Academia.eduAcademia.edu

Inteligencia Emocional y Liderazgo

Goleman (1997) expone "que la inteligencia académica no ofrece la menor preparación para la multitud de dificultades o de oportunidades a la que deberemos enfrentamos a lo largo de nuestra vida"; agrega además que esta "no constituye la menor garantía de prosperidad, prestigio ni felicidad". Fernández & Extremera exponen que la inteligencia académica no es suficiente para alcanzar el éxito profesional, los abogados que ganan más casos, los médicos más prestigiosos y visitados, los profesores más brillantes, los empresarios con más éxito, los gestores que obtienen los mejores resultados no son necesariamente los más inteligentes de su promoción.

Inteligencia Emocional y Liderazgo Carmen P. Uribe Goleman (1997) expone “que la inteligencia académica no ofrece la menor preparación para la multitud de dificultades o de oportunidades a la que deberemos enfrentamos a lo largo de nuestra vida”; agrega además que esta “no constituye la menor garantía de prosperidad, prestigio ni felicidad”. Fernández & Extremera exponen que la inteligencia académica no es suficiente para alcanzar el éxito profesional, los abogados que ganan más casos, los médicos más prestigiosos y visitados, los profesores más brillantes, los empresarios con más éxito, los gestores que obtienen los mejores resultados no son necesariamente los más inteligentes de su promoción. La inteligencia no garantiza el éxito en la vida cotidiana y menos aún facilita la felicidad con la pareja, ni con los hijos, ni que tengamos más y mejores amigos. En ese contexto en el que diferentes autores han llegado a la conclusión de que el coeficiente intelectual, es decir, el conocimiento no alcanza para lograr el éxito en los diferentes aspectos de la vida, es necesario cuestionar que otra competencia puede ser determinante para llegar a ser exitosos. Por esta razón es que algunos autores han estudiado e identificado algunas competencias que contribuyan al desarrollo personal en la vida de las personas, sobre todo lo relacionado al aspecto organizacional. Precisamente una de estas competencias es la denominada “inteligencia emocional” que para (Salovey & Mayer, 1990) es la capacidad de regular los sentimientos y emociones propias así como los de los demás, de comprender y discriminar entre ellos y utilizar esta información para guiar nuestro pensamiento y nuestras acciones. Según Goleman (1997) la inteligencia emocional se define como la capacidad de reconocer los sentimientos propios y los de los demás, así como la capacidad para motivarse a sí mismos, manejando adecuadamente las relaciones, agrega que es una forma de interactuar con el mundo que tiene muy en cuenta los sentimientos, y engloba habilidades tales como el control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía, la agilidad mental. Para Cooper (2005) la inteligencia emocional se sustenta en cuatro pilares fundamentales: El conocimiento emocional, que proviene del funcionamiento del corazón, del cual proviene la energía que nos hace reales y nos motiva para identificar y perseguir nuestro potencial único y propósito, se concentra en aprender, reconocer, respetar y valorar la sabiduría inherente delas sensaciones. La honestidad emocional, requiere escuchar los sentimientos de la ”verdad interna”, permanecer honesto consigo mismo y respetar la sabiduría, tanto del corazón como de la cabeza. A la larga la honestidad emocional sirve como una simplificadora significativa de su vida y su trabajo, comunicando claridad y energía a su camino y sus relaciones. El lenguaje de las emociones.- Las emociones son una fuente interna de energía, influencia e información. En sí mismas no son buenas ni malas. Lo que vale es lo que hagamos con la información y la energía que ellas producen y Responsabilizarse por sus emociones, las emociones no son excusas, ni utilizar etiquetas emocionales para luego justificar nuestra conducta. De qué depende entonces el nivel de desarrollo de inteligencia emocional entre una persona y otra, Goleman (1997) afirma que la herencia genética nos ha dotado de un bagaje emocional que determina nuestro temperamento, pero los circuitos cerebrales implicados en la actividad emocional son tan extraordinariamente maleables que no podemos afirmar que el carácter determine nuestro destino. Las lecciones emocionales que aprendimos en casa y en la escuela durante la niñez modelan estos circuitos emocionales tornándonos más aptos o más ineptos en el manejo de los principios que rigen la inteligencia emocional. En este sentido, la infancia y la adolescencia constituyen una auténtica oportunidad para asimilar los hábitos emocionales fundamentales que gobernarán el resto de nuestras vidas. Que pasa entonces si la infancia y adolescencia de una persona ha sido marcada por experiencias traumáticas, violentas o de desapego, están condenadas a una escasa o pobre inteligencia emocional y por tanto dirigidos al fracaso, pues Goleman (1997) afirma que es posible la “reeducación del cerebro emocional” a través de diferentes técnicas de curación emocional. Respecto al nivel de desarrollo de la inteligencia emocional entre las personas, Fernández & Extremera opinan que la enseñanza de emociones inteligentes depende de la práctica, el entrenamiento y su perfeccionamiento y, no tanto, de la instrucción verbal. Ante una reacción emocional desadaptativa de poco sirve el sermón o la amenaza verbal de «no lo vuelvas a hacer». Lo esencial es ejercitar y practicar las capacidades emocionales y convertirlas en una parte más del repertorio emocional. De esta forma, técnicas como el modelado y el role-playing emocional se convierten en herramientas básicas de aprendizaje a través de las cuales expertos emocionales», materializan su influencia, marcan las relaciones socio-afectivas y encauzan el desarrollo emocional de las personas. En este nivel de competitividad al que se enfrentan los ejecutivos de hoy, en el que el conocimiento es un factor poco relevante para evaluar íntegramente su desempeño, el desarrollo de un adecuado nivel de inteligencia emocional será determinante para conseguir el éxito en la vida profesional. Durante largo tiempo se ha realizado la misma pregunta sobre el liderazgo (los lideres nacen o se hacen), por analogía se puede hacer la misma pregunta en referencia a la inteligencia emocional, las personas nacen con inteligencia emocional o la pueden desarrollan con el tiempo, la respuesta es que las personas nacen con cierta carga genética y tienen cierta predisposición a generar sus emociones en base a las vivencias de su niñez o adolescencia, la sociedad o medio de influencia en el que se desenvuelven, sin embargo, tienen la misma capacidad de alejarse de esas ataduras y reeducar sus mentes y corazones y entiendan que el poder del capital humano es irremplazable, que lo que se puede lograr dentro de una organización con generación de lazos adecuados es inquebrantable. Referencias Salovey, P. y Mayer, J.D. (1990). Emotional intelligence. Imagination, Cognition, and Personality, 9, 185-211. Goleman, D. (1997). Inteligencia Emocional. Editorial Kairos. La Inteligencia emocional como una habilidad esencial en la escuela. Revista Iberoamericana de Educación-OEI. 2005.