Bacías de barbero, yelmos y baciyelmos: perspectivismo económico en Don Quijote
Brian Brewer, Tri... more Bacías de barbero, yelmos y baciyelmos: perspectivismo económico en Don Quijote Brian Brewer, Trinity College Dublin
La adquisición del afamado “yelmo de Mambrino” constituye una “rica ganancia” para don Quijote porque reafirma su propia imagen de gran caballero andante a la usanza de los heroicos paladines librescos que pueblan su imaginación. Para Sancho Panza, en cambio, el objeto adquirido no trata de una encantada pieza de armadura hecha de rutilante oro puro, sino de una bacía de barbero nueva que “vale un real de a ocho como un maravedí”. A pesar de la indignación de don Quijote, y del posterior intento del astuto campesino escuderil de reconciliar las dos perspectivas en el neologismo baciyelmo, es el primer parecer de Sancho el que devendrá determinante a la hora de calcular el verdadero valor y justo precio de la bacía, pues en la venta de Juan Palomeque, el barbero a quien le pertenecía acabará aceptando ocho reales de plata en paga de la propiedad expropiada, firmando a cambio un recibo en el que renuncia a cualquier reclamación por engaño en el precio. Así, la "alta aventura" del yelmo de Mambrino es la historia de una "rica ganancia" que se construye en diálogo explícito con una serie de conceptos relacionados con el intercambio económico y las varias maneras de apreciar y adquirir bienes, dentro o fuera de un mercado abierto. Dentro de la ficción cervantina, el medievalizante orden socio-económico de saqueo y pillaje que defiende don Quijote queda supeditado a un aparato moderno de valores de intercambio. La crítica ha analizado las distintas percepciones del “baciyelmo” en términos del famoso perspectivismo, pero no ha reparado en que la multiplicidad de puntos de vista encuentra su corolario en los varios usos que puede tener un solo objeto dentro de un mercado de valores. Lo que es ni más ni menos que una sencilla bacía de barbero es para don Quijote un yelmo mágico que sirve tanto para conjurar los maleficios de encantadores como para protegerle contra las pedradas que propinan campesinos. Esta polivalencia expresa jocosamente un punto importante del pensamiento económico de la época, resumido en la declaración del dominico Francisco García de que “tantas estimaciones y valores puede una cosa tener para cuantos usos y utilidades ella podría servir y aprovechar”. Es más, lo hace en precisamente los términos que empleaban los neo-escolásticos españoles del siglo XVI para describir la naturaleza del valor económico y la legitimidad del precio cobrado en términos de la “estimación común” del “justo precio”. Al declarar que alguien le había cortado la parte inferior al “yelmo” porque no “supo conocer ni estimar su valor”, don Quijote remeda ese lenguaje, tan ampliamente extendido desde mediados del siglo XVI en los tratados de filosofía moral dirigidos a confesores (los de Domingo de Soto y Luís de Molina, por ejemplo), en las guías de moralidad económica para mercaderes (como las de Tomás de Mercado y Francisco García) y en los memoriales de los llamados “arbitristas” (Martín González de Cellorigo, Pedro de Valencia, Gaspar de Pons y un largo etcétera). La apropiación violenta del yelmo de Mambrino mediante la fuerza coactiva que emplea el alocado caballero contrasta abiertamente con la doctrina escolástica del intercambio voluntario exento de fuerza, fraude y engaño y basado en el común parecer del valor de utilidad de los bienes. Al final, el concepto económico que se impone no es el quijotesco de la apropiación por paródica fuerza caballeresca a la manera feudal del Medievo, sino el moderno del intercambio pacífico y libre de bienes por dinero dentro de una economía de valores compartidos.
Este trabajo analiza la aventura del yelmo de Mambrino (Don Quijote 1.21) como una sátira polític... more Este trabajo analiza la aventura del yelmo de Mambrino (Don Quijote 1.21) como una sátira política en la que la parodia literaria da paso a una crítica generalizada del imperialismo español. Propone una lectura del episodio cervantino como un tratamiento satírico de los arbitrios contemporáneos que pretendían aumentar los ingresos de la Real Hacienda por medio del corso patrocinado por la Corona y la continuada expansión territorial en ultramar dentro del marco ideológico de la Reconquista. Cervantes contrasta este modelo de piratería y conquista militar con un nuevo imperio de contratos y relaciones económicas voluntarias basado en los principios escolásticos del derecho a la propiedad privada y la justicia. Estos conceptos, tal y como fueron formulados por los teólogos y filósofos morales de la Escuela de Salamanca durante el siglo XVI, se concebían como la expresión de la ley natural y el derecho de gentes, y por tanto eran igualmente aplicables a todo el mundo, aunque no fuera ni europeo ni cristiano. Además, los escolásticos salmantinos, y con ellos Cervantes, postulaban que el intercambio económico pacífico era congruente con la evolución socio-económica de los seres humanos y, por consiguiente, indicio de un alto grado de desarrollo social.
In Felipo de Carrizales, titular protagonist of the novela ejemplar, " El celoso extremeño, " Cer... more In Felipo de Carrizales, titular protagonist of the novela ejemplar, " El celoso extremeño, " Cervantes created one of his most extravagant characters, a man who oscillates between the behavioral extremes of disorderly conduct in his personal life and repentance for his moral failings. The most salient feature of Carrizales's character is his overwhelming jealously, an exaggerated personality trait that is not readily explained in terms of modern psychological realism, but that does respond to contemporary notions of disorderly appetite, particularly as embodied by those given to the practice of usury.
Bacías de barbero, yelmos y baciyelmos: perspectivismo económico en Don Quijote
Brian Brewer, Tri... more Bacías de barbero, yelmos y baciyelmos: perspectivismo económico en Don Quijote Brian Brewer, Trinity College Dublin
La adquisición del afamado “yelmo de Mambrino” constituye una “rica ganancia” para don Quijote porque reafirma su propia imagen de gran caballero andante a la usanza de los heroicos paladines librescos que pueblan su imaginación. Para Sancho Panza, en cambio, el objeto adquirido no trata de una encantada pieza de armadura hecha de rutilante oro puro, sino de una bacía de barbero nueva que “vale un real de a ocho como un maravedí”. A pesar de la indignación de don Quijote, y del posterior intento del astuto campesino escuderil de reconciliar las dos perspectivas en el neologismo baciyelmo, es el primer parecer de Sancho el que devendrá determinante a la hora de calcular el verdadero valor y justo precio de la bacía, pues en la venta de Juan Palomeque, el barbero a quien le pertenecía acabará aceptando ocho reales de plata en paga de la propiedad expropiada, firmando a cambio un recibo en el que renuncia a cualquier reclamación por engaño en el precio. Así, la "alta aventura" del yelmo de Mambrino es la historia de una "rica ganancia" que se construye en diálogo explícito con una serie de conceptos relacionados con el intercambio económico y las varias maneras de apreciar y adquirir bienes, dentro o fuera de un mercado abierto. Dentro de la ficción cervantina, el medievalizante orden socio-económico de saqueo y pillaje que defiende don Quijote queda supeditado a un aparato moderno de valores de intercambio. La crítica ha analizado las distintas percepciones del “baciyelmo” en términos del famoso perspectivismo, pero no ha reparado en que la multiplicidad de puntos de vista encuentra su corolario en los varios usos que puede tener un solo objeto dentro de un mercado de valores. Lo que es ni más ni menos que una sencilla bacía de barbero es para don Quijote un yelmo mágico que sirve tanto para conjurar los maleficios de encantadores como para protegerle contra las pedradas que propinan campesinos. Esta polivalencia expresa jocosamente un punto importante del pensamiento económico de la época, resumido en la declaración del dominico Francisco García de que “tantas estimaciones y valores puede una cosa tener para cuantos usos y utilidades ella podría servir y aprovechar”. Es más, lo hace en precisamente los términos que empleaban los neo-escolásticos españoles del siglo XVI para describir la naturaleza del valor económico y la legitimidad del precio cobrado en términos de la “estimación común” del “justo precio”. Al declarar que alguien le había cortado la parte inferior al “yelmo” porque no “supo conocer ni estimar su valor”, don Quijote remeda ese lenguaje, tan ampliamente extendido desde mediados del siglo XVI en los tratados de filosofía moral dirigidos a confesores (los de Domingo de Soto y Luís de Molina, por ejemplo), en las guías de moralidad económica para mercaderes (como las de Tomás de Mercado y Francisco García) y en los memoriales de los llamados “arbitristas” (Martín González de Cellorigo, Pedro de Valencia, Gaspar de Pons y un largo etcétera). La apropiación violenta del yelmo de Mambrino mediante la fuerza coactiva que emplea el alocado caballero contrasta abiertamente con la doctrina escolástica del intercambio voluntario exento de fuerza, fraude y engaño y basado en el común parecer del valor de utilidad de los bienes. Al final, el concepto económico que se impone no es el quijotesco de la apropiación por paródica fuerza caballeresca a la manera feudal del Medievo, sino el moderno del intercambio pacífico y libre de bienes por dinero dentro de una economía de valores compartidos.
Este trabajo analiza la aventura del yelmo de Mambrino (Don Quijote 1.21) como una sátira polític... more Este trabajo analiza la aventura del yelmo de Mambrino (Don Quijote 1.21) como una sátira política en la que la parodia literaria da paso a una crítica generalizada del imperialismo español. Propone una lectura del episodio cervantino como un tratamiento satírico de los arbitrios contemporáneos que pretendían aumentar los ingresos de la Real Hacienda por medio del corso patrocinado por la Corona y la continuada expansión territorial en ultramar dentro del marco ideológico de la Reconquista. Cervantes contrasta este modelo de piratería y conquista militar con un nuevo imperio de contratos y relaciones económicas voluntarias basado en los principios escolásticos del derecho a la propiedad privada y la justicia. Estos conceptos, tal y como fueron formulados por los teólogos y filósofos morales de la Escuela de Salamanca durante el siglo XVI, se concebían como la expresión de la ley natural y el derecho de gentes, y por tanto eran igualmente aplicables a todo el mundo, aunque no fuera ni europeo ni cristiano. Además, los escolásticos salmantinos, y con ellos Cervantes, postulaban que el intercambio económico pacífico era congruente con la evolución socio-económica de los seres humanos y, por consiguiente, indicio de un alto grado de desarrollo social.
In Felipo de Carrizales, titular protagonist of the novela ejemplar, " El celoso extremeño, " Cer... more In Felipo de Carrizales, titular protagonist of the novela ejemplar, " El celoso extremeño, " Cervantes created one of his most extravagant characters, a man who oscillates between the behavioral extremes of disorderly conduct in his personal life and repentance for his moral failings. The most salient feature of Carrizales's character is his overwhelming jealously, an exaggerated personality trait that is not readily explained in terms of modern psychological realism, but that does respond to contemporary notions of disorderly appetite, particularly as embodied by those given to the practice of usury.
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Brian Brewer, Trinity College Dublin
La adquisición del afamado “yelmo de Mambrino” constituye una “rica ganancia” para don Quijote porque reafirma su propia imagen de gran caballero andante a la usanza de los heroicos paladines librescos que pueblan su imaginación. Para Sancho Panza, en cambio, el objeto adquirido no trata de una encantada pieza de armadura hecha de rutilante oro puro, sino de una bacía de barbero nueva que “vale un real de a ocho como un maravedí”. A pesar de la indignación de don Quijote, y del posterior intento del astuto campesino escuderil de reconciliar las dos perspectivas en el neologismo baciyelmo, es el primer parecer de Sancho el que devendrá determinante a la hora de calcular el verdadero valor y justo precio de la bacía, pues en la venta de Juan Palomeque, el barbero a quien le pertenecía acabará aceptando ocho reales de plata en paga de la propiedad expropiada, firmando a cambio un recibo en el que renuncia a cualquier reclamación por engaño en el precio. Así, la "alta aventura" del yelmo de Mambrino es la historia de una "rica ganancia" que se construye en diálogo explícito con una serie de conceptos relacionados con el intercambio económico y las varias maneras de apreciar y adquirir bienes, dentro o fuera de un mercado abierto.
Dentro de la ficción cervantina, el medievalizante orden socio-económico de saqueo y pillaje que defiende don Quijote queda supeditado a un aparato moderno de valores de intercambio. La crítica ha analizado las distintas percepciones del “baciyelmo” en términos del famoso perspectivismo, pero no ha reparado en que la multiplicidad de puntos de vista encuentra su corolario en los varios usos que puede tener un solo objeto dentro de un mercado de valores. Lo que es ni más ni menos que una sencilla bacía de barbero es para don Quijote un yelmo mágico que sirve tanto para conjurar los maleficios de encantadores como para protegerle contra las pedradas que propinan campesinos. Esta polivalencia expresa jocosamente un punto importante del pensamiento económico de la época, resumido en la declaración del dominico Francisco García de que “tantas estimaciones y valores puede una cosa tener para cuantos usos y utilidades ella podría servir y aprovechar”. Es más, lo hace en precisamente los términos que empleaban los neo-escolásticos españoles del siglo XVI para describir la naturaleza del valor económico y la legitimidad del precio cobrado en términos de la “estimación común” del “justo precio”. Al declarar que alguien le había cortado la parte inferior al “yelmo” porque no “supo conocer ni estimar su valor”, don Quijote remeda ese lenguaje, tan ampliamente extendido desde mediados del siglo XVI en los tratados de filosofía moral dirigidos a confesores (los de Domingo de Soto y Luís de Molina, por ejemplo), en las guías de moralidad económica para mercaderes (como las de Tomás de Mercado y Francisco García) y en los memoriales de los llamados “arbitristas” (Martín González de Cellorigo, Pedro de Valencia, Gaspar de Pons y un largo etcétera). La apropiación violenta del yelmo de Mambrino mediante la fuerza coactiva que emplea el alocado caballero contrasta abiertamente con la doctrina escolástica del intercambio voluntario exento de fuerza, fraude y engaño y basado en el común parecer del valor de utilidad de los bienes. Al final, el concepto económico que se impone no es el quijotesco de la apropiación por paródica fuerza caballeresca a la manera feudal del Medievo, sino el moderno del intercambio pacífico y libre de bienes por dinero dentro de una economía de valores compartidos.
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Brian Brewer, Trinity College Dublin
La adquisición del afamado “yelmo de Mambrino” constituye una “rica ganancia” para don Quijote porque reafirma su propia imagen de gran caballero andante a la usanza de los heroicos paladines librescos que pueblan su imaginación. Para Sancho Panza, en cambio, el objeto adquirido no trata de una encantada pieza de armadura hecha de rutilante oro puro, sino de una bacía de barbero nueva que “vale un real de a ocho como un maravedí”. A pesar de la indignación de don Quijote, y del posterior intento del astuto campesino escuderil de reconciliar las dos perspectivas en el neologismo baciyelmo, es el primer parecer de Sancho el que devendrá determinante a la hora de calcular el verdadero valor y justo precio de la bacía, pues en la venta de Juan Palomeque, el barbero a quien le pertenecía acabará aceptando ocho reales de plata en paga de la propiedad expropiada, firmando a cambio un recibo en el que renuncia a cualquier reclamación por engaño en el precio. Así, la "alta aventura" del yelmo de Mambrino es la historia de una "rica ganancia" que se construye en diálogo explícito con una serie de conceptos relacionados con el intercambio económico y las varias maneras de apreciar y adquirir bienes, dentro o fuera de un mercado abierto.
Dentro de la ficción cervantina, el medievalizante orden socio-económico de saqueo y pillaje que defiende don Quijote queda supeditado a un aparato moderno de valores de intercambio. La crítica ha analizado las distintas percepciones del “baciyelmo” en términos del famoso perspectivismo, pero no ha reparado en que la multiplicidad de puntos de vista encuentra su corolario en los varios usos que puede tener un solo objeto dentro de un mercado de valores. Lo que es ni más ni menos que una sencilla bacía de barbero es para don Quijote un yelmo mágico que sirve tanto para conjurar los maleficios de encantadores como para protegerle contra las pedradas que propinan campesinos. Esta polivalencia expresa jocosamente un punto importante del pensamiento económico de la época, resumido en la declaración del dominico Francisco García de que “tantas estimaciones y valores puede una cosa tener para cuantos usos y utilidades ella podría servir y aprovechar”. Es más, lo hace en precisamente los términos que empleaban los neo-escolásticos españoles del siglo XVI para describir la naturaleza del valor económico y la legitimidad del precio cobrado en términos de la “estimación común” del “justo precio”. Al declarar que alguien le había cortado la parte inferior al “yelmo” porque no “supo conocer ni estimar su valor”, don Quijote remeda ese lenguaje, tan ampliamente extendido desde mediados del siglo XVI en los tratados de filosofía moral dirigidos a confesores (los de Domingo de Soto y Luís de Molina, por ejemplo), en las guías de moralidad económica para mercaderes (como las de Tomás de Mercado y Francisco García) y en los memoriales de los llamados “arbitristas” (Martín González de Cellorigo, Pedro de Valencia, Gaspar de Pons y un largo etcétera). La apropiación violenta del yelmo de Mambrino mediante la fuerza coactiva que emplea el alocado caballero contrasta abiertamente con la doctrina escolástica del intercambio voluntario exento de fuerza, fraude y engaño y basado en el común parecer del valor de utilidad de los bienes. Al final, el concepto económico que se impone no es el quijotesco de la apropiación por paródica fuerza caballeresca a la manera feudal del Medievo, sino el moderno del intercambio pacífico y libre de bienes por dinero dentro de una economía de valores compartidos.