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Red global de cuidados y migraciones

2022, Red global de cuidados y migraciones desde el sur: cartografías de desterritorialización y localización global asociada a la provisión de servicios de cuidado en las ciudades de Medellín y Bogotá

Red global de cuidados y migraciones desde el sur: cartografías de desterritorialización y localización global asociada a la provisión de servicios de cuidado en las ciudades de Medellín y Bogotá

Red global de cuidados y migraciones desde el sur: cartografías de desterritorialización y localización global asociada a la provisión de servicios de cuidado en las ciudades de Medellín y Bogotá Capítulo 2 Red global de cuidados y migraciones desde el sur: cartografías de desterritorialización y localización global asociada a la provisión de servicios de cuidado en las ciudades de Medellín y Bogotá Inmaculada Lozano Caro1 Ángela María Botero Pulgarín2 Ana María Serrano Ávila3 Vanesa Botero Blandón4 1 Inmaculada Lozano Caro Grupo de investigación feminista transfronteriza de RED GENERA. Doctoranda en Antropología Social de la U. Autónoma de Madrid. Magíster en Género y Desarrollo de la U. Complutense de Madrid, en Migraciones y Relaciones Intercomunitarias de la U. Autónoma de Madrid, en SocioAntropología Lingüística del Español y las Lenguas Indígenas de la U. Nacional de Colombia, en Sexología y Género de la U. Rey Juan Carlos I y Fundación SEXPOL. Licenciatura en Filología Clásica de la U. Autónoma de Madrid. Correo electrónico: [email protected] 2 Ángela María Botero Pulgarín Grupo de investigación feminista transfronteriza de RED GENERA. Doctora en Ciencias Humanas y Antropología Social de la Universidad Autónoma de Madrid. Magíster en Migraciones y Relaciones Intercomunitarias. Asesora, docente e investigadora artivista sin fronteras. Correo electrónico: [email protected] 3 Ana María Serrano Ávila Grupo de investigación feminista transfronteriza de RED GENERA. Doctoranda en Humanidades y Estudios Sociales de América Latina de la U. de Alicante. Magíster en Gestión Pública de la U. Complutense. Economista de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Docente e investigadora. Correo: [email protected] 4 Vanesa Botero Blandón Grupo de investigación feminista transfronteriza de RED GENERA. Politóloga. Docente investigadora de la Facultad de Ciencias Administrativas y Económicas, Tecnológico de Antioquia. Correo electrónico:[email protected] Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 51 Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 52 Figura 1 La Terrapolítica con mirada feminista Nota. Imagen extraída de un proyecto precursor a este: De oca a oca migro y me cuido porque me toca. Fuente: Lozano, Caballero y Martín, 2016. Introducción: investigar jugándonos los cuidados de la vida a los dados E n el 2020, cuatro investigadoras de la Red Genera, procedentes de distintas disciplinas, iniciamos el desafío analítico y metodológico descrito en este texto. Dos radicadas en Colombia, con trayectorias migratorias académicas en ciudades europeas, y dos de experiencias académico-profesionales diaspóricas, pero radicadas mayoritariamente en Madrid. Nos reunimos en un grupo de discusión para enfrentar el complejo reto de hacer emerger una nueva configuración cartográfica de la geografía del capitalismo avanzado que trazan unos nodos entre ciudades y periferias (urbanas y rurales), que sigue las huellas de las cadenas globales de cuidado y no las rutas del capital global y financiero. Tres experiencias de investigación anteriores, desarrolladas entre 2009 y 2012, en Madrid, Barcelona y Murcia —las dos primeras ciudades con características de ciudad global y la última inserta en dinámicas agroindustriales locales y nacionales— respaldaron este viraje y sostienen este desafío. En aquellas experiencias, pese a las diferencias socioculturales y económicas de las regiones involucradas, se pudieron observar mecanismos similares en la gestión de las migraciones y los cuidados (Lozano, 2010; Lozano y Botero, 2011; Lozano, Caballero y Martín, 2016). • 1ª Dislocación. Describimos el proceso de investigación como la hoja de ruta de un juego: el tablero del juego de la oca, en donde las mujeres migrantes (ocas) nos ofrecen movimientos de avance y retroceso, de pérdidas y ganancias (capital de cuidados) en la partida de las cadenas globales de cuidados con las reglas del capitalismo. • 2ª Dislocación. Describimos una partida colectiva en la que cuatro exploradoras de la Red Genera nos ponemos en juego, de oca a oca, porque sentimos que nos toca aportar al entendimiento de los cuidados análisis críticos transfronterizos a través de ocho casillas de un mapa social de rutas migratorias del cuidado. • 3ª Dislocación. Nos situamos en dos geografías del sur global urbano: Medellín y Bogotá, para reflexionar sobre la mirada occidentalizada de los procesos de las cadenas de cuidado. Estas dos geografías fundidas en una misma cartografía son el tablero (ver Figura 1) que contiene casillas, ilustraciones de referencia a las realidades del cuidado, a edificios, hitos, lemas, símbolos urbanos que ya hemos transitado en otras geografías del norte global. 5 El capítulo toma prestadas herramientas pedagógicas y metodológicas, así como algunas ilustraciones, desarrolladas en los anteriores procesos y experiencias ya mencionados. 53 Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina Como integrantes de la Red Genera (www.redgeneraenlaces.es), vemos la necesidad de ampliar las luchas reivindicativas nacionales —en relación con el reconocimiento del trabajo doméstico y de cuidado— al de los problemas transnacionales de las migraciones de mujeres y sus vínculos con prácticas de implantación de lo global en contextos urbanos. Este capítulo5 es una apuesta de triple dislocación epistemológica en las formas de investigación y construcción del conocimiento: Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 54 Figura 2 Tablero Ciudad Global: patrón iconográfico Nota. Tablero extraído de un proyecto precursor a este: De oca a oca migro y me cuido porque me toca. Fuente: Lozano, Caballero y Martín, 2016. Nos inspiran las bitácoras literarias, académicas y vivenciales de migrantes. Especialmente, queremos jugar a la manera de Cortázar y Dunlop en Los autonautas de la cosmopista o un viaje atemporal París-Marsella (2016). Libro en el que los autores narran un viaje por la autopista del sur, un juego de treinta y tres días, con un reglamento riguroso autoimpuesto para que la experiencia se revelase no solo como la descripción de una ruta, sino como el develo de ciertos descubrimientos en el desplazamiento que se orilla de la autopista para situarse en los caminos y las visiones periféricas. Eso es exactamente lo que pasa con un juego: se crea “un territorio” que no existía antes del planteo de ciertas condiciones. Y el juego consiste en eso, en explorar ese territorio de posibilidades, ese “campo”, a partir de las condiciones impuestas. Repetimos: un campo que no existía hasta que no se crearon las reglas de ese juego, por lo que la regla, desde este punto de vista, no es el límite sino el punto de partida. (Pescetti, s. f., párr. 3) Tabla 1 Matriz del conocimiento situado PROPIAGOGÍA SOCIAL FEMINISTA DESCOLONIAL Conceptos cartográficos La partida de cadenas globales de cuidado. Referencias situadas en la realidad de género, migraciones y cuidados Tablero Cartografía de ciudades del sur global: Medellín-Bogotá. Casillas Localizaciones urbanas y enclaves de implantación de glocalidad. Ocas Ni cisnes (migrantes del norte) ni halcones (sujetos móviles predatorios) ni gansos (hombres migrantes). Las ocas son “patitas feas” de la epistemología sobre las migraciones, sujetos en rutas diaspóricas del cuidado. La experiencia se convierte en movimiento: el saber de las ocas. Dados Movimientos de avance: claves de descripción, explicación y transformación. 8 casillas La partida de cadenas globales de cuidado: aspectos destacados de la experiencia Salida Introducción a la investigación y metodología de comunidad de prácticas de aprendizaje. (Epígrafes) • Planteamiento de nuestro desafío de las cadenas globales. • Ruta metodológica. Orillarse de la autopista para situarse en las visiones periféricas o “dejar camino por (andar) vereda”. Puente Eslabones de la cadena de cuidados. Localizaciones: origen, destino y diáspora. (Epígrafes) • Otra cartografía de cadenas de cuidados: el problema del no lugar transnacional. Posada División internacional del trabajo: segmentación por género y etnia/procedencia migratoria. Contextos urbanos y vínculos rurales de periferia. 55 Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina Nuestro itinerario describe en una hilera de información y reflexiones en forma de 8 casillas (ver Figura 2) del juego popular de La Oca, un recorrido crítico en el que examinamos los conceptos y los marcos en los que se han descrito y analizado los cuidados, el género y las migraciones. Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 56 PROPIAGOGÍA SOCIAL FEMINISTA DESCOLONIAL (Epígrafes) • Primera clave de trans-territorialización de cuidados en localizaciones urbanas reunidas en cadenas de reproducción social: la feminización y etnificación en los circuitos cotidianos de supervivencia mundial. • La memoria del cuidado: crisis y aprendizajes. La economía del cuidado y la economía de mercado en sociedades industriales y postindustriales. Pozo La urbanización mundial, localización del capitalismo avanzado. Configuraciones sociológicas de las ciudades afectadas por cadenas de cuidados: subalternidades diaspóricas. (Epígrafes) • Segunda clave de trans-territorialización de cuidados en localizaciones urbanas reunidas en cadenas de reproducción social: multilocalización de los cuidados e indicios de glocalidad del sur, Medellín y Bogotá. • La memoria migratoria del cuidado: una historia fragmentada de las mujeres. Laberinto Empleo de hogar y de cuidados, estructuras familiares patriarcales hetero-parentales normativas. (Epígrafes) • Tercera clave de trans-territorialización de cuidados en localizaciones urbanas reunidas en cadenas de reproducción social: transnacionalización de las relaciones personales, familiares y socio-comunitarias. • La memoria migratoria del cuidado: cuidados y trabajo doméstico remunerado. Fronteras sexuales, rurales y raciales. Cárcel Procesos circulares y de difícil solución. Estrategias de inmovilidad. • Análisis multifuncionales de los eslabones de la cadena geográfica y estructural del cuidado. • Mujeres en marcha. Regímenes familistas y conciliaciones: encajes de bolillos. • Trabajo-cuidados-migraciones: ciudad-campo, urbanorural, internacional-interno. Calavera Replanteamientos globales, volver a la casilla de salida para hacer otros caminos y probar otras estrategias. • Estrategia de precarización extrema latente de las cadenas globales de cuidados. Jardín / paraíso de las ocas Conclusiones de esta partida en la que se ponen en juego múltiples perspectivas de análisis para entender las cadenas de cuidado. • CONCLUSIONES Contribución de migrantes al cambio social. Procesos organizativos. Aprendizajes Comunes. Nota. Matriz- índice del texto. Elaboración propia Casilla de Salida Planteamiento de nuestro desafío de las cadenas globales En este texto se describe una reflexión sobre los vínculos entre el crecimiento urbano global y las migraciones de mujeres para la provisión de servicios de cuidado desde la experiencia acumulada de investigación acción participativa, intervención socio-comunitaria y activismo político de una red de mujeres diaspóricas, transfronterizas y migrantes constituidas hace veinte años en Madrid: Red Genera. Este ejercicio de balance es también una invitación a indagar las huellas de las cadenas globales del cuidado situándonos en las geografías urbanas de origen, señalando los rastros que describen la transformación de la vida de mujeres migrantes y la supervivencia de sus hogares en un escenario escasamente descrito de implantación de economías globales: las ciudades del sur, concretamente, Medellín y Bogotá. El fenómeno de cadenas globales de cuidados se ha anclado a procesos relacionados con crisis de gestión y provisión de servicios de cuidado en los países centrales, y al análisis del desabastecimiento en los países periféricos, como vamos a describir más adelante. En pocas oportunidades los movimientos sociales han explorado de manera empírica la geografía privilegiada del capitalismo avanzado: la ciudad global, como una ubicación supranacional de gran relevancia en la generación de cadenas globales de cuidado. Aún menos, se han indagado en las relaciones de las migraciones de mujeres a diferentes escalas y direcciones geográficas más allá de las dinámicas socioeconómicas nacionales. En esta ocasión queremos reconocer las huellas del capitalismo extractivista globalizado en los movimientos 57 Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina PROPIAGOGÍA SOCIAL FEMINISTA DESCOLONIAL Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 58 de mujeres entre ciudades, de diferente estatus global, y el papel de las migraciones del campo a la urbe en esta localización sur concreta. Utilizamos las herramientas del análisis transnacional para entender las cadenas de cuidado en estas ciudades del sur global desde una perspectiva trans-territorial que nos permita observar lo que de común tienen los movimientos migratorios de las mujeres, sean migraciones internas o internacionales. Ruta metodológica. Orillarse de la autopista para situarse en las visiones periféricas o “dejar camino por (andar) vereda” El primer ingrediente metodológico usado para la construcción del texto, como regla autoimpuesta en el juego, son las experiencias personales de migración transnacional vividas por las investigadoras. Experiencias que fueron compartidas en conversaciones en profundidad y desarrolladas dentro del espacio del grupo académico feminista y transfronterizo Aquelarres ‘ocarinos’: descolonizando los cuidados. El punto de partida, por lo tanto, somos nosotras mismas y, especialmente, los caminos académico-activistas de Inmaculada Lozano Caro y Ángela Botero Pulgarín, fundadoras de la Red Genera, espacio desde el cual se completa e inscribe la elaboración de este escrito, dentro de esa alquimia feminista que propone teorizar a partir de las experiencias individualizadas y colectivizadas que se han reflexionado en profundidad y en doble vía, por medio de las cuales se apropian, se legitiman y se hacen visibles realidades que no se nombran desde los marcos epistemológicos más universalizadores y ortodoxos. El segundo ingrediente que entra a potencializar y a formar una amalgama de historias de vida son las conversaciones, también en profundidad, sostenidas con cuatro mujeres campesinas que migraron desde sus lugares de origen a ciudades como Medellín y Bogotá para trabajar en servicios domésticos. De un lado, están las historias de Lilia y Marina, mujeres nacidas en el seno de una familia campesina boyacense quienes, por razones como el matrimonio y la búsqueda de mejores posibilidades laborales, migraron a Bogotá, en donde realizan trabajo doméstico. De otro lado, están Ana María, quien Adicionalmente, y como tercer ingrediente, esas experiencias se cruzan y triangulan con construcciones teóricas y epistemológicas presentadas en artículos, libros e investigaciones de académicas reconocidas dentro del estudio de la economía y las cadenas del cuidado. Este contrastar los relatos de vida con las construcciones académicas es un camino para legitimar las historias de vida como una forma de generar y visibilizar saberes y sentires populares; es un ejercicio de reflexión que busca aportar, como expresa el proverbio, un grano de arena a la comprensión de un fenómeno que afecta la vida de millones de mujeres. Casilla PUENTE Otra cartografía de cadenas de cuidados: el problema del no lugar transnacional Nuestras experiencias diaspóricas, discontinuas y prolongadas, de tránsitos entre Medellín/Bogotá/Madrid nos fue revelando que estas ciudades colombianas ligaban algunas estrategias liminares de organización de cuidados con la experiencia migratoria. En estos ires y venires, nos fuimos percatando de que los nexos excedían las dinámicas nacionales de explotación del trabajo de cuidados de mujeres migrantes, en las sociedades del norte global, en detrimento de los vacíos de cuidado generados por la ausencia de estas mujeres en las sociedades del sur. De este modo, nos interrogamos sobre los diferentes escenarios que se articulaban en las vivencias de las cadenas globales de cuidado. 59 Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina inmigró desde Dabeiba, y Liliana, quien lo hizo desde Urrao, Antioquia. Ambas migraron en dirección a Medellín, ciudad en la que ingresaron a trabajar en labores del cuidado y domésticas como internas en casas de familia. Estas experiencias vitales de migrantes locales comparadas y analizadas junto con las transnacionales conforman el insumo principal para la elaboración de las reflexiones desarrolladas en este capítulo. Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 60 Tomamos las pistas epistemológicas de Saskya Sassen (1991, 2003, 2007, 2010, 2013, 2019) que describen el concepto de ciudades globales como centros de comando mundial de capitales y servicios internacionales, pero dislocamos territorialmente sus categorías para investigar qué papel tienen las ciudades de Medellín y Bogotá en el mantenimiento de las condiciones de precarización de las cadenas globales de cuidados. Las ciudades globales son redes transterritoriales financieras, culturales y de servicios donde se marca una importante diferencia con otros espacios urbanos. Una de esas diferencias es la intensa demanda de mujeres migrantes en servicios de hogar y cuidados, junto con el sector hotelero y turístico, para cubrir las necesidades de otros tipos de sujetos del movimiento global: viajeros que buscan viajes exóticos, hombres de negocios, profesionales del deporte y la cultura, entre otros muchos sujetos que atraviesan los centros urbanos. El cruce de la mundialización de la provisión de cuidados y la internacionalización de fórmulas de violencia da lugar a un entramado de cuerpos feminizados y racializados atrapados en opacidades generadas por las fronteras coloniales y mercantiles de sociedades occidentales que se extienden a otras latitudes urbanas periféricas de manera recursiva. Al situar el empleo doméstico y los hogares diaspóricos en las ciudades del sur global, como Medellín y Bogotá (ver Figura 3), apuntamos a la doble naturaleza de ser lugares de origen (migración sur-norte) y lugares de destino (migraciones sursur). Esta doble naturaleza asienta características de integración global en la geografía opaca del capitalismo avanzado. Esa opacidad complejiza el hacer emerger la geografía humana transfronteriza en la que transcurre la vida urbana, altamente precarizada, de ciertas poblaciones migrantes. Nota. La figura indaga sobre la pregunta: ¿Qué es la ciudad global? Fuente: Elaboración propia a partir de Lozano, Caballero y Martín (2016); y Sassen (1991). Así, situamos nuestros análisis desde una perspectiva transnacional que hace emerger al menos tres tipos de hogares y sus entornos: de origen, de destino y diaspóricos. Tomamos el diapasón del diamante del bienestar que nos proponen Evens, Pilj y Ugenson y lo sintonizamos en clave transnacional para mapear los agentes involucrados en la organización social de los cuidados (ver Figura 4). Se consideran como transnacionales aquellas prácticas y/o actividades realizadas de forma social, no dirigida por la clase política, que implica a personas de diferentes naciones o estados (Portes, 2001). 61 Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina Figura 3 Tablero de ciudad global: cartografía de Medellín. Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 62 Figura 4 Diamante transnacional del bienestar Nota: La figura muestra las 4 dimensiones del paradigma del diamante del cuidado. Fuente: Elaboración propia a partir del diamante del bienestar de Evens, Pilj y Ugenson (como se citó en Salvador, 2007, p. 9). Es en este escenario resultante donde vemos las dificultades de nombrar las intersecciones y dar cuenta de los procesos de las cadenas de cuidado que escapan de las teorías macroeconómicas de la modernización a las decoloniales de la dependencia. Los impactos en la vida liminar de las mujeres migrantes, cuando ocupan posiciones diaspóricas en circuitos urbanos, quedan fuera de la consideración de los agentes de origen y destino responsables de la reproducción social —estados, mercado, tercer sector y redes sociales—, por ello no existen canales a los que acudir e interpelar para garantizar sus cuidados. Optamos entonces por zambullirnos en teorías antropológicas de articulación —teoría transnacional o de articulación de redes— para analizar desde realidades intermedias —comunidades, enclaves étnicos, hogares, etc.— y fronteras conceptuales —hombre-mujer, mercadoestado, público-privado, entre otros binarismos— de los vínculos entre las ciudades del norte y del sur global en la estrategia de precarización A continuación, abordamos la feminización y etnificación en los circuitos globales, la primera de las dos claves para entender la división internacional del trabajo y los reajustes de esta urbanización global. Necesitamos comprender, en principio, el funcionamiento del empleo de hogar, la economía del cuidado y las cadenas de cuidado. Estos paradigmas constituyen pilares para la creación de una localización transfronteriza en una ciudad aspirante a conformar un nodo del sistema global. Casilla POSADA Primera clave de trans-territorialización de cuidados en localizaciones urbanas reunidas en cadenas de reproducción social: la feminización y etnificación en los circuitos cotidianos de supervivencia mundial Esta clave es una casilla de avance de dado a dado, tiro porque me ha tocado, debido a que designa una realidad que ha emergido al aplicar enfoques interseccionales de género, etnia y migraciones. La feminización y etnificación en los circuitos cotidianos de supervivencia mundial generan una suerte de difracción de la reproducción de la vida y de los cuidados. La división internacional del trabajo incita la expulsión y la desterritorialización migratoria proyectando una cartografía disruptiva entre el origen y destino de los sujetos involucrados en los procesos de cuidado propio y ajeno. En la estrategia transnacional de la globalización de la fuerza de trabajo femenina se combinan sectores informales y formales vinculados a sectores de la dependencia y cuidado de la vida humana. Las tareas regularizadas cubren servicios de salud (enfermeras y cuidadoras), educación (maestras), limpieza e higiene (empleadas de limpieza), belleza (peluqueras), hogar 63 Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina extrema latente de las cadenas de cuidados, la cual se oculta en calificativos como “nuevas proveedoras”, “mujeres con autonomía”, “inversoras, agentes de desarrollo”, entre otras designaciones de empoderamiento derivadas de discursos de epistemologías coloniales. Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 64 (asistentas), tareas administrativas (secretarias), ocio y tiempo libre (masajistas, azafatas…). Los servicios domésticos y los de proximidad (prostitución y servicios sexuales) permanecen en la desregulación (Sassen, 2003). Aquí perfilamos el primer enclave cartográfico de nuestro trabajo: dar cuenta, desde los análisis históricos de las crisis y aprendizajes de la economía de los cuidados, de las narrativas de las migrantes y las personas de enlace con la sociedad de origen, de los mecanismos del trasvase internacional de la distribución de roles raciales, sexuales y genéricos en la segmentación laboral del capitalismo postindustrial. La memoria del cuidado: crisis y aprendizajes. La economía del cuidado y la economía de mercado en sociedades industriales y postindustriales Con el advenimiento de la sociedad industrial se gestó el sistema de género moderno, que se consolidó en occidente en el siglo XIX, y el cual vino acompañado de cambios en el trabajo doméstico con respecto a las sociedades preindustriales. Este sistema de género se apalanca en un discurso de la domesticidad que situaba a las mujeres en el hogar y les asignaba como identidad ser madres y esposas, al tiempo que desplegaba un discurso de la masculinidad que erigía a los hombres como ciudadanos y proveedores (Nash, 2012). De este modo, el trabajo doméstico se fue configurando como un atributo natural de las mujeres, siendo asumido cada vez más por las mismas, sin remuneración dentro de los hogares (Federici, 2013). Por su parte, “desde finales del siglo XVIII, el pensamiento económico, al asociar progresivamente el trabajo al mercado y al salario, contribuyó de manera muy decisiva a la desvalorización económica del trabajo doméstico” (Borderías, Carrasco y Torns, 2011, p. 22). Las mujeres pasaron de considerarse trabajadoras a improductivas y dependientes del proveedor. Estos discursos en torno a “los sexos” fueron proyectados por los criollos en América Latina y el Caribe durante la colonización (Pagès, 2013). Pese a que siempre existen estudios pioneros, o a que las discusiones toman características propias en distintos lugares y temporalidades, se puede decir que, en términos generales, los cuestionamientos teóricos Se fue modelando así la acepción más actual del concepto de cuidados, según la cual, “el cuidado alude al conjunto de actividades, ya sean remuneradas o no remuneradas, destinadas al bienestar de las personas. Estas labores implican un apoyo multidimensional: material, económico, moral y emocional” (Marco y Rico, 2013, p. 29). También se fue ampliando la noción de ciudades para incluir aquellos servicios sociales que no se desarrollaban al interior de los hogares como los servicios estatales de salud o educación. Además, los cuidados fueron vistos ya no como una necesidad de algunos, sino de la sociedad en su conjunto. “Rechazar los cuidados es rechazar la vida misma. En este sentido, el cuidado tiene una doble dimensión: por una parte, es un derecho de cada una/o, y por otra es una responsabilidad colectiva” (Carrasco, 2017, p. 65). Por supuesto, el ir ampliando el concepto de lo físico a lo emocional no ha estado alejado de dificultades. El tratar de definir a qué se hace referencia cuando se habla de cuidados no ha estado exento de conflictos y contradicciones que hacen que abarcar el concepto en su totalidad sea una tarea compleja. De igual forma, los temas tratados por las y los interesados en las cuestiones del cuidado son múltiples: estado de bienestar, políticas públicas, regulación del servicio doméstico, entre otras. La conceptualización en torno a los cuidados no es lineal, ha ido y vuelto, con rupturas y continuidades, desde distintas perspectivas. Por lo cual, en este texto se concentrará en algunos aspectos claves del desarrollo teórico de la economía del cuidado en su relación con las movilidades de las mujeres, ampliando el ejercicio de comparación de 65 Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina y políticos precursores en torno al trabajo doméstico se dieron a finales de la década de 1960, principalmente provenientes desde sectores feministas. Uno de los conceptos clave desarrollados en este período fue el de trabajo reproductivo y su relación con el trabajo productivo, en el que el primero tendría como propósito reproducir el segundo, es decir, la fuerza de trabajo. Subsiguientemente, en las décadas de los ochenta y noventa, se fue afirmando la necesidad de trascender el énfasis únicamente en el trabajo doméstico, o aquellas actividades necesarias para la subsistencia física de las personas, e ir incorporando los sentimientos y relaciones vinculados a las distintas tareas. Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 66 la migración endógena rural y transnacional, y localizando experiencias en España y Colombia. Casilla POZO Segunda clave de transterritorialización de cuidados en localizaciones urbanas reunidas en cadenas de reproducción social: multilocalización de los cuidados e indicios de glocalidad del sur, Medellín y Bogotá La dimensión transfronteriza de las relaciones personales, familiares y socio-comunitarias nos ejemplifica la clave de transnacionalización de las relaciones y, de esta manera, forja innumerables retos que vehiculan agendas locales y estatales de equidad social en las políticas públicas radicadas en geografías discontinuas y disruptivas. En este sentido, nos abren campo de investigación en la glocalización y la sociología global como nos señala Sassen: Los espacios urbanos poseen la capacidad de crear nuevos sujetos e identidades que no serían posibles en, por ejemplo, las zonas rurales o en países en general dominados por normas diferentes… La gran capacidad de la ciudad es el urbanizar la subjetividad y el sujeto más allá de diferencias de origen, religión, clase. Y la modalidad es irónica: urbanizar al sujeto permite la coexistencia de todas estas diferencias en lugar de su eliminación o represión porque todos comparten esa urbanidad, no importan las otras diferencias. (2013, p. 22) Desde este enfoque de reajuste de la urbanización global, encontramos nuevas configuraciones y posibilidades de análisis de los cuidados en ciudades emergentes desde una perspectiva desterritorializada que considere las migraciones. cuidado: una historia El moverse entre lugares es parte de la historia de la humanidad; sin embargo, las características de los procesos migratorios cambian en el tiempo y en el espacio. Para principios del siglo pasado entre el 85 y el 90 % de los habitantes del mundo vivían en la ruralidad (Rudolf, 2003), mientras que en la actualidad poco más de la mitad reside en áreas urbanas. Este proceso de urbanización ha sido especialmente vertiginoso en América Latina y el Caribe, en donde aproximadamente el 80 % de la población vive en centros urbanos (Rodríguez, 2017). Dicho crecimiento supera por mucho el aumento que podría esperarse de la reproducción social de los habitantes de las ciudades y es explicado, en parte, por el alto flujo de migración desde la ruralidad a las urbes de la región (Elton, 1978). El foco de los estudios rurales en las décadas de los 60 y 80, tenían una importante presencia en la región, y con ellos la cuestión de la migración rural-urbana, la cual ayudó, igualmente, a configurar las ciudades latinoamericanas. Pero en los estudios migratorios de la época y sus distintos enfoques —modernizador, neoclásico, del equilibrio, etc.— era poca la atención que se le prestaba a las experiencias de las mujeres, quienes eran vistas, simplemente, como acompañantes de los hombres. Según Herrera: En general, en estos estudios, las migraciones son analizadas como trayectorias individuales masculinas articuladas a estrategias familiares en las cuales las mujeres, las relaciones de género y las diferencias generacionales son tomadas como variables neutras, que se acomodan a esta lógica colectiva pero que no necesariamente son significantes de relaciones de poder y desigualdad. (2012, p. 40) 67 Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina La memoria migratoria del fragmentada de las mujeres Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 68 Esto a pesar de que, en Latinoamérica, como muestran Soto, Soto, González y Dobrée (2016): (…) durante el período comprendido entre las décadas de los cincuenta y los setenta, el número de mujeres migrantes igualó o incluso superó la cifra de hombres, según fuentes estadísticas de diversos países del continente (FLACSO, 1980). (p. 18) A partir de los 70 se empezó a identificar a las mujeres migrantes en su rol de trabajadoras y las escasas investigaciones desarrolladas al respecto centraron su análisis en el mercado laboral (Ariza, 2000). Por ejemplo, en 1978, Charlotte Elton, al analizar los movimientos migratorios de la región —incluida Colombia— en las últimas décadas y la mayor presencia de mujeres en estos planteaba, entre otras cosas, que los cambios implantados por los modos de producción capitalista en la agricultura afectaron a las mujeres, quienes regularmente se hacían cargo de tareas domésticas y de cuidado no remunerado, de la agricultura de subsistencia o de la producción local de algunas mercancías como vestuario, convirtiendo en ingresos económicos sus actividades de producción doméstica. Estas destrezas aprehendidas en lo cotidiano son útiles para encontrar oportunidades laborales en pueblos y ciudades desempeñándose, por ejemplo, en el servicio doméstico, costura y cuidados. En este análisis de la migración rural-urbana de dicho período se logra entrever la importancia de la división sexual del trabajo para entender los movimientos de las mujeres. En la actualidad, la alta concentración de población en áreas urbanas ha hecho que el peso de la migración rural-urbana decaiga en comparación con la diáspora en zonas urbanas. No obstante, la primera sigue estando presente en la región, en donde la ruralidad sigue expulsando mayormente a las mujeres (Rodríguez, 2017), en gran parte por las difíciles condiciones de subsistencia allí presentes, lo que ha conllevado a una “desfeminización” de la ruralidad. Este fenómeno regional también ha tenido lugar en el contexto colombiano (ver Figura 5), pero con características propias, las más prominentes de ellas son las que se relacionan con la violencia social y política y con el conflicto armado interno de más de medio siglo, el cual ha afectado con mayor fuerza a las zonas rurales y ha provocado Figura 5 Proporción de población urbana y rural en Colombia. Proporción de población urbana y rural. Intercensales 1938-2018 80% 70% 60% 50% 40% 30% 20% 10% 0% Proporción de población urbana y rural por sexo, 2018. 100% 80% 60% 40% 20% 0% 1938 1951 1964 1973 Cabecera 1985 Resto 1993 2005 2018 Población urbana Población rural Mujeres Hombres Nota. Estadísticas de la población rural y urbana por sexo. Fuente: Elaboración propia a partir del informe del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE, 1993, 2020a, 2020b, 2020c). La necesidad de estudiar las características propias de la migración femenina se fue instaurando con mayor fuerza entre las décadas de los ochenta y los noventa. Esto en gran medida a la feminización de las migraciones hacia el norte movidas por el advenimiento de la crisis de los cuidados. Desde entonces los estudios sobre mujeres y migraciones se han ampliado y complejizado, incorporando nuevas temáticas de forma interdisciplinaria, teniendo en cuenta las experiencias diferenciales de las mujeres e interseccionalizando el género, la clase, la etnia, etc. (Ariza, 2000). Diversas condiciones sociales, económicas y demográficas que tuvieron lugar a partir de 1970, como el crecimiento económico, la reducción en la fecundidad, o la mayor cobertura del sistema educativo, entre otras, llevaron a que España pasase, progresivamente, de ser un país de emigración a uno de inmigración para la década de 1990. La nueva población migrante era proveniente, en gran medida, aunque no 69 Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina el desplazamiento de millones de personas, más de la mitad de ellas mujeres (Unidad para la Atención y la Reparación Integral a las Víctimas, 2020). En el país, las migraciones voluntarias y forzadas se han sobrepuesto y la distinción entre unas y otras se ha vuelto difusa. Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 70 de manera exclusiva, de países latinoamericanos (Cerrutti y Maguid, 2010; López de Lera, 1995). Este cambio en el sentido de los flujos migratorios, suscitado en la segunda mitad del siglo XX, fue común a varios países europeos, aunque con ligeras diferencias temporales. Por su parte, Colombia, que arrastraba una historia de exclusión, desigualdad, violencia y debilidad institucional, enfrentó a finales de la década de los noventa una profunda crisis económica que debilitó la ya precaria capacidad del país de absorber la creciente demanda de trabajo de la población activa, conllevando, entre otras cosas, a la expulsión de miles de colombianos que emigraron en búsqueda de oportunidades laborales y económicas, siendo uno de los principales destinos de acogida España (Garay y Medina, 2009). Con anterioridad, el país ya había tenido olas de migración al exterior, principalmente hacia Estados Unidos y Venezuela; sin embargo, esta fue la diáspora más numerosa y concentrada conocida hasta entonces. Así, las condiciones en los lugares de origen y destino estimularon el aumento de la migración colombiana a España, incluyendo la inmigración femenina. En la década de 1990 la población latinoamericana fue el primer grupo de migrantes transnacionales que alcanzaron la paridad de género (UNFPA, 2006). Esta tendencia se mantenía cuando el lugar de destino era España (Oso, 2018). Aunque ya hacían parte de los movimientos migratorios con anterioridad, los estudios en la materia no daban cuenta de las características propias en que se desplegaba la movilidad de las mujeres. Hasta la década de 1980, con limitadas excepciones, la producción académica sobre migraciones se centraba en los varones como experiencia universalizable. Posteriormente, debido al incremento de las mujeres en los flujos diaspóricos, e incentivados por los desarrollos teóricos feministas, fueron proliferando investigaciones situadas en las vivencias de las mujeres que integraron el enfoque de género a los marcos analíticos para entender los flujos migratorios (Tapia, 2011; Palacios, 2016). No se trataba solo del número de mujeres migrando, sino de entender las especificidades propias de estos movimientos que tenían lugar dentro de las relaciones sociales de género. La perspectiva de género, desarrollada en años recientes, permitió entender la migración de las mujeres como un fenómeno social diferente de la movilidad espacial de los varones. Tal perspectiva ha propuesto que la migración de mujeres responde a influencias económicas, sociales y culturales vinculadas con la construcción social de lo masculino y lo femenino, y que afecta y es afectada por las relaciones de género (Szasz, 1999). (Olivera y Sánchez, 2008, pp. 248-249) Estos dos tipos de migración —transnacional e interna— han sido principalmente estudiados de forma separada, pese a mantener similitudes y continuidades entre ellas. Aunque los flujos migratorios tienen múltiples direcciones, toman diferentes formas, se inscriben en distintos contextos y obedecen a variadas motivaciones; en el presente texto se analizan las semejanzas y puentes de comunicación que la categoría economía del cuidado tiene entre los movimientos transnacionales e internos en los que confluyen las experiencias de mujeres que se mueven hacia las ciudades, a través del cruce entre la teoría y las experiencias de vida de mujeres migrantes con quienes se ha conversado. El concepto de las cadenas mundiales de afecto y asistencia, descrito originalmente por Hochschild (2001), nos acerca a los vínculos transnacionales de transmisión de bienestar a escala individual. Al rastrear a los otros agentes corresponsables de los cuidados, a ambos lados de la trama migratoria de las mujeres, nos surgen preguntas tales como: ¿qué diamante de la organización de los cuidados prima en el espacio transfronterizo?, ¿son las experiencias diaspóricas invisibles para agentes anclados en las dinámicas de organización social estatal? Kofman y Raghuram (2009) aseguran que hay una cuádruple forma de ver a las personas migrantes en relación con los cuidados, desde la óptica de los Estados, pero que solo las dos primeras suelen recibir atención (ver Figura 6). Hay una composición jerárquica entre las personas que reciben el afecto y la asistencia (“servidas”) y las que los suministran (“servidoras”). Sassen ha nombrado esta situación Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 71 Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 72 como “nuevas clases de servicio” (Sassen, 2007). La imposibilidad de poder elegir entre cuidar o no cuidar es una forma de explotación y de violencia estructural contra las mujeres migrantes. Figura 6 Personas migrantes involucradas en las cadenas globales de cuidado y derechos asociados al cuidado. Trabajo SÍ REMUNERADO (1) personas que migran como cuidadoras D E R E C H O A Derechos laborales R E C I B I R (2) quienes migran y dejan responsabilidades de cuidados detrás C U I D A D O S Elegir SÍ ciudar Elegir NO ciudar (3) quienes emigran y llevan responsabilidades consigo Derechos migratorios (4) quienes migran y tienen necesidades de cuidados Trabajo NO REMUNERADO Nota. La figura explica la relación entre las cadenas globales de cuidado y los derechos asociados al cuidado. Fuente: Elaboración propia a partir de Kofman y Raghuram (2009). Nosotras ponemos atención a estas relaciones desatendidas en el marco de las cadenas globales de cuidado. Por eso centramos nuestro análisis en la relación 3 y 4 del gráfico anterior; de esta forma, podemos interpelar a los agentes sociales que deberían asumir la responsabilidad de este descuido. Los estados de origen y destino escasamente se ocupan de los cuidados de las personas que emigran y de quienes las acompañan; menos aún, de quienes tienen o han adquirido en el proceso migratorio necesidades de cuidado. Es importante dar rango de derecho al cuidado y, por tanto, los estados deben ser quienes, desde sus políticas públicas, garanticen estos derechos. Tercera clave de transterritorialización de cuidados en localizaciones urbanas reunidas en cadenas de reproducción social: transnacionalización de las relaciones personales, familiares y socio-comunitarias Uno de los puntos de partida de la construcción teórico – práctica de esta propuesta de investigación está enmarcado en el trabajo desarrollado, por más de 20 años, por la Red Genera. Genera ha sido una organización de apoyo a las mujeres migrantes del sur global que han llegado a España, ya sea como migrantes económicas, refugiadas y/o exiliadas políticas. En otras palabras, ha trabajado mano a mano con mujeres que han sido expulsadas de sus lugares de origen por “los diversos sistemas en juego: económico, político, social y biosférico” (Sassen, 2019, p. 237), y que forman un eslabón más de la cadena o red de cuidados globales dentro de las ciudades también globalizadas. Este trabajo desarrollado se puede ver en publicaciones como De oca a oca, migro y cuido porque me toca (Lozano, Caballero y Martín, 2016). De este documento retomamos parte de la fórmula expositiva y analítica de las cartografías del cuidado global que cobran vida en el juego de la Oca, y que, en el presente trabajo nos guía en el análisis para situarnos en dos geografías del sur global: Medellín y Bogotá, que son al tiempo lugar de destino y origen. Al examinar la economía del cuidado en estos lugares desde una perspectiva transterritorial podemos observar los puntos en común que surgen entre las migraciones internas e internacionales encarnados en las mujeres migrantes y, por lo tanto, nos permite también utilizar algunos de los elementos de análisis de los que se ha valido la transnacionalidad para entender las condiciones de precarización de las cadenas de cuidado desde el norte global. Así esta investigación se presenta como un antecedente y un continuum que nos ayuda a comprender estas realidades desde ciudades emergentes del sur. Estos elementos están ligados a los procesos diaspóricos de la organización social de los cuidados y sus efectos en estructuras de relación personal, familiar y comunitaria. 73 Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina Casilla LABERINTO Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 74 La transnacionalidad ha afectado de manera notable la subjetividad de las personas migrantes y también los enclaves familiares y socio-comunitarios debido a las redes sociales y a las cadenas de vínculos de afecto y cuidado generados (Portes y Böröcz, 1992). ¿Qué relaciones de dominio prevalecen en los intercambios de cuidados en la dimensión transnacional?, ¿son intercambios de interés con una fuerte desigualdad social entre mujeres, autóctonas y migrantes?, ¿o una táctica de mantenimiento de células familistas de organización social nacional de los estados del norte global?, ¿o una reorganización de formas de convivencia y subjetividad social y política en el marco de una sociedad urbana transfronteriza del capitalismo avanzado? Estas cadenas de afecto y cuidado se organizan desde la composición jerárquica, y cada una varía en el número de eslabones. Los hombres y las mujeres desempeñan roles distintos dentro de las cadenas, siendo los hombres, generalmente, beneficiarios de los cuidados, mientras que las mujeres son las proveedoras y/o gestoras de estos. Las tensiones de negociación y los dilemas de las mujeres migrantes marcan las principales tendencias de trabajo en este espacio, reduciéndose a una cuestión de negociación interpersonal o interfamiliar y obviando los grados de responsabilidad mayores de otros agentes sociales en esta negociación (estados, empresas, ONG, etc.) Las formas de proveer cuidados personales, de conciliar tareas domésticas o de cuidado intensivo a dependientes, en las parejas o en las familias, han generado diversidad conceptual y funcional en las uniones familiares: • “Hogares sin esposo”: cuando las mujeres migrantes son proveedoras principales en origen y jefas principales de familia. • “Hogares sin esposa”: en el que mujeres autóctonas se insertan en los mercados laborales y tienen que externalizar los cuidados en una empleada de hogar. Pero los “hogares sin esposo” y los “hogares sin esposa” no son las únicas fórmulas de distribución de los cuidados globales: uniones sin hogar, familias de diversas composiciones, de hecho, o de derecho, entre otras (ver Figura 7). Nota. La figura describe una de las situaciones que se presentan con las migraciones, relatada en un grafiti callejero. Fuente: Pérez Orozco y López Gil (2011). Estas nuevas formas conllevan también diferentes métodos para la gestión de los conflictos asociados a los cambios. Todos estos escenarios de reajuste provocan muchas tensiones o conflictos no resueltos entre las personas, las parejas o en las familias, y es frecuente que se trasladen a la relación laboral de las cuidadoras migrantes, a la relación filial de las cadenas de cuidado o a su relación de pareja. Numerosos interrogantes interpelan las realidades migrantes atravesadas por múltiples fronteras: ¿Otras maneras de ser extranjera? ¿migrantes inapropiables, nómadas, mestizas? ¿Otras familias no normativas? ¿Familia transnacional? ¿Otros hogares sin jefatura? ¿Otras comunidades interculturales, otros circuitos migratorios y otras comunidades transnacionales? La subalternidad se proyecta en muchos niveles (ver Figura 8). 75 Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina Figura 7 Cadenas de cuidado Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 76 Figura 8 Subalternidades migrantes Nota. Imágenes de la Revista Maternidades Migradas. Mujeres con voz. Edición: Norma Vázquez. Licencia Creative Commons. Fuente: Elaboración propia. Ese continuo flujo de intercambio migratorio de las cadenas también se ha alimentado de bienes, servicios e información. Algunas de las estructuras en las que se desarrollan las relaciones son los grupos transnacionales de parentesco, los cuales han sido poco estudiados fuera del instrumento de las remesas. La migración se vincula generalmente con procesos de “desocialización” para el sujeto que emigra y de fragmentación del núcleo familiar (Gregorio, 2013). La perspectiva de cadenas mundiales de afecto y asistencia describe habitualmente las relaciones como problemáticas, tanto las de pareja como con los y las hijas que permanecen en el lugar de origen (Hochschild, 2001). En nuestra experiencia, las familias se emparentan también vía las cadenas de cuidado, donde intercambian diferentes capitales económicos y sociales. Las diferencias culturales y sociales en las conceptualizaciones y vivencias de la familia en los contextos de destino y de origen constatan nuevos significados en las • En el lado positivo, el incremento de autoestima, autonomía y estatus en la familia cuando son las proveedoras principales de recursos para sus familias y para la comunidad. Muchas instituciones sociales las visualizan como emprendedoras con capacidades de administrar los capitales sociales y culturales de distintas sociedades. • En el lado negativo, las mujeres experimentan múltiples discriminaciones en el espacio interseccional de la transnacionalidad. En el “aquí” cronificándose en yacimientos de empleo precario (Parella, 2004), donde la exposición a condiciones de violencia sexual, explotación y acoso es alta; y en el “allí” quedando en riesgo de explotación y extorsión en sus entornos de origen. Los primeros estudios realizados en torno a la transnacionalidad establecieron la categoría “familia transnacional” como eje nuclear cambiante de las relaciones sociales. Sin embargo, hay un importante porcentaje de mujeres solteras, separadas y/o divorciadas, lesbianas, transexuales migrantes que suelen dejar a sus hijos e hijas, u otros dependientes a cargo de otras personas —abuelas u otras mujeres de la familia, vecinas, amigas, etc.— (Sørensen y Guarnizo, 2007). ¿Estas cadenas se transforman en otras fórmulas de funcionamiento familiar?, ¿reproducen la familia nuclear?, ¿hasta qué punto es posible clasificar las prácticas transnacionales separando el afecto familiar de otros afectos, compromisos y fines? Las mujeres migrantes empleadas como cuidadoras se encuentran con situaciones de maternidad complejas, tanto en su ejercicio cotidiano como en la consideración o valoración social. Las historias de vida sobre maternidades migradas están pobladas de hitos de violencias que tiene su origen en los discursos sobre las “buenas y malas madres”. Este hecho es completamente diferente en el caso de las paternidades transnacionales. Autores como Mummert (2010) o Rodríguez (2011) desarrollan trabajos que llaman la atención sobre las paternidades 77 Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina familias transnacionales (Tarducci, 2008). Estos cambios no siempre comportan aspectos positivos en términos de equidad en las formas de negociación de roles. Las mujeres migradas en contextos familiares experimentan ambivalencias: Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 78 y maternidades transnacionales con categorías como “crianza a distancia” o “padres astronautas”. Son muchos los estudios que han versado sobre los sentimientos de culpa maternos por los largos periodos de ausencia de las mujeres. Madres, hijas, amigas o parejas experimentan esa sensación de separación culposa. En relación con la vivencia de esta separación experimentada desde los y las menores, investigaciones señalan que los costes negativos se suelen contrarrestar con los beneficios económicos y la promesa de reagrupación para sentirse partícipes también del proyecto migratorio. Otras investigaciones plantean que la globalización de la maternidad supone nuevas formas de llevar a cabo la educación y el cuidado (Salazar, 2001). Por el contrario, otras investigaciones las articulan la migración a la crisis de valores familiares, estableciendo vínculos con la drogadicción y las pandillas juveniles; mientras que, en la literatura transnacional, la migración es descrita como exitosa a la hora de mantener las relaciones familiares y afectivas, aportando datos de la baja incidencia de desintegración familiar. Por otra parte, el estudio de los llamados ‘matrimonios mixtos’ se ha analizado, sobre todo, desde el valor que se le suele otorgar como un indicador de integración, pero poco se ha cotejado con los datos de violencia de género en pareja basados en la dependencia nacionalista. La memoria migratoria del cuidado: cuidados y trabajo doméstico remunerado. Fronteras sexuales, rurales y raciales En los trabajos del cuidado usualmente se diferencia entre aquellos que se hacen de forma remunerada de aquellos que no, aunque en la práctica estos muchas veces se sobreponen (Dalla, 2009). Pese a que el concepto de cuidados incluye los brindados por el Estado, el mercado o la comunidad a través de los sistemas de salud o educativos, por ejemplo, en Latinoamérica y los países del mediterráneo, como plantea Batthyány (2015), ha habido principalmente un régimen familista en el cual las responsabilidades del cuidado han sido descargadas en las familias, siendo realizados de ordinario por las Se ha producido una fuerte incorporación al mercado laboral que implica cambios en términos cuantitativos (el volumen de mujeres en el mercado) y cualitativos (transformación de las aspiraciones y expectativas de vida y profesionales de las mujeres). Esta incorporación se ha dado en un contexto en el que el mercado laboral tiene un fuerte sustrato histórico de informalidad… A la par, la incorporación de los hombres al trabajo de cuidados no remunerado es escasa. Todo ello se une a los cambios demográficos producidos... En conjunto aparece un desbalance entre las necesidades de cuidados y las posibilidades de proporcionarlos. (2011, pp. 24-25) Aunque ha habido avances en derecho y políticas, estos son insuficientes. Los estereotipos asociados a la división sexual del trabajo y el estado de bienestar de corte familista se mantienen. Lo cual conlleva a que sean las mujeres quienes continúen desarrollando las labores de cuidado, como lo ilustra el hecho de que, de acuerdo con las más recientes mediciones, en España casi el 68 % del trabajo de cuidado no remunerado lo realizan las mujeres (Organización Internacional del Trabajo [OIT], 2018), mientras que en Colombia la cifra es de aproximadamente el 76% (DANE, 2020d)6. Existe, por lo tanto, un conflicto entre el tiempo de cuidado y el tiempo laboral que, entre otras cosas, disminuye las opciones de trabajo remunerado de las mujeres quienes, “por falta de tiempo”, no demandan empleo al Estado, lo que 6 Pese a la dificultad de comparar este tipo de encuestas, se muestran los resultados solo para ejemplificar que, en ambos contextos, los trabajos domésticos y de cuidado siguen estando a cargo, primordialmente, de las mujeres. 79 Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina mujeres. Además, el haber asociado estos trabajos a la “naturaleza femenina” ha facilitado que sean desempeñados de forma no remunerada. Esta vinculación de las mujeres a lo privado y doméstico afectó sus posibilidades de efectuar trabajo asalariado, sin embargo, esta tendencia se ha ido revirtiendo en las últimas décadas con la cada vez mayor inserción de mujeres al mercado laboral. Pero, si las mujeres salen a trabajar, ¿quién se encarga de los cuidados? Como plantean Pérez Orozco y López Gil, Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 80 hace que tengan que desplegar diversas estrategias informales para tratar de superar esta situación. Una es la de la “mujer todo terreno”, que puede con todo y que desemboca en la doble o triple jornada en perjuicio del tiempo que pueden dedicar las mujeres al descanso, y a sí mismas (Marco y Rodríguez, 2010). Otras estrategias se enmarcan en la redistribución dentro del hogar de las responsabilidades de cuidado o en la externalización de algunas de estas actividades, y aquí se generan fuertes diferencias de clase, pues mientras las mujeres de menos recursos tienen que acudir a sus redes cercanas, las mujeres de clase media o alta, muchas veces profesionales, pueden pagar por esta externalización, siendo, precisamente, las mujeres de clases bajas quienes, las más de las veces, les prestan estos servicios domésticos y de cuidado (Pérez Orozco y López Gil, 2011). Pero el trabajo doméstico remunerado no es nuevo; por el contrario, es uno de los oficios más antiguos, aunque ha tomado distintas formas, como la servidumbre colonial. Desde entonces en América Latina el servicio doméstico ha sido una de las fuentes de empleo más importantes para las mujeres, también desde la colonia se ha hecho manifiesta la intersección entre este, el género, la etnia y la piel. “Las representaciones sociales del trabajo doméstico remunerado que asocian y encasillan a las mujeres afrodescendientes e indígenas a esta ocupación, conlleva el estigma del pasado”. (Valenzuela, Scuro y Vaca, 2020, p. 18). Casilla CÁRCEL Análisis multifuncionales de los eslabones de la cadena geográfica y estructural del cuidado Observar las cadenas desde el eslabón sur y diaspórico nos permite explorar otras cartografías que se trazan en las relaciones coloniales fuera de las tensiones geopolíticas centro-periferia, ancladas en los vínculos de reconfiguraciones urbanas que constituyen una nueva espacialidad colonial en las ciudades del sur global. Medellín y Bogotá son espacios urbanos en los que estas uniones transnacionales cobran cada vez más importancia. Son eslabones sur de las cadenas globales de los cuidados y además crece exponencialmente la cantidad de remesas que se reciben en los hogares provenientes de las mujeres. De igual modo, asisten al incremento de poblaciones migrantes de países vecinos que se insertan en sector servicios, hostelería y empleo de hogar. Las ciudades de estados nacionales latinoamericanos están consolidando rutas migratorias sur-sur y otros itinerarios que informan de procesos desnacionalizados a los que queremos virar nuestra mirada crítica. Estas ciudades no reúnen aún las condiciones de ser urbes globales, pero se perciben como aspirantes a participar de los beneficios de serlo en el conglomerado gestado por la urbanización mundial para una nueva cartografía global. Mujeres en marcha. Regímenes familistas y conciliaciones: encajes de bolillos En Colombia, durante el siglo XX, debido a distintos fenómenos, la esperanza de vida aumentó, acarreando que las familias, hasta aproximadamente 1970, fueran cada vez más grandes, lo que a su vez provocó que los trabajos en el hogar fueran de no acabar, por lo que “las empleadas eran muchas veces un asunto de sobrevivencia, y lo era en un doble sentido: hacía posible la vida cotidiana de las familias de los señores y hacía posible también la vida de sus familias campesinas de proveniencia” (García, 2012, p. 162). De acuerdo con García (2012), en la década de 1980 el empleo doméstico representaba el 37 % de la fuerza laboral femenina. Eran precisamente las campesinas, muchas veces niñas, sobre quienes recaían representaciones asociadas al trabajo duro, las que se trasladaban a los pueblos y ciudades como empleadas 81 Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina Las cadenas migratorias son, así, algo más que retazos sueltos de relaciones de dependencia norte y sur, de relaciones extractivistas del centro hacia la periferia; son, más bien, prácticas orquestadas de desterritorialización, desposesión y cercamiento que juegan en un tablero nuevo cuyas casillas exceden las fronteras de los estados nacionales y se asientan en geografías pendientes de mapear. Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 82 en casas de familia. Ciertamente, esas representaciones no estaban alejadas de la realidad, el trabajo duro era, y es, una realidad en la vida de las mujeres campesinas, negras, racializadas y empobrecidas, etc., como lo relata Lilia, migrante campesina de Gachantivá a Bogotá: No tuve niñez… no tuve ese cuento de jugar… mi mami nos inculcó que siempre había que trabajar... traiga la leña, traiga el agua, vea el ganado… Coger la responsabilidad del ganado…desde los 10 años el papá nos llevaba a trabajar con él... A todo, a desyerbar, a cultivar, a todo, como el trabajo de un hombre. (Conversación personal, 10 de febrero de 2021) “Trabajo de un hombre”; aunque, en realidad, ella también estuviera trabajando, así como muchas otras mujeres rurales que no solo realizaban labores del hogar, sino también agrícolas, entre otras. Una vez estas mujeres migraban, era muy probable que se desempeñaran como empleadas internas, modalidad de trabajo doméstico mayoritaria en la época y que exigía trabajar casi todo el día por poca remuneración monetaria —cuando la misma no se reducía simplemente a “poder” vivir y comer en la casa de sus empleadores—. Frecuentemente, quienes cobraban la compensación no eran las trabajadoras sino sus familias: Fue a los 12 años que mamá me trajo del campo… me entró a trabajar donde una señora Carmona… Aprendí ligerito y le hacía todo y, por lo tarde, ella cosía y yo me ponía a ayudarle a ella a pespuntar; y ella me hacía vestiditos con retazos. Eso era lo que yo me ponía porque mi mamá cada mes cobraba y yo no me daba ni cuenta. (Ana María, conversación personal, 11 de febrero de 2021) En el caso de Ana María, quien migró en 1963 de una vereda de Dabeiba, Antioquia, a Medellín, fue su madre quien la llevó a trabajar y quien Mamá cuando estábamos chiquitos se vino para Dabeiba y ahí montó un negocito de sancochito para sobrevivir… Mi papá muy guapo para trabajar, pero muy guapo para beber, entonces nunca respondió… mi mamá era la que tenía que julepiar7 por toda parte consiguiendo ropita vieja, consiguiendo comidita para nosotros. Ahí es donde viene justificar uno lo que pasó… Entonces esa fue la emigrada de nosotros, que siempre estábamos emigrando de rancho en rancho, nunca teníamos nada. (Ana María, conversación personal, 11 de febrero de 2021) Las razones que llevaron a tantas mujeres a integrarse a este éxodo rural fueron variadas: violencias, pobreza, falta de oportunidades, aumento de la demanda de cuidados en las urbes, búsqueda de autonomía por parte de las mismas mujeres, entre otras. También, en muchas ocasiones, fue una estrategia familiar de sobrevivencia. Pero, si bien antes y ahora los procesos económicos estructurales y las relaciones familiares tienen un gran peso al momento de decidir o tener que migrar, ha habido otros factores que también impulsan la migración femenina: huir de la violencia armada o doméstica, escapar de un matrimonio, buscar un lugar donde se pueda ser más abierto respecto a las preferencias sexuales y a la identidad de género, etc. Muchas veces, la migración no solo mejora las condiciones económicas de las mujeres, sino las sociales y personales. El haberme ido del campo para Bogotá me ayudó muchísimo. Me enseñó a quererme a mí misma, a valorarme. Aprendí muchas cosas… a ver la vida con otros ojos. Entonces eso me ayudó mucho, 7 Nos enseña Ana María que este término se utilizaba mucho en el campo en el sentido de lidiar con o encargarse de algo. 83 Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina cobraba. Sin embargo, explica que, aunque su madre tomó decisiones muchas veces perjudiciales, ella misma era una migrante buscando subsistir. Subsistir era una cadena. Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 84 me ayudó a ser yo misma y a tener una responsabilidad… Me abrió los ojos de que yo tengo que ser una persona independiente. (Conversación personal, 11 de febrero de 2021) Muchas de las razones de las mujeres para migrar internamente se pueden encontrar en la feminización internacional de las migraciones que ha tenido lugar desde los noventa en el contexto de crisis de los cuidados, como se ha mencionado, de mayor inserción laboral femenina, lo que genera unas necesidades de cuidado que, por lo general, son suplidas por otras mujeres con menores oportunidades sociales a cambio de una remuneración salarial. Los imaginarios en cuanto a la idoneidad para el trabajo de cuidado ahora recaen en colectivos como, por ejemplo, las latinoamericanas. Se presentan continuidades entre los procesos, pero ahora desde una perspectiva global y de migración internacional. Por supuesto, el trabajo doméstico no es el único ámbito del mercado laboral en el que se desempeñan las mujeres y, mucho menos, el único en la esfera de los cuidados. Hay un alto porcentaje de mujeres, especialmente en el sector terciario de la economía, que ejercen como maestras, enfermeras, etc. En Colombia, en 2019, el sector de los cuidados remunerados representaba cerca del 16 % del total del empleo del país, el 78 % del cual era realizado por mujeres, por lo que este sector significaba, aproximadamente, el 30 % del empleo femenino. Esta cifra ha venido disminuyendo en el último año y se calcula que se han perdido más de un millón de empleos en el sector por cuenta de la pandemia del COVID-19 (Herrera-Idárraga, Hernández-Bonilla, Gélvez-Rubio, Ramírez-Bustamante, Tribín y Cuyana Garzón, 2020). Por su parte, en España se estima que el sector de trabajo de cuidados remunerados concentra alrededor del 20 % del empleo total y el 34 % de la ocupación laboral de las mujeres (OIT, 2018)8. No obstante, dentro de este sector de cuidados, el trabajo doméstico sigue siendo un nicho importante de empleo para las mujeres. En Colombia este trabajo representa aproximadamente el 7 % del 8 Comparar las cifras de Colombia y España presenta limitaciones como la temporalidad, la metodología usada o las actividades que se incluyen y miden como parte del sector de cuidados; sin embargo, como se refirió anteriormente, sirve para ilustrar la feminización de los trabajos de cuidado en ambos países. No había pensado que fuera cuidar. Yo pensaba que era un trabajo, pues sí, que debe uno cuidar las cosas, que debe uno acompañar a una persona, pues sí, eso hace parte… pero no había pensado que eso se llamaba cuidar. (Conversación personal, 1 de febrero de 2021) Sin embargo, una vez se les plantea la idea de que su trabajo es de cuidados, se muestran de acuerdo, como lo dejan ver las palabras de Liliana, empleada doméstica interna que emigró de Urrao, Antioquia, a Medellín hace 23 años: Sí, porque uno como empleado doméstico hace la labor como enfermera, como cuidadora de psiquiatría, en fin, hasta de canina. Sí, de cuidadora de animales, porque la verdad es que todo eso va en general en el empleo. O sea, que prácticamente uno cuida animales y cuida también a la gente. (Conversación personal, 11 de febrero de 2021) Este trabajo, en el que tienen lugar numerosas actividades, que pueden ser física y mentalmente agotadoras, a menudo se desarrolla bajo malas condiciones: violencia verbal, física y hasta sexual, discriminación, desconocimiento de los derechos laborales: 85 Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina empleo femenino (ONU Mujeres Colombia y DANE, 2020), mientras que en España es el 6.5 % (OIT, 2018). Resulta curioso, sin embargo, que las empleadas domésticas con las que se conversó, a menos de que hubiesen estado en alguna asociación que trabajara el tema, no relacionaban su oficio con los cuidados. En palabras de Marina, una mujer de 53 años que migró a los 23 años de Gachantivá, Boyacá, a Bogotá, en donde trabajó como empleada doméstica: Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 86 El trabajo siempre ha sido maltratador, ha sido duro, ha sido complicado. A veces sí hay muchas injusticias en los trabajos… la verdad eso no falta como empleada doméstica… Que le falten al respeto, que le tengan un maltrato, a mí me ha ocurrido muchas veces… Fuera de eso el trabajo tan excesivo, saber que de pronto el trabajo está mal hecho, que no les gusta. (Liliana, conversación personal, 11 de febrero de 2021) En ese sentido, y como lo expresa Anderson, “los cuidados son imaginados como una actividad liviana, poco exigente y los espacios donde se realizan los cuidados son naturalizados de tal modo que se hacen resistentes a la investigación y reflexión crítica” (como se citó en Lozano, Caballero y Martín, 2016). En consecuencia, las condiciones en las que las mujeres ejercían el trabajo doméstico fueron desatendidas por mucho tiempo por el Estado, la sociedad y por las luchas obreras y sindicales. Como planteaba Magdalena León en 1984: “este trabajo, aunque remunerado, hereda socialmente la subvaloración del trabajo doméstico” (p. 6). Como consecuencia de esta subvaloración, el trabajo doméstico quedó relegado de muchos de los avances en cuanto a derechos laborales: remuneración, jornada laboral, afiliación social, descanso, etc. Según García (2012), en el caso colombiano, no fue sino hasta 1988 que por medio de la ley 11 se comenzó a legislar sobre el trabajo doméstico propiamente, reconociendo derechos como la afiliación a la seguridad social y a la sindicalización. Posteriormente, se irían reconociendo otros derechos, pero los avances legislativos no equivalen a la superación de las injusticias sociales. En el país, por ejemplo, el 94 % de los trabajadores domésticos son mujeres y, de estas, el 62 % ganan un salario mínimo o menos y solo el 17% están afiliadas a la seguridad social (ONU Mujeres Colombia y DANE, 2020). Por su parte, en España, en donde el 95 % de empleados son mujeres, se calcula que una tercera parte trabaja de manera informal (La Vanguardia, 2020). Cabe destacar que puede haber un gran subregistro en estas estimaciones precisamente por el alto margen de mujeres que laboran como parte de la “economía sumergida”. Porque antes la persona iba y trabajaba y así fuera todos los días nunca tenía una seguridad social ni tenía una pensión ni tenía nada. Entonces ha mejorado en el sentido de que la ley ha hecho que a nosotras cuando trabajamos por un tiempo completo nos paguen todo. (Conversación personal, 11 de febrero de 2021) Con el descenso de la corriente migratoria interna rural-urbana en Colombia también han disminuido los estudios sobre las mujeres campesinas migrantes y es difícil estimar cuánto es el aporte de estas mujeres a la economía del cuidado doméstico remunerado, o no, en las ciudades. De forma análoga, los avances legislativos en España para equiparar las condiciones laborales de las trabajadoras domésticas se empiezan a perfilar con mayor claridad desde las décadas de 1980 y 1990, producto, en gran medida, de las luchas de los colectivos de empleadas, las organizaciones de mujeres y feministas, y las asociaciones de migrantes (Díaz y Fernández, 2016). Actualmente, al menos el 55 % de las trabajadoras domésticas en España nacieron en otro país (OIT, 2018). La situación migratoria y la normatividad del país de acogida se convierte en otra variable que afecta las condiciones sociales y laborales de las mujeres. No obstante, como explica Miriam Lang (Rosalux Andina, 2019) la garantía de los derechos colectivos y su implementación varía según la posición geoespacial del país; con mayor frecuencia, la garantía de estos derechos se da en mayor proporción en estados del norte global, mientras que en los países del sur global dicha materialización es menor. 87 Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina El caso de Liliana es una muestra de las condiciones laborales del trabajo doméstico más allá de la norma. Ella trabaja por el salario mínimo desde las 5 a.m., la primera en levantarse a atender, hasta las 9 p.m. luego de servir la cena; esto pese a que la Corte Constitucional en la Sentencia C-372 de 1998 advirtió que el servicio doméstico interno no puede superar las 10 horas de trabajo diarias. Sin embargo, estos desarrollos normativos sí implican avances, como lo destaca Lilia, quien expone que ha habido mejoras. Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 88 Las experiencias de las migrantes internas o internacionales son cambiantes y poseen sus propias singularidades. No obstante, estas pueden estar articuladas al hecho de que el Estado no proporciona la seguridad necesaria a las ciudadanías lo que produce un malestar en ellas que provoca diferentes éxodos y expulsiones (Botero, 2019). Hoy coexisten distintas realidades, algunas muy parecidas a las pasadas, hay quienes desempeñan labores de cuidados en circunstancias dignas, hay quienes son víctimas de las peores formas de explotación y hay otras tantas que trabajan con las condiciones mínimas. Todavía es muy alta la proporción de mujeres migrantes, rurales, racializadas y empobrecidas que trabajan sin el reconocimiento de sus derechos y sin las garantías sociales necesarias. De ahí la importancia de los desarrollos sociales y académicos que han venido poniendo el foco, desde un sistema globalizado, al vínculo entre migración, género, economía del cuidado, cadenas de cuidado y las diferentes estructuras de opresión: étnicas, raciales, sexuales, etc. Trabajo - cuidados - migraciones: ciudad - campo, urbano rural, internacional-interno Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, en los países del sur global hay cerca de mil millones de migrantes internos (FAO, 2020). No obstante, en el caso concreto de las mujeres, el cambio de espacio geográfico no implica cambio de responsabilidad en las labores domésticas; es decir, la responsabilidad de lo doméstico no termina con la migración. Lo doméstico sigue siendo el trabajo/deber/obligación de las mujeres; son ellas las que deben organizar qué hacer con los hijos-as mientras trabajan, o deben compaginar lo domestico remunerado con lo domestico no remunerado. Muy a menudo el trabajo en las labores domésticas y de cuidado representa la primera opción laboral de muchas de las mujeres que migran. A este respecto, Lozano afirma que: Se precisa con carácter de urgencia una renovación de los cuidados en calidad de eje vertebrador de un modelo (re) productivo equitativo y duradero. El modelo actual se devela insostenible, en especial cuando la delegación del trabajo del cuidado y su responsabilidad de garantizarlos recae en las mujeres (…) esta carga comporta un coste de oportunidad en el empleo y la promoción junto con una desvalorización social y económica importante. (2010, p. 53) Marina, en la conversación, nos cuenta que era ella quien tenía la responsabilidad de la crianza y que después era su hijo el mayor, que “siempre ha sido muy juicioso”, el que se encargaba de sus hermanos menores. No obstante, ella es la primera que se levanta, hace desayuno y almuerzo para toda la familia, arregla la casa, y es la última que se acuesta, generalmente, cuando acaba el último ciclo de la lavadora (conversación personal, 1 de febrero de 2021). En el caso de Lilia, aunque no lo explicita, en algún punto de la conversación manifiesta que la responsabilidad del cuidado de la casa y de las hijas era de ella: Cuando mi hija tenía dos años y medio me salió trabajo en una cooperativa y me recibían con la niña (…) cuando Luisa, mi hija menor, nació, su hermana, que tenía diez años, me ayudó y la cuidaba mientras yo iba a trabajar. (Conversación personal, 11 de febrero de 2021) Las mujeres desarrollan trabajos de supervivencia y de reproducción producto de la división social y sexual del trabajo. Estos trabajos posibilitan que las migrantes generen algún excedente económico que entra al total de los flujos monetarios de las economías, ya sea en forma de remesas o de aumento de la capacidad de consumo por cuenta de la generación de ingreso. Por lo tanto, las remesas y las migraciones se convierten en estrategias de desarrollo moderno de corte economicista, debido, principalmente, a que el flujo monetario que generan aporta a solucionar problemáticas sociales tales como el desempleo y la deuda externa (Lozano, 2010). Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 89 Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 90 Las mujeres con las que se conversó también expresaron motivaciones económicas de origen para migrar. Como lo ilustran las referencias de Liliana y Marina a la oportunidad de darle educación a sus hijos. En el caso de Marina, comenta entre risas que la gente siempre le da el crédito a su marido, pero en realidad fue ella quien, con su trabajo, posibilitó una mejor crianza para sus hijos y un lugar más cómodo para todos (Conversación personal, 1 y 11 de febrero, 2021). Las remesas entran a suplir a los sistemas de protección social En este sentido, como plantea Botero, “las personas en movimiento dan cuenta de las asimetrías del desarrollo” (2019, p. 107). Este fenómeno se presenta tanto en migraciones nacionales como internacionales. Dichos movimientos demuestran “la desvalorización de unas personas frente a otras” en el mundo capitalista (Botero, 2019, p. 107). Sin embargo, “las migraciones de las mujeres son rentables para los diferentes agentes sociales… su grupo doméstico, su sociedad de origen, el propio estado nacional y la sociedad de destino” (Lozano, 2006, p. 80). La FAO estima, por ejemplo, con respecto a las remesas internacionales, que el 40 % de estas se envían a zonas rurales y que el monto recibido en origen producto de estas migraciones es tres veces más de lo que se invirtió en asistencia social para el desarrollo (2020). No obstante, dentro de estas estrategias globales de desarrollo quedan por fuera cálculos y reflexiones sobre los proyectos de vida de las mujeres que migran, las implicaciones en aspectos como la salud física y mental de estas mujeres, la precariedad, los desarraigos, el vaciamiento de los campos y la desaparición paulatina de prácticas comunitarias propias de contextos rurales, en cuanto son las mujeres las que representan el proyecto social de los vínculos y de los cuidados, por lo que su movilidad produce rupturas profundas en los lugares de origen que no se contabilizan dentro de las cuentas macroeconómicas de los países. Estrategia de precarización extrema latente de las cadenas globales de cuidados Los procesos de globalización y de acumulación capitalista neoliberal, originados en ciudades del norte global, han desarrollado fuerzas predatorias sobre los cuerpos y los territorios de las periferias de diferentes latitudes geopolíticas, mujeres y ciudades, escenarios discontinuos en las topografías de sociedades vinculadas por la movilidad humana internacional (Sassen, 2015; Escobar, 2014). Sassen describe la constitución de tres clases sociales emergentes que coexisten con las clases sociales propias de los Estados nacionales y se materializan, según filtros raciales y de género, en las políticas migratorias y de integración que dan lugar a una horda de mujeres de una nueva raza, la precaria: • La clase transnacional de profesionales: sin restricciones de movilidad. Demanda intensiva de externalización de servicios de cuidado. • La clase constituida por la fusión de distintos sectores de personas desfavorecidas: restricciones jurídicas y administrativas. Desatención pública y descuido familiar de cuidados. • La proliferación de redes de funcionarios públicos y privados especializados: demanda de servicios de cuidado. conciliación de la vida familiar (Sassen, 2007; Gregorio, 2004). Las características de flexibilización de la urbanización global, incrementada desde la década de los 80, causan una importante crisis del Estado de Bienestar y del modelo reproductivo familiar en las sociedades centrales. Por otra parte, en América Latina y el Caribe, donde la población urbana sigue creciendo, se pueden observar trazos de este fenómeno. Las necesidades de cuidado de las viejas y nuevas clases altas y medias, muchas veces de estratos sociales profesionalizados, son cubiertas, en gran medida, por mujeres migrantes. Utilizar las herramientas de análisis de la transnacionalidad 91 Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina Casilla CALAVERA Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 92 permite ver la dimensión transterritorial de las necesidades de cuidados en ciudades como Medellín y Bogotá, y amplía el entendimiento de la migración interna de mujeres rurales en el país. Dos fenómenos entrelazados con las migraciones dan algunas pistas para saber que estamos en un lugar de transición del capitalismo de los estados del bienestar y el de las ciudades. Por una parte, el capitalismo global diversifica territorios deslocalizando las cadenas de producción de las industrias (zonas francas, maquilas, etc.). Una de las principales características de las maquilas es la flexibilización de espacio y horario en el trabajo con lo que se crean condiciones de alta exposición a la violencia laboral y sexual (desvalorización del trabajo femenino, falta de apoyo institucional, políticas de protección, amplio contingente de mujeres, etc.). La construcción de la violencia laboral y el hostigamiento sexual se materializa a través del diseño y organización del trabajo en la maquiladora. Estas formas de violencia son estructurales, porque participan factores contextuales de la violencia en el trabajo como la globalización, la racionalización de los procesos de trabajo, la flexibilidad y los cambios tecnológicos (…) En la maquila se presentan tres factores de riesgo que pueden incidir en prácticas de hostigamiento sexual: la edad (joven); estado civil (soltera o separada de la pareja) y sexo (femenino). (Scarone, 2014, p. 148-149) Cuanto más estén diseminadas en diversos países las actividades de una empresa, estas funciones (trabajo de gestión, de coordinación, de servicio y de financiación de las operaciones) se volverán más complejas, estratégicas (Sassen, 2010). Para hacer frente a esa complejidad, se subcontrata a otras empresas altamente especializadas en contabilidad, fiscalidad, relaciones públicas, investigación, telecomunicaciones. Los servicios altamente especializados y conectados en redes exigen trabajo intensivo y flexibilidad horaria y espacial. Pero, entonces, ¿quién se encarga del bienestar personal y/o familiar, de proveer los cuidados directos, de establecer las condiciones para esos La mercantilización de la vida íntima expande y promueve la fuerza feminizada de trabajo migrante y crea dos topografías de la dominación emergente en las sociedades urbanas. Los países occidentales han favorecido procesos de desposesión, expropiación y cercamiento de bienes comunes. Las lógicas que se intensifican en este espacio urbano son las de expulsión (de las personas a las periferias de la ciudad por diferentes mecanismos, gentrificación, aumento de los costes de vida, etc.) y almacenamiento (centros de detención, cárceles, etc.), a diferencia de las lógicas de sustitución y complementariedad que dibujan las brechas de género, raza y clase en la inserción en los mercados laborales de los estados naciones. ¿Son los cuidados bienes comunes globalizados? ¿Son los cuerpos feminizados para reajustes biocidas de una nueva versión del neoliberalismo? Silvia Federici (2010, 2013) ha documentado que el capitalismo globalizado de los megaproyectos repetía los mismos mecanismos implementados en los períodos de la transición hacia la modernidad: la caza de brujas, la destrucción de bienes comunes y la expropiación de lo comunitario, reaparecen en la estrategia de los agentes y élites transnacionales. La conversión del trabajo de las mujeres en bienes comunes implicó, para la modernidad, la división heterosexual del trabajo, en la medida en la que los hombres de la clase trabajadora se apropian de los beneficios del trabajo de cuidado de estas mujeres, ocultando el valor de la actividad reproductiva y reduciendo todo valor al salario familiar (procedente del trabajo de los varones). Y este mecanismo de conversión en bienes comunes del trabajo de las mujeres se hace recursivo y discontinuo en la geografía migratoria y se eleva a escala transfronteriza en la experiencia de las cadenas globales de cuidado. En estas nuevas lógicas neoliberales transfronterizas, y desnacionalizadas, las formas de vida del bienestar se enuncian sin la constancia del valor de las mujeres migrantes, de la misma manera que 93 Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina cuidados (lavar ropa, hacer comida…) y de la gestión mental de coordinar, planificar y supervisar estas tareas (organizar la alimentación saludable y equilibrada, señalar las faltas de alimentos o productos de limpieza)? Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 94 la vida urbana se impone como fórmula de progreso frente a la rural. Las sustentadoras de la casa global y de la subsistencia transfronteriza y transterritorial no se vuelven invisibles exclusivamente, sino que son sujetos sacrificiales para la internacionalización de la reproducción social, el desplazamiento de estructuras domésticas fuera del territorio y la consolidación de la mercantilización de servicios de cuidado y de proximidad. La deslocalización de estos procesos sigue las lógicas de las maquilas, feminización de la fuerza de trabajo e instalación en zonas francas de los países periféricos en busca de costes laborales más bajos. ¿Son las cadenas globales de cuidado escenario de deslocalización de cuerpos maquilas de los cuidados? Las migrantes son mujeres atrapadas en jornadas interminables y que han accedido al mercado como “trabajadora genérica”, es decir, flexible, con capacidad de adaptación a horarios y distintas tareas, sustituible por cualquier otra si no acepta las condiciones de sobreexplotación. Celia Amorós (1987) las conceptualiza como las nuevas “idénticas”, aquellas que no viven procesos de individuación y que se confunden en la maquila industrial y en las maquilas conceptuales del conocimiento, espacios feminizados de trabajo pactados por el capitalismo, el patriarcado y el colonialismo para la sobreexplotación y generación de plusvalías. De otro lado, el lema de “sin nosotras no se mueve el mundo” que protagonizó las marchas de empleadas de hogar en diferentes latitudes geopolíticas, permite hacernos también otras preguntas sobre esta posición estratégica del empleo de hogar y los cuidados en la sostenibilidad de la vida. Nota. Consigna del Servicio Doméstico Activo-SEDOAC. Fuente: Lozano, Caballero y Martín, 2016, p. 308. Casilla PARAÍSO Y JARDÍN DE LAS OCAS CONCLUSIONES: habitando la terca esperanza Contribuciones migrantes al cambio social Procesos organizativos De dado a dado, Madrid, el cuidado migrante se ha organizado Percibimos una nueva configuración sociológica en la que las empleadas de hogar y las migrantes constituyen el sector más amplio del precariado. Las reflexiones y acciones de incidencia de investigadoras y activistas de Red Genera se enmarcan en otras redes de activismo y resistencia: Precarias a la Deriva, Territorio Doméstico, Servicio Doméstico Activo, Plataforma Turín, Red Latinoamericana de Mujeres Migrantes y Refugiadas del Estado Español y, más recientemente, CETHYC, Centro de Empoderamiento de Trabajadoras de Hogar y Cuidados, entre muchas otras. Pero ¿están presentes estos aspectos en otras urbes del sur global? ¿Podemos pensar en estos fenómenos en el contexto de las ciudades de Medellín y Bogotá? 95 Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina Figura 9 Sin nosotras no se mueve el mundo Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 96 De dado a dado, Medellín y Bogotá, organizan sus cuidados Medellín y Bogotá, ciudades del sur global, han experimentado procesos de desnacionalización mediante el desarrollo de experiencias transfronterizas ampliamente documentadas y que repasaremos brevemente en los siguientes párrafos. Revisemos algunas de ellas que articulan la gestión y la provisión de servicios de cuidado: El Sistema Distrital de Cuidados de la ciudad de Bogotá es una iniciativa de la Alcaldía de Bogotá que pretende generar planes, programas y servicios para atender las demandas de cuidado y articula al Gobierno local, nacional, las organizaciones y comunidades, al sector privado y a los hogares. Esta iniciativa es coordinada desde la Secretaría Distrital de la Mujer en Red con otras secretarías (http://www. sistemadecuidado.gov.co/index.html). La Mesa Intersectorial de Economía del Cuidado es una articulación de organizaciones de la sociedad civil, instituciones académicas y políticas, así como entidades del Estado. Su mayor compromiso es el desarrollo del sistema nacional de cuidados. Esta mesa tiene un campo de actuación en el contexto nacional y su principal aporte es la visibilización de la importancia del cuidado en el marco de la justicia de género, los derechos y la construcción de paz (https:// economiadelcuidado.co/). La Mesa de Economía Feminista es una organización que articula a organizaciones sociales, academia, sector público y cooperación internacional. Es una entidad que ha aportado en la comprensión de la incidencia y participación del trabajo doméstico remunerado y no remunerado en la economía, y que trabaja de la mano con organismos públicos como el DANE y la comisión de género del Congreso de la República. Sus principales líneas de acción son la formación e investigación sobre la economía del cuidado feminista y su contribución a corrientes de pensamiento crítico y de transformación social. Trabaja también en difusión e incidencia de acciones sociales y políticas (https:// www.mesaeconomiafeminista.org/inicio_MEF/inicio_MEF). La Unión de Trabajadoras Afrocolombianas del Servicio Doméstico es una organización sindical con sede en Medellín, la cual agrupa a mujeres afrocolombianas que trabajan como empleadas domésticas en la ciudad y quienes crearon la organización debido al desgaste y cansancio derivados del trabajo duro y en condiciones de precariedad con poca remuneración, a los contratos verbales y a las condiciones mínimas (http://www.utrasd.org/). La Mesa Economía del Cuidado Antioquia agrupa instituciones públicas y privadas y a mujeres de la academia y del movimiento social con el objetivo de impulsar la economía del cuidado en el departamento, en clave de generar alianzas entre los diferentes actores sociales para la generación e impulso de agendas públicas sobre el cuidado como una estrategia para la igualdad de género y la equidad en el departamento (@MesaEconomiaDelCuidadoAntioquia). La Mesa de Cuidados del Área Metropolitana o Mesa de Cuidado Local busca incidir e intencionar acciones públicas dirigidas a mejorar las condiciones sociales de mujeres que destinan la mayoría de su tiempo al cuidado, ya sea de un pariente o en condiciones laborales muchas veces precarias. La articulación apunta al desarrollo de un sistema de cuidados municipales para Medellín y el área metropolitana. No obstante, ninguna de estas iniciativas parece incorporar de manera integral y continuada las realidades transfronterizas derivadas del envío de remesas para hacer frente a las necesidades de cuidado en los hogares y en la comunidad ni a la transculturación de relaciones personales, familiares y socio-comunitarias, incluyendo las relaciones con la periferia rural, pilares centrales para los movimientos de avance en la equidad social. Sin la dimensión transfronteriza de las migraciones de las mujeres y el enfoque diaspórico de las organizaciones migrantes 97 Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina Por hacer parte de grupos amplios como redes de mujeres y mesas de trabajo, damos la enhorabuena a las propuestas de las secretarías de las mujeres de Antioquia, áreas que, en consonancia con el momento histórico que también atraviesa Bogotá, América Latina y el mundo, están impulsando estudios que permitan perfilar políticas públicas que favorezcan la calidad de vida y salud de las mujeres. Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 98 del sector cuidados se corre el riesgo de perder lo recorrido y de volver a la casilla de salida. Aprendizajes comunes Los paraísos no existen, por eso es necesario inventarlos a la medida de nuestros sueños, necesidades y capacidades Lo que esperamos que suceda con lo que hemos hecho ocurrir a los dos lados del Atlántico, y que hemos descrito en este trabajo, son procesos de investiga-acciones que nos han llevado a reconstruir trayectorias migratorias y de producción contrastada de conocimientos de alto valor académico y organizativo. Estos lugares fueron delimitados en casillas para situarnos frente a conocimientos, preocupaciones e interacciones como parte de un grupo cuyas integrantes encarnamos una acción investigativa transcultural, transfronteriza, transdisciplinar y transgeneracional. Celebramos entonces vencer los obstáculos y consolidar con este trabajo un grupo de investigadoras decoloniales de las ciencias humanas y sociales cuya práctica se fue por las veredas con el objetivo de recuperar una investigación vivencial, encarnada en su propialógica, en su propiagogía. Hemos vivido en cuerpo, letra y alma la desterritorialización (el puente) Esta situación nos ha hecho reinventar nuevas maneras de habitar el mundo, nuevas maneras de investigar aprovechando las capacidades, los viajes individuales y las preguntas colectivas, contrariando el estribillo de no soy de aquí ni soy de allá, ya que las evidencias reafirman que somos de aquí y somos de allá. Somos de donde comemos y de donde ganamos para pagar los cuidados de nuestras familias. Nosotras respondemos económicamente por dos países, por dos lugares/hogares, uno es al que llegamos y otro es del que salimos. Así, entre impuestos, remesas y envíos, las mujeres desplazadas, refugiadas y migrantes económicas, expulsadas del pueblo a la ciudad, de ciudades a capitales y de estas a países y continentes, conformamos un sur diaspórico hecho de cuerpos frontera e identidades múltiples. Nuestro paraíso: habitar el derecho a lograr una vida de cuidados y mantener la esperanza de la equidad social Hablar desde la casilla de la terca esperanza es, en definitiva, atrevernos a hacer propuestas inconclusas siempre, pero concluyentes, ya que si no avanzamos en derechos de cuidado, es posible que las violencias del pozo de la ciudad nos detengan y se conviertan en cárceles, túneles o trampas crueles e insalvables fronteras estructurales y simbólicas. Evitar el laberinto es tarea compleja. Con las migraciones se generan nuevas y mestizas geografías laborales donde se recrean y ofrecen oportunidades económicas en torno a trabajos y empleos en el ámbito de los cuidados y los servicios de proximidad. Aquí las mujeres pueden “comerciar” con su fuerza reproductiva. Como se ve, este es un nicho peligroso por hacer parte de lo privado y, por eso, es tan importante leer con las lentes de la epistemología feminista resituando los cuidados como un derecho humano fundamental cuyo costo debe figurar en el producto interno bruto del país y redundar en beneficios de las productoras de esa plusvalía en los lugares emisores y receptores de mano de obra para el amplio y creciente sector cuidados. Siguiendo a Nussbaum y Levmore: Se trata de derechos esenciales inherentes a la propia idea de una sociedad justa, en otras palabras, los derechos humanos básicos (…) estos cuidados parecen un derecho básico, pero están lejos de estar disponibles para todos (…) todos los cuidados son tan importantes como los y las cuidadoras y agentes empleadores. (2010, pp. 262–265) Escoger cárcel o calavera parece una consigna de guerra, pero nuestra disputa es interrogarnos sobre los regímenes de dominio familistas, coloniales, mercantilistas y patriarcales que nos inmovilizan y, una y 99 Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina Somos un cruce de fronteras simbólicas y concretas. Nosotras, las mujeres migrantes, estamos moviendo el mundo. Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 100 otra vez, nos hacen volver a empezar, replantearnos nuevas rutas y estrategias: ¿cómo podrían las migrantes resolver la crisis mundial de cuidado? ¿Cuáles son, por ejemplo, los derechos en los estados del bienestar de las mujeres migrantes y desplazadas que son cabezas de familias y que trabajan en las tareas asignadas tradicionalmente al “ama de casa” dependiente? ¿Los directos o los derivados? ¿Qué vínculos legales protegen los derechos de estas mujeres? Resolver estas cuestiones pasa por una reflexión conjunta de las sociedades de un lado y otro de los estribos de la cadena global en torno a la externalización de los cuidados y la desprivatización de los hogares. Aquí en el jardín de las ocas, en Medellín y Bogotá en un estribo, y en Madrid en el otro, es un buen momento para orientarnos hacia los cuidados, en claves de tiempo/vida y espacio/territorio. Aprovechar el desolador retrato que la pandemia del COVID–19 está mostrando para generar políticas públicas que respalden el mundo de los cuidados y cuide a las cuidadoras. La política pública puede ser una vía integradora de territorios a través de familias con mujeres diaspóricas cabeza de hogar, víctimas de violencias, desplazadas, migrantes, estudiantes y activistas cuidadoras de la vida y la paz. Nuestro jardín no puede florecer sin las Ocas, mujeres migrantes. Sin las ocas no hay celebración de nuestros logros ni planeta cuidado donde ser felices junto a otras especies Al enfrentar la adversidad de la migración, las mujeres nos encontramos con nuestro propio poder y con él nos reinventamos para mover el mundo y franquear sus fronteras expulsoras. Hay trabajos de cuidado, como el de interna, que no son deseables, pero si son necesarios hay que hacerlos con las máximas garantías. Las organizaciones de mujeres, feministas y de defensa de derechos humanos deben mirar este eslabón para que las mujeres que se sienten entrampadas, encadenadas, sin derechos y sufriendo abusos puedan tener rutas de atención y capacitación si quieren cambiar de trabajo. Es clave crear y apoyar el asociacionismo de personas cuidadoras y que, a través de ellas, puedan acceder a las cajas de compensación. Las ocas en busca del paraíso perdido y prometido: suturar geografías e historias coloniales Para las mujeres que nos movemos con el fin de salvaguardar la vida en tierras extrañas, un paraíso se parece a tener papeles, a tener un contrato, aunque sea por el mínimo; en definitiva, un paraíso comienza con tener dinero en los bolsillos, y el trabajo doméstico del hogar y de los cuidados es una fuente de trabajo, un centro de explotación que subvalora este trabajo, y también es, a la vez, un refugio por el que pasamos muchas mujeres profesionales para conseguir con qué sobrevivir “mientras tanto”. Con la migración, las mujeres intentamos suturar heridas históricas que se abren y cierran como las fronteras terrestres, ideológicas, de clase, de género, de acceso al dinero. Las mujeres que nos vamos del pueblo y del país somos mal vistas, mal imaginadas. Somos mujeres en lucha huyendo hacia adelante como una respuesta lógica a una situación que no se puede cambiar. Migrando, las mujeres reinventamos el mundo que, a veces, hiere, pero siempre se sana cuando, poco a poco, se va logrando avanzar casillas de lo que nos proponemos. Las mujeres reinventamos rutas, trochas, caminos, veredas, somos movilidad, puras vidas, emigramos para encontrarnos con nuestro propio poder de crear paraísos para los pájaros de mismos y distintos plumajes. 101 Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina Esta casilla de llegada de las ocas al paraíso designa una manera de expresar en voz alta que se ha conseguido librar la batalla contra la adversidad. Para las mujeres que se desplazan de sus hogares y territorios de origen en busca de empleos que aseguren un ingreso económico, los paraísos se pueden convertir en cárceles, pozos, nuevas fugas, laberintos jurídicos y administrativos, pero también en puentes y corrientes transfronterizas, en emprendedurías, nuevas identidades, acentos y reconfiguraciones des y transterritorializadas. Manifestaciones de la desigualdad a través de la movilidad humana. Análisis desde América Latina 102 Referencias bibliográficas Amorós, C. (1987). Espacio de los iguales, espacio de las idénticas. Notas sobre poder y principio de individuación. Arbor. Ciencia, pensamiento y cultura, (503-504), 113-128. Ariza, M. (2000). Ya no soy la que deje atrás… Mujeres migrantes en República Dominicana. Ciudad de México, México: UNAM y Plaza y Valdés. Batthyány , K. (2015). Las políticas y el cuidado en América Latina. Una mirada a las experiencias regionales. 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