Departamento de Historia Moderna y Contemporánea

El siglo XVII europeo estuvo marcado por innumerables guerras, superpuestas y encadenadas. El desarrollo táctico y técnico que permitió a las diferentes entidades políticas europeas consolidar su poder, definido por Michael Roberts como una “revolución militar”, también provocó – entre otros cambios estructurales de la sociedad – la formación de ejércitos más numerosos y móviles. Es en este contexto en el que nos queremos referir a como la Monarquía hispánica, dispersa a lo largo del globo, promovió la movilidad de muchos de los soldados a su servicio y, en muchos casos, también de sus familiares. Esta situación, que llegó a formar verdaderos flujos migratorios, provocó que muchos de estos individuos acabasen asentándose lejos de sus lugares de nacimiento.

De forma reciente, el profesor Oscar Recio Morales ha contribuido con su investigación a ahondar sobre la composición y movilidad de los ejércitos de la Monarquía hispánica. Sin embargo, los aportes sobre las condiciones de vida, las estrategias de asentamiento o las redes de sociabilidad aún son escasos. El objetivo de este trabajo es profundizar sobre las políticas de alojamiento, las condiciones de vida y las estrategias de asentamiento de los soldados del tercio de infantería española en la ciudad de Palermo a principios del siglo XVII. Para ello nos serviremos de un amplio abanico documental – registros parroquiales, correspondencia institucional o procesos inquisitoriales, entre otros – del que destacamos especialmente el registro del furriel mayor. Se trata, esta última, de una fuente documental muy poco explorada por los historiadores y que nos da una valiosísima información sobre la ubicación espacial de los alojamientos de los soldados en la ciudad, además de la gestión de los recursos o el estado de los alojamientos.

La presente comunicación forma parte del proyecto doctoral Españoles en Palermo. Extranjería, ciudadanía y presencia urbana (ss. XVI y XVII) que, a partir del estudio de la configuración e impacto de la presencia hispánica en la capital del reino de Sicilia, Palermo – una ciudad de la Monarquía, pero “extranjera”, en cuanto no española –pretende responder a la pregunta: ¿Eran las personas procedentes de la península ibérica extranjeros en la Palermo de los siglos XVI y XVII?
Con motivo de la Summer School nos centraremos en una de las partes del proyecto: el estudio de la presencia y actividad de la comunidad mercantil catalana conocida como nación catalana, una institución de raíces medievales. Indagaremos sobre el grado de integración política de dicha comunidad en el gobierno ciudadano palermitano – llegando algunos de sus miembros a ocupar cargos de responsabilidad durante la peste de 1624 – y nos cuestionaremos, en comparación con lo sucedido en Nápoles, el protagonismo de dicha comunidad en el siglo XVII.

En el presente artículo se propone un acercamiento a las comunidades castellana y vizcaína asentadas en Palermo a través de uno de sus espacios de referencia: la capilla de la Virgen de Guadalupe. Gracias a la documentación conservada en el archivo de la Iglesia Nacional Española en Roma – incluyendo en anexo la transcripción de uno de los documentos –, el autor se interroga sobre los orígenes y las motivaciones de dicha fundación, incorporando estas comunidades al debate sobre el concepto de “nación” en el Antiguo Régimen.

El siglo xvii europeo estuvo marcado por innumerables guerras, superpuestas y encadenadas. El desarrollo táctico y técnico que permitió a las diferentes entidades políticas europeas consolidar su poder, definido por Michael Roberts como una «revolución militar», también provocó – entre otros cambios estructurales de la sociedad – la formación de ejércitos más numerosos y móviles. Es en este contexto en el que nos queremos referir a cómo la Monarquía hispánica, dispersa a lo largo del globo, promovió la movilidad de muchos de los soldados a su servicio y, en muchos casos, también de sus familiares. Esta situación, que llegó a formar verdaderos flujos migratorios, provocó que muchos de estos individuos acabasen asentándose lejos de sus lugares de nacimiento. De forma reciente, Oscar Recio Morales ha contribuido a ahondar sobre la composición y movilidad de los ejércitos de la Monarquía hispánica. Sin embargo, los aportes sobre las condiciones de vida, las estrategias de asentamiento o las redes de sociabilidad aún son escasos.
El objetivo de este trabajo es profundizar sobre las políticas de alojamiento, las condiciones de vida y las estrategias de asentamiento de los soldados del tercio de infantería española en la ciudad de Palermo a principios del siglo xvii. Para ello nos serviremos de un amplio abanico documental – registros parroquiales, correspondencia institucional o procesos inquisitoriales, entre otros – del que destacamos especialmente el registro del furriel mayor. Esta última es una fuente documental muy poco explorada por los historiadores que proporciona una valiosísima información sobre la ubicación espacial de los alojamientos de los soldados en la ciudad, además de la gestión de los recursos o el estado de los alojamientos.

As part of a centuries-old dynamic of mobility between the Iberian Peninsula and the island of Sicily, the city of Palermo attracted a hardly traceable amount of Hispanic population. Since Middle Ages, Palermo was presented and considered as a city "open" to foreigners, ready to welcome and offer them facilities to integrate politically, economically and socially in the city. However, during the years of Spanish rule, the Senate of Palermo had to combine this attitude with continuous negotiation with the Crown to preserve its privileges, among which was the ability to determine who became a cives Panormi. What was the Senate's position towards a Spanish population that, in many cases, moved to Palermo to occupy government positions traditionally reserved for Palermitans?
But in order to complete the picture regarding the foreign status of the Spanish population in the capital, questions could also be asked in the opposite direction: what was the attitude of the Spaniards with regard to the Palermitan cittadinanza? Was it a desired condition or not? As the latest historiography shows, a foreign community cannot be considered as a homogenous entity and, instead, experiences changed significantly according to the socio-political status of its protagonists. Would a Catalan merchant, who enjoyed a privileged position, be interested in acquiring Palermitan citizenship? And what about a Spanish soldier under the military jurisdiction? Through research carried out in Italian and Spanish archives, I will try to answer these questions. My main objectives are to compare the most current positions on the status of foreigners within the Hispanic Monarchy and to illustrate the heterogeneity of the Spanish presence in Palermo as a case of a Mediterranean way of dealing with a particular type of foreigners.

Fascinación, glamour, seducción... Pocas figuras eran comparables a las estrellas de cine durante los años cuarenta y cincuenta, cuando el Séptimo Arte era el gran medio de entretenimiento de masas. En especial, las actrices, quienes gozaron de una popularidad y carisma que las convirtieron en instrumento de creación de identidades para muchas seguidoras.
España también contó con su propio estrellato. Pero en un contexto de precariedad y represión moral, estas mujeres no se ajustaban al ideal de feminidad que la Dictadura franquista intentó imponer al conjunto españolas. Se constituyeron, pues, en modelos heterodoxos, que suponían un desafío a los códigos normativos de género, ya que no ejemplificaban los preceptos de domesticidad y maternidad, subordinación al varón, recato...
El presente libro muestra cómo a través de las películas que protagonizaron y de sus apariciones en los medios de comunicación se construyó su imagen como estrellas. Una proyección que a menudo resultaba incómoda para el régimen, que trató de resignificar o silenciar aquellos aspectos inconvenientes. 
De entre las protagonistas de la pantalla, tres actrices encarnaron bien este desafío: Amparo Rivelles, Sara Montiel y Conchita Montes. Empoderamiento y resiliencia permitieron a la primera conducir su vida en los márgenes de las convenciones sociales. Montiel fue la primera sex-symbol del franquismo y Montes, una mujer intelectual que expresaba reivindicaciones feministas. Cada una a su manera pusieron en evidencia las contradicciones y tensiones provocadas por las políticas de género franquistas.

Durante el primer franquismo, las Mujeres de Acción Católica fueron un instrumento de legitimación del Nuevo Estado y de difusión del ideal femenino de la domesticidad y la maternidad al servicio de la jerarquía eclesiástica. Sin embargo, a través del análisis del discurso elaborado para sus publicaciones periódicas, en este caso centrado en la diócesis de Valencia, se observa cómo las militantes católicas desarrollaron una voz propia que estaba silenciada por el discurso oficial y, aunque sin cuestionar su posición subalterna, fueron adquiriendo protagonismo en su propia asociación, en la que inicialmente parecían ausentes. Si convenimos que la identidad no es una categoría preexistente ni inmutable, sino un proceso en constante construcción, tampoco se puede pretender que durante los años cuarenta y principios de los cincuenta esta no sufriera transformaciones. A partir de sus experiencias de participación pública en el movimiento católico, estas mujeres se redescubrirán como sujetos con agencia, en el que sería el primer paso hacia una posterior reivindicación de cambio en las relaciones de género.

El éxito sin precedentes de El último cuplé en 1957 confirmó a Sara Montiel como el primer gran mito sexual del franquismo. Partiendo del concepto de estrella cinematográfica como una representación cultural construida tanto dentro como fuera de la pantalla, el artículo aborda cómo la actriz encarnó un modelo de mujer que desafiaba los ideales franquistas de género que el régimen trataba de imponer al conjunto de españolas. Mediante el análisis intertextual de películas y documentos hemerográficos, principalmente de las revistas cinematográficas, se observa cómo Montiel fue un icono de feminidad, en la línea de otras voluptuosas estrellas internacionales de los años cincuenta, convertidas en objeto de deseo sexual; pero que en el contexto de la Dictadura se tradujo asimismo en fuente de empoderamiento y agencia personal. Sara Montiel encarnó un modelo de cosmopolitismo y modernidad, no exento de ambigüedades y tensiones con los valores tradicionales, que incorporaba significados subversivos.

Las estrellas son un factor clave de la cultura audiovisual y los medios periodísticos juegan un papel fundamental en la construcción de su imagen. Durante el primer franquismo, las revistas cinematográficas pusieron en evidencia las contradicciones y tensiones generadas por las políticas de género de la Dictadura. Sin embargo, las actitudes de las actrices más destacadas de la época no encajaban a menudo en los estrictos discursos morales y en el ideal de feminidad nacional-católico que el régimen trataba de imponer. Así sucedía con las estrellas de Hollywood, que eran a veces abiertamente criticadas. No obstante, el comportamiento de algunas actrices españolas resultaba incluso más perturbador, puesto que se convirtieron en modelos de identificación más cercanos para sus seguidoras. La prensa especializada no renunció tampoco a su potencialidad propagandística, para lo que hubo de recurrir a modular o resignificar algunas de sus actitudes, cuando no simplemente a silenciarlas.

Entre 1948 y 1952, el semanario cinematográfico Primer plano publicó un consultorio sentimental firmado por la actriz Amparo Rivelles. La estrella española más popular del momento se convertía así en consejera sobre la moral, el noviazgo y los usos amorosos entre los jóvenes; una cuestión que el Régimen consideraba como una pieza fundamental en la regulación de las relaciones de género. Se trata de un consultorio singular, alejado de la gravedad, el dramatismo y la grandilocuencia de otros, surgidos en diversos medios periodísticos a raíz de la buena acogida de público que estas secciones gozaron durante aquellos años. Este artículo analiza las implicaciones de unos textos en los que su autora se permitía bromear, cuando no contradecir un tanto, sobre estos códigos normativos, que en añadidura chocaban con su imagen de estrella constituida como un modelo heterodoxo de feminidad frente al ideal franquista.

El artículo aborda las contradicciones y tensiones generadas por las políticas franquistas de género durante los años cuarenta a través de una investigación histórica desde la perspectiva de los star studies. Se analiza la figura de Sara Montiel, quien a partir de El último cuplé (1957) se convirtió en el primer gran mito sexual del franquismo. Sin embargo, se ha prestado una atención escasa a los primeros años de su filmografía, en los que ya se aprecian algunos de los rasgos que marcarán su trayectoria como actriz.  Desde sus inicios, su carrera estuvo vinculada a su cuerpo, como motivo de sensualidad y seducción, comparable a las estrellas de Hollywood, que no gozaban de la protección que se dispensaba a las actrices españolas, a quienes se solía atribuir una superioridad moral. Montiel fue un modelo de ascenso social a través del espectáculo, en un proceso en el que su imagen es cosificada, a la vez que se observa una autopercepción de su propia sexualidad como fuente de empoderamiento personal. A través del análisis de los personajes que interpreta y de su presencia en las revistas cinematográficas, se advierte el tránsito de una jovencita atractiva a una mujer con rasgos de vampiresa.

Fascinación, glamour, seducción... Pocas figuras eran comparables a las estrellas de cine durante los años cuarenta y cincuenta, cuando el Séptimo Arte era el gran medio de entretenimiento de masas. En especial, las actrices, quienes gozaron de una popularidad y carisma que las convirtieron en instrumento de creación de identidades para muchas seguidoras.
España también contó con su propio estrellato. Pero en un contexto de precariedad y represión moral, estas mujeres no se ajustaban al ideal de feminidad que la Dictadura franquista intentó imponer al conjunto españolas. Se constituyeron, pues, en modelos heterodoxos, que suponían un desafío a los códigos normativos de género, ya que no ejemplificaban los preceptos de domesticidad y maternidad, subordinación al varón, recato...
El presente libro muestra cómo a través de las películas que protagonizaron y de sus apariciones en los medios de comunicación se construyó su imagen como estrellas. Una proyección que a menudo resultaba incómoda para el régimen, que trató de resignificar o silenciar aquellos aspectos inconvenientes. 
De entre las protagonistas de la pantalla, tres actrices encarnaron bien este desafío: Amparo Rivelles, Sara Montiel y Conchita Montes. Empoderamiento y resiliencia permitieron a la primera conducir su vida en los márgenes de las convenciones sociales. Montiel fue la primera sex-symbol del franquismo y Montes, una mujer intelectual que expresaba reivindicaciones feministas. Cada una a su manera pusieron en evidencia las contradicciones y tensiones provocadas por las políticas de género franquistas.

Las  revistas  cinematográficas  fueron  un  instrumento  de  la  educa-ción informal de las mujeres durante el primer franquismo. A través de sus páginas,  contribuyeron  a  difundir  el  ideal  de  feminidad  nacionalcatólico  basado en la domesticidad y la maternidad. Sin embargo, este discurso es-tuvo plagado de contradicciones, que permitían que fuera reapropiado por las  lectoras  en  un  sentido  diferente  al  pretendido  por  sus  creadores.  Un  proceso que se dio en distintos ámbitos, pero que concernía especialmente a uno de los pilares del régimen: la familia. Las estrellas de cine, particular-mente las de Hollywood, fueron empleadas como modelos para ejemplari-zar actitudes tanto positivas como negativas. Se trataba asimismo de trans-mitir  el  mensaje  de  la  superioridad  de  la  tradición  española  frente  a  la  penetración de la modernidad cosmopolita. Sin embargo, este esfuerzo por la educación sentimental de las jóvenes chocó a menudo con la incongruen-cia de los planteamientos y con la fascinación que despertaban las figuras que se criticaban. Igualmente otro gran campo de batalla en el adoctrina-miento  de  las  mujeres  fue  el  de  la  moralidad  sexual.  Pero  nuevamente  al  emplear  de  manera  simultánea  la  exhibición  del  cuerpo  femenino,  en  fotografías de carácter seudo-erótico, para el placer visual masculino abrían la  posibilidad  que  algunas  mujeres  transformaran  esa  imagen  concebida  como un objeto de deseo en un sujeto sexual potencialmente activo.