29 oct 2024

Ocho años

Yo creo que si alguien entrara a mi casa y viera (y oliera), (y comiera) aquí, con toda razón y en su sano juicio podría decir que soy una persona sucia. Acá los sinónimos. El caso es que está todo sucio y cayéndose a pedazos en esta casa. Las ollas rebosan de  gusanos, la ropa amontonada y sucia en distintos rincones de la casa se parte en pedazos al tocarla. La casa entera, que no es mía, en donde tengo un gato secuestrado, se cae a pedazos también. El otro día al tratar de sacar la bicicleta por la puerta de la cocina, porque perdí las llaves de la puerta principal, se me cayó encima un azulejo, así tranquilo cayó en mis manos, ni se rompió. No sé cuánto tiempo hace que el revestimiento del techo se desplomó una noche en parte sobre la mesa, en parte sobre el piso, dejando todo lleno de polvo. Porque la amnesia es otra: es real que no sé hace cuánto tiempo.

Las cosas simplemente se caen alrededor desde hace unos años y yo no puedo llevar la cuenta como hubiera hecho en cualquier otro momento de mi vida. Ni en las más absolutas borracheras se me olvidaba un segundo de lo que había ocurrido conmigo y era capaz de recordar mis sueños como películas con secuelas. Ahora doy vuelta y se me olvidó ya qué es lo que estaba haciendo. Ha pasado tanto tiempo que no sé si tengo o puedo lo que hace falta para explicarlo. Esta computadora era nueva cuando dejé de actualizar el blog. Ahora me peleo con el teclado. Y tengo miedo de haber perdido algo importante para esto de la redacción de las ideas. 

Antes era como si viera desde el principio el mapa por el que iba a transitar. Ahora ando a escondidas en cuanto a escribir se refiere. No tengo la capacidad mental para mirar todo el panorama, voy mirando a cachos y olvidándolos.


II.

La vez que me di cuenta que algo iba mal con mi memoria, estaba limpiando una repisa, levanté un papelito y al voltearlo recordé que hacía una semana había quedado con alguien de hacer algo para la próxima. Lo que en su momento me mantuvo asombrada involuntariamente fue que se me hubiera olvidado.

Ahora es algo que sucede todo el tiempo, pero entonces no sucedía nunca. Llevaba un par de semanas viviendo sola en Buenos Aires después de que mi exesposa se hubiera ido de la casa tras el fallido intento de irme yo. Debe haber sido alrededor del quince de agosto de 2016. Que me di cuenta por primera vez que se me estaban olvidando las cosas.

¿Un abuso de drogas? Probablemente. Aunque era sólo mariguana y cocaína. El estrés definitivamente era un factor, un estrés absoluto y penetrante en todos y cada aspecto de mi vida, el financiero, el académico, el de pareja; pero también el estrés referido a un país entero que estaba, como está hoy mismo, hundido en una crisis humanitaria. Tenía la memoria de la computadora llena de notas rojas. Sólo eso. Ya no mediaba ningún discurso, se trataba de pura muerte, dolor y sangre. Llenaba los días anotando links, quince o veinte, todos de nota roja, casi todos imperceptibles para la mayoría. Aunque incluso entonces para nadie era desconocido que vivíamos un pico de violencia.

"Pico de violencia" es esta manera de nombrar la violencia anómala de un país que siempre ha vivido en la violencia.


III.

Mucho antes de que Felipe Calderón tomara el poder, en algún momento entre 2002 y 2004 cuando vivía en España, alguien, un amigo, me hizo el comentario de necesitar algo así como un permiso de guerra para transitar por ciudades que desde allá se veían desde entonces exageradamente peligrosas. La broma incluía el relato de bombas, check points y muros de contención para poder sobrevivir en lo que hasta entonces era únicamente un lugar con altos índices de asaltos y secuestros. En el año 2002 de lo único que podíamos hablar era de los años noventa.

A pesar de que México claramente no tenía otro futuro, si me hubieran dicho entonces que hoy estaríamos entre decapitados diarios y "el narco" controlando las cámaras de vigilancia de las ciudades mexicanas, no lo hubiera creído. No lo hubiera creído bajo ninguna condición. Si hubiera bajado un extraterrestre disfrazado de Jesús del cielo y me hubiera dicho "En veinte años vas a estar viviendo un caso de manual de terrorismo de Estado" no lo hubiera creído ni aunque tuviera una camiseta mostrando un mundo más grande que éste dentro de este mismo. 

Visto desde un punto de vista prácticamente cósmico, no tiene nada de raro que me haya quedado ocho años metida en casa.

Hay caca. Hay caca en las partes más insospechadas. Esta mañana, o ayer en la mañana, o quizá el sábado en la mañana, estaba sacudiendo ropa tirada y saqué una liga para hacer ejercicio que tenía una caca suave y salpiqué toda la pared de caca.

Ahora tengo caca en las paredes, literalmente lo que me faltaba. 

Cerré el cuarto a la Cortázar y me fui a trabajar. 

Porque ahora trabajo por fin.

5 sept 2022

Sólo tienes que.

¿Es éste todavía mi blog? ¿Todavía existe blogger o ya lo migraron con todas mis fotos como le pasó a Picasa?

Iba saliendo de psicoanálisis, que retomé hace dos semanas, pensando en que quizá debería escribir lo que me pasa con el psicoanálisis porque si no se me olvida. Se me olvida como un coche sin frenos en una autopista de hielo: it just disappears. Había fantaseado con que la misma psicoanalista me lo propusiera después de que yo le dijera cómo el retomar el psicoanálisis me había hecho reaccionar inconscientemente a cosas que había dicho en sesión y darme cuenta. No se lo dije. O más bien se lo dije ya en la puerta, de salida, y pensé (pero ya no lo dije) que a lo mejor debía tomarme más en serio las cosas que fantaseo que mi psicoanalista me sugiere.

Iba bien. Saliendo de ahí me atacó lo de siempre, una sensación de no tener absolutamente ningún plan en la vida, ni siquiera uno para regresar a casa, un poco como si hubiera caído en un instante del espacio exterior, sin ninguna historia en esta Tierra. Hice lo que ya estoy acostumbrada a hacer: escuchar a mi corazón. Suena loco, pero mi corazón me habla realmente. Quiero decir: en español. Di vuelta a la izquierda llegando a la esquina.

Luego pasé al super. Compré milanesas.

En el cruce de Schiller y el circuito Gandhi, yo venía entrando a Polanco, dos bicis se esquivan mutuamente, una tercera venía atrás y una camioneta roja (en realidad era color vino (tinto)) les toca el claxon. Las tres biciletas cruzaron por el paso peatonal ciclista (el verde). Las tres bicicletas se van, dos iban saliendo de Polanco y una tercera seguió derecho por el circuito. Yo y el de la camioneta entramos a Schiller. Esa esquina es una de LAS TANTAS esquinas conflictivas para los ciclistas en esta ciudad, yo la cruzo todos los días y todos los días es un peligro, especialemete cuando vas saliendo.

La lógica asesina del ciudadano que ha normalizado la muerte es que el ciclista tiene que parar y dejar pasar a los coches. La realidad es que ésa es una calle muy amplia y despejada donde desde lejos puede verse que ahí por lo menos alguna vez estuvo pintado un paso peatonal.

Algunas personas desafiamos esa lógica y simplemente no nos detenemos. Los coches tienen tiempo suficiente para ver que alguien está cruzando. Lo que no hacen porque no quieren o no tienen la costumbre, o simplemente su lógica les dice que todos alrededor deben dejarlos pasar hasta que el tráfico crezca a tal punto que sea imposible para ellos moverse.

Decidí emparejarme a la camioneta roja. Le toqué el vidrio. Cuando lo bajó le dije que los ciclistas tenían preferencia.

Me dijo que sí lo sabía pero que esa bicicleta se le había metido, que si lo había visto (no lo había visto). Le contesté que iba a velocidad de una bicicleta, me dijo que casi lo atropellaba, le dije que no debía atropellarlos, me dijo que él lo sabía, que él mismo era ciclista. Le dije que sólo tenía que bajar la velocidad al llegar al paso peatonal, me dijo que le hablara con respeto, le dije que le estaba hablando con respeto, me dijo que él me estaba hablando con respeto, le pregunté que qué le había dicho sin respeto y me dijo que lo de "sólo tienes que".

Por ahí la conversación fue más larga, y le dije cosas de las que me arrepiento (le puse de ejemplo Europa, creí que era uno de sus tipos that would give a shit about that. No lo vuelvo a hacer.) Pero en ningún momento le dije algo irrespetuoso. Él me interrumpió varias veces y parecía que su estrategia era llenar de palabras más altas que las mías el espacio de tiempo del semáforo. Yo no dije más porque estaba viviendo un incendio adentro de mí y no podía dejar de verlo como uno de esos imbéciles que son capaces de hacerle creer a otros que ellos son las víctimas de nuestros cuestionamientos.

Después me puse frente a él y anduve a velocidad de caracol dos ó cuatro metros. Tenía que dar la vuelta para incorporarme a Rubén Darío, él seguía de frente por Schiller. Cuando me rebasó me dijo "uy qué mala". Tardé en entender que era sarcasmo. Ya estaba profundamente metida en mis pensamientos.

Pensaba que aquello era justo de lo que estábamos hablando en psicoanálsis. Estaba teniendo una reacción de esas fulminantes.

En sesión hablaba de una chica de la que me enamoré, de cómo a ella le molestó que yo me enamorara, de cómo intenté evitarlo pero de todas formas me atravesó y de cómo estaba todo bien hasta que me mintió y me bloqueó de sus redes.

¿Y qué hiciste cuando llegaste a tu casa y te diste cuenta de que te había bloqueado?

Me convertí en un Alka-Seltzer en reacción hasta las diez de la noche, le contesté. Me vuelvo como un volcán.

Eso era exactamente lo que me estaba sucediendo y cuando pude darme cuenta fue un alivio para el corazón. Aún sentía ese ardor en el pecho, esa molestia en el alma después de un enojo, pero estaba mucho mejor.

30 ene 2022

La rana

Estaba haciendo una rana de plastilina. A mi tío (el gay, QEPD) le gustaban mucho las ranas. Es para un florero para su nicho. Empecé haciéndola de plastilina en mi casa, con una plastilina rosa sucia que tenía guardada (tengo otra nueva peroo está (quizá) al fondo de una caja que está sepultada por libros porque pocos días antes de Año Nuevo decidí tirar todo el recubrimiento flojo de una pared. De mi casa. La rana salió como una rana con malformaciones pero se veía que era una rana. En este momento de mi vida fantaseo con pasar en la semana por alguna papelería y comprar un par de cositas que necesito, entre ellas la plastilina. Aún no decido el color pero amarilla probablemente, aunque no sé si exista la amarilla en la papelería en la que decida detenerme para buscar estas cosas, la otra es unos cuantos palitos de madera. Así, palitos de madera nomás. En realidad quiero comprar más cosas.

Estoy así, de consumista. Ayer compré una planta sólo porque costaba $5. Tengo dinero para comprar cosas y me recuerdo que no debería necesitar mucho. Aunque necesito gubias y un montón de pinceles y esas cosas. Y necesito ropa y necesito también cosas que no sabía muy bien que necesitaba aunque se me había ocurrido en aguna ocasión, como la trampa de rejilla para el desagüe del lavadero.

Ayer mi papá vino a arreglarme la plomería del lavabo, hoy funciona y por primera vez en años puedo lavar todo lo que se me ocurra en mi cocina, inmediatamente después de usarlo. Antes tenía que salir al balcón donde está el lavadero. Ahí lavaba todo. El lavabo lo tapó Caro. Bueno, ocurrió mientras ella lavaba los platos, porque yo nunca los lavaba. Desde entonces tuve que salir al balcón, para lo cual ocupaba a veces algunas semanas en la juntada de valor. Pasó mucho tiempo para que mi cuerpo aceptara que podíamos salir al balcón también en cualquier momento e inmediatamente después de ensuciar algo. Claro que el camino era más largo, eso no podía cambiarse.

Mi casa sigue siendo un desmadre. La depresión no se ha ido del todo, o más bien la tristeza. Pero el cambio es radical: salgo de mi casa todos los días, ya no tengo sensaciones corporales alucinadas, como todos los días, aunque a veces como mal. Me he convencido a mí misma de que más vale comer algo en la calle que no comer por no querer fatigarme haciendo la comida, yendo y viniendo con ella. A veces sí cocino, y también fantaseo con el día en que no sólo la cocina, sino todo esto quede listo.

Secretamente he tenido miedo a perder la capacidad para escribir. Pero a mí misma no me ha quedado de otra más que esperar a que resucite, yo.

25 ene 2022

Conseguí trabajo

Un trabajo estable, finalmente. Regreso a casa con las manos con yeso. A veces con las manos llenas de barro. Antes con las manos olorosas a laguna podrida por el esmalte, y esmalte en polvo bajo las uñas. Antes hace mucho solía tener masa en las tardes en las uñas, pero eso duraba muy poco. (La masa entre las uñas). Normalmente se caía sola en el transcurso de la tarde y antes de dormir. El yeso y el barro son diferentes. El cemento también, estuve jugando con cemento en vacaciones de Año Nuevo. Muy mal, se te pega muy mal a las manos.


Mucho que contar, por supuesto. Y poco tiempo. Casi nada de imaginación para escribir.

Fue después de la manifestación por Caro este 1° de agosto pasado, el del 2021, que conseguí un breve trabajo como pintora de un puesto de periódicos. Voluntario, no me pagaban. Mi intención era arreglar todo el puesto pero sólo he alcanzado a pintar una pared. Mi primer propósito de este año es pintar más del puesto de periódicos, arreglarlo. En tanto, el propósito cumplido este mes ha sido encontrar propósitos. Esas cosas que uno se propone hacer durante el año. A partir del trabajo de la pintura del puesto de periódicos volví a encontrar trabajo en el taller de cerámica en el que trabaja antes y cuyo trabajo extrañaba tanto a la vez de arrepentirme de haberlo dejado antes; aún reconociendo que tenía muy pocas opciones antes para salir de mi casa.

Ahora hago moldes de yeso.

22 ago 2021

sopitos de maíz

Voy avanzando. Yo, en realidad, no me involucré realmente con las masas hasta que me fui a vivir a Argentina. Durante el periodo de oscuridad ya de vuelta en México intenté varias veces hacer cosas con la Maseca que tenía, porque no podía ir al súper a comprar tortillas y tenía hambre, pero ni nunca me salió bien ni nunca lo intenté mucho porque apenas podía quedarme de pie.

Ésta es realmente la primera (no es la primera) vez que me involucro con la masa de maíz y le doy su tiempo.


menjunje de maíz

Por fin comí. Este fin de semana corrí a alguien de mi casa y me quedé un día sin poder comer ni dormir nomás de la neura. Perdí mi contraseña de Twitter y se me descompuso la computadora. Me quedé sin un peso y me endeudé para poder comprar leche. Próximamente es posible que consiga una máquina de escribir que a diferencia de este teléfono no se congelé al escribir. Tengo una amiga que tiene pesadillas con du teléfono. Inventé un menjunje de masa de maíz cocido en el sartén con requesón, queso Chiapas, cebolla y tomates verdes y rojos, con un huevo revuelto que se perdió en la mixtura. Y una naranja. 

19 jul 2021

Van dos días seguidos que me despierto seca después de sueños que no fueron pesadillas. Otros días me he despertado seca, pero no es lo normal. ppor el otro lado, no diría que fueron exactamente buenos sueños. Perdía mis cosas, vivía en espacios diminutos, anduve medio desvestida en la calle, me acosaron, me robaron, casi me atropellan... Pero por alguna razón no fue considerado pesadilla. Todo bajo control. Creo que mucho ha tenido que ver con mudarme a dormir al piso.

1 nov 2020

Desperté seca. Aproveché para dormir un poco más. Quizá debería tomar cerveza más seguido.

31 oct 2020

A veces, apenas despierto de un sueño, tengo estas ganas irresistibles de matarme. ¿Cómo decirlo? No irresistibles, es como si me sintiera empujada hacia la ventana. Como si eso fuera lo que hay que hacer. Tengo que recordarme que "es sólo un sueño". Pero nunca es sólo un sueño. Antes no me acordaba de mis sueños. Me levantaba empapada en sudor, como estoy ahora, sin recordar nada pero con unas ganas insoportables de matarme ya. Soñé que me hacían trampa. Que me quitaban los libros de la mochila. Que por tratar de escapar a otro lugar, porque yo debíade sentarme en una silla en una mesa, o debía de ocupar un cuarto en un hotel, y todo eso me lo quitaban. Y se me quedaban viendo como que "así correspondía", intentando escapar de ahí el camino se hacía cada vez más angosto, y lo que cargaba, que eran mis libros, se hacía cada vez más pesado. Me caía al mar, con mis libros y mi computadora. Otra vez volvía a escapar de ahí, en el lobby del hotel. Y cad vez me quitaban mis cosas. Al final del sueño estábamos en un coche, y yo debía de estar manejando pero también ese lugar me lo habían quitado, y yo intentaba abrir la ventana para gritar... No lo van a creer: para gritar ¡POLICÍA! Ni yo me creía en el sueño que estaba gritando ¡POLICÍA! Mi estrategia era que llegara la policía y escapar. Primero no lo pude gritar, y cuando lo volví a intentar me desperté. Era mi familia la que me quitaba mis cosas. Mi padre, sus hermanas. Y mi hermano.

19 may 2020

La última vez que había comido fue pizza. La compré hace unos días. Me duró 4 días, porque tiene 8 rebanadas y me como ps 2 al día. Después pasaron como dos o tres días y no sabía qué comer. Bueno pues pedí pollo rostizado. Estuve como 12 horas pensándolo. Cuando llegó no me lo pude comer. También pedí mangos y como cuando llegaron no había comido desde la pizza (me hice un omelette con frijoles un par de horas antes), me quise comer un mango pero tampoco pude. Hice lo que nunca había hecho que fue regresar el mango abierto al refri. Un pollo rostizado es un pollo rostizado.

En la noche me hice 3 tacos. Me los comí muy lentamente. Estaban muy ricos, pero yo simplemente no podía comer.

8 ene 2020

tuits de septiembre, 2016



tuits de agosto, 2016



Los primeros meses

Una vez leí a alguien opinar que admiraba a las personas que eran capaces de escribir mucho en una sola sentada. A mí se me salen las palabras. Los textos cuando ya están acabados (?) tienen principio y final, y pueden dar la apariencia de haber trazado un camino linear. Pero la verdad es que hay muchas maneras de conformar un texto. Uno le puede cambiar el orden a los párrafos, a los enunciados. Las posibilidades al momento de crear un texto son monstruosas. Hay demasiados inicios. Para contar una cosa es necesario haber contado otra. ¿Qué es lo que es necesario contar que no necesita previa narración? ¿Cómo continuar un texto?, porque como las montañas, hay muchas rutas para llegar a la cima. Así la vida ha tomado muchas rutas para llegar hasta mí en este momento. La cosa es que yo quiero hablar de esa vida que ha tomado todas las rutas, pero la vida las ha tomado todas al mismo tiempo, e incluso de reversa, con una rapidez parecida a la del pensamiento, que salta de una idea a otra y puede verla al revés al mismo tiempo que la capta. Para escribir, en cambio, o para hablar, sentimos que tenemos que tomar un camino u otro.

La yuta con criterio

Esto lo escribí anoche, pero no tenía internet.

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No me puedo leer. Es como pintar y no ver. Como cuando no encuentras el monedero, o la cartera, y tienes que pagar algo. Te pones nervioso. Te acecha sobre todo tu propia conciencia de tener que apurarte por lo que sea que te estés imaginando. Quizá hay alguien mirándote mal. ¿Entonces qué haces? Empiezas a remover cosas. A sacarlas si es necesario. Las cosas dejan de estar definidas individualmente y se convierten en una masa de cosas. En una de ésas pierdes un guante, o un papel importante por estar sacando cosas del bolso antes pagar. Que no encuentras el dinero. Es como pasarle un pincelazo a las cosas para borrarles su contorno. Así me pasa a mí con las palabras, con las ideas, con los conceptos de realidad. A veces por alguna razón entro en un frenesí de pensar. Sin darme cuenta. Empiezo a sacar palabras, ideas, conceptos, recuerdos, de la bolsa, como buscando algo que se me ha perdido y con lo que necesito pagar. Algo. Mentalmente. Y de repente ya no entiendo nada. Eso siento: una multitud de palabras mientras leo, desparramándose y saltando a todos lados como si estuviera chapoteando. Buscando. Cuando llego al final del párrafo y me doy cuenta que no entendí nada. Estuve leyendo por arriba. Pero no en blanco, porque al mismo tiempo tengo todas las palabras del párrafo desparramadas como gotas alrededor y no quiero volver a leer porque a pesar de haber estado leyendo en blanco, al mismo tiempo estoy hastiada. Y son mis propios textos.

7 ene 2020

No era una trampa con clavos de 5 cm, eran de 10 cm. No sé por qué puse de 5. Eran unos pinches clavotes.