Red global de cuidados y migraciones desde
el sur: cartografías de desterritorialización
y localización global asociada a la provisión
de servicios de cuidado en las ciudades
de Medellín y Bogotá
Capítulo 2
Red global de cuidados y migraciones
desde el sur: cartografías de
desterritorialización y localización
global asociada a la provisión de
servicios de cuidado en las ciudades
de Medellín y Bogotá
Inmaculada Lozano Caro1
Ángela María Botero Pulgarín2
Ana María Serrano Ávila3
Vanesa Botero Blandón4
1
Inmaculada Lozano Caro
Grupo de investigación feminista transfronteriza de RED GENERA. Doctoranda en Antropología
Social de la U. Autónoma de Madrid. Magíster en Género y Desarrollo de la U. Complutense de
Madrid, en Migraciones y Relaciones Intercomunitarias de la U. Autónoma de Madrid, en SocioAntropología Lingüística del Español y las Lenguas Indígenas de la U. Nacional de Colombia, en
Sexología y Género de la U. Rey Juan Carlos I y Fundación SEXPOL. Licenciatura en Filología
Clásica de la U. Autónoma de Madrid. Correo electrónico:
[email protected]
2
Ángela María Botero Pulgarín
Grupo de investigación feminista transfronteriza de RED GENERA. Doctora en Ciencias
Humanas y Antropología Social de la Universidad Autónoma de Madrid. Magíster en
Migraciones y Relaciones Intercomunitarias. Asesora, docente e investigadora artivista sin
fronteras. Correo electrónico:
[email protected]
3
Ana María Serrano Ávila
Grupo de investigación feminista transfronteriza de RED GENERA. Doctoranda en Humanidades
y Estudios Sociales de América Latina de la U. de Alicante. Magíster en Gestión Pública de la
U. Complutense. Economista de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Docente e investigadora.
Correo:
[email protected]
4
Vanesa Botero Blandón
Grupo de investigación feminista transfronteriza de RED GENERA. Politóloga. Docente
investigadora de la Facultad de Ciencias Administrativas y Económicas, Tecnológico de
Antioquia. Correo electrónico:
[email protected]
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
51
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
52
Figura 1
La Terrapolítica con mirada feminista
Nota. Imagen extraída de un proyecto precursor a este: De oca a oca migro y me
cuido porque me toca. Fuente: Lozano, Caballero y Martín, 2016.
Introducción: investigar jugándonos los cuidados
de la vida a los dados
E
n el 2020, cuatro investigadoras de la Red Genera, procedentes
de distintas disciplinas, iniciamos el desafío analítico y
metodológico descrito en este texto. Dos radicadas en Colombia,
con trayectorias migratorias académicas en ciudades europeas,
y dos de experiencias académico-profesionales diaspóricas, pero
radicadas mayoritariamente en Madrid. Nos reunimos en un grupo de
discusión para enfrentar el complejo reto de hacer emerger una nueva
configuración cartográfica de la geografía del capitalismo avanzado
que trazan unos nodos entre ciudades y periferias (urbanas y rurales),
que sigue las huellas de las cadenas globales de cuidado y no las
rutas del capital global y financiero. Tres experiencias de investigación
anteriores, desarrolladas entre 2009 y 2012, en Madrid, Barcelona y
Murcia —las dos primeras ciudades con características de ciudad global
y la última inserta en dinámicas agroindustriales locales y nacionales—
respaldaron este viraje y sostienen este desafío. En aquellas
experiencias, pese a las diferencias socioculturales y económicas de
las regiones involucradas, se pudieron observar mecanismos similares
en la gestión de las migraciones y los cuidados (Lozano, 2010; Lozano
y Botero, 2011; Lozano, Caballero y Martín, 2016).
• 1ª Dislocación. Describimos el proceso de investigación como la
hoja de ruta de un juego: el tablero del juego de la oca, en donde
las mujeres migrantes (ocas) nos ofrecen movimientos de avance y
retroceso, de pérdidas y ganancias (capital de cuidados) en la partida
de las cadenas globales de cuidados con las reglas del capitalismo.
• 2ª Dislocación. Describimos una partida colectiva en la que cuatro
exploradoras de la Red Genera nos ponemos en juego, de oca a
oca, porque sentimos que nos toca aportar al entendimiento de los
cuidados análisis críticos transfronterizos a través de ocho casillas
de un mapa social de rutas migratorias del cuidado.
• 3ª Dislocación. Nos situamos en dos geografías del sur global
urbano: Medellín y Bogotá, para reflexionar sobre la mirada
occidentalizada de los procesos de las cadenas de cuidado. Estas
dos geografías fundidas en una misma cartografía son el tablero
(ver Figura 1) que contiene casillas, ilustraciones de referencia a las
realidades del cuidado, a edificios, hitos, lemas, símbolos urbanos
que ya hemos transitado en otras geografías del norte global.
5
El capítulo toma prestadas herramientas pedagógicas y metodológicas, así como algunas
ilustraciones, desarrolladas en los anteriores procesos y experiencias ya mencionados.
53
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
Como integrantes de la Red Genera (www.redgeneraenlaces.es), vemos
la necesidad de ampliar las luchas reivindicativas nacionales —en
relación con el reconocimiento del trabajo doméstico y de cuidado— al
de los problemas transnacionales de las migraciones de mujeres y sus
vínculos con prácticas de implantación de lo global en contextos urbanos.
Este capítulo5 es una apuesta de triple dislocación epistemológica en
las formas de investigación y construcción del conocimiento:
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
54
Figura 2
Tablero Ciudad Global: patrón iconográfico
Nota. Tablero extraído de un proyecto precursor a este: De oca a oca migro
y me cuido porque me toca. Fuente: Lozano, Caballero y Martín, 2016.
Nos inspiran las bitácoras literarias, académicas y vivenciales de
migrantes. Especialmente, queremos jugar a la manera de Cortázar
y Dunlop en Los autonautas de la cosmopista o un viaje atemporal
París-Marsella (2016). Libro en el que los autores narran un viaje por
la autopista del sur, un juego de treinta y tres días, con un reglamento
riguroso autoimpuesto para que la experiencia se revelase no solo
como la descripción de una ruta, sino como el develo de ciertos
descubrimientos en el desplazamiento que se orilla de la autopista
para situarse en los caminos y las visiones periféricas.
Eso es exactamente lo que pasa con un juego: se crea
“un territorio” que no existía antes del planteo de ciertas
condiciones. Y el juego consiste en eso, en explorar ese territorio
de posibilidades, ese “campo”, a partir de las condiciones
impuestas. Repetimos: un campo que no existía hasta que no se
crearon las reglas de ese juego, por lo que la regla, desde este
punto de vista, no es el límite sino el punto de partida. (Pescetti,
s. f., párr. 3)
Tabla 1
Matriz del conocimiento situado
PROPIAGOGÍA SOCIAL FEMINISTA DESCOLONIAL
Conceptos
cartográficos
La partida de cadenas globales de cuidado. Referencias
situadas en la realidad de género, migraciones y cuidados
Tablero
Cartografía de ciudades del sur global: Medellín-Bogotá.
Casillas
Localizaciones urbanas y enclaves de implantación de
glocalidad.
Ocas
Ni cisnes (migrantes del norte) ni halcones (sujetos
móviles predatorios) ni gansos (hombres migrantes).
Las ocas son “patitas feas” de la epistemología sobre las
migraciones, sujetos en rutas diaspóricas del cuidado. La
experiencia se convierte en movimiento: el saber de las
ocas.
Dados
Movimientos de avance: claves de descripción, explicación
y transformación.
8 casillas
La partida de cadenas globales de cuidado: aspectos
destacados de la experiencia
Salida
Introducción a la investigación y metodología de
comunidad de prácticas de aprendizaje.
(Epígrafes)
• Planteamiento de nuestro desafío de las cadenas
globales.
• Ruta metodológica. Orillarse de la autopista para
situarse en las visiones periféricas o “dejar camino por
(andar) vereda”.
Puente
Eslabones de la cadena de cuidados. Localizaciones:
origen, destino y diáspora.
(Epígrafes)
• Otra cartografía de cadenas de cuidados: el problema
del no lugar transnacional.
Posada
División internacional del trabajo: segmentación por
género y etnia/procedencia migratoria. Contextos urbanos
y vínculos rurales de periferia.
55
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
Nuestro itinerario describe en una hilera de información y reflexiones
en forma de 8 casillas (ver Figura 2) del juego popular de La Oca, un
recorrido crítico en el que examinamos los conceptos y los marcos
en los que se han descrito y analizado los cuidados, el género y las
migraciones.
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
56
PROPIAGOGÍA SOCIAL FEMINISTA DESCOLONIAL
(Epígrafes)
• Primera clave de trans-territorialización de cuidados
en localizaciones urbanas reunidas en cadenas de
reproducción social: la feminización y etnificación en
los circuitos cotidianos de supervivencia mundial.
• La memoria del cuidado: crisis y aprendizajes. La
economía del cuidado y la economía de mercado en
sociedades industriales y postindustriales.
Pozo
La urbanización mundial, localización del capitalismo
avanzado. Configuraciones sociológicas de las ciudades
afectadas por cadenas de cuidados: subalternidades
diaspóricas.
(Epígrafes)
• Segunda clave de trans-territorialización de cuidados
en localizaciones urbanas reunidas en cadenas de
reproducción social: multilocalización de los cuidados
e indicios de glocalidad del sur, Medellín y Bogotá.
• La memoria migratoria del cuidado: una historia
fragmentada de las mujeres.
Laberinto
Empleo de hogar y de cuidados, estructuras familiares
patriarcales hetero-parentales normativas.
(Epígrafes)
• Tercera clave de trans-territorialización de cuidados
en localizaciones urbanas reunidas en cadenas de
reproducción social: transnacionalización de las
relaciones personales, familiares y socio-comunitarias.
• La memoria migratoria del cuidado: cuidados y trabajo
doméstico remunerado. Fronteras sexuales, rurales y
raciales.
Cárcel
Procesos circulares y de difícil solución. Estrategias de
inmovilidad.
• Análisis multifuncionales de los eslabones de la
cadena geográfica y estructural del cuidado.
• Mujeres en marcha. Regímenes familistas y
conciliaciones: encajes de bolillos.
• Trabajo-cuidados-migraciones: ciudad-campo, urbanorural, internacional-interno.
Calavera
Replanteamientos globales, volver a la casilla de salida
para hacer otros caminos y probar otras estrategias.
• Estrategia de precarización extrema latente de las
cadenas globales de cuidados.
Jardín / paraíso
de las ocas
Conclusiones de esta partida en la que se ponen en juego
múltiples perspectivas de análisis para entender las
cadenas de cuidado.
• CONCLUSIONES
Contribución de migrantes al cambio social. Procesos
organizativos.
Aprendizajes Comunes.
Nota. Matriz- índice del texto. Elaboración propia
Casilla de Salida
Planteamiento de nuestro desafío de las cadenas globales
En este texto se describe una reflexión sobre los vínculos entre el
crecimiento urbano global y las migraciones de mujeres para la
provisión de servicios de cuidado desde la experiencia acumulada de
investigación acción participativa, intervención socio-comunitaria y
activismo político de una red de mujeres diaspóricas, transfronterizas
y migrantes constituidas hace veinte años en Madrid: Red Genera.
Este ejercicio de balance es también una invitación a indagar las huellas
de las cadenas globales del cuidado situándonos en las geografías
urbanas de origen, señalando los rastros que describen la transformación
de la vida de mujeres migrantes y la supervivencia de sus hogares en un
escenario escasamente descrito de implantación de economías globales:
las ciudades del sur, concretamente, Medellín y Bogotá.
El fenómeno de cadenas globales de cuidados se ha anclado a
procesos relacionados con crisis de gestión y provisión de servicios
de cuidado en los países centrales, y al análisis del desabastecimiento
en los países periféricos, como vamos a describir más adelante. En
pocas oportunidades los movimientos sociales han explorado de
manera empírica la geografía privilegiada del capitalismo avanzado: la
ciudad global, como una ubicación supranacional de gran relevancia
en la generación de cadenas globales de cuidado. Aún menos, se
han indagado en las relaciones de las migraciones de mujeres a
diferentes escalas y direcciones geográficas más allá de las dinámicas
socioeconómicas nacionales. En esta ocasión queremos reconocer las
huellas del capitalismo extractivista globalizado en los movimientos
57
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
PROPIAGOGÍA SOCIAL FEMINISTA DESCOLONIAL
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
58
de mujeres entre ciudades, de diferente estatus global, y el papel de
las migraciones del campo a la urbe en esta localización sur concreta.
Utilizamos las herramientas del análisis transnacional para entender
las cadenas de cuidado en estas ciudades del sur global desde una
perspectiva trans-territorial que nos permita observar lo que de común
tienen los movimientos migratorios de las mujeres, sean migraciones
internas o internacionales.
Ruta metodológica. Orillarse de la autopista para situarse
en las visiones periféricas o “dejar camino por (andar)
vereda”
El primer ingrediente metodológico usado para la construcción del
texto, como regla autoimpuesta en el juego, son las experiencias
personales de migración transnacional vividas por las investigadoras.
Experiencias que fueron compartidas en conversaciones en
profundidad y desarrolladas dentro del espacio del grupo académico
feminista y transfronterizo Aquelarres ‘ocarinos’: descolonizando los
cuidados. El punto de partida, por lo tanto, somos nosotras mismas
y, especialmente, los caminos académico-activistas de Inmaculada
Lozano Caro y Ángela Botero Pulgarín, fundadoras de la Red Genera,
espacio desde el cual se completa e inscribe la elaboración de este
escrito, dentro de esa alquimia feminista que propone teorizar a
partir de las experiencias individualizadas y colectivizadas que se han
reflexionado en profundidad y en doble vía, por medio de las cuales se
apropian, se legitiman y se hacen visibles realidades que no se nombran
desde los marcos epistemológicos más universalizadores y ortodoxos.
El segundo ingrediente que entra a potencializar y a formar una
amalgama de historias de vida son las conversaciones, también en
profundidad, sostenidas con cuatro mujeres campesinas que migraron
desde sus lugares de origen a ciudades como Medellín y Bogotá para
trabajar en servicios domésticos. De un lado, están las historias de
Lilia y Marina, mujeres nacidas en el seno de una familia campesina
boyacense quienes, por razones como el matrimonio y la búsqueda
de mejores posibilidades laborales, migraron a Bogotá, en donde
realizan trabajo doméstico. De otro lado, están Ana María, quien
Adicionalmente, y como tercer ingrediente, esas experiencias se
cruzan y triangulan con construcciones teóricas y epistemológicas
presentadas en artículos, libros e investigaciones de académicas
reconocidas dentro del estudio de la economía y las cadenas del
cuidado. Este contrastar los relatos de vida con las construcciones
académicas es un camino para legitimar las historias de vida como
una forma de generar y visibilizar saberes y sentires populares; es un
ejercicio de reflexión que busca aportar, como expresa el proverbio, un
grano de arena a la comprensión de un fenómeno que afecta la vida de
millones de mujeres.
Casilla PUENTE
Otra cartografía de cadenas de cuidados: el problema del
no lugar transnacional
Nuestras experiencias diaspóricas, discontinuas y prolongadas,
de tránsitos entre Medellín/Bogotá/Madrid nos fue revelando que
estas ciudades colombianas ligaban algunas estrategias liminares
de organización de cuidados con la experiencia migratoria. En estos
ires y venires, nos fuimos percatando de que los nexos excedían las
dinámicas nacionales de explotación del trabajo de cuidados de
mujeres migrantes, en las sociedades del norte global, en detrimento
de los vacíos de cuidado generados por la ausencia de estas mujeres
en las sociedades del sur. De este modo, nos interrogamos sobre
los diferentes escenarios que se articulaban en las vivencias de las
cadenas globales de cuidado.
59
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
inmigró desde Dabeiba, y Liliana, quien lo hizo desde Urrao, Antioquia.
Ambas migraron en dirección a Medellín, ciudad en la que ingresaron
a trabajar en labores del cuidado y domésticas como internas en
casas de familia. Estas experiencias vitales de migrantes locales
comparadas y analizadas junto con las transnacionales conforman el
insumo principal para la elaboración de las reflexiones desarrolladas
en este capítulo.
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
60
Tomamos las pistas epistemológicas de Saskya Sassen (1991, 2003,
2007, 2010, 2013, 2019) que describen el concepto de ciudades
globales como centros de comando mundial de capitales y servicios
internacionales, pero dislocamos territorialmente sus categorías para
investigar qué papel tienen las ciudades de Medellín y Bogotá en el
mantenimiento de las condiciones de precarización de las cadenas
globales de cuidados.
Las ciudades globales son redes transterritoriales financieras,
culturales y de servicios donde se marca una importante diferencia con
otros espacios urbanos. Una de esas diferencias es la intensa demanda
de mujeres migrantes en servicios de hogar y cuidados, junto con el
sector hotelero y turístico, para cubrir las necesidades de otros tipos
de sujetos del movimiento global: viajeros que buscan viajes exóticos,
hombres de negocios, profesionales del deporte y la cultura, entre
otros muchos sujetos que atraviesan los centros urbanos.
El cruce de la mundialización de la provisión de cuidados y la
internacionalización de fórmulas de violencia da lugar a un entramado
de cuerpos feminizados y racializados atrapados en opacidades
generadas por las fronteras coloniales y mercantiles de sociedades
occidentales que se extienden a otras latitudes urbanas periféricas
de manera recursiva. Al situar el empleo doméstico y los hogares
diaspóricos en las ciudades del sur global, como Medellín y Bogotá
(ver Figura 3), apuntamos a la doble naturaleza de ser lugares de
origen (migración sur-norte) y lugares de destino (migraciones sursur). Esta doble naturaleza asienta características de integración
global en la geografía opaca del capitalismo avanzado. Esa opacidad
complejiza el hacer emerger la geografía humana transfronteriza en
la que transcurre la vida urbana, altamente precarizada, de ciertas
poblaciones migrantes.
Nota. La figura indaga sobre la pregunta: ¿Qué es la ciudad global? Fuente:
Elaboración propia a partir de Lozano, Caballero y Martín (2016); y Sassen (1991).
Así, situamos nuestros análisis desde una perspectiva transnacional
que hace emerger al menos tres tipos de hogares y sus entornos: de
origen, de destino y diaspóricos. Tomamos el diapasón del diamante
del bienestar que nos proponen Evens, Pilj y Ugenson y lo sintonizamos
en clave transnacional para mapear los agentes involucrados en la
organización social de los cuidados (ver Figura 4). Se consideran
como transnacionales aquellas prácticas y/o actividades realizadas de
forma social, no dirigida por la clase política, que implica a personas de
diferentes naciones o estados (Portes, 2001).
61
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
Figura 3
Tablero de ciudad global: cartografía de Medellín.
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
62
Figura 4
Diamante transnacional del bienestar
Nota: La figura muestra las 4 dimensiones del paradigma del diamante del cuidado.
Fuente: Elaboración propia a partir del diamante del bienestar de Evens, Pilj y
Ugenson (como se citó en Salvador, 2007, p. 9).
Es en este escenario resultante donde vemos las dificultades de
nombrar las intersecciones y dar cuenta de los procesos de las
cadenas de cuidado que escapan de las teorías macroeconómicas de
la modernización a las decoloniales de la dependencia. Los impactos
en la vida liminar de las mujeres migrantes, cuando ocupan posiciones
diaspóricas en circuitos urbanos, quedan fuera de la consideración de
los agentes de origen y destino responsables de la reproducción social
—estados, mercado, tercer sector y redes sociales—, por ello no existen
canales a los que acudir e interpelar para garantizar sus cuidados.
Optamos entonces por zambullirnos en teorías antropológicas de
articulación —teoría transnacional o de articulación de redes— para
analizar desde realidades intermedias —comunidades, enclaves étnicos,
hogares, etc.— y fronteras conceptuales —hombre-mujer, mercadoestado, público-privado, entre otros binarismos— de los vínculos entre
las ciudades del norte y del sur global en la estrategia de precarización
A continuación, abordamos la feminización y etnificación en los
circuitos globales, la primera de las dos claves para entender la división
internacional del trabajo y los reajustes de esta urbanización global.
Necesitamos comprender, en principio, el funcionamiento del empleo
de hogar, la economía del cuidado y las cadenas de cuidado. Estos
paradigmas constituyen pilares para la creación de una localización
transfronteriza en una ciudad aspirante a conformar un nodo del
sistema global.
Casilla POSADA
Primera clave de trans-territorialización de cuidados
en localizaciones urbanas reunidas en cadenas de
reproducción social: la feminización y etnificación en los
circuitos cotidianos de supervivencia mundial
Esta clave es una casilla de avance de dado a dado, tiro porque me
ha tocado, debido a que designa una realidad que ha emergido al
aplicar enfoques interseccionales de género, etnia y migraciones. La
feminización y etnificación en los circuitos cotidianos de supervivencia
mundial generan una suerte de difracción de la reproducción de la vida y
de los cuidados. La división internacional del trabajo incita la expulsión
y la desterritorialización migratoria proyectando una cartografía
disruptiva entre el origen y destino de los sujetos involucrados en los
procesos de cuidado propio y ajeno.
En la estrategia transnacional de la globalización de la fuerza de
trabajo femenina se combinan sectores informales y formales
vinculados a sectores de la dependencia y cuidado de la vida
humana. Las tareas regularizadas cubren servicios de salud
(enfermeras y cuidadoras), educación (maestras), limpieza e
higiene (empleadas de limpieza), belleza (peluqueras), hogar
63
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
extrema latente de las cadenas de cuidados, la cual se oculta en
calificativos como “nuevas proveedoras”, “mujeres con autonomía”,
“inversoras, agentes de desarrollo”, entre otras designaciones de
empoderamiento derivadas de discursos de epistemologías coloniales.
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
64
(asistentas), tareas administrativas (secretarias), ocio y tiempo
libre (masajistas, azafatas…). Los servicios domésticos y los de
proximidad (prostitución y servicios sexuales) permanecen en la
desregulación (Sassen, 2003).
Aquí perfilamos el primer enclave cartográfico de nuestro trabajo: dar
cuenta, desde los análisis históricos de las crisis y aprendizajes de
la economía de los cuidados, de las narrativas de las migrantes y las
personas de enlace con la sociedad de origen, de los mecanismos del
trasvase internacional de la distribución de roles raciales, sexuales y
genéricos en la segmentación laboral del capitalismo postindustrial.
La memoria del cuidado: crisis y aprendizajes.
La economía del cuidado y la economía de mercado en
sociedades industriales y postindustriales
Con el advenimiento de la sociedad industrial se gestó el sistema de
género moderno, que se consolidó en occidente en el siglo XIX, y el cual
vino acompañado de cambios en el trabajo doméstico con respecto a
las sociedades preindustriales. Este sistema de género se apalanca en
un discurso de la domesticidad que situaba a las mujeres en el hogar
y les asignaba como identidad ser madres y esposas, al tiempo que
desplegaba un discurso de la masculinidad que erigía a los hombres
como ciudadanos y proveedores (Nash, 2012). De este modo, el trabajo
doméstico se fue configurando como un atributo natural de las mujeres,
siendo asumido cada vez más por las mismas, sin remuneración dentro
de los hogares (Federici, 2013). Por su parte, “desde finales del siglo
XVIII, el pensamiento económico, al asociar progresivamente el
trabajo al mercado y al salario, contribuyó de manera muy decisiva
a la desvalorización económica del trabajo doméstico” (Borderías,
Carrasco y Torns, 2011, p. 22). Las mujeres pasaron de considerarse
trabajadoras a improductivas y dependientes del proveedor. Estos
discursos en torno a “los sexos” fueron proyectados por los criollos en
América Latina y el Caribe durante la colonización (Pagès, 2013).
Pese a que siempre existen estudios pioneros, o a que las discusiones
toman características propias en distintos lugares y temporalidades, se
puede decir que, en términos generales, los cuestionamientos teóricos
Se fue modelando así la acepción más actual del concepto de cuidados,
según la cual, “el cuidado alude al conjunto de actividades, ya sean
remuneradas o no remuneradas, destinadas al bienestar de las
personas. Estas labores implican un apoyo multidimensional: material,
económico, moral y emocional” (Marco y Rico, 2013, p. 29). También
se fue ampliando la noción de ciudades para incluir aquellos servicios
sociales que no se desarrollaban al interior de los hogares como los
servicios estatales de salud o educación. Además, los cuidados fueron
vistos ya no como una necesidad de algunos, sino de la sociedad en su
conjunto. “Rechazar los cuidados es rechazar la vida misma. En este
sentido, el cuidado tiene una doble dimensión: por una parte, es un
derecho de cada una/o, y por otra es una responsabilidad colectiva”
(Carrasco, 2017, p. 65).
Por supuesto, el ir ampliando el concepto de lo físico a lo emocional
no ha estado alejado de dificultades. El tratar de definir a qué se hace
referencia cuando se habla de cuidados no ha estado exento de conflictos
y contradicciones que hacen que abarcar el concepto en su totalidad
sea una tarea compleja. De igual forma, los temas tratados por las y
los interesados en las cuestiones del cuidado son múltiples: estado de
bienestar, políticas públicas, regulación del servicio doméstico, entre
otras. La conceptualización en torno a los cuidados no es lineal, ha ido
y vuelto, con rupturas y continuidades, desde distintas perspectivas.
Por lo cual, en este texto se concentrará en algunos aspectos claves
del desarrollo teórico de la economía del cuidado en su relación con las
movilidades de las mujeres, ampliando el ejercicio de comparación de
65
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
y políticos precursores en torno al trabajo doméstico se dieron a finales
de la década de 1960, principalmente provenientes desde sectores
feministas. Uno de los conceptos clave desarrollados en este período
fue el de trabajo reproductivo y su relación con el trabajo productivo,
en el que el primero tendría como propósito reproducir el segundo,
es decir, la fuerza de trabajo. Subsiguientemente, en las décadas de
los ochenta y noventa, se fue afirmando la necesidad de trascender
el énfasis únicamente en el trabajo doméstico, o aquellas actividades
necesarias para la subsistencia física de las personas, e ir incorporando
los sentimientos y relaciones vinculados a las distintas tareas.
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
66
la migración endógena rural y transnacional, y localizando experiencias
en España y Colombia.
Casilla POZO
Segunda clave de transterritorialización de cuidados
en localizaciones urbanas reunidas en cadenas de
reproducción social: multilocalización de los cuidados e
indicios de glocalidad del sur, Medellín y Bogotá
La dimensión transfronteriza de las relaciones personales, familiares y
socio-comunitarias nos ejemplifica la clave de transnacionalización de
las relaciones y, de esta manera, forja innumerables retos que vehiculan
agendas locales y estatales de equidad social en las políticas públicas
radicadas en geografías discontinuas y disruptivas. En este sentido,
nos abren campo de investigación en la glocalización y la sociología
global como nos señala Sassen:
Los espacios urbanos poseen la capacidad de crear nuevos
sujetos e identidades que no serían posibles en, por ejemplo,
las zonas rurales o en países en general dominados por normas
diferentes… La gran capacidad de la ciudad es el urbanizar la
subjetividad y el sujeto más allá de diferencias de origen, religión,
clase. Y la modalidad es irónica: urbanizar al sujeto permite la
coexistencia de todas estas diferencias en lugar de su eliminación
o represión porque todos comparten esa urbanidad, no importan
las otras diferencias. (2013, p. 22)
Desde este enfoque de reajuste de la urbanización global, encontramos
nuevas configuraciones y posibilidades de análisis de los cuidados en
ciudades emergentes desde una perspectiva desterritorializada que
considere las migraciones.
cuidado:
una
historia
El moverse entre lugares es parte de la historia de la humanidad; sin
embargo, las características de los procesos migratorios cambian en
el tiempo y en el espacio. Para principios del siglo pasado entre el 85
y el 90 % de los habitantes del mundo vivían en la ruralidad (Rudolf,
2003), mientras que en la actualidad poco más de la mitad reside en
áreas urbanas. Este proceso de urbanización ha sido especialmente
vertiginoso en América Latina y el Caribe, en donde aproximadamente
el 80 % de la población vive en centros urbanos (Rodríguez, 2017). Dicho
crecimiento supera por mucho el aumento que podría esperarse de la
reproducción social de los habitantes de las ciudades y es explicado, en
parte, por el alto flujo de migración desde la ruralidad a las urbes de la
región (Elton, 1978).
El foco de los estudios rurales en las décadas de los 60 y 80, tenían
una importante presencia en la región, y con ellos la cuestión de la
migración rural-urbana, la cual ayudó, igualmente, a configurar las
ciudades latinoamericanas. Pero en los estudios migratorios de la época
y sus distintos enfoques —modernizador, neoclásico, del equilibrio,
etc.— era poca la atención que se le prestaba a las experiencias de las
mujeres, quienes eran vistas, simplemente, como acompañantes de los
hombres. Según Herrera:
En general, en estos estudios, las migraciones son analizadas
como trayectorias individuales masculinas articuladas a
estrategias familiares en las cuales las mujeres, las relaciones
de género y las diferencias generacionales son tomadas como
variables neutras, que se acomodan a esta lógica colectiva pero
que no necesariamente son significantes de relaciones de poder
y desigualdad. (2012, p. 40)
67
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
La memoria migratoria del
fragmentada de las mujeres
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
68
Esto a pesar de que, en Latinoamérica, como muestran Soto, Soto,
González y Dobrée (2016):
(…) durante el período comprendido entre las décadas de los
cincuenta y los setenta, el número de mujeres migrantes igualó o
incluso superó la cifra de hombres, según fuentes estadísticas de
diversos países del continente (FLACSO, 1980). (p. 18)
A partir de los 70 se empezó a identificar a las mujeres migrantes en
su rol de trabajadoras y las escasas investigaciones desarrolladas al
respecto centraron su análisis en el mercado laboral (Ariza, 2000).
Por ejemplo, en 1978, Charlotte Elton, al analizar los movimientos
migratorios de la región —incluida Colombia— en las últimas décadas
y la mayor presencia de mujeres en estos planteaba, entre otras cosas,
que los cambios implantados por los modos de producción capitalista
en la agricultura afectaron a las mujeres, quienes regularmente se
hacían cargo de tareas domésticas y de cuidado no remunerado, de
la agricultura de subsistencia o de la producción local de algunas
mercancías como vestuario, convirtiendo en ingresos económicos sus
actividades de producción doméstica. Estas destrezas aprehendidas
en lo cotidiano son útiles para encontrar oportunidades laborales
en pueblos y ciudades desempeñándose, por ejemplo, en el servicio
doméstico, costura y cuidados.
En este análisis de la migración rural-urbana de dicho período se logra
entrever la importancia de la división sexual del trabajo para entender
los movimientos de las mujeres. En la actualidad, la alta concentración
de población en áreas urbanas ha hecho que el peso de la migración
rural-urbana decaiga en comparación con la diáspora en zonas urbanas.
No obstante, la primera sigue estando presente en la región, en donde
la ruralidad sigue expulsando mayormente a las mujeres (Rodríguez,
2017), en gran parte por las difíciles condiciones de subsistencia allí
presentes, lo que ha conllevado a una “desfeminización” de la ruralidad.
Este fenómeno regional también ha tenido lugar en el contexto
colombiano (ver Figura 5), pero con características propias, las más
prominentes de ellas son las que se relacionan con la violencia social
y política y con el conflicto armado interno de más de medio siglo, el
cual ha afectado con mayor fuerza a las zonas rurales y ha provocado
Figura 5
Proporción de población urbana y rural en Colombia.
Proporción de población urbana y rural. Intercensales
1938-2018
80%
70%
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%
Proporción de
población urbana y
rural por sexo, 2018.
100%
80%
60%
40%
20%
0%
1938
1951
1964
1973
Cabecera
1985
Resto
1993
2005
2018
Población
urbana
Población
rural
Mujeres
Hombres
Nota. Estadísticas de la población rural y urbana por sexo. Fuente: Elaboración propia
a partir del informe del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE,
1993, 2020a, 2020b, 2020c).
La necesidad de estudiar las características propias de la migración
femenina se fue instaurando con mayor fuerza entre las décadas de
los ochenta y los noventa. Esto en gran medida a la feminización de las
migraciones hacia el norte movidas por el advenimiento de la crisis de los
cuidados. Desde entonces los estudios sobre mujeres y migraciones se
han ampliado y complejizado, incorporando nuevas temáticas de forma
interdisciplinaria, teniendo en cuenta las experiencias diferenciales
de las mujeres e interseccionalizando el género, la clase, la etnia, etc.
(Ariza, 2000).
Diversas condiciones sociales, económicas y demográficas que tuvieron
lugar a partir de 1970, como el crecimiento económico, la reducción
en la fecundidad, o la mayor cobertura del sistema educativo, entre
otras, llevaron a que España pasase, progresivamente, de ser un
país de emigración a uno de inmigración para la década de 1990. La
nueva población migrante era proveniente, en gran medida, aunque no
69
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
el desplazamiento de millones de personas, más de la mitad de ellas
mujeres (Unidad para la Atención y la Reparación Integral a las
Víctimas, 2020). En el país, las migraciones voluntarias y forzadas se
han sobrepuesto y la distinción entre unas y otras se ha vuelto difusa.
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
70
de manera exclusiva, de países latinoamericanos (Cerrutti y Maguid,
2010; López de Lera, 1995). Este cambio en el sentido de los flujos
migratorios, suscitado en la segunda mitad del siglo XX, fue común a
varios países europeos, aunque con ligeras diferencias temporales.
Por su parte, Colombia, que arrastraba una historia de exclusión,
desigualdad, violencia y debilidad institucional, enfrentó a finales de
la década de los noventa una profunda crisis económica que debilitó
la ya precaria capacidad del país de absorber la creciente demanda
de trabajo de la población activa, conllevando, entre otras cosas, a
la expulsión de miles de colombianos que emigraron en búsqueda de
oportunidades laborales y económicas, siendo uno de los principales
destinos de acogida España (Garay y Medina, 2009). Con anterioridad,
el país ya había tenido olas de migración al exterior, principalmente
hacia Estados Unidos y Venezuela; sin embargo, esta fue la diáspora
más numerosa y concentrada conocida hasta entonces.
Así, las condiciones en los lugares de origen y destino estimularon el
aumento de la migración colombiana a España, incluyendo la inmigración
femenina. En la década de 1990 la población latinoamericana fue el
primer grupo de migrantes transnacionales que alcanzaron la paridad
de género (UNFPA, 2006). Esta tendencia se mantenía cuando el lugar
de destino era España (Oso, 2018).
Aunque ya hacían parte de los movimientos migratorios con anterioridad,
los estudios en la materia no daban cuenta de las características
propias en que se desplegaba la movilidad de las mujeres. Hasta la
década de 1980, con limitadas excepciones, la producción académica
sobre migraciones se centraba en los varones como experiencia
universalizable. Posteriormente, debido al incremento de las mujeres
en los flujos diaspóricos, e incentivados por los desarrollos teóricos
feministas, fueron proliferando investigaciones situadas en las
vivencias de las mujeres que integraron el enfoque de género a los
marcos analíticos para entender los flujos migratorios (Tapia, 2011;
Palacios, 2016). No se trataba solo del número de mujeres migrando,
sino de entender las especificidades propias de estos movimientos que
tenían lugar dentro de las relaciones sociales de género.
La perspectiva de género, desarrollada en años recientes, permitió
entender la migración de las mujeres como un fenómeno social
diferente de la movilidad espacial de los varones. Tal perspectiva
ha propuesto que la migración de mujeres responde a influencias
económicas, sociales y culturales vinculadas con la construcción
social de lo masculino y lo femenino, y que afecta y es afectada
por las relaciones de género (Szasz, 1999). (Olivera y Sánchez,
2008, pp. 248-249)
Estos dos tipos de migración —transnacional e interna— han sido
principalmente estudiados de forma separada, pese a mantener
similitudes y continuidades entre ellas. Aunque los flujos migratorios
tienen múltiples direcciones, toman diferentes formas, se inscriben
en distintos contextos y obedecen a variadas motivaciones; en el
presente texto se analizan las semejanzas y puentes de comunicación
que la categoría economía del cuidado tiene entre los movimientos
transnacionales e internos en los que confluyen las experiencias de
mujeres que se mueven hacia las ciudades, a través del cruce entre la
teoría y las experiencias de vida de mujeres migrantes con quienes se
ha conversado.
El concepto de las cadenas mundiales de afecto y asistencia, descrito
originalmente por Hochschild (2001), nos acerca a los vínculos
transnacionales de transmisión de bienestar a escala individual. Al
rastrear a los otros agentes corresponsables de los cuidados, a ambos
lados de la trama migratoria de las mujeres, nos surgen preguntas tales
como: ¿qué diamante de la organización de los cuidados prima en el
espacio transfronterizo?, ¿son las experiencias diaspóricas invisibles
para agentes anclados en las dinámicas de organización social estatal?
Kofman y Raghuram (2009) aseguran que hay una cuádruple forma de
ver a las personas migrantes en relación con los cuidados, desde la
óptica de los Estados, pero que solo las dos primeras suelen recibir
atención (ver Figura 6). Hay una composición jerárquica entre las
personas que reciben el afecto y la asistencia (“servidas”) y las que
los suministran (“servidoras”). Sassen ha nombrado esta situación
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
71
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
72
como “nuevas clases de servicio” (Sassen, 2007). La imposibilidad de
poder elegir entre cuidar o no cuidar es una forma de explotación y de
violencia estructural contra las mujeres migrantes.
Figura 6
Personas migrantes involucradas en las cadenas globales de cuidado y
derechos asociados al cuidado.
Trabajo SÍ REMUNERADO
(1) personas que migran
como cuidadoras
D E R E C H O
A
Derechos
laborales
R E C I B I R
(2) quienes migran y
dejan responsabilidades
de cuidados detrás
C U I D A D O S
Elegir SÍ ciudar
Elegir NO ciudar
(3) quienes emigran y
llevan responsabilidades
consigo
Derechos
migratorios
(4) quienes migran y
tienen necesidades de
cuidados
Trabajo NO REMUNERADO
Nota. La figura explica la relación entre las cadenas globales de cuidado y los
derechos asociados al cuidado. Fuente: Elaboración propia a partir de Kofman y
Raghuram (2009).
Nosotras ponemos atención a estas relaciones desatendidas en el
marco de las cadenas globales de cuidado. Por eso centramos nuestro
análisis en la relación 3 y 4 del gráfico anterior; de esta forma, podemos
interpelar a los agentes sociales que deberían asumir la responsabilidad
de este descuido. Los estados de origen y destino escasamente se
ocupan de los cuidados de las personas que emigran y de quienes
las acompañan; menos aún, de quienes tienen o han adquirido en el
proceso migratorio necesidades de cuidado. Es importante dar rango
de derecho al cuidado y, por tanto, los estados deben ser quienes, desde
sus políticas públicas, garanticen estos derechos.
Tercera clave de transterritorialización de cuidados
en localizaciones urbanas reunidas en cadenas de
reproducción social: transnacionalización de las
relaciones personales, familiares y socio-comunitarias
Uno de los puntos de partida de la construcción teórico – práctica
de esta propuesta de investigación está enmarcado en el trabajo
desarrollado, por más de 20 años, por la Red Genera. Genera ha sido
una organización de apoyo a las mujeres migrantes del sur global que
han llegado a España, ya sea como migrantes económicas, refugiadas
y/o exiliadas políticas. En otras palabras, ha trabajado mano a mano
con mujeres que han sido expulsadas de sus lugares de origen por “los
diversos sistemas en juego: económico, político, social y biosférico”
(Sassen, 2019, p. 237), y que forman un eslabón más de la cadena o red
de cuidados globales dentro de las ciudades también globalizadas. Este
trabajo desarrollado se puede ver en publicaciones como De oca a oca,
migro y cuido porque me toca (Lozano, Caballero y Martín, 2016). De
este documento retomamos parte de la fórmula expositiva y analítica
de las cartografías del cuidado global que cobran vida en el juego de la
Oca, y que, en el presente trabajo nos guía en el análisis para situarnos
en dos geografías del sur global: Medellín y Bogotá, que son al tiempo
lugar de destino y origen.
Al examinar la economía del cuidado en estos lugares desde una
perspectiva transterritorial podemos observar los puntos en común que
surgen entre las migraciones internas e internacionales encarnados
en las mujeres migrantes y, por lo tanto, nos permite también utilizar
algunos de los elementos de análisis de los que se ha valido la
transnacionalidad para entender las condiciones de precarización de
las cadenas de cuidado desde el norte global. Así esta investigación
se presenta como un antecedente y un continuum que nos ayuda a
comprender estas realidades desde ciudades emergentes del sur. Estos
elementos están ligados a los procesos diaspóricos de la organización
social de los cuidados y sus efectos en estructuras de relación personal,
familiar y comunitaria.
73
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
Casilla LABERINTO
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
74
La transnacionalidad ha afectado de manera notable la subjetividad
de las personas migrantes y también los enclaves familiares y
socio-comunitarios debido a las redes sociales y a las cadenas de
vínculos de afecto y cuidado generados (Portes y Böröcz, 1992). ¿Qué
relaciones de dominio prevalecen en los intercambios de cuidados en
la dimensión transnacional?, ¿son intercambios de interés con una
fuerte desigualdad social entre mujeres, autóctonas y migrantes?, ¿o
una táctica de mantenimiento de células familistas de organización
social nacional de los estados del norte global?, ¿o una reorganización
de formas de convivencia y subjetividad social y política en el marco de
una sociedad urbana transfronteriza del capitalismo avanzado?
Estas cadenas de afecto y cuidado se organizan desde la composición
jerárquica, y cada una varía en el número de eslabones. Los hombres y
las mujeres desempeñan roles distintos dentro de las cadenas, siendo
los hombres, generalmente, beneficiarios de los cuidados, mientras que
las mujeres son las proveedoras y/o gestoras de estos. Las tensiones
de negociación y los dilemas de las mujeres migrantes marcan las
principales tendencias de trabajo en este espacio, reduciéndose a una
cuestión de negociación interpersonal o interfamiliar y obviando los
grados de responsabilidad mayores de otros agentes sociales en esta
negociación (estados, empresas, ONG, etc.)
Las formas de proveer cuidados personales, de conciliar tareas
domésticas o de cuidado intensivo a dependientes, en las parejas o en
las familias, han generado diversidad conceptual y funcional en las
uniones familiares:
• “Hogares sin esposo”: cuando las mujeres migrantes son
proveedoras principales en origen y jefas principales de familia.
• “Hogares sin esposa”: en el que mujeres autóctonas se insertan en
los mercados laborales y tienen que externalizar los cuidados en
una empleada de hogar.
Pero los “hogares sin esposo” y los “hogares sin esposa” no son las
únicas fórmulas de distribución de los cuidados globales: uniones sin
hogar, familias de diversas composiciones, de hecho, o de derecho,
entre otras (ver Figura 7).
Nota. La figura describe una de las situaciones que se presentan con las migraciones,
relatada en un grafiti callejero. Fuente: Pérez Orozco y López Gil (2011).
Estas nuevas formas conllevan también diferentes métodos para
la gestión de los conflictos asociados a los cambios. Todos estos
escenarios de reajuste provocan muchas tensiones o conflictos
no resueltos entre las personas, las parejas o en las familias, y es
frecuente que se trasladen a la relación laboral de las cuidadoras
migrantes, a la relación filial de las cadenas de cuidado o a su
relación de pareja. Numerosos interrogantes interpelan las realidades
migrantes atravesadas por múltiples fronteras: ¿Otras maneras de
ser extranjera? ¿migrantes inapropiables, nómadas, mestizas? ¿Otras
familias no normativas? ¿Familia transnacional? ¿Otros hogares
sin jefatura? ¿Otras comunidades interculturales, otros circuitos
migratorios y otras comunidades transnacionales? La subalternidad se
proyecta en muchos niveles (ver Figura 8).
75
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
Figura 7
Cadenas de cuidado
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
76
Figura 8
Subalternidades migrantes
Nota. Imágenes de la Revista Maternidades Migradas. Mujeres con voz. Edición:
Norma Vázquez. Licencia Creative Commons. Fuente: Elaboración propia.
Ese continuo flujo de intercambio migratorio de las cadenas también
se ha alimentado de bienes, servicios e información. Algunas de
las estructuras en las que se desarrollan las relaciones son los
grupos transnacionales de parentesco, los cuales han sido poco
estudiados fuera del instrumento de las remesas. La migración se
vincula generalmente con procesos de “desocialización” para el
sujeto que emigra y de fragmentación del núcleo familiar (Gregorio,
2013). La perspectiva de cadenas mundiales de afecto y asistencia
describe habitualmente las relaciones como problemáticas, tanto
las de pareja como con los y las hijas que permanecen en el lugar
de origen (Hochschild, 2001). En nuestra experiencia, las familias se
emparentan también vía las cadenas de cuidado, donde intercambian
diferentes capitales económicos y sociales. Las diferencias culturales
y sociales en las conceptualizaciones y vivencias de la familia en los
contextos de destino y de origen constatan nuevos significados en las
• En el lado positivo, el incremento de autoestima, autonomía y estatus
en la familia cuando son las proveedoras principales de recursos
para sus familias y para la comunidad. Muchas instituciones sociales
las visualizan como emprendedoras con capacidades de administrar
los capitales sociales y culturales de distintas sociedades.
• En el lado negativo, las mujeres experimentan múltiples
discriminaciones en el espacio interseccional de la transnacionalidad.
En el “aquí” cronificándose en yacimientos de empleo precario
(Parella, 2004), donde la exposición a condiciones de violencia
sexual, explotación y acoso es alta; y en el “allí” quedando en riesgo
de explotación y extorsión en sus entornos de origen.
Los primeros estudios realizados en torno a la transnacionalidad
establecieron la categoría “familia transnacional” como eje nuclear
cambiante de las relaciones sociales. Sin embargo, hay un importante
porcentaje de mujeres solteras, separadas y/o divorciadas, lesbianas,
transexuales migrantes que suelen dejar a sus hijos e hijas, u otros
dependientes a cargo de otras personas —abuelas u otras mujeres
de la familia, vecinas, amigas, etc.— (Sørensen y Guarnizo, 2007).
¿Estas cadenas se transforman en otras fórmulas de funcionamiento
familiar?, ¿reproducen la familia nuclear?, ¿hasta qué punto es posible
clasificar las prácticas transnacionales separando el afecto familiar de
otros afectos, compromisos y fines?
Las mujeres migrantes empleadas como cuidadoras se encuentran con
situaciones de maternidad complejas, tanto en su ejercicio cotidiano
como en la consideración o valoración social. Las historias de vida
sobre maternidades migradas están pobladas de hitos de violencias
que tiene su origen en los discursos sobre las “buenas y malas madres”.
Este hecho es completamente diferente en el caso de las paternidades
transnacionales. Autores como Mummert (2010) o Rodríguez (2011)
desarrollan trabajos que llaman la atención sobre las paternidades
77
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
familias transnacionales (Tarducci, 2008). Estos cambios no siempre
comportan aspectos positivos en términos de equidad en las formas
de negociación de roles. Las mujeres migradas en contextos familiares
experimentan ambivalencias:
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
78
y maternidades transnacionales con categorías como “crianza a
distancia” o “padres astronautas”.
Son muchos los estudios que han versado sobre los sentimientos de
culpa maternos por los largos periodos de ausencia de las mujeres.
Madres, hijas, amigas o parejas experimentan esa sensación de
separación culposa. En relación con la vivencia de esta separación
experimentada desde los y las menores, investigaciones señalan
que los costes negativos se suelen contrarrestar con los beneficios
económicos y la promesa de reagrupación para sentirse partícipes
también del proyecto migratorio.
Otras investigaciones plantean que la globalización de la maternidad
supone nuevas formas de llevar a cabo la educación y el cuidado
(Salazar, 2001). Por el contrario, otras investigaciones las articulan la
migración a la crisis de valores familiares, estableciendo vínculos con
la drogadicción y las pandillas juveniles; mientras que, en la literatura
transnacional, la migración es descrita como exitosa a la hora de
mantener las relaciones familiares y afectivas, aportando datos de la
baja incidencia de desintegración familiar. Por otra parte, el estudio de
los llamados ‘matrimonios mixtos’ se ha analizado, sobre todo, desde
el valor que se le suele otorgar como un indicador de integración, pero
poco se ha cotejado con los datos de violencia de género en pareja
basados en la dependencia nacionalista.
La memoria migratoria del cuidado: cuidados y trabajo
doméstico remunerado. Fronteras sexuales, rurales y
raciales
En los trabajos del cuidado usualmente se diferencia entre aquellos
que se hacen de forma remunerada de aquellos que no, aunque en
la práctica estos muchas veces se sobreponen (Dalla, 2009). Pese a
que el concepto de cuidados incluye los brindados por el Estado, el
mercado o la comunidad a través de los sistemas de salud o educativos,
por ejemplo, en Latinoamérica y los países del mediterráneo, como
plantea Batthyány (2015), ha habido principalmente un régimen
familista en el cual las responsabilidades del cuidado han sido
descargadas en las familias, siendo realizados de ordinario por las
Se ha producido una fuerte incorporación al mercado laboral
que implica cambios en términos cuantitativos (el volumen
de mujeres en el mercado) y cualitativos (transformación de
las aspiraciones y expectativas de vida y profesionales de las
mujeres). Esta incorporación se ha dado en un contexto en el
que el mercado laboral tiene un fuerte sustrato histórico de
informalidad… A la par, la incorporación de los hombres al
trabajo de cuidados no remunerado es escasa. Todo ello se une a
los cambios demográficos producidos... En conjunto aparece un
desbalance entre las necesidades de cuidados y las posibilidades
de proporcionarlos. (2011, pp. 24-25)
Aunque ha habido avances en derecho y políticas, estos son insuficientes.
Los estereotipos asociados a la división sexual del trabajo y el estado
de bienestar de corte familista se mantienen. Lo cual conlleva a que
sean las mujeres quienes continúen desarrollando las labores de
cuidado, como lo ilustra el hecho de que, de acuerdo con las más
recientes mediciones, en España casi el 68 % del trabajo de cuidado
no remunerado lo realizan las mujeres (Organización Internacional
del Trabajo [OIT], 2018), mientras que en Colombia la cifra es de
aproximadamente el 76% (DANE, 2020d)6. Existe, por lo tanto, un
conflicto entre el tiempo de cuidado y el tiempo laboral que, entre otras
cosas, disminuye las opciones de trabajo remunerado de las mujeres
quienes, “por falta de tiempo”, no demandan empleo al Estado, lo que
6
Pese a la dificultad de comparar este tipo de encuestas, se muestran los resultados solo para
ejemplificar que, en ambos contextos, los trabajos domésticos y de cuidado siguen estando a
cargo, primordialmente, de las mujeres.
79
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
mujeres. Además, el haber asociado estos trabajos a la “naturaleza
femenina” ha facilitado que sean desempeñados de forma no
remunerada. Esta vinculación de las mujeres a lo privado y doméstico
afectó sus posibilidades de efectuar trabajo asalariado, sin embargo,
esta tendencia se ha ido revirtiendo en las últimas décadas con la
cada vez mayor inserción de mujeres al mercado laboral. Pero, si las
mujeres salen a trabajar, ¿quién se encarga de los cuidados? Como
plantean Pérez Orozco y López Gil,
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
80
hace que tengan que desplegar diversas estrategias informales para
tratar de superar esta situación. Una es la de la “mujer todo terreno”,
que puede con todo y que desemboca en la doble o triple jornada en
perjuicio del tiempo que pueden dedicar las mujeres al descanso, y a sí
mismas (Marco y Rodríguez, 2010).
Otras estrategias se enmarcan en la redistribución dentro del hogar
de las responsabilidades de cuidado o en la externalización de algunas
de estas actividades, y aquí se generan fuertes diferencias de clase,
pues mientras las mujeres de menos recursos tienen que acudir
a sus redes cercanas, las mujeres de clase media o alta, muchas
veces profesionales, pueden pagar por esta externalización, siendo,
precisamente, las mujeres de clases bajas quienes, las más de las
veces, les prestan estos servicios domésticos y de cuidado (Pérez
Orozco y López Gil, 2011).
Pero el trabajo doméstico remunerado no es nuevo; por el contrario,
es uno de los oficios más antiguos, aunque ha tomado distintas
formas, como la servidumbre colonial. Desde entonces en América
Latina el servicio doméstico ha sido una de las fuentes de empleo más
importantes para las mujeres, también desde la colonia se ha hecho
manifiesta la intersección entre este, el género, la etnia y la piel. “Las
representaciones sociales del trabajo doméstico remunerado que
asocian y encasillan a las mujeres afrodescendientes e indígenas a
esta ocupación, conlleva el estigma del pasado”. (Valenzuela, Scuro y
Vaca, 2020, p. 18).
Casilla CÁRCEL
Análisis multifuncionales de los eslabones
de la cadena geográfica y estructural del cuidado
Observar las cadenas desde el eslabón sur y diaspórico nos permite
explorar otras cartografías que se trazan en las relaciones coloniales
fuera de las tensiones geopolíticas centro-periferia, ancladas
en los vínculos de reconfiguraciones urbanas que constituyen
una nueva espacialidad colonial en las ciudades del sur global.
Medellín y Bogotá son espacios urbanos en los que estas uniones
transnacionales cobran cada vez más importancia. Son eslabones sur de
las cadenas globales de los cuidados y además crece exponencialmente
la cantidad de remesas que se reciben en los hogares provenientes de
las mujeres.
De igual modo, asisten al incremento de poblaciones migrantes de
países vecinos que se insertan en sector servicios, hostelería y empleo
de hogar. Las ciudades de estados nacionales latinoamericanos están
consolidando rutas migratorias sur-sur y otros itinerarios que informan
de procesos desnacionalizados a los que queremos virar nuestra
mirada crítica. Estas ciudades no reúnen aún las condiciones de ser
urbes globales, pero se perciben como aspirantes a participar de los
beneficios de serlo en el conglomerado gestado por la urbanización
mundial para una nueva cartografía global.
Mujeres en marcha. Regímenes familistas
y conciliaciones: encajes de bolillos
En Colombia, durante el siglo XX, debido a distintos fenómenos,
la esperanza de vida aumentó, acarreando que las familias, hasta
aproximadamente 1970, fueran cada vez más grandes, lo que a su vez
provocó que los trabajos en el hogar fueran de no acabar, por lo que
“las empleadas eran muchas veces un asunto de sobrevivencia, y lo era
en un doble sentido: hacía posible la vida cotidiana de las familias de los
señores y hacía posible también la vida de sus familias campesinas de
proveniencia” (García, 2012, p. 162). De acuerdo con García (2012), en la
década de 1980 el empleo doméstico representaba el 37 % de la fuerza
laboral femenina. Eran precisamente las campesinas, muchas veces
niñas, sobre quienes recaían representaciones asociadas al trabajo
duro, las que se trasladaban a los pueblos y ciudades como empleadas
81
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
Las cadenas migratorias son, así, algo más que retazos sueltos de
relaciones de dependencia norte y sur, de relaciones extractivistas
del centro hacia la periferia; son, más bien, prácticas orquestadas de
desterritorialización, desposesión y cercamiento que juegan en un
tablero nuevo cuyas casillas exceden las fronteras de los estados
nacionales y se asientan en geografías pendientes de mapear.
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
82
en casas de familia. Ciertamente, esas representaciones no estaban
alejadas de la realidad, el trabajo duro era, y es, una realidad en la vida
de las mujeres campesinas, negras, racializadas y empobrecidas, etc.,
como lo relata Lilia, migrante campesina de Gachantivá a Bogotá:
No tuve niñez… no tuve ese cuento de jugar… mi mami nos
inculcó que siempre había que trabajar... traiga la leña,
traiga el agua, vea el ganado… Coger la responsabilidad del
ganado…desde los 10 años el papá nos llevaba a trabajar
con él... A todo, a desyerbar, a cultivar, a todo, como el
trabajo de un hombre. (Conversación personal, 10 de
febrero de 2021)
“Trabajo de un hombre”; aunque, en realidad, ella también estuviera
trabajando, así como muchas otras mujeres rurales que no solo
realizaban labores del hogar, sino también agrícolas, entre otras. Una
vez estas mujeres migraban, era muy probable que se desempeñaran
como empleadas internas, modalidad de trabajo doméstico mayoritaria
en la época y que exigía trabajar casi todo el día por poca remuneración
monetaria —cuando la misma no se reducía simplemente a “poder” vivir
y comer en la casa de sus empleadores—. Frecuentemente, quienes
cobraban la compensación no eran las trabajadoras sino sus familias:
Fue a los 12 años que mamá me trajo del campo… me entró a
trabajar donde una señora Carmona… Aprendí ligerito y le hacía
todo y, por lo tarde, ella cosía y yo me ponía a ayudarle a ella a
pespuntar; y ella me hacía vestiditos con retazos. Eso era lo que yo
me ponía porque mi mamá cada mes cobraba y yo no me daba ni
cuenta. (Ana María, conversación personal, 11 de febrero de 2021)
En el caso de Ana María, quien migró en 1963 de una vereda de Dabeiba,
Antioquia, a Medellín, fue su madre quien la llevó a trabajar y quien
Mamá cuando estábamos chiquitos se vino para Dabeiba y ahí
montó un negocito de sancochito para sobrevivir… Mi papá muy
guapo para trabajar, pero muy guapo para beber, entonces nunca
respondió… mi mamá era la que tenía que julepiar7 por toda parte
consiguiendo ropita vieja, consiguiendo comidita para nosotros.
Ahí es donde viene justificar uno lo que pasó… Entonces esa fue
la emigrada de nosotros, que siempre estábamos emigrando de
rancho en rancho, nunca teníamos nada. (Ana María, conversación
personal, 11 de febrero de 2021)
Las razones que llevaron a tantas mujeres a integrarse a este éxodo
rural fueron variadas: violencias, pobreza, falta de oportunidades,
aumento de la demanda de cuidados en las urbes, búsqueda de
autonomía por parte de las mismas mujeres, entre otras. También,
en muchas ocasiones, fue una estrategia familiar de sobrevivencia.
Pero, si bien antes y ahora los procesos económicos estructurales y
las relaciones familiares tienen un gran peso al momento de decidir
o tener que migrar, ha habido otros factores que también impulsan la
migración femenina: huir de la violencia armada o doméstica, escapar
de un matrimonio, buscar un lugar donde se pueda ser más abierto
respecto a las preferencias sexuales y a la identidad de género, etc.
Muchas veces, la migración no solo mejora las condiciones económicas
de las mujeres, sino las sociales y personales.
El haberme ido del campo para Bogotá me ayudó muchísimo. Me
enseñó a quererme a mí misma, a valorarme. Aprendí muchas
cosas… a ver la vida con otros ojos. Entonces eso me ayudó mucho,
7
Nos enseña Ana María que este término se utilizaba mucho en el campo en el sentido de lidiar
con o encargarse de algo.
83
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
cobraba. Sin embargo, explica que, aunque su madre tomó decisiones
muchas veces perjudiciales, ella misma era una migrante buscando
subsistir. Subsistir era una cadena.
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
84
me ayudó a ser yo misma y a tener una responsabilidad… Me
abrió los ojos de que yo tengo que ser una persona independiente.
(Conversación personal, 11 de febrero de 2021)
Muchas de las razones de las mujeres para migrar internamente se
pueden encontrar en la feminización internacional de las migraciones que
ha tenido lugar desde los noventa en el contexto de crisis de los cuidados,
como se ha mencionado, de mayor inserción laboral femenina, lo que
genera unas necesidades de cuidado que, por lo general, son suplidas
por otras mujeres con menores oportunidades sociales a cambio de una
remuneración salarial. Los imaginarios en cuanto a la idoneidad para el
trabajo de cuidado ahora recaen en colectivos como, por ejemplo, las
latinoamericanas. Se presentan continuidades entre los procesos, pero
ahora desde una perspectiva global y de migración internacional.
Por supuesto, el trabajo doméstico no es el único ámbito del mercado
laboral en el que se desempeñan las mujeres y, mucho menos, el
único en la esfera de los cuidados. Hay un alto porcentaje de mujeres,
especialmente en el sector terciario de la economía, que ejercen
como maestras, enfermeras, etc. En Colombia, en 2019, el sector de
los cuidados remunerados representaba cerca del 16 % del total del
empleo del país, el 78 % del cual era realizado por mujeres, por lo que
este sector significaba, aproximadamente, el 30 % del empleo femenino.
Esta cifra ha venido disminuyendo en el último año y se calcula que
se han perdido más de un millón de empleos en el sector por cuenta
de la pandemia del COVID-19 (Herrera-Idárraga, Hernández-Bonilla,
Gélvez-Rubio, Ramírez-Bustamante, Tribín y Cuyana Garzón, 2020).
Por su parte, en España se estima que el sector de trabajo de cuidados
remunerados concentra alrededor del 20 % del empleo total y el 34 %
de la ocupación laboral de las mujeres (OIT, 2018)8.
No obstante, dentro de este sector de cuidados, el trabajo doméstico
sigue siendo un nicho importante de empleo para las mujeres. En
Colombia este trabajo representa aproximadamente el 7 % del
8
Comparar las cifras de Colombia y España presenta limitaciones como la temporalidad,
la metodología usada o las actividades que se incluyen y miden como parte del sector de
cuidados; sin embargo, como se refirió anteriormente, sirve para ilustrar la feminización de
los trabajos de cuidado en ambos países.
No había pensado que fuera cuidar. Yo pensaba que era un trabajo,
pues sí, que debe uno cuidar las cosas, que debe uno acompañar
a una persona, pues sí, eso hace parte… pero no había pensado
que eso se llamaba cuidar. (Conversación personal, 1 de febrero
de 2021)
Sin embargo, una vez se les plantea la idea de que su trabajo es de
cuidados, se muestran de acuerdo, como lo dejan ver las palabras de
Liliana, empleada doméstica interna que emigró de Urrao, Antioquia, a
Medellín hace 23 años:
Sí, porque uno como empleado doméstico hace la labor como
enfermera, como cuidadora de psiquiatría, en fin, hasta de canina.
Sí, de cuidadora de animales, porque la verdad es que todo eso
va en general en el empleo. O sea, que prácticamente uno cuida
animales y cuida también a la gente. (Conversación personal, 11
de febrero de 2021)
Este trabajo, en el que tienen lugar numerosas actividades, que pueden
ser física y mentalmente agotadoras, a menudo se desarrolla bajo malas
condiciones: violencia verbal, física y hasta sexual, discriminación,
desconocimiento de los derechos laborales:
85
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
empleo femenino (ONU Mujeres Colombia y DANE, 2020), mientras
que en España es el 6.5 % (OIT, 2018). Resulta curioso, sin embargo,
que las empleadas domésticas con las que se conversó, a menos de
que hubiesen estado en alguna asociación que trabajara el tema, no
relacionaban su oficio con los cuidados. En palabras de Marina, una
mujer de 53 años que migró a los 23 años de Gachantivá, Boyacá, a
Bogotá, en donde trabajó como empleada doméstica:
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
86
El trabajo siempre ha sido maltratador, ha sido duro, ha sido
complicado. A veces sí hay muchas injusticias en los trabajos… la
verdad eso no falta como empleada doméstica… Que le falten al
respeto, que le tengan un maltrato, a mí me ha ocurrido muchas
veces… Fuera de eso el trabajo tan excesivo, saber que de pronto
el trabajo está mal hecho, que no les gusta. (Liliana, conversación
personal, 11 de febrero de 2021)
En ese sentido, y como lo expresa Anderson, “los cuidados son
imaginados como una actividad liviana, poco exigente y los espacios
donde se realizan los cuidados son naturalizados de tal modo que
se hacen resistentes a la investigación y reflexión crítica” (como
se citó en Lozano, Caballero y Martín, 2016). En consecuencia, las
condiciones en las que las mujeres ejercían el trabajo doméstico
fueron desatendidas por mucho tiempo por el Estado, la sociedad y
por las luchas obreras y sindicales. Como planteaba Magdalena León
en 1984: “este trabajo, aunque remunerado, hereda socialmente la
subvaloración del trabajo doméstico” (p. 6). Como consecuencia de
esta subvaloración, el trabajo doméstico quedó relegado de muchos
de los avances en cuanto a derechos laborales: remuneración, jornada
laboral, afiliación social, descanso, etc.
Según García (2012), en el caso colombiano, no fue sino hasta 1988 que
por medio de la ley 11 se comenzó a legislar sobre el trabajo doméstico
propiamente, reconociendo derechos como la afiliación a la seguridad
social y a la sindicalización. Posteriormente, se irían reconociendo
otros derechos, pero los avances legislativos no equivalen a la
superación de las injusticias sociales. En el país, por ejemplo, el 94 %
de los trabajadores domésticos son mujeres y, de estas, el 62 % ganan
un salario mínimo o menos y solo el 17% están afiliadas a la seguridad
social (ONU Mujeres Colombia y DANE, 2020). Por su parte, en España,
en donde el 95 % de empleados son mujeres, se calcula que una
tercera parte trabaja de manera informal (La Vanguardia, 2020). Cabe
destacar que puede haber un gran subregistro en estas estimaciones
precisamente por el alto margen de mujeres que laboran como parte
de la “economía sumergida”.
Porque antes la persona iba y trabajaba y así fuera todos los días
nunca tenía una seguridad social ni tenía una pensión ni tenía
nada. Entonces ha mejorado en el sentido de que la ley ha hecho
que a nosotras cuando trabajamos por un tiempo completo nos
paguen todo. (Conversación personal, 11 de febrero de 2021)
Con el descenso de la corriente migratoria interna rural-urbana en
Colombia también han disminuido los estudios sobre las mujeres
campesinas migrantes y es difícil estimar cuánto es el aporte de estas
mujeres a la economía del cuidado doméstico remunerado, o no, en las
ciudades.
De forma análoga, los avances legislativos en España para equiparar
las condiciones laborales de las trabajadoras domésticas se empiezan
a perfilar con mayor claridad desde las décadas de 1980 y 1990,
producto, en gran medida, de las luchas de los colectivos de empleadas,
las organizaciones de mujeres y feministas, y las asociaciones de
migrantes (Díaz y Fernández, 2016). Actualmente, al menos el 55 %
de las trabajadoras domésticas en España nacieron en otro país (OIT,
2018). La situación migratoria y la normatividad del país de acogida
se convierte en otra variable que afecta las condiciones sociales y
laborales de las mujeres. No obstante, como explica Miriam Lang
(Rosalux Andina, 2019) la garantía de los derechos colectivos y su
implementación varía según la posición geoespacial del país; con mayor
frecuencia, la garantía de estos derechos se da en mayor proporción
en estados del norte global, mientras que en los países del sur global
dicha materialización es menor.
87
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
El caso de Liliana es una muestra de las condiciones laborales del
trabajo doméstico más allá de la norma. Ella trabaja por el salario
mínimo desde las 5 a.m., la primera en levantarse a atender, hasta las 9
p.m. luego de servir la cena; esto pese a que la Corte Constitucional en
la Sentencia C-372 de 1998 advirtió que el servicio doméstico interno
no puede superar las 10 horas de trabajo diarias. Sin embargo, estos
desarrollos normativos sí implican avances, como lo destaca Lilia,
quien expone que ha habido mejoras.
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
88
Las experiencias de las migrantes internas o internacionales son
cambiantes y poseen sus propias singularidades. No obstante, estas
pueden estar articuladas al hecho de que el Estado no proporciona la
seguridad necesaria a las ciudadanías lo que produce un malestar en
ellas que provoca diferentes éxodos y expulsiones (Botero, 2019). Hoy
coexisten distintas realidades, algunas muy parecidas a las pasadas,
hay quienes desempeñan labores de cuidados en circunstancias
dignas, hay quienes son víctimas de las peores formas de explotación
y hay otras tantas que trabajan con las condiciones mínimas. Todavía
es muy alta la proporción de mujeres migrantes, rurales, racializadas
y empobrecidas que trabajan sin el reconocimiento de sus derechos
y sin las garantías sociales necesarias. De ahí la importancia de los
desarrollos sociales y académicos que han venido poniendo el foco,
desde un sistema globalizado, al vínculo entre migración, género,
economía del cuidado, cadenas de cuidado y las diferentes estructuras
de opresión: étnicas, raciales, sexuales, etc.
Trabajo - cuidados - migraciones: ciudad - campo, urbano rural, internacional-interno
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y
la Agricultura, en los países del sur global hay cerca de mil millones
de migrantes internos (FAO, 2020). No obstante, en el caso concreto
de las mujeres, el cambio de espacio geográfico no implica cambio de
responsabilidad en las labores domésticas; es decir, la responsabilidad
de lo doméstico no termina con la migración. Lo doméstico sigue
siendo el trabajo/deber/obligación de las mujeres; son ellas las que
deben organizar qué hacer con los hijos-as mientras trabajan, o deben
compaginar lo domestico remunerado con lo domestico no remunerado.
Muy a menudo el trabajo en las labores domésticas y de cuidado
representa la primera opción laboral de muchas de las mujeres que
migran. A este respecto, Lozano afirma que:
Se precisa con carácter de urgencia una renovación de los
cuidados en calidad de eje vertebrador de un modelo (re)
productivo equitativo y duradero. El modelo actual se devela
insostenible, en especial cuando la delegación del trabajo del
cuidado y su responsabilidad de garantizarlos recae en las
mujeres (…) esta carga comporta un coste de oportunidad en
el empleo y la promoción junto con una desvalorización social y
económica importante. (2010, p. 53)
Marina, en la conversación, nos cuenta que era ella quien tenía la
responsabilidad de la crianza y que después era su hijo el mayor, que
“siempre ha sido muy juicioso”, el que se encargaba de sus hermanos
menores. No obstante, ella es la primera que se levanta, hace desayuno
y almuerzo para toda la familia, arregla la casa, y es la última que se
acuesta, generalmente, cuando acaba el último ciclo de la lavadora
(conversación personal, 1 de febrero de 2021). En el caso de Lilia,
aunque no lo explicita, en algún punto de la conversación manifiesta
que la responsabilidad del cuidado de la casa y de las hijas era de ella:
Cuando mi hija tenía dos años y medio me salió trabajo en una
cooperativa y me recibían con la niña (…) cuando Luisa, mi hija
menor, nació, su hermana, que tenía diez años, me ayudó y la
cuidaba mientras yo iba a trabajar. (Conversación personal, 11 de
febrero de 2021)
Las mujeres desarrollan trabajos de supervivencia y de reproducción
producto de la división social y sexual del trabajo. Estos trabajos
posibilitan que las migrantes generen algún excedente económico
que entra al total de los flujos monetarios de las economías, ya sea
en forma de remesas o de aumento de la capacidad de consumo por
cuenta de la generación de ingreso. Por lo tanto, las remesas y las
migraciones se convierten en estrategias de desarrollo moderno de
corte economicista, debido, principalmente, a que el flujo monetario
que generan aporta a solucionar problemáticas sociales tales como el
desempleo y la deuda externa (Lozano, 2010).
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
89
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
90
Las mujeres con las que se conversó también expresaron motivaciones
económicas de origen para migrar. Como lo ilustran las referencias
de Liliana y Marina a la oportunidad de darle educación a sus hijos.
En el caso de Marina, comenta entre risas que la gente siempre le da
el crédito a su marido, pero en realidad fue ella quien, con su trabajo,
posibilitó una mejor crianza para sus hijos y un lugar más cómodo para
todos (Conversación personal, 1 y 11 de febrero, 2021). Las remesas
entran a suplir a los sistemas de protección social
En este sentido, como plantea Botero, “las personas en movimiento dan
cuenta de las asimetrías del desarrollo” (2019, p. 107). Este fenómeno
se presenta tanto en migraciones nacionales como internacionales.
Dichos movimientos demuestran “la desvalorización de unas personas
frente a otras” en el mundo capitalista (Botero, 2019, p. 107). Sin
embargo, “las migraciones de las mujeres son rentables para los
diferentes agentes sociales… su grupo doméstico, su sociedad de
origen, el propio estado nacional y la sociedad de destino” (Lozano,
2006, p. 80). La FAO estima, por ejemplo, con respecto a las remesas
internacionales, que el 40 % de estas se envían a zonas rurales y que el
monto recibido en origen producto de estas migraciones es tres veces
más de lo que se invirtió en asistencia social para el desarrollo (2020).
No obstante, dentro de estas estrategias globales de desarrollo
quedan por fuera cálculos y reflexiones sobre los proyectos de vida de
las mujeres que migran, las implicaciones en aspectos como la salud
física y mental de estas mujeres, la precariedad, los desarraigos, el
vaciamiento de los campos y la desaparición paulatina de prácticas
comunitarias propias de contextos rurales, en cuanto son las mujeres
las que representan el proyecto social de los vínculos y de los cuidados,
por lo que su movilidad produce rupturas profundas en los lugares de
origen que no se contabilizan dentro de las cuentas macroeconómicas
de los países.
Estrategia de precarización extrema latente de las cadenas
globales de cuidados
Los procesos de globalización y de acumulación capitalista neoliberal,
originados en ciudades del norte global, han desarrollado fuerzas
predatorias sobre los cuerpos y los territorios de las periferias de
diferentes latitudes geopolíticas, mujeres y ciudades, escenarios
discontinuos en las topografías de sociedades vinculadas por la
movilidad humana internacional (Sassen, 2015; Escobar, 2014).
Sassen describe la constitución de tres clases sociales emergentes
que coexisten con las clases sociales propias de los Estados nacionales
y se materializan, según filtros raciales y de género, en las políticas
migratorias y de integración que dan lugar a una horda de mujeres de
una nueva raza, la precaria:
• La clase transnacional de profesionales: sin restricciones de
movilidad. Demanda intensiva de externalización de servicios de
cuidado.
• La clase constituida por la fusión de distintos sectores de
personas desfavorecidas: restricciones jurídicas y administrativas.
Desatención pública y descuido familiar de cuidados.
• La proliferación de redes de funcionarios públicos y privados
especializados: demanda de servicios de cuidado. conciliación de
la vida familiar (Sassen, 2007; Gregorio, 2004).
Las características de flexibilización de la urbanización global,
incrementada desde la década de los 80, causan una importante
crisis del Estado de Bienestar y del modelo reproductivo familiar
en las sociedades centrales. Por otra parte, en América Latina y
el Caribe, donde la población urbana sigue creciendo, se pueden
observar trazos de este fenómeno. Las necesidades de cuidado de
las viejas y nuevas clases altas y medias, muchas veces de estratos
sociales profesionalizados, son cubiertas, en gran medida, por mujeres
migrantes. Utilizar las herramientas de análisis de la transnacionalidad
91
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
Casilla CALAVERA
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
92
permite ver la dimensión transterritorial de las necesidades de cuidados
en ciudades como Medellín y Bogotá, y amplía el entendimiento de la
migración interna de mujeres rurales en el país.
Dos fenómenos entrelazados con las migraciones dan algunas pistas
para saber que estamos en un lugar de transición del capitalismo de los
estados del bienestar y el de las ciudades. Por una parte, el capitalismo
global diversifica territorios deslocalizando las cadenas de producción
de las industrias (zonas francas, maquilas, etc.). Una de las principales
características de las maquilas es la flexibilización de espacio y horario
en el trabajo con lo que se crean condiciones de alta exposición a la
violencia laboral y sexual (desvalorización del trabajo femenino, falta
de apoyo institucional, políticas de protección, amplio contingente de
mujeres, etc.).
La construcción de la violencia laboral y el hostigamiento sexual
se materializa a través del diseño y organización del trabajo en
la maquiladora. Estas formas de violencia son estructurales,
porque participan factores contextuales de la violencia en el
trabajo como la globalización, la racionalización de los procesos
de trabajo, la flexibilidad y los cambios tecnológicos (…) En la
maquila se presentan tres factores de riesgo que pueden incidir
en prácticas de hostigamiento sexual: la edad (joven); estado civil
(soltera o separada de la pareja) y sexo (femenino). (Scarone,
2014, p. 148-149)
Cuanto más estén diseminadas en diversos países las actividades de
una empresa, estas funciones (trabajo de gestión, de coordinación, de
servicio y de financiación de las operaciones) se volverán más complejas,
estratégicas (Sassen, 2010). Para hacer frente a esa complejidad, se
subcontrata a otras empresas altamente especializadas en contabilidad,
fiscalidad, relaciones públicas, investigación, telecomunicaciones.
Los servicios altamente especializados y conectados en redes exigen
trabajo intensivo y flexibilidad horaria y espacial.
Pero, entonces, ¿quién se encarga del bienestar personal y/o familiar, de
proveer los cuidados directos, de establecer las condiciones para esos
La mercantilización de la vida íntima expande y promueve la fuerza
feminizada de trabajo migrante y crea dos topografías de la dominación
emergente en las sociedades urbanas. Los países occidentales han
favorecido procesos de desposesión, expropiación y cercamiento
de bienes comunes. Las lógicas que se intensifican en este espacio
urbano son las de expulsión (de las personas a las periferias de la
ciudad por diferentes mecanismos, gentrificación, aumento de los
costes de vida, etc.) y almacenamiento (centros de detención, cárceles,
etc.), a diferencia de las lógicas de sustitución y complementariedad
que dibujan las brechas de género, raza y clase en la inserción en los
mercados laborales de los estados naciones.
¿Son los cuidados bienes comunes globalizados? ¿Son los cuerpos
feminizados para reajustes biocidas de una nueva versión del
neoliberalismo? Silvia Federici (2010, 2013) ha documentado que
el capitalismo globalizado de los megaproyectos repetía los mismos
mecanismos implementados en los períodos de la transición hacia
la modernidad: la caza de brujas, la destrucción de bienes comunes
y la expropiación de lo comunitario, reaparecen en la estrategia de
los agentes y élites transnacionales. La conversión del trabajo de las
mujeres en bienes comunes implicó, para la modernidad, la división
heterosexual del trabajo, en la medida en la que los hombres de la
clase trabajadora se apropian de los beneficios del trabajo de cuidado
de estas mujeres, ocultando el valor de la actividad reproductiva y
reduciendo todo valor al salario familiar (procedente del trabajo de
los varones). Y este mecanismo de conversión en bienes comunes del
trabajo de las mujeres se hace recursivo y discontinuo en la geografía
migratoria y se eleva a escala transfronteriza en la experiencia de las
cadenas globales de cuidado.
En estas nuevas lógicas neoliberales transfronterizas, y
desnacionalizadas, las formas de vida del bienestar se enuncian sin la
constancia del valor de las mujeres migrantes, de la misma manera que
93
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
cuidados (lavar ropa, hacer comida…) y de la gestión mental de coordinar,
planificar y supervisar estas tareas (organizar la alimentación saludable
y equilibrada, señalar las faltas de alimentos o productos de limpieza)?
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
94
la vida urbana se impone como fórmula de progreso frente a la rural.
Las sustentadoras de la casa global y de la subsistencia transfronteriza
y transterritorial no se vuelven invisibles exclusivamente, sino que son
sujetos sacrificiales para la internacionalización de la reproducción
social, el desplazamiento de estructuras domésticas fuera del territorio
y la consolidación de la mercantilización de servicios de cuidado y de
proximidad. La deslocalización de estos procesos sigue las lógicas
de las maquilas, feminización de la fuerza de trabajo e instalación en
zonas francas de los países periféricos en busca de costes laborales
más bajos. ¿Son las cadenas globales de cuidado escenario de
deslocalización de cuerpos maquilas de los cuidados?
Las migrantes son mujeres atrapadas en jornadas interminables y que
han accedido al mercado como “trabajadora genérica”, es decir, flexible,
con capacidad de adaptación a horarios y distintas tareas, sustituible
por cualquier otra si no acepta las condiciones de sobreexplotación.
Celia Amorós (1987) las conceptualiza como las nuevas “idénticas”,
aquellas que no viven procesos de individuación y que se confunden en
la maquila industrial y en las maquilas conceptuales del conocimiento,
espacios feminizados de trabajo pactados por el capitalismo, el
patriarcado y el colonialismo para la sobreexplotación y generación de
plusvalías.
De otro lado, el lema de “sin nosotras no se mueve el mundo” que
protagonizó las marchas de empleadas de hogar en diferentes
latitudes geopolíticas, permite hacernos también otras preguntas
sobre esta posición estratégica del empleo de hogar y los cuidados en
la sostenibilidad de la vida.
Nota. Consigna del Servicio Doméstico Activo-SEDOAC.
Fuente: Lozano, Caballero y Martín, 2016, p. 308.
Casilla PARAÍSO Y JARDÍN DE LAS OCAS
CONCLUSIONES: habitando la terca esperanza
Contribuciones migrantes al cambio social
Procesos organizativos
De dado a dado, Madrid, el cuidado migrante se ha organizado
Percibimos una nueva configuración sociológica en la que las
empleadas de hogar y las migrantes constituyen el sector más
amplio del precariado. Las reflexiones y acciones de incidencia de
investigadoras y activistas de Red Genera se enmarcan en otras redes
de activismo y resistencia: Precarias a la Deriva, Territorio Doméstico,
Servicio Doméstico Activo, Plataforma Turín, Red Latinoamericana
de Mujeres Migrantes y Refugiadas del Estado Español y, más
recientemente, CETHYC, Centro de Empoderamiento de Trabajadoras
de Hogar y Cuidados, entre muchas otras. Pero ¿están presentes estos
aspectos en otras urbes del sur global? ¿Podemos pensar en estos
fenómenos en el contexto de las ciudades de Medellín y Bogotá?
95
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
Figura 9
Sin nosotras no se mueve el mundo
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
96
De dado a dado, Medellín y Bogotá, organizan sus cuidados
Medellín y Bogotá, ciudades del sur global, han experimentado
procesos de desnacionalización mediante el desarrollo de experiencias
transfronterizas ampliamente documentadas y que repasaremos
brevemente en los siguientes párrafos. Revisemos algunas de ellas que
articulan la gestión y la provisión de servicios de cuidado:
El Sistema Distrital de Cuidados de la ciudad de Bogotá es una iniciativa
de la Alcaldía de Bogotá que pretende generar planes, programas y
servicios para atender las demandas de cuidado y articula al Gobierno
local, nacional, las organizaciones y comunidades, al sector privado
y a los hogares. Esta iniciativa es coordinada desde la Secretaría
Distrital de la Mujer en Red con otras secretarías (http://www.
sistemadecuidado.gov.co/index.html).
La Mesa Intersectorial de Economía del Cuidado es una articulación
de organizaciones de la sociedad civil, instituciones académicas y
políticas, así como entidades del Estado. Su mayor compromiso es
el desarrollo del sistema nacional de cuidados. Esta mesa tiene un
campo de actuación en el contexto nacional y su principal aporte
es la visibilización de la importancia del cuidado en el marco de la
justicia de género, los derechos y la construcción de paz (https://
economiadelcuidado.co/).
La Mesa de Economía Feminista es una organización que articula
a organizaciones sociales, academia, sector público y cooperación
internacional. Es una entidad que ha aportado en la comprensión de
la incidencia y participación del trabajo doméstico remunerado y no
remunerado en la economía, y que trabaja de la mano con organismos
públicos como el DANE y la comisión de género del Congreso de
la República. Sus principales líneas de acción son la formación e
investigación sobre la economía del cuidado feminista y su contribución
a corrientes de pensamiento crítico y de transformación social. Trabaja
también en difusión e incidencia de acciones sociales y políticas (https://
www.mesaeconomiafeminista.org/inicio_MEF/inicio_MEF).
La Unión de Trabajadoras Afrocolombianas del Servicio Doméstico
es una organización sindical con sede en Medellín, la cual agrupa a
mujeres afrocolombianas que trabajan como empleadas domésticas
en la ciudad y quienes crearon la organización debido al desgaste y
cansancio derivados del trabajo duro y en condiciones de precariedad
con poca remuneración, a los contratos verbales y a las condiciones
mínimas (http://www.utrasd.org/).
La Mesa Economía del Cuidado Antioquia agrupa instituciones públicas
y privadas y a mujeres de la academia y del movimiento social con el
objetivo de impulsar la economía del cuidado en el departamento, en
clave de generar alianzas entre los diferentes actores sociales para la
generación e impulso de agendas públicas sobre el cuidado como una
estrategia para la igualdad de género y la equidad en el departamento
(@MesaEconomiaDelCuidadoAntioquia).
La Mesa de Cuidados del Área Metropolitana o Mesa de Cuidado Local
busca incidir e intencionar acciones públicas dirigidas a mejorar las
condiciones sociales de mujeres que destinan la mayoría de su tiempo
al cuidado, ya sea de un pariente o en condiciones laborales muchas
veces precarias. La articulación apunta al desarrollo de un sistema de
cuidados municipales para Medellín y el área metropolitana.
No obstante, ninguna de estas iniciativas parece incorporar de manera
integral y continuada las realidades transfronterizas derivadas del
envío de remesas para hacer frente a las necesidades de cuidado en
los hogares y en la comunidad ni a la transculturación de relaciones
personales, familiares y socio-comunitarias, incluyendo las relaciones
con la periferia rural, pilares centrales para los movimientos de avance
en la equidad social. Sin la dimensión transfronteriza de las migraciones
de las mujeres y el enfoque diaspórico de las organizaciones migrantes
97
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
Por hacer parte de grupos amplios como redes de mujeres y mesas de
trabajo, damos la enhorabuena a las propuestas de las secretarías de
las mujeres de Antioquia, áreas que, en consonancia con el momento
histórico que también atraviesa Bogotá, América Latina y el mundo,
están impulsando estudios que permitan perfilar políticas públicas que
favorezcan la calidad de vida y salud de las mujeres.
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
98
del sector cuidados se corre el riesgo de perder lo recorrido y de volver
a la casilla de salida.
Aprendizajes comunes
Los paraísos no existen, por eso es necesario inventarlos a la
medida de nuestros sueños, necesidades y capacidades
Lo que esperamos que suceda con lo que hemos hecho ocurrir a los dos
lados del Atlántico, y que hemos descrito en este trabajo, son procesos
de investiga-acciones que nos han llevado a reconstruir trayectorias
migratorias y de producción contrastada de conocimientos de alto
valor académico y organizativo. Estos lugares fueron delimitados en
casillas para situarnos frente a conocimientos, preocupaciones e
interacciones como parte de un grupo cuyas integrantes encarnamos
una acción investigativa transcultural, transfronteriza, transdisciplinar
y transgeneracional. Celebramos entonces vencer los obstáculos y
consolidar con este trabajo un grupo de investigadoras decoloniales de
las ciencias humanas y sociales cuya práctica se fue por las veredas
con el objetivo de recuperar una investigación vivencial, encarnada en
su propialógica, en su propiagogía.
Hemos vivido en cuerpo, letra y alma la desterritorialización (el
puente)
Esta situación nos ha hecho reinventar nuevas maneras de habitar el
mundo, nuevas maneras de investigar aprovechando las capacidades,
los viajes individuales y las preguntas colectivas, contrariando
el estribillo de no soy de aquí ni soy de allá, ya que las evidencias
reafirman que somos de aquí y somos de allá. Somos de donde
comemos y de donde ganamos para pagar los cuidados de nuestras
familias.
Nosotras respondemos económicamente por dos países, por dos
lugares/hogares, uno es al que llegamos y otro es del que salimos.
Así, entre impuestos, remesas y envíos, las mujeres desplazadas,
refugiadas y migrantes económicas, expulsadas del pueblo a la ciudad,
de ciudades a capitales y de estas a países y continentes, conformamos
un sur diaspórico hecho de cuerpos frontera e identidades múltiples.
Nuestro paraíso: habitar el derecho a lograr una vida de cuidados
y mantener la esperanza de la equidad social
Hablar desde la casilla de la terca esperanza es, en definitiva,
atrevernos a hacer propuestas inconclusas siempre, pero
concluyentes, ya que si no avanzamos en derechos de cuidado, es
posible que las violencias del pozo de la ciudad nos detengan y se
conviertan en cárceles, túneles o trampas crueles e insalvables
fronteras estructurales y simbólicas.
Evitar el laberinto es tarea compleja. Con las migraciones se generan
nuevas y mestizas geografías laborales donde se recrean y ofrecen
oportunidades económicas en torno a trabajos y empleos en el ámbito
de los cuidados y los servicios de proximidad. Aquí las mujeres pueden
“comerciar” con su fuerza reproductiva. Como se ve, este es un nicho
peligroso por hacer parte de lo privado y, por eso, es tan importante leer
con las lentes de la epistemología feminista resituando los cuidados
como un derecho humano fundamental cuyo costo debe figurar en
el producto interno bruto del país y redundar en beneficios de las
productoras de esa plusvalía en los lugares emisores y receptores de
mano de obra para el amplio y creciente sector cuidados. Siguiendo a
Nussbaum y Levmore:
Se trata de derechos esenciales inherentes a la propia idea de una
sociedad justa, en otras palabras, los derechos humanos básicos
(…) estos cuidados parecen un derecho básico, pero están lejos
de estar disponibles para todos (…) todos los cuidados son tan
importantes como los y las cuidadoras y agentes empleadores.
(2010, pp. 262–265)
Escoger cárcel o calavera parece una consigna de guerra, pero nuestra
disputa es interrogarnos sobre los regímenes de dominio familistas,
coloniales, mercantilistas y patriarcales que nos inmovilizan y, una y
99
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
Somos un cruce de fronteras simbólicas y concretas. Nosotras, las
mujeres migrantes, estamos moviendo el mundo.
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
100
otra vez, nos hacen volver a empezar, replantearnos nuevas rutas y
estrategias: ¿cómo podrían las migrantes resolver la crisis mundial de
cuidado? ¿Cuáles son, por ejemplo, los derechos en los estados del
bienestar de las mujeres migrantes y desplazadas que son cabezas
de familias y que trabajan en las tareas asignadas tradicionalmente
al “ama de casa” dependiente? ¿Los directos o los derivados? ¿Qué
vínculos legales protegen los derechos de estas mujeres? Resolver
estas cuestiones pasa por una reflexión conjunta de las sociedades
de un lado y otro de los estribos de la cadena global en torno a la
externalización de los cuidados y la desprivatización de los hogares.
Aquí en el jardín de las ocas, en Medellín y Bogotá en un estribo, y en
Madrid en el otro, es un buen momento para orientarnos hacia los
cuidados, en claves de tiempo/vida y espacio/territorio. Aprovechar el
desolador retrato que la pandemia del COVID–19 está mostrando para
generar políticas públicas que respalden el mundo de los cuidados y
cuide a las cuidadoras. La política pública puede ser una vía integradora
de territorios a través de familias con mujeres diaspóricas cabeza de
hogar, víctimas de violencias, desplazadas, migrantes, estudiantes y
activistas cuidadoras de la vida y la paz.
Nuestro jardín no puede florecer sin las Ocas, mujeres migrantes.
Sin las ocas no hay celebración de nuestros logros ni planeta
cuidado donde ser felices junto a otras especies
Al enfrentar la adversidad de la migración, las mujeres nos
encontramos con nuestro propio poder y con él nos reinventamos
para mover el mundo y franquear sus fronteras expulsoras. Hay
trabajos de cuidado, como el de interna, que no son deseables, pero
si son necesarios hay que hacerlos con las máximas garantías. Las
organizaciones de mujeres, feministas y de defensa de derechos
humanos deben mirar este eslabón para que las mujeres que se
sienten entrampadas, encadenadas, sin derechos y sufriendo abusos
puedan tener rutas de atención y capacitación si quieren cambiar
de trabajo. Es clave crear y apoyar el asociacionismo de personas
cuidadoras y que, a través de ellas, puedan acceder a las cajas de
compensación.
Las ocas en busca del paraíso perdido y prometido: suturar
geografías e historias coloniales
Para las mujeres que nos movemos con el fin de salvaguardar la vida
en tierras extrañas, un paraíso se parece a tener papeles, a tener un
contrato, aunque sea por el mínimo; en definitiva, un paraíso comienza
con tener dinero en los bolsillos, y el trabajo doméstico del hogar y
de los cuidados es una fuente de trabajo, un centro de explotación
que subvalora este trabajo, y también es, a la vez, un refugio por el
que pasamos muchas mujeres profesionales para conseguir con qué
sobrevivir “mientras tanto”.
Con la migración, las mujeres intentamos suturar heridas históricas que
se abren y cierran como las fronteras terrestres, ideológicas, de clase,
de género, de acceso al dinero. Las mujeres que nos vamos del pueblo
y del país somos mal vistas, mal imaginadas. Somos mujeres en lucha
huyendo hacia adelante como una respuesta lógica a una situación que
no se puede cambiar. Migrando, las mujeres reinventamos el mundo
que, a veces, hiere, pero siempre se sana cuando, poco a poco, se va
logrando avanzar casillas de lo que nos proponemos. Las mujeres
reinventamos rutas, trochas, caminos, veredas, somos movilidad, puras
vidas, emigramos para encontrarnos con nuestro propio poder de crear
paraísos para los pájaros de mismos y distintos plumajes.
101
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
movilidad humana. Análisis desde América Latina
Esta casilla de llegada de las ocas al paraíso designa una manera
de expresar en voz alta que se ha conseguido librar la batalla contra
la adversidad. Para las mujeres que se desplazan de sus hogares y
territorios de origen en busca de empleos que aseguren un ingreso
económico, los paraísos se pueden convertir en cárceles, pozos, nuevas
fugas, laberintos jurídicos y administrativos, pero también en puentes
y corrientes transfronterizas, en emprendedurías, nuevas identidades,
acentos y reconfiguraciones des y transterritorializadas.
Manifestaciones de la desigualdad a través de la
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