Foto Dave McKean |
Estas palabras rojas lamen tus ojos, mi sangre busca la cadencia de tus venas. Sin embargo casi he dejado de existir, de la que fui no queda más que este desgarro. Dentro de mí hay una torpe inquilina; mi esencia es un criadero de polillas y los recuerdos huyen para no ser engullidos.
¿Cómo decirte que tu voz aún me falta cada tarde, que la distancia a tu piel me resulta insoportable y la noche tiene tu nuca? Este mensaje absurdo no encontrará jamás la textura de tu cuerpo. Sobre el papel mis dedos gritan buscando tu temperatura.
Ahora un perro rabioso me devora las entrañas. El animal mastica esta hermosura negra, una belleza podrida que es ahora de nadie. Mientras se disuelve mi memoria, el vacío me besa con tu boca. Luego los insectos voraces podrán migrar hacia otros muertos.
¿Cómo decirte que tu voz aún me falta cada tarde, que la distancia a tu piel me resulta insoportable y la noche tiene tu nuca? Este mensaje absurdo no encontrará jamás la textura de tu cuerpo. Sobre el papel mis dedos gritan buscando tu temperatura.
Ahora un perro rabioso me devora las entrañas. El animal mastica esta hermosura negra, una belleza podrida que es ahora de nadie. Mientras se disuelve mi memoria, el vacío me besa con tu boca. Luego los insectos voraces podrán migrar hacia otros muertos.