LOS ORIGENES DE LA CRONICIDAD:
INTERVENCIONES INICIALES EN PSICOSIS
Oscar Vallína Fernandez
USM. Torrelavega
Boletín de la Asociación Madrileña de Rehabilitación Psicosocial
(2003) , 15-16, 15-27.
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INTRODUCCIÓN
En los últimos años, se ha abierto un debate en torno a las consecuencias de las
políticas sanitarias que han llevado a cabo las reformas en los actuales servicios
comunitarios de salud mental (Thornicroft & Goldberg, 2000 ; Leff, 2001) Tras décadas de
implantación, se plantea si estos modelos deben mantenerse o conviene su revisión a la luz
de sus resultados y de las críticas recibidas en torno a su efectividad (especialmente por los
problemas asociados de violencia y de mendicidad). Entre los errores de estos sistemas se
destacan la fragmentación de los servicios, con intereses y prioridades contradictorios; las
dificultades en su financiación y dotación estructural y las complejas relaciones entre
administraciones sociales y sanitarias que genera indefinición de responsabilidades,
duplicidad de esfuerzos y una ruptura en la continuidad de cuidados (Hadley, Muijen,
Goldman & Shepherd, 1996).
Dentro de este marco general, las intervenciones en psicosis se han centrado en dos
tipos de dispositivos: unidades de intervención aguda y en crisis y estructuras de
rehabilitación. En ambos casos, estas modalidades de tratamiento parecen haber tenido
poco en cuenta la fase inicial de la enfermedad y sus aspectos relacionados con las
transiciones vitales, y más específicamente, con la juventud. Esto supone un abandono de
aquella fase en la que se podría determinar cual va a ser el desarrollo de la futura
enfermedad y cuales serian los cuidados a largo plazo para una adecuada cobertura
sanitaria de la misma (Birchwood, Todd & Jackson, 1998). Para algunos autores, este
abandono y la limitación que presentan las actuales modalidades de rehabilitación, e
incluso la misma cronicidad, podrían ser el resultado de un fallo en el desarrollo de
intervenciones adecuadas durante este momento inicial de la enfermedad (Johannessen
et al. 2000). Mientras que desde otra perspectiva complementaria, Shepherd (1998),
atribuye estas disfunciones, a la falaz distinción que tradicionalmente se viene
manteniendo entre tratamiento y rehabilitación y que en la práctica asistencial dificulta
la posibilidad de desarrollar una adecuada infraestructura integral de servicios
comunitarios y una imprescindible continuidad de cuidados, tanto entre modalidades de
tratamiento como entre dispositivos asistenciales.
Como alternativa, desde la perspectiva de quienes defienden la necesidad de una
intervención temprana en psicosis (ITP) y como reacción a este estado de cosas, se
promueve la idea de que una adecuada atención en las fases iniciales de la enfermedad
puede mejorar los resultados de la misma, disminuyendo su discapacidad y reduciendo
los costes de su atención. Para ello se proponen dos estrategias básicas: reducir el
periodo que suele pasar la enfermedad sin recibir tratamiento y un combinado y amplio
tratamiento ajustado a las especificas características de las fases iniciales de la
enfermedad.
1. CARACTERISTICAS DE LAS FASES INICIALES DE LA PSICOSIS
1.1. Inicio, fase prodrómica y primer episodio.
Häfner & An der Heiden (1999) indican que los estudios realizados
retrospectivamente sobre el curso del inicio de la esquizofrenia: ABC Y WHO, (inicio,
pródromos y primer episodio) y la evaluación del resultado a largo plazo de los mismos
catorce a dieciséis años después de haberse producido el primer episodio de la
enfermedad, muestran que la mayoría de los primeros episodios; 73% de los casos, se
inician con síntomas prodrómicos inespecíficos o con síntomas negativos, el 20% lo
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hacen con síntomas positivos, negativos e inespecíficos, y solamente un 7% se iniciaba
únicamente con síntomas positivos. Además, se observó que la mayoría presentaba una
forma de inicio crónica, con una fase prodrómica de cinco años de duración, con un
tramo ya claramente psicótico de más de una año de evolución antes de la primera
admisión, y con una primera admisión tras unos dos meses de presentar el primer
episodio completo. Solamente un 18% de los casos presentaba una forma de inicio
brusca o aguda, con un mes de evolución de la sintomatología. Añaden además que en
el 57% de los casos la incapacidad social surgía en un periodo de dos a cuatro años
antes de la primera admisión, que las consecuencias sociales dependían del nivel de
desarrollo social adquirido antes del inicio de la enfermedad y que la falta de confianza
y los sentimientos de culpa al inicio de la enfermedad actuaban como indicadores de
suicidio. Con estos datos, estos autores reclaman modalidades de intervención temprana
que se dirijan hacia la sintomatología negativa, a la depresión temprana y hacia ciertas
formas de deterioro cognitivo y social (Häfner et al. 1999). En la figura siguiente se
sugiere una representación de estas distintas etapas iniciales de la esquizofrenia, el
desarrollo sintomático en cada una de ellas y los momentos de intervención.
Intervención temprana
En fase Prodrómica
Intervención temprana
Postsicotica
DUP
Inicio de síntomas positivos
Inicio de síntomas negativos
Fase
premórbida
Inicio del síndrome
Síntomas
prodrómicos
Inicio de la enfermedad
Inicio del Tratamiento
Síntomas
psicóticos
Inicio de episodio
Prevención terciaria
Primer
tratamiento
Síntomas
residuales
Final del primer episodio
Duración de la enfermedad
Duración del episodio psicótico
Fig.1. Desarrollo del curso inicial de la esquizofrenia. Larsen et al.( 2001).
1.2. La hipótesis del periodo crítico
Los estudios prospectivos parecen indicar la existencia de un periodo de
progresión de la psicosis anterior e inmediatamente posterior a la presentación de un
primer episodio. Este momento parece ir seguido de un periodo de unos dos a cinco
años en los cuales los pacientes se mantienen relativamente estables. Esto parece sugerir
que los tres primeros años de la enfermedad (tratada o no tratada) suponen una ocasión
extraordinaria para poder impedir o limitar el potencial decline habitual de las psicosis
interviniendo tempranamente y conseguir así una mejor recuperación de la enfermedad.
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Birchwood, Todd & Jackson (1998) sostienen la existencia de un “periodo
crítico” que abarcaría estos primeros momentos de la enfermedad y que mantiene tres
premisas fundamentales: (1) El deterioro mental y social, si se produce, no es lineal. (2)
En el periodo crítico se presencia la ontogenia de importantes variables predictivas.
Este parece ser el momento en el que se forman aspectos fundamentales para el
posterior curso de la enfermedad, de entre estos se destacan, el modelo de respuesta
individual a la psicosis que facilita o dificulta su posterior ajuste y adaptación, procesos
evolutivos que pueden tener implicaciones para la prevención de morbilidad secundaria
como la depresión o el suicidio y los orígenes y metamorfosis de los componentes de la
emoción expresada de los familiares (especialmente sobreimplicación y criticismo). (3)
El desfase entre el funcionamiento clínico y el social se produce en estos momentos
tempranos de la psicosis. La intervención temprana debe abarcar las tres grandes áreas
que interactúan a lo largo de toda la psicosis: síntomas, funcionamiento psicosocial y
funcionamiento psicológico. Se sabe ya que mejorías en una de ellas no se transfieren
mecánicamente a las otras y por ello toda intervención debe ser multidimensional.
1.3. Identificación temprana de la psicosis. Los pródromos.
Hasta el momento, no disponemos de marcadores claros y específicos que
puedan servirnos con certeza como indicadores de la presencia o no de una psicosis
incipiente, y aunque la gran mayoría de pacientes que desarrollan la enfermedad
presentan una fase presicótica caracterizada por la presencia de síntomas prodrómicos,
como se demuestra en todos los estudios realizados al respecto, estos síntomas no son
específicos de este trastorno. Considerando las limitaciones que el tradicional concepto
de pródromo producía como elemento de predicción, Yung & McGorry (1996)
proponen un cambio conceptual, sustituyendo la noción de pródromo por la de “estado
mental de alto riesgo”. Desde esta perspectiva, el pródromo inicial en psicosis pasa de
ser visto como la forma presicótica mas temprana de un trastorno psicótico, es decir,
una forma atenuada de psicosis, a otra según la cual, conforman un factor de riesgo
para su desarrollo, especialmente si se combina con otros factores de riesgo propios del
trastorno (Ej. antecedentes familiares) pero donde las manifestaciones prodrómicas no
conducen necesariamente a la psicosis y además sugieren un modelo híbrido interactivo
que trata de explicar los habituales cambios que se producen en la sintomatología
durante la fase prodrómica y que están en la base de la inestabilidad diagnóstica
característica de esta fase.
Los pródromos consistirían así en una mezcla de los siguientes componentes: (1)
Síntomas psicóticos atenuados. Tales como suspicacia o cambios perceptivos; (2)
Síntomas inespecíficos afectivos y neuróticos, como ansiedad, humor deprimido y
alteraciones del sueño, alguno de los cuales son reactivos a los anteriores: (3) Cambios
conductuales, habitualmente son respuestas a otros fenómenos. Frecuentemente
incluyen aislamiento y abandono de actividades habituales.
Los pacientes oscilarían entre periodos de ausencia de síntomas y de síntomas
inespecíficos y/o psicóticos atenuados, ambos tipos de síntomas podrían preceder a la
psicosis y darse como manifestaciones primarias. Los síntomas reactivos podrían ocurrir
como respuesta a los síntomas psicóticos atenuados y psicóticos y los cambios
conductuales como respuesta a cualquiera de los demás síntomas.
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Asintomático
Síntomas reactivos
/ inespecíficos
Síntomas psicóticos
atenuados
Síntomas
psicóticos
Cambios conductuales
Fig.2. Modelo Hibrido/interactivo de cambios prodrómicos. Yung & McGorry. (1996)
En una serie de trabajos posteriores, se sugiere la necesidad de incorporar los
síntomas básicos (la percepción fenomenológica de los déficits neuropsicológicos que
produciría la psicosis) como un elemento diagnostico fundamental en esta fase
prodrómica (Klosterkötter, Schultze- Lutter, Gros, Huber & Steinmeyer. 1997). De
estos síntomas, en los trastornos de pensamiento, destacan la interferencia, la presión y
el bloqueo de pensamientos, así como alteraciones en la recepción y expresión. De los
trastornos de percepción destacan la visión parcial, la hipervigilancia , la absorción por
los detalles de la percepción y la desrealización. Entre los trastornos de acción la
perdida de habilidades automáticas y de su significado son los aspectos
fundamentales.(Gross, Huber & Klosterkötter, 1998). Los trabajos de predicción de
desarrollo de psicosis basándose en estos síntomas, indican que su ausencia durante la
fase prodrómica excluye el desarrollo posterior de esquizofrenia en un 96 por ciento de
los casos, mientras que su presencia predecía su desarrollo en un 70%. De una manera
mas especifica, los trastornos por interferencias en el pensamiento, trastornos del
lenguaje receptivo, o distorsiones visuales, evaluadas con la escala de síntomas básicos
de Bonn, predecía el desarrollo de la esquizofrenia con una probabilidad del 91 %
(Klosterkötter, Hellmich, Steinmeyer & Schultze- Lutter. 2001). En nuestra opinión,
este tipo de síntomas deben incorporarse como un importante predictor de riesgo de
transición a la psicosis dentro de cualquier protocolo de intervención temprana junto a
los síntomas inespecíficos y a los síntomas psicóticos atenuados.
1.4. Duración de la enfermedad sin tratar
Como hemos visto, existe un periodo de inicio de enfermedad; una fase
prodrómica presicótica de larga duración, y existe un periodo de inicio de la psicosis;
una fase de enfermedad ya marcada y manifiestamente psicótica que sin embargo se
mantiene durante prolongados periodos de tiempo que oscilan entre uno o varios años
según estudios, con una media de seis meses y que sin embargo no recibe tratamiento
alguno durante todo ese tiempo. Este momento se conoce como el de duración de la
psicosis sin tratar (DUP), periodo que va desde el momento en que se inicia ya la
psicosis hasta el momento en que se inicia el tratamiento adecuado (McGlashan. 1999).
En este periodo se hipotetiza la existencia de dos fenómenos determinantes para el
posterior curso de la psicosis: La toxicidad biológica y la toxicidad psicosocial. La
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toxicidad biológica se refiere al efecto neuropsicologico nocivo que supondría sobre el
cerebro la presencia prolongada de la psicosis sin recibir ningún tipo de tratamiento.
Esta hipótesis no parece haberse podido confirmar hasta el momento (Lieberman &
Fenton, 2000). La “toxicidad psicosocial”, por su parte, supone que la dificultad en
revertir la discapacidad asociada a la esquizofrenia, está probablemente ligada a la
sensibilidad de los procesos psicosociales: relaciones entre iguales, oportunidades
laborales y maduración familiar durante el periodo evolutivo crítico de la adolescencia
tardía y del inicio de la etapa adulta. La actuación de la enfermedad, y la demora del
tratamiento en este periodo, permitiría la ocurrencia de una serie de circunstancias
vitales como: fracasos escolares y laborales, autoagresiones, angustias familiares,
agresiones, consumo de drogas, conductas delictivas, etc que limitarían el posterior
nivel de recuperación de la enfermedad. Y esto, aunque se dispusiese de un tratamiento
eficaz y aplicado a tiempo tras la aparición de un primer episodio (McGorry, Yung &
Phillips, 2001)
Con todo, los efectos de este concepto son aún motivo de controversia. En una
reciente e intensa revisión de los estudios llevados a cabo sobre sus efectos, se sugiere
que la duración de la enfermedad sin tratar no parece estar relacionada con las
probabilidades de recaída, pero si lo está con la facilidad en reducir la sintomatología
psicótica una vez se inicia el tratamiento en un primer episodio psicótico, y no se
dispone aun de evidencia suficiente para valorar su relación con la sintomatología
negativa y con el funcionamiento cognitivo (Norman & Malla , 2001). Por otra parte,
queda aún por aclarar si la DUP es un factor de riesgo para la esquizofrenia, o por el
contrario es la consecuencia lógica de una forma de enfermedad caracterizada por un
inicio insidioso con síntomas negativos, ideación paranoide, menor conciencia de
cambio y menor deseo de buscar y aceptar tratamiento (McGorry, Yung & Phillips,
2001).
McGorry & Edwards (1997) sugieren que esta demora en el acceso al
tratamiento tras la instalación en la persona de la psicosis se puede deber a múltiples
causas, destacando entre ellas las siguientes: (1). Dificultades en el reconocimiento de la
psicosis; la falta de conocimiento por parte de familiares, amistades o médicos de la
psicopatología de las psicosis, junto con las características propias de la sintomatología:
inicio lento e insidioso, sintomatología negativa, aislamiento y delirios de persecución;
(2) Rechazo a la búsqueda de ayuda; como consecuencia del estigma asociado a la
imagen social de la enfermedad, el miedo a padecer una grave enfermedad mental, y la
negación de la enfermedad por el paciente y/o su familia; (3) Servicios inaccesibles o
que no dan respuesta; Las habituales características de nuestros sistemas públicos de
atención como las largas listas de espera, la sobrecarga que padecen todos los equipos y
la falta de preparación de unos servicios no previstos para estrategias preventivas y de
intervención precoz; (4) Grupos de riesgo para la demora; Los indigentes, las personas
con trastornos de personalidad añadidos, y los consumidores de drogas conforman
grupos específicos que dificultan el abordaje temprano de la enfermedad.
2. LA EVALUACIÓN Y TRATAMIENTO DE LA PSICOSIS TEMPRANA.
Las características del curso inicial de la psicosis parecen seleccionar este
momento de la enfermedad, como el más especialmente indicado para la aplicación de
intervenciones terapéuticas que eviten o reduzcan sus características alteraciones
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psicosociales y que parece ser que tienen su carácter formativo en este periodo
provocando una interferencia en el desarrollo psicológico y social con el consiguiente
deterioro de los roles personales fundamentales (académico, laboral, pareja, familiar),
malestar y aumento de las tensiones familiares, desestabilización de las funciones
psicológicas que producen un incremento del riesgo de depresión, abuso de sustancias,
desarrollo de actividades asociales y suicidio, y un aumento de intervenciones
hospitalarias que se podían evitar optimizando así los costes y la calidad asistencial.
En la última década han ido surgiendo una serie de servicios clínicos y de
grupos de investigación que están generando una importante cantidad de investigaciones
y de materiales clínicos para la intervención. De entre estos, los que en nuestra opinión
presentan aportaciones más sólidas y aplicables a nuestro medio y de los cuales hemos
tomado y adaptado nuestro protocolo de intervención son los siguientes: El Centro de
Prevención e Intervención en Psicosis Temprana (EPPIC) en Australia (McGorry &
Edwards.1997), el Proyecto para la Identificación y Tratamiento Temprano de la
Psicosis (TIPS) en Noruega y Dinamarca (Johannessen, Larsen, McGlashan & Vaglum.
2000) y el Servicio de Intervención Temprana de Birminghan y la Iniciativa para la
Reducción del Impacto de la Esquizofrenia (IRIS) en Gran Bretaña (Macmillan &
Shiers. 2000).
2.1. Directrices clínicas para la intervención temprana en psicosis
Para llevar a cabo estas intervenciones de una manera armónica y sistemática, la
IRIS/NSF (1999) ha editado una serie de directrices clínicas que nos permiten
estructurar nuestra labor y organizar nuestros servicios:
1. Desarrollar una estrategia local de detección y evaluación de la psicosis: Auditar las
vías de acceso a los cuidados, y una vez detectadas las más habituales y utilizadas
diseñar estrategias que fortalezcan sus habilidades de detección, evaluación y
derivación.
2. Asignación de un sistema de tutorías asertivo de al menos tres años. Establecimiento
de la relación terapéutica, facilitar el acoplamiento y cooperación entre servicios,
usuario y familiares y acompañamiento a lo largo de los distintos dispositivos
asistenciales o recursos comunitarios que se precisen, al menos durante el tiempo
estimado de duración del “periodo critico”.
3. Una evaluación global y colaboradora dirigida a las necesidades familiares y
personales: Evaluación general del estado mental y factores psicológicos y
psicosociales implicando al paciente y a su familia. Consideración especial al periodo
de recuperación como de alto riesgo para recaídas y suicidio y a la inestabilidad
diagnóstica en esta etapa, con lo que se sugieren evaluaciones temporales periódicas.
4. Utilización de bajas dosis de neurolépticos atípicos y de terapia cognitiva. Cuidar
especialmente los efectos adversos del fármaco e iniciar lo mas pronto posible las
intervenciones psicológicas y rehabilitadoras para la mejor remisión sintomática y más
rápida adaptación psicológica a la psicosis
5. Implicación activa de la familia y amistades en todo el proceso de enganche,
evaluación, tratamiento y recuperación.Especial atención a las necesidades individuales
de la familia, a la perdida y desesperación familiar, y fortalecimiento de sus capacidades
de afrontamiento.
6. Una estrategia de minimización/prevención de recaídas y hacia la resistencia al
tratamiento: deberá contemplar la vulnerabilidad-estrés, los factores de riesgo y la
detección precoz, con el desarrollo de planes individuales de recaída.
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7. Facilitación del acceso al empleo y trabajos protegidos.Evaluación de los intereses y
del funcionamiento académico y laboral, desarrollo de intervenciones que cubran estas
lagunas y desarrollen estos aspectos durante el periodo crítico.
8. Asegurar la cobertura de las necesidades básicas para la vida diaria: vivienda,
dinero y apoyo práctico.
9. Evaluación prevención y tratamiento de la comorbilidad conjuntamente con el
tratamiento de la psicosis: los problemas más habituales incluyen consumo de drogas,
depresión, suicidio, evitación social y fenómenos de tipo postraumática. Promover un
pronto ajuste a la psicosis.
10. Estrategias locales de promoción de una imagen positiva de la psicosis: Desarrollar
medidas encaminadas a los medios locales de comunicación y programas educativos
comunitarios.
2.2. Estrategias para la asistencia temprana
Dentro del marco general que hemos presentado, destacan dos objetivos clínicos
fundamentales para promover unos cuidados adecuados en intervención temprana: (1)
Conseguir una reducción de la duración del periodo de enfermedad sin tratamiento.
Esta demora se pretende eliminar por medio de la aplicación de tres medidas:
Promoviendo un mejor reconocimiento dela psicosis entre los profesionales de la salud
principalmente, y por extensión entre otros profesionales relevantes y entre los jóvenes,
aumentando las derivaciones desde los centros de atención primaria y promoviendo el
desarrollo de conductas de búsqueda de ayuda en pacientes y familias y por último, a
través de una reducción en el abandono temprano del tratamiento. (2) Conseguir una
reducción de la morbilidad secundaria. La depresión, el consumo de drogas, el suicidio,
los trastornos de ansiedad, el estigma asociado con el padecimiento de una psicosis, el
habitualmente traumático contacto inicial con los servicios de salud mental y el
trastorno y la angustia familiar reactiva a la presentación de la enfermedad son dianas
clínicas de atención prioritaria y de intervención inmediata.
Llevar a cabo estos propósitos desde un servicio de salud mental comunitario exige la
configuración del mismo para proporcionar una respuesta adecuada a las especificas
necesidades a las que nos venimos refiriendo, ello supone la integración en su estructura
de tres estrategias en torno a las cuales se desarrolla la asistencia: (1) Estructuración
funcional del servicio clínico. Organizar un servicio público de salud mental para el
tratamiento temprano de la psicosis pasará por dotarle de un sistema de manejo de casos
con supervisión permanente de los mismos, que disponga de amplios e integrados
formatos de tratamiento psicosocial y que contemple la utilización de medicación
neuroléptica ante la presencia de síntomas psicóticos subumbral, ante un rápido
empeoramiento del funcionamiento o un rápido empeoramiento de los síntomas y ante
la posibilidad de riesgo de suicidio. (2) Identificación de personas con alto riesgo y
minimización de los casos de falsos positivos. Mejorar las habilidades de
reconocimiento e identificación de los profesionales implicados (médicos de atención
primaria y personal de salud mental) en todo el proceso sanitario se hace fundamental.
En este sentido se busca disponer de un perfil de alto riesgo que permita este
reconocimiento temprano y reduzca el margen de falsos positivos. Para ello seguimos la
clasificación propuesta por Yung et al. (1998) de grupos de riesgo para conseguir una
prevención indicada de la psicosis y que combina factores de riesgo por estados
específicos (estados mentales de alto riesgo) con factores de riesgo mas rasgos (Historia
familiar de primer grado con algún tipo de trastorno psicótico). Esto dará lugar a tres
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tipos de grupos de pacientes que tienen como otro factor de riesgo pertenecer a un grupo
de edad de 16 a 30 años:
Grupo de síntomas psicóticos atenuados. Caracterizado por la presencia de al menos
unos de los síntomas siguientes: ideas de referencia, creencias extrañas o pensamiento
mágico, trastornos perceptivos, pensamiento y habla extraña, ideación paranoide,
conducta o apariencia extraña. Los síntomas deberán tener una desviación de 2-3 puntos
en las escalas de contenido inusual del pensamiento o de suspicacia de la BPRS o de 1-2
puntos en el caso de la escala de alucinaciones y deberán tener una ocurrencia de varias
veces por semana, siendo el cambio en el estado mental de una semana por lo mínimo.
El caso siguiente ilustra uno de estos perfiles.
Juan es un chico de 18 años que trabaja de soldador en una pequeña empresa. No tiene
antecedentes familiares de enfermedad mental severa y sus antecedentes personales se
reducen a un problema de enuresis primaria tratado a los 14 años. Su madre lo
describe como un chico sociable, extrovertido, alegre, cariñoso, trabajador y tozudo.
Pero desde hace unos meses lo observaba muy inquieto, irritable, agresivo, con
problemas para conciliar el sueño y apático. Las discusiones domesticas se habían
incrementado notablemente y se aislaba de la familia dentro del hogar. En varias
ocasiones había intentado que se pasase por el médico, pero él siempre se había
negado. Su comportamiento en el trabajo se iba deteriorando, hasta que un día un
compañero de trabajo lo acompaña a su centro de salud tras un incidente laboral.
Desde ahí es derivado a nuestro servicio. Entre los motivos de derivación se
especifican: referencialidad, alucinaciones auditivas imperativas y miedo a la perdida
de control.
Grupo de síntomas psicóticos breves e intermitentes. Estos síntomas se resolverán
espontáneamente dentro de una semana e incluyen al menos uno de estos síntomas;
delirios, con una puntuación 4 o más en la escala de contenido inusual de pensamiento o
de suspicacia de la BPRS, y alucinaciones, con puntuaciones superiores a tres en la
escala de la BPRS.
Grupo mixto de factores de riesgo estado-rasgo. Incluye la combinación de estados
mentales de alto riesgo caracterizados por síntomas neuróticos inespecíficos (ansiedad,
depresión), pero de suficiente severidad y duración para indicar un marcado deterioro
con algún familiar de primer grado con historia de alteraciones psicóticas o de
personalidad esquizotípica. Este grupo debería presentar cambios estables en el estado
mental o en su funcionamiento con una reducción de 30 puntos o más en la escala de
funcionamiento global durante al menos un mes. El siguiente caso ilustra este grupo.
Luis es un chico de 16 años que estudia 3º de la ESO. Su madre es paciente de
nuestro servicio, donde recibe tratamiento para la psicosis esquizofrénica que padece.
Hace tres años había pasado un acceso depresivo que remitió a la semana sin haber
recibido tratamiento. No es un buen estudiante y ha repetido curso en dos ocasiones.
Su madre lo define como un chico retraído, tímido, poco cariñoso y poco hablador.
Hace dos meses que empezó a manifestar una gran tristeza, a llorar con facilidad, a
dormir mal y a estar muy intranquilo. Desde entonces se aparte de su familia, se
encierra todo el día en su habitación, no quiere recibir a ninguno de sus amigos y
hace una semana que no va al instituto. Por todos estos motivos su madre acude al
médico de cabecera y es enviado urgentemente a nuestro programa.
La utilización de este tipo de criterios para la identificación de personas con riesgo de
desarrollo de una psicosis han obtenido unas tasas de transición a la enfermedad del
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48% (Yung, Phillips, McGorry, Hallgren, McFarlane, Jackson, Francey & Patton,
1998).
(3) Estrategias de desarrollo comunitario. Este tipo de medidas incluyen el desarrollo
de contactos y acuerdos de colaboración para la minimización de los obstáculos en las
vías a los cuidados y facilitar el acceso al servicio junto con la promoción de medidas de
educación comunitaria sobre estados mentales de alto riesgo.
3. PROTOCOLO CLINICO-ASISTENCIAL PARA LA INTERVENCION
TEMPRANA EN PSICOSIS
A continuación describimos el protocolo diseñado para el área sanitaria de
Torrelavega-Reinosa en Cantabria. Comprende una población de unos 160.000
habitantes y se aplica desde la unidad de salud mental a través de un programa que se
viene desarrollando desde Octubre del 2000. La unidad de salud mental ha adaptado y
desarrollado un protocolo (ver figura 3) clínico-asistencial destinado a la ITP con dos
ejes básicos, desarrollar una estrategia local de detección y evaluación temprana desde
los centros de atención primaria y servicios locales de salud mental y la aplicación de
una estrategia terapéutica combinada que incluya la prestación de tratamiento
neuroléptico con atípicos a dosis bajas y terapia cognitivo conductual. El protocolo que
presentamos en este trabajo está pensado para su desarrollo desde un servicio publico de
salud y supone la aplicación integrada de diversos subprogramas a lo largo de un
periodo de tres años: (1) Programa de ITP para centros de atención primaria. (2)
Programa para el tratamiento farmacológico temprano. (3) Programa psicoeducativo
para pacientes y familiares e intervención familiar en primeros episodios. (4) Programa
de terapia cognitiva dirigida al ajuste y superación de la psicosis. (5) Programa de
terapia cognitiva para síntomas psicóticos positivos. Actualmente nuestro servicio está
llevando a cabo un estudio piloto para evaluar la eficacia de protocolo que proponemos
en este trabajo.
El programa empieza con la derivación al servicio por los centros de atención
primaria, consulta joven (dispositivo especifico del INSALUD dirigido a atender
población juvenil que no suele frecuentar las consultas convencionales de atención
primaria) y cualquier otro dispositivo de la comunidad, a continuación se realiza el
proceso evaluativo y en función de los resultados de la evaluación se organizan los
pacientes en tres grupos: Aquellos que presentan un estado mental de alto riesgo
caracterizado por síntomas inespecíficos y con antecedentes familiares; A estos se les
realiza un análisis funcional de sus alteraciones y si procede se llevan a cabo
intervenciones psicológicas encaminadas al tratamiento específico de sus problemas
(ansiedad, alteraciones del sueño, depresión, etc.) a la vez que entran en seguimiento
durante tres años. Otro grupo lo constituyen quienes presentan un estado mental de alto
riesgo caracterizado por presentar síntomas psicóticos atenuados o con carácter breve e
intermitente. Estos pacientes son tratados farmacologicamente con neurolépticos
atípicos a dosis bajas en combinación con terapia cognitivo- conductual y con
psicoeducación sobre el funcionamiento de los procesos psicológicos. Por último, el
grupo de pacientes que ya manifiestan un claro diagnóstico de psicosis, y que están en
su primer episodio, se abordan con un tratamiento combinado de psicofármacos,
terapias psicológicas encaminadas al ajuste a la psicosis (COPE) y al tratamiento de los
síntomas positivos (STOPP), psicoeducación y terapia familiar. En los tres casos se
prioriza el tratamiento ambulatorio desde la unidad de salud mental, incluyendo
atención domiciliaria si se precisa, con el fin de mantener los cuidados en la comunidad
y evitar cualquier corte traumático en el desempeño psicosocial del paciente.
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3.1. Protocolo de evaluación para ITP
La evaluación se lleva a cabo en dos formatos diferenciados: evaluación de
estados mentales de alto riesgo y evaluación de primeros episodios psicóticos. Para los
pacientes del grupo de riesgo se aplican las siguientes pruebas:
Escala de los Síndromes Positivo y Negativo (PANSS) de Kay, Opler & Fiszbein.
(1986) en su versión española de Cuesta y Peralta. Esta escala, en formato de entrevista
estructurada, permite una evaluación global de la sintomatología positiva y negativa, así
como de 16 escalas de psicopatología general.
Inventario Psicopatológico de Frankfurt (FBF-3) (Süllwold & Huber, 1986), en versión
española de Jimeno, Jimeno y Vargas (1996). Se trata de un cuestionario autoaplicado
para la evaluación de los síntomas básicos, en el que el paciente valora la presencia de
quejas subjetivas en 10 escalas clínicas (pérdida de control, percepción simple,
percepción compleja, lenguaje, cognición y pensamiento, memoria, motricidad, pérdida
de automatismos, anhedonia, y angustia e irritabilidad por sobreestimulación)
Escala de Señales Tempranas (ESS). (Birchwood. M. et al. 1989), escala autoaplicada
para la detección de señales tempranas de psicosis a través de cuatro escalas generales
(ansiedad, negativismo, desinhibición y psicosis incipiente).
Cuestionario Familiar (FQ) de Barrowclough y Tarrier (1992): Se trata una lista de 59
problemas centrados en el paciente, con una categoría abierta de “otros” para poder
incluir dificultades idiosincrásicas. El familiar indica en tres escalas tipo Likert, con un
intervalo de cinco puntos, la frecuencia con la que ocurren las conductas, la cantidad de
malestar que causan tales comportamientos y en qué medida se sienten de capaces para
enfrentarse con tales dificultades.
Escala de Funcionamiento Social (S.F.S.) Birchwood & Cochrane, (1990). Evalúa
aquellas áreas de funcionamiento que son cruciales para el mantenimiento en la
comunidad de personas con esquizofrenia. Las siete áreas que explora son: Aislamiento/
implicación social, conducta interpersonal, actividades pro sociales, ocio, independencia
/ competencia, Independencia / desempeño y empleo / ocupación.
Para los pacientes que presentan su primer episodio además de las anteriores se aplican:
Entrevista para la Evaluación Retrospectiva del Inicio de la Esquizofrenia (IRAOS) de
Hafner et al. (1992). Permite la evaluación de la sintomatología, los deterioros
psicológicos, las características sociales y demográficas y el desarrollo evolutivo de
aquellos puntos de referencia centrales en el curso temprano de la psicosis.
Cuestionario sobre Creencias Personales (PBIQ). (Birchwood, Mason, MacMillan &
Healy. 1993). Permite obtener las creencias personales del paciente sobre su
enfermedad a través de cinco escalas: Control sobre la enfermedad, yo como
enfermedad, expectativas, estigma y contención social
3.2. Programa de ITP para centros de atención primaria.
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El propósito de este programa es mejorar las habilidades de detección de los
médicos de atención primaria por medio de tres medidas: un taller educativo, entrega de
material informativo y mejora del itinerario asistencial
1. Taller educativo. Se realiza con los médicos del centro de salud e incluye cuatro
componentes centrales:
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•
•
•
Información básica sobre la psicosis
Descripción de las distintas formas de presentación inicial de la enfermedad
(pródromos)
Descripción del programa de tratamiento que se aplica desde salud mental
Estudio de casos clínicos del área.
2. Materiales informativos. Se entregan tres documentos:
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•
•
Una guía informativa sobre psicosis para médicos de primaria
Una hoja con el perfil de derivación de los pacientes diana
Una escala para la detección de pródromos.
3. Itinerario asistencial. Se auditan las vías de acceso a salud mental y se trabaja en
torno a tres medidas para optimizar las vías de acceso al programa:
•
•
•
Acceso directo e inmediato al centro (24-48 horas),
Profesionales de referencia para la derivación directa (sin lista de espera)
Reuniones individuales o grupales para el seguimiento de casos.
3.3. Programa de intervención familiar
Esta fase inicial de la enfermedad parece incluir una serie de rasgos que la
distinguen de etapas posteriores y que requeriría un tratamiento especifico. Se sugiere
que, en esta fase, la EE aún no es un constructo claramente establecido y que, por tanto,
las intervenciones clave deberían dirigirse particularmente hacia la construcción de
habilidades de solución de problemas relacionadas con el pobre funcionamiento social
del paciente y la soledad y pérdida emocional que los cuidadores padecen ante el
impactante y estigmatizarte efecto que supone la entrada de la psicosis dentro de una
familia
Gleeson, Jackson, Stavely & Burnett (1999) proponen una serie de principios
generales para trabajar con aquellas familias que se enfrentan con su primer episodio
psicótico y que se resumen en los siguientes:
•
•
•
•
Considerar la naturaleza de la fase de la enfermedad del paciente y que el trabajo
con la familia necesita ser flexible y adaptable.
Tener en cuenta que las familias tendrán un rango de sentimientos,
preocupaciones y preguntas diferentes
Tener en cuenta que las familias necesitan tiempo y oportunidades para tratar
con las crisis y con los consiguientes estresores.
Reconocer la necesidad que tienen las familias de que sus explicaciones sobre lo
que les ha ocurrido sean escuchadas y comprendidas.
12
•
•
•
•
Tener en cuenta que las familias necesitan un marco para comprender lo que
ocurre.
Reconocer que las familias también necesitan un tiempo de recuperación y
atraviesan diferentes etapas.
Observar que la familia puede modificar con el tiempo sus formas de enfrentarse
con los problemas, oscilando desde actitudes de mantenimiento de situaciones
hasta el abordaje de problemas permanentes.
Tener en cuenta que el trabajo con las familias es una intervención preventiva.
Dirigida hacia los niveles de estrés, carga, afrontamiento, funcionamiento social
y nivel general de salud de todos los miembros de la familia.
Estos principios se llevan a cabo a través de cuatro fases
Fase 1. Antes de la detección. Durante la fase prodrómica se aborda la percepción y
explicaciones que da la familia de los cambios observados en su familiar y que van
desde la negación hasta la atribución a rasgos de personalidad. Se busca una rápida
resolución de conflictos familiares que se generan en esta etapa como consecuencia de
estas reacciones o de la confusión y ansiedad que se suelen provocar estos cambios.
Fase 2. Después de la detección. Se centra en el impacto de las crisis psicótica en la
familia y en sus reacciones al inicio del tratamiento. Esto supone abordar la revisión de
sus esquemas explicativos y las habituales reacciones de estrés agudo caracterizadas por
ansiedad, depresión, y por el dolor y la pena que producen la repetición de incidentes en
la convivencia domestica. Se pone especial atención al estigma, a la ventilación de
emociones y al modelo familiar de enfermedad.
Fase 3. Durante el inicio de la recuperación. El trabajo se centra en el estilo de
afrontamiento, la competencia y el funcionamiento adaptativo de la familia.
Fase 4. Estabilización y primera recaída. Se trabaja para conseguir la estabilización
familiar y reducir el impacto de la psicosis en la vida de los miembros de la familia y en
la prevención de estilos de afrontamiento que generen dependencia excesiva. Por otro
lado se trata de reconstruir las atribuciones de los familiares sobre la conducta del
paciente pasándolas de inestables a estables y de externas a internas.
En todas las fases se aplica el formato de intervención propuesto por
Barrowclough & Tarrier (1992) y que incluye tres componentes: psicoeducación,
entrenamiento en manejo de estrés y respuestas de afrontamiento y un programa de
establecimiento de metas.
3.4. Programa de ajuste y superación para la psicosis temprana
La mayoría de personas que experimentan por primera vez una psicosis, reciben
un impacto profundamente negativo sobre su sentido del yo y sobre la capacidad de
dirección sobre su propia vida. La alteración global de sus funciones cognitivas, la
interrupción de su trayectoria vital y el inicio de un tratamiento para una grave
enfermedad psiquiatrica se suele acompañar de una serie de secuelas como la
experiencia del estigma, una reducción en las capacidades de competencia personal, en
los distintos roles personales y en las oportunidades vitales. Estas secuelas suelen
conducir frecuentemente a la perdida de autoestima, de autoeficacia y a la
13
desmoralización. Las defensas del paciente se reducen, sus respuestas de afrontamiento
pueden ser mínimas o desadaptativas y empieza a la persecución de una búsqueda
desordenada de sentido para sus vivencias. Para Drury (2000) la intervención en este
momento inicial de la psicosis se presenta como un acto de ayuda al paciente en su
intento por dar sentido a todos los cambios que le están ocurriendo. Jackson, Hulbert &
Henry (2000) resaltan la necesidad de conocer el proceso personal de construcción de la
psicosis, incluyendo en ello las experiencias subjetivas de la psicosis, el modelo
explicativo personal de la enfermedad y las percepciones del impacto de la enfermedad
sobre su vida y sobre su sentido del yo. La figura 4. presenta el modelo de adaptación y
ajuste que nosotros aplicamos. Se trata de la combinación de los dos principales
procesos psicológicos implicados en la adaptación a la psicosis: la valoración cognitiva
y el estilo de recuperación. Este modelo afirma que el ajuste a la enfermedad combina la
evaluación personal del yo, de los síntomas y de la enfermedad con el estilo de
afrontamiento que el individuo elige como mejor manera de abordar sus dificultades.
Un buen ajuste psicológico pasará por la integración de unas valoraciones cognitivas y
de un estilo de recuperación adaptativo.
Dentro de las valoraciones de la enfermedad nos centramos en aquellas
valoraciones cognitivas que Birchwood (2000) ha probado claves por su influencia en
una serie de acciones de gran trascendencia durante la psicosis temprana y que están
relacionadas con reacciones de depresión, desesperanza y suicidio. Se trata de las
valoraciones de atrapamiento, humillación y perdida. Valoraciones de atrapamiento; el
paciente se siente atrapado en su enfermedad y sin posibilidades de escapatoria, suele
basarse en creencias sobre la psicosis como una maligna e incontrolable enfermedad.
Valoraciones de pérdida. El paciente percibe que ha perdido sus objetivos o metas
vitales, a la vez que sus capacidades psicológicas esenciales y su identidad personal.
Valoraciones de Humillación. Relacionadas con el estigma y la vergüenza secundarias a
una percepción personal de incapacidad y minusvalía.
En cuanto al afrontamiento resultante se consideran tres estilos de recuperación:
Negación; suele ser el mas frecuente, el paciente rechaza como suyos o relacionados
con él, cualquiera de los síntomas o características de la enfermedad y genera una huida
de cualquier intento de asumir o de regular tales disfunciones. Encasillamiento; el
paciente se encierra en su rol de enfermo crónico y desesperanzado y abandona la
búsqueda de cualquier acción encaminada a una mejoría o superación de los efectos de
su enfermedad. Integración; El paciente asume su dolencia y se implica activa y
positivamente en sus cuidados. Consiste en la integración de la psicosis dentro de la
identidad psicológica como un componente más, con aspectos negativos y limitadores y
con otros aspectos más positivos relacionados con el conocimiento de otras realidades
fenomenológicas personales. El ajuste que se presenta como óptimo es aquel que
supone una aceptación libre de culpa de la enfermedad junto con el fomento de un
sentido de dominio sobre la enfermedad obtenidos a través de la educación y del
aprendizaje y aplicación de estrategias de control encaminadas hacia la integración de la
psicosis.
El formato terapéutico seleccionado para obtener esa adecuada adaptación a la
psicosis, es el propuesto por Jackson et al. (1998, 1999, 2000): la terapia de orientación
cognitiva para la psicosis temprana (COPE). Se trata de una terapia que utiliza la
psicoeducación y técnicas cognitivas como procedimientos para desafiar los autoestereotipos y la auto-estigmatización y obtener una buena alianza terapéutica,
promover un estilo de recuperación adaptativo, reducir o impedir la morbilidad
secundaria y reducir las recaídas. La terapia consta de cuatro componentes: evaluación
14
inicial, enganche y construcción de la alianza terapéutica, adaptación del yo a la psicosis
y tratamiento de la morbilidad secundaria.
Valoración Cognitiva
Afrontamiento
Del yo,
síntomas y
enfermedad
Estilo de
Recuperación
Perdida
Negación
Humillación
Encasillamiento
Atrapamiento
Integración
Figura 4. Modelo psicológico de adaptación a la psicosis
1. Evaluación; Debe cubrir la sintomatología y el inicio del trastorno, el nivel de insight
y el modelo explicativo personal, su funcionamiento en distintas áreas antes, durante y
tras la psicosis, descripciones de sus posibles yo, su estructura cognitiva ( pensamientos
automáticos, estilo atributivo, esquemas, guiones y distorsiones cognitivas) y sus
métodos de afrontamiento.
2. Alianza terapéutica; Conocer la trayectoria anterior de contactos con servicios
sanitarios para detectar y neutralizar experiencias traumáticas, mostrar intereses en su
sintomatología y en su persona (aspiraciones, ideales, metas, miedos), ofrecer ayuda
para sus problemas prácticos, aceptación de su psicosis y aliviar sus sentimientos
estigmatizantes, fomentar esperanza y control sobre la enfermedad.
3. Adaptación a la psicosis; pretende dotar al paciente de significado para sus
experiencias psicóticas y de control sobre ellas, proteger su autoestima y sus diversos
yo. Las intervenciones se desarrollan a lo largo de cuatro etapas:
Etapa 1. Se trata de instalar la esperanza en el mantenimiento o recuperación de algunas
metas en el paciente, intentando mejorar su auto eficacia o creencias de influencia y
control sobre el curso y resultado de la enfermedad.
Etapa 2. Supone el inicio del trabajo cognitivo intenso, psicoeducación, abordaje de las
distorsiones cognitivas y reestructuración cognitiva de aquellos esquemas o creencias
sobre la psicosis, el yo o la sintomatología que bloquea el acceso a las metas personales
y menoscaba la capacidad de tratar con su enfermedad.
Etapa 3. Supone el paso a la acción de las estrategias cognitivas trabajadas en la etapa
anterior a través de tareas graduadas programadas encaminadas a encauzar nuevamente
15
el desarrollo personal: recuperación o mantenimiento de amistades, normalización de la
convivencia familiar, recuperación de las metas académicas o laborales, etc.
Etapa 4. Revisión de los progresos, balance de los desarrollos alcanzados destacando los
logros obtenidos como evidencias de avance y recuperación personal, resaltando la auto
eficacia y la capacidad de auto dirección personal.
4. Morbilidad secundaria; Supone la aplicación de los procedimientos cognitivos
estándar a las alteraciones secundarias a la psicosis mas frecuentes: depresión, ataques
de pánico, ansiedad, abuso de alcohol y drogas.
3.5. Programa de terapia cognitiva para síntomas psicóticos positivos persistentes.
Los desarrollos recientes en terapia cognitiva de sintomatología positiva residual
comparten una serie de principios que han guiado su desarrollo y que Jackson, Edwards,
Hulbert & McGorry (1999) sintetizan en las siguientes:
(a) Las experiencias psicóticas son multidimensionales, se desarrollan a lo largo de
un continuo y se describen mejor aplicando varios parámetros como por
ejemplo: grado de preocupación, frecuencia, intensidad.
(b) La tenacidad con la que los pacientes sostienen un delirio o una experiencia
alucinatoria puede fluctuar con el tiempo
(c) Se asume la capacidad de las personas de auto influencia en su conducta
independientemente del grado de trastorno de esta y se busca el acceso a sus
habilidades para controlarla.
(d) El contenido cognitivo (creencias específicas) y los procesos cognitivos
(distorsiones cognitivas) que subyacen a los delirios y a las alucinaciones deben
ser el foco de las intervenciones.
El contenido de las terapias incluye identificar los pensamientos y creencias, revisar
las evidencias que fundamentan esas creencias, fomentar la auto-monitorización de las
cogniciones, relacionar los pensamientos con el afecto y la conducta, e identificar los
sesgos de pensamiento. Las intervenciones tienen como objetivos principales reducir la
angustia y la interferencia con el funcionamiento normal producidos por la
sintomatología psicótica residual, reducir el trastorno emocional y promover en el
individuo una comprensión de la psicosis que permita su participación activa en la
regulación del riesgo de recaída y de la incapacidad social que habitualmente genera la
esquizofrenia. Basándose en estos principios y en las evidencias clínicas que indican
que en torno a un 17% de pacientes continúan experimentando síntomas psicóticos en
su primer episodio después de un año de tratamiento Jackson et al. (1999) desarrollan
un formato de terapia cognitivo-conductual para su aplicación a los síntomas positivos
residuales en primeros episodios: El tratamiento sistemático para síntomas positivos
persistentes (STOPP). Esta terapia se desarrolla a lo largo de cuatro fases: Evaluación,
psicoeducación y estrategias de afrontamiento, modificación de creencias y exploración
del significado delos síntomas y finalización, revisión y prevención de recaídas.
Fase 1. Evaluación; considera las siguientes áreas:
•
•
Evaluación del modelo explicativo
Análisis conductual
16
•
•
•
•
•
•
Inicio de los síntomas sicóticos
Fenomenología de los síntomas positivos
Consumo de drogas y alcohol
Niveles de ansiedad y depresión
Rasgos de personalidad
Aspectos evolutivos
Además, en esta etapa se procede al desarrollo de una formulación psicológica del
problema por parte del terapeuta, formulando una hipótesis etiológica y de
mantenimiento del problema y argumentando los fundamentos para la intervención.
Fase 2. Psicoeduación y afrontamiento; en esta etapa se procede al desarrollo de las
siguientes intervenciones:
•
•
•
•
•
•
Inicio de la enseñanza de estrategias de afrontamiento para el manejo de
síntomas positivos
Intervenciones específicas para la ansiedad y depresión comórbida
Psicoeducación y minimización de daño por consumo concurrente de drogas y
alcohol
Psicoeducación e intervenciones en torno a la implicación en el tratamiento
Introducción de modelos normalizadores de psicosis
Exploración de creencias sobre la enfermedad mental
Fase 3. Modificación de creencias y exploración del significado de los síntomas;
incluye los siguientes componentes;
(a) Reestructuración cognitiva y modificación de creencias sobre los síntomas positivos:
este procedimiento se desarrolla a través de los siguientes pasos:
• Creencias del paciente sobre las voces (identidad, significado, control,
obediencia)
• Evidencias que soportan las creencias
• Desafío verbal de las creencias
• Pruebas de realidad
•
(b) Evaluación e intervención sobre las creencias centrales con especial atención sobre
la autoestima y los problemas de identidad
(c) Exploración de los posibles significados de los síntomas
Fase 4. Finalización, revisión y prevención de recaídas.
Incluye el conocimiento de las características personales de vulnerabilidad que
pueden desencadenar un futuro episodio psicótico y, como consecuencia, el
entrenamiento en identificación de signos y síntomas que advierten de una posible
recaída y su tratamiento precoz.
17
Consulta
Joven
Centro de Atención
Primaria
Otros dispositivos
comunitarios
PROGRAMA DE DETECCIÓN E INTERVENCIÓN TEMPRANA
EVALUACIÓN
Entrevista
Familiar
Psicopatología
(PANSS)
Inicio y Curso
Temprano
(IRAOS)
Pródromos
(ESS)
Creencias
Personales
(PBIQ)
Síntomas
Básicos
(FBF-3)
Funcionamiento
Social
(SFS)
Cuestionario
Familiar
(FQ)
TRATAMIENTO
Antecedentes
familiares +
EMAR inespecíficos
Síntomas psicóticos
atenuados
(EMAR)
Seguimiento
Tratamiento
farmacológico
Tratamiento
farmacológico
Terapia cognitivoconductual
COPE-STOPP
Primer episodio
Psicótico
Análisis Funcional
Tratamientos
específicos
Psicoeducación
Psicoeducación
Comunidad
comunidad
Intervención
Familiar
Comunidad
SEGUIMIENTO ENFERMERIA
FiFigura 3. Protocolo clínico-asistencial para ITP.
18
Centro de
Rehabilitación
Psicosocial
RESULTADOS INICIALES DEL ESTUDIO DE TORRELAVEGA
En el primer año de nuestro trabajo hemos recogido unos primeros datos, que si
bien son meramente descriptivos, nos pueden orientar de los efectos de esta modalidad
de intervención temprana en psicosis en nuestro entorno sanitario real. Como hemos
dicho en el estudio comparábamos dos centros de atención primaria. El experimental
recibía el programa de ITP para centros de atención primaria, y el control ningún tipo de
intervención. Los pacientes de ambos centros una vez acceden al programa reciben el
mismo tipo de tratamiento. El objetivo del estudio es doble; por un lado se trata de
observar si este tipo de actuaciones mejora la captación y la derivación desde los centros
de atención primaria, reduciendo de este modo el tiempo que pasa la enfermedad sin
recibir tratamiento. Por otro lado, comprobar si la intervención en esas fases iniciales de
la enfermedad con el programa de tratamiento expuesto aquí tiene algún tipo de
incidencia en el transito a la psicosis y en el curso posterior de esta.
Características generales de la muestra
A lo largo del primer año, accedieron al programa un total de 30 pacientes procedentes
de todo el área de salud (también se contabilizaron los pacientes procedentes de otras
zonas básicas del área). 11 procedían del grupo experimental (36%) y 2 del grupo
control (6,6%), el resto se distribuía entre los restantes 7 centros de salud (37,3%) y
presentaba una gran dispersión en las derivaciones. Dados los resultados se formaron
dos grupos para el análisis; el experimental y el resto de los centros se reunió en otro
grupo control).
La edad media era de 21,7 años para el grupo experimental y de 20,4 para el control. El
grupo experimental tenia un 80% de mujeres y un 20% de hombres, mientras que el
control tenia un 56,6 % de mujeres y un 43,4 de hombres. La duración de la enfermedad
sin tratar (aquí se refiere al inicio de los primeros síntomas de malestar clínico antes de
entrar en el programa como pacientes de estado mental de alto riesgo o como primer
episodio) fue de 27 meses para el grupo experimental y de 31 para el control. La
duración de la psicosis sin tratar fue de 2 semanas para el grupo experimental y de 3
meses para el grupo control. Y por último el grupo experimental tenia un 30 % de
antecentes de consumo de drogas frente a un 16% del grupo control.
Clasificación diagnostica de las derivaciones
En cuanto al tipo de pacientes enviados al programa, el grupo experimental derivó un
54,5 % de pacientes de estado mental de alto riesgo, un 9% de trastornos de
personalidad, un 18% de trastornos paranoides, un 9% de trastornos esquizofrénicos y
un 9% de trastornos depresivos. Por su parte, el grupo control derivó un 40% de
pacientes calificados de estados mentales de alto riesgo, un 25 % de esquizofrenias, un
8% de trastornos esquizofreniformes, un 8 % de trastornos delirantes, un 12 % de
trastornos depresivos y un 4% de trastornos de personalidad.
Discusión
A la vista de estos primeros datos, se pueden aventurar unas primeras reflexiones:
19
1.La aplicación de estos procedimientos obtiene unos mínimos periodos de enfermedad
sin tratamiento y posibilita el inicio del tratamiento en los primeros momentos de la
psicosis o incluso en sus fases presicóticas.
2. La aplicación de esta modalidad de intervención temprana en los centros de atención
primaria obtiene un muy buen filtrado de pacientes y una optima calidad de las
derivaciones, sin colapsar los servicios con derivaciones indebidas. Las capacidades
diagnosticas de los médicos se optimizan.
3. Si el filtrado es adecuado, ahora solo queda observar en el tiempo cual es el devenir
de estos pacientes y en cuantos casos se producirá una transición a la psicosis. Esto a su
vez nos permitirá observar cual es el efecto de la modalidad de tratamiento aquí
expuesta, tanto en su capacidad de impedir o de demorar tal transito, como en la de
paliar las discapacidades iniciales surgidas en estos estadios iniciales de la enfermedad y
facilitar así la labor de rehabilitación y de reversión de la discapacidad que la psicosis
suele generar.
CONCLUSION
Hemos visto como los primeros momentos de la psicosis se presentan como la
mejor etapa para una optima intervención biopsicosocial, sugerimos además que los
centros de salud mental, por su composición interdisciplinar, su agilidad funcional, su
conexión con los centros de atención primaria de salud y por ser la puerta de entrada al
servicio asistencial especializado pueden ser el lugar idóneo para el desarrollo de estas
nuevas modalidades de intervención. Modalidades, que como indica Birchwood (1999)
pueden conseguir mejorar el curso de la psicosis y conducir hacia otro tipo de “meseta”
en la que el decline mental y social sea menor y se pueda compensar y mantener bajo
control la vulnerabilidad individual. Además de esto, se podría facilitar la continuidad
de cuidados a lo largo de todos los dispositivos asistenciales o comunitarios que fuese
utilizando el paciente, puesto que se proporciona un transito guiado y no traumático
entre estos, y se aplica una lógica asistencial y terapeútica armónica en toda esa ruta.
Los primeros datos obtenidos en nuestro servicio parecen sugerir la viabilidad de
estos procedimientos en entornos asistenciales públicos de nuestra red sanitaria. Si los
datos posteriores confirmasen los efectos beneficiosos que estos parecen apuntar, quizás
estuviésemos ante la oportunidad de variar de manera notable el curso de este
incapacitante trastorno. Esto conllevaría además una nueva visión de la rehabilitación,
donde ya no se trata de esperar estados residuales de la enfermedad para intervenir, sino
de implantar tales procedimientos desde los momentos iniciales de la patología y
romper de este modo la falsa dicotomía denunciada por Shepherd entre tratamiento y
rehabilitación. En el fondo, se trata de promover una óptica rehabilitadora a lo largo de
todo el curso de la enfermedad, situando en sus primeras fases el momento del inicio de
una rehabilitación que deberá acompañar a la persona a lo largo de su trayectoria vital
intensificando o atenuando su intensidad en función del propio devenir individual y de
los distintos avances científicos que aún nos esperan.
20
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Secretaría de Salud del Estado de Tabasco
México
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Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
ARTÍCULO DE REVISIÓN
Manejo del Paciente Psicótico en el Servicio de Urgencias de un
Hospital General
Arturo Morlet-Barjau(1,2,3,6) Ernesto Ortiz-Maldonado(3,4,7) Manuel Moscoso-López(3,5)
[email protected]
RESUMEN
INTRODUCCIÓN
Las psicosis son situaciones clínicas prevalentes tanto en
los servicios de hospitalización como en urgencias. Es
importante que los médicos estén familiarizados con los datos
clínicos y el manejo farmacológico para evitar con ello
complicaciones posteriores. Aunque los problemas
psicóticos son situaciones clínicas difíciles que muchos
médicos intentan evitar, es importante conocer los aspectos
generales y prácticos del abordaje de estos pacientes. Esta
revisión práctica de la literatura intenta proporcionar
lineamientos básicos para la identificación y tratamiento de
emergencia de los cuadros psicóticos que se presentan en
un servicio de urgencias de un Hospital General.
Palabras claves: Psicosis, hospital general,
comorbilidades, servicio de urgencias, depresión.
Los problemas psicóticos que se presentan en los hospitales
generales son condiciones clínicas frecuentes que afectan
tanto a los pacientes como a los familiares y al entorno
hospitalario. En nuestro país, como en otros en vías de
desarrollo, existe una especial tolerancia y resistencia para
solicitar atención psiquiátrica cuando se presentan episodios
psicóticos en algún miembro de la familia o comunidad, aún
cuando otro especialista ha descartado otras causas
asociadas e intenta enviar al paciente para su evaluación.
Una de las situaciones desafortunadas por sus
consecuencias, y que anima a algunas familias a solicitar
ayuda psiquiatrica, es la presencia de agitación o violencia.
Lo escrito anteriormente justifica plenamente la importancia
de la educación a la población y personal relacionados con
la salud, sobre la importancia de la evaluación temprana de
todos aquellos pacientes que muestren evidencias de algún
problema relacionado con la salud mental.
Existen pocos estudios que consideren el diseño de
lineamientos para abordar y tratar a los pacientes psicóticos
en los servicios de urgencias, especialmente por lo
complicado de esta situación y por el riesgo que implica
proporcionar tratamiento cuando se acompañan de
alteraciones conductuales. El número de situaciones clínicas
psiquiátricas que se presentan en los hospitales se ha
duplicado en los últimos 30 años incluyendo los trastornos
psicóticos1 y se estima que aproximadamente el 6% de todas
las admisiones a los servicios de urgencias en los Estados
Unidos están relacionadas con problemas conductuales con
síntomas psicóticos, en su mayoría relacionadas con causas
médicas.2,3,4
Es muy importante la identificación y tratamiento adecuados
de los problemas psicóticos en los hospitales generales en
SUMMARY
Psychosis are a very prevalent clinical conditions in medical
inpatients as well as in the emergency department in
Psychiatric and General Hospitals; For that reason it Is very
important that other medical doctors were familiarized with
the clinical manifestations and pharmacological management
in order to prevent subsequent complications. Although
psychotic problems are very difficult clinical situations that
many doctors try to avoid, it is very important to know general
and practical issues when treating these patients.
This practical review of the literature tries to provide the
basic guidelines to identify and treat de psychotic states
that presents in an emergency service in a General Hospital.
Palabras claves: psychosis, general hospital, emergency
service, depression.
Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente,” México, D.F.
Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán,” México D.F.
(3)
Hospital Ángeles de Villahermosa, Tabasco
(4)
Hospital General Gustavo A. Rovirosa Pérez. Villahermosa, Tabasco
(5)
Neurociencias México, Villahermosa, Tabasco
(6)
Secretaría de Salud del Estado de Tabasco
(7)
Centro Médico ISSET “Dr.Julián Manzur Ocaña,” Villahermosa, Tabasco
(1)
(2)
792
SALUD EN TABASCO Vol. 14, No. 3, Septiembre-Diciembre 2008
ARTÍCULO DE REVISIÓN
vista de lo que representa para el pronóstico y bienestar del
paciente así como el entorno familiar y social.5 En general, la
intervención de urgencias en un paciente que se presenta
con síntomas psicóticos está fundamentada en el control
inmediato en vista de la brevedad del tiempo para la toma de
decisiones, lo cual hace difícil la obtención de información
así como la exploración física y neurológica para descartar
causas relacionadas. 6,7,8 Sin embargo, la evaluación
psiquiátrica inmediata es de vital importancia ya que la
admisión o referencia del servicio de urgencias puede traer
consecuencias devastadoras en vista de la posibilidad de
que se presenten, en cualquier momento, conductas
violentas que pueden poner el peligro tanto al paciente como
al personal de salud.9-14
Debe señalarse que no existen políticas claras, en la mayoría
de los países, sobre la utilización en pacientes psicóticos o
agitados de medidas de restricción física, química
(psicofármacos) o referencia a un centro psiquiátrico; en la
mayoría de los casos se toman decisiones por criterio médico
que puede variar considerablemente de uno a otro
especialista.15 Es evidente que debería ser el Psiquiatra quien
adiestre al resto de los especialistas para la toma de
decisiones al tratar a un paciente psicótico con o sin
problemas conductuales como la agitación.
Aspectos generales de las psicosis
La psicosis es una alteración del estado mental que se
extiende al pensamiento, respuestas afectivas,
reconocimiento de la realidad y comunicación con los demás
que se presenta con mucha frecuencia en los servicios de
urgencias de los hospitales generales. Las características
principales de las psicosis son las siguientes:
a) Una prueba de realidad alterada; aunque al paciente se le
confronte con una realidad comprobable, no logra discernir
entre lo que es real y lo que no lo es.
b) La presencia de ideas delirantes; falsa creencia basada en
una inferencia incorrecta relativa a la realidad externa; esta
creencia no está aceptada por otros miembros de la
subcultura o cultura a la que pertenece el sujeto.
c) Alucinaciones; la percepción de estímulos auditivos,
visuales, táctiles u olfatorios en ausencia de una fuente real
de estos.
d) Ilusiones; la percepción distorsionada de los estímulos
cuya fuente es real, como percibir una silla como una persona.
Además de lo anterior, se puede observar desconfianza,
ansiedad y agresividad física o verbal. Si el paciente presenta
alucinaciones, sobre todo si estas son de tipo auditivo,
pueden observarse soliloquios (habla solo, generalmente
contestando voces) ó si las alucinaciones son de tipo visual
puede presentar actitud alucinada. La catatonia es un
síndrome raro y se caracteriza principalmente por la presencia
de mutismo (lenguaje pausado o ausencia de respuestas),
negativismo (resistencia a las instrucciones o incluso
resistencia activa a ser movido), catalepsia o flexibilidad cérea
(permanencia en una posición aunque sea incómoda durante
mucho tiempo o permanencia en la posición que se le
acomode), estupor (marcada falta de reactividad al medio
ambiente a pesar de que exista estado de vigilia adecuado
comprobado incluso mediante electroencefalografía).16
Los principales signos y síntomas de las psicosis se resumen
en el cuadro 1.
CUADRO 1. Síntomas y signos clínicos de la psicosis.17,18,19
• Alteración de la prueba de realidad
• Ideas delirantes
• Alucinaciones
• Ilusiones
Puede existir, además:
• Suspicacia
• Agitación psicomotriz *
• Ansiedad
• Agresividad
• Actitud alucinada
• Catatonia
*La agitación psicomotriz clínicamente significativa puede
definirse como una agresión verbal o física anormal,
conductas motoras propositivas para la agresión
acompañadas en ocasiones de una alteración importante en
el funcionamiento del paciente.20
Motivo de consulta del paciente psicótico en urgencias
Prácticamente cualquiera de las alteraciones psicopatológicas
que se conocen pueden ser motivo de consulta: desde la
sintomatología clínica principal del cuadro, especialmente
alteraciones del pensamiento (delirios) o de la
sensopercepción (alucinaciones) hasta alteraciones
afectivas, agitación o inhibición psicomotriz, auto y/o
heteroagresividad o efectos secundarios que involucran el
sistema nervioso y que se atribuyen a la medicación.21 Es
frecuente que el paciente se presente al servicio de urgencias
acompañado de algún familiar que ha sido testigo de las
conductas disruptivas o inclusive por autoridades de
seguridad pública o privada; cuando el paciente se presenta
con un familiar y existe la oportunidad, es conveniente incluir
en el interrogatorio antecedentes familiares de trastornos
mentales.22-25
SALUD EN TABASCO Vol. 14, No. 3, Septiembre-Diciembre 2008
793
ARTÍCULO DE REVISIÓN
CUADRO 2. Escala de coma de Glasgow (Teasdale and Jennett,
1974).
Historia clínica y exploración física
Antes de iniciar cualquier maniobra física o farmacológica
en un paciente psicótico se debe de realizar, de ser posible,
una exploración física y neurológica que permita la situación
clínica, así como preguntas relevantes para el diagnóstico
diferencial.26,27 Si el paciente se encuentra muy agitado y no
coopera, entonces se debe sedarlo considerando la situación
clínica del paciente así como sus parámetros farmacocinéticos
y farmacodinàmicos. Es importante contar con la presencia
de algún familiar o persona que conozca al paciente lo mejor
posible con el objetivo de obtener mayor información e
inclusive ayudar en ciertos casos a tranquilizar al paciente.
Item
Apertura del ocular
Puntos
4
3
2
1
Respuesta verbal
Respuesta motora
Exámen neurológico en el paciente psicótico
El objetivo principal del examen neurológico, cuando es
posible realizarse en el paciente psicótico, es la localización
de alguna lesión o disfunción relacionada con el cuadro
nclìnico. El examen del estado mental realizado por el
neurológico y el psiquiatra comparten datos como el nivel
de conciencia, orientación, memoria, funciones mentales
superiores, cálculo y lenguaje. El nivel de conciencia en toda
admisión a los servicios de urgencias debe registrarse en
todos los casos, en vista de que este parámetro proporciona
28
un estado basal. La escala de coma de Glasgow es fácil de
usar y es aceptada por la mayoría de los países.(Cuadro 2)
Respuesta del paciente
Espontánea
A ordenes verbales
Al dolor
Sin respuesta
Orientado
Conversación confusa
Palabras inapropiadas
Sonidos incomprensibles
Ninguna
5
4
3
2
1
Obedece comandos
Localiza el dolor
Retiro al dolor
Flexión al dolor
Extiende al dolor
Ninguna
6
5
4
3
2
1
El lenguaje es otra área importante para evaluar de manera
basal en vista de que los síntomas no pueden ser
comunicados con certeza sin él. La disfasia, ya sea receptiva
o expresiva es un signo clave de localización; sin embargo,
es importante establecer si el paciente es diestro
(aproximadamente el 85%) o zurdo ya que esto permite
CUADRO 3. Se le da instrucciones al paciente para haga lo siguiente:
1. Parase con los pies juntos.
2. Cerrar los ojos.
3. Abrir los ojos y caminar en línea recta hacia delante y hacia atrás.
4. Caminar con la punta de los pies y talones.
5. Brazos hacia delante con las palmas de las manos hacia arriba.
6. Sostener esta posición por uno segundos.
7. Cerrar los ojos, tocar la nariz con la punta del dedo índice que el examinador ha tocado ligeramente. Posteriormente
tocar la nariz con la punta del dedo medio que el examinador ha tocado ligeramente.
8. Simule tocar el piano con los brazos hacia delante.
9. Toque repetidamente la región posterior de cada mano con la palma opuesta.
10. Mientras observa al examinador, cierre fuerte los ojos.
11. Sonria ampliamente.
12. Saque la lengua.
13. Mueva la lengua de un lado a otro.
14. Mire al examinador mientras mueve un dedo en cada cuadrante a la izquierda y derecha y posteriormente en el
cuadrante derecho e izquierdo al mismo tiempo; el paciente debe apuntar hacia el dedo que se mueve.
15. Siga el dedo del examinador con la cabeza mirando hacia delante: el dedo debe moverse a través de la línea media
hacia el hombro a lo ancho de cada lado y luego de arriba abajo; esto debe repetirse del lado opuesto.
16. Siéntese en la mesa de exploración mientras el examinador revisa los reflejos.
17. Permita al examinador revisar el fondo de ojo con un oftalmoscopio.
794
SALUD EN TABASCO Vol. 14, No. 3, Septiembre-Diciembre 2008
ARTÍCULO DE REVISIÓN
determinar la dominancia cerebral. Los neurolépticos
convencionales pueden causar disartria, así como los
anticonvusivantes a dosis altas. Las enfermedades
cerebrovasculares, esclerosis múltiple, las enfermedades
cerebelosas y la disquinecia tardía pueden también estar
asociadas con la disartria. El examen neurológico completo,
que lleva aproximadamente unos 40 minutos, no es siempre
factible en algunas situaciones clínicas aunque importante
e ideal. Existe la alternativa de realizar un examen neurológico
breve29,30 como se muestra en el cuadro 3.
Si la exploración física y neurológica resulta normal, es
probable que la causa de la psicosis sea de índole
psiquiátrica. Aún así, se recomienda realizar algunos
exámenes de laboratorio y gabinete para obtener mayor
certeza diagnóstica como se indica en el cuadro 4.
Entre los aspectos
encuentran:24,25,31,32,33
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
útiles
de
interrogar
se
La presencia de episodios previos similares.
Antecedentes de consumo de sustancias.
Factores desencadenantes.
Tiempo de evolución del cuadro y fluctuación
durante el día.
Conducta extraña o bizarra previa al inicio de la
psicosis; si el paciente tiene historia de ser aislado,
retraído, podemos orientarnos más hacia el espectro
de la esquizofrenia.
Antecedentes familiares de esquizofrenia, trastorno
bipolar, depresión o demencia.
Retiro abrupto de medicamentos psicotrópicos.
Es muy importante determinar si el paciente tiene ideas
delirantes de daño o persecución o si presenta alucinaciones
amenazantes, ya que esto puede incrementar la ansiedad y
volverse más agresivo. Asimismo deben considerarse la
presencia de ideas o planes suicidas u homicidas para evitar
que el paciente se lesione, consume un acto suicida o dañe
a los demás.
I.-Descripción general
A.-Aspecto
B.-Conducta y actividad psicomotriz
C.-Actitud hacia el entrevistador
II.-Animo y afecto
III.-Discurso
IV.-Alteraciones perceptuales
V.-Pensamiento
A.-Proceso y forma
B.-Contenido
VI.-Sensorio y cognición
A.-Alerta y nivel de conciencia
B.-Orientación
C.-Memoria
D.-Concentración y atención
E.-Capacidad de leer y escribir
F.-Habilidad visoespacial
G.-Pensamiento abstracto
H.-Inteligencia
VII.-Control de impulsos
VIII.-Juicio y advertencia de enfermedad
IX.-Veracidad de la información.
CUADRO 4. Exámenes de laboratorio recomendados en un paciente con psicosis aguda*
Electrolitos séricos
Química sanguínea (creatinina, BUN y glucosa)
Calcio sérico
Transaminasa glutámico-oxaloacética sérica, bilirrubinas y fosfatasa alcalina
Niveles de tiroxina (T4) libre y hormona estimulante de tiroides
Biometría hemática con volumen corpuscular medio (VCM)
Examen general de orina
Tamizaje para drogas en orina
Tomografía axial computarizada
Imagen de resonancia magnética
Electroencefalografía
* Algunos de estos estudios bajo consideración del clínico.
SALUD EN TABASCO Vol. 14, No. 3, Septiembre-Diciembre 2008
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ARTÍCULO DE REVISIÓN
El delirium en los Hospitales Generales
exacerbación o prolongación de los síntomas. (cuadro 5)
En la atención de los procesos psicóticos en los servicios
de urgencias es importante siempre considerar el diagnóstico
de delirium ya que es una condición frecuente en pacientes
previamente hospitalizados. En los servicios de urgencias
de los Hospitales Generales se han reportado frecuencias
36
hasta del 30%34,35 y del 10 al 60% en pacientes quirúrgicos.
El delirium es una alteración global de las funciones
cognitivas que se desarrollan generalmente en un breve
período y se caracterizan por alteraciones en la atención
asociadas con cambios en el nivel de conciencia
acompañados de pensamiento desorganizado y curso
fluctuante. A diferencia del coma generalmente se conservan
los procesos de conciencia. El delirium con frecuencia
aparece después de estados comatosos asociado a los
mismos tipos de alteraciones sistémicas metabólicas o
fisiológicas y se ha relacionado a la disfunción de diversas
zonas cerebrales como las estructuras frontales, parietales
derechas y ganglios basales.33 Es importante insistir en que
el delirium es una condición frecuente, que puede iniciar de
forma súbita y esto condicione la asistencia para evaluación
en un servicio de urgencias. Finalmente la etiología de este
problema es multifactorial en la mayoría de los casos y puede
ser el resultado de muchas condiciones médicas y
psiquiátricas.
Información esencial para el paciente y la familia
Como ha sido descrito ampliamente en la literatura
internacional el manejo del delirium incluye especialmente 3
puntos a saber:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
La agitación y las conductas extrañas pueden ser
síntomas de un trastorno mental que puede o no
ser breve.
Los episodios agudos pueden tener buen
pronóstico y es importante permanecer positivos a
la efectividad de los tratamientos.
Durante los padecimientos de curso crónico es
difícil predecir los episodios agudos.
Entre más pronto se identifiquen y traten los
episodios psicóticos se puede mejorar el
pronóstico.
Informe a los familiares acerca de la importancia de
los medicamentos, como funcionan y los posibles
efectos secundarios.
Advierta que el tratamiento puede ser necesario
por algunas semanas o meses después de que el
episodio se ha resuelto y que en algunos casos se
administra de manera prolongada.
En niños y adolescentes se debe aclarar que los
síntomas psicóticos no ocurren por culpa de alguien
en especial y no están relacionados con la manera
como se ha ejercido la paternidad.
Abordaje terapéutico del paciente psicótico
Medidas generales
a) Estabilizar o corregir si es posible la causa médica o factores
relacionados como el retiro de medicamentos con efectos
anticolinérgicos importantes, especialmente en ancianos.
b) La intervención ambiental (regular el sueño, reducción
del ruido, terapia física y medidas generales)
c) La intervención farmacológica (especialmente uso de
antipsicóticos y benzodiacepinas.
El antipsicótico más empleado hasta la fecha es el
Haloperidol37 con buenos resultados; sin embargo, cada día
se realizan nuevos estudios con antipsicóticos atípicos como
38
39,40
la Olanzapina o la Ziprazidona con una efectividad similar
pero mejor tolerancia en vista de la baja posibilidad de
ocasionar síntomas extrapiramidales. La Ziprazidona tiene la
ventaja de no ocasionar efectos metabólicos a largo plazo
en comparación con otros antipsicóticos atípicos como la
Olanzapina, Quetiapina y Risperidona, sin embargo, no debe
indicarse en pacientes con alteraciones electrocardiográficas
41,42
previas en el segmento QTc.
Las benzodiacepinas pueden
ser útiles para tratar o prevenir el delirium asociado con
abstinencia al alcohol o tranquilizantes, sin embargo, en otros
tipos de delirium, estos agentes se han asociado con
796
El paciente psicótico generalmente está muy alerta del
entorno y es sensible a los comentarios y acciones de otras
personas. Por lo anterior, se recomienda lo siguiente:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
Observar la seguridad del paciente y personal; es
conveniente en muchos casos que los familiares y
los amigos estén disponibles.
Tome en cuenta las necesidades básicas del
paciente, por ejemplo ofrezca agua o comida si es
posible.
Evite el exceso de estímulos y estrés, ofrezca un
lugar tranquilo de preferencia.
No discuta acerca de las ideas psicóticas del
paciente, puede usted no estar de acuerdo con las
creencias del paciente pero no trate de refutarlas o
sugerirle que está equivocado.
Evite confrontarlo o criticarlo a menos que sea
necesario para prevenir daños o conductas
disruptivas.
Si existen conductas violentas importantes
considere la restricción física, el uso de
SALUD EN TABASCO Vol. 14, No. 3, Septiembre-Diciembre 2008
ARTÍCULO DE REVISIÓN
medicamentos y el traslado a un hospital cerrado
para su atención posterior lo más pronto posible.
7. Si el paciente refiere ideas suicidas vigile su estado
continuamente de manera estrecha y retire
cualquier objeto peligroso. Refiera al paciente a un
hospital psiquiátrico con hoja de datos clínicos,
procedimientos o medicamentos administrados y
situación clínica de peligro por riesgo suicida.
8. Acompañe al paciente durante el traslado siempre
con vigilancia estrecha.
9. En pacientes muy violentos puede ser necesario el
apoyo de personal de seguridad, manténgalos cerca
en caso de que los necesite.
10. Si el paciente requiere tratamiento farmacológico
de urgencia y se niega a esta intervención considere
la autorización de un familiar o consulte las políticas
legales de intervención de urgencias de su
hospital.44
11. Es importante ofrecer apoyo psicológico a los
familiares y personas relacionadas con el cuidado
del paciente así como los lugares de referencia
apropiados para el caso.
típicos se usan con frecuencia, los efectos anticolinérgicos
pueden modificar las características de las psicosis
especialmente en pacientes de edad avanzada.
Si el paciente se encuentra tranquilo y cooperador, se puede
iniciar un antipsicótico por vía oral y si existe ansiedad se
puede combinar con una benzodiazepina. Actualmente se
recomienda el uso de antipsicóticos atípicos como la
ziprazidona, olanzapina, aripiprazol, risperidona o quetiapina,
en vista de menor incidencia de síntomas extrapiramidales a
corto plazo como el temblor, distonía y acatisia y a largo
plazo disquinesia tardía.47-53 Si el paciente coopera poco para
la ingesta de los medicamentos o se encuentra agresivo, la
primera opción será el uso parenteral de benzodiazepinas y/
54,55
o antipsicóticos:
es importante señalar que los
antipsicóticos no eliminan la psicosis de inmediato y los
efectos sedantes pueden aparecer con dosis altas, así como
la posibilidad de ocasionar síntomas extrapiramidales. Las
benzodiacepinas, por otro lado, tiene la ventaja de ocasionar
efectos sedantes de inmediato por lo que es frecuente su
56
uso individual o en combinación con antipsicóticos. En
México el diazepam, flunitrazepam y midazolam se utilizan
con frecuencia por vía oral o intravenosa con buenos
resultados. (cuadro 6)
Medidas específicas en el abordaje del paciente psicótico
1)
2)
3)
4)
5)
6)
7)
8)
Hacer comentarios y peticiones claras, simples y
directas con un tono de voz claro pero de volumen
moderado y pausado.
Guardar una distancia mínima de un metro durante
la entrevista y contar con una salida cercana.
Evitar el exceso de estímulos (de preferencia en un
lugar tranquilo).
Poner límites claros y observar su reacción
emocional.
Explicar con claridad al paciente y al familiar cada
procedimiento.
Evite dar la espalda o mirarlo fijamente a los ojos.
Solicitar ayuda en caso de ser necesario.
Vigilar constantemente al paciente.
Como ya se mencionó, de ser posible, se debe aplazar el
tratamiento farmacológico hasta tener una impresión
diagnóstica. Sin embargo, si el paciente se encuentra agitado
o agresivo, debe aplicarse un sedante o inmovilizarle
mediante vendas especiales. Es importante explicarles al
paciente y al familiar la razón de este procedimiento.
Tratamiento farmacológico
Generalmente se utilizan benzodiazepinas o antipsicóticos
de corta duración, como el haloperidol como primera elección
para el tratamiento agudo.45,46 Aunque los antipsicóticos
Cuando se utilizan benzodiacepinas, sobre todo por vía
endovenosa, es importante vigilar la función respiratoria ya
que este grupo de medicamentos tiene efecto depresor sobre
este sistema. Asimismo, es importante vigilar los efectos
sedantes al administrar benzodiacepinas de vida media larga
como el diacepam o clonacepam, para evitar efectos de
acumulación y ocasionar con ello sedación importante como
la disartria, lentitud psicomotora, somnolencia, vértigo,
pupilas mióticas, hiperreflexia, hipotermia e hipotensión con
taquicardia compensatoria. Ocasionalmente, al administrar
benzodiacepinas pueden observarse efectos paradójicos
como agresión, excitación y psicosis, especialmente en niños,
ancianos y pacientes con trastorno mentales orgánicos.
Los estudios que se han realizado con el uso de
benzodiacepinas en las emergencias psiquiátricas en general
incluyendo pacientes psicóticos agitados, generalmente se
reportan buenos resultados tomando las precauciones
necesarias, como el ajuste de dosis por Kg. de peso si la
administración es intravenosa. La mayoría de los estudios
se han realizado con lorazepam intravenoso,57,58 sin embargo,
desafortunadamente la formulación intravenosa de esta
benzodiacepina no está disponible en muchos países
incluyendo el nuestro, por razones no relacionadas con
evidencias científicas. También se han realizado estudios
controlados con midazolam,59 clonazepam, diacepam,60 y
61
flunitrazepam. Los estudios realizados con benzodiacepinas
como el flunitrazepam y midazolam han mostrado ventajas
en comparación con el antipsicótico haloperidol
especialmente en el control de la agitación y agresión; es
SALUD EN TABASCO Vol. 14, No. 3, Septiembre-Diciembre 2008
797
ARTÍCULO DE REVISIÓN
conveniente entonces realizar estudios comparativos dobleciego con los nuevos antipsicóticos atípicos y
benzodiacepinas para el control de este grupo de pacientes.
En relación con el uso de antipsicóticos se prefiere la vía
CUADRO 5. Causas de psicosis aguda.43,35
Psiquiátricas
Manía
Depresión con síntomas psicóticos
Esquizofrenia o trastorno esquizoafectivo
Trastorno esquizofreniforme
Trastorno psicótico breve
Psicosis facticia
Trastorno delirante primario
Por abuso de drogas
Fenciclidina (“pelo de angel), y alucinógenos
Cocaína y anfetamínicos
Marihuana (con crisis de pánico)
Abstinencia de alcohol con alucinosis
Abstinencia de hipnóticos-sedantes
Reacciones tóxicas a medicamentos
Anticolinérgicos: antidepresivos tricíclicos, tioridazina (Melleril), antihistamínicos, agentes
Antiparkinsónicos, píldoras para dormir de venta libre
Cardiológicas: digitálicos, procainamida, prazosin, cptopril
Agonistas dopaminérgicos: levodopa, amantadina, bromocriptina, pergolida, lisurida
Glucocorticoides u hormona adrenocorticotrópica
Inhibidores de la monoaminooxidasa (suspensión brusca)
Antiinflamatorios no esteroideos: sulindac, indometacina
Isoniazida
Estimulantes de venta libre como descongestionantes y medicamentos para adelgazar
Exposición a productos industriales
Metales pesados (especialmente plomo)
Disulfuro de carbono
Alteraciones metabólicas
Hipoglucemia
Porfiria intermitente aguda
Síndrome de Cushing y rara vez enfermedad de Addison
Hipo o hipercalcemia
Hipo o hipertiroidismo
Deficiencias nutricionales
Psicosis de Korsadoff (deficiencia de tiamina)
Pelagra (deficiencia de niacina)
Deficiencia de vitamina B12
Trastornos neurológicos
Encefalitis, meningitis o absceso cerebral
Neurosífilis
Encefalopatía por virus de la inmunodeficiencia humana
Cerebritis lúpica
Enfermedad de Wilson
Enfermedad de Huntington
Crisis convulsivas parciales complejas
Evento vascular cerebral
Neoplasias del sistema nervioso central o síndrome paraneoplásico
Fase temprana de la enfermedad de Alzheimer
Procesos demenciales en general.
Encefalopatía hipóxica
Otras causas
Encefalopatía hepática temprana,
pancreatitis aguda.
798
SALUD EN TABASCO Vol. 14, No. 3, Septiembre-Diciembre 2008
ARTÍCULO DE REVISIÓN
CUADRO 6. Benzodiazepinas recomendadas para el tratamiento agudo de la psicosis.
Inicio de
acción
Duración
del efecto
Presentaciones
disponibles en
México
Intermedio
Intermedio
Tabletas de 1 y 2
mg
5-40
I.V:2-20 mg:
(0.51ml/min.)
Rápido
Largo
Comprimidos de 5
y 10 mg
Solución
inyectable con 10
mg/2 ml
Flunitrazepam
(Rohypnol)
0.5-2
Rápido
Largo
Alprazolam
(Tafil,Neupax)
0.5-8
Intermedio
Corto
Comprimidos de 1
mg
Solución
inyectable de 2
mg
Tabletas de 0.25,
0.5, 1 y 2 mg
rápido
Corto
Comprimidos de
7.5 mg, Solución
inyectable con 5,
15 y 50 mg
rápido
largo
Comprimidos de
0.5 y 2 mg
Lorazepam
(Ativán)
Diazepam
(Valium,
Ortopsique,
Alboral)
Midazolam
(Dormicum)
Clonacepam
(Rivotril, Kriadex)
Rango de
dosis
terapéuticas
(mg/día)
1-6
1 a 2 mg I.V.
hasta 0.15
mg/kg
7.5-15 mg
V.O
0.5 mg hasta
6 mg
intramuscular, ya que existen controversias sobre su
aplicación intravenosa. El único anti psicótico que cuenta
con suficientes evidencias para aplicarse por vía intravenosa
es el haloperidol ya sea en los pacientes hospitalizados, en
los servicios de urgencias o terapia intensiva aunque la FDA
(Food and Drug Administration) advierte precaución al
usarse por vía intravenosa a dosis altas por la posibilidad de
ocasionar torsades de pointes y prolongación del intervalo
QT, en algunos casos ocasionando la muerte. Si el paciente
va a recibir un antipsicótico por primera vez o si tiene
antecedentes de síntomas extrapiramidales como temblor
rigidez y akinesia, es importante tener un agente
anticolinérgico como clorhidrato de biperideno a dosis de
2.5 a 5 mg por vía intramuscular. Es importante además tener
presente que los pacientes pueden desarrollar acatisia aguda
inducida por neurolépticos, que es descrita por los pacientes
como una sensación vaga de tensión interna, ansiedad e
intranquilidad en las piernas, incapacidad para quedarse
quietos y compulsión a moverse.62,63 Los síntomas más
severos de acatisia pueden representarse como movimientos
voluntarios de todo el tronco y extremidades, necesidad de
Observaciones
Se metaboliza por
conjugación,seguro
en
insuficiencia
hepática.
Deficiente
distribución I.M.
Se prefiere I.V
Vigilar función
respiratoria y
efectos de
acumulación.
Para uso I.M. ó I.V.
No es de primera
elección.
Puede ocasionar
reacción paradójica.
Vida media corta,
poco útil para
sedación contínua.
Vigilar efectos de
acumulación.
caminar con incapacidad para pararse, sentarse o permanecer
quietos un solo instante. La acatisia puede ser confundida
con síntomas de enfermedad psiquiátrica primaria como
agitación, hiperactividad o ansiedad en pacientes con
esquizofrenia o algún otro trastorno psicótico.64 Algunos
autores como Munetz R.65 refieren que en ocasiones, la
diferencia solo puede hacerse con manipulación
farmacológica.
Finalmente debe señalarse que es una práctica común el uso
de la combinación de un antipsicótico y una benzodiacepina,
sin embargo hasta la fecha, sólo existen 2 estudios
controlados utilizando la combinación de medicamentos
versus sólo uno de estos.57,58
En el cuadro 7 se mencionan los antipsicóticos típicos y
atípicos de administración oral y parenteral más utilizados
en nuestro país en el paciente psicótico en los hospitales
generales.
Una vez controlado el cuadro de agitación, el tratamiento se
deberá enfocar a la corrección de las causas subyacentes de
la psicosis e inclusive sostener la dosis del anti psicótico
por horario hasta 2 semanas después de la estabilización del
SALUD EN TABASCO Vol. 14, No. 3, Septiembre-Diciembre 2008
799
ARTÍCULO DE REVISIÓN
cuadro clínico. En caso de que la etiología sea psiquiátrica,
se deberá canalizar al paciente para su evaluación e
internamiento en un servicio de psiquiatría.
Uso de restricción física o sujeción
La sujeción terapéutica, consiste en diversos sistemas de
inmovilización especialmente para el tórax, muñecas y
tobillos. Esta intervención se utiliza especialmente cuando
el paciente presenta, además de alteraciones psicóticas,
errores de conducta y juicio y presenta negación de la
enfermedad de manera adicional. Es obligado observar
siempre la consideración de los derechos humanos y la
protección del paciente y personas relacionadas con el
CUADRO 7. Antipsicóticos recomendado para el tratamiento agudo de la psicosis.
Inicio de
acción
Duración
del efecto
2.5-60 mg
2-6 hrs V.O.
20 min. I.M.
3-5 min I.V
24 hrs V.O.
21 hrs
I.M./I.V
Levomepromazina
(Sinogan)®
Levomepromazina I.M
25-300
1-3 hrs V.O.
10-20 hrs
Zuclopentixol (Clopixol
acuphase)® I.M
50-400
3-8 hrs
48 hrs
Risperidona (Risperdal)
(Risperdal consta)®I.M
4-16
1-2 hrs
24 hrs
25-50
20 min.
2 semanas
I.M
Olanzapina
(Zyprexa)®
Olanzapina
10-20
5-8 hrs
33 hrs
10-30
10-20 min
12-24 hrs
Ziprazidona
(Geodón)®
Ziprasidona I.M
40-160
4-6 hrs
10-80
15 minutos
I.M
Haloperidol oral
(Haldol, Haloperil)®
Haloperidol I.V o I.M
Rango de dosis
terapéuticas
(mg/día)
1-40
30 a 90 min
por vía I.V.
24 hrs
2-3 hrs
Presentacion
disponible
en México
Tabletas de 5
y 10 mg
Gotas con 2
mg /ml ó 0.1
mg/gota
Solución
inyectable de
2mg/ml
Comprimidos
de 25 mg
Solución
inyectable de
25 mg
Solución
inyectable de
50 mg
Tabletas de
10 y 25 mg
Tabletas de
1, 2 y 3 mg
Solución oral
de 1 mg/ml
Solución
inyectable de
25 y 37.5
mg/I.M
Tabletas de 5
y 10 mg
10
mg/Liofilizad
o
Tabletas
40, 60 y 80
mg.
Solución
inyectable 20
mg/ml/I.M
Aripiprazol
(Abilify)®
15-30 mg
3-5 hrs
24 hrs
Tabletas
10,15,20,30
mg
Quetiapina
(Seroquel)®
50-800 mg
5-7 hrs
24 hrs
Tabletas
25,100,150,2
00,300 mg
800
Observaciones
Antipsicótico
típico,
mayor
posibilidad de ocasionar efectos
extrapiramidales. Antipsicótico
con mayor experiencia en
pacientes con comorbilidades
médicas y trastornos psicóticos.
Puede ocasionar alargamiento del
intervalo QTc y Torsades de
Pointes.
Efecto sedante intenso.
Hipotensión ortostática
frecuente.
Sedación
rápida,
acción
antipsicótica lenta. Usar después
de la estabilización del paciente
con antipsicóticos de rápida
acción
Antipsicótico atípico, menor
incidencia
de
síntomas
extrapiramidales a dosis bajas.
Iniciar con dosis de 0.5 a 1 mg,
sobre
todo
en
pacientes
geriátricos.
Posibilidad
de
alteraciones metabólicas
Antipsicótico atípico, menor
incidencia de síntomas
extrapiramidales. Posibilidad de
alteraciones metabólicas.
Puede administrarse en pacientes
con alteraciones hepáticas leves a
moderadas.
Puede prolongar el intervalo
QT.No alteraciones metabólicas
con uso crónico
Puede
ocasionar
cefalea,
ansiedad e insomnio. No
alteraciones metabólicas con uso
crónico
Puede ocasionar vértigo, boca
seca, somnolencia, hipotensión
SALUD EN TABASCO Vol. 14, No. 3, Septiembre-Diciembre 2008
ARTÍCULO DE REVISIÓN
cuidado, asimismo las leyes de cada país en relación a estos
procedimientos y contar con un sistema legal de asesoría.
Las sujeciones mecánicas deben aplicarse bajo lineamientos
establecidos, conservando las garantías individuales,
discreción y seguridad. Es muy importante que alguna de
las personas que participa en la intervención del paciente
psicótico le explique, de manera pausada y amable, la razón
de la administración de un medicamento psicotrópico o la
necesidad de sujetarlo.
El grupo de expertos en el manejo de pacientes psicóticos
con alteraciones de la conducta conformado por 52
especialistas en diferentes Ciudades de los Estados
66
Unidos, consideran apropiado el uso de restricción física
toda vez que una medida menos agresiva no funcione, como
la intervención verbal o el uso de medicamentos
psicotrópicos. En todo el mundo existe, acuerdo en el hecho
de los candidatos para esta intervención son aquellos
pacientes psicóticos que pueden dañarse, lastimar a otros
pacientes e incluso al personal del hospital. Ocasionalmente
puede utilizarse para prevenir que el paciente abandone el
servicio de urgencias antes de ser evaluado apropiadamente
o para ser trasladado a una unidad con los recursos para
proporcionar evaluación psiquiátrica y tratamiento, si la
situación clínica lo requiere.
Siempre es de suma importancia avisar a la familia, cuando
es posible, de la razón del uso de restricción física y se debe
registrar de manera obligada la razón de la contención, la
duración el curso del tratamiento y el comportamiento del
paciente durante esta maniobra. Asimismo toda indicación
de sujetar a un paciente y la administración de medicamentos
antipsicóticos o sedantes deben ser autorizadas por el
médico por escrito y firmada de conformidad por un familiar
o autoridad competente. Actualmente existen equipos
diseñados exclusivamente para sujeción física que, además
de ser seguros pueden aplicarse en los hospitales generales,
sin embargo, cuando no se cuenta con ellos con frecuencia
se utilizan sábanas plegadas de tal manera que no se lesione
al paciente durante el proceso de inmovilización.
El problema Institucional en la atención del paciente
psicótico
Los pacientes psicóticos referidos a un centro de salud
mental o unidad psiquiátrica, generalmente ya han sido
evaluados en un servicio de urgencias ya sea por un
psiquiatra, un neurólogo, médico internista o especialista
en medicina de emergencias. La evaluación médica tiene la
intención de identificar a aquellos pacientes que no pueden
ser tratados de modo seguro o eficaz en un servicio o
institución psiquiátrica,67-72 este grupo de pacientes se
pueden clasificar en dos grupos:
a) Pacientes que tienen un trastorno psiquiátrico primario y
además una condición médica seria e inestable.
b) Pacientes que tienen una condición médica primaria o
trastorno por uso de sustancias con síntomas psiquiátricos
secundarios.
El manejo de condiciones médicas agudas en unidades
psiquiátricas es problemático por las siguientes razones:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
Existe una disminución en la proporción personalpaciente comparado con una unidad médica o
quirúrgica.
El personal, en general no está muy experimentado
en reconocer y manejar problemas médicos.
Existe peligro potencial de riesgo, de que un
paciente médicamente inestable o débil se lesione
en la unidad psiquiátrica por la presencia de otros
pacientes violentos o agresivos.
Es difícil para los pacientes con problemas
médicos agudos que asistan a terapias grupales
y otras actividades ocupacionales diseñadas por
las unidades psiquiátricas.
Existe un alto contacto de contagio persona a
persona en las unidades psiquiátricas por las
características propias de infraestructura.
Existen algunos hospitales que prohíben el ingreso
de pacientes que tengan problemas médicos
agudos y trastornos psiquiátricos asociados. 73,74
Consideraciones especiales en niños y adolescentes
Uno de cada 10 niños en los Estados Unidos, padece de
algún trastorno mental y experimentan algún grado de
discapacidad. Solamente el 20% reciben atención apropiada.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) predice que en
año 2020, los trastornos neuropsiquiátricos en niños estarán
en una de las 5 causas de morbilidad, mortalidad y
75
discapacidad entre personas jóvenes alrededor del mundo.
De acuerdo a la elevada proporción de pacientes jóvenes
que no reciben atención médica en salud mental, no debe
ser una sorpresa que la demanda de servicios en esta
población, esté centrada en los servicios de emergencias
que manejan problemas urgentes y no urgentes de
emergencias pediátricas. Los pacientes en crisis son
enviados a los servicios de emergencias psiquiátricas cuando
los médicos de primer contacto no responden de manera
inmediata.76
Para conceptualizar las emergencias psiquiátricas en niños
y adolescentes, Rosenn’s y colaboradores diseñaron una
tabla para clasificar las emergencias. (cuadro 8)
SALUD EN TABASCO Vol. 14, No. 3, Septiembre-Diciembre 2008
801
ARTÍCULO DE REVISIÓN
Cuadro 8. Cuatro clases de emergencias psiquiátricas en
niños y adolescentes.77
Clase I: Emergencias potencialmente amenazantes que
están en riesgo inmediato para el adolescente u otras
personas.
Clase II: Estados de alteraciones importantes que requieren
intervención urgente, pero que no son consideradas como
alteraciones que ponen en peligro la vida.
Clase III: Condiciones serias que requieren atención pronta
pero no inmediata.
Clase IV: Situaciones calificadas por alguien como
emergencias pero la intervención médica no es calificada
como urgente.
Las alteraciones psicóticas agudas en niños habitualmente
se relacionan con causas médicas. Asimismo los cuadros
afectivos bipolares pueden estar asociados y los síntomas
de ansiedad pueden enmascarar las alucinaciones o ideas
delirantes. El diagnóstico de psicosis debe realizarse por un
especialista en niños y se debe realizar la referencia apropiada
lo más pronto posible. En adolescentes debe tenerse siempre
en cuenta la posibilidad de abuso de sustancias o el inicio
de algún trastorno psicótico como la esquizofrenia o el
trastorno afectivo unipolar o bipolar con síntomas
psicóticos.78
Aspectos legales
En vista de que el paciente psicótico tiene alterado el juicio
de realidad, es importante contar con un familiar responsable
para la toma de decisiones; si el paciente representa un riesgo
para él o los demás, es necesario internarlo. Es importante
elaborar una carta que debe firmar el familiar o representante
legal donde autoriza el ingreso o de lo contrario aceptar la
responsabilidad tanto del manejo como de la propia
enfermedad. No todos los hospitales cuentan con un sistema
legal que conozca las circunstancias particulares que
propone la atención de un paciente psiquiátrico,
especialmente cuando debe ser internado en contra de su
voluntad en vista del peligro para si mismo y para los demás;
802
es por ello que de suma importancia que se cuente con un
manual de procedimientos supervisado en su elaboración
por médicos psiquiatras o en su defecto la referencia, cuando
es posible, a un hospital que cuente con esta estructura.
Asimismo es importante la formación de personal de
enfermería que reciba algún adiestramiento para el manejo
de estos pacientes que, inevitablemente pueden ser
ingresados en cualquier momento al servicio de urgencias.
Rehabilitación del paciente psicótico después de la
evaluación de urgencias.
Un episodio psicótico es un evento que puede ocasionar
secuelas psicológicas para quien lo padece, ya sea un evento
transitorio o el inicio de un episodio psicótico crónico de
esta manera es importante, una vez resuelto el cuadro agudo,
contar con un plan de seguimiento que incluye la evaluación
psicológica y psiquiátrica, así como diferentes
intervenciones psicosociales. Las personas que, en algún
momento de la vida han presentado un episodio psicótico
son estigmatizados desde la perspectiva sociológica que
79
describió inicialmente Ervin Goffman en 1963 como “una
condición, atributo, rasgo o comportamiento que hace que
su portador sea incluido en una categoría social hacia cuyos
miembros se genera una respuesta negativa y se les ve como
«culturalmente inaceptables» o inferiores”. Por lo anterior
es importante considerar no solamente el manejo agudo del
cuadro psicótico sino su curso y probables consecuencias
a lo largo de la vida. Es importante considerar seriamente la
posibilidad de incorporar a la persona que ha presentado un
cuadro psicótico a su nivel premórbido de funcionamiento
con la participación y perspectiva multidisciplinaria que
involucre tanto al médico psiquiatra, psicólogo, trabajadores
sociales, familia y sociedad; si esto no es factible, como en
el caso de pacientes con problemas con trastornos psicóticos
crónicos, debe perseguirse conseguir el estado más alto
funcional considerando al perspectiva biológica, psicológica
y social.
Finalmente es muy importante generar acuerdos que intenten
hacer más homogéneo el diagnóstico de egreso de un
paciente psicótico evaluado en el servicio de urgencias o
durante su estancia hospitalaria. Actualmente se trabaja en
todo el mundo para estandarizar lineamientos de intervención
y diagnósticos en pacientes con trastornos psicóticos que
80-84
asisten a los servicios de urgencias.
SALUD EN TABASCO Vol. 14, No. 3, Septiembre-Diciembre 2008
ARTÍCULO DE REVISIÓN
Guía para el manejo de un episodio psicótico en un hospital general.
EVALUACIÓN INICIAL
Signos Vitales
Historia Médica
Examen Visual Breve
Examen Psiquiátrico Breve
Intervención Inicial
Hablar con el
Paciente
Ofrecer ayuda
¿El paciente coopera?
Si
Considere la administración oral
(Valore: alergias, historia de reacciones
adversas, contraindicaciones)
No
Continué con evaluación
especializada
No
¿Paciente peligroso?
Considere etiología
Continué con la evaluación y
tratamiento
Si
Condición Médica General
Asociada
Intoxicaciónpor Sustancias
Si es posible
identifique y trate la
causa
Use medicación parenteral
y/o restricción física
Trastorno Psiquiátrico
Primario
Si
Reconsidere el diagnóstico
¿Paciente peligroso?
SALUD EN TABASCO Vol. 14, No. 3, Septiembre-Diciembre 2008
No
¿El paciente
coopera?
Si
803
ARTÍCULO DE REVISIÓN
AGRADECIMIENTOS
Julio César García León y a María Fernanda Campos Tenorio
por el diseño del flujograma para el manejo de un paciente
psicótico en un Hospital General.
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SALUD EN TABASCO Vol. 14, No. 3, Septiembre-Diciembre 2008
PRÁCTICA CLÍNICA / CLINICAL PRACTICE
Intervencion Psicoterapéutica en Primeros
Episodios Psicóticos: Un Programa de Tratamiento
en una Unidad de Transición
Psychotherapeutic Intervention in First Episodes of
Psychosis: A Treatment Program in a Transition
Unit
Juan José Belloso Ropero
Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid, España
Resumen. En este artículo se justifica la necesidad de una intervención psicoterapéutica
precoz en primeros episodios psicóticos complementaria al tratamiento farmacológico. Se
revisan las intervenciones habituales en este campo. A continuación se describe la intervención psicoterapéutica en primeros episodios psicóticos que se realiza en la Unidad de
Transición, integrada en el Servicio de Psiquiatría del H. U. 12 de Octubre de Madrid.
Finalmente, se ofrecen datos esperanzadores que avalan la eficacia de la intervención descrita.
Palabras clave: intervención temprana en psicosis, primer episodio de psicosis, psicoterapia de grupo, unidad de transición.
Abstract. This article explains the need of an early psychotherapeutic intervention in psychotic episodes complementary to pharmacological treatment. The usual interventions in
this field are reviewed. Next comes a description of the psychotherapeutic intervention in
psychotic first episodes in the transition unit, integrated in the service of Psychiatry of the
H. U. 12 de Octubre, Madrid (Spain). Finally, encouraging data supporting the efficacy of
the intervention described are provided.
Keywords: Early intervention in psychosis, first episode of psychosis, group psychotherapy,
transition unit.
“Estaba refugiada en casa, aislada de todo. Tenía la televisión encendida y no me enteraba de nada.
Estaba pensativa, ausente. Dejé de hacer actividades, dejé a mis amigos, a la familia. Dejarlo todo. Dejar
de quererse a sí mismo. Dejé de arreglarme, incluso de ducharme”
Intervención psicoterapéutica en primeros episodios de psicosis: ¿por qué y para qué?
Las palabras que encabezan este trabajo pertenecen a un paciente del programa de primeros episodios psicóticos de la Unidad de Transición del H. U. 12 de Octubre. El contexto es el de una tarea terapéutica en los gruLa correspondencia sobre este artículo debe enviarse al autor al Área de Gestión Clínica de Psiquiatría y Salud Mental del H. U. 12 de Octubre de
Madrid. Avda. de Córdoba s/n. 28041 Madrid. E-mail:
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INTERVENCION PSICOTERAPéUTICA EN PRIMEROS EPISOdIOS PSICóTICOS: UN PROGRAMA dE TRATAMIENTO EN UNA UNIdAd dE TRANSICIóN
pos psicoterapéuticos de la unidad: que comunicaran por escrito las primeras señales del brote psicótico. Es
difícil expresar con mayor concisión tanto sufrimiento.
Por sí mismo, el sufrimiento psicológico que comporta un brote de psicosis sería una razón suficiente para
justificar y promover el trabajo psicoterapéutico. Pero además del malestar, existen motivos adicionales para
desarrollar la intervención psicoterapéutica precoz en un primer episodio.
El primer episodio de psicosis “aparece” en la vida del paciente en un momento vital decisivo, hacia el final
de la adolescencia, cuando no en ella misma, y en los primeros años de la veintena. Es en este período cuando
los jóvenes se encuentran afrontando una serie de “tareas” evolutivas básicas:
– Construcción de la identidad.
– Consolidación en su grupo de iguales.
– Consumo de tóxicos como ritual de integración / ocio.
– Autoafirmación con respecto a la familia de origen.
– Iniciación en el mundo laboral / especialización en el académico.
– desarrollo de intimidad emocional y sexual.
Estas “tareas” evolutivas suponen la transición desde la adolescencia hacia los primeros años de la edad adulta (Espinosa, 2010). El primer episodio compromete seriamente esta serie de trabajos fundamentales, favoreciendo el estancamiento en el final de la adolescencia, con el riesgo de situar a los jóvenes en una realidad de
dependencia familiar, en una situación de exclusión, en una adolescencia permanente.
Los jóvenes tienen que integrar la realidad de la psicosis en una identidad que ya de por sí se encontraba aún
en fase de construcción. Es difícil el encaje de una etiqueta tan cargada de connotaciones negativas en la imagen de sí mismo.
En estas edades, el grupo de iguales es el eje fundamental en torno al cual giran las relaciones de los muchachos y muchachas. Los pacientes afectados de psicosis no son fácilmente comprendidos por su grupo de iguales. El estigma social de la enfermedad mental está muy implantado en esta edad, probablemente sobre una base
de intenso temor al descontrol y a perderse, propio de la adolescencia. Tal y como se afirma en el Cuaderno técnico nº 8 de la Asociación Española de Neuropsiquiatría (A. E. N., 2008), “Las personas con enfermedad mental tienen numerosas experiencias de rechazo, especialmente en el ámbito laboral, los amigos y la familia extensa” (p. 16).
La relación con los iguales se complica también debido a los efectos secundarios de los necesarios tratamientos farmacológicos. Cómo comunicar la enfermedad mental, cómo afrontar las preguntas, el rechazo, la actitud
de los otros, etc., se convierten en temas fundamentales que los pacientes desarrollan en las terapias grupales.
En esta edad el consumo de tóxicos, fundamentalmente alcohol y cannabis (rodeado éste además de un aura
de inocencia), se aparece como un ritual más de facilitación social y de afirmación con respecto la familia de
origen (Becoña, 2000). El joven afectado de psicosis que intenta reintegrarse en su círculo de amigos, va a tropezar con la barrera que el consumo de tóxicos supone de cara a su recuperación.
El final de la adolescencia es el inicio del camino hacia la independencia y afirmación con respecto a la familia de origen, manifestándose de diversos modos, bien en la emancipación, en las primeras incursiones en el
mundo laboral o en la especialización en la formación académica (Coleman, 1994). Todos estos aspectos son
truncados por la aparición del brote, el ingreso psiquiátrico y el proceso lento de recuperación posterior. El
joven “regresa” ¿temporalmente? a una situación de dependencia con respecto a la familia, propia de fases evolutivas anteriores. Para la familia no es fácil equilibrar la protección necesaria en este momento con el fomento de la autonomía imprescindible para continuar su vida. El temor a la recaída o al estancamiento en la “cronicidad” angustia a las familias y les hacen dudar respecto de qué conductas son las más apropiadas. En los grupos de familia del programa de primeros episodios del H. U. del 12 de Octubre es un tema recurrente y fundamental.
Por último, que no menos importante, el joven empieza a moverse en el mundo de los afectos adultos, iniciándose en relaciones de pareja más estables. Este proceso queda altamente condicionado ante la realidad del
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brote. Rupturas de pareja, dificultad para iniciar una nueva relación, temor a no funcionar sexualmente, ser
rechazado si cuento la verdad, son temas candentes que afloran en el trabajo psicoterapéutico.
Todo lo referido anteriormente se complica con la realidad del riesgo de la recidiva. La psicosis es una enfermedad recidivante. de nada serviría alcanzar la recuperación clínica y funcional si los jóvenes tropiezan de
nuevo con el brote al poco tiempo.
Los datos no son muy alentadores. En el informe sobre la atención temprana a la psicosis de la Asociación
Española de Neuropsiquiatría (A. E. N., 2009), las tasas de recaída en el primer año tras un episodio son del 60
% entre los que no toman tratamiento y hasta del 40 % tomando el tratamiento.
Si atendemos a las tasas de reingreso (Malla, McLean, y Norman, 2005), a los seis meses reingresan el 33
% de los pacientes. A los dos años, el 55 % y a los cinco años el 80 %.
La realidad de la recaída no solo supone el retorno del malestar, sino el peligro, antes citado, del estancamiento y el deslizamiento hacia la cronicidad y la realidad de los reingresos periódicos, la pérdida de autonomía, la desvinculación social y laboral y el deterioro.
La intervención psicoterapéutica precoz en los trastornos psicóticos es un enfoque relativamente nuevo que
se encuentra en desarrollo desde los años noventa de finales del siglo pasado en distintas partes del mundo. La
filosofía de la que parten estos enfoques es la de alterar el curso de la enfermedad interviniendo precozmente
en las primeras fases de la misma e incluso previamente.
Un potente argumento en el que se apoyan estas intervenciones es el retraso que habitualmente sufren los
pacientes de psicosis en recibir tratamiento, conocido como duración de la enfermedad sin tratar (dUI). Este
tiempo abarca dos períodos diferenciados. Por un lado desde la aparición de los primeros síntomas inespecíficos (ansiedad, depresión) hasta el surgimiento de los primeros síntomas psicóticos atenuados. Este período prodrómico, conocido también como Estado Mental de Alto Riesgo (EMAR) puede prolongarse entre dos y cinco
años. Por otro lado, una vez producido el brote psicótico, el paciente puede permanecer tiempo sin recibir tratamiento (o habiéndolo recibido en la etapa aguda, abandonarlo al alta del ingreso). Este período se conoce
como duración de la psicosis sin tratar (dUP). Todo retraso en recibir el tratamiento adecuado se asociaría con
una peor evolución y pronóstico.
de acuerdo con McGorry (2005), una intervención psicoterapéutica precoz en la psicosis aportaría los
siguientes beneficios:
– desarrollar una alianza terapéutica.
– Proporcionar apoyo emocional ante las inquietantes experiencias subjetivas de la psicosis y ante el estigma.
– Promover comprensión sobre la psicosis, participación activa en el tratamiento y adherencia a la medicación.
– Abordar específicamente los complejos síntomas individuales, comorbilidades y esquemas desadaptativos.
– Reducir la resistencia al tratamiento.
– Potenciar el afrontamiento y la adaptación.
– Mejorar el funcionamiento cognitivo.
– Mejorar las relaciones interpersonales que puedan haber sido un problema en algún caso, como resultado
de factores de riesgo independientes de la psicosis y puedan haber empeorado o haber sido interrumpidas
por los efectos de la enfermedad.
– Proporcionar apoyo y ayuda a los miembros de la familia.
– Promover la recuperación laboral.
– Reducir el riesgo de suicidio y la agresividad.
– Prevenir las recaídas.
– Reducir el daño por el consumo comórbido de drogas.
– Reducir el riesgo de transición desde estados de ultra riesgo a la psicosis.
Los argumentos expuestos justifican con creces la necesidad de la intervención psicoterapéutica precoz en
un primer episodio psicótico.
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INTERVENCION PSICOTERAPéUTICA EN PRIMEROS EPISOdIOS PSICóTICOS: UN PROGRAMA dE TRATAMIENTO EN UNA UNIdAd dE TRANSICIóN
Panorama general de la intervención psicoterapéutica en primeros episodios psicóticos
Los programas de intervención precoz en psicosis vienen realizándose en distintas partes del mundo desde
los años noventa del pasado siglo. de cara a presentar un esquema de referencia útil para encuadrar las variadas aproximaciones, resulta muy esclarecedor el esquema que Vallina, Lemos y Fernández (2006) realizaron
basándose en la clasificación de Haddock y Lewis, que se ciñe a las fases que atraviesa la persona en el primer
episodio de psicosis, y que resumo a continuación:
Intervenciones en la fase de alto riesgo de psicosis (fase prodrómica)
Proyecto Buckingham (Falloon): consistía en un entrenamiento dirigido a los médicos de cabecera para reconocer pródromos y poder derivar a los jóvenes hacia un servicio especializado de salud mental. Sobre los sujetos seleccionados se aplicaba un tratamiento individualizado (farmacoterapia a dosis bajas, educación para el
paciente y familia, manejo del estrés y supervisión por dos años).
Clínica para la Valoración Personal y Evaluación de la Crisis (PACE): Se desarrolla dentro del Centro de
Prevención en Intervención en Psicosis temprana (EPPIC). La aportación más interesante es la operativización
del alto riesgo para desarrollar psicosis mediante la construcción de una entrevista (CAARMS) que permitía
diferenciar niveles de riesgo (tres niveles). Una vez seleccionados los pacientes con elevado riesgo se les brindaba un tratamiento combinado de medicación neuroléptica a dosis bajas y terapia cognitiva.
Clínica para la Prevención por Educación, Identificación y Manejo de Riesgo (PRIME): En una primera fase
se elaboró una entrevista clínica para síndromes prodrómicos (SIPS) que incluía una escala (SOPS) que permitió obtener perfiles de riesgo. Seleccionados los pacientes de alto riesgo eran aleatorizados en dos grupos (olanzapina vs placebo), recibiendo ambos tratamiento psicosocial (entrenamiento en solución de problemas, psicoeducación y manejo del estrés).
Existen otros programas con objetivos y filosofías similares, que sólo cito para no reiterarme: Programa de
Reconocimiento y Prevención de Hillside (RAP), Estudio de Evaluación de la Detección e Intervención
Temprana (EdIE) y Centro de Reconocimiento y de Intervención Temprana (FETZ).
En España, cabe destacar el Programa de Detección e Intervención Temprana en Psicosis de Torrelavega
(Lemos et al., 2007), en funcionamiento desde el año 2000 y que pretende reducir el período (dUI), facilitar el
reconocimiento y derivación de jóvenes con riesgo desde Atención Primaria e implementar un programa terapéutico integral (educación del médico general, detección del nivel de riesgo, terapia cognitiva, intervención
familiar breve, tratamiento neuroléptico a dosis bajas para sujetos con síntomas positivos).
El Ministerio de Sanidad y Consumo ha editado una Guía de Práctica Clínica sobre la Esquizofrenia y el
Trastorno Psicótico Incipiente (Grupo de trabajo de la Guía de Práctica Clínica sobre la Esquizofrenia y el
Trastorno Psicótico Incipiente, 2009) en la que se revisa detalladamente la evidencia disponible de los distintos tratamientos, incluyendo un apartado para las intervenciones psicosociales. de acuerdo con esta guía
“La evolución del trastorno en estas fases (precoces) y la demora en su tratamiento puede derivar en una alteración en las circunstancias vitales, como fracaso escolar y laboral, autoagresiones, cambios en las relaciones interpersonales, conflictos intrafamiliares, etc. Estas alteraciones pueden producir lo que se denomina
«toxicidad psicológica», cuyos efectos pueden limitar el nivel posterior de recuperación del trastorno, aunque después, en el momento de presentar el primer episodio psicótico, se haya tratado de forma eficaz”
(p. 114).
En la revisión que se lleva a cabo en la citada Guía de Práctica Clínica de la evidencia científica disponible
se demuestra que los resultados de los tratamientos farmacológicos y psicológicos son superiores que el placebo o la simple supervisión en conseguir demorar la transición a la psicosis. de modo similar, los programas
específicos de atención temprana obtienen mejores resultados que los tratamientos inespecíficos: disminuyen-
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do o retrasando la transición a psicosis, mejorando la sintomatología prepsicótica y previniendo el declive o
estancamiento social.
Intervenciones centradas en la fase aguda de la psicosis
El estado del paciente durante la fase aguda, unido al hecho de que el tratamiento de la misma se lleva a cabo
en unidades de hospitalización psiquiátrica, donde predomina el enfoque farmacológico, ha limitado el desarrollo de intervenciones psicoterapéuticas en esta fase.
No obstante, varios autores han realizado estudios experimentales para probar la eficacia de la psicoterapia
en la fase aguda (drury, Birchwood, Cochrane y MacMillian, 1996; Lewis et al., 2002; Startup, Jackson y
Bendix, 2004).
La mayoría de estos enfoques combinan el tratamiento médico recibido por el paciente en una unidad de agudos con una Terapia Cognitiva individual adaptada y centrada hacia el manejo de los síntomas positivos (delirios y alucinaciones), con el principal objetivo de acortar la estancia hospitalaria y producir una reducción más
rápida de la sintomatología positiva. En algún caso se utiliza también el formato de terapia de grupo y la educación familiar.
En España, la Guía de Práctica Clínica para la Esquizofrenia y el Trastorno Psicótico Incipiente (Grupo de
trabajo de la Guía de Práctica Clínica sobre la Esquizofrenia y el Trastorno Psicótico Incipiente, 2009) concluye que hay evidencia científica suficiente para recomendar “proporcionar asistencia ambulatoria a las personas
en fases tempranas de psicosis usando estrategias de servicios lo menos restrictivas y coercitivas posibles: desarrollando estrategias para minimizar el uso de tratamientos involuntarios en la psicosis temprana (p. ej., intervención domiciliaria, entorno residencial alternativo), servicios hospitalarios centrados en los jóvenes y divididos en «clases» de forma rutinaria, programas de día para jóvenes, instalaciones residenciales orientadas hacia
las personas jóvenes para que los jóvenes con psicosis puedan vivir de forma independiente” (pp. 117-118).
Intervenciones centradas en la recuperación
La fase de recuperación abarca un período de tres a dieciocho meses tras la estabilización de la crisis psicótica. Es un tránsito difícil, pues un ochenta por ciento de los pacientes recaen en los primeros cinco años de la
enfermedad, período crítico (Birchwood, 2000; Malla et al., 2005). Es un período sensible no sólo a las recaídas, sino a la aparición de respuestas desadaptativas de evitación o negación, consumo de tóxicos, persistencia
de síntomas positivos residuales, retraimiento social y laboral, suicidio.
dos paquetes de intervención destacan en esta fase:
Terapia de Orientación Cognitiva para el Primer Episodio Psicótico (COPE): desarrollada por el equipo de
profesionales del Centro de Prevención en Intervención en Psicosis temprana (EPPIC). Esta terapia parte de la
idea de que el primer episodio de psicosis supone una experiencia tan perturbadora que puede bloquear el desarrollo psicosocial posterior del paciente. La intervención, sirviéndose de los principios de la terapia cognitiva
y desde una perspectiva constructivista, pretende ayudar a preservar un sentido del yo, desarrollar la sensación
de control sobre la experiencia de la psicosis y aumentar la autoeficacia ante el inicio de la enfermedad. El formato es individual y consta de entre veinte y treinta sesiones.
Tratamiento Sistemático de la Psicosis Persistente (STOPP): desarrollada por Herman-doig y sus colaboradores (Edwards, Wade, Herrman-doig, y Gee, 2004) para aquellos pacientes que presentan una recuperación
complicada de su primer episodio. Un veinte por ciento de los pacientes siguen experimentando síntomas psicóticos positivos a pesar del tratamiento. Esta terapia, de formato individual, de orientación cognitiva, se centra en reducir la frecuencia e intensidad de los síntomas positivos, el malestar y la interferencia que generan y
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INTERVENCION PSICOTERAPéUTICA EN PRIMEROS EPISOdIOS PSICóTICOS: UN PROGRAMA dE TRATAMIENTO EN UNA UNIdAd dE TRANSICIóN
promover una comprensión de la psicosis que permita al paciente identificar recaídas y actuar con estrategias
eficaces.
Intervenciones centradas en los servicios integrales
La mayoría de las actuaciones descritas se integran dentro de servicios compuestos por equipos interdisciplinarios, abarcando el tratamiento precoz de la psicosis en sus distintas fases y facetas. Los principales servicios integrales son los siguientes:
– Centro de Prevención e Intervención en Psicosis Temprana (EPPIC): Australia.
– Servicio de Intervención Temprana de Birminghan (EIS): Reino Unido.
– Proyecto de Tratamiento e Identificación Temprana de la Psicosis (TIPS): Noruega.
– Estudio de Identificación y Tratamiento Temprano de Jóvenes Pacientes con Psicosis (OPUS): dinamarca.
– Programa de Intervención Temprana de Calgary (EPP): Canadá.
En la anteriormente mencionada Guía de Práctica Clínica, Ministerio de Sanidad y Consumo (2009), la revisión de la evidencia científica disponible permite recomendar las siguientes actuaciones en la fase de recuperación de un primer episodio psicótico:
• Se recomiendan los programas de atención precoz a la psicosis frente a los abordajes tradicionales.
• Se recomiendan las intervenciones psicosociales en el tratamiento de primeros episodios.
• Se recomienda el empleo con apoyo como método más efectivo para promover la inserción laboral de personas con primeros episodios.
• Se recomienda la rehabilitación cognitiva en pacientes con déficits específicos, aunque el objetivo debería
ser también los déficits funcionales relacionados.
• Se recomienda proporcionar una atención biopsicosocial intensiva y de calidad, de forma continuada y
activa durante los años críticos posteriores al inicio de la psicosis, mejor desde programas especializados
de atención temprana que incluyan además de farmacoterapia, psicoeducación, manejo de estrés, prevención de recaídas, solución de problemas, reducción de daños por consumo de sustancias, consejo de apoyo
y rehabilitación social y laboral, así como intervención con la familia y terapia cognitiva.
Para finalizar con este resumen de las intervenciones psicoterapéuticas, quiero citar el magnífico trabajo de
revisión sobre los estudios de los tratamientos psicológicos (Ruiz de Azúa, González-Pinto, Vega, Gutíerrez y
Asua, 2009) sobre pacientes con sintomatología prodrómica y sobre aquellos que se encuentran en el período
crítico de la enfermedad (menos de cinco años desde el primer brote). En esta revisión se incluyeron revisiones sistemáticas, meta-análisis, guías de práctica clínica y ensayos controlados aleatorizados. La finalidad era
encontrar evidencia científica de los tratamientos psicológicos en combinación con el farmacológico.
Los resultados de la revisión apuntan hacia la existencia de evidencia científica sobre la eficacia del tratamiento psicológico en cuanto a la disminución de la transición hacia la psicosis en los pacientes con alto riesgo durante los dos primeros años de seguimiento, especialmente si se trata de paquetes de tratamiento integrado (multicomponentes: psicoeducación, psicoterapia, intervención familiar, ocio y tiempo libre, etc.) y multidisciplinar de corte cognitivo.
En cuanto a los pacientes que ya han tenido un primer episodio, de nuevo los tratamientos integrados han
demostrado ser muy efectivos: reducción de la sintomatología negativa, mejor funcionamiento global y social.
Los tratamientos psicológicos de mayor duración, con seguimientos periódicos son los más eficaces. En cuanto a la reducción de las tasas de recaída y rehospitalizaciones, existe contradicción entre unos ensayos y otros.
Para los autores es indicativo de la necesidad de realizar más estudios al respecto.
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Programa de Primeros Episodios Psicóticos del H. U. 12 de Octubre
En el año 2008, impulsado por el dr. Jiménez Arriero, entonces Jefe de Sección del Servicio de Psiquiatría
y actual Jefe de Servicio y director del Área de Gestión Clínica de Psiquiatría y Salud Mental (A. G. C. P. S.
M.) del H. U. 12 de Octubre de Madrid, se creó en este hospital un Programa de Tratamiento Ambulatorio de
pacientes afectos de Trastorno Mental Grave. Este programa, aún en funcionamiento, acogía a pacientes tras el
alta hospitalaria de la Unidad de Hospitalización Breve del H. U. 12 de Octubre de Madrid y de la Unidad de
Hospitalización Breve del Complejo Asistencial Benito Menni de Ciempozuelos (Caballero, Belloso y Arranz,
2009). Este programa, al igual que la intervención en primeros episodios psicóticos, se encuentran hoy integrados en la Unidad de Transición Hospitalaria.
El perfil de los pacientes venía marcado por la ausencia de conciencia de enfermedad, el elevado número de
ingresos en los dos últimos años, la baja adherencia a los tratamientos y la complejidad psicosocial. El objetivo del programa era romper el fenómeno de “puerta giratoria” y el estancamiento vital en el que se encontraban, favoreciendo la adquisición de conciencia de enfermedad, la adherencia al tratamiento y la transición hacia
su Centro de Salud Mental de referencia y dispositivos de rehabilitación. La metodología de intervención se
fundamenta en terapias grupales diarias y consultas individuales de psiquiatría, psicología clínica, enfermería
y terapia ocupacional. El éxito del programa, premiado en el año 2010 en las III Jornadas de Mejores Prácticas
e Innovación en Gestión de Calidad organizadas por la dirección General de Atención al Paciente, el Servicio
Madrileño de Salud y la Agencia Laín Entralgo, alentó la creación de un espacio similar para atender a una
población muy específica, los primeros episodios psicóticos.
Partiendo de los antecedentes citados, en enero de 2009 empezó a funcionar, bajo la coordinación del psiquiatra dr. Rubio Valladolid, un Programa de Tratamiento Ambulatorio Intensivo de pacientes con diagnóstico de
Primer Episodio Psicótico, en el ámbito de una Unidad de Transición Hospitalaria, localizada físicamente bajo la
Unidad de Hospitalización Breve. Los pacientes son captados desde diversos dispositivos, Centros de Salud
Mental del área, Urgencias de Psiquiatría, Unidad de Hospitalización Breve e Interconsulta, principalmente.
Los profesionales y recursos implicados actualmente en el programa, todos ellos a tiempo parcial, pues su
actividad asistencial está comprometida también en otras actividades, son los siguientes:
UNIdAd dE TRANSICIóN HOSPITALARIA (U. T. H.)
• Psiquiatra.
• Psicólogo Clínico.
• Enfermera especialista en Salud Mental.
• Terapeuta Ocupacional.
UNIdAd dE HOSPITALIZACIóN BREVE (U. H. B.)
• Personal asistencial.
• Grupo psicoterapéutico diario.
• Intervención grupal de terapia ocupacional.
• Psiquiatras del programa de psicosis.
CENTRO dE SALUd MENTAL (C. S. M.)
• Psiquiatras y profesionales derivantes.
VIA INIdIVIdUALIZAdA Y PREFERENTE (V. I. P.)
El programa está concebido para dar una asistencia continuada e intensiva al paciente y su familia durante
el primer año tras el episodio, facilitándose la continuidad de cuidados con derivación al Centro de Salud
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INTERVENCION PSICOTERAPéUTICA EN PRIMEROS EPISOdIOS PSICóTICOS: UN PROGRAMA dE TRATAMIENTO EN UNA UNIdAd dE TRANSICIóN
Mental correspondiente tras el alta del programa. Si es preciso, durante la estancia del paciente en el programa,
se contacta con la comisión del programa Vía Individualizada y Preferente (VIP), fruto de la coordinación entre
profesionales de los CSM y de los recursos de rehabilitación del área, con objeto de facilitar la activación del
paciente, el apoyo en la normalización de su vida diaria y su inclusión en recursos de su entorno (académicos,
de ocio, laborales…). El programa VIP pretende, a través de la intervención de los Equipos de Apoyo
Sociocomunitario (EASC), facilitar la inserción social, laboral y académica del paciente.
Los objetivos del Programa de Primeros Episodios Psicóticos son:
– Prevención de recaídas precoces.
– Adherencia al tratamiento.
– Adquisición de conciencia de enfermedad.
– Reducción de la comorbilidad.
La evaluación y el diagnóstico comprenden los siguientes aspectos:
• Historia clínica médico-psiquiátrica.
• Evaluación psicológica y psicopatológica.
◊ Escalas de psicopatología para primeros episodios y PANSS (Peralta y Cuesta, 1994).
◊ Pruebas de neuropsicología: MATRICS (Nuechterlein y Green, 2006).
◊ Cuestionarios de ansiedad-depresión: STAI (Guillén-Riquelme y Buela-Casal, 2011); MAdRS
(Martínez, Bourgeois, y Peyre, 1991), y manía (Young, Biggs, Ziegler y Meyer, 1978).
• Pruebas de neuroimagen.
• Pruebas de neurofisiología.
• Pruebas de laboratorio complementarias.
• Tóxicos en orina.
• Bioquímica, inmunología.
• Marcadores genéticos de respuesta farmacológica y de riesgo para psicosis.
El tratamiento se estructura en torno a las siguientes áreas:
• Abordaje farmacológico:
◊ Principalmente ambulatorio, aunque se cuenta con la Unidad de Hospitalización Breve del Hospital 12
de Octubre para los casos que lo precisen
◊ Antipsicóticos atípicos a dosis bajas, preferentemente
• Abordaje psicosocial:
◊ Consultas individuales:
+ Psicología Clínica.
+ Terapia Ocupacional.
+ Enfermería
◊ Intervención grupal:
+ Grupo de Afrontamiento de Orientación Cognitiva
+ Entrenamiento en técnicas de reducción de la activación
+ Grupo terapéutico de patología dual
+ Grupo de Terapia Ocupacional
+ Psicoeducación
+ Grupo de familias
La intervención que se realiza con los pacientes es fundamentalmente grupal, exceptuando el seguimiento
farmacológico por enfermería y psiquiatría, que se mantiene, de manera continuada, sobre todos los pacientes
durante su estancia en el programa.
La intervención individual por parte de la Terapeuta Ocupacional y del Psicólogo Clínico se produce solo
sobre aquellos casos que requieren un enfoque más intensivo, bien por el predominio de la sintomatología negativa, bien por la aparición de síntomas positivos resistentes al tratamiento farmacológico.
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Todas las intervenciones descritas se estructuran en horario de mañana, distribuidas a lo largo de la semana
laboral. Al inicio de su participación en el programa, los pacientes acuden prácticamente a diario a la Unidad.
Progresivamente, y en la medida en que se van implicando en actividades normalizadas de su entorno (ocio,
estudios, trabajo, etc.), se reduce el grado de exigencia en cuanto a días de asistencia a la semana, con objeto
de no interferir en su proceso de recuperación.
Además de las intervenciones clínicas, periódicamente se realizan actividades de ocio extra-hospitalarias,
con la finalidad de promover la reintegración en el ocio, la socialización y la disminución de sintomatología
negativa.
En todas las actividades asistenciales referidas participan los residentes (MIR, PIR, EIR) del Área de Gestión
de Psiquiatría y Salud Mental de la Unidad docente Multiprofesional del H. U. 12 de Octubre, así como rotantes externos y estudiantes de pregrado. Esta participación enriquece tanto al programa como a estudiantes y profesionales sanitarios en formación.
A continuación voy a centrarme en las actuaciones psicoterapéuticas que lleva a cabo el psicólogo clínico, si
bien quiero resaltar que lo “psicoterapéutico” está presente, como no podría ser de otro modo, en todas y cada
una de las intervenciones que realizan el resto de profesionales del programa.
Intervención psicológica en primeros episodios psicóticos
La intervención que el psicólogo clínico lleva a cabo en el Programa de Primeros Episodios de la Unidad de
Transición se concreta en los siguientes abordajes:
– Psicoterapia individual.
– Grupo de Afrontamiento de Orientación Cognitiva.
– Psicoeducación.
– Grupo de Familias.
No obstante, el trabajo psicoterapéutico comienza antes de que el paciente sea derivado a la Unidad de
Transición para su inclusión en el programa de primeros episodios. Como se comentó anteriormente, la gran
mayoría de las derivaciones provienen, como es de esperar, de la Unidad de Hospitalización Breve. En esta unidad el paciente con un primer brote se encuentra en plena fase aguda y bajo tratamiento farmacológico intensivo. No obstante, existen varios beneficios al iniciar una intervención psicológica en la fase aguda y en el
ámbito de la hospitalización:
– Apoyo emocional en la experiencia de psicosis.
– Construcción de la alianza terapéutica necesaria para el desarrollo de una posterior intervención.
– desarrollo de un pensamiento y actitud orientados hacia la consideración de los síntomas como un fenómeno psicológico.
– Entrenamiento precoz en el trabajo psicoterapéutico
– Potenciación de la adherencia al tratamiento tras el alta
– Facilitar la transición y vinculación hacia el programa de primeros episodios.
– Transmisión de aliento y esperanza en la recuperación.
Esta intervención psicoterapéutica temprana, desde la Unidad de Transición, se produce de tres maneras:
– Entrevistas individuales con el psicólogo clínico.
– Grupo psicoterapéutico diario de la UHB.
– Grupo de Terapia Ocupacional de la UHB.
El psicólogo clínico realiza su trabajo diario en ambos recursos, Unidad de Transición y Unidad de
Hospitalización. Cuando se detecta un primer episodio psicótico, el paciente puede tener fácil acceso a entrevistas de vinculación con el psicólogo clínico y, en la medida en que se va produciendo una mayor estabilización clínica, comienza a asistir al grupo psicoterapéutico diario de la UHB.
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En las entrevistas individuales, el trabajo fundamental es de escucha y aceptación, mostrando comprensión
hacia el sufrimiento derivado de los síntomas y evitando una confrontación activa con el mundo delirante. Se
ofrece la posibilidad de un trabajo psicoterapéutico posterior al alta y progresivamente se le va detallando cómo
se efectúa este trabajo, las personas que lo realizan y el encuadre. El énfasis se coloca en el apoyo a la recuperación, señalando la necesidad de un acompañamiento psicoterapéutico y farmacológico intensivo en los primeros momentos.
El grupo psicoterapéutico diario es un estupendo marco donde el paciente puede explorar su enfoque y “contrastarlo” con las realidades de los demás pacientes. Este grupo es abierto, coexistiendo pues pacientes recién
llegados, con otros a punto de irse de alta. Los pacientes veteranos, que comienzan a distanciarse de lo delirante y a construir una mentalidad crítica, suponen una herramienta fundamental para trabajar una primitiva conciencia de enfermedad y adherencia al necesario seguimiento posterior.
He incluido el grupo de terapia ocupacional que tiene lugar en la UHB, por dos motivos. En primer lugar, la
terapeuta ocupacional trabaja en ambas unidades, facilitando la transición del paciente y la adherencia del
mismo tras el alta. En segundo lugar, lo psicoterapéutico está presente en este trabajo ocupacional, potenciándose las intervenciones psicológicas mencionadas.
Con anterioridad al alta, y cuando la estabilización clínica del paciente lo permite, en paralelo con los permisos de salida y de fin de semana, el paciente es invitado a acudir a las actividades grupales del programa de
primeros episodios de la Unidad de Transición. La proximidad física de la misma (se ubica debajo de la UHB)
facilita en extremo la asistencia del paciente. Estas primeras asistencias del paciente en las terapias grupales del
programa son decisivas para que el paciente se adhiera tras el alta. Es difícil transmitir con palabras el beneficio que para el paciente supone ver a otros jóvenes como él que han pasado por la misma experiencia, que se
encuentran recuperados o en camino de estarlo. Tras la psicoterapia formal y programada, surge lo espontáneo.
En los descansos entre terapias, los pacientes se transmiten sus narrativas, produciéndose una suerte de contaminación positiva.
En este período de enganche y solapamiento entre las dos unidades, se aprovecha para contactar con las familias e invitarlas al grupo de familiares. La idea de un apoyo y continuidad de tratamiento intensivo tras el alta,
minimiza las lógicas angustias de las familias y facilita que paciente, familia y unidad trabajen de manera conjunta y en la dirección de la recuperación.
Porque esa es la principal función que se desarrolla en el programa de primeros episodios, la recuperación.
Se trata de una etapa verdaderamente difícil, en la que la vulnerabilidad se encuentra muy incrementada, siendo altamente probable la aparición de recidivas, cuando no el desarrollo de actitudes de negación y/o evitación
ante la enfermedad, el mantenimiento o inicio de conductas de riesgo (tóxicos, aislamiento interpersonal, abandono de la medicación y del seguimiento en salud mental) y, en ocasiones, la persistencia de síntomas positivos disruptivos.
Un marco de intervención: la Psicoterapia de Orientación Cognitiva para pacientes
con primer episodio psicótico
El ámbito de intervención psicoterapéutica del programa de primeros episodios de la Unidad de Transición
se inicia hacia el final de la fase aguda del brote psicótico y continúa incidiendo sobre el período de recuperación posterior.
de las distintas terapias que se han desarrollado para el abordaje precoz de los primeros episodios psicóticos, la Psicoterapia de Orientación Cognitiva para pacientes con primer episodio psicótico (Cognitively
Oriented Psychotherapy for First Episode Psychosis: COPE.), cubre este espacio temporal de tratamiento, siendo indicada para pacientes con primer episodio psicótico que se encuentran hacia el final de la fase aguda y/o
al comienzo de la recuperación, perfectamente complementaria con respecto al tratamiento farmacológico.
La COPE es una psicoterapia de formato individual, con un formato de 30 sesiones, con frecuencia semanal.
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Fue desarrollada, como comenté brevemente en el epígrafe de intervenciones, por el equipo de profesionales
(Henry, Edwards, Jackson, Hulbert, y McGorry, 2002) del Centro de Prevención en Intervención en Psicosis
temprana (EPPIC).
Esta terapia parte de la idea de que el primer episodio de psicosis supone una experiencia tan perturbadora
que puede bloquear el desarrollo psicosocial posterior del paciente. La intervención, sirviéndose de los principios de la terapia cognitiva y desde una perspectiva constructivista, pretende ayudar a preservar un sentido del
yo, desarrollar la sensación de control sobre la experiencia de la psicosis y aumentar la autoeficacia ante el inicio de la enfermedad. La recuperación exige del joven una serie de trabajos (básicamente ajustes en la visión
de sí mismo, su futuro laboral y/o académico, el funcionamiento interpersonal, etc.). El formato es individual
y la duración es aproximadamente entre veinte y treinta sesiones.
La COPE consta de cuatro grandes focos u objetivos:
EVALUACIóN: Evaluar y comprender la explicación que los pacientes elaboran de su trastorno y apreciar
mejor las actitudes de éstos hacia la psicosis en general. Esto implica identificar sus problemas personales
potenciales y actuales, y la formulación de los factores que contribuyen a su origen y mantenimiento. Estos factores incluyen puntos fuertes, puntos débiles, estilos de afrontamiento, recursos disponibles, y las perspectivas
que mantienen de sus problemas.
ALIANZA TERAPéUTICA: Trabajar con el paciente en el desarrollo de las relaciones terapéuticas de cara
a formar un marco de colaboración terapéutica.
AdAPTACIóN: Promover un estilo adaptativo de recuperación de la psicosis. La recuperación es conseguida prestando atención al modo como la persona ajusta la realidad a la experiencia del episodio psicótico, la
posibilidad de una vulnerabilidad permanente o la continuidad de los síntomas, y cómo el paciente se percibe
a sí mismo en la actualidad. El terapeuta podría ofertar un nuevo modelo de las experiencias y valoraciones del
paciente sobre la psicosis. El modelo de vulnerabilidad-estrés es empleado, junto con una perspectiva cognitiva, dependiendo de la disposición del paciente para aceptar otra perspectiva. El objetivo es aliviar el malestar
y promover una respuesta adaptativa.
MORBILIdAd SECUNdARIA: Prevenir o manejar la morbilidad secundaria que se desarrolla después de
un trastorno psicótico, como depresión, ansiedad y el estigma, el cual puede influir en la autoestima.
Estos objetivos de la terapia no están necesariamente diferenciados; ni tampoco representan una secuencia
que se despliegue inevitablemente. En la práctica, hay solapamiento, con lo que los cambios suceden desde uno
u otro; sin embargo, para ganar claridad, son presentados aquí de forma diferenciada.
En el programa de primeros episodios de la Unidad de Transición del H. U. 12 de Octubre, la intervención
psicológica individual se desarrolla siguiendo la filosofía y principios de la Terapia de Orientación Cognitiva
descrita. No obstante, era necesario disponer de una herramienta de trabajo grupal, pues la mayor parte de las
intervenciones se adaptan a este formato.
La COPE tiene un formato individual pero en la Unidad de Transición hemos conseguido adaptarla con éxito
al formato grupal, de acuerdo a los objetivos de nuestro programa (Prevención de recaída precoz, adquisición
de conciencia de enfermedad, adherencia al tratamiento y reducción de la comorbilidad). Esta adaptación es
denominada Grupo de Afrontamiento de Orientación Cognitiva.
Grupo de Afrontamiento de Orientación Cognitiva
Aunque el formato original de COPE es individual, su estilo, filosofía y objetivos son fácilmente adaptables
al formato grupal que predomina en nuestro programa.
El grupo de afrontamiento tiene lugar con frecuencia semanal, con una duración aproximada de una hora. Es
un grupo abierto, en el que se produce la incorporación de nuevos miembros y se despiden pacientes que han
alcanzado un nivel de recuperación adecuado, si bien la asistencia durante un año reduce la inestabilidad del
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grupo y permite el desarrollo de una cohesión grupal suficiente. Esta disparidad, lejos de ser un hándicap se
convierte en una herramienta para animar a los pacientes recién llegados y permite “revisitar” los tópicos fundamentales de la recuperación que son contemplados en la COPE en sus cuatro grandes bloques.
Los tópicos que han de abordarse en el proceso de recuperación en nuestro programa coinciden con los temas
que se desarrollan en COPE, adaptando ésta al formato grupal mediante una estructuración inter e intra-sesiones.
Estructura inter-sesiones del Grupo de Afrontamiento
Las sesiones de la psicoterapia grupal cubrirían los cuatro grandes focos de la COPE, descritos en el punto
anterior:
• Evaluación.
• Alianza terapéutica.
• Adaptación.
• Morbilidad secundaria.
Estos focos serían retomados periódicamente, desde distintas perspectivas y a través de los casos particulares de cada uno de los pacientes.
Estructura intra-sesión del Grupo de Afrontamiento
PRIMER BLOQUE:
• Repaso de las tareas propuestas en la sesión anterior.
• Repaso de la semana.
SEGUNdO BLOQUE:
• Introducción de cuestiones referidas a los cuatro focos básicos de COPE, mediante fuentes diversas:
+ Oralmente.
+ Materiales escritos.
+ Películas, presentaciones.
+ Relatos personales.
• debate grupal sobre los tópicos introducidos.
• Extracción de conclusiones.
TERCER BLOQUE
• Propuestas de los terapeutas para la siguiente sesión.
• Iniciativas de los pacientes.
El Grupo de Afrontamiento Cognitivo se compone de una media de 15 pacientes. Sobre este grupo se procede a ir incluyendo a futuros miembros a medida que se consolida un primer enganche a través de las entrevistas individuales de psiquiatría, psicología y enfermería. Igualmente, finalizado el tiempo de un año establecido para el programa, los pacientes que hubieran cumplido su tiempo de tratamiento irían desvinculándose progresivamente, siendo derivados para su seguimiento en los dispositivos de Salud Mental de distrito pertinentes.
Este tiempo no es establecido rígidamente, de modo que pacientes con un buen nivel de recuperación, que inician actividades formativas o laborales, son eximidos del compromiso de asistir a las sesiones de grupos, manteniendo contactos individuales, a fin de no interferir en su proceso de recuperación. de modo parecido, en
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algunos casos, si el nivel de recuperación es insuficiente, se prolonga su estancia en el programa y su participación en las terapias de grupo.
La permanencia de un año en el programa permite un total aproximado de 40 sesiones por paciente. En este
período de su recuperación se establece un ritmo de consultas psicológicas individuales con cada paciente en
función de su evolución y necesidades.
La detección de un problema de adicción (fundamentalmente al cannabis) en varios de los miembros del
grupo se trabaja poniendo en marcha un grupo terapéutico de patología dual que es coordinado y manejado por
el coordinador de la Unidad. Este grupo, a diferencia de los descritos en este trabajo, no es permanente, dependiendo de la existencia de pacientes en fase de dependencia activa. Es un grupo cerrado y muy limitado en el
tiempo, circunscrito a ocho sesiones aproximadamente. No obstante, por nuestra experiencia, la mayoría de los
pacientes, incluso los que mostraban un elevado nivel de consumo y dependencia, consiguen interrumpir el
enganche con el cannabis y mantenerse abstinentes. El trabajo individual y grupal de concienciación llevado a
cabo en el programa, junto con el contacto con los compañeros más “veteranos” facilita enormemente la adquisición de conciencia de enfermedad en este punto.
A lo largo del Grupo de Afrontamiento se repite un módulo de carácter psicoeducativo, en función del ingreso en el Grupo de nuevos miembros. La “repetición” del módulo psicoeducativo es un instrumento de consolidación de conocimientos de la enfermedad para los pacientes más veteranos. Estos pacientes funcionan como
co-educadores de los nuevos miembros, ayudando a asimilar información sobre el episodio y vencer resistencias acerca del tratamiento, corregir distorsiones, disminuir conductas desadaptativas, etc.
Psicoeducación de pacientes
En un trabajo anterior (Belloso, 2012) se revisó la evidencia disponible que apoya la eficacia de las intervenciones psicoeducativas en los trastornos psicóticos de larga evolución, tanto afectivos como no afectivos.
En el campo de la psicosis temprana, la modificación de las creencias en torno a la enfermedad, así como la
adquisición de conocimientos, destrezas y estrategias de manejo resulta vital para evitar una recaída precoz y
facilitar el proceso de recuperación.
La psicoeducación del paciente con un primer episodio en nuestro programa de intervención se lleva a cabo,
al margen de los contenidos tratados en las sesiones individuales, en el marco del Grupo de Afrontamiento.
Adoptar un formato grupal permite realizar la psicoeducación con el enfoque de un taller, fomentando así la
participación activa de los miembros, el compartir experiencias diversas y comunes y la disminución de la sensación de aislamiento y estigma.
El formato abierto del Grupo de Afrontamiento permite que, durante las sesiones psicoeducativas, pacientes
nuevos y veteranos puedan intercambiar su experiencia. La narrativa de los pacientes más veteranos apoya la
idea de la recuperación y la superación de los síntomas positivos. Se trata, en suma, de una narrativa que ha
incorporado la conciencia de enfermedad y la necesidad de hacer cambios para seguir bien. Este discurso supone una inestimable ayuda para los pacientes recién llegados, que a menudo muestran un juicio de realidad ambivalente, actitudes de negación y /o temor a no poder recuperarse.
Los objetivos generales del taller psicoeducativo son los siguientes:
• Animarnos a formar parte activa de nuestra recuperación y tratamiento.
• Fomentar la naturalidad al hablar del trastorno y de sus síntomas, como una enfermedad más.
• Informarnos acerca de lo que nos pasa y afecta a nuestra salud.
• Identificar lo que me acerca y lo que me aleja de la recuperación.
• Aprender a cuidarnos mejor.
• Reconocer los momentos críticos para poder solicitar ayuda a tiempo.
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INTERVENCION PSICOTERAPéUTICA EN PRIMEROS EPISOdIOS PSICóTICOS: UN PROGRAMA dE TRATAMIENTO EN UNA UNIdAd dE TRANSICIóN
• despejar dudas acerca de la enfermedad, tratamientos y terapias.
• Reconocer señales de alarma que pueden indicar una recaída.
La entrada de nuevos miembros en el grupo obliga a repetir cada cierto tiempo el taller. Esto, lejos de saturar a los miembros más antiguos, es bien recibido por ellos, ya que permite la asimilación de conceptos que, en
un primer momento, no fue posible.
El esquema de las sesiones es el siguiente:
Sesión 1. ¿Qué es lo que me pasa?
Sesión 2: ¿Cuáles son los síntomas y por qué se producen?
Sesión 3: Vulnerabilidad y estrés. Las causas de las psicosis. Tipos de psicosis.
Sesión 4. El tratamiento integral de las psicosis.
Sesión 5. La medicación y sus efectos terapéuticos. Cómo actúan. Efectos secundarios.
Sesión 6. Recursos que aumentan los efectos positivos de la medicación.
Sesión 7. Prevención de recaídas.
Sesión 8. Factores de protección y de riesgo.
La secuencia expuesta solo es orientativa. En función de la composición del grupo, las necesidades del
mismo y el momento de recuperación, se intensificarán más unos contenidos que otros, pudiendo fundirse algunas de estas sesiones en una y desarrollar más extensamente otros puntos.
La metodología es activa – participativa. Generalmente se comienza con una pregunta abierta, para suscitar el debate y el compartir la experiencia de cada uno de los miembros. Es frecuente la utilización de la
expresión escrita para facilitar la participación de los pacientes más inhibidos (escribir los síntomas y luego
leerlos; recopilar las creencias sobre la causa de la enfermedad, la futura evolución; identificar qué cosas
nos ayudan a recuperarnos y cuáles no, obstáculos, problemas actuales, etc.). Se recurre también a dinámicas de grupo (debate en pequeños grupos con posterior puesta en común; presentación por parejas; representación visual del primer episodio mediante técnicas como la línea del tiempo, juego de roles, etc.) y dramatizaciones grupales simbólicas (Población, 1997). Esta forma de trabajar permite al psicólogo clínico
tomar el pulso del grupo y adaptar los contenidos que van a transmitirse a la realidad del grupo en ese
momento.
Tras una pequeña exposición teórica (en la que se puede recurrir a presentaciones visuales, películas, documentales, lecturas, participación de miembros del grupo en situación de alta, etc.), se fomenta el debate para
extraer conclusiones, finalizando con una pequeña tarea para casa.
Con el fin de potenciar el recuerdo y la asimilación de los contenidos, se reparten folletos explicativos
(Jackson y Reading, 1996; EPPIC Statewide Services, 2000).
Grupo de familias
En este trabajo ya se ha aludido al sufrimiento que el primer episodio supone para el paciente, pero, y aunque sea de naturaleza diferente, no es menos intenso el malestar por el que pasan las familias.
La gran ignorancia acerca de una enfermedad que para muchos estaba asociada a estereotipos negativos y
deformados, la falta de habilidades para manejarse con la nueva realidad, la sensación de aislamiento en cuanto a la dificultad para conectar y ser comprendidos por otros, las dudas acerca del camino a seguir y el futuro
de sus hijos, las vivencias de culpa y posteriores conductas reactivas de sobreprotección y/o criticismo, justifican con creces la apertura de un espacio para los familiares (principalmente los padres).
Los objetivos generales del grupo de familias son:
• Educar acerca de la enfermedad.
• despejar, en la medida de lo posible, aquellas dudas que tenemos acerca de lo que les pasa y del momento actual del tratamiento.
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• Identificar cómo podemos ayudarles mejor y también cómo cuidarnos a nosotros mismos como cuidadores.
• Reconocer los momentos críticos, posiblemente previos a una crisis para poder solicitar ayuda a tiempo.
• Animarnos a formar parte activa de su proceso de recuperación y tratamiento, sobre todo en la prevención
de nuevas recaídas.
El grupo de familias lo conforman familiares de pacientes que han sufrido recientemente un episodio psicótico y hayan sido derivados al programa PEP. No hay límite en cuanto al tipo de familiar, si bien lo más frecuente son los padres.
El grupo está dirigido por el Psicólogo Clínico, pero como coterapeutas asisten la Enfermera Especialista en
Salud Mental y la Terapeuta Ocupacional.
El grupo tiene un formato abierto, coexistiendo familiares de pacientes en un proceso avanzado de recuperación con otros cuyo familiar se encuentra iniciando su actividad en el programa PEP. El grupo se oferta a
todos los familiares durante el tiempo que los pacientes permanecen en el programa. La frecuencia es quincenal, pasando en algunos momentos a ser mensual. debido a la juventud de los pacientes, los padres tienen
muchas dificultades para asistir por las obligaciones laborales, optándose por espaciar las sesiones para facilitar la asistencia. La duración de cada sesión suele ser de hora y media, si bien se adapta con flexibilidad a la
situación y necesidades del grupo.
La necesidad de combinar la transmisión de información y resolución de dudas, junto con el cambio de conductas y actitudes, así como el abordaje de patología reactiva al primer episodio en los familiares, ha llevado a
estructurar el Grupo de Familias en dos tipos de actividades.
1. Psicoeducación de Familiares.
2. Módulo de Afrontamiento y Apoyo.
de forma similar al Grupo de Afrontamiento de pacientes, en el Grupo de Familias repetimos un módulo psicoeducativo muy breve, de cuatro sesiones, en función de la inclusión de nuevos miembros. Este módulo consta, de manera no rígida, de las siguientes sesiones:
Sesión 1: ¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué este espacio? ¿Qué es un primer episodio psicótico? Evolución y
pronóstico. Las posibles causas. Modelo de vulnerabilidad-estrés. ¿Cuáles son los síntomas?
Sesión 2: definición de psicosis: una enfermedad tratable. Tipos de psicosis. Fases de la enfermedad. El tratamiento integral de las psicosis. Tratamientos biológicos y psicosociales. Tratamientos individuales, grupales
y familiares. El papel de la familia en el tratamiento.
Sesión 3: La medicación como factor protector. Los tipos de medicación y cómo actúan. Efectos terapéuticos y efectos secundarios. Otros factores de protección y de riesgo. El papel de la familia en la recuperación.
Sesión 4: La prevención de recaídas. Reconocer las señales tempranas. Pasos concretos a seguir ante una crisis. duración mínima del tratamiento farmacológico.
La metodología es activo – participativa. Mediante fotocopias, cuestionarios, pizarra y presentaciones con
soporte informático se introduce el tema y, a continuación, se genera un debate a fin de facilitar la extracción
de conclusiones y el compartir la experiencia y aprendizajes. En este sentido, los padres “veteranos” son una
inestimable ayuda, actuando frecuentemente de coterapeutas, calmando las ansiedades de los “noveles” e insuflando esperanza en el proceso de recuperación.
Tras las sesiones psicoeducativas, el grupo continúa trabajando, con el objetivo de ir más allá del mero aprendizaje y transmisión de conocimientos. En un trabajo anterior (Belloso, García y Prado, 2000) se midieron los
cambios experimentados en un grupo psicoeducativo de familiares de pacientes con diagnóstico de Trastorno
Mental Grave en un Centro de Rehabilitación Psicosocial. Aunque el contexto era bien diferente, se apreció que
es mucho más fácil producir cambios en el nivel de conocimientos que en las actitudes y expectativas hacia el
paciente.
Los objetivos del módulo de afrontamiento y apoyo son:
– Consolidar los conocimientos aprendidos en las sesiones psicoeducativas.
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INTERVENCION PSICOTERAPéUTICA EN PRIMEROS EPISOdIOS PSICóTICOS: UN PROGRAMA dE TRATAMIENTO EN UNA UNIdAd dE TRANSICIóN
– Corregir distorsiones acerca de las ideas sobre la psicosis que puedan surgir en el proceso de recuperación.
– Ofertar un espacio grupal donde elaborar la angustia e incertidumbre ante la enfermedad.
– Proporcionar un espacio de apoyo ante dificultades futuras.
– Propiciar el desarrollo de estrategias adaptativas de afrontamiento entre los familiares.
– Intervenir terapéuticamente ante situaciones / problemas que aparezcan en el tratamiento del paciente.
La duración de este módulo es indefinida, finalizando normalmente tras el alta del paciente del programa.
Algunos padres mantienen su presencia en el módulo de afrontamiento, aunque el paciente se encuentre de alta
del programa, produciéndose en estos casos una desvinculación progresiva y natural.
La metodología que se sigue en el módulo de afrontamiento y apoyo se estructura del siguiente modo:
– Al comienzo de cada sesión se revisan los temas analizados en la última sesión y se retoman si el grupo
necesita una mayor elaboración de los mismos.
– Si no hay temas pendientes, se invita a comentar las incidencias, tanto negativas como positivas, que se
hayan producido desde la última sesión.
– Si hay nuevos miembros, se realiza una breve presentación y resumen de los objetivos del grupo.
– Los temas que aportan los familiares son analizados por el grupo, siendo responsabilidad de los coordinadores animar a la participación de todos los miembros, promoviendo el desarrollo de soluciones adaptativas y que potencien la recuperación.
– Se finaliza el grupo con un resumen y conclusión de los temas tratados. Si no da tiempo, se pospone su
continuidad para la siguiente sesión.
Resultados y conclusiones
En el momento de redactar este artículo se han cumplido ya cinco años desde la puesta en marcha del
Programa de Primeros Episodios en el Área de Gestión de Psiquiatría y Salud Mental del H. U. 12 de Octubre
de Madrid. En este tiempo han sido derivados un total de 87 pacientes. Actualmente, continúan bajo tratamiento en el programa, veinte.
Como he comentado con anterioridad, el programa nació con los siguientes objetivos:
– Prevención de recaídas precoces.
– Adherencia al tratamiento.
– Adquisición de conciencia de enfermedad.
– Reducción de la comorbilidad.
En un primer y muy precoz análisis de resultados (Belloso, Caballero, Rubio, Arranz, y de Juan, 2010), realizado tras dos años de la puesta en marcha del programa, se obtuvieron datos muy favorables sobre 39 pacientes atendidos. Estos datos avalaron la eficacia y rentabilidad de un programa de intervención tras un primer episodio de psicosis, y posibilitaron continuar la actividad asistencial iniciada.
En el aspecto de la adherencia, la mayoría de los pacientes se mantuvieron vinculados al programa, produciéndose solamente un 10% de abandonos. Otro de los temas clave en los primeros episodios psicóticos, el consumo de sustancias, fue susceptible de ser abordado desde este encuadre. Previo a la intervención, un 67% de
pacientes mostraban comorbilidad con trastorno por uso de sustancias, reduciéndose al 15% tras el primer año
de intervención.
Pero sin duda, el principal problema tras el primer episodio psicótico es la recaída precoz, y el objetivo fundamental del programa, evitarlas, fue alcanzado satisfactoriamente. Si atendemos a la prevención de recaídas
precoces, el 82% de los pacientes se mantuvieron tras un año en el programa sin necesitar un segundo ingreso.
En aquellos que necesitaron más de un ingreso, éste se había producido al inicio del programa, esto es, menos
de un mes desde la fecha de derivación, pudiendo encuadrarse no tanto como una recaída sino como una reagudización del episodio inicial.
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Estos resultados pusieron de relieve la eficacia de una intervención temprana en las primeras fases de la evolución del trastorno, precisamente aquellas más sensibles y cruciales para el futuro desarrollo del proceso psicótico. Si bien los resultados muestran que una intervención intensiva en el primer año tras el brote es eficaz,
no obstante, el tiempo transcurrido desde el primer episodio psicótico es una variable decisiva que hay que tener
en cuenta, con el fin de valorar si este tipo de intervenciones son capaces de cambiar la “historia” a medio y
largo plazo.
La perspectiva actual de cinco años de evolución del programa permite ahora un primer análisis de la eficacia del mismo, en cuanto a la reducción de las recaídas, a medio plazo. En el 2009, primer año de funcionamiento del programa, fueron atendidos 25 pacientes. Actualmente se mantienen sin haber reingresado de
nuevo 21 (84%), y sólo 4 han precisado reingreso (16%). Sin duda son tasas de reingreso mucho más bajas
que las reflejadas por la literatura científica al respecto (Malla et al., 2005; A. E. N., 2009). Con objeto de
afinar más en el análisis de los reingresos, es importante señalar que de esos cuatro casos que precisaron reingreso, tres de ellos no habían finalizado la intervención en el programa, desvinculándose prematuramente y
rechazando cualquier tipo de seguimiento psiquiátrico posterior. Este último dato viene a refrendar la importancia de la adquisición de una conciencia de enfermedad y de la adherencia al tratamiento en las primeras
fases.
Estos resultados animan a continuar una intervención integral, intensiva y precoz con los jóvenes que padecen un primer episodio. Si bien aún es pronto para poder valorar si el trabajo descrito en estas páginas puede
cambiar la perspectiva de la cronicidad por la de la integración y recuperación, a largo plazo. Sería interesante
y necesario considerar la evolución de estos jóvenes tras un lapso de diez años, analizando no solo la posibilidad de los reingresos y/o recaídas, sino también su situación vital en cuanto al grado de recuperación y reinserción social.
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Clínica Contemporánea
Vol. 5, n.° 2, 2014 - Págs. 161-179
EL PACIENTE QUE PADECE UN TRASTORNO PSICÓTICO EN EL TRABAJO:
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO
JOSÉ CARLOS MINGOTE ADÁN*, PABLO DEL PINO CUADRADO*,
ÁLVARO HUIDOBRO**, DOLORES GUTIÉRREZ GARCÍA***,
ISABEL DE MIGUEL PECIÑA****, MACARENA GÁLVEZ HERRER*****
AGRADECIMIENTOS:
Mercedes Herraiz Cruz por el trabajo de redacción y revisión de estilo en la
homogeneización de las aportaciones de los diferentes autores.
(*) Psiquiatra del Plan de Atención Integral al Personal Sanitario Enfermo.
(**) Psiquiatra. Centro de Salud Mental de Villaverde.
(***) Trabajador Social del Plan de Atención Integral al Personal Sanitario Enfermo.
(****) Enfermera
(*****) Psicóloga
1. INTRODUCCIÓN PSICOPATOLÓGICA
La palabra psicosis se ha utilizado en Psiquiatría
con significados muy diferentes. En ocasiones ha servido para agrupar a todos aquellos pacientes que en
algún momento de su enfermedad mental sufren una
alteración grave en su conexión con la realidad; así se
denominaban psicosis orgánicas a las demencias y al
delirium, psicosis tóxicas a los trastornos mentales graves inducidos por sustancias y se hablaba de psicosis
maníaco-depresiva para describir a los trastornos bipolares. Daba lo mismo que la causa de esa desconexión
de la realidad fuera una enfermedad conocida (enfermedad de Alzheimer), una sustancia (cocaína) o alguna alteración pendiente de caracterizar (esquizofrenia).
Incluso se ha llegado a llamar psicótico a todo paciente grave, sobre todo cuando se evidenciaba un deterioro de su funcionamiento. Actualmente se prefiere
utilizar la expresión episodio psicótico para calificar
a un tipo de síntomas (delirios y alucinaciones) que
pueden aparecer en diversas enfermedades médicas o
psiquiátricas y que implican una distorsión de la realidad, bien en la esfera del pensamiento (delirios), bien
en la esfera perceptiva (alucinaciones).
Por delirio entendemos una alteración del contenido del pensamiento que supone la aparición de una
idea falsa y vivida con total certeza subjetiva, que no
se modifica con la argumentación lógica. En ocasiones esta idea o creencia tiene un tema prácticamente
imposible (influencia de seres extraterrestres en mi
cuerpo) pero también podemos ver delirios con
temas cotidianos (celos, culpa, persecución); en
Med Segur Trab 2007; Vol LIII Nº 208: 00-00
cualquier caso en paciente vive su delirio con la
misma certeza de realidad que las ideas normales.
En la "interpretación delirante" el paciente distorsiona el sentido o la intención de sus vivencias
adaptándola a un delirio preformado o generando
una ideación delirante. En el diagnóstico diferencial
del delirio entran las ideas erróneas, las ideas sobrevaloradas y las ideas obsesivas. Una idea errónea
surge de la falta de información (la Tierra es redonda) o de una capacidad intelectual limitada; en ocasiones un estado de ánimo alterado conduce a
creencias erróneas (cuando estamos ansiosos podemos pensar que los demás se dan cuenta); este tipo
de ideas se corrigen con la información y no son irreversibles. Las ideas sobrevaloradas se sostienen con
firmeza e influyen en nuestro comportamiento (ideas
políticas o religiosas) pero se reconoce su carácter
subjetivo; no son vividas como una convicción si no
como una opción. Las ideas obsesivas aparecen en la
mente del enfermo con carácter involuntario y repetitivo; suelen ser absurdas o al menos improbables
(ideas de contaminación); el paciente reconoce que
parten de su propia mente y lucha contra ellas para
eliminarlas de su pensamiento; pueden conducir
modificaciones del comportamiento (compulsiones)
con la finalidad de disminuir la ansiedad.
No existe una correlación suficiente entre el contenido de un delirio y la enfermedad que lo produce.
El delirio más frecuente es el de persecución o perjuicio; puede verse en la práctica totalidad de enfermedades psiquiátricas graves, si bien toma especial
2
J. C. MINGOTE ADÁN, P. DEL PINO CUADRADO, Á. HUIDOBRO,
D. GUTIÉRREZ GARCÍA, I. DE MIGUEL PECIÑA, M. GÁLVEZ HERRER
importancia en la esquizofrenia (poco estructurado)
y en la paranoia (en donde se estructura de una
forma muy lógica). Los pacientes con deterioro cognitivo grave (demencias, delirium) también tienden a
presentar este delirio, aunque su estructura interna
suele ser muy pobre. En la depresión se describen
como típicos los delirios de culpa, ruina y enfermedad, mientras que en la manía el delirio típico es el
de grandeza. Los delirios de influencia y control
(lectura del pensamiento, control de los movimientos) son típicos de la esquizofrenia, pero se pueden
ver en otras enfermedades.
Las alucinaciones son alteraciones de la percepción; en ellas el paciente tiene una percepción en
ausencia de estímulo externo que la produzca. Las
más frecuentes son las alucinaciones auditivas, pero
se pueden ver en todas las modalidades sensoriales.
Las alucinaciones visuales sugieren un origen orgánico (delirium, tóxicos) y las olfativas y gustativas se
han relacionado con alteraciones en el lóbulo temporal. El enfermo puede variar en su grado de convicción con respecto a las alucinaciones; cuando es capaz
de reconocer la imposibilidad del fenómeno aunque
lo perciba se habla de alucinosis; son típicas de alteraciones en los sistemas de percepción, bien por
enfermedades (p.ej. el vértigo de la enfermedad de
Meniere) bien por tóxicos (p.ej. las alucinaciones
inducidas por LSD). Aunque las alucinaciones sugieren un trastorno mental grave existe una excepción;
en la transición vigilia-sueño se pueden ver alucinaciones (hipnagógicas) de tipo visual o auditivo que no
implican necesariamente la existencia de patología.
Las ilusiones sensoriales pueden calificarse
erróneamente como alucinaciones, pero en ellas
existe un objeto externo que es deformado por diversos factores; el estado de ánimo origina cambios en
la percepción de los objetos (cuando estamos asustados vemos personas un donde sólo hay sombras);
también el nivel de conciencia, el cansancio, los
tóxicos y las condiciones en las que se produce la
percepción pueden inducir errores sensoriales (por la
noche todos los gatos son pardos).
La aparición de delirios y alucinaciones indica
la presencia de una trastorno mental grave pero
ambos son síntomas con los que muchos pacientes
se sienten incómodos y son reacios a comunicarlos.
Es frecuente que un enfermo oculte sus ideas delirantes o sus alucinaciones por lo que necesitaremos
conducir la entrevista con cuidado para no provocar
su negativa a hablar; puede ser necesaria recoger
información de terceras personas que nos describan
su comportamiento por si hay signos de que esté
influido por síntomas psicóticos.
MEDICINA Y SEGURIDAD DEL TRABAJO
La duración de un episodio psicótico y el funcionamiento mental previo al episodio, más que la gravedad o intensidad de los síntomas, van a determinar
en gran medida su comprensión y filiación diagnóstica-pronóstica.
El Trastorno Psicótico Breve ("Bouffée delirante
o "descompensación psicótica" o "psicosis reactiva") es un síndrome psicótico agudo y transitorio
que persiste de un día a un mes, con posterior recuperación completa del nivel de funcionamiento psíquico premórbido. Suele sobrevenir en respuesta a
un factor o factores de estrés psicosocial relevantes
en la vida del paciente. El DSM-IV-TR diferencia
los Episodios Psicóticos (E.P.) Breves con notorio
estrés, sin estrés determinado y de inicio postparto.
Los E.P. Breves suelen afectar a pacientes con
Trastorno de Personalidad (T.P.) especialmente T. P.
Límite, T.P. Histriónico, Esquizotípico y Esquizóide,
de mayor vulnerabilidad psicológica y/o biológica.
2. DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Una vez confirmada la presencia de estos síntomas conviene realizar una evaluación de sus posibles
causas. El primer paso será comprobar el nivel de
conciencia y la capacidad de atención y concentración; cuando estas función están alteradas lo más
probable es que se trate de un síndrome confusional
agudo (delirium), debiendo entonces proceder de una
forma sistemática para averiguar su origen. Si el
nivel de conciencia y la atención están preservados
conviene explorar las funciones intelectuales, pues
no es infrecuente diagnosticar una demencia tras un
episodio psicótico en el anciano. Descartadas estas
dos posibilidades queda una lista muy variada de
enfermedades, fármacos y tóxicos que deberán ser
descartadas mediante la historia clínica, la exploración física y las pruebas complementarias correspondientes. Tras realizar este estudio se podrá asumir el
diagnóstico de un probable trastorno psicótico primario, debiendo derivar al paciente al especialista para
que precise el tipo (esquizofrenia, paranoia, trastornos afectivos con síntomas psicóticos).
Aparte de los síndromes psicóticos secundarios a
una enfermedad médica o sustancia determinada, la
esquizofrenia y el trastorno delirante son los dos
principales trastornos mentales graves, caracterizados por el cuadro clínico psicótico, la evolución en
el tiempo y el grado de discapacidad asociado.
En la tabla 1 se esquematizan las principales causas de síndromes psicóticos agudos.
Nº 208 - 3º TRIMESTRE - SEPTIEMBRE 2008
PACIENTE CON TRASTORNO PSICÓTICO EN EL TRABAJO
3
Tabla 1
Causas de síndromes psicóticos agudos
Trastornos psiquiátricos:
Esquizofrenia
Depresión o manía con síntomas psicóticos
Paranoia
Trastorno Psicótico Breve
Psicosis inducidas por tóxicos
Abstinencia de alcohol
Intoxicación por estimulantes (anfetaminas y cocaína)
Ingesta de alucinógenos
Fármacos
Anticolinérgicos
Intoxicación digitálica
Corticoides y ACTH
L-dopa y otros agonistas dopaminérgicos
Isoniazida
Intoxicaciones por metales pesados
Enfermedades neurológicas
Enfermedad de Alzheimer y otras demencias
Enfermedad de Huntington
Crisis parciales complejas
Encefalopatía VIH
Tumores cerebrales
Encefalopatía hipóxica
Encefalitis virales
Neurosífilis
Enfermedad cerebral vascular
Enfermedad de Wilson
Causas endocrinometabólicas
Porfiria aguda intermitente
Síndrome de Cushing
Encefalopatía hepática
Hipo e hipercalcemia
Hipoglucemia
Hipo e hipertiroidismo
Síndromes paraneoplásicos
Déficits nutricionales (pelagra, B1, B12)
En la práctica clínica suele ser de gran utilidad al
plantearnos el diagnóstico diferencial de un episodio
psicótico utilizar árboles de decisiones diagnósticas
MEDICINA Y SEGURIDAD DEL TRABAJO
(Vallejo, 2006). Como ejemplo práctico proponemos
el incluído en la tabla
Nº 208 - 3º TRIMESTRE - SEPTIEMBRE 2008
J. C. MINGOTE ADÁN, P. DEL PINO CUADRADO, Á. HUIDOBRO,
D. GUTIÉRREZ GARCÍA, I. DE MIGUEL PECIÑA, M. GÁLVEZ HERRER
Tabla 2
4
MEDICINA Y SEGURIDAD DEL TRABAJO
Nº 208 - 3º TRIMESTRE - SEPTIEMBRE 2008
PACIENTE CON TRASTORNO PSICÓTICO EN EL TRABAJO
5
En el diagnóstico diferencial de un E. P., una
vez descartadas las causas orgánicas y tóxicas,
debemos prestar especial atención al proceso psicopatológico de base, la forma de inicio y la duración del E. P. porque puede ser de mucha utilidad
para orientar el diagnóstico y el tratamiento del
paciente individual.
para organizar sus pensamientos de forma lógica y
ajustada a la realidad y utiliza un lenguaje confuso y
desconcertante para el entrevistador. De forma
característica, éste experimenta sentimientos ambivalentes de interés y perplejidad, de temor y enojo o
culpabilidad, que es preciso tratar de identificar y
controlar de forma adecuada.
El T. Psicótico Breve, habitualmente de comienzo brusco, presenta a diferencia de los T. Psicóticos
Crónicos (Esquizofrenia, Paranoia) labilidad emocional, comportamiento extraño, gritos o mutismos y
alteración de la memoria reciente.
A partir de las entrevistas con el paciente y sus
acompañantes es necesario obtener los datos básicos
sobre su historia clínica: antecedentes personales y
personales de trastornos psiquiátricos, episodios
anteriores de ingresos y tratamientos previos, inicio
y curso del episodio actual, trastornos del comportamiento más relevantes, etc. Es conveniente explorar
y documentar siempre el riesgo suicida y de heteroagresividad.
Los autores europeos centran el patrón sintomático en reacciones paranóides agudas, confusión
reactiva, y extrema ansiedad-inquietud o depresión
reactiva.
Los delirios polimorfos, perplejidad y vivencias
de despersonalización-desrealización con alucinaciones ocasionales sería otro perfil, más propio de
las descompensaciones psicóticas en los T. de Personalidad Histriónicos graves.
Si los síntomas psicóticos están presentes durante más de un mes, debemos pensar en la posibilidad
de que se trata de trastornos crónicos. Además de la
Esquizofrenia y la Paranoia ha de considerarse los
Trastornos Esquizoafectivo, Trastornos Esquizofreniformes y T. del Ánimo con síntomas psicóticos.
En todo caso, debemos descartar previamente los
T. Psicóticos causados por enfermedad somática, T.
Psicóticos inducidos por tóxicos/medicamentos, los
Episodios Psicóticos en los Síndromes de Abstinencia y los Trastornos Facticios - Simulación.
3. MANEJO DEL PACIENTE PSICÓTICO
En el abordaje del paciente con síntomas psicóticos es importante no caer en la confrontación directa; para este paciente los delirios y alucinaciones son
tan reales como el resto de la realidad; debemos
limitarnos a confirmar su presencia y tratar de ganar
la confianza del paciente derivando su atención
hacia síntomas más fáciles de aceptar (ansiedad,
insomnio). No se trata de enfrentarse al delirio ni de
darle la razón; hay que hacerle ver que comprendemos que su experiencia es real pero sugerirle que
quizás haya otra explicación.
Se recomienda mantener una actitud empática y
no crítica, realizar la entrevista sin impaciencia ni
desconfianza, con preguntas y explicaciones breves
y sencillas. El paciente psicótico tiene dificultades
MEDICINA Y SEGURIDAD DEL TRABAJO
En todos los casos se consideran criterios de
ingreso:
1. Primer episodio psicótico, excepto en los
casos seleccionados en los que es posible asegurar un correcto estudio y tratamiento ambulatorio.
2. Riesgo suicida y heteroagresividad, así como
otras conductas que pongan en peligro la seguridad del paciente y del entorno.
3. Negativa a tomar la medicación.
4. Ausencia de contención familiar.
5. Efectos adversos graves de la medicación.
Con independencia de la derivación al especialista se debe ofrecer al paciente un tratamiento
antipsicótico; será más fácil que lo acepte si se le
informa de su capacidad para calmar la ansiedad y
para hacerle sentirse mejor. Puede incluso ser necesario el uso de alguna benzodiacepina para disminuir el malestar del paciente. Dentro de los
antipsicóticos conviene utilizar aquellos con un perfil de efectos adversos más favorable, para no provocar el rechazo del enfermo. En los últimos años
los modernos antipsicóticos atípicos (risperidona
(Risperdal®), olanzapina (Zyprexa®)) se están
imponiendo como tratamiento de primera línea en
pacientes psicóticos, aunque fármacos más clásicos
como el haloperidol (Haloperidol®) siguen teniendo una validez incuestionable. Habrá que buscar
siempre la dosificación más cómoda que permita a
la vez asegurar el cumplimiento; por eso es mejor
recurrir a una dosis única nocturna que permita
aprovechar los efectos sedantes de estos fármacos.
En la tabla 3 se esquematizan algunas de sus características farmacológicas.
Nº 208 - 3º TRIMESTRE - SEPTIEMBRE 2008
6
J. C. MINGOTE ADÁN, P. DEL PINO CUADRADO, Á. HUIDOBRO,
D. GUTIÉRREZ GARCÍA, I. DE MIGUEL PECIÑA, M. GÁLVEZ HERRER
Tabla 3
Principio
activo
Antipsicóticos Típicos
Haloperidol
Pimocide
Clorpromacina
Levomepromacina
Tioridacina
Antipsicóticos Atípicos
Clozapina
Olanzapina
Risperidona
Quetiapina
Amisulpride
Ziprasidona
Aripiprazol
Nombre
comercial
Potencia Sedación Extrapiramidalismos Anticolinérgicos Hipotensión Dosis
Equivalente
Haloperidol
Orap
Largactil
Sinogán
Meleril
Alta
Alta
Baja
Baja
Baja
+
+
+++
+++
+++
+++
+++
+
+
+
+
+
+++
+++
+++
+
+
+++
+++
++
5
2
100
125
125
Leponex
Zyprexa
Risperdal
Seroquel
Solian
Zeldox
Abilify
Baja
Alta
Alta
Baja
Baja
Alta
Alta
+++
++
+
++
+
+
+
+
+
+
+
+
+
+
+++
++
+
+
+
+
+
+++
++
++
++
+
+
+
100
5
2
300
400
80
10
Si el paciente rechaza el tratamiento y se niega a
acudir al especialista no debemos olvidar que se
puede solicitar su traslado forzoso a la urgencia más
cercana para evaluación psiquiátrica, apoyándose en
la Ley de Enjuiciamiento Civil (artículo 763) que así
lo especifica, con las máximas garantías de seguridad para el paciente y para los demás.
La mayor parte de las organizaciones no cuentan
con protocolos establecidos para la identificación
precoz de los empleados que padecen trastornos
mentales graves y no reaccionan hasta que se produce una crisis originada por la gravedad de la alteración del comportamiento del trabajador afectado y
de la repercusión de ésta en el ámbito laboral.
Cuando las circunstancias obligan a la dirección
a tomar alguna decisión, esta puede sobreactuar por
temor a las repercusiones negativas del empleadoposible enfermo mental con sanciones disciplinarias
que con frecuencia excluyen y dañan más aún al
afectado. En vez de esto se considera el siguiente
procedimiento operativo (Brodsky y Epstein, 1996;
Farid y Brodsky, 1996):
y su motivación para buscar la ayuda profesional que precisa.
3. Documentación de la "situación problema" con
descripción de las alteraciones del comportamiento del trabajador como ha sido percibida
por los compañeros y/o supervisores, representantes sindicales u otros intervinientes.
4. Comunicación escrita a la Dirección del Centro y al Servicio de Prevención de Riesgos
Laborales solicitando valoración del estado de
salud del trabajador presuntamente enfermo.
5. Citación por vía convencional al Servicio de
Prevención, según el art. 22 de la ley 31/95
para realizar examen del estado de salud con
las garantías habituales de confidencialidad,
etc. y emisión de juicio clínico-laboral y grado
de aptitud.
1. Confrontar al trabajador enfermo con las alteraciones que padece y sus consecuencias laborales, por parte de las personas más adecuadas
como: médico de empresa, especialista de prevención de riesgos laborales, superior jerárquico, miembro del equipo de dirección, etc.
6. Si el trabajador no acude a la citación previa,
se realizará citación escrita por carta certificada/ telegrama/burofax para reconocimiento
médico obligatorio por sospecha de riesgo
para él mismo o para terceros, tras la aprobación preceptiva del Comité de Salud y Seguridad del Centro. Si tampoco acude se realizará
comunicación a Dirección-Gerencia para solicitar valoración y tratamiento médico involuntario por vía judicial.
2. Valorar el grado de consciencia respecto de la
alteración específica de conducta que presenta
7. En caso afirmativo el trabajador deber ser
referido a su médico de referencia para ser
MEDICINA Y SEGURIDAD DEL TRABAJO
Nº 208 - 3º TRIMESTRE - SEPTIEMBRE 2008
PACIENTE CON TRASTORNO PSICÓTICO EN EL TRABAJO
evaluado por los profesionales sanitarios más
convenientes.
8. Si el trabajador niega todo cambio conductual
o la presencia de deterioro, se debería consultar con sus familiares, dado que el propio trastorno médico que padece puede impedirle
asumir la responsabilidad de su propio tratamiento.
9. Siempre que sea posible, el trabajo del paciente se modificará para hacer posible que el trabajador siga trabajando.
10. En casos de máxima gravedad se activarán los
protocolos de intervención urgente con intervención de los profesionales que marca la ley
de Seguridad de Prevención de Riesgos Laborales.
Mención especial merecen los Cuidados y Atención
de Enfermería
Para llevar a cabo un adecuado Plan de Cuidados
de Enfermería, ha de seguirse el siguiente protocolo
de actuación, y así obtener una valoración global del
individuo:
RECOGIDA DE DATOS
1) Del paciente (verbalmente y no verbal).
7
PE: Ansiedad.
PE: Ineficacia del individuo para enfrentarse a
los problemas.
PE: Trastornos del autoconcepto: Autoestima.
Trastorno del autoconcepto: Identidad personal.
PE: Deterioro en la integración social.
PE: Aislamiento social.
PE: Afrontamiento ineficaz de la familia.
PE: Alteraciones de la alimentación.
PE: Déficit en el autocuidado: baño, limpieza,
aseo…
PE: Alteración sensorial y perceptiva.
PE: Alteración en los procesos cognitivos.
PE: Alteración en el mantenimiento de la salud.
PE: Alteración en el mantenimiento y dirección
del hogar.
2) De la familia.
3) Datos analíticos, exploración, informes médicos previos, etc.
4) De otros profesionales del sistema sanitario,
que pudieron tratar anteriormente al paciente
(trabajadores sociales, enfermeros comunitarios, terapeutas ocupacionales, etc.)
APLICACIÓN DE LA TAXONOMÍA DE PROBLEMAS DE ENFERMERÍA Y GRADACIÓN
DE LOS MISMOS.
Los problemas de Enfermería (PE) más representativos dentro de los trastornos psicóticos agudos y
transitorios son:
PE: Déficit de actividades recreativas.
PE: Trastornos del sueño.
PE: Deterioro en la adaptación.
MEDICINA Y SEGURIDAD DEL TRABAJO
Para planificar, ejecutar y evaluar las intervenciones de enfermería es importante establecer una
relación de confianza. La confianza es la pieza fundamental para mantener una relación terapéutica
consistente, de manera que se puedan planificar en
común (paciente- personal terapéutico) las futuras
intervenciones.
Acciones de Enfermería
♦ Presentarse al paciente.
♦ Explicarle el papel de cada uno de los miembros del equipo terapéutico.
♦ Mostrar el espacio físico y los distintos lugares donde se realizarán las diferentes intervenciones.
♦ Obtener la percepción que el paciente tiene de
su problemática y los objetivos que pretende
de su hospitalización o del tratamiento ambulatorio, facilitando una libre expresión de sentimientos.
Nº 208 - 3º TRIMESTRE - SEPTIEMBRE 2008
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J. C. MINGOTE ADÁN, P. DEL PINO CUADRADO, Á. HUIDOBRO,
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♦ Determinar las necesidades y conductas problemáticas del paciente.
♦ Exponer objetivamente y de forma sincera
todo lo relativo al motivo de consulta o de ingreso, y
todo lo referente a los problemas de complicación
legal.
♦ Aceptar al paciente como persona, aunque no
se apruebe su conducta patológica.
♦ Fijar límites en aquellas conductas inaceptables.
♦ Reforzar positivamente las conductas sanas.
♦ Evitar convertirse en el "único confidente" y
no permitir que el paciente "regatee" para obtener
favores especiales.
Evaluación
Siempre irá relacionada al Problema de Enfermería (PE) y basada en la confianza con el equipo
terapéutico.
PLAN DE CUIDADO DE ENFERMERÍA
El Trabajo Social en pacientes con Trastorno
Psicótico.
En el transcurso del proceso de enfermedad, la
persona puede sufrir distintas dificultades sociales
(familiares, económicas, laborales, vivienda, etc)
para las que el trabajador social requiere intervenir.
En dicha intervención social se debe tener en cuenta
la propia demanda del paciente, el plan terapéutico
elaborado, los propios recursos del paciente, así
como los del medio sociocomunitario en el que vive.
Autores como Flower, Garety y Kupiers (1995)
señalan algunas de las consecuencias que la experiencia psicótica puede tener para el paciente, tales
como:
1) La persona puede llegar a creer que es extremadamente vulnerable a ser herido. Esta creencia estaría asociada a vivencias delirantes
respecto a que otros puedan dañarle.
2) Creencia de que es altamente vulnerable a
perder el control. Esto nacería de experienMEDICINA Y SEGURIDAD DEL TRABAJO
cias de ser controlado por fuerzas externas o
sentimientos de que no controlan sus propias
acciones.
3) Creencia a estar condenado al aislamiento
social. Esta vivencia puede nacer de experiencias reales de rechazo social o descalificación
de otros cuando se conoce su condición de
persona en tratamiento psiquiátrico.
4) La persona afectada puede llegar a construir
una autoimagen totalmente negativa.
Por todo ello nos parece fundamental entender
desde el trabajo social el impacto y las consecuencias que éstas tienen sobre el paciente. Este conocimiento facilita una mejor intervención social.
En general las personas que sufren esquizofrenia
presentan décifits en alguna o en varias de las
siguientes áreas que deben ser tenidas en cuenta a la
hora de hacer una valoración integral del paciente,
para poder valorar con ello la severidad de la pérdida del desempeño social:
Nº 208 - 3º TRIMESTRE - SEPTIEMBRE 2008
PACIENTE CON TRASTORNO PSICÓTICO EN EL TRABAJO
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1) Autocuidados (deficiente manejo de su entorno, hábitos de vida saludable, etc.)
puestos de trabajo remunerado (Crespo Hervás,
2007).
2) Autonomía (deficiente manejo del dinero,
nula utilización del ocio y tiempo libre,
dependencia económica y mal desempeño
laboral).
Por lo tanto se necesitan programas de rehabilitación laboral que les orienten y les ayuden a adquirir
aquellos hábitos laborales y habilidades sociales,
que les permitan estar en mejores condiciones para
acceder y manejarse en el mundo laboral. De hecho
sólo el 25% de los pacientes con esquizofrenia tienen un empleo remunerado, la mayoría a tiempo parcial (Chinchilla Moreno, 2007).
3) Autocontrol (incapacidad de manejo de situaciones de estrés, falta de competencia personal, etc.).
4) Relaciones interpersonales (falta de red
social, inadecuado manejo del ocio, falta de
motivación e interés etc.).
5) Funcionamiento cognitivo (dificultades de
atención, percepción, concentración y procesamiento de información, etc.). La valoración
neuropsicológica especializada debe incluir
funciones ejecutivas, atención-concentración,
memoria y funcionamiento intelectual global.
6) Funcionamiento laboral (fracaso laboral,
expectativas laborales desajustadas, faltas de
hábitos básicos de trabajo y dificultades de
manejo sociolaboral).
Estas discapacidades en el funcionamiento psicosocial conllevan a que muchos de estos pacientes
presenten problemas en el manejo de las exigencias
de la vida personal y social, y en el desempeño normalizado de roles sociales. Así mismo estas discapacidades, en interacción con diferentes factores y
barreras sociales, (estigma, rechazo social, insuficiencia de recursos de atención y soporte social,
etc.), pueden dar lugar a que muchas de estas personas estén en riesgo de desventaja social y marginación (aislamiento social, desempleo, falta de
vivienda, exclusión social.)
Todo ello nos permite entender el importante
papel que debe jugar la atención psicosocial, la rehabilitación social y el apoyo a la integración de este
colectivo.
Rehabilitación laboral y apoyo a la integración en
el mundo del trabajo
La integración laboral es una variable esencial
del trabajo de rehabilitación en el paciente con trastorno mental grave, para facilitar su autonomía e
integración social. Sin embargo, la mayoría de estas
personas que padecen psicosis, están desempleados
o excluidos del mundo laboral y presentan importantes dificultades para acceder y mantenerse en
MEDICINA Y SEGURIDAD DEL TRABAJO
Para ello es esencial la mejora del funcionamiento psicosocial (entrenamiento y recuperación de
habilidades y capacidades) y apoyo a la integración
social de estas personas, lo que ha de efectuarse
desde un equipo multidisciplinar donde se entiendan
dichas dificultades de manera integral. Este apoyo
debe basarse en una concepción amplia y comprensiva de las personas con enfermedades mentales crónicas, debido a que la incapacidad por enfermedad
mental tiene una alta repercusión social y por tanto
una necesidad de readaptación.
En el caso de las personas con trastornos mentales graves y persistentes suelen producirse varias
manifestaciones en el terreno laboral:
♦ Faltas al trabajo, desmotivación y disminución en el rendimiento laboral.
♦ Desobediencia e incumplimiento de las tareas
propias del rol laboral.
♦ Conflictos interpersonales y conductas violentas en el trabajo.
♦ Falta de colaboración y aislamiento social.
♦ Pérdida de capacidad cognitiva.
4. LOS COSTES DEL TRASTORNO MENTAL
GRAVE
Según estimaciones del Banco Mundial y la
OMS, al menos el 25% de la "carga global de las
enfermedades" se atribuye en la actualidad a los
Trastornos mentales. Así, al evaluar la pérdida de
años de vida ajustados por incapacidad (DALY), la
esquizofrenia, el trastorno afectivo bipolar y la
depresión mayor suman el 10,8% del total, lo que
supone una pérdida comparable a la pérdida debida
a la cardiopatía isquémica (9%).
Las discapacidades o deficiencias funcionales
que limitan o dificultan la actividad personal se
expresan mediante la Clasificación Internacional del
Funcionamiento, de la Discapacidad y de la Salud
Nº 208 - 3º TRIMESTRE - SEPTIEMBRE 2008
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J. C. MINGOTE ADÁN, P. DEL PINO CUADRADO, Á. HUIDOBRO,
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(CIF, 2001), y el modelo de valoración de la Asociación Médica Americana, traducida y adaptada por el
INSERSO (1994). Este último considera cuatro criterios básicos: actividades de la vida cotidiana (autocuidado, comunicación, sueño y actividades sociales
y recreativas), funcionamiento social competente y
responsable, concentración, persistencia y ritmo
para realizar tareas; y capacidad de adaptación a
situaciones estresantes, como en el trabajo.
De forma complementaria, la CIF evalúa daños
en la estructura y funciones corporales, actividades y
participación en relaciones sociales, a la vez que
tiene en cuenta factores contextuales como la disponibilidad de apoyos y servicios profesionales, familiares, etc.
La esquizofrenia es la enfermedad mental más
costosa y así por ejemplo se estima que representa el
2,5% de los gastos anuales en cuidados sanitarios en
Estados Unidos. Además, se estima que los costes
indirectos anuales acumulados por la pérdida de productividad de los pacientes es al menos cuatro veces
superior a los costes directos, aparte de los costes
indirectos para sus familiares y cuidadores.
Los pacientes con esquizofrenia constituyen el
10% de las personas enfermas con incapacidad permanente, cifre 10 veces mayor a que prevalencia a lo
largo de la vida. Solo trabajan un pequeños porcentaje de pacientes con esquizofrenia (el 15% en Estados Unidos y el 35% en Inglaterra), lo que supone un
gasto social muchos mayor que el del tratamiento
directo del trastorno. La mayor parte de las personas
con trastornos mentales graves están desempleados
(entre el 60% y el 100%) sobre todo si además pertenecen a minorías étnicas y tienen un bajo nivel
educacional y laboral.
para la profesión habitual, permanente absoluta o
gran invalidez, según los efectos correspondientes
(Calcedo Ordoñez, 2005).
Los trastornos psicóticos crónicos han sido valorados en los tribunales laborales como causa de
invalidez absoluta o total, según la gravedad de cada
padecimiento individual, la frecuencia, duración e
intensidad de los episodios agudos, la cronificación
de los mismos, la existencia de complicaciones
secundarias o la presencia de otros padecimientos
asociados.
La mayor parte de los costes directos de la esquizofrenia se debe a la hospitalización psiquiátrica,
que es significativamente más prolongada que la de
la mayor parte de las enfermedades médicas generales. La pérdida de productividad representa el 50%
del coste de la enfermedad, mientras que la medicación constituye solo el 2% del coste total. La falta de
empleo es el principal problema de muchas personas
con trastornos mentales graves , lo que suele perjudicarles a través de la marginación, la pobreza y la
exclusión social.
La prevalencia de la esquizofrenia a lo largo de la
vida es alrededor del 1% y no se ha identificado ninguna población o cultura en la que no esté presente,
con unos índices de prevalencia similares a través
del mundo, aunque según los estudios de la OMS las
tasas de recuperación y buen pronóstico son más
altas en países en vías de desarrollo como India y
Nigeria que en los países desarrollados. No obstante, la esquizofrenia es una enfermedad que se mantiene durante toda la vida a través de un diferente
recidivas y con un frecuente empeoramiento a lo
largo del tiempo.
Estas altas tasas de desempleo dependen de la
gravedad de la enfermedad mental, como de factores económicos y sociales (discriminación, políticas
organizacionales, regulaciones de bienestar social,
etc.). Incluso los profesionales sanitarios pueden
ignorar la importancia del trabajo e incluso desaconsejar al paciente que trate de trabajar. No obstante, el derecho a trabajar está recogido en la
Declaración Universal de los Derechos Humanos
(1948) y en las Recomendaciones de las Naciones
Unidas (1994) y en la Constitución Española
(1978).
La esquizofrenia puede comenzar a cualquier
edad, aunque la mayoría de los inicios tienen lugar
entre los 15 y los 54 años, con un máximo entre los
20 y los 26 años en los varones. En las mujeres la
esquizofrenia se inicia 5 años después que en los
hombre, y luego por encima de los 60 años. En todo
caso, esta edad de inicio dificulta o aborta la posibilidad de desarrollar una productividad sociolaboral
óptima. Actualmente está aumentando la incidencia
y prevalencia de la esquizofrenia y se está adelantando la edad de inicio de los primeros episodios
psicóticos por el consumo de alcohol y de otras sustancias de abuso por parte de los adolescentes.
Los trastornos mentales pueden generar consecuencias en la conducta de los enfermos y repercutir
de forma negativa en su actividad laboral. Así, pueden originar incapacidad temporal o permanente
Las personas que desarrollan esquizofrenia tienden a presentar, con mayor frecuencia, dificultades
en sus relaciones sociales ya durante la infancia y la
adolescencia, así como peores rendimientos acadé-
MEDICINA Y SEGURIDAD DEL TRABAJO
Nº 208 - 3º TRIMESTRE - SEPTIEMBRE 2008
PACIENTE CON TRASTORNO PSICÓTICO EN EL TRABAJO
micos y en el desarrollo del lenguaje, aunque con
baja especificad y valor predictivo. Así, niños con un
desarrollo temprano normal pueden padecer el trastorno a una edad de inicio más tardía (después de los
45 años), mientras que muchos niños con los déficit
señalados no desarrollan la esquizofrenia. Se trata de
una enfermedad con un componente genético sustancial, aunque también influyen las experiencias
ambientales.
El modelo de neurodesarrollo de la esquizofrenia, es decir que la esquizofrenia es consecuencia de
un defecto sutil en el desarrollo cerebral precoz, es
la hipótesis patogénica más consistente, por desconexión o conexión errónea en la organización de
circuitos neuronales de forma difusa que producen
una afectación global del funcionamiento mental.
(Weinberger y Murria, 1987). Esta hipótesis propone que se altera el desarrollo precoz del cerebro,
aunque permanezca silente o poco sintomática hasta
la aparición de los síntomas psicóticos. Además,
estas personas tienen baja tolerancia al estrés, así
como peor regulación afectiva y funcionamiento
psicosocial.
La calidad del funcionamiento psicosocial
depende de la consecuencia y/o mantenimiento eficaz de la capacidad para estudiar, trabajar, vivir
independiente, mantener una relación de pareja estable y otras vinculaciones interpersonales significativas. Se denomina recuperación funcional la
capacidad de recuperar el nivel de funcionamiento
psicosocial previo al episodio más reciente de la
enfermedad (Martínez Arán,y col. 2005).
Tras la experiencia de una descompensación clínica, es necesario pues evaluar tanto el grado de
recuperación clínica de la enfermedad, como la recuperación psicosocial y el funcionamiento neurocognitivo, que pueden empeorar si se producen nuevos
episodios, hay abuso comórbido de sustancias y
según el tipo de fármacos neurolépticos utilizados.
La adaptación laboral depende no solo de los
recursos instrumentales y emocionales del paciente,
sino también del grado de complejidad y dificultad
de realización de las tareas propias de cada empleo o
profesión. Por ello están importante el análisis del
trabajo o profesiograma específico como la evaluación integrada del paciente a lo largo de la evolución
de la enfermedad.
Estos hechos dependen del déficit neurocognitivo de estos pacientes, que de forma consistente se
han comprobado en los siguientes dominios:
MEDICINA Y SEGURIDAD DEL TRABAJO
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1) Procesamiento atencional y de la información.
2) Razonamiento y solución de problemas.
3) Cognición social.
4) Velocidad de procesamiento.
5) Memoria y aprendizaje verbal y visual.
6) Memoria de trabajo.
La existencia de alteraciones sociales y laborales
progresivas es una de las principales características
para el diagnóstico de la esquizofrenia, en especial
según criterios del DSM-IV. Disponer de información objetiva y fiable sobre las dificultades para
adaptarse a los retos sociales, es fundamental en el
proceso diagnóstico de la esquizofrenia. Las mayores dificultades se presentan para distinguir los déficits premórbidos, los pródromos de la enfermedad y
la propia enfermedad. La disfunción sociolaboral en
una o más áreas de actividad, como son el trabajo y
las relaciones interpersonales, es un criterio diagnóstico de la mayoría de los trastornos mentales graves.
La calidad de vida de los enfermos con esquizofrenia empeora en todas sus dimensiones, especialmente en la actividad cognitiva, el desempeño de
roles sociales y la productividad laboral, según la
calidad de la asistencia clínica y de la disponibilidad
de recursos para su rehabilitación, como hogares y
talleres protegidos, hospitales de día, etc.
5. ESQUIZOFRENIA: CARACTERÍSTICAS Y
EVOLUCIÓN CLÍNICA
A continuación se presentan los criterios
diagnósticos del DSM-IV-TR para la esquizofrenia,
un trastorno psicótico mayor. Sus particularidades
básicas consisten en signos y síntomas característicos que han estado presentes durante un tiempo considerable en un período de un mes (o durante menos
tiempo si se ha tratado satisfactoriamente), y con
algunos signos del trastorno que han persistido
durante por los menos 6 meses. Ningún síntoma
único es patognomónico de esquizofrenia. Al contrario, los síntomas pueden afectar a diversos ámbitos
psicológicos, como la percepción (alucinaciones), la
ideación, el control de la realidad (ideas delirantes),
los procesos del pensamiento (asociaciones laxas),
los sentimientos (aplanamiento, afecto inadecuado),
el comportamiento (catatonía, desorganización), la
atención, la concentración y la motivación (abulia,
intención y planificación alteradas).
Nº 208 - 3º TRIMESTRE - SEPTIEMBRE 2008
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J. C. MINGOTE ADÁN, P. DEL PINO CUADRADO, Á. HUIDOBRO,
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Estas características psicológicas y conductuales
están asociadas con una variedad de alteraciones en
el funcionamiento laboral y social. Aunque puede
observarse un deterioro notable y la presencia de
alteraciones en múltiples ámbitos del funcionamiento (p. ej., aprendizaje, autocuidado, trabajo, relaciones interpersonales y habilidades para la vida
cotidiana), el trastorno se caracteriza por una gran
heterogeneidad entre las distintas personas y una
gran variabilidad en una misma persona a lo largo
del tiempo.
Las personas esquizofrénicas también manifiestan una incidencia desproporcionadamente mayor de
enfermedades médicas generales y una mayor mortalidad, en especial por suicidio, con una incidencia
superior al 10% de los pacientes, según la Guía clínica para el tratamiento de la esquizofrenia.
A: Síntomas característicos: dos (o más) de los
siguientes, cada uno de ellos presente durante una
parte importante de un período de 1 mes (o menos si
ha sido tratado con éxito):
1. Ideas delirantes.
2. Alucinaciones
3. Lenguaje desorganizado (p. ej., incoherencia)
4. Comportamiento catatónico o gravemente
desorganizado
y puede incluir los períodos de síntomas prodrómicos y residuales. Durante estos períodos prodrómicos o residuales los signos de la alteración pueden
manifestarse sólo por síntomas de la lista del criterio
A, presentes de forma atenuada (p. ej., creencias
rara, experiencia perceptivas no habituales).
D: Exclusión de los trastornos esquizoafectivos y
del estado de ánimo: el trastorno esquizoafectivo y
el trastorno del estado de ánimo con síntomas psicóticos se han descartado debido a: 1) no ha habido
ningún episodio depresivo mayor, maníaco o mixto
concurrente con los síntomas de la fase activa, o 2)
si los episodios de alteración anímica han aparecido
durante los síntomas de la fase activa, su duración
total ha sido breve en relación con la duración de los
períodos activo y residuales.
E: Exclusión de consumo de sustancias y de
enfermedad médica: el trastorno no es debido a los
efectos fisiológicos directos de alguna sustancia (p.
ej., una droga de abuso, un medicamente) o de una
enfermedad médica.
F: Relación con un trastorno generalizado del
desarrollo: si hay historia de trastorno autista de
otro trastorno generalizado del desarrollo, el
diagnóstico adicional de esquizofrenia sólo se realizará si las ideas delirantes o las alucinaciones también se mantienen durante al menos 1 mes (o menor
si se han tratado con éxito).
5. Síntomas negativos como aplanamiento afectivo, alogia o abulia
Clasificación del curso longitudinal (menos de 1
año) desde el inicio de los primero síntomas de fase
activa:
Nota: Sólo se requiere un síntoma del criterio A
si las ideas delirantes son extrañas, o si las ideas
delirantes consisten en una voz que comenta los pensamiento o el comportamiento del sujeto, o si dos o
más voces conversan entre ellas.
♦ Episódico con síntomas residuales interepisódicos (los episodios están determinados por la
reaparición de síntomas psicóticos destacados): especificar también si con síntomas
negativos acusados.
B: Disfunción social/laboral: durante una parte
significativa del tiempo desde el inicio de la alteración, una o más áreas importantes de actividad, por
ejemplo el trabajo, las relaciones interpersonales o el
cuidado de uno mismo, están claramente por debajo
del nivel previo al inicio del trastorno (o, cuando el
inicio es en la infancia o adolescencia, fracaso en
cuando a alcanzar el nivel esperable de rendimiento
interpersonal, académico o laboral).
C: Duración: persisten signos de la alteración
durante al menos 6 meses. Este período de 6 meses
debe incluir al menos 1 mes de síntomas que cumplan el criterio A (o menos si se ha tratado con éxito)
MEDICINA Y SEGURIDAD DEL TRABAJO
♦ Episódico sin síntomas residuales interepisódicos.
♦ Continuo (existencia de claros síntomas
psicóticos a lo largo del período de observación); especificar si con síntomas negativos
acusados.
♦ Episodio único en remisión parcial; especificar también si con síntomas negativos acusados.
♦ Episodio único en remisión total.
♦ Otro patrón o no especificado.
Nº 208 - 3º TRIMESTRE - SEPTIEMBRE 2008
PACIENTE CON TRASTORNO PSICÓTICO EN EL TRABAJO
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De acuerdo con el DSM-IV-TR, los subtipos de
esquizofrenia se definen a partir de síntomas predominantes en el momento de realizar la evaluación
más reciente y, por lo tanto, pueden cambiar con el
tiempo. Estos subtipos incluyen: el tipo paranoide,
en el que predominan la preocupación con ideas
delirantes o alucinaciones auditivas; el tipo desorganizado, en el que destacan el discurso y el comportamiento desorganizados y el aplanamiento afectivo
o inadecuado; el tipo catatónico, que se caracteriza
por síntomas motores; el tipo indiferenciado, que es
una categoría inespecífica a la que se recurre cuando
no predomina ninguna de las otras características, y
el tipo residual, en el que no se observan síntomas
positivos destacados pero sigue existiendo alteración
(p. ej., síntomas negativos o síntomas positivos en
una forma atenuada). Aunque las repercusiones en el
pronóstico o el tratamiento de estos subtipos varían,
el tipo desorganizado tiende a ser el más grave y el
tipo paranoide el menos grave.
Aunque la esquizofrenia sea un trastorno mental
grave no es menos cierto que su evolución clínica y
la calidad de vida de las personas afectadas se caracterizan por una alta variabilidad. Así al cabo de 30
años:
Otros trastornos mentales y enfermedades médicas generales pueden ser comórbidas con la esquizofrenia. Junto con las enfermedades médicas
generales, el trastorno comórbido más frecuente
sería el trastorno por abuso de sustancias. Con frecuencia, entre las sustancias de abuso se incluye el
alcohol; estimulantes como la cocaína y las anfetaminas; la nicotina, el cannabis, la fenciclidina y el
LSD. Este tipo de comorbilidades pueden empeorar
el curso de la enfermedad y complicar el tratamiento. Las personas con esquizofrenia también pueden
experimentar síntomas de otros trastornos mentales,
sobre todo depresión, pero también síntomas obsesivo-compulsivos, preocupaciones somáticas, síntomas disociativos y otros síntomas del estado de
ánimo o ansiedad.
La esquizofrenia es una enfermedad mental
grave (Makenna y cols. 2007; Hirch y Weinberger,
2003), que con frecuencia tiene un curso crónico o
recurrente con brotes sucesivos, en la que el inicio
de los síntomas psicóticos suele tener lugar en la
adolescencia y el inicio de la edad adulta. El comienzo de la enfermedad suele ser más agudo en las
mujeres, mientras que en los hombres suele ser insidioso. En la mayoría de los casos, antes del primer
episodio psicótico se observan diferentes síntomas
prodrómicos, con alteraciones del comportamiento y
deterioro de las actividades sociales, académicas y
laborales, síntomas afectivos, ansiedad, alteraciones
del sueño, etc.
Las personas con esquizofrenia tienen mayor
riesgo de padecer aquellas enfermedades asociadas
con malos autocuidados o internamiento (p. ej.,
tuberculosis, hepatitis), consumo de sustancias (p.
ej., enfisema y otras patologías asociadas al consumo de tabaco, enfermedad relacionada con el VIH) y
trastornos del movimiento inducidos por antipsicóticos. Algunas personas esquizofrénicas manifiestan
prolidipsia inducida por psicosis, que puede causarles hiperhidratación hipotónica o hiponatremia.
Estudios recientes de seguimiento de personas
con esquizofrenia demuestran que los actuales tratamientos disponibles han mejorado el curso de la
enfermedad a largo plazo de muchos pacientes, junto
con los efectos beneficiosos de la desinstitucionalización.
MEDICINA Y SEGURIDAD DEL TRABAJO
♦ El 25% se recuperan completamente.
♦ El 35% mejora considerablemente, con una
vida relativamente independiente.
♦ El 15% mejora parcialmente con gran número de recaídas y necesita una gran red de
apoyo social.
♦ El 10%, permanece hospitalizado, por sintomatología psicótica crónica.
♦ El 15% fallece, la mayoría por suicidio. La
mortalidad de los pacientes con esquizofrenia
es tres veces superior a la de la población
general.
Con frecuencia, el inicio es agudo tras un estrés
psicosocial como el académico o el laboral. Luego,
la presencia de situaciones estresantes puede facilitar la aparición de nuevas recaídas. Tras el primer
episodio algunos pacientes se recuperan y tienen un
funcionamiento normal durante muchos años.
Alrededor del 20-30% de los pacientes con
esquizofrenia tienen una buena evaluación clínica en
los 10 años siguientes tras la primera hospitalización
psiquiátrica.
El 50% de los enfermos evoluciona mal, con reiteradas hospitalizaciones, exacerbación de los síntomas, alteración del estado de ánimo e intentos de
suicidio que llegan a consumarse en el 15% de los
casos.
La tabla 4 recoge unas características clínicas
indicativas del pronóstico de la esquizofrenia.
Nº 208 - 3º TRIMESTRE - SEPTIEMBRE 2008
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J. C. MINGOTE ADÁN, P. DEL PINO CUADRADO, Á. HUIDOBRO,
D. GUTIÉRREZ GARCÍA, I. DE MIGUEL PECIÑA, M. GÁLVEZ HERRER
Tabla 4
Buen pronóstico
Mal pronóstico
Inicio
Agudo
Insidioso
Factores precipitantes
Si
No
Edad inicio
> 30 años
Más jóvenes
Estado civil
Casado
Soltero, divorciado, viudo
Adaptación socio-laboral previa
Buena
Mala
Síntomas afectivos
Depresión
Afecto embotado
Antecedentes psiquiátricos familiares
Trastornos afectivos
Esquizofrenia
Apoyo socio-familiar
Bueno
Malo
Recaídas
Pocas o ninguna
Múltiples
Síntomas
Positivos (alucinaciones y
Negativos (abulia, anedonia, autismo,
delirios)
apatía o embotamiento afectivo)
Buena respuesta y
Mala respuesta al tratamiento y
colaboración
colaboración.
Tratamiento
El 25% presenta síntomas moderados, con exacerbaciones episódicas. La evolución durante los 5
primeros años tras el diagnóstico indica el curso
clínico del paciente: a mayor número de recaídas
peor pronóstico. Esta fase también se llama período crítico.
La esquizofrenia de inicio tardío, después de los
45-50 años, en solo el 20% de los casos se caracteriza por los síntomas paranóides, predominar en
mujeres (con un riesgo doble que en varones) y asociarse con afectaciones sensoriales y varias anomalías cerebrales, en comparación con grupos de
controles de la misma edad. Estos pacientes suelen
presentar rasgos previos de personalidad esquizóide
y paranóide. Las modernas técnicas de neuroimagen
constatan en la SPECT hipoperfusión de predominio frontotemporal, enlentecimiento en el EEG y
atrofia cortical en la Resonancia Magnética Cerebral. Con alguna frecuencia (1/3 de ellos) estos
pacientes evolucionan hacia la demencia; sea tipo
Alzheimer, degeneración del lóbulo frontal o tipo
mixto, asociada esta última a varios factores de riesgo cardiovasculares. En todos los casos debe priorizarse el tratamiento etiológico, con criterios
preventivos, teniendo en cuenta los cambios farmacocinéticos y farmacodinámicos en las personas de
edad avanzada.
MEDICINA Y SEGURIDAD DEL TRABAJO
Los primeros síntomas que presentan estos
pacientes suelen ser de tipo conductual, por deterioro de sus recursos adaptativos, y especialmente en el
trabajo, con frecuentes conflictos interpersonales y
empeoramiento en el rendimiento laboral.
6. LA PERSONA CON ESQUIZOFRENIA EN
EL TRABAJO
Según Crespo Hervás (2007): "La mayoría de las
personas con esquizofrenia pueden trabajar…", sean
trabajos competitivos o empleos protegidos, porque
según esta autora les mejora la autoestima, ayuda a
los enfermos a recuperarse, les permite establecer
nuevas relaciones sociales y refuerza un sentimiento
de pertenencia a la comunidad, además de incrementar los ingresos de la familia y promover una ordenación temporal. Se consideran recomendables
empleos poco estresantes y bien estructurados que
proporcionen una estructura y un orden diarios a la
vida, les permitan establecer relaciones interpersonales estables y generen un sentimiento de pertenencia,
así como integración de la persona enferma en una
comunidad de personas sanas (Crespo Hervás, 2005).
Fuera de las descompensaciones agudas se ha
contrastado el efecto beneficioso de la actividad
laboral sobre el curso de los trastornos mentales graves, cuando se realiza un tratamiento óptimo.
Nº 208 - 3º TRIMESTRE - SEPTIEMBRE 2008
PACIENTE CON TRASTORNO PSICÓTICO EN EL TRABAJO
Es importante tener en cuenta el estadio del proceso esquizofrénico en el que se encuentra la persona afectada:
1) Estadio prodrómico: se caracteriza por dificultades para el aprendizaje académico (déficit de concentración, memoria, etc.), pérdida
de interés e iniciativa y tendencia al aislamiento social, síntomas inespecíficos que
pueden interferir e incluso impedir el estudio
y/o el trabajo eficiente. La fase prodrómica
suele durar entre 2 y 5 años: durante este
tiempo la persona presenta síntomas inespecíficos (ansiedad, insomnio, depresión, etc.) así
como un progresivo deterioro funcional y
social.
2) Estadio inicial: puede ser un inicio abrupto
mediante crisis o brotes alucinatorios delirantes, o bien cursar con un inicio lentamente
progresivo, de manera tórpida y poco llamativa. En el primer caso suele tratarse de un cuadro tan aparatoso que se produce el ingreso
psiquiátrico, mientras que en el segundo
puede pasar desapercibido más tiempo y el
enfermo privarse de un tratamiento eficaz.
Durante la fase psicótica (síntomas positivos
como alucinaciones y delirios) los pacientes
son incapaces de cuidar de sí mismos.
3) Estadio conclamado: ya hay síntomas típicos
de las distintas formas clínicas: paranoide,
bebefrénica, catatónica y simple, pero con
variables grados de afectación a lo largo del
tiempo.
4) Estadio de remisión o estabilización: en el
que la psicoterapia y la psicofarmacología
pueden mejorar el bienestar personal y prevenir otros brotes de la enfermedad, que pueden
durar varios años. Estos pacientes se mantienen asintomáticos o con síntomas no psicóticos (Estadio de Estabilidad).
5) Estadio Terminal o irreversible en el peor de
los casos. Se habla de resistencia al tratamiento cuando no hay una mejoría clínica
significativa a dos o más neurolépticos durante 6 ó más semanas a dosis terapéuticas adecuadas. La esquizofrenia residual o deficitaria
se caracteriza por el predominio de síntomas
negativos primarios y resistentes al tratamiento, como la abulia y el aplanamiento afectivo.
La edad precoz de inicio, el grado de deterioro
cognitivo y la intensidad de los síntomas negativos
MEDICINA Y SEGURIDAD DEL TRABAJO
15
y la presencia de comorbilidad neurológica condicionan un peor rendimiento académico y un funcionamiento social deficiente, que con frecuencia
impiden concluir los estudios académicos en algunos casos de esquizofrenia.
En el caso de una persona con esquizofrenia en
fase prodrómica con una afectación leve de la personalidad y síntomas discretos, o en períodos en los
que se ha alcanzado una remisión completa, tras un
episodio agudo, puede mantenerse un desempeño
laboral adecuado, aunque se precisa una supervisión
eficaz para prevenir riesgos para el paciente, así
como para los demás.
La esquizofrenia es una enfermedad que cursa
con exacerbaciones agudas y remisiones en las que
el paciente puede funcionar de forma adecuada
durante algún tiempo, No obstante, cada exacerbación de la enfermedad conduce a mayor deterioro
residual. Después de 5 años de enfermedad un tercio
de los pacientes tienen una buena recuperación clínica: Hay un subgrupo de personas con esquizofrenia que evolucionan favorablemente, tras padecer
episodios esquizofréniformes (menos de 6 meses de
duración).
En los casos de esquizofrenia con persistencia de
síntomas psicóticos interepisódicos, con o sin síntomas negativos, de tipo desorganizado, catatónico y
simple, con dificultades graves en las relaciones
intepersonales y laborales, y déficits cognitivos significativos, pueden ser, en ocasiones, invalidadas
para trabajos normalizados.
Las disfunciones cognitivas en la esquizofrenia,
dimensión principal de la enfermedad, son poderoso
predictores clínicos, especialmente relacionados con
el ajuste social. Destaca de forma consistente las disfunciones ejecutivas frontales (Weinberger y col.
1986), aunque estudios posteriores con pacientes
bipolares indican que la disfunción cortical prefrontal se asocia a psicosis en general. Varios estudios
confirman los déficits atencionales, en memoria de
trabajo, en fluidez verbal y en el procesado de información en los pacientes con esquizofrenia, que en
parte preceden al inicio de los síntomas clínicos,
pero que se agravan a lo largo de la evolución de la
enfermedad.
La edad de inicio tardío, el buen ajuste premórbido, mantener relación matrimonial, actividad laboral
y mejores relaciones sociales son factores de buen
pronóstico en la esquizofrenia. La esquizofrenia de
inicio juvenil, con predominio de síntomas negativos, antecedentes familiares del espectro esquizofréNº 208 - 3º TRIMESTRE - SEPTIEMBRE 2008
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J. C. MINGOTE ADÁN, P. DEL PINO CUADRADO, Á. HUIDOBRO,
D. GUTIÉRREZ GARCÍA, I. DE MIGUEL PECIÑA, M. GÁLVEZ HERRER
nico y ausencia de respuesta al tratamiento neuroléptico, impide, en mayor medida, desempeñar
una actividad laboral satisfactoria, afectando a los
familiares que tienen que reajustar sus actividades
para cuidarlo y generando elevados costes sociales.
Frecuentemente en un medio laboral competitivo
los casos de evolución tórpida acaban por no poder
realizar un trabajo eficaz ni integrarse suficientemente a nivel social. En concreto la sintomatología
negativa y el deterioro global esquizofrénico condicionan impedimentos definitivos para incorporarse a
un trabajo normalizado, presentando una incapacidad laboral permanente.
7. ABORDAJE PRÁCTICO DEL ENFERMO
CON ESQUIZOFRENIA
Dada la habitual falta de conciencia de enfermedad del enfermo con esquizofrenia es frecuente que
este necesite ser motivado y acompañado para poder
llegar a consultar por familiares y/o compañero de trabajo, habitualmente por conflictos interpersonales y
las consecuencias negativas en su desempeño laboral.
Además, el paciente es muy vulnerable al estrés,
incluso frente a situaciones habituales del trabajo y
de la familia. De forma típica, el paciente pierde iniciativa y motivación, se muestra desganado, es
menos efectivo en el desempeño de sus tareas y pierde la autocrítica. En consecuencia, suele cometer
errores o llevar a cabo conductas inapropiadas, sin
conciencia de responsabilidad y negación de sus
implicaciones. De forma gradual, la conducta del
paciente esquizofrénico se hace desorganizada e inadaptada, hasta poder llegar a ser caótica, en una descompensación aguda o cuando alcanza suficiente
gravedad en un curso tórpido: El paciente se ha ido
mostrando desconfiado y retraído, huraño e hipervigilante, con amenazas inadecuadas y comportamientos extraños e incluso hostiles. Así por ejemplo,
según los informantes, la persona se mantiene aislada, nos mira de forma rara, anda solo, dice cosas
extrañas como que le expían los compañeros, que
todos están en contra suya, que le miran y hablan de
él de forma despectiva…
En este estadio la familia suele percatarse también de que el paciente "ya no es el mismo, no habla
como antes, parece un zombi, etc." y con frecuencia
comunica a su médico las alteraciones que presenta
en casa. Si el paciente no acepta consultar por propia
iniciativa, al confrontarle con los cambios de conducta que ha experimentado deberá promoverse la
consulta involuntaria por vía judicial de la forma
más rápida y segura posible.
MEDICINA Y SEGURIDAD DEL TRABAJO
En el tratamiento del paciente psicótico se distinguen las siguientes fases:
1) Fase aguda o de brote, con el paciente internado y protegido con fármacos antipsicóticos
en dosis eficaces. Se debe informar a los
familiares sobre los riesgos de que el enfermo
pueda autolesionarse o agredir a terceros.
2) Fase subaguda o de recuperación, de 6 a 12
meses, comienza con cierta conciencia de
enfermedad y capacidad de cooperación, así
como incremento de la angustia por la percepción del daño mental propio. El paciente
debe concurrir a un centro de día organizado
como comunidad terapéutica integrado.
3) Fase crónica o de remisión, el paciente debe
seguir tomando la medicación, a la vez que
intenta reconectarse con sus actividades habituales. Dadas la dificultades para integrar la
experiencia psicótica y el alto riesgo de abandonar el tratamiento debe controlarse estrechamente la adherencia al tratamiento para
prevenir las recaídas y el deterioro residual.
El tratamiento óptimo de la esquizofrenia requiere la integración de la farmacoterapia y de las intervenciones psicosociales, con una efectividad
superior a la de su suma simple, ya que cada uno de
ellos actúa en ámbitos diferentes y se potencian
mutuamente, de forma individualizada.
Desde la introducción de la Clorpormazina en los
años 50 se ha logrado mejorar el control de los síntomas psicóticos y prevenir las recaídas en muchos
pacientes con esquizofrenia, aunque pueden producir ciertos efectos secundarios característicos. El factor diferencial fundamental es el grado de
adherencia terapéutica. El incumplimiento del tratamiento es de hasta el 70% de los pacientes a partir
del segundo año trascurrido después del período de
hospitalización (Fuller Towey, 2006). Los principales factores que le condicionan son:
1) La falta de conciencia de enfermedad mental
(anosognosia).
2) La negación de la misma.
3) Efectos secundarios de la medicación.
4) Alianza terapéutica defectuosa.
5) Creencias delirantes respecto a la medicación.
6) Deterioro de funciones ejecutivas.
7) Creencias erróneas sobre la medicación.
Nº 208 - 3º TRIMESTRE - SEPTIEMBRE 2008
PACIENTE CON TRASTORNO PSICÓTICO EN EL TRABAJO
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Estos factores de riesgo orientan a las posibles
intervenciones para mejorar la adherencia al tratamiento:
violencia por parte de las personas con enfermedad
mental grave es menor del 5%, según la revisión de
Uriarte (2005).
1) Mejorar la calidad de las relaciones asistenciales.
En especial, la conducta violenta es más frecuente en pacientes varones jóvenes con esquizofrenia,
trastornos afectivos y trastornos graves de la personalidad, sobre todo si no realizan el tratamiento y si
se asocian con el abuso, dependencia o intoxicación
con sustancias adictivas.
2) Intervenir con programas psicoeducativos
sobre la enfermedad, la relación riesgo-beneficios, sobre el tratamiento, etc.
3) Facilitar el tratamiento a través de simplificar
la posología, administración de medicación
depot, etc.
En todos los casos, el trabajar con esperanza es el
predictor más importante de la mejoría posterior e
incluso de la recuperación completa, hasta en más
del 50% de los casos afectados, a largo plazo, si reciben un tratamiento adecuado. Según la OMS (1980)
el tratamiento debe orientarse a las tres dimensiones:
deterioro, incapacidad y handicap. El deterioro
incluye los síntomas principales de la enfermedad.
La incapacidad se refiere a las dificultades con las
actividades de la vida cotidiana, las habilidades
sociales, familiares y profesionales. El handicap es
la desventaja económica, la estigmatización y la
exclusión social.
Los tratamientos psicosociales de los pacientes
con esquizofrenia incluyen la psicoteratpia, tanto
individual como grupal, el adiestramiento en habilidades sociales y la rehabilitación profesional. Esta
última modalidad de tratamiento facilita la reincorporación de los pacientes a la comunidad como se
promulgó en el Acta de Rehabilitación de 1973, que
insta a los servicios sociales estatales a priorizar la
contratación de personas con una incapacidad psiquiátrica.
Terapia ocupacional
Sea en talleres protegidos, clubes de trabajo y
programas de empleo de tiempo parcial, se trata de
diversos métodos para ayudar a los pacientes a recuperar habilidades o desarrollar otras nueva, contar
con alguna remuneración económica y facilitar su
reinserción social.
Recomendaciones en caso de amenaza de conducta violenta
Aunque la mayoría de enfermos mentales no son
violentos, la conducta violenta es 15 veces más frecuente entre los enfermos mentales que en la población general, aunque la contribución total a la
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Estrategias de intervención
1) Técnica de desactivación o desescalada.
En primer lugar debe realizarse la intervención verbal para reducir la tensión: dirigirse
al paciente de forma tranquila y no provocadora, intentar establecer una conversación
clarificadora y ofrecerle otras alternativas
más eficaces, así como tomar la medicación
de forma voluntaria.
2) Intervención involuntaria.
Con empleo de contención física, sujeción
mecánica e intervención farmacológica, si
existe un riesgo elevado para el paciente o
para otras personas.
3) Una vez sedado, el paciente necesita vigilancia continua y realizar los exámenes médicos
que hagan posible el diagnóstico clínico y el
tratamiento eficaz.
Las conductas violentas de los enfermos con
esquizofrenia se caracterizan por ser: absurdas, de
una crueldad brutal, inmotivadas e inesperadas y
dirigidas contra las personas del medio familiar y
social más próximo. Posteriormente destaca la
ausencia de sentimientos de culpa, la indiferencia
afectiva y el aislamiento social extremo.
La criminalidad de estos pacientes viene determinada por varios factores: características de personalidad, biografía, patología dual, incumplimiento
terapéutico en varones jóvenes. Estas conductas violentas son muy difíciles de prevenir, dada la desorganización mental del paciente y la baja conciencia
de enfermedad, pero con frecuencia existen amenazas y signos de amenaza de agresión que es necesario tener en cuenta.
Intervención adecuada en situaciones de crisis
Como dicen de forma magistral Mac Kinnon y
Michels (1973): "En todas las situaciones de urgenNº 208 - 3º TRIMESTRE - SEPTIEMBRE 2008
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cia - psiquiátricas, civiles, militares y otras - la gente
no sabe qué hacer. La función más importante del
médico está en producir la impresión de que él sí,
sabe lo que hay que hacer, y en ayudar al paciente y
a los que le acompañan a desarrollar una idea clara
de lo que ellos pueden hacer".
8. PARANOIA O TRASTORNO DE IDEAS
DELIRANTES PERSISTENTES
Es un término utilizado por primera vez en 1863
por Kahlbaum, que cursa de forma estable, en ausencia de alucinaciones y deterioro de la personalidad
con una prevalencia del 0,025%, la edad media de
inicio es de 40 años, desde los 18 a los 90, con un
ligero predominio del sexo femenino.
Se le reconoce una etiología multifactorial, con
mayor prevalencia entres familiares de afectados, se
asocia con 7 factores de riesgo según Cameron
(1959): Aislamiento social, antecedente de trato
sádico que se anticipa en el futro, situaciones de
frustración que aumentan la desconfianza y la suspicacia, la envidia y los celos, o disminuyen la autoestima, la deprivación estimular y de información
respecto del medio social.
El término paranoia deriva del griego "para
nous" que significa etimológicamente "tener la
mente fuera de uno mismo", se utilizó en Grecia
como sinónimo de "locura" o enfermedad mental,
para indicar alteraciones graves del pensamiento. El
delirio se define como: "un error patológico del juicio en relación con la realidad, incorregible ni por la
crítica ni por la experiencia".
Kretschmer (1927) propuso que la paranoia se
desarrolla sobre personalidades hipersensibles, con
sentimientos de inadecuación y de autoimportancia
no reconocida, tras sufrir alguna "experiencia clave"
que precipita el desarrollo psicótico sobre un estado
de ánimo previo característico (Wahnstimmung) que
incluye ansiedad, perplejidad y sensación de crisis
inminente: cuando el delirio cristaliza se instaura
una vivencia nueva de revelación y de certeza.
Kraepelin (1920) describió este trastorno como
"el desarrollo insidioso de un sistema permanente y
firme de delirios que surge en razón de causas internas, y que está acompañado por la perfecta preservación de pensamiento, voluntad y acción claros y
ordenados; "además de la ausencia de alucinaciones,
no se aprecia deterioro de la personalidad, a pesar
del curso crónico de la enfermedad.
Sin embargo Kolle (1931) estudió 66 casos de 1
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a 44 años y resultó que el 24% de ellos requería atención hospitalaria permanente; además de que entre
sus familiares la prevalencia de esquizofrenia era
mayor que en la población general, concluyendo que
salvo las de etiología orgánica, las psicosis paranoides crónicas pertenecen al grupo de las esquizofrénicas. Varios autores que consideran que la conducta
paranoide constituye una dimensión o continuum
psicopatológico, que incluye la personalidad paranoide, la esquizofrenia y el estado paranoide involutivo, entre otros estados paranoides.
El carácter paranoide se caracteriza por los
siguientes rasgos:
1) Desconfianza y susceptibilidad
2) Hipertrofia del yo (orgullo).
3) Afecto dominante: la pasión.
4) Psicorigidez del juicio.
5) Mecanismos defensivos rígidos: proyección y
negación.
Kraepelin (1895) ha descrito las siguientes
dimensiones de la respuesta paranoide.:
1) La principal es la afectiva: miedo, orgullo,
culpa, odio, desconfianza, hiperestesia perceptiva interpersonal: intenso sufrimiento, y
disfunción emocional y relacional.
2) La del pensamiento, de forma secundaria:
disociación extrema con idealización propia y
diabolización del otro convertido en enemigo
y construcción del delirio por mecanismo de
proyección.
3) La dimensión de la voluntad.
4) La dimensión de la acción: por rígida coherencia interna, aunque sobre premisas falsas,
justifica "el paso al acto" de forma autocomplaciente y megalomaniaca.
Se han descrito los siguientes factores de riesgo
para el desarrollo de paranoia: condiciones internas
y externas:
1) Desgracias repetidas (incluso a través de
generaciones sucesivas), enfermedades graves y contacto precoz con la muerte (sensibilización postraumática).
2) Persecuciones reales, humillaciones, limitaciones e infravaloraciones corporales (la terriNº 208 - 3º TRIMESTRE - SEPTIEMBRE 2008
PACIENTE CON TRASTORNO PSICÓTICO EN EL TRABAJO
ble mirada que tan bien conocen los
negros…) y la indiferencia hostil ("como si
uno no existiera").
3) Quiebra del soporte identificatorio, sea por
ausencia de función paterna (padre alcohólico
humillado, padre idolizado, sin interés por sus
hijos, o sólo en función de sus propios intereses) y/o por simbiotización patológica materna.
El patrón de conducta tipo paranoide (o el descenso al infierno) descritos por Olievenstein (1993)
se caracteriza por:
1) Perfil activo caracterizado por el continuo
empeño de verificar y cosechar agravios y
malos tratos que le permitan justificar su estatuto de víctima.
2) Insaciable búsqueda de contacto con el otro
(perseguidor-perseguido), como intento de
control de la angustia de destrucción personal
(parasitismo hostil).
3) Estilo cognitivo caracterizado por la suspicacia y por un razonamiento basa en indicios de
significados ocultos. Regresión narcisista y
predominio de la identificación proyectiva
sobre el juicio de realidad.
4) Incluye de forma manifiesta la bestia acorralada y peligrosa, y de forma latente a la criatura desamparada y rechazada de forma
hostil; es el fruto diabólico del mal.
Se ha descrito el imperceptible desarrollo paranoico a través de una serie de etapas:
1) No se nace paranóico, la paranoia se construye en un largo proceso de incubación, a golpe
de adversidades de la vida, hasta llegar a configurar la frágil identidad del paranoico, mal
disimulada por su adicción caníbal al poder
(megalomanía).
2) Larga secuencia de fracasos, desgracias y
traumatismos acumulados, median en un proceso de hipersensibilidad afectiva interpersonal, hasta el adulto despersonalizado,
desvalorizado, incapaz de experimentar y de
dar placer, de "ser reconocido" en la relación
con el otro.
3) Las intensas angustias de daño vital (desindividuación, depresión) promueven una regreMEDICINA Y SEGURIDAD DEL TRABAJO
19
sión-desorganización estructural con mayor
despersonalización y depresión, que se gestionan con mecanismos primitivos (disociación, proyección, negación), como intentos
ineficaces de manejar insoportables angustias
de destrucción personal.
Las características principales del "enfoque paranoide de la vida" son según Swanson y cols. (1970):
1) Pensamiento proyectivo.
2) Hostilidad en lugar de ansiedad y conducta
violenta.
3) Suspicacia hipervigilante.
4) Miedo a la pérdida de control y autonomía en
la vida, como en una contienda continua.
5) Autorreferencia megalomaniaca.
6) Ideas delirantes sistematizadas, persistentes e
inconmovibles.
7) Grandiosidad paranoide.
Características que median en frecuentes conflictos personales, comportamientos abusivos y hostiles,
así como en un elevado malestar familiar y sociolaboral, hasta provocar complicaciones secundarias
como separaciones o divorcios e incluso la pérdida
de empleo.
En la psicoterapia de los enfermos se han destacado los siguientes aspectos:
1) Ayudar al enfermo a salvar las apariencias y a
mejorar su autoestima.
2) Evitar despertar mayor desconfianza: claridad.
3) Ayudar al enfermo a mantener una percepción
de control.
4) Estimular la verbalización de la hostilidad y
prevenir, así, la conducta agresiva.
5) Evitar aproximaciones físicas y emocionales
amenazadoras (gran necesidad de distancia).
6) Atención a la propio contratransferencia:
tomar en serio los miedos percibidos de sufrir
violencia y no "hacerse el valiente".
9. EL PACIENTE PARANOIDE EN EL TRABAJO
A diferencia de otros pacientes psicóticos destaca por su aspecto correcto, rígido y tenso, y su discurso normal, salvo que se aborde el tema delirante
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del paciente. De forma característica, éste presenta
un delirio crónico de temática persecutoria, querulante, megalomaníaca, celotípica, erotomaníaca o
hipocondríaca, con coherencia lógica y claridad de
conciencia.
Así, el paciente se cree víctima de persecuciones
en el trabajo, asegura que existe un complot contra
él, etc., de forma racional pero sobre unos supuestos
básicos falsos en relación con determinados sucesos.
Como dicen Mac Kinnon y Michels (1973): "Todo
delirio paranoide contiene algún núcleo de realidad".
El delirio incluye los tipos de ideas ya referidos,
de forma bien organizada, no existen alucinaciones
ni otras alteraciones del juicio de realidad, una afectividad conservada y una personalidad no deteriorada, aunque patológica.
Con estos pacientes no se debe utilizar la argumentación lógica para intentar confrontarles con la
realidad ni para rebatirles sus creencias falsas. Tampoco se les puede seguir la corriente y reforzar así su
delirio. Al contrario, se deben tomar en serio las
amenazas que pueden hacer hacia otras personas…
porque al final la persona paranoide termina por
actuar contra otros o contra sí mismo, si no se les
trata de forma adecuada. En estos casos está indicado el ingreso en centro psiquiátrico, sea de forma
voluntaria o involuntaria, mediante autorización
judicial. Estas gestiones para la hospitalización han
de tratarse abiertamente, con el paciente bajo constante observación, hasta que pueda realizarse.
Superada la crisis, una buena adherencia terapéutica y la posibilidad de conservar relaciones mutuamente satisfactorias y los refuerzos positivos que
proporciona el empleo, son aspectos claves de un
buen pronóstico, a pesar de la gravedad del padecimiento.
10. CONCLUSIONES
La capacidad de trabajar es una de las funciones
sanas de la personalidad que depende de varios factores como el grado de motivación y la competencia
técnica para realizarlo, el tipo de trabajo y la existencia de patologías médicas o psicológicas que
interfieren con el ejercicio de la actividad laboral. Es
decir, que la competencia conductual del paciente no
depende directamente del trastorno mental que
padezca en sí mismo, sino del grado de afectación y
la persistencia de las funciones mentales que resulten alteradas por tales factores intervinientes en cada
persona a lo largo del tiempo.
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Aunque el artículo 35.1 de la Constitución
Española establece que los ciudadanos tienen el
derecho y el deber de trabajar, derecho a la libre
elección de profesión u oficio y a la promoción por
medio del trabajo, se trata de una capacidad jurídica
general que, para llevarse a efecto en cada caso
requiere también determinadas aptitudes funcionales
para la práctica necesaria en cada trabajo. El desempeño de cualquier actividad laborar requiere suficiente motivación, dedicación y competencia, que
han de valorarse en las condiciones reales de cada
empleo y en cada personas. Es importante valorar no
solo las cuestiones de diagnóstico y tratamiento, sino
también las capacidades del afectado para cada
empleo específico.
En consecuencia, al hacer el diagnóstico es conveniente utilizar los criterios del DSM IV-TR (2002)
o de la CIE (1996) para definir el trastorno y hacer
el diagnóstico de la deficiencia, alteración o pérdida
funcional que puede interferir en actividades de la
vida diaria como el autocuidado e higiene personal,
comunicarse con los demás, ser capaz de vivir de
forma independiente, etc. El tipo y el grado de deterioro varían de forma notable entre pacientes con un
mismo diagnóstico y dentro de la misma persona a
lo largo de la evolución del trastorno mental que
padece. En consecuencia es conveniente evaluar las
consecuencias del trastorno (el grado de discapacidad) y no solo su naturaleza (Carrasco Gómez y
Maza Martín, 2005).
En las enfermedades que cursan en brotes, éstas
deber ser evaluadas en los períodos intercríticos y
una vez optimizado el tratamiento, haber alcanzado
el nivel máximo de funcionamiento global y la estabilidad clínica. En este sentido se recomienda utilizar instrumentos diagnósticos tales como: Escala de
Actividad Global (Eje V de DSM IV-TR) y CIE-10.
La posibilidad de trabajar de un paciente con
trastorno mental grave depende de distintos tipo de
variables como:
1. El subtipo de enfermedad: evolución, estadio, gravedad y subtipo.
1.1. De la conciencia de enfermedad y del grado
de adherencia al tratamiento.
1.2. Funciones ejecutivas: como la memoria y el
aprendizaje verbal, la memoria de trabajo, la velocidad en el procesamiento de la información y la
desorganización del pensamiento. Desde el reconocimiento de la importancia de los déficit neuropsicológicos en la esquizofrenia, los síntomas
Nº 208 - 3º TRIMESTRE - SEPTIEMBRE 2008
PACIENTE CON TRASTORNO PSICÓTICO EN EL TRABAJO
alucinatorios y delirantes se consideran secundarios
al trastorno básico del procesado de información y
de integración cognitivo funcional.
1.3. Intensidad y persistencia de los síntomas
negativos deficitarios y de los positivos más allá de
la fase aguda, y lograda la estabilización clínica, los
pacientes presentan una considerable discapacidad
funcional derivada de la progresión de los síntomas
negativos, los déficit cognitivos y el aislamiento
social.
Los síntomas negativos de la esquizofrenia pueden ser primarios y característicos de la misma, o
bien secundarios a otros factores, como efecto
secundario de la medicación neuroléptica. Los síntomas negativos primarios, ya presentes en la fase
prodrómica, van aumentando en intensidad según
aumenta la duración de la enfermedad, una progresiva alteración de las funciones cognitivas globales.
Estos provocan en gran medida la incapacidad
socio-laboral de los enfermos con esquizofrenia:
dificultades de atención-concentración, déficit de
memoria, limitaciones en la planificación, el autocuidado y la toma de relaciones, etc., déficit que se
explican por alteración de los circuitos fronto-parieto-temporales.
2. Variables del enfermo: nivel educacional y
cultural.
3. Variables socioeconómicas: discriminación,
normativa facilitadora, situación económica.
4. Características del trabajo: así si se trata de
una actividad en relación directa con personas, es
necesario garantizar:
4.1. La adecuada competencia psicosocial:
motivación, empatía y habilidades sociales, al
mismo nivel de excelencia que en el ámbito instrumental.
4.2. Los adecuados recursos cognitivos como
juicio de realidad, buen funcionamiento ejecutivo,
memoria de trabajo, y capacidad de toma de decisiones complejas.
4.3. La ausencia de conductas de riesgo y de
trastorno mental grave que provoque malestar clínicamente significativo o deterioro del funcionamiento socio laboral.
En el ámbito de los Servicios Sanitarios, la propia institución sanitaria a través del Servicio de Prevención de Riesgos Laborales, los sindicatos
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representativos del sector y los colegios profesionales, así como todos los trabajadores individualmente
tienen la responsabilidad compartida de mantener la
calidad asistencial óptima, la seguridad de los
pacientes, así como la satisfacción de todas las personas implicadas en la actividad laboral.
En cuanto a la evaluación psicosocial de un
paciente con trastorno mental grave es importante
precisar su capacidad laboral, al igual que su capacidad parental para el cuidado de los hijos, si los
hubiese; con el compromiso de apoyar sus recursos
sanos disponibles y el de prevenir la frecuente discriminación asociada a la enfermedad, así como de
otros riesgos para él mismo y/o para otras personas.
La esquizofrenia implica una desorganización
mental profunda que puede impedir cualquier actividad laboral (Carpio González, 2007; Stenberg, Holder y Tallur, 1998; Arechedera Aranzadi, 2004).
Salvo en empleos de baja complejidad (escasas
demandas en relación con los recursos disponibles),
suelen ser pacientes que no conservan un puesto de
trabajo competitivo.
Así, en el caso de episodios psicóticos breves con
buenas respuesta al tratamiento, en pacientes con
indicadores de buen pronóstico (ver tabla 3), en
situación de recuperación clínica completa y buena
adherencia al tratamiento prescrito, pueden reincorporarse a su trabajo previo, cuando se pueda garantizar una supervisión eficaz y la prevención de
riesgos conductuales para sí mismo o para otros.
Al contrario, la esquizofrenia con predominio de
síntomas negativos y déficit neurocognitivo intenso,
con dificultades graves para mantener un juicio lúcido de realidad, están en general incapacitados para
cualquier tipo de actividad laboral, aunque estuvieren controlados los síntomas positivos, salvo en el
caso de trabajos protegidos y con una supervisión de
calidad, como indican Ferreras de la Fuente y colaboradores en el Manual de Valoración de la Incapacidad Laboral en las Enfermedades Psiquiátricas.
Estas personas son especialmente vulnerables al
estrés y a presentar nuevas recaídas, por lo que es
necesario establecer objetivos realistas en cuanto a
funcionamiento laboral y social, con los apoyos psicosociales más convenientes en cada caso, como
poder mantener un empleo subvencionado en talleres protegidos. La actividad laboral, como la participación en la familia, puede tener tanto efectos
beneficiosos y protectores (ingresos económicos,
realización de capacidades, sensación de pertenencia
social, etc.), como perturbadores o estresantes.
Nº 208 - 3º TRIMESTRE - SEPTIEMBRE 2008
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J. C. MINGOTE ADÁN, P. DEL PINO CUADRADO, Á. HUIDOBRO,
D. GUTIÉRREZ GARCÍA, I. DE MIGUEL PECIÑA, M. GÁLVEZ HERRER
El modelo de empleo subvencionado se caracteriza por:
a) Servicios que se centren en el empleo competitivo.
b) Elegibilidad en función de las preferencias
del usuario.
c) Búsqueda rápida de empleo.
d) Integración del tratamiento psiquiátrico y de
la rehabilitación psicosocial y laboral.
e) Apoyo individualizado e indefinido.
Existen varios estudios que respaldan el empleo
subvencionado, frente al tratamiento en centro de
día. Por ello en la Guía Clínica para el tratamiento de
la esquizofrenia (2005) se recomienda ofrecer
empleo subvencionado a las personal con esquizofrenia que tengan interés en trabajar y no puedan
encontrar un empleo común, acorde con sus competencias laborales.
Como aseguraba Freud (1930) "el trabajo tiene
mayor efecto que ninguna otra técnica vital para vincular al individuo estrechamente a la realidad… al
menos en su trabajo, se encuentra ligado con seguridad a una parte de la realidad… la comunidad humana". El trabajo proporciona beneficios objetivos
(mejora de la autoestima, relaciones interpersonales,
etc.) y requiere realizar un esfuerzo adaptativo que
produce satisfacciones y cierto grado de estrés o desgaste de energía.
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A pesar del estereotipo evolutivo negativo de la
enfermedad que, al menos en parte, se desarrolló por
las creencia pesimistas de Kraepelin acerca del lento
deterioro progresivo de los pacientes con esquizofrenia, la mayoría de ellos "tres quintas partes de los
pacientes esquizofrénicos presentan un buen pronóstico; esto significa que se recuperan o muestran una
clara mejoría". (Ciompi, 1980).
11. EPISODIO PSICÓTICO BREVE. CAPACITACIÓN LABORAL
Por definición el T. P. Breve evoluciona en, aproximadamente, un mes, con restitución completa del
funcionamiento psíquico previo. No es infrecuente
que presenten más adelante otros trastornos psiquiátricos incluyendo los crónicos, pero en sí mismo el
pronóstico es favorable.
La valoración de la capacitación laboral sería la
de la patología de base y que suele corresponder a un
Trastorno de Personalidad. Los Trastornos de Personalidad "per se" no suelen ser causa de invalidad, a
excepción de algunos T. Límites graves de peor evolución y determinados T. Esquizoides.
Los T. de Personalidad inducen un alto porcentaje de conflictos laborales, especialmente en las relaciones interpersonales. Toleran mal las situaciones
estresantes y su capacidad de adaptación al medio
está disminuida. Los entornos estables y las adaptaciones laborales adecuadas facilitan la integración
de los pacientes y un desarrollo profesional "suficiente". A pesar de los frecuentemente inevitables
períodos de Incapacidad Transitoria.
Nº 208 - 3º TRIMESTRE - SEPTIEMBRE 2008
PACIENTE CON TRASTORNO PSICÓTICO EN EL TRABAJO
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