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1990, Revista de Historia Naval nº 29
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En mayo de 1492 Cristóbal Colón llegaba triunfante a Palos; esta vez con la Orden Real de que el Municipio le proporcionara dos carabelas armadas como parte integrante de la flotilla que le iba a permitir el descubrimiento del Nuevo Mundo. Los buques debían estar prestos en el término de diez días, pero hasta diez semanas después no estuvieron listos. Se trataba de la Pinta y la Niña, propiedad de Cristóbal Quintero -de Palos -- y Juan Niño -- de Moguer-, respectivamente. Un tercer buque, la nao capitana, la arrendó Colón a Juan de la Cosa, embarcación de mayores dimensiones, posible mente de construcción gallega, a juzgar por el sobrenombre de la Gallega, con el que figura por primera vez en la Historia de Fernández de Oviedo. Ello no excluye el que hubiera sido construida en algún lugar de la zona cántabra, dada la posibilidad de que su dueño, Juan de la Cosa, fuera vecino de Santoña. Es curioso, por otro lado, que en el Diario extractado por Las Casas, Colón nunca llamara a la nao capitana por el nombre de Santa María, solamente la denominará así su hijo Hernando en una ocasión. Hasta la fecha los más destacados investigadores navales, como Fernán dez Duro, Monleón, Anderson, Fonseca, Morison, Lanstrong, Etayo o Mar tínez Hidalgo coinciden en calificar a la Santa María como tipo concreto de nao. Respecto a la Pinta y la Niña las definen como carabela redonda y carabela latina, respectivamente, a excepción de Fernández Duro que niega que existiera un tipo definido de carabela.
Revista de Historia Naval nº 17, 1987
Los aniversarios de acontecimientos históricos son propicios para que aparezcan nuevos estudios sobre los temas que se recuerdan, en algunos casos con nuevos aportes, en otros con revelaciones desconocidas y en no pocos con la repetición de lo conocido o la búsqueda de la repercusión sensacionalista. Siempre recuerdo lo que manifestaba un especialista sobre la obra de Shakespeare: periódicamente se descubren pequeños textos o algún otro soneto del poeta inglés que los periódicos se ocupan de difundir de forma increíble, pero que en definitiva no alteran en abso- luto lo que se conoce de su obra. El no muy lejano Quinto Centenario del Descubrimiento de América, tam- bién será adecuado para que vuelvan a proponerse nuevas teorías sobre los múltiples aspectos que ofrece la vida y el viaje de Colón, una de las empresas más grandes que ha vistó la Humanidad. En la revista National Geographic (Official journal of the National Geographic Society) (Washington, vol. 170, n .º 5, noviembre de 1986), se vuelve a replantear el tema del lugar que pudo tocar Colón a su llegada a América y se da algún detalle sobre sus naves.
Señor, porque sé que habréis placer de la gran victoria que Nuestro Señor me ha dado en mi viaje, vos escribo ésta, por la cual sabréis como en 33 días pasé de las islas de Canaria a las Indias con la armada que los ilustrísimos rey y reina nuestros señores me dieron, donde yo hallé muy muchas islas pobladas con gente sin número; y de ellas todas he tomado posesión por Sus Altezas con pregón y bandera real extendida, y no me fue contradicho.
Cada uno de los personajes de estos siete relatos posee un destino singular: un grupo de muchachos consumidores de una droga azul evasiva pero dadora de visiones milenaristas; una chica que ve en los espejos a un hombre que la persigue; un asesino serial aficionado a usar citas de la Ilíada para desconcertar a sus captores; un trío de niños genios que, sobreponiéndose a una enfermedad terminal, se proponen salvar el mundo; un anciano inmerso en el reino de la locura que emprende en una última, desesperada aceptación del sexo; un sobreviviente que encuentra entre escombros y basura a la chica que amó, convertida en una pitonisa; un francotirador cuya caminata incansable lo arrastrará a aniquilarlo todo, incluso a sus propios fantasmas. Y, junto a ellos, aparece una presencia latente y devastadora: un huracán que es una amenaza y también un símbolo de la propia corrosión espiritual de todos esos personajes.
La conocida pasión bibliófila de Hernando Colón no surgió de la nada sino que procedía tanto de su tío Bartolomé como, sobre todo, de los libros anotados por su progenitor, porque, de acuerdo con lo que comenta Francisco López de Gómara, en su "Historia de las Indias" (1552), no le extrañan los miles de volúmenes atesorados por don Hernando por ser <<cosa de hijo de tal padre>>. El propio Colón reconoció siempre la importancia que los libros habían tenido en sus proyectos y sus logros, aunque el examen de sus aficiones librescas tropieza con no pocos problemas, entre los cuales el más grave resulta el de la diacronía. Fue, con todo, el período portugués, que se extiende probablemente desde 1476 o una fecha cercana hasta los primeros meses de 1485, el que marcó un progreso transcendental en la ampliación de los saberes de Colón. Allí, en efecto, según su propia confesión, incrementó notablemente su arsenal de lecturas de astrología, geometría y aritmética, y profundizó en otras materias (<<he yo visto y puesto estudio en ver de todas escrituras cosmografía, istorias, corónicas y filosofía y de otras artes>>), además de adquirir unas habilidades cartográficas que le permitirán subsistir algún tiempo, durante su permanencia en Castilla, vendiendo a los navegantes cartas marinas. Más en concreto, por aquellos años debió de echarse al coleto, junto con la inseparable Biblia, la "Geografía" de Ptolomeo, más la "Imago mundi" de Pierre d’Ailly; con alguna posibilidad, la "Historia rerum ubique gestarum", de Eneas Silvio Piccolomini; la "Historia natural", de Plinio; y acaso el libro de viajes de Marco Polo. En suma, cuando Colón pisa Castilla en la primavera de 1485, además de su vasta experiencia marinera, es un hombre bastante cultivado: conoce varias lenguas (italiano, portugués, latín, amén de chapurrear ocasionalmente una jerga levantina), posee sobrados conocimientos cartográficos y se encuentra arropado por un apreciable caudal de lecturas de temática geográfica y cosmográfica que le resultaban imprescindibles para defender su plan. Ahora bien, a falta de inventario, la biblioteca de Colón, como la de cualquier otro contemporáneo, únicamente cabe reconstruirla por los apuntes que puedan suministrarnos las compras realizadas, los libros con su firma o sus notas y cualquier otra mención documental. A partir de estos presupuestos, establezco que entre las compras figuraron la citada "Geografía" de Ptolomeo (es decir, su "Cosmographia sive de situ orbis"); un "Almanach perpetuum", que corresponde sin duda al libro de Abraham Zacut publicado con ese título en Leyria, en 1496; la relación viajera de Maco Polo; la "Historia rerum ubique gestarum cum locorum descriptione non finita", de Pío II (Venecia, Iohannes de Colonia et Iohannes Manthem de Gherretzem,1477); el volumen misceláneo de Piere D’Ailly, encabezado por la "Imago mundi" y seguido de otros doce opúsculos suyos más cinco de Jean Gerson (Lovaina, Johannes de Westfalia, hacia 1483); y la traducción <<di lingua latina in fiorentina>> de la "Historia naturalis" de Plinio, realizada por Christoforo Landino para el rey Fernando de Nápoles(Venecia, Bartolomaio de Zani Portesio, 1489). Colón tenía la costumbre de acribillar los márgenes de sus libros con signos diversos (cruces, subrayados, doble lineado serpeante), como testimonian algunos de sus ejemplares preservados. Pero, además, Colón hizo intercambios de libros y recurrió a los empréstitos que le permitieron leer o transcribir títulos como la "Glosa ordinaria" de Nicolás de Lyra, editada en Roma en 1471-1472; Mandeville; el "Catholicon" de Juan Balbo; y distintas cartas de marear. Aparte de estas obras, cabe escarbar en otras lecturas de Colón a través de vías complementarias, como el examen de las citas esparcidas en sus distintos escritos: "Geografía" de Estrabón, Flavio Josefo (o sea, las "Antigüedades judaicas"), "La Ciudad de Dios" de san Agustín, las "Etimologías" de Isidoro de Sevilla (o a alguno de los muchos resúmenes que circularon durante la Edad Media), el "Universal vocabulario en latín y en romance" de Alonso de Palencia (Sevilla, 1490). La conclusión de este artículo, calificado como “magistral” por la reputada americanista Consuelo Varela, es que la biblioteca de Colón puede considerarse bastante estimable para lo habitual en un marino de fines del siglo XV e incluso muy superior a la de otros personajes de su entorno, sobresaliendo su constitución con libros no muy comunes, seleccionados en su mayoría con buen tino de acuerdo con su misión.
Fue allá por el año de 1950 cuando nosotros hablamos por vez primera sobre los Discos Voladores. Por aquel año afirmamos enfáticamente que tales Discos Voladores son realmente Naves Cósmicas tripuladas por habitantes de otros planetas. Por aquella época muchos se rieron de nuestras afirmaciones, pero hoy los acontecimientos nos han dado la razón. En los Estados Unidos existe un departamento científico dedicado únicamente a la investigación de estas Naves Cósmicas. La ley de los accidentes incluye también a esas naves y varias han chocado o han explotado violentamente en el aire. Los Estados Unidos tienen en su poder restos de algunas de esas naves. No nos proponemos demostrar en este folleto la Realidad de las Naves Interplanetarias, porque esa realidad está ya totalmente demostrada. Sólo queremos ahora ampliar las informaciones que en el año de 1950 dimos a la humanidad en la primera edición del Matrimonio Perfecto.
Este es el primer viaje y las derrotas y camino que hizo el Almirante don Cristóbal Colón cuando descubrió las Indias, puesto sumariamente, sin el prólogo que hizo a los Reyes, que va a la letra y comienza de esta manera: In Nomine Domini Nostri Jesu Christi.
Cristóbal Colón (Cristóforo Colombo; Génova?, 1451-Valladolid, 1506) Descubridor de América. El origen de este navegante, probablemente italiano, está envuelto en el misterio por obra de él mismo y de su primer biógrafo, su hijo Hernando Colón. Parece ser que Cristóbal Colón empezó como artesano y comerciante modesto y que tomó contacto con el mar a través de la navegación de cabotaje con fines mercantiles. Cristóbal Colón En 1476 naufragó la flota genovesa en la que viajaba, al ser atacada por corsarios franceses cerca del cabo de San Vicente (Portugal); desde entonces Colón se estableció en Lisboa como agente comercial de la casa Centurione, para la que realizó viajes a Madeira, Guinea, Inglaterra e incluso Islandia (1477). Luego se dedicó a hacer mapas y a adquirir una formación autodidacta: aprendió las lenguas clásicas, que le permitieron leer los tratados geográficos antiguos (teniendo así conocimiento de la esfericidad de la Tierra, defendida por Aristóteles o Tolomeo y comúnmente aceptada entre los estudiosos del siglo XV), y empezó a tomar contacto con los grandes geógrafos de la época (como el florentino Toscanelli). Una idea audaz y equivocada De unos y otros llegó a Cristóbal Colón la idea de que, siendo la Tierra esférica, la costa oriental de Asia podría alcanzarse fácilmente navegando hacia el oeste. Una serie de cálculos erróneos le habían hecho subestimar el perímetro terrestre y le llevaron a suponer, en consecuencia, que Japón se hallaba a 2.400 millas marinas de Canarias, distancia que, en realidad, es la que separa las Antillas del archipiélago canario. Por otra parte, algunos marineros portugueses versados en la navegación atlántica le informaron seguramente de la existencia de islas que permitirían hacer escala en la navegación transoceánica; e incluso es posible que, como aseguran teorías menos contrastadas, tuviera noticia de la existencia de tierras por explorar al otro lado del Océano, procedentes de marinos portugueses o nórdicos (o de los papeles de su propio suegro, colonizador de Madeira). En cualquier caso, hacia 1480 Colón estaba decidido a acometer la empresa de abrir una ruta naval hacia Asia por el oeste, basado en la acertada hipótesis de que la Tierra era redonda, y en el doble error de suponerla más pequeña de lo que es y de ignorar la existencia del continente americano, que se interponía en la ruta proyectada. El interés económico del proyecto era indudable en aquella época, ya que el comercio europeo con Extremo Oriente, basado en la importación de especias y productos de lujo, era extremadamente lucrativo; dicho comercio se realizaba por tierra a través de Oriente Medio, controlado por los árabes. Los portugueses llevaban años intentando abrir una ruta marítima a la India bordeando la costa africana, empresa que culminaría Vasco Da Gama en 1498. El descubrimiento de América Colón ofreció su proyecto al rey Juan II de Portugal, quien lo sometió al examen de un comité de expertos. Aunque terminó rechazando la propuesta, el monarca portugués puso previamente como condición que no se zarpase desde las Canarias, pues, en caso de que el viaje tuviera éxito, la Corona de Castilla podría reclamar las tierras conquistadas en virtud del Tratado de Alcaçobas. Colón encontró demasiado arriesgado partir de Madeira (sólo confiaba en los cálculos que había trazado desde las Canarias) y probó suerte en España con el duque de Medina Sidonia y con los Reyes Católicos, que rechazaron su propuesta por considerarla inviable y por las desmedidas pretensiones de Colón. Finalmente, la reina Isabel la Católica aprobó el proyecto de Colón por mediación del tesorero del rey, Luis de Santángel, a raíz de la toma de Granada, que ponía fin a la reconquista cristiana de la Península frente al Islam (1492). La reina firmó las llamadas Capitulaciones de Santa Fe, por las que concedía a Colón una serie de privilegios como contrapartida a su arriesgada empresa. Obtenida la financiación necesaria, y contando con la inestimable ayuda de Martín Alonso Pinzón, Colón armó una flotilla de tres carabelas (la Pinta, la Niña y la Santa María) con las que partió del puerto de Palos (Huelva) el 3 de agosto de 1492. El descubrimiento de América (cuadro de Dióscoro Puebla, c. 1862) Colón navegó hasta Canarias y luego hacia el oeste, alcanzando la isla de Guanahaní (San Salvador, en las Bahamas) el 12 de octubre de 1492. Por primera vez (si se prescinde de la gesta sin consecuencias de los vikingos) un grupo de europeos pisaba tierras americanas, aunque ni Colón ni sus tripulantes eran conscientes de ello. En aquel viaje descubrió también Cuba y La Española (Santo Domingo), e incluso construyó allí un primer establecimiento español con los restos del naufragio de la Santa María (el fuerte La Navidad). Persuadido de que había alcanzado las costas asiáticas, regresó a España con las dos naves restantes en 1493. Colón realizó tres viajes más para continuar la exploración de aquellas tierras. En el segundo (1493-1496) tocó Cuba, Jamaica y Puerto Rico y fundó la ciudad de La Isabela; pero hubo de regresar a España para hacer frente a las acusaciones surgidas del descontento por su forma de gobernar La Española. En el tercer viaje (1498-1500) descubrió Trinidad y tocó tierra firme en la desembocadura del Orinoco; pero la sublevación de los colonos de La Española forzó su destitución como gobernador y su envío como prisionero a España. Tras ser juzgado y rehabilitado, se revisaron sus privilegios (quedando excluido el poder virreinal) y emprendió un cuarto viaje (1502) con prohibición de acercarse a La Española; recorrió la costa centroamericana de Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. Regresó a España en 1504 y pasó el resto de su vida intentando conseguir mercedes reales para sí mismo y para sus descendientes, pues el rey Fernando el Católico intentaba recortar los privilegios concedidos ante las proporciones que iba tomando el descubrimiento y la inconveniencia de dejar a un advenedizo como único señor de las Indias. Colón había descubierto América fortuitamente como consecuencia de su intuición y de su fuerza de voluntad. Aunque fracasó en su idea original de abrir una nueva ruta comercial entre Europa y Asia, abrió algo más importante: un «Nuevo Mundo» que, en los años siguientes, sería explorado por navegantes, misioneros y soldados de España y Portugal, incorporando un vasto territorio a la civilización occidental y modificando profundamente las condiciones políticas y económicas del Viejo Continente. De Américo Vespucio procede el sonoro nombre con que se bautizó al Nuevo Mundo; no es extraño que una etimología popular (falsa porque Colón es una castellanización de su apellido italiano) hiciese derivar del nombre del descubridor términos nada prestigiosos, como colonialismo o colonizar.
EREBEA. Revista de Humanidades y Ciencias Sociales, 2013
Coloquios De Historia Canario Americana, 2006
Carabelas y naos.
A raíz de la primera reconstitución de la Santa María en 1892, la nao capitana se ha convertido en el buque quizá más estudiado de la historia.
Akalá Galiano negó que la nao se tratara de un tipo definido, considerando el término de nao como voz genérica de buque, llamándola así Colón en calidad de capitana, mientras otras veces-dirá Akalá Galianola llama carabela. Argumento muy difícil, frente a las nada menos que ochenta citas en que se denomina a la capitana nao y sólo en dos ocasiones carabela, refiriéndose a la flotilla completa. Además, Alcalá Galiano (a quien secundará el antiguo director del Museo Naval, Julio Guillén Tato), aducirá que en la Provisión Real de 1492 a los alcaldes y regidores de Palos, obligándoseles a servir doce meses con dos carabelas armadas, se decía: por cuanto Nos habemos mandado a Cristóbal Colón con tres carabelas de armada como nuestro capitán . Esto no tiene mayor importancia que el propio significado genérico para indicar su condición favorable a la expedición. El mismo 30 de abril se emitirá otra Provisión Real a los Recabdadores y Almojarifes para que no llevaran derechos de los que se sacase de Sevilla: y en ella se llama a las embarcaciones ciertas fustas de armada, con lo cual si nos atuviéramos a su estricto significado se estaría indicando únicamente pequeñas galeras. El mismo Colón anotaba en su Diario que armó tres navíos muy aptos para semejante fecho~ Por fin, Martir de Anglería se muestra más preciso al decir en su Década primera (libro 1) que la flotilla la componían tres navíos, uno con carga y con cofa -con el significado que ello implica de nao-, los otros dos barcos mercantes sin cofa y que los españoles llaman caravelas.
La documentación en que se hace referencia específica al tipo nao es abundante desde la Crónica de 1343 de Alfonso XI, quedando claramente definido como prototipo en pleno siglo xv, sujeto en mayor o menor medida a unas reglas de construcción propias. Abundantemente citada ya en el siglo XVI en las Capitulaciones para descubrir, de los Bastidas, Pinzones , Hojeda, Guerra, etc. Siempre serán naos ligeras, de bajo porté frente a las pesadas carracas de la época (hasta de 50 toneladas sería la de Guerra en 1499).
De las embarcaciones de Colón dirá Escalante de Mendoza que •serían de poco más de 100 toneladas, medida que se tomará como piedra angular en la mayoría de las reconstituciones de la nao capitana.
Por el contrario, no encontramos la misma determinación en lo que se refiere a la carabela. Su nombre propio lo vemos ya en 1255 en un documento foral de Vila Nova de Gaia, en Portugal , donde primeramente se utilizó como embarcación de pesca de muy discreto porte. Convertida más adelante en la más apropiada para las expediciones portuguesas y españolas a las costas afri-canas, en base a su ligereza por el casco largo y angosto que diría García de Palacio, y su gran capacidad para ceñir, que le proporcionaba el aparejo latino.
Desconocemos si en España se utilizaba ya en la época de Alfonso el
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Carabe la redonda, detalle de la carta• de Andrés Morales.
Sabio, a pesar de que en la segunda Partida, Ley VII, título 23, se menciona su nombre , a lo .que por cierto se opone Fernández Duro, quien anota que en la mejor de nuestras ediciones de las Partidas que pone las variantes de los códices comparados antes de la impresión, no aparece en dicha Partida y Ley nombrada la carabela.
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LAS NA VES DE COLÓN
Sería necesaria una revisión de las distintas redacciones de las Partidas para conocer en qué época aparece señalado concretamente el tipo en cuestión . En último caso, la Crónica Real de Juan II anota ya el nombre de carabela. Término que en sentido genérico se repite en la documentación del siglo
xv. sin hacer referencia a la capacidad de carga o porte. . . La calidad de embarcación ligera frente a la segura y pesada nao se pone de manifiesto en una comunicación de Fernando Zafra a los RR. CC. referente a la Armada capitaneada por Íñigo de Artieta, compuesta por tres naos y una carabela. Se dirá que en lo tocante a la Armada de Vizcaya los,navíos son mancos y pesados buenos para mercaderías y de poco servicio para andar de armada solos por lo que seria necesario acompañarlos de carabelas para alcanzar cualquier navío sotil. (Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España, tomo XI, página 551 .)
Las islas descubiertas por Colón. Grabado de la edición realizada en Basilea (1493) de la carta de Colón a Gabriel Sánchez, con el título de Oceánica Classis.
Año 1990
Las referencias a las carabelas, aún suponiendo unas condiciones de celeridad en la marcha y rapidez en las evoluciones, no indican un tipo de nave concreto, sujeto a gálibos o formas determinadas por una fórmula permanente y con aparejo uniforme. Hasta tal punto es confuso el significado de carabela que durante el siglo XVI, cuando se inicia la construcción naval en el Pacífico, los buques que allí recibían el nombre de naos, bergantines, etc., solían ser llamados carabelas cuando se citaban en España o el Maluco.
La inexistencia total de planos de construcción en la época colombina, donde este arte se guiaba por normas empíricas tran~mitidas por los carpinteros de ribera, no dejan otra opción para conocer sus formas que las reflejadas en ilustraciones de la época; muchas efectuadas por artistas. sin el conocimiento técnico necesario para darnos una representación exacta de las naves. Del carácter poco expresivo de algunas imágenes ha surgido la errónea idea de que la flotilla de Colón la formaban embarcaciones desprovistas de cubierta o al menos pequeñas y estrafalarias, con insuficientes medios de propulsión y gobierno. Los documentos gráficos, aun siendo algÚnos desproporcionados, nos dan no obstante una imagen completa, especialmente de la nao y menos concreta de la carabela, tomando de unas la forma de castillos a proa y a popa, de otras bulárcamas, cintones y cintas, cofas, etc. De entre sus manifestaciones sólo conocemos un modelo tridimensional del medievo: La Nao de Mataró de hacia 1450, teniendo en cuenta que se trata de un ex voto marinero, que no aporta unas relaciones reales de sus dimensiones principales básicas.
Imprescindible también para el establecimiento de los gálibos del casco de la naos son los primeros tratados de construcción españoles, que aun siendo del último tercio del siglo XVI proporcionan los primeros precedentes técnicos importantes: se trata del Itinerario de Navegación, de Escalante de Mendoza (1575) y la Instrucción Náutica, de García de Palacio (1587). También, aunque ya de principios del siglo XVII, el Arte para fabricar, fortificar y aparejar naos, de Thomé Cano (1611) .
El arqueólogo naval Augusto Jal, ya en 1840, tradujo un manuscrito anónimo veneciano del siglo xv, sobre construcción de naves latinas, mientras que a finales del siglo pasado el comisionado Enrique López Mendo~a, miembro del cuarto centenario del Descubrimiento en Portugal, publicó un manuscrito anónimo portugués de finales del XVI o principios del xvn: Libro Náutico de Meio practico de contruc~ao dos navíos e gales antigas. Ambas servirán de base para la reconstrucción de las carabelas.
Respecto al aparejo, el Diario reflejc:i exactamente el de la nao (24 de octubre de 1494) y llevaba todas mis velas de la nao maestra y dos bonetas y trinquete y cebadera y mesana, y vela de gavia y el batel por la popa.
La vela maestra sería la verdadera fuerza impulsora del buque. La cebadera, el trinquete y la mesana mucho más reducidas, constituían velas de equilibrio, gobierno y maniobra, la gavia, aún muy pequeña, era de muy poca eficacia en este siglo.
De .la carabela .Pinta sólo consta que tenía aparejo redondo y posi.blemente con tres palos. • En cuanto a la Niña, que aventajaba en ceñida a la Pinta, su aparejo 9riginal latino le fue cambiado en rédondo en Las Palmas.
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GUADALUPE CHOCANO HIGUERAS
Representaciones gráficas de las naves colombinas.
Dos documentos gráficos nos parecen significativos para ilustrar las naves colombinas, en primer lugar; la nao representada en la impresión de Basilea de 1493, de la carta de Colón al tesorero Gabriel Sánchez. Aunque el italiano Bossi pretendió que las cuatro láminas que incluye fueran de mano de Colón o de alguno de los que le acompañaran, nos parece muy improbable, dado que el argumento empleado por Bossi alude a la exacta localización de las islas descubiertas, y que indudablemente es erró~ea.
Incluye una de las láminas una nao con el título de Oceánica Classis; se trata de la misma nao que vista por la aleta de estribor figuró en Peregrinationes in Terram Sanctam por Breydenbach en 1486. Sin embargo sus detalles , sin duda vigentes siete años después , ofrecen la imagen que muy bien pudo tener la propia Santa María: popa redonda, robustos cintones, tendal de través, palo mayor con zunchos, obenques con flechastes, baos salientes, dos escotas centrales.
La segunda representación que nos parece fundamental nos la ofrecen los dibujos de la primera carta de la isla Española atribuida hasta hace pocos años a Colón o a su hermano Bartolomé. Actualmente se cree que fue hecha por el piloto Andrés Morales en 1509. Dicha carta apareció al final de un volumen de las Décadas, de Martir de Anglería, quien cuenta que Morales le presentó una carta de la isla Española .. Debía tratarse de la descripción geográfica de la misma que el comendador Ovando encargó a dicho piloto en 1507, según Las Casas.
Carabela Santa• María . Modelo de la reconstitución de 1929, por J. Guillén y Tato.
Finalmente obtuvo como resultado una nave de 7 ,92 m de manga, 15 ,80 m de quilla y 23,60 m de eslora. Con un arqueo de 105,97 tonele (1 tonelada = 1,2 toneles). La réplica actual tiene 7,96 m de manga, 16,10 m de quilla y 29,60 m de eslora.
Para los gálibos de construcción utilizará una numerosa serie de ilustraciones de la época. No acepta que la Oceánica Classis y los dibujos de A. Morales (que considera de 1930, según decía D 'Albertis) representen las ambarcacio-, nes del primer viaje de Colón. Se servirá especialmente de la carraca del maestro flamenco conocido por W . A. (de 1475), que considera como uno de los mejores documentos para la reconstitución de naos de la época.
Sobre todo se servirá para la reconstitución de la Santa María, de la nao de Mataró, de la que copiará la construcción en tingladillo para el forro de las bandas altas del castillo, cuadernas reforzadas y unidas con bulárcamas y sobrequilla, también pondrá debajo del arco de entrada del castillo la bita.
El aspecto exterior carecía de ornamentos, salvo blancos rotos en las amuradas del castillo y toldilla.
En lo tocante al aparejo lo constituye en función del reflejado en el Diario, destacando las proporciones dominantes del palo mayor con respecto al trinquete y mesana, al que dará junto con el mastelero 26,60 m.
La vela de gavia la haría rectangular y muy pequeña , con brazas y escotas a la cofa (para maniobrar la gavia) como aparece en la pintura de Carpacc.io (1465-1525) .
También de la carabela Niña, la embarcación menor de la flotilla colombina , Etayo realizaría una reproducción en 1962 con la que repetiría la derrota colombina.
En base a la definición del Die-Reproducción de Ja nao Santa María, realizada en los astilleros Viudes, de Barcelona.
•. LAS NAVES DE COLON Gionario de Autoridades de la Lengua de 1737, sobre la pinaza (embarcación ballenera de Cantabria) como embarcación pequeña de remo y vela. Estrecha y ligera, con tres mástiles y popa cuadra. Que sirve para correr el mar y para descubrir, establece Etayo la relación con la carabela en cuanto a proporciones de las dimensiones principales. En •Ja pinaza , la relación manga/eslora la considera en 3,9 m y para la Niña señalará una relación igual .a 4 m, y ael punt~I con la manga igual a O ,54 m, como típicas de las carabelas latinas.
Le parece que el manuscrito anónimo veneciano del siglo xv daba una menor proporción porque se •rete.ría a embarcaciones latinas destinadas a la
,,., .... carga y, por tanto, dice Etayo, condicionadas a una manga más elevada que en un tipo de embarcación en que la velocidad es fundamental. A este razonamiento podemos alegar que Martir de Anglerfa consideró a las dqs carabelas de la flotilla como naves de mercaderías (Dec. 1, lib. 1).
• Sobre las reglas del .manuscrito anónimo portugués del siglo XVI, alusivo a carabelas redondas de cuatro palos, lo encuentra apropiado para una construcción más moderna.
Etayo dará una importancia fundamental a la flotilla dibujada en la primera carta de la isla Española (de Andrés Morales), c;iesde sus dibujos deduce arboladura, velamen, superestructuras y las medidas probables de las dimensiones principales. Para ello aplicará a los dibujos una escala de 4 mm para 1 m, aproximadamente.
Resultaría una embarcación de 13 m de eslora, 3,36 de manga y 1,96 de puntal. Con un desplazamiento de 34 toneladas.
Casco considerablemente estrecho y de casi la mitad del arqueo preconizado por-Cuneo de alrededor de 60 toneladas (Cuneo aportó la única medida de arqueo de las naves colombinas, refiriéndose desde luego a la Niña del segundo viaje como buque almirante de la exploración de Cuba; presumiblemente se trata de la misma Niña del primer viaje).
De cubierta corrida, sin tilla ni cofa, y a popa una tolda s_ imple, tal como las ve en la Carta de Juan de la Cosa.
Mientras que los demás investigadores consideran a la Niña de tres palos después de hacerla redonda, Etayo piensa que en Las Palmas sólo se harían una verga y velas redondas para el mayor y mesana, y que quizá puso en ocasiones un mástil de fortuna que cambiaría por otro mejor en las islas descubiertas (según las palabras del Almirante referidas a la fábrica de un nuevo mesana el 2 de febrero de 1493). Lo cual coincide, dice Etayo, con los dibujos de la carta de Morales en que aparece la embarcación latina, es decir la Niña, -una vez con dos palos y en el otro lado con tres palos.
-Por último diremos que en el presente mes de octubre se han botado los cascos de las carabelas Pinta en Isla Cristina y Niña en Cartagena, para la conmemoración del V Centenario del Descubrimiento , realizados sobre los dise-_ .. ños de Martínez Hidalgo de 1964:
La relación de las dimensiones principales las tomó del Libro Náutico por-tugués, interpretando 3,33 para la relación eslora/manga y 2,40 para la quilla/ manga.
Las dos carabelas iban provistas de cubierta corrida y popa cuadra. A la Pinta se puso tilla, arbolaría tres palos y bauprés, vela mayor sin boneta, sin cebadera en el bauprés, ni gavia sobre la cofa. Aunque se desconoce su arqueo, se la cree mayor que la Niña, por su aparejo similar_ al de la nao, lo que le obliga a mayor porte, además del hecho de ser capitaneada por el mayor de los Pinzón, Martín Alonso, y estar provista de mayor dotación (A. Gould considera probable 40 hombres en la Santa María, de 30 para la Pinta y 20 para la la Niña). LAS NAVES DE COLÓN . : . .
L~S NAVES DE COLÓN
Constituyen estos dibujos .un testimonio sujeto a la .realidad de las naves . de la época. Aparecen por dos veces las supuestas naves del primer viaje de Colón, •dos de aparejo redondo y una latina. Resultando manifiestamente más pequeña la latina de dos palos.
• Los dibujos fueron considerados. por el investigador y miembro de la Comisión del IV Centenario italiano D' Albertis como anacrónicos en base a la toponimia incorporada de lugares habitados. También alude a la presencia de dos navíos de gavia, cuando se sabe que sólo una nao formaba parte de la flotilla. Además, alega D'Albertis, dibuja el buque menor, supuestamente la Niña, con velas latinas mientras es de todos conocido que se cambió su aparejo en Las Palmas.
A pesar de lo expuesto por D' Albertis, no rios parece nada ilógico que diecisiete . años después del Descubrimiento se dibujaran en la primera carta de la Española las tres naves protagonistas del evento, figurando además una de ellas con el aparejo original latino. Aparejo que, por otra parte, pudo muy bien usarlo siempre que tuviera vientos contrarios durante la travesía (como apunta Eta yo).
Tampoco es extraño el aspectá de nao de la Pinta, pues atendiendo a su condición de• carabela armada pudo tener cofa en el tope del palo mayor y su correspondiente vela de gavia . La cofa servía de puesto de exploración para los serviolas y principalmente de combate para los arqueros.
En la flotilla dibujada por Morales, es interesante destacar las proporciones dominantes del palo y vela mayor de la nao con respecto al trinquete y mesana , influencia sin duda de las naos anteriores de un solo palo para su marcha y gobierno.
Reproducciones a tamaño natural.
Veamos ahora las reproducciones a tamaño natural sin detenernos en las • soluciones aportadas por D 'Albertis o Anderson, a escala reducida, que no resuelven cuestiones •de construcción propias de réplicas a tamaño natural, como puedan ser el desplazamiento , calado, etc.
En primer h;1gar: La Santa María, de Fernández Duro y Monleón, conocida también como de Concas por ser el comandante que la condujo a América en 1892, con motivo de las celebraciones del IV Centenario del Descubrimiento (botada en La Carraca el 26 de junio de 1892).
Para el cálculo de las dimensiones principales del buque, utilizaron la fórmula AS, DOS, TRES , de modo que a cada codo de manga corresponden dos de quilla y. tres de eslora, aplicada por García de Palacio, fórmula que también aplicará Escalante de Mendoza al puntal, manga y quilla, viniendo a ser• el puntal la mitad de la manga . Emplearían e. orno medida básica las cinco brazas de eslora del batel de la nao, que así interpretara erróneamente Jalen un pasaje del Diario. Partiendo de esta medida determinaron el combés de la nao, en consideración a la estiba del batel en el sentido longitudinal (en lo que .
LAS NAVES DE COLÓN
va desde la fuga de la tolda hasta la afrizada del castillo según García de Palacio, cuando realmente ello no es obligado, dirá López de Mendo~a, pues podía estibarse atravesada en las bordas, con la quilla hacia arriba).
Teniendo en cuenta un desplazamiento aproximado entre 100 y 200 toneladas, porque Escalante de Mendoza apuntó no mucho más de 100 toneladas, construyeron un buqu. e de 2?,60 m de eslora, 7,80 m de manga y 4,10 m de • puntal en la maestra. Con un porte de 127 ,57 toneladas.
Para la forma del casco utilizaron los dibujos de naos en la Costa Firme de la .carta de Juan de la Cosa (1500), las naos del retablo de la iglesia de San Nicolás de Bari (Burgos) de 1495 aproximadamente, la nao de la portada del Libro del Consolat (edición de 1502).
Para el aparejo se guiaron de la relación del Diario , dotándola de vela de gavia trapezoidal , tal como aparece en la carta de Andrés Morales de 1509 y en la de Diego ~ivero de 1529. De esta última copiarían la popa plana , único documento gráfico de la época que muestra esta clase en las naos.
El resultado fue una nave con casco muy lleno de fondos, completamente plano por debajo, con considerable lanzamiento a proa y a popa (con el fin de desplazar mucho y soportar el peso de los castillos), anchas cintas ligan~o las bulárcamas, timón de pala ancha con caña horizontal desde la batería debajo de la tolda y una sola cubierta.
• . Poseía además cierto recargamiento ornamental , en contra del gusto austero de la época.
• Veamos ahora la Santa María, .?e Guillén Tato:
Es la única reproducción de la nave capitana como carabela de armada, construida (en los astilleros Echevarrieta de Cádiz) con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1929 y otra posterior en 1950, conservada actualmente en las Atarazanas de Barcelona.
Opinaba Guillén que toda carabela era nao, según la tradición recogida por Veytia y Salas de que nao era un térm~no genérico de buque de alto bordo.
Dedujo como medida básica la del combés a partir de la eslora de cinco brazas del batel, como ya lo habían hecho Jal y después Fernández Duro; suponiendo igualmente su estiba en la dirección de la crujía .
En cuanto a las otras dimensiones de la barca, toma las que diera García de Palacio para.su nao de 150 toneladas, siendo éstas: 30 pies de eslora, 11,5 pies de manga y 2,5 pies de puntal. Lo que supondría unos 15 pies de combés en una nave de más de 200 toneladas de desplazamiento , muy superior, pues, al apuntado por Escalante de Mendoza. En consecuencia, Guillén rebajará el combés en 13,5 pies.
Para determinar las proporciones de las dimensiones principales de la Santa María, consideró que los tratados de Escalan, te de Mendoza y García de Nao catalana (ca. 1450). Reproducción en el Museo Naval de Madrid. Modelo original en la ermita de Juan Simón. Mataró (Barcelona) , actualmente en el Maritime Museum Prins Hendrik de Rotterdam.
t.. Palacio estimaban embarcaciones muy posteriores y, por tanto, más evolucionadas. Sin embargo, considera básico el manuscrito anónimo portugués de finales del XVI, principios del XVII, interpretado por López de Mendo~a, quien fijó las dimensiones de una carabela y nave latina, obteniendo, a partir de la medida de manga, la eslora y puntal. Estableció una proporción eslora/manga de 3,333 m, frente a la proporción eslora/manga 3,42 m que había considerado en base al manuscrito anónimo veneciano del siglo xv, la otra fuente básica utilizada por Guillén. • Guillén Tato optó por la solución intermedia de 3,4 m, resultando una' embarcación con aspecto de nao, de 25,668 m de eslora, 7,533 m de manga y 3,348 m de puntal. Sin duda, el aspecto largo y angosto preconizado por García de Palacio para las carabelas no fue el resultante , pues para ello la relación manga/eslora debería ser mayor de 3,4 m.
Respecto a las formas, utiliza prácticamente las mismas ilustraciones que sirvieron en las reconstitúciones de Jal y de 1892, a excepción de la carta de Andrés Morales de 1509 .
. A diferencia de la reproducción de 1892 colocó una tilla a proa, a la que, según dice, Colón llamaba castillo por tradición; la construyó con popa redonda inspirada directamente en la Oceánica Classis y en la portada del Libro del Consolat, puso además dos cabrestantes, uno a proa y otro a popa, y dos portas bajo la tolda. No llevaría espolón a proa, tal como aparecía en la carta de Juan de la Cosa• .
En cuanto al aparejo , ratifica las deducciones que del Diario hizo la Comisión de 1892.
La terce: ra reproducción de la nao Santa María.
La realizó Martínez Hidalgo en 1964 con motivo de la Feria Mundial de Nueva York, y actualmente se acaba de terminar el casco de otra, ciñéndose a su mismo diseño con vista a repetir la ruta colombina en 1992, en la conmemoración del V Centenario del Descubrimiento.
Ordena las dimensiones principales de la nao en base al porte de 100 toneladas que diera Escalante de Mendoza , que confirmaría casi cien años después -dice Martínez Hidalgo-las cifras dadas por Hernando Colón de 110 toneles de porte y un calado de tres brazas genovesas, equivalentes a •5,71 pies. Acerca de las cifras dadas por Hernando, según Martínez Hidalgo, debemos decir que nada hemos podido encontrar en el texto de. la biografía del almirante. •
• • • Partiendo de estas cifras y no dando valor a la medida de eslora del batel que interpretara Jal , procedió a elegir medidas que guardaran la regla AS DOS TRES, con un puntal de bodega equivalente a la semimanga (interpretando la fórmula para el puntal, manga, quilla) hasta dar con la capacidad de . estiba aproximada.
Resultaría la
Pinta con una eslora de 22,55 m, una quilla de 16,15 m y la manga 6,75 m, con un arqueo de 60,91 toneles. (La réplica actual: 22,75 m de eslora, 16,12 de quilla y 6,60 de manga).
Y en la Niña: eslora de 21,44 m, la quilla 15,46 m y la manga 6,44 m, con un arqueo de 52,72 toneles. (La réplica actual: 21,40 de eslora, 15,55 de quilla y 6,28 de manga).• Constituyendo en definitiva unos buques con un arqueo considerablemente superior al de las anteriores reconstituciones.
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