8,
HCO3 21.3, EB -3.8, SaO2 96.7%, lactato 1.1.
Presentó taquicardia, piel marmórea, datos de
sobrecarga hídrica con tensión arterial sistólica
entre 67-91 mm Hg; se agregó edema de miembros inferiores y se administró furosemida. Al practicar la curación del onfalocele se encontró fluido
peritoneal en las gasas y secreción verde fétida,
observándose retardo en el llenado capilar, secreción amarillenta por cánula traqueal, sangrado, a
la auscultación estertores crepitantes, administrándose dobutamina y dos cargas rápidas sin respuesta. La radiografía de tórax mostró infiltrado basal
derecho. En el cultivo de aspirado traqueal se aisló Pseudomonas aeruginosa. Presentó extrasístoles
ventriculares, bradicardia y paro cardioventilatorio que no respondió a maniobras de reanimación.
Discusión del caso clínico
Dra. Mónica Villa Guillén (Unidad de Cuidados
Intensivos Neonatales). El paciente que se discute el día de hoy cursó con onfalocele, el cual, en
la en la mayoría de los casos es multifactorial, con
una tasa de recurrencia de 1%; sin embargo, como
defecto aislado se asocia más frecuentemente a un
patrón hereditario que puede ser autosómico dominante, recesivo o ligado al cromosoma X, en
cuyos casos la recurrencia es mayor. Llama la atención otro caso de malformación de tubo digestivo
en la misma familia.
El paciente fue producto de la gesta IV con control prenatal irregular –sólo en tres ocasiones acudió a consulta–, sin ingesta de multivitamínicos
ni ácido fólico. La Norma Oficial Mexicana establece desde el año 2003, que deben administrarse
400 μg diarios de ácido fólico a las mujeres en la
etapa periconcepcional, esto es, de ser posible, tres
meses antes del embarazo y hasta la semana 12 de
gestación, con el fin de prevenir defectos congénitos. Actualmente está en curso la fortificación
con ácido fólico de la tortilla, como parte del programa de la Red Nacional de Prevención de la
Discapacidad. Está claramente establecida la aso-
ciación de la deficiencia de ácido fólico con defectos de tipo neural, como mielomengocele y
anencefalia; no es tan claro, pero también se ha
asociado a LPH, cardiopatías y defectos del tracto
urinario. Mills y col.,1 en un estudio pequeño de
25 casos de onfalocele y 59 controles sin defectos
congénitos, encontraron que el polimorfismo de
un solo nucleótido de la enzima metiltetrahidrofolatoreductasa, que consiste en el cambio de citosina por timina en la posición 677, incrementó
tres veces el riesgo de presentar onfalocele; esta
variante reduce la actividad de la enzima, sugiriendo un mecanismo por el cual el ácido fólico
puede prevenir la presentación de este problema.
Botto y col.2 reportaron que el uso periconcepcional de multivitamínicos disminuyó en 60% el
riesgo de onfalocele no sindromático en 72 casos
de onfalocele y 3 029 controles de nacimientos
en el área metropolitana de Atlanta entre 1968 y
1980. Regresando a nuestro caso, en el sexto mes
de embarazo se hizo el diagnóstico por ultrasonido de defecto de pared abdominal. Éste es el estándar de oro para el diagnóstico prenatal, pero
la tasa de detección varía de 60 a 90%, lo cual
depende del equipo utilizado, pero sobre todo del
operador. Es importante enfatizar que el diagnóstico sólo puede conformarse después de la semana 12-13 de gestación, ya que antes se considera
fisiológica la herniación del intestino (la herniación fisiológica no mide más de 7 mm de diámetro y no debe ser aparente en fetos con longitud
crown-rump >44 cm).
El ultrasonido también es útil para detectar anomalías asociadas, las cuales pueden ser múltiples
y se presentan en más de 70% de los casos. Las
anomalías cromosómicas se presentan en 40-60%
de los casos y pueden ser: trisomías 13, 8, y 21,
síndrome de Turner, de Klinefelter, o de triploidia. Idealmente, a todo paciente en quien se detecta por ultrasonido un onfalocele, debe de realizársele una amniocentesis.
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Otras alteraciones que pueden presentarse son:
cardiacas (16-47%), genitourinarias (40%), musculoesqueléticas (10-30%) y neurológicas; o pre-
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Síndrome de Beckwith-Wiedemann.
sentarse con síndromes asociados como el de Beckwith-Wiedemann (5-10%), onfalocele, macroglosia, visceromegalias, hipoglucemia.
Estos casos deben referirse y manejarse desde el
nacimiento en un centro de tercer nivel; sin embargo, este paciente, a pesar del diagnóstico prenatal, nació en su domicilio por vía vaginal. En
general no hay evidencia suficiente que apoye el
nacimiento por cesárea, salvo en los onfaloceles
gigantes como era el caso, en donde con un defecto tan grande puede complicarse con un parto
distócico y asfixia perinatal. No hay datos en la
historia clínica para apoyar alguna de estas situaciones; otro evento adverso para el paciente fueron los tres traslados en 48 horas, primero al centro de salud, después al Hospital General de
Chilpancingo y, finalmente, a nuestro hospital.
Sabemos que fue manejado con ayuno, antibióticos, sin especificarse cómo se manejó el defecto
abdominal. Es importante este aspecto, porque
aunque el onfalocele no estaba expuesto al 100%,
ya que tenía un saco que lo protegía, era importante cubrirlo. Ya hay disponibles, aunque no en
nuestro medio, bolsas estériles especiales para gastrosquisis y onfalocele que disminuyen las pérdidas insensibles, las cuales en estos casos están muy
aumentadas; por otro lado, previene las infecciones y permite visualizar continuamente el defecto. Otra opción es la protección con gasas húmedas estériles, aunque esta técnica deja residuos,
absorbe líquido y puede lesionar el defecto.
Cuando llegó a esta institución se corroboró el
diagnóstico de onfalocele gigante, que se define
así cuando el diámetro es mayor de 5 cm; este
defecto medía 12 cm con saco íntegro y vísceras
en su interior, sin especificar cuáles, aunque estos
defectos tan grandes habitualmente contienen,
además de intestino, hígado y otros órganos.
onfalocele gigante, o secundario a hipoplasia pulmonar; anormalidades que se han asociado a este
defecto de pared abdominal y que son datos de
mal pronóstico. La radiografía se describe como
normal, por lo que se descarta neumonía e hipoplasia en ese momento de la evolución. La hemoglobina de 18 g/dL es normal para el segundo día
de vida, aunque está en límites superiores, lo que
puede explicarse por la deshidratación; tenía leucocitos bajos para su edad (mínimo 9 000/mm3),
bandemia de 50%, relación I/T 0.7, monocitosis,
plaquetas en límites inferiores normales, hipocalcemia e hipoalbuminemia. La gasometría mostró
acidosis metabólica leve con hiperlactatemia. En
ese momento, además de la deshidratación, el paciente tenía datos de infección, que pudo ser temprana o nosocomial de adquisición en el hospital
de referencia, pues ya contaba con 48 horas de
vida. El paciente ameritaba cambio de esquema
antibiótico y determinación de plaquetas como
parte importante del protocolo de sepsis en el recién nacido.
En cuanto a la deshidratación, se asumió ésta
como de 10%, isonatrémica por el manejo que se
dio con soluciones (1:1), con un cálculo de déficit de solutos de 28 mOsm/kg, de los cuales la
mitad correspondían a sodio. La deshidratación era
leve, no hubo pérdida de peso, sólo se reportó
edema de una de las extremidades; la acidosis fue
leve, la urea estaba ligeramente elevada (16, con
valores normales de 13 en la primera semana de
vida), y pudo haberse manejado con soluciones a
150 mL/kg (2:1), con aporte de sodio a 7 mEq/L
(requerimientos basales de 80 mL/kg más 50%
extra de pérdidas insensibles, 10 mL/kg =90 mL/
kg + 50 mL/kg por deshidratación).
Llama la atención la hipoalbuminemia de 1.5
g, situación frecuente en estos pacientes, y a la
cual debe darse seguimiento, ya que valores menores son indicación de administración de albúmina con el fin de evitar la fuga de líquido al tercer espacio a todos niveles; el día de su muerte ya
tenía 0.6 g, aunque no contamos con valores de
días previos.
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De la exploración al ingreso, llama la atención
la dificultad respiratoria, la presencia de soplo,
taquicardia y deshidratación isonatrémica. La dificultad respiratoria pudo haber sido de origen infeccioso, con o sin foco pulmonar, metabólico
(presencia de hipocalcemia), restrictivo por el
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Morán BVF, García DC, Villa GM, Bracho BE, Perezpeña DM.
También quiero hacer mención especial a la
monocitosis que durante toda su estancia presentó este paciente. Es importante recordar las causas de la misma, y si bien, la inflamación a nivel
abdominal puede explicar este hallazgo, debemos
tener presentes entidades como: sífilis (no se realizó VDRL), infección por Listeria monocytogenes,
infecciones respiratorias por microorganismos atípicos como Chlamydia y Micoplasma; y en general
procesos infecciosos e inflamatorios crónicos.
El ecocardiograma reveló la presencia de conducto arterioso, y el electrocardiograma fue normal salvo por el QTc que estaba alargado en 0.36,
cuando no debería ser mayor a 0.24; este hallazgo
se explica probablemente por la hipocalcemia.
De otros estudios de extensión, el ultrasonido
transfontanelar mostró la presencia de ventrículos colapsados; este hallazgo se ve en pacientes
con edema cerebral, pudiendo haber estado condicionado en este caso por asfixia perinatal o por
la hipoalbuminemia con la que cursaba. El ultrasonido renal mostró morfología y dimensiones normales con hidronefrosis bilateral; dentro de las
anomalías genitourinarias reportadas asociadas a
onfalocele está la obstrucción de la unión ureteropiélica, que pudo ser la causa de la hidronefrosis, o bien, que el aumento de la presión intraabdominal (con la que cursa esta patología) haya
comprimido los riñones y provocado obstrucción
al flujo urinario.
El paciente evolucionó a la gravedad, al tercer
día de vida y primero de hospitalización requirió
de intubación por dificultad respiratoria y acidosis respiratoria; en la biometría hemática, los leucocitos estaban en menos de 5 000/mm 3, y la PCR
en 18.7. En la literatura hay más de 160 referencias de PCR en neonatos, y sólo dos son estudios
aleatorizados controlados. A pesar de esta vasta
literatura, a la fecha no se ha establecido el estándar de práctica para el uso de PCR en la evaluación de sepsis neonatal. La PCR puede aumentar
en varias situaciones clínicas no infecciosas; así,
Ishibachi y col., encontraron que de 24 a 48 horas
después del parto vaginal, los niveles pueden exceder los 10 mg/L. Debido a que la PCR es reactante o molécula de fase aguda inespecífica, numerosas causas de inflamación y daño tisular
pueden incrementarla, como en el presente caso.
En un estudio retrospectivo, realizado por Benitz
y col.3 en la Universidad de Stanford, las mediciones seriadas de PCR tuvieron un valor predictivo negativo de 99% para sepsis. Dos concentraciones de PCR menores a 10 mg/dL obtenidas cada
24 horas, 8 a 48 horas después de la presentación
del cuadro, hicieron la posibilidad de sepsis muy
improbable.
Desafortunadamente, no hay un marcador único y definitivo de sepsis neonatal, y se debe realizar una evaluación de todos los elementos con los
que contamos para establecer el diagnóstico. El
paciente no evolucionó bien, ni por los datos clínicos ni por los resultados de laboratorio. Para el
día 30 de marzo, ya con dos días de hospitalización, persistió con acidosis respiratoria, con leucopenia y con disminución en las plaquetas; el día
primero de abril estaba taquicárdico, con piel
marmórea, y se indicó cefotaxime; para el día dos
requirió de incremento en los parámetros de ventilación, y por sospecha de neumonía se indicó
dicloxacilina; el día tres presentó datos de peritonitis y estado de choque; hasta este momento se
agregó carbapenem. Posiblemente desde el día 30
de marzo, con 48 horas de hospitalización, ameritaba manejo antimicrobiano más agresivo, ya que
la infección no estaba controlada y lo más probable es que se había agregado otro proceso de adquisición en nuestro hospital. Queda la duda si la
peritonitis no se detectó a tiempo, y con la cobertura inadecuada fue lo que al final determinó la
muerte de este paciente.
Las infecciones nosocomiales son un problema
grave en las salas de terapia intensiva neonatal. El
empleo de catéteres, alimentación parenteral, ventiladores, y antibióticos de amplio espectro han
dado lugar a un fenómeno propicio para la invasión bacteriana, y los recién nacidos son huéspedes especialmente vulnerables. Del año 2002 al
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Síndrome de Beckwith-Wiedemann.
2006, la tasa de infecciones nosocomiales fue de
49/100 egresos en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales (UCIN) (uno de cada dos pacientes tiene una infección nosocomial). Si consideramos la epidemiología de este hospital, los patrones
de resistencia y al huésped, debemos cubrir los
gérmenes gram negativos, que representan 70%
de las infecciones nosocomiales en la Terapia
Quirúrgica, con Klebsiella y Pseudomonas a la cabeza; los gram positivos con 20%, la mayoría
ECON, con 96% de meticilino-resistencia; y el
resto Candida, en su mayoría albicans. Un huésped con defecto de pared abdominal gravemente
enfermo, requiere un esquema de imipenem-vancomicina para cubrir incluso gérmenes anaerobios
asociados a infección peritoneal; la dicloxacilina
no tiene cabida en el manejo de estos neonatos.
El día 4 de abril persistió el estado de choque,
siendo la neumonía franca. Se reportó un cultivo
de aspirado bronquial positivo para Pseudomonas,
cuyo valor es muy cuestionable en el diagnóstico
de neumonía asociada a ventilador debido a que
pudo estar contaminado o reflejar simplemente
colonización. De acuerdo a los criterios del CDC
de octubre 2004, un cultivo de vías respiratorias
debe ser cuantitativo, con valores mayores de 103
UFC/mL si se obtiene por broncoscopio, ya sea
con lavado broncoalveolar, o con cepillado; también se aceptan estas técnicas de obtención de
muestras sin broncoscopio. Además, igual o más
de 5% de las células deben contener bacterias intracelulares en el examen microscópico directo
(tinción de Gram). No quiero mencionar que Pseudomonas no pudo ser la causa de la infección, sólo
dejo claro que el aspirado traqueal o bronquial no
son métodos adecuados de diagnóstico.
El paciente requirió de volumen, aminas, con
30 000/mm3 de plaquetas, 30% de bandas, hiperlactatemia y problemas de coagulación. Finalmente,
presentó extrasístoles ventriculares y bradicardia que
no respondieron a maniobras de reanimación.
Dr. Santos. El esquema antibiótico seleccionado inicialmente no era el adecuado, la presencia
de monocitos es sugestivo más no diagnóstico de
L. monocytogenes; sin embargo, en ningún momento se pensó en administrar ampicilina, que era lo
que necesitaba ante esa consideración. En cambio, el día antes de que falleciera, se cambió a
imepenen, y los niveles de monocitos seguían muy
elevados, debiendo haberse cumplido el tratamiento para L. monocytogenes por la monocitosis.
Dr. Bracho. Dados los comentarios sobre los esquemas antibióticos, es pertinente la opinión del
Dr. Rene Farfán, adscrito al Departamento de Infectología.
Dr. Farfán. El inicio de un esquema terapeútico empírico tiene que tomar en cuenta los factores de riesgo de cada uno de los pacientes. Si bien
es cierto que siempre se ha dicho que ampicilinaamikacina es un esquema de elección de primera
línea para el tratamiento de sepsis neonatal temprana, también se tienen que tomar en cuenta
otros factores de riesgo, como: onfalocele, parto
fortuito, ruptura prematura de membranas y traslado de otros hospitales. La monocitosis tiene un
valor importante; un esquema probablemente adecuado al inicio de este paciente pudo haber sido
una cefalosporina de tercera generación más la
ampicilina para tratar de cubrir los gérmenes más
habituales. Escalar un esquema de antibióticos
depende mucho de la evolución clínica del paciente y de sus factores de riesgo.
Dr. Bracho. Le pedí al Dr. Anselmo Domínguez
Chicas, adscrito al Departamento de Urología, un
Cuadro 1 . Caso clínico-patológico.
Diagnósticos clínicos finales
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Los diagnósticos clínicos finales se incluyen en
el cuadro 1.
Vol. 66, septiembre-octubre 2009
•
•
•
•
•
•
Onfalocele gigante
Hidronefrosis bilateral
Sepsis nosocomial
Neumonía asociada a ventilador
Peritonitis purulenta
Choque séptico (causa de la muerte)
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Morán BVF, García DC, Villa GM, Bracho BE, Perezpeña DM.
comentario acerca de la hidronefrosis postnatal no
prenatal.
Dr. Domínguez. El estudio de hidronefrosis postnatal está en relación a los diagnósticos probables;
nos interesan, sobre todo, las de tipo obstructivo
que son las que van a requerir una cirugía con
mayor posibilidad. Estamos hablando de obstrucción pielouretereal y uretero-vesical, de valvas de
uretra posterior y de grado de reflujo vesicoureteral, que no es obstructivo pero puede requerir algún tratamiento.
De la hidronefrosis, básicamente nos interesa la
dilatación, el diámetro anteroposterior de la pelvis
renal, así como si hay dilatación de los cálices o
adelgazamiento de la corteza renal, cualquiera de
estos datos implica mayor gravedad. Si es unilateral se hace un ultrasonido para evaluar la hidronefrosis y determinar si hay dilatación de ureteros; si
existe dilatación, hacemos un cistograma para descartar el reflujo, en caso de que no lo haya pensamos en obstrucción ureteropiélica, que es el diagnóstico más común. En este caso se solicita un
gammagrama renal a las tres o cuatro semanas de
vida para encontrar los hallazgos que nos den el diagnóstico, con base a una curva de eliminación retardada o una diferencia en la función renal relativa.
El caso de una obstrucción bilateral es una urgencia diagnóstica. Se realiza ultrasonido en cuanto el paciente lo permita, al primero o segundo
día de vida; si hay dilatación de los ureteros se
hace el cistograma para descartar el reflujo vesicoureteral. En caso de que no haya dilatación se
piensa en obstrucción perilateral, realizándose un
gammagrama renal en la segunda semana de vida
para realizar el diagnóstico, y al final de esta segunda semana también determinamos el comportamiento de la creatinina sérica. Si la creatinina
disminuye, la función renal está conservada y podemos hacer el gammagrama hasta la segunda o
tercera semana; en caso de que la creatinina no
disminuya, entonces tenemos que evaluar una nefrostomía bilateral para asegurar la función de los
riñones. La decisión del momento quirúrgico la
determinan los hallazgos. Si se confirma una obstrucción unilateral se puede operar después de los
tres meses, si es bilateral conviene hacer por lo
menos uno de los lados antes de los tres meses y,
en particular, quiero mencionar que es importante detectar la hipertensión en la etapa neonatal; si
se confirma, el procedimiento quirúrgico se tiene
que hacer antes del mes de edad para garantizar el
control de la hipertensión. Con respecto a este
paciente, el hecho de que no hayan encontrado
hidronefrosis en el ultrasonido prenatal sugiere que
probablemente no era tan importante, y en la descripción del ultrasonido postnatal no se menciona cálices dilatados ni adelgazamiento de la corteza. Probablemente no era algo importante, tal
vez una dilatación por pliegues fetales o un riñón
fetal, que no implica patología alguna. Finalmente, la hidronefrosis que se sucede en los pacientes
con gastrosquisis-onfalocele se presenta después
de que se aplica el silo y se empieza a apretar, o
después de que se cierra, que es cuando aumenta la
presión intraabdominal; antes es poco frecuente.
Anatomía patológica
Dr. Mario Perezpeña Diazconti (Departamento de
Patología). En el estudio post mortem, la facies
del paciente presentaba macroglosia y surcos en
los pabellones auriculares, neumotórax bilateral,
en abdomen malrotación intestinal y el onfalocele, el cual midió 15 x 13 cm, con saco íntegro
(Fig. 1), a través del cual se dibujaban las asas
intestinales. Retirado el saco, éstas mostraban distensión, material purulento amarillo verdoso en
la serosa, y la luz intestinal mostró la mucosa aplanada, de color rojo violáceo. En el estómago se
encontraron restos de material hemático color café
oscuro, y la mucosa era de color rojo vinoso (Fig.
2). Histológicamente, en la pared intestinal había
tejido de granulación e infiltrado inflamatorio de
leucocitos polimorfonucleares en la serosa. En el
colon había fibrina e inflamación compuesta por
linfocitos, células plasmáticas y células gigantes
tipo cuerpo extraño. La mucosa estaba congesti-
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Bol Med Hosp Infant Mex
Síndrome de Beckwith-Wiedemann.
va, con ulceración focal. En la pared abdominal
había tejido fibroconectivo, necrosis coagulativa
e intenso infiltrado inflamatorio de polimorfonu-
cleares. Las glándulas suprarrenales mostraron citomegalia cortical (Fig. 3). El páncreas presentó
hiperplasia de los islotes de Langerhans y de los
acinos (Fig. 4). Los pulmones mostraron daño intenso con presencia de membranas hialinas (Fig.
5) y engrosamiento de la pared de arteriolas como
dato de enfermedad vascular pulmonar (Fig. 6).
Con los hallazgos descritos se integra el diagnóstico de síndrome de Beckwith-Wiedemann. En
Figura 1. Onfalocele con saco íntegro y de 13 x 15 cm, con
dibujo de las asas intestinales subyacentes.
Figura 3. Los cortes histológicos de la corteza suprarrenal
muestran citomegalia extrema.
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Figura 2. La mucosa gástrica se observó hiperémica, conteniendo restos de sangre color café oscuro.
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Figura 4. En el páncreas, los islotes de Langerhans mostraban
hiperplasia, que también afectaba los acinos y conductos.
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Morán BVF, García DC, Villa GM, Bracho BE, Perezpeña DM.
el cuadro 2 se mencionan los diagnósticos anatómicos finales.
El síndrome de Beckwith-Wiedemann se caracteriza por macroglosia, hipertrofia y defecto de la
pared abdominal, que incluye onfalocele, hernia
umbilical o diastasis de recto.4 Los pacientes pueden estar afectados por hipoglucemia, por lo que
la prevención puede evitar secuelas neurológicas
graves. Hay macrosomía y polihidramnios.5,6 Las
alteraciones faciales incluyen: nevo flameo, hipoplasia de la mitad de la cara y pabellones auriculares con indentaciones. Las alteraciones craneales son occipucio prominente y macroglosia. Hay
malrotación intestinal, hepatomegalia, esplenomegalia y, ocasionalmente, cardiomegalia. La pancreatomegalia se presenta como hallazgo de autopsia. Se ha informado de hiperplasia uterina,
ovárica, testicular, fálica, de vejiga, o clitoromegalia. La inteligencia es normal; cuando hay retardo en el desarrollo se asocia a duplicación cromosómica de 11p5, hipoglucemia no controlada
o complicaciones de prematuridad.
Cuadro 2. Caso clínico-patológico.
Diagnósticos anatómicos finales
Figura 5. La presencia de membranas hialinas fue multifactorial, asociada a sepsis, estado de choque y coagulación intravascular diseminada.
Enfermedad principal
• Síndrome de Beckwith-Wiedemann
• Macroglosia
• Onfalocele con saco íntegro
• Citomegalia adrenocortical
• Malrotación intestinal
• Hidronefrosis
• Hiperplasia de los islotes de Langherhans
Alteraciones concomitantes
• Enfermedad de membranas hialinas multifactorial
• Enfermedad vascular pulmonar grado I de Rabinovitch
• Neumotórax bilateral
• Peritonitis aguda
Datos anatómicos de choque y coagulación
intravascular diseminada
• Trombos de fibrina en hígado
• Gastritis hemorrágica
• Involución aguda del timo
• Miocitólisis colicuativa
Cultivos post mortem
• Hemocultivo, líquido cefalorraquídeo, pulmones,
bazo e hígado sin desarrollo de bacterias
• Intestino delgado con desarrollo de Pseudomonas
aeruginosa y Stenetrophomona maltophila
• Colon con desarrollo de P. aeruginosa y levaduras
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Figura 6. Como hallazgo de autopsia se muestran los cambios de enfermedad vascular pulmonar en las arteriolas.
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Causa de muerte
• Sepsis
• Coagulación intravascular diseminada
Bol Med Hosp Infant Mex
Síndrome de Beckwith-Wiedemann.
Hasta 7.5% de los pacientes con Beckwith-Wiedemann desarrollan neoplasias,6,7 mucho más frecuentes en la región intraabdominal. Las más comunes son: tumor de Wilms, carcinoma de corteza
suprarrenal y hepatoblastoma. El rabdomiosarcoma y neuroblastoma muestran aumento de la frecuencia. El incremento de la frecuencia de tumor
de Wilms en el síndrome de Beckwith-Wiedemann
está asociado a la hemi-hipertrofia, nefromegalia,
restos nefrogénicos o nefroblastomatosis y a los
subgrupos con disomia uniparental 11p5 e hipermetilación de H19.
La hipoglucemia se presenta hasta en 63%, es
transitoria y responde a terapia. Ocurre regresión
espontánea alrededor de los cuatro años. Puede
haber policitemia hasta en 20% de los casos, hipocalcemia, hipercolesterolemia e hiperlipidemia. La hipercalciuria se presenta hasta en 22%
de los casos.
En este síndrome, la citomegalia se presenta en
la corteza suprarrenal, con hiperplasia de la médula adrenal. En el páncreas hay hiperplasia de
acinos, conductos e islotes de Langerhans. Puede
haber hiperplasia de células de Leydig y adenomatosa de los ovarios.
Dr. Adrián Chávez (Unidad de Terapia Intensiva Pediátrica). El niño presentó síndrome de dificultad respiratoria aguda secundario a la sepsis abdominal y, con base en eso, el análisis crítico de
nuestra actuación muestra que este niño debió ser
ventilado con alta frecuencia desde que se intubó
y no con ventilación convencional, puesto que también cursó con hipertensión arterial pulmonar.
Discusión de Genética Médica
Dra. García-Delgado. El propósitus tenía el antecedente de un primo con malformación de tubo digestivo, desconocemos si estaban relacionados por
línea paterna o materna, pero este dato es relevante para analizar el cuadro clínico de estos niños,
que si se diagnostican y se manejan a tiempo pueden sobrevivir. De 2 a 3% de los casos de síndrome
de Beckwith-Wiedemann tienen anormalidades citogenéticas que involucran al cromosoma 11 en el
brazo corto en la región 15, incluyendo duplicaciones derivadas del cromosoma paterno, inversiones y translocaciones maternas; sólo 15% tiene historia familiar y se presenta cuando se hereda por
línea materna; 20% de los casos son esporádicos y
hay una disomía uniparental del cromosoma 11, casi
siempre asociados a hemi-hipertrofia. De 5 a 10%
de los casos esporádicos tienen un patrón de mutilación anormal de los genes H19 e IGF2, es decir,
que 80% de los casos son esporádicos y 20% o menos son familiares.5
Recordemos que en la disomía uniparental, un
par de cromosomas homólogos son heredados de
ESTEsolo
DOCUMENTO
ES ELABORADO
PORestudio
MEDIGRAun
progenitor;
si hacemos un
conPHIC
vencional de cromosomas, el número de estos es
normal, sólo el estudio a nivel molecular detectará la alteración. El ejemplo clínico de esta entidad nosológica es la alteración en el cromosoma número 15, en donde, si la disomía es de
origen materno, los pacientes presentan síndrome de Prader Willi (OMIM 176270), y si es de
origen paterno tendrán síndrome de Angelman
(OMIM 10583).6,7
En el caso del síndrome de Beckwith-Wiedemann, es importante recordar que se asocia a alteraciones de la impronta genómica, fenómeno
en el cual la expresión del gen depende de cuál
es su origen parental. La impronta genómica se
conoce desde los años ochenta y se sabe que ciertas regiones del genoma no son funcionalmente
equivalentes, dependiendo de su origen materno
o paterno, y obviamente de modificaciones epigenéticas del genoma.8 En referencia a los genes
relacionados con la presentación del síndrome de
Beckwith-Wiedemann, con loci en el cromosoma número 11 en el brazo corto en la región 1,
subregión 5, hay genes que tienen expresión diferencial, ya sea materna o paterna. Entre los genes principales de control de expresión de la región se considera a H19 (gen que codifica a un
RNA no traducido) e IGF2 (gen que codifica al
factor de crecimiento parecido a la insulina tipo
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Vol. 66, septiembre-octubre 2009
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Morán BVF, García DC, Villa GM, Bracho BE, Perezpeña DM.
2), además del gen KVLQT1 (y del gen CDKN1C
o LTI1, el cual codifica para un inhibidor de ciclinas dependiente de cinasa). Si está alterado,
el gen H19 puede a su vez alterar la expresión de
IGF2, ocasionando un sobrecrecimiento. Lo interesante es recordar que la “contraparte” del síndrome de Beckwith-Wiedemann es el síndrome
de Silver Russel, en el que la hipometilación de
H19, en casos de disomía uniparental materna,
afectará de manera inversa la expresión del gen
IGF2, y podría explicar el retardo en el crecimiento que se ve en el síndrome de Beckwith-
Wiedemann; si bien, no es el único mecanismo
molecular propuesto. 9-15
En el caso de esta familia, lo que se hará para
poder ofrecerles asesoramiento genético es realizar una historia clínica con un pedigree completo,
cariotipo convencional a los padres y, dependiendo de esto, teóricamente podría hacerse estudio
molecular del tejido de autopsia.
Autor de correspondencia: Dr. Mario Perezpeña Diazconti.
Correo electrónico:
[email protected]
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