A veces me escabullo. Me hundo en mí misma, desaparezco del mundo que me rodea y sonrío con desgana. Dejo que pasen los días como si hubiera más. Abandono el sexo compartido y sigo arropada en mi regazo. Tomo firmes decisiones para hacer cosas mañana, y mañana vuelvo a aplazar mi decisión. Tengo fuerzas para actuar en el futuro, pero una débil voluntad en el presente. Pierdo consistencia como persona porque existo muy poco fuera de mí.
A veces deambulo en esta especie de duermevela sin visiones ilusorias. La abulia y la apatía se apoderan de mi cuerpo y se extienden con la sangre hasta que las oigo batirse en mi sien. Adagio de la indolencia al que llamamos desidia y que nace en mis entrañas, como una vez lo hicieron el amor, el dolor, la paz y el llanto. Me abandono voluntariamente a la incuria porque hallo su origen en lo más cálido de mi cuerpo. Y tan fuerte es este anhelo sepultado dentro de mí, que no quiero despertar.
A Mariapán (http://carapahn.blogspot.com), autora de este dibujo, Desidia, que formará parte de una exposición en Sevilla y que motivó mi pequeña reflexión.